Pasa, pasa, pasajero RATA

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Serie pequeños cuentos

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PASA, PASA, PASAJERO “RATA” De: Alfredo Sosa

En un pueblo donde se respiraba intelectualidad, arte y aires de libertad, llego un día nefasto, el Pasajero RATA, provisto de fotográfica sonrisa de juventud envejecida por sus hábitos inconfesables, llevaba en el hombro una mochila llena de incalculables manías y posturas que lindan con la cordura. Se pensaba que estaba de paso, pero se dio maña para quedarse apoyándose en el Padrino que encontrara en sus años finales de una vida que dejaba con cierto desden humano por todo lo antes desaprendido. Pasajero y Padrino caminando de la mano por los tiempos nuevos, con astuta conducta de seres casi normales, capturando a cuanto incauto dolido por los últimos acontecimientos que pensaron que esta dupla funcionaria para bien, pero que extraña contradicción, el Pasajero RATA, se sentía turista y a la vez dueño de hacienda ajena, avalado por el Padrino que le aprobaba cuan desliz tenia, apelando a la frase de cliché “son cosas de juventud hay que seguir dándole la oportunidad”, dando paso a un sentimiento de adopción y cobijo al Pasajero RATA, como impresentable Residente RATA, de quien se conocía poco o nada. Han pasado algunos años y el Pasajero RATA, con patológica sonrisa acaricia sueños de amnésica sin razón, del tercio que lo ignora y los otros también de donde saco la mágica bolsa de dudoso contenido, el boleto perfecto para quedarse entre el repudio de los que con razón no olvidan que El Pasajero RATA, solo estaba de paso, pero construyo un túnel hacia un pueblo

cercano, donde por las noches duerme su insomnio químico de interminables películas de acción donde la tecnología de ultima degeneración, lo lleva a ser parte del escenario y entre ficción y realidad El Pasajero RATA, camina mirando a todos los lados , la paranoia lo embarga se alucina en la guerra de espías y recontraespías, con el traje verde de bufón que le queda algo desproporcionado de hombros caídos y pantalón cantinflesco, no da mas risa porque no es tan importante, solo que el paisaje se enturbia a su paso, el aire se condensa hay olores que emanan por la piel calcinada por tanta sustancia admitida sin control no dándose por enterado, El Pasajero RATA, sigue su camino a paso redoblado y con signos de medallas perdidas en el sueño de ambiciones cósmicas y cómicas que en su caminar nos entrega. El Pasajero RATA, esta buscando otro hueco donde esconderse de sus mismos demonios, de conciencia casi nula y de verbo incierto, balbucea cada incontrolable idea que le golpea la sien y lo eleva a mil su mega ego, que se plasma como el moderno filosofo de plazuelas y plazas. Después de algún tiempo corto y colmados de tanta locura, le ponen la camisa de fuerza y lo asignan al Pabellón de los caídos en combate aéreo, donde no existen los galones ni insumos, porque todo esta consumado y consumido. Hoy parece lejana esa pesadilla y se escuchan a los jóvenes, entre rizas decir: ¡Pasa, pasa, Pasajero RATA!