Pasados y presentes de la violencia en Colombia

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JEFFERSON JARAMILLO MARÍN PASADOS Y PRESENTES DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA ESTUDIO SOBRE LAS COMISIONES DE INVESTIGACIÓN (1958-2011)

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El lector que se adentre en este libro, saldrá de él con la sensación de haber hecho una travesía problemática e inspiradora. Los múltiples y sucesivos pasados de la violencia, aprehendidos por sucesivas comisiones de diferente mandato, perspectiva y composición, no solo interpelan nuestro presente sino que en estos tiempos sirven como referente para la construcción de futuro inmediato de Colombia, acicateado por un contexto de diálogos de paz. Las iniciativas de verdad y de memoria en el país no volverán a ser miradas, ni valoradas, ni juzgadas de la misma manera después de este balance, pues, en los sucesivos planos del juego de espejos en el que el autor nos ha invitado a reflejarnos, ha logrado adentrarse, con honestidad y rigor, en los nudos de las legítimas controversias que alimentan los ejercicios académico-políticos que son las comisiones de investigación sobre nuestras violencias.

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J E F F E R S O N J A R A M I L L O M A R Í N

PASADOS Y PRESENTES DE L A

V I O L E N C I A E N C O L O M B I A

E S T U D I O S O B R E L A S

COMISIONES DE INVESTIGACIÓN

( 1 9 5 8 - 2 0 1 1 )

1 9 5 8 1 9 5 9 1 9 6 0 1 9 6 1 1 9 6 2

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El lector que se adentre en el libro  Pasados y presentes de violencia en Colombia. Estudio de las comisiones de investigación, 1958-2011, saldrá de

él con la sensación de haber hecho una travesía

problemática e inspiradora. Los múltiples y suce-

sivos pasados de la violencia, aprehendidos por

sucesivas comisiones de diferente mandato,

perspectiva y composición, no solo interpelan

nuestro presente sino que en estos tiempos

sirven como referente para la construcción de

futuro inmediato de Colombia, acicateado por

un contexto de diálogos de paz.

Las iniciativas de verdad y de memoria en el

país no volverán a ser miradas, ni valoradas, ni

juzgadas de la misma manera después de este

balance, pues, en los sucesivos planos del juego

de espejos en el que el autor nos ha invitado

a reflejarnos, ha logrado adentrarse, con hones-

tidad y rigor, en los nudos de las legítimas contro-

versias que alimentan los ejercicios académico-

políticos que son las comisiones de investigación

sobre nuestras violencias.

J E F F E R S O N J A R A M I L L O M A R Í N

Doctor en Investigación en Ciencias Sociales

de la Facultad Latinoamericana de Ciencias

Sociales, México. Profesor Asociado y Director

del Departamento de Sociología de la Pontificia

Universidad Javeriana. Como investigador se ha

interesado por los estudios sociales, políticos y

culturales sobre la memoria y los temas asocia-

dos con el conflicto social y con los procesos

de construcción de paz. Es autor de diversos

artículos en estas áreas, en revistas nacionales

e internacionales. Entre su producción reciente

destaca el libro Salsa y cultura popular en Bogotá,

obra en coautoría con Nelson Antonio Gómez

publicada en 2013 por la Editorial de la Pontificia

Universidad Javeriana.

Otros títulos de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana

Í CO N O S Y M I TO S C U LT U R A L E S E N

L A I N V E N C I Ó N D E L A N AC I Ó N E N

CO LO M B I A

Carlos Rincón

V I T R O L A S , R O CO L A S Y

R A D I OT E AT R O S

H Á B I T O S D E E S C U C H A D E L A M Ú S I C A

P O P U L A R E N M E D E L L Í N , 19 3 0 -19 5 0

Carolina Santamaría-Delgado

pasados_presentesviol7.pdf 1 7/04/14 21:56

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Pasados y Presentes de la violencia

en colombiaestudio sobre las comisiones

de investigación (1958-2011)

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Jefferson Jaramillo marín

Pasados y Presentes de la violencia

en colombiaestudio sobre las comisiones

de investigación (1958-2011)

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Reservados todos los derechos© Pontificia Universidad Javeriana© Jefferson Jaramillo marín

Primera edición: bogotá, d. c. abril del 2014 isbn: 978-958-716-695-8número de ejemplares: 400impreso y hecho en colombiaPrinted and made in colombia

Corrección de estilo:José francisco sánchez osorioDiagramación:marcela GodoyMontaje de cubierta:cristian leónImpresión:Javegraf

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

editorial Pontificia Universidad Javerianacarrera 7 n.° 37-25 oficina 1301 edificio lutaimateléfono: 3208320 ext. 4752www.javeriana.edu.co/editorialbogotá, d. c.

ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADESCONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS

EN AMÉRICA LATINA

MIEMBRO DE LA RED DE

EDITORIALES UNIVERSITARIAS

DE AUSJALwww.ausjal.org

Jaramillo marín, Jefferson Pasados y presentes de la violencia en colombia : estudios sobre las comisiones de investigación (1958-2011) / Jefferson Jaramillo marín. -- 1a ed. -- bogotá : editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2014.

274 p. ; 24 cm.incluye referencias bibliográficas (p. 241-268).isbn: 978-958-716-695-8

1. violencia – colombia – 1958-2011. 2. reParaciÓn (JUsticia Penal) - colombia. 3. conflicto armado – colombia – 1958-2011. 4. memoria colectiva. i. Pontificia Universidad Javeriana.

cdd 303.62 ed. 19catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. biblioteca alfonso borrero cabal, s.J._________________________________________________________________________________dff. abril 08 / 2014

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tabla de contenidoPresentación 17

Prólogo 23

Introducción 25Las comisiones como vehículos de tramas narrativas 25Colombia, país de comisiones en épocas de violencias 27Un esquema para analizar las comisiones de estudio sobre la violencia 29Algunas consideraciones metodológicas 30

1. La Comisión Investigadora (1958) 34El marco: la violencia, el Frente Nacional, el anticomunismo 35El clima operativo y posoperativo 49Las tramas narrativas 80El libro la violencia en colombia 91

2. La Comisión de Expertos (1987) 104El marco: mutación de la violencia en un contexto pos-Frente Nacional 105El clima operativo y posoperativo 123Las tramas narrativas 142El informe colombia: violencia y democracia 147

3. El Grupo de Memoria Histórica (2007-2011) 158El marco: del conflicto histórico a la amenaza terrorista 159El clima operativo y posoperativo 184Las tramas narrativas 213Los informes del Grupo de Memoria Histórica 219

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4. Balance, preguntas y apuestas 226Balance de las experiencias 227Dispositivos rituales y espacios sociales de sentido: revelar y ocultar 231¿Expertos y comisiones afines al sistema? 232

Anexos 234

Bibliografía 244Informes de comisiones 245Legislación nacional 247Otros informes 247Artículos y libros 249Entrevistas 273

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índice de figurasFigura 1. Titular de la época que elogia el Frente Nacional 43

Figura 2. La demanda de participación de las mujeres en la Comisión

Investigadora 53

Figura 3. El político, el sacerdote y el militar: los notables del pacto y de la Comisión Investigadora 56

Figura 4. Concentración popular, con motivo de la visita de los miembros

de la Comisión Investigadora, en Quinchía (Caldas) 61

Figura 5. Otto Morales Benítez (miembro de la Comisión Investigadora)

con alias el General Peligro y alias el General Santander, en La Herrera, Tolima 68

Figura 6. El cura, el abogado y el militar reunidos con los alzados en armas,

en algún lugar del Tolima, para firmar un micropacto 72

Figura 7. Portadas de las ediciones de 1962 y 1968 de la violencia

en colombia 92

Figura 8. Duda sobre el imprimátur de la curia para la edición del libro 94

Figura 9. La crítica cardenalicia al libro 100

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Figura 10. Titular de la época demandando un frente común para afrontar

la crisis nacional 124

Figura 11. El presidente técnico (Virgilio Barco) y el ministro humanista

(Fernando Cepeda) 127

Figura 12. Los expertos de la comisión de 1987 (¿violentólogos? ¿Irenólogos? ¿Intelectuales para la democracia?) 130

Figura 13. Portada de la edición de 2009 de colombia: violencia

y democracia 148

Figura 14. Prioridades de la cnrr 185

Figura 15. Los altos costos de la desmovilización paramilitar 190

Figura 16. Miembros del grupo de Memoria Histórica. 192

Figura 17. Los órdenes del horror revelados por el Grupo de Memoria Histórica

en la Costa Caribe 216

Figura 18. Conmemorando y resistiendo en Trujillo 217

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índice de cuadrosCuadro 1. Algunos de los micropactos firmados gracias a la intervención de

la Comisión Investigadora 70

Cuadro 2. Presupuesto destinado para labores de rehabilitación por regiones

(1958-1959) 75

Cuadro 3. Presupuesto por rubros (1958) 75

Cuadro 4. Algunas masacres ocurridas en el país 197

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índice de gráficosGráfico 1. Tasa de homicidios en Colombia por cada cien mil habitantes

entre 1964 y 2008 139

Gráfico 2. Comparación de la tasa de homicidios en Colombia entre

1996 y 2005 162

Gráfico 3. Evolución de los ataques a poblaciones entre 1988 y 2012 163

Gráfico 4. Evolución de las masacres de acuerdo con los presuntos

responsables entre 1980 y 2012 195

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índice de anexosAnexo 1. Comisiones oficiales de investigación de 1971 a 2003 235

Anexo 2. Comisiones de la verdad de 1974 a 2010 237

Anexo 3. Comisiones de investigación y comisiones extrajudiciales

en Colombia (1991-2012) 238

Anexo 4. Dimensiones y subdimensiones de análisis de

las comisiones de estudios sobre la violencia 242

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agradecimientos

en la preparación, escritura y corrección de este libro, contribuyeron directa e indirectamente varias instituciones y personas, en colombia y en méxico, a las que extiendo mi más sincero y fraternal agradecimiento.

a la vicerrectoría académica de la Pontificia Universidad Javeriana, sede bogotá, por concederme, en el marco del plan de formación docente, el tiempo y los recursos para adelantar mis estudios doctorales en la facultad latinoamericana de ciencias sociales (flacso) sede méxico. fruto de esos estudios es la investigación que condenso en este libro.

a la dirección del departamento de sociología y a sus profesores, mis amigos y colegas, por apoyar mi proyecto doctoral, durante los tres años que estuve ausente de las labores docentes e investigativas.

a la nación mexicana y a su consejo nacional de ciencia y tecnología (conacyt), por la beca de estudios que complementó lo aportado por la Pontificia Universidad Javeriana y por la beca mixta para la realización de una estancia de investigación en colombia, en la Universidad del valle (cali).

a la flacso sede méxico. a todos sus maestros, tutores y evaluadores de mi tesis doctoral (nora, eugenia y Julio). a sus directivas y personal administrativo. Gracias por contribuir a mi formación doctoral.

a la editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, en cabeza de nicolás morales, y al cuidado editorial de este libro, en manos de Pamela montealegre, por apoyar con total entrega y paciencia la publicación.

a Gonzalo sánchez, director del centro nacional de memoria Histórica, por alimentar mi curiosidad por las comisiones y por aventurarme a la memoria histórica de nuestro país.

especial reconocimiento a la familia de la vero, mi princesa andina, por la hospitalidad en el distrito federal y en Quito. inmenso agradecimiento a magui, chris, Gabi y anaís. a vero, no tengo más que amor y gratitud eterna, por su entrega y paciencia durante estos años.

a mis padres, Pastora y Germán. a la pequeña y titánica tía lucy. a mis hermanos, freiderman, edinson, diana, luz miriam y Germán. a todos ellos, abrazos y agradecimientos gigantes, porque trazaron el camino de esperanza para

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Jefferson Jaramillo Marín

mi futuro académico, que comenzó, hace muchos años, en la villa de las Palmas (Palmira, valle).

a todos los académicos, investigadores independientes, miembros de organismos internacionales y organizaciones sociales y comunitarias que estuvieron dispuestos a ser entrevistados o a sostener conversaciones informales, en bogotá, cali, trujillo, ibagué y manizales. a Gonzalo sánchez, a Álvaro Guzmán, a Álvaro camacho (+), a carlos eduardo Jaramillo, a darío fajardo, a Jaime arocha, a iván orozco, a eduardo Pizarro, a Jorge Hernández, a Javier Guerrero, a daniel Pécaut, a maría emma Wills, a Pilar riaño, a andrés suárez, a martha nubia bello, a fernán González, a maría victoria Uribe, a teófilo vásquez, a absalón machado, a Patricia linares, a vladimir melo, a claudia Girón, a José antequera, a camila de Gam-boa, a claudia García, a orlando naranjo, a la hermana maritze trigos, a adrián serna, a laura badillo, a Jesús abad colorado, a catalina Uprimny, a marcela ceballos, a fernando cubides, a adolfo león atehortúa, a alejandro castillejo, a andrea arboleda, a Jesús alberto valencia, a Paola castaño, a fabio sandoval, a Gloria inés restrepo, a Juan Pablo aranguren, a sandro Jiménez, a Jaime eduardo Jaramillo y a Jorge orlando melo.

a mis estudiantes de la facultad de ciencias sociales de pregrado y de doctorado en ciencias Humanas y sociales, por nutrir, en los cursos y conversaciones de pasillo, mis inquietudes intelectuales sobre la memoria y la violencia en colombia.

finalmente, a mis compañeros, amigos de viaje, de diálogo y de fiesta en estos años. a yesid, a Juan carlos, a carlos luis, a Juan Pablo, a milcko, a maritza, a nelson, a ricardo, a mauricio, a Paola, a Helder, a orlando, a iván, a ivonne, a mariana, a Javiera, a consuelo, a mery, a alexander, a erika, a daniela y a muchos más, ¡gracias infinitas!

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Presentación

experiencias históricas contemporáneas obligan a repensar o resignificar otras relati-vamente distantes, y el juego de espejos que se plantea entre unas y otras puede resultar lúcido, si al historiador no lo deslumbran los radiantes anacronismos que le saldrán al paso al comparar a unas con otras. el lector que se adentre en el libro, Pasados y presentes de la violencia en Colombia. Estudio sobre las Comisiones de investigación (1958-2011), saldrá de él con la sensación de haber hecho una travesía problemática e inspiradora. los múltiples y sucesivos pasados de la violencia, aprehendidos por sucesivas comisiones de diferente mandato, perspectiva y composición, no solo interpelan nuestro presente sino que en estos tiempos sirven como referente para la construcción de un futuro inmediato para colombia, acicateado por un contexto de diálogos de paz.

sin desconocer el amplio número de experiencias de verdad y de memoria que ha habido en el país, el autor despliega sus reflexiones a partir de tres hitos: el de la comisión investigadora de las causas de la Violencia, en los albores del frente na-cional; el de la comisión de la era preconstituyente, conocida como la “comisión de los violentólogos”; y, por último, el de la trayectoria más procesual y acumulativa del Grupo de memoria Histórica.

se trata en los tres casos de mecanismos y recursos institucionales y sociales que pretenden dotar de sentido el pasado de las violencias que abordan, con una explícita vocación transformadora. las comisiones referidas no son exteriores a los procesos que registran e interpretan, sino que son parte del proceso mismo de búsquedas de sentido. en los tres casos tienen orígenes institucionales, pero no son necesariamen-te oficiales, precisamente porque son resultado de las luchas sociales o los debates político-culturales que las precedieron y alimentaron. no expresan, por lo tanto, voces oficiales, sino, como lo dice el sociólogo Jefferson Jaramillo, el autor de este libro, tramas que articulan relatos diversos. leídos a distancia, no son textos para ser tomados al pie de la letra, sino pretextos para promover la controversia y la conciencia pública de nuestros pasados vividos pero no resueltos.

la comisión investigadora de 1958 asociaba su función de esclarecimiento con la de la intervención en algunas zonas en conflicto abierto, como gestora de iniciativas reconciliadoras o “micropactos de paz en las regiones”, según sus propios comisionados.

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diagnóstico y propuestas de política pública fueron dos componentes explícitos en la creación de esa primera comisión, a tal punto que el presidente alberto lleras se mantenía a la expectativa de los resultados de sus viajes y diagnósticos locales y re-gionales, que le irían proveyendo elementos para la toma de decisiones políticas sobre la marcha. más que escuchar a las víctimas, la comisión escuchaba a las poblaciones —en su heterogeneidad, sin ejercer sobre el testimonio esa taxonomía rigurosa a la cual hoy en día somos allegados—, con las bondades y menoscabos que tuvo dicho acercamiento general, así como a todas las fuerzas políticas y a las autoridades de todos los rangos. sus periódicos informes del trabajo en el terreno le fueron dando un carácter integrador a uno de los conflictos más fragmentados que haya tenido el país.

Por otro lado, uno de los rasgos más interesantes, abundantemente documentado aquí, es que la comisión investigadora era recibida como comisión de Paz en muchas localidades e incluso por dirigentes y grupos guerrilleros. de ahí la ambigüedad en su caracterización: si se la veía como investigadora había recelo frente a ella en muchos círculos políticos; si se la erigía como pacificadora, era recibida con multitudinario en-tusiasmo, esperanza y expectativa. los comisionados, nos dice el autor, “más que como investigadores, fungieron como oidores de necesidades insatisfechas”, lo cual tendría un enorme impacto en un país recién salido de años de ejercicio de múltiples formas de censura. aunque, como comenta el autor, “la comisión investigadora practicó un ejercicio arqueológico del pasado y de inventario de atrocidades enmarcado en parte, por las condiciones impuestas por el frente nacional”, también es cierto que lo que interesaba a esta experiencia era la pacificación. en ese sentido, no había formulación de responsabilidades. aun así, la comisión fue mucho más allá. y su investigación quedó plasmada, unos años más tarde, en el libro admirable e inagotable, titulado La Violencia en Colombia, publicado como subproducto derivado más que como propósito inicial de la comisión investigadora.

la comisión de estudios, la de los violentólogos de 1987, tuvo un origen y marco muy distinto: más que un diagnóstico investigativo, se le pedía proponer qué hacer para superar la violencia: las recomendaciones eran lo esencial. recuerdo que eso fue lo que nos dijo que quería, en la primera reunión que tuvimos, el ministro fernando cepeda Ulloa: un pequeño folleto de recomendaciones. Había una perspectiva muy práctica, diría que instrumental del trabajo encomendado. Por ello, el elemento testimonial no estaba en el centro, salvo el testimonio de analistas o funcionarios ubicados en cargos estratégicos. el equipo tomó muy en serio su trabajo y decidimos ir más allá de lo que se nos había pedido, pese al cortísimo tiempo de que disponíamos: entre tres y cuatro meses.

esto planteaba retos complejos, pues el modelo del texto icónico de Germán Guz-mán pesaba mucho como referente: se esperaba, en consecuencia, que nuestro registro tuviera una amplia descripción de los horrores e incluso un registro visual de impacto para la opinión pública. y no sería así: se trataría de un informe de expertos que

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Presentación

generaría recomendaciones que no fueron de recepción inmediata. sus efectos, no obstante, se fueron incorporando gradualmente en la institucionalidad. el contexto político posterior, incluidas la negociación con el m19 y la constitución del 91, re-potenciaron la incidencia del informe.

en aquel entonces los intelectuales, no sin razones, eran extremadamente caute-losos y escépticos sobre la seriedad con la que se podían tomar sus recomendaciones. este recelo se reflejó, como anécdota, muy significativa por cierto, en el hecho de que decidiéramos hacer la entrega del informe cuando ya lo tuviéramos editado en la imprenta de la Universidad nacional. no queríamos dejar espacio a que se nos modificara una sola coma. el Presidente barco, por su parte, mostró la misma cautela, recibiendo el informe en un acto privado, del cual no hubo siquiera un comunicado público. la divulgación se hizo por iniciativa nuestra.

el elemento compartido del equipo y determinante en la perspectiva de los postulados era la creencia en las virtudes de la solución negociada del conflicto. las recomendaciones que hacíamos no estaban dirigidas hacia un estado más eficaz militarmente sino más democrático, porque se creía que la violencia solo era derrotable con más democracia. la comisión del 58 se enfrentaba al hecho desnudo de la violencia, en tanto que la del 87 se propuso dar cuenta de las enormes tensiones entre violencia y democracias, recogidas en el título: Colombia: violencia y democracia. la violencia parecía muchas veces encap-sulada en un discurso institucionalista que invisivilisaba sus raíces en las desigualdades y bloqueos a la participación política y la movilización social.

el contexto del Grupo de memoria Histórica fue muy distinto de los anteriores. el Grupo nació en tiempos del discurso de la justicia transicional, en un inusual y paradójico período marcado, inicialmente al menos, por un discurso de posconflicto bajo el ruido de las armas y sin negociaciones, y dentro de una estructura institucional cuestionada en su conformación —la comisión nacional de reparación y recon-ciliación—, de la cual recibió la delegación de las tareas de esclarecimiento exigidas por la ley de Justicia y Paz, una ley igualmente controvertida. esto planteó dos retos claves: conformar un equipo de investigación que, amparado en la trayectoria de sus integrantes, fortaleciera la credibilidad de la academia y las organizaciones de derechos humanos en medio de un gobierno —el de Uribe vélez— que se había caracterizado por deslegitimarlos a ambos. el reto de construir legitimidad a partir de un contexto tan impugnado desde la misma academia y las organizaciones de derechos humanos, por otra parte, llevó al Grupo a emprender un camino muy distinto al habitual de las comisiones de verdad o memoria para llegar al informe general: el largo camino de los casos emblemáticos como estrategia impuesta, no solo por las dimensiones y la diversidad del conflicto colombiano contemporáneo, sino también por el déficit de legitimidad que teníamos como punto de partida. la consigna bajo la cual comen-zamos a operar pudiera traducirse en estos términos: vamos a trabajar de modo que

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Jefferson Jaramillo Marín

en el proceso mismo procuremos ganar la credibilidad y legitimidad que no nos da el contexto. Hasta qué punto se logró no me corresponde decirlo. Pero lo cierto es que el Grupo, alimentado por el largo proceso social de construcción de memoria y verdad que lo antecedió, contribuyó a poner en la esfera pública y en la institucionalidad el derecho y el deber de memoria.

el Grupo conformado no tenía ningún vínculo con el gobierno de entonces, e incluso muchos de sus integrantes eran críticos reconocidos del mismo, que en sus columnas, investigaciones o intervenciones habían manifestado amplias razones de su oposición frente a la política de seguridad democrática. si se revisan sus documen-tos fundadores (el Plan estratégico de febrero de 1987), cuyos presupuestos se han mantenido vigentes hasta el día de hoy, se verá que el proyecto de esclarecimiento del gmh apuntaba al extremo opuesto: a una solución negociada del conflicto armado, aunque esta no fuera inminente cuando inició labores en el 2007. la seguridad de-mocrática era una quebrada caparazón que incomodaba al Grupo recién constituido, pero no condicionó o fungió como marco inspirador de sus actuaciones. más bien considero que la dirección opuesta que tomó el Grupo fue posible gracias a que el gobierno de entonces se veía en cierto modo obligado a responder los reclamos de la sociedad que, como dije antes, ya venía adelantando fragmentarios, y no por ello menos fundamentales, procesos de construcción de memoria y verdad. Qué lugar ocupó entonces el gmh dentro del espectro político en el que fue creado, no dejará de ser una pregunta inquietante para el historiador, y no me corresponde aventurar aquí una respuesta protagónica. en esta dirección, me distanciaría de la apreciación de Jefferson según la cual el Grupo de memoria Histórica habría que mirarlo como parte del “macropacto político de la seguridad democrática”.

el segundo reto del gmh fue formalizar, desde el inicio de sus funciones, compro-misos de autonomía académica de los resultados, la cual se consagró en la Primera Plenaria de la comisión nacional de reparación y reconciliación, que en la fecha mencionada le dio vida al Grupo. y la tercera condición expresa era la libertad de diálogo del Grupo con todas las vertientes del espectro político, de las víctimas y de los actores del conflicto. la autonomía era una apuesta muy fuerte del Grupo y un desafío que la cnrr, visto a la distancia, aceptó con generosidad. Porque no era fácil hacer una delegación tan amplia del mandato y al mismo tiempo hacerse responsable de los productos generados en el marco de ese mandato, a sabiendas de que dentro de la propia cnrr había quienes estaban lejos de compartir nuestras visiones. 

el Grupo tenía que resolver también la tensión entre una visión caleidoscópica, fragmentada, y la tarea de un informe general —insistimos en no llamarlo informe final— que integrara los resultados y el mapa del horror, de los perpetradores y de las víctimas del conflicto armado en más de medio siglo. ese pendiente se culminó en un nuevo contexto institucional y político —el del gobierno de Juan manuel

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Presentación

santos— y se materializó en el ¡Basta Ya!: Colombia memorias de guerra y dignidad, y en el documental que lo acompaña, titulado No hubo tiempo para la tristeza.

a diferencia de las comisiones de otras latitudes en las cuales el informe final es un momento de cierre simbólico del conflicto, en colombia, el ¡Basta Ya! y la creación del centro de memoria Histórica, abrieron paso, según me lo advirtió un colega español, a una especie de comisión de la verdad en permanencia; el informe es el hito de un perpetuo recomienzo frente a las demandas, expectativas y deudas de memoria de las víctimas, regiones, y contendientes armados que en este momento están sentados en una promisoria mesa de negociaciones en la Habana. Puede ser anticipado este diagnóstico, pero lo cierto es que en la colombia de hoy las tareas de investigación tienen una sorprendente vitalidad y continuidad, en el mundo institucional y en el mundo social. el horizonte previsible de una comisión de la verdad no anularía sino que redinamizaría estos procesos. la pluralidad de escenarios sociales, regionales y de formas de victimización hace todavía difícil la valoración del trabajo del Grupo.

la lectura del libro de Jefferson me ha llamado a salir una vez más en defensa, ya no solamente del trabajo del Grupo de memoria Histórica sino de aquellas iniciativas sociales que provenientes del estado se constituyen bajo premisas que se inspiran en estrictos marcos de competencia internacional en materia de derechos humanos. en ese horizonte, invito a pensar si el estado mismo no ha logrado redefinirse, al menos en parte, con una mayor o menor conciencia, a través de su diálogo con otras instituciones, como la academia y las organizaciones de derechos humanos, o las co-misiones estudiadas en este libro; y aun agregaría que es necesario comenzar a pensar en estas palabras que escribiera boaventura de souza santos en una de sus Cartas a las Izquierdas: “el estado es un animal extraño, mitad ángel y mitad monstruo, pero, sin él, muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables, a la caza de ángeles indefensos. mejor estado, siempre; menos estado, nunca”.

su lectura también me hace considerar que la ley de víctimas no es una trampa tendida por manipuladores astutos, sino resultado de luchas sociales y del campo democrático forjados a pulso durante décadas. en este escenario, la producción de la verdad judicial, es un campo de debate, de luchas por la memoria. Piénsese no más cómo un encuadre tan adverso para las víctimas en sus formulaciones iniciales, fue transformado por ellas en el curso del debate público. de hecho, en esa confrontación las organizaciones de víc-timas lograron ocupar un lugar central en la escena política, como nunca antes lo habían hecho. los contextos no son inmunes a las estrategias de los actores. en esa dirección, es preciso reconocer que el gobierno nacional, llámese cnrr, llámese Grupo de memoria Histórica, no puede ser inmune al reclamo de las víctimas. este reclamo ha sido en lo fundamental parte de una larga conversación, un lugar para la palabra que pone frente a frente al narrador y al que escucha en un impredecible juego de reciprocidades, del que ambos, a veces sin ser muy conscientes de ello, salen transformados.

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finalmente, una de las mayores virtudes de este trabajo, es que las iniciativas de verdad y de memoria en el país no volverán a ser ni miradas, ni valoradas, ni juzgadas de la misma manera después de este balance, pues, en los sucesivos planos del juego de espejos en el que el autor nos ha invitado a reflejarnos, ha logrado adentrarse, con ho-nestidad y rigor, en los nudos de las legítimas controversias que alimentan los ejercicios académico-políticos que son las comisiones de investigación sobre nuestras violencias.

Gonzalo sánchez G.director centro nacional de memoria Histórica, colombia

Page 22: Pasados y presentes de la violencia en Colombia

J E F F E R S O N J A R A M I L L O M A R Í N

PASADOS Y PRESENTES DE L A

V I O L E N C I A E N C O L O M B I A

E S T U D I O S O B R E L A S

COMISIONES DE INVESTIGACIÓN

( 1 9 5 8 - 2 0 1 1 )

1 9 5 8 1 9 5 9 1 9 6 0 1 9 6 1 1 9 6 2

1 9 6 3 1 9 6 4 1 9 6 5 1 9 6 6 1 9 6 7

1 9 6 8 1 9 6 9 1 9 7 0 1 9 7 1 1 9 7 2

1 9 7 3 1 9 7 4 1 9 7 5 1 9 7 6 1 9 7 7

1 9 7 8 1 9 7 9 1 9 8 0 1 9 8 1 1 9 8 2

1 9 8 3 1 9 8 4 1 9 8 5 1 9 8 6 1 9 8 7

1 9 8 8 1 9 8 9 1 9 9 0 1 9 9 1 1 9 9 2

1 9 9 3 1 9 9 4 1 9 9 5 1 9 9 6 1 9 9 7

1 9 9 8 1 9 9 9 2 0 0 0 2 0 0 1 2 0 0 2

2 0 0 3 2 0 0 4 2 0 0 5 2 0 0 6 2 0 0 7

2 0 0 8 2 0 0 9 2 0 1 0 2 0 1 1

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El lector que se adentre en el libro  Pasados y presentes de violencia en Colombia. Estudio de las comisiones de investigación, 1958-2011, saldrá de

él con la sensación de haber hecho una travesía

problemática e inspiradora. Los múltiples y suce-

sivos pasados de la violencia, aprehendidos por

sucesivas comisiones de diferente mandato,

perspectiva y composición, no solo interpelan

nuestro presente sino que en estos tiempos

sirven como referente para la construcción de

futuro inmediato de Colombia, acicateado por

un contexto de diálogos de paz.

Las iniciativas de verdad y de memoria en el

país no volverán a ser miradas, ni valoradas, ni

juzgadas de la misma manera después de este

balance, pues, en los sucesivos planos del juego

de espejos en el que el autor nos ha invitado

a reflejarnos, ha logrado adentrarse, con hones-

tidad y rigor, en los nudos de las legítimas contro-

versias que alimentan los ejercicios académico-

políticos que son las comisiones de investigación

sobre nuestras violencias.

J E F F E R S O N J A R A M I L L O M A R Í N

Doctor en Investigación en Ciencias Sociales

de la Facultad Latinoamericana de Ciencias

Sociales, México. Profesor Asociado y Director

del Departamento de Sociología de la Pontificia

Universidad Javeriana. Como investigador se ha

interesado por los estudios sociales, políticos y

culturales sobre la memoria y los temas asocia-

dos con el conflicto social y con los procesos

de construcción de paz. Es autor de diversos

artículos en estas áreas, en revistas nacionales

e internacionales. Entre su producción reciente

destaca el libro Salsa y cultura popular en Bogotá,

obra en coautoría con Nelson Antonio Gómez

publicada en 2013 por la Editorial de la Pontificia

Universidad Javeriana.

Otros títulos de la Editorial Pontificia Universidad Javeriana

Í CO N O S Y M I TO S C U LT U R A L E S E N

L A I N V E N C I Ó N D E L A N AC I Ó N E N

CO LO M B I A

Carlos Rincón

V I T R O L A S , R O CO L A S Y

R A D I OT E AT R O S

H Á B I T O S D E E S C U C H A D E L A M Ú S I C A

P O P U L A R E N M E D E L L Í N , 19 3 0 -19 5 0

Carolina Santamaría-Delgado

pasados_presentesviol7.pdf 1 7/04/14 21:56