Pedrosa J. M. - Si Los Delfines Mueren de Amores

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ISSN 0185-1373 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO ANUARIO DE LETRAS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS CENTRO DE LINGÜÍSTICA HISPÁNICA Volumen XXXIX México 2001

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ISSN 0185-1373

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

A N U A R I OD E L E T R A S

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRASCENTRO DE LINGÜÍSTICA HISPÁNICA

Volumen XXXIX México 2001

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE" MÉXICO

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Pedidos, correspondencia y canje: Gloria Estela Báez PiñalInstituto de Investigaciones Filológicas

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Correo electrónico; [email protected]: (525) 665 29 03

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SI LOS DELFINES MUEREN DE AGLOBES..:DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

A LOS BOTOS SEDUCTORESDEL AMAZONAS

Durante los siglos xvi y xvn debió estar muy difundidaen España una estrofilla lírica que fue reiteradamenteidentificada como "endecha de Cananas" y que conoce-mos gracias, fundamentalmente, a tres fuentes docu-mentales distintas: el Libro de mvsica para vihuela, intitu-lado Orphenica lyra (1554) del músico Miguel de Fuenllana,el llamado Cancionero toledano compilado por manos anó-nimas en la segunda mitad del xvi, y los Madrigales [Oda-rvm (qvas vvulgo madrigales appellamus) diuersis linguisdecatatarum Harmónica...] (1561) de Alberch Vila. Laversión que la profesora Margit Frenk ha consideradomás representativa de la tradición de esta canción es lasiguiente:

Si los delfines mueren de amores,triste de mí, ¡qué harán los hombres,que tienen tiernos los corazones!1

Sabemos que esta estroñlla lírica debió ser tan popularen la España de la época de Felipe II que el italiano Leo-nardo Torriani la tradujo de este modo al italiano:

1 Véase MARCIT FRENK, Corpus de la antigua Úrica popular hispánica(siglos XV a xvn), Madrid, Castalia, 1987, núm. 810B.

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Se gli delfini moren d'amore,ahi lassa, che faremo noi,

che piü di loro habbiam dolce il core2.

Que esta cancioncilla referida a delfines enamoradosdebió alcanzar una intensa difusión en los Siglos de Orolo prueba, además, el que fuese parodiada por diversosingenios de la época, como Juan de Timoneda y, despuésde él, Julián íñiguez de Medrano y Gonzalo Correas. Enefecto, en su colección de cuentos El sobremesa y alivio decaminantes (1563), incluyó Timoneda el siguiente chiste,sin duda tradicional en su tiempo:

Hubo un galán gran componedor de versos y epitafios pa-ra sepulturas, que en otro no se ocupaba ni tenía gracia.Este sirvía una dama, y, corriendo su caballo delante deella, cayó súbitamente el caballo en tierra, y murió. La da-ma, por burlarse, díjole:

—Señor, veamos qué epitafio le pornéis en su sepulturapor haberse muerto delante de mí.

Dijo:•—Señora, éste:

Si los rocinesse mueren de amores,|ay, triste de mí!,¿qué harán los hombres?3

2 Véase al respecto, además del comentario de FRENK, en Corpus,núm. 810B, el de JOSÉ PÉREZ VIDAL, Endechas populares en tristrofos mo-norrímos. Siglos xv-xvi. La Laguna, Universidad de La Laguna, 1952,p. 44.

3 JOAN TiMONEDA-JoAN ARAGONÉS, Buen aviso y portacuentos. El sobre-mesa y alivio de caminantes. Cuentos, ed. de M" Pilar Guarrero y Máxi-me Chevalier, Madrid, Espasa Calpe, 1990, núm. 61 de El sobremesa yalivio de caminantes, p. 240, El mismo chiste fue reelaborado o aludidopor JULIÁN ÍÑIGUEZ DE MEDRANO en La silva curiosa, París, 1608, p. 71,y por GONZALO CORREAS (que lo tomó de íñiguez de Medrano), en suVocabulario de refranes y frases proverbiales, Burdeos, Universidad deBurdeos, 1967, p. 279.

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El mismo Lope de Vega, en el acto primero de su co-media Amar, servir y esperar, volvía a parodiar el mismochiste del siguiente modo:

VENTERO: Tenía un rocín, y ayerse me murió sin remediode haber llevado a Granadadiez arrobas de procesos.

' ANDRÉS: ¿Todas de un pleito?

VENTERO: ¿Y es mucho?¿No sabéis que en treinta pliegosson los veinte peticiones?

ANDRÉS: ¡Que muera un rocín de pleitos!¿Qué harán los hombres?4

El tópico de las inclinaciones amorosas de los delfines— modelo ortodoxo del chiste de los rocines — debió serbien conocido en aquellos años. Juan Rufo, en Las seis-cientas apotegmas (1595), incluía otro chiste, referido éstea los delfines y no a los rocines, que así lo indicaba;

Acabando de cantar, tañer y bailar una moza que, sobre te-ner buen parecer, lo hacía con gracia estremada, como estu-viese delante un su aficionado, aunque desfavorecido, y ladama, que se llamaba fulana de San Matías, le preguntase"qué le parecían ella y el enternecido galán", respondió:

Vos, Matías; y él, Macías;vos, sirena; y él, delfín;y vos, en fin, serafín,que será fin de sus días5.

4 LOPE DE VEGA, Amar, servir y esperar, ed. de E. Cotarelo y Morí,Madrid, Real Academia Española, 1917, III, pp. 214-245, p. 220.

5 JUAN RUFO, Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso, ed. deA. Blecua (ed.), Madrid, Espasa-Calpe, 1972, núm. 447.

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Alberto Blecua, editor de la obra de Rufo, ha explicadoque en el chiste se "alude a la creencia, ya clásica, de quelos delfines se enamoraban de las jóvenes que veían en laplaya y llegaban incluso a salir a la arena en su busca,muriendo embarrados. De ahí la cancioncilla tradicional...".

No conozco ningún texto del Siglo de Oro españolreferido a delfines que salgan de las aguas del mar paraperseguir y morir por muchachas —más adelante sí ha-llaremos ese tipo de fábulas documentadas en otrostiempos y latitudes-—, pero sí muchas fuentes que pre-sentan delfines que salvan a seres humanos, por lo ge-neral niños, por los que en ocasiones llegan a sentir unafecto parecido al amor, y a veces hasta a morir porellos. En la Silva de varia lección 111:14 de Pedro Mexíapodemos leer, por ejemplo, lo siguiente:

Pues de los peces delfines todos affírman que se enamorande los hombres. Y Eliano, en el libro De animalibus, cuentaun cuento muy sabroso de un delfín que, en [un] lugar,puerto de mar, de ver algunas vezes ciertos muchachos a laorilla del agua, se avia affícionado del más hermoso de losmocos; y, cada vez que lo vía, se allegava y descubría cercade donde él andava. Y al principio, espantado el mucha-cho, se desvió del; pero después, perseverando el delfínaquel día y otros muchos en hazer señales de amor y hala-go, acercándose aquel moco más que otro ninguno, vino atomar atrevimiento de se entrar nadando por el agua encompañía del delfín; y a vezes se sentava encima del y eldelfín lo llevava muy grande trecho a lo hondo, hasta queél hazia señal que lo bolviesse a tierra. En este juego ypassatiempo gastó muchos días, que el delfín se venía siem-pre a presentar a la ribera. Hasta que acaesció que una vez,yendo el moco desnudo encima del delfín por la mar, conpoco tiento y por se tener bien, el [moco] se hincó por elvientre una. espina muy aguda del espinazo del delfín, y talfue la herida, que murió allí en el agua. Y, viendo el delfínla sangre [y] sintiendo muerto el mogo encima de sí, dio labuelta hazia tierra y, como castigándose de su delito, na-

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dando con grande furor, dio consigo en seco fuera delagua <y>, trayendo lo mejor que pudo el moco que amava,muerto, murió él allí también.

Este mismo caso cuenta también Plinio en el libro nonode su Hystoría natural, donde pone otros exemplos de dol-fines que tomaron assí amor y amistad con hombres. Seña-ladamente cuenta, del tiempo de Octaviano Céssar, de otrodelfín que, de la misma manera que el passado, tomó co-noscimiento con otro mogo a la ribera de la mar, cerca dePucol; y, cada vez que lo llamava a bozes, llamándolo pornombre Simón (porque a este nombre escriven algunosautores que acuden y responden los dolfmes), venía y jun-távase a tierra; y aquel mancebo se ponía encima del y lollevaba nadando por la mar quanto él quería y lo bolvía se-guro y salvo a tierra. Y dize después que, muriendo el man-cebo de su enfermedad, y como el dolfín viniesse al lugaracostumbrado cada día y no le hallasse, estándole esperan-do allí muchos días, de tristeza y <de> pesar murió. Otrascosas maravillosas escriven otros auctores de los dolfmes,de su grande conoscimiento y instinto natural; pero, parael propósito de nuestro capítulo, basta lo dicho6.

Décadas después de Pedro Mexía, Sebastián de Cova-rrubias repetía algunos de los tópicos anteriores:

Los navegantes los llaman simones, y a este nombre acu-den, o sea por ser chatos de narizes, o porque aquel mucha-cho con quien jugava el delfín en el Golfo Baiano, dizenaverse llamado Simón... Plinio... cuenta muchos exemplos, yentre otros el de un delfín, que en Puzol tomó afición aun muchacho que le echava pedacos de pan, y llamándoleSimón acudía, y le llevava sobre su espinazo, recogiendolas aletas por no herirle7.

6 PEDRO MEXÍA, Silva de varia lección, ed. de A. Castro, 2 vols., Ma-drid, Cátedra, 1990, pp. 95-97.

7 COVARRUBIAS, Tesoro de la lengua castellana o española, ed. de M.de Riquer, Barcelona, Horta, 1943, s.v. delfín.

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Antes de pasar al comentario abreviado de las fuentesclásicas a las que remitían tanto Mexía como Covarru-bias, conviene tener presente que, antes que ningunode los dos, Lope García de Salazar, en su Libro de lasbienandanzas e fortunas, escrito entre 1471 y 1476, habíaincluido ya una interesantísima narración acerca de losorígenes del ducado francés del Delfmado y de su nom-bre, que puso en relación con una historia parecida alas anteriores, aunque con un desenlace feliz:

En el reyno de Francia reynaba vn rey de quien non se di-ze su nonbre, tornándole voluntad de yr en el reyno deYnguelaterra para la dañar e destroyr. E avia vn fijo mance-bo e mucho noble cauallero e deuoto en su criador, cavnen aquel tienpo no eran christianos. E pesándole de aquelmal proposito quel rey su padre avia tomado, trabaxose enlo sacar dello, mostrándole como las cosas contra Dioseran de poco fruto quanto mas a los reyes que eran lugar-tenientes en la tierra. E quando mas no pudo, fuese con elen su nao mesma en vno con grande flota que leuabanconsigo. E entrados en la mar nabegando, somieronse al-gunas naos de fuerte tormenta. Entre las quales fue unadellas aquella en quel el rey e su fijo yban; e perecidas to-das, andando este fijo del rey medio afogado e quisiendoseyr al suelo, pusosele vn toyno asaz grande entre las pier-nas; e como el lo sintió, apetrose en el como es estilo delos que perecen en la mar o en ríos de se apretar con loque fallan e suele contecer perderse el que sabe nadandotrabándole el que no sabe e caerse anbos al suelo. E co-mmo las cosas que Dios quiere guardar son breuementesaluas, sacólo aquel toyno de la mar e púsole en la orillade la tierra casi desacordado del trabaxo e de la agua sala-da que avia vebido. E salido en tierra e a cabo de ser tor-nado en su sano sentido e reynando en su reyno en Fran-gía e menbrandosele deste milagro quel Señor Dios aviafecho, por el trabaxose en lo serbir e ovedecer en todas lascosas quel pudo en toda su vida; e menbrandosele del mi-raglo que Dios mostró por el con aquel toyno, que era pes-cado tan señalado e el mas allegado a la natura del orne

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de todas las animalias brabas e mansas, no fuendo el puer-co, e avn aquel no tanto en el amor, ca dizen los marean-tes que cada vez que los topan en la mar siguen los nabiose peganseles mucho por oyrlos fablar e van sienpre a loverde del nabio faziendo entre si bueltas a manera de so-laz mostrando alegrías e a las vezes saltando ariba. E dioeste rey por remenbranca deste toyno a vn su fijo mayor latierra que estonces se llamaba de los albroges, que comar-ca con el ducado de Saboya, e llamólo dolfinazgo por elnonbre e remenbranca de aquel toyno a que los frangesesllaman dolfin. E diole por armas con aquel dolfinado qua-tro toynos entre una [cruz]. E ordeno que todos reyes quereynasen después del en Francia eredasen a sus primerosfijos mayores en aquel dolfinado e que se llamasen dolfi-nes; e asi paso en grandes tienpos en Francia8.

Es indudable que todos estos autores —Mexía, Gova-rrubias, García de Salazar— bebieron o tuvieron encuenta, como la mayoría de ellos mismos declara, la lite-ratura grecolatina que, de forma intensa y recurrente,glosó e ilustró la viejísima creencia de que los delfinesson animales protectores y guardianes, y a veces hastaprofundamente amantes, de los seres humanos.

Debemos a Gian Luigi Beccaria una concentrada revi-sión de tales fuentes9 y una exhaustiva prospección del sim-bolismo cultural del delfín en la literatura clásica de Oc-cidente. El investigador italiano ha señalado, en efecto,que la identificación de este animal con el ser humanoha ido a veces tan lejos que algunos autores, como Aris-tóteles en su Historia de los animales IV: 9 y Brunetto Lati-

8 Sigo la edición de HARVEV L. SHARRER, "The Tale of the HelpfulDolphin ín Lope García de Salazar's Libro de las bienandanzas e fortu-nas", enj. R. Jones (ed.), Medieval, Renaissance and Folklore Studies inHonor ofjohn Estén Keller, Newark, Juan de la Cuesta, 1980, pp. 205-213,pp. 205-207, basada en el llamado Codex de Cristóbal de Mieres (1492)de la obra de García de Salazar que se conserva en la Real Acade-mia de la Historia, Ms. 9-10-2/2100, fs. 172d-l73a.

9 / nomi del mondo: santi, demoni, folleti e le parole per-dute, Turín,Einaudi, 1995, pp, 69-70.

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ni, en su Tesoro I, 133:3, han asegurado que sus gritos seasemejan a los de los llantos de los hombres. El mismoAristóteles IX:78, así como Claudio Eliano, en su Historiade los animales 1:17, defendieron que los delfines sientenun extraordinario amor hacia sus hijos, a los que prestangrandes cuidados, y que incluso entierran a sus difuntosen el fondo del mar. Manifestaciones, en todo caso,de querencia hacia los demás, que refuerzan la imagen deeste animal como fuente potente e indiscriminada de soli-daridad y de amor.

Historias de delfines que auxilian en el mar a sereshumanos, y que a veces se enamoran de ellos y hasta sa-crifican su vida por sus amados, fueron registradas yglosadas por Heródoto, en su Historia 1:23-24; por Pli-nio, en su Historia natural IX:7-10; por Eliano 11:6-8 yVIII:3 y VII:5; por Alberto Magno en Sobre los animalesV,VTir.2 y XXFV, s.v. delphinus; por Latirá en su Tesoro I,133:6-7; y por Solino, en su Colección de cosas memorablesXII:7. Una de las fuentes menos tenidas en cuenta por lamayoría de los comentaristas es, sin embargo, de las másexplícitas sobre las inclinaciones eróticas del delfín: se tra-ta de Aulo Gelio, que en sus Noches áticas 1:342 asegura-ba que los "delphines venéreos esse et amasios", es de-cir, que "los delfines son venéreos y enamorados".Muchos de estos autores se copiaron o se parafrasearonentre sí, y bastantes de sus informaciones se repiten demanera bastante parecida, pero también es cierto que, através de sus resquicios, se cuelan muchas veces detallesoriginales y- ecos de saberes y de creencias del pueblocomún, y que el conjunto de todas estas fuentes ofreceun panorama sólido y compacto de lo que debió ser untópico cultural profundamente arraigado en el sistemade creencias, y no sólo en el paradigma literario, deuna cadena muy dilatada de siglos10.

10 Sobre la antigüedad y el arraigo multicultural de las leyendas ycreencias en torno al delfín, pueden verse además EUNIGE BURR

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Se ha hecho eco también Beccaria de que la tradicióncristiana supo aprovechar las cualidades que se atribuíantradicionalmente al delfín para "contrahacerlo a lo divi-no" y para erigirlo en uno de los animales típicamenteprotectores de diversos santos de la Edad Media. Histo-rias y hagiografías hablaban, en efecto, de diversos delfi-nes que salvaron del martirio a San Marciano, a San Ba-silio el Joven y a San Calistrato, y defendían que uno deellos había llevado hasta tierra, para que recibiese allícristiana sepultura, el cadáver de San Luciano de Antio-quía. Por otro lado, diversas creencias y tradiciones po-pulares italianas traídas a colación por eí mismo investi-gador ponen énfasis sobre la relación del mundo de losdelfines con el de los humanos, e ilustran incluso la creen-cia en la metempsicosis o trasvase de almas entre delfinesy personas, una modalidad de metamorfosis cuya difu-sión multicultural —en Brasil, Indonesia, Malasia— po-dremos confirmar páginas más adelante11.

STEBBINS, The dolphin in the literaíure and art of Greece and Rome, Me-nasha, Wisconsin, The George Banta Publishing Company, 1929;MELITTA RABINOVITCH, Der Detphin in Sage und Mythos der Griechen,Dornach-Basel, Hybernia, 1947; ANTHONY ALPERS, Dolphins: The Mythand the Mammal, Boston, Houghton Mifflin Co., 1961; KATHERINEALLFREY, Delphinensommer: eine Insel-Legende, Berlín, C. Dressler, 1963;ELEANORE DEVINE y MARTHA CLARK, The dolphin smile: truenty-nine centu-ries of dolphin lore, Nueva York, Macmillan, 1967; KATHLEEN M. SWAIM,"Lycidas and dolphins: Nage ideas regarding animal transformation",Journal of English and Gennanic Philology, 72 (1973), pp. 340-349; G.BRENNER y G. PILLERI, "The Dolphin in Ancient Art and Líterature",Investigations on Cetácea, 8 (1978), pp. 295-303; G. PILLERI, "The ChíneseRiver Dolphin (Lipotes vexillifer] in Poetry, Literature, and Legend",Investigations on Cetácea, 10 (1979), pp. 335-349; G. PI-LLERI, "Indian RiverDolphin in the Moral Edicts of King Asoka and Ancient Indian Litera-ture", Invesíigations on Cetácea, 10 (1979), pp. 351-356; R. HARRISON y M.M. BRYUDEN (eds.), Bakne e deljini, Milán, Rizzoli, 1989; y STEVEN JACK-SON, "Myrsilus of Methymna and the Tales of the Dolphins", LiverpoolClasskal Monthly, 18:6 (1993), pp. 82-85.

11 Traduzco de BECGARIA, / nonti del mondo, pp. 69-70: "Aparececon frecuencia en la decoración de los sarcófagos, en especial sobrelas cubiertas, no solo como motivo de gran efecto ornamental, sino

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Es significativo apreciar que las cualidades de animalbenévolo, protector y auxiliador de los hombres, que atri-buyen todas estas fuentes al delfín, adquieren sólo enocasiones matices indiscutiblemente eróticos. Los senti-mientos y actitudes amorosos con los que se suele pre-sentar a los delñnes se pueden proyectar también haciasus mayores y hacia sus hijos, o hacia cualquier tipo denáufrago zarandeado por las olas, y sólo una rama espe-cífica de estos relatos muestra el afán protector del ani-mal convertido en irresistible pasión erótica.

Antes de pasar al comentario de las capacidades espe-cíficamente amorosas que se atribuyen a los delfines,merece la pena detenerse brevemente en sus actitudessolidarias y protectoras en general. La tradición de del-fines "salvadores" de hombres, sobre todo en momentoscríticos de naufragios y de catástrofes en el mar, ha se-guido muy viva hasta hoy. En la tradición chilena, porejemplo, suele contarse lo siguiente sobre una especie dedelfín que recibe allí el nombre de chanchillo:

Es un pez de metro y medio de largo por 0,70 de diámetroen su parte más gruesa, gran amigo de los pescadores. Siun pescador cae al agua, por tempestad o por cualquierotro motivo, si hay cerca un chanchillo, toma al hombresobre su lomo y lo va a dejar a la playa, en un lugar enque esté libre de todo peligro.

porque se trata de animales que tienen una relación con el más allá.Un animal temido y al mismo tiempo un animal amigo, presentadoen las enciclopedias medievales de historia natural como un herma-no del hombre, que tiene costumbres humanas. También temido,porque en muchos lugares del Mediterráneo estaba viva, entre lospescadores, hasta hace algún tiempo, el tabú de lanzar imprecacio-nes contra el delfín cuando había dificultades con la pesca. En Ca-labria y en Sicilia se guardaban de lanzar invectivas contra la fiera, yno se lanzan imprecaciones contra el jierón atrapado en las redes,porque si era ofendido, las redes quedarían dañadas. Los pescado-res de Cefalú pensaban que los delfines rompían las redes de quienpescaba en día de ñesta. Según algunas creencias, (documentadasentre los pescadores del golfo de Gatania) se trataría de almas de

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El pescador siente verdadero cariño por el chanchillo, ysi uno de éstos es cogido en las redes y muere antes deque el pescador pueda librarlo, el hecho produce verdade-ra consternación12.

El cine ha tratado en muchas ocasiones el tema de larelación entre los niños y los delfines. Por ejemplo, enuna película norteamericana dirigida por Alan Shapiroe interpretada por Elijah Wood, Paul Hogan, ChelseaField, Isaac Hayes y Jonathan Banks, que tiene por títu-lo el nombre del delfín Flipper, y que es continuación deMi amigo Flipper (1963) de James B. Clark, de Flipper ylos piratas (1964) de León Benson, y de una famosa se-rie de televisión. Otras adaptaciones del mismo tópicohan estado protagonizadas por otros cetáceos, especial-mente por oreas. Y se han contado, igualmente, histo-rias similares protagonizadas no por delfines, ni siquierapor oreas, sino por simples focas13.

En fecha tan reciente como el año 1999, el rescatedel niño cubano Elián González, único superviviente deuna balsa que se hundió en el mar, entre Cuba y Miami,accidente en el cual murió también su madre, se vio ro-deado de tintes de leyenda en que no faltó el ingredien-te de los delfines que supuestamente le habrían mante-nido a flote entre las olas:

marinos condenadas al mar por los pecados cometidos en vida. Eii-tre los pescadores de Palmi y de Bagnara ha estado viva hasta hacealgunos decenios la creencia de que el delfín se encarnaba en lasalmas de los pescadores muertos en el mar. En Liguria (Monterrosso)los viejos pescadores no permitían que nadie nómbrese al delfín abordo".

12 ORESTE PLATH, Geografía del mito y la leyenda chilenos, Santiago,Nascimento, 1973, p. 59.

13 Muy sugestiva resulta, por ejemplo, la noticia reseñada en elartículo "Focas salvadoras", publicado en El País, el miércoles 3 defebrero de 1999, p. 43, en que se atribuye a focas hazañas que nor-malmente se asocian a los delfines: "Charlene Camburn fue, el do-mingo por la tarde, a un banco de arena cercano a la ciudad ingle-sa de Cleethorpes, en aguas del mar del Norte, con su novio y su

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La facción más radical del exilio cubano en EEUU está ali-mentando la creación de una leyenda en torno a la figurade Elián González. Para los anti cas tris tas de Miami, Eliánno es un niño, es El milagro.

Al relatar la odisea de Elián se alteran sensiblemente loselementos de la realidad para espiritualizarla; Elián no fuerescatado por casualidad después de dos días a la deriva enel mar: un grupo de delfines le guió hacia las costas de Floridamientras un escuadrón de ángeles mantenía alejados a los tiburo-nes. Razón de más —dicen quienes extienden esta historia—para aceptar que son razones divinas y no humanas las queexigen la permanencia de Elián en EEUU. En uno de losperiódicos cubanos que circulan en Miami se afirma condevoción que Elián es el nuevo Mesías y se relata su historiacon el siguiente paralelismo: "Moisés vivió para sacar a sugente de la esclavitud en Egipto y conducirla a la tierra pro-metida de Israel, un éxodo que duró 40 años", escribe JoséMármol, y aclara: "Más o menos, lo mismo que dura nuestroexilio de Cuba".

El hombre que rescató a Elián del mar también esparcehistorias sobre las propiedades bíblicas de este caso. Ase-gura que fue Dios el que puso su barco junto a Elián y quecon ello se cumplió una profecía que le hicieron hace añosen una iglesia14.

hijo de seis años para ver de cerca a las focas que allí se encuen-tran, pero de repente subió la marea y cayó una espesa niebla, porlo que quedaron aislados. Guando vieron que sus gritos de auxilio noeran escuchados decidieron que la mejor solución era que Charlene,la mejor nadadora, alcanzase la orilla y pidiese ayuda. Sin embargo, amedio camino, la corriente la empujó mar adentro, momento en elque, según su propio relato, un grupo de unas seis focas la rodeó eimpidió que se alejase de la costa. Según publicaba ayer The DailyTelegraph, estuvo durante una hora manteniéndose a flote hasta quefue avistada por una embarcación, que alertó a los servicios de ur-gencia. 'No tengo la. más ligera duda de que las focas me ayudarona salvarme', aseguró Charlene tras salir del hospital donde fue cura-da de hipotermia: 'eran alrededor de medía docena, grandes y rui-dosas', y podía tocarlas con la mano".

H JAVIER DEL PINO, "El milagro", El País, 23 de enero de 2000, p. 5.Sobre la asociación de niños y de delfines puede ser interesante cono-cer también una versión piamontesa de la balada italiana de La pérdida

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No conviene olvidar, en este punto, que los delfinesestán siendo ampliamente utilizados, por la medicina ypor la pedagogía modernas, como útilísimos auxiliaresen el tratamiento de personas —especialmente de ni-ños— que sufren enfermedades psíquicas como el autis-mo. La relación y el juego con ellos suele, en efecto,obrar efectos terapéuticos notablemente beneficiosos so-bre quienes sufren este tipo de enfermedades, lo quenos enfrenta a un fenómeno que acerca sorprendente-mente lo que sucede en la realidad a las leyendas, casiinmemoriales, sobre la amistad de delfines y de niños15.

El traslado a un lugar y a un tiempo tan alejados dela mayoría de los que hemos tenido en cuenta hastaahora como es el del Brasil contemporáneo va a permi-tirnos volver a centrar nuestra atención sobre los atribu-tos específicamente amorosos que, como hemos visto, sehan asociado también, desde la antigüedad, al delfín.En ese ámbito existen, en efecto, innumerables leyendasque se atribuyen a diversas especies de delfines fluviales.Según el gran folclorista Luís da Cámara Cascudo, alconocido como boto se le atribuían continuas relacioneseróticas con mujeres humanas, mientras que el conoci-

de Id mujer infiel que —en traducción de Agustín García Calvo— nosmuestra cómo una bella mujer abandona a su marido y a sus hijoscuando la pretende el hijo del rey. Un día, en una visión llena deremordimiento, cree ver a sus hijos a lomos del cetáceo: "...Un día,la lleva a pasear / por la ribera de la mar. / Estando a orillas delmar / sintió llamar "Mamá, mamá". / "Mis niños por el mar allí: /selos va llevando un delfín", / y antes que pueda nadie acudir, / al marse arroja del cantil. / El hijo del Rey buscar mandó / con linternasy con farol; / a los tres días y noches tres, / la sacó del hondo lared: / los blancos pechos ya / mordidos de peces están". VéaseAGUSTÍN GARCÍA CALVO, Ramo de romances y baladas, Zamora, Lucina,1991, pp. 139-141.

15 Véase, por ejemplo, B. SMITH, "Usirig dolphins to elicit com-municatíon from the autistic child", en R. K, Anderson, B. L. Hart yL. A. Hart (eds.), The Pet Connection: Its Influence on our Health andQualily of Life, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1984, pp.154-161; D, NATHANSON, "Using bottlesone dolphins to increase cog-

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do como tucuxi era considerado, ante todo, co-rño un pro-tector generoso de cualquier ser humano que tuviese difi-cultades en el agua:

El boto posee esa tradición clásica en asuntos amorosos.Aulo Gélio recuerda esa fama (Noches áticas I, 342): "Del-phines venéreos esse et amasios": los delfines son venéreosy enamorados. Celio, Teofrasto, Plinio el Joven, Apiano,cuentan las aventuras y predilecciones, sus amores y dedi-caciones, la muerte de nostalgia, cuando fallecía un niñopor el que alguno se aficionaba. Esas características casihumanas le hacían merecer honras excepcionales. Otra es-pecie delfínica, el boto tucuxi (Steno tucuxi) "tiene la vir-tud, dice la creencia regional, de amparar al náufrago, em-pujándolo hacia la tierra"16.

Conviene señalar que el de boto es, en concreto, elnombre que recibe un

cetáceo fluvial, de la especie de los delfines, que abundaen diversos ríos de Brasil, especialmente en los de la cuen-ca del Amazonas y sus afluentes.

Recibe también los nombres de "delfín del Amazonas"("golfinho do Amazonas"), "boto colorado", "boto blanco","piraia-guará", "pira-iauara" y "pez cachorro".

Leyendas muy arraigadas en diversas regiones de Brasil,especialmente en la de Para, y en general en todo el áreaamazónica, se refieren al boto o delfín fluvial como un sera mitad de camino entre el mundo animal y el humano,estatus que coincide con numerosas leyendas de la aiiti-

nítion.of mentally retarded children", en P. F. Lovibond y P. H. Wil-son, (eds.), Clinical and Abnormal Psychology, Amsterdam, North Ho-lland, 1989, pp. 233-242; y V. SERVÁIS, "Etiquete sur le pouvoir théra-peutíque des dauphins. Ethnographie d'une recherche", Gradhiva, 25Observer l'animal (1999).

16 Traduzco de CÁMARA CASCUDO, Dicionário do folclore brasileiro, 5a

ed., revista e aumentada, Sao Paulo, Melhoramentos, 1979, s.v. boto,pp. 140-143, p. 141.

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güedad clásica y con creencias difundidas en tradicionescredenciales y folclóricas de todo el mundo, que atribuyenal delfín rasgos y cualidades propias de los hombres.

En el Brasil amazónico está especialmente extendida lacreencia de que el boto es capaz de seducir a las mucha-chas jóvenes que acuden a las orillas de los ríos, que sueledejarlas embarazadas, y que él es el verdadero padre de to-dos los niños de paternidad desconocida que nacen en laregión. De hecho, en la región de Para, se suele denomi-nar "hijos de boto" a los niños que nacen de madres solte-ras, y se ha dado el caso de que muchas madres solterashan intentado inscribir a sus hijos, en los registros admi-nistrativos, como "hijos de boto".

Son innumerables los relatos orales sobre los botos quecuentan que, al anochecer, éstos suelen transformarse enmuchachos de piel blanca, fuertes, altos y bien parecidos,con grandes dotes para el baile y afición por la bebida y porla comida, que se exhiben en los bailes y en las reunionesfestivas a las que suelen acudir para seducir a sus víctimas.

[...] La figura mítica del boto tiene estrecha relacióncon la de otros dos seres legendarios bien conocidos en latradición brasileña, especialmente en la de la cuenca ama-zónica: la de la Inia o seductora de muchachos, y la de la"Máe-d'agua" o Madre del Agua o seductora de hombres,figuras en las que se aprecian también la influencia demuchos mitos europeos, especialmente el de las sirenas.

Muchos indicios avalan la teoría de que las actuales creen-cias de diversos grupos indios amazónicos sobre los botosson el resultado de sus contactos con los colonos. En cual-quier caso, algunos pueblos indígenas han desarrolladouna rica e interesante mitología en relación con los botos,al que, en algunos sitios se le llama Uauiará, y al que se leatribuyen multitud de hijos naturales de las mujeres indí-genas 17

Sobre las capacidades eróticas de este animal ha llega-do a aventurar Cámara Cascudo una sugestiva hipótesis,

17 JOSÉ MANUEL PEDROSA, "Boto", en Enciclopedia Universal Multime-dia, Madrid, Micronet, diversas ediciones, s.v. boto.

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que apoya sobre textos clásicos, como el de su aparicióncomo acompañante de la diosa del amor al ñnal del poe-ma Os Lusíadas del portugués Luis de Camoens:

El delfín se consagraba a Afrodita, porque los movimientosdel animal, muy parecidos a los de un navio, que, al impul-so de las ondas, se eleva y desciende, tiene semejanza nota-ble con los que acompañan al acto sexual18,

Pero quien con mayor profundidad ha estudiado lascreencias y las leyendas en torno a las relaciones amoro-sas de los delfines amazónicos y de las mujeres que pue-blan sus estribaciones ha sido Candace Slater, en un her-mosísimo libro que recoge y analiza con gran detalle elfenómeno. Todo el libro es, en realidad, una especie degran encuesta acerca del modo en que se cree que talesanimales se metamorfosean en seres humanos para se-ducir a las mujeres. Sin embargo, en algún momento,también se detalla cómo es, a veces, el animal el que seenamora:

Pueden enamorarse. "Se apaixona", "se enamora", "fíca gos-tando daquela pessoa", explican a menudo los narradores..."Cuando el delfín se enamora, ama con todo su corazón".

Como sugiere este último comentario, el amor del del-fín es total, incluso obsesivo. Y aunque algunos narradoresllaman la atención sobre las consecuencias negativas parael ser amado del afecto del encantado ("el delfín es muyceloso; si no puede conseguir el amor de una persona, lamata", explica un hombre), otros sugieren que los propiosdelfines son prisioneros de su pasión. "Ellos no pueden ayu-darse a sí mismos; es propio de su naturaleza actuar comolo hacen", dicen a menudo. "El encantado no tiene malicia; loque le pasa es que se apasiona"... "Comienza sintiéndose

18 Traduzco de CÁMARA CASCUDO, Dicionárío do jalelare brasileiro, p.142.

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atraído por la persona, y hace todo lo que puede en sufavor. Es verdad que la persona que pierde a su hija losiente mucho, pero el encantado no mata a. la hija, sino quela lleva con él al lugar del encantamiento donde nadiemuere".

"El encantado coge cariño hacia una persona y hace todolo posible para no perderla... A veces, la persona sientetanto temor que se vuelve loca. Pero no es porque el en-cantado quiera matar a esa persona; él hace lo que haceporque la ama".

Si el ser amado, o más bien su familia, sufren, el delfínsufre también. "Ellos se enamoran y no pueden vivir sinesa persona...".

"Los delfines... son muy sabios, tienen riquezas, peroestán tristes y solos. Por eso intentan llevarse a gente en sucompañía, y no son felices hasta que lo consiguen"19.

Damos aquí por finalizado nuestro examen de una creen-cia tan vieja y tan resistente como extendida por áreasgeográficas y culturales de enorme amplitud y variedad.La cancioncüla, tan celebrada en el Siglo de Oro espa-ñol, de "Si los delfines mueren de amores...", cobra aho-ra, al ser contemplada dentro de un marco literario y cul-tural tan extenso y tan complejo, nuevo sentido y nuevosmatices, que pueden, a su vez, ayudarnos a entender elcancionero hispánico como un Corpus literario en el quehan quedado grabadas algunas de las claves más per-durables de nuestra cultura, y como un eslabón indis-

19 Traduzco de CANDACE SLATER, Dance of the Dolphin. Transformatíonand Disenchantment in the Amazonian Imagínation, Chicago, UniversityPress, 1994, pp. 162-163. Véase, además, todo el capítulo titulado "Thedolphin as lover", en pp. 166-201. Sumamente interesante es* compro-bar el fenómeno de las metamorfosis delfín-hombre-delfín, de tantoarraigo en el Brasil amazónico, con el de áreas culturales tan aleja-das como las de Indonesia y Malasia, en que son bien conocidasleyendas del mismo tipo. Véase al respecto G. FQRTH, "On deer anddolpliins: Nage ideas regarding animal transformation", Oceania, 68(1998), pp. 271-293.

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Universidad de AJcalá.

JOSÉ MANUEL PEDROSA

pensable para la comprensión de nuestro patrimonio —ydel patrimonio de "otros" pueblos— de creencias, desímbolos y de valores.

JOSÉ MANUEL PEDROSA