Pero Esto Es Arte

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¿Pero esto es arte?El crít ico norteamericano Arthur Danto marcó un antes y un despuéscon su polémico ensayo El fin del arteHitos del arte reciente. 1984: El fin del arte

Francisca PÉREZ CARREÑO | Publicado el 26/02/2010 | Ver el número enPDF

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¿Qué diferencia hay entre los objetos que nos encontramos por la calle o en elsupermercado y lo que presentan los artistas como object trouvé o ready made? Lapregunta está en el aire desde que Duchamp plantó una pala, un urinario o un secador debotellas en el museo. Aunque las cajas de detergente Brillo creadas por Warhol en 1964terminaron de consagrar la discusión. Ante tal debate creativo, sólo un crítico de arte lo dijoclaro: “El arte ha muerto”. Fue el norteamericano Arthur Danto con su ensayo El fin delarte, el más polémico de la segunda mitad del siglo XX.

Arthur Danto (Michigan, 1924) pertenece al grupo de teóricos y crít icos delarte que, en las últ imas décadas, ha recurrido al lema de Hegel de que “elarte es una cosa del pasado” para explicar la situación en la que seencuentra el arte contemporáneo. Desde mediados del siglo XIX, el artemoderno habría alcanzado una autonomía que lo liberaría de las atadurasdel mundo práctico, de las exigencias de la ciencia y de lasresponsabilidades de la polít ica. Pero, a cambio, habría perdido laespontaneidad y vitalidad de épocas pasadas, y se habría encerrado en unmundo propio lleno de ref erencias internas a la historia del arte y a loslenguajes y medios artísticos. La historia del arte moderno, desde Manethasta Pollock, según la narración de otro de los más inf luyentes crít icos dearte del siglo pasado, Clement Greenberg, habría seguido ese argumento yobras como la Olympia de Manet (citando a Tiziano) o el Cuadrado negrosobre fondo blanco de Malévich, llevando al límite la pintura de caballete,serían hitos en esa historia.

Cajas de Brillo de Andy Warhol. Esta obra f ue para él una especie deepif anía, la revelación de que el arte había cambiado y de que, por tanto,también debían cambiar nuestras ideas sobre él. En lugar de la originalidaddel carácter irrepetible de los cuadros expresionistas abstractos y de suprof undidad existencial y metaf ísica, aquellas cajas eran asombrosamenteparecidas a ciertos paquetes de estropajos jabonosos que se vendían enlos supermercados. Y, desde luego, no se ref erían a nada artístico: ni eranclaramente esculturas o pinturas y ni siquiera tenían el aspecto de las obrasde arte.

Las consecuencias que para la teoría del arte tuvo ese hecho se han idodesvelando poco a poco, en la propia obra de Danto pero también, en la deotros teóricos, crít icos e historiadores, con un pensamiento común: ante elarte de los años sesenta pensaron que la Modernidad había concluido.

Ideas que brillanImpresionado por las Cajas de Brillo , Danto no tardó en escribir sobre elporqué estas cajas eran arte aún siendo casi idénticas a las de losanaqueles de los supermercados. Fue en un artículo llamado “El mundo delarte” donde intentó dar su respuesta: las de Warhol se producen en un

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contexto teórico, el del mundo del arte, sin el cual no pueden ser percibidasni interpretadas como arte. Sólo en ese contexto, las cajas de Warhol t ienensignif icado y exigen una interpretación. Sin embargo, no f ue hasta 1984cuando Danto escribió su canónico texto El fin del arte , en el que def iendela importancia de las cajas de Warhol como las últ imas obras de arteposibles. Es decir, las últ imas realizadas en el contexto del arte moderno.¿Había nacido una nueva teoría del arte que desbancaba a la anterior?

Si históricamente una teoría había sustituido a otra, la novedad ahora esque ninguna “teoría postmoderna” ha sustituido a la moderna. Además, lateoría postmoderna es casi una contradicción en los términos, ya que trasla Modernidad lo que está bajo sospecha es la existencia misma de unateoría que estipule lo que es arte y lo que no y el aspecto que éste debatener.

Más allá de la historiaEn ese sentido, el arte pop, el conceptual y el minimalista, aunque también laperf ormance, el Land Art o la instalación, se situaban más allá de la historia,al abandonar las reglas del juego moderno. Warhol lo hacía ahoradesestabilizando las distinciones entre “arte elevado” y diseño publicitariopero, sobre todo, según Danto, f ormulando desde el arte la preguntaf ilosóf ica más importante: “¿por qué soy arte yo, la Caja de Brillo de Warhol,cuando mi gemelo indiscernible de los supermercados no lo es?”. SegúnDanto, Warhol habría dado con la respuesta mostrando que lo quedif erenciaba una de otra, el arte de la realidad, es el signif icado, no laapariencia estética. Una vez mostrado artísticamente, había que explicarlof ilosóf icamente. Danto lo hizo en La transf iguración de lo banal, otro de susensayos más importantes, def endiendo que no es la f orma lo quetransf igura la materia en arte, sino el sentido.

Una vez f inalizada la historia del arte moderno, el artista vive una auténticaliberación, ya que no está obligado a producir sus objetos obedeciendo ateorías f ilosóf icas. Los años setenta f ueron años de apropiacionismo ypastiche, en los que artistas como Mike Bidlo o Sherrie Levine sepermitieron reproducir obras o utilizar estilos pasados insistiendo en ladif erencia de sentido con sus antecesores. Pero es a partir de los añosochenta, cuando vivimos ya plenamente lo que Danto llama Edad delpluralismo. Liberado de la teoría, el artista contemporáneo es libre de hacerlo que le plazca: pintar o instalar, “hibridar” o no, ref erirse al propio arte odirigirse directamente al mundo real, porque no hay una dirección única porla que transitar. El arte puede adoptar el medio, el estilo, el procedimientoque se desee, sin necesidad de dif erenciarse a través de ellos del resto delos objetos no artísticos. Así pues, el arte puede parecerse a objetosnormales y corrientes de la publicidad, del arte de masas, de lo f eo, lo vulgary lo obsceno. Hoy por hoy, por tanto, ninguna teoría artística (a riesgo deser f alsa) puede decidir qué aspecto deba tener.

Afilada plumaJusto en ese año, 1984, Danto aceptó escribir crít ica de arte para elsemanal americano The Nation, sustituyendo a Lawrence Alloway, tambiénun gran impulsor del arte pop. No sólo se trataba de un reto importante paraun académico, especialmente para un f ilósof o, sino también para alguienque había declarado el f in del arte. Y no f ue f ácil. Para muchos de loscrít icos de arte coetáneos, el f inal de la teoría moderna conllevaba unapérdida de los criterios del valor artístico y, por tanto, la imposibilidad de lacrít ica. El reto de Danto, por el contrario, f ue escribir y evaluar el artecontemporáneo sin el trasf ondo de una teoría y en contra de la idea de“calidad” estética como algo que se pudiera medir y a la que poner precio. Sutarea consistiría más bien en ponerle palabras al contenido de las obras,hablar de lo que representan y del lenguaje utilizado. Una crít ica de arte acontracorriente con la que, en 1990, ganó el Premio Nacional del Círculo deCríticos Literarios en Estados Unidos.

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ideas que encarna la obra y las actitudes que provoca. Las obras de arteson (y lo han sido siempre) “símbolos encarnados”, maneras de expresarideas, deseos, temores o crít icas. Danto estuvo convencido de que amediados de los 60 se había llegado al f inal de lo que hasta entonces sehabía considerado arte. Aunque no todos los teóricos de arte lo comparten.Para el americano Donald Kuspit, por ejemplo, que 40 años despuésescribió también El fin del arte (2004), vivimos en una época superf icial ypasiva, resultado de la disolución del arte en la vida y, por tanto, en laalienación, el espectáculo y el mercado. Frente a versiones pesimistas comola de Kuspit o a la def ensa de un arte siempre negativo, irónico o enpermanente alerta, Danto def iende las posibilidades crít icas yemancipadoras del arte contemporáneo: una obra de arte crít ica y una crít icajustif icada de la obra. Que el arte sobreviva más allá de la historia nosignif ica que podamos evitar la opresión histórica; que el arte no seaautónomo no supone que debamos limitarnos a la presentación de lo real osumergirnos en las leyes del mercado; que lo estético no señale ladif erencia entre lo artístico y lo no artístico no implica que la belleza notenga sentido en el mundo del arte.

No obstante, ¿es lúcido el optimismo de Danto? La capacidad engullidoradel mercado y el poder de la realidad alienante parecieron hacerse patentesuna vez más cuando en 2006 los almacenes británicos Selfridgescontrataron a la conocida artista conceptualista y radical, Barbara Kruger.Durante tres años Kruger diseñó la publicidad de las rebajas a partir de suconocida obra Sin Título (Compro, luego existo) de 1987. Si la obra originalera una ironía sobre el consumo y la identidad, las pancartas con lemascomo “Lo quieres. Lo compras. Lo olvidas” de la campaña publicitariaf uncionaban como reclamos consumistas. Si buena parte de la obra deKruger utiliza las imágenes publicitarias en una crít ica de la ideología de lasrepresentaciones, ahora es ella misma una imagen publicitaria: el arteconceptual y de vanguardia al servicio del mercado. Danto habla (apropósito de otras obras de Kruger) de “una paradoja inherente a la obra dearte en la época de su reproducción técnica”, la de su utilización, como la decualquier otro signo, para lo contrario de lo que se creó. Más que unejercicio de cinismo, el gesto de Kruger puede entenderse como un ejerciciode acercamiento al público, quizá más ef icaz que una obra de contenidoradical exhibida en la sala de un museo. Colgados sobre sus pasillos y a lapuerta de los grandes almacenes, estos carteles apelan directamente a lainteligencia de los consumidores en lugar de a la conciencia indulgente delos visitantes de museos. Ya no es una cuestión de necesidad histórica;inf luir en la conciencia de los espectadores es la f orma en la que el artepodría cambiar el mundo, un poco y a unos pocos. Sobre la Bienal delWhitney en 2008, unos meses antes de la elección de Obama, Dantoescribía que en esta edición se trataba de un arte “más pequeño, más lento,menor”. Quizá no f uera una mala cosa, después de todo, y deseaba lomismo para su país: “Hey, it 's t ime f or a change!”, concluía su crónica.

Francisca Pérez Carreño es Catedrática de Estética y Teoría del Arte en laUniversidad de Murcia. Las teorías de arte de Arthur Danto han sido su centro deestudio desde hace décadas. Algunos de sus artículos sobre el autor seencuentran recogidos en el libro Estética después del fin del arte. Ensayos sobreArthur Danto (Visor, 2005).

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