Escribo esta historia, no con la esperanza de que sea creída, sino para preparar, en la medida de lo posible, una escapatoria a la próxima víctima. Tal vez quien lea mi aterrador relato podrá beneficiarse de mi experiencia. Era un día muy lluvioso con truenos que crujían muy fuerte, sentía el agua de la lluvia mojándome el cuerpo, sentía como mis pies se empapaban con el agua de los charcos, estaba solo, caminando a lo largo de la calle, una calle más solitaria que nunca. De vez en cuando pasaba alguien que se metía directamente en cualquier portal que encontraba, como si tuviese miedo de algo. Tenía el presentimiento de que alguien me seguía, se oían pasos, miraba atrás pero no veía a nadie. Me temía lo peor. Ya me habían avisado anteriormente, de que tuviese mucho cuidado porque había un persona, que se hacía llamar “El Machacapiernas” (os podéis imaginar porque) y que atacaba los días lluviosos, claro que me quise hacer el machote y… bueno, me pasó lo que me pasó. Llegó un punto en que la calle se cortaba y ese fue el punto donde me atacaron. Se nota que lo tenían muy planeado y sabían hacia donde me dirigía.

MACHACAPIERNAS

Lo recuerdo perfectamente, eran las 22:10 de la noche del jueves 22 de octubre, cuando se me acercaron dos personas que se miraron y se asintieron mutuamente, esto me dio mucho miedo, un miedo que no había sentido nunca. Cuando menos me lo esperaba, me agarraron cada uno de un brazo y me juntaron a un muro. ¡Había pasado!, mira que me lo habían advertido una y otra vez, pero tanto insistir no sirvió de nada. Me di cuenta de que estaba en lo cierto, me habían estado siguiendo, mejor dicho, me había estado siguiendo “El Machacapiernas”. Le vi su rostro, era de un tono muy pálido, con una cicatriz que iba desde su ceja derecha hasta la barbilla, cruzando por el ojo y la nariz. Me pegaron un par de puñetazos en la cara y en el estómago intentando que perdiera el conocimiento, pero me medio desmayé. Nada más verme empezó a correr hacia mí, me cogió de las piernas y empezó a tirar. Nunca he sufrido tanto dolor como el que sufrí aquella noche. Tiró y tiró hasta que no pudo más

Me arrancó la pierna izquierda, y la otra me la dislocó. Empecé a gritar de dolor con el fin de que alguien viniera a socorrerme. Ellos se fueron y dejaron la pierna delante de mí, en un charco lleno de sangre. Me retorcía de dolor, no sé si me desmayé o no pero la ayuda tardó una eternidad o por lo menos eso me pareció a mí.

Me desperté en la cama de un hospital, me dolía la cabeza y tenía un dolor muy intenso en la pierna derecha, en la otra no sentía nada. Tuve que tomarme mi tiempo en averiguar porque estaba en un hospital sin una pierna, porque no recordaba nada. Miré la fecha y me quedé atónito; era el día 22 de noviembre, ¡había estado un mes entero en coma! Vino mi doctor, me dijo que me habían encontrado tirado en un charco de sangre y que mi pierna la habían encontrado partidita en trozos pequeños, y que vino la policía y la ambulancia, también me dijo que había sido el que más suerte había tenido de todas las victimas de “El Machacapiernas”, porque las demás habían muerto al arrancarles las dos piernas y la cadera. Di gracias a Dios por haber tenido esta suerte. Ahora me encuentro aquí en mi casa, a día 5 de febrero, con mi familia que me quiere y que me cuida mucho

Al final tuve la suerte de que me pusieran una pierna de metal, con la que, gracias a Dios puedo andar. Ah por cierto, El Machacacapiernas acabó entre rejas y no sé si sobrevivió. He terminado de contar esta historia tan trágica que por desgracia me sucedió a mí y que espero que algún día sirva de lección a alguien.