Poesías del mar

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Breve antología de poemas sobre el mar.

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ÍNDICE

Prólogo __________________________________ pág. 1

PRÓLOGO

Esta es una colección de algunos poemas cuya temática central es el mar.

Poema del Autor/a: John Keats

Nombre del Poema: SOBRE EL MAR

No cesan sus eternos murmullos, rodeando las desoladas playas, Y el brío de sus olas

diez mil cavernas llena dos veces, y el hechizo de liécate les deja su antiguo son oscuro. Pero a menudo tiene tan dulce continente,

que apenas se moviera la concha más menuda durante muchos días, de donde cayó Cuando los vientos celestiales Pasaron, sin cadenas. Los que tenéis los ojos dolientes o cansados,

brindadles esa anchura del Janar, como una fiesta ; y los ensordecidos por clamoreo rudo

o los que estáis ahítos de notas fatigosas, sentaos junto a Una antigua caverna, meditando,

hasta sobresaltaros, como al cantar las ninfas. Versión de Màrie Montand

Poema del Autor/a: Enrique Jaramillo Levi

Nombre del Poema: EL MAR

Caracoleando su rumor milenario, imponente emerge el mar por entre oscuras rocas

que bordean la costa y me rodean las mujeres de mi vida.

Sus cuerpos se encrespan, estallan aquí cerca, a mi lado,

y en la distancia muere el atardecer. Pequeñas olas llegan suavemente

tras formarse afuera e irrumpir ahora, palabras

que ya no sé quién dijo ni cuándo ni su razón de ser.

Líquida caricia me lame los pies, el pensamiento, casquivana, insistente.

Hacia su origen enfilan residuos en dulce postración.

El mar: esponja de recuerdos, cambiante espejo, flujo y reflujo de otras vidas,

de mi existencia metamorfosis y resurrección.

Mario Benedetti

El silencio del mar

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El silencio del mar

brama un juicio infinito

más concentrado que el de un cántaro

más implacable que dos gotas

ya acerque el horizonte o nos entregue

la muerte azul de las medusas

nuestras sospechas no lo dejan

el mar escucha como un sordo

es insensible como un dios

y sobrevive a los sobrevivientes

nunca sabré que espero de él

ni que conjuro deja en mis tobillos

pero cuando estos ojos se hartan de baldosas

y esperan entre el llano y las colinas

o en calles que se cierran en más calles

entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede

salvarme

Poema El Mar de Pablo Neruda NECESITO del mar porque me enseña:

no sé si aprendo música o conciencia:

no sé si es ola sola o ser profundo

o sólo ronca voz o deslumbrante

suposición de peces y navios.

El hecho es que hasta cuando estoy dormido

de algún modo magnético circulo

en la universidad del oleaje.

No son sólo las conchas trituradas

como si algún planeta tembloroso

participara paulatina muerte,

no, del fragmento reconstruyo el día,

de una racha de sal la estalactita

y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,

incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven

que aquí llegó a vivir con sus incendios,

y sin embargo el pulso que subía

y bajaba a su abismo,

el frío del azul que crepitaba,

el desmoronamiento de la estrella,

el tierno desplegarse de la ola

despilfarrando nieve con la espuma,

el poder quieto, allí, determinado

como un trono de piedra en lo profundo,

substituyó el recinto en que crecían

tristeza terca, amontonando olvido,

y cambió bruscamente mi existencia:

di mi adhesión al puro movimiento.

Poema El Barco de Pablo Neruda

Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo

por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?

Queremos mirar las nubes,

queremos tomar el sol y oler la sal,

francamente no se trata de molestar a nadie,

es tan sencillo: somos pasajeros.

Todos vamos pasando y el tiempo con nosotros:

pasa el mar, se despide la rosa,

pasa la tierra por la sombra y por la luz,

y ustedes y nosotros pasamos, pasajeros.

Entonces qué les pasa?

Por qué andan tan furiosos?

A quién andan buscando con revólver?

Nosotros no sabíamos

que todo lo tenían ocupado,

las copas, los asientos,

las camas, los espejos,

el mar, el vino, el cielo.

Ahora resulta

que no tenemos mesa.

No puede ser, pensamos.

No pueden convencernos.

Estaba oscuro cuando llegamos al barco.

Estábamos desnudos.

Todos llegábamos del mismo sitio,

Todos veníamos de mujer y de hombre.

Todos tuvimos hambre y pronto dientes.

A todos nos crecieron las manos y los ojos

para trabajar y desear lo que existe.

Y ahora nos salen con que no podemos,

que no hay sitio en el barco,

no quieren saludarnos,

no quieren jugar con nosotros.

Por qué tantas ventajas para ustedes?

Quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?

Aquí no están contentos,

así no andan las cosas.

No me gusta en el viaje

hallar, en los rincones, la tristeza,

los ojos sin amor o la boca con hambre.

No hay ropa para este creciente otoño

y menos, menos para el próximo invierno.

Y sin zapatos cómo vamos a dar la vuelta

al mundo, a tanta piedra en los caminos?

Sin mesa dónde vamos a comer,

dónde nos sentaremos si no tenemos silla?

Si es una broma triste, decídanse, señores,

a terminarla pronto,

a hablar en serio ahora.

Después el mar es duro.

Y llueve sangre.