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  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

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    CAPÍTULO VI

    POLITIZACIÓN y CAMPESINOS

    LA DISPUTA POR LOS CAMPESINOS INCONFORMES

    Divisivo

    por

    naturaleza

    el

    problema campesino

    tiene

    larga

    historia

    en

    Co-

    lombia. La titulación de la propiedad y la reforma de la tenencia de

    la

    tierra

    con preferencia al pequeño cultivador familiar han sido banderas de las co-

    rrientes izquierdistas del Liberalismo colombiano. Aunque el tema no figuró

    en

    la

    lista

    de

    propuestas

    socialistas del Partido Liberal de los años veinte,

    fue

    ostensible

    la

    tendencia

    campesinista de amplios sectores. Era, quizás,

    una reacción a los desafíos de los Conservadores que, desde el Gobierno, el

    Congreso

    y los tribunales intervenían en favor de colonos y estancieros.

    Para algunos

    sin embargo

    el adversario, acaso el enemigo,

    estaba

    en otro

    lado:

    en

    los

    Socialistas

    y

    los

    Comunistas

    que

    penetraban en

    haciendas

    y

    ga-

    naban simpatías campesinas en algunos municipios cafeteros en Cundina

    marca

    y Tolima. Los amigos del latifundio actuaron

    más

    bien agazapados de

    suerte

    que los principales debates públicos se dieron entre campesinistas de

    diferente

    estirpe ideológica.

    Conviene aclarar que la historiografía política del período, independien

    temente de su calidad

    presenta

    altos niveles de subjetividad militante y en

    algunos casos, es

    rayana en

    la hagiografía. Aunque las investigaciones de los

    académicos extranjeros parecen

    librar

    algo mejor

    esta

    situación, apareció

    recientemente

    una

    historiografía

    revisionista

    que

    plantea

    y

    sitúa

    los proble-

    mas

    más

    allá de la banalidad

    roji.lzul

    y

    de los

    clichés

    progreso/reacción, tra-

    dición/modernidad

    l

    tiempo que los campesinos rebeldes del Tequendama luchaban por

    cambiar el régimen laboral de las haciendas de café

    y

    los del

    Sumapaz

    por

    titular

    parcelas en baldíos, sus intermediarios políticos libraron una de las

    luchas doctrinarias más intensas del siglo xx. La confrontación quiso zanjar

    la

    lucha que había

    quedado pendiente en la década de 1920 sobre la coopta

    ción de los Socialistas. Ahora tos Comunistas,

    herederos

    de tos Socialistas

    intransigentes

    se

    encontraron

    en

    las peores

    coyunturas

    imaginables.

    Fueron

    partido (Sección Colombiana de la Internacional Comunista

    como

    se ufana-

    1

    Entre estos

    se

    destacan por

    ejemplo,

    Jos

    estudios de Renán Silva (2006; 2005; 2009).

    39

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    140

    POLITIZACIÓN y CAMPESINOS

    ban decirlo) en el momento del

    ascenso

    de

    Stalin

    que,

    según

    parece, fue si

    multáneamente el momento más anticampesinista y el más sectario

    de

    la

    historia soviética (1929-1933). Con el sello de

    la

    IC extremaron el

    lenguaje

    contra los putchistas . Purgados estos, la emprendieron contra los Liberales

    de todos

    los

    matices

    y

    contra

    los

    kulaks

    2

    .

    Aunque

    en

    1934

    empezaron

    a re

    coger velas, los Liberales les habían aceptado el desafío y ofrecían lenguajes

    de

    cambio

    social más sutiles y efectivos, y

    parecían dispuestos

    a

    adoptar

    solucio

    nes

    prácticas

    y versátiles contra el latifundio.

    Una vez

    que

    los Comunistas

    proclamaron

    su internacionalismo, los Li

    berales, los Conservadores y la Iglesia

    pudieron

    estigmatizarlos a discreción:

    ateos, materialistas, exóticos y extraños a

    la

    tradición cultural colombiana

    (Jaramillo, 2007, pp. 257-275). Simultáneamente, hicieron el elogio de la

    propiedad campesina.

    En

    la opinión colombiana,

    o, si se quiere, en

    la

    redu-

    cida

    esfera

    pública de la

    burguesía , el pcc aparecía fraguado en

    un

    crisol

    moscovita, en

    la periferia

    autocrática

    de la

    civilización europea. Considera

    da la impronta eurocéntrica de la cultura política

    colombiana,

    semejante

    percepción llamaba al estigma indeleble. Como reacción, los Comunistas an-

    claron en el sectarismo y el intercambio retórico que fue particularmente

    intenso con

    Jorge

    Eliécer Gaitán,

    su competidor más

    fuerte

    en

    las bases po

    pulares.

    El año 1935 fue como

    la

    divisoria de aguas de esta confrontación: a) los

    Comunistas

    dieron

    un

    viraje

    de

    180 grados;

    de la

    política clase

    contra

    clase

    se movieron hacia las alianzas del Frente Popular; b) la agitación social ce

    dió no sólo porque los efectos de la crisis

    mundial

    empezaron a remitir, sino

    porque

    las

    soluciones

    prácticas y la

    poderosa

    retórica del

    gobierno

    de

    la

    re

    volución en marcha incrementaron la capacidad de

    cooptación

    popular.

    Los Liberales lograron negociar en el Congreso iniciativas de

    cambio

    constitucional y legal

    para

    resolver el conflicto de los baldíos. Parceladas va

    rias

    haciendas

    y desmontado

    l

    conflicto de Fusagasugá, se despreocuparon

    del tema

    de

    los arrendatarios que para ellos se

    limitaba

    a Viotá, municipio

    controlado

    por

    el

    pcc

    Más importante,

    los

    Liberales

    ya

    no

    eran

    el

    pararrayos

    de la contrarrevolución preventiva fraguada por los Conservadores y

    la

    Igle

    sia; este papel lo transfirieron a los Comunistas que, habida cuenta de su de

    bilidad en el frente electoral, resultaron marginados de la negociación de

    una

    ley agraria.

    2 En este

    contexto

    cundinamarqués kulak

    palabra

    rusa, se refiere al

    an'endatario

    que tiene

    la capacidad de

    emplear

    otros campesinos como

    jornaleros

    temporales o subarrendatarios per

    manentes en

    la

    explotación

    de

    la

    parcela

    o

    estancia que

    le

    entrega

    la

    hacienda.

    Genéricamente

    es el campesino acomodado.

    Estos

    campesinos fueron beneficiarios importantes

    cuando

    se par

    celaron

    haciendas de

    café en Fusagasugá y Viotá. Los kulaks

    fueron

    considerados l enemigo

    principal

    en

    la

    colectivización

    de la agricultura soviética

    emprendida

    bajo la directriz de Stalin,

    (1929-1933).

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    POLITIZACJÓN y CAMPESINOS

    4

    El

    presente

    capítulo no antepone la economía a la cultura o las políticas

    de clase social a las políticas de identidad , conforme al giro posmodernis

    ta

    de

    la

    década

    de

    1970. Aunque acentuamos las limitaciones del relativismo

    de la política como cultura , no

    regresamos

    al pozo sin fondo del determi

    nismo; a

    la narrativa

    de las teleologías liberales

    y

    marxistas.

    Sin

    ser

    econo

    micista, este

    trabajo

    considera que la

    propiedad

    agraria

    su

    distribución,

    cantidad,

    calidad, localización- es

    fundamento

    insoslayable de las relacio

    nes sociales en el mundo rural y de las formas que

    adopte

    la acción indivi

    dual

    y colectiva por su acceso o su defensa, máxime cuando

    aparece

    orienta

    da

    políticamente

    y

    cohesionada

    por

    grupos

    y

    partidos políticos. Incluso,

    como

    dijimos, la propiedad campesina es

    una

    relación social compleja de la

    cual

    son piezas clave la posesión del

    predio

    y la representación

    racional

    y

    emocional de la

    patria

    chica. No sólo define la identidad de las familias sino

    la

    de

    los vecindarios; allí se

    anudan

    los lazos

    de

    los

    campesinos con

    las cabe

    ceras municipales, las provincias

    y

    eventualmente, con el

    Estado

    nacional,

    sus

    leyes, jueces y policías. No sobra

    decir que

    desde los

    distintos

    niveles te

    rritoriales del

    Estado,

    la clase política (y el clero) proponen los valores, prin

    cipios ideológicos e instituciones que definen los nexos con los diferentes

    campesinados.

    LA

    CLASE POLÍTICA Y EL

    CLICHÉ DEL

    FEUDALISMO EN COLOMBIA

    El

    ingreso

    de políticos abogados litigantes a las zonas de

    agitación

    obligó a

    capataces y

    mayordomos

    a redoblar la vigilancia y

    rastrear

    el

    movimiento de

    las personas dentro

    de

    las haciendas,

    restringir

    el tránsito por los caminos

    interiores,

    prohibir

    a los arrendatarios alojar gentes extrañas y a inducirlos a

    informar

    sobre

    cualquier situación irregular . Estos

    abusos fueron

    denun

    ciados

    en el Congreso como una prueba más del f e u d a l i s m o ~

    Los libretos del cOl l t i l l l l l111 reforma-revolución de los afios treinta saca

    ron

    buenos

    dividendos de aquella expresión de Marx según la cual es

    dema

    siado cómodo

    ser

    'liberal' a costa

    de

    la

    Edad

    Media (Marx, 1931, p. 534).

    Por velada, la crítica pública de las haciendas de cafc se apoyaba en

    una

    es

    pecie de tradición ideológica liberal, antifeudal , que compartían

    algunos

    sectores

    de las clases dirigentes colombianas. El feudalismo y sus vesti

    gios sustanciaban

    el

    propósito de abolir instituciones cOlporativas y univer

    salizar la propiedad privada. Ahora bien, si feudal o selvidumbre son ca

    tegorías históricas, jurídicas, económicas o sociológicas de

    origen europeo,

    los políticos colombianos las transformaron en consignas y clichés de sus

    campañas

    electorales o de organización, agitación

    v propaganda

    revolucio-

    1

    Ver entre otros:

    Allales de

    l

    edil ara de Represell/all/es

    3 de nov'iembre de 1932, p. 701; 4 de

    noviembre de 1932, p. 711; 6 de nO\Íembre de 1935 y

    11

    de noviembre de 1937, p. 767.

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      42

    POLITlZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    naria.

    En el fondo,

    sin

    embargo, se cuestionaba el

    tradicionalismo

    social y

    político del mundo rural, cosa nada trivial que, en lo posible,

    debemos

    ver

    con los ojos

    de

    los

    contemporáneos.

    Por feudalismo dichos políticos tam

    bién entendieron

    la

    pobreza opresiva de las mayorías

    campesinas,

    aisladas y

    atomizadas,

    y el

    control

    político local

    de terratenientes

    y

    gamonales.

    Desde

    su punto

    de

    vista el feudalismo no se reducía a una estructura de relacio

    nes agrarias,

    jurídicas

    y sociales (que, insistimos, no eran feudales) sino

    al

    entramado político e ideológico, a

    la

    superestructura del

    modo de produc

    ción colombiano.

    La disputa entre Liberales y Socialistas revolucionarios no versó tanto

    sobre

    el

    concepto de

    feudalismo como en tomo a la

    estrategia

    para supe

    rarlo. Los primeros, incluidos los

    gaitanistas, pensaban

    que, al igual que

    en

    la

    Revolución francesa,

    su

    abolición era un fin en sí: bastaría el

    cambio

    legal

    para

    transformar

    a los colonos y

    arrendatarios en propietarios

    y

    ciudadanos.

    Una

    especie de ley insondable de

    la

    historia exigía

    derrotar

    al

    Partido

    Con

    servador y

    reformar

    su constitución autori taria de 1886 , tan feudales como

    l latifundismo parasitario que se

    amparaba en

    la doctrina legal de la pose

    sión inscrita . Dispuestos a llevar al país al capitalismo moderno, los jefes de

    la revolución Liberal sostuvieron que

    por

    medio de

    la

    reforma constitucio

    nal y legal

    desaparecería

    la superestnlctura clerical-Conservadora

    que

    cerra

    ba la representación política y el

    camino

    a la

    pequeña

    propiedad rural; que

    desnaturalizaba l papel social

    liberador

    de la

    educación,

    y que negaba los

    valores

    democráticos más

    fundamentales.

    Para ser

    exitosa,

    esta lucha debía

    alTaigarse en el voto popular, de suerte que

    la

    reforma electoral fue preocu

    pación central

    de

    los gobiernos

    de

    Olaya y López. Era

    una ruta

    prometedora

    aunque plagada de peligros, si se considera que

    en

    los procesos electorales, y

    en especial los que marcaron cambios de régimen político (1930-31 y 1945-

    46),

    aumentaba

    en veredas y

    poblaciones

    la frecuencia e intensidad de la

    violencia política.

    Las referencias de los Comunistas venían de lecciones estereotipadas de

    la Revolución bolchevique y del compendio de Stalin, undamentos e Leni-

    n smo

    (1925),

    que se apresuraron

    a

    tallar

    en

    piedra. Marx hahía propuesto

    el

    concepto

    revolución burguesa para comprender la transición del feudalis

    mo

    al capitalismo, cuyo paradigma

    era

    la Revolución francesa

    4

    . Lenin y la

    Tercera

    Internacional

    acuñaron el término revolución democrático-burgue

    sa para

    designar

    las revoluciones de la

    nueva época

    histórica del imperia

    lismo y la revolución proletaria . En ésta el paradigma era la Revolución

    bolchevique de modo que el

    proletariado de

    los países coloniales y semico

    loniales estaba

    llamado

    a encabezar las luchas

    de

    liberación

    nacional

    en

    4 Una crítica sugestiva sobre la versión de Mat-x de la Revolución francesa y

    l

    carácter am

    biguo que allí juegan Jos campesinos, se

    encuentra

    en McPhee (J 989 , pp. 1265- J280).

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    POLITIZAC¡ÓN CAMPESINOS

    143

    alianza

    con la burguesía nacional y el campesinados. Esa revolución diri

    gida

    por

    los comunistas habría de ser antifeudal y

    democrática

    o demo

    crático burguesa . Realizada ésta, podría

    pasarse

    a la siguiente etapa:

    la

    re

    volución socialista. Sin embargo, como veremos adelante, en sus

    comienzos

    los

    Comunistas

    colombianos no tenían claro si en

    el

    país había

    o

    no

    una

    burguesía nacional y cómo unir o

    separar

    las dos etapas. El asunto se re

    solvelia

    en

    1935 con la política del Frente Popular y la invención política del

    lopismo como representativa de una burguesía nacional .

    Habría

    que investigar por qué ni

    el

    Partido Conservador ni la

    jerarquía

    católica

    apelaron con más fuerza y convicción a las encíclicas sociales

    que

    ofrecían una

    poderosa

    argumentación iusnaturalista frente al subjetivismo

    julidico

    de

    la propiedad individual. No hubo entonces una

    alternativa

    so

    cial cristiana

    en

    Colombia y por lo pronto, quedó despejado el campo ideo

    lógico

    para

    una

    breve hegemonía

    que

    disputaron

    Liberales y

    Comunistas

    y

    que

    ganaron

    los primeros. Sin embargo, en el Partido

    Conservador

    aparecie

    ron

    los pragmáticos

    y

    aunque las argumentaciones doctrinarias de

    cuño

    ca

    tólico quedaron a un lado, reducidas a

    un ámbito más

    universitario, estos

    apoyaron la

    reforma

    Liberal en cuanto limitaba el

    absolutismo

    del CC, y se

    movieron mejor

    desde

    el

    lado empresarial. Así tenemos la panacea del pe

    queño caficultor que ofrecía la Federación Nacional de Cafeteros de Colom

    bia,

    FNC,

    bajo la gerencia de Mariano Ospina Pérez quien,

    junto

    con

    otro

    destacado Conservador, el mencionado García Cadena,

    gerente

    del

    BAH,

    pro

    pusieron la

    parcelación

    voluntaria de las

    haciendas

    y la

    difusión

    del

    crédito

    agrario

    al

    pequeño

    propietario, como un medio de afianzar el progreso del

    país

    y

    la

    concordia social.

    En

    este contexto surgió y se desarrolló rápidamen

    te

    la

    Caja de Crédito Agrario. No obstante, en

    uno

    de sus

    comentarios

    iróni

    cos, Luis Ospina Vásquez calificó a

    Garda

    Cadena de campesinista román

    tico y de hombre de sencillez virgiliana , no tanto por

    sus

    ejecutorias en el

    BAH como por

    sus

    posiciones disidentes y confusas , expuestas en un Iibli

    to de economía

    colombiana

    (Ospina, 1934, pp. 461-2).

    Debe subrayarse que aquel

    momento

    político de la

    cuestión

    agraria co

    lombiana

    coincidió

    con

    la crisis mundial del liberalismo

    y

    del

    Estado

    liberal,

    y

    de

    sus nociones filosóficas Jundlcas .I::. >te fue

    el

    contexto en

    que

    ganó

    centralidad

    el

    tema del derecho de propiedad de la tierra. Por entonces,

    el

    individualismo metodológico enfrentaba múltiples retos: del marxismo revo

    lucionario al solidarismo de la escuela de Durkhcim y las versiones ora se

    cularistas y positivistas del derecho social ,

    ora

    católicas, unas y otras

    atem

    peradas por

    los parsimoniosos y taimados abogados colombianos.

    Por

    supuesto que los nexos del

    campesinado

    y el Estado colombiano no

    eran nuevos. A diferencia de otras latitudes del mundo,

    particularmente

    de

    5

    Ver Külller, Sobre

    el concepto de

    revolución

    burguesa

    y

    de

    revolución

    democrático-bur

    guesa en Lenin , (1983, pp. 244-245).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

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    144

    POLITIZACIÓN y CAMPESINOS

    Asia, el Estado colombiano no extraía

    impuestos

    directos

    de

    la tierra (salvo

    el predial) y la

    conexión

    se establecía por dos vías subrayadas en

    la

    historio

    grafía: la electoral, a veces con participación del clero, y la del reclutamiento

    para

    los ejércitos rojos o azules de las guerras civiles del siglo X X y para el

    Ejército

    nacional

    del siglo

    xx

    (Deas, 1973, pp. 118-140; 2002, pp. 77-93).

    A

    comienzos

    del siglo xx,

    yen

    diferentes tonos, los Liberales colombia

    nos

    cri ticaron

    la

    doctrina

    radical

    del

    liberalismo económico

    y

    la

    redefinieron

    a

    partir

    de

    un postulado

    según

    el

    cual

    el

    progreso

    traería

    la libertad

    y no

    al

    revés. Los

    principales

    impulsores

    de

    esta corriente

    fueron

    Rafael Uribe Uri

    be y Carlos Arturo Torres, e

    impactaron

    la

    generación

    del centenario (Os

    pina, 1955, pp. 328-335). Precisamente los Centenaristas habrían de domi

    nar

    la

    escena política de

    los

    años treinta

    y

    gran parte

    de su éxito provino del

    saber cooptar una

    nueva generación

    de dirigentes

    dispuestos

    a movilizar las

    masas populares

    urbanas

    y rurales. De

    esa generación hacían parte

    literatos,

    artistas,

    periodistas

    y abogados con hambre de poder y

    de

    hacer historia.

    La intermediación

    política

    seguía las reglas y valores entendidos del ga

    monalismo. Pero, en

    unos

    cuantos

    municipios,

    las movilizaciones reorienta

    ron

    las lealtades partidistas y alcanzaron a fracturar o mellar las redes de

    clientela. En estos casos, al vincular el

    descontento campesino

    a la política

    nacional, los intermediarios crearon

    un

    lenguaje propio, rebasaron el

    ámbi

    to geográfico

    de

    las localidades y

    generaron

    expectativas en tres campos: la

    redistribución de la tien a; la reforma de las reglas laborales

    en

    las haciendas

    y

    una mayor participación en la

    política. Desde

    esta

    perspectiva, las movili

    zaciones parecían transcurrir en un plano

    diferente

    al establecido

    por

    el

    clientelismo electoral y podían desafiarlo en la base.

    Sin embargo,

    el conflic

    to

    planteado

    por los

    intermediarios terminó

    en transacción,

    no

    en revolu

    ción.

    En

    los años treinta los Liberales tuvieron

    oportunidad

    de gobernar y ad

    ministrar;

    legislar y juzgar. Los Comunistas,

    empero,

    no alcanzaron

    la

    fuerza

    electoral suficiente para

    ser

    tenidos

    en

    cuenta en ninguno de los ámbitos del

    proceso gubernativo nacional, al punto que en la legislatura de 1936 ningún /

    miembro

    del

    p ocupó un

    escaño. Aparte de

    que

    los

    Comunistas

    se

    enjaula-

     

    ron en

    una

    organización centralizada y de férrea ortodoxia, los Liberales tu

    vieron líderes competitivos e imaginativos que se movían familiarmente en

    el

    frente

    antilatifundista

    con

    ideas

    simples, f r e ~ c s y lenguaje eficaz. Quizás

    el sectarismo Comunista, de un lado, y del otro, la simultánea

    apertura

    Libe-

    ral, impidieron el desarrollo de una

    izquierda

    moderna.

    La

    destreza

    Liberal

    de cooptación no

    era

    novedad.

    En

    un

    partido cuyos

    dirigentes

    provenían

    o estaban muy cerca de

    las

    clases propietarias, las alar

    mas

    frente al

    potencial

    socialista

    y

    radical

    se

    habían

    prendido en

    la

    Guerra

    de los Mil Días. l respecto suelen citarse las maniobras de Benjamín Herre

    ra

    para

    atraer

    socialistas en la década del diez y

    primera

    mitad

    de

    los veinte.

    Esta táctica que tuvo efectos favorables en la

    juventud

    profesional de familia

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    7/25

    POLlTIZACIÚN y CAM PESINOS

    145

    Liberal que, si bien se sentía atraída por la Revolución msa y

    la

    destmcción

    de la autocracia zarista, festejó, con muy pocas excepciones, la

    maniobra

    de

    integrar

    al

    partido

    los socialistas predispuestos. La práctica continuó

    6

    . Así,

    el

    futuro

    presidente López Pumarejo, en tránsito de

    banquero

    a político,

    jugó

    la

    carta

    alarmista

    frente a las movilizaciones

    organizadas

    por

    la

    izquier

    da radical, aunque tuvo

    el

    buen tino de acusar al Gobierno de sembrar el

    miedo y sólo

    recurrir

    a la represión.

    La

    muerte

    de

    Herrera, en 1924, acentuó la división del Liberalismo

    entre

    los militaristas

    que

    aún creían en las bondades de

    la

    guerra civil y los civi

    listas que,

    sin

    renunciar al espíritu sectario, habían

    aprendido

    las lecciones

    del

    último

    tramo del siglo

    X X

    y se empeñaban en

    actuar dentro de

    la ley. So

    bra decir que esta divisoria se pasaba con gran facilidad. Había

    grados

    rela

    tivos:

    en

    1929 el civilista López era menos civilista que Olaya, quien ha-

    bía

    sido

    connotado

    militarista 10 aii.os

    atrás

    (Horgan,

    1983,

    pp.

    11

    0-127).

    También creía López en las virtudes de ganarse socialistas y habló

    en

    clave

    radical,

    de izquierda. En

    este contexto hizo públicas dos

    cartas de

    abril y

    mayo

    de

    1928, muy citadas,

    que

    envió a Nemesio Camacho, uno

    de

    los triun-

    viras del Partid0

    7

    . Reconociendo el trabajo de los socialistas en el campo

    colombiano que para mayor efecto retórico López simbolizó

    en

    María Cano,

    la flor del

    trabajo

    revolucionario , señaló que había dejado a los Liberales

    en una

    posición muy

    desairada .

    ¿Qué

    mucho,

    pues, que

    los

    conservadores

    y los

    pseudo

    liberales atribuyan

    a

    las

    dochinas de Lenin y Trotzky (sic) el fermento social contra el orden y los intere-

    ses

    creados

    por ellos, para no reconocer que

    María

    Cano predica la rebeldía con-

    tra

    estos

    intereses

    y contra el

    orden en

    que descansan desde

    la roca escarpada

    de

    la

    injusticia general a que

    se

    encuentran

    sometidas

    las masas populares? (López

    a

    Nemesio Carnacho,

    en

    El

    Tiempo 24 de mayo

    de

    1928, p. 4).

    6

    Futuros dirigentes y publicistas del Partido Liberal como Gabriel Turbay (candidato presi

    dencial en

    1946),

    Moisés Prieto

    y

    José Mar (seudónimo literario de José Vicente Combariza)

    eran, en los años de 1920, activistas pmsoviéticos. El primero, por ejemplo, pidió en la Confe

    rencia Socialista de 1924 erigir un monumento

    al

    recientemente fallecido V1adimir Illich Lenin.

    Como muchos otros, jugarian papeles importantes en el Liberalismo, las letras y el periodismo;

    la política y la administración. (Meschkat,

    2008,

    pp.

    39-55);

    (Vanegas,

    2008,

    pp.

    25-38).

    7 La carta del 25 de abril de 1928 fue publicada en El Tiempo jueves 26 de abril de 1928, pp. 1

    Y4. La del 20 de mayo de 1928 también fue publicada íntegra en El Tiempo jueves 24 de mayo de

    1928,

    pp. 1 Y9

    La

    primera cal1a

    fue

    reproducida en Eastman (comp.)

    (1979,

    pp.

    55-61).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    8/25

      46

    POLITlZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    TRADICIONES

    DE

    VIOLENCIA Y CONSPIRACIÓN

    Militaristas y civilistas gravitaban

    en

    el

    campo

    de la

    memoria

    Liberal de

    la Guerra

    de los Mil Días (1899-1903).

    Uno

    de sus productos más perdura-

    bles, aunque un tanto invisible, fue el radicalismo popular de las

    bases

    elec

    torales. Las guerras civiles fueron, recordemos

    manifestaciones

    normales

    de la polarización bipartidista fraguada desde la

    misma

    Independencia que

    se

    había

    cristalizado hacia la década

    de

    los

    cuarenta en una

    peculiar trayec

    toria de

    elecciones-guerras (in)civiles-elecciones.

    De principio a fin

    la

    Guerra

    de

    los Mil Días consistió en una

    sucesión de

    combates

    en

    pequeña escala, desarticulados difuminados erráticos incon

    clusos, improvisados, a cargo de unidades y guerrillas, aunque los jefes gue

    rreristas

    que armaron

    algo

    parecido

    a ejércitos

    sufrieron

    la derrota

    unos

    seis

    meses

    después de lanzarse a

    su aventura

    (Duque, 2010; Bergquist 1978,

    pp. 158-185). En los dos

    años

    siguientes las

    huestes

    rojas

    no

    pudieron reali

    zar ofensivas

    de

    aliento, salvo en Panamá. Sembraron

    sin

    embargo las se

    millas

    de

    un

    radicalismo

    plebeyo que,

    en

    algunas coyunturas nacionales de

    la

    primera

    mitad del siglo xx, se agitaba en tomo al Leitmotiv de

    tomar

    las

    armas. Baste

    pensar

    los lugares de este

    anuncio

    gubernamental

    de

    mediados

    de 1902:

    si los

    principales

    revolucionarios que

    quedan

    en

    armas

    como son los de Suma-

    paz,

    Tequendama La Palma Norte y Centro

    del Tolima, las

    deponen y

    se some

    ten al gobierno, los presos políticos y prisioneros de

    guerra que están

    a disposi

    ción de éste, serán puestos

    en

    libertad y entrarán en pleno goce del indultoS.

    Aparte de las comarcas mencionadas los guel-rilleros Liberales encon

    traron refugio en los Llanos Orientales, San Vicente

    de

    Chucurí el sur del

    Tolima y las vertientes que caen al valle del Alto Magdalena, zonas todas que

    habrían

    de

    ser

    teatros

    de confrontaciones

    políticas

    en

    la

    década de

    los veinte

    y en La Violencia de

    mediados

    del siglo xx, así como en el

    actual

    conflicto

    armado.

    En J903, con las secuelas de la hiperinOación monetaria y la separación

    de Panamá las clases dirigentes cerraron

    el

    expediente del fratricidio.

    En

    esta operación les fue de mucha ayuda la leyenda de las cien mil bajas mor

    tales de los Mil Días (de a cien

    por

    día), cifra irreal que muchos académicos

    suelen citar como

    dato

    cierto.

    Equivaldría

    al 2,5% de la población total, su

    perior al de la guerra civil de Estados Unidos (2%), destructiva en

    razón

    de la

    movilización masiva,

    la

    prolongación

    y

    la

    tecnología

    bélica

    industrial. Por

    el

    contrario

    las acciones militares de los Mil Días fueron breves y

    con

    altiba-

    8 Decreto 923 de 2 de

    junio

    de 1902, Diario Oficial 2 de

    junio

    de 1902.

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    9/25

    POLlTIZACIÚN y

    CAMPESINOS

    47

    jos; las armas, especialmente las de la facción roja, fueron el

    machete,

    el ar

    tefacto más empleado

    en

    la mortífera batalla de

    Palonegro

    (11-25 de

    mayo

    de 1900), la mayor confrontación en toda la guerra.

    Con todo,

    la

    leyenda de terrible destrucción apaciguó los ánimos y abrió

    camino

    a la

    concordia,

    de suerte que las

    décadas posteriores

    han

    sido

    consi

    deradas por la historiografía como un oasis

    de

    paz nacional. Sin

    embargo,

    a

    la atmósfera política de entonces bien puede

    aplicarse

    la metáfora del capí

    tulo XIII

    de

    El Leviatán

    de

    Hobbes,

    sobre

    la guerra y el mal tiempo.

    Puesto

    que la naturaleza de éste no consiste en

    uno

    o dos

    aguaceros sino

    en la pro

    pensión a llover varios días, la naturaleza de la

    guerra no

    consiste

    en

    la

    lucha

    activa sino

    en

    la determinación a

    luchar

    durante todo el tiempo

    en

    que

    no

    haya

    seguridad

    de lo contrario. Era, pues, una paz armada. La violencia elec

    toral confirmaba

    que

    el sectarismo

    bipartidista subyacía

    en

    la

    cultura políti

    ca,

    aunque

    un

    ejército profesional

    mediaba en

    las

    disputas

    electorales y di

    suadía

    a los jefes de partido a emplear las

    armas

    9

    El

    ambiente

    volvió a calentarse en 1910,

    cuando

    se

    reanudaron

    las pujas

    electorales. Abundaron los incidentes de

    fraude

    electoral, intimidación y vio

    lencia desembozada y a raíz de las elecciones presidenciales

    de

    1922, el

    país

    volvió al borde

    la

    guerra civil. Poco antes

    de

    morir, en febrero

    de

    1924, Ben

    jamín Herrera, uno de los jefes de los Mil Días y candidato

    derrotado,

    envió

    un memorial político al presidente Conservador, Pedro Nel Ospina, denun-

    ciando

    una

    serie de

    asesinatos de

    ciudadanos

    Liberales

    en

    unos

    50

    munici-

    pios del país.

    La

    sucesión

    de todos esos atentados

    contra

    la vida de los

    ciudadanos indefensos

    y por añadidura

    en

    ejercicio de

    una

    legítima

    prerrogativa, (participar en

    las elec

    ciones, MP) tienen, además

    otra

    causa inmediata: el aparato

    guerrero

    con

    que

    el

    partido

    que

    gobierna

    quiso rodear el

    debate

    para Presidente de la República.

    que

    se

    inició

    en

    1921, a

    fin

    de exacerbar los ánimos; la explotación

    anticristiana de

    la

    fe para exaltar las creencias religiosas

    y

    por

    encima

    de todo la

    distribución

    de ar

    mas

    entre

    los particulares hecha en forma ostensible

    por

    las

    autoridades,

    lo

    que

    equivalía a

    permitir

    el exterminio de los colombianos

    que

    no

    simpatizaran

    con el

    candidato

    conservador; exterminio

    exaltado por parte

    del clero

    en prédicas

    in

    cendiarias Memorial po[ tico del señor general don enjamín Herrera,

    1924, pp.

    VI-Vil).

    Muerto

    el rival, Ospina decidió publicar su

    propia

    respuesta, acompa-

    ñándola

    con

    un

    grueso

    paquete de

    telegramas de

    apoyo, provenientes

    de

    todo

    el país. MencionÓ'

    puntualmente

    los casos denunciados por el fallecido

    jefe Liberal y

    citó

    el

    Renacimiento,

    publicación

    del Directorio Liberal del

    Huila, para demostrar el carácter violento y subversivo de los rojos:

    9 Es la tesis central de Pinzón de Lewin (1994).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    10/25

      48

    POLITIZACIÓN y CAMPESINOS

    La historia del mundo moderno nos

    enseña

    que allí

    donde

    la justicia y la iniqui

    dad han pretendido

    perseverar, e

    imponerse

    o el

    fraude

    y 'la violencia', los pue

    blos

    reaccionan naturalmente por medio

    de 'la violencia',

    mas no

    ya

    por actos

    colectivos de

    guerra

    y

    asonada sino

    por actos individuales

    que procuran la

    eli

    minación

    o

    supresión de

    determinados

    individuos a

    quienes

    se

    considera

    res

    ponsables de

    actos

    oficiales contra las garantías sociales o contra la riqueza pú

    blica. Este modo de

    reaccionar

    es como una

    etapa

    en

    la

    evolución social de los

    pueblos,

    que en

    esa

    forma en

    vez

    de

    guen a civil,

    consideraran hacer

    labor más

    eficaz y

    menos costosa

    en beneficio

    de

    los

    grandes intereses

    sociales.

    .

    .. )

    Cuando

    se

    cierran

    los

    caminos

    legales y pacíficos, se

    abren

    los de 'la violencia' y se preci

    pita

    a los oprimidos y

    explotados

    (. .. )

    en

    la pendiente del

    atentado personal

    como único

    medio de hacer la defensa personal y la defensa social. No es cues

    tión política; es pura cuestión social (pp. XXX-XXXIV)IO.

    Algunos sectores

    Conservadores

    suponían que el poder disuasivo del

    Ejército Nacional

    haria

    innecesaria la búsqueda

    de otros

    mecanismos insti

    tucionales para responder a las protestas locales tradicionales libradas por

    indígenas o artesanos o las de proyección nacional e internacional que plan-

    teaba el naciente proletariado

    en

    las comarcas de frontera extractiva,

    como

    la

    Zona Bananera de Santa Marta o los

    campos petroleros de Barrancaber-

    meja. Allí se presentaron

    las

    primeras huelgas que desbordaron los marcos

    locales y localistas, como

    la de

    los trabajadores

    de

    la United Fruit Company,

    en

    diciembre

    de 1928, que terminó

    en una

    matanza de trabajadores a

    manos

    del Ejército, justificada al aducir que los huelguistas eran

    comunistas

    insu-

    rrectos

    camuflados de trabajadores Informe qu rinde el Jefe Civil y Militar,

    pp. 132-133).

    En

    los años treinta el

    pcc

    se

    ufanaba

    de

    ofrecer

    una estrategia para to

    marse

    el

    poder

    y

    una infraestructura organizacional

    vertical ( el

    partido

    van

    guardia de clase ) que, proclamaba

    eran

    superiores

    a las demás conocidas

    ahora

    o antes. Pero, quizás por consideraciones tácticas en las que debió

    contar

    la

    percepción

    de su

    fragilidad organizativa,

    no

    se

    planteó transformar

    las movilizaciones agrarias o

    de

    los trabajadores petroleros en rebelión y /

    mucho

    menos

    en

    insurgencia armada} l Más bien se

    dedicó

    a

    jugar

    sectaria-

    mente quizás

    con

    miras a formar

    una

    base electoral propia en algunas loca

    lidades.

    1 Renacimiento, órgano del DirectOlio Liberal del Departamento del Huila, n° 12, 18 de mar

    z de 1922.

    Sobre estos conceptos de rebelión e insurgencia

    annada

    ver Desai

    y

    Eckstein (1990, pp.

    441-465); Lichbach (1994, pp. 383-418).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    11/25

    POLITlZACIÓN y CAMPESINOS

    49

    El sectarismo le pagó dividendos en sus zonas rurales

    y,

    en

    este

    aspecto,

    coincidió

    con

    sus

    competidores, Liberales

    y

    gaitanistas que,

    sin ambigüeda-

    des, también optaron por las viejas coslumbresJ

    2

    .

    De esta suerte cada

    uno

    de los grupos

    intermediarios

    tomó como algo

    propio

    y

    exclusivo

    un

    discurso que, sin embargo,

    tenía

    un sustrato

    común

    emocional y legalista. Difundieron en pueblos y veredas las nociones de de

    recho

    de

    huelga , salario básico , jornada de ocho horas , ligas campesi-

    nas , sindicatos , libertad de cultivos , o el postulado de que la tierra es de

    quien

    la

    trabaja .

    Estas

    consignas en el mundo

    campesino

    parecían más úti

    les que el

    abecedario

    o las columnas de

    sumar

    y restar;

    adicionalmente

    en

    tusiasmaban más. Las izquierdas socialistas dieron acogida a nuevas expre

    siones, a

    una

    especie de folclor-protesta que buscaba

    escapar

    de la cultura

    política

    del bipartidismo

    como

    esta pendenciera

    Guavina sic) de los campe-

    sinos boyacenses:

    Para que los pobres todos

    vivamos

    en

    armonía,

    sin liberales ni godos

    y libres de hipocresía.

    señores burguesitos,

    el triunfo siempre lo haremos,

    y aunque nos cueste

    la

    vida

    a ustedes bajaremos.

    a no

    iremos a las

    umas

    como animales arriados

    porque en el socialismo

    S l11 S jefes y soldados.

    Porque el liberal es de oro

    y los goditos de plata

    pero cuando nos arañan

    lo

    mismo

    es

    gato que gata.

    Y pa alimentar los salarins,

    y pa que haya economía

    mataremos a los

    á ~ l g a n o s

    que tiene

    la

    policía

    Claridad,

    n° 50, 13 de abril de 1928, p.

    3).

    12

    Sobl e lINIR es iluminador López (1936), fuel1emente resentido por la vuelta de Gaitán al

    Pal Lido

    Liberal, signo irrefutable, escribe, de su ambición desmedida.

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    12/25

    150 POLITIZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    LA

    POLíTICA

    EN

    EL MUNICIPIO

    En el sistema bipartidista, el gamonal era el eslabón que mantenía al

    día

    las

    relaciones

    de la República

    y

    el

    municipio, aunque poco sabemos

    de las varia

    ciones locales.

    En

    los documentos administrativos

    aparecen

    prominente-

    mente los alcaldes, funcionarios designados por los

    gobernadores,

    quienes, a

    su vez, eran de libre nombramiento

    y

    remoción del presidente de

    la

    Repúbli-

    ca. Puede ser

    que

    alcaldes

    y

    gamonales fueran una sola

    persona,

    pero

    en

    la

    Cundinamarca de los años treinta

    había madurado

    una especie de funciona

    riada de

    alcaldes, verdaderos profesionales que los gobernadores rotaban

    por los municipios atendiendo criterios de experiencia, casi siempre

    con

    mi

    ras electorales.

    Dado

    el carácter faccioso de la actividad partidista, era posi

    ble

    que un

    alcalde

    de

    turno chocara con

    el

    gamonal de un municipio.

    Ni al

    caldes ni

    gamonales

    manejaban en Cundinamarca

    la

    escuálida fuerza

    de

    policía, al menos en el

    momento

    clucial del reclutamiento,

    en

    cual media-

    ban

    las amistades partidistas.

    Aunque la versión corriente

    sostiene

    que las movilizaciones de Viotá y

    Fusagasugá

    emplearon

    métodos

    violentos,

    propios

    de una rebelión

    agraria,

    las fuentes permiten sostener lo contrario. Esto es, que la violencia

    provino

    más

    de la

    acciones de

    la

    Guardia Departamental e undinamarca

    contra

    las

    marchas demostraciones

    pacíficas

    ruidosas que organizaban

    las ligas

    en

    los cascos municipales. De este

    modo, con

    el

    trascurrir

    del tiempo fueron

    más

    frecuentes los enfrentamientos de

    comisiones

    de policía con grupos de

    arrendatarios

    que

    trataban

    de

    impedir

    desahucios

    o con colonos expulsados

    de

    sus

    parcelas

    monte adentro

    13

    . El investigador no encuentra casos docu-

    mentados de acciones tales como incendio de cafetales o cañaverales; abi

    geato en

    gran

    escala; destrucción

    de

    plantas de beneficio o de depósitos

    de

    café en grano; demolición

    de

    puentes;

    destrucción

    de caminos, o enjuicia

    mientos

    en masa

    de propietarios o administradores. Ningún hacendado

    perdió

    la vida a

    manos de

    los

    campesinos descontentos, aunque

    unos

    po

    cos administradores

    y mayordomos

    de las haciendas.

    No había

    en

    Colombia, como en los Andes

    centrales

    sudamericanos o en

    Asia, una tradición de rebeliones agrarias, aunque sí había una

    larga

    tradi

    ción de litigio legal. En este punto valga

    recordar

    la

    conocida conclusión

    de

    Max Weber

    cuando

    sopesó

    la racionalidad formal del sistema del

    derecho

    romano

    continental y la irracionalidad del sistema del ommon Law que

    incluía

    el caos de los

    derechos

    de

    propiedad

    del agua. Cabe resaltar que el

    J

    Sobre la reducida

    violencia en estas movilizaciones, Marco Palacios

    1

    979b, pp. 159-173).

    El sistema de vasos comunicantes de la estmctura agraria la violencia política

    en Colombia

    fue tópico

    en

    los análisis marxistas de la

    década

    de los sesenta. Ver, por ejemplo, Posada (1960,

    pp. 9-69) Y Gilhodes (1974).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    13/25

    POLlTrZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    151

    temprano desarrollo

    de

    Inglaterra radicaba

    en la mentalidad

    moderna de los

    jueces y el alto

    costo

    de litigar

    que

    marginaba los

    pobres

    del sistema judicial.

    Situados

    en este registro, el

    papel

    de los

    abogados

    en los

    movimientos

    agrarios

    colombianos fue fundamental porque abatió los costos de acceso de

    los

    campesinos

    a los

    jueces

    y a la

    administración

    pública.

    El

    caso de Paulo

    Emilio Sabogal González es ilustrativo por la incesante

    labor

    que desplegó

    desde el PRS y luego desde el

    pec

    del que fue suplente del Buró Político del

    Comité Central. Con cierto sarcasmo confesó

    su

    legalismo

    en un

    agitado

    debate

    interno

    en estos términos:

    En

    cuanto

    a la aseveración que se

    hace

    respecto a mi

    labor en

    la rama

    campesi-

    na, sobre mi legalismo , quiero

    hacer

    constar que ese legalismo

    mío

    ha tenido

    como resultado

    el

    sacar

    de las cárceles de Ibagué, La

    Palma,

    Bogotá, Viotá, Cali y

    otros

    lugares,

    más de

    trescientos

    C.c. ¿compañeros camaradas?, MP) sin que

    ja

    más se me haya reconocido un centavo como honorarios, haciendo

    muchas

    ve

    ces gastos

    de

    mi bolsillo, y

    reto desde ahora

    a

    cualquiera

    de los

    miembros

    del

    partido que

    me

    cite un

    caso en

    que

    a

    se

    me haya pagado honorarios

    por

    esa

    labor

    profesional. También se

    me acusa

    de legalismo

    porque me he hecho cargo

    de varios

    poderes

    para

    gestionar asuntos

    judiciales,

    poderes que

    de

    no haber

    aceptado yo,

    habrían

    encomendado a otros

    abogados. También quiero hacer

    constar

    que la

    penetración

    dentro del campesinado, se ha facilitado debido a mi

    contacto

    con las

    masas campesinas

    a

    quienes he

    ligado

    con miembros

    del

    parti-

    do

    mismo

    para

    finalidades revolucionarias

    Carta

    de

    Paulo

    E. Sabogal 14.

    La acción violenta

    encajaba mejor

    en los patrones colombianos de movi

    lización política que en los de la rebelión agraria. Resulta muy reveladora la

    actividad de la policía, institucionalmente débil, sin un lugar preciso en las

    jerarquías estatales

    de

    la nación, los departamentos y municipios,

    sin

    presu-

    puestos

    adecuados

    y saturada

    de

    mañas clientelistas. Aunque el

    amartela-

    miento de haciendas y latifundios

    con

    alcaldes y policías Ouía como si fuera

    expresión de

    un

    orden

    natUl'al

    en

    que

    convergían

    armónicamente

    poder

    so

    cial y

    autoridad

    política, éste no podría concebirse sin el

    engranaje de

    los

    partidos políticos.

    Abundan

    documentos sobre estas arbitrariedades.

    Por

    ejemplo:

    CAUCIÓN-

    En

    el

    municipio

    de Viotá, a 26 de abril de 1929, se presentó

    en

    el des

    pacho

    de la Alcaldía Municipal. NN,

    y manifestó que

    bajo caución o

    multa

    de

    cien pesos

    ($100),

    se

    compromete

    a

    cumplir con

    las obligaciones

    de

    la

    hacienda

    de Buenavista, a

    respetar

    a

    sus patronos y empleados,

    a

    trabajar

    y

    coger

    café

    conforme

    se lo

    ordenen,

    a no

    asistir

    a

    reuniones

    que

    tiendan

    a

    perturbar

    los tra-

    Sin fecha. Posiblemenle de comienzos de 1933.

    RGASPI

    r 495, op. 104, d.59, n 143-144,

    en

    Meschkal y Rojas (comps.) (2009,

    p.

    743).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    14/25

      52

    POLITIZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    bajos y el

    orden

    público, a

    no

    contribuir con

    dinero

    para

    manifestaciones en

    contra

    de la mencionada hacienda, a respetar las autoridades, a

    no

    sembrar ni

    resembrar café sin orden de ella, a cumplir

    estrictamente

    con las obligaciones

    que

    tenga

    a

    su cargo

    y

    demás

    a

    que

    se

    haya

    comprometido,

    lo

    mismo,

    a

    no

    impe

    dir

    a los

    voluntarios que

    vayan a

    trabajar

    a

    dicha hacienda. En caso

    de

    infrac

    ción,

    pagará

    la

    multa

    en estampillas, cuyo

    valor consignará en la

    Tesorería Muni

    cipal.

    Para constancia

    se firma por los

    que en

    ella

    intervinieron

    Anales

    de l

    Cámara de Representantes,

    27 de

    septiembre

    de 1932, p. 437).

    Cien pesos

    era una

    suma superior al ingreso monetario anual de un

    arrendatario bien consolidado en alguna

    gran

    hacienda de Viotá. El amarte-

    lamiento

    pudo ser

    aún

    más funesto en

    las zonas de colonos:

    En la Inspección de Policía del Sumapaz 1932) se

    cometen

    las más flagrantes

    tropelías. Tanto el

    personal

    de la

    Inspección como

    los

    guardias puestos

    a su ser

    vicio, viven y

    comen

    en

    la

    casa de la

    hacienda, montan en bestias

    de la

    hacienda

    y se

    embriagan

    con aguardiente de contrabando

    producido en la misma hacien-

    da. Allí los

    señores latifundistas

    hacen lo

    que

    a

    bien

    tienen con los colonos, y

    no

    hay

    autoridades ni

    tribunales

    que impidan

    semejantes expoliaciones. Las autori-

    dades

    de

    esa

    región han iniciado una

    campaña

    de

    terrorismo

    contra aquellas

    gentes

    humildes que

    no han cometido otro delito

    que

    reclamar los derechos

    que

    poseen

    sobre sus

    labranzas.

    El

    mayordomo de

    la

    hacienda ordena

    al

    Inspector

    arrebatar

    a los

    colonos sus animales, efectuar lanzamientos

    sin

    orma alguna de

    juicios,

    cobrar multas,

    efectuar

    embargos

    y

    otras funciones que

    sólo correspon

    den

    al

    Poder

    Judicial. Todos estos

    documentos

    reposan

    en poder

    la Comisión de

    la

    Cámara

    de Representantes) y

    pueden

    ser consultados

    por

    los que lo

    deseen

    Anales

    de

    l

    Cámara

    de

    Represelltal1tes,

    11 de noviembre de 1932, pp. 768-9).

    La suerte de los colonos no dependía tan sólo

    de la

    correlación local

    de

    fuerzas en la que

    solían

    llevar la peor parte, sino

    de

    la forma como dicha co

    lTelación tuviera

    algún contrapeso

    en

    las instancias superiores

    de la

    admi-

    nistración.

    En

    uno de sus

    apartes,

    el informe que citamos considera los efec

    tos de disposiciones del

    gobierno

    cundinamarqués, tanto de) gobernador

    como de la Asamblea Departamental.

    encaminados

    a favorecer el

    enorme

    latifundio

    Hacienda Sumapaz:

    ... ) La

    Gobernación

    de

    Cundinamarca

    señaló los límites provisionales entre los

    municipios

    de

    Pandi

    y

    San Bernardo

    . ..) y la casa

    donde funciona

    la

    Inspección

    de Policía de

    Paquiló

    quedó

    dentro

    del municipio de Pandi.

    Sin embargo,

    el se

    ñor

    Alcalde de

    San Bernardo

    instaló

    allí

    un

    Inspector

    y

    decretó

    varios

    lanza-

    mientos . El señor Alcalde de

    Pandi

    declaró que dicha

    Inspección

    estaba dentro

    de su jurisdicción, y dijo a los colonos

    lanzados

    que él los restablecería en el do

    minio

    de

    sus labranzas.

    Con este

    halago acudieron

    los colonos

    en número

    consi-

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    156 POLITIZACrÓN y CAMPESINOS

    el

    campesinado atomizado y el Estado

    nacional. El nivel municipal y provin

    cial, empero, estaba saturado

    de funcionarios

    y

    grupos

    políticos que aplica

    ban

    arbitrariamente

    las

    leyes contra antisociales, entre los

    que

    incluían a

    discreción a los activistas agrarios.

    LA

    BOLCHEVIZACrÓN : DE

    LAS

    BANANERAS A

    VroTÁ

    El

    pee

    desempeñó un papel

    central

    en la politización campesina de los años

    treinta

    aunque, quizás, nunca sepamos qué tanto autolimitó posibilidades a

    primera vista

    insondables.

    Por

    eso debemos precisar que en la génesis y tra

    yectoria inicial del

    pec

    se

    encuentra

    una tensión no resuelta entre campesi-

    nismo y

    obrerismo

    (el arquetipo de este último fue

    el duranismo de

    la dé

    cada

    de 1940)

    que

    pudo lastrar

    el

    desarrollo

    p o s t e r i O l ~

    En 1960 los Comunistas resumieron lacónicamente el episodio de

    sus

    orígenes:

    Hace treinta años, reuniendo

    los

    escasos

    sobrevivientes del

    naufragio

    socialista

    en

    la

    alta

    marea del

    liberalismo

    en ascenso,

    surgió el 17

    de

    julio

    el Partido Comu

    nista como una

    agrupación

    sectaria y

    estrecha que aspiraba

    a

    abrirse campo en

    la

    realidad colombiana,

    disputándole su

    derecho

    a la vida a las dos gigantescas

    fuerzas

    de

    los partidos tradicionales, aunados para sofocarlo en su infancia. El

    entonces

    reciente desastre

    del

    socialismo

    revolucionario era

    apenas

    el

    último y

    más ruidoso

    de

    una larga

    serie de

    [racasados intentos por vencer

    el

    descomunal

    obstáculo

    de

    la

    tradición

    bipartidista Treinta

    ar Os e

    lucha, 1960, p. 151 .

    El desastre se

    compendiaba

    en la

    matanza

    de la Zona

    Bananera

    de di

    ciembre de 1928, seguido de los fallidos y

    atropellados levantamientos

    bol

    cheviques

    de

    El Líbano, Tolima

    l8

    , y La Gómez, Santander, de

    mediados de

    1929.

    Como

    la mayoría de partidos comunistas

    del

    mundo,

    el

    colombiano

    nació

    en el proceso

    de

    bolchevización de grupos socialistas conforme al

    mandato

    del

    Comintern o Tercera Internacional Comunista, Te

    fundada

    en Moscú en mar

    zo de 1919. En su segundo congreso (Moscú,

    19

    de julio - 9 de agosto de 1920),

    la

    organización aprobó estatutos y definió el objetivo principal:

    luchar por todos los medios, inclusive

    mediante

    las armas,

    para

    delTocar a la

    burguesía internacional y crear

    la

    República

    soviética

    internacional, como etapa

    de transición hacia la desaparición

    completa

    del

    s t a d o l ~

    8 Ver Gonzalo Sánchez (1976).

    19

    En

    el Archivo Eslalal Ruso de Historia Social y Polflica, RGASPI (siglas en ¡-uso , fondo 495,

    regislro 2, exp.

    1, [01.

    20, lrascdla en

    Spencer y Or1.iz

    (2006, p.16).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    19/25

    POLITlZAC¡ÓN y CAMPESINOS 157

    Según las directrices de 1924 y 1925,

    para

    pertenecer a

    este

    partido co

    munista mundial los partidos nacionales

    debían

    bolchevizarse. En el cami

    no

    fueron desapareciendo la autonomía de los grupos socialistas locales y

    sus

    gacetillas variadas, dispares ya veces pintorescas (Núñez, 2006, Anexo,

    pp. 221-30).

    Lo que muestran ejemplos de la historiografía postsoviética es que, a pe

    sar de la uniformidad de la bolchevización , los resultados

    nacionales

    fue

    ron muy dispares. El colombiano, como sabemos, no fue

    de

    los más ejem

    plares. Gracias a

    la

    reciente publicación

    de

    la parte más sustanciosa

    de la

    documentación

    (1929-1933) que

    reposa

    en los archivos

    estatales

    rusos, sabe

    mos algo más de la bolchevización

    colombiana,

    que ya

    había

    sido esbozada

    en las historias oficiales del

    pcc

    de 1960 y 1980

    2

    ° Con

    base en

    estas tres pu

    blicaciones que vieron la luz en el

    lapso de medio

    siglo,

    puede trazarse

    la

    formación azarosa

    del

    pcc

    y distinguirse dos fases

    posteriores

    al

    primer

    pcc ,

    1923 a 1925, que no consiguió reconocimiento de la re.

    La primera

    fase

    es

    la

    del trienio 1924-26 que fue ambivalente porque la rc ni rechazó ni acep

    tó la incorporación de los grupos comunistas colombianos.

    En

    las

    minutas

    de los funcionarios de Moscú hay críticas a la incertidumbre del plantea

    miento

    de

    los

    problemas

    teóricos y

    de

    la táctica comunista (Jeifets, 2001, p.

    13). Los

    juzgaron

    extemporáneos y fuera de lugar, como si

    la reivindicaciones lanzadas por el

    partido comunista

    ruso para movilizar las

    masas en

    vísperas de la conquista del

    poder pudieran ser

    adaptadas como reivin

    dicaciones inmediatas

    por

    todos los partidos comunistas del mundo (p. 13).

    Además, les endilgaron tres errores capitales: las tácticas terroristas, los

    acuerdos electorales con los Liberales y

    la

    ausencia de proletariado

    en

    sus

    filas, con el consiguiente predominio de los intelectuales que, a su vez, con

    llevaba el peligro de

    adoptar

    líneas pequeño burguesas, personalistas

    y

    cau

    dillistas (pp. 35-37). Por todo esto, les aconsejaron realizar

    un

    gran trabajo

    ideológico de educación (pp. 13-16 Y27).

    La siguiente fase comienza con la creación del

    PSR

    que,

    en

    vano, intentó

    montar

    una

    estructura organizativa centralizada y adoptar

    principios

    clasis

    tas y

    de lucha

    por

    la

    dictadura del

    proletariado

    (p. 16). Ante el

    auge de

    huel

    gas

    de

    mediados de la década

    de

    los veinte y a la luz del concepto

    leninista

    de situación revolucionaria , la re oteó la posibilidad del

    despegue comunis

    ta en Colombia. El viaje de Guillermo Hemándcz

    Rodríguez

    a Moscú

    en

    J 927 en representación del Sindicato Nacional Obrero l a pr:imera

    ocasión

    que un revolucionario colombiano participaba oficialmente en un acto

    de

    la

    Internacional

    Sindical Roja (Profintern) en

    Moscú-

    abrió

    un

    intercambio

    20 Ver Treinta años

    e

    ucha (1960, pp. 5-25); Medina (1980, cap. 1 secciones 1.3, J.4, 1.5 Y1.6).

    De

    la investigación reciente, ver Lázar y Jeifets (2001, pp. 7-37); Meschkat (2008, pp. 39-55).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    20/25

      58

    POLITIZACJÓN

    y

    CAMPESINOS

    directo que facilitó

    la

    admisión del PSR

    en

    la IC

    en

    1928,

    y

    llevó a la formali

    zación

    del cambio de

    nombre

    a p a mediados de 1930.

    Hito

    de

    esta

    etapa formativa fue la

    huelga

    de las bananeras de Santa

    Marta, que se debe apreciar

    en

    un contexto político

    más

    amplio (pp. 20-25).

    En primer

    lugar,

    el

    de

    las relaciones del

    Partido

    Liberal

    que había cooptado

    a los socialistas

    moderados

    (1921-1924) Treinta años e lucha, 1960, p. 11-

    12) Y

    puso

    a las facciones

    de

    socialistas radicales a forjar la unidad alrede

    dor del nuevo PSR

    en

    1926. Junto

    con

    un puñado de anarcosindicalistas, los

    del

    PSR

    no

    abandonaron

    las líneas

    conspirativas

    decimonónicas, es decir, la

    política de acción directa

    y

    terrorismo individual que, realmente caracteriza-

    ba

    más

    a los dirigentes Liberales llamados militaristas que

    no soportaban

    el agravio de la elección presidencial

    de

    1922 y esperaban derrocar

    al

    Go

    bierno Conservador

    con métodos

    insurreccionales, aunque nunca actuaron.

    Era acción política en

    los

    márgenes,

    al

    menos como

    la

    recogió el

    informe

    anual de la legación británica

    en

    Bogotá:

    hace poco el grupo comunista

    recibió reconocimiento de la Tercera

    Internacio-

    nal. Sin

    embargo, no hay

    el

    menor

    peligro de

    que ocurra

    algún disturbio serio

    en

    los próximos

    diez años.

    . .. ) La reciente

    huelga

    de las bananeras, se originó en la

    propaganda subversiva de un

    grupito

    de agitadores colombianos con

    simpatía

    bolcheviques.

    .

    .. )

    pasada

    la huelga se

    militarizó

    la

    zona

    y la

    situación

    está

    com

    pletamente controlada. Los

    amotinados

    tuvieron varios cientos de bajas y fueron

    reprimidos después

    de

    causar

    serios

    daños

    a las

    propiedades

    de la United

    Fruit

    Ca.,

    resultando seriamente afectado

    el

    Ferrocarril de Santa Marta (Public

    Re

    cord

    Office

    PRO)

    Foreign Office

    (Fa)

    371/13479, Bogotá,

    12

    de abril de 1929,

    Mr.

    Monson to

    Sir

    Austen

    Chamberlain,

    pA).

    Esas

    conspiraciones daban pie a que extremistas del Gobierno Conser

    vador, como el

    ministro de

    Guerra Luis Ignacio Rengifo, montaran agendas

    represivas

    con

    miras a las elecciones presidenciales de 1930 que,

    de

    paso,

    creaban

    f.icciones

    en

    el

    seno

    del

    propio

    Gobierno.

    Según un informe

    britá

    nico, en 1928,

    El

    único desarrollo

    importante

    en la

    vida social de la República

    ha sido

    el au

    mento del

    costo

    de vida a

    causa

    del

    incremento

    de los

    salarios

    de los trabajado

    res de las

    Obras

    públicas.( ... ) los peones

    que

    hasta

    hace

    no

    mucho eran

    poco

    más

    que

    siervos se han convertido

    en asalariados

    ( ... )

    aunque

    no se ve

    ninguna

    organiz.ación sindical ( ... ) Es

    verdad que

    el

    Ministro

    de Guerra (Rengifo) ha

    puesto al Gobierno de

    carne

    de gallina con el

    cuento

    de que hay una poderosa

    organización

    comunista que

    trabaja

    en un plan

    de

    poner bombas en

    el alcantari

    llado

    de

    Bogotá y

    otros horrores

    por el estilo;

    pero el Presidente

    se las ingenió

    para espantar

    el coco

    con comentarios

    un

    poco

    cáusticos y picantes

    que dejaron

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    21/25

    POLITTZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    159

    entrever la maniobra del Ministro para pedir un aumento del pie de fuerza del

    Ejército, plan que no cuenta con

    respaldo

    popular ni con el del ejecutivo (p.2).

    Así, pues, en 1928

    subían simultáneamente

    la ola de movilizaciones po

    pulares

    y

    la

    represión

    oficial, cuyo

    estandarte

    fue la Ley 69,

    llamada

    "heroi

    ca", que amordazaba la prensa disidente y cerraba las pocas vías de politizar

    la

    acción

    sindicaF . A diferencia del

    PSR

    que

    se marginó inexplicablemente

    del debate, El Socialista, periódico de

    aparición irregular

    que

    desde

    1920 di

    rigía Juan de Dios Romero, publicó

    en

    su

    edición

    del 23 de

    junio

    de aquel

    año unos versos subversivos que

    dan

    cuenta de la propensión a esa "acción

    directa que los Liberales del bando "civilista" llamaban "militarista" y la lC

    "putchista": A las armas obreros y campesinos " y contra la ley que silencia

    la

    libre expresión

    y

    estrangula

    el derecho de

    reunión :

    El pueblo armado te saluda, ley de vida o muerte

    Bendita seas santa dinamita

    Salud, guerrillas de tiradores

    A las masas, universitarios

    La hora

    de l revancha ha llegado

    Obreros, fuera de las ciudades

    Campesinos, a las armas

    Las banderas rojas nos llamal1

    (El Socialista,

    522,

    23 de

    junio

    de 1928)

    Romero era dirigente del Partido

    Comunista

    de Colombia, o Centro Co

    munista, que peleaba

    con

    el PSR el padrinazgo de la IC porque,

    naturalmente,

    desde 1924 se consideraba que el grupo que lo recibiera quedaría automáti-

    camente aprestigiado entre los sectores obreros y radicales, y obtendria re

    cursos, ayudas doctrinarias y materiales

    para

    la acción revolucionaria (Mes

    chkat y Rojas, 2009, pp. 97-98)22.

    Es fácil que el Partido Comunista de Rusia, escribía Romero a Moscú, desautori-

    ce el

    movimiento

    que venimos haciendo

    desde hace

    varios años un grupo de co

    munistas, si acaso

    cree que

    no lo estamos haciendo bien

    de acuerdo

    con las

    tácticas

    disposiciones

    acordadas

    últimamente (Jeifets, 200

    1,

    p. 29)23.

    21 Sobre la represión las respuestas dilemas de las organizaciones obreras ver Núñez

    (2006, pp. 136-42).

    22 Carta

    de

    Juan

    de Dios

    Romero

    a la Academia

    Comunista

    de Moscú, Bogotá,

    14

    de

    junio

    de

    1928, RGASPl,

    f

    495, op. 104, d. 16,

    1.5

    . transcrita en Meschkat Rojas (2009).

    23

    Carta de

    Juan de Dios Romero a Virgilio Verdaro, Bogotá, 2

    de junio

    de 1929, en RGASPI, d.

    [6, 1.5, transcrita en Jeirets (200[).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    22/25

    160

    POLlTIZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    Ante la

    incorporación

    del PSR a

    la

    IC y

    su

    transformación en

    pcc

    en julio

    de 1930 (Jeifets, 2001, pp. 7-37), Romero y muchos

    otros

    socialistas abando-

    naron el

    escenario

    político. En 1930, bolchevización quería

    decir

    depura-

    ción de socialistas revolucionarios de las filas del

    pcc

    (Meschkat y Rojas,

    2009, p.

    679 24.

    La

    lista de estos

    perdedores

    es

    variopinta:

    Erasmo

    Valencia,

    Tomás Uribe Márquez, María Cano,

    Raúl

    Eduardo Mahecha (conductor de

    las huelgas memorables de Barrancabermeja

    y

    las

    bananeras, quien

    luego

    sería calumniado por todos los flancos comunistas) , Alberto Castrillón (can

    didato presidencial

    de la izquierda en 1930), o los más

    pragmáticos

    como

    Julio

    acampo

    Vásquez. Desenmascarados ,

    fueron

    cortados de

    la

    foto;

    la

    tijera también sacó a Guillermo Hernández Rodríguez y su mujer, la venezo

    lana Carmen Martel (conocida en Colombia

    como

    Inés

    Fortul)

    e inclusive a

    Ignacio Torres Giralda. Algunos de ellos fueron pegados de nuevo en álbum

    de familia

    de

    1980.

    No

    hubo

    perdón ni olvido para hombres como acampo, a quien los Co

    munistas de los años sesenta recordaban con

    esta

    copla cantada

    con

    la músi

    ca de la

    canción

    ranchera Pajarillo Barranqueño

      5

    :

    Julio Ocampo Julio Ocampo

    Julio Ocampo fue

    un

    traidor

    que vendió a los campesinos

    por gotitas de licor.

    Pero

    ime

    Julio Ocampo

    pero

    ime

    que es mejor

    si estar con los campesinos

    o ser siervo del patrón.

    En

    el

    fondo

    se trató de los desacuerdos tácticos

    de

    los dirigentes del PSR

    que, si

    no

    era un partido moderno, mucho menos un partido leninista. El

    grupo

    principal

    se había

    comprometido

    en

    un

    curso

    insurreccional

    que, in

    sisto, era

    moneda

    corriente

    en la cultura política del país. Optaron por

    esa

    vía los caudillos Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo

    yen

    cierto

    modo María Cano, sobrina del primero y por

    un

    largo trecho,

    compañera

    del segundo. Alberto Castrillón,

    uno

    de los dirigentes de la

    huelga

    de las Ba

    naneras, se

    opuso

    y calificó la línea

    de insurrección de

    liberal y

    pequeño

    burguesa

    26

    . La huelga, uno de los

    grandes

    momentos

    de

    las movilizaciones

    populares

    y

    sindicales del país en el siglo xx, terminó

    en un baño de

    sangre.

    24 Carta del Buró del Caribe al ce del

    pec

    Nueva York,

    11

    de agosto de 1931.

    5

    Cancionero Popular Mexicano

    selección, recopilación y textos de Aldana y

    Mendoza

    (1987,

    vol.I, p. 334). De las

    muchas

    versiones se puede

    escuchar

    música

    mexicana

    de

    banda

    en

    You-

    tube: http://www.youtube.com/watch?v=XJepOZwUEMY

    26

    Varios documentos al respecto se encuentran citados en Jeifets (2001) y están transcritos en

    Meschkat y Rojas (2009); Treinta Mios

    de

    lucha (1960, p. 15 .

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    23/25

    POLJTlZ eIÓN y C MPESINOS

    161

    Marcó el retroceso y la división interna de las izquierdas revolucionarias,

    aceleró

    la caída

    del régimen Conservador y fue trampolín de Jorge Eliécer

    Gaitán para

    saltar

    a

    la

    arena nacionaF7.

    ¿Quién fue responsable de semejante fTacaso Comunista? El balance

    marcó

    para

    siempre la

    generación de

    la

    bolchevización. Con el

    trasfondo

    del

    puño

    de

    hierro

    del joven general Cortés Vargas

    en

    su jefatura marcial de

    la

    Zona Bananera, se agravaron las divisiones y personalismos en el

    seno

    del

    PSR. A mediados

    de

    1928, antes de la huelga, los socialistas revolucionarios

    ya

    estaban

    atrincherados en dos facciones: la del Comité Ejecutivo, eE, enca

    bezada

    por Moisés Prieto de un lado, y del otro, los putchistas del Comité

    Central

    Conspirativo

    Celular

    ecce)

    o

    Jefatura

    Suprema del Ejército Rojo, de

    Tomás Uribe Márquez

    Treinta Años de lucha,

    1960, p. 14; Meschkat y Rojas,

    2009, pp. 107-14).

    En

    la catástrofe contaron

    las tensiones invisibles

    que

    ocurrían

    en

    el

    seno

    del Comintern a raíz del ascenso de Stalin y la posterior caída de

    Bujarin,las

    cuales se reflejaron

    en

    cierta inepcia y miopía de los funcionarios de

    la

    le que

    vinieron a Colombia

    por

    la época y que tomaron partido por

    uno

    u otro de

    los bandos del PSR.

    Estos

    son los antecedentes inmediatos del alineamiento de julio

    de

    1930,

    cuando los Socialistas revolucionarios

    quedaron

    incorporados al Cominten1,

    un sistema internacional férreamente centralizado en Moscú y del que sería

    la

    Sección Colombiana . Sobre la marcha, el nuevo partido debió ajustarse

    al

    modelo

    ruso,

    cimentado

    en

    una

    organización de masas de

    carácter

    pro-

    letario ; en

    la disciplina

    uniforme del centralismo democrático, en

    la

    crítica

    y autocrítica y en

    la

    cotización obligatoria de sus miembros. El

    partido

    debía

    organizarse en células distribuidas por todo el país bajo un

    sistema de man-

    do central

    y adoptar

    como

    guía fundamental la interpretación marxista

    de

    la realidad

    nacional . En este último aspecto no bastaba, como vimos,

    que

    los miembros siguiesen el vademécum determinista

    \

    teleológico

    de

    la Se

    gunda Internacional, que no

    podía

    servir de base a una estrategia y una tác

    tica

    políticas

    de

    carácter

    proletario. Esa era la idea de Palmiro Togliatti, Er

    coli ,

    entonces

    funcionario

    de la

    le

    al insistir

    en

    la necesidad de

    desarrollar

    con

    los partidos

    latinoamericanos un trabajo

    de educaCIón . .. )

    sin

    rechazar

    las

    exigencias que estén en contraste con la situación del movimiento obrero

    de estos países (Jeifets, 2001, p. 13).

    Una carta

    abierta

    de

    \;l¡C

    al PSR de febrero de 1929

    Treillta Afios de

    lucha, 1960, pp. 17-18)28, pocas

    semanas

    después de la matanza

    de trabaja-

    dores bananeros, estableció que Colombia

    2

    Una magnifica

    síntesis

    se encuentra en LeGrand (2009, pp. 19-33).

    28 El texto completo de la Carta de la

    le

    al PSR, fechada en M o ~ c ú febrero de 1929, está trans

    cl'Íta en

    Meschkat

    1 Rojas (2009) Rr.ASPI, r 495, op. 104, d. 24, 11 22-31, pp. 151

    1

    ss.

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    24/25

    162

    POLITIZACIÓN

    y

    CAMPESINOS

    ( ... )

    pasa rápidamente

    de un régimen de

    producción

    agrícola semi feudal. casi

    esclavista, a

    una

    forma de

    producción

    capitalista moderna estrechamente incor

    porada al sistema del

    imperialismo más desarrollado.

    De esta manera, Colombia

    presenta

    toda una serie de sistemas económicos

    superpuestos que van

    de

    la

    tra

    ta

    de indios' a la

    empresa moderna

    racionalizada,

    sistemas

    que

    se

    penetran,

    se

    combinan, se combaten y

    están

    en

    continua

    evolución . .. ) toda la vida económi

    ca

    del país, y por consecuencia

    la

    vida política,

    está dominada

    por el imperialis

    mo yanqui

    (Medina, 1980, p. 164).

    La compleja

    realidad

    social colombiana esbozada

    en

    el diagnóstico nos

    da

    una

    idea de cuán

    formidable

    debió ser el

    reto

    de construir el partido leni

    nista de la

    IC en

    esa Colombia.

    En

    la serie de sistemas económicos super

    puestos de un país agrícola semifeudal, casi esclavista ,

    dominado

    por el

    imperialismo

    yanqui,

    era

    muy

    fácil extraviarse y

    muy

    difícil

    aplicar

    correcta

    mente la políticas de

    alianzas

    (con los campesinos,

    de

    un lado, con

    la

    bur

    guesía

    nacional , de otro).

    Máxime

    cuando apenas despertaba esa

    empresa

    moderna racionalizada y

    por ninguna

    parte de la literatura revolucionaria

    había un lugar para el análisis

    de

    clase de los

    colonos

    y de los peculiares y

    complejos procesos de colonización colombiana que la

    ortodoxia

    hizo invisi

    bles por largo trecho.

    A todo esto

    debe

    agregarse una tradición política

    que

    bien

    cabe

    en la ex

    presión contra-revolución preventiva . Consiste en esa mañosa práctica dis

    cursiva de

    magnificar el

    radicalismo

    del

    adversario

    político, de

    pintarlo

    de

    comunista y bárbaro sencillamente porque

    aboca

    medianamente el tema

    de la

    igualdad

    política y la justicia social en términos que, se dice,

    ponen

    en entredicho

    el

    derecho de

    propiedad

    privada-

    y de calificarlo

    de

    demago

    go en cuanto enaltece el lugar y el valor moral del

    trabajo

    y del trabajador.

    Una

    lectura

    del empleo del apelativo socialista en el siglo XIX, con el objeti

    vo de neutralizar y

    ridiculizar el

    Liberalismo radical, da

    una

    idea

    aproxima

    da

    de lo que puede

    ser

    la contra-revolución preventiva (Gilmore, 1956, pp.

    190-210).

    En

    la historia

    oficial del

    p

    de

    1980 se calificó

    el

    diagnóstico

    de febrero

    de 1929 como la

    declaración programática

    fundacional del partido, orien

    tada a resolver,

    la

    cuestión agraria

    por

    medio

    de la eliminación de los vestigios feudales, el re

    parto

    de la tierra a quienes la trabajan directamente, a través de la

    expropiación

    sin indemnización a los terratenientes. Igualmente la Revolución sería antiimpe

    rialista

    y por

    tanto procedería

    al

    desconocimiento

    de las

    deudas contraídas

    a

    través

    de

    los

    empréstitos

    y a la nacional ización

    de las empresas

    directa

    o indirec

    tamente

    controladas por el imperialismo (Medina, 1980, pp. 167-168).

  • 8/17/2019 Politización y Campesinos - Marco Palacios

    25/25

    POLITIZACIÓN y CAMPESINOS

    63

    El

    programa

    político, se advierte, tiene una gran significación

    histórica

    ya que por primera vez en Colombia

    una

    organización política adoptaba un

    programa

    marxista

    (p. 168).

    Este

    reclamo del monopolio

    de la verdad

    revo-

    lucionaria habría de caracterizar el estilo argumental del pcc Baste recordar,

    empero, que en

    los

    años

    veinte varios grupos socialistas

    habían adoptado

    programas

    marxistas y

    hasta

    comunistas , y

    en

    la siguiente década Luis

    Eduardo Nieto Arteta o Gerardo Molina empleaban el materialismo históri-

    co

    en

    análisis

    quizás

    más sofisticados que los ejercicios de los

    Comunistas

    de

    carné.

    Lo

    novedoso

    de julio

    de

    1930 era la adopción formal del

    modelo

    están-

    dar de organización leninista

    del Comintern que, de paso, vino con este diag-

    nóstico demoledor:

    El

    partido

    Socialista Revolucionario proviene del liberalismo. La clase

    obrera,

    que ha sido creada por

    el desenvolvimiento industrial del país,

    abandona

    el libe-

    ralismo para formar

    su

    partido

    de clase, distinto e

    independiente, pero esa

    vo-

    luntad

    de

    tener un partido

    de la clase obrera, está todavía ligado a una

    gran

    can-

    tidad

    de ideas confusas que vienen del liberalismo. ( ... ) Cuando vosotros decís

    que

    el socialismo ha recibido

    un

    golpe

    rudo por

    la pérdida de la huelga de las

    plantaciones

    (bananeras, MP)

    es claro que se

    trata

    del

    socialismo

    liberalizante,

    pero no

    del

    socialismo de

    la

    lucha

    de clases del proletariado. ( .. ) El

    Partido

    So-

    cialista

    Revolucionario, si

    quiere

    desarrollarse,

    marchar resueltamente hacia

    la

    conquista

    de las masas

    trabajadoras para

    la Revolución,

    no deben

    contar en ab-

    soluto

    con

    los jefes liberales de izquierda sino solamente

    con

    él mismo,

    sobre

    su

    ruerza de organización,

    sobre

    el proletariado y las masas

    campesinas

    que arras-

    tra, organizadas,

    educadas

    por él (Meschkat y Rojas, 2009,

    p

    166).