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52 ABRIL 2019 do más o menos transversal, de orden y sentido común, con aversión al ries- go y el aventurismo, que se limitaría a responder mínimamente a la realidad. El nuevo PP es una respuesta a esa tibieza ideológica y a la poca capacidad resolutiva de Rajoy. Pablo Casado pro- pone una “ideologización” del partido. Es heredero de José María Aznar y del neoliberalismo ibérico de Esperanza Aguirre. La expresidenta de la comu- nidad de Madrid combinaba un con- servadurismo moral con una especie de laissez faire en economía que, real- mente, se traducía en “socialismo para ricos”, es decir, redistribución sí, pero solo para los míos. Casado, como bue- na parte de Vox, se crió en el extraño panorama del PP de Madrid, y no solo ha propuesto una revolución fiscal sino también devolver a la derecha a la gue- rra cultural. Ronald Reagan en el ba- rrio de Salamanca más nacionalismo, toques xenófobos, Semana Santa, una retórica de choque de civilizaciones y la reivindicación de la Reconquista y del pasado glorioso de España. Partido Pedrista Unificado. Pedro Sánchez llegó al gobierno tras una moción de censura que reunió los apoyos de Podemos y los partidos in- dependentistas. Era una moción para echar a Rajoy y no una adhesión in- condicional al nuevo gobierno, algo que se demostró rápidamente: Sánchez no ha podido aprobar los presupues- tos y tampoco ha alcanzado acuerdos sustanciales con el independentis- mo, al que ha intentado seducir. Ante la debilidad parlamen- taria, el gobierno se ha dedicado a la guerra cultural y la propagan- da. Ha sido un ejecutivo exclusiva- mente electoralista. Se ha dedicado más a vender un potencial go- bierno serio que a gobernar. Ha polarizado con temas como el fe- minismo o la ultraderecha (ha ha- blado en términos esencialistas de l 28 de abril se ce- lebran eleccio- nes generales. Algunos parti- dos llegan hi- perventilados e histéricos, otros en un proceso profundo de au- toexploración y búsqueda de iden- tidad. Un repaso sobre la posición desde la que parte cada uno. El rajoyismo ha muerto. El ex- presidente lideró el PP de 2003 a 2018 con una concepción ideológica muy blanda. Para él, la política es la ges- tión o administración del statu quo. En 2008, cuando fue reelegido como se- cretario general del partido, respon- dió a las críticas del ala neoliberal del PP diciendo que “si alguien se quie- re ir al partido liberal o al conservador, que se vaya”. El PP debía ser un parti- E E RICARDO DUDDA Bestiario electoral POLÍTICA Fotografía: Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España

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Page 1: POLÍTICA Bestiario electoral · relato nacional. En Cataluña, los co-munes presentarán al congreso a Jaume Asens, demasiado cercano a las tesis in-dependentistas. Y el líder de

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do más o menos transversal, de orden y sentido común, con aversión al ries-go y el aventurismo, que se limitaría a responder mínimamente a la realidad.

El nuevo pp es una respuesta a esa tibieza ideológica y a la poca capacidad resolutiva de Rajoy. Pablo Casado pro-pone una “ideologización” del partido. Es heredero de José María Aznar y del neoliberalismo ibérico de Esperanza Aguirre. La expresidenta de la comu-nidad de Madrid combinaba un con-servadurismo moral con una especie de laissez faire en economía que, real-mente, se traducía en “socialismo para ricos”, es decir, redistribución sí, pero solo para los míos. Casado, como bue-na parte de Vox, se crió en el extraño panorama del pp de Madrid, y no solo ha propuesto una revolución fiscal sino también devolver a la derecha a la gue-rra cultural. Ronald Reagan en el ba-rrio de Salamanca más nacionalismo,

toques xenófobos, Semana Santa, una retórica de choque de civilizaciones y la reivindicación de la Reconquista y del pasado glorioso de España.

Partido Pedrista Unificado. Pedro Sánchez llegó al gobierno tras una moción de censura que reunió los apoyos de Podemos y los partidos in-dependentistas. Era una moción para echar a Rajoy y no una adhesión in-condicional al nuevo gobierno, algo que se demostró rápidamente: Sánchez no ha podido aprobar los presupues-tos y tampoco ha alcanzado acuerdos sustanciales con el independentis-mo, al que ha intentado seducir.

Ante la debilidad parlamen-taria, el gobierno se ha dedicado a la guerra cultural y la propagan-da. Ha sido un ejecutivo exclusiva-mente electoralista. Se ha dedicado más a vender un potencial go-bierno serio que a gobernar. Ha polarizado con temas como el fe-minismo o la ultraderecha (ha ha-blado en términos esencialistas de

l 28 de abril se ce-lebran eleccio-nes generales. Algunos parti-dos llegan hi-perventilados e histéricos, otros en un proceso profundo de au-

toexploración y búsqueda de iden-tidad. Un repaso sobre la posición desde la que parte cada uno.

El rajoyismo ha muerto. El ex-presidente lideró el pp de 2003 a 2018 con una concepción ideológica muy blanda. Para él, la política es la ges-tión o administración del statu quo. En 2008, cuando fue reelegido como se-cretario general del partido, respon-dió a las críticas del ala neoliberal del pp diciendo que “si alguien se quie-re ir al partido liberal o al conservador, que se vaya”. El pp debía ser un parti-

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dos. Si repite la fórmula actual (gobier-no débil con apoyo parlamentario muy fragmentado y rupturista) posiblemen-te volvamos a unas nuevas elecciones.

Macron para dummies. En 2016, cs eliminó definitivamente de su idea-rio la etiqueta “socialdemócrata” y se quedó con la de liberal. Desde enton-ces su deriva hacia la derecha es inex-plicable y a la vez comprensible: es una traición a sus orígenes socialdemócratas e incluso centristas pero también res-ponde a un nuevo panorama y al inten-to de sustituir al pp como el principal partido del centro derecha. Su vira-je no ha sido tanto en policies (es liberal en temas como la eutanasia, las drogas, la prostitución, la gestación subrogada; socialdemócrata con respecto a la bre-cha salarial de género, los permisos de paternidad y las guarderías subvencio-nadas; y más conservador en cuestiones como el impuesto de sucesiones o las bajadas de impuestos) como en actitud y retórica. El partido ha radicalizado su discurso, que ahora es bronco y agre-sivo, a veces demasiado influido por el ala dura y derechista del partido, repre-sentada por el diputado catalán Juan Carlos Girauta. La decisión de la eje-cutiva de vetar cualquier pacto con el psoe es consecuencia de esa nueva acti-tud poco constructiva. cs lideraba algu-nas encuestas el año pasado. La moción de censura rompió esa tendencia. Su actitud es a menudo la de quien tuvo la victoria cerca y se la arrebataron. Ahora en las encuestas está en torno al 18%.

Ciudadanos aspira a ser mayorita-rio, ya no quiere ser el partido liberal “transaccional” que busca hacer bisa-gra con otras formaciones. Sin embar-go, el multipartidismo le va a obligar a ello. Es un nuevo sistema elec-toral con varios partidos pero dos bloques ideológicos claros, y cs ha ele-gido sin dudarlo el de la derecha.

El hermano tonto de la dere-cha. Vox es la escisión friki del pp de Madrid, el área nacionalista y ultra-montana. Es un partido fetichista y nos-tálgico del imperio perdido. Reivindica la monarquía del siglo xv, la guardia ci-vil y el ejército, y su idea de la identi-

hombres y mujeres y creado una alar-ma social con la violencia de género, y ha colocado a todos sus adversarios hacia su derecha de extremistas) y ha marginado a anteriores o potenciales aliados constitucionalistas. También ha cometido errores graves de comuni-cación, y sus constantes rectificaciones han dado una sensación de arbitrarie-dad. Ha sufrido crisis de reputación por falta de transparencia, por un uso cuestionable del avión oficial, por gra-baciones del excomisario Villarejo en las que la ministra de Justicia profiere insultos homófobos hacia el actual mi-nistro del Interior, por un supuesto pla-gio de la tesis doctoral de Sánchez. En apenas nueve meses han dimitido dos ministros: Màxim Huerta (Cultura), por una acusación cuestionable (ya pagó su multa) de evasión fiscal, y Carmen Montón (Sanidad), por las irregulari-dades de un máster que obtuvo en la Universidad Rey Juan Carlos. La re-acción a estas crisis ha sido arrogante y de perplejidad, una actitud que re-cordaba al gobierno anterior: ¿por qué ponen palos en las ruedas al gobier-no del sentido común y la dignidad?

Ante la imposibilidad de go-bernar con comodidad, Sánchez ha abusado de los decretos leyes. Su jus-tificación para esta herramienta ex-cepcional, que implica la aprobación de las leyes sin pasar por el parlamen-to (el Congreso puede tumbarlas, eso sí, a los treinta días, pero no puede in-troducir enmiendas), se ha sostenido en una especie de urgencia moral: ha-bía que rescatar al país de la oscuridad. El abuso de los decretos no solo ha des-acreditado al Congreso, sino también las causas que perseguía el Gobierno: medidas necesarias y de amplio alcan-ce como la exhumación de Franco o la ampliación de los permisos de pa-ternidad pierden apoyo y legitimi-dad al aprobarse de manera unilateral. Esta ha sido una de las señas de iden-tidad del gobierno, que de tanto es-tablecer cordones sanitarios y líneas rojas se ha quedado aislado. Las en-cuestas le dan un primer puesto, pero tendrá que entenderse con más parti-

dad nacional es muy limitada: en ella no entran tres cuartos de la población.

Como todos los partidos de ul-traderecha en Europa, su gran poder está en el relato. Vox coloca determi-nados temas en la agenda y obliga a un posicionamiento a los demás par-tidos. Como es la novedad, ofrece ma-yor pureza y autenticidad, y obliga especialmente a los partidos de cen-tro derecha a una autorreflexión (a menudo histérica). Aunque Pablo Casado nunca ha sido especialmen-te ajeno a las ideas de Vox, la apari-ción del partido de ultraderecha ha provocado una radicalización ideo-lógica del pp, que ahora intenta des-prenderse de la etiqueta que le ha puesto Vox de “derechita cobarde”.

Hay quienes sostienen que el cre-cimiento de Vox tiene un techo cla-ro y que su barrera está en el 10%. El partido no se ha proletarizado, es de-cir, no ha alcanzado la transversali-dad ni ha conseguido atraer a votantes de clases bajas, como sí han consegui-do partidos como el Frente Nacional en Francia. Es más una derecha auto-ritaria que un populismo de derechas. Aunque sus ideólogos y seguidores más fanáticos dicen luchar contra el femi-nismo, su principal caladero de votos es el antinacionalismo catalán. Es po-sible que ese foco exclusivo en la iden-tidad nacional les perjudique a largo plazo, pero a medio, en mitad del jui-cio al procés, tras las negociaciones del gobierno con el independentismo y con Puigdemont y Junqueras presen-tándose como cabezas de lista de erc y jxcat, les dará bastante oxígeno.

El artista anteriormente co-nocido como Podemos. El parti-do llega a las elecciones más débil que nunca. Siempre ha intentado transmi-tir un relato de excepcionalidad y cri-sis social, algo difícil de mantener en el tiempo. La recuperación del psoe, que se acerca a posturas de la izquier-da identitaria, los ha dejado en la irre-levancia. Los socialistas han tomado la iniciativa (al menos en cuestión de re-lato) en temas como el feminismo, la memoria histórica o la lucha contra

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vil. Es el Salvador actual, el artista céle-bre y en crisis, pero la imagen –con una libertad de relato que Almodóvar se permite en esta película con gran inge-nio creador, sin explicaciones, audaz en sus elipsis– pasa de inmediato a unas lavanderas bulliciosas en el riachue-lo de un campo, cuatro matronas jóve-nes, una de ellas (la radiante Penélope Cruz) madre de un chiquillo travieso y agitado que las observa lavar y tender, el Salvador primordial. Este dispositivo del contrapposto marca con elegancia el transcurso de un filme centrado no so-lo en los “dos Salvadores” sino en sus mundos propios y opuestos, no por ello reñidos; al contrario, son convergentes y complementarios, y uno de los gran-des logros de Dolor y gloria (título tam-bién dual, conviene recordarlo) es la alternancia de tiempos y puntos de vis-ta, en la que se funden el autobiógrafo y el narrador externo, el observador y la figura observada al otro lado del espejo.

Como biógrafo de sí mismo, el ci-neasta introduce un elemento abstrac-

n su hermoso arranque, Dolor y gloria mues-tra dos superfi-cies de agua que anuncian el ca-rácter binario de esta pelícu-la que trata del

pasado y del presente, de un pueblo rupestre y una urbe moderna, de los paraísos artificiales y la elemental ver-dad de lo natural, del ansia de placer y del ocaso de los deseos. Salvador Mallo (un contenido aunque doliente Antonio Banderas) está sumergido en una piscina privada, sin disfrutar de sus aguas: la cámara recorre la cicatriz que cruza su pecho de enfermo inmó-

Cuerpos del cineasta

CINE

EEVICENTE MOLINA FOIX

la desigualdad y la pobreza. El cam-bio de nombre de la coalición (Unidas Podemos) y la nueva relevancia de Irene Montero demuestran que hay un intento por feminizar el partido, que siempre ha tenido hiperliderazgos y votantes masculinos (45% de muje-res frente a 55% de hombres; los vo-tantes del psoe en cambio son al revés: 54% de mujeres y 46% de hombres).

Podemos ya no tiene el efecto me-diático de hace años. Vox los ha supe-rado en novedad y ofrece un discurso nacionalista más acorde con su épo-ca. El principal enemigo de Podemos sigue siendo su inconsistencia con el relato nacional. En Cataluña, los co-munes presentarán al congreso a Jaume Asens, demasiado cercano a las tesis in-dependentistas. Y el líder de Izquierda Unida en Cataluña, que forma par-te de los comunes, se ha pasado a erc. En Cataluña no existe un espacio pa-ra Podemos, que ha perdido a su votan-te potencial (castellanoparlante y de las zonas de extrarradio). Y en estas elec-ciones generales Cataluña y la cues-tión nacional son el tema número uno.

Podemos siempre ha tenido cri-sis internas, que se han resuelto de ma-nera vertical y autoritaria (a pesar de vender una imagen de horizontali-dad), pero la ruptura con Errejón, que ha formado una coalición con Manuela Carmena en la Comunidad de Madrid y ha fragmentado el partido también en sus confluencias regionales, ha si-do dramática. Podemos, liderado por Pablo Iglesias e Irene Montero, es hoy una socialdemocracia radical al estilo de Izquierda Unida. Su escisión erre-jonista provoca más entusiasmo en una parte de la izquierda joven, y todavía conserva cierta aura de novedad y rup-turismo: tiene una imagen más fres-ca, aspira a cierta transversalidad desde el populismo y una especie de pero-nismo, y se ha subido al carro del éxi-to de Manuela Carmena. Pero Errejón no se presenta a las generales. ~

RICARDO DUDDA (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de La verdad de la tribu. La corrección política y sus enemigos (Debate).

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to o numérico que las dos veces que he visto Dolor y gloria me ha sorpren-dido y cautivado por igual. Me refiero al cuadro sinóptico de las enfermeda-des del protagonista, explícitas a modo de corto de dibujos animados den-tro de una película tan descarnada-mente figurativa. Y Juan Gatti ha hecho uno de sus mejores inventos infográ-ficos para desglosar sin truculencia, con imaginación, el núcleo de las do-lencias que aquejan a Salvador Mallo en la historia y a Pedro Almodóvar en la vida real, sabidas estas últimas por las propias declaraciones del direc-tor manchego, algunas anteriores a las publicadas en la prensa antes de es-te último estreno. “Me he utilizado”, ha confesado Pedro en una de ellas.

Se trata de una clave privada que, en realidad, nada aporta al especta-dor medio o ingenuo, a mi juicio el más idóneo para toda obra de ficción. Pues qué le importa a ese público vir-gen saber, por ejemplo, que los precio-sos óleos de color subido que decoran el apartamento de Salvador Mallo son las mismas pinturas de Sigfrido Martín Begué y Guillermo Pérez Villalta que Almodóvar compró y sigue tenien-do en su casa de Madrid, o el hecho de que los bodegones fotográficos con trampantojos que se ven más de una vez al lado de esos cuadros sean obras recientes (y expuestas en galerías de ar-te conocidas) del autor de Átame. Muy poco, creo yo. Y algo más pertinen-te pero igualmente secundario para va-lorar la calidad y la esencia de Dolor y gloria: el argumento del filme se nu-tre de experiencias vividas, algunas más aireadas que otras, en ciertos ro-dajes anteriores en los que la relación personal del cineasta con algunos de sus actores, sobre todo masculinos, en-tró en conflicto y provocó disensiones. Ahora bien, la historia del cine se com-pone no solo de los textos fílmicos si-no de su trama oculta preparatoria, desde el momento en que, al contra-rio de lo que les sucede a los novelis-tas con sus incorpóreos personajes de papel, la carne del actor y la actriz, sus costumbres, sus tics, sus vicios, pue-

den desbordar a lo largo de las semanas de filmación el horizonte de expec-tativas del director que los ha elegi-do para cada papel, desvirtuándolo y haciendo que sus cuerpos reales cho-quen con el ideal del guion escrito.

Pero dicha traición, caso de haber-la, ¿acaso llega al espectador? Sobre este asunto apasionante, clave en las ar-tes representativas (el cine, el teatro, los conciertos en vivo) se detiene Dolor y gloria, pues el modo en que el actor Alberto Crespo (Asier Etxeandia) in-terpretó en un momento dado de la colaboración entre ambos el papel pro-tagonista de Sabor, la película escrita y dirigida por Salvador Mallo, provocó el distanciamiento entre ambos amigos y cómplices, tema implícito o suceso ocurrido, divulgado por indiscreción periodística o voluntad de una de las partes, en las al menos cuatro pelícu-las de Pedro Almodóvar protagoniza-das por directores de cine o hacedores de la ficción (La ley del deseo, La ma-la educación, Los abrazos rotos, La piel que habito). Sin embargo, y pasara lo que pasara en esas circunstancias rea-les, lo crucial es el realce que adquie-re en esta última obra almodovariana el desdoblamiento de los cuerpos. De al-guna forma que roza la mística, la car-ne lacerada y enferma del Salvador Mallo adulto parece cargar con la fe-lix culpa de aquellos seres que todo di-rector utiliza en sus personificaciones fílmicas, hasta que se libera de ella en el elocuente plano final metacinema-tográfico de Dolor y gloria, una glosa tal vez de la definición de genio da-da por Baudelaire: “la infancia reco-brada a voluntad”. La inocencia y la infancia destacan en ese precioso pla-no secuencia de cierre, tan ligado a los primeros deseos. Pocas veces en mi vi-da de espectador me ha conmovido tanto el modo de plasmar el nacimien-to del deseo como aprendizaje de un saber que va más allá del goce sexual: una mano infantil entrelazada a una mano adolescente guía y enseña a es-cribir, a nombrar, a dibujar el amor, a amar. Y el deseo como fiebre súbita en otra de las grandes escenas del filme,

VICENTE MOLINA FOIX es escritor. En 2017 publicó El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama).

la del desnudo del albañil analfabeto. La salud que rezuma la parte digamos arqueológica del filme, cuando nacen los primeros impulsos de apertura al mundo del conocimiento y las pasio-nes, queda templada por el pesimismo de las experiencias fallidas, ejempli-ficadas aquí en el monólogo de “La adicción” escrito por Salvador y en-carnado en una sala alternativa de ba-rrio por Alberto; dos adictos a los que une la pena sufrida y la gloria buscada.

De la libertad de composición de Dolor y gloria hay que decir algo más, para huir de la simplificación que po-dría llevar a pensar que las escenas pueblerinas de la madre joven, el niño Salvador, la abuela beata y el apuesto albañil dibujante son, o bien episodios de sueños producidos por los opiá-ceos que Salvador Mallo empieza a to-mar tras su reencuentro con Alberto Crespo, o meros flashbacks, siendo a mi juicio todo lo contrario de am-bas cosas. El mecanismo narrativo de Almodóvar alcanza su brillo metafó-rico y su grandeza formal con la ines-perada incursión de la madre anciana de Salvador, un regalo aparentemen-te caprichoso de guionista que el direc-tor, con la contribución fundamental de Julieta Serrano, aprovecha en ca-da memorable minuto de sus apari-ciones. Por un lado intriga saber que esa anciana díscola y sabia es la misma madre a la que daba pura naturaleza emocional Penélope Cruz. La madre/Julieta no quiere entrar en la autofic-ción, un estupendo gag marca de la ca-sa: quiere volver al pueblo a morir y ser amortajada según la tradición popu-lar. Más que un fantasma justiciero, la madre/Julieta es una presencia benig-na que flota en la película incluso cuan-do no sale, y es significativo que madre e hijo se reencuentren, muy lejos de la cueva y de la ciudad, en el terreno neu-tro y aséptico del hospital, allí don-de la memoria fluye sin continuidad ni censura, como los amores que cau-san más dolor y mayor huella dejan. ~

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logo o de apurar una situación; desde el conocimiento de las novelas que el James de 1876 ni siquiera sabía que iba a escribir nos sorprendemos advirtién-dole en mitad de la lectura: ¡no, hom-bre, James, así no, hazlo como tú sabes!

Sinteticemos el argumento: nuestro millonario, Newman, está dispuesto a casarse con “lo mejor de lo mejor”, una viuda apellidada Cintré; su familia (no-bleza obliga) trata bien a Newman pero hará lo posible para impedir que se case con la joven viuda, pues le desprecian secretamente por ser “una persona mer-cantil”. La propia viuda se desdecirá de su matrimonio con Newman aunque eso signifique destruirse socialmente…

Creada esta situación inicial James aplica la misma técnica que le da-rá grandes réditos en el futuro: en lu-gar de permitir que la historia progrese de manera lineal (al mismo ritmo pa-ra todos los personajes), se detiene a explorar las distintas vertientes que ofrece la situación. Solo que en las pá-ginas de El americano James todavía no confía en la profundización sin pro-greso que dominará novelas casi está-ticas como La copa dorada o Las alas de la paloma y se entrega a soluciones más convencionales: la entrada de nue-vos personajes, secretos y revelacio-nes, entradas y salidas vodevilescas… Pero le vemos ya a un paso de descu-brir el avance moroso de una narrativa interesada en explorar todas las com-binaciones posibles (mediante encuen-tros y conversaciones con los diferentes personajes) de una situación humana.

El americano es también una can-tera de temas para el James futuro. Asoma aquí también uno de los más constantes: el daño que pueden ha-cer las personas que saben que tienen razón y que están dispuestas a apli-car esa razón hasta el final. El compor-tamiento de la familia de madame de Cintré es un borrador de Washington Square, una novela que convence al mismo tiempo al lector de que el pa-dre tiene razón y de que la aplica-ción de esa razón encerrará a su hija en una infelicidad estéril. ¿No hubiese si-do mejor dejarle sufrir la experiencia

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¿Cómo se forma un Henry James?

LITERATURA

Cómo se for-ma un novelista? Uno bien po-dría responder: ¿qué más nos da? ¿No es ya bastan-te faena intentar entender cómo funciona la obra

de un autor? Pero ocurre que en al-gunos casos las novelas de formación arrojan luz sobre unas consecuciones maduras que, por su complejidad o ex-trañeza, se repliegan ante la compren-sión como un enigma fascinante. Al fin y al cabo, contra el lugar común se-gún el cual los escritores progresan con los años hacia la claridad siem-pre se puede citar una lista de novelis-tas que cada año que pasaba se volvían más salvajes, más audaces, menos dis-puestos a las concesiones: George Eliot, Dostoievski, James, Proust o Woolf.

Elijo para mi experimento El ame-ricano, una deliciosa novela temprana de James que parece haber servido co-mo falsilla de su producción más ambi-ciosa, pues plantea desde las primeras páginas uno de sus temas más queri-dos: el del hombre que se sitúa entre dos mundos. Con el paso de los años Henry James se convertirá en el me-jor agente doble del que ha disfrutado la novela; sus personajes viven atrapa-dos entre América y Europa, la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, amos y criados. La propia naturale-za de esta frontera irá desdibujándo-se hasta adentrarse en una sugestiva e intimidante ambigüedad (¿están vi-vos o muertos?, ¿dominan o son do-minados?, ¿entiende la niña lo que pasa a su alrededor o no lo entien-de?), pero a la altura de El americano James plantea una situación más sen-cilla, de desplazamiento: un millo-nario americano se traslada a Europa

¿¿GONZALO TORNÉ

para entretenerse, una diversión en la que late la expectativa de refinarse, de apropiarse de la clase y del gusto.

El tema no era nuevo (Wilde lo ha-bía explotado cómicamente desde la otra orilla en El fantasma de Canterville) y el libro progresa como una come-dia casamentera de Austen. El joven James añade dos perversiones (las per-mutaciones de valor, que son otro de sus rasgos definitorios): aquí es el ame-ricano quien busca esposa y su “in-genuidad” está protegida por una “fortuna portentosa” que transmi-te la confianza de “merecer lo mejor”.

A James se le aprecia la bisoñez en las caracterizaciones. Para que no se nos olvide que el protagonista es un ameri-cano dispuestísimo a dejarse asombrar por Europa, ¡le hace hablar cada dos por tres con exclamaciones! Pero donde más se delata es cuando aquí y allí deja pasar la oportunidad de tensar un diá-

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GONZALO TORNÉ es escritor. Su libro más reciente es Años felices (Anagrama, 2017).

de un mal matrimonio? No sabemos si es más terrible responder sí o no.

Uno de los efectos más perturba-dores de la narrativa de James afecta al comportamiento de los personajes, que a menudo se retractan de sus de-cisiones o se quedan “congelados” sin que podamos atribuirlo a una delibe-ración racional, en abierta contradic-ción con sus deseos. Por si fuera poco, al tomar esas decisiones (u omisiones) los personajes se sitúan en una posi-ción desventajosa. Son pasajes en los que el lector llega a percibir, en me-dio de un fascinante desconcierto, los efectos de un sutil vampirismo.

Las idas y venidas de Newman nos ayudan a comprender que los perso-najes del futuro están sujetos por fuer-zas bien articuladas, que influyen sobre su sistema de valores, aunque no coin-cidan con sus deseos: el honor, el dine-ro, la familia... La genialidad del James maduro pasa por no nombrar ni ex-poner estos códigos de manera que lo veamos atrapado por fuerzas invisi-bles; James señala así el carácter fantas-magórico (pero poderosísimo) de las creencias y valores transmitidos por la sociedad o la familia. El “código de ho-nor” que se expone de manera explícita en El americano actúa también invisible (y diabólico en su aparente ausencia de motivos) sobre la protagonista de Las bostonianas, y muy especialmente en la portentosa trilogía que cierra su carrera.

Tensando los diálogos, exploran-do las distintas posibilidades “geométri-cas” que ofrece un problema humano, complicando las relaciones entre los dos lados de la frontera que pisan sus protagonistas, extremando el daño que un hombre puede llegar a hacer con su “tener razón”, y ocultando las fuer-zas sociales y culturales que manejan los resortes de las decisiones... el jo-ven Henry James llegaría a convertir-se en The master, el maestro del matiz y del escrúpulo, la conciencia más am-plia de la literatura, el orgullo de to-dos los aspirantes a escribir novelas. ~

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AGENDA

ABRILABRIL

TEATRO

CERVANTESEl Teatro de La Abadía de Madrid representa desde el 28 de marzo al 14 de abril dos entremeses del autor: La guarda cuidadosa y El rufián viudo llamado Trampagos.

CONFERENCIA

FERNANDO ARAMBURUEl autor de Patria dialogará con el periodista Antonio Lucas el 29 de abril en la Fundación Juan March de Madrid.

EXPOSICIÓN

ALBERT SERRAEl cineasta catalán presenta su última obra audiovisual, Personalien, en el Museo Reina Sofía de Madrid hasta el 13 de mayo.

CONCIERTO

SUN KIL MOON EN BARCELONAEl músico estadounidense, que acaba de editar I also want to die in New Orleans, tocará el día 12 en L’Auditori.

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que la lápida asigna a la madre de Machado se cometió un error, pues no vino al mundo el 4 de febrero de 1854, sino el 25 del mismo mes y año; y se da la circunstancia de que también es-tá errada la fecha en la placa de azule-jos que puede leerse en su casa natal de Triana, según la cual habría naci-do el 28 de febrero de 1854. No: doña Ana murió exactamente, fatalmente, el mismo día en que cumplía 85 años.)

La sepultura en la que yacen Machado y su madre no es inmediata-mente posterior a la muerte de ambos. El féretro del poeta ocupó primero un nicho que llevaba esta inscripción: “Ici repose Antonio Machado, mort en exil le 22 février 1939.” La iniciativa de un grupo de hispanistas franceses posibili-tó, por suscripción pública, el traslado de ambos a la tumba definitiva, trasla-do que se produjo el 16 de julio de 1958.

El pasado domingo 24 de febre-ro El País anunciaba que el presiden-

n la “gruesa losa gris” del sepulcro de don Antonio Machado que cantó Serrat, allá en el pequeño ce-menterio de la vi-lla costera a la que se llega tras re-

correr tan solo unos veinte kilómetros desde la raya de Francia, constan, ba-jo su nombre, el lugar y la fecha de su nacimiento: “Sevilla 26 vii 1875”, y los de su muerte, de la que se han cumpli-do hace poco ochenta años: “Collioure 22 ii 1939”. Debajo puede leerse: “Ana Ruiz, madre del poeta. Sevilla 4 ii 1854. Collioure 25 ii 1939.” Pues en efecto, co-mo es sabido, doña Ana murió tres días después de la fecha en que se extin-guió el poeta, arrasados ambos por la pena y el sufrimiento. (Convendrá pre-cisar, por cierto, en honor de la exac-titud, que en la fecha de nacimiento

Collioure, Colliure, Colibre

LENGUA

EEPEDRO ÁLVAREZ DE MIRANDA

te del gobierno iba a visitar “la tumba de Manuel Azaña en Montauban y la de Machado en Colliure”. Un ar-tículo de Gregorio Marañón Bertrán de Lis en la misma página comentaba igualmente que Sánchez “se desplaza-rá a Montauban y Colliure para ren-dir homenaje a Azaña y Machado”. Cuando Ignacio Echevarría en su ar-tículo de El Cultural del 1 de marzo y Antonio Muñoz Molina en el suyo de Babelia del día 2 se hacían eco de la vi-sita y se referían a la localidad france-sa donde reposan el poeta y su madre, podía leerse de nuevo “Colliure”. Sin embargo, El País del lunes 25 había es-crito “Collioure” al dar la noticia, tanto en la portada como en una página inte-rior. El 6 de marzo apareció un artículo de Marta Rebón titulado “Collioure-Portbou”, sobre los finales respectivos del poeta español y Walter Benjamin. Y en El Cultural del 8 de marzo, en sen-dos artículos de Juan Bonilla y Berta Vias Mahou vuelve a leerse “Colliure”.

¿En qué quedamos, pues? ¿“Colliure” o “Collioure”?

Evidentemente, Collioure es el nombre francés de la localidad cu-yo camposanto visité con emoción un muy lejano día de 1976. Mas, por otro lado, la consulta de varias obras nor-

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PEDRO ÁLVAREZ DE MIRANDA es catedrático de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia Española de la Lengua.

mativas españolas vendría a confirmar Colliure como su equivalente espa-ñol. Sin embargo, es opción que perso-nalmente no acaba de convencerme.

El Diccionario de dudas y dificultades de Manuel Seco (tengo delante la sép-tima edición, de 1976) dice: “Collioure. El nombre español de este puerto del Rosellón es Colliure”, recomendación que esta obra impar mantiene en su úl-tima edición (Nuevo diccionario de du-das y dificultades…, 2011). También establece Colliure la Ortografía de la Academia de 1999 (la de 2010, en cambio, no se pronuncia al respec-to, ni tampoco lo hace el Diccionario panhispánico de dudas de 2005).

Ciertamente, la lengua españo-la (como les ocurre a otras) tiene un buen repertorio de nombres propios geográficos… propios (si se me permite jugar con el adjetivo). No, desde lue-go, para todas las localidades extran-jeras habidas y por haber, pero sí para buen número de ellas. Decimos, co-mo es obvio, Londres y no London, Florencia y no Firenze, Múnich y no München, etc. (También, por cierto, y a fe que no son extranjeras, Lérida y no Lleida, Gerona y no Girona.) Unos cuantos kilómetros más al norte de la localidad donde murió Machado es-tá Perpiñán, y esto es lo que en espa-ñol escribimos y pronunciamos, no Perpignan, ni Perpinyà. Etcétera.

Ahora bien, hay además –o más bien hubo– denominaciones españo-las “propias” que se usaron un día y después cayeron en el olvido. Hoy lla-mamos Lyon (con pronunciación, desde luego, españolizada) a una ciu-dad que antaño se denominó León de Francia. Cuando se firmó el Tratado de Maastricht se recordó que esa loca-lidad de los Países Bajos se había lla-mado en nuestra lengua Mastrique, y que hay una comedia de Lope in-titulada El asalto de Mastrique.

Es obvio que, no teniendo si-quiera un diccionario histórico de las palabras comunes de nuestra len-gua, reclamar un repertorio del mis-mo carácter para los nombres de lugar, o geográficos en general, pa-

recerá pedir la luna. Y, sin embar-go, el conocimiento de la historia de esos nombres sería de gran interés.

Yendo al caso que nos ocupa, ¿es antiguo el nombre Colliure? El testi-monio más temprano de esta forma (“el puerto de Colliure”) se halla en 1584 en La historia del muy alto e invencible rey don Jayme de Aragón, primero des-te nombre, llamado el Conquistador, de Bernardino Gómez Miedes. En cam-bio, para documentar “Collioure” hay que esperar al xviii, siglo en que lo en-contramos en textos de 1748 y 1754.

Después, desde el xix en adelan-te, han alternado el nombre ligera-mente españolizado, Colliure, y el francés, Collioure. Los poetas barcelo-neses de la generación del medio siglo (Barral, Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo…), al conmemorar en 1959 los veinte años de la muerte del au-tor de Campos de Castilla, pusieron el nombre de “Colliure” (la idea, al pa-recer, fue de Josep Maria Castellet) a una colección de libros de poesía cu-yos títulos aparecerían entre 1961 y 1966. En cambio, el título de la can-ción de Serrat que tanto nos emocio-nó a los jóvenes de mi generación era “En Collioure”. Personalmente ten-go la impresión de que, escribiéndo-lo de una manera u otra, la tendencia general ha sido y sigue siendo pro-nunciarlo más o menos “a la fran-cesa”, es decir, sin que sonara la -e. Debido a ello, yo me decantaría en mi preferencia por escribir Collioure.

Ahora bien, resulta que la loca-lidad rosellonesa que nos ocupa –y téngase en cuenta que el Rosellón es-tuvo en distintos períodos integrado en la corona de Aragón– tuvo en cas-tellano un nombre antiguo hoy com-pletamente olvidado: Colibre.

En una de las muchas ediciones (ampliadas) del diccionario bidirec-cional latinohispánico de Nebrija, pu-blicada en Amberes en 1560, hay un “Dictionarium propriorum nomi-num” en el que puede leerse lo siguien-te: “Ceruaria opp[idum] est, Galliae Aquitanicae finis. Vulgo Colibre”. Es decir, se identifica Collioure con

Cerbère y se nos dice que el nombre “vulgar” (del “vulgo”) es Colibre. Y más o menos lo mismo en la parte espa-ñol-latín, titulada “Locorum Neotericae ac vulgares appellationes” (esto es, ‘nombres de lugar nuevos y vulga-res’): “Colibre; villa y puerto a los con-fines de Cataluña y Francia, Ceruaria”.

En efecto, en los Anales de la Corona de Aragón (1585) de Jerónimo Zurita encontramos: “fue muerto junto a Colibre, en los confines de España”, “el castillo de Colibre”, etc. Lope de Vega emplea varias veces Colibre. En El Bernardo, o Victoria de Roncesvalles (1624), poema heroico de Bernardo de Balbuena, leemos: “Llegó al mar de Colibre cuando el día / en el de la Coruña se escondía”; y también: “Allí es Sansebastián, Huesca y Bayona / y aquí Colibre al mar Mediterráneo.” Y en la Corona gótica castellana y aus-triaca (1646) de Saavedra Fajardo se da Colibre como equivalen-te del nombre latino Caucoliberis.

Después, como tantas ve-ces ha ocurrido, esa denominación se olvida. Y solo la rescata Gerardo Diego en un poema que dedica a Machado en Cementerio civil (1972):

Antonio el Bueno duerme allá

[en Colibre,la Colibre que en Lope es española,hoy es francesay siempre catalana.

Terminando de escribir estas líneas lle-ga a mis manos un libro de Ian Gibson que acaba de publicar Espasa: Los úl-timos caminos de Antonio Machado. De Collioure a Sevilla. No es preciso de-cir que apruebo el criterio que han se-guido autor y editorial. “Collioure” es francés, ciertamente. Pero, a falta de una forma castellana (imposible resuci-tar Colibre a estas alturas), es lo prefe-rible. “Colliure” es válido como forma catalana, que el diccionario de Alcover y Moll recoge junto a Cotlliure. ~

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muy pequeña tuvo impulsos escapis-tas, que la llevaban a alejarse de su casa más allá de lo permitido, a sal-tar vallas o a mudarse a Hong Kong después de la universidad para bus-car algo que no sabía qué era.

Fue en Asia donde empezó a tra-bajar por primera vez como periodista para publicaciones británicas, el pri-mer paso hacia la escritura. Cuando volvió a Londres, en plena veintena y después de haber sellado varias pá-ginas de su pasaporte, entró a traba-jar como ayudante-chica-para-todo en un diario con la esperanza puesta en que alguien le dejase demostrar su va-lía. Al volver a casa se sentaba ante el

ordenador para crear una ficción que en un principio se preveía corta y aca-bó siendo la primera de sus novelas.

Una de sus principales virtu-des como escritora es la capacidad para construir buenos personajes. Complejos, con las contradicciones propias de cualquier persona pero co-herentes dentro de la historia. Según ella misma explica en su libro, el ha-ber estado postrada en la cama cuan-do era niña sin saber realmente lo que le ocurría la obligó a desarrollar una capacidad para la observación que después la ayudaría en su trabajo.

Detectaba los gestos, las mira-das, los movimientos y los comporta-

squivar la bala. Ganarle la par-tida a la muer-te. Caminar al borde del preci-picio. Ver la luz al final del tú-nel. Volver a na-cer. Metáforas de

lo que la escritora Maggie O’Farrell ha vivido diecisiete veces: estar a pun-to de morir y salvarse por los pelos. Las cuenta en Sigo aquí, una colección de relatos autobiográficos que repasa sin orden cronológico esas experien-cias. Es su primer libro de no ficción y en España lo ha publicado la edito-rial Libros del Asteroide, que también tiene en su catálogo dos de sus siete novelas, Tiene que ser aquí (2017) y La primera mano que sostuvo la mía (2018).

“Las experiencias cercanas a la muerte no son nada único ni excep-cional. No son tan raras; me atreve-ría a afirmar que todo el mundo las ha tenido en algún momento, aun-que no se diera cuenta [...] Percibir esos momentos te cambia.” Las de la autora son irregulares. Algunas son muy llamativas, como la vez que se topó con un asesino en serie en me-dio de la montaña o cuando el avión en el que viajaba empezó a caer en picado. Otras son más triviales, co-mo la del camión que le pasó muy de cerca o la ola que la engulló en las aguas de una playa en la India.

Nació en Coleraine (Irlanda del Norte) en 1972, pero creció en Gales y en Escocia en un momen-to en el que ser irlandés no era fá-cil en el Reino Unido. “En el colegio pensaban que era gracioso decir-te ‘¡tu padre es un terrorista!’ pe-ro no lo era para nada”, declaró hace unos años en The Irish Times. Desde

El peligro de ser Maggie O’Farrell

LITERATURA

EECARMEN LÓPEZ

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onsta de 32 o in-finitas casillas, según se utilice el sistema tradi-cional o el cuán-tico. Se avanza tirando un da-do de seis o infi-nitas caras. Esta

versión gratuita es una demo del jue-go auténtico (esto quiere decir que en un 87% de los casos las instruc-ciones no inciden en la vida re-al. El 13% puede ser peligroso).

1 Vida sana, amor segu-ro, entorno apacible y buen tiempo. Darwin acecha.

2 Un tío lejano te deja en he-rencia mil acciones de Apple o Google (salta a la 9).

3 Descifras el códi-go de El castillo de la carta cifra-da, de Javier Tomeo (ve a 27).

4 Eres Abundio al principio de Pedro Páramo y precisamente ese día decides cambiar de ruta en la en-crucijada de Los Encuentros. Tu hermanastro se extraviará y nun-ca llegará a Comala. Cargarás con esa decisión el resto de tu eterni-dad (la eternidad de una persona du-ra un segundo para las demás).

5 Un microictus te libera de va-rias capas de prejuicios y puedes ver el mundo tal como es. En efec-to: has ganado el juego (en la versión auténtica tu vida, además de infini-

CCMARIANO GISTAÍN

CARMEN LÓPEZ es periodista.

ta, está solucionada. En la versión de prueba el triunfo es simbólico).

6 Por un dólar al día coses ro-pa en Bangladés. El edificio se hun-de. Te reencarnas en… [a elegir, excepto Dios, que está reservado].

7 Cuando cumples dos me-ses como presidenta de los Estados Unidos descubres que eres un bot ru-so o chino. Puedes rechazar la pri-mera oración (ser presidenta), pero de todas maneras eres un bot chi-no o ruso, lo que no impide que si-gas jugando o que, en general, disfrutes de una vida normal.

8 Compones una frase o una can-ción que conmoverá al mundo. Habías donado los derechos a una ong.

9 Un notario, abducido por tus en-cantos, te colma de atenciones y pi-sos, pero te exige que renuncies, bajo contrato, a la poesía (ve a 17).

10 Apruebas las oposicio-nes a buzo del Ebro de Miguel Labordeta pero impugnan el exa-men y debes pagar la escafandra (y va-gar con ella eternamente un mes).

11 El mundo tiene muchos erro-res: ¿podrías arreglarlo? Envía su-gerencias a la onu, el fmi, el bm, el Vaticano y otros organismos de tu elección. Repasa Errata de Steiner.

12 Reconocen tus méritos con un premio de gran prestigio y al-ta dotación económica y la ceremo-nia coincide con el fin del mundo. Puedes volver a empezar el juego pe-

mientos de las personas para intentar saber qué ocurría. Porque nadie ha-blaba con ella y estaba encerrada en su propio cuerpo debido a una ence-falitis que estuvo a punto de dejarla incapacitada para el resto de su vida. Otro de sus roces con la muerte, co-mo ella los define. “Hay una niñita muy cerca que se está muriendo”, oyó decir a una enfermera del hospital.

El repaso que la escritora hace de su trayectoria a través de esos episo-dios también sirve para entender de dónde vienen algunos pasajes de sus novelas. Un parto traumático, la nece-sidad de huir de sus padres y el com-portamiento extraño de su mente en determinados momentos que sufre la protagonista de La primera mano que sostuvo la mía tienen un notable pa-ralelismo con fragmentos de la vida de la autora. La persona del pasa-do que aparece y trastoca la vida de una pareja, la bondad del ser huma-no (cuando quiere) o la fragilidad de las cosas que se creen establecidas que narra en Tiene que ser aquí tam-bién se identifican en sus memorias.

Pero el trauma más doloroso y profundo de todos con los que carga a sus espaldas es el de tener a su hi-ja a punto de convertirse en un ca-dáver en su regazo. La niña tiene anafilaxia, un trastorno del sistema in-munológico que hace que cualquier integrante de una eterna lista de co-sas le provoque entre doce y quin-ce reacciones alérgicas al año. Desde el muesli que haya desayunado su compañero de pupitre a la picadu-ra de una avispa pueden llevarla di-recta al hospital, en algunas ocasiones en un estado de salud muy grave.

Esta circunstancia ha hecho que la escritora viva en un esta-do de alerta constante pero también la ha llevado a las teclas. El objeti-vo de Sigo aquí –que escribió tam-bién casi sin darse cuenta mientras trabajaba en otra cosa– es recordar-le a su hija que en esta vida de to-do se sale menos de la muerte. ~

Juega con un dado

FILOSOFÍA

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MARIANO GISTAÍN es escritor y columnista. Este año ha publicado Se busca persona feliz que quiera morir (Limbo Errante).

ro si incurres tres veces en esta ca-silla en la misma partida el fin del mundo es vinculante para ti [inclu-so en la versión de prueba, ojo].

13 Si juegas con otra per-sona y coincidís en este epí-grafe debes casarte con ella (o divorciarte si es tu cónyuge).

14 Vives en Teruel o Soria en ple-na naturaleza y eres feliz pero cie-rran la provincia para ahorrar. Puedes seguir tu vida en el destierro.

15 Polonia. Caes en la frase de Anne Applebaum (Letras Libres de marzo, n.º 210, p. 17), cuando di-ce: “Pero inmediatamente empe-zaron a cambiar las reglas.”

16 Te quedas sin gasoli-na en Paraíso Alto: llama al autor, Julio José Ordovás. En el juego re-al has de ir a ese pueblo abandona-do de Teruel (retrocede a la 14).

17 El notario que se enamoró de ti era un farsante sicópata: te roba to-do y varios fondos buitre te llevan an-te los tribunales indefinidamente.

18 Has ganado el premio gordo de este juego: invitación para pasar un día en el establecimiento de desin-toxicación de egos más importante del mundo. Cada hora cuesta 10.000 dó-lares. Te vejarán y limarán tus resa-bios. Aquí te puedes relacionar con las personas que deciden el día a día del planeta y tienes la oportunidad de en-tablar amistad en un ambiente propi-cio a las confidencias. Enhorabuena.

19 Alcanzas la presiden-cia del mayor emporio mone-tario en la sombra y la vida te sonríe. Vuelve a la 1 (opcional).

20 Te despiden pero te ordenan que no te alejes porque te van a vol-ver a contratar con peores condicio-nes. Entretanto, haz horas extra gratis.

21 Navegando por la deep web descubres que tus padres te com-praron a una monja. Desde tu pues-to de obispo la reclamas y...

22 Al ser rey en un país some-tido se multiplican tus posibilida-des de lucro, lujo y sexo sin fricciones. Sospechas que irás al infierno pero no puedes renunciar a la voluptuosi-

¿Me ayuda-rías a fundar Letras Libres en España?”, le pregunté a Leonor Ortiz Monasterio. La escena ocurría en su oficina, adjunta a la del

presidente Zedillo en Los Pinos. Poco antes me había comentado que ella y Bernardo, mi amigo de infancia, ha-bían decidido vivir en Madrid. Tardó siete segundos en darme el sí. Ahí na-ció nuestra revista en su versión espa-ñola. Y ahí nació nuestra amistad. “Por fin tendrás un verdadero jefe”, bro-meé, a sabiendas de su eficaz desem-peño junto a Zedillo, que la valoraba y quería muchísimo. A partir de ese día, hasta su último correo que leo y releo, me dijo “jefe”.

Mi primer recuerdo de Leonor es en un Congreso de Historia en Pátzcuaro, en 1977. Su son-risa iluminaba la noche. Yo sa-bía que era la alumna predilecta de

Leonor Ortiz Monasterio

IN MEMÓRIAM

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dad y los peores placeres. En una fies-ta mandas decapitar a Juan el Bautista.

23 Eres Juan el Bautista el día de la fiesta. Para esquivar es-te destino debes protagonizar el de la casilla anterior y encarnar al per-sonaje del rey indefinidamente.

24 La vida te sonríe, tu fami-lia te adora, tus amistades confían en ti y la comunidad te respeta. La fa-tiga del éxito inmerecido te impul-sa a cometer una barbaridad. Todo es poco para tus ansias: canibalis-mo, masacre, parricidio… Sin embar-go, te aguantas y vas a la casilla 1.

25 Campana de Huesca. Solo grupos. Lunes cerrado.

26 Tedium vitae es la marca del coche autónomo que has decidi-do comprar. Al fin tendrás a alguien con quien hablar, un amigo que te es-cucha al 100% y que recordará to-do lo que le dices, indefinidamente.

27 Al descifrar la carta cifrada eres libre y tus deudas son innume-rables. Esta lotería te lleva al inicio del mundo, desde donde puedes de-cidir el futuro (hasta 2019). Tus de-signios habrán ocurrido tal como los piensas, aunque habiendo vi-vido en este universo paralelo no podrás comprobarlo. Ejemplo: un se-gundo después o antes del big bang decides acabar con el incipente uni-verso: así fue y por eso no estás aquí.

28 Al fin encuentras a tu ser complementario. Si quie-res unir vuestras vidas salta al 1.

29 Todo lo que has pensado des-de siempre, las mayores aberracio-nes (que existes como ente individual, etc.), se cumplirá en esta casilla si con-cluyes el recorrido sin rebotar: el dado tiene que mostrar un 3. En modalidad cuántica no es necesario atinar tanto.

30 Eres el gato en la ca-ja de Schrödinger.

31 La oveja descarriada vuel-ve de nuevo y pregunta por ti.

32 (Solo para versión Premium). ~

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institución, que pasaba por una severa crisis financiera, y la hizo crecer. Hoy día unas quinientas personas con discapa-cidad reciben beneficios de ella, lo que significa también quinientas familias.

De pronto, el azar dio un golpe. La noticia de su súbita enfermedad afectó terriblemente a Bernardo, pero no a ella, o no de manera que sus amigos pudiésemos notarlo. Siguió radiante y estoica. Siguió atenta al mundo y a su mundo. Ni siquiera la muerte inespe-rada de Bernardo la cimbró. Seguir, se-guir, era su valientísimo designio.

Por ella supe vagamente de sus largos tratamientos. Prefería pa-sar rápido por todo aquello y con-centrarse en la vida. Interesarse genuinamente en el otro, no en sí mis-ma, mucho menos para provocar la más mínima señal de compasión.

Comimos varias veces, rodeados de la biblioteca que le heredó O’Gorman y de hermosas piezas de arte romano o griego. Un día no lejano me con-tó el tránsito, voluntario y sereno, de su padre, Fernando, el famoso “Caco”. Víctima de cáncer, a una edad ya avan-zada, había decidido partir, pero no sin antes armar un ágape con su gran familia. Decano de la cirugía plásti-ca, el doctor dedicó sus últimos años a atender exclusivamente casos ex-tremos de desfiguración en niños po-bres. Veía de frente el horror y, hasta donde la ciencia lo permitía, proce-día a corregirlo con estoicismo. Así vio de frente su propia muerte.

También Leonor la vio de fren-te. Esa fue su postrera enseñanza. No sé cómo partió, pero el 2 de febrero me escribió un correo de despedida de-dicado a su “jefe”: “Parece ser que ya voy en la recta final, estoy muy en paz y disfrutando mucho el reflexionar so-bre la vida. ¿Te acuerdas que siem-pre te dije que fueras un gozador? No se te olvide, la vida es maravillosa.”

Me dejó una tarea.Y un recuerdo imborrable. ~

ENRIQUE KRAUZE es historiador, ensayista y director de Letras Libres y Clío. El año pasado Debate publicó su libro El pueblo soy yo.

Bernardo y Leonor se establecie-ron en un departamento de Madrid. Desde sus balcones se veía el Jardín Botánico. Ahí recibían a “la crema de la intelectualidad” (como dice la can-ción Madrid, de Agustín Lara). Y tam-bién de la política, la banca, la empresa y aun de la aristocracia. Muy pron-to, Leonor se ganó el cariño de mu-chos empresarios españoles. Gracias a esa familiaridad sincera, pudimos presentarles nuestro proyecto: Letras Libres, una pequeña empresa mexica-na en España, una “pica en Flandes”.

Leonor abrió la pequeña ofici-na de Letras Libres en la calle de Ayala, en el barrio de Salamanca. Trabajaba ya con ella Ricardo Cayuela, que fue el editor de la revista por los prime-ros seis años y cuya labor fue tan im-portante y decisiva como la de Leonor. Nada se escapaba a su estricta vigilan-cia. La experiencia del Archivo General de la Nación y de la Presidencia de México (nada menos) puesta al servi-cio de nuestra revista. No podía fallar.

A partir de entonces, nos veíamos cada mes de octubre, para visitar a los patrocinadores. Ella tenía lista una bi-tácora, como de servicio diplomático. Y al concluir nuestro ciclo de traba-jo me ordenaba, literalmente, que to-mara vacaciones. (Por tratarse de ella, obedecía.) Por esa oficina pasaron va-rios redactores y escritores mexicanos. En esa oficina se formaron los actuales editores españoles, en particular Daniel Gascón. También Daniel Krauze tra-bajó bajo tutela libre y sutil de Leonor. En 2006 celebramos en grande nuestro quinto aniversario. Ese año me anun-ció que regresaría a México. Dejó todo perfectamente ordenado. El mejor ho-menaje a lo que Leonor construyó es la supervivencia misma de la revista.

Su vida fue deslumbrante por unos años. Viajó a los sitios más recónditos. Con Bernardo estuvo a punto de ad-quirir un castillo. Pero nunca olvidó su misión de servir a la sociedad. Con la entrega y el desinterés que la carac-terizaban, presidió el patronato de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral, apac. Prácticamente salvó a la

Leonor Ortiz Monasterio

Edmundo O’Gorman, pero no mu-cho más. En aquellos años los histo-riadores pertenecíamos a bandos: por un lado, el Colegio (los hijos o nie-tos de don Daniel); por otro, la unam, los discípulos y sobre todo las dis-cípulas del irresistible, mefistoféli-co e inteligentísimo don Edmundo.

Fue Bernardo, su pareja por ca-si treinta años, quien me dio la bue-na nueva. Por fin sentaría cabeza, nada menos que con Leonor. Lo celebré mu-cho, ante todo por él, y también por ella. Se encontraban cerca de los cua-renta años. Cada uno con hijos. Libres y llenos de energía. Y podían comple-mentarse de manera admirable. Él te-nía un puesto altísimo en McKinsey, ella dirigía con gran éxito y un dina-mismo innovador el Archivo General de la Nación. Ambos eran notablemen-te prácticos, inteligentes, informados. Ella, una dama, le puliría ciertas aris-tas ásperas, le enseñaría a cuidar las for-mas y apreciar la belleza del arte y la historia. Él, un ogro de fondo bueno, la cuidaría, la protegería. Merecían la feli-cidad. Creo que la tuvieron a raudales.