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La construcción de una redactora femenina en las publicaciones periódicas satíricas El Gaucho y La Gaucha en comparación con las publicaciones orientadas a un público femenino La Argentina y La Aljaba Por María José Schamun Lo que significa agregar una “a” a redactor En este análisis me voy a enfocar en analizar los modos de construcción de las voces femeninas que aparecen en las publicaciones El Gaucho (Buenos Aires, n°1 del 31/7/1830 al n° 44 del 5/1/1831 1 ) y La Gaucha (Buenos Aires, n° 15 del 6/12/1831 al n° 22 del 31/12/1831 2 ) periódicos satíricos escritos por Luis Perez, La Argentina, (Buenos Aires, n° 1 del 31/10/1830 al n° 89 del 15/5/1831 3 ), y finalmente La Aljaba (Buenos Aires, n° 2 del 19/1/1830 al n° 16 del 7/1/1830 4 ) como parte de un primer paso en mi investigación sobre la configuración de la voz femenina en las publicaciones hechas por mujeres en el periodo rosista. Si bien las tres primeras publicaciones no son hechas (y las dos primeras ni lo pretenden) por mujeres, me importa ver cuál es la construcción de la voz femenina que hacen los hombres para poder evaluar con precisión los rasgos específicos de la construcción femenina de su propia voz. 1 Esta colección está disponible en papel encuadernado en la biblioteca del Archivo General de la Nación en la ciudad de Buenos Aires. 2 Esta colección está disponible en microfilm en la Biblioteca Nacional. 3 Esta colección está disponible en microfilm en la biblioteca del Museo Mitre de la ciudad de Buenos Aires, con algunos ejemplares faltantes. 4 Esta colección está disponible en microfilm en la biblioteca del Museo Mitre de la ciudad de Buenos Aires.

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La construcción de una redactora femenina en las publicaciones periódicas satíricas El Gaucho y La Gaucha en comparación con las publicaciones orientadas a un público femenino La Argentina y La Aljaba

Por María José Schamun

Lo que significa agregar una “a” a redactor

En este análisis me voy a enfocar en analizar los modos de construcción de las voces

femeninas que aparecen en las publicaciones El Gaucho (Buenos Aires, n°1 del 31/7/1830 al

n° 44 del 5/1/18311) y La Gaucha (Buenos Aires, n° 15 del 6/12/1831 al n° 22 del

31/12/18312) periódicos satíricos escritos por Luis Perez, La Argentina, (Buenos Aires, n° 1

del 31/10/1830 al n° 89 del 15/5/18313), y finalmente La Aljaba (Buenos Aires, n° 2 del

19/1/1830 al n° 16 del 7/1/18304) como parte de un primer paso en mi investigación sobre la

configuración de la voz femenina en las publicaciones hechas por mujeres en el periodo

rosista. Si bien las tres primeras publicaciones no son hechas (y las dos primeras ni lo

pretenden) por mujeres, me importa ver cuál es la construcción de la voz femenina que hacen

los hombres para poder evaluar con precisión los rasgos específicos de la construcción

femenina de su propia voz.

Comenzaré por el periódico El Gaucho que sale a la calle en 1830 durante el primer

año del gobierno de Rosas. En este “papel” que edita el federal Luis Perez los hechos

políticos son comentados en tono satírico por distintos personajes que escriben las

composiciones que el editor, Pancho Lugares, publica. Entre estos personajes, encontramos a

varias mujeres: la mujer de Pancho, Chanonga; la madre, Juana; la esposa de Juancho,

Pancha; y la negra Catalina. Estos son personajes bien definidos por medio de su escritura

(tono y estilo) y a la temática que cada uno aborda. Si bien no son las únicas voces femeninas

que se elevan desde las páginas de El Gaucho, me centro en estas tres porque son las únicas

recurrentes que, a lo largo de sus intervenciones, generan personajes concretos.

Chanonga y Juana (la mujer y la madre del editor, Pancho Lugares) son las que

proveen el relato de la experiencia cotidiana. Así como Pancho cuenta por medio de cartas a

su mujer, las vicisitudes de la vida citadina, ellas cuentan las de la vida en el campo y los 1 Esta colección está disponible en papel encuadernado en la biblioteca del Archivo General de la Nación en la ciudad de Buenos Aires.2 Esta colección está disponible en microfilm en la Biblioteca Nacional.3 Esta colección está disponible en microfilm en la biblioteca del Museo Mitre de la ciudad de Buenos Aires, con algunos ejemplares faltantes.4 Esta colección está disponible en microfilm en la biblioteca del Museo Mitre de la ciudad de Buenos Aires.

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hechos de violencia que sufren bajo el poder de los enemigos. Esa violencia estará presente

para dar fe de la naturaleza del enemigo así como de la conducta valerosa de los propios

hombres. Nunca un hecho perpetrado sobre el cuerpo femenino se transforma en una

reflexión sobre la vulnerabilidad de ese sujeto que sufre la violencia ni sobre la condición de

género. La violencia también estará presente en los textos de la negra Catalina pero, en su

caso, el relato del abuso no está orientado a dar fe de la naturaleza del enemigo sino a resaltar

la necesidad de protección y cobijo de una franja de la población que, por falta de acceso a la

vivienda, se ve a merced de estos ataques. En estos tres personajes, entonces, tenemos dos

aspectos importantes que definen la voz femenina: el espacio interno y el relato de la

violencia.

El tema de los espacios que los personajes de cada género ocupan es importante

porque se repetirá como una característica de la mujer letrada en los dos periódicos no

satíricos: la mujer en el interior del hogar y el hombre en el mundo. Esta distribución ya se

hace evidente en la portada de El Gaucho y La Gaucha (cuya editora es la esposa de Pancho,

Chanonga). El gaucho aparece de pie delante de una tranquera (espacio externo) con los

utensilios de la escritura en sus manos (papel y pluma) mientras que la gaucha aparece

delante de un atril de escritura (espacio interno) con sólo un papel en sus manos que parece

leer. De esta manera, la actitud “activa” (la acción de escribir) queda reservada al hombre

mientras que la mujer, en una actitud más “pasiva”, parece recibir los efectos de esa acción de

escritura por medio de la lectura.

En la correspondencia entre Chanonga y Pancho, el espacio interior de la casa se

relaciona con los objetos de lujo que denotan una posición social acomodada. Vemos cómo la

mujer está asociada al interior de la vivienda que es un signo de la posición del hombre:

mujer y muebles son expresiones de la naturaleza noble del hombre que los posee5. El otro

extremo de la valoración de la casa, es su ausencia: la negra Catalina queda expuesta a la

violación salvaje por parte del enemigo (los unitarios), debido a la falta de cobijo y

protección que debía brindar la casa. La mujer fuera de su lugar está en riesgo de destrucción.

También la madre de Pancho, Juana, relata episodios de violencia de parte de los enemigos.

Sin embargo, el personaje de Juana no está a la intemperie sino que tiene su espacio propio,

no está fuera de lugar. A pesar de esto, la violencia se ejerce porque falta un hombre que

proteja del arrebato. Tanto uno como otro personaje están indefensos frente a los embates del

enemigo cuando están fuera de lugar o les falta la protección masculina. Estas cualidades de 5 Existe incluso una composición en la cual un “marido” se queja de las constantes atenciones que su mujer pone al vestido y del dinero que eso le cuesta y, en el mismo número, su esposa replica que su atuendo y apariencia no hace más que hablar bien de él. “Exclamación de un marido” y El Gaucho n° 8 del 23/8/1830 y

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protección y amparo frente a la violencia son las que Catalina reclama de parte del

gobernador quien debe proveer un hogar y protección para los pobres de la misma manera

que Chanonga le reclama a Pancho. Estas similitudes permiten pensar un carácter paternal del

gobernador y una construcción de patria como familia.

Es aquí donde el discurso de Pancha sobre la necesidad de concordia y acuerdo entre

federales y unitarios se hace entendible: son hermanos. Los roles quedan entonces

distribuidos a la manera de una gran familia y, el lugar desde el cual habla la mujer es

siempre el de madre y esposa.

Ahora bien, estos dos términos son relacionales y dependen de un personaje

autónomo, Pacho, para poder definir su existencia. Tanto Chanonga como Juana se definen a

través de Pancho. Sólo Pancha será definida por sí misma (aun cuando más tarde nos

enteremos de que es la mujer de Juancho) y estará construida como la contratara del

personaje central. Es una voz femenina con opiniones propias e independientes que no

dependen de la relación masculina de los sucesos para entender o analizar la realidad política.

Su capacidad de razonar esas cuestiones proviene de la letra escrita porque ella es “moza

leída” y se complementa con la capacidad de análisis de Pancho que proviene de la

experiencia propia de vida en la ciudad.

Sin embargo, el personaje de Pancha se construye con varias marcas masculinas: el

nombre es el que “figura en la pila patriarcal” (o sea que es el nombre otorgado por el padre,

la palabra del hombre), tiene un marido que es compadre de Pancho, Juancho, y su actividad

de lectura implica no sólo que su marido le provee el material necesario para su instrucción

sino que posee un espacio cerrado en el cual desarrolla su vida sin exponer su integridad en el

exterior. Ésta es la única figura femenina de El Gaucho que no tiene en su complexión el

signo de la falta: tiene todo lo que una mujer debe tener. Incluso, una voz propia.

Este personaje es el que más se acerca a la figura femenina que plantea el periódico

La Argentina como mujer letrada. Esta gaucha aboga por la concordia de los oponentes y por

el cese de las hostilidades de la misma manera que las editoras de La Argentina piden la paz

ya desde le primer número publicado6. Vale la pena aclarar en este punto que, tanto Pancha

como las editoras, son personajes literarios ya que detrás de una y otras hay una pluma

masculina que las escribe. La particularidad que presenta La Argentina es la dedicación de

sus escritos a un público femenino: es el primer periódico que se publica para mujeres.

6 “…Jamás hemos oido que los legisladores de un pueblo sean los fusiles, las espadas y las lanzas. Las constituciones como todas las cosas son buenas y duraderas mientras se quieren. Mas por la fuerza nadie hasta ahora se ha hecho amar…”, Política, La Argentina n°1, 31/10/1830.

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El personaje de la gaucha letrada se acerca mucho al de la mujer letrada de clase

social más alta: ambas pertenecen al espacio cerrado del hogar donde se dedican a la lectura

por medio de la cual desarrollan su formación intelectual. En el primer número de La

Argentina, se presenta la actividad de escribir unida al ocio y a la ausencia masculina en el

hogar. También en este periódico se establece esa diferencia que antes marcábamos entre el

espacio interno y el externo al cual pertenece cada género (la mujer en el hogar y el hombre

en el bar, en el caso de La Argentina7). Por otro lado, si bien no se declara una actividad de

lectura específica, las secciones “Periódicos” y “Periódicos del interior” se dedican a dar

cuenta de las publicaciones que circulan tanto en Buenos Aires como en algunas provincias.

De la misma manera, Pancha expresa su descontento con las actitudes de “los Tiempos y

Pamperos”8 demostrando conocimiento de las “malas doctrinas” que estos vertían desde sus

páginas. Estas menciones dan cuenta de un corpus de lectura, de una actividad de recepción

de la palabra masculina sobre la cual se reflexiona.

¿Cómo interpretar entonces la elección de Chanonga como redactora de La Gaucha

en vez de Pancha? Aunque no podemos reconstruir los motivos de Perez para esa elección,

podemos ver una construcción que sale a la luz a partir de la elección de Chanonga. Como

decíamos antes, Pancha es un personaje con cierta autonomía y con voz propia que no

necesita ni invitación ni autorización de un hombre para escribir, mientras que Chanonga es

creada como mujer de Pancho. Esto significa que a pesar de su actividad como editora, esta

gaucha sigue, de cierto modo, bajo el poncho de su marido de cuyas páginas se desprende su

personaje.

No tan distante de esta postura están las editoras de La Argentina cuyo impulso para

la escritura es la ausencia de sus maridos del hogar. Por consiguiente, tanto para Chanonga

como las editoras de La Argentina el motivo de la escritura es masculino. Lo que es más, de

las páginas de La Gaucha se eleva un coro de mujeres que ensalzan las virtudes guerreras de

sus compañeros federales y sus comandantes. Si bien esta postura es diferente a la que se lee

en La Argentina la lucha entre unitarios y federales no deja de ser un tema importante de la

reflexión de estas “supuestas” mujeres. Lo que es aún más, La Argentina nace para probar

hasta dónde puede llegar la influencia femenina en los hombres. Como vemos, una vez más,

el motivo es masculino.

Entonces llega La Aljaba. Esta publicación se distingue de las demás por una

particularidad esencial: está escrita, de hecho, por una mujer. La editora de esta publicación

7 Introducción, OpCit.8 Carta de una paisana natal, El Gaucho n° 4, 10/8/1830.

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no fuerza la voz y una nota sutilmente diversa se lee en sus páginas: su objetivo está en clave

femenina.

“…Estará si, dentro de la orbita de su deber, mostrandoos las columnas de la religión, el templo augusto de la moral, y todas las sendas que os encaminen á entrar en él. Sus trabajos no llevan más objeto que formar hijas obedientes, madres responsables y dignas esposas; y por estos medios contribuirá a que mas y mas resalten los dones con que la naturaleza os ha distinguido tan pródigamente. Variedades instructivas, anécdotas selectas, pasages históricos y la poesia (…) [La Aljaba] No teme á la mordacidad, desprecia las invectivas y sátiras de los que se declaren sus enemigos; no espera que esos sean los hombres que respetan la religión, la moral, y que desean ver al bello sexo elevado a la cumbre de la instrucción.”9

Este fragmento del “Prospecto” que anunciaba la pronta aparición de La Aljaba declara una

intención educativa que las demás publicaciones no presentan. Además de estar

expresamente orientada a un público femenino (del mismo modo que La Argentina)

manifiesta un objetivo aún más elevado: llevar a las mujeres a la cumbre de la instrucción. Ni

La Argentina ni La Gaucha planteaban en sus páginas cuestionas inherentes a la naturaleza o

condición de género ni de sus redactoras ni de una posible audiencia femenina. Las

vicisitudes de la vida masculina ya no son el centro de la reflexión sino que, por primera vez,

la voz se vuelve sobre el sujeto femenino mismo y reflexiona sobre sus vicisitudes y

circunstancias en un intento de mejorarlas. No es el ocio ni la vanidad de las actividades

femeninas lo que lleva a esta mujer a escribir, sino la firme convicción de estar cumpliendo

con su deber como patriota al aportar un elemento educativo para que su público desarrolle

sus capacidades intelectuales. Estas capacidades redundarían en beneficios para la familia

entera y, de esta manera, para el país. No se pretende, desde las páginas de La Aljaba,

cambiar el rol social de la mujer sino mejorarlo; no se busca cambiar la configuración de la

patria como familia, sino darle a la mujer de la familia (en su calidad de esposa y madre) los

elementos necesarios para que desarrolle al máximo sus capacidades que, por extensión,

significarían hijos mejor preparados y maridos mejor atendidos.

Entonces tenemos tres figuras de escritora distintas: la gaucha está motivada por

cuestiones de política partidaria y se dedica a defender su posición del mismo modo que el

marido, por medio de un papel que resalte el valor de los suyos y denoste la vileza del

enemigo. Las redactoras de La Argentina, se dedican a la escritura por ocio, y ése el

elemento característico de estas mujeres que, desde el espacio cerrado de su casa, dan cuenta

de la vida social del país y de algunas cuestiones políticas pero siempre en tono de

“entretenimiento” para ese público femenino que lee o escribe para matar el aburrimiento.

9 “Prospecto”, La Aljaba, 1831 (resaltado propio).

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Finalmente, la redactora de La Aljaba se preocupa por lo temas de su tiempo en tanto que

puedan afectar la vida de las mujeres. En sus páginas, la mujer es un sujeto en sí, aun cuando

se defina socialmente por medio de la relación de parentesco con un hombre, el papel que le

toca como patriota es cumplir con las obligaciones familiares y sociales, sin irrumpir en

temas que no le competen (como la política) pero apuntando a un desarrollo intelectual (del

pensamiento) que permite una autonomía del sujeto que ni La Gaucha ni La Argentina se

plantean. Tal vez, sólo en El Gaucho, aparezca la valoración de esta formación a la que

aspira La Aljaba, en el elogio que se le dispensa a Pancha por ser moza leída. Sin embargo,

La Aljaba se distingue por un elemento más, el tono pedagógico de sus textos. Por eso, frente

a la construcción de estas mujeres que escriben, la editora anónima de La Aljaba es la que de

verdad presenta la diferencia que existe cuando agregamos la “a” en redactor”a”.

Bibliografía:

El Gaucho, publicación periódica satírica a cargo de Luis Perez, Buenos Aires, n°1 del

31/7/1830 al n° 44 del 5/1/1831

Graciela Batticuore, La mujer romática, Buenos Aires, Edhasa, 2005.

La Aljaba, publicación periódica de redactora anónima, Buenos Aires, n° 2 del 19/1/1830

al n° 16 del 7/1/1830

La Argentina, publicación periódica de redactor anónimo, Buenos Aires, n° 1 del

31/10/1830 al n° 89 del 15/5/1831

La Gaucha, publicación periódica satírica a cargo de Luis Perez, Buenos Aires, n° 15 del

6/12/1831 al n° 22 del 31/12/1831

Nestor Tomás Auza, Periodismo y feminismo en la Argentina. 1830 – 1930, Buenos

Aires, EMECE, 1988.