Por Franco Marinto

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Por Franco Marinto Un grupo de gente diversa en edades y géneros está a la expectativa en la sala de conferencias. Hay un cello, un violoncello, un violín y un pequeño atril en el estrado. No, esta vez no será la típica charla motivacional para alentar a los empleados de una organización a alcanzar los resultados. No, porque quien pasa al frente es Alondra de la Parra, la directora de orquesta mexicana que se ha abierto todos los espacios posibles en un mundo casi reservado para los hombres. No importa que no sea una sala de conciertos o un conservatorio, Alondra es también aquí la dueña del escenario. “She is a natural”, me dice uno de los ejecutivos, que ha venido de Chicago a participar en este insólito get together. Ella intercala su hisotria con una breve charla de team building: juega con los músicos para crear la metáfora perfecta. La música necesita pocas palabras: ahí están la directora y su equipo. Ahí están los efectos positivos, evidentes, melódicos, de la sincronía que ocurre cuando los roles se cubren con precisión y entusiasmo. Y viceversa: la distorsión y el ruido cuando cada quién hace lo que le viene en gana. Una rockstar con batuta Así de contundente ha sido la carrera meteórica de esta conductora de orquesta de 35 años (gajes cósmicos: los cumplió apenas el sábado 31 de octubre), quien hace unos días ha sido nombrada Directora Musical de la Queensland Symphony Orchestra, en Australia, cargo que ejercerá a partir de 2017.

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Por Franco Marinto

Un grupo de gente diversa en edades y géneros está a la expectativa en la sala de conferencias. Hay un cello, un violoncello, un violín y un pequeño atril en el estrado.

No, esta vez no será la típica charla motivacional para alentar a los empleados de una organización a alcanzar los resultados. No, porque quien pasa al frente es Alondra de la Parra, la directora de orquesta mexicana que se ha abierto todos los espacios posibles en un mundo casi reservado para los hombres.

No importa que no sea una sala de conciertos o un conservatorio, Alondra es también aquí la dueña del escenario. “She is a natural”, me dice uno de los ejecutivos, que ha venido de Chicago a participar en este insólito get together. Ella intercala su hisotria con una breve charla de team building: juega con los músicos para crear la metáfora perfecta. La música necesita pocas palabras: ahí están la directora y su equipo. Ahí están los efectos positivos, evidentes, melódicos, de la sincronía que ocurre cuando los roles se cubren con precisión y entusiasmo. Y viceversa: la distorsión y el ruido cuando cada quién hace lo que le viene en gana.

Una rockstar con batuta

Así de contundente ha sido la carrera meteórica de esta conductora de orquesta de 35 años (gajes cósmicos: los cumplió apenas el sábado 31 de octubre), quien hace unos días ha sido nombrada Directora Musical de la Queensland Symphony Orchestra, en Australia, cargo que ejercerá a partir de 2017.