Por Qué Se Matan o Inmolan Animales en La Religión Yoruba

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    ¿Por qué se matan o inmolan animales en la religión Yoruba?

    Este patakie es de reflexion sobre todo para otras religiones que no encuentran un porque de

    nuestra verdad liturgica religiosa a ellos dirigido este articulo y a nosotros para ampliar nuestro

    acervo cultural

    Los invito a difundirlo por el mundo de otras religiones y el nuestro

    Hace mucho tiempo (hace miles de años), no habían muchos hombres en la tierra. Todas las

    familias de la tribu vivían en la misma aldea.

    El Creador (olodumare) había hecho al hombre y los animales que habitaban el planeta, todos

    convivían en un pueblo muy grande; la paz reinaba entre los hombres y las bestias. Babá

    (Obatalá) estaba a cargo de todo, cuando se producía alguna discrepancia (los mismos entre

    los hombres que entre los animales), comparecían ante él, quien juzgaba con sabiduría e

    igualdad para todos, pues era un viejo muy sabio.En algunas ocasiones, el Creador (Olodumare) venía a la aldea y todos le trataban con

    cortesía y respeto. Conversaba con Babá que le mantenía informado de cómo se

    desenvolvían los asuntos en la tierra.

    Pero no pasó mucho tiempo, sin que se alterarse la calma. Una mañana se presentó un

    problema con las mujeres de la aldea, ya que había muchas mujeres viejas y jóvenes. Cuando

    las mayores llegaban a los campos de cultivo, trabajaban muy poco debido a su avanzada

    edad, esto hacía que las jóvenes trabajarán mucho más, haciendo la parte de labor que les

    correspondían a las mujeres viejas.

    Esto hizo que las mujeres jóvenes se quejarán con sus esposos, éstos les decían que las

    mujeres mayores tenían razón y Obatalá tenía la misma opinión.

    En las mañanas, bien tempranito, cuando comenzaban a cantar los gallos desde los altos de

    los tejados de las casas, las mujeres salían con grandes vasijas sobre sus cabezas y se

    dirigían al arroyo cercano en busca de agua fresca. El riachuelo se encontraba al pie de la

    loma donde Obatalá había construido la aldea, bien alta sobre la cima, cerca del sol que le

    calentaba sus huesos ya ancianos. Todas las mujeres sin excepción iban a buscar agua. Las

    mayores en paso muy lento por su edad avanzada y las jóvenes con un paso muy rápido

    llegaban primero al río. Una vez que las jóvenes llegaban al riachuelo, llenaban sus tinajas y

    enseguida se bañaban y se ponían a jugar entre ellas.

    Obviamente cuando llegaban las viejas, el agua estaba revuelta y fangosa, viéndose obligadas

    a llenar sus tinajas con agua sucia. Cuando los esposos de éstas bebían sólo encontraban

    agua fangosa en los recipientes, formándose pleitos porque las mujeres le daban agua que no

    estaba limpia. En algunas ocasiones regañaron a las jóvenes por su práctica de enfangar el

    agua, pero no hicieron caso y continuaron desquitándose de esta forma con las otras.

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    Esto creo una división profunda entre las jóvenes, las viejas, y entre los maridos de ambos

    bandos, que se colocaron al lado de sus esposas.

    Un día, una de las mayores llegó al río y al ver como las jóvenes jugaban con el agua, se

    disgustó y le lanzó la tinaja, que fue a parar a la cabeza de una de las jóvenes.

    Inmediatamente esto originó una gran pelea, donde empezaron a lanzarse todas clases de

    objetos que se encontraban en el lugar, donde las jóvenes lograron apabullar a las viejasmarchándose del río maltratada y llorando.

    Esa noche, las jóvenes se mofaron ampliamente de las que habían perdido la pelea, por varios

    días esta situación se repetía y ya los insultos se hacían insoportables, generando una pelea

    de puñetazos entre los hombres de la aldea.

    Obatalá tuvo que intervenir diciéndoles: “este estado de cosas no pueden continuar”.

    Los guerreros del pueblo estuvieron de acuerdo con babá, ya que la situación era intolerable,

    particularmente con las mujeres; lo mismo las jóvenes que las mayores, que perdían mucho

    tiempo haciendo las nuevas vasijas de barro que se perdían en las trifulcas.

    En vista de la situación que se estaba presentando, Obatalá tomó la decisión de llamar a

    todos los habitantes de la aldea a un cabildo.

    Todos asistieron a la casa de babá, hasta las mujeres, quien se quedaron a fuera de la

    reunión, escuchando y curioseando entre las rendijas del bambú de la aldea ya que en este

    tiempo, las mujeres no podían involucrase en las decisiones de la tribu.

    La reunión fue muy larga, sin embargo llegaron a un feliz acuerdo, donde un día las mujeres

    mayores irían temprano al río y, al día siguiente les tocaría a las mujeres jóvenes, de esta

    manera se iban alternar durante toda la semana.

    Todos se pusieron muy contentos, ya que en teoría se veía como una buena solución…pero

    en la práctica, la cosa fue diferente. (Ya verán por qué).

    Llegó la mañana siguiente, y las mujeres jóvenes esperaron pacientemente con sus tinajas en

    la cabeza. Aquí surgió un nuevo problema, ya que ninguna de las mujeres quería admitir que

    tenía una edad avanzada, por lo tanto ninguna quería ser la primera en recoger el agua. Al

    invitarse unas a otras a que fueran primero al arroyo, lo consideraban como un insulto y se

    volvían a caer a trompadas.

    Obatalá no podía hacer más nada y decidió llevarle el caso a Olofi. El viejo jefe subió a las

    montañas más altas, casi llegando al cielo donde estaba Olofi, quién llamó varias veces.

    Olofi respondió: “jefe de los hombres de mi aldea, ¿a qué has venido?”

    Obatalá respondió: “vengo a ti porque la paz no existe en el pueblo, las mujeres no me

    obedecen, los hombres no me escuchan. Dime qué hacer.”

    “¿Cuál es la razón por la que las mujeres no te obedecen? “-Inquirió Olofi, “¿y por qué los

    hombres no oyen tus palabras?”.

    “!Oh Olofi¡ hijo de Olodumare, maestro de todos, tú, creador de la aldea, me hiciste jefe de los

    hombres y yo no me quejo, eso fue bueno…tu creaste los hombres, eso fue bueno. Pero

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    también creaste a las mujeres…y eso no fue tan bueno. Con los hombres uno se puede

    entender, pero con las mujeres, ¡ay¡ que con las mujeres no se puede hacer nada, no hay

    quien las entienda. Fuiste tú quién nos hiciste a todos, es tu deber devolvernos la tranquilidad”.

    Babá, le contó a Olofi todo lo que estaba sucediendo. Al finalizar el relato Olofi dijo: “te

    devolveré la paz y el pueblo escuchará mi voz”.“Bien”.-Dijo Obatalá. “Tú puedes hacerlo pues eres el todopoderoso”.

    Al día siguiente salieron los dos para la aldea, llegando en la noche cuando todos dormían,

    Olofi le pidió a Babá que no los despertase y que no les dijera que él estaba en la aldea, pues

    quería ver qué sucedía en el pueblo por la mañana.

    Al amanecer, las mujeres se dirigieron al río a buscar el agua y enseguida empezó la pelea.

    Desde lo alto de una loma, Olofi lo miraba todo al lado de Babá quien preguntó: “¿Qué vas

    hacer?”, a lo que Olofi le respondió: “Espera y verás”.

    Al regresar las mujeres del río, muchas mal heridas por la pelea que se había armado, Olofi le

    dijo a Babá que llamara a una reunión en el medio del pueblo; una vez que todos estaban enel sitio tanto hombres como mujeres, Olofi apareció entre ellos, dándoles un frío en sus

    corazones, un frío de muerte.

    Con voz severa les habló Olofi: “Soy yo quién comanda en todas las cosas”

    “Sí, sí”, -contestaron todos en coro.

    “Vengo a imponer el orden entre mis hijos”- dijo Olofi.

    “Sí, sí”, -de nuevo dijeron todos. “Hágase su voluntad”

    “Ustedes ya son muchos para seguir viviendo juntos; más que todo, han desobedecido mis

    mandamientos. Les dije que vivieran en paz, pero no me hicieron caso” –dijo Olofi.

    Los hombres interrumpieron gritando: “fueron las mujeres quienes desobedecieron”

    Olofi le silenció y prosiguió: “escuchen los que les ordeno. El hombre es hombre, la mujer es

    mujer, eso no se puede cambiar. Por tanto algunos de ustedes partirán hacia adelante, otros

    hacia atrás, unos a la derecha, otros a la izquierda bien lejos de cada grupo donde vivirán en

    armonía cada hombre con su familia y sus animales”.

    Los hombres no entendieron muy bien y le preguntaron:

    ¿Los animales viven con nosotros, son de todos, quién se los llevará?”

    A lo que Olofi respondió: “tomen uno de cada especie, macho y hembra, el resto los mandaré

    a vivir al bosque por ellos mismos”

    De nuevo y delante de Olofi, los hombres comenzaron a pelear pues todos querían los

    mejores.

    Olofi se enfureció y tronando les dijo: “deténganse inmediatamente”. Todos se quedaron

    inmóviles. “Por ambiciosos le he de quitar el espíritu que anima dentro de ustedes, perecerán

    sin mayor demora”.

    “ !No, no¡ perdónanos, oh maestro del universo”, lloraban hombres y mujeres tirados en el piso

    a sus pies.

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    Obatalá intercedió: “Perdónalos señor, son humanos”.

    Olofi se compadeció y ordenó:

    “Muy bien, les perdono, pero con una condición. Sacrifiquen los animales que tanto desean,

    dénmelos a mí, sus espíritus a cambio del de ustedes. Demuestren su falta de egoísmo, y

    según sus sacrificios, mayores serán mis recompensas. Ahora tomen sus cuchillos y maten los

    animales”

    Los hombres, sacrificaron los animales a Olofin, carneros, chivos, toros, venados, gallos,

    gallinas, todos los animales fueron muertos, la matanza fue grande llegando a formase un lago

    de sangre. Al terminar los hombres se dirigieron a Olofin y le preguntaron:

    “¿Qué hacemos ahora comer?, ¿Cómo protegeremos nuestros cuerpos del frío y la lluvia?,

    ¿Cómo le daremos huevos a nuestros hijos?, ¿Cómo le daremos leche a los pequeños?,

    ¿Cómo viviremos sin todas estas cosas que obtenemos de los animales?”

    “Tomen sus vasijas”, les replicó Olofin, “llénenla de la sangre derramada por las bestias y

    llévenlas con ustedes a los lugares donde van a fundar sus pueblos, viértanla en los bosques

    cercanos al sitio y espere la recompensa a los sacrificios que habéis hecho. He terminado dehablar, hágase mi voluntad entre mis hijos”

    Cada grupo tomó por su lado y cuando llegaron a los bosques de los lugares que decidieron

    quedarse, enseguida derramaron la sangre, según les había ordenado Olofin. Pasaron tres

    días sin que pasara nada extraordinario. Pero al amanecer del cuarto día, escucharon un gallo

    cantar que provenía de la selva, se dirigieron corriendo al sitio y al llegar encontraron toda una

    selva poblada por una variedad enorme de animales. El milagro se había realizado. Olofin les

    devolvió todo lo que ellos necesitaban para vivir.

    Y desde entonces se le hacen sacrificios a los santos, como agradecimiento por lo recibido y

    para que mientras los hombres sigan peleando entre ellos, Olofin no descargue su furia y

    termine con todos de una vez. Esta es la razón por la cual se sacrifican los animales en

    nuestra religión Yoruba. y el oddun representativo de este mandato es Oshe meyi (5-5)