Por Siempre Fiel

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Por Siempre Fiel Fabriccio Díaz

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por Fabriccio Díaz

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  • Por Siempre Fiel

    Fabriccio Daz

  • Un ngel en la playa

    1 En el ao 1996 en un pas del continente americano, en la parte central del mismo, en un pequeo pas llamado Guate-mala, naci un nio. Fue exactamente el 11 de febrero de 1996. Sus padres Alejandro y Gabriela no podan contener

    las lgrimas. Eran padres. Su familia acaba de crecer. Desde muy pequeos ambos crecieron con la idea de no tener nin-

    gn novio ni novia, excepto con la persona con la cual se fue-ran a casar. Una muy complicada meta. Pero el destino to-

    m parte en esta historia.

    En el mes de febrero del ao 1990 Gabriela viajaba con su familia a una parte fuera de la Ciudad de Guatemala. Iban a Panajachel, Atitln. un pequeo pero interesante pueblo a

    las orillas del lago de Atitln. Es un pueblo pintoresco. Est lleno de tiendas en las que se venden artesanas hechas por las mismas personas del pueblo. En las calles desde el pri-

    mer instante que se llega se pueden ver muchos vendedores que sentados en las aceras de la calle ofrecen esos tpicos pe-

    ro nicos recuerdos que siempre llevamos a casa luego de efectuar un viaje. Es aqu donde muchas personas vienen a conocer de diferentes partes del mundo. Se quedan tan ma-ravillados de el entorno natural y los hermosos paisajes que deciden quedarse perdidos en este pueblo. No les falta na-da. Tienen todo lo que necesitan: Un hermoso pueblo, bue-

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  • nos restaurantes, msica, amables perso-nas, buena seguridad, paz y por supuesto el indescriptible lago. Este lago era para esos das, y lo sigue siendo, un increble lugar pa-

    ra visitar en cualquier ocasin. En esta oportunidad, la familia de Gabriela llegaba casi todos los fines de semana a este lugar. Lo peculiar de este lago es que su origen es

    volcnico. Se cree que hace millones de aos, un gran volcn se formo justo en don-de ahora el lago se encuentra. Los ros fue-ron los que ayudaron a apagar este masivo volcn llenando de agua todos sus alrededo-res. El gran volcn se extingui. Al haber

    sido un volcn activo su gran crter fue cu-bierto por las aguas, es por eso que su pro-fundidad es desconocida. Porque el crter al parecer es un agujero sin fondo. Podra tener mas de tres mil metros de profundi-

    dad? Nadie lo sabe. Si se camina lo suficien-te sobre las calles empedradas hacia el la-go, se llegar a la pequea playa. Donde

    muchas personas esperan con ansias a las personas para llevarlas con sus hermosas y coloridas lanchas a dar un paseo por el lago

    y sus otros pueblos vecinos. Otra gran ca-racterstica de este lago son sus bellos atar-deceres. Grandes artistas y fotgrafos vie-nen siempre a inspirarse con las maravillo-

    sas obras en acuarelas que se pintan en los cielos. Es algo que cualquiera que vea una

    vez, jams olvidar. Todo en este nico pue-blo es inolvidable.

    La familia de Gabriela tena su propia casa a la orilla de este lago. Consista en una ca-sa de arquitectura estilo colonial pero con una particularidad especial. Era una cons-

    truccin de dos plantas. En el gran terreno de un kilmetro cuadrado, la casa era lo

    que ms sobresala. En la planta baja al en-trar se poda ver una gran sala con grandes ventanas. Estaba amueblada con sillones, fotos majestuosas de lugares icnicos de

    Guatemala y una mesa en el centro. La co-cina estaba justo a la izquierda. Tena una ventana tambin en la que poda observar el panorama del lago. A la derecha se locali-zaba una pequea prgola. Esta era opaca-da por la gran prgola que se encontraba

    frente a la casa. Que tenia todo un camino hasta la pequea playa que tenan frente a su casa. Para acceder a la segunda planta se

    deba de subir por unas gradas en espiral forjadas en metal con una aleacin de co-

    bre. Estas eran funcionales por supuesto y no ocupaban tanto espacio. Al llegar a la se-gunda planta a la derecha se encontraban

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  • los baos. Seguidos por dos habitaciones. Una de ellas era la de Gabriela, que era la que tenia vista al lago justo de frente. Des-de su cuarto poda observar los tres volca-nes que rodean el gran lago. Estos eran: el volcn Atitln, el volcn Tolimn y el vol-cn San Pedro. De todos los lugares en el

    mundo, este era el que ms le gustaba. Dis-frutaba sentirse rodeada por la naturaleza y presenciar el majestuoso paisaje que frente a su casa se encontraba. Conoca varios pa-ses ya, pero ninguno se acercaba a el Lago

    de Atitln de Guatemala.

    Conforme el tiempo fue pasando el sol lle-go a su cenit. Era el medio da. Haba un

    poco de viento que soplaba suavemente del norte. Ayudo a que el solo quedara parcial-mente cubierto por un grupo extrao de

    nubes. Esta era una hora perfecta quedarse descansando en casa, leer quiz una buena novela o dormir. Pero para Gabriela eso de-finitivamente no era una opcin. Prefera salir de casa e ir a jugar al lago. Era sin du-

    da lo mejor que se poda hacer, o por lo me-nos eso era lo que Gabriela pensaba. Con

    15 aos, siempre haba tenido pasin por la natacin, ya que sus padres desde los 11 me-ses decidieron meterla a clases. Es por eso

    que ella disfrutaba tanto del agua. Al meter sus pies en el agua, al sentir la arena y las piedras en sus pes, era simplemente algo

    que a ella le encantaba. Poda ver como en el agua cristalina pasaban peces frente a

    ella. Logro distinguir algunos de diferentes colores. Amarillos, azules, verdes con pun-tos cafs y muchos otros peces con dise-

    os nicos que jams haba visto. Por esta y muchas otras razones era que ella amaba

    este Lago.

    Sus padres observaban desde el jardn de la casa como su hija disfrutaba del lago. Ha-

    ban decidido no meterse al lago ya que se esperaran hasta despus de ir a comer para

    hacerlo.

    Media hora transcurri desde que Gabriela haba pisado la arena de la pequea playa

    que tena frente a su casa. Media hora, que se retras Alejandro en llegar a Panajachel a causa de un deslave que haba tapado un carril de la angosta carretera que lleva al

    pueblo. Esta carretera al ir en el borde de las montaas era la nica que comunicar con la ciudad. Es por eso que los policas de trnsito parado en el trfico de los dos carriles para dejar pasar unos cuantos ca-rros de cada carril cada media hora. Y to-

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  • do esto pas tan solo 10 minutos despus de que la familia de Gabriela pasara. Gra-

    cias a que todos haban madrugado, haban logrado llegar a tiempo. Sino seguiran, al igual que Alejandro parados en el trafico. l era un joven de 21 aos, quien desde su niez haba tenido el gusto por las artes vi-suales y por supuesto por las artes plsti-

    cas. Sus padres podan ver cmo le gustaba expresarse por medio de las pinturas, dibu-

    jos y grabados. Pero de todo esto lo que ms le gustaba era la fotografa. Era un amante de esta y siempre vea cualquier oportunidad que se diera, para poder to-

    mar una bella foto.

    Este fin de semana era sin duda una perfec-ta oportunidad para Alejandro. l saba

    bien que los paisajes de Atitln podran ser una buena locacin para fotografiar. Final-mente lograron pasar el deslave. Les tom alrededor de 15 minutos llega a la entrada

    del pueblo. A pesar de que hayan ido varias veces siempre se quedaban admirados. Los colores y la gente ese pueblo era lo que les gustaba. Partieron el carro frente la calle Santander. Todava no era hora de almor-

    zar. Los padres Alejandro decidieron cami-

    nar un rato. Pero antes de que ellos partie-ran les hablo.

    Ir a tomar unas cuantas fotos del lago dijo .

    Nos vemos en El Muelle, que era el restaurante favorito de la familia Sandoval cuando iban a Panajachel respondi su

    mam.

    Y as se dirigi Alejandro hacia la playa. Ca-min por las pintorescas calles de la ciudad de Panajachel, observando cada detalle. La calle empedrada, las coloridas artesanas,

    las exticas tiendas... Era la primera vez en aos que se haba fijado en varios de estos detalles que generalmente pasaba por alto.

    Que hermoso es este pueblo exclam. Cuando me case y pueda tener mi pro-

    pia casa, espero poder comprar una a la ori-lla de este precioso lago .

    Esto y muchos otros pensamientos vinie-ron a la mente mientras caminaba hacia la pequea playa que este lago tena. Mien-

    tras avanzaba lentamente analizando cada detalle se le acerc un nio de no ms de

    siete aos.

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  • Buenos das seor! Tiene dinero que le sobre y me quiera regalar? No tengo nada y necesito comer. dijo casi susurrando el

    pequeo.

    Dime nio Cmo te llamas?

    Fabin exclam Fabin Salgado.

    Mi abuelo se llama igual que t lo sa-bas? Eso me parece interesante. Cuntos

    aos tienes? Apuesto que entre siete y ocho aos como mximo.

    Tengo siete aos con cuatro meses y ca-torce das.

    Me impresionas dijo al mismo tiempo que se le dibujo una sonrisa de oreja a oreja Yo tengo 21 aos. Ten esto, fue un placer

    conocerte.

    Alejandro le entreg al pequeo nio un billete de Q.20.00. Impresionado por esta accin, sali corriendo con una felicidad al-tamente notable. Era seguro que jams al-guien se haya tomado el tiempo de hablar

    con el. Posiblemente nada mas le dieran un par de centavos o incluso ni atencin le pu-sieran. Estaba contento ya que haba hecho feliz a un curioso nio. Jams olvidara a el pequeo pero listo Fabin. Y as sigui ca-

    minando. Algo que llam sin lugar a dudas la atencin de Alejandro fue el letrero de

    una tienda. "La Atlntida de Guatemala, la ciudad perdida bajo el Lago de Atitln".

    En serio habr una ciudad en el fondo del lago? se pregunt.

    Las probabilidades de que una ciudad aban-donada se encontrara sumergida en el le-

    cho del lago eran mnimas. No se haba he-cho ninguna exploracin con el fin de en-

    contrar una ciudad perdida. Haba escucha-do de la Atlntida en alguna parte de cual-quiera de los mares. Pero la simple idea de que en Guatemala hubiera vestigios de una civilizacin antigua era algo que lo impre-sionaba. No le dio la mayor importancia luego, ya que dudo de su veracidad luego

    de ver que nadie se acercaba a la tienda. En su mente dijo que seguramente estaba loco ya que era muy poco probable que lo que el

    afirmaba fuera verdad.

    Camin un par de minutos ms y llego a la orilla. El oleaje del lago estaba aparente-

    mente fuerte, poda ver como las pequeas embarcaciones se movan con las olas que

    en la superficie de formaban.

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  • Jefe, a cinco quetzales la vuelta al lago! exclam un seor desde su barco. Es-ta lancha es segura, no tiene nada que te-

    mer. Se anima jefe?

    No muchas gracias dijo con un tono amable Alejandro y sigui caminando hasta llegar a un muelle abandonado en mal esta-

    do.

    Se podra decir que quiz no era un buen da para navegar, pero a l no le import. Porque el lo que quera era tomar fotos.

    Eran justamente las 12:45pm cuando lleg a la playa. El muelle pareca tener un par de aos de estar sin uso. No le haban dado

    mantenimiento en un buen tiempo. Poda observar como sobre la mojada madera cre-ca en gran cantidad musgo de diferentes tonalidades de verde. Definitivamente no iba a probar su resistencia subindose a el. Pero de seguro sera un bello objeto para poner en primer plano a la hora de tomar

    las fotografas. Tom un lente gran angular de 16 milmetros y empez a tomar fotogra-fas. Al ser un artista nato poda imaginarse la foto incluso antes de tomarla. Bastante experiencia posea y el talento le sobraba. Decidi que para tener todo en foco deba de usar una apertura de no menos que f11.

    Al parecer se acercaba un gran grupo de nu-bes. Eran extraas, o por lo menos Alejan-

    dro nunca haba visto una formacin as en su vida. Justo encima del cono del volcn Atitln se encontraba una nube lenticular. Estas nubes tienen una particularidad ni-ca que sin lugar a duda las diferencia de las dems. Las nubes lenticulares son nubes es-tacionarias que se forman a grandes altitu-

    des. Son raras y dan la impresin de que no se mueven. Claro que se mueven y cam-

    bian lentamente de forma, pero estn fijas sobre algn monte alto durante bastante tiempo. El volcn Atitln con sus 3537 me-

    tros de altura pareca estar teniendo una lu-cha con esta nube. Esto era algo que para cualquier persona no debera de tener la

    mayor importancia, pero claro para Alejan-dro era algo magnfico. Se poda ver como esta se retorca alrededor de la cumbre. Es-te era un evento que no dudo en fotogra-fiar. Senta como el aire soplaba hacia el

    norte, lo cual lo refrescaba. Para tener mas detalle de la accin decidi cambiar a un

    lente telefoto de 200 milmetros. Con esto sin duda tendra una referencia ms clara

    de lo que en la cumbre ocurra. Siendo pre-cavido decidi tomar todas las precaucio-nes necesarias para evitar que a la hora de

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  • cambiar el lente entrara cualquier pequea basura al cuerpo de su cmara. Dentro de la cmara se encuentra el sensor, que es el que capta la imagen. Es indispensable que estuviera libre de pequeas partculas de

    polvo. De no ser as los puntos de estas se iban a ver en la foto. El cambio se efectu sin ningn incidente. Tom unas cuantas fotos tomando como punto de referencia la parte donde nubes y volcn se mezcla-ban. Era increble. Tena pensado ya el

    nombre que le pondra a esta serie de foto-grafas: Pelea de los elementos.

    Luego de tomar aproximadamente 30 foto-grafas decidi que ya era suficiente (Ya

    que en esa poca tomar tantas fotos era un lujo, los rollos eran caros y el revelado era un procedimiento complicado y tardado). Siguiendo con su lente una barquilla tomo otras fotos. El contraste que las pequeas

    olas generaban con los fuertes colores de la embarcacin fue lo que ms le impresiona-ba. Puso ver que algo se mova al fondo. Era un ave hermosa, de pico naranja, plu-

    maje blanco y una leve franja negra que re-corra desde la cabeza hasta la cola como un perfecto degrad. Iba a tomarle una fo-to pero vio algo que le llam la atencin.

    Movi el anillo del foco en el lente y la ex-traa ave quedo fuera de foco. Pudo ver a

    una hermosa joven con un sombrero de pla-ya con una franja roja, que contrastaba

    completamente con el color blanco de es-te. Combinaba perfectamente con su traje

    de bao que tambin era blanco.

    Quin era esa muchacha? se pregun-taba Alejandro.

    Si usted le hubiera podido ver la cara solo imagnese a un hombre que acaba de ver

    por primera vez a la mujer ms hermosa de este planeta. Esa cara tena en aquel mo-mento Alejandro. As permaneci un par

    de segundos ms. Luego asustado vio su re-loj, era la 1:55pm. Haba olvidado el almuer-zo completamente. Entonces sali corrien-

    do directo al restaurante, claro no antes guardando todo su equipo.

    Mientras corra, no poda dejar de pensar en esa hermosa muchacha.

    Quin era ella? se preguntaba cons-tantemente.

    Corri alrededor de un kilmetro y medio. Pero lleg, cansado pero llego a El Muel-le. Sus paps felices de verlo ambos se pa-

    raron para recibirlo. 7

  • Dnde has estado? pregunt su ma-m Nos habamos preocupado mucho

    por ti insisti.

    Tu madre ya termin su postre y yo es-toy esperando nada ms que me traigan la

    cuenta dijo su pap.

    Lo siento, haba un magnfico espect-culo con las nubes y el volcn. Eso fue lo

    que me retras dijo Alejandro, sabiendo muy bien porque se haba retrasado.

    Yo le dije a tu mam que de seguro tu no dejaras pasar una oportunidad as. Pero

    ahora sintate y por favor, come algo concluy su padre.

    Alejandro era un amante de la comida ita-liana. Es por eso que decidi pedir un espa-gueti a la boloesa, su plato favorito entre la gran variedad de platillos que se servan en el men de El Muelle. Mientras espe-raba su plato, escuchaba platicar a sus pa-ps acerca de futuros proyectos de la em-presa. La verdad no quera escuchar nada de eso por el momento. Ya llegara la hora de que Alejandro se tuviera que ocupar de asuntos relativamente similares, mas no

    por el momento. Observ a sus espaldas el panorama del lago. La nube lenticular ha-

    ba desaparecido. Eso le subi el animo ya que haba logrado obtener majestuosas fo-tografas de ese extrao suceso. Pudo ver que el sol ya no estaba en su punto ms al-to y que lentamente comenzaba a bajar a razn de unos pocos grados por hora. Te-na planeado tomar ms fotos para el atar-decer. Aunque para eso faltaba un par de

    horas todava. Volteo la cabeza y en ese ins-tante Alejandro se qued perplejo.

    La hermosa muchacha estaba entrando al restaurante, junto a su familia. Sus dos pa-

    dres, una hermana menor y su hermano ma-yor, que debera tener la edad de Alejan-

    dro. Ahora iba vestida con un vestido blan-co con unos detalles cocidos a mano que

    parecan caballos corriendo. Extrao, pero hermoso diseo. Llevaba unas sandalias

    con una piedra de jade verde que adornaba cada uno de sus pies. Las uas pintadas de un color frio que aparentaba ser entre tur-

    quesa y aqua. Tomaron asiento a unas cuan-tas mesas de la mesa en la que Alejandro se encontraba. Si de lejos le haba parecido bo-nita, de cerca era un ngel bajado del cielo. Haba sido dotada de una belleza increble. Tena pelo negro lacio, ojos que desde don-

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  • de el poda ver, eran una mezcla de gris y verde. Sin lugar a dudas, le gust.

    Ahora es cuando debera de contarle que la bella muchacha era nada ms y nada menos

    que Gabriela Cordero. La misma mucha-cha que haba llegado media hora antes a

    Panajachel. Alejandro no tena nada que de-cir. Lo nico que quera era hablarle. Pero al parecer haba un problema. El padre de Gabriela haba recibido un aviso en su bee-per. Deban regresar a la capital lo antes po-

    sible.

    Y as Gabriela y su familia se levantaron de la mesa, salieron del restaurante y regresa-

    ron a la Ciudad de Guatemala.

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  • Bello atardecer junto al lago

    2 Unos pocos minutos despus, una camarera llev a la mesa la pasta que Alejandro haba pedido. Esto es por ser un cliente frecuente y por nunca cambiar su plato joven Sandoval dijo la camarera a Alejandro, en-

    tregndole una gaseosa gratis.

    Un plato lleno con una cantidad mayor a la que los dems comensales tenan era lo que siempre reciba por parte de

    este restaurante. No solo a l le gustaba, sino a toda su fami-lia. Poda ver como el humo ascenda del plato. La mezcla

    de espagueti recin cocinado con la deliciosa salsa a la bolo-esa hecha de carne molida fresca era una delicia que disfru-taba introducir a su paladar. Desde que era nio haba y se-gua siendo uno de sus platillos favoritos. Claro est que la

    calidad de los platos cambiaba entre restaurantes, pero el es-pagueti del Muelle era su favorito.

    Pero a pesar de tener su deliciosa pasta y una gaseosa gratis, Alejandro no lo disfrut tanto. Introdujo cuidadosamente

    el tenedor entre la salsa y los espaguetis empez a girarlo pa-ra que estos se adhirieran al tenedor. Llevo a su boca el pri-

    mer bocado. Estaba bastante caliente, pero prefera comida caliente que fra y menos recalentada. Disfrut por un mo-mento esa delicia pero en su mente revoloteaba la cara de

    esa hermosa muchacha. Lamentablemente a pesar de que la 10

  • haba visto por el visor de su cmara a la ho-ra de estar tomando fotos simplemente lo haba dejado incomodo. No pudo hablarle y esto era algo que lo decepcionaba un po-co. No saba cmo ni en qu momento iba a darse esa oportunidad. Pero la deseaba con toda su alma. Quera poder volver a ver a esa hermosa muchacha. Aunque no haba hecho nada para ahuyentarla se sen-ta culpable consigo mismo. La probabili-

    dad de volver a verla era mnima. Pero deci-di no darle ms importancia al problema. Bocado tras bocado el sabor de la deliciosa pasta iba en aumento. Finalmente termin su pasta. Alternaba los bocados con peque-

    os sorbos a su Coca Cola. Para cuando Alejandro haba terminado su plato, haba pasado aproximadamente una hora. A pe-

    sar de haber comenzado algo triste y apesa-dumbrado su almuerzo, la alta calidad del platillo que haba comido lo revitaliz y lo reanim. Por ultimo acab su bebida y soli-cit su cuenta. Esta era la segunda cuenta

    que llegaba a la mesa ya que si bien pueden recordar, cuando Alejandro llego, sus pa-

    dres ya estaban esperando la cuenta. En un par de mi minutos la camarera estaba fren-

    te a la mesa de la familia Sandoval.

    Aqu est su cuenta seor Sandoval di-jo la camarera.

    Muchas gracias respondi el padre de Alejandro.

    Por haberlos hecho esperar, hoy los voy a invitar. As que psame la cuenta res-

    pondi Alejandro.

    Muchas gracias, entonces te dejamos y nos juntamos a las 6:15pm frente a las Tor-tas de Doa Mela. Voy a ver si llevo a tu madre a dar una vuelta concluy el pa-

    dre de Alejandro.

    Sus padres decidieron acceder a la proposi-cin de Alejandro. Por eso salieron del res-taurante para ir a dar una vuelta en lancha. Al parecer la idea de su pap haba resulta-do. Y quiz visitar San Pedro La Laguna. A pesar de ser ms pequeo territorialmen-te hablando este pequeo pueblo est lleno

    de colores y alegra. Las escuelas de arte son tradicionalistas. Pero a pesar de no po-seer tantos recursos las paredes de las casas y tiendas estn llenas de maravillosas obras de arte. Cuervos, jaguares, peces, grati y muchos diseos abstractos forman parte de la galera de arte al aire libre de las ca-

    lles de esta encantadora ciudad. Es una lo-

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  • cacin mstica y misteriosa, muchas de las antiguas construcciones haban sido alcan-zados cuando el nivel del lago aumento. Es por eso que a la hora de entrar al pueblo en

    lancha, da la vaga impresin de estar en-trando en un pueblo fantasma. Construc-ciones, casas, iglesias y muchas otras edifi-caciones ms cubiertas casi en su totalidad por las aguas. Es un pueblo tambin famo-so como Panajachel, sin embargo es mucho ms comn observar turistas en esta rea. Cuenta con un cmodo hospedaje, tranqui-lo ambiente y tambin hay escuelas de espa-ol. Estas surgieron luego de la gran necesi-dad de entenderse extranjeros y habitantes

    de San Pedro. Estos han optado por que-darse perdidos en esta hermosa tierra. Ro-

    deados de volcanes majestuosos, un lago in-creble y gente alegre. Varios de los delicio-sos restaurantes de este sitio fueron crea-

    dos por los mismos turistas. Buscaron una forma de obtener dinero. Lo hacen coci-

    nando comida natal de sus pases. As que lo que hace tambin nica a esta zona es la

    variedad de comida que se puede encon-trar. Prcticamente hay dos muelles para embarcaciones y difieren nada ms en la tranquilidad. Uno lleva directamente al rea donde desembarcan muy a menudo

    los turistas y se adentran por medio de una pendiente pronunciada hacia los restauran-tes y hospedajes. El otro es ms tranquilo y bastante ms amplio, menos concurrido y tambin con restaurantes con distintas es-pecialidades dignas de un excelente men.

    Alejandro pag la cuenta y luego camin un rato por el pueblo de Panajachel. Es una ciudad llena de personas curiosas. Y es que a este pequeo pueblo llegan personas de

    muchas nacionalidades, para visitar e inclu-so quedarse. Ese da vio a una argentina que haca grabados en madera. Era sin lu-

    gar a duda una persona con mucho talento. Al parecer su nombre artstico era Garza ya que todas sus obras de arte llevaban esa

    firma. Las planchas de madera eran de MDF. Que son producidos usando troncos frescos de pino, seleccionados y descorteza-dos, provenientes de plantaciones general-mente manejadas bajo la ideologa de una continua y permanente reforestacin. Al ser tan maleable este material, era mucho ms fcil hacer hermosos grabados. Dise-os abstractos, un hombre que sacando la lengua se poda ver como en esta crecan grandes rascacielos y carreteras de metr-polis abarrotadas de carros. Representaba

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  • el auge y la desesperacin causada debido a la revolucin industrial.

    Camino nos minutos ms para buscar a Fa-bin y darle uno de los panes con mantequi-lla que le haban sobrado de su almuerzo.

    Pero este pequeo, ya no apareci. Al pare-cer con lo que Alejandro le haba dado ha-

    ba cubierto la cuota de recaudacin por lo menos para una semana entera. Luego deci-di ir al carro a cambiar su cmara anloga por una nueva que haba comprado recien-

    temente. Su primera cmara de sensor com-pleto. Era una Canon EOS 650. Con esta cmara haba decidido que iba a tomar las fotos del bello atardecer que estaba a po-cos minutos de dar inicio. Eran casi las

    5:00pm cuando se diriga de regreso hacia a la playa. De pronto vio a la camarera del restaurante en el que haba comido justo

    aquella tarde. Y la salud.

    Cmo ha estado Andrea? pregunt Alejandro.

    Pues gracias a Dios muy bien. Con bas-tante trabajo, pero ahora ha acabado mi

    turno dijo ella.

    Lo bueno es que hay trabajo.

    Exactamente eso es lo que pienso Ale-jandro. Cmo estuvo su da? Disfrut de

    su pasta?

    Claro que si. Estaba deliciosa como siempre. Aunque mi da habra podido ser

    mejor.

    Qu le pas? Olvid la batera de su cmara como aquella otra vez?

    No, gracias a Dios no.

    Pero entonces dgame por favor ahora qu es lo que realmente le pas?

    Claro que le contar. Es respecto a una dama todo esto.

    Uyuyuy mi nio, ya se enamor. Final-mente!

    Es probablemente la nica vez que me vaya a escuchar decirle que creo que tiene razn en cuanto a su proposicin. Creo

    que me enamor de alguien que ni siquiera conozco.

    Ay usted, pero dgame dgame, quin es la afortunada muchacha que lo ha flecha-

    do.

    Ese es el problema. No se su nombre.

    Cundo la ha visto?

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  • Hoy, estaba primero en el lago y des-pus lleg a comer a El Muelle.

    Creo saber de quien me est hablando.

    Mire, tengo una pregunta. Usted no sa-be el nombre de la muchacha que se sent un rato a la mesa con su familia y luego se

    fueron?

    Te debes de estar refiriendo a Gabrieli-ta. Ellos son la familia Cordero. Tambin son clientes frecuentes. De hecho yo ha

    Gabriela la he visto crecer.

    Gabriela Cordero entonces Es un bo-nito nombre.

    Pero apuesto que lo que a usted le gust de ella no fue exactamente su nombre, o

    por lo menos eso creo yo.

    Pues puedes tener razn. Es bastante hermosa.

    Yo lo se, ella es una nia encantadora. Y sabe qu es lo mejor? Tampoco ha teni-

    do novio.

    Es en serio eso? Con ella me voy a ca-sar. Ya ver Andrea. Quiero que el da de la boda pase a contar todo lo que hoy hemos

    hablado.

    Magnfico. Por lo menos ya se que segui-rn llegando a el restaurante. Estoy muy or-gullosa de usted mi querido Alejandro. Pro-pngase esa meta y quin sabe quiz lo lo-

    gre.

    Voy a hacer hasta lo imposible crame. Pero ahora ya tengo que irme. El atardecer est a punto de comenzar y no me quiero

    perder ese espectculo.

    Est bien. Solo quiero que no se vaya a olvidar de m para cuando enve las invita-

    ciones de su boda! Sino no voy a decir nada de esto.

    Ay Andrea, feliz tarde. Cudese. Nos ve-mos otro da.

    Que tenga una bella tarde joven Sando-val concluy Andrea.

    Eran las 5:17pm y faltaban ya pocos minu-tos para que el sol se ocultara. Prepar su trpode y coloc su cmara. Viendo por el visor logr una bella composicin. Dej

    una pequea franja de suelo, mezclado con los hermosos volcanes y montaas que ha-can el papel de siluetas. Tom todas sus consideraciones para que el cielo y las nu-bes fueran las que salieran bien expuestas. Era increble lo que sus ojos estaban pre-

    14

  • senciando en ese momento. Deba darse prisa, sino ya no lograra hacer lo que el ha-ba esperado. Luego sac su cronmetro. Puso cinco segundos de intervalo. Enton-ces cada vez que el cronmetro le avisara, Alejandro tomara una foto. De seguro us-

    ted se preguntar Y para qu quera tomar una foto cada cinco segundos? Por qu

    quera tantas fotos? Bueno, ha visto esos videos que al parecer que todo asemeja ir

    en cmara rpida? Videos en los que el sol y las nubes se mueven mucho ms rpido

    de lo normal? Esos videos se llaman Time-lapse y eso era exactamente lo que l que-ra lograr. Es por eso que deba de tomar

    una foto con un intervalo mayor al comn para poder apreciar el movimiento de las nubes y del sol. Haba recordado lo que le haban dicho sus maestros de fotografa.

    Una foto cada cinco segundos. Cada 24 fo-tos sera un segundo a la hora de la edicin

    en el ordenador. Por eso haba calculado que faltaban alrededor de 40 minutos para que el sol no dejara ningn rastro de su pre-sencia. Entonces hizo las multiplicaciones en su cabeza. Si tomaba una foto cada cin-co segundos y un minuto tiene sesenta se-gundos, iba a tomar doce fotos por minu-to. Lo que le daba un total de 480 fotos

    que podra tomar en los cuarenta minutos que quedaban de luz. Estas fotos llegaran a convertirse en un video de 20 segundos.

    Dej de hacer cuentas e inici su proyecto.

    Increble! exclam

    Se senta en el paraso observando como los volcanes, el inmenso lago y los estupen-dos colores de los celajes se pintaban como una obra maestra en acuarela. El firmamen-to era en aquel momento una obra en pro-

    ceso que delicadamente iba cambiando conforme a la voluntad del Maestro de to-

    dos los artistas. Era simplemente indescrip-tible el contraste que se lograba con el ce-

    leste del cielo y el tono rosado de las nubes que parecan estarse alargando con el vien-to que estaba aumentando su velocidad. La bveda celeste estaba en proceso de llegar a el clmax. Sin lugar a duda era uno de los atardeceres ms hermosos que haba visto. Despus de unos cinco minutos las nubes se encendieron en fuego. O por lo menos

    eso pareca. Cambiaron de rosado para tor-narse en un color rojo intenso. Estaba at-nito. Magistral era poco para describir la grandeza de la obra de arte que en aquel

    momento estaba siendo observada por to-dos los habitantes no solo de Panajachel si-

    15

  • no de todos los aproximadamente diez pue-blos que rodean el lago. Cada uno estaba viendo esto desde una perspectiva diferen-te. No poda imaginar lo hermoso que hu-

    biera sido poder haber estado en la cumbre de alguno de los tres volcanes en aquel pre-ciso momento. Mas por el momento esta-

    ba contento de donde el se encontraba. Lo mejor de todo, era que Alejandro iba a te-ner un video de este hermoso atardece.

    Por ltimo, el cielo comenz a oscurecerse. Las nubes pasaron a una tonalidad menos

    exagerada. Llegaron a un color naranja. Que fue el ltimo destello de glora de

    aquel glorioso atardecer. Y no tardo mucho para que las estrellas aparecieran en el fir-

    mamento formando las constelaciones. Ale-jandro tom su cmara, guard su trpode y se dirigi al carro. Se dice que las ciuda-des nunca descansan. Incluso de noche si-guen tan alegres como de da, y quiz aun ms. Las tiendas estaban abarrotadas, las calles llenas de gente. Msica a todo volu-men sala de las puertas de las discotecas. Humo, luces y juegos artificiales formaron parte del espectculo nocturno de esa opor-

    tunidad. Sigui caminando lentamente mientras admiraba la bella ciudad ilumina-

    da por las miles de luces de las tiendas. Lo-gr subir a un segundo piso y tomo una fo-to de larga exposicin en la cual se poda ver como las personas se movan, el trazo

    de las luces tanto delanteras como traseras de los carros se dibujaban sobre las empe-

    dradas calles de esta increble ciudad. Baj y finalmente lleg al parqueo donde estaba su carro. Guard todo su equipo y lo asegu-r en el maletero bajo llave. Camin hacia una tienda y pidi una Coca Cola. El nio que le entrego su gaseosa en bolsa era nada ms que el pequeo Fabin. La sonrisa que haba logrado adquirir en aquel momento cuando Alejandro le haba dado el billete de veinte quetzales pareca no haberse bo-rrado de su rostro. Pag y se dirigi a su ca-rro. Pudo observar como unos jvenes ha-can malabares con bolas encendidas en lla-mas. Otro de estos, sac un par de pitas de metal en las cuales iban enganchadas unas bolas. Las encendi con un pequeo movi-miento. Y empez a hacer una serie de mo-vimientos circulares con estas. Se poda ver

    el trazo del fuego. Quiso tomarle foto a eso, pero ya estaba asegurada en el carro ba-jo llave. Permaneci apreciando la creativi-dad de esos talentosos jvenes y luego se dirigi a su carro. Vio que sus paps esta-

    16

  • ban comprando Tortas de Doa Mela. El los lleg a acompaar. Posteriormente ca-minaron un par de minutos ms por la ca-lle Santander, la ms famosa de este pue-blo. Era una de las cosas que a la familia Sandoval les gustaba, caminar juntos. Se-

    guidamente terminaron su comida. Luego, se lavaron las manos y as decidieron que ya era hora de regresar. Era ya tiempo de

    regresar a casa.

    17

  • Larga y agitada noche

    3 Fue un largo camino de vuelta a la ciudad. Salieron de Pana-jachel a eso de las 6:30pm. A pesar de que el padre de Alejan-dro no estaba completamente agotado, Alejandro decidi tomar el volante. Manej aquella noche tranquilamente to-do el recorrido de vuelta. Tomando Cuatro Caminos y to-maron el camino de vuelta hacia la Ciudad de Guatemala. Los sembrados formaban parte de el paisaje en esta zona. Esta es la actividad econmica que caracteriza a toda esta rea. La luna llena, era hermosa aquella noche. Alumbraba todo el firmamento por lo cual todas las cosechas eran visi-

    bles al ojo humano. Las carreteras eran una combinacin de largas curvas con interminables rectas. Calculando la veloci-dad a la que se dirigan pudo aproximar el largo de una de estos trechos. Alrededor de 10km meda la ms larga de ellas. Era un buen lugar para acelerar a fondo. Mas por el

    momento guardo el control. No quera llamar la atencin ni tampoco quera que su mam se asustara. En cuanto a su pa-p, el ya estaba acostumbrado a manejar a altas velocidades. Era por eso que tenan un Porsche 911. Lo habran llevado

    claro. Pero si hubiera no hubiera sido un viaje familiar. Pasa-ron frente a San Lucas. Siguieron cuesta abajo y se detuvie-

    ron en el Mirador.

    18

  • Wow! Que hermosa vista. dijo Alejan-dro necesito tomar una foto panormica

    de esto.

    Date prisa que solo tomaremos un atoli-to caliente y seguiremos, sino vamos a lle-

    gar muy tarde a casa dijo su madre.

    Recuerda que por lo menos yo si tengo que ir a trabajara maana exclam su pa-

    dre.

    Claro, solo tomo las fotos y me voy a es-perarlos al carro. Triganme algo por fa-vor! Lo que sea expres Alejandro.

    Sac su cmara y camin unos cuantos pa-sos hacia el borde del gran acantilado. Era increble la vista que se lograba apreciar

    desde el punto donde l se encontraba. To-da la ciudad de Guatemala se encontraba iluminada. La mezcla de las luces de tungs-

    teno, la fra luz de la luna y un cielo despeja-do eran parte del paisaje nocturno que pu-do ver aquella noche Alejandro. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho fotos.

    Rpidamente las tom y se fue al carro. No tuvo que esperar ms de dos minutos para que sus paps llegaran. Su madre llevaba en sus manos una botella de Coca Cola, fra. A pesar de que l quera tomar algo caliente

    para entrar un poco en calor, disfrut de su deliciosa bebida. Tom unos cuantos tra-gos, se coloc el cinturn y arranc el mo-tor. Prosiguieron con lo que quedaba de ca-

    mino.

    Finalmente Alejandro y su familia llegaron alrededor de las 9:30pm a su casa. Una mez-cla de cansancio y emocin se hacia sentir en el ambiente. A pesar de haber manejado desde Panajachel casi sin parar hasta su ca-sa, era algo que deba de cansar a cualquier persona. Pero Alejandro no tena tiempo que perder. Lo primero que l lleg a ha-

    cer, fue ordenar y limpiar su equipo. Verifi-c que todo estuviera en orden. Limpi sus

    lentes cuidadosamente con un pao espe-cial para no rayarlos. Destap el cuerpo de sus cmaras y les sac cualquier pequea

    partcula de polvo o basura que les pudiera haber entrado con aire comprimido y una pequea brocha magnetizada. Estaba emo-cionado y cansado a la vez. Haba tomado

    unas fotos increblemente hermosas. O por lo menos eso esperaba. Tema que no hu-biera puesto los valores especficos para

    que las fotos quedaran bien expuestas. Pe-ro estaba mas que seguro que todas las fo-tos haban sido bien tomadas. Las ltimas

    19

  • de el atardecer del lago, sin lugar a dudas le haban gustado. Por otro lado las del vol-

    cn y las nubes, no tena la menor idea de cmo iban a quedar. Las tena que revelar

    an. Despus de pensar y reflexionar sobre su da, entr a su habitacin, se cambi y

    finalmente, se durmi.

    Justo un poco antes de que Alejandro haya llegado a su casa, Gabriela haba ya arregla-do todo para el da siguiente. Recuerdas que su pap tuvo que regresar a la capital por un problema en el trabajo? Bueno, ir-nicamente al llegar su casa, recibi una lla-mada de su oficina. El problema haba sido solucionado. Tanto a Gabriela como a su mismo pap, le haba cado mal. Tuvieron

    que regresar desde Panajachel hasta la capi-tal por gusto. Ella deseaba con todo su co-razn que su pap planificara un nuevo via-je para el da siguiente. Y afortunadamente

    eso fue lo que aconteci. Gracias a Dios! exclam. Le haban dicho que arreglara sus cosas, pero ahora saba por-

    que. Su padre le haba prometido que volve-ran. Qu ms quera? Iba a regresar a Pa-najachel. Para las 9:50 todo estaba ya listo en las maletas. Padre e hijo, el hermano de Gabriela, colocaron todo dentro del carro.

    Todo esto era debido a que saldran en la madrugada para el lago. A pesar de que en Panajachel no se apreciara el amanecer tan bien como el atardecer, queran estar ah

    para cuando el sol rasgara el horizonte con sus celajes. A pesar de que todos estaban

    cansados, haban algunos que no podan es-perar para volver a la casa del lago. A las

    10:20pm todos en casa estaban ya bien dor-midos, excepto Gabriela.

    El tiempo pas y a eso de las 10:40pm ella no lograba dormir. Llevaba ya demasiado

    tiempo tratando de dormir. Baj las gradas y entr a la cocina. Decidi ir a tomar un vaso con agua pura. Regres a su habita-

    cin y trato en vano nuevamente de dormir-se. Al verse en esta situacin tom un libro de su librera al asar ya que si no se lograba dormir, probablemente leyendo lo lograra.

    Al azar tom Las penas del joven Wer-ther" de Johann Wolfgang von Goethe.

    Nunca haba visto aquel libro. Pero al ver que era corto decidi empezar a leerlo. Bas-to nada ms media hora para que quedara completamente dormida. Afortunadamen-te su mtodo haba tenido xito. Comenz a soar. El silencio absoluto reinaba en la

    casa de la familia Cordero.

    20

  • A la 1:30am Alejandro despert. Ya tena ms de un mes en el cual se levantaba a la misma hora de la madrugada. No saba la causa de todo esto. Pero le empezaba a preocupar. Deba de informarle a sus pa-dres de esto lo antes posible. Estaba con-

    fundido.

    Y ahora qu hago?

    A pesar de que haba regresado a su casa tarde, no se senta cansado. Decidi salir a correr. Ya que no estaba lloviendo, el clima era fresco y la luna llena hara todo se viera mejor en la noche. Abri la puerta del cuar-to de sus padres y saco a Spock, su perro.

    Nombrado as por su padre ya que le gusta-ba demasiado Star Trek. Le puso su abrigui-to, le coloc sus zapatitos, le coloc su ar-

    ns, le puso su correa y finalmente salieron silenciosamente por la puerta de atrs.

    Era una noche increblemente despejada. Empezaron a correr. Mientras corra Ale-

    jandro pudo divisar que a no ms de 3 kil-metros haba una especie de fogata. Deci-di correr hasta ella. Tena curiosidad de saber quien o quienes estaban ah. Era ex-

    trao que eso sucediera. Spock pareca que no se cansaba, de seguro haba descansado

    muy bien durante su da solo en la casa. Es-to era algo que detestaba con todo su cora-zn. Preferira que el fin de semana jams llegara. Porque saba bien que solo se que-

    dara.

    La familia Sandoval viva en una montaa. Era una montaa llena de vida. De vez en

    cuando se avistaban venados y conejos. Una vez haba escuchado que un zorro ha-ba llegado hasta la puerta de su casa, en

    busca de alimento cuando su abuelo era un nio nada ms. El abuelo de Alejandro ha-ba heredado esas tierras de su padre. Lue-go el se lo hered a su hijo, el padre de Ale-jandro. Era un lugar bastante tranquilo aun-que de vez en cuando alguien se decida me-

    ter a el terreno. Era sin lugar a dudas una tarea difcil mantener una montaa cerca-da o protegida. Es algo realmente imposi-ble. Lo nico que aparentemente estaba protegido era su casa. Sigui corriendo y

    cada vez la fogata se haca ms visible y au-mentaba en tamao. Pero se detuvo un par de minutos a recuperar el aire. A pesar de ser joven y fuerte, se cansaba bastante rpi-do. Le haban recomendado que se metiera a nadar. Era un deporte que lo ayudara a

    obtener resistencia. Por otro lado es un de-

    21

  • porte muy completo que tonifica y ejercita cada uno de los msculos del cuerpo. Era notable que lo necesitaba. Haba escucha-do que haban construido una nueva pisci-na cerca de la zona 15. Aparentemente iba a ser climatizada y techada lo cual era bue-na noticia. Aunque a Alejandro no le afecta-

    ba si era agua fra o caliente.

    En uno de sus viajes familiares haba visita-do el nacimiento del ro San Juan. Localiza-do en el municipio de Aguacatn, a 24 kil-

    metros de la cabecera departamental de Huehuetenango. Es un ro que brota de las faldas de los Montes Cuchumatanes. Este y varios ros mas constituyen un balneario de aguas muy fras. Son tan fras que no permi-te la vida de peces. En estas aguas haba na-dado y disfrutado Alejandro cuando era na-da ms un nio. Tena bastante tolerancia a el agua fra y al dolor. Por eso se poda asu-mir que no iba a afectar que el agua de la nueva piscina fuera a ser fra o caliente.

    Aunque claro est que preferira que fuera caliente.

    Despus de un par de minutos de descanso y reflexin continu su camino hacia la fo-gata. El terreno no era el ms adecuado pa-ra efectuar caminatas y menos de noche.

    Solo se poda guiar por la luz de la luna. Que aquella noche del domingo 8 de julio brillaba en su mximo esplendor. Haba lu-na llena. Generalmente compraba siempre cartas de las fases de la luna, una nueva ca-da ao. Esto lo hacia para saber cuando po-dra tomar fotos de estrellas. Lo que con

    luna llena es algo prcticamente imposible. Las faldas de la montaa estaban siendo

    alumbradas por el satlite natural de la tie-rra. Las luces de la carretera que llevaban a

    la casa de Alejandro haban quedado ya atrs hace un par de kilmetros. Por el mo-mento como ya he dicho, se guiaba nada

    ms con la luz de la luna.

    Pasto mojado por el roco de la madrugada poda sentir en sus piernas y manos mien-tras caminaba. Estaba acostumbrado a res-pirar aire limpio ya que la zona en la cual resida era alejada de cualquier ciudad. Al parecer Spock ya no quera caminar. Esta-ba cansado. Alejandro lo tom y lo llev

    cargado. Eso bajo su velocidad de locomo-cin. Tena que tener ms cuidado ahora. No tena como agarrarse si es que caa. Si-

    gui y observ un pequeo pero constante ro que corra hacia abajo. Puso a Spock al

    22

  • nivel del suelo, quien no dudo en tomar un poco de agua de este pequeo rio.

    Vio su reloj Alejandro. Eran las 2:05am. Ha-cia ya aproximadamente media hora que

    haba salido de su casa. Pero eso no le preo-cupaba ya que sus papas de seguro estaban bien dormidos. Spock termino de beber.

    Estaba saciado. Siguieron su camino. Esta-ban ya a pocos metros de la fogata. Que se encontraba en medio de un pequeo grupo de rboles. Silenciosamente continu cami-nando. Un escalofro recorri desde la plan-ta de sus pies hasta el final de la columna vertebral. Al parecer haba alguien junto a esta fogata, aunque desde donde l se en-

    contraba no poda ver si era hombre o mu-jer. Tom aire. Prosigui lentamente. Le ta-p la boca a Spock para evitar cualquier pe-queo ladrido o sonido. Trataba de no ha-

    cer mayor ruido. De pronto pis una rama que al tratar de soportar el peso de Alejan-dro se quebr. Tanto l como el desconoci-do se asustaron. La persona que estaba sen-tada junto a la fogata escucho el crujir de la rama. Volte a ver y se par. Le dirigi un pequeo saludo con las manos. Camino un

    par de pasos hacia el y con voz como un trueno habl.

    Tardaste ms de lo que esperaba Alejan-dro! Pero ahora ya ests aqu dijo el des-

    conocido.

    23

  • Charla en la oscuridad del bosque

    4 El desconocido llevaba puesta una especie de capa. Deba ser de algn color oscuro ya que absorba completamente la luz de la fogata. Cubra su cara con una gorra. Lo nico que poda distinguir, era su boca. Su complexin fsica, aparente-mente normal. Su altura, era algo que no poda calcular exac-tamente. Pero oscilaba entre un metro noventa y un metro noventa y cinco. No pareca mostrar indicios de tener algo

    en contra de Alejandro. A pesar de no tener ninguna referen-cia de este extrao personaje, Alejandro no pareca asusta-do. Lo vio de pies a cabeza. Analiz y busco patrones cono-cidos. Pero nada concordaba. La tela de su capa no era nor-mal. El calzado que llevaba aparentemente eran similares a unas chancletas. No se vean gastadas y parecan ser bastan-

    te cmodas. La diferencia ms notable, era que estas po-sean una punta de metal e incrustaciones de piedras precio-sas que nunca haba visto. Todo esto y muchas otros pensa-mientos pasaron por la cabeza en menos de un segundo. Le pareca extrao que este desconocido supiera su nombre y ms aun, que estuviera esperndolo. No era comn que al-

    guien se aventurara por esta montaa y mucho ms raro ha-cerlo de noche. No saba que decir, estaba estupefacto. Sen-ta como las manos le temblaban, como los pelos de su piel

    se erizaban. Sus manos le sudaban. Las pupilas de sus ojos se dilataron. Pero tomo valor y habl.

    24

  • Quien eres y cmo sabes mi nombre? dijo Alejandro.

    Sintate no te voy a hacer dao. Debe-ras de estar ms tranquilo que sea yo

    quien te haya buscado y no alguien ms. Me llamo Gabriel dijo el desconocido.

    Dijiste que me estabas esperando y tam-bin que sabes mi nombre. No es cierto? Qu ms sabes de mi? Acaso has estado

    siguindome?

    As es. Yo fui el que impidi que pudie-ras concebir el sueo. Yo fui el que prendi esta fogata para llamar tu atencin. Se tu nombre y he estado contigo siempre. Des-de que eras un pequeo nio. Te he visto

    crecer y convertirte en el hombre que hoy tengo frente a mi. Te he protegido y libra-do de la muerte varias veces. Por eso quie-

    ro que por favor comprendas, que estas mu-cho ms seguro ac conmigo. Pero no es de

    esto de lo cual quiero hablarte.

    Comprendo Eres como una especie de ngel guardin o algo similar?

    Soy un ngel. Me enviaron desde el da de tu concepcin para protegerte y es lo

    que he hecho. Formo parte de un gran ejr-cito. Yo soy el que los comanda y el que or-

    dena que se hace y que no. Pero por desgra-cia no lo puedes ver. Juntos hemos protegi-

    do a tu familia desde tiempos muy anti-guos. Eres importante para nosotros, pero hay alguien que te quiere aun mas. Desde el da de que naciste, la guerra entre nge-les y demonios dio inicio con mas avidez.

    Te hemos librado de problemas que ni ima-ginabas que estabas involucrado. Cada per-sona tiene una diferente lucha. Cada perso-na tiene sus propias debilidades. Aunque

    mi deber por ahora no es informarte las tu-yas. He venido a advertirte. Cosas malas es-tn por venir a tu vida. Vas a ser probado, vas a ser tentado. Vas a tener que demos-

    trar tus convicciones. Nadie puede tomar las decisiones que solo tu puedes tomar.

    No comprendo. Por qu a mi? .

    Simplemente tienes que saber que no eres el nico que est en esta situacin. To-das las personas tienen sus propias guerras espirituales. A mi se me encomend la ta-rea de protegerte. Y eso es lo que he he-

    cho. Lo he hecho toda tu vida .

    Pero explcame algo. Dnde esta esa guerra? Yo no veo nada. Cmo puedo con-

    fiar en ti? .

    25

  • Hay preguntas que nunca tuvieron que haber sido preguntadas. Y hay respuestas que jams tuvieron que haber sido revela-das. Te recomiendo que te prepares para

    ver. Preprate para empezar a creer dijo Gabriel

    El ngel abri los ojos a Alejandro. Pudo ver un mundo diferente. La pequea fogata

    que haba estado frente a el todo el tiem-po, de pronto pareci aumentar de tama-o. El calor que senta era abrasador. No iba a poder soportar esas altas temperatu-ras por mucho tiempo. Poda ver al ngel cubrindose su cuerpo con un par de alas. Con otro par, volaba. La ropa de Gabriel

    haba cambiado de apariencia considerable-mente. La oscura capa no exista mas. Aho-ra era una hermosa armadura. Tan limpia y tan reluciente que poda ver su propio refle-jo en ella. Pareca ser de algn tipo de me-tal sumamente duro y resistente, pero ex-

    tremadamente ligero. Poda distinguir bien que tenia diferentes diseos grabados. En

    alto y bajo relieve. En el pecho, llevaba una gran cruz roja formada por muchos diaman-tes, que probablemente eran rubes. Mir a su alrededor. El gran valle que se encontra-ba frente a su casa ya no pareca tan pacfi-

    co. Se escuchaban gritos, alaridos, maldicio-nes, espadas chocar y explosiones. No com-

    prenda que estaba pasando. Alejandro y Gabriel se encontraban entre una agrupa-cin de ngeles. Todos y cada uno de ellos armados. Estos tenan 3 pares de alas. Uno de estos les serva para volar, el otro para protegerse y el ultimo hacia la funcin de afiladas cuchillas con las cuales mantenan a cualquier enemigo fuera de alcance. To-

    dos estaban bien formados. Haban alrede-dor de unos 70 protegindolos solo a ellos.

    Estos formaban una muralla protectora. Cubran completamente los 360 grados al-rededor de donde ellos se encontraban. Ni una diminuta partcula poda penetrar se-mejante muralla. Costaba mucho saber

    que pasaba atrs de esta fuerte proteccin.

    Qu est sucediendo afuera? pregun-to No puedo ver nada aqu adentro!

    Quera descubrir que suceda detrs de to-do esto, no comprenda qu hacan los n-

    geles en esa formacin, ni por qu se encon-traban ah.

    Rompan filas. Hganse a un lado, el mu-chacho quiere ver exclam el ngel.

    26

  • Pudo observar mientras los dems ngeles rompan la formacin que lo que haba pe-dido, haba sido un error. Infinidad de de-

    monios peleaban justo frente a el contra n-geles. No tena ni la menor duda de que es-to no era un sueo. Haba salido de su casa con su perro, el cual al parecer haba desa-parecido. En su mano colgaba la correa de Spock, junto a su collar. La correa empeza-ba a calentarse. Y pareca que estaba empe-zando a quemarse. Tuvo que soltarla. Se ha-ba quemado la mano y eso le causo gran dolor. Su expresin cambio completamen-te cuando vio que una gran multitud de de-monios haban cambiado su rumbo y que

    ahora, se dirigan hacia el.

    Protgeme de esto! grit

    Poda ver como infinidad de demonios se dirigan con una rapidez increble hacia el. Tena miedo ya que estaba expuesto y no saba qu hacer. Podra ver como estos ex-traos demonios escupan fuego por su bo-ca mientras se acercaban hacia el. Las alas de estos, parecan rasgadas. Estaban com-

    pletamente ensangrentadas. A Gabriel pare-can no importarle en lo ms mnimo. Esta-

    ba tranquilo y sereno esperando a ver lo que iba a suceder. De repente la gran multi-

    tud demonios se acerc tanto a l que sin-ti que lo iban a aplastar pero extraamen-te rebotaron con algo. Alguna fuerza o po-der lo estaba protegiendo. Poda ver como estos chocaron sus cabezas para tratar de entrar el campo que lo protega. Pero por

    ms que tratarn no podan entrar. Pero de pronto vio a un demonio diferente. Este era ms alto, traa una espada y se diriga

    hacia el. Al estar a centmetros de donde se encontraba Alejandro, subi su espada y la hizo caer sobre el. Al parecer tampoco po-da traspasar el campo pero pareca estarse debilitando. Azot as por ms de cinco mi-nutos pareca que sus fuerzas nunca acaba-

    ban. En un instante Gabriel se levant y gri-to con fuerza.

    Largo de aqu dejen de perder su tiem-po, el esta protegido. No pierdas ms el

    tiempo djenlo en paz! .

    Espantados por lo que haban escuchado y visto los demonios se disiparon y huyeron de donde Alejandro se encontraba. Por el momento Alejandro no logra a asimilar lo que haba pasado, estaba pensativo, asusta-do, confundido y no hallaba alguna explica-cin lgica para todo esto. Tanto ngeles

    como demonios se desvanecieron frente a

    27

  • sus ojos y as regres a como antes haba es-tado. Aparentemente todo haba vuelto a

    la normalidad. Sentado frente a una peque-a fogata junto a un extrao hombre con

    una capa.

    Luces asustado pareces estar muy ner-vioso.

    Y es que era as como Alejandro se encon-traba. Haba visto una guerra espiritual, jus-to frente a su nariz. No poda creerlo. Nun-ca haba visto demonios. Ni mucho menos

    una guerra entre estos y ngeles.

    Ahora me crees? dijo Gabriel.

    Ten por seguro que ahora si te creo. Pe-ro por favor explcame, Qu fue todo eso

    que vi y quin era ese demonio inmenso con esa espada? pregunto Alejandro. Mi deber no es revelarte estos secretos. Mi deber es informarte sobre lo que est apun-to de acontecerte. Como te dije al princi-pio ests a punto de ser probado, de ser

    tentado, pero tienes que ser fuerte. Lo que acabas de ver, es algo que continuamente se da todos los das. ngeles y demonios

    estamos en constante guerra. Aunque tu no lo creas. De no haber estado seguro de tus convicciones, ese demonio te habra incine-

    rado. He visto muchas veces eso. El campo nunca resiste tanto tiempo. Porque la per-sona pierde la fe y comienza a temer. Pero ahora regresemos a lo que vine. No te pue-do decir la fecha exacta, ni tampoco a qu hora, ni en qu momento ser, pero de se-

    guro algo te pasar. Tendrs que demostrar quin eres. Recuerda, tu estas bajo la pro-

    teccin nada puede llegar a ti sin que antes llegue a nosotros. stas son las instruccio-nes y las tienes que seguir. Si no las cum-

    ples, grandes desastres a tu vida entera ven-drn.

    Debers de seguir estas rdenes.

    Comprendes?

    Por supuesto que si. Ahora dime qu es lo que tengo que hacer?

    Sobre todo lo que esta noche viste, ja-ms debers hablar. Debes de empezar a na-dar. Por lo que he podido ver y apuesto que

    tu tambin, a pesar de que eres joven, no estas en tus mejores condiciones. Por eso

    resistencia debes ganar. Tu condicin fsica mejorars pero esto para ms adelante te servir. Recuerda lo que hoy has visto y ja-ms lo olvides. No pierdas la fe ni la espe-

    28

  • ranza. Recuerda todo lo que te dicho, me-morzalo. No falles.

    Tu futuro, como el de todas las dems per-sonas, dependen de las decisiones que cada

    persona decida tomar. En este caso es tu vida, son tus decisiones, depende de ti. Tu

    futuro est en tus manos

    Entiendo, tratar de lograr lo que se me ha encomendado

    Recuerda, siempre estaremos contigo. Nosotros no te fallaremos. Ahora despierta

    que ya es hora de que te levantes! dijo Gabriel.

    En ese mismo instante Alejandro despert. Estaba acostado en su cama. No poda com-

    prender que lo que haya pasado acaba de estar sentado frente una fogata. Haba co-rrido con su perro hasta un pequeo bos-

    que en las faldas de la montaa. Presenci un enfrentamiento espiritual. Y ahora se

    encontraba acostado en su cama.

    Qu extrao! dijo Gabriel.

    Vio el reloj en su cuarto eran las 7:21am. To-do el tiempo haba estado dormido... o eso

    era lo que el crea.

    29

  • En busca de respuestas

    5 Algo confundido por lo que haba sucedido Alejandro se des-pert. En su cabeza no dejaban de pasar esas escenas horri-bles que haba vivido hace no ms de un par de minutos. No saba exactamente si lo que haba pasado haba sido real. O quiz haba sido simplemente un producto de su imagina-

    cin.

    Qu fue lo que pas? se deca a si mismo Alejandro No comprendo, se supone que yo estaba dormido y todo eso fue nada ms un sueo. Esto si que esta algo raro.

    No tena palabras para describir lo que senta. Por una parte senta que deba hacer caso a todo lo que el ngel Gabriel le

    haba dicho. Por otra parte estaba inseguro de si mismo. Constantemente haba escuchado que los sueos pueden

    ser una forma de aviso para algo que pasar en el futuro. Fi-naliz de anotar todo lo que recordaba, se levant y camin hacia el cuarto de sus padres. No estaban, probablemente ya haban salido de casa para ir a trabajar. Era muy posible ya que eran aproximadamente las 7:38am. Ambos entraban a trabajar a la misma hora. Lo bueno era que trabajaban jun-tos por lo que no haba necesidad de ir en dos carros y gas-

    tar innecesariamente gasolina.

    Observ el panorama desde la ventana que estaba frente a la sala familiar. Todo pareca en orden. Tom un vaso con

    30

  • agua y camin hacia la puerta. La prensa estaba ya lista en el piso. Envuelta en su cl-

    sica bolsa de plstico transparente. Saba que el motorista que la llevaba gozaba de un gran privilegio. La vista que se poda

    apreciar desde donde la casa de la familia Sandoval se encontraba era simplemente majestuosa. Por otra parte, vivir en una

    montaa ya es algo sumamente exclusivo. No muchas personas podan acceder a esta zona. Haban pedido a la empresa responsa-ble de llevar da a da la prensa enviara a su motorista ms honesto y ms veloz. Todo esto se debe a que en aos atrs haban si-do robados por sorpresa una madrugada.

    No se ha descubierto exactamente quin o quines haban sido los responsables de es-ta lamentable obra de vandalismo. Pero no tiene importancia en este momento. Por esta razn no queran que personas pudie-ran llegar hasta los lmites territoriales de

    la familia Sandoval. Tom la prensa, le sac la bolsa de plstico y le dio la vuelta. Prefe-ra comenzar con los deportes. Pero no tar-do en darse cuenta que haba olvidado al-go. Si de verdad haba sucedido algo en la noche anterior, probablemente deberan de haber restos de la fogata. La probabili-dad de que encontrara algo no era muy al-

    ta, pero tampoco baja. Decidi colocarse sus tenis, que estaban en el mismo sitio

    donde los haba tomado la noche anterior en su sueo. Esta vez Spock si estaba bien dormido, por lo que opt por dejarlo bien tapado en su deliciosa cama. Esta haba si-do hecha a mano por la mam de Alejan-

    dro. Rellena de plumas de avestruz. Capaz de soportar temperaturas extremadamente fras. En cierto modo, tena un poco de en-vidia. En las noches ms fras Spock no sen-ta ni el ms extremo cambio de temperatu-ra. Le coloc su peluche junto a su cama,

    cambi el agua de su plato y cerro silencio-samente la puerta. Sac de un bal frente a la puerta principal de la casa una chumpa impermeable marca The North Face. Ha-ba sido un regalo de su abuelo Carl en la

    navidad pasada. Esta lo haba acompaado a demasiados viajes y expediciones que l emprenda seguidamente. Y esta era una

    de ellas.

    Vala ms la pena estar preparado para cual-quier leve llovizna que cayera. Colocndo-se la gorra finalmente termin de preparar-se. Y as finalmente sali por la misma puer-ta en la que en su sueo lo haba hecho la noche anterior. Not al cerrar la puerta la

    31

  • humedad en el ambiente. Su nariz poda oler sin ningn problema ese tpico olor a grama y a tierra mojada de cada maana. Divis a lo lejos el bosque al cual se haba dirigido, pero pareca extraamente estar

    mucho ms lejos. Estir un par de minutos e inici a trotar.

    Dio un par de vueltas alrededor de su casa para acostumbrar sus piernas. A la cuarta

    vuelta sigui recto dirigindose directamen-te en lnea recta hacia el pequeo bosque

    que se encontraba en las faldas de la monta-a. Aunque no se senta solo preferira es-tar corriendo junto a Spock en aquel mo-

    mento. Grandes zancadas daba Alejandro. Corra bastante rpido hacia su destino

    cuando de pronto par la marcha. Observ algo inusual frente a el. Una extraa lanza se encontraba ensartada frente a l. Tena

    un extrao grabado. Vio con atencin cada detalle y se qued asombrado. Una de las piedras preciosas que estaban incrustadas en las sandalias del ngel Gabriel la noche anterior formaba parte de la decoracin de esa lanza. Definitivamente no era una de las que Gabriel llevaba, pero eran del mis-mo material. Acerc su dedo a ella y al ha-

    cer contacto fsico con ella algo inesperado

    sucedi. Pudo volver a ver a aquellos demo-nios y a los ngeles.

    Que esta guerra nunca acaba? se pre-guntaba.

    La lanza ahora ya no pareca tan hermosa como antes. Llena de sangre coagulada de una extraa manera se encontraba. Pareca que una llamarada la haba alcanzado por-

    que estaba aparentemente negra. Un demo-nio al verlo se dirigi directamente hacia el. Toc nuevamente la piedra preciosa y justo antes de que el demonio diera el pri-mer golpe con su ltigo encendido en lla-

    mas Alejandro volvi a la realidad.

    Wow eso si que estuvo cerca! Que extra-o que ahora no haya estado el campo pro-

    tector.

    Decidi tomar la lanza pero antes cubrien-do la piedra con algo. Al hacer contacto con ella se transportaba directamente a

    otra dimensin que justamente se encontra-ba en nuestro mismo planeta. Camin des-pacio entre la grama mojada. Esta vez sus

    dedos podan sentir las diminutas gotas via-jar por sus dedos hasta caer directamente o a alguno de sus zapatos o a la fra y mojada tierra del suelo. Un colibr pas zumbndo-

    32

  • le frente al odo mientras caminaba. Este se pos frente a una flor. Lo observ por

    unos instantes y prosigui con su viaje. Dio unos cuantos pasos ms y logr ver nueva-mente el diminuto ri en el cual Spock ha-ba saciado su sed en su sueo. No not na-da extrao en el. Prosigui su camino. Ca-da vez el pequeo bosque frente a l se ha-cia mas grande. Pudo ver que la niebla co-

    menzaba a dificultar la visin. Su campo de visin no era mayor a diez metros para el frente. Era una maana bastante nublada

    con un viento de aproximadamente 15km/h que soplaba desde el oeste directamente ha-cia la posicin en la que l se encontraba.

    Sus piernas comenzaron a resistirse a cami-nar.

    Qu es lo que sucede?

    Daba la sensacin de que gradualmente conforme se acercaba a el pequeo grupo de rboles la fuerza gravitacional aumenta-

    ba. Haciendo cada vez ms difcil dar un pa-so. Tom la lanza y toc nuevamente la pie-

    dra preciosa.

    Aproximadamente 30 demonios estaban agarrando de las piernas a Alejandro. No

    era el aumento de la gravedad lo que lo difi-

    cultaba caminar. Por alguna razn no que-ran que l llegara a donde el se haba pro-puesto. Un escalofro le recorri desde la planta de los pies por todo el cuerpo. Pa-sando por la sudada espalda hasta llegar a

    la cabeza.

    Gabriel qutamelos de encima! excla-m.

    Pero nada pasaba. No tena la menor idea de que iba a hacer. Pens por un momento y record un versculo. Recuerdo bien que as dice "Salmos 37:9 - Porque los malignos sern destruidos, pero los que esperan en Jehov, ellos heredarn la tierra" exclam con todas sus fuerzas. Los demonios fue-

    ron carbonizados instantneamente. Otros huyeron pero su felicidad dur poco. Fue-

    go del cielo cay. Las faldas de la montaa ardieron en llamas. Ni un ser vivo, ni una planta verde poda haber sobrevivido a

    aquel diluvio de llamas. Extraamente el bosque hacia el que el se diriga segua ver-

    de, robusto y en pie.

    Volvi a tocar la piedra. Dio un par de pa-sos al frente. Estaba a tan solo unos cinco metros de llegar al sitio donde la fogata ha-ba ardido la noche pasada. Vio la misma

    33

  • fogata, pero esta vez estaba apagada. La ra-ma que haba pisado y que haba hecho vol-tear a Gabriel, segua rota. Eso quiere de-

    cir que si estuve aqu anoche. dijo. Se acerc lentamente hacia el tronco en el

    que haba tomado asiento. Not que algo estaba diferente. La corteza del rbol, que al parecer era de caoba tena un grabado.

    Pas su mando sobre el. Reconoca algunas letras, mas no lograba entender lo que de-ca. Tomo nuevamente la lanza y toc la

    piedra preciosa. Pudo ver como el rbol es-taba quemado completamente. Pero el gra-bado pareca reciente. Sopl suavemente. El mensaje estaba claro ahora. "Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablar

    contigo."

    Has hecho bien en venir aqu y ahora una voz reson en los aires.

    Quin me habla? Por qu no puedo verte?

    Moriras instantneamente si eso suce-diera!

    Eso no puede ser posible, eso pasara nada ms si fueras...

    Bien has dicho. Porque ese soy yo. No debes temer. La razn por la cual tus nge-

    les te abandonaron era para ver que tan fuerte eras. No me has decepcionado. Y muy orgulloso de ti me encuentro. tro-

    n en los cielos.

    Fue entonces esa la prueba que Gabriel mencion ayer por la noche?

    No. Esta no fue, tu prueba ser de tenta-ciones y fsicamente seres llevado al limite.

    Tendrs que demostrar lo que eres y que tan fiel le puedes ser a alguien que por aho-

    ra no conoces.

    No quiero imaginar que tendr que ha-cer. Tengo una pregunte.

    Y a su debido tiempo estas te sern res-pondidas

    No es el momento ahora? pregunt Alejandro.

    Ahora no. Maana tampoco. Pero debes de saber que a su debido tiempo todas tus dudas sern resueltas. Debes de saber que yo me comunico contigo de formas tan di-ferentes a palabras audibles. Yo pinto los

    cielos, los prendo en fuego. Pongo las estre-llas y constelaciones en el firmamento. Soy la brisa de aire que te refresca. Soy el que te da aliento de vida cada maana. Soy el

    34

  • que te ha dado todos estos talentos. Debo decirte que estoy satisfecho contigo. Pero se que puedes dar ms de ti. Debes de lle-gar a tu lmite y tratar de volverlo a pasar nuevamente. No te puedes quedar todo el tiempo de la misma manera. Por algo eres quien hoy eres. Y eso es nada ms porque

    yo as lo he querido.

    Yo realmente, no se que decir. Que se supone que deba de decir?

    No trates de decir con palabras lo que con palabras no puede ser dicho. Ms bien reflexiona en lo que en estos das has escu-chado y experimentado. reson la voz

    tan fuerte como un trueno.

    Volver a poder escucharte?

    Estoy siempre a tu lado, estoy siempre contigo y nunca te voy a dejar. Eso debes saberlo. Puedes hablar conmigo cuando

    quieras, mas debes de saber donde las res-puestas buscar tienes. Regresa a tu casa

    ahora. Pero antes necesito que me des esa lanza. No est bien que veas lo que te ro-

    dea. Por lo menos no ahora.

    Alejandro devolvi la lanza, mas solo supo que desapareci en el aire. Probablemente haba sido fulminada por el poder de este

    desconocido. La persona con la que haba estado hablando jams se haba hecho visi-

    ble. Aunque saba perfectamente con quien haba estado charlando, no haba podido

    verlo directamente con sus propios ojos su rostro. En cierto modo estaba un poco con-fundido. No saba por qu en este momen-to haba llegado a ocurrirle tantos sucesos extraos. Por otro lado, recordaba bien lo que el ngel Gabriel haba dicho. Deba de empezar a nadar. No era que no le gustara la idea de hacer deporte, pero preferira ir

    al gimnasio y ejercitarse ah. Bueno Ga-briel no haba dicho nada de eso. Podra

    muy bien nadar y luego hacer ms ejercicio en su propia casa. Eran propietarios de un muy buen sistema mquinas para tonificar cada msculo de su cuerpo. De vez en cuan-

    do se dedicaba das enteros a entrenar. Bien saba que la natacin le ayudara bas-tante no solo a mejorar su condicin fsica sino tambin le ayudara a ganar resisten-cia. As no se cansara fcilmente, ganara

    fuerza y podra lograr uno de sus objetivos. Escalar los 37 volcanes de Guatemala. Por el momento solo poda alardear de haber

    llegado a la cumbre de __ volcanes. El Vol-cn de Pacaya que es uno de sus favoritos. El Volcn Ipala que sin lugar a duda admi-

    35

  • raba grandemente. Este es uno de los dos que posee una laguna en su crter. Al ser de origen volcnico, su profundidad es hasta hoy en da desconocida. Quien sabe si se

    podra llegar al centro de la tierra por estas cmaras submarinas. Es algo poco proba-ble. La lista de volcanes que Alejandro ha-ba alcanzado a escalar segua. El Volcn

    de Acatenango un volcn inactivo que sin lugar a dudas haba sido en el que mejores vistas se podan apreciar. Simplemente es indescriptible lo que sus ojos haban podi-do ver desde la cumbre. Si se paraba justo en la cspide del volcn poda ver al frente el Volcn de Agua, a su derecha el Vol-

    cn de Fuego, que permanece en constan-te actividad y justo a sus espaldas podra

    ver a los tres mgicos volcanes del Lago de Atitln. Estos ya han sido mencionados con anterioridad pero no se pierde nada con volver a mencionarlos. Estos son los

    volcanes San Pedro, Tolimn y Atitln. La experiencia de haber hecho el ascenso a es-te majestuoso punto a 3976 metros de altu-ra sobre el nivel del mar haba sido sin lu-gar a duda la mejor hasta ahora. Muchos

    otros volcanes haba escalado mas ninguno se comparaba con este. En su ltimo ascen-so al Acatenango haba logrado ver la "Va

    Lctea" con sus propios ojos. Sin lugar a du-das la pureza del ambiente y la poca conta-

    minacin de luz haca que avistar a este gran grupo de estrellas fuera mucho ms

    fcil. Aquel da las temperaturas haban lle-gado a -10* C. Los lentes de su cmara ha-ban quedado completamente empaados

    debido a el cambio de temperatura tan drstico que se haba dado aquella noche.

    Al amanecer a eso de las 4:50am cuando sa-li de su carpa para ver como los cielos se encendan en llamas pudo ver que haba

    una pequea capa de escarcha en todas las secciones de su carpa. El rocio de la madru-gada haba sido congelado por la extrema baja temperatura. Aunque siempre haba

    deseado poder compartir estos bellos paisa-jes con alguna persona especial no se haba dignado a aparecer. Esperaba con ansias el

    da en que pudiera conocer a la persona con la que se fuera a casar y as poder llevar-la a estos majestuosos sitios. Por ms que

    tratara, la nica persona que se le vena a la mente en ese momento era nicamente la hermosa muchacha del lago. De alguna ma-nera u otra deba de encontrar la forma de poder hablar con ella, conocerla y quien sa-be tal vez se enamoraran. Decidi empren-der su pequeo viaje de vuelta a casa. Lo

    36

  • primero que llegara a hacer sera desayu-nar. Escuchaba a su estomago rogndole que lo alimentara. No haba cenado la no-che anterior y todava no haba desayuna-do. Paso nuevamente el pequeo ro con una zancada y trot hasta llegar a su casa. Spock lo esperaba dentro de la casa, vin-dolo y escuchndolo desde lejos. La incon-fundible figura de Spock se divisaba tras la ventana. Tomo una llave, abri la puerta y entr a casa. Se prepar un delicioso desa-

    yuno y al terminarlo tom el telfono.

    Alo? se escuch del otro lado del te-lfono.

    Buenos das seora Vallejo, le habla Ale-jandro. Ser que se encuentra Pilar?

    Ah hola Alejandro, has estado bien su-pongo. Si claro te la comunicar en un mo-mento. Ella se est terminando de cambiar, pero le avisar que le llamas. Saludos a tu

    mam.

    Con gusto se los dar y muchas gracias.

    Unos pasos sonaron, daba la sensacin de que suban unas gradas. Pilar Vallejo era una muy buena amiga de Alejandro. Desde

    que ambos tenan memoria haban sido

    amigos. La confianza entre ambos era gran-de.

    Alejandro! Mi querido amigo, ya extra-aba que no me hubieras llamado ayer.

    Pues ac ahora tienes tu llamada, lo que pas es que decidimos salir con mi familia

    al lago de Atitln ayer.

    Una mi amiga tambin fue ayer. Pero ella se qued a dormir por haya. Pero aho-ra cuntame, qu tal te fue? Yo quiero ser la primera en darle una ojeada a tus nuevas fotos. Apuesto que estarn geniales, como siempre. Claro, puedes venir cuando

    quieras, esta es tu casa.

    Me parece la idea.

    La verdad es probable que haya tomado las mejores fotos de mi vida el da de ayer. Sobre la cumbre del Atitln se pos una nu-

    be lenticular y permaneci ah el tiempo suficiente como para que pudiera tomarle

    fotos.

    Qu se supone que es eso? Deberas de hablarme en un lenguaje sencillo... no en

    chino. Te explicar luego lo que estas nu-bes son. Pero el objetivo de esta llamada es algo mucho ms interesante que hablar so-

    37

  • bre detalles fotogrficos y meteorolgicos. Sabes, conoc a una hermosa persona.

    En serio? Cmo se llama? Debe ser lin-da para que te haya gustado.

    No lo se precisamente. Alguien me ha-ba dicho que se llamaba Gabriela, le creo claro, pero no estoy seguro de que sea ese

    su nombre.

    Cordero es su apellido?

    Si, ese es! La conoces?

    Ella es la amiga que te deca que haba ido tambin al lago el da de ayer. Ay mi lin-da, no sabia que se conocan. Qu te dijo?

    No creo que se haya quedado ya que sa-lieron del restaurante rpidamente luego

    de haber permanecido sentados por un par de minutos. Lamentablemente no le habl por esta misma razn, pero quiero tratar

    de conocerla. Se me hace que es alguien in-teresante.

    Solo interesante? Haha, te gust Ga-briela! Y yo voy a hacer que los dos se co-nozcan. Si quieres, te puedo ayudar. Yo a ella la conozco, no tan bien como a ti cla-ro. Pero algo es algo. Gracias... oye, tu

    vas a nadar no es cierto?

    Si claro. Por qu la pregunta?

    Necesito empezar a nadar. Necesito ga-nar resistencia.

    Entonces por fin te decidiste a nadar Alejandro. Me alegro, quiz podamos na-dar en la misma piscina. Estaba pensan-

    do en esa nueva que estaban construyendo en la Zona 15. Sabes algo de ella?

    Si, yo estoy por cambiarme a ella. Me queda mucho ms cerca y es mucho ms ca-lentita. Pero sabes, Gabriela tambin va a

    ir a ella.

    Cul es el problema con eso?

    No hay ninguno, lo nico es que debe-ras de empezar a nadar ah antes de que

    ella lo haga. As no sospechar nada en ab-soluto.

    Necesito algn nmero de telfono para ponerme en contacto e inscribirme lo an-

    tes posible. Sabes algo tu?

    Mi padre es amigo de los dueos, le pre-guntar por el nmero y te lo paso luego.

    Est bien. Hay algo ms que deba saber acerca de tu misteriosa amiga tuya o de la

    piscina?

    38

  • Lo que tengas que saber, lo debers de descubrir por tus propios medios, yo se

    que podrs. Y respecto a la piscina, yo creo que ellos te dirn todo lo que debes saber. Lo nico que si se es que no te dejan usar

    calzonetas flojas. Tendrs que ir a comprar una nueva haha.

    Est bien.

    Entonces te llamo luego para darte el nu-mero de la piscina.

    Gracias Pilar.

    Ya sabes Alejandro.

    Mndale un saludo a tu mam.

    Yo le digo. Gracias.

    Feliz da!

    Cudate!

    Igual.

    La llamada telefnica termin, ahora solo deba de esperar a que ella lo volviera a lla-mar. Ella le dara el numero telefnico de la nueva piscina y as podra inscribirse y

    comenzar a cumplir lo que Gabriel le haba dicho.

    39

  • Una llama se enciend

    6 Gabriela ahora se encontraba justo donde quera estar. A la orilla del lago de Atitln. Con su traje de bao, sus lentes de sol y un sombrero. El camino de vuelta a la casa del lago ha-ba sido rpido. Salieron exactamente a las 3:15am de su ca-sa. Josh, el hermano de Gabriela, haba tomado el control

    del carro. Es probablemente por eso que quiz haban llega-do tan rpido. A pesar de que el amanecer no se aprecia tan bien como el atardecer, pudieron verlo desde uno de los mi-radores justo antes de llegar a Panajachel. No se haban ba-ado ni se haban tomado la molestia de meter cosas al ca-

    rro. La camioneta ya haba sido cargada en la noche anterior por el padre y el hermano de Gabriela.

    Una hermosa vista, el agua tibia, la arena fra en sus pes y un buen refresco, era todo esto tena en aquel momento. Probablemente iba a quedarse en su cama inflable por un

    par de horas. En sus manos tena un libro. Las penas del jo-ven Werther" de Johann Wolfgang von Goethe. El mismo

    libro que haba tomado la noche anterior para quedarse dor-mida a causa de su insomnio. A pesar de que lo haba utiliza-do para otro propsito ahora estaba decidida a terminarlo

    de leer. No recordaba con exactitud la historia. Tampoco re-cordaba hasta qu pgina haba ledo. Abri el libro y empe-

    z a leer. Not que el aire comenzaba a enfriarse gradual-

    40

  • mente. Permanecera por una media hora a lo ms en el agua. Escuch que de la casa

    provena la voz de su mam.

    Gabriela, te estn llamando!

    En seguida voy mam.

    Es tu amiga Pilar. Dice que es importan-te.

    Solo djame llegar a la orilla primero.

    Empez a patalear. Las gotas cayeron en todas sus piernas. Senta como una gota re-corra desde su cuello hasta pasar por entre su pecho. Por el constante movimiento, el libro cay al agua. No saba si aquel libro

    formaba parte de la coleccin de su padre, pero aunque no fuera as, deba sacarlo del agua. Se sumergi y empez a buscar pal-

    pando el fondo del lago. Sac su cabeza pa-ra respirar. Record que llevaba sus lentes de agua. Se los coloc, tom aire y se me-

    ti nuevamente. Cerro los ojos. Al abrirlos nuevamente not que algo no estaba bien o por lo menos no pareca nada normal. El agua pareca amarilla. O esta se haba torna-do de ese color o una extraa luz haca que esta se viera as. Una fuerza la atraa hacia

    el profundo y oscuro fondo del lago. Haba estado a no ms de un metro de profundi-

    dad cuando se haba tirado al agua unos se-gundos atrs. Pero ahora se encontraba a una profundidad exagerada. Empez a na-dar hacia la superficie. No saba si sus pul-mones contenan el suficiente suministro

    de oxigeno para lograr llegar hasta la super-ficie. Entre ms se esforzaba por llegar a ella, ms lejana pareca esta. Observ co-mo la luz iba cambiando de tonalidad. Hu-bo un momento en el cual sinti como el

    agua empezaba a penetrar las cavidades de su cuerpo. Pronto se ahogara si no hacia algo. El agua se torn por ltimo en un co-lor rojo. Pareca que nadaba en un mar de

    sangre. Ya no aguantaba. Luch por llegar a la superficie con todas sus fuerzas. Pero es-ta simplemente se alej ms. Dio su ultimo suspiro y se ahog. Lo ltimo que vio, fue la figura distorsionada del sol a lo lejos. To-do se oscureci. Ni la linterna ms poten-

    te. Ni la fogata ms grande habran podido romper aquella oscuridad absoluta.

    Dnde estoy? se preguntaba constan-temente mientras analizaba su entorno.

    No poda estar ahogada. O eso era lo que pensaba. No vea nada en absoluto. Toco su cuerpo y sinti que aun llevaba su traje

    de bao. Eso le indic que segua en el

    41

  • agua. No saba a que profundidad se encon-traba. Haca frio. A lo lejos divis una te-nue luz azulada. Nad hasta ella. Lenta-

    mente esta luz se volvi ms y ms fuerte. Se preguntaba constantemente cmo era

    que ella poda mantenerse bajo el agua por tanto tiempo. No haba una explicacin l-gica para eso. Acercndose a aproximada-mente dos metros de la luz vio una cara.

    Era de una mujer. Esta la estaba llamando. Llevaba una especie de calzoneta tallada pe-

    ro hecha de algn material extrao. Pare-can escamas de pez pero estas eran dora-das. No saba quin era. Lo que saba era

    que deba seguirlo si quera encontrar algu-na clase de respuesta a las muchas dudas

    que le haban surgido. Cada brazada, cada patada la impulsaba a una velocidad incre-blemente rpida. Vea el fondo del lago mo-vindose rpidamente bajo su mirada. Vio

    peces que jams en su vida haba visto. Uno llam su atencin. Brillaba completamente como un anuncio de nen en las tiendas. Era como una gran alfombra semicircular. Tena puntos de color blanco en toda su

    piel. Pas cerca de ella y casi lo toc. Al tra-tar de hacerlo este se alej rpidamente de ella. Brillo intensamente. Qued cegada. Al haber poca luz en el ambiente la pupila de

    su ojo estaba dilatada al mximo para po-der absorber cualquier pequeo haz de luz.

    La gran luminancia de aquel pez la haba dejado cegada momentneamente. Al disi-parse todos los puntos blancos de sus ojos recobr la conciencia de donde se encon-traba. Haba sido transportada a una ciu-

    dad. Esta se encontraba en el fondo del la-go. En algn lugar haba escuchado que es-ta ciudad exista. Al parecer esto era real

    despus de todo.

    Gabriela, me alegro que ests con noso-tros ahora.

    Quin me habla?

    Aradia es mi nombre.

    Djame verte!

    Podrs hacer esto a su tiempo. Por el momento escchame. He sido yo la que te he trado a este lugar. Te encuentras en Sa-mabaj. Esta ciudad an no ha sido y no se-

    r descubierta. Este hecho se dar hasta pa-sados dos aos del nacimiento de tu pri-

    mer hijo. He sido enviada para presentar-me contigo. He estado contigo desde el da en el cual empezaste a vivir en el vientre de tu madre. Eso fue hace mucho. Pero jams te he dejado de proteger. Me fue encomen-

    42

  • dada la tarea de protegerte. No debes te-mer. Por el momento.

    En aquel momento Gabriela pudo ver clara-mente con quien estaba hablando. Era un

    ngel. Tres pares de alas posea. Pareca que ahora ya no se encontraban sumergidas. Su ropa irradiaba una potente luz. Ella se en-contraba volando en el aire. Sus palabras

    eran tan fuertes como un trueno y tan sua-ves a la vez como cuando un padre acuesta

    a su hijo.

    Eres mi ngel o algo similar?

    Eso exactamente es lo que soy. Tu ngel guardin. Por siempre he estado contigo y por siempre lo estar. Temo que las noti-

    cias que te traigo no son nada agradables.

    Habla, dime lo que tengo que saber. Yo te escuchar.

    Tanto para ti como para tu familia ven-drn tiempos difciles. Me duele tener que ser yo la que tenga que decirte esto. Des-

    pus de todo, yo he tratado siempre de pro-teger tu corazn. Has hecho bien en reser-

    varlo y guardarlo. Debes saber Gabriela que tu vida est en juego. Hay seres que de-sean que tu vida acabe. Eres una mujer pri-vilegiada. Tu vida tiene valor incalculable

    segn las fuentes de informativas de donde yo provengo. La tuya y la de tu futuro espo-so, al cual a su debido tiempo conocers,

    valen mucho.

    Yo no pienso casarme ahora. O por lo menos no pienso en tener un noviazgo aho-ra. Uno tendr y ser nada ms que el indi-cado. No se como sabr quin ser pero es-pero con todo mi corazn, que ese da lle-

    gue. A su debido tiempo claro.

    Bien has dicho. En buenos caminos des-cansan tus pies. Porque el camino de la rec-

    titud has escogido. Me enorgullece ser quien tu vida proteja. Muchos pelearon

    por ser los elegidos de esta tarea.

    Qu es lo que viene? Supongo que no ha de ser tan malo.

    La gravedad de los problemas venideros no debe preocuparte ahora. Mi deber era advertirte nada ms de lo que est por ve-

    nir. Aunque no puedo decirte precisamente lo que acontecer, puedo alentarte a que

    seas fuerte y valiente. Tal como has sido to-do este tiempo. Espero volver a verte.

    Espera! Djame ir contigo, yo se que es-tar ms segura contigo. No te vayas por

    favor. 43

  • Jams me he ido y jams me ir. Siem-pre estoy contigo. Cuando todos te dan la espalda, soy yo la que te consuela. Cuando nadie te escucha, soy yo la que nunca te de-

    fraudar. Gabriela, se fuerte. No mires atrs y sigue adelante. Y recuerda que siem-pre, por ms que quieras, jams te voy a de-

    jar sola.

    Gracias por alentarme y por demostrar-me en este corto tiempo lo mucho que me

    aprecias Aradia.

    Tu mam te est llamando. Ser mejor que vayas con ella.

    Mi madre, dnde est?

    Mira nada ms dijo sonriendo Aradia y desapareci.

    La superficie empez a acercarse a una ve-locidad inmensa. Senta como todo su cuer-po se mova rpidamente y como el agua recorra todo su cuerpo. Las ruinas de Sa-

    mabaj se vean cada vez ms pequeas. Los peces empezaban a aparecer. Y finalmente lleg a la superficie. Sinti como se atragan-taba con el aire. Era una sensacin extraa.

    Al parecer el aire le daba la misma sensa-cin similar a como si tratara de respirar bajo el agua. Solo que esta vez era comple-

    tamente lo contrario. Miraba como las nu-bes se movan velozmente. Cuando ya no

    pudo ms dio su ultimo suspiro y despert. Estaba en su inflable con el libro en la cara. A lo lejos escuchaba los gritos de su madre.

    Gabriela te llaman! Es tu amiga Pilar, ven ya por favor.

    Se acost boca abajo y empez a brasear co-mo si estuviera surfeando. No tuvo que dar mas de diez brazadas para llegar a la orilla. Despus de todo no se haba alejado tanto de la orilla. Agarr el libro, tom el infla-ble, se coloc sus sandalias y empez a ca-minar a su casa. Su madre estaba esperan-do frente a la prgola con el telfono en

    mano.

    Aprate, lleva ya cuatro minutos espe-rndote.

    Psame una toalla mam, no puedo to-mar el telfono as.

    Su madre le arroj una toalla blanca a sus manos. Prosigui dejando el telfono en

    una grada y entr a charlar con su esposo. Completamente seca del cuerpo Gabriela

    tom el telfono. Escuch como la llamada haba terminado justo antes de tomarlo. Pi-lar haba colgado. Decidi que si el mensa-

    44

  • je que le quera dar era tan importante, pro-bablemente llamara nuevamente. Mien-

    tras tanto subi a su cuarto. Su mam esta-ba cocinando algo que pareca carne al pas-tor. Pia y carne adobada crea que era. Se-guramente comeran los deliciosos tacos, tpicos de su talentosa madre. Preferan

    que ella los cocinara a tener que ir a una ca-rreta a comprar otros. Entr a su cuarto.

    Se desvisti y permaneci as por un par de minutos. Camin hacia la ventana. No ha-ba nadie por lo menos en un radio de 1 ki-lometro por la gran magnitud del terreno de la casa de su familia. Por eso no se preo-cupaba tanto de estar as frente a la venta-na de su casa. Observ el sol asomndose

    tras un par de nubes que hacan el papel de filtros capaces de dejar visible la circunfe-

    rencia solar. Entr al bao y se bao. Tom un poco mas de diez minutos para termi-nar de baarse bien. Al salir senta su piel tan suave como la seda. No tena ninguna duda que el jabn que haba trado su pa-

    dre de Arabia era bastante eficiente. Colo-c la toalla sobre su cama. Tom nueva ro-

    pa y se empez a vestirse. En su cabeza ron-daban las palabras de Aradia. No estaba so-la, ahora lo saba. Comenz a tratar de des-

    cifrar el mensaje que ella le haba dicho.

    No quera que las cosas se pusieran feas. Preferira que nada malo aconteciera. En

    aquel momento se estaba colocando un bo-nito vestido color naranja. Puso en su cama un gancho que haba sido de su abuelita. Te-na unas piedras de jade incrustadas y tena

    tambin un grabado en bajo relieve. Era hermoso. Y en su pelo se vea absolutamen-te increble. Se hizo una cola. Por ultimo se puso sus sandalias nuevas y abri la puerta. Su mam estaba a punto de abrir la puerta.

    Pilar te llama, toma aqu est.

    Gracias mam!

    Tomando el telfono lo acerc a su odo de-recho.

    Pili? Qu pas?

    Qu pas contigo? Te llam pero no te-nas tiempo para tu amiga verdad. Haha

    esto te conviene creme.

    Lo siento, estaba en el lago. No logr lle-gar a tiempo. Perdname pero oye, aqu es-tas. Cmo te fue en tu entreno de equita-

    cin? Debes estar mejorando.

    Claro que no llegaste, Sigma est mejo-rando da a da. Ahora ya logr saltar bas-tante ms alto. Pero escchame, te llam

    45

  • para algo mejor que contarte algo de mi ca-ballo.

    No me digas que es otro chico. Por fa-vor!

    Si, pero creme que te conviene. Lo vas a conocer en un par de semanas supongo

    yo, porque i