Portocarrero

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 Portocarrero, Gonzalo, Víctor Vich y Juan Carlos Ubilluz (eds.). Cultura política en el Perú: tradicin autoritaria y de!ocratizacin an!ica. "i!a: #ed para el $studio de las Ciencias %ociales, &''. ntes *ue nada, a+radezco a $duardo ar+ent por presentar Cultura política en el Perú, sobre todo por*ue se ha to!ado el traba-o de real!ente leer el libro y ree/ionar sobre 0l. "e a+radezco ta!bi0n por haber escrito y publicado su presentacin en este !edio, pues eso !e per!ite atender sus críticas y, de paso, precisar, a título personal, en *u0 consiste el 1alor de nuestro libro. l inicio de su co!entario, ar+ent ad1ierte *ue 0l escribe desde 2un estilo intelectual y acad0!ico distinto al de los editores3. %u 2estilo3, se+ún 0l, se+uiría al del e!piris!o an+losa-n, !ientras *ue el nuestro (el de Gonzalo Portocarrero, Víctor Vich y yo) al de la pos!odernidad 4rancesa. $n cuanto a lo *ue nos toca, esto es un error. 5o puedo hablar por todos los autores, ni si*uiera por los otros editores, pero puedo a6r!ar *ue los te/tos *ue han orientado nuestras ree/iones le deben poco a la pos!odernidad. Por el contrario, lo *ue caracteriza a autores co!o %la1o- 7ize8, lain 9adiou y  Jac*ues # anciere es el intento de superar los lí!ites del pensa!iento pos!oderno. Para 7ize8 y 9adiou, por e-e!plo, la con1ersin pos!oderna de la lucha de clases en la pluralidad de las luchas identitarias (0tnicas, raciales, se/uales) se abstiene de cuestionar las pre!isas del capitalis!o +lobal y por lo tanto acaba 1alidndolas. e allí *ue, para al+unos pos!odernos, la in-usticia econ!ica solo les parezca real!ente in-usta cuando est diri+ida a un +rupo 0tnico, racial o se/ual. sí, !ientras el pensa!iento pos!oder no abo+a por la política de la identidad, los autores !encionados apuntan a re4or!ular un su-eto político uni1ersalista *ue no co!eta los errores del partido de 1an+uardia del si+lo ;;, el cual a !enudo desatendía la particularidad de las situaciones políticas, para no hablar de las de!andas de los !o1i!ientos sociales *ue lo inte+raban. %i ar+ent encuentra cierto 2anticapitalis!o3 en el libro, es precisa!ente por*ue nuestro 2estilo3 no es pos!oderno, y por*ue responde, !s bien, a la decisin de de1ol1er 1isibilidad a las estructuras y a los sínto!as del capitalis!o. 5o puedo e/playar!e a*uí sobre este punto, pero re!ito al lector al últi!o artículo del libro, donde e/plico c!o los autores !encionados (y otros) esbozan nue1as respuestas políticas al capital desde sus sínto!as (las 4a1elas, la ecolo+ía, la econo!ía in4or!al, etc0tera). Conociendo tan poco a estos autores, sorprende *ue ar+ent se a1enture a opinar *ue estoy e*ui1ocado en *ue son anti6lso4os. Para 0l, ellos son 6lso4os de una ra!a de la disciplina en la cual se encuentran al+unos ene!i+os de %crates y 5ietzsche. 5o es errado, en e4ecto, pensar *ue "acan

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Portocarrero, Gonzalo, Vctor Vich y Juan Carlos Ubilluz (eds.). Cultura poltica en el Per: tradicin autoritaria y democratizacin anmica. Lima: Red para el Estudio de las Ciencias Sociales, 2010.

Antes que nada, agradezco a Eduardo Dargent por presentar Cultura poltica en el Per, sobre todo porque se ha tomado el trabajo de realmente leer el libro y reflexionar sobre l. Le agradezco tambin por haber escrito y publicado su presentacin en este medio, pues eso me permite atender sus crticas y, de paso, precisar, a ttulo personal, en qu consiste el valor de nuestro libro.Al inicio de su comentario, Dargent advierte que l escribe desde un estilo intelectual y acadmico distinto al de los editores. Su estilo, segn l, seguira al del empirismo anglosajn, mientras que el nuestro (el de Gonzalo Portocarrero, Vctor Vich y yo) al de la posmodernidad francesa.En cuanto a lo que nos toca, esto es un error. No puedo hablar por todos los autores, ni siquiera por los otros editores, pero puedo afirmar que los textos que han orientado nuestras reflexiones le deben poco a la posmodernidad. Por el contrario, lo que caracteriza a autores como Slavoj Zizek, Alain Badiou y Jacques Ranciere es el intento de superar los lmites del pensamiento posmoderno. Para Zizek y Badiou, por ejemplo, la conversin posmoderna de la lucha de clases en la pluralidad de las luchas identitarias (tnicas, raciales, sexuales) se abstiene de cuestionar las premisas del capitalismo global y por lo tanto acaba validndolas. De all que, para algunos posmodernos, la injusticia econmica solo les parezca realmente injusta cuando est dirigida a un grupo tnico, racial o sexual. As, mientras el pensamiento posmoderno aboga por la poltica de la identidad, los autores mencionados apuntan a reformular un sujeto poltico universalista que no cometa los errores del partido de vanguardia del siglo XX, el cual a menudo desatenda la particularidad de las situaciones polticas, para no hablar de las demandas de los movimientos sociales que lo integraban.Si Dargent encuentra cierto anticapitalismo en el libro, es precisamente porque nuestro estilo no es posmoderno, y porque responde, ms bien, a la decisin de devolver visibilidad a las estructuras y a los sntomas del capitalismo. No puedo explayarme aqu sobre este punto, pero remito al lector al ltimo artculo del libro, donde explico cmo los autores mencionados (y otros) esbozan nuevas respuestas polticas al capital desde sus sntomas (las favelas, la ecologa, la economa informal, etctera).Conociendo tan poco a estos autores, sorprende que Dargent se aventure a opinar que estoy equivocado en que son antifilsofos. Para l, ellos son filsofos de una rama de la disciplina en la cual se encuentran algunos enemigos de Scrates y Nietzsche. No es errado, en efecto, pensar que Lacan recibe un legado de Nietzsche (y Nietzsche de Herclito y este de no s quin), pero es que tanto Nietzsche como Lacan son antifilsofos; y lo son porque ubican la verdad no en el saber sino en el lazo oculto entre el saber y su exterior. Cuando Nietzsche evala una tesis filosfica, su primera operacin es determinar si esta se hallarecorrida por fuerzas activas o reactivas (un exterior energtico). Y cuando Lacan se rebela contra la filosofa es porque esta se rehsa a pensar que el goce (un exterior corporal) estuviese anudado al discurso. De hecho, la empresa de Zizek consiste en pensar el goce como un factor de la poltica. Y la de Agamben es mostrar que el campo de concentracin (el exterior legal) es la verdad de la biopoltica moderna. Puedo seguir con los ejemplos, pero todos apuntan a lo mismo: un antifilosfo merece este nombre si se aboca a develar que los trastornos de una filosofa, una poltica o una poca son en realidad su verdad sintomtica.Sorprende, asimismo, que Dargent se adjudique la autoridad de afirmar que la novedad de estos autores no la es tanta. Que sus propuestas tengan antecesores, es evidente. En realidad, nadie inventa nada. No hay creacin ex nihilo. Hay solo nuevas combinaciones. Pero es en ellas donde radica la novedad de una propuesta. Y si uno no las percibe, o no las quiere registrar, acaba creyendo que no hay nada nuevo bajo el sol. Esto ya no es empirismo anglosajn sino, a lo mucho, sentido comn ingls.Pasemos ahora a la crtica central de Dargent: a saber, que en muchos de los artculos del libro se generaliza indebidamente desde casos particulares. Es decir, que sus autores no se toman el trabajo de demostrar por qu el caso particular sera representativo de los males estructurales del sistema. Por ello, segn l, nuestro estilo se contenta con lanzar ideas sugerentes, que vuelan muy alto y sin paracadas, mientras que el suyo, el firme y seguro empirismo anglosajn, se esmera en cotejar la relacin entre el caso particular con otros casos para evaluar la validez de la generalizacin.Tres objeciones a esta crtica, que desliza solapadamente la idea de que su estilo es prximo a la ciencia mientras que el nuestro a la ficcin (sugerente, creativa, pero, por supuesto, poco segura).Primero, los autores del libro no son idiotas: si escogen un caso es porque se halla en relacin con otros. Si, por ejemplo, Rogelio Scott toma el caso de los mineros de La Rinconada es porque est relacionado con la disolucin de la comunidad en otros lugares del Per y del primer mundo. Segn Dargent, hara falta mencionar an ms esos otros casos. Muy bien, acepto la crtica en cuanto a la exposicin. No se trata tampoco de defender el libro a toda costa y negar los amables aportes del crtico.Sin embargo, y en segundo lugar, en ninguno de los artculos se sostiene que el caso representa lo que ocurre por igual en otros casos. Para volver al artculo de Scott, no se trata de que en el Per y en el mundo el capitalismo haya conseguido instaurar un individualismo que anula la respuesta comunitaria. Se trata ms bien de advertir que la cpula capitalismo-individualismo tiende a disolver los vnculos colectivos. Dicho de otro modo, el caso singular no pretende describir la realidad universal de los casos sino sealar una lgica que apunta a constituir una realidad. Que haya otras comunidades que resistan mejor al capitalismo o que se sirvan de l de manera positiva es ya otro tema.Finalmente, muchos de los artculos del libro son indagaciones, a diferencia del comentario de Dargent que se desenvuelve dentro de un saber seguro que llamar enciclopdico. En esto radica, creo yo, la diferencia de estilos. Mientras el saber enciclopdico nombra los fenmenos sociales de acuerdo a trminos y reglas que se remiten a ideales vigentes, la indagacin parte de un encuentro con los agujeros en la Enciclopedia y produce trminos y relaciones hasta entonces inslitos. En otras palabras, mientras que la Enciclopedia crece incluyendo lo no-sabido dentro de su armazn de lo ya-sabido, la indagacin reconoce la novedad de lo no-sabido y articula una verdad. No me refiero a una verdad exacta. Me refiero a la verdad como el nombramiento de un agujero en el saber que este se esmera en tapar.Doy un ejemplo para no dejarlo todo en el aire. Mientras que, en su libro, Dargent califica a nuestras lites polticas como demcratas precarios (lo ya-sabido) y aboga por una mayor institucionalidad democrtica (el ideal), algunos de nosotros indagamos sobre cmo la injusticia est inscrita en la forma misma de la institucionalidad (el agujero que el saber tapa) y sobre cmo redefinir la democracia para que el demos participe mejor en la tomas de decisin poltica (una primera verdad).Saliendo de la comparacin, doy otros ejemplos de entre los autores ms jvenes. Las indagaciones de Carlos Adrianzen y Tilsa Ponce develan el nexo entre la ideologa neoliberal y la despolitizacin de ciertos actores sociales (informales, universitarios). La de Mariel Garca Llorens desencubre un acuerdo tcito entre el gobierno aprista y los medios de comunicacin, un acuerdo que resiste a todos sus desacuerdos (la poltica del libre mercado). Jaris Mujica advierte que la corrupcin no pervierte al sistema sino que es la normalidad perversa del sistema. Y Flix Lossio desafa el sentido comn marxista, segn el cual la religin es el opio del pueblo, para indagar sobre cmo el arte y la religin pueden ser el motor de un movimiento social. Qu tienen en comn estos trabajos? Que intentan apresar la lgica velada que une a fenmenos aparentemente inconexos. De all que la reaccin inicial pueda ser el desconcierto.Dargent opina irnicamente que volamos muy alto y que deberamos hacerlo con paracadas. No me gusta la metfora, pero asumindola por el momento, hay que decir que, para avanzar tericamente, solo se vuela sin paracadas.Cuando Freud se puso a indagar sobre ese gran agujero en el saber mdico que eran los sntomas histricos, comenz diciendo que eran producto del abuso sexual paterno. Pronto advirti que sus pacientes histricas mentan y desarroll la teora de la seduccin paterna: es decir, que todos imaginamos (por buenos motivos) ser objeto del deseo sexual de nuestros padres. Se equivoc Freud en un inicio? S, pero eso pasa a menudo cuando uno se adentra en los agujeros del saber. Si Freud hubiese tenido miedo a errar (al error y a la errancia), si hubiese querido volar con paracadas, no habra descubierto el inconsciente ni mucho menos desarrollado el psicoanlisis.El valor de las indagaciones de Cultura poltica en el Per radica en que sus autores han tenido el coraje de avanzar por donde no osan mirar quienes toman los trminos de la Enciclopedia como seales de pare. As como Freud, no estamos exentos de error, por lo cual recibimos de buen grado todas las crticas. Tambin las de Dargent, a quien agradezco haberse atrevido a discrepar abiertamente con nosotros, cuando otros prefieren no remover las aguas en pblico y descargarse en el crculo privado. Es en ese mismo espritu que he escrito esta rplica. El medio intelectual gana poco con falsas diplomacias. Aprecio a Dargent, pero, por supuesto, aprecio ms a quienes se atreven a volar sin paracadas. * Doctor en Literatura Comparada de la Universidad de Texas en Austin, profesor de la Pontificia Universidad Catlica del Per y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Sus publicaciones ms recientes son: Nuevos sbditos. Cinismo y perversin en la sociedad contempornea (2006) y Contra el sueo de los justos: la literatura peruana ante la violencia poltica (2009).Este artculo debe citarse de la siguiente manera:

Juan Carlos Ubilluz. RPLICA A LA RESEA DE EDUARDO DARGENT SOBRE EL LIBRO CULTURA POLTICA EN EL PER. En Revista Argumentos, Edicin N 4, Setiembre 2010. Disponible en http://revistaargumentos.iep.org.pe/articulos/replica-a-la-resena-de-eduardo-dargent-sobre-el-libro-cultura-politica-en-el-peru/ ISSN 2076-7722