POSICIÓN DE ALFONSO REYES EN EL DESARROLL DEO L...

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POSICIÓN D E ALFONSO REYES EN EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO MEXICANO "Entre las crisis interiores y las turbulencias exteriores de su época, que tanto borran y perturban los contornos del bien y el mal, este hombre humilde supo amar a su país y supo ser fiel a su vocación. Olvidemos sus errores, e imitémoslo en eso"*. En el desarrollo del pensamiento mexicano de la primera mitad del siglo xx hay tres momentos clave que jalonan el proceso que da sentido a la formulación actual en pro de una filosofía de la liberación. Esta afirmación, como todo intento de clasificación que se proponga proyectar un orden en la sucesión misma de los he- chos, presupone, naturalmente, partir desde una perspectiva con- creta. Mi punto de arranque es la repercusión universal que ad- quiere hoy día la propuesta iberoamericana de un pensamiento de la liberación en el que de nuevo la filosofía y la teología cami- nan juntas en la expresión de un humanismo integral. Esta es u n a realidad concreta. Es, además, la primera vez que lo pensado en Iberoamérica repercute fuera de sus fronteras. Y con ello se cum- ple igualmente la profecía de Reyes cuando en 1936 nos dice que "si la economía de Europa ya necesita de nosotros, también aca- bará por necesitarnos la misma inteligencia de Europa" 1 . * Mientras no se indique lo contrario, todas las citas provienen de las Obras completas de Alfonso Reyes (en adelante, AROC), FCE, México, 1955-1979. Se citan también textos de Marginalia, Tezontle, México, 1952; La X en la frente, Porrúa y Obregón, México, 1952; Epistolario Alfonso Reyes/José María Chacón, ed. Zenaida Gutiérrez Vega, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1976; y ALFONSO REYES-PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA, Correspondencia 1907-1914, ed. Jo- Luis Martínez, FCE, México, 1986. La cita del epígrafe aparece en AROC, t. 8, p. 197. 1 AROC, t. 11, p. 86. NRFH, XXXVII (1989), núm. 2, 433-463

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POSICIÓN D E A L F O N S O R E Y E S E N E L D E S A R R O L L O D E L P E N S A M I E N T O

M E X I C A N O

"Entre las crisis interiores y las turbulencias exteriores de su época, que tanto borran y perturban los contornos del bien y el mal,

este hombre humilde supo amar a su país y supo ser fiel a su vocación. Olvidemos sus

errores, e imitémoslo en eso"*.

E n el desarrol lo del pensamiento mexicano de la p r i m e r a m i t a d de l siglo x x hay tres momentos clave que j a l o n a n el proceso que d a sentido a l a formulación actual en p r o de u n a filosofía de l a liberación. Esta afirmación, como todo intento de clasificación que se p roponga proyectar u n orden en la sucesión m i s m a de los he­chos, presupone, n a t u r a l m e n t e , p a r t i r desde u n a perspectiva con­creta . M i p u n t o de ar ranque es l a repercusión universa l que a d ­qu iere hoy día la propuesta iberoamer i cana de u n pensamiento de la liberación en el que de nuevo la filosofía y l a teología c a m i ­n a n j u n t a s en la expresión de u n h u m a n i s m o in tegra l . Esta es u n a r e a l i d a d concreta. Es, además, la p r i m e r a vez que lo pensado en Iberoamérica repercute fuera de sus fronteras . Y con ello se c u m ­ple i gua lmente l a profecía de Reyes cuando en 1936 nos dice que " s i la economía de E u r o p a ya necesita de nosotros, también aca­bará p o r necesitarnos la m i s m a inte l igenc ia de E u r o p a " 1 .

* Mientras no se indique lo contrario, todas las citas provienen de las Obras completas de Alfonso Reyes (en adelante, AROC), F C E , México, 1955-1979. Se citan también textos de Marginalia, Tezontle, México, 1952; La X en la frente, Porrúa y Obregón, México, 1952; Epistolario Alfonso Reyes/José María Chacón, ed. Zenaida Gutiérrez Vega, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1976; y A L F O N S O R E Y E S - P E D R O H E N R Í Q U E Z U R E Ñ A , Correspondencia 1907-1914, ed. J o ­sé Luis Martínez, F C E , México, 1986. L a cita del epígrafe aparece en AROC, t. 8, p. 197.

1 AROC, t. 11, p. 86.

NRFH, X X X V I I (1989), núm. 2, 433-463

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D e u n m o d o esquemático, el p r i m e r m o m e n t o coincide con la integración de la inte l igenc ia mex icana al proceso revo luc iona ­r i o med iante u n a formulación teórica que daba sentido a la R e ­volución m i s m a y encauzaba su u l t e r i o r desarrol lo . E l segundo m o m e n t o corresponde a la institucionalización del proceso en dos focos de cooperación: la Facu l tad de Filosofía y Letras y E l Co le ­gio de M é x i c o . E l tercer jalón de este proceso, en el cual se añade y a u n a proyección cont inenta l , lo constituye la unión del foco m e ­x i cano con el foco argent ino que dirigía Francisco R o m e r o . Tres m o m e n t o s clave íntimamente unidos a la obra de Al fonso Reyes y que co inc iden también con tres presencias decisivas de Reyes en el ámbito mexicano y con tres etapas en su desarrol lo . E n el p r i m e r m o m e n t o , de desorientación e interiorización tanto en el n i v e l personal como en la rea l idad nac iona l , Al fonso Reyes da a conocer en M é x i c o , a p a r t i r de 1916, la obra de O r t e g a y Gasset; y en ella encontraron los mexicanos u n a respuesta epistemológi­ca a sus inquietudes . E n el perspect ivismo de O r t e g a , en su teo­ría de las c ircunstancias , en sus reflexiones sobre las "generac io ­n e s " y los conceptos de " i d e a s " y " c r e e n c i a s " , encont raron los intelectuales mexicanos u n a formulación teórica de lo que ellos y a vivían, de lo que pa lp i taba en el pueb lo , del sentido m i s m o de la Revoluc ión . L a segunda presencia de Reyes coincide con l a fundación y dirección de E l Colegio de M é x i c o y l a estrecha colaboración que desde el p r i n c i p i o m a n t u v o con la Facu l tad de Filosofía y Letras : su labor ahora se proyecta p r i n c i p a l m e n t e a través de Samuel Ramos y José Gaos. L a tercera presencia t iene l u g a r en la culminación de u n ant iguo sueño de Reyes: u n i r a los intelectuales iberoamericanos en u n proyecto c o m ú n , u n i r , espe­c ia lmente , la labor que había in i c iado Francisco R o m e r o en A r ­g e n t i n a con los centros mexicanos. Leopo ldo Zea, u n o de los p r i ­meros frutos de la estructuración i n s t i t u c i o n a l de Reyes en M é x i ­co, será el l l amado a d i r i g i r esta cooperación in te r a mer i c a na y a comenzar la formulación metódica de u n pensamiento iberoame­r i c a n o .

Bajo esta perspectiva, Reyes se nos presenta no sólo como u n a de las figuras centrales del pensamiento mex i cano , sino también como u n o de los puntales que h i c i e r o n posible el s u r g i m i e n t o a finales de la década de los cuarenta de u n esfuerzo coord inado de recuperación del pasado inte lectual iberoamer i cano . A pesar de el lo , su pensamiento ha sido poco estudiado y queda con f re ­cuencia perd ido en la borrasca de ataques y defensas que, preo ­cupadas con el árbol de lo superf ic ia l , o l v i d a n el bosque y t ras -

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cendencia de su contenido . Al fonso Reyes es u n clásico del p e n ­samiento mexicano y como clásico lo t rataremos aquí. Es dec ir , no nos interesa lo que p u d i e r a haber de caduco en su obra , sino l a dimensión de aquellos elementos que s igni f i caron u n aporte al desarrol lo del pensamiento mex icano , iberoamer i cano , actual .

LAS CIRCUNSTANCIAS: EL HOMBRE Y LA OBRA

E n nuestro in tento de in terpre tar a Reyes desde la ventajosa pers­pect iva de u n a definición dada — l a del pensamiento i b e r o a m e r i ­cano en la década de los o chenta— pero ateniéndonos estr icta­m e n t e a su obra escrita, se nos planteó p r i m e r o el p r o b l e m a de c ó m o penetrar el círculo hermenéutico de t a l m o d o que nos d iera acceso a su obra , y hacerlo al m i s m o t i e m p o desde ella; es dec ir , a p r o x i m a r n o s a A l fonso Reyes a través de u n a exposición ' A l ­f o n s i n a " . L a respuesta la encontramos en el carácter ensayístico de su obra que muest ra , en terminología de U n a m u n o , " a l h o m ­bre de carne y h u e s o " . E n efecto, Reyes se nos entrega no sólo en su pensamiento sino también en el proceso m i s m o de pensar. D e ahí que sus obras sean con frecuencia el resultado m a d u r o de u n a reflexión, j u n t o al desarrol lo m i s m o de su gestación. E n su ensayo "Pasado i n m e d i a t o " encontramos u n a clave que se repi te constantemente a lo largo de sus escritos y que muest ra el c a m i n o hac ia la compresión: " S u m a n d o varias perspectivas, varios siste­mas de referencia; reduc iendo unos a otros ; teniendo en cuenta l a r e l a t i v i d a d de todos ellos, y su interdependencia para u n ojo omnipresente que acertara a m i r a r el cuadro desde todos los án­gulos a la vez, nos acercaremos al m i l a g r o de la c o m p r e n s i ó n " 2 .

A l fonso Reyes residió en España d u r a n t e los años clave de la Revo luc ión y el lo , s in d u d a , in f luye en su desarrol lo inte lectual y en su m o d o pecul iar de i n t e r p r e t a r a M é x i c o . Pero los sucesos m i s m o s , en la p l u r a l i d a d de interpretaciones con que le l legaban a través de las diferentes perspectivas de los intelectuales de su generación, y el ex i l io en el que él se sentía v i v i r , lo a p r o x i m a r o n más a M é x i c o , agud izaron su comprensión de la rea l idad m e x i ­cana y le p r o p o r c i o n a r o n la perspectiva necesaria para su análi­sis. F u e r o n años f o r m a d vos en íntimo contacto con los intelec­tuales españoles y , sobre todo , con las ideas vital istas de O r t e g a y Gasset. L a c u l t u r a , nos dice Reyes, "es u n a función un i f i cado -

2AROC, t. 12, p. 182.

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r a . Los fenómenos se estudian y se describen por partes, pero existen en m a n e r a de c o n t i n u i d a d . L o aislado no se da n i en el espíritu n i en la n a t u r a l e z a " 3 . Co inc ide también con Ortega en la i m p o r ­tanc ia de las generaciones en el devenir histórico: " L a verdadera c u l t u r a sólo existe en cuanto aparece la transmisión de sus conte­n idos . T a l transmisión se opera, en el o r d e n h o r i z o n t a l del espa­c io , p o r comunicación entre coetáneos, y en el o rden vert i ca l del t i e m p o , por tradición entre generac iones" 4 . Pero Reyes no sólo v ive como i n d i v i d u o esos pr inc ip ios sino que también los p r o ­yecta más allá del ámbito teórico, hasta permear su act iv idad prác­t i ca t a n t o en sus responsabilidades diplomáticas como en su o b r a escrita y en su papel de líder inte lec tual mex icano d u r a n t e la p r i ­m e r a m i t a d de l siglo x x . Reyes es, como mostraremos más ade­l a n t e , u n a ventana mex i cana ab ier ta a E u r o p a . Y su o b r a p ide i gua lmente ser i n t e r p r e t a d a desde su c i rcunstanc ia i n d i v i d u a l y , sobre todo , desde la c i rcunstanc ia c u l t u r a l en la que él se formó y de l a que fue por tavoz . C o m o Reyes m i s m o a f i r m a en su estu­d i o " E l método histórico en l a crítica l i t e r a r i a " , únicamente de este m o d o se podrá evaluar la aportación que u n i n d i v i d u o lega a su generación y l a repercusión que consigue en el devenir de las generaciones que le s iguen:

L a verdad es que el individuo es un depósito de tradiciones y he­chos generales en proporción de tres a uno. Hay que computar ese no individuo que lo envuelve, para después atacar la otra cuarta parte menos reducible al estudio. Esa "c ircunstancia" en torno al individuo está hecha de pasado y presente; se la separa con el méto­do histórico. E l residuo es la originalidad, y su eficacia se mide por el efecto que produce en su época y en las posteriores. Después de todo, la grandeza no está en la mera originalidad, sino en la síntesis de estímulos humanos que el individuo representa. Luego hay que llevar el análisis en u n doble sentido: reconstruir la originalidad y reconstruir la serie humana en que ella encaja 5.

Esta posición que postula Reyes, y que nosotros vamos a se­g u i r en la exposición de su pensamiento , nos l leva de u n m o d o n a t u r a l a u n a a p e r t u r a que da cabida a u n a visión más a m p l i a de l concepto de M é x i c o y que presupone y a el método asunt ivo , es dec ir , u n a superación a través de la asimilación, implícito en

3AROC, t. 11, p. 207. 4 Ibid., p. 257. 5 AROC, t. 14, pp. 238-239.

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la o b r a de Reyes, y p i l a r f u n d a m e n t a l del actual pensamiento ibe­roamer icano . El lo nos permitirá igualmente delinear con más pre ­cisión la posición inequívoca que caracteriza a Reyes a p a r t i r de l a década de los ve in te , y que m u y b i e n podría resumirse en lo tocante a México con las siguientes palabras de su ensayo " E l h o m ­bre y su m o r a d a " , de 1943:

Nuestra historia no puede trazarse exclusivamente por dentro, sino sólo en referencia constante al campo histórico que la rodea y la n u ­tre desde afuera. L a candorosa afirmación del P. Rivera, que ve en la independencia una continuación lógica y natural del imperio azteca, estorbada por la oscuridad de varios siglos, es una de las mayores sandeces que se han escrito, aunque la haya recogido u n día nuestra prensa universitaria, por expresa recomendación de u n Presidente de la República 6.

Es dec ir , como afirmará años más tarde en Marginaba, " n u e s t r a s esculturas están, muchas veces, trabadas todavía en la cantera , en la roca. Estudiémoslas s in desv ir tuar las , s in aislarlas a r t i f i c i a l ­m e n t e de la «circunstancia» que las h izo p o s i b l e s " 7 ; y de u n m o ­do que nos a p r o x i m a más a su persona, nos advierte que " s i no t o m a m o s en cuenta algunos factores sociales, históricos, biográfi­cos y psicológicos, no l legaremos a u n a valuación j u s t a " 8 .

E l e lemento más constante en la v i d a y obra de Al fonso Reyes es precisamente el haberse m a n t e n i d o fiel a su rea l idad c i rcuns ­t a n c i a l , pero no en el sentido de haberse dejado l levar por el v a i ­vén de los conflictos que t u v o que atravesar, sino por haber m a n ­t e n i d o — e n ocasiones con grandes sacri f ic ios— su i n t e g r i d a d h u ­m a n a en el d o m i n i o personal de sus c ircunstancias y en el g r i t o con que rec lama angustiosamente su l i b e r t a d ; "esa p a r t e " p r e ­ciosa de su ser que dará signif icado a las " o t r a s tres p a r t e s " , p r o ­yecciones, a l fin, de su c i rcunstancia personal como mexicano , c omo iberoamer i cano , como h o m b r e de letras al servicio de u n a causa. Brevemente : Reyes nace (1889) en el seno de, u n a de las fami l ias de la aristocracia mexicana finisecular. Su educación, co­m o era p r o p i o en los últimos años del p o r f i r i a t o , era enajenante. L a j u v e n t u d , nos dirá años más tarde Reyes, "perd ía el sabor de las tradic iones y s in querer lo se i ba descastando insensiblemente. L a imitación europea parecía más elegante que la investigación

6AROC, t. 11, pp. 277. 7 Marginalia, p. 157. 8 Ibid., p. 154.

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de las realidades más cercanas" 9 . Se proyectaba la imagen de u n M é x i c o " s i n deudas con el ayer n i compromisos con el mañana. Se nos d i s i m u l a b a el sentido de las experiencias del p a s a d o " 1 0 . T o d o respondía, incluso en el colegio, a u n alejarse de lo " a u t ó c ­t o n o " 1 1 . E l m i s m o Reyes asiste a la escuela secundaria, de 1900 a 1903, en el Liceo Francés de la c iudad de M é x i c o . Se vivía en M é x i c o pero sin conciencia de lo que era sentirse mexicano .

Llegó entonces la opor tuna lectura de R o d ó , señala Reyes, que

nos hizo comprender a algunos que hay una misión solidaria en los pueblos, y que nosotros dependíamos de todos los que dependían de nosotros. A él, en u n despertar de conciencia, debemos algunos la noción exacta de la fraternidad americana 1 2 .

Esta conciencia de f r a t e r n i d a d iberoamer icana m o t i v a la rebelión de los m i e m b r o s del Ateneo de la J u v e n t u d (Al fonso Reyes, Pe­d r o Henríquez Ureña , A n t o n i o Caso, José Vasconcelos, Mart ín L u i s G u z m á n , entre otros) ; hecho s igni f i cat ivo en su m o m e n t o , aunque desde nuestra perspectiva nos parezca todavía u n tímido balbuceo de unos jóvenes que comenzaban a despertar a l a r e a l i ­d a d nac iona l . Los trabajos de Reyes p a r a el Ateneo , " L o s poe­mas rústicos de M a n u e l José O t h ó n " y " E l paisaje en la poesía mex i cana del siglo x i x " , m u e s t r a n , en efecto, el interés por lo mex i cano que luego caracterizará g ran parte de su obra , pero la n o t a que s ingular iza estos años es la búsqueda de u n sentido per­sonal de la v i d a , u n querer pertenecer. C o n la v ista en E u r o p a , M é x i c o no era todavía u n a rea l idad que contara . Por el lo , a u n estando de acuerdo con Reyes en que " n o sería dable establecer etapas precisas en la evolución de formas y asuntos a lo largo de m i obra . S iempre mezclé el óleo y la acuarela, así como lo nac io ­n a l y lo ex t ran jero , según los mezcla la v i d a m i s m a " 1 3 , sí que se puede rastrear d u r a n t e sus años en España la lenta t o m a de con­ciencia de su real idad como h o m b r e y de su posición en el m u n d o .

E n 1911 , en carta a Pedro Henríquez Ureña, fechada el 6 de m a y o , escribe con pes imismo:

Quisiera salirme de México para siempre: aquí corro riesgo de ha­cer lo que no debe ser el objeto de m i vida. Como no tengo entu-

9 AROC, t. 12, p. 193. 10 AROC, t. 3, p. 134. 11 AROC, t. 11, p. 161. 12 AROC, t. 3, p. 134. 13 AROC, t. 8, p. 7.

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siasmos juveniles por las cosas épicas y políticas, n i la intervención yankee, n i los conflictos me seducen gran cosa. Preferiría escribir y leer en paz y con desahogo. S i n embargo, me temo que m i situa­ción familiar me orille a pasar dificultades que yo no buscaré y a pagar culpas que no son mías 1 4 .

Sale, en efecto, de M é x i c o , a raíz de la muer te de su padre , con u n a misión diplomática que lo l leva a París. Es ahora , desde fuera , cuando comienza a sentir a M é x i c o ; con rencor al p r i n c i ­p i o , " o d i o aquel país miserable y sólo me acuerdo de él para t e m ­b l a r ante el quizá ine lud ib l e r e g r e s o " 1 5 , pero sin poder dejar de pensar en él: " M e da frío acordarme de M é x i c o [. . . ] ¿ Q u é será de M é x i c o ? Creo que todos están ya manchados , y que es i r r e ­med iab le que se curen m a t á n d o s e " 1 6 .

E n París, como m i e m b r o de la delegación diplomática, está todavía m u y cerca del confl icto i n t e r n o mex i cano , cuyo sentido p r o f u n d o de transformación, por entonces, no comprende ; pero en su fuero i n t e r n o rechaza ya la v io lenc ia y el rencor que d o m i ­n a n en sus compatr io tas . C o m o en M é x i c o , también en París se siente solo entre los suyos: " L o s mexicanos de París están d i v i -dos p o r l a quere l la po l í t i ca " , nos dice en carta fechada el 28 de septiembre de 1913, para añadir: " N o se escapa u n o n i a esta dis­tanc ia de las miserias del rencor . E n t r e ellos tampoco me podré h a l l a r a g u s t o " 1 7 . M é x i c o está todavía m u y próx imo. Su s i tua­c ión personal es insegura y dependiente de los sucesos en su pa ­t r i a . E l m i s m o ambiente francés se muestra cargado de la tensión que precedió a la guerra de 1914. D u r a n t e estos meses de su p r i ­m e r a estancia en F r a n c i a , Reyes se encuentra aún arro l lado p o r el t o r b e l l i n o de los sucesos. N o ha tenido t i e m p o para pensarse, p a r a penetrar en el sentido p r o f u n d o de su c u l t u r a ; cree todavía en la superf ic ial impresión que d o m i n a b a a su generación y que en 1911 , en carta a Henríquez Ureña, le haría a f i r m a r que , en efecto, la j u v e n t u d mex i cana era " d e c u l t u r a europea y no ame­r i c a n a " 1 8 .

L a caída de H u e r t a en M é x i c o precipitó y al m i s m o t i e m p o decidió el destino de Reyes. Franc ia en guerra , se traslada a Es­paña, donde residirá los próximos diez años. Y allí se reconci l ia

1 4 A L F O N S O R E Y E S - P E D R O H E N R Í Q U E Z U R E Ñ A , Correspondencia, p. 1 6 9 . 15 Ibid., p. 3 0 1 . 16 Ibid., p. 3 0 4 . 17 Ibid., p. 198 . 18 Ibid., p. 1 6 8 .

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con su rea l idad . Se sumerge en la vigorosa v i d a inte lectual espa­ñola del m o m e n t o : el cruce entre los m i e m b r o s de la Generación del 98 y la incipiente Generación de 1914 —sus contemporáneos— encabezada por José O r t e g a y Gasset. Por p r i m e r a vez p r o f u n d i ­za ahora más allá del ropaje de su c u l t u r a europea, de su f o r m a ­c ión en los clásicos españoles y descubre el sentido de su ser m e ­x i cano :

Advierto , desde que piso tierra de España, que se apodera de m i mente u n esfuerzo de traducción [entre su sentir mexicano y la cul­tura española-europea]. ¡Y soy u n discípulo de las disciplinas l i n ­güísticas del siglo de oro! ¡Cuánto mayor no será el esfuerzo para cualquier hi jo , plenamente dialectal, de m i pueblo! L a pluma en la mano me obliga a u n lenguaje en cierto modo internacional. Pe­ro , en m i primera reacción verbal ante los fenómenos de la vida, yo siento que siento en una lengua levemente distinta de la peninsular 1 9 .

Allí es donde Reyes prop iamente comienza también su ex i l i o , que habrá de prolongarse por ve int i c inco años, apenas salpicados p o r algunos, m u y pocos, viajes breves a M é x i c o 2 0 . E n España ad ­qu iere i gua lmente conciencia de su rea l idad como h o m b r e , y en ­cuentra u n sentido para su v ida . Bajo su "máscara a fab le " le duele el dest ierro y esconde u n a " h e r i d a oculta : l a n o s t a l g i a " 2 1 . Sus contactos con los intelectuales mexicanos , lazos que le n u t r e n , se c onv i e r t en ahora en u n a necesidad v i t a l que emerge constante­m e n t e en su correspondencia y con especial tono de sensibi l idad h e r i d a en su carta ab ier ta , " A vue l ta de c o r r e o " , de 1932:

Ignoro si Pérez Martínez sabe, por su parte, lo que es andar años y más años lejos del propio país, haciendo esfuerzos acrobáticos co­mo los que yo tengo que hacer para no perder una sola voz, una sola palabra de nuestra l iteratura; dirigiendo a veces circulares a los amigos [•••]. Y es que ellos no saben, no sospechan siquiera lo que significa, para u n hombre que cursa ya la cuesta de los cua­renta abajo, el no tener j u n t o a sí y como entre las manos ese hecho naciente: el país en formación, hecho que atrae con imanes de an­helosa paternidad a todo varón digno de serlo. Es que ellos se figu­ran ver mera curiosidad donde hay sed urgente 2 2 .

í9AR0C, t. 2, p. 339. 2 0 AROC, t. 8, p. 428. 21 Ibid., p. 153. 22 Ibid., p. 435.

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H e aquí u n a clave íntima para la interpretación de la o b r a de Reyes y del l u g a r que ocupa en el desarrol lo de l pensamiento m e ­x i cano : su obra escrita no es algo accesorio sino v i t a l en él; es u n m o d o de v iv i rse , de sentirse c u m p l i r u n dest ino, como mex icano y como h o m b r e de letras. E l l o nos expl ica también el s ignif icado p r o f u n d o de sus momentos de a m a r g u r a cuando cree encontrarse s in misión: " A q u í los amigos [nos dice a su regreso a M é x i c o en 1939] ya se h a b i t u a r o n a no contar c o n m i g o p a r a nada , sino co­m o m i t o o alusión l i t e r a r i a : ¡el m u c h o v i v i r fuera! N o encuentro l u g a r . . . lo que yo hago ya no t iene i n t e r l o c u t o r " 2 3 . D e aquí se desprende también el renovado v i g o r con que in i c ia nuevos p r o ­yectos: en esta ocasión la es tructura y misión de E l Coleg io de M é x i c o .

Los años de España fueron u n per iodo de formación, de i n ­tensa v i d a inte lectual , y a l m i s m o t i empo cargados de tensión per­sonal por el devenir mexicano y p o r las responsabilidades que pa ­recía rec lamar la tradición f a m i l i a r . Pero fueron también años de t r i u n f o , de t o m a de posición, de definición personal . A l fonso R e ­yes recogerá este d r a m a i n t e r n o en u n a pieza teatra l , Ifigenia cruel, que es u n a sublimación poética —quizá su obra de creación más per fec ta— t e r m i n a d a en 1923, y que const i tuye u n precioso t razo autobiográfico. C o n u n ropaje clásico-griego, que apenas ocul ta u n a c i rcunstanc ia mex i cana , desarrol la Reyes u n d r a m a perso­n a l . " ¿ Q u é final dar al episodio?" nos dice en su " C o m e n t a r i o " , p a r a añadir: " N o lo sabíamos aún hace unos cuantos años. U n súbito vuelco de la v i d a v i n o a descubr i rme la verdadera misión redentora de la nueva I f i g e n i a , haciendo que su s imbo l i smo cre­ciera solo, como u n a flor que me hubiera brotado a d e n t r o " 2 4 . Es­t a I f i g e n i a mex icana no regresará con Orestes a su t i e r r a ; dueña de su m e m o r i a (de su pasado, es decir , de sí m i s m a ) , rec lama su l i b e r t a d para ser dueña también de su dest ino. L a Ifigenia, señala Reyes,

encubre una experiencia propia. Usando del escaso don que nos fue concedido, en el compás de nuestras fuerzas, intentamos emanci­parnos de la angustia que tal experiencia nos dejó, proyectándola sobre el cielo artístico, descargándola en u n coloquio de sombras 2 5.

23 Epistolario Alfonso Reyes/fosé María Chacón, p. 163. 2 4 AROC, t. 10, p. 359. 25 Ibid., p. 354.

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Y en este gr i t o de independencia , nos dice, " h e quer ido con­fiar la redención de la raza. Es más d igna ella [ Ingenia ] que aquel [Orestes] colérico armado de c u c h i l l o " 2 6 . Reyes decide por la i n ­te l igencia en la un iversa l idad , en lugar de la v io lenc ia , respuesta i r r a c i o n a l de la cólera:

Amigas, huyo: ¡esto es el recuerdo! H u y o , porque me siento cogida por cien crímenes al suelo. H u y o de m i recuerdo y de m i historia, como yegua que intenta salirse de su sombra 2 7 .

L a h u i d a no lo es de su dest ino, sino hacia él —sal irse de la som­b r a que le h a n for jado para hacerse él su p r o p i a s o m b r a — ; no h u y e de u n a rea l idad , sino que al reconocerse, siente también la necesidad de ser auténtico a sí m i s m o ; tampoco huye de M é x i c o , sino del Méx i co que le i m p o n e n , en busca de u n M é x i c o más auténtico, h u y e , en fin, de la visión que se detiene en los árboles del co lor ido , y o lv ida el bosque pro fundo de la real idad mexicana.

Su i n t e g r i d a d le rec lama u n m o d o de o b r a r , pero es magnáni­m o y ve el complemento en la d i ferencia . " S o m o s diferentes, y eso más b ien nos ha acercado" 2 8 , dice a Vasconcelos en 1924, pa­r a reconocer luego sus posturas divergentes ante M é x i c o , al m i s ­m o t i e m p o que se nos va de f in iendo :

Tú, amigo, edificador de escuelas y gimnasios, constructor de talle­res, Caballero del Alfabeto, nos has dado también el ejemplo de la bravura, v irtud fundamental en los hombres. Otros hubiéramos pre­dicado las excelencias del estudio con la rama de laurel o la simbóli­ca oliva en la mano. Tú te has armado como de una espada, y te has echado a la calle a gritar vivas a la cultura. Acaso era eso lo que hacía falta. Acaso era nuestro remedio extremo 2 9 .

Años más tarde , en 1930, enunciará de f o r m a concisa el p r i n ­c ip io f u n d a m e n t a l que expl ica su quehacer en cuanto h o m b r e : " C a d a u n o m i r a el m u n d o desde su ventana . L a mía es la l i t e r a ­t u r a " 3 0 . Y para Reyes la l i t e r a t u r a es la "expres ión íntegra del a l m a de u n p u e b l o " 3 1 .

26 Ibid., p. 357. 27 Ibid., p. 341. 28 AROC, t. 4, p. 441. 29 Ibid., p. 442. 30 AROC, t. 9, p. 29. 31 AROC, t. 8, p. 106.

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Tales son las c ircunstancias de las que surge la obra de R e ­yes. Y ésta no es, como ya v i m o s , algo accesorio sino v i t a l en él; es su m o d o de hacerse, su m o d o de ser h o m b r e y mex i cano , y es el l a t ido siempre presente en sus páginas y el que las r e d i m e . Es p o r ello p o r lo que el mex i can ismo de Reyes se hace tanto más s igni f icat ivo — e l complemento en la d i f e renc ia— cuanto que p r o ­v iene de u n proceso que fue mat i zado p o r ve in t i cuat ro años de ambiente enajenante en M é x i c o y ve int i c inco años de ex i l i o .

LA X EN LA FRENTE

E n 1952 comienza Leopo ldo Zea la serie " M é x i c o y lo mex i ca ­n o " , dest inada a u n análisis introspect ivo de lo nac iona l , y sol ic i ­t a de A l fonso Reyes que la in ic ie con u n l i b r o suyo. Así surge el título LaX en la frente que reúne ensayos publ icados a n t e r i o r m e n ­te . ¿Por qué Al fonso Reyes? y ¿por qué precisamente con este tí­tulo? Leopo ldo Zea había empezado en la década de los cuarenta u n a recuperación metódica del pasado mexicano donde se supe­r a b a el t r a d i c i o n a l afán de justificación histórica. N o se pretendía reescr ib ir l a h i s t o r ia , sólo conocerla para a s u m i r l a . A l fonso R e ­yes s imbol izaba este sentido p r o f u n d o de lo mex i cano , despojado de todo ropaje folclórico. Reyes no era s implemente mexicano por haber nacido en M é x i c o , lo era porque se sentía mex icano , por ­que en u n per iodo de crisis personal se d io cuenta —quizás en u n p r i n c i p i o a pesar suyo— de que en lo recóndito de su ser, en aquel lo que daba sentido a su persona se encontraba la rea l idad de que era mex icano , de que pertenecía a u n a m o r a d a concreta desde la cual se asomaba al m u n d o , desde la cual se sentía v i v i r y desde la cual aportaba u n a interpretación mexicana del m u n d o :

El fondo inerradicable, inconsciente e involuntario , está en m i ser mexicano: es u n hecho y no una v i r t u d . No sólo ha sido causa de alegrías, sino también de sangrientas lágrimas. No necesito invo­carlo en cada página para halago de necios, n i me place descontar con el fraude patriótico el pago de m i modesta obra. Sin esfuerzo mío o sin mérito propio, ello se revela en todos mis libros y empapa como humedad vegetativa todos mis pensamientos 3 2.

E l s ímbolo de la " x " , aunque de fermentación m u y t e m p r a ­n a , surge como div isa que ha de gu iar l a obra de Reyes en la dé -

32 La X en la frente, p. 89.

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cada de los ve inte . E l término y su contenido adquieren u n i d a d en conversaciones con Valle-Inclán; además, desde la perspect i ­v a de su residencia en España se convertía en u n símbolo de de­safío. E n 1921 , en " A p u n t e s sobre Va l l e - Inc lán" , nos recuerda Reyes las palabras de éste: " ¡ Y decidí i r m e a Méx i co , porque M é ­x ico se escribe con # ! " 3 3 . L o que le hace añadir a Reyes: " ¿ D e suerte, quer ido maestro U n a m u n o , que esa x de M é x i c o , en que usted veía hace algunos años el signo de la pedantería amer i cana , t u v o la v i r t u d de atraer a Valle-Inclán y hacerlo p o e t a ? " 3 4 . D e este m i s m o ensayo son las palabras que s igni f i cat ivamente enca­bezarán luego su l i b r o La X en la frente: " ¡ O h , x mía , minúscula en t i m i s m a , pero inmensa en las direcciones cardinales que a p u n ­tas: tú fuiste u n crucero del d e s t i n o ! " 3 5 .

Guando años más tarde, en 1932, el signo externo de la x i r r u m ­pe en el campo de la política y se carga con t intes demagógicos el hecho de si l a pa labra " M é x i c o " debe escribirse con x o con / , A l f onso Reyes sencil lamente a p u n t a a u n contenido , que en él posee u n signif icado p r o f u n d o :

Yo no tengo ninguna razón científica contra el uso de l a j que, por lo demás, me parece, filológicamente hablando, el más revolucio­nario, el menos conservador de los dos. Y , con todo, le tengo apego a m i x como a una reliquia histórica, como a u n discreto santo-y-seña en que reconozco a los míos, a los de m i t i e r ra 3 6 .

L a x se convierte así para Reyes en p u n t o de o r i g e n , guía en el c a m i n o e idearium, utópico quizás, de u n f u t u r o de reconc i l ia ­c ión universa l que acompaña a cada página de su obra escrita y que resume, en lo que podría ser considerado u n compendio de su actuación, en el poema " F i g u r a de M é x i c o " , de 1949. A q u í la x se funde con la geografía, b i en en su dimensión cont inenta l ante l a c o m u n i d a d iberoamer icana :

Con el sajón arriba, con el latino abajo, hace centinela, aunque no sin trabajo. ¡Y ojalá que concilie desigualdad tamaña que todo lo confunde y todo lo enmaraña! 3 7

33 AROC, t. 4, p. 279. 3 4 Loe. cit. 35 Loe. cit. 36 AROC, t. 8, p. 262. 37 AROC, t. 10, p. 474.

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b i e n como estandarte de u n destino un iversa l :

De Oriente y de Occidente solicitado al par, tiende su masa oblicua por los contrarios puntos y alarga sendos brazos para enlazarlos juntos. ¡Puedan Europa y Asia ceder al mismo imán por Baja California o bien por Yucatán! 3 8

Pero s iempre dentro de esa incógnita que ansia poseer y que se le escurre:

T a l es el jeroglifo que esconde la figura, que confirma la historia, que ostenta la escritura en esa persistente equis de los destinos, estrella de los rumbos, cruce de los caminos. Si tiene algún sentido la cara del planeta, el sabio lo interrogue y suéñelo el poeta 3 9 .

PARA UNA INDEPENDENCIA CULTURAL

M é x i c o es, pues, la rea l idad que matizará, de u n m o d o conscien­te , el pensamiento de Reyes, a l a vez que se erige en f o r m a de ver e i n t e r p r e t a r el m u n d o . Si la ventana p o r la que se asoma es, según su p r o p i a afirmación, l a l i t e r a t u r a , el edif ic io que la sostie­ne es M é x i c o . Pero , ¿en qué consiste esa rea l idad cuyo " s a n t o - y -s e ñ a " es l a x? Reyes, al i g u a l que los demás m i e m b r o s destaca­dos de su generación (Caso, Vasconcelos, Martín L u i s G u z m á n , entre otros) , iniciará su p r o p i a búsqueda en pos de u n a respues­t a . Y consigue, en efecto, precisar u n concepto de lo mex i cano que poco a poco adquiere corpore idad en su obra .

L a Revo luc ión apor ta además u n a sensación de apremio a l a necesidad de definición nac iona l . U n entusiasmo f e b r i l invade la década de los ve inte . Reyes, desde fuera , p a r t i c i p a en este m o v i ­m i e n t o : " . . . pertenezco a u n pueblo entregado con s ingular y v i ­sible esfuerzo a l a renovación de sus módulos de v i d a y a l a busca de su sentido autóctono o, por lo menos, a u t o n ó m i c o " 4 0 , nos dice e n 1930. Y éstas no son las palabras tardías de q u i e n se une a u n m o v i m i e n t o que entonces i m p r e g n a b a ya todas las mani festa -

38 Loe. cit. 3 9 Loe. cit. 4 0 AROC, t. 9, p. 41.

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ciones culturales mexicanas. Respondía a u n sentir presente des­de siempre en la obra de Reyes. Y a en 1922 nos había dicho: " Y o sueño en emprender u n a serie de ensayos que habían de desarro­llarse bajo esta div isa : «En busca del a lma n a c i o n a l » " 4 1 . E l auto -conoc imiento le parecía esencial: " U n pueblo se salva cuando l o ­gra v i s l u m b r a r el mensaje que h a traído al m u n d o : cuando l ogra electrizarse hacia u n p o l o " 4 2 . D e ahí lo vigoroso de estas pági­nas en su obra , de ahí también su exhortación a la j u v e n t u d m e ­xicana: " ¡En busca del a lma nacional ! Esta sería m i constante pré­d ica a l a j u v e n t u d de m i país. Esta i n q u i e t u d desinteresada es lo único que puede aprovecharnos y darnos consejos de conducta p o l í t i c a " 4 3 . E n 1930 se preguntaba , preocupado por lo que tenía de sintomático, ante la i gnoranc ia sobre lo que se escribía y p e n ­saba en M é x i c o : " ¿ D ó n d e se estudia, en M é x i c o , la h i s to r ia de la c u l t u r a m e x i c a n a ? " 4 4 C o m o t a l situación persistía todavía en 1939, a su regreso a M é x i c o , Reyes transmitió de m o d o explícito este sentido de misión a los estudios que se cursarían en E l Co le ­gio de M é x i c o .

M e x i c a n o , pero de perspectiva u n i v e r s a l , Reyes descubre l a dimensión cont inenta l que debería a d q u i r i r el exper imento m e ­x i cano . Los éxitos incipientes en las artes plásticas, en la l i t e r a t u ­r a , en la música, le proporc i onan apoyo para su mensaje de auten­t i c i d a d a los pueblos iberoamericanos . E n 1928, en u n discurso " A n t e el comité U r u g u a y - M é x i c o " , da énfasis al hecho de que

mientras cedíamos ciegamente a la imitación de los modos europeos, nuestras incipiencias seguían líneas paralelas que no podían nunca encontrarse. Sólo cuando una general sacudida nos hizo cobrar con­ciencia de nosotros mismos, empezamos, los pueblos afines, a con­siderarnos con interés de uno a otro extremo de la raza. Sólo enton­ces pudimos, con la junta de los sumandos, apreciar lo que podrá pesar en el mundo el total que representamos 4 5.

N a t u r a l m e n t e , desde su perspectiva l i t e r a r i a — n o o lv idemos esta rea l idad constante en la obra de Reyes—, encarga esta m i ­sión a los intelectuales: " ¡ H a c e tanto que sueño con u n a cruzada de los escritores de Amér ica p a r a recobrar los tesoros de nuestra

41 AROC, t. 4, p. 421. 4 2 Loe. cit. 43 Ibid., p. 422. 4 4 AROC, t. 11, p. 160. 45 AROC, t. 8, p. 147.

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l i t e r a t u r a p o p u l a r ! " 4 6 , para añadir a continuación la necesidad de conocer lo p rop io como p r i m e r paso para la autent i c idad , de

acercarse a la materia pr ima de la imaginación americana, y des­pués interrogarla y trabajar sobre ella, plegándose a sus necesida­des y sacando, de sus mismas limitaciones, consejos de resignación y estímulos de audacia [. . . ] . Teníamos olvidado el humilde hogar, por admirar las grandiosidades del palacio de enfrente. ¡Y eso que hay mina de oro en casa! 4 7

A u n q u e combate todo in tento de aislacionismo c u l t u r a l , R e ­yes cree, no obstante, que M é x i c o , Iberoamérica, necesita reple­garse al ámbito de lo p r o p i o y presenta como modelo el proceso mexicano: " V a m o s aprendiendo a insistir en todo aquello que sirve al desenvolv imiento de nuestro carácter histórico, desembarazán­donos de paso de lo pegadizo y lo a j e n o " 4 8 . Su l ema es " v o l v e r a lo p r o p i o , a lo c a s t i z o " 4 9 , y así prevenirnos contra la imitación de formas extrañas que sólo h a n sido capaces de proporc ionar para Iberoamérica pálidas copias, s imulacros de rea l idad que i m p i d e n el progreso. A r r e m e t e contra términos que engloban conceptos de or igen extraño —independencia , liberales, democracia, izquier ­das, derechas— que d is traen y , por ello m i s m o , para l i zan el p r o ­ceso social, político, c u l t u r a l . E n " C o n c i e n c i a social y deber so­c i a l " , de 1940, insiste en que

América no ha creado su lenguaje político, sino que adopta el euro­peo. Esto trasciende mucho más allá del lenguaje. Ello ha tenido consecuencias en las soluciones europeizantes que hemos procura­do para nuestros negocios. Mientras no aparezca en América el ge­nio que descubra las fórmulas de nuestro lenguaje político, seme­jante mal será inevitable; y las realidades americanas, torcidas en la traducción 5 0.

L o que Reyes expresa es que Iberoamérica necesita más artistas —énfasis en la creación que l i b e r a — y menos artesanos, es decir , e v i t a r obcecarse en u n a repetición que subyuga.

Pero esta posición de Reyes no significa, de ningún modo , que

46 Ibid., p. 55. 47 Loe. cit. **AROC, t. 8, p. 147. 49 AROC, t. 11, p. 159. 50 Ibid., p. 118.

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ante l a polémica i n t e r n a entre los indigenistas y los universalistas él t o m a r a p a r t i d o p o r los indigenistas . E l no res id i r en M é x i c o le permitía apartarse del f ragor polémico y le p roporc i onaba es­pacio para colocar ambos campos en perspectiva, en u n a refle­x ión más p r o f u n d a que denotaba al m i s m o t i e m p o madurez en su concepto de México e independencia en sus meditaciones. Había que regresar a lo p r o p i o , ése fue el f r u t o de la Revoluc ión ; pero ten iendo en cuenta que p a r a ello " l a s únicas leyes deben ser l a seriedad del t r a b a j o , y l a s incer idad frente a sí m i s m o " 5 1 . E l ca­rácter mex i cano de la obra se dará por añadidura. Será la no ta que caracterice a las " t r e s cuartas p a r t e s " que apor tan las c i r ­cunstancias y que fundamentará la otra " c u a r t a p a r t e " de la apor­tación creadora del i n d i v i d u o . Por e l lo , a u n reconociendo el v a ­l o r i n i c i a l de l a introspección, se opondrá a quienes e x t r e m a n l a búsqueda de l o nac ional en pecul iaridades reduct ivas que se n i e ­gan a a s u m i r el pasado med iante u n a p r e v i a recuperación de su t o t a l i d a d , y que p r o m u e v e n en su i n t e n t o el r e torno a u n pasado utópico , y u n a is lamiento impos ib le . L a rea l idad nac iona l , nos prev iene , es m u c h o más comple ja ; el m i s m o concepto de mes t i ­zaje c u l t u r a l nos hab la de síntesis, de interdependencia :

Se diría que aquel bloqueo político a que quedamos sometidos hace unos años, como consecuencia conjunta de la revolución en casa y la guerra en la del vecino, aun cuando tuvo el efecto saludable de obligarnos a escrutar en el propio ser, a sacar recursos de nuestro seno y a enamorarnos de nuestras riquísimas realidades, está, sin embargo, arrastrando una cola de resultados que, como son inúti­les, son funestos: se convierte ahora en una fiebre, en u n prur i to de declararnos a nosotros mismos en estado de bloqueo espiritual 5 2 .

Reyes rec lama la l i b e r t a d absoluta del art is ta : " Y o no puedo t o ­m a r más part ido que el de la c a l i d a d " 5 3 . Pero esa " s incer idad a n ­te sí m i s m o " , de que hablamos antes, llevará al inte lec tual a " i n ­vest igar el a l m a nac ional y [a] empezar, como el b u e n j u e z , p o r l a p r o p i a c a s a " 5 4 . Por ello nos dirá en 1932: " Y en cuanto a mis esperanzas p a r a mañana [. . . ] qu iero ponerlas en los que p r o c u ­r a n u n a expresión nac ional bajo f o r m a elevada y noble , fácilmente

51 AROC, t. 8, p. 446. 52 Ibid., pp. 438-439. 53 Ibid., p. 264. 54 Ibid, p. 265.

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comunicab le a todos los pueblos. D e ellos h a n de salir nuestros clásicos d e f i n i t i v o s " 5 5 .

E l pel igro que según Reyes acechaba en la década de los t re inta al desarrol lo mexicano era también u n o de los efectos del éxito de la intensa transformación que t u v o l u g a r en la década r e v o l u ­c i onar ia . E l pueblo mexicano había descubierto frente a sí, en pa ­labras de Reyes, " e l espectáculo del ser mex i cano , de la tradición n a c i o n a l " 5 6 . Y aquello que antes era despreciado se convierte ahora en u n a r m a para demagogos que sacrifican la dirección p r o ­f u n d a de u n a transformación dinámica, por l a superf i c ia l idad del co lor ido folclórico que ellos elevan a esencia estática. Reyes acep­t a el va l o r de lo folclórico en la concientización del pueb lo , pero con persistencia nos recuerda, como lo hace en " A vue l ta de co­r r e o " de 1932, que

tampoco hay que figurarse que sólo es mexicano lo folklórico, lo cos­tumbrista o lo pintoresco. Todo esto es muy agradable y tiene dere­cho a v i v i r , pero n i es todo lo mexicano, n i es siquiera lo esencial­mente mexicano. L a realidad de lo nacional reside en una i n t i m i ­dad psicológica, involuntaria e indefinible por lo pronto [. . . ] . Es algo que estamos fabricando entre todos 5 7 .

T a l es l a concepción dinámica que d o m i n a el pensamiento m a ­d u r o de Reyes, a p a r t i r de l a década de los ve in te , pero al que responden también escritos m u c h o más tempranos . Así en Visión de Anáhuac, de 1915. E n esta obra encontramos , además, de m a ­n e r a inc ip i en te , u n a interpretación de M é x i c o , que en lo esencial se m a n t u v o constante en toda su obra , a u n cuando su f o r m u l a ­c ión sistemática se in ic ie a finales de la década de los veinte y con­siga su expresión más m a d u r a después de la integración d e f i n i t i ­v a de Reyes al escenario mexicano en la década de los cuarenta . M e ref iero al hecho de considerar que u n elemento esencial de l o mex i cano es su carácter de mestizaje c u l t u r a l .

L A SÍNTESIS CREADORA DEL MESTIZAJE

E l m i s m o proceso de interiorización con que se conduce Reyes en l a formulación de su posición personal en la v i d a y que hemos

5 5 / ¿ ¿ ¿ . , p . 445. 5 6 AROC, t. 11, p. 195. 57 AROC, t. 8, pp. 441-442.

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t r a t a d o de seguir en este esquemático desarrol lo nos l leva ahora al e n t e n d i m i e n t o de su pensamiento , a la clave med iante la cual se puede expl icar el c on junto de su obra , y ante la cual se d isue l ­v e n las aparentes contradicciones que u n a crítica superf ic ial en ­contraba en sus escritos. E n u n análisis de lo mexicano Reyes des­cubre su carácter de mestizaje cu l tura l , y esta realidad fundamental le servirá de base tanto en su recuperación del pasado como en la formulación, desde su perspectiva ab ier ta a las corrientes u n i ­versales, de u n proyecto de acción. Reyes reconoce que al estu­d i a r a M é x i c o hay que tener en cuenta que sobre " e l estrato indí­gena, caerá más tarde el baño de o t r a civilización, acarreada por los conquistadores h i s p a n o s " 5 8 . Por ello nos hab la del " i n j e r t o de la c u l t u r a española en cepa m e x i c a n a " 5 9 . Pues, se p r e g u n t a , " ¿ q u é sentido puede tener la h i s to r ia de M é x i c o si i gnoramos sus relaciones con la civilización en que va i n j e r t a ? " 6 0 . Según recu­pera el pasado nac iona l , Reyes descubre igua lmente que el p r o ­ceso de mestizaje se i n i c i a y a con el p r i m e r encuentro y m o t i v a " q u e los pr imeros vecinos de la N u e v a España —fenómeno que t iene su equivalente en las demás co lonias— se sientan dist intos de l f u n c i o n a r i o m e t r o p o l i t a n o recién l legado, y asilen en su áni­m o los gérmenes de la independencia f u t u r a " 6 1 . L a t r a n s f o r m a ­c ión es t a n rápida, nos dice Reyes, que " c i n c u e n t a años después de la conquista española, es decir a p r i m e r a generación, encon­t r a m o s ya en M é x i c o u n m o d o de ser a m e r i c a n o " 6 2 .

A c e p t a r el mestizaje supone asumir u n pasado de elementos que se c o m p l e m e n t a n , es u n dejar de ser —azteca o español— en el proceso de formación de u n a nueva i d e n t i d a d . A s u m i r sig­n i f i c a aceptar u n pasado en su t o t a l i d a d . D e ahí que Reyes nos d i g a que " h a y que comenzar — o t r a vez— por la emancipación de Amér i ca , para m e j o r real izar a A m é r i c a " 6 3 . H a s t a entonces l a h i s t o r i a de M é x i c o había sido u n a h i s tor ia de rechazos —de las cu l turas precortesianas, de la c u l t u r a hispánica— que falsea­b a la rea l idad nac iona l . L a Revoluc ión comenzó la recuperación de l pasado i n d i o y ahora , cree Reyes, es también necesario " r e ­conc i l i a r a las Américas con su ant igua M e t r ó p o l i " 6 4 . E l l o será

58 Ibid., pp. 107-108. 59AROC, t. 12, p. 299. 6 0 AROC, t. 11, p. 276. 61 Ibid., p. 51. 62 Ibid., p. 83. 63 Ibid., p. 232. 6 4 Loe. cit.

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nuestro signo de m a d u r e z , pues, añade Reyes, " m i e n t r a s sufría­mos la tentación de maldec i r a la v ie ja metrópoli europea, confe­sábamos que aún no éramos realmente independientes , r e a l m e n ­te adultos , puesto que aún conservábamos la sensibi l idad exarce-b a d a de u n a r r a n c a m i e n t o , de u n a d e r i v a c i ó n " 6 5 .

Por otra parte , recuperar el pasado y asumir lo es algo más que aceptar u n co lor ido superf ic ial —indígena o español—; no con­siste únicamente en elevar m o n u m e n t o s al héroe i n d i o mítico n i tampoco en hacer uso de él para fines políticos mientras se perpe­túa su subyugación. E l i n d i o es parte integrante de la nueva rea­l i d a d y como ta l ha de ser aceptado. Desde esta posición Reyes exhor ta a sus contemporáneos en 1922, cuando apenas empeza­ba la reconstrucción del M é x i c o que emerge de la Revo luc ión , recordando que l a acción sólo tendrá éxito si se basa en unas ideas prev iamente aceptadas:

No hemos encontrado todavía la cifra, la unidad de nuestra alma. Nos conformamos con sabernos hijos del conflicto entre dos razas. Como la mujer bíblica, podemos decirle a la patria: "Dos naciones hay en tu seno". Se habla de la redención política del indio mucho más que de su redención espiritual; quiero decir: mucho más que de su incorporación, explicada y aceptada, como elemento formati -vo de nuestra alma actual 6 6 .

Esta nueva a c t i t u d ante lo nac iona l abre u n a perspectiva o r i ­g i n a l de aproximación a la época co lonial que se recupera ahora p a r a M é x i c o . Desde el p u n t o de v ista político, es decir español, se t r a t a b a de la conquista y administración de u n a co lonia . Des­de u n a perspectiva mexicana se convierte en u n a época de fer­mentación, en u n per iodo de formación, semejante a lo que suce­d ió , según expuso años después Amér i co Castro , en la España medieva l . Reyes señala igualmente que " d u r a n t e la Co lon ia , M é ­x i co adquiere lentamente su fisonomía h i s t ó r i ca " 6 7 . Es decir ,

durante tres siglos las razas se mezclan como pueden, y la Colonia se gobierna y mantiene por u n milagro de respeto a la idea monár­quica y por sumisión religiosa a las categorías del Estado [. . . ] . E n ­tretanto, sordamente —los indios abajo, los españoles arriba y en

65AROC, t. 8, p. 147. 66AROC, t. 4, p. 422. 67 AROC, t. 8, p. 108.

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medio los criollos señoriales y soberbios y los mestizos astutos y sutiles—, se engendra el nuevo ser de una pat r ia 6 8 .

Este concepto de mestizaje que defiende Reyes en l a década de los t r e i n t a es el m i s m o que f u n d a m e n t a el método asunt ivo de l a ac tual filosofía de l a liberación. Reyes expresa con n i t idez su alcance en u n a carta ab ier ta , " S o b r e M é x i c o en A m é r i c a " , de 1930, con m o t i v o del l i b r o Littérature Hispano-américaine, de M a x D a i r e a u x :

Usted afirma —señala Reyes— que México se aisla para concen­trar en su original pureza " las tradiciones aztecas y las tradiciones españolas". ¿Usted cree en las tradiciones aztecas? [. . . ] ¿Usted cree que las tradiciones españolas se conservan allá en toda su pureza? ¿Y los tres siglos de inmensa elaboración y amalgama que han de­terminado el ser mexicano? ¿Usted cree en el aztequismo puro de Vasconcelos? [. . . ] ¿Usted cree [. . . ] en m i españolismo puro? [. . . ] Pero si aquel aztequismo y este españolismo fueran lo que usted d i ­ce ¿cómo es que Vasconcelos y yo somos —según justiciera defini­ción de usted— mexicanos "prop ia y únicamente mexicanos" 6 9 .

Ningún regreso es posible en el devenir histórico de u n pue ­b l o y Reyes satirizará tanto a los que p r o p o n e n u n a vue l ta a for ­mas precortesianas como a los que pretenden comportarse como si M é x i c o fuera s implemente u n trasplante europeo en América . Reyes ve en M é x i c o el resultado de u n a síntesis, no en el sentido de u n a coexistencia, sino en el f ruto creador del que surge u n nuevo pueb lo : " E n la síntesis no vemos u n compendio o resumen , u n a m e r a suma aritmética, como no lo es la del hidrógeno y el oxíge­n o al j u n t a r s e en el agua, sino u n a organización cua l i ta t ivamente n u e v a , y do tada , como toda síntesis, de v i r t u d t r a s c e n d e n t e " 7 0 . Colocados en este p u n t o de v i s ta , el mestizaje se convierte en u n a c u a l i d a d que proyecta el exper imento mexicano hacia u n f u t u r o un iversa l que Reyes prevé como c a m i n o necesario para la h u m a ­n i d a d : " somos u n a raza de síntesis h u m a n a . Somos el verdadero saldo histórico. T o d o lo que el m u n d o haga mañana tendrá que contar con nuestro s a l d o " 7 1 .

E l hecho de aceptar la esencialidad mestiza de lo mex i cano ,

6 8 AROC, t. 9, p. 44. 6 9 AROC, t. 8, pp. 61-62. 70 AROC, t. 11, p. 265. 71 Ibid., p. 134.

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su carácter de síntesis, en palabras de Reyes, creaba también u n a base de perspectiva que hacía posible l a recuperación del pasado desde la p r o p i a rea l idad , es decir , desde u n p u n t o de vista m e x i ­cano. Pero con ello se abría, sobre todo en sus comienzos, entre los m i e m b r o s de la generación de Reyes, u n a bifurcación en el proceso. E l c a m i n o a seguir en cada caso estuvo ante todo m a r c a ­do por circunstancias personajes: mientras Vasconcelos, por e jem­p l o , escribe La raza cósmica e Indoiogía, Reyes nos entrega Ultima Tule. E l p u n t o de p a r t i d a en ambos, el mestizaje creador, es el m i s m o , y su ob je t ivo , re f lex ionar , recuperar la esencialidad de las cu l turas base en su relación con l a rea l idad mest iza , es también idéntico. L a bifurcación ocurre en el m o m e n t o de enfocar sus i n ­vestigaciones: Vasconcelos d i r i ge su atención, en las obras c i ta ­das, a l elemento precortesiano y Reyes al hispánico-europeo. A m ­bos sobrevaloran el objeto de su estudio .

Reyes, por su educación d u r a n t e el p o r f i r i a t o y después p o r su pro longada ausencia de M é x i c o , m a n t i e n e u n a percepción ar ­queológica de la c u l t u r a precortesiana que d i s m i n u y e su va lor ac­t u a l . Además , no o lv idemos el propósito de Reyes de ver el m u n ­do a través de la l i t e r a t u r a y l a d i f i c u l t a d que en este sentido re ­presentaban las antiguas cul turas mexicanas; las cuales, p o r o t r a p a r t e , n u n c a fueron objeto d irecto de su estudio . C o n o c i ó , n a t u ­ra lmente , las investigaciones que a p a r t i r de la década de los veinte se h i c i e r o n sobre lo indígena, pero su percepción se había ya for ­m a d o con anter ior idad . E n u n pasaje de Visión deAnáhuac, de 1915, nos dice:

H a y que lamentar como irremediable la pérdida de la poesía indí­gena mexicana. Podrá la erudición descubrir aislados ejemplares de ella [. . . ] pero nada de eso, por muy importante que sea, compen­sará nunca la pérdida de la poesía indígena como fenómeno gene­ral y social 7 2 .

Y de m o d o más d irecto nos dirá en " D i s c u r s o p o r V i r g i l i o " , de 1930: " N o tenemos u n a representación m o r a l del m u n d o pre ­cortesiano, sino sólo u n a visión f r a g m e n t a r i a , sin más va lor que el que i n s p i r a n la cur i os idad , la arqueología: u n pasado ab­s o l u t o " 7 3 .

Adelantándose a su época, Reyes defendió el método a s u n t i -

72AROC, t. 2, p. 29. 73 AROC, t. 11, p. 161.

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vo como único capaz de superar la m e n t a l i d a d co lonia l que d u ­rante el siglo x i x fue arra igando en los pueblos iberoamericanos. Pero al m i s m o t i e m p o , sumerg ido él m i s m o en su ambiente con­temporáneo y educado en dicha m e n t a l i d a d co lon ia l , el proceso de superación fue l ento ; tanto más cuanto su pro longada estancia en E u r o p a , todavía en sus años f o rmat ivos , parecía reforzar los lazos coloniales. D e ahí que en 1917, cuando la Revoluc ión co­menzaba a definirse como u n gr i to de independencia c u l t u r a l , Re ­yes, desde España y por lo tanto alejado de la repercusión i n m e ­d i a t a de la transformación que se estaba operando en M é x i c o , aconseja a la inte lec tua l idad mex icana que

tiene que volver los ojos a Europa. Volverlos a la antigua Metrópo­l i es obvio, pero teniendo en cuenta que ésta reacciona ahora, t ra ­tando de rectificar todo su pasado. México la ha precedido en esta tarea dolorosa de rectificación. Y de todos los demás países euro­peos, sólo Francia puede servirnos como fuerza espiritual orien­tadora 7 4 .

A u n q u e esta frontera, entre el conocimiento del elemento euro­peo en l a c u l t u r a iberoamer icana p a r a a s u m i r l o y el considerarlo u n a " f u e r z a esp i r i tua l o r i e n t a d o r a " , no l lega a def inirse nítida­mente en la obra de Reyes, sí que muest ra u n a marcada evo lu ­c ión. E n 1942, en su ensayo "Pos i c i ón de A m é r i c a " , verá en ello u n a de las causas que a l i m e n t a n el comple jo de marginación:

El ciudadano de las grandes naciones creadoras de cultura casi no tiene necesidad de salir de sus fronteras lingüísticas para completar su imagen del mundo. El ciudadano de la antigua colonia tiene que ir a la vida internacional para completar tal imagen y, además, está acostumbrado a buscar en el exterior las fuentes del saber. Así se explica el sabor de extranjerismo en ciertas etapas de nuestra ado­lescencia cu l tura l 7 5 .

E n su obra m a d u r a Reyes inc i ta al mex i cano , a l iberoamer i cano , a que f orme también " s u i m a g e n del m u n d o " , pero superando el exclusivismo europeo en u n i n t e n t o de universalización.

E n cualquier caso, como ya indicamos, Reyes va a aproximarse e i n t e r p r e t a r el mestizaje c u l t u r a l desde su elemento hispánico, desde la vert iente europea. Parte , por supuesto, del m i s m o mes-

74 AROC, t. 7, pp. 447-478. 75 AROC, t. 11, p. 264.

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t i za je , pero ve en lo hispánico la corr iente subterránea que le p r o ­vee de d i n a m i s m o . L o autóctono, nos dice,

puede entenderse en dos sentidos. A veces, es aquella fuerza inst in­tiva, tan evidente que defenderla con sofismas es perjudicarla, y que­rer apoyarla en planes premeditados es privarla de su mejor v i r t u d : la espontaneidad. [. . . ] Lo autóctono, en otro sentido más concre­to y más conscientemente aprehensible es, en nuestra América, u n enorme yacimiento de materia pr ima, de objetos, formas, colores y sonidos, que necesitan ser incorporados y disueltos en el fluido de una cultura, a la que comuniquen su condimento de abigarrada y gustosa especiería 7 6.

Y nos añade a continuación: " H a s t a h o y las únicas aguas que nos h a n bañado son —derivadas y matizadas de español hasta d o n ­de q u i e r a la h i s t o r i a — las aguas l a t i n a s " 7 7 . Es decir , se centra en la rea l idad del mestizaje, pero de los dos elementos p r i m a r i o s que lo fueron o r i g i n a n d o ve a lo precortesiano como algo estáti­co; es algo fuertemente presente, algo esencial, pero la corr iente dinámica del resultado es lo hispánico. Por ello a f i r m a b a ya en 1921 que " A m é r i c a no descubrirá p lenamente el sentido de su v i d a en tanto que no rehaga, pieza a pieza, su «conciencia es­p a ñ o l a » " 7 8 .

L A REVOLUCIÓN Y EL PAPEL DE LAS MINORÍAS

Al fonso Reyes pertenece a u n a generación de grandes i n d i v i d u a ­l idades , a u n a minoría inte lectual con conciencia de misión. L e tocó además v i v i r en u n per iodo de brusca transformación social en el cua l , en América al i gua l que en E u r o p a , la aristocracia de intelectuales se creyó amenazada por lo que ellos percibían como u n a rebelión de las masas. L a experiencia mexicana de Reyes — e l A t e n e o de la J u v e n t u d — , así como su asociación en España con el g r u p o que encabezaba O r t e g a y Gasset en t o r n o a la Revista de Occidente, sirvió para acentuar su creencia en la misión de guía y de l iderazgo de la inte l igenc ia . C o m p r e n d i ó , n a t u r a l m e n t e , la situación conf l i c t iva que representaban los sucesos iberoamer i ca ­nos, especialmente los mexicanos, pero creía también que u n a vez

76 Ibid., p. 161. 77 Loe. cit. 78AROC, t. 4, p. 572.

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en ca lma el t o r b e l l i n o revo luc ionar io la misión de la inte l igenc ia era insus t i tu ib l e .

E l análisis de Reyes de lo que significó el proceso revo luc io ­n a r i o en M é x i c o coincide, es v e r d a d , con el t es t imonio de Mart ín L u i s G u z m á n en La querella de México, de 1915, y con la exposi ­c ión de M a n u e l G ó m e z M o r í n en su l i b r o , s igni f i cat ivamente t i ­t u l a d o 1915, de 1927. Y Reyes, a l i g u a l que ellos, reconoce que

entonces hubo que sacarlo todo de la propia sustancia, y entonces el país se dio cuenta de sus grandes posibilidades genuinas. Fue co­mo descubrir otra vez el patrimonio ya olvidado; como desenterrar el oro escondido de los aztecas, ¡aquella sugestiva fábula! ¿De suer­te que todo esto teníamos en casa, y no lo sabíamos? 7 9

Si ahora aplicáramos a este proceso revo luc ionar io l a i m a g e n a l fons ina de que " n u e s t r o d r a m a tiene u n escenario, u n coro y u n p e r s o n a j e " 8 0 , habría que aceptar que el personaje fue el pue ­b lo y que la inte l igenc ia apenas t u v o la función pasiva de u n coro t ímido. E l m i s m o Reyes conviene en que

es cierto que la Revolución Mexicana brotó de u n impulso mucho más que de una idea. No fue planeada. No es la aplicación de u n cuadro de principios, sino u n crecimiento natural . [. . . ] Se fue es­clareciendo sola conforme andaba; y conforme andaba, iba descu­briendo sus razones cada vez más profundas y extensas y definien­do sus metas cada vez más precisas [. . . ] imperaba en ella la cir­cunstancia y no se columbraban los fines últimos 8 1.

Y el e jemplo de M é x i c o no era aislado en el ámbito i b e r o a m e r i ­cano. L o que sucede es que Reyes admi te la participación d i r e c t i ­v a del pueblo cuando estudia situaciones concretas. Así , en el ca­so que anal izamos de la Revo luc ión M e x i c a n a , reconoce que " l a inte l igenc ia l a acompaña, no l a produce ; a veces t a n sólo l a pade­c e " 8 2 . S i n embargo , cuando Reyes se expresa en términos más abstractos, cuando se refiere a las ideas, el pueblo parece ec l ip ­sarse como elemento motor , mientras se erige a la inteligencia como única fuerza d i re c t r i z . Es entonces cuando afirmará que en el es­cenar io amer icano " e l actor o p e r s o n a j e " , o sea el creador de las

79 AROC, t. 9, p. 56. S0AROC, t. 11, p. 82. 81 AROC, t. 12, p. 185. 82 Ibid., p. 186.

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transformaciones , " v i e n e aquí a ser l a i n t e l i g e n c i a " 8 3 . Este d i v o r c i o entre el pueblo y el in te lec tua l , presente a lo l a r ­

go de l a obra de Reyes, es u n a m a r c a que caracteriza a los m i e m ­bros de su generación y que sólo se irá superando a p a r t i r de l a década de los sesenta cuando el inte lec tual iberoamer icano t o m a conciencia de su íntima relación con el pueb lo ; se seguirá consi ­derando minoría, pero u n a minoría cuyo o r i gen es el pueblo m i s ­m o . D u r a n t e l a p r i m e r a m i t a d del siglo x x , s in embargo , y p r e ­c isamente p o r no haberse de f in ido todavía los iberoamericanos , Reyes cree encontrar en los intelectuales u n sentido, u n a c o m u ­nión de objetivos de los que carecen todavía los pueblos. Por el lo , a u n q u e no podemos p r o p i a m e n t e hab lar de u n a civilización o de u n a c u l t u r a iberoamer i cana , nos dice Reyes en 1936, podemos, en c a m b i o , hacerlo de " l a inte l igenc ia amer i cana , su visión de l a v i d a y su acción en la v i d a . Esto nos permitirá d e f i n i r , aunque sea prov i s i ona lmente , el m a t i z de A m é r i c a " 8 4 . E n perspectiva al resto del m u n d o Reyes quiso adelantarse a su t i empo . Quiso crear o t r a Amér ica , d i s t in ta esta vez de la europea, pero que tampoco coincidía con la América rea l . Reyes parte del p r i n c i p i o de que " s i n u n a sociedad de los espíritus no hay sociedad de las nac io ­n e s " 8 5 , pero ya desde escritos m u y tempranos — " R o d ó " , de 1917— a f i r m a b a que " l a f r a t e r n i d a d amer icana no debe ser más que u n a rea l idad e s p i r i t u a l , entendida e i m p u l s a d a de pocos, y c o m u n i c a d a de ahí a las gentes como u n a descarga de v iento^ co­m o u n a fl/ma"86.

C o m o diplomático en el m u n d o hispánico —España, B r a s i l , U r u g u a y , A r g e n t i n a — y delegado iberoamericano en organismos internacionales , Reyes conocía b ien los problemas internos —eco­nómicos , sociales, polít icos— de los países iberoamericanos y el m i l i t a r i s m o absurdo que los afligía. Conoc ía también a la i n t e l i ­gencia y el contraste que existía entre los intereses mezquinos de l a demagogia política que enfrentaba entre sí a los pueblos y l a c o m u n i d a d esp ir i tua l que existía entre los intelectuales. Ve ía , por lo m i s m o , la única pos ib i l idad de f u t u r o en la unión y en la i n ­fluencia que los intelectuales p u d i e r a n ejercer en el pueblo . C o ­m o el José Martí de " N u e s t r a A m é r i c a " , Reyes estaba igualmente convencido de que, en la situación peculiar de Iberoamérica, " t r i n -

83AROC, t. 11, p. 83. 8 4 Ibid., p. 82. 85 Ibid., p. 68. 86AROC, t. 3, pp. 134-135.

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d ieras de ideas valen más que tr incheras de p i e d r a " . Cree , por el lo , que

cuando los intelectuales de América se hayan dado la mano, habrá cambiado fundamentalmente la vida política americana. Porque entre todas las energías del mundo, el espíritu es el transformador, el mo­delador más activo: es el escultor que nos labra 8 7 .

Estas palabras, de su ensayo " E n el día a m e r i c a n o " , de 1932, expresan con n i t idez el presupuesto teórico que a n i m a el p r o g r a ­m a social de Reyes. Ve ía en la d i ferencia el c omplemento , p o r lo que al inte lectual sólo le exigía dedicación en su empresa y s in ­cer idad consigo m i s m o y con su c i rcunstanc ia . L o i m p o r t a n t e era ident i f i car a esas minorías selectas para p r o m o v e r luego los en ­cuentros . D e ahí que no sean casuales sus relaciones con los i n t e ­lectuales iberoamericanos y que cuando las circunstancias fueron propic ias — l a inauguración del C e n t r o de Estudios Filosóficos en la U n i v e r s i d a d de México y la creación de E l Colegio de M é x i c o — Reyes se apresurara a in fund i r l e s u n sentido de misión que , p a r ­t i endo de la c i rcunstancia mex i cana , trascendiera a todo el ámbi­to iberoamer i cano . Fue también el p r o m o t o r de u n a cooperación i n t e r a m e r i c a n a que se i n i c i a entre M é x i c o — S a m u e l Ramos des­de la U n i v e r s i d a d y José Gaos desde E l Colegio de M é x i c o — y A r g e n t i n a —Franc isco R o m e r o — y que después Leopo ldo Zea haría cont inenta l . E n u n ensayo escrito en 1941, " E l diálogo de A m é r i c a " , nos señala Reyes la i m p o r t a n c i a que él atribuía a ese antiguó sueño suyo que ahora ve convert ido en rea l idad :

Quisiera señalar al lector una singular y recientísima manifestación de la inteligencia americana, que merece considerarse como un acon­tecimiento social. Refiérese precisamente al orden teórico por exce­lencia: a la filosofía. Los nuevos grupos filosóficos de México y de Buenos Aires trabajan en estos días con una ejemplar solidaridad" 8 8 .

D e esta cooperación surgió el proyecto , entre otros , de invest igar y p u b l i c a r las historias del pensamiento nac iona l , como p r i m e r paso para recuperar la u n i d a d del pensamiento iberoamer i cano .

L a conquista de América había sido obra de ind iv idua l idades y a ellas se debía también el d i n a m i s m o que caracterizó al mes t i -

87 AROC, t. 11, p. 66. ™AROC, t. 9, p. 232.

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zaje creador de los p r imeros siglos de la C o l o n i a . Amér ica era en ­tonces su p r o p i o centro . L u e g o , d u r a n t e el siglo xvín, los i n t e ­lectuales tras ladan poco a poco su m i r a d a a E u r o p a y , d u r a n t e l a independenc ia política, a Estados U n i d o s . Surge así la m e n t a ­l i d a d co lon ia l : l a imitación y u n comple jo de per i fer ia que absor­be todavía hoy la v i d a iberoamer icana . L a inte l igenc ia fue la que entonces dejó de c u m p l i r su misión y ha de ser la inte l igenc ia l a que de nuevo traslade su centro a las costas americanas. Había l legado, en opinión de Reyes, el m o m e n t o de la acción c o n j u n t a . E l intelectual debía ser hombre de acción: " E n t r e nosotros no hay , n o puede haber torres de m a r f i l " 8 9 , pues " l o s sabios t i enen t o ­davía que ser hombres p ú b l i c o s " 9 0 . C o n el lo , Reyes quiere de­c i r que los intelectuales

se abracen decididamente con la inquietud social de su época, y apor­ten sus luces y su voluntad, su teoría y también su práctica. [. . . ] Abrase paso la Inteligencia: reclame su sitio en la primera trinche­ra. Y los que sólo tengan costumbre de tratar con ideas y no sepan tratar con hombres, ésos, que acepten su dolor. Aquí os traigo el aforismo de Goethe: " N o basta saber: hay que aplicar. No basta querer: hay que o b r a r " 9 1 .

HACIA UNA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN

Al fonso Reyes pretendió ser u n a ventana abierta a las corrientes de la c u l t u r a un iversa l y así lo fue en efecto. Mostró Iberoaméri­ca a los europeos e insistió en la fuerza y v igenc ia del e lemento europeo en la p r o p i a c u l t u r a mestiza. Pero si fue u n a " v e n t a n a a b i e r t a " , en cuanto fraguó lazos de diálogo, no lo fue en el pos i ­b le s ignif icado de n e u t r a l i d a d o pas iv idad que su p r o p i a i m a g e n podría sugerir . A l fonso Reyes fue u n for jador de ideas, u n i n c i t a ­d o r de espíritus en la línea de las figuras más representativas del pensamiento iberoamer i cano . Y como ellos, no escapó del force­j eo de las ideas de su t i e m p o n i p u d o resistir la proyección utópi­ca de la Amér ica posible que él soñaba. Es más, exigía a sus con­temporáneos esta visión elevada de su p r o p i o f u t u r o : " L o s que s iguen concibiendo a América como u n posible teatro de mejores experiencias h u m a n a s son nuestros amigos. Los que nos n iegan

89 AROC, t. 11, p. 86. 9 0 Ibid., p. 69. 91 Ibid., p. 70.

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esta esperanza son los enemigos de A m é r i c a " 9 2 . Reyes acepta la tesis de H e g e l — " d e s p u é s de todo , l a h i s to r ia de América h a sido u n a serie de carreras por atajos, para ponernos al día en menos t i e m p o " — 9 3 , pero lo hace pensando que " l a catástrofe europea h a v e n i d o a ser u n aviso prov idenc ia l que nos despierta de la i n ­f a n c i a " 9 4 . Es decir , su énfasis no está en l a posible j u v e n t u d i n i ­c ia l de los países iberoamericanos , n i s iquiera en el proceso hacia la madurez que se siguió, sino en el m o m e n t o actual . E l caos euro­peo de la década de los t r e i n t a y el radica l i smo que llevó a l a gue­r r a en los cuarenta parecían dar razón a las tesis de Spengler y Reyes ve la situación apremiante : " N o hay t i e m p o de p r e g u n t a r ­nos y a si estamos maduros para recoger la herencia de u n a c u l t u ­r a y t r a n s p o r t a r l a de f in i t i vamente a nuestros cauces " 9 5 . E r a la h o r a de América : " H a y que decidirse y repetirse que ha l legado el m o m e n t o . ¡Ahora o n u n c a ! " 9 6 . América alcanza su m o m e n t o histórico en u n a encruc i jada de la h u m a n i d a d en la cual l a técni­ca conseguida p o r la civilización europea iba a p e r m i t i r superar las culturas regionales en u n a proyección global para la cual , creía Reyes de acuerdo con Vasconcelos, Iberoamérica estaba especial­mente preparada . H o y por hoy , nos dice Reyes, " p o d e m o s ya decir que nuestra Amér ica no quiere i m i t a r , sino que apl ica las técnicas adquir idas de E u r o p a a la investigación de los fenóme­nos prop ios , lo cua l , al m i s m o t i e m p o , le va revelando la p o s i b i l i ­d a d de nuevas técnicas a m e r i c a n a s " 9 7 .

E l m i s m o hecho de ser Iberoamérica el resultado de u n a a m a l ­g a m a de cul turas añadía potenc ia l idad a las proyecciones u n i v e r ­salistas de Reyes. Pues para él, " t o d a la herencia cu l tura l del m u n ­do pasa a ser u n p a t r i m o n i o " de Iberoamérica, y el universal is ­m o viene " a ser el inesperado efecto benéfico de la formación c o l o n i a l " 9 8 . Reyes in i c ia sus reflexiones con M é x i c o , que él con­sidera " u n caso agudo y expresivo de la cuestión a m e r i c a n a " 9 9 , pero al proyectarlas en u n contexto un iversa l , su pensamiento ad ­quiere dimensión cont inenta l . E l pensamiento de Reyes se e n t r o n ­ca, es v e r d a d , con los comienzos de la recuperación de la c u l t u r a p r o p i a , cuando todavía no se había llegado a u n a formulación sis-

92 Ibid., p. 81. 93 Ibid., p. 123. 9 4 Ibid., p. 114. 95 Loe. cit. 96AROC, t. 11, p. 115. 97 Loe. cit. 9*AROC, t. 11, p. 264.

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temática, pero ello no impidió que l legara a entrever , como vere­mos , su dirección actual . Su máxima h u b i e r a sido: haz de A m é ­r i ca t u centro y m i r a a ver qué puede ofrecer al m u n d o . Y a en 1932, nos recordaba: " D e t i e m p o a esta parte [. . . ] vengo s in ­t i endo l a necesidad, y saciándola como puedo , de someter nues­t r a América a los grandes reactivos del pensamiento , para ver lo que de ello r e s u l t a " 1 0 0 .

Desde la atalaya pr iv i l eg iada que le p roporc i ona su perspecti ­v a i n t e r n a c i o n a l , Reyes es testigo de la vert ig inosa t r a n s f o r m a ­c ión de los países del m u n d o hacia u n a aproximación que le pare ­ce a él inev i tab le . E l l o c o n f i r m a también su visión universal is ta y le r e a f i r m a en su posición de que " l a c u l t u r a está l l a m a d a , s i ­q u i e r a teóricamente, a ser u n a . Y precisamente, ante esa espe­r a n z a de unificación, aparece América como u n labora tor i o pos i ­ble p a r a este ensayo de s ín tes i s " 1 0 1 . Y es u n " l a b o r a t o r i o pos i ­b l e " porque su base mestiza dota a los países iberoamericanos de " u n sentido internac ional , de u n a elasticidad envidiable para con­cebir el vasto p a n o r a m a h u m a n o en especie de u n i d a d y c o n j u n ­t o " 1 0 2 . Este es j u s t a m e n t e el camino que ha seguido el pensa­m i e n t o iberoamer icano y su repercusión in te rnac i ona l actual se encuentra , en efecto, en que h a sabido " c o n c e b i r el vasto pano­r a m a h u m a n o " en su formulación de u n a filosofía de la l i b e r a ­c ión. D e ahí también que desde la perspectiva de nuestro presen­te nos parezca acertado Reyes cuando define el " s e n t i d o del ame­r i c a n i s m o " como el "es fuerzo p a r a a r m o n i z a r u n cont inente en servicio de la h u m a n i d a d " 1 0 3 . Para América "se t r a t a de u n a to ­m a de posición y acaso de u n a t o m a de posesión de la c u l t u r a " 1 0 4 .

Los conceptos de u n a t o m a de " p o s i c i ó n " y de " p o s e s i ó n " deben ser entendidos en conexión con el concepto de la invención de Amér ica , y de "ú l t ima T u l e " . E n la h i s to r ia occ idental , A m é ­r i c a se presenta como u n a ent idad sin carácter p r o p i o . Su exis­tenc ia se describe en términos de lo europeo, de u n a E u r o p a que necesita más l a América inventada que la América real . Amér ica i m p o r t a b a no por lo que era, sino por lo que representaba: pos i ­ble laborator io de desahogo utópico. D e aquí también las tres eta­pas que esquematizan su desarrol lo hasta el presente. L a p r i m e r a

9 9 AROC, t. 8, p. 434. 100 Ibid., p. 433. 101 AROC, t. 11, p. 255. 102 Ibid., p. 61. 103 Ibid., p. 73. 104 Ibid., p. 255.

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es la América prop iamente europea, la última T u l e p r e c o l o m b i ­n a . L a segunda etapa se in i c ia con la l legada de Co l ón al c o n t i ­nente amer i cano ; surge ante la conciencia occidental u n a nueva r e a l i d a d , pero E u r o p a prefiere hab lar de u n " d e s c u b r i m i e n t o " , de u n " n u e v o " cont inente ; es decir , proyecta ahora su visión utó­p ica sobre nuevas t ierras ; no le i m p o r t a conocerlas, sólo las nece­sita en su ideal ismo de regenerarse a sí m i s m a . L a tercera etapa, l a ac tua l , la que v isual iza Reyes, corresponde a la t o m a de con­ciencia de los iberoamericanos de su real idad, de u n a real idad que, precisamente por su base de mestizaje , contiene también fuerte dosis del ideal ismo utópico que aportaba su ingrediente europeo. Pero ahora , por p r i m e r a vez, no responde a necesidades exter­nas, sino que es u n a visión que crece desde dentro hasta conver­t irse en ob je t ivo i n t e r n o y misión de destino un iversa l . Reyes nos hab la ya en 1931 en estos términos cuando ref lexionaba sobre " l a fórmula nueva que habrá de salir de t a n t a mezcla, fórmula que no se h a de presentar como exclusiv idad americana —esto no t e n ­dría ningún sent ido— sino como u n ensayo americano de m a y o r fe l i c idad para uso de todos los h o m b r e s " 1 0 5 . Y no podría ser de o t r o m o d o , pues al responder a u n a p l u r a l i d a d , sus soluciones, a u n cuando se dirigían a problemas prop ios , se basaban en esen-cialidades que por p r i m e r a vez superan los pecul iarismos super f i ­ciales de las cul turas regionales.

Reyes, y es necesario repet i r l o de nuevo para evaluar j u s t a ­m e n t e el alcance de su pensamiento , pertenece a l a generación que i n i c i a l a recuperación del pasado iberoamer icano desde pre ­supuestos prop ios , recuperación que era necesaria hacer antes de empezar la formulación teórica del actual pensamiento iberoame­r i c a n o . E l l o no impidió , sin embargo , que con agudeza i n t u y e r a la dirección que éste iba a a d q u i r i r . E n efecto, el pensamiento ibe­r o a m e r i c a n o , en su faceta creadora de u n a filosofía de la l i b e r a ­c ión , h a t o m a d o posesión de lo esencial de la c u l t u r a europea, del reconoc imiento de la H u m a n i d a d del h o m b r e y sus derechos i n ­herentes de l i b e r t a d e i g u a l d a d . Pero al m i s m o t i e m p o , ha t o m a ­do también posición ante la interpretación de hecho europea-estadounidense, y rec lama que esa h u m a n i d a d que f o r m a l a base de su civilización se transf iera , se reconozca también en los de­más pueblos que h a b i t a n la t i e r r a . Este es el alcance, t a n próxi­m o por lo demás a algunos pr inc ip ios centrales de la actual teolo­gía de la liberación, de las siguientes citas de Reyes, tomadas de

105 AROC, t. 8, p. 304.

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"Ref lex iones sobre el m e x i c a n o " , de 1944, con m o t i v o de la obra de Samuel R a m o s :

¿El perfil del hombre mexicano, Samuel Ramos, amigo admirado y que­rido? Lo veremos claro cuando alimentemos a nuestro hombre, cuan­do lo reconciliemos con la existencia [. . . ] ¿Cuál será, entonces, es­te perfil? ¿Qué dará de sí nuestra gente cuando haya resuelto y edi­ficado la base de sustentación? [. . . ] Cuando pensamos en el país, vagamente nuestra subconsciencia nos representa inmensos reduc­tos de poblaciones que arrastran una existencia infrahumana. ¿Qué será este pueblo, una vez que todos sus hombres hayan tenido acce­so al Hombre? 1 0 6

Por ello concluye: " A l f a b e t o , sí. Pan del a lma . H a d icho m u y b i e n el Presidente, en u n a manifestación que , más que u n decre­t o , parece u n g r i t o h u m a n o . Pero , a l lado , y antes, p a n del cuer­po ; algo de bienestar, algo de alegría en el v i v i r f í s i c o " 1 0 7 . T a l es el alcance del pensamiento de Reyes: su dimensión mex icana , su formulación iberoamer icana y su proyección un iversa l .

JOSÉ LUIS GÓMEZ-MARTÍNEZ The University of Georgia

mAROC, t. 9, p. 422. 107 Loe. ciL