Postura de Milcíades Peña acerca del peronismo

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Postura de Milcíades Peña. Para Milcíades Peña, el odio al imperialismo yanqui otorgó al gobierno militar de 1943 la simpatía de las masas populares, y el menosprecio de los sectores pronorteamericanos de la pequeña burguesía y del estudiantado. En diciembre, se perfilaría el otro aspecto distintivo de este gobierno militar: la estatización del movimiento obrero. J. D. Perón, en la Secretaría de Trabajo y Previsión, tenía como objetivo acabar con la lucha de clases y someterla a la tutela del Estado, conciliando a obreros y patrones. Pero la lucha de clases no pudo ser abolida, y Perón supo aprovecharse de ella. Se captó con soborno y represión a los líderes sindicales. Los trabajadores de origen rural, recién ingresados a la industria, permanecían “fuera de los sindicatos y era campo virgen para el proselitismo de los sindicalistas peronistas”. 1 Sólo se reconocía personería gremial a los sindicatos controlados por la Secretaría. Mejoras en los salarios y en las condiciones de trabajo, y tendencia a favorecer a los obreros en los conflictos gremiales, facilitaron que los obreros se afiliaran a los sindicatos estatizados. La enseñanza laica fue abolida y la Iglesia Católica colocada en posición de privilegio. Las libertades democráticas fueron suprimidas. Además, el gobierno militar tomó medidas en beneficio del imperialismo inglés, y alejó a la Argentina del bloque panamericano. La neutralidad privó a Argentina del capital norteamericano e impidió que el capital estadounidense se insertara en sectores reservados al Estado. Para el autor, el régimen surgido de este golpe de estado dio lugar a un gobierno bonapartista : no representaba a ninguna clase, grupo de clase o imperialismo, pero extraía su poder de los conflictos entre las clases e imperialismos. Su apoyo lo hallaba en las fuerzas del orden: ejército, policía, burocracia, clero. La burguesía argentina cargaba con los gastos que imponía el nuevo gobierno, veía con terror el avance obrero, y necesitaba del capital norteamericano. Los estancieros querían que los coroneles volviesen al cuartel. Los partidos tradicionales se unieron para combatir al gobierno militar, y se sumaron las universidades. Así, se forma la Unión Democrática, y 1 Milcíades Peña; “Masas, caudillos y Elites. La dependencia argentina de Yrigoyen a Perón”; S/D; Pp. 27

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Postura de Milcíades Peña.Para Milcíades Peña, el odio al imperialismo yanqui otorgó al gobierno militar de 1943 la simpatía de las masas populares, y el menosprecio de los sectores pronorteamericanos de la pequeña burguesía y del estudiantado. En diciembre, se perfilaría el otro aspecto distintivo de este gobierno militar: la estatización del movimiento obrero. J. D. Perón, en la Secretaría de Trabajo y Previsión, tenía como objetivo acabar con la lucha de clases y someterla a la tutela del Estado, conciliando a obreros y patrones. Pero la lucha de clases no pudo ser abolida, y Perón supo aprovecharse de ella. Se captó con soborno y represión a los líderes sindicales. Los trabajadores de origen rural, recién ingresados a la industria, permanecían “fuera de los sindicatos y era campo virgen para el proselitismo de los sindicalistas peronistas”.1 Sólo se reconocía personería gremial a los sindicatos controlados por la Secretaría. Mejoras en los salarios y en las condiciones de trabajo, y tendencia a favorecer a los obreros en los conflictos gremiales, facilitaron que los obreros se afiliaran a los sindicatos estatizados. La enseñanza laica fue abolida y la Iglesia Católica colocada en posición de privilegio. Las libertades democráticas fueron suprimidas. Además, el gobierno militar tomó medidas en beneficio del imperialismo inglés, y alejó a la Argentina del bloque panamericano. La neutralidad privó a Argentina del capital norteamericano e impidió que el capital estadounidense se insertara en sectores reservados al Estado. Para el autor, el régimen surgido de este golpe de estado dio lugar a un gobierno bonapartista: no representaba a ninguna clase, grupo de clase o imperialismo, pero extraía su poder de los conflictos entre las clases e imperialismos. Su apoyo lo hallaba en las fuerzas del orden: ejército, policía, burocracia, clero. La burguesía argentina cargaba con los gastos que imponía el nuevo gobierno, veía con terror el avance obrero, y necesitaba del capital norteamericano. Los estancieros querían que los coroneles volviesen al cuartel. Los partidos tradicionales se unieron para combatir al gobierno militar, y se sumaron las universidades. Así, se forma la Unión Democrática, y en torno a Braden se aglutina la oposición. Ante la creciente presión desde diferentes frentes, el gobierno bonapartista notó que necesitaba una fuerza adicional. Y la halló en los obreros industriales y rurales. Perón canalizó por vía estatal las demandas obreras, evitando el ascenso combativo del proletariado argentino. “El bonapartismo del gobierno militar preservó, pues, al orden burgués, alejando a la clase obrera de la lucha autónoma, privándola de conciencia de clase, sumergiéndola en la ideología del acatamiento a la propiedad privada capitalista.”2 El 17 de octubre Perón es obligado a dejar sus cargos. Ante esto, policía, militares, burócratas estatales y sindicales, movilizan a la calle a la clase obrera. Pero una movilización de obreros respaldada por la policía para apoyar a un candidato burgués no es una movilización obrera de clase. El tema de la campaña democrática era "batir al nazi-peronismo", aunque, para el autor, era falso llamar "nazi" al peronismo, ya que nazismo es la guerra civil de la pequeña burguesía dirigida por el gran capital contra la clase obrera. Y Perón se apoyaba en la clase obrera contra el gran capital y la pequeña burguesía. En 1947, las condiciones cambian, y el peronismo firma un tratado por el cual la Argentina se comprometía a acatar las decisiones políticas emanadas de un estado panamericano controlado por Estados Unidos. Mientras tanto, el gobierno peronista suscribía con Inglaterra convenios bilaterales que descapitalizaban al país y perjudicaban la competencia norteamericana en el mercado argentino. Pero en 1953, la situación obliga a Perón a acercarse aún más a Estados Unidos. En 1949, el proletariado y el ejército continuaron apoyando al peronismo, y el gobierno

1Milcíades Peña; “Masas, caudillos y Elites. La dependencia argentina de Yrigoyen a Perón”; S/D; Pp. 272 Ib.; Pp. 32

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pudo construir un aparato semi-totalitario de captación y de represión. La prensa y la radio son monopolizadas por el gobierno. La oposición es perseguida; se suprimen las libertades democráticas y se crea una legislación represiva. Desde 1951 rige el "Estado de Guerra Interno", que da carácter legal a la suspensión de las garantías constitucionales. Las fuerzas represivas reciben privilegios y mejoras. La propaganda totalitaria estrangula la vida diaria. Y se da una pretendida tercera posición internacional, equidistante del comunismo y el capitalismo, aunque esto no impide en la práctica la solidaridad con el imperialismo. Para el autor, a fin de aumentar el caudal electoral peronista, se otorga el voto a la mujer, aunque se perpetúa la enseñanza religiosa. Perón refuerza la estatización del movimiento obrero y la transformación de la burocracia sindical en un estrato privilegiado de funcionarios estatales. La Constitución peronista no reconoce el derecho de huelga. La vida política fue sofocada y controlada, pero la oposición siguió existiendo. El centro de gravedad es el aparato estatal, pero la población no fue sometida autoritariamente a una disciplina política. El ala plebeya del bonapartismo, encarnada en Evita, irritó al ala tradicional, representada por el Ejército. Así, se va dando un proceso de “antiperonismo” dentro del sector militar. A partir de 1949, la situación de los obreros empieza a empeorarse. Perón se sabía representante de la burguesía. Pero luego, se reconocía frente a la burguesía como el representante de las masas trabajadoras, quienes debían ser mantenidas felices bajo el régimen capitalista. Y esto es propio del bonapartismo. Desde 1949, y particularmente a partir de 1952, la situación económica obliga al gobierno a marchar hacia la derecha, pero no con la celeridad requerida por el estancamiento del capitalismo argentino. El anti-peronismo golpista aún no era fuerte, pero encontraría un instrumento político sorpresivo, surgido del ala derecha del bonapartismo. A fines de 1954, el matrimonio de conveniencia entre Perón y la Iglesia católica se había roto. La Iglesia, trinchera de las clases dominantes, ya no toleraba ciertos aspectos del bonapartismo. Perón respondió a la oposición con medidas democráticas progresivas. Mientras tanto, la CGT colaboraba con la CGE reclamando disciplina y rendimiento en las fábricas. El 16 de junio de 1954, un intento de golpe de estado fue esquivado, pero destruyó el equilibrio bonapartista, fortaleciendo al ala derecha encarnada por el Ejército. Opositores dejan oír su voz en la prensa y la radio. La primera preocupación del gobierno era conservar el orden. Pero Perón asentaba su estrategia en el Ejército "leal", no en la clase obrera. Y tal fracción del Ejército sólo estaba dispuesta a apoyarlo en la medida en que hubiese peligro de que quedase en manos proletarias la defensa armada del gobierno peronista. Así, el régimen peronista se desvaneció sin combatir. Para el autor, no fue la matanza lo que Perón trató de evitar actuando con pasividad, sino el derrumbe burgués que acarrearía el armamento del proletariado.