Poza Del Diablo

download Poza Del Diablo

of 7

description

dATOS HISTORICOS SOBRE LAS INVASIONES HAITIANAS A LA REP DOM

Transcript of Poza Del Diablo

NFOQUELa Armada y la IndependenciaHOY Y SIEMPRE DEBEMOS DIFUNDIR E INCENTIVAR EL CONOCIMIENTO DE NUESTRA HISTORIA

Homero Luis Lajara SolSanto DomingoEl miedo a perder los apegos es como los fantasmas, te asusta ms de lejos que de cerca.Cuando no te inclinas ante ellos van perdiendo su poder intimidatorioEn sus afanes por reconquistar nuestro territorio despus de la gesta independentista del glorioso 27 de febrero de 1844, mediante Decreto de fecha 8 de marzo de ese ao, el Gobierno haitiano, encabezado por el general Charles Herard Ain, ordena el primer bloqueo martimo a todos los puertos de la naciente Repblica Dominicana, desde la baha de Neyba hasta Monte Cristi.Segn apunta Emilio Rodrguez Demorizi en su obra, La Marina de Guerra Dominicana 1844-1861, publicada en 1958; el 13 de abril de 1844, en horas de la noche, salieron las goletas Separacin Dominicana y la Mara Chica, desde Agua de la Estancia, y el 14 al amanecer divisaron fondeados en Tortuguero (Azua) un bergantn, una goleta y una balandra que pareca iban a entrar al puerto a llevar abastecimiento al enemigo.Al anochecer las perdieron de vista; el da 15 a las 11 horas las avistaron en el puerto de Azua. El bergantn haitiano se hizo a la vela para entrar en combate, pero el volumen de fuego de la goleta Separacin Dominicana fue tan nutrido que la oblig a vararse (encallarse) en tierra. Al entrar en combate la Mara Chica, las tropas enemigas que se encontraban atrincheradas en tierra, recibieron un as de fuego tal, que fueron destruidas, y los dos buques que quedaban en el puerto se vararon en medio del caos en las proximidades de tierra.El comandante Juan Bautista Cambiaso, genovs, fundador de la Marina Nacional, comandaba la goleta Separacin Dominicana, que en esa misin era el buque insignia (smbolo flotante de La Armada), la Mara Chica la comandaba Juan Bautista Maggiolo, italiano de nacimiento, que se uni a la causa dominicana con fervor religioso, poniendo al servicio de la Repblica la goleta que posea, la Mara Luisa, la cual fue embarrancada en las costas de Ban por el comandante Simn Corso, para evitar que cayera en manos enemigas. Le fue restituida con una de las naves haitianas que fueron capturadas en TortugueroDespus de la aplastante derrota que sufrieron en la Batalla Naval de Tortuguero, los haitianos lanzaron la acusacin de que la escuadra dominicana haba hecho fuego contra un bergantn que enarbolaba bandera norteamericana. El 25 de enero de 1845, para esclarecer esta falacia, fue enviado a Santo Domingo el comandante americano J. S. Chauncey, en la fragata Vandalia, y en una entrevista con el presidente Santana, se comprob que el caso era falso y todo qued amistosamente resuelto. Este puede que sea el primer incidente diplomtico entre la Repblica Dominicana y los EEUU.El presidente Pierrot, a pesar de los descalabros que sufran sus tropas en nuestro territorio, volva siempre sobre su proyecto de reconquista; en fecha 27 de septiembre de 1845, public un Decreto cerrando el comercio extranjero para los puertos dominicanos, y para hacer efectivo el bloqueo naval, orden al almirante Cadet Antoine comandar una flota para esa misin.Como el almirante Antoine haba sido gobernador de Puerto Plata durante algunos aos, l presuma que podra apoderarse de la ciudad. El 21 de diciembre de 1845, en horas de la noche, intent accesar al puerto, pero en vez de enfilar sus barcos por el centro del canal de entrada, se equivoc de rumbo y se vararon los buques atascndose en La Poza del Diablo. Entre sus embarcaciones varadas destacamos: la Barca President , las goletas La Guerriere, Dieu, Protege, la Signifi y la Mouche, logrando salir de la errnea maniobra dos de stas, una que comandaba el contralmirante Bastien, quien llev a la ciudad de Cabo Haitiano la noticia de tan infausto desastre de la flota haitiana.El general Villanueva, comandante de la plaza de Puerto Plata, desde la tarde anterior, reuni en la fortaleza a los habitantes de esa comarca, con el fin de precaver cualquier intentona en favor de los haitianos. El coronel Pelletier, recin llegado de Guayubn, se uni al general Villanueva en la defensa de la plaza.Al otro da, cuando el sol repunt el alba, los puertoplateos percibieron con agradable asombro la escena de los buques enemigos encallados, y todos comenzaron a gritar de jbilo al ver al enemigo flotante indefenso. El coronel haitiano Vallon Simn , que espiaba por la vecindad, y escuch las tropas dominicanas concentradas en la fortaleza, regres a la playa y, visualizando su flota inocua, sin poder maniobrar, disuadi al almirante Antoine de no atacar; por lo que se rindieron ante el coronel Pelletier, quien comandaba a los nicos hombres que estaban armados.Segn anota el historiador Casimiro N. de Moya en su Bosquejo Histrico del Descubrimiento y Conquista de la Isla de Santo Domingo, Tomo 11, pgina 220, el nmero de prisioneros ascendi a 149, entre los que figuraba el almirante Antoine, coronel Jean Philippe, cuado del presidente Pierrot, coronel Vallon Simn, comandantes, capitanes, mdicos, y ciento veintin marinos. Todos fueron enviados a la capital y encerrados en la Torre del Homenaje.Al Este de la antigua poblacin de Dajabn, abandonada por sus habitantes en la primavera de 1844, incendiada por el general Pierrot en su retirada despus de la Batalla de Santiago, exista el Cerro del Coco o de Beller, donde los haitianos construyeron un fuerte o castillo, conocido como, El Invencible. En la maana brumosa del 27 de octubre de 1845, desde las siete de la maana hasta el medio da, los dominicanos, al mando del general Salcedo y como sub comandante al general Jos Mara Imbert, atacaron sin dar tregua al enemigo, que temblaba con el filo del machete libertador dominicano, el que se resista a sangre y fuego a ser doblegado de nuevo por los haitianos. Aunque la victoria fue de los dominicanos, el costo en vidas fue elevado.Como escribe el historiador R. Hungra Morel, en sus Calendas Histricas y Militares Dominicanas, la flotilla naval, bajo el liderazgo del almirante Juan Bautista Cambiaso, quien comandaba la fragata Cibao, con veinte caones, junto a nueve buques de guerra ms quienes partieron de la baha de Manzanillo, jug un papel preponderante, incursionando con fuego costero desde Fort Liberte hasta Cabo Haitiano en la toma del Invencible.Esta operacin tctica-naval llevada a cabo por nuestra Marina de Guerra, as como su presencia frente a las costas haitianas, oblig a las autoridades de la parte Oeste a desplegar caones de grueso calibre hacia su litoral y a detener el envo de refuerzos a sus tropas acantonadas en el fuerte de Beller, en prevencin a un desembarco dominicano por las playas y puertos de ese lado. Los haitianos perdieron 400 hombres entre muertos, heridos y capturados, all pereci la mayor parte de su otrora poderoso 28 Regimiento de Infantera de Lnea.Con los triunfos de La Estrelleta, Beller, y posteriormente con el naufragio de la escuadra haitiana frente a Puerto Plata en diciembre de 1845, se sell con laureles la segunda campaa de nuestro guerra de Independencia NacionalDespus de haber permanecido cinco aos a la defensiva, los estrategas militares dominicanos, entendieron lo dificultosa de su posicin, debido a los ataques reiterativos de los haitianos, con la ventaja tctica del factor sorpresa. Sin dudas, jams se alcanzara la paz si no se forzaba a sus enemigos a pedirla. Para eso, en milicia existe una sola palabra que logra ese objetivo militar: la ofensiva. Tal y como el patricio y general Juan Pablo Duarte, con su visin estratgica preclara, preconiz en Sabana Buey, iniciativa eclipsada por el sol de la envidia y los apetitos personales de ayer y de hoy, en perjuicio de la libertad y el progreso colectivos.Siguiendo la estrategia Duartiana, que inserta el concepto doctrinal de operaciones conjuntas, (Ejrcito y Marina) aprovechando nuestra condicin insular para atacar con la flotilla naval, en noviembre de 1849, el Gobierno Dominicano, con la amenaza de invasin latente en el oeste, orden preparar una incursin hacia territorio hostil, despachando para tales fines, a todos los buques de guerra disponibles de su flotilla, para recorrer las costas y litorales de la Repblica de Hait.La flotilla nacional estaba comandada por el almirante Juan Bautista Cambiaso, al mando de la fragata Cibao (buque insignia), el bergantn 27 de Febrero, al mando del entonces coronel Juan Alejandro Acosta (quien posteriormente llega a ser el primer almirante dominicano), la goleta general Santana, al mando del comandante Simn Corso, y la goleta Constitucin, comandada por Ramn Gonzlez.Regresando de su patrullaje martimo en la costa sur, el comandante Cambiaso y su convoy, se fondearon en Tortuguero, al no tener enemigos que combatir en el mar, pues la escuadra haitiana no haba podido remontar hacia cabo Mongn, por lo que, con excelente visin estratgica, el avezado marino, resolvi colocar los buques en lnea de batalla, frente a Playa Grande, en frvida vigilia, a distancia de tiro de can de la costa, a fin de impedir el paso a las fuerzas de Soulouque para Sabana Buey. Esta operacin dio excelentes resultados tcticos y fue determinante en los triunfos obtenidos en el Nmero y Las Carreras, entre el 21 al 23 de abril, pues no atrevindose los invasores a hacer uso del camino de la costa, fueron a probar fortuna por los desfiladeros de las montaas, la zona ms inhspita, con sus subsecuentes resultados desfavorables por el cansancio de la tropa, con largas y desmoralizantes caminatas y exposicin al fuego naval dominicano.El cuartel general de Sabana Buey era abastecido de manera constante con el apoyo logstico de la flotilla, que tena su fondeadero en Boca de Palma. Por su va, nuestras tropas reciban alimentos y pertrechos vitales para su sostenimiento y la constancia del indispensable poder de fuego. Segn el prolfico historiador don Emilio Rodrguez Demorizi, en su obra citada, pgina 82, con datos extrados del Archivo General de la Nacin, narra que, el apoyo prestado por la Flotilla Naval al Ejrcito durante cuatro das de operaciones en la Batalla de Las Carreras, evit la derrota de nuestras fuerzas, lo que hubiera ocasionado el colapso mortal de toda la defensa hasta los mismos muros de la capital.Es propicio reconocer que, los veleros de la Marina Mercante Nacional, propiedad de armadores particulares, prestaron tambin su valioso concurso a la causa libertadora en el transporte de vveres, pertrechos y tropas, hasta los fondeaderos de la Baha de Ocoa. Algunas de esas embarcaciones fueron ofrecidas voluntariamente. Se destacaron en esos aprestos navales: La Peregrina, de Pedro Ricart; Esperanza, de Chanceau y CIA; La Mara Luisa, de Pellerano y Maggiolo y las balandras de Mr. Durocher y Arriaga.En octubre de 1849, el gobierno dominicano ordena enviar una flotilla a la costa sur de la isla, hasta Cabo Tiburn en Hait. La goleta 27 de Febrero al mando del capitn Charles Fagalde, de nacionalidad francesa, y la goleta Constitucin, comandada por Juan Luis Duquela, iniciaron la operacin tctica-naval.El comandante Fagalde convino con el gobierno hacer por su cuenta los avances necesarios a la tripulacin. El 28 de octubre entraron al puerto haitiano de Aqun, donde estaban atracados dos buques extranjeros, y navegaron frente a Los Cayos. El 29 estaban entre la ciudad de ese nombre y la isla Vache, donde se fondearon despus de apresar una balandra y varios botes con pescadores. En la tarde se apres una goleta de nombre Caridad, cargada con 100 barricas de aguardiente y otras mercancas con destino a Puerto Prncipe. El 4 de noviembre, en la madrugada, se efectu un desembarco en Saltr, y se dispararon 50 tiros de can, en apoyo a las fuerzas que desembarcaron en zona enemiga, quienes aniquilaron varios adversarios que se atrevieron a contestar el ataque por mar y tierra de la flotilla dominicana. Al da siguiente, 5 de noviembre, se efectu otro desembarco en Anse a Pitre, se incendi la poblacin y varios fueron hechos prisioneros. Segn las crnicas de la poca, no hubo ni una baja dominicana en esos aprestos ofensivos. En esa misin fue condenado a muerte por sentencia pronunciada por un Consejo de Guerra, el marinero Manuel Sordito, de la goleta Constitucin, por promover un motn a bordo.El 2 de enero de 1850, reforzando la ofensiva que frenara los intentos de ataques haitianos, resistindose con aprestos blicos a aceptar la idea de que ya nos independizamos definitivamente de ellos, se ordena una segunda salida tctica de la flotilla dominicana a costas haitianas, en maniobras de ataque y hostigamiento, otra vez bajo el mando del comandante Fagalde. ste fondea la flotilla en Petite Riviere, desembarcan y atacan poniendo en fuga la guarnicin haitiana y dispersan a caonazos los habitantes de Dame Marie. A su retorno triunfal, los tres buques nuestros, el General Santana, la Constitucin y el 27 de Febrero, dieron un combate desigual en la saga de Los Cayos; cinco de los buques enemigos sufrieron la vergenza de verse acosados por dos buques de guerra dominicanos; la Constitucin y el 27 de Febrero, con la salvedad de que, ni la Merced ni la Cibao llegaron a tiempo, por una calma chicha (ausencia de viento) que les impidi henchir las velas que le dieran propulsin para unirse al convoy de guerra dominicano que masacrara el haitiano. A pesar de ese respiro meteorolgico a favor de la flota adversaria, nuestros bravos marineros, en lucha desigual en el mar, bajo la gida de Neptuno, le proporcionaron un elevado nmero de bajas a los buques haitianos, los cuales huyeron despavoridos al sentir el rugir de nuestros caones navales, desplazndose escurridizos rumbo al puerto de los Cayos. As finaliza un segmento de nuestras luchas por la independencia definitiva del yugo haitiano, destacndose las actividades blicas y de apoyo logstico de nuestra incipiente flotilla naval, con el pico febrero como rosa nutica de inspiracin dominicanista perenne.Hoy y siempre, debemos difundir e incentivar el conocimiento de nuestra historia y la cultura cvica, maniobrando como buenos capitanes, bajo el oleaje de nuestros azares, proa al viento, utilizando adecuadamente la necesaria tecnologa que a veces nos vara en el puerto de la inercia conceptual, teniendo como faro sagrado en nuestros corazones, esa luz gloriosa de nuestras luchas independentistas, y los prohombres que hicieron posible que, cada maana, podamos ver con orgullo, en el palo mayor de la grandeza, esa dominicana bandera desplegada con aires de libertad, bajo el eco de un tambor, con Duarte y Lupern observando desde lontananza con el catalejo de la virtud y el honor, ensendonos que, la mejor muestra de respeto hacia su gloria inmarcesible es otear siempre un horizonte de valores con el trabajo honrado como buque insignia.