Presencias Precursoras de Lo Grupal -Eduardo Pavlovsky

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[1] EDUARDO PAVLOVSKY. PRESENCIAS PRECURSORAS DE LO GRUPAL ROCÍO FELTREZ El que en verdad piensa es en Latinoamérica un sobreviviente, vive sabiendo que salvó su vida o por no decir la verdad o por haber podido eludir a tiempo —hasta ahora— las condiciones del terror. Si sobrevive quiere decir: vive un tiempo excedente, un exceso de tiempo, un tiempo suplementario, y su vida tiene de aquí en más sólo un sentido: dar testimonio para todos de aquello que el terror lleva a ocultar. Sobreviviente del campo de concentración latinoamericano, está convocado a denunciar y analizar las condiciones del crimen y del terror, mostrando qué contradicción humana dominable la produce. Y mantener presente a la conciencia, que la elude, que se la debe y se la puede enfrentar. Nosotros, psicoanalistas, psicólogos, psicoterapeutas de grupo, asistentes sociales, psicodramatistas tenemos también al respecto qué decir. León Rozitchner. Freud y el problema del poder ¡Quiero que me cuenten la historia en tartamudo! Y gritar por todos los intersticios, ojos, rincones, pezones y culos del mundo. (…) Nos hemos pasado una vida contando historias, historias, historias… ¡no! Yo quisiera contarte ahora la historia de mis ambigüedades, de mi desesperación, de mi angustia, de mi impotencia, de la locura, de la droga, del aburrimiento, del sopor, del insomnio. Y ¿cómo te cuento todo eso, hermano, cómo? Digamos la verdad, pero carajo, digamos de una vez por todas la verdad, que vivimos cagados de terror de entender bastante poco y de saber a la noche en la soledad, que los miles de fracasos los construimos en cada día de ilusiones. El Cardenal. Rojos Globos Rojos La historia, con sus intensidades, sus debilidades, sus furores secretos, sus grandes agitaciones febriles y sus síncopes, es el cuerpo mismo del devenir. Hay que ser metafísico para buscarle un alma en la lejana idealidad del origen. Foucault. Microfísica del poder. Lo grupal no sólo es el nombre de una publicación periódica dirigida por Eduardo Pavlovsky y Juan Carlos De Brasi que alcanzó diez volúmenes entre los años 1983 y 1993. Lo grupal es, también, el nombre de un movimiento disidente del pensar. El neutro lo, aparece como una astucia para escapar de los lugares fijos que el lenguaje nos impone 1 : movimiento que entiende que resulta imposible pensar otro mundo mientras nos mantengamos desligados del problema del lenguaje. Lo grupal, inquietud derramada que mantiene al pensamiento en movimiento. Si pensamos en las presencias precursoras de las elaboraciones teóricas, clínicas, filosóficas, estéticas y políticas de Eduardo Pavlovsky presentes en la publicación Lo Grupal, creemos necesario indagar, entre otras cosas, el problema de la amistad como condición del ejercicio del pensar. Amistad, con Nietzsche, 1 Percia, M. (2010) Lo grupal y la cuestión de lo neutro. En Biblioteca Digital Teoría y Técnica de Grupos II.

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EDUARDO PAVLOVSKY. PRESENCIAS PRECURSORAS DE LO GRUPAL

ROCÍO FELTREZ

El que en verdad piensa es en Latinoamérica un sobreviviente, vive sabiendo que salvó su vida o por no decir la verdad o por haber podido eludir a tiempo —hasta ahora— las condiciones del terror. Si sobrevive quiere decir: vive un tiempo excedente, un exceso de tiempo, un tiempo suplementario, y su vida tiene de aquí en más sólo un sentido: dar testimonio para todos de aquello que el terror lleva a ocultar. Sobreviviente del campo de concentración latinoamericano, está convocado a denunciar y analizar las condiciones del crimen y del terror, mostrando qué contradicción humana dominable la produce. Y mantener presente a la conciencia, que la elude, que se la debe y se la puede enfrentar. Nosotros, psicoanalistas, psicólogos, psicoterapeutas de grupo, asistentes sociales, psicodramatistas tenemos también al respecto qué decir.

León Rozitchner. Freud y el problema del poder

¡Quiero que me cuenten la historia en tartamudo! Y gritar por todos los intersticios, ojos, rincones, pezones y culos del mundo. (…) Nos hemos pasado una vida contando historias, historias, historias… ¡no! Yo quisiera contarte ahora la historia de mis ambigüedades, de mi desesperación, de mi angustia, de mi impotencia, de la locura, de la droga, del aburrimiento, del sopor, del insomnio. Y ¿cómo te cuento todo eso, hermano, cómo? Digamos la verdad, pero carajo, digamos de una vez por todas la verdad, que vivimos cagados de terror de entender bastante poco y de saber a la noche en la soledad, que los miles de fracasos los construimos en cada día de ilusiones.

El Cardenal. Rojos Globos Rojos

La historia, con sus intensidades, sus debilidades, sus furores secretos, sus grandes agitaciones febriles y sus síncopes, es el cuerpo mismo del devenir. Hay que ser metafísico para buscarle un alma en la lejana idealidad del origen.

Foucault. Microfísica del poder.

 

Lo grupal no sólo es el nombre de una publicación periódica dirigida por Eduardo Pavlovsky y Juan Carlos De Brasi que alcanzó diez volúmenes entre los años 1983 y 1993. Lo grupal es, también, el nombre de un movimiento disidente del pensar. El neutro lo, aparece como una astucia para escapar de los lugares fijos que el lenguaje nos impone1: movimiento que entiende que resulta imposible pensar otro mundo mientras nos mantengamos desligados del problema del lenguaje. Lo grupal, inquietud derramada que mantiene al pensamiento en movimiento.

Si pensamos en las presencias precursoras de las elaboraciones teóricas, clínicas, filosóficas, estéticas y políticas de Eduardo Pavlovsky presentes en la publicación Lo Grupal, creemos necesario indagar, entre otras cosas, el problema de la amistad como condición del ejercicio del pensar. Amistad, con Nietzsche,

                                                            1 Percia, M. (2010) Lo grupal y la cuestión de lo neutro. En Biblioteca Digital Teoría y Técnica de Grupos II.

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como lecho duro: muelle de roca en el que descansamos incómodos. Umbral que se posa sobre el mar y dispone a la belleza del paisaje, mientras es blanco de las olas más inquietas.

En principio, la idea de presencia precursora resuena con un texto de Borges publicado en Otras Inquisiciones. En Kafka y sus precursores (1951) afirma que cada escritor crea, en su escritura, a sus precursores. Así como la escritura kafkiana creó ciertas presencias, la escritura de Pavlovsky también tramó las suyas. Llamamos entonces presencias precursoras a aquellas ideas, experiencias y acontecimientos que rastreamos en los textos de Pavlovsky: líneas de pensamiento trazadas por Gilles Deleuze y Félix Guattari; el teatro de Samuel Beckett; el Cordobazo; Ángel Fiasché, Marie Langer, Wilhelm Reich; los grupos Plataforma y Documento, conformados tras la ruptura con la Asociación Psicoanalítica Argentina; las estrechas relaciones entre psicoanálisis y marxismo que acompañaban aquellos años efervescentes; la experiencia de “La Casona”; la Psicoterapia de Grupos con niños y adolescentes; el Psicodrama Psicoanalítico y el Grupo Experimental Psicodramático Latinoamericano gestados junto a Fidel Moccio y Carlos Martínez Bouquet; las Escenas Temidas del Coordinador de Grupos y la Multiplicación Dramática, elaboradas junto a Hernán Kesselman y Luis Frydlewsky, entre otras.

No buscamos sistematizar «la obra» de Eduardo Pavlovsky, sino más bien cartografiar algo de esas presencias que la traman. Quizá convenga anteponer a «Pavlovsky» también el neutro lo, en un intento de nombrar experiencias que se traman entre psicoanálisis, teatro, política, filosofía, estética. Una obra teatral es, también, espacio de elaboración teórica. La escritura de un drama lleva el pulso de las experiencias clínicas, aunque las voces de esos personajes dicen más de lo que el cuerpo que escribe cree decidir.

Lo Pavlovsky incomoda a las disciplinas. Fuerza a abandonar el afán de establecer límites claros, ordenar, clasificar, separar, rotular; lleva a desprender al discurso de todo querer-asir.

No se trata de borrar, con el neutro lo, a ese cuerpo rabioso que vibra en el escenario. El neutro lo nos permite ir más allá de la experiencia personal, y «más allá» podría ser un hermoso modo de nombrar a esa presencia inclasificable que anda desbordante. Más allá no como espacio trascendental desligado de lo inmanente sino como movimiento de impugnación de lo que es; cuerpo que no se conforma con las formas de vida de las que éste cuerpo social, ésta civilización, está siendo capaz.

REVUELTA ANTI-MAYÚSCULA

¿Cómo te cuento todo eso, hermano, cómo?

Los sesenta, los setenta. Algunos y algunas de los y las que nacimos rozando los noventa recibimos relatos escritos con letras fosilizadas que poco decían de esos cuerpos que temblaban de alegría, de miedo, de amor, de furia. En las aulas, los relatos de «la historia» suelen transmitirse con la misma impasibilidad con que un lunes a las doce del mediodía un señor con traje y corbata comenta que murieron veintitrés chicos en

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un bombardeo en la frontera de Gaza. Se habla sin sentir ni el peso ni el color ni la textura de lo que se dice cuando se dice; sin notar que algunas palabras gritan las heridas de la civilización.

Los pizarrones se llenan con líneas de tiempo que intentan condensar en dos metros verdes y veinte palabras el bombardeo a la Plaza de Mayo del cincuenta y cinco, la Noche de los Bastones Largos y la Dictadura Militar del setenta y seis, desoyendo que lo vivo no anda tanto sobre líneas sino que gusta más bien de perderse en laberintos; olvidando que entre representación y representación pasa la vida.

Muchos y muchas de los y las estudiantes de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires desconocen que alguna vez, allá por mil novecientos sesenta y nueve, bajo el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, la ciudad de Córdoba estalló a gritos. Y que esas voces retumbaron en el país con una potencia tan inmensa que, a los pocos días, el gobierno de Onganía cayó. Y que el Cordobazo fue uno de los acontecimientos que marcó el inicio del proceso de ruptura con la Asociación Psicoanalítica Argentina que se cristalizó en mil novecientos setenta y uno.

Hay desde ésta perspectiva un modo de pensar la historia (las historias). Inclinación hacia una historia que, como escribe Hugo Vezzetti, «busca explorar una trama de procesos y acontecimientos, múltiples, heterogéneos, siempre parciales; no busca reconstruir totalidades sino problemas; y no es un reducto de certezas sino que su motor es la curiosidad.»2

En los prólogos de algunos libros publicados aquellos años, encuentro indicios de esas historias que no entran en las aulas; historias que se escriben con minúscula y en plural.3 Como si en esos espacios dialógicos y testimoniales, cuando logran librarse de la tentación de convertirse en exhibidores del narcisismo de las pequeñas diferencias o de las formalidades complacientes, los cuerpos se sintieran a gusto.

Ubicamos ciertas constelaciones amistosas que han oficiado de sostén al ejercicio del pensar. Algunos prólogos de elaboraciones teóricas de Eduardo Pavlovsky precedentes a la publicación Lo grupal nos dejan pensar ciertos debates que tenían lugar aquellos años; tensiones que se dibujan en un intercambio epistolar, un diálogo, y hasta en la soledad del relato íntimo. Prólogos como narraciones que nos dan indicios de modos de pensar, de hacer, de vivir. La aventura no se reduce a los prólogos; encontramos también otros espacios de escritura que nos permiten trabajar las relaciones entre pensamiento y amistad y derramarnos en esas presencias precursoras de (en) las elaboraciones de Pavlovsky. Producciones que no sólo nos hablan de experiencias clínicas, sino también de debates filosóficos, políticos, éticos y estéticos.

Prólogo, puntapié para comenzar a perdernos.

 2 Vezzetti, H. Historias de la psicología: problemas, funciones y objetivos. 3 En Lo grupal y la cuestión de lo neutro (2010), Marcelo Percia piensa lo neutro como revuelta anti-mayúscula.

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No se trata tanto de contar secretos o detalles curiosos como de narrar historias que puedan secretar preguntas del cuerpo social.

«PSICOTERAPIA DE GRUPO EN NIÑOS Y ADOLESCENTES»: EMILIO RODRIGUÉ, ARMANDO BAULEO, HERNÁN KESSELMAN Y EDUARDO PAVLOVSKY.

Pavlovsky comienza a escribir Psicoterapia de grupo en niños y adolescentes impulsado por una conversación informal que entabló con Ángel Fiasché en 1966. Decide escribir el primer capítulo de ese libro en forma de diálogo, como un intento de plasmar algo de ese encuentro.

Mientras en la primera edición el libro es prologado por un Emilio Rodrigué que trata de «usted» a un tal «doctor Pavlovsky», en el prólogo de la segunda edición (1973) encontramos un intercambio epistolar cargado de afecto, tensiones, ideas y diferencias entre una constelación amistosa: Hernán Kesselman, Armando Bauleo, Emilio Rodrigué y Eduardo Pavlovsky. Se hace difícil narrar con palabras de la academia la intensidad que circula entre esas letras. Interesa la mezcla de ideas, inquietudes, fuerzas que circulaban en el campo intelectual, político y social aquellos años. Palabras impulsadas por un deseo de transformación.

Rodrigué ve en el Cordobazo el punto de inflexión que los hermanó: «Y pensar que en el 66 te trataba de usted, compañero de ruta. ¡Es como hablar de usted con el espejo! Faltaba que llegara mayo del 69 con el Cordobazo para que recibiéramos el puntapié inicial que nos lanzó en órbita. Y mirá que hemos hecho un viaje muy especial desde ese entonces, donde hemos sido náufragos y cazadores, ya que hemos perdido muchas cosas en la búsqueda de las medidas de nuestra liberación. Este es el viaje que hemos compartido con Armando y Hernán y con la observadora participante Mimi. Ello explica la endiablada promiscuidad epistolar de este prólogo».4

En el prólogo al primer volumen de la publicación Cuestionamos (1971), Marie Langer escribe: «a nosotros, como institución, nos despertó el Cordobazo»5. Afirma que la ruptura con la Asociación Psicoanalítica Argentina no es impulsada por un cuestionamiento al psicoanálisis en sí, sino más bien por una crítica a las omisiones que comete el pensamiento psicoanalítico. Ubica, en principio, dos puntos fundamentales hacia donde se dirige la crítica: i) Las ideas de Freud que hablan de una sociedad dada y un hombre inmodificable. ii) La institucionalización del psicoanálisis y su pacto con la clase dominante.6

 4 Pavlovsky, E. (1970) Psicoterapia de grupo en niños y adolescentes. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1973. P. 12 5 Bauleo, A. Langer, M. (Comps.) (1971) Cuestionamos. Granica editor. Bs. As. 1971. Pág. 17. 6 En Situación actual del psicoanálisis (1983), presente en una compilación de textos de los volúmenes I y II de Cuestionamos, Hugo Vezzetti plantea cuatro puntos que recorren las implicancias de éste movimiento crítico. Ver: Vezzetti, H. (1983) Situación actual del psicoanálisis. En Langer, M. (comp.) (1987) Cuestionamos. Ediciones Búsqueda. Buenos Aires, 1987.

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Luego de la ruptura, se generan dos movimientos disidentes: Plataforma y Documento. En alguna ocasión7, Pavlovsky comenta que lo que el psicoanálisis de izquierda se proponía era la adecuación de su discurso a una práctica posible, y esta práctica era vivida como práctica de transformación, no de consolidación. Para algunos, esa ruptura fue vivida como una oportunidad para trabajar, enseñar y pensar por fuera de la protección asfixiante de la institución psicoanalítica.

El intercambio epistolar es retomado por Armando Bauleo. Parece continuar con algunas de las cuestiones que se podían leer en la publicación Cuestionamos; inquietudes que acompañan el ritmo de una época: ¿Cuáles son las implicancias de pensar la práctica psicoanalítica por fuera de la lucha de clases? ¿Cómo involucrar otras significaciones allí donde el discurso psicoanalítico hegemónico se presenta como apolítico? ¿Qué interpretar y cómo hacerlo? Bauleo propone una «lectura ideológica» de la situación. Pavlovsky responde. Comienza diciendo que nunca podrá saber si él, Kesselman y Bauleo se dicen «hermanos» por la evolución de su relación afectiva, o por el hecho de ser los tres «hijos» de Marie Langer. Quizá la mítica presencia de esa mujer sostenga esa palabra que alguna vez eligieron para nombrarse. Hermanos de ruta. Enamorados del psicoanálisis, de los grupos, de lo revolucionario. Comunidad de analizantes8, podríamos agregar.

Pavlovsky piensa con Wilhelm Reich. Desde allí, la ideología pequeñoburguesa aparece como un cáncer que, al infiltrarse en el proletariado, ayuda a negar su inserción de clase. Se anima a decir que esa podría ser la explicación a una situación con la que se suelen encontrar en la clínica: los niños de familias humildes quieren jugar a «ser niños ricos». Como si la «familia proletaria» estuviera contaminada por la ideología dominante.9 Luego se hace presente Rodrigué, con las pequeñas elucubraciones de su incipiente cabecita negra, tal como decide, con un gesto burlón, llamarlas. Sabe que, en ese estilo epistolar, reposa una intención pedagógica. Lo lúdico puede comprenderse desde lo lúdico, y es allí, entre esas letras, que los amigos piensan. Rodrigué escribe el prólogo el 9 de Marzo de 1973, dos días antes de que Héctor Cámpora asumiera como presidente de la Nación. Plantea el problema de la política y las diferencias ideológicas que los separan. La diferencia es el peronismo, escribe Emilio. «Armando, Tato, ¿no se dan cuenta de que el país está en guerra?»10 Tres meses después, el día 20 de Junio, se produciría la masacre de Ezeiza.

Finalmente, Kesselman toma la posta. Su escritura parece urgente. Critica fuertemente al tecnicismo modernista al que responde el psicoanálisis neutral y apolítico, al purismo cientificista de izquierda que

 7 Pavlovsky, E. (1987): Por una ética de la enunciación. En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Comps.) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda. Bs. As. Pág. 14 8 Pavlovsky, Kesselman y Bauleo se analizaron simultáneamente con Marie Langer durante varios años. 9 Es interesante la lectura que hace Hugo Vezzetti (1983) respecto a ésta cuestión: «Es cierto que en la versión más ideologizada del papel del psicoanálisis en la coyuntura histórica reaparecían viejas ilusiones –ahora bajo una advocación que combinaba el mensaje freudiano con la promesa marxista– centradas en la eficacia de una intervención sobre la dimensión subjetiva para alumbrar un cambio social que se anunciaba como bien próximo. (…) nunca dejó de plantearse –aunque lo resolviera mal– la tensión entre el compromiso social del analista y las condiciones de una acción que debía ser a la vez políticamente eficaz y teóricamente orientada a salvar los fundamentos del psicoanálisis» 10 Op. Cit. Pág. 13.

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anestesió al pensamiento, a la fiebre del consumo que gestó modos de vida que impidieron que los intelectuales se asumieran como «hombres de pueblo», «mientras el pueblo, la vida misma, pausadamente, pasaba por la calle»11 Insiste en la necesidad de tomarse a ellos mismos, a ese grupo de intelectuales, hermanos, amigos, como blanco del análisis crítico: cuestionar sus propias formas de intervención. Poner en marcha una crítica del nosotros mismos. Invita a demorarse metros antes de la línea de llegada de esa carrera epistolar. Demorarse para comenzar a pensar. Intimar con los problemas de esos tiempos, para que la producción intelectual y la práctica clínica comiencen a marchar al ritmo del pueblo. Se desliza una invitación a pensar. «¿Nos vamos juntos, entonces, para seguir corriendo hacia otro lado sin abandonar nuestro instrumento, pero codo a codo con los que tienen nuestros mismos intereses y entre ellos, es decir, ni tan adelante del ritmo de marcha del pueblo en su conjunto que no se llegue a escuchar lo que decimos ni tan atrás que nos perdamos de su vista?»12

El Cordobazo hermanó, de algún modo, a esas inquietudes que querían acompañar al movimiento de transformación. Luego del zarpazo amoroso, como dijo en alguna ocasión Juan Carlos De Brasi13 aparecieron las historias, las batallas, las guerras, las exclusiones.

El cuerpo social secretó, de algún modo, la siguiente pregunta: ¿Qué formas de organización somos capaces de crear frente a la ruptura con las instituciones que criticamos?

Interesa detenerse en una de las propuestas que Hernán Kesselman lanza en ese prólogo del setenta y tres: poner al nosotros mismos como blanco del análisis crítico. Cuestionar las propias formas de intervención. Se trata de una apuesta que podría mantener en su horizonte la pregunta por aquello que está pudiendo un cuerpo colectivo. Es imposible no sentir las resonancias de estos planteos de principios de los setenta con los problemas que se dibujan por estos días. La pregunta por aquello de lo que es capaz un cuerpo social, insiste. Apostar por una crítica de nosotros mismos habla de un intento que no tiene que ver estrictamente con un programa revolucionario. Se trata de cuestiones micropolíticas. Quizá interesa pensar una analítica del deseo como posición, o mejor, como disposición; un estado de sensibilidad frente a aquellos fenómenos micropolíticos que traman los ritmos de un cuerpo social.

Un cuerpo disponible, que está crítico en lo que va pudiendo, tal vez (sólo tal vez) quiera narrar algo de lo que la razón no logra asir.

 11 Ibídem. Pág. 15. 12 Ibídem. Pág. 16. 13 Se trata de una entrevista realizada a Juan Carlos De Brasi por el colectivo de trabajo de la cátedra II de Teoría y Técnica de Grupos, a comienzos del año 2012. 

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«PSICODRAMA PSICOANALÍTICO EN GRUPOS» Y «PSICODRAMA. CUÁNDO Y POR QUÉ DRAMATIZAR»: EMILIO RODRIGUÉ, FIDEL MOCCIO, CARLOS MARTÍNEZ BOUQUET, EDUARDO PAVLOVSKY

Psicodrama psicoanalítico en grupos14 es prologado por Emilio Rodrigué. Allí comienza relatando las repercusiones del libro Psicoterapia de grupo.15 Piensa que esas letras escritas a fines de los años cincuenta son el testimonio de una forclusión de lo social. Se lamenta por no haber visto, en aquel entonces, al mundo. No entiende cómo pudieron haberse dejado imbuir por la ideología reaccionaria de la Asociación Psicoanalítica Argentina, cómo pudieron haber postulado en ese libro la existencia del analista grupal no comprometido.16 Encuentra en esta producción de 1970, el anuncio de un nuevo modo de pensar grupos, psicoanálisis y política. Subraya la importancia de la dramatización; entiende a la escena como producción que no es ni el individuo ni el grupo, producción de la que también participa el analista, rompiendo con la idea de neutralidad que asomaba en el cincuenta y seis.17 En el prólogo a la segunda edición (1975), se pueden leer intervenciones de Martínez Bouquet, Moccio y Pavlovsky. El prólogo funciona como experiencia dialógica. Carlos Martínez Bouquet hace hincapié en la vigencia de esas producciones. Fidel Moccio presenta su interés por extender las técnicas dramáticas puestas al servicio de la comunidad; imagina experiencias que combinen Sociodrama y Psicodrama Político. Piensa que ese libro funcionó como sostén para dar forma al co-pensamiento y la co-operación. Pavlovsky resalta el hecho de que, aún después de diez años, siguen trabajando juntos; siente, aún, las ganas de escribir, pensar y aprender junto a ellos. Llama, también, a no abandonar el campo de la cultura al enemigo. Hay que estudiar y producir más que nunca, escribe. En 1971, publican Psicodrama. Cuándo y por qué dramatizar. El prólogo es el «Manifiesto del grupo experimental psicodramático latinoamericano». Diferencian allí dos modos de hacer uso de las técnicas dramáticas. Uno de ellos, lleva a la adaptación al sistema. El otro, busca el cambio social; apunta a poner en evidencia los sistemas represivos y las conductas que éstos fomentan, a detectar y enfrentar situaciones de injusticia social, investigar conductas autoritarias y revisar y analizar los roles sociales y detectar a aquellos que en defensa de sus intereses imponen roles que desatienden los intereses de la comunidad.18 Entienden que una técnica es terapéutica cuando lucha contra las formas de opresión que generan alienación.

 14 Martínez Bouquet, C.; Moccio, F.; Pavlovsky, E. (1970) Psicodrama psicoanalítico en grupos. Ediciones Kargieman. Buenos Aires, 1975. 15 Grinberg, Langer, Rodrigué, 1956 16 Op. Cit. Martínez Bouquet, C., Moccio, F., Pavlovsky, E. Pág. 12. 17 Ibídem. Pág. 13. 18 Pavlovsky, E., Moccio, F., Martinez Bouquet, C. (1971) Psicodrama. Cuándo y por qué dramatizar. Editorial Fundamentos. Bs. As. 1981. Pág. 7

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En el volumen tres de Lo Grupal, Pavlovsky escribe:

«Nuestra preocupación por la transversalidad en los grupos de psicodrama ya se inicia desde 1970, cuando al mismo tiempo que escribíamos sobre los aportes del psicodrama a la clínica grupal (Psicodrama: cuándo y por qué dramatizar; Psicodrama analítico de grupos), también estábamos preocupados por un cierto psicodrama que nos parecía creador de ilusiones de fascinación y transmisor de ideologías que no compartíamos y de quienes intentábamos discriminarnos. Esto se completaba en Buenos Aires con la presencia de coordinadores norteamericanos de técnicas grupales sensitivas, con quienes algunos de nosotros realizamos experiencias que nos demostraban la fuerte ideologización con que los coordinadores operaban en las experiencias, creando por ejemplo una ilusión de felicidad humana a partir de la ruptura de las barreras de la represión sexual. Contra este tipo de técnicas grupales de happy end, es que surgió el Manifiesto del Grupo Latinoamericano leído en Amsterdam en 1971 en el 6° Congreso Internacional de Psicodrama, por Carlos Martínez, Fidel Moccio y Olga Albizuri de García (…) Tenía valor histórico como enunciación, algo quisimos decir balbuceantemente. Fue anterior al nacimiento de Plataforma y Documento, los movimientos que produjeron la gran ruptura ideológica del psicoanálisis internacional.»19

Ideología, sistema, programa, represión, alienación, transformación, opresión, compromiso, emancipación, revolución, lucha de clases, proletariado, pequeñoburgués, enemigo, conciencia de clase, hegemonía, liberación son los espasmos de un dialecto que da cuenta de cierto modo de pensar el mundo. Dialecto que, tras la Dictadura Militar, por momentos calza incómodo. Después del genocidio organizado, se vuelve necesario pensar todo de nuevo. No se trata de impugnar completamente lo que se pensó, lo que se hizo, sino de herir eso que se presentaba como certeza incorruptible. Y ésta herida que se intenta asomar no es de ningún modo la misma que provocó el golpe brutal del setenta y seis. Es la vuelta crítica sobre las historias que reposan en silencio, esas que todavía esperan volverse relato. Más allá de los dialectos (bien podría decirse que por momentos entre nosotros adoptamos una suerte de dialecto deleuziano que se regodea con el rizoma, las líneas de fuga, el devenir y la potencia, por decir algo) la pregunta que en algún lado insiste quizá aún continúe siendo ésta:

«¿hay alguna forma de revivir en nuestra labor las intenciones de los sesenta-setena, o tenemos que reconocer que el mundo ha cambiado mucho y que cualquier deseo de promover justicia o felicidad entre los hombres es una causa perdida?»20

 19 Pavlovsky, E. (1986) Psicoterapia, psicodrama y contexto sociopolítico En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Comps.) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda. Bs. As. Pág. 28. 20 Percia, M. (1989): Introducción al pensamiento grupalista en la argentina y algunos de sus problemas actúales. En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Comps.) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda. Bs. As. Pág. 79

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EL PENSAMIENTO DE DELEUZE Y GUATTARI Y EL TEATRO DE BECKETT.

Ello funcióna en todas partes, bien sin parar, bien discontinuo. Ello resipra, ello se calienta, ello come. Ello caga, ello besa. Qué error haber dicho el ello.

Estallamos de risa al ver en vecindad hombre y mundo, separados por la sublime pretensión de la palabrita «y», escribió Nietzsche.

Los derroteros del cruce con la obra de estos autores quizá sea el aporte más interesante que ese cuerpo rabioso nos invita a transitar. Un texto, una obra, puede ser esa experiencia que, cuando se ofrece como don, cuando se arroja al aire como trama disponible, como urdimbre de pensamientos que no esperan la caricia narcisista del reconocimiento, hace estallar en preguntas a la Razón hasta deshacerla.

Tanto el encuentro con la obra de Beckett –desde aquel flechazo de Esperando a Godot, en el cincuenta y siete– como la lectura de la obra de Deleuze y Guattari, pueden pensarse como acontecimientos que diseminaron en la experiencia Pavlovsky un pulso singular.

A la hora de pensar esa experiencia, algunas ideas de Deleuze y Guattari se presentan como pistas ineludibles. Yo y no-yo, exterior e interior ya no quieren decir nada21, solo hay el deseo y lo social, y nada más. Incluso las formas más represivas y más mortíferas de la producción social son producidas por el deseo22, nada de Papá y Mamá. El inconciente es huérfano23, se lee en El Anti Edipo (1972). Ideas que nombran algo de eso que Pavlovsky ya venía haciendo en el teatro y en la clínica, incluso antes de encontrarse con esas lecturas. Fuimos deleuzianos sin saberlo, suele decir Pavlovsky.

Teatro de estados

Marcelo Percia escribe Beckett, hoy: Pavlovsky. Deleuze, hoy: Pavlovsky. La rabia de ser siempre otro24 en noviembre de dos mil nueve, en ocasión de la visita de Eduardo Pavlovsky al espacio de teóricos de la cátedra II de Teoría y Técnica de Grupos. Las letras se sienten como un abrazo amistoso. Se lee:

«El teatro de Pavlovsky no es un entretenimiento suave y complaciente, sino una obra que lastima y nos hace dudar de nosotros mismos. No es teatro para estudiantes y profesores anestesiados que se sienten colmados con unas cuantas fórmulas anotadas en el cuaderno. En su teatro, las historias narrativas quedan subordinadas a estados e intensidades de la actuación. No hay personajes psicológicos, sino cuerpos afectados por el mundo social. La obra de Pavlovsky es inquietante, molesta y difícil porque se entiende. Se entiende que el profesionalismo despolitizado de las psicólogas y psicólogos de nuestra Facultad hace complicidad (lo sepamos o no) con la horrorosa injusticia argentina.»

 21 Deleuze, G.; Guattari, F. (1972) El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Paidós. Buenos Aires, 2005. Pág. 12. 22 Ibídem. Pág. 36 23 Ibídem. Pág. 56. 24 El título hace referencia a un texto de Pavlovsky publicado en el número ocho de Lo Grupal, que se llama Samuel Beckett. Hoy: Gilles Deleuze (1990). 

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La experiencia Pavlovsky participa de una ética del cuerpo que intenta ir más allá de la lógica de lo personal y la tiranía del yo. ¿Cómo pensar los cruces entre ésta ética del cuerpo y el más allá de la lógica de lo personal? En este sentido, es interesante la lectura que Roberto Esposito hace, en El dispositivo de la persona (2011), del intento nietzscehano de releer la historia a través del hilo conductor del cuerpo. Entiende que con ese gesto Nietzsche intenta romper con ese dispositivo. No existe un sujeto individual preformado, dice lo impersonal. La ética del cuerpo que propone Pavlovsky resuena con el gesto nietzscheano.

Pavlovsky entiende que en el teatro de Beckett no hay sujetos definidos sino cuerpos que por momentos son hablados o singularidades que existen a partir de sus conexiones, vecindades, ritmos. Se trata del despliegue de formas de individuación diferentes al de una persona. Ninguna forma se desarrolla, ningún sujeto se forma, sólo bloques de intensidad:25

«Si supiera si he vivido, si vivo, si viviré, esto lo simplificaría todo, imposible saber, en ello reside la astucia, no me moví, es cuanto sé, no, sé otra cosa, no soy yo, siempre lo olvido, continúo, es necesario continuar, no me moví de aquí, no cesé de contarme historias, escuchándolas apenas, escuchando otra cosa, acechando otra cosa, preguntándome de tanto en tanto de dónde las saco, ¿estuve con los vivos o vinieron ellos a mí?, ¿y dónde, dónde los tengo?, ¿en la cabeza?, no me noto cabeza, ¿y con qué las digo?, ¿con la boca?, la misma observación, ¿y con qué las oigo?, y tatatá y tatatá, no puedo ser yo, o es que no presto atención, a tal punto me habitué, lo hago como si estuviera en otro lugar, heme ahí lejos, heme ahí ausente, es su turno, es el que ni habla ni escucha, el que carece de alma y de cuerpo, lo que tiene es otra cosa, debe de tener algo, debe de estar en algún sitio, está hecho de silencio (…)»26

Individuaciones sin sujeto que constituyen agenciamientos colectivos. Un teatro de estados, no de predicados o atributos que dicen lo que un sujeto es. Estados que dicen lo que pasa por un cuerpo. Composiciones impersonales, preindividuales, que ponen en cuestión la lógica de la propiedad y se ríen de la ficción del origen, de las causas localizables. Con Pavlovsky:

No sabía si su desesperación era anterior a sus dolores o consecuencia de los mismos.27

Pavlovsky afirma que la obra de Deleuze y Guattari, estuvo siempre en el medio del camino, como los personajes de Beckett28 Hay algo en la apropiación urgente de esas palabras de Deleuze y Guattari que grita la marea de entusiasmo derramada en ese acontecimiento poco frecuente que es el encuentro con un

 25 Pavlovsky, E. (1990): Samuel Beckett. Hoy: Gilles Deleuze. En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Comps.) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda. Bs. As. Pág. 24. 26 Beckett, S. (1953) El innombrable. Ediciones Orbis. Buenos Aires, 1983. 27 Pavlovsky, E. (1995) El Bocón en Teatro completo I. Atuel. Buenos Aires, 1997. 28 Kesselman, H.; Pavlovsky, E.; De Brasi, J. Escenas Multiplicidad. Estética y micropolítica. Ediciones Búqueda de Ayllú. Buenos Aires. Pág. 98

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pensamiento amigo. El encuentro con ideas que puedan sostener, provisoriamente, algo de esa experiencia corporal, ética, estética y política que acontece tanto en la clínica como en el escenario.

Clínica, experiencia de borde. Lo lúdico, lo creativo; el sentido de la imaginación.29 Las primeras incursiones clínicas de Pavlovsky fueron con grupos de niños y adolescentes. La cuestión del juego, lo lúdico, lo creativo, aparece ya desde aquellos comienzos. Pavlovsky piensa al estado creativo como terapéutico en sí, como si se pudiera pensar una terapia de lo lúdico. En Espacios y creatividad (1980), siguiendo algunas ideas de Winnicott, se anima a pensar –junto con Hernán Kesselman– en la existencia de una zona lúdica; una suerte de matriz generada por esos ensayos imaginativos que se fueron desplegando en los juegos de la infancia. Entiende a la imaginación como una inquietud o habilidad pasible de ser desarrollada, desplegada, ejercitada, como si se tratara de un sexto o séptimo sentido; ese que no suele asistir a las aulas de la Facultad de Psicología y que se maneja con un lenguaje diferente al de la academia: el sentido de la imaginación.

Desde la clínica, es principalmente la multiplicación dramática la que nos lleva a acercarnos al pensamiento de Deleuze y Guattari. Podríamos decir que esa máquina funciona así: alguien presta una escena, relata algo en lo que se ve involucrado, hace disponible una trama para ser dramatizada. Cada uno de los cuerpos presentes improvisan otra escena que resuena con la escena inicial. Los múltiples sentidos convulsionan algo del sentido “primero” que un cuerpo vive, quizá, como dolor, pesadez, angustia. Pavlovsky, Frydlewsky y Kesselman ubican dos modos de estar del coordinador en un grupo30: una forma que se despliega en base a modelos referenciales conocidos, y otra desde la intuición o creatividad. Estar molar y estar molecular. Se trata de dos momentos que se entrecruzan constantemente. En el primero, nos orientan personajes acompañantes, modelos teóricos. Hay algo del cuerpo tenso, rígido que dice ese estado, ese momento. En el segundo, se produce una ruptura con esos personajes que nos acompañan y adviene la experiencia de soledad, salto al vacío. Se me ocurre pensar este estar como experiencia de manada. Se deviene manada. En Mil Mesetas (1980) Deleuze y Guattari retoman una distinción que Elias Canetti hace respecto a los juegos de multiplicidades. Masa y manada aparecen como dos tipos de multiplicidades que por momentos se oponen y por momentos se combinan.

 29 Algunas de las elaboraciones teóricas de Eduardo Pavlovsky que rodean el problema de lo lúdico y la creatividad, son: Psicoterapia de grupo en niños y adolescentes (Pavlovsky, 1968) Reflexiones sobre el proceso creador (Pavlovsky, 1974), Espacios y creatividad (Kesselman, Pavlovsky, 1980) En Lo grupal: Sobre dos formas de comprender del coordinador grupal (1983), La poesía en psicoterapia (1985) Creatividad en los grupos terapéuticos (1987)  30 Me refiero puntualmente a dos textos, uno presente en el primer volumen de Lo Grupal: Sobre dos formas de comprender del coordinador grupal (1983) y otro en el volumen nueve Dos estares del coordinador (1991) Allí se condensan algunas ideas trabajadas en Escenas temidas del coordinador de grupos. Pese a que los autores se centran en los modos de estar del coordinador, encuentro en estas ideas pistas interesantes para pensar los estares colectivos más allá de la figura del coordinador.

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Lo interesante de la manada, es que cada cuerpo permanece solo a pesar de estar con los demás. Soledad como ex-posición:

«En las constelaciones cambiantes de la manada, el individuo se mantendrá siempre en el borde. Estará dentro, e inmediatamente después en el borde, en el borde, e inmediatamente después dentro. Cuando la manada forma un círculo alrededor de su fuego, cada cual podrá ver a sus vecinos a derecha y a izquierda, pero la espalda está libre, la espalda está abiertamente expuesta a la naturaleza salvaje»

No se trata de un estado ideal ni de dos momentos que se excluyen mutuamente. Los árboles tienen líneas rizomáticas, y el rizoma puntos de arborescencia31, escriben Deleuze y Guattari. Sospechamos de los lugares puros.

En alguna ocasión, se pensó a la multiplicación dramática como una de las propuestas que mejor orientan al trabajo grupal. Abandonando cualquier afán de unanimidad, desde ésta perspectiva se intentan alojar existencias disidentes.32 Frydlewsky, Kesselman y Pavlovsky entienden multiplicación dramática no tanto como «técnica» sino como modo de pensar lo grupal, como posición clínica, ética, estética, política. Invención que intenta romper con el reduccionismo interpretativo al que los grupos suelen ser condenados. Alguien hace disponible una escena, escena original como obra que se ofrece a la producción de otras versiones. Retazo de commedia dell’arte33; esa existencia que, pese a estar bañada de solemnidades, deja ver, en movimiento, las pulsaciones de lo absurdo. En base a la resonancia que ese texto produce, otros cuerpos producen una serie de escenas. La escena original se conmueve, los sentidos se multiplican. Cuerpos lúdicos. ¿La trama del drama se agujerea? ¿Desterritorialización? ¿Desdramatización? ¿Dessujetización? ¿Deshabituación? ¿Estallido del yo? Momento de vacilación. Demora que inyecta duda. Incomodidad que relanza los dados. Devenir manada.

En Pavlovsky, resulta imposible separar la experiencia clínica de la que ensaya en su teatro. Ambos son pensados como espacios de experimentación y producción de modos de existencia. En muchos de sus obras teatrales, decide no especificar las indicaciones para la puesta en escena. Pavlovsky hace disponible un texto escrito para que, en el escenario, el texto dramático hable el ritmo del cuerpo del actor. Un ejemplo podría ser Paso de Dos (1990):

«El texto escrito de Paso de Dos se transforma en texto dramático cuando el cuerpo de los actores penetra el entrelineado autoral. Si el texto escrito es la expresión molar, el texto dramático se constituye en el entretejido molecular: "entre" las pausas, "entre" las palabras, en los cambios de ritmo y velocidad, en la penetración de los cuerpos bordeando o atravesando el texto, en imágenes y afectos que van surgiendo en todo ese proceso molecular del trabajo artesanal del ensayo.»34

 31 Deleuze, G; Guattari, F. (1980) Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-textos. Valencia. Pág. 40 32 Op. Cit. Percia, M. Pág. 91 33 Se trata de una idea que toma Lacan en Más allá del principio de realidad (1936) para pensar las neurosis. Mientras que en la commedia erudita se pone en escena un texto íntegro, inmodificable, que no permite la improvisación, la commedia dell’arte utiliza sólo ciertos textos como guías, permitiendo siempre una variación. 34 Pavlovsky, E. (1993) Estética de la multiplicidad. Concepciones de la producción de subjetividad en mi teatro. En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Comps.) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda. Bs. As. Pág. 33 

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Luis Frydlewsky muere en 1984. Tres años más tarde, Hernán Kesselman y Eduardo Pavlovsky escriben La obra abierta de Umberto Eco y la Multiplicación Dramática. Deciden incluir a Luis como autor. Dicen que era tan despistado que olvidó llevarse sus ideas y éstas todavía pululan por el aire.

Encuentran en la Obra Abierta (1962) de Umberto Eco indicios para pensar esa máquina de multiplicar. Eco rodea la problemática de la apertura. Dice que la apertura y el dinamismo de una obra – y, se podría pensar, de una vida– consisten en hacerse disponibles. En Lo grupal, se lee: «no hay multiplicación en el vacío, hay multiplicación sobre forma (...) es interesante lo de la forma donde están inscriptas las posibilidades donde el improvisador actúa (...) la acción dramática sobre lo escrito dará lugar a otras escenas inscriptas sólo como posibilidad en el texto»35

Entienden a la escena original –y considero esto como uno de los puntos más interesantes– como una escritura vacilante. Vacilación que se puede pensar, también, con los personajes de las obras de Samuel Beckett.36 En su Obra Abierta, Eco escribe: «la obra permanece inagotable y abierta en cuanto "ambigua"»37

Conviene pensar a la Multiplicación Dramática desde la idea de producción maquínica de sentido. En La lógica del sentido (1969), Deleuze busca establecer una teoría del sentido en base a una serie de paradojas. Piensa sentido como producto. Encuentra indicios en la idea de paradoja y sinsentido. Escribe: «El sentido expresado como acontecimiento (…) emana del sinsentido como de la instancia paradójica siempre desplazada, del centro excéntrico eternamente descentrado»38 No se trata del desciframiento de un sentido oculto, sino de la producción de algo que no tenía existencia. Deleuze escribe:

«No buscamos en Freud al explorador de la profundidad humana y del sentido originario, sino al prodigioso descubridor de la maquinaria del inconciente, por la que el sentido es producido, siempre producido en función de un sinsentido»39

O, también, con el Anti Edipo:

«¿Qué significa “era, pues, aquello lo que esto quería decir”? Aplastamiento del “pues” sobre Edipo y la Castración. Suspiro de alivio: ves, el coronel, el instructor, el educador, el patrón, todo esto quería decir aquello, Edipo y la castración, “toda la historia en una nueva versión”» 40

 35 Pavlovsky, E. (1987) La obra abierta de Umberto Eco y la multiplicación dramática. En Pavlovsky, E. De Brasi, J. C. (Comps.) (1983-1993) Lo grupal. Editorial Búsqueda. Bs. As. Pág. 19 y 23. 36 Ibídem, Pág. 21. 37 Eco, U. (1962) Obra Abierta. Planeta Agostini. Barcelona, 1985. Pág. 71. 38 Deleuze, G. (1969) Lógica del sentido. Editora Nacional. Madrid, 2002. Pág. 186. 39 Ibídem. Pág. 81. 40 Op. Cit. Pág. 73.

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En el Último diálogo con Luis Frydlewsky (1983) Pavlovsky reconstruye la última conversación que entabló con su amigo, pocos días antes de su muerte. Hablan de la clínica, la creatividad y el juego en los grupos, la multiplicación dramática, el miedo a la soledad, la muerte. Encuentran relaciones entre las técnicas dramáticas y la creatividad, la invención. Piensan que, al trabajar con grupos desde la idea de creatividad, cabalgan en una zona incierta, sin nombre propio. Insiste la muerte, pero no sólo la del cuerpo finito sino también esa muerte que se vuelve necesaria en el acto creativo: el asesinato de los referentes. Otra vez, el miedo. Sospechan que la inexistencia quizá no tenga que ver tanto con la ausencia de un cuerpo. Se desliza, entre esos cuerpos, el miedo más insoportable de todos:

no tener nada más que decir.

…Necesitamos muchos globos rojos, eh, para volver a enamorarnos todos de otra manera.

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Textos de Eduardo Pavlovsky presentes en la publicación Lo grupal LG1 Lo fantasmático social y lo imaginario grupal. Pavlovsky. LG1 Sobre dos formas de comprender del coordinador grupal. Luis Frydlewsky / E Pavlovsky LG1 Último diálogo con Luis Frydlewsky. E Pavlovsky. LG1 ¿Qué hacemos con lo que sabemos? El problema del intelectual en Latinoamérica. E Pavlovsky. LG2 La poesía en psicoterapia. E Pavlovsky LG3 Psicoterapia, psicodrama y contexto sociopolítico. E Pavlovsky. LG3 Sobre psicoanálisis y poder. E Pavlovsky. LG4 Por una ética de la enunciación. E Pavlovsky. LG4 El saber en el discurso de las madres. E Pavlovsky LG4 Creatividad en los grupos terapéuticos. E Pavlovsky. LG5 La obra abierta de Umberto Eco y la multiplicación dramática. Pavlovsky / Kesselman / Frydlewsky. LG5 Las identidades fragmentadas. La mayoría silenciosa es sensible al discurso del poder. E Pavlovsky. LG6 Psicodrama analítico. Su historia. Reflexiones obre los movimientos francés y argentino. Eduardo Pavlovsky. LG8 Samuel Beckett. Hoy: Gilles Deleuze. Eduardo Pavlovsky LG9 El aguijón. E. Pavlovsky LG9 Obscenos sin maquillaje. E. Pavlovsky LG9 Adolescencia década del 90 Pavlovsky / Kesselman LG9 Dos estares del coordinador Pavlovsky / Kesselman LG 9 Apuntes sobre el cuerpo del actor. E. Pavlovsky. LG 10 Estética de la multiplicidad. E Pavlovsky

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