Foro de Consulta Nacional para la Revisión del Modelo Educativo: “Educación Normal”

Mtro. Juan Díaz de la Torre, Presidente del Consejo General Sindical para

el Fortalecimiento de la Educación Pública.

Estrategia de Difusión, Estado de Chiapas.C. Profr. Félix Mendoza Acuña

Representante del CEN del SNTE En la Sección 7 de Chiapas

Asistimos hoy a la culminación nacional de un proceso de reflexión colectiva de gran relevancia: la revisión del modelo educativo, en una de sus vertientes fundamentales, la formación docente.

El tema es parte del debate contemporáneo. Es el contenido de un extenso estudio de la Oficina Regional para la Educación en América Latina y el Caribe de la UNESCO, que se presenta con un criterio de autoridad: “Priorizar las políticas docentes en una perspectiva sistémica”.

Coincidimos con el argumento central de esa perspectiva sistémica al afirmar que: “El reconocimiento de la fuerte incidencia del factor docente en la calidad educativa, obliga a conceder a las políticas destinadas a mejorar este cuerpo profesional una centralidad de la que han carecido históricamente”.

Estudio que sin duda, refleja la situación en México y nos obliga a una reflexión de fondo vinculada a los trabajos de este Foro.

Los argumentos para confirmar la relevancia de la relación de las Normales con el Sistema Educativo, están en la Historia de nuestro país.

Se inscriben en el marco de un proyecto de nación que tiene en la educación pública, la garantía de su vigencia.

Una profesión de estado, por el 60 por ciento de escuelas Normales que son públicas, pero sobre todo, una profesión de estado, porque en sus aulas, se han

formado y seguirán formándose los mexicanos que en su práctica profesional, dan rumbo y destino a nuestro país

Cuando la sociedad demandó una profunda renovación de sus estructuras, desde las Normales, se marcó el paso para la expansión acelerada de la educación básica durante la década de los años 60 y 70 del siglo pasado.

Más tarde, cuando mediante la descentralización de los servicios para la formación de maestros (1992) y la Ley General de Educación (1993) se redefinieron las atribuciones de los estados y de la

federación en materia de formación docente, se trabajó colectivamente en la implementación del Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académico de las Escuelas Normales (1996).

Este evidente y documentado proceso de interrelación nos coloca frente a una paradoja por momentos ignorada. Paradoja de enorme trascendencia:

La trasformación permanente del Sistema Educativo muestra la evidencia de que su práctica no está a la altura de su diseño y de las necesidades, y que; en el primer caso: el diseño del Sistema describe otra realidad; en el segundo, la realidad de la educación Normal no se refleja en su diseño.

En la Historia de la Educación en México hemos producido múltiples documentos y reglamentos que no siempre logran aterrizar en la práctica y alcanzar sus objetivos.

A veces por su temprana cancelación, otras por la inoperancia de sus presupuestos teóricos en la realidad. Incluso en el caso de las Normales, hasta ahora hay ausencia de documentos que logren darle rumbo.

La teorización no alcanza a reflejar la complejidad del fenómeno que estudia.

Estamos ante una contundente evidencia: Toda la reflexión académica, las más sesudas interpretaciones son insuficientes o incompletas al ignorar al ser humano

que está detrás de ese complejo y rico entramado institucional que son las escuelas normales.

La ausencia de análisis especializado sobre los sujetos protagónicos del Sistema se expresa de múltiples formas.

Desde el poco rigor académico al seleccionar la planta docente hasta la falta de criterios para su permanencia y promoción.

Desde las imprecisiones para evaluar cómo impactan en los normalistas los diferidos esfuerzos

por la puesta en marcha de nuevos planes de estudio, hasta la extrapolación en las escuelas normales del esquema de organización y funcionamiento universitario sin contar con las mínimas condiciones materiales.

Es tal el cúmulo de factores objetivos y subjetivos que inciden sobre el intento de análisis integral que los resultados siempre son incompletos y tienden a ser inferiores a la necesidad de transformación que requiere la educación normal.

El tema es tan complejo que no hay manera de simplificar su alcance y consecuencias. En el centro de todo está un sujeto específico, que cobra humanidad como una dualidad maestro-alumno normalistas.

Una dupla significativa y significante que define el carácter de la institución por encima del modelo que se asuma como pertinente. Bajo esa constante transcurre este Foro Nacional con la atinada participación de miles de maestros y especialistas.

El debate que se deriva de la aspiración expresada en la convocatoria, de lograr el diseño e implementación de un modelo que promueva y ordene la formación docente, nos conduce a la necesidad de clarificar si ese modelo es específico

para transformar una normal o es un modelo referido a cualquier otra institución académica.

Evidentemente lo genérico del modelo a alcanzar debe también satisfacer lo específico de la institución que pretende transformar.

La realidad demuestra que debemos crear las condiciones de implicar a las Normales con el contexto en el que se mueven tanto docentes como alumnos normalistas.

La temática debatida debe garantizarnos los alcances sociales, que están más allá de los presupuestos pedagógicos. Estamos entonces en una primera aproximación a las conclusiones: El debate, dado sus propósitos fundamentales, no está acabado.

Recién se inicia ahora una etapa de profundización donde prevalezca el análisis de los factores protagónicos del Sistema, a partir de los factores metodológicos y programáticos.

Valoramos en su justa dimensión el esfuerzo realizado con inteligencia y voluntad de participación. El debate ha sido fructífero. También valoramos las notables experiencias pasadas, donde esfuerzos semejantes

carecieron de continuidad y al someterse al criterio de la práctica se desdibujaron en el tiempo. Es el momento de ahondar en las prácticas participativas de una sociedad que asume la democracia como una competencia ciudadana

superior, sometidas dichas prácticas al escrutinio público y la rendición de resultados.

Participación que sirve para abonar los resultados en cualquier espacio que demande el despliegue de la inteligencia colectiva.

En ese continuo ejercicio de reflexión y participación colectiva, el SNTE está dispuesto a cooperar para profundizar en los objetivos hoy alcanzados.

Durante años, a través de múltiples ejercicios institucionales, hemos buscado el Fortalecimiento Académico de las Escuelas Normales.

Es evidente que no hemos carecido de voluntad y que no hay motivos para descalificar el esfuerzo de quienes nos antecedieron. Habría que analizar no lo que dijimos entonces, sino lo que no hicimos.

Encontraremos un denominador común: los que diseñan no siempre están inmersos en la ejecución de los diseños; o dicho de otra forma, las teorías no siempre se someten al escrutinio de la práctica.

La experiencia acumulada en el ejercicio de estos encuentros nos dicen que no basta llegar hasta las conclusiones y clausurarlos felicitándonos por lo alcanzado.

Estos eventos son verdaderamente exitosos en la medida en que podamos implantar y adecuar sus resultados en la realidad.

El éxito debemos medirlo por lo que logran transformar, porque resuelven los problemas que con tanta eficacia logramos describir en largas jornadas de reflexión. No es sólo renovar los planes de estudio, es lograr que esos planes arrojen mejores resultados.

No es sólo diseñar un mejor marco operativo en las Normales, es lograr que la gestión administrativa sea eficaz y eficiente y provea a la labor docente los insumos imprescindibles para la consecución de los fines académicos.

No basta una estrategia para favorecer la integración y consolidación de un sistema estatal de educación normal de calidad en cada entidad federativa, es urgente visualizar los aportes que cada entidad puede hacer al fortalecimiento de los programas nacionales.

La formación de maestros debe fundamentarse en las tendencias sustentadas en la investigación social, en las diversas perspectivas teórico-metodológicas de las disciplinas que son objeto de enseñanza y aquellas que explican el proceso educativo, en la naturaleza y desarrollo de las prácticas pedagógicas

actuales y las emergentes ante los nuevos requerimientos y problemas que el maestro enfrenta y que impactan de manera notable al servicio educativo, a las instituciones y a los profesionales de la educación.

Esta es la reflexión que queremos compartir:

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) tiene cabal comprensión de

su papel en la transformación del país.

Juntos hemos delineado caminos para influir propositivamente en los escenarios del futuro. Los debates habrán de continuar mientras la educación siga siendo la prioridad.

Frente a los progresos de la ciencia y de la técnica, el campo de lo posible se amplía hoy día como nunca en la historia de la humanidad, hasta el punto de prolongarse más allá del horizonte visible; la rapidez y la magnitud de esta ampliación

desencadenan un efecto de límite, un salto hacia lo desconocido, que ha trastocado el ritmo del tiempo, la división del espacio, la asimilación de nuevos conocimientos, la competencia de las instituciones y su ejercicio.

En un sentido más amplio, debemos tomar en cuenta ambientes en apariencia ajenos a la función pedagógica:

La vigencia de los valores colectivos; el estado de la moral pública amenazada por actores, prácticas y

procesos disolventes como el narcotráfico, la impunidad criminal, la marginación y la miseria que excluye a millones de seres humanos, la subcultura del miedo y la desesperanza que se ve en muchos ojos jóvenes.

Nunca, como en este periodo de tránsito civilizatorio y cultural, resulta tan importante convocar a la imaginación crítica de los mejores hombres y mujeres; al pensamiento que suma rigor

académico y sensibilidad; a la reflexión filosófica, histórica y sociopolítica que busca, quiere y puede aplicar los saberes científicos sin olvidar la intuición, la experiencia y la esperanza de las comunidades.

Sabemos que existen por lo menos dos caminos de acceso al universo pedagógico:

El trillado, de recetas y lugares comunes, de la burocratización del pensamiento y la ortodoxia que no ha registrado los cambios del mundo, o la vía de la experimentación, la apuesta intelectual y la imaginación.

Los trabajadores de la educación hemos hecho ya nuestra selección. Como siempre, la hemos tomado sobre la base de nuestro compromiso con México, con sus niños y sus jóvenes, con las madres y padres de familia.

Los retos son mayúsculos. En ello estamos ocupados.

No es suficiente la buena voluntad. Estamos ante un cambio cultural que exige un esfuerzo conjunto del tamaño de las dificultades y las viejas prácticas a vencer.

Hemos llegado exitosamente hasta aquí y no debemos detenernos.

La reforma educativa, la educación de calidad, interpela nuestra razón, pero también nuestra emoción y nuestra pasión.

El esfuerzo realizado debe reconocer la centralidad del maestro en el éxito de la reforma. De otra manera será en vano todo este generoso esfuerzo pensante.

Es hora de convertir la vocación docente que se forja en las normales en la mejor herramienta de perfeccionamiento del Sistema Educativo Nacional.

Todo será improbable si la vocación no se plasma en el aula y llega al alumno como fuerza que lo mueva a planos superiores.

Sólo entonces y en ese contexto la Educación pasará de ser el enunciado que busca explicar los problemas sociales a ser el verdadero eje para la transformación de la Sociedad.

En esa transformación, como en las que el país emprendió a lo largo de los setenta años pasados, el SNTE estará presente para seguir trabajando con calidad por la educación al servicio del pueblo.

¡MUCHAS GRACIAS!