Primer comentario Curso marxismo CLACSO

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 Conocer es reconocer  Hegel “Abran (…) el discurso a las verdades”  Góngora ¿Por qué reunir a Hegel y Góngora en un epígrafe para un comentario acerca del texto  propuesto por el profesor Borón para retarnos a debatir sobre la potencia crítica del marxismo, eficacia sólo concebible y realizable si se conjuga tanto como discurso, es decir, interpretación, materialismo dialéctico, y, al mismo tiempo, como método, materialismo histórico, de transformación de la realidad? En otras palabras, el descubrimiento de Marx 1 , efectuado sobre una crítica a la filosofía de su tiempo pero que retiene el núcleo racional de la misma, devuelve la inteligencia a la historia, dando cuenta de la actuación  socialmente determinada pero contingente de un sujeto transformador y en transformación. Ambos sirven para dar un marco, principio y conclusión, orientación y resumen, de mi comentario a la primera clase. En primer lugar, el célebre y profundo pasaje de la Lógica, donde conocer es, mediante la reflexión, volver a conocer lo conocido (o tenido  por tal). De otro lado, el poeta tuvo la voluntad de declarar su empresa literaria, “presentar la verdad de las cosas”, no sólo arrancándolas de las exterioridades, sino  penetrándolas reflexivamente y develándolas en su verdad por el pensamiento. Comencemos entonces por ubicar el proyecto marxista: la denuncia de la naturaleza  profunda de explotación del trabajo y de acumulación del valor en el Capi talismo. Este es el contenido de la verdad del Capital. Yendo más allá del texto del profesor Borón y a la respuesta que da a su pregunta inicial sobre la pertinencia del marxismo, sintetizada en la enumeración de los tres aportes centrales del mismo a la crítica filosófica (p.11), es consecuente afirmar radicalmente dos consecuencias que suponen la aplicación del marxismo como teoría social: la primera, de carácter epistemológico, que el reconocimiento de la posibilidad de la comprensión teórica del objeto que se denuncia es la base para su transformación; la segunda, metodológica, está en la adopción, convertida en praxis política, del punto de vista de una cla se, la del proletariado. La renuncia interesada a la primera exigencia nos ha deparado la paralización de las ciencias sociales; la dimisión a la segunda, la esterilidad de la filosofía política. Por eso adscribo especialmente su critica contra Arendt, Habermas y Foucault, autores tan caros a nuestros intelectuales : la virtud republicana, la ética pública o la dilución del poder en la sociedad emergen como misteriosas exterioridades del capitalismo, como efecto de una acumulación material    visible y descriptible - de construcciones, arquitecturas o genealogías: meras exterioridades mundanas, no operables críticamente para realizar transformaciones eficaces, puesto que su denuncia es meramente sociológica, no social. 1  Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases  sólo va unida a d eterminadas fases históricas de desarroll o de la producción ; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es d e por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases ... (Carta a Joseph Weydemeyer, 5 de marzo de 1853)

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En otras palabras, el descubrimiento de Marx , efectuado sobre una crítica a la filosofía de su tiempo pero que retiene el núcleo racional de la misma, devuelve la inteligencia a la historia, dando cuenta de la actuación socialmente determinada pero contingente de un sujeto transformador y en transformación.

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  • Conocer es reconocer Hegel

    Abran () el discurso a las verdades Gngora

    Por qu reunir a Hegel y Gngora en un epgrafe para un comentario acerca del texto

    propuesto por el profesor Born para retarnos a debatir sobre la potencia crtica del

    marxismo, eficacia slo concebible y realizable si se conjuga tanto como discurso, es

    decir, interpretacin, materialismo dialctico, y, al mismo tiempo, como mtodo,

    materialismo histrico, de transformacin de la realidad? En otras palabras, el

    descubrimiento de Marx1, efectuado sobre una crtica a la filosofa de su tiempo pero

    que retiene el ncleo racional de la misma, devuelve la inteligencia a la historia, dando

    cuenta de la actuacin socialmente determinada pero contingente de un sujeto

    transformador y en transformacin.

    Ambos sirven para dar un marco, principio y conclusin, orientacin y resumen, de mi

    comentario a la primera clase. En primer lugar, el clebre y profundo pasaje de la

    Lgica, donde conocer es, mediante la reflexin, volver a conocer lo conocido (o tenido

    por tal). De otro lado, el poeta tuvo la voluntad de declarar su empresa literaria,

    presentar la verdad de las cosas, no slo arrancndolas de las exterioridades, sino penetrndolas reflexivamente y develndolas en su verdad por el pensamiento.

    Comencemos entonces por ubicar el proyecto marxista: la denuncia de la naturaleza

    profunda de explotacin del trabajo y de acumulacin del valor en el Capitalismo. Este

    es el contenido de la verdad del Capital. Yendo ms all del texto del profesor Born y a

    la respuesta que da a su pregunta inicial sobre la pertinencia del marxismo, sintetizada

    en la enumeracin de los tres aportes centrales del mismo a la crtica filosfica (p.11),

    es consecuente afirmar radicalmente dos consecuencias que suponen la aplicacin del

    marxismo como teora social: la primera, de carcter epistemolgico, que el

    reconocimiento de la posibilidad de la comprensin terica del objeto que se denuncia

    es la base para su transformacin; la segunda, metodolgica, est en la adopcin,

    convertida en praxis poltica, del punto de vista de una clase, la del proletariado.

    La renuncia interesada a la primera exigencia nos ha deparado la paralizacin de las

    ciencias sociales; la dimisin a la segunda, la esterilidad de la filosofa poltica. Por eso

    adscribo especialmente su critica contra Arendt, Habermas y Foucault, autores tan caros

    a nuestros intelectuales : la virtud republicana, la tica pblica o la dilucin del poder en

    la sociedad emergen como misteriosas exterioridades del capitalismo, como efecto de

    una acumulacin material visible y descriptible - de construcciones, arquitecturas o genealogas: meras exterioridades mundanas, no operables crticamente para realizar

    transformaciones eficaces, puesto que su denuncia es meramente sociolgica, no social.

    1 Por lo que a m se refiere, no me cabe el mrito de haber descubierto la existencia de las clases en la

    sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses haban

    expuesto ya el desarrollo histrico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatoma

    econmica de stas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases

    slo va unida a determinadas fases histricas de desarrollo de la produccin; 2) que la lucha de clases

    conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por s ms

    que el trnsito hacia la abolicin de todas las clases y hacia una sociedad sin clases... (Carta a Joseph Weydemeyer, 5 de marzo de 1853)

  • En todo esto hay, adems de los problemas tericos mencionados por el profesor Born,

    que afectan tan directamente (creo que el profesor concede demasiada importancia a

    este aspecto) los departamentos universitarios y centros de investigacin, cierto retorno

    a un impotente materialismo fuerbachiano, ahistrico y aprctico, o su alternativa, el

    desencantado optimismo posmoderno) pero son especialmente los problemas polticos,

    como el estado actual de la lucha de clases y la conformacin del proletariado, los que

    no me parecen que no son suficientemente analizados.

    Marx escribe en el eplogo de la segunda edicin de El Capital que, en su forma racional, el mtodo que emplea, que junta la coleccin de datos y su procesamiento (analtica) con la forma de exposicin de los mismos (crtica), era un horror para la burguesa: slo captando la centralidad de la lucha de clases en el sentido nuevo que le da Marx, segn la carta a Weydemeyer se puede entender dicho horror como parte de esa racionalidad miserable del capitalismo en su fase terminal, que estrecha los

    lmites de lo que se puede pensar en los confines cada vez ms mezquinos del orden

    burgus.

    Para Marx, el Capital entrega su sentido en una conexin de esencia con el trabajo

    asalariado, el valor, el dinero, el precio: un concepto que se revela en una constelacin

    terica. Si no se entiende as, cualquier pensamiento pretendidamente crtico, como es el

    caso de los autores mencionados, no pasan de ser diatribas desligadas y, en el fondo,

    evasivas de las cuestiones fundamentales.