Primera Parte LA PREHISTORIA ORIENTAL DE LA...

24
1 Primera Parte LA PREHISTORIA ORIENTAL DE LA RELIQUIA por Fray Bruno Bonnet-Eymard Damas y caballeros, A la pregunta crucial planteada por el Abad de Nantes, mi venerado maestro y padre, quien se sacrifica hasta convertirse en el abogado del diablo, esta noche, para excitar nuestros espíritus, tengo solo una respuesta: ni la sindonología, ni la tradición inmemorial de la Iglesia están afectadas y mucho menos perturbadas por el supuesto "veredicto del 13 de octubre". Este veredicto se basa en una datación del carbono 14, entre 1440 y 1210. ¡Pero el Santo Sudario existía antes de 1210! ¡Mucho antes! Lo demuestro de cien maneras, remontando el curso de esta fascinante historia tan lejos como pueda, hasta el Origen verdadero del Santo Sudario, prueba de la muerte y de la resurrección del Señor. EN OCCIDENTE: LA CUSTODIA DE LA PRECIOSA SANGRE Pero, antes de contar esta prehistoria oriental de la Reliquia, remarquemos hasta qué punto su historia occidental, aunque está perfectamente documentada, se desconoce. O desfigurada a propósito, no lo sé, por una especie de monstruosa negación. ¿Cómo calificar de otra manera, en efecto, la pretensión del cardinal Ballestrero de inscribirse en la pura tradición de la Iglesia al mismo tiempo que rompe precisamente con "la actitud expresada desde siempre con respecto al Santo Sudario" por los Soberanos Pontífices? Según Benedicto XIV, ellos "han demostrado que la tan insigne reliquia del sagrado Sudario que se conserva en la ciudad de Turín es la misma en la que Cristo Señor estuvo envuelto" 1 . Es en virtud de esta certeza que el papa Sixto IV (1471-1484) otorga a la capilla del Castillo de Chambéry el título de "Santa Capilla del Santo Sudario", con indulgencias y privilegios, y reclama por la santa Reliquia los homenajes y la adoración debidos a la Cruz, en consideración a la "verdadera sangre del Cristo mismo" con la que está teñido 2 . En 1506, Julio II autorizaba el culto público rendido al "Lienzo mismo en el que el Señor Jesucristo fue envuelto y depositado en la tumba". Fija la fiesta anual el 4 de mayo, con oficio y misa propios, y prescribe también veneración y adoración en los mismos términos que su santo predecesor, por la " verdadera sangre del Cristo mismo" que todo el mundo puede ver con sus propios ojos sobre este Sudario 3 . Es inútil multiplicar las citas. Tal es, establecida por quinientos años, "la actitud expresada" por todos los papas modernos que acordaron nuevas indulgencias o confirmaron las anteriores o aprobaron las lecciones del oficio o prodigaron otros honores al Santo Sudario de Turín. De este modo, fomentaron de mil maneras la devoción de los pueblos hasta los papas contemporáneos, desde San Pío X hasta Juan Pablo I, cuyo advenimiento permitió finalmente hacer la ostentación de 1978 que atrajo a tres millones y medio de peregrinos congregados en Turín para venerar y adorar al Santo Sudario. LAS VACILACIONES DEL ANTIPAPA Cien años antes de Sixto IV, es cierto, el antipapa Clemente VII no expresa la clara certeza tan firmemente anunciada luego por todo el linaje de pontífices romanos. Sin embargo, hay que señalar que el mismo papa Sixto IV no resuelve la cuestión de la "figura o representación", para explicar la imagen, que dejó en suspenso Clemente VII. Se contenta con afirmar la presencia de la "verdadera sangre del Cristo mismo", lo que no hace el papa de Aviñón, sin duda porque él no había visto los "vestigios" con los propios ojos. De allí sus vacilaciones y variaciones de una "bula" a la otra que todos los historiadores serios han explicado perfectamente, con la única excepción de Ulysse Chevalier, cuyos prejuicios modernistas hacían imposible establecer la cronología más elemental de los documentos. En cuanto a la "Memoria de Pierre d'Arcis", su autenticidad es dudosa. No está fechada, ni firmada, y su estilo no es el de los prelados de la época. Los documentos de Clemente VII no le hacen ninguna alusión. En todo caso, el autor de esta carta miente descaradamente, y alega una investigación de Henri de Poitiers, puesto que en los archivos no hay huellas de una carta de dicho obispo, ni de la pretendida comisión de investigación, ni mucho menos de las confesiones anteriores del "pintor". En cambio, una carta en la que Henri de Poitiers confirmaba la fundación de la colegial de Lirey tiene fecha el 28 de mayo de 1356. ¿A quién harán creer que el prelado que envía a los canónigos de Lirey esta carta afectuosa de aliento en 1356 estaba en conflicto con ellos en 1355? Entonces, si este Sudario no ha sido pintado en 1355, ¿de dónde viene? EN GRECIA (1205-1350) Procedamos de manera regresiva. Durante la primera mitad del siglo XIII, el Santo Sudario se encuentra en Grecia, quizás en posesión de los Charpigny, esta noble familia franco-griega de la Morée, con la que la familia de Charny se aliará a principios del siglo XIV, cuarenta años antes de las primeras ostensiones del Santo Sudario en Lirey. En todo caso, Agnès de Charpigny, dama de la Vostitza, es quien llevó seguramente esta "santa reliquia" a Francia 5 . Precisamente, esta dama se casó con Dreux de Charny, hijo primogénito de Geoffroy, señor de Lirey. Antes de Lirey se encuentra, entonces, Vostitza, en el golfo de Lepanto, al este de Patras. Y antes de Vostitza, se encuentra Atenas. Esta etapa está bien establecida y convierte en vanas las hipótesis que tienden a identificar al Santo Sudario de Lirey con el de Besançon 6 , cuando no es con el Baphomet de los Templarios 7 . Al día siguiente de la toma de Constantinopla por los Cruzados (1204), el Santo Sudario es transportado a Atenas. El sobrino del emperador Isaac II Ángelo se queja por ello al papa Inocencio III y reclama, entre todos los tesoros robados a su tío, "aquello que es santo", las reliquias y, "entre ellas, objeto sagrado entre todos, el Sudario" que se encuentra actualmente "en Atenas" (1205) 8 . Es allí donde lo ha venerado Nicolás de Otranto, abad del monasterio de Casole, en compañía del legado Benedicto de Santa Susana 9 . EN CONSTANTINOPLA (944-1204) En vísperas de la toma de la ciudad por los Cruzados (abril 1204), Robert de Clari visitó en Byzance el "sydoines la ou nostres sires fut envelepes" [sic]. El caballero picard afirma que "on i pooit bien veir le figure notre seigneur" [sic] 10 . (1) De servorum Dei beatificatione et canonizatione, citado por Noguier de Malijay, Le Saint Suaire de Turin, París, 1929, p. 88. (2) De sanguine Christi, citado por Benedicto XIV, ibíd., p. 87-88. (3) Bref del 21 de abril 1506, ibíd., p. 88. (4) Cf. Joseph Du Teil, Autour du Saint Suaire de Lirey, París, 1902, p. 9-18; Paul de Gail, Histoire religieuse du linceul du Christ, France-Empire, 1974, p. 146-148; Luigi Fossati, Lirey, controversia sull’ autenticita dellaa Sindone in Torino e la Sindone, Alfeda, 1978, p. 61-68. (5) SS I, p. 108. (6) Ibíd., p. 20, 108. (7) Ibíd., p. 20-21. (8) Ibíd., p. 20. (9) Daniel C. Scavone, The Shroud of Turin in Constantinople: the documentary evidence, artículo que aparece en Byzantinische Zeitschrift 81 (1988), cuyo autor, profesor de historia en la universidad de Indiana del Sur, ha querido comunicarme las pruebas. Artículo notable tanto por los datos positivos que proporciona sobre la permanencia del Santo Sudario en Constantinopla como por la vigorosa refutación que opone a las fantasías de Currer Briggs en "El Sudario y el Grial" (The Shroud and the Grail, Nueva York, 1987). (10) SS I, p. 21-22, 138. CRC 250 - Noël 1988 - 5 -

Transcript of Primera Parte LA PREHISTORIA ORIENTAL DE LA...

1

Primera Parte

LA PREHISTORIA ORIENTAL DE LA RELIQUIA por Fray Bruno Bonnet-Eymard

Damas y caballeros, A la pregunta crucial planteada por el Abad de Nantes, mi

venerado maestro y padre, quien se sacrifica hasta convertirse en el abogado del diablo, esta noche, para excitar nuestros espíritus, tengo solo una respuesta: ni la sindonología, ni la tradición

inmemorial de la Iglesia están afectadas y mucho menos perturbadas por el supuesto "veredicto del 13 de octubre". Este veredicto se basa en una datación del carbono 14, entre 1440 y 1210. ¡Pero el Santo Sudario existía antes de 1210! ¡Mucho antes! Lo demuestro de cien maneras, remontando el curso de esta fascinante historia tan lejos como pueda, hasta el Origen verdadero

del Santo Sudario, prueba de la muerte y de la resurrección del Señor.

EN OCCIDENTE: LA CUSTODIA DE LA PRECIOSA SANGRE

Pero, antes de contar esta prehistoria oriental de la Reliquia, remarquemos hasta qué punto su historia occidental, aunque está

perfectamente documentada, se desconoce. O desfigurada a propósito, no lo sé, por una especie de monstruosa negación. ¿Cómo calificar de otra manera, en efecto, la pretensión del cardinal Ballestrero de inscribirse en la pura tradición de la Iglesia al mismo tiempo que rompe precisamente con "la actitud expresada desde siempre con respecto al Santo Sudario" por los Soberanos

Pontífices? Según Benedicto XIV, ellos "han demostrado que la tan insigne reliquia del sagrado Sudario que se conserva en la ciudad de Turín es la misma en la que Cristo Señor estuvo envuelto"

1.

Es en virtud de esta certeza que el papa Sixto IV (1471-1484) otorga a la capilla del Castillo de Chambéry el título de "Santa Capilla del Santo Sudario", con indulgencias y privilegios, y

reclama por la santa Reliquia los homenajes y la adoración debidos a la Cruz, en consideración a la "verdadera sangre del Cristo mismo" con la que está teñido

2.

En 1506, Julio II autorizaba el culto público rendido al "Lienzo mismo en el que el Señor Jesucristo fue envuelto y depositado en la tumba". Fija la fiesta anual el 4 de mayo, con oficio y misa propios,

y prescribe también veneración y adoración en los mismos términos que su santo predecesor, por la "verdadera sangre del Cristo mismo" que todo el mundo puede ver con sus propios ojos sobre este Sudario

3.

Es inútil multiplicar las citas. Tal es, establecida por quinientos años, "la actitud expresada" por todos los papas modernos que

acordaron nuevas indulgencias o confirmaron las anteriores o aprobaron las lecciones del oficio o prodigaron otros honores al Santo Sudario de Turín. De este modo, fomentaron de mil maneras la devoción de los pueblos hasta los papas contemporáneos, desde San Pío X hasta Juan Pablo I, cuyo advenimiento permitió finalmente hacer la ostentación de 1978 que atrajo a tres millones y

medio de peregrinos congregados en Turín para venerar y adorar al Santo Sudario.

LAS VACILACIONES DEL ANTIPAPA

Cien años antes de Sixto IV, es cierto, el antipapa Clemente VII no expresa la clara certeza tan firmemente anunciada luego por

todo el linaje de pontífices romanos. Sin embargo, hay que señalar que el mismo papa Sixto IV no

resuelve la cuestión de la "figura o representación", para explicar la imagen, que dejó en suspenso Clemente VII. Se contenta con afirmar la presencia de la "verdadera sangre del Cristo mismo", lo que no hace el papa de Aviñón, sin duda porque él no había visto los "vestigios" con los propios ojos. De allí sus vacilaciones y

variaciones de una "bula" a la otra que todos los historiadores serios han explicado perfectamente, con la única excepción de Ulysse Chevalier, cuyos prejuicios modernistas hacían imposible establecer la cronología más elemental de los documentos.

En cuanto a la "Memoria de Pierre d'Arcis", su autenticidad es dudosa. No está fechada, ni firmada, y su estilo no es el de los

prelados de la época. Los documentos de Clemente VII no le hacen ninguna alusión. En todo caso, el autor de esta carta miente descaradamente, y alega una investigación de Henri de Poitiers, puesto que en los archivos no hay huellas de una carta de dicho obispo, ni de la pretendida comisión de investigación, ni mucho menos de las confesiones anteriores del "pintor".

En cambio, una carta en la que Henri de Poitiers confirmaba la fundación de la colegial de Lirey tiene fecha el 28 de mayo de 1356. ¿A quién harán creer que el prelado que envía a los canónigos de Lirey esta carta afectuosa de aliento en 1356 estaba en conflicto con ellos en 1355?

Entonces, si este Sudario no ha sido pintado en 1355, ¿de

dónde viene?

EN GRECIA (1205-1350)

Procedamos de manera regresiva. Durante la primera mitad del siglo XIII, el Santo Sudario se encuentra en Grecia, quizás en posesión de los Charpigny, esta noble familia franco-griega de la

Morée, con la que la familia de Charny se aliará a principios del siglo XIV, cuarenta años antes de las primeras ostensiones del Santo Sudario en Lirey. En todo caso, Agnès de Charpigny, dama de la Vostitza, es quien llevó seguramente esta "santa reliquia" a Francia

5. Precisamente, esta dama se casó con Dreux de Charny,

hijo primogénito de Geoffroy, señor de Lirey.

Antes de Lirey se encuentra, entonces, Vostitza, en el golfo de Lepanto, al este de Patras. Y antes de Vostitza, se encuentra Atenas. Esta etapa está bien establecida y convierte en vanas las hipótesis que tienden a identificar al Santo Sudario de Lirey con el de Besançon

6, cuando no es con el Baphomet de los Templarios

7.

Al día siguiente de la toma de Constantinopla por los Cruzados

(1204), el Santo Sudario es transportado a Atenas. El sobrino del emperador Isaac II Ángelo se queja por ello al papa Inocencio III y reclama, entre todos los tesoros robados a su tío, "aquello que es santo", las reliquias y, "entre ellas, objeto sagrado entre todos, el Sudario" que se encuentra actualmente "en Atenas" (1205)

8. Es allí

donde lo ha venerado Nicolás de Otranto, abad del monasterio de

Casole, en compañía del legado Benedicto de Santa Susana9.

EN CONSTANTINOPLA (944-1204) En vísperas de la toma de la ciudad por los Cruzados (abril

1204), Robert de Clari visitó en Byzance el "sydoines la ou nostres sires fut envelepes" [sic]. El caballero picard afirma que "on i pooit bien veir le figure notre seigneur" [sic]

10.

(1) De servorum Dei beatificatione et canonizatione, citado por Noguier de Malijay, Le Saint Suaire de Turin, París, 1929, p. 88. — (2) De sanguine Christi, citado por Benedicto XIV,

ibíd., p. 87-88. — (3) Bref del 21 de abril 1506, ibíd., p. 88. — (4) Cf. Joseph Du Teil, Autour du Saint Suaire de Lirey, París, 1902, p. 9-18; Paul de Gail, Histoire religieuse du linceul

du Christ, France-Empire, 1974, p. 146-148; Luigi Fossati, Lirey, controversia sull’ autenticita dellaa Sindone in Torino e la Sindone, Alfeda, 1978, p. 61-68. — (5) SS I, p. 108. — (6)

Ibíd., p. 20, 108. — (7) Ibíd., p. 20-21. — (8) Ibíd., p. 20. — (9) Daniel C. Scavone, The Shroud of Turin in Constantinople: the documentary evidence, artículo que aparece en

Byzantinische Zeitschrift 81 (1988), cuyo autor, profesor de historia en la universidad de Indiana del Sur, ha querido comunicarme las pruebas. Artículo notable tanto por los datos

positivos que proporciona sobre la permanencia del Santo Sudario en Constantinopla como por la vigorosa refutación que opone a las fantasías de Currer Briggs en "El Sudario y el

Grial" (The Shroud and the Grail, Nueva York, 1987). — (10) SS I, p. 21-22, 138.

CRC 250 - Noël 1988 - 5 -

2

LA HOMILÍA DEL SACRISTÁN (1201) Dos años antes, Nicolas Mésaritès, guardián de las reliquias

conservadas en Sainte-Marie-du-Phare, la "santa capilla" del palacio

imperial, evocaba los misterios de la vida de Cristo perpetuados por la presencia de dichas reliquias en ese lugar: "Aquí, Él resucita y el Sudario, junto con las telas, son su manifestación [...]. Son de lino [...]. Desafían la corrupción porque han envuelto al inefable Muerto, desnudo y embalsamado, después de la Pasión

1".

"De lino", apo linou, soy yo quien subraya este primer

encuentro con la santa Sábana de Turín tejida con lino. "Desnudo y embalsamado" constituye el segundo, puesto que la expresión hace alusión a lo que allí se contempla y que es de notoriedad pública.

LA COPIA FIEL DEL MINIATURISTA (1192-1195) Diez años antes de Mésaritès, en efecto, el autor del manuscrito

Pray2 (Códice Pray) seguramente vio la tela "de lino" tejida en

espigas y su huella, la imagen "del inefable Muerto, desnudo y embalsamado, después de la Pasión".

Él representó a Cristo completamente desnudo, como sobre el Santo Sudario, en contra de las convenciones artísticas ordinarias. Jesús está tendido a lo largo de una tela, cuyo extremo pasa debajo de su cabeza y continúa alrededor del cuello de Joseph d'Arimathie hasta su mano izquierda, que sujeta la extremidad como si se preparara para extenderla sobre la cara anterior del Cuerpo. Los

brazos están cruzados y se superponen en los puños, el brazo derecho por encima del izquierdo, como sobre el Santo Sudario cuando se lo observa sin tener en cuenta que representa un espejo al invertir la imagen con respecto al Cuerpo que recubre y que le hace frente.

Como sobre el Santo Sudario, las manos del muerto muestran

sólo cuatro dedos. ¡Pero las manos de Nicodemo también! El miniaturista había observado entonces esta anomalía en la santa Sábana sin comprenderla

3.

Nicodemo derrama con la mano derecha el contenido de un jarrón de perfume que esparce sobre el Cuerpo con la mano izquierda. Esta escena de unción sugiere la explicación que se daba

entonces de la imagen por el contacto de la tela con las esencias esparcidas sobre el Cuerpo.

La escena inferior representa el descubrimiento de la tumba vacía por las santas mujeres que vienen a ungir el Cuerpo y que se

encuentran con el ángel que les anuncia la resurrección. Les señala

el Santo Sudario en el centro de la escena configurado por dos

paneles rígidos que se unen donde estaba la cabeza del Muerto.

Estos se abren ampliamente en el otro extremo, forman un ángulo agudo y muestran el interior de la Sábana donde se encontraba el

cuerpo. El panel superior muestra la cara externa del Santo Sudario:

dibujado en espigas, imitando el tejido de la tela que el artista

había observado de cerca. El panel inferior muestra la cara interna del Santo Sudario.

Está sembrado de pequeñas cruces griegas rojas que representan la imagen santa teñida por la sangre del Cuerpo que no atraviesa el

espesor de la tela, por lo que no aparece en el exterior del panel superior.

Un último detalle4 acredita la copia fiel: en la cara exterior de

la Sábana, en medio de las espigas, a la altura de la primera de las santas mujeres, el artista dibujó cuatro pequeños círculos que

forman una escuadra:

Este motivo corresponde a los vestigios de un primer incendio

anterior al de Chambéry, puesto que los agujeros que produjo en la tela ya figuran en la copia conservada en Lier, Bélgica (1516). Por

su disposición simétrica en cuatro puntos de la tela, estas marcas demuestran que hubo un incidente, "un torpe movimiento del

incensario", según el Padre Dubarle, ocurrido antes de 1192,

cuando estaba doblado en cuatro, con su largo actual y con el ancho que tenía antes del agregado de la banda lateral (fig. 2)

5.

¿Desde cuándo se encontraba el Santo Sudario en Constantinopla?

En la cara interior, a la altura de la segunda santa mujer, en medio de las cruces griegas, cinco pequeños círculos

forman una especie de bucle:

Fig. 2: esquema del doblez del Santo Sudario, atestiguado por marcas de fuego anteriores a 1192 (remarcadas con negro). La banda lateral todavía no se había agregado a la pieza principal. Silueta dorsal

Banda lateral

Silueta facial

(sigue en página 11)

(1) Ibíd., p. 138. Jamás hubiera apoyado la idea de que semejante discurso del mismo Mésaritès, pronunciado en 1207, hacía suponer que el Santo Sudario se encontraba todavía en

Constantinopla aquel año. Scavone me convence de mi error dando la clave del enigma: Mésaritès, en l’épitaphios de 1207, no hace más que citar sus dichos de 1201 "para producir un

efecto retórico", for rhetorical effect, en un momento donde no es más guardián de las reliquias (art. cit.). — (2) SS I, p. 139; cf. reproducción de la miniatura p. 144, fig. 9. (3) Ibíd., p.

12. — (4) Observado por un corresponsal del padre Dubarle. Cf. La data delle prime bruciature che si osservano sulla sindone, Collegamento pro Sindone, n° 5, julio-agosto 1986, p. 37-43.

— (5) La palabra griega tétradiplon, "doblado en cuatro", de la que Wilson elaboró una vasta, aunque hipotética, reconstrucción histórica (SS I, p. 24), finalmente no tuvo otro

significado. El lado silueta dorsal (ACD) está mayormente quemado que el lado silueta facial (BCD). Así pues, la tela estaba doblada una primera vez en sentido del largo (AB), luego,

una segunda vez, en sentido del ancho (CD), lado dorsal (ACD) llevado hacia el lado facial (BCD). Las brazas cayeron sobre la parte derecha de la silueta dorsal (AD), atravesaron la

primera capa de la tela, luego la segunda (AC), la tercera (BC) y, finalmente, la cuarta (BD), que es la menos marcada.

CRC 250 - Noël 1988 - 6 -

3

EL SANTO SUDARIO, MODELO Y REGLA DEL ARTE CRISTIANO

Línea sombreada. Triángulo en el interior del "cuadrado supranasal". V en la cumbre de la línea de la nariz.

Hinchazón mediana de la nariz.

Dos mechas de cabello reproducen exactamente la

configuración de la mancha de sangre en 3

invertido.

Fosa nasal izquierda más pronunciada y marca de hinchazón

imitada del Santo Sudario, a la derecha de la nariz.

Marca a través de la garganta que representa una arruga de la tela en el Santo Sudario.

Fig. 3: Cristo Pantocrátor. Mosaico de la cúpula de Dafni (hacia 1100). "Visión brutal", escribe André Grabar (La pintura bizantina, Ginebra, 1953, p. 117), que provoca un violento contraste con "el academicismo elegante" del arte bizantino. Vignon encontró la explicación: los artistas interpretaban los rasgos enigmáticos del Santo Rostro impreso sobre el Santo Sudario (aquí abajo), considerado como auténtico retrato de Cristo, de tradición inmemorial. En la indecisión, la confusión de este modelo sin gracia, cuya presentación "negativa" no comprendían, el rostro se les aparecía severo. Vignon demostró esta dependencia al observar ciertos detalles que nada justifican desde el punto de vista artístico, pero que, evidentemente, están copiados del Santo Sudario.

Mancha de sangre en 3 invertido.

Tres lados de un "cuadrado supranasal" que dibuja un |_| entre las cejas, con una V en el interior.

Línea sombreada que atraviesa la frente.

V en la cumbre de la línea de la nariz.

Hinchazón mediana de la nariz.

Barba de dos puntas.

Arruga de la tela.

Fosa nasal chata coronada por una contusión que desciende por la derecha de la nariz.

Fig. 4. Vista real del Santo Sudario: la representación de un rostro humano es apenas discernible. La nariz es negra, los ojos rodeados de blanco parecen ojos de lechuza, la boca es incomprensible.

- 7 - - 7 - CRC 250 - Noël 1988

4

EL VELO DE LA VERÓNICA Fig. 5. El Santo Rostro de Gênes. Fig. 6. Su radiografía.

Fig. 7. El Santo Rostro del Vaticano. Fig. 8. Detalle que muestra el tejido de la tela subyacente.

5

EL VELO DE LA VERÓNICA

Fig. 9. Reproducción de "la Verónica" sobre seda. Fig. 10. Los Santos Rostros de Génova y del Vaticano no son más que una interpretación del único retrato auténtico

de Jesucristo, tal como lo muestra su contorno proyectado en el Santo Sudario.

Fig. 11. Macrofotografía del tejido del Santo Sudario. Es de lino, con un tejido de espiga de 3 sobre 1. Fig. 12. Durante diecinueve siglos, este retrato permanecería incomprensible para los artistas que intentarían interpretarlo. La invención de la fotografía, que permitió pasarlo del negativo al positivo, reveló repentinamente su belleza insospechada, de una nobleza incomparable.

6

j

Fig. 17: la confirmación del análisis tridimensional. Las letras Y CAI están

bien visibles, arriba a la derecha, como también el cayado e, incluso, el contorno de la moneda.

Fig. 18: arriba, una moneda de Poncio Pilatos con el cayado rodeado con las letras "CAICAPOC", con "C" latina en lugar de "K" griega.

Abajo: la superposición de una moneda de Poncio Pilatos con la del grabado muestra que las letras Y CAI constituyen la parte visible en el Santo Sudario del exergo griego: TIBEPIO [Y CAI] CAPOC,

"de Tibère César", con la misma anomalía: "C" en lugar de "K".

Fig. 15 : el grabado del cayado de astrólogo, bordeado en su parte curvada con cuatro letras griegas: Y CAI. Fig. 13: primer plano del Rostro

(arriba) y siluetas facial y dorsal (abajo), tal como aparecen en la terminal de video del analizador de imágenes VP8.

Fig. 14: la ampliación del párpado (a la derecha) muestra un grabado con las mismas dimensiones (15 mm)

y el mismo tallado que esta moneda (a la izquierda) acuñada con el cayado de astrólogo, emblema de Poncio Pilatos.

Fig. 16: tres tipos de monedas corresponden al tallado, al motivo y al exergo de la

que cierró el párpado de Jesús. En el anverso, las tres presentan el cayado en el

centro, y el exergo TIBEPIOY KAICAPOC en el contorno:

a/ En el reverso de la primera, en el interior de una

corona de laureles, se lee la inscripción LIS que

significa: el año 16 del reino de Tibère, año 29 de

nuestra era.

b/ En el reverso de la segunda, LIZ indica el año 17 de Tibère, 30 de nuestra era.

c/ En el reverso de la tercera, LIH indica el año 18

de Tibère, 31 de nuestra era.

LA DATACIÓN DE LA IMAGEN POR LA PALEOGRAFÍA

7

Sin el documento verdaderamente explícito, Paul Vignon

respondía a esta pregunta declarando que el propio emperador debía "ignorar desde cuándo y de dónde sus predecesores lo habían recibido"

1.

EN EDESA (siglo VIII - X) Todo cambió en el momento que Gino Zaninotto descifró por

primera vez en 1986, en la Biblioteca Vaticana, un manuscrito que contenía el sermón que dijo "Grégoire, arcediano y referendario de la gran Iglesia de Constantinopla", Santa Sofía, con ocasión de las solemnidades que marcaron la llegada de la Imagen de Edesa a la

capital imperial.

¡LA IMAGEN DE EDESA Y EL SANTO SUDARIO SON UNA SOLA! El traslado a Constantinopla de una imagen aquiropoieta, "no

hecha con las manos", que hacía, desde varios siglos, la gloria de Edesa, la actual Urfa, al sudeste de Turquía, es un hecho conocido por todos los historiadores y perfectamente datado (15 de agosto de 944). Ahora bien, los términos elegidos por Grégoire al describir esta "imagen de Edesa" muestran que tenía delante de sus ojos a nuestro actual Sudario de Turín

2.

Grégoire declara que realizó una investigación cuidadosa en los libros conservados en Constantinopla y en Edesa. Formaba parte de la delegación imperial que se reunió en Edesa para que le presenten, al mismo tiempo que la Imagen, todas las copias existentes, con el fin de reconocer la original y devolverla triunfalmente a Constantinopla, no sin antes haber restituido las copias. Por ello, había observado con mucha atención esta santa reliquia. Ahora bien, la describe de una manera completamente nueva con respecto a toda la literatura anterior conocida.

Su descripción es un verdadero resumen de la "peritación" con la que distinguió, en Edesa, la Imagen auténtica de lo que llamaríamos hoy las "falsificaciones", aunque injustamente. Esas copias eran íconos destinados a la devoción, sin duda llamadas también aquiropoietas, a semejanza de su modelo, pero sin intención de engañar, y en verdad, como lo vamos a explicar más adelante.

EL SANTO SUDARIO, "PROTOTIPO" DE TODA IMAGEN. El pasaje es admirable y arroja una luz repentina sobre mil años

de devoción al Rostro impreso sobre el Santo Sudario: "Consideremos con qué bellezas se relata el resplandor sobrenatural" del "modelo", exclama el orador

3. Son incomparables con los

"variados colores" con los que la pintura forma las imágenes, y no son más que una "puerta" abierta a la inteligencia "para concebir el modelo", es decir, la Imagen aquiropoieta misma.

Sigue una larga especificación de lo que es la pintura de un rostro y Grégoire prosigue con la descripción de la Imagen de Edesa, "prototipo" de todos los retratos. "¡Ah!", exhorta, "que cada uno sea embargado de entusiasmo con esta descripción. Fue grabado por los solos sudores de la agonía que brotaron del rostro del Príncipe de la vida como de los coágulos de sangre y por el dedo de Dios. Tales son, de hecho, los adornos que han teñido la huella de Cristo. Y desde el momento que empezaron a brotar, fue embellecida por las gotas de su propio costado.

4" Yo soy quien destaca estas últimas

palabras, puesto que nos proporcionan el testimonio más inesperado y precioso: Grégoire ha visto entonces con sus ojos no solo la huella del rostro, sino también las marcas que dejó la herida del costado.

Insiste, por cierto, con esta distinción, exactamente como lo haría un erudito moderno al explicar la diferencia entre "imagen de

cuerpo" y "manchas de sangre": "Los dos tienen muchas enseñanzas: sangre y agua aquí, y allí, sudor y figura

5".

Este testimonio de la herida del costado que menciona Grégoire, nuevo San Juan

6, demuestra que el actual Sudario de Turín y la

antigua Imagen de Edesa son uno solo. Y este documento lleva definitivamente el Santo Sudario a la edad media.

LA IMAGEN MISMA DEL "PANTOCRÁTOR" En su discurso, Grégoire relata que, en el momento de su llegada

en 944, la Imagen recibió la corona imperial y fue instalada sobre el trono del basileo. Símbolo de la soberanía del Cristo Pantocrátor, tema privilegiado por la iconografía bizantina durante este renacimiento que siguió a las luchas de la iconoclasia. Tema constantemente interpretado en relación estrecha con el Santo

Sudario (fig. 3 y 4), como todos los demás temas del arte bizantino, desde el crucifijo, representado por primera vez luego de la derrota de los iconoclastas, hasta la Virgen llamada de Vladimir, llevada a Rusia por los misioneros bizantinos, a fines del siglo X

8.

EN CONSTANTINOPLA (siglos VII - VIII) Este traslado a Constantinopla en 944, por cierto, es solo una

especie de "gran retorno". El sitio de Edesa por las armadas bizantinas tenía el único objetivo de tomar posesión de la insigne reliquia

9 que ya había residido en la capital bizantina luego de la

toma de Jerusalén por los Persas (614). La gran querella iconoclasta (726-843) la expulsó de la capital imperial bajo el mando del emperador León III (714-741) y la obliga quizás a refugiarse en Edesa. En todo caso, es durante el intervalo de esta primera estadía en Bizancio que san Braulion (muerto en 646) afirma la autenticidad

de las "telas" y del "Sudario", y que Justiniano II (685-695 y 705-711) acuña sus monedas con la efigie del Santo Rostro impreso en este Sudario

10.

EN JERUSALÉN (siglos I - VI) Sin embargo, la primera edad de oro de la iconografía bizantina

fue el siglo VI, como lo muestran también las obras maestras que escaparon de las destrucciones de la iconoclasia, del monasterio Santa Catalina, al monte Sinaí, de toda la época fuertemente relacionada con Jerusalén, a la "escuela de Jerusalén"

11. Y allí ya se

nota la influencia del Santo Sudario12

. Es entonces en Jerusalén donde se comenzó a copiar el Santo Rostro impreso sobre esta reliquia, desde la más alta antigüedad.

MISIÓN ARTÍSTICA EN JERUSALÉN (540) Un texto anónimo del siglo XI lo deja bien claro, con respecto a

la "Cruz preciosa" del tesoro de Santa Sofía, en Constantinopla: "Su talla se midió con la alta estatura de Nuestro Señor Jesucristo, dice, quien fue medido de manera exacta por hombres dignos de fe y de estima, en Jerusalén

13". El texto no dice nada más, como si cada uno

debiera comprender claramente la alusión a la huella que dejó el Cuerpo atlético de Jesús sobre el Santo Sudario

14 que estaba

entonces, de dominio público, en Jerusalén. Sabemos que estos hombres "dignos de fe y de estima" habían

sido enviados por Justiniano I (527-565). Quizás hubo, entre ellos, artistas que observaban atentamente el Santo Rostro sobre el Santo

Sudario. Lo cierto es que en esta época (540) nace lo que Vignon llamó el "linaje" pictórico del Santo Sudario, reconocible con ciertas particularidades observadas sobre la santa Sábana e interpretadas por los mosaístas y los pintores (fig. 3 y 4), como las espigas

(1) SS I, p. 141-142. — (2) Ms Vat. Graec. 511, fol. 143-150 r. El padre Dubarle ciertamente ha querido comunicarme el texto griego descifrado por él. Yo le expreso mi entero

agradecimiento. — (3) Fol. 149 r, líneas 17 sq. — (4) Fol. 149 v, 1.4-12. — (5) Ibíd., 1.12-14. — (6) Cf. Jn 19 34-35. — (7) Así se confirma la intuición de Wilson (SS I, p. 23-25, 106-

107), aunque queda muy hipotética su tesis de un montaje en "cuatro dobles" (p. 25). — (8) SS I, p. 107. — (9) Wilson dedicó un capítulo animado y un poco novelado, según su

costumbre, a esta expedición (Le Saint Suaire de Titrin, 1978, p. 191-198). Pero muestra bien que la misión confiada por el emperador Romain Lécapène a Jean Curcuas, "su mejor

general", era llevar la Imagen. — (10) SS I, p. 106, 140-141. — (11) La expresión es de Kurt Weitzmann. Cf. su contribución al Grand livre des Icônes de Chatzidakis y Radojcic,

sobre La pintura de los íconos del siglo VI al XII al Sinaí, p. 15-30, París, 1978. — (12) Heinrich Pfeiffer, s.j., Le Christ aux mille visages, París, 1986, p. 95, con respecto a la

ilustración de la página 36. — (13) Anonymus Banduri, Patrologie grecque de Migne, t. 122, col. 1305. — (14) Cf. Heinrich Pfeiffer, La Sindone di Torino e il volto di Cristo nell’arte

paleocristiana, bizantina e medievale occidentale, Quaderni Emmaus, 2, 1982, p. 44-45. — (15) SS I, p. 22, et p. 24, fig. 10; p. 106.

CRC 250 - Noël 1988 - 11 -

8

y las marcas de fuego del manuscrito Pray. Una galería de retratos

de Cristo, portadores de estas particularidades, demuestra que el

Santo Rostro impreso sobre el Santo Sudario fue, durante siglos, el

modelo obligado de todos los artistas. Porque él fue considerado,

de tradición inmemorial, como vestigio auténtico de la figura de

Jesucristo mismo, "impreso por los solos sudores de la agonía",

como decía el arcediano Grégoire, citado más arriba.

EL VELO DE LA "VERÓNICA"

Pero esta edad de oro fue precedida ella misma por un arte

más primitivo del cual atestiguan hoy dos Santos Rostros. Uno

pertenece a las colecciones pontificales del Vaticano, luego de ser

conservado hasta 1868 en la iglesia Saint-Sylvestre in Capite, en

Roma (fig. 7). El otro es venerado en la iglesia Saint-Barthélémy-

des-Amiens, en Gènes (fig. 5).

Ambos se superponen perfectamente con una tercera llamada

"la Verónica", visible en la sacristía del Gésu (fig. 9), en Roma,

copia sobre seda, ejecutada en tiempos del papa Grégoire XV

(1621-1623), de la reliquia del mismo nombre o "velo de la

Verónica". Conservada en San Pedro, en el Vaticano, en la capilla

Santa Verónica, esta reliquia todavía no ha sido sometida aún a

ningún estudio científico. Sin embargo, varias observaciones

realizadas sobre los otros dos invitan con insistencia a

comenzarlos.

RELICARIOS

En noviembre de 1968, el desarme y el examen del Santo

Rostro de Génova reveló, bajo la hoja de oro que sostiene la figura

pintada, un "fragmento de tela de lino que había sido pegado y

luego escondido bajo una capa de tiza"1. Toda la estructura de este

cuadro está construida como un relicario2 alrededor de este

fragmento de lino que quizás había tocado el Santo Sudario3. A

menos que no sea simplemente un fragmento de la Reliquia

misma, como lo sugiere la observación del Santo Rostro del

Vaticano (fig. 8): allí donde la pintura se cayó, se percibe una tela

del mismo tejido que el Santo Sudario (fig. 11), en espina de

pescado (espiga)4.

Estudios ulteriores mostrarán, quizás, si se trata de una

reliquia, auténtico fragmento del Santo Sudario, o de un bran-

deum, simple trozo de tela que tocó la Reliquia venerada.

A partir de este momento, es seguro que el Santo Sudario fue

amputado en una gran parte de su largo, probablemente en sus dos

extremidades, hasta el límite de las huellas. Ahora bien, estos

Santos Rostros son relicarios. Si ellos son llamados aquiropoietas,

"no hechos con las manos", cuando llevan manifiestamente la

marca de la mano del hombre, es porque el hombre se dedicó a

reproducir la pura y simple imagen aquiropoieta del Santo

Sudario, por un procedimiento que nos queda descubrir... Aunque

sin duda también porque ¡estas imágenes-relicario encierran en su

espesor algún fragmento de tela portador de la verdadera imagen

original!

Tanto en el Vaticano como en Génova, el Santo Rostro

presenta un aspecto extraño, casi repulsivo en su estado actual, con

su barba de tres puntas que invadía un rostro sin cuello, rodeada

por el revestimiento de plata dorada que le da su contorno.

Pero la radiografía del cuadro de Génova revela una imagen

primitiva muy diferente de la que contemplamos actualmente (fig.

6). El rostro está dividido en dos zonas. La zona superior presenta

características tales, que el P. Pfeiffer no duda en fecharla en el

siglo III5. Allí ya se observa la V en el entrecejo que ninguna

razón anatómica, y mucho menos estética, podría explicar; únicamente

una copia meticulosa del Santo Sudario (fig. 4).

La parte de abajo del rostro revela claramente la distinción que

hacía la imagen original entre la barba y el cabello que cae de cada lado.

Ahora bien, si se posa esta imagen sobre el Santo Sudario,

constatamos que los contornos, al seguir las dos bandas claras que

encuadran el rostro misterioso, dan a este último la exacta figura que

presenta la "Verónica" del Gésu (fig. 10). Conclusión: la "Verónica",

tanto en Génova como en el Vaticano o en Gésu, no es más que una

copia del Santo Rostro del Santo Sudario, al que se identifica a veces

por intermedio de un fragmento, escondido en él, de la verdadera

reliquia.

Esta tradición, tan antigua que roza la tradición primitiva, además

se perpetuó a lo largo de etapas ulteriores a la historia del Santo

Sudario: no solo en Edesa donde la "Verónica" toma el nombre de

"Imagen de Edesa"6, sino también en Constantinopla, donde toma el de

"Mandylion" y donde fue ejecutado el Santo Rostro hoy conservado en

Laon, mucho más tardío, pero completamente explícito con su

inscripción paleoeslava: "Imagen del Señor sobre el Sudario"7.

¡YA SIGNO DE CONTRADICCIÓN!

En una carta, cuya interpretación es controvertida, san Epifanio de

Salamina (315-403) cuenta al obispo Juan de Jerusalén cómo encontró

en la entrada de una iglesia, cercana de Jerusalén, un velo que llevaba la

imagen de un hombre que le pareció el Cristo "quasi Christi" o "algún

otro santo". Como lo nota el P. Pfeiffer, este es el testimonio más

antiguo que menciona la existencia de una imagen de Cristo en un

velo8.

Epifanio se dirigía a Bethel en peregrinación. Al llegar a Anablatha,

cerca de Jerusalén, entró en una iglesia para rezar y vio, en el vestíbulo

de la entrada, el velo que llevaba la imagen. Lo arrancó, prometiéndole

al guardián de ese lugar que le enviaría otro sin imagen y de buena

calidad.

El rasgo representa, bajo la mirada de ciertos historiadores, un

anacronismo violento, más de trescientos años antes de la lucha

iconoclasta. Es cierto que la atribución de dicho gesto a san Epifanio es

problemático. Pero la continuación de la historia hace aún más

inconcebible una fabulación pura y simple. Puesto que Epifanio, según

esta carta, agregó un consejo para los "guardianes de este lugar":

utilizar el velo que él arrancó para "envolver y sepultar a un pobre

muerto".

Este detalle "esconde algo", como dice Pfeiffer. Un iconoclasta no

inventó en el siglo VIII esta historia, "tan natural", con precisiones que

merecen retener toda nuestra atención por las "coincidencias" que

ofrecen con la sábana de lino que llegó hasta nosotros y es el objeto de

nuestro estudio: "1º La Iglesia se encontraba en Palestina, a proximidad

de Jerusalén. 2º La imagen era visible sobre un pedazo de tela y no era

una pintura mural ni una pintura sobre madera. 3º La tela era tan grande

que podía servir para una sepultura9". "El hecho de que la imagen

estuviera colgada en la entrada" de la iglesia, opina el P. Pfeiffer, hace

pensar en "algo extraordinario". Junto con el consejo, tan inesperado,

dirigido al guardián, de utilizar este velo para el entierro de un pobre,

este detalle supone una convicción: no solamente la historia del velo

que lleva una imagen "quasi Christi" en una iglesia cercana de Jerusalén

es verdadera, sino que también dicha historia se aclara completamente

si vemos en ese velo nuestro actual Santo Sudario.

El incidente de Anablatha nos muestra en todo caso hasta qué punto

era peligroso exponer el Santo Sudario y su efigie durante los primeros

siglos de una comunidad cristiana

- 12 - CRC 250 - Noël 1988

(1) Colette Dufour Bozzo, Il "Sacro Volto " di Genova, Roma, 1974, p. 123. — (2) Ibíd., p. 43-44. — (3) Cf. Diccionario de arqueología cristiana y de liturgia, artículo Brandeum. — (4)

Luigi Fossati, La cosidetta acheropita de Edessa era la sacra Sindone, en La Sindone, scienza e fede, Atti Conv. Nazionale di Sindonologia, Bologna, 1981, ed. CLUEB, Bologne, 1983, p.

119. — (5) Op. cit., p. 27-28. — (6) Los orígenes de la "imagen de Edesa" son ordinariamente considerados como inseparables de la historia de Abgar V, rey de Edesa en los tiempos de

Cristo. Pero esta leyenda, nacida en el siglo VI , no tiene ningún fundamento histórico, ya que Abgar IX (179-186) fue el primer rey cristiano de Edesa. — (7) SS I, p. 24, fig. 10. Cf. André

Grabar, La Sainte Face de Laon. Le Mandylion dans l’art orthodoxe, Prague, 1931, p. 11-13. — (8) Op. cit., p. 4. Ver la bibliografía del tema en n. 2. — (9) Ibíd., p. 5.

9

aún convencida con las costumbres judías que reprobaban el culto rendido a una imagen y todo contacto con un objeto funerario. Sin duda, es la razón por la que las primeras generaciones de cristianos, en tiempos de mártires, se privan de evocar el Santo Sudario, dejando esto a los relatos semilegendarios de los libros apócrifos.

AL PRINCIPIO: SANTA VERÓNICA De hecho, los libros apócrifos manifiestan un interés

constante por el Sudario del Señor, desde el Evangelio de los Hebreos (fines del siglo I) hasta el Evangelio de Gamaliel (siglo V)

1. Quizá ya constituía, a los ojos de la comunidad

primitiva, una pieza de convicción que se apoyaba en el hecho de la resurrección.

No es menos constante que los Actos de Pilatos, o Evangelio de Nicodemo (siglo V), dan el nombre de Berenice o Verónica a la hemorroísa que fue curada por el contacto con el ruedo de la túnica de Jesús (8, 43-48). Estos apócrifos están llenos de tradiciones muy antiguas, ya que Justin y Tertullien ya mencionan los Actos de Pilatos en el siglo II.

Ahora bien, la historia de esta santa mujer está relacionada, desde estos orígenes remotos que llegan a los tiempos evangélicos, con una imagen del Cristo de pie

2.

Todo sucede como si Berenice-Verónica, la hemorroísa curada por Jesús, hubiera conservado el Santo Sudario descubierto en la tumba vacía la mañana de Pascuas por san Pedro y san Juan

3. Este es el recuerdo que conservó el nombre

tradicional de "velo de la Verónica" para designar, al principio, esta insigne reliquia.

EN EL ORIGEN DEL OBJETO: UNA PIEZA QUE

CIRCULA ENTRE LOS AÑOS 30 Y 32

Nuestra investigación histórica se confirma de una manera brillante por la paleografía, que data la imagen entre dos años. El lamentado? Padre Filas, nuestro amigo, nos comunicó toda la documentación de esta investigación

4 que tuvo el honor de

finalizar, aunque no fue su creador, hay que recordarlo. Pues todo había comenzado en un consenso de sabios americanos, de lo que dan fe los trabajos preliminares del STURP en Albuquerque en 1977 y la comunicación de Jumper en el Congreso de Turín en 1978. Pero todo terminó en tal persecución contra el Padre Filas, desde 1979 en la reunión de Los Álamos, que esta documentación permanece hoy como prohibida en el mundo entero.

¿Por qué? Por una sola razón totalmente ajena a la ciencia: porque tenemos una datación de la imagen, y no solo de la tela, y casi el milésimo del acontecimiento, la estampilla y como el sello de Poncio Pilatos, datación que ningún sabio puede objetar. A menos que sostenga, como Laurentin me lo escribió, ¡que no ve nada! Más vale negar la luz en pleno mediodía. Júzguenlo ustedes mismos

5.

EL LEPTÓN DE PILATOS El análisis tridimensional (fig. 13) fue lo que hizo

formular la hipótesis6, aunque se distingue muy bien en una

simple fotografía una especie de disco colocado sobre cada párpado, oscuro en el positivo (fig. 4), claro en el negativo (fig. 12).

Una ampliación de esta marca en el párpado derecho (fig. 14)

7, permitió al Padre Filas reconocer la huella de una

moneda acuñada por Poncio Pilatos: igual tamaño, igual tallado, igual efigie, el cayado de astrólogo (fig. 15), exergo reconocible con cuatro letras bien claras al igual que una cierta

moneda debidamente catalogada en los años 16, 17 y 18 de Tiberio César, es decir, 29, 30 y 31 de nuestra era (fig. 16).

UNA ANOMALÍA QUE NO ENGAÑA

Confirmado por el análisis tridimensional (fig. 17), el descubrimiento se corroboró definitivamente por su fecundidad, y condujo a la ciencia numismática a un progreso inesperado. Cuatro letras griegas, Y CAI, son suficientes para reconstituir el exergo TIBEPIO [Y KAI] CAPOC, "de Tiberio César", con una sola anomalía: una C latina reemplaza, en el Santo Sudario, la K griega inicial de KAICAPOC que figura sobre todas las monedas de colección conocidas hasta 1980.

El Padre Francis Filas, s.j., matemático, físico y teólogo, profesor en la

universidad Loyola de Chicago, llamado por Dios el 15 de febrero de 1985, a

la edad de sesenta y nueve años.

Ahora bien, las investigaciones del Padre Filas lo llevaron

a descubrir paso por paso, en 1981, dos monedas de colección acuñadas, bajo las órdenes de Poncio Pilatos, con la letra C en lugar de la K en la inicial de KAICAPOC (fig. 18 arriba). Desde entonces, a aquellos que lo acusaban de ser el juguete de su imaginación y de considerar sus deseos como parte de la realidad, el Padre les respondía que, lejos de ser numismático, deseaba tan poco ver una moneda de Pilatos que "antes de caer accidentalmente sobre esta, me escribía, no habría distinguido una moneda de Pilatos de un hoyo en la pared". Entonces tuvo que consultar a los especialistas de la numismática y fue en ese momento que su descubrimiento resultó tan poco probable como obra de su imaginación que proporcionó un progreso positivo a la numismática. Reveló que la anomalía 1º constatada sobre el Santo Sudario, 2º ya reconocida como de uso corriente en epigrafía, pero desconocida hasta entonces en numismática, 3º existía de manera idéntica sobre otras monedas de colección acuñadas por Poncio Pilatos, a las que nadie había prestado atención hasta entonces.

Por dos años, he aquí el documento datado, como por una voluntad expresa de Aquél que fue el Artesano de esta Imagen impresa sobre tela. Ya que habríamos esperado, según las costumbres judías, cascos de cerámica que no hubieran permitido ninguna datación. Mientras que la pieza lo proclama: "bajo Poncio Pilatos" es que este Hombre sufrió.

(Aplausos).

Segunda Parte

(1) SS I, p. 21 140. — (2) Cf. Emst von Dobschütz, Christusbilder, Leipzig, 1899, p. 197-223. — (3) Jn 20,5-7. Cf. nuestra comunicación al Congreso de Bologne, SS I, p. 59-68. Cf.

René Robert, Du Suaire de Lazare à celui de Jésus, Revista tomista, julio-septiembre de 1988, p. 410-420. — (4) SS I, p. 37-38, 54, 84-85, 143, 152-153. — (5) Aquí, en efecto, como

en todas las otras pruebas de autenticidad, el auditor o el lector culto tiene acceso a las diversas fases de la demostración, de la que es capaz de verificar su valor, de constatar de visu

su certeza, mientras que en la prueba del 14C el resultado se impone por una máquina y su manipulador, sin ninguna mirada ni control intelectual de ningún testigo, de ningún crítico.

— (6) Cf. la comunicación de Jumper al Congreso de Turín en 1978 (SS I, p. 31). — (7) Sobre el párpado izquierdo, el objeto presenta un contorno más claro aún, pero se resiste a

toda identificación cierta (cf. sin embargo SS I, p. 54).

CRC 250 - Noël 1988 - 13 -

10

Segunda Parte

ESTUDIO CRÍTICO: ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DEL SUDARIO por el Doctor Pierre Mérat

PREGUNTA DEL ABAD DE NANTES AL DOCTOR PIERRE MÉRAT. ¿El abogado del diablo proseguirá su oficio, luego de la prueba tan convincente que el hermano Bruno acaba de ofrecer sobre la

antigüedad del Santo Sudario, documentos recientes e hipótesis aún inéditas para el apoyo? Lógicamente, no: debe entregar las armas. Como el Santo Sudario existía antes de la fecha límite fijada por los laboratorios de física nuclear, es nula y sin valor. Es falsa y punto. Y toda la demostración de autenticidad anterior a esta pretendida datación encuentra su crédito. ¿Cómo una cifra, resultado puro de un

cálculo matemático, proporcionaría una fecha histórica que contradice todos los otros datos científicos coherentes? El espíritu de geometría debe ceder, en historia, ante el espíritu de agudeza. Pediremos, entonces, a los señores del carbono 14 que vuelvan a comenzar sus cálculos o que nos expliquen la razón de la cifra que obtienen en sus medidores.

En cuanto a usted, hermano mío, le pediremos que escriba un día la historia de esta "primera cruzada" que condujo a las armadas bizantinas bajo los muros de Edesa con el único fin de reconquistar la Imagen tan Santa, tan verdadera, única en el mundo, aquiropoieta, "no hecha con las manos". Era entonces en 943, para el centenario del triunfo de la ortodoxia sobre la iconoclasia. ¡Y

esta imagen no era otra que la efigie impresa sobre el Santo Sudario, que quedó intacta bajo la protección del Islam durante estas terribles luchas que ensangrentaron a todo Oriente! Qué descubrimiento, capaz de aclarar a los historiadores sobre este periodo oscuro, sin contar los haces de luz proyectados sobre la historia del arte cristiano del que se estableció que el "prototipo" de belleza y de verdad fue, desde los orígenes, la incomparable y misteriosa efigie impresa sobre el Santo Sudario.

¡Y así y todo! Luego de la formidable orquestación que desinformó la opinión mundial sobre el tema: "¡El carbono 14 revela la falsificación!", "¡El Santo Sudario es una superchería!", la duda subsiste. Queda dejar de lado la sospecha y decir: aunque el Sudario es

del siglo primero, aunque temprano fue atribuido a Jesucristo, esto no prueba que lleve las auténticas huellas que dejó el cuerpo de Jesús muerto y resucitado.

Esta tela no habría sido tratada, desde el origen, o a lo largo de los siglos, para hacer aparecer manchas de sangre, formas de cuerpo crucificado, que predicadores persuasivos habrían hecho pasar por marcas del Señor... ¿Quién podrá decirnos que estas apariencias se deben al cuerpo y sangre de Jesús de Nazaret, sin ningún fraude?

Entonces, le voy a pedir al doctor Mérat, cirujano ortopedista, antiguo interno en el hospital Saint-Joseph de París, donde el

doctor Barbet inauguraba hace cincuenta años, sobre el Santo Sudario, la búsqueda anatómica y fisiológica que él mismo prosigue actualmente con brillantes resultados, que responda con toda libertad la siguiente pregunta:

Usted, hombre de arte y actualmente especialista en sindonología por trabajos de anatomía y búsquedas medio-legales concluyentes,

como anatomista, ¿qué ve sobre esta tela? ¿Qué son esas marcas de sangre? Como sabio y práctico, ¿qué percepción, qué interpretación le sugieren estos datos objetivos? ¿Exactitud anatómica? ¿Realismo

fisiológico? - ¿Verosimilitud histórica? ¿Y concreta, realista? En otras palabras, ¿Es una falsificación comprobada, evidente, innegable? ¿Es una bella falsificación, hábil y probable? ¿O es,

para usted, como conclusión a su estudio, un documento auténtico indudable? Lo escuchamos con un inmenso interés. Y le pedimos que sea escrupulosamente objetivo, riguroso, totalmente libre de confirmar,

de invalidar o de contradecir nuestras tesis.

RESPUESTA DEL DOCTOR PIERRE MÉRAT, CIRUJANO ORTOPEDISTA. UN RESULTADO ABERRANTE NO HACE LA

LEY

La discordancia del resultado de la datación con

radiocarbono, dentro del manojo coherente de pruebas de

autenticidad del Santo Sudario, no es inquietante para un

médico. A veces nos confrontamos con situaciones

semejantes.

Imaginen, como para tomar un ejemplo simple y común,

un médico llamado para examinar a un niño que padece

ictericia Diagnóstico evidente. La madre ya lo ha hecho ella

misma: la piel amarilla limón, la orina oscura como el té.

Sin embargo, al conocer los resultados de los análisis de

laboratorio, el médico se entera de que el hígado debería

funcionar normalmente. ¿Pensamos que, tranquilo, él

reconfortará a la familia declarando que han visto la ictericia

donde nunca existió? Naturalmente, no. Sospechará que un

error ha falseado el examen de laboratorio o que un factor

intercurrente, una influencia extraña desconocida, que debe

ser identificada, vino a perturbar el resultado.

Pero antes de afirmarlo, rehará su examen clínico, con el

fin de verificar la buena calidad de sus observaciones. Este

examen es el que haremos juntos, como un verdadero peritaje

médico-legal, ya que se trata de manchas de sangre sobre la

tela. Les mostraré estas manchas. Les explicaré su significado.

A su vez, ustedes podrán hacerse una opinión, aclarada por la

anatomía, la psicología, la neurología y la experimentación.

Está claro, no soy el primero que se dedica a este

estudio. Muchos médicos se han inclinado sobre esta tela,

pero el que realizó los trabajos más completos es el doctor

Pierre Barbet, cirujano en el hospital Saint-Joseph de París de

1934 a 19481. Lo hizo con un método experimental tan

riguroso que es imposible, tanto hoy como ayer, no citarlo a

cada instante. Todas las publicaciones recientes se inspiran

con este autor y omiten, a menudo, su nombre. Bajo su

patrocinio, entonces, ubicaré este informe (aplausos).

RECONSTITUCIÓN DE UNA SEPULTURA

El Santo Sudario de Turín es una sábana de lino de un

largo de 4,36 m y de un ancho de 1,10 m, y lleva la doble

silueta de un cuerpo de hombre desnudo, cara dorsal opuesta

por la parte superior de la cabeza a la cara ventral (fig. 19).

Una miniatura del siglo XVI, obra de Giovanni Battista

(1) SS I, p. 9-15, 104-105, 118-119, 146-149.

CRC 250 - Noël 1988

11

della Rovere, representa la sepultura de Jesús, tal como la disposición de estas siluetas permite reconstituirlo

1. En primer

plano, Cristo, extendido sobre la espalda, reposa sobre un extremo de la tela, los pies juntos, las manos cruzadas, en la actitud que se muestra en la silueta facial. La otra mitad de la

tela, luego de ser doblada por encima de la cabeza, se extendió con cuidado por encima del Cuerpo, para cubrir la cara ventral. En lo alto del cuadro, tres ángeles muestran sobre el Santo Sudario desplegado, la doble huella que va a resultar de esta disposición.

Notarán que el artista cometió un error al hacer pasar la

mano derecha por encima de la izquierda. Debería haber hecho a la inversa. Pintó lo que veía sobre la tela, olvidando que, cuando el Sudario se marcó, le hacía frente al Cuerpo como un espejo, lo que invierte la imagen: aunque parece ser la mano derecha, es la mano izquierda lo que Jesús presentaba, delante del brazo derecho, en la tela que recubría su Cuerpo.

En cambio, el artista no se equivocó con la herida provocada por la lanza en el tórax: la pintó a la derecha sobre el cuerpo, aunque parezca a la izquierda sobre la sábana.

El error, renovando el del autor del manuscrito Pray2, nos

instruye. Muestra cuán difícil era para un artista simular con una perfecta corrección los resultados de un fenómeno real

como lo es la envoltura del Cuerpo en esa tela de lino, sin ser traicionado rápidamente por alguna discordancia,

Ahora bien, el Santo Sudario nunca se deja encontrar defectos, como lo constataremos al estudiar las manchas de sangre. Porque es sangre. Los investigadores norteamericanos del STURP lo establecieron definitivamente con todas las pruebas específicas necesarias y suficientes

3.

RECONSTITUCIÓN DEL CRIMEN Una vista en conjunto que ofrece los contrastes y colores

naturales de la tela (fig. 21 y 24) permite distinguir manchas rojas sepia, oscuras, en la cara y en la nuca, en el dorso de las manos y de los antebrazos, en el tórax, en la planta de los pies, así como una repetición de pequeñas manchas regulares que acribillan todo el Cuerpo, de la cabeza a los pies.

HERIDAS EN LA CABEZA Sobre la frente, se distinguen una chorreadura mediana y

dos laterales (fig. 21 y 22)4. La mancha mediana tiene forma de

3 invertido, de épsilon griego, amplio. Parece haber sido hecha por sangre espesa y pesada que corrió lentamente sobre la frente, de manera vertical, con tiempo para marcar, en el lado izquierdo de la tela, dos líneas horizontales que le dan a esta mancha la forma característica que encontramos en las mechas

de cabello sobre la frente de los Cristo Pantocrátor (fig. 3). Barbet pensaba que las ataduras que ajustaban la cabeza

coronada de espinas habían provocado que la sangre se desvíe por el costado. Mi colega italiano Rodante formula otra hipótesis atrayente: la sangre habría corrido lateralmente en las arrugas de la frente y la superposición de esta mancha con la

fotografía de una frente con los músculos cutáneos contraídos es completamente convincente (fig. 23)

4. He aquí un detalle

suficiente para demostrar que el Santo Sudario no es una obra de arte, sino una verdadera reliquia. En las representaciones artísticas del Santo Rostro coronado de espinas, la sangre corre como rápidas gotas y también fluye desde la frente y las sienes.

Pero el Santo Sudario no se preocupa por las impresiones estéticas. Solo reproduce la verdad con precisión fisiológica.

Las dos manchas laterales son muy comparables, casi superponibles, y todas diferentes de la anterior. Son chorreaduras más finas, casi rectilíneas, que surgen de la región de las protuberancias frontales. A cada lado, en la parte

superior, forman una V invertida; a la izquierda, se forma un

ángulo de 38º y a la derecha, un ángulo de 40º. Como si la sangre hubiera obedecido a un cambio prolongado de la posición de la cabeza.

Para nosotros, cirujanos que a menudo vemos correr sangre, es indiscutible: la gran mancha en el medio de la frente

evoca evidentemente una sangre venosa que corre lentamente y pesadamente, coagulándose con sobrecargas sucesivas. Las otras dos manchas, al contrario, expresan las finas chorreaduras firmes y precisas de sangre arterial.

Y bien, la anatomía nos enseña que la mancha central se proyecta en el trayecto de la vena frontal media izquierda. Esta

es la gran vena que se dilata en la frente cuando ustedes están enojados. Y las manchas laterales se proyectan en el trayecto de las ramificaciones frontales de las arterias temporales superficiales.

Esta demostración del doctor Rodante proporciona una prueba absoluta de autenticidad, ya que la fisiología de la

coagulación sanguínea fue descubierta recién en el siglo XVII, por Harvey. Por lo tanto, no pudo haber sido simulada sobre esta tela por un falsificador de la edad media (aplausos).

En la nuca, observamos un grupo de grandes manchas irregulares que evoca una mezcla de coágulos y mechas de cabello. En la línea media, estas manchas descienden más bajo

que en los costados y Barbet pensaba que, al igual que en la frente, las ataduras que ajustaban la cabeza del condenado pudieron, al detener y delimitar las chorreaduras de sangre, haber dibujado el contorno inferior. Y en este punto le doy la razón.

LA HERIDA DE LAS MANOS

En una vista en conjunto de la silueta facial (fig. 21),

notamos la presencia de sangre en el dorso de las manos y los antebrazos. Al superponer a la imagen de la mano izquierda, visible en su totalidad, el calco de una radiografía del puño, de la mano y dedos, podemos hacer dos observaciones:

1º La mancha de sangre no se proyecta sobre el dorso de las manos, sino sobre el dorso de las muñecas.

2º La imagen de la mano solo tiene cuatro dedos. Lo mismo ocurre con la mano derecha. En ninguna de las dos se ven los pulgares.

Barbet dio la explicación de estos dos puntos5, y nuestras

experiencias, tanto en laboratorio como en sala de operaciones, la confirmaron. Al trabajar sobre miembros superiores

amputados unos minutos antes, Barbet introdujo un gran clavo en las palmas de las manos y suspendió sobre el antebrazo una carga que correspondía a la mitad del cuerpo. Vio cómo el clavo desgarraba la palma y la mano se escapaba.

Yo mismo utilicé, en un sujeto de 80 kilos preparado para la disección, un clavo de 8 milímetros de lado clavado en el

tercer espacio interóseo y, al levantar la madera en la que también había fijado el cuerpo, vi que se desgarró la palma de la mano, el ligamento palmar interdigital y la piel de la comisura.

Tenía que existir, entonces, una manera más sólida de fijar al crucificado a la madera y Barbet lo buscó más arriba, en las

muñecas. Al clavar un clavo en la cara anterior de la muñeca, obtuvo una fijación sólida, pero, además, descubrió dos constataciones sorprendentes. La primera fue que vio, al pasar el clavo, cómo se flexionaba el pulgar en la palma de la mano. La segunda fue que vio, en el momento de disecar, que el clavo atravesaba siempre el mismo lugar, en el espacio anatómico

llamado espacio de Destot, entre los huesos del carpo. Observaba, además, importantes heridas en el nervio mediano.

Yo mismo obtuve los mismos resultados en sala de

- 15 -

(1) SS I, p. 19, fig. 9. — (2) Supra, p. 6. — (3) Infra. — (4) SS I, p. 10. — (5) Ibíd., p. 12.

CRC 250 - Noël 1988

12

disección, en 12 oportunidades. En cada una, observé lesiones profundas del nervio mediano, razón de la flexión del pulgar hacia la palma de la mano. Cuando practico la operación llamada "canal carpiano" en personas reumáticas que tienen hormigueos en los dedos durante la noche, de manera

imperativa tengo que liberar el nervio mediano comprimido por el reumatismo. Este gran nervio, que pasa por la muñeca, le da sensibilidad a los dedos. Aprovechando la anestesia que respeta la motricidad pero que anula la sensibilidad, se puede estimular ligeramente el nervio mediano con una débil corriente eléctrica. Se ve entonces que se estremece el pulgar y se dirige,

flexionándose, hacia la palma. Estas experiencias, a mi modo de ver, tienen valor como

prueba absoluta de autenticidad. ¿Qué artista, qué falsificador hubiera podido, en los primeros siglos de nuestra era, incluso más tarde, si lo consideramos, conocer la reacción de un nervio estimulado por el paso traumatizante del clavo?

PARÁLISIS Y ASFIXIA

La mancha presente en el dorso de la muñeca izquierda da

nacimiento a dos chorreaduras de sangre que forman un ángulo de 30º, y que revelan elevaciones y descensos de Jesús en la cruz

1. Primero extendido sobre la tierra, los hombros en el

patibulum y los brazos "en cruz", a 90º de abducción con respecto al eje del cuerpo; luego, el cuerpo martirizado fue colocado en posición vertical. Por ello, descendió, tirando con

todo su peso sobre las articulaciones de los hombros, transformando el ángulo de 90º en uno más abierto de 120º, puesto que los brazos se estiraban, oblicuos, debido al peso del cuerpo.

Comienza entonces a asfixiarse2. Al estirarse los músculos

respiratorios superiores por la tracción, las vísceras abdominales

bajaban el diafragma, la caja torácica se dilataba con inspiración forzada y se dificultaba la expiración. Poco a poco, el ácido carbónico se acumulaba en los pulmones y en la sangre. Esta hipercapnia provocaba un incremento de la estimulación de los centros nerviosos respiratorios y el martirizado se elevaba sobre los pies para reducir las tensiones que dilataban su tórax y

evacuar el aire viciado. Así, los brazos tendían a estar nuevamente de manera horizontal.

Es así como, repetidas veces, sin duda, el ángulo de abducción de los brazos varió entre 120º y 90º, según Jesús se dejaba caer o volvía a incorporarse sobre sus pies. Y la sangre corrió en dos direcciones ligeramente divergentes, según las dos

inclinaciones de los brazos, una más acentuada que la otra, como se ve en la muñeca izquierda que esconde la otra, así como en los antebrazos, donde la sangre corría desde la mano hacia el codo.

Atraigo su atención sobre estos finos regueros cuya precisión merecerá reflexión al final de este estudio.

LA HERIDA DEL TÓRAX

En el lugar del tórax, debajo y por fuera de la tetilla

derecha, a la derecha y cerca de un remiendo, la sangre corrió de manera abundante

3. Sin embargo, la mancha que forma no es

homogénea. Es densa en la parte superior, donde presenta una forma ovalada con un gran eje de 44 mm y uno pequeño de 15 mm, las dimensiones de una punta de lanza de la armada romana. Es irregular en su parte baja, donde los regueros de

sangre se mezclan con espacios claros que también tienen aspecto de chorreadura. De hecho, no se trata de "faltantes" en la impresión, sino de la marca de un líquido claro. Los químicos norteamericanos del STURP mostraron que las fibras extraídas de estas zonas no provocaban la reacción de la metahemoglobina, sino de la albúmina. Se trata entonces de

regueros de una líquido claro de naturaleza inflamatoria.

Recordemos la palabra de San Juan, quien afirmó que del costado abierto por la lanza manaba "sangre y agua". Lo dice de manera insistente y especifica que emplea esos términos para que creamos

4.

¿Cuál es el origen de este doble y abundante reguero? El

golpe de la lanza se proyecta hacia el eje del sexto espacio intercostal derecho. ¿Cuáles son los órganos lesionados por este lado? Son: la pared torácica, la pleura, el pulmón y el corazón.

El pulmón no está en tela de juicio, ya que este órgano no sangra en un cadáver. ¿Y la pleura? Nosotros recusamos este origen. Algunos autores escribieron que la flagelación había

magullado gravemente la pared torácica, provocando desgarros musculares y fracturas de los costillas

5. Nosotros no lo creemos

así. La precisión de las huellas de flagelación muestra que la piel no fue arrancada. Además, la caja torácica es una pared flexible en un hombre de treinta años y bien cubierta de músculos gruesos. La sangre, cuando se esparce en la pleura, se

coagula lentamente durante varios días, y jamás hemos observado, en cirugía torácica, colección de suero claro como el agua, producto de la coagulación de un derrame sanguíneo.

Por lo tanto, la sangre y el agua únicamente pueden provenir del corazón.

Primero, la lanza abrió el pericardio y "el agua" brotó. Los médicos forenses conocen bien este derrame claro como el agua que se observa a menudo en la autopsia de personas que han muerto luego de una penosa agonía.

Luego, la punta hirió la base del corazón, la región de las aurículas que está expuesta directamente al filo que viene de la derecha del tórax. Su pared es fina y frágil. Su cavidad llena de sangre está comunicada directamente con la vena cava superior que también se vacía de manera instantánea. La vena cava inferior se vaciará igualmente cuando el cuerpo se coloque en posición horizontal.

El golpe de lanza descargado de esta manera, de derecha a izquierda subiendo ligeramente, tiene una eficacia temible, aún más que si se efectúa en el lado izquierdo del tórax, donde uno cree, sin embargo, que tiene el corazón. Varias veces hemos observado cuchilladas efectuadas a la izquierda y que no han alcanzado el corazón o que sólo han herido las paredes ventriculares, gruesas y musculosas, lo que nos permitió lograr una efectiva reparación quirúrgica.

Todo esto es una verdad auténtica y supera, de cualquier manera, la imaginación de un "falsificador".

Observen también, en una vista dorsal del tórax (fig. 24), cómo este derrame abundante se prolonga hacia la región de la ensilladura lumbar con dos finos regueros que se entrecruzan desde el flanco derecho (a su izquierda) hacia el flanco izquierdo (a su derecha). Luego volveremos sobre estos regueros.

LA HERIDA DE LOS PIES

En una vista en conjunto de la silueta dorsal (fig. 24), se

distinguen los miembros inferiores, cuyo pie izquierdo está ubicado más arriba que el derecho. La pierna izquierda estaba, sin duda, flexionada y el pie izquierdo ubicado delante del derecho. Se puede ver que la zona clara que separa el muslo de la pantorrilla, que corresponde a la cavidad de la rodilla, es más alta del lado izquierdo. La rigidez de la muerte sin duda ha

fijado los miembros en esta posición. La mancha de sangre del pie izquierdo es poco legible, mientras que a la derecha se reconocen las diferentes partes del pie. (fig. 29).

El calco de una huella plantar que deja un pie húmedo sobre el suelo de un baño (fig. 26), llevado sobre estas manchas, permite comprenderlo mejor (fig. 27): hacia abajo, la zona de

apoyo anterior del pie que, al estar fuertemente clavado sobre la madera, retuvo la sangre; más abajo aún, algunas manchas

(1) SS I, p. 12-13. — (2) Ibíd., p. 148. — (3) Ibíd., p. 14. — (4) Jn 19, 34-35. — (5) SS I, p. 148.

CRC 250 - Noël 1988 - 16 -

13

redondeadas corresponden a las yemas de los dedos; arriba, se encuentra la región del talón hacia donde la sangre corrió cuando el cuerpo fue transportado horizontalmente. Y, sobre el costado del talón, un reguero muy evidente que desbordó la huella plantar y corrió sobre la tela.

Barbet pensaba que los pies habían sido crucificados en los espacios metatarsianos, región fácil de atravesar

1. Pero hemos

observado, por la herida de la muñeca izquierda, que, por luchar contra la asfixia y renovar el aire de los pulmones, los crucificados se levantaban sobre los pies para respirar

2. Era

necesario entonces un apoyo sólido.

Ahora bien, Barbet realizó una crucifixión con el cuerpo ligero de una anciana y clavó el clavo en los espacio metatarsianos. A pesar de su débil peso, vemos, en la foto que publicó en su libro

3, que este cuerpo cae sobre sus tobillos

retorcidos por dentro. Es evidente que un hombre atlético, de alrededor ochenta kilos, no habría encontrado el apoyo necesario para levantarse, respirar lo suficiente y hablar varias veces con una voz fuerte e incluso gritar al expirar.

Hemos buscado, entonces, un paso en el tarso, de la misma manera que Barbet había buscado el paso del clavo de las manos en el carpo. Utilizamos un clavo de veinte centímetros, de sección cuadrada de ocho milímetros de lado y buscamos este paso con la mano, en la parte prominente del dorso del pie y no utilizamos martillo para no quebrar ningún hueso, conforme con las Escrituras

4. En vano.

Es entonces cuando, al considerar la penosa posición probablemente infligida por los verdugos que querían fijar sus pies firmes sobre la madera, doblamos el pie de nuestro sujeto de disección en punta, tal como lo hacen las bailarinas, y así comprobamos que el clavo se hundió tan fácil que dos golpes de martillo fueron suficientes para hacerlo aparecer en la planta. Llevamos la punta del pie hacia la misma zona del otro pie, que fue atravesado de la misma forma. La disección mostró el paso del clavo entre el segundo y el tercer hueso cuneiforme del tarso, delante del escafoides, en la parte visible sobre una radiografía (fig. 28 y 30). Los huesos no estaban quebrados, a lo sumo levemente marcados por el paso del clavo en el cartílago. Repetí esta experiencia dieciocho veces, siempre con el mismo resultado.

Si colocamos la copia del esqueleto en el contorno del pie y estas dos copias sobre la mancha de sangre de la tela (fig. 31 y 32), el punto de emergencia del clavo en la planta es evidente. Es la pequeña mancha oscura, rodeada de un halo claro, a partir de la que la sangre corrió hacia el antepié. Este reguero está acompañado de uno más claro, donde también se pone en evidencia la reacción característica de la albúmina. Hubo un reguero linfático que no sangró alrededor de los coágulos de sangre. ¡Qué falsificador habría podido imaginarlo!

LAS HERIDAS DE LA FLAGELACIÓN Las huellas facial y dorsal (fig. 21 y 24) presentan un grupo

de pequeñas manchas, como punteadas. Contamos alrededor de

ciento veinte5. Las ampliaciones fotográficas muestran que

tienen forma de haltera: dos manchas redondas, unidas por una línea. Representan el impacto de las bolas de plomo y la línea intermedia es la huella de la correa en la que estaban ensartadas como perlas. El látigo romano, flagrum, estaba formado con un mango corto que llevaba dos o tres correas unidas a estas bolas

de plomo o huesos de oveja. Nosotros hemos reconstruido este instrumento de tortura, con placas de poliestireno y hemos obtenido las mismas imágenes que las del Santo Sudario. La

analogía es evidente (fig. 25). Estas manchas están casi todas repartidas en grupos de dos

heridas paralelas, lo que sugiere un látigo con dos correas. En la espalda, las heridas convergen hacia la línea media: horizontales en la región lumbar, suben de manera oblicua hacia los omóplatos y descienden hacia las pantorrillas, como un abanico cuyo centro es la mano del verdugo.

Estas huellas dejan un enigma con el cual concluiremos este estudio.

EL ENIGMA DE LAS MANCHAS DE SANGRE

Una sola mancha encuentra una explicación fácil: la que

corrió desde el borde extremo del talón derecho sobre la tela donde se imprimió, dejando también su huella sobre un trozo de la tela doblada alrededor de un eje de simetría evidente, formando, así, una imagen como ala de mariposa (fig. 29).

Pero ¿cómo explicar la formación de las otras manchas? ¿Cómo pasó la sangre del Cuerpo a la tela? Por simple contacto, piensan generalmente los autores, luego de Vignon y de Barbet. Nosotros no creemos nada de eso. Hay que señalar que los coágulos de sangre no se difundieron sobre la tela, contrariamente a lo que vemos todos los días sobre las vendas, donde se dibujan imágenes muy diferentes de la forma de la herida en cuestión. Aquí, las manchas tienen tanta nitidez, que permiten medir a mano, lo hemos visto, el ángulo de caída del Cuerpo colgado en la Cruz, o, en las sienes, el ángulo de inclinación lateral de la cabeza, de 38º a 40º. Hasta ablandado por la humedad del sepulcro, la sangre no pudo haberse asentado con esta precisión.

Hemos observado, en los antebrazos, la nitidez de los regueros entre la muñeca y el codo. ¿Cómo han resistido a las difíciles maniobras del descendimiento de la cruz, al traslado hacia el sepulcro, a las coacciones ejercidas sobre los miembros superiores para vencer la rigidez tetánica y cruzar las manos sobre el pubis?

Hemos visto, finalmente, el reguero de sangre que extiende en la ensilladura lumbar el coágulo torácico. Como la sangre corrió de un costado al otro, entrecruzándose tan prolijamente, no estaba en contacto con la tela, que la habría detenido en el costado derecho. Entonces, ¿cómo se depositó sobre el Sudario? En el estado actual de mis investigaciones, no tengo respuesta a esta pregunta.

Y, sin embargo, hemos demostrado también que todas estas manchas reproducen exactamente, cada una por su lado, un reguero formado naturalmente en la superficie de una herida. Ahora bien, el diagnóstico de estas heridas no deja la menor duda sobre la identidad de la Víctima: cabeza coronada de espinas, cuerpo flagelado, manos y pies atravesados, golpe de lanza en el tórax, todo es fiel a los relatos evangélicos de la Pasión de Cristo

6. Pero las manchas de sangre que dejaron estas

heridas están en conformidad no menos perfecta con la anatomía, la fisiología de la circulación y de la coagulación sanguínea, con la neurofisiología y los fenómenos de conducción nerviosa.

Por ello, hay que sostener las dos puntas de la cadena y concluir 1º, que estas manchas de sangre corrieron, según todas las leyes de la naturaleza del cuerpo martirizado de Jesucristo envuelto en este Sudario; 2º, que la formación de estas manchas

no tiene, sin embargo, explicación natural. Los investigadores norteamericanos dirían que permanece como "un misterio persistente"

7.

(1) SS I, p. 14. — (2) Es la razón por la que los verdugos quebraron las piernas de los dos ladrones que aún estaban vivos, con el fin de apresurar su muerte antes del sabbat (Jn 19, 32). — (3) La Pasión de Cristo según el cirujano, Apostolado de las ediciones, 1965, lámina externa al texto. — (4) Jn 19, 36. — (5) SS I, p. 9. — (6) Ibíd., p. 8, 15-16, 83-84, 91-92, 105, 155. — (7) Ibíd., p. 82.

CRC 250 - Noël 1988 - 17 -

14

Es quizás el resultado más claro de esta experimentación a la que me dediqué, luego de Pierre Barbet. Aunque yo fuera agnóstico, lo proclamaría como científico: esta tela envolvió el Cuerpo de un crucificado, y, con tales particularidades, uno solo conocemos en la historia que las haya sufrido, Jesucristo Nuestro Señor, a quién se atribuye este Sudario. Ahora bien,

algo extraordinario le sucedió a este Cuerpo. Aquí descubrimos el hecho histórico de la resurrección de este Cuerpo, puesto de pie por un alma que retomó posesión con poder y majestad, y dejó sobre el Sudario un poco de su Sangre repentinamente reanimada y dibujó los santos estigmas de su Pasión dolorosa

1.

Tercera Parte

LA FÍSICA Y LA QUÍMICA DEL SANTO SUDARIO por Fray Bruno Bonnet-Eymard

PREGUNTA DEL ABAD DE NANTES AL PADRE BRUNO. Que se me permita, aunque abogado del diablo en esta causa, admirar en la sobria y apasionante exposición del doctor Pierre

Mérat, tanto la modestia del sabio que relata sus descubrimientos como la simplicidad del investigador que confiesa sus ignorancias, bases para el comienzo de nuevas investigaciones. Particularmente sobrecogedor me parece el descubrimiento, en el tarso de los pies del Crucificado, de la vía de penetración del clavo, análogo a la que Barbet había encontrado en el espacio de Destrot. Hay ahora un espacio de Mérat, en su honor, Doctor. Y que su investigación sobre los cuerpos de los pobres muertos, que por un instante han formado parte de los maltratos sufridos por Cristo, ¡les sea una garantía de resurrección bienaventurada!

Sus trabajos aumentan la certeza que resultaba de aquellos de Vignon y de Delage en 1902 y luego de Barbet en 1933: El Santo Sudario no puede ser una "falsificación" porque habría que acreditar al falsificador de una ciencia anatómica y fisiológica ¡incluso superior de la nuestra! Desde este punto de vista, su asombro ante las manchas de sangre es aún más convincente que sus luminosas explicaciones que tienen que ver con el realismo de la crucifixión. He aquí quien nos invita a seguir y a llevar más lejos nuestra investigación.

¿Qué sucede entonces con el proceso de formación, o de aparición, o de producción de estas huellas de cuerpo y de sangre? Para este "artefacto", ¿qué instrumentos apropiados, qué procedimientos han sido aplicados? Busquemos, como habla Blas Pascal,

"la razón de los efectos". Formulo dos preguntas al padre Bruno, miembro del Congreso internacional de sindonología de Turín en 1978 y del de Bolonia en 1981, y ponente para Europa, en este mismo Congreso, del simposio de New London

2.

1º, ¿Cuáles son las propiedades físicas y químicas de estas huellas? 2º, ¿Qué tipo de causa, de técnica, podría dar la razón a estos efectos?

RESPUESTA DEL PADRE BRUNO. Estas dos preguntas resumen precisamente todo el

programa del Proyecto norteamericano de investigación del Sudario de Turín (STURP)

3, realizado en tres años, de 1978 a

1981, luego de dos años de preparación, de 1976 a 1978.

"LOS EFECTOS",

MARCAS DE UNA AUTENTICIDAD INFALIBLE

Únicamente la respuesta de la primera pregunta reunió el consenso general de los miembros del STURP, élite de la

investigación científica norteamericana en todas las disciplinas y al resto auténtico mosaico de todas las confesiones religiosas: "Podemos concluir por ahora que la imagen del Sudario es la

forma humana real de un hombre flagelado y crucificado. No es

la obra de un artista. Las manchas de sangre están compuestas

por hemoglobina y dan también un resultado positivo en la

prueba de la albúmina4".

Esta fórmula perfecta es la coronación de una investigación científica casi centenaria, pero más aún de la tradición bimilenaria de la Iglesia que justifica de manera brillante, al

mismo tiempo que recibe en devolución un carácter de certeza absoluta

5.

"LA FORMA HUMANA REAL DE UN HOMBRE"...

La tradición inmemorial que hemos reconstituido en primer

lugar ya lo proclamaba: "La imagen del Sudario es una forma

humana real de un hombre flagelado y crucificado", y el

nombre de este hombre es Jesucristo. Esto es precisamente lo

que atrae a las masas a partir de que este Sudario es retirado de

su relicario.

Sin embargo, hasta 1898, la tradición defendía esta afirmación contra todas las apariencias. ¿Qué veía en efecto, el peregrino congregado en Jerusalén, en Edesa, en Constantinopla, en Lirey, en Chambéry, en Turín? Huellas muy marcadas, exactamente lo que reproducen nuestras figuras 21

y 24, a condición de reunirlas en una sola pieza, como lo muestra la figura 19 en blanco y negro.

Estas huellas dibujan, sobre el fondo de una vasta pieza de lino, amarilleada por la pátina marfil de los siglos, y en contraste con ella, dos siluetas sin contornos marcados, casi invisibles en la realidad, dispuestos de manera que figuren la

huella facial (fig. 21) opuesta por la parte superior de la cabeza a la huella dorsal (fig. 24) de un mismo cuerpo de hombre desnudo y magullado, de tamaño natural, alrededor 1,80 m... Manchadas de sangre.

"No es la obra de un artista", pronuncian doctamente los sabios norteamericanos. ¡Es lo mínimo que se puede decir!

Estas imágenes están desprovistas de todo valor estético. Y el peregrino moderno tiene verdaderamente de qué desconcertarse, más aún que el de los siglos pasados, por su aspecto repulsivo, agravado por los vestigios del incendio de Chambéry y las piezas cosidas para reparar los daños, que enmarcan las siluetas en dos líneas paralelas. Desgraciadamente, el agua que se arrojó

sobre la tela para apagar el fuego dejó manchas en rombos, rodeadas por ribetes carbónicos, que siguen, a lo largo del eje longitudinal, la simetría de las quemaduras, y terminan desfigurando las siluetas.

(Continúa en página 23)

(1) SS I, p. 32, 56, 121. — (2) Ibíd., p. 7-32; 71-86. — (3) Ibíd., p. 35-36; 71-86. — (4) «We can conclude for now that the Shroud image is that of a real human form of a scourged,

crucified man. It is not the product of an artist The blood stains are composed of hemoglobin and also give a positive test for sérum albumin. » Preliminary results of the 1978 Shroud of

Turin Investigation; cf. SS I, p. 71. - (5) No podemos presentar aquí más que un resumen de lo que hemos expuesto considerablemente en SS I, en varias ocasiones, pero de manera

particularmente sistemática en La física y la química del Santo Sudario. El simposio de New London (10 y 11 de octubre de 1981), SS I, p. 71-86; así como en nuestra conferencia

pronunciada en la Sorbona el 19 de marzo de 1984, SS I, p. 103-122.

CRC 250 - Noël 1988 - 18 -

15

Fig. 19: fotografía en positivo.

Fig. 20: fotografía en negativo.

CRC 250 - Noël 1988

Marca de los latigazos sobre la espalda.

SILUETA DORSAL

Planta del pie derecho.

Marca de los latigazos sobre las piernas.

Quemaduras de la tela anteriores a 1192.

Herida por introducción del clavo en el pie izquierdo.

Reguero lumbar.

Arruga de la tela.

Herida de la muñeca izquierda.

Mancha de agua romboide luego del incendio de Chambéry (1532)

Quemaduras del incendio de Chambéry.

Reguero de sangre sobre la tela.

Remiendo.

Herida de las espinas en la nuca.

Herida de las espinas en el Rostro.

Arruga de la tela.

Herida del tórax.

Remiendo.

SILUETA FACIAL

UN NEGATIVO TRIDIMENSIONAL PERFECTO

16

- 20

Fig. 21: sobre las piernas se distinguen los cortes de los golpes envolventes ocasionados desde atrás por las correas del látigo. En

el frente del pie izquierdo, ubicado delante del derecho en la Cruz, y que la rigidez de la muerte mantuvo en esta posición, se distingue una gran mancha de sangre causada por el clavo.

Fig. 22: detalle de los regueros de sangre, del medio y laterales, sobre la frente.

Fig. 23: arrugas formadas sobre una frente con pliegues espasmódicos provocados por el dolor.

Manchas simétricas debidas al agua que apagó el incendio de Chambéry (1532).

Heridas en la frente.

Líneas simétricas de las quemaduras del incendio de Chambéry (1532).

Arruga de la tela.

Pectorales contraídos, ensanchados y remontados hacia las clavículas debido a la inspiración forzada. Alto del pecho jaspeado por los latigazos.

Herida del tórax.

Piezas cosidas por las Clarisas de Chambéry (1534).

Manchas simétricas de agua.

Boca del estómago deprimido por la elevación y la distensión del tórax hacia adelante y hacia afuera.

Saliente del abdomen.

Reguero de sangre sobre los antebrazos.

Herida de la muñeca izquierda.

Quemaduras simétricas provocadas por un fuego anterior a 1192.

LA AUTÉNTICA HUELLA FACIAL DE JESUCRISTO

17

21

Fig. 24: latigazos visibles en el dorso de la pantorrilla derecha (aquí, izquierda), donde recayeron verticalmente. Sobre la otra pantorrilla, los golpes se "deslizaron", al contrario, cortando esta vez la piel. Más abajo de las pantorrillas, se observan golpes dorsales continuados y "envolventes" en la huella facial (fig. 21).

CRC 250 - Noël 1988

Quemaduras simétricas provocadas por un

fuego anterior a 1192.

Las zonas claras que separan los muslos de las pantorrillas corresponden a las cavidades de las rodillas.

Fig. 25: placa de poliestireno en la que el

flagrum dio golpes cuyo aspecto y

repartición evocan fuertemente las heridas

con forma de halteras visibles en el Santo

Sudario.

Manchas simétricas de agua.

Heridas en la nuca.

Las llagas de la flagelación están dispuestas en forma de abanico cuyo centro es la mano del verdugo. Horizontales en la región lumbar, suben de manera oblicua hacia los omóplatos y descienden hacia las pantorrillas. Todo el cuerpo ha sido hábilmente arañado, desde los hombros hasta la parte inferior de las piernas, incluso los glúteos. Hasta se ven numerosas marcas sobre el pecho y sobre la cara anterior de los miembros inferiores que las correas rodearon para azotar por delante. (fig. 21).

Entre las dos piezas simétricas cosidas por las Clarisas de Chambéry (1534), reguero lumbar proveniente de la herida del costado derecho del tórax (fig. 21), es decir, para nosotros, del izquierdo.

LA AUTÉNTICA HUELLA DORSAL DE JESUCRISTO

18

Fig. 26: huella plantar sobre

una placa radiográfica. Fig. 27: contorno de la precedente llevada

sobre la huella plantar del Santo Sudario. Fig. 28: radiografía del tarso.

EL

ESPACIO

DE

MÉRAT

Fig. 29: un solo clavo atravesaba los dos pies cruzados, uno sobre el otro. Por ello, únicamente el pie derecho marcó el Sudario con una huella plantar completa, de donde un reguero de sangre desbordó sobre la tela (a la izquierda). Del pie izquierdo (a la derecha), únicamente el talón dejó una huella, puesto que su extremidad reposaba sobre el otro pie.

Fig. 30: la flecha indica la ubicación del espacio de Mérat sobre el calco del esqueleto.

Fig. 31: si se coloca el calco del esqueleto sobre el contorno del pie y ambos sobre la huella plantar del Santo Sudario...

Fig. 32: ...el punto de emergencia del

clavo en la planta es una pequeña

mancha oscura, rodeada de un halo

claro.

19

... ¡SU AUTÉNTICA FOTOGRAFÍA! El descubrimiento que realizó don Noël Noguier de

Malijay1 en 1898 al fotografiar el Santo Sudario por primera

vez, aunque absolutamente inaudito y totalmente imprevisible, dio una razón a la devoción de los pueblos. El cliché reveló que las manchas veneradas durante siglos como la auténtica imagen de Jesucristo, a pesar de su apariencia repulsiva, eran de hecho el retrato en pie, pero en negativo, de un hombre real,

magnífico, alto y bien proporcionado, de una admirable prestancia que destaca un majestuoso porte, su cabeza perfectamente separada de los hombros que, lamentablemente, se volvieron invisibles debido al incendio (fig. 1).

Se llama positivo a una imagen fotográfica donde las partes iluminadas de un objeto aparecen claras y las partes sombreadas, oscuras. Imagen "positiva", es decir, perfectamente expresiva de la realidad. Tal como el retrato del Padre Filas en la pág. 13.

Se llama negativo a la imagen inversa, donde las sombras se muestran claras y las partes iluminadas se ven oscuras. Imagen "negativa", totalmente inexpresiva debido a esta inversión de los valores luminosos. Tal como el negativo de la fotografía del Padre Filas, incomprensible si no se la interpreta con ayuda del real retrato positivo.

Así, en el negativo del Santo Sudario (fig. 20), el fondo de la tela, claro en la realidad, se vuelve oscuro; las dos líneas oscuras, vestigios del incendio de Chambéry, se vuelven claras; salpicando estas dos líneas situadas simétricamente a lo largo de la tela, aparecen oscuros triángulos simétricos: son las piezas, claras en la realidad, cosidas por las clarisas de Chambéry en 1534. Pero aquí está lo insólito, lo asombroso, absolutamente inaudito, descubierto en 1898, repitámoslo, cuando el Santo Sudario fue fotografiado por primera vez a instigación de don Noguier: entre estas dos líneas paralelas, se ve dibujada, luminosa, una perfecta imagen positiva. Un cuerpo humano real modelado, de una belleza atlética, emerge de la semioscuridad del fondo de la tela.

Conclusión: como el negativo fotográfico del Santo

Sudario proporciona el retrato positivo de un hombre real, la imagen positiva del Santo Sudario (fig. 19, 21, 24) se puede asimilar "a una especie de cliché fotográfico negativo", como decía don Noguier.

Afirmaba: "una especie de cliché", ya que el Santo Sudario ¡no es una placa fotográfica! Además, no es la luz que el

cuerpo refleja lo que se imprimió en la superficie de la tela

como lo hubiera imprimido en una película fotográfica. Son los relieves del cuerpo los que dejaron su impresión: la nariz, los pectorales, los antebrazos, el abdomen que resalta por encima de las manos cruzadas, las rodillas.

TRIDIMENSIONAL Tal fue, de hecho, la intuición de don Noguier,

absolutamente genial: "Al observar que los relieves del cuerpo

estaban marcados de color oscuro, mientras que las partes cóncavas o hundidas eran de color claro, no tardé en asimilar la imagen del Sudario a una especie de cliché fotográfico negativo. "

La hipótesis científica extiende aquí la intuición que inspira la devoción de adoración durante siglos.

Históricamente, estas manchas sin forma ni figura fueron consideradas como las auténticas huellas del cuerpo de Jesús mismo porque representan las partes salientes del cuerpo marcadas con una intensidad inversamente proporcional a su distancia con la tela. De este modo, la cresta de la nariz, al contacto, marcó la tela con mayor intensidad. Mientras que las

caras laterales se vuelven cada vez más claras a medida que se alejan de la tela para unirse con las mejillas. Esto explica por qué, en el negativo fotográfico, la nariz se vuelve clara en la cresta y un poco más oscura, con un tono medio, sobre sus caras laterales.

Corolario del descubrimiento de don Noguier, propuesto por Gabriel Quidor desde 1910

2: basta con medir la intensidad

de las sombras en cada punto de la imagen para encontrar la tercera dimensión, el volumen del cuerpo bajo la tela que lo cubría. La "tridimensionalidad" es esta propiedad, absolutamente singular, que tiene la imagen del Santo Sudario de ofrecer una huella por proyección ortogonal sobre un sudario", como decía Gabriel Quidor, capaz de permitir la reconstitución de la "figura en relieves exactamente proporcionados, del cuerpo que allí fue envuelto".

Las observaciones directas en el microscopio permitieron comprender, ochenta años más tarde, las propiedades físicas de esta "huella por proyección ortogonal sobre un sudario".

UNA HUELLA SUPERFICIAL En una ampliación de cincuenta veces, se distingue muy

bien la decoloración amarilla paja que tiñe las fibras de lino y define así las zonas de huella corporal. Esta coloración no solo se limita a las fibras de la superficie, sino que, además, está confinada en su cresta. La coloración es tan superficial que una fibra superpuesta por otra presenta una mancha blanca en el lugar donde se cruzan: la que pasó por encima protegió a la otra de la coloración.

MONOCROMO Y UNIFORME Además de superficial, la coloración es rigurosamente

monocroma y uniforme. El matiz de cada fibra amarilla, tomada individualmente, es siempre el mismo, tanto en las zonas claras como en las oscuras, sin ningún indicio de saturación. Es así como las huellas facial y dorsal presentan la

misma distribución de los tonos medio, cuando se esperaba que el aplastamiento causara un oscurecimiento más marcado sobre la imagen dorsal. ¡Pero no! La intensidad de los tonos medios está determinada únicamente por la densidad de las fibras coloreadas.

QUÍMICAMENTE PURO ¿Coloreadas por qué? ¡Pero exactamente por nada! Todas

las pruebas específicas que excluyeron del mismo modo

pigmentos orgánicos

Negativo fotográfico del Padre Filas (supra, p. 13).

(1) SS I, p. 128. — (2) Ibíd., p. 130-132.

CRC 250 - Noël 1988

20

e inorgánicos, ¿qué queda? "¡Un gran y notable cero redondo!" como dice nuestro amigo, el bautista Heller, al expresar la inmensa perplejidad de todo el equipo.

La experiencia crucial, en este aspecto, es la

fluorescencia con los rayos X que no revelaron otra cosa más que el calcio, el estroncio y el hierro presentes en las aguas naturales y asentados por la celulosa durante las operaciones de enriamiento del lino. Repartidos de manera uniforme en toda la superficie de la tela, no ofrecen ninguna correlación con la imagen, salvo el hierro: con un porcentaje mayor en las

zonas manchadas de sangre, constituye la primera presunción en favor de la identificación de la sangre, ya que la hemoporfirina contiene un átomo de hierro.

La radiografía corrobora este resultado, y retiene únicamente el contorno romboide de las "manchas de agua" cargadas con óxido de hierro, pero borra cualquier imagen y

hasta las manchas de sangre. Igual resultado en espectrofotometría. En gran

detrimento de McCrone, las curvas de reflectancia de Gilbert, obtenidas sobre el Santo Sudario, presentan una morfología absolutamente diferente del espectro de reflexión de una mancha de óxido de hierro. ¡No importa! El buen hombre

anda repitiendo que los Gilbert son incompetentes en espectrofotometría. Esto hizo reír a la audiencia, en Lyon, el año pasado, cuando Gronella contó la anécdota. Pero hoy, desde el 13 de octubre pasado, la impostura tiene éxito nuevamente, a costas de todo el equipo del STURP.

La verdad científica obliga, sin embargo, a repetirlo. La

imagen no está hecha con ningún aporte exterior. Surgió solamente del contraste entre las fibras oxidadas y deshidratadas y el fondo marfil de la tela.

LAS MANCHAS DE SANGRE

El único aporte exterior, bien visible a simple vista, es el de las manchas de sangre de un color carmíneo que tienden a confundirse con el color monocromo de las huellas de la vista general de las figuras 21 y 24, pero que deja ver bien el primer plano de la huella plantar aclarada a la luz blanca (fig. 29). Tal es el color de la sangre que surgió de las heridas en la cabeza, en la frente y en la nuca; pero también sobre el cuerpo en general, sobre todo en la región dorsal, magulladuras causadas por los latigazos de la flagelación. He aquí finalmente, en la mano izquierda, en los antebrazos, en los pies, la sangre de la crucifixión y, en el costado derecho, la sangre que brota del corazón traspasado.

En los inicios de la edad moderna, cuando comienzan las ostensiones en Lirey, las efigies del Santo Sudario renuevan las ostensión de las heridas que el "Poverello" de Asís muestra en su propia carne el siglo precedente. Estas manchas de sangre han sido la convicción de los papas durante quinientos años. El relato de las Clarisas de Chambéry, encargadas en 1534 de reparar los daños del incendio de 1532, muestra que presentaban el mismo aspecto indudable que es hoy la convicción de los científicos, corroborada por todas la pruebas específicas.

Mientras ellas zurcían las partes que el fuego había dañado, notaban también: "sobre el costado izquierdo de la frente, una gota más grande que las otras y más larga, serpentea en ondas [...]. Se ve la nuca atravesada por largas y

grandes espinas tan frecuentes que se puede ver allí que la corona estaba hecha con forma de sombrero y no en círculo como la de los príncipes y como la representan los pintores; cuando se la examina con atención, se ve la nuca más atormentada que el resto y las espinas aún más hundidas, con grandes gotas de sangre aglutinadas en los cabellos, que están

ensangrentados. " Hablan también de los "regueros de sangre" que

corrieron en los antebrazos, de "la herida del costado divino", de un ancho de "tres dedos"; "los hombros están totalmente

desgarrados y molidos por latigazos presentes en todas partes", y dejan marcas "amplias como hojas de mejorana". Tal es así que, al mirar por debajo del Sudario, cuando estaba extendido sobre la tela de Holanda o telar, veíamos las heridas como si hubiéramos mirado a través de un vidrio"

1.

No sabemos qué admirar más: la cariñosa devoción de

estas modernas Verónicas o ¡la precisión científica de sus observaciones! Ya que esta última observación no tiene nada que envidiar a la fotografía con luz transmitida, donde la imagen desaparece y no brillan más que las manchas de sangre.

Ni siquiera tienen la idea de poner en duda la presencia

de esta sangre divina que adoran. ¿Y qué sabio les quitaría la razón, radiografías en mano, donde no se ven más ni la imagen ni la sangre? Prueba que la sangre no es más que sangre y no una mezcla de óxido de hierro y bermellón, como lo pretende McCrone según su vieja impostura cuyo triunfo, desde el 13 de octubre, cree asegurado.

Samuel Pellicori et Vernon Miller habían podido constatar en el lugar, en Turín en 1978, que, bajo la iluminación ultravioleta, la sangre parecía negra y perdía su color apagando la fluorescencia natural de la tela, salvo el contorno de las manchas, donde se encendía un halo fluorescente. Era una fuerte presunción en favor de la presencia de coágulos de sangre completos y de albúmina. Presunción confirmada luego por cientos de pruebas realizadas por Heller y Adler en los micro muestras traídas desde Turín por Rogers.

Las pobres Clarisas de Chambéry no vieron el suero en 1534: es invisible a simple vista al igual que en una fotografía normal. Sin embargo, los UV revelaron su presencia en 1978 en el contorno de las manchas de sangre y de las marcas de la flagelación, indudable.

Heller y Adler recolectaron una cierta masa de esta preciosa Sangre sobre las fibras de la superficie extraídas en Turín. Allí donde la sangre, al coagularse, había cubierto las fibras, a veces se había quebrado en fragmentos alargados, semitubulares, amoldados sobre las fibras como tejas romanas. Por ello, llamaron a estas partículas "esquirlas", shards.

Probaron que estas "esquirlas" eran de sangre: por la fluorescencia roja de la porfirina bajo los UV, por la espectrofotometría que hace aparecer la banda Soret, característica de la hemoglobina.

Confirmaron la presencia de albúmina alrededor de los coágulos de sangre, al someter a prueba las fibras "amarillo miel" extraídas de los bordes de las manchas de sangre en el contorno de las marcas de flagelación.

Finalmente, sometieron a prueba la presencia de bilirrubina en estas manchas de sangre. La bilirrubina es el primer pigmento de la bilis, producto de la degradación de los glóbulos rojos luego de malos tratamientos. El Hombre que dejó su sangre sobre esta tela había padecido entonces numerosos golpes y heridas poco tiempo antes.

El judío Adler, nuestro terrible amigo. es quien discutió,

como siempre, cuando declaró que el "falsificador" que había simulado una mancha de sangre en la edad media, en perfecta conformidad con la bioquímica con el único fin de seguir exactamente los relatos evangélicos, era verdaderamente un falsificador extraordinario.

(1) Léon Bouchage encontró y publicó íntegramente este Relato de las religiosas clarisas en Le Saint Suaire de Chambéry à Sainte-Claire-en-ville (Abril-mayo 1534), Chambéry,

1896 p. 16-26. — (2) Wall Street Journal, del 8 de noviembre de 1988.

CRC 250 - Noël 1988 - 24 -

21

LA RAZÓN DE LOS EFECTOS:

"UN MISTERIO PERSISTENTE"

"La imagen es un misterio persistente y, a la espera de

que se realicen otros estudios químicos, tal vez por este

mismo grupo de sabios o tal vez por otro, el problema

queda sin resolver1". Esta es la última palabra de la

investigación, este es el estado de la cuestión.

PINTURA "CON LOS DEDOS" Para McCrone, no hay misterio. El Santo Sudario fue

pintado con gelatina y óxido de hierro "con los dedos"2. Lo

que hay que interpretar al pie de la letra: el artista trabajaba

sin pincel, ¡solo con las manos! Que el resultado sea una obra maestra (fig. 20), negativo tridimensional perfecto (fig. 13,

19, 21, 24), es una casualidad, una mera "coincidencia"3. Un

verdadero... ¡Milagro!

Los alegatos de McCrone no tienen lógica. Han sido

rechazados cientos de veces. Incluso su peritaje en el mapa de Vinland, que le dio una reputación mundial, no tiene valor

científico4. Está claro que la autoridad con la que se beneficia

está usurpada y sostenida por una orquestación que no tiene

nada en común con la verdadera ciencia.

"PINCELADA" Joe Nickell es el cómplice de McCrone y creó en su

sistema una aparente diversión para confirmarlo mejor. Diríamos una buena farsa de este ilusionista profesional. Esculpir una lámina en bajorrelieve, explica, mojar y untarla... ¿Con qué? Con una mezcla de óxido de hierro y pegamento gelatina, ¡todos los ingredientes de McCrone! Aplicar sobre esta lámina una tela de lino mojada, dejar secar y frotar: usted verá dibujarse... En negativola imagen fiel del bajorrelieve esculpido sobre la lámina. Completar simulando manchas de "sangre" con una mezcla de óxido de hierro y bermellón. Fotografiar.

Atención, amigo lector, ¡hace trampa! No les mostrará el resultado de su "pincelada", manchas informes de las que un artista de la edad media se habría deshecho al no comprenderlas y creyendo que habría fallado en su "intento de falsificación". Pero Joe Nickell, entre farsas y engaños, publica en todas partes el negativo fotográfico de su pincelada

5, como un hombre del siglo XX que conoce 1º el

Santo Sudario y sus manchas ininteligibles en siglos anteriores, pero consideradas auténticas; 2º, el procedimiento fotográfico capaz de hacerlas pasar del negativo al positivo completamente revelador de una autenticidad evidente.

Su segundo subterfugio es engañar con la química. Los científicos han demostrado enormemente que la imagen no estaba hecha, sobre el Santo Sudario, con gelatina y óxido de hierro, ni la sangre pintada con bermellón. El pretendido

"falsificador" habría entonces "pintado" sin duda las manchas de sangre:

1º con sangre verdadera y su halo seroso; habría pintado

el contorno de cada una de las marcas del látigo con la

albúmina de suero, incluso invisible a simple vista, ¡"pintado" en previsión del futuro examen bajo los ultravioletas que la

volverían fluorescente! 2º Habría hecho todo este trabajo antes de proceder a su

"pincelada", puesto que las pruebas con las encimas

proteolíticas mostraron que bajo el suero no hay imagen6.

Todo esto no meritaría la menor discusión sensata si el

resultado del análisis con carbono 14 no hubiera vuelto a dar audiencia y autoridad a esta fábula que renacía sin cesar desde

la carta atribuida a Pierre d'Arcis hasta Anastasio Ballestrero,

pasando por Jean Calvin7 y Ulisse Chevalier

8.

DONDE LA INVENCIÓN DEVIENE MACABRA

Aún hay más absurdo. Jacques Évin considera la respuesta del radiocarbono como "ineludible". Discusión tormentosa donde le enfrento todas las pruebas de autenticidad que acabamos de recordar y que llegan todas a la "ineludible" conclusión del STURP: el Santo Sudario ha envuelto realmente el cuerpo de un hombre flagelado y crucificado. "Es muy simple, exclama. Crucificaron a un hombre, en el siglo XIII-XIV. Lo envolvieron en este sudario y, por casualidad, cuando quisieron retirarlo, estaba marcado con la huella del cuerpo y manchado con su sangre. Entonces dijeron que representaría muy bien un sudario de Cristo". ¡Textual! Publicado además, con términos equivalentes, por intermedio de Yvonne Rebeyrol en "Le Monde" del 2 de noviembre: "El suplicio análogo al que sufrió Cristo y que quizás había sido infligido en el siglo XIII a otro hombre, que haya sido voluntario (había muchos flagelantes cuyos excesos fueron condenados por la Iglesia) o involuntario", tal es la explicación de la imagen en el momento del radiocarbono.

Mons. Thomas considera, además, serenamente, la misma hipótesis: "El sudario de Turín, sea o no una reliquia de Cristo, que representa a un hombre martirizado que sufrió exactamente como él, es un genial objeto de piedad

9."

Respuesta indignada del doctor Luigi Malandrucco, director médico de radiología en el hospital Saint-Pierre, de Roma: "Si estimamos, como el cardinal Ballestrero, que el examen con 14C proporciona un veredicto definitivo, entonces debemos admitir que alguien en la Edad Media operó sobre un ser humano vivo una reconstrucción exactamente real de la pasión de Cristo. De este modo, estamos frente a, permítanme decirlo, un objeto macabro, que no puede llamarse ícono

10."

(1) (1) "The image is an ongoing mysteiy and until further chemical studies are made, perhaps by this group of scientists, or perhaps by some scientists in the future, the problem

remains insolved. " Preliminary results, cf. SS I, p. 82.

(2) (2) Hemos tratado todo el caso McCrone en SS I, p. 39-48; 111-116. — (3) Ibíd., p. 45.

(4) (4) Un equipo de sabios de la universidad de California, en Davis, realizó la prueba con un contra-peritaje que no concluyó sin embargo con la autenticidad del mapa de Vinland,

pero que proporcionó solo la nítida y serena demostración de la ineptitud de McCrone para la investigación científica. Cf. La fin d’une longue imposture, CRC 234, julio 1987, p. 3-4.

Aparecido in SS II.

(5) (5) Reproducido in SS I, p. 93. — (6) Ibíd., p. 115.

(7) Diez años después del incendio de Chambéry, Jean Calvin, en su Tratado de Reliquias, reedita la mentira del autor de "Memoria de Pierre d'Arcis": "Quand un Suaire a esté bruslé,

il s’en est tousjours trouvé un nouveau de lendemain. On disoit bien que c’estoit cestuy-la mesme qui avoit esté au paravant, lequel s’estoit par miracle sauvé du feu; mais la paincture

estoit si fresche, que le mentir n’y valoit rien, s’il y eust eu des yeux pour regarder." (Citado por Bouchage, op. cit., p. 10-11).

(8) Incluso antes de los exámenes directos de 1978, desde la primera "prueba" experimental proporcionada por la fotografía en 1898, ya era una tontería pretender que un "pintor"

había pintado en negativo el retrato positivo revelado por el cliché. La autoridad del canónigo Ulysse Chevalier, el erudito modernista, era tal en materia de historia medieval, que esta

tesis sin embargo prevaleció un momento hasta en el espíritu de Paul Vignon mismo. Pero su amigo Yves Delage, el zoólogo agnóstico, miembro de la Academia de Ciencias, lo

acompaña al estudio de este hecho de laboratorio cuyo misterio obsesionaba su espíritu

"Al ser auténtico el sudario desde el siglo XIV, declara en la Academia de Ciencias el 21 de abril de 1902, sería necesario, si la imagen era una pintura de un falsificador, que

haya existido en esta época un artista capaz de realizar una obra apenas al alcance de los más grandes pintores del Renacimiento y que este pintor haya permanecido desconocido. Esto

ya es muy difícil de admitir en cuanto a la imagen pintada en positivo; y se vuelve totalmente increíble si se piensa que fue pintada en negativo, que no tiene ningún carácter estético

bajo esta forma, que no tiene valor sino cuando se invierten las sombras en luces y las luces en sombras, respetando rigurosamente su plan y su valor.", algo imposible si no se realiza

mediante la fotografía desconocida en el siglo XIV (revista científica, 1902, p. 684).

Delage rechazaba de paso la idea de un viraje a negativo de una imagen pintada inicialmente en positivo, como se produjo con los frescos de Cimabue en Asís, los cuales se

restablecen en cliché negativo. Este no puede ser el caso del Santo Sudario, donde la imagen es monocroma y no pudo, en consecuencia, soportar dos modificaciones inversas, los

claros en sombras y las sombras en claros, ya que los claros siempre son claros desde el principio, al ser proporcionados por el fondo natural de la tela.

(9) Le Monde del 15 de octubre de 1988. — (10) Treinta días del 10 de noviembre de 1988.

CRC 250 - Noël 1988 - 25 -

22

IMPOSIBLE VAPORIGRAFÍA De todas maneras, tanto en el siglo XIII como en el I,

¿cómo el cuerpo de un hombre pudo dejar su huella manchada de sangre sobre esta Sábana, con las propiedades que hemos citado? En sus resultados oficiales, el STURP observa: "El problema fundamental, desde un punto de vista

científico, es que algunas explicaciones, que podrían considerarse desde un punto de vista químico, están excluidas por la física"

1, y recíprocamente. Por ejemplo, los coágulos

de sangre y las marcas de flagelación con su halo seroso, que proclaman tanta verdad anatómica y bioquímica, suponen el contacto directo, íntimo, de la tela con un cuerpo humano

herido de esta cruel manera2. Pero la tridimensionalidad de la

huella superficial, postula, al contrario, una acción a la distancia. ¡Contradicción insalvable!

Paul Vignon había intentado conciliar la física con la química por la vaporigrafía. Según esta teoría, elaborada a partir de 1902, con la colaboración de Colson, las manchas de

sangre se explicarían por un contacto directo entre la tela y los coágulos rehumidificados por vapores amoniacales que el cuerpo emanó durante su estancia en el sepulcro. Por otro lado, estos vapores provocados por la fermentación de la urea habrían oscurecido el áloe impregnado en la tela, dejando huellas corporales al contacto con las partes salientes del

cuerpo. Sin embargo, las experiencias de Volckringer

3

mostraron, en 1936, que eso no era nada: los hipotéticos "vapores" actúan solo a distancia y nunca en contacto. Así, la cresta de la nariz debería ser blanca. Pero a la distancia, los vapores se difunden y la imagen se nubla. La vaporigrafía no

explica la definición y las tonos medios de la imagen. En 1978, esta teoría quedó invalidada definitivamente

por los exámenes directos de la Reliquia. Al microscopio, no presenta ninguna difusión vaporigráfica, ni en la superficie, ni en la profundidad de las fibras amarillo paja que dibujan la imagen.

OXIDACIÓN, DESHIDRATACIÓN Y CONJUGACIÓN En consecuencia, prosigue el informe de nuestros sabios

amigos, luego de tener en cuenta la insalvable contradicción de

las propiedades físicas y químicas del Santo Sudario, "el

consenso científico es que la imagen se produjo por algo que se

traduce por una oxidación, una deshidratación y la conjugación

de la estructura polisacárida de las microfibras del lino.4" Al

lector profano, "esto parece tan excitante como un trapo

mojado", reconoce Heller. "Pero para nosotros" bioquímicos, confiesa, es "embriagador". Esta identificación de un cambio intrínseco en la estructura de la celulosa del lino como causa de la imagen, les permitió obtener "fibras de imagen" sumergiendo fibras de fondo sin imagen en ácido sulfúrico concentrado. Al cabo de treinta minutos, tenían el color y la química exactos de las fibras de imagen. La misma corrosión microscópica y las mismas propiedades termográficas

5.

Por ello, el informe continua valientemente: "Tales

transformaciones pueden reproducirse en laboratorio por ciertos procedimientos químicos y físicos. Un tipo de cambio idéntico se puede obtener en el lino con ácido sulfúrico o con calor.

6" Pero es muy cierto que nadie puede realizar en

laboratorio imágenes monocromas negativas tridimensionales. Ni con ácido sulfúrico, ni con calor, ni de ninguna otra manera concebible. Además, pintar con ácido sulfúrico no solo destruiría el pincel, sino también presentaría signos de capilaridad. Y toda fuente de calor irradia de manera difusa, lo que nos lleva a la misma imposibilidad que

la vaporigrafía.

UNA "QUEMADURA" Entonces hay que reconocerlo: "Ningún método

químico o físico conocido puede dar cuenta de la totalidad de la imagen, ninguna combinación de circunstancias físicas, químicas, biológicas o médicas tampoco puede explicar adecuadamente la imagen.

7"

Sin embargo, algo impresionó a nuestros investigadores: la imagen del Santo Sudario presenta todas las propiedades físicas y químicas de una ligera quemadura

8. Con respecto a

esto, el Santo Sudario ofrece todos los elementos de comparación, ya que el lleva las marcas de dos incendios. Ahora bien, la huella corporal presenta el más estrecho

parentesco con las marcas de las primeras quemaduras, anteriores a 1192

9. Mismas características de reflexión

espectral, misma fluorescencia10

.

Es, además, un hecho de experiencia accesible a cualquiera que observe una simple fotografía en color, tomada con luz visible reflejada (fig. 21 y 24). Todo parece monocromo: la coloración de las quemaduras, la de las manchas de agua, de la imagen del cuerpo, sobre un fondo de tela también del mismo color. La simetría de las marcas que dejó el agua muestra que fue bebida por la tela sin que la imagen fuera un obstáculo. Salvo una ligera demora allí donde el agua se encontró con los coágulos de sangre, es decir, el único aporte orgánico químicamente detectable, que cimentó las fibras entre ellas y fue obstáculo para el agua.

La imagen de cuerpo no sufrió ninguna alteración con el fuego del incendio de Chambéry, ni con el agua que sirvió para apagar dicho fuego. Esta estabilidad frente al fuego y al agua, sugiere vivamente la idea de una homogeneidad, de un estrecho parentesco de la imagen de cuerpo con las quemaduras del incendio, idea que se impuso con fuerza a Schwalbe y Rogers, como lo demuestra, con una minuciosa precisión científica, su informe de 1982

11.

UNA "QUEMADURA SOLAR"

A "efectos" parecidos, hay que asignarles las mismas "razones". ¿Cuáles "quemaduras", cuál "incendio"

descubriremos en el origen de la imagen del Santo Sudario? Schwalbe y Rogers dan cuenta del estado de sus

investigaciones con una escrupulosa exactitud: "Nuestras propias

(1) (1) "The basic problem from a scientifïc point of view is that some explanations which might be tenable from a chemical point of view, are precluded by physics." Preliminary

results ; cf. S SI, p. 82.

(2) (2) En luz visible reflejada, las marcas de flagelación presentan la forma de "halteras" que describió el doctor Mérat (fig. 25), y el color de un rojo "sangre" difuso (fig. 21 y 24).

Pero en fluorescencia, Miller y Pellicori descubrieron una estructura mucho más precisa, más definida, en alta resolución, que postula un contacto estrecho de la tela con el cuerpo. De

toda la tela con todo el cuerpo ya que las marcas de flagelación que tienen estas características están diseminadas sobre casi toda la imagen (cf. fig. 21 y 24 y sus leyendas). — (3) SS I,

p. 119-120.

(4) "The scientifïc consensus is that the image was produced by something which resulted in oxidation, déhydration, and conjugation of the polysaccharide structure of the microfibrils

of the linen itself." — (5) SS I, p. 115.

(6) (6) "Such changes can be duplicated in the laboratory by certain chemical and physical processes. A similar type of change in linen can be obtained by sulfuric acid or heat."

(7) (7) "There are no chemical or physical, methods known which can account for the totality of the image, nor can any combination of physical, chemical, biological, or médical

circumstances explain the image adequately." — (8) SS I, p. 79-81.

(9) (9) Supra, p. 6. "Un torpe golpe del incensario", dice el P. Dubarle. Wilson imaginaba que un "atizador" había agujereado la tela con su punta de fuego. Finalmente, parece que la

pez, detectable cerca de estos agujeros, se derrama desde una antorcha sobre el Santo Sudario.

(10) (10) Miller demostró en laboratorio que la fluorescencia rojiza de las quemaduras de 1532 provenían del hecho de que la combustión había ocurrido en una caja cerrada. Mientras

que las huellas de quemaduras anteriores a 1192, quizás ocurridas al aire libre, es decir, en presencia de oxígeno, no son fluorescentes, exactamente como las zonas de imagen de

cuerpo.

(11) (11) Schwalbe, Physics and chemistry of the Shroud of Turin, Analytica Chimica Acta 135 (1982), p. 3-49. Este "informe especial" es una obra maestra de la literatura científica

especializada. CRC 250 - Noël 1988 - 26 -

23

experiencias con lámparas flash intensas y láser ultravioletas, visibles e infrarrojos no reprodujeron con éxito la densidad y la distribución cromática observadas sobre el Sudario."

Por ello, "actualmente, la hipótesis más probable es que la imagen del Sudario es un ligero enrojecimiento "al aire",

producido por temperaturas inferiores a las que serían suficientes para carbonizar la tela"

1. Adler sugiere "un cierto

proceso de calentamiento a baja temperatura, o a alta temperatura de una duración extremadamente corta"

2. Pero es

seguro que la investigación se tropieza aquí con las fronteras de lo experimental, que la "Ciencia se siente desbordada",

como lo preveía Vignon en 19393, por "algo extraordinario",

a lo que desembocan ya las primeras investigaciones experimentales del británico Ashe en el "chamuscado", en 1966: "El Sudario solo se puede explicar si envolvió un cuerpo humano al que le ocurrió algo extraordinario. Ninguna

explicación es posible de otra manera.4" Es equivalente, incluso

aún, la conclusión del STURP, resumida por Adler: "Así, no podemos concebir un solo mecanismo simple que sea también compatible con los estudios de física y de análisis de imagen.

5"

De todas maneras, la definición y las sombras en medio tono de la imagen suponen un sabio control de la fuente de

irradiación. Y como está bien establecido que esta fuente fue el cuerpo de Jesucristo flagelado, crucificado y envuelto, frío y sangrante, la noche del Viernes Santo en esta Sábana, pero que resucitó el tercer día, la "razón de los efectos" está bien identificada, puesto que la Resurrección gloriosa de Jesús en su cuerpo es un hecho histórico tan comprobado como la

Pasión dolorosa cuyo testigo verídico es la Sábana. Aunque el acontecimiento histórico sin precedentes y

jamás repetido, que conmocionó al mundo hace dos mil años, no sea objeto de experimentación en laboratorio, los hombres han tenido una cierta experiencia con las propiedades físicas de la "gloria".

En el camino de Damasco, Cristo resucitado se apareció a San Pablo, en "una luz" capaz de enceguecer, literalmente, físicamente, "durante tres días"

6.

En el monte Tabor, "mientras rezaba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestiduras se volvieron de un blanco fulgurante"

7. "Su rostro resplandeció como el sol, sus

vestiduras se volvieron deslumbrantes como la luz.8"

Remarco la palabra "rostro" porque esta precisión de los Evangelistas corresponde también con lo que observamos en el Santo Sudario y que condujo a Vignon a cuestionar su teoría vaporigráfica: "El Rostro ejercía, parece, una acción privilegiada, que la iluminación del Sudario por tales radiaciones o el uso de ciertas placas vuelve ahora detectable en fotografía. Ahora bien, nuestra tesis no sabría explicar esta acción que parecería irradiación.

9"

Estuvo "el sol" en esta Sábana. Esta imagen es "una

quemadura solar", como lo dice el Abad de Nantes, mi

venerado Maestro y Padre. Por ello, afirmo desde hace diez

años, y lo repito hoy, con una convicción incrementada si es

posible, que el Santo Sudario es la prueba de la muerte y de la

resurrección de Cristo. (Aplausos).

He desempeñado el rol llamado "el abogado del diablo en este debate sobre la autenticidad del Santo Sudario de Turín. Pero

me es insostenible, luego de las tres demostraciones que acabamos de seguir tanto con los ojos como con el entendimiento. Una vez más, me han convencido. Entonces, ¿cómo desempeñar el rol de contradictor sin evidente mala fe cuando no hay nada para destruir de la prueba y nada para oponerle sin que exista la menor consistencia científica? Agrego, para justificar mi abandono de puesto: ¿Qué cosa en el mundo ha sido jamás el objeto de tanta atención, auscultaciones, análisis científicos, investigaciones en todas las disciplinas y áreas posibles? Ahora bien, de este inmenso trabajo sin ningún otro igual, el Santo Sudario sale victorioso, brillante por su autenticidad original, tradicional, fortalecida por todas las conclusiones de las ciencias más modernas. En este palmarés, el primer

lugar vuelve al STURP cuyos trabajos, desde la gloriosa semana del domingo 8 al viernes 13 de octubre de 1978, hasta el funesto 13 de octubre de 1988, día del veredicto infame, aportaron un manojo de pruebas que ya nada podrá jamás aniquilar.

Usted es el testigo autorizado, hermano Bruno, y si lo he presentado como el mejor especialista francés actual en sindonología, es precisamente porque, desde su presencia y sus intervenciones en el Congreso de Turín y de Bologne, supo dominar todos sus trabajos, tan diversos, y acordarle a cada uno, con sagacidad, el grado de certeza que merecían. Ha discutido y descartado algunos, desde el día en que sus conclusiones le parecieron arriesgadas o nulas. Usted ha dejado varias en la espera de verificaciones

necesarias. Enérgicamente recordó y sostuvo, en contra de la opinión general, invenciones injustamente olvidadas o discutidas, como las de don Noguier, de Quidor y del P. Filas, para finalmente elaborar su convicción total que, esta noche, verificada y completada por la exposición del doctor Pierre Mérat, nos parece inquebrantable.

En LA HISTORIA del sudario de Jesús ya no falta ningún eslabón necesario. Pero sobre todo, está marcada desde el origen con el sello de la autenticidad, por la moneda donde hemos distinguido y descifrado el cayado y el exergo, puesta en circulación por Poncio Pilatos, en el tiempo mismo cuando nuestro Credo testifica la muerte de Cristo. Como también, aunque su modestia le retuvo para

no decirnos nada esta noche, sus trabajos de exegeta han sacado a la luz la presencia cierta y el rol singular de este "soudarion", la mañana de Pascua en la tumba, cuando lo observó San Juan como un signo evidente y misterioso y a causa de esto los Apóstoles lo han llevado y guardado desde ese día como una reliquia del Señor resucitado. Luego, usted, como historiador, le sigue el rastro hasta nuestro siglo, donde permanece como un objeto de adoración y de culto por el pueblo fiel.

LA OBSERVACIÓN ANATÓMICA Y FISIOLÓGICA de las huellas del cuerpo y los depósitos de sangre, y su interpretación

médico-legal, han acumulado las pruebas indiscutibles de la flagelación, de la coronación de espinas, de la crucifixión y de la

transverberación padecidas por el hombre del Sudario, excluyendo toda idea de superchería antigua o medieval... Ninguna de estas sabias observaciones que no conducen a la identificación más que cierta, indudable, de este misterioso condenado con el único Jesucristo al que pertenece precisamente este Sudario desde siempre, ¡señaladamente!

(1) Schwalbe, op. cit., p. 27. — (2) SS I, p. 81. — (3) Ibíd., p. 115. — (4) Ibíd., p. 32. (5) (5) "Thus, we cannot conceive of a single simple mechanism that will also be consistent with the physical and image analysis studies." Cf. SS I, p. 81. (6) (6) Ac 9, 3-9. — (7) Lc 9, 29. — (8) Mt. 17, 2. — (9) SS I, p. 79.

CRC 250 - Noël 1988 27

CONCLUSIÓN PROVISORIA DEL ABAD DE NANTES

24

LA FÍSICO-QUÍMICA de esta tela, finalmente, logra levantarlo como un enigma inconcebible, desafiando toda ciencia, con el

fracaso de todas las hipótesis que tienden a dar razón de los efectos y la insuficiencia de las técnicas conocidas o concebibles que obligan a

suponer alguna otra que supera las posibilidades y los pensamientos de los hombres. Esta masa de docta ignorancia arrastra nuestra convicción de estar en presencia de un objeto milagroso, real y sin embargo inexplicable, sometido a nuestros sentidos, nuestras manipulaciones, nuestros aparatos, sin por ello dejarse manipular por cualquiera. Así es, según sus conclusiones, un milagro cuya producción atestigua otro y más grande milagro del cual es testigo y el efecto, milagro que debe ser esta resurrección corporal de

Jesús de la que los Evangelios y la Iglesia testifican la plena realidad. Queda esta gran novedad de la datación por el carbono 14. ¿Cómo podría contradecir válidamente, con sus mediciones de

objetos imperceptibles a los sentidos, y con sus interpretaciones inaccesibles, al principio inverificables, la masa coherente de estas pruebas que acabamos de inspeccionar y de las que nuestros ojos han sido testigos y nuestros espíritus los garantes? Esto es lo que nos queda estudiar, no para evacuar un dato objetivo o una prueba científica molesta, sino para obtener una rigurosa y verificable confirmación de la autenticidad ya perfectamente establecida del Santo Sudario de Turín.