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3 Vol. 21, núm. 1, mayo de 2013 Ciencia Pesquera Prólogo La revista Ciencia Pesquera se ha caracterizado a lo largo del tiempo por ser un medio de difusión de la investigación aplicada a la evaluación de pesquerías, tecnología de captura y administra- ción de recursos pesqueros de México. Los tra- bajos publicados son, en todos los casos, los re- sultados de proyectos vigentes que están dando soluciones en tiempo real a problemas concretos de las necesidades de investigación en materia de pesca del país. Esta característica hace de ésta, una publicación singular en su contenido, ya que muestra, conforme los estándares científicos de rigor, los progresos en la investigación pesque- ra dentro de las distintas regiones de nuestro país. En este número de Ciencia Pesquera, en la sección de artículos científicos se han publi- cado cuatro contribuciones; la primera de ellas sobre la relación entre la abundancia de calamar gigante y los factores ambientales que influyen en su variabilidad, tema relevante que intenta analizar hipótesis alternativas acerca de los cam- bios repentinos en este importante recurso del Golfo de California. La segunda contribución muestra la situación actual de jaiba azul, su es- tructura poblacional y su patrón de crecimiento individual en Jalisco, información relevante para entender importantes rasgos demográficos de la especie que, sin duda, tienen trascendencia en la administración de este recurso. Se analizan tam- bién la distribución y la abundancia del tiburón oceánico de aletas blancas en el océano Pacífico central mexicano, a la vez que se ofrecen eviden- cias de la situación actual de esta especie y del desempeño de la flota de palangre de México. Por último, se presenta una propuesta de regio- nalización de la pesca de ribera en el noroeste del país, como una contribución para solucionar el difícil problema de la administración de una pesquería multiespecífica, dando nuevas orien- taciones hacia el manejo efectivo. En la sección de “Avisos de arribo” se inclu- ye una contribución que de manera exitosa ha realizado un diagnóstico de enfermedades in- fecciosas en organismos acuáticos, valiéndose de la técnica PCR (Polymerase Chain Reaction), que sirve para amplificar un fragmento de ADN. Hecha la amplificación resulta mucho más fácil identificar, con una muy alta probabilidad, virus o bacterias causantes de una determinada enfer- medad. Esta propuesta, tras su valoración y su interpretación, es prometedora con respecto a los aspectos de la inocuidad acuícola tan nece- saria en la producción de alimentos de esta na- turaleza. En la sección de “Estudios socioeconómi- cos” se presenta un estudio de la cucaracha de mar (un tipo de molusco) en las zonas costeras del estado de Guerrero enfocado en los aspectos de la pesca, la oferta y la demanda de este recur- so, mostrando la situación actual, el potencial y las necesidades de manejo que deben conside- rarse ante la presencia de este sensible recurso. Por último se presentan dos reseñas bi- bliográficas: la primera de ellas registra los re- sultados del periodo que va de 2004 a 2010 del Programa de Observadores Científicos a bordo de la flota camaronera de altamar en el océano Pacífico mexicano: la alta resolución de la distri- bución y la abundancia relativa de las distintas especies de camarón. La obra sin duda será de gran interés para un amplio público. La segunda reseña ofrece un análisis sobre los distintos en- foques de la pesca, que no debe limitarse a la vi- sión de los patrones ecológicos y poblacionales,

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3Vol. 21, núm. 1, mayo de 2013 Ciencia Pesquera

Prólogo

La revista Ciencia Pesquera se ha caracterizado a lo largo del tiempo por ser un medio de difusión de la investigación aplicada a la evaluación de pesquerías, tecnología de captura y administra-ción de recursos pesqueros de México. Los tra-bajos publicados son, en todos los casos, los re-sultados de proyectos vigentes que están dando soluciones en tiempo real a problemas concretos de las necesidades de investigación en materia de pesca del país. Esta característica hace de ésta, una publicación singular en su contenido, ya que muestra, conforme los estándares científicos de rigor, los progresos en la investigación pesque-ra dentro de las distintas regiones de nuestro país. En este número de Ciencia Pesquera, en la sección de artículos científicos se han publi-cado cuatro contribuciones; la primera de ellas sobre la relación entre la abundancia de calamar gigante y los factores ambientales que influyen en su variabilidad, tema relevante que intenta analizar hipótesis alternativas acerca de los cam-bios repentinos en este importante recurso del Golfo de California. La segunda contribución muestra la situación actual de jaiba azul, su es-tructura poblacional y su patrón de crecimiento individual en Jalisco, información relevante para entender importantes rasgos demográficos de la especie que, sin duda, tienen trascendencia en la administración de este recurso. Se analizan tam-bién la distribución y la abundancia del tiburón oceánico de aletas blancas en el océano Pacífico central mexicano, a la vez que se ofrecen eviden-cias de la situación actual de esta especie y del desempeño de la flota de palangre de México. Por último, se presenta una propuesta de regio-nalización de la pesca de ribera en el noroeste del país, como una contribución para solucionar

el difícil problema de la administración de una pesquería multiespecífica, dando nuevas orien-taciones hacia el manejo efectivo.

En la sección de “Avisos de arribo” se inclu-ye una contribución que de manera exitosa ha realizado un diagnóstico de enfermedades in-fecciosas en organismos acuáticos, valiéndose de la técnica pcr (Polymerase Chain Reaction), que sirve para amplificar un fragmento de adn. Hecha la amplificación resulta mucho más fácil identificar, con una muy alta probabilidad, virus o bacterias causantes de una determinada enfer-medad. Esta propuesta, tras su valoración y su interpretación, es prometedora con respecto a los aspectos de la inocuidad acuícola tan nece-saria en la producción de alimentos de esta na-turaleza.

En la sección de “Estudios socioeconómi-cos” se presenta un estudio de la cucaracha de mar (un tipo de molusco) en las zonas costeras del estado de Guerrero enfocado en los aspectos de la pesca, la oferta y la demanda de este recur-so, mostrando la situación actual, el potencial y las necesidades de manejo que deben conside-rarse ante la presencia de este sensible recurso.

Por último se presentan dos reseñas bi-bliográficas: la primera de ellas registra los re-sultados del periodo que va de 2004 a 2010 del Programa de Observadores Científicos a bordo de la flota camaronera de altamar en el océano Pacífico mexicano: la alta resolución de la distri-bución y la abundancia relativa de las distintas especies de camarón. La obra sin duda será de gran interés para un amplio público. La segunda reseña ofrece un análisis sobre los distintos en-foques de la pesca, que no debe limitarse a la vi-sión de los patrones ecológicos y poblacionales,

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sino considerar también los aspectos sociales y de desarrollo económico, las interacciones y la forma en cómo suceden, pues son de relevancia para que una administración sea efectiva. Se in-cluyen, asimismo, las tendencias hacia el co-ma-nejo y a promover cambios en los enfoques de la investigación, para que ésta se más integral, participativa y objetiva.

Estoy seguro de que, además de que la co-munidad científica encontrará este número inte-resante, promoverá la reflexión y la discusión so-bre estos relevantes temas. Toda la información mostrada aquí nos ayudará en lo individual y en lo colectivo a replantear o refirmar hipótesis de investigación, que vale la pena volver a analizar y a confrontar ante las nuevas evidencias de estas contribuciones.

Dr. Enrique Morales Bojórquez

Enrique Morales Bojórquez

Ciencia Pesquera 21(1): 3-4, mayo de 20134

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5 Ciencia Pesquera

Abundancia del calamar gigante Dosidicus gigas y su relación con factores ambientales en el Golfo

de California, México

Violeta E. González-Máynez*, Manuel O. Nevárez-Martínez*, Artemio Gallegos-García**, Erik Márquez-García*** y Ranulfo Rodríguez-Sobreyra**

Para determinar la posible relación entre el calamar gigante y el ambiente se utilizaron imágenes sate-litales de composición mensual de temperatura superficial del mar (tsm) y clorofila-a (Chl-a), datos de captura por unidad de esfuerzo (cpue) de sardina Monterrey (Sardinops sagax) y una estimación de abun-dancia y distribución de calamar gigante de junio de 2005 en el Golfo de California. La relación entre estas variables se exploró usando regresiones múltiples y se aplicó un modelo parabólico que fue significativo (r2 = 0.895, p<0.05). Se observó un intervalo en donde la abundancia de calamar gigante es máxima cuan-do se presentan valores medios de cpue de sardina Monterrey y valores altos de tsm para el mes de junio de 2005. Se concluye que al parecer existe una relación no lineal entre la distribución del calamar gigante y estas variables ambientales en el Golfo de California.Palabras clave: Captura por unidad de esfuerzo, tsm, Chl-a, sardina Monterrey, calamar gigante.

Abundance of jumbo squid Dosidicus gigas and its relation to environmental factors in the Gulf of California, Mexico

We analyzed the relationship between the jumbo squid and environmental factors. We used monthly images of sea surface temperature (sst), chlorophyll-a (Chl-a), catch-per-unit-effort of Pacific sardine (Sardinops sagax) (cpue) and an estimate of abundance and distribution of jumbo squid during June 2005 in the Gulf of California. The relationship between these variables was analyzed using multiple regressions analysis and a parabolic model; this was statistically significant (r2 = 0.895, p<0.05). Mean values of cpue and highest values of sst during June 2005 shown a range of where the abundance of jumbo squid was maximum. We concluded that there is a nonlinear relationship between the distribution of jumbo squid and these environmental variables in the Gulf of California.Key words: Catch-per-unit-effort, sst, Chl-a, Pacific sardine, jumbo squid.

* Centro Regional de Investigación Pesquera - Guaymas, Instituto Nacional de Pesca. Calle 20 Sur No. 605, Col. La Cantera, Guaymas, Sonora. 85400, México. [email protected]

** Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, unam, Ciudad Universitaria, Coyoacán 04510, México, df.

*** Instituto Nacional de Pesca, sagarpa, Pitágoras 1320, Benito Juárez 03310, México, df.

Ciencia Pesquera (2013) 21(1): 5-13

Introducción

En el Golfo de California, localizado en la re-gión noroeste del Pacífico mexicano, se desa-rrollan diversas e importantes pesquerías, entre las que destaca la de calamar gigante Dosidicus gigas (D’Orbigny 1835); este molusco cefalópo-do considerado endémico del Pacífico oriental, se distribuye desde California hasta Chile (Nesis 1983, Ehrhardt et al. 1986, Hernández-Herrera

et al. 1996, Nevárez-Martínez et al. 2000). Den-tro del Golfo de California llega a alcanzar tallas de hasta 120 cm de longitud de manto (lm) y pe-sos de hasta 35 kg (Ehrhardt et al. 1986, Hernán-dez-Herrera et al. 1996, Nevárez-Martínez et al. 2006); se alimenta de peces mictófidos, sardinas, macarelas, engraúlidos, carángidos (Ehrhardt 1991), así como de crustáceos, calamares gigan-tes y otros cefalópodos (Markaida 2001).

En esta región, la actividad pesquera es llevada a cabo por tres flotas, una artesanal en Santa Rosalía, Baja California Sur, y dos más en Guaymas, Sonora, una artesanal y otra de bar-cos camaroneros (Morales-Bojórquez et al. 2001, Nevárez-Martínez et al. 2006). El arte de pesca utilizado para la explotación de este recurso son las poteras manuales de seis coronas, las jorna-das son nocturnas, con periodos de iluminación

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V.E. González-Máynez, M.O. Nevárez-Martínez, A. Gallegos-García, E. Márquez-García y R. Rodríguez-Sobreyra

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antes de comenzar la actividad de pesca. Esta pesquería es considerada una actividad impor-tante para la región por los empleos e ingresos que genera; sin embargo, están condicionados a las fluctuaciones impredecibles de los periodos abundantes, asociados a mayores volúmenes de biomasa (Nevárez-Martínez et al. 2008), segui-dos por descensos en los volúmenes capturados atribuidos a la modificación de la distribución y la abundancia de sus presas potenciales, como lo son los peces pelágicos menores del área (Ehr-hardt 1991, Nevárez-Martínez et al. 2000, 2008, Markaida 2001) y, más específicamente, la sardi-na Monterrey (Sardinops sagax) (Nevárez-Martí-nez et al. 2000). Por las amplias fluctuaciones en disponibilidad y abundancia del calamar gigante, así como por su alta mortalidad natural, esta pes-quería es considerada muy inestable (Ehrhardt et al. 1986, Nevárez-Martínez et al. 2000).

Las variaciones en el tamaño poblacional de la sardina Monterrey están muy relacionadas con el ambiente por ser organismos sensibles a las anomalías térmicas (Nevárez-Martínez 2000), los cambios se reflejan tanto en su abundancia como en la disponibilidad para la flota pesquera y, por consiguiente, en sus capturas (Lluch-Bel-da et al. 1986, Cisneros-Mata 1987, 1996, Ham-man et al. 1988, Nevárez-Martínez et al. 2001, Martínez-Zavala et al. 2010). Nevárez-Martínez (2000) encontró que existe una relación entre la abundancia relativa de sardina Monterrey, las surgencias y la tsm en el Golfo de California, y que la variabilidad observada en la abundancia está influenciada por factores ambientales.

La hipótesis establece que los factores am-bientales influyen en las grandes agregacio-nes de D. gigas, ya que modifican el patrón de comportamiento y de agregación de sus presas potenciales. Para identificar estos factores se utilizaron el análisis de imágenes satelitales de temperatura superficial del mar (tsm) y clorofi-la-a (Chl-a), que fueron empleadas debido a la sinopticidad, la continuidad y la extensión geo-gráfica de sus mediciones (Gallegos et al. 1996). Las imágenes de tsm han aportado información valiosa en la evaluación de otros recursos pes-queros y del ecosistema en general (Yáñez et al. 1996, Waluda et al. 2001, Nevárez-Martínez et al. 2002, Morales-Bojórquez et al. 2003, Zheng-Rui 2008, Manzano-Sarabia y Salinas-Zavala 2008,

Vallarta-Zárate 2010). Por su parte, la Chl-a es-timada por sensores remotos es un indicador de la biomasa fitoplanctónica. En aguas oceánicas, las características ópticas son dominadas por el fitoplancton, y las características del espectro observado pueden ser directamente relaciona-das con la concentración de Chl-a (Moses et al. 2009). Es por ello que el objetivo de este estu-dio fue analizar la distribución y la abundancia del calamar gigante a partir de datos obtenidos durante un crucero de investigación realizado en junio de 2005 en el Golfo de California, así como su relación con la tsm y la abundancia de sardina Monterrey.

Materiales y métodos

El área de estudio comprende la parte central del Golfo de California desde el sur de Isla Tiburón en Sonora hasta Isla San José en Baja California Sur, superficie comprendida entre los paralelos de 28° 17.84’ y los 25° 43.81’ n y los meridianos 113° 12.49’ y 108° 37.49’ o. Esta superficie fue dividida en seis áreas para facilitar un mejor aná-lisis (Fig. 1).

El análisis de tsm se realizó a partir de 365 imágenes satelitales avhrr (Advanced Very High Resolution Radiometer) diarias, de los pasos nocturnos de los satélites noaa 12, 14 y 18, con resolución de 1.1 km2 correspondientes a los meses de junio de 1996 a 2009, con las que se generaron composiciones semanales y men-suales; esta información se obtuvo de la base de datos bitsmex/icmyl-unam. Para el análisis de Chl-a se trabajó con composiciones mensuales generadas a partir de imágenes satelitales cap-tadas por el sensor modis-Aqua con resolución espacial de 1 km2, correspondientes a los meses de junio de 2003 a 2009, obtenidas de la base de datos satmo-conabio. En cada área se calculó el “junio típico” para ambas variables ambienta-les, siendo éste el resultado del promedio de las composiciones mensuales; asimismo, se calcula-ron las variaciones por área de las composicio-nes mensuales con respecto al “junio típico” lo que se conoce como anomalías.

Para el análisis de distribución y abundancia de D. gigas se utilizó información recopilada du-rante un crucero de pesca exploratoria en junio

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Abundancia del calamar gigante y factores ambientales en Golfo de California

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de 2005, a bordo del Buque de Investigación Pes-quera bip xi (inapesca). Se cubrió una red de 50 estaciones en nueve líneas perpendiculares a la costa dentro del área de estudio. En cada estación se emplearon seis poteras manuales, utilizando atracción con luz, la cual consistió de 15 minutos de iluminación previa al inicio de la actividad de muestreo, que tuvo una duración de 30 minutos. En cada estación se registró la posi-ción exacta al inicio y al término de la actividad, el tiempo de iluminación previa, tiempo efectivo de pesca, el número de calamares capturados y el peso total (kg) de la captura por estación.

En cada estación positiva se realizó un mues-treo masivo donde se determinó la lm (cm) de cada organismo capturado; estos datos fueron agrupados en intervalos de dos centímetros para conocer la distribución de frecuencias de longi-tud, así como la talla media ponderada por la marca de clase por cada área.

De cada muestreo masivo obtenido por es-tación se tomaron 15 organismos a los que se les determinó, además, el sexo y la fase de madurez gonádica de acuerdo con la escala establecida por Lipinski (1979). Se consideraron inmaduros

aquellos organismos en estadio i, ii y iii, y madu-ros iv, v, vi. Se determinó también la frecuen-cia relativa de la fase de madurez de machos y hembras. La biomasa se estimó a partir del mé-todo de área barrida estratificada y se utilizaron los estimadores propuestos por Pierce y Guerra (1994) y Nevárez-Martínez et al. (2000).

Se utilizaron los datos de capturas y la cap-tura por unidad de esfuerzo (cpue) de la sardi-na Monterrey desembarcadas en el puerto de Guaymas, Sonora; las capturas fueron llevadas a cabo en junio de 2005 dentro de cada una de las seis áreas propuestas. La cpue se usó como un indicador de abundancia relativa (Cubillos et al. 1998, Nevárez-Martínez et al. 2008), toman-do en cuenta el número de viajes realizados por la flota. Estos datos fueron proporcionados por el Centro Regional de Investigación Pesquera (crip) de Guaymas.

Se utilizó un modelo parabólico para deter-minar la relación entre las variables ambientales y la abundancia de calamar gigante:

Abundancia = (b1∙cpuemty+c1∙cpuemty2)∙ (b2∙ tsm+c2∙ tsm2)

Fig. 1. Área de estudio. Golfo de California.

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Resultados

Del análisis climatológico de tsm y Chl-a se de-riva una correlación negativa de -0.682, en la que destaca un comportamiento espacio-temporal inverso entre las dos variables. Las áreas loca-lizadas en la parte occidental del Golfo (i, iii, v) presentaron valores de temperatura más ba-jos que las de la parte oriental (ii, iv, vi). De manera generalizada se observó un aumento de temperatura de norte a sur del área de estudio. Los valores más altos de Chl-a se presentaron en el norte y los más bajos en el sur, donde las tem-peraturas fueron más altas. Las anomalías de tsm para el año 2005 fueron negativas para todas las áreas respecto al “junio típico”, por lo que se pue-de considerar que el mes de junio 2005 fue frío, respecto a los demás años analizados (Tabla 1).

Tabla 1Valor típico de Chl-a calculado de 2003 a 2009, y “junio

típico” estimado desde 1996 hasta 2009, con sus respectivas anomalías en 2005

Área

Valo

r típ

ico

de C

hl-a

(m

g/m

l3 )

Ano

mal

ías

de

Chl

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(mg/

ml3 )

“Jun

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pico

” (°

c)

Ano

mal

ías

de

tsm

200

5 (°

c)

I 1.35 0.22 25.18 0.08II 1.21 0.10 26.53 -0.09III 0.93 -0.09 26.25 -0.80IV 0.67 0.01 27.06 1.06V 0.62 0.10 26.18 1.69VI 0.70 0.03 27.19 1.65

Las estimaciones de biomasa de D. gigas fueron mayores en las áreas vi y i (en orden de impor-tancia), y menores en las iii y v que en el resto de los sitios (Fig. 2). El mayor porcentaje de ca-lamares maduros (75%) se concentró en el área iv, mientras que en el área i se encontró el por-centaje más bajo (9%). Los organismos inmadu-ros se localizaron mayormente en la parte occi-dental (áreas i, iii y v) y los maduros en la parte oriental del Golfo de California (áreas ii, iv y vi) (Fig. 3). La longitud promedio del manto osciló entre 24 cm y 43 cm lm (Fig. 4); se observó que los organismos de tallas mayores se encontraron en la zona norte del área de estudio, disminuyen-

do de manera paulatina hacia el sur. Lo anterior fue corroborado mediante un análisis de varian-za de una vía, que indicó diferencias significati-vas (p < 0.05).

Fig. 2. Biomasa de calamar gigante Dosidicus gigas estimada por área, en el Golfo de California durante junio de 2005.

Fig. 3. Frecuencia relativa (%) de organismos en estadíos in-maduro y maduro por área.

Con base en la cpue, el máximo de abundan-cia de sardina Monterrey estuvo en el área ii y la menor en el área iii porque ahí los lances de pesca realizados fueron negativos; el resultado anterior se atribuye a la escasa abundancia del recurso ya que la prospección por parte de la flo-ta sí se realizó (Tabla 2).

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Abundancia del calamar gigante y factores ambientales en Golfo de California

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Fig. 4. Tallas promedio de longitud de manto (lm, en cm) del calamar gigante Dosidicus gigas, por área, en junio de 2005.

Tabla 2Capturas en toneladas de peces pelágicos menores y sardina

Monterrey para cada área

Área

Pelá

gico

s (t

)

Mon

terr

ey

(t)

Via

jes

(v)

pelá

gico

s

Via

jes

(v)

Mon

terr

ey

cp

ue

Pe

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cp

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M

onte

rrey

I 1 223.2 730.8 11 8 111.2 91.4II 8 267.9 7 762.9 57 55 145.1 141.1III — — — — — —IV 279.0 1 3 1 93.0 1V 198.3 1 1 1 198.3 1VI 1 542.5 58.4 11 1 140.3 58.4

El modelo parabólico mostró los siguientes va-lores de sus parámetros: b1 = 122.3604; c1 = -0.8376; b2 = -18.9068; c2= 0.7711 (Fig. 5). La relación estimada indica que el valor de la va-rianza explicada por el modelo fue r2 = 0.895 (p < 0.05). Existe un intervalo óptimo en don-de la abundancia de calamar gigante es máxima cuando se presentan valores medios de cpue de sardina Monterrey, y valores altos de tsm regis-trados en el área de estudio para el mes de junio de 2005.

Discusión

La alta biomasa fitoplanctónica favorece el au-mento de la biomasa de los elementos superiores

de la cadena alimenticia (Bulgakov y Martínez-Zatarain 2006). Las aguas subsuperficiales son normalmente ricas en nutrientes y una vez en la zona fótica son altamente productivas, por lo que las áreas de surgencia soportan grandes bio-masas de plancton, stocks masivos de peces y po-blaciones de mamíferos y aves marinas (Parrish et al. 1981, Cury et al. 1995, Bakun 1998, Lluch-Cota 2000). El Golfo de California tiene zonas altamente productivas que favorecen la presen-cia y la reproducción de la sardina Monterrey, que se han asociado a zonas ricas en biomasa fitoplanctónica (Lluch-Belda et al. 1986, Nevá-rez-Martínez 2000). Por lo anterior, es probable que las condiciones de alimentación del calamar gigante se vean favorecidas en las áreas donde hay surgencia, resultado que coincide con lo re-portado por Markaida (2001), quien argumenta que el calamar gigante se concentra en las zonas de surgencias alternas del Golfo de California, donde encuentra alimento abundante. Ehrhardt (1991) menciona que la sardina Monterrey es la especie de mayor importancia dentro del Golfo de California, basado en un análisis del conteni-do estomacal de calamar gigante, mientras que Markaida (2001) considera que es una presa se-cundaria.

En todas las áreas donde hubo capturas de sardina Monterrey, la biomasa de calamar gigan-te fue relativamente alta, superando usualmen-te las 3 000 t (Fig. 2). En el área iii, los valores estimados de biomasa de calamar fueron los más bajos del área de estudio, probablemente como resultado de los valores bajos de biomasa fitoplanctónica, incapaces de sostener una gran abundancia de peces pelágicos, lo que repercute en el registro nulo de capturas de sardina Monte-rrey y es posible que en la disminución de abun-dancia o disponibilidad de otros organismos que conforman la dieta del calamar.

Existen áreas en donde la biomasa de cala-mar gigante es de las más grandes, mientras que la abundancia relativa de sardina Monterrey tie-ne valores intermedios, por lo que cabe recordar que la asociación de los datos aquí analizados no es lineal, sino que existe un intervalo óptimo en los valores medios de abundancia relativa de sardina Monterrey. Cabe destacar que de algunos orga-nismos de la dieta del calamar gigante no se tie-nen índices de la abundancia de sus poblaciones,

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dinámica poblacional y disponibilidad, así como su desplazamiento dentro del Golfo de Califor-nia, y la relación que tienen con las variables tomadas en cuenta en este estudio, por lo que es importante realizar una investigación más exhaustiva sobre las comunidades que forman parte de la dieta de este organismo y las prefe-rencias alimenticias en ambas costas del Golfo de California.

Por lo que respecta a la hipótesis de este trabajo, los resultados permiten hacer algunos comentarios. En principio muestra que existe una relación entre las variables estudiadas y la distribución y la abundancia del calamar gigan-te. Sin embargo, debe notarse que no se trabajó con muchos datos, por lo que al incrementarse la cantidad de información analizada (amplian-do los grados de libertad), no se puede descartar que pudieran cambiar los resultados, aunque no se sabe en qué sentido. Los parámetros ambien-tales y biológicos utilizados en este trabajo no pueden explicar las variaciones de abundancia del calamar gigante en la zona de estudio; sin embargo, hay evidencias de que existe una rela-ción no lineal entre estos parámetros biológico-ambientales y la distribución del calamar gigante

en el Golfo de California. Asimismo, existe un intervalo óptimo en donde la abundancia del ca-lamar es máxima, combinándose entre sí valores altos de tsm y valores medios de cpue de sar-dina Monterrey. Nevárez-Martínez et al. (2008) encontraron una alta correlación entre la bioma-sa de calamar gigante y las capturas de sardina Monterrey con una serie de datos mayor de la que en este trabajo se presenta, por lo que se sugiere enriquecer el número de observaciones biológico-ambientales y realizar estudios de lar-go plazo de este recurso en el futuro.

En cuanto al análisis de tallas se refiere, Hernández-Herrera et al. (1998) mencionaron la existencia de una sola cohorte reclutada en mayo, cuando los calamares tienen seis meses de edad y una longitud que va de los 24 a 50 cm lm, lo que concuerda con la distribución de tallas medias encontradas en este estudio que van de los 24 cm a los 43 cm lm, por lo que posiblemen-te estos organismos corresponden a una sola co-horte. Asimismo, se observó un gradiente entre ellas: los calamares más grandes hacia el norte del Golfo de California y los menores al sur, lo que coincide con los resultados de Hernández-Herrera et al. (1996). Markaida (2001) sugirió

Fig. 5. Abundancia de calamar gigante Dosidicus gigas en las seis áreas propuestas. Eje x: cpue de sardina Monterrey; Eje y: tsm; Eje z: toneladas de calamar gigante.

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Abundancia del calamar gigante y factores ambientales en Golfo de California

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un patrón de segregación espacial del calamar gigante por tallas de madurez, con los calama-res más grandes habitando las áreas de pesca ca-racterizadas por surgencias periódicas de aguas altamente productivas, mientras que los calama-res de talla de madurez mediana se distribuyen afuera de las áreas de surgencia, en aguas me-nos productivas; los resultados aquí presentados coinciden en la segregación de los organismos por talla, ya que se localizó a los individuos más grandes al norte del área de estudio, donde se registró la mayor productividad, pero difieren de Markaida (2001), en cuanto a que la mayor proporción de organismos maduros se encontró fuera de las áreas más productivas, en la región central del Golfo.

En cuanto a la madurez gonádica, el mayor porcentaje de organismos maduros, tanto hem-bras como machos, se presentó en el área iv frente a las costas de Guaymas, resultado que coincide con lo propuesto por Hernández-He-rrera et al. (1996), quienes destacan la importan-cia de esta área como zona de reproducción del calamar gigante en esta época del año, que debe tomarse en cuenta junto con las cercanías de Santa Rosalía en bcs, área propuesta por Ehr-hardt et al. (1986) como importante de desove.

Conclusiones

• Durante junio de 2005 se observó una rela-ción no lineal entre los parámetros biológi-cos-ambientales y la distribución del cala-mar gigante Dosidicus gigas en el Golfo de California; así como un intervalo óptimo en donde la abundancia del calamar es máxima, combinándose entre sí valores altos de tsm y valores medios de cpue de sardina Mon-terrey.

Agradecimientos

Al personal del crip Guaymas, por su amabili-dad y colaboración durante la realización de este trabajo; a Ma. de los Ángeles Martínez Zavala y Dana Arizmendi Rodríguez, por sus comentarios.

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Recibido: 18 de agosto de 2012Aceptado: 8 de febrero de 2013

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15 Ciencia Pesquera

Estructura poblacional y crecimiento individual de Callinectes arcuatus en la Laguna

Barra de Navidad, Jalisco

Judith Arciniega-Flores* y José Mariscal-Romero*

La estructura de tallas de la población se determinó a partir de 3 014 individuos (122.5 kg en peso fresco) de Callinectes arcuatus, que fueron recolectados durante 26 meses en la Laguna de Barra de Navidad, Jalisco, México. El ancho del caparazón (ac) varió de 22.5 mm a 128.3 mm, tanto en organismos juve-niles como adultos, y durante todo el periodo de estudio se conformaron tres grupos modales con tallas promedio de 49 mm, 71 mm y 94 mm. De acuerdo con las constantes de crecimiento de von Bertalanffy calculadas l∞ = 103.14 mm, ac y k=2.79mm∙año-1, los tres grupos representaron organismos de 0.19, 0.60 y 1.28 años, respectivamente. Las hembras ovígeras se encontraron de septiembre 2005 a febrero 2006 y, en menor proporción, en abril, mayo y julio 2006, pero estuvieron ausentes en marzo. La variación de las abundancias de las hembras ovígeras coincide con el reclutamiento de nuevos grupos de edad (reclutas). La talla de primera madurez de las hembras fue de 86 mm ac (0.99 años). Durante todo el periodo de estudio, la proporción sexual estuvo dominada por machos (1.35:1), particularmente notable en agosto y septiembre de 2005; las hembras solamente fueron mucho más abundantes (2:1) en octubre 2004 y en febrero 2005 (1.89:1) mientras que en otros periodos de 12 meses se presentó una proporción 1:1. El valor de la pendiente de las relaciones ancho del caparazón-peso de machos y hembras, machos y hembras no ovígeras, machos y hembras ovígeras y hembras ovígeras y no ovígeras, fueron significativamente diferen-tes en todos los casos. Palabras clave: Abundancia, proporción-sexual, crecimiento, madurez, jaibas.

Individual growth and population structure of Callinectes arcuatus in Barra de Navidad Lagoon, Jalisco

Size structure for the population of Callinectes arcuatus in Barra de Navidad Lagoon, Jalisco was deter-mined from 3 014 organisms (122.5 kg total wet-weight) collected throughout 26 months. Measurements of carapace width (cW) ranged from 22.5 mm to 128.3 mm, including adults and juveniles, which were distributed in three modal groups during the whole study: sizes 49 mm, 71 mm and 94 mm cW. Von Bertalanffy’s growth parameters were estimated as l∞ = 103.14 mm cW and k=2.79mm∙year-1, ages of the three groups were 0.19, 0.60 and 1.28 years of age, respectively. Mature females (ovigerous) were found between September 2005 and February 2006, less abundant in April, May and July 2006, and absent in March. Variations of mature females’ abundance coincide with the appearance of new age groups (re-cruits). First maturity size of females was 86 mm cW (0.99 years of age). Sex-ratio was dominated overall by males (1.35:1), especially in August and September 2005; females were significantly abundant (2:1) in October 2004 and February 2005 (1.89:1), while in the other 12 months the ratio was 1:1. Regression slo-pes of carapace width-weight for males vs. females, males vs. non ovigerous females, males vs. ovigerous females and ovigerous vs. non ovigerous females were significantly different in all cases.Key words: Abundance, sex-ratio, growth, maturity, blue-crab.

* Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de la Cos-ta Sur. Depto. de Estudios para el Desarrollo Sustentable de Zonas Costeras. Gómez Farías 82, San Patricio-Melaque, Ja-lisco 48980 México. [email protected]

Ciencia Pesquera (2013) 21(1): 15-26

Introducción

Las lagunas costeras constituyen recursos natu-rales de gran valor tanto ecológico, como eco-

nómico y social (Castañeda y Contreras 2003). Desde los puntos de vista físico, climático, hi-drológico, geológico, químico y biológico, los ecosistemas estuarino-lagunares poseen carac-terísticas ambientales que les permiten jugar un importante papel como áreas de crianza y desa-rrollo de muchas especies marinas; por tal razón, figuran después de los arrecifes de coral entre los sistemas naturales más productivos del mundo,

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J. Arciniega-Flores y J. Mariscal-Romero

así para las pesquerías como para la acuicultura (Yi-Jay et al. 2012).

Las lagunas costeras sirven como refugio de etapas juveniles de diversos organismos marinos y son un hábitat crítico durante la migración o el ciclo de vida de numerosas especies de peces y crustáceos, debido a la alta disponibilidad de ali-mento y a las particulares condiciones hidrológi-cas que influyen sobre los procesos fisiológicos de los mismos.

Entre los crustáceos decápodos, una de las familias mejor representadas es la Portunidae, en la que se incluye a las jaibas (cangrejos na-dadores), que se distribuyen a lo largo de costas tropicales y templadas (Escamilla-Montes 1998), tanto en aguas marinas como salobres. En el Pa-cífico centro oriental se conocen cinco géneros y 16 especies de la familia Portunidae (Paul 1982, Hendrickx 1995). En particular en el litoral del Pacífico mexicano, el género Callinectes com-prende a las especies: C. bellicosus (Stimpson 1859) (jaiba verde), C. arcuatus Ordway 1863 (jaiba azul) y C. toxotes Ordway 1863 (jaiba ne-gra), que representan un recurso pesquero im-portante. C. arcuatus vive sobre fondos lodosos en estuarios, sistemas lagunares y aguas marinas costeras, desde California, eu, hasta Perú, in-cluyendo el Golfo de California, México (Garth y Stephenson 1966, Williams 1974, Hendrickx 1995).

Sobre la ecología, la estructura de tallas y el crecimiento de C. arcuatus se han realizado di-versos estudios, la mayoría de ellos en el Gol-fo de California (Paul 1982, Escamilla-Montes 1998, Hernández-Moreno 2000, Arreola-Lizá-rraga et al. 2003, Nevárez-Martínez et al. 2003, Hernández y Arreola-Lizárraga 2007), en Na-yarit (Fernández-Luna et al. 1999), en Colima (Estrada-Valencia 1999) y en Oaxaca (Gil y Sar-miento 20011). Entre las publicaciones sobre pesquerías, biología poblacional y reproducti-va destacan los de Chávez-Dagostino (1998), Molina-Ocampo (2000), Castro-Longoria et al.

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Debido a que se encontraron evidencias de alta variabilidad en los parámetros poblacionales para esta especie, determinados en otras locali-dades, así como falta de información para la La-guna de Barra de Navidad, se diseñó un estudio con el objetivo de analizar la estructura de tallas, determinar los parámetros de crecimiento y cono-cer los periodos reproductivos y de reclutamiento.

Materiales y métodos

La Laguna Barra de Navidad tiene una exten-sión de 3.81 km2 y se localiza en la costa sur del estado de Jalisco, en el municipio de Cihua- tlán, entre 19° 11’ y 19° 12’ n y 104° 39’ y 104° 41’ o (Castañeda y Contreras 1994); posee una orienta-ción sureste (se)-noroeste (no) y se encuentra pa-ralela a la línea de costa del océano Pacífico (Fig. 1). Es una laguna somera, con una profundidad promedio de tres metros y un volumen aproxima-dode10.8∙106 m3. La máxima profundidad es de ocho metros y se presenta en la boca, que mide 100 m de ancho y la comunica de forma perma-nente con el mar. Los canales de navegación tie-nen una profundidad promedio de cuatro a cinco metros y la mayor parte de la laguna de uno a tres metros (Ramos-Ruíz 2005). Presenta condiciones mesohalinas, con salinidades variables dependien-do de la temporada de lluvias. El patrón de marea en la zona se clasifica como mixto, con una ampli-tud máxima de 1.3 m (de la Lanza-Espino 1991).

La temperatura ambiente máxima prome-dio es de 32 °c mientras la mínima de 20 °c.

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Población de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad

La precipitación pluvial media anual es de 1 200 mm y el periodo de lluvias inicia regularmente en junio, siendo agosto y septiembre los meses más lluviosos, con una precipitación máxima de 400 mm (Meyer-Willerer et al. 2006).

La recolecta de jaibas se realizó mensual-mente de octubre 2004 hasta noviembre 2006, en el noreste de la laguna, que es la zona asociada al manglar y de mayor abundancia de pesca de esta especie (Fig. 1). La captura se hizo con 35 trampas (aro jaibero), que se revisaron de cuatro a seis veces durante un promedio de cuatro ho-ras por día, por pescadores comerciales de una cooperativa.

Una vez obtenida la captura total de cada uno de los muestreos, los individuos fueron pre-servados en hielo y transportados al laboratorio, donde se seleccionó, mediante un procedimien-to aleatorio, una muestra de tamaño variable de aproximadamente cinco kilogramos en prome-dio. Se registraron los pesos individuales con una balanza granataria de 0.1 g de precisión y el an-cho del carapacho (ac) se midió con un vernier de 0.01 mm de precisión, desde las puntas de las espinas antero-laterales. Además de identificar los ejemplares de acuerdo con Williams (1974), se registró el sexo, la condición reproductiva

(Rathbun 1930, Hendrickx 1995) y si la muda era reciente, de acuerdo con el grado de solidifica-ción del caparazón de los individuos.

Con el fin de determinar eventuales dife-rencias entre sexos y entre hembras en diferente etapa reproductiva, mediante análisis de regre-sión, se comparó la ordenada al origen (a) y la pendiente (b) de la relación talla-peso, calculada para machos y hembras (Zar 1999). La talla pro-medio de primera madurez de las hembras se de-terminó a partir de la construcción de una ojiva de madurez en forma de histograma o curva acu-mulada. Este procedimiento considera en todo momento que la primera fresa no tiene lugar a la misma edad para todos los individuos de la co-horte y que la proporción de individuos fresados por primera vez aumenta con la edad, desde cero hasta 100%. Por lo que a partir de la edad (ac50) en que 50% de las hembras se presenta fresa-da por primera vez, todos los individuos serán adultos (Cadima 2003). Mediante la prueba de X2 se analizaron las diferencias en la proporción sexual (Zar 1999).

Los datos de ancho de caparazón se agrupa-ron en histogramas de frecuencia con intervalos de 5 mm y se analizaron por el método de pro-gresión modal utilizando el programa fisat ii

Fig. 1. Localización y zona de pesca (cruces) de la jaiba Callinectes arcuatus en la Laguna Barra de Navidad, Jalisco.

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18 Ciencia Pesquera 21(1): 15-26, mayo de 2013

J. Arciniega-Flores y J. Mariscal-Romero

(Sparre y Venema 1995, Gayanilo y Pauly 1997). Para determinar la edad, se calcularon los pará-metros l∞ y k y su dispersión, del modelo de creci-miento individual de von Bertalanffy: a) mediante aproximaciones no lineales por el método de mí-nimos cuadrados a partir de los datos “semilla” de longitud a la edad resultantes de la progresión modal y b) de manera gráfica mediante el método de Gulland y Holt (Gayanilo y Pauly 1997).

Resultados

En los 26 meses del estudio se analizaron en total 3 014 jaibas. La menor abundancia se presentó

en octubre 2004 (52 individuos) y la mayor (201 individuos) en octubre 2006. Del total, 1 730 fue-ron machos (57.4%) y 1 284 hembras (42.6%). Los machos fueron menos abundantes en octu-bre de 2004 (17) y más en abril de 2006 (128). Las hembras presentaron la menor y la mayor abundancia en agosto de 2005 (6) y octubre de 2006 (104), respectivamente (Fig. 2).

A lo largo del periodo de muestreo se obser-varon organismos juveniles y adultos; las tallas en el histograma variaron de 22.5 mm a 128.3 mm ac, mostrando dos modas coincidentes para machos y hembras; sin embargo, los machos presentaron tallas más grandes que las hembras (Fig. 3).

Fig. 2. Abundancia por mes de machos, hembras ovígeras y no ovígeras de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco.

Fig. 3. Estructura de tallas de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco.

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1921(1): 15-26, mayo de 2013 Ciencia Pesquera

Población de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad

En el análisis de la progresión modal sobre el conjunto de los datos de todo el periodo de estudio, se observan de forma persistente tres grupos modales recurrentes con promedios de talla de 49 mm, 71 mm y 94 mm, respectivamen-te. De forma consistente se observó que estos tres grupos modales o cohortes se presentan en la mayoría de los muestreos, mientras que la de tallas pequeñas menores a 51 mm desapareció de manera intermitente de enero a marzo, junio, de agosto a septiembre y de noviembre a diciem-bre en 2005; y de febrero a marzo y en agosto de 2006 (Tabla 1).

Los parámetros de crecimiento de von Ber-talanffy estimados por mínimos cuadrados para la población total, hembras y machos, respecti-vamente, fueron: l∞ = 103.14 mm ac ± 8.39 e.e. y k = 2.79 mm/año ± 0.76; l∞♂ = 106.33 ± 2.97 y k = 3.20 ± 0.33; y l∞♀ = 96.88 ± 1.38 y k = 3.81 ± 0.23 (Fig. 4).

El intervalo de talla de los machos fue de 22.5 mm a 128.3 mm ac (Tabla 2) y, de acuer-do con la separación por componentes modales, se presentaron tres grupos con promedios de 49 mm, 67 mm y 91 mm y edades estimadas de 0.19, 0.50 y 1.17 años, respectivamente. Las hembras fueron de 33.5 mm a 109.5 mm ac, también con tres grupos ligeramente más pequeños, con pro-medios de 43 mm, 70 mm y 92 mm, y edades es-timadas de 0.10, 0.59 y 1.20 años.

La talla más pequeña entre las 155 hembras ovígeras (12.1% del total) fue de 70 mm y la más

grande de 109.5 mm. Se clasificó como inmadu-ras a 742 hembras (57.8% del total), por su abdo-men en forma triangular y sellado al cuerpo, con tallas de 33.5 mm a 87 mm ac (Fig. 5, Tabla 2). La talla ac50 de primera madurez de las hembras fue de 86 mm ac, con una edad aproximada de 0.99 años, a partir de la cual todas las hembras son adultas (Fig. 5).

La proporción sexual estuvo dominada por los machos (1.35:1) de manera general en los 26 muestreos. Las hembras fueron, por mucho, más abundantes (X2

(2), p<0.001≥3.841), solamenteen dos ocasiones (octubre de 2004 y febrero de 2005) y en 12 de los muestreos se presentó una proporción 1:1 (Fig. 6).

Para analizar la relación potencial talla-peso se consideraron datos de 1 583 machos y 1 170 hembras (Fig. 7). Los valores de la pendiente b = 3 indican isometría de la relación, indepen-dientemente del sexo o condición reproductiva. Sin embargo, en la prueba de comparación todos los coeficientes b de las relaciones ancho-peso fueron muy diferentes: entre machos y hembras f(2) (<0.001) = 1.94, entre machos y hembras no oví-geras f(2) (<0.001) = 23.76; entre machos y hembras ovígeras f(2) (<0.001) = 1.34, y entre hembras ovíge-ras y no ovígeras f(2) (<0.0001) = 17.71.

Aunque existen evidencias tenues de un reclutamiento continuo de acuerdo con la apa-rición de hembras ovígeras y de ejemplares de tallas pequeñas (reclutas), en Barra de Navidad se definieron dos cohortes reproductivas en el

Fig. 4. Modelo de crecimiento de machos y hembras de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco.

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20 Ciencia Pesquera 21(1): 15-26, mayo de 2013

J. Arciniega-Flores y J. Mariscal-Romero

Tabla 1Tallas mensuales promedio del ancho de caparazón de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco (2004, 2005 y 2006).

Valores de edad y abundancia de la población (n) estimados por el método de progresión modal (fisat ii). de desviación estándar, — Meses con sólo dos modas, Negritas tallas consideradas como reclutamiento

Tem

pora

da

Fech

a

Talla

Med

ia(m

m)

de

Eda

d(a

ños)

Pobl

ació

nes

timad

a (n

)

Tem

pora

da

Fech

a

Talla

Med

ia(m

m)

de

Eda

d(a

ños)

Pobl

ació

nes

timad

a (n

)

Tem

pora

da

Fech

a

Talla

Med

ia(m

m)

de

Eda

d(a

ños)

Pobl

ació

nes

timad

a (n

)

Otoño Otoño OtoñoOct. 04 45.0 4.25 0.1 9 Oct. 05 51.6 3.9 0.27 9 Oct. 06 47.3 6.32 0.19 42

65.0 5.53 0.49 9 70.0 5.9 0.59 30 68.6 8.95 0.58 110

79.7 7.1 0.8 29 97.5 7.8 1.38 51 102.1 7.36 1.58 35

Nov. 04 49.4 9.49 0.19 26 Nov. 05 — — — — Nov. 06 50.7 6.05 0.2 44

75.2 4.19 0.7 54 88.8 6 1.09 63 73.6 4.59 0.68 49

94.2 5.58 1.28 37 103.7 5.6 1.67 22 106.2 5.28 1.78 11

Dic. 04 52.5 6.68 0.28 25 Dic. 05 — — — —

75.9 5.42 0.77 59 69.1 6.5 0.58 20

93.1 5.44 1.27 56 91.9 6.6 1.19 79

Invierno InviernoEne. 05 — — — — Ene. 06 46.8 4.4 0.18 15

75.9 5.5 0.76 19 66.5 7.4 0.5 60

93.8 8.4 1.27 103 93.1 8.8 1.27 55

Feb. 05 — — — — Feb. 06 — — — —

65.4 6.57 0.49 23 70.8 7.6 0.6 66

80.5 7.57 0.87 43 93.6 7 1.27 54

Mar. 05 — — — — Mar. 06 — — — —

66.1 8.78 0.5 30 63.1 6 0.47 38

95.0 8.43 1.29 71 86.8 8.8 1.06 74

Primavera PrimaveraAbr. 05 48.9 5.57 0.19 21 Abr. 06 47.9 4.8 0.19 29

69.0 5.61 0.58 40 64.0 6 0.48 121

98.4 5.68 1.46 18 91.5 7.7 1.18 24

May. 05 50.7 4.19 0.20 11 May. 06 41.4 4.4 0.09 19

72.7 5.29 0.67 64 55.4 3.9 0.29 24

98.3 6.28 1.4 38 80.8 11 0.88 69

Jun. 05 — — — — Jun. 06 47.5 9.3 0.19 39

66.6 5.92 0.5 17 66.6 7 0.5 80

92.9 6.15 1.26 49 102.5 6 1.59 8

Verano VeranoJul. 05 47.5 6.01 0.19 7 Jul. 06 56.8 4.3 0.37 69

75.7 4.18 0.76 22 79.8 9.1 0.86 54

93.6 6.95 1.27 42 98.1 7.4 1.4 40

Ago. 05 — — — — Ago. 06 — — — —

73.6 5.92 0.68 22 69.3 5.8 0.58 65

102.7 5.75 1.59 28 94.1 6.5 1.28 20

Sep. 05 — — — — Sep. 06 55.8 5.4 0.3 40

87.4 5.19 1.07 47 76.3 3.6 0.77 22

105.6 7.62 1.77 25 92.5 5.2 1.2 30

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Población de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad

Fig. 5. Estructura de tallas de hembras maduras, inmaduras y ovígeras de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco.

Fig. 6. Proporción sexual de machos y hembras de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco.

año: a) otoño-invierno, con hembras ovígeras de septiembre de 2005 a febrero de 2006, y b) primavera, con presencia en bajas proporciones de hembras reproductivas en ambos periodos de muestreo. Estas ausencias y variaciones de las abundancias de las hembras ovígeras correspon-den en forma aproximada con el reclutamiento de nuevos cohortes a la población (Tabla 1).

Discusión

Los porcentajes de machos (57.4%) y hembras (42.6%) fueron similares a los valores (60% machos y 40% hembras) encontrados en Cuyu-

tlán, Colima por Estrada-Valencia (1999), quien menciona que la dominancia de machos en las capturas puede estar relacionada con su voraci-dad, así como con la conducta reproductiva de las hembras, que tienden a agruparse en sitios con temperaturas y salinidades menos variables y a desaparecer para desovar fuera de la laguna. En la Bahía de Matanchén, Nayarit, las hembras fueron ligeramente dominantes (53%) en el ciclo anual completo (Chávez-Dagostino 1998). En La Paz, bcs, y el delta del río Colorado, Sono-ra, la proporción sexual varía de forma notable, llegando los machos a representar 80%, aunque en algunas ocasiones se presentan más hem-bras que machos (Villarreal-Chávez et al. 2003,

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J. Arciniega-Flores y J. Mariscal-Romero

Escamilla-Montes 1998). Esto es similar a lo que ocurre en el sistema lagunar La Joya-Buenavista, Chiapas en donde 77.4% correspondió a hem-bras (Ramos-Cruz 2008).

En Las Guásimas, Sonora, la talla mínima de hembras ovígeras fue de 50 mm ac, por lo que organismos menores a esa talla pueden ser con-siderados juveniles (Hernández-Moreno 2000). En las muestras de C. arcuatus en Barra de Na-vidad, la talla mínima de madurez fue de 70 mm ac, similar a lo observado en Cuyutlán, Colima, y Matanchén, Nayarit, donde se reportan tallas mínimas de 69 mm y 67.4 mm ac, respectivamen-te, para las hembras ovígeras (Chávez-Dagostino 1998, Estrada-Valencia 1999). En La Joya-Bue-navista, Chiapas se registró una hembra de 41 mm en condiciones de madurez (Ramos-Cruz 2008), talla más pequeña que la reportada para la zona de Las Guásimas, Sonora.

En Barra de Navidad se encontraron hem-bras con abdomen triangular, es decir, juveniles o inmaduras, con tallas de hasta 87 mm, y otras con características de adulto registraron tallas menores a 60 mm. En Cuyutlán, las hembras inmaduras casi nunca sobrepasaron 90 mm, con excepción de un solo ejemplar que se encon-tró en agosto de 103 mm ac (Estrada-Valencia 1999). Esto permite concluir que las poblaciones de Cuyutlán y de Barra de Navidad, quizá por la proximidad, son semejantes en este aspecto.

La presencia de hembras juveniles y machos de talla pequeña en proporciones significativas a lo largo de los dos años del estudio sugiere que individuos de C. arcuatus se reclutan durante todo el año en Barra de Navidad. Aunque se ob-servaron dos periodos reproductivos en el año: otoño-invierno y primavera, existen meses con ausencia de hembras ovígeras, lo que sugiere

Fig. 7. Regresión talla-peso para ambos sexos de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco.

Tabla 2Abundancia, tallas (mm) y peso promedio, máximas y mínimas de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad, Jalisco. de =

desviación estándar

Ancho PesoTotal Media de Mín. Máx. Media de Mín. Máx.

Machos 1 730 80.1 19.23 22.5 128.3 49.5 31.56 1.5 162.9Hembras 1 284 74.3 15.20 33.5 109.5 37.7 22.7 2.8 137.7

Hembras ovígeras 155 88.8 7.47 70.0 109.5 69.2 19.97 28.2 137.7Hembras inmaduras 742 64.1 10.32 33.5 87.0 22.0 10.0 2.8 53.1Hembras maduras 387 88.1 8.23 49.5 108.5 53.7 15.2 17.7 96.5

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Población de Callinectes arcuatus en Barra de Navidad

que durante estos lapsos se segregan, pues es una especie que emigra a la plataforma marina a desovar. Van Engel (1958) comprobó que la cópula de C. sapidus se realiza en aguas de baja salinidad y las hembras fecundadas migran hacia aguas de mayor salinidad, mientras que los ma-chos permanecen dentro de su ambiente local, copulando con otras hembras (Hendrickx 1984). Algo similar se observó en Bahía de Matanchén, Nayarit y en Cuyutlán, Colima, donde la presen-cia de hembras ovígeras y tallas pequeñas abar-có casi todo el año en pequeñas cantidades, con picos de febrero a abril y de noviembre a enero en ambas localidades (Chávez-Dagostino 1998, Estrada-Valencia 1999). Esto difiere de lo ob-servado en Sonora, donde se determinó que el periodo reproductivo abarca de marzo a agos-to (Hernández-Moreno 2000), mientras que en Baja California Sur, el periodo es de noviembre a diciembre, en Sinaloa de febrero a agosto y en Oaxaca de abril a julio (Ramírez-Félix et al. 2003).

Según Sparre y Venema (1995), los paráme-tros de crecimiento en peces y organismos acuá-ticos difieren de una especie a otra. En cuerpos de aguas con un régimen climático subtropical y más aún, templado, el crecimiento no es cons-tante a lo largo del año. Se discute que en épocas cálidas, en las que existe mayor disponibilidad de alimento, el crecimiento es más rápido que cuando las temperaturas son más bajas. Ade-más, dichos parámetros pueden variar de una población a otra. Dentro de una misma especie específica puede haber valores diferentes duran-te su ciclo de vida. Asimismo, se menciona que

cohortes sucesivas pueden crecer de forma dife-rente dependiendo en gran medida de condicio-nes ambientales y que, además, los parámetros de crecimiento varían a menudo en función del sexo o condición reproductiva y, en particular, en crustáceos se ven muy afectados de manera intermitente por los procesos de muda (Sparre y Venema 1995, Petriella y Boschi 1997, Yi-Jay et al. 2012), lo que permite explicar las notables diferencias entre los parámetros de crecimiento calculados y revisados para la misma especie en diferentes sitios y concluir que no se puede hacer una generalización del crecimiento, y que estas diferencias se relacionan con las características ambientales de cada sitio (Tabla 3).

En crustáceos se presentan dos estrategias distintas de crecimiento, una a la que se le de-nomina diecdisis si durante los periodos de cre-cimiento, la fase de intermuda es relativamente corta, y otra, anecdisis, si entre dos periodos hay una intermuda prolongada, que puede ser anecdisis terminal, si la muda cesa por comple-to (Petriella y Boschi 1997, Yi-Jay et al. 2012). De acuerdo con los estudios revisados y al no existir puntos de inflexión evidentes en las cur-vas de crecimiento calculadas para la especie, se concluye que ésta muestra un crecimiento muy rápido de mudas al inicio del desarrollo, cuya duración se va prolongando pero sin presentarse la muda terminal.

Para las lagunas del Golfo de California se ha planteado un modelo conceptual del com-portamiento reproductivo de C. arcuatus y C. bellicosus. La presencia de jóvenes y adultos indica que en primavera-verano es temporada

Tabla 3Valores de crecimiento de la especie Callinectes arcuatus en diferentes localidades

k año-1 l∞ (mm) Localidad Autor0.84 140 Las Guásimas,Sonora Hernández-Moreno (2000) 1.43 ± 0.03 160.9 Cuyutlán, Colima Estrada-Valencia (1999) 0.8 181 El Conchalito, Baja California Sur (machos) Escamilla-Montes (1998) 0.5 231 El Conchalito, Baja California Sur (hembras) Escamilla-Montes (1998)0.3524 140.3 La Joya-Buenavista, Chiapas Ramos-Cruz (2008)0.63 152.9 Mar Muerto, Oaxaca Gil y Sarmiento (20011)0.89 142 Costa Rica (machos) Fischer y Wolff (2006)1.25 64 Las Guásimas, Sonora Nevárez-Martínez et al. (2003) 1.35 74 Los Lobos, Sonora Nevárez-Martínez et al. (2003) 2.79 ± 0.76 103.14 Barra de Navidad, Jalisco Este estudio

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J. Arciniega-Flores y J. Mariscal-Romero

reproductiva, mientras que en otoño se presen-tan las abundancias más baja y en invierno el mayor reclutamiento de juveniles (Arreola-Lizá-rraga et al. 2003). Sin embargo, en los braquiu-ros tropicales, la reproducción debe ocurrir todo el año si las condiciones ambientales son rela-tivamente estables. Dado que el apareamiento en las jaibas ocurre una sola vez en la vida y el esperma permanece en los receptáculos semi-nales para ser utilizado por la hembra cada vez que produce huevos (dos o más veces por año) (van Engel 1958), se esperaría una sincronía de los procesos de crecimiento y reclutamiento. Sin embargo, los estuarios se caracterizan por pre-sentar un régimen cambiante mínimo de las con-diciones de salinidad y temperatura, ya que se considera que ambos factores tienen un efecto significativo, que dependiendo de la magnitud en la variación o co-variación y de las distintas etapas del desarrollo, deben modificar la progra-mación de la reproducción, el crecimiento y la distribución misma de los organismos (Petriella y Boschi 1997). El modelo conceptual propuesto por Arreola-Lizárraga et al. (2003) para el Golfo de California difiere notablemente de lo obser-vado en C. arcuatus en Barra de Navidad, Jalis-co, Cuyutlán, Colima, y Bahía de Matanchén, Nayarit, y se concluye que no se pueden hacer generalizaciones acerca del comportamiento re-productivo de las jaibas, ya que las diferencias en cada sitio obedecen a condiciones locales de las lagunas. Estas condiciones impuestas por la variabilidad del medio modifican la respuesta fi-siológica individual que se manifiesta en las tasas de crecimiento y madurez; mientras que la con-dición ambiental, la estabilidad o la fluctuación de los estuarios dependerá del grado de comuni-cación temporal o permanente entre las lagunas con el océano adyacente, y esta última condición puede segregar o impedir que las hembras salgan a desovar de las laguna a las bahías o viceversa.

Agradecimientos

Este trabajo forma parte de los resultados del Proyecto denominado Dinámica de las asocia-ciones de macroinvertebrados de la Laguna de Barra de Navidad, Jalisco, financiado por la Cen-tro Universitario de la Costa Sur de la Universi-

dad de Guadalajara. A Santos y Salvador Bernal Ramírez, de la Unión de Pescadores Las Perli-tas, por la recolecta de los organismos; a Ulises Mariscal y Hugo Villaseñor por la medición de los ejemplares. A los árbitros anónimos por sus observaciones y comentarios al manuscrito.

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Distribución y abundancia relativa del tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus, capturado

por barcos palangreros en el Pacífico central mexicano

Heriberto Santana-Hernández*, Elaine Espino-Barr* y Juan Javier Valdez-Flores*

El tiburón oceánico de aletas blancas (toab), Carcharhinus longimanus, es la tercera especie de tiburón más abundante del mundo después de Prionace glauca y C. falciformis. En la actualidad hay mucho interés por conocer su estado y por evaluar sus poblaciones debido a que se observa una disminución en la cap-tura por unidad de esfuerzo (cpue) con redes de cerco y palangres atuneros. La pesquería palangrera de mediana altura del Pacífico central mexicano incluye al toab y es probable que también se le capture en otras pesquerías similares en el Pacífico mexicano. El análisis de los datos obtenidos a bordo de los barcos palangreros de Manzanillo de 2003 a 2011 indica que el toab ocupa el doceavo lugar entre todas las es-pecies y el sexto entre los tiburones. La cpue mensual fue entre 0 y 0.44 individuos por mil anzuelos, con un promedio anual de 0.16 (de = 0.624). Más de 75% de los individuos se obtuvo en distancias superiores a 100 millas náuticas desde la costa. Los valores más altos de cpue se obtuvieron durante mayo cuando la temperatura superficial promedio fue de 28 °c. Es posible que el toab sea más abundante que los valores registrados de julio a octubre; sin embargo, esta temporada es la que tiene mayor frecuencia de ciclones y los barcos no deben navegar a más de 100 millas náuticas de la costa, por razones de seguridad. Como en la mayoría de las pesquerías de tiburones, ésta incide sobre más de 85% de individuos juveniles del toab. Palabras clave: Tiburón oceánico de aletas blancas, Carcharhinus longimanus, cpue, pesquería palangrera.

Distribution and relative abundance of the oceanic whitetip shark Carcharhinus longimanus, captured by longliners in the central Mexican Pacific

Oceanic whitetip shark (toab) Carcharhinus longimanus is the third most abundant species of shark worldwide, after Prionace glauca and C. falciformis. Nowadays there is a serious concern to know its status and to assess its population, because toab catch per unit effort (cpue) in the tuna purse seine and longline bycatch is decreasing. In the central Mexican Pacific Ocean, toab has been caught by the medium size longline fishery and probably is also caught by other Mexican longline fisheries. The analysis of data ob-tained onboard the Manzanillo longline fishery from 2003-2011, indicate that toab has the twelfth place in abundance among all the species and sixth between sharks. Monthly cpue was between 0 and 0.44 indi-viduals per one thousand hooks, and 0.16 annual mean (sd = 0.624). More than 75% of individuals were obtained at distances farther away than one hundred nautical miles from the coast line. The highest cpue values were obtained in May when the mean sea surface temperature was 28 °c. It is possible that toab is more abundant between July and October than the recorded values, however, this season is when most tropical hurricanes occur and fishing boats are not allowed to navigate farther than 100 nm from the coast, for safety reasons. Like most shark fisheries, more than 85% of toab catches are juvenile individuals. Key words: Oceanic whitetip shark, Carcharhinus longimanus, cpue, longline fishery.

* Centro Regional de Investigación Pesquera - Manzanillo, Instituto Nacional de Pesca. Playa Ventanas s/n; Manzanillo, Colima, 28200 México. [email protected]; [email protected]

Introducción

El tiburón oceánico de aletas blancas (toab), Carcharhinus longimanus (Poey 1861), es la úni-ca especie del género Carcharhinus que es en

verdad oceánica, con una amplia distribución en todos los mares del mundo (Compagno 1984). De acuerdo con Bonfil (2008), la abundancia de esta especie se incrementa conforme se aleja de la plataforma continental y se cree que es uno de los tiburones más abundantes en todos los océanos. Por lo general se le encuentra desde en la superficie hasta 152 m de profundidad, por lo menos, y las temperaturas en las que se distri-buye van de 18 °c a 28 °c, aunque por lo regular

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H. Santana-Hernández, E. Espino-Barr y J.J. Valdez-Flores

prefiere aguas con temperatura superior a 20 °c (Compagno 1984).

Debido a que su nombre en inglés es whi-te tip shark o tiburón punta blanca en español, es posible que en los registros se esté mezclan-do con Carcharhinus albimarginatus o silver tip shark, que se traduce como “tiburón puntas blancas”.

Los estudios sobre el toab demuestran que es un depredador muy activo durante el día y la noche y que su dieta consiste en peces óseos, como atunes, barracudas, marlin blanco y pez espada, cefalópodos y, en ocasiones, aves, mamí-feros y tortugas marinas (Compagno 1984, Baum et al. 2006).

Existe poca información sobre la captura dirigida a esta especie, pero se sabe que forma parte de la captura incidental en algunas pesque-rías, como la pesca de atún con palangre, redes de cerco, de enmalle y de arrastre pelágico (Bon-fil 2008). La captura incidental en la pesquería de redes de cerco para atún en el océano Pací-fico oriental alcanza 21% (Román-Verdesoto y Orozco-Zöller 2005). El toab es apreciado por su carne que se consume fresca, ahumada, seco-salada; su piel puede utilizarse como cuero, las aletas para la elaboración de sopa y el hígado para la extracción de aceite (Compagno 1984).

Recientemente la Comisión Interamericana del Atún Tropical (ciat 2010) presentó resul-tados sobre el estado de los tiburones captura-dos de manera incidental en la pesca de atún aleta amarilla con redes de cerco, resaltando que han disminuido los índices de captura inci-dental del toab al igual que del tiburón sedoso Carcharhinus falciformis, pero que se desconoce si esta tendencia se relaciona con la captura inci-dental en las pesquerías o a cambios en el medio ambiente o a otros factores.

También existe una creciente preocupación por la tendencia negativa de la cpue de los tibu-rones sedoso y toab capturados de forma inci-dental en la pesquería de atún aleta amarilla con redes de cerco (ciat 2010, peW 2011).

La Unión Internacional para la Conserva-ción de la Naturaleza (uicn) y otras organiza-ciones no gubernamentales (ong) manifestaron que la reunión de la ciat en julio de 2011 re-presentaría la oportunidad para mejorar el pa-norama para los tiburones del Pacífico, por las

acciones concretas para limitar su explotación y mitigar los impactos de la captura incidental. Se planteó que las Organizaciones Regionales de Ordenación Pesquera (orop) deberían fortale-cer las medidas de mitigación y desarrollar re-quisitos obligatorios para estimar las capturas in-cidentales en todos los tipos de artes y métodos de pesca, en especial donde la captura incidental fuera motivo de preocupación.

También se manifestó que sin importar si la captura incidental es o no intencional o no de-seada o altamente deseable, su impacto en los ecosistemas oceánicos requería acción urgente. En este sentido, el Plan de Acción Internacio-nal para la Conservación y Ordenación de los Tiburones (pai-Tiburones), como parte de sus principios rectores, establece que los estados que contribuyan a la mortalidad de una especie o población de peces deberían participar en su conservación y su ordenación, y los tiburones al ser una fuente tradicional e importante de ali-mento, empleo e ingreso, deberían utilizarse de manera sostenible (fao 2001).

Por su parte, Gilman et al. (2007) analiza-ron la captura incidental de tiburones en la pes-quería palangrera japonesa y establecieron que el toab, la cuarta especie en importancia des-pués de los tiburones azul Prionace glauca, zorro Alopias spp. y sedoso C. falciformis, ha disminui-do su cpue después de 1997.

Como resultado de la preocupación mundial sobre el estado del toab, el panel de expertos de la fao (2010) concluyó, con base en la evi-dencia disponible, que esta especie cumple con los criterios biológicos para su inclusión en el Apéndice ii de la Convención sobre el Comer-cio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (cites). Los argumen-tos principales para que sea incluido en el citado apéndice, son que el toab es una especie de baja productividad, que existe una demanda de aletas por su alto valor en el mercado mundial, que hay pruebas de que el comercio internacional está impulsando la retención de la captura incidental y que la retención de la captura incidental para el comercio internacional en las pesquerías de atún en alta mar constituye un factor de riesgo importante.

En las pesquerías palangreras de México, el toab se obtiene junto con varias especies de

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Carcharhinus longimanus en el Pacífico central mexicano

tiburón en el Pacífico central, frente a los estados de Jalisco, Colima y Michoacán (17° n a 21° n), como resultado de las operaciones de pesca de los barcos de mediana altura y de altura frente a la costa occidental de Baja California y alrede-dor del Archipiélago de Revillagigedo (Santana-Hernández y Valdez-Flores 20061, Santana-Her-nández et al. 2008, 2009).

Por lo antes expuesto y con el propósito de contribuir con información actualizada sobre la distribución y abundancia del toab, se hizo un análisis de la captura, de las longitudes y los se-xos y cpue obtenidos por la pesquería palangre-ra de mediana altura del puerto de Manzanillo, durante el periodo 2003-2011. También se hizo un análisis que relaciona la cpue con la distan-cia de la costa y con la temperatura superficial del mar (tsm), para dar a conocer aspectos de su biología y su ecología.

Materiales y métodos

Se utilizó la base de datos del periodo 2003-2011 del programa de observadores del personal ads-crito al Instituto Nacional de Pesca del Centro Regional de Investigación Pesquera de Manza-nillo.

Se analizaron 198 viajes en los que se rea-lizaron 1 075 lances de pesca. Para cada uno se obtuvo la posición geográfica de inicio de cala-do, la temperatura superficial del mar (tsm), la identificación por especie de cada individuo cap-turado, su longitud total, furcal e interdorsal y se determinó el sexo.

La distribución geográfica de la captura de cada individuo fue representada en un mapa, considerando la latitud y longitud del inicio de calado del palangre.

La distancia de operación, así como la de cap-tura se calcularon utilizando como primer punto de la línea recta la posición geográfica de inicio de calado, y como segundo punto la posición

1. santana-hernÁndez h y JJ Valdez-Flores. 2006. Dictamen técnico sobre la selectividad y eficiencia del palangre de deriva con tres tipos de anzuelo y dos tipos de carnada en la pesca de tiburón. Informe Técnico (Documento interno). inapesca.

más cercana de la costa y perpendicular al inicio de calado.

Los valores de abundancia relativa o captura por unidad de esfuerzo (cpue) se obtuvieron me-diante la relación del número de individuos cap-turados por cada mil anzuelos utilizados (cpue = n/e), en donde n = número de individuos y e = esfuerzo en número de anzuelos utilizados. Para su descripción se utilizaron los promedios, límites máximo, mínimo y la desviación estándar (de).

Se graficaron los valores de cpue y de mei (índice multivariado del enso) para encontrar ex-plicación a las variaciones de la abundancia. Tam-bién se utilizaron valores de la tsm (temperatura superficial del mar) (Wolter y Timlin 2011).

Se aplicó el análisis de correlación de Spear-man (para muestras no paramétricas, (Ludwig y Reynolds 1988) entre la cpue y la temperatura y nuevamente entre cpue y distancia de la costa, para explicar las variaciones de abundancia.

Resultados

Las posiciones de inicio de calado de los lances de pesca observados durante el periodo 2003 - 2011 se realizaron dentro del cuadrante geográ-fico: 17° 00’ n a 20° 00’ n y 103° 00’ o a 107°00’ o. Es aquí donde la flota tiburonera de mediana altura de Manzanillo ha realizado sus operacio-nes de pesca con embarcaciones que tienen una autonomía máxima de diez días de navegación y realizan entre ocho y diez lances de pesca por via-je, en distancias que varían entre 20 y 150 millas náuticas (mn) de la costa. El esfuerzo pesquero anual muestreado representa entre 5% y 8% del que han realizado todos los barcos de la flota.

La tabla 1 muestra la captura por especie de acuerdo con su abundancia relativa. El toab ocupa el décimo segundo lugar entre todas las especies capturadas (peces óseos y tiburones), con una cpue de 0.16 individuos por mil anzue-los en todo el periodo analizado (de 1.22 a 4.16 individuos por mil anzuelos). Seis de las 12 es-pecies fueron tiburones y otras tres son de peces óseos que en México están destinadas a la pesca deportiva (especies de pico y afines) dentro de la franja costera de las 50 mn. Por debajo del toab se obtuvieron otras 19 especies de las cuales siete son tiburones (Tabla 1).

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H. Santana-Hernández, E. Espino-Barr y J.J. Valdez-Flores

La captura de 94 individuos de toab fue en áreas alejadas de la costa (Fig. 1). La mayor parte de los individuos (63.83%) se capturó en distancias superiores a 100 mn, aunque el mayor esfuerzo pesquero (63.23%) fue por dentro de la franja que se limita por la distancia mencionada. Entre la costa y las 50 mn se capturó 1.06% de los individuos con un esfuerzo de 15.13%. Entre las 50 mn y las 100 mn se capturó 35.11% con 48.10% de esfuerzo. Más allá de las 100 mn se aplicó 36.77% del esfuerzo de pesca.

El número de anzuelos aplicados se distribu-yó entre 20 mn y 160 mn en promedio: 120 mn, ± 62 de, esto es, 515 357 anzuelos de un total de 552 045 (Fig. 2a), de modo que la mayor parte del esfuerzo estuvo aplicado entre 50 mn y 100 mn (Fig. 2b). La captura de toab fue obtenida entre 50 y 220 mn (promedio: 135 mn, ± 50.5) (Fig. 2c).

La longitud total de los individuos de toab fue de 81 cm a 250 cm en ambos sexos (prome-dio: 140.48 cm, ± 25.71 cm de). Las hembras tuvieron una distribución de tallas más amplia, de 81 cm a 250 cm (promedio: 139.36 cm, ± 28.98 cm de). Los machos fueron de 90 cm a 180 cm, con promedio de 141.46 cm y de 22.71. En los intervalos de clase de 185 cm a 250 cm, sólo se obtuvieron hembras (Fig. 3). En la fi-gura se señala la talla de primera reproducción (Compagno 1984), donde menciona que los machos maduran a partir de 175 cm y las hem-bras a partir de 180 cm.

La relación total de hembras respecto a los machos fue de 0.86:1.00 hembras: machos; la prueba estadística demostró que hay diferencias significativas entre hembras y machos (X2

0.05, 21 = 23.75 = 21 p = 0.305).

En la figura 4 se presenta la distribución mensual del número de individuos capturados por mes. Los meses que no presentaron orga-nismos fueron septiembre, octubre y noviembre. Entre abril y julio se concentró 80% del total de los individuos.

Los valores más altos de la cpue del toab se observan relacionados con las anomalías positi-vas del mei, conocidas como el evento El Niño y, por el contrario, las más bajas se presentaron de manera simultánea con las anomalías negativas o evento La Niña. Aunque no existe una relación directa, sí hay un efecto ambiental en la presen-cia del toab (Fig. 5).

La distribución mensual de los valores de la cpue y el promedio de tsm sugieren que los me-ses más propicios para la captura de esta especie son mayo y junio (60.64 %), cuando también se observó una oscilación de la cpue entre 0 y 0.44 individuos por mil anzuelos. Al aplicar el análi-sis de correlación de Spearman (Ludwig y Rey-nolds 1988) a los promedios de la temperatura superficial anual muestreada durante el periodo analizado y la cpue del toab, se encontró una relación positiva, aunque no es significativa (rs = 0.605). Este valor es muy cercano al valor crítico

Tabla 1Composición de especies obtenidas en las operaciones de pesca de los barcos palangreros de mediana

altura del puerto de Manzanillo, durante el periodo 2003 a 2011

Nombre común Nombre científico Núm. % cpue

Tiburón sedoso Carcharhinus falciformis 13 326 53.340 23.21Tiburón azul Prionace glauca 3 466 13.873 6.04Dorado Coryphaena hippurus 2 281 9.130 3.97Pez vela Istiophorus platypterus 1 543 6.176 2.69Marlin rayado Kajikia audax 1 514 6.060 2.64Tiburón zorro Alopias pelagicus 607 2.430 1.06Tortuga golfina Lepidochelys olivacea 500 2.001 0.87Atún aleta amarilla Thunnus albacares 381 1.525 0.66Tiburón martillo Sphyrna zygaena 357 1.429 0.62Raya látigo Pteroplatytrygon violacea 350 1.401 0.61Tiburón mako Isurus oxyrinchus 123 0.492 0.21Tiburón aletas blancas Carcharhinus longimanus 94 0.376 0.16

Otras 19 especies 441 1.770 0.77

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Carcharhinus longimanus en el Pacífico central mexicano

Fig. 1. Posición geográfica de los 94 individuos (+) de tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus, obtenido por barcos palangreros de mediana altura del puerto de Manzanillo, durante el periodo 2003-2011.

que demuestra la sensibilidad de esta especie a los cambios de la temperatura. En la figura 6 se observa una correlación positiva hasta el mes de mayo, pero posteriormente no se observa rela-ción, quizá por efecto de la distancia a la costa.

La correlación de Spearman entre cpue y distancia de la costa fue rs = 0.948, tomando 93.70 % del esfuerzo. Algunos aspectos que de-ben resaltarse para efectos de clarificar las cau-sas de las variaciones de la cpue del toab son la distancia de la costa en que han operado los

barcos palangreros (Fig. 7), durante los meses de julio a octubre la distancia de operación se reduce a una franja de aproximadamente 80 mn, mientras que los meses de diciembre y enero, así como en mayo, las distancias de operación son superiores a las 100 millas náuticas.

A lo largo del tiempo (2003-2011), la distancia promedio de operación de los barcos palangreros de Manzanillo ha cambiado y se ha incrementado de forma gradual esta distancia, desde menos de 80 mn en 2003 hasta 130 mn en 2011 (Fig. 8).

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H. Santana-Hernández, E. Espino-Barr y J.J. Valdez-Flores

Fig. 2. Frecuencia de: a) captura, b) esfuerzo y c) cpue del tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus, obtenida por barcos palangreros de mediana altura del puerto de Manzanillo, durante el periodo 2003-2011.

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3321(1): 27-39, mayo de 2013 Ciencia Pesquera

Carcharhinus longimanus en el Pacífico central mexicano

Fig. 3. Distribución frecuencias de la longitud total de ambos sexos del tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus, obtenido por barcos palangreros de Manzanillo, du-rante el periodo 2003-2011. Se señala la talla de primera reproducción calculada por Compagno (1984).

Fig. 4. Número de individuos del tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus capturados mensualmente por barcos palangreros de Manzanillo en el periodo 2003-2011.

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H. Santana-Hernández, E. Espino-Barr y J.J. Valdez-Flores

Fig. 5. Tendencia interanual de la cpue del tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus, con las anomalías climáticas representadas por el Índice Multivariado del enso (mei), en el periodo 2003-2011. Las barras indican los valores mensuales del mei y la línea los valores de la cpue.

Fig. 6. Tendencia mensual de la cpue del tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus y la tsm registrada durante los muestreos a bordo de barcos palangreros de media-na altura de Manzanillo, durante el periodo 2003-2011.

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3521(1): 27-39, mayo de 2013 Ciencia Pesquera

Carcharhinus longimanus en el Pacífico central mexicano

Fig. 8. Variación interanual de la distancia promedio de la costa a la que se realizaron los lan-ces de pesca de los barcos palangreros de mediana altura de Manzanillo, durante el periodo 2003–2011.

Fig. 7. Variación mensual de la distancia promedio de la costa a la que se realizaron los lances de pesca de los barcos palangreros de Manzanillo, durante el periodo 2003–2011.

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H. Santana-Hernández, E. Espino-Barr y J.J. Valdez-Flores

Discusión

A partir del análisis de la información bibliográ-fica y su comparación con los resultados obteni-dos por medio del programa de observadores del inapesca, es evidente que el tiburón oceánico de aletas blancas Carcharhinus longimanus no es un componente importante en la pesquería pa-langrera de Manzanillo y tampoco lo ha sido en la mayor parte de las pesquerías de pequeña es-cala que operan a lo largo del litoral del Pacífico mexicano, ya que es una especie oceánica. Esta aseveración es contraria a la manifestada por Compagno (1984), pero refuerza las observa-ciones de Domingo et al. (2007), quienes encon-traron una abundancia de 0.491 individuos por 1 000 anzuelos. Estos autores obtienen dichos resultados probablemente por la diferencia en la temperatura de sus mares.

La escasa presencia de esta especie en las pesquerías palangreras de México puede expli-carse por su baja abundancia relativa de 0.169 individuos por mil anzuelos, ya que su distribu-ción aumenta al alejarse de la costa, donde la flota de mediana altura no llega. Otro factor se debe a su comportamiento antes de morder los anzuelos cebados y su preferencia por presas en movimiento (Compagno 1984).

Las longitudes del toab obtenidas por esta pesquería fueron en 90% inferiores a 180 cm de longitud total, lo que corresponde a individuos juveniles, de acuerdo con Compagno (1984). Este factor de selectividad intraespecífica del palangre de Manzanillo es común para el resto de las especies de tiburón, por las característi-cas físicas de este arte de pesca, que inciden en un conjunto particular de especies y sus longitu-des o edades. Además, la mayoría de los indivi-duos de la especie más abundante (Carcharhinus falciformis), también está entre los más aprecia-dos para el consumo humano, por lo que se bus-can los sitios idóneos para su captura. Entre las características del sistema de pesca que deter-mina que los juveniles sean los organismos más vulnerables, están el tamaño de los anzuelos, el tipo y el tamaño de la carnada, la profundidad de operación de los anzuelos y la resistencia de los materiales de construcción de las líneas usadas en los reinales (Beerkircher et al. 2003, Ward y Myers 2004, Santana-Hernández et al. 2008).

Si se consideran las aseveraciones de Kinney y Simpfendorfer (2008), el efecto de la pesca del toab sobre las tallas de organismos juveniles no es tan grave como lo sería si se estuviera enfo-cando la presión de pesca sobre los adultos.

En cuanto al comportamiento alimentario del toab, Compagno (1984) menciona que dentro de su dieta incluye tortugas marinas, lo que fue con-firmado durante el desarrollo de los muestreos, puesto que en junio de 2006 se encontró una hem-bra grávida de 250 cm de longitud total (17.50° n - 104.46° o) que contenía los restos de una tortuga marina en proceso de digestión.

Otro elemento similar es el que se refiere a la tsm, que indica que los más altos valores de la cpue de toab se obtuvieron cuando el pro-medio fue alrededor de 28 °c. No obstante, este valor de la tsm podría ser sólo el detonante de su presencia frente a los litorales del Pacífico centro, supuesto que se fortalece al ver que la distancia promedio mensual en que han operado los barcos disminuye significativamente a distan-cias inferiores a 100 mn entre los meses de julio y octubre, cuando la tsm tiene sus valores más altos, entre 29 °c y 33 °c. Las limitaciones de la distancia de operación de los barcos palangreros son razonables, debido a las precauciones que deben observarse ante la presencia de los ciclo-nes tropicales. Por lo tanto, es posible que la dis-ponibilidad del toab durante los meses de julio a octubre, sea igual o mayor que durante el mes de mayo, pero no es accesible ni vulnerable al palangre por las restricciones mencionadas, no obstante que la distancia promedio anual de los barcos se haya incrementado gradualmente du-rante el periodo 2003-2011. El hecho de que no se haya incrementado la cpue en el mismo senti-do del incremento gradual de la distancia de ope-ración de los barcos, se puede explicar por la alta sensibilidad del toab a los cambios de la tem-peratura documentada por Compagno (1984) y la variabilidad climática que durante la década de los años 2010 y registró anomalías negativas de la temperatura superficial del mar (Wolter y Timlin 2011). Estas observaciones sugieren que la presencia de los eventos climáticos El Niño y La Niña son factores que han determinado la variabilidad interanual de la cpue del toab capturado por los barcos palangreros de media-na altura de Manzanillo en el periodo 2003-2011.

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Carcharhinus longimanus en el Pacífico central mexicano

Uno de los factores más importantes que se destacan en el análisis realizado es la distancia de la costa en que se han obtenido las capturas del toab y es quizás uno de los elementos más robustos que explica su escasa abundancia com-parada con lo documentado en otras pesquerías, como la de atún con redes de cerco sobre obje-tos flotantes (Watson et al. 2008, ciat 2010) y en la pesquería palangrera japonesa que realiza sus operaciones en áreas oceánicas (muy alejadas de la costa), entre Asia y América (Gilman et al. 2007). La flota de Manzanillo se limita a pescar en la zona cercana a la costa (de 50 mn a 200 mn) y esta especie es oceánica; sin embargo, la flota mencionada la capturó en el verano, cuando la temperatura del mar osciló entre 26 °c y 32 °c.

Entre las medidas de aprovechamiento de tiburones en México, de unos años a la fecha no se han otorgado nuevos permisos para su captu-ra. Existe la Norma Oficial Mexicana 029 (dof 2007) en la que se indican las características de los artes de pesca y limita su operación y su esfuerzo pesquero, el Plan de Acción Nacional para el manejo y la conservación de tiburones, rayas y especies afines en México (conapesca-inp 2004) que, entre otros objetivos, involucra a las autoridades, instituciones de educación e in-vestigación, así como a los usuarios a participar en el manejo responsable y sustentable del recur-so. Recientemente se instrumentó una veda en el Pacífico (mayo a julio en 2012) cuyo objetivo es asegurar la protección de las hembras grávidas y de las crías de algunas especies de tiburón (dof 2012).

Conclusiones

• El tiburón oceánico de aletas blancas ocupa el lugar número 12 en las capturas de todas las especies obtenidas por los barcos palan-greros de mediana altura del Pacífico central mexicano y el número seis entre las 13 espe-cies de tiburón identificadas.

• Como en la mayoría de las especies de ti-burón, por las características del palangre utilizado en la pesquería de Manzanillo, se incide sobre individuos juveniles del tiburón oceánico de aletas blancas.

• Los valores de cpue mensuales obtenidos entre 2003 y 2011 han variado entre cero y 0.44 individuos por mil anzuelos, siendo 0.17 el promedio de todo el periodo analizado.

• La variabilidad interanual que han mostra-do los valores de la cpue puede estar rela-cionada con la variabilidad ambiental, cuyo principal indicador conocido son los eventos climáticos El Niño y La Niña.

• Los valores mensuales más altos de la cpue se obtuvieron durante mayo cuando se regis-traron tsm superiores a 28 °c.

• Es posible que la presencia del tiburón oceá-nico de aletas blancas encuentre sus valores más altos de abundancia durante los meses de mayo a octubre; sin embargo, los meses de julio a octubre coinciden con la dificul-tad para que las embarcaciones se desplacen a las distancias en donde se ha registrado la mayoría de las capturas, debido a la mayor incidencia de ciclones tropicales en esta re-gión.

• Las distancias desde la costa hasta donde se han obtenido las mejores capturas (más de 75% de los individuos) son superiores a 100 millas náuticas, mismas que se encuentran por arriba del promedio de operación de los barcos palangreros de mediana altura de Manzanillo.

Agradecimientos

Se agradece a los pescadores y permisionarios de la pesquería de tiburón del Puerto de Manzani-llo por las facilidades y el apoyo proporcionados a bordo de los barcos palangreros y durante las operaciones de descarga.

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Recibido: 15 de agosto de 2012Aceptado: 6 de enero de 2013

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41 Ciencia Pesquera

* Centro Regional de Investigación Pesquera - La Paz. Instituto Nacional de Pesca. Carretera a Pichilingue s/n km 1, La Paz, Baja Cali-fornia Sur, cp 23020 México. [email protected]

** Pronatura Noroeste ac, Programa de Conservación Marina y Pesca Sustentable. Calle Décima No. 60, Zona Centro, Ensenada, Baja California, cp 22800 México.

*** Centro Regional de Investigación Pesquera - Guaymas. Instituto Nacional de Pesca. Calle 20 Sur 605, Col. Centro, Guaymas, Sonora, cp 85400 México.

Regionalización de la pesca ribereña en el noroeste de México como base práctica para su manejo

Juan Gabriel Díaz-Uribe*, Víctor Manuel Valdez-Ornelas**, Gustavo D. Danemann**, Esteban Torreblanca-Ramírez**, Alejandro Castillo-López** y Miguel Ángel Cisneros-Mata***

A pesar de su importancia en el ámbito mundial, las pesquerías ribereñas pocas veces son integradas a programas de manejo y México no es la excepción. En este trabajo se toma a las pesquerías ribereñas del noroeste de México como caso de estudio y se plantea que la regionalización y la definición de unidades de manejo multiespecíficas son dos pasos prácticos importantes para su manejo. Se analizaron las capturas de Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sinaloa y Sonora, registradas en los avisos de arribo entre 2000 y 2005 en las oficinas de pesca. Los resultados indican que en el noroeste de México se explotan al menos 136 recursos, lo que representa más de 300 especies y refleja la interacción de estas pesquerías sobre un espectro amplio de hábitats marinos y costeros. Se realizó un análisis de agrupación jerárquica para evaluar la similitud entre las oficinas de pesca, basado en la composición de las capturas. El análisis ofrece dos niveles; el primero de ellos distingue dos grandes grupos: las oficinas que registran capturas en la costa continental y las que lo hacen en la costa peninsular. En el segundo nivel se distinguen 11 grupos de oficinas, mismos que se tomaron como base para identificar regiones de pesca distintivas. Se discute la relación de esta agrupación con la variabilidad del ambiente marino y su importancia para el manejo de pesquerías ribereñas con base en el ecosistema, dentro del marco administrativo mexicano.Palabras clave: manejo ecosistémico, pesca ribereña, regionalización pesquera, unidad de manejo mul-tiespecífica, Golfo de California.

Small-scale fisheries regionalization in northwestern Mexico as a practical management principle

Although the importance of small-scale fisheries has been acknowledged worldwide, these fisheries are seldom integrated into management programs and Mexico is not the exception. In this paper we take as a case study the small-scale fisheries from the northwestern Mexico and we state that regionalization and definition of multispecies management units are two key steps for managing these unattended fisheries. Catch records between 2000 and 2005 from Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sinaloa and Sonora, were analyzed. According to the landing records from northwest Mexico, at least 136 fish resour-ces or species groups are exploited in this region, which account for more than 300 species from coastal to pelagic, from shallow to deep, from sandy to rocky environments, reflecting the small-scale fisheries interactions over a wide range of habitats in the marine ecosystem. A hierarchical grouping analysis was made to evaluate similarity between fishing offices based on catch species composition. Analyses resulted in two grouping levels. The first level discriminates two general groups of fishing offices: those recording catches from continental coast and those recording catches in the peninsular coast. The second level dis-criminates 11 groups of fishing offices, which were used as a base reference to identify distinctive fishing regions. We discussed the relationship of this grouping pattern with the marine environment variability, its importance and potential benefits for ecosystem-based management of small-scale fisheries into the Mexican administrative framework.Key words: Ecosystem management, small-scale fisheries, regionalization of fisheries, multispecies mana-gement units, Gulf of California.

Ciencia Pesquera (2013) 21(1): 41-54

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J.G. Díaz-Uribe, V.M. Valdez-Ornelas, G.D. Danemann, E. Torreblanca-Ramírez, A. Castillo-López y M.Á. Cisneros-Mata

Introducción

En México se desembarcan en promedio 1.1 mi-llones de toneladas anuales de productos pesque-ros, de los cuales por lo menos 50% se obtiene en la región noroeste (inapesca 2010). Dentro de esta actividad, las pesquerías ribereñas son importantes porque generan 65% de la produc-ción destinada al consumo humano directo, y en ellas participa 85% de los pescadores nacionales y arriba de 90% de las más de 102 000 embarca-ciones registradas (Fernández et al. 2011). Pese a su importancia, la mayoría de estas pesquerías carece de programas de ordenamiento debido a la percepción de que las embarcaciones menores son menos deletéreas que las de mayor calado (Mathew 2003) y de que la alta movilidad de las embarcaciones que utilizan, junto con la esta-cionalidad de los recursos pesqueros, ocasiona que el esfuerzo de pesca en una zona sea muy variable y difícil de manejar (Espinoza-Tenorio et al. 2011a). Sin embargo, recientemente se ha reconocido que las pesquerías ribereñas hacen uso exhaustivo de los ecosistemas costeros, por lo que su evaluación y su manejo tienen mayor relevancia de lo que normalmente se piensa (Bundy y Pauly 2001).

La pesca es una actividad que afecta a otras especies además de las especies objetivo y al me-dio ambiente. Es por ello que desde hace más de cuatro décadas se ha debatido sobre las limi-taciones del manejo pesquero monoespecífico y se ha propuesto integrar en la evaluación y en el manejo, el efecto de las pesquerías sobre los ecosistemas (Reiger y Henderson 1973, May et al. 1979, Sainsbury 1982, Pimm y Hyman 1987). En distintos foros mundiales, como la Cumbre de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable en 1992, el Acuerdo de los Stocks Pesqueros de las Naciones Unidas de 1995 y la Conferencia de Reikiavik sobre Pesquerías Res-ponsables en 2001, se ha reconocido la necesi-dad de mantener la integridad de los ecosiste-mas como base de la pesca responsable (Mathew 2003, Parkes et al. 2010).

Distintos conceptos como “Manejo de eco-sistemas”, “manejo de pesquerías basado en el ecosistema” o “enfoque de ecosistemas para pes-querías”, se han utilizado para definir un marco

teórico útil en la transición del manejo pesquero hacia una visión más integral que tome en cuen-ta los principales componentes y servicios de los ecosistemas. En particular, el manejo de pesque-rías basado en el ecosistema le da importancia al hábitat, asume una perspectiva multiespecífica y centra la atención del manejo en los usuarios, es decir, en la actividad económica (Garcia et al. 2003). Este enfoque ofrece, por tanto, un marco de referencia útil para pesquerías tan comple-jas como las ribereñas, que explotan múltiples especies empleando diferentes artes de pesca y en las que a menudo participan diversos grupos sociales y culturales. Después del colapso de la pesquería de bacalao en el Atlántico noroeste a principios de la década de los años noventa, Ca-nadá fue el primer país en adoptar de forma ex-plícita el manejo pesquero con base en el ecosis-tema (Mathew 2003). Sin embargo, todavía son pocas las pesquerías en el mundo en las que se ha aplicado este nuevo enfoque, lo que refleja el reto que representa llevarlo a la práctica (Garcia et al. 2003, Espinoza-Tenorio et al. 2011b). En las últimas décadas se ha avanzado en la definición de objetivos para el manejo de pesquerías con base en el ecosistema, pero por lo regular estos objetivos se definen vagamente, en el ámbito de políticas nacionales o acuerdos internacionales de alto nivel, y esto dificulta su aplicación prácti-ca (Sainsbury et al. 2000, Francis et al. 2007). En México, la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables (lgpas) define un marco general que permite orientar el manejo de pesquerías con este enfoque. Sin embargo, para llevarlo a un nivel operativo, es necesario definir explícita-mente criterios y objetivos basados en el ecosis-tema dentro de los programas de ordenamiento pesquero y de los planes de manejo, instrumen-tos de política pesquera reconocidos en la lgpas (dof 2007, inapesca 2010).

En este trabajo se hace un análisis de los des-embarcos oficiales de la pesca ribereña del no-roeste de México y se identifican unidades mul-tiespecíficas que parecen estar relacionadas con la variación espacial. En este contexto se propo-ne una regionalización para el manejo de estas pesquerías y se discute su relación con el concep-to de manejo basado en el ecosistema y su utili-dad dentro del marco administrativo mexicano.

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4321(1): 41-54, mayo de 2013 Ciencia Pesquera

Regionalización de la pesca ribereña en el noroeste de México

Materiales y métodos

Se analizaron los volúmenes de captura mensual por especie de la pesca ribereña registrados en-tre 2000 y 2005 en los avisos de arribo genera-dos en 44 oficinas de pesca de Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sinaloa y Sonora. El análisis no consideró las capturas provenien-tes de las embarcaciones mayores o industriales que por su capacidad de desplazamiento tienen un ámbito geográfico de operación que va más allá del área de influencia de una oficina de pes-ca determinada. En los registros de captura no se utilizan los nombres científicos de las especies sino sus denominaciones comunes, por lo que durante 2007 y 2008 se realizaron prospecciones en campo para identificar y/o corroborar las es-pecies asociadas a los distintos nombres comu-nes utilizados en cada localidad.

En este estudio se utiliza la definición de “re-curso pesquero” como una especie o grupo de especies registradas en una sola denominación. En algunos casos, un “recurso” se refiere a una sola especie (por ejemplo, “pargo amarillo”, que se refiere a Lutjanus argentiventris (Peters 1869)), y en otros casos a varias especies (por ejemplo “cabrilla” se refiere a varias especies de los géne-ros Mycteroperca, Paralabrax y otras).

Para evaluar la similitud entre las capturas registradas por oficina de pesca se realizó un análisis de agrupación jerárquica de Ward (modo q), basado en la composición de las capturas arribadas (Ward 1963, Aceves-Medina 2003). La agrupación de oficinas de pesca resultante se trasladó a un mapa para verificar su arreglo espacial y su posible utilidad en la definición de regiones geográficas con base en la composición de las capturas.

Posteriormente se evaluó la importancia de los recursos pesqueros en toda la zona de estu-dio y en cada región. Para ello se aplicó el Índi-ce de Importancia Relativa (iir) originalmente utilizado para el análisis de dietas (Hyslop 1980) y modificado en este estudio para integrar, ade-más del volumen, el valor comercial en playa y la frecuencia mensual y espacial de las capturas registradas en los avisos de arribo (Díaz-Uribe et al. 2007). Con la información histórica de pro-ducción (volumen, valor, meses y oficinas en que se reportan las capturas) obtenida de los avisos

de arribo se evaluó el iir en función de cuatro criterios:

iiri = (%pi+%vi)∙%f(t)I∙%f(e)i

donde:iiri = Índice de Importancia Relativa del recurso

i en las capturas.%pi = Proporción en peso del recurso i en el

peso total de las capturas.%vi = Proporción del valor del recurso i en el

valor total de las capturas.%f(t)i = Proporción de los meses en que aparece

la especie i en un año de capturas.%f(e)i = Proporción de las oficinas en que

aparece la especie i en el total de oficinas.

Una vez ordenados de mayor a menor impor-tancia de acuerdo con los valores del iir, los recursos fueron clasificados en función de su aportación al volumen de las capturas. Aquellos recursos de mayor importancia que sumados contribuyeron al menos con 50% del volumen total de las capturas de la región se consideraron “recursos principales”. Aquellos que le siguen en orden de importancia y que sumados a los recur-sos principales contribuyeron para alcanzar al menos 90% del volumen total de las capturas, se consideraron “recursos alternativos”. Los recur-sos que quedaron fuera de esta clasificación se consideraron insignificantes para el análisis.

Con base en los resultados de agrupación y de importancia relativa se desarrolló una pro-puesta de regionalización de la pesca ribereña, tomando en cuenta además algunas considera-ciones operativas para su manejo (Sainsbury et al. 2000, Garcia et al. 2003).

Resultados

Composición general de las capturas en el noroeste de México

Entre 2000 y 2005 se registraron 136 recursos pesqueros en los avisos de arribo generados por las oficinas de pesca localizadas en el noroeste de México. Entre ellos destacan grupos importan-tes, como los peces óseos (escama), los peces car-tilaginosos (tiburones y rayas), los equinodermos

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44 Ciencia Pesquera 21(1): 41-54, mayo de 2013

J.G. Díaz-Uribe, V.M. Valdez-Ornelas, G.D. Danemann, E. Torreblanca-Ramírez, A. Castillo-López y M.Á. Cisneros-Mata

(erizos y pepinos de mar), los crustáceos (can-grejos, jaibas, langostas, camarones), los molus-cos (almejas, caracoles, pulpos y calamares) y las algas. Considerando que la mayor parte de estos recursos incluye de una a cinco especies (Tabla 1), con un promedio de 2.3 especies por recurso, y que en los registros se cuenta con un número indeterminado de especies en la denominación de “escama” y en la de “otras especies”, se puede estimar que en el noroeste de México las flotas ribereñas podrían estar explotando más de 300 especies costeras y pelágicas, de aguas someras y profundas (>30 m), así como de ambientes arenosos y de arrecife, lo cual refleja la interac-ción de este tipo de pesquerías con un espectro amplio de hábitats y especies en el ecosistema marino.

De acuerdo con el iir aplicado a toda el área de estudio, dentro de los recursos principales destacan el pargo, el tiburón, la curvina, el ca-lamar, el huachinango y la mantarraya, que re-gistran alrededor de 21% del volumen total de las capturas registradas entre 2000 y 2005 (Tabla 2). Los peces óseos constituyen el conjunto ma-yoritario de recursos principales y aportan más de 30% del volumen total registrado. También se observan peces cartilaginosos (tiburón, manta-rraya, cazón, guitarra y angelito), moluscos (ca-lamar gigante y almeja chocolata) y crustáceos

(sólo camarón), que aportan 20% del volumen de las capturas totales.

Grupos de pesquerías en el noroeste de México

El análisis de agrupación permitió discriminar dos grandes grupos de oficinas de pesca sepa-rados a un nivel de distancia >5 (Fig. 1). Estos dos grupos están definidos por la ubicación geo-gráfica de las oficinas que los componen. Por un lado están aquellas que registran capturas en la costa continental, y por el otro se agrupan las de la costa peninsular y del Alto Golfo de Califor-nia. A un nivel de distancia menor (~1), el aná-lisis discrimina distintos subgrupos de oficinas de pesca, cada uno de ellos claramente asociado con un área geográfica. La de Tijuana-Rosarito no parece estar agrupada con ninguna otra ofi-cina, y tampoco se puede distinguir si pertenece a la región continental o a la peninsular. Tepic y Hermosillo, aunque se ubican como parte de la región continental, forman un pequeño grupo distinto al de las demás oficinas. Esto puede ser resultado de que en estas tres oficinas se reciben avisos de arribo de distintos sitios de captura y, por tanto, se salen de la asociación geográfica que se observa en las otras. El caso de Mexicali es menos evidente; sin embargo, se trata tam-bién de una oficina que recibe avisos de arribo

Fig. 1. Análisis de agrupación de las oficinas de pesca en el noroeste mexicano en función de las capturas de pesca reportadas entre 2000–2005.

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Regionalización de la pesca ribereña en el noroeste de México

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Page 42: Prólogo - gob.mx · *** Instituto Nacional de Pesca, sagarpa, Pitágoras 1320, Benito Juárez 03310, México, df. Ciencia Pesquera (2013) 21(1): 5-13 Introducción En el Golfo de

46 Ciencia Pesquera 21(1): 41-54, mayo de 2013

J.G. Díaz-Uribe, V.M. Valdez-Ornelas, G.D. Danemann, E. Torreblanca-Ramírez, A. Castillo-López y M.Á. Cisneros-Mata

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Page 43: Prólogo - gob.mx · *** Instituto Nacional de Pesca, sagarpa, Pitágoras 1320, Benito Juárez 03310, México, df. Ciencia Pesquera (2013) 21(1): 5-13 Introducción En el Golfo de

4721(1): 41-54, mayo de 2013 Ciencia Pesquera

Regionalización de la pesca ribereña en el noroeste de México

de distintos sitios de desembarco, lo que podría explicar por qué se asocia más a oficinas de So-nora que de Baja California.

Propuesta de regionalización

A partir de esta agrupación de oficinas de pesca se propone un esquema de regiones pesqueras que podrían servir como base para el manejo de pesquerías ribereñas en el noroeste de México según las siguientes consideraciones (Fig. 2, Ta-bla 3). Las oficinas de Tepic, Hermosillo, Mexi-cali y Tijuana no se incluyeron en este esquema, ya que el producto arribado a estas oficinas no proviene de un área geográfica en particular. Por otra parte, aunque las capturas arribadas a las oficinas de La Paz y Cabo San Lucas son simi-lares a las de Peñita de Jaltemba y La Cruz de Huanacaxtle, en términos de manejo parece ra-zonable mantener estas localidades en regiones separadas, respetando su evidente separación geográfica. La similitud de las oficinas de Gua-ymas, Santa Rosalía y Loreto se debe a la domi-nancia del calamar en las capturas, lo que sugie-re que el manejo de este recurso debe considerar a los usuarios tanto de la costa continental como de la costa peninsular. No obstante, debido a que el resto de las especies que se capturan en estas

oficinas en su mayoría es de demersales, parece pertinente que los recursos distintos al calamar se manejen de manera independiente entre un litoral y otro, debido a su separación geográfica. Por esta razón, las oficinas de Loreto y Santa Ro-salía se consideran dentro de la misma región de La Paz y Cabo San Lucas, en tanto que la oficina de Guaymas se integró a la región de las oficinas de Huatabampo, Ciudad Obregón y Bahía Kino. Finalmente, en el Alto Golfo se propone inte-grar a la oficina de Puerto Peñasco con las de el Golfo de Santa Clara y Puerto Libertad, debi-do a las ventajas administrativas que esto puede significar para la integración de los comités de pesca previstos en la ley y que se discuten más adelante.

A continuación se describen las once regiones pesqueras sugeridas a partir de este esquema.

Región I. Integra tres oficinas de pesca: Ensena-da, San Quintín y El Rosario, que se ubican al norte de la costa occidental de Baja California. De los 65 recursos que se reportan en las captu-ras de esta región, sobresale el sargazo por apor-tar 62% del volumen de capturas; sin embargo, este recurso apenas aporta 7% del valor total de las capturas en playa. Otros diez recursos com-pletan 90% del volumen de capturas, incluidos

Fig. 2. Representación espacial de los resultados obtenidos en el análisis de agrupación.

Page 44: Prólogo - gob.mx · *** Instituto Nacional de Pesca, sagarpa, Pitágoras 1320, Benito Juárez 03310, México, df. Ciencia Pesquera (2013) 21(1): 5-13 Introducción En el Golfo de

48 Ciencia Pesquera 21(1): 41-54, mayo de 2013

J.G. Díaz-Uribe, V.M. Valdez-Ornelas, G.D. Danemann, E. Torreblanca-Ramírez, A. Castillo-López y M.Á. Cisneros-Mata

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Regionalización de la pesca ribereña en el noroeste de México

el tiburón, el abulón, el ostión, el cangrejo y el erizo, entre otros. El restante 10% es aportado por otros 54 recursos de menor importancia.

Región II. Integrada por dos oficinas de pes-ca: Guerrero Negro y Jesús María, localizadas en la costa occidental de la península, en las inmedia-ciones del límite entre Baja California Sur y Baja California, respectivamente. De los 50 recursos que se registran en esta región, el abulón, la alme-ja chocolata, la langosta y la almeja pismo fueron los más importantes, por aportar 53% del volu-men de las capturas y 78% de su valor en playa. Otros 12 recursos en orden de importancia, como la cabrilla extranjera, la almeja pata de mula, el tiburón y el verdillo, entre otros, completan 90% del volumen, en tanto que el restante 10% lo aportan 34 recursos de menor importancia.

Región III. La integran cuatro oficinas de pesca: Punta Abreojos, Bahía Asunción, Bahía Tortugas e Isla de Cedros. Es conocida en Baja California Sur como la “Región Pacífico Nor-te”. De los 50 recursos que se registran en esta región, los cuatro más importantes (langosta, abulón, tiburón y caracol panocha) aportan 50% del volumen de capturas y 88% de su valor en playa. Otros diez recursos que siguen en orden de importancia, como el jurel, el alga Gelidium, la pierna y el lenguado, entre otros, completan 90% del volumen de capturas. El restante 10% lo aportan 36 recursos de menor importancia.

Región IV. Integra tres oficinas de pesca: San Carlos, Puerto López Mateos y Ciudad Consti-tución, todas ellas asociadas al complejo lagunar de Bahía Magdalena. De los 62 recursos que se registran en esta región, el más importante es la almeja catarina, pues aporta 69% del volumen de capturas y 34% de su valor en playa. Otros diez recursos que siguen en orden de importan-cia (tiburón, langosta, almeja pata de mula, ca-lamar y pierna, entre otros) completan 90% del volumen de captura, mientras que 10% del vo-lumen restante lo aportan otros 51 recursos de menor importancia relativa.

Región V. Lo integran cuatro oficinas de pes-ca: Cabo San Lucas, La Paz, Loreto y Santa Ro-salía. De los 66 recursos que se registran, el más importante es el calamar, con 80% del volumen total y 70% del valor total. Sin embargo, se trata de una pesquería restringida prácticamente a las costas cercanas a Santa Rosalía. En el resto de

las localidades se capturan otros nueve recursos importantes, entre los que se encuentran el hua-chinango, el jurel, la cabrilla y el pargo, con los cuales se completa 90% del volumen de captu-ras. Otros 56 recursos sólo aportan 10% del vo-lumen restante.

Región VI. Incluye dos oficinas de pesca: San Felipe y Bahía de los Ángeles. Abarca práctica-mente toda la costa oriental de Baja California. De los 54 recursos que se reportan en las captu-ras, los primeros seis (tiburón, cabrilla, guitarra, mantarraya, alga gracilaria y angelito) aportan 54% del volumen y 49% de su valor en playa. Otros 12 recursos que siguen en orden de impor-tancia, incluidos la almeja burra, el pepino de mar y la baqueta, entre otros, completan más de 90% del volumen de capturas, por lo que el res-tante 10% está compuesto por otros 36 recursos de baja importancia relativa.

Región VII. Incluye tres oficinas de pesca: Puerto Libertad, Puerto Peñasco y Golfo de Santa Clara, localizadas en la costa norte de So-nora hasta el Alto Golfo. De los 50 recursos que se capturan en esta región, la sierra, el chano, el tiburón, la almeja blanca y la guitarra son los más importantes por aportar 51% del volumen y 59% de su valor en playa. Otros ocho recur-sos (lenguado, mantarraya, merluza, angelito, curvina golfina, cochi, almeja chocolata y jaiba) completan 90% del volumen, y otros 37 recursos aportan el resto.

Región VIII. La integran cuatro oficinas de pesca de la costa centro-sur de Sonora: Bahía Kino, Guaymas, Ciudad Obregón y Huatabam-po. De los 60 recursos que se registran en esta región, nueve aportan poco más de 50% del volumen y del valor de las capturas. Entre es-tos recursos están el calamar, el callo de hacha, la cabrilla, el caracol chino, el huachinango, el lenguado, la jaiba, la curvina y la baqueta. Otros 24 recursos en orden de importancia completan poco más de 90% del volumen de capturas, en tanto que el resto lo componen otros 27 recursos.

Región IX. Incluye nueve oficinas de pes-ca que cubren toda la costa de Sinaloa. Dentro de esta región, el análisis de agrupación sugiere una subregionalización latitudinal relacionada con las características de la línea de costa (Figs. 1 y 2). Es posible identificar una región sur (de Escuinapa a Mazatlán), una región centro (de

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Mazatlán a La Reforma) y una región norte (de La Reforma a Topolobampo). De los 64 recur-sos que se registran en todo el corredor, los once más importantes aportan alrededor de 50% del volumen y poco más de 64% del valor de las cap-turas. Entre estos recursos sobresalen el pargo, la mojarra, el camarón, el huachinango, la lisa, el robalo y la curvina. Otros 24 recursos en or-den de importancia completan 90% del volumen de capturas, mientras que el resto lo componen otros 29 recursos.

Región X. Incluye cuatro oficinas de pesca: Tecuala, Tuxpan, Santiago Ixcuintla y San Blas, ubicadas en la costa norte de Nayarit, entre San Blas y Tecuala. De 49 recursos registrados en es-tas oficinas, el camarón, la mojarra y la lisa son los que alcanzan mayor importancia, aportan-do poco más de 50% del volumen de capturas y cerca de 58% de su valor en playa. Sobresale el camarón al aportar poco más de la tercera parte del volumen de capturas y 46% de su valor en playa. Otros 16 recursos como el robalo, el ba-coco, el bagre, el pargo y la sierra, entre otros, completan 90% del volumen de capturas, que-dando otros 30 recursos que integran 10% de las capturas restantes.

Región XI. Incluye a las dos oficinas de pesca localizadas en Peñita de Jaltemba y La Cruz de Huanacaxtle, en el sur de Nayarit. De los 37 re-cursos que se registran, los cuatro más importan-tes (huachinango, pargo, tiburón y ostión) apor-tan 56% del volumen de las capturas y más de 70% de su valor en playa. Otros nueve recursos que siguen en orden de importancia completan 90% del volumen de capturas, mientras que 24 recursos sólo aportan el restante diez por ciento.

Discusión

Bases para el manejo de pesquerías ribereñas con enfoque en el ecosistema

Independientemente de las diferencias concep-tuales, los distintos enfoques de manejo que consideran el ecosistema coinciden en muchos de sus principios que potencialmente pueden ser puntos de partida para integrarlo de manera práctica. Este trabajo se enmarca en dos de ellos: 1) el manejo de pesquerías debe considerar en

mayor grado aspectos espaciales, tomando como base los hábitats dentro del ecosistema y 2) debe ser multiespecífico y no limitarse sólo a la espe-cie objetivo. Conforme este contexto, los resul-tados obtenidos aportan información relevante para instrumentar programas de ordenamiento y planes de manejo con base en el ecosistema para las pesquerías ribereñas que operan en el noroes-te de México. Específicamente, la información permitirá orientar estos instrumentos de política pesquera en dos vertientes fundamentales:

a) Regionalización basada en hábitats marinos. Los resultados mostraron que las capturas de las pesquerías ribereñas se componen de múltiples especies cuyo arreglo está relacionado con los gradientes del ambiente costero y marino del noroeste de México. En el Golfo de California, en el litoral peninsular, la plataforma continental es estrecha, predominando fondos rocosos y estuarios negativos debido a la escasa descarga de ríos (Thomson et al. 1987). Esto permite a las flotas ribereñas acceder tanto a ambientes de arrecife rocoso como pelágicos, lo que se evidencia por la predominancia de recursos como el huachinango, el pargo, el tiburón y el jurel en las capturas del sureste de la península. En el litoral continental, la plataforma es más amplia, la descarga de ríos favorece la presencia de estuarios positivos y se observa mayor cobertura de costas con fondos arenosos (Thomson et al. 1987), lo que se relaciona con la predominancia de especies como el camarón, la lisa, la mojarra, la curvina y el robalo en las capturas del norte de Nayarit y de Sinaloa.

b) Identificación de unidades de manejo multiespecíficas. Una implicación de la visión basada en el ecosistema tiene que ver con la unidad de manejo. Así como el stock representa la unidad de manejo con un enfoque monoespecífico, para el manejo basado en el ecosistema es necesario definir una unidad de manejo funcional multiespecífica, lo que en términos prácticos significa identificar un conjunto de especies sobre las cuales se deben dirigir los esfuerzos de manejo para mantener la integridad del ecosistema. Aunque el iir no es propiamente

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Regionalización de la pesca ribereña en el noroeste de México

un índice de importancia ecológica, sí permite identificar grupos de recursos sobre los cuales la pesca ejerce mayor presión de explotación dentro de una región o unidad ambiental. Es decir, con el iir se identifican las especies a través de las cuales, las pesquerías tienen mayor interacción con los ecosistemas y, por tanto, son los recursos sobre los que se tendría que hacer hincapié en el ordenamiento y el manejo (Díaz-Uribe et al. 2007). Es probable que a través del iir resulten recursos importantes que en principio se suponen sin relación ecológica, como es el caso del camarón y la lisa en la región x, por ejemplo (Tabla 3). Sin embargo, al tratarse de especies que pertenecen a una misma región y que comparten el hábitat, los programas de monitoreo y evaluación tendrían que evaluar hasta qué grado la pesca ejerce efectos sinérgicos por medio de la trama trófica.

Ventajas de un esquema de manejo pesquero regionalizado

La necesidad y las ventajas de adoptar un es-quema regionalizado para pesquerías ribereñas en México han sido planteadas y discutidas por distintos autores (Cudney-Bueno y Turk-Boyer 1998, Espinoza-Tenorio et al. 2010, Moreno-Báez et al. 2012). Durante mucho tiempo en México, el manejo pesquero fue centralizado, de arriba hacia abajo; los órganos gubernamentales de regulación pesquera tenían la exclusividad en la toma de decisiones y los pescadores las debían acatar, sin la posibilidad de participar en dicho proceso (Hernández y Kempton 2003, Fernán-dez et al. 2011). Sin duda, la falta de atención que ha prevalecido hacia la pesca ribereña es prueba de las limitaciones de este esquema de manejo. Como alternativa, el co-manejo es un esquema en el que además de las autoridades, los usuarios o comunidades pesqueras participan de forma acti-va en el proceso de toma de decisiones y la lgpas ahora reconoce y faculta a la autoridad pesquera para promover esta estrategia de manejo a tra-vés de los consejos de pesca. En este contexto, un esquema de regionalización podría favorecer la descentralización en la toma de decisiones a partir de estructuras de gobernanza donde las

autoridades, los pescadores y los investigadores tendrían la oportunidad de instrumentar los ele-mentos de política pesquera reconocidos en la ley (ordenamientos y planes de manejo pesqueros), por medio de nuevos esquemas de trabajo que cumplan algunas características deseables como las que propone Duberstein (2009): 1) que se ins-trumenten por unidad espacial o regional; 2) que se tomen decisiones en función de los recursos más importantes de cada unidad regional y no de una especie en particular; 3) que se cuente con mecanismos de participación informada y toma de decisiones eficientes y flexibles que permitan la rápida adaptación a cambios en el sistema; 4) que se genere conocimiento acerca del ecosistema, in-cluida la dinámica pesquera y 5) que se mantenga un monitoreo permanente y un registro preciso sobre las capturas. Algunas de las aplicaciones prácticas de un esquema regional con estas ca-racterísticas se presentan en la tabla 4.

Retos que superar

Para algunos autores, el manejo basado en el ecosistema representa un esquema en el que además de la dinámica poblacional de las espe-cies objetivo de la pesca se deben considerar sus interacciones con otras especies y con su hábi-tat, los efectos del ambiente físico y los efectos de la pesca sobre los ecosistemas (Mathew 2003, Díaz de León-Corral et al. 2009). Este esquema de manejo demanda tal flujo de información que la investigación y el monitoreo de las especies, del ambiente, de los ecosistemas y de las pes-querías son fundamentales. Debido a la escasa información que existe en torno a las pesquerías ribereñas y los recursos que explotan (Mathew 2003, Browman et al. 2004, Andrew et al. 2007, Díaz-Uribe et al. 2007, Fernández et al. 2011), desarrollar cualquiera de estos temas para tomar decisiones de manejo representa un reto por re-solver. En este sentido, un esquema de manejo regionalizado podría ser útil para orientar y prio-rizar las líneas de investigación de acuerdo con las necesidades de información de cada región, tomando como base, por ejemplo, las especies que conforman las unidades de manejo multies-pecíficas y de esta forma hacer un uso más efi-ciente de los recursos financieros y humanos que se destinen para tal propósito.

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J.G. Díaz-Uribe, V.M. Valdez-Ornelas, G.D. Danemann, E. Torreblanca-Ramírez, A. Castillo-López y M.Á. Cisneros-Mata

Los avisos de arribo son una fuente de in-formación importante para el monitoreo, no sólo por los registros de captura y esfuerzo, sino porque tienen amplia cobertura tanto en tiem-po como en espacio. Sin embargo, su uso para evaluar el estado de los recursos pesqueros es muy limitado y está restringido sólo a reportes estadísticos generales debido a dos problemas clave: 1) el subregistro o la ausencia de algunas especies en los avisos de arribo resultado de la falta de sistematización de la información y de vigilancia eficiente para pesquerías tan dispersas y tan extendidas en las costas del país y 2) la baja resolución taxonómica, dado que en los avisos de arribo se registran nombres comunes y se dan ca-sos en que el nombre de un recurso puede estar asociado a más de una especie (p. ej. Caulolatilus affinis Gill 1865 y C. princeps (Jenyns 1840) se reportan como pierna) o bien una especie puede ser reconocida con distintos nombres comunes (p. ej. Hoplopagrus guntherii Gill 1862 se puede reportar como pargo mulato o pargo prieto). Con un esquema de manejo regionalizado se re-duce la dispersión de los sitios de desembarco y es más probable que en cada región las especies se reconozcan con el mismo nombre común. De esta forma se facilitaría el control de los avisos de arribo y se mejoraría sustancialmente la pre-cisión de los registros de captura.

Debido que este estudio se basa en los avi-sos de arribo es necesario reconocer que los re-sultados podrían tener sesgos debido a las limi-taciones de la información. Sin embargo, debe

considerarse que el problema de la baja resolu-ción taxonómica fue parcialmente resuelto con la campaña de campo (cf. Tabla 1) y aunque todavía hay grupos como los de los lenguados, las berrugatas o las mojarras, que requieren una revisión taxonómica detallada, fue posible identificar conjuntos de especies que represen-tan grupos funcionales asociados a hábitats co-munes. Por ejemplo, las curvinas son peces de la familia Sciaenidae asociados a ambientes de fondos blandos (arenosos-fangosos); los pargos son peces de la familia Lutjanidae asociados a si-tios de transición entre fondos blandos y rocosos (Thomson et al. 1987, Hastings et al. 2010). En este estudio no se contempló ninguna corrección por subregistro o por la ausencia de especies en los avisos de arribo. Se trata de un problema que representa un reto metodológico para el que no existen estudios que permitan tener una apro-ximación confiable (Rodríguez-Medrano 1990, Saucedo-Barrón 1992, Cisneros Mata et al. 1995, Lercari-Bernier 2006); sin embargo, la consis-tencia de los resultados con los gradientes am-bientales permite suponer que la agrupación de especies por región se mantendría muy similar ante cualquier corrección que pudiera hacerse a la información. En este contexto, el esquema de regionalización que se propone en este trabajo puede considerarse robusto; empero, es impor-tante resaltar la necesidad de mejorar la infor-mación que se obtiene de los desembarcos de tal forma que permita, no sólo hacer reportes esta-dísticos, sino también monitorear a las principales

Tabla 4Características deseables y algunas aplicaciones prácticas de un esquema de manejo regionalizado aplicado a la pesca

ribereña del noroeste de México

Características Aplicaciones prácticas del esquema de regionalizaciónImplementación por unidad regional

Define el ámbito de permisos, ordenamientos y planes de manejo.Ayuda a programar y evaluar la distribución del personal y recursos para la investigación y el manejo.

Decisiones basadas en los principales recursos

Se otorgan permisos con base en la estacionalidad de los recursos de la unidad, permitiendo a los usuarios completar un ciclo anual. Se elaboran planes de manejo multiespecíficos por unidad de manejo.

Participación informada y toma de decisiones

Usuarios tienen acceso a información relevante.Usuarios acuerdan e implementan acciones de manejo adecuadas (vedas, cuotas, refugios, etc.) para especies de importancia local.

Conocimiento ecosistémico, incluyendo actividad pesquera

Se determina conectividad genética y de poblaciones entre unidades. Se establecen los ciclos pesqueros de la unidad de manejo.

Monitoreo permanente y preciso Se cuenta con información que alimente los instrumentos de manejo. Se identifican claramente las tendencias en el sistema.

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Regionalización de la pesca ribereña en el noroeste de México

especies sujetas a explotación e incorporar dicha información a diversos métodos de análisis para la evaluación de las pesquerías. Para todo ello es necesario considerar un cambio de fondo en el proceso de registro de capturas.

Conclusión

• Este estudio muestra que a partir del regis-tro pesquero es factible identificar unidades espaciales o regionales de pesca y grupos de especies relevantes en cada unidad, elemen-tos clave para el manejo de pesquerías con base en el ecosistema, lo que representa una alternativa para las pesquerías ribereñas en México.

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Recibido: 5 de octubre de 2012Aceptado: 22 de febrero de 2013

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57 Ciencia Pesquera

Uso de la técnica de pcr en el proceso de diagnóstico de enfermedades infecciosas en organismos acuáticos,

su validación y su interpretación

Jorge Cáceres-Martínez* y Rebeca Vásquez-Yeomans**

El creciente desarrollo de la acuicultura en el ámbito mundial ha puesto en evidencia la enorme importan-cia de la sanidad acuícola; en particular, en la tarea de evitar la introducción y la dispersión de enferme-dades infecciosas. El cumplimiento de estos objetivos descansa, en primera instancia, en el conocimiento de los agentes patógenos y hospederos, su biología, su distribución y su interacción con el ambiente; en segunda instancia, en su correcto diagnóstico y en su interpretación en el contexto biológico y ambiental. Con el surgimiento de la técnica de la Reacción en Cadena de la Polimerasa (pcr por sus siglas en inglés), sin duda se ha dado un avance sin precedente en el encuentro del adn de patógenos; sin embargo, por sí misma, no sustituye el proceso de diagnóstico de enfermedades. El diagnóstico de una enfermedad infecciosa es un proceso y no una técnica; el proceso parte del conocimiento de los conceptos básicos de la patología y su aplicación a una situación biológica en particular. Para ello deben utilizarse diferentes técnicas, observaciones y criterios que ayudarán a llegar a la conclusión de si hay una enfermedad infec-ciosa o no. Los resultados de la aplicación de una técnica de pcr para detectar la presencia o la ausencia de un agente patógeno en particular deben ser evaluados e interpretados por un patólogo especializado. Las pruebas de pcr que quieran usarse en el proceso de diagnóstico de una enfermedad deben ser rigu-rosamente validadas con respecto a otras técnicas y a conocimientos específicos. Falsos resultados o malas interpretaciones de éstos, tienen como consecuencia un efecto negativo para la industria y desperdicio de recursos económicos.Palabras clave: Diagnóstico, enfermedad, patógeno, pcr.

Use of the pcr test in the process of diagnosis of infectious diseases in aquatic organisms, its validation and interpretation

The increasing development of aquaculture on a global scale has put in evidence the enormous impor-tance of the aquatic animal health; in particular, avoid the introduction and dispersion of infectious disea-ses. The fulfillment of these targets rests, in the first instance, in the knowledge of the pathogenic agents and hosts, his biology, distribution and his interaction with the environment; in the second instance, in his correct diagnosis and the interpretation of the same one in the biological and environmental context. With the emergence of the test of the polymerase chain reaction (pcr), undoubtedly an advance has happened without precedent in the detection of the adn of a particular pathogen; nevertheless, for itself, it does not substitute for the process of diagnosis of diseases. The diagnosis of an infectious disease is a process and not a test; the process, part of the knowledge of the basic concepts of the pathology and his application to a biological situation in particular. For it, different test are needed, remarks and criteria that will take us to the conclusion of if there is an infectious disease or not. The results of the application of a test of pcr to detect the presence or absence of a pathogenic agent in particular must be evaluated and interpreted for a specializing pathologist. The tests of pcr that want to be used in the process of diagnosis of a disease must be rigorously validated with regard to other techniques and specific knowledge. False results or bad interpretations of the same ones, they take a negative effect as a consequence for the industry and waste of economic resources.Key words: Diagnosis, disease, pathogen, pcr.

* Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (cicese), Laboratorio de Biología y Patología de Organismos Acuáticos del Departamento de Acuicultura. Km 107 Carretera Tijuana-Ensenada No. 3918, Zona Playitas. cp 22860, Ensenada, Baja California, México. [email protected]

** Instituto de Sanidad Acuícola, ac. Calle 15 No. 265, Zona Centro. cp 22800, Ensenada, Baja California, México.

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vuelto indispensable, y la técnica de detección de adn de organismos patógenos por pcr ofrece rapidez y precisión, por lo que su uso se ha gene-ralizado. Lamentablemente, este uso generaliza-do y presuroso no ha ido de la mano con el uso correcto de los conceptos básicos de la patología y la sanidad acuícola; se ha difundido que esta técnica y sus variantes han sustituido a todas las demás utilizadas en el proceso del diagnóstico. Hoy por hoy, investigadores, productores, consu-midores y estudiantes mal informados ven como obsoleta cualquier técnica que no sean la pcr y sus variantes, para el diagnóstico de las enferme-dades infecciosas. Esto tiene consecuencias ca-tastróficas para la producción, la economía y la credibilidad de los laboratorios. Esta valoración superficial de las actividades en materia de sani-dad acuícola es similar a pensar que los análisis médicos convencionales son obsoletos y que el único análisis adecuado para detectar alguna en-fermedad es una pcr; así como creer que estos resultados deben ser evaluados por un experto en biología molecular y no por el médico. Por lo anterior, es indispensable recordar las bases con-ceptuales del proceso y la interpretación de re-sultados de técnicas para el diagnóstico correcto de enfermedades infecciosas.

Conceptos

El primer paso para realizar un diagnóstico co-rrecto es tener claro lo que es un agente pató-geno, qué es una enfermedad infecciosa, qué es una infección, qué es la susceptibilidad de un hospedero y qué es la virulencia. De acuerdo con Cheng (1986) y oie (2009a) estos conceptos se refieren a: • Agente patógeno es un organismo o virus que

provoca el desarrollo de un padecimiento que se conoce como enfermedad infecciosa.

• Enfermedad infecciosa es una desviación ne-gativa del estado de equilibrio fisiológico de un organismo causado por otro organismo o virus; ésta puede ser transitoria o puede lle-var a la muerte.

• Infección se refiere a la presencia de un agen-te patógeno que se multiplica, desarrolla o está latente en un huésped.

Introducción

En los últimos años, las noticias sobre la disper-sión y los efectos de enfermedades infecciosas que afectan a los organismos acuáticos en cul-tivo ha venido de la mano con el crecimiento de la acuicultura. De acuerdo con la fao (2010), la acuicultura generó 46% del suministro total de pescado comestible y constituye un incremento continuo desde 43% en 2006. Entre los ejem-plos recientes más destacados sobre dispersión y efectos letales de las enfermedades infecciosas, se encuentra el de la Anemia Infecciosa del Sal-món (isa, por sus siglas en inglés) causada por un ortomixovirus. Esta enfermedad se presentó por primera vez en Europa, en el año 1984; pos-teriormente se detectó en las costas atlánticas de Canadá, Escocia, Islas Faroe, Estados Unidos y, en 2007, en Chile; nuevos brotes han seguido lla-mando la atención internacional por el devasta-dor efecto sobre la industria del salmón (Murray et al. 2010). El efecto del virus de la Enfermedad de la Mancha Blanca del Camarón (Wssv, por sus siglas en inglés), descubierto en Taiwán en 1992, ha sido de enorme trascendencia para el cultivo. Se han registrado brotes severos en Asia, América Central y hoy se sabe que afecta a las principales zonas de cultivo de camarón en el mundo (Jory 1999, Lightner 2011). En México, este virus se detectó en 1999 y su efecto en el no-roeste del país ha supuesto pérdidas millonarias en estos dos últimos años (Hamer 20101, Cor-niola 20122). La industria ostrícola no ha estado exenta de estos problemas. El cultivo del ostión japonés en Europa se ha visto severamente afec-tado por el Herpesvirus del ostión variedad µ (oshv-1 µ-Var por sus siglas en inglés). En los últimos años se han registrado pérdidas de 80% (Segarra et al. 2010).

Ante este escenario, el diagnóstico certero y oportuno de enfermedades infecciosas se ha

1. Hamer R. 2010. Mancha blanca provoca pérdidas por 1000 mdp en Sinaloa, México. Actualvet 7.5. http://actualvet.blogspot.mx/2010/07/mancha-blanca-provoca-perdidas-por-1000.html.

2. Corniola S. 2012. Cayó 50% la producción de camarón por virus de la mancha blanca. http://fis.com/fis/worldnews/worldnews.asp?monthyear=&day=23&id=50928&l=s&special=0&ndb=0.

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pcr en procesos diagnósticos

• Susceptibilidad es el grado en que un hospe-dero reúne las condiciones para que se esta-blezca y desarrolle un patógeno.

• Patogenicidad es la capacidad del patógeno para vencer las barreras de defensa del hos-pedero.

Con base en estos conceptos se deben analizar los resultados que se obtengan de una pcr en particular:

Infección

La sola presencia del adn de un organismo, o del mismo, en un hospedero determinado no indica que el presunto patógeno esté vivo y es-tablecido en el hospedero y, por tanto, no hay infección. Puede haber adn, del presunto agen-te, que esté siendo degradado por las células del hospedero. Mientras el presunto patógeno no se establezca en el hospedero, no hay infec-ción. En el caso de adultos de ostión japonés, Crassostrea gigas (Thunberg 1793), se ha detec-tado al fragmento de adn del Herpesvirus del ostión mediante el uso de la técnica de hibrida-ción in situ, en el citoplasma de hemocitos, lo que indicó que el virus no se había establecido en las células y, por tanto, no había infección (Vás-quez-Yeomans et al. 2010). De haberse analiza-do estas muestras únicamente con la técnica de pcr, el resultado sería positivo y se podría haber concluido la existencia de una infección. Desde luego que el oshv-1 puede ser letal para larvas y juveniles, como ha sido plenamente demostra-do (Renault et al. 2000); sin embargo, los adultos parecen haber desarrollado mecanismos de de-fensa que evitan la infección, como se muestra en el trabajo citado y como lo han sugerido otros autores (Arzul et al. 2002). Otro ejemplo inte-resante es el de Vázquez-Boucard et al. (2012) quienes, a través de hibridación in situ, muestran que C. gigas puede acumular al virus de la man-cha blanca del camarón, pero no es infectado por él. Las partículas virales se acumulan en los es-pacios inter-filamentos de las branquias pero no se establecen en la célula del ostión. Al igual que en el caso anterior, si estos ostiones se hubie-ran analizado únicamente mediante pcr podría

haberse interpretado, erróneamente, que C. gigas estaba infectado por Wssv.

Susceptibilidad

Puede encontrarse el adn de un agente patóge-no, o al patógeno de una especie en un hospede-ro que no es susceptible, o es menos susceptible y eso tampoco implica, necesariamente, el desa-rrollo de una infección o una mortalidad en par-ticular. En este sentido, la interpretación para la aplicación de medidas sanitarias debe basarse en el conocimiento preciso de esta interacción. Por ejemplo, Perkinsus marinus Levine 1978 es un agente patógeno para el ostión americano Crassostrea virginica Gmelin 1791, cuyo efecto ha causado altas mortalidades en la costa este de Estados Unidos (Andrews 1988), mientras que el ostión japonés C. gigas puede llegar a infectar-se pero rara vez desarrolla la enfermedad sin que ésta llegue a ser letal (Meyers et al. 1991, Calvo et al. 2001, oie 2009b). Esta información es funda-mental para entender el contexto sanitario y los alcances que, para la producción, puede tener el manejo inadecuado de un resultado por pcr. En el caso de Europa, C. gigas se cultiva amplia-mente en zonas endémicas para Perkinsus olseni (=atlanticus) Lester y Davis 1981, especie que es letal para algunas especies de almeja como Ruditapes decussatus (Linnaeus 1758) (Azeve-do et al. 1990); sin embargo, no existen registros de mortalidad de C. gigas relacionada con dicho parásito en la zona. En caso de sospecharse que en alguna otra región del mundo P. olseni infec-ta a C. gigas, esto debe ser contundentemente esclarecido, ya que sería una contribución muy importante respecto a la información biológica conocida.

Virulencia

Junto con las consideraciones anteriores se debe reconocer que los diversos agentes patógenos les confieren diferentes virulencias y éstas que deben ser interpretadas de manera correcta al emitirse un resultado de una prueba de pcr. Por ejemplo, en salud humana existen variedades

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del Vibrio cholerae y no todas son igualmente virulentas. Las más virulentas son la peruana y la O1. Por otro lado, Vibrio cholerae es habitante común en lagunas costeras de todo el mundo y para causar un problema de salud humana, tan-to las variedades comunes como las virulentas, debe encontrase en ciertas concentraciones que están directamente asociadas con las condiciones ambientales y el manejo del agua y de produc-tos contaminados (Leyva et al. 1996). Por tanto, un resultado positivo por pcr de una variedad en particular debe ser interpretado no sólo con respecto a su presencia, ausencia o virulen-cia intrínseca, sino también de acuerdo con las condiciones ambientales y con el manejo de la muestra. Esta información permitirá establecer medidas sanitarias apropiadas para el problema. De forma análoga, en sanidad acuícola no es lo mismo detectar un caso de infección por oshv-1 que uno por la variedad µ de este patógeno, ya que ésta es altamente patógena (Segarra et al. 2010) y su efecto en la industria ostrícola Fran-cesa, como se mencionó anteriormente, ha sido devastadora. Diferencias en virulencia también se han descrito para protozoos como P. marinus (Robledo et al. 1999), la variedad tipo i, que co-rresponde a aquella dominante en la costa este de eu, es más virulenta que la tipo ii, dominante en el Golfo de México (Gullian 2008) y en lagu-nas costeras del noroeste de México (Cáceres-Martínez et al. 2008, 2012). En el caso del cama-rón, al parecer se ha detectado una variedad no virulenta del virus de la Cabeza Amarilla (yhsv, por sus siglas en inglés) en el noroeste de Méxi-co, aunque dicha información aún requiere con-firmación (Lightner 2011).

Independientemente de los conceptos men-cionados y los elementos necesarios para llegar a un diagnóstico certero, es necesario reconocer ciertos aspectos inherentes a la técnica de pcr que deben tomarse en consideración.

Contaminación

Ningún laboratorio reconoce que un resultado no esperado puede provenir de una contamina-ción, por lo general se asume que sus controles internos (si los hay) y la confianza en sus proce-dimientos garantizan eliminar esta posibilidad.

Si bien existen protocolos estrictos para evitar contaminación y, en muchos casos, la especifici-dad de los oligos y la congruencia de la secuencia con las existentes en los bancos de genes (Gene-Bank) tienden a garantizar un resultado, se debe recordar que la mayor fortaleza de la técnica de pcr es también su mayor debilidad, ya que es capaz de amplificar pequeñísimas fracciones de adn y el riesgo de contaminación siempre está presente. Teóricamente esta técnica es capaz de detectar una única copia de adn molde produ-ciendo, cerca de 1x1012 copias (dependiendo del número de ciclos) de la secuencia seleccionada en pocas horas; la técnica puede ser víctima de su propio éxito (Lofish et al. 1999). Todos los productos de la amplificación por pcr son candi-datos importantes para la re-amplificación y po-drían, en potencia, producir resultados falsos po-sitivos, si es que no se excluyen de subsecuentes amplificaciones, por lo que se requieren pruebas adicionales que permitan confirmar el resultado. Esto es indispensable en regiones y especies nue-vas en donde un patógeno no ha sido encontrado antes; así como en especies que de antemano se sabe que no son susceptibles al presunto agente patógeno detectado.

El tamaño de muestra y el periodo de muestreo

Son otros los factores indispensables para tener éxito en un proceso de diagnóstico. De poco sir-ve que la técnica sea capaz de amplificar una sola copia de adn de una muestra, si no se toma el tejido blanco correspondiente, la fracción del te-jido blanco que contenga al agente patógeno o partes de tejido que, aun conteniendo al agente patógeno, tengan gran cantidad de inhibidores de la reacción de pcr. Tampoco sirve si no se toman suficientes muestras cuando la infección está en su etapa recesiva. Estos problemas deben resolverse a partir del conocimiento disponible sobre el proceso infeccioso del agente patóge-no buscado, lo que permitirá saber qué tejidos blanco son los más adecuados para encontrar a un agente patógeno en determinada parte del proceso infeccioso y el número de muestras de uno o de diferentes tejidos que se debe conside-rar para ampliar las posibilidades de detección. Existen diferentes métodos para estimar un

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pcr en procesos diagnósticos

tamaño de muestra adecuado. En este sentido, la oie recomienda calcular el tamaño de muestra a partir del programa FreeCalc (Cameron 2002), que es internacionalmente reconocido para los procesos de diagnóstico; siempre y cuando se co-nozca y estén validadas la especificidad y la sen-sibilidad de la técnica por emplear.

Validación

Todos los laboratorios se precian de utilizar los mejores iniciadores de regiones altamente es-pecíficas del genoma blanco que garantizan la especificidad de sus pruebas. Sin embargo, estos iniciadores y regiones especie específicas del ge-noma deben ser validados correctamente en el entorno internacional. La oie (2009c) sugiere el uso de ciertos iniciadores y regiones específicas del genoma que en el ámbito internacional han sido validados y probados. Si un laboratorio usa otro tipo de iniciadores, éstos deberán ser for-zosamente validados. La ocurrencia de reacción cruzada es otra de las problemáticas típicas en el uso de la técnica de pcr. Regiones que no han sido validadas apropiadamente pueden con fa-cilidad amplificar regiones del genoma de orga-nismos parecidos que se encuentran con o son parte del microambiente. La información genó-mica contenida en el GeneBank es aún limitada; existen innumerables organismos sobre los que no se conoce ningún aspecto de su genoma y, por tanto, no pueden ser comparados en los bancos de genes. De tal forma, es fundamental que las regiones blanco del genoma del patógeno bus-cado sean específicas y hayan sido validadas con métodos tradicionales de identificación de espe-cies. Este problema es en particular importante cuando se aplica esta técnica a moluscos bivalvos y otros organismos filtro-alimentadores, ya que el mecanismo de filtración permite retener mi-croorganismos que, aunque parecidos a un agen-te patógeno en particular o aun siéndolo para cierta especie, nada tienen que ver con que ese hospedero esté infectado, son mero alimento o serán desechados a través de las seudo-heces, en el caso de moluscos bivalvos, y por las heces en general. Otro factor fundamental es que el adn de presuntos agentes patógenos específicos se encuentre en la parte exterior de los tejidos del

presunto hospedero o en el contenido del tracto digestivo (branquias, manto, boca, esófago, estó-mago, intestino, recto, ano) y no tengan ningún significado infeccioso. Por otro lado, los tejidos del tracto digestivo son órganos blanco para di-versas enfermedades infecciosas y, por ende, en una muestra de esos tejidos y un resultado positi-vo por pcr de un patógeno no esperado, es nece-sario discernir si se ha establecido en el hospede-ro o si es mero alimento. Esto se logra con el uso de diferentes técnicas y con el conocimiento de la biología y la ecología del patógeno y el hospe-dero. La oie (2009c), establece con claridad los pasos necesarios para la validación de técnicas empleadas en el diagnóstico. Algunos ejemplos de una correcta validación de resultados de téc-nicas para diagnóstico se observan en Nérette et al. (2005), quienes realizan un estudio completo de validación para el diagnóstico del virus isa del salmón usando una reacción de pcr reversa (rt- pcr), aislamiento del virus (vi) y una prueba de fluorescencia indirecta de anticuerpos (ifat). Por su parte, Balseiro et al. (2010) y Cáceres-Martí-nez et al. (2012), hacen una validación de resul-tados para la detección de P. olseni y P. marinus, utilizando el cultivo en medio de fluido de tio-glicolato, histología, pcr -secuenciación e Hibri-dación in situ. Una vez demostrada la existencia de una infección, es posible elegir una o más téc-nicas específicas para su vigilancia. Por ejemplo, para determinar presencia o ausencia de un pa-tógeno en un hospedero susceptible y dentro del intervalo de distribución del patógeno, la pcr ya validada para dicho patógeno, hospedero y región, es una técnica altamente recomendada. Para determinar el efecto en el hospedero, la his-tología brinda la mejor herramienta.

Diagnóstico oportuno

Un factor que por lo general lleva a conclusiones erróneas y de consecuencias costosas y terribles es la premura en la emisión de un resultado del proceso de diagnóstico. Como se ha mencionado, la técnica de pcr es de corta duración, el resul-tado puede obtenerse en horas y cuando ocurre un evento de mortalidad de una especie de inte-rés, o cuando se requiere obtener un certificado sanitario para una comercialización inmediata,

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el productor, la autoridad correspondiente y el laboratorio de análisis se ven sometidos a una enorme presión que los induce a emitir re-sultados de forma inmediata. La aplicación y la valoración precipitada de los resultados obteni-dos por pcr pueden resultar en casos positivos o negativos erróneos que induzcan a concluir que se ha encontrado al agente causal de una morta-lidad en particular o que puede permitirse una comercialización determinada por no detectarse algún patógeno específico. Esta misma valora-ción precipitada orilla a investigadores a publicar una primicia del resultado de un “diagnóstico” a partir de la utilización de la sola técnica de pcr y secuenciación. Definitivamente se debe trabajar en optimizar el proceso de diagnóstico para dar el mejor resultado en el menor tiempo posible, pero no a costa de una realidad biológica.

Casos

Existen numerosos ejemplos de casos en los que una notificación sobre un patógeno en particular se ha basado únicamente en la detección de adn por pcr. La incorrecta interpretación de estos resultados han causado dudas y su aclaración ha sido costosa. Ulrich et al. (2007) reportaron infección por Haplosporidium nelsoni Haskin, Stauber y Mackin, 1966, agente causal de la en-fermedad conocida como msx (por sus siglas en inglés, Multinuclear Sphere x) en el ostión ame-ricano C. virginica y otras especies de ostión en el Golfo de México, utilizando únicamente análisis de pcr. Esta información amplía el intervalo de distribución del patógeno y documenta nuevos hospederos; sin embargo, el ensayo utilizado no fue validado para las aguas del Golfo de Méxi-co, y si se considera que en los estudios previos realizados en la zona durante más de 20 años por expertos patólogos no se ha detectado este patógeno (Burreson 2008), es necesaria una va-lidación correcta de la información. Otro ejem-plo ha ocurrido en aguas del estado de Sonora, México, donde se ha reportado la infección por P. marinus en el ostión japonés asociándolo con mortalidades (Enríquez-Espinoza et al. 2010), la información es controversial porque las imáge-nes histológicas presentadas no corresponden al patógeno y se sabe que C. gigas posee proteasas

que impiden el establecimiento y el desarrollo de P. marinus (Romestand et al. 2002, oie 2009b) y, salvo en muy raras ocasiones, desarrolla la enfer-medad (Meyers et al. 1991); por otro lado, estu-dios sobre carga parasitaria de C. gigas en la zona por más de 15 años nunca han mostrado infección por P. marinus (Vásquez-Yeomans et al. 2010b3). Es evidente que la interacción entre patógeno-hospedero es dinámica, pero sacar conclusiones sin las evidencias completas es cuestionable y tiene efectos muy negativos para la producción y la credibilidad de los laboratorios dedicados al diagnóstico. Otros ejemplos notables son los in-formes de Carrasco et al. (2007a, b) con relación a la infección por Marteilia spp., protozoo pará-sito de mejillones y algunas especies de ostio-nes, en especies de copépodos del zooplancton a través de un ensayo de pcr anidado, utilizan-do los iniciadores nts que ya habían sido pre-viamente invalidados (Hiney 2001). Con la mis-ma prueba de pcr anidado y secuenciación en 2006 se obtuvo un caso presuntamente positivo a Marteilia refringens (Grizel, Comps, Bonami, Cousserans, Duthoit y Le Pennec, 1974) en C. gigas cultivado en el noroeste de México; sin embargo, los análisis histopatológicos y por mi-croscopía electrónica de transmisión (Cáceres-Martínez 20064), no mostraron la presencia del pa-tógeno, confirmando fallas en el uso de la prueba de pcr y la información biológica de que C. gigas no desarrolla marteiliosis. Respecto a la enfer-medad de la mancha blanca del camarón blanco, Litopenaeus vannamei (Boone 1931), se han publicado registros de falsos positivos de la misma en la langosta de agua dulce Cherax quadricarinatus (Martens 1868) asociados con la escasa especificidad de los iniciadores utilizados para la reacción de pcr (Claydon et al. 2004). Recientemente, en Canadá hubo un reporte afirmando que la Anemia Infecciosa del Salmón

3. VÁsquez-Yeomans R, J Cáceres-Martínez y P Macías-Montes de Oca. 2010b. Long-term survey of the health status of the Pacific oyster Crassostrea gigas from Northwest Mexico. World Aquaculture 2010, San Diego Ca. usa. 1 al 5 de marzo de 2010.

4. CÁceres-Martínez J. 2006. Informe sobre la identificación del protozoario esporulado x (pex). Informe de investigación para el Comité de Sanidad Acuícola del Estado de Sonora. Instituto de Sanidad Acuícola, ac. 10p.

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pcr en procesos diagnósticos

para todos. Tal como indica Burreson (2008), ma-las interpretaciones en análisis por pcr son es-pecialmente controversiales, porque algunos de esos patógenos, como M. refringens, P. marinus, el virus de la mancha blanca o el virus del isa, son de declaración obligatoria ante la oie, por lo que sus infecciones deben ser plenamente comprobadas. Incluso, la propia oie (2009a) es-tablece con mucha claridad los protocolos que se deben seguir en caso de sospecharse la existencia de una enfermedad de notificación obligatoria y recomienda el apoyo de sus laboratorios de refe-rencia para ayudar a dilucidar los casos controver-siales. Burreson (2008) hace un llamado, al que se suman los autores del presente trabajo, a investi-gadores, revisores y editores de revistas, a ser par-ticularmente cautos respecto a la interpretación de este tipo de resultados y, en su caso, mostrar las evidencias completas y contundentes sobre el diagnóstico de enfermedades infecciosas.

Literatura citada

andreWs JD. 1988. Epizootiology of the disease caused by the oyster pathogen Perkinsus marinus and its effects on the oyster industry. American Fisheries Society. Special Publication 18: 47-63.

arzul I, T Renault, A Thebault y A Gerard. 2002. Detection of oyster herpesvirus dna and proteins in asymptomatic Crassostrea gigas adults. Virus Research 84: 151-160.

azevedo C, L Corral, R Cachola y FO Perkins. 1990. Fine structure of a new parasite (Perkinsus-like species) of Ruditapes decussatus (Bivalvia) from Portugal. En: FO Perkins y TC Cheng (eds.). Pathology in Marine Science. Academic Press, San Diego, pp: 181-187.

Balseiro P, J Montes, R Fernández-Conchas, B Novoa y A Figueras. 2010. Comparison of diagnostic techniques to detect the clam pathogen Perkinsus olseni. Diseases of Aquatic Organisms 90: 143-151.

Burreson E. 2008. Misuse of pcr assay for diagnostic of mollusk protistan infections. Diseases of Aquatic Organisms 80: 81-83.

CÁceres-Martínez J, R Vásquez-Yeomans, G Padilla-Lardízabal y MA Del Río-Portilla.

(isa, por sus siglas en inglés) se había encontrado en salmones de la Columbia Británica. Esto cau-só un efecto inmediato en el sector, dado que las autoridades de Pesquerías y Océanos de Canadá realizan análisis sanitarios con regularidad para determinar la presencia de una amplia variedad de agentes patógenos, incluido el virus del isa en salmones cultivados y silvestres, si bien hasta el momento con resultados negativos. Adicional-mente, de 2003 a 2010, el Ministerio de Agricul-tura de Columbia Británica opera un programa de vigilancia diseñado científicamente sobre más de 4 700 salmones cultivados. Como en el caso anterior, todas las muestras fueron negativas al isa. Ante esta situación, se hace absolutamente indispensable la confirmación de un caso positi-vo en una nueva localidad o especie y eso lleva su tiempo. El análisis de los resultados positivos mostró fallas en el seguimiento del protocolo de laboratorio y los análisis finales, realizados por las autoridades Canadienses, un laboratorio in-dependiente y el Laboratorio Nacional de Refe-rencia para el isa, no confirmaron la presencia del virus (Canadian Food Inspection Agency 20125).

La realización de estudios para aclarar in-formaciones dudosas toma tiempo e implica un enorme gasto económico. En el caso del ejemplo mencionado de Canadá, las autoridades indica-ron que: “Until time testing is finalized, it is im-portant that Canadians and others reserve jud-gment and let the appropriate scientific process run its course. Public debate and any forward action on this issue must be based on the best science”6. Es decir, que las bases en las que se tie-ne que apoyar son los conocimientos científicos y la aplicación del método científico para llegar a un diagnóstico certero. El apresurase en estos casos trae consigo consecuencias devastadoras

5. canadian food inspection agency. 2012. Canada Completes Infectious Salmon Anaemia Testing: No Confirmed Cases in bc Salmon.

http://www.inspection.gc.ca/about-thecfia/newsroom/news-releases/infectious-salmon-anaemia-testing/eng/1323652434990/1323652434991.

6. Hasta que finalice el periodo de pruebas, es importante que los canadienses y demás personas guarden su opinión y per-mitan que el proceso científico siga adelante. El debate públi-co y cualquier otra acción sobre este tema deben basarse en los mejores resultados científicos.

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Recibido: 13 de junio de 2012Aceptado: 10 de octubre de 2012

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69 Ciencia Pesquera

Pesca, oferta y demanda de la cucaracha de mar Chiton articulatus (Mollusca: Polyplacophora) en aguas de la

zona costera del estado de Guerrero, México

Francis G. Olea-de la Cruz*, Sergio García-Ibáñez*, Rafael Flores-Garza*, Pedro Flores-Rodríguez* y Agustín A. Rojas-Herrera*

El molusco poliplacóforo Chiton articulatus es conocido como “cucaracha de mar” o “lengua de perro” y habita en la costa rocosa del Pacífico mexicano. En México aún no existe un programa de manejo sus-tentable de dicha especie. El presente estudio es sobre la pesca, la oferta y la demanda de C. articulatus en aguas de Jurisdicción Federal del estado de Guerrero. Durante los años 2009, 2010 y 2011 se ubicaron y visitaron sitios de venta de la “cucaracha de mar”, donde se aplicaron encuestas a los pescadores del organismo y se solicitaron muestras de conchas de los ejemplares para constatar tanto la especie como las longitudes de extracción. Se visitaron 376 expendios, en 69 se comprobó la oferta de la cucaracha de mar. Acapulco presentó la mayor cantidad de sitios de venta. En nueve localidades se detectó la pesca para con-sumo doméstico. Se determinó que en la zona litoral correspondiente a Guerrero, la especie que se utiliza para el consumo humano es C. articulatus con longitud promedio de captura de 40.66 mm. Una docena de pescadores entrevistados coincidió en que podrían llevar a cabo un plan de manejo pesquero del recurso. Para coadyuvar en la formulación de una estrategia de manejo sustentable es necesario que la pesquería ribereña de la especie se incluya en la Carta Nacional Pesquera, y que el nombre común de la especie se incorpore a la norma nmx-ff-056-scfi-2011.Palabras clave: Chiton articulatus, pesquería ribereña, moluscos, manejo sustentable.

Fishing, supply and demand of the sea cockroach Chiton articulatus (Mollusca: Polyplacophora) in coastal areas waters of the State of Guerrero, Mexico

The polyplacophora mollusk Chiton articulatus known as “sea cockroach” or “dog tongue” lives in the roc-ky shore of the Mexican Pacific. In Mexico there is no program for sustainable management of the species. This study was focused in fishing, supply and demand of C. articulatus in waters of the Federal Jurisdiction in the State of Guerrero. During the years 2009, 2010 and 2011 sites that sold the “sea cockroach” were visited. In these sites interviews were made to the fishers, requesting samples of shells of specimens to de-termine the species and fishing lengths. A total of 376 establishments were visited; sixty nine sites showed the sale of sea cockroach. Acapulco had the highest number of retail sites. In nine rocky beaches of Gue-rrero State fishing for domestic consumption was observed. On the coast of Guerrero, the species used for human consumption is C. articulatus with an average capture length of 40.66 mm. A dozen of interviewed fishers agree they could follow a fishery management program for the sea cockroach. For the success of a sustainable management strategy it is necessary to include the coastal fishery of the species in the Natio-nal Fisheries Chart (Carta Nacional Pesquera), and incorporate the common name in the Mexican norm nmx-ff-056-scfi-2011.Key words: Chiton articulatus, coastal fishery, mollusk, sustainable management.

* Unidad Académica de Ecología Marina, Universidad Autónoma de Guerrero, Gran Vía Tropical Núm. 20, Fraccionamiento Las Playas, Acapulco, Guerrero, cp 39390, México. [email protected]

Ciencia Pesquera (2013) 21(1): 69-81

Introducción

México es uno de los países más biodiversos del mundo y, de acuerdo con Villaseñor et al. (2010), al asociar esta característica con elementos pro-

pios de la economía regional, la diversidad tec-nológica, así como los medios y las relaciones de producción, se ha favorecido la existencia de más de 30 grupos de pesquerías, que van desde las altamente tecnificadas hasta aquellas conocidas como ribereñas.

En los países en desarrollo, la pesca ribere-ña, artesanal o de pequeña escala, se asocia con estratos socioeconómicos bajos y cercanos al ni-vel de subsistencia, con características como la

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70 Ciencia Pesquera 21(1): 69-81, mayo de 2013

F.G. Olea-de la Cruz, S. García-Ibáñez, R. Flores-Garza, P. Flores-Rodríguez y A.A. Rojas-Herrera

utilización de embarcaciones pequeñas, escasa mecanización y uso de elementos de pesca rudi-mentarios, pequeños capitales y mayor empleo de mano de obra (Ruíz-Luna y Madrid 1997). Además, se efectúa en las inmediaciones de la costa y cuerpos de agua naturales, con caracte-rísticas muy particulares que varían en función del tipo de organismo(s) capturado(s) así como de las condiciones ambientales (Cano-González 2006, Espino-Barr et al. 2006 y González-Bece-rril et al. 2006). Al respecto, Meléndez-Galicia et al. (2006) mencionan que las artes de pesca están relacionados con las especies objetivo, las características geomorfológicas y las posibilida-des económicas de los pescadores ribereños.

En aguas de la Jurisdicción Federal del esta-do de Guerrero, la principal actividad pesquera se define como ribereña (Camacho et al. 2010) y se sostiene por distintas especies marinas que se agrupan en “escama marina”, moluscos y crustá-ceos, donde las que representan el mayor valor comercial son el ostión, la langosta y el huachi-nango. La pesca ribereña es inconsistente, lo que dificulta establecer medidas para su regulación, su ordenamiento y su manejo. Villerías y Sán-chez (2010) mencionan que en la Costa Chica de Guerrero, la pesca ribereña produce beneficios económicos limitados ya que los pescadores se caracterizan por obtener bajos ingresos y vivir en una situación de marginación social y económi-ca. De acuerdo con la Organización de las Nacio-nes Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao 2010), la pesca ribereña genera más de la mitad de las capturas marinas y continentales del mundo, casi todas destinadas al consumo huma-no directo, empleando en sus pesquerías a más de 90% de los pescadores del mundo, situación que propicia que dicha actividad esté infravalo-rada en las estadísticas oficiales.

En México, una consecuencia de esta subva-loración de las pesquerías ribereñas se manifies-ta en la existencia de vacíos e imprecisiones en la información que se tiene de algunas especies, como es el caso de los moluscos poliplacóforos conocidos comúnmente como cucaracha de mar o quitón.

Al respecto, la Carta Nacional Pesquera pu-blicada en el Diario Oficial de la Federación (dof 2000, 2004, 2006, 2010, 2012) no cuenta con una ficha específica sobre sus pesquerías y, además,

el nombre común no aparece en la normas mexi-canas que establecen la designación para espe-cies de valor comercial (dof 2011).

La información del Anuario Estadístico de Acuacultura y Pesca de la Secretaría de Agricultu-ra, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimen-tación (sagarpa 2012) es imprecisa en cuanto a la extracción del recurso, ya que no detalla datos particulares de la pesquería y resulta incierto de-finir si el nombre de cucaracha es en alusión a los moluscos poliplacóforos o a otra(s) especie(s). Por ejemplo, Márquez (1996), Curioca (20081) y Sán-chez (20082) utilizan dicho término para referirse a una especie de crustáceo que es frecuente en la fauna de acompañamiento del camarón (fac) en aguas de Jurisdicción Federal en el estado de Oaxaca. Autores como Hernández y Ramboux (1982) reportan que en la costa del Pacífico gua-temalteco, el nombre vernáculo del crustáceo de-cápodo de la familia Scyllaridae Evibacus princeps (Smith 1869) es “cucaracha marina”. Holthuis (1991) y Hendrickx (1995a, 1995b) señalan que crustáceos que son parte de la fac y pertenecen a los órdenes Decapoda y Estomatopoda resultan de interés para la pesca y el uso para el consumo humano; lo anterior resalta la ambigüedad en el uso llano y simple del término cucaracha.

Diversos estudios han señalado a los moluscos poliplacóforos del Pacífico mexicano como una fuente alimenticia (Poutiers 1995, Anónimo 2003, Reyes 2004, Holguín 2006, Ríos-Jara et al. 2006, Flores-Campaña et al. 2007, Reyes et al. 2010). En la costa del estado de Guerrero también han sido objeto de estudio. Hay algunos trabajos donde se menciona entre otros aspectos, lo relativo a su cap-tura, el tipo de área o zona donde se le encuentra y extrae, el nombre común, así como su uso para el consumo humano (Villalpando 1986, Rojas 19883,

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Pesca ribereña de la cucaracha de mar Chiton articulatus

Galeana et al. 2007, Villegas et al. 2007, García et al. 2009, Flores et al. 2012).

La presente investigación se enfocó en las ca-racterísticas concernientes a la pesca del molus-co poliplacóforo Chiton articulatus en la costa de Guerrero, México, además de abordar aspectos como su oferta y su demanda en las localidades o poblaciones costeras, con el fin de contribuir al reconocimiento de dicha actividad pesquera y coadyuvar en acciones de protección, conserva-ción y manejo sostenible de la especie.

Materiales y métodos

La costa guerrerense se encuentra dividida en tres regiones geopolíticas que son: Costa Gran-de, Acapulco y Costa Chica, en las que se distri-buyen 12 municipios (Fig. 1).

Sitios de venta, tipo de oferta y demanda regional de la cucaracha de mar, Chiton articulatus

Durante los años 2009, 2010 y 2011 se visitaron establecimientos o sitios de venta de alimentos preparados a base de pescados y mariscos, en playas, zona urbana y conurbada, así como los principales mercados donde se ofrecen produc-tos marinos en toda la costa del estado de Gue-rrero, con la finalidad de detectar lugares donde se vendiera la cucaracha de mar. Los estableci-mientos fueron clasificados de acuerdo con el servicio e infraestructura:• Restaurante: Establecimiento público don-

de se sirven comidas a cambio de un precio, y que cuenta con un estándar de calidad en cuanto a infraestructura y servicio.

• Fonda: Es un tipo de restaurante pequeño atendido generalmente por el propietario, donde se sirve comida casera y la infraestruc-tura o mueblería es modesta.

Fig. 1. Ubicación geográfica de las regiones costeras del estado de Guerrero y sus municipios.

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F.G. Olea-de la Cruz, S. García-Ibáñez, R. Flores-Garza, P. Flores-Rodríguez y A.A. Rojas-Herrera

• Expendio: Es un lugar donde la venta es al menudeo y la infraestructura es austera.

Por otra parte, aquellos sitios en donde se cons-tató la venta de cucarachas de mar, fueron clasi-ficados en tres categorías:• Oferta frecuente: Aquel lugar donde cons-

tantemente venden cucarachas de mar. • Oferta Ocasional: Cuando la oferta de la cu-

caracha de mar dependía de la demanda.• Oferta sobre pedido: Cuando el vendedor

consigue el producto en un periodo de tiem-po, si se le deja un pago previo.

La información se orientó por Región Geopolí-tica para observar diferencias en la cantidad de sitios de venta, lo cual se consideró como una esti-mación a priori del grado de demanda del recurso por región. Además, en las visitas realizadas a la costa se hizo un registro de aquellos lugares don-de se observó a personas de la localidad recolec-tar diversos organismos, entre ellos, C. articulatus. De acuerdo con la Ley General de Pesca y Acua-cultura Sustentables, a dicha actividad se le deno-mina Pesca de consumo doméstico, y representa la captura y la extracción sin propósito de lucro, con el objeto de obtener alimento para quien la rea-liza. A dichas personas se les hizo una entrevista informal para determinar la finalidad de la pesca.

Determinación de la especie y registro de sus tallas de captura

Cuando los pescadores de cucaracha de mar hacían el “desconchado” (separación manual del pie y las vísceras de la concha de cada ejem-plar) se les solicitaban muestras o la totalidad de las conchas para determinar o confirmar la(s) especie(s) y registrar su longitud o talla de captu-ra. El material obtenido se dispuso en una super-ficie plana para su deshidratación, sometiendo cuidadosamente las conchas a una presión dor-soventral para evitar en lo posible su enrosca-miento. La determinación de especies se realizó con base en literatura clásica que incluyó a Keen (1971), Skoglund (2001) y Reyes (2004). Se re-gistró la longitud total de la concha (lt) utilizan-do un vernier digital con precisión de 0.01 (mm).

Pescadores, métodos y artes de pesca

Se ubicó a la gente que se dedica a la pesca de la cucaracha de mar para observar sus métodos y artes de pesca, registrar el tipo de embarcación y realizar una entrevista. Dicho instrumento de investigación fue diseñado para la obtención de información concerniente a la edad y el sexo de los pescadores, pertenencia o no a una sociedad cooperativa de producción pesquera (scpp), exis-tencia o no de permiso(s) para la captura de es-pecies, la especie que principalmente capturan, finalidad de la pesca, si consumen a la cucaracha de mar, si podían diferenciar tipos de cucarachas de mar, la regularidad en la pesca del organismo, número de órdenes comerciales o montos que capturan por día de trabajo (con la que se estimó una cantidad aproximada de ejemplares), aspec-tos referentes a la clientela, ganancias aproxima-das, riesgos de la actividad pesquera, percepción sobre la influencia climática en su trabajo, prin-cipales áreas de pesca, plan de conservación del recurso, existencia de programas de apoyo gu-bernamentales para el conocimiento y manejo del recurso, métodos y artes de pesca, así como el tiempo invertido en dicha labor.

Resultados

Se visitaron 376 sitios de venta de alimentos pre-parados con pescados y mariscos. De acuerdo con el tipo de servicio e infraestructura, el Res-taurante presentó la mayor frecuencia con 254 (68%) sitios de venta, seguido por la Fonda con 91 sitios (24%) y el Expendio (8%) que registró la menor cantidad con 31 sitios.

En 69 sitios de venta se constató la oferta de cucaracha de mar, los cuales representaron un porcentaje de 18.4% del total de sitios visitados. De éstos, el tipo Restaurante predominó con 49 sitios (71%), y en lo que respecta a la regulari-dad de la oferta, prevaleció la Oferta frecuente. Se observó que básicamente los restauranteros son intermediarios, ya que el pescador les lleva y vende el producto, mientras que en los expen-dios la venta es directa del mismo pescador. El mayor número de sitios de venta se ubicó en la región Acapulco con 55 sitios (79.7%), seguido de la Costa Grande con 12 (17.4%) y la Costa

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7321(1): 69-81, mayo de 2013 Ciencia Pesquera

Pesca ribereña de la cucaracha de mar Chiton articulatus

Chica con sólo dos sitios (2.9%). Por lo anterior, es posible establecer en función del número de establecimientos de venta, que la mayor deman-da del recurso C. articulatus se presenta en las regiones de Acapulco y la Costa Grande. Ade-más, en ambas regiones predominó la Oferta fre-cuente, lo que robustece aún más la afirmación anterior; en Costa Chica sólo se ubicó el tipo So-bre pedido (Tabla 1).

Durante el estudio se visitaron 32 localida-des compuestas por playas arenosas y costa roco-sa. Cincuenta por ciento de los lugares se ubicó en Acapulco, 34.4% en la Costa Grande y 15.6% en la Costa Chica. En siete localidades se cons-tató la pesca de consumo doméstico de manera exclusiva, ya que se observó que diversos grupos de personas realizan actividades de recreación y aprovechan la oportunidad para recolectar, en-tre otros, ejemplares de la especie C. articulatus. Asimismo, en 13 localidades se observó que esta especie era pescada exclusivamente con fines co-merciales y, finalmente, en sólo dos localidades, una ubicada en la Costa Grande (Puerto Vicente Guerrero) y otra en Acapulco (Isla La Roque-ta), se observó tanto la pesca de uso doméstico, como la comercial (Tabla 2). Algunas personas aprovechan el pie muscular del organismo para usarlo como carnada en actividades de pesca.

Durante tres años de observación continua de las muestras de conchas, y fundamentados en la literatura existente a la fecha, se constató que la especie que se extrae en aguas de Jurisdicción

Federal del estado de Guerrero y que se utiliza para el consumo humano es Chiton articulatus (Sowerby 1832).

A partir de 1 134 conchas de dicha especie se determinó una longitud promedio de captura de 40.66 mm ± 7.23 mm lt con valores mínimo y máximo de 21.17 mm y 65.64 mm lt, respecti-vamente. La mayor parte de los ejemplares cap-turados presentó una lt igual o menor a 45 mm (Fig. 2). La cantidad de conchas que se obtuvo por pescador fue variable; sin embargo, se consi-deró representativa de la pesca de la especie en la franja litoral.

Todos los pescadores mencionaron que cap-turan, comen y venden cucaracha de mar C. articulatus, a la que también nombran cucaracha verde o cucaracha de roca, pero no venden las conchas o las usan para otros fines. Un pescador comentó que algunas personas se las han solici-tado para llevarlas a otras partes de la Repúbli-ca Mexicana para la elaboración de artesanías. De los pescadores, 24.99% comentó que existen otros tipos de cucarachas, y mencionaron que en algunas ocasiones han capturado cucaracha ne-gra, que, por las características morfológicas que mencionaron (coloración y tamaño), no corres-ponde a C. articulatus.

Se detectaron 21 personas que pescan C. articulatus, de las cuales únicamente fue posi-ble entrevistar a 12, debido a que por diversas razones que manifestaron en el momento, no contestaron el cuestionario. Diez de las personas

Tabla 1Clasificación de los sitios de venta de Chiton articulatus en la costa del estado de Guerrero, México

Región Clasificación Oferta Frecuente Oferta Ocasional Oferta sobre Pedido Total Costa Grande Restaurantes 8 (88.9%) 1 (100%) 2 (100%) 11 (92%)

Fondas — — — —Expendios 1 (11.1%) — — 1 (8%)

9 (100%) 1 (100%) 2 (100%) 12 (100%)Acapulco Restaurantes 19 (65.5%) 15 (62.5%) 2 (100%) 36 (65.5%)

Fondas 5 (17.25%) 1 (4.2%) — 6 (10.9%)Expendios 5 (17.25%) 8 (33.3%) — 13 (23.6%)

29 (100%) 24 (100%) 2 (100 %) 55 (100%)Costa Chica Restaurantes — — 2 (100%) 2 (100 %)

Fondas — — — —Expendios — — — —

— — 2 (100 %) 2 (100%)Total 38 25 6 69

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F.G. Olea-de la Cruz, S. García-Ibáñez, R. Flores-Garza, P. Flores-Rodríguez y A.A. Rojas-Herrera

Tabla 2Localidades del estado de Guerrero, México, visitadas para observar la extracción de Chiton articulatus

Región Localidades Municipio Geoposición

Cos

ta G

rand

eTroncones La Unión de Isidoro 17°46’ n, 101°43’ oPlaya Principal Teniente José Azueta 17°38’ n, 101°33’ oLa Ropa° Teniente José Azueta 17°37’ n, 101°33’ oLas Gatas° Teniente José Azueta 17°37’ n, 101°33’ oJaramillo Teniente José Azueta 17°36’ n, 101°32’ oBarra de Potosí* Petatlán 17°32’ n, 101°26’ oLa Barrita° Petatlán 17°24’ n, 101°10’ oEl Calvario° Petatlán 17°22’ n, 101°09’ oOjo de Agua* Tecpan de Galeana 17°17’ n, 101°03’ oPuerto Vicente Guerrero*° Tecpan de Galeana 17°16’ n, 101°03’ oPiedra de Tlacoyunque* Tecpan de Galeana 16°19’ n, 98°34’ o

Aca

pulc

o

Pie de la Cuesta Acapulco de Juárez 16°56’ n, 100°06’ oEl Derrumbe° Acapulco de Juárez 16°52’ n, 99°56’ oPlaya Mimosa Acapulco de Juárez 16°52’ n, 99°56’ oJaramillo° Acapulco de Juárez 16°52’ n, 99°56’ oPlaya frente al Farallón del Obispo Acapulco de Juárez 16°51’ n, 99°52’ oLa Angosta° Acapulco de Juárez 16°50’ n, 99°54’ oManzanillo Acapulco de Juárez 16°50’ n, 99°54’ oTlacopanocha Acapulco de Juárez 16°50’ n, 99°54’ oParque de la Reina Acapulco de Juárez 16°50’ n, 99°54’ oLa Quebrada° Acapulco de Juárez 16°50’ n, 99°55’ oFlamingos° Acapulco de Juárez 16°50’ n, 99°55’ oLas Brisas° Acapulco de Juárez 16°49’ n, 99°51’ oHotel Caleta° Acapulco de Juárez 16°49’ n, 99°53’ oIsla La Roqueta*° Acapulco de Juárez 16°49’ n, 99°54’ oIslote de la Virgen° Acapulco de Juárez 16°49’ n, 99°54’ oPuerto Marqués° Acapulco de Juárez 16°48’ n, 99°50’ o

Cos

ta C

hica

Las Peñitas* Marquelia 16°33’ n, 98°49’ oLas Salinas* Copala 16°32’ n, 98°50’ oCasa de Piedra Copala 16°32’ n, 98°53’ oPlaya Ventura* Copala 16°32’ n, 98°54’ oPunta Maldonado* Cuajinicuilapa 16°19’ n, 98°34’ o

* Pesca de consumo doméstico ° Pesca con fines de lucro

entrevistadas (83.3%) capturan y venden el pro-ducto de su trabajo en el municipio de Acapul-co, y sólo una persona manifestó que en ocasio-nes viaja a otro sitio (Puerto Vicente Guerrero ubicado en la Costa Grande), donde extrae C. articulatus y otros moluscos, y regresa a vender-los a Acapulco. Dos personas (16.7%) pescan en la región Costa Grande y realizan su trabajo en la playa Las Gatas del municipio de Teniente José Azueta, y otra en La Barrita, Municipio de Petatlán, respectivamente.

Todos los pescadores que se dedican a la captura y la venta de C. articulatus son hombres de entre 27 y 59 años (promedio de 42.8 años ± 10.53 años). De ellos, 83.3% se dedica exclusiva-mente a la pesca, y el resto también al comercio. Todos son originarios del estado de Guerrero, de los cuales 66.7% nació en el Municipio de Aca-pulco de Juárez, y los restantes se distribuyen entre los municipios Benito Juárez, Petatlán e Iguala de la Independencia.

Sólo 41.67% está registrado en una scpp con permiso para extraer moluscos, peces y

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Pesca ribereña de la cucaracha de mar Chiton articulatus

organismos que capturan; sólo dos pescadores comentaron que seleccionan las tallas más gran-des. Coincidieron en que ninguna dependencia gubernamental los ha asesorado sobre el cuidado del recurso, y que estarían dispuestos a seguir una estrategia para asegurar que a lo largo del tiempo puedan seguir dedicándose a la pesca de esta es-pecie. Sin embargo, externaron sus dudas con res-pecto al seguimiento que las autoridades harían, concluyendo que debido a tal situación, cualquier proyecto de conservación podría fracasar.

El arte de pesca que utilizan es una varilla de metal; uno de sus extremos funciona como empuñadura (forrada en la mayoría de los casos con tiras de caucho) y el otro como espátula o instrumento punzocortante, ya que es aplanado y afilado. Su longitud varía entre 50 cm y 80 cm (Fig. 3). Durante la pesca introducen la varilla de metal entre las fisuras o grietas de las rocas, orientándola de tal forma que atraviese la parte intermedia de la concha del molusco, para lo que ejercen una fuerza ligera hacia arriba para des-prender el organismo de la roca.

Los vehículos de transporte dependen de la ubicación del sitio de recolecta, ya que a varios puntos llegan por vía terrestre, o bien nadando, y en otros casos utilizan embarcaciones pequeñas, desde aquellas que son desplazadas por remos y que denominan cayucos, o bien, las que tienen motor fuera de borda. El tiempo de su actividad de pesca es de entre 3 h y 4 h al día, iniciando labores por la mañana; aproximadamente entre las 12:00 h o 13:00 h, se encuentran en la labor de “desconchado” o de venta.

crustáceos. Todos los pescadores coincidieron en que tienen un orden de importancia de extrac-ción, y cuyos esfuerzos están orientados jerárqui-camente a la captura de los siguientes recursos: 1) cucarachas de mar, 2) caracol, 3) peces, 4) la-pas, 5) pulpo y 6) cosecha de algas marinas.

Para 91.67% la extracción de la especie es una actividad que realiza durante todo el año, y el resto sólo lo hace en temporadas turísticas. Con base en las entrevistas, el número de ejem-plares que capturan en un día de trabajo varió entre 315 y 945, con promedio de 487 organismos ± 186 organismos. En lo que respecta a la venta, 41.6% dijo hacerlo directamente a la población local, 33.3% a restauranteros y 25.0% a turistas. La pesca del recurso les genera ganancias pro-medio diarias de $524.55 (47.43 usd, 31.15 eur) con desviación estándar de $220.47. Los valores mínimos y máximos de ganancia se encontraron entre $250.00 (19.75 usd, 14.84 eur) y $900.00 (71.09 usd, 53.44 eur), respectivamente. Todos los pescadores reconocieron que la actividad que realizan es muy riesgosa, donde las caídas, cortadas y lastimaduras provocadas con rocas, erizos y balanos son muy frecuentes. Mencionan que los factores que influyen de forma negativa en el éxito de la pesca son: 1) la marea alta, 2) el viento y 3) las lluvias. Las zonas que dijeron visitar con más frecuencia para la extracción del recurso suman un total de 15 (Tabla 2).

Los pescadores manifestaron que no siguen un plan de manejo y conservación del recurso y que no existe una época de veda, además de que no tienen restricción en cuanto al tamaño de los

Fig. 2. Distribución de frecuencias de la longitud total de las conchas de Chiton articulatus.

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Discusión

En la franja costera ubicada en el estado de Gue-rrero, los sitios o establecimientos donde se pre-paran alimentos a partir de productos marinos, cuentan con infraestructura y servicios de cali-dad para la atención al cliente o comensal. Tan sólo en 18% de estos sitios se detectó la oferta y la demanda de C. articulatus, lo que no resul-ta equiparable con lo que sucede con otros pro-ductos preparados a partir de moluscos bivalvos, gasterópodos y cefalópodos. No obstante, para quienes se dedican a su extracción y venta, re-presenta una fuente significativa de ingresos. La oferta de los organismos se concentró principal-mente en restaurantes ubicados en zonas visita-das por la gente local y turistas que conocen este recurso. Los expendios se encontraron en las zo-

nas de playa y, por lo regular, son atendidos por los propios pescadores.

Acapulco y la Costa Grande fueron las re-giones donde se concentró la mayor cantidad de sitios de venta de cucaracha de mar y, además, donde se concentraron la oferta y la demanda frecuentes; dichas zonas presentan mayor in-fraestructura y existe ahí un consumidor cautivo (principalmente local) que conoce y demanda el producto; en la Costa Chica sólo se observó la oferta sobre pedido. Autores como Skoglund (2001) y Reyes (2004) amplían la distribución de C. articulatus hasta bahías de Huatulco y Salina Cruz, Oaxaca, respectivamente, por lo que la di-ferencia en la cantidad de los sitios de venta no estaría directamente relacionada con la distribu-ción biogeográfica de dicha especie.

De acuerdo con los resultados de la presente investigación es posible comentar que el número de sitios de venta del recurso presenta una rela-ción más directa con la extensión y la superficie del hábitat de la especie en cada región geopo-lítica. En este sentido se hace hincapié en que las tres regiones varían geomorfológicamente. De esta manera, tanto en Acapulco como en la Costa Grande existen áreas donde se alternan playas arenosas con grandes extensiones de cos-ta rocosa y es frecuente observar acantilados de roca consolidada, como el mundialmente cono-cido La Quebrada. Sin embargo, la Costa Chica presenta una menor extensión de costa rocosa, llegando a presentarse afloramientos de roca con distribución en parches, donde debido a la composición básica de los sustratos, los acanti-lados no son de roca consolidada por lo que son socavados con mayor rapidez, como sucede en el lugar conocido como El Faro, en Punta Mal-donado, municipio de Cuajinicuilapa, Guerrero.

En la Costa Chica hay otros productos de mayor demanda, debido a la presencia de gran-des zonas rocosas que están sumergidas, así como a la gran extensión de costa arenosa. Entre ellos se puede citar la gran variedad y la abun-dancia de moluscos bivalvos y otros productos de origen marino.

El molusco poliplacóforo que se utiliza para el consumo humano es C. articulatus (Rojas 19883, Poutiers 1995, Anónimo 2003, Reyes 2004, Galeana et al. 2007, Villegas et al. 2007, García et

Fig. 3. Arte de pesca utilizado para la captura de Chiton articulatus en las costas de Guerrero, México.

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Pesca ribereña de la cucaracha de mar Chiton articulatus

al. 2009, Reyes et al. 2010 y Flores et al. 2012), y se le captura en aguas de Guerrero.

La longitud promedio de la concha de C. articulatus obtenida en este estudio es ligeramen-te superior a la talla de maduración sexual de la especie, 40 mm lt (Rojas 19883); sin embargo, es mucho menor a la talla óptima de captura estimada, 59.54 mm lt (Rojas 19883). Holguín (2006) reportó que la extracción inmoderada de esta especie ha mermado las poblaciones, en es-pecial de individuos de tallas mayores a 60 mm. Por lo anterior, resulta de vital importancia la evaluación continua de este recurso.

Por otra parte, se detectó que los pescadores utilizan otras formas dicotómicas para nombrar al recurso C. articulatus, manteniendo siempre el término cucaracha, y donde el complemento se puede referir a características del organismo como el color (verde o negra), o al hábitat donde lo encuentran (roca). No utilizan subproductos de la pesca como son las conchas, y reconocen al menos otra especie de molusco poliplacófo-ro al que llaman “cucaracha negra”, que podría tratarse de la especie C. albolineatus (Broderip y Sowerby 1829), que habita regularmente la zona mesolitoral inferior del intermareal rocoso y presenta un tamaño regular, y que Keen (1971) describe con valvas de color plateado o broncea-do ricamente estampadas en color negro, con lí-neas blancas en forma de radios. Holguín (2006) señala que en Jalisco, Colima y Michoacán, las especies que se consumen pertenecen a la familia Chitonidae, resaltando la pesca de C. articulatus y proponiendo que otra especie susceptible para la captura, debido a su tamaño, es C. albolineatus.

La mayor parte de los pescadores del recurso se ubicó en la región Acapulco, y realizan la ex-tracción en distintos sitios rocosos de dicho mu-nicipio. De manera estricta, la pesca y la venta de C. articulatus como principal forma de subsisten-cia, es exclusiva de hombres. Sin embargo, en lo que corresponde a la pesca de consumo domés-tico, se observó que mujeres extraen el recurso y se encargan de la preparación de las comidas o los platillos para la venta. La edad promedio del pescador manifiesta experiencia y condiciones físicas para el trabajo en la zona entre mareas.

La mayoría de los pescadores no está regis-trada en una scpp, por lo que no reportan los

aspectos relativos a sus capturas y éstas, a su vez, no llegan a formar parte de las estadísticas ofi-ciales, lo que concuerda con investigaciones en el ámbito mundial (fao 2010) e incluso en el es-tatal (Camacho et al. 2010). De esta manera, el presente estudio detectó una cantidad de pesca-dores que se dedican a la pesca de la cucaracha de mar, C. articulatus, significativamente mayor a los documentados en los registros guberna-mentales, lo que confirma la existencia de vacíos en la información oficial.

Los usuarios del recurso realizan la extrac-ción todo el año, por lo que su actividad puede definirse como de subsistencia, dado que repre-senta la principal forma de obtener recursos eco-nómicos. Autores como Ríos-Jara et al. (2006) y Flores-Campaña et al. (2007) comentan que en Jalisco y Colima, así como en Sinaloa, la deman-da y la venta de C. articulatus varía a lo largo del año, en función de las costumbres, las necesida-des de los pescadores y temporadas climáticas. En el estado de Guerrero, la pesca de la cuca-racha de mar se realiza en función de la necesi-dad del pescador y de las variantes climáticas y meteorológicas, con picos de captura durante los periodos vacacionales. El número de ejemplares capturados, así como sus tallas, varían por pesca-dor, lo que se puede relacionar con su experien-cia y su sentido de responsabilidad, además de los cambios en la escala espacio-temporal y su influencia en la especie. Villalpando (1986) re-porta la explotación de C. laevigatus (sinónimo de C. articulatus) en la isla La Roqueta, Acapul-co, con una captura promedio diaria de 60 ejem-plares por pescador. Se resalta que existe una diferencia relevante entre la cantidad de ejem-plares extraídos y reportados en el año de 1986, con las cantidades que la presente investigación registra. La comparación es pertinente porque permite apreciar que en Acapulco existe una tendencia creciente a la utilización del recurso a lo largo del tiempo.

Las áreas de recolecta están totalmente ex-puestas a la acción del oleaje, lo que representa gran riesgo para la integridad física de las per-sonas que ahí trabajan. De esta manera, aunque dicha actividad diariamente genera en promedio ganancias mayores a ocho salarios mínimos de la república mexicana (un salario mínimo = $64.76

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pesos = $5.09 usd = 3.75 eur, calculado para diciembre 2012), la ponderación del riesgo se refleja en el número de pescadores dedicados a la extracción del recurso. Es necesario hacer notar la diferencia en cuanto a la abundancia de la especie y la estrecha franja donde habita, lo que contrasta con la captura de otros recursos marinos que son más abundantes y que se distri-buyen en un área sublitoral mucho más amplia. Villerías y Sánchez (2010) mencionan que en la Costa Chica de Guerrero, un pescador de distin-tas especies obtiene una ganancia aproximada de $840.00 pesos (= $66 usd = 48.6 eur) por semana, cifra que aumenta en temporada alta de pesca (noviembre a mayo). La pesca del mo-lusco poliplacóforo C. articulatus involucra una estrecha relación entre las ganancias esperadas, la abundancia de la especie a lo largo del tiempo, la amplitud de la franja entre mareas o superficie de búsqueda, el efecto de los factores climáticos y la integridad física del recolector.

Los usuarios del recurso no siguen una estra-tegia de aprovechamiento sustentable, aunque saben cómo afecta esto en la conservación del recurso y la futura pesca. El problema radica en la desconfianza en las autoridades gubernamen-tales, la observancia de las leyes y la aplicación de sanciones. Se muestran incrédulos en cuanto al respeto de las épocas de veda, así como al esta-blecimiento de estándares en cuanto a cantidad y tallas de pesca. Por tanto, ven muy lejana la posi-bilidad de seguir un plan de manejo del recurso. Al respecto, Cano-González (2006) ha menciona-do la paradoja de los pescadores al enfrentar la práctica de una pesca sustentable y vivir dentro de un modelo económico que les demanda el incre-mento de su esfuerzo para lograr subsistir.

El arte de pesca es un elemento rudimen-tario y económico en su elaboración, pero mol-deado para las características del hábitat de la cucaracha de mar, C. articulatus, lo cual coincide con lo dicho por Meléndez-Galicia et al. (2006). El uso del arte de pesca de la cucaracha de mar implica tres puntos básicos: 1) habilidad para introducirla entre grietas profundas o espacios entre bloques, 2) precisión para atravesar al mo-lusco poliplacóforo y extraerlo sin perderlo en el intento, y 3) precaución para impedir que el arte de pesca se convierta en un objeto que por las

condiciones propias de la costa rocosa, el pesca-dor se cause una herida grave o incluso mortal.

Para trasladarse a distintos puntos, los reco-lectores se han asociado con pescadores de otras especies marinas; si es necesario, establecen un acuerdo de cooperación para gastos de gasolina para trasladarse a puntos de difícil acceso.

Por lo anteriormente expuesto, la pesca de la cucaracha de mar puede definirse como ribere-ña, ya que presenta características que han sido descritas por Ruíz-Luna y Madrid (1997), Cano-González (2006), Espino-Barr et al. (2006), Gon-zález-Becerril et al. (2006), Meléndez-Galicia et al. (2006) y Villaseñor et al. (2010).

Es necesario hacer hincapié en los vacíos e imprecisiones en las estadísticas oficiales, donde información valiosa para la elaboración de una propuesta de uso sostenido, pudiera ignorarse, o bien, confundirse.

La Carta Nacional Pesquera y sus distintas actualizaciones (dof 2000, 2004, 2006, 2010, 2012) es un instrumento que contiene informa-ción del diagnóstico y la evaluación integral de la actividad pesquera en aguas mexicanas. Sin embargo, sólo se limita a señalar que el “quitón o cucaracha” junto con el caracol púrpura son especies indicadoras del Área Natural Protegida (anp) del Archipiélago de Revillagigedo, Coli-ma, y que además dicha especie se captura en el anp Parque Nacional Isla Isabel, Nayarit. La cucaracha de mar, o especie C. articulatus, no figura de forma específica en las fichas de pes-querías marinas y costeras de la Carta Nacional Pesquera, lo que se puede interpretar como que no es reconocida oficialmente. Otra evidencia es que no aparece en la norma mexicana nmx-ff-056-scfi-2011, que establece los nombres comu-nes de las especies correspondientes que deben utilizarse para los moluscos mexicanos con valor comercial, publicada en el Diario Oficial de la Federación (dof 2011). Por lo anterior, es im-portante comentar que para el éxito de una pro-puesta de manejo de C. articulatus, que pueda ser respetada y llevada a cabo por los usuarios del recurso, resulta necesario el reconocimiento de su pesquería y la incorporación en la Carta Nacional Pesquera, así como el establecimiento oficial del nombre común cucaracha de mar en la norma nmx-ff-056-scfi-2011.

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Pesca ribereña de la cucaracha de mar Chiton articulatus

En una revisión de las publicaciones de los últimos 18 años del Anuario Estadístico de Acuacultura y Pesca de la Secretaría de Agricul-tura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Ali-mentación (sagarpa 2012), se observó que se menciona la pesquería de la cucaracha sin espe-cificar la(s) especie(s), ni datos sobre volúmenes de captura. De esta manera, los datos oficiales podrían corresponder al molusco poliplacóforo C. articulatus o a crustáceos del Orden Deca-poda o Estomatopoda (Hernández y Ramboux 1982, Holthuis 1991, Hendrickx 1995a, 1995b, Márquez 1996, Curioca 20081, Sánchez 20082).

Resulta importante destacar que durante el transcurso del presente trabajo se visitaron diez sitios de venta en seis poblaciones del estado de Oaxaca para constatar el conocimiento que los pobladores tenían acerca de la cucaracha de mar, buscando la descripción a grosso modo de las ca-racterísticas del organismo, el lugar de donde se extraía, su uso principal y su nombre común. En Santo Domingo Tehuantepec y Salina Cruz, las descripciones correspondieron a un tipo de crus-táceo. En Santa María Huatulco, Puerto Ángel, Puerto Escondido y Santiago Pinotepa Nacional, tanto el nombre como el hábitat de donde se ex-trae al organismo corresponden a moluscos de la Clase Polyplacophora. Se coincide con Reyes (2004), quien menciona que C. articulatus es co-nocida en el estado de Oaxaca como “lengua de perro”.

Agradecimientos

Al Fondo Mixto conacyt-Gobierno del Estado de Guerrero, por el financiamiento del proyecto Diversidad y abundancia de la cucaracha de mar (Clase: Polyplacophora) en las costas de Guerrero y elaboración de una propuesta de conservación y aprovechamiento, clave gue2008-c01-91724. A Patricia Corona Zárate por sus observaciones, la elaboración del dibujo sobre el arte de pesca y el registro fotográfico. A Alejandro Hernández Morales por la elaboración del mapa. A todas las personas que participaron en el desarrollo de la investigación. A los revisores del presente escri-to, cuyas observaciones contribuyeron a mejorar notablemente este documento.

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Recibido: 6 de agosto de 2012Aceptado: 10 abril de 2013

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López-González LC, A Liedo-Galindo, ME Arenas-Alvarado y LFJ Beléndez-Moreno. 2012. Análisis del esfuerzo pesquero. Programa de observadores científi cos de la fl ota camaronera de altamar en el océano Pacífi co mexicano (temporadas 2004-2005 a 2009-2010). Instituto Nacional de Pesca, México, D.F. 196p. ISBN 978-607-8274-01-7

Esta publicación ofrece información notable sobre la actividad de la pesca de camarón en el océano Pacífico mexicano. Todos los datos son derivados de un ambicioso programa de obser-vadores científicos a bordo de los buques cama-roneros, que han dado una visión amplia de la dinámica espacial de la flota y su impacto sobre el recurso camarón. El libro resume de mane-ra concreta seis temporadas de pesca de cama-rón que cubren los años de 2004 a 2010 y que se analizaron dentro de las regiones estadísticas delimitadas por el Instituto Nacional de Pesca, que van desde el alto Golfo de California hasta el Golfo de Tehuantepec en Oaxaca, sin dejar de cubrir la región cercana al puerto de San Car-los en Baja California Sur. La obra muestra de manera ordenada, en cada zona estadística del océano Pacífico mexicano: i) la distribución del esfuerzo pesquero, ii) la duración de los viajes de pesca, iii) los sucesos por día, iv) los lances por día, v) la operación de las flotas, vi) la duración

de los lances, vii) las profundidades de arrastre, viii) la captura por zona, ix) el rendimiento por especie. Adicionalmente, también muestra un inciso extra, denominado segmento, donde se compara la representatividad estadística de la información. La información comprende las es-pecies de camarón café, blanco, azul, cristal, bo-talón, japonés y rosado de acuerdo con su área de distribución en el océano Pacífico mexicano.

La publicación ofrece diversos detalles sobre la pesca de camarón, entre ellos es de particu-lar relevancia la forma en que documentan el desplazamiento mensual de la flota de camarón dentro de cada región del océano Pacífico mexi-cano y la forma en que se relaciona con los cam-bios en el rendimiento pesquero por especie (kg/hora de arrastre), con la profundidad de captura y su duración expresada en tiempo (horas) de los lances. Esta es la primera vez que se docu-menta esta actividad por todo el océano Pacífico mexicano, mostrando un panorama completo y ordenado de la dinámica de la flota de camarón en el país. La obra sin duda será un referente obligado en el ámbito académico, de investiga-ción y de consulta pública. El libro no deja duda de la cantidad de trabajo, datos e información trascendente para la toma de decisiones y la in-vestigación de las diversas especies de camarón, haciendo uso de amplios recursos humanos, fi-nancieros y de una visión integradora. La pers-pectiva y el alcance de lo mostrado en el texto, estoy seguro, motivará la interacción entre la co-munidad científica, pues abre la posibilidad de crear nuevas hipótesis sobre la dinámica pobla-cional del camarón y de su relación con la pes-quería, lo cual generará indudables beneficios al sector pesquero que depende de esta actividad.

Enrique Morales-Bojórquez

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Muñoz Sánchez P, S Villerías Salinas y P Vidal Tello Almaguer. La pesca: un sólo espa-cio, diferentes enfoques de estudio. Universidad Autónoma de Guerrero, Unidad Académica de Ecología Marina, Centro de Estudios y Postgrado en Estudios Socioterritoriales. Primera edición, diciembre de 2012. 127p. ISBN: 978-607-7760-75-7

El libro en cuestión presenta un complejo análisis crítico y comparativo del sistema pesca, los actores y las instituciones que norman, regulan y adminis-tran los valiosos recursos marinos en los litorales de México y España. Su propósito es recopilar las contribuciones del II Seminario Internacional so-bre aspectos de la pesca realizado en Tabasco en el año 2010. Para lograr este objetivo, los autores seleccionaron ocho contribuciones para armar un libro de 127 páginas manteniendo la diversidad temática y geográfica, así como la perspectiva et-nográfica y comparativa que refleja la diversidad de las disciplinas que abordan el oficio de pesca-dor y, en consecuencia, el sector pesquero con su entorno ambiental, territorial e institucional y da pie al debate central que atraviesa el libro sobre la “vulnerabilidad y fragilidad de la actividad pes-quera en un mundo globalizado” (p.11).

Se trata de un estudio destinado especial-mente a estudiantes de todos los niveles, acadé-micos y tomadores de decisión en el campo de la pesca. La obra es comprensiva en tanto que comienza con la discusión de la “Sustentabilidad Pesquera: los factores que socavan y potencian la

resiliencia pesquera en Chantuto-Panzacola” de los autores Carlos Andrés Rodríguez, Rocío Ro-diles, José Nahed Toral de ECOSUR San Cris-tóbal, Chiapas. Los autores hicieron muy bien en colocar este tema como primer capítulo del libro dada su perspectiva sistémica. Además de ofrecer una definición operativa del concepto de sustentabilidad como “la habilidad para crear, probar y mantener la capacidad adaptativa de los sistemas” (p.21).

El segundo capítulo de este libro, no menos importante, trata sobre los “Peces Cíclidos de Tabasco” de Martha Hilda Pérez, Luis Manuel Gómez y Álvaro Hernández de la Universidad Juárez del Estado de Tabasco. Los autores resal-tan la importancia del consumo de estas especies criollas que “se han visto fuertemente reducidas hasta tener cuerpos de agua donde no se locali-zan” (p. 25).

En el tercer capítulo introduce Juan Antonio Rubio Ardanaz de la Universidad de Extrema-dura de España, un gran conocedor de la antro-pología marítima, y vuelca su experiencia en este campo disciplinario para el conocimiento de las sociedades y comunidades pesqueras tomando como estudio de caso el mar Cantábrico Orien-tal, Costa Vasca. Aquí se introduce la discusión sobre la existencia de procesos irreversibles en la pesca: la exterminación de culturas pesqueras, por lo que ahora más que nunca es necesario concentrar los esfuerzos en el estudio de la “ma-ritimidad”.

En el cuarto capítulo “Que no se encarcele a otro Cucapá por pescar: defensa jurídica y pro-tección a los ecosistemas en el Alto Golfo de Ca-lifornia y Delta del Río Colorado”, de Alejandra Navarro de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, resalta los problemas de las áreas naturales protegidas en sitios de pesca ancestral.

En el quinto capítulo, Práxedes Muñoz de la Universidad Católica de San Antonio de Murcia, España, introduce una etnografía sobre políticas públicas y cotidianidad a partir de pescadores y pescadoras en Tabasco y Chiapas: políticas que apoyan a la subalternidad. Con el valor de la et-nografía marítima dilucida las diferentes formas de acercamiento a los informantes y la organiza-ción social interdependiente.

En el capítulo seis, Ana Zalik, de la Univer-sidad de York, hace un estudio comparativo de

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Reseña bibliográfica

un caso de México y otro de Nigeria del comer-cio de gas natural licuado antecediendo a éste la paradoja del “traslado del próximo premio”.

Emmanuel Arrazola Ovando, de la Univer-sidad del Mar de Oaxaca, el capítulo siete, pone en evidencia las “ventajas o desventajas en la producción y comercialización del camarón en México” y la relevancia de los países exportado-res como Tailandia e Indonesia, ubicando a Mé-xico en el quinto lugar.

En el último capítulo, Salvador Villerías, Pe-dro Vidal Tello y Floriberto González cierran el libro con la “Pesca Ribereña en México: la im-portancia económica, social y perspectiva ante la globalización”, donde atinadamente proponen fortalecer una línea de investigación con senti-do geográfico sobre procesos costeros, así como atender unidades de producción multiproducto y el ecoturismo con el fin de afianzar el desarrollo regional de México como nación pesquera con amplios litorales y su tránsito al desarrollo sos-tenible.

La importancia de este libro radica su en-foque inter y multidisciplinario, tan necesario para la comprensión de la pesca con sus diversas aristas y como sistema alimentario para la hu-manidad desde la evolución misma del hombre en la faz de la Tierra. Es un recordatorio de la urgencia de retomar el enfoque de la comunidad local para dimensionar lo global, sobre todo, en esta fase de la economía global hacia la marcada terciarización. Como Pedro Vidal Tello señala: “el turismo costero promete mucho y se come las áreas productivas tradicionales”. Felicito a los autores y en especial a la Universidad Autó-noma de Guerrero por haber abierto sus puertas a esta difusión del conocimiento sobre la pesca en México y por la contribución de los colegas de España.

Julia Fraga-Berdugo