Promesas del Camino

14
LA PROMESA DEL CAMINO Idea y experiencias: Andoni Moreta Diseño y arreglos: M. Méndez. Cuentos y experiencias del camino

description

Cuentos e historias del camino. web sitio: www.alberguesanfrancisco.org

Transcript of Promesas del Camino

Page 1: Promesas del Camino

LA PROMESA DEL CAMINO

Idea y experiencias: Andoni Moreta

Diseño y arreglos: M. Méndez.

Cuentos y experiencias del camino

Page 2: Promesas del Camino
Page 3: Promesas del Camino

Llegamos a Cacabelos más o menos a la hora de comer, con la historia del niño que me había contado el profesor todavía rondando en mis pensamientos. Caminábamos en silencio, con Tau a la vera del profesor, ya que siempre que entrabamos en alguna población o ciudad, Tau, siempre se ponía a su lado, sin necesidad de que se le ordenara o llevarlo atado. Dentro de su instinto salvaje, también poseía una disciplina y obediencia indiscutibles. Entramos en el pueblo, y en un bar de la plaza mayor, con una terraza exterior, dejamos en la puerta las mochilas y a Tau como guardián de ellas, que viendo como las poníamos en un lado de la puerta y a una señal, apenas perceptible del profesor, se tumbo junto a ellas lanzando un pequeño gruñido de aprobación. - Entremos a comer aquí. Tranquilo, no te preocupes. El dueño es amigo mío y no hay problema porque estén las mochilas en la puerta, además, las vigila Tau.- Me dijo el profesor mientras que abría la puerta y me invitaba a entrar. El bar no era de grandes dimensiones, pero si muy acogedor, con una bonita barra de maderas nobles al fondo y ordenadas estanterías en las que estaban los licores y demás bebidas normales de un bar. El aspecto rustico, conforme estaba adornado el bar, le daba un ambiente antiguo y medieval y muy agradable, como si de repente se traspasara las puertas del tiempo y apareciera uno en otra época. A esas horas del día, hora de las comidas, el local estaba bastante animado y la mayoría de las mesas que habían en el comedor que se veía al fondo, estaban ocupadas .

Page 4: Promesas del Camino

Nos acomodamos en un rincón de la barra que quedaba libre y al vernos el barman que estaba en la barra, un hombre un poco entrado en años, pero de aspecto jovial y atlético, a pesar de sus años, con un abundante pelo canoso y mirada penetrante, lanzo una exclamación, más hacia el profesor que hacia mí, que mezclaba a la misma vez sorpresa y la alegría de ver a un viejo amigo.

- ¡Caramba! ¡A quién tenemos por aquí! ¡Hola, viejo amigo! - ¡Hola viejo truhan! Para ti no pasan los años, ¿dónde tienes escondido ese elixir que te mantiene tan joven? Se saludaron como corresponde a dos viejos amigos que hace tiempo que no se ven. Yo los observaba, y me sorprendía la profunda amistad que parecía haber entre ellos. - ¡Bueno! ¿Y qué te trae por aquí nuevamente? ¿El camino? – Preguntó al profesor dirigiéndome una mirara. - Como de costumbre. Mira este es un amigo con el que estoy haciendo el

camino. Andoni te presento a un buen amigo Ramón. - ¡Hola!- Le dije mientras que estrechaba su mano en un apretón fuerte y firme. - ¡Hola Andoni! ¿Qué tal te trata este viejo profesor? Siempre con sus cuentos e historias, ¿verdad?, pero tranquilo, siempre son entretenidas y no dejan de tener su lado misterioso, entre otras cosas, ¡ja, ja, ja!- Me dijo Ramón con una risotada franca, a la vez que me guiñaba un ojo. - Pues sí, la verdad que sí.- Le conteste sonriendo. - Supongo que estaréis sedientos y hambrientos de la caminata. Os pongo un par de cañas para que refresquéis mientras tanto y os preparo una mesa para comer. Bebimos las cañas en la barra mientras charlábamos. Al poco llego Ramón y nos condujo a la mesa que había preparado en el comedor y nos sentamos. Ramón, servicial como nunca había visto camarero en mi vida, no sirvió el

Page 5: Promesas del Camino

vino y marcho a por los primeros platos de la comida. Dedicamos a la comida el tiempo necesario con total tranquilidad, saboreando y dando buena cuenta de los alimentos que nos sirvió. En los postres, tomando ya sendas tazas de café, acompañadas de unas deliciosas copas de licor, el profesor comenzó a contarme… - ¿Sabes? Ramón siempre ha sido para mí mucho más que un amigo o un hermano. Te preguntaras por qué. Le mire unos momentos en silencio - Supongo que os conoceréis desde hace mucho tiempo, quizás desde la niñez.- Le dije. - No exactamente, pero si hace tiempo que nos conocemos. Se puede decir que fue mí maestro en el camino, en un tiempo en el cual no era más que un desecho de la vida y en el cual solo me interesaba acabar cuanto antes mí existencia en este mundo. No pude evitar un gesto de sorpresa, ante la firmeza con la que había pronunciado esas palabras escondidas entre retazos de tristeza y una pena y dolor de los cuales no me había percatado hasta ese momento. - Quizás te sorprenda esta historia y de cómo alguien quiera perder y acabar con su vida, siendo el don más preciado que Dios no regalo. “Esto ocurrió hace ya tiempo, antes de que me echara a los caminos, incluso antes de tener a Tau e incluso antes de conocer el mundo y la vida que conozco actualmente. Yo era una persona normal, con su trabajo, su vida y su casa, como cualquiera, hasta que se acerco a mí la desgracia, tristeza y fatalidad. Ocurrió un día, mejor no entrar en detalles porque todavía me duelen profundamente los recuerdos cuando pienso en ellos, que La Dama Muerte se llevo consigo aquello que más quería y apreciaba en la vida, lo que daba sentido a la mía, lo que me guiaba, lo que espantaba las sombras y dudas y las llenaba de luz y amor… Todo aquello, de la noche a la mañana, cambio radicalmente. Donde había luz, solo encontré sombras, penumbras y oscuridad; donde había ternura y amor, solo encontré odio, envidia y una desgarradora maldad que me partió el alma y el corazón en mil pedazos; y donde había verdad, solo encontré las más desoladoras de las mentiras, falsedades y quimeras inimaginables. Nada me importaba y ya nada me llenaba como lo que La Muerte me había

Page 6: Promesas del Camino

arrebatado. Solo tenía un fin, una obsesión y mis pensamientos siempre me guiaban hacia el mismo camino una y otra vez “Si La Muerte se lo llevó, que se me lleve a mí también. Nada quiero de esta vida, lo que más me importa, está en la otra” Y con estos negros pensamientos tome la decisión de quitarme la vida para ir en busca de aquello que estaba en la otra. Así que sin pensármelo dos veces cogí una cuerda y me fui al bosque cercano que había donde yo vivía entonces, ¿y qué ocurrió? Escogí un árbol robusto, de gruesas ramas que soportaran por lo menos el triple de mi peso, para no fallar. Sí, me la ate la soga al cuello, o sea, me hice una horca con la cuerda, y me subí al árbol a suficiente altura como para que cuando me lanzara al vacio, me partiera el cuello con la horca y mí cuerpo no tocara el suelo. Ate el otro extremo a una gruesa rama, robusta y del grosor de, por lo menos, tres veces mi brazo. Mire al cielo y sonriendo pensado que pronto me encontraría con aquello que marchó, me lance al vacio. Pero aquel no era mi día final, ni tampoco mi hora, ya que en vez de ahorcarme, la rama se partió y me pegue una buena leche en el suelo que me dejo inconsciente y tirado como una colilla. No se cuanto tiempo estuve allí, pero cuando desperté estaba en la

habitación de un hospital. Junto a la cama estaba Ramón, que me miraba como si fuera una aparición. - ¡Vaya! Por fin despierta, pero hombre de dios, ¿cómo se ha pasado por la cabeza semejante locura?- Me decía Ramón, regañándome como si fuera su hermano menor o un amigo de toda la vida.

- Yo… no se… ¿Dónde estoy? ¿Qué lugar es éste?...- Le decía yo. - Desde luego, el cielo no es. - Entonces debe de ser el infierno. - ¿…? ¡Venga ya! Tampoco es para tanto, hombre. Ahora lo que necesita es descansar y quitarse esas ideas de la cabeza. Vendré a verlo mañana, cuando este más tranquilo y relajado. - ¿Pero quién es usted?

Page 7: Promesas del Camino

- Un loquero, pero un loquero muy bueno que lo va a tratar y arrancarle esas absurdas ideas que rondan en su cabeza y espíritu. Ahora descanse, mañana nos veremos. Ramón resultó ser un psiquiatra del hospital y fue él quien me encontró de casualidad paseando con su perro por el bosque donde pretendía suicidarme…” - Y la terapia resultó, bueno, a medias, porque ahora es un enganchado del camino, siempre haciendo de guía de peregrinos que van a Santiago, aunque me parece que tu, precisamente, no pareces haber contratado sus servicios. Más bien diría que detrás de esa mascara con la que te ocultas, hay otro personaje que no quiere que lo descubran. Interrumpió la narración del profesor Ramón, clavando su mirada en mí. Traía unas copas del mismo licor, una para uno y otra para él y se sentó junto a nosotros. - ¿Y qué esperabas? Aquellas locuras había que erradicarlas y rellenar el hueco que dejaron con otras ideas e ilusiones, así que, no te quejes.- Le reprimía el profesor amistosamente con un tono un tanto picaresco. - A buena hora se me ocurrió a mí enseñarte el camino. Menos mal que deje el oficio y me monte este local. La verdad es que siempre fue la ilusión de mi vida y después de haber tratado con tanto majara, con todos los respetos, esto es pan comido ¡ja, ja, ja!- Decía Ramón con su característica y afable risotada. - Ya, pero a mí no hace falta que me trate.- Dije yo un poco a la defensiva ante el previo examen psicológico que me había realizado Ramón. - Tranquilo, no es mi intención, pero es algo que no puedo evitar. Si querer meto las narices donde no debo, en fin, discúlpame. - Disculpas aceptadas. - Bueno, ¿me dejaras que le acabe de contar la historia o prefieres contársela tú? Mira en el fondo, prefiero que lo hagas, porque Tau estará hambriento y no es de extrañar que se zampe las mochilas o a cualquier chucho que se le ocurra incordiarlo.- Dijo el profesor. - No te preocupes viejo gruñón, que ya se zampo su ración correspondiente, ¿o te pensabas que iba a dejar al animal pasando hambre mientras vosotros os poníais hasta las orejas de zampar?

Page 8: Promesas del Camino

- Ni por un momento. Con el cariño que le tienes a los animales y en especial a ese.- Se excuso el profesor señalando hacia la puerta donde estaba el lobo cuidando de las mochilas. - Con tu permiso, le acabare de contar la historia de tu vida, que es muy larga, ¡Ejem!- Carraspeo Ramón, como el que va a pronunciar un discurso.

“Veras, al día siguiente fui a visitarlo como le había dicho y lo encontré más relajado, aunque no por ello estaba del todo tranquilo. Estaba muy serio y su mirada como ida. Miraba fijamente a la ventana, como si estuviera observando la vista que ésta le ofrecía, pero en realidad no miraba a ninguna parte. - ¡Buenos días!- Le salude, pero como si hubiera saludado a una pared. Nada de nada. Ni palabra. Entonces se me ocurrió que quizás un paseo le sentaría bien. Le forcé, más que sugerirle a que fuéramos a pasear por los alrededores y así poder establecer una comunicación. Durante días, solo paseábamos, sin apenas cruzar palabra o mantener una mínima conversación. Viendo que no progresaba y el mutismo era casi absoluto, me vino a la cabeza la gran idea que cambiaria la vida de éste hombre. Por aquel entonces estaba a punto de coger mis vacaciones de verano y tendría por delante casi dos meses. Aquello, y en esos momentos, más que una alegría, me producía preocupación, ya que no quería dejarlo que lo tratara otro psiquiatra, puesto que su estado no era del todo estable, que digamos. Yo tenía ganas de aventuras, de desconectar y olvidarme de mi profesión durante todo el tiempo que duraran mis vacaciones, de vivir la vida y pasármelo de pipa, entonces no estaba casado y me lo podía permitir. Tenía planeado realizar una peregrinación a Santiago y recordar mis tiempos de cuando era como tú, un buscavidas, un aventurero, un trotamundos, allí donde deja su mochila es, por un tiempo, su casa. Sin preocupaciones, ni obligaciones ni compromisos que me ataran. Simplemente vivir la vida en toda su plenitud.” Calló y me miro unos instantes y viendo la expresión de mi rostro ante lo que había comentado refiriéndose a “como tú” se disculpó, que yo acepte con un gruñido semejante a los que producía el lobo cuando estaba contrariado:

Page 9: Promesas del Camino

“- ¡Huy!, disculpa por inmiscuirme en tu… vida privada. Bueno, a lo que iba; y he aquí que no se me ocurrió otra idea que la de llevármelo conmigo de peregrinación. Al principio se mostro reacio y a regañadientes acepto venir, como una terapia que pudiera sacarlo de su mutismo y hacerle olvidar sus adversos proyectos y negros pensamientos. Para mi sorpresa, poco a poco se fue adaptando y con el tiempo la alegría y las ganas de vivir retornaron a su ser, como florecen las flores en primavera con todo su esplendor. Le enseñe viejos trucos de entonces, cuando era… esto… cuando recorría el mundo y la vida con mi mochila. Le mostré lo duro y cruel que puede ser la vida y sus gentes, pero también la belleza que se oculta detrás de toda esa crueldad. Cambie sus oscuros pesares y sus nefastos proyectos por reflexiones más positivas y tendencias constructivas. Le hice ver que aunque a veces la vida nos abofetea ambas mejillas, otras, es todo lo contrario, y que no siempre estamos en la cresta de la ola. Enseñar es aprender y aprendió, más de lo que yo creía, a apreciar los detalles sutiles de las cosas, de la vida y del espíritu. En una ocasión, cerca de un lugar que se llama El Valle del Silencio, se esfumó. Durante dos días no pude dar con él y ya empezaba a pensar que todo el cambio que se había producido en su persona, no era más que transitorio, que de alguna manera me lo había hecho creer y que sus verdaderas intenciones eran consumar aquello que no pudo en el bosque cerca de su casa. Pasados los dos días, de espera y de buscarlo por las cercanías donde nos habíamos quedado a pasar noche, antes de su ausencia, decidí ir al cuartel de la guardia civil para denunciar su desaparición y que probablemente sus intenciones eran las del suicidio. Cuál fue mi sorpresa y alegría que, justo cuando me disponía a entrar en el cuartel de la guardia civil, lo vi allí, sentado en un banco muy cercano a la entrada del cuartel, con una sonrisa de oreja a oreja y el semblante un tanto extraño y

Page 10: Promesas del Camino

cambiado. - Sabía que vendrías.- Fue todo lo que me dijo. Por mi parte, aunque estaba alegre y sentía un gran alivio de encontrarlo con vida, no pude más que regañarlo: - ¡Sera posible! ¿Se puede saber dónde demonios has estado estos días? Me imaginaba lo peor ¿Tú crees que eso está bien? Desapareces sin más, te encuentro aquí y solo se te ocurre decir que sabias que iba a venir. Es que es para darte unos azotes, como a un crio, para que aprendas. - Tranquilo. Te puedo asegurar que esos delirios de suicida han sido arrancados de cuajo de mis intenciones y de mi alma, ¿sabes por qué? - ¿…? - Porque amo la vida y, a pesar de todo, la vida me ama, como también amo mi espíritu y mi alma inmortal. Pensé que se había vuelto majara o que había tomado algún tipo de droga y todavía estaba alucinando. Lo mire muy extrañado, creía que tenia ante mí a otra persona, pero con la misma apariencia. - Oye, ¿es que ahora te has vuelto místico o qué? - Digamos que… sí, por decirlo de alguna manera. - ¿Éstas bien?, no sé, te encuentro cambiado… ¿acaso has hablado con alguien en especial? - Me encontré con un personaje un tanto peculiar y estuve unos días vagando con él por El Valle del Silencio. - ¿Ah, sí? ¿Y qué estuvisteis haciendo durante esos días por ese valle? - ¡Jo, tu! ¡Pareces tonto!, pues eso, escuchar el silencio, por cierto, tú que eres estudioso del coco de los demás y de temas místicos, ¿nunca te paraste a escuchar el silencio? - ¿…? - Por la cara que pones me parece que no. Pues no sabes lo que te pierdes. Anda vamos que se nos pasa el tiempo y caminando tratare de explicártelo. No me lo podía creer. Desde aquel día ya nunca fue el mismo. Estaba lleno de vida y vitalidad, como ahora, aunque no te lo parezca, y, de ser un paciente al que estaba tratando y de tratar de volver a enseñarle el valor de la vida, paso a ser un maestro. Los papeles se invirtieron y a partir de aquel día, pase a ser yo el alumno y el paciente. Era más pícaro que yo mismo en mis mejores años

Page 11: Promesas del Camino

de trotar el mundo y, no sé de donde los sacó, tenía más recurso e ideas que el más experto de los buscavidas, sin ofender, es solo para que me entiendas, que te puedas imaginar.

Desde entonces nos hicimos amigos y labramos una profunda amistad. Fue un viaje fantástico, que jamás olvidare, como experiencia y lo que llegue a aprender a en el último tramo de la peregrinación a Santiago que realizamos. Hasta aprendí a escuchar el silencio, ¿tú lo has escuchado alguna vez?... ya veo, por la cara que pones me parece que no ¡ja, ja, ja! Bueno os dejo con vuestras cosas. El negocio me llama. No marchéis sin despedirse ¿vale? Sinceramente, no sabía que pensar. Aquella historia, que en un principio comenzó con ciertos tintes de dramatismo, acabó con un final de lo mas rocambolesco con aires de cuanto de hadas, ficción o de sucesos paranormales. Mire al profesor que, a su vez, me miraba en silencio con una enigmática sonrisa mientras se deleitaba con su copa de licor. - No te la crees ¿verdad? Demasiada fantástica, como si fuera un cuento para niños ¿no?- Me pregunto sin perder esa extraña sonrisa. - Pues es tan cierta como que tú y yo estamos ahora mismo aquí. Anda, vámonos, que todavía nos queda un trecho para llegar hasta Villafranca del Bierzo. Nos despedimos de Ramón, prometiéndole que, ¡yo!, pasaría alguna vez a verlo. Aquello me extraño ¿por qué no incluyo al profesor? Ya fuera, con Tau danzando a nuestro alrededor alegremente, el profesor se excuso un momento y hablo con Ramón aparte. Estuvieron hablando unos minutos, se dieron un abrazo y pude ver que el rostro de Ramón se había entristecido un poco. Observé el rostro del profesor y, por un momento, solo

Page 12: Promesas del Camino

un momento, su rostro reflejaba la misma tristeza, pero en un instante esa tristeza se ocultó, pero no para Tau, que lanzó un breve aullido de melancolía al pronto que lo enlazaba con ladridos de alegría. Solo habíamos caminado unos metros cuando Ramón nos llamo para decirnos: -¡Eh, viejo truhan!, nos veremos en el otro lado y tú, no dejes de visitarme a la vuelta, quizás quieras contarme algo. Como dicen los peregrinos ¡Ultreya! Levantamos los dos al unísono la mano a modo de despedida y una débil despedida cargada de melancolía y esperanza se escapó de los labios del profesor: - No te quepa duda, no te quepa duda viejo amigo.

Page 13: Promesas del Camino
Page 14: Promesas del Camino