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Psicosociología de la alimentación: Su incidencia en la obesidad común. Hacia una perspectiva multifactorial (y II) T. Pujol Sanso Universidad de Palma de Mallorca 1. INTRODUCCION En la primera parte de este artículo hemos repasado los fundamentos neuro- fisiológicos de la obesidad, cuya impor- tancia para su comprensión etiológica es crucial, si bien incompleta. Muchos aspec- tos quedaban sin explicar, al carácter estático y estructural de lo biológico es preciso incorporar la dinamicidad que ofrece la perspectiva psicosocial. No es posible entender la etiopatogenia de la obesidad si no situamos al sujeto en interaccción con su medio. Está claro, como indica Saltiel (1976), que la obesi- dad es el resultado de una situación. A nivel general, Crosato y Benedetti (1963) se refieren a las aportaciones de la psicología en el estudio de la obesidad: a) Estudio de los distintos aspectos tipológicos sin significación patológica. b) Los trastornos psíquicos primitivos asociados a la obesidad. Estudios de Psicología u.. ¡4/1J-1983 c) Los trastornos psíquicos de reacción a la condición de ser obesos. d) Los trastornos psíquicos que se dan o que se agravan por la restricción ali- menticia destinada a corregir la obesidad. Como puede observarse, y las investi- gaciones más recientes lo han corrobora- do, la ciencia psicológica interviene de forma directa en la comprensión de la etiología, diagnóstico, tratamiento, pro- nóstico y profilaxis de la obesidad común. Las principales escuelas, tendencias y especialidades de la psicología se han ocupado del tema, de manera que en muchas ocasiones resulta difícil compagi- nar las distintas aportaciones. Para seña- lar un criterio más o menos común y unificado, se puede argumentar que la obesidad aparece ante un desarrollo psi- cosocial patológico, un episodio crítico, en resumidas cuentas, ante una crisis de identidad, un trastorno de adaptación; se trata de una conducta de fracaso, la reac-

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Psicosociología de la alimentación:Su incidencia en la obesidad común.Hacia una perspectivamultifactorial (y II)T. Pujol SansoUniversidad de Palma de Mallorca

1. INTRODUCCION

En la primera parte de este artículohemos repasado los fundamentos neuro-fisiológicos de la obesidad, cuya impor-tancia para su comprensión etiológica escrucial, si bien incompleta. Muchos aspec-tos quedaban sin explicar, al carácterestático y estructural de lo biológico espreciso incorporar la dinamicidad queofrece la perspectiva psicosocial. No esposible entender la etiopatogenia de laobesidad si no situamos al sujeto eninteraccción con su medio. Está claro,como indica Saltiel (1976), que la obesi-dad es el resultado de una situación.

A nivel general, Crosato y Benedetti(1963) se refieren a las aportaciones de lapsicología en el estudio de la obesidad:

a) Estudio de los distintos aspectostipológicos sin significación patológica.

b) Los trastornos psíquicos primitivosasociados a la obesidad.

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c) Los trastornos psíquicos de reaccióna la condición de ser obesos.

d) Los trastornos psíquicos que se dano que se agravan por la restricción ali-menticia destinada a corregir la obesidad.

Como puede observarse, y las investi-gaciones más recientes lo han corrobora-do, la ciencia psicológica interviene deforma directa en la comprensión de laetiología, diagnóstico, tratamiento, pro-nóstico y profilaxis de la obesidad común.

Las principales escuelas, tendencias yespecialidades de la psicología se hanocupado del tema, de manera que enmuchas ocasiones resulta difícil compagi-nar las distintas aportaciones. Para seña-lar un criterio más o menos común yunificado, se puede argumentar que laobesidad aparece ante un desarrollo psi-cosocial patológico, un episodio crítico,en resumidas cuentas, ante una crisis deidentidad, un trastorno de adaptación; setrata de una conducta de fracaso, la reac-

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140 Hstudiosción a la frustración (Michaux y Widló-cher, 1962; Corraze y Bayourthe, 1966;Aimez, 1975). En general, desde estaperspectiva, la obesidad pasa por algunaforma de bulimia (Hamburguer, 1951).

Sería interminable repasar los diferen-tes aspectos psicológicos que se han in-volucrado con la sobrealimentación, sinembargo, los aspectos cognitivos (Woo-ley, 1972), afectivos (Delay y Pichot,1975) y la ansiedad (Herman y Polivy,1975), son los más citados; siempre, claroestá, dentro de una perspectiva psicoge-nética (Aimez, 1979).

Los tiempos en que la aportación psi-cológica en el terreno de la obesidad eravetada o situada en un nivel secundarioya han pasado. Especialistas en nutricióncomo Young (1957), y otros muchos, hanayudado a que en la actualidad sea undeber científico reconocer la influenciafundamental de la ciencia psicológica eneste área de estudio.

En los próximos apartados repasare-mos, por tanto, la perspectiva psicosocial,para terminar con un intento de explica-ción multifactorial.

z. LA IMAGEN CORPORALDEL OBESO

La obesidad en un sentido fenomeno-lógico se expresa mediante el volumendel cuerpo, de ahí que la vivencia corpo-ral supone un elemento de especial inte-rés en el sujeto con sobrepeso. Aunqueha sido un tema poco estudiado, es lógicopensar, como afirma Bruch (1978), que laimagen corporal del obeso no tiene lasmismas connotaciones que la del delgado.

Muchos autores (Watzalwick y HelmickBeavin, 1981; Stewart, 1973; Davis, 1976;Nierenberg y Calero, 1976; Fast, 1978;etc.), coinciden en destacar el importantepapel que el cuerpo juega en los procesoscomunicativos; es el elemento intermedia-rio entre la psique y el mundo. Cuando

estas dos esferas generan un conflicto, laemisión normal mediante las palabras setorna inoperante y la somatización apare-ce entonces como el resultado patológicode dicho conflicto (Solignac, 1976; Pujol,1978). En este encuadre es donde pode-mos situar algunos tipos de obesidadcomún.

Bruch (citado por Aimez, 1972) aportauna contribución esencial al señalar quelos obesos presentan, en su mayoría, untrastorno de la imagen corporal, en par-ticular un defecto del sentimiento deidentidad próximo a la escisión esquizo-frénica. El sobrepeso se ha convertido enla expresión de una insatisfacción o en labúsqueda de una adaptación.

El mismo autor (Bruch, 1952) se refie-re también al rasgo del obeso de «serespecial», de tener que ser más grande ymejor que cualquier otra persona. Estaimagen megalomaníaca está muy vincula-da al exceso ponderal. La comida repre-senta la esperanza de compensar los de-fectos; el aumento de talla realiza a unnivel simbólico el deseo de ser grande,sentimiento que se ve frustado cuando loúnico que consigue el obeso son conti-nuas humillaciones sociales.

Fisher y Cleveland (1969) señalan quela imagen corporal sirve con frecuenciacomo pantalla sobre la que se proyectanlos sentimientos, ansiedades y valores.Esto precisamente es lo que de formadistorsionada ha hecho el obeso.

Schilder (1977) matiza que cuandoexperimentamos afecto o amor, el cuerpotiende a expandirse, y eso es, pensamosnosotros, lo que nos comunica el obeso:un deseo imperioso de conseguir afectoante las múltiples frustaciones que siente.

3. PSICOANÁLISISDE LA OBESIDAD

El niño recién nacido, a diferencia deotras especies, es incapaz de procurarse

Estudios de Psicología n.. 1411J-1983

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alimento, alguien deberá hacerlo por él.En el marco del proceso madurativo elniño pasará de una alimentación pasiva,de simple transferencia a través de laplacenta de alimentos ya digeridos y dis-puestos para su inmediata utilización porlas células, a una alimentación cada vezmás activa en la que debe succionar,deglutir, digerir y absorber (Guerrero,1979; Arbelo, 1979).

Sin entrar en las consecuencias psico-lógicas que la cantidad y cualidad delalimento pueden tener y que no han sidosuficientemente estudiadas (Veylon,1976), es preciso reconocer el caráctervinculante de la alimentación, la comidaes el vehículo de la energía y del amormaternal. El hambre estará en adelanteasociado al sentimiento de bienestar, elmiedo a la innanición queda en el fondode los sentimientos de inseguridad; en elniño el hecho de ser alimentado equivaleal sentimiento de ser querido (Alexander,1970). Estará comenzando la socializaciónde la alimentación.

Ha sido la escuela psicoanalítica quienha puesto el acento en el hecho de que elalimento es el principal intermediario enlas relaciones madre-hijo, que estarán fun-damentadas en lo oral (Simonin, 1963).Al principio en la perspectiva oral-recep-tiva, después oral-sádica, con carácteragresivo y que desembocarán hacia unaambivalencia con respecto a la madre.

Durante los primeros arios de vida, yde manera muy especial en los primerosmeses (Sassolas y Pellet, 1967), la afecti-vidad está ritmada por la alternancia pla-cer-displacer, que depende del hambre-sa-tisfacción del hambre. Esta dinámica estáejercida por la madre o sustituto mater-no, que actúa como primer agente defrustración: señala los horarios, la canti-dad de alimento, etcétera. Resulta o, pues,de acuerdo con Bruch (1943), que lasparticularidades de la madre con respectoa la comida serán de gran trascendencia.Si la actitud materna es ansiosa establece-

rá a través de la comida una relacióndistorsionada.

Es tradicional pensar que las personasgruesas son alegres y tranquilas, peropara la inmensa mayoría esto es falso ymucho más en el caso de niños obesos,que según Bruch (1941), son infelices,mal ajustados, tímidos y retraídos. Elestudio de la estructura familiar revelasiempre la existencia de factores que im-piden el desarrollo personal del niño yque llevan a la inactividad y exceso ali-menticio. Soulé (1965) destaca una seriede aspectos a analizar de la familia delniño obeso: dominancia de la madre,posible ambivalencia materna, situacióneconómica, hábitos alimenticios, nivel in-telectual y normas culturales.

Los elementos orales del inicio de lavida se van integrando con los nuevosaprendizajes, y de manera especial, cuan-do ha ocurrido alguna problemática en elprimer ario. De esta forma, para todas laspersonas resultará que con mayor o me-nor grado los estadios posteriores deldesarrollo psicogenético quedarán ligadoscon la oralidad, ya sea mediante sublima-ción, desplazamientos o formaciones reac-tivas. Como indica Fenichel (1973), haymuchas maneras de usar la boca en buscade placer y todas ellas reflejan . la oralidad.Estamos en una sociedad muy afianzadaen lo oral, desde esta perspectiva se expli-can comportamientos como los de «gour-met», fumar, beber, besar, etcétera.

Cuando la evolución afectiva de losprimeros meses no es satisfactoria, elniño queda fijado a la etapa oral. Dossucesos, entre otros menos importantes,pueden conducir a esta fijación-regresión:

— El exceso de gratificación oral poruna madre autoritaria y demasido protec-tora.

— La ausencia de satisfacción, unaprivación oral acentuada.

Cuando se dan estas situaciones apare-cerá en algún momento del desarrollo elcomportamiento oral (Fenichel, 1968),

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Estudiosque en general se mediatiza por unadependencia acentuada, carácter particu-lar de la boca en la vida del sujeto, ladepresión se trata mediante comida, fre-cuencia de, trastornos digestivos y asocia-ción comida-amor.

Queda claro que no es posible enten-der la aparición de la obesidad si no laligamos al proceso psicogenético y diná-mico que sugiere lo anterior. La relaciónobjetal con la madre será un elemento deprimordial interés para la comprensiónetiológica. Desde luego que en algunoscasos más que en otros, como ya hemosmencionado en otro lugar (Pujol, .1980).

4« ANALISIS CONDUCTUAL DELSUJETO OBESO

En las dos últimas .décadas los investi-gadores en modificación de conducta sehan ocupado con especial atención delestudio de la obesidad. Centenares deartículos han profundizado en sus aspec-tos etiológicos, diagnósticos y terapéu-ticos.

La mayoría de autores (Hagen, 1976;Ferster —citado por Yates, 1977), tien-den a explicar la aparición del sobrepesoa partir del aprendizaje instrumental, demanera que la obesidad es un ejemplo deefectos reforzantes a corto plazo del exce-so de alimento.

La ecuación de Kanfer y Phillips (1976),que hemos aplicado a la sobrealimenta-ción, permite una buena comprensión deeste fenómeno:

E -- O R K C

— E (ambiente externo e interno): serefiere a las condiciones ambientales espe-cíficas que tienen relación funcional conel comportamiento. Aquí podemos incluirmultitud de estímulos externos, comopor ejemplo la hora del día, sensacionesolfativas, gustativas o visuales, etc., y

estímulos internos como las contraccio-nes del estómago.

— O (organismo): es indudable quelas variables organísmicas influyen en laconducta y concretamente en la alimenta-ción. Las variables genéticas (factoreshereditarios), metabólica l (metabolismobasal, metabolismo de los principios bá-sicos, etc.) y neurológicas (regulaciónhipotalámica), bioquímicas, mecánicas,etc., tienen un valor importante.

— R • (respuesta): abarcaría la conductade comer, alimentarse. Aquí debe señalar-se la importancia del aspecto cualitativodel alimento y, en general, todos loshábitos relacionados con la conducta decomer.

— K (relación de contingencia, res-puesta-consecuencia): existe una relaciónparticular entre el comportamiento y susconsecuencias. Para la alimentación, larelación de contigencia es muy fija, acorto plazo se consigue siempre la apari-ción de los refuerzos positivos.

— C (consecuencia): en conjunto sesabe que las consecuencias satisfactoriasincrementan la conducta, las insatisfacto-rias la disminuyen. La reducción de laansiedad es fundamental para comprendermuchos casos de sobrealimentación. Larelajación que induce la saciedad actúa deforma similar a la desensibilización siste-mática. Además de la relajación se podríanañadir otras consecuencias como la defavorecer la relación social, la búsquedade afecto, etcétera.

Como vemos, la aportación conductis-ta ofrece una panorámica ambientalista decrucial interés. El mejor reflejo puedeencontrarse en sus aplicaciones terapéuti-cas que hemos repasado y valorado en unartículo reciente (Pujol, 1982).

5 . LOS HABITOS ALIMENTICIOS

El estudio de los hábitos alimenticiospermite una nueva aproximación al tema

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Estudios 143que nos ocupa, en general, se confirmaque los obesos no comen por las mismasrazones que los no obesos.

Nisbett (1968), a partir de un interesan-te experimento, concluyó que los obesosresponden con mayor intensidad a losestímulos alimenticios externos, mientrasque los no obesos lo hacen hacia losestímulos internos de privación. Los su-jetos obesos son más influenciables, estánmás ligados a la estimulación externarelacionada con el comer, dependen másde los estímulos discriminativos. Todoocurre como si el sujeto normal tuvierauna especie de termostato que marcara unlímite de ingestión.

La investigación de Price y Grinker(1973) es también muy sugerente, demos-traron que bajo todas las condicionesexperimentales utilizadas, los obesos co-mían más que los individuos normales.

Pliner (1973), por otro lado, concluyóque las diferencias en la conducta decomer entre sujetos obesos y normalespueden explicarse en base a diferencias enla conducta de pensar.

Desde una perspectiva más amplia,Garrido (1979) señala una serie de carac-terísticas propias del sujeto con sobrepeso:

a) El comer en exceso suele ocurrirpor la tarde al poco tiempo de haberrealizado una comida, por tanto, sin indi-cio fisiológico.

b) Los que realizan esta conductasuelen explicar que no saben por quécomen.

e) Los alimentos que ingieren suelenser fáciles de preparar.

d) Los comen con rapidez, sin sabo-rearlos.

e) Suelen afirmar que más que porhambre es para salir del estado de inacti-vidad y tensión, según ellos, si estuvieranocupados no se acordarían.

6. PERCEPCION Y OBESIDAD

A partir de todo lo visto hasta ahora,

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queda claro, de acuerdo también conBruch (1973), que se establece una estre-cha relación entre las sensaciones corpo-rales de desagrado y la ingesta a través dela cual son reducidas dichas sensaciones.Esta afirmación nos sitúa en el terreno dela percepción que, con toda seguridad, enun futuro no muy lejano podrá aportardatos de gran interés. La mayoría depresupuestos psicológicos apuntan en es-te sentido.

Hasta el momento son pocos kis estu-dios relacionados con esta temática y, entodo caso, se limitan a centrar la atenciónen parcelas del problema. Aquí repasare-mos la importante contribución de Chiva(1979), que se refiere a algunos aspectosde la percepción gustativa infantil. Desta-ca que la evolución de la sensación gus-tativa y su función ocupan un lugarimportante en la génesis de la persona yen el establecimiento de las conductasalimenticias. Se refiere a que la alimenta-ción pone en juego la sensibilidad gusta-tiva, el olfato, la percepción térmica, laestereognosis bucal y la percepción de latextura de los alimentos, también la per-cepción visual. De todas maneras, y porrazones experimentales, el autor citadosólo repasa algunos aspectos relativos algusto:

— Al nacer la sensación gustativa espobre, incluye cuatro sensaciones básicas:salada, dulce, ácida y amarga. Pero tieneuna notable repercusión afectiva, ante elestímulo gustativo hay una reacción emo-cional.

— Los botones gustativos, asiento delas células sensoriales, son más numero-sos en el recién nacido que en el adulto yesto podría tener gran importancia en elestablecimiento de las costumbres alimen-ticias, y mucho más, si tenemos en cuentaque estos botones gustativos tienen unavida muy corta, se renuevan aproximada-mente cada cien horas.

— La sensibilidad gustativa, es decir,la capacidad de sentir y distinguir los

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1 44 Estudiosdiversos estímulos sípidos, parece antetodo una aptitud individual.

— Se ha demostrado con recién naci-dos que la sensación gustativa estableceun reflejo gusto-facial, la mímica es dife-rente según se suministre un estímulosalado, dulce, ácido o amargo, pero idén-tica para un mismo estímulo en un indi-viduo que en otro. Es pues un fenómenoinnato.

Ante estas reacciones se presentan unaspautas sociales culturales que hacen quepoco a poco se socialice la reacción pri-maria.

Una vez más queremos incidir en laimportancia de este tema, de hecho Bruch(1962) ya señaló la posibilidad de estudiarla hiperfagia a partir de los mecanismosprecoces de integración del hambre. Esindudable que las complicadas interrela-ciones entre las sensaciones externas einternas, las cogniciones y la afectividadestán en el fondo de las alteracionesalimenticias.

7. LOS MOMENTOS DE LAADQUISICION DE LAOBESIDAD

Una sistematización de especial impor-tancia y que tiene unas pautas muy obje-tivas es la que se fundamenta en el mo-mento cronológico de aparición de lasoscilaciones de peso, que, como veremos,supone una premisa de indudable apoyoa la perspectiva psicológica. La obesidadpuede comenzar a aparecer en cualquierinstante, pero en general, suele presentar-se en situaciones bien determinadas quepor su intensidad emocional, o por influiren el modo de vida, alteran el comporta-miento alimenticio, o mejor el equilibriotermodinámico.

En la infancia pueden distinguirse dosépocas más o menos diferenciadas, la queabarca desde el nacimiento hasta los cua-tro arios, y la que comprende desde los

cuatro hasta los diez arios. En los cuatroarios primeros la obesidad representa antetodo una «etiología maternal»: sobrepro-tección, dependencia, etc. No hay queolvidar que la comida está investida deun valor simbólico afectivo. A partir delos cuatro arios aproximadamente, puedenincluirse, además de las razones anterio-res, las nuevas influencias que el niñopueda recibir merced a su mayor contactosocial. De todas maneras, esta fase sigueestando muy mediatizada por la relaciónmadre-hijo. Suele darse en niños obedien-tes, estudiosos, sometidos a sus padres ycon una gran dosis de pasividad.

En la pubertad y adolescencia el rolmaterno desempeña todavía una contri-bución importante. Steele (1974) se refie-re a las situaciones de dependencia-inde-pendencia tan frecuentes a esta edad.Kreisler (1975) estudia con profundidadeste momento, la obesidad del adolescen-te tiene destinos muy diversos: algunasveces desaparece después de la adolescen-cia, otras se instala por mucho tiempo, enocasiones para siempre. Dicha diversidadse explica según las estructuras mentalessubyacentes:

— El rechazo inconsciente de la sexua-lidad adulta. Se siente amenazado y usauna serie de mecanismos de defensa (re-gresión a satisfacciones orales, medidasdestinadas a negar el cuerpo sexuado,etc.). A esta edad el cuerpo es siempreobjeto de preocupaciones, muchas vecesde carácter obsesivo.

— Las formas tenaces responden aestructuras que sobrepasan el cuadro deuna simple crisis de adolescencia y res-ponden mejor a una estructura psicoso-mática.

En el período adulto, como indicanCreff y Herschberg (1979), las causaspueden ser variadas, e incluso influirvarias al mismo tiempo. Veamos las másimportantes:

— En general la edad es un factor depredisposición, en el hombre la masa

Estudios de Psicología II.° 14/1y-!983

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Estudios 141grasa pasa del 15 por ioo al 28 por looentre los 18 y 5 o arios. En la mujer del 20

por ioo al 40 por loo entre los 13 y 50 arios.— Con motivo de una operación o

enfermedad que exija reposo y una ali-mentación abundante.

— A causa de un tratamiento farma-cológico. Diversos medicamentos parecenactuar a favor del sobrepeso, así ocurrecon la fenotiacinas, las reserpinas y elsupiride; ciertos efectos poco comproba-dos de la vitamina B.; las hormonas, quefavorecen el aumento de la masa muscu-lar y una fuerte retención de agua; encuanto a minerales, el litio puede frenarla función tiroidea, con lo que disminuyela combustión y se favorece la constitu-ción de reservas grasas; y por último,algunos antibióticos.

— A raíz de dejar de fumar. Diversasexperiencias demuestran que los fumado-res están más delgados. La interrupcióndel tabaco suele producir un aumento deunos 6 Kg. en 2 ó 3 meses, y el peso asíconseguido suele mantenerse luego. Esteefecto puede . explicarse por tres mecanis-mos: el acto reflejo de llevar algo a laboca (el cigarrillo se sustituye por •comi-da), por el efecto anorexizante de lanicotina, o por los efectos estimulantes dela nicotina que favorecen el consumoenergético.

— Por condiciones profesionales, tra-bajos nocturnos, comidas de negocios,mayor sedentarismo, etcétera.

— El matrimonio, con sus influenciasen la organización de la vida diaria, estambién un momento desencadenante.

— El embarazo es una causa muyfrecuente. Fisiológicamente el peso de lagestante no debe cambiar en los tresprimeros meses y luego debe aumentar de

a 2 Kg. por mes para así llegar a unmáximo de 9 a u Kg.; este peso corres-ponde al feto y a la retención hídrica.Después del parto y en pocas semanasdebe recuperarse el peso inicial. Sin em-bargo, se observan muchas veces aumen-

tos de peso considerables desde las prime-ras semanas de embarazo, especialmenteen gestantes jóvenes. En general se debeal trasiego importante de aspectos cons-cientes e inconscientes; además las influen-cias socioculturales influyen para que lafutura madre tenga un «hermoso y grue-so» niño.

— En el posparto o posaborto se en-cuentran también bastantes casos, -sonmujeres que han mantenido un peso nor-mal durante el embarazo y que en los 3 ó4 meses siguientes ganan de 8 a iz Kg.Ocurre a partir de la incapacidad deaceptar la separación del niño, la sobrea-limentación es una forma de continuar lafusión del embarazo, prolongar el estadode plenitud.

— La menopausia es, por último; unmomento importante, la exclusión delmundo de la genitalidad hace que laoralidad represente la compensación.

Se puede concluir con certeza que lasdistintas situaciones desencadenantes tie-nen un notable trasfondo psicológico.

8. ASPECTOSPSICOPATOLOGICOS

Aunque no se puede afirmar de maneraabsoluta que los fenómenos psicopatoló-gicos subyacen en la etiología de la obe-sidad, es seguro que entre los sujetosobesos se encuentra un porcentaje consi-derablemente mayor de trastornos psíqui-cos. Es significativo que en nuestra prác-tica clínica hayamos encontrado que másdel So por i oo de sujetos obesos recono-cen sentir crisis de ansiedad. En sentidosimilar apuntan los estudios de Laxenaire(1975) y García (1978).

Existen algunas investigaciones me-diante tets que confirman lo anterior(Simonin, 1963; Karp y Pardes, 1965;Held y SROW, 1972; Plinier, 1974; Karpo-witz, 1975, y Abram, 1976).

También apuntan en la perspectiva psi-

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146 Estudioscológica todos los intentos de estableceruna tipología del obeso, que aunque noreflejan con exactitud la individualidad decada uno, permiten una buena compren-sión del caso y, desde luego, muy supe-rior a cualquier clasificación de otro or-den. En este sentido destacan los estudiostipológicos de Stunkard (1959), Bruch(citado por Boegner-Plichet, 1963), Sas-solas y Pellet (1967), Aimez (1972), Saltiel(1973), Trémoliéres (1973; 1975)_y Ways-feld (1976).

9. SOCIOLOGIA DE LAALIMENTACION

No es posible la comprensión globalde la obesidad si no situamos la alimen-tación en el contexto social. La familia,las tradiciones, la religión, en definitiva,el grupo social, ha ritualizado la alimen-tación (Tordjman, 1978). El antecedentecultural determina lo que hay que comer,así como en qué ocasión y de qué manera.

Los hábitos alimenticios se basan prin-cipalmente en la disponibilidad, en facto-res económicos y en simbolismos. Ciertosalimentos pueden ser considerados comomuy importantes y saludables en ciertasculturas, mientras que en otras se recha-zan. Así, por ejemplo, ciertos pueblosdescartan la leche por ser una secreciónmucosa animal, otros como la tribu delos Ifugao comen moscas gigantes, ci-garras, grillos, hormigas rojas y escaraba-jos. En todas las culturas existen ocasio-nes apropiadas para comidas . especiales.Los diferentes países tienen costumbresmuy distintas en cuanto al desayuno,almuerzo y cena.

En definitiva, los hábitos alimenticiosfijados (moda, frecuencia, invitaciones,tradición familiar, usos y sociabilidad), elmodo de vida (actividad física y sed deplaceres) y el ambiente (obligaciones so-ciales y profesionales, comidas en restau-rantes y festividades), pueden alterar pro-fundamente la regulación fisiológica del

hambre y la saciedad. La comida tieneuna función eminentemente social, reúnelos individuos, simboliza afecto, diálogoy seguridad.

Fijémonos, como indica Rodwell Wi-lliams (1973), que al observar la forma enque come una familia podremos sabermucho de su cordialidad, jerarquía, ten-siones, rigidez, «status», etc. Una comidarígida y formal, con cada cosa en su justositio, indica mejor que cualquier estudiopsicológico una dinámica familiar rígida,poco afectiva y atrincherada en la formapara encubrir el fondo. A través de lasnecesidades y deberes higiénicos y derespeto traslucen siempre elementos cla-sistas.

Existe incluso una sociología del peso,es indudable que el volumen corporaljuega un importante papel en el aspectoerótico, estético e incluso místico. Estáclaro que la moda fuerza a adelgazar, dela voluptuosidad se ha pasado a líneasrectas y movibles en función de una vidamás agitada que exige actividad y como-didad.

La sociedad impone un fuerte castigoa la persona obesa y, en especisl, a lasmujeres. Como indica Genevart (1952),muchas mujeres obesas se quedan en suscasas, temen los lugares públicos, se sien-ten observadas y eliminan ciertas activi-dades. Aparecen sentimientos de inferio-ridad, problemas sexuales, angustia y sen-timientos de desvalorización.

Es evidente la doble y contradictoriaestimulación que recibe el obeso, no envano Corraze y Bayourthe (1966) aseve-ran que los obesos ante estos estímulosrecuerdan los animales sometidos a neu-rosis experimentales, se encuentran anteun conflicto entre la publicidad alimenti-cia y el instituto de adelgazamiento. Co-mo puntualiza Klotz (1972), podría ha-blarse de racismo contra los gruesos. Sehace sentir vergüenza al obeso de supropia imagen.

No podemos terminar esta revisión sin

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Delgadas Normales Obesas

Ricos Medios

37 19

5 8

65

5 16

Pobres

9

Estudios 47incidir en las importantes connotacionesde la economía. A lo largo de la historia,el «status» socioeconómico ha desarrolla-do importantes pautas sobre el .peso. Enalgúnas sociedades antiguas o incluso enla actualidad, el sobrepeso o la sobreali-mentación se consideran como un signode riqueza; en otros grupos ocurre todo

lo contrario. El sobrepeso se ha conver-tido en un símbolo económico de signifi-cado variable.

En nuestra cultura occidental las esta-dísticas demuestran una notable influen-cia de los factores socioeconómicos, asíGoldblatt y Moore (1973) dan los siguien-tes resultados:

Estas cifras son sugerentes, las clasesacomodadas presentan un porcentaje deobesidades muy inferior a las clases hu-mildes y, desde luego, no nos imagina-mos que sea por motivos hereditarios oneurofisiológicos.

IO. CONCLUSION:HACIA UN ENFOQUEMULTIFACTORIAL

En la actualidad la organización etioló-gica de la obesidad debe entenderse desdeuna perspectiva interdisciplinaria, multi-factorial e integradora, nos estamos refi-riendo siempre a la obesidad común,desligada de alteraciones orgánicas biencaracterizadas. No tiene sentido científicoseguir la polémica entre organicistas ypsicologistas, la estructura biológica esindiscutible, pero no lo es menos la diná-mica psicológica.

Antes de intentar perfilar una explica-ción etiológica global es preciso detener-se en dos cuestiones que a nuestro juicioestán en el sustrato de la obesidad, setrata del modelo termodinámico y de laestabilidad del peso.

— El modelo termodinámico: está cla-

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ro que la obesidad común es el resultadode un desequilibrio entre la ingesta y losgastos, y cualquier explicación etiológicadebe descansar en este fundamento. Estoderiva en el hecho de que la mayoría deexcesos ponderales serán debidos a lasobrealimentación. Es cierto que muchosautores han intentado demostrar median-te entrevistas que los obesos no comenmás que los no obesos, pero es muchomás cierto que, como señala Simonin(1972), hay que desconfiar de las encues-tas practicadas a sujetos obesos, es posi-ble la equivocación, no es fácil recordaro saber si un trozo de carne pesa 100 ó200 gramos, y si se han tomado uno odos vasos de vino. Además, el obesopuede mentir y esto ocurre en muchoscasos, algunos autores han señalado elcarácter toxicómano de algunos que nodicen jamás la verdad sobre su consumo.Por otro lado, también puede ocurrircomo indican Apfelbaum y Lepoutre(1978), que ahora el obeso coma normalo incluso algo menos, pero que en unperíodo anterior haya seguido una alimen-tación exagerada.

— La estabilidad del peso: una de lasprincipales cuestiones es la extraordinariacapacidad de que el peso se mantenga

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Estudiosconstante. Stunkard y Mahoney (1976)señalan diversas experiencias en que per-sonas de peso normal inducidas experi-mentalmente a una sobrealimentación, consu consiguiente aumento de peso, demues-tran una fuerte habilidad para volver a supeso original en pocos meses. También escierto que personas caracterizadas por susobrepeso y sujetas a dieta tienen grandificultad para recuperar el peso anterior.Resulta difícil poder explicar esta capaci-dad de regulación, muchos autores seña-lan la posibilidad de que exista un centroregulador del peso, un ponderostato. Detodas maneras, lo que resulta sorprenden-te en la regulación ponderal no es tantola aparición de una sobrecarga o de undéficit ponderal, sino más bien la homeos-tasia del peso corporal, que constituye laregla para la mayoría de la población. Apesar de todo, nosotros pensamos queesie equilibrio ponderal es perfectamentecomprensible a partir de todo lo quellevamos dicho, en realidad la noción deponderostato se explica merced al equili-brio termodinámico.

La visión de conjunto, pues, debe fun-damentarse de acuerdo con Oetting(1976), en el balance energético. Sobreeste modelo descansarán los tres principa-les componentes etiológicos que ahoraveremos (Ruedi y Jequier, 1972; Ruedi,1974; Trémoliéres, 1973; Trémoliéres(1975):

a) El sistema de reserva: comemos du-

rante una hora y media y consumimosdurante veinticuatro. Esto quiere decirque primero almacenamos y luego distri-buimos. Así es, pues, como ciertos ali-mentos y ciertos estados favorecen lareserva, es el caso de los glúcidos quepermiten el hiperinsulinismo, algunos fár-macos, etc.

b) El sistema de consumo: que incluyelos gastos base, de semirreposo y detrabajo.

c) El sistema de regulación del comporta-miento alimenticio: en donde podríamosincluir básicamente los factores psicosocio-lógicos.

Así pues, el modelo termodinámicoquedaría modulado por estos tres siste-mas que actuarán con absoluta interaccióny reciprocidad (Rodin, 1977; Wulliemier,1979). Todo ello sin olvidar cierta predis-posición hereditaria .(Perrault y Dry, 1964;Hincky, 1976).

La interdependencia continua de lostres sistemas, que incluyen de algunamanera el soporte biológico, la influenciapsicosocial y el factor cualitativo y cuan-titativo del alimento, explica con preci-sión el complejo proceso etiopatogénicode la obesidad común.

Sólo a partir de esta óptica etiológicapodrá planificarse un correcto diagnósti-co, que, a su vez, dará lugar a un trata-miento de pronóstico más favorable.

Es bien cierto, en la obesidad se juntanel hambre con las ganas de comer.

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ResumenEn este artículo, continuación de otro publicado con anterioridad, se revisan las aportaciones

de la psicosociología en el estudio etiológico de la obesidad común. Al carácter estático yestructural de lo biológico es preciso añadir la dinamicidad de la perspectiva psicosocial. Al final,dentro de un encuadre biológico-psicológico-social, se intenta una explicación etiolo'gica multifac-torial de la obesidad.

Summar)!In this article, a continuation of another published earlier, the contributions ofpycbosociology

in the study of etiology of normal obesiy are revised. To the structural and aesthetic characterof tbe biologist has to be added the dynamity of the pychosocial perspective. At the end, in abiological-pychosocial yntheses, a multifactorial explanation of obesiy is attempted.

RésuméDans cet article, suite d'un autre publié antérieurement, on passe rema les apports de la

pychosociologie dans fétude étiologique de f obésité commune. Au caractére statique el structuralde faspect bilogique, faut qjouter le dynamisme de la perspective pychosociale. Enfin, dans uncadre biologique-pychologique-social, on tente une eXplication étiologique multifactorielle defobésité.

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