PUERTA DEL CIELO ¡RUEGA POR NOSOTROS! Las letanías son alabanzas, piropos de amor, de ternura....
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PUERTA DEL CIELO
¡RUEGA POR NOSOTROS!
“Las letanías son alabanzas, piropos de amor, de ternura. ¿Te aburres rezándolas? No amas, no comprendes. ¿Te gustan? Sí amas, sí comprendes.
...
PUERTA DEL CIELO.Si el cielo es la felicidad eterna, el lugar donde reside Dios y donde estamos destinados a vivir felices por toda la eternidad, la puerta de entrada es muy importante. Resulta que la puerta se llama María. Al cielo se entra por María. Quien ama a María, quien le tiene gran devoción, tiene el boleto asegurado y la puerta abierta para entrar. Su sí a Dios abrió la puerta que estaba cerrada. Ella nos abrirá la puerta de la felicidad eterna; nos dará un abrazo cariñoso. y nos presentará a Jesús y al Padre. ¡Cuanta ilusión me da el pensar en ese momento!A medida que conocemos a la Virgen, nos vamos enterando de su gran importancia en esta vida y en la otra vida. María nos es completamente necesaria e indispensable. Y los que opinan de otra manera, muy su opinión, que respetamos, pero andan muy equivocados.Abrir la puerta, y encontrarnos con María Santísima es el comienzo del cielo, su preludio, el inicio del éxtasis eterno que comienza...pero no terminará jamás.
...”
P. MARIANO DE BLAS.
Haciendo Dios un día la visita en el cielo
acostumbrada, notó que cierta gente no
tenía una faz suficientemente
pura, y que se hallaba como
avergonzada con esas almas de inefable
albura.
A San Pedro -se dijo- ¿qué le pasa?.
Tal vez su edad, no escasa, el carácter le habrá
debilitado. Preciso es sermonearle al
descuidado guardián. ¡Que se le llame!".
Y al instante en raudo y limpio vuelo,
un ángel fue y hallólo bien sentado
y con el ojo alerta, muy tranquilo en el suelo
al lado de la puerta.
"Cálmate, -dijo Dios. Probablemente
se nos está engañando. Mira abajo,
¿conoces a esa gente?"
"Oh mi buen Dios, te digo francamente:
jamás por mí fue vista, que no están en mi lista, que no son en verdad de
nuestro bando, y que indudablemente
aquí se me está haciendo contrabando.
Pero yo te prometo, buen Señor,
coger pronto al traidor; y de no, con dolor del alma
mía , te renuncio, Señor, a la
portería".
"Yo vengo San Pedro a reemplazarlo,
un momento siquiera, pues el buen Dios lo quiere
interrogar''.
Y San Pedro corrió, y con severa
actitud el Señor lo reprendió diciéndole: "¡No, no!
esto no puede ser, tú estás dejando
entrar gente manchada a esta mi pura celestial
morada."
"Me confundes, buen Dios -respondió Pedro-
pues yo vivo en la puerta siempre en vela
como perenne y listo centinela,
y a pesar de mi edad tan avanzada,
no se me pasa, por descuido, nada.
Créeme, buen Señor, no soy culpable,
pues yo soy en mi puesto inexorable
y ningún muerto ha entrado a esa corte
sin traer el debido pasaporte".
San Pedro entonces, inmediatamente,
mandó llamar a Dios para que viera
lo que estaba pasando, y cuando hubo llegado, el
buen portero le hizo señas a Dios que se
escondiera allí, sin hacer ruido, y que
tuviera oído agudo y ojo muy
certero.
Y qué cuadro el que vieron, ¡admirable!
Por fuera del recinto habían quedado
muchas almas que Pedro, inexorable,
había en su puerta rechazado
porque no habían traído al paso
el pasaporte íntegro y cumplido.
San Pedro echó después con gran cuidado
mil vueltas a las varias cerraduras,
y cuando estuvo bien asegurado
de que no había rendija ni aberturas
por donde penetrar pudiera un alma,
y estando ya la noche un poco entrada,
se sentó en plena calma a vigilar la celestial portada.
Mas, ¡oh gran maravilla! De repente
y sin saber por dónde, cómo y cuándo,
vio que una intrusa gente al cielo y de rondón se iba
colando.
Como San Pedro ya se vio triunfante,
probada su inocencia, al buen Señor le dijo muy
campante:
"¡Al menos le hará Usted una advertencia!"
Mas el buen Dios que había reconocido
en los muros del cielo, allá en la altura,
a su Madre, tan dulce, pura y bella,
le respondió con sin igual dulzura:
"¿Para qué? ¡Tú ya sabes cómo es Ella!"
Eusebio Robledo Correa
Y esas almas tan tristes, exhalaban
tan amargos gemidos y quejas de tan gran
melancolía, que la Virgen María,
de ellas compadecida, y no sufriendo
que en vano así esa gente la implorara,
a los muros del cielo se subía,
y desde allí, creyendo que por la noche nadie la
veía, uno a uno iba alzando con intensa alegría,
haciendo así a San Pedro contrabando.
ORACIÓN:
Madre del Redentor,
virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo
que tropieza y quiere levantarse.
Ante la admiración
de cielo y tierra
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo
del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros,
pecadores. Amén.