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    (2008). El Reino, criterio de vida. En: Armand Puig: Jess. Unabiografa. Buenos Aires: Edhasa. Pp. 400-442.

    5.3. EL REINO, CRITERIO DE VIDA

    En la prctica de los pilares bsicos de la religin juda tal y como se observabaen el primer tercio del siglo I d.C., Jess se muestra un judo fervoroso peroatpico. Hay una ambivalencia en su actitud, sus palabras y sus gestos enrelacin con la Ley y el templo. Jess es un rabino singular, un judo queobserva la Ley, pero que, sorprendentemente, no la coloca en el centro de suvida... El centro lo ocupa el reinado de Dios, que l anuncia y comunica con

    palabras y obras convincentes y poderosas. Por este motivo, el Reino seconvierte, en palabras de H. Merklein, en el principio de actuacin, el criteriode vida que l propone a los que le siguen; o, tal como subrayan B. Chilton yC.A. Evans en una afirmacin entre teolgica y potica, la luz naciente dela realidad escatolgica de Dios fue el principio que gui a Jess.

    La tica de Jess, con una fuerte carga juda, halla su sentido ltimo en Dios, elPadre, que ha empezado a manifestarse con su bondad y misericordia, con su

    perdn generoso. En la base de este discurso tico no hay una reflexinmatizada sobre la Ley, al estilo de los rabinos de su tiempo, sino el don delReino que sobrepasa cualquier perspectiva y abre horizontes nuevos. Desdeesta perspectiva Jess construye una lectura de la ley que l interpretaabriendo los horizontes o, mejor dicho, concentrndolos: Jess lleva a la Leyfuera de sus lmites, es decir, la orienta hacia un punto de luz que la cataliza demanera diferente. Jess efecta estos movimientos valindose de textos de lamisma Ley, de fragmentos de las Escrituras, o bien pronunciando afirmacionesrebosantes de autoridad que se sitan al mismo nivel que las Escrituras.

    En relacin con el templo, el segundo gran pilar de la religin juda (vase3.3.1.2), Jess sigue los preceptos de la Ley y peregrina a Jerusaln con losdiscpulos con motivo de algunas fiestas judas (Pascua, Tabernculos,Dedicacin). A Jess, pues, no le resultaba extrao el templo como lugar deoracin y de presentacin de ofrendas (vase Lucas 18,10 y Mateo 5,23-24respectivamente); incluso no tolera que los atrios del templo se utilicen comolugar de paso y traslado de mercanca y, menos an, como lugar decompraventa y de mercadeo, aunque sea para garantizar la adquisicin de las

    palomas que luego se ofrecen en el santuario (vase Marcos 11,15-16). Sin

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    embargo, la crtica de tono proftico que dirige a los que gobiernan el templo esradical y la confrontacin con ellos ser una de las causas de su muerte.

    Jess anuncia, tan slo a sus discpulos, la destruccin total de lasedificaciones del templo: de aquellas grandes construcciones no quedarpiedra sobre piedra (Marcos 13,2). Por otro lado, afirma ante todo el mundoque l puede destruir el templo y reedificarlo en tres das (vase Marcos 14,58;Juan 2,19) y sustituir el templo actual por otro material?, espiritual?.As, pues, Jess no cuestiona el templo actual como institucin de Israel, perolo ve como una institucin sin futuro, ya que su destino es la destruccin (y laeventual reconstruccin). As se explicita en la profeca en la que Jess selamenta sobre Jerusaln: Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa [eltemplo] (Mateo 23,38 II Lucas 13,35). El motivo es que la ciudad no ha sabidoreconocer el momento en que Dios la visitaba (vase Lucas 19,44). Quedaclaro que el templo actual, a pesar de ser smbolo de la presencia de Dios, noresponde a lo que Dios quiere, y acabar destruido o, en el mejor de los casos,sustituido. En cambio, el Reino es una realidad en expansin que acabarconociendo un futuro magnfico del que ya se ven indicios en las palabras y losmilagros de Jess, el portador de este Reino: Dios se manifiesta en el da a dadel profeta de Nazaret.

    5.3.1. JESS, UN RABINO SINGULAR

    Habitualmente, a Jess lo llaman de forma indistinta rab (palabra hebrea) ..yrabun (palabra arame). Lo llaman as los doce discpulos, como es el caso dePedro en la montaa donde Jess se ha transfigurado (Marcos 9,5) o de Judascuando le traiciona en el huerto de Getseman (Marcos 14,45 II Mateo 26,49).Tambin lo llaman con este nombre otras personas prximas a l, como MaraMagdalena, la discpula que lo reconoce resucitado (Juan 20,16), o unsimpatizante, Nicodemo, que lo visita de noche para no ser visto (Juan 3,2).

    Igualmente, el ciego de Jeric, cuando le pide que lo cure, utiliza el trminonormalmente usado por la gente: Rabun, que vea! (Marc 10,51).

    A Jess lo llaman rabino porque todos discpulos y pueblo, e incluso loscompetidores y adversarios le reconocen una autoridad para ensear,interpretarla Ley de Moiss y dar respuesta a, cuestiones relacionadas con lareligin juda. Al igual que Juan el Bautista, Jess se rodea de discpulos fielesque le siguen y ello es un indicio evidente de su condicin de maestro. Sinduda, Jess ha pasado cierto tiempo bajo la gua de Juan el Bautista y estehecho parece que ha sido determinante para que fuera reconocido como

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    rabino, en primer lugar por el pequeo grupo de discpulos de Juan que se hanconvertido en discpulos suyos.

    5.3.1.1. Obediente y libreUn rabino es un lder religioso a quien el pueblo mira con atencin y respeto. Elinters por Jess aumenta porque l es un rabino que ensea y cura, quecomunica una doctrina nueva expuesta con autoridad, llena de sabidura,pero tambin de hechos extraordinarios, como, por ejemplo, las curaciones ylas expulsiones de espritus malignos (vase Marcos 1,27). Su palabra suscitaatencin, pero los hechos extraordinarios que la acompaan despiertan elentusiasmo.

    Por otro lado, el rabino Jess no duda en ir a buscar a la gente en el lugardonde se encuentran. Jess no es un rabino convencional con un lugar fijo(una escuela, la sinagoga) donde imparten sus enseanzas a los que vienen aescucharle, normalmente el grupo de discpulos. Jess es un maestro itineranteque se dirige a la gente no tan slo en la casa de Cafarnan o en las sinagogasde los pueblos de Galilea, sino que congrega multitudes a orillas del lago, en elcampo, en la montaa. Su enseanza est, a menudo, abierta a todo el mundo.Los que quieren criticarle slo tienen que colocarse entre la gente y esperar la

    ocasin propicia. Ello no significa que Jess no hable aparte con sus discpulostal como se comenta en Marcos 4,34: pero a sus propios discpulos se loexplicaba todo en privado. Hay enseanzas reservadas para ellos, sobre todoa medida que avanza su itinerario vital y tiene que desplazarse por todo elterritorio judo y territorios vecinos. Jess anuncia particularmente a susdiscpulos el final trgico que le espera en Jerusaln (vase Marcos 10,32 IIMateo 20,17 II Lucas 18,31) o bien la destruccin del templo y el fin del mundo(Marcos 13,3 II Mateo 24,3).

    Jess es un rabino conocido y reconocido que se desplaza acompaado desus discpulos y a quien la gente reclama dondequiera que vaya. En el mantolleva una borla o fleco de hilos anudados en cada punta como llevaban losjudos piadosos en seal de cumplimiento los mandamientos de la Ley: Tehars unas borlas en las cuatro puntas del manto con que te cubras(Deuteronomio 22,12). Es esta borla la que toca la mujer que sufre hemorragiascon la esperanza de recibir curacin (vase Mateo 9,20 II Lucas 8,44) o bienlos enfermos que le rodean (vase Marcos 6,56).

    Por otro lado, al igual que los judos piadosos y, naturalmente, como los otrosrabinos, Jess cumple y exhorta a cumplir las buenas obras de la tradicin

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    juda: la limosna, la oracin el ayuno (vase Mateo 6,1-18). En este sentido, dela bolsa comn de su grupo salen limosnas para los pobres (vase Juan13,29), o bien a menudo se retira solo a hacer oracin (vase Marcos 6,41;14,32). Jess atribuye una gran fuerza a la oracin: Todo cuanto pidis en laoracin, creed que ya lo habis recibido y lo obtendris (Marcos 1 1,24).Igualmente, en Mateo 18,19 podemos leer: Os aseguro tambin que si dos devosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, loconseguirn de mi Padre que est en los cielos. La confianza de Jess enDios est arraigada en la conviccin ms profunda de Israel: Tened fe enDios (Marcos 11,22). Hasta las montaas pueden ir a parar al mar si hay fe enDios, ya que Todo es posible para quien cree! (Marcos 9,23).

    El ayuno le merece mayores reservas. Ciertamente, Jess no desecha elayuno como prctica ordenada por la Ley y agradable a Dios, por ejemplo, elayuno del Da de la Expiacin, pero se niega a adoptar la prctica de losfariseos y de los discpulos de Juan el Bautista (!) que extreman la observanciade la Ley y ayunan dos das a la semana (martes y jueves). Los discpulos deJess no practican ayunos semanales. La razn es sorprendente: el novioest con ellos (Marcos 2, 19 II Mateo 9,15 II Lucas 5,34). Es decir, Jessentiende que el tiempo de su predicacin es especial y nico y que la causa delReino no tiene que verse condicionada por nada. Los discpulos deben guardartodas sus energas para comunicar aqu y ahora la buena nueva, el evangelio.

    Por eso aade: Das vendrn en que les ser arrebatado el novio; entoncesayunarn, en aquel da (Marcos 2,20).

    La posicin de Jess en relacin con el ayuno es significativa para el conjuntode la Ley juda. El Maestro de Nazaret no deja de cumplir ninguna de lasobligaciones derivadas de la Ley, a la que se ha adherido de corazn desdepequeo y en la que ve la expresin de la voluntad de Dios. Sin embargo, adiferencia de los fariseos, no es un apstol de la Ley que se proponga predicar

    y garantizar que sea cumplida minuciosamente. Adems, Jess se colocadelante de la Ley de una manera singular: no pretende desarrollar el grannmero de preceptos y construir una alternativa sabia a la interpretacinfarisea o saducea de la Ley. Para Jess, la Ley es un medio para hablar deDios de forma esencial. Por eso le interesan menos los ayunos que el primermandamiento (Amars al Seor, tu Dios, con todo tu corazn, con toda tualma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas) (Marcos 12,30).

    Jess no trata exhaustivamente toda la Escritura para desmenuzarla, al estilofarisaico, en unos cuantos centenares de preceptos (613). Jess se ocupa a

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    fondo tan slo de lo que considera fundamental para la relacin con Dios y parala relacin con los dems, los dos puntos centrales de su elipsis. De hecho,elabora una seccin, una seleccin premeditada y consciente de cuestiones enlas que la preocupacin tica, lo relativo al comportamiento personal ycolectivo, ocupa la primaca, al tiempo que deja en un claro segundo plano todolo referente al culto y a la pureza ritual. l mismo dir: Esto es lo que habaque practicar [las cosas fundamentales de la Ley: la justicia, el amor y lafidelidad], aunque sin descuidar aquello [lo secundario: los diezmos de lamenta, el hinojo y el comino] (Mateo 23,23), es decir, en la ley no posee elmismo peso especfico. Jess selecciona de la Ley los aspectos que lconsidera fundamentales para que el Reino se convierta en el criterio de vidade sus discpulos. Para descubrir esta seleccin, veamos cules son los textosde las Escrituras que Jess cita, segn la tradicin que nos ha llegado.

    5.3.1.2. Intrprete de la Escritura

    De entrada, sorprende la relativa poca cantidad de textos bblicos presentes enlas palabras de Jess. Jess cumple la Ley, pero no se considera,primariamente, un intrprete de sta. Utiliza la Escritura como instrumento ymedio, no como objetivo y finalidad. Esta forma de actuar lo singulariza enrelacin con los rabinos de su tiempo y de los tiempos posteriores, tantofariseos como saduceos. Adems, en cuanto a los fariseos y en contraste con

    ellos, no considera normativa ni significativa la tradicin de los antiguos, esdecir, el conjunto de interpretaciones que los anteriores rabinos haban idoelaborando a propsito de la Ley; ms an, considera que quien sigue estatradicin deja de lado el mandamiento de Dios, lo esencial, y permite as quela Ley sea violada e invalidada. Jess nunca cita, para respaldar su posicin,ninguna opinin o norma o interpretacin dada por otro rabino, anterior ocoetneo. Marcos 1,22 expresa as este hecho sorprendente: Porque lesenseaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas (Vase 4.5.4.2.)

    Las Escrituras no ocupan una posicin central en el mensaje de Jess. Talcomo ya hemos indicado, el Maestro no hace referencia a ellas en demasiadasocasiones y, a menudo, cuando las cita, las utiliza en un contexto polmico. Apropsito de la cuestin del Mesas como hijo de David, Jess discute lainterpretacin que hacen del Salmo 110, 1 los escribas (no se menciona aninguno en concreto, pero se trata de maestros de la Ley prximos al grupofariseo) (vase Marcos 12,35-37 II Mateo 22,41-46 II Lucas 20,41-44). Otrocaso polmico es la prctica de la llamada ley del Korbn (ofrenda), queJess reprocha a algunos fariseos y escribas venidos de Jerusaln para

    indagar sobre l. Segn esta prctica, permitida por algunos rabinos pero muycriticada por otros, un hijo poda simular que consagraba a Dios los bienes con

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    los que tendra que haber ayudado a su padre o a su madre y, despus,quedrselos l, ya que no estaba obligado a entregarlos al tesoro del templo(vase Marcos 7,101 3 11 Mateo 15,4-6). Jess denuncia que con estaprctica se transgreda el precepto de honrar al padre y a la madre, que formaparte de los diez mandamientos (vase xodo 20,12 y 21,17). As pues, lainstitucin del Korbn es, segn Jess, una violacin innoble de la Ley deMoiss, una anulacin de los mandamientos de Dios.

    De manera semejante, pero esta vez contra los saduceos, Jess utiliza el librode xodo (3,6) para argumentar a favor de la resurreccin de los muertos,negada precisamente por los doctores del grupo saduceo (vase Marcos12,18-27 II Mateo 22,23-33 U Lucas 20,27-38). El texto se ha tratado en elapartado 4.5.4.4. La cuestin del divorcio la plantean unos fariseos queprobablemente ya conocan la posicin de Jess sobre el tema y que arguyenbasndose en el Deuteronomio 24,1, texto que justifica efectivamente laprctica del divorcio. Jess responde citando Gnesis 1,27 y 2,24 y subrayandoqu estaba vigente en el comienzo de la creacin (vase Marcos 10,142 IIMateo 19,1-12). Se trata del nico caso en el que Jess reinterpreta un texto dela Escritura (Deuteronomio 24,14) con otros dos textos de la misma Escritura(Gnesis 1,27 y 2,24) considerados superiores a aqul. (Vase ms adelante5.3.2.2.) Esta forma de proceder corresponde a la sptima norma deinterpretacin de los rabinos (midda): un texto debe interpretarse mediante otro

    texto que le sea prximo, y como afirma la barata que encontramos en laintroduccin al Midrs ha-Gadol. En total, pues, sobre cuatro casos en contextopolmico, Jess cita los Salmos (una vez) y el Pentateuco (tres veces).

    Ya fuera de contexto polmico, las Escrituras sirven para llamar a la conversina los corazones endurecidos. ste podra ser el objetivo de la cita de Isaas6,9-10, texto bblico tomado del targum, la antigua traduccin aramea utilizadaen tiempos de Jess en las sinagogas galileas para hacer comprensible el texto

    bblico hebreo (vase Marcos 4,12). En una lnea similar, la parbola de losviadores homicidas se convierte en un llamamiento de Jess, realizado en elltimo momento, para que los dirigentes religiosos de Israel los arrendatariosde la via, en el lenguaje de la parbola reconozcan su comportamiento y seden cuenta del drama terrible que sera / ser la muerte de jess en el relatoparablico, la muerte del hijo del amo de la via. La via es smbolo delpueblo de Israel segn Isaas 5,1-2 (vase Marcos 12,111 Mateo 21,33). Puedeque Jess aluda a este texto, pero no es seguro (vase Lucas 20,9). En larespuesta a los discpulos de Juan el Bautista con la que Jess da

    explicaciones acerca de su actividad mesinica de taumaturgo y mensajero dela buena nueva a los pobres, se utiliza una serie de textos tomados del profeta

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    Isaas (26,19; 29,18; $5,5-6; 61,1). No hay duda de que Jess entiende que ensu actividad se cumple la promesa de Dios segn la cual el fin de los tiemposes un tiempo de gracia y salvacin (vase Mateo 11,5 U Lucas 7,22). Adems,se cita al profeta Isaas (61,1-2) en el episodio de la sinagoga de Nazaret, talcomo lo presenta Lucas (4,18-19), con algunas modificaciones que subrayan lallegada de un tiempo de misericordia divina. No obstante, este texto de Isaasno se cita en Marcos 6 y Mateo 13.

    A estos textos (cuatro o tal vez dos) en los que se alude al profeta Isaas, hayque aadir algunas referencias a los diez mandamientos y al material legislativodel Pentateuco. En el episodio del mandamiento ms importante de la Ley(Marcos 12,28-34 11 Mateo 22,34-40 II Lucas 10,25-28), los textos citados sonDeuteronomio 6,4-5 que incluye el famoso Shem, Israel, el versculo mssagrado del judasmo, que prescribe el amor a Dios y Levtico 19,18 queordena amar a los dems como a uno mismo. (Vase el apartado 5.3.2.3.)Los mandamientos del Declogo que afectan a las relaciones con el prjimoaparecen en boca de Jess en el episodio del rico (vase Marcos 10,19, dondese citan xodo 20,12-16 y Deuteronomio 5,16-20) y en las llamadas anttesis,donde se citan algunos textos ms del Pentateuco pertenecientes a los librosde xodo, Levtico, Nmeros y Deuteronomio. (Vase el apartado 5.3.2.1.)

    As pues, el Pentateuco, Isaas (con Miqueas Jeremas) y los Salmos son, poreste orden, las partes de las Escrituras que Jess cita con ms frecuencia. Enotras ocasiones hace alusin a textos bblicos y hasta utiliza algunas figurasbblicas (Moiss, David, Salomn, la reina de Saba, Elas, Eliseo, Jons) ociudades (Tiro, Sidn, Sodoma) para que sus oyentes se adhieran a l o seconviertan. En cualquier caso, las Escrituras son un medio que Jess utilizacon finalidades diversas, pero la Escritura como tal no tiene una autoridad a laque Jess se someta de forma absoluta. Dios, el Padre, es el nico a quienJess reconoce toda la bondad y toda la autoridad: Nadie es bueno sino slo

    Dios (Marcos 10,18: y en otro lugar afirma Lo que Dios uni, no lo separe elhombre (Marcos 10,9). De l depende todo lo que ocurre en este mundo yslo l sabe lo que ocurrir. Jess no se aleja del centro de la alianza de Israel,sino que le otorga una primaca absoluta, que le resulta ms bien prxima: AlPadre (no] le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quierarevelar (Mateo 11,27 II Lucas 10,22).

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    5.3.1.3. Jess y su pueblo

    En el apartado 3.3. intentamos explicar la religiosidad juda en tiempos deJess a partir de lo que E.P. Sanders llama el judasmo comn. Elfundamento de la religin juda es la adoracin del nico Dios, el monotesmo.

    Tres son los elementos que lo configuran (la eleccin, la alianza y la Ley) y dos,los rasgos que lo dinamizan (el perdn y la conversin). En lo referente alcomportamiento, las exigencias son las siguientes: culto a Dios en el templo deJerusaln; oracin personal, familiar y comunitaria (en la sinagoga);observancia de los preceptos rituales de la Ley (circuncisin, reposo delsbado, normas de pureza ritual); observancia de los preceptos ticos omorales.

    Pues bien, si simplificamos un poco las cosas, observamos que Jess subrayaalgunos puntos de esta lista, mientras que otros pasan a ocupar un lugarsecundario. En su mensaje sobresalen estos puntos: la adoracin del nicoDios, con el perdn y la conversin como caractersticas que desarrollan,respectivamente, la forma de actuar de Dios y la respuesta de cada persona; laoracin, centrada en el Padrenuestro, la oracin de los discpulos, y la primacade los preceptos ticos o morales. Los otros tres puntos ocupan un lugarsecundario: los elementos centrales del monotesmo judo (la eleccin, laalianza y la Ley); el' culto en el templo de Jerusaln y la observancia de los

    preceptos rituales (circuncisin, sbado, normas de pureza ritual). Obsrveseque los puntos relegados a una posicin secundaria son los ms directamentevinculados a la identidad religiosa y nacional del pueblo de Israel, mientras quelos puntos considerados principales se mueven en un terreno ms general ycomn: Jess acenta las normas ticas y muestra poco inters por lospreceptos rituales. De forma significativa, pues, Jess guarda un cierto silencioque slo puede ser deliberado sobre todo aquello que era central en lascorrientes y grupos judos del siglo 1 d.C. El trmino alianza, por ejemplo, sloaparece cuatro veces en los evangelios, tres de las cuales en la ltima cena yvinculado a la sangre de Jess que es derramada.

    Significa esto que Jess no se preocupa por su pueblo o que su mensaje semueve en un cosmopolitismo desencarnado? Qu hace Jess con laesperanza de Israel, con el anhelo ampliamente compartido por muchos derestauracin nacional y religiosa? Qu papel otorga a Israel como puebloelegido con el que Dios ha hecho una alianza eterna? Es verdad que no esnecesario repetir constantemente lo que todo el mundo sabe y comparte, perotambin es verdad que la eleccin de Israel y su alianza con Dios no parecen

    figurar entre las preocupaciones principales de Jess.

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    Ya hemos sealado anteriormente (vase 4.5.3.3) que Jess se muevefundamentalmente en el marco de Israel, su pueblo, pero que su proyectofundamental no es la restauracin de Israel. ste es el proyecto de Elas, tal y

    como se tipifica en algunos textos. Vase sobre todo Malaquas 3,24 (l[Elas] reconciliar a los padres con los hijos), Ben Sira 48,10 (fuistedesignado [en referencia a Elas] para [...] restablecer las tribus de Jacob) yMarcos 9,12 (Elas vendr primero y restablecer todo). El objetivo primerode Jess no es renovar el culto del templo, si bien al final de su vida protestarprofticamente contra el funcionamiento de esta institucin, convertida en lugarde mercado y mbito del dinero. Menos an pretende ser un lder poltico quedirija un movimiento que consiga expulsar a los romanos, opresores de supueblo. Y cuando habla del final de la historia Jess no se imagina el juicio de

    Dios como el momento de la reivindicacin de Israel, su triunfo frente a lospueblos paganos, sus enemigos, sino como un banquete en el que todos judosy no judos) pueden ser compaeros de mesa de Abrahn, Isaac y Jacob, lospatriarcas de Israel: incluso los hijos del Reino, los miembros del pueblo deIsrael, son advertidos de que pueden quedarse fuera. (Vase Mateo 8,11 IILucas 13,28-29).

    Como observan B. Chilton y C.A. Evans, en el episodio de la sinagoga de

    Nazaret tal como lo narra Lucas 4,16-30, sus compatriotas reaccionanviolentamente contra Jess despus de ver cules son sus intenciones, cul essu misin. Siempre segn Lucas 4,Jess comenta Isaas 61,1-2 y afirma quehoy se cumplen las palabras del profeta: ya ha llegado [el] ao de graciadel Seor. Ntese, sin embargo, que ha llegado para todo el mundo, tambinpara los no judos. Es el caso de la mujer fenicia que Elas proteger y cuyohijo incluso devolver a la vida y el caso del leproso sirio curado por Eliseo.Tambin los extranjeros son destinatarios de la bendicin divina, como quedaclaro en las curaciones de

    la hija de la mujer sirofenicia (vase Marcos 7,24-30) y del leproso samaritano(vase Lucas 17,11-19). Por consiguiente, el Reino comporta una restauracin,renovacin y transformacin, en la que se incluye al pueblo de Israel, el primerdestinatario (los hijos, segn la terminologa de Marcos 7,27) , pero tambinlos que no pertenecen a este pueblo (los perritos, segn este mismoversculo).

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    La solicitud dejess por los nojudos y, recprocamente, la adhesin de stos al se vuelve a poner de manifiesto en el episodio de la curacin del criado delcenturin. de Cafarnan (vase Mateo 8,5-13 II Lucas 7,110). El centurinmuestra una confianza completa en el poder sanador de Jess y en la fuerzade su palabra para dominar la enfermedad. Jess queda admirado de la actitudde ese hombre y lo elogia pblicamente: Os digo que ni en Israel heencontrado una fe tan grande (Lucas 7,9). Los paganos no quedan excluidosdel proyecto de Jess, sino que hasta en ciertos momentos ganan la partida alos hijos de Israel, el pueblo de la alianza. (Vase 5.2.2.1)

    Por otra parte, Jess enfatiza un concepto concreto, personal e inclusivo deIsrael, que integra a los que se encuentran en los mrgenes del pueblo, porvoluntad propia o por necesidad. Para Jess, Israel significa todo Israel,todos y cada uno de los hijos e hijas de Abrahn, sin excepciones ni rebajas deningn tipo. Por encima de todo,Jess se considera enviado para los que mslo necesitan: los pecadores, que son los enfermos espirituales (vase Marcos2,17); los pobres, que viven en el hambre, la tristeza yla desesperacin (vaseLucas 6,20-21); y los enfermos fsicos y psquicos (vase Mateo 11,5 II Lucas13,32). Naturalmente, los que observan la Ley, los buenos judos, no quedanexcluidos del Reino: Dios es Padre celestial, que hace salir su sol sobre malosy buenos, y llover sobre justos e injustos (Mateo 5,45).

    Sin embargo, es cierto que el mensaje de Jess es acogido intensamente porlos pecadores, como, por ejemplo, los publicanos y las prostitutas, mientrasencuentra escaso eco entre los que estn convencidos de que no necesitanconvertirse (vase Mateo 21,31). (Vase 5.2.2.) sta ya fue la suerte de Juanel Bautista, quien se lamentaba de que algunos se escudaran en ser hijos deAbrahn y no entraran en el cambio profundo de vida que l les predicaba(vase Mateo 3,8-911 Lucas 3,8). En resumen, la pertenencia al pueblo deIsrael y/o la observancia irreprochable de los mandamientos de la Ley no

    pueden ser una excusa para subestimar la gran noticia de la presencia de Dios,bondadosa y liberadora, el inicio de su reinado y la renovacin que sacude elcorazn, el cuerpo y el espritu de muchos.

    Jess no se aleja de la esperanza de Israel, pero su horizonte no es larestauracin de su pueblo tal como se entenda en muchos grupos y crculosjudos contemporneos. Jess utiliza un concepto inclusivo y difusivo de Israel.Los pobres, los enfermos y los pecadores, los ignorantes de la Ley y los nios

    no quedan en los mrgenes, sino que se sitan en el centro, en los lugares dehonor del banquete del Reino. Adems, de este banquete tampoco quedan

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    excluidos los extranjeros, ya que la salvacin de Dios traspasa las fronteras deIsrael y llega, aunque sea puntualmente, a los que no son judos. Jess, elrabino judo, lleva a su pueblo en el corazn y, ante el rechazo que su pueblo lemuestra, no dejar de recordarle sus sentimientos. As los manifiesta apropsito de Jerusaln, la ciudad que representa a todo Israel: Cuntas veceshe querido reunir a tus hijos, como una gallina rene a sus pollos bajo las alas[...]! (Mateo 23,37 II Lucas 13,34). Segn Juan 11,52, la finalidad de la vida ymuerte de Jess no es sino reunir en uno a los hijos de Dios que estabandispersos.

    5.3.2. LA PLENITUD DE LA LEY

    Jess no rompe con la Ley que Dios haba dado a su pueblo Israel en la

    montaa del Sina; ni la anula ni la critica ni la subestima. Jess va al fondo dela Ley, al ncleo que la convierte en lo que es. Su gran pregunta es cmo hacerla voluntad de Dios.

    Sin embargo, no le habra bastado con volver a proponer aquel conjunto demandamientos y normas que guan a cada judo para que sea fiel a la alianza?Por qu Jess pretende revisar la Ley y el conjunto de preceptos que laforman y establecer grados de importancia entre ellos? La respuesta es simple.

    En el mensaje de Jess la posicin central la ocupa el reinado de Dios y, porconsiguiente, la Ley no puede quedar inmvil, tiene que llegar a sucumplimiento (Mateo 5,17). Esta plenitud se expresa de tres formas: Algunospuntos de la Ley se refuerzan (no se superan!) a otros se relativizan (no seanulan!) y, en el doble mandamiento del amor se concentra toda la luz quedebe iluminar al mundo; por esta razn, este mandamiento es el centro de latica de Jess.

    Una vez ms constatamos que Jess se mueve en el marco del judasmo, peroal mismo tiempo lo trasciende: en su mensaje estn las semillas quegerminarn en la vida y en la prctica de las primeras comunidades cristianas.

    5.3.2.1. Refuerzo de las normas ticas

    La base de la tica de Jess son los diez mandamientos, el Declogo del Sina(vase xodo 20,2-17 II Deuteronomio 5,6-21). As se deduce de lasrespuestas que Jess da al maestro de la Ley (Marcos 12,29-34 II Mateo22,34-40 II Lucas 10,25-28) y al hombre rico que quera poseer la vida eterna

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    (Marcos 10,17-22 II Mateo 19,16-22 II Lucas 18,18-23). Poner en prctica losdiez mandamientos significa llegar a la vida. El Declogo surge de la alianzaque Dios concluye con Israel en la montaa del Sina (seris mi propiedadpersonal entre todos los pueblos) y explicita el compromiso que el pueblo,unnimemente, adquiere ante Dios (haremos todo cuanto ha dicho el Seor)(xodo 19,5.8).

    En el pueblo de Israel la base de los mandamientos es el amor de Dios por supueblo. Igualmente, en Jess, la vida segn el Reino se basa en un Dios quese compadece y perdona. As lo encontramos expresado en Marcos 1,15,donde se anuncia la gran y buena noticia (el Reino de Dios est cerca) y slodespus viene el llamamiento a la conversin ya la fe (convertos y creed enla Buena Nueva del evangelio). En ambos casos en el Primer Testamento yen Jess, la pregunta es la misma: qu pide Dios a la humanidad, tanto alpueblo de Israel como a los otros pueblos de la tierra? Amars a Dios con todoel corazn.

    La noticia de que Dios ha empezado a manifestarse en el mundo de unamanera personal y directa, distinta y definitiva, es el punto de partida delmensaje de Jess. En Jess, la primaca de Dios es absoluta. El primermandamiento del Declogo queda reforzado de una manera explcita: anunciar

    el Reino significa poner a Dios por encima de los deseos y las aspiraciones delos hombres. La escena en la que el maestro de la Ley pregunta a Jess porel primero de todos los mandamientos manifiesta el convencimiento interiorde ste: el primer mandamiento del Declogo s, tambin para Jess, el primermandamiento (vase Marcos 12,28-34).

    No obstante, Jess no cita aqu el texto bblico correspondiente a los diezmandamientos (xodo 20 o Deuteronomio 5), sino que retorna la oracin

    litrgica que cada judo y l tambin recita diariamente, la oracin quecada sbado se repite tambin en la sinagoga: Shern, Israel. El fragmento,sagrado para todo judo, se toma de Deuteronomio 6,4-5 y empieza as:Escucha, Israel: el Seor nuestro Dios es el nico Dios. A continuacin, y enforma de mandamiento, en estilo imperativo, viene la consecuencia de estaspalabras: Amars al Seor, tu Dios, con todo tu corazn, con toda tu alma,con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Para la religin juda, y para Jess,ste es el primero de los mandamientos (Marcos 12,29).

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    En el Declogo encontramos, como explicacin del primer mandamiento,una prohibicin que tambin halla eco en la enseanza de Jess: No tendrsotros dioses fuera de m (xodo 20,3 II Deuteronomio 5,7). En variasocasiones la tradicin evanglica contiene frases que subrayan el carcternico del Dios de los patriarcas y del xodo, el Dios de quien Jess habla comoPadre de todos los hombres. As, la coleccin que recoge el episodio de lastentaciones de Jess, donde se encuentra una versin en positivo de la frasemencionada y que se toma de Deuteronomio 6,13: Al Seor tu Dios adorars,y slo a l dars culto (Mateo 4,10 II Lucas 4,8). (Vase tambin xodo 20,5 IIDeuteronomio 5,9.) De forma semejante, en el episodio del tributo al Csar(vase 3.3.3.2), Jess quiere subrayar los derechos de Dios y por eso ponetodo el peso de su respuesta en la necesidad de darle toda la primaca y deadherirse a l con todo el corazn: [Dad] a Dios lo que es de Dios (Marcos12,17 11 Mateo 22,2111 Lucas 20,25). Incluso cuando alguien llama a Jess

    maestro bueno, l rpidamente replica: Por qu me llamas bueno? Nadiees bueno sino slo Dios (Marcos 10,18 II Lucas 18,19; Mateo 19,17 vara unpoco).

    No hay nada ni nadie que pueda ponerse al mismo nivel que Dios. Laprohibicin del Declogo de tener y servir a otros dioses contrasta con elnombre concreto del dolo que personifica el dinero: Mamn. La alternativa estajante y excluye cualquier equidistancia: No podis servir a Dios ya! Dinero

    [Mamn] (Mateo 6,24 II Lucas 16,13). No puede existir nadie en quien confiarfuera de Dios. El dios-dinero, por muy pode-roso que sea, debe quedarsometido al Dios nico. Jess refuerza el amor a Dios indicando aquel dios quepuede erigirse como alternativa y ocupar su lugar en el corazn de la persona.

    Amars a los dems como a ti mismo

    La gran sorpresa llega cuando el amor a los dems se convierte, en la tica de

    Jess, en el segundo mandamiento en importancia. De hecho, la comparacincon el Declogo muestra hasta qu punto aqu se produce un cambiosustancial. En efecto, en xodo 20 y Deuteronomio 5 los tres primerosmandamientos estn reservados a Dios: adorar, amar y dar culto al nico Dios;no jurar en falso por su nombre y guardar el reposo del sbado. A continuacinvienen los mandamientos que hacen referencia a las relaciones con las demspersonas: honrar al padre y a la madre; no matar; no cometer adulterio; norobar; no acusar a nadie falsamente y no desear a la mujer ni los bienes delprjimo. Obsrvese que los mandamientos orientados a las relaciones con losdems son todos negativos (no hagas esto o aquello) y que el nico

    precepto positivo afecta a la honra que merecen el padre y la madre. Con todo,

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    en el Declogo no se dice nada de manera positiva acerca del prjimo, sobrelas dems personas en conjunto.

    Jess ha entresacado del Levtico el mandamiento que l propondra como elsegundo de la Ley. Lo halla en una lista heterognea de preceptosencabezados por un llamamiento a participar en la santidad de Dios (Sedsantos, porque yo, el Seor, vuestro Dios, soy santo). En lo referente a laforma literaria, el segundo mandamiento es estrictamente paralelo al primero:Amars a tu prjimo como a ti mismo (Levtico 19,18).jess lo incluye en larespuesta que da al maestro de la Ley que le haba preguntado cul era elmandamiento ms importante, el primero de todos los mandamientos(Marcos 12,28-34). El Maestro ofrece una respuesta a la cuestin que se lehaba planteado y cita el mandamiento de amar a Dios con todo el corazn.Pero a continuacin aade: El segundo [mandamiento] es: Amars a tuprjimo como a ti mismo; y, como si quisiera insistir en el doblete, concluye:No existe otro mandamiento mayor que stos (Marcos 12,31)/De estos dosmandamientos penden toda la Ley y los Profetas (Mateo 22,40).

    Se trata de una aportacin de gran transcendencia, bsica para el cristianismo:hay dos mandamientos, el del amor a Dios y el del amor al prjimo, que sesitan en paralelo y en un orden preciso como primer y segundo mandamiento

    de la Ley. Obsrvese que para Jess amar a tu prjimo significa amar atodos los prjimos, tambin a los que no son de la propia etnia, grupo oideologa, e incluso a los perseguidores, los que ponen obstculos, losenemigos (vase Mateo 5,44). La relacin de amor y afecto hacia el prjimo,sea quien sea, se coloca en primer plano y, por lo tanto, queda valorada demanera propia. Con el mandamiento de amar al prjimo como a uno mismoJess refuerza la Ley, ya que hace coincidir el crculo de los que hay que amarcon la humanidad entera. (Vase ms adelante 5.3.2.3.)

    No jures

    En Mateo 5,34-35 y el Santiago 5,12 se recoge una palabra de Jess sobre laprohibicin de jurar. En este ltimo texto leemos: No juris ni por el cielo ni porla tierra, ni por ninguna otra cosa. Tambin en Mateo, y de forma semejante,la prohibicin afecta a cualquier tipo de juramento, tanto el que se hace por elcielo, porque es el trono de Dios como el que se hace por la tierra, porque esel escabel de sus pies o bien el juramento hecho por Jerusaln, porque es laciudad del gran rey. En ningn caso el nombre de Dios ha de utilizarse paradar consistencia y veracidad a las propias palabras, como si existieran palabras

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    ms verdaderas que otras por el hecho de ir acompaadas de un juramento.Da igual si se jura por Dios o si se jura por algn elemento relacionado con l(el cielo, la tierra, Jerusaln) y que reduce la dureza del juramento. Nuncadebe jurarse, afirma Jess, porque no se puede poner en causa a Dios. Suoposicin a los juramentos es frontal y absoluta: No juris en modo alguno(Mateo 5,34). Segn Jess, quien jura toma el nombre de Dios en vano y, porconsiguiente, transgrede la Ley.

    Pero qu dice el Declogo? Aqu no se prohben los juramentos en general,sino tan slo los juramentos falsos, los perjurios: No pronunciars el nombredel Seor, tu Dios, en falso (xodo 20,7 II Deuteronomio 5,11). Un perjurio esuna ofensa frontal y grave a la majestad divina, ya que quien jura en falso porel nombre de Dios mezcla la propia mentira con aquel que es verdadero yfuente de toda verdad. Hay, pues, un riesgo en el hecho de jurar porque lamentira puede colarse y suplantar, totalmente o en parte, a la verdad, lo cualatenta contra la santidad de Dios. Por este motivo el libro de Ben Sira(Eclesistico) (siglo u a.C.) amonesta a no acostumbrarse a jurar: El que juray nombra a Dios a todas horas no se ver libre de pecado (23,10). Filn deAlejandra (siglo 1 d.C.) afirma algo semejante, pero al igual que casi toda latradicin juda, no prohbe los juramentos sino que, como mal menor,recomienda utilizar expresiones que sustituyan al nombre divino (el cielo, latierra...) (vase Leyes especiales II 3-5). Los esenios aceptan los juramentos

    en casos excepcionales, por ejemplo, cuando alguien tiene que ser admitido enla comunidad (Reg1ade la Comunidad 5,8); no obstante, parece que los evitancomo algo habitual. As lo precisa Flavio Josefo: Consideran que es peor unjuramento que un perjurio, ya que la persona a quien no se puede creer si noes con un juramento [literalmente: invocando a Dios] ya est condenada(Guerra 2,135).

    En cambio, Jess se muestra taxativo: Sea vuestro lenguaje: "S, s" "no, no"

    (Mateo 5,37; Santiago 5,12). Para quien dice la verdad, el juramento esinnecesario. Adems, quien apela al nombre de Dios mancilla su santidad.Participa de esta santidad quien dice la verdad, no quien necesita acudir alnombre divino para reforzar su palabra. Por consiguiente, segn Jess, aunquela Ley permita los juramentos, no se debe jurar. Oponindose a los juramentos,Jess no transgrede la Ley, simplemente la refuerza, ya que refuerza elcompromiso a favor de la verdad. En efecto, quien no jura es porque vivecomprometido con el Dios verdadero y con la verdad, de palabra y de obra. Aspues, en la vida cotidiana, no hay razones para jurar ni necesidad de hacerlo.

    Tan slo en ocasiones muy particulares, cuando se ha de hacer unadeclaracin ante un tribunal o cuando se asume un cargo pblico, el juramento

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    se convierte en un requisito legal, no en una opcin personal. El juramento es,en ltima instancia, una concesin a la dureza del propio corazn: la nicainvocacin legtima del nombre de Dios es la oracin. Prohibiendo losjuramentos, Jess tutela la verdad y preserva la santidad de Dios.

    Honra a tu padre y a tu madre

    El primer mandamiento del Declogo que afecta a las relacionesinterpersonales es honrar al padre y a la madre. Quien lo cumple tienegarantizada una vida larga y feliz sobre la tierra que el Seor, tu Dios, te va adar (xodo 20,12 II Deuteronomio 5,16). Los evangelios subrayan que en suniez Jess fue obediente a sus padres (Lucas 2,51). Sin embargo, estaobservacin llega despus del episodio en que Jess peregrin a los doce

    aos a Jerusaln se queda en la ciudad sin que, precisamente, lo sepan suspadres, quienes, ansiosos, tienen que volver a buscarle. Jess, de joven y deadulto hasta aproximadamente los treinta aos, se queda en la casa deNazaret, al lado de sus padres primero y, tras la muerte de Jos, al lado de sumadre Mara. Jess cumple, pues, con creces el mandamiento de honrar alpadre, ya que puede acompaarlo hasta la muerte, y de honrar a la madre, yaque se ocupa de ella y la sostiene hasta que sta se acerca, por lo que parece,a la edad de cincuenta aos.

    No obstante, pasados los treinta aos, Jess el hijo nico de Marase vade casa y, por lo que parece; confa a su madre al cuidado de sus otroshermanos y hermanas, hijos de Jos. Durante su actividad pblica, loscontactos con su madre sern ms bien espordicos: los evangelios hacenreferencia a una visita a Jess, de su madre y sus hermanos mientras l esten Cafarnn, el centro de su actividad, y a una visita del Maestro con losdiscpulos a Nazaret, su poblacin de origen. Despus, madre e hijo sereencuentran en Jerusaln, al final de la vida de ste. (Vase 4.5.3.2.)

    Por lo tanto, la actividad de Jess implica alejarse fsicamente de Nazaret einiciar una vida itinerante en la que tanto l como sus discpulos deben confiara otros el cuidado del padre y la madre. Al distanciamiento de la familia decarne y sangre le sigue el descubrimiento de una nueva familia, formada porlos discpulos. Los lazos familiares, de personas (padre, madre, hijos,hermanos, hermanas) y de bienes (campos) , se amplan gracias a unosnuevos lazos tambin de tipo familiar: quien deje a su madre por m y por elEvangelio va a encontrar cien de ellas (vase Marcos 10,29-30 II Mateo 19,29

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    II Lucas 18,29-30), pero quien deje a su padre no necesita buscar a otro porquetiene al Padre del cielo, Dios mismo (vase Mateo 23,9; Lucas 2,49).

    Cuando la persona se decide a seguir a Jess y convenirse en discpulo suyo,los deberes familiares, que empiezan por el amor y el honor debidos al padre yla madre, pasan a un segundo trmino (aunque no quedan obsoletos). ste esel sentido de Lucas 14,26 II Mateo 10,37. La coleccin Q explica el caso de unhombre que quera ir primero a enterrar a su padre antes de seguir a Jess yque obtuvo una respuesta tajante: Deja que los muertos entierren a susmuertos (Mateo 8,22 II Lucas 9,60) . Es como si dijera: tu padre est muerto y,por tanto, ya ha pasado el tiempo de honrarlo; ahora hay cosas ms urgentes!Lo nico absoluto es Dios y su Reino, que se debe anunciar y comunicar. Dehecho, el primer mandamiento de la Ley es amarlo a l con todo el corazn ypor encima de todo. La honra al padre y a la madre no ha de subestimarse niolvidarse, pero Jess la supedita a lo que es el centro de la vida: el amor a Diosy el compromiso a favor de su reinado.

    Jess, pues, no invalida el mandamiento de honrar al padre y a la madre; msbien lo valora e incluso denuncia ciertos intentos de rebajarlo. El msclamoroso de estos intentos es la aplicacin de la llamada ley del Korbn (=ofrenda), mencionada anteriormente (5.3.1.2) y que en la prctica

    comportaba que los hijos abandonasen impunemente sus obli-gaciones paracon sus padres (vase Marcos 7,10-13 II Mateo 15,4-6). El templo serva deexcusa mezquina para que algunos hiciesen una declaracin pblica enrelacin con sus progenitores ('

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    Declogo es el camino que lleva a disfrutar de la vida eterna y feliz, y en l seincluye honrar al padre y a la madre (Marcos 10, 19 II Mateo 19,19 II Lucas18,20).

    No matars

    La prohibicin de quitar la vida a otra persona es rotunda en la Ley de Moiss:el homicidio queda radicalmente excluido de ella porque es el atentado msgrave que se puede cometer contra el prjimo. Matar es una accin irreversible,una agresin final y completa. Quien mata transgrede la Ley (xodo 20,13 IIDeuteronomio 5,17) y, segn la Ley, morir (xodo 21,12 II Levtico 24,17;Nmeros 35,16-18). Por su parte, Jess cita este mandamiento del Declogo,pero despus evita hablar de la condena a muerte y aade: y aquel que mate

    ser reo ante el tribunal (Mateo 5,21). De esta manera no considera a la penade muerte como una consecuencia automtica y necesaria y orienta la cuestinhacia los muchos matices que generalmente acompaan a un hecho tan gravecomo es el homicidio o el asesinato; la Ley de Moiss recoge estos matices enla figura del homicidio involuntario o no intencionado y la institucin de lasciudades de refugio (vase xodo 21,13; Nmeros 35,10-15). Jess subrayaque todo homicida ha de ser juzgado y condenado, pero evita decir qu penamerece.

    De hecho, su preocupacin no es el homicidio como tal, sino aquello que loprovoca y, si llega la ocasin, lo hace inevitable. Jess no se interesa por lapenalizacin derivada de la transgresin de la Ley, sino por las causas quellevan a transgredirla y, por consiguiente, por aquello que puede evitar latransgresin. Es obvio que la gran cuestin no es saber qu tengo que evitar,sino cmo puedo conseguir evitarlo. El rabino Jess quiere que la Ley seapracticable y por eso dirige la atencin hacia los tres pecados ms graves: laidolatra, el homicidio y el adulterio.

    Jess se sita en la raz del comportamiento que puede culminar en unatransgresin tan grave como es la muerte del prjimo. En este sentido, hay unprimer paso, una primera vacilacin que puede parecer o-cima, pero que tieneconsecuencias imprevisibles. Qu hay en la raz del homicidio? La respuestade Jess es simple: la violencia del corazn. Un rabino, Eliezer ben Hircano,que vivi entre los siglos I y II d.C., afirma algo parecido: Quien odia a suprjimo debe ser contado entre los homicidas (Drej Eres Rabb 11 [Yos],13). Ciertamente, la destruccin del prjimo empieza con el odio incubado en elcorazn, pero normalmente el odio no queda reducido a un sentimiento interior

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    y secreto. La violencia contra el prjimo se exterioriza de varias maneras, aveces aparentemente livianas (una palabra de ms, una bronca) y otras vecesms hirientes (una crtica mordaz, un insulto). Aunque existe el recurso derelativizar la de ms, de la agresin verbal contra el prjimo, Jess no quitaimportancia a la violencia de las palabras. Todo lo contrario, con un lenguajelleno de nfasis y voluntariamente exagerado pone de manifiesto una relacinde dureza y de menosprecio del prjimo que reviste una gravedad esencial.

    El texto sobre el homicidio se encuentra en Mateo 5,21-22 y es la primera delas llamadas anttesis, formas literarias que ponen dos frases en tensin. Jessempieza citando la Ley (Habis odo que se dijo a los antepasados) ydespus da su punto de vista (Pues yo os digo). Las anttesis se encuentranen Mateo 5,21-47. Pues bien, a propsito del homicidio, Jess cita elmandamiento de la Ley: No matars; y aquel que mate ser reo ante eltribunal. Despus contina: Pues yo os digo: Todo aquel que se irrite contrasu hermano, ser reo ante el tribunal. La misma pena merece el que mata queel que se irrita contra el prjimo: ser llevado ante el tribunal, a saber, es tangrave matar a una persona como irritarse contra ella. La razn es la siguiente:la rabia contra otra persona ya es un principio de homicidio. Las tres formas deviolencia (la del corazn, la de la boca y la de las manos) se encadenan la unacon la otra. Quien no quiera llegar a la tercera (las manos que matan), quetampoco caiga en la segunda (las palabras que matan).

    La violencia de las palabras puede desembocar en algo peor que la rabia y elenfado, puede llegar al insulto. Quien insulta a otro (literalmente: el que llamea su hermano "imbcil") ser reo ante el Sanedrn, el Gran Consejo judo,encargado de tratar las causas ms importantes. Finalmente, si alguien llega amaldecir al prjimo (literalmente: el que le llame "insensato"/rebelde contraDios), es decir, si pide a Dios que lo haga morir, entonces ser reo de lagehenna de fuego. El insulto y la maldicin se aproximan cada vez ms al

    homicidio y, por este motivo, merecen una repulsa ms contundente. Sobretodo en el ltimo caso, quien maldice atrae sobre s mismo la muerte eternaque haba pedido para el prjimo. Jess apela a Dios en un intento de dejarclara la gravedad de la agresin verbal contra la otra persona. La ira es unveneno que deteriora gravemente las relaciones interpersonales, hasta el puntode convertirlas, cuando se infiltra en el corazn, en una forma soterrada dehomicidio. Las relaciones personales son el epicentro de la tica de Jess ydefenderlas significa evitar la muerte del prjimo en cualquiera de sus formas.

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    La otra cara de la moneda es la reconciliacin con el prjimo despus deproducirse una ofensa que ha deteriorado los puentes de amistad y deentendimiento. No resulta fcil cerrar la herida que ha abierto el enfado, elinsulto o incluso la maldicin (el deseo de muerte) de la que el prjimo ha sidoobjeto. Siempre se plantea la cuestin de dar el primer paso, de quin tieneque empezar. Parecera razonable que la persona que ha cometido la ofensase anticipase a pedir perdn y que, por consiguiente, la persona ofendidaesperase a recibir la satisfaccin correspondiente: tal vez por eso haya peleasy enfrentamientos que nunca se resuelven! En Jess la razn reivindicativa delofendido se convierte en un ofrecimiento de perdn y de reconciliacin. Es muyilustrativa la historia del galileo que cuando se encuentra delante del altar deltemplo de Jerusaln para presentar su ofrenda se acuerda de que ha ofendidoa alguien, deja all su ofrenda y hace cuatrocientos (!) kilmetros (entre la ida yla vuelta) para reconciliarse con esa persona. Emerge discretamente el toque

    de humor tpico de Jess, el rabino de Nazaret (vase Mateo 5,23-24), y subuen juicio: es ms urgente restablecer las relaciones con el prjimo quepresentar a Dios un cordero o una ofrenda de harina. Lo cierto es que Dios notiene prisa y esperar a que nuestro hombre vuelva a Jerusaln y le presente laofrenda. Pero no es posible convivir con las personas con un puente partido porla mitad.

    El perdn ofrecido al prjimo resulta tan esencial en el mensaje de Jess

    porque se trata de una condicin imprescindible para mantener vivo el segundomandamiento (

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    que comparten un mismo proyecto de vida. Jess se muestra muy firme en ladefensa de la relacin conyugal entre el hombre y la mujer, y su posicin sedistingue netamente de la de los dems grupos y corrientes judas de su poca,incluso de los esenios de Qumrn, que tambin parecen mantener una posicinbastante estricta respecto al divorcio. Jess valora intensamente la relacin depareja y la unin hombre-mujer, ya que, para l, se fundamentan en unproyecto deseado por el mismo Dios. Por esta razn no acepta el divorcio.

    Sin embargo, el divorcio segn la Ley de Moiss es lcito; as se lo indican aJess unos fariseos que quieren acechar al Maestro en un puntoparticularmente sensible: su posicin contraria al divorcio. La escena seencuentra narrada en Marcos 10,2-9 (II Mateo 19,3-8). La respuesta de Jess ala observacin de los fariseos no ser evasiva. Para empezar, los mismosfariseos ponen sobre la mesa lo que Moiss permiti: escribir el acta dedivorcio y repudiarla [a la mujer] (Marcos 10,4). Efectivamente, enDeuteronomio 24,1 se afirma que un hombre puede comportarse de esta formacon su mujer si descubre en ella algo que le desagrada. Esta expresinambigua admite una interpretacin amplia. Segn el rabino Hilel, el hombrepuede divorciarse de su mujer por un motivo cualquiera (vase Mateo 19,3):sentirse atrado por otra mujer, o incluso porque la propia mujer ha hecho undesaguisado culinario! El rabino Samay, contrario a esta posicin, entiende queel marido puede divorciarse tan slo en el caso de que su mujer haya

    mantenido relaciones sexuales fuera del matrimonio: slo ste sera el hechocensurable a que se alude Deuteronomio 24,1 (vase Mateo 5,32 y 19,9). Loscasos citados aqu se han tomado de la Misn (tratado Gittn 9,10) y se refierennicamente al hombre, puesto que la Ley de Moiss no permite que la mujer sedivorcie.

    Por otro lado, Jess se separa del debate entre los rabinos de su poca y,contra la opinin de todos ellos, niega lo que la Ley tolera o permite: el divorcio.

    En primer lugar, afirma que la ley del divorcio se estableci teniendo encuenta la dureza de vuestro corazn; por lo tanto, son las propiasinsuficiencias las que provocan que el divorcio sea inevitable. Sin embargo ysta es la segunda observacin de Jess, el divorcio no entra en la intencinoriginal de Dios. Desde siempre ha existido un proyecto divino acerca delhombre y la mujer, llamados a ser una sola carne, invitados a mantener unarelacin fiel y no destinada a romperse. As lo manifiesta Gnesis 2,24 textoque cita Jess: Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une asu mujer, y se hacen una sola carne. As pues, la unin entre el hombre y la

    mujer se fundamenta en la creacin misma de Dios. Segn Gnesis 1,27 texto que tambin cita Jess, Dios crea al ser humano a su imagen e

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    inmediatamente se aade: Macho y hembra los cre, esto es, la relacinentre el hombre y la mujer se sita en el principio [de la creacin] , al iniciodel mundo, y responde al designio primero de Dios. El matrimonio, comoproyecto de vida entre un hombre y una mujer existe desde que el ser humanoinici su caminar sobre la tierra y es Dios mismo quien lo impulsa. Por lo tanto,la conclusin final del razonamiento de Jess no carece de autoridad yfundamento: Lo que Dios uni, no lo separe el hombre (Marcos 10,9 II Mateo19,6).

    El punto de vista de Jess reaparece en la tradicin cristiana primitiva. Pablo,por ejemplo, lo formula as: Que la mujer no se separe del marido [. . .1 elmarido no se divorcie de su mujer (Primera carta a los Corintios 7,10-11).Notemos que la razn que da Jess es que el divorcio no forma parte deldesignio original de Dios sobre el hombre y la mujer y que, si lo introdujoMoiss, fue por la dureza de corazn. En la tica de Jess volvemos aencontrar, pues, la importancia del corazn, de las intenciones profundas decada uno, como punto crucial de las decisiones y de los actos. En elmandamiento de no matar, el corazn era el origen de la violencia y el lugardonde empezaba la destruccin del otro. En el caso del adulterio, la relacincon la esposa (o el marido) del prjimo se sita, antes que nada, en el terrenodel deseo: Todo el que mira a una mujer desendola, ya cometi adulterio conella en su corazn (Mateo 5,28).

    La Ley estigmatizaba la relacin sexual de quien ya est unido a otra persona.Ahora, Jess seala las causas del adulterio, se interesa por lo que provoca latransgresin de la Ley. La chispa que enciende el fuego es la mirada llena deintencin que lleva a esta persona a romper un matrimonio que no es el suyo.Algunos textos rabnicos posteriores a Jess se reencuentran con estaperspectiva. As, en Levtico Rabba 23,12 (18,3) leemos: Quien adultera conlos ojos ha de llamarse adltero. Igualmente, en Pesiqta Rabbati 24 (18,3):

    Quien mira ala mujer del prjimo con deseo es corno si viviese con ella. Porsu parte, el mismo Declogo finaliza con un mandamiento referente al deseo: [...] ni codiciars la mujer de tu prjimo (xodo 20,17 II Deuteronomio 5,21).

    As pues, la fidelidad del corazn la que puede detener el deseo resultafundamental porque determina la fidelidad de los ojos y, en ltima instancia, lafidelidad de las acciones. El adulterio se fragua en el in-terior de la personaantes de que se consume. Por eso, Jess constata que hay un adulterio en el

    corazn antes que en el cuerpo. Si el corazn no se adentra en la dureza y laconfrontacin (vase Marcos 10,5) y no comete adulterio, dejndose llevar por

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    un deseo de posesin del otro u otra (vase Mateo 5,28), es decir, si la personamantiene el amor y la fidelidad del corazn y de los ojos, el designio original deDios puede realizarse. De hecho, en el profeta Malaquas se lee una afirmacinen esa misma lnea: Pues yo odio el repudio, dice el Seor, Dios de Israel(2,16).

    Los ojos, en definitiva, son las antenas del propio deseo y pueden provocar latransgresin de la Ley, pueden convenirse en ocasin de pecado. Jesspropone dos consejos, hiperblicos y repletos de irona, que plasman supunto de vista sobre la gravedad de la cuestin: arrancarse el ojo derecho ycortarse la mano derecha. He ah la sentencia sobre el ojo: Si, pues, tu ojoderecho te es ocasin de pecado, scatelo y arrjalo de ti; ms te conviene quese pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a lagehenna (Mateo 5,29; de modo semejante, Marcos 9,47). El ojo es uno de losmiembros ms tiles y valiosos del cuerpo y, de los dos ojos, el del ladoderecho ocupa el lugar de honor. Perderlo supone un grave perjuicio, peroperderse para siempre sera un dao irreparable. De poco servira conservarambos ojos si todo el cuerpo tuviera que perderse para siempre. As pues, hayque sacrificar lo que convenga, por muy valioso que parezca, antes de servctima de un deseo incontrolado, en el terreno de la sexualidad o en cualquierotro. ste es el sentido de una imagen plenamente hiperblica.

    No sera, pues, mejor para conservar los dos ojos evitar cualquier tipo decontacto con las personas que pudiesen agitar el deseo e inducir al pecado?Ms de un rabino aconseja no mirar a ninguna mujer para evitar peligros.Ben Sira escribe: Aparta los ojos de una mujer hermosa, no te fijes en bellezaajena (9,8). Adems, segn la Ley juda, con el ciclo menstrual la mujer seencuentra a menudo en estado de im-pureza ritual y puede traspasar estaimpureza a quien tenga un contacto fsico con ella. En el caso de Jess, todosestos extremos no parecen revestir importancia alguna. Su trato con las

    mujeres oscila entre la naturalidad y la prudencia en el marco de una rgidanormativa social. Entre las personas de su confianza hay una antiguaprostituta, Mara Magdalena, que le seguir como discpula hasta el final;adems, las mujeres, casadas y solteras, participan activamente en su grupo.La pureza de corazn, lejos de cualquier deseo de posesin, parece ser unabuena clave para entender el convencimiento y la prctica de Jess y de sugrupo en lo referente a la viabilidad y a la importancia de unas relacionesinter-personales de amistad entre hombres y mujeres.

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    Despus de lo dicho, puede entenderse por qu Jess relaciona divorcio yadulterio: ambos constituyen un rebajamiento del proyecto original de Dios.Sus afirmaciones resultan directas, claras y por qu no reconocerlo misbien incmodas: Quien repudie a su mujer y se case con otra, cometeadulterio contra aqulla [la primera] (Marcos 10, 11 II Mateo 19,9; tambinLucas 16,18). (Vase asimismo Mateo 5,32 II Lucas 16,18.) Naturalmente, loque est en juego no es el divorcio pro-piamente dicho, sino un segundomatrimonio despus del divorcio. Por eso, Pablo establece que si la mujer sesepara del marido, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con sumarido (Primera carta a los Corintios 7,11). Las nicas excepciones a unsegundo matrimonio que hallamos en las comunidades cristianas afectan a unno cristiano que ha querido separarse de la parte cristiana (Primera carta a losCorintios 7,15) y, sobre todo, a la existencia de una relacin ilegtimaextramatrimonial (vase Mateo 5,32 y 19,9).

    En definitiva, la prohibicin del divorcio y del segundo matrimonio es una de laspropuestas ms ntidas que se encuentran en la tica de Jess. La razn ltimade una propuesta que puede tildarse de poco realista es la gran confianza quemanifiesta Jess en las posibilidades de la persona para responder con xito alproyecto de Dios acerca la relacin hombre-mujer. En ltima instancia, eldivorcio representa un fracaso y una ruptura de este proyecto y de su voluntad.Por otro lado, tal como pone de relieve U. Luz en su comentario a Mateo, el

    triunfo de la fidelidad del corazn por encima del deseo de posesin fuera de larelacin matrimonial equivale a honrar y mantener la santidad de Dios.Finalmente, una legislacin como la juda que permita al hombre no a lamujer divorciarse y, en ocasiones, por motivos muy ftiles, dejaba a la mujertotalmente indefensa ante el marido. En este sentido, el nfasis de Jess en elproyecto original de Dios, que crea al hombre y a la mujer y los concibe comodos seres destinados a una relacin interpersonal, subraya la igualdad deambos.

    No robars

    En la tica de Jess el mandamiento de no robar ocupa un lugar ms biendiscreto. El tema de la apropiacin de los bienes ajenos merece poca atencinpor parte del rabino de Nazaret. El quinto y el sexto mandamiento, que afectana las relaciones entre las personas (No matars, No cometers adulterio),se encuentran en el centro de los intereses de Jess. En cambio, el sptimomandamiento no afecta directamente a la relacin con la persona, sino a susbienes y posesiones, y sta podra ser la razn que explicase el lugar

    secundario que ocupa. Algo semejante sucede con los rabinos judos,contemporneos y posteriores. Jess contrapone la riqueza del Reino hasta el

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    punto de que hay que escoger entre ser amigo de Dios o amigo del dinero.Precisamente una de sus sentencias ms impactantes y conocidas hacereferencia a la dificultad que conlleva tener riquezas: Es ms fcil que uncamello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino deDios (Marcos 10,25 u Mateo 19,24 II Lucas 18,25).

    . Jess pronuncia esta sentencia delante de sus discpulos despus de que unhombre piadoso y rico, buen cumplidor de la Ley y, al mismo tiempo,propietario de muchos bienes, se hubiera echado atrs en el momento deseguirle. Jess haba recordado al rico los mandamientos del Declogo que serefieren a las relaciones con las dems personas, entre las cuales estabaincluido, naturalmente, el No robars (xodo 20,15 II Deuteronomio 5,19).Vase Marcos 10,19 II Mateo 19,18-19 U Lucas 18,20. Ese hombre habapreguntado qu tena que hacer para poseer la vida eterna yjess le habacontestado que a un hombre observador de la Ley como l, slo le faltaba dejarlos bienes terrenales, vender todo lo que tena y distribuirlo entre los pobres afin de poder compartir la vida itinerante y pobre de Jess; slo as conseguirael tesoro ms grande, un tesoro en los cielos. Para aquel hombre un ricoentrar en el Reino de Dios significaba renunciar a sus bienes, pero no fuecapaz: las riquezas terrenales fueron ms fuertes que el tesoro del cielo y semarch triste y abatido.

    El objetivo de la vida no es, pues, acumular bienes y guardarlos celosamente.En la tica de Jess, orientada al Reino, poseer demasiado es ms bien unimpedimento. Por otro lado, obsrvese que Jess habla habitualmente a lagente sencilla, a la gente del pueblo, personas que no son ricas y que,obviamente, ms difcilmente pueden caer en la tentacin de la avaricia y delamor al dinero. Son ms bien las personas con bienes, quizs adquiridosinjustamente, las que pueden sentirse interpeladas por las palabras de Jess.Un caso paradigmtico es el de Zaqueo, el jefe de publicanos de Jeric, que se

    haba hecho rico gracias a los fraudes cometidos en el ejercicio de su cargo. Lallegada de Jess a su casa comport el cumplimiento retroactivo del sptimomandamiento: Zaqueo, sensible a la presencia de Jess, manifest querestitua las cantidades defraudadas multiplicadas por cuatro ( ! ) , cuando laLey exiga devolver tan slo el importe del fraude con el recargo de una quintaparte. Con todo, a diferencia del rico que rehus seguir a Jess, Zaqueocomprendi la generosidad que brotaba del Reino y, adems, dio a los pobresla mitad de sus bienes: Jess lo haba liberado de sus propias riquezas (vaseLucas 19,8-10).

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    Zaqueo puso en prctica el mandamiento de no robar y por eso devolvi eldinero defraudado porque ya no tena el corazn puesto en las riquezas quehasta la fecha le opriman. Hasta aquel momento haba defendido susbienes, incluso a costa de robar y defraudar, pero ahora haba entendido quepoda deshacerse de ellos. Jess dice: Porque donde est tu tesoro, allestar tambin tu corazn (Mateo 6,21 II Lucas 12,34). Una vez ms, elcorazn se erige como el lugar crucial en la tica de Jess. Quien no pone elcorazn en los bienes terrenales accede a darlos y repartirlos entre los pobres,ya que desea slo los bienes celestiales (vase Mateo 6,19-20 II Lucas 12,33).Una persona desprendida y generosa no se deja encandilar por el dineroengaoso (Lucas 16,9). Engaoso y a veces intil, como lo fue para un ricoinsensato que proyect la construccin de unos graneros muy grandes paraguardar su excelente cosecha, pues crea que haba llegado el momento dedescansar; comer, beber y divertirse, pero muri aquella misma noche (vase

    Lucas 12,16-20).

    Es una temeridad poner el corazn en las riquezas de este mundo. Laadvertencia proviene del mismo Declogo: No codiciars la casa de tu prjimo[...] ni nada que sea de tu prjimo (xodo 20,17 II Deuteronomio 5,21). Jessinsiste en relativizar el dinero y lo considera un estorbo de cara al Reino, ypropone utilizarlo para los pobres y necesitados, con un corazn libre queanhela tan slo el tesoro celestial. En ltima instancia, el problema no consiste

    en abstenerse de robar, sino en abstenerse de adorar al dinero, uno de losdolos ms poderosos. Y es que, tal como afirma Jess, mayor felicidad hayen dar que en recibir (Hechos 20,35).

    No acusars a nadie falsamente

    Jess es amigo del bien y de la verdad; su actuacin nunca es ambigua eneste sentido. Incluso sus adversarios lo reconocen. En Jerusaln los fariseos,

    aliados con los partidarios de Herodes, se acercan a Jess a ponerle unatrampa a propsito del pago del tributo al Csar. Pero comienzan alabndolo:Maestro, sabemos que eres veraz (Marcos 12,14 11 Mateo 22,16). Lucas hacambiado ligeramente la frase: Maestro, sabemos que hablas y enseas conrectitud (20,21). Ms all de un intento de lisonjear a Jess con unaspalabras que pueden volverse en su contra,. la frase refleja un sentimientocomn y compartido: Jess es un hombre que habla sin mentira ni engao. Suspalabras poseen el peso de lo que es cierto y veraz. Incluso cuando critica asus competidores y/o ad-versarios se expresa sin faltar a la verdad. Suenseanza hunde las races en la vida, se inserta en su comportamiento.

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    De hecho, en la vida de Jess no hay o, por lo menos, no se recuerdansituaciones en las que se le acuse falsamente; tan slo ante el Sanedrn elevangelista Marcos comenta que se present un falso testimonio contraJess (vase Marcos 14,57), pero todo hace pensar que Jess habaanunciado, efectivamente, la destruccin del templo. Por lo tanto, ms quefalsedad, haba mala intencin por parte de los testimonios que declaraban ensu contra para justificar una condena a muerte (vase Marcos 14,55-56 IIMateo 26,59-60). Aqu, irnicamente, se presenta el Sanedrn, el mximorgano de interpretacin de la Ley, como el impulsor de las falsasdeclaraciones y que, por lo tanto, transgrede el octavo mandamiento delDeclogo: No dars testimonio falso contra tu prjimo (xodo 20,16 IIDeuteronomio 5,20).

    La afirmacin ms importante de Jess sobre la verdad de la propia palabra seencuentra al final de la anttesis que habla de los juramentos (Mateo 5,33-37).La afirmacin de Jess, comentada anteriormente en el apartado destinado almandamiento de no jurar, excluye positivamente la posibilidad de jurar.Posibilidad que la Ley dejaba abierta. La palabra honesta y veraz no dejaespacio para la mentira; por consiguiente, jurar no es necesario, basta condecir s cuando es que s y no cuando es que no, independientemente de lasituacin y las circunstancias. La tutela de la verdad de la propia palabra es lamejor garanta para cumplir el octavo mandamiento de la Ley. Una acusacin

    falsa parte siempre de la voluntad de mentir, de un corazn enemigo de laverdad, por inters o por miedo, de forma permanente o episdica. La rplicade Jess a la falta de rectitud interior subraya el error que existe en la mediaverdad y, en cambio, la integridad de la verdad total: Sea vuestro lenguaje:"S, s" "no, no". La palabra tiene valor por ella misma, hasta el punto de quees causa de vida e incluso puede ser causa de muerte. La palabra salva ocondena. Jess subraya que cualquier palabra es importante y que habr quedar cuentas de cualquier

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    5.3.2.2. Relativizacin de las normas rituales

    La preferencia que da Jess a las normas ticas contrasta con el trato que

    reciben por su parte las normas rituales y referentes al culto. A los ojos deJess la dimensin tica resulta fundamental. Tal y como seala G. Theissen,Jess se inscribe en la tradicin de los grandes profetas de Israel, quedenuncian un culto sin justicia, es decir, ofrecer muchas vctimas en sacrificiosin prestar atencin a quien est necesitado. De modo semejante, en Jess lapersona ocupa el centro de la atencin, y no de las observancias, a menudominuciosas, prescritas por la Ley y sus intrpretes.

    El sbadoEntre los mandamientos del Declogo que hacen referencia a Dios seencuentra el del reposo del sbado (xodo 20,8-11 II Deuteronomio 5,12-15).El sbado es un da distinto de los dems das de la semana, ya que estdedicado en honor del Seor, tu Dios. Dios ha dado al hombre seis dascomo patrimonio propio para hacer lo que ms le apetezca (trabajars y harstodos tus trabajos) y el hombre tiene que corres-ponder dedicando a Dios elsptimo da y ofrecindole el descanso. El sbado es un signo de identidad deljudasmo del siglo d.C., tanto de quien habita en Israel como de quien vive en

    la Dispora, de quien es de dentro o de fuera del Imperio romano. Los judos sedistinguen de los dems pueblos porque cada siete das observan un da dereposo com-pleto.

    Pero segn la tradicin juda, dicho reposo es un reposo activo marcado por laoracin, la calma exterior y la paz del corazn. En sbado no se puedenegociar ni comerciar, ni hacer trabajos del campo, como arar o cosechar; en elda de reposo slo est permitido realizar un trayecto corto y no se pueden

    hacer trabajos domsticos (ir a buscar lea, hacer una hoguera o amasar pan).En resumen, no est permitido nada que pueda considerarse un trabajo. Poresta razn, en ambientes muy es-trictos, prximos a Qiimrn, aumenta la listade prohibiciones: mantener relaciones sexuales, hablar de negocios, levantarpesos, llevar animales a cuestas, navegar, cazar, combatir (Jubileos 50,643).Precisamente una de las grandes cuestiones en referencia al sbado afecta ala legitimidad de defenderse con armas en caso de ser atacado o,sencillamente, dejarse matar, tal como hicieron un millar de judos en tiemposde Antoco IV Epifans (siglo ii a.C.) por negarse a profanar el sbado (vasePrimer libro de los Macabeos 2,29-41). En resumen, el sbado, el Shabbat, esSagrado para el pueblo judo.

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    Las razones de la normativa acerca del sbado son dos. Por un lado, el repososabtico evoca el reposo del sptimo da de la creacin: Pues en seis dashizo el Seor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el sptimo

    descans (xodo 20,11). Por otro lado, el sbado es un da consagrado aDios para que el pueblo de Israel recuerde que gracias a l fue librado de laesclavitud de Egipto: Recuerda que fuiste esclavo en el pas de Egipto y queel Seor, tu Dios, te sac de all con mano fuerte y tenso brazo (Deuteronomio5,15). En definitiva, pues, el reposo del sbado es una muestra de accin degracias y de reconocimiento a Dios por su amor hacia la humanidad al crearel mundo y hacia Israel cuando lo liber de los que lo opriman. Cadasemana hay un signo visible del amor que Israel profesa a Dios: el sbado esun da santo ofrecido al Dios santo.

    Jess ha sido educado en la observancia del sbado y lo ha guardado toda lavida, como cualquier judo de su tiempo (vase 3.3.1). En sus enseanzas noexiste invitacin alguna a transgredir de forma aleatoria el reposo del sbadocomo si dicho reposo careciera de sentido. As pues, los discpulos de Jesstambin observan el sbado. Sin embargo, la pregunta que afecta al rabino deNazaret es qu significa, segn l, observar el reposo del sbado, qu estpermitido hacer el da de la semana consagrado a Dios. En este punto las

    posturas son bastante divergentes: los esenios y los saduceos defienden unareglamentacin severa, mientras que los fariseos y, sobre todo, Jess semuestran ms tolerantes. Jess no convierte el reposo del sbado en algoabsoluto. A diferencia de los fariseos, que procuraban adaptar la normativasobre el sbado a las diferentes circunstancias de la vida, l va a la raz deltema: la primaca de la persona (su vida, su salud) por encima de la leyreferente al da de reposo. El sbado no queda anulado, pero s relativizado.

    Jess llega incluso a polemizar con la interpretacin farisea del repososabtico. Cabe recordar que, de los catorce relatos de milagros a los quehacen referencia los evangelios (vase 5.2.1), cinco se sitan en sbado: elhombre de la mano paralizada (Marcos 3,1-6 II Mateo 12,944 II Lucas 6,6-11) yla mujer encorvada (Lucas 13,10-17) reciben la curacin en la sinagoga,mientras que el hidrpico (Lucas 14,1-6), el paraltico de Betzat (Juan 5,1-16)ye! ciego de nacimiento (Juan 9,1-41) son curados en otros lugares. A saber,una tercera parte de las curaciones narradas en los evangelios pero ningunaexpulsin de demonios! se han llevado a cabo en el da semanal de reposo,consagrado a Dios. Este dato no parece ser casual: jess ha querido curar en

    sbado a unos cuantos enfermos crnicos que habran podido ser curadosperfectamente otro da d la semana. La protesta del dirigente de la sinagoga

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    parece estar suficientementejustificada: Hay seis das en que se puedetrabajar; venid, pues, esos das a curaros, y no en da de sbado (Lucas13,14). En efecto, en re1adicn las curaciones, los fariseos y las personasafines a ellos interpretaban la ley del reposo sabtico en sentido prohibitivo y,por esta razn, entran en conflicto con Jess. El evangelista Marcos refiere queun sbado los fariseos estaban en la sinagoga de Cafarnan y espiaban aJess para ver si le curaba en sbado [al hombre de la mano paralizada](Marcos 3,2). As pues, era harto conocido que Jess curaba a persorias ensbado.

    Por qu insiste Jess en curar en sbado, ganndose as el desacuerdo y,seguramente, la hostilidad de los fariseos? Por qu no se muestra msflexible y evita el conflicto con ellos? Las curaciones en sbado no quedan almargen de lo que Jess afirma sobre Dios, a quien se consagra el sbado, y desu actitud de compasin en relacin con los enfermos y necesitados,principales destinatarios del Reino que l anuncia. Para Jess, devolver lasalud a una persona, restablecerla, es un signo del Reino; el hecho de curar aun enfermo expresa la llegada de la salvacin de Dios a su vida y, porconsiguiente, cualquier da de la semana es bueno para que la persona quedelibre del mal que la aflige y recupere la humanidad digna y compartida con losdems hombres. De aqu surge la pregunta que Jess dirige a los fariseos yque stos no saben cmo responder: Es lcito en sbado hacer el bien en vez

    del mal, salvar una vida en vez de destruirla? (Marcos 3,4 II Lucas 6,9).

    Pues bien, si hay un da de la semana en el que el bien y la vida quedanafirmados, se es el da consagrado a Dios, seor de la vida y origen de todobien. Si curar es, por encima de todo, hacer el bien y salvar una vida, el sbadoes el da indicado para que la compasin de Dios, amigo de los enfermos, sedespliegue gracias a la actividad sanadora de Jess. Curar en sbado no estransgredir el da de reposo, es ennoblecerlo. De hecho, segn los maestros

    fariseos, el reposo del sbado poda quebrantarse si estaba en peligro la vidade una persona, la propia vida o la de los dems: Salvar una vida est porencima [del reposo] del sbado (Tosefta, tratado Shabbat 15,11-16). El propioJess se lb reprocha: A quin de vosotros se le cae un hijo [ . . . 1 a un pozoen da de sbado y no lo saca al momento? (Lucas 14,5). Por lo tanto, laurgencia de salvarle la vida alguien es superior al sbado. Y curar esprecisamente salvar una vida, sacar a alguien del pozo oscuro de unaenfermedad sin solucin aparente. Jess aplica la excepcin aceptada por losfariseos una vida en peligro tiene que salvarse urgentemente a la

    enfermedad, que l entiende igualmente como una vida que debe salvarse aquy ahora, con la urgencia propia del Reino: la salud de la persona pasa por

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    encima de la ley.Que la persona tiene que ser objeto de compasin y solicitud,sea el da que sea, queda patente con una argumentacin que compara ahombres y animales domsticos. Mientras que los esenios prohiban hacer algopor un animal que hubiera cado en un pozo o una fosa en sbado (vaseDocumento de Damasco 11,13-14), los maestros fariseos permitan que, si unbuey caa en un pozo o una sola oveja (la nica que se tiene) en un hoyo ensbado, su propietario los sacara de all, ya que la prdida del animalperjudicaba gravemente a la limitada economa de la persona (Lucas 14,5;Mateo 12,11). Y Jess afirma que ms vale un hombre que una oveja. Portanto, es lcito hacer bien en sbado (Mateo 12,12). El razonamiento esinapelable. La comparacin entre la persona y los animales domsticos vuelvea aparecer en la curacin de la mujer encorvada, esclavizada por Satans y aquien Jess desata de su enfermedad en sbado, ya que No desatis delpesebre todos vosotros en sbado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos

    a abrevar? (Lucas 13,15). Si no lo hiciesen, el animal podra reventar por faltade agua y su prdida supondra un grave perjuicio para el propietario. As pues,con ms razn est permitido curar en sbado: hay en juego la salud de lapersona, y ello est por encima de todo.

    En el episodio de las espigas arrancadas en sbado encontramos la. sentenciadefinitiva de Jess: El sbado ha sido instituido para el hombre y no el hombrepara el sbado (Marcos 2,27). De un rabino de finales del siglo mm d.C.,

    Simen ben Menasas, se conserva otra frase semejante: "El sbado sersagrado para vosotros; debis guardarlo." El sbado se ha dado para vosotros[los hijos de Israel] y no vosotros para el sbado (Mekilta de Rabb Ismael axodo 31,13-14). Sin embargo, el contexto es diferente: Jess no se refiere a laLey dada en el Sina a los hijos de Israel, sino a cualquier ser humano (elhombre): es para l que se ha hecho/creado el sbado.

    En el episodio de las espigas (Marcos 2,24-28 II Mateo 12,1-8 II Lucas 6,1-5) la

    excepcin del reposo afecta no a una persona enferma, sino a personashambrientas, los discpulos de Jess, que empiezan a arrancar espigas porquenecesitan comer. Ante la pregunta esperada de los fariseos stosinterpretaban que arrancar espigas equivala a segar, liaba-jo prohibido ensbadoJess responde que en sbado est permitido atenderexcepcionalmente una necesidad vital bsica, tal como sucedi con David: antela necesidad de comer, l y sus hombres recurrieron a los panes de la ofrenda,reservados a los sacerdotes. Tambin aqu, como en el caso de las curaciones,la vida de la persona est por encima de la Ley. Se trata de un caso que afecta

    a la subsistencia de un ser humano y, por este motivo, est en juego aunquesea de manera indirecta, su propia vida. Y la vida siempre tiene que

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    defenderse. Esta consideracin justifica, en opinin de Jess, que susdiscpulos arranquen espigas de unos sembrados en da de descanso.

    En resumen, Jess pone en el centro la vida de la persona y sus necesidades,de salud o de comida. Jess no se pregunta si son casos extremos, de vida omuerte, ya que considera que hacer el bien o salvar una vida siempreconstituye un caso extremo que no debe quedar limitado por ninguna norma dela Ley: el hecho de que las necesidades de la persona se presenten en sbadono debe suponer un freno o un obstculo para resolverlas. El sbado, daconsagrado a Dios, es un da consagrado al hombre, ya que Dios ha hecho elsbado precisamente para l, en su beneficio. La compasin de Dios esilimitada y, por eso, las barreras y las prohibiciones no tienen que impedir queaqulla se manifieste La llegada del Reino supone que su portador, Jess, elenviado de Dios, coloca el reposo sabtico en un lugar subordinado. Jess nopredica el quebrantamiento arbitrario de este reposo deseado por Dios, pero losupedita a la persona necesitada, hijo de ese Dios. De esta forma, aunque lanormativa del reposo sabtico se vea excepcionalmente quebrantada y quede,por lo tanto, relativizada, el reposo sabtico es considerado un espacio de bieny de vida a favor de la persona humana.

    La pureza ritual

    Segn la religin juda hay personas y cosas que no concuerdan con lasantidad de Dios y por este motivo se las llama impuras. Por un lado, hayespecies animales que son impuras por s mismas y que, por consiguiente, nopueden ofrecerse en sacrificio a Dios ni pueden comerse, por ejemplo, la liebreo el cerdo (la lista de animales puros e impuros se encuentra en Levtico 11,1-23 y Deuteronomio 14,3-21). As pues, nicamente estn permitidos losanimales y, por lo general, los alimentospuros o kosher. Por otro lado, haypersonas, animales y objetos que son fuente de impureza ritual: su impureza se

    transmite a travs del contacto. Entre las fuentes de impureza estn lassecreciones corporales (semen, lquido menstrual, prdidas de sangre) , lasenfermedades y afecciones de la piel (lepra, quemaduras, tia) , las relacionessexuales mantenidas en ciertas condiciones, la casa o la ropa con moho y elcontacto con una osamenta o cadver.

    Si mediante el contacto con una fuente de impureza, una persona u objeto sevuelven impuros ritualmente, han de ser purificados. Los objetos se lavan conagua o bien, si la impureza es irreversible, deben quemarse. En cuanto a laspersonas, se purifican realizando abluciones corporales (vase Marcos 7,4), o

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    bien se baan ntegramente en una miqv o piscina destinada al bao ritual(vase figura 4). All donde hay una comunidad juda importante hayinstalaciones con baos rituales. Ntese que, las personas ritualmente impurasno pueden entrar en el templo y, adems, tienen prohibido relacionarse y tocara otras personas; naturalmente, los dems tampoco no pueden acercarse aellas ni tocarlas. La impureza ritual es fuente de exclusin social y religiosa.

    La insistencia de los fariseos y, todava ms, de los esenios en las normasrelativas a la impureza ritual los llevaba a cumplirlas con mmiiciosidad y aconvencer a la gente de que tenan que observarlas en todos sus detalles. Losfariseos eran verdaderos apstoles de la pureza ritual y su tradicin habaaumentado las prcticas de purificacin como signo de la santidad nica delpueblo de Israel. Un caso de ampliacin normativa promovida por los fariseosque no todas las corrientes judas compartan era la norma de lavarse lasmanos ritualmente antes de comer. Lo cierto es que el grupo de Jess no lapracticaba y los rabinos afines a los fariseos le pedan explicaciones alrespecto: Por qu tus discpulos no viven conforme a la tradicin de losantepasados, sino que comen con manos impuras? (Marcos 7,5). Tampocoparece que Jess observaba la norma farisea de entrar en el templo slodespus de ha-berse baado ritualmente (Oxirrinco 840, citado en 2.1.2.4.).

    De hecho, Jess no se opone a las normas sobre la pureza ritual que aparecenen la Ley de Moiss, sino que las respeta (otra cosa son las tradicionesparticulares de los grupos religiosos de su tiempo, como las de los fariseos) .Las dos curaciones de leprosos narradas en los evangelios (Marcos 1,40-45;Lucas 17,11-19) incluyen una orden de Jess para que quien haya sidopurificado o deba serlo acuda al sacerdote y ste los examine, tal como ordenala Ley de Moiss (vase Levtico 14,1-32). El sacerdote tiene que certificar queel leproso ya no tiene la enfermedad, puesto que slo as podr reincorporarseplenamente a la sociedad. Jess ordena al leproso galileo que presente en el

    templo la ofrenda que prescribi Moiss: animales para el sacrificio, flor deharina y aceite. No obstante, para curarlo, Jess lo toca algo que la Leyprohiba como smbolo de la purificacin que a con-tinuacin se lleva a cabo.

    Aunque Jess no declara invlidas las normas de pureza ritual de la Ley, lasconsidera exteriores y las subordina a lo que est en el interior de la persona, alas intenciones del corazn. En la tica de Jess y en la tradicin bblica elcorazn es el centro de los pensamientos, los deseos y las decisiones. Aqu es

    donde cada cual se juega la vida. El corazn es el lugar que dirige lossentidos (la vista, en primer lugar), la palabra y la accin (las manos y los pies).

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    El anuncio del reinado de Dios representa, en primera instancia, una'transformacin del corazn, una conversin. Jess insiste en la capacidad decambio de cada persona, en las posibilidades de abrirse al perdn y a lamisericordia que se le ofrecen. Desde esta perspectiva, se entiende que nocomparta el nfasis que los fariseos ponen en el cumplimiento de las normasexternas de pureza ritual y que, en cambio, ponga todo el acento en ladimensin tica, en la adhesin del corazn al Dios que se manifiesta y quesalva. La pureza exterior, la de las normas rituales, no es independiente de lapureza del corazn. De hecho, lo que est fuera funciona en relacin de lo queest dentro y por eso la principal preocupacin no tiene que ser la normativaritual, sino la limpieza interior.

    La afirmacin nodal se halla en Marcos 7,15 (II Mateo 15,11): Nada hay fueradel hombre que, entrando en l, pueda contaminarle; sino lo que sale delhombre, eso es lo que contamina al hombre. De hecho, Hile, uno de losgrandes rabinos anteriores a Jess, ya haba defendido que el interior de uncntaro, ya sea puro o impuro, determina la pureza o impureza de todo elcntaro: Si el interior de un cntaro se vuelve impuro, todo el cntaro [interiory exterior] es impuro (Misn, trat