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9 R E V I S T A D E E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E S La poltica exterior chilena * Ignacio Walker l objetivo de estas lneas es pregun- tarnos cuÆles son las caractersticas de la poltica exterior chilena en la era de la globalizacin. ¿Cmo situarnos frente a dicho fen- meno, a partir de las peculiaridades de nuestro pas y de nuestra regin? Es la pregunta que nos hacemos en este traba- jo, a partir de una reflexin sobre el pro- pio fenmeno de la globalizacin, para pre- guntarnos, luego, por los objetivos, princi- pios y prioridades de la poltica exterior chilena. LA GLOBALIZACIN COMO HECHO Y OPORTUNIDAD Lo primero es reconocer que la glo- balizacin es un hecho, una realidad que estÆ para quedarse. En Chile y AmØrica Latina hemos te- nido una particular dificultad para hacer- nos cargo de la realidad tal cual es. La realidad suele aparecer como un obstÆ- culo insalvable para nuestras propias uto- pas, terreno fØrtil en el cual lo hemos in- tentado prÆcticamente todo, convirtiendo a nuestra regin y a Chile en un verdade- ro laboratorio de experimentos sociales y polticos. AmØrica Latina es la tierra del «realismo mÆgico» y eso estÆ muy bien para la novela y la literatura, pero se trans- forma en un grave problema cuando lo trasladamos mecÆnicamente al Æmbito de la poltica, que es el Æmbito de lo posible. Como alguien dijera le escuchØ decir esto a Enrique Correa, en algœn acto pœblico de comienzos de la dØcada de 1990, «lo contrario al realismo no es el idealismo, sino la esquizofrenia», que es, por defini- cin, la negacin de la realidad. ¿SerÆ posible reconocer que estamos en la era de la globalizacin y de la post-Guerra Fra, al menos como un hecho o realidad? La tarea no es fÆcil, pero desde el * Agradezco los valiosos comentarios de Angel Flisfisch y Eduardo GÆlvez a una versin preliminar de este trabajo. Como siempre, la responsabilidad es exclusiva del autor. E

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R E V I S T A D E E S T U D I O S I N T E R N A C I O N A L E S

La política exterior chilena*

Ignacio Walker

l objetivo de estas líneas es pregun-tarnos cuáles son las característicasde la política exterior chilena en la

era de la globalización.¿Cómo situarnos frente a dicho fenó-

meno, a partir de las peculiaridades denuestro país y de nuestra región? Es lapregunta que nos hacemos en este traba-jo, a partir de una reflexión sobre el pro-pio fenómeno de la globalización, para pre-guntarnos, luego, por los objetivos, princi-pios y prioridades de la política exteriorchilena.

LA GLOBALIZACIÓN COMO HECHO YOPORTUNIDAD

Lo primero es reconocer que la glo-balización es un hecho, una realidad queestá para quedarse.

En Chile y América Latina hemos te-nido una particular dificultad para hacer-

nos cargo de la realidad tal cual es. Larealidad suele aparecer como un obstá-culo insalvable para nuestras propias uto-pías, terreno fértil en el cual lo hemos in-tentado prácticamente todo, convirtiendoa nuestra región y a Chile en un verdade-ro laboratorio de experimentos sociales ypolíticos. América Latina es la tierra del«realismo mágico» y eso está muy bienpara la novela y la literatura, pero se trans-forma en un grave problema cuando lotrasladamos mecánicamente al ámbito dela política, que es el ámbito de lo posible.Como alguien dijera �le escuché decir estoa Enrique Correa, en algún acto públicode comienzos de la década de 1990�, «locontrario al realismo no es el idealismo,sino la esquizofrenia», que es, por defini-ción, la negación de la realidad.

¿Será posible reconocer que estamos enla era de la globalización y de la post-GuerraFría, al menos como un hecho o realidad?

La tarea no es fácil, pero desde el

* Agradezco los valiosos comentarios de Angel Flisfisch y Eduardo Gálvez a una versión preliminar deeste trabajo. Como siempre, la responsabilidad es exclusiva del autor.

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punto de vista de la inserción internacio-nal de Chile y de América Latina en elmundo global, aparece como una cuestiónfundamental.

La globalización debe abordarse máscomo oportunidad que como amenaza.

En las líneas que siguen, deseo dar unpaso adicional y afirmar que la globa-lización debe abordarse como una opor-tunidad más que como una amenaza. Esese un supuesto fundamental para la ca-bal comprensión de la política exteriorchilena tras la recuperación de la demo-cracia y bajo los gobiernos de laConcertación (1990-2006).

Sostenemos que, en general, pero muyparticularmente para un país de las ca-racterísticas de Chile, la globalización pre-senta más ventajas que desventajas y quedebemos saber aprovechar aquellas enuna clara perspectiva de futuro, apuntan-do a un auténtico desarrollo que permitasuperar el lastre o mochila histórica quenos habla de nuestro país como un casode «desarrollo frustrado», según la clási-ca definición de Aníbal Pinto.

El fenómeno de la globalización debeser visto con sus luces y sus sombras.

En efecto, no podemos ser inocenteso ignorantes en cuanto a las nuevas (y vie-jas) amenazas que se ciernen sobre la pazy la seguridad a nivel mundial. Algunas deellas son aspectos de la globalización, comoel terrorismo internacional y la prolifera-ción de armas de destrucción masiva (nu-

cleares, biológicas, químicas y bacterio-lógicas), mientras que otros se hanagudizado en la era de la globalización,como el calentamiento global de la tierrao, más en general, el crítico deterioro delmedio ambiente.

También podríamos mencionar el sur-gimiento de un mundo unipolar con la pre-sencia de una sola potencia económica ymilitar, y la agudización de las desigualda-des sociales �aunque no conviene gene-ralizar sobre esto último, pues la situaciónvaría de una región a otra�, entre otrosaspectos dignos de destacar.

Por cierto que frente a cada uno deestos temas surgen iniciativas y reaccio-nes, como el que las resoluciones de laúltima Asamblea General de NacionesUnidas (2005), hayan incluido el tema delterrorismo internacional y que nos encon-tremos en plena discusión de una posibleDeclaración sobre el Terrorismo Interna-cional1; o el Protocolo de Kyoto sobrecalentamiento global de la tierra, más alláde las controversias y pasiones que susci-ta �como ocurre, por lo demás, con cadauno de estos temas�, o los esfuerzos porasentar el multilateralismo a nivel global,tanto en lo político (Naciones Unidos)como en lo económico (OMC), o las me-tas de Desarrollo del Milenio y la Iniciati-va contra el Hambre y la Pobreza.

Diríamos que este es el lado oscurode la luna, respecto de las nuevas amena-zas surgidas en la era de la globalización,frente a las cuales se intentan diversasrespuestas.

1 Aunque, en el lado opuesto, puede mencionarse el grave retroceso que significó el que no se hayaincluido un acuerdo en materia de desarme y no proliferación.

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Sin embargo, junto con sombras yamenazas, encontramos «luces» que noshablan de oportunidades y desafíos. Es-tán, por así decirlo, el lado oscuro y el ladoclaro de la luna.

A mi juicio, la característica más sa-liente de la globalización es, con mucho,el tema de los derechos humanos, basede nuestra civilización y de nuestra cultu-ra, que dan cuenta, a su vez, de una nue-va conciencia ética y jurídica de la huma-nidad. Se trata, ni más ni menos, que decolocar a la persona humana en el centrode las cosas, desplazando con ello una vi-sión de las relaciones internacionales queha descansado casi exclusivamente en elconcepto de Estado.

Las relaciones internacionalessurgen como limitación del

concepto de soberanía.

Este proceso ha conducido, como unacuestión muy sustantiva, a un profundocambio en el ámbito del derecho interna-cional, que ya no solo tiene al Estado-na-ción como sujeto, según surgió y se desa-rrolló a partir del siglo XVII en torno a uncierto concepto de soberanía, sino a lapersona humana, con su dignidad y dere-chos. Es más, en esta nueva era de laglobalización, los derechos humanos sur-gen como una limitación al concepto desoberanía.

Es cierto que hay toda una evoluciónhistórica que parte desde muy tempranocon Francisco de Vittoria, Hugo Grocio yel Derecho de Gentes, que se plasma enel siglo XX, en medio de la amenaza tota-

litaria (fascismo, nazismo y comunismo)y autoritaria, en la Declaración Universalde los Derechos Humanos (1948) y en unaserie de tratados internacionales que vancolocando a la persona y sus derechos fun-damentales en el centro de las cosas,desplazando y desvirtuando el concepto de«soberanía absoluta» que hemos conocidodesde el siglo XVII (Hobbes), y de allí enadelante, con su corolario de la «razón deEstado» y su secuela de destrucción.

Tal vez una de las expresiones másnotables de este nuevo fenómeno de losderechos humanos es el surgimiento, apartir del Estatuto de Roma (1998), de unaCorte Penal Internacional dotada de «ju-risdicción universal» �por primera vez enla historia de la humanidad� para investi-gar y sancionar delitos de genocidio, crí-menes contra la humanidad y crímenes deguerra. Esta es la más clara demostraciónde cómo un concepto tradicional de sobe-ranía ligado al Estado-nación, va cediendoante los imperativos de esta nueva concien-cia ética y jurídica de la humanidad.

Al momento de escribir estas líneas,cien Estados ya han suscrito este Trata-do, que se encuentra vigente desde 2002.Es a la vez una lástima, y resulta verda-deramente incomprensible, que Chile nohaya suscrito dicho Estatuto, tras seis añosde tramitación del proyecto respectivo enel parlamento, fundamentalmente por elrechazo de la oposición. Esto último noshabla, al mismo tiempo, de las contradic-ciones del proceso de inserción interna-cional de Chile, demasiado centrado en locomercial y no suficientemente compro-metido con aspectos extra económicos,como el que hemos mencionado.

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Siempre en el campo de la nueva «cul-tura de los derechos humanos» y comoun aspecto central de las relaciones inter-nacionales en nuestra historia más recien-te, encontramos la viva polémica en tornoa la «intervención humanitaria», como unanueva limitación a la soberanía de los Es-tados y al principio de no intervención.¿Qué ocurre cuando se violan sistemá-ticamente los derechos humanos o cuan-do los Estados colapsan enfrentados a si-tuaciones de guerra civil u otras situacio-nes similares? La comunidad internacio-nal ha considerado la admisibilidad de laguerra o el uso de la fuerza solo para ca-sos de auto-defensa o de acción colectivaaprobada por el Consejo de Seguridad delas Naciones Unidas. ¿Cómo dar cabidaal nuevo concepto de intervención huma-nitaria y las tensiones en torno a conside-raciones de poder, orden y justicia en lapolítica mundial?2.

La Unión Europea es el proceso deintegración más exitoso en la historia

de la humanidad.

Un tercer aspecto de la globalizacióndigno de destacar es la ampliación de laUnión Europea, tal vez el proceso másexitoso de integración en la historia de lahumanidad. Tras recorrer un largo cami-no que se remonta al menos a la Comuni-dad Europea del Carbón y del Acero, en

la década de 1950, la Unión Europea, quealgunos han definido como un «pluralismotransnacional»3, más que como una «Fe-deración de Estados», con su Parlamen-to, moneda única, Corte de DerechosHumanos, libre flujo de personas, bienesy capitales, es la demostración más elo-cuente de cómo la visión de unos cuantosy un proceso no exento de contradiccio-nes y dificultades internas va venciendoobstáculos que solo ayer parecían insal-vables, en la perspectiva de avanzar ha-cia la más plena integración a partir de launidad cultural de Europa.

Aún resuenan las palabras de WinstonChurchill �«Desde Stettin, en el Báltico,hasta Trieste, en el Adriático, ha caído unaCortina de Hierro»�, dividiendo dramáti-camente a Europa en dos. Sin embargo,la visión inicial de un Schuman o un Monet,y el proceso gradual y sostenido, de me-nos a más, con avances y retrocesos, devarias generaciones, conduce finalmentea la más plena integración, al punto que,desde el 1 de mayo de 2004, la UniónEuropea se amplía de quince a veinticin-co Estados miembros (el 1 de enero próxi-mo lo serán Rumania y Bulgaria, y se dis-cute y negocia el posible ingreso de Tur-quía). De allí la importancia para Chile dehaber suscrito, en fecha reciente, un Tra-tado de «Asociación Política, de LibreComercio y de Cooperación» con la UniónEuropea, siendo invitados, por así decirlo,a uno de los diálogos más prometedores

2 Son algunas de las preguntas que formulan Nicholas J. Wheeler y Alex J. Bellamy, en su interesanteartículo «Humanitarian Intervention in World Politics», en John Baylis y Steve Smith, The Globalizationof World Politics: an Introduction to International Relations (Oxford University Press, 2001), en elque pasan revista a teorías realistas, pluralistas y solidaristas sobre la materia.

3 Nicolaïdis, Kalypso, «We, the Peoples of Europe�», Foreign Affairs, noviembre-diciembre, 2004.

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del último tiempo. ¡Cómo contrasta la rea-lidad europea con la triste historia de(des)integración de América Latina, condoscientos años de retórica integracionistay prácticamente ningún logro significativo!4.

Sumemos a todo lo anterior la olademocratizadora que recorre el mundo,alcanzando niveles absolutamente insos-pechados hace solo algunos años, la re-volución sin precedentes, tanto en la pro-fundidad como en la vertiginosidad de loscambios en los ámbitos tecnológico, de lascomunicaciones y el transporte, la libera-lización del comercio y la apertura de laseconomías, y podremos constatar el ladoclaro de la luna, con nuevas e insospe-chadas posibilidades de progreso y bien-estar.

Democracia, derechos humanos, librecomercio e interconectividad son aspec-tos centrales y medulares del proceso deglobalización.

En este contexto de la globalización,¿vamos a seguir dando ventajas a otrasregiones y países, amparados en una re-tórica antiglobalización que no hace másque expresar una serie de prejuicios ideo-lógicos que se interponen en el camino delprogreso social, económico y político deAmérica Latina? Un solo ejemplo de esterezago de la región, frente a la vitalidad,por ejemplo, de los países del sudeste asiá-tico (ASEAN), o del Asia en un sentido

más amplio, con China y la India a la ca-beza, o del NAFTA (North American FreeTrade Agreement), o la propia Unión Eu-ropea, o Australia y Nueva Zelandia, en-tre otros que podríamos mencionar: mien-tras en la década de 1950 América Latinarepresentaba el 12% del comercio inter-nacional, en la actualidad solo representael 4%.

La cabal comprensión del fenómeno dela globalización es una de las claves de

nuestro tiempo.

De allí que una de las claves de nues-tro tiempo, particularmente en términos dela política exterior chilena, según veremos,sea la cabal comprensión del fenómenode la globalización, en cuanto a los desa-fíos y oportunidades �sin desconocer lasamenazas� que conlleva para Chile yAmérica Latina.

HACIA UNA NUEVA ARQUITECTURA DE LA

GLOBALIZACIÓN

¿Cuál es entonces el verdadero pro-blema de la globalización, más allá de lasamenazas mencionadas?

4 El ex Presidente de Brasil, Fernando Enrique Cardoso, dice que «pasamos por momentos de desinte-gración, no de integración en la región. Tenemos el tema energético, en el cual habíamos avanzadomucho, pero ahora hay dudas por todos lados: contratos que no se cumplen, expropiaciones. Laenergía podría ser una palanca importante para la integración, pero no ha sido así. Además, losacuerdos de integración se han restringido a los acuerdos comerciales. Y como no hubo una convergen-cia como la que hubo en Europa, con metas macroeconómicas comunes, en el fondo cada país trata desacarle máximo provecho en su propio interés. No ha habido una formación efectiva de un espírituintegracionista» (entrevista en El Mercurio, 27 de Julio de 2006).

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La mayor debilidad y a la vez el prin-cipal desafío que enfrenta la globalizaciónes la falta de instituciones sobre las cua-les asentarse. Para quienes creemos, jun-to con Robert Gilpin, que las fuerzas eco-nómicas no actúan en un vacío político,resulta impostergable e imprescindiblehacerse cargo de lo que tal vez sea el Talónde Aquiles de la globalización: la falta deinstituciones o de reglas del juego �queson prácticamente lo mismo� en qué sus-tentarse5.

Las reglas internacionales querigen los asuntos económicos no

pueden tener éxito si carecende base política sólida.

La tesis de Gilpin, desarrollada en ellibro señalado, es que «la política interna-cional afecta significativamente la natu-raleza y la dinámica de la economía inter-nacional. Aunque el progreso tecnológicoy la acción del mercado contribuyensignificativamente a la integración crecien-te de la economía global, las políticas deapoyo de los Estados más poderosos y lasrelaciones de cooperación entre estosconstituyen la necesaria base política parauna economía global estable y unificada.Las reglas internacionales (regímenes) quegobiernan los asuntos económicos inter-nacionales no pueden tener éxito a menosque cuenten con el apoyo de una sólida

base política»6. En otras palabras, segúnel propio Gilpin, el capitalismo global y laglobalización económica tienen que des-cansar en una base política segura.

En el fondo, lo que está en juego es lacuestión de la gobernabilidad de laglobalización. Dicho de otro modo, si que-remos evitar ser gobernados por laglobalización, entonces tenemos que ha-cerla gobernable y ello se logra dotándolade instituciones sólidas; es decir, de re-glas del juego claras, estables y equitati-vas.

Junto, pues, con aprovechar las ven-tajas u oportunidades comúnmente aso-ciadas al fenómeno de la globalización,debemos plantearnos el desafío de un di-seño o rediseño de sus instituciones; esdecir, la necesidad de una nueva arqui-tectura de la globalización.

Construir «reglas del juego» es impor-tante no solo desde una perspectiva ge-neral, sino muy particularmente desde laóptica de los países más pequeños o demenor desarrollo relativo �como el nues-tro�, pues son estos los que requieren,imperativamente, reglas del juego parapoder subsistir y tener su «lugar bajo elsol» en el mundo global. A decir verdad,las grandes potencias son más bienrenuentes a establecer este tipo de limita-ciones, como lo demuestran la reticenciade algunas de ellas a suscribir, solo a víade ejemplo, el Protocolo de Kyoto, o elEstatuto de Roma, que crea la Corte Pe-nal Internacional.

5 El desarrollo más reciente de esta tesis, que recorre toda la obra de Gilpin, se encuentra en su libro, TheChallenge of Global Capitalism, Nueva Jersey, Princeton University Press, 2000.

6 Idem., p. 13.

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Las instituciones financierasmultilaterales deben adaptarse a la

nueva realidad.

Esta nueva arquitectura debe forjar-se tanto en el aspecto político como en eleconómico, partiendo de la base de quelas instituciones con que contamos enambos planos responden a la realidad de1945, en el período inmediatamente pos-terior a la Segunda Guerra Mundial y co-mienzos de la Guerra Fría. Tal es el casodel sistema de Naciones Unidas y de lasinstituciones financieras multilaterales,como las surgidas de Breton Woods, quedeben adaptarse a la nueva realidad y losprofundos cambios de la post-Guerra Fría,en la era de la globalización7.

En este sentido, puede decirse que lareforma integral del sistema de las Na-ciones Unidas, en el plano político, y elpapel de la Organización Mundial de Co-mercio (OMC), creada como producto dela Ronda Uruguay (1986-1994), en elámbito económico, son tal vez los aspec-tos más relevantes de la búsqueda de estanueva arquitectura de las relaciones in-ternacionales.

En el primer caso, se trata de la nece-sidad de una reforma integral, imposter-gable, comprehensiva y equilibrada del sis-tema de las Naciones Unidas, incluyendoel Consejo de Seguridad, la Secretaría

General, la Asamblea General y el Con-sejo Económico y Social, por mencionarsolo algunos de sus aspectos más impor-tantes8.

Las reformas, en este primer nivel,incluyen el surgimiento de conceptos nue-vos, tales como los de «seguridad huma-na», «responsabilidad de proteger» y «con-solidación de la paz», un afinamiento yreformulación del concepto de uso de lafuerza, la creciente importancia de lasoperaciones de paz, las nuevas formas decombatir y enfrentar la amenaza del te-rrorismo internacional, el calentamientoglobal de la tierra y el deterioro del medioambiente, entre otros aspectos fundamen-tales.

Chile está comprometido con una re-forma integral de las Naciones Unidas.Las conclusiones del Panel de Expertos,establecido con anterioridad al período desesiones de la Asamblea General, que sir-vieron de base al informe «Un conceptomás amplio de Libertad: Desarrollo, Se-guridad y Derechos Humanos para todos»,fueron ampliamente debatidos por la co-munidad internacional, y fueron objeto decompromisos básicos en la Cumbre Mun-dial de septiembre de 2005.

Chile suscribió el texto final en la con-vicción de que se trata de un verdadero«mapa de ruta» con miras a un nuevo or-den internacional que implica, necesaria-mente, adecuar la estructura de la organi-zación a las nuevas circunstancias. Nos

7 Siguiendo al mismo Gilpin, puede decirse que «aunque ya no existe el orden económico internacionalde la post-Segunda Guerra Mundial, no se ha alcanzado aún un acuerdo en relación a un nuevo ordeneconómico internacional, o sobre sus reglas y principios orientadores» (Gilpin, p. 50).

8 Ver, sobre el particular, Kofi Annan, «In Larger Freedom: Decisión Time at the UN», en ForeignAffairs, mayo-junio de 2005.

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hemos sumado, así, a un conjunto de es-fuerzos que deberían contribuir a alcan-zar los entendimientos políticos indispen-sables en un mundo de asimetrías de po-der, diversidades culturales y profundasdesigualdades socioeconómicas.

La creación de la OMC solo sejustifica en la medida en que seamos

capaces de crear reglas del juegoclaras, estables y equitativas.

Nuestro país considera fundamentalrenovar y fortalecer el sistema de lasNaciones Unidas, por lo que ha dado unapoyo decidido y constructivo a su Secre-tario General, Kofi Annan, particularmenteen su voluntad de impulsar dicha refor-ma. Lo anterior explica la participación deChile en el Grupo de Amigos para la Re-forma de las Naciones Unidas, que reúnea quince países de cinco continentes, conel objeto de facilitar dichos cambios. Lasnegociaciones encaminadas a obtener unreconocimiento universal de la democra-cia y el establecimiento del Fondo para laDemocracia; el concepto de seguridadhumana, que consolida una nueva visiónde la seguridad internacional; el fortaleci-miento de la capacidad de la Organiza-ción de Naciones Unidas de reaccionarfrente a violaciones masivas de los dere-chos humanos, prestar asistencia a lasnaciones en el período posterior al con-flicto (Comisión para la Consolidación dela Paz) y en situaciones de emergenciahumanitaria; la necesidad de concurriractivamente frente a situaciones límitecomo guerras civiles y grandes perturba-

ciones internas (responsabilidad de prote-ger); la creación de un Consejo de Dere-chos Humanos que cuente con nueva le-gitimidad, elevando los estándares y so-metiendo a sus miembros a la revisión delos pares (peer review); el fortalecimien-to de las alianzas para el desarrollo, encumplimiento de las metas de Desarrollodel Milenio; la reforma administrativa delas Naciones Unidas mediante la inclusiónde un nuevo conjunto de buenas prácticasy de una oficina de ética; la reforma yactualización del Consejo de Seguridadque, en la actualidad, responde a la reali-dad de 1945 más que a la del siglo XXI, yel apoyo a las negociaciones sobre desar-me y no proliferación, son algunas de lasiniciativas más emblemáticas que han con-tado con la activa participación de Chileen este proceso de reforma.

En el plano económico, el énfasis estáradicado en la OMC y en los intentos poravanzar decididamente hacia la liberaliza-ción del comercio. La creación de estaorganización en la que ya participan 149Estados, solo se justifica en la medida enque seamos capaces de crear reglas deljuego claras, estables y equitativas, recor-dando, como lo manifestaran los 21 líde-res de las economías del APEC (AsiaPacific Economic Cooperation Forum),reunidos en Santiago de Chile, en noviem-bre de 2004, que la liberalización del co-mercio no es un objetivo en sí mismo, sinoun instrumento para procurar un «creci-miento equitativo y sustentable».

Desde la perspectiva de la políticaexterior chilena �y a pesar del recientefracaso de la Ronda de Doha (julio de2006)�, estos intentos por consolidar la

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liberalización comercial deben entender-se como una negociación amplia relacio-nada no solo con productos agrícolas �aunque es allí donde se ha situado la con-troversia mayor�, sino también productosindustriales (NAMA o «non agriculturalmarket access»), servicios y, algo muyimportante para países como el nuestro,la cuestión de las «reglas», como es el casodel antidumping, tan crítico para las eco-nomías del sur del mundo.

En lo económico, las institucionesdeben apuntar a la gobernabilidad

de la globalización.

Estas negociaciones deben ser com-patibles con los Objetivos de Bogor queplantean la necesidad de una liberalizacióndel comercio en el 2010 para los paísesdesarrollados �para ese efecto, Chile estáconsiderado como tal� y para el 2020 paralos países en desarrollo, y la Declaracióndel Milenio (2000), que plantea ocho ob-jetivos muy claros y exigentes para el 2015,incluyendo, entre otros aspectos, la nece-sidad de reducir a la mitad la poblaciónque vive en condiciones de extrema po-breza y de hambre, el establecimiento dela educación primaria para todos los niñosdel mundo, y la lucha contra el SIDA yenfermedades infecciosas tales como elpaludismo.

Los intentos por liberalizar el comer-cio a nivel unilateral o bilateral, o los arre-glos regionales o subregionales que sea-mos capaces de concebir, acordar eimplementar, serán del todo insuficientessi no se logra consolidar este esfuerzo de

liberalización del comercio a nivelmultilateral, bajo el alero de la OMC, con-cluyendo en la definición de institucioneso reglas del juego claras, estables y equi-tativas que apunten, en lo económico, a lagobernabilidad de la globalización.

Finalmente, esta nueva arquitectura enel plano económico también debe hacerfrente a la reforma de instituciones finan-cieras multilaterales como el Banco Mun-dial y el Fondo Monetario Internacional,surgidos de los acuerdos de BrettonWoods, en 1945. Las nuevas exigenciasdel desarrollo y las características del sis-tema financiero internacional, consideran-do muy especialmente la gran inestabili-dad de los mercados financieros interna-cionales y la vulnerabilidad de nuestraseconomías a los shocks externos, hacenparticularmente necesario este nuevo di-seño en esta área tan sensible y decisivaen términos del desarrollo.

Ambas reformas, en los planos políti-co y económico, deben orientarse por elque a todas luces debe constituirse en elprincipio rector de las relaciones interna-cionales en la era de la globalización, elmultilateralismo (volveremos sobre este).

LOS OBJETIVOS DE LA POLÍTICA

EXTERIOR CHILENA

La transición a la democracia en Chile,gatillada por el plebiscito de octubre de 1988,prácticamente coincide con algunos de losaspectos más característicos de la era de laglobalización, uno de los cuales �tal vez elmás dramático y más visible� correspondea la caída del Muro de Berlín, en 1989.

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El objetivo central de la políticaexterior chilena fue avanzar a la

plena inserción en el mundo.

Tras asumir el primer gobierno demo-crático de Patricio Aylwin, en marzo de1990, es evidente que el objetivo centralde la política exterior chilena se planteaen términos de avanzar hacia la más ple-na inserción en el mundo, luego de dieci-siete años de aislamiento. El retorno a lademocracia no solo coincide con este nue-vo proceso de globalización, en la era dela post-Guerra Fría, sino con la necesidadde contar con una nueva legitimidad a ni-vel internacional.

Puede decirse que ya a mediados dela década de 1990 este objetivo se ha lo-grado y que, desde ese entonces, en loque suele considerarse como un caso exi-toso de democratización y desarrollo eco-nómico-social, Chile goza de una signifi-cativa respetabilidad, credibilidad y pres-tigio a nivel internacional, lo que se con-vierte en uno de sus principales capitalespolíticos, con evidentes beneficios econó-micos. En términos de transparencia,competitividad, manejo macroeconómico,régimen de libertades, riesgo-país, pormencionar solo algunos ejemplos, acredi-tados por prestigiosas instituciones talescomo «Transparency International»,«World Economic Forum», «FreedomHouse» y las principales agencias califi-cadoras, Chile se ubica en el primer lugar

de América Latina y en uno de los prime-ros a nivel mundial.

De hecho, puede decirse que la respe-tabilidad que ha alcanzado nuestro país, es-pecialmente en el contexto de las tensionese incertidumbres al interior de América La-tina, va mucho más allá de lo que objetiva-mente somos en términos de tamaño de país,población y producto. Surge, así, aquello de«liderazgo de concepto», lo que nos lleva aafianzar la posición internacional de Chile,en procura de la paz, el desarrollo y la segu-ridad a nivel global y regional.

Cumplido, pues, este primer objetivode avanzar hacia la más plena reinsercióninternacional, surge entonces, hacia la se-gunda mitad de la década de 1990, bajo elgobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle(1994-2000) �aunque el proceso ya esta-ba en marcha desde los tiempos del Pre-sidente Aylwin� un segundo objetivo de lapolítica exterior chilena, tendiente a avan-zar decididamente hacia la más plena in-tegración económica internacional9. Si, engeneral, y en el balance final, puede de-cirse que las oportunidades que brinda elproceso de globalización supera con cre-ces las amenazas que conlleva, ello es aúnmás cierto para un país como el nuestro,de tamaño pequeño, ubicado en el extre-mo sur del mundo, con una economía dedesarrollo intermedio.

Dicho proceso de integración econó-mica coincide al menos con dos aspectosque contribuyen decisivamente al tipo deconsenso interno que hace posible definiruna estrategia de desarrollo basada en la

9 Ver, sobre el particular, Sebastián Sáez y Juan Gabriel Valdés, «Chile y su Política Comercial Lateral»,en Revista de la CEPAL, 67; pp. 81-94.

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apertura externa y la liberalización delcomercio, sobre la base del esfuerzoexportador: por un lado, las serias defi-ciencias �y en algunos casos, derecha-mente, el fracaso� de las políticas econó-micas y estrategias de desarrollo llevadasa cabo en otros procesos democrati-zadores en la región a mediados de la dé-cada de 1980 y, por otro lado, el tipo dedebate intelectual al interior de la élitepolítica chilena a la luz de las políticas eco-nómicas y estrategias de desarrollo segui-das en el pasado, y los profundos cambiosen marcha a partir de la década de 1970.

Por tratarse quizás de la últimatransición a la democracia enAmérica Latina, Chile pudoextraer enseñanzas sobre lo

que no había que hacer.

En el primer caso, el hecho de habersido tal vez la última transición a la demo-cracia en América Latina permitió a nues-tro país extraer algunas enseñanzas entorno a lo que no había que hacer. Tal fueel caso, muy decisivamente, de las políti-cas económicas aplicadas por Alan García,en el Perú, José Sarney, en Brasil y RaúlAlfonsín, en Argentina. En todos ellos, ala euforia inicial asociada a los procesosde democratización, siguió una gran frus-tración en torno a su desempeño econó-mico, en lo que se dió en llamar el «ciclopopulista», que sumió a esos tres países

en una profunda crisis económica, socialy política10.

Sin embargo, más allá de las políticaseconómicas, estas daban cuenta de unamanera de pensar y de una estrategia dedesarrollo que ya mostraban signos evi-dentes de agotamiento hacia fines de ladécada de 1950.

Y es aquí donde conectamos con eltipo de discusión al interior de la élite polí-tica chilena, en torno a las insuficienciasdel modelo de «industrialización sustitutivade importaciones» o de crecimiento «ha-cia adentro» aplicado al menos desde ladécada de 1940. Era cada vez más evi-dente que en la era de la economía globaly para un país como el nuestro, con unmercado interno más bien reducido, unaestrategia de desarrollo basada en el es-fuerzo exportador o de crecimiento «ha-cia fuera», sobre la base de la aperturaexterna, el libre comercio y el esfuerzoexportador, era del todo conveniente yrecomendable. En este sentido, puededecirse que los «modelos» que Chile co-menzó a mirar más de cerca para avanzaren esa dirección, están dados por paísescomo Nueva Zelandia, Irlanda, Finlandia oSingapur, por mencionar solo algunas de lasnaciones que dan cuenta de una integra-ción exitosa a la economía global.

Ya no más literatura como la de Fran-cisco Antonio Encina, Nuestra inferiori-dad económica, de comienzos del sigloveinte, o la de Aníbal Pinto, Chile: uncaso de desarrollo frustrado, de fines

1 0 El tema de la democracia en América Latina y su relación con el neopopulismo lo desarrollo con mayorprofundidad en mi artículo «Democracia en América Latina», publicado en Foreign Affairs (español),mayo-junio de 2006.

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de la década de 1950, referidos a los pro-blemas «estructurales» de una economíacomo la nuestra, relacionados a su vez conlos problemas y limitaciones de lo que mástarde se percibiría como claros signos deagotamiento de esa estrategia basada enla industrialización sustitutiva de importa-ciones, o de crecimiento «hacia adentro».

Había que ampliar los mercados yromper con la suerte de aislamiento

crónico de Chile.

«Exportar o perecer», escribióOsvaldo Sunkel, ya a fines de la décadade 1960, años en que la creación del Pac-to Andino �que, dicho sea de paso, nuncarindió los frutos esperados� y otras tími-das medidas en la misma dirección apun-taban justamente a ampliar nuestros mer-cados y romper con una suerte de aisla-miento crónico de Chile, relacionado tam-bién con una especie de cultura insular.

Es en este contexto en que deben en-tenderse las reformas estructurales de laeconomía chilena impulsadas en los últi-mos 20 años, principalmente en la direc-ción de la apertura externa, la liberaliza-ción del comercio y el esfuerzo exportador.

Todo ello facilitó que, tras la recupe-ración de la democracia en 1990, se opta-ra por profundizar dicha estrategia de de-sarrollo más que revisarla, alcanzando ala postre un considerable consenso inter-no.

Para abreviar, el 65% del PGB co-rresponde en la actualidad al comercio in-ternacional (exportaciones más importa-ciones), habiendo alcanzado las exporta-

ciones chilenas un total de US$ 40.000 mi-llones, en 2005.

Este proceso ha tenido lugar en tresplanos: unilateral, bilateral y multilateral.

En el primer caso, los aranceles ex-ternos, que en 1990, ascendían a un 16%bajaron a un 11%, para llegar actualmen-te al 6% en valores nominales, pues, siconsideramos el impacto de los Tratadosde Libre Comercio (TLC) suscritos porChile a partir de 1997 resulta que los aran-celes externos reales de la economía chi-lena llegan a un 2%, con lo cual se con-vierte en una de las economías más abier-tas del mundo.

En el segundo plano (bilateral), ya acomienzos de la década de 1990 se sus-cribieron los primeros Acuerdos de Com-plementación Económica (ACE), princi-palmente con los países de Sudamérica:Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bo-livia, mientras que, en 1996, se suscribióuno con el Mercosur, fecha desde la cualChile adquiere la calidad de «asociado» dedicho esquema de integración.

A partir de 1997, sin embargo, con elTratado de Libre Comercio (TLC) conCanadá �el primero de su tipo� se iniciauna nueva era en términos de nuestrasrelaciones económicas internacionales. Aese le siguen el TLC suscrito con Méxi-co, en 1999, con la Unión Europea, en2002 �con la particularidad, como se hadicho, de que es un Tratado de Asocia-ción Política, Libre Comercio y Coopera-ción�, suscrito inicialmente con 15 y lue-go con 25 países miembros, con EstadosUnidos en 2002 y, el primero de su tipoentre Asia y América Latina, con Coreadel Sur, en 2003.

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En 2005 se suscribió un AcuerdoTranspacífico de Asociación Económicay Estratégica con Nueva Zelandia,Singapur y Brunei, que tiene la particula-ridad de incluir una «cláusula de acceso»,lo que significa que está abierto a otrospaíses que se quieran incorporar a él. Elmismo año se suscribió un TLC con Chi-na, básicamente referido a bienes, perocomo un primer paso para un acuerdo másamplio con el gigante asiático, mientras quea comienzos de 2006 se suscribió unAcuerdo de Alcance Parcial, sobre unalista de bienes, con la India. Actualmentese están negociando los estudios defactibilidad pertinentes para celebrar TLCcon Japón, Malasia, Tailandia, Colombia,Perú y Ecuador, entre otros.

En síntesis y como consecuencia deuna estrategia de desarrollo impulsada conespecial fuerza en la última década y me-dia, Chile ha suscrito 14 tratados de co-mercio, con 47 países del mundo �inclui-dos los 25 de la Unión Europea�, alcan-zando una población aproximada de 3.600millones de habitantes, si incluimos Chinay la India, que en su conjunto representanun 75% del PGB global.

Sin embargo, las medidas e iniciativasunilaterales y bilaterales mencionadas, ylos arreglos regionales y subregionales enque participamos �principalmente elAPEC, al que nos referiremos más ade-lante�, serán absolutamente insuficientessi no somos capaces de consolidar, a nivelmultilateral, esta estrategia de liberaliza-ción del comercio. De allí la importanciade establecer reglas del juego claras, es-tables y equitativas, en el marco de laOMC.

Las medidas unilaterales y bilateralesserán insuficientes si no somos capaces

de consolidar la estrategia deliberalización del comercio.

Bajo el gobierno del Presidente La-gos, junto con avanzar significativamenteen los dos objetivos anteriores de plenaincorporación a la comunidad internacio-nal e inserción económica internacional,surge con nitidez un tercer objetivo de lapolítica exterior chilena, como es contri-buir a la paz y la seguridad en el mundo.

En efecto, logrado el objetivo de irhacia la más plena integración internacio-nal y encontrándose avanzado el objetivode profundización de la integración eco-nómica internacional, en los términos quehemos descrito, surge la necesidad, mar-cada con mucha fuerza por el PresidenteLagos, de hacerse cargo de las nuevasamenazas contra la paz y la seguridad enel mundo, con un fuerte énfasis en el nivelmultilateral.

En el siglo XXI, la preocupación tra-dicional por la seguridad no se limita a lomilitar. Las nuevas dimensiones de la se-guridad incluyen aspectos políticos, eco-nómicos, sociales, de salud y ambientales,y dicen relación con el terrorismo, el tráfi-co ilícito de armas pequeñas y livianas, eltráfico de drogas, la preservación de losrecursos naturales, la corrupción, laspandemias, el hambre y los desastres na-turales, entre otros. El concepto de «nue-va arquitectura de seguridad flexible», quees la respuesta adecuada a la multidimen-sionalidad de los riesgos, ha sido recogido

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en los textos finales de las Conferenciasregionales sobre la materia.

Así, por ejemplo, el concepto de «se-guridad humana» se ha incluido como as-pecto central de nuestra política exterior,transformándose Chile en uno de los 14miembros de la Red de Seguridad Huma-na, y asumiendo la Presidencia de la mis-ma en 2001-2002. En este nivel, debemencionarse también el tema de«desminado humanitario», incluido en laConvención de Ottawa (2001) y los es-fuerzos de nuestro país en la eliminaciónde las minas antipersonales.

Podríamos ofrecer numerosos ejem-plos de cómo nuestro país contribuye a laseguridad y la paz en el mundo, más alládel objetivo de la inserción económica in-ternacional, pero mencionaremos cuatroelementos e iniciativas que tienden a des-tacar este aspecto.

El primero y más evidente fue la par-ticipación de Chile en el Consejo de Se-guridad de las Naciones Unidas en el pe-ríodo 2003-2004. A nivel interno, muchosse preguntaron cuál era el verdadero sen-tido y significado de una participacióncomo esa, teniendo en cuenta que, por eltipo de materias altamente sensibles quese ventilan en el Consejo, muchas de lascuáles implican tensiones o confrontacio-nes con las grandes potencias, no siem-pre está clara la conveniencia de expo-nerse a decisiones muy complejas en ma-terias de alta sensibilidad.

Asumiendo sus responsabilidades en elmantenimiento de la paz y la seguridad in-ternacionales, Chile integró, por cuarta vez,como miembro no permanente, el Consejode Seguridad de las Naciones Unidas.

La decisión de adherir a los principiosno estuvo exenta de incomprensiones

por los Estados Unidos.

El segundo ejemplo, relacionado pre-cisamente con la participación de nuestropaís en dicho Consejo, se relaciona con lapostura de Chile en la controversia pro-ducida por la solicitud de los Estados Uni-dos de apoyo al uso de la fuerza en el casode Irak, en 2003. México y Chile, comointegrantes del Consejo de Seguridad delas Naciones Unidas, se manifestaron porla negativa, a pesar de fuertes presiones,por considerar que dicha acción compro-metía aquello que hemos señalado comoprincipio rector de su política exterior, elmultilateralismo.

Se trataba precisamente de aqueltipo de situación, a la vez que un dilema,entre los principios y los intereses. Porun lado, estaba en juego el principio delmultila-teralismo y por otro el interés porfirmar el largamente postergado Trata-do de Libre Comercio con Estados Uni-dos, a sabiendas de los beneficios quetraería para nuestro país. La opción es-tuvo dada por la adhesión a los princi-pios, en una decisión crítica que no es-tuvo exenta de incomprensiones porparte de Estados Unidos, aunque final-mente fue posible suscribir el TLC conel país del norte.

Un tercer ejemplo, también muy em-blemático de la política exterior del Presi-dente Lagos en torno al objetivo de con-tribuir a la paz y la seguridad a nivel mun-

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dial, se relaciona con la activa participa-ción que le ha cabido a Chile en la crisisde Haití.

El multilateralismo, el regionalismoabierto y la solidaridad son los principiosde la política exterior chilena que explicanla participación en una fuerza multinacio-nal en Haití, creada en abril de 2004. Eneste caso, y a diferencia de Irak, el con-flicto se sitúa en nuestro propio barrio ovecindario: América Latina y el Caribe.Tratándose de nuestra propia región, ¿porqué habríamos de dejar que otros, gene-ralmente las grandes potencias, muchasveces ajenas a la zona de conflicto, des-empeñaran el papel protagónico en un pro-ceso de reconstrucción, mientras nuestraregión era incapaz de reaccionar?

En virtud del mismo principio delmultilateralismo que nos había llevado arechazar el uso (unilateral) de la fuerzaen Irak, y existiendo de por medio una clararesolución del Consejo de Seguridad lla-mando a una acción colectiva por la co-munidad internacional, el Presidente La-gos tomó la decisión de enviar tropas chi-lenas a Haití para contribuir a la seguri-dad, la democracia y el desarrollo del paíscaribeño.

Esta participación nos habla de uncuarto aspecto de este objetivo de la polí-tica exterior chilena que es la colabora-ción en operaciones de paz de las Nacio-nes Unidas en distintas latitudes, desdeTimor Oriental y Bosnia Herzegovina,hasta Chipre y Haití, como parte de fuer-zas multinacionales o binacionales �comola recién creada fuerza binacional conjuntacon Argentina�, para alcanzar el objetivoseñalado.

La participación de Chile en unafuerza multinacional en Haití se

explica por los principios delmultilateralismo, regionalismo

abierto y solidaridad.

No viene al caso evaluar lo que hasido la participación de Chile en cada unade estas misiones, sino solo subrayar queen los casos anotados la política exteriorchilena, no se define solamente por unalógica comercial, de integración económi-ca internacional, sino por una clara con-ciencia acerca de la necesidad de contri-buir a la paz y la seguridad en el mundo.

En ese contexto debe entenderse tam-bién la elección de José Miguel Insulzacomo nuevo Secretario General de laOEA, al interior de una región marcadapor problemas de (in)gobernabilidad de-mocrática, Estados fallidos, narcotráfico,nuevas amenazas de guerra civil o golpesde Estado. La decisión que condujo a im-pulsar su candidatura fue justamente con-tribuir a la paz y la seguridad, la democra-cia y el desarrollo, con un nuevo liderazgocapaz de construir alianzas para alcanzarlos objetivos señalados y fortalecer, lasinstituciones multilaterales y los organis-mos regionales.

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LOS PRINCIPIOS DE LA POLÍTICA

EXTERIOR CHILENA

La política exterior de un país, espe-cialmente cuando se plantea como políti-ca de Estado, más allá de la acción deuno u otro gobierno, da cuenta de una ciertacontinuidad en el tiempo al servicio de losintereses permanentes de la nación.

En el caso de Chile, a lo largo de suhistoria republicana, la política exterior dacuenta de ciertos principios tradicionales,tales como el apego al derecho interna-cional, el cumplimiento de los tratados, lasolución pacífica de las controversias, laautodeterminación de los pueblos y la no-intervención.

Tras la recuperación de la democra-cia, surgen nuevos principios que procu-ran reflejar ciertos fundamentos de la po-lítica exterior en la era de la globalización.

El primero de ellos es la promociónde la democracia y los derechos huma-nos. Tras la traumática experiencia, enChile y América Latina, de autoritarismosde diverso signo, se plantea con muchafuerza la adhesión a estos principios en elplano internacional. No se trata de que esteprincipio no hubiese estado presente a tra-vés de la historia republicana de Chile, peroen ningún caso como en estos últimosquince años, tras años de polarización ydesencuentro en la sociedad chilena y trasaños de autoritarismo en la región.

Nuestra participación, en distintos pe-ríodos, en la Comisión de Derechos Hu-manos de las Naciones Unidas; el impul-so a la Comunidad de Democracias, a laque pertenecen 140 países, participandoactivamente en las reuniones de Varsovia

(2000), Seúl (2002) y Santiago (2005); lasuscripción de la Declaración de Santia-go (1991) y de la Carta DemocráticaInteramericana (11 de Septiembre de2001, en Lima , Perú), esta última un ver-dadero benchmark para evaluar la mar-cha de la democracia en la región, son soloalgunas de las expresiones de este com-promiso con la democracia y los derechoshumanos.

La democracia es el régimenpolítico que garantiza el respeto

de los derechos humanos.

La democracia es el régimen políticoque garantiza el respeto por los derechoshumanos, basada en la vigencia del Esta-do de derecho, y los principios de igual-dad ante la ley y primacía de esta. Aun-que la Carta de las Naciones Unidas nomenciona la democracia, la comunidad in-ternacional ha ido perfeccionando el es-tatuto de la democracia y los derechos hu-manos, y a instancias de la última Asam-blea General de las Naciones Unidas, sehan creado el Fondo para la Democracia yel nuevo Consejo de Derechos Humanos.

Un segundo principio es el de regio-nalismo abierto, es decir, la idea de quepertenecemos a esta región, América La-tina y el Caribe �y las Américas en gene-ral�, pero de manera no excluyente. Másadelante nos detendremos en este aspec-to medular de la política exterior chilena,en términos de sus prioridades.

Un tercer principio es el de la solida-ridad, en el sentido de que la «no inter-vención», principio básico del derecho in-

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ternacional recogido en la Carta de Na-ciones Unidas, no es sinónimo de indife-rencia y que, antes bien, el mundo globalrequiere de una nueva conciencia globalen favor de los temas y los pueblos querequieren de una solidaridad activa.

El cuarto y más importante de los prin-cipios, sin embargo, tal vez el más carac-terístico de la política exterior chilena enel mundo global, es el multilateralismo.

Como país pequeño y de una econo-mía de desarrollo intermedio, abierta almundo, Chile asigna una importancia es-tratégica al multilateralismo. Está en elinterés nacional propender a un sistemainternacional legítimo, eficaz, integrado yoperativo, a fin de contribuir a lagobernabilidad y la predictibilidad del sis-tema global.

En efecto, Chile ha estado vinculadohistórica y activamente con un sistema in-ternacional fundado en principios y valo-res compartidos por toda civilización y cul-tura, para promover la dignidad humana,el desarrollo, la libertad, la seguridad y lapaz. Lo hemos hecho por razones de prin-cipio, y porque para un país nuestras ca-racterísticas constituye a la vez un impe-rativo geográfico, político, económico, so-cial y cultural.

La participación en los sistemasmultilaterales regionales y globales es loque genera las condiciones para la segu-ridad a nivel internacional. En ellos seconstruyen las normas básicas de la con-vivencia internacional. Países de diferen-te tamaño y de las más diversas regiones,culturas, sistemas políticos y niveles dedesarrollo, convergen en la necesidad deordenar al mundo dentro de parámetros

globales, comúnmente aceptados y dota-dos de legitimidad.

Interesa al país propender a unsistema internacional legítimo,eficaz, integrado y operativo.

Nuestra historia más reciente indicaque Chile puede y debe interesarseproactivamente en la globalización, apro-vechando sus beneficios y contribuyendoa relativizar sus efectos negativos. Paraello trabajamos colectivamente en la ela-boración de normas, estándares e institu-ciones internacionales. Una globalizaciónmás justa y equilibrada requiere necesa-riamente un sistema multilateral participa-tivo. Chile no puede ni debe quedar aisla-do de esta acción colectiva, debiendo asu-mir las responsabilidades y obligacionesque ello conlleva.

LAS PRIORIDADES DE LA POLÍTICA

EXTERIOR CHILENA

Las prioridades de la política exteriorchilena tienen mucho que ver con lo plan-teado más arriba. Sin embargo, desde elpunto de vista geográfico, que es lo queinteresa tratar aquí, América Latina y elAsia Pacífico, de un modo abierto y noexcluyente, se convierten en las priorida-des más evidentes en el primer caso, porrazones históricas fácilmente compren-sibles, y en el segundo, en una perspecti-va de futuro.

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América Latina

América Latina en general y la políti-ca vecinal en particular constituyen la prio-ridad de la política exterior chilena.

El principio del «regionalismo abier-to» significa que la política exterior chile-na se formula hacia y desde la región,aunque de manera no excluyente. De allíel gran dinamismo de las relaciones conEuropa, Asia y América del Norte.

A continuación centraremos la aten-ción, principalmente, en el déficit de inte-gración regional y la política vecinal, enun sentido más político que comercial.

Hoy por hoy, América Latina setorna cada vez más irrelevante

en la política mundial.

De partida, hay que señalar que hoypor hoy América Latina se torna cada vezmás irrelevante en la política mundial. Es,a decir verdad, un non issue. Ya nos re-ferimos a que esto se expresa en nuestraparticipación en el comercio internacional,que ha disminuido desde un 12% en ladécada de 1950, a un 4% en la actuali-dad. Vimos también que damos ventajasa otras regiones y países en materia deintegración económica internacional, prin-cipalmente a partir de los prejuicios ideo-lógicos que se interponen entre AméricaLatina y el mundo global.

Solo en nuestra historia más recientela región ha adquirido mayor visibilidad �no necesariamente una mayor relevan-cia� a raíz de la elección de Hugo Chávez,en Venezuela, y Evo Morales, en Bolivia.

Tal vez una de las claves para expli-car esta suerte de irrelevancia de Améri-ca Latina en la política internacional es eldéficit en materia de integración. Segura-mente podemos exhibir una marca mun-dial en términos de doscientos años de dis-curso o retórica integracionista, pero locierto es que hemos logrado muy poco.

Podría decirse que son cinco los diá-logos en que Chile participa. El primeroes el de la Cumbre Iberoamericana, queprocura recoger y hacerse cargo de lasraíces históricas y culturales de los paísesibéricos, incluidos España y Portugal. Aun-que la reciente creación de una Secreta-ría General, en Salamanca, España, enoctubre de 2005, encabezada por EnriqueIglesias �sin duda una de las personalida-des más respetadas de la región�, apare-ce como un desarrollo promisorio, este diá-logo no ha pasado de ser un foro de re-unión e intercambio entre los Jefes deEstado de Iberoamérica. No es, ni pre-tende ser, un esquema de integración. Entodo caso, el hecho de que Chile sea paísanfitrión de esta Cumbre en 2007, consti-tuye una buena oportunidad para afianzareste diálogo, volcándolo al tema de la co-hesión social.

El segundo diálogo en que participa-mos es el de las Américas, principalmen-te en torno a la Organización de los Esta-dos Americanos (OEA) y la perspectivadel ALCA (Acuerdo de Libre Comerciode las Américas). La última Cumbre delas Américas, celebrada en Mar del Pla-ta, Argentina, en diciembre de 2005, noshabla de las posibilidades pero también delas limitaciones y contradicciones que en-contramos al interior de un segundo diálo-

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go. Así, por ejemplo, mientras 30 de los34 Estados participantes �incluido Chile�eran partidarios de avanzar decididamen-te en la perspectiva del ALCA, las obje-ciones de Argentina y Venezuela, princi-pal aunque no exclusivamente, impidieroncualquier avance significativo en torno auna aspiración de libre comercio en la re-gión que data de comienzos de la décadade 1990.

En cuanto a la OEA, es evidente queen los últimos años ha experimentado unadeclinación sostenida. La renuncia deMiguel Angel Rodríguez, en medio de acu-saciones de corrupción, no hizo más queagravar la situación. La elección, en cam-bio, de José Miguel Insulza, promovidaactivamente por nuestro país, apunta pre-cisamente a revertir esta tendencia decli-nante e imprimirle a la Organización unnuevo dinamismo, bajo un nuevo liderazgoque se ha concentrado en los temas dedemocracia, desarrollo y seguridad en laregión. Adicionalmente, se constituyó enun importante logro de la política exteriorchilena, enfrentada por estos días a la per-cepción de ser los «mejores alumnos» perono los «mejores compañeros» de la región.

El tercer diálogo está constituido pornuestra participación en el Grupo de Río,que reúne a los países de América y elCaribe, cuya función se vincula, principal-mente a la participación y coordinación dela región en las Naciones Unidas. Aun-que actualmente este es el principal foropolítico de la región, sus logros han sidomuy escasos. Concebido inicialmentecomo un foro constituido al margen de larealidad de los intereses de los países delNorte, principalmente de los Estados Uni-

dos, para atender a la realidad e interesesde los países de América Latina y el Cari-be, como tantos otros mecanismos de estetipo vive de inercias y rituales desprovis-tos de todo contenido.

Los logros del Grupo de Ríohan sido muy escasos.

Es en el cuarto diálogo donde debe-ríamos cifrar nuestras esperanzas y es-fuerzos, en una perspectiva de futuro. Merefiero a la creación, el 8 de diciembre de2004, en Cuzco, Perú, de la ComunidadSudamericana de Naciones (CSN), paradesarrollar un espacio integrado en lo po-lítico, social, económico, ambiental y deinfraestructura, encaminado a destacar yfortalecer la identidad propia de Américadel Sur. A partir de una perspectivasubregional la Comunidad aspira, entreotras cosas, a darle mayor gravitación aAmérica del Sur en los foros internacio-nales. El 29 y 30 de septiembre de 2005,los Jefes de Estado, reunidos en Brasilia,adoptaron una Agenda Prioritaria y unPlan de Acción sobre la materia.

Así como nuestro país es miembro«asociado» del Mercosur y «observador»de la Comunidad Andina de Naciones(CAN), en agosto de 2006 �la Cancilleríachilena ha anunciado la disposición denuestro país a elevar su participación a lacategoría de «asociado» de esta última�.A partir de la realidad indesmentible deSudamérica como unidad geográfica, setrata de vislumbrar, en un sentido de futu-ro, un esquema de integración política yeconómica, más allá de toda retórica, en

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forma gradual, que impida que se repita lafrustración de otros intentos de integra-ción del pasado.

El Mercosur y la CAN podrían ser labase de un esquema de integración de

mayor envergadura a nivellatinoamericano.

Lo anterior debe concebirse a partirde los siguientes pilares fundamentales:integración en infraestructura (vial, ferro-viaria, aérea, corredores bioceánicos, pa-sos fronterizos), sobre la base de la IIRSA(Iniciativa de Integración Regional Sud-americana); integración energética, bus-cando la complementariedad, diversifica-ción e integración propiamente tal, apro-vechando la riqueza de recursos energé-ticos de la región (petróleo, gas natural,carbón, recursos hidroeléctricos, entreotros); zona de libre comercio (es intere-sante, por ejemplo, constatar que hacia2007 cerca del 80% del comerciointrarregional de la ALADI debiera que-dar con arancel «0») y mecanismo de con-sulta y concertación política.

Lo que tenemos en mente es, sin duda,el esquema de integración de la UniónEuropea, que partió en la década de 1950con la Comunidad Europea del Carbón ydel Acero, entre Francia y Alemania, paraculminar tras 50 años de avances y retro-cesos, en la actual Unión Europea.

Vislumbramos que, en definitiva, tan-to el Mercosur como la CAN quedensubsumidos, por así decirlo, en este nuevoesquema de integración sudamericana,que podría llegar a ser la base de un es-

quema de integración de mayor enverga-dura a nivel latinoamericano y, por qué no,de las Américas en general.

En el caso del Mercosur, cabe mirarcon preocupación su evolución a partir de1991, cuando nace con la idea �una bue-na idea� de avanzar hacia una unión adua-nera, incluyendo un arancel externo co-mún. Sin embargo, a poco andar, las listasde excepción a dicho régimen externocomún, que elevan el arancel externo pro-medio por encima del 15%, y las asime-trías y disputas comerciales entre Argen-tina y Brasil, y entre estos y Uruguay yParaguay (los cuatro miembros plenos),desvirtuaron su sentido originario, trans-formándose, desde fines de la década de1990, en un Foro de Consulta y Concer-tación Política (FCCP), que funciona conlos miembros plenos y asociados, y en elque Chile participa en más de 25 gruposde trabajo y reuniones especializadas.Nuestro país basa su relación con Mer-co-sur en el ACE 35, cuyo cronogramade desgravación se ha cumplido rigurosa-mente, de manera tal que a partir del 1°de enero de 2006, el 97% de los produc-tos negociados goza de una preferenciade 100%, conformándose un interesanteespacio de libre comercio. Finalmente, en2005 Chile aprobó el Protocolo de Ushuaiasobre compromiso democrático en elMercosur, reafirmando nuestro vínculocon dicho organismo.

Finalmente, el quinto diálogo y tal vezel más importante en términos de priori-dades de nuestra política exterior y de-manda de tiempo y energías, es el diálogovecinal. Es también el más complejo si seconsidera, por ejemplo, el legado de la

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guerra del Pacífico (1879), y los efectosque aún presenta en nuestras relacionescon Perú y Bolivia, y la realidad geopolíticavecinal, si se tiene en cuenta, también amodo de ejemplo, que solo en las últimasdos décadas y media, dos de nuestros tresvecinos han experimentado la tragedia deuna guerra externa: Argentina con GranBretaña en la guerra de Las Malvinas, yPerú con Ecuador, en la guerra del Cene-pa.

Sin embargo, este lado oscuro de laluna y las dificultades que conlleva, nodebieran hacernos perder de vista los lo-gros alcanzados en el contexto sudameri-cano.

En efecto, la conformación gradual deuna alianza estratégica con Argentina; elestablecimiento de una relación construc-tiva con Perú, que privilegie los temas defuturo y desarrolle el interesante poten-cial de cooperación bilateral en sus diver-sos ámbitos; la elaboración de fórmulasde cooperación más intensas con Bolivia,que perfeccionen el acceso útil de ese paísal mar, en cumplimiento de los tratadosvigentes y que creen condiciones de con-fianza para abordar una agenda bilateralsin exclusiones; el fortalecimiento de lavinculación con Brasil, en atención al pesoespecífico de ese país en la región y alamplio potencial que ofrece la vinculaciónbilateral y la coordinación de posicionessobre los grandes temas de la agenda in-ternacional; la mantención de la tradicio-nal relación privilegiada con Ecuador y elestrechamiento de vínculos con los otrospaíses medianos de la región �Colombia,Venezuela, Paraguay y Uruguay�, parapreservar los equilibrios dentro de la mis-

ma, son solo algunos de los aspectos deesta política.

El presidente Lagos prestó activoapoyo a Argentina en los organismos

financieros internacionales.

En el caso de Argentina, el año 2000,ambos gobiernos decidieron estableceruna alianza estratégica, al amparo de lacual se han establecido más de 30 entesde coordinación o grupos de trabajo entodos los ámbitos bilaterales, incluyendouna integración fronteriza que se expresaen la existencia de seis pasos internacio-nales completamente asfaltados, en lasbases para la licitación del tren trasandinocentral y en los avances en la consolida-ción de corredores de integración regio-nal y/o bioceánicos. Tras la severa crisiseconómica del vecino país, de 2002-2003,que contó con una activa solidaridad delPresidente Lagos frente a los organismosfinancieros internacionales, la iniciativa dealianza estratégica fue reimpulsada por losPresidentes Lagos y Kirchner en 2003,fortaleciendo los niveles de conocimientoentre autoridades y la interacción de lasadministraciones y entes estatales de am-bos países. Esta situación ha permitido quetemas de especial sensibilidad, como porla reducción en el suministro de gas y losproblemas del transporte terrestre, seanmanejados sobre la base del diálogo y lanegociación.

A lo anterior hay que sumar que en2005 el intercambio comercial entre am-bos países se elevó a 5.432 millones dedólares, mientras que las inversiones chi-

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lenas en Argentina se aproximan a los15.000, millones de dólares, al mismo tiem-po que 600.000 turistas argentinos y1.200.000 turistas chilenos cruzan la fron-tera anualmente.

Por su parte, en el ámbito castrensese han desarrollado las mejores relacio-nes de muchas décadas, en las que desta-ca la reciente creación de una Fuerza dePaz Combinada (diciembre de 2005) y larealización de ejercicios y proyectos deinvestigación y desarrollo conjuntos entrelas Fuerzas Armadas de ambos países enel último sexenio.

Ha existido interés permanente pormantener el diálogo con las

autoridades de Bolivia.

Puede decirse que con Argentina, enlos tres últimos gobiernos de laConcertación, y sin perjuicio de las pie-dras en el camino �principalmente el temadel gas natural� hemos tenido la mejordécada del último siglo, habiéndose resuel-to, durante los gobiernos de Eduardo Freiy Carlos Menem, 22 de los 23 conflictoslimítrofes pendientes (el último, en Cam-pos de Hielo Sur, corresponde a un temade demarcación más que de delimitación).

En el caso de Bolivia, ha existido uninterés permanente por mantener abiertoel diálogo con sus autoridades, conside-rando que desde 1962 no mantenemosrelaciones diplomáticas (salvo por el bre-ve período de 1975-1978, en torno a lasnegociaciones de Charaña, entre Pinochety Banzer). Solo en el sexenio 2000-2006se registraron más de veinte reuniones

presidenciales y otros tantos encuentrosentre cancilleres, teniendo como telón defondo la «agenda sin exclusiones» acor-dada en Algarve, Portugal, el 22 de febre-ro de 2000, entre los cancilleres de ambospaíses.

Durante los dos primeros años de suadministración, el Presidente Lagos pro-curó lograr un acuerdo con el PresidenteBánzer en torno a la salida de gas naturala través de puertos chilenos, renunciandoChile al cobro de aranceles e impuestosindirectos a todos los bienes, transaccio-nes o servicios, a la vez que otorgandouna exención tributaria a la renta de lasactividades de la empresa operadora enel país. Sin embargo, consideraciones depolítica interna boliviana no permitieron quefructificara. Cabe destacar que durantesu gobierno, el Presidente Lagos, a ma-nera de ejemplo de las dificultades paramantener una interlocución estable entreambos países, en el contexto de la inesta-bilidad política interna boliviana tuvo seisinterlocutores: Hugo Bánzer, Jorge Qui-roga, Gonzalo Sánchez de Lozada, CarlosMesa, Eduardo Rodríguez y Evo Mora-les.

A pesar de todo, cabe destacar el fun-cionamiento del Grupo de Trabajo sobreLibre Tránsito (2004), incluyendo la cues-tión de la habilitación del puerto de Iquique,el Grupo de Trabajo sobre el río Silala(2004), el Grupo de Trabajo sobre Asun-tos Bilaterales (2005), que en octubre deese año fue institucionalizado como nue-vo mecanismo de trabajo, y el Mecanis-mo de Consultas Políticas y del Comitéde Fronteras, que en 2005 celebraron suXV y VI Reunión, respectivamente. Al-

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gunos de los frutos concretos de estosmecanismos fueron la eliminación de lospasaportes para el tránsito entre Chile yBolivia, y la ampliación del ACE 22, quesignifica arancel cero para todas las ex-portaciones de Bolivia a Chile (con ex-cepción del azúcar y la harina de trigo),desde el día uno.

Asimismo, hubo avances en materiasde seguridad y defensa, con el inicio delproceso de desminado en la zona fronte-riza común, el diálogo directo entre auto-ridades castrenses y policiales de ambospaíses, y los ofrecimientos de cooperacióna las Fuerzas Armadas y de la Policía bo-liviana, en materia de formación de per-sonal.

La elección como Presidentes de laRepública, de Michelle Bachelet, en Chi-le, y de Evo Morales, en Bolivia, amboscon un 54 % de los votos �se trata de laprimera mujer y el primer indígena en serelectos en esa posición en la historia deAmérica del Sur� abre nuevas perspecti-vas y oportunidades para profundizar lasrelaciones entre ambos países.

Finalmente, en el caso del Perú, al ini-ciarse el gobierno del Presidente Alejan-dro Toledo, en julio del 2001, y con las vi-sitas presidenciales de ese año a Lima ydel 2002 a Santiago, se confirmó la volun-tad de ambos gobiernos de desarrollar vín-culos privilegiados. Comenzó una etapapromisoria para el estrechamiento de loslazos bilaterales con un diálogo permanen-te en todos los niveles y la creación denuevos instrumentos y mecanismos decooperación en el campo de la seguridady defensa, de la cultura, la cooperación yel comercio. En 2001 se efectuó por pri-

mera vez, en Lima, la reunión a nivel deministros de Relaciones Exteriores y deDefensa (2+2) y ese mismo año se sus-cribió un Acuerdo para evitar la dobletributación. Asimismo, en 2002 se celebróun acuerdo para la promoción y protec-ción de las inversiones.

La elección de nuevos presidentes enChile y Bolivia abre nuevas

perspectivas para profundizar lasrelaciones entre ambos países.

Durante 2003 y 2004, se puso énfasisen el desarrollo fronterizo, con un intensotrabajo del Comité de Fronteras para fo-mentar la cooperación y la integraciónentre las regiones de Arica y Tacna,alcanzándose un acuerdo sobre un siste-ma de control fronterizo integrado entreChacalluta y Santa Rosa, mientras que enmaterias fito y zoosanitarias, el trabajoconjunto chileno-peruano permitió laerradicación de la mosca de la fruta des-de abril de 2005 a la fecha.

En 2005, sin embargo, el clima cam-bió de manera importante. El tema de laventa de armas de Chile a Ecuador �su-perado definitivamente por la declaraciónde ambas Cancillerías del 22 de Mayo deese año� fue uno de los puntos álgidos.Los casos del video-LAN, Luchetti ygrafitteros, entre otros, contribuyeron aenturbiar el ambiente, conduciendo a lacerrada oposición peruana a la candida-tura de Insulza en la OEA. En ese con-texto, la aprobación por el Congreso deese país de la ley que estableció las líneas

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de base para sus espacios marítimos, conel consiguiente impacto en materia de de-limitación marítima con Chile, fue un pun-to de inflexión, en que se desconocieroncincuenta años de instrumentos jurídicos yprácticas reconocidas internacionalmenteque establecen con meridiana claridad ellímite marítimo entre Chile y Perú en elparalelo que parte en el Hito No. 1. Comosi todo lo anterior fuera poco, la intempes-tiva llegada del ex presidente AlbertoFujimori a Santiago, no hizo más fáciles lascosas.

Se desconocieron cincuenta años deinstrumentos jurídicos y prácticasreconocidas internacionalmente.

Con todo, hay que decir que Chile yPerú privilegiaron el funcionamiento ade-cuado de los mecanismos políticos bilate-rales y, a partir del segundo semestre de2005, se realizaron una serie de activida-des que reflejaron la voluntad de proyec-tar positivamente esta vinculación, comolas permanentes reuniones de los altosmandos de las Fuerzas Armadas de am-bos países (veinte reuniones ininterrumpi-das, en los últimos veinte años), y la re-unión del Comité Permanente de Consul-ta y Coordinación Política (2+2), en Lima,Perú, con una serie de medidas de coope-ración en el campo de la seguridad y ladefensa.

En lo económico y comercial, en lareunión del APEC celebrada en Santiago,se estableció el Consejo Empresarial Chi-le-Perú, con el trasfondo de un intercam-bio comercial entre ambos países de 1.500

millones de dólares (2005) e inversioneschilenas en el Perú cercanas a los 4.000millones de dólares.

Sin duda alguna la reciente eleccióndel Presidente Alan García �especialmentesi se le compara con la alternativa deOllanta Humala, exponente de unneopopulismo de corte nacionalista y mili-tarista� genera condiciones favorablespara profundizar este diálogo y el procesode integración tanto bilateral comosubregional y regional.

En síntesis, si bien es cierto que lacuestión de la disminución del suministrode gas natural por parte de Argentina y elconsiguiente desconocimiento de tratadosy contratos; la delimitación marítima pre-tendida por el Perú mediante la Ley sobrelíneas de base, y la sucesión de seis go-biernos consecutivos, en Bolivia, en seisaños, han dificultado las cosas en las rela-ciones bilaterales con nuestros tres veci-nos, pueden exhibirse logros evidentes enlas siempre complejas relaciones exterio-res vecinales.

Asia Pacífico

Puede decirse que en los últimos añoshemos descubierto un segundo barrio ovecindario, al que pertenecemos y del queformamos parte: me refiero a la región delAsia Pacífico. Con cuatro mil kilómetrosde costa, desde mediados del siglo XIXnuestra mirada se dirige al Pacífico, peroprincipalmente, de manera creciente, sos-tenida y en un sentido de futuro, a la re-gión del Asia Pacífico.

En 2007 cumpliremos 110 años de re-

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La política exterior chilena

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laciones diplomáticas con Japón, tal vezlas de más antigua data entre AméricaLatina y el Asia. En diciembre de 2005,cumplimos 30 años de relaciones diplomá-ticas con China (y con Vietnam): fuimosel primer país de América Latina en esta-blecer dichas relaciones; el primero de laregión en reconocer y apoyar su incorpo-ración a las Naciones Unidas y más re-cientemente a la OMC; el primero en re-conocer su estatus de «economía de mer-cado» y el primero de América Latina ensuscribir un Tratado de Libre Comerciocon el gigante asiático, lo que se materia-lizó en la reunión de la APEC, celebradaen Pusan, Corea, en noviembre de 2005.Crecientemente nos proyectamos a la re-gión del Pacífico Sur, principalmente conAustralia y Nueva Zelandia, particular-mente en materia de pesca y de preser-vación de los recursos vivos en alta mar.

Son solo algunos ejemplos de lo quesignifica nuestra creciente incorporacióna la región más dinámica del mundo entérminos económicos. Henry Kissingerseñala que el eje de poder en el mundo setraslada crecientemente desde el Atlánti-co hacia el Pacífico, y desde Europa ha-cia el Asia. Así lo ha entendido, de mane-ra muy significativa, nuestro país. La exis-tencia de 12 embajadas, 13 oficinas co-merciales y 4 consulados generales en laregión del Asia, así lo avalan.

Una de las expresiones más visiblesde esta nueva relación de Chile con el Asiaes sin duda el intercambio comercial. Enla actualidad, el 36% de nuestras expor-taciones se dirigen al Asia �mientras soloel 19% de nuestras importaciones provie-nen de dicha región�, comparado con un

25% a Europa, 23% a América del Norte�Chile cuenta con TLC con Canadá, Es-tados Unidos y México� y 12% a Améri-ca Latina.

El eje de poder del mundo setraslada crecientemente del

Atlántico al Pacífico.

En el período 1990-2005 nuestras ex-portaciones al Asia se han casi quintu-plicado. Mientras que en 1990 exportába-mos 3.000 millones de dólares a la regiónasiática, en 2005 nuestras exportacionesalcanzaron un total de 14.000 millones dedólares (de un total exportado de 40.000millones de dólares). Tres de los cincosocios comerciales más importantes deChile se encuentran en el Asia: China,Japón y Corea del Sur, los que represen-tan el 81% de las exportaciones al Asia.En 2005, Chile exportó 4.592 millones dedólares al Japón, 4.390 millones a China y2.231 millones a Corea del Sur.

Con la India la historia recién comien-za. Aunque en 2005 solo exportamos 496millones de dólares, la suscripción de unAcuerdo de Alcance Parcial, sobre la basede una lista de bienes, significa pasar dela exportación de 83 a 266 productos, conun gran potencial de crecimiento futuro.

Otro potencial importante de creci-miento son los países de la ASEAN. Porejemplo, actualmente Chile exporta un to-tal de 229 millones de dólares a Malasia yTailandia, mientras que, a modo de com-paración, solo exporta 121 millones a Aus-tralia y Nueva Zelandia. Mientras que conNueva Zelandia hemos suscrito reciente-

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mente un TLC (P-4), con Malasia yTailandia se llevan a cabo estudios defactibilidad para explorar la viabilidad deun Tratado de Libre Comercio.

Se ha fortalecido una amplia gama devínculos políticos, económicos,

comerciales, culturales y decooperación con el Asia Pacífico.

Dentro de la región asiática y más alláde ella, destaca el gran dinamismo de laregión del Asia Pacífico, de manera muyparticular en torno al APEC. Este Foronació en 1989 bajo la iniciativa conjuntade Japón y Australia, conscientes de quela nueva era de la globalización requeríatambién de iniciativas regionales como lamencionada. En 1994, Chile pasó a sermiembro del APEC, que reúne actualmen-te a 21 economías del mundo, que repre-sentan una población total de 2.500 millo-nes de habitantes, el 50% del comerciointernacional, el 60% del PGB global, y el56% de nuestras exportaciones.

En los últimos años se ha fortalecidouna amplia gama de vínculos políticos,económicos, comerciales, culturales y decooperación con la región del Asia Pacífi-co. Los vínculos comerciales y empresa-riales han sido un importante elemento enla estrategia de acercamiento a dichos paí-ses, tras el objetivo de convertir a Chile enun país puente y plataforma entre AméricaLatina y la región del Asia Pacífico.

Lo anterior se ha concebido sobre labase de entender dicha relación �y habríaque decir, la política exterior en general�

en términos de una política de Estado, loque significa no solo una buena coordina-ción gobierno-oposición, sino una muy es-trecha alianza público-privada, incorporan-do a la sociedad civil, las universidades einstituciones académicas, los dirigentes departidos y parlamentarios, cámaras decomercio y pequeñas y medianas empre-sas, en el plano no solo del comercio, sinode la cultura, el aprendizaje de idiomas �estimulando particularmente la presenciade la juventud�, la ciencia y tecnología, lainnovación y la educación.

En este ámbito se ha estimulado prin-cipalmente la suscripción de alianzas es-tratégicas transpacíficas, mecanismos deconsultas políticas y de intercambio y co-operación en prácticamente todos los pla-nos, acción concertada entre like-mindedcountries en foros multilaterales como laComunidad de Democracias, la Red deSeguridad Humana, el APEC, e iniciati-vas como la reforma de las NacionesUnidas, el Grupo Cairns y el G-20 y, engeneral, la promoción de la democracia ylos derechos humanos, y el afianzamientode la paz y la seguridad.

Existe, pues, una amplia gama de in-tereses coincidentes y la región se ha con-solidado como principal destino de nues-tras exportaciones, junto con un importantediálogo político y una creciente acción enel plano educativo y cultural.

Un hito de esta relación fue la XIIReunión Informal de Líderes de APEC,celebrada en Chile el 20 y 21 de noviem-bre de 2004, que contó con la presenciade los 21 líderes de estas economías y vi-sitas de Estado de los líderes de la Repú-blica Popular China, Corea, Rusia, Viet-

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nam y Japón. Este foro, junto al de Co-operación América Latina-Asia del Este(FOCALAE), surgido de una iniciativaconjunta de Chile y Singapur en 1998, ylos diversos mecanismos de consulta conlos principales países del Asia y el AsiaPacífico, son algunos de los hitos de estarelación privilegiada.

Si en lo inmediato la prioridad eviden-te de la política exterior chilena es por larealidad vecinal y regional, sin duda que,en una perspectiva de futuro, la perspec-tiva de integración con el Asia, y particu-larmente con el Asia Pacífico, constituyeuna de las prioridades más relevantes denuestra política exterior.