Rabatin escalada 2004

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La ciencia, el exterminio y el objeto sagrado; Brevísimas reflexiones acerca de la obra de Escalada 1 Sergio Fabián Rabatin Facultad de Ciencias Naturales y Museo UNLP [email protected] Resumen Analizando uno de los textos Federico Escalada El complejo tehuelche; Estudios de etnografía patagónica editado en 1949, aparecen algunas de curiosidades que inspiraron esta ponencia. Teniendo en cuenta el contexto en que fue realizada su investigación y los resultados que publica, la más notable es la distancia que observa entre el objeto de la ciencia y el objeto político (si es que se pueden utilizar estos términos), distancia que este autor nota y anota en su publicación. El otro, es un detalle curioso. El objeto sagrado; el meteorito Káperr Káike que yace en las vitrinas del Museo sobre la siguiente leyenda “Meteorito Kapper / Chubut, Argentina / Fue hallado por Francisco Pascasio Moreno el 4 de abril de 1896 / Forma parte de las primeras colecciones del Museo de La Plata” no como elemento de exhibición en las salas de Arqueología o Etnografía sino, como simple meteorito en una dedicada a Moreno. Esta contradicción también es señalada por el autor y si bien ha pasado más de medio siglo de su publicación, pese a los cambios políticos, de marcos teóricos, de demografía, de relaciones económicas; parece no haber perdido aún, en cierto sentido que será desarrollado, identidad o vigencia. Introducción Para esta ponencia, la propuesta es analizar un solo trabajo de un solo autor, fundante en muchos sentidos de la etnología del siglo XX que marcó y marca gran cantidad de publicaciones y conceptualizaciones del mundo de los pueblos originarios o como Escalada sostenía, aborigen, de Patagonia. No ha de ser tarea difícil, criticar un trabajo ya criticado, aunque en este caso, el peso de la crítica se desvía del autor hacia el lector, hacia las concepciones de la historia hegemónica, hacia las prácticas políticas y hacia las políticas de los investigadores y docentes. No será un análisis puntilloso y profundo 1 Ponencia presentada en el Congreso Argentino de Antropología Social 2004 en la mesa de Relaciones Interétnicas

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La ciencia, el exterminio y el objeto sagrado;

Brevísimas reflexiones acerca de la obra de Escalada1

Sergio Fabián Rabatin

Facultad de Ciencias Naturales y Museo UNLP

[email protected]

Resumen

Analizando uno de los textos Federico Escalada El complejo tehuelche; Estudios de

etnografía patagónica editado en 1949, aparecen algunas de curiosidades que inspiraron

esta ponencia. Teniendo en cuenta el contexto en que fue realizada su investigación y

los resultados que publica, la más notable es la distancia que observa entre el objeto de

la ciencia y el objeto político (si es que se pueden utilizar estos términos), distancia que

este autor nota y anota en su publicación. El otro, es un detalle curioso. El objeto

sagrado; el meteorito Káperr Káike que yace en las vitrinas del Museo sobre la siguiente

leyenda “Meteorito Kapper / Chubut, Argentina / Fue hallado por Francisco Pascasio

Moreno el 4 de abril de 1896 / Forma parte de las primeras colecciones del Museo de La

Plata” no como elemento de exhibición en las salas de Arqueología o Etnografía sino,

como simple meteorito en una dedicada a Moreno. Esta contradicción también es

señalada por el autor y si bien ha pasado más de medio siglo de su publicación, pese a

los cambios políticos, de marcos teóricos, de demografía, de relaciones económicas;

parece no haber perdido aún, en cierto sentido que será desarrollado, identidad o

vigencia.

Introducción

Para esta ponencia, la propuesta es analizar un solo trabajo de un solo autor, fundante en

muchos sentidos de la etnología del siglo XX que marcó y marca gran cantidad de

publicaciones y conceptualizaciones del mundo de los pueblos originarios o como

Escalada sostenía, aborigen, de Patagonia. No ha de ser tarea difícil, criticar un trabajo

ya criticado, aunque en este caso, el peso de la crítica se desvía del autor hacia el lector,

hacia las concepciones de la historia hegemónica, hacia las prácticas políticas y hacia

las políticas de los investigadores y docentes. No será un análisis puntilloso y profundo

1 Ponencia presentada en el Congreso Argentino de Antropología Social 2004 en la mesa de

Relaciones Interétnicas

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sino uno de superficie que es suficientemente contradictorio como para justificar un

texto de este tipo.

Escalada fue un médico, que tuvo su formación y entrenamiento como etnólogo y,

durante su trabajo en la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia (hoy sur de

Chubut y Norte de Santa Cruz) se dedica a hacer una investigación pormenorizada de

algunas familias, entre ellas, la de Agustina Quilchaman, principal informante y

transmisora de historias familiares y locales. Ayudado institucionalmente por el

Gobernador Militar y colegas tales como Marcelo Bórmida2 y Alejo Vignati logra

finalmente reunir información suficiente como para publicar en 1949 el texto El

complejo Tehuelche que será analizado parcialmente, escrito principalmente, según su

propia versión, en el pueblo de Río Mayo.

Como novedad, defiende y aplica el trabajo de campo para resolver ciertos problemas

históricos de esta parte de Patagonia, ayudado y sostenido por la raciología y estudios

genealógicos, y se opone tozudamente a interpretaciones que considera caprichosas de

Lehman-Nitsche, contemporáneo suyo.

La ciencia

El aporte principal de este autor, es el científico. Es su pretensión la de lograr una

interpretación inequívoca de las poblaciones originarias más allá de lo observado

corrientemente y para ello, utiliza profusamente los dichos de los informantes que

consulta. Sin embargo, establece una diferencia entre lo que escucha e interpreta con

respecto a lo que interpretan sus informantes ya que en su mente se encuentra una

matriz irreductible que se puede ilustrar de este modo:

“... hurgar en el remoto pasado prehistórico el arcano integral de la raza, tratando de

identificar o comparar nuestras comprobaciones y conclusiones, con las observaciones

que nos legaron los anteriores exploradores patagónicos.” (Escalada 1949:6)

“Ya desde entonces, tuvimos que clasificar el elemento humano autóctono en dos

grandes grupos antitéticos: por un lado, el araucano o «mapuche»; por otro, el que

terminamos por designar con la expresión general de «complejo tehuelche». Aquéllos,

descendientes de una estirpe de agricultores primitivos, originarios del centro de Chile y

extendidos por el Neuquén y la llanura pampeana desde siglos atrás; somáticamente

2 Hay grabación de canciones de doña Agustina asistidas por Bórmida que se realizaron en

grabador de alambre y se encuentran en el Instituto Etnográfico. Fueron pasadas a caset y

personalmente las escuché en 2002 en el CENPAT.

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constituidos por individuos de aspecto pícnico o brevilineo3. Los segundos («complejo

tehuelche»), antiguos nómades cazadores, culturalmente inferiores a los anteriores,

autóctonos de la comarca –en la medida que algún pueblo puede ser considerado

autóctono– somáticamente normotipos, con marcada tendencia a longilíneos. Estos

últimos constituyen el objeto mayor de nuestra curiosidad.” (Escalada 1949:6)

La ciencia de Escalada, está basada en la clasificación racial de Imbelloni y divide al

universo de los pueblos originarios en dos grandes grupos, los llamados ándidos (hace

referencia principalmente a mapuches) y los llamados pámpidos (hace referencia a los

de su “complejo tehuelche” clasificados en Aóni-kenk al sur, Chehuache-kénk al

noroeste y Guénena-kéne al noreste). Esta división, además, admite una relación de

jerarquía; mientras una es superior la otra es inferior y además, una relación de

producción específica; unos son agricultores, otros cazadores. Todo esto asociado a un

tipo físico determinado unos brevilíneos, o sea bajitos y otros normotipos con tendencia

a longilíneos, o sea de estatura normal a alta. Afortunadamente, para nosotros, no

abunda en más características diferenciadoras, pero estas son suficientes para muchas de

sus conclusiones.

Teniendo presente esta característica matriz de su pensamiento, es que Escalada, sus

colaboradores y colegas asisten al campo intentando colectar los datos que sus

interlocutores expresan con la consiguiente dificultad obvia y predecible de la

incapacidad de interpretar adecuadamente sus requisitorias. El pasaje citado a

continuación, ilustra la respuesta de doña Agustina a preguntas tales como de qué raza

era ella, de qué raza su marido o sus hijos, de qué taza tal o cual persona:

“Relataremos a continuación la manera cómo llegamos a dar buen fin a la

correspondiente investigación. Esta no resultó fácil, ya que la mentalidad de los

naturales no responde en forma directa y terminante al primer intento de averiguación,

quizá como consecuencia de la enorme distancia que separa los dos puntos de vista

actuantes en esos casos. Por un lado, la atenta mirada curiosa del representante de la

cultura occidental; por otro, el desaprensivo temperamento del indígena, que mal se

amolda a la concepción nuestra, mediante la cual damos trascendencia a hechos que son

para ellos absolutamente secundarios o, incluso, desprovistos de la menor importancia.

Así es como doña Agustina ha reído frecuentemente ante nuestras preguntas,

exclamando: Kadë chópenk(e), o sea ‘cristiano loco’ (Kadë ‘cristiano, hombre blanco’;

3 Empleamos un lenguaje clínico, que nos es familiar, para no entrar en cuest iones de

antropometría (nota de Escalada)

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chópenk(e) ‘loco’). ” (Escalada 1949:71)4

Así, pues, la ciencia de Escalada está dirigida a la interpretación de los hechos

históricos, la delineación de las áreas culturales y su respectiva clasificación racial en

dos grandes grupos, rechazando la existencia de una raza del medio o tercera raza con

su respectivo tercer idioma, para los siglos XIX o XVIII en pampa o patagonia

El exterminio

En este universo de razas, en esta matriz de separación de las sepas humanas en

poblaciones subespecíficas, se produce, obviamente, lo que se produce en todos los

contextos racistas conocidos, esto es, la guerra de razas. Es ahí en donde las dos razas

intervinientes desarrollan una relación interétnica inconcebible si no es por la guerra. En

este caso, la raza araucana, habría iniciado la extinción de la porción occidental del

complejo tehuelche con la invasión de Payllacán a las regiones del Senguerr. La

conclusión que ilustra el pensamiento de Escalada es la siguiente:

“El combate de Apeleg, ... constituye el broche de hierro con que se cierra la tragedia de

la estirpe autóctona. La lucha de Shótel káike marca la iniciación del acto final. Es

curioso observar cómo al mismo tiempo que en la cuenca del Plata se jugaba la suerte

de la dominación española en América, en las solitarias y salvajes heredades

patagónicas, una estirpe legendaria iniciaba su marcha trágica hacia la absoluta

extinción. Son dos historias que se han vivido al mismo tiempo y separadamente...

Mientras que una significa la real iniciación de la Era Contemporánea para la América

hispana, la otra constituye el punto final de la Edad de Piedra en Patagonia.” (Escalada

1949:320-321)

“El final de la guerra secular fue la fusión, mejor dicho la absorción de la raza derrotada

por parte de los vencedores. Las mujeres y los niños, que por lo general se libraban de la

masacre, eran incorporados a las familias triunfantes, no siendo rara la adopción en

carácter de esposas legítimas, incluso por los caciques que capitaneaban las huestes

invasoras, de las bellas cautivas seleccionadas con instinto eugénico5” (Escalada

1949:49)

De este modo, los araucanos o mapuches van lentamente suplantando a los Guénena-

4 En este caso, es notable la coincidencia de criterios de doña Agustina con quien escribe esta

ponencia 5 En el ejemplar de biblioteca del Museo, esta última frase se encuentra subrayada y encerrada

en signos de admiración por un lector asombrado e incrédulo por este ti po de conclusiones.

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kéne cuya lengua definitivamente se extingue (antes de que algún lingüista o etnólogo

concurra al sitio de su defunción) a favor del aóniko-aish y del araucano. Finalmente, y

en consonancia con esta relación de las razas en guerra, es que la raza blanca interviene

con el mismo designio, la guerra y el exterminio de las otras razas:

“Su bonhomía hizo fácil y agradable la convivencia y, finalmente, determinó la escasa

resistencia ante la lucha que los llevó a la casi absoluta extinción, en muchos casos,

despiadadamente conducida por los blancos competidores de aquellos campos, que

hubieran creído reservados definitivamente para la perpetuación pacífica de la raza”

(Escalada 1949:10)

“Hoy presenciamos una doble sustitución etnográfica y filológica. El araucano ha

desplazado casi en absoluto al vernáculo habitante de las llanadas australes en el

conjunto de las manifestaciones del espíritu cuando no incluso corporalmente a los

individuos que lo sustentaban. Ahora, él mismo sufre el embate arrollador de la cultura

blanca” (Escalada 1949:50)

“La cultura mapuche, esparciéndose como un barniz sobre los maltrechos restos de

caracteres de los primitivos habitantes patagónicos, ofrece un matiz uniforme y opaco a

la visión del observador contemporáneo. Mientras, la civilización cosmopolita de

nuestros días, a paso rápido, barre todo rasgo autóctono en su inconsciente afán

progresista” (Escalada 1949:50)

De modo tal, que tenemos en los textos de Escalada varios elementos clásicamente

racistas que no están abiertamente reconocidos como tales6. Primero, obviamente, las

razas, luego, la guerra como consecuencia lógica de la jerarquía que se establece entre

ellas, por fin, la inexorable victoria de la raza superior con la consecuente extinción de

la inferior. Pero además, logra otro efecto de tradición racista decimonónica que es el

poético:

“El malón sangriento, envuelto en el polvo de las rastrilladas y el humo de sembrados y

rancheríos devorados por las llamas, pasaba sobre los incipientes núcleos civilizados y

se perdía en las infinitas llanuras, dejando tras de sí una dantesca estela de dolor y

muerte. Era la cobriza hueste implacable y cruel que la «pampa» vomitaba, como un

engendro demoníaco. Era la revelación vengativa de la tierra inculta americana, ante la

6 Nótese la fecha de publicación, que es posterior a la Segunda Guerra Mundial y la Declaración

Universal de los Derechos Humanos. Un reconocimiento racista demasiado abierto hubiera

puesto a Escalada en abierta contradicción con los vencedores de la guerra y los tiempos que

se avecinaban, sin embargo, escudándose en la ciencia antropológica pudo haberse sostenido

confortablemente por varias décadas

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soberbia intención de doblegarla. Era la personificación del espíritu de la estepa virgen,

de la llanura dilatada. Eran los «pampas», temidos y odiados – el azote que hasta el

siglo XIX amenazó con asolar las endebles comunidades de la raza blanca” (Escalada

1949:112)

Al llegar a escribir respecto del momento actual (década de 1940) se desvanece toda

poesía y se desdibuja parcialmente el edificio de razas. El hecho histórico, la magnética

seducción e influencia que le provocaban sus informantes, los sentimientos del autor,

pueden más aunque no logran evitar la expresión de la ciencia como neutra, inerte y

tediosa. El avasallamiento, la destrucción, el exterminio, el atropello, hacen a un lado al

etnólogo y se escuda en su condición de médico para informar en apéndice con letra de

menor tamaño cosas como las siguientes:

“Fallecido el cacique Manuel Quilchaman, a pesar de que con anterioridad y

conformidad de los indígenas a su mando, había sido nombrado sucesor su hijo

Pedro, en la actualidad es reconocido el hijo José Manuel como cacique, no obstante

la evidente desintegración del organismo primitivo. Ha de constituir un

conglomerado que fácilmente alcanza 150 individuos, entre mayores y niños. El

100% de éstos presenta estigmas raquíticos y bocio.” (Escalada 1949:342)

“Al fallecer el último cacique de este nombre (Venancio), fue designado para dirigir

a las familias que le estuvieron subordinadas, el indígena Ciriaco Chaquila, el cual

falleció también en 1946. Este jefe, del sector guénena-kéne, del «complejo

tehuelche», fue sustituido por uno de los Lienpichun, de igual sangre. La

desorganización es absoluta. Quedarán unos 35 individuos.” (Escalada 1949:342)

“...en las proximidades del paraje llamado «El Pedrero», están los vástagos de la

tribu del cacique Esteban Tracaleo, ya fallecido. Tanto en este caso como en el

anterior , es imposible hablar de una organización tribal, ni de la existencia de un

jefe.” (Escalada 1949:343)

“Hay diferentes concesiones individuales a indígenas cuya situación varía entre la

miserable y la semi-floreciente, en muy contados casos... En forma de poblador

clandestino o intruso, mejor dicho, en diferentes lugares apartados, especialmente

entre las estribaciones de la Cordillera, arrastran su existencia una cierta cantidad de

individuos o familias en las peores condiciones que es dado imaginar.” (Escalada

1949:343)

“... la mayoría de ellos lleva vida miserable, ocupan la tierra desde cuarenta o

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cincuenta años atrás, nunca tienen seguridad de que no los han de desalojar, como

ha sucedido con frecuencia, quedando tan sólo las tierras menos productivas para

estos desvalidos pobladores de los campos que fueron de sus mayores, sin disputa.

Su existencia la han pasado desconfiando de las autoridades, de los comerciantes,

etc. Aún hoy, en que las circunstancias han cambiado radicalmente, la vida del indio

es insegura y azarosa. Su economía está por lo general arruinada; desconoce casi

todo lo que le permitiría salvar los múltiples escollos que ofrece la vida civilización

al hombre inculto y que facilita al preparado en la lucha por la existencia la

ocupación de los lugares de privilegio.” (Escalada 1949:343-344)

El objeto sagrado

El mito en citas:

“... el mundo anteriormente estaba poblado por «gente chiquita»... A esta «gente

chiquita», la denominan Táchul (aóniko-áish), vocablo que, por otra parte, se utiliza

para designar «a cualquier petiso»... La misma fuente aóni-kénk conserva la tradicional

creencia de la cueva, cerro o corral de donde «salieron la gente y los animales actuales»

. Esto se produjo luego de algún gran cataclismo, al que hacen mención diciendo que

«la tierra se dio vuelta y tapó a la gente chiquita o Táchul».” (Escalada 1949:327)

“Según nuestros informantes, «el fierro que llevaron a Buenos Aires» era una mujer

que fue la primera que «salió de la gruta». Salió, por consiguiente, sin proceder de

padres, por obra de Seecho... Tenía un hijo, que era el objeto de sus desvelos y de su

amor.” (Escalada 1949:329)

“Un día el zorro,... asustó a los demás animales determinando un desbande general. La

mujer salió de a pie, tras ellos... Su hijo para seguir la carrera de los animales, se

convirtió en un hermoso potrillo blanco y salió tras aquéllos a todo correr, trasponiendo

pampas y cañadones.” (Escalada 1949:330)

“También ella se transformó en una yegua blanca y corrió desesperada tratando en vano

de juntar su hacienda desperdigada.” (Escalada 1949:330)

“En estas circunstancias,... su querido hijo, muere ahogado en una laguna , a la que se

había introducido para beber y retozar.” (Escalada 1949:330)

“La dolorida madre volvió a su forma humana para llorar y lamentar la pérdida

irreparable... Entonces, tras un matorral grande de calafate que la protegía del viento,

decidió emplear sus poderes mágicos para transformarse en el trozo de hierro meteórico,

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que luego los indios por generaciones y generaciones venerarían.” (Escalada 1949:330-

331)

“Antes de tal metamorfosis, con desgarradora voz entonó una canción que los abuelos

repetían a los nietos y éstos luego a los suyos, habiendo legado a nosotros por medio de

doña Agustina y perpetuada en el disco que hemos grabado...” (Escalada 1949:331)

“Desde entonces, ...los animales se distribuyeron por la faz de la tierra y fueron libres y

sin más dueño que quien fuera capaz de cazarlos. He aquí un fundamento religioso del

concepto de propiedad en el derecho consuetudinario autóctono.” (Escalada 1949:333)

El objeto sagrado de estas citas es un meteorito. Objeto de culto, forma física del mito y

representación simbólica de un derecho de propiedad muy distinto al capitalista.

“... junto a la «mata» quedó el objeto sagrado y que, desde entonces, los indios lo

visitaban al recorrer sus proximidades y efectuaban junto a él ceremonias y festividades

religiosas. Llevaban alimentos y efectuaban sacrificios de animales.” (Escalada

1949:332)

“Los naturales levantaban el meteorito y lo transportaban, calculando larga vida para los

que lo llevaran más lejos.” (Escalada 1949:332)

“Luego, respetuosamente era depositado tras el «monte» de calafate, donde la dolorida

madre cantó su última canción, condensando en ella toda su congoja.” (Escalada

1949:332)

Este objeto, fue recogido por Moreno como una curiosidad más y fue extrañado de las

comunidades que le ofrecían culto para ir a parar al museo en el que aún está exhibido.

Escalada queda fascinado con su presencia y escribe de esta manera:

“... en una visita efectuada al Museo de La Plata en el año 1947, pudimos contemplar el

meteorito que allí se guarda con la referencia de ser donación del perito Moreno,

proveniente de Capri-kaike (Chubut) y haber sido conocido en 1869 y tener 112

kilogramos de peso.” (Escalada 1949:326)

“Hoy, en la fría vitrina del Museo, reposa la pieza que fuera venerada por una raza

moribunda. Allí la hemos visitado con emoción, contagiados por la sugestión y el

misterio de las tribus nómades y legendarias que de ella se desprende. Allí reposa el

mudo testigo de tantas ceremonias, que un día cayó del cielo para protagonizar,

gloriosamente, el místico y subyugante personaje central del relato tehuelche, arquetipo

de tragedia, original concepción de la mente primitiva.” (Escalada 1949:340)

Por supuesto, que las consecuencias de este saqueo no fueron inocuas, si bien Moreno

no logra registrarlas, Escalada sí:

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9

“José Chaiuy, aóni-kénk... fue el entregador de la reliquia, sobornado por cien pesos,

según refieren con indignación los restos tribales que todavía recuerdan con respeto

aquel objeto de culto.” (Escalada 1949:340)

“En su furia, sus guene-kenk (o sea sus paisanos compatriotas, en aóniko áish) casi lo

matan, y durante toda su existencia fue objeto de reproches. Finalmente, como tocado

por una maldición, enloqueció y murió pocos años después.” (Escalada 1949:340)

Discusión

Hasta aquí, hemos observado no sólo el pensamiento superficial de Escalada, su

capacidad poética y su agudeza en la observación, sino también, su fascinación por los

elementos de las poblaciones que estudia, sus objetos religiosos, su historia, su raza, etc.

Sin embargo, no logra analizar tanto el genocidio, el etnocidio, la apropiación de los

campos de producción o de los objetos sagrados, más allá del marco teórico de la guerra

de razas. No pudo avanzar en cuestiones económicas o simbólicas por lo que debió

recurrir al sentido común para defender sus emociones y apelar a información

medicalizada para poder expresar las sensibles contradicciones que se le presentaban.

Primer caso para el análisis; el objeto sagrado

El objeto sagrado fue el elemento que mayor fascinación causó al autor. El mismo

señala la confluencia del mito y el “derecho consuetudinario autóctono” (Escalada

1949:333) en un objeto digno de reverencia y devoción. De modo tal que ese meteorito

representa el mito que da derecho a los tehuelche a cazar a los animales que,

literalmente, en nuestra forma de ver el mundo, no tienen dueño. Podríamos realizar un

análisis, incluso, observando que esta mujer primordial sí era propietaria, pero no nos

detendremos ante la posible influencia del capitalismo en los mitos patagónicos (en este

caso para rechazar el concepto de propiedad privada de la tierra y de los animales) sino

ante la importancia del objeto sagrado para Moreno. Este ha logrado proyectar a objetos

tales como la cabeza de Sam Slick7, la de Mariano Rosas o la de Calfucurá las

relaciones entre los argentinos del siglo XIX y los pueblos originarios. El Perito y

aventurero, en su afán de coleccionar, no sólo coleccionó un meteorito, también segó el

poder simbólico de éste y del mito y del derecho que representan haciéndolo

desaparecer, de modo que ya nadie pudo verlo. En pocas palabras, se podría sostener

7 Ver Rabatin 2002

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que la ciencia en este caso ha exorcizado un elemento peligroso (un objeto sagrado que

representa la mujer mítica que otorgó la propiedad de la tierra y los medios materiales

para la subsistencia a “todos” los habitantes de esa tierra en contradicción evidente con

la conceptualización de la propiedad privada capitalista) para volverlo inocuo (un

meteorito ferroso, exhibido en las vitrinas del Museo de La Plata sin más peligro para la

fe en la propiedad privada). Este meteorito aún está en el Museo y se lo puede ver en la

primer sala del mismo, sala temática cuyo motivo es el mismísimo Perito Moreno. La

referencia más importante para los visitantes con respecto a los humanos relacionados

con él es que fue donado por quien lo “halló” el 4 de abril de 1896.

Sabemos quién condujo la expedición en la que iba Moreno y qué consecuencias le

produjo haberlo hecho por lo que Escalada nos escribe. Entendemos que a la derrota

militar, siguió la distribución de la población en zonas marginales y extremas, a muchos

kilómetros de sus lugares de origen en un plan de aislamiento y exterminio mal

disimulado. Exterminio no sólo físico de los cuerpos sino histórico, lingüístico, familiar,

religioso, legal, simbólico. Ésta fue la verdadera relación interétnica que pudo registrar

la historia escrita y la historia oral. Es en este contexto que se inscribe el extrañamiento

del meteorito Káperr Kaike hecho que deja de ser una anécdota para convertirse desde

este punto de vista, en un importante hecho político en el marco del plan tácito de

exterminio de la población originaria de Patagonia. Desde este punto de vista, la

recolección de un “objeto geológico” oculta la relación social existente entre ambas

comunidades y la lectura debería ser la siguiente; no se recolectó un “auténtico objeto

geológico” (un meteorito) sino un “auténtico trofeo de guerra” (un objeto sagrado) que

por medio de la ciencia y la colección, se convirtió en un auténtico e inocuo objeto

geológico exorcizando así, cualquier posible influencia en relaciones sociales muy

ajenas a la geología.

Segundo caso para el análisis; el exterminio

Si bien este no es el caso más llamativo conscientemente para Escalada, lo es por su

insistencia y reiteración a lo largo del texto y porque le dedica un capítulo extra al que

llama apéndice. Incluso ensaya una larga conclusión acerca de cómo deberían

solucionarse estos temas no tratados en este caso. Aparentemente, los mecanismos de la

desaparición del “Complejo Tehuelche” habrían estado dados por dos pasos

secuenciados que serían los siguientes:

1) Guerra entre Guénena-kéne y araucanos

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Invasión de Payllacán

Adopción de las mujeres y niños por parte de los araucanos invasores y su

traslado al norte del río Limay

Regreso de las familias “mixtas” al sur del Limay que ya había sido ocupado por

aóni-kénk

2) Guerra entre los sobrevivientes del “Complejo Tehuelche” matizados de araucano y

araucanos contra los blancos

Invasión grande8 o invasión blanca

9

Traslado de las poblaciones a grandes distancias y su encierro en reservaciones

formadas en territorios pobres (los de peor calidad y productividad) y escasos en

relación a la población que deben sostener.

Tratamiento discriminado por parte de comerciantes y autoridades policiales o

judiciales.

Como consecuencia de los puntos anteriores enfermedades relacionadas con la

desnutrición y la falta de prácticas preventivas. Desaparición de familias enteras

y gran cantidad de personas que pasaron su edad reproductiva sin hijos.

En términos generales, lo escrito sería lo indicado por el autor como responsable del

exterminio. Incluso sobreabunda y experimenta una serie extra de consideraciones como

la falta de liderazgo, la maternidad no deseada, etc., no citados en este trabajo por

obvias razones de espacio y por considerar lo escrito en el párrafo anterior como

suficientemente representativo.

Siguiendo el planteo de Escalada, entonces, pareciera que el inexorable destino del

exterminio aún se estuviera realizando unos 120 años después de la “invasión grande” o

gran invasión. Las estrategias aún no se han modernizado o tecnificado demasiado, sino

que por el contrario, continuarían siendo similares a las de antaño.

"«Cuando todas las pruebas presentadas por la familia Fermín y la comunidad Vuelta

del Río confirman nuestros derechos sobre el lote que ocupa ancestralmente, el Juez

Colabelli legitimó la usurpación alegando derechos inexistentes de José Vicente El

Khazen sobre nuestro territorio.» Si la medida judicial se concreta la familia desalojada

8 En ningún momento lo anota como “Conquista del Desierto” que es como suele conocerse.

9 Aparentemente con la expresión “invasión blanca” no estaría haciendo referencia solamente a

la “gran invasión” o “Conquista del Desierto” sino también a todo el tiempo posterior a la

misma.

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queda obligada a vivir a la intemperie «en la ladera de los nevados cerros, cuando el

invierno ha llegado. »" (ANRed 2003a)

"El 15 de marzo de este año los dueños ancestrales de esos terrenos sufrieron el primer

intento de desalojo «cuando la policía de El Maitén y Cushamen demolió la vivienda de

nuestros hermanos y en más de una oportunidad los insultó y amenazó. Estos hechos

fueron denunciados oportunamente ante la Fiscalía, que hoy investiga el accionar

policial, mientras que el juez actuante se desentendió de lo hecho por su -brazo armado-

»" (ANRed 2003a)

“El conflicto histórico que mantienen las comunidades mapuches en la provincia de

Chubut con el gobierno, se vio agudizado en los últimos tiempos por el avance de

corporaciones mineras a la que el estado provincial, hoy encabezado por el gobernador

José Luis Lizurume, les brindó todo su apoyo, en detrimento de los intereses del pueblo

mapuche. De esta manera se produjeron decenas de desalojos y de persecuciones,

avalados por el Juez de Instrucción de Esquel, José Oscar Colabelli, quién legalizó los

actos de violencia en favor del estado y de su propia persona dado que su esposa posee

una mina de cuarzo en el Departamento de Cushamen, Vuelta del Río” (ANRed 2003b)

"Según Rogelio Fermín, perteneciente a la familia desalojada, «después de la

denominada 'Campaña del Desierto' que hicieron los generales genocidas, nos mandan a

esos territorios, que se denominaron reservas; pero esos terrenos se fueron achicando

por las sucesivas ventas. Muchas veces las ventas se hicieron bajo engaño, a gente que

no sabía leer ni escribir y les hacían firmar igual para que entreguen su tierra. Incluso

este tipo de operación se hizo hasta hace muy poco». Rogelio agregó que «nosotros nos

encontramos con que el lugar donde vivimos desde siempre no es de nosotros; pero no

entienden que estas tierras son invendibles porque tenemos un derecho originario en el

lugar». Incluso un documento del INAI ratifica esta opinión al afirmar que «los

derechos indígenas están consagrados en la Constitución Nacional» y que se debe

contemplar «la preexistencia étnica y cultural de los Pueblos Indígenas» y reconocer «la

posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan»". (ANRed

2003c)

“A esta política de despoblamiento se suma el abierto ataque a nuestro Pueblo:

desalojos (latentes en las comunidades Vuelta del Río, Sepúlveda y Pillan Mawida),

violencia directa y persecución jurídica. El Estado ha optado por criminalizar nuestra

lucha y transformar nuestros reclamos en delitos.” (ANRed 2003d)

“Pero sucede, en abrumadora cantidad de casos, que los territorios que habitan las

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comunidades aborígenes figuran como fiscales. Es así como el Estado realiza las ventas

y como luego los terratenientes se encuentran con que tienen un poblado en el interior

de sus campos -este es un procedimiento que se reproduce en todo el país-, pese a la

preexistencia centenaria de los pobladores. Obviamente que esta compra no es inocente,

muchas veces los habitantes originarios son utilizados como mano de obra barata o

esclava por estos terratenientes.” (ANRed 2003e)

Un piquete en reclamo de la comunidad Pillán Mahuiza termina de esta manera: “El

resultado de aquella jornada es el procesamiento y embargo a el peñi Martiniano Jones

Huala y la lamguén Moira Millán, fallo del juez federal Leonidas Moldes, de San Carlos

de Bariloche” (Avendaño 2003).

Las denuncias periodísticas, los piquetes, las marchas, la solidaridad con grupos de

desocupados, manifestaciones, etc., sin embargo, no son los recursos de defensa

contemporáneos de Escalada. Siguiendo la línea argumental de este autor, ya poco

quedaría de su “Complejo Tehuelche” pero, según lo que se puede leer en los medios de

comunicación, los pueblos originarios de estas regiones están enfrentando sus

problemas con una acción política impensada hace 50 años.

Conclusión

En trabajos anteriores, he comparado los esqueletos y los cráneos recolectados antes,

durante y después de la Campaña del Desierto con las cabezas trofeo de la literatura

antropológica. Estas cabezas se obtuvieron en un ritual muy específico que les quitó su

peligrosidad simbólica transformándola en otro símbolo, el del objeto de la ciencia

osteológica o más bien diríamos hoy, de la biología, de la antropología biológica o de la

antropometría. Este ritual, es el de la investigación, publicación y divulgación científica

que se llevó a cabo, principalmente en museos. De modo tal que personajes de nuestra

historia como Calfucurá que pudo haberse convertido en un prócer quedó transformado

en un cráneo de colección de museo. Ésta fue la estrategia que utilizaron nuestros

antecesores decimonónicos y esta es la estrategia que nosotros mismos heredamos y aún

utilizamos. Ésta es la situación del meteorito de Káperr Káike que pasó de objeto

sagrado, objeto de culto, representación del derecho de propiedad muy ajeno a la

propiedad privada capitalista a un simple e inocuo meteorito caído del cielo. Todo este

proceso, se realizó en el contexto ideológico de la guerra de razas expresada

históricamente como una gran invasión a los territorios de los pueblos originarios

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pampeanos y patagónicos, seguida por la apropiación de las riquezas de sus tierras, la

explotación de sus cuerpos, la usurpación de sus símbolos, el exterminio de los

elementos rebeldes y la liquidación final de sus costumbres, su lengua y su identidad.

Este último punto, no pudo llevarse a cabo completamente y ha llevado a este plan,

olvidado ya de las conciencias pero vigente en la acción, a sufrir unos reveses cada vez

menos insignificantes, más publicitados y que no sería descabellado estimar, terminará

por torcer el brazo de la persecución y la pretensión etnocida que aún subsiste en

nuestras prácticas sociales y políticas cotidianas.

Por último queremos compartir una reflexión acerca de ciertos tipos de pensamiento

reflejados en citas como esta: “Por lo menos tres capas étnicas pueden difereciarse aún

hoy, en que los contornos mejor definidos han perdido su claridad como consecuencia

de la sistemática destrucción de las organizaciones autóctonas que la raza blanca ha

exterminado, como fatal designio de la supervivencia del más apto. ” (Escalada

1949:103). En el contexto ideológico de la guerra de razas, la raza blanca elimina a las

demás como fatal designio de la supervivencia del más apto. Igual asimetría se hubiera

producido si en vez de anotar raza blanca hubiéramos anotado raza blanca del norte de

Europa (versión más clásica de los racismos conocidos hasta la década de 1940) En este

segundo caso, la raza blanca (mediterráneos) que extingue a las razas inferiores

(ándidos y pámpidos) se vería condenada a la extinción por parte de la otra raza blanca a

su vez superior a la primera (arios). Ahora bien, si reemplazáramos ‘raza blanca’ por

‘productividad’ o ‘eficiencia’, tendríamos el modelo de la guerra de razas transplantado

a la economía que a su vez se trasladaría al resto de las relaciones sociales. No está claro

que el Darwinismo Social haya desaparecido de nuestra forma de pensar y lo peor aún

es que, contra toda ortodoxia de pensamiento, ya sea desde el punto de vista racista, ya

sea desde el punto de vista economicista, etc. en ningún caso los argentinos se

reconocerían a sí mismos como inferiores cuando todas las teorías de este tipo, salvo las

adaptadas por los teóricos de las sociedades llamadas ‘latinas’, sí lo hacen. El mismo

argumento ideológico que sirve para legitimar históricamente el exterminio de los

pueblos originarios es el que sirve para legitimar la tolerancia a la masiva desocupación,

expropiación de estratos sociales, expulsión de una parte de la población de los derechos

laborales, de salud, etc. y es el que podría servir a otra sociedad, más blanca, más

productiva, más eficiente para pretender exterminar la nuestra. En ese caso,

seguramente abandonaríamos masivamente esta forma de pensar, pero ya sería tarde.

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