Reciprocidades

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LX/1, nUm. 204 (2000) 'RECIPROCIDADES, INTERCAMBIO Y]ERARQUIA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES por ANA RODRIGUEZ LÔPEZ REYNAPASTOR Instituto de Historia. CS.I.e. RESUMEN: Reciprocidad, don!contradon J han sida conceptos utilizados par los medievalistas desde hace décadas. Pero las propias formulaciones de los historiadores han generado nuevos problemas de t;Po cronologico-evolutivo y de organizacion social. En este ar- ticulo se estudian las relaciones sociales de un monasterio cisterciense a través de sus intercambios con los grilpos dominantes locales y con las comunidades campesinas de su entorno en los siglos XIl y XIII. A través de él, las autoras argumentan que la reci- procidad puede ser un instrumento de andlisis valido para explicar como se definen nuevas posiciones sociales, como se establecen jerarquias y como se produce movilidad y diferenciaci6n social en el momento en que se organizan los sistemas de poder. P ALABRAS CLAVE: Edad Media. Reciprocidades. Intercambio desigual. Movilidad y diferenciaci6n social. Galicia. lnstitu- danes eclesiâsticas. Comunidades locales. ABSTRACT: Reciprocity, gift and counter gift are concepts which have been widely usee! by medievalists in the last decades. However, these concepts have generated new problems regarding their chronology, evolution and social meaning. This article analyses the social relations ofa Cistercian monastery through its exchanges with the local dominant groups and the peasant communities of its hinterland in the 12th and 13 th centuries. The authors argue that reciprocity can be a valid means of analysis for the explanation of how new social positions aredefined,- how hierarchies are establishee! and how social movility and differentiation arise when systems o/power are organized. KEYWORDS: Middle Ages. Reciprocity. Unequal exchange. Social movility and differenciation. Galicia. MonastÎc institu- tions. Local communities. Hispania, LX}I, nUm. 204 (2000) 63-101

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Reina Pastor - Ana Rodríguez

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BÎs~ania, LX/1, nUm. 204 (2000)

'RECIPROCIDADES, INTERCAMBIO Y]ERARQUIA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES

por

ANA RODRIGUEZ LÔPEZ REYNAPASTOR Instituto de Historia. CS.I.e.

RESUMEN: Reciprocidad, don!contradonJ han sida conceptos utilizados par los medievalistas desde hace décadas. Pero las propias formulaciones de los historiadores han generado nuevos problemas de t;Po cronologico-evolutivo y de organizacion social. En este ar­ticulo se estudian las relaciones sociales de un monasterio cisterciense a través de sus intercambios con los grilpos dominantes locales y con las comunidades campesinas de su entorno en los siglos XIl y XIII. A través de él, las autoras argumentan que la reci­procidad puede ser un instrumento de andlisis valido para explicar como se definen nuevas posiciones sociales, como se establecen jerarquias y como se produce movilidad y diferenciaci6n social en el momento en que se organizan los sistemas de poder.

P ALABRAS CLAVE: Edad Media. Reciprocidades. Intercambio desigual. Movilidad y diferenciaci6n social. Galicia. lnstitu­danes eclesiâsticas. Comunidades locales.

ABSTRACT: Reciprocity, gift and counter gift are concepts which have been widely usee! by medievalists in the last decades. However, these concepts have generated new problems regarding their chronology, evolution and social meaning. This article analyses the social relations of a Cistercian monastery through its exchanges with the local dominant groups and the peasant communities of its hinterland in the 12th and 13 th centuries. The authors argue that reciprocity can be a valid means of analysis for the explanation of how new social positions aredefined,- how hierarchies are establishee! and how social movility and differentiation arise when systems o/power are organized.

KEYWORDS: Middle Ages. Reciprocity. Unequal exchange. Social movility and differenciation. Galicia. MonastÎc institu­tions. Local communities.

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«Por roda la sociedad entera cordan los canales, continuamente diversificados, de una circulaciôn de riquezas y de servicios- suscitada por las generosidades necesarias. Las de los dependientes hada SUs

parronos, las de los padres hacia la desposada, las de los amigos hacia el organizador de una fiesta, las del fey hacia los grandes,- las de to­dos los rieas hacia todos los pobres, y finalmenre, las de rodos los hombres para con los muettas y para con Dios. Se trata de intercam_ bios ~y son innumerables- pero no se trata de cemercia». Georges Duby, Guen'eros y Campesinos. Desarrollo inicia! de la economîa europea (500-1200), Madrid, 1976, pag. 71 (1" ed. francés, 1973).

En su obra clasica de 1973, Guerreros y Campesinos. Desarro!!o inicia! de!a eco­nomîa europea (500-1200), Georges Duby sefialaba que una parte considerable de la produccién medieval se hallaba incluida en una amplia circulacién de generosidades necesarias, y afiadîa que gran nûmero de los censos y prestaciones que los campesinos estaban obligados a hacer a sus sefiores recibieron durante mucho tiempo en el lenguaje corriente el nombre de regalos, eu!ogiae' . Esta observaciéri venîa precedida de una referencia al Ensayo sobre e! don de Marcel Mauss: «En las economias anteriores a las nuestra no se hallan practicamente nunca simples intercambios de bienes, de riquezas y de productos en el curso de un mercado entre individuos. Ante todo, no son los individuos sino las co­lectividades las que se obligan mutuamente, intercambian y contratan [ ... } y en segundo lugar 10 que estas comunidades cambian no son exclusivamente bienes y riquezas muebles y rakes, cosas ûtiles econémicamente [ ... }. Finalmente, estas prestaciones y contraprestaciones se completan con presentes y regalos, formalmente voluntarios, aunque en el fondo sean rigurosamente obligatorios bajo pena de guerra privada 0 pûblica». Frente a nn mercado entre individuos se acentuaba, y asî 10 recogîa Duby, el intercambio entre colectividades como un factor de produccién y reproduccién social.

Esta deuda con la teorîa antropolégica, sin embargo, no era la primera vez que se expresaba abiertamente en el medievalismo. En las décadas previas a la obra de Duby se habîa desarro11ado la reflexién sobre el don a través de prés­tamos procedentes de la ernologîa en un intento de explicar diversos fenéme­nos medievales, de los que nos interesa destacar dos. El primero de e11os, la desaparicién del comercio en la Alta Edad Media, tal y cémo habîa sido plan­teada en el marco del debate sobre las teorîas de Pirenne, y el segundo, la «irracionalidad» de la mentalidad y los modos de vida de la nobleza medieval.

l DUBY, G.: Guen"era! )' Campesinos. Desal''follo inicial de la economîa europea (500-1200), Ma­drid, 1976, p. 64 (P ed. francesa 1973). Eulogia se define, entre orros sentidos, como un don ofreci­do en prueba de amisrad 0 de hanaL Pero tiene ademas orras acepciones relacionadas cQn un carâc­ter obligatorio: un don ofrecido por un eclesiâstico a su obispo en signa de honot, un don mis 0

menas obligatorio ofrecido por los creyentes al obispo 0 al arcediano con ocasi6n de un sfnodo, 0 un don obligatorio presentado por los justiciables al senar como· reconocimiento. Estas sori las acepcio­nes que recoge NIERMEYER, J.F.: en su Mediae Latinitatis Lexicon Minus, Leiden, 1976.

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La comparacién con otras sociedades proporcionaba asî herramienras para des­entrafiar la légica de los intercambios en el mundo medieval, tanto los que se situaban al margen de relaciones puramente comerciales como los que se juga­ban en el campo de la competicién por el honor y el prestigio.

La discusién de las tesis deI historiador belga Henri Pirenne sobre el comer­cio en la Alta Edad Media y las crîticas quesuscitaron abrieron el debate sobre las diferentes formas de intercambio desarrolladas a 10 largo de esos siglos.

. Llamando la atencién sobre la importancia de las donaciones y de los robos como formas fundamentales de transferencia de propiedades en la época alto­medieval, el numîsmata britanico Philip Grierson afirmaba que la distorsién del debate sobre las tesis pirennianas venîa dada por el hecho de pensar que los bie­-nes pasaban de unas manas a otras necesariamente a través del comercio e insis­ria -frente a esto-- en esos canales que definirîa luego Duby, los que colocaban a los unos moralmente en deuda con los ottoS, los que permitîan la circulacién de bienes y servicios sin pasar por las vîas del comercio monetarizad02

Abordando el complejo problema del desarro11o de las relaciones de propie­dad en la Alta Edad Media, el historiador rusa Aaron Gurevic mostraba que algunas nociones aparentemente limitadas a este campo se inscribîan en un sistema conceptual mas amplio, al que necesariamente habîa que incorporar las relaciones en el seno de la colectividad familiar y patrimonial y la representa­cién de los vînculos entre el hombre y la naturaleza. La inexistencia de lÎmites precisos entre las personas y las cosas, entre los objetos y sus propietarios cons­tituîan una caracterîstica esencial del mundo feudal y de sus espedficas relacio­nes de propiedadl .

A través del analisis de fuenres escandinavas, Gurevic 11egaba a la conclu­sién de que el sistema de intercambio de la temprana Edad Media no se basaba ni en el valor material de los objetos que pasaban de unas manos a otras ni en su valor de uso. Por el contrario, 10 que se situaba en primer pIano era el pro­cedimiento mismo del intercambio ya que el don generaba un vinculo especial

2 GRIERSON, Ph.: «Commerce in the Dark Ages. A critic of evidence», Transaaions of the Royal Historical Society, 5a serie, 9 (1959), pp. 123-140 Y «La fonction sociale de la monnaie en Angleterre aux VII-Ville siècles}}, Moneta e scambi nell'Alto Medioevo.Settimane di Studio dei Centl"(J ltaliano di Studi su/l'Alto Medioevo, Spoleto, 1961, pp. 341-362. Comenrando a Grierson en relaciôn con el tnifico de reliquias en la Alta Edad Media, Patrick Geary afiade que inclU:So cuando una compra subyacfa en el corazôn de los intercambios, los contempoqineos entendian estas transacciones dentro del contexto de formas mas significativas de circulacion de bienes, como-h donaci6n 0 --en el casa de las reliquias- el robo. GEARY, P.: ««Sacred commodities: the circulation of medieval relies», en ApPADURAI, A.: The Social Lift ofThings. Commodities in cultural perspeaives, Cambridge, 1986, pp. 169-19l.

: GUREVIC, Aaron: «Répresentations et attitudes à l'égard de la propiété pendant l'Haut Mo­yen Age», Annales (E.S.C), 27, 3 (1972), pp. 523-547. El desarrollo de estas planteamientos se amplia a otros aspectas de la sociedad medieval en la obra del mismo autor Les catégories de la culture médiévale, Paris, 1983 (edici6n en ruso, 1972). Significativamenre, la ediciôn francesa iba precedida de un prôlogo de Georges Duby.

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entre el donante y el receptor". El sentido social de la riqueza estaba alejado dominio exclusivo de la economia y se ampliaba al de la religion, laética y conducta del hombre. La riqueza en el mundo feudal no era un fin en si mo, era el arma que permitia afirmar el honor, era un simbolo del poder co y un medio de sustentar ese poder. En este contexto, la generosidad era atributo necesario al sefior, una generosidad agresiva en un juego cuyo objetivo era el prestigio social, sentido que recordaba a Gurevic las practicas de potlach desarrolladas en otras sociedades. En realidad, la comparacion entre la prodiga" lidad de la nobleza feudal y la destr)lccion ritual de bienes en las ceremonias del potlach de los indios de la costa noroeste de América tal como fueron descri~ tas por los anttopologos clasicos habia sido establecida por Marc Bloch en la década de 1930. Escribia en La Sociedad Peudal: "Un cronista nos ha transmiti~ do el recuerdo de la singular competicion de despilfarro de la que fue teatro un dia una reunion cortes ana en la region de Limoges. Un caballero hizo sembrar de monedas de plata un terreno, anteriormente labrado; Otro, para su cocina, hada quemar cirios; un tercera, por jactancia, ordenô quemar vivas treinta de sus caballôs. iQué hubiera pensado un mercader de esta justa de prestigio, que evoca a nuestra memoria (iettos relatas de los etn6grafos?»5.

Nuevos aspectos se iban perfùando en los analisis de las formas de inter­cambio y de los modos de vida de las clases dominantes en el mundo medieval a la luz de interpretaciones holistas y de comparaciones amplias. A partir de estas obras -y no solo de ellas- conceptos coma don, contradon, reciproci­dad se encuentran cada vez con mas frecuencia en las investigaciones de los medievalistas. Pero el analisis historico de las formas de intercambio en las co-. munidades medievales revela contradicciones implîcitas en la forma en la que se ha producido la transposicion de concepros entre disciplinas, teniendo ade­mas en cuenta la ambigüedad de algunos de ellos desde su formulacion6 • El préstamo conceptual estaba en cierto sentido viciado desde sus origenes al pro­ducirse una curiosa paradoja: algunas de las aproximaciones mas valiosas que habian abierto el camino a nuevas formas de ver y de comprender la sociedad

" Segun Gurevic, la creencia de que no existe limite precisa entre el objeto y su propietario es­taba en la base de buena parte de las representaciones de la riqueza en la Alta Edad Media. Estas creencias, fundamentales para comprender el derecho de propiedad altomedieval, pervivieron de forma residual en épocas posteriores, como se percibe en el culta de la espada en la caballerfa 0 la veneraci6n de objetos sagrados en el cristianismo medieva~. Afiadimos, evidenternente, las reliquias como los principales «objetos» sagrados. Ver GEARY, P.: «Sacred commodities .. }}.

:; Vol. II, p. 35 (ediciôn espafiola, Madrid, 1979). En términos y fechas similares se manifes­taba HmZINGA, Johan: Homo Ludens. El Juego camo elemento de la histona, Lisboa 1943 (original, Lei­den, 1938).

6 Y los interminables debates que han generado. Como muestra, las discusiones entre histo­riadores y antropôlogos en toma a los problemas de la nociôn de reciprocidad tal camo fue formula­da por K. Polanyi en el Dossier titulado Pour une histoire anthropologique: la notion de réciprocité, en Annales (8.S.c.), 89, 6 (1974).

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condudan, en ûltima instancia, a otros problemas para cuya resolu­Înûtiles, precisamente, esos nuevos instrumentos de analisis.

)11'''"« revisamos las interpretaciones citadas mas arriba vemos este tipo de pro-

~ En primer lugar, la reciprocidad 0 las formas economicas de on"conn:au,uu asi explicadas se corresponden exclusivamente con un momento

evolucion 4e los sistemas sociales hacia las relaciones de mercado, una primitiva correspondiente a los siglos altomedievales y a los comporta­

mienl:0s economicos de los pueblos germânicos que seria superada con la reor­g,iniza':lOn de los circuitos comerciales. La introduccion del derecho romano,

Gurevic, fue acompafiada de una extensiôn de la nocion de propiedad 'p:riv'lda que llevo aparejada una nueva actitud ante el trabajo y la propiedad.

consecuencia de todo ello, la clase dominante se fue adaptando a nuevas economicas, al desarrollo del comercio y al valor de la propiedad

territorial y de la riqueza. Aunque no se explicita en estos términos, se vincula­ba reciprocidad, propiedad colectiva y difusa y formas fuertemente personali­zadas de relaciones frente a comercio, propiedad privada y -en ûltima instan­cia- racionalidad economica7•

En segundo lugar, y en estrecha relaciôn con 10 anterior, la economia del don en su vertiente de generosidad necesaria quedaria --en el marco de este pro­ceso de desarrollo-- irremediablemente confinada a un horizonte cultural en el que se movian casi exclusivamente los grupos dominantes de la sociedad8

Quedaria fosilizada en los modos de vida de la nobleza como una forma de mantener el estarus social 0, en las comunidades campesinas, coma vestigios de igualitarismo reflejados en las diferentes solidaridades que ligaban a sus miem-

7 Esta idea evolutiva estâ en el fondo presente en la mayor parte de la historiografia medieval. Un ejemplo entre muchas otros: LITTLE, L.K.: Religious Poverty and the Profit Economy in Medieval Europe, Londres, 1978. Contrapone la economîa del don a la econornia de mercado y a las nuevas formas eco­nômicas que van surgiendo en el siglo XI. El capitulo en el que todo esta se trata tiene un titulo signifi­cativo: «From gift economy ta profit economy». Gurevic conduye, no obstante, que a pesar de la simili­tud entre el intercambio de dones y servicios en la Edad Media y el intercambio ritual en otras pueblos, estas formas de relaciôn eran diferentes. Insiste, de hecho, en que ninguna instituciôn social, politica 0

econômica, incluida la riqueza, puede comprenderse al margen de los sistemas de valores y el contexto cultural de sociedades concretas. Ver infra la forma en que Gurevic enlaza los presupuestos de la econo­IIÛa substantiva y los del materialismo.

8 La prodigalidad coma virtud nobiliaria era un topos rec~rrente en la poesia trovadoresca. Son bien conocidos ejemplos de la literatura cl~l siglo XII. Pierre Cardinal es un ejemplo: Ges non dic mal ad armas ni a sen,l Mas donar sobre totz senhorùi"{No··hablo mal de las armas ni de la razôn, pero los regalos 10 gobiernan rodo). La proximidad de las nociones de «dar}) y de «toma!}} en la lengua de los travadores recuerda un similar recorrido en las lenguas indoeuropeas segun los trabajos clâsicos de Emile Benveniste. A este respecta, ver BENVENISTE, E.: «Gift and exchange in the lndo-European Vocabulary», en SCHRIFT, A.D.: The Logic of the Gift. Toward an Ethic of Generosity, Londres, 1997, pp. 33-44 (articulo en francés de 1948-9). La raÎ2 indoeuropea do puede significar «dar» 0 «tomar» dependiendo de la construcciôn gramatical, 10 que ilustra sobre la ambivalencia de los términos relativos al intercambio.

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bros. En suma, dos niveles sin conexi6n alguna entre ellos, dos reciprocidad completamente aut6nomos: los nobles compitiendo en pflXI!", dad entre nobles, los campesinos solidarizandose con otros campesinos9.

y es, sin embargo, en la conjunci6n entre estos dos niveles, en el anâli,;is, las mûltiples reciprocidades que ligan a los grupos dominantes con las dades locales, donde podemos encontrar algunos rasgos explicativos de la namica social dei perîodo. Los intercambios entre estos dos niveles dllen'nci, dos incluyen y generan movilidad y diferenciaci6n social, la reciprocidad organiza las relaciones horizontales entre grupos sociales, pero también nirquicas y verticales en la formaci6ri de las dependencias entre nuevos

y comunidades ya establecidas. Estos son los planteamientos quu~er~:~;~~~~~~~~ -aceptando y discutiend6 también la pertinencia de divers as a

de historiadores y antrop610gos- en el marco de un minucioso an.~â1~;i~Si;s,,~~si:~:~~ co que realizamos a continuaci6n. Se desvela, aSÎ, una sociedad d

compleja y mûltipIe en la cual la reciprocidad no es un mecanismo re/sulat,)ri, que mantiene a los distintos grupos social y polîticamente estables, sino construcciân disputada de poder que se reviste de formas y significados rentes segûn las situaciones hist6ricas a las que responde.

Nos hemos centrado para ello en el estudio de los intercambios que para los siglos XII y XIII se recogen en el cartulario de una instituci6n eclesiâstica, el monasterio cisterciense gal!ego de Santa MarÎa de Oseira. Las dos partes que componen esta invesflgaClon exploran las relaclOnes entre el cenobio y los dos gtupOS fundamentales -SI bien las fronteras entre uno y otro en ocasiones no son faciles de fijar- con los que intercambia y que aparecen representados en la documentaci6n. En primer lugar, los gtupos dominantes locales, muy hete­rogéneos y en ocasiones preexistentes en la zona. En segundo lugar, las comu­nidades campesinas de su entorno, vmculadas desde poco des pués de su funda­ci6n al monasterio y generalmente despojadas de sus tierras en los momentos iniciales de la presencia de este nuevo poder. Se trata de desentranar en un mundo en el que el poder estâ fragmentado y los recursos materiales e inmate­riales disponibles necesarios para su reproducci6n se encuentran muy reparti­dos, c6mo se transforman los marcos sociales a través de reciprocidades desiguales, c6mo se generan orden y confhcto en una sociedad local.

9 Todo ello sin contaf con orros problemas derivados. de las interpretaciones de términos y conceptos. POt ejemplo, aunque pueda afirmarse que en generaI -y no s610 en la sociedad medie­val- aristocracia es sinônimo de generosidad, ella no significa necesariamente que se entre en una comperencia del tipo delpotlach, si pOt tal fenômeno se entiende -y asf debe entenderse, segûn M. Godelier- un acta que permite a~quirir un tftulo 0 tango, no s610 mantenerlo: un proceso compe­titivo, agonîstico, que se caractenza par donar con la intenciôn de romper la reciprocidad de los dones, un proeeso de ruptura de los equilibrios opuesto en esencia al mantenimienro de un estatus que pareee estar detras del despilfa:ro de la nobleza feudal. GODELIER, M.: El enigma dei don, Baree­lona, 1998 (1 a ediciôn franeesa Pans, 1996), p. 226.

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CIDADES INTERCAMBIO y )ERARQufA EN LAS COMUNlDADES MEDŒVALES RECIPRO ' 69

IPF~OCID1\DJlS DESIGUALES EN EL INTERlOR DE LOS GRUPOS DOMINANTES

re!lac1011"> que vincularon a los monasterios que se implantaron en el . a1lego en las décadas centrales dei siglo XII con los grupos doml­g se basaron en un complejo sistema de negociaCI6n que contem­

constante de sus posiciones y que termin6 mostrando la reduec·I"ous"n"vu"evos senores para hacerse con los cauces de poder en la so­

U na sociedad local que habÎa ido configurando una c1ase variada lalvc:~grupos emparentados con una estructura familiar amplia pero laxa,

de parentesco proelives a la alianza durante el CIelo vItal de los adultes b cados a la dispersi6n patrimonial por la herenCla, entremezclados con

a 0 de hereties aunque destacados con respecto a éstas- sobre cuya ij1;ani2:ac,on y recursos previos a la fundaci6n monastica poco podemos aven­

Esta c1ase variada de poder protagomza buena parte de los mtercamblOs se registraron en el curso de esros siglos en el cartulario dei monasterio

:isterc:ü' ,ns,e de Oseira'o

10 El monasterio de Santa Marîa de Oseira (situado en el municipio actual de San Cristobo de el mâs septentrional de los cenobios orensanos, cetcano a la convergencia de lîmites de tres

.es·as gallegas Ourense Lugo y Pontevedra. Las propiedades que formaban su dominio se provmcl '. .'. . ' . repardan en las tres provmetas mdKadas en un radlO de unos 25 Km. en torno al monasten~; a .ellos

afiadian algunos bienes situados en Marîn en la costa pontevedresa y otrOS de menor slgnifica­s~, El monasterio comenzô su andadura en el ano 1137, cuando se produjo la donaciôn y acota­~~:~to dellugar por el rey Alfonso VIL La fecha de su adscripciôn al Cister es muy discutida par los especialistas, que la situan entre 1148 y 1199. Los teyes de Castilla y Leon desde Alfonso VII y los monarcas leoneses Fernando II y Alfonso IX dotaron al monasterio de bienes importantes al tiempo que 10 fueron eximiendo de ca:gas, coma el portazg~, ! ampliaro.~ su cot~. ~u :tapa f~nda­cionaI se cerrô en los anos finales del slg10 XII, cuando termmo la conceslOn de pnvtleglOs reglOS. A fines de este siglo y comienzos del XIII, se inicio una politica de compras y de expansiôn propia, asi coma la explotaciôn de sus bienes de forma indirecta, especialmente mediante contratos de faro. El impulsa expansivo del monasterio se debilito en los wtimos dos decenios del siglo XIII. La evolu­cion del dominio monastico se esrudia minuciosamente en ROMANI MARTINEZ, M.: El monasterio de Santa Maria de Oseira (Om-ense). Estudio historico (1137-1310), Santiago de Compostela, 1989, y su documentacion ha sida publicada en ROMANI MARTINEZ, M.: Coleccion diplomdtica deI monasterio cisterciense de Santa Maria de Oseira (Ourense). 1025-1310,2 vols. Santiago de Compostela, 1989, y ROMANI, M., PORTELA, M.]., RODRÏGUEZ, M.P., V AzQUEZ, M.: Coleccion diplomdtica deI monasterio cisterciense de Santa Maria de Oseira (Ourense)"_ 1}1 0-13 99, Santiago de Compostela, 1993. El anâlisis de las relaciones sociales en la zona ha sido reaIlzaôü-en orros trabajos. Ver PASTOR, R. y RODRl­GUEZ LOPEZ, A.: «Compraventa de tierras en Galicia. Microanâlisis de la docwnentacion deI Mo­nasterio de Oseira}}, Hispania, 191 (1996), pp. 953-1024, y PASTOR, R., PASCUA ECHEGARAY, E., RODRÏGUEZ L6PEZ, A. y SANCHEZ LEON, P.: Transacciones sin mercado: instituciones, proPiedad y redes sociales en la Galicia monâstica. 1200-1300, Madrid, 1999. El numera total de donaciones recogidas en el cartulario del monasterio de OseÏta desde su fundaciôn hasta el final del siglo XlII se situa en tomo a las 250, los foras en tomo a los 200, mienrras que las compraventas son mucha mâs nume­

rosas, en tomo a las 650.

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Ante la profunda transformaci6n que se oper6 en la zona con la llegada de· los monjes cistercienses de la mano de la monarqufa castellano-Ieonesa iC6mo se transformaron los equilibrios entre los diferentes grupos que controlaban poder y recursos econ6micos y c6mo se generaron nuevas jerarqufas entre ellos?iCwiles fueron las formas que adoptaron esros intercambios? iSobre qué tipo de bienes se fund6 la estrategia de la reciprocidad, las generosidades necesa­rias, entre el monasterio y los poderosos locales?

0, para decirlo de otra manera: iPor qué -y mediante qué mecanismos­estos grupos se vieron abocados a entrar en un cido de reciprocidad, en una interminable sucesi6n de compromisos que se formalizaron en el establecimien­to de derechos y deberes, de obligaciones que generaban beneficios que a su vez encadenaban nuevas obligaciones?

A primera vista, parece tratarse de un intercambio equilibrado, horizontal, entre grupos privilegiados en la sociedad que se repartian el poder y que, en todo caso, competîan entre si por el control de las comunidades campesinas, de sus tierras y de sus rentas. Estas relaciones entre iguales -que canalizaban procedimientos de distribuci6n de bienes en la dase dominante- les habrîan permitido ir extendiendo con el tiempo sus redes de amigos, aliados y vasallos. Pero la realidad es que no eran relaciones entre iguales. Las situaciones en el interior de los grupos laicos establecidos en la zona no eran homogéneas, en­tremezdandose desde linajes de la alta nobleza con implantaci6n supralocal que desempenaban funciones polîricas delegadas por los monarcas -merinos, por ejemplo--- hast a grupos familiares menores dependientes que se encontra­ban inmersos en procesos de disgregaci6n patrimonial u otros que se fueron consolidando al abrigo de las nuevas redes monasticas. Estas distintas situacio­nes incidîan en su capacidad de exigir reciprocidad a los monasterios.

Los intercambios en el interior de esta dase dominante, laica y edesiastica no generaron igualdades ni simetrias, no fueron un factor de equilibrio entre los intereses de unos y de otros. Crearon, por el contrario, nuevas desigualdades y jerarquias, en un proceso cuyo resultado fue la transformaci6n de estos gru­pos, la consolidaci6n de unos, el debilitamiento de otros, la aproximaci6n a los senores edesiasticos de la zona 0 su alejamiento definitivo. Eran intercambios que incluian y generaban diferenciaci6n y movilidad social.

La reciprocidad definia nuevas posiciones. No expresaba cambios paritarios, sino que revelaba que la norma era la desviaci6n dei cambio equilibrado y que, s610 teniendo en cuenta esta desviaci6n se podia entender c6mo interactuaban la reciprocidad, las relaciones sociales y las circunstancias materiales l] Su po-

11 «En realidad, es precisamente mediante el escrutinio de los momentos en que se aparta de un intercambio equilibrado la forma en que podemos entrever la interacciôn entre la reciprocidad, las relaciones sociales y las circunstancias materiales». SAHUNS, M.: Economfa de la Edad de Piedra, Madrid, 1977 (la ed. inglés 1974), p. 209; LEVI, G.: La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés deI siglo XVII, Madrid, 1990, al hacer referencia a que el USD del concepto de reciprocidad le permite tomar en consideraciôn las transacciones en el me,ccado de la tierra coma si fueran no

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RECIPROCIDADES, INTERCAMBfO Y]ERARQuiA EN LAS COMUNlDADES MEDJEVAJ.ES 71

tencialidad era, en ultima instancia, su capacidad de individualizar y diferenciar en el interior de las comunidades locales.

Un recorrido minucioso por la abundante documentaci6n del monasterio de Oseira a 10 largo de los siglo& XII Y XIII nos l'ermite llevar a cabo un anali­sis preciso de las transacciones -que definen un proceso econ6mico inserto en un conjunto mas amplio de relaciones sociales- entre los miembros de la ins­tituci6n monastica y los que en otro trabajo hemos definido como grupos in­termedios altos. En lîne~s generales, se trata de un numeroso conjunto de gru­pos famIllares que ejerClan un poder local, que poseian tierra pero que habi­tualmente no la trabajaban y que formaban parte de las redes sociales y pol1ti­cas de la nobleza, a la que se encontraban ligados por vînculos de fidelidad y vasallaje12

.

El vinculo social deI intercambio

Desde la implantaci6n cisterciense en Oseira, la relaci6n entre el monaste­rio y los grupos poderosos locales estuvo ~arcada por abundantes y complejos mtercamblOs de blenes y de servlClOS. cCuales fueron los vinculos sociales que las transaCClOnes crearon entre las partes?iQué obtenîa cada una de ellas en el curso de estos intercambios? iExîstîa, en fin, equilibrio enrre la acci6n de dar y la devoluci6n de 10 dado?

La estrategia temporal marc6 desde su origen las transacciones entre estos laicos y los monjes de Oseira. El monasterio -asî como las demas instituciones ecle:iasticas medievales-.- tenia de parrida una ventaja organizativa, ya que debla su fuerza a la contmUldad que representaba como instituci6n, una conti-

s~empre cambios paritarios y expresion de equilibrio entre iguales. Afirma que, de hecho, la recipro­odad que actua en el mercado de la rierra revela, por el contrario, que la desviaci6n de un cambio equîlibrado es la norma.

12 Los criterios para la definicion de estos grupos intermedios se han establecido en RODRέ

GUEZ LOPEZ, A.: «Estrategias monasticas y re1aci6n con los grupos dominantes locales. La influencia del monasterio de Oseira en el medio social en el siglo XII!», en Transacciones sin mercado ... , pp. 139-192. Con respecto a los grupos intermedios/altos a los que se dedica este anaIisis, los crirerios se refe~i~n a la calificacion social (dominus, domina), al ejercicio.de funciones de tipo polîtico (caballeros 0. mtMes, es:uderos 0 armigeri), si bien en su mayoria eran grupos que generalmente carecian de s:gnos extenores que denotaran una cierta. pr~~minecia social pero cuyas redes de relaciones minu­clOsamen~e d~ducidas hacian ver que se trataba -Je gente importante que podia negociar con el mo~aster~~, eJercer presi6n sobre él 0 limitar su capacidad de maniobra. Por otra parte, la capacidad de lOserclû~ de .los c~s,tercienses :~ la sociedad local ha sido destacada en la bibliografîa, que ha hecho espeClal hlOcapœ en su habihdad para relacionarse y establecer vînculos con los grupos domi­nantes a escala ~ocal, con los milites en particu1ar. Cf. BERMAN, CH.: Medieval Agriculture, the Southern French Countrystde, and the Early Cistercians. A study of Forty-three Manasteries Transactions of the American Phîlosophical Society, vol. 76, part 5, 1986, BOUCHARD, c.B.: Cistercians, Knights, and Economie Exchange in Twelfth Cmtury Burgundy, Ithaca-Londres, 1991.

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72 ANA RODRÎGUEZ LOPEZ y REYNA PASTOR

nuidad que 10 capacitaba para una negociaciôn a lar 0 laz en lmaJes lalCOs y comunidades eelesiâsticas en la Edad

g M Pd' 0, La ori5antiz~

de relieve p, Sânchez Léon- respondîa no so'lo die , la, --como t' d ' a una VISIOn tu,nCI!On,a], len e a aceptarse comunmente sino sobre t d ' - , institucionales de larga duraciôn q'ue co d" bO

01

a trayectonas , d n IClona an as norm d

malIen~~ e sus respectivos miembros en cuesriones econômicasayS soe c,' ulJrntl<\ Cl es . . Cla es

Se trata éste de un aspecto fundamental Un min' , ' , hace ver que el monasterio de Oseira transf~rmô en ettCIOSo

anahsls d, ocurr,en'i sos de mtercambio con los pO,derosos local ;emd'Po -medlante ',,'" evidente en la mayor parte de la d' oc es y ~ traves e un papel ""

1 ' umentaclOn_ los marcos ' re aClones personales, iCômo se prod ' 1: preV10S de , , 1 UJO esta translOrmaciôn) L " tlempo marco c aramenté las diferencias an' a aCClOn estos procesos se beneficiaron, aparente~e:re q~e Jodosllos que participaban

Los propietarios locales donaban tierra, El' c:nt::~~ aClone~ anudadas,

Pnatura!eza, EW esencia, el monasterio ofrecîa certidumbrena 'f:sni~:~~~s:~adde equenos no es y grupos Intermedios entraba en las fi e

reparto patrimonial y la gestiôn de los bienes en ' ormas de V'!,'UllZar ~a resolucibn de sus contlictos, convirtiéndose en :f ~:~:~~; ~;llas familias y e un Clerro eqwlibno mterno durante al menos u ' ,:u,"UlerUnllento

no se Irîa convirtiendo asî en el eJ' e de las t ,na genedraClon, El mC}fi"St", fi il' ransacclOnes e las ~ 1ares~, tr~~sformando a veces potenciales enemi os al" .

la JerarqwzaClOn y elarillcaciôn de toda una serie d g en, lados, un!P,C ,r,tieIŒd(~', en el control de la tierra y en los derechos b 1 e mstanclas que partlClpaban'

P 50 fe a ffilsma or otra parte una actualizaci' d'

anudando en el cu~so de este r on constante e l~s relaciones que se iban la reciprocidad, Las transacci~n~~es~::ap~~:c cond1ClOn necesaria en el cielo de mismos protagonistas y a los misO::os bienes, v~~c~~~: s,efPre en torno a los vlmlento COntmuo en el que los Contr d n a as partes en un mo­creaban deudas a largo plazo que exce~!::~ ~~na::::lîba~ los ,~ones: los dones los donantes y los contradones tenîan como fin ,0 ad' ~raclOn de la VIda de da '4, En este proceso podemos su oner pt/mor la no anular esa deu­margen de maniobr; a los gruposP tenie~~e el monasteno daba también cierro

, , 0 en cuenta -mâs alla de 1 mlentos puramente econômicos_la estructuralidad d 1 P antea-

e os aspectos eventuales

B M 1" « onacato, male y comunidad: un esrudio sb' . medieval gallega. San Pedro de Ramiranes, 1200- 1300~;> te o~an12aCI.ones ~olectivas en la sociedad

14 Estos son algunos de los mecanismos de los d ,en ransacClones Sin mercado ... , pp. 91-92. .. .. aoes y cootradanes no ".. ( d competltlvoS) que establece GODELIER, M .. El .. de .. agomstlcos es eelr no

cular: «En esas sociedades el don no es ti ... :;"c enzgma ! don, !"fadnd, 1998, pp. 75 Y 138 en P~rti-, u .. amente un mecarusmo q eh' u1

personas y asegure con ello su reparto la t d' 'b .. , u aga CIrc ar los bienes y las E b"' ' e 15tn UClon entre los grupo

s tam len, y mâs profundamenre la condl'cl'o'n d 1 d . ~ s que componen la sociedad. 'al ,e apro uCclOnylar d .~ d soa es, que constituyen el armazôn especifico d ' d d epro UCClOn e las rel.aciones

b1 .. . e una soae a -y caracte . 1 ' 1 enta an entre lOdIVlduos y grupos .. » (p. 75). ,flzan os vmcu os que se

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tEC1PRClQIlACŒS,IN1'ER(:il1BIC) Y]ERARQUÎA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 73

la sociedad feudaL El monasterio era ademas un centra de crédi­procesos de endeudamiento, cancelaci6n y nuevos préstamos

"r(J!T,isc)s militares, Se vislumbran asi elementos importantes en esta difîciles de cuantillcar, como la incapacidad militar de los ceno­entre las comunidades locales y la nobleza guerrera, probable­

militarizada en estas zonas como de jan ver sus continuas moviliza­guerra frente a los musulmanes del sur de la Peninsula,

bien, la reciprocidad generaba diferenciaci6n social porque esta reci­selectiva, dirigida y desequilibrada, Las relaciones preferenciales

LÎnlstltuc:1O:Cl mOClâstica y algunos miembros de grupos poderasos locales divisiones internas en estos gtupOS, acrecentando la tensi6n entre 10

y 10 iCldividual, entre 10 cognaticio y nuevas formas de organizaci6n que se estaba lidiando en su interior. De hecho, estas formas variadas

ti.te'rc"mblO condujeron a la larga a la ruptura de las comuClidades, al debili­de los derechos colectivos y a la individualizaci6n en el interior de las en el proceso de vinculaci6n de algunos miembros de estas familias y monasterio mediante el ejercicio de funciones especîficas: como tes ti-

h'Lbli·ua.1eS del monasterio en ocasiones, 0 ~e manera mâs indirecta­hombres buenos (miembros de la comunidad, que gozaban de prestigio so-

y que representaban a ésta 0 a alguna de sus partes en disputas, etc, tanto iXtefllas como internas) que actuaban a favor del monasterio aunque se man­

Ia ficci6n de su vinculaci6n comunitaria. Se trataba, en fin, un aparato ofreda consolidaci6n sociaL

Al final, rodos ponian algo en juego, pero se trataba de cosas diferentes y distintos tiempos, Los nobles comprometîan servicios inmediatos, rentas

graduales y variables y tierras a largo plazo, Frente a ello, el monasterio renun­ciaba a acumular bienes a corto plazo, Ofrecîa crédito, mediaci6n y paz de ma­nera inmediata y -con su control del tiempo-- certidumbre en el largo plazo, creando as! una ficci6n de reciprocidad llena de elementos de poder en la que la tepresentaci6n y las resonancias antiguas que recogen los testimonios escritos paredan responder a prâcticas inmutables15 , Orros elementos de la reciproci­dad entre las instituciones eclesiasticas y los poderosos locales, como la amis­tad, la familiaridad, el vasallaje, implicaban y producîan distintos grados de vinculaci6n segun las diferentes situaciones en las que los compromis os se esta­blecîan, Se trataba propiamente de un intercambio de servicios, el unico inter­cambio capaz -para algunos- degeneraueciprocidad16,

]5 Ver ALGAZI, G.: «Feigned Reciprocity: Lords, Peasams, and the Afrerlife of Medieval Social Strategies», en ALGAZl, G., GROEBNER, v., JUSSEN, B.: (eds.) Negotiating the Gift, Goettingen, 2000 (en prensa). Agradecemos al autor su amabilidad al permitirnos udUzar este trabajo inédito.

]6 En relaci6n con esto, véase WACHTEL, N.: «La reciprocité et l'État inca: de Karl Polanyi a John V. Murra», y los comemarios de AUGÉ, M.: a este artÎculo en el debate posterior, en Pour une histoire anthropologique: la notion de reciprocité, en Annales (ES.C.), 89, 6 (1974), pp. 1346-1355 y 1369-1370,

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74 ANA ROORIGUEZ LÔPEZ y REYNA PASTOR

Estrategias de tiempo en las transacciones

El tùmpo -y la posibilidad de la negociaciôn en diferido-, se . en componentes fundamentales de la relaciôn entre los monasterios y los pe­queuos poderosos locales, del encadenamienro de actos que constiruÎan la di­mensiôn de interacciôn social que suponîa la reciprocidad y su representaciôn; en la que se vinculaban obligaciones y servicios diversos y heterogéneos17• Se establecieron formas espedficas, marcadas por el tiempo, mediante las cuales monasterio de Oseira fue construyendo su poder social frente a los cal)alleros: -milites- y otros grupos destacados en el medio local. Podrîamos incluso considerar que estas formas fueron quizâs la clave de la diferencia entre esta, reciprocidad intraclase y los vînculos a través de los intercambios que obligaron comunidades campesinas y grupos de heredes -que se esrudiarân en la segunda •• parte de este artÎculo--, despojados de sus tierras coma condiciôn previa al establecimienro de las relaciones con el monasterio.

Un estudio reciente nos ha permitido identificar estos actos, marcados clâusulas" temporales como propios de un circuiro mediante el cual se consoli­daban prâcticas extremadamente ûtiles en los intercambios entre el monasterio de Oseira y grupos dominantes preexistentes en la zona con los que tenÎa sariamente que entablar una relaciôn negociada. Eran transacciones -sobre rodo donaciones, en ocasiones compraventas y cambios- en las que el donante laico se reservaba el usufrucro de forma generalmente vitalicia, si bien en oca­siones a mas de una generaci6n 18.

17 La acciôn del tiempo es un factor fundamental en la explicaci6n de los cielos de rewiProciJ,uf. para P. Bourdieu, engranajes mecanicos de prâcticas obligatorias que s610 existen para la absoluta del espectador, capaz de estar presente en los diferentes momentos del cielo. Ellapso de tiempo interpuesto es 10 que permite que el don y el contradon seap visros y experimentados como un acto inaugural de generosidad, sin pasado ni futuro, es decit, sin câlculo. BOURDIEU, P.: El senti-, do practico, Madrid, 1991 (P ed. francés 1980), especialmente su capitula 6.

18 Hemos utilizado el término transacciones con reserva de usufructo de forma genérica, engloban­do los prestimonios que respanden a una tipologîa clara con otros documentos en los què las carac­teristicas fotmales de las concesiones prestimoniales no son tan evidentes pero que hemos co"si',le",­do vinculados a los otros por su entrega diferida en el tiempo y el tipo de relaciones que se O5'OD,e-"

cen por ello entre ororgante y receptor. La definiciôn institucional de prestimonio coma una conce';' sion de tierra con retencion del dominio por parte del otorgante pero con la entrega de la posesion el usufructo temporal a vitalicio que establecia un derectto real de disfrute de una tierra, ha enunciada, entre otros, par GARdA DE V ALDEAVELLANO, L: <<El prestimonio. Contribucion al estu­dia de las manifestaciones del feudalismo en los reinos de Leon y de Castilla en la Edad Media», Anuario de Historia dei Derecho Espanol, XXV, (1955), pp. 5-122. Con respecta a los prestimonios Galicia, Rios RODRÎGUEZ, ML, «Propiedad de la tierra y relaciones senoriales: el "praestuTIonium» en Galicia (1150-1350»)>, Senorio )' Feudalismo en la penfnsula Ibérica. Siglos XII-XIX, voL III, za, 1993, pp. 197-208. Un anruisis de carâcter mâs economico del significado de algunas ventas con reserva de usufructo ya fue realizado en P ASTOR, R., RODRÎGTJEZ LOPEz, -A., "C:OlTlp"'­venta de tierras en Galicia .. », pp. 969-970.

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REClPROClDADES, INTERCAMBIO y ]ERARQUÎA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 75

Componîan acros jurîdicos muy complejos. Un miembro 0 varios de una falnil' J La que terua una cierta categorîa social en el marco local y que mantenîa

posiciôn previa a la llegada de los monjes cistercienses, entregaba -gene!ralm"nt:e donaba, pero a veces vendîa 0 cambiaba por otra posesiôn- una

de su propiedad al monasterio de Oseira. Pero se trataba de una entrega pa':Cla", ya que el-donante, al traspasar la propiedad de la tierra a los mon je s, se

<re:sel"'i'at,a el usufrucro de la misma por un perîodo de tiempo definido. En otras !>c,,,i()fies, era un cambio de propiedades 10 que permitia el establecimienro de

relaciôn: un donante laico entregaba una tierra al monasterio y, a cambio, I"'."-"'~ el usufructa de otra -generalmente en un lugat diferente- para que

beneficiara de la tierra durante su vida con la condiciôn de que volviera a 'Oseu:a a su muerte. Este mismo proceso podîa también !levarse a cabo con oca­

de una compraventa, evidencia que, por otra parte, nos hace dudar de que las donaciones como actas jurîdicos espedficos expresaran la reciprocidad los poderosos laicos y los eclesiâsticos (en el esquema generalmente acep­los laicos donan para recibir a cambio beneficios materiales y espirituales

,pro(:edentes de la posiciôn particular de los clérigos en la sociedad cristiana). este senti do, la vinculaciôn diferente y diferida que marcan las clâusulas tem-

porales permite incorporar a este circuita otro tipo de intercambios como com-:': cambios 0 préstamos".

Las transacciones con reserva de usufrucro" operaciones incompletas por de­y que generaban una vinculaciôn persona! a largo plazo para ambas disfrazaban bajo una apariencia de toma y daca, de beneficio mutuo,

esenciales para ver cômo a través de e!las se ahondaba en el deseqwilib.rio de la relaciôn, siendo el resultado final favorable al cenobio: los

que entregaban sus tierras entraban en una relaciôn directa con el monasterio, en sus redes, y se beneficiaban de algunos de los servicios que éste podîa ofrecer. Este beneficio inicial concedido al donante estableda un piano de igualdad, contenîa el movimienro de solidaridad que se define como une de los

19 Una vision excesivamente restrictiva deI don es comun entre los medievalistas. Ver, entre 0([05 muchos, MCLAUGHIlN, M.: Consorting with Saints. Prayingfor the dead in medieval France, Ithaca, 1994. En este -por otra parte interesante- trabajo, se diferencia una venta, camo un intercambio de propiedad en sf mismo, de una donacion, coma un intercambio de propiedad destinado a promo­ver la vinculacion social entre las dos partes implicadas. De esta manera, una compra puede desarro­llarse solo en un momento mientras que una donacion intenta crear a mantener una relacion mâs dutadera. Los actas de comprar y vender-conllevan relativamente poco significado social, mientras que los actas de dar 0 recibit dones estan lienos d~-tarslgnificado, un objeto comprado tiene solo su

. identidad, mienttas que un don tiene también una identidad social, retiene su asociacion con una vez que ha cambiado de manas, sirviendo de recordatario de la relacion entre los dos

(p. 139). No obstante esta crîtica, hay muchas aspectas de interés relativos al acta de dar, que con­sidera como la funciôn ritual propia de los laicos, definitaria de su posicion dentro de la comunidad. Una de las funciones de los laicos era dar la ofrenda en las misas y un termina comun para designar a los laicos era offerentes, servidores de Dios y de los santos y por ello miembros de la comunidad agrupada en torno al altar (p. 131).

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76 ANA RODRIGUEZ LOPEZ y REYNA PASTOR

componentes neeesarios del acto de donar. Ahora bien, la superioridad, el otro componente del acto de donar para M. Godelier, quedaba muy diluido apri­mera vista, ya que ambas partes -los pequerros nobles y el monasterio- en­tregaban algo: unos la tierra y los otros, a continuaci6n, el usufructo de la misma a los primeros20 • La compensaci6n en la relaci6n parecia ser primordial. Sin embargo, la clausula temporal terminaba estableciendo la jerarquia, al comprometer a medio 0 largo plazo la reproducci6n social de los grupos fami­liares y originar vinculaciones personales que transformaban la relaci6n de estos grupos con los cistercienses, incorporando ademâs a sus diferentes miembros en sueesivas generaciones21 •

Basten algunos ejemplos22 Sabemos que una relaci6n de estas caracteristi_ cas vincul6 a Oseira familias de caballeros menores tirulares de tierras dispersas y de derechos disputados entre ellos, que en algunas ocasiones ostentaban car­gos poHticos en un nivel local'3. Gracias a ello, consiguieton a mediados del XIII garantizar el disfrute temporal de sus posesiones. Peto los plazos estaban claramente estipulados. En 1254, Arias Pérez de Tabulata, miembro de una de estas familias, vendi6 a Oseira un casal por el que recibi6 500 sueldos. Queda­ba en sus manos durante su vida a cambio de entregar una cantidad de pan al

20 GODEUER, M.: El enigma dei don .. : «Donar pareee instituir simultâneamente una doble relacù5n entre el que dona y el que recibe. Una relaciôn de solidaridad, ya que el donante comparte 10 que tiene, 0 10 que es, con ague! al que dona, y una relaciôn de superioridad, ya que el que recibe el don y 10 aeepta contrae una deuda con aquel que se 10 ha donado. Por medio de esta deuda, se convierte en su deudor y por ello se halla hasta cierto punto bajo su autoridad, al menos hasta que' no haya «devuelto» 10 que se le dono. Asî pues, donar pareee instaurar una diferencia y una desigualdad de estatus entre donante y donatario, una desigualdad que en ciertas circunstancias puede transformarse en jerarquia: si ésta ya exisda previamente entre ellos, el don viene tanto a expresarla como a legitimarla. De este modo, dos movimientos opuestos quedan contenidos en un , solo y mismo acto. El don aproxima a los protagonistas porque se constituye en reparro y los aleja socialmente porque hace de uno el deudor de Otto», p. 25.

21 El relieve concedido al reemplazo generacional puede enlazar con los nuevos enfoques en la antropologîa que privilegian el proceso de reemplazo como marco en el que hay que analizar la norma de reciprocidad si se analizan las transacciones en el largo plazo. Cf. A. WEINER, -Inalienable Possessions. The Paradox ofK.eeping while Giving. Berkeley/Los Angeles/Oxford, 1992 y también su articulo previo, «Reproduction: a Replacement for Reciprocity}), American Ethnologist, 7,1 (1980), pp. 71-85. La importancia del reemplazo fue puesta de relieve en PASTOR, R, ALFONSO ANTON, L, RClmlÎGU",'

LOPEZ A., y SANCHEZ LEON, P.: Poder monâstico y grupos domésticos en la Galicia ForaI (siglos XIll-XV), Madrid, 1990. .

22 El trabajo documentaI minucioso de reconstruccion de las familias y patrimonios sobre el que se apoyan las reflexiones que siguen, puede consultarse en RODRÏGUEZ LOPEZ, A.: en ciones sin mercado ....

23 Casi siempre se definen por el ejercicio de funciones militares, son milites generalmente y so­lo en algunas ocasiones domini, aunque ---en un proceso bastante general con respecro a grupos de caballeros menores- estan casados con mujeres que si reciben la denominaci6n de dominae, indicio de una posici6n social elevada en el marco local. Este fen6ineno se comprueba con fiecuencia bién fuera del marco gallego. Cf. BOUCHARD, C.B.: Op.cit. p. 168.

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RECIPROCIDADES, INTERCAMBIQ Y jERARQUÎA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 77

. A numerosas ventas y donaciones de este tenor se referinin los testamen­de este caballero (tres entre 1252 y 1257), que delatan la existencia de una

cè,mjJlù:adla mararra familiar y la entrada diferida de la instituci6n eclesiâstica Se comprueba, por ejemplo, que la mayor parte de los bienes del caba­

acabarân finalmente en manos de Oseira, tras un perîodo transitorio en el se regulaba la posesi6n dentto de la fu.milia mediante f6rmulas de reServa

usufructo que precisaban la mediaci6n monastica: en la practica, la pérdida derechos de los hijos mayores sobre las propiedades de Arias Pérez, a favor un menor tutelado por el abad de Oseira, beneficiario real de la gesti6n del

La certidumbre se erigia en (ontradon monastico, la eertidumbre que s610 < - ~t_ ser garantizada por una instituci6n sin t;iempo, que es 10 mismo que decir

todo el tiempo. Oseira pareee asuroir una funci6n de organizaci6n de estas posesiones y de garante del mantenimiento de las mismas durante

gf:nera(:10111, 10 que permitia estabilizar patrimonios disputados y clarificar iurisdi"cciOlles muy compartimentadas. De esta manera, los donantes se bene­fiici'Lban del respaldo de la instituci6n y los monjes se aseguraban el disfrute de un bien en el futuro que les facilitaba ir penetrando en las redes sociales de los

locales. Pero no cabe duda, y esa es la tendencia que refleja la docu-menniCi()n, de que el resultado a medio plazo era la incorporaci6n de los bienes

un sector de la familia al monasterio. .. U na de las funciones principales de este tipo de actos jurîdicos se corres-

pondia con la consolidaci6n de una polîtica de préstamos, devoluciones y nue­vas deudas que creaba vinculos entre deudor y acreedor mas alla de la opera­cién econ6mica. Estos vînculos se mantenîan de generaci6n en ge­

ya que los hijos terminaban asumiendo las deudas de los padres y to­do el grupo familiar se encontraba de alguna manera irnplicado. El endeuda­miento habituai de estas caballeros para ir en la hueste con sus senores se tra­duda en las relaciones que se establecîan con estas monasterios que actuaban coma prestamistas. La continua referencia a estos préstamos de dinero, de los que quedan abundantes datos en los testamentos de los milites, senala la impor­tancia de estas recursos para el mantenimiento de funciones militares de los

destacados de estas familias, sujetos a cadenas vasallaticas que no suelen reflejarse en los actos cotidianos que muestra la documentaci6n.

En definitiva, podrîamos pensar que con los grupos mas claramente desta­en estas comunidades familiares, la relaci6n diflrida con el monasterio

clarifica derechos y resuelve conflictos gracias a la continuidad que podian ofre­las instituciones eclesiâsticas. Peto la contînuidad que se garantizaba a cor­

plazo, resultaba comprometida a un plazo mas largo de forma parcial 0 tatal dependiendo de la mayor 0 menor fuerza de estas familias y el diferente grado

24 ROMANi MARTlNEZ, M.: Colecciôn dip/omâtica ... , vol l, nO 728, p. 690. Los testamentos cita­dos a COntinuaci6n corresponden a los vols. 1 y II, docs. nO 683, 718, 790.

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78 ANA RODRIGUEZ LOPEZ y REYNA PASTOR

de su consolidaciôn en la zona. Algunas se mantienen. Otras, van dl1Ul'éndnc frente a la presiôn de los monjes.

Los conflicros surgian, sin embargo, ante la dificultad para haeer ef<,ct:iv transacciones pactadas anteriormente, ante las negativas de los d,,,cen,di':ntes cumplir las c!ausulas de entrega de la tierra a la muerte de los donantes" 1287 una sentencia regia permitiô a los monjes obtener unos casales' habian sido entregados por un caballero .. modo compulsus neccessitate.. casi anos antes y que su hija habia intentado retener a su muerte26 • A conriilllac:i6, se reanudaba la relaciôn, al obtener esta hija coma compensaciôn nuevas de Oseira de forma vitalicia.

Otros grupos familiares fueron ascendiendo socialmente al abrigo de las des dei monasterio. No se trataba en este caso de comunidades instaladas en zona antes de la llegada de los cistercienses y con poder patrimonial y '"'""'''"U previo sino de grupos de parentesco con bienes dispersos a los que su laciôn con los monjes les permitiô destacarse de su entorno.

Desde finales dei siglo XII miembros de un grupo de parientes apel1Ida.do, Luz realizan intercambios en el interior de la familia. De 1222 es el contacto con Oseira que conserva la documentaciôn. Se trata de un camlbio aparentemente reporta escasos beneficios a la familia, una transacciôn obliga a desprenderse de parte de un illicleo central de su patrimonio y a plazar sus intereses a una nueva zona al sur deI monasterio27 • Pero como trapartida, a partir de entonces la relaciôn va a ser continua, determinando ascenso social de algunos miembros de esta fami/ia. Indeterminadas aun posibilidades futuras que puede deparar el vinculo ahora instaurado se ' en el documento: .. ut ego et praedicto filius meus participes simus omnium bOJ~orum, quae in praediao monasterio fiunt vel deinceps fient ... , senala la donante a«)mpaila­da por su hijo.

Pero, como sueede con frecuencia, otros hijos rechazaron el acuerdo. En resoluciôn de los consiguientes pleitos se pone de relieve el sentido en el que estaba produciendo la vinculaciôn de la familia Luz con los cistercienses. monasterio ha seleccionado como interlocuror a uno de sus miembros -el al que se hada participe de los beneficios futuros- y no al grupo familiar en Los nuevos recursos politicos de éste, proeedentes de esta vinculaciôn, le perrnj, tieron resolver en su beneficio este conflicro fami/iar. Pero la re:SUlUClOIl, realidad, era también a favor de los mon je s, quienes consiguieron a su vez in­troducir en el grupo familiar un mediador capaz de defender los intereses mo, nâsticos. No pareee casual que aqui aparezca por primera vez este hijo, Oveco

25 No s610 la muette (naturalem 0 civilem, coma sefiala un donante en 1227) obligaba a la en~ trega de la tierra. También la entrada en alguna instituci6n eclesiâstica forzaba el cumplimiento de estas clâusulas temporales.

" Ibidem, voL II, n' 825 y 1196, 27 Ibidem, voU, nO 224, p .. Otras documentas relativos a esta familia: nO 352, 432, 471, 582,

586,1021.

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REClPROCIDADES, INTERCAMBlO Y ]ERARQuiA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 79

como caballero. La naturaleza dei vinculo se comprende mejor ,~rlesDUés: el monasterio ha promocionado e incorporado a este personaje a

de caballeros amigos, los que testifican y hacen servicios -no sabe­(. ,.dles~ para él. Pareee, inc!usQ, que en su ascel1so social amparado por el nn>lSt"f1C este caballero va arrastrando a algunos de sus parientes. Pero tam­

se intuyen a±gunas de las contrapartidas que impone la entrada de esros en una cierta dependencia de Oseira, comO -por ejemplo, en 1246-

obligados a entregar sus tierras patrimoniales a cambio de otras mas ale-de sus intereses atendiendo a las necesidades de la gestiôn monastica.

relacion ventajosa con Oseira, en definitiva, no supuso para esta familia IOcn:melll.u patrimonial, dei que apenas hay vestigios, sino fundamental­

la posibilidad de fijarse localmente coma un grupo intermedio y favore­ascenso de algunos de sus miembros en la funciôn militar. Pero como

esta relaciones preferenciales con cierros individuos incidian de dialéctica en la estructura de grupos de parentesco que se encontraban

en proeesos de transformaciôn a partir de estrucruras cognaticias, lefinie:ndlo jerarquias internas, al seleccionar el abad y los monjes como interlo­

algunos de ellos y no otros, contribuyendo a debi/itar en Ultima instan-su cohesion y sus derechos colectivos. El monasterio apareee asi coma un

de individualizaciôn de relaciones, un apararo que ofreda consolidaciôn . A cambio, Oseira pasaba a ser el eje de las transacciones en el interior de

comunidad familiar y terminaba siruandose, a medio plazo, en su centro

(:onlplrolmisos, deberes y servicios.

Las transacciones con reserva de usufructo permitieron a las instituciones ecle­:'si,âsti,cas ganar con el tiempo. Renunciaron a acumular propiedades de forma in­

nledlial:a y entraron en una dinamica de esperar a que se cumplieran las clausu­temporales para obtener las posesiones acordadas. Pero también se contem­

,:,plac,an ganacias economicas en el proeeso. El casaI que debia entregar a Oseira a su muerte el miles Juan Pérez, apodado de Manus -segun acordaron en 1258

hemos visto-- tenia que estar populatum para que el monasterio 10 reci­con la mejora de los animales de labranza aportados por el donante, En casos se especifica incluso cua/es tienen que ser estos animales: al devolver

varios casales tras tenerlos de porvida,unapareja debia entregar en 1265 duos boves, duas vacas et VI rechelos en unD y duos boves et unam vacam en el otro28

Cabe pensar que existian, a su vez, contrapartidas econômicas para estos pequenos nobles, como el aumenro de las rentas que percibian al ser integradas sus posesiones en el sena de una comunidad monastica, rentas que no existian

" Ibidem, voL II, n' 922, pp, 878-9,

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80 ANA RODRÎGUEZ LOPEZ y REYNA PASTOR

fuera del mundo eclesiastico -diezmos, primicias, etc- y de las que ahora podrfan beneficiarse. Podrîa pensarse ademas que la transacciôn implicaba la percepciôn de los derechos jurisdiccionales correspondientes siestos casales y heredades estaban situados en el interior de los cotoS de los monasterios'9. En algunos casos, incluso, el monasterio parece encargarse en la practica de la ges­tiôn de estas propiedades que aun no son suyas, recibiendo a cambio la percep­ciôn de sus rentas, no sabemos si total 0 parcialmente. Pequenos indicios llevan a considerar esa vîa. En 1279, por ejemplo, el abad de Oseira transforma en vitalicio un contrato de foro quequizas era de mayor duraciôn y que los foreros tenîan ya de una domina vinculada al cenobio por medio de intercambios dife­ridos. La renta, probablemente también aumentada como consecuencia del cambio de la temporalidad del contrato, debîa ser ahora entregada a Oseira'O.

La importancia de los compromisos se manifestaba en la necesidad de pro­teger los acuerdos y dar garantîas sobre su cumplimiento. En buen numero de estas transacciones, tanto con los grupos mas consolidados Como con los que se van destacando entonces, los vendedores 0 donantes se comprometîan ademas a defendere et âmparare al monasterio con todos sus bienes, los que tenian y los que llegaran a rener en el futuro. Outorgamos de vos anparar par nos et por quanta nos ave­mos et devemos par aver: esto prometîan al monasterio en 1282 Diego Garda, caba­llero de Moreiras, y su mujer. Esta clausula era la expresiôn de un compromiso por parte de los otorgantes, que podia implicar el pago de rentas y jurisdiccio­nes debidas a otros 0 responder ante la justicia u otras autoridades en casa de reclamaciôn de terceros, generalmente sus propios parientes. Asî se comprueba, por ejemplo, en una venta a Oseira en 1279, en la que los vendedores prome­ten .. vos a anparar et a deffender de nossos fillos que non [oron pressentes . .'1.

Los documentos que formalizaba estas relaciones entre laicos y eclesiasticos incluian toda una serie de obligaciones mutuas -menos materiales a primera vista- que tejîan los hilos de la reciprocidad. Los laicos tenîan que ser fieles vasallos del monasterio pero a cambio podîan convertirse en sus farniliares y recibir sepultura en él, es decir, compartir los beneficios espirituales que se aso­ciaban a los miembros de la comunidad monastical2 . En la década de 1170,

29 Esta es la hipotesis que desarrolla ruos RoDRlGUEZ, M.L.: «Es(rategias seiioriales en Gali­cia: Las înstituciones edesiasticas y sus relaciones contractuales con la nobleza laica (1150-1350)>>, en Poder y sociedad en la Galicia medieval, Santiago de Compostela, 1992, pp. 175-189.

30 Colecciôn diplomâtica ... vol. II, na 979, pp. 932-3. 31 Ibidem, nO 1134, p. 1078. Aunque para Oseira no tenemos tan espedficadas muchas de estas

obligaciones, asî figuran para el cercano monasterio de Monteclerramo, en cuya documentaci6n las clausulas de defensa y amparo son muy abundantes. Ver PASCUA ECHEGARAY, E.: «Vasallos y alia­dos con conflictos: las relaciones entre Santa Maria de Montederramo y la sociedad local gallega deI siglo XIII», Transacciones Jin mercado ... , pp. 35-90.

32 E. Pascua hace importantes consideraciones sobre el vasallaje y la dependencia no como fru­ta de la sujeccion unilateral de grupos bajo el empuje mon1.stico sino de la negociadon de cÏertos sectores con un aparata que ofreda consolidacion social. Transacciones sin mercado ...

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REClPROCIDADES, INTERCAMBIO Y ]ERARQufA EN LAS COMUNlDADES MEDIEVALES 81

Pedro Martînez, llamado juglar (cognomento ioculator) es recibido por Oseira in et 50cium nostrum para que pudiera beneficiarse siempre de las oraciones

los mon je s, autorizandole ademas a que tomara el habito de la orden cuando quisiera,dado que hab,a entregado al cenobio una heJedad, que mantendrîa en sus manos de forma vitalicia. Tras su muerte, se estipulaba que su hijo podrîa disfrutar la heredad. Pero -y esto es importante- la condiciôn de la posesiôn de la tierra es ya distinta. Ahora este hijo la tendra non pro iure, set ut inde fideli­

":ter monasterio serviat33"

En ocasiones, la familiaritas con el monasterio parece mâs una clâusula im­puesta por éste para vincular mas estrecharnente a algunos laicos con los renia conflictos que un beneficio solicitado por éstos. En las décadas finales del siglo XII --con objeto de conseguir una mayor homogeneidad en la implantaciôn monastica- se produjo un desalojo parcial de grupos familiares preexistentes en la zona vitîcola de Oseira que posteriormente diô lugar a conflictos. Una familia, compuesta de varios hermanos y de sus hijos respectivos vendiô a Osei­ra en 1152 importantes heredades patrimoniales, recibidas de padres yabuelos, en ellugar de Guitar, en la ribera del Minol4 . Cuatro anos después, en 1156, se produjo un proceso similar de adquisiciôn en la misma zona por parte de los mon je s, mediante un cambio con otro grupo familiar, compuesto también por tres hermanos y sus hijos. Como en el caso anterior, Oseira se hizo con una heredad aun sin disgregar por sucesivas herencias en la que varias hermanos compartian la propiedad. Pese a esta aparente similitud, las relaciones entabla­das con estos dos grupos fueron diferentes, y as! se manifiesta en la reciproci­dad monastica.

Un documento de 1174 desvela el enfrentamiento con Oseira de los hijos de los primeros vendedores en Guitar, un total de 11 hermanos y primos, quie­nes habîan reciarnado a Oseira el precio convenido por sus padres. Tras una sen­rencia favorable a Oseira, este grupo de parientes no hab,a cesado -segun reco­nocen ellos mismos- de inquietare ellugar. Ahora, en 1174, .. Deo annuente et imPirante in cordibus nostris videntes quod rem in iustam faceremus coadunati .. rectifi­can su actitud y llegan a un acuerdo con Oseira --0 mas bien aceptan las concli­ciones impuestas por el monastericr-: se hacen farniliares de los mon je s, se so­meten a su protecciôn y se comprometen a ser amici fidelis, entregarles sus bie­nes y servides. A pesar de la retôrica de la protecciôn y del aparente beneficio de la familiaritas, pareda tratarse de un sometimiento en toda la reglal5.

33 Ibidem, voL l, na 65, p. 78. 31 Los documentos relacionados con ellugar de Guitar en Ibidem, voL l, nO 24, 32, 54, 63, 110. 35 Ut nos reciperent in capitula pro familia1"es et ut nos aliquid adiuverent in angustiis nostris si forte no­

bis evenerit. Nos vero pro inde promittimus eis esse familiares et amici fideles et de bona nostra eis dare et eos servire in vila nostra et in obitu ... En 1204 Oseira emitio un documenta similar al de tteinta anos antes, probablemente relacionado con el mismo grupo familiar que el primero. Se resuelve en los mismos términos. Los ahora denominados milites abandonan sus redamaciones en Guitar y se hacen familiares del monasterio.

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82 ANA RODRÎGUEZ LOPEZ y REYNA PASTOR

La relaci6n con Oseira de Urraca Yanez, domina, miembro de la '~InULlagd habla cambiado propiedades con Oseira en Guitar en 1156, era diferente. mayordomo habla sido uno de los pesguisidores en el pleito favorable a que recogla el documento de 1174 y es evidente que habla entrado en la red alianzas del monasterio. En 1282 hizo una donaci6n a Oseira, pidiendo cambio los monjes celebrasen sufragios y aniversarios pot ella y por sus tes mas cercanos. Parece claro que el acuerdo anterior al que habla lIegado la instituci6n monastica, el cambio de algunas propiedades que en principio beneficiaba patrimonialmente a esta domina, le habla reportado otra serie ventajas nada desdenables: basicamente, ser destacada por el monasterio la intervenci6n en los conflictos en la zona y la posibilidad de sostener una sici6n por encima de los demas propietarios que hablan vendido sus . cenobio, actuando mediante sus dependientes al lado de los monjes. Posihlle, mente por esa raz6n, no entraba en la familiaridad de Oseira de la misma nera que los demas.

El amor. circulaba por estas transacciones de forma generalizada. Aunque referencias al amor et gracia con que los monjes de Oseira beneficiaban a vecinos son abundantes, algunas de ellas reflejan realmente una posici6n cular de ciertos personajes en el entomo monastico. En 1287 un caloallet< habla sido instituldo coma tercer mediador en una avenencia en el casa de los hombres buenos que representaban a ambas partes -el monasterio y importante familia de milites, los Tabulata- no se pusieran de acuerdo". mediador, Gil Martinez, caballero de Olvan, era con certeza un personaje cano a los monjes que gozaba de una posici6n privilegiada. ASI se expresa 1291 el abad de Oseira cuando, en un cambio con reserva de usufructo, se dica la motivaciôn de la transacciôn: porque sodes omees que amamos. La cel'calnla que refleja el amor dei monasterio se relacionaba con las funciones de bueno (representante de la comunidad) que permitieron a este caballero reiteradamente a favor de Oseira. El posterior testamento de su hija confirma que mantiene una estrecha vinculaciôn espiritual con los monjes --construye dota una capilla en el monasterio en memoria de sus padres y se manda rrar en ella a su muerte-, su posiciôn social es elevada -mujer de un U"J~l,'Ç", ro y hermana de otr(}-- y sus posesiones, recibidas de su padre, son num''fosas: y dispersas, coma se vera anos después en el pleito entre sus herederos y cistercienses.

La condici6n de hombre bueno que reflejan algunos documentos de v.m", hace dudar de que se trate s610, coma se suele 'aceptar, de una emanaci6n de comunidad que elige a sus propios representantes. Parece, mas bien, una fun"

36 Tampoco la elecciôn de uno de los hombres buenos por Arias Pérez de Tabulata y sus here­deros parece casual: se trata de Garda Gomez de Moreiras,. miembro de un grupo de milites vincu­lados par parentesco y dependientes de aquellos. Ibidem, vol. II, nO 1193. Los orros documentos': relacionados con el caballero de Olvan: nO 1227 y 1239 Y con su hija, voL III, nO 1614, 1615.

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DADES INTERCAMBIO Y JERARQUÎA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES RECIPROa , 83

imbricada en el entramado de relaciones personales que re(:ha,rns'''î 'atelos miembros de los grupos sociales en el entama de Oseira

Z vI'nculan aéstos con la propia organi,zaciôn monastica. La fami" ve, d d d" 'beneficios espirituales que correspon en son e muy lstmto gra"

aconteee en otras ocasiones, cuando la reciprocidad en forma de <?i,);j&~:"~ !~:,~~. disfraza una coacciôn -' -no sabemos si percibida coma a del monasterio.

una significaciôn mas real de los vlnculos que establecÎan los inter­diferidos y las transacciones con reserva de usufructo -y la reahdad

reciprocidad desequilibrada- se percibia en las clausulas de los aeuer­cortaban la posibilidad de cualqUler otra transferenc!a de la tlerra

,pronletid:a .. No vender, no enajenar, no pignorar son obligaciones que se repi­general en todas las operacione~ entre las comunidades locales y las, ins­

mohasticas y la mterpretaclOn general mC1de en la neeesidad de estas :on.trc,lar la tierra y sus posesores37 • Esto es evidenternente aSl, pero también

tener en cuenta que, al prolongarse estas condiciones en el tiempo de -el periodo en que podian disfrutar los donantes de ellas antes de su

al monasteri(}--, la siruaciôn se transformaba, En un mundo en que las iUl,;felren,c1'LS de tierra permitian establecer las relaciones sociales y construian :è.ntidad,es personales y colectivas, la prohibiciôn del intercambio durante una

de anos bloqueaba a largo plazo las posibilidades de nuevas relaciones de grupos. Al quedar el objeto del intercambio preso en el tiempo, se afir­-diferida y disfrazada-la superioridad de la instituciôn monâstica,

Incluso podriamos alegar -parafraseando a antropôlogos corno A. Weiner Godelier38- que la que pone en marcha el sistema de intercambio no son

cosas que se dan sino las que se guardan. Un analisis minucioso de los intercambios de Oseira revela -sorprendentemente- la poca

mt"VI,lIUl~U real de la tierra, La tierra circula virtualmente pero apenas cambia de ,m,mo's, se sitûa en realidad al margen del mercado. La tierra, el objeto de las

çU'ansac:C!c,né", genera vlnculos especificos y circula con un tempo propio -ni rapido ni tan facilmente-, diferente a la manera en que se produce la cir-

culaciôn de otros bienes. Los flujos de tierra sancionan relaciones sociales y, a vez, estan condicionados par ellas39 ,

.'17 La importancia del control, mas que de la propiedad, es algo que no se destaca nunca 10 su­ficiente. Remitimos a una cita de una obra- clâsica.: HOMANS, CG.: English Vil/agers in the Thirteenth Century, Harvard, 1942: «En cada sociedad hay h~;n.bres que controlan mâs comida, ropas y otras formas de riqueza producida por la sociedad que otros. La palabra control se usa aqui deliberadamen­te: desde muchos pumos de vista,el control de la riqueza es mis importante que su mera posesion»

38 WErNER, A.: Inalienable Possessions. The Paradox ofKeePing while Giving, camo a GODELIER, M.: El enigma dei don. En el proceso de produccion y reproducciôn de jerarquîas entre individuos 0 grupos, las estrategias de donar y de guardar desempefian roies distintos pero a su vez complementarios.

39 Creemos que algunas aportaciones de la antropologfa sobre el intercambio econômico y las relaciones de propiedad pueden ser reveladoras para los medievalistas, en particular en 10 que se

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84 A.t~A RODRÎGUEZ L6PEZ y REYNA PASTOR

En el casa de los grupos de caballeros y de miembros destacados de las munidades en el entorno dei monasterio de Oseira, la tierra genera rejaciôn entre las personas y no grandes cambios patrimoniales en si mismos. En dad, a través de la tierra se negocian derechos y obligaciones establecidos distintos plazos, mientras que 10 que realmente circula de manera mas entre unos y otros es la renta que se obtiene de la tierra, que se aumenta 0

renegocia dependiendo de diversas circunstancias. Sôlo tomando estos as!)ecto, paradôjicos en consideraciôn se pueden explicar corn pie jas transacciones recoge el cartulario de Oseira.

En 1252, el caballero Arias Pérez de Tabulata, se comprometia en su tamento a saldar sus deudas anteriores con Oseira, recibiendo a cambio préstamo sobre su casal de Palacios, en tierra de Asma ---en el que moraba tal Pedro Dorado-, con la condiciôn de que si no 10 devolvia en la fecha perderîa la propiedad del bien aunque podrîa mantener el usufructo de vitalicia y recibîr nuevos préstamos. En otro de sus testamentos, unos anos pués, el c~al de Palacios se entregaba directamente a Oseira con la condiciôn que algunos parientes recibieran una renta de él. En 1260, Arias Pérez fi<,ge1ci"ba de nuevo con Oseira sobre esta propiedad, al donarla a cambio de un prestarr,o de 500 sueldos. No obstante, la vinculaci6n con el casai se mantenia mediante reserva del usufructo por parte dei caballero, e incluso se incorporan nuevas piedades a esta forma de relaci6n al recibir éste de Oseira ottos casales de vitalicia. Anos después, sin embargo, este casai de Palacios seguia en manos Arias Pérez: en 1264 10 compromete -con otras propiedades- a su . calidad de arras, 10 que paradôjicamente no le impide venderlo al dia guienlte,2 con los demas bienes de las arras, a un arcediano de Lugo.

Esta tierra reaparece en 1279, cuando don Arias Pérez de Tabulata del abad una renta de pan sobre los frutos del casal de Palacios, ahora ya Pt()oie" dad de Oseira. Parece, sin embargo, que ha llegado a Oseira por via miembros de la familia. Sabemos que en 1272 dona Maria Gil de habia donado a los monjes su casai de Palacios, que era de Pedro Dorado, ya apareda como morador dei mismo en el primer testamento de Arias Pérez.

Es acertado interpretar la trayectoria de bienes coma este casal de Polor;n<

poniendo de manifiesto la dificultad para clarificar derechos de propiedad posesiôn entre los diversos poderes locales en la sociedad feudal. Pero se ir mas alla y considerar que la importancia de algunos bienes no era valor en una transacci6n sino también su capacidad de ser un objeto de ciaciôn que generaba y era susceptible de modificar la vinculaciôn entre instituciones monasticas y sus vecinos poderosos locales, la relaciôn entre

refiere a la concepcion de las relaciones de propiedad como relaciones sociales a través de las que construyen identidades personales y colectivas. Especialmente, HANN, C.M.: (ed.), Propmy Renewing the anthropological tradition, Cambridge, 1998; ApPADURAJ, A.: (ed.), The social Commodities in cultural perspectives ...

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RECIPROClDADES, INTERCAMBIO y ]ERARQUÎA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 85

cosas pero también -y esencialmente - entre personas. Aun después ëllat>erlOS donado a los cistercienses, los milites y sus familias seguian ligados

bienes40

REClPROCIDAIlES DESIGUALES ENTRE GRUPOS CON GRAN DISTANCIA SOCIAL

El estudio pormenorizado de la documentaciôn dei monasterio de Oseira el final de! siglo XII proporciona datos suficientes para adentrarnos en

problemas concretos de la reciprocidad entre e! monasterio y las çomunida­çampesinas como conjunto por una parte y, por otta, entre el monasterio y grupoS domésticos que gozaban de contratos de foro en el amplio territorio ocup6 Oseira y que tuvo coma origen donaciones reales. Un punto de par­basico es interpretar qué tipo de relaciones se establecieron en esa impor­

zona de Galicia meridional, poco estrucrurada politica y socialmente, en siglo en que se va formando y consolidando el poder feudal, tanto el clerical

ellaico. El concepto de reciprocidad ---en su multiplicidad y con las variantes que

es fundamental dado que anaUzamos relaciones sociales, o individuales en las que interviene de manera imprescindible un

moral. Ante la nueva situaciôn de dependencia feudal, persistieron con tnler"a formas de reciprocidad interna de las comunidades campesinas y, al /(ulisrllo tiempo, se fueron creando otros cauces de relaciôn entre campesinos y

que conservaron importantes expresiones de esas reciprocidades u horizontales si bien modificadas por la intromisiôn senorial. Se

"constitU've1:on asi nuevas formas de reciprocidades, verticales, y desequilibradas, a presentar ahora desde nuevos angulos. Estas formas nuevas de

"""",cir>rocidlad cristalizaron al producirse importantes cambios en el orden institucional de la sociedad, cuando se estaban trabando las relaciones feudales

construyendo el sistema en corn pie jas y variadas direcciones. Podrîa suponerse -al menos es 10 que refleja la documentaciôn, que es to­

da_ monacal y puede ocultar situaciones no gratas para el cenobio- que los senores al unponer sus formas de dominaciôn coactiva y vertical 10 hicieron en

,'t"rnairIOS pactistas y padficos, apoyandose para ello en el consenso basico de

40 Los documentas relativos al casakde Palacios en Colecciôn diplomatica ... nO 718, 790, 876, , 912, 1015, 1139. Conviene recordar aguI la-vineulaciôn de los objetos a sus primeros donantes

las numerosas pâginas que se han escrito en los estudios antropo16gicos sobre el espiritu de la cosa se da desde MAUSS, M.: «Ensayo sobre el don. Motivo y forma del cambio en las sociedades

primitivas», (1923), en Sociologfa y Antropologfa, Madrid, 1971. Ver también SAHLlNS, M.: Economfa de u: E~d de Piedra, Madrid, 1977, en particular el Capitulo 4, «El espîritu del don», pp. 167-202. La Identlficaci6n de la tierra con sus antiguos propietarios en la Edad Media ha sido puesta de relie-

entte Otros, por ROSENWEIN, B.: To be the Neighbor of Saint Peter. The Social Meaning of Clun/s . r''V''·N 909-1049, lrhata-Londres, 1989.

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86 ANA ROORÎGUEZ LOPEZ y REYNA P ASTOR

paz, amor y amistad predicado por la doctrina cristiana que ellos ensenaban que las comumdades aceptaban, aunque desconocemos en qué grada y de manera. Pero iHasta qué punto los campesinos aceptaton los pactos acon:la,:h ,:on los se?ores coma una reciprocidad 0 un intercambio equitativo y (Hasta que punto se conslderaban compensados cuando daban bienes de ducciôn y de trabajo a cambio de amor y protecciôn, conceptos cuyo al<:arlce queda bien definido y que pudieron tener contenidos diversos y iVariaba la aceptaciôn campesina sobre el valor del pacto cuando la pnotecciôr que les prometia el cenobio se definia concretamente --como en elejemplo se presenta luego-, cuando se estableda con respecto a ottos elementos les agresivos para ellos, coma los caballeros, a quienes el monasterio podia tener con medios diversos que no estaban a su alcance?iHasta dônde dudar de su existencia y fuerza- la fe en la salvaciôn del alma, las ideas giosas, espirituales y morales intervinieron plenamente en la justificaciôn de acuerdos? iCômo puede apreciarse el peso dei orden moral y el del interés nômico coparticipes en las transacciones redprocas?

No cabe duda de que los contenidos concretos de los dones eran absolut,," mente distintos y de diversa naturaleza que los contradones para las partes promeudas en los pactos, comunidades 0 grupos domésticos y senores. P',"oro

. claro que estas reciprocidades debian generar tensiones sociales. En la nror";r"

las partes evaluaban sus intercambios, si eran equitativos 0 equivalentes en consideraciôn de. ambas partes, aunque podia ocurrir -y estimamos por uples mamfestaClones posteriores que asi era-- que la parte campesina est:uvie-. ra en desacuerdo, al menos parcialmente, a pesar de que se viera obligada aceptar 10 que el poder monacal le imponia.

Dos relevantes aspectos estaban ineludiblemente presentes en esos intercam­bios. Por un lado, la conciencia concreta y tangible para los campesinos de que comprometian a entregar una parte importante de su producciôn de bienes de consumo y una parte a veces considerable de trabajo directo. Por otro, que en su religiosidad, también indiscutible, operaban ideas 0 creencias contradictorias propias de la doctrina cristiana que recibian, Porque si bien en esa docrrina el . amor entre unos y otros, la caridad y la solidaridad constituian una de sus vertebra­ciones fiaS importantes, también actuaban, en contraste, los temores al infier­no, a la pérdida de la salvaciôn del alma, la culpa por los pecados cometidos, el temor a la excomuniôn, a la marginaciôn de la sociedad cristiana4'. Persistia la bas~ arcaica de la cultura popular --en parte deformada y relegada por la ideo­logla dommante- expresada en pequena medida en los textos medievales a causa de la cristianizaciôn y del establecimiento de controles espirituales par

41 Ponemas s610 un ejemplo del carrulario de Oseira, vol. II, nO 1244, p. 1181. En el ano 1294 un caballero retira la demanda que habia presentado contra el abad de OseÏta pût tazon de unas heredades que un do suyo diera al monasterio. Dice retirada porque « .• temendome de mia alma et avendo medo ... . ~)

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RECIPROODADES, INTERCAMBIO Y)ERARQUIA EN LAS COMUNlDADES MEDIEVALES 87

la Iglesia42, aunque estas «mayorias silenci?sas», estas h~mi_nes illit~rati no podian vencer el respeto que les impoma el desconoClmlento dlrec-

1 Escrituras Y de los cateClsmos, de la lengua ofiClal, de la escmura, de as de las formas de ejercicio del dere_cho y de la organizaciôn

Hay que tener también en cuenta las formas de dominio espiritual, esiâstICaa' rravés clel imaginario colectivo e individual, que --compartidas por

. de la Iglesia- facilitaron a las instituciones eclesiasticas el ejerci­presiones coacti~a.s tendente~ ~ permitirle una importan~e acumu/laci6n

'/nn<j,er material, espmtual y pOhtICO, ya que, de haber funClonado solo las religiosas de amor y solidaridad, no se habria lIegado a tal acumulaciôn

una jerarquizaci6n ni divisi6n tan profunda de la sOCledad plenomedJeval, • En realidad, 10 que se estaba estructurando con estas nuevas reiaclOnes de

,ciI,rOCl'/ctad desigual era una nueva forma de mtercamblOs deslguales, una de reproducciôn social que se inscribia en un sistema de desigualdades.

posible que los campesinos la percibieran aunque es dificil saber cômo

CONTEXTOS, PERSISTENCIAS y CAMBlOS. LAs COMUNIDADES DE

HEFlEDES y EL MONASTERIO.

los pactos y acuerdos realizados entre comunidades y el cenobio, 'es/pe,:ialm"nt:e en la primera mitad del siglo XIII, dos eran los protagomstas

acuerdo, ambos colectivos y jerarquizados socialmente: las comunidades y miembros de los monasterios encabezados por su abad. Pactaban por ambos

perscma,jes precisos, en su propio espacio social, y 10 hadan en funciôn de po,si~,ili,:la,:les y de la coyuntura del momento. Pero en estas condiciones

jUigar,an tanto los elementos concretos del presente como otras realidades socia­articuladas en el pasado. Entraban en esta situaciôn en apariencia puntual

e,:perie:nci', lS anteriores en parte repetidas, conocidas y evaluadas. Se inscribian sistema de contextos pasados, seleccionados y transformados por el tamiz

tiempo, es decir, presentes y reelaborados a la vez4). La singularidad de los ,"'CUllU> --en este caso los pactos y contratos- realizados en un momento pre­

ciso, la manera propia de expresar y organizar su historicidad, residia en el efec­to de tensiôn que generaba la contemporaneidad de actitudes heredadas dei pasado y los compromisos que se establedan inducidos por los nuevos envites44

Esos actos protagonizados por indiyiduos 0 mas frecuentemente por con­juntos comunitarios 0 familiares, cobraban iinprescindible significado si se los

42 Conceptos de LE GOFF, J.: en «Culture cléricale et tradition folkloriques dans la civilisation mérovingienne», en, Niveux de culture et groupes sociaux, Paris-La Haye, 967, p. 2I.

43 Como 10 Hama LEVI, G.: La herencia inmaterial .. , p. 13. 44 BENSA, A.: «De la microhistoire, vers une anthropologie critique» en REVEL, J.: (dir.)Jeux

déchelles. La micro-analyse à !expérience, Paris, 1996, p. 54.

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88 ANA RODRÎGUEZ LOPEZ y REYNA PASTOR

vincula a las posiciones sociales que ocupaban en su momento de protagonis_ mo, que sin duda condicionaban el modo de intercambio45. El peso de las acti­tudes prescriptivas -que procedian de las normas preestablecidas- y el de los actos performativos capaces de generar por si mismos nuevos contextos46, estu­vieron presentes en los pactos, dado que las posibilidades de los acuerdos estu­vieron condicionadas especialmente por el debilitamiento de la mayoria de los grupos familiares que formaban las comunidades y porque, pese a ello, se con­servaban lazos comunitarios y organizaciones familiares 10 suficientemente fuertes como para no diluirse ni perc;ler identidad ante los nuevos contextos.

Esos acuerdos, pactos y contratos senalan momentos cruciales eh la historia de sus protagonistas. Mediante e110s se entablaban relaciones de reciprocidad vertical que comprometian no solamente a las partes actuantes en el momento, sus hijos 0 sus nietos, sino ineluso a las generaciones posteriores a perpetuidad. El momento del pacto dividia los tiempos de ambas partes. Por un lado, el monasterio se avenia a mantener los acuerdos por tiempos largos, que podian ir de dos 0 tres generaciones en adelante. Pero el mismo monasterio contaba siempre éon un tiempo mâs largo, dado que -como ya hemos destacado--, el Cister como instituci6n eelesiâstica podia contar en la realidad y en su imagina­rio con una continuidad secular de muy larga duraci6n. Por su parte, los cam­pesinos comprometian el fututo de sus hijos y nietos, aunque tenian conciencia de los posibles avatares familiares y de las también posibles rupturas, 0 desvia-

4:; Durkheim, siguiendo a Marx, denunci6 la ideologia individualisra y psicologista que ante­pone la autonomfa del sujeto por delante de su media social de origen. (,En tant que méthode cette vulgate déterministe ---qui, dans son acception la plus générale, n'a pu être inftrmée- conduit le sociologue (et l'historien) à décrire tout espace social comme un système differencié de status, dé inter­precative des agissements de ses membres: les propos de uns et des autres en effet compris comme de points de vue que reflètent des expèriences sociales du monde aussi diverses que la morphologie est hétérogène et divisée en plusieur sous-ensembles permanents (classes, ordres, catégories, strates, etc)>>, glosa de DURKHEIM, E.: Les regles de la méthode sociologique, Paris, 1963 (1er ed. 1895).

16 BOURDIEU, P.: en Cosas Diehas, Buenos Aires, 1988, recoge estos conceptos y explica los cambios: «En primer término, camo roda forma de discurso performativo, el poder simb61ico debe estar fundado sobre la posesi6n de un capital simb6lico. El poder de imponer a los otros espîritus una visi6n antigua 0 nueva, de las divisiones sociales depende de la autoridad social adguirida en las luchas anteriores. El capital simb6lico es un crédito, es el poder impartido a aguellos gue obtuvieron suficiente reconocimiento para estar en condiciones de imponer el reconocimienro: ast el poder de constituci6n, poder de hacer un nuevo grupo, por la mqvilizaci6n, a de hacerlo existir por procu­raci6n, hablando por él en tanto mensajero autorizado, no puede ser obtenido sino al término de un largo proceso de institucionalizaci6n, al término del cuai es institufdo un mandatario gue recibe deI grupo el poder de hacer el grupo. En segundo término, la eficacia simb6lica depende del grado en el gue la visi6n propuesta eStfi fundada en la realidad. Tiene tantas mas posibilidades de éxito cuanto mas fundada esta en la realidad: es decir en las finalidades objetivas entre las personas gue se trata de juntar». El concepto de perfomativo procedente de la lingüfstica esta desarrollado en los térmi­nos gue nos interesan por SAHLlNS, M.: en Islas de historia. La muerte deI capitan Cook. Metafora, pologia e historia, Barcelona, 1988, pp. 42-46.

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RECIPROCIDADES, INTERCAMBIO y )ERARQulA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 89

ciones de las continuidades temporales programadas47 En definitiva, la exp re­sion temporal del compromiso de las partes estaba senalando que se ponderaba en los acuerdos la relaci6n de reciprocidad y de mutuo acercamiento social co­mo aJgo duradero -extendido en un tiempo seguramente percibido como muy largo, imaginado 0 programado, como quiera interpretarse-, que se su­perponfa a los intereses puramente econômicos de los que, ademas, no se tenf­an en cuenta sus posibles variaciones.

Pero no debe pensarse que desde el momento del pacto se establedan cielos de reciprocidad, dado que bastaba que sucediera algo distinto a 10 que querian las leyes mecânicas de un cielo tal para que toda la experiencia de la prâctica y, al mismo tiempo, su 16gica se transformaran48 Esas prâcticas podian quedar interrumpidas por alguno de los protagonistas al incumplir la contrapartida dei don y contradon, circunstancias que pudieron darse por motivos muy variados dada el carâcter a largo plazo de los compromisos. Las dinâmicas pudieron al­terarse por razones externas a las reciprocidades establecidas -desde crisis demogrâficas hasta guerras y cambios bruscos en el poder- 0 internas, por ejemplo el esta11ido de tensiones grupales, comunitarias 0 individuales, dado que la continuidad en los encadenamientos establecidos no siempre era previsi­ble ni controlable.

Con los acuerdos también se establedan formas nuevas de relaci6n basadas en la proximidad. La comunidad campesina, hasta entonces sometida de mane­ra laxa y alejada a la autoridad politica -condes y reyes generalmente ausen­tes y representados por funcionarios que ejerdan de manera irregular sus repre­sentaciones- se vio condicionada a partir de los acuerdos a cumplir los com­promisos con un senor ahora mâs cercano y que ademâs estaba organizado, dado que contaba con los gestores de sus granjas para controlar de manera mâs efectiva el cumplimiento de tales compromisos.

La heterogeneidad de los pactos entre Oseira y las comunidades campesinas nos obliga, a la hora de evaluar el equilibrio 0 la desigualdad en los acuerdos, a adentrarnos en un anâlisis prolijo de los mismos. En su desarrollo, algunos con­ceptos y elaboraciones de historiadores y antrop610gos nos han proporcionado pistas valiosas a la hora de ponderar la relaci6n de reciprocidad sin presuponer que estas prâcticas de intercambio puedan ser analizadas como sistemas totales. En este sentido, consideramos, por una parte, que la reciprocidad era 5610 un aspecto superficial del intercambio que cubria poderosas estrategias mucho mâs politicas, en especiallas de «guardar mientras se da»49 y, por otra, en la

47 Estudiados variados aspectas de esta problematica por Reyna Pastor en PASTOR, R., AL­FONSO ANTÔN, L, RODRIGUEZ LÔPEZ, A. y SANCHEZ LEÔN, P.: Poder monastieo y grupos domésticos en la Galicia foral(siglos XIII-XV), especialmente pp. 99 en adelante.

48 Observaci6n de BOURDIEU, P.: El sentido practico. Madrid, 1991, pp. 168 Y 169, glosa. 49 Asf 10 dice para el intercambio en las sociedades «primitivas», criticando a Mauss: WElNER,

A.: Inalienable Possessions. The Paradox of Keeping while Giving. Consideramos esta reflexi6n absoluta­mente trasladable al mundo feudal en sus comienzos gue ahora tratamos de analizar.

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lînea de trabajos recientes, que las construcciones de reciprocidad estaban cam ente sugeridas desde arriba, iniciadas por los senores aunque proceder de los campesinos50 La reciprocidad se entiende, asi, no coma norma fundadora sina como una construcci6n, potencialmente conflictiva, putada dentro de los campos de poder", ante la cualla aceptaci6n por parte las comunidades campesinas estaba sujeta a diversas circunstancias.

De hecho, los casos hist6ricos conocidos para la zona norre de la PenillStll, Ibérica, incluida la que ahora nos sirve de reflexi6n, muestran que los carnpesi; nos trataron muchas veces de rechazar los servicios a los senores y que, ralmente, fracasaron52. Influyeron en la configuraci6n de los pactos de reclprQ' cidad el desconocimienro colectivo de los campesinos sobre realidades aJenas,' su enrorno y el manejo polîtico que podian ejercer los senores, 10 que aceptar a las comunidades -plenamente 0 con reparos, mediante ·us'tilrca,eiO, nes religiosas, ideol6gicas y econ6mico-sociales-, esas re,:i·pr,ociidaLdE:S d.isfra;,a das 0 ficticias que generaban un acercamiento entre ambos grupos sociales cil de apreciar por su caracter alienado53 .

Antecedentes de la ficci6n.

La base fundadora de la ficci6n de la reciprocidad se encuentra en una roria previa al momenro de los acuerdos que se remonta a unos decenios cuando las comunidades y/o los grupos domésticos poseian 0 gozaban de relativo acceso directo a la propiedad 0 a la posesi6n de la tierra. La ir· nplarlta'

50 En la documentaciôn de Oseira a la que nos referimos son siempre las comunidades -par general parte de sus miembros los que encabezan los acuerdos, nombrados con nombre y ap,ellHfo­

los primeros protagonistas nombrados, los que primera dan (0 se comprometen a dar); en término el monasterio pacta su contradon, 10 que equivale a decir que expresa sus condiciones.

51 Ver, en este sentido, ALGAZI, G.: «Feigned Reciprocity: Lords, Peasants, and the Mterlife Medieval Social Strategies», en Negotiating the Gift ..

51 Ver, entre otros, los estudios de PASTOR, R.: Resistencias y luchas campesinas en la época dei cimiento y consolidaciôn de la formaciôn fondaI. Castilla y Leôn, siglos X-XIII. Madrid, 1980; raJnbién, «Revueltas campesinas en Castilla y Leon, siglos XI-XIII» en Revoltes populares contra el poder de tat, Barcelona, 1992, pp. 30-36: «Es manifiesto que los dominados tuvieron una conciencia tante clara de las formas concretas par las que se ejercia sobre ellos el poder .... Esta exigencia llevo a consentir ante la fuerza, pero, también, a resistir y a rebelarse. Y me parece que fue porque el poder feudal en la sociedad feudal aparece ma.s difîcil de legitimar que en otras soc:iedlad,es, dado que la idea de reciprocidad estuvo sostenida por elementos muy débiles» (pp. 35-36).

53 BOURDIEU, P.: El sentido praaico, pâg 178, expresa esta idea: « ... el funcionamiento deI cambio de dones implica un no-roconocimiento (méconnaissance) individual y colectivo de la verdad «mecanismo» deI objetivo deI intercambio, aquella que la restitucion inmediata .desvela mente, y del trabajo individual y colectivo necesario para asegurarlo: el intervalo de tiempo el don deI contradon es 10 que permite concebir como iYf'eversible una relaciôn de i~;:,'::~:,;:~es~: corre siempre el riesgo de aparecer y aparecerse coma reversible, es decir, como ob/igada e a la vez}).

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REQPROClDADES, INTERCAMBIO y )ERARQufA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 91

formai dei monasterio como senorio parria dei hecho de haber recibido la dei coro y su jurisdicci6n desde la cupula dei poder, en este caso de los

A partir de entonces, los nuevos senores comenzaron a comprar sistema­icarnC",<CC sus tierras (0 a recibirlas en donaciones) a los antiguos heredes, 10 que

un proceso de transformaci6n dei sentido de la propiedad de la tierra y la ubicaci6n social de los campesinos. A los campesinos, comunidades y

domésticos, les fueron reentregadas tas tierras por pactos, acuerdos 0 con­Desde ese momenro, por las circunstancias conjuntas que llevaron a la

ansfor,manon de la propiedad de la tierra, ahora feudal, quedaron sujeros a ficci6n: la de que --exagerando y simplificando los términos- recibian

dones las tierras de las que, por diversos caminos, habian sido despojados. allî las tensiones sociales y, en el polo opuesto, las aceptaciones por razones

Se puede ampliar la explicaci6n. Los campesinos que hemos estudiado fue­en principio mayoritariamente heredes, descendientes de antiguos propieta­cuyas tierras se habian subdivid.ido mediante un sistema paritario y cogna­de tal manera que se habia ido debilitado su auronomia en todos los as­

Esros heredes tuvieron que aceptar el lazo senorial54, su dominaci6n, -coma acabamos de explicar- el primer acro de la relaci6n feudal

:on,;isti6 en recibir el don de la posesi6n de la tierra, generalmente su propia que habia pasado a ser propiedad senorial y jurisdiccional dei monaste­

Fuera 0 no una ficci6n socioecon6mica, los campesinos quedaban deudo-

54 En realidad estaban abocados a ella no s610 por las circunstancias concretas a las que ha­referencia sina también porque la aceptaciôn de una tierra 0 su recuperaciôn era su unica (0 casi opcion en la que jugaban no s610 la posesion condicionada de su media de subsistencia sino mâs que eso, significaba la proyeccion de su ser en el mundo exterior, dado que, camo es la tierra no era para el campesino un objeto exterior, era para él una cualidad personal. Ya

Marx que la tierra no representaba en la sociedad feudal una materia mnerta que dominaba a hombres: los hombres estaban camo soldados a la tierra, tenian con eUa una relacùfn personal, una

matrimonial respetable con ella». Ver GUREVIC, A. An. cit. También Marx resaltô, en otto ":~:~:;)ola existencia de una poetizaciôn de la tieYf'a (Boden-Poesie) propia del feudalismo romano­:8" . En términos similares, MARX, K.: Manuscritos de economîa y filosofia, Primer manuscrito, t,""luci6n, introducciôn y notas por RUBIO LLORENTE, P.: Madrid, 1968.

55 Existian distintos grupos sociales de campesinos que hemos separado a efectos de anâlisis: heredes proPietarios en primer término, a los que abara nos referimos. Los que quedaron dentro cota monâstico son los que proporcionan las bases para el estudio de sus comunidades y del

;,colnjUllto, dado que algunas de sus formas. de. relaciôn persistirân en el proceso de feudalizaciôn y 'VU""""Iran transformaciones que llevaron lentamenié-al predominio de su participacion «individu­

coma pequenos posesores, los foreros, que funcionaban en forma mâs autârquica con a la comunidad y mâs ligada directamente al senor. Los pequefios propietarios que perme-

en las zonas del coto tienden a desaparecer sin hacerlo totalmente, se consolidan como parte «intermedios» que fueron formando una baja nobleza (analizada en la primera parte del

(',artic>rlo: 0 simplemente se mantienen como «grupos intermedios inferiores», en ambos casas privi­,'le,gIa,jos --de muy dis tinta manera- par el poder monacal. Esta sociedad rural contaba también,

su grado mâs bajo, con una mana de obra estrictamente servi! -posiblemente abundante en

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res de este primer y fundamental don, que les obligaba, de alli en ad,eJaIGte" cumplir variadas formas de servicio y a prestaciones divers as, que PC'",,,ÇJ[ne'ntj nunca consideraron totalmente compensadas por la entrega de sus co,ltr,uto'ne.l·."

Los pactos de Oseira y las comunidades

Las comunidades campesinas que aparecen en el cartulario de Oseira coma rasgo generalizado, muy 10caJes. Se trataba de conjuntos poco densos bastante dispersos, de organizaciones poco formalizadas con respecto al superior pero muy comprometidas en su interior, de tal manera que sus bros -y por 10 general sus descendientes- quedaban atados a ellas de vida". La organizaci6n campesina, por liviana que fuese, aparecia poder interno que obligaba a sus miembros a la cooperacion mutua. Su coJlesion fue siempre evidente, a pesar de que en su interior estaban diferenciados nas 0 grupos por sus distintos niveles econ6micos y/o por ocupar desta.ca,das funciones «polfticas» de representacion y a pesar también de las presiones sus vecinos, que podîan ser personas privilegiadas con distintos estatus, caballeros, escuderos.

términos relativos~ documentada para los siglos X y XI, euyo estatus ha sida estudiado para gunos monasterios auoque poco se conoee de ella. No la traramas ahora pOt no tener dacos ciences para Oseira y por no entrar en el sistema que nos ocupa. Pero debe tenerse presente que roda la sociedad gallega, en el siglo XIII, al menos, la movilidad social de algunos grupos fue siderable. Ver Transacciones sin mercado ...

:;6 Seguimos las ideas de GODELlER, Maurice que han sida especialmente clarificadoras para nuestro estudio. Ver El enigma dei don, especialmente p. 25. Ver nota 20.

57 Las comunidades campesinas se organizan de varias maneras, especialmente en el concejo ral, principal organizaciôn de la solidaridad campesina, tanto para la cooperaci6n «interna» re~::;:~:~: fundamentalmente con las necesidades de la producciôn agraria, coma para la cooperaci6n entre distintas comunidades prôximas y asociadas -genetalmente también jerarquizadas­cumplir cargas impuestas por los senores, como las semas, las castelarias, etc. Los testimoruos .' •• '''v, a la realizaci6n de ttabajos colectivos son frecuentes: canales de riego, molinos, azenas, pesqueras, etc, demarcaciones de lindes el trazado de sendas y calzadas, ocros muy complejos referidos a la demarca­ciôn de los pagos de vinas, su ampliaciôn y su régimen de cultivos y vendimia. La necesidad de realizar conjuntamente la tatea de los cultivos cerealeros y sus trabajos, asi como el aprovechamiento de barbechadas pOt los animales, exigian acuerdos del conjunto de los motadores, asi coma prestaciones especiales para la vigilancia del ganado, en las.fronteras de los pagos y en las barbechadas, y en los prados acotados separados, por ejemplo los linares. Para estos trabajos se designaba a hombres de la comunidad, quizâ rotativamente, quiza pOt suettes, a par otras situaciones especiales. Otro im­portante aspecto de la cooperaciôn era el del usa de bueyes para arar. Podîan poseer las yuntas varias campesinos en conjunto 0 algunos mâs rkos que podian beneficiarse al facilitar a los otros sus yuntas. También era necesario organizar la explotaciôn de los comunales, establecer el régimen de particiôn de lefia y otros producros y, sobre todo, el de las pastura de los ganados, que exigîan vigilancia de pastores y ocras controles. Toda esta funcionaba sobre la base de una organizaciôn de conjunto. Basta el siglo XII a el XIII las decisiones ruvieron caracter frecuentemenre asambleario.

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cornunidades en conjunto tenian limitaci6n juridica y social y un campo también limitado y su historia se desarroll6 en un rnarco juridico de

responsabilidades institucionales y politicas. Eran interdependientes ante neJ:ca,do; todos sus miembros respondian, en principio, por las deudas de to­

estaban organizadas en un asamblearismo participativo, si bien en el caso no llegaron a formar concejos ademâs dei de la villa de Ribadavia. Fue-

dI,rc;tagom· ,ta,s de diversas actas juridicos -pactos, donaciones, ventas, que­pesquisas, apelaciones, convenios, contiendas, foras, etc- en los que esta­

presentes las normas preestablecidas, el peso de las actitudes prescriptivas.

Se presentan a continuaci6n dos ejemplos en los que se pueden apreciar las dst:ur:.s y los intereses de comunidades y senores. Ambos casos revelan aspec­

distintos entre S1 de las formas mediante las cuales se traban relaciones en la sô(:ie,lad feudal, reciprocidades desiguales en las que las comunidades aparecen aCl:ua,nClU con una cierta fuerza que, sin embargo, no logra ocultar su creciente debiLida.d ante las necesarias transformaciones que las nuevas circunstancias dei

les impon1an.

En 1213 los hombres de Torrezuela -son nombrados 19, entre ellos una mtlleJ:- establecieron un convenio por el que dieron a Oseira la cantidad de

sueldos in aiutorium pro cautandam villa toroze/a, es decir, para los gastos que suponia el establecimiento de oficiales dei monasterio, a cambio de perte­

.;!leOer al coto de la villa. Puede calcularse que pagaron una cantidad que exce­los siete sueldos por cabeza de familia, suma ciertamente apreciable en la

y que podia equivaler al precio de una heredad pequena. Los 19 hombres prometieron ser vasallos s610 dei monasterio y servir a los monjes. Tenfan que lIevar a la granja de Mamoa Verde los frutos y los granos que debfan entregar a Oseira. El monasterio no debia exigirles voces (trabajos en las granjas) que no hubieran sido convenidas. Darian luctuosa segûn 10 hacian al rey y también gayosa. A cambio de 10 que habian pagado, los hombres de Torrezuela pidie­ron a los monjes que les protegieran con su amor,facient nobis amorem. Ademâs de esta protecci6n, el monasterio debia cumplir fundamentalmente dos condi­ciones como acto de reciprocidad: la primera de ellas, que si los habitantes de la villa no estuvieran de acuerdo con el merino nombrado por el abad, podrian destituirlo; la segunda, derivada dei hecho de pertenecer ahora al cota de Osei­ra, de ser sus hombres, que quedarian amparados por estar dentro de la juris­dicci6n monâstica si hirieran 0 golpearan -en su defensa y en la de sus bie­nes- a personas que vinieran de fuerapara hacerles dano: non imputabitur nobis pro voce et defendent nos sicut suos homines.T:as ·condiciones econ6micas dei pacto quedaban muy imprecisas. Por el contrario las jurisdiccionales se concretaban 10 suficiente como para corroborar que éstas eran la finalidad dei acuerdo.

La reciprocidad expresada en el amor y la proteccion debida por el monas­terio hace muy patente el interés que tenia la comunidad de ser protegida de los ataques exteriores. Por el contexto de la documentaci6n de Oseira, no cabe duda que los de fuera eran gentes de la baja nobleza, milites por entonees nume-

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rosos en la zona que por sus intenciones expansivas convenia mantener alt'Ja,jo, tanto de los hombres de Torrezuela como dei monasterio. Pero éste no ûnico aspecto resefiable. La situacion que revela el documento es de gran rés, ya que Estos miembros de la comunidad campesina pagaron por parte dei coto monastico, por pertenecer a una jurisdiccion que acababa configurarse solo dos afios antes, cuando el propio cenobio habia comprado rey Alfonso IX todo su COto. Sin embargo, los de Torrezuela tenian gran . rés en ser vasaIlos de este sefior y de ningûn otro, segûn declaraban y, al tiempo, lograron reunir los 150 sueldos necesarios para sellar el pacto y avurl", con ellos al monasterio. Con esta aceion la comunidad demostraba estar condiciones ventajosas para hacer el convenio, partia de una posicion de fuerza y podia pedir reciprocidad.

Ésta se expresa en cuatto formas diferentes: deben recibir el amor dei nasterio (hecho espiritual pero también concreto, reflejado en la pr,ot"ccionl); los hombres podran rechazar aI maiorino si no es de su agrado (pl1eclen junto manifestar su oposicion a un funcionario sefioriaI); no se les lmlpC)flejran ottas cargas economicas ni de trabajo, ni se modificaran las eventuales como luctuosa y la gayosa (condiciones sobre su trabajo y las cargas por sus calTIbios. familiares)58 y, finalmente, podran defenderse con toda fuerza de quienes ataquen con la seguridad de que no seran penados por ello. En esta ûltima cultad dei convenio pueden encontrarse formas de la ya por entonces antigmi responsabilidad colectiva de las comunidades ante los homicidios y lesiones podian infringirse a quienes entraran sin permiso en sus posesiones, que se guiran practicando desde entonces bajo el amparo dei monasterio. Esta forma de defensa colectiva de la comunidad invita a recordar 10 antes m"nc:io··; nado sobre persistencias de normas -consuetudinarias- prescriptivas transformaci6n y parcial perduraciôn ante nuevas circunstancias.

Veamos el otro documento. En 1207 se acuerda un pacto entre el abad Oseira y los hombres de otro lugar -Aguada- sobre los servicios anuales colectivamente tenian que prestar por ser vasaIlos monasticos y no de realen­go". El testimonio es especialmente interesante pues deja ver, entre ottas co­sas, a la comunidad campesina comprometida de manera colectiva en el pago de algunas cargas y servicios. Encabezan el pactum in perpetum con el abad y el convento 15 hombres con sus nombres y apellidos y 10 suscriben pro filiis et nepotibus nostris et etiam pro omnibus his qui hereditatem habent vel habuerint in precli­eta villa de Aquata, es decir, aparecen por ellos y como representantes de demis, incluidos sus descendientes. Posiblemente EStoS representantes eran - .

58 Vuelven aqui a aparecer las resistencias que los campesinos tenian pata cumplir tanta los trabajos directas realizados para el selior, las semas a corveas, coma para pagar por los cambios [amiliares: casamientos, muertes, etc, coma su secular rechazo par los merinos y arrendadores. Se han estudiado en PASTOR, R: Resistencias y luchas campesinas ... pp. 213-245.

59 Documenta nO 119, Vol. l, pp. 129-130

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REdPROClDADES, INTERCA.,\ŒIO y ]ERARQUÎA EN LAS COMUNJDADES MEDIEVALES 95

de cabezas de familias- hombres destacados entre los vecinos, mayo­el sentido de importantes.

A.lw,lnlerlte. debian entregar, en conjunto, 150 panes buenos y cada uno los.que moraban en la villa una olla llena de mijo,unas escudillas de lagamis

un cabrito 0 dos gallinas. Todos estaban obligados a acudir a la cose­en las granjas- proximas al monasterio, hacer servicios de segar y mallar y veces al afio a reaIizar las semas con sus bueyes -10 que indica la diferen-

social interna mas elemental entre los campesinos que tienen y los que no animaIes grandes-, semas que también podian cumplir cerca de la villa dispusiera el monasterio. Los que tuvieran cabalgaduras debian prest ar­

una vez al afio para ir a Santiago 0 a Marin y cuando el rey viniera al Oseira ';debi~lfi entregar cabritos y gallinas, testimonio de que se conservaba indirecta­<",pnlte el yantar regio. No podian dar amatieumni criar a hijos de milites 0 domi­

No debian tener otro sefior ni poblar un lugar cercano en el caso de que tll'vielran heredades en las proximidades dei monasterio, referencia que revela la ~'eX]istt,nCla de antiguos heredes que todavia podian conservar y explotar algunas .h"re,laeles proximas al monasterio, ya que el sentido de poblar aIude especiaI­

a tener animales en ellas. Los hombres de Aguada especificaban ademas aC"ptlaNlfi el pacto porque el monasterio habia comprado la villa y la habia

r~U.llll'UV de la potestad dei rey y dei dominus Gomez Pérez. Aqui queda paten­que -mediante cambios de jurisdicciones 0 compras dei monasterio al rey 0

otros poderosos- se estaba llevando a cabo un proceso de despojo feudal de tierra que también se ha rastreado en la realidad que ponia de manifiesto el

do,curnerlto de Torrezuela. Por su parte, estos heredes, nuevos vasallos dei monasterio, consiguieron en

signo de reciprocidad que los monjes nunca les impusieran como mayordomo a un sarraceno 0 a un siervo monastico para no sentirse asi injuriados (sec talis non faciat nobis iniuriam nec tortum). Ese deseo de de no estar sujetos a mayordomos sarracenos 0 a serviciales y las referencias a la injuria y al engafio posiblemente se relacionaban con experiencias negativas que se remontaban a la época en que se encontraban bajo jurisdiccion regia 0 a un deseo de no ser controlados por personas no libres, es decir por gentes de condicion sociojuridica inferior a la suya. En tal caso, esta es la ûnica reciprocidad especffica con la que el monas­terio les retribuye. Son conocidos los ottos posibles beneficios, como la inmuni­dad ante los oficiales dei rey, 0 la exaccion de deberes de fiscalidad y de cargas publicas60

60 PORTELA, E.: argumenta que los habitantes de los cotas monacales se veian privilegiados por la inmunidad otorgada a éstos por el rey, desde la entrada de los oficiales reales para administrar justicia hasta la exacci6n de deberes fiscales, de los servicios y de las cargas pûblicas. La colonizaci6n cisterciense en Galicia (1142-1250), Santiago de Compostela, 1981, p. 124. En la nota 242 de la misma pagina cita un explicita documento de Alfonso IX en el que acota al Monasterio de Meira y dice: .. et prohibo ut nemini deinceps liceat intra cautos et divisiones memoratas violenter intrare, nec homines ibi morantes pro petito, fossadayra Jeu foro alio quolibet ùnpetere aut pignorare, nisi tantummoeW pro moneta.

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El contenido de este documento es revelador del funcionamiento de la munidad con respecto al nuevo sefior. Una parte de las cargas impuestas ramente existian ya cuando los hombres de Aguada pertenedan al re'lleIGg(). peto parece evidente que las sernas eran ahora mâs fuertes y que estaban organizadas y conttoladas aunque no fuera mâs que por la proximidad del nasterio. Por otra parte, el hecho de que tuvieran que aportar los animales el trabajo en las sernas exigia una cooperacion interna de la comunidad. El to muestra en deta11e los comptomisos de renta y trabajo con el monasterio peto ademâs deja entrever los problemas que podia ocasionar el paso del COt~ regio al monacal y otros de catâcter ideologico expresados pOt los hombres Aguada. Pero, a pesar de la dificultad para evaluar el acuerdo, salta a la vista el desequilibrio que se establece entre las partes.

En los pactos presentados -yen los restantes estudiados61- se aprecia que habia varios tipos de comunidades y de acuerdos en los que se conformaba una multiplicidad de reciprocidades. De hecho, no puede aislarse ningûn factor mictoautonomo, ni desde el punto de vista econ6mico ni desde el social, sino que la explicacion de las unidades campesinas debe ser de conjunto, a través de los nexos que las vinculaban. La logica de la reciprocidad y la de la redistribu­cion del excedente formaban ambas parte de la base de la identidad colectiva e individuaI. Filosofos, antropologos y economistas --desde Marx a Mauss, Po­lanyi 0 Evans-Pritchard- describieron las acciones de las comunidades campe­sinas como dirigidas al mantenimiento del posesor y del cuerpo comunitario en su totalidad. Para todos e11os, la emergencia del impulso individual hacia la subsistencia es el resultado contingente de la accion de la identidad dentro del. cual el proposito colectivo de subsistencia prevalece. Este proceso, como ha sefialado Brenner, explicaria para muchos la irracionalidad de los campesinos en las crisis. Para comprender estos supuestos se hace necesario, por ello, conocer el vinculo entre las estructuras y la accion individual62.

(publicado pOt GONZMEZ, J.: Alfonso IX, vol. II, p. 565). ROMANÎ, M.: en su estudio hisrôrÎco sobre Oseira matiza esta afirmaciôn, pues dice que «en la jurisdicci6n acotada del monàsterio las cargas resultarÎan no precisamente mas benéficas, pero SI menas abultadas y quiza mâs negocia­bles».(p. 99). Aiiade que rambién habda un segundo motivo que es la presi6n que, de alguna manera, ejerda el cenobio.

61 Transacciones sin mercado ... pp. 198-232. 62 POt su parte Chayanov (y Adam Smith) cuando es~udian las unidades campesinas desracan

mâs a las otgaruzaciônes de los campesinos en sus distintos grupos familiares que a las comunidades, y afitman que, para éstas unidades, la motivaciôn mâs importante era la aversiôn al tiesgo y la nece­sidad de seguridad. Resaltan, pOt ranto la autonomîa de la familia campesina, establecida en tierras bien en posesiôn bien en propiedad, y su funcionamiento prâcticamente autirquico, con fuerte predominancia del autoabastecimienco y paca relaciôn con el metcado. Aversiôn al riesgo, necesidad de seguridad y relaciones internas de la familia campesina (de cualquier tipo, nucleat a extensa) sefialan un comportamiento individualista y utilitario de esos pequefios grupos. Las dos posiciones a las que hacemos referencia tienen su adeptos y surgen sobre todo de la observaciôn empirica y

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RECIPROCIDADES, INTERCAMBIO Y )ERARQufA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 97

reciprocidades entre grupos alejados socialmente. El monasterio y fS'~,rupc,s domésticos foreros.

La1:entralidad de la organizaci6n familiar.

nas reflexion.os finales sobre la organizacion de los grupos domésticos y de .a' rillIlUm son imprescindibles para comprender su doble funcionamiento en las ~eciproC1da,"es horizontales y en las verticales.

unidades de explotacion en Oseira se componian prioritariamente de hered.ao<c, individualizadas, en las que las tierras de agricultura eran fundamen­

mientras que las de explotaci6n comunitaria ocupaban por 10 general un \~!;pacJ':o economico menos importante. En esta zona de Galicia, el hecho de que

ganaderia fuera escasa -estabulada 0 de corral en su mayoria- y no necesi­trashurnancia, constituia un rasgo diferenciador que acentuaba la indivi­

a.uauu~u de las explotaciones familiares. Disminuian por elio importantes as­pectos de la accion colectiva relacionados con la explotacion ganadera y la tras­humancia tan presentes, por ejemplo, en Castilia.

Aun teniendo en cuenta esta carencia, las relaciones internas de solidaridad y de cooperacion de los grupos domésticos entre ellos y con sus parientes y vecinos expltcan las formas de las sohdandades y cooperaClOnes que se exten­dian a la totalidad de la comunidad, mostrando asi el funcionamiento de una parte sustancial de sus bases relacionales. Desvelan el nûcleo quizâ mâs impor­tante de la convivencia y de la organizacion campesinas. En el interior de las familias funcionaban reglas morales, que las dejaban sometidas a variadas obliga­ciones que conocemos en buena parte. El peso dei parentesco, ademâs de estar sometido a normas que ordenaban las relaciones familiares y las alianzas, regu­laba también otros aspectos de la vida de las comunidades generalmente muy ligadas por emparentamientos cruzados".

Los grupos domésticos -por 10 general familias conyugales 0 troncales­tenian en un principio una estructura cognaticia que implicaba el reparto igua­litario de la herencia de la propiedad/posesion primera y, mâs tarde, deI foro 0

contrato enfitéutico individualizado. Las formas dei reparto hereditario debili­taban la capacidad economica de las familias aunque éstas optaran frecuente­mente, como defensa de sus intereses, por de jar la tierra indivisa. A su vez esta opcion promovia la jerarquizaci6n interna dei grupo familiar. Las semejanzas entre las unidades familiares que formaban estos conjuntos comunitarios -pese a la relativa importancia de sus diferenciaciones internas- dieron lugar al

teôrica de distinras realidades sociopolîticas desarrolladas en diferenres medios geogrâficos y en distintas épocas.

63 Personalizaban por ejemplo las transacciones de comptas de tierras a las que los patiences estaban moralmente sometidos por una serie de obligaciones y dependencias. Asî la hemos demostrado en nuestros trabajos mencionados. También la ha demostrado RAzr, Z.: en «Family, Land and the Village Community in Later Medieval England», Past and Present, 93 (1981), pp. 3-36.

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desarrollo de las relaciones de reciprocidad horizonta! que se manifestaban la forma de integraciôn mâs destacada entre esas unidades64 Pero en el ""'USlt, a la senorializaciôn monacal se produjeron transformaciones, tanto en las zas familiares como en la explotaciôn econômica.

La documentaciôn que conoeemos se refiere mayoritariamente al ffi<OlIlerltn en el que se traban las relaciones de producciôn por un bien de uso, la entre e! senor y los arrendatarios 0 foreros, en las que estân también pre$(~nt:e, o implîcitas las relaciones de alianza. Para obtener un foro en Galicia como para ser vecino, morador 0 solariego, en otros lados- hada falta casado (vivir en pareja) 0 compromet erse a estarlo. De esta manera los COlntra' tos aseguraban al senor la ocupaciôn efectiva dei suelo, la renta y la rejJroduc, ciôn a largo plazo de ella a través de la reproducciôn de la mano de obra in Por tanto, los grupos domésticos organizaron internamente sus relaciones otra manera dado que, por ejemplo --como estipulaba generalmente el ro:ro-...c los padres debian elegir en vida a un hijo 0 hija como titular dei foro a muette. Se generaban entonees nuevas formas de jerarquias internas en el po doméstico asi como rivaIidades y conflicros6S.

Se puéde afirmar, por rodo ello, que ai crear una estructura expresada en un contrato de trabajo y renta enfitéutico -el foro-- que lU':lUl.a

condiciones relacionales de carâcter vasallâtico/moraI, se sentaban las para crear 0 consolidar y desarrollar una estructura de parentes co afin a la nômica. Se constituia asi la base doble y complementaria de la estructura poder senorial que repercutia, ai pareeer indirectamente, en la estructura famie liar de los reeeptores. En este sentido, el estudio de las sueesiones de parientes de amlgos cuando ya estaba plenamente vigente el sistema feudal/ muestra las formas de la intromisiôn senorial en la organizaciôn interna > liar e indica ademâs que, como senor, preferia conservar la mano de obra y la renta de jan do una Clerta hbertad Illterna ai gtupo familiar".

64 Camo dice V ALENSI, 1.: en su artîculo «Antropologie économique et Histoire: L'oeuvre de Karl Polany», Annales (ES,C), (1974), 6, pp. 1312-1313, «Uno de los principios de integracion proceso economico, el de la reciprocidad, se via favorecido por el modelo institucional de simetrîa de la organizacion social. Asimismo el dualismo, recurrentemente observado en los grupos de parentes~ co .... puede mostrar un cuadro adaptado a estos tipos de intercambios. La reciprocidad interviene la producciôn (prestaciones de servicios, reparticiones periôdicas de tierras (0 de bosques y pasturas) coma en la reparticiôn de productos, por la prâcrica del don y del contradon, las dis",i·bu.:iOlles ceremoniales de alimentas .. ».

65 También habla otras jerarquias entre los foreros: algunos, ademas de foros, conservaban una pequefia propiedad y podian actuar en dos esferas comunitarias y relacionales, 10 que les daba res oporrunidades de accion; también se formaron grupos de parientes que renîan adjudicados, familias, uno a mâs foros y que podian cooperar entre ellos mâs eficazmenre, organizando con yores posibilidades de éxito sus alianzas parenre1ares. Estaban en su conjunto mâs pr6ximos a intereses deI monasterio y a sus redes de influencia.

66 Esta liberrad interna consistÎa en permitir la eleccion deI hijo 0 hija sucesor en la titul,.tid,d' del foro, aunque no hay que olvidar la influencia «indirecta» que pocHa ejercer el monasterio

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reciprocidades como marco y limite a la movilidad social y a! desarrot/o economieo.

La extensiôn generalizada deI sistema forero dio lugar a~ predominio de las familiares dependientes dlrectamente de senores en todos los

social, econômica, politica y espiritualmente. Por ser un sistema de ,el:.ci,)n'" individuaIes ---0 de subgrupos farniliares- entre senores y campesl­

representô un avanee en la cohesiôn politica de la clase de poder al mismo :,",,,mtlO que el debilitamiento de los lazos comunltanos campesmos. La m~yor

de los foros tenian slmdares eXIgenClas de renta, aunque no eX/stlO un 2 .. rtlOdlelo tipo que se aplicara mecânicamente. Los carnpesinos estaban obligados

acurnpllir semas para las Ia/Jores de los cereales y las vinas, se pagaban algunas l,m,oned:" por el reconocimiento de la renta senorial, frecuentemente se exigia la

se prohibia la crianza de los hijos de los milites 0 de los nobles y los .;fo.repos se comprometian a no tener otro senor mâs que Oseira6'. .

El foro era un contrato ambiguo en términos de derecho de propœdad y re­d&ClOnes personales e incluia un hecho pamdôjico que ha destacado Esther Pas­

e! forero podia enajenar la tierra a otro de igual estatus, podia vender/a, es disponer de una tierra de cuya propiedad eminente no tenia, podia poner-

precio frente al supuest~ propietario de la misma, el monasterlO., Toda tran­de una tierra eX1g1a «comprarla», es deC1t, establecer un vlnculo entre

;Cpers,on,lS y bienes redefiniendo los derechos de cada uno con respecto a la tierra de una parte con respecto a la otra".

En los casos gallegos estudiados pareee confirmarse la existencia de una cenrralidad de la organizaciôn familiar/forera en todas sus formas: en su rela­

directa con la tierra, en su autoabastecimiento, en su organizaci6n familiar el trabajo y la reproducciôn. Pero la re!aciôn feudal/foral, mas que la co­

munitaria, impidiô a las unidades familiares dar el paso hacia una autonomÎa econômiea y politica. No pudieron, por ejemplo, salirse dei marco tural ni crear

'-"ctivi·, lacles marginales que les permitieran una acumulaciôn suficiente como relacionarse direetamente con un mereado urbano de manera que les faCl­un cambio en las relaeiones de dependeneia. Aunque se formaron eatego­

diversas de grupos sociales intermedios, no 10 hicieron a partir de relaciones con el mereado.

La unidad eeonômiea estaba inruvidualizada -aunque era parte de un con­junto con similitudes y nexos internos- 10 mismo que el trabajo eampesino, por 10 que el propietario senorial tomaba como index para su apropiaeiôn no a

de las confesiones, de consejos dados a los padres, etc. Cabe pensar también que los monjes conodan por experiencia directa la fragilidad de los ciclos vitales de los campesinos y preferian de jar cierta

, ,movilidad en las elecciones a fin de no generar eonflieros intrafamiliares inûtiles. 67 Para ver los detalles de esros eontratos, PASTOR, R: Transacciones sin mercado .. , pp. 228-229. 68 PASCUA ECHEGARAY, E.: en: «Vasallos y aliados con conilleros: las relaciones entre Santa

, Marîa de Montederramo y la sociedad local gallega del siglo XIII». en Transaccùmes sin mercado", pp. 39-40.

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colectivos amplios sina a unidades econ6micas (ancretas a cuya cabeza una familia 0 un grupo doméstic069 • El senor funcionaba coma una entlClad individualizaci6n y ejercîa por 10 tanto sus derechos a partir de las pClsil)ilidad. de apropiaci6n cuantitativa y cualitativa que le permitîa su poder . jurisdiccional y estableda una gama compleja y disociada en la organizaci6n distribuci6n de ese poder.

Ante estas circunstancias el monasterio no intent6 transformar su!)stanltiva mente la renta, las superficies de las explotaci6n ni los sistemas productivos. con dos excepciones: una, que extendi6 en algunas zonas el cultivo de la tanto por medio de foreros individualizados 0 grupos, y otra, que otorg6 tos ad plantandum, que interpretamos como formas feudales de organizar nidades. Estas actitudes èvidencian una planificaciôn poHtica y econômica simple vada a cabo por el monasterio que consistla en traer a gentes pr6ximas con a extender los cultivos 0 a agrupar los vinedos, pero no a cambiar el sistema relaciones de producci6n ni en el interior de las comunidades ni en las relacionleJ entre comunidades diferentes. Se repetîan por 10 tanto los lazos de reciprocidad algunas formas de redistribuci6n, asi coma las de parentesco, de vecindad. en el proceso de senorializaci6n se fueron transformando de tal manera los de reciprocidad que, aunque persistiendo formalmente, se fueron reduciendo una escueta devoluci6n de servicios a los senores en renta y trabajo.

Es también muy posible que una parte de 10 que el monasterio iba niendo de la producci6n --como el vino, por ejemplo-- entrase en mercantiles mas amplios, 10 que le habrîa permitido obtener una cierta aCllffiulal­ci6n de moneda y realizar otro género de intercambios mercantiles. Pero es dente que en esta época el monasterio, en su escala econ6mica mas amplia y contando con su participaci6n en el mercado, centr6 su economia y su poder la acumulaci6n de bienes rurales de consumo, procedentes de sus relaciones reciprocidad, que reparti6, con mayor 0 menor intensidad segun épocas e m'-M'>c

ses, para establecer alianzas con otros senores y para paerar --como se ha vn' ;to­con grupos sociales intermedios altos que él mismo promovi6 coma forma contar con su fidelidad. Por tanto, su posible participaci6n en un mercado complejo, por ejemplo, en Rivadavia 0 en Marin, no lleg6 a provocar un ,"-[lUno

cualitativo -hacia formas mas modemas que contaran con la participaci6n de -grupos mercantiles- en la economia y en la politica del monasterio.

69 El desarrollo del sistema de foros en Oseira y su entama se constata desde el segundo dece­oio del siglo XIII. Lo fue imponiento el monasterio pero también fue practicado pOt la nobleza altà

y baja y campesinos ricos con las misffias condiciones generales. Compartir el sistema en tanto forma de relaciones sociales, economicas y politicas, indicaba que era considerado pOt los grandes y medianos propietarios feudales como mâs apto y operativo'que la explotaciôn directa de las tiertas pOt siervos de distintos estatus.

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RECIPROCIDADES, INTERCAMBIO y JERARQuiA EN LAS COMUNIDADES MEDIEVALES 101

DE CONCLUSIÔN

La sociedad local en el entomo de Oseira se encontraba y~ jerarquizada an­de -la constituci6n del poder monasnco y de la orgamzaC1on de su domm1O las décadas centrales del siglo XII. Se d1!erenC1aban ",rupos fam1l!ares que

un cierto- control de recursos econom1COS y. polmcos y comumdad,es :mlpe,;inas, muy heterogéneas y con todos los maUces en su caractenZaClon . han senalado en las paginas previas. Sobre este compleJo mundo local se ;tal)leôe:ron los cistercienses. Las situaciones previas condicionaron los modos

1 1· on pero a su vez esa relaciôn transformo las jerarquias existentes. El teK , ..'

monastico introdujo una cuna que defim6 nuevas pos1C1Ones, en un pro-dialéctico marcado por estrategias diversas en las que Jugaban, entre otros,

vinculados a las formas de propiedad y explotaci6n de la tierra, a la colotiloui:dad 0 a la disgregaci6n de los grupos de parentes co y a las necesidades

la gesti6n monastica. Se conformaron asi. multiples comprom1sos en el curso este proceso. Fueron generostdades necesarzas pero, ante todo, fueron reC1pro­

:.ci,lade, selectivas, dirigidas y desequilibradas.

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