Reclusas de la Cárcel - editorial.unimagdalena.edu.co · Queda prohibida la comunicación pública...

Reclusas de la CárcelRodrigo de Bastidas

de Santa MartaEtnografía de resocialización y realidades de políticas públicas

Andrea Llinás Vahos

Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Llinás Vahos, AndreaReclusas de la Cárcel Rodrigo de Bastidas de Santa Marta. Etnografía de resocialización y realidades de políticas públicas / Llinás Vahos, Andrea. -- Primera edición. -- Santa Marta : Editorial Unimagdalena, 2020.

144 p. -- (Colección Ciencias Sociales, serie: Antropología y Sociología)

ISBN: 978-958-746-263-0 -- 978-958-746-172-5 (pdf) -- 978-958-746-264-7 (epub)

1. Trabajo social con mujeres reclusas. 2. Mujeres prisioneras – investigaciones. 3. Mujeres prisioneras – Condiciones sociales – Santa Marta (Magdalena, Colombia). I. Autor. II Autor. III Título. IV. Serie

365.66082CDD 23

Primera edición, mayo de 2020

© UNIVERSIDAD DEL MAGDALENAEditorial UnimagdalenaCarrera 32 No. 22 - 08Edificio Mar Caribe, pimer piso(57 - 5) 4381000 Ext. 1888Santa Marta D.T.C.H. - [email protected]://editorial.unimagdalena.edu.co

Colección Ciencias Sociales, serie: Antropología y Sociología

Rector: Pablo Vera Salazar Vicerrector de Investigación: Ernesto Amarú Galvis ListaCoordinador de Publicaciones y Fomento Editorial: Jorge Enrique Elías-Caro

Diseño editorial: Luis Felipe Márquez LoraDiagramación: Eduard Hernández RodríguezDiseño de portada: Andrés Felipe Moreno ToroCorrección de estilo: Catalina Marín

Santa Marta, Colombia, 2020

ISBN: 978-958-746-263-0 (impreso) ISBN: 978-958-746-172-5 (pdf)ISBN: 978-958-746-264-7 (epub)

DOI: 10.21676/9789587462647

Impreso y hecho en Colombia - Printed and made in ColombiaXpress Estudio Gráfico y Digital S.A.S. - Xpress Kimpres (Bogotá)

El contenido de esta obra está protegido por las leyes y tratados internacionales en materia de Derecho de Autor. Queda prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio impreso o digital conocido o por conocer. Queda prohibida la comunicación pública por cualquier medio, inclusive a través de redes digitales, sin contar con la previa y expresa autorización de la Universidad del Magdalena.

Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad del autor y no compromete al pensamiento institucional de la Universidad del Magdalena, ni genera responsabilidad frente a terceros.

mailto:editorial%40unimagdalena.edu.co%20?subject=

https://editorial.unimagdalena.edu.co/

https://doi.org/10.21676/9789587462647

Colección Ciencias SocialesSerie: Antropología y Sociología







7

Contenido

Prólogo y Agradecimientos ....................................

Capítulo 1

Mujeres, cárcel y etnografía: una propuesta metodológica ..........................................................

Una niña que no tenía amor por su familia ...........

Contextualización legal: un paso imprescindible ...

En qué bases caminamos: un estado del arte de los estudios de las mujeres encarceladas ................

Antropología y prisión: una premura investigativa ................................................................

Capítulo 2

Los fundamentos teórico-metodológicos como columna vertebral etnográfica ..........................

Género como eje transversal etnográfico: contrarrestando el lenguaje abrumador que invisibiliza a las mujeres en prisión ........................

Panóptico, comunidad epistémica, sujetas epistémicas .................................................................

11

13

16

22

26

31

35

35

40

Género, políticas públicas y empoderamiento femenino .....................................................................

Conceptos unificados: un corpus sinérgico ...........

Una metodología de co-construcción de conocimiento: una nueva manera de hacer etnografía ...................................................................

Capítulo 3

Una etnografía para la política pública de género en la cárcel Rodrigo de Bastidas ............................

Primera aproximación y contexto ...........................

La resocialización: una reconstrucción etnográfica de lo precario .........................................

La resocialización como papel del Área de Atención y Tratamiento de la cárcel Rodrigo de Bastidas, Santa Marta ................................................

Políticas públicas y mujeres encarceladas en Santa Marta: análisis con un enfoque de género de la problemática .....................................................

Una comunidad epistémica alrededor de la mujer en la cárcel: una propuesta que apunta hacia la realidad pragmática del saber ....................

Las mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas como sujetos epistémicos: un aporte imprescindible en la política pública ......................

42

47

49

57

59

61

63

68

70

72

Bitácora etnográfica: organización y consolidación del Círculo de Lectura Mujeres Libres y Empoderadas, 2017 ....................................

31 de marzo de 2017 .................................................

Jueves 6 de abril de 2017 ..........................................

Viernes 7 de abril de 2017 ........................................

Capítulo 4

Recomendaciones para el diagnóstico inicial de una política pública con enfoque diferencial para la mujer en la cárcel Rodrigo de Bastidas: una etnografía conjunta para la resocialización efectiva ....................................................................

Conclusiones ..........................................................

Referencias ..............................................................

79

79

85

89

93

133

139

11

Prólogo y Agradecimientos

El siguiente libro fue producto de tres años de trabajo mano a mano con las internas del grupo del Círculo de Lectura del pabellón de mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas, actividad promovida por el Banco de la República en los años 2015, 2016 y 2017; asimismo la consolidación de esta investigación fue con el beneplá-cito y financiación de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad del Magdalena, que el segundo semestre del 2017 otorgó fondos para dicho fin.

Agradezco a mi familia, en cabeza de mi madre, Patricia Vahos García, sin la cual simplemente no podría estar escribiendo estas letras el día de hoy. Al historia-dor Joaquín Viloria de la Hoz, director del Banco de la República, quien confió en mí poniéndome a cargo del Círculo de Lectura para las mujeres en la cárcel en el 2015. A la profesora Soraya Duarte, quien durante los seminarios de investigación II y III me ayudó con ahínco a darle forma a esta etnografía, dándole rigurosidad cien-tífica y pertinencia contextual. A mi directora de tesis, Raiza Llinás, por su confianza, consejo certero e infinita paciencia. Al Doctor José Manuel Pacheco Ricaurte, por ser mentor, consejero y educador edificante en este arduo camino académico. A mi alma máter, la Universidad del Magdalena en cabeza del doctor Pablo Vera Salazar, a través de la Vicerrectoría de Investigación, de su gestión

12

Reclusas de la Cárcel Rodrigo de Bastidas de Santa Marta. Etnografía de resocialización y realidades de políticas públicas

académica, inclusiva e innovadora, facilitaron los medios económicos para poder dedicarme exclusivamente al trabajo de campo y redacción de este libro.

Y el agradecimiento más sonado de esta página es a ellas. Madres, hermanas, amigas, estudiantes, esposas, amantes, compañeras, humanas. A las mujeres del pabe-llón de la cárcel Rodrigo de Bastidas, quienes me acom-pañaron durante estos tres años, y que, a pesar de sufrir las vejaciones del encierro y la estigmatización provo-cada por estar en una cárcel, siempre tuvieron para mí una sonrisa, una broma, una confidencia. Las que me enseñaron que la solidaridad y la sororidad son necesa-rias para la construcción de tejido social, para la elabora-ción de políticas públicas a tono con las necesidades de sus beneficiarios, y para reestructurar y repensar la reso-cialización de una mujer en este contexto sociopolítico y económico tan abrumador, chocante y marginalizador.

13

Capítulo 1

Mujeres, cárcel y etnografía: una propuesta metodológica

La rutina que sigo es la misma, dado que la cárcel se acoge a la categorización de institución total, debo seguir proverbialmente el mismo ritual de entrada.

Paso por un enrejado con aspecto ferroso por la oxidación y llego a la primera garita, que se llama el “visitor”, en la cual un dragoneante1 me pide mi docu-mento de identidad, imprime una pequeña ficha con mi foto y datos en papel delgado, dándome paso, des-pués de caminar a lo largo del estacionamiento polvo-riento al portón índigo, ya resquebrajado por los toques de puerta con todo tipo de instrumentos que hagan el mayor ruido posible, umbral entre el mundo libre y el encierro impuesto. Este es el contexto que comparto con abogados a la espera de ver a sus clientes, y numerosos testigos de Jehová, evangélicos y todo tipo de portadores de la palabra de Dios que están autorizados para entrar a paliar los dolores del alma causados por el encierro; algu-nos hasta tienen bordados en sus camisas “servidores de los encarcelados”.

1. Personal de seguridad del Inpec (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario).

14


Al abrir, un chirrido pesado del portón es el tono de obertura que indica que voy a pasar a, literalmente, otro mundo. La atmósfera es supremamente pesada y, sin embargo, emana mucha actividad. El dragoneante que abre la puerta me pide el papelito impreso en el “visitor”, me retiene el documento de identidad y pro-cede a despojarme de mis pertenencias y a pasarlas por los rayos equis. —Hola profe— me dice. Es uno de los que me reconoce por las numerosas visitas que hago. —Recuerde, nada de celulares y dinero—. —Traje algo para compartir con las niñas— le comento. Él me mira per-plejo y me dice —¿niñas? Pfff—, aclaré mi voz y le dije —para las internas—. Una bolsa de hielo, una gaseosa de tres litros y cuatro bolsas de galletas. En esos momentos ya aparece Adriana, de Educativa, quien me ayuda con las bolsas al entrar, pasando por una salita con paredes de color blanco. Al otro lado, dos hombres con las mira-das perdidas y esposados están sentados en una banca, esperando a ser ingresados al sistema.

Camino a lo largo del pasillo hacia el fondo, donde la penúltima de las puertas descascaradas por la falta de pintura es la oficina de Educativa, donde dejo todas mis pertenencias y me quedo solamente con los libros, los útiles escolares que voy a usar con las internas y los pasabocas para compartir, cuya entrada fue autorizada previamente por educativa.

Regreso por el mismo pasillo y llego a un mezzanine (un lugar de paso con una mesa sobre la que escriben los datos de los que entran y salen), donde una drago-neante me toma las huellas dactilares, anota mi nombre, revisa lo que estoy llevando y me hace una requisa. Abre

15


la puerta hacia los patios internos. Hacia el fondo y hacia la izquierda se encuentran hacinados hombres de todas las edades, varios de ellos agolpados cerca de la puerta donde yo paso, y me miran fijamente de pies a cabeza. Ignorando voluntariamente cualquier interpretación de esas miradas, yo los miro a los ojos y sin altivez, pero con mucha seguridad y una sonrisa de oreja a oreja, les doy las buenas tardes. Es la única arma que tengo en ese recinto.

Paso al lado derecho, donde saludo a la dragoneante, quien me dice —pobre profe, hoy con qué ocurrencias saldrán —. Abro la puerta y se encuentran mujeres de todas las edades sentadas en el piso polvoriento, unas recibiendo la palabra de Dios de mis compañeros de espera en la entrada, otras me miran con recelo y reti-cencia. Yo, volviendo a usar la misma arma de las buenas tardes y la sonrisa, siempre mirando a los ojos, las saludo. Es mi manera de reconocer al otro, de hacerle saber que estoy ahí, que sé que existen y que sonrío porque tam-bién ellas me pueden devolver la sonrisa.

En ese momento es cuando escucho la gritería de las “niñas”. El grupo de internas que pueden ver litera-tura, como le dicen en Educativa, quienes me abordan con mil preguntas a la vez y me jalonean hacia ellas, me dice —¿por qué se demoró profe?, —¡uy, Coca Cola!—; —perenceja no hizo la tarea, estaba deprimida y no quiso leer, profe—; —profe, ¿y qué vamos a leer hoy?—. Tratando torpemente de responder todas y cada una de esas preguntas, pasamos a lo largo del pabellón, cami-namos por el sendero, siempre polvoriento y desolado, y se ve el portón por donde entran los suministros y sale la basura.

16


Este portón siempre se abre, y, a pesar de los pútridos hedores del camión de Espa2, ellas se agolpan en la ven-tana del salón mirando la calle que es posible ver, año-rando siempre una libertad, condicionada a un tiempo que se les hace eterno. Otras ni siquiera se atreven a mirar porque saben que no hay salida ni a corto ni a mediano plazo. Tal vez ni a largo plazo. Solo entonces cuando esa puerta está cerrada, y realmente me están poniendo atención, las invito a sentarse conmigo en círculo, en ese salón pequeño, sucio, caluroso. Se sientan en los pupitres verdes casi desarmados, en las sillas azules que se balan-cean porque no tienen los tornillos bien puestos y nos disponemos a leer las primeras páginas de Guerra y Paz de Lev Tolstoi. Al terminar, recogí la tarea asignada para ese día, que era hacer un cuento basado en hechos reales sobre su vida. Leyendo, encontré la siguiente historia, escrita a puño y letra:

Una niña que no tenía amor por su familia3

Érase una vez una señora que adoptó a una niña de 5 meses, ella decía que le iba a brindar todo el amor del mundo junto con su compañero, por lo que su pro-blema era que no podía engendrar un bebé, pero, al pasar de los años la niña fue creciendo y ellos en vez de darle amor la maltrataban con palabras y golpes.

Ellos, que son sus padres, cuando tuvieron un bebé engendrados por su propio esfuerzo y esmero sí lo

2. Espa: Empresa de Servicios Públicos del Distrito de Santa Marta. 3. Nota de la autora: se omitieron algunos errores ortográficos y de redacción.

17


amaron y lo trataron bien, pero a la niña no la mira-ban, lo único que hacían era tratarla como si fuera un objeto cualquiera. La niña crecía y crecía y lo único que obtenía de su familia era golpes e insultos, mien-tras que al otro niño, que sí era de su sangre, le daban lo mejor; y a raíz de eso la niña cuando cumplió 13 años se sintió tan retirada de su familia que hasta cuando iba para el colegio no le daban lo suficiente para su alimentación. Hasta le tocaba ver a sus com-pañeras con cosas mejores que ella, y ella se sintió tan mal que optó por robarle más de lo que a ella le daban para sentirse igual que sus amigas. Ella pensó que no se darían cuenta, pero todo le salió tan mal que su madre le dijo que le iba a revisar su bolso, y al revisarle su bolso vio la cantidad de monedas que tenía.

La madre al ver esa cantidad de monedas en vez de preguntarle por qué había cogido eso y para qué era, comenzó a insultarla y a maltratarla físicamente, hasta que optó por sacarla de la casa y llevarla donde otro familiar que sí la recibió con amor y comenzó a darle consejos, y la niña cuando su familiar le decía cómo en verdad eran las cosas, se sintió querida y amada. Pero poco a poco después que le decía otras cosas de su verdadero origen, que ella era una niña recogida y por eso ellos no la querían como su hija, sino como un no más del mundo, ahí fue donde la niña comenzó a entender por qué la maltrataban tanto, pero al pasar de los años la niña encontró la felicidad, a los 18, y decidió irse del todo de su familia y alejarse de tanto maltrato, pero fue peor porque ese hombre que

18


conoció era una persona que tampoco la trataba con amor. Pero le llegó la felicidad al tener 2 niños muy hermosos y lindos que le alegraron la vida, y decidió irse con los niños a otro lugar donde se entregó a ellos y trabajaba para darle lo mejor, hasta que por trabajar lo que no debía para sostenerlos cayó en una cárcel. En ese lugar conoció a un hombre maravilloso, y hasta ahora el resto de su vida al lado de él y sus hijos va a ser feliz para siempre. En conclusión, la felicidad es el amor y los valores, no los insultos y los golpes.

Fin.

***

La antropología de los reclusos es un tema muy poco tocado en Colombia. En general, la población carce-laria es excluida, y lo que se vive en la cárcel es reflejo de todos los vacíos e inequidades de la falta de eficacia de un Estado social de derecho que debería garantizar a todos un goce pleno de los derechos fundamentales, incluso si se está privado de la libertad. Esto en palabras de Ariza (2015):

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, en Colombia éste (sic) sigue siendo un terreno por desarrollar. Apenas hay ciertos intentos, relatos etnográficos sobre la vida penitenciaria, y las historias escritas por los propios internos son relegados a las estanterías de la literatura popular. La importancia de aproximarse al mundo penitenciario desde el punto de vista cualita-tivo es, pues, clara (Ariza, 2015, p. 1).

19


Esta situación empeora si se trata de una mujer reclusa. La ausencia total de políticas públicas con enfoque de género que apunten hacia una resocialización integral demanda un estudio exhaustivo y serio. Asimismo, esta ausencia genera un doble carácter de vulnerabilidad que esperamos sea evidenciado en este trabajo, y que sea un impulso para mejorar la calidad de vida integral de las reclusas, sobre todo resaltando que vienen de un histo-rial de maltrato, violencia, marginación y abandono.

Para entender la envergadura del problema resulta necesario e introductorio evidenciar el papel de los medios de comunicación acerca del lenguaje que se uti-liza acerca de las noticias relacionadas con este tema, ya que de esta manera se puede vislumbrar a grandes rasgos la cosmovisión de la cárcel:

Colombia es el tercer país de América Latina en población carcelaria. En la actualidad hay 138 centros penitenciarios con 156.924 personas privadas de la libertad. Esto le cuesta al año cada una de ellas al Estado:

Funcionamiento: 11.541.314 pesos

Gastos generales: 1.368.087 pesos

Si las 40.691 personas que actualmente están sindicadas por algún delito, pero no han sido condenadas no hubieran sido enviadas a un centro de reclusión, el Estado habría ahorrado más de 43 mil millones de pesos en julio de este año (Revista Semana, 2014, p. 1).

20


Dejando de lado de nuevo el aspecto invisibilizador de la palabra personas (pareciera que no existieran muje-res presas para esta noticia), se centrará entonces la aten-ción en lo que se encuentra en itálicas: términos como ‘le cuesta’ y ‘habría ahorrado’ suenan realmente a una despersonalización, deshumanización y degradación de seres humanos a presupuestos y cifras, y a un desplie-gue de doble moral. Esto se comprueba si revisamos el “ahorro” comparado con el monto asignado a defensa y policía en el año 2018, $32,401.000.000 (Ministerio de Hacienda, 2017, p.18), destinado a la manutención de una maquinaria que no sería necesaria de ser reestructurado el régimen carcelario y se invirtiera en la resocialización.

Del mismo modo, esa noticia genera un imagina-rio desinformado sobre la realidad de las cárceles y las vivencias de las mujeres y hombres que están padeciendo esta violación sistemática de los DD.HH. (derechos humanos) diariamente. Es inevitable pensar en Foucault (2016), quien muy certeramente dice:

Me pregunto si no podríamos tratar de clasificar las sociedades conforme a la suerte que reservan, no a los difuntos, sino, entre los vivos, a aquellos de quie-nes quieren deshacerse y conforme a la manera de como dominan a quienes procuran escapar del poder y cómo reaccionan ante quieres, de un modo u otro, saltan, violan o eluden las leyes (Foucault, 2016. p.17).

Y el primer interrogante que surge es: ¿qué clase de sociedad somos? El lenguaje de los medios de comuni-cación en esta noticia indudablemente ejerce violencia

21


simbólica sobre la comunidad de las cárceles, y empuja a la sociedad civil a que, como Pilatos, se lave las manos de asuntos que son responsabilidad de todos y, peor aun, asuma que de esa manera los y las delincuentes reciben lo que merecen. No se busca resocializar, sino castigar. Esto demuestra la capacidad humana para la segregación y la resistencia a lo diverso. Y vuelve Foucault (2016) a la carga, apoyando el argumento que se acaba de explicar en este párrafo, denunciando lo evidente:

(…) es también mostrar cómo se formó; cómo a comienzos del siglo XIX se operó una muy curiosa transferencia de responsabilidad a cuyo término

— la sociedad apareció como productora del crimen (conforme a una serie de constantes estadísticas y leyes sociológicas);

— la sociedad apareció como lo que era lesionado, per-judicado, dañado por la infracción. La sociedad pro-duce su propio mal, engendra a su propio enemigo;

— la sociedad apareció como lo que exigía del poder el castigo de los crímenes en función de grandes opcio-nes morales (Foucault, 2016 p. 30).

Entonces, si una sociedad busca castigo y encierro, esto explica por qué los dineros destinados en el balance general para resocialización son exiguos y con una dife-rencia exorbitantemente abrumadora en comparación con la inversión en infraestructura. Preferimos tener a “las indeseables” encerradas y controladas que prepararlas

22


para un mundo que es hostil con una expresidiaria. El futuro se ve complicado, para ellas pues la etiqueta de criminales las hará enfrentar muchos obstáculos.

Sin embargo, desde esta construcción etnográfica se busca contrarrestar esta situación a través de la recopila-ción de las experiencias de vida de un grupo de reclusas en la cárcel Rodrigo de Bastidas de Santa Marta, en aras de construir conocimiento que propenda por el empo-deramiento de la mujer privada de la libertad, desde su realidad social particular, aportando elementos de análi-sis que permitan el desarrollo integral de estas.

Esta etnografía tiene como objetivo principal cons-truir recomendaciones con enfoque de género para la política pública y la resocialización de las reclusas del pabellón de mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas de la ciudad de Santa Marta. Para tal fin, es imprescindi-ble empezar por indagar por el proceso de resocializa-ción en esta penitenciaría. Asimismo, se buscará analizar desde una perspectiva de género la problemática de las internas alrededor de la política pública de cárceles. Y finalmente, desde la discursividad de las reclusas como sujetos epistémicos, evidenciar las polifonías discursivas de las mujeres en este estado y proponer recomendacio-nes para el diagnóstico inicial de una política pública con enfoque diferencial para la mujer en la institución carce-laria en cuestión.

Contextualización legal: un paso imprescindible

Andrea Llinás: ¿Ustedes creen que deba haber una cárcel con todas las comodidades? ¿Creen que eso es posible?

23


— La cárcel de Pablo Escobar. — Pero Pablo la mandó a construir. — La mandó a construir porque tenía plata. — Uno preso, sin plata, es imposible eso, vas es a vivir como perro en misa. [risas] (Círculo de Lectura Mujeres Libres y empoderadas, 2017).

La Constitución Política de 1991 en su artículo 12 es la fuente primaria de toda la jurisprudencia creada y establecida para garantizar, al menos en el papel, que los reclusos sean tratados dignamente y puedan tener una transición pedagógica y formativa a la sociedad que los espera después del tiempo tras las rejas.

No obstante, la Corte Constitucional a partir de la grave e insostenible situación carcelaria, expide la sen-tencia T-153 de 1998, en la cual declara el “estado de cosas inconstitucional”, debido a que las prisiones en Colombia violan sistemáticamente las condiciones míni-mas acordes con lo contemplado en los DD.HH. y en la Constitución. Ejemplos visibles de esta realidad, son, entre otros, mezcla de población carcelaria sindicada con la condenada, las infraestructuras se encuentran en un estado deplorable, entre otros factores, y es cuando la más alta instancia jurisprudencial del país, toma la iniciativa para poder crear a partir de la ley, órdenes para poder dotar de estas minorías tan relegadas, de lo mínimo legal.

A pesar de estos instrumentos legales que salvaguardan los derechos fundamentales a los individuos privados de la libertad, la Corte Constitucional vuelve a pronunciarse

24


acerca del tema en la sentencia T- 388 de 2013, denun-ciando que no solo persiste la situación de hacinamiento, sino que también se ha convertido en un problema grave de salud pública, violencia, inhumanidad e indignidad de trato, entre otros puntos importantes. Se reiteran entonces por parte de este ente jurisprudencial las órde-nes dadas en 1998 y unas nuevas con el fin de paliar esta grave situación de naturaleza multidimensional.

Para esta investigación cabe resaltar que, en esta sen-tencia, la situación de cárcel para las mujeres se da en desventaja, dado que:

Esta baja participación de las mujeres en la pobla-ción recluida en prisión, repercute de forma grave en aquellas que son privadas de la libertad pues, como se indicó, se convierte en un grupo cuyas necesidades se tornan invisibles para los diseñadores de políticas públicas (Corte Constitucional, 2013).

La Corte también enumera las necesidades específicas de las mujeres en estado de confinamiento:

Primero, no existe infraestructura especial destinada a recluir a las mujeres. Como la mayoría de necesida-des en materia de nuevos cupos se refiere a población masculina, las necesidades de la población femenina pasan a un segundo plano. Los planes de construc-ción, por la demanda misma del Sistema, se concen-tran en elaborar espacios penitenciarios y carcelarios destinados a la reclusión de hombres, no de mujeres. Segundo, el hacinamiento tiene un impacto mayor en ellas que en ellos. Como la forma para solucionar la

25


ausencia de cupos suficientes es recluir a las personas más allá de la capacidad instalada, el hacinamiento implica muchas veces para las mujeres, además de tener que compartir el espacio vital con una gran can-tidad de personas, compartirlo con hombres, lo cual puede representar riesgos adicionales a su integridad. Tercero, las actividades y oficios con que se cuentan, suelen ser pensados para hombres. Muchas de las actividades laborales orientadas a la resocialización no tienen en cuenta muchos de los oficios y labores que también suelen desarrollar las mujeres. No es un problema únicamente colombiano, también es regio-nal (Corte Constitucional, 2013).

Los problemas de investigación residen en el trabajo de campo (la cárcel) ya que estamos hablando de una institución total, a la cual el acceso es bastante restrin-gido y las visitas bastante cortas. Sin embargo, venir de parte de una institución cultural que respalde las acti-vidades que se hacen con las reclusas, y la amplitud de las mismas para compartir sus experiencias y sus ganas de aprender, son puntos a favor que enriquecen la inves-tigación y generan nuevas líneas epistemológicas de pensamiento. Lo que deviene en la siguiente pregunta, eje principal de la etnografía: ¿cuáles son las propuestas para la política pública que tienen las reclusas de acuerdo con su experiencia dentro del pabellón de mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas?

26


En qué bases caminamos: un estado del arte de los estudios de las mujeres encarceladas

Dentro de las investigaciones que se han hecho acerca del tema se pueden encontrar líneas diversas, que van desde el derecho, la salud pública, la psicología, la cri-minología, entre otros. Alarid (1996) en su Womens Offenders’ perception of confinement: Behavior code acceptance, hustling and group relations in jail and prison, relata y recopila las percepciones que tienen las mujeres en prisión acerca del confinamiento, sus códigos de relaciones que se despliegan en este contexto “contro-lado” y las relaciones de alianza que se crean en el encie-rro. Metodológicamente brinda herramientas para anali-zar las discursividades de las mujeres en prisión.

Antony (2007) en su publicación Mujeres invisibles: las cárceles femeninas en América Latina, donde recoge la situación de las cárceles femeninas de América Latina, advierte acerca de la necesidad de la existencia de un enfoque de género en las políticas que enmar-can el encierro, desde una óptica criminológica; en el ámbito conceptual, refuerza un enfoque diferencial de género en la aplicación práctica del análisis de esta investigación.

Trabajos de similar corte encontramos en Calvo (2014), que en El encierro carcelario. Impacto en las emociones y los cuerpos de las mujeres presas explica de qué manera se afectan las corporalidades y la emotividad femenina en una cárcel vasca; Coleman-Saavedra (2012) en su Female inmates’ perception of distributive and procedural justice and adjustment estudia la percepción

27


de las internas sobre el sistema judicial en Texas y sus impresiones sobre la noción de justicia.

Siguiendo la misma línea conceptual, Joyce (2005) en su estudio Mothering from jail: an exploratory study, explora la maternidad en prisión, mostrando en sus resultados que las mujeres no experimentan miedos en el sentido de una ruptura en la relación de sus hijos, ya que tienen la certeza que pasado el tiempo de encarce-lamiento ellas podrán recuperar sin ningún problema el vínculo madre-hijo; Juliano (2008), en Delito y pecado. La transgresión en femenino, vislumbra las nociones de delito y pecado en la perspectiva de género, y cómo a partir de esta se procesa la culpa, y de qué forma la mujer recibe evaluación y estigmatización cuando incum-ple la norma.

En este sentido, desde los conceptos del enfoque dife-rencial y género encontramos a Manzoor (2014), que en Women Prisoners: A Case Study of Central Jail, Kot Lakhpat, Lahore, describe la problemática de las mujeres en prisión, las razones por las cuales caen en el encierro, y analiza las condiciones de estas a través de métodos cualitativos desde la óptica de las Ciencias Políticas en el estudio de caso de la cárcel de Kot Lakhpat en Pakistán; Mauersberger (2015) en El dilema de la madre entre rejas: delincuente y mala madre, una doble culpa, desa-rrolla la doble estigmatización que reciben las mujeres madres y el rol de cuidadoras, su maternidad a distancia debido al encarcelamiento, desde el punto de vista del Trabajo Social; Ojeda (2013) en su Cárcel de mujeres uti-liza la antropología de las emociones para describir las relaciones afectivas entre internas en Argentina.

28


Conceptualmente desde la perspectiva de género, Rojas-Cavanzo (2016) en sus Narrativas acerca de las relaciones familiares en mujeres en situación de reclu-sión carcelaria, caracteriza las perspectivas que tienen las mujeres encarceladas con respecto a su interacción fami-liar, desde sus propias subjetividades, ofreciendo herra-mientas metodológicas para el acopio de las experiencias de las reclusas.

En lo que se refiere a las generalidades de la precaria situación carcelaria se encuentran trabajos de gran ayuda que alimentan conceptualmente la configuración de este trabajo. Ariza (2015) en En el corazón del Buen Pastor. La apropiación del discurso de los derechos humanos en el contexto penitenciario colombiano, centra al recluso como sujeto epistémico que busca su libertad, defendién-dose con el mecanismo de los DD.HH. legal frente a las adversidades del encierro en el Buen Pastor en Bogotá. Este artículo es de gran pertinencia, no solo conceptual sino también metodológica, pues articula la etnografía con lo legal para generar conocimiento pragmático de cómo los reclusos moldean su realidad y se defienden de la invisibilidad mediante los derechos humanos.

Arribas (2013) en el escrito Aspectos psicosociológicos de las personas encarceladas y/o excarceladas, desde la sociología plantea las afectaciones, rupturas y separacio-nes que sufren las personas que recién ingresan al sistema penitenciario y las derivadas del proceso que también viven al salir de la cárcel. Es importante en lo referente a lo metodológico, pues a través de los instrumentos de la entrevista e investigación participante recopila la infor-mación que configura este artículo.

29


Azaola y Bergman (2007) en De mal en peor: las con-diciones de vida en las cárceles mexicanas, denuncian el pésimo estado del régimen carcelario en México y ofrece alternativas desde la visión antropológica, sociológica y del psicoanálisis para la disminución de los índices de criminalidad; y muestra una síntesis interdisciplinar para mostrar la tétrica realidad con un tinte de contraste preventivo,

Bello y Parra (2015) en Cárceles de la muerte: necro-política y sistema carcelario en Colombia, despliegan un análisis crítico del tema penitenciario en Colombia y de qué manera las cárceles se constituyen en ‘necrocárceles’, promoviendo una doble muerte, física y social al interno, bajo una lógica de control a grupos minoritarios de raza, clase y sexualidad, de una marcada deshumanización, desde el ámbito legal y sociológico. Aporta una visión sensible y coherente del concepto cárcel.

Otra crítica fuerte al sistema carcelario lo genera Pico (2014) en El código penitenciario y el tratamiento del trabajo, donde hace una crítica desde el derecho y de las inmensas limitaciones que poseen los ex convictos en un sistema que los rechaza por haber estado en prisión, así mismo de cómo es la vida productiva de un interno en prisión, y cómo se busca invisibilizar, por parte del Inpec (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario), las pro-fundas brechas y limitantes que tienen como institución.

De la misma manera, Sánchez (2012) en La cárcel en España: mediciones y condiciones del encarcelamiento en el siglo XXI, hace un recorrido integral de las condicio-nes en España, en la dimensión de los tratos y la rela-ción con el entorno infraestructural que recibe el preso

30


en este país en la actualidad. Segato (2007) en El color de la cárcel en América Latina: apuntes sobre la coloniali-dad de la justicia en un continente en desconstrucción, enumera los prejuicios asociados a la categorización de raza, aduciendo características como la selectividad de la justicia a partir de los prejuicios raciales en el castigo carcelario, policial y judicial como fenómeno bastante popular en este continente.

En el ámbito de la salud mental y el consumo de drogas en la cárcel, existen trabajos rigurosos de corte mixto, entre otros tenemos a Serrano (2015), que en Prevención y tratamiento en el ámbito penitenciario: las mujeres reclusas drogodependientes en España, explora el proceso en las internas farmacodependientes en España desde la perspectiva de la educación social; Conde y López (2009) en La creación y el espacio terapéutico en el medio penitenciario elaboran un estudio sobre el statu quo de los aspectos terapéuticos recibidos por los enfer-mos mentales en el centro penitenciario Madrid III en la óptica de la arteterapia.

Un antecedente importante que conjuga varias disci-plinas para analizar el tema de la farmacodependencia es mostrado por Teplin, Abraham y McClelland (1997), que en su estudio Mentally disordered women in jail: Who receives services? abarcan la problemática de las mujeres que sufren desórdenes mentales en prisión, debido a su historial traumático y al consumo de sustancias psicoac-tivas desde la óptica de la salud pública, la psicología y la psiquiatría bajo un método cuantitativo.

Es relevante asimismo mencionar investigaciones de corte cuantitativo que insertan un enfoque diferencial

31


en sus métodos, tales como Kelly, Peralez-Dieckmann, Cheng y Collins (2010), que en Profile of women in a county jail hacen un estudio cuantitativo de las caracte-rísticas generales de las mujeres en las prisiones estata-les en California, Estados Unidos, generando un perfil general de estas con variables de raza, tipificación de delitos, entre otros, bajo la línea del cuidado psicosocial; García (2012) en Las otras poblaciones presas: mujeres y extranjeros, hace un análisis cuantitativo de la evolución y cantidad de mujeres insertas en el sistema penitencia-rio español.

Finalmente, Caimari (2009) ofrece una antología con el lente de la historia en Entre el panóptico y el pantano: avatares de una historia de la prisión argentina, donde reconstruye históricamente, a la manera foucaultiana, la teoría y la práctica de los castigos del Estado en la Argentina de los años treinta.

A través de este ejercicio concienzudo ya se van hilando las ideas que se tejen alrededor de esta problemá-tica, y producto de este, junto con las intenciones claras de esta investigación etnográfica, en el siguiente acápite se elaborará acerca del vínculo de lo que ya se ha hecho, con lo que falta: programas de resocialización integrales para las internas, y lo que se espera avanzar, en el enten-dimiento de las necesidades de la mujer en prisión.

Antropología y prisión: una premura investigativa

Esta investigación es pertinente en Antropología, debido a que si bien los antropólogos en su deber ser se

32


constituyen como testigos, tamices e intérpretes de los diversos procesos sociales, se debe dar también paso a la discursividad del otro, de manera neta, en lo que Geertz (1991) llama “descripción densa”.

Se busca por medio del rescate del ejercicio etnográfico vislumbrar una problemática que pese haber sido tratada desde muchas perspectivas, se necesita dar voz a estas mujeres marginadas de la sociedad, estigmatizadas por el carácter punitivo de su status de criminales, y padecen una realidad que escapa al supuesto ideal reformatorio de la institución total, en este caso la Cárcel Rodrigo de Bastidas. El objetivo es evidenciar, haciendo uso de esta discursividad, aspectos que puedan servir para la mejora de su calidad de vida, y por el ámbito académico, generar una renovada estructura de investigación y retomar el ánimo por escribir tesis de grado en la universidad.

Después de la revisión bibliográfica, junto con la experiencia práctica, se puede evidenciar que la proble-mática de las cárceles, sobre todo en Colombia y en este caso particular, Santa Marta, requiere un tratamiento multidisciplinar, en diversos frentes de obra, académi-cos, administración pública, así como la sociedad civil. Siendo una problemática que involucra salud (medicina, psicología, salud pública, psiquiatría, etc.), infraestruc-tura (ingeniería, entre otros), resocialización y educación (antropología, sociología, ciencia política, etc.), todo enmarcado en un contexto legal establecido. Es impor-tante mencionar que las problemáticas anteriormente mencionadas no son todas las que implica el sistema carcelario colombiano, mucho menos las vividas por las internas de la cárcel Rodrigo de Bastidas.

33


Es por eso que se reitera la pertinencia de construir desde la antropología un puente que permita construir una caracterización, dando como resultado un diagnós-tico, y a partir de este, la implementación de una serie de medidas que configuren la política pública diferencial para las internas del pabellón de mujeres de la cárcel dis-trital de Santa Marta; todo comenzando desde el análisis de sus discursividades, reforzando lo mencionado por Wallerstein (1996), quien apela a la necesidad imperante de que las ciencias sociales, entre ellas la antropología, se articulen con sus realidades circundantes y activen mecanismos que redunden en la trascendencia social fáctica.

Es en estos momentos donde surge la etnografía como método de diagnóstico, debido a su carácter dialógico y empático, a este aspecto se le dará la profundidad perti-nente en el acápite de metodología.

Es importante mencionar que, para generar un diag-nóstico se requiere hacer un cruce de las perspectivas del personal administrativo de la cárcel y del esquema humano que se encarga de la seguridad en esta (drago-neantes, policía, por ejemplo) para poder completar el diagnóstico. Esto abre entonces el paso a nuevas investi-gaciones a nivel etnográfico.

Socialmente es responsabilidad de la academia, apro-ximarse a la realidad particular de los espacios en donde se fungen las limitaciones del Estado y proporcionar diagnósticos, evidenciando así problemáticas latentes en el quehacer social.

Profundizando en el tema, es responsabilidad del cien-tífico social (en este caso del antropólogo), no quedarse

34


en repetir proverbialmente el deber ser de las cosas, todo lo contrario, proporcionar, desde un análisis exhaustivo, alternativas de solución a dichas problemáticas con el propósito de la trascendencia social. Y todo esto se dará producto de un despliegue concienzudo que conjugue trabajo de campo, análisis y elaboración epistemológica que redunde en el beneficio de esta población.

35

Capítulo 2

Los fundamentos teórico-metodológicos como columna vertebral etnográfica

Género como eje transversal etnográfico: contrarrestando el lenguaje abrumador que invisibiliza a las mujeres en prisión

Para poder edificar el sustrato teórico que soporta esta investigación, es menester presentar, de manera arti-culada, las categorías de análisis a trabajar.

La orientación de este libro está claramente estructu-rado con un enfoque de género. Es imprescindible para poder configurar una práctica epistemológica que res-ponda a las necesidades de las internas, dándoles voz y visibilidad, abarcar dicha orientación como concepto, y como herramienta, en todas sus dimensiones de vida. Haciendo precisión en las palabras de Jenson y Lépinard (citado en Jacquot y Mazur, 2016) se entiende el género entonces como:

El género como una dimensión sexuada del objeto de estudio – Estudio sobre los movimientos de las muje-res, movimientos feministas y feminismo de Estado; El género como una variable en el análisis de las políticas públicas – Perspectiva de género en la elaboración de las políticas y los efectos de género de estas políticas;

36


El género como objeto y como concepto – Producción y transformación de las relaciones de género y su signi-ficado a través de las políticas públicas (p. 462).

Es decir, el género es al mismo tiempo visión, estruc-tura y trama transversal a todas las aristas de esta investigación.

Siendo más críticos y dirigidos a la médula espinal de la problemática, hay que comprender que todas las situa-ciones en las que se enmarca el contexto carcelario es el ámbito del derecho. Una mayoría abrumadora de estu-dios acerca de las cárceles viene de este, y, cabe mencio-nar que gran parte de esta invisibilización empieza por cuenta del lenguaje jurídico, que es creado por y para hombres. Así lo analiza López Sepúlveda (2014):

Como hecho histórico evidencia la urgencia de decons-truir el paradigma que ha legitimado al Derecho como producto del sistema cultural de pensamiento patriar-cal, basado en preconceptos teóricos y de indiferencia en términos de género y saturado de actitudes, juicios y teorías excluyentes que lo hacen discriminatorio (p. 31).

En síntesis, el primer poder que desdibuja la exis-tencia, particularidades y vicisitudes de las mujeres en estado de encarcelamiento es el lenguaje fáctico a través del derecho. Esto no quiere decir que esa sea la única razón de la invisibilidad, hay muchas otras, pero si se quiere encontrar la raíz fundacional de esta problemática hay que empezar por revisar el lenguaje, por las palabras,

37


que se convierten en representaciones que se constituyen en discursos. Foucault (1968) es bastante certero con res-pecto a este tema:

El texto primero se borra, y con él, todo el fondo inex-tinguible de las palabras cuyo ser mudo estaba inscrito en las cosas; lo único que permanece es la represen-tación que se desarrolla en los signos verbales que la manifiestan y se convierte, por ello en discurso (…) Ahora bien, cuando este discurso se convierte a su vez en objeto del lenguaje (…) se le pregunta cómo fun-ciona: qué representaciones designa, qué elementos recorta y descuenta, cómo se analiza y compone, qué juego de sustituciones le permite asegurar su papel de representación. El comentario deja su lugar a la crítica (pp. 96-97).

Y es exactamente con esta crítica, mediante el tamiz del género, con el cual se enlaza la primera puntada de esta urdimbre teórica-conceptual, porque el lenguaje se despliega pragmáticamente en una realidad que en las palabras de López (2014) es reveladora:

[…] la construcción jurídica de los sexos como hecho histórico y de poder, continúa controlado y limitando las relaciones de poder, las oportunidades de ciuda-danía y la participación política de las mujeres en los escenarios reales de actuación y olvido, lo que en ulti-mas les ha significado historias de dolor, desconoci-mientos de autonomías y ciudadanías e impunidad de discriminaciones y acciones de violencias a manera de atentado a la humanidad […] (p. 38)

38


Y aún más importante, esta autora rescata el propósito mismo de esta investigación resaltando la importancia de visibilizar la experiencia femenina para poder gene-rar cambios estructurales en esta realidad: “Transitar por rupturas de paradigmas jurídicos significa la escucha de multiplicidad de voces, conceptos, posturas y afirmacio-nes en medio de implementaciones legales que no solu-cionan por sí misma la grave problemática que aqueja a las mujeres” (López, 2014, pp. 38-39).

Es relevante dejar mencionado este aspecto, a pesar de no profundizar debido a la naturaleza de esta inves-tigación, en el sentido de que da luces sobre la situación neta de la problemática y sus profundos alcances en la realidad social de estas mujeres.

Los estudios antropológicos sobre las mujeres en estado de encarcelamiento son aún incipientes, debido, entre otras razones, a que la delincuencia en la mujer, en el caso colombiano, no ha sido categorizada, constitu-yéndose en una de las múltiples maneras de invisibiliza-ción femenina. De aquí la pertinencia e importancia de estudiar más a fondo lo que ocurre con estas mujeres y la particularidad de su situación, desde su perspectiva, con un enfoque diferencial de género, este último entendido, en palabras de Barbieri (1993) como:

“[…] los conjuntos de prácticas, símbolos, represen-taciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia anatómo-fisiológica y que dan sentido (…) en términos durkheimianos son las tramas de relaciones que determinan las rela-ciones de los seres humanos en tanto personas sexua-das […]” (pp. 149-150).

39


Para complementar, hay que explicar que el enfoque diferencial como categoría es un despliegue de medidas para la construcción de políticas o acciones que tienen en cuenta características de vulnerabilidad asociadas a edad, etnia, como por ejemplo el enfoque diferencial a personas LGBTI, adulto mayor, discapacidad, indígenas, entre otros.

En ese sentido, aclaramos que la perspectiva de género se asume como una construcción social a la cual se ads-criben las mujeres en la cárcel de Santa Marta, quienes a través de su experiencia de vida ofrecen un contenido vital para la creación de un conocimiento que permita, mediante un enfoque diferencial, comprender las pro-fundas brechas que existen al asumir el encierro. Lo anterior conjugado con los temas asociados a la mater-nidad, con la carga que implica el estigma silencioso de ser mujer y delincuente, entre otras desventajas que se presentan con respecto a la masculinidad.

Asimismo, hay que dejar claro que existen varios sen-tidos en los cuales se puede usar el concepto de género, y en este caso se usará en dos dimensiones muy importan-tes, en palabras de Jenson y Lépinard (2009):

El género como una variable en el análisis de las polí-ticas públicas: perspectiva de género en la elaboración de las políticas y los efectos de género de estas polí-ticas; El género como objeto: producción y transfor-mación de las relaciones de género y su significado a través de las políticas públicas (p. 194).

40


Dejando claro el concepto de género como eje trans-versal en este acápite, y el enfoque diferencial como noción adyacente, es necesario comenzar el texto del marco teórico comprendiendo el contexto carcelario, dado que es un lugar que tiene características especia-les de aislamiento, regulación y control. La noción de institución total de Goffman (1961), en la que el indivi-duo se somete a un estricto diario vivir impuesto por la institución que acopia, se ajusta perfectamente a la rea-lidad social particular de las internas: “[…] un lugar de residencia y trabajo donde un gran número de indivi-duos son aislados de la sociedad por un largo período de tiempo, juntos, y establecen formalmente un círculo de vida administrado” (Goffman, 1961, p. 13).

Panóptico, comunidad epistémica, sujetas epistémicas

En ese orden de ideas, es pertinente mencionar el concepto totalizador del “panóptico” que regula toda actividad social, expresado por Foucault en Vigilar y castigar, pues proporciona una base concisa y necesaria para empezar a comprender el fenómeno carcelario. Un apartado de este explica que el castigo en estos tiempos ya no se da con tortura física, sino de otras formas: “A la expiación que causa estragos en el cuerpo debe suceder un castigo que actúe en profundidad sobre el corazón, el pensamiento, la voluntad, las disposiciones” (Foucault, 1975. p. 24), y el efecto del encierro en las internas afecta sus percepciones y representaciones de la realidad, las cuales se esperan mostrar en este trabajo.

41


En ese sentido y siguiendo la estructura de análisis, se presenta la categoría interna, que bajo la conceptua-lización de la institución que se encarga de las cárce-les en Colombia, el Inpec, se define como: “Interno, recluso, reo: persona privada de su libertad, por impo-sición de una medida de aseguramiento o una pena privativa de la libertad” (Inpec, 2013, p. 4) cabe recor-dar la importancia del lenguaje que mencioné ante-riormente, y cómo el concepto es citado por el Inpec. La aparente neutralidad de la palabra “interno” invisi-biliza el hecho que hay mujeres también pasando por ese proceso.

La comunidad epistémica, tema en el cual se profun-dizará en el capítulo tres, se refiere a una red de exper-tos que comprenden y tienen experiencia acerca de una problemática específica y pueden aportar directamente en la construcción de políticas públicas que apunten a su solución. Este concepto está ligado a otro: la episteme, mencionado recurrentemente por Foucault, que designa “[…] las condiciones de posibilidad que determinan nuestros conocimientos por la asociación entre los dis-cursos y las cosas” (Foucault citado en Bossy y Évrard, 2016, p. 150).

Esta comunidad está ligada, para el propósito de este trabajo, al concepto de sujetas epistémicas, que son las mujeres en la cárcel de Santa Marta. A partir de sus rela-tos y desde sus narrativas se puede develar toda una gama relacional con el personal administrativo, de seguridad y con otros actores. De la misma manera, es posible enten-der cómo se sienten con estas relaciones y cómo están edificando su existencia en torno a estas, contextualizado

42


en los lugares donde se desenvuelven sus experiencias, y como se constituyen en información necesaria para entender sus necesidades y poder generar un espacio resocializador, reivindicador y constructor de un nuevo rumbo, fin último de una institución penitenciaria como lo es el Inpec.

Género, políticas públicas y empoderamiento femenino

En ese orden de ideas, se entra en materia de lo que es una política pública, que en la dimensión de lo político es una decisión social, y en la dimensión contextual de lo público se expresan las implementaciones de dicha deci-sión política, (Torres-Melo, 2013). El gobierno funge de coordinador de los diversos actores para las etapas de la construcción de ésta.

Ahora bien, el propósito es trasladar el lente concep-tual hacia lo que se constituye en una política pública para esta investigación, ya que hay que alinear el objetivo principal con el marco conceptual: “Una política pública toma la forma de un programa específico llevado a cabo por una autoridad gubernamental” (Muller en Thoenig, 2016, p. 435). Es decir que para efectos de este libro la política pública es entonces un engranaje programático, con pasos ejecutivos a seguir, y que a través de esta ejecu-ción se va transformando positivamente la realidad de las poblaciones vulnerables beneficiadas por dicha política.

Yendo más allá, también se necesita comprender lo siguiente: “Toda política pública induce, explícita o implícitamente, una segmentación de los públicos,

43


tiene como blanco a unos destinatarios, y postula unas causalidades entre unas acciones y sus resultados” (Thoenig, 2016, p. 436). Por ende resulta imprescindi-ble, para generar políticas públicas efectivas, estar segu-ros plenamente de que dichas formulaciones, acciones y ejecuciones redunden efectivamente en este mejora-miento que se espera. Por lo tanto, es inexorable retomar el género como concepto y herramienta, es indispensa-ble rescatar lo que se menciona en el Acuerdo Nacional por la Equidad entre Mujeres y Hombres, generado desde la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer (2003):

El enfoque de Género como paradigma de análisis social y como método de identificación y corrección de desigualdades debe ser un eje transversal de la polí-tica de equidad y una estrategia para la transforma-ción del ejercicio institucional al momento de abordar los problemas sociales (Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, 2003, p. 2).

Bajo este lente deben entonces configurarse las estra-tegias de la eventual política pública para la mujer en las cárceles colombianas. Del mismo modo, en palabras de Thoenig: “el concepto de política pública designa las intervenciones de autoridad investida de poder público y de legitimidad gubernamental sobre un campo espe-cífico de la sociedad o del territorio” (Thoenig, 2016, p. 433)

Sin embargo, Velázquez (2009) aclara que para enri-quecer la definición de lo que es una política pública se

44


deben incorporar tres componentes para poder tener claridad sobre su carácter funcional y pragmático: defi-nirse desde un aspecto descriptivo, no meramente nor-mativo, evitar ajustarse a conceptualizaciones que ses-guen, cercenando la amplitud y el alcance de la política pública, y finalmente alejarse de las vaguedades que generalicen una conceptualización, pues no toda acción gubernamental o pública deviene en la creación de una política pública.

Por otro lado, una semilla viva en un campo árido es una metáfora perfecta que se ajusta a epistemes aca-démicas carentes de aplicación práctica. Es por eso que en el proceso de construcción de esta tesis solo pudo eclosionar una matriz epistémica a través del empoderamiento de las internas en conocimientos de política pública, DD.HH., derecho penitenciario, entre otros, los cuales sumados a su vivencia, dieron como resultado un conocimiento que puede tener fun-ciones prácticas. En ese sentido, el empoderamiento se entiende en esta monografía como lo consensuado según el acuerdo realizado en la Cuarta Conferencia Mundial de Mujeres de la ONU, realizada en Beijing en el año 1995:

12. El empoderamiento y el avance de las mujeres, incluyendo el derecho de libertad de pensamiento, consciencia, religión y creencias contribuyendo a las necesidades morales, éticas, espirituales e intelectua-les de mujeres y hombres, individual o en comunidad con otros, y de esa manera garantizándoles la posibili-dad de realizar su completo potencial en la sociedad y

45


moldeando sus vidas de acuerdo con sus propias aspi-raciones (p. 9)4.

Con esos lineamientos se entiende el empoderamiento bajo una mirada de género que pueda hacer tabula rasa para que haya una real equidad en el tratamiento de las mujeres, esto implica:

Empoderamiento femenino y su participación plena sobre la base de la igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluyendo la participación en el proceso de toma de decisiones y acceso al poder, son fundamen-tales para el alcance de la igualdad, el desarrollo y la paz (ONU, 1995, p 9)5.

Y ahora tocamos el punto álgido del concepto y lo que implica en la aplicación práctica de este en los ámbitos gubernamentales y públicos:

Es esencial diseñar, implementar y monitorear, con la plena participación de las mujeres, políticas géne-ro-sensitivas efectivas, eficientes y mutuamente refor-zadas; programas que incluyan políticas de desarrollo y programas en todos los niveles que fomentarán el

4. Traducción de la autora. El texto original reza en el punto 12: The empowerment and advancement of women, including the right to freedom of thought, conscience, religion and belief, thus contributing to the moral, ethical, spiritual and intellectual needs of women and men, individually or in community with others and thereby guaranteeing them the possibility of realizing their full potential in society and shaping their lives in accordance with their own aspirations.5. Traducción de la autora: 13. Women’s empowerment and their full participation on the basis of equality in all spheres of society, including participation in the decision-making process and access to power, are fundamental for the achievement of equality, development and peace.

46


empoderamiento y el avance de las mujeres (ONU, 1995, p. 9)6.

De la misma manera, es necesario comprender que hay un compromiso suscrito para la puesta en marcha de políticas que propendan por el empoderamiento de las mujeres: “[…] los gobiernos y la comunidad interna-cional reconocen la necesidad de tomar acción priorita-ria para el empoderamiento y el avance de las mujeres” (ONU, 1995)7.

Este contexto sociopolítico ha sido desplegado desde 1995. Esto es, hace 22 años ya el terreno internacional estaba fértil en estas discusiones, por lo cual hay una necesidad imperante de ponernos a tono con el empode-ramiento, comenzando por los lugares más olvidados, en este caso la cárcel, foco de abandono, miseria, maltrato y violación a los DD.HH. Esto se constituye en uno de los puntos prioritarios para ejercer el empoderamiento, sobre todo de las mujeres, dado que el dominio patriar-cal, el lenguaje jurídico y la historia están en deuda con ellas.

Y finalmente, todos estos esfuerzos propenden por generar un impacto práctico en la categoría resocializa-ción. Para unificar el discurso con el ente implementador de las políticas de Estado carcelarias, el Inpec, como un proceso que implica que:

6. Traducción de la autora: 19. It is essential to design, implement and monitor, with the full participation of women, effective, efficient and mutually reinforcing gender-sensitive policies and programmes, including development policies and programmes, at all levels that will foster the empowerment and advancement of women;7. Traducción de la autora: […] Governments and the international community recognize the need to take priority action for the empowerment and advancement of women.

47


El Tratamiento Penitenciario tiene la finalidad de alcanzar la resocialización del infractor(a) de la ley penal a través de la disciplina, el trabajo, el estudio, la formación espiritual, la cultura, el deporte y la recrea-ción bajo un espíritu humano y solidario (Ley 65 de 1993, artículo 10).

Ahora bien, se dedicará un acápite más adelante a un análisis más profundo de la categoría de resocialización, debido a que es el eje conceptual que se busca transfor-mar de manera fáctica en este proceso.

Es importante mencionar, para efectos de esta inves-tigación, que se enfocará directamente en la etapa ini-cial de una política pública, la definición de la agenda (Torres-Melo, 2013), que es la parte más crucial, ya que es el sustrato primario de información para la poste-rior formulación e implementación, y si existen vacíos desde el principio, se generarán omisiones que merma-rán la efectividad e inclusión. Y a partir del diagnóstico y caracterización de la población de las mujeres reclusas en la cárcel Rodrigo de Bastidas, desde el relato de las mismas internas sobre su modo de vida, sus carencias, necesidades, emociones y esperanzas, evidenciaremos los puntos importantes a abarcar en la agenda.

Conceptos unificados: un corpus sinérgico

Es de vital importancia mencionar que hay otros acto-res necesarios que proveen información que se puede cruzar para construir esta caracterización y diagnós-tico de manera integral, como es el caso del personal de

48


seguridad y administrativo. No obstante, esta investi-gación se enfoca directamente en las reclusas, abriendo campo para futuras investigaciones (que esperamos sean prontas debido a que es urgente generar una política pública para las mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas) con respecto a la discursividad de los otros actores.

En síntesis, se hace una articulación de un corpus conceptual conformado por tres conceptos transversa-les y de corte teórico (género, comunidad epistémica, sujeta epistémica). A través de la aplicación práctica de lo metodológico se busca generar tres resultados con-ceptuales (política pública, empoderamiento y resocia-lización) que ya hemos explicado a cabalidad en esta sección. Para ilustrar mejor este corpus se presenta el siguiente diagrama:

Diagrama 1. Interacción epistémica del corpus concep-tual

Política PúblicaEmpoderamientoResocialización

Comunidadepistémica

Sujetasepistémicas

GÉNERO

Fuente: Elaboración propia.

49


Estos aspectos soportan teóricamente las inquietudes despertadas por la experiencia del contacto con las inter-nas de la cárcel de la ciudad de Santa Marta, generando la necesidad de visibilizar estas problemáticas en el ámbito académico.

Una metodología de co-construcción de conocimiento: una nueva manera de hacer etnografía

Con el fin de responder al objetivo principal de esta investigación, que es construir recomendaciones con enfoque de género para la política pública y la resociali-zación de las reclusas del pabellón de mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas de Santa Marta, es menester aplicar una metodología que permita la construcción de conoci-miento útil para el contexto de estudio.

La metodología es de tipo cualitativo, cruza entre-vistas con conversatorios abiertos que se tienen con las reclusas, y conversaciones personales con varias de ellas, las cuales me han incluido, por empatía, en la lista de visitas los domingos. También se utiliza el método etno-gráfico, que relata exhaustivamente, en lo posible, lo que ocurre en cada sesión. Se busca así propiciar espacios de diálogo y discusión con las internas desde sus relaciones, perspectivas, sentimientos y necesidades.

Siendo entonces un mandato constitucional, y ante la evidencia de la necesidad de unas políticas públicas de carácter diferencial que tengan en cuenta las particula-ridades de ser mujer y reclusa el objetivo del rescate del ejercicio etnográfico –donde se explicita la interpretación

50


del investigador tal y como lo ilustra Guber (2001)–, vislumbrar una problemática donde se le dé voz a estas mujeres marginadas de la sociedad. Ellas han sido estig-matizadas por el carácter punitivo de su status de crimi-nales y padecen una realidad que escapa al supuesto ideal reformatorio de la institución total, en este caso la cárcel Rodrigo de Bastidas, por lo cual es necesario sacar a la luz aspectos que puedan servir para la mejora de su cali-dad de vida, generar una renovada estructura de inves-tigación en el ámbito académico y avivar el ánimo por la construcción de nuevo conocimiento.

La etnografía, producto de la observación participante que se dio en los tres meses de campo en las instalacio-nes de la cárcel los jueves y los viernes, es el eje principal de la metodología usada en esta monografía, tomada en su sentido más clásico, pues responde a las necesidades del trabajo de campo en una cárcel al no poder ingresar grabadoras ni cámaras. De la misma manera, para poder ilustrar la discursividad de las internas es necesario hacer una aproximación a su estilo de vida dentro de la pri-sión, lo que hacen en el día, lo que sienten, sus vivencias, formar parte de estas: “Tradicionalmente, el objetivo de la observación participante ha sido detectar las situacio-nes en que se expresan y generan los universos cultu-rales y sociales en su compleja articulación y variedad” (Guber, 2001, p. 56).

Entendiendo que el proceso etnográfico no es una mera recopilación de información y la vivencia de expe-riencias, sino que también implica un análisis a fondo en el cual debe predominar la exposición de las percep-ciones de las internas desde sus perspectivas, también es

51


necesario acogerse a lo que Geertz denomina descrip-ción densa, dentro del ámbito de la antropología inter-pretativa: “[…] la vocación esencial de la antropología interpretativa no es dar respuestas a nuestras preguntas más profundas, sino darnos acceso a respuestas dadas por otros […]” (Geertz, 1991, p. 40)

Resulta entonces pertinente mencionar la importan-cia de la entrevista, otra herramienta de análisis esco-gida para la metodología, que en palabras de Festinger y Katz (1953) está acorde con los objetivos planteados en este proyecto:

La entrevista y el cuestionario parecen poderosos instrumentos para la investigación social y la gama de su utilidad se amplía firmemente. Prácticamente no hay otros métodos que permitan determinar las experiencias pasadas y la conducta futura del indivi-duo. Las percepciones, actitudes y las opiniones, que no pueden inferirse de la observación, son accesibles para las entrevistas” (p. 7)

Para finalizar con las herramientas metodológicas, también se usó una variante de la entrevista, el grupo focal, que se puede definir como “[…] es un espacio de opinión, para captar el sentir, pensar y vivir de los indi-viduos, provocando auto explicaciones para obtener datos cualitativos […]” (Hamui-Sutton, 2013, p. 56). Esta herramienta es muy importante para esta inves-tigación, ya que fomentar estos espacios de opinión es muy beneficioso en el momento de buscar sacar a la luz las percepciones de las internas. Adicionalmente,

52


es útil para poder construir una etnografía analítica que sirva de sustrato para construir conocimiento, que en última instancia pueda servir para mejorar la calidad de vida de las mujeres en estado de encarce-lamiento y comprender sus procesos de interacción e introspección.

Pero no solo se limita a ese aspecto, teniendo en cuenta el concepto de empoderamiento, estos grupos focales se constituyeron en un espacio pedagógico donde las inter-nas adquirieron herramientas metodológicas, jurídicas y de derechos, que les permitieron aprender sobre contex-tos de los cuales, la mayoría de ellas, no tenían dominio ni conocimiento. Así lo explican Denzin y Lincoln: “[…] de un modo más específico, intentamos mostrar cómo los grupos focales, independientemente de cuáles sean sus propósitos, casi siempre son articulaciones comple-jas y multivalentes de prácticas y efectos instructivos, políticos, empíricos […]” (citado en Denzin y Lincoln, 2015, p. 495)

La investigación proveniente de la academia debe tener un sentido social de responsabilidad, se debe a las comunidades que estudia, así se superó en la antropolo-gía el paradigma funcionalista de los colectivos sociales como simples vetas de extracción de información, que al final solo redundaba en el beneficio de los investigado-res en pos de un control hegemónico. Esta monografía defiende la idea según la cual las herramientas metodo-lógicas deben también empoderar a las mujeres con las cuales se trabajó, y en este caso el grupo focal se cons-tituyó en “prácticas colectivas de alfabetización crítica, se utilizaron para abordar políticas locales e intereses

53


ligados a la justicia social” (Kamberelis y Dimitriadis en Denzin y Lincoln, 2015, p. 498).

Así las cosas, se configuró un corpus pedagógico denominado Círculo de Lectura y Foros de Discusión, Mujeres Libres y Empoderadas 2017, en el cual se hicie-ron múltiples sesiones y se introdujo a las internas en todo lo referente a los aspectos más relevantes en mate-ria de derechos humanos, relacionadas con el código carcelario vigente, su repercusión práctica, y sus apre-ciaciones personales acerca de lo anterior. Esto también les permitió reflexionar acerca del papel de la ley en la vida penitenciaria, y de qué manera, desde su posición, pueden hacer que estos principios de ley sean cumplidos. De igual manera, se puso bajo la lupa el análisis juris-prudencial de las sentencias más relevantes de la Corte Constitucional sobre la situación de las cárceles en el país y el grado de inclusión de las mujeres en las políticas públicas carcelarias, arrojando como resultado un ensayo acerca de cómo construir una cárcel ideal en todos sus aspectos (por ejemplo, en infraestructura, actividades, salud, educación, alimentación, etc). Finalmente, fueron interrogadas sobre la importancia de conocer aspectos relativos a los derechos humanos.

A continuación se presentará una breve aproximación a la bibliografía y temática utilizada en este proceso meto-dológico, pedagógico, empoderador y epistemológico:

• Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)

• Ley 65 de 1993 – Código Penitenciario y Carcelario

54


• Artículo Cárceles en Noruega – Estado ideal de las cosas en una cárcel

• Sentencia T-153 de 1998 – Corte Constitucional de Colombia

• Sentencia T-388 de 2011 - Corte Constitucional de Colombia

• Entes de control y ruta de acceso a derecho• Directiva 001 de 2009 por parte del procurador gene-

ral de la nación para la protección de las personas en estado de encarcelamiento.

La estructura de las sesiones era una introducción a los temas específicos, de duración de 40 minutos, donde se leía la bibliografía correspondiente a cada sesión. Posteriormente se abría el foro de discusión, que duraba aproximadamente 1 hora y 20 minutos, donde las inter-nas relacionaban este conocimiento con su experiencia en el encierro, generando apuntes, intervenciones, reco-mendaciones, críticas con respecto a todo el contexto de vida en la cárcel como mujer.

Estas actividades se desarrollaron dentro del marco teórico conceptual, que ya fue ilustrado anteriormente, con el fin de generar un impacto en el proceso resocia-lizador de las internas, estimulando su capacidad auto-crítica. Y se responde con firmeza a la necesidad de construir narrativas con las internas y no sobre ellas, para poder generar una metodología que tenga que:

Imaginar e implementar (a) Un compromiso con una investigación de una orientación práctica moralmente

55


correcta; (b) el uso estratégico de cúmulos ecléticos de teorías, métodos y estrategias de investigación; (c) el cultivo de relaciones dialógicas en el campo; (d) la producción de textos polifónicos no representaciona-les y (e) la conducción de investigaciones cuidadosas afines a lo que es sagrado en la vida y el texto, y acerca de ellos. (Kamberelis y Dimitriadis, 2015, p. 515)

La información recopilada a través de estas experien-cias se sistematizó debidamente y se codificó para efectos de un análisis óptimo, que devino en la construcción de la etnografía que se presentará luego de esta sección.

La presente investigación se desarrolló en seis meses, divididos en tres fases. La primera es el trabajo de campo en los tres primeros meses de investigación, en los cuales se realizó etnografía a partir de los foros de discusión en grupo focal y las entrevistas acerca de cómo se ven ellas en el encierro, sus necesidades, la resocialización, educación, salud, sus proyecciones a futuro, familia, tra-bajo, relaciones interpersonales y las representaciones que ellas crean a partir de los puntos tocados anterior-mente. El fin que se persiguió fue desarrollar la capaci-dad autocrítica y de análisis de su situación, y orientarlas hacia una actitud positiva, constructiva, que contribuya al mejoramiento de su estado de ánimo, y las relaciones interpersonales entre ellas y con el personal administra-tivo y de seguridad, lo que arrojó resultados preliminares que se fueron documentando.

Después de esto, se entró a la fase dos, en la cual se hizo una sistematización de la información y una con-frontación teórico-práctica al final de cada mes de tra-

56


bajo de campo, y, de acuerdo al cronograma, tuvo una duración total de cinco semanas. Asimismo, esta fase incluye la profundización de los antecedentes, marco teórico y metodología, que tuvo una duración de tres semanas consecutivas. Por último, se pasó a la fase tres, que incluye redacción de los capítulos y la consolidación de la monografía, que tomó cerca dos meses y medio.

Todo lo mencionado con anterioridad respondió efectivamente a los objetivos de la investigación, ya que se indagó el surgimiento de la penitenciaría de mujeres desde sus orígenes hasta la actualidad en Santa Marta; a través de entrevistas con el personal administrativo se identificaron, a partir de la discursividad de las inter-nas, recomendaciones para el diagnóstico inicial de una política pública con enfoque diferencial para la mujer en la cárcel Rodrigo de Bastidas, propiciando espacios de diálogo y discusión con las internas desde sus relaciones, perspectivas, sentimientos y necesidades descubiertas en los foros abiertos en un grupo focal que sea representa-tivo de los diversos puntos de vista. Finalmente, con el cruce de análisis se generó un conocimiento que podrá ser puesto en práctica y que sea útil para el mejoramiento de las necesidades de las reclusas por medio del análi-sis de sus problemáticas alrededor de la política pública de cárcel.

57

Capítulo 3

Una etnografía para la política pública de género en la cárcel Rodrigo de Bastidas

Mujeres joviales, pachangueras y alegres, como tú o como yo, hablando sobre su fiesta, que gira alrededor de la Virgen de las Mercedes, patrona de los reclusos. Cada párrafo es una voz diferente8:

En el reinado las candidatas desfilaron con los vestidos típicos de cada región, (…) de cada patio les aplaudi-mos y en esa se escoge las 5 finalistas por las barras, los jurados les hicieron unas preguntas que con la mejor que contestara se escogía la reina, virreina y princesa que fueron la del patio 10 virreina y patio 4 princesa… les dieron las cosas más y otros premios unas y aparte también se les dio los premios a los ganadores de los juegos olímpicos.

En este lugar en el mes de septiembre se hacen los juegos olímpicos, nos reunimos con los internos de los patios para ver quién es el mejor, a mitad del mes concursan las candidatas de cada patio para elegir la reina de la fiesta y el 24 de este mismo mes vamos

8. Notas transcritas de una asignación al Círculo de Lectura, Mujeres libres y empoderadas 2017. Se omitieron diversos errores de ortografía y de redacción.

58


y festejamos, bailamos, tomamos y disfrutamos al máximo con los internos y nuestras parejas sin que la guardia nos moleste y nos impida estar con nuestros amigos, por eso tratamos de comportarnos mejor, para poder disfrutar de nuestra fiesta.

En estas fiestas que comienzan el 4 de septiembre, que son los juegos hasta el 14. Las mujeres y los hombres se recrean con diferentes juegos y desde el 18 de este mismo mes hasta el 24 es el desfile de las candidatas de cada patio donde se escoge la reina… nos diver-timos mucho, reímos, nos encontramos con amigos, estamos con nuestros compañeros sentimentales (claro está, si la guardia lo permite), tomamos y nos estipulan un horario para podernos divertir siem-pre. Para nosotros los privados de la libertad esta es la fecha más esperada y la que disfrutamos con todas las de la ley, claro está en nuestra reclusión de mujeres si una se porta mal no la llevan a disfrutar la fiesta, por eso se trata de no tener problemas con las otras compañeras, y se aconsejan para que todas podamos disfrutar juntas el día de la fiesta, eso es todo aquí.

Bueno la verdad a la fiesta de las mercedes yo no pude ir por tener conducta mala, pero disfruté porque par-ticipé en el reinado y en los juegos carcelarios y la pase súper quedé de virreina y gané lo de la jalada de cuerdas. Y también la pasé bien porque es una salida a los patios y eso cambia la rutina diaria, pero gracias a Dios la pasé bien.

***

59


Primera aproximación y contexto

Para empezar, hay que recalcar que este último capí-tulo está ejecutado a través de la metodología etnográ-fica, que conjuga entrevistas, trabajo de campo y grupos focales. La exigencia de la etnografía de poner al descu-bierto las voces de los actores que ya hemos mencionado anteriormente, las mujeres, también exige un cambio en la voz académica. Desde ahora escucharemos la voz de Andrea Llinás Vahos como investigadora, quien con una perspectiva dialógica articula las distintas voces, comen-zando por el personal del área de atención y tratamiento del Inpec, para ilustrar el estado del arte ejecutivo de la resocialización en prisión. Seguidamente, se escucharán las voces de las internas desde su realidad social particu-lar, sus vivencias, ayudando a formular recomendaciones para la construcción de una política pública con enfoque de género en pro de la mejora de la vida de las mujeres encarceladas, y del tejido social que se entrelaza en torno de ellas, empezando por sus familias.

Esta temática requiere profundización, así que los relatos que a continuación se exponen son un instru-mento epistemológico imprescindible para abrir camino a futuras investigaciones en género y políticas públicas. De la misma manera, hay que exponer la voz de la parte del personal de seguridad del Inpec. Sin embargo, la etnografía es por y para las mujeres de la cárcel.

La cárcel Rodrigo de Bastidas es un instituto peniten-ciario que se encuentra en la ciudad de Santa Marta en la calle 24 No. 17a-36, barrio Alcázares, y hace treinta años el pabellón de mujeres está anexo a la cárcel de varones.

60


(Inpec, 2016) En ese orden de ideas, el interés de este proyecto es visibilizar las emociones que viven las inter-nas de esta cárcel a través de sus propias discursividades, producto de las visitas semanales que se hacen, dándole voz y rienda suelta a sus perspectivas no solo sobre el encierro, sino sobre todos los aspectos de su vida como internas y su interacción discursiva con el mundo “libre”.

El contacto con la cárcel Rodrigo de Bastidas se da en un primer momento en el 2015, por mi carácter de tallerista para la biblioteca del Banco de la República, en donde me encomiendan crear un círculo de lectura para las reclusas, –un espacio propiciador de contexto discur-sivo donde se genera nuevo conocimiento a partir del análisis y crítica literaria–. En ese momento me pongo en contacto con Heidy Vargas –coordinadora de Atención y Tratamiento–, con la que sostuve varias reuniones pre-vias, y con el equipo de Educativa de Inpec, para efec-tos de una contextualización previa y en donde hice una visita a las instalaciones para definir el área en la que tra-bajaríamos con las internas, y para abrir la convocatoria.

La segunda reunión después de la convocatoria la tuve con Adriana Pabón, del área educativa. Aquí se decidió que las sesiones serían cada dos semanas, los miércoles de 2 a 4 de la tarde. Quedamos en que la programación mensual será concertada de acuerdo a los avances de las internas, así como la temática.

No obstante, no pude hacer el primer contacto directo hasta casi tres semanas después, debido a que una riña mantuviera a la mayoría de ellas en confinamiento, teniendo el primer círculo de lectura con solo dos inter-nas, quienes han estado asistiendo hasta ahora. Cabe

61


indicar que tenía que hablar con ellas en el mismo salón donde están recibiendo alfabetización mujeres de los 45 a los 70 años aproximadamente, en un ambiente de algarabía, ya que son pocos los espacios en las cuales las internas pueden cambiar de ambiente.

La resocialización: una reconstrucción etnográfica de lo precario

El fin último de una penitenciaría es la resociali-zación. Hasta qué punto ocurre, y hasta qué punto es tenida en cuenta la mujer para dicho fin, son las pregun-tas que se intentan resolver en los siguientes capítulos. Sin embargo, hay que empezar dando claridad sobre la estructura del proceso de resocialización, tal y como está estipulada por el Gobierno colombiano, específicamente por el Inpec, ente ejecutor de las políticas de Estado en materia carcelaria.

Ahora bien, si existen programas en el Inpec que buscan la resocialización, es bastante complicado articu-lar esfuerzos conjuntos si no se tiene claro que es reso-cialización. La definición de resocialización del Inpec es un poco imprecisa y ambigua, por lo tanto se puede entender una de las razones por las que hay falencias en su aplicación práctica:

Resocialización: técnica de tratamiento clínico que pretende cambiar la conducta del interno. Volver a socializarse, lo que significa aprender las expec-tativas sociales e interiorizar normas de conducta. Resocializarse es volver a valer como ser social con-

62


forme quiere la sociedad, esto implica reconocimiento. La técnica que se maneja es el cambio de actitud y de valores. Se confunde con el cambio de delincuente en un buen interno(a) (Inpec, 2015, p.11)

“Volver a valer como ser social”. Al observar despre-venidamente esta frase e ignorando cualquier rastro de ambigüedad, parece hacer referencia a que quien necesita de resocialización le es indispensable recuperar un valor social que ha perdido. No obstante, cuando se introduce la categoría de “ser social” hablando de un todo, es decir que esa persona en su ser carece totalmente de valor en la sociedad, lo cual es totalmente falso. Estas perso-nas, estas mujeres tienen familias, deberes, emociones, sentimientos y acciones que repercuten en la sociedad que sigue girando afuera. Seguramente quienes acuña-ron este concepto tuvieron las mejores intenciones, pero toda la definición es una apología articulada a la violen-cia simbólica y a la justificación de las vejaciones que las internas sufren en el encierro.

El concepto usado por el Inpec está en un ámbito ambi-guo, ya que no da claridad a qué se refiere con conducta del interno, las expectativas sociales, y mucho menos especifica que hay un tratamiento de enfoque diferencial. De esta manera, la idea de esperar que en la formación y la estructura resocializadora tenga un asomo de visión de género es inexistente. Por eso propusimos un nuevo concepto que se adecuara a los estándares humanitarios, una nueva acepción de resocialización en consonancia con la ley, construida desde el análisis colaborativo de

63


las internas y el cruce de información que figura en las conclusiones.

La resocialización como papel del Área de Atención y Tratamiento de la cárcel Rodrigo de Bastidas, Santa Marta

Ahora bien, para poder entender de manera integral la problemática no basta escuchar a las internas. Para que la voz de estas mujeres sea aprovechada para el beneficio de ellas de manera óptima en la creación y ejecución de una política pública bien hecha, se necesita entender qué se está haciendo en estos momentos por parte del Inpec, de manera fáctica y en tiempo real hoy. Asimismo es importante rescatar los esfuerzos que se hacen aún con las limitaciones, tanto conceptuales como económicas, que hacen los funcionarios del Inpec con respecto a este tema penitenciario, desde la llamada Área de Atención y Tratamiento que en las palabras de su coordinadora, Heidy Vargas:

Es un grupo de profesionales interdisciplinarios encar-gados de entregar todo el tratamiento penitenciario a las personas que llegan aquí privadas de la libertad. Dentro de nuestra área se encuentra la Oficina de Trabajo Social, la Oficina de Psicología… está la sec-ción educativa (…) (H. Vargas, comunicación perso-nal, marzo de 2018)

En síntesis, la administradora pública ilustra a gran-des rasgos las políticas que se están implementando desde el área:

64


El Inpec, digamos que su misionalidad está en resigni-ficar a las personas. Darles un sentido, un nuevo sen-tido, un nuevo proyecto de vida cuando recuperan su libertad. Dentro del establecimiento nosotros maneja-mos actividades de trabajo, estudio y enseñanza. Esas actividades, que además son válidas para redención de pena, son actividades ocupacionales que permiten que todo el tiempo libre de los internos en el interior del establecimiento sea ocupado en una actividad que haga parte de su resocialización, de su resignificación, entonces como les comentaba en el estudio, funciona el colegio (...). Donde tienen un imaginario negativo, de que las personas están ahí privadas de la libertad, sin hacer nada. Y realmente no es así, hay personas que están terminando sus estudios de primaria, de bachillerato, muchas que se están alfabetizando que ni siquiera saben leer o escribir y es un paso muy grande que por lo menos sepan leer cuando salen en libertad, otras actividades aparte de las de educación formal, están también los convenios con el Sena, con la UNAD, que son convenios que le dan la posibilidad también a ellos de hacer carreras técnicas, tecnológi-cas, cursos cortos o complementarios, que le sirvan para trabajo también en libertad, y pues también las personas que desean hacer un pregrado, no hemos tenido aquí la posibilidad o el primer graduando en pregrado, pero pues sí estamos como aunando esfuer-zos y mirando de qué manera se pueden vincular las personas que tienen, que quieren esa posibilidad (H. Vargas, comunicación personal, marzo de 2018).

Esto quiere decir que hay puesto en marcha todo un equipo de trabajo que busca articular directrices que se

65


ejecuten en torno a la resocialización. Poniendo especial atención en el tema educativo, la funcionaria también se pronuncia al respecto:

(…) al interior de nuestro establecimiento tenemos un colegio que se llama Sagrado Corazón de Jesús, tiene licencia de funcionamiento, y por lo tanto noso-tros podemos certificar los estudios de básica prima-ria para los internos que desean terminar sus estu-dios allí, (...) Este año ya estamos logrando la licen-cia para poder certificar el bachillerato también (…) muchas personas se sorprenden cuando nos visitan y encuentran, entran después de las rejas y encuentran un colegio. Es un colegio común y corriente, aulas de clase, todas las personas participando, recibiendo sus clases común y corriente, esto sorprende, porque como decíamos, es una realidad alejada de la socie-dad. Donde tienen un imaginario negativo, de que las personas están ahí privadas de la libertad, sin hacer nada (H. Vargas, comunicación personal, marzo de 2018).

La existencia de este colegio es muy importante para esta área debido a las dificultades y carencias al articularse con la sociedad civil para poder llevar a cabo sus políti-cas: El Inpec día a día va aunando esfuerzos con nuestras redes sociales de apoyo para que todos estos procesos de resocialización realmente tengan un impacto positivo en los privados de la libertad (H. Vargas, comunicación per-sonal, marzo de 2018).

De la misma manera, es importante mencionar que dichas conexiones son necesarias para fortalecer las

66


falencias en el proceso y la ejecución, de la misma forma que el voluntariado es imprescindible para esto:

(…) hacer un llamado a la sociedad en general porque todos somos dolientes de las cárceles del país, tenemos redes de apoyo, y todas las personas que voluntaria-mente nos quieran apoyar en actividades que estén dentro de los programas que nosotros llevamos, pues son bienvenidos allá (...) se trabaja con recursos limi-tados, pero con todo el agrado y el placer de hacer las cosas bien (…) (H. Vargas, comunicación personal, marzo de 2018)

También, en este estado del arte de la resocialización en la cárcel de Santa Marta, es necesario comprender que la antropología, los y las antropólogas, hacen parte vital de la transformación del proceso resocializador y de sus resultados mediante el tamiz epistemológico, sus destrezas y competencias específicas. Por eso rescata-mos la voz de Nicolay Vargas, antropólogo que estuvo durante mucho tiempo al frente de la Oficina de Trabajo Social del Inpec, que menciona ampliamente su campo de acción dentro de la prisión y que actualmente se sigue desempeñando en el tema de resocialización:

(…) Soy el secretario del cuerpo colegiado que se llama Consejo de Evaluación y Tratamiento, y digamos que son labores que están más bien pensadas. Ya el Inpec tiene casi todo pensado (...) yo diría que han atinado mucho, los jefes que manejan las grandes áreas allá en Bogotá, allá tú encuentras magísteres y doctorados, afortunadamente, la gente cree que el Inpec es solo

67


guardia y no, también son profesionales (...) quienes nos han enviado una serie de lineamientos para des-envolvernos dentro de las distintas áreas, sin embargo, uno va poco a poco personalizando su área de trabajo, incluso ya invitando algunos estudiantes de antropo-logía (...) eso hace parte de ir “antropologizando” el Inpec (N. Vargas, comunicación personal, marzo de 2018).

Es decir, hay una gama de estrategias y directrices pre-diseñadas desde Bogotá para la prisión en Santa Marta, y dichas estrategias han sido esbozadas anteriormente por Heidy, como se observa más adelante. El profesor Nicolay también expresó en ese momento que era el único antropólogo allí, es muy bueno entender también que el carácter interdisciplinar de la cárcel ya abrió las puertas a la antropología.

Con respecto a este tema hay una alineación en el tenor del discurso de este libro, y la voz de Heidy, que trabaja diariamente en prisión, comprende la realidad del encierro, la culpa y el estigma que cargan estas perso-nas. Del mismo modo, reflexiona sobre el impacto de la resocialización y de los programas implementados desde el Inpec:

(….) Se encuentran historias de vida, y personas que realmente necesitan de una atención, y que a veces ni siquiera son escuchadas, solo con ser escuchadas es un aliciente para ellos (…) La mayoría de esas personas son personas que han caído por situaciones difíciles de su vida, por necesidades que el mismo Estado no les ha podido satisfacer, las críticas situaciones de empleo,

68


o sea, es una serie de situaciones que en la mayoría de los casos, que uno ve en cárceles, los ha obligado a llegar allá, a cometer un delito. (…) la satisfacción de ver que hay algunos casos de éxito, realmente con los programas que se hacen, obviamente no todos tienen un 100% de éxito o de impacto, pero cuando uno ve un caso positivo, de alguien que ha salido en libertad y ha logrado cambiar su rumbo de vida, ese es un nivel de satisfacción para nosotros. Porque es el cambio de una vida, y de una familia que está en torno a ella (H. Vargas, comunicación personal, marzo de 2018)

Siendo así las cosas, se entiende entonces el tra-bajo copioso de los funcionarios del área de Atención y Tratamiento del Inpec, Santa Marta. Era necesario evidenciarlo. La intención de mostrarlo, aparte de reco-nocer que hay un esfuerzo, significa también divul-gar en el contexto en el que las internas muestran sus inquietudes.

Políticas públicas y mujeres encarceladas en Santa Marta: análisis con un enfoque de género de la problemática

Se constituye en un punto mandatorio para toda política pública incluir y ejecutar un enfoque de género, entre otras múltiples razones, debido a la evidente invi-sibilización de la mujer como figura importante en los procesos sociales. Esto se traduce, en el caso específico de la mujer encarcelada, en un desconocimiento total de las necesidades particulares que apunten a su resociali-zación efectiva, recibiendo solamente el mismo espectro

69


estructural de tratamiento que reciben los reclusos hom-bres en todos los ámbitos del encierro.

Para contrarrestar esta realidad fehaciente es impres-cindible generar un análisis transversal que tenga en cuenta a la mujer en la política pública de cárceles en Colombia. Como ya se ha mencionado anteriormente, la Corte Constitucional se ha pronunciado a nivel carcela-rio declarando el estado inconstitucional de las cosas en ese contexto (Sentencia T-198 de 1998) y después en el 2013, llamando la atención en el hecho de que por parte de los constructores de políticas públicas no se ha mos-trado en la práctica un interés por reconocer a la mujer como un actor en esta situación de vulnerabilidad, así que no hay ni rastros de un enfoque de género en esta política pública.

Ejemplo claro de lo que se ha dicho es que en el docu-mento Conpes (Consejo Nacional de Política Económica y Social) 3828 del 19 de mayo de 2015, un documento de 88 páginas, la palabra género está presente dos veces y la palabra mujer ocho veces, cinco de ellas presentes en la tabla estadística general del porcentaje de internos a nivel nacional. Es decir que nuevamente se ha hecho caso omiso a lo pronunciado por la Corte Constitucional.

Con respecto al tema de resocialización, en los últi-mos años solo un 5% de la población carcelaria ha sido beneficiaria del fortalecimiento de los programas que apuntan a la mejora del aspecto resocializador en la cárcel, (Prada, 2017) lo cual deja mucho que pensar de la situación crítica y de la incertidumbre en lo que con-cierne a la formación de los internos y a una integración efectiva a la sociedad desde prisión.

70


Una comunidad epistémica alrededor de la mujer en la cárcel: una propuesta que apunta hacia la realidad pragmática del saber

En aras de construir una política pública de cárceles adecuada, el propósito de esta monografía es generar una comunidad epistémica en torno a este tema, enten-dida como la define Peter M. Haas: “redes de profesio-nales con una experticia y una competencia reconocidas en un campo particular que pueden hacer valer un saber pertinente sobre las políticas públicas del campo en cues-tión” Haas (citado en Bossy y Evrard, 2016, p. 149).

En ese sentido, se puede notar que acerca de la cárcel solamente hay producción académica desde el ámbito del derecho. El asunto penitenciario no es solo un pro-blema de la ley, sino un problema social, de salud, de infraestructura, entre otros. Desde el derecho sin duda se ha ayudado a contextualizar el problema de investi-gación, y desde esta arista se reconoce la necesidad de construir una comunidad epistémica en torno a este tema. Se acota el testimonio del doctor en derecho Deiby Sáenz: “[…] el décimo segundo problema encontrado en la política pública carcelaria, se centra en la no exis-tencia de antropólogos, criminólogos, en la conforma-ción de los grupos interdisciplinarios en las peniten-ciarías en Colombia” (Sáenz, 2015, p. 29). Sin embargo, es menester mencionar que su trabajo de doctorado en derecho, que es un análisis exhaustivo sobre la política pública en los problemas enumerados, no incluye una perspectiva de género, lo cual es un indicador claro de la necesidad imperante de la construcción de una visión

71


panorámica que solo es posible desde el cruce de exper-ticias. Antropológicamente hablando, con un enfoque de género se espera constituir consistentemente un aporte a este grupo de saberes, imprescindibles para la equidad de las mujeres en ese estado de vulnerabilidad.

Para poder visibilizar la realidad de las internas de la ciudad de Santa Marta es necesario que desde las distin-tas aristas académicas (ingeniería, derecho, antropología, etc.) haya un trabajo mancomunado bajo una perspec-tiva que conjugue sus prácticas hacia el mejoramiento de la calidad de vida y la resocialización de las internas. En ese orden de ideas, Haas se refiere de manera certera a este problema: “[…] destaca el lugar de las “networks of the like minded” (redes de los que piensan similar), esos profesionales que comparten un conjunto de valo-res, diagnósticos y soluciones para tratar los problemas con miras a mejorar el bienestar humano” Haas (citado en Bossy y Evrard, 2016, p. 150).

Creando una comunidad epistémica alrededor de la política pública de cárceles, con un enfoque de género, se podrían visibilizar sus problemáticas de una forma multidimensional, que es de la manera que se necesita mirar todas las vicisitudes concernientes a la vivencia de una mujer en la cárcel. Para poder reforzar este punto, se enumerarán a continuación los aspectos en los cuales una comunidad epistémica está en concordancia:

un conjunto de creencias normativas y de principios que fundamentan la acción, 2) creencias causales sobre el origen de un problema y las situaciones por aportar, 3) criterios de validez de los saberes involu-

72


crados en el tratamiento del problema y, finalmente 4) proposiciones de acción pública basadas en las prác-ticas comunes asociadas al problema que es objeto de su experticia Haas (citado en Bossy y Evrard, 2016, p.151)

Teniendo en cuenta estas consideraciones, se hará un salto de comunidad epistémica a la sujeta epistémica como fuente primordial de información, y la necesidad de interacción con este no solo para visibilizar su situación, sino para crear nuevo conocimiento acerca de este tema.

Las mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas como sujetos epistémicos: un aporte imprescindible en la política pública

Y qué mejor lugar para mejorar el bienestar humano que la cárcel. En lo que se refiere a la mujer, desde la antropología las prácticas académicas dejarán el ámbito etéreo de lo teórico para activar, desde las narrativas de las mujeres en prisión, estos saberes, ya que una comu-nidad epistémica puede realmente generar impacto, si conoce de primera mano la vivencia y el sentir de las per-sonas que serán beneficiadas por una política pública. A este punto llegaremos después de introducir y tratar el género en esta disertación.

Aspecto que ha faltado en demasía, como ya se ha dicho, es un enfoque de género, que es menester insertar para garantizar una equidad y un tratamiento diferencial. Esto no implica simplemente añadir el enfoque como una variable más, todo lo contrario, se necesita orientar

73


las narrativas, las vivencias, las estructuras de educación y resocialización, entre otros muchos aspectos, hacia una visión que tenga en cuenta las particularidades de ser mujer en prisión. No solo es un elemento concep-tual, sino que es un instrumento para la acción: “[…] de manera general el género, como concepto y herramienta de conocimiento, posee un particular valor heurístico. Permite comprender las transformaciones contemporá-neas de la acción pública, incluyendo su evolución epis-temológica […]” (Jaqcuot y Mazur, 2016, p. 468).

Hay que aceptar que el statu quo se está movilizando a prácticas inclusivas que tienen en cuenta las necesidades de la mujer en todos los ámbitos y el proceso de cons-trucción de políticas públicas, esto en palabras de Sophie Jaqcuot y Amy Mazur:

La insistencia sobre las capacidades de acción de las mujeres, incluso en las instituciones que funcio-nan según las normas “masculinas” ha constituido un indudable aporte en la medida en que hasta ese momento, ellas eran consideradas, por un análisis de políticas públicas aún muy top-down y focalizado en la centralidad del Estado, casi exclusivamente como categorías de intervención o de objetivos públicos (…) la atención a la perspectiva de género de las políticas públicas ha contribuido, por otro lado, a la redefini-ción de los límites de la intervención estatal (Jaqcuot y Mazur, 2016, p. 464).

Sin embargo, hay todavía mucha tela por cortar, por no decir toda la tela, en el ámbito de la política pública car-celaria con enfoque de género, ya que como institución

74


total la cárcel posee una jerarquía regida por principios normativos en el cual la mujer está totalmente fuera de contexto. En ese sentido es importante rescatar su par-ticipación como sujeto epistémico, como productora de epistemes, a partir de su experiencia viviendo el encie-rro, la culpa, la estigmatización, las situaciones preca-rias. Se constituyen entonces en mujeres con capacidad de reflexionar sobre las condiciones en las que viven, y esa información es sustrato primario si se busca cons-truir políticas que apunten a la optimización de sus con-diciones de vida y de la resocialización, para que ese gran potencial que tienen como sujetos epistémicos se tra-duzca en su empoderamiento y alejamiento de su statu quo de vulnerabilidad.

A partir de sus testimonios se convierten en actores políticos, así tengan suspendidos temporalmente algu-nos derechos como la libertad y el voto, y la capacita-ción que ellas provean a una comunidad epistémica constituida en pro de una vida digna y su resocializa-ción fáctica y efectiva es vital para realmente generar un cambio significativo en el estado inconstitucional actual de las cosas en la cárcel para las mujeres. En palabras de Bousaguet: “se trata de trabajar a favor de una inte-gración recíproca entre género y políticas públicas, de enriquecer las aproximaciones (empíricas, analíticas, teóricas) de la acción pública” (Bousaguet en Jacquot y Mazur, 2016, p. 467)

Ahora, si bien no existe una política pública alrede-dor de este tema, hay que recordar que antes de comen-zar con todo el proceso de la constitución de esta, existe un, por así decirlo, estado pre-política pública, y es la

75


identificación del problema público a resolver, esto se denomina agenda:

[…] la noción de “poner en agenda” o para retomar la expresión anglosajona de agenda-setting, designa el estudio y la puesta en evidencia del conjunto de pro-cesos que hacen que los hechos sociales adquieran el status de “problema público” (…) y se vuelvan objeto de debates y controversias mediáticas y políticas (Garraud, 2016, p. 73).

El tema de la cárcel lleva en el tintero de la agenda ya casi veinte años por parte de la Corte Constitucional, y en el caso de la mujer y la falta de políticas públicas con enfoque de género, también ha sido puesto en discusión hace cuatro años, es decir, dieciséis años después de la primera alerta sobre la cárcel como problema público. Esto hace necesario poner en marcha una estrategia para sacar del estado pre-política pública a esta proble-mática y dinamizar la puesta en marcha de las estrate-gias prácticas que hagan de la ley y lo que busca (reso-cialización efectiva y calidad de vida de las internas) una realidad, no letra muerta o corpus teórico empolvado en un estante.

¿De qué manera el género entonces influye en los asuntos políticos?, ¿cuál es el paso a seguir para poner en práctica lo que se ha tratado tangencialmente y cir-cularmente en los ámbitos del Estado colombiano con respecto a la política pública con enfoque de género? Jacquot y Mazur (2016) vuelven con anotaciones certeras que darán luces acerca de las respuestas a estas preguntas:

76


“(…) la contribución de las investigaciones sobre el género a la ciencia política es al mismo tiempo metodológica, empírica y teórica: 1) esta ha permi-tido identificar y descubrir los sesgos de la literatura, resaltando especialmente la manera como la teoría política como la investigación empírica han excluido considerablemente a las mujeres en tanto actoras políticas; 2) ha permitido recolectar datos nuevos, haciendo visibles a las mujeres y sus papeles (…)” (p. 467).

En ese orden de ideas, el resultado de la conjuga-ción del enfoque de género y la comunidad epistémica actuando activamente en el rol de comprender y vislum-brar las narrativas del sujeto epistémico, en este caso las mujeres de la cárcel Rodrigo de Bastidas, es un punto de partida inexorable para poder construir una política pública con este alcance, impacto y magnitud.

Sin embargo, es imprescindible entender que esta es solo una arista del problema. En aras de comprender la problemática de género en la cárcel se necesitan también las perspectivas de los otros actores involucrados en este proceso: la estructura del Inpec, administrativos, seguri-dad, incluso el sistema judicial colombiano, que tiene su cuota en la construcción de la política pública. Se trata de una red bastante densa de diversas perspectivas, por lo que se espera con esta aproximación a la realidad de las internas, abrir nuevas líneas de investigación que permitan la exploración a fondo de estos otros campos de análisis, para poder llegar a generar una estructura estratégica integral de puesta en marcha a los resultados del diagnóstico sobre este tema. La puesta en marcha se

77


entiende como “el proceso de aplicación de las decisio-nes. Hablar de puesta en marcha permite caracterizar un momento de la acción pública en la cual la decisión se confronta con la realidad a través de la aplicación de las directivas gubernamentales” Hill y Hupe (citado en Mégie, 2016, p. 531). A esto apunta este primer paso. A hacer de una problemática pública una narrativa, de esta narrativa hacer una herramienta, y de esta herramienta generar un impacto, y con este impacto finalmente cons-tituir este proceso epistémico como agente de cambio de la situación inicial, y a través de la sociedad civil, el Estado y comunidades activas, empoderar, sin tintes asistencialistas, a la mujer en estado de encarcelamiento.

El estado del arte de la política pública de cárceles en Colombia es aún incipiente. Solamente se encuentran diversos documentos de acopio de información redun-dante que muestran que se están violando los derechos humanos en prisión, la necesidad de reformar el sistema carcelario desde sus mismas bases y que la resocialización es inexistente. Todos y cada uno de los documentos dicen lo mismo en diferentes palabras, sin llegar a un culmen práctico. Informes que detallan la realidad sórdida de las penitenciarías, sin reconocer la voz de los internos, mucho menos de las internas. Fabulosos planes de tra-bajo sin llegarse a ejecutar por “falta de presupuesto”.

El valor agregado de esta etnografía reside en ale-jarse de esa tendencia etérea y elaborar complejas tramas teórico-metodológicas que se queden en el ámbito aca-démico, adornando los estantes de una biblioteca, o engrosando los indicadores de gestión pública, sin nin-guna repercusión fáctica en los supuestos beneficiarios.

78


La estrategia es simple: vislumbrar la problemática, visi-bilizar las narrativas, mostrar la humanidad de las muje-res en prisión, proponer soluciones desde su discursivi-dad, el cómo cambiar la situación, y finalmente mostrar en qué lado del presupuesto nacional se puede acomodar la implementación de estas medidas, porque lastimosa-mente sin recursos existe el peligro de que esta tesis sea otra más del montón propositivo y no ejecutivo.

Asimismo, por medio de las narrativas se anula la ten-dencia de la invisibilización de las mujeres en los infor-mes estatales repletos de recomendaciones, si bien perti-nentes, carecen de sentido si las representaciones gene-radas por este no vienen directamente de ellas mismas. Es una cuestión, en palabras de Geertz, (2003), de autori-dad etnográfica, ese presupuesto de validez que adquiere un escrito que proviene de unas experiencias vividas en campo y tiene un autor específico. Él se pregunta en qué se fundamenta dicha autoridad, cuestionando los méto-dos y filtros en la escritura con un cariz aparentemente argumentativo y científico, pero que en realidad es un relato sesgado, en este caso por una tendencia estado céntrica. Recordando a Deleuze y Foucault (1992), la teoría debe ser usada como una “caja de herramientas”, es decir como instrumento y no como sistema; de la misma manera entender que debe haber una postura reflexiva con respecto a la fundamentación teórico-práctica.

Esa reflexividad se ve entonces expresada en términos prácticos en una perspectiva dialógica. Con el propó-sito de recabar información que redunde en el beneficio de las internas es necesario entablar una conexión, un contexto donde se fomente el diálogo, y es ahí donde se

79


afirma a las mujeres privadas de la libertad como sujetos epistémicos, porque el conocimiento proviene de ellas, ya que poniendo sobre la mesa los conceptos relacio-nados con empoderamiento, política pública, DD.HH., derecho penitenciario, educación, salud, resocialización, entre otros, dichas categorías pasan por el filtro de sus discursividades y representaciones, generando un pro-ducto de calidad etnográfica sin igual. Se trata de una co-construcción de epistemes imprescindible para la construcción de una política pública que realmente apunte a las necesidades fácticas de las beneficiarias. Esto es un humilde comienzo.

Bitácora etnográfica: organización y consolidación del Círculo de Lectura Mujeres Libres y Empoderadas, 2017

Nota: los nombres fueron cambiados por seguridad de las internas.

Las internas miembros del grupo focal fueron: Lucía, Margarita, Amanda, Jimena, Josefa, Libertad, Cereza, Micaela, Julieta y Farina.

31 de marzo de 2017

Es la primera vez que regreso al pabellón de mujeres después de casi tres meses de ausencia. Los trámites para entrar se hacen un poco largos, debido a que el permiso de entrada se demoró porque hubo cambio de directiva en la cárcel. Mis ingresos autorizados serán dos veces a la semana, jueves y viernes.

80


Después de atravesar el ritual de entrada que duró casi 45 minutos, mucho más de lo normal, llegando a la puerta, estaba Lucía, bañada y cambiada, esperando con una sonrisa. Las mujeres estaban sentadas en el piso, algunas conversando, otras lavando la ropa, todas mostraron al menos una mirada curiosa a la visita. De las 19 inscritas, varias estaban enfermas y otras no esta-ban de ánimos, así que al final, solamente cuatro (Lucía y Margarita, que vienen conmigo desde el año pasado, Amanda y Jimena que son nuevas en el grupo) formaron parte de esta primera sesión.

Sin embargo, antes de empezar varias internas se acer-caron, mostrando su inconformidad porque decían que no les habían avisado sobre el círculo de lectura y que-rían participar. Adriana tomó sus nombres para poderlas ingresar en la lista autorizada. Después de eso, salimos del pabellón de mujeres hacia el salón designado para realizar las actividades.

Pasamos al patio de la cárcel, un galpón polvoriento y desolado en donde había varios internos del pabe-llón de hombres sentados en el piso, aprovecharon para interactuar con las mujeres que iban conmigo y con el dragoneante que asignaron para vigilar la actividad. El hacinamiento es bastante inhumano, así que salir al patio es un respiro. Las internas me van comentando que les alegra que yo haya venido, porque así las dejaban estar en otro lugar que no fuera su pabellón, poder caminar, estirar las piernas y sentirse en campo abierto les da una idea de lo que es estar libres. Les conté que estuve de viaje hace poco.

81


Llegamos a una zona en la cual había un taller de carpintería. Estaban haciendo relojes artesanales, y a la derecha entramos a la zona de confección, donde había aproximadamente treinta máquinas de coser, oxidadas y desgastadas por el uso. De nuevo a la derecha entra-mos en el salón asignado: está mucho más iluminado, no tiene ventilación, y los pupitres están llenos de polvo por la falta de uso, Margarita casi se cae al sentarse porque se soltó un tornillo del espaldar. Tuvo que cambiar de silla. Jimena comenta: —Están sucias porque nadie las usa, acá no enseñan nada. Si se enseñara, estarían limpias—.

Al empezar la sesión, después de toda esta serie de contratiempos, quedamos en algunos compromisos. Para anticipar la demora en mi ingreso a la cárcel, llegaré media hora más temprano para poder estar a las 2 en punto y aprovechar todo el tiempo que dura la sesión. La primera hora será el Círculo de Lectura y la segunda hora será el Foro de discusión. Repartí hojas a cada una y les pedí que anotaran cinco temas de los cuales quisieran hablar. Margarita no quiso participar en la actividad, se notaba muy baja de ánimos, pero se sintió en la libertad de no escribir porque no se sentía presionada a hacerlo. Mientras me preguntaba cómo me había ido en mi viaje a Brasil.

En mi breve relato del viaje les conté sobre la contro-versia que suscita el hecho que los brasileros reclaman el reconocimiento histórico de que Alberto Santos Dumont, ingeniero, fue el pionero de la aviación en el mundo y no los Hermanos Wright, como se ha divulgado. Aproveché para decirles que cuando se cuenta una historia, solo se cuenta una faceta de la vida, y siempre hay otras perspec-tivas por las cuales mirar el mismo relato. Por eso esto es

82


un círculo de lectura. ¿Qué es un círculo? es una línea de circunferencia, en la cual todos los puntos tienen la misma distancia del centro.

En este círculo hay varias perspectivas, la de Andrea, la de Jimena, la de Amanda, la de Margarita y la de Lucía. Pero eso no quiere decir que mi verdad sea más impor-tante que la de las demás, ya que estoy a la misma distan-cia del centro. La posición de Estados Unidos es clara. Los hermanos Wright son los pioneros en la aviación, y la posición de Brasil también es clara: Santos Dumont es el padre de la aviación. Entonces, ¿quién posee la verdad?, ¿les parece si les traigo cada historia concreta con sus argumentos y pruebas y lo discutimos el próximo jueves?

—Profe, yo creo que fue Santos Dumont. Esos grin-gos de mierda siempre quieren tomar crédito por todo—dice Berta. —Yo también creo lo mismo— le respondo. Margarita sale de su ensimismamiento y dice —pues yo opino que fueron los hermanos Wright—, a lo que res-pondí —perfecto, entonces ya tenemos tema de discusión para la semana que viene, traeré todas las herramientas, justificaciones y pruebas, y lo decidimos en una semana—.

Mientras tanto hablábamos de lo mencionado ante-riormente, las internas finalizaron la tarea de recopilar los temas. A continuación, transcribo literalmente lo que propusieron, omitiendo errores ortográficos:

Jimena:

• ¿Cómo vivimos en este lugar?• ¿Cómo mejorar nuestra vida?• ¿Qué hacer cuando salgamos de acá?

83


• ¿Qué es lo que más nos gusta?• ¿Cómo ver lo que pasa fuera de aquí?

Lucía:

• Mi vida que llevé en la calle.• De lo que vivo cada día aquí.• De lo que hizo la profe en su viaje.• De mis hijos.• De mis compañeras de literatura.

Amanda

• Autoevaluación.• Resocialización.• El amor.• Los miedos.• El futuro.

Pregunté a Amanda por qué puso resocialización, a lo que respondió que la cárcel no está interesada en el tema, dice que no las preparan para salir a la calle.—Me da mucha ansiedad y miedo, porque cuando salga no hay nada para mí, no hay oportunidades, trabajo, no hay esperanza, ¿qué voy a hacer con mis hijos? Quiero aprender algo para prepararme, no solo pensar aquí en lo que hice sino en lo que voy a hacer— afirma (Amanda, comunicación personal, marzo 2017)

84


Entonces todos empezaron a hablar de sus hijos, Amanda tiene tres, Margarita tiene dos, Lucía tiene cuatro, Jimena tiene seis. El hijo mayor de Lucía nos cuenta que la discrimina por estar presa, siempre le dice —mamá, no me quisiste lo suficiente porque te dejaste pescar—. La última vez que hablaron al teléfono fue hace tres meses, y está tratando de conseguir su nuevo número de celular para ponerse en contacto.

Debido a los interrogantes que los temas de resociali-zación generan en las internas, entre todas decidimos y fijamos la meta que para el 15 de junio habremos cons-truido un manual de convivencia y resocialización, que surgirá desde el foro de discusión, explicando las nece-sidades de las internas y sugerencias de lo que a ellas les gustaría aprender en este tiempo de encierro. La próxima semana traeré todos los documentos legales de consen-timiento informado y donde aclaro que ellas son coauto-ras del manual, que servirá como sustrato primario para comenzar a construir la política pública diferencial para las mujeres en estado de reclusión.

Amanda vuelve a participar, sugiriendo que escoja-mos un nombre para el grupo, a lo que respondo que lo tienen de tarea. Cada interna debe traer el nombre que ella crea conveniente, y las razones por las cuales consi-deran que el nombre es pertinente. Jimena comenta que tiene un novio en el pabellón de hombres, que segura-mente debe estar molesto con ella porque no le avisó que venía al círculo. Casualmente terminó apareciendo por la zona de máquinas de coser, al lado de nuestro salón. Al regreso la acompañó caminando con nosotras hasta el espacio de las mujeres.

85


La conclusión previa de esta experiencia demuestra claramente que la mujer en estado de reclusión es un sujeto epistémico, con plena capacidad para entender la dimensión de su encierro, consciente de la temporalidad de su situación y con muchas ganas de dejar atrás lo vivido en la prisión. Sin embargo el futuro se ve complicado para ellas, ya que la realidad social las condenará a enfrentar muchos obstáculos. Es importante aclarar que estas apre-ciaciones se irán profundizando cada vez más a medida que desarrollemos los temas en el foro de discusión.

Jueves 6 de abril de 2017

En el pabellón se corrió la voz de que había un espacio para leer y para discutir los temas de interés, y esta vez se triplicó la asistencia, así que era necesario poner a las “nuevas” al día. Repartí las hojas para conocer qué temas querían discutir. Después de las respectivas presenta-ciones comenzamos el foro de discusión, y la primera que participó fue quien comentó que renunciaron a su almuerzo del domingo para colaborar con las víctimas de la reciente tragedia en Mocoa9. La otra reforzó la inter-vención diciendo que era imposible dejar de ayudar, “son nuestros hermanos”, y de lo poco que podamos tener hay que aportar un granito de arena para mejorar su miseria y carencias.

Resalté, a partir de sus apreciaciones, la importancia de saber que, a pesar de las circunstancias del encierro, se puede tener una visión humanitaria y holística de lo

9. Más de 300 muertos y un millar de damnificados dejó el desbordamiento de los ríos Mulato, Mocoa y Sancoyaco, producido por las fuertes lluvias en abril 1 de 2017.

86


que está sucediendo allá afuera, que precisamente este es un espacio en el cual se pueden tocar temas que las edifiquen como mujeres y que este espacio intersticial de transición construya tejido social a partir de las reflexio-nes. Expliqué a las nuevas de qué se trata la dinámica semanal, y entramos a la discusión.

Una de ellas pide la palabra. Dice que no habla mucho, pero que esta vez quiere decir algo. Quiere saber cómo se pueden defender de los abusos de los dragoneantes, y comenta que en verdad esto no es un espacio para la resocialización. Le pregunté que si no recibían cursos acá, a lo que otra interna dice, “yo estuve la vez pasada por dos años, y había cursos del Sena y aprendí dema-siado, deberían formarnos en carreras técnicas o algo para estar preparadas”. Se concluye que es importante hacer esa gestión, queda como tarea.

En ese sentido, ellas me solicitan que hagamos una capacitación sobre leyes, derechos humanos que están siendo violados sistemáticamente todos los días. Les hablo de las sentencias de la Corte Constitucional que declaran el estado inconstitucional de las cosas para la población carcelaria, y les gustaría saber más sobre el tema.

Me entregaron cada una sus hojas sobre los temas de los que querían conversar, y esto fue lo que consignaron:Josefa, edad: 45 años.

Temas:

• Familia.• Religión.• Educación de los hijos.

87


• Sobre la droga.• Amistad.

Júpiter, edad: 27 años.

Temas:

• Ayudarnos a ser tolerantes.• Conocer sobre las caricaturas y de dónde vienen.• A confiar en los demás.• Tener conocimiento sobre las lecturas de Aristóteles.• Diálogo con los demás.

Libertad, edad: 27 años.

Temas:

• ¿Cuándo firmar la paz?• Víctimas de desplazamiento forzoso.• ¿Qué es la Constitución Política?• ¿Por qué se celebra el día de la mujer?• ¿Será que Dios vino al mundo y resucitó a los 3 días?

Cereza, edad: 34 años.

Temas:

• La convivencia.• Resocialización.

88


• Mejor trato hacia las internas.• Vulnerabilidad.• Y en especial quiero que tratemos un tema donde

podamos tener un mejor vivir.

Micaela, edad: 27 años.

Temas:

• ¿Qué es la amistad para ti?• ¿Qué tan importante es tu familia para ti?• Si pudieras pedir un deseo, ¿qué pedirías?• Mi más grande sueño.• ¿Qué cambiarías de tu vida?• Y, ¿me gustaría leer historias?

Julieta, edad: 21 años.

Temas:

• Las drogas.• El barrismo.• Los valores.

Farina, edad: 36 años

• La problemática carcelaria.• Tolerancia.• Respeto.• Confianza.

89


Cada quien me contó de sus aspiraciones profesiona-les, todas tenían ganas de estudiar una carrera, a excep-ción de Lucía y Josefa, que quieren dedicarse a su fami-lia. El gran interés que tienen por construir una nueva vida, en sacar adelante a sus hijos y demás es notorio en sus intervenciones. Quedamos en empezar después de Semana Santa, el manual de resocialización y necesida-des de las internas, en coautoría conmigo. Me pidieron que jugara fútbol con ellas en su equipo mañana, a lo que yo asentí, y me darían más detalles al día siguiente. Daríamos una hora de foro de discusión y la otra hora la dedicaríamos al fútbol.

Viernes 7 de abril de 2017

Cuando llegué, me contaron que Lucía andaba enferma, el día de ayer se desmayó y estuvo bastante delicada toda la noche. Todas estaban vestidas con ropa deportiva, porque una vez a la semana viene un grupo de chicas “de la calle” a jugar con ellas. Al parecer es un evento muy importante, porque no solo participan las que juegan, sino que salen la mayoría de las chicas a mirar el partido, aprovechando para salir al aire libre.

Con aire libre me refiero al calor de las 2 de la tarde en Santa Marta, a pleno sol y en el galpón polvoriento del campo de fútbol. Sin embargo para ellas es un espacio importante de esparcimiento. Todas se agolparon en la puerta de la entrada, y la señora Mónica, la dragoneante, dice en voz alta me hacen el favor y se agrupan de dos en dos, y ¡pilas! cualquier cosa, grosería, desorden, distur-bio o alguna cosa rara que yo vea, y las voy es sacando

90


de una y cancelo esta vaina de los partidos, o no las saco más—. Hizo el conteo y pasaban en parejitas al otro lado, donde buscaban la poca sombra que había. Al terminar el conteo nos dispusimos a caminar hacia el campo.

En el lado del campo que colinda con el edificio del pabellón de hombres vi que se aglomeraban todos los internos en los espacios donde se podía ver el partido, con sus miradas curiosas. Las chicas “de la calle” traje-ron uniformes a las chicas de la cárcel, como un regalo. Me dieron un uniforme a mí, y era de Brasil, pantalón azul, camisa amarilla y escudo brasilero. Las mujeres que no jugaban se pusieron alrededor del campo recostadas contra la pared.

Empieza el partido y todas lo hicieron muy bien a pesar del extremo sol, todo bajo la gritería de las internas que no jugaban, intercambiaban alaridos con los hom-bres del otro lado de la cancha, hablaban entre ellas, com-partían con varios internos que también aprovechaban para interactuar con las mujeres, trajeron parlantes de música. Eso fue lo que pude percibir mientras jugaba, mi físico hizo que me deshidratara rápido, y en un tiempo que se me hizo eterno, pedí cambio al DT (director téc-nico), un interno que es profesor de educación física, a lo que él me responde —Profe, apenas llevas 7 minutos y medio en la cancha— me sentí realmente avergonzada y aguanté todo lo que pude hasta el minuto 10, y entró por mí una chica.

En lo que quedó del primer tiempo aproveché para conversar con varias internas que me comentaron lo importante que son estos espacios para ellas, porque pueden olvidarse por un momento de la realidad del

91


encierro, porque ríen, porque chismosean, porque pueden expresarse y socializar con los chicos. El otro tiempo lo hice de arquera. Perdimos 3 a 1.

93

Capítulo 4

Recomendaciones para el diagnóstico inicial de una política pública con enfoque

diferencial para la mujer en la cárcel Rodrigo de Bastidas: una etnografía

conjunta para la resocialización efectiva

Sobre las vivencias de la cárcel, sus sueños dentro y fuera de ahí, ellas comentan:

Si yo tuviera la posibilidad de volar ya me hubiera volao’, por eso es que lo torturan a uno, porque le quitan la libertad, que es lo más bonito que uno tiene, prefiero ser pobre, pero estar en la calle, que estar aquí. encerrada.

Yo no voy a vender más droga, eso es mucho problema mucha pelea, mondá y pelea

Andrea: ¿qué quieres hacer?

Montar un local de teléfonos, accesorios pa’ frasear teléfonos, pa’ vender teléfonos, desde tu casa una tienda porque todo el mundo tiene que comé’.

Me gustaría una cárcel más grande, que cada una de las internas que estén en este lugar tengan sus celdas

94


con agua, cama, un televisor, que tenga un comedor para que a la hora de la comida todos puedan estar sentadas y ninguna esté sentada en el suelo, una cocina con todo lo que se necesita para cocinar, que seamos nosotras mismas las que cocinemos, que ‘haiga’ una biblioteca con toda clase de libros para leer, un espacio en el cual se pueda hacer ejercicio (…) que todos pudiéramos ir al taller para poder tra-bajar, que tengamos más oportunidad de trabajar, de estudiar, que el Sena haga más cursos que le sirvan cuando uno salga, que las universidades también nos den carreras y tengamos más recreación, que tenga-mos mejor trato, que estemos más tiempo para noso-tros, que ‘haiga’ una tienda con un parque, mejor comunicación, para así hacer más amena y que este encierro sea más pasable.

Los lavaplatos están a la intemperie, cuando llueve no podemos lavar, porque nos mojamos.

Tener unos comedores apropiados bajo un techo.

Que pongan más lavaplatos para poder lavar los platos en ellos y no en los baños.

Que contáramos con cursos donde nos podamos capacitar y así poder resocializarnos.

Quisiera que tuviéramos botiquín en nuestro patio, para cualquier inconveniente que haya.

A partir de la praxis metodológica se han configurado las recomendaciones con el análisis y exposición de las

95


narrativas de las internas, de su creación epistémica a través de su experiencia y el empoderamiento, quienes conjuntamente construyeron reflexiones y recomenda-ciones para la eventual creación de una política pública con enfoque de género.

Estas recomendaciones apuntan directamente al fin último de la penitenciaría, que es la resocialización, pero entendida en los términos de una conceptualización que se ajuste a la humanidad de las internas, esta disertación teórico-metodológica ya se expuso a cabalidad en pági-nas anteriores.

La estructura narrativa de este capítulo es simple: tomando fragmentos de las intervenciones de las muje-res en los grupos focales y sus escritos de puño y letra resultado de las actividades propuestas en cada sesión (cuya dinámica y orientación se explicó ampliamente en la metodología), se irá hilando la trama de las reco-mendaciones desde su propia voz. En este capítulo se le dará prioridad a sus expresiones, perspectivas y reco-mendaciones. Son las voces principales. Se suprimieron los nombres por temas de seguridad y vulnerabilidad de quienes aportaron para esta etnografía, sin embargo, la producción que se encuentra indicada en cursiva son sus voces. Asimismo, siempre que hay un espacio, es un cambio de voz en la narrativa.

Es importante mencionar que al principio se intentó dividir en varias categorías los temas referentes a las necesidades de las internas, además se trató de que cada grupo focal tuviera un tema específico. Se ordenó enton-ces de la siguiente manera:

96


• Salud.• Infraestructura.• Educación.• Resocialización.• Relación con la guardia.• Relaciones interpersonales.

A lo largo de la experiencia en campo se concluyó que estos temas están superpuestos, transversales y no es posible encasillarlos en una estructura vertical o com-partimentada en espacios diferentes. Es por eso que la evolución expositiva de estas historias no seguirá un conducto regular, respetando la creación epistemológica y la línea discursiva de las mujeres que se atrevieron a alzar la voz y a evidenciar esta realidad como narradoras, sujetas epistémicas, mujeres reales y existentes.

Comenzando con las recomendaciones, hay una nece-sidad de replantear los términos en la educación de los guardias del Inpec, con un enfoque de género y DD.HH. para poder optimizar los aspectos relacionados con una resocialización integral en la política pública:

Pero sí hace falta que cuando la guardia está haciendo su curso, les enseñan que porque nosotros somos delincuentes, tienen entonces que tratarnos duro, tienen que irrespetarnos, o sea no respetarnos para nada, tratarnos como lo peor (…) Eso viene del Estado, de los cursos, de lo que aprenden, de los profesores que les enseñan a ellos como deben tratar a los internos. Porque somos todos iguales (Josefa, comunicación personal, mayo 2017).

97


En cuanto al personal de vigilancia, tiene que tener mejor conocimiento de cómo tratar a los internos, porque ellos creen que porque estamos en un lugar de estos somos delincuentes de lo peor, y eso va en la formación que les dan (Amanda, comunicación personal, mayo 2017).

No obstante, las sujetas epistémicas reconocen que este asunto educativo es de doble vía, y que esas acti-tudes de maltrato y de ejecución vertical de jerarquías son en muchas ocasiones fomentadas por ellas mismas. De la misma forma, la guardia en ocasiones rompe los exiguos momentos de calma en el pabellón, contribu-yendo al retraso en el proceso resocializador porque los momentos de tensión son constantes, y en ese estado no hay cabida para la reflexión y para la reconstrucción de las individuas:

Depende de la guardia, hay unos que no se manejan, como vienen nuevos, y uno como interno tiene deberes y derechos, y como los internos no saben cuáles son sus derechos, se dejan violar sus deberes… y como uno sí los conoce uno no se deja violar los derechos por ellos (Julieta, comunicación personal, mayo 2017).

Esto es para todos. Todos sabemos que hay guardia que nos trata duro, pero la culpa de eso es de nosotros mismos. Porque nosotros se lo permitimos. Un ejemplo: si la seño, nosotras sabemos que es estricta, todas le aplauden “llegó la cuchilla”, uno tiene que quejarse con respeto (Josefa, comunicación personal, mayo 2017).

98


(…) porque ella se siente ‘enchoyá’ y dispuesta a hacer lo que ella le da la gana, entonces qué hace, nosotras somos las mismas bobas porque le damos el lugar a ella (…) ya sabemos que cuando ella no está, estamos tranquilas, no pasa nada. Pero ella misma está y revuelca el patio, llegó, tensionó el patio de una ve, pum, pum, pum y todo el mundo se pone a la defensiva (Julieta, comunicación personal, mayo 2017).

Primero que todo quisiera que esta fuera una cárcel donde tuviéramos respeto de parte de la guardia (Amanda, comunicación personal, mayo 2017).

La carencia en el tratamiento de enfoque de género se puede reflejar en la negligencia con la que se trata a la mujer en estado de embarazo, que necesita cuidados especiales.

Mariela: y sí pasa, porque en marzo ya tuve un año que yo perdí un bebé ahí. Yo tenía dos meses y me sentía mal y yo le pedí, este a la seño y las pelás pueden decirlo que yo me sentía mal, me sentía con dolor, con dolor, con dolor, cuando quise ver, lo boté en el baño…

Josefa: Ella ha perdido dos bebés ahí, cuando vino...

Mariela: Cuando me quisieron sacar, ya. (ya lo había perdido) (Mariela y Josefa, comunicación personal, mayo 2017).

Y continuando con las recomendaciones en el eje de salud, la situación dista de ser alentadora, ya que la guardia es responsable de avisar a Sanidad cuando hay alguien que se siente mal, pero al parecer no hay una

99


atención oportuna, y actitudes tanto de las internas como de la guardia generan conflictos que suman puntos a la tensión:

A nosotras nos violan la salud. Porque muchas veces —tómese esa pastilla— a todas la misma pastilla. —No hay jeringas, ustedes están enfermas psicológicamente (…)— Yo tengo mi autorización de mi hematólogo. Y se supone que esa autorización se perdió de mi historia clínica (…) de Salud Total, se me perdió aquí en el Inpec, y para que me manden a pasar medicamentos siempre es la misma pelea, cuando realmente me “ven” (realmente mal) es cuando me llevan, entonces cuando el médico me mandó mi medicamento a la hora tal, una de las nuevas (…) la seño me vió como me puse y vino y me sacó, dijo —venga y por qué no le ponen eso a las 9, 10 de la mañana, porque esta es hora para que ella ya esté recogida, ya esta es hora para yo estar descansando, pero igual tengo las 24 horas del día para saber qué es lo que le van a hacer y qué es lo que le van a poner, y póngaselo más rápido— donde mi medicamento no puede ser puesto a chorros. Mi medicamento es una gota cada cinco minutos.

Y entonces, mi medicamento no me lo entrega el Inpec. Viene de la calle. Entonces “tienes que esperarte” una sola guardiana me dice: “yo no soy la que estoy enferma, yo me siento bien, yo no te voy a sacar”, se acerca otra compañera y dice: “busque pastillas, porque la verdad, jeringa no hay, no hay enfermera” nunca hay nada (Cereza, comunicación personal, mayo 2017).

100


A partir de la situación tan precaria en salud, las suje-tas epistémicas elaboran en varias actividades reflexiones en las cuales denuncian las problemáticas, y recomien-dan lo siguiente:

Pocos medicamentos, demora en las citas especializadas o incluso poca oferta de ellas. Demora en el trámite para poder realizar exámenes médicos como resonancias, Tac (tomografía axial computarizada), etc. Los diagnósticos son muy poco certeros con respecto a los síntomas, o simplemente no establece un diagnóstico. El servicio de urgencias es muy poco efectivo y eficiente, falta de personal verdaderamente calificado para la demanda del centro penitenciario.

Segundo, que pudiéramos contar con tener una atención médica que necesitamos, dependiendo de lo que sentimos y poder contar con los medicamentos que necesitamos.

En el área de Salud la cárcel no cuenta con un área especial para aislar por lo menos a las personas que tienen tuberculosis, están muy cerca de nosotros, y por eso se propaga más la enfermedad.

No hay medicamentos que se requieren para las diferentes enfermedades, ni los tratamientos especiales.

No existe una higiene apropiada, ya que es una cárcel donde hay más de mil reclusos. El espacio es muy pequeño para tanta gente.

101


En la parte de la salud no se nos lleva a tiempo cuando estamos enfermas, las que tienen enfermedades contagiosas no tienen sus tratamientos adecuados (Grupo focal, mujeres libres y empoderadas, mayo 2017).

Hay entonces una necesidad latente de mejorar la salud, de un trato más humanitario:

En la salud, cuando hay una enfermedad es muy complicado que nos atiendan a tiempo, por lo que nunca hay medicamentos, disponibilidad de guardias para que nos saquen y si tienen una EPS independiente que nos atienden, aquí menos nos prestan atención y nos dan recursos, por lo que dicen que si no nos cobija nuestro familiar nos tienen que sacar la cita y es más, solo hay que ver que el médico solo pregunta qué sientes y no te examina, y solo son 10 pacientes a la semana los que atiende, a nosotras las mujeres.

Mi salud a igual de mis compañeras, estamos en un mal estado, porque cuando nos enfermamos y le pedimos a las guardianas que nos lleven al médico nunca hay una ampolla, nunca hay medicamentos, y necesitamos otros médicos y especialistas, pues yo sufro de mi columna, siempre hay es Tramal, Diclofenaco, eso solo me calma el dolor, pero no me lo quita, y son muy demoradas las citas. Solo nos atienden un solo día y nada más nos atienden a 10 compañeras, necesitamos más médicos y odontología, está dañada la máquina y ahora no nos están atendiendo.

Mejor atención porque el doctor lo revisa a uno y uno le dice una cosa y él manda medicamentos para otra cosa. Y solo tenemos atención una sola vez por

102


semana, y cuando son urgencias toca rogar para que lo saquen a uno.

Otro asunto que hay que replantear es lo referente a los procesos de inspección que se ejecutan en el espacio carcelario. Se hace referencia a la llamada “raqueta”, que es una práctica de barrido total del pabellón en busca de elementos y/o sustancias prohibidas donde la guardia revisa todos los rincones de los espacios de convivencia de las internas. Sin embargo, es una práctica cuestionable, si se ve desde el lente resocializador, de acuerdo con los métodos y a los fines que persigue. Es importante ilustrar este tema en las recomendaciones, ya que es un hecho que toca todos los temas referentes a las necesidades de las mujeres en prisión. Ellas comunican que la “raqueta” es preferencial, va enfocado a personas específicas, y pro-bablemente en represalia por quejarse o por algún asunto más. Al inicio de un grupo focal, el ánimo lúgubre de todas estaba realmente a flor de piel, y la respuesta a la pregunta de qué era lo que sucedía era que ese día les habían hecho una raqueta, varias mujeres se expresa-ron acerca de ese tema, y sus voces están ilustradas en cada párrafo a continuación. Cada cambio de espacio es un cambio de voz, y se suprimieron los nombres para salvaguardar la seguridad personal de las internas y la confidencialidad académica a la que nos debemos los investigadores:

Nos dimos cuenta, a lo que llegamos, que la comida estaba toda regada. Que hagan disparates, bueno, normal, pero estaba toda la comida regada. Entonces

103


me fui ahí mismo donde la seño (…) yo le dije, no nos traes comida, no nos traes algo, y yo te formo la murga. Se fue, y luego cuando volvió eran las 6, 7 de la noche. Y yo le dije ¿seño y entonces (…) ¿entonces qué es lo que vamos a comer? Es que el cabo no me contesta.

Y hoy hablamos con el representante de DD.HH. y con ella, y le dijimos, Will les dijo, no es justo que a ellas les hayan botado la comida, y que las cosas se les pierda, porque ellos tiran todo para donde…

Los colgates en la ropa, Toda mi ropa…o sea me dejaron sin crema dental.

El límpido también lo vacían, no seño. (Grupo Focal, Mujeres Libres y Empoderadas, mayo 2017).

El asunto dista de tener resultados óptimos en lo que se refiere a resocialización. En términos de salud, botar la comida, los dentífricos y los insumos de limpieza al piso, dejarlas sin comer, lejos de ser una herramienta educa-tiva y de orden, es degradante, y da pie a que se generen otras anomalías, ya que en el caos reinante muchas inter-nas carentes de implementos, o en la necesidad de inter-cambiar los elementos en el mercado negro por otros, aprovechan la ocasión:

Le trajeron por Servientrega todos los útiles de aseo, se le perdieron.

En la raqueta las más vivas agarran lo que no tienen seño. Yo he hecho una de esas, de agarrar. (Grupo Focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

104


Del mismo modo, la sensación que queda de que existe persecución por parte de la guardia a ciertas inter-nas se evidencia en la vehemencia de la focalización de la práctica. Este es el sentir de las sujetas epistémicas, y habría que hacer cruce del discurso y de información con la guardia para dar más luz sobre el tema. Sin embargo, esto no omite la sensación y el sentimiento que tienen las mujeres privadas de la libertad de que las persiguen, exacerbando las tensiones, poniendo una presión psico-lógica que no ayuda, sumado a las demás condiciones inhumanas del encierro:

En el cuarto de nosotras no nos requisaron, no más hicieron alharaca, a ella (Julieta) fue a la que le tiraron todo. A ella.

Eso fue así, de pronto, en la contada de la tarde. Ellas se vinieron para yoga, y las que se quedaron en el patio, entonces nos contaron. Entonces cerraron el candado y dijeron que íbamos a esperar a que todas llegaran de yoga para poder entrar. Cuando se vino el cabo con la disponible. “Arrúmense todas pa’ allá, dos filas” y empezamos a hacer las filas a empezar a que nos registraran.

Hasta casi que se me arranca la seguranza la mona esa.

Hay una auxiliar que quiere requisar, donde ninguna guardiana vieja lo hace. Le pasa a uno el garrett10 por el cabello. Le pasa el garrett a uno y te lo hace así ve (entre las piernas) esas son cosas que a uno provoca es meterle la mano. O salirle con groserías. Yo me vine pa’ cá’ con rabia.

10. Garrett: un instrumento que detecta metales.

105


Ninguna guardiana le había pasado el garrett a uno por la boca. Le hacen a uno pasarle la lengua y mostrar la jeta hasta donde uno, no sé. Querían quitarle las suelas a las chancletas, todo por una sola.

Rompieron todos los colchones (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

Asimismo, la idea general de las sujetas epistémicas fue que la raqueta se dio por razones injustas, relacio-nadas con la demora en la atención en salud de una de las internas, asunto que es reiterado en lo que se refiere a sanidad, tema que ya ha sido tocado anteriormente:

Claro, por una sola, porque la señora fue a pedir sanidad, porque se sentía mal. No sé qué le contestó la guardiana y la señora se rebotó.

Le faltó el respeto a la guardiana.

Pero es que ella se siente, es decir. Usted póngase en sus zapatos.

Yo sé porque yo estaba ahí, vi todo.

Ella le estaba mamando gallo desde hace tres días, se sentía mal, era lógico que ella se rebotara. Que se hiciera sentir. Que la que se siente enferma es ella.

Muchas veces nos ha pasado a todas que le pedimos.

Y nos hacen la matanza.

Exactamente (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

106


En resumen, las primeras recomendaciones están relacionadas con la educación, no solo de la guardia sino de ellas mismas con respecto a los tratos que deben o no recibir. La estructura educativa no debe limitarse úni-camente a los temas de seguridad, que son necesarios, sino que también hay que sumarle una instrucción forta-lecida en género, en DD.HH., a entender que están en un proceso de reformulación y resocialización. Ello implica desprenderse poco a poco de los hábitos malsanos y de las situaciones de alta vulnerabilidad en la que se desa-rrollaron las conductas delincuenciales.

Las mujeres en estaa circunstancias están plenamente conscientes de su situación y del rol que deben cumplir y, aún más, saben que el contexto en el que están no es el apropiado, y entran a prisión con la certeza de que realmente sus derechos están siendo violados. Saben que el conocimiento es poder y que a través de este pueden superar muchos contextos de injusticia:

(…) es más, el Inpec ná’ más con el simple hecho de tener hacinamiento en este lugar nos está violando los derechos, ¿por qué nos quitaron ese castigo de 3 días en el sol? porque yo me sentí capacitada para decirle al Cabo que está pasando esto, esto y esto… el señor se quedó callaito y de una vino al patio y levantó el castigo, porque el que sabe hablar llega a donde sea, el que no sabe hablar se lo come el ‘guereguere’ (Julieta, comunicación personal, mayo 2017).

Se nos vulneran la mayoría de nuestros derechos y nos pisotean mucho. Demasiado (Amanda, comunicación personal, mayo 2017).

107


Sin embargo, también expresan que demandar sus derechos les implica represalias, por eso hay miedo a los informes que dañan la conducta y a los traslados de penitenciaría. El sentimiento general es que siempre hay mujeres que están asociadas con la guardia, que “sapean” las iniciativas y después toman represalias contra ellas. No hay un liderazgo interno y articulación entre ellas:

Esa interna es de las que ha peleado por nosotras como no tiene idea. Ella consigue cosas, ella llama a quien tenga que llamar. Cuando estaba lloviendo, que se rebosaban las alcantarillas, ella misma mandó fotos, y a esa señora le han hecho… tiene informes habidos y por haber.

Es que alguien que hable, alguien que diga algo, es en seguida te voy a sacar, tienes tu traslado ganado.

Es que nunca nos ponemos de acuerdo con quien queda como representante, porque siempre es como que la sapa, la lambona, en vez de tener una representación y tener comodidades que solo tienen los hombres que nosotras no tenemos.

Lo que pasa es que en la reclusión de mujeres no es que no haya entendimiento, somos muchas que entendemos lo que la otra compañera quiere hacer, pero cuando pasa eso ya otras refiriéndose a la guardia) lo saben, diferente a nosotras las internas y ahí se nos cae el mundo, entonces nos violan los derechos, nosotras prácticamente no tenemos derecho a nada, mientras que los internos tienen derecho a todo (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

108


Ellas reconocen las divisiones y la necesidad de tener a alguien que las represente, ya que todos los pabellones tienen su representante menos las mujeres. Además el liderazgo que hay para ellas no están supliendo sus debe-res, según su sentir:

Lo que pasa es que no hay que generalizar, no es porque los hombres tengan más derecho, la parte de la guardia, de las directivas de la cárcel, creen que porque nos privan de libertad nos privan de muchos derechos y solamente estamos privadas de la libertad, no del resto de nuestros derechos (…) como acá hay muchos patios de hombres y uno solo de mujeres, son mayoría, y no tenemos alguien que nos represente, quien nos haga valer.

Discúlpenme, déjenme hablar, no soy de derechos humanos, pero quisiera serlo, porque las personas que nombran de derechos humanos parece que no estuvieran con nosotros, sino con la guardia (finaliza la reflexión en respuesta a la compañera) (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017)

Con respecto a este tema, también ellas reconocen las herramientas para denunciar los atropellos, saben a dónde dirigirse, pero en realidad siempre reina el miedo y el individualismo al momento de los reclamos:

Cada quien se defiende como quiera, como le convenga. Para eso están los escritos, y todos los escritos llegan a muchos tribunales, a muchos, la dirección del Inpec, porque es que muchos internos también estamos inconformes con la guardia. Y ahí ellos también les llaman la atención.

109


[Refiriéndose a los escritos] ¿Quiénes me van a colaborar poniéndome una firma? Algunas dicen no si ven mi firma ahí, entonces tenga un traslado, me bajan de conducta, algo pasa. Es el miedo. Yo he estado en otras cárceles y siempre he dicho no le tengan miedo a un traslado, que estar aquí o estar en otro lado, es la misma. Porque nadie se lo va a comer a uno más que nadie. Entonces nadie colabora, como que si venga, vamos a apoyar, sin grosería, con respeto uno puede hacer valer los respetos de otro.

Yo quisiera ser de derechos humanos porque sé que pelearía con todas las que nombrarían. Así a la guardia no le guste, nosotros necesitamos es estar con los internos, porque nosotros somos mayoría, nosotras somos las del problema (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

También existen conflictos en la estructura educativa y en las pocas clases que reciben para descontar tiempo, siendo una necesidad latente la instrucción previa a los profesores en estos contextos para maximizar el impacto resocializador y cambiar el imaginario general de las internas, quienes consideran que este aspecto debe mejorarse de manera exponencial para construir una mejor sociedad:

Seño, tú no crees que si en las cárceles no hubiera mejor resocialización, yo pienso que cada vez la manera de delinquir fuera menos, porque muchos salieran con profesión, con otros pensamientos, con otras expecta-tivas. Fíjate tú lo que pasó en el curso de modistería. Nosotras nos metimos porque ajá, nos sirve también

110


pa’l descuento, y nos queremos ir, pero diga usted, ya de por sí los jueves y viernes yo voy a literatura porque es algo que tenemos más antiguo y siempre hemos asistido (…) (Julieta, comunicación personal, mayo 2017)

Julieta, como sujeta epistémica, está consciente de que la resocialización es el epicentro del cambio de vida, es algo que debe mejorar. Prosigue con su relato:

Bueno, ayer terminamos y nos queríamos un grupo que no vino a clase y queríamos darle la oportunidad a las compañeras de que corte el pantalón, y nosotras estábamos esperando a que ellas cortaran, porque la mesa era muy pequeña, tu sabes que pa’ cortar tela uno necesita una mesa dos personas. Entonces “no seño tiene que llevarse a las otras que no hacen nada, las voy a anotar para que las saquen allá adelante y no las traigan más aquí porque no sé qué hacen, no las veo hacer nada…” y le dije, seño, nos estás viendo hacer nada porque la mesa es muy pequeña, y esto es del grupo de nosotras, adelantamos ayer y ellas no vinieron ayer, ya para ella es grosería porque es “no, no me saquen excusa.” ¿Cuál excusa estamos sacando? O sea sí me entiendes, le cortan hasta el espíritu a uno, nombe esa vieja viene a tener preferencias con las de ella y uno está allá con el taller en clase y quie-ren hacerlo sentir mal a uno. Entonces, ¿sí me entien-des?, le quitan a uno hasta las ganas de resocializarse (Julieta, comunicación personal, mayo 2017).

En lo concerniente a las relaciones interpersonales, el individualismo es el que reina. Es menester fomentar la

111


sororidad en aras de generar un impacto positivo en la resocialización, ya que la mayor parte del tiempo es en con-vivencia con las demás internas, y a partir de la trama de relaciones con sus pares en el encierro es que se construyen los imaginarios y las actitudes destructivas. En conclusión, se recomienda fortalecer el diálogo, la comprensión entre ellas y sobre todo el afecto entendiendo la diferencia:

Las compañeras entre nosotras nos discriminamos y lo discriminan a uno y a veces no se dan cuenta cuánto lo hieren a uno. Hay menosprecio y entre todas somos iguales y todas estamos por un delito igual (…) debemos tener una igualdad y estar más en compañía.

El problema no es hablar, sino saber hablar. Sabe por qué, si yo tengo que decirle algo a usted, yo vengo y me le siento, porque todas vivimos en el mismo lugar. Ni pa decir que nos vamos a perdé.

Oye nena, ven acá, yo te voy a comentar esto, esto y esto, deja de ser así, joda mama compórtate, esto, esto y esto…pero si yo me voy a parar aquí —sube la voz— donde hay guardia allá —señala a un lado— donde hay guardia allá, —señala otro lad— y hay gente de la calle, siiii porque tú (emula alguien cacareando y gritando) y venimos a una reunión “seño, lo que pasa es que fulana..” y entonces no dicen nombres, entonces si yo siento una inconformidad.

Hay mucha hostilidad y se estresan por cualquier cosa.

Si yo me muevo, me respiro y les jode, yo qué culpa.

Diga usted, tantas religiones que hay y Dios es uno solo.

112


Si uno medio le toca la colchoneta a la compañera, le mienta la madre. (Grupo focal Mujeres Libres y Empoderadas, 2017)

En ese sentido, prácticas de resistencia se generan en lo interpersonal, donde se impone la hostilidad para des-cargar tensiones y luego se retorna a la “normalidad y respeto”. Por ejemplo, hay una interna a la que moles-tan porque supuestamente es conflictiva, pero hay una de ellas que la trata de una manera “especial” para que se le “baje la botadera”, y queda en el aire el hecho de que todas son conflictivas, cuando en realidad hay que “cogerla suave”.

Le voy a decir a usted a quién (la interna en cues-tión) le pone atención, porque me le paro, es a mí. Yo la dejo, después me pregunta: ¿ajá, tú por qué estás guapa? y le digo: cállate la jeta nojoda, eche, cuál es la botadera que te cae a ti que te vas a enve-jecer en esa mondá y no vas a salir de aquí y servir pa’ un culo, no joda. Es entonces cuando ya se pone a barrer, deja que el mundo corra nojoda, eche a ti te importa, ya mi amor ya, es entonces cuando me abraza, una vieja de setenta de ochenta años, se queda chiquita a estas leas (Cereza, comunicación personal, mayo 2017).

También muestran bastante resistencia en momentos específicos. Cuando se sienten molestas o amenazadas responden con expresiones de insurrección e insultos. Tal es el caso del sacerdote católico que amenazó con no volver si había trifulcas, y lo que sucedió fue lo siguiente:

113


Las mismas internas lo corrieron por sus vulgaridades, por no saber comportarse. Lo que no aprendieron en su casa y aquí tampoco lo van a aprender (Lucía, comunicación personal, mayo 2017).

El padre sí viene, pero no al patio de las mujeres. Lo que pasa es que cuando vino era una bulla, una vulgaridad, entonces él pidió que bajaran la voz, pero nada y dijo que no venía más. Y no ha venido más (Jimena, comunicación personal, mayo 2017).

Los sentimientos de hostilidad y las tensiones se des-cargan en sujetos sobre los cuales ellas sienten que no van a tener represalias reales en el contexto del encie-rro, y desde las discursividades de las sujetas epistémicas debería mejorarse.

Existe también en las mujeres un sentimiento de identidad y fraternidad con los internos hombres, por el hecho de compartir el mismo estado, sin embargo, al mismo tiempo ellas querrían tener las supuestas ventajas que tienen en los pabellones de hombres:

Porque por lo menos cada pabellón tiene su representante y hace valer los derechos de su patio, se hace sentir. Nosotros no lo tenemos. Entonces por eso nunca nos toman en cuenta.

Yo he estado en cárceles de máxima y de mediana. En Bucaramanga estuve en las mesas de trabajo. Sino que aquí para ser representante tienes que estar condenada. Tienes que tener conducta buena.

Y es sabihonda, que es lo más importante.

114


La convivencia es complicada, por eso es difícil tener a un líder (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

De esa discusión se llega a la conclusión de que es necesario fomentar el liderazgo entre las mujeres, con el objetivo de obtener una representatividad real que pueda llevar ante las directivas sus necesidades particulares que se formarán en este espacio discursivo.

Cuando se revisaron las rutas de acceso a derecho, las sentencias de la Corte Constitucional y demás docu-mentos dentro del programa del Círculo de Lectura y los Foros de Discusión se evidenciaron aun más reco-mendaciones acerca de la construcción de la política pública y la optimización de la resocialización en los aspectos culturales, espirituales, y también muestran la estructura y las prácticas sociales alrededor del encierro, que implican el intercambio de favores, drogas, insumos de aseo y demás, constituyéndose en una resistencia como alternativa a las circunstancias desfavorables que las rodean:

Aquí se viola todo, no se da. Aquí se dan las cosas, pero a medias. Porque si es el deporte, es cuando quieran. Si es algo de cultura, nunca hay. Recreación, nunca hay. De pronto espiritual, porque eso sí dejan entrar a todos los hermanitos que vengan. Igual uno tiene la libertad de ir, asisten todas las iglesias, menos la católica. Sí hay católica, pero corrieron al padre. (…). Recreación bajo un espíritu humano y solidario pues muy pocas personas tienen un espíritu humano y soli-dario. Porque si alguien quiere colaborar en algo es a

115


cambio de algo. Esto se vuelve como una negociación, usted me hace un favor, pero yo se lo hago a usted…es decir un espíritu humano de corazón no existe (Josefa, comunicación personal, mayo 2017).

Asimismo, cuando se analizaron los artículos de la Constitución Política, haciendo énfasis en los derechos fundamentales, se generaron las siguientes reflexiones:

Artículo 411: aquí esa ley no la respeta aquí la engrilletan y lo ponen a hacer aseo y esposan y lo gastan y luego le echan agua.

Artículo 712: este artículo tampoco es cumplido aquí, porque los hombres tienen libertad que nosotras no, como cursos, recreación y otra clase de cosas como jurídica sanidad y cuando a nosotras nos dan sanidad no hay jeringa, o nos dan otros medicamentos que no son para lo que tú tienes y no puedes hablar porque a la guardiana le fastidia que hablen (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

Analizando los artículos, también recuerdan a perso-nas de la guardia que reconocen, según ellas, sus dere-chos como seres humanos y mujeres:

Los derechos fundamentales más vulnerables por el Inpec son el derecho a la salud en conectividad con la vida, teniendo en cuenta que es un derecho consti-

11. Artículo 4. La Constitución es norma de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales.12. Artículo 7. El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana.

116


tucional y que está plasmada en nuestra carta magna. Debido a todo esto también se vulneran otros derechos, como ser tratado como persona digna, ya que somos colombianos de nacimiento y merecemos respeto, ante todo no debemos de ser maltratados ni humilla-dos. (…) No tenemos derecho a opinar, no tenemos derecho, una sola, que es la que siempre dice, una sola, vamos, una sola guardiana es la que siempre vamos a pintar la reclusión, muchachas, vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro, porque siempre ella y una que se fue de traslado. Que fue Lucero Castañeda, esa seño era pendiente, y vamos a ‘llevate’ para que te pongan una inyección, mira vamos a ‘buscate’ esto, mira ella si era de traerle pastilla a uno, mira que de la calle ella le traía las pastillas a uno, porque eso sí lo hacía ella (Cereza, comunicación personal, mayo 2017).

El tema del hacinamiento se convierte también en asunto de salud emocional y psicológica. Al hecho de estar en un espacio bastante reducido y con las tensiones ya anteriormente mencionadas, se le suma la impresión de que el tiempo se detiene en el encierro, pero sigue el mundo dando vueltas allá afuera, y las sensaciones de impotencia generan conflictos, peleas:

Uy es que uno acá se vuelve loco. El estrés, la tensión.

Todos los días no son iguales, un día te despiertas aburrido de repente, deprimido, con problemas en tu casa, nunca falta el imprudente que te toca cuando tú no estás bien, en tu estado de ánimo y viene y te tira un placazo, ese día joda tú estás decidido a ahorcar al que sea, son días, o sea Dios mío quisieras como

117


explotar, correr, no sé, a mí me pasa así, no sé (Julieta, comunicación personal, mayo 2017).

Es imprescindible encontrar en las reflexiones de las internas la necesidad de una empatía con respecto a que ellas están en una institución total, pero que se entienda también que son víctimas de múltiples problemáticas:

Es un lugar en el que todos los días uno no amanece igual, porque hay días en que uno tiene problemas en su casa, hay algunas que tienen problemas con sus hijos, ¿si me entiendes?, hay días que tú sientes, o llamas a tu casa y hay obligaciones que tiene tu fami-lia allá afuera, ¿si me entiendes? Esas son distintas crisis que nos pasan a nosotras, la crisis que de pronto no hay plata para la comida allá afuera, hay unas que tienen sus hijos, los colegios, los útiles, los materia-les, la alimentación, la plata pa’l abogado, la audien-cia que no quieren hacer, la audiencia que hace uno y lo sacan pa’ remisión, hay días que uno amanece aburrido seño, que no quiere que nadie le diga nada. Entonces hay gente que no sabe que uno hay días que no amanece del mismo lao’, entonces el lugar es muy pequeño, hace mucha ’calor’, el fogaje, el resplandor, todo eso hace que uno entre en crisis y es cuando se pone el patio patas arriba (Julieta, comunicación per-sonal, mayo 2017)

Asimismo, hay una reiterada preocupación por puntos específicos en lo que se refiere a la infraestructura, que tienen que ver con la salud, la higiene y la seguridad per-sonal de las internas:

118


Yo recomiendo que mejoren los baños en el sentido de limpieza y el plafón que se va a caer. Recomiendo tumbar el plafón y volverlo hacer para tirar un segundo piso, porque hay mucho hacinamiento.

Bueno primero que todo yo recomiendo que los baños sean remodelados, ya que están muy antihigiénicos. También quisiera que renovaran el techo, porque hay partes que se derrumban, y eso es un peligro para todas nosotras. Quisiera que las camas se hagan nuevas, porque ya están muy malas. Quisiera que tuviéramos botiquín en nuestro patio para cualquier inconveniente que haya.

Cambiar la adecuación de los baños, los dormitorios, el techo está en pésimas condiciones. Los camarotes deberían cambiarlos, los que hay ya tienen años y están feos. Los lavaplatos están a la intemperie y cuando llueve no podemos lavar porque nos mojamos. Tener unos comedores apropiados bajo un techo.

Yo recomiendo que los baños les pongan bacín, nuevas duchas, lavamanos para tener mejor convivencia. Los plafones los vuelvan a construir por seguridad de nosotras las internas. Que pongan más lavaplatos para poder lavar los platos en ellos y no en los baños.

Yo creo que deben cambiar esos baños, como remodelarlos, cambiar las tasas sanitarias, los pisos arreglarlos. Los cuartos deben arreglarlos porque se llueven como los plafones. se mete el agua por los techos.

Deberían hacer más lavaderos, más lavaplatos, también creo que deberían asignar unos nuevos abanicos,

119


deberían tener un lugar para las personas de la tercera edad y las personas con enfermedades. (Grupo focal, mujeres libres y empoderadas, 2017)

En lo referente a temas de esparcimiento, que es muy importante dentro del componente resocializador, también es un asunto transversal que incluye bienes-tar psicológico, salud, educación, cultura y convivencia entre otros:

Me gustaría que hicieran talleres de recreación con los internos.

Aparte de todo quisiera poder gozar de deportes, compartir con mis compañeras, tener acceso a la granja y contar con amplitud para caminar, ya que este lugar es muy pequeño para todas las personas que estamos aquí.

Que haya una biblioteca con toda clase de libros para leer, un espacio en el cual se pueda hacer ejercicio.

Somos tan restringidos que no tenemos casi espacio, ni tenemos el cuidado donde nos violan el derecho a las actividades me gustaría nos tuvieran más en cuenta para las actividades y poder resocializarnos.

Yo recomiendo una zona verde porque no hay espacio para uno.

Quiero que construyan algo para poder tener algún deporte con mis compañeras.

Más espacio para poder caminar. Hacer deporte, un espacio libre de humo.

120


Que nos pongan un área de recreación para uno poder distraerse.

(…) muchas veces no hay agua, luz y eso es algo que no debe de faltar. En infraestructura en otras condiciones donde haya unos espacios donde podamos ser libres en expresar y resocializar.

Me gustaría que hubiera una zona verde donde podamos recibir a nuestros familiares (Grupo Focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

Cabe anotar en este punto que no todas las internas poseen las mismas condiciones jurídicas, sanitarias, mentales, y todas están aglomeradas en un espacio que está erróneamente distribuido, lo cual impacta negativa-mente en su resocialización:

Para mí es recomendable tumbar todo el establecimiento. Ubicarnos por secciones condenadas en un lugar, sindicadas en otro, las que tienen enfermedades venéreas en otro para tener una mejor convivencia y, sobre todo, tener en cuenta que las personas de la tercera edad no son aptas para este lugar. También hacer un lugar para recrearnos y que no nos pidan tantas cosas para ver a nuestros hijos.

El gobierno de Colombia ha hecho cárceles en su mayoría y actualmente estoy en una de máxima seguridad, pero no tiene en cuenta que muchas personas no tienen los mismos delitos, hay infinidad de delitos pero todas las personas no son iguales, ni tienen la misma mentalidad. Tenemos que convivir con enfermos mentales o personas que tienen

121


condenas y no son iguales las personas que tienen condenas muy altas. Muchas veces viven amargadas y no les importa tener un problema con otra que esté a punto de salir a la libertad.

En sí las infraestructuras de las cárceles no están adecuadas para tanta población carcelaria. Porque tienen que tener en cuenta también que los condenados y sindicados deben estar aparte, hay muchas veces que hay personas inocentes y tienen que convivir con otras que han cometido delitos atroces (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

Hay que tener en cuenta el aspecto emocional como uno de los pilares fundamentales de la resocialización. Esto implica las relaciones interpersonales, las cuales son entabladas con los hombres de la penitenciaría bajo res-tricciones fuertes. Varias tienen sus relaciones amorosas con los internos, pero este tema también genera tensio-nes con la guardia, con respecto a la pedida de permisos y entrevistas con ellos y cuando se cruzan en los espacios de la cárcel:

¿Por qué uno no tiene derechos, por qué?, es que no sé qué le cuidan, de pronto normal, cometimos un error, por eso estamos en este lugar, esa es una de las cosas que nos violan a nosotros ¿por qué si a uno lo saludan ya uno se ganó un informe?, ¿porque saludamos a una persona?

Lo cuidan más a uno que cuando uno fuera señorita en la casa

122


Ay no ves ahora, me estaba X dando no más un número y la muchacha esta que saque entrevista, eso qué es ve, ella qué se cree… (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

Al respecto algunas de ellas sienten que hay favoritis-mos, preferencias e injusticias:

Y esa es otra cosa, le digo y que las otras compañeras me dejen por embustera. Muchas tienen derechos. Otras no tenemos derechos. Si nosotras no escribimos y pedimos una entrevista, y muchas veces nos la niegan. O muchas veces uno manda a preguntar, “por cuenta mía, no doy entrevistas” son las contestas. Cosas que no deben de ser, porque otras sin pedirlas, se las dan.

Sin papeles

¿Por qué si todas estamos en el mismo lugar? O déjenme por embustera si no es así compañeras.

Por eso uno toma el atrevimiento de que cuando uno los ve a ellos no les importan que ellos estén y les robamos un beso. Porque yo lo hago. A mí no me importa que ellos estén ahí y yo lo hago.

Yo tengo mi compañero aquí y yo y muchas veces hemos pedido entrevista y entrevista y entrevista y lastimosamente toca con una guardia que yo le digo seño yo tengo mi recibido y es “por cuenta mía, no hay entrevista”. O sea, una contesta que..

Y si la dan, se ponen como en el tiempo de antes, tu aquí y en el medio de los dos. Así se pone.

123


Si tú vieras como me llevan a mí pa’ sanidad, una guardiana adelante, una atrás…

Y estás en sanidad y no te dejan hablar.

Ese día no sé qué fue lo que hablamos y enseguida: shitoo, callense que ustedes…¿por qué? (Grupo focal, mujeres libres y empoderadas, 2017)

Para articularse de nuevo con la sociedad, las internas durante su estancia dentro de la cárcel, como ejes fun-dacionales de la resocialización, se utiliza el trabajo y la educación. Sin embargo, ese tema genera preocupación en las sujetas epistémicas pues la mayoría de ellas tienen la disposición y la necesidad de educarse, de emplear su tiempo en algo que redunde en su beneficio futuro:

Me da mucha ansiedad y miedo porque cuando salga no hay nada para mí, no hay oportunidades, trabajo, no hay esperanza, ¿qué voy a hacer con mis hijos? Quiero aprender algo para prepararme, no solo pensar aquí en lo que hice sino en lo que voy a hacer.

Por qué en otros establecimientos penitenciarios salen personas graduadas, de abogado, de profesores, o sea tantas cosas…

Que todos pudiéramos ir al taller para poder trabajar, que tengamos más oportunidad de trabajar, de estudiar, que el Sena haga más cursos que le sirvan cuando uno salga, que las universidades también nos de carreras.

Para las mujeres son muy pocos los proyectos que trae el gobierno.

124


Yo estuve la vez pasada por dos años, y había cursos del Sena y aprendí demasiado, deberían formarnos en carreras técnicas o algo para estar preparadas,

Me gustaría que hubiera aún más cursos para resocializarnos y poder salir de este lugar con una manera de vivir la vida.

De pronto no es el espacio, de pronto es que tengamos más libertad, de pronto es que nos dedicaran más tiempo, vamos a hacer un curso, vamos a dedicarnos, tal hora a tal hora, (…) aquí no hay resocialización.

Que contáramos con cursos donde nos podamos capacitar y así poder resocializarnos.

En la parte de resocialización no se trabaja, hay aprendizaje por parte del gobierno como instituciones como el Sena. (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017)

De la misma manera, los pocos cursos que hay no tienen continuidad y requieren retribución monetaria. Se necesitan insumos que la mayoría de las internas no pueden comprar, debido a la mala situación económica en la que se encuentran. Atadas de manos y pies, sin lugar para producir conocimiento o trabajo, se corta la vena resocializadora:

Aquí hubo fue un programa con una universidad, no, pero los internos tenían que pagar, eran los graduados y tenían que pagar, eso salió como el año pasado y no quedó en nada porque de dónde nosotros para sacar, porque eran costos siempre altos.

125


¿Por qué en otros establecimientos penitenciarios salen personas graduadas, de abogado, de profesores, o sea tantas cosas, y no les vulneran sus derechos así sean de alta, porque este es de mediana y quieren ponerle seguridad de alta, es un espacio que no es para ser una cárcel de alta?

Y la otra es, para apuntarnos en el curso de enfermería, sí, me gusta esto, me gusta lo otro y después vienen, sí hay que comprar esto, hay que comprar lo otro. Entre nosotras mismas (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

Las mujeres sindicadas están en un limbo en cues-tiones de participación y acceso a los beneficios. Otras de las recomendaciones están relacionadas con la aten-ción legal que ellas reciben. Por un daño de conducta no puedes ingresar los documentos necesarios para poder salir, y a muchas les toca, por falta de recursos moneta-rios y legales, quedarse extra tiempo en la penitenciaría, lo que contribuye al hacinamiento y a la inestabilidad psicológica y moral de la interna:

Si no metes los papeles nunca nadie sabe. Nosotras las mujeres, le voy a decir la verdad, nosotras las mujeres para recibir diálogo con la mujer de jurídica…

Esta semana no vino la señora de jurídica

Hay que estar mandándola llamar.

Yo tuve, lastimosamente se me dañó, se me dañó mi conducta y ya yo con el favor de Dios, ya esta semana, antes de que se vaya el mes de agosto, yo la despego de

126


este lugar, pero yo le digo, yo tuve mi beneficio de 72, yo duraba 3 días en la calle. Y si yo hubiera querido, mi primera salida, que eran tres años que yo no veía a nadie, a mis hijos, yo dejé a mi hijo de ocho meses de nacido, ¿será que yo hubiera tenido pie pa’ devolver? No, cierto. Me hubiera ido y pa’ onde irme tengo. Y no lo hice. Volví. Fueron ocho salidas de 72 que hice, ocho salidas. Cuatro años. Yo estoy pasada ocho meses de mi libertad, porque apenas me metieron los papeles (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

En lo referente a la alimentación, el “gambao”, que es la comida de la cárcel y no se encuentra en las condicio-nes adecuadas para una nutrición esencial. Hay mujeres que no pueden consumir lo que ofrece la prisión:

¿Cuál es tu comida favorita?

Si digo cuál es mi comida favorita, acá todas me van a linchar

¿Y por qué te van a linchar?

Porque estamos aburridas de comer eso

Porque es pollo guisado, y eso es solamente lo que dan acá, o pollo o carne.

Y es distinto un pollo de aquí a un pollo de la calle, yo soy feliz cuando mi mamá me guisa un pollo.

Uy, arroz de fideos, unas tajadas de plátano maduro…

La alimentación no es adecuada en el sistema que muchas veces nos las quieren entregar en un estado descompuesto, siempre lo mismo donde hay internas

127


(o) que no pueden consumir carnes rojas y que es lo que más hay, o sea lo que más se consume pero en un estado que a veces no es.

(Merecemos) una alimentación digna con los alimentos adecuados para nosotros. (Grupo focal, mujeres libres y empoderadas, 2017)

Una de las recomendaciones que se desprendieron de estas reflexiones es la necesidad de tener una granja donde puedan cultivar sus alimentos de manera sostenible, lo cual se constituye en una alternativa bastante viable para solucionar el problema alimentario, asimismo es una acti-vidad que ayudaría mucho a las internas para mantenerse ocupadas, para la convivencia y, ¿por qué no?, para pro-yectos de emprendimiento y sostenibilidad económica.

En síntesis, las mujeres de esta cárcel solamente están recomendando todo lo referente con la satisfacción de las necesidades mínimas para un ser humano, todas de impacto directo en su resocialización, nada fuera de lo común, ningún trato especial. Solamente lo que se merecen por el hecho de ser personas, ciudadanas, mujeres, hijas, esposas, que deben convivir con la culpa de lo que hicieron (o no, porque muchas son sindicadas y no condenadas, así que la probabilidad de inocencia siempre está latente), y que tienen un potencial increíble debido a su resiliencia y capacidades, lastimosamente no explotados, como se debiera debido a las limitacio-nes presupuestales:

Aunque yo personalmente soy muy consciente de que uno como ser humano tenemos derecho a todo esto

128


y todas las comodidades, pero cárcel es cárcel y no debería haber nada de eso, tenemos que ser consciente de nuestros errores.

Bueno de mi parte me gustaría que cambiara la convivencia, que nos brindaran la oportunidad de concedernos un espacio donde podamos tan siquiera, una vez por semana, compartir con nuestros cónyuges y que no nos maltraten ni humillen como si fuéramos lo peor, porque todos somos seres humanos que cometemos errores, pero solo Dios tiene el derecho de señalar y juzgar. Queremos libertad de expresión y no de humillación.

En las cárceles siempre deben brindar más atención en salud, no quitar las visitas familiares por ningún motivo, por lo que ellos son los únicos que tenemos, una alimentación digna, buen trato en nuestras cárceles por esos hacinamientos. No tenemos buena convivencia, para que nosotras o nosotros nos resocializamos deben brindarnos más ayuda, darnos como se nos merece el derecho a trabajar sin ser maltratados, que nos dejen de violar nuestros derechos como seres humanos (Grupo Focal, Mujeres libres y empoderadas, 2017).

Intercalan también de la misma manera el análisis de los derechos con la certeza de que a partir de su expe-riencia puedan comunicar sus necesidades:

Que tuviéramos una buena condición en nuestras habitaciones, nos deben como personas unas actividades dignas para resocializarnos como personas de bien, que no nos quiten nuestra visita

129


que son lo único que tenemos aquí porque siempre en las cárceles hay tanto hacinamiento, porque a pesar de estar privados de la libertad merecemos una vida digna. Que no nos discriminen, que nos traten bien, una sanidad digna y actividades que nos suman para nosotros.

Son unos derechos fundamentales como el derecho a la vida, a no discriminar a las demás personas por su raza y su sexualidad, a tener el derecho a una vida digna y que desde que nacemos tenemos derechos a todo en este mundo y porque hay tanta gente que por ser de un estrato alto que otro tiene que discriminarnos. Tanto tenemos el derecho a la libre expresión corporal, que no nos vean como lo peor sino a que si estamos en este lugar es por un error, aunque estemos privados de la libertad no somos esclavos, somos personas que vinimos a reflexionar y a tratar de ser mejores para la sociedad y para nuestros hijos y demás familia. Que nos vean de igual forma que las demás personas, no que por estar en este lugar somos lo peor porque aunque estemos en este lugar salimos siendo una mejor persona. Aquí nos enseñan muchas cosas para mejorar nuestra convivencia y nuestro mejor pensar para nuestra vida (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

Con esto se reitera la necesidad de una comunidad epistémica que sirva de grupo de apoyo a estas mujeres, ya que el hecho de saber que iban a aprender sobre los temas que discutimos anteriormente las llenó de mucho entu-siasmo pues siempre estaban dispuestas a hablar, a pesar del calor, de las adecuaciones y de las preocupaciones

130


que pudieran tener. Si ellas no hubiesen querido poner de su parte, habrían abandonarían el barco, o habrían vili-pendiado la actividad, como lo hicieron con el cura. Ellas solamente necesitan a alguien que realmente demuestre interés en escucharlas, en evidenciar lo que viven, en abra-zarlas, en compartir un chocolate, una gaseosa, en reír a pesar de todo. Sin duda, algunas son mujeres increíble-mente poderosas, solo con darles un poco de luz, de voz mostrarían su verdadera cara: la de mujeres que necesitan una nueva oportunidad. He aquí varias de sus reflexiones acerca de las actividades que se hicieron:

Sí me parece importante porque tenemos material para pelear si se violan nuestros derechos, y todo se logra teniendo códigos para poder hacerlo y nunca había tenido información por La Procuraduría o por otra parte. Por eso me parece que este curso es muy, pero muy importante.

A mí me gusta porque se trata de los derechos. Cuando uno está acá es cuando uno debe estar más con la mente abierta a esos temas.

Es importante saber de nuestros derechos y deberes, ya que nos encontramos privados de la libertad y podemos ser irrespetadas, maltratadas verbales por la guardia en el centro penitenciario por el simple hecho de estar en hacinamiento. No había recibido esta grandísima información.

Para mí sí es muy importante el desarrollo y conocer sobre los aspectos de los derechos humanos ya que el tiempo que tengo de estar privada de la libertad nunca había llegado a conocer sobre qué derechos teníamos

131


las internas (o) y qué derecho nos estaban violando, por eso me encanta y me gustaría seguir compartiendo para conocer más sobre los derechos humanos y que así podamos pelear todos nuestros derechos como seres humanos.

Claro que me parece importante seguir teniendo en cuenta todo esto porque es muy necesario para la convivencia de este centro. Antes de estos primeros cursos, de todos los que hemos visto acá solo esto y usted que le ha dado importancia a toda persona privada de la libertad, antes de eso solo nos traían gente como para hacer algo, hacer y que para ellos poder quedar bien antes sus dirigentes.

Considero que sí es importante saber sobre los derechos humanos o internos dentro de una cárcel porque podemos saber cómo dirigirnos ante un superior con buenos argumentos y con la razón que se sepa, que no solo por el hecho de estar encerrados o ser delincuentes no se nos pueden negar los servicios o beneficios a los que por ley tenemos derecho. Sí había recibido antes información, pero no tan detallada como lo estoy recibiendo en este momento

Para mí es muy importante porque debemos saber a qué nos podemos enfrentar y cómo podemos defendernos ante todo lo que pasa aquí porque somos atropellados por malos tratos y porque no nos cumplen con las cosas que necesitamos, ya que no habíamos tenido capacitación en otro tiempo.

Y aunque estemos privados de la libertad queremos que nos dejen de discriminar. Toda persona es inocente mientras no se compruebe la culpabilidad

132


Si, porque el círculo de lectura lo enseña a uno a tener respeto por las personas. (…) con todo esto, muchas no conocíamos los derechos que tenemos acá, aprendemos, en mi personalidad, me examino y miro qué errores tengo de mí, soy lo más humanitaria que yo pueda, pero a veces, de pronto en el sitio donde uno se encuentra, es complicado (Grupo focal, Mujeres Libres y Empoderadas, 2017).

133

Conclusiones

Realmente trabajar en un contexto como el carcela-rio, y sumándole un enfoque de género, sin duda alguna, pone en evidencia la médula espinal de la sociedad. Ilustrada con todas sus ramificaciones, nervios expues-tos, dolencias, falencias y dolores, es bastante revelador que, a través de la puesta a la luz de estas historias, se pueda comprender qué tan necesitados estamos de un cambio de rumbo y vislumbrar la estructura podrida de nuestras prácticas sociales de invisibilización, margina-ción y abandono de las mujeres, sobre todo de quienes están en la periferia.

Todo lo que está mal en la sociedad converge en la cárcel. Olvido, desidia, desinformación. Funcionarios públicos que se desgastan día a día con recursos limi-tados, soportando el peso del trabajo con unas mujeres necesitadas. Se esconde bajo la alfombra la realidad.

En esta primera parte de las consideraciones finales es menester recordar que las leyes están hechas a partir de la mirada exclusiva de los hombres. Esos dominios masculinos que invisibilizan a través del lenguaje a la mujer, realmente se constituyen en un campo a revi-sar y teorizar a partir de ahí e ir siguiendo los rastros de las injusticias que genera, reproduce y mantiene el patriarcado. Dado que este es un corpus de relaciones y prácticas variadas, no un ente definido, no se sabe

134


exactamente a qué apuntar. Hay que trabajar en diversos frentes, en contra de este dispositivo de domesticación humana, que se refleja en este contexto en el cual se tra-bajó en esta etnografía.

A pesar de todo este contexto desfavorable, esta expe-riencia demuestra claramente que la mujer en estado de reclusión es un sujeto epistémico, con plena capacidad para entender la dimensión de su encierro, consciente de la temporalidad de su situación y con muchas ganas de dejar atrás lo vivido en la prisión, para poder seguir adelante.

Las mujeres que participaron de este ejercicio dis-cursivo expusieron sus necesidades de manera reflexiva, intuitiva y altamente crítica. En los encuentros del Círculo de Lectura y el Foro de Discusión, surgieron diversos tópicos que tocaban las fibras más internas y estructura-les de sus emociones, psique y su relación abstracta con “la calle” y cómo los acontecimientos que ocurren afuera moldean sus intereses y su relación con el entorno carce-lario. Es evidente que para mejorar exponencialmente la vivencia carcelaria hay que poner especial atención a la relación que las internas tienen con el mundo exterior.

En ese orden de ideas es importantísimo saber si estas mujeres cuentan con redes de apoyo, qué proyección tienen a futuro para garantizar la creación de sociedad a partir de la resocialización, entendida como un proceso ascético y que realmente busque mejorar la calidad de vida de las internas. No se puede deslindar una cosa de la otra.

A partir de sus apreciaciones, se resalta la importancia de saber que, a pesar de las circunstancias del encierro, se puede tener una visión humanitaria y holística de lo que

135


está sucediendo allá afuera. Que precisamente este es un espacio en el cual se pueden tocar temas que las edifique como mujeres y que este espacio intersticial de transición construya tejido social a partir de las elaboraciones teó-ricas e intervenciones sobre su experiencia práctica en la prisión.

Esta realidad puede ser posible ya que el presupuesto nacional para el 2018 es de unos 235,6 billones de pesos, con un incremento del 3.1%. (El País, 2017). Si se busca mejorar la realidad social particular de este colectivo, entonces la balanza no parece tan inclinada favorable-mente a la justicia.

Finalmente se presenta el nuevo concepto de resocia-lización, que responde a las preguntas generadas en el proceso investigativo:

Resocialización: es un proceso de enfoque diferencial en el cual las personas que participan de este debido a sus actos delictivos subliman la responsabilidad de sus acciones a través de la reflexión y cultivo espiri-tual, cultural, educativo, reforzado por medio del tra-bajo comunitario y/o de emprendimiento. Está con-textualizado en una vivencia y estancia digna donde sus necesidades de salud, alimentación, higiene, son suplidas de manera constante, efectiva y responsable, fomentando en ellas la aparición fáctica de su verda-dero potencial humano y social. Esto se ve fortalecido porel tratamiento penitenciario, sumado a la fraterni-dad y sororidad entre los internos y las internas, asi-mismo, bajo el respeto a las autoridades y a la medida de detención preventiva, en acompañamiento de sus redes de apoyo socioafectivas desde fuera. El resultado

136


es la constitución de sujetos y sujetas empoderados, instruidos y listos para contribuir a la sociedad con lo aprendido en el lapso de tiempo en el que estuviere privado de la libertad, con sus capacidades totalmente activas.

Este concepto fue producto del trabajo de casi tres años con las internas, sumado a la amplia revisión biblio-gráfica. Sin embargo, seguramente tendrá sus falencias y oportunidades de mejora, además de ser totalmente utópico en estos momentos. Pero el poder de la palabra es grande, y más aún si viene acompañada de acciones articuladas de alto impacto que se esperan activar con la divulgación de este trabajo.

De manera fáctica se pueden hacer grandes cambios con pequeñas gestiones tales como:

• Fomentar el liderazgo de las mujeres en prisión.• Crear alianzas estratégicas con universidades, empre-

sas públicas y privadas.

Con esto se fortalece la resocialización con planes fuertes que favorezcan al emprendimiento y al trabajo. Sin embargo, la conclusión más iluminadora de todas es entender que no hay poder resocializador y resignifica-dor más grande que el que reside en la educación y la cul-tura. Fortaleciendo este aspecto, se llenaría de esperanza el futuro de estas mujeres, que fueron empoderadas en este proceso investigativo, no obstante, necesitan progra-mas sostenibles, constantes y significativos. No se debe apuntar tan solo al mejoramiento de su realidad, sino a

137


sus trascendencias como sujetas epistémicas. A que den vuelta a su realidad de manera exponencial, como se ha hecho en otros países. Colombia, y en este caso Santa Marta, no serán la excepción.

Este proceso hubiese sido infructuoso sin la inter-vención de las sujetas epistémicas, a quienes se debe esta monografía. Este pedazo de construcción epistemoló-gica que se constituye en una herramienta de cambio de esta realidad, que no debe ser ajena a nosotros y debe ser visible, tangible y, por lo tanto, mudable.

139

Referencias

Agar, M., Clifford, J., Cushman, D. E., Geertz, C., Marcus, G. E., Reynoso, C.,... y Tyler, S. A. (2003). El surgimiento de la antropología posmodern. Barcelona, España: Gedisa,.

Alarid, L. (1996). Womens Offenders’ perception of confine-ment: Behavior code acceptance, hustling and group rela-tions in jail and prison. (Disertación presentada como tesis de grado para Doctorado en Filosofía). Houston, EE.UU: Sam Houston State University.

Antony, C. (2007). Mujeres invisibles: las cárceles femeninas en América Latina. Nueva Sociedad, 208, 73-86.

Ariza, L. y Ángel, C. (2015). En el corazón del buen pastor. La apropiación del discurso de los derechos humanos en el contexto penitenciario colombiano. Antípoda: Revista de Antropología y Arqueología 23, 45-64.

Azaola, E. (2007). De mal en peor: las condiciones de vida en las cárceles mexicanas. Nueva Sociedad, 208, 118-128.

Bordieu, P. y Wacquant, L. (2005). Una invitación a la sociolo-gía reflexiva. Bogotá, Colombia: Siglo XXI Editores.

Boussaguet, L. (2016). Diccionario de políticas públicas. Bogotá, Colombia: Universidad Externado de Colombia.

Butt, K.M. (2014). Women Prisoners: A Case Study of Central Jail, Kot Lakhpat, Lahore. South Asian Studies, 29(1), 213-236.

Caimari, L. (2009). Entre el panóptico y el pantano: avatares de una historia de la prisión argentina. Política y Sociedad, 46(3), 135-148.

140


Calvo, E. (2014). El encierro carcelario. Impacto en las emo-ciones y los cuerpos de las mujeres presas. Cuadernos de Trabajo Social, 27(2), 395.

Coleman-Saavedra, P. (2012). Female inmates’ perception of distri-butive and procedural justice and adjustment. (Disertación presentada como tesis de grado para Doctorado en Filosofía). Texas, EE.UU: Texas Woman’s University.

Conde, P. A. (2009). La creación y el espacio terapéutico en el medio penitenciario. Arteterapia, 4, 137-148.

Constitución Política de Colombia [Const.](1991). Bogotá, Colombia: Legis..

Corbetta, P. (2003). Metodología y técnicas de investigación social. Madrid, España: McGraw-Hill.

Corte Constitucional de Colombia. (28 de junio de 2013). Sentencia T- 388 [María Calle]

Corte Constitucional de Colombia. (1998). Sentencia T- 153 [MP Eduardo Cifuentes]

Del Pozo, F. (2015). Prevención y tratamiento en el ámbito penitenciario: las mujeres reclusas drogodependientes en España. Pedagogía Social: revista interuniversitaria 26, 173-199.

Denzin, N. K. y Lincoln, Y. S. (2015). Manual de investigación cualitativa (Vol.4). Barcelona, España: Gedisa.

Foucault, M. (1968). Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Bogotá, Colombia: Siglo XXI.

Foucault, M. y Deleuze, G. (1992). Los intelectuales y el poder. Microfísica del poder, 83-93.

Foucault, M. (2016). La sociedad punitiva: curso en el Collége de France (1972-1973). Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica.

García, E. (2012). Las otras poblaciones presas: mujeres y extranjeros. Revista de Derecho Penal y Criminología 3ra Época 7, 407-422.

141


Geertz, C. (1991). La interpretación de las culturas (Vol. 1). Barcelona, España: Gedisa.

Goffman, E. (1968). Asylums: Essays on the social situation of mental patients and other inmates. Nueva Jersey, EE.UU: Doubleday..

Guber, R. (2001). La etnografía: método, campo y reflexividad (Vol. 11). Bogotá, Colombia: Editorial Norma.

Hamui-Sutton, A. y Varela-Ruiz, M. (2013). La técnica de grupos focales. Investigación en educación médica, 2(5), 55-60.

Hernández, G. (1999). El análisis de las políticas públicas: una disciplina incipiente en Colombia. Revista de estudios sociales, 4, 80-91.

Hernández, P. (2014). El código penitenciario y el tratamiento del trabajo. Revista CES Derecho, 5(1), 66-78.

Inpec. (2013). Glosario Penitenciario. Recuperado de http://www.inpec.gov.co/documents/20143/53949/IO+PENITENCIARIO+Y+CARCELARIO+06092016.pdf/a6b62ad6-0246-89cf-b7bb-0c420eaafbbe

Juliano, D. (2009). Delito y pecado. La transgresión en feme-nino. Política y Sociedad, 46(1y2), 79-95Journal of psy-chosocial nursing and mental health services, 48(4), 38-45.

Londoño, B. (2011). Los derechos de las mujeres en la jurispru-dencia de la Corte Constitucional colombiana 2005-2009. Bogotá, Colombia: Universidad del Rosario.

López, M. (2014). Derecho-Género-Justicia: Una propuesta sensible e incluyente a los dominios masculinos del orde-namiento jurídico. Bogotá, Colombia: Casa Editorial Ibáñez.

Mauersberger, M. (2016). El dilema de la madre entre rejas: delincuente y mala madre, una doble culpa. Trabajo Social, 18, 113.

142


Ojeda, N. (2013). Cárcel de mujeres. Una mirada etnográfica sobre las relaciones afectivas en un establecimiento car-celario de mediana seguridad en Argentina. Sociedad y Economía 25, 237-254.

ONU. (1995). Informe sobre la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Recuperado de https://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/fwcwn.html

Prada Hernández, S. E. y Malagón Sierra, M. A. (2017). Presupuesto asignado por el estado colombiano frente a las bases de pre-paración del presupuesto en el sector penitenciario.

Ramírez, B., Alanis, J. y Parra, G. (2016). Cárceles de la muerte: necropolítica y sistema carcelario en Colombia. Universitas Humanística, 82, 365-391.

Rojas-Cavanzo, D.A., Benkelfat-Perafán, K. y Mora-Antó, A. (2016). Narrativas Acerca de las Relaciones Familiares en Mujeres en Situación de Reclusión Carcelaria. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 14(1), 273-286.

Rubio, F. (2013). Aspectos psicosociológicos de las personas encarceladas y/o excarceladas. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 37, 201-220.

Sáenz, D. (2016). La política pública carcelaria en el con-texto de los procesos de reinserción social en Colombia. Principia Iuris 12(24), 77-97.

Sánchez, I. (2012). La cárcel en España: mediciones y condi-ciones del encarcelamiento en el siglo XXI. Revista de Derecho Penal y Criminología, 8, 351-402.

Segato, R. (2007). El color de la cárcel en América Latina: apuntes sobre la colonialidad de la justicia en un conti-nente en desconstrucción. Nueva Sociedad, 208, 142-162.

Teplin, L. A., Abram, K. M., y McClelland, G. M. (1997). Mentally disordered women in jail: Who receives servi-ces? American Journal of Public Health, 87(4), 604-609.

https://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/fwcwn.html

https://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/fwcwn.html

143


Torres-Melo, J. y Santander, J. (2013). Introducción a las polí-ticas públicas: conceptos y herramientas desde la relación entre Estado y ciudadanía. Bogotá, Colombia: IEMP Ediciones.

Velásquez, R. (2010). Hacia una nueva definición del concepto “política pública”. Desafíos, l 20 149-187.

Wallerstein, I. (Ed.). (1996). Abrir las ciencias sociales: informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales. Ciudad de México, México: Siglo XXI Editores.

Se diseñó y diagramó en la Editorial Unimagdalena.Se imprimió en los talleres de Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A.S.

carrera 69H No. 77-40. Bogotá D.C., Colombia.

Esta publicación hace parte de la colección de Ciencias Sociales, serie: Antropología y Sociología.En su composición se utilizaron caracteres Myriad Pro y Minion Pro.

Su portada va en papel propalcote de 240 gramos y las páginas interiores en papel book cream 70 gramos.

Formato 13 x 20 cm.

Reclusas de la Cárcel - editorial.unimagdalena.edu.co · Queda prohibida la comunicación pública...

Documents

Transcript of Reclusas de la Cárcel - editorial.unimagdalena.edu.co · Queda prohibida la comunicación pública...