RECONSTRUYENDO C°RAMADITAS

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RECONSTRUYENDO LA HISTORIA DEL CERRO RAMADITAS

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Este libro nace como producto final del proyecto “Mujer y Participación Activa” programa desarrollado por la Fundación PRODEMU, quienes plasmaron el registro realizado por las mujeres del cerro Ramaditas, rescatando la identidad por medio de relatos vivos. Esta iniciativa es apoyada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de la Región de Valparaíso a traves del programa Red Cultura quien realizó la producción y financiamento de este producto.

Edición: Javier FernándezDiseño y diagramación: Paula OlguínFotografía: Luis PiñangoTextos: Magdalena González, Amalia Flores, Tatiana Ibáñez, Ema Donoso, Rosa Flores, Aurora Jansen, Clementina Araos, Marina Brito, Marta Benítez, María Caballero, Irma Rivera, Demesia Ojeda, Elizabeth Vergara, María Ibáñez.

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Quiero invitar a todos y todas a leer este libro que es producto de un esfuerzo en conjunto de la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de la Mujer y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes Región de Valparaíso que, en un trabajo colaborativo, rescatamos las historias de vida de las vecinas del Cerro Ramaditas, que fue afectado por el incendio del 12 y 13 de abril pasado.

Desde las consecuencias de una catástrofe como la que vivimos es posible considerar a partir de la política pública en arte y cultura, una intervención que se constituya en una oportunidad para reparar espacios, cotidianeidad y relaciones. Una mirada que nace de la co-construcción de sentidos colectivos y trabajos colaborativos, con actores de la comunidad y la mediación de organizaciones artísticas y culturales de la sociedad civil. Queremos agradecer a quienes contaron las historias de los hogares que hoy se encuentran en proceso de reconstrucción, desde un trabajo colaborativo con las vecinas a quienes reconocemos haber compartido sus experiencias, vivencias, recuerdos y emociones que seguramente atesoran en un lugar muy importante de su memoria.Espero disfruten de este trabajo

Nélida Pozo KudoDirectora del Consejo Nacional de la Cultura y las Artesde la Región de Valparaíso

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Graciela Jimenez Directora Ejecutiva Regional PRODEMU V Región

A raíz del lamentable incendio ocurrido en los queridos cerros de Valparaíso en el mes de abril de este año, la Fundación Prodemu desde el primer momento acudió en ayuda de las mujeres y sus familias damnificadas, colaborando con todas las instituciones y voluntariados con los que fue posible aportar. Sin embargo, estimamos que no era suficiente la ayuda en los momentos de crisis, sino en la ayuda y acompañamiento de centenares de mujeres que comenzaban un duro caminar para reconstruir y recuperar lo perdido. No queríamos estar ajenos a ese difícil proceso; como Institución y Equipo de trabajo. Nuestra estrategia fue el empoderamiento de las mujeres, el afecto y la búsqueda de alternativas y oportunidades en conjunto con las propias mujeres, adaptar las actividades programadas y realizar un Plan Piloto que fuera capaz de escuchar las propuestas y el aporte participativo de l@s afectados. Nuestra misión es entregar herramientas a las mujeres para el ejercicio pleno de su autonomía, tanto económica como social, la defensa de sus derechos y el desarrollo de su liderazgo, a través de acciones de formación, capacitación y difusión.

De allí que nuestro posible aporte debía enmarcarse en la misión de Prodemu, una Fundación perteneciente a la red socio cultural de la Presidencia orientada a contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres más vulnerables del país.El plan de actividades fue orientado por las dimensiones de autonomía política, social y en el ámbito de su desarrollo personal y bienestar familiar.

Esto fue viables con la participación, entusiasmo y la capacidad de salir adelante de las mujeres de los cerros de Valparaíso, sin cuyo aporte y dedicación no hubiese sido posible…

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Debo expresar en primera instancia, que para nuestra Fundación PRODEMU, que responde a la misión cada día más desafiante, necesaria en la Promoción y Desarrollo de la Mujer, expresada en la Agenda de Género de nuestra Presidenta Michel Bachelett Jeria, ha sido un privilegio conocer las experiencias de vida, de las mujeres del Cerro Ramaditas, quienes vieron afectadas sus cotidianas alegrías, expectativas y esperanzas con el devastador incendio que no logró apagar sus fuerzas, sino por el contrario, fortaleció sus convicciones de lucha y liderazgo, en medio de un procesos de reconstrucción que no ha sido sólo desde el espacio las calles y hogares, sino, que también desde las emociones, las vivencias familiares y las capacidades colectivas necesarias para levantar la mirada y los sueños.

Es así como el rescate de sus testimonios de lucha y de resiliencia ante el dolor y la catástrofe, se constituyen en el reflejo de miles de mujeres, en el desafío de retratar la historia desde cada familia y por añadidura desde cada pasaje y rincón del barrio, desde el espacio comunitario.

Agradecemos la participación e involucramiento de cada una de las mujeres que formaron parte de este trabajo en torno a la “Reconstrucción de la Historia del Cerro Ramaditas con Ojos de Mujer”, que gracias a la colaboración del Consejo Nacional de la Cultura y Las Artes y de los equipos de la Gobernación e Intendencia Regional, finalmente se ha podido plasmar en este libro testimonial, en el desafío de la reconstrucción tras la catástrofe que golpeo una vez más al puerto de Valparaíso.Catalina Carreño

Directora Ejecutiva Provincial PRODEMU Valparaíso

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Mi padre fue trabajador y uno de los fundadores del Club Guillermo Subiabre, ahí se hacía un carnaval, se hacía una representación en el O’Higgins, se preparaba un desfile de todos las asociaciones de Fútbol, venían gente de todas las edades con sus uniformes.Los carnavales eran en la calle “C”, calle Cobre con calle Ramaditas, se le llama la esquina alta, se cenaba, venía la orquesta Guambalí, se elegía la mejor reina, eran momentos muy agradables donde la gente del Cerro compartía, ahora esa tradición se ha perdido.Para el 18 de septiembre se repartían golosinas, se hacían juegos típicos chilenos como la cuchara con el huevo, platos con harina, el palo encebado y otros más. Pero ahora ya no se hace, mi sueño sería volver a hacer esas cosas.Recuerdo que en mi infancia más o menos desde los 7 años iba yo a caballo donde estaban las hortalizas en el Fundo El Manzano, había muy pocas cosas en ese entonces, como a las cuatro de la mañana empezaban a bajar los burros con la mercadería.Mi papá iba a buscar aromo al fundo del Sauce, lo empaquetaba y lo llevaban a embarcar a Santiago.La venia de Laguna Verde, el colorado con caballos.

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Teníamos un Club “Juventud Calle Nueva “, se jugaba a las bolitas, el trompo, la paipa, hacían carreras de carretones entre el sector. Era bonito, jugábamos a la pelota y todos iban y pagaban su cuota, cosa que ahora no se hace, hoy día la gente quiere todo gratis. También íbamos de paseo a Los Andes, a la playa de Bucalemú, cuando íbamos de paseo con mi familia, les llevaba las viandas con comida a mis hijos, eran otros tiempos, no se necesitaba de un auto para viajar, eso era lo lindo, la unión del sector.Teníamos un Club “Juventud Calle Nueva “, se jugaba a las bolitas, el trompo, la paipa, hacían carreras de carretones entre el sector. Era bonito, jugábamos a la pelota y todos iban y pagaban su cuota, cosa que ahora no se hace, hoy la gente quiere todo gratis. También íbamos de paseo a Los Andes, a la playa de Bucalemú, cuando íbamos de paseo con mi familia, les llevaba las viandas con comida a mis hijos, eran otros tiempos, no se necesitaba de un auto para viajar, eso era lo lindo, la unión del sector.Me gustaría rescatar todo lo que disfruté de mi niñez, antes no había discriminación, todos jugábamos al volantín, luche, trompo, a las bolitas, no solamente la cueca vale. Yo le enseñé a mis hijos, nietos y bisnietos a jugar al volantín.

Este dieciocho que pasó jugué con mi hijo menor Vladimir al trompo y al emboque, es bonito recordar la vida pasada.Mis padres Juan Anselmo González y Juana Julio, recogían niños y los traían a la casa, ahí se quedaban y se les llevaba al colegio. Entre los dos habrán cuidado entre unos treinta a cuarenta niños, me acuerdo que cuando murió mi mamá fueron trece micros a acompañarla. Los viejos eran de las personas que cuando les pedían un favor preferían quedar sin ni una chaucha y ayudar. Mis padres eran cuidadores del fundo El Manzano, donde tres generaciones, a partir de 1890, han pasado por ahí cuidando, era muy lindo, ahí habían represas que abastecían todo el sector para regar hacia abajo.Mi vida ha sido una vida de trabajo, cuando chica trabajamos con mi papá, desgranábamos las semillas y vendíamos las flores en la feria de la Av. Argentina y así ayudaba a mi familia, que tenemos cinco hijos.

Magdalena González

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La vida aquí en Ramaditas era antes mejor que ahora, había más espacio, la gente era más sana, no pasaba nada, habían quebradas con mucha vegetación, un inmenso sauce, ahí nos columpiábamos en un neumático con un cordel y jugábamos, esto hace más o menos 42 años atrás, mi mamá nos dejaba ir a jugar allá con otros niños que vivían por el sector, pero ahora uno no puede dejar a los niños solos.La mayoría de las personas que yo conocí cuando chica siguen viviendo acá en el cerro, aunque hay algunas también que se han ido de acá. Las familias más antiguas que van quedando son los González, los Marín, los Ordenes, ellos viven en El Bosque, la señora Marina Brito, los Yansen y los Guerra.Antes no había locomoción, las primeras micros llegaban solamente hasta el Cristo, subía la “R” y las Carolina bus como en 1978 más o menos empezaron a subir por todo el cerro.En ese entonces las escuelas que existían eran la “Washington”, “Providencia F 280 “y” La Parroquial”. Aquí en el Cerro había un club deportivo llamado “Juventud Calle Nueva”, en una ocasión se hizo un campeonato de ping pong, en esa oportunidad yo gane y mi contrincante fue la Rosa Brito.

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Las casas están casi igual en el Cerro, había mediaguas, casas hechas de adobe, al Cerro antiguamente le decían “Las Ramaditas” porque las casas eran en forma de ramadas. Mi papá le puso a nuestra casa cemento en el frente por el golpe militar porque a veces habían balaceras, después con los años hace como 20 años atrás mis papas hicieron una casa nueva.Yo tengo bonitos recuerdos, me siento feliz cuando hablan de mi cerro, me da también nostalgia ahora nada es igual, el cerro no es tan malo uno vive tranquila, yo me tengo que ir de Ramaditas por el trabajo de mi esposo y me da pena.

Amalia Flores

Las calles del Cerro las pavimentaron hace como 35 años atrás. Antes de los años sesenta aquí no había alumbrado público y allá arriba en la Población La Frontera no había alcantarillado. De las casa que habían me acuerdo que era famosa la casa del capitán Yansen. Para movilizarse en los años cincuenta lo hacían con vacas, burros y caballos, quienes tenían estos animales bajaban al plan a comprar y otros compraban a los que venían a vender. Las verduras no era necesario bajar al plan a comprarlas porque el señor de las hortalizas vendía y uno mismo sembraba, teníamos espacio para sembrar .Los negocios del Cerro más típicos eran “El Jambruno”, se vendía de todo y de a cuartos, y ”El Emporio Colo Colo“ que vendía palillos, lanas, telas y mucho mas.Recuerdo que junto al “Motemey” y al “Turroney” pasaba también un organillero con un loro.

Tatiana Ibáñez

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El Cerro ahora lo estamos viendo más moderno, tenemos iluminación, existe sanidad regularizada. Cuando era niña me acuerdo que cuando llovía se hacían zanjas, antes llovían dos semanas seguidas íbamos a jugar mi mamá nos daba permiso a mí y mis cinco hermanos, recolectábamos piedras, vidrios, íbamos sin zapatos, eso era lo más rico del invierno. Mi mama cuando llegábamos después todos embarrados nos bañaba y nos daba tecito con sopaipillas y nos acostábamos. En el verano hacíamos caminatas, una familia organizaba todo, la familia del marino, nos llevaba a los cerros, nos bañábamos en las pozas o subíamos al camino de la pólvora, habían zarzamoras, jardines y plantaciones de hortalizas. También había un Centro de Madres, ya no está, tejían y hacían clases de vestuario me acuerdo de la señora Tina, la señora Otilia, las mamás de nosotras se juntaban ahí y nosotros jugábamos al caballito de bronce, a las cortinas de humo. Era característico del Cerro el “Motemey” que vendía mate cocido ,también el “Turroney” todos los domingos se paseaba vendiendo por el Cerro con una bandeja en la cabeza y vestido de blanco vendía dulces, maní confitado y turrones.En esos tiempos pasaban vendiendo leche de burra en botellas de vidrio una vez a la semana

Ema Donoso

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Los negocios más conocidos eran ” El Janbruno” y también el “Emporio Colocolo”.El 18 de septiembre era distinto nos organizábamos antes en el cerro y hacíamos una fiesta donde el Club Deportivo se encargaba de todo. Se hacían chinganas, palo encebado, en ese tiempo no había tanta junta de vecino, la comunidad se organizaba en torno al club deportivo. Me da nostalgia recordar el anhelo que teníamos de tener luz, de tener movilización, y ahora nos sentimos invadidos. Antes la única distracción era salir a la calle y ahora los niños no van a salir a la maleza. También siento felicidad recordar la infancia que tuve, aquí todos nos conocemos, nos saludamos en la calle, vamos a los funerales. Yo le cuento a mi familia para renovar la historia del Cerro y no me creen que fue así antes.Aquí este año ha sido malo, en lo personal no he estado con mucho ánimo, tengo susto, el incendio fue una experiencia mala, que provoco mucha angustia nos afectó a todos, nos unimos por ese lapso de tiempo, ahora estamos igual de individualistas como antes del incendio. Nos hace falta recreación para que estemos más unidos, no hay espacio para unirnos.

A petición de Juan Segundo Naylor, en 1914 se autorizo la construcción de este funicular conocido como ascensor Santa Elena. La estación alta ubicada en Calle Ramaditas 618-630, antigua calle Los Pozos y la estación baja en Avenida Santa Elena 475-491.

En 1930 tuvo un accidente, se descarrilo uno de sus carros, que quedo colgando sobre los rieles y vecinos acudieron con escaleras a ayudar a los pasajeros. Los Crudos temporales del invierno de 1941 jugaron en contra de esta maquina, como cuando se desmorono el cerro y se derrumbo ciento cincuenta metros un muro de piedra que cayo sobre la estación baja. No hubo victimas que lamentar, pero se clausuro el 13 de agosto de 1941.En 2013 se produjo un aluvión en el mismo lugar por causa de la rotura de una matriz de agua potable

María Ibáñez

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Yo nací aquí y fui adoptada a los 15 días de vida, tuve 7 hermanos, mi padre era capitán de la Marina Mercante, a mi papá yo toda la vida le ayude a plantar, tengo tan lindos recuerdos con él, todavía lo echo de menos, viví en una casa tan linda que para la época le decían “La casa del capitán Yansen”, cuando mi papá murió mi mama tuvo que vender la casa, me acuerdo que yo lloraba cuando la echaron abajo, pero no podía hacer nada. La vida aquí era sacrificada, pero linda. La micro “R” se tomaba en Rocuand y subía hasta la Esquina Alta, también cuando llovía las micros no subían, quedaba solo la escalera Santa Estela.Me acuerdo que con mi papá y hermanos en un burro subíamos las cosas del plan, mas tarde mi papá se compro una burrita la “Panchita”.Arriba era super, habían pocas casas del estanque hacia arriba, ahora quedan pocas familias antiguas. Era muy común andar en la calle, la gente en ese entonces era más unida.Empezaron a pavimentar más o menos en 1980, iban pavimentando cada 500 metros.Yo para el terremoto de 1971 conocí a mi marido que vino a ayudar a los damnificados que estaban en la Escuela 280.

Aurora Jansen

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Cuando chicos nos bañábamos en pozas, en la cantera baja del loco Manuel, cerca del bosque, pero todo esto se quemó ahora con el incendio.

En el Cerro las calles antes eran angostitas, las huellas de camino eran de pura tierra, no estaban pavimentadas, tampoco habían muchas escaleras.

El consultorio que existía en ese entonces era “La Reina Isabel I” que quedaba en el camino viejo a Santiago.Yo encuentro que antes era más sana la vida comunitaria, éramos más unidos los del Cerro.

Acá en el Cerro nos hace falta una plaza con juegos, no tenemos espacio donde reunirnos.No hay espacio para juntarnos

Clementina Araos

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Amo mi cerro, aunque tuviera la opción de irme no me iría con los pros y contra que tiene. Quiero a mis vecinos, los respeto mucho y ellos parece que a mí también, a muchas personas de aquí los vi chiquititos.Ahora tenemos pavimentación y alcantarillado, fue a costa de mucho sacrificio de la junta de vecinos de los años que el presidente don Ernesto González y la señora Demesia. Ellos lo dieron todo por el cerro, antes se anegaban las casas porque el estanque de Ramaditas se rebalsaba, se llenaban de agua las casas, con los temporales se volaban los techos y en ese entonces no aportaba la municipalidad, solo era esfuerzo de los vecinos, todos eran muy solidarios, cuando se moría alguien todos llegaban y los mismos vecinos llevaban café con azúcar para compartir, llevaban carbón y en un tarrito calentábamos el agua.Aquí en el Cerro me case, mi marido era de Quilpué, él fue marino un tiempo, tuvimos 6 hijos. Una de mis hijas, la Yani, fue una de las primeras que fue a colonizar el sur a Pulluguapi.

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Aquí en el Cerro cuando todavía no había pavimentación, caminábamos afirmados a los coligues, poníamos tablitas para poder pasar y cuando había alguien enfermo lo llevábamos en andas hasta el Cristo, ahí recién había locomoción.

A uno no lo dejaban ir antes de los 7 años a la escuela, yo iba a la escuela 2, se llamaba “Luis Felipe Salas”, esa escuelita se terminó porque el cura que había en esos años vendió a una familia la escuela y después supimos que había que desalojar el colegio.Los vecinos antes eran más unidos y muy solidarios.

A mí me gustaría que se mejorara la locomoción, que arreglaran las calles y que nos hagamos bien amigos todos, que comprendamos, eso se los enseñamos a los niños, todo se arregla con amor.

Marina Brito

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Yo fui nacida y criada en Santa Elena, pero vivo acá en el cerro desde el otro día del terremoto de 1985.Llegue hace como 30 años atrás porque mi esposo fue nacido y criado aquí en el Cerro Ramaditas. Yo antes no tenía mucho contacto con la comunidad porque trabajaba con mi marido todo el día, tengo 50 años de trabajo en la feria ahora recién este año me inscribí para participar en el grupo de adulto mayor “Hermoso Renacer”.Para nuestra familia la vida fue buena acá en el Cerro porque los dos trabajábamos. Como yo trabajaba en la feria traía todo de allá abajo y la carne la compraba acá arriba se la encargaba a don René. Mis hijos no iban a los colegios del Cerro iban a uno de la Avenida Argentina. Me acuerdo que cuando yo recién llegue a vivir acá veía como subían los caballos y los burros, ahora no se ven.Mi esposo me decía que aquí nadie usaba zapatos, que iban a la escuela que estaba en la Esquina Alta. Mi marido aquí tuvo un accidente cuando chico en la subida Ramaditas, se rompió la pierna y como no había en ese entonces penicilina su pierna se le infecto.Mi marido también penaba y moría por el Club Deportivo Subiabre, participo muy lolo, pero al perder su pierna no siguió, él les metía a mi hijo y mi nieto que participaran. A mí me gusta vivir aquí, es tranquilo, para mis hijos también es bueno, mi hija me quería llevar a vivir a Valdivia, pero yo de aquí no me muevo.

María Caballero

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Mi familia llegó a vivir al cerro en el año 1926 a la parte final del Cerro, en ese entonces se le puso C° Ramaditas por las ramadas de las pocas casas que se habían instalado en el sector.Para movilizarse había tres tranvías y tres micros a las que llamaban las zorras porque en este cerro había muchos zorros los cuales fueron desapareciendo a medida que llegaba gente a vivir. El terremoto del año 1985 dejó varias casas en el suelo ya que la mayoría eran de adobe.Las familias que llegaron de los primeros que yo me acuerdo eran los González, Los Brito, Los Rivera.Los negocios que habían fueron el negocio Luis Guiambruno “La Perita” era como un minimarket a donde llegaba la gente a comprar mercaderías en burro. Otro el salón de refrescos “La Estrella” de la familia Rivera. El negocio de don Sturla en la esquina alta y también la heladería en esquina alta. Otros negocios son la yerbería de don Alfredo Silva a la entrada de la esquina alta. La zapatería “El ruoscato” reparadora de calzados. En calle esmeralda se vendía el Motemey.El club Subiabre se originó en una reunión que se realizó durante un tiempo en la casa de Víctor Rivera.

Se realizaban los hermosos carnavales donde se elegía a la reina del cerro, se celebraban las fiestas del 18 de septiembre en las que se realizaban muchos juegos en los que destacaban el palo encebado y la rayuela, entre otro.Luego con el transcurso del tiempo fueron llegando otros vecinos como los Toledo, Maccleen, Ranures, Bascome, Guzmán, etc.A lo que más jugaban los niños era al paquito –ladrón, el corre, el anillo, carreras, etc. Tengo sentimientos de nostalgia ya que los niños no juegan como antes.El incendio produjo mucho daño y mucho dolor a todas las familias que de alguna manera todos tenían a familiares, amigos en una situación muy triste.Agregaría más vigilancia aquí en el cerro, por robos y excesos de alcohol y drogas. En estos momentos la gente vuelve a levantarse y poder seguir con su vida.

Irma Rivera

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Legué en 1963 aquí al Cerro. Quede sola a los 37 años con mis 7 hijos y una casa a medio construir.

Antes se trabajaba más en comunidad. Con el tiempo se saco el agua potable por esto se pago quinientos pesos en ese entonces por cada casa. Las mujeres del Cerro ayudaban en los trabajos de muros y colocación de los tubos para el agua que traía la empresa de agua potable.

Cuando se pavimento estaba a cargo de la municipalidad el alcalde Navarrete, ellos pavimentaron más o menos quinientos metros, los quinientos restantes los pagamos los mismos que vivíamos aquí en el Cerro al SERVIU donde la Junta de Vecinos era la encargada de recaudar los dineros.

En 1936 se creó la primera Junta de Vecinos acá en el Cerro Ramaditas, hubo presidentes muy buenos como don Ernesto González, don Juan, Señor Yansen.

Demesia Ojeda

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Mi padre Jorge Vergara me conto que la historia del Cerro Ramaditas se empieza a formar con agua y alcantarillado, el me dice que una vez superado eso llegaron las organizaciones sociales a nuestro Cerro .

También me contaba mi padre que existieron personajes típicos como lo era el cartero, el organillero, el afilador de cuchillos y tijeras, el Motemey y el sereno .También siempre el insiste que con el avance del alcantarillado ,la luz eléctrica y el agua potable en el Cerro esto fue un avance para todos nuestros vecinos.

Me Cuenta que aquí se formaron clubes deportivos como El Subiabre, El Club Esmeralda, El Club La Cuesta Colorada, El Club Deportivo Los Zorros, El Club La Torre.Mi papa dice: así comienza y termina mi cerro cuando el 12 de abril de 2014 se destruye a causa de un gran incendio y único, pero de las cenizas hemos resucitado gracias al esfuerzo valioso de nuestros vecinos y de todo Chile.

Elizabeth Vergara

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Mi infancia aquí en el Cerro fue bonita, fue buena me acuerdo que íbamos a jugar debajo de un sauce abajo en una quebrada, ahora por ahí pasa un tremendo tubo de alcantarillado .

Los niños antes se entretenían con esas cosas ahora la tecnología juega en contra, a los niños les entretienen otras cosas, la recreación es distinta, lo malo fue el incendio de este año, fue catastrófico lo que ocasiono aquí en el cerro, después del incendio el cerro cambió, nos unimos más, los que no se quemaron ayudaron a los demás, preocupados por los vecinos, antes eran más individualistas.

Yo creo que hace falta una plaza con juegos, con máquinas para hacer deporte, que haya más vegetación y también carabineros porque los más cercanos están en San Roque.

Rosa Flores

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Mis papás me contaban que no había luz en la calle El Bosque y La Cantera, tampoco estaba pavimentado, ni había alcantarillado, había como 5 casas. La vida aquí en el Cerro era sacrificada se caminaba a pie de La Cantera al plan, porque la única micro era la “R” y esta no llegaba hasta El Bosque solamente llegaba hasta calle Esmeralda, tenían que subir con las bolsas del plan a pie, en ese entonces no había tanto adelanto como ahora, la escalera que existía era de tierra, yo me acuerdo que mi hermana la Rosa la arreglaba y le ponía neumáticos.

Yo siempre he vivido acá, también estudie aquí en la escuela numero 280 de primero a octavo básico y la enseñanza media la hice en el Liceo numero 1. Yo aquí hice mi propia vida en el Cerro.

Marta Benítez

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“Sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre". José Marti

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“Sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre". José Marti

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