Recuerdos de un viaje solidario a Nicaragua

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Hace tres décadas, más de un centenar de argentinos se sumó a otros jóvenes de todo el mundo para solidarizarse con ese país centroamericano, que tras el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza era acosado por Estados Unidos. La misión: colaborar en la cosecha del café, un producto vital para la economía nicaragüense.

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    A 30 AOS DE LA PRIMERA BRIGADA DEL CAF

    Recuerdos de un viaje solidario a Nicaragua

    Hace tres dcadas, ms de un centenar de argentinos

    se sum a otros jvenes de todo el mundo para

    solidarizarse con ese pas centroamericano, que tras

    el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza era

    acosado por Estados Unidos. La misin: colaborar

    en la cosecha del caf, un producto vital para la

    economa nicaragense.

    La Revolucin es un sueo eterno, pos-tul una vez el escritor Andrs Rivera. Y aunque la frase era el ttulo de una novela sobre la vida de Juan Jos Castelli, pr-cer de las guerras por la Independencia, bien puede emplearse para explicar la necesidad que un grupo de jvenes tu-vieron hace tres dcadas de formar parte de un indito proceso poltico que se de-sarrollaba en Nicaragua, un pequeo pas montaoso ubicado en el obligo de una Amrica profunda y postergada.Fue esa aspiracin la que dio lugar a la Bri-gada General San Martn, ese contingente de 120 jvenes argentinos que en los aos 80 viajaron a una convulsionada regin de Centroamrica para expresar solidaridad con la Revolucin Sandinista. Y, en tal sen-tido, se comprometieron en la realizacin de una tarea bien concreta: levantar la co-secha de caf en una zona de guerra.A tres dcadas de aquella gesta, los inte-

    Por Leonardo Castillo

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    grantes de la Brigada del Caf, antiguos militantes de la Federacin Juvenil Comu-nista (la Fede), mantienen vivo el recuerdo de ese viaje que les permiti conocer de cerca las entraas de un proceso revolu-cionario, dej varias enseanzas a las ge-neraciones actuales que anhelan cambiar el mundo.

    Revolucin bonita

    El Frente Sandinista de Liberacin Nacio-nal (FSLN) inspirado en la figura de Csar Augusto Sandino, el lder guerrillero que derrot una invasin estadounidense en 1927 derrib en julio de 1979 al dictador Anastasio Somoza, tom el poder e inici una revolucin social y poltica orientada en los principios del socialismo.Bajo la presidencia de Daniel Ortega, los sandinistas aplicaron la reforma agraria, socializaron los medios de produccin y desarrollaron una amplia campaa de al-fabetizacin. Por esos aos, el escritor ar-gentino Julio Cortzar defini a ese proceso como una revolucin bonita, que movili-zaba a los sectores populares en busca de una transformacin, sin caer en vicios auto-ritarios como prohibir la oposicin.Los sandinistas se apoyaban en los jve-nes y en los sectores catlicos comprome-tidos con la doctrina social de la Iglesia. El sacerdote Ernesto Cardenal, ministro de Cultura de la revolucin, era una figura emblemtica de esa Nicaragua que tam-bin pareca encarnar los valores de un cristianismo que se propona alcanzar la liberacin en la Tierra.Centroamrica era en esos aos una zona conflictiva y clave en el tablero de la Gue-rra Fra. En Guatemala y El Salvador vivan incruentas guerras civiles y la presencia del sandinismo en el gobierno era un ali-ciente para las insurgencias de esos dos pases. Eso era algo que Estados Unidos no poda tolerar.Con la llegada al poder del republicano Ronald Reagan, en 1981, la Casa Blanca reforz su presencia en Centroamrica con asesores militares algunos de ellos represores argentinos y armas. Honduras, pas ubicado al norte de Nica-

    ragua, fue utilizada como base para ins-talacin de una fuerza militar integrada por antiguos soldados de la guardia de Somoza, financiados por Estados Unidos. Era la contrarrevolucin y a sus integran-tes se los denomin los contras. Ata-caban poblaciones, destruan cosechas e instalaciones y sembraban el terror entre los campesinos. A principios de la dcada del 80, la revolucin, amenazada por ese frente externo, comenz solicitar la soli-daridad internacional.

    Los preparativos y el contexto

    Nicaragua se haba convertido en un faro para la izquierda de Amrica latina. Ma-nagua, su capital, era visitada por polticos e intelectuales que se consustanciaban con ese proceso. El dirigente del Partido Comunista argentino Patricio Etchegaray comenz a establecer lazos formales con los sandinistas a fines de 1982, cuando la dictadura argentina se encontraba en re-tirada. Con la llegada de la democracia,

    esos vnculos se reforzaron.Sentamos que haba una necesidad de llevar el compromiso y la solidaridad a un plano ms all de lo declarativo. Nicara-gua era objeto de una agresin y haba que marcar presencia en ese pas, repasa Etchegaray en dilogo con El Cruce. La revolucin necesitaba divisas para soste-ner la lucha militar y las obtena con la ex-portacin de bienes primarios. El caf era el principal recurso econmico de Nicaragua, y se necesitaba mano de obra para levantar su cosecha en una zona de guerra.A principios de 1984, durante la llamada primavera alfonsinista, el PC inici una campaa de solidaridad con Nicaragua. Segn el escritor Roberto Mero, autor del libro El cafetal rojo, se barajaban desde la Federacin Juvenil Comunista varias alter-nativas para brindar ayuda a Nicaragua.La primera de ellas consista en un con-voy terrestre que saliera desde Buenos Aires y tocara distintos pases de Suda-mrica sumando militantes que llegaran a Managua tras un largo viaje, pero ese proyecto fue descartado ya que haba que

    cruzar por muchas zonas en conflicto y cruzar el canal de Panam, contro-lado entonces por Estados Unidos.Se plante entonces viajar en barco hasta Nicaragua tocando diversos puertos, pero tambin se desech por cuestiones de seguri-dad. Lo mejor era viajar en avin. Les ofrecimos a los nica-ragenses armar una bri-gada de trabajadores rura-les para levantar la cosecha del caf en la zona de Matagalpa, fronteriza con Honduras y bajo constante ataque de los contras, re-cuerda Etchegaray, que se encontraba al frente de los sectores juveniles del par-tido. Les prometimos a los

    sandinistas que podamos llevar un grupo de 60 brigadistas y terminamos sumando

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    120. La adhesin que encontramos en las filas del partido super todas nuestras ex-pectativas, apunta. Para costear el viaje de los brigadistas, el PC organiz colectas y una serie de con-ciertos y festivales artsticos. Armando Tejada Gmez, Mercedes Sosa y Vctor Heredia aportaron sus presencias a la re-coleccin de fondos.Pero el viaje de este contingente cons-tituy una cuestin problemtica para el gobierno de Alfonsn. La embajada esta-dounidense en Buenos Aires le pidi a la administracin radical que impidiera la presencia de los militantes argentinos en Nicaragua. Editoriales de los diarios ms conservadores del pas advertan sobre las consecuencias de esta excursin a Cen-troamrica. Un fantasma rojo que recorre Amrica, titulaba el diario La Prensa en un editorial publicado en diciembre de 1984. Ms all de las presiones internas y las externas, se debe reconocer que el gobierno de Alfonsn se port bien y no obstaculiz el envo del contingente a Ni-caragua, admite Etchegaray.

    bamos a ser como el Che

    Pablo Sposato era un joven de 21 aos que militaba en la Fede y que cuando comenzaron los preparativos para viajar a Nicaragua no dud en sumarse. Era la posibilidad de ver una revolucin y parti-cipar en ella. La generacin de militantes que nos antecedan en el partido haba colaborado con Cuba y sentamos que ahora era nuestra oportunidad, apunta Sposato, quien hoy trabaja como maestro en una escuela de La Matanza. Sposato evoca la despedida que tuvieron los brigadistas en esos primeros das de 1985, durante un acto multitudinario en Plaza Miserere. Durante aos marchamos bajo la consigna seremos como el Che y ahora bamos a tener la oportunidad de serlo de verdad, rememora.El grupo realiz un largo periplo hasta llegar a Managua. Los brigadistas salieron de Buenos Aires a principios de enero ha-cia Santa Cruz de la Sierra en un avin de la empresa Lloyd Areo Boliviano. De all

    viajaron a Panam, donde debieron hacer una escala. Ah nos agarr un sismo en pleno aeropuerto. Adems, el lugar estaba lleno de tipos que tenan toda la facha de ser canas o servicios que no nos sacaban la mirada de encima.La Brigada General San Martn se instal en una finca de la zona de Matagalpa que haba sido expropiada a un terrateniente somocista tras la revolucin. Nos levan-tbamos temprano, casi al alba y cami-nbamos 10, 12 kilmetros hasta donde estaban las plantaciones para recolectar la cosecha de caf. Volvamos a la tarde des-pus de haber trabajado durante horas.Ese trabajo no estuvo exento de riesgos en una zona de guerra. Cerca de donde vivamos hubo combates y en la noche se escuchaban tiros. La movilizacin de la po-blacin local era permanente, recuerda.Tras once meses de labor, la General San Martn se retir de Nicaragua con la sa-tisfaccin del deber cumplido: El da que dejamos Matagalpa, nos despidi un gru-po de soldados del Ejrcito Sandinista de Liberacin Nacional disparando sus fusiles al aire, en seal de agradecimiento.En 1986 y 1987, el Partido Comunista or-ganiz el envo de otras brigadas, que in-cluso estuvieron integradas por afiliados de otros partidos como el peronismo y sectores progresistas del radicalismo. Un

    ao despus, lleg a Nicaragua la Agustn Tosco. El desgaste sufrido por la guerra que propici Estados Unidos hizo que los sandinistas convocaran a elecciones ge-nerales en 1990, que fueron ganadas por la derecha, algo que constituy un duro golpe para la militancia que abraz es-peranzada ese proceso. Ese ao colabor con la recoleccin de caf la ltima briga-da, integrada en exclusividad por miem-bros de la Fede.Para m, esa derrota electoral signific un golpe tan duro como el de la cada del Muro de Berln. Aunque visto a la distancia, se entiende lo que les pas a los sandi-nistas. El pueblo se cans de la guerra, de mandar pibes al frente y les vot en contra con la esperanza de poner fin al conflicto.Los sandinistas volvieron al poder tras ga-nar las elecciones de 2007 y Daniel Orte-ga es, desde entonces, un mandatario que logr la reeleccin en 2012, envuelto en innumerables crticas de antiguos cola-boradores, quienes lo acusan de haberse apartado de los ideales revolucionarios. Para Sposato, ms all de los cambios po-lticos en el mapa internacional, el legado de aquellas demostraciones de solidari-dad se agiganta en estos tiempos: Los compaeros que integramos las brigadas que hicieron las cosechas del caf segui-mos tras el derrumbe del socialismo real varios caminos. Unos, comprometidos con la idea de construir una sociedad mejor, y otros no. Pusimos nuestra semi-lla para cambiar el mundo. Slo por eso, siento que todo vali la pena.

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    Vencer en la derrota

    Ol, ol, ol, ol, olee..Todos seremos como el Che! Y ya lo ve, y ya lo vees la brigada del caf!Ante la mirada entre atnita y descon-certada de algunos pasajeros que espera-ban su vuelo en el aeropuerto de Ezeiza, nueve brigadistas de la fede (Federacin Juvenil Comunista) junto a militantes, familiares y amigos cantbamos euf-ricos. Ese 9 de enero nos disponamos a iniciar nuestro viaje a Nicaragua, en solidaridad con la revolucin sandinis-ta. Llevbamos borcegos, camisas de trabajo con el emblema de la Brigada (el general San Martn) al hombro, fuertes cinturones y pesadas mochilas reple-tas de ropa, ilusiones y expectativas de un viaje internacionalista que marcara para siempre nuestras vidas.Cmo sera conocer una revolucin? Qu distancia habra entre lo que ima-ginbamos encontrar y la realidad? Estaramos a la altura de las circuns-tancias? Qu sensaciones nos causara vivenciar la tierra de los guerrilleros que derrocaron al dictador Anastasio Somo-za all por el 79, la del pequeo ejrcito loco de Augusto Sandino combatiendo la invasin norteamericana a Nicaragua las primeras dcadas del siglo XX? Por esos das no dudbamos que era la revolucin de nuestros sueos.

    Cuba-Managua (11 al 13 de enero)

    Luego de un da en La Habana, don-de conocimos la Plaza de la Revolucin con la gigantesca imagen escultural del Che Guevara, partimos por Cubana a Nicaragua. Managua, verde y tropical, nos esperaba en plena campaa electo-ral. El Frente Sandinista enfrentaba a

    UPE (Unidades de Produccin Econmi-ca) Santa Marta y Santa Celia, dispuestos a participar de la cosecha de caf.Estos centros estatales, conformados por alrededor de 500 campesinos, eran antes de la Revolucin grandes haciendas con un solo dueo. Con el sandinismo se avanz en el reparto de la tierra, la organizacin y sindicalizacin de la poblacin, el derecho a la salud y la educacin, la planificacin y distribucin de la cosecha. Muchos logros que los campesinos valoraban, aunque en los ltimos cinco aos la situacin eco-nmica se haba deteriorado. Pese a los avances, la pobreza era realmente muy grande. Y a esto se sumaban las agresiones causadas por los contras, mercenarios y ex-somocistas armados, que ingresaban desde Honduras financiados por los Esta-do Unidos, para desarticular la revolucin.Al llegar, nos instalamos en nuestra car-pa y salimos a recorrer el lugar. Verde, humedad, olor a tierra, barro, madera, caminos sinuosos y angostos. El clima, muy inestable. Pasaba de la tormenta al sol brillante en un breve lapso. Y as to-dos los das.Cmo era una jornada en la UPE? Como los campesinos, a las 5 de la maana to-dos arriba. A desayunar tortilla de maz, con arroz, frijoles y caf. De ah al monte, a la zona indicada para la cosecha luego de una larga caminata. Nuestros instru-mentos de trabajo? Una canasta, la bolsa de arpillera para volcar la produccin y las manos que deban aprender el arte de cortar el grano sin sacar el cabito y elegir solo los maduros (rojos).Al medioda, el almuerzo (comamos lo mismo que en el desayuno), a volver al ca-fetal, luego a medir lo juntado en cantidad de latas y bajar a nuestro punto de origen, donde cenbamos otra vez lo mismo.

    la UNO (alianza opositora apoyada por los Estados Unidos), que llevaba como candidata a Violeta Chamorro. Debates, discusiones, marchas, exposiciones. Una sociedad en continuo movimiento.Participamos del movimiento solidario con una veintena de delegaciones inter-nacionales: salvadoreos, cubanos, uru-guayos, brasileros, soviticos, alemanes, blgaros, griegos, entre otros. Los deba-tes sobre el socialismo y sus variantes tambin estaban presentes. Eran tiem-pos de la cada del Muro de Berln y de la perestroika en la Unin Sovitica, el momento preliminar al derrumbamien-to del llamado socialismo real. Sin embargo, recuerdo el primer da en Managua, en el patio de la Escuela de Cuadros, donde estbamos alojados. Los ms de 200 internacionalistas junto a los nica cantbamos, emocionados, feli-ces, con los ojos fijos y la frente bien alta: Combatientes del Frente Sandinista, adelante que es nuestro el porvenir, ro-jinegra bandera nos cobija, Patria libre. Vencer o morir Qu ms podamos pedir si estbamos presenciando, pese a todo, la llegada de un mundo nuevo!?

    Matagalpa (13 de enero al 7 de febrero)

    El techo verde oscuro del jeep en el que viajbamos a los tumbos estuvo a punto de golpear la cabeza del jefe de nuestra brigada. (Lalo, Lalo La lona!, grit un salvadoreo, entre risas). Recorrido largo, hacia el norte, lleno de meandros, inten-sas arboledas y trasfondo de montaas. Junto a los cachorros (jvenes del servicio militar patritico) nos estbamos inter-nando en Matagalpa, la regin del caf en Nicaragua. All fuimos directo hasta las

    Por Mariano Feldman*

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    Lo que era parte de la vida cotidiana de los campesinos, sus mujeres y nios (to-dos trabajaban), para nosotros implica-ba un gran esfuerzo. Sacrifico, abnega-cin, disciplina, solidaridad, tenamos como ideario. Pero adems hicimos muchas tareas junto a la poblacin, en especial con los ms pequeos. Hasta organizamos un partido de ftbol, con piedras como pa-los de los arcos. La cancha se extenda desde las carpas hasta los rboles. Todos juntos: los chavalitos junto a los cheles (as nos llamaban a nosotros). Claro que ellos no tenan la mnima idea de lo que era una redonda, acostumbrados al bis-bol como deporte predilecto. Fue una jornada de las ms divertidas.El compaerismo era moneda corriente. Recuerdo que al finalizar el primer da de trabajo resbal en el barrial y se me cay la bolsa que cargaba en la espalda con toda la produccin. Al estar mal atada, la bolsa se abri y centenares de granos de caf se desparramaron en el suelo. Todos los brigadistas haban descendido hasta la base, felices y satisfechos, mientras yo, nervioso, juntaba grano por grano. No poda regresar sin el caf. Pas el tiempo y qued slo en el monte. Eso s, con la bolsa casi repleta de granos nuevamente! Ya me estaba angustiando, cuando sent los gritos de los nicas que me estaban bus-cando. Cuando me encontraron, con esa picarda tan habitual en ellos me dijeron: La prxima, baj a avisarnos primero, as te ayudamos. Ms vale hombre que caf.

    Managua-La Habana (7 al 12 de febrero)

    Quin va a votar a la Guardia Nacio-nal UNO? Naaadie. Quin va a votar

    al FSLN? Tooodos. Quin quiere la guerra? Naaadie. Quin quiere la paz? Tooodos. Dicen que el barrio 1 de Mayo vota a la UNO. Nooo. Daniel Ortega, vestido de civil, arenga-ba en el escenario de la plaza a miles de manifestantes. Banderas rojas y negras, vendedores ambulantes, bailes, pelotas de bisbol que Ortega lanzaba hacia la mul-titud al finalizar del acto. La relacin en-tre el lder y el pueblo era muy estrecha y afectiva, todos queran la foto con Daniel. La campaa electoral entraba en sus l-timos das y nosotros nos preparbamos para el regreso. Nos sorprendieron mu-chas cosas, estbamos aprendiendo a ver una realidad nueva. Los sandinistas ma-nifestaban siempre: Nosotros hablamos de revolucin, pero nuestro modelo no es copia ni calco de nada. Y no slo por la crisis del socialismo, sino porque nuestro pueblo tiene otra idiosincrasia, otras ne-cesidades. No creemos que el pluralismo poltico y la no estatizacin total de la eco-noma sean puntos contradictorios con el socialismo. El camino es lo importante.Abrazos, saludos, llantos y mucho ron en ese festejo final. Habamos cumplido y volvimos a la Argentina cansados, con varios kilos de menos y convencidos de la permanencia de la revolucin.

    Buenos Aires (25 de febrero)

    A pesar de nuestras convicciones, el re-sultado electoral fue muy duro: 54 % para la UNO y 41 % para el FSLN. Sor-prendidos y estupefactos, parecamos entrar en un profundo abismo. La revo-lucin haba sido derrotada en las urnas.Record en ese instante los rostros de los nicas que conocimos, sus dolores, sus

    risas, las canciones que compartamos: Se parti en Nicaragua, otro hierro caliente, Nicaragua, Nicaragita, la flor ms linda de mi querer. Y tam-bin esa madre que lloraba a su hijo en Matagalpa, cachorro sandinista asesina-do por los contras y cuyo cadver muti-lado fue enviado por los ejecutores a la casa de su infancia.No imaginbamos la crueldad de la gue-rra y a m me sorprendi, al principio, la gran importancia que tena ese mons-truo grande en la vida cotidiana de la po-blacin. Porque qu sabamos realmente de la guerra y su dolor a tantos kilmetros de distancia? La conciencia paralizada, traumada, cansada, inmvil y el terror a la muerte. Con sus armas violentas el imperialismo haba ganado al fin?Arreciaban los 90, un vendaval de neo-liberalismo econmico, individualismo, poder del mercado, auge de las derechas, incremento de las desigualdades socia-les. El fin de la historia. Ya nada poda hacerse? Y nosotros con nuestros sueos brigadistas, la voluntad, la pasin, la en-trega. Pero sabamos realmente donde estbamos parados para iniciar los cam-bios que tanto aorbamos?La derrota fue dursima, tanto por efec-tos externos como por errores propios, seguramente. Pero esa tormenta gris y oscura, no evit la presencia de rfagas rebeldes, rumores a contramano, verdes frescores, mrgenes de luz: la implaca-ble lucha del pueblo nicaragense.Ya ahora, en otra poca, distinta, con otras formas y contenidos, con idas y vueltas, con nuevos caminos, pero con muchos deseos compartidos con los de aquellos aos de ideales y trasformacio-nes profundas, hay vientos que perduran.El FSLN gobierna hoy Nicaragua.

    Egresado de la carrera de Periodismo de la UNLZ