REDACCIÓN, TRADUCCIÓN Y CORRECCIÓN A CARGO DEL FORO ... · ** Tumba de Caecilia Metella: es el...
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REDACCIÓN, TRADUCCIÓN Y
CORRECCIÓN A CARGO DEL FORO
DARK GUARDIANS, TODOS LOS
CREDITOS AL FORO
ESTE ES SOLO UN DOCUMENTO
RECOPILATIVO PARA SU
DIFUSIÓN
¡GRACIAS POR EL TRABAJO A
TODAS LAS PERSONAS QUE
TRABAJARON EN ESTE
PROYECTO!
SINOPSIS Haven Moore, e Iain Morrow ha estado viviendo una vida feliz en Roma, a un
océano de distancia de la Sociedad de Ouroboros y su líder diabólico. Pero el
paraíso no es muy duradero. La misteriosa desaparición del mejor amigo de Haven,
Beau, envía al par corriendo de regreso a Nueva York, donde se encuentran el
Horae, un grupo clandestino de mujeres que han pasado siglos conspirando para
destruir a Adam Rosier. Sólo ellas pueden ayudar a Haven a descubrir el secreto
sobre el paradero de Beau en una de sus vidas pasadas. Pero su ayuda tiene un
precio: Haven debe infiltrarse en la Sociedad de Ouroboros, encantar a Adam
Rosier, y atraerlo a una trampa. Se trata de un plan que las Horae creen va a salvar
al mundo, pero Haven e Iain temen que esto puede destruir la felicidad que han
estado persiguiendo desde hace dos mil años
PREFACIO
Traducido por CairAndross
Haven Moore miró su reloj y se volvió hacia la ciudad. Tenía un montón de tiempo
para llegar a casa antes del anochecer, pero decidió acelerar su ritmo. No quería
encontrarse a solas con los muertos, cuando el sol finalmente decidiera deslizarse
detrás de los árboles.
Haven no esperaba encontrar Appia Antica* tan abandonada. De lo contrario,
hubiera elegido otro lugar para dar un paseo. En el verano, la famosa carretera de
las afueras de Roma estaba llena de personas, que visitaban las tumbas antiguas
que se alineaban en la ruta. Pero ésa era una fría tarde de Febrero, y sólo había
encontrado unos pocos viajeros resistentes, en chaquetas de lana y botas de
montaña. Durante tres horas, estuvo sola con sus pensamientos. Que no era, en
absoluto, lo que ella hubiera querido. Esos días eran una peligrosa compañía para
tener.
El viento aumentó la velocidad, alzando los rizos negros de Heaven y
desordenándolos. Ella cogió los mechones que caían frente a sus ojos gris azulados
y los acomodó tras una oreja. Más adelante, en la cima de una colina, había un
mausoleo familiar, erguido a un lado de la carretera. Alto y perfectamente redondo,
parecía una torre que sobresaliera de la ladera. A Haven le gustaba imaginar que,
quizás, había un castillo completo enterrado debajo de ésta. Como siempre, hizo
una pausa y examinó el friso de espeluznantes cráneos de toro que decoraban la
estructura. A continuación, una simple placa identificaba el edificio como el lugar
de descanso de Caecilia Metella**. La tumba de Caecilia era el lugar más famoso en
la Via Appia, aunque poco se sabía de la mujer que lo habitaba. Ella debió ser
adorada, para tener tal monumento construido en su honor. Quizás fuera hermosa,
brillante o sabia. Cualquiera fuera su historia, estaba largamente olvidada. Dos mil
años después de su muerte, Caecilia Metella era sólo otra alma más, perdida en el
tiempo.
Sintiendo frío de repente, Haven subió la cremallera de su chaqueta y dio la espalda
a la tumba. Un taxi blanco inmaculado apareció en el horizonte, como un fantasma
de los taxis amarillos de la ciudad de New York. Cuando éste se detuvo, salieron
dos chicas del asiento posterior y arrastraron una tercera tras ellas. Mientras el
grupo se dirigía hacia la tumba, Haven pudo ver que tenían dieciséis o diecisieta
años – sólo un par de años más jóvenes que ella. Todas llevaban jeans y sudaderas
a juego, azules y con las letras HH cosidas en blanco. Estudiantes norteamericanas
de preparatoria, pensó Haven. Delincuentes súper privilegiadas, enviadas a Roma
para absorber un poco de cultura. Había visto otras como ellas, en la piazza bajo su
departamento, bebiendo vino barato antes de hacer el ridículo en las fuentes. A
veces, las envidiaba. Sabía que había crecido un poco demasiado rápido.
Enfrascado en su conversación, el trío apenas registró la presencia de Haven, al
pasar a su lado. No eran las jóvenes despreocupadas que había imaginado. La chica
del medio lucía pálida y miserable. Caminaba con la mirada fija en sus pies,
apoyándose en sus compañeras para que la guiaran, en una forma segura, por el
camino.
―No deberían haberme engañado de este modo‖, lloriqueaba.
―Nos agradecerás más tarde‖, escuchó Haven que respondía una de sus amigas.
―Todavía no entiendo cómo pudiste visitar Roma en tres ocasiones y nunca
molestarte en ver tu propia tumba‖
Haven se detuvo en la calle.
―Te lo dije. No sabía que estaba aquí‖, replicó la chica del medio, con voz ronca. ―Y
no hubiese venido, si lo sabría‖
―Pero te enteraste de la tumba hace meses. ¿Por qué no buscar algunas fotografías
online? ¿Por qué no tienes curiosidad?‖
Esta vez, la chica no dijo nada. Haven miró hacia atrás, y vio que sacudía la cabeza.
―Bueno, ahora estás aquí, en persona. Mira hacia arriba‖
Las tres chicas hicieron un alto.
―¡Mira hacia arriba, Caroline!‖
Pasó un momento hasta que, finalmente, Caroline levantó la cabeza. Haven no
podía ver la cara de la chica, pero sí oír los sollozos.
―Por favor, no llores‖, suplicó una de sus amigas. Sonaba sorprendida, por la
profundidad de la tristeza de Caroline. ―Tu esposo debió amarte mucho, para
construir esto para ti. Dicen que es una de las tumbas más bellas de Roma‖
―Ustedes simplemente no entienden. Si me amaba, me habría encontrado de
nuevo‖, trató de explicar Caroline. ―Lo he buscado por todas partes. Estoy segura
que ha regresado. Él simplemente, no me ha estado buscando a mí‖
Haven estaba a punto de aproximarse a las chicas, cuando la tercera habló. Su voz
seguía siendo alegre. No parecía entender lo que había ocurrido.
―Vamos, Caroline. ¿No ves lo tonta que estás siendo? Y pensar que nunca habrías
venido aquí, si Adam no lo sugería‖
El nombre se robó el aliento de Haven. Con el corazón latiéndole con fuerza y el
rostro ardiendo, se volvió y regresó, tambaleante, en dirección a Roma.
_______________________________
* Via Appia Antica: a esta calle la hizo trazar el magistrado Appio Claudio, en el año
312 a.C. Tiene una extensión de 9 Km., partiendo de la Porta San Sebastiano y
muchos son los edificios que acompañan su recorrido (monumentos funerarios
paganos, el primer cementerio cristiano, catacumbas y mausoleos), todos de gran
valor arqueológico y arquitectónico.
** Tumba de Caecilia Metella: es el mausoleo mejor conservado de la Via Appia.
Fue erigido cerca del año 50 a.C, para Caecilia Metella, hija del cónsul Quinto
Metello Crético y nuera de Craso. El mausoleo tiene dos pisos: el inferior, de planta
cuadrada y el superior, redondo, con un diámetro de casi 30 m una altura de 11 m,
tiene una inscripción con el nombre de la difunta.
CAPÍTULO UNO
Traducido por anadegante
Corregido por endri_rios
―El tren a Florencia sale en una hora.‖ Iain la estaba viendo desde la puerta con una
mirada de asombro en su rostro. ―¿No crees que podría ser un buen momento para
empezar a empacar?‖ Sus maletas estaban listas esperando en el vestíbulo.
―¿Por qué iba a querer llevar ropa?‖ Haven trató de bromear. Ella tomó un pequeño
sorbo de su café y miró hacia abajo desde el balcón hacia la Piazza Navona. El agua
en las tres fuentes de la plaza brillaba a la luz de la mañana y los cafés al aire libre
comenzaban a llenarse. Haven disfrutaba viendo los turistas caminando a través de
la plaza con sus mapas, cámaras y niños revoltosos. En estos días se sentía como si
estuviera de guardia, vigilando a cualquier persona que pudiera poner en peligro su
felicidad. ―Pensé que esto iban a ser unas vacaciones.‖
―Con esa actitud, probablemente serás muy popular en el hotel.‖ Iain le dio un
guiño. ―Ahora deja de perder el tiempo o vamos a llegar tarde.‖
―¿Qué pasa si ya no quiero ir?‖ Haven trató lo mejor posible de sonar alegre, pero
ella no pudo mantener el temblor fuera de su voz. Iain la tomó mientras ella
caminaba hacia la sala desde el balcón. Cuando fue atraída a sus brazos, ella pudo
escuchar su corazón palpitando, lento y estable. ―Nos vamos a divertir,‖ el
prometió, su cara se enterró en su salvaje cabello negro. ―Recordarás este viaje por
el resto de nuestras vidas.‖
Haven de mala gana giró hacia el vestidor y abrió las puertas por primera vez en
meses. Apretados, adentro estaban todos los vestidos que ella había diseñado y que
ya no estaban del todo bien. Tela que se había desvanecido o deshilachado. Y los
trajes que había comprado cuando Iain y ella se habían mudado a Roma, cada uno
salpicado con una fina capa de polvo. Haven mantuvo las manos a su lado,
preocupada de que tocando las maletas podría romper el encanto. Los meses que
había pasado en Roma habían sido mágicos – esa era la única palabra que pudo
encontrar para describirlos. Anteriormente a la paria de Snope City, Tennessee,
Haven finalmente tuvo la vida que ella había anhelado. Con apenas diecinueve
años, se pasaba sus días recorriendo una exitosa boutique en la Via dei Condotti y
regresando a su apartamento soleado desde donde se podía mirar una de las mas
encantadoras plazas en la ciudad.
Cada tarde, por cerca de un año, Haven había llegado a una casa vacía. No
importaba como estaba el clima afuera, siempre abría las puertas del balcón y
esperaba por el más maravilloso sonido del mundo. Pronto, sus oídos podrían
captar una nota de la canción que Iain silbaba cuando cruzaba la plaza. Una
canción antigua que no tenía nombre, era su forma de decirle a ella que pronto
estarían juntos.
Minutos más tarde, Iain irrumpiría a través de la puerta, sus brazos llenos de
comida adquirida de varios mercados en Roma. A veces, el dejaba caer todo en el
piso cuando descubría a Haven esperándolo para darle la bienvenida. Los huevos
podrían romperse, y la cena no estaba lista en la mesa antes de las nueve. Ya tarde
en la noche, cuando su apetito estaba saciado, ellos dejarían el apartamento y
pasearían de la mano a través de las calles vacías mientras Iain murmuraba
historias de sus muchas vidas juntos.
Haven había perdido la esperanza de que todo fuera a durar para siempre. Pero
ahora ella e Iain estaban dejando Roma, y se siente como si sus años dorados
pudieran terminar. Por más de una semana, Haven había sentido que algo estaba
mal. Había comenzado con el rápido vistazo de una figura vestida de negro
cruzando la plaza por debajo de su balcón. Ella no había conseguido una buena
vista del hombre. Pudo haber sido cualquiera. Y eso fue lo que le preocupó más.
Después de eso, la ciudad parecía que estaba escondiendo secretos para ella. Los
días se hicieron más oscuros, y el clima se tornó más frío. Haven siempre
sospechaba que alguien estaba mirando, y cada vez que ella volteaba a una esquina,
contenía su respiración, esperando encontrar a la figura oscura esperando por ella
al doblar la calle.
La primera vez ella se había guardado sus sospechas para sí misma. Pero después
de encontrarse con las tres chicas en la Appia Antica, Haven supo que ella e Iain
necesitaban actuar rápidamente. El peligro era real, no imaginario. Si ellos se
quedaban en Roma, se arriesgan de ser descubiertos. Iain pensó que estaba siendo
muy cautelosa, pero el rápidamente sugirió un viaje al norte de la Toscana. Había
algo en Florencia, el había dicho, que a Haven le gustaría ver.
Haven agarró uno de sus trajes por el asa y lo llevó hacia el salón. Dentro del closet,
una bolsa con retazos de tela se tambaleó y cayó al piso. Haven gimió mientras ella
se agachaba para recoger las piezas una por una. Después sus dedos rozaron a
través de una tela en la parte posterior del closet. Ella casi había olvidado que
estaba ahí. La pintura que había sido un regalo de inauguración de una de las pocas
personas fuera de su familia quien sabía dónde encontrarlos. Haven empujó una
pesada capa hacia un lado entre algunos montones de sus pertenencias
desordenadas. De cerca, la pintura era un remolino de color. Solo cuando ella dio
un paso hacia atrás las figuras comenzaron a emerger del caos.
La pintura era parte de una larga serie. Unas cuantas como ella podrían
encontrarse colgadas en el tercer piso de una casa en decadencia no muy lejos del
Puente de Brooklyn. Los trabajos restantes – varios cientos de ellos – estaban
lentamente pudriéndose lejos en un almacén en Queens. Ni siquiera el más
morboso coleccionista de arte los habría elegido para mostrarlos. Cada uno
mostraba alguna trágica escena del pasado – y juntos formaban un catálogo de
desastres grandes y pequeños. Naufragios e incendios, traiciones y desamores,
todas puestas en marcha por la misma misteriosa figura quien podía encontrarse al
acecho desde algún lugar en cada imagen. Pero solo si sabías hacia dónde mirar
para encontrarlo.
El día que la pintura había sido entregada en el apartamento, Haven había
arrancado el envoltorio, deseosa por ver lo que había debajo. La artista, Martha
Vega, era una vieja amiga de Iain. Por años el trabajo de Martha había sido
inspirado en terribles visiones del pasado. Las visiones se habían detenido una vez
que ella había escapado de Nueva York y establecido en Paris. Ahí había empezado
las series de pinturas que reflejaban sus esperanzas renovadas para el futuro.
Haven había estado esperando a encontrar algún trabajo por debajo del papel
marrón. En lugar de eso, ella encontró una siniestra imagen con un post-it amarillo
brillante adjunto.
Esto es lo último que pinté, decía la nota. Sabía que era para ti. Después de una
simple mirada, Iain había llevado la pintura lejos y guardado detrás de los abrigos y
vestidos dentro del closet. Mas tarde Haven lo había escuchado por casualidad al
teléfono con Martha, su voz era un susurro enojado. Le dijo a la chica que nunca
debió haberle enviado la pintura. Que era la última cosa que Haven necesitaba ver,
y que esperaba que ella no haya tenido un buen vistazo del mismo. Llegaría el
momento para que ellos enfrentaran a sus demonios. Por ahora, el no quería que
Haven se preocupara.
Pero Haven había visto la imagen, y había dejado una impresión indeleble. Días
después de eso, ella pensó en otra cosa. La pintura mostraba dos personas – un
hombre joven y una mujer – rodeados por una multitud enojada. Los rostros no
eran claros. Pero Haven reconoció la paja revoltosa del cabello oscuro de la chica
como el propio. Y ella sabía que esa era la única pintura que Marta Vega jamás
había creado y que no mostraba el pasado pero si el futuro.
Ahora, Haven estudió la pintura desde la primera vez que ésta llegó, buscando la
minúscula figura en negro que Martha insertaba dentro de sus trabajos. Esta vez,
no estaba en ningún sitio donde encontrarlo. Y todavía su ausencia no era
reconfortante. Se sentía como que él había salido del lienzo y entrado a la vida de
Haven otra vez. Él estaba afuera en algún lugar. Si no en Roma, entonces no muy
lejos. El hombre en la imagen – la figura de negro – había estado siguiendo a
Haven por siglos.
―Haven,‖ escucho a Iain llamar, un trazo de alarma en su voz. ―¿Qué encontraste
ahí?‖
Haven empujó la pintura de vuelta dentro del closet. ―Estaré lista en diez minutos,‖
ella respondió, ignorando la pregunta. ―Pide al conductor que esté aquí tan pronto
como pueda.‖
CAPÍTULO TRES
Traducido por Caliope Cullen
Corregido por Afroday
Haven e Iain fueron recibidos en la puerta del restaurante por una anfitriona muy
joven en un vestido que debe haber inspirado más babeo que la comida que se
servía. Haven tomó nota del pecho quirúrgicamente esculpido de la mujer y las
extensiones de cabello leonino y sonrió. Sabía exactamente lo que estaba a punto
de ocurrir. Tal como
lo había anticipado, la anfitriona ignoró a Haven y sonrió a su hermoso compañero
en su lugar. Haven había visto un sinnúmero de mujeres ofrecer a Iain la misma
sonrisa, y casi nunca tuvo la intención.
―Hola‖
―Buenas noches, signore‖ la anfitriona coqueteó en un hermoso acento inglés.
―¿Usted tiene una reserva?‖
Iain disparó un guiño rápido a Haven antes de dirigirse a la anfitriona con una
sonrisa desenfadada.
―Buona sera, señorita, ¿Necesito una?‖
La seductora sonrisa de la joven se volvió escandalosa.―Esta noche no‖ susurró,
como si estuvieran compartiendo un secreto.
El intercambio era deliciosamente cursi. Haven apretó los dientes y trató de no
reírse. El propio Coliseo, no podría haber sostenido todos los cuerpos que se
arrojaban a Iain cada semana. Siempre que Haven lo dejaba solo en una tienda,
volvía para encontrarlo rodeado de vendedoras, todas tan calientes y mojadas como
cabras en un parche de pimienta. Una mujer policía le había deslizado una vez a
Iain su número de teléfono mientras escribía a Haven un boleto de
estacionamiento. Las camareras lo manejaban a través de bebidas libres y postres.
Haven tomaba el pelo a Iain sobre sus ―admiradoras‖ y un año antes ella podría
haberse enfadado ante la audacia de la anfitriona. Pero ahora que sabía por lo que
había pasado Iain para encontrarla, los celos parecían completamente absurdos.
No había nada de malo en dejar que las niñas tontas coquetearan con alguien cuyo
corazón le pertenecía sólo a ella.
―¿Puedo tomar sus abrigos?‖ preguntó la anfitriona prácticamente acariciando con
los ojos a Iain.
―Sí, puedes‖ respondió Haven con una sonrisa, dando un paso entre los dos y
finalmente, dibujo un poco de atención sobre ella.
A medida que se quitó los guantes y el sombrero, Haven sintió que estaba siendo
evaluada qué llevaba debajo de su abrigo. Era uno de sus propios diseños, hecho de
seda de color rojo y sin extras, fue cortado tan perfectamente que escondía todos
los defectos de Haven y mejoraba todos los atractivos. Dos hombres cerca de la
entrada se volvieron desgarbados cuando ella e Iain fueron escoltados a sus
asientos. Las mesas del restaurante estaban apiñadas y como Haven pasó
resionada, un centenar de ojos viajaron de su vestido a la cara y a su pelo negro
salvaje, antes de regresar a los platos en la mesa delante de ellos. La mirada de un
hombre permaneció cerrada en el pecho de Haven, hasta que recibió un golpe sutil
pero desagradable desde el codo de Iain cuando la pareja pasó a su lado.
No era la primera vez que todos los ojos estaban en Haven. Creciendo en la Ciudad
diminuta Snope, Tennessee, ella siempre era agudamente consciente que la ciudad
entera miraba. Pero la gente había tenido miedo de ella entonces. Una niña con
visiones misteriosas de otros lugares, simplemente no podía ser confiable,
especialmente cuando la abuela de la niña afirmó que la visión había sido enviada
por el mismísimo diablo. Ahora la ciudad de Snope estaba a cinco mil millas y un
año detrás de ella. Haven era una persona diferente, y por primera vez en su vida
estaba empezando a disfrutar de la atención que recibía. A ella le gustó la manera
como la gente la miraba con una mezcla de admiración y envidia. Dio la bienvenida
a sus miradas y disfrutó de vestirse para atraerlos. A pesar de que Iain y ella se
suponía que se escondían
.
―Lo siento el restaurante está tan lleno‖ susurró Iain una vez que estuvieron
sentados. ―Mi madre siempre decía que la comida es mucho mejor que la
atmósfera.‖
―Aparte de todos tus fans, el ambiente no es tan malo‖ dijo Haven, rompiendo con
un concurso el mirar de una chica enamorada del otro lado de la habitación. ―Pero
dudo que hay un cocinero en Italia que se pueda cocinar algo tan bueno como una
de sus tortillas. Ahora, señor Morrow, no más charla, es hora de ponerse a trabajar
que me has hecho sufrir durante tres horas completas, quiero saber más sobre
Piero y Beatrice. ¿Cómo los conociste? ¿Cómo eran?‖
―Salvaje. Conocí a Piero en mi decimoquinto cumpleaños. Trató de golpear mis
dedos con una piedra‖.
―Encantador‖ Haven se echó a reír. Ella amaba a Beau, pero todos sabían que no
era precisamente una pacifista.
―Sí. Piero era un tipo bueno, pero tenía el peor carácter del mundo. Me acusó de
haberle robado su caballo. Lo había dejado sin atar y se me ocurrió caminar justo
después de que se alejó detrás de un carro de verduras. Nos golpeaban la pulpa el
uno al otro cuando el caballo regresó a buscar a su dueño. Piero pidió perdón,
entonces llamamos a una tregua y decidimos unirnos. Unos días más tarde él me
invitó a su casa, donde pasó a terreno a su pequeña hermana trabajando como un
burro en un vestido de su madre. Si recuerdo correctamente, ella estaba siendo
castigada por moverse de la casa la noche anterior. Beatrice fue siempre un
problema, al igual que Piero. Incitaba a los demás. Y, como sabes ahora, algunas
cosas nunca cambian.‖
―Así que cuando encontraste a Beatrice, ¿fue amor a primera vista?‖ Haven había
estado tratando de burlarse de él, pero la respuesta de Iain era seria.
―Siempre lo es. Ni siquiera tuve que hablar con ella. Yo sabía que era usted al
segundo que vi a Beatrice con una aguja en la mano. Gasté las próximas pocas
semanas holgazaneando fuera de la casa Vettori, tratando de vislumbrarla. Esto
casi llevó a Piero a la locura. Él era siempre irritantemente sobreprotector‖.
―¿Cuál era su nombre en aquel tiempo?‖ preguntó Haven.
―Ettore.‖ dijo Iain.
―Ettore‖ repitió Haven, disfrutando de la forma en que el nombre hizo que su
corazón deje de latir. Para Haven no había nada mejor que escuchar los cuentos de
sus propios romances. Cada historia fue diferente y cada ajuste único. Justo cuando
pensaba que había escuchado todo, Iain la llevaba a otra existencia en una tierra
lejana. Pero la exploración de su pasado no estuvo exenta de peligro. Tantas veces
como habían encontrado la felicidad juntos, había un mayor número de vidas que
había terminado demasiado rápido o se gastaron en busca del uno al otro en vano.
Haven no podía recordar aquellos días oscuros y Iain rara vez hablaba de ellos,
pero sabía que el recuerdo se mantenía fresco en su mente.
―Alguna vez tuviste la oportunidad de hablar con Beatrice?‖ pidió Haven con
cautela. ―¿Le dijiste cómo te sentías?‖
―Sí, pero no fue fácil. Los padres de Beatrice no eran gente agradable. Ellos hicieron
su vida miserable y eran increíblemente crueles con Piero. Tú habrías sido golpeada
si ellos nos hubieran visto juntos, entonces solíamos susurrar entre los setos en el
patio. Beatrice estaba aterrorizada de que su padre la obligara a casarse con uno de
sus socios comerciales. Yo le prometí que nunca dejaría que eso suceda. Pero como
sabes, no viví lo suficiente para mantener mi promesa‖.
―Entonces, ¿qué le ocurrió a Beatrice?‖
―No estoy seguro.‖ Iain admitió.
Haven se reclinó en su silla mientras el camarero se acercó. Iain examinó el menú y
ordenó para los dos en un fluido italiano. Una pregunta esperó serena en la punta
de la lengua de Haven.
―¿No estás seguro?‖ Preguntó tan pronto como el camarero se hubiera ido. No era
la primera vez que Haven, se había preguntado si Iain pudiera estar protegiéndola
de una verdad desagradable.
―Supongo que Beatrice debió haber muerto de la plaga‖ dijo Iain. ―La mayoría de la
gente en Florencia lo hizo. Todo lo que sé es que la familia Vettori abandonó la casa
que hemos visto hoy. Por lo que he leído que fue tomada por un grupo de médicos
deshonestos que renunciaron a tratar de curar a todos y decidieron ponerse a salvo.
Se escondieron en el palacio, bebieron todo el vino Vettoris y comieron toda la
comida y luego cayeron muertos de la peste. Uno de los médicos llevó un diario
hasta el día de su muerte, pero incluso él no parecía saber lo que pasó con los
Vettoris después de haber huido de Florencia. Es probable que toda la familia esté
en una de las fosas comunes fuera de la ciudad.‖
―Esa historia es terrible.‖ Dijo Haven, de repente lamentando lo que había
preguntado..
―Es cierto‖ reconoció Iain ―Pero no pienses en ello. Hemos tenido nuestra parte de
finales felices también. En nuestras siguientes vidas fuimos campesinos en
Katmandú., nos casamos cuando teníamos diecisiete años y vivimos juntos por más
de cuarenta años.‖
―¿Acaso tuvimos hijos?‖ Haven preguntó un poco fuerte, y un hombre en la mesa
de al lado le dirigió una mirada de asombro. ―¿Los tuvimos?‖ Repitió en un
susurro.
―No, pero teníamos tres yaks encantadores‖ dijo Iain, cuando colocaron dos vasos
de agua frente de ellos.
―Y treinta y seis sobrinos‖
―Treinta y seis?‖ La cabeza de Haven le dolió de sólo de pensar en ello. ―Eran sólo
nuestras familias o jorobaban todos como conejos en aquel entonces?‖
Iain se atragantó con el agua, apenas evitando escupir. ―Esa pequeña y dulce
belleza sureña‖ rió detrás de su servilleta. ―No había mucho más que hacer en el
siglo XIV en Nepal. Podía ser un poco aburrido a veces, pero siempre lo he
considerado una de nuestras mejores vidas juntos, aún me despierto algunas
mañanas deseando té de mantequilla de yak‖. Parecía disfrutar de la mueca en el
rostro de Haven ―Te solía gustar eso también.‖ Insistió ―Te voy a llevar de vuelta a
Nepal un día para que puedas adquirir el gusto de nuevo‖.
―Siempre y cuando no tenga que ordeñar la leche de los yaks‖ Haven bromeó. ―No
diría que soy una princesa, pero yo no me veo demasiado amigable con el ganado‖.
―Es eso cierto?‖ Iain bromeó ―Creo que es posible que te sorprenda saber lo que
eres capaz de hacer‖.
―Está bien, entonces, sorpréndeme‖ Haven, desafió.
―Déjame pensar por un segundo…‖ Iain se tocó la sien y arqueó una ceja. ―Voy a
llegar a algo impactante adecuadamente.‖
Mientras esperaba, la atención de Haven se señaló a una mujer que se había
levantado de su asiento en la parte trasera del restaurante. Ella estaba caminando
hacia la salida, envuelta en una piel que no se había dignado a dejar en el
guardarropa. Haven no podía entender por qué el desafortunado animal había
dado su vida por el bien de la moda. La piel era tan exótica como la propia mujer,
que no parecía ser del todo humana. Cuando la señora pasó, la manga vacía de su
piel rozó su mesa, y Haven agarró su vaso para evitar que se caiga. Sorprendida por
el movimiento repentino de Haven, la mujer agarró su piel llevándola hacia el
pecho antes de que pudiera mancharse por el tacto de un extraño. Un anillo de
platino adornaba uno de los dedos de su mano elegante. Era la forma de una
serpiente que se muerde su propia cola. Un Ouroboros.
―Haven, ¿te encuentras bien?‖ Apenas escuchó la voz de Iain a lo largo de los
latidos de su corazón. Recorrió la multitud, comprobando todas las caras a la vista.
Sentados en una mesa contra la pared, debajo de una pintura de un noble
renacentista, con una sonrisa furtiva, estaban dos hombres de traje. Estaban
vestidos con demasiada claridad para ser italianos. Podrían haber estado de viaje
de negocios. O eran empresarios de pompas fúnebres de vacaciones o eran los
hombres enviados en su busca.
Haven hizo señas a un camarero y le pidió que verificara, como si cursara por
primera vez.
―Hay algo mal?‖ El camarero preguntó.
―¿Haven?‖ se unió Iain.
―No me siento bien‖ Haven no lograba explicar cómo excavó en su bolso y sacó una
tarjeta de crédito. Una vez que el camarero había desaparecido, ella se inclinó sobre
la mesa hacia Iain. La protección de él era lo único que importaba ahora. ―Tienes
que salir de aquí,‖ susurró. ―Existe la posibilidad de que no se hayan dado cuenta
de que eres tú‖
―¿Quién?‖ preguntó Iain. Haven indicó con la cabeza hacia los dos hombres de
traje.
Iain robó una rápida mirada y se rió con alivio. ―¿Esos tipos? No son de la Sociedad
de Ouroboros Haven, son vendedores de copia de la máquina de Cleveland, los oí
hablar cuando entramos.
―¿Estás seguro? Pidió Haven. ―Había alguien de la Sociedad aquí esta noche. La
mujer de la piel, la que tenía un anillo. Un anillo de Ouroboros. Yo lo vi.‖
―Haven, está bien. Fue sólo una coincidencia. ¿Por qué no quedarse y cenar? Hay
algo…‖ Iain comenzó a decir.
―¡No, no estamos a salvo aquí!‖Haven, insistió. ―Lo sentí en Roma, y ahora me
siento así aquí. Él me está buscando Iain.‖
―Señora, lo siento muchísimo.‖ El camarero se cernía sobre ellos. ―Me temo que su
tarjeta de crédito ha sido rechazada.‖
―Eso es imposible.‖ Haven le cortó.
―No señora‖ dijo el camarero, altaneramente por un segundo, ―No lo es. ¿Tal vez el
señor tiene una tarjeta?‖
Por supuesto que no, quería decir Haven, el caballero se supone que está muerto.
―Estoy dispuesto a pagar con dinero en efectivo‖ le dijo Iain.
CAPITULO CUATRO
Traducido por Clyo
Corregido por Afroday
No había nadie en las calles de Florencia. Los copos de nieve que se arremolinaba
en el aire, parecían no aterrizar nunca, como si fueran repelidos por el tacto de
hielo del suelo. La noche era silenciosa y las luces del restaurante no llegaban más
lejos en la oscuridad. Haven estudiaba su entorno y no reconocía nada. Ni siquiera
podía recordar la ruta que habían tomado desde el hotel.
―Le di a ese camarero todo mi efectivo‖ le dijo Iain. ―No tengo suficiente dinero
para un taxi‖. Haven se sorprendió al ver que no parecía preocupado, incluso
sonrió cuando él apretó la bufanda alrededor de su cuello y se lo guardó en el cuello
de su abrigo. ―¿Vas a estar bien si caminamos? ―
―¿Que si voy a estar bien? Iain escúchame‖, Haven declaró, sus dientes ya
castañeaban. El tiene que estar por aquí en algún lugar, casi esperaba ver a la figura
de negro emerger de una esquina o de detrás de un coche. No había ninguna grieta
oscura que no pudiera ocultarlo. ―El nos ha seguido desde Roma, ya no podemos
quedarnos aquí‖.
―Haven, te lo prometo. No está en Florencia. Yo sabría si él lo estuviera. Y en
cualquier caso, mi pregunta era retórica. A menos que quieras jalar dedo, caminar
es nuestra única opción ―.
―Entonces, apresurémonos‖ Haven se adelantó en el camino en sus tacones de ocho
centímetros.
―¡Haven!― Iain la llamó. Se dio la vuelta para verlo apuntar en la dirección opuesta.
‖Nuestro hotel está por este camino‖.
Detrás de la bufanda de cachemira, Haven se mordió el labio hasta que pudo
probar su propia sangre. Ella no estaba loca, ella sabía lo que había visto. El anillo
de la mujer, la serpiente en platino mordiéndose su propia cola, la marcaba como
un miembro de la Sociedad de Ouroboros, la organización secreta dirigida por el
hombre de negro, Adam Rosier. Y cuando Adam está involucrado, no hay tales
cosas como las coincidencias. Haven había sido una tonta al imaginar que alguna
vez podría engañarlo.
Muchos meses habían pasado desde que Haven había puesto un pie en la sede de la
Sociedad Ouroboros. Pero mientras que la organización estaba al otro lado del
Atlántico, nunca estuvo muy lejos de su mente. Ubicada en una moderna mansión
cubierta de hiedra en las afueras de Gramercy Park en Manhattan, la Sociedad
había estado una vez dedicada al estudio científico de la reencarnación. Su
benevolente fundador había sostenido siempre que las personas que nacen con el
conocimiento de una vida anterior, gente como Iain Morrow y Haven Moore, deben
dedicarse a mejorar el mundo. Adam Rosier había cambiado todo eso. Desde que
había asumido el control de la SO, había convertido la organización en su propio
club social siniestro. Los individuos con recuerdos inusuales aún acudían a
Gramercy Park desde todo el mundo, con la esperanza de aprender más sobre la
vida que una vez habían llevado. Muchos de ellos llegaban con notables habilidades
que habían construido en sus múltiples vidas. Había médicos sabios y genios
matemáticos. Artistas y actores. Políticos cuyas palabras podrían encender las
multitudes o dejarlas en lágrimas. Pianistas que podría evocar el cielo con los
dedos.
No importaba quiénes eran o que habilidades podrían haber tenido. Una vez que se
convertían en miembros, se encontraban a sí mismos como esclavos en el sistema
de la SO. A los Eternos (como se llamaban a sí mismos) les eran asignadas cuentas
y les daban instrucciones para ganar valiosos puntos, ayudándose unos a otros. El
sistema parecía totalmente inofensivo hasta que los miembros descubrían que los
puntos de la SO podían comprar todo lo que el corazón secretamente desee, fama,
fortuna, drogas o sexo. Con el tiempo, el poder y los puntos se convertían en la
obsesión de cada miembro. Los que se negaban a jugar ese juego eran visitados por
el obediente ejército de Adam (los hombres de gris) y algunos no eran vistos nunca
más. Pero pocos se negaban, y cada vez que la Sociedad reclutaba a un nuevo
miembro, el mundo se volvía un poco más oscuro.
Ese era el plan de Adam Rosier, después de todo. Él era el tema de las misteriosas
pinturas de Marta Vega, la oscura figura que ponía las tragedias en marcha. Lo que
él era sólo podía ser respondido por los estudiosos, los chamanes o sacerdotes.
Durante miles de años había deambulado por el mundo, causando estragos,
difundiendo mentiras, y alimentando el caos donde sea que lo encontraran. Pero en
1925, había hecho de Manhattan su hogar. La Sociedad Ouroboros le permitió
continuar con su trabajo oscuro, mientras esperaba a que la única chica que había
amado llegara a Nueva York y cumpliera el destino que él había diseñado para ella.
Adam pudo haberse alimentado de los deseos más oscuros de la gente, pero él tenía
su propia debilidad, Haven Moore. Se habían casado una vez en una vida de hace
dos mil años en el pasado, pero el temor de Adam a perderla le había llevado a
encerrar lejos a Haven. Ella escapó de su encierro con la ayuda de un sirviente que
había llegado a ver como su alma gemela, pero Adam no estaba dispuesto a dejarla
ir. En cambio, había seguido a Haven por incontables vidas, y había pocos crímenes
que no hubiera cometido en su búsqueda por ella.
En esta vida, Adam había encontrado a Haven cuando ella era demasiado joven
para huir de él. Él la había estado observando desde que tenía nueve años,
manteniéndola segura y esperando a que se hiciera mayor. Pero a pesar de los
esfuerzos de Adam, Haven e Iain se juntaron una vez más. Con el fin de vivir sus
últimos días en paz, ellos habían tenido que engañar al hombre de negro. Haven
había convencido a Adam de que se había desenamorado de su alma gemela, e Iain
había fingido su propia muerte. Creyendo que había derrotado a su adversario,
Adam le prometió a Haven, una vida de libertad. Él pacientemente esperaría hasta
que ella vuelva a nacer para convertirla en su esposa una vez más.
Esa fue una promesa que Adam hizo, porque creía que su rival estaba muerto y que
el amor que traía a Haven e Iain juntos una y otra vez, había sido finalmente
destruido. Si Adam descubría que Iain estaba vivo, si él se enteraba que todavía
estaban locamente enamorados y que vivían en Italia, no tenían idea de cuales
podrían ser las consecuencias. Antes de que Iain muriera, Adam le había acusado
del asesinato de un músico llamado Jeremy Johns. Una llamada a la policía e Iain
podría ser encerrado. Pero la prisión podría ser la última de sus preocupaciones si
Adam Rosier estuviera en Florencia. Si Iain fuera a perder su vida, no se sabía
cuánto tiempo podría tomar antes de que él y Haven pudieran volver a reunirse. Un
año sin él sería terrible. Un siglo sería una tortura.
Eso es el porqué Haven se sorprendió al escuchar a Iain hablando como si Adam ya
no fuera una amenaza. Como si un océano pudiera mantenerlo a distancia. Haven
sabía que no se habían escapado. Adam podría haberse quedado en Nueva York,
pero una parte de él todavía seguía a Haven, a donde quiera que fuera. Él aparecía
con frecuencia en sus sueños del pasado. Y si bien rara vez recordaba muchos
detalles, había un hecho terrible que Haven no podía olvidar. No todos esos sueños
eran pesadillas.
El miedo habla agudizando sus sentidos y Haven escuchó el motor de la Vespa,
mucho antes de que su faro asomara a la vista. Apareció en el cruce por delante de
ellos y se quedó en ralentí en la señal de alto un poco demasiado tiempo antes de
volverse hacia ellos. Parpadeando ante la luz intensa, Haven e Iain hicieron una
pausa para dejar pasar la moto. Mientras pasaba retumbando, Haven luchó contra
el impulso de huir. La última vez que Iain y ella se habían enfrentado a la muerte,
había llegado en forma de dos miembros de la SO en una moto. Pero la persona que
montaba la Vespa no era uno de los hombres grises de Adam, era una adolescente
en un abrigo largo de color marrón y botas de motociclista. Ella no llevaba ni casco,
ni sombrero, y los copos de nieve en el pelo rubio brillaban como destellos. La
Vespa bajó la velocidad, y la joven echó una mirada larga a Haven. No demostró
interés en Iain. Incluso en la oscuridad, había algo en la motorista que golpeó a
Haven como algo familiar. Sabía que se habían conocido en algún momento del
pasado, y la sonrisa en los labios de la chica parecía sugerir que ella también lo
sabía.
Varias manzanas más adelante el motor de la Vespa todavía se podía oír a la
distancia. El traqueteo mantuvo caminando a Haven, a pesar de que sus pies,
habían perdido toda la sensibilidad. Se imaginó a la chica en la scooter girando los
bloques cercanos, como un depredador esperando el momento adecuado para
atrapar a su presa. Incluso cuando las luces de su hotel aparecían a través de los
remolinos de nieve, Haven no se permitió sentir ningún alivio. Ella sabía que
todavía había una posibilidad de que nunca estuviera a salvo, que ella estaría
agarrándose como un conejo al borde de su madriguera. La chica los seguía. Haven
estaba segura de ello.
Una vez que estuvieron dentro de las puertas del vestíbulo del hotel, Haven dio la
vuelta y miró hacia fuera con la nariz casi pegada al vidrio.
―¿Ves algo ahí afuera?‖ Preocupado por fin, Iain puso una mano sobre su hombro y
miró hacia la noche.
―Shhh‖ Haven le dijo. Las calles estaban vacías, y las sombras no se movían. Varias
manzanas de distancia, una pequeña luz parpadeaba. Al principio creyó que podría
ser la Vespa todavía rondando, hasta que la luz se quedó en el lugar por más de un
minuto. Después la ansiedad de Haven comenzó a desvanecerse con el deseo de
una larga ducha caliente. Ella dejó que Iain la tomase de la mano y juntos forjaron
su camino a través del vestíbulo.
―Perdone señorita Moore‖ Una mujer remilgada de la recepción del hotel estaba
bloqueando su camino hacia los ascensores. A pesar de su pequeña estatura, hizo
un efectivo obstáculo. ―¿Podemos tener unas palabras?‖
―Tenemos un poco de prisa‖ Haven dijo con cansancio, tratando de pasar rodeando
a la mujer, sólo para encontrar el camino bloqueado una vez más.
―Sólo será un momento‖ La mujer señaló hacia la puerta abierta de una oficina.
Haven e Iain a regañadientes la siguieron al interior.
―¿Sí?‖ preguntó Haven, sintiéndose como un niño travieso que había sido
convocado a la oficina del director.
―Ha habido un problema con su tarjeta de crédito. El hotel ha sido instruido para
rechazar cualquier cargo adicional‖.
―¿Instruido por quién?‖ exigió Haven. Podía sentir las manchas carmesí creciendo
en su cara y en su pecho.
―La compañía emisora. Ahora ¿Le gustaría liquidar su cuenta en efectivo o prefiere
registrar su salida temprana?‖. No era ningún secreto la opción que la mujer había
elegido para ellos.
―Vamos a pagar en efectivo‖ Iain declaró por segunda vez esa noche. ―Yo tenía un
sobre colocado en la caja fuerte del hotel. ¿Le importaría recuperarlo para mí?‖
―Para nada‖ la mujer respondió secamente.
―¿Ahora me crees?‖ Pregunto Haven tan pronto como ella e Iain estuvieron solos en
la oficina. ―alguien cerró todas mis cuentas, tiene que ser Adam. ¿Quién más podría
ser capaz de hacer esto?‖
―No saquemos ninguna conclusión‖ dijo Iain, empeñándose en confrontarla. ―Son
sólo las cuatro y media en Nueva York. Deberíamos tener tiempo para hacerle
frente al problema. Comprueba tu e-mail primero y ve si hay algo nuevo. Tal vez la
compañía de tarjetas de crédito te envió una alerta. Es probable que sea un
malentendido‖.
―¿Un malentendido? Entonces ¿cómo explicas a la chica de la Vespa? Ella nos
miraba‖.
―Esto es Italia, Haven‖ dijo Iain. ―¿Sabes cuántas chicas por aquí pasean en Vespas?
―
―¿En las tormentas de nieve?‖ Haven respondió.
―Por favor, Haven. Comprueba tu e-mail‖.
Haven revolvió su bolso para buscar su teléfono. Efectivamente, un mensaje había
llegado dos horas antes de parte del abogado Haven, en Nueva York. Leyó la nota.
―Bueno, eso lo explica‖ Haven anunció. ―Tu madre me está demandando‖.
―¿Ella qué?‖ La fachada tranquila de Iain finalmente se rompió.
―Ella dice que falsifiqué tu testamento‖
―Léeme la nota‖
―Querida señorita Moore, lamento informarle que sus cuentas han sido congeladas
temporalmente. La madre de su novio fallecido, la señora Virginia Morrow, ha
presentado una demanda acusándola de fraude de herencia. Ella cree que la firma
de Iain puede no ser auténtica. Un juez de Manhattan ha ordenado que la fortuna
de la familia Morrow sea colocada en custodia hasta que se resuelva el problema.
También ha solicitado que el documento original firmado por Iain Morrow se
remita al Sr. Harold Tuckerman, un reconocido experto en el tema de la
falsificación. Por favor llámeme a la brevedad posible. Tenemos que hablar de este
asunto de una vez‖.
―No me lo puedo creer‖ Iain murmuró. ―Le dejé a esa mujer cinco millones de
dólares en mi testamento. Pensé que se iba a tardar una década en bebérselos hasta
el último‖.
―Bueno, vamos a ver el lado positivo‖ Haven dijo, a pesar de que apenas podía ver
uno por sí misma.‖Por lo menos Adam no está detrás de esto‖.
―No subestimes a mi madre‖ dijo Iain. ―Cuando se trata de pura maldad, Ella haría
que Adam se vea como el conejo de pascua‖.
En el último año, Haven había escuchado decenas de historias sobre el padre de
Iain, quien había fallecido poco antes de que ella e Iain se reunieran. Un hombre
difícil, Jerome Morrow había hecho la infancia de Iain mucho más complicada de
lo que tenía que ser, escoltando a su hijo a un sinnúmero de psiquiatras, cada uno
con un sabor diferente de pastillas para prescribir. Sin embargo, estaba claro que
Jerome Morrow había amado a su hijo, incluso si ese amor estaba mal expresado.
Sin embargo, Iain rara vez hablaba de su madre. Cada vez que el tema surgía,
siempre hacia todo lo posible para cambiarlo.
―Estás exagerando‖ dijo Haven suavemente.
―No‖ Iain se mostró inflexible. ―No lo estoy. Una vez me mantuvo de rehén en su
casa hasta que mi padre estuvo de acuerdo en aumentar sus pagos de pensión
alimenticia. Me perdí un mes de sexto grado. Créeme, nos hubiera dejado morir de
hambre a los dos si hubiera visto la menor posibilidad de poner sus manos en la
fortuna Morrow‖.
―Nosotros no nos vamos a morir de hambre, ¿verdad?‖ Haven se echó a reír
nerviosamente. ―Tenemos que tener un poco de dinero reservado para situaciones
de emergencia‖.
―Algo‖ Iain admitió. ―Pero no va a durar para siempre‖.
―Bueno, siempre está mi boutique. Debemos ser capaces de vivir de las ganancias
de la tienda por un tiempo‖.
Iain negó con la cabeza. ―Van a cerrarla. El edificio y los suministros fueron
adquiridos con dinero Morrow. Estas preocupada‖ añadió cuando vio el horror en
el rostro de Haven. ―No te preocupes. Siempre puedo subir a un vuelo a Nueva
York. Todavía tengo algunos contactos allí. Puedo tratar de hacer llegar a mis
manos un poco de dinero mientras peleamos la demanda‖.
―¿Contactos? ¿Desde cuándo los chicos muertos tienen contactos?‖ Haven, suspiró
y apoyó la mejilla contra el pecho de Iain. Los latidos de su corazón seguían siendo
lentos y constantes. Se preguntó qué haría falta para hacerlo correr tan rápido
como el de ella. ―No importa, de todos modos, te quiero aquí conmigo, Virginia
Morrow puede tomar nuestro dinero, pero yo no voy a dejar que nos separe‖.
Sintió a Iain plantar un beso en su cuello. ―Mi madre no va conseguir poner sus
manos en nuestro dinero, Haven. Ella sólo nos hará la vida desagradable por un
rato. Hemos sido pobres antes. Vamos a sobrevivir ―.
―Lo sé‖ Haven dijo, aunque la idea de escatimar en gastos y ahorrar era muy poco
atractiva. Ella ya se preguntaba cómo podría abogar por un préstamo de su
repugnante abuela de vuelta en Snope City.
―Sólo tendremos que tener cuidado por un tiempo. No vamos a escribir ningún
gran cheque‖.
Las dos últimas palabras golpearon fuerte a Haven. Se salió del abrazo de Iain y se
tambaleó hacia atrás. ―¡Oh, Dios mío! ― Se quedó sin aliento. ―Envié un cheque
justo antes de dejar Roma. Es probable que ni siquiera haya llegado a su destino
todavía‖.
―¿Un cheque? ¿Para qué?‖ preguntó Iain.
―Para la matrícula de la universidad de Beau. El pago es para la próxima semana‖.
CAPÍTULO CINCO
Traducido por Clyo
Corregido por Roxiy
―Bueno, si no es Haven Jane Moore, anteriormente integrante de Snope City,
Tennessee. ¿A qué debo este raro placer?‖
El corazón de Haven resurgió ante el sonido del profundo acento de Beau. Se
comunicaban en su mayoría por e-mail en estos días, y ella no lo había visto cara a
cara en seis meses desde su visita a Roma el julio pasado. Ella nunca había
esperado extrañarlo tan terriblemente. Estar lejos de Beau era una de las pocas
desventajas de vivir en Italia. Después de haberse visto todos los días durante casi
una década, a Haven aún le resultaba difícil creer que ella no podía saltar en el
coche de su madre y conducir hasta la vieja casa de campo Decker cada vez que
necesitaba hablar.
Beau había sido como familia desde el primer día que se habían encontrado uno al
otro, y cuando Haven se había enterado de que Beau había sido su hermano, no
había sentido ni sola una punzada de sorpresa. Beau sabía todo acerca de las
muchas fallas de Haven, y, como un hermano, él la amaba de todos modos. Así que
cuando ella había heredado la fortuna de la familia Morrow después de que Iain
fingió su propia muerte, el primer acto de Haven como heredera había sido pagar la
factura de la matrícula universitaria de Beau. Era lo menos que podía hacer para
pagarle. Decirle que el dinero Morrow se había ido era una de las tareas más
dolorosas que alguna vez había tenido que asumir.
―Desearía que esto fuera un placer, pero tengo una mala noticia.‖ Haven, oyó su
propio acento de Tennessee en plena vigencia, como lo hacía cada vez que hablaba
con Beau. ―Es mejor que te prepares para oír esto‖.
―Uh-Oh,‖ Beau respondió. Sus estados de ánimo-buenos o malos-a menudo eran
difíciles de romper, y todavía sonaba incansablemente alegre. Haven podía oírlo
moverse por su habitación. Perchas de alambre discordante en el fondo. Él ya
estaba empacando para ir a casa, pensó ella miserablemente. ―Bueno, tengo una
buena noticia,‖ dijo él, ―Así que tal vez se equilibren entre sí. Pero tú me llamaste,
así que adelante y saca las tuyas del camino.‖
―Es acerca de tu matrícula.‖ Haven, hizo una pausa, tratando de convocar la
segunda parte a su oración.
―Oh, eso‖, Beau intervino: ―Sí, el registrador de Vanderbilt ha llamado esta
mañana. Dijeron que el cheque para el semestre de primavera no estaba claro. Yo
ya les había dicho que tenía que ser un error. . . ―
―No lo es.‖
La incesante actividad en el otro extremo de la línea se detuvo repentinamente.
―Bueno, ¿cómo es eso posible? Nunca he visto que compres nada más que
suministros de costura, un capuchino, o crema alisadora de cabello. ¿Soplaste toda
tu fortuna entera en lentejuelas?‖ Todavía no sonaba terriblemente molesto.
―Mis cuentas han sido congeladas,‖ Haven trató de explicar. ―La madre de Iain me
ha acusado de fraude.‖
―¿Fraude?‖ Beau se atragantó con la palabra. ―¿Tu?‖
―Ella dice que hice que alguien falsifique el testamento de Iain.‖
―¡Qué! ¿Quién se cree que eres? ¿Una especie de genio criminal?‖
―Lo sé, lo sé. Es una locura, pero ella parece haber encontrado un juez de Nueva
York que está dispuesto a creerle. Acabo de colgar el teléfono con mi abogado.
Parece que voy a tener que enfrentar en los tribunales a Virginia Morrow‖.
―Esto suena como el tipo de cosas que deben ser discutido de mujer a mujer‖.
―¿Estás bromeando?‖ La idea ni siquiera se le había ocurrido a Haven. ―Ella me
colgaría el teléfono si tratara de llamarla‖.
―No estoy diciendo que deberías llamarla. La mamá de Iain vive en Italia, ¿no? ¿Por
qué no te vas a ver si se puede hablar con algo de sentido con ella? Y si no se puede,
siempre puedes darle un buen puñetazo en la tripa. O darle un gran fajo de dinero
en efectivo. Eso es probablemente por lo que ella va después de todo.‖
―Sabes, eso podría no ser tan mala idea,‖ Haven, reflexionó. Virginia Morrow vivía
en el campo de la Toscana, cerca de Florencia. Haven había llegado a través de la
dirección que aparece en los papeles que había firmado después de la etapa de
muerte de Iain.
―Y ¿Alguna vez consideraste decirle a la Sra. Morrow que su hijo no está realmente
muerto? Eso probablemente sería una gran obstrucción en sus planes‖.
Eso había sido lo primero que había sugerido Haven, pero Iain había vetado al
instante la opción. Su madre era la última persona que él quería que supiera que
estaba todavía entre los vivos.
―Iain no cree que esa sea la respuesta,‖ ofreció Haven diplomáticamente mientras
miraba al joven que estaba sentado delante de un ordenador al otro lado de la
habitación del hotel. Todavía vestido con el elegante traje azul marino que había
llevado para cenar, estaba escaneando los documentos que su abogado había
enviado por correo electrónico, buscando una solución. La confianza de Iain
usualmente era contagiosa, pero en este momento Haven tenía el presentimiento
de que no había respuestas fáciles que encontrar. ―Pero mira, Beau, vamos a
resolver esto y conseguir pagar tu matricula. Solo que podría tomar un tiempo. No
hay un infierno entero de cosas que pueda hacer ahora mismo‖.
―No te preocupes por eso. Está todo bien,‖ Beau le aseguró. ―Yo estaba pensando en
tomar un poco de tiempo libre de todos modos.‖
―¿Tiempo libre?‖ Haven, repitió. ―¿Para hacer qué?‖
―Bueno, esa es mi noticia‖, dijo Beau. ―He conocido a alguien‖.
―Fabuloso,‖ Haven, dijo con tanto entusiasmo como pudo reunir. Como el único
chico abiertamente homosexual en Snope City, Beau había soportado cuatro años
de escuela secundaria, sin ni siquiera una cita. Su período de sequía había
terminado el día en que llegó a la universidad, donde había un montón de gente
que podía apreciar a alguien con el encanto de un caballero del Sur y el aspecto de
un dios nórdico. Pero Beau descubrió rápidamente que él no estaba preparado para
el sangriento deporte de las citas. Había tenido el corazón muy roto en su segundo
semestre, y Haven había esperado que la experiencia lo hiciera un poco más
cauteloso.
―No es de ese modo,‖ Beau respondió. ―Este chico es el verdadero‖.
―Eso es lo que dijiste de Stephen,‖ señaló Haven.
―Sí, pero este tipo es diferente. Él dice que solía conocernos.‖
Haven resopló. ―¿Ha estado en Snope City? No es mucha recomendación, si me
preguntas‖.
―No. Es mucho mejor que eso.‖ Haven podía escuchar la emoción de Beau
burbujeando. ―Dice que nos conocía antes de Snope City. Mucho antes que Snope
City. En una vida anterior. Cuando tú y yo éramos hermanos‖.
Sintiéndose un poco mareada, Haven se sentó en un lado de la cama. ―¿Qué es
exactamente lo que te dijo?‖ Le preguntó ella.
―Esto va a hacer q se te caigan los calcetines. Me dijo que mi nombre era Piero. El
suyo era Naddo. El tuyo era Beatrice. Todos vivíamos en Florencia, en la mitad del
siglo XIV. Beatrice y Piero eran ricos. Nuestra casa era un palacio, con tres grandes
puertas. Piero y Naddo se conocieron cuando tenían dieciséis años y comenzó un
romance secreto. Él hace que todo suene tan romántico. Medias y túnicas y
palacios. Rendezvous a la luz de las velas. . .‖
―Espera un segundo, Romeo,‖ Haven se entrometió ―¿Cómo sabe este hombre que
yo era Beatrice? ¿Cómo me conoce en absoluto?‖ Al otro lado de la habitación, Iain
dejo de lado su trabajo y comenzó a escuchar.
―Él no te conoce,‖ Beau cortó. ―Yo fui el que hizo la conexión. Dijo que Piero tenía
una hermana a la que adoraba, a pesar de que todo el mundo pensaba que era un
enorme dolor en el culo. ¡¿Quién más podría ser?!‖
Beau siguió hablando, mientras que Haven presionaba la boquilla del teléfono
contra su pecho. Iain estaba observando. ―¿El nombre Naddo te suena de algo?‖ Le
preguntó ella.
Una amplia sonrisa se propago en el rostro de Iain. ―Yo no conocí al tipo‖, dijo.
―Pero Piero nunca paraba de hablar de él.‖.
―Oye, acabo de escucharte hablar con Iain,‖ dijo Beau cuando Haven levantó el
teléfono a su oído. ―¿Qué te dijo? ¿Estaba él en esa vida también? ¿No te tuve
nunca solo para mí?‖.
―Adivina dónde estoy ahora mismo,‖ dijo Haven.
―¿Qué?‖
―Adivina dónde estoy ahora mismo,‖ repitió.
―¿Cómo se supone que voy a saber?‖ Beau ladró. ―¿Puedo por favor volver a mi
historia?‖
―Estoy en Florencia‖.
―¿Estás en Florencia?‖
―Estoy en Florencia. Y ¿adivinas a donde me llevó hoy Iain?‖
Podía oír a Beau respirando pesadamente en el otro extremo de la línea. ―¡No!‖
Logró susurrar.
―Sí. Un palacio con tres enormes puertas. El mismo lugar en que vivíamos cuando
éramos hermanos‖.
―¿Eso sigue ahí?‖
―Así es. Y yo simplemente le pregunte a Iain si conocía el nombre de Naddo‖.
―¡¿Y?!‖
―A juzgar por su sonrisa, supongo que hay una posibilidad de que este personaje
Naddo podría ser alguien a quien se supone debías encontrar,‖ Haven anunció.
―Oh, Dios mío,‖ dijo Beau. Ambos se quedaron en silencio por un momento,
permitiendo que la información se asimile ―¿Se supone que es realmente así de
fácil?‖
―No sé,‖ Haven, dijo. ―¿Cómo te cruzaste con este tipo de todas formas? ¿Va a
Vanderbilt también?‖
―No, él vive en Nueva York. Y él me encontró a mí. Vio mi foto en Facebook, y dice
que él sabía que yo era el que había estado buscando‖.
―Y ¿Tu? ¿Sentiste algo cuando viste su foto?‖
―No. En realidad no,‖ Beau admitió. ―Aunque créeme, el niño no es de mal ver. Pero
tú no sabías que Iain era… él indicado, hasta que lo conociste en persona, así que
estoy volando a Nueva York mañana para ver al tipo cara a cara‖.
―¿Cuando estabas planeando decirme todo esto?‖ Haven, exigió, sintiéndose un
poco herida. Rara vez hacia un movimiento sin mandarle un correo electrónico a su
mejor amigo primero.
―Yo te iba a decir si es que resultaba ser la persona correcta,‖ dijo Beau. ―No quería
que te pongas toda emocionada por nada‖.
¿Estás seguro de que tienes que encontrarlo en Nueva York? ―Pidió Haven. Tal vez
estaba siendo paranoica, pero había algo que no le parecía bien. - Sabes que ahí no
es seguro para ti. Si Adam te ve‖.
―¿¡Adam!? Pensé que El Diablo se suponía nos iba a dejar en paz por las próximas
seis o siete décadas‖
―El se supone que me deje a mí en paz. Él no hizo ninguna promesa cuando se
trataba de ti. Y después de que amenazaste con enviar la lista entera de los
miembros de la Sociedad Ouroboros al New York Times.‖
―Ok, ok, Haven. Lo entiendo. Sin embargo, la ciudad de Nueva York tiene ocho
millones de personas. Y Roy va a Columbia. Él vive en Morningside Heights, por el
amor de Dios,‖ dijo Beau. ―No voy a ninguna parte cerca de Gramercy Park o la
Sociedad de Ouroboros‖.
―Así que ¿Su nombre es Roy ahora?‖ Haven, finalmente esbozó una sonrisa.
―Roy Bradford,‖ Beau confirmo. ―Suena como una estrella de cine, ¿no crees?‖
―Si lo hace. ―La sonrisa de Haven se desvaneció rápidamente. ―Vas a ser cuidadoso,
¿no? No quiero que tus sentimientos terminen siendo heridos si termina siendo un
psicópata.‖ La mayoría de la gente no hubiera sentido la necesidad de proteger a un
jugador de fútbol de seis pies con un temperamento terrible, pero Haven sabía que
el talón de Aquiles de Beau era su corazón. Después de que él había visto a Haven
encontrar a la persona con la que estaba destinada a estar, la propia búsqueda de
Beau por su alma gemela había comenzado en serio. El único problema era que lo
había confundido con la mitad de los hombres que había conocido. Por más que lo
intentara, Haven no podía evitar la sensación de que Roy Bradford podría ser otro
número equivocado.
―No voy a dejar a mi imaginación volar conmigo esta vez,‖ Beau prometió, como si
hubiera estado leyendo sus pensamientos. ―Y tú ten cuidado también. No dejes que
una señora vieja te robe a ciegas. Ve a ver a Virginia Morrow y hazle saber con
quién está tratando.‖
―Voy a pensar en ello,‖ Haven, dijo, aunque ella ya había tomado una decisión.
CAPÍTULO SEIS
Traducido por CairAndross
Corregido por Lore1889
La villa se encaramaba sobre una pequeña y sobresaliente colina, que se elevaba
sobre los campos toscanos, color verde esmeralda, que la rodeaban. Desde la
carretera, todo lo que Haven podía ver del edificio, eran las pizarras de arcilla de su
tejado, las cuales se veían malamente necesitadas de una reparación. Cuando giró
por el camino de entrada, se percató de un ciprés, que había crecido engullendo
una esquina de la casa, mientras que las vides escalaban los muros, sujetando los
últimos trozos del yeso, a punto de derrumbarse, de la villa, a los ladrillos debajo de
éste.
Haven dejó su coche, tan cerca de la casa como pudo. Tenía esperanzas de terminar
su misión rápidamente y regresar a Florencia antes del atardecer. Iain pensaba que
había salido de compras y a mirar escaparates, y si el viaje le llevaba menos de tres
horas, no despertaría sus sospechas. En ese momento, no parecía haber ninguna
razón para preocuparse. La villa lucía desierta, y Haven se preguntó cuánto tiempo
haría que Virginia Morrow se había marchado. Aún así, decidió abrirse paso entre
las vides, hacia la puerta principal. Un viento frío agitaba la vegetación, y Haven fue
asaltada por el tenue olor de la carne podrida. Miró hacia abajo, para encontrarse
de pie en el borde de una piscina. El cadáver de un pájaro floraba en el agua de
lluvia, fría y llena de algas, que se había acumulado en su interior. Sorprendida,
Haven estuvo a punto de regresar a su coche, pero se contuvo. Sería ridículo
conducir hasta tan lejos, sólo para irse sin llamar.
Cuando se detuvo frente a la puerta principal de la villa, un gato salió de debajo de
uno de los arbustos y se frotó contra los tobillos de Haven. Ella se inclinó para
rascarle tras las orejas. Abandonado en una colina solitaria, en mitad de la
Toscana, la criatura tenía las costillas sobresalientes de un náufrago. Haven se
preguntó si debería llevarlo hasta la ciudad, donde quizás tendría una oportunidad
de sobrevivir.
―¿Quién está allí?‖, demandó una voz en el interior.
Haven pegó un brinco y el gato se escabulló, silenciosamente, de regreso a los
arbustos.
―¿Señora Morrow?‖, respondió Haven.
―Yo no hablo con periodistas‖.
―Yo no soy periodista, pero me gustaría hablar con usted, si tiene un momento. Mi
nombre es Haven Moore‖.
Haven creyó oír una risa gutural. ―Estoy ocupada. Si tiene algo que decir, puede
hablar con mi abogado‖.
―Tenía la esperanza que eso no fuera necesario. Me gustaría resolver este asunto
fuera de los tribunales, si es posible. Estoy preparada para hacer un trato con
usted‖
La mujer se rió más fuerte. ―¿Qué clase de trato?‖
―Podría decírselo, si me deja entrar‖, dijo Haven.
―Bien‖. La puerta se abrió. ―Esto podría ser entretenido‖. Eran las dos y media, pero
la mujer que estaba frente a Haven, aún llevaba un camisón. Su mano derecha
aferraba una copa de cristal, medio llena con un líquido ambarino. Scotch, supuso
Haven, a juzgar por el aroma que flotaba en la brisa.
Una noche, de regreso en Roma, mientras se balanceaba en la frontera del sueño,
Haven había estado pasando rápidamente los canales de televisión, cuando se
encontró con un viejo episodio del programa de cocina de Virginia Morrow, La Chef
Sofisticada. Temerosa de despertar a Iain, Haven mantuvo el volumen bajo,
mientras observaba a su madre deambular por un set que había sido diseñado para
asemejarse a una humilde cocina Toscana. El estilo de la vestimenta de la
anfitriona, le dijo a Haven que el programa había sido grabado en los noventa, poco
antes de la espectacular auto-destrucción de Virginia. Ya había señales de los
problemas que vendrían. Sus ojos estaban hundidos y el colorete demasiado
brillante. Se parecía a un cadáver maquillado –uno que se habría alzado de entre
los muertos, para vengarse de los vivos.
Acurrucada junto al hijo dormido de Virginia Morrow, Haven había visto a la mujer
en televisión y se preguntó cuánto tiempo pasaría, hasta que se grabó el programa
que estaba destinado a volverse un clásico de YouTube. Filtrado a la prensa por un
periodista que, finalmente, se cansó del abuso de su jefe, el material captaba a la
sofisticada chef lanzando huevos, productos porcinos, y maldiciones a su audiencia
en el estudio. Un jamón de Parma había noqueado brevemente a una mujer
inconsciente. Virginia Morow huyó a EEUU poco después que el video llegara al
noticiero de la noche. La gente todavía especulaba sobre la causa de su crisis
pública y, de tanto en tanto, un periodista emprendedor intentaba hacerle la gran
pregunta a ella misma. Pero al final, terminó siendo uno de los pocos misterios de
la era del chisme. Sólo Haven y Iain sabían la desagradable verdad. Virginia había
sido destruida por el amor de su vida –un amor que ella había descubierto en el
fondo de una botella.
Ahora, ella estaba allí, en carne y hueso. Lucía más vieja, por supuesto, pero la edad
parecía adaptársele. Los afilados rasgos de la mujer se habían suavizado, y unos
pocos kilos extras llenaban su figura. No había duda que ella era el progenitor
responsable de la buena apariencia de su hijo. Aunque su cabello se había vuelto
prematuramente blanco, aún caía en elegantes ondas sobre sus hombros. Con su
vestido blanco y su antinatural palidez, se veía como un glamuroso fantasma. Uno
no particularmente amistoso.
―Te ves más joven de lo que esperaba‖, observó Virginia, le dio la espalda
inmediatamente a su huésped y desapareció por el pasillo. ―Sígueme‖.
Haven oyó la orden, pero permaneció congelada en el vestíbulo. Sin Virginia allí
para bloquearle la vista, vio que la casa era poco más que una ruina –tan
desvastada en el interior como en el exterior. Y el aire se sentía, incluso, más frío.
La villa tenía, al menos, doscientos años de antigüedad, pensó Heaven. Dos
décadas de abandono no podían ser responsables de todo el daño que ésta había
sufrido. Vio un cuchillo de carnicero incrustado en la pared del vestíbulo y supo
que parte de la destrucción había sido causada por manos humanas.
―¿Ves cómo me veo obligada a vivir?‖, inquirió Virginia Morrow, sin volverse a
mirar a su invitada. ―Esto es por lo que perdí mi juventud junto a Jerome Morrow.
¿Vienes o no?‖
―Claro. Sí‖, dijo Haven, luchando por alcanzarle.
Llegaron a una habitación llena de antigüedades polvorientas –el primer mobiliario
que Haven notó en cualquier lugar de la casa. Las recámaras, por las que pasaron
en el trayecto, estaban completamente vacías. Aquí, las tablas podridas estaban
cubiertas por alfombras raídas y algunas llamas escasas flameaban en torno a una
pata de una silla rota que había sido arrojada a la chimenea. Haven esperó a que
Virginia Morrow le ofreciera tomar asiento, pero la mujer la ignoró. En cambio,
volvió a llenar su propia copa con licor de una botella de apariencia barata y apoyó
un brazo en la repisa de la chimenea.
―Entonces, ¿qué tipo de trato me ofreces?‖, preguntó Virginia, fingiéndose
inocente. ―Lo suficiente para arreglar este lugar, presumo‖.
―Me dijeron que le habían legado cinco millones de dólares en el testamento de
Iain‖, dijo Haven, reticente a ir mucho más lejos.
―Y supongo que te estás preguntando qué pasó con eso‖, dijo Virginia, completando
los pensamientos de Haven. ―Impuestos y deudas, querida mía. Veinte años de
deudas. Cuando Iain murió, el IRS* y cada compañía de tarjetas de crédito en la
tierra, empezaron a llamar. Se lo llevaron todo‖.
―Bueno, estoy segura que yo podría darle suficiente dinero para…‖. Heaven se
detuvo. La mujer estaba sacudiendo ligeramente la cabeza, advirtiendo a su
invitada de que el esfuerzo era inútil. Haven se dio cuenta que Virginia no se
conformaría con menos de hasta el último centavo de la fortuna de la familia
Morrow.
―¿Cuánto tiempo estuvieron juntos, tú y Iain, antes que él muriera?‖, preguntó la
mujer. ―En esta vida, quiero decir‖.
―¿Usted lo sabe?‖. Haven fue cogida con la guardia baja.
―¿Cuánto tiempo?‖, repitió Virginia, con una sonrisa satisfecha.
―El suficiente‖. Haven hundió las manos en los bolsillos, en busca de calor. Incluso
con el pequeño fuego, la casa estaba helada. ¿Cómo soportaría Virginia Morrow,
recorrer sus habitaciones desastradas, sin llevar nada más que un vestido de seda
hecho jirones?
―Yo tenía veinticinco años cuando conocí al padre de Iain y treinta y siete cuando
nos divorciamos. Para el momento en que terminó conmigo, no quedaba mucho.
¿Así que, cuántos fueron? ¿Doce años? Creo que merezco más de lo que me han
dado. ¿Tú no?‖
―No me corresponde a mí decirlo‖, respondió Haven. ―Fue decisión de su hijo
hacerme su principal heredera. Pensé que le gustaría respetar sus deseos. Aún…‖
―¿Mi hijo?‖. La frase brotó de Virginia Morrow como si le divirtiera. ―Iain Morrow
nunca fue mi hijo. Aún no sé qué es lo que era. ¿Puedes imaginarlo? Sacrificas tu
cuerpo y tu libertad para tener un hijo, y tan pronto como él es capaz de hablar,
descubres que, en realidad, no te pertenece. Dice que ha tenido otras madres –
docenas de ellas. Y entonces, cuando es mayor, te dice que eres la peor de todo el
lote. ¿Lo has llamado mi hijo? El muchacho era un niño sustituto. Alguien se robó
mi bebé y dejó esa criatura en su lugar‖, para el final de su perorata, la boca de
Virginia se había fruncido con amargura.
―No puedo creer que digas esas cosas. Iain debió amarte. Usted era su madre‖.
―Estás confundiendo amor y necesidad. Son dos cosas diferentes, Haven. Y,
exactamente como acabo de decir, él nunca fue mi hijo‖.
―¡Por supuesto que es tu hijo! Si no hay nada más, él se parece a ti‖. Haven supo
que había cometido un error en el instante en que las palabras salieron de su boca.
―¿Se parece?‖. Virginia bebió un trago de su copa y su rostro volvió a su estado
anterior de placidez. Haven se preguntó cuánto scotch necesitaba para controlar
sus demonios internos. ―Una interesante elección del tiempo verbal. De todos
modos, no se vea tan apabullada, señorita Moore. Puedes pensar que soy un
monstruo, pero en realidad, no eres mejor que yo. Lastimarás a Iain más de lo que
yo nunca he hecho‖.
―Usted no sabe nada de mí‖. La mujer, finalmente, había enfurecido a Haven.
―Oh, sí lo sé. Te conozco mucho mejor de lo que te puedas imaginar. Has tenido
varios nombres. Constance. Cecile. Bao. Beatrice. Pero siempre eres la misma‖.
―¿Cómo…?‖
―¿Crees que descuidé a mi pequeño sustituto? ¿Piensas que no escuchaba cuando
empezó a contar sus historias? Incluso cuando tenía tres años, Iain ya era un chico
extraño. Donde quiera que lo lleváramos, él siempre intentaba escaparse.
Finalmente, encontramos la razón. Él le dijo a mi esposo que estaba buscando a
alguien que había conocido en otras vidas. Como te podrás imaginar, Jerome lo
arrastró a ver a un psiquiatra al día siguiente. Tomó un par de sesiones, pero al fin,
Iain confió en el doctor. Había una chica, que él estaba desesperado por encontrar.
Afirmó que alguien también la estaba buscando. Él necesitaba llegar a la chica,
antes que su rival tuviera la oportunidad de ganarla‖.
―¿Ganar…me?‖. Haven esperaba que su risa pudiera ocultar su sorpresa.
Iain realmente veía a Adam Rosier como un rival. ―No soy un premio de feria‖
Virginia parecía saber que había encontrado el punto débil de Haven. ―Ésas
pudieron no ser las palabras exactas de Iain. Pero él parecía convencido que había
alguien más. Alguien a quien tú podrías escoger en su lugar. Estaba aterrorizado de
que, algún día, pudieras romper su corazón‖.
―Eso es la cosa más ridícula que he escuchado nunca‖, se burló Haven, aunque la
sugerencia se estaba abriendo paso en su cerebro. ―Yo nunca podría romper el
corazón de Iain‖.
―¿Es tan ridículo?‖, preguntó Virginia. ―La mayoría de las personas conocen mejor
a su cartero de lo que se conocen a sí mismas. Nunca se imaginarían de lo que son
capaces de hacer. ¿Piensas que la mayoría de las personas nunca se creerían
capaces de matar? ¿O de romper los corazones de sus esposos? ¿O de destruir sus
carreras con un montón de huevos y jamón? Por supuesto que no. A todos nos
gusta pensar que somos modelos de integridad. No tenemos idea de lo que
haríamos, si los dioses decidieran volverse contra nosotros. Pero aquellos que
hemos visto lo peor de nosotros mismos –sólo digamos que podemos ver el
potencial en otros. Y, mi querida, simplemente estás llena de potencial‖.
Virginia apuró lo último de su bebida y depositó la copa sobre la repisa, con un
gran estrépito y una sonrisa torcida. Una ráfaga de viento salió por la chimenea,
haciendo que el fuego se alzara y rodeara a la dueña de la casa con humo. La mujer
era venenosa, pensó Haven.
―Nunca seré como usted‖.
―Bueno, aquí tienes tu oportunidad de demostrarme que estoy equivocada‖.
Virginia Morrow estaba empezado a farfullar sus palabras. ―Voy a suponer que te lo
estás pasando muy a gusto, gastando todo mi dinero. Sólo ese vestido debió costar
una pequeña fortuna‖.
―Yo confeccioné este vestido‖, gruñó Haven.
Virginia pellizcó la manga de Haven y la frotó entre las yemas de sus dedos. ―Y no
me imaginaba que esta tela era gratis. Pareces tener un gusto excepcional. Así que,
vamos a ver qué sucede cuando todo el dinero se haya ido. ¿Crees que podrás
volver a ser la palurda de clase media que fuiste una vez? ¿Qué crees que vas a
hacer para evitar que eso suceda? ¿Quién te mantendrá, cuando Iain ya no pueda
darse ese lujo?‖
―Él te ha puesto en esto, ¿no?‖
―¿Él?‖, preguntó Virginia Morrow. ―¿Quién es él?‖
―Adam. Adam Rosier‖.
―No tengo idea de quién es‖, se burló la mujer. ―¿Por qué asumirías que hay un
hombre que tira de mis cuerdas? Creo que mis motivos son completamente
transparentes. Quiero recuperar mi vida. Quiero vivir en una casa sin ratones.
Quiero vestir ropas hermosas. Quiero que la gente sea amable conmigo, les guste o
no. Quiero lo que perdí, y pronto voy a ser capaz de comprarlo. Mi abogado está
convencido que podemos ganar, y le extenderé un gran, agradable, cheque, si lo
hacemos‖.
―No crea que no voy a luchar con usted, en cada paso del camino‖, dijo Haven.
―Te deseo la mayor de las suertes‖, dijo Virginia. ―¿Quién de nosotras dos, supones
que tiene más para perder?‖
CAPITULO SIETE
Traducido por Emma
Corregido por Luceprice
De nuevo en el hotel en Florencia, todo estaba en silencio. Afuera, el mundo se
estaba oscureciendo y la última luz de la tarde se filtraba por las cortinas
transparentes haciendo ver las paredes de color plata pálida. Haven pensaba en su
pequeña casa de New York donde había pasado su primera noche con Iain. La luz
había sido igual en el dormitorio del segundo piso, por debajo del tragaluz, con
vista a las nubes. A veces le era difícil pensar en que ya no estaba, había sido
destruida por el fuego que casi los había matado a los dos. Haven hizo una pausa
para disfrutar de su entorno y memorizarlo. Sabía que no tenían ninguna garantía
de que esto durara y ahora estaba empezando a derrumbarse.
Iain estaba recostado en la cama con la ropa puesta, uno de sus dedos estaban
metido dentro de un libro, se había dormido mientras la esperaba. Se detuvo a su
lado, trazando con la vista la cicatriz que tenía en la frente, no había podido escapar
del fuego ileso y Haven a menudo se encontraba trazándola con sus dedos.
Sabía que la cicatriz estaba ahí como una advertencia, le hacía recordar que Iain era
humano. No importaba que valiente o poderoso pareciera, no era completamente
invencible.
Una imagen apareció en su mente, la hermosa madre de Iain de pie contemplando
su vida convertida en ruinas por su adicción a la bebida. La ira que siguió hizo que
el cuerpo de Haven se endureciera y sus dientes se apretaran. De regreso a
Florencia, había llorado tan fuerte al pensar que Iain había sido criado por ese
monstruo que ella había tenido que alejar de su camino. Entendía mejor que nadie
lo solo que debía haberse sentido cuando era un niño. A los 8, Haven había sido
una huérfana, su padre estaba muerto y su madre alejada. Fue criada por su abuela,
lo que le había enseñado lo que era ser criada por alguien llena de amargura. Pero
Haven siempre había tenido a Beau, aun los imaginaba como los dos hermanos de
un cuento de hadas, forjando su camino a través de la oscuridad en un bosque
sombrío, llevando solo una cesta de migajas de pan para marcar su camino. Juntos,
siempre habían logrado llegar a la seguridad. Solos, no habría duda de que
hubieran perecido.
Haven se sacó los zapatos y se recostó en la cama. Colocó un brazo sobre la cintura
de Iain y presionó su cuerpo contra su caliente espalda.
Escondiendo su rostro en su nuca, inhaló profundamente, olía como casa. Cuando
se sentía ansiosa o triste, la esencia de rosas de su piel podía inundar su mente con
miles de recuerdos hermosos. A veces tenía la suerte de poder elegir uno de ellos y
saboréalo. Pero más a menudo, Haven simplemente disfrutaba la sensación de
reuniones, primeros besos, y las tan esperadas carisias, era lo más cerca al cielo que
podía estar. Eso era por lo que las palabras de Virginia Morrow no tenían sentido,
Haven nunca podría amar a nadie más que a Iain, no pondría en riesgo su paraíso
por nada.
¿O si lo haría?
Los ojos de Haven se abrieron de nuevo. No le había dicho a Iain que iría a ver a su
madre. En cambio le había mentido, había traicionado su confianza. Y ¿Por qué?
¿Por una fortuna que nunca había sido suya? Haven sintió el miedo atascado en su
garganta. Por un momento apenas podía respirar. ¿Tenía Virginia Morrow razón?
¿Este era el primer signo de que las cosas terribles que había predicho que haría?
Iain giró para quedar cara a cara con Haven. ―Regresaste,‖ Le dijo. ―Estaba
empezando a preocuparme.‖ Se acerco y la besó. El mundo se podría acabar y
Haven no lo habría notado. Luego, al final, ella se alejó.
―Fui a ver a tu madre,‖ Confesó. ―Renté un auto y manejé hasta haya ésta mañana.‖
―Lo sé,‖ Dijo Iain. ―La compañía de autos llamó para confirmar la reservación.‖
―¿Lo sabías? Y ¿no trataste de detenerme?‖
Iain sonrió ante la idea. ―Haven, te he amado por 2000 años. Se hace mucho que
cuando se te mete una idea en la cabeza nada puede detenerte de realizarla. Como
sea, pensé que sería buena idea que conocieras a mi adorada mami. Ahora sabes
contra que nos enfrentamos.‖
El hecho de que él supiera del viaje hacia que Haven se sintiera peor. ―Tenias toda
la razón, Iain. La mujer es un monstruo. No sé como manejaste el vivir con una
madre así.‖
Iain se apoyó en su codo y miro hacia abajo, donde Haven estaba recostada a su
lado en la cama. ―¿No lo sabes? Yo sí,‖ Dijo como si fuera obvio. ―Sabía que estabas
ahí afuera, y tenía la sensación de que te encontraría en esta vida, así es como
supere los 19 años de mi vida, es tan simple como eso.‖
―Aun así,‖ Dijo Haven. ―No tenía porque hacerlo tan difícil para ti. Una madre
debería amar a su hijo sin importar cuántas vidas haya tenido.‖
―Eso no importa ahora, eres toda la familia que puedo desear. Lo que me recuerda,‖
Dijo, saltando de repente fuera de la cama. ―Hay algo que quería darte antes de que
me sacaras del restaurante la noche pasada.‖
Fue hasta el armario y buscó en los bolsillos de la chaqueta que había usado la
noche anterior. Cuando regresó, tenía una pequeña caja en su mano.
―Me las arreglé para hacer una compra final antes de perder la cuenta.‖
Haven abrió la caja sin decir nada. Dentro había un sencillo anillo con una ancha
banda de oro y una gema en el centro.
―Es un cristal,‖ Comentó Iain nervioso mientras Haven miraba las manchas de oro
dentro de la gema de color azul pálido a la luz de la noche. ―Es igual al anterior.
Quiero decir, el primero, el primer anillo que te dí.‖
―¿Cuando escapamos de Roma hace 2000 años?‖ Preguntó Haven.
―Si. Gaste nuestro último centavo en ese anillo, y no tenía muchas monedas para
gastar en esa época. Es por eso que la joya es de cristal y no algo lujoso. Pero ahora
es una antigüedad y…‖
―Es perfecto,‖ Anunció Haven.
―Bien.‖ Iain exhaló con alivio. ―Lo vi en una tienda antes de que dejáramos Roma y
yo…‖
―¿Qué significa eso?‖ Pregunto Haven.
Iain se sentó a su lado y apartó un rizo que había caído sobre la mejilla de Haven.
―Significa que nos pertenecemos el uno al otro para siempre y, que cuando estés
lista podremos conseguir algún sello de aprobación del gobierno, o podemos seguir
revolcándonos en el pecado celestial por los próximos 60 años. Significa lo que
quieras que signifique, Haven.‖
―Gracias.‖ El nudo en la garganta de Haven no la dejaba decir nada más. Nunca se
imaginó como el tipo de chica que se pondría a llorar por una pieza de joyería, y los
sentimientos de Iain no la sorprendieron. Pero de alguna manera Haven se sentía
diferente con el anillo romano en su dedo, tenía un poder que nunca hubiera
imaginado. Sabía que su madre argumentaría que Haven era muy joven para esas
cosas. Mae Moore aun rezaba para que su hija de 19 años regresara un día al este de
Tennessee. Ella no entendía que Haven ya estaba en casa.
―No hay de que,‖ Dijo Iain, acabando la conversación con un beso.
Más tarde, mientras descansaba al lado de Iain, con nada más que una sabana
cubriéndolos, Haven soñó con la niña de Florencia que había sido hace 700 años.
Beatrice estaba de pie en una sala vacía, mirando una pintura. No había muebles,
se los habían llevado a la ciudad el día anterior. Los saqueadores estaban obligados
a seguir con su camino, robando lo que sea y dejando las paredes solo decoradas
con sus colores brillantes.
La que Beatrice estaba mirando mostraba la masacre de inocentes, la ejecución de
todos los infantes varones del pueblo de Belén ordenada por el Rey Herodes.
Mujeres desesperadas corrían por las calles de la ciudad, tratando de salvar a sus
bebes de las espadas de las tropas romanas. En la esquina del cuadro, una imagen
inmóvil miraba la masacre desde una ventana.
La chica en el sueño de Haven se acercó a la pintura para ver mejor cuando escuchó
unos pasos detrás de ella. Se volvió y vio un grupo de mujeres entrando en la sala,
algunas jóvenes y otras viejas. Algunas eran campesinas y otras hijas o esposas de
hombres ricos, una de ellas iba disfrazada de soldado. La que lideraba el grupo era
una niña que no podía ser mayor de 11 años, su rostro estaba sucio y sus ropas
estropeadas, aun así hablo con autoridad.
―¿Cambiaste de opinión?‖ Demandó saber.
―Lo hice,‖ Haven se escuchó decir.
El sonido de su teléfono la despertó.
CAPÍTULO OCHO
Traducido por maricaro_rod
Corregido por Lore1889
―¿Mama?‖ Haven gimió al receptor. La habitación estaba perfectamente oscura, y
todo lo que Haven podía ver era el tenue brillo de la pantalla de su teléfono.
―Recuerdas que estamos seis horas adelantados de ti, ¿verdad? Son las tres de la
madrugada aquí.‖
―Siento despertarte, cariño,‖ dijo Mae Moore. ―Pero Ben Decker me pidió que te
llamara. Es un poco urgente.‖
Haven se sentó. ―¿Hay algo malo con Beau?‖ pregunto, miles de horribles
escenarios bombardearon su mente a la vez.
―Bueno, mira, ese es el problema. No sabemos. Esperábamos que tu podrías…‖
―¿Podría que, mamá?‖ Para la mayoría de la vida de Haven, su madre había hecho
su mejor esfuerzo para evitar el mundo real. Devastada por los crueles rumores que
circularon de su marido muerto, Mae Moore se había vuelto hacia dentro. Rara vez
hablaba por encima de un susurro, y no podía mirar a nadie a los ojos. En el año
desde que la verdad había finalmente salido, y el nombre de su esposo había sido
limpiado, Mae Moore había hecho notables progresos. Ella estaba casi risueña, la
encantadora mujer que una vez había sido. Pero aún tenía dificultades yendo
directo al punto.
―Esperábamos que tu podrías saber dónde esta Beau.‖
Haven cayó sobre las almohadas. Era típico de Beau, dejar la ciudad sin decirle a
nadie a donde iba. ―Él fue a New York,‖ dijo Haven. ―Te diré todo lo que sé mañana
una vez que haya dormido un poco.‖
―Ben sabe acerca del viaje,‖ dijo Mae Moore antes de que Haven pudiera colgar.
―Beau supuestamente tenía que llamar cuando llego ahí la noche pasada. El avión
aterrizó a las diez, pero él nunca llamo. No has oído de el, ¿verdad?‖
―No.‖ Haven sintió frió repentinamente.
―Oh.‖ La voz de Mae bajó.
―¿El Sr. Decker esta preocupado?‖ El padre de Beau había pasado veinte años en el
ejército. El no era de los que se inquietaba por ninguna razón.
―Él está llegando,‖ dijo Mae. ―Creo que no está muy contento porque Beau haya ido
a New York en primer lugar, pero no había mucho que él pudiera hacer. Ahora que
él no ha sido capaz de llegar a él, se siente muy nervioso. Ben dijo que Beau por lo
general es muy bueno sobre avisando. A diferencia de otras personas que conozco.‖
Haven dejó pasar el comentario. ―Estoy segura de que está bien,‖ dijo ella, más para
convencerse que para convencer a su madre.
―¿Entonces tú conoces a las personas que él fue a ver?‖
―No lo conozco, pero sé su nombre. Roy Bradford.‖
―Eso es lo que Beau le dijo a su padre. Él dijo que conoció a este personaje, Roy, en
algún sitio web. Pero Ben visitó el sitio esta tarde, y él no pudo encontrar a nadie
que use ese nombre.‖
―Dile al Sr. Decker que debe llamar a la Universidad de Columbia,‖ dijo Haven.
―Beau dijo que el tipo va a la escuela ahí.‖
―Ben también lo intentó. Ellos no tienen a ningún estudiante con el nombre de Roy
Bradford.‖
―¿No ha comprobado el listado telefónico?‖ pregunto Haven.
―Había tres personas con ese nombre en Manhattan. Ninguno de ellos había
escuchado de Beau.‖
Haven buscó en su cerebro alguna pista, pero no había una que se pudiera
encontrar.
―¿Haven?‖ Su madre interrumpió sus pensamientos. ―Sé que ya eres oficialmente
una adulta y todo. Y sé que tienes tu propio dinero pero, ¿no piensas que podría ser
tiempo de regresar a casa? Ayudar a Ben sería mejor si estuvieras aquí.‖
―Beau está bien,‖ repitió Haven. Esta vez ella no lo pudo creer. ―Él va a llamar a uno
de nosotros pronto.‖
Mae suspiró. ―Si te llama, ¿le dirías que telefonee a su padre?‖
―Por supuesto,‖ prometió Haven.
―Bueno entonces, vuelve a dormir, cariño,‖ dijo Mae. ―Lamento haberte
despertado.‖
No había manera de que Haven volviera a dormir. Después de la llamada, se sentó
con el teléfono todavía agarrado en la mano.
―¿Que sucede?‖ pregunto Iain. ―¿Qué está mal? ¿Era tu mamá?‖
―Beau está desaparecido.‖ La luz que irradiaba la pantalla del teléfono se apagó, y
Haven se quedó en la oscuridad. Ella había tratado de sonar optimista en la
llamada, pero ahora sus temores la amenazaban con tragársela. ―Fue a New York la
noche pasada, y nadie ha oído de él desde entonces. El padre de Beau está tratando
de contactar a Roy Bradford, pero el chico parece que no existe.‖
La cálida mano de Iain agarró su hombro. ―¿Existe alguna posibilidad de que te
hubiese mandado una nota?‖
Haven sintió una oleada de esperanza. Había viajado todo el día, y no había tenido
la oportunidad de revisar sus mensajes. ―Tal vez,‖ dijo, escribiendo la contraseña de
su correo electrónico. ―¡Sí!‖ gritó a la vista de un sobre cerrado al lado del nombre
de Beau. Hizo clic en el icono y la nota se abrió.
PAN-PAN, PAN-PAN, era lo único que él había escrito. El teléfono se deslizó de los
dedos de Haven tan pronto como vio las palabras. Presa del terror, su mente ya no
estaba al control de su cuerpo.
―Haven, ¿estas bien?‖ Iain recogió el dispositivo y leyó la nota el mismo. ―¿Qué es
‗pan-pan‘?‖
―Es algo que Beau y yo usábamos cuando éramos niños,‖ Dijo Haven en cuanto
pudo hablar. ―Significa que está en problemas. Beau envió esa nota un par de horas
después de que su avión aterrizara. Algo le debió suceder cuando llego a New York,
pero él no ha llamado a nadie pidiendo ayuda. Lo que probablemente signifique
que no puede. Ya sea porque está herido o porque lo están reteniendo contra su
voluntad. ¡Maldita sea! ¡Yo debía saber que Roy Bradford era demasiado bueno
para ser verdad! Solo porque conocía a Beau de otra vida no significa que están
destinados a estar juntos. ¿Que si Naddo era una especie de psicópata? ¿Que si
Piero rompió su corazón, y Naddo a esperó setecientos años para obtener
venganza? ¿Que si…?‖
Había demasiadas posibilidades terribles a contemplar. Cuando Beau le había
dicho acerca de este viaje, Haven había tenido esperanzas por lo mejor. Pero estaba
preparada para lo peor. Ella sabía mejor que nadie que la reencarnación era
responsable de la creación de muchas venganzas como almas gemelas.
―Bueno, esto lo resuelve,‖ anunció Iain. Haven lo escuchó saliendo de la cama.
―¿Qué?‖ Su visión estaba borrosa por las lágrimas, siguió el sonido de la voz de Iain
a través de la habitación. ―¿Resuelve qué?‖
―Voy a reservar un vuelo a New York en este momento. Voy a juntar suficiente
dinero para cuando tenga que contratar un detective para perseguir a Roy
Bradford. Hay alguien que solía conocer…‖
―No necesitamos un detective, Iain. Necesitamos a la policía. Tengo que llamar al
padre de Beau y que él contacte con la policía de New York.‖
Escuchó como se accionaba un interruptor, y una lámpara iluminaba la habitación.
Cuando Haven se limpió las lágrimas, pudo ver preocupación en el rostro de Iain.
―No podrían comenzar a buscar de inmediato, Haven. Beau es un adulto, y lleva
desaparecido menos de un día.‖
―¡Pero no pueden esperar! ¡¿Que pasa si Beau está lastimado?!‖ Sus puños se
cerraron ante ese pensamiento. Si solo ella pudiera viajar atrás en el tiempo, ella
mataría a Naddo con sus propias manos antes de que tuviera la oportunidad de
dañar a Beau. Podía sentir sus dedos alrededor de la garganta, pero no podía
visualizar el rostro. ―¡Espera! ¿Qué recuerdas de Naddo? ¿Había algo inusual en él,
entonces? ¿Fue él como nosotros, tenía un talento que lo distinguía? No. ¿La
mayoría de las personas que han reencarnado tienen un don especial de algún
tipo?‖
―Déjame pensar por un segundo.‖ Iain cerró sus ojos. ―Recuerdo a Piero
diciéndome que Naddo era bien hablado. Él trabajó para uno de los hombres que
dirigía Florence. Pero eso no nos va a ayudar a identificar a Naddo en esta vida.
Desearía haber conocido al tipo antes de morir.‖
Una idea comenzó a formarse en la mente de Haven. ―¿No piensas que podría
haber conocido a Naddo entonces?‖
―Es posible, supongo. Piero y Breatrice eran muy cercanos. Él hubiera querido que
su hermana conociera a su novio.‖
―Entonces tal vez yo sepa algo.‖ Haven miró hacia arriba, a Iain. ―¿Tu crees que yo
sepa algo acerca de Naddo que nos pudiera ayudar a encontrarlo?‖
Iain se sentó en una silla cerca de la ventana y se paso una mano por el cabello. ―Es
una posibilidad muy remota, Haven.‖
―¿Estás seguro?‖ Era la mejor esperanza de Haven y se aferró a ella. ―Yo ya tenía
una visión de esa vida hoy. Tal vez si regreso al palacio que vimos puedo evocar
otro.‖
―Espera, Haven. Vamos a pensar esto un segundo. Suponiendo que encuentres el
talento inusual de Naddo. A lo mejor era el mejor laudista de Italia. O un ecuestre
dotado. ¿Qué le vas a decir a la policía? Si comienza a hablar sobre la
reencarnación, van a pensar que estás loca. Tenemos que encontrar a alguien que
nos tome en serio. Por eso…‖
―¡Iain, ya lo tengo!‖ Haven exclamó, incapaz de contener esa bomba que acababa de
salir en su cerebro. ―Si Naddo vive en New York ahora, y sabe que él ha
reencarnado, apuesto que está en contacto con la Sociedad Ouroboros. Incluso si
no es un miembro actual, ellos probablemente tendrán un archivo, y apuesto que
saben como dar con él también.‖
Ella esperaba que Iain aplaudiera por su descubrimiento. En su lugar la miraba con
incredulidad.
―¿Te das cuenta de lo que estas diciendo?‖ preguntó. ―No podemos contactar con la
Sociedad Ouroboros, Haven.‖
―No tenemos otro camino,‖ insistió Haven. ―Es Beau, Iain. Se lo debo.‖
CAPITULO NUEVE
Traducido por Clyo
Un viernes por la mañana en el séptimo grado, Haven había encontrado una tarjeta
de color rosa con volantes metida dentro de su mesa del salón. Era una invitación
para una fiesta de pijamas el sábado, y la anfitriona de la fiesta era Morgan
Murphy, la chica más popular de la escuela. Ella y Haven habían sido las mejores
amigas hasta que las visiones de Haven había asustado a todos, menos a Beau.
Ahora Haven, veia su oportunidad de recuperar su legítimo lugar al lado de
Morgan.
Comió junto a Morgan en la cafetería de la escuela ese día, charlando con las chicas
que no habían hablado con ella en tres años, mientras que Beau tenía su almuerzo a
solas afuera. Después de la escuela, Haven había corrido a casa para presumir con
su abuela, quien considero la invitación como un signo de que los problemas de la
familia habían llegando a su fin.
La noche siguiente, Mae Moore dejo a Haven afuera de la casa de Murphy. La chica
arrastro su saco de dormir a la puerta de enfrente y tocó el timbre. Pasaron varios
minutos hasta que Haven se dé cuenta de que no había nadie en casa. Los Murphy
no estaban. No habría ninguna fiesta.
Haven debería haber llamado a su madre para que fuera a recogerla, pero no lo
hizo. La luz se desvanecía, y empezó a buscar un lugar para lanzar su saco de
dormir. La idea de pasar la noche sola en el patio de los Murphy la aterrorizaba.
Pero ella no podía enfrentarse a ser dueña de tal vergüenza. Lo último que quería
hacer era decirle a su abuela que había sido el blanco de una broma horrible.
Fue entonces cuando apareció Beau. No dijo mucho, sino que simplemente agarro
el saco de dormir de Haven en una mano y lanzó su otro brazo a su alrededor.
-La próxima vez que me necesites, sólo textea pan-pan, le dijo. -P-A-N P-A-N. No
es necesario que digas nada más que eso.
-¿Pan-pan? - Había preguntado Haven. -¿Qué significa eso? ‖
-Mi papá me dijo que es lo que dicen en el Ejército. Creo que es francés o algo así.
Significa que necesitas ayuda.
-¿Por qué no simplemente decir ayuda? ¿Por qué tienen que ponerse todos
quisquillosos y hablar francés? ‖
-¿Cómo voy a saberlo? Deja de hacer tantas preguntas y vamos moviéndonos.
Tengo tanta hambre como un caballo. ¿Quieres comer perros calientes? ‖
-Sí,- dijo Haven. No había comido en horas, y su boca ya se estaba haciendo agua.
Juntos, caminaron la milla de vuelta a la casa de los Decker. Esa noche, acamparon
en el patio. El padre de Beau, encendió una fogata para ellos, y se quedaron hasta
tarde asando malvaviscos. Nadie mencionó la fiesta. Fue una de las mejores noches
de la vida de Haven.
Haven había tamizado a través de sus recuerdos de infancia y encontró decenas de
escenas similares. Beau siempre había estado allí para ella, incluso cuando Haven
no se merecía su amistad. Ahora tenía la oportunidad de pagarle adecuadamente.
No importa lo que tome, ella no lo defraudaría. Donde quiera que estuviese, lo iría
a buscar y lo llevaría a casa.
DOS DIAS HABIAN pasado desde la desaparición de Beau - tiempo suficiente para
que la policía lo declare oficialmente una persona perdida. Ben Decker ya tenía a la
policía de Nueva York buscando a su hijo, pero nadie estaba satisfecho con los
progresos que habían hecho. No había señales. Ni pistas. Beau parecía haber salido
de un avión en el aeropuerto La Guardia y desaparecido sin dejar rastro. La policía
había advertido al padre de Beau, que se preparara para una mala noticia. Pero
Haven, estaba segura de que todavía estaba a tiempo para salvar a su mejor amigo.
Era una pequeña corazonada, sin pruebas que la apoyen, con la que se las arreglaba
para mantener su cordura.
Dos mañanas seguidas, ella se arrastró de la cama antes del amanecer y regresó
sola al palacio que Iain le había mostrado. Haven se paraba en la plaza de sol a sol,
dejando que su cuerpo se congelara en su lugar mientras trataba de invitar a más
visiones del pasado. No se daba cuenta de todos los turistas que le tomaban fotos -
o de los locales, que cuchicheaban y se reían. Iain se ofreció a hacerle compañía,
pero Haven, no podía permitir que nada le distraiga. Tenía que ver más de la vida
que Beatriz y su hermano habían compartido en la mansión al final de la plaza. Más
importante aún, tenía que ver a Naddo.
Pero la visión que Haven anhelaba nunca se había revelado. Hubo algunos atisbos
tentativos de la Florencia medieval - una cuerda arrojada por una ventana del
tercer piso. Piero oscilando por un lado del edificio y Beatrice tirando de la cuerda
una vez que había aterrizado. O Beatrice escondida en un armario, mientras que su
madre furiosa registraba la casa buscándola. Pero Haven, no vio nada que pudiera
ayudarla a encontrar a Beau. Aun así esperaba. Cuanto más tiempo estaba frente al
palacio, las visiones se volvían cada vez más oscuras. Vio cómo las pertenencias de
la familia Vettori se cargaban en carros y eran llevados a toda prisa, los conductores
de los carros mirando alrededor a los cuerpos que yacían en la calle. Más tarde vio a
los médicos de la plaga descendiendo sobre la casa como una bandada de buitres,
cada uno vestido con un abrigo oscuro y una máscara terrible parecida a un pájaro.
Esas partes se prolongaban hasta altas horas de la noche. Hasta que se detenían
por completo.
En el tercer día de vigilia de Haven, Iain tomó un tren de regreso a Roma para
recoger algo muy necesario, dinero y algunos cambios de ropa. La noche anterior,
habían arrastrado sus maletas desde su alojamiento de lujo a un albergue juvenil en
decadencia al borde de la ciudad. Su nueva habitación apestaba a humo de
marihuana y repelente de insectos. Al lado, cuatro muchachas británicas
universitarias estaban de fiesta con un equipo de fútbol local, mientras que Iain y
Haven se apiñaban juntos en el abultado colchón, con los brazos fuertemente
atados alrededor el uno del otro. Incapaz de dormir, Haven contempló el anillo de
oro en su dedo y deseo que tuviera el poder de transportalos de regreso a su
apartamento en Roma. Al amanecer, ella y Iain se levantaron y comenzaron el largo
viaje hasta el centro de Florencia cuando llegaron al palacio, Iain escondió la
bufanda de Haven en su cuello y le llenó los bolsillos del abrigo con bocadillos que
había comprado en el camino. Haven no le dijo que nunca se los comería. Había
demasiado en su mente como para preocuparse por la comida.
Horas más tarde, el estómago de Haven permanecía vacío, pero su cabeza estaba
llena de pensamientos terribles. Las campanas de la iglesia daban las dos cuando
su teléfono comenzó a sonar. Pensándolo bien, ese debía de ser Iain llamándola
desde el tren, contestó, sin molestarse en comprobar el número.
-¿Haven Moore? ¿Eres tú? - Haven reconoció el acento nasal de montaña de Leah
Frizzell en un instante. Ella y Leah habían crecido juntas en el este de Tennessee.
Ambas habían sido marginadas en la pequeña Snope City, pero Leah habría
destacado en cualquier ciudad. Criada en una familia de manipuladores de
serpientes, a la chica le había sido concedido el don de la profecía. Como Haven,
ella sabía cómo se sentía el poseer habilidades que asustaban y las hacían menos
populares. Podrían haber sido-deberían haber sido-amigas desde el principio. Sin
embargo, cuando Haven había visto a la escuálida pelirroja que llevaba vestidos
pasados de moda con botas de combate, había visto al mismo fenómeno que todo el
mundo. Durante años, Haven no se había molestado en averiguar lo que había
debajo del exterior excéntrico de Leah. Fue un error que había llegado a lamentar.
Durante el encuentro de Haven con Adam Rosier y la Sociedad Ouroboros, la
fenómeno de Snope City, había demostrado ser una aliada fundamental. Ahora, ella
y Haven eran verdaderas amigas. Leah era una de las tres personas a las que
Haven, confiaba sus secretos y una de las seis personas en el mundo que sabía que
Iain Morrow estaba vivo. Leah era especial, incluso más especial de lo que Haven se
había dado cuenta al principio. Durante estos meses, Haven había descubierto que
había otros que compartían su propia capacidad de escudriñar en el pasado. Sin
embargo, Leah seguía siendo la única persona que había conocido que era capaz de
ver el futuro.
-¡Leah, gracias a Dios que llamas! ¡Beau está desaparecido! - Haven, espetó.
-Lo escuche.- Haven, nunca había escuchado a Leah andarse con pelos en la lengua
o disfrutando de una pequeña charla. Ella iba directamente al grano y decía lo que
pensaba, ni más, ni menos. Era un rasgo al que había que acostumbrarse.
-¿Has visto algo? ¿En qué estaba pensando? ¡Debería haberte llamado a Duke hace
días!- Haven, dijo, luchando por algún pedacito de esperanza. Su desesperación era
tan evidente que dos transeúntes expectantes lanzaban miradas de compasión en
su dirección. -¿Sabes dónde está Beau? ¿Puedes decirme cómo encontrarlo? ‖
-Más despacio, Haven,- Leah instó. -Mamá acaba de llamar para decirme que Beau
se desvaneció. Lástima que no va para la ciudad muy a menudo- la noticia ha
estado en todas partes en Snope City por días. Pero, nadie parece saber mucho más.
Pensé que tú podrías ser capaz de llenar algunos espacios en blanco para mí ‖.
Haven abrió su boca, pero todo lo que surgió fue un sollozo.
-¿Haven? ¿Estás bien? ‖
-Conoció a alguien en línea, Haven, explicó entre lágrimas. -Un tipo que decía que
su nombre era Roy Bradford. Dijo que había conocido a Beau en otra vida, y lo
invitó a Nueva York. Yo debería haber detenido a Beau antes de que se vaya, pero ni
siquiera lo intente ‖.
-¿Beau fue a visitar a un hombre que conoció en Internet? ¿Y no trataste de hablar
con él de sobre eso?- Leah le preguntó.
-¡Tienes razón, era una tontería! Pero conocía a Beau de la Florencia del siglo XIV.
Yo era la hermana de Beau, cuando se conocieron por primera vez. He visto
fragmentos de esa vida yo misma, así que sé que estaba diciendo la verdad acerca
de algunas de las cosas que le dijo. Beau pensó que Roy Bradford podría ser su
alma gemela. Debí haberme dado cuenta de que el tipo podía ser peligroso.
-Así que, ¿crees que conociste a Roy Bradford en persona en una de tus vidas
anteriores?-Leah le preguntó.
-Su nombre de entonces era Naddo. Puede que lo haya conocido, ¡pero no puedo
recordarlo! ‖
-Bueno, Haven. No te pongas toda histérica -, dijo Leah. -Estamos empezando a
tener un poco de progreso aquí. Tuve una visión sobre ti ayer por la noche, y creo
que acabo de descubrir lo que significa. Estoy bastante segura de que necesitas ver
más de esa vida que tú y Beau compartieron. Creo que podría haber algún tipo de
pista escondida en lo profundo de tus recuerdos.
-Lo sé. Es por eso que todavía estoy en Florencia ‖.
-¿Estás en Florencia? -Leah repitió como si no tuviera ningún sentido en lo
absoluto. -¿Italia? ‖
-He estado de pie frente al lugar donde Beau y yo solíamos vivir, tratando de
convocar una visión sobre Naddo. Puede que haya habido algo inusual sobre él en
ese entonces- una habilidad o un talento- algo que podría ayudarme a encontrarlo
actualmente. ¡Pero no he visto ni una sola cosa útil! ‖
-No creo que se supone que estés en Italia,- dijo Leah. -Tienes que estar de vuelta
en Nueva York. Hay alguien allí que puede ayudar.
-¿Qué quieres decir?- Haven, sollozó.
-En mi visión, te vi hablando con una anciana. Esto va a sonar loco, pero tenía una
toalla en la cabeza. Y estaba rodeada de humo.
-¿Humo? ‖
-Sí, yo tampoco lo entiendo bien. Pero esta mujer es muy importante. Creo que
ayuda a la gente a ver en sus vidas pasadas ‖.
-¿Es eso posible? -Pregunto Haven. -Nunca he oído de nadie que pueda hacer ese
tipo de cosas.
-Cualquier cosa es posible-, dijo Leah. -Pero deberías preguntarle a Iain. Él conoce
a la anciana. Me sorprende que no la haya mencionado todavía ‖.
-¿Iain conoce a la mujer rodeada de humo? ‖
-No puedo decírtelo a ciencia cierta, pero la oí hablar de él en mi visión. Ella lo
llamó el señor Morrow.
-¿Y dices que esta mujer vive en Nueva York? ‖
-Sí. ¿Crees que puedas llegar allí? ‖
-Voy a estar en el primer vuelo que pueda conseguir,-dijo Haven. Incluso si eso le
costaba hasta su último centavo, ella estaría en Manhattan por la mañana.
-Bien. Tal vez te veré allí pronto-, dijo Lea. -Estoy planeando un pequeño viaje para
las vacaciones de primavera.
-¿Vas a ir a Nueva York? - Leah Frizzell y Nueva York no cuadraban en la misma
frase.
-He estado pensando llamarte los últimos días. Sigo teniendo visiones que parecen
tener lugar en Nueva York. En la mayoría de ellas, veo a un hombre delgado, con
un bastón caminando por un jardín. Hay flores y árboles a su alrededor. Al
principio pensé que estaba en el bosque. Pero entonces vi a una entrada del metro
de forma redondeada a la distancia. Tiene la forma de un pequeño templo. De
todas formas, estoy bastante segura de que el hombre está en algún lugar de
Manhattan, y se supone que debo ir a buscarlo. ¿Alguna idea de dónde debo
empezar a buscar? ‖
-Por un hombre con un bastón-.Haven, quedó sin aliento. -Espera un segundo.
¿Qué aspecto tiene? ‖
-No te preocupes, no es él -, Leah le aseguró. -No es Adam Rosier ‖.
-¿Estas segura? - Pidió Haven.
-Me dijiste que Adam tenía siempre la misma edad, ¿verdad? ¿Que no envejece
nunca? Bueno, este hombre que estoy buscando tiene, probablemente, sesenta o
algo. Y es calvo. Pero, ¿te suena el resto? Las flores y los árboles y la entrada del
metro de forma redondeada ¿cómo un templo? ‖
-Hay una gran cantidad de parques y entradas del metro en Nueva York, -dijo
Haven. -¿Te acuerdas de algo más? ‖
-Había un pájaro. Parecía una especie de halcón.
-Bueno, eso no ayuda mucho,-Haven, dijo. Era la clase de detalles extraños que
sólo Leah recordaría. -Pero voy a estar atenta a las entradas del metro cuando
llegue a la ciudad. Le preguntaré a Iain también. Tal vez pueda saber dónde está tu
hombre.
-No, no vayas a hablar sobre esto con Iain-, Leah insistió. -Mantengámoslo entre
nosotras, por ahora, ¿de acuerdo? ‖
-¿Por qué? ‖
- Porque el futuro tiene una manera de cambiar. Sólo te lo estoy diciendo porque
tengo la sensación de que el hombre con el bastón y la mujer rodeada de humo
están conectados de alguna manera, lo que hace que me pregunte si tu también
estas mezclada en esto. Pero entre más gente sepa acerca de mi profecía, más
posibilidades hay de que algo cambie y el hombre no esté allí cuando, finalmente,
averigüe dónde encontrarlo.
-¿Qué crees que te va a decir?-Pregunto Haven.
Leah gruñó. -Si lo supiera, no me molestaría en pagar por un billete de avión, ahora
¿qué crees? Pero yo creo que él me quiere advertir. Tengo una sensación de que
algo malo va a suceder.
-¿Qué tan malo?-Haven no estaba segura de querer saber.
-Realmente malo.
-¿Y yo estoy metida en esto? ‖
-No sé, - dijo Leah. -Tal vez.
Sólo dame una oportunidad de salvar a Beau primero, Haven oró en silencio. Antes
de que Leah Frizzell trate de salvar el mundo.
PARA EL MOMENTO en que Iain regresó al albergue, Haven estaba sentada en la
cama esperando por él. Llevaba puesta la chaqueta, y sus maletas estaban listas.
-¿Que está pasando? ‖-Preguntó, inclinándose para besar su mejilla.
-Tengo que salir esta noche-, le dijo Haven.
-Ya veo,- dijo Iain con un asentimiento hacia su equipaje. -¿A dónde vas? ‖
-¿Por qué no me dijiste que conocías a alguien de vuelta en Nueva York que podría
ser capaz de ayudarme a encontrar a Beau? ‖
-¿Lo hago? ‖
-Hablé con Leah Frizzell. Ella tuvo una visión de una anciana que puede ver las
vidas pasadas de otros. Dice que la señora estaba rodeada por humo. Y Leah piensa
que tú la conoces.
Iain permaneció en silencio. Haven lamentó no poder abrir a la fuerza su cráneo y
ver lo que estaba pasando por su cabeza.
-No es humo,-dijo al fin. -Es vapor.
-Así que ¿es verdad? - Pregunto Haven. -¿La conoces? ‖
-El nombre de la mujer es Phoebe-, dijo Iain. -Nunca se me ocurrió que tal vez tú
quisieras conocerla. Ella trabaja para la Sociedad Ouroboros. La llaman la Pitia.
-¿Pero ella me podría ayudar a ver la vida que tuve en Florencia? ‖
-Ella tal vez podría-, Iain admitió de mala gana.
Haven se levantó y agarró el mango de su maleta más grande. - Vámonos para el
aeropuerto. No podemos perder más tiempo en Italia, si la mujer que necesito ver
esta en Nueva York.
Iain le quito la maleta y la puso de vuelta en el suelo. -Espera, Haven. Esto no es
tan simple como piensas.
-¿En serio? Parece muy simple para mí-, dijo Haven.
-No lo es. Nadie sabe cuánto de lo que la Pitia dice es verdad. Ella sólo trabaja con
los miembros de alto rango del sistema operativo. Ella clama ayudarlos a recordar
más de sus vidas anteriores. Pero hay un montón de gente en la sociedad que
recuerda haber sido famosos o de la realeza-y no muchos que recuerden ser
campesinos o camareras. Eso solo no es realista. Todos hemos sido campesinos. La
Pitia tiene que estar inventando un montón de cosas‖.
-Pero si le decimos que es una cuestión de vida o muerte, no va a mentir, ¿verdad? ‖
-No hay manera de estar seguros-, dijo Iain. -Y hay otra cosa que debes saber.
-¿Qué? ‖
-La Pitia es una de las personas que saben sobre Adam. Ella le habla regularmente.
Esperó a que Haven respondiera, pero por una vez ella se quedó con los labios
sellados. Cuando su madre le había llamado para decirle que Beau había
desaparecido, Haven había hecho un pacto secreto con los dioses. Les había
prometido cualquier sacrificio si la vida de Beau Decker se salvaba. Pero ahora
Haven resolvió que estaba siendo puesta a prueba. ¿Hasta qué punto estaba
realmente dispuesta a llegar?
-Si visitaras a la Pitia, te estarías poniendo a ti misma en peligro. Los dos sabemos
que vamos a tener que hacerle frente a Adam y la SO algún día. Pero vinimos a
Italia para escapar de él por algunos años. Luego dejamos Roma, ya que pensabas
que nos había seguido hasta allí. ¿Y Ahora quieres ir a Nueva York y correr
directamente en sus brazos? ‖
-¿Sus brazos? Después de la conversación de Haven con su madre, las palabras de
Iain se sintieron como una bofetada en la cara. -¿Cuando estuve yo alguna vez en
los brazos de Adam Rosier? ¿Hay algo que quieras decirme? ‖
-Él está obsesionado, Haven…
-¿Qué tiene eso que ver conmigo? Las mujeres se lanzan a ti todos los días, Iain. Yo
confío en ti.
-Confío en ti, Haven. Es solo- ‖
-Me tengo que ir, Iain. Es Beau. ¿Sabes cuántas veces lo he decepcionado?-El
pánico surgió, y su voz chilló. -No lo volveré a hacer.
-No necesitas la ayuda de Phoebe. Encontraremos otra manera de rescatar a Beau.
No puedo dejarte tomar este tipo de riesgo, Haven. No es lo que Beau hubiera
querido. Nos las arreglamos para engañar a Adam una vez, pero dudo que seamos
capaces de engañarlo de nuevo. Y esta vez, tal vez, yo no sea capaz de rescatarte.
-¿Rescatarme?-El temperamento de Haven ardió. -Que yo recuerde, la última vez
que estuvimos en problemas, yo te rescate. No soy una damisela en apuros. Puedes
venir conmigo o quedarte aquí. Yo me voy a Nueva York esta noche.
Al final, Iain pareció darse cuenta de que la mente de Haven ya estaba convencida.
-Muy bien,-anunció.-Regresaremos juntos. Con una condición.
-¿Qué es? ‖
-Te voy a decir dónde encontrar a la Pitia. Reúnes todas las pistas que te pueda
ofrecer y las llevas directamente a la policía. Y luego nos vamos de Nueva York. De
inmediato. ¿Tenemos un trato? ‖
-Trato,-Haven estuvo de acuerdo. Su ira se desvanecía, y la necesidad de abrazarlo
fue creciendo en su lugar. Ella sabía lo mucho que le estaba pidiendo. Sin embargo,
Iain apenas había empezado una pelea. A cambio, Haven hizo un segundo
juramento en silencio. Ella sacrificaría cualquier cosa por Beau. Pero ella no
permitiría que la búsqueda para salvar a su amigo la lleve lejos de la persona que
amaba.
-Lo siento, Haven,-dijo Iain. -Yo debería haber recordado a la Pitia. Quiero hacer
todo lo posible para encontrar a Beau. Voy a volar al otro lado del mundo en su
búsqueda. Voy a gastar hasta el último centavo que nos queda. Voy a buscarlo por
la ciudad de Nueva York a pie si tengo que hacerlo. Pero no me arriesgare a
perderte. Lo siento si esto suena egoísta. ‖
Haven no pudo refrenarse por más tiempo.
CAPÍTULO DIEZ
Traducido por CairAndross
Corregido por Lore1889
Haven abrió los ojos cuando sintió que el avión se precipitaba a tierra. Las luces de
la cabina estaban apagadas y la mayoría de sus compañeros de viaje dormitaban en
sus asientos. Por encima del zumbido de los motores, podía oír disparos de
ametralladora y voces airadas. El pequeño niño a su derecha, había estado jugando
con el mismo juego de guerra desde que despegaron de Florencia. Ella se preguntó
a cuántos soldados enemigos se las habría arreglado para despachar durante sus
ocho horas de vuelo.
Iain no se despertó cuando ella plegó una manta a su alrededor, pero sí se quejó en
su sueño, cuando se inclinó sobre él, para abrir la cortinilla de la ventana. A medida
que se acercaba, Haven no pudo resistir la tentación de besarlo. Sus labios se
demoraron sobre la mejilla de Iain, y oró porque él no se estuviera preocupando
por todo lo malo. Adam Rosier era peligroso. Ellos estaban poniendo sus vidas en
riesgo, sin duda. Pero Haven se preguntó si eso era lo que más le preocupaba a Iain.
En el calor del momento, él había acusado a Haven de regresar corriendo a los
brazos de Adam. ¿Qué era, exactamente, lo que él quiso decir? ¿Su madre le había
dicho la verdad, después de todo? ¿Realmente, él veía a Adam Rosier como un
rival? ¿Iain sabía que no había nada en la tierra, que pudiera siquiera tentar a
Haven, a traicionarlo?
Como de costumbre, Beau Decker aprovechó cualquier oportunidad para hacer un
cameo dentro de la mente de Haven. ―Supongo que todo el asunto de los celos, era
sólo su conciencia hablando. Como mi abuelo solía decir, un perro culpable
siempre ladra más fuerte‖.
Era un fragmento de una conversación que tenía varios meses de antigüedad, y
Beau no se refería a Iain. Estaba hablando de Stephen, el chico que le había roto el
corazón. Se había sentido halagado cuando Stephen no quería compartirlo con
nadie más. Divertido, cuando el chico imaginó que cada varón en el campus era un
rival en el afecto de Beau. Y horrorizado, cuando descubrió que la primera persona
a la que le entregó su corazón, había estado compartiendo su cuerpo con la mitad
de Nashville.
El avión se inclinó de nuevo, volando bajo sobre Manhattan, como si se preparara
para aterrizar al otro lado del río, en Queens. Haven levantó la vista de Iain y miró
por la ventana. No muy lejos, los tejados de los rascacielos que se levantaban en el
centro de la ciudad, parecían tan cercanos, que Haven se preguntó, brevemente, si
el piloto planeaba volar a través de las calles. Una avenida completa se volvió de
color rojo brillante, cuando los conductores pisaron los frenos ante las luces de un
semáforo.
Su mejor amigo en el mundo estaba allí, en algún lado. Haven podía sentirlo. Pero
la ciudad era enorme –incluso desde el aire, no parecía tener fin. Pobre Beau,
pensó Haven. Él hizo todo el camino hasta aquí, para encontrar a su Iain.
―¿Puedo mirar?‖, preguntó una voz. El niño de diez años, sentado en el pasillo,
había dejado caer su videojuego y estaba de rodillas en su asiento, para ver mejor.
―Seguro‖. Haven se recostó en su silla y lo dejó inclinarse sobre ella.
―Exactamente como lo recordaba‖, dijo el niño, solemnemente.
―¿Ya habías estado antes en Nueva York?‖, preguntó Haven.
―Mmm-hmm. Hace mucho tiempo‖.
―No es así‖, intervino la madre del chico, desde el otro lado del pasillo. Haven no se
había dado cuenta que estaba despierta. ―Sólo tiene una imaginación hiperactiva.
¿Cuántas veces te he dicho que no mientas, Jordan?‖
―No estoy mintiendo‖, insistió el niño. ―Volé hacia aquí, en un globo gigante.‖
―¿Ves a lo que me refiero?‖, le dijo la mujer a Haven, sus ojos buscando simpatía.
―No sé de dónde saca esas cosas‖.
―¿Qué tipo de globo gigante?‖, le preguntó Haven al niño en voz baja, una vez que
su madre dejó de escucharlos. ―¿Quieres decir, un dirigible? ¿Volaste hasta aquí en
un dirigible?‖
―Olvídalo‖, dijo Jordan, malhumorado.
El niño aún estaba en sus trances, treinta minutos más tarde, cuando ella y Iain se
encontraron atrapados detrás de su familia, en la línea de taxis del aeropuerto. El
viento helado arremolinó en torno a ellos, colándose bajo las mangas de Heaven y
abriéndose camino a través de los ojales de su chaqueta.
―¿Alguna vez has sentido este frío?‖, preguntó, intentando entablar una pequeña
conversación con el miserable niñito. Él resopló una vez con desprecio, antes de
sacar su videojuego e ignorarla completamente.
―Jordan‖, lo amonestó su madre. ―¡No seas grosero!‖
―Déjame en paz‖, exigió.
―Está bien‖. Iain tranquilizó a la madre del niño. ―Es tarde y todos estamos
exhaustos‖.
Una vez que fueron conducidos a un taxi, Haven se acurrucó junto a Iain y trató de
luchar contra el temor que la erosionaba. Mientras su taxi corría por Manhattan,
observó que los edificios a lo largo del East River, crecían hasta cernirse sobre el
auto, cada uno de ellos una sombra monstruosa adornada con luces brillantes. La
ciudad era hermosa, pero no segura. Haven sintió ojos que los seguían mientras
cruzaban la ciudad. Atravesando el salvaje e invernal Central Park, empezó a
imaginar una emboscada. Un obstáculo aparecería en el camino. El taxista pisaría
el freno y oscuras figuras emergerían desde detrás de los árboles cubiertos de nieve.
Ella aferró la mano de Iain y hundió el rostro en su hombro cubierto de cachemira.
Pero la emboscada nunca sucedió. Llegaron sanos y salvos a su destino, en el lado
oeste de Central Park –un edificio enorme, con torres que se asemejaban a un par
de cuernos. Iain y ella se apresuraron a entrar en el vestíbulo de los apartamentos
Andorra, Haven con el cuello de su abrigo levantado, y Iain con una gorra de
béisbol, calada para ocultar su rostro. En el piso diecisiete, llamaron a una puerta.
―¡Adelante! ¡Adelante!‖. Frances Whitman apareció junto a ellos. La delgada rubia,
de treinta y tantos, había abierto la puerta de su lujoso apartamento en un
andrajoso pijama de franela. Se veía como una campesina que hubiera heredado un
palacio. ―¡Estoy tan emocionada de que estés aquí! Este lugar grande y viejo se
siente solitario, sin nadie más alrededor‖.
―Iain, me gustaría que conozcas a Frances, mi…‖. Haven hizo una pausa. ―¿Qué
dirías que somos, Frances?‖
―Primas terceras en una vida pasada‖. Frances le hizo un giño a Iain. Ella y Haven
se habían reunido por primera vez hacía dieciocho meses, cuando Haven
investigaba su existencia previa como Constance Whitman. A Haven le sorprendió
enterarse que Constance tenía una pariente lejana que aún estaba en Manhattan –y
se conmocionó al descubrir que Frances había heredado el apartamento donde
vivieron los padres de Constance. La última vez que Haven habló con Frances, fue
en las afueras de Manhattan, en el funeral de Iain, pero cuando Haven la telefoneó
desde la nada, Frances trató a Haven como nada menos que un pariente perdido
hace mucho tiempo.
―Es un placer conocerte‖, dijo Iain, quitándose la gorra.
―¡Oooh, él es tan guapo!‖, le informó Frances a Haven en un susurro quedo. ―No te
preguntes por qué lo continúas buscando en cada vida. Yo tampoco lo dejaría
escapar‖. Ella se giró hacia Iain y le ofreció su mano. ―No puedo decirte lo feliz que
me hizo, el descubrir que no habías muerto en el incendio. Sería una pena, si el
resto de nosotros no pudiéramos disfrutar de ese rostro, mientras tú lo tienes‖.
―Vaya, gracias, Ms. Whitman‖, dijo Iain, plantándole un beso en los nudillos. Los
ojos de la mujer se dilataron de sorpresa. Ella no había esperado que él le siguiera
el juego.
―¡Tan encantador!‖, le murmuró ella a Haven. ―Pero, por favor, Iain, llámame
Frances. Haven me contó lo que sucedió. Es como algo salido de una novela
romántica de mal gusto. Y quiero decir, de la mejor manera, por supuesto. Espero
que no les importe, chicos, si lo vivo indirectamente por un tiempo‖.
Iain se echó a reír. ―No, en absoluto‖, dijo.
―Gracias por darnos un lugar donde quedarnos‖, añadió Haven. ―Eres la única
persona en Nueva York, en la que sabemos que podemos confiar‖.
―Me imagino que debe ser difícil alquilar una habitación de hotel en una ciudad
donde se supone que ha muerto uno de ustedes‖, observó Frances.
―Es aún más difícil cuando ambos están quebrados‖, añadió Haven.
―Pssh‖. Frances desechó toda conversación sobre el dinero, con un gesto de su
mano. ―No tienes idea de lo que daría por ser joven y pobre, y estar enamorada. La
única cosa que mi dinero parece atraer son abogados y cazafortunas. Ustedes deben
disfrutar su pobreza mientras puedan‖.
―Es lo que he intentado decirle a Haven todo este tiempo‖, dijo Iain.
―Entonces, supongo que has aprendido una o tres cosas, a lo largo de tus cien vidas
pasadas‖, contraatacó Frances con coquetería.
Iain miró a Haven. ¿Qué le has dicho, exactamente?, parecían preguntarle sus ojos.
El mensaje en la sonrisa de Haven fue claro. No todo, decía. Haven le estaba dando
a Frances todo el romanticismo que ella había estado anhelando –y nada más.
Un reloj sonó y Frances dio un brinco. ―¿En qué estoy pensando?‖, exclamó. ―En el
horario de ustedes, deben ser como las dos en punto. Vengan. Les mostraré su
habitación. Podemos alcanzar el desayuno‖.
Haven e Iain siguieron a Frances, mientras ella chancleteaba por el pasillo con sus
pantuflas. Los muros estaban llenos de piezas de arte, adquiridas por generaciones
de coleccionistas de la familia Whitman, y Haven reconoció la mayoría de las obras.
Sus ojos pasaban por encima de una pequeña acuarela que la madre de Constance
Whitman había comprado en su viaje a Roma de 1924, cuando Haven, de repente,
escuchó gritos en una habitación cercana. Al principio, se preguntó si la televisión
estaba encendida. Pero las tres voces eran familiares. Constance y sus padres
estaban en guerra una vez más, y el tema de su discusión parecía ser un hombre
joven, llamado Ethan. Haven cogió la mano de Iain y los sonidos empezaron a
desvanecerse. El pasado y el presente no se mezclaban bien.
―Aquí estamos. Éste es el lugar donde ambos se hospedarán‖. Frances abrió una
puerta y dio un paso al costado, encantada de demostrar su genialidad al permitir
que dos personas jóvenes compartieran la misma cama. ―Acabo de remodelarla por
completo‖.
―Ésta es la habitación de Constance‖, jadeó Haven. Aunque el mobiliario era
diferente, ella reconoció la vista. Recordó estar de pie, enfrente de esa misma
ventana, deseando estar en otra parte –en cualquier parte.
―Oh, querida. Pensé que estarías complacida. ¿Va a ser un problema?‖, dijo
Frances, claramente horrorizada de haber dado un terrible paso en falso. ―¿Quieres
que te ponga en algún otro lugar? No me tomará ni un minuto tenerte lista otra
habitación‖.
―No, no, está muy bien‖, insistió Haven, sintiéndose un poco mareada.
PERO NO ESTABA bien. Incluso con el cuerpo tibio de Iain junto al de ella, dio
vueltas toda la noche, hasta que se encontró atrapada en algún lugar entre el
agotamiento y el delirio. Sus ojos se abrieron y se encontró en un restaurante,
usando un incómodo vestido blanco compuesto de capas y capas de volados. Era
Constance de nuevo, y estaba en su decimosexto cumpleaños. Pasarían años antes
que se reuniera con el amor de su vida. Estaba almorzando con su madre, quien la
había abandonado temporalmente, para ir a chismear con una amiga al otro lado
del salón. Constance esperó, arrancando ociosamente los pétalos de las rosas del
centro de mesa. Llegó una camarera y colocó un enorme sundae frente a ella. No
era la misma mujer que había tomado su orden.
―Yo no ordené esto‖, dijo Constance. Debió aceptarlo, pero podía ver a su madre,
observándola desde el otro lado del restaurante. Después de ser gorda de niña,
Elizabeth Whitman mantenía una estrecha vigilancia sobre la figura de su hija.
―¿No?‖, dijo la camarera, con una sonrisa que era demasiado familiar. No era
mucho mayor que Constance –quizás unos dieciocho o diecinueve años. ―Voy a
llevármelo, entonces‖.
La camarera recogió el sundae y lo volvió a poner en su bandeja. Sobre la mesa,
había un sobre con las palabras Constance Whitman escritas al frente. Constance
levantó la mirada, pero la camarera ya había desaparecido por la puerta de la
cocina. Ella deslizó el sobre en su regazo y lo abrió con tanto sigilo como pudo.
SE DESPERTÓ DESORIENTADA. Cuando finalmente recordó quién era y dónde
estaba Haven se escurrió de la cama y dejó a Iain durmiendo. Encontró a Frances
sentada en el sofá de la sala de estar. Tras ella, una gran ventana enmarcaba el
cielo. Haven se sintió como si estuviera flotando.
―Siéntate, siéntate‖, dijo Frances, sus ojos fijos en los titulares matutinos, por un
momento. Luego plegó el periódico, y le hizo un lugar a Haven en el sofá. ―¿Quieres
café y tostadas?‖
―Me encantaría‖, dijo Haven, su voz todavía ronca.
―¿Iain está dormido?‖, preguntó Frances. Era evidente que tenía algo en mente.
―Lo está‖, confirmó Haven.
―En ese caso, ¿me quieres decir qué están haciendo de regreso en Nueva York?‖,
preguntó Frances, mientras le servía una taza de café a Haven. ―Fuiste más bien
enigmática, cuando telefoneaste‖.
―Mi amigo Beau ha desaparecido‖.
―¿El chico grande y guapo, que estaba contigo en el funeral de Iain?‖
―Ese mismo. Vino a Nueva York hace unos días, para conocer un tipo que decía ser
su alma gemela. Nadie ha sabido nada de él desde entonces‖.
―Lo siento tanto‖, dijo Frances.
―No necesitas disculparte‖. Haven tomó un bocado de tostada y lo bajó con el café
negro. Se sentía más segura, ahora que estaba, finalmente, en la misma ciudad que
Beau. ―Él está vivo y voy a encontrarlo‖.
Frances observó a Haven. Parecía percibir que había más en esa historia.
―¿Vas a ir a buscarlo?‖
―Tengo que hacerlo‖.
―¿Y no la policía?‖
―Lo están buscando, también. Pero no lo harán tan duro como yo‖.
―¿Y supongo que no debo recordarte que eres sólo una niña?‖
Haven casi se echó a reír. Ella nunca fue sólo una niña. ―Adelante. No te servirá de
nada‖.
Frances se cruzó de brazos y, por primera vez desde que Haven la conociera, la
pequeña rubia pudo pasar por una verdadera adulta. ―Bueno, realmente te has
arriesgado un montón al regresar a Nueva York. Si alguien de aquí alcanza a ver a
tu novio, todo se desmoronará. ¿Está preparada para explicarle al mundo por qué
se ha estado haciendo el muerto por más de un año?‖
―Tenemos la esperanza que nadie más se entere que está vivo‖, dijo Haven.
―Yo también lo espero. ¿La policía no estaba buscando a Iain, antes que,
supuestamente, muriera en el incendio? ¿No era el principal sospechoso de la
muerte de este músico? ¿Cuál era su nombre? Jeremy…‖
―Johns. Iain no tuvo nada que ver con eso‖.
―Te creo. Pero puede que la policía no‖.
Haven deseó que Frances encontrara otro caballo muerto para azotar*. Era muy
consciente de los riesgos que Iain y ella estaban corriendo. Ahora que estaban en
Nueva York, no tenía mucho sentido refrescar la lista. ―Tienes razón, Frances. Yo
tendría que haber regresado por mí misma, pero Iain nunca me habría dejado. Aún
así, no tengo idea de lo que él piensa hacer mientras esté en Nueva York. Es
demasiado peligroso para él, acompañarme‖.
Frances bebió un sorbo de café. Mientras bajaba la taza, hubo un atisbo de sonrisa
en sus labios. ―Ésta puede ser mi primera vez en el planeta, pero aún así, sé una
cosa o dos sobre los hombres. ¿Realmente crees que ese hermoso muchacho tiene
la intención de pasar el tiempo en el Upper West Side, con una dama que tiene la
edad para ser su tía‖.
―¿Qué otra cosa va a hacer?‖, preguntó Haven.
―Oh, estoy segura que tiene unas pocas ideas‖. Frances hizo una pausa para otro
trago de café. ―Pero ahora mismo, estoy más interesada en tus planes. ¿Qué es,
exactamente, lo que tienes en mente? ¿Tienes alguna idea de dónde podría estar tu
amigo?‖
―No, pero sé dónde empezar a buscar‖, dijo Haven. ―El tipo que Beau vino a
conocer aquí, parecía conocer detalles sobre una vida que todos compartimos en la
Florencia del siglo XIV. Me imagino que podría tener una oportunidad de
identificar a la persona que se llevó a Beau, si puedo averiguar más sobre esa vida
pasada, en Italia‖
―¿Cómo vas a hacer eso?‖
Haven vaciló. Si le contaba a Frances lo que sabía sobre la Sociedad Ouroboros, la
pondría en un terrible peligro. ―Hay una mujer aquí, que afirma ver las vidas
pasadas de otras personas. Hoy voy a hacerle una visita‖.
―Eso suena como algo que debe ser interesante‖, dijo Frances.
―Sí, y ni siquiera te he dicho la mejor parte, aún‖, dijo Haven. ―Aparentemente, la
mujer trabaja en un spa‖.
―¿Un spa?‖.
―Eso es lo que dijo Iain. Hace la mayoría de sus consultas en un spa de señoras
súper elegantes, al que sólo pueden darse el lujo los más ricos‖.
―¿No te estarás refiriendo al que está calle abajo, por Morton Street, verdad?‖
―¡Ése es!‖, exclamó Haven. ―¿Cómo sabes de él?‖
―Bueno, no estoy, precisamente, corta de dinero‖, dijo Frances, con una sonrisa
modesta. ―Fui un par de veces, cuando estaba en la universidad. No he regresado
últimamente. La clientela es más exclusivista. Pero estaré feliz de ir contigo hoy, si
te apetece un poco de compañía‖.
―Gracias‖, objetó Haven. ―Pero eso no será necesario‖.
―Es posible que me quieras allí‖, insistió Frances. ―Hay algo raro en el lugar. Ya
verás lo que quiero decir. Es… inusual‖.
―¿Por qué eso habría de molestarme? Toda mi vida es inusual‖, dijo Haven.
Francis se rió. ―Lo es, o no lo es, chica afortunada. ¡Oh, eso me lo recuerda! Tengo
algo para ti‖. Saltó del sofá. ―Te lo habría dado anoche, pero Iain estaba allí, y pensé
que, primero, querrías echarle un vistazo, sola‖. Haven observó a Frances escarbar
dentro de un cajón del escritorio que había en una esquina de la habitación.
Finalmente, la mujer alzó un trozo de papel en forma triunfal. ―Un trabajador
encontró esto, cuando estaba remodelando la habitación de Constance. Estaba
escondido bajo una tabla del suelo…‖
Haven reconoció la nota, aunque el pesado papel blanco se había vuelto amarillo
hacía tiempo.
Guarda esto para recordártelo. Tú no eres quien crees que eres. Cuando él venga a
ti, debes encontrarnos. No te atrevas a confiar en ti misma. Teléfono LE4-8987.
―Extraño, ¿no es cierto?‖, dijo Frances. ―¿Sabes algo respecto a eso?‖
―Anoche tuve un sueño con respecto a esta nota. Vi que una chica se la daba a
Constance‖.
―¿Piensas que estaba advirtiéndole, con respecto a Ethan?‖. Frances tenía olfato
para el chisme.
―No tengo ni idea‖, dijo Haven, tomando una taza limpia de la mesa. ―Voy a llevarle
algo de café a Iain, y veré qué sabe él. Quizás Constance habló con él sobre esto‖.
―BUENOS DÍAS, PRECIOSA‖, DIJO Iain, cuando Haven abrió la puerta de su
dormitorio. Ella esperaba encontrarlo en la cama, con el pelo revuelto y la parte
superior del pijama medio abotonada. En lugar de ello, él ya estaba vestido y
revisando los mensajes en su teléfono.
―Te traje el desayuno a la cama‖, dijo Haven, depositando la bandeja que había
llenado con tostadas, bagels, café y mermelada. ―¿Vas a salir?‖
―Sí‖. Iain cogió un bagel de sésamo y lo partió. ―Gracias, Haven. No me creerías
cuánto he extrañado estas cosas‖.
―¿Adónde vas?‖. Ella tuvo que esperar hasta que hubiera tragado un trozo del pan.
―A ver qué puedo hacer para encontrar a Beau‖.
―Pero…‖. Quería discutir que eso no era lo que acordaron. Pero la mirada en los
ojos de Iain, le dijo que él no estaba dispuesto a escuchar razones.
―No puedes esperar que venga a Nueva York y no haga nada, Haven. Sé que no
puedo hablarte de visitar la Pythia, así que, por favor, no me disuadas de intentar
ayudar‖
―Pero…‖
―No más peros. Ven aquí‖.
Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, él la cogió del brazo y tiró de ella
hasta sentarla en su regazo. ―Ambos seremos cuidadosos‖, dijo él, justo antes que
sus labios encontraran los de ella. Para el momento en que se separaron, Haven
había olvidado tanto sus preocupaciones como su misión.
―¿Entonces, qué más me trajiste?‖, preguntó Iain, tomando la nota amarillenta
desde la mano de Haven.
―¡Oh! ¡Es cierto! Dios, casi lo olvido. Frances lo encontró. Estoy casi segura que
perteneció a Constance. ¿Alguna vez se lo mencionó a Ethan?‖
Iain pareció leer la nota tres o cuatro veces, antes de levantar la vista hacia ella.
―No, no recuerdo que me haya dicho algo. ¿Sabes quién se la envió a Constance?‖
―A ella se la entregó una camarera en un restaurante. Pienso que vi el incidente
anoche, en un sueño. ¿Qué crees que significa: tú no eres quien crees que eres?‖
Iain sacudió la cabeza. ―No tengo ni idea‖.
―¿Iain, hay algo que no me estás diciendo?‖
―¿Algo como qué?‖, respondió él, en forma críptica.
―¡Si lo supiera, no te lo preguntaría!‖
―Okay, no derrames toda la cólera sureña sobre mí. Creo que la nota significa que
tienes que ser muy, muy cautelosa, mientras estemos aquí‖.
―Todavía no entiendo. ¿Por qué estas personas querrían que los llame, cuando te
conociera?‖
Iain frunció el ceño y le regresó el trozo de papel a Haven. ―¿Crees que es de mí, de
quien están hablando?‖
―¿Quién más podría ser?‖
―¿No puedes verlo, Haven? La nota se debe referir a Adam‖.
CAPÍTULO ONCE
Traducido por lara desiree
Corregido por Caliope Cullen
La entrada de la calle a los baños estaba sin marcar. Todo lo que Frances y Haven
encontraron fue una puerta azul desteñida con una dirección pintada a mano. Más
allá había un grupo de escaleras que conducían hacia abajo. El aire se volvió más
caliente y húmedo a cada paso que daban. Al final, muy por debajo de las calles de
Nueva York, entraron a una pequeña habitación blanca con una recepcionista
detrás de un escritorio. Ella era extremadamente atractiva, aunque hubiera hecho
todo lo posible para ocultar el hecho. Su cabello estaba estirado hacia atrás en una
cola de caballo, y la bata que llevaba era lo suficientemente grande como para
hacerla ver abultada.
Un cartel en la pared prohibía educadamente a todos los visitantes menores de
dieciocho años. Una vez que Haven hubo mostrado su identificación, Frances le
extendió a la secretaria su tarjeta de crédito sin esperar una factura. Cualquier
persona que supiera cómo encontrar los baños no le importaría el costo, le explicó a
Haven en la cabina del centro. Una vez que la transacción estuvo completa, la
mujer se levantó y los guió al vestidor.
Haven había esperado encontrar un marco suntuoso, con baldosas blancas
prístinas y accesorios dorados. En vez de eso, entró a una oscura sala que parecía
haber sido tallada en la roca firme de Manhattan. Bancos que eran poco más que
losas de granito eran los únicos muebles de la recamara. La mujer de la bata colocó
dos cestas de alambres en uno de los bancos. Adentro de las cestas había simples
ropas blancas de algodón.
―Por favor, dejen sus pertenencias personales en los cestos‖, nos instruyó. ―Las
tomaré cuando hayan terminado. Encontrarán los baños a través de la puerta a su
derecha.‖ Después de ese breve anuncio, la recepcionista dejó a Haven y a Frances
solas para cambiarse.
Con su escasa bata que cubría menos de lo previsto, Haven abrió la puerta a los
baños y se vio envuelta por una cálida nube de vapor. Ella y Frances siguieron un
largo pasillo hasta que llegaron a una piscina rodeada de columnas de mármol y
reposeras de madera. El vapor emergía de las verdes aguas de la piscina, y el aire
hedía a algo parecido al azufre. La luz era débil. No había apenas lo suficiente para
dar sentido a la escena. Figuras fantasmales flotaban en la niebla. Un cuerpo
desnudo reluciente se levantó de la piscina y se echó boca abajo en una reposera de
madera.
―Dicen que el agua viene de un río subterráneo,‖ susurró Frances.
―Debe ser un río asqueroso,‖ remarcó Haven ―Se ve más como el escurrimiento de
una alcantarilla para mí.‖
―Se supone que la cosa verde en el agua es buena para tí. Pero es lo sea que ponen
en el aire lo que te hace sentir bien y relajada.‖
―¿Hay algo en el aire?‖ preguntó Haven.
―Toma una buena bocanada,‖ dijo Frances. ―No huele a vapor de agua. No tengo
idea de lo que es, pero escuché que la gente tiene alucinaciones a veces. Una chica
que conozco en la secundaria tuvo una conversación de diez minutos con una pared
una vez. Ella pensó que era Dios.‖
―¿Hace cuánto que estos baños están aquí?‖ se preguntó Haven. ―Se ven lo
suficientemente viejos para haber sido construidos por los romanos.‖
―No lo sé,‖ admitió Frances. ―Pero mi abuela solía hablar de ellos. Ella decía que era
la única cosa que la ayudaba con el reumatismo. También me dijo que en los viejos
días de Nueva York las chicas ricas daban la dirección de este lugar por sus
decimoctavos cumpleaños. ¿Crees que Constance alguna vez cayó en uno para un
shvitz?‖
―¿Qué es un shvitz?‖ preguntó Haven.
Frances sacudió su cabeza tristemente. ―Necesitas pasar más tiempo en Nueva
York. No estás adquiriendo suficiente cultura en Italia. Ahora, ¿dónde está esa
mujer que estás buscando?‖
Haven comenzó a dar vueltas al perímetro de la piscina. Había grupos de mujeres
vestidas de blanco donde se mirara. ―Su nombre es Phoebe. Es vieja. No estoy
segura de como se ve, pero dudo que esté sola.‖
―¿Es esa señora?‖ preguntó Frances. En un rincón oscuro, había una alta, delgada
figura sentada en una de las reposeras, con una toalla envuelta alrededor de su
cabeza. Todo lo que Haven pudo ver de la mujer fueron sus labios moviéndose.
Otras dos mujeres estaban a su alrededor, tratando de captar cada palabra que
decía.
―Podría ser,‖ dijo Haven. ―Lo verificaré. Tú relájate. Nada o haz algo. Te encontraré
cuando termine.‖
―No lo sé.‖ Frances dudó. ―Le prometí a Iain que no te dejaría sola por tu cuenta.‖
―Es solo una anciana,‖ Haven dijo con un bufido. ―¿Qué podría pasarme?‖
No esperó por una respuesta y dejó a Frances parada sola en la piscina. Eligió una
reposera no lejos de la Pitonisa y se recostó con sus ojos cerrados y oídos atentos.
―Tú eras una reina, y fuiste asesinada por tu propio esposo,‖ Haven escuchó decir a
la vieja mujer. Su voz era profunda y melodiosa y de algún modo familiar. ―El había
cambiado el mundo para estar a tu lado, pero cuando le diste una hija en lugar de
un hijo, se volvió en tu contra. Tal vez no te haya matado con sus propias manos,
pero bien podría haberlo hecho. Te acusó de brujería, infidelidad e incesto, y te hizo
cortar la cabeza por los crímenes que él inventó.‖
―Eso no suena como una buena vida,‖ se quejó la mujer.
―No todas nuestras vidas son agradables,‖ La Pitonisa respondió con cansancio.
―Pero tu vida cambió el curso de la historia. Y tu hija fué una de las mujeres más
poderosas que el mundo haya conocido.‖
―¿Mi hija?‖ la mujer se quejó de nuevo. ―¿Yo no?‖
―¡Lo tengo!‖ La amiga de la mujer exclamó. ―Oh Joan, ¡tú debiste haber sido Ana
Bolena!‖
―¿Quién es esa?‖ preguntó la primera mujer.
―Tú sabes, la esposa de Enrique VIII. Le cortó la cabeza para que pudiera casarse
con otra persona. ¿Alguna vez has tenido dolor de cabeza o un dolor en el cuello
que no hayas podido explicar?‖
―¡Ahora que lo mencionas, si!‖ La primera mujer apenas pudo contenerse. ―¡A veces
tengo migrañas! ¡Y siempre me he sentido aterrorizada por las hachas!‖
―¡Bien, ahí lo tienes!‖ exclamó su amiga. ―¡Ahora sabes por qué! Y no olvides tu
terrible gusto en hombres. Ese último marido tuyo podría haberte asesinado, si
hubiera tenido una oportunidad.‖
La primera mujer se volvió a la Pitonisa, su entusiasmo renovado. ―¿Puede decirme
más, por favor?‖le rogó. ―¿Qué más ve? ¿Realmente tuve aventuras? ¿Eran tan
excitantes como suenan?‖
―No veo nada ahora,‖ dijo la Pitonisa. ―Mi energía se agotó. Debes irte.‖
―¡Oh no! ¡Por favor! Ya ve usted que estoy teniendo pequeñas reuniones esta
semana, y estaba esperando invitar a Miranda Bennett, y ella ni siquiera le habla a
la gente que no tiene el pedigree correcto…‖
Phoebe alzó su mano. ―Detente. Vuelve otra vez en dos días, e intentaré ver más.‖
―¡Oh, gracias!‖la primera mujer sollozó. ―Esto ha sido fascinante.‖
―Váyanse.‖ Phoebe las urgió una vez más.
Las mujeres se tomaron del brazo, susurrándose al oído. Una vez que
desaparecieron en la niebla, Haven se levantó y se acercó a la Pitonisa.
―¿Cuánto de lo que les has dicho es verdad?‖ Haven preguntó.
La mujer miró a Haven. Medio escondida detrás de la toalla, su rostro se veía viejo
y frágil, pero sus ojos color avellana estaban bailando. ―Tú eres muy brillante,‖ hizo
notar sin parecer ofendida. ―¿Ninguna de tus madres te enseñó que no es educado
espiar?‖
―Lo siento,‖ dijo Heaven. ―Solo tuve la sensación de que usted les estaba diciendo lo
que querían oír para que se fueran lo más pronto posible.‖
―Sí, dudo que la Sra. Mortimer hubiese estado interesada en saber que ha sido
ignorante e inútil en toda vida que ha tenido. Imaginé que la única cosa notable que
ha hecho es el perfecto arte de divorciarse de un hombre rico. Pero todo lo que esa
gente quiere escuchar es que cambiaron el curso de la historia. Si les dijera la
verdad, me seguirían molestando hasta que les dijera las mentiras que están
buscando.‖
―Entonces no era Ana Bolena.‖
―¡Por Dio santo, no!‖ exclamó la Pitonisa. ―Conocí a Ana Bolena. Ella pediría mi
cabeza si supiera lo que he hecho. Afortunadamente para nosotras, Ana nunca
volvió a la tierra. Ella tuvo suficiente de este planeta la primera vez. Ahora. ¿Qué
puedo hacer por tí?‖
―Puede decirme la verdad a mí,‖ dijo Heaven. ―Necesito saber más de una de mis
vidas anteriores, y estaba esperando que usted me pudiera ayudar.‖
―No,‖ la Pitonisa sacudió su cabeza ―No puedo ayudarte, estoy esperando a mi
próximo cliente en unos minutos.‖
―Si no puede ayudarme ahora, ¿tal vez pueda hacer una cita con usted? Cuanto más
pronto mejor, si es posible. Una amiga mía está perdida. Vino a Nueva York a ver a
alguien que conocimos en otra existencia. Debo encontrar la forma de viajar atrás
al siglo catorce. Es un asunto de vida o muerte…‖
―Siempre es un asunto de vida o muerte, Srta. Moore,‖ le dijo la anciana.
Haven se congeló. ―¿Me conoce ―Sí. Y al Sr. Morrow también. Fuiste imprudente al
venir aquí. ¿Sabes dónde estás? ¿Sabes lo que son estas personas?‖
Haven miró atrás a la picina y sintió ojos mirando hacia ella través del vapor.
¿Hace cuánto que la estaban mirando? ¿Qué querían? El miedo de Heaven creció
cuando se dió cuenta de no sabía qué la estaba asustando. Era un terror ciego de un
animal atrapado. El pánico de un animal que ha sido sacado de su escondite. Haven
buscó frenéticamente a Frances, la cual no había forma de encontrar.
―Relájate, mi querida. No van a lastimarte,‖ le dijo la Pitonisa a Heaven.
―Algunos de ellos han estado esperando por tí para volver. Pero me temo que no
puedo ayudarte. Ha sido expresamente prohibido, y los muros de aquí tienen
oídos.‖
―¿Prohibido por quién?‖ demandó Heaven.
―Sé que no necesito decirte eso,‖ dijo la Pitonisa.
Haven se volvió y corrió al vestidor.
CAPÍTULO DOCE
Traducido por misa_wayland
Corregido por Blue Raven
El vestuario estaba desierto. No había ningún encargado. No estaba Frances.
Ningún cesto con las cosas de Haven. Ella estaba de pie allí en el espacio cavernoso,
considerando sus opciones. Ella no podía dejar el spa en su bata de algodón. Ella
estaba helada de muerte ante la oportunidad de coger un taxi, y ella no podía pagar
la tarifa si cogía uno. Haven estaba atrapada.
Ella hincó su cabeza en el vestíbulo y no vio a nadie en absoluto. Andando de
puntillas, Haven descolgó el auricular del teléfono que estaba en el puesto del
recepcionista. No había tono de marcado, sólo el silbido del suave viento.
Devolviéndose al vestuario, ella verificó bajo las puertas atascadas de en el baño,
desesperada por encontrar Frances—o cualquier otra persona que la ayudara a
colectar sus cosas y escapar. Finalmente, ella tomó un asiento en un banco en una
esquina lejana del cuarto, esperando quedar fuera de vista hasta que pudiera
decidir cuál debería ser su siguiente paso.
Las mujeres dentro del spa —¿Eran todas ella miembros de la Sociedad de
Ouroboros? ¿Cómo supieron quién ella era? ¿Cuál de ellos había estado esperando
por ella? Iain había tenido razón al preocuparse, ella comprendió. Ellos nunca
debieron haber regresado a Nueva York. El dinero Morrow, la desaparición de
Beau— las dos debieron de haber sido parte de una treta para atraerla aquí.
¿Cuánto tiempo sería antes de que Adam viniera a exigirla? Ella cogió la vista de su
propia reflexión en un espejo por el cuarto e inmediatamente apartó la mirada.
Acurrucada en el banco, pálida y prácticamente desnuda, sus rizos negros se
disparaban en todas direcciones, Haven apenas se reconoció en el espejo—El espejó
mostraba a la chica que no quería ser.
La puerta de la recepción osciló abierta, y una gran ráfaga de vapor fue absorbida
por la salida. Una figura alta oscura, en un abrigo hasta la rodilla apareció en el
lado apuesto del vestíbulo. Haven no había esperado ver su rostro. Ella
silenciosamente se puso en pie y avanzó a rastras en uno de las casillas de los
baños, donde ella se encaramó en el retrete, suplicando bajo su respiración.
Ella oyó el sonido de pasos en el piso de granito. Ellos pararon en el medio del
cuarto.
―Haven.‖ El nombre hizo eco. ―Me temo que te acabo de ver. ¿Te molestaría salir?‖.
Podría estar equivocado por una demanda cortés, pero Haven supo que ella no
tenía más opción que obedecer. Ella se puso de pie y ajustó su túnica, mientras
deseaba que cubriera más del mínimo desnudo. Entonces ella abrió la puerta y
marchó hacía el vestíbulo como una mujer condenada que saluda su destino.
Haven no había olvidado lo guapo que él era— como oscuro y cortés. Todavía tenía
la misma aura de poder sobre él, como si pudiera chasquear sus dedos y apagar el
mundo. Pero parecía más joven de lo que Haven recordaba, no más de veinte. Él
estaba vestido para el tiempo invernal en una chaqueta de casimir absolutamente
cortada. Sus manos estaban cubiertas con guantes de cuero negros y una bufanda
carbón estaba amarrada alrededor de su cuello. Eso no era más que un disfraz, ella
comprendió. Él no necesitaba ninguna protección del frío.
―Hola, Adam.‖ Haven se sintió atolondrada, corta de respiración. Pero más para su
sorpresa, ella ya no sentía miedo. Quizá era porque Haven ahora era mayor. O
quizá Adam había mejorado su disfraz humano. Pero algo había cambiado desde la
última vez que ellos habían estado juntos.
Al principio Adán no dijo nada en respuesta. Su mandíbula estaba tensa, y sus
pómulos marcados. Él la miró fijamente como si no pudiera creer su buena suerte.
Se quitó sus guantes y pasó sus dedos por su lustroso pelo negro. Una vez que hubo
terminado, empujó sus manos blancas y largas en sus bolsillos, y Haven se
preguntó si él estaba intentando refrenarlos. Ella supo que esas mismas manos se
les habían permitido acariciar su piel en el pasado. Adam también lo sabía.
―Me dijeron que estabas aquí‖, él dijo. ―Estaba seguro que era un error. Pero aquí
estás, de hecho. Y estás más hermosa que nunca.‖
Había algo sobre la manera en que Adam la miraba— como si nada pudiera apartar
su atención. Haven nunca había sido del tipo que se tomaba los cumplidos a pecho,
pero cuando Adam dijo que ella era bonita, ella tenía que creerlo.
―¿Un error?‖. Las palabras cayeron cortas de mofa. Haven no pudo reunir la
indignación que necesitaba ―¿Realmente esperas que me crea que no habías
planeado todo este asunto?‖
―¿Qué cosa?‖ Adam parecía desconcertado. Esta no era una expresión que saliera
natural de él ―Además, ¿Puedes decirme qué he hecho? Me niego a tomar el crédito
si no lo merezco‖
―Mi amigo Beau desapareció hace tres días. Él vino aquí a conocer a alguien, y
desapareció sin rastro. ¿Dónde lo tienes? No me iré contigo a menos que lo dejes ir.
Necesito saber que él está a salvo.‖
―Lo siento‖. Adam agitó su cabeza. ―Has sido mal informada. No tengo nada que
ver con la desaparición de Beau. Debes estar terriblemente preocupada. ¿Hay algo
que pueda hacer para ayudar?‖
Haven estudió a Adam, intentando deducir cuál sería su punto de vista. ―Puedes
dejarme hablar con Pythia. Me dijeron que se le estaba prohibido ayudarme.‖
―Si‖ Adam dijo. ―Así es. Ahora y en el futuro.‖
―Por qué?‖
―Porque ella es un fraude. Nada de lo que ella dice es verdad. Su nombre es Phoebe,
y ella es una empleada de la Sociedad de Ouroboros. Yo le pago para tener a los
miembros mayores felices. Les gusta de oír cuentos de vidas ilustres que nunca
vivieron. Pero Phoebe es simplemente una cuentista. Ella no ve nada. Nadie puede
echarle un vistazo a las vidas pasadas de los demás. Es simplemente imposible.‖
―Oh,‖ Haven dijo. Su mejor esperanza de encontrar Beau se había evaporado, y la
desilusión la golpeó fuerte.
―No intentaba molestarte.‖ Adam dió un paso hacia ella y extendió la mano para
tocarla pero lo pensó mejor y dejó su brazo caer su brazo a su lado. ―¿Por qué
pensabas que Pythia podía ayudarte a encontrar a tu amigo?‖
La pregunta tenía una respuesta simple, Haven lo comprendió enseguida. Leah
Frizzell le había dicho que encontrara a la mujer rodeada por el humo. Era la visión
del futuro de Leah que había llevado Haven al spa. Lo que significaba que podría
haber una razón que Haven necesitaba enfrentarse cara a cara con Adam. Ella solo
tenía que deducir cuál era.
―Me han dicho que tengo que ver en una de mis vidas pasadas si quiero hallar a
Beau. Así que vine aquí para hablar con Pythia. ¿Estás seguro de que no sabias que
estaba de vuelta en Nueva York?‖
―¿Aún crees que arreglé este encuentro?‖ Adam preguntó. Él casi parecía herido
por la sugerencia. ―¿En serio crees que yo no te hubiera encontrado antes si hubiera
querido? Te prometí esta vida. Para ser honesto, es una promesa de la que a veces
me arrepiento. Pero que no pienso romper. La razón por la que estoy aquí, es
porque viniste a mí. La Sociedad de Ouroboros ha sido dueña de este spa por
décadas. Pensé que sabías eso. Aparentemente no. Así que eres libre de ir a donde
quieras. Yo solo quería saludarte.‖ Él empezó a ir hacia la puerta.
―Espera.‖ Haven llamó. ―¿Eso es todo?‖ Pero si Pythia dijo que hay personas aquí
que han estado esperando por mi.‖
―No sé a lo que se refería.‖ Adam dijo. ―Sospecho que Phoebe quizá paso mucho
tiempo inhalando los humos de aquí. No esperaba verte hasta tu próxima vida. Esta
ha sido una placentera sorpresa, nada más. Sin embargo...‖
―¿Si?‖ La palabra se escapó y la conversación continuó. En alguna parte de su
interior, Haven no estaba lista para ver a Adam partir.
―Si quieres mi ayuda, la Sociedad tiene un número de contactos en la ley de
aplicación de la comunidad. Yo estaría feliz llamarlos algunos favores. Podría tener
en mente el NYPD buscando a tu amigo en los próximos quince minutos.‖
―¿Por qué harías eso?‖ Haven preguntó cautelosamente. Nada tenia sentido para
ella. ―Tú odias a Beau. Un año y medio atrás, lo querías muerto. ¿Por qué querrías
ayudarme a encontrarlo? ¿En qué te beneficia?‖
―En pasar un poco mas de tiempo en tu compañía, por supuesto,‖ Adam dijo con
una chispa de esperanza en sus ojos. ―Es mejor que nada. Pero además de eso, la
única cosa que puedo obtener de esto, es la oportunidad de probar de que no soy
quien crees que soy.‖
―¿No eres lo que pienso?‖ Haven se rió amargamente. ―Adam, tu incendiaste dos de
mis casas. ¡Tu mataste a mi padre!‖
―Yo no maté a tu padre,‖ Adam replicó. ―Pensé que entendías. Tidmore estaba
trabajando solo. En cuanto a las casas, nadie salió herido en esos fuegos‖
―Dr. Tidmore...‖ El nombre todavía dejaba un sabor terrible en su boca. Él era el
hombre que Adam había enviado a Tennessee para cuidar de Haven hasta que ella
tuviera la mayoría de edad. ―¿Cómo está él, de cualquier manera? ¿Disfrutando su
premio por estropear mi niñez?‖
―No podría decirte. Dejó la Sociedad unos meses atrás. No lo he visto desde
entonces‖
―¿En serio?‖ Haven rió amargamente. ―Después de su arduo trabajo, incluso había
pensado que lo conservarías como tu mano derecha.‖
―Las cosas han cambiado. No tengo la necesidad de la marca de sus servicios‖
Adam dijo.
―¿Qué—así que tu dices que has sido rehabilitado? Eso significa que no estás
ordenando más fuegos o excursiones?‖ La idea era demasiado absurda para
considerarla.
Adam parecía absorber la afrenta. ―Solamente estoy diciendo que he venido a
entender un par de cosas. Si hay una oportunidad serás mía en tu próxima vida,
quiero ser digno de ti. Es por eso que me ofrezco a ayudarte. Esa es la única razón.‖
―Nunca serás digno, y no quiero de tu ayuda,‖ Haven dijo. ―Quiero que te vallas.‖
Adam no se movió. Él estuvo con sus manos aún metidas en sus bolsillos mientras
sus oscuros ojos barrían cada pulgada de su piel.
―Ahora.‖
―Muy bien. Si eso es lo que quieres,‖ él por fin estuvo de acuerdo. ―Ha sido un
placer verte nuevamente, Haven. Qué lastima que no te sientas de la misma
manera.‖
Desapareció a través de la puerta del vestíbulo, y Haven rápidamente verificó
detrás de ella, medio esperando que alguien hubiera sido dar testigo del
intercambio. Ella le había pedido a Adam Rosier que se fuera, y él había obedecido.
Haven se sentía como si hubiera levantado dieciocho neumáticos con sus manos
desnudas o arrancado una puerta de sus bisagras. De algún modo ella había
convocado un poder que no sabía que poseía. No había ninguna otra manera de
explicar su escape.
La puerta de los baños voló abierta de un golpe, y Frances entró apresuradamente.
―Haven! ¿Dónde demonios habías ido?‖ ella chilló como si Haven fuera que un niño
había empezado a caminar a la deriva en un centro comercial. ―He estado
buscándote por todo el spa!‖
CAPÍTULO TRECE
Traducido por Coral Black
Corregido por Caliope Cullen
Haven y Frances se separaron fuera de la entrada de los baños. Haven ya no tenía
necesidad de un acompañante. Adam no parecía ser una amenaza para ella, y
Haven quería un poco de tiempo a solas. Había sido una experiencia muy extraña,
tener todos sus miedos más oscuros cumplidos, sólo para verlos esfumarse lejos en
la luz del día. ¿Era posible que Adam hubiera sido de alguna manera reformado?
Haven vagó hacia el norte, a través Washington Square Park, y se detuvo fuera de
Washington Mews. Una vez, en medio de esa calle estrecha adoquinada, había
habido una casita blanca con una puerta roja y cortinas de terciopelo verde. Haven
no podía contar las veces que había estado en las ventanas, esperando sin aliento
por el sonido de una llave en la cerradura. Ella e Iain habían llamado a la casita:
hogar… en dos vidas diferentes, y cuando cerraba los ojos, Haven podía oír a Iain
lanzarse por las escaleras hacia el dormitorio. Ella podía sentir su chal en los
brazos. El sitio había sido tan sagrado para Haven como los propios recuerdos. Ella
había vivido, amado y muerto allí.
Pero la casa se había ido, se quemó. El corazón de Haven se rompió al ver la
monstruosidad moderna que se había construido en su lugar. Todo era el trabajo de
Adam… él había querido borrar todo rastro de la vida que ella e Iain habían
compartido. La ira y el temor de Haven regresaron de prisa. El mismo ser que
había destruido su casa, nunca podrías ser algo más que un monstruo.
Ella subió al metro de Union Square. Una mujer vestida como una bailarina de
respaldo en un video de la vieja escuela de rap se subió detrás de ella. Se apretujó
su trasero cubierto de lycra en el asiento de al lado de Haven y procedió a invadir
aún más espacio de Haven desplegando una copia del New York Daily News. A
medida que el tren dejó la estación, la mujer habló.
―Has bajado la guardia,‖ dijo, manteniendo la cara hundida en el periódico.
―¿Perdón?‖ Haven exigió, sus sentidos instantáneamente en máxima alerta.
―No me mires,‖ la mujer ordenó. ―Hay un hombre gris sentado al otro lado, mitad
del coche a mano la derecha.‖
Nerviosa y asustada, pero haciendo lo posible para lucir casual, Haven se volvió y
vio a un hombre vestido con pantalones vaqueros, zapatillas y una gorra de beisbol
sin logo. Ella captó el movimiento giratorio de la cabeza en la dirección opuesta. Él
la había estado vigilando. Un destello breve de metal le dijo que llevaba un
auricular. Adam había ordenado a uno de sus hombres para que la siguiera. Haven
podía sentir sus venas latiendo y sus palmas sudando en el interior de los guantes.
La mujer volvió a hablar. ―En la siguiente parada, quiero que te bajes del tren.
Camina dos coches hacia abajo y vuelve. Voy a hacer el resto,‖
―¿Por qué debería de confiar en ti?‖ Haven trató de hablar sin mover los labios.
―Porque nos hemos ayudado muchas veces en el pasado,‖ la mujer le dijo.
―¿Nosotras?‖ Haven le preguntó.
―Shhh,‖ le mandó la mujer.
El tren retumbó en la estación de la calle vigésimo tercera. Tan pronto como las
puertas del metro se abrieron, Haven dio un salto y se unió a la multitud
empujando unos a otros a la plataforma. Entonces, exactamente según las
instrucciones, se apresuró hacia la pasarela del tren y volvió a entrar en ella dos
coches abajo. Agarrándose a un palo, escuchó un alboroto fuera de la estación.
―¡Pervertido! ―La mujer de los pantalones de lycra estaba gritando al hombre gris
que había estado siguiendo a Haven.
―¡Cómo te atreves a toquetearme! ¡Te voy a enseñar a tocar el culo de una dama!
La multitud se iba animando a medida que golpeaba al hombre con su bolso de
gran tamaño.
―¡Sucio, sucio, sucio bastardo! ―Gritaba, matizando cada palabra con un golpe de su
bolso.
―Señoras y señores. ―Era la voz del conductor del metro. ―Me gustaría quedarme
aquí y ver que se haga justicia tanto como al resto de ustedes, pero tengo un horario
que cumplir. Así que si vais a venir conmigo, por favor dar un paso atrás en el
interior del tren y alejados de las puertas.‖
Con ello, las puertas se cerraron y el tren se precipitó hacia delante. Haven escaneó
las filas de pasajeros cargados sobre los bancos de plástico que se alineaban a
ambos lados del coche. La mayoría estaban leyendo, algunos con la mirada perdida,
y un par estaban durmiendo la siesta o muerto recientemente. Uno de ellos, una
chica guapa india con el largo pelo negro y su ruby bindi, estaba sonriendo
directamente a ella. Para alivio de Haven, ninguno de los pasajeros podría haber
pasado por un hombre gris. Cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire
viciado del metro.
―Hola.‖
Haven saltó. La india se había levantado de su asiento y venido a compartir el poste
de Haven. ―¿Me recuerdas? Preguntó.
―¿Qué?‖ El temor de Haven había vuelto con toda su fuerza.
―¿Te acuerdas de mí?‖ La chica enunció cada palabra.
―Ummm.‖ Haven se mordió el labio y trató de concentrarse. El rostro de la chica le
era familiar, pero no podía colocarla.
―Nos conocimos en una tienda de comestibles indios en la avenida Lexington. Tú y
tu hermano parasteis por una noche más de un año atrás, cuando había unos
hombres que después os perseguían.‖
Un recuerdo cruzó por la mente de Haven. Ella se reunió con Beau en un espacio de
almacenamiento oculto mientras que los hombres de Adam buscaban la tienda de
la chica. Beau mantuvo a Haven presionada a su lado, y sabía que si los hombres
nunca lograban encontrarla, Beau lucharía hasta la muerte para protegerla.
―¡Por supuesto!‖ Haven exhaló con alivio. ―Tú nos escondiste hasta que se fueron.
Siempre quise volver y agradecerte.‖
―Pero no lo hiciste,‖ la chica señaló.
―No,‖ Haven admitió, desconcertada. ―No lo hice. Lo siento.‖
La chica le tendió una mano delicada. ―Mi nombre es Chandra,‖ dijo.
―Haven Moore.‖
La chica asintió con la cabeza como si ella ya sabía el nombre de Haven, y su
sonrisa de suficiencia le sugirió que había mucho más que eso. Chandra estaba
jugando con ella, aunque era difícil saber cuál puede ser su motivo. Ahora que
Haven ya no estaba asustada, los juegos estaban empezando a cabrearla.
―Mira, Chandra.‖ Haven dio un paso hacia la chica, pero Chandra se mantuvo
firme. ―Todo esto es poco inusual. ¿Qué está pasando aquí exactamente? ¿Estabas
tú con la mujer que me ayudó?‖
―Su nombre es Cleo. Y sí. Nosotras pertenecemos a la misma organización. Me han
pedido hablar contigo en nombre de Phoebe.‖
―¿Phoebe?‖ Haven balbuceó. Hubo demasiadas sorpresas en un espacio demasiado
corto.
―Algunas personas la llamaban Pythia. Tú la conociste hoy más temprano.‖ Haven
acababa de abrir la boca para responder cuando el tren chirrió en otra estación.
―Espera,‖ Chandra ordenó que un pequeño grupo de turistas europeos metidos en
el coche. Haven vio a Chandra examinar cada rostro individual. Un hombre de
negocios con los ojos pegados a un BlackBerry fue la última persona a bordo.
Cuando él ciegamente se apoderó de sus postes, Chandra tocó su hombro. ―No
termina aquí, pez gordo. Muévete a lo largo,‖ ladró. El hombre miró a la muchacha
bonita y sacudió la cabeza con incredulidad. Una mirada a su cara, sin embargo, y
optó por no discutir.
―Sé quién es Phoebe,‖ Haven continuó una vez que el hombre enfiló más abajo en el
coche. ―¿Qué quiere?‖
―Quiere que te ayude,‖ dijo Chandra. ―Todos lo hacemos. Queremos ayudarte a ver
la vida que necesitas ver.‖
―¿Cómo se supone que Phoebe me ayudará?‖ Haven preguntó. ―Sé que es un
fraude. Ella inventa historias para hacer la gente rica feliz.‖
Chandra reía como una niña. ―¿Y quién te dijo eso?‖
Haven decidió no responder.
―Exactamente,‖ le dijo Chandra. ―Tus fuentes no han sido fiables. Phoebe está
encubierta en la Sociedad de Ouroboros. Ella se hace pasar por una charlatana,
pero sus dones son muy reales.‖
―¿Y tú quién eres?‖ Haven exigió. Había algo delicado sobre la chica, y Haven
estaba impaciente por ella para llegar al punto.
―Yo soy una de un grupo de hermanas. Nosotras no llamamos las Horae. Como tú,
todas nosotras hemos vivido muchas vidas. A diferencia de ti, nuestras vidas se han
dedicado a salvar la humanidad de su influencia.‖
―¿Su?‖
―Tú lo llamas Adam, pero ese no es su verdadero nombre. No tiene un nombre
real.‖
―¿Y qué es exactamente lo que salvará a la humanidad de su influencia?‖
―¿Por qué Phoebe no me deja explicarlo? Ella tiene una propuesta para ti. Una que
puede beneficiarnos a todos.‖
―Eso suena muy bien,‖ Haven dijo con desdén. ―Pero voy a tener que pensar en ello.
No he venido a Nueva York para hacer nuevos amigos. Tengo cosas que hacer
mientras estoy aquí.
―Lo sabemos y eso es parte de nuestro plan,‖ dijo Chandra.
―Tú le dijiste a Phoebe que un amigo tuyo ha desaparecido. Tú nos ayudas con el
que llamas Adam, y nosotros te ayudamos a localizar a tu amigo.‖
―No sé. Como he dicho, voy a tener que pensar en ello.‖
―Quieres decir que necesitas discutir la idea con Iain Morrow.‖
Hablando a todo volumen en un vagón de metro lleno de gente, el nombre tenía la
clara intención de provocar. ―¿Perdona?‖ Preguntó Haven, mirando a su alrededor
para asegurarse de que nadie había oído.
―Sí, sabemos sobre el Sr. Morrow. Sabemos que está vivo. Y podemos ayudarlo a
mantenerse de esa manera. Incluso podemos asegurar que nunca necesitéis
ocultaros de nuevo. Tú serás capaz de vivr donde quiera sin tener que mirar sobre
tus hombros por los hombres grises.‖
―¿Y cómo vas a hacer que eso suceda?‖
―Reúnete con nosotros en el 623 Lenux Avenue.‖ Chandra entregó una tarjeta de
visita. ―Esta noche a las seis. Asegúrate de llevar al Sr.Morrow. Phoebe os explicará
todo a ambos.‖
Haven miró la tarjeta. Estaba sucio y arrugado, como si hubiera sido recogido de la
calle. Estampado en la tarjeta había una dirección y un número de teléfono: 534-
8987.
El tren se detuvo en la estación Grand Central, y la multitud en el interior del coche
se cambió por la que estaba en el andén. Haven dio un paso a un lado a una mujer
que empujaba un cochecito de bebé lleno de muñecas antiguas, sucias. Cuando
regresó a su lugar original, Chandra se había ido.
CAPÍTULO CATORCE
Traducido por Grace
Corregido por Blue Raven
―¡Lo viste! ¿Y hablaste con él?‖ Estaban fuera en la terraza de Frances Whitman, e
Iain iba y venía. Haven vio sus pies, preocupada de que podría resbalar en un trozo
de hielo y caer en picada hasta el parque de abajo.
"Yo no tenía muchas opciones. Alguien en el spa le debe de haber dicho que estaba
allí.‖ Haven podía ver a Frances mirándolos a hurtadillas a través de una grieta en
las cortinas de la sala de estar.
―Tuviste la opción de no hablar con él, ¿no?‖
Haven se rodeó con sus brazos. Diecisiete pisos por encima de la calle, el viento
estaba salvaje. "¿Qué se supone que debí hacer, sólo quedarme ahí parada y no
decir nada?"
"Debiste correr", dijo Iain.
"¡Estaba vestida con una bata diminuta con nada debajo! ¿Dónde se supone que
tenía que ir?"
"¿Llevabas qué?", exclamó Iain un poco demasiado fuerte. Una luz se encendió en
un apartamento en un piso por encima de ellos, y Haven vio una figura mirando
hacia el crepúsculo. "No importa. Puedes ahorrarme los detalles. No es necesario
que la imagen quede grabada en mi cerebro para el resto de la eternidad. Entonces,
¿Qué te dijo, Adam?"
"Él prometió de nuevo que iba a dejarme en paz. Dijo que no tenía nada que ver
con la desaparición de Beau."
"Ahora que sabe que has vuelto, ¿Realmente esperas que cumpla alguna promesa?
¡Sabía que no debería haber venido aquí! ¿Te das cuenta de lo que esto significa?
Probablemente te siguió. Puede haber hombres grises esperando fuera del edificio
en estos momentos."
"No, no hay", insistió Haven. "He perdido a el tipo que me seguía."
Iain dejó de caminar, pero sus ojos estaban por todas partes a la vez, como si
estuviera rodeado de atacantes invisibles. "Así que había alguien siguiéndote."
"Yo creo que sí, pero…"
"Tenemos que salir de la ciudad. Viste a Phoebe. No va a funcionar. Así que es hora
de irse. Ese era el trato." Iain la tomó de la muñeca y se dirigió a la puerta de la
terraza.
"¡Hey!" Haven torció su brazo libre. "Déjame terminar. Puede haber otra forma de
encontrar a Beau".
Iain se congeló. Su pecho subía y bajaba como si hubiera inhalado la noche.
"Había una mujer en el tren de la zona residencial. Vio a un hombre gris
siguiéndome y me ayudó a perderlo."
"¿Alguna mujer común y corriente en el tren vio a un hombre gris?", repitió Iain
con incredulidad.
"Yo no dije que era normal. Ella es miembro de un grupo que ha estado
buscándome. Se llaman El Horae. Deben ser las mismas personas sobre las que he
estado soñando. Las que enviaron el mensaje a Constance".
Iain parecía aturdido. "¿La mujer en el metro te dijo que ella era una de las Horae?"
"Bueno, una chica llamada Chandra lo hizo. Vas a conocerla esta noche." Haven
sacó la tarjeta del bolsillo de su abrigo. "El Horae nos quiere ver. ¿Así que has oído
hablar de ellos? "
"Sí." Iain examinó la tarjeta. Su confusión parecía haberle calmado. "Pero pensé
que eran sólo una leyenda. No tenía idea de que eran reales. ¿Estás segura de que la
mujer con la hablaste es confiable?"
"Ella me salvó a mí y a Beau la última vez que estuvimos en Nueva York. Ella nos
escondió cuando éramos perseguidos por los hombres grises. Supongo que la hace
confiable, ¿No? ¿Por qué? ¿Qué sabes acerca de las Horae?"
Iain pasó la tarjeta a Haven. "No mucho. Dicen que hay doce de ellas. Siguen a
Adam donde quiera que él vaya. Eran hermanas una vez. Adam les hizo algo
terrible, y ahora pasan cada curso de la vida tratando de castigarlo.‖
"¿Qué fue lo que Adam hizo?", preguntó Haven.
"No tengo ni idea", dijo Iain. "Pero tengo la corazonada de que era bastante
horrible."
"¿Así que vas a venir conmigo a conocerlas?", preguntó Haven, recordando la
promesa que se había hecho a sí misma. Dónde quiera que su búsqueda la llevara,
ella se aseguraría de que Iain iría con ella. Ella sólo esperaba que no le estuviera
empujando demasiado lejos y demasiado rápido. "Te necesito allí, y ellas quieren
que te traiga."
"¿Ellas saben que estoy vivo?"
Haven asintió con la cabeza y Iain suspiró.
"Entonces creo que tenemos que ir. ¿Tienes alguna idea de por qué quieren
reunirse con nosotros?"
"La Pythia es una de ellos", dijo Haven. "Ella pretende ser un fraude, pero sus
poderes son reales. Chandra dijo que me puede ayudar a ver la vida que he
compartido con Beau."
"¿Y qué están esperando a cambio?"
Era la misma pregunta que había estado persistente en Haven. "No sé. Pero si las
Horae quieren detener a Adam, no puede ser tan malo."
"No seas ingenua, Haven. ¿Quieres quedar atrapada en una pelea que perduró
desde hace milenios? ¿Sabes lo que le puede pasar a la gente que odia tanto
tiempo?"
"Lo que sea que el Horae quieren de mí, lo puede tener", declaró Haven sin rodeos.
"Si me puede ayudar a salvar a Beau, les daré todo lo que necesitan".
Esas palabras parecían golpear a Iain más que cualquier otra que haya
pronunciado.
"No prometo nada hasta que escuche sus demandas", advirtió. "El hecho de que
son enemigos de Adam no significa que sean nuestros amigos."
CAPITULO QUINCE
Traducido por CairAndross
Corregido por Caliope Cullen
Cruzando la calle oscura, se encontraba un escaparate vacío. El espacio había sido
una vez, hogar de una iglesia. Un toldo púrpura desvaído ponía TEMPLO DE
PODER, y el lugar aún estaba marcado por un signo de neón que decía EL PECADO
en un rojo llameante, seguido por TE ENCONTRARÁ, en un blanco brillante. Las
planchas de vidrio de las ventanas estaban empastadas con periódicos
amarillentos. Había pasado bastante tiempo desde que el Templo del Poder
escuchara las oraciones de alguien.
―Éste es el lugar‖, dijo Haven, antes de poder leer los números de la puerta. ―Te
apuesto cualquier cosa‖
―¿Realmente quieres hacer esto?‖, preguntó Iain, dejando perfectamente claro que
él no.
―Absolutamente‖, dijo Haven. Decidida a responder a la indecisión de él con
confianza, saltó de la acera a la calle.
La puerta no estaba cerrada, y las campanillas sonaron cuando Iain se adelantó un
paso, para abrirla. En el interior, a los ojos de Haven les tomó unos momentos para
adaptarse a la oscuridad, pero sintió el rebotar de los pisos de madera contra sus
zapatos y supo, de inmediato, que el lugar había sido desmantelado. Pronto, pudo
ver los cables eléctricos que serpenteaban desde el techo. Cables multicolores, que
asomaban por las paredes. La tienda había sido despojada de cualquier cosa de
valor. Todo lo que quedaba estaba cubierto de capas de pintura en aerosol y
decorada con los símbolos de los vándalos más prolíficos de Nueva York.
―Cierra la puerta detrás de ti y ven conmigo‖, dijo una voz. ―Rápido. Nunca deberías
llegar tarde a una cita con Phoebe‖. Chandra apareció, usando un overol de
mezclilla azul y una gorra de béisbol.
―¿Dónde nos llevas?‖, preguntó Iain.
―Ya lo verás‖
―¿Phoebe no está aquí‖. Heaven ya había arriesgado bastante. No podía pedirle a
Iain que diera otro salto a lo desconocido. ―Ésta es la dirección que me dio‖.
―¿Realmente pensaste que te daríamos nuestra verdadera dirección a ti?‖. La
femenina risa de Chandra sonaba un poco frágil. ―¿O permitirte que trajeras un
grupo de hombres grises a visitarnos?‖
―Nadie nos ha seguido‖, espetó Iain. Parecía haberle tomado una aversión
instantánea a Chandra.
―Hemos sido muy cuidadosos‖, añadió Haven, intentando suavizar las cosas.
―¿Estás segura de eso?‖, preguntó Chandra. Haven no pudo evitar, mirar por
encima del hombro, hacia la calle, fuera de las ventanas de vidrio. No vio a nadie,
pero eso no garantizaba que no hubiera nadie allí afuera.
―Sí‖, dijo Iain. ―Porque si los hombres de Adam nos hubieran seguido, yo estaría
muerto para este momento‖
―Quizás‖, respondió Chandra. ―O, tal vez, esperan a ver dónde los conducirás,
primero‖
La chica tenía un punto, pensó Haven, aunque no se atrevió a coincidir con ella en
voz alta. El humor de Iain se estaba volviendo más oscuro a cada momento, y
hacerlo llegar hasta allí ya había sido todo un reto. Ella casi tuvo que empujarlo,
cuando Chandra se dirigió a la puerta trasera de la tienda. Afuera, en el callejón,
una camioneta de electricista estaba colocada al ralentí. Estampado en uno de sus
lados, había un dios de dibujos animados con un rayo en una mano. Bajo la
imagen, estaba el nombre de la empresa: TITAN ELECTRIC.
―Vayan a la parte trasera‖, ordenó Chandra.
Haven y Iain se sentaron entre una maraña de escaleras extensibles y otros
equipos. Chandra condujo por diez minutos, antes de detener la camioneta.
―Apéense‖, les dijo a sus pasajeros. ―Es la primera casa a su izquierda. Entren por la
puerta de la planta baja. Habrá alguien en su interior, para darles la bienvenida‖
―¿Dónde demonios estamos?‖, preguntó Iain, mientras la camioneta se alejaba a
toda velocidad. ―¿Esto es Nueva York?‖
Estaban al final de dos hileras de casas de madera, que se enfrentaban unas a otras,
a lo largo de un estrecho callejón. Los edificios databan del siglo XIX, y estaban
pintados de amarillo soleado, con persianas verdes y molduras marrones. La luz se
agrupaba alrededor de las lámparas de gas que se alineaban en la calle. Haven se
giró. Tras ellos, había una vieja mansión blanca, encaramada en una colina. Estaba
tan tranquilo en el exterior, que podían oír el zumbido de las farolas.
―No fuimos muy lejos‖, señaló Haven. ―Estamos en algún lugar, cerca de Harlem‖
La puerta que conducía a la planta baja de uno de los edificios cercanos, se abrió un
resquicio. Una línea de luz atravesó el camino.
Haven tomó la mano de Iain, pero él dudó. ―Vamos‖, insistió ella, casi
arrastrándolo detrás de sí.
Una mujer, en la veintena, los recibió en la puerta. Llevaba un vestido ajustado
color chocolate, y su cabello color azul eléctrico, estaba recogido en un moño chic.
―Bienvenidos a Sylvan Terrace. Mi nombre es Vera. Por favor, entren. Se deben
estar helando‖
―¿Te conozco?‖. Para Haven, era difícil mirar de frente a Vera, cuando no podía
apartar la vista de su cabello.
―Esta es la segunda vez que nos encontramos, en esta vida‖. La mujer tenía la
amistosa sonrisa paciente de una maestra de jardín de infantes. ―La primera, fue en
un café en Greenwich Village. Pero me siento como si te conociera desde siempre.
¿Puedo tomar sus abrigos?‖
―¡Es cierto! Ahora te recuerdo‖, dije Haven mientras ella se despojaba de su
bufanda. ―Un hombre gris me siguió a un café. Tú eras mi mesera. Me dijiste que
me escurriera por la ventana del baño. ¿Cómo…?‖
El pensamiento fue echo a un lado, mientras un millón de nuevas preguntas se
abrían paso hasta la primera fila. Con su abrigo a medio quitar y aún colgado de un
hombro, Haven se detuvo para mirar a su alrededor. Iain y ella habían entrado en
una cámara grande y redonda. Había cuatro puertas cerradas en las paredes, color
pergamino, que los circundaban. En un lado de la sala, una escalera elíptica se
elevaba como una cinta retorcida de piedra arenisca. Sin barandilla u otro medio
evidente de soporte, parecía tallada en una única pieza de roca. Más allá de las
escaleras, había una sala de estar. Sillas y sofás, tapizados de terciopelo color mil,
estaban vueltos hacia las llamas de una chimenea de mármol. Un gran reloj sobre la
repisa, medía el tiempo. Haven levantó la mirada hacia el cielorraso. La habitación
estaba iluminada por dos candelabros que emitían una pálida luz dorada. En lo
alto, donde la escalera alcanzaba su ápice, una enorme claraboya enmarcaba la
luna. La casa completa, podría haber parecido moderna y vacía, pero, de algún
modo, se sentía cálida y viva.
―Éste no puede ser el mismo edificio que vimos en el exterior‖, dijo Haven. ―Es
mucho más grande‖
―Oh, pero es el mismo‖, le aseguró Vera. ―Mis hermanas aprendieron, hace mucho,
a sacar el máximo provecho de un espacio. Muchos hogares están llenos de
rincones y recovecos inútiles. Nosotras no permitimos que nada se desperdicie. Me
gustaría darles un tour, pero no sería prudente hacer esperar a Phoebe. Aquí
valoramos la puntualidad. ¡Asteria!‖, llamó y apareció una joven. ―¿Te importaría
tomar los abrigos de nuestros huéspedes, mientras yo los acompaño hasta el cuarto
piso?‖
―Estaría encantada‖. El rostro de la chica era infantil, pero su expresión decía que
sabía cosas que ningún niño sabría. ―Es un placer verte de nuevo‖, le dijo a Haven.
―Y a usted también, señor Morrow‖, agregó con una sonrisa.
―Gracias, Asteria. Quizás puedas ocuparte de tus tareas, ahora‖ Vera despidió a la
chica. ―¿Haven? ¿Iain? ¿Podrían seguirme, por favor?‖
Ella los condujo hasta la magnífica escalera, que se alzaba en una espiral cada vez
más cerrada. Había mujeres, cuchicheando entre ellas, a lo largo de todo el camino.
Todas ellas asintieron cortésmente, pero ninguna se detuvo. Parecían estar
siguiendo un horario estricto. Una muchacha esbelta, con el regio porte de los
Masai, se deslizó por las escaleras, con una pila de libros encuadernados en cuero
bajo el brazo. Haven se dio vuelta para mirarla una segunda vez, segura ya había
visto a la hermosa joven en otra ocasión. Una primorosa mujer pasó apresurada,
con una canasta llena de gajos de plantas. Comparó su rostro con el de una turista
japonesa, que, una vez, compró cuatro vestidos en la boutique de Haven, en Roma.
Detrás de ella, un delgado niño que no podría tener más de seis años, acomodaba
una peluca mientras caminaba. Incluso a ella le resultaba familiar. Todos ellos lo
hacían. Haven se detuvo en las escaleras, cuando vio a una joven que le había
vendido un par de zapatos en su primer viaje a Nueva York. Iain también se detuvo,
y Vera pareció preocupada por el inesperado retraso.
―Ustedes han estado vigilándome‖, dijo Haven, sintiéndose súbitamente atrapada –
como una criatura salvaje que se despertara, para encontrarse en la exhibición de
un zoológico.
―Sí. Phoebe le explicará‖. Vera señaló uno de los altos relojes que estaban en cada
rellano. La aguja del minutero casi alcanzaba la marca de la hora exacta. ―Tenemos
que apresurarnos‖
Las campañas empezaron a tañer, en el mismo momento en que llegaron a la
cuarta planta. Allí, una chica con el cabello rubio, abrió una habitación a la
izquierda. Llevaba un largo abrigo marrón y botas de motociclista. El mismo
atuendo que había llevado en Florencia. Haven acababa de tirar del brazo de Iain,
cuando los relojes dejaron de sonar. En la casa de abajo, una docena de puertas se
cerraron a la vez. Otra se abrió frente a ellos.
―Estamos aquí‖, llamó Vera.
En una terraza interior bien iluminada, el pequeño grupo descubrió a Pythia
regando filas ordenadas de plantas. En el spa, había parecido anciana, pero ahora,
Haven vio que Phoebe no podría tener mucho más que sesenta años. Todos sus
ornamentos místicos habían desaparecido, y su cabello estaba peinado en un liso
rodete plateado. Para el ojo promedio, su sencillo vestido beige podría haber sido
irrelevante. Haven reconoció el trabajo de un sastre magistral. Y Phoebe lo llevaba
extraordinariamente bien. Incluso en Nueva Yokr, pocas mujeres podían manejar
tal elegancia, sin esfuerzo.
―Por favor, tomen asiento‖, les dijo Vera a Iain y Haven. Tres sillas de mimbre los
esperaban en una esquina de la terraza acristalada.
―Hola‖. Phoebe saludó cálidamente a la pareja. Cuando vio la expresión alarmada
de Haven, sonrió. ―Debes estar sorprendida de encontrarme luciendo tan normal‖
―Un poco‖, admitió Haven, relajándose un poco.
Phoebe se echó a reír. ―Tengo que montar un buen espectáculo en el spa. Mis
clientes estarían terriblemente decepcionados, si apareciera en el trabajo vestida
con mi atuendo habitual. Y éste debe ser el señor Morrow‖. Ella no solamente
miraba a Iain – lo examinaba. Haven estaba divertida, pero no sorprendida.
Incluso las mujeres mayores no podían resistirse a los encantos de Iain.
―Ya nos hemos conocido‖, respondió Iain con rotundidad. ―En la Sociedad de
Ouroboros‖
―Sí, por supuesto. ¿Cómo pude olvidarlo?‖ Phoebe miró a la muchacha de cabello
azul, que aún estaba en la puerta. ―Vera, querida, ¿te importaría que converse con
nuestros huéspedes en privado?‖
―No, en absoluto‖, dijo Vera, aunque Haven sospechaba que habría preferido
quedarse.
Una vez que Vera hubo cerrado la puerta tras ella, Phoebe terminó de regar las
plantas que se alineaban contra las ventanas de la terraza. No eran las típicas
plantas hogareñas, notó Haven. Los altos tallos, libres de hojas, parecían el tipo de
cañas que crecen en la orilla de ríos lejanos. Emanaban una débil fragancia, que le
recordó algo a Haven, aunque ella no pudo imaginar lo que era.
―¿Qué estás cultivando?‖, preguntó Haven. ―El aroma de las plantas – es familiar‖
―No hay lengua viva que posea un nombre para esta especie. Ha estado
prácticamente extinta por siglos‖. Phoebe cerró los ojos y respiró hondo. ―Para mí,
huele a bosques de cipreses y flores de olivo. Me imagino que no es el aroma que tú
percibes. La fragancia es diferente para todos. Ésa es una de las razones por la que
estas plantas son tan esenciales en mi trabajo. Pero te lo explicaré más adelante.
Ustedes deben tener muchas otras preguntas para hacerme. ¿Intentaremos
resolver algunas de ellas, en este lugar?‖
―Claro‖. Haven estuvo de acuerdo, en busca de un buen lugar para empezar.
―Reconocí a la mitad de las mujeres de este edificio. ¿Cuánto tiempo me han estado
siguiendo? ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres?‖
Phoebe se echó a reír otra vez. ―Te responderé una pregunta a la vez, si no te
importa. Te hemos estado siguiendo desde tu primer viaje a Nueva York, hace
dieciocho meses. Yo sabía que encontrarías el camino a la Sociedad de Ouroboros,
y mis hermanas y yo estábamos esperando a que llegases. Te hemos perdido el
rastro un año después, cuando te mudaste a Italia. Entonces, te encontramos en
Roma y te seguimos a Florencia. Hemos hecho contacto allí, pero volviste a
desaparecer. Debo admitir que – me tomaste por sorpresa cuando llegaste al spa‖
―Eso es sólo en esta vida‖, dijo Haven. ―Sé que me has estado siguiendo, mucho
antes que eso. En los años veinte, mi nombre era Constance Whitman. Tengo una
nota que alguien le escribió a ella – una nota en que se indicaba a Constance,
llamar a un número telefónico determinado, si él la encontraba alguna vez.
―Sí, yo misma escribí esa nota. Constance nunca llamó. Asumo que tú sabes lo que
sucedió con ella. Ella pudo vivir más tiempo, si hubiera seguido mi consejo‖
―Él era Adam Rosier, ¿no?‖, preguntó Iain con sequedad.
Phoebe se giró hacia Iain. ―Sí, pero nosotras no lo llamamos así. Lo llamamos el
magos. Él es la razón por la que les pedí a ambos, que vinieran esta noche‖. Sacó
una llave del bolsillo y abrió un antiguo armario de ébano, en el lado opuesto de la
habitación. Un obra de arte, construida por artesanos con habilidades que ya no
existían, que siempre habían tenido la intención de conservar las cosas preciosas.
Del interior, Phoebe sacó un gran libro, encuadernado a mano, que alcanzó a
Haven con mucho cuidado. ―Esta es nuestra historia. Lo conservamos con nosotras
todo el tiempo, para recordarnos la importancia de nuestra misión. Contiene cada
pieza de información que hemos recogido de nuestro adversario‖
Haven hojeó cautelosamente el libro. Sólo las últimas páginas estaban escritas en
un idioma que ella pudiera entender. Otras secciones estaban escritas a mano en
todo, desde jeroglíficos, a Inglés Antiguo. Entremetidas en el lomo del libro,
además, había decenas de fotografías. La primera mostraba a Adam, paseando por
un cementerio. El estilo de su traje, databan la foto a finales del siglo XIX. Llevaba
una barba que terminaba en una punta, pequeña y nítida, en el extremo de su
barbilla. Por otro lado, no había cambiado en absoluto. En la parte posterior de la
foto, alguien había escrito Cimetière du Père Lachaise, 29 de Mayo de 1871.
La siguiente fotografía que encontró Haven, había sido tomada en Nueva York. En
el fondo, vio el edificio de la Bolsa de Wall Street. Cientos de hombres, con
sombreros y trajes al estilo de 1920, se agolpaban en la zona, bloqueando el tráfico.
Un caballero se asomaba a la ventanilla de uno de los coches aparcados en la calle.
Haven sintió que se le aceleraba el pulso. También conocía muy bien aquella cara
bonita.
―Reconozco a Adam, pero no puedo leer más de esto‖, dijo Haven, sus manos se
sacudían demasiado como para girar otra página. ―¿Puedes contarme lo que dice?‖
Phoebe se acomodó en un asiento y Haven se sintió como si la anciana le otorgara
un honor, como si la reina se tomara un tiempo para tomar el té con un súbdito.
―Tal vez, debería comenzar nuestra historia por el principio. Hay doce de nosotras‖,
dijo Phoebe. ―Hoy no nos parecemos mucho, pero una vez fuimos todas hermanas.
Vivíamos en un pequeño pueblo, en la costa oriental de Grecia. Nuestro padre
murió, y porque había tantas de nosotras, nos vimos obligadas a hacer colada, para
llegar a fin de ms. Era una vida dura, pero honesta. Entonces, comenzó un rumor.
Un hombre que pasaba por el pueblo, nos vio a las doce. Le dijo, a la gente del
pueblo, que le habíamos ofrecido más que nuestros servicios de lavandería. Afirmó
que estábamos llevando un burdel. Ellos nos apedrearon hasta la muerte en las
calles. Yo era la mayor. Tenía veinte años. La más joven de nosotras, tenía once.
Era sólo un bebé.
―Lo siento tanto‖, dijo Haven. ―Y el hombre que empezó el rumor… ¿era Adam?‖
―No hay ninguna duda que sí. De hecho, luce exactamente igual hoy, que como lo
hacía hace miles de años‖
―¿Sabes qué es él?‖, preguntó Iain.
Phoebe tomó el volumen de cuero, de las manos de Haven, y lo cerró. ―Ésa es una
de las respuestas que no puedes encontrar en este libro. La verdad es que, aún
nosotras no lo sabemos. Quizás él no sea, en realidad, eterno, pero es tan antiguo
como la humanidad. Todas las culturas tienen un nombre para él. En Grecia, él era
Caos. En Egipto, lo llamaban Seth. En India, algunos todavía lo llaman Ravana. He
oído que la gente aquí, se refiere a él como el diablo, pero eso no es del todo
correcto. El diablo Cristiano tiene una razón para hacer las cosas que hace. El
magos, no.
―Chandra me dijo que las Horae pasan cada una de sus vidas, combatiéndolo‖, dijo
Haven.
―Mis hermanas y yo fuimos traídas de vuelta a la tierra por una razón: para
encontrar al magos y concretar nuestra venganza. Hemos nacido en familias
dispersas por todo el mundo. Pero, cada una de nosotras oímos el llamado en el
momento de respirar por primera vez. Así como las abejas siempre encuentran el
camino de regreso a la colmena, nosotras siempre volvemos a las demás. A
menudo, significa viajar miles de kilómetros, pero nos reunimos con nuestras
hermanas tan pronto como podemos. Incluso como niñas, dedicamos nuestras
vidas a la causa.
―¿Así que tú eres la líder?‖, preguntó Haven.
―Soy la mayor. En cuanto soy capaz, cuido a mis hermanas como siempre lo he
hecho‖
―¿Y tú has regresado a la tierra durante dos mil años?‖
―Mucho más que eso‖, dijo Phoebe. ―El Horae ha estado luchando contra el magos
durante tantos siglos, que nos hemos convertido en parte de un sistema de chequeo
y balance. Sin nosotras, el mundo podría sumirse en la oscuridad.
―¿Cómo el Horae evita que el mundo… se suma en la oscuridad?‖. Iain no se
molestó en ocultar su escepticismo. Haven se encogió, pero Phoebe parecía
imperturbable.
―Ésa es una excelente pregunta, señor Morrow. Nosotras no podemos matar al
magos, así que lo encerramos, siempre que sea posible. No es fácil hacerlo.
Generalmente, es difícil de localizar. Y muy escurridizo, cuando finalmente lo
encontramos. Pero, durante las décadas que está aprisionado, la raza humana se
desarrolla. El Renacimiento, por ejemplo – no hubiera sido posible sin nosotras‖
―¿Y cuál sería el papel de Haven en todo esto?‖, preguntó Iain.
―Ella puede ayudarnos a ponerlo, donde no pueda hacer daño por un tiempo. Mira,
ninguna de las Horae puede acercarse lo suficiente al magos como para
impresionarlo. Lo intentamos, e invariablemente fallamos. Pero, Haven es su
debilidad. Nunca pudo resistírsele. De hecho, ella es la razón por la que hemos sido
capaces de rastrearlo. Nunca ha permanecido en un solo lugar por tanto tiempo. Ha
estado en Nueva York por casi noventa años, esperando a que Haven regrese a él.
Ahora que ella está aquí, finalmente tenemos lo que necesitamos para atraerlo a
nuestra trampa‖.
―Olvídenlo‖, dijo Iain. ―No van a usar a Haven como señuelo‖
―¡Iain!‖, protestó Haven. ―¿No crees que deberíamos escuchar el resto?‖
―Ella no nos va contar toda la historia, Haven‖. Iain miró a Phoebe. ―Dices que han
encerrado antes a Adam. Eso significa que él debió escapar. ¿Estoy en lo cierto?‖
―Sí‖, dijo Phoebe.
―¿Entonces, qué va a pasar con Haven cuando él vuelva a salir?‖
Phoebe asintió con la cabeza. ―No puedo predecir el futuro, señor Morrow. No sé
qué sucederá cuando el magos escape. Pero debe entenderlo… si Haven no está de
acuerdo en ayudarnos ahora, no tiene ninguna esperanza de encontrar a su amigo.
Soy la única que puede ayudarla a ver la vida que necesita ver‖. Volvió su atención
hacia Haven. ―Este amigo tuyo que está perdido, ¿es el que conoció Chandra,
cuando ustedes estaban huyendo de los hombres grises?‖
―Sí. Su nombre es Beau‖, dijo Haven.
―Chandra detectó una conexión especial entre ustedes. Él es algo más que sólo tu
amigo, ¿no?‖
Se sentía como si la anciana hubiera hurgado en el pecho de Haven y se hubiera
apoderado de su corazón. ―Él fue mi hermano‖
―Chandra lo sospechaba bastante. Cuando nos encontramos en el spa, me dijiste
que tu amigo vino a Nueva York para encontrar a alguien de su pasado.
―Así es‖, confirmó Haven.
El rostro de Phoebe era sombrío. ―No quiero asustarte, Haven, pero Beau puede
estar en grave peligro. Hubo incidentes similares en el pasado. No hace mucho, una
miembro de la Sociedad desapareció, poco después que ella se reuniera con un
amante, de una de sus vidas anteriores. Intenté advertirle que el hombre no era
quien decía ser. El cadáver de la mujer – era poco lo que quedaba de ella – fue
descubierto meses más tarde. Dijeron que había sido torturada durante semanas.
No. Haven sacudió la cabeza. Cosas como ésas nunca le sucederían a gente como
Beau. Podría pasarle, le susurró una voz, pero Haven se rehusó a escuchar. Sabía
que, si se entregaba a sus peores temores, sus esperanzas nunca tendrían una
oportunidad.
―¿Quién fue la mujer que murió?‖, exigió saber Iain. ―¿Por qué nunca he leído
acerca de su asesinato, en los periódicos?‖
―Los escándalos de la Sociedad Ouroboros, rara vez llegan a los periódicos‖, señaló
Phoebe.
―Lo haré, Phoebe‖, intervino Haven. ―Lo que quieras que hagas, lo haré, si tú
prometes ayudarme a encontrar a Beau‖
―Esperen un momento… ambas. Estoy de acuerdo en que tenemos que actuar con
rapidez para salvar a Beau‖, dijo Iain. ―¿Pero por qué tenemos que lidiar con Adam
ahora? Él no va a dejar Nueva York en un corto plazo. ¿Por qué no podemos
trabajar juntos y hacer un plan que no ponga a Haven en peligro?‖
―Tiene el hábito de dejar que sus emociones nublen su pensamiento, señor
Morrow‖, le dijo Phoebe. ―Le aseguro que hay una muy buena razón para nuestra
prisa. Como mencioné, el magos ha estado en Manhattan desde la década de 1920.
Aún viaja por todo el mundo, por supuesto, diseminando el caos y la discordia.
Pero en este punto, ya podríamos leer los periódicos y saber qué ciudad llama
hogar. Todas esas crisis bursátiles y burbujas financieras – incluso ha comenzado a
repetirse. Y lo ha hecho muy visible. Pero el hecho que haya estado aquí por casi un
siglo, no es bueno para nadie. Cuando el magos no se mueve, el caos se concentra
un solo lugar, y el mundo se desequilibra. Eso puede causarle un daño irreparable a
la ciudad – a todo el país. No podemos darnos el lujo de esperar. Tenemos que
tomar medidas de inmediato.
―¿Qué piensas que va a pasar?‖, preguntó Haven.
―No lo sabemos‖, dijo Phoebe. ―Pero sí sabemos que el magos ha estado trabajando
en un nuevo esquema – uno que tiene el potencial de ser extremadamente
peligroso. Has estado en la sede de la Sociedad Ouroboros, ¿no?‖, le preguntó a
Haven.
―Sí‖, confirmó Haven.
―¿Y qué has visto mientras estabas allí?‖
Haven recordó, tratando de no olvidar a nadie. ―Vi unos empleados de la SO, de
bajo nivel. Y un montón de niños que habían ido a un análisis de vidas pasadas‖
―Eso es verdad‖, dijo Phoebe.
―No lo entiendo‖, dijo Haven. ―¿Me perdí de algo?‖
―¿Has notado que los niños de la sala de espera, tenían todos la misma edad?‖
―¿De verdad?‖. Haven recordó a la pequeña niña rubia con la que había hablado en
el vestíbulo de la SO, Flora, que afirmaba haber sido una renombrada epidemióloga
llamada Josephine. Flora era pequeña, quizás unos ocho o nueve años. Haven
sintió una punzada de pánico, y esperó que nada malo le hubiera sucedido a esa
chiquilla.
―Hasta hace unos diez años, los niños no eran bienvenidos en la Sociedad
Ouroboros‖, dijo Phoebe. ―Con una o dos excepciones, rara vez se les permitía
ingresar al edificio. Entonces, de repente, un día se anunció que la SO comenzaría
el reclutamiento de niños a partir de los nueve años‖
―Eso es cierto‖, le preguntó Haven a Iain. ―Debiste conocer a alguno de esos niños
mientras eras miembro de la Sociedad‖
―Seguro‖, dijo Iain. ―Pero eran sólo niños pequeños. Yo estaba más interesado en lo
que estaban haciendo los adultos. No pensé que un grupo de niños de nueve años,
podría hacer mucho daño en el mundo.
―En este momento, estamos más preocupados sobre lo que podrían estar
haciéndole a ellos, señor Morrow‖, explicó Phoebe. ―Sólo en ese primer año, la
Sociedad Ouroboros reclutó veinte niños. Hemos intentado ponernos en contacto
con los miembros más jóvenes. Están vivos – lo sabemos con certeza – pero es
imposible hablar con ellos. Todos los niños SO se envían a un colegio privado, al
norte de la ciudad. Se llama Halcyon Hall. La seguridad en torno a éste es
imposible de romper, y hasta donde yo sé, los chicos sólo regresan a Nueva York
una vez al año, para su cumpleaños. Incluso los padres se niegan a hablar sobre la
SO. Los han sobornado, creo.
―¿Qué crees que Adam tiene planeado?‖, preguntó Haven.
―Sospechamos que está construyendo un ejército de élite. Las mentes de los niños
son fácilmente influenciables, y los que el magos está reclutando no son almas
ordinarias. Todos ellos poseen habilidades asombrosas. No sabemos cómo planea
utilizar a esos niños – o cuánto daño, son capaces de infligir. Pero sí sabemos que
los primeros reclutas de Adam están alcanzando su mayoría de edad. Y eso es lo
que nos asusta‖. Ella clavó su fría mirada en Iain. ―¿Ahora entiende por qué no
podemos esperar más para hacer frente al magos? Lo que sea que esté haciendo en
Halcyon Hall debe ser detenido‖.
―Entiendo‖, dijo Iain. ―Pero todavía no sé por qué necesitas poner a Haven en
peligro. Debe haber otro modo de destruir la Sociedad Ouroboros. Te ayudaré.
Haré lo que sea necesario.
Un destello de molestia iluminó los ojos de la anciana. ―Por favor, perdone mi
franqueza, señor Morrow, pero usted ha tenido su oportunidad. Lo hemos estado
observando también. Sabemos que fracasó en destruir la Sociedad, cuando estuvo
por última vez en Nueva York. ¿Qué le hace pensar que podría tener éxito en esta
ocasión?‖, le preguntó ella. ―Si pensara que esto puede llevarse a cabo sin Haven,
seguramente lo intentaría. Pero he visto a una de mis propias hermanas, siendo
arruinada por el magos. Usted, también, ha visto de primera mano, lo que puede
sucederle a las personas que pasan mucho tiempo en su presencia. Nadie más que
Haven puede ayudarnos‖
Iain no dijo nada, pero Haven podía ver que estaba lejos de ser convencido.
―Y por eso‖, continuó Phoebe. ―Éste es el trato que te ofrezco, Haven. Tú nos ayudas
a capturar al magos, y yo te ayudaré a localizar a tu amigo. ¿Estás de acuerdo?‖
―Sí‖, dijo Haven. ―Te ayudaré‖
Phoebe se levantó de su silla. ―Entonces, por favor, síganme‖, dijo
CAPITULO DIECISÉIS
Traducido por CairAndross
Corregido por Karenmaro
Se encontraron a sí mismos afuera, bajo las estrellas. La claraboya en el techo
brillaba como el ámbar. Phoebe les condujo alrededor del vidrio, hacia un depósito
de agua situado sobre pilotes de acero en un oscuro rincón del edificio. Ella subió
una pequeña escalera, abrió una puerta recortada en un costado de la estructura
circular de madera.
―¿Aquí es donde haces las lecturas de vidas pasadas?‖, preguntó Haven, con los
dientes castañeteándole. Si hubiese sabido que darían un paseo al aire libre, habría
pedido su abrigo. Cuando alcanzó la cima de la escalera, pudo ver la enorme ciudad
bajo sus pies. Cientos de torres de agua vigilaban los techos. Ella se preguntó
cuántas estarían aún llenas de agua. Y cuántas se utilizarían para almacenar
secretos.
―Cuanto más cerca estemos de los cielos, más fácil es viajar para el alma‖,
respondió Phoebe. Señaló hacia el firmamento, donde las estrellas se reunían en
patrones predecibles.
El espacio vacío dentro de la torre, tenía unos doce pies* de diámetro y alfombrado
con una estera de paja tejida. Unas brasas, en un fogón de piedra situado sobre el
piso, iluminaban el lugar. Una cesta de mimbre esperaba junto al fuego. El calor, en
la pequeña cámara, envolvió a Haven y la apretó. Sintiendo dificultad para respirar,
se apresuró a quitarse su suéter de invierno.
Phoebe se quitó los zapatos y se deslizó al suelo, donde se sentó sobre los talones
como una experimentada geisha. El calor no parecía molestarla más de lo que lo
había hecho el frío.
―Por favor, acompáñenme junto al fuego‖, dijo.
Haven e Iain se sentaron, con las piernas cruzadas, en el suelo. Phoebe sacó unas
cuantas ramitas de la cesta de mimbre y las tiró a la chimenea. Una ola de calor
bañó el rostro de Haven. Se le secaron los ojos y parpadeó furiosamente mientras la
fuerte fragancia llenaba la habitación. Era una mezcla de madreselva, Play-Doh**,
hierba recién cortada, aserrín y otros olores que remontaban a la niñez de Haven.
Un humo blanco rizó hacia arriba y desapareció por un agujero en el techo
abovedado.
―¿Le importaría usar una de éstas, señor Morrow?‖. Phoebe le alargó a Iain una
mascarilla quirúrgica blanca.
―Estás quemando las plantas de tu terraza acristalada, ¿no?‖, preguntó Iain. ―¿El
humo no es seguro de respirar?‖
―La mascarilla sirve para bloquear la fragancia. El olor y la memoria van de la
mano. Los aromas liberados por las plantas pueden convocar los recuerdos
enterrados en el pasado. Usted y yo debemos permanecer aquí, en el presente,
mientras Haven viaja en el tiempo. Pero te aseguro que no hay necesidad de
preocuparse. He estado haciendo este ritual desde que lo perfeccionaron los
antiguos griegos‖. Phoebe se había acomodado una mascarilla idéntica sobre su
propia nariz y boca. ―Ahora‖, dijo Phoebe, con su voz amortiguada. ―¿Qué vida vas a
visitar hoy, Haven?‖
―Me gustaría visitar la vida de Breatrice Vettori‖, dijo Haven. ―El nombre de su
hermano era Piero. Ellos vivieron en Florencia, Italia, a mediados del siglo XIV.
Necesito regresar a 1347 y ver a un amigo de Piero. Su nombre era Naddo‖
―¿Conocías bien a Naddo?‖
―No lo creo‖, admitió Haven. ―Tengo la esperanza de haberlo conocido, al menos
una vez‖.
El ceño de Phoebe se frunció. ―Me temo que mi don tiene sus límites. Puedo guiarte
al lugar y al año correcto. Pero no puedo mostrarte una escena específica, a menos
que yo la haya visto también. Es difícil encontrar un momento preciso en el tiempo.
Puede llevarnos varios intentos hasta que encontremos al joven que necesitas
localizar. Y yo sólo puedo permitirte visitar el pasado unos pocos minutos en cada
sesión. Si no ves lo que quieres ver esta noche, tendrás que volver a nosotras en un
par de días‖
―¿Por qué no puedo, simplemente quedarme en el siglo XIV, hasta que obtenga lo
que busco?‖, preguntó Haven.
―La regresión a vidas pasadas provoca una gran tensión en el cuerpo y el cerebro. Si
te quedas demasiado tiempo, tu mente podría terminar envuelta en el pasado. Y tu
cuerpo, en esta vida, podría morir‖
―No tenía idea que esto fuera tan arriesgado‖, le susurró Iain a Haven. ―¿Estás
segura de estar lista para esto?‖
―Estoy segura‖, dijo Haven. ―Y estoy lista para empezar‖
―Entonces, cierra los ojos‖, dijo Phoebe.
Haven obedeció.
―Inhala profundamente y concéntrate en mi voz. Estás en la oscuridad, pero tu
alma está viajando a través del tiempo y el espacio. Estás en busca de tu hermano.
Deja que la fragancia te lleve consigo. Sigue viajando hacia atrás, doscientos,
trescientos, cuatrocientos años. Cada época tiene sus propios aromas. Cada
persona tiene una fragancia personal. Ahora te estás acercando al siglo XIV. Puedes
oler el aire de Florencia…‖
No hay modo que esto fuera a funcionar, pensó Haven. Todo lo que podía oler era
algo así como suciedad. Entonces, abrió los ojos.
ESTABA ACOSTADA boca abajo. Sus lágrimas humedecían la tierra mientras el
frío se deslizaba a través de su vestido de terciopelo y se filtraba en su piel. Él
estaba descansando bajo ella, enterrado en las profundidades del suelo congelado.
Beatrice levantó la cabeza. Sólo habían pasado pocos meses desde que había
sepultado su cuerpo allí, bajo el roble. La tierra a su alrededor había sido, hace
tiempo, un hermoso campo. Ahora era un mosaico de tumbas recién cavadas, que
se extendía hasta perderse de vista. La mitad de Florencia le estaba haciendo
compañía a Piero.
Beatrice rezó para ser, pronto, una de ellos. Se merecía sufrir por las cosas que
había hecho. Pero la peste la había pasado por alto. Ella permaneció con las
hermanas del convento, observando desde su ventana cómo Florencia moría
alrededor suyo, y tratando de no pensar en el hombre que tenía atrapado tan
profundamente. Sólo salió de su habitación dos veces a la semana, cuando iba a
sentarse con su hermano muerto y rogar por el perdón.
CUANDO HAVEN DESPERTÓ, la tristeza permaneció con ella. La Beatrice que ella
había visto apenas estaba viva. Ya no tenía fe en nadie, ni siquiera en sí misma.
Todo en lo que creía había sido destruido, y todos a quienes amaba le habían sido
quitados. Haven sabía que la visión debía servirle como advertencia. Ella
compartiría el destino de Beatrice, si algo le sucedía a Beau.
―¿Y bien?‖, preguntó Phoebe.
―Fue horrible‖. Incluso en el calor de la habitación, Haven estaba temblando. ―Piero
estaba muerto. Mi familia estaba muerta. Todo el mundo estaba muerto. Yo estaba
asustada y sola‖
―¿Has visto a Naddo?‖, preguntó Iain, con ansiedad. ―¿Averiguaste algo que podría
ayudar a que la policía lo identifique en esta vida?‖
―No vi a nadie‖, dijo Haven. ―Beatrice estaba en un campo, que se había convertido
en un cementerio. Yo yacía sobre la tumba de Piero, rogando por el perdón. Por
alguna razón, me sentía responsable de su muerte‖
―¿Sabes el por qué?‖, inquirió Phoebe.
―No‖, le dijo Haven. ―No he visto cómo murió‖
―Entonces, tendremos que volver a reunirnos‖, dijo la anciana. ―En dos días‖
―¡Dos días!‖, exclamó Iain. ―¿Cuánto tiempo más tomará esto?‖
―Tanto tiempo como necesite tomar‖, dijo Phoebe, con calma. ―Ahora, vamos a
discutir las responsabilidades de Haven‖
―Pero…‖, empezó Haven.
―Creo que dejé perfectamente en claro, el por qué no podemos retrasar nuestros
planes‖, dijo Phoebe. ―Pensé que tú también estarías ansiosa por empezarlos. Cada
minuto, podría significar la diferencia entre la vida y la muerte para tu amigo. Y
estoy segura que no quieres sentirte responsable por lo que podría sucederles a los
niños, en la Sociedad Ouroboros‖
―¡No! Pero…‖. Haven luchó para liberarse de las arenas movedizas en la lógica de
Phoebe, pero ya estaba hundida en las zonas más profundas.
―Bueno, entonces no perdamos más tiempo. En primer lugar, debo insistir en que
nunca regresen a esta casa por su cuenta. Te recogeremos cada dos días, para una
sesión. Con el tiempo, tendrás la visión que necesitas‖. Phoebe hizo una pausa, para
darse énfasis. ―Mientras continúes haciendo lo que yo te diga. ¿Ahora ya estás lista
para escuchar el plan?‖
Haven suspiró. ―Estoy escuchando‖
―Mañana por la mañana, visitarás la Sociedad Ouroboros y solicitarás ver a Adam
Rosier‖
―¿Qué?‖. Iain se puso de rodillas y se arrancó la mascarilla. ―¡Usted nunca dijo que
ella tendría que verlo!‖
Con calma, Phoebe removió su propia máscara. ―Permítame terminar, señor
Morrow. Mañana, Haven visitará al magos. Ella le pedirá su ayuda para encontrar a
su amigo. También le permitirá proporcionarle alojamiento‖
―¿Por qué?‖, preguntó Haven, mientras Iain hervía.
―Porque necesitarás estar muy cerca de él, para poder completar la segunda fase de
tu tarea. Debes bajar sus defensas lo suficiente, como para que nosotros podamos
intervenir‖
―¿Cómo se supone que haré eso?‖, preguntó Haven.
―Fingiendo enamorarte de él‖. Phoebe alzó un dedo huesudo, silenciando cualquier
objeción. ―Soy consciente que puede tomarnos algún tiempo convencerlo. El magos
es muy suspicaz por naturaleza, y sabe que tiene enemigos. Pero también tiene una
gran fe en sus propios poderes de persuasión. Déjalo pensar que te está
convenciendo poco a poco. Entonces, cuando sea el momento adecuado,
encontrarás una excusa para llevarlo a la primera dirección que visitaron esta
noche – la tienda en la Avenida Lenox. Allí estuvo la puerta lateral de un banco
durante muchos años. Su bóveda aún se encuentra en el sótano del edificio, y allí
hemos preparado una celda para él‖
―No‖. Iain no quería oír nada más. ―Absolutamente, no. No hay manera en que yo
vaya a dejar que eso ocurra. Quizás puedan atraparlo por unas pocas décadas, pero
él sabrá que Haven fue la que lo traicionó. ¿Qué cree que Adam le hará, cuando
finalmente se libere?‖
Phoebe no titubeó. Como un diligente abogado, había venido preparada con
respuestas a cada pregunta. ―Si Haven hace su parte, no hay razón para creer que el
magos se liberará esta vez. Mis hermanas y yo somos las propietarias de los
edificios de Lenox Avenue. Tan pronto como demos la orden, ambos serán
demolidos. La bóveda quedará enterrada y se construirá un moderno edificio de
departamentos en ese sitio. No habrá forma de entrar – o salir – de la cárcel que
albergará al magos‖
―Estamos hablando de Adam‖, le recordó Iain. ―Va a encontrar una manera‖
―Sabía que usted pondría objeciones a mi plan, señor Morrow. Es por eso que
insistí en que usted acompañara a Haven esta noche. Quiero que la escuche hacer
su elección. Y puede que le recuerde… es ella quien tiene que hacer su elección‖
―¿Y qué sucede si él te encierra de nuevo?‖, le preguntó Iain a Haven, antes de
soltar su frustración e ira sobre Phoebe, una vez más. ―Usted no tiene idea de lo que
él le ha hecho en el pasado. ¡Él la aprisionó durante vidas enteras! ¡Tiene un
armario lleno con sus cuerpos!‖
―Ése podría ser el caso. ¿Pero, por qué el magos lastimaría a Haven, si cree que ella
está enamorada de él?‖, respondió Phoebe, su voz aún fría y racional. ―Y recuerde,
las doce Horae estarán vigilándola. Nos arreglamos para mantener segura a Haven,
la última vez que ella estuvo en Nueva York, ¿no?‖
Iain echaba chispas. ―No‖, dijo. ―Simplemente, no‖
―Si la seguridad de Haven ya no está en discusión, ¿cuál es la fuente de su ansiedad,
señor Morrow?‖. La pregunta de Phoebe tenía un dejo afilado. ―Seguramente, no
está preocupado en que realmente Haven se enamore del magos. Supongo que él
tiene sus encantos‖
―¡Eso es ridículo!‖, espetó Haven. ―Iain y yo estamos destinados a estar juntos. ¡No
podría enamorarme de nadie más, incluso si lo intentara!‖
―¿Usted estaría de acuerdo, señor Morrow?‖, preguntó Phoebe.
―Mis sentimientos no son de su incumbencia‖. Iain la fulminó con la mirada.
―Bueno, si lo que dice Haven es cierto, entonces nadie – ni siquiera el magos – será
capaz de interponerse entre los dos. No debería haber motivo de preocupación… a
menos que usted tenga motivos para dudar de la fuerza de su enlace. ¿Ése es el
problema? No quiero ser grosera, señor Morrow. Simplemente, estoy tratando de
entender.
―Ya he sido lo suficientemente claro‖, dijo Iain. ―No tengo que explicarle nada‖
―Eso es verdad‖, reconoció Phoebe. ―Pero imagino que tendría que explicarle sus
objeciones a Haven‖
―¡Está bien!‖, intervino Haven. ―Sé que está intentando ser útil, Phoebe, pero
tendrá que disculparnos. ¿Iain, puedo hablar contigo a solas?‖
SE SENTARON SOBRE la cornisa que rodeaba el tejado. En la calle, una minivan
maltratada cruzó un semáforo a toda velocidad, y tres coches de policía la
persiguieron, mientras un helicóptero vigilaba desde arriba. Su reflector azul pasó
por encima de los tejados de los edificios cercanos, capturando amantes,
delincuentes y traficantes de drogas en acción.
―Hemos cometido un gran error, al venir aquí‖, dijo Iain, una vez que el aire frío
hubiera atemperado su ira. ―Las Horae no tienen buenas intenciones en su corazón.
Tú sólo eres un peón. Phoebe hará lo que sea para ganar su guerra contra Adam.
No dudará en sacrificarte, si piensa que es necesario‖
―No me gusta nada de esto tampoco‖. Haven mantuvo su voz baja. ―Pero, al menos
podamos poner nuestras manos sobre algunas de esas raras hierbas, necesitaré la
ayuda de Phoebe, si quiero ver a Naddo. Y si puedo encontrar una pista que pudiera
identificarlo en esta vida, tendría que contactar a la Sociedad Ouroboros de todos
modos‖
―Encontraremos otro modo. Phoebe pretende demasiado. No le tendría que pedir a
nadie que corriera ese riesgo‖
―Estoy dispuesta a arriesgar mi vida, si eso significa salvar a Beau‖
―Ya lo sé, Haven. Pero no estoy seguro si puedo correr el riesgo que las Horae me
piden tomar‖
―¿A ti?‖, preguntó Haven.
―¿No lo ves? Me piden que corra el riesgo de perderte. Si algo te sucede, podría
terminar buscándote por siglos hasta volver a encontrarte. ¿Sabes, Haven? A veces,
pienso que tú eres la afortunada. Te olvidas de todo cada vez que renaces. Pero yo
siempre recuerdo. ¿Tienes idea de lo que es eso? ¿Saber que la persona que
necesitas está allí afuera – y no ser capaz de encontrarla? Es una tortura. No se lo
desearía a nadie‖
Haven comenzó a golpear la cornisa de ladrillo con la punta de su zapato, deseando
que hubiera una solución simple.
―¿Entonces, qué crees que debo hacer?‖, le preguntó a Iain. ―No puedo sentarme y
dejar que algo terrible le suceda a Beau. Si no hiciera todo lo que está en mi poder
para salvarlo, sería incapaz de vivir conmigo misma. Y no creo que tú puedas vivir
conmigo tampoco‖
―Beau no querría que hicieras esto para salvarlo‖. Iain tenía razón y Haven lo sabía.
―Los dos sabemos que esto ya no se trata de Beau. Lo que sea que Adam está
planeando para esos niños, en la Sociedad Ouroboros, no puede ser bueno. No los
quiero en mi conciencia, Iain. Pero, si vamos a salvarlos, vas a tener que dejar que
le haga frente a Adam. A menos…‖
―¿A menos que qué?‖
―A menos que Phoebe esté en lo cierto‖, susurró Haven, preocupada por no
encontrar el coraje para completar el pensamiento. ―¿Realmente estás preocupado
de que yo pueda enamorarme de Adam?‖
Iain suspiró. ―Es un intento de Phoebe para crear problemas. No puedo decirte por
qué, pero lo es. No me preocupa que puedas enamorarte de Adam. Pero creo que
no te das cuenta de lo peligroso que es. ¿Alguna vez te has preguntado por qué la
Sociedad Ouroboros es tan exitosa? ¿Por qué crees que ha captado a tanta gente?‖
―La mayoría de las personas son codiciosas y débiles‖
Iain sacudió la cabeza. ―Pasé años en la Sociedad. Sé más que la mayoría de los
miembros. No todos son malos. En realidad, algunos son bastante decentes. Pero
se ven sobrepasados. Se encuentran haciendo cosas que nunca hubieran creído ser
capaces de hacer. Empieza con una pequeña mentira. O un único mal hábito.
Conocí a una linda chica allí, que era realmente insegura. Gastó todos sus puntos
en cirugía plástica y terminó traficando drogas para pagar sus deudas‖
―Pero Adam nunca pudo corromperte, mientras estabas en la SO. ¿Qué sucede si yo
también soy incorruptible?‖
―Me das mucho más crédito de lo que merezco‖. Iain se inclinó sobre el borde y
examinó la caída, como si estuviera midiendo la distancia exacta hasta el suelo.
―Estoy muy lejos de ser incorruptible. He hecho cosas, en el pasado, de las que no
estoy orgulloso. Y he estado allí fuera, el tiempo suficiente para saber que todo el
mundo tiene su precio, incluso yo. Pero Adam no puede darme lo que quiero.
Porque todo lo que yo quiero, eres tú‖
La confesión avivó una docena de preguntas, pero Haven sabía que no era
momento para hacerlas. En lugar de ello, tomó a Iain por el codo y lo giró para
enfrentarlo. ―Y todo lo que yo quiero, es a ti, y ese hombre tampoco puede darme
eso. Además, yo sabré con lo que estoy lidiando. Sé que no haré algo que no
debería‖
―¿Y piensas que eso es tan fácil de hacer como de decir?‖, le preguntó.
―Sí, lo sé‖
―Te equivocas. Es por eso que el plan de Phoebe es demasiado arriesgado. Sobre
todo cuando tenemos otras opciones‖
―¿Cuáles otras opciones?‖
―Me encontré con alguien esta tarde, mientras Frances y tú estaban en el spa‖, dijo
Iain. ―¿Recuerdas aquella detective de la que te hablé? Su nombre es Mia
Michalski. Aún quiero contratarla para buscar a Beau‖
Haven sostuvo las manos de Iain. ―¿Tú te reuniste con una detective? ¿Cómo la
conociste? ¿Estás seguro que es buena?‖
¿Es linda? ¿Es otro miembro del club de fans de Iain Morrow? Las preguntas
parecían venir de la nada. Haven no se había sentido tan celosa en más de un año.
Se obligó a apartar esos pensamientos de su mente. No iba a permitir que las
emociones inútiles la apartaran de su camino en la búsqueda de Beau.
―Mia tiene nuestra edad, pero es la mejor detective de los alrededores. Nos
conocimos hace un par de años, en la Sociedad Ouroboros. Ya no es un miembro
activo, pero no se reirá si surge el tema de la reencarnación‖
―Es genial, entonces.‖ Haven trató de sonar complacida. ―Le doy la bienvenida,
oficialmente, a Mia Michalski al equipo. ¿Cuándo quiere reunirse conmigo?‖
―Ella no necesita reunirse contigo‖, dijo Iain.
―¿Qué? ¡Pero yo soy la que sabe todo sobre Beau!‖
―Mia es demasiado joven para tener una licencia de investigador privado, así que
hace casi todo su trabajo online. Me dijo que tiene suficiente información sobre
Beau como para empezar. Voy a llamarla esta noche y hacerle saber que nos
estamos moviendo a todo vapor. Así que, eso significa que le dirás que no a Phoebe,
¿verdad?‖
Él sonaba tan optimista y Haven odió coartar sus esperanzas. ―Lo siento, Iain.
Tengo que decir que sí. ¡Sólo piensa en los estudiantes de Halcyon Hall! ¿Puedes
imaginar lo que está haciéndoles? E incluso si tu amiga detective encuentra a Beau,
no hay nada que ella pueda hacer para cerrar la escuela. ¡Me corresponde a mí
encontrar alguna manera de salvar a esos chicos!‖
―¿Pero, por qué tienes que hacerlo todo por su cuenta? ¿Por qué no dejas que te
ayude?
―¡Me ayudarás! Vendrás a todas las reuniones que tenga con las Horae. Contratarás
a tu detective para que busque a Beau. Me darás consejos. ¡Lo único que voy a
hacer por mi cuenta, es ver a Adam!‖
Iain estudió el rostro de Haven. ―Tú no le temes, ¿verdad?‖
―Estoy asustada. Pero ya no estoy asustada de Adam, nunca más‖
―¿Por qué no? Tú deberías saberlo‖
―Porque no creo que Adam vaya a lastimarme. Y porque sé que nunca, nadie me
alejará de ti‖
―¿Lo juras?‖ Iain estaba serio, pero Haven tuvo ganas de reír. Era la pregunta más
ridícula que jamás hubiera oído.
―Te lo juro‖. Ella se alzó de puntillas y lo besó.
CAPITULO DIECISIETE
Traducido por Susanauribe
Corregido por Karenmaro
Una docena de pequeñas cabezas estaban meneándose alrededor de la sosa sala de
espera en la Sociedad Ouroboros. Haven se había puesto de pie por un momento y
había visto los niños ocupados consigo mismos mientras esperaban a ser llamados
para sus entrevistas. Había un par de tipos pendencieros, unos cuantos niños
estudiosos y un montón que meramente lucían aburridos con su mente. Pero
ninguno en particular parecía sobresaliente. Haven se había preguntado cuál, si
alguno, sería invitado a unirse a la Sociedad. Y qué podría pasarles a los que
aceptaran la invitación.
―¿Perdón? Perdón, ¿señorita?‖ la voz del recepcionista era chirriante, limitando a
ser grosera.
―¿Qué?‖ Haven volteó para enfrentarse al hombre que lucía como comadreja
esperando detrás de ella con un sujetapapeles presionado contra su pecho. ―¿Sí?‖
ella trató de nuevo con una voz más suave y una sonrisa. Se había sentido nerviosa
toda la mañana, un ataque de nervios mientras conducía al centro casi hizo perder
a Haven su desayuno en la parte trasera de un taxi.
―¿No tienes un…?‖ La voz del recepcionista se apagó mientras Haven se quitaba su
sombrero. Ella puso su mano en su cabello. Lucía casi terrible, pensó ella, si tenía el
poder de interpretar a alguien sin habla. ―Oh, es usted‖ el hombre añadió en tono
reverente. Haven miró sobre su hombro, segura de que él se estaba dirigiendo a
alguien más. Pero la única persona detrás de ella era un niño de nueve años que
había escapado de sus cuidadores y estaba corriendo hacia la puerta.
―¡Jeremiah!‖ Una mujer se apresuró después del niño y lo agarró antes de que
pudiera dejar el edificio.
―¿Usted me conoce?‖ Haven le preguntó al recepcionista.
El hombro sonrió nerviosamente y jugó con su sujetapapeles.
―Por favor espere aquí, Señorita Moore‖ él casi rogó. ―Volveré en un momento‖
Haven miró mientras el recepcionista se apresuraba de vuelta a su escritorio para
usar el teléfono. Ella no podía adivinar sus palabras, pero su efecto fue inmediato.
Haven escuchó una puerta abriéndose en el segundo piso y el sonido de pisadas en
las escaleras. En menos de un minuto, Adam Roiser estaba frente a ella. Él estaba
usando unas pequeñas gafas negras y gruesas que le favorecían, junto con delgados
pantalones negros y un jersey. El atuendo lucía casual, sofisticado y
astronómicamente caro.
―Haven, ¡Has vuelto!‖ Adam exclamó con una sonrisa que era un poco muy grande.
De otro modo no había nada sobre su lindo rostro que sugiriera que él podría ser
otra cosa más que humano. Era difícil creer que este era el monstruo que Phoebe
llamado el magos, el responsable por incontables muertes, desastres y actos de
crueldad aleatorios.
―Lo estoy‖. La mente de Haven ya estaba sintiéndose un poco brumosa con su
presencia. Ella trató de recordar los guiones que había practicado. ―Necesito
hablarte. Necesito tu ayuda‖.
―Ciertamente‖ Adam respondió. ―¿Caminamos? Puedo tomar un poco de aire
fresco‖.
―Sí‖. Haven estuvo de acuerdo, esperando que el frío la mantuviera alerta.
―Hagamos eso‖.
Mientras se dirigían hacia la puerta, el niño pequeño que había tratado de escapar
se liberó del agarre de su madre. Con movimientos a la velocidad de la luz de su
brazo, Adam agarró la parte de atrás del jersey del niño mientras pasaba, llevando
al niño a una repentina parada.
―Hola‖ Adam se arrodilló para mirar al perplejo niño pequeño. ―¿A dónde vas?‖.
Viniendo de la mayoría de adultos, la pregunta podría haber sonado demandante;
Adam, de algún modo, parecía genuinamente interesado.
―Afuera‖ el hipnotizado niño respiraba con grandes bocanadas de oxígeno, pero sus
ojos nunca dejaron el rostro de Adam.
―¡Muchísimas gracias por capturar a mi hijo!‖ la avergonzada mamá del niño había
llegado a la escena. Ella era mayor que muchos de los otros padres, con aire y
atuendo de una mujer que una vez había sido acostumbrada al éxito. Había tomado
un niño para finalmente hacerla humilde. ―¡Jeremiah ha tenido tanto terror
últimamente!‖
―No es ningún problema‖ Adam no miró a la mujer. Él solamente tenía tiempo para
el niño. ―¿Y qué hay afuera que quieras ver?‖ le preguntó al niño.
―Aves‖ dijo el niño pequeño. Su respiración se había ralentizada y él incluso
sonreía, agradecido de finalmente encontrar a alguien que estaba dispuesto a
tomarlo en serio. ―Creo que vi una gaviota tridáctila de patas negras en el parque.
Son muy extrañas, tú sabes.‖
―Veo. ¿Siempre has estado interesado en ver aves, Jeremiah?‖
La madre del niño abrió la boca para hablar pero Adam alzó un solo dedo a su boca.
―¿Jeramiah?‖ Adam intentó.
―Ver aves me ayuda a relajarme‖
―¿Tienes una vida muy llena de estrés, entonces?‖
Haven casi se ríe antes de que se diera cuenta que no era una broma.
Una oscura nube pasó sobre el rostro del niño. ‖Solía trabajar como ingeniero
biológico en… ‖ Él se detuvo brevemente y su ceja se surcó como si él estuviera
tratando de recordar. ―En una escuela en Boston‖.
―¿No te importaba tu trabajo?‖
―Quería hacer algo bueno. Pero ellos usaban todo lo que yo inventaba para herir
personas o para hacer a los billonarios aún más ricos‖.
―Ah, entiendo. Eso sería estresante, ¿no? ¿Entonces porque no hacemos tu
entrevista rápidamente así puedes salir y ver tu ave rara?‖ Adam se puso de pie y
señaló al recepcionista. ―Movamos a Jeremiah al primer lugar de la lista‖ le dijo al
hombre de oficina que se apresuró.
―¿En serio? Oh, ¡Gracias! ¡Muchas gracias!‖ todos los que veían a la madre de
Jeremiah pensarían que su hijo acababa de ganar lo lotería.
―No, gracias a usted, señora‖ Adam dijo agarrando el abrigo del gancho cerca a la
puerta. ―Tengo el presentimiento de que veremos más a su hijo por aquí. Ahora, si
nos disculpa‖. Él abrió la puerta principal de la Sociedad y se hizo a un lado para
dejar pasar a Haven. ―¿Qué dices si tú y yo vamos a ver esa gaviota tridáctila de
patas negras?‖
Afuera en la entrada de la Sociedad Ouroboros, Haven paró para conocer Gramercy
park. Como siempre, sus caminos estaban vacíos y sus sillas desiertas. El jardín
privado estaba rodeado por una valla de acero que lo había protegido de la
muchedumbre de Nueva York por más de 150 años. En el medio del recinto había
una estatua de Edwin Booth, un actor que su hermano había asesino a Abraham
Lincoln. Él lucía frío y solitario, atrapado por la eternidad en su celda ajardinada.
Haven había visitado la estatua en dos vidas separadas, y había esperado no
volverlo a ver de nuevo.
Cuando Adam alcanzó la parte final de las escaleras, él se detuvo para esperar por
su invitada. ―No tenemos que visitar el parque. ¿Preferirías ir a otro lugar?‖
Haven vaciló. La última vez que ella había puesto un pie en Gramercy Park, había
sido en verano en Nueva York. Las flores habían estado floreciendo y los árboles
seguían siendo frondosos y verdes. Observó un transeúnte detenerse frente a las
puertas del parque y miró a través de los barrotes a la belleza que solamente
estaban permitidos a admirar desde una distancia. Ahora nadie parecía atreverse a
entrar al congelado y desolado espacio.
―No‖ Haven dijo, obligándose a bajar por las escaleras. ―El parque estaría bien‖.
Al frente de la calle, Adam abrió la puerta con una llave que había tomado de su
bolsillo. Dentro, caminaron en silencio, con la gravilla debajo de sus pies.
―Ese anillo que estás usando es adorable‖ Adam remarcó. ―No he visto uno como
ese en muchos años. Debe ser una antigüedad. ¿Estoy en lo cierto?‖
No podría haber una peor manera para comenzar. Ella debería haberse quitado el
anillo que Iain le había dado. Haven le ordenó a sus pulmones seguir respirando.
―Eso es lo que el señor me dijo en la tienda‖ dijo ella. Encontró sus manos en los
bolsillos de su abrigo y los sacó. ―Probablemente pagué demasiado por él‖.
―Vale cualquier precio‖ Adam dijo. ―La piedra es del mismo color que tus ojos‖.
―Gracias…‖ Haven buscó otro tema de conversación. Entonces, ―¿cuándo la
Sociedad comenzó a reclutar niños? Ella se estremeció. La pregunta se sintió
forzada e incómoda.
―Alrededor de hace diez años‖ Adam le dijo.‖ Tiene perfecto sentido, ¿no dirías?
Estoy sorprendido de que no lo pensé antes. La niñez es cuando la mayoría de
personas son capaces de llamar a sus vidas anteriores. A menudo pierden esas
memorias cuando se hacen más grandes. Es mejor grabar sus historias antes de que
olviden‖.
―¿Cuántos años tienen los niños que reclutas?‖ Haven preguntó. ―Los que estaban
en la sala de esperan parecían de la misma edad para mí‖.
―Todos tienen nueve años‖ Adam le dijo.
―¿Por qué nueve?‖
Adam sonrió como si estuviera avergonzado. ―Supongo que el número tiene un
significado sentimental. Tú tenías nueve años cuando te encontré en esta vida. De
hecho, fuiste la inspiración para la iniciativa‖.
―Cuan alegador‖ Haven dijo rotundamente. ―¿Escuché que abriste una especie de
academia para tus pequeños reclutas?‖
―Ciertamente. Ellos tienes necesidades de educación únicas‖ Adam dijo. ―La
mayoría se aburrirían con la escuela normal. No le puedes pedir a un niño que una
vez estuvo diseñando lanzamientos espaciales que escuche sobre divisiones largas o
reglas de deletreo. Sería casi cruel. ¿Pero por qué preguntas? Nunca supe que
estuvieras tan terriblemente interesada en niños o escuela si eso importa‖.
―No lo estoy‖ Haven dijo. ―Sólo estoy tratando de hacer una pequeña
conversación‖.
―Ah, veo‖.
La conversación se detuvo, y Haven pretendió admirar el parque sin vida alrededor
de ella mientras buscaba algo que decir. Las ramas de los árboles estaban desnudas
y la tierra café. Parches de nieve seguían puestas debajo de los árboles. El espacio
se sentía más pequeños, más confinado. Una aroma peculiar parecía alzarse del
suelo: la esencia de objetos escondidos del sol, como partes de una seta venenosa o
la tierra cavándose para dar espacio a una tumba.
Mientras pasaban la mansión de ladrillos rojos a unas puertas de distancia bajando
de la Sociedad Ouroboros, Haven sintió una repentina oleada de pánico. Era tan
fácil olvidar que el encantador y hermoso joven hombre a su lado era responsable
por la mayoría de crímenes horrorosos que ella alguna vez podría imaginar. Sin
embargo la mansión de ladrillos rojos era una prueba innegable. Las cosas que ella
había visto en ese edificio todavía seguían manteniéndola despierta algunas
noches. El piso de arriba de la mansión, ella una vez había descubierto, era
dedicado a un museo o una especie, lleno con artefactos de las muchas vidas de
Haven. Adam las había coleccionado por los siglos. Eran vestidos, joyas y
fotografías frágiles por los años. Y puesto en una larga cabina de madera había seis
cuerpos disecados. Todos pertenecían a la mujer que Haven había sido una vez,
mujeres que habían caído en la trampa de Adam. Si ella no era cuidadosa, Haven
sabía que ella tendría una buena oportunidad de unírseles.
―¿Haven? ¿Estás ahí?‖
Ella saltó al sonido de la voz de Adam. ¿Se las había arreglado de alguna manera
para leer su pensamiento? ―Lo siento‖ dijo, sorprendida de cómo era tan fácil
manufacturar una sonrisa. ―Estaba buscando el ave del niño pequeño. ¿Dijiste
algo?‖
―Nada importante‖ Adam respondió. Él se detuvo en el camino sin previo aviso, y
Haven dio varios pasos después de él hasta que se dio cuenta. Cuando ella miró a
Adam, ella encontró que sus brazos estaban cruzados y su expresión era de
negocios. En la luz de la tarde, su pálida piel tenía un tono ruborizado, y sus labios
eran rojo carmesí. Era una asombrosa combinación, una que le recordaba a Haven
a las fotografías a blanco y negro coloreada por la mano de un artista.
―Desearías que estuvieras aquí por el placer de mi compañía, Haven. De todos
modos, sé que no puede ser el caso. ¿Por qué quieres hablarme hoy?‖
Recordando su misión, Haven sintió sus miedos volviendo a apagarse. ―Beau sigue
desaparecido. La policía esta buscándolo, pero no han hecho ningún progreso.
Pensé sobre la oferta que me hiciste. Si sigues abierto, en verdad puedo usar tu
ayuda‖.
―Debes estar terriblemente preocupada‖ Adam notó, ―si estás dispuesta a volver a
mi asistencia. Haré unas cuantas llamadas tan pronto esté de vuelta dentro‖.
―Lo aprecio. Pero hay una cosa más. Odio preguntar‖.
―Cualquier cosa. Sólo dímelo y es tuyo‖. Él hizo la promesa sin pausa, y Haven
sabía que lo que fuera que ella preguntara, Adam se lo daría. Ella parecía tener un
poder sobre él, uno que la sorprendía incluso a ella.
―Estoy teniendo problemas financieros. Probablemente escuchaste que desheredé
la fortuna de Iain Morrow‖.
Adam pestañeó a la mención del nombre de Iain. ―Lo he escuchado‖ dijo él.
―Bueno, lo he perdido. Su madre reclamó que yo falsifiqué su testamento. Todas
mis cuentas han sido congeladas‖.
―Puedo arreglar eso también‖ Adam dijo. ―Conozco a Virginia Morrow. Ella no
supondrá ningún problema‖.
―¿Cómo conoces a Virginia Morrow?‖ Haven preguntó, tratando de no hacer que la
pregunta sonara como una acusación. Sin embargo, el significado real de las
palabras no fue una pérdida en Adam.
―Conocía a Virginia‖, corrigió a Haven. ―Ella pasó algún tiempo en la Sociedad al
principio de los noventa. No la he visto o hablado con ella en años. Pero sospecho
que ella no ha cambiado. Si ella te está acosando, puedo ponerle un final‖.
Su oferta era tentadora. Virginia Morrow merecía cualquier castigo que Adam
pudiera entregar. ―Gracias‖ Haven se forzó a decir. ―Pero no es detrás de eso de lo
que estoy yo. Lo que en verdad necesito es un lugar en el cual quedarme mientras
busco a Beau‖.
―¿Quieres que te busque un lugar donde quedarte?‖ Adam parecía seguro de que
había escuchado mal. Cuando Haven asintió, su rostro permaneció sombrío, pero
sus ojos oscuros destellaron. ―Eso es un poco inusual. Nunca esperé que volvieras a
mi… a Nueva York así‖.
El corazón de Haven estaba corriendo de nuevo, pero ella jugó su papel a la
perfección. Ella incluso podía sentir lágrimas escociendo en sus ojos. ―Estoy sola y
quebrada y mi mejor amigo está desaparecido. No tengo a nadie más a quien
acudir‖.
―Entonces me estás usando‖ Adam dijo.
―¡No! No es así…‖
―Lo es, pero no me importa. Todos tenemos que comenzar en algún lugar, ¿no?
Quiero cuidar de ti, Haven. Eso es todo lo que yo siempre he querido. He hecho un
desastre de cosas antes, pero te ayudaré en cualquier manera que pueda‖.
La sensación de alivio de Haven era tan fuerte que la sonrisa que le presentó a
Adam era casi genuina.
―Tendré una suite reservada para ti en el Hotel Gramercy Park‖ continuó, una vez
de nuevo haciendo camino por el parque de gravilla. Él parecía más relajado,
menos sospechoso. ―Puedes registrarte tan pronto como quieras. Y tendré una
cuenta en el banco abierta en tu nombre‖.
―Está bien. No necesito dinero‖ Haven insistió ―o una lujosa suite. Sólo necesito un
lugar para dormir. Puedo vivir sin todo excepto con una cama‖.
―Parece que tu única necesidad es mi último lujo‖ Adam reflexionó. ―Dormir es la
única cosa que no puedo hacer‖.
Haven pensó en su última visita a la casa de Adam, un edificio antiguo en Water
Street. La mayoría de las habitaciones estaban vacías. Ella recordó encontrar una
pared cubierta con las desastrosas pinturas de Marta Vega. Y Haven nunca
olvidaría el foso que había descubierto en el sótano. Pero ella no podía recordar
haber visto una cama.
―¿No duermes?‖ ella preguntó.
―Nunca tengo tiempo‖ Adam dijo. ―Hay mucho que hacer‖.
―¿Comes?‖
Adam miró a Haven por el rabillo del ojo. Al principio estaba preocupada de que
hubiera ido muy lejos, pero él solo parecía sorprendido ―puedo comer, pero rara
vez tengo hambre. En la extraña línea de pregunta, Haven. ¿Estás tratando de
determinar si soy humano?‖
―Sólo tengo curiosidad. Espero que no te importe‖.
―La verdad es, no sé lo que soy. Nunca lo he hecho. La mayoría del tiempo, me
siento muy pequeño. No experimento hambre o fatiga. Usualmente no tengo
deseos y urgencias. Todo cambia cuando estoy contigo. Vuelvo a la vida en tu
presencia. Siento cosas. No importa que sea principalmente dolor. Al menos por
ahora es algo‖.
―¿Te causo dolor?‖ Haven detuvo su paso, ella podía ver cuando él se volteó hacia
ella, la mueca que él forzó en otra sonrisa.
―Una vez pasé un largo verano viajando con el ejército de Napoleón. Los soldados
franceses me dijeron que no dolía congelarse. El dolor vino solamente cuando tú
comenzaste a derretirte‖ Adam señaló un espacio entre ellos. ―Mantener la
distancia prolonga la agonía. No quiero nada más que absorber tanto de tu calor
como pueda. Puedo terminar mi tortura con tocarte. Pero no puedo hacer eso, no
haría eso‖. Su mirada se volvió hacia la acera más allá de la valla del parque. Una
mujer sin hogar lo estaba mirando. ―Perdóname un momento‖.
Adam se hizo a un lado del camino de gravilla y pasó por camas de flores muertas
hacia la mujer parada fuera del parque. Haven podía oír su voz alzándose en odio
mientras él hablaba con ella. Finalmente, un carro se detuvo, y dos hombres en
traje recogieron a la mujer y la depositaron en el asiento trasero. La cara de Adam
era oscura mientras él caminaba con dificultad hacia su invitada.
―¿Quién era esa?‖ Haven demandó. Ella casi había dejado caer su guardia de nuevo.
Ella casi olvidado quien era Adam. ―¿Qué le hiciste a esa pobre mujer?‖
―¿Pobre mujer?‖ La risa de Adam sonaba afilada y agria. ―Esa ―pobre mujer‖ es la
anterior presidenta de la Sociedad Ouroborus. La misma mujer que trató de
asesinarte dos veces y fue exitosa una‖.
―¿Padma Singh?‖ Haven dio un grito ahogado. ―Pensé…‖
―Pensaste que yo la había ejecutado‖.
―Leí en los periódicos que ella había desaparecido. Y me dijiste que la harías pagar
por lo que me hizo‖.
―Créeme Padma está sufriendo por sus pecados‖ Adam le aseguró. ―Pero no hice
nada para herirla físicamente. La despedí de la Sociedad en cambio. Cada varios
días, ella viene a pedirme mi perdón. Esta noche dijo que tenía información que yo
estaría dispuesto a comprar. La mujer es una molestia prefería no soportar, y
estrangularla con mis propias manos por lo que te hizo. Pero sé que preferirías que
nadie ejecutara en tu nombre. ¿O estaba equivocado? ¿Preferirías que la hubiera
matado?‖
―¡No! ¡Por supuesto que no!‖ Haven exclamó.
―Eso es lo que pensé. Así que no lo haré‖ Adam dijo. Él parecía casi orgulloso de sí
mismo. ―Soy una criatura muy vieja, y estoy limitado a mis maneras, aprendo
lentamente. Pero aprendo‖ Él de repente estaba señalando al cielo. ―¡Mira! ¡Ahí
está él!‖
―¿Quién?‖ Haven preguntó.
―La gaviota tridáctila de patas negras de Jeremiah‖.
Una pequeña gaviota posada en la rama del árbol, temblando como si tratara de
mezclarse con el nublado cielo. Debe haberse salido de curso, Haven pensó. Justo
como ella, pertenecía a algún lugar cálido y verde. No ésta fría tierra. Ella se
preguntó si alguno de ellos tenía la esperanza de encontrar su camino a casa.
CAPÍTULO DIECIOCHO
Traducido por Pargulin
Corregido por: Nenny
La habitación de hotel de Haven estaba situada en una esquina, y desde las altas
ventanas podían ver los ríos congelados a cada lado de Manhattan. Losas de hielo
flotaban en la superficie del East River y el Hudson, era casi una sólida lámina
cubierta por una capa de nieve. En las trincheras oscuras, que eran las calles de la
ciudad, era fácil olvidarse que los ríos estaban allí, rodeando la isla como un foso
diseñado para mantener a los residentes dentro, y al resto del mundo fuera. En el
otro extremo de Manhattan, donde las aguas se unían, un grupo de rascacielos se
erguían como centinelas de acero, por encima de los barcos que navegaban en el
puerto. Haven se sentía como un espía dentro de una fortaleza enemiga, un
saboteador enviado para destruir a la oposición en su propio terreno. No habría
dónde huir si ella no tenía éxito.
Veinticuatro horas habían pasado desde que ella y Iain había estado juntos por
última vez. Hacía más de un año desde que habían estado separados durante tanto
tiempo. Haven se sentía vacía y entumecida, como si hubiera pasado la noche en
una mesa de operaciones. Algo en su interior había sido removido, y la anestesia no
desaparecía. No podía conciliar el sueño, sólo mirar fijamente en la oscuridad
durante horas y horas, rezando que pudiera encontrar de forma rápida a Beau y
satisfacer a las Horae.
El estómago de Haven se quejó, y abrió una barra energética. Había un pequeño
montón en su mesilla de noche. No sabían mejor que basura azucarada, pero eran
todo lo que Haven se podían permitir. Y cada bocado le ayudaba a recordar por qué
estaba en la habitación 2024 del Hotel Gramercy Gardens. Dieciocho meses antes,
después del incendio que había matado a Iain Morrow, Beau se había negado a
dejar el lado de Haven. Ella no le había pedido que se quedara en Nueva York, él
sólo lo había hecho. Con poco dinero entre los dos, comían barritas energéticas tres
veces al día. Beau debe haber estado muerto de hambre, se dio cuenta Haven. Pero
había esperado pacientemente hasta que Haven estuvo lista para decirle adiós a la
ciudad, y sólo entonces puso sus bolsos en su camioneta y la llevó de regreso al este
de Tennessee.
Ahora, carritos de servicio a la habitación cargados de manjares, llegaban a la
puerta de la habitación de hotel de Haven cada tres o cuatro horas. Los dejaba
intactos hasta que la comida se enfriaba, entonces los llevaba de vuelta al pasillo
para que fueran recogidos. No se atrevía a probar ni una cosa de las bandejas.
Había habido otras entregas también. Una tarjeta de crédito presentada por un
hombre apuesto, que bien podría haber sido el presidente del banco. Flores de
todos los colores y variedad imaginables. Haven rechazó todos los regalos de Adam.
Pero era imposible no apreciar el aura de decadencia que la rodeaba en el hotel. El
personal la reverenciaba como si fuera parte de la realeza vacacionando. Todo el
mundo sabía su nombre, y cada uno de sus deseos era anticipado.
Haven tragó el último pedazo de la barra energética y comprobó su reflejo en el
espejo. Había elegido un vestido gris simple de su propia colección para la reunión
que Adam había arreglado con la policía. Pero incluso con su cuello alto y largo
hasta las rodillas, el traje parecía un poco demasiado sexy para una cita en la tarde.
Haven sabía que las Horae lo aprobarían.
Frunció el ceño y trató de empujar a las doce hermanas fuera de su cabeza. No le
gustaba ser el cebo. Adam Rosier tenía que ser encerrado. Pero Haven odiaba haber
sido reclutada para hacer el trabajo sucio de Phoebe. Si había una posibilidad de
que los sentimientos de Adam por ella fueran reales, sería cruel utilizar su amor
para destruirlo. Pero Haven no tenía elección en la materia. Lo que fuera necesario,
lo haría por Beau.
A medida que el ascensor se deslizaba por su eje hacia el vestíbulo, Haven se quitó
el anillo que Iain le había dado y lo dejó caer en su bolso. Se frotó la impresión en
su piel hasta que no hubo pruebas de la banda de oro que había adornado siempre
su dedo. Por mucho que le dolía, no había otra manera. No podía permitirse el lujo
de cometer más errores. No podía dejar más pistas de que Iain Morrow todavía
estaba vivo. Tal vez Adam si la amaba, pero Haven no tenía ninguna intención de
probar su capacidad de perdón.
Adam estaba esperándola en el área de recepción de la Sociedad de Ouroboros.
Haven llegó para encontrarlo tumbado en una de las sillas de cuero beige, sus
dedos largos y pálidos unidos con el mentón apoyado sobre ellos. Dos niños se
perseguían el uno al otro alrededor de la habitación. Una pequeña niña estaba
llorando. El niño que al parecer la había golpeado con un libro estaba siendo
sermoneado por su padre. El caos no había alterado la calma de Adam. Antes de
que la viera, su expresión era serena, incluso vagamente divertida. Sin embargo,
Haven pensó que lo vio tensarse cuando la vio venir hacia él a través de la
habitación, como si su presencia lo hubiese dejado brevemente fuera de balance.
―Te ves sensacional.‖ Adam se puso de pie para saludarla
―Gracias.‖ Haven deseaba que Adam mirara algo más que su vestido. Su mirada
parecía casi obscena, y podía sentir como empezaba a enrojecer. Él la quería, y
podría haberla tomado cuando quisiera. ¿Por qué estaba tan dispuesto a esperar?
Por fin los ojos de Adam se levantaron para encontrar los de Haven, y se preguntó
si había leído su mente.
―Sígueme.‖ Dijo con un dejo de sonrisa en sus labios. Cuando puso su mano en la
espalda para guiarla, Haven podía sentir su contacto helado a través de la lana del
vestido, y un escalofrío agradable le hizo cosquillas en la espalda. ―Están
esperándonos en la sala de conferencias.‖
Al final de la sala, Adam abrió una puerta para revelar a cuatro hombres y una
mujer sentados en una mesa de vidrio larga, con las manos en sus regazos. Estaban
en sus cuarenta o cincuenta, los profesionales cuyos rostros endurecidos tenían
arrugas y surcos grabados por décadas de tensión. Sin embargo, todos
contemplaron al hombre de aspecto juvenil vestido de traje negro con una mezcla
de respeto, curiosidad y miedo.
―Señoras y señores¬‖, anunció Adam, ―ella es mi amiga Haven Moore. Haven, me
gustaría presentarte a Gordon Williams, comisionado de la policía de Nueva York.‖
Un hombre corpulento con traje cruzado se levantó para estrechar la mano Haven.
―El Comisionado Williams ha traído a dos de sus mejores colegas, los detectives
Harvey y Hayes. También contamos con dos representantes de la Oficina Federal
de Investigaciones, Agentes Jackson y Agnelli.‖ Adam sacó una silla para Haven y
ella se sentó.
―Entonces, ¿Comenzamos?‖ Preguntó al grupo.
―¿Puedo decir algunas palabras antes?‖ El comisionado preguntó.
―Ciertamente‖ dijo Adam.
―Gracias‖. El comisario habló con un fuerte acento de Brooklyn que sonaba
pintoresco para los oídos de Haven. ―Me gustaría recordar a los profesionales de la
ley aquí reunidos que fueron elegidos por su discreción. Nada de lo que
escuchemos hoy, puede alguna vez salir de esta habitación. Si hay alguna fuga, yo
personalmente castigaré a la persona responsable. ¿He sido lo suficientemente
claro?‖
Los otros invitados intercambiaron miradas ansiosas, ninguno de ellos sabía qué
decir.
―¿He sido lo suficientemente claro‖ Gordon Williams repitió.
―Sí‖, alguien ofreció.
―Bien. Así que, Señorita Moore, ¿Cuál parece ser el problema?‖
Haven miró a Adam, y él hizo un gesto de aliento. De pronto se dio cuenta de que
no había dicho nada a sus invitados. Se habían reunido en la Sociedad Ouroboros
sin saber si se les daría la tarea de rescatar a un gatito de un desagüe de alcantarilla
o salvar a la ciudad de terroristas.
Haven se aclaró la garganta. ―Un amigo mío ha desaparecido. La policía ha estado
buscándolo durante casi una semana, pero no lo han encontrado todavía. Voló
hasta aquí desde Nashville, Tennessee…‖
―Espere un segundo‖, interrumpió Gordon Williams. Haven se había preparado
para un sermón. Esperaba que le dijera que un caso corriente de personas
desaparecidas no valía el valioso tiempo del comisionado de policía. En su lugar,
sacó un lápiz y un cuaderno pequeño del bolsillo interior de su chaqueta.
―Perdón por la interrupción, señorita Moore. Sólo quiero asegurarme de que
escribir todo.‖
La sesión se prolongó durante más de dos horas. Los policías querían saber todo
sobre Beau, desde el color de su pelo hasta el historial de guerra de su padre. Haven
proporcionó todos los detalles que pudo, mientras que el Comisionado Williams y
sus colegas asentían solemnemente y tomaban notas. Cuando tocó el tema del viaje
de Beau a Nueva York, pudo ver a uno de los agentes del FBI cada vez más agitado.
―¿Hay algo mal, Agente Jackson?‖ Adam le preguntó. Él también se había dado
cuenta de que el hombre estaba inquieto.
―Mire, no quiero sonar irrespetuoso, señorita Moore‖, el hombre le dijo a Haven.
―Sé que usted y Beau Decker son de un pueblo muy pequeño y que han llevado una
vida protegida. Pero, ¿Cómo pudo dejar que su amigo visitara a un extraño que
conoció en línea? ¿No lee las noticias? Eso es buscarse problemas.‖
Haven había intentado todo lo posible por mantenerse alejada del tema de la
reencarnación. Ahora veía que el tema era inevitable.
―Beau creía que conocía al hombre que se hacía llamar Roy Bradford de una vida
pasada. Me dijo que yo lo conocía también. Pero tiene razón. Nunca debería haber
dejado ir a Beau.‖
―Espere un segundo. ¿Una vida pasada? ¿De verdad cree…?‖―el hombre comenzó.
―Esta es la Sociedad de Ouroboros, Agente de Jackson‖, Adam lo interrumpió.
―Todos creemos.‖
―Y por favor recuerde que esta es información privilegiada Agente Jackson‖, el
comisionado Williams ladró. ―¿Usted dice que puede haber conocido a este hombre
en otra existencia, señorita Moore? ¿Tiene usted alguna información que pueda
ayudarnos a identificarlo?‖
―No‖, Haven, admitió. ―Aún no.‖
―¿Aún?‖ preguntó el Agente Jackson.
―Estoy tratando de recordar más de la vida que Beau y yo compartimos‖, Haven
explicó.
"Y usted cree‖
―Agente Jackson‖, Adam le dijo con firmeza, ―usted ha sido ampliamente
recomendado, y sus superiores me aseguraron que usted era un hombre con una
mente abierta. Pero si su escepticismo va a interferir con su trabajo, le sugiero que
encuentre otro caso a seguir. O tal vez una nueva línea de trabajo.‖
Incluso la más mínima visión fugaz del poder de Adam fue suficiente para silenciar
a la habitación.
―Gracias, señorita Moore‖, dijo finalmente el comisionado Williams. ―Creo que esta
ha sido una reunión muy productiva. ¿Tiene algo más que quiera agregar en este
momento?‖
―No‖, dijo Haven, contenta de que la experiencia casi había terminado.
―En ese caso‖, dijo el hombre, levantándose de su asiento, ―hablaremos con el
padre del Sr. Decker y los oficiales de policía de Nueva York que han estado
trabajando en el caso. Encontraremos a su amigo, señorita Moore‖, le aseguró.
―Puede estar segura.‖
―Gracias, Gordon. Tengo toda la confianza en ti‖, Adam dijo al hombre. Haven
detectó un ultimátum en su tono. ―Gracias a todos. Ahora pueden irse. Me gustaría
conversar en privado con la señorita Moore.‖
Después de que los oficiales y los agentes del FBI obedientemente salieran de la
habitación, Haven se volvió hacia Adam. Después de haber visto su poder ponerse a
trabajar, era imposible no sentirse un poco asombrada.
―Siento lo del Agente Jackson‖, dijo Adam. ―Él no uno de nosotros, y es posible que
le tome un poco de tiempo acostumbrarse a cómo funcionan las cosas por aquí.
Espero que no hayas encontrado su arrebato desalentador.‖
―Olvídate del Agente Jackson. Estoy totalmente satisfecha. No puedo creer que
acabo de tener al comisionado de la policía de Nueva York escribiendo cada palabra
que dije.‖
―¿Estás sorprendida?‖ Adam le preguntó.
―Él es el comisionado de la policía‖, Haven, respondió. ―Dudo que dedique mucho
tiempo a buscar chicos de diecinueve años de edad que desaparecen. ¿Cómo te las
has arreglado para convencerle a venir?‖
―No tuve que convencerlo. Él es un miembro. Se ofreció como voluntario.‖
―¿Para complacerte?‖
―Para ganar puntos‖, Adam le corrigió. ―Él no sabe que necesita complacerme. No
sabe quién soy en absoluto, aparte de un compañero miembro con una cuenta sin
fondo.‖
―¿Así que el comisionado de la policía es un miembro de la Sociedad Ouroboros?‖
Haven dijo, preguntándose cómo el comisionado Williams planeaba gastar los
puntos que ganaría. ¿Cuál era su debilidad secreta? Sea lo que fuere, Adam ya
debía haberla encontrado.
―Sí, es un miembro, pero no uno muy importante. Sólo aquellos en los rangos
superiores están al tanto de mi papel aquí en la Sociedad. Me temo que Gordon
Williams nunca alcanzará tales alturas.‖
―Si el comisionado de la policía no es de alto rango, ¿Quién lo es?‖ Haven preguntó,
con la esperanza de una obtener una pequeña visión del funcionamiento interno de
la Sociedad.
―¿De verdad quieres saberlo?¬‖Su sonrisa se volvió maliciosa de nuevo.
―¡Por supuesto!‖ Haven, respondió.
―Entonces ven conmigo.‖
Adam la llevó fuera de la sala de conferencias. El reloj en la zona de recepción,
marcaba las 6:12. El horario de trabajo de la Sociedad Ouroboros habían
terminado, y los niños habían desaparecido. En su lugar había tres mujeres jóvenes
elegantes. Una curvilínea criatura pelirroja con gafas de sol enormes se levantó de
un salto cuando vio a Adam y corrió a saludarlo.
―¡Hola!‖ La chica casi se acercó lo suficiente como para picotear la mejilla de Adam
antes de contenerse y tambalearse hacia atrás como si hubiera rebotado en un
campo de fuerza invisible.
―Buenas noches, Alex‖, Adam dijo. ―Te pido disculpas por hacerte esperar.
Permíteme presentarte a mi amiga Haven Moore.‖
Alex se quitó las gafas de sol, revelando una cara que parecía limpia, lavada y sin
marcas. Sin embargo, Haven sintió una sacudida de reconocimiento. Ella conocía
bien esa cara. Casi todos lo hacían. Sin maquillaje, podría haber sido una
animadora del Medio Oeste. Pero pertenecía a Alexandra Harbridge, una de las
actrices jóvenes más famosas del mundo. Haven sentía como si acabara de ser
presentada a una persona que había estado espiando toda su vida. Beau había
seguido con avidez la carrera de Alex desde que la chica había hecho su aclamado
debut en una película a la edad de trece años. Alex nunca había respondido a las
expectativas de los críticos, pero a los diecinueve años, ella era una estrella en todo
el mundo. La mitad de las comedias románticas, producidas en serie por
Hollywood tenían a Alex en un papel protagónico. La mayoría eran tan
empalagosas que dejaban a Haven sintiéndose físicamente enferma, pero Beau las
engullía como bombones. Y durante seis años, había entretenido a Haven con
cuentos de las relaciones desastrosas de Alex, apendicectomías de urgencia,
fluctuaciones de peso, y errores de moda.
―Haven, ella es Alex Harbridge‖, dijo Adam. ―Ha tenido la amabilidad de ofrecer su
ayuda en nuestros esfuerzos para reclutamiento este año en la sociedad.‖
―Hola‖, dijo Haven con voz ronca.
―¡Hola a ti también! ¡Siento mucho entrometerme así! Nunca dejo pasar la
oportunidad de conocer a los amigos de Adam. Él conoce a las personas más
fascinante.‖ Alex se detuvo, se mordió los labios y sonrió como si estuviera
contemplando algo malo. ―¿Puedo hacerte una pregunta personal? ¿De dónde
sacaste ese vestido? Lo noté en el segundo que entraste en el vestíbulo. ¿Te
importaría?‖ Alex giró un dedo, y le tomó a Haven un momento, darse cuenta de
que estaba pidiendo que se girara. El gesto podría haber parecido desagradable si
alguien más lo hubiera hecho, pero de alguna manera Alex le daba una sensación
agradable y familiar.
―Yo lo diseñé‖, dijo Haven, modelado su propio vestido.
―¿Tú diseñaste esto?‖ La chica abrió la boca. ―¿Tienes tu propia marca? ¿Dónde
está tu tienda? ¿Puedo pasar por ahí esta noche?‖
―No tengo una tienda en Nueva York‖, Haven le informó. ―Acabo de diseñarlo para
mí hace poco.‖
―¿Cómo puedes privarnos al resto de nosotros así? ¡Eso es cruel!‖ Pocas personas
podrían hacer que tal declaración sonara tan natural. Por primera vez, Haven sabía
lo que Beau veía en Alex. ―¿Crees que podría ser capaz de persuadirte de hacer algo
para mí?‖
―Me encantaría, pero estoy viviendo de una maleta ahora mismo‖, Haven dijo. ―Me
temo que no empaqué cualquiera de los suministros que necesitaría.‖
―¿Y no crees que pueda poner mis manos sobre un poco de tela e hilo? ¡Sólo di que
sí y haré que te lo traigan! Te pagaré lo que quieras.‖
Haven se dio cuenta de que Alex no estaba dispuesta a aceptar un no por respuesta,
y necesitaba el dinero. ―¿Qué te gustaría que te hiciera?‖ preguntó ella. ―Si me
decido a hacerlo.‖
―Primero, quiero un vestido exactamente igual a este‖, Alex anunció, justo antes de
que la inspiración pareciera golpearla. ―En realidad… ¿Qué tal un vestido de gala?
¿Haces vestidos de gala?‖
―Eso depende. ¿Qué tipo de vestido?‖
―Algo que puede llevar a los Oscar. La fecha está a la vuelta de la esquina, y todavía
no he encontrado ni una sola cosa que me guste. Mi estilista no tiene remedio.
Estoy empezando a sospechar que está secretamente contratada por una de mis
rivales.‖ ‖
―¿Los Oscar?‖ Haven, hizo una mueca. Las carreras de diseñadores eran hechas, o
destruidas, en la alfombra roja de los Oscar. ―No estoy segura de estar lista para…‖
La chica agarró el brazo de Haven. ―¡Oh, por favor, no digas que no! ¡Por favor!‖ Le
rogó.
―¿Viste lo que llevaba cuando gané mi Oscar por Promises, promises? ¿El vestido
con volantes púrpura? La revista Star dijo que me veía como una babosa de mar
adolescente mutante. Si no aparezco con algo bueno este año, nunca voy a ser capaz
de mostrar mi cara en la alfombra roja otra vez.‖
Había sido un vestido horrible, Haven recordó. Beau se había quejado por
semanas. Incluso había desenterrado una de las viejas Barbies de Haven,
renombrado Alex, y le hizo a la muñeca un vestido más adecuado.
―Está bien‖, Haven aceptó de mala gana. ―Estoy en el Hotel Gramercy Gardens.
Habitación 2024. ¿Tienes tiempo para pasar mañana por la mañana? Podría tomar
tus medidas y, posiblemente, mostrarte algunos bocetos.‖
―¡Perfecto! ¿Digamos que a las nueve en punto?‖, Alex anunció, apuntando el
encuentro en su teléfono.
―Vamos, Haven‖, dijo Adam. ―Te acompañaré hasta la puerta. Alex, ¿nos
disculpas?‖
―¿Tú hiciste eso?‖ Haven le preguntó una vez que estuvieron fuera del alcance del
oído de Alex.
―¿Perdón?‖, dijo Adam. Recuperó el abrigo de Haven y la ayudó a ponérselo.
―¿Acabas de arreglar que me reúna con Alex Harbridge?‖
―¿Es eso lo que pensaste?‖ Adam abrió la puerta de la mansión para ella. Había
comenzado a nevar, y la escena exterior era borrosa. Escarchados con nieve, los
árboles de Gramercy Park formaban una densa red blanca de ramas y miembros.
―¿Se te ocurrió mirarte en el espejo antes de salir? Ese vestido que llevas es una
obra maestra. Eres muy talentosa, Haven. ¿Por qué necesitarías mi ayuda?‖
―Gracias por decir eso, Adam. Pero quiero que sepas, sólo voy a tomar el trabajo,
para que así pueda costear el lujo de quedarme en Nueva York, mientras busco a
Beau.‖
―Entiendo‖, Adam le aseguró. ―Este es un momento difícil para ti. Pero deja que
algo bueno salga de una experiencia horrible. A tu amigo no le gustaría que tiraras
un diamante sólo porque lo encontraste en el barro. ¿Verdad?‖
No, eso era cierto, Haven pensó mientras corría por las escaleras de la Sociedad de
Ouroboros. De hecho, sabía exactamente cómo reaccionaría Beau si alguna vez se
enteraba de la oferta de Alex Harbridge. Todavía recordaba la mañana en que le
había mostrado su carta de aceptación del Fashion Institute of Technology de
Nueva York. Beau ni siquiera se detuvo a considerar lo que podría significar para él,
que su única amiga se estaría mudando a miles de kilómetros de distancia. En su
lugar, dejó escapar un estridente grito victoria y cargó a Haven por los pasillos de
su escuela secundaria en los hombros, gritando la buena noticia a cientos de chicos
a quienes no podía importarles menos.
Pero la aprobación de Beau, no era lo que importaba. La seguridad de él era la
única preocupación de Haven ahora. Sin embargo, necesitaba dinero para buscarlo,
y dinero en efectivo de una estrella de cine era tan verde como el de cualquier
persona. No pasaría nada, Haven se dijo. Siempre y cuando el vestido de los Oscar
se quedara como nada más que un trabajo.
Ansiosa por ponerse a trabajar, Haven tomó un desvío en su camino de regreso al
hotel. En una farmacia en la Tercera Avenida compró un cuaderno de dibujo. Era el
precio de un día de barras energéticas, pero Haven, decidió llamarlo una inversión.
En el exterior, se detuvo en la esquina para esbozar algunas ideas. Estaban llegando
demasiado rápido para plasmarlas todas en un papel, y los copos de nieve están
causando que las páginas se arrugaran. Un grupo de adolescentes ruidosos pasó
corriendo, gritando coloridos insultos los unos a los otros a medida que se
deslizaban por las aceras cubiertas de nieve. Se veía divertido, Haven pensó. Vio
como un chico y una chica se quedaban atrás del resto y se besaban en la sombra
entre las luminarias de la calle. Su inspiración la abandonó, y Haven cerró el
cuaderno de dibujo. Mientras hacía su camino de regreso al hotel, no pudo evitar
sentir un poco de lástima por sí misma.
Cuando llegó a la puerta de su habitación, Haven metió el cuaderno en el bolsillo
del abrigo mientras jugaba con la cerradura. Dio un paso dentro de la habitación y
se quedó inmóvil. Estaba segura de que había dejado todas las luces encendidas,
pero la habitación estaba a oscuras. Revisó la manija de la puerta exterior y
encontró el cartel de NO MOLESTAR todavía colgando allí. Cuando levantó la
vista, vio una figura sentada en el sillón junto a la ventana. La luz del pasillo caía
sobre un par de zapatos de hombre. La mano de Haven se disparó hacia el
interruptor de la pared. No estaba donde ella recordaba. Mientras buscaba a tientas
en la oscuridad, la figura se levantó y se dirigió hacia ella. El hombre estaba sólo a
unos pocos metros cuando los dedos de Haven hicieron contacto con el interruptor.
―Mantén las luces apagadas. Las cortinas están abiertas, y alguien podría vernos.‖
―¡Iain!‖ Haven jadeó.
―Shhh‖. Iain cerró la puerta y tiró de Haven a la habitación. Cuando sus labios
encontraron los de ella, el entumecimiento que Haven había sentido se fundió en
un instante, y su cuerpo comenzó a arder. En los brazos de Iain, con el olor de su
piel alrededor, estaba perfectamente feliz. Nada más importaba. No se arriesgaría a
perder la sensación de nada… salvo. Una puñalada rápida de pánico hizo que ella lo
empujara hacia atrás.
―¿Qué estás haciendo aquí?‖ le preguntó a Iain. ―¿Cómo te metiste en el hotel?‖
―Me colé por la puerta de entregas. Tenía que verte.‖
―Lo sé. También te echo de menos, Iain, pero ¿Te das cuenta de lo peligroso que es
esto? Podemos pasar cada minuto juntos tan pronto como encontremos a Beau.
Además, los dos tenemos otra reunión con el Horae mañana. Podríamos habernos
visto entonces.‖
―Tienes razón. Te prometo que no lo volveré a hacer. Pero tenía que hacerte saber
que he formulado un plan. Mia me dijo Padma Singh sigue viva, y creo que sé
dónde encontrarla.‖
Haven brevemente se preguntó si toda la tensión había enviado a Iain sobre el
borde. ―¿Por qué querrías hacer eso?‖ Le preguntó ella.
―¡Porque Padma es el primer gran error de Adam, por eso!‖ Había pasado un
tiempo desde Haven lo había visto tan enérgico. Aun cuando estaba quieto, parecía
estar en movimiento. ―No tengo ni idea de por qué la dejó vivir. Padma mantienen
archivos secretos sobre los miembros de la SO de cuando era presidenta. Sabe cada
cosa terrible que han hecho. Si Padma todavía tiene acceso a los archivos, tiene
pruebas suficientes para enviar a la mitad de los miembros a la cárcel. ¡Destruiría a
la SO!‖
―Pero Padma no quiere destruir a la SO‖, Haven argumentó. ―La vi ayer rogándole a
Adam para recibirla de nuevo.‖
―¡Mejor aún!‖ Iain exclamó, claramente emocionado por la noticia. ―Si Padma los
vio a ti y Adam juntos, probablemente perdió toda esperanza de que se le permita
entrar de nuevo en la SO. ¡Estará aún más dispuesta a ayudarme ahora!‖
Tenía sentido, Haven pensó mientras se volvía para hacer frente a las ventanas.
Fuera, grandes copos de nieve caían del cielo. Muy abajo yacía un vacío blanco
donde Gramercy Park había estado sólo algunas horas antes. Sin embargo, un alma
solitaria estaba fuera dando un paseo.
―Sólo dame una semana‖, dijo Iain. ―Eso es todo lo que pido. Mantente alejada de
Adam durante siete días mientras trato de encontrar a Padma. Si fallo, puedes
seguir adelante con el plan original del Horae.‖
―Pero ¿Y qué pasa con Beau?‖ preguntó Haven.
―Mia está buscándolo. La policía también. Y puedes inhalar tanto humo de Phoebe
como desees. Nadie va a poner en espera a Beau. Sólo te pido que te mantengas
alejada de Adam.‖
―No tengo ningún problema con eso‖, Haven, le aseguró. ―Pero no sé cómo vamos a
convencer a Phoebe para esto.‖
―Voy a hablar con ella en nuestra reunión mañana, pero ¿Por qué habría que
discutir? Si la Sociedad Ouroboros es cerrada, luego el internado del norte del
estado tendrá que cerrar. Los chicos reclutados por Adam serán enviados a casa
con sus padres, y vamos a tener tiempo suficiente para llegar a un mejor plan para
llevar a Adam a la bóveda.‖
―Supongo que tienes todo calculado‖, dijo Haven, tratando de identificar todos los
sentimientos que nublaban sus pensamientos. Al menos uno de ellos era alivio.
―Bueno, hay un pequeño problema‖, dijo Iain.
―¡Oh, no!‖, Haven suspiró.
―No es nada importante. Voy a tener que estar fuera de contacto por un tiempo.
Adam probablemente tiene gente vigilando a Padma. Tendré cuidado, pero si soy
visto, no quiero que encuentren un teléfono con tu número en él.‖
―¿Quieres decir que no voy a poder hablar contigo durante toda una semana?‖
Haven, se quejó.
―No te preocupes‖, dijo Iain. ―Trataré de encontrar otras maneras de mantenerme
en contacto.‖
Haven sintió que su abrigo era desabrochado y retirado. El cuaderno de dibujo en
el bolsillo aterrizó con un ruido sordo cuando Iain dejó caer el abrigo al suelo.
CAPÍTULO DIECINUEVE
Traducido por Pargulin
Alex Harbridge llegó a las nueve en punto, con dos cafés y una bolsa llena de
croissants. Vestida con pantalones vaqueros y un jersey de cuello negro, su pelo
color cobre recogido con un pasador simple, se veía como cualquier otra chica de
Nueva York. Pero Haven, sabía que la mayoría de los diseñadores habrían
estrangulado a sus madres por una reunión con la actriz, y ella había hecho todo lo
posible para asegurarse de que estaba lista. Después de que Iain se había ido en las
primeras horas de la mañana, Haven se quedó despierta diseñando vestidos hasta
que su cuaderno de dibujo estuvo completamente lleno. Luego, a las siete, estaba
rogándole a un sastre en una tintorería cerca. A las siete y cuarto, él finalmente
accedió a prestarle a Haven su cinta de medir a cambio de su último billete de
veinte dólares.
―Son todos tan hermosos―. Alex suspiró a través de las ilustraciones de Haven.
―No sé cómo lo haces. No voy a ser capaz de elegir. Soy buena en muchas cosas,
pero el vestirme nunca ha sido una de ellas.
― ¿Te gustaría que te hiciera una recomendación? ―‖Haven preguntó
nerviosamente.
―Me encantaría―. Alex parecía aliviada.
― ¿Qué tal algo como esto?― Haven, llegó a una página hacia la parte posterior del
cuaderno. Allí había dibujado un sofisticado vestido de manga tres cuartos, con un
escote de piedras preciosas. ―No tengo mis lápices de colores conmigo, por lo que
sólo tendrás que imaginar la tela verde brillante.
― ¿Voy a verme como un escarabajo gigante? ‖
Haven se rió. ―Apuesto más por mariposa.
― ¿De verdad crees que podría usar un color así? ‖
― ¿Con tu pelo? Creo que te verías sensacional―, Haven le aseguró.
― Y ¿Qué pasará con mi culo gigante? ¿Hay algo que puedas hacer para que se vea
más pequeño?
A Haven estaba empezando a gustarle la chica. ―Sabes, no hay nada malo con el
tamaño de tu trasero. En el vestido correcto podría ser tú más grande atractivo.
― Oh, va a ser el mayor atractivo de todos, si no dejo de comer estas cosas―. Alex
se tiró en el sofá y mordió su segundo croissant. Haven se preguntó cuánto habría
dado Beau por ver a Alex Harbridge con migas de pastel en todo su suéter. ―Si
supieras las horas que paso en el gimnasio todos los días tratando de sacar fuera
toda la basura me meto por la garganta. ‖
― ¿Por qué no dejas de trabajar por un tiempo? ― Preguntó Haven. ―Has sido rica
y famosa desde los trece años. Tal vez deberías tomarte un tiempo para vivir un
poco.
―Eso es lo que mi mamá siempre dice. Pero voy a tener un montón de tiempo lo
suficientemente pronto―, dijo Alex. ― No pienso trabajar así de duro para siempre.
Pero ahora estoy en la portada de la mitad de las revistas del país cada vez subo dos
kilos. Me han llamado de todo, desde la Princesa Porky hasta La más Gorda
Querida de los Estados Unidos. No es que me importe un bledo. He pasado por
todo esto antes. Sé como que es. Pero el problema es que nadie me va a contratar si
estoy muy gordita. Así que hasta que haya llegado el momento de retirarme, sólo
tendré que seguir arrastrándome al gimnasio para poder seguir haciendo lo que
amo.
― ¿Realmente has hecho todo esto antes?― Alex era una compañía tan divertida de
tal manera que Haven casi había olvidado que era un miembro de la Sociedad de
Ouroboros, y era demasiado importante como para ser inocente.
―Oh, sí. He estado actuando durante siete vidas. Esta es mi segunda vez en
Hollywood. Un montón de gente en la Sociedad piensa que he vuelto por la fama,
pero no podrían estar más equivocados. La fama apesta. ¿Crees que me gusta tener
asquerosos hombres con cámaras siguiéndome a todas partes todo el tiempo? ¡Sólo
aguanto todo esto, porque finalmente estoy llegando a ser una buena actriz! ‖
― ¿Fuiste alguien famoso tu primera vez en Hollywood?
Alex sonrió tímidamente. ―Se podría decir que sí.
― ¿Quién eras? ‖
―Tal vez más tarde te lo cuente. Horroriza a la gente. Todos se reían cuando les
contaba. Nadie me creía antes de conocer a Adam. Espera, eso me recuerda. Tenía
la intención de preguntar. ¿Cómo conoces a Adam, de todos modos? No te había
visto en el club antes.
―Oh, nos hemos conocido desde siempre―, dijo Haven, acercándose
peligrosamente a la verdad. ―Apenas puedo recordar cómo nos conocimos. ¿Lo
conoces bien? ‖
―Tan bien como cualquiera, supongo. Ya sabes lo que es misterioso. Yo solía…―
Alex se mordió los labios y se ruborizó.
― ¿Qué?― Haven, pinchó.
―Solía tener un flechazo terrible con él. Es tan apuesto, y era tan dulce conmigo
cuando era una niña. Mis padres pensaban que estaba totalmente loca, pero Adam
me acogió y me hizo sentir especial. Hizo arreglos para que tuviera profesores y
entrenadores. Incluso me ayudó a conseguir una cirugía de nariz.
― ¡Una cirugía de nariz! ‖
―Créeme, la necesitaba. Habría estado interpretando a la hermana o familiar el
amargado mejor amigo por el resto de mi vida sin ella. De todos modos, eso fue
hace años. He superado mi pequeño enamoramiento. He oído que tiene una novia
en la actualidad, de todos modos. Por cierto, ¿Has notado…?
Haven levantó una ceja, y Alex se inclinó más cerca.
―Adam no parece envejecer. Tengo diecinueve, y ¡Me veo mayor que él!
Un repentino escalofrío hizo temblar Haven. ―Lo había notado.
―Entonces, ¿Lo sabes?
― ¿Saber qué?
―Dicen que cuando se llega al más alto nivel de la Sociedad, te dicen el gran
secreto. Creo que el secreto es acerca de Adam.
― ¿No estás en el nivel más alto de la sociedad?― Preguntó Haven. ―Debes estar
muy arriba si conoces a Adam y todo.
―Sí, pero todavía me falta un nivel para estarlo. Entonces, ¿Sabes cuál es el
secreto?
Haven se rió nerviosamente. ―Yo no ni siquiera soy miembro de la OS. Pero si me
entero, serás la primera persona a quien le diga. ¿Por qué no seguimos adelante y
tomó tus medidas? ‖
Sacó su cinta de medir e hizo que Alex se pusiera de pie delante del espejo de
cuerpo entero en la puerta del baño.
―No eres miembro de la Sociedad, pero eres una de nosotros, ¿no?― Preguntó
Alex, mirando el reflejo de Haven en el espejo.
― ¿Una de nosotros?― Haven midió la cintura de la estrella de cine.
―Un Eterno. Alguien que sigue volviendo. ¿Cómo podría una persona de nuestra
edad tener un talento como el tuyo? ‖
―Sí, creo que lo soy.
― ¿Qué? ‖
―Un Eterno.
―Bueno, si alguna vez te interesa unirte al club, estaría encantada de presentarte a
unas pocas personas. ¿Hay alguien en la SO a quien te mueras por conocer?
Haven no pudo resistirlo. ― ¿Conoces a alguien llamada Mia Michalski? Creo que
es una especie de detective.
―Podría presentar a estrellas de cine, ganadores de premios Nobel, y los editores
de cada revista de moda en la ciudad, ¿Y quieres conocer a Mia Michalski? ‖
―Ella es amiga de un amigo. ¿Así que la conoces? ‖
―No muy bien―, dijo Alex. ―Mia ya no pasa mucho tiempo en la SO. Tengo la
sensación de que está evitando a Adam.
― ¿Por qué? ‖
― ¿Alguna vez has visto a Mia? ‖
―No―, Haven admitió.
―Ella es hermosa―, dijo Alex, y la cinta de medir casi resbaló de los dedos Haven.
―Cuando se unió por primera vez, la mitad de los chicos en la SO habían cambiado
todos los puntos en sus cuentas por una noche con ella. Ella puso sus ojos en Adam,
por supuesto. Pero no creo que él supiera que existía hasta que comenzó a tirarse
sobre él en cada oportunidad que tuvo. Se de buena fuente que terminó diciéndole
que se largara al infierno. Tengo que decir, todo el episodio fue bastante divertido.
―Suena como que lo fue―, Haven dijo con tristeza. Nunca debería haber
preguntado.
―Pero ¿Por qué estamos hablando de la vieja y aburrida Mia Michalski, de todos
modos? ¿Así que dices que eres uno de nosotros? ¿Significa eso que sabes quién
eras en tu vida anterior?― Alex le preguntó.
―He tenido algunas visiones aquí y allá, pero mis recuerdos no son muy buenos.
¿Te importa si te muevo el pelo? Necesito medir tu cuello.
―No, en absoluto―. Alex se tomó el cabello y lo sostuvo en una pila en la parte
superior de su cabeza. En la base de su cabello había un tatuaje de una serpiente
mordiéndose su propia cola.
―Gran parte de mis vidas no son tan claras, tampoco―, Alex continuó. ―Pero
entonces me enteré de esta mujer que puede ver las vidas pasadas de otras
personas, y ella me contó algunas historias increíbles. Deberías ir a verla. ‖
― ¡Oh, mierda! ¡Phoebe!― Haven, dejó caer la cinta de medir, y esta rodó por el
suelo.
― ¿Ese es su verdadero nombre? Sólo he escuchado que la gente la llama Pythia.
―Lo siento, Alex. Escucha, acabo de recordar que tengo otra cita. Creo que tengo
todas las medidas que necesito. ¿Te puedo llamar cuando tenga algunas muestras
de tela para mostrarte?
―Claro―, dijo Alex, recogiendo sus cosas. ―Pero no haría ninguna otra cita más, si
fuera tú.
― ¿Por qué?―Haven preguntó.
La sonrisa de Alex era traviesa. ―Porque le di tu número a una amiga mía que
necesita un vestido también. Vas a estar muy ocupada los próximos días.
LA TORMENTA de la noche anterior había depositado más de treinta centímetros
de nieve en la ciudad, y los corredores de hielo blanco se ramificaban en todas
direcciones desde el Hotel Gramercy Gardens. El portero guió a Haven, a través del
pasillo que conducía a la acera y le abrió la puerta de un taxi esperándola. Ella
entró y descubrió que Chandra estaba sentada en el asiento del conductor, con un
abrigo de corte militar sobre un sari brillante.
―Son las diez y veinte―. Las pulseras de oro tintinearon cuando Chandra señaló el
reloj en el salpicadero. ―Vas a llegar con una hora de retraso, y Phoebe no va a
estar feliz. ‖
―Lo siento. ¿Dónde está Iain?― Preguntó Haven. ― ¿Lo recogerás en el camino?
―Eso es trabajo de Vera―, dijo Chandra. ―Mi trabajo es perder a los dos hombres
en trajes grises que te están siguiendo. Mira por la ventana trasera. Están
metiéndose en un coche estacionado calle abajo.
Haven vio a dos hombres sin rasgos distintivos meterse en un sedán color beige. El
espectáculo la dejó temblando. ― ¿Significa eso que Adam me está siguiendo?
¿Crees que sospecha algo? ¿Estoy en problemas? ‖
―Lo dudo. Hemos sido cuidadosas. Es probable que sólo quiera proteger a su chica
favorita. Ahora presta atención, princesa. Al primer semáforo en rojo llegamos a
Park Avenue, quiero que te bajes del taxi. Habrá una camioneta azul detenida en la
esquina en la otra dirección. Cruza la calle. Un autobús pasará. Espera hasta que
estés oculta de la vista y te metes en la furgoneta. No dudes o la sincronización se
habrá perdido. Reconocerás a Cleo. Ella es la mujer que conociste en el metro. Te
llevará directamente a Phoebe.
―Wow―, Haven, dijo. ―Esa es una planificación bastante impresionante.
―Nunca nos olvidamos de con quién estamos tratando―, señaló Chandra sin
humor, mientras encendía el motor. ―Tú tampoco deberías hacerlo.
El intercambio funcionó sin ningún problema. En los treinta minutos que pasaron
conduciendo a lo largo del East River, Cleo no dijo nada a Haven. Sus ojos, ocultos
detrás de gafas de sol Gucci negras, parecían estar comprobando el espejo
retrovisor tan a menudo como la carretera. Cuando llegaron a Sylvan Terrace,
encontraron a Phoebe mirándolas hacia abajo desde la entrada de la casa. Con su
pelo plateado, piel pálida, y vestido sin mangas de color crudo, podría haber sido
confundida con una escultura de hielo.
―Llegas muy tarde―. La voz de Phoebe había adquirido un tono imperioso. Haven
se sentía como una mucama siendo regañada por su patrona.
―Le pido disculpas―, Haven dijo. ―Estaba trabajando, y he perdido la noción del
tiempo.
― ¿Trabajando?― Phoebe se burló. ― ¿En qué? ¿No tienes todo el trabajo que
necesitas por ahora?
―Sí, pero estoy totalmente quebrada―, Haven, trató de explicar. ―Tengo que
trabajar si quiero comer, así que voy a hacer un vestido para una amiga. Le
prometo, que no voy a dejar que interfiera con nuestros planes de nuevo.
― ¿Es esta amiga, alguien que conociste a través de Adam?― Preguntó Phoebe.
―Sí―, Haven admitió.
―Excelente―, dijo Phoebe, amigable, una vez más. ―Toma un poco de lo que él te
dé. Es el primer paso para convencerlo de que te ha ganado. Sin embargo, no seas
demasiado obvia. Ni dinero, ni joyas, sólo pequeños favores. De lo contrario, va a
sospechar que estás tras algo.
―No creo que entienda―, Haven no pudo evitar erizarse. ―Este trabajo no es un
favor. Soy una buena diseñadora. No necesito a Adam Rosier para vender mis
vestidos.
―Por supuesto que no―, dijo Phoebe. ―Pero, por favor. No llegues tarde otra vez.
Incluso una talentosa diseñadora debería tomarse el tiempo para salvar a su mejor
amigo. Sería una pena si algo le pasara cuando estés cosiendo bonitos vestidos.
Haven abrió la boca para discutir, pero no había ningún argumento que dar.
Phoebe estaba en lo cierto.
―Deberíamos empezar―. La anciana dejó entrar a Haven, y la dirigió a la escalera.
―Tengo que volver al spa pronto. Tengo una cita con una mujer que está segura de
que fue Juana de Arco―. Suspiró dramáticamente. ―Todos piensan que fueron
Juana de Arco.
―Espere un segundo. ¿Dónde está Iain? Vera tenía que recogerlo. ‖
―Y así lo hizo―, dijo Phoebe. ―El vino, hablamos, y entonces dijo que tenía que
irse. Es una lástima que no estuvieras aquí; he oído que va a estar fuera de contacto
por un tiempo.
― ¿Usted habló con él? ¿Iain le contó acerca de su plan? ‖
Phoebe se detuvo en las escaleras. ―Sí, y le di mi bendición. Pero también expliqué
por qué las Horae no pueden permitirse el lujo de poner nuestros esfuerzos en
espera. Tú y yo seguiremos igual como habíamos acordado.
―Pero…‖
―Si Iain tiene éxito, me comprometo a volver a evaluar el acuerdo que hice contigo.
Hasta entonces, nuestra oferta se mantiene. Tu amigo puede estar en manos de un
psicópata, Haven, y sé que quieres hacer todo lo posible para ayudarle. ¿Sin duda,
puedes ver que dos planes podrían ser mejores que uno? ‖
LA NIEVE EN el tejado se había fundido en un círculo perfecto alrededor de la
torre de agua. Haven se quitó su abrigo tan pronto como entró a la caliente y seca
habitación. El aire ya tenía el aroma familiar de las extrañas hierbas de Phoebe.
Haven se dejó caer al suelo junto a la chimenea, y Phoebe tomó su lugar al lado de
ella. Todo era una pérdida de tiempo, Haven decidió. No había manera de que una
visión viniera cuando se sentía tan agitada. ¿Por qué se había permitido llegar tarde
a la reunión? ¿Cómo podía haber perdido su última oportunidad de ver Iain? ¿Y
por qué Phoebe estaba siendo tan terca?
―Cierra los ojos―, Phoebe dijo cuando echó más ramas sobre las brasas. ―Trata de
recordar los olores que aparecieron en tu último viaje a través del tiempo.
Haven recordó el olor de la tierra sobre la tumba de Piero, el olor a humedad de las
ropas que había llevado. Luego, otra fragancia llegó a ella. Era delicada y floral, un
perfume que Beatrice había amado. Todavía estaba allí, bajo los hedores del siglo
XIV.
―Deja que los olores te lleven hacia atrás…
DOS CRIADOS LLEGARON a la sala, cada uno cargando un gran baúl. Varias de
las chicas quedaron sin aliento. Beatrice disfrutaba viendo al resto de sus amigas
luchar por ocultar su envidia.
―Son de Adam. Ábranlos―, ordenó a los sirvientes. Ella había entrenado su voz
para que sonara tan aburrida y arrogante, pero estaba emocionada. Los regalos
eran la única cosa que podían arrastrarla fuera de la tierra de los muertos y hacer
que se sintiera realmente viva. Pero la satisfacción nunca duraba mucho tiempo.
Las cerraduras de los baúles se abrieron y las tapas se voltearon. El primero estaba
lleno de sedas demasiado hermosas como para imaginar. El segundo contenía lino,
encajes y pieles. Una caja enjoyada descansaba en la parte superior. Seis jóvenes se
reunieron alrededor del tesoro. Una se acercó a la pequeña caja, pero Beatrice fue
demasiado rápida para ella. Golpeó la mano de la chica y le arrebató la caja. Dentro
había tres collares de oro.
―Ponme éste―, ordenó a una amiga, batiendo su cabello rubio lejos de su cuello.
Las otras chicas llevaban el pelo recogido, trenzado y enrollado como una cuerda.
Pero Beatriz se negaba a seguir la moda. Un pelo como el suyo estaba destinado a
ser admirado, y podía hacer lo que quisiera ahora. Beatrice se paró frente al cristal.
Incluso en su sencillo vestido estaba radiante. De alguna manera su dolor le había
hecho más hermosa.
― ¿Te atreves a usar esas cosas?― Una amiga le susurró. ―Eres sólo la hija de un
mercader. Los nobles no estarán felices.
―Y muy pronto voy a ser la esposa del hombre que les presta todo el dinero. Puedo
hacer lo que quiera. ‖
¬― ¿Sabes cuándo se casaran?― Una chica le preguntó.
―Cuando sea el momento―, dijo Beatrice. La boda sería el precio que pagaría por
los regalos, pero podía resolver esa deuda cuando ella eligiera. Su madre y su padre
querían que el matrimonio tuviera lugar lo más rápidamente posible, pero ya no
tenían poder sobre ella. Su novio la había puesto en libertad de hacer lo que le que
quisiera. Sólo su hermano Piero, no tenía miedo de decir lo que pensaba. Le decía
que era imprudente, que nada bueno podía venir de la unión.
―La fortuna te ha sonreído―, una amiga le dijo.
― Por fin―, Beatrice añadió.
HAVEN DESPERTÓ en el suelo. Podía sentir que la estera tejida había grabado un
patrón en su pómulo.
―Dime lo que pasó―, dijo Phoebe.
― ¡Esto se está volviendo ridículo!― Haven luchaba por levantarse. Todavía estaba
en estado de shock, la horrible visión había hecho mella en ella. El olor del perfume
de Beatrice se quedó con ella, por lo que Haven sentía náuseas. ― ¡Se suponía que
me mostraría a Naddo! ‖
―Dime―, ‖ Phoebe repitió.
―No. Lo que vi fue demasiado personal―. Haven, no quería admitir que una vez
había sido la vana y codiciosa criatura con un hermoso rostro y pelo rubio
impresionante. Y no se atrevía a hablar del novio de la chica. No había ninguna
duda al respecto. Beatrice Vettori había estado a punto de casarse con Adam
Rosier. Pero Haven no iba a dejar que Phoebe lo supiera.
―Nada de lo que he visto hoy va a ayudarme a encontrar a Beau.
― ¿Cómo puedes estar tan segura?― Preguntó Phoebe.
― Sólo lo sé―, Haven anunció.
―Estás pálida. Debes haber visto algo que te molestó―, Phoebe la instigó. ―No hay
necesidad de guardarme secretos.
―Por favor―, pidió Haven. Ella no podía soportar más instigamiento. ―No me
siento bien. Necesito ir a casa.
La boca de Phoebe se arrugó en las comisuras. Si no lo hubiera sabido mejor,
Haven habría adivinado la mujer mayor estaba encantada. ―Muy bien―, dijo
Phoebe. ―Vuelve a tu hotel. Iremos por ti de nuevo en un par de días.
Fuera, Haven buscó un taxi, pero las calles cubiertas de lodo, estaban desiertas.
Ansiosa por escapar de las Horae, se adentró en los terrenos de la blanca mansión
desvencijada a través de la calle. Situada sobre una colina en medio de un barrio al
norte de Harlem, había sido una casa de campo señorial, rodeada de un bosque
milenario. El hombre que la había construido en el siglo XVIII nunca hubiera
podido imaginar que un día estaría envuelta en una bulliciosa ciudad llena de gente
de todas las tierras conocidas.
Caminando con dificultad por la nieve, Haven dio la vuelta alrededor de la parte de
atrás del edificio, donde las Horae no la verían ni oirían. Allí, un pórtico le dio la
bienvenida y ofrecido refugio contra el viento amargo que soplaba del oeste del río
de Harlem. Una cinta amarilla de la policía se extendía por las escaleras, pero
Haven, se metió debajo de ella y sacudió la nieve de sus zapatos. Con Sylvan
Terrace fuera de la vista, sacó su teléfono y trató de llamar a Iain. No hubo una
respuesta, ni siquiera un saludo del correo de voz. Frustrada, se sentó con la
espalda contra la pared de la casa. Necesitaba hablar con alguien en quien podía
confiar, por lo que se desplazó por la lista de su teléfono de llamadas recibidas.
Cuando encontró el número con código de área de Carolina del Norte, apretó
marcar.
― ¿Hola?― La persona que estaba al otro lado del teléfono tenía la boca llena de
algo crujiente. Cuando eran niñas, Leah Frizzell había llevado siempre una bolsa de
papas fritas en la mano o una barra de caramelo en el bolsillo. Sin embargo, nunca
logró subir un kilo. Parecía haber una bestia dentro de la chica, pidiendo ser
alimentada. Podría haber tenido algo que ver con los rumores que había oído
acerca de la familia de Leah, pero Haven, se había imaginado una serpiente
enroscada gigante dentro del vientre de la chica, hartándose de una fuente
inagotable de comida chatarra.
―Leah, es Haven. ¿Tienes un minuto?― La boca de Haven se estaba haciendo
agua. No tenía idea de lo que Leah estaba comiendo en el otro extremo de la línea,
pero hubiera dado casi cualquier cosa por comer algo.
Leah tragó. ― ¿Encontraste a Beau?― Preguntó, como si a Haven le hubiesen dado
la tarea más simple del mundo.
―No, todavía no. Pero estoy en Nueva York ahora.
― ¿Has visto a la mujer rodeada de humo? ‖
―Su nombre es Phoebe. He hablado con ella. Tres veces, de hecho.
― ¿Y?― Más crujido.
―No ha sido muy útil. Me lleva de vuelta a la vida que necesito ver, pero nunca a
las partes adecuadas. Me gustaría que hubiera alguna otra manera.
―Siento oír eso. Si hubiera sabido de otra manera, te lo habría dicho. Supongo que
tendrás que seguir intentándolo por ahora.
―Sí. Es sólo que...― Haven, suspiró. ―Es sólo que mis visiones no han sido del
todo agradables. He descubierto que no era una persona muy buena en ese
entonces. En realidad, era muy, muy horrible. Era cruel, vanidosa y codiciosa. Y
tengo una enferma sensación de estaba comprometida con Adam Rosier, y que
podría haber tenido algo que ver con la muerte de mi hermano. No quiero ver nada
más, Leah. Si hiero a Piero, no sé cómo voy a vivir conmigo misma.
―Estaría sorprendida si le hicieras daño a alguien. Pero incluso si lo hiciste, fue
hace mucho tiempo. ¿Ha pensado alguna vez que podrías haber aprendido una
cosa o dos desde el siglo XIV? ‖
―Claro, pero…
―Quiero decir, ¿No es ese el punto entero de esto de la reencarnación?― Leah
continuó. ― ¿Para aprender de los errores que has cometido? ‖
―Para ser honesta, no sé cuál es el punto―, Haven, dijo. ―Pero si realmente
aprendemos de nuestros errores, ¿No seríamos todas mucho mejores personas
ahora? ‖
―Tal vez eres mejor―, dijo Leah. ―O tal vez hay algo por ahí que retiene a la gente.
Ya sabes, como se dice en física, por cada acción, hay una reacción igual y opuesta.
―Nunca he tenido mucho tiempo para la física―, Haven dijo.
―Eso es una pena. Explica una gran cantidad de cosas, ya sabes. Pero me temo que
no tengo mucho tiempo para eso ahora tampoco.
― ¿No? ¿Por qué no? ‖
Fue el turno de Leah para suspirar. ―Estas visiones que estoy teniendo, se están
volviendo tan horribles que casi no puedo pensar con claridad. ‖
― ¿Aún ves al hombre en el jardín?― Haven, se asomó a la terraza en los jardines
de la mansión y trató de imaginar lo bonito que sería en la primavera cuando la
nieve finalmente se derritiera. Había cientos de jardines escondidos por todo
Manhattan. Cualquiera de ellos podría ser el que Leah tenía que encontrar.
―Sí―, dijo Lea. ―Es como si no quisiera que esperara más. Quiere que vaya ahora.
Nunca he sentido este tipo de presión antes. Algo grande va a suceder. Estaría hoy
en Nueva York si supiera dónde buscar al hombre. No has tenido ninguna idea,
¿verdad? ‖
―No―, Haven admitió. En la distancia, un camión de bomberos gemía. ― ¿Puedes
darme más pistas? ¿Oyes algo en sus visiones? ¿Hueles algo? ‖
―Ahora que lo mencionas, hay algo que huele mal. Podrido, como si una zarigüeya
trepara en el carburador de mi tío Earl y muriera.
―Así es como Nueva York huele durante todo el verano―, Haven dijo. ―Y que hay
de ruidos. ¿Oyes algo en las visiones? ¿Una campana de la iglesia, tal vez, o un
camión de helados?
―No―, dijo Lea tras una larga pausa. ―No oigo nada.
― ¿Estás segura? ¿Ni siquiera sirenas o bocinas o tráfico? ‖
―Nop―, dijo Lea. ―Nada. Está totalmente en silencio―. Haven oyó a Leah meter
la mano en una bolsa, y luego el crujido comenzó una vez más.
―Bueno, no sé qué decirte, entonces―, Haven dijo y su estómago empezó a gruñir.
―Estoy teniendo dificultades para pensar con claridad yo también. Casi no he
comido en todo el día.
― ¿Por qué no? ‖
―Es una larga historia―, Haven dijo. ―Sólo digamos que estoy tratando de evitar
la tentación.
― ¿Al morirte de hambre?― Se burló Leah. ―Una hamburguesa no te va a meter en
problemas, Haven. Ve a buscar algo de comida. No vas a salvar a nadie si te dejas
morir de hambre.
―Buen punto―, dijo Haven.
―Mis puntos siempre lo son. ¿Y Haven? ‖
―Sí.
―No te preocupes tanto de la tentación. Sólo confía en ti misma, y vas a hacer lo
correcto. Sea lo que resulta ser.
CAPITULO VEINTE
Traducido por Edith 1609
Haven corrió para abordar en el último carro del metro. Los asientos estaban llenos
con cansados pasajeros en su camino a casa del trabajo. Apoyo su espalda contra la
puerta de la cabina del conductor y miro el túnel del metro alejarse en la distancia.
Aun en los más desolados tramos, ella podía ver signos de que los túneles no
estaban enteramente vacantes. Un sarnoso sillón. Una maleta rellena. Un cochecito
de bebe. Estas eran personas viviendo al lado de las vías, con torpeza buscando su
camino a través de la oscuridad.
Haven se sintió como una ciega. Su visión tenía iluminada una sola escena en el
pasado. Beatrice no era la prisionera de Adam. Ella estaba con su prometido. Pero
la revelación era como encender un fosforo en una noche sin luna. ¿Cuantas veces
Haven ha elegido a Adam por su propia voluntad? ¿Iain lo había sabido todo este
tiempo? Tanto como temiera las respuestas, ella sabía que necesitaba preguntar.
Cuando el metro se detuvo en Seventy-second Street y Central Park West, Haven
salió. Mientras el tren rápido barrio a través de la estación, ella se sentó en una
banca y espero para que la plataforma se vaciara. Chandra podría haber perdido el
hombre gris quien estaba siguiendo a Haven temprano en el día, pero allí siempre
había una oportunidad que ellos la agarraran por su olor una vez más. Cuando
nadie más quedo atrás, Haven cargo por las escaleras. Agachada detrás de unos
carros detenidos en la luz del tráfico en la avenida, ella hizo su camino para la
pared que encerraba Central Park. Allí, a través del edificio del apartamento de
Frances Whitman, ella permaneció una vez más para asegurarse que nadie la
estaba mirando. No debería haber tomado el riesgo de guiar al hombre gris a Iain.
Pero ella trato de llamarlo una docena de veces sin éxito, y su deseo de escuchar su
voz había crecido muy fuerte para resistirse.
Estaba escaneando la calle por sedanes sospechosos cuando ella vio a un hombre
joven emerger del frente de los departamentos Andorra y empezar a caminar calle
abajo. La cara de Iain estaba escondida bajo un gorro de los Yankees, pero Haven
reconoció su paso en un instante. El tráfico estaba pesado, y ella no podía cruzar la
avenida. Sus gritos atraerían atención indeseada. Así que ella perdió a Iain desde el
lado opuesto de la carretera hasta que el desapareció por un lado de la calle.
Cuando los semáforos se volvieron rojos, se apresuro para alcanzarlo. Pero el
camino se había enfriado en el momento en que alcanzo la acera. Jogging west,
busco por abrigo negro y la gorra de Iain. Finalmente lo detecto en la esquina de la
Avenida Ámsterdam deslizándose dentro de un sucio bar con una señal de neón.
Ella tenía un montón de tiempo para llamarlo, pero no lo hizo. En vez de eso,
Haven se deslizo bajo la acera y se escondió detrás de un árbol fuera del bar. ¿Por
qué Iain estaba tomando mientras ella estaba reventándose el trasero para salvar a
Beau? ¿Y quién en el infierno estaba reuniéndose con él? Asomándose a través de
las ventanas manchadas de hollín, Haven podía ver una pequeña, lamentable
habitación con una mesa de billar en un extremo. Tres cabinas alineadas en la
pared de la derecha. Una larga barra de roble de bar corría en la contraria. Ahí, Iain
estaba saludando a una chica quien había estado esperando que el llegara. Mia
Michalski. El estomago de Haven dio un vuelco cuando vio a Iain besar la mejilla
de la chica.
Ella no miro por mucho, pero vio suficiente de Mia para ver el detective era
demasiado joven para andar de bar en bar—y tan hermoso como Alex Harbridge lo
describió. Haven se pregunto cómo alguien tan atractivo podría escoger hacer la
mayoría de sus negocios sobre Internet. Un aleteo de las pestañas de Mia o la
vuelta de esa larga melena rubia podría sacar los secretos de casi cualquier hombre
vivo.
Haven se deslizo de vuelta detrás del árbol y golpeo su cabeza contra la corteza.
Perdió otra oportunidad de hablar con Iain. Si ella daba un paso hacia el bar, el
podría darse cuenta de que lo había seguido. ¿Cómo podría explicarle a Iain sus
acciones si ella no podría entenderlas por si misma? ¿Qué estaba mal con ella? ¿Por
qué ella no llamo a Iain cuando tuvo la oportunidad?
Tú no eres quien piensas que eres, el Horae una vez le advirtió. Virginia Morrow
dijo la misma cosa. Haven pensó con egoísmo, mimada Beatrice. La chica quien
vivió solo por regalos y tenía que estar de acuerdo con casarse con Adam Rosier.
¿Estaba esa horrible chica todavía en algún lado dentro de ella? ¿Era ella la razón
de que Haven se fuera detrás de la espalda de Iain para salvar una fortuna que no
era en realidad suya? ¿Era ella la razón de que Haven espiara a la persona a quien
más amaba—la persona quien estaba arriesgando todo para ayudarla?
Confía en ti misma, y harás la cosa correcta. Estas eran las palabras que Haven
escucho en su cabeza. Y Leah Frizzel nunca miente. Ella nunca arreglaba la verdad
o suavizaba sus palabras lo justo para salvar los sentimientos de alguien. Si Leah
confiaba en ella para hacer la cosa correcta, entonces Haven sabía que era capaz de
averiguar de qué se trataba. Así que sin un solo vistazo al bar detrás de ella, Haven
dio un paso fuera de su escondite y siguió su corazón abajo a la Avenida
Ámsterdam.
Compro un pequeño cuaderno en espiral en un deli, en un deli, con la intención de
escribirle a Iain una nota—una disculpa, un gracias, y una carta de amor todo
envuelto en uno. Pero las palabras no podían capturar todo lo que ella necesitaba
decir. Así que por las próximas dos horas, Haven se sentó en una café y esbozo
escenas de sus memorias más felices. La pequeña casa de campo en Washington
Mews. Eden Falls. El sótano del teatro Apolo. El balcón de su apartamento de la
Piazza Novona. Las tortuosas calles de Rosa. En la última página del cuaderno,
Haven escribió, seguiré extrañándote.
El portero de los departamentos Andorra tomo el cuadernos y lo puso en una
envoltura que lo califico como invitado de Frances Whitman. Su recado termino,
Haven se acerco a la acera, llamo un taxi, y le dio al conductor la dirección del
Hotel Gramercy Gardens. Cuando llego, se apresuro derecho a su cuarto. La cosa
correcta que iba a seguir, decidió, era mantenerse fuera de problemas. Pero Haven
estaba a la mitad del vestíbulo cuando ella escucho su propio nombre.
―¡Perdóneme! ¡Señorita Moore!‖ Una mujer vestida en un elegante traje negro
estaba persiguiéndola.
No otra vez, pensó Haven mientras ella de mala gana espero hasta detenerse. Ella
reconoció a la mujer como la gerente a quien había saludado en el registro, y Haven
esperaba que no fuera a ser enviada de regreso a otro Hotel. Luego ella recordó: La
Sociedad Ouroboros estaba pagando la factura. Ella probablemente podría
demandar que la gerente tirara su ropa interior mientras canta a todo pulmón ―The
Star-Spangled Banner¹,‖ y la mujer podría obedecer felizmente.
―¡Estoy tan contenta de que la atrape!‖ La gerente estaba sin aliento pero seguía
luchando para mantener una sonrisa en su cara.
―¿Hay algún problema?‖ pregunto Haven.
―¡Oh no, no ningún problema en absoluto, Señorita Moore! Solo quería dejarle
saber que recibió una entrega temprano esta tarde. Espero que no le importe, pero
le di instrucciones al personal que lo llevara a su habitación.‖
―Está bien,‖ dijo Haven. Todo lo que Adam había enviado iría directo a la basura.
―Era una entrega bastante inusual,‖ la gerente dijo.
Arriba, ella abrió la puerta de la habitación del hotel y detuvo sus pistas. Allí había
una figuras de pie por la ventana.
―¿Iain?‖ Su cabeza le dijo que no podía ser posible, pero su corazón siguió bailando.
Cuando las luces llegaron, ella jadeo. La figura era un maniquí de modista. Rollos
de tela en cada matiz de verde estaban apoyándose contra las paredes. El escritorio
sostenía un estado de la técnica de una máquina de coser. En la mesa por la
ventana estaba una canasta de regalo del tamaño de un cubo de basura
desbordante con pastelillos escarchados de rosa y champaña. Un sobre estaba junto
a la canasta.
Traje cada verde en la tienda.
Llámame tan pronto como estés lista. ¡Sin presiones!
XX² Alex
______
¹ Himno de USA
²Besos
CAPÍTULO VEINTIUNO
Traducido por Grace
Haven se sentó en la máquina de coser, dejando la tela fluir a través de sus dedos al
pasar por debajo de la aguja. No se había molestado en cortar un patrón para el
vestido que estaba haciendo. No era el vestido que ella había aceptado hacer, pero
sabía que era el vestido que Alex necesitaba llevar. Estaba creándolo de memoria y
por primera vez desde que había regresado de espiar a Iain, su mente estaba
despejada. Mantuvo el teléfono cerca en caso de que él llamara, pero ella sabía que
Iain había ido adelante con su plan. Una semana entera podría pasar antes de tener
noticias de él. Todo lo que Haven, podía hacer ahora era esperar—esperar a que la
visión correcta llegara. Esperar por alguien que salve a Beau. Esperar a que Iain
encuentre a Padma Singh. Mientras que Haven esperaba, iba a trabajar. Cuanto
más tiempo pasaba sola en su habitación, menos probable era que echara a perder
todo.
Cortó y puso alfileres y cosió toda la noche, deteniéndose brevemente a las tres de
la mañana para atacar a un muffin de la cesta de Alex y tragarlo con una copa de
champán. Ella dejó caer el envoltorio del muffin en el suelo junto a retazos de tela y
las cremalleras rechazadas. Cuatro horas después, se desplomó en la parte superior
de la basura y se quedó dormida. La habitación era un desastre, pero en el centro
estaba el maniquí de la modista, con uno de los vestidos más hermosos que Haven
había creado. Ella había sido la primera en admitir que no era su propio diseño.
Beau visitó a Haven en sus sueños. Ella estaba sentada en la mesa de la cocina de
su padre, comiendo un plato de Froot Loops. Beau vino y dejó caer una muñeca en
un vestido verde ceñido.
"¿Quién es esa, Puta Barbie?" Haven había preguntado, derramando un poco de
leche en la parte delantera de su camisa.
"¿Tienes que ser tan vulgar? Esta es Alex Harbridge", dijo Beau. "La he liberado de
la tiranía de la mala moda".
"Alex Harbridge nunca se pondría eso".
"Lo haría, si lo hago para ella", argumentó Beau. "Está diseñado para una chica con
un poco de carne en sus huesos. Barbie no es completamente adecuada, pero es
todo lo que tenía para trabajar."
"Yo no estoy diciendo que no se vería bien. Estoy diciendo Alex Harbridge nunca lo
usaría. Ella es, obviamente, neurótica por su peso. Puedes pensar que ella es
atractiva, pero la mayoría de las chicas no tienen idea de lo que realmente parecen.
Vemos algo totalmente diferente cuando nos miramos en el espejo."
"Y ese el por qué cada mujer necesita un mejor amigo gay para establecerle orden."
HAVEN DESPERTÓ CON un sobresaltado cuando alguien gritó. La luz del día se
filtraba por las ventanas, y una mujer con una aspiradora estaba de pie en la
puerta. Haven primero se imaginó que la criada estaba horrorizada por el desorden
que había dejado. Entonces se dio cuenta que estaba tendida en el suelo de una
habitación que parecía la escena de un crimen violento.
"¡Está bien! ¡Yo no estoy muerta!", Dijo Haven, justo cuando la mujer se desmayó
en el pasillo.
ALEX HARBRIDGE SE quitó sus gafas de sol y comenzó a masticar una de las
puntas. "No me esperaba tener noticias de usted en algunos días. ¿Has hecho esto
en una noche?", Preguntó con escepticismo. "¿Todo?"
"Tengo los callos que lo demuestran", dijo Haven.
"No es el vestido que hemos discutido." Alex dio un paso hacia delante y giró en
torno al maniquí lentamente. La decepción en su rostro era evidente. "Un poco
escaso, ¿no es cierto?"
"Tienes diecinueve años. No tienes nada que necesites mantener oculto. Sé que el
vestido no agrada mucho en un maniquí, pero fue diseñado por alguien que ha
estado muriendo por vestirla durante los últimos seis años".
"¿Usted ha estado muriendo por vestirme desde que estábamos en el octavo
grado?"
"No, no yo", admitió Haven, mientras retira cuidadosamente el vestido del
maniquí. "Pedí prestado el diseño a un amigo. Él siempre pensó que debía lucir sus
curvas sin ocultarlas. ¿Crees que podría darle una oportunidad?"
"Supongo", dijo Alex con una sonrisa forzada. Luego tomó una respiración
profunda. "Oh, ¿por qué diablos no?"
Haven le entregó el vestido, y Alex lo llevó al baño y se encerró en el interior. La
puerta permaneció cerrada durante diez minutos completos antes de que Haven,
encontrara el valor para tocar.
Uno de los ojos de Alex apareció en la grieta. "¿Cómo hiciste esto?"
"¿Hacer qué?"
Alex abrió la puerta. El vestido no escondió nada, y no pudo ser más halagador. Sin
su carne cerrada con cremallera, atestada, y metida dentro de una cárcel de tela,
Alex parecía más grande que la vida, como una diosa o un ser mítico. "¿Cómo me
haces ver como esta? He gastado cientos de miles de dólares en médicos y
entrenadores, y todo lo que hizo fue un vestido."
"Eres tú", dijo Haven. "No es el vestido."
"No, no lo es. Me he puesto un millón de vestidos, y ninguno de ellos me hizo ver
así de buena."
"Bueno, me alegro que te guste", dijo Haven, su espíritu más elevados de lo que
había estado en el día.
"¿Te gusta? Después de que me lo quite, vamos a celebrar el hecho de que ya no
estoy a dieta. He quedado con un amigo en el centro para el almuerzo en Amrita.
¿Por qué no te vienes? Lo amarás—él es increíble."
"Probablemente debería tomar una siesta. No pude dormir mucho la noche
anterior."
"¿Estás bromeando? ¡Toma un café si estás cansada! Vas a necesitar salir de la casa
tanto como sea posible antes de la noche de los Oscar‘s. Después de eso, estarás
muy ocupada—y muy famosa."
INCLUSO UN NIÑA de Snope City, Tennessee, sabría que no vas simplemente a
dar un paseo a un lugar como Amrita y esperar a ser alimentados. A la hora de
almuerzo en un sábado, la barra del restaurante ya estaba lleno de gente que había
estado esperando más de una hora para tomar asiento. Y no fue la comida lo que
los había atraído a Amrita. Era la oportunidad de estar sentado cerca de la famosa,
rica y bella y pretender por un momento que era uno de ellos. La multitud se apartó
con un murmullo excitado cuando Alex desfiló hasta el podio del maître. Haven se
quedó atrás en su camino, deseando que Beau estuviera allí para disfrutar del
espectáculo.
"Señorita Harbridge", dijo efusivamente el hombre. "Un placer verla. Por aquí, por
favor. Su grupo ya ha llegado. "
Más allá de la barra había dos docenas de mesas cubiertas con modestos manteles
blancos. Las paredes blancas llevaban fotos en blanco y negro de las antiguas
ruinas. El restaurante en sí mismo podría haber pasado por casi todos los demás, si
no fuera por sus clientes. Cada uno de los invitados era familiar, aunque Haven no
podía recordar sus nombres. Pero ella podía ver en un instante que eran diferentes
de la multitud que esperaba en el bar. Nadie alzó la vista cuando Alex Harbridge
pasó, y no tenían necesidad de fingir que pertenecían. Era como si Haven, había
tropezado con la jerarquía oculta de la oligarquía.
Haven vio a un hombre joven de cabello rubio rojizo haciendo señas con furia a
Alex desde la mejor mesa de la casa. Delgado e impecablemente peinado, llevaba
una camisa a medida para mostrar su pecho esculpido. Ella reconoció el rostro de
Calum Daniels de un drama adolescente con mejor puntuación que nunca se había
tomado la molestia de ver más de una vez o dos veces. Él jugó del chico malo
millonario que había seducido a cada personaje en la serie. Había rumores de que
el papel no requirió que Calum actuara mucho.
El compañero de Calum sonrió, pero no saludó. Él era oscuro, más corpulento, e
incluso más guapo que su amigo. Él no podría haber tenido más de dieciocho o
diecinueve años, pero Haven, sintió un alma seria escondida detrás de los rasgos
juveniles del chico.
"Calum", exclamó Alex. "No sabía que ibas a venir. ¿Te invitaste a ti mismo como
de costumbre?"
"¡Hola a ti también, cariño!" El primer chico saludó a la actriz. Como se abrazaron,
le disparó a Haven, un guiño sobre el hombro de Alex. "¿Quién es esta criatura
extraordinaria que tienes contigo hoy?"
"Haven Moore, este es Calum Daniels, y el tipo fuerte y silencioso es Owen Bell."
"Hola", dijo Haven.
"¡Dios mío! ¡Mira este pelo! Nunca he visto nada como esto", deliró Calum. Haven
había asumido que Calum Daniels era gay, pero ahora, con los dedos en su pelo y
sus ojos recorriendo todo su cuerpo, pensó omnisexual estaba mucho más cerca del
marco. "¿Dónde encontraste esta pequeña diosa, Alex?"
"Vamos Haven siéntate", dijo Owen. "La estás avergonzando".
"'La estás avergonzando." La interpretación de Calum del barítono de Owen era el
tono perfecto.
"Vamos, Calum", coincidió Alex. "Ella no ha tenido la oportunidad de construir
inmunidad a tu mierda todavía."
"Oh, por favor. Con el cabello como el de ella debe estar acostumbrada a que la
gente se la coma con la mirada‖, argumentó Calum, pero aún así le ofreció una silla
a Haven y le permitió sentarse sin ser molestada. "Entonces, ¿cómo se conocen
ustedes dos?"
"Haven acaba de diseñar un vestido de Oscar para mí. Es tan increíble que ni
siquiera puedo empezar a describirlo. "
"¿Un vestido de Oscar?", preguntó Calum. "Pensé que había decidido ir con Chanel
este año. ¡Perdí tres horas de esta vida viéndote probarte vestidos, el otro día!"
"Cambié de opinión. Sabrías por qué si hubieras visto el vestido de Haven."
"Bueno, espero que cobres un camión cargado de puntos, Haven", dijo Calum. "No
dejes que Alex te pague poco sólo porque eres una novata."
"En realidad, voy a estar pagando en efectivo", dijo Alex. "No es que sea de tu
incumbencia."
"¿Efectivo?" Calum parecía confundido. "¿Pero por qué?" Era como si Haven había
pedido que le pagara con estiércol.
"Al parecer, Haven no es un miembro de la Sociedad", explicó Owen.
"¿En serio?" La nariz de Calum se arrugó mientras replegaba excesivamente la
servilleta en su regazo. "Eso es muy malo."
"No está en la SO, pero es una de nosotros", se apresuró a añadir Alex. "¿Cómo
podría una chica de nuestra edad hacer las cosas que hace?"
Calum se encogió de hombros. "Cosas más extrañas han sucedido."
"Y es amiga de Adam también."
"¿Buenos amigos?", preguntó Calum, su interés despertó una vez más. "Tú no eres
la dama nueva en su vida, ¿verdad? ¿De dónde viene una niña que conoce a alguien
como Adam, de todos modos? "
"Es una larga historia", dijo Haven.
"Perfecto. Tengo un montón de tiempo", dijo Calum.
"Déjala en paz", insistió Owen.
"Está bien. Pero si eres uno de nosotros y eres amiga de Adam, ¿por qué no eres un
miembro de nuestro club? "
"No puedo decir." Haven esperó que Calum pase a otro tema, sin embargo, seguía
siendo halagador tener a alguien famoso haciendo mucho ruido sobre ella. Se
podría decir que no era de los que perdían el tiempo en cualquier persona.
"No te preocupes", dijo Alex a Calum. "Ya he tratado de tentarla. Le dije que estaría
encantada de presentarles a algunos de nuestros estimados colegas. Pero la única
persona que quería conocer era Mia Michalski."
Haven hizo una mueca de vergüenza.
"¿Quién?", Preguntó Calum.
"Exactamente", dijo Alex.
"Oh, vamos, Haven", se quejó Calum. "¡Te tienes que unir! Todos los chicos buenos
son miembros. Y puedo probarlo también." Llamó a sus compañeros. "¿Qué tal un
juego de ‗Encontrar a la serpiente‘?"
"Tengo hambre", se quejó Alex. "¿No podemos simplemente ordenar algo de
comida?"
"¡Estoy tratando de establecer un punto importante, querida! Está bien, lo veo.
Haven, en un momento quiero que des la vuelta y eches un vistazo al serio
caballero sentado dos mesas detrás de ti. Y quiero que prestes mucha atención a
sus mancornas."
Haven se volvió lentamente y miró por encima del hombro. Un hombre de aspecto
distinguido estaba firmando su factura. Ella cogió una rápida mirada a una de sus
mancornas antes de desaparecer debajo de la manga de su traje. Era una serpiente
de platino mordiéndose la cola.
"¿Viste eso?", Preguntó Calum, y Haven asintió en silencio. "Ese hombre corre el
mayor banco en Nueva York. ¿Y sabes qué es gracioso? Dicen que no ha tocado
efectivo en cuarenta años. Él sólo se ocupa de los puntos de la Sociedad. La mujer
con él es miembro también. Ella es responsable de todos aquellos horribles retratos
de celebridades que ves en las revistas. Tengo de buena fuente que oculta su tatuaje
de serpiente en algún lugar donde el sol se niega a brillar. Ooh," se interrumpió.
"Allá hay otra. A la derecha, contra la pared. Echa un vistazo a su clip de corbata".
Haven robó un vistazo a la persona en cuestión y giró de vuelta en un instante. "Ese
es el alcalde", susurró.
"Lo es en verdad", dijo Calum, reconociendo al hombre con la cabeza.
"¿Por qué todo el mundo tiene una serpiente en alguna parte? ¿Pensé que los
miembros de la Sociedad debían de ser secreto?"
"Es secreto. Nadie sabe el estilo de las serpientes, sino nosotros. Y usted. Por otra
parte, el alcalde necesita hacerse un poco de publicidad ahora mismo. Palabra de
ello es que utiliza la mayor parte de sus puntos en las últimas elecciones. ¿Alguien
aquí necesita un favor? Hay un bar a dos puertas de mi apartamento. Los clientes
han estado volviéndose ruidosos mientras yo estoy tratando de conseguir mi sueño
de belleza. Y todo su desagradable humo de los cigarrillos debe ser terrible para mi
piel. Tal vez voy a tener que cerrarlo por mí.‖
―Sólo estás molesto porque su portero te pidió la identificación la semana pasada,‖
Owen dijo. ―Deja que los otros jóvenes se diviertan. Tendrás veintiuno dentro de
pronto.‖
―¿Estás bromeando? No puedo esperar dos años enteros. Yo dependo del bar a
pesar de mi piel fresca. Sólo tendré que hacer que despidan a ese bravucón. El
propietario me necesita para mantener el lugar con clase. Pero, ¿ves mi punto,
Haven? ¿Haven?
―Lo siento, espera un segundo,‖ Haven dijo. Su teléfono estaba sonando. Acababa
de sacarlo de su bolso cuando Calum se lo arrebató de las manos.
―No, no, no,‖ le advirtió, apagando el teléfono y dejándolo caer de nuevo en su
bolso. ―No en la mesa, querida. De todos modos, como les decía, los miembros en
sólo esta sala podrían hacer que tengas todo lo que tu corazoncito desea. ¿Y por una
linda chica como tú? ¿Quién sabe? Podrías incluso obtener algunos regalos.‖
―No necesito su ayuda,‖ Haven inhaló, molesta por la lección de etiqueta de Calum.
Ella no había reconocido el número en el identificador de llamadas. Pero debe
haber sido Iain, y se estaba muriendo por hablar con él. ―Prefiero obtenerlos de mi
duro trabajo y mi talento.‖
―Eso es dulce,‖ Calum dijo. ―Pero eres terriblemente ingenua para un Eterno. Nadie
se las arregla en Nueva York sin un poco de ayuda. No importa si usted cose los
vestidos más hermosos del mundo jamás vistos, si no hay nadie que difunda la
palabra sobre ti. O darle un préstamo para abrir su primera tienda. O convencer a
los grandes almacenes para que lleven su línea. O que te meta en las páginas de
Vogue. No puedes hacerlo sola, querida. Ya sea que aceptes la ayuda de tus amigos
o que te acostumbres a la oscuridad. Es realmente tan simple como eso.‖
―Calum.‖ Owen trató de detenerlo. ―Es suficiente. Los dos sabemos que hay un
montón de personas que han logrado tener éxito sin la ayuda de la Sociedad.‖
―Tal vez‖, Calum dijo. ―Pero si tienen la suerte de volver, ellos ciertamente van a
unirse a nosotros la próxima vez. ¿Quién sería tan estúpido como para rechazar
una invitación?‖
―Puede ser‖, aventuró Haven. ―He escuchado algunas cosas sobre el sistema
operativo que no son muy halagadoras.‖
―¿Cómo qué?‖ Fue Owen esta vez. Parecía tan genuinamente preocupado que
Haven medio esperaba que sacara de repente un lápiz y comenzara a tomar notas.
―He oído hablar de lo que algunos de los miembros menos afortunados se ven
obligados a hacer para mantener sus cuentas al día.‖
―Oh Dios. ¿Has oído hablar de todas esas cosas desagradables? Eso fue cuando
Padma Singh dirigió el espectáculo‖ dijo Alex. ―Fue una presidenta terrible.‖
―Un duende‖, coincidió Calum. ―Pero tienes que admitir…‖
―¿Admitir qué?‖, Preguntó Alex.
―Era mucho más interesante en ese entonces. Era como los locos años veinte o la
República de Weimar. Sabias que algo terrible iba a pasar, pero era un montón de
diversión esperando el barco para ir hacia abajo.‖
―Tu memoria es una mierda‖, dijo Alex. ―Sólo estás suspirando por los días cuando
eras el chico numero uno de Adam.‖ Por primera vez, Calum no tenía un chiste
listo. Pero sólo Haven pareció darse cuenta de la mirada aturdida en su rostro
¿Cómo se había caído del favor de Adam?
―¿Conocía a Padma también?‖ Haven preguntó a Owen, con la esperanza de
cambiar la conversación.
―No, nunca he tenido el placer. Me acabo de apuntar el año pasado‖, dijo Owen.
―Owen es parte del nuevo régimen,‖ Calum explicó. Se había recuperado
rápidamente. ―Es una de las personas que está limpiando nuestro little dump up.‖
―Hago lo que puedo‖, dijo Owen, avergonzado por la repentina atención.
―Sí, y lo haces tan bien‖, dijo Calum, lamiéndose los labios.
―Está bien, Calum‖, dijo Alex rodando sus ojos. ―Owen puede dejarte besar su culo,
pero eso es lo máximo que puedes esperar. Vamos a hablar de otra cosa. No te he
visto por años. ¿Asumo que hay un joven semental en algún lugar que es un poco
peor para el desgaste?‖
―Eres una pequeña ramera malvada con una mente enferma‖, dijo Calum. ―Para tu
información, he estado perfeccionando mi arte. Hay un papel jugoso que estoy
esperando ganar cualquier días de estos.‖
―¿Y no se lo has dicho a tu mejor amiga?‖, Preguntó Alex, golpeando sus pestañas.
―¿Por qué? ¿Para que puedas filtrarlo en la revista Us? No gracias, señorita
Harbridge. Puedes descubrirlo con el resto del mundo. Ahora.‖ Agarró la mano de
Haven y se inclinó cerca. ―Dime cada pequeña cosa que hay que saber acerca de la
fabulosa Haven Moore.‖
ERAN LAS TRES en el momento en que todos los platos fueron retirados, la factura
pagada, y el guapo camarero generosamente recompensado. Haven apenas podía
creer que se había quedado tanto tiempo, y aunque ella no quería admitirlo, casi
había disfrutado. Escuchar a Alex y a Calum discutir como dos malhumorados
hermanos había alejado de su mente sus problemas. Pero fue Owen Bell quien la
había impresionado más, no había pronunciado más de dos docenas de freses, pero
todas y cada una de sus palabras habían dejado una marca. Ahora sabía que Iain
estaba en lo cierto. No todos en la Sociedad habían comenzado como una persona
terrible. Ella no tenía muchas esperanzas para Alex, y ninguna para Calum, pero
Haven rezó para que todavía hubiera una manera de salvar el alma de Owen.
―¡Allí está‖, Gritó un hombre cuando el grupo salió del restaurante, Haven
parpadeó, cegada por el flash de las cámaras.
―Alex‖, gritó un hombre con una sombra de las cinco de la mañana y una barriga de
cerveza. ―¡Dame una sonrisa, preciosa!‖
―Luces bien, Alex‖, gritó otro hombre. ―¿Perdió un par de libras o algo?‖
―Alguien avisó a los paparazzi‖, murmuró Alex, logrando un tono molesto, incluso
cuando ella le lanzó un beso a la cámara. ―No fuiste tú de nuevo, ¿verdad?‖ Le
preguntó a Calum.
―Oh, por favor‖, respondió. ―Han pasado años desde que tuve que recurrir a esas
tácticas.‖
El cuarteto junto se abrió paso hacia la calle. Mientras Calum llamó a un taxi, uno
de los hombres agarró el brazo de Haven.
―¡Oye! ¿Quién eres?‖ Exigió. ―¿Ella parece familiar?‖ Preguntó al colega de pie
junto a él.
―Sí, ahora que lo mencionas, lo parece un poco,‖ coincidió el otro hombre.
―¿Cómo te llamas, cariño? ¿Eres famosa?‖
―Déjala ir‖, gruñó alguien. Haven vio a Owen correr hacia el paparazzi. Él era media
cabeza más alto y veinte años más joven que el hombre fuera de forma con la
cámara.
―¡Muy bien, amigo!‖ El brazo de Haven fue puesto en libertad, y el paparazzi
retrocedió con las manos en el aire. ―No ha pasado nada, ¿verdad?‖
―¿Tienes una foto de esa chica?‖ Haven escuchó cuando se zambulló dentro del
taxi.
―Sí, sé que he visto ese pelo en alguna parte.‖
CAPITULO VEINTIDÓS
Traducido por Zulex
Las paredes, la alfombra y el techo del pasillo que conducía a la habitación de
Haven en el hotel Gramercy Gardens eran todos del mismo tono color borgoña.
Nunca hubo un ruido y apenas alguna luz. Viajando por el cincuenta y cinco pase
por su puerta fue como cursar a través de venas de una enorme bestia. Siempre que
Haven pasaba a otros invitados en el pasillo, siempre parecían estar moviéndose
tan rápido como ella. No era un lugar donde nadie querría quedarse. A pesar de
todo Haven se detuvo a medio camino de su habitación en el momento que
recordaba la llamada. Maldiciendo su distracción, ella hurgo su bolso. Sus dedos
rozaron un anillo en la parte inferior antes de que encontrara el teléfono. Encendió
el dispositivo y la luz de mensaje empezó a parpadear.
―Haven. Soy yo‖ Beau. Haven no podía respirar. Ella se dejo caer de rodillas las
paredes parecían latir. ―Espero que el mensaje no te asuste demasiado. Escucha, sé
que no debo llamar, pero yo solo quiero que sepas que estoy aquí. Se valiente y te
veré muy pronto. ¿De acuerdo? Te quiero.‖
Ella de inmediato marco el número de donde la llamada había llegado. Perdió la
cuenta de números de ring.
―¿Si?‖ la voz era ronca.
Ella se aclaro la garganta. ―Estoy tratando de llegar a Beau Decker.‖
―No lo conozco. ¿Usted tiene derecho de la estación?‖
―¿Estación? No entiendo. ¿Dónde estoy llamando?‖
―Esto es una estación de servicio. Se trata de un teléfono público.‖
―¿Una estación de servicios? ¿Dónde?‖
―Octava avenida y central Park hacia el norte‖ El hombre resoplo. ―Mire, tengo que
volver al trabajo. Solo conteste porque el sonido me estaba volviendo loco. No hay
nadie llamado Beau aquí. No vuelva a llamar.‖
El colgó el teléfono.
―Mierda.‖ Haven grito, mirando el teléfono. Sus manos temblaban, pero se las
arreglo para llamar a Ian. No respondió, sin correo de voz. ¿Por qué él había
insistido en seguir su propio plan? ¿Por qué no estaba allí cuando más lo
necesitaba? ―Mierda.‖ Esta vez en un gemido. Marco un tercer número. Solo había
una persona que había olvidado llamar.
―Sociedad Ouroboros‖
―Tengo que hablar con Adám Roiser.‖
―Desde luego, señorita Moore, un momento por favor.‖
―¿Haven?‖
El sonido de su voz tranquila, trajo lágrimas a sus ojos. ―Adam. Ha ocurrido algo.
¡El llamo! ¡Beau llamo! ¡Y yo lo echaba de menos!‖
Cinco minutos más tarde, Haven se desplomo aun estado en estupor en el suelo del
vestíbulo cuando Adam se apresuro a su rescate. Ella había sido la pesca de arrastre
de sus recuerdos una vez más, tratando de recordar una solo vez que Beau Decker
la hubiera decepcionado. Pero el siempre parecía saber si Haven necesitaba ayuda.
Cuando dos chicos de primer año habían tratado de ganarse el favor de los
enemigos de Haven corriendo con su ropa mientras ella tomaba una ducha después
de gimnasia, Beau había a parecido en el vestuario con una bata de laboratorio que
había robado de su clase de química. El había ceñido la cintura de la bata con su
propio cinturón, creando un pequeño vestido blanco que casi parecía elegante.
Luego fue el día en el que Bradley Sutton había acorralado a Haven en un aula
vacía y trato de besarla. Beau había ennegrecido mucho los ojos del chico y le
prometió que sería mucho peor si el delito se volvía a repetir. Estas y otras escenas
Haven recordó, podría haber llenado una docena de películas. Sin embargo cuando
Beau había llegado a ella por ayuda, Haven había perdido la llamada. Ella había
estado codeándose con los tontos famosos cuando debería haber ido a la búsqueda
de su mejor amigo.
Gordon Williams y sus hombres llegaron al hotel solo unos minutos después de
Adán. Haven todavía estaba demasiada agotada para hablar. Afortunadamente
Adán hizo la mayor parte de la conversación, mientras Haven se sentó en un rincón
de su cuarto y reprodujo el mensaje de Beau, cincuenta veces, tratando de descifrar
su significado. Cuando su cabeza comenzó a doler, Have cerró los ojos y sintió el
baño de fatiga sobre ella. Poco después de las ocho, la policía finalmente se fue.
Haven ya estaba dormida en el sofá cuando Adam intento darle las buenas noches.
Lo último que ella recordó fue su promesa de llamar. En su estado de somnolencia,
Haven casi le había pedido que se quedara.
EN SU SUEÑO, Haven estaba de regreso en la ciudad de snope. Ella supo el día.
Reconoció la ropa que llevaba puesta, la comida en la bandeja de la cafetería
enfrente de ella. Era un día que podía enviar un escalofrió de vergüenza.
Ella estaba sola. Beau había estado fuera de la escuela durante dos semanas, y por
siete horas cada día, Haven estaba en silencio. Nadie la hablo, y ella no hablo con
nadie. Si Beau no volvía pronto, le preocupaba que pudiera perder toda su voz.
Pero ella no podía quejarse. Tuvo que esperar. Beau no podía ser apresurado.
Haven sabía lo que se siente perder a un padre, pero su padre había muerto de
repente. El no había sufrido de la forma en que la madre de Beau lo había hecho.
Ella oyó el golpe de las bandejas sobre la mesa detrás de ella. Escucho a tres chicos
murmurando de la forma en que ella imaginaba solo las chicas podían. Era como si
ella no estuviera allí. Tal vez, pensó, no lo estaba.
―No he visto a Decker esta mañana. Supongo que va a perder otra practica.‖ Dewey
Jones señalo.
―Un par más y Coach tendrá que nombrar un nuevo mariscal de campo.‖ Dijo
Juntin Snead.
―Maldita sea, casi matan al papa de Decker.‖
―Si, bueno, el ya mato a su mama,‖ Bradley Sutton dijo. ―Ella se enfermo
inmediatamente después de que se entero que él era un maricon. Mi tío dice que
ella debe de haber muerto de un corazón roto.‖
La rabia era diferente a cualquiera que Haven hubiera experimentado nunca.
Quería dar la vuelta y lanzar su mesa contra la pared. Desgarrar la garganta de
Bradley con sus propios dientes. Patear a Dewey Jones hasta que solo fuese un
montón de carne sin vida. Tenía que haber defendido a Beau, cueste lo que cueste.
Pero no lo hizo. Cogió la bandeja y se alejó, lágrimas de ira borraron su visión. Fue
una decisión que debía lamentar por el resto de su vida.
CAPITULO VEINTITRÉS
Traducido por Purpleliem
¨Oh Dios mío, ¿Eres tú?¨ chilló la joven mujer que estaba siendo medida para un
vestido. Era una joven y prometedora actriz cuya cara estaba plasmada en posters
de película por toda la ciudad, pero Haven no podía recordar su nombre. Se había
presentado en la puerta del cuarto de hotel al amanecer con un mensaje de texto de
Alex Harbridge en su teléfono y un talonario de cheques en su mano. Haven se
había arrastrado fuera de la cama, se había puesto un albornoz y había agarrado la
cinta métrica. Los eventos del día anterior seguían rondando su cabeza, la llamada
extraña de Beau, la amabilidad de Adam. Haven no podía dejar de excavar a través
de detalles para encontrar algo de verdad. Un simple hecho en el que ella pudiera
confiar, pero ya nada tenía sentido.
De niña, había descubierto que su mente era más clara siempre que sostenía una
aguja entre sus dedos. Haven había recibido a su nueva cliente, deseando que un
poco de trabajo duro tal vez la ayudara a poner a sus pensamientos en orden. Pero
la chica se negó a dejar de parlotear. En el tiempo en que tomo tomar sus medidas,
Haven había escuchado acerca de las extensiones de cabello de la joven actriz, la
rutina de ejercicio y la lista de los actores famosos que ella se moría por llevar a la
cama.
¨ ¿Quién soy yo?¨
La chica se inclinó y empujó su teléfono debajo de la nariz de Haven. ¨ ¡Esta!¨
En la pantalla estaban dos fotografías que habían sido publicadas en una página
web de chismes. La primera mostraba a Haven, Alex y Calum saliendo del
restaurante el día anterior. La segunda foto tenía casi dos años, y era la única foto
que se habían tomado Iain y Haven en Roma juntos. Recordaba bien el momento,
ellos habían estado parados en el Ponte Sant‗ Angelo. Iain había estado rogándole
para que se quedara en Italia con él, si tan solo le hubiera dado lo que él quería en
ese momento. Haven dejo ir el pensamiento antes de que le pudiera romper el
corazón.
HEREDERO MORROW VISTO EN NUEVA YORK, se leía el titular.
¨Sí, esa soy yo¨ Dijo Haven, volviendo a su trabajo. No había punto en negarlo.
¨ ¿Tu eres la chica que heredo todo el dinero de Iain Morrow?¨ La joven actriz
preguntó, casi desmayándose ante el pensamiento. ¨ ¡Debes de estar revolcándote
en dinero! ¿Por qué te sigues molestando en hacer vestidos?¨
¨De hecho me agrada hacer esto¨ Haven la cortó. ¨Soy una artista, no una
costurera¨
¨Si, pero tú podrías venir solo con las ideas y pagar a alguien más…¨
¨ ¡Espera!¨ Dijo Haven, sosteniendo un dedo sobre sus labios.
Una vez que la chica dejó de parlotear, Haven pudo escuchar a alguien tocar la
puerta de su cuarto. Cruzó la alfombra de puntillas y miró a través de la mirilla de
la puerta. Un hombre joven con una camisa blanca y con unos lentes pasados de
moda estaba parado enfrente de ella, como si tuviera visión de rayos-x.
¨ ¿Si?¨ inquirió a través de la puerta.
¨Hola señorita Moore. Soy de la Sociedad Ouroboros, Adam se estaba preguntando
si tal vez tuviera un momento. Él me dijo que le dijera que ha habido algunas
noticias nuevas¨
Haven se puso sus zapatillas deportivas. Cualquier noticia tenía que ser acerca de
Beau.
¨Espera… ¿te vas a ir?¨ la joven actriz gimoteó. ¨ ¿Qué hay acerca de mi vestido?¨
¨Ya tengo todas tus medidas¨ le dijo Haven. ¨Vuelve mañana¨
¨ ¿Mañana?¨ la chica repitió atónita. ¨ ¿Tan pronto?¨
¨Sip¨
¨ ¡Espera!¨ la chica chilló mientras Haven corría atravesando la puerta en dirección
al pasillo. ¨ ¿No te vas a poner algo de ropa?¨
Transeúntes arropados en sus abrigos de invierno se giraban para clavar la mirada
en Haven mientras corría alrededor del parque en la bata de baño adornada con el
logo del hotel Gramercy Gardens. No presto más atención a las personas en las
aceras como lo hizo al aire que estaba haciendo su mejor esfuerzo en empujarla de
regreso al hotel.
Era un cuarto para las nueve, la Sociedad de Ouroboros no estaba abierta para los
negocios. Dos padres esperaban al otro lado de la calle, viendo sus relojes
impacientemente mientras sus hijas de nueve años oscilaban tratando de atravesar
la reja que rodeaba el parque Gramercy. Haven saltó los escalones de la mansión, la
puerta estaba abierta para dejarla pasar.
¨Por aquí, señorita Moore¨ dijo una mujer vistiendo el uniforme estándar de la SO.
Guió a Haven escaleras arriba y la dejó en una oficina del tamaño de un closet, su
única mueblería eran dos sillas negras, un escritorio de madera y un teléfono de
disco*. Adam estaba sentado con sus pies encima de su escritorio.
Por un momento, Haven olvidó el motivo de su visita. ¨ ¿Aquí es donde trabajas?¨
Preguntó, una caja de cartón podría haber tenido tener más carácter.
¨Tengo más de una oficina¨ dijo Adam con una sonrisa. Sus ojos viajaron desde su
cabeza hasta la punta de sus pies. ¨Para una persona que diseña ropa tan hermosa,
gastas una sorprendente cantidad de tiempo deambulando alrededor de la ciudad
en batas. Creo que prefiero la que estuviste usando la semana pasada en el spa¨
¨ ¿Qué has escuchado acerca de Beau?¨ preguntó Haven desinteresada en estar
perdiendo el tiempo en coquetear o en charlas intrascendentes.
¨Cierto¨ Adam deslizó sus pies del escritorio y se puso manos a la obra. ¨Recibí una
llamada del comisario Williams esta mañana, me dijo que ha habido un descanso
en el caso. Ellos han estado mostrando la foto de Beau Decker a la gente que
trabaja en los alrededores de la gasolinera donde tu amigo ubicó su llamada.
Anoche se cruzaron con un vendedor de sombrillas en la esquina de la avenida
Frederick Douglass y la calle 112. Varios días antes, el vio a un hombre que
coincidía con la descripción de Beau que salía de un taxi con una maleta. Él pensó
que Beau podría haber ido a uno de los edificios de la calle 112.¨
¨ ¿La policía lo encontró?¨ Haven pregunto sin aliento.
Adam levantó una mano para evitar que ella saltara a más conclusiones. ¨No, no
aún, el hombre de las sobrillas no vio a que edificio entró Beau. Ellos están
buscando la cuadra entera en lo que estamos hablando, te llamaré al momento en
que escuche algo más, pero hay algo más que deberías saber.¨
¨ ¿Qué?¨
Adam frunció el ceño, las noticias no eran nada buenas. ¨Otro par de oficiales
pasaron a hablar con una propietaria de una tienda deli** de la zona, ella afirma
haber visto a Beau también. Aparentemente pasó por su tienda ayer en la tarde.
Había dos personas con él, un hombre y una mujer, pero ella no vio bien a ninguno
de ellos¨
¨ ¿Estaba el bien?¨ Haven sostuvo su aliento mientras esperaba la respuesta.
¨Sí, pero hay una razón por la cual ella recordó haberlo visto¨ dijo Adam. ¨La
propietaria de la tienda deli dijo que él se veía como si hubiera estado en una
pelea¨
¨ ¿Una pelea?¨ Haven se quedó sin aliento.
¨La cara de Beau estaba amoratada y estaba caminando con una cojera¨
¨ ¡Oh Dios mío! ¡¿Qué le han hecho?!¨ no pudo más que recordar la terrible
historia que Phoebe le había ofrecido como advertencia. Hasta entonces, Haven
había evitado pensar en el miembro de la sociedad quien había sido torturado y
asesinado por una amante de otra vida. Si Haven daba un paso dentro de esa
oscuridad, sabía que tal vez nunca encontraría la salida, pero ahora tenía que
considerar la posibilidad de que la historia de Beau tendría también un trágico
final.
¨Haven¨ Adam penetró sus frenéticos pensamientos. ¨No dejes a tu imaginación
enloquecer, trata de enfocarte en los hechos de ahora mismo. Beau está vivo, no
está lastimado críticamente y ahora que la policía se han concentrado en una
cuadra no deberá tardar tanto en que Beau este de vuelta en casa.¨
¨ ¿Estás seguro?¨ Haven preguntó a través de lágrimas.
¨Gordon Williams me dio su promesa¨
El alivio fue tan poderoso que Haven casi se dejó caer de rodillas, ella no podía
creer que la prueba podría terminar pronto. Una vez que Beau estuviera en casa, ya
no habría más horribles visiones que soportar. No más noches sin dormir gastadas
preocupándose acerca de las dos personas que ella amaba más en el mundo.
¨Realmente espero que el comisario Williams este en lo correcto¨ ella dijo
limpiándose las lágrimas de sus ojos. ¨Gracias Adam. No puedo decirte lo
agradecida que estaré, prometo que nunca lo olvidaré. ¨
Ella se quería ir pero pudo ver que Adam no había terminado con ella.
¨Ha sido un placer Haven¨ él dijo ¨Supongo que estarás dejando la ciudad de
Nueva York tan pronto como Beau haya sido rescatado. Sé que el momento no es el
ideal, pero tal vez no tenga la oportunidad de verte otra vez por algún tiempo.
¿Podría pedirte un simple favor antes de que te vayas?¨
¨ ¡Por supuesto!¨ Haven soltó antes de tener la oportunidad de detenerse.
¨ ¿Cenarías conmigo?¨
Haven luchaba por no hacer muecas, debió haberse dado cuenta de que podría
haber una trampa. Eso era porque Adam la había convocado a la SO en lugar de al
hotel, ahora que la había ayudado esperaba ser recompensado. ¨Desearía poder,
pero voy a estar ocupada¨ la excusa sonaba apresurada e insincera. ¨Alex
Harbridge le dio mi nombre a una de sus amigas famosas, la chica necesita un
vestido lo más pronto posible y realmente estoy atrasada¨
¨Entiendo¨ dijo Adam.
Haven esperó que insistiera, pero él no lo hizo. ¨Realmente lo siento¨ le dijo Haven
y esta vez lo decía en serio. Él se había salido de su camino para ayudarla y él no
había pedido demasiado devuelta. ¨Supongo que debería irme¨
¨Detente¨ Adam ordenó. El corazón de Haven comenzó a golpear fuertemente.
¨ ¿Sí?¨
¨¨No puedo dejarte salir en una bata, es mitad de invierno. Al menos permíteme
encontrarte un abrigo apropiado para que te pongas¨ el salió de su oficina y llamó
escalera abajo. ¨Madison. ¿Podrías traer un abrigo para Haven?¨
En menos de un minuto, una despampanante mujer joven estaba apurándose
escaleras arriba con un lustroso abrigo de piel acunado en sus brazos.
¨Haven no usa piel¨ Adam informó a la chica, él ni siquiera la había mirado. ¨Ve y
encuentra algo más¨
¨Creo que es falsa, señor¨ replicó Madison.
¨No importa si es real o no, no lo puedo aceptar¨ le dijo Haven a Adam.
¨ ¿Aceptarlo? ¿Quién dijo que te lo estaba dando, Haven? Pertenece a alguien de mi
gente, simplemente te lo estoy prestando¨ Adam ayudó a Haven a deslizarse en el
abrigo. Con sus brazos adentro ella instantáneamente se sintió caliente.
¨Voy a hacer que un empleado del hotel te lo traiga devuelta¨
Una vez que estuvo abrigada, Adam puso sus manos en sus hombros y mantuvo a
Haven en su lugar mientras sus ojos se clavaban en ella.
¨ ¿Vendrás a decir adiós antes de que te vayas?¨
¨Lo hare¨ dijo Haven, haciendo una promesa que ella no estaba segura de que sería
capaz de mantener.
AFUERA, EL SOL se sentía un poco más brillante y el viento se había calmado.
Gordon Williams había prometido que Beau estaría en casa pronto, un poco
maltratado tal vez, pero vivo. Por primera vez en días, Haven no sentía pánico
empujando a su espalda. Había sido atrapada en un oscuro laberinto, corriendo por
los pasajes equivocados, llegando a callejones sin salida y confrontando monstros a
cada giro. Al final habría podido encontrar el camino correcto. Beau estaba
esperando en el centro del laberinto y Haven estaba casi ahí. Se imaginó lanzando
sus brazos alrededor de él, sintiendo sus pies dejando el piso como él le daba
vueltas. Guiaría a su mejor amigo devuelta a la seguridad, haciéndole jurar que él
nunca volvería a Nueva York. Entonces ellos dos podrían al fin ir a casa.
Casa. El pensamiento de Roma casi se robó la primavera del paso de Haven. Había
estado tan concentrada en la libertad que ella no había considerado que podría
encontrar cuando la alcanzara. Gracias a la demanda de Virginia Morrow, el
apartamento de la Piazza Navona estaría fuera de los límites. La Boutique de Haven
en la Via dei Condotti se cerraría. Haven sabía que su ciudad de oro seria ahora
más que una pequeña memoria. Ella e Iain tendrían que encontrar un nuevo lugar
donde vivir.
Pero ese era un dilema de otro día. Como Haven rodeaba el parque, vio un taxi
familiar con la marcha en vacío del otro lado de la calle del hotel Gramercy
Gardens. Chandra estaba sentada al volante, esperando para transportar a Haven a
su siguiente cita con el Horae, una cita que Haven no estaba en condiciones de
cancelar. Ella no necesitaba la ayuda de Phoebe para encontrar a Beau. El Horae
podría bloquear ¨los magos¨ lejos por su propia cuenta. Adam había sido el que
había venido al rescate de Beau. Haven no tenía necesidad de recompensar su
amabilidad con traición.
Cuando alcanzó el taxi, Haven hizo señas para que Chandra bajara la ventana.
¨ ¿Qué tienes que hacer para conseguir ese abrigo?¨ la chica preguntó. ¨Se ve muy
elegante¨
¨Es solo un préstamo¨ Haven le informó.
¨ ¿Estas lista para irte?¨ Chandra preguntó. ¨No quieres llegar tarde otra vez¨
¨Por favor agradécele a Phoebe por toda su ayuda, pero no estaré visitando el
Horae más¨ dijo Haven. ¨Estoy en el borde de encontrar a mi amigo¨
Chandra rió. ¨Estas bromeando¨
¨Para nada. Desearía poder agradecer a Phoebe en persona, pero debo estar aquí y
conseguir más trabajo hecho. Necesito hacer algo de dinero antes de volver a casa.¨
¨ ¿Has perdido la cabeza?¨ Chandra demandó como si el cambio no tuviera sentido
para ella.
¨No lo creo¨ Haven replicó.
¨ ¿Pero y si estas mal? ¿Y si no encuentras a tu amigo y el termina lastimado? ¿Y si
el termina muerto?¨ Chandra escupió la última palabra a Haven, como si la idea
fuera algo que saboreaba.
¨No estoy equivocada¨ Insistió Haven, sorprendida por el tono de la chica. Sabía
que el Horae no estaría contento, pero no había esperado tanta furia.
¨ ¡Tu hiciste un trato con nosotros Haven!¨
¨Lo siento, el trato está terminado¨ le dijo Haven. Se apartó del coche y se dirigió
hacia la entrada del hotel. Detrás de ella, el taxi de Chandra chilló en la calle.
UNA VEZ QUE HAVEN ESTUVO en su cuarto, resistió la urgencia de hacer alguna
llamada hasta que tuviera noticias reales que compartir. En lugar de eso, comenzó
a trabajar en el vestido de la joven actriz, usando uno de los rollos de tela apoyados
en la pared de su habitación. Trabajó con un ojo en el teléfono, pero como los
minutos pasaban, Haven comenzó a sospechar que debería haber mantenido sus
esperanzas contenidas. Algo estaba mal, lo podía sentir. Si la policía supiera donde
encontrar a Beau ¿Qué podría estar tomando tanto tiempo?
Tres horas después, Haven terminó la última puntada de una impresionante
versión de un vestido azul pálido que había sido un éxito de ventas en su tienda en
Roma. Justo cuando estaba cubriendo cuidadosamente en una percha, una luz
destellante en su teléfono le dijo que un correo electrónico había llegado. Dejó caer
el vestido al suelo y abrió el mensaje.
¨Bienvenida a la Sociedad Ouroboros, Haven Moore.¨ se leía la nota ¨Una cuenta
ha sido abierta a tu nombre y un deposito ha sido recibido de Lucy Fredericks¨
¨ ¿Qué demonios?¨ Haven murmuró, finalmente recordando el nombre de la joven
actriz. Le había dicho a la chica que le pagara en efectivo. Ahora Haven tenía una
cuenta SO que nunca había querido. Necesitaba cerrarla lo más pronto posible,
pero solo había una persona a la que se atrevía a preguntar por instrucciones.
Haven marcó el número de Frances Whitman. Si no podía llegar a Iain por
teléfono, tendría a Frances entregando el mensaje la siguiente vez que lo viera.
¨ ¿Haven? ¿Cómo están yendo las cosas?¨ preguntó Frances.
¨Genial, podemos estar cerca de encontrar Beau¨ deseó sonar con más seguridad.
¨ ¡Esas son noticias maravillosas!¨ exclamó Frances ¨ ¿Dónde ha estado?¨
¨Te contare sobre eso después, estaba deseando poder hablar con Iain por un
momento¨
¨ ¿Iain? No lo he visto en días¨ dijo Frances. ¨Pensé que estaba manteniendo tu
empresa¨
¨ ¿No lo has visto en días?¨ Preguntó Haven, advirtiéndose a sí misma de mantener
la calma. ¨ ¿No ha estado el durmiendo en tu casa?¨
¨No por las últimas noches. ¿Dónde crees que se esté quedando?¨ Haven podía
escuchar la creciente ansiedad de Frances al mismo ritmo que la de ella. ¨ ¿No está
el preocupado de que alguien valla a verlo? Por el amor de Dios, Haven. ¿Alguno de
ustedes tiene algún sentido? ¡Iain se supone que está muerto!¨
Hubo un sonido en la línea. ¨Espera, Frances¨ dijo Haven. ¨Tengo otra llamada, tal
vez sea Iain.¨ Cambió la llamada. ¨ ¿Hola?¨
¨ ¿Haven Moore?¨ el hombre habló con acento familiar de Brooklyn.
¨ ¿Si?¨
¨Soy Gordon Williams del Departamento de Policía de Nueva York. Estaba
preguntando para hablar con usted directamente. Sé que ha sido informada de que
hemos estado pasando el día siguiendo una pista prometedora. Sin embargo, me
temo que no hemos sido capaces de localizar a su amigo, Beau Decker. ¨
¨ ¿Qué? ¡Pero usted lo prometió!¨ Haven casi chilló.
¨Me disculpo, señorita Moore. Debería haber sido más prudente¨
¨ ¿Así que solo está renunciando? ¡No se puede detener! ¡Tiene que encontrarlo!
¡Esa mujer de la tienda deli dijo que había sido herido!¨
¨Déjeme asegurarle que vamos a seguir buscando. He sido instruido para extender
la búsqueda a cuadras vecinas¨ el comisario Williams sonaba resignado, como un
hombre enviado a cazar snipes*** ¨Pero si le sucede que recuerda cualquier cosa
más, por favor contáctese conmigo inmediatamente. Cualquier pista será
bienvenida en este ahora mismo¨
¨Lo haré¨ murmuró Haven.
¨No pierda la esperanza¨ el comisario Williams dijo.
¨Lo intentaré¨ dijo Haven. Ella colgó, olvidándose de Frances en la otra línea. El
pánico estaba de vuelta. Había alcanzado otro callejón sin salida, el laberinto se
estaba cerrando entorno a ella. Necesitaba actuar, pero no había nada que pudiera
hacer.
El teléfono del hotel sonó, lo agarró como una cuerda de rescate.
Era alguien de la recepción. ¨Tiene una entrega, señorita Moore. ¿Puedo
enviársela?¨
¨Si¨ Haven se sintió volver a caer en la desesperación.
El repartidor quien tocó la puerta estaba completamente envuelto de flores. El
enorme ramo de peonias blancas como la nieve en sus brazos eran perfectas, no
había ni un pétalo fuera de lugar.
¨ ¿Dónde le gustaría que las pusiera?¨ el preguntó.
¨En la cómoda, supongo.¨ dijo Haven demasiado distraída para enviarlas lejos.
Sacó una tarjeta del ramo mientras el hombre iba pasando.
He oído las noticias. Es sólo un revés. No vamos a renunciar. Con amor, Adam
Terribles pensamientos comenzaron a echar raíces en la mente de Haven. ¿Podría
Adam haber saboteado la investigación solo para mantenerla en la ciudad? ¿Había
sido la búsqueda una farsa desde el principio? ¿Y si había cometido un terrible
error? ¿Y si había confiado en la persona equivocada? Pero el miedo viene con una
luz pálida de la esperanza. Si ella había hecho la elección correcta, Beau seguía
teniendo una oportunidad. Si nadie podía encontrar a Beau, era la cabeza de la
Sociedad de Ouroboros.
El repartidor se fue sin cerrar la puerta y Haven escuchó a alguien tarareando una
canción temática de una película de Disney afuera de su cuarto. Una pequeña niña
de no más de siete u ocho años estaba saltando por el pasillo oscuro, vestía una
ancha sonrisa en su cara bonita y sostenía un racimo de narcisos en una mano. Se
detuvo enfrente de Haven y empujó el pequeño ramo hacia ella.
¨ ¿Eres Haven?¨
¨Soy yo¨
¨Entonces estas son para ti¨ la niña dijo.
¨ ¿Para mí?¨ Haven preguntó ¨ ¿Tú las recogiste?¨
¨No, son de un chico. Él dijo que te dijera…¨ la niñita cerró sus ojos y trató de
recordar sus líneas. ¨Él dijo que le recuerdan a Roma, dijo que te extrañaba pero
que casi ha arreglado todo y el vendrá a verte pronto¨
Iain.
¨ ¿Dónde hablaste con él?¨ le preguntó a la niñita.
¨En el parque¨ dijo la niña, saltando por el pasillo.
¨ ¡Georgia!¨ la voz de una mujer llamó desde un cuarto a la vuelta de la esquina. La
niñita le ofreció un ademan y entonces se había ido.
HAVEN ENCONTRÓ un vaso en el baño y puso los narcisos en él. Las pesadas
cabezas de los narcisos colgaban de un lado del vaso. Durante la única primavera
que Iain y ella pasaron en Roma, el apartamento de Haven había sido llenado con
flores amarillas. Cada vez que Iain hizo un mandado, había regresado agarrando un
puñado de narcisos. Para abril, todos los jarrones del apartamento estaban en uso y
flores derramadas de vasos, portalápices y latas vacías estaban iluminando todas
las habitaciones como los parches de la luz solar.
Haven colocó los narcisos junto a su cama y rezó para que Iain realmente tuviera
arreglado todo. Ella estaba más desesperada ahora de lo que nuca había estado.
Quería a Iain siendo el héroe, pero si él no podía, Haven ya no dudaría en acudir a
Adam.
*Tipo de teléfono anticuado en el cual el marcado se efectuaba haciendo girar el
disco (en lugar de los de teclado)
**Del sustantivo Delicatessen. Es un término que significa "delicias" o "alimentos
de excelente calidad".
***Es una forma de persecución de gansos salvajes que es un tipo de broma de mal
gusto que involucra a personas con experiencia burlándose de crédulos recién
llegados, dándoles una tarea imposible o imaginaria.
CAPÍTULO VEINTICUATRO
Traducido por Purpleliem
Corregido por Lore1889
―¡Lo trajimos a Florencia! ¡Juraste que ayudarías!‖ La niña pequeña gruñó. Había
venido a Beatrice como había hecho en el pasado, disfrazada de una hija de uno de
los funcionarios. Al principio Beatrice se había sorprendido al escuchar a un niño
hablar como ella, pero Beatrice había visto cosas desde ese primer encuentro que
hizo que la niña pareciera muy normal ahora.
―Yo no tenía nada para vivir cuando estuve de acuerdo en ayudarte‖ Beatrice le dijo.
―Esta casa era una jaula, he sido puesta en libertad‖.
―¿Y no te importa lo que va a pasar con la gente de aquí?‖
―¿Por qué debo sacrificar mi libertad para ellos cuando nunca han movido un dedo
para ayudarme? No he visto ninguna prueba de las afirmaciones que haces. Mi
prometido hace lo que sea que le pida. Incluso si él es todo lo que dices, puedo
asegurar que la profecía nunca llega a pasar‖.
La niña la miró con repugnancia absoluta. ―Has vendido tu alma, Beatrice Vettori.
Lo que sea que pase ahora, estará en tu cabeza‖.
―¿HOLA?‖ HAVEN MURMURÓ en el teléfono.
―Estoy aquí con Calum‖ era Alex Harbridge. ―Estamos en el vestíbulo. Tienes
exactamente diez minutos para cepillarte el pelo y traer tu culo aquí‖.
―No le digas que se cepille el pelo‖. Haven escuchó a Calum gemir en el fondo. ―Eso
podría tomar horas‖.
―No puedo pasar el rato en este momento‖ dijo Haven. ―Acabo de despertarme de
una siesta y tengo un millón de cosas que hacer‖.
―¿Qué cosas?‖ Preguntó Alex. ―Sé que es un hecho que no tienes más órdenes de
vestidos que hacer por el momento. Recibí una llamada de Lucy Fredericks esta
mañana diciendo lo emocionada que estaba con tu trabajo, sólo espero que su
vestido no sea más bonito que el mío. Por lo que has acabado, disfrútalo. Ahora
vamos a gastar algunos de los puntos que has hecho‖.
Haven frunció el ceño. Ella tenía veinte puntos en la cuenta de la Sociedad de
Ouroboros que Lucy Fredericks había abierto sin su permiso.
―Te dije que no soy miembro, Alex‖ dijo Haven. ―Y nunca lo seré‖.
―Me parece muy bien‖ dijo Alex. ―Pero eso no significa que los puntos que tienes
deban de irse a la basura. Vamos, puedes encontrar alguna manera de darme las
gracias por convertirte en una diseñadora de modas de estrellas de rock‖.
―Realmente no puedo‖.
―Sí puedes, Haven‖ Alex la reprendió. ―Lucy me dijo que cuando ella recogió su
vestido esta mañana, tú estabas vistiendo exactamente lo mismo de ayer. Ella dijo
que parecía que estabas empezando a ir toda vagabunda. Le tuve que asegurar que
te bañas regularmente‖.
Haven miro alrededor a la habitación de la que ella apenas había salido en dos días.
Lucy tenía razón, ella no se había bañado en un tiempo. Ella no se quería arriesgar
a perder una llamada, pero el teléfono no había sonado. Beau seguía perdido. Ni
Adam ni Iain habían hecho honor a sus promesas y Haven se estaba empezando a
preguntar si había cometido un terrible error al romper el contacto con el Horae.
―Estás abajo en ocho minutos‖. Alex le informó. ―No quieres ver que escenas soy
capaz de hacer‖.
―Muy bien.‖ Haven dijo con una rabieta. ―Pero denme veinte, necesito tomar una
ducha‖.
ELLA ENCONTRÓ A ALEX y Calum acurrucados juntos en uno de los sillones
dobles en el vestíbulo del hotel. Ellos hacían tan hermosa pareja que era difícil de
imaginar que eran reales.
Perfectos, características de porcelana y cabello que brillaba como el cobre y el oro.
Alex llevaba un abrigo en un tono púrpura profundo que complementaba
perfectamente con la bufanda de color lavanda metida en el cuello de la chaqueta
de Calum. Parecía como si acabaran de salir de un libro de Fitzgerald o de la
portada de alguna revista de moda vintage. Haven se preguntaba si sus conjuntos a
juego podrían haber sido una coincidencia.
―Oh nena, estás luciendo un poco desaliñada‖. Calum anunció tan pronto vio a
Haven ―Tal vez deberías haber cepillado tu cabello después de todo‖.
―Tendré que estar de acuerdo en eso con Calum.‖ Alex concordó. ―¿Qué dices si nos
deshacemos de nuestra compañía masculina y nos consentimos un poco? Conozco
un spa en la calle Morton…‖
―¡No!‖ Espetó Haven con un poco de fuerza excesiva.
―¿Ves? Ella no puede soportar estar lejos de mí‖. Calum se levantó y arrojó un
brazo por los hombros Haven. Él le dio a Alex una sonrisa petulante. No se trata
sólo de los caballeros, todas las mujeres me aman también.
―Si no es el spa, entonces ¿qué tal un poco de cultura?‖ Alex preguntó.
―Eso suena esplendido‖ Calum respondió con un acento inglés perfectamente
elegante.
―Creo que un poco de cultura puede ser justo lo que esta joven dama necesita‖.
Estaba claro que ellos tenían un plan.
Los dos engancharon sus brazos en los de Haven y prácticamente la arrastraron a
través del vestíbulo hacia la acera. Una SUV* negra estaba esperando al trio.
―El Museo Metropolitano de Arte‖ Alex le dijo al chofer.
―Es lunes‖ dijo Haven. ―¿No están la mayoría de los museos cerrados en lunes en
Nueva York?‖
Calum y Alex rieron. ―Para nosotros no lo están‖ dijo Calum.
UNA MUJER SE ENCONTRÓ con ellos dentro de las puertas principales del
museo. Vestida en una blusa blanca y un traje gris sin forma, ella era claramente
una mujer de la Sociedad. Ellos incluso se habían filtrado en la venerable reunión.
―Todo se ha arreglado como de costumbre, señorita Harbridge‖ la mujer les
informó. ―¿Recuerda cómo llegar a la galería?‖
―¡Por supuesto!‖ Alex pasó por delante de la mujer, con apenas un segundo vistazo.
Calum y Haven se rezagaron detrás de ella mientras hacía su camino a través del
vacío laberinto del primer piso del museo y bajaban unas escaleras. Por ultimo Alex
llegó a su destino. Afuera en una galería había una mesa pequeña. Encima de la
mesa había tres copas de cristal y una botella de champaña. Alex quitó el corcho y
sirvió.
―Gracias.‖ dijo Haven, aceptando una copa, aunque era apenas mediodía y un poco
demasiado pronto para el consumo de alcohol.
―Por Haven‖ Alex levantó la copa de champaña. ―Que sus diseños se exhiban en
este museo un día‖ vació su vino y se sirvió otra copa. ―Vamos a explorar‖.
Haven entró en la galería y se encontró rodeada de maniquíes pálidos y delgados
cuyos ojos desalmados asomaban de cajas de cristal. Cada uno llevaba el vestuario
de una época lejana. Había vestidos de la corte española bordados con oro robado
de los templos aztecas y vestidos del siglo XIX con alborotos que habrían tenido a
damas rendidas por ser incapaces de sentarse. Algunos de los maniquíes posaron
para cámaras invisibles, mientras que otros ocultaron sus rostros detrás de
abanicos pintados a mano. Haven encontró el efecto desconcertante; el museo de
espectros blancos perfectos no tenía por qué personificar las mujeres de carne y
hueso que habían dejado sus pertenecías atrás.
―¿Qué es este lugar?‖ Haven preguntó.
―Es el Instituto de Vestuarios‖ Alex explicó. ―Vengo aquí todo el tiempo. Trato de
imaginarme en otras vidas, vistiendo algo como eso‖. Se detuvo enfrente del
vestido escarlata adornado con perlas y granates. ―Me pregunto cómo era‖ dijo con
nostalgia antes de moverse.
―Alex no recuerda mucho sobre sus vidas pasadas‖ Calum confió en un susurro.
―Sus padres nunca estaban al tanto de las cosas que decía cuando era pequeña.
Ellos pensaban que estaba loca y tengo la corazonada de que todavía lo hacen.
______________
*Vehículo deportivo utilitario (traducción del inglés: Sport Utility Vehicle,
abreviado SUV).
Conocí a Ma y Pa Harbridge en Navidad. No le digas a Alex que lo dije, pero son las
personas más aburridas de la tierra. Sse inquietan si hablas acerca de algo que no
sea futbol o el clima. Pero la dulce pequeña Alex piensa que son fabulosos‖.
―Alex debe recordar unas pocas cosas‖, dijo Haven. ―Ella me dijo que ha sido actriz
por sus últimas siete vidas‖.
―Todo lo que sabe es lo que Pythia le ha dicho. Por cierto, ¿Alex ha mencionado que
era Marilyn Monroe?‖
―¿Tu realmente crees eso?‖ tenía que ser una de las mentiras de Phoebe. ―Alex
parece lista. ¿No era Marilyn Monroe un poco tonta?‖
―No, en lo más mínimo. Tenía un gran sentido del humor. Los críticos tal vez
pudieran haber notado que ella era una actriz bastante buena también, si no
hubieran estado tan centrados en sus tetas‖.
―¿Y tú?‖ Haven preguntó. ―¿Qué tanto recuerdas?‖
―¿Yo? Ya no mucho. Tuve suerte de que mi mamá me trajera a la SO cuando
todavía era muy joven. En ese entonces, solía hablar sobre tres vidas diferentes.
Aclamaba que había sido un famoso actor en el siglo diecisiete. De hecho,
Shakespeare pudo haber escrito el papel de Hamlet por mí. Un siglo o dos después
era un actor infantil bien conocido, pero morí a consecuencia de alguna horrible
enfermedad degenerativa. En mi última vida fui Wallace Reid‖.
―¿Quién?‖ Haven preguntó.
Calum frunció el ceño. ―Wallace Reid fue una estrella del cine mudo ‗El más
perfecto amante de la pantalla‘. De todos modos, todo va para demostrar que mi
madre estaba convencida de que estaba destinado a hacer grandes cosas.‖
―Ella debe de estar muy orgullosa‖, dijo Haven. ―Tú lo has hecho muy bien por ti
mismo‖.
―Todo es relativo.‖ Calum replicó con nada de su usual sarcasmo. ―Nosotros ya no
hablamos mucho‖.
―Ei, ustedes dos, ¿quieren ver algo sorprendente?‖ Alex les habló. ―Déjenme
mostrarles lo que vi un par de semanas atrás. Debe de ser nuevo, porque estoy
segura que lo hubiera notado antes.‖ Estaba parada enfrente de un brillante vestido
flapper* cubierto con miles y miles de cuentas de oro. Había 10,725 cuentas para
ser exactos y cada una era de veinticuatro quilates de oro puro. Haven sabía esto a
ciencia cierta porque el vestido había sido suyo cuando su nombre era Constance
Whitman. Sintiéndose mareada, usó la placa situada cerca de la punta del pie del
maniquí como excusa para agacharse un momento y recuperar el aliento.
__________________
* Anglicismo que se utilizaba en los años 1920 para referirse a un nuevo tipo de
mujeres jóvenes que usaban faldas cortas, no llevaban corsé, lucían un corte de
cabello especial, escuchaban música no convencional (jazz), usaban mucho
maquillaje, bebían licores fuertes, fumaban, conducían, con frecuencia a mucha
velocidad, y tenían otras conductas similares, que eran un desafío a las leyes o
contrarias a lo que se consideraba socialmente correcto.
VESTIDO DE NOCHE, DE SEDA CON CUENTAS DE ORO, C.A. 1924
REGALO DE UN AMIGO DE LA FAMILIA WHITMAN.
―¿Qué estás haciendo ahí abajo?‖ Alex preguntó.
―Leyendo la descripción‖ Haven contestó.
―Bueno levántate y échale un vistazo al brazo del maniquí‖.
Haven se seguía sintiendo un poco mareada cuando se levantó y sus rodillas casi
cedieron cuando vio la banda de oro en el brazo blanco fantasma. Era una serpiente
con dos ojos de rubí, su cola sujeta dentro de sus fauces. Un ouroboro**.
―¿Crees que pertenece a uno de nosotros?‖ Alex preguntó.
―No lo sé‖ dijo Calum. ―¿Cuándo fue la Sociedad fundada?‖
―Mil novecientos veintitrés‖ Haven respondió y los dos se giraron para mirarla.
―¿Cómo sabes?‖ Calum inquirió. ―Tú no eres siquiera un miembro.‖
―Yo lo era en ese entonces‖ dijo Haven. ―Yo hice este vestido y esa es mi joyería.‖
―¡No me digas!‖ exclamó Alex. ―Sabía que había una razón por la que se suponía
debía traerte aquí. ¿Piensas que tal vez sea psíquica o algo?‖
―¡Deja de felicitarte a ti misma y deja a la chica hablar!‖ Calum demandó. ―Me estoy
muriendo aquí‖.
―¡No, no espera!‖ Alex insistió. ―Esto es demasiado bueno para hablar de pie,
vamos a almorzar y Haven nos puede contar todo‖.
―Excelente sugerencia.‖ Calum trinó mientras se ponían en camino escaleras arriba
hacia el primer piso.
―¡Ei!‖ Haven llamó cuando ellos se dirigían a la galería de arte egipcio. ―No creo que
la salida este por ese camino‖.
―Por supuesto que no lo está‖ Alex dijo. ―Acabamos de llegar ¿Por qué nos
tendríamos que ir?‖
Juntos vagaron por el antiguo templo de piedra Dendur, pasaron relucientes
armaduras medievales y en torno de una estatua de Andrómeda encadenada a un
acantilado junto al mar. Dentro de uno de los salones de época franceses, Alex y
Calum saltaron una cuerda de terciopelo y se hicieron en su casa en un par de
sillones con patas doradas.
_______________
**Es un símbolo que muestra a un animal serpentiforme, engullendo su propia
cola, conformando con su cuerpo una forma circular. El ouroboro simboliza el
esfuerzo eterno, la lucha eterna, o el esfuerzo inútil, ya que el ciclo vuelve a
comenzar a pesar de las acciones para impedirlo.
Las tres paredes de la habitación tenían paneles de color blanco adornado con oro.
El ambiente era refinado y opulento, a pesar del olor inconfundible de las
salchichas en el aire.
―Sírvanse‖ dijo Alex. Una consola francesa del siglo XVIII sostenía varias bandejas
de plata cubiertas. Calum se levantó de un salto y levantó una de las tapas.
―¿Hot dogs?‖ gimió. ―Estamos sentados en una habitación tomada de la casa de los
marqués de Cabris, ¿Y vamos a comer hot dogs?‖
―Me gustan los hot dogs‖ dijo Alex. ―Y también a los franceses. No seas tan
altanero, Calum. No es muy atractivo. Además, la gente que construyó esta
habitación no eran tan finos como tú piensas, ellos solían hacer pis en las
esquinas‖.
―¿Recuerdas eso?‖ Calum chilló de risa.
―No, lo leí en un libro‖ dijo Alex.
Haven pasó de los hot dogs, pero se sirvió una taza de café de la cafetera de plata
que parecía como si hubiera sido arrancada de otra parte del museo.
―¡Mierda!‖ gritó Calum. El accidentalmente había salpicado de mostaza carnaval***
la tapicería de trescientos años de edad y estaba dándole golpecitos ligeros con una
servilleta de algodón blanca.
―De acuerdo‖ dijo Alex ignorando a Calum maldecir. ―Escúpelo Haven, ¿quién era
la chica con el vestido de oro?‖
―¿Qué es lo que sabes acerca de la historia de la SO?‖ preguntó Haven.
―No mucho‖ dijo Calum, levantando la vista de su tarea. ―La única historia que me
fascina es la mía‖.
―Estás estancado‖ Alex resopló cómicamente.
Haven vaciló, pero no pudo pensar en una razón para no decirles. ―En la década de
1920, era una chica llamada Constance. Ella era una de los miembros originales de
la Sociedad de Ouroboros. Empecé a tener visiones de su vida cuando era apenas
una niña pequeña. Ella y su novio murieron en un incendio en 1925. Sabía que el
fuego no había sido un accidente, así que vine a Nueva York cerca de un año y
medio antes para averiguar qué había sucedido en realidad‖.
―¿Qué había sucedido?‖ Alex se acercó al borde de su asiento.
―Ellos habían sido asesinados por una chica que estaba enamorada del novio de
Constance‖. Haven se olvidó de añadir que la asesina había renacido como Padma
Singh.
―¡Oh, Dios mío!‖ dijo Alex. ―¡Eso es horrible! Así que ¿Constance amaba realmente
a este chico con el que murió?‖
________________
*** Salsa original de la familia de mostazas Vivi.
―Si‖.
―Así que tal vez se encontrarán de nuevo. Sabes que ese tipo de cosas pasan todo el
tiempo. Hay muchas personas de la SO que piensan que han descubierto al
indicado‖.
Haven resistió la urgencia de compartir demasiado. Seguía sin conocer muy bien a
Alex y Calum, pero ella los conocía lo suficiente para confiar en ellos con secretos.
―Nosotros nos encontramos‖.
―¡¿Y?!‖ Calum animó.
―¿Qué sucedió?‖ Alex preguntó.
―Primero el me decepcionó. Después el murió, en otro incendio.‖
―Tú estás hablando de Iain Morrow, ¿no?‖ Alex preguntó.
―¿Cómo lo sabes?‖
―Oh, vamos Haven, ¿Crees que nosotros no leemos las páginas de chismes? Eres la
heredera de la fortuna Morrow. Para ser honesta, estamos un poco heridos de que
no nos lo dijeras por ti misma. Pensé que tal vez Iain había dicho cosas terribles
sobre nosotros o algo así‖.
―¿Conocían a Iain?‖ Ahora Haven estaba sorprendida.
―Seguro‖ dijo Alex. ―Nosotros nos conocimos en la Sociedad. Fuimos amigos por un
tiempo, incluso hasta salí con él unas pocas veces. Era solo por espectáculo, por
supuesto. Los dos necesitábamos publicidad.‖
―Iain es un imbécil.‖ Calum dejó escapar. ―Caliente como el infierno, pero aun así
un imbécil‖.
―Si‖ Alex concordó con tristeza.
―¿Por qué dices eso?‖ preguntó Haven. ―¿Qué hizo?‖
―Nosotros solíamos ser cercanos‖ dijo Alex, ―y entonces un día el solo decidió que
ya no quería ser más mi amigo‖.
―¿Por ninguna razón?‖
―Bueno…‖ Alex miró a Calum.
―Sigue adelante y díselo‖ él instó.
―Hace un par de años atrás dejé que mi cuenta de la SO descendiera. Solo use un
puñado de puntos para un pequeño traguito y meter un poco aquí y allá y estaba
ocupada con mi campaña de los Oscars. No tienes idea de lo caro que esas cosas
pueden ser, sentía que estaba transfiriendo puntos a cada persona que conocía. De
cualquier modo, el antiguo presidente de la Sociedad, esa perra Padma Singh, fue
muy dura acerca de hacer que la gente mantuviera puntos en sus cuentas. Yo caí
debajo de los cincuenta puntos mínimos y fui informada de que tenía que ganar
más dinero inmediatamente si me quería quedar en el club‖.
―Iain prometió prestarme los puntos, pero entonces Padma llamó y me ofreció un
trabajo. Ella necesitaba alguien de aspecto joven e inocente para entregar algunas
drogas a un pez gordo de la Sociedad de vacaciones en Paris. Tomaría menos de un
día, tendría un viaje gratis a Francia y haría suficientes puntos para arrastrarme
fuera de la deuda. La oferta era demasiado buena para rechazarla y yo era muy
inocente en ese entonces. Le dije que tomaría el empleo‖.
―¿Tú entregaste drogas?‖ preguntó Haven.
―No, yo decidí no hacerlo al final. Encontré otra manera de volver a llenar mi
cuenta‖.
―Alex ni siquiera me va a decir lo que tuvo que hacer‖ dijo Calum, y la chica lo miró.
―Traté de hablar con Iain, pero estaba tan molesto que yo siquiera hubiera
considerado ayudar a uno de los distribuidores de drogas que se negó a hablarme‖.
―Él siempre nos menospreció‖ Calum sorbió por la nariz. ―Como si estuviéramos
contaminados‖.
―Sí.‖ Alex acordó. ―Y nunca entendí por qué. Él nunca fue exactamente un modelo
de ciudadano. Había pasado por todas las chicas bonitas de la SO en el momento en
que cumplió los dieciocho‖.
―Eso he oído‖ dijo Haven. Unos años antes, Iain se había infiltrado en la Sociedad
disfrazado como un playboy mujeriego para ocultar su verdadera identidad de
Adam. Al parecer, su disfraz había engañado a Alex así como a Calum.
―¿Es eso por lo que estabas tan curiosa acerca de Mia Michalski?‖ Alex preguntó.
―¿Iain y Mia?‖ Haven recordó el beso que Iain había plantado en la mejilla de Mia.
Ella se había convencido a si misma que había sido inocente. Probablemente lo
había sido, pero ¿Por qué Iain no había mencionado que Mia era una de las chicas
con las que él ―salió‖?
―Si, ellos trataron de mantenerlo muy secreto, pero todos sabían que ellos estaban
juntos. Entonces Mia desapareció e Iain decidió que prefería mujeres grandes y
empezó a husmear alrededor del viejo y arrugado cadáver de animal de Padma
Singh. Pero,‖ Alex mordió un hot dog ―eso es de vuelta en los días oscuros de la
Sociedad. No es más una gran orgía‖.
―No, todos son un modelo de ciudadano ahora‖ se quejó Calum. ―Si me preguntas,
Iain siempre fue más como uno de los niños robots espeluznantes que uno de
nosotros‖.
―¿Niños robot?‖ Haven masculló, encontrando difícil mantener su lado de la
conversación. Si la mujerearía de Iain no había sido nada más que un disfraz, ¿por
qué había mantenido su relación con Mia muy secreta? No tenía ningún sentido.
Calum rodó sus ojos como si la mera mención del tema lo molestara.
―¿Has conocido a muchos de los jóvenes de la SO?‖
―No.‖ Dijo Haven.
―Los llamo robots. La mayoría de ellos toma la cosa de Los Eternos muy en serio.
Todo lo que piensan es acerca de su futuro glorioso‖.
―Si, es increíble como la SO está cambiando.‖ Dijo Alex.
―Para peor‖ gimió Calum. ―¿Puedes imaginar lo que va a ser ahora que los
pequeños robots del Halcyon Hall están empezando a graduarse?‖
―¿Quieres decir que los niños de la escuela Adam empezaron? ¿Cómo son?‖ Una ola
de sentimiento de culpa se apoderó de Haven. Ella casi se había olvidado los
jóvenes reclutas de Adán.
―No se les permite hablar con la gente como yo‖ dijo Calum. ―Pero su líder es este
tipo llamado Milo Elliot. Él es un total idiota ( -tools- persona a la que utilizan y se
aprovechan). Apuesto a que ha estado comprando en Brooks Brothers*** desde que
estaba en tercer grado‖.
―Adam ama a Milo.‖ Dijo Alex.
―Si‖ Concordó Calum. ―Supongo que el resto de nosotros debemos solo encararlo.
Adam tiene grandes cosas planeadas para su ejército de robots. Mi suposición es
que comienza con la dominación del mundo‖.
―¿Dominación del mundo? ¿De que demonios estás hablando?‖ Alex rodó sus ojos.
―Los niños de Halcyon Hall son santurrones, no son malos‖.
―Eso es lo que tú crees,‖ dijo Calum solemnemente. ―Mis fuentes me dicen otra
cosa‖.
―Tú y tus ¨fuentes¨‖ siempre han estado llenos de lo mismo‖ replicó Alex. ―No me
voy a sentar aquí y dejarte llenar la cabeza de Haven con esta mierda. Vamos a
llevarla a la recaudación de fondos y dejarla decidir por sí misma‖.
―¡Olvídalo!‖ graznó Calum. ―No voy a ser responsable de Haven muriendo de
aburrimiento‖.
―¿Recaudación de fondos?‖ Repitió Haven.
―¿Qué vas a hacer esta noche?‖ Preguntó Alex inocentemente.
__________________
****Tienda de ropa de lujo.
CAPÍTULO VEINTICINCO
Traducido por SdM
Cuando Haven vio a todos los estudiosos miembros de la Sociedad llenando de
pasos el Ayuntamiento, se alegró de haberse puesto su vestido más conservador. La
falda a cuadros de Alex y las perlas le hacían parecer más una profesora de
preescolar que una estrella de cine. Incluso Calum había abotonado su camisa y
rematado con una corbata a rayas carmesí y azul marina.
―Olvidaste mencionar que la fiesta iba a ser aquí‖, Haven suspiró. Bañado por los
focos, el hito de doscientos años era impresionante.
―No estés tan impresionada, querida‖ Calum estaba fuera de sí. Él no quería perder
una noche en un recaudador de fondos, y se había quejado sin parar hasta que Alex
le había amenazado con echarle del coche en el camino del centro. ―Esto es sólo la
forma del alcalde de ganarse algunos preciosos puntos.‖
―¿Estás diciendo que el alcalde alquila el Ayuntamiento?‖
―Si conoces a la gente adecuada, todo en Nueva York es de alquiler‖ Alex explicó.
―Podrías tener un cóctel dentro de la Estatua de la Libertad por quince puntos. Si
alguna vez decides inscribirte en la SO, te daré un golpe de medianoche en lo alto
del Empire State Building.‖
En el interior, el trío revoloteaba entre los guardias de seguridad en la magnífica
rotonda blanca del edificio, donde el ataúd de Abraham Lincoln había estado en el
punto de mira. Siguiendo a los otros huéspedes, a continuación escalaron la gran
escalera y entraron en una brillante habitación verde, con sus paredes decoradas
con valiosas pinturas enmarcadas en oro.
A pesar de la grandeza de la Habitación del Gobernador, la atmósfera era sombría.
A diferencia de las otras partes de la SO de las que Haven había sido testigo, éste
parecía tener deficiencias con la bebida y la piel escasamente cubierta. Los
fragmentos de la conversación de Haven que fueron tomados por ella y sus
compañeras que caminaban vagamente a través de la multitud eran demasiado
aburridos como para alojarse en su memoria.
―Mira. Ahí está el hombre del momento,‖ Calum dijo, agarrando la mano de Haven
y susurrando en su oído: ―Es Milo. ¿Qué te dije? ¿Ese chico es un tipo de robot o
qué?‖ Señaló a un joven pulcro en el final de su adolescencia. Milo era rubio y justo
y anodino en casi todos los sentidos. Incluso su traje informal estaba sólo a un
peldaño sobre el uniforme favorecido por los zánganos de la Sociedad. Y, sin
embargo, Milo era sin duda importante.
Haven reconoció al hombre calvo con quien él estaba hablando como el magnate
que dirigía el mayor banco en Nueva York. Milo dijo algo que provocó la risita del
hombre.
―Pensé que a vosotros no os importaba cambiar el mundo.‖ Haven se dio la vuelta
para encontrar a Owen Bell mirándola apuesto con un traje conservador. Sonrió a
Haven. ―Me alegro de verte otra vez, sin embargo. Me alegro de que finalmente te
sacasen de ese hotel de lujo.‖
―Gracias‖, dijo Haven. ―¿Qué estás haciendo aquí?‖
―Sí, ¿qué estás haciendo aquí, Owen?‖ Calum preguntó, como si Owen se hubiese
estrellado en la fiesta.
―Como recordarás, Calum, estoy contratado por la Sociedad Ouroboros. Me pagan
por estar aquí.‖
―Eso es cierto. ¿Cómo podría olvidarlo? Owen ha dedicado sus talentos a ayudar a
los robots a tomar el control‖, Calum explicó. Su tono era frívolo, pero sus ojos eran
serios. ―Él es un traidor de la causa humana.‖
―¿Quién sabe? Quizás soy un agente doble‖, Owen bromeó. ―Quizás estoy
protegiendo a la raza humana de Milo.‖
―Bromea todo lo que quieras, pero todavía no sé porqué Adam pierde su tiempo en
ese chico‖, Alex dijo. ―Tú eres el único con grandes ideas, Owen. Eres el único al
que Adam realmente escucha.‖
―¿Adam te escucha?‖ Haven preguntó a Owen, intentando no mostrar la decepción
que sentía. Tal vez se había equivocado con Owen. Tal vez su alma ya estaba
demasiado contaminada como para salvarse.
―Me sigue la corriente‖, Owen le corrigió.
―Owen sólo está siendo modesto‖, Alex entró de un salto. ―Tiene todas esas grandes
ideas para mejorar la SO. Le habló a Adam sobre ellas, y Adam ha estado haciendo
los cambios.‖
―Estás exagerando, Alex‖ Owen dijo, avergonzado.
―¿Estoy? Convenciste a Adam para que perdonase las deudas de los miembros
menores de veintiuno, y ayudaste a echar a los mayores traficantes de drogas.‖
―¿Adam realmente aceptó hacer todo eso?‖ Haven preguntó con asombro. Si fuese
verdad, sería la primera prueba real que ella había encontrado de que la SO estaba
evolucionando.
―Sí, pronto todo en la Sociedad aparecerá completamente aburrido y legítimo‖,
Calum entró de un salto. ―No nos gustarían los rumores de actividad delictiva que
pusiesen en peligro la carrera de Milo, ¿verdad?‖
―Mis sugerencias nunca fueron pensadas para ayudar a Milo‖, Owen dijo. ―No me
gusta él más que tú. Pero si Adam está convencido de que Milo es el futuro, voy a
hacer lo que pueda para asegurar que ese futuro es uno en el que pueda vivir. Así
que si me disculpáis un momento, es hora de que consiga que la gran esperanza de
la Sociedad suba al escenario.‖
―¿Hace cuánto que vosotros le conocéis?‖ Haven preguntó cuando Owen
desapareció entre la multitud.
―Sólo un año más o menos‖, Alex dijo. ―Calum echó un vistazo a Owen después de
que se uniese a la SO y decidió hacer su propia fiesta de bienvenida al personal a
Owen.‖
―No funcionaba‖, Calum explicó. ―Aparentemente no soy el tipo de Owen. Lo cual
es una locura total, soy el tipo de todos.‖
―Owen ha sido miembro durante un solo año, ¿y ya tiene la oreja de Adam?‖ Haven
preguntó.
―Es un chico con talento, este Owen Bell‖, Calum se cortó. ―Desearía poder
volverme tan sincero.‖
―¡Discúlpenme, damas y caballeros!‖ Un hombre mayor en un traje de tweed se
había subido al podio en la parte delantera de la habitación. ―¿Podría tener su
atención, por favor?‖
―¿Quién es ese?‖ Haven le susurró a Calum.
―Jeffrey Lemke. El nuevo presidente de la SO. Sustituyó a Padma. Lemke es casi tan
interesante como una bola de pelusa comparado con la diabólica Sra. Singh.‖
―Quizás no sea tan malo‖, Haven señaló a la vez que Lemke empezó a hablar.
―Me gustaría presentar al joven al que todos habéis venido a escuchar. A la edad de
nueve años, Milo Elliot fue el primer estudiante aceptado en el Salón Halcyon. En
mayo, se graduará con los mejores honores, y al venir septiembre él se estará
uniendo a la clase de primer año en Yale. Milo no es sólo una de las luces más
brillantes de la Sociedad Ouroboros, es el futuro de nuestra organización. Esta
noche, va a darnos un vistazo de lo que el futuro nos puede deparar.‖
La multitud aplaudió educadamente.
―Gracias, Jeffrey‖, Milo dijo. Bajó la mirada hacia sus notas y luego hacia el retrato
de George Washington en la pared sobre su podio. Cuando se enfrentó a la
audiencia una vez más, Milo se había transformado. Se había ido el blando chico
rubio. En su lugar era un líder confiado con un ambiente cálido, ganando sonrisas.
―Cuando miro alrededor de la sala a los rostros reunidos aquí esta noche, veo lo
mejor y más brillante de este país. Artistas, hombres de negocios, filántropos,
inventores, científicos… hay suficiente dinero, talento, y capacidad intelectual en
esta habitación para cambiar el curso de la historia.
Eso fue, después de todo, lo que la Sociedad Ouroboros pretendía lograr. Un
cambio duradero. Cuando August Strickland empezó esta organización en 1923,
trajo a los primeros Eternos juntos con un propósito en mente. Tenía una visión de
un mundo en el cual nuestras únicas habilidades y conocimientos marcarían la
diferencia. Desafortunadamente, durante los últimos noventa años, esa visión se ha
mantenido incumplida. Irónicamente, como la Sociedad Ouroboros se ha vuelto
más poderosa, nuestro impacto en el mundo ha disminuido. Nos hemos centrado
en nuestras propias necesidades y deseos mezquinos. Hemos olvidado de que
fuimos enviados de regreso a la tierra no para forrar nuestros propios bolsillos, sino
para dar forma al futuro y guiar a los menos afortunados que nosotros.‖
Haven se estremeció. Una figura de negro se había materializado a sólo unos
centímetros de donde estaba ella. Adam le sonrió antes de volver su atención al
orador. Haven sintió un escudo invisible alrededor de ambos —una burbuja que no
se podía explotar. Se sentía como si nada pudiese amenazarla jamás mientras que
Adam estuviese a su lado.
―Damas y caballeros‖, Milo continuó. ―Creo que ha llegado el momento de dedicar
nuestros talentos a una causa superior. El día que me gradué en Yale, me propuse
comprometer mi vida al servicio de los demás. Por la búsqueda de cargos públicos,
puedo hacer mi pequeña parte para influir en el futuro de nuestra ciudad, nuestro
estado, y nuestro país. Y no soy el único estudiante en el Salón Halcyon con tales
objetivos. La próxima generación de miembros de la Sociedad sabe que nuestro
destino es liderar el mundo. En una década, seremos los políticos de America, sus
científicos, y sus empresarios. Con vuestro apoyo, en los próximos veinticinco años,
seremos sus presidentes, ganadores del Premio Nobel, y ejecutivos.
Así que he venido aquí esta noche para pedir vuestra ayuda. Esta es vuestra
oportunidad para usar vuestra riqueza y poder para comenzar a dar forma al
futuro. Sólo tienen que transferir tantos puntos como puedan prescindir al Fondo
de Dotación del Salón Halcyon. Vamos a llevar un registro de las contribuciones, y
todas las donaciones serán muy apreciadas. Gracias, y disfruten de la fiesta.‖
Los aplausos esta vez fueron más fuertes y más sinceros.
―Buenas tardes, Haven‖, Adam dijo una vez que la sala se hubo calmado. ―No
esperaba verte aquí esta noche.‖
―Alex y Calum me trajeron.‖ Haven señaló hacia el lugar donde los dos habían
estado de pie, pero la pareja se había desvanecido.
―¿Y qué te pareció?‖
Haven echó un vistazo a Milo, que estaba estrechando las manos a los miembros de
su público asombrado. Calum y Alex estaban ahora de pie al lado de la multitud,
riéndose de la escena.
―Es un poderoso orador. No esperaba que alguien tan joven pudiese ser tan
carismático‖, Haven dijo. ―Pero estoy un poco confundida por este discurso. Milo
acaba de decir que quiere que los miembros de la Sociedad empiecen cambiando el
mundo que les rodea. ¿Eso no va en contra de todo lo que representas? Pensé que
tú querías miembros tan centrados en los puntos en sus cuentas que no cambiarían
el mundo a mejor.‖
―Supongo que se podría decir que mi estrategia ha cambiado‖, Adam replicó. ―He
decidido tomar un rumbo diferente. La Sociedad del futuro será muy diferente de la
que has venido a conocer.‖
―Alex dice que has estado trabajando con Owen Bell. Me dijo que se ha dedicado a
la limpieza de la SO —y que has estado haciendo todas las mejoras que Owen ha
recomendado. ¿Es verdad?‖ Haven todavía lo encontraba difícil de creer.
―Sí. Owen tiene mucho talento‖, Adam confirmó. ―Siempre es más fácil tener a
alguien tan dotado trabajando para ti que luchando contra ti. De hecho, he llegado
a confiar en el Sr. Bell. Milo es sólo la cara del futuro. Owen será su corazón y su
voz. Escribió el discurso que acabas de escuchar.‖
―¿Lo hizo?‖ Haven buscó a Owen y le encontró mirando a Milo desde la esquina del
extremo de la habitación. Sus brazos estaban cruzados, y parecía pálido.
―Ojalá el Sr. Bell pudiese dar los discursos tan bien como los escribe, pero hay
razones por las que prefiere trabajar entre bastidores‖. Los ojos de Adam
aterrizaron en el joven en cuestión. Su mirada era la de un zoólogo observando a
una criatura rara y extraordinaria. ―He encontrado a Owen en varias de sus vidas, y
su habilidad con las palabras siempre me ha impresionado. Pero hasta hace poco,
le he considerado una pérdida de mi tiempo.‖
―¿Por qué?‖ Haven preguntó.
―Hasta donde puedo decir, Owen Bell es incorruptible‖, Adam dijo, casi sonando
sorprendido por escucharse pronunciar las palabras. ―No puedo decir que he
conocido a alguien como él. Owen tiene más de tres mil puntos en su cuenta del SO.
Nunca ha gastado ninguno, y dudo que alguna vez lo haga. Me complace que
tengáis una oportunidad de conoceros. Owen podría ser un buen amigo. Es una
pena que vayas a desaparecer.‖ La última frase pareció desencadenar un
pensamiento, y la voz de Adam cambió de amistosa a formal. ―No debería tomar
más de tu tiempo, Haven. Sólo venía a ofrecer mis disculpas. Siento que no
hayamos encontrado a Beau todavía. El Comisario Williams me ha asegurado que
es sólo cuestión de días —sino de horas— antes de que lo hagamos. Mientras tanto,
¿dejarás a mi gente de la Sociedad saber si hay algo que podamos hacer para que tu
estancia en Nueva York más placentera?‖
―Claro‖, dijo Haven, sintiéndose más que un poco confundida. ¿Había dejado de
intentar ganarla?
―Entonces, por favor, discúlpame. Por mucho que me gustaría pasar mi noche
contigo, debo atender a mis invitados.‖
―¿Me estás dejando totalmente sola?‖ Haven se escuchó coquetear.
Adam asintió solemnemente. Estaba más pálido que de costumbre, Haven notó, y
sus ojos habían perdido su brillo. Parecía alguien con un dolor terrible. ¿Era
posible falsificar tal sufrimiento?, se preguntó.
―Debo dejarte. Por tu bien‖, dijo Adam. ―Ayer, tuve que enfrentarme a una verdad
terrible. Durante la semana pasada, he intentado ignorar el hecho de que no estás
en Nueva York para quedarte. Caí en la tentación, Haven. Me permití sentir cosas
que me prometí que no sentiría. Pero pronto Beau será localizado, y te perderé una
vez más. Si no pongo algo de distancia entre nosotros, el dolor será insoportable.
Me temo que no podría dejarte ir cuando llegue el momento. Sé cómo debe sonar,
pero tengo que ser honesto contigo. Espero que me perdones.‖
―Pero…‖ Haven comenzó a discutir antes de entender realmente lo que había dicho.
El Adam Rosier que ella había conocido una vez nunca le habría advertido. No se
habría negado al placer, incluso si fuese a costa de otros. Hasta ese momento,
Haven no había considerado tomar la palabra de Adam. Le había permitido
ayudarla, por supuesto. Y estaba agradecida por su ayuda. Pero nunca se le había
ocurrido que el amor que Adam sentía podría ser completamente sincero —o que
su felicidad podría ser más importante para él que la suya. Quizás todo era sólo un
engaño —un nuevo truco que había ideado para atraer a Haven de vuelta a sus
brazos. O tal vez —sólo tal vez— el hombre que estaba junto a ella era un Adam
Rosier diferente.
―Buenas noches, Haven‖ dijo.
Haven vio a Adam atravesar la multitud, dejándola atrás.
―¿Qué le dijiste al jefe, Haven?‖ Era Calum, con Alex a remolque. ―Nunca le he visto
así. ¡Y mira que ruborizarte como una virgen en un sex shop! ¿Todavía me vas a
decir que sólo sois amigos?‖
―¿Qué te importa?‖ Haven preguntó, de repente molesta. ―¿Por qué estabais
mirándome, de todos modos?‖
―Oh, no importa Calum‖, Alex aconsejó poniendo los ojos en blanco. ―Puede ser
curioso, pero rara vez mediante algún daño.‖
CAPÍTULO VEITISÉIS
Traducido por Clyo
Corregido por Day
Haven pensó en los días en que su mundo había sido simple. Iain era su alma
gemela. Beau era su mejor amigo. La Sociedad Ouroboros estaba
irremediablemente corrompida. Adam era malvado. Sólo unas semanas antes,
había sido felizmente ignorante de que las Horae la observaban a cada paso. Y Mia
Michalski no había sido nada más que un nombre. En dos cortas semanas, aquel
mundo había explotado en pedazos. Haven tendría que reconstruir los fragmentos
y ponerlos juntos nuevamente. Empezaría con una de las pocas cosas que aun sabía
a ciencia cierta. Beau era su mejor amigo, y hasta que lo encuentre, no importa
nada más.
Huyó del ayuntamiento al estilo cenicienta, corriendo escaleras abajo y
dirigiéndose hacia el tráfico alrededor de los terrenos. Nunca notó la camioneta
estacionada en Broadway, y no fue hasta que sintió brazos agarrándola desde atrás
que Haven se dio cuenta de que Chandra y Cleo habían estado esperándola para
emboscarla. Con frio y miserable, Haven reboto en la parte trasera de la van de las
Horae el tiempo suficiente para alimentar una poderosa ira. Por último, el vehículo
se detuvo, las puertas se abrieron, y Chandra saltó dentro.
―Ponte esto‖ le ordenó, entregando a Haven una venda para los ojos.
―Besa mi trasero‖ Haven, gruñó.
―Que te lo pongas‖ Chandra repitió.
Haven obedeció, y sus captoras la arrastraron fuera de la van como a un saco de
víveres. Cada mujer agarró un brazo y la guiaron hacia adelante. Llenos de nieve los
zapatos y el dobladillo de Haven, azotaban sus tobillos. Estaban en el bosque.
Finalmente, sus brazos fueron puestos en libertad.
―Cuenta hasta sesenta antes de quitarte la venda de los ojos‖ Chandra ordenó.
Haven podía oírlas regresando por el camino que vinieron. Cuando se quitó la
venda de los ojos, se encontró a sí misma en un denso bosque. Entre los árboles,
pudo ver un resplandor vacilante. Caminó a través de bosque y hacia una apertura
llena de nieve en medio de los arboles. Una fogata alumbraba el centro del claro.
Sentada en un tronco, a pocos metros de las llamas, estaba Phoebe. Se veía
perfectamente como en casa, aunque su traje de color beige y abrigo eran más
adecuados para una sala de juntas que para las regiones selváticas.
―¡No puedo creer que simplemente me hayas secuestrado! ¿Dónde estoy?‖ Haven,
exigió. A su alrededor, una espesa red de ramas de pino formaban una barrera
impenetrable.
―Trata de mantener la calma, Haven‖ Phoebe la arrullaba como si pacificara un
niño alterado.
―No has sido raptada. Este es simplemente un lugar donde podemos hablar sin
interrupciones‖.
―¿Hablar sobre qué? No hay manera de que vaya a ayudarte después de lo que has
hecho. No tenemos nada que discutir.‖
―No te puedo obligar a hablar, pero tampoco te recomendaría salir de aquí por tu
cuenta.‖ Phoebe hizo un gesto hacia el bosque que los rodeaba. ―Sé de hecho, que
hay monstruos en estos bosques‖.
―¡Deja de tratar de asustarme!‖ Haven, gruñía mientras daba un paso hacia el
fuego. No le gustaba sentir la oscuridad a sus espaldas.
―Chandra entrego tu mensaje. Has decidido no cumplir el acuerdo con las Horae.
¿Es eso correcto?‖
―Es correcto. Ya no quiero de su ayuda. Puedo encontrar a Beau por mi cuenta.
―Haven comenzó a dudar de sus palabras en el segundo que salieron de su boca.
Pero había aprendido algo importante en la parte trasera de la van de las Horae.
Haven había descubierto los extremos a los que las hermanas llegarían para que
cooperase. Algo le decía a Haven que ella y Beau podrían estar mejor si ellas. Pero
no podía estar segura.
Phoebe se echó a reír. ―¿Por tu propia cuenta? ¿Realmente crees que el Magos
tienen a la policía buscando a tu amigo en Nueva York? ¿Cómo sabes que él no es el
responsable del secuestro de Beau? ¿Cómo sabes que no tiene a sus hombres grises
torturando al muchacho mientras hablamos?‖
―No lo está‖, insistió en Haven. Aún podía ver a Adam alejándose de ella, dejándola
sola en la fiesta. Si hubiera utilizado a Beau para atraerla de regreso a Nueva York,
no la hubiera dejado ir. De alguna manera, ese simple gesto había llevado el
corazón de Haven a una asombrosa conclusión la cual su mente aún estaba
tratando de explicar. -Él es diferente ahora‖.
―¿Lo es? ¿Y cuántas vidas de personas estarías dispuesta a apostar por eso?‖
Phoebe atizó el fuego con un palo, y las cenizas crujieron y chispearon. ―Tenía la
esperanza de que fueras más inteligente en esta vida. Pero eres tan necia ahora
como siempre lo has sido‖.
―Yo le bajaría a los insultos si fuera tú, Haven‖, advirtió a la mujer. ―¿Tienes idea de
lo que Adam haría si supiera que me secuestraron esta noche?‖
―Sí, tu caballero en brillante armadura llegaría en su noble corcel para rescatar a su
princesa y castigaría a sus enemigos‖ Phoebe se burló. ―Él te ganó muy rápido esta
vez, ¿no? Te dice que ha visto la luz, y tú caes a sus pies. ¿Has olvidado que hay
vidas en juego? ¿Qué pasa con los niños-los pequeños que el Magos ha estado
reclutando durante los últimos diez años? ¿No te importa lo que pasará con ellos?‖
―Claro que me importa. Pero no he visto ninguna prueba de que los niños de la
Sociedad estén en peligro. Yo estaba justo en una recaudación de fondos para
Halcyon Hall. . . ―.
―Sí, el Magos ha estado llevando a cabo un buen número de actividades para
recaudar fondos últimamente. Lo que sea que él haya planeado debe ser muy caro‖.
―Bueno, yo pienso que la fiesta no podría haber sido más respetable,‖ Haven
respondió obstinadamente. ―He visto a Adam interactuar con algunos de los niños
más pequeños también. Él es muy dulce con ellos‖.
―¿Dulce con ellos?‖, Dijo Phoebe. ―Oh, tu pobrecita, criatura tonta.‖
―No me importa lo que pienses de mí.‖ Haven, frunció el ceño. Después de haber
sido el blanco de innumerables bromas cuando niña, no le gustaba que se rieran de
ella. ―Llama a Cleo y Chandra y diles que me lleve de regreso a mi hotel. He
terminado con las Horae‖
―No seas ridícula. El Magos ha encontrado tus debilidades, y está explotándolas. Es
todo un acto, Haven. Él quiere que creas que lo has inspirado a ser algo diferente-
alguien mejor. Pero no olvides-el Magos ha pasado miles de años esparciendo la
miseria y la peste. Él es un asesino y mutilador. Yo he visto cosas tan terribles que
no habría forma de que las comprendieses. Si me das una oportunidad, te las dejaré
ver por ti misma‖.
Haven no necesitaba ser testigo de ninguno de los delitos de Adam. Pensó en su
propio padre, quien había sido asesinado por uno de los hombres de sus hombres.
Adam podía inspirar a sus subordinados a hacer cosas horribles. Pero no había
manera de librar al mundo de él para siempre. Phoebe lo había admitido tanto
como ella. Bloquearlo no era más que una simple solución temporal. Cambiarlo
podría ser permanente. ¿Era absurdo pensar que tal vez ella podría ser la persona
que podría lograrlo?
―No creo que Adam siga siendo la misma persona‖ Haven, argumentó. ―Él está
limpiando la Sociedad Ouroboros. Está alentando a los miembros jóvenes a dedicar
sus vidas a mejorar el mundo. Tal vez está tratando de ganarme, pero ¿qué
importa? Piensa en todo el bien que Adam podría hacer‖.
―Tu argumento tiene dos graves defectos, Haven. La gente puede cambiar- pero el
Magos no es una persona. Y tú no tienes el poder para cambiarlo‖.
―Supongo que tendremos que esperar y ver,‖ Haven, respondió con un gesto
sarcástico.
Phoebe negó con la cabeza. ―Me temo que esa no va a ser una opción. Le pedí a
Chandra y Cleo que te traigan aquí porque hay una decisión que debes tomar. Esta
noche. Puedes estar de acuerdo en que las Horae llevemos acabo nuestro plan. O
puedes tomar el riesgo y rezar para que el Magos sea el santo que está fingiendo
ser.‖
Haven abrió la boca para hacer su elección, pero Phoebe la detuvo.
―Antes de que decidas, tal vez lo mejor sea que analices los peligros que entraña.
Empecemos con los niños en Halcyon Hall. Has dejado claro que no te importa
arriesgar sus vidas. Está bien. ¿Qué pasa con tu amigo Beau? ¿Estás dispuesta a
arriesgar su vida también? ¿Y la vida de Iain? Si recuerdas al Señor Morrow, ¿no?
Debes darte cuenta de que si te equivocas con Adam, Iain podría pagar el precio.
¿Es ese un riesgo que deseas tomar?‖
Phoebe estaba en lo cierto. Haven no podía negarlo. Incluso si su corazón le decía
que Adam era diferente, todavía no había manera de estar segura. Una cosa era dar
ese salto de fe por su cuenta. Ella no podía exigirles a Iain y Beau hacerlo también.
―Sólo hay una forma segura de proteger a tus amigos‖, dijo Phoebe. ―Honrar el
acuerdo que hiciste conmigo y mis hermanas. Sé que no quieres traicionar a Adam.
Sé, que prefieres no encerrarlo. Sin embargo, ¿Es su libertad tan valiosa como la
vida de las personas que amas? Es hora de que recuerdes lo que es más importante
para ti, Haven‖.
Haven no podía hablar, y la sonrisa satisfecha de Phoebe era la de un arquero cuya
flecha había encontrado el blanco correcto.
―Como dije, esta es tu última oportunidad.‖ La anciana hizo un gesto hacia el
tronco frente al fuego. ―No voy a prorrogar esta oferta de nuevo. ¿La aceptas?‖
―¿Tengo alguna opción?‖ Haven, murmuró. Ella se sentó y sintió el calor del fuego
extendiéndose sobre ella.
―Con el tiempo, te darás cuenta de la sabia decisión que has tomado.‖ Phoebe
arrojó un puñado de ramitas en las llamas y el dulce, empalagoso perfume llenó el
claro.
BEATRICE ESTABA ACOSTADA en su cama, mirando al techo, siguiendo las
guirnaldas de flores pintadas en las vigas a la vista. Su nuevo collar de oro colgaba
pesadamente sobre su cuello, y luchó contra el impulso de quitárselo. Sólo cuando
escucho la puerta de su habitación abriéndose levanto una mano para ajustar su
joya.
―No es cierto, ¿Verdad?‖ Dijo una voz. ―Dime que no has acordado una fecha.‖
―lo hice. La boda será el tres del mes que viene‖.
―Eso no es posible. No te puede haber comprado por tan poco. ¿Es este el precio
que le pusiste a tu alma?‖ Ella sintió una piel aterrizar en su pecho. ―¿Lo dejaste
comprarte por una unas pocas baratijas miserables?‖
La rabia en su interior hervía, y se sentó para enfrentarse con su hermano. Piero
era alto, bien esculpido, y casi tan bello como Beatrice. ―No me importa nada de
esto, idiota.‖ Ella arrojó la piel por la habitación, y aterrizó en una pila en la
esquina. ―Lo único que quiero es tomar algo por sentado. ¿No lo has notado? Desde
mi compromiso, nadie ha sido capaz de decirme dónde puedo ir o qué puedo hacer.
Padre, madre-todos ellos tienen demasiado miedo de él. Adam me dio mi libertad,
Piero. Y el precio no va a ser mi alma, será mi cuerpo. Mi alma se fue cuando Ettore
murió. No podría dársela a nadie más aunque quisiera.‖
Piero se sentó en el borde de la cama. ―Lo siento‖ dijo, mirando hacia el suelo.
―Lamento que no pude salvar a Ettore. Pero no te puedes lanzar a la basura solo
porque él se ha ido.‖
―¿Qué más da?‖ Beatrice preguntó. ―Voy a tener que casarme con alguien de todos
modos. ¿Por qué no habría de ser Adam? No hay duda de que él me adora.‖
―Cualquier otro sería mejor‖ dijo Piero. Él pensó por un momento antes de hablar
nuevamente. ―¿Has escuchado sobre la enfermedad que se está acercando a la
ciudad?‖
―He visto a los médicos en la calle con esas máscaras horribles‖.
―La peste llegó a Génova a bordo de los buques de Adam, y ahora ha llegado a
Florencia. Dicen que su tripulación ya estaba muriendo cuando los barcos
atracaron. Ni siquiera las ratas sobrevivieron al final. Él trajo esta plaga a nuestra
ciudad. Decenas de personas han muerto, y él es el responsable.‖
―¡Esto es una locura!‖ Beatrice gruñó. ―¿Cómo te atreves a venir a mí con esas
mentiras tan escandalosas? ¿Dices que mi casi-marido ha logrado convocar una
peste? ¡Sólo el diablo podría hacer tal cosa!‖
―No soy el único que cree que Adam trajo la enfermedad. Naddo me dijo que todos
los líderes de la ciudad creen que él es responsable. Dicen que está tratando de
deshacerse de sus rivales en Florencia. Una vez que todos hayan muerto, él podrá
tomar el control.‖
―Ridículo. Adam tiene razón sobre ti, sabes. Estás celoso, Piero. Tú y Naddo tienen
que chivarse y esconderse. Si alguien se entera sobre su amor, ambos estarían
muertos en una semana. No puedes soportar que el resto de nosotros seamos
capaces de vivir abiertamente. Quieres robarme mi libertad, -el único pedazo de
felicidad que he tenido en años.‖ Era la primera vez que ella hablaba de esas cosas a
todo volumen. Sabía que cualquiera podría estar escuchando, pero estaba
demasiado enojada para que le importe.
―¿Es eso lo que realmente crees?‖ Piero pregunto.
―Lo es‖.
―Entonces, siento haberte molestado. No debería haber perdido mi tiempo
apelando a tu sentido de la razón. Voy a tener que tomar este asunto en mis propias
manos‖.
―No te atrevas‖, Beatrice escupió.
―¿LO HAS VISTO esta vez?‖ Phoebe quería saber.
Haven se frotó los ojos, que aun le ardían por el humo. Ella tenía el presentimiento
de que Phoebe estaba hablando de Adam. Pero, Haven se negó a darle a la mujer
ninguna satisfacción.
―Vi a Piero. Él estaba con Beatriz. También mencionó a Naddo. Pero todavía no se
lo suficiente para encontrarlo. Sabía que esto no tendría sentido‖.
―Te equivocas‖ Phoebe insistió. ―Las visiones son la construcción de una revelación.
La siguiente podría guardar el recuerdo que necesitas‖.
―Entonces llévame de vuelta ahora‖, dijo Haven.
―No, es demasiado peligroso‖ dijo Phoebe con una sacudida de cabeza. ―Me niego a
poner en peligro tu vida, mientras todavía tengas trabajo por hacer. Debes volver
con el Magos y convencerlo de tu amor. Pronto deberíamos poner nuestro plan en
acción‖.
―¡No hasta que vea Naddo!‖ Haven, insistió. ―¡No, hasta que encuentre al hombre
que se llevó a Beau! ¡Si yo voy a cumplir mi parte del trato, ustedes tienen que
cumplir la suya también!‖
―No puedes darte el lujo de esperar, Haven. Tu novio- el humano - esta volviéndose
bastante temerario. Una de mis hermanas lo vio hablando con una niña en
Gramercy Park. Fue a medio día, y estaba a plena vista de la Sociedad Ouroboros.
Si no le pones un fin a todo esto pronto, Iain Morrow puede encontrarse cara a cara
con el Magos. ¿Y quién crees que va a ganar tal encuentro?‖
Haven no necesito contestar. La respuesta era obvia.
―Deberías estar bastante preocupada por Iain‖, Phoebe continuó, decidida a
presionar con su punto de vista. Haven se dio cuenta de que había una sorpresa en
camino-una que la anciana había estado guardando justo para un momento como
este. - Esta no es la primera vez que sus tonterías han puesto vidas en peligro. El
muchacho siempre ha actuado sin pensar, y nunca ha escuchado a la razón. Por lo
menos en una ocasión, se las arregló para conseguir que los dos murieran.‖
―¿Cómo lo sabes?‖ Haven, se burló.
―Lo sé porque yo personalmente atestigüe la tragedia. Mil doscientos años atrás,
eras la hija del Emir de Córdoba, y tu padre había arreglado tu matrimonio con un
importante aliado. Tú habías vivido en el harén del emir toda tu vida. Nunca habías
hablado con un hombre fuera de tu familia - ni a con tu futuro marido, ni con el
joven tutor que tu padre había traído a España para instruir a sus hijos. Las tres
Horae éramos esclavas del palacio, y reconocimos a ambos hombres de inmediato.
Hablé con Iain. No podía revelar mi verdadera identidad, pero le rogué que no
interfiera con tu matrimonio con el Magos. Le jure que el desaparecería poco
tiempo después de la boda, e Iain podría tenerte por el resto de sus días. Sin
embargo, Iain se negó a ceder.
Una noche irrumpió en los cuartos de las mujeres y te llevó lejos. Tu padre envió
hombres detrás de él. Ellos ejecutaron a Iain por su crimen. Y te ejecutaron a ti por
traer la vergüenza a la familia. Sus muertes no eran necesarias. La Impulsividad de
Iain los condenó a los dos. Te sugiero actuar con rapidez antes de que suceda de
nuevo.‖
―Gran historia, Phoebe. ¿Estás segura de que yo no era Ana Bolena también? O
¿Juana de Arco? ¿Cómo sé que esa no fue sólo una de tus mentiras?‖ dijo Haven,
aunque la historia tenía un anillo de verdad. Sabía que Iain a veces confiaba
demasiado en sus instintos. Y que sus convicciones nunca eran desafiadas
fácilmente. Incluso Haven, podría encontrar difícil hacer que Iain escuche su
versión de un tema. Un extraño apenas tendría una oportunidad.
―Creo que hay otra persona que podría confirmar mi relato‖ dijo Phoebe.
―Y ahora que he dicho a mi parte, tú eres libre de ir a preguntárselo‖. Ella despidió
a Haven con un gesto de su mano.
―¿Irme? Estamos en medio de un bosque. ¿Dónde demonios se supone que debo
ir?‖
―Sigue el camino detrás de ti‖. Phoebe le dijo.
Haven se dio la vuelta. De alguna manera ella había pasado por alto un camino de
grava que cortaba a través de los árboles. Tenía varios metros de ancho y estaba
perfectamente cuidado. Cuando volvió a mirar el fuego, Phoebe se había ido, y la
luz era cada vez más débil. Haven se apresuró a lo largo del camino, preguntándose
a dónde podría llevarla y por qué el cielo parecía brillar. Se oía un ruido en la
distancia. El estruendo de una bocina. Ella comenzó a correr a toda velocidad. El
bosque se adelgazaba hasta que casi ya no había árboles en lo absoluto. Haven se
encontró a sí misma en un prado. Y fue entonces cuando las vio- las estructuras
gigantes rodeando el desierto. Ella estaba parada en medio de Central Park.
CAPITULO VEINTISIETE
Traducido por Clyo
Corregido por Day
LA CIUDAD SE HABÍA congelado nuevamente durante la noche. Carámbanos
colgaban de las puertas, un grifo para incendios arrojaba un rio de agua congelada,
y los montones de nieve que bordeaban las calles estaban duros al tacto. La acera
parecía crujir con cada paso de Haven. Los coches en la avenida Lexington se
abrían paso entre la nieve derretida.
Mientras Haven se acercaba a la Sociedad Ouroboros, vio a un grupo de personas
amontonadas en el edificio en las escaleras salpicadas de sal. Los padres y su
descendencia a la espera de que las puertas se abran, o eso asumió en un principio-
hasta que vio que sólo había un adulto entre ellos. A medida que se acercaba, se dio
cuenta de que era Adam, rodeado de media docena de niños. Ninguno de ellos
reparó en ella. Estaban todos en silencio y perfectamente inmóviles mientras
miraban fijamente hacia delante al parque. Haven nunca había visto a seis niños
quedarse tan quietos o concentrarse tan intensamente.
Haven estaba casi sobre ellos cuando escuchó a uno de los pequeños susurrar ―Ahí
está‖. Se dio la vuelta para ver lo que había visto. Un majestuoso pájaro marrón
cayó sobre la estatua en el centro de Gramercy Park. Se posó durante unos
instantes, observando a todos. A continuación, extendió sus alas enormes y dio una
vuelta por el jardín antes de volar hacia el East River. Tan pronto como se perdió de
vista, el grupo de niños parecieron exhalar al mismo tiempo.
―En el mundo antiguo‖ oyó decir a Adam, ―la gente creía que la voluntad de los
dioses se podía determinar mediante el estudio del vuelo de las aves. Los
sacerdotes que leían los signos los llamaban augurios. Un halcón aterrizando en la
cabeza de una estatua habría sido visto como un buen augurio de gran alcance‖.
―¿Qué significa eso?‖ Preguntó uno de los niños.
―Vamos a tener que encontrar un augurio para saber‖, dijo Adam. ―Muy pocos de
nosotros tenemos permitido ver el futuro. De hecho, sólo hay un. . .‖ Miró hacia
arriba. ―Haven‖. Una sonrisa se extendió por su rostro.
―¿Eres un observador de aves?‖ Le preguntó ella.
Adam deslizó un brazo alrededor del niño sentado junto a él, y el pequeño niño
sonrió.
―Jeremías vio a un halcón de cola roja y pensamos que todos deberían echar un
vistazo‖.
―¿Y quiénes son el resto de tu tripulación?‖.
―James, Hunter, Olivia, Avery, Jeremías‖, Adam señaló a cada uno de los niños. ―Y
Flora. Todos menos Jeremías está en la ciudad para celebrar su cumpleaños‖.
―Entonces, ¡Feliz cumpleaños a todos!‖ Haven, sonrió a la angelical niñita sentada a
la derecha de Adam. Era más alta de lo que Haven recordaba. Incluso con el pelo
todavía en trenzas, parecía mucho más madura. ―Hola, Flora‖, dijo. ―Nos
conocimos una vez hace mucho tiempo en la sala de espera. ¿Te acuerdas de mí?‖
―Nunca la olvidaría‖, Flora dijo afablemente-. ―Nos conocimos el mismo día que
conocí a Adam‖.
―Eso es cierto‖, dijo Adam, acariciando a Flora en la rodilla. ―Que excelente
memoria. No es de extrañar que seas la primera de tu clase.‖ Él se levantó de la
entrada.
―¿Me excusarían un momento damas y caballeros?‖ Les preguntó. ―¿Por qué no van
adentro y le piden a Madison que les prepare un poco de chocolate caliente? Me
reuniré con ustedes en un minuto‖.
Chillando de alegría, los niños se levantaron y treparon al interior del edificio. Los
niños podrían haber sido prodigios, pero sus corazones seguían acelerándose ante
la mención de la cocoa.
―¿Hay algo que necesites?‖ Adam le pregunto a Haven una vez que los niños se
habían ido. Sonaba a la defensiva; su cortesía era un escudo.
―No. yo. . . Me preguntaba si te gustaría cenar conmigo‖, dijo Haven, mirando sus
cutículas. Nunca se había odiado tanto a sí misma. Si Adam realmente la amaba, lo
que estaba haciendo era casi indefendiblemente cruel. Hazlo por Beau, se recordó.
Hazlo por Iain.
―¿Sería una cita?‖ Adam le preguntó con cautela. ―¿Significa esto que estás
pensando en quedarte en Nueva York?‖
―Tal vez. Creo que sí. Quiero decir sí. Estoy pensando en quedarme. Mira, si estás
ocupado esta noche está bien.‖
―No, no. Para nada‖, Adam le aseguró a Haven, incapaz de disimular su placer.
―Tengo una reunión importante a las siete, pero no debe durar mucho tiempo.
¿Qué tal te suena a las ocho en punto?‖
―Perfecto‖. Haven, dio un paso hacia atrás. Con su misión cumplida, estaba ansiosa
por irse. ―Te recogeré aquí‖.
―Me temo que voy a estar trabajando en nuestras otras oficinas esta noche.‖
―Oh,‖, Haven dijo, paseando su mirada a la mansión de ladrillo rojo que se
encontraba al este de la Sociedad Ouroboros en Gramercy Park South. La primera
vez que lo había visitado, había un pequeño letrero de bronce para identificar el
edificio como la Sociedad Histórica de Gramercy Park. La señal había
desaparecido, sustituida por una placa aún más pequeña grabada con un
Ouroboros de plata. De largo era un anexo de la Sociedad de Ouroboros, la
mansión acogía las reuniones secretas de Adam con los miembros más estimados
de la organización.
Haven no podía dejar de escalar con los ojos los muros de ladrillo hasta la cuarta
planta del edificio, donde Adam mantenía su macabro museo. La visión que una
vez le había inspirado terror ahora le trajo alivio. Tal vez estaba haciendo lo
correcto después de todo.
―No necesitas preocuparte. Ahí ya no hay nada ahora,‖ dijo Adam.
―¿Qué?‖ Haven, pretendió que no había entendido.
―La habitación en la parte superior. Está vacía‖.
Haven no podía creer que él había abordado el tema. Pensó en todas las cosas que
había visto en esa horrible habitación-sus posesiones de vidas anteriores y los
cadáveres de seis mujeres que habían sido ella una vez.
―No era de mi interés recordártelo, pero pensé que deberías saberlo‖ dijo Adam.
―Un momento de incomodidad es mejor que toda una vida de incertidumbre. He
removido todas tus pertenencias. Algunas fueron donadas a museos. Otros fueron
empaquetados en una instalación de almacenamiento. La llave es tuya si la
quisieras‖.
―¿Y los cuerpos?‖ Haven preguntó.
―Han sido enterrados. Hice construir un mausoleo para ellos en Brooklyn. ¿Alguna
vez ha visitado el cementerio Green-Wood?‖.
―No‖, dijo Haven.
―Es adorable‖ le dijo Adam. ―Hay árboles altos, y colinas con vista a la ciudad. El
mausoleo en sí mismo es bastante simple. Una estructura artificial no podría haber
sido añadida a la belleza de los alrededores. Así que he construido la tumba debajo
de una de las colinas. Sólo la entrada es visible. Hay un lago a pocos metros de
distancia, y en el verano se pueden ver los cisnes nadando por ahí. Incluso me
resulta pacífica. Aunque debo admitir que no lo he visitado desde que el mausoleo
fue terminado. Después de tantos años, pensé que merecía su privacidad.‖
―De verdad has cambiado.‖ Las palabras casi se atrancaron en la garganta de
Haven. Ella no quería que fueran ciertas. Pero ahora que estaba mirando
realmente, pudo ver que lo eran.
―Apenas soy un trabajo en progreso,‖ Adam le corrigió. ―La verdad es que no me
esperaba que regreses en esta vida. Pensé que tendría más tiempo para poner las
cosas en orden. Quiero construir una Sociedad de la que te sintieras orgullosa. Una
en la que incluso eligieras liderar a mi lado‖.
―¿Realmente tendría una opción?‖
―Sí‖ Adán prometió. ―la tendrás.‖
A LAS OCHO EN PUNTO, Haven se detuvo a media cuadra de la mansión de
ladrillo rojo, incapaz de convencer a sus pies de moverse más lejos. Ella
simplemente no podía seguir con el esquema de las Horae ahora. El corazón de
Haven dolía por Iain y Beau, pero no podía soportar la idea de traicionar a Adam.
Él la adoraba, y ella le compadecía. Parecía un cruel giro del destino el que tuviera
que intercambiar la libertad de Adam por la vida de las dos personas que más
amaba. Si sólo hubiera otro camino. Había pasado horas tratando de llegar hasta
Iain, con la esperanza de aprender el progreso que había hecho-y para advertirle de
tener más cuidado. Pero las llamadas nunca le llegaban, y Frances Whitman no
había visto a Iain en días.
Haven sintió su corazón lento y su cuerpo empezando a congelarse. Aun así, no
podía dar marcha atrás ni impulsarse hacia adelante. Entonces vio la puerta de la
mansión de ladrillo rojo abrirse. El Comisionado Williams se apresuro por las
escaleras y se dirigió hacia la Tercera Avenida. Recuerda lo que es más importante
para ti, oyó decir a Phoebe. Haven se impulso a toda velocidad.
Adam la agarro mientras entraba a toda prisa en el vestíbulo de la mansión.
―¿Corriste todo el camino desde el hotel?‖, Bromeó. ―¿Quién iba a pensar que mi
empresa puede ser tan atractiva?‖
―Vi al Comisionado Williams afuera‖ dijo Haven, luchando por recuperar el aliento.
―¿Él era la cita de las siete? ¿Estaba aquí para hablar de Beau?‖
Adam la dejó ir. ―No mencione nada antes porque no quería que te preocuparas, sin
causa. Ha habido algunas noticias. ¿Te importaría tomar asiento?‖
Haven miró a su alrededor. Sus antiguos cuerpos podría haber sido trasladado a
Brooklyn, pero la mansión todavía le puso la piel de gallina.
Adán parecía sentir su malestar. ―Tengo una idea mejor. ¿Por qué no caminamos
hasta el restaurante? Hice una reservación en Amrita‖. Sostuvo la puerta abierta
para Haven. No fue sino hasta que estaban a una cuadra que se dio cuenta de que
Adam no se había molestado en llevar su chaqueta. No podría haber estado a más
de 6 grados en el exterior. Ver fuera a Adam en su suéter de cachemira fina era un
casi como ver a Clark Kent sin sus lentes.
―Dime‖ él dijo.
―Haven, ¿Crees que haya una posibilidad de que Beau hubiera desaparecido a
propósito?‖
―¡No!‖ insistió Haven. ―¿Por qué si quiera dirías una cosa así?‖
―Gordon Williams piensa que es extraño que Beau dejara la escuela justo antes de
sus exámenes de mitad de período.‖
―Él estaba muy emocionado‖ Haven argumentó. ―Creía que estaba volando a Nueva
York para ver a un hombre con el que estaba destinado a estar. Dudo que siquiera
recordara los exámenes.‖
―Gordon también encontró un poco extraño que Beau haya sido visto por la calle al
norte de la ciudad. ¿No suena como alguien que está siendo retenido contra su
voluntad? ¿No?‖.
―¿De qué estás hablando? ¡Tenía contusiones en toda la cara! ¿A dónde vas con
todo esto, Adam?‖ Haven exigió.
―Has estado pagando por la matrícula de Beau, ¿verdad?‖.
El recordatorio de su pobreza hizo que Haven profundizara su ceño fruncido. ―Lo
estaba hasta que Virginia Morrow me acuso de fraude. Pero, ¿qué tiene eso que ver
con nada?‖
―Gordon me dijo que Beau no había estado luchando por su excelencia académica
este semestre. Estaba saltándose las clases y sus calificaciones eran atroces‖
―¡Ni siquiera estaba a la mitad del semestre!‖ Haven respondió. ―Beau tenía tiempo
de sobra para mejorar sus notas.‖
Adam suavizó su tono. ―Pero quizá no esperaba hacerlo. Tal vez se sentía
avergonzado de que tu dinero no estaba siendo bien usado.‖
―Claro. Veo lo que está pasando‖ Haven frunció el ceño. ―En lugar de buscar a Beau,
el Comisionado Williams ha estado muy ocupado buscando excusas para su propia
incompetencia. ¿Es por eso que vino aquí esta noche? ¿Para convencerte de que
Beau desapareció, así yo no sabría que estaba reprobando Vanderbilt?‖
―Es sólo una posibilidad que Gordon sintió que debía presentar.‖ Adam se detuvo.
―Haven, soy capaz de ver las caras que las personas prefieren ocultar. ¿Crees que
haya una posibilidad de que Beau no quiera ser encontrado?‖
―¡No!‖ Haven insistió una vez más. ―¡No puedo creer esto! ¿En verdad cree el
comisionado Williams que Beau se golpeó a sí mismo?‖
―Puede haber otra explicación para los moretones.‖
―¡No! ¡Simplemente no, Adam! Beau nunca asustaría a todos los que ama sólo para
no dar la cara. ¡Además, si Beau hubiera estado faltando a todas esas clases, me lo
habría dicho!‖
―¿Y arriesgarse a arruinar la perfecta imagen que tienes de él?‖
―¡El me lo hubiera dicho!‖ Haven lloró, negándose a cuestionar una de las últimas
cosas que todavía sabía con certeza. También lo sentía. Había algo extraño en la
desaparición de Beau. Tal vez había tenido problemas en la escuela. Pero él no
habría puesto a Haven voluntariamente en el infierno. No importaba que evidencia
podría haber para demostrar lo contrario. Beau Decker no podría hacerle daño. Y
eso, Haven lo sabía, era un hecho indiscutible.
―Lo siento‖ Adam dijo, retrocediendo. ―Era sólo una sugerencia. Gordon estaba
sorprendido de que sus hombres no hayan resuelto el caso todavía. Se preguntó si
Beau habría escuchado que lo estamos buscando y se trasladó.‖
Haven se mordió el labio, tratando de contener su ira.
―Lo siento‖ Adam le dijo. ―Vamos a seguir buscando a Beau. Y voy a poner más
presión sobre Gordon. No te preocupes por eso. ¿Podemos tratar de olvidar esta
conversación y disfrutar de una agradable cena juntos?‖
―Me temo que ya no tengo mucha hambre ahora‖ Haven se quejó.
Ya estaban en el otro lado del Madison Square Park, con el edificio Flatiron frente a
ellos cuando Haven se detuvo. La torre triangular se había construido pocos años
antes de que Constance Whitman naciera. Como una niña, Constance se había
maravillado con el rascacielos, que ya entonces era uno de los edificios más
famosos del mundo. Haven tuvo una visión de los vientos salvajes agitando las
faldas de las mujeres mientras una multitud de hombres vestidos a la antigua en
trajes de tres piezas se aferraban a sus sombreros y esperaban ver un atisbo del
tobillo de una dama.
―¿Puedo saber en qué estás pensando?‖ Adam preguntó, y la visión finalizó.
―Tenías la expresión mas divertida justo ahora en tu cara‖.
―A veces, el pasado y el presente se mezclan‖, explicó Haven. ―Me hace sentir que
estoy volviéndome loca‖.
―Nos pasa a todos nosotros‖, Adam le aseguró. ―El tiempo no es la flecha recta que
la mayoría de la gente se imagina‖.
En otro día, con otro estado de ánimo, ella podría haber pedido una explicación.
―Estás haciendo que me duela la cabeza‖, le dijo Haven en cambio.
―Te pido disculpas. ¿Qué dices si nos saltamos el restaurante? ¿Te sientes con
ganas de dar un paseo?‖.
No lo estaba. No llevaba el calzado adecuado para caminar, y su fino vestido y
abrigo de lana no eran suficiente protección contra el frío. Pero Haven, sabía que
no debía decir que no. Un paseo romántico era la oportunidad perfecta para
terminar la terrible tarea que Phoebe le había encomendado.
―¿A dónde quieres ir?‖ Haven preguntó, tratando de olvidar que la conversación
anterior había tenido lugar.
―Por aquí. Hay algo que me gustaría mostrarte‖.
Se encaminaron hacia el oeste del río Hudson. La Vigesimoquinta Avenida estaba
llena de tiendas de antigüedades y fabricantes de maniquís. Detrás de la malla
metálica que protegía una de las fachadas de las tiendas, las cabezas calvas de
plástico de un centenar de mujeres hermosas se habían montado en una pared.
Cada una tenía una expresión diferente; algunas reían, otras sombrías y
compuestas, al igual que un público incapaz de interpretar el espectáculo. Haven y
Adam estaban ya casi en la Décima Avenida, cuando Adam se detuvo frente a una
puerta oxidada al lado de una casa de piedra rojiza antigua. Se agachó y sacó un
ladrillo de la pared del edificio. Detrás de los ladrillos estaba la llave.
―Estamos aquí‖, dijo Adam mientras abría la puerta. ―No te preocupes, estoy
autorizado de visitarla cuando quiera. Venga, echa un vistazo‖.
―¿De quién es esta casa?‖ Preguntó Haven. Un callejón estrecho los llevó a un
jardín. Dio un paso hacia el pasillo y dejo que la puerta se cerrara detrás de ella.
―De un hombre muy viejo, llamado Matteo Salvatore. Él es un amigo mío.
Sígueme.‖
El jardín de la casa de piedra rojiza era estéril. No había plantas o árboles, solo
estatuas de mármol iluminadas por la luz de la luna. Todas ellas eran tan realistas
que podrían haber sido mujeres de verdad congeladas en su lugar por un hechizo.
Adam se acercó a una de ellas. Era la figura de una chica bailando sola. Su vestido,
el cual llevaba envuelto alrededor de su cuerpo al estilo de los antiguos, se aferraba
a su piel, revelando cada curva. Su cabello largo y rizado flotando libremente, y su
corona de flores se había soltado y amenazando con deslizarse hasta el suelo. Adam
se acercó y acarició el brazo de la estatua fría y muerta. Era la primera vez que
Haven había visto sus ojos cobrando vida en presencia de otra mujer.
―¿Reconoces a esta chica?‖ Le preguntó.
―No‖, dijo Haven, celosa de pensar que la adorable criatura, una vez pudo haber
sido real. ―¿Debería? ¿Es alguien que conozca?‖.
―Eres tú.‖
―¿Yo?‖.
―Así es como te veías cuando nos conocimos. Te vi bailando en el jardín detrás de la
casa de tu padre en Creta‖. Él sonrió al recordarlo. ―¿Sabes lo que hice cuando te vi
allí, dándole vueltas a la música dentro de tu cabeza? Me eché a reír. Puede que no
lo creas, pero nunca me había reído antes. Pero eras tan joven y hermosa, tan llena
de vida y pasión. Eras todo lo que yo no era. Matteo debe haberte visto también. El
parecido es asombroso. A menudo me pregunto cuántas vidas le llevó adquirir las
habilidades necesarias para construir tal obra maestra‖.
―¿Es Matteo Salvatore un miembro de la Sociedad?‖
―No‖, Adam dijo con firmeza. ―Visitó la SO en la década de 1940. Tenía sólo
dieciocho años cuando lo conocí, pero me dijo que había sido escultor por más de
una década. Se acordaba de fragmentos pequeños de sus vidas anteriores. Nada
extraordinario, sólo la clase de recuerdos sin sentido que se quedan sin ninguna
razón. Me pidió una oportunidad para examinar su trabajo, y él me trajo aquí.
Acababa de completar esta estatua. Dijo que era una chica que estaba seguro de que
una vez había visto, pero no podía recordar dónde o cuándo. Por supuesto que te
reconocí en un instante. Fue poco después de perder a Constance, y el dolor todavía
estaba fresco. Le pregunté si podía sentarme contigo por un tiempo. Me alojé aquí
en este jardín durante tres días. Matteo nunca hizo una sola pregunta.‖
―Él quería unirse a la Sociedad, pero me negué. No podía soportar ver que su
talento sea dañado o destruido. Así que en cambio me convertí en su protector. Le
di el dinero que necesitaba para seguir su arte, sin ataduras. En los últimos setenta
años, he pedido tres cosas de él. Le pedí que nunca venda tu imagen, que se me
permita visitar este jardín cada vez que quisiera y hace un año le pedí a Matteo la
creación de dos estatuas para el mausoleo que había construido en el cementerio
Green-Wood.‖
―¿Te conoce desde hace sesenta años? ¿Se ha preguntado alguna vez por qué sigues
teniendo el mismo aspecto que el día en que se conocieron?‖ Haven preguntó.
―Matteo sabe que no soy como todo el mundo‖.
―¿Te tiene miedo?‖.
―¿Por qué lo haría?‖, Adam le preguntó. ―Nunca he sido nada menos que amable
con él.‖ ―¿Puedo hacerte una pregunta?‖.
―Sí‖.
―¿Tu todavía me tienes miedo?‖.
―Un poco‖, Haven admitió. ―Cuando estuve la última vez en Nueva York, cuando
estábamos arriba, en esa habitación juntos. Tu ibas a. . .‖ No podía decirlo. ―¿Qué
habría sucedido si Beau no se hubiera presentado?‖.
―No lo sé‖, Adam confesó mientras sus ojos barrían el suelo. ―Miro hacia atrás a ese
momento, y no me reconozco. Me avergüenza recordar los acontecimientos de ese
día‖.
Vergüenza. El había nombrado la emoción que seguía siendo construida en su
interior. Estaba avergonzada de haber intercambiado el corazón de Adam por la
seguridad de Beau. Avergonzada de dejar que Adam guarde la esperanza de que su
amor regrese. Y avergonzada de darse cuenta de que un poco de éste ya lo había
hecho.
―¿Haven? ¿Ocurre algo? ¿Te he puesto triste?‖
―No. No eres tú‖, Haven le dijo, tratando de contener las lágrimas de sus ojos. ―Has
sido muy amable conmigo. Ayudándome a encontrar a Beau, consiguiéndome una
habitación en el hotel, convenciendo a Alex Harbridge de que me deje diseñar un
vestido para ella. . .‖
―Te dije que yo no tenía nada que ver con el vestido de Alex‖, dijo Adam. ―En
cuanto al resto, ha sido un placer. Ojalá pudiera hacer más por ti. Pero estoy
dispuesto a esperar‖. Volvió su mirada a la estatua de la primera chica que había
amado. La primera de muchas que habían huido de sus brazos. ―Haven, cuando me
invitaste a cenar, fue más de lo que podría haber esperado. La idea de que es
posible que vengas a mí por tu propia voluntad. Francamente, es increíble‖.
―Creo que es solo que estoy muy agradecida ―, dijo Haven. ―Y puedo ver que hay
algo diferente en ti ahora‖.
―Por primera vez, estoy deseando que llegue el futuro‖, respondió Adam, la vida
regresaba a sus ojos oscuros. ―Antes, todo lo que tenía era el pasado. Es por eso que
atesoraba todo lo que habías tocado. Ahora no necesito esas cosas. Lo siento‖,
añadió cuando vio el rubor subiendo por el cuello de Haven. ―No quería
avergonzarte‖.
―No lo hiciste‖, Haven mintió. ―Me preguntaba por qué no eras así antes. Si lo
hubieras sido, tal vez no me habría mantenido huyendo de ti‖,
―No es siempre fácil saber lo que alguien más quiere‖, dijo Adam. ―Al principio me
imaginé que tu afecto se podía comprar con oro y joyas. Esos esfuerzos para ganar
tu corazón fueron un fracaso espectacular. Entonces traté de resolver los problemas
con los que te encontrabas en cada vida. Eso funciono por un tiempo. Hubo unos
años en Constantinopla, cuando ambos éramos felices. Entonces descubriste la
verdad sobre mí y te arrojaste al Bósforo. Más tarde, en Florencia, perdí mi
oportunidad de nuevo. Pero ahora sé qué es lo que deseas. Sé cuál es la única cosa
que te puedo dar a la que jamás podrías negarte‖.
―¿Qué?‖, preguntó Haven.
―Alguien bueno. Alguien en quien confiar. Vi cómo de angustiada estabas cuando
Iain te decepcionó, y me di cuenta de que si quería estar contigo, tendría que ser el
hombre que él no era. Así que comencé a hacer los cambios necesarios. Estoy
tratando de reformar la sociedad. Quiero dar a nuestros miembros una nueva
misión. Un día, podrás elegir gobernar a mi lado, y yo quiero que estés orgullosa de
lo que tenemos. Piensa en lo que podríamos ser capaces de lograr con la SO detrás
de nosotros. Puede ser una fuerza para bien, del mismo modo en que August
Strickland quería que fuera‖.
―Pero todavía no lo entiendo, Adam. Tú me dijiste una vez que el caos es necesario.
Que sin ti, el mundo crecería estancado. ¿Qué va a pasar si te conviertes en alguien
diferente?‖.
―El universo tiene formas de mantener su equilibrio‖, dijo Adam. ―Tengo un plan,
pero no voy a mentir, Haven. Lo que estoy intentando podría resultar peligroso. No
sé cuáles podrían ser los resultados‖.
―¿Pero todavía estás dispuesto a cambiar?‖ Pregunto Haven. ―¿Sólo por mí?‖
Adam la miró. ―Te amo‖, dijo simplemente. ―Lo he hecho desde el primer momento
en que puse mis ojos en ti. No creo que te des cuenta de lo importante que eres
para mí, Haven. Eres mi única imperfección‖.
―¿Tu imperfección?‖. No era un cumplido que habría anticipado.
―Nada en la creación fue hecho sin defectos. Durante miles de años, pensé que era
la excepción a esa regla. Yo creía que era un ser superior enviado a llevar una raza
de criaturas más débiles. Detestaba a los seres humanos, que podían ser
manipulados por deseos que no podían controlar. Entonces, te descubrí, y me di
cuenta que yo soy el que debe ser compadecido. Sólo cuando estoy cerca de ti me
siento lleno de vida. Sufro la lujuria y el deseo que los hombres mortales tienen que
soportar. Me he convertido en un adicto a la sensación, y estoy celoso de las
criaturas que he despreciado. Fuiste enviada a humillarme, Haven. Soy humano
siempre que estés a mi lado‖.
Haven sabía que Phoebe estaría complacida por la admisión de Adam. Pero ella no
sentía alivio o placer. Ella deseaba que hubiera una manera de darle lo que él
quería. Todo lo que Haven podía ofrecerle ahora a Adam era una breve visión de
cómo las cosas podrían haber sido si su corazón nunca le hubiera pertenecido a
otra persona. Alargó la mano y tomó una de las manos de Adam. Sus dedos se
sentían tan suaves y fríos como los de las estatuas en el jardín. Adam la miró
fijamente hasta que su asombro se convirtió en gozo.
―Ven‖, dijo él. ―Te acompaño a casa‖.
Caminaron de la mano hasta el Hotel Gramercy Gardens. Para el momento en que
la pareja llegó al vestíbulo, los dedos de Adam habían absorbido su calor. Ellos
podrían haber pasado por humanos, pensó Haven.
―Estaría bien si yo‖.
―Sí‖, dijo Haven. Había sabido que el momento llegaría, y cerró los ojos y esperó
por el beso de Adam. Finalmente llegó, y la frialdad de sus labios se esparció a
través de su cuerpo. Sus dedos se estremecieron cuando le tocó la espalda, y un
adormecimiento maravilloso se apoderó del resto de ella. Pronto se dio cuenta de
que los brazos de Adam eran todo lo que le impedía colapsar en el piso. Ella lo
dejaba besarla porque le compadecía. Pero Haven, de repente se sintió
devolviéndole el beso a Adam.
Y fue entonces cuando supo que podría amarlo. Ella siempre había imaginado que
no había ninguna confluencia en el camino del destino, nada de decisiones difíciles
que debiera tomar. Ella estaba destinada a estar con Iain. Eso era todo, fin de la
historia. Pero ahora veía otra vida que fácilmente podría haber elegido. Una con un
hombre que la adoraba lo suficiente para hacer lo que le pedía. Un hombre con el
poder de alterar el curso de la historia. Un ser bello cuyo beso, al terminar, la dejo
perpleja.
―Buenas noches‖, Adam le susurró suavemente al oído a Haven. ―¿Te veré pronto?‖
―Sí‖, Haven prometió, tambaleándose un poco mientras se sentía regresar a sus
piernas y dedos de los pies. ―Lo harás‖.
Se quedo de pie en el vestíbulo y vio a Adam salir. Se quedó congelada en el mismo
lugar después de que se hubo ido, preguntándose qué era lo que acababa de hacer-y
qué es exactamente lo que significaba. Parte de Haven quería escabullirse escaleras
arriba en la vergüenza. Otra parte quería correr detrás de Adam.
―Phoebe estará complacida‖, dijo una voz femenina joven con un leve acento. Una
chica con el pelo rubio pasando como un suspiro. Haven reconoció sus botas de
motorista antes de lograr ubicar el rostro de la chica. ―Ese beso casi pareció un poco
demasiado real‖.
Cuando la chica empujo a su paso las puertas de cristal del hotel, las orejas Haven
captaron el sonido de alguien silbar en la oscuridad del exterior. Sólo unas pocas
notas de la melodía antigua era lo único necesario para identificar la canción que
había esperado oír todas las noches desde que regresó de Roma. Iain estaba
haciéndole saber que estaba en camino. Haven se volvió hacia su habitación. Su
elección estaba tomada.
CAPITULO VEINTIOCHO
Traducido por Lara desiree
Corregido por Mely
No había forma de decir si había sido un sueño o un recuerdo. Ella podía sentir las
manos de un hombre aflojando sus ropas, exponiendo la carne debajo de ella.
Podía escuchar su respiración, pero no podía ver su cara. Quien sea que fuera, ella
lo ayudó con los últimos botones. Al final estaba completamente expuesta. Esperó
que él la tocara. Cuando sus dedos rozaron su piel, estaban tan fríos como un
cadáver.
Haven se despertó con un grito. Alguien estaba sentado al final de su cama.
―¿Iain?‖ La voz de Haven estaba cargada de sueño.
―Sí.‖
Se zambulló en la cama y echó sus brazos a su alrededor. No se había dado cuenta
de cuánta preocupación la había abrumado. Ahora que sabía que Iain estaba a
salvo, Haven se sintió más ligera de lo que se había sentido en días. ―¡Por Dios,
Iain! ¡Estoy tan feliz de que estés aquí! ¡Estoy tan feliz de que estés bien!‖
Pero algo estaba mal. Él no respondía a sus besos.
―Te vi, Haven.‖
Haven se tambaleó hacia atrás mientras la culpa la atravesaba. Se convenció a sí
misma de que el silbido de afuera había sido una mezcla del viento y su
imaginación.
―¿Esta noche?‖ preguntó, esperando que hubiese presenciado otra escena—
cualquier otra—escena.
―Vine para decirte que finalmente encontré a Padma. Vi a Adam traerte aquí. Te vi
besarlo en el vestíbulo. ¿Qué sucedió con la semana que se suponía que tenías que
darme, Haven? ¿Por qué no te mantuviste alejada de él como prometiste?‖
―¿De qué estás hablando? ¡Hubiera esperado si Phoebe me hubiera dejado!‖
―¿Phoebe?‖ repitió Iain, con el ceño fruncido por la confusión. Entonces sus ojos
subieron al techo, y asintió con su cabeza como si la respuesta hubiera sido enviada
desde arriba. ―Lo entiendo ahora. Phoebe quería sacarme de encima, así que ella
accedió para que fuera a buscar a Padma. Ella juró que había puesto su propio plan
en espera. Pero no lo hizo, ¿cierto?‖
―No,‖ dijo Haven. ―Ella me dijo que teníamos que seguir adelante con ambos
planes.‖ Iain estaba en lo cierto—que habían sido traicionados. Y Haven había
permitido que sucediera cuando llegó tarde para el encuentro con el Horae. Le
había dado a Phoebe la oportunidad perfecta conducirlos aparte y sacar a Iain del
camino.
―Bueno,‖ Iain suspiró. ―Eso explica por qué estabas con Adam esa noche. ¿Pero por
qué tuviste que besarlo, Haven? ¿Y cuántas veces lo has hecho?‖
Tenía todo el derecho de preguntar, pero la pregunta se seguía sintiendo como una
bofetada en la cara. ―¡Esa fue la primera y la última vez, Iain! Así que no me trates
como una especie de traidora. He sido honesta contigo. Que es más de lo que tú
puedes decir. ¿Por qué no me dijiste que Mia Michalski es tu ex-novia?‖
―¿Qué? ¿Quién te dijo eso?‖
―¿Importa?‖ Haven disparó de vuelta. Era mucho más fácil vivir con lo que ella
había hecho cuando imaginaba que quizás, Iain no era inocente tampoco.
―Quien haya sido necesita que le revisen su cabeza. Pero en caso de que estés
preocupada, Haven, no he visto a Mia en días. Ella ha estado ocupada buscando a
Beau, y yo he estado buscando a Padma. Los dos hemos estado haciendo lo posible
por ayudarte.‖
Haven vio el dolor escrito en el rostro de Iain, y estaba sorprendida al pensar que
ella había sido la responsable. Esa horrible chica debía estar todavía al acecho
dentro de ella. Beatrice estaba haciendo lo posible para alejar a Iain lejos, pero
Haven no podía permitir que triunfara. Ella había jurada que no dejaría que nada
se interpusiera entre ella y la persona por la cual había luchado tanto por
encontrar.
―Lo siento,‖ Haven dijo, presionando su frente contra el hombro caído de Iain. Sus
lágrimas eran una mezcla ardiente en su piel de culpa, vergüenza y miseria. ―Por
todo. No debí haber besado a Adam. Y nunca debí haber cuestionado tu lealtad. Sé
lo duro que has trabajado para ayudarme. Fui muy lejos con Adam, es porque
quería que todo esto terminara. Quería salvar a Beau y tomar el primer vuelo a
Roma. Daría lo que fuera por estar sentados en nuestro balcón, escuchando una
historia sobre una de nuestras vidas.‖
―Yo también,‖ dijo Iain. ―Por eso vine aquí. Pensé que sería feliz al escuchar que tal
vez estamos un poco más cerca de volver a nuestro hogar.‖
―¿Porque encontraste a Padma?‖ Haven limpió sus lágrimas en las sábanas.
Cuarenta y ocho horas antes, hubiera estado encantada con las noticias.
―Sí. Pasé los últimos días replanteando los lugares que usaba para interrogatorios
cuando ella era presidente. Ayer a la tarde, la atrapé saliendo de un horrible
agujero de rata en Lower East Side.‖
―¿Y? ¿Accedió a ayudarte a destruir la Sociedad?‖ Preguntó Haven.
―No, pero está abierta a la charla, mientras que haya algo para ella en eso.‖
―¿Así que ustedes chicos no han hecho ningún movimiento aún?‖ Haven sondeó.
―¿A qué quieres llegar, Haven?‖ Iain preguntó, de pronto suspicaz.
―He estado pensando, Iain. ¿Qué tal si la Sociedad no debiera ser destruida?‖
Iain observó a Haven como si esperara que empezara a hablar en lenguas. ―No
puedes hablar en serio. La Sociedad Ouroboros está podrida hasta la médula.‖
―Eso es lo que pensé también, pero ya no estoy tan convencida.‖ Haven se acercó a
él, esperando que su entusiasmo fuera contagioso. ―Conocí a algunas personas que
podrían volver a la OS en la organización que el Dr. Strickland quería que fuera.
Está este tipo, Owen Bell—‖
―¿Qué hay de Adam?‖ Iain preguntó francamente. ―¿Has cambiado de opinión con
él?‖
Haven mordió su labio, tratando de decidir si podía manejar la verdad.
―Creo que Adam es diferente ahora,‖ admitió ella, ―y no quiero ayudar al Horae al
encerrarlo lejos. Lo traicionaría si tuviera que mantener a Beau y a ti a salvo. Pero
voy a tratar de encontrar otra solución.‖
―¿Lo ves? Esto es exactamente lo que no quería que pasara,‖ Iain la interrumpió.
―Esa es la razón por la que pedí una semana.‖
―No lo entiendo.‖
―Estás en lo profundo, Haven. Solo han sido unos pocos días, y Adam te tiene justo
donde te quiere.‖
Haven se erizó. Estaba cansada de que la trataran como a una pequeña niña
inocente. ―¿Por qué creo que la Sociedad puede ser salvada? ¿Es eso realmente tan
estúpido? Estás empezando a sonar como Phoebe. Si solo me dejaras presentarte a
Owen—‖
―No tengo tiempo de conocer a nadie. Necesitamos dejar Nueva York antes de que
te puedas meter en más problemas. Mia puede seguir buscando a Beau. Me dijo
que hackeó todas sus cuentas. No pasará mucho tiempo hasta que—‖
Haven no vaciló. ―No.‖
―¿No?‖
―Lo digo enserio, Iain. Sé que piensas que estoy loca, pero a veces te equivocas.
¿Recuerdas lo que pasó en España cuando era la hija de Emir de Córdoba? Phoebe
me dijo que tú no escuchaste a nadie, ¡y que terminaste matándonos a los dos! Tal
vez deberías intentar ser menos testarudo.‖
Haven se pudo dar cuenta por su reacción de sorpresa que Phoebe había estado
diciendo la verdad. ―¿Cómo se enteró Phoebe lo de Córdoba?‖ preguntó él.
―Ella estaba ahí,‖ Haven suspiró, lamentando usar su conocimiento en contra de él.
―Si solo me dejaras explicar por qué creo que la OS—‖
―No desperdicies tu tiempo, Haven,‖ Iain la cortó. ―Mira, seré el primero en admitir
que he cometido varios errores, pero este no es uno de ellos. Si tuvieras idea del
problema en el que estás metida, irías corriendo al aeropuerto. Todas esas personas
que conociste en la Sociedad—tal vez no sean monstruos pero son peones de Adam.
Vi fotos tuyas del paparazzi con Alex Harbridge y Calum Daniels. ¿Crees que esos
dos son amigos? Su lealtad está con la Sociedad, Haven. ¿Y cómo sabes que la OS
debe ser salvada, de todos modos? Solo te ha sido permitido ver una pequeña parte
de la operaciones de Adam. ¿Has sido invitada a una de las reuniones secretas que
el mantiene en esa mansión cerca de la sede de la Sociedad? ¿Has tomado el tren a
Halcyon Hall? ¿Te has preguntado lo que sucede con los niños que Adam recluta?‖
―En realidad, sé algunas cosas sobre Halcyon Hall,‖ intervino Haven. ―No creo que
nadie esté dañando a esos niños. Conocí a algunos de ellos, y se ven perfectamente
felices para mí. Adam es maravilloso con ellos.‖
Iain se rió como si la idea fuera demasiado tonta para merecer otra respuesta. ―Él
es maravilloso, ¿no es cierto? Le ha tomado menos de una semana para que Adam
se transformara del mismo diablo al amigo de todos los niños. No es de extrañar
que los dos anduvieran tomados de las manos y besándose. Suenas como si
estuvieras enamorada de él.‖
―¡Eso no es justo!‖ Haven exclamó, su rostro ardiendo.
―¿Estás segura? ¿Ni siquiera un poco?‖ Iain preguntó.
―¡Te elegí a tí sobre él! ¡Siempre te he elegido a ti sobre él!‖
―Pero sientes algo por Adam ahora, ¿no es así?‖
―Sí. Siento pena por él.‖ La declaración fue una verdad a medias. Haven recordó el
beso. Había sentido más que pena. Ahora solamente sentía culpa. Tomó la mano de
Iain, esperando consolarlo. Levantó sus dedos a la luz.
―¿Dónde está el anillo que te di?‖ Él preguntó.
El anillo. No había pensado en eso en días. ―Tuve que quitármelo. Adam lo hubiera
visto. Ese anillo podría habernos traído problemas.‖
―Esa no era mi pregunta. ¿Dónde está tu anillo, Haven?‖
―Está en mi bolso.‖ Ella saltó fuera de la cama y volvió a Iain con una mano
hurgando el fondo de su bolso.
―No importa,‖ murmuró Iain.
Haven sabía lo que estaba pensando, y se maldijo en silencio. ―¡Por favor no te
disgustes! No lo he perdido. Todavía está ahí.‖ Dejó el bolso y se sentó en su regazo.
Cuando presionó sus labios contra los de él, Iain volvió su cabeza.
―¿Te irías conmigo esta noche?‖ él demandó.
―No.‖
―Bien.‖ Iain se levantó de la cama con Haven en sus brazos. Ella pensó que quizás el
la cargaría a través de la puerta fuera del hotel. En su lugar la sentó de vuelta en la
cama y marchó a través de la habitación.
―¿Qué estás haciendo?‖ ella lo llamó.
―Encontrar una forma de salvarte.‖
―¡Iain!‖
La puerta se cerró detrás de él.
Cuando quedó claro que Iain no iba a volver, Haven se apresuró hasta la ventana,
esperando un último vistazo de él. Las calles estaban desiertas, pero el parque no.
Una figura solitaria caminaba por las sendas sinuosas. La última cosa que Haven
vio antes de cegarse con las lágrimas fue a la figura pasando de una sombra a la
otra.
CAPÍTULO VEINTINUEVE
Traducido por Pargulin
Corregido por Mely
Beatrice contempló con horror la plaza vacía bajo su ventana, donde un cuerpo
yacía boca abajo sobre los adoquines. Había visto al hombre tropezar y caer. Ni una
sola alma había llegado en su ayuda. Todo el mundo en la plaza había huido de la
escena como cucarachas hundiéndose de nuevo en las alcantarillas. Ellos eran los
enfermos, Beatrice pensó. Entonces, una figura de negro salió de una calle lateral.
Beatrice había enviado un sirviente a llamar a un sacerdote. Pero cuando el hombre
se detuvo junto al cuerpo y levantó la vista hacia Beatriz, estaba claro que él no era
el sacerdote que ella había solicitado. Él había escondido su rostro detrás de una de
las horribles máscaras blancas de pico largo, curvo. Enterró con fuerza la punta de
su bastón, en el flanco del hombre muerto. Un carro tirado por caballos apareció a
la vista. Dos hombres se bajaron y recogieron el cuerpo de la tierra. Giraron el
cuerpo hacia atrás y adelante, y luego lo tiraron en la parte trasera de su carro,
sobre una pila de desordenados miembros, cabezas y torsos.
Haven sorbió el café negro quemado de un vaso de papel, mientras esperaba en la
plataforma subterránea del tren en Grand Central Station. El tren llegó a las ocho y
media, y Haven se encontró rodeada por un enjambre de rostros sombríos de
hombres y mujeres en traje de negocios, todos llegando desde los adinerados
suburbios de la ciudad. Como autómatas realizando alguna tarea pre-programada,
marcharon hacia la salida, poniéndose los abrigos sin equivocar un paso. Una vez
que el tren se había vaciado, Haven abordó, tratando de no resbalar sobre todos los
ejemplares descartados del Wall Street Journal, que cubrían el pasillo. Por lo que
ella podía decir, era la única pasajera en dirección norte.
Haven bebió lo último de su café y esperó que fuera suficiente para mantenerla
alerta. Apenas había dormido después de que Iain se fuera. Cada vez que cerraba
los ojos, se le oía decir: Estás metidas hasta el fondo. ¿Lo estaba? Haven se
preguntó. ¿Realmente se había enamorado de Adam, había sido engañada por sus
mentiras? Iain parecía pensar que era la única explicación a su cambio de corazón.
Tal vez tenía razón, pero los instintos de Haven insistían en que tenía que estar
equivocado. Sentía algo por Adam. Y cuando dejaba que sus pensamientos vagaran,
casi siempre terminaban en la escena de su beso. En presencia de Adam, se sentía
más que mortal. Y se sentía halagada por los extremos a los que había llegado para
ganar su corazón. Pero Adam no la había deslumbrado. Haven aún era capaz de
pensar con claridad.
Eso era lo que tendría que probar si tenía la intención de salvar su relación. Iain
tenía que saber que el deseo repentino de Haven para perdonar a la Sociedad no
tenía nada que ver con los sentimientos que sentía por el hombre a cargo de la
misma. Haven había tendido un vistazo de las maravillas que la SO podría lograr
con gente como Owen trabajando entre bastidores. Si sólo pudiera mostrárselo a
Iain, él podría entender. Y tal vez entonces podría ver que su amor por él no se
había atenuado o muerto, incluso, si su corazón había encontrado sitio para otro.
Finalmente, a las tres de la mañana, Haven había encontrado una manera de poner
sus convicciones a prueba. Las Horae afirmaban que cosas terribles estaban
sucediendo en Halcyon Hall. Iain parecía convencido también. Pero había llegado
el momento de dejar de creer sólo en las palabras de Phoebe. Incluso si eso
significa dejar de preocuparse por Beau por un día, Haven necesitaba ver la escuela
con sus propios ojos. Lo que encontrara podría ayudarla a decidir a quién creer, a
toda la gente que decía que era una niñita confundida, o la voz que le decía que
confiara en sí misma.
Halcyon Hall se ubicaba en las afueras de un pequeño pueblo en el lado este del río
Hudson. Mientras se acercaba al pueblo, Haven podía ver la estructura laberíntica
de piedra y de madera desde la ventana del taxi que la había recogido en la estación
de tren de Poughkeepsie. Con sus extravagantes arcos, balcones y torres, el edificio
parecía un albergue de esquí de lujo. No era la institución sombría y gris que Haven
había estado esperando.
―¿Está seguro de que eso es Halcyon Hall?‖ Preguntó Haven.
―Sí‖, dijo el taxista.
―¿Sabe algo al respecto? He oído que es un poco... inusual‖.
―Es sólo una escuela‖, dijo el hombre, dejando en claro que no estaba de humor
para charlar. ―No hay nada inusual por lo que sé. Debe haber costado una fortuna
arreglar ese edificio, sin embargo. Solía ser un hotel. Después una lujosa escuela
para señoritas. Pero estuvo vacío durante mucho tiempo. Hasta que Halcyon Hall
abrió hace diez años, la gente de por aquí pensábamos que el lugar era una
monstruosidad‖.
Los ojos del conductor desaparecieron del espejo retrovisor mientras se centraba
en la tarea delante de él. Otra tormenta se había extendido por la zona la noche
anterior. Ramas de árboles envueltas en hielo caían en el camino, raspando contra
el techo del taxi. Las barredoras ya habían pasado, acumulando un metro y medio
de nieve a ambos lados de la carretera, pero el asfalto todavía estaba resbaladizo, y
podía ser traicionero. Finalmente, el coche se deslizó en el camino privado que
llevaba a la escuela, y Haven esperaba encontrar alguna evidencia de la seguridad
que Phoebe había descrito. El taxista se dirigió a través de una puerta abierta y más
allá de un vacío puesto de guardia al lado del camino. Tal vez hubo una vez una
fuerza de seguridad en Halcyon Hall, pero ahora las únicas criaturas que
patrullaban el terreno parecían ser un par de grandes cuervos pavoneándose en
círculos sobre la nieve virgen. Cuando el taxi se detuvo frente al edificio principal,
nadie apareció en las escaleras ordenándole que siguiera adelante.
―¿Le importaría esperar aquí?‖ Haven le preguntó al conductor, todavía esperando
a ser expulsados de la propiedad en cualquier momento.
―¿Le importaría pagar?‖, Respondió.
―No‖.
―Entonces no me importa esperar‖. Dejó caer su asiento hacia atrás, puso su gorra
sobre los ojos, y se quedó con la canción de cuna de su taxímetro.
La gran sala de recepción era cálida, casi acogedora. Candelabros colgaban de las
vigas de madera a la vista que cruzaban el techo. Dos fuegos crujían a cada extremo
de la enorme habitación. Los sofás de cuero y sillones a lo largo de la sala parecía
como si alguna vez pudieran haber estado llenos de familias felices en sus
vacaciones. Una foto enmarcada en una de las chimeneas de piedra rústica
mostraba a grupos de niñas en un bello vestido blanco jugando al croquet en el
jardín delantero de la escuela.
―¿Puedo ayudarla?‖ Un amistoso hombre joven con la corbata metida en un chaleco
sacó la cabeza fuera de la oficina principal de la escuela.
―Sí‖, Haven comenzó a decir mientras se quitaba el sombrero.
―Oh, hola, señorita Moore. Casi no la reconozco‖. El hombre se apresuró a
saludarla.
―¿Nos conocemos?‖ Haven, intentó camuflar su nerviosismo con una sonrisa.
―Sí, pero no esperaría que me recuerde. Nos conocimos en la Sociedad hace un
tiempo. Yo estaba trabajando como recepcionista en el momento‖.
―Lo siento...‖
―¡No tiene por qué hacerlo! Los uniformes de la OS no están diseñados para
hacernos memorables. Mi nombre es Albert Sinclaire. Soy el asistente del director‖.
Le tendió una mano, y Haven dudó brevemente antes de tomarla.
―Es agradable verle de nuevo‖, dijo ella, tratando de hacer caso omiso de su torpeza
mientras estrechaba la mano del hombre.
―Entonces, ¿Qué puedo hacer por usted, señorita Moore?‖
―Tomé el tren para visitar a unos amigos esta tarde. He oído hablar mucho de la
escuela, así que pensé en pasar por aquí y echar un vistazo alrededor. Ver de dónde
viene todo el alboroto. Es un edificio hermoso… y ¡tan grande! ¿Cuántos
estudiantes tienen aquí?‖
―Poco más de 200 por el momento‖, Albert Sinclaire, dijo con orgullo. ―A pesar de
que puede que aceptemos un número mayor que de costumbre el próximo otoño.
El programa ha sido un éxito notable. Usted debe haber oído que nuestra primera
promoción se trasladará a la universidad este año. Todos nuestros graduados han
sido aceptados en las escuelas de la Ivy League, sin la intervención de los miembros
de la Sociedad, debo añadir.‖
―Muy impresionante‖, dijo Haven, siguiéndole el juego. ¿Cuánto tiempo pasaría
antes de que la acompañara a la puerta?
Un teléfono comenzó a sonar, y el joven se estremeció. Pareció desgarrado por un
momento, pero en el segundo sonido, empezó a retroceder hacia la oficina.
―Lo siento mucho, señorita Moore. Me encantaría darle una tour por nuestra
escuela, pero estoy muy ocupado en este momento. El director está fuera en un
viaje de negocios, usted ve, y soy el único manteniendo el fuerte. ¿Le importa si le
permito echar un vistazo por su cuenta?‖
Halcyon Hall estaba sin duda llena de sorpresas. ―¿Está eso permitido?‖ Preguntó
Haven.
―Bueno, no, no por lo general. Pero ya que usted es una amiga de la Sociedad, estoy
seguro de que a nadie le importará. Somos una escuela, después de todo, no una
prisión. Las aulas utilizadas por cuarto a octavo grado están en el segundo piso. Las
clases de la secundaria están en el tercer piso, y las viviendas están en el cuarto.
Siéntase libre para pasear, escuchar si quiere. Pero por favor no interrumpa
cualquier conferencia. Si tiene alguna pregunta, estaré aquí en la oficina principal‖.
―Gracias‖, Haven dijo mientras él corría hacia el teléfono.
Las salas del segundo piso estaban decoradas con arte estudiantil. Haven recordó
que su propia escuela en Tennessee tenía expuestas pinturas hechas con los dedos y
autorretratos en un tablero gigante junto a la oficina del director. Los dibujos de
Haven nunca habían sido puestos allí. Los de ella hacía a los otros dibujos verse
mal, un profesor le había informado. En Halcyon Hall, sin embargo, el arte se
enmarcaba detrás de un vidrio, y con muy buena razón. La mayoría de las obras
podrían haber encontrado un hogar en cualquier galería de arte de Nueva York.
Haven se inclinó para examinar una pequeña tarjeta blanca junto a una pintura de
una tormenta eléctrica que pasaba sobre el valle del Hudson. Los rayos iluminaban
una escena extraña en primer plano, donde dos hombres en un cementerio estaban
cavando una tumba o exhumando un cuerpo. Jillian Thomas, cuarto grado, se leía
en la tarjeta.
A medida que continuaba por el pasillo, los oídos de Haven detectaron el suave
sonido de un violín tocando una sonata de Mozart. Mirando a través de la pequeña
ventana de cristal puesta en una de las puertas del aula, vio a un niño pequeño con
el instrumento escondido debajo de la barbilla. Cuando la música terminó, se
sonrojó e hizo una reverencia, mientras que sus compañeros de clase y el maestro
aplaudían con entusiasmo. En otro salón de clases a través del pasillo, una niña de
la misma edad estaba dibujando una serie de moléculas complejas en una pizarra
con tizas de colores. Le tomó unos minutos a Haven darse cuenta de que la niña no
estaba resolviendo un problema planteado por un profesor. En realidad, estaba
dando clases.
¿Esta era la pesadilla de academia que Phoebe había descrito? ¿La siniestra
escuela, donde cosas terribles pasaban a los niños pequeños, indefensos? Sonó un
timbre y de repente los niños alborotados salieron corriendo de sus salones de
clase, apenas reconociendo la existencia Haven, mientras pasaban a su alrededor.
Se reían, bromeaban, tirando las mochilas de los otros, susurrando con sus amigos.
Ni siquiera estaban vestidos con uniformes, Haven notó. Sólo sus propios
pantalones vaqueros, zapatillas de deporte, y suéteres.
―¿Estas perdida, preciosa?‖ La voz aguda pertenecía a un niño pequeño.
Haven miró hacia abajo para encontrar a un niño pequeño con el pelo oscuro y
rizado. Cuando él le guiñó un ojo, no pudo sino reír. ―No‖, dijo. ―Estoy echando un
vistazo alrededor. ¿Siempre coqueteas con mujeres mayores?‖
―Sólo con las sexys‖, dijo el muchacho. Un par de sus amigos esperando en el
pasillo se reían. Estaba montando un show para ellos. ―¿Eres la madre de alguien o
algo?‖
―¿Qué?‖ Haven fingió indignación. ―No soy lo suficientemente mayor para ser la
madre de nadie. ¿Cuál es tu nombre, de todos modos?‖
―Jorge‖, dijo el muchacho.
―Soy Haven. Así que, ¿Te gusta ir a la escuela aquí, Jorge?‖
―Sí, es genial‖, dijo el chico. ―Todo el mundo es inteligente, y podemos estudiar
todas las cosas que nos gustan. Es mucho mejor que P.S. 20. Ese lugar siempre olía
a caca‖.
―¿Alguna vez extrañas a tus padres?‖ Preguntó Haven.
―¿Por qué iba a extrañarlos?‖ El chico puso una cara dura. ―Viene en coche desde el
Bronx cada fin de semana. Les dije que pararan. Todos los otros padres vienen una
vez al mes, pero mi mamá y mi papá no me deja en paz. Están empezando
estropear mi estilo‖.
―Bueno, probablemente sólo están orgullosos de ti‖, Haven, dijo.
―Claro que lo están. Voy a ser alguien muy importante cuando crezca. Todo el
mundo aquí lo será‖.
―¿Sabes lo que quieres hacer?‖ Preguntó Haven.
―Primero voy a ser modelo‖, dijo el muchacho.
―Por supuesto‖. Haven, apenas logró mantener una cara seria. ―Eso tiene mucho
sentido.‖
―Sí, y luego cuando sea mayor, voy a entrar en la política. Eso fue lo que hice la
última vez. Y el Sr. Adam dice que sería una pena dejar que esta personalidad se
desperdicie‖.
―Ciertamente tiene razón en eso‖, Haven, estuvo de acuerdo. ―¿Qué pasa con tus
dos amigos de allí?‖
Jorge señaló al primer chico. ―Inventor‖, dijo. Luego hizo un gesto hacia el segundo
niño. ―Alcohólico‖.
―¡Hey!‖ ‖ El segundo chico se quejó. ―¡Eso fue hace dos vidas!‖
―Estoy bromeando, viejo borracho‖, Jorge se rió. ―Él era algo así como un escritor
famoso o algo. ¿Quieres venir a comer con nosotros, señorita Haven? Es día de
hamburguesas‖.
―Gracias‖, Haven, dijo, ―pero probablemente debería volver a la ciudad pronto‖.
―Bueno, la próxima vez que vengas por aquí, ¿Por qué no me busca?‖
―Claro, Jorge‖, Haven le dijo. ―Sin duda lo haré‖.
―¿Ven?‖ Oyó a Jorge decir a sus amigos, mientras el trío paseaba hacia la cafetería.
―Les dije que siempre he tenido éxito con las mujeres‖.
¿Había pasado algo por alto? Haven se preguntó. ¿Había un calabozo secreto bajo
sus pies, o un ático frío donde los estudiantes de mal comportamiento vivían con
una dieta de pan duro y agua turbia? Todos los niños que pasaron en su camino
arriba a las aulas de secundaria parecían tan normales y felices como Jorge. Los
maestros y otros adultos que se encontró en los pasillos le sonreían cortésmente y
asentían con la cabeza en su dirección. Nada parecía fuera de lo común. Excepto.
La puerta de casillero se cerró, y Haven se encontró cara a cara con Milo Elliot.
Llevaba una chaqueta azul marino con botones de latón sobre una crujiente camisa
Oxford. Su cabello rubio desafiaba las leyes de la gravedad, y sus ojos azules
estaban vacíos. Haven había encontrado tostadoras con más personalidad. ¿Dónde
estaba el hombre joven y carismático de la recaudación de fondos? ¿Había un
interruptor o un botón en algún lugar de la espalda que llevaría al androide de
vuelta a la vida?
―Perdóneme‖, dijo Milo, esquivando a Haven. No dio ninguna indicación de
haberla reconocido. Tenía tres libros bajo el brazo. Trató de leer los títulos, pero lo
único que veía era el nombre del autor, Edward Bernays.
Milo abrió una puerta en el pasillo y se unió a una clase ya en marcha. Aliviada,
Haven continuó su tour, dando un paseo por una sala llena de adolescentes sólo
unos pocos años más jóvenes que ella. Una muestra de seda brillante llamó la
atención de Haven al pasar, y rápidamente se volvió.
En la parte delantera de la clase había una chica normal, con un vestido, una túnica
a la francesa lo suficientemente deslumbrante para la boda de Napoleón. La niña
giraba lentamente mientras un muchacho señalaba los detalles del traje que
llevaba. Era un rubio delgado con rasgos más bonitos y más delicados que los de
sus compañeras de clase. Él había creado el vestido, Haven pudo ver, y no era nada
menos que una obra maestra. Las habilidades del chico con una aguja rivalizaban
con las de ella. Y su sentido del color y la proporción eran tan buenos como los de
Beau.
Su cabeza se volvió bruscamente hacia el resto de los otros estudiantes. Estaban
tranquilamente tomando notas. Un chico en el fondo, un tipo atlético corpulento,
alzó la mano y planteó una pregunta reflexiva acerca de la costura en el corpiño del
vestido. No hubo ninguna de las risitas o burlas que Beau se había visto obligado a
soportar en Snope City, Tennessee. Nadie preguntó dónde mantenía el chico todos
los vestidos que había hecho para sí mismo. O le preguntó qué tipo de ropa interior
llevaba bajo sus pantalones. Aquí, el chico era aceptado como un artista, y su
talento recibía las alabanzas que merecía.
Haven se alejó de la escena con un sollozo alojado en su garganta. Se preguntó si el
chico tenía alguna idea de lo afortunado que era. Si sólo Beau pudiera haber
encontrado un lugar como Halcyon Hall, un lugar donde no tenía que tirar golpes o
balones de fútbol sólo para ganar un poco de respeto a regañadientes. Había
tomado toda la fuerza de Beau, sobrevivir en Snope City, y las heridas que había
sufrido podrían nunca sanar.
¿Quién sabía qué motivos había tenido Adam cuando fundó Halcyon Hall al
principio? A Haven ya no le importaba. Al final había creado una escuela donde los
niños como Beau tenían la oportunidad de convertirse en las personas que estaban
destinados a ser. Tal vez Adam había planeado una vez convertirlos en zánganos
sin sentido como Milo Elliot. Pero había dos cosas que Haven ahora sabía a ciencia
cierta. Los niños en Halcyon Hall no eran todos pequeños robots. Y había que
salvar a la Sociedad Ouroboros.
CAPÍTULO TREINTA
Traducido por Nim
Corregido por Mely
La puerta del café se abrió de golpe con un ruido. Owen Bell estaba en el umbral y
dejó que sus ojos exploraran la habitación. Haven, Alex, y Calum se sentaron en
una mesa en el centro del desierto restaurante mientras un ansioso camarero se
escondía detrás del mostrador. Haven había pedido a Alex el número de Owen, con
la esperanza de poder reunirse con él a solas para el café, pero Alex había insistido
en organizar una reunión.
―¡Alex! ¿Has cerrado este lugar solo para nosotros?‖ preguntó Owen mientras se
encogía de hombros en su abrigo. ―¿No crees que es un poco molesto?‖
―¿Lo es?‖ Alex sonó ligeramente sorprendida. ―Pero si estoy pagando al dueño
generosamente.‖
―Creo que el Sr. Bell estaba pensando en otros clientes, querida,‖ explicó Calum
como si lo tradujera de otro idioma. ―Él siempre tan considerado.‖
Owen le dio al hombro de Haven un amistoso apretón. ―Ya sabes, he estado en tu
casa, Alex. Tienes una máquina de café expreso de diez mil dólares en tu cocina y
una criada que realmente sabe cómo usarlo. ¿Por qué sientes la necesidad de echar
a todos de un café a las once en punto de un jueves por la mañana?‖
―A Owen le encanta darme lecciones de este tipo,‖ dijo Alex, rodando los ojos
mientras se giraba hacia Haven. ―Cree que no me acuerdo de cómo ser un
verdadero ser humano.‖
―No eres tú," dijo Calum. ―Owen se está convirtiendo en un robot. Ya no sabe cómo
divertirse. Apuesto a que tampoco va a ir a la fiesta de esta noche.‖
―¿Fiesta?‖ preguntó Haven.
―Una de las personas de moda la está dando,‖ explicó Alex. ―¡Tienes que venir!
Habrá toneladas de miembros que estarán encantados de conocerte.‖
―Olvidando las conexiones, esta fiesta va a ser un retroceso a los buenos viejos
tiempos,‖ dijo Calum.
―Alcohol, drogas, y chicos guapos y chicas que no han aprendido a equilibrar sus
cuentas.‖
―Mis tres cosas favoritas,‖ señaló Owen con tristeza. ―Lástima que tenga que
trabajar esta noche.‖
―Lo que quiere decir es que necesita pasar el rato con su mejor amigo, Milo,‖ dijo
Calum.
―Milo no tiene amigos,‖ contrarrestó Owen. ―Tiene contactos. Recoge a personas
que pueden ayudarle a hacerse presidente.‖
―¿Presidente de la SO?‖ preguntó Haven.
―Presidente de EE.UU.,‖ corrigió Owen.
―Owen, sé que te he dicho esto unas mil veces, pero eres tú el que debería tener un
futuro en política,‖ comentó Alex.
―Y te he dicho unas mil veces-que soy un tipo que está detrás de las cámaras.‖ Dijo
Owen. ―No necesito los focos como dos de vosotros lo hacéis. Prefiero escribir los
discursos, no darlos.‖
―¡Oh, pero te ves tan bien en el centro de atención!‖ dijo Alex antes de recurrir a
Haven. ―¿No puedes simplemente verle en uno de sus trajes azul marino de pie
delante de una bandera estadounidense? Parece tan hermoso y digno de confianza.
Podría ser nuestro primer presidente gay.‖
Haven trató de no mostrar su sorpresa. Nunca se le había ocurrido que Owen Bell
pudiera ser gay. Nunca se le había ocurrido que pudiera tener una vida sexual de
cualquier tipo.
―No lo comprendes, ¿verdad, Alex?‖ dijo Calum, inclinándose sobre la mesa. Haven
podía ver que estaba a punto de explotar. Lo que estaba a punto de ser liberado
debía haber estado construyéndose dentro de él desde hace bastante tiempo.
―Owen se queda detrás de las cámaras porque no quiere que nadie sepa que es un
gran y viejo maricón.‖
Owen se negó a tragar el anzuelo. ―Valoro mi privacidad. No quiero a la gente
metiendo las narices en mis asuntos.‖
Calum no se lo creía. Él parecía personalmente ofendido. ―¿Estás seguro que esa es
la razón? Ya no estás en la Edad Media, Owen. Ser gay no es un delito capital aquí
en el siglo veintiuno. Hay un montón de gente como nosotros en cargos públicos.‖
―No hay nadie como tú en cargos públicos,‖ trató de bromear Owen. Calum no se
rio.
―Ya sabes, si alguien me pidiera que me fuera a política o hacerme cargo de la
Sociedad, puedes apostar tu culo que no estaría asustado.‖
―¡Calum!‖ dijo Alex, viéndose escandalizada. ―Se supone que tiene que ser
divertido. Haven no necesita oíros a los dos discutir.‖
―Bueno, estoy harto de escuchar a todos divagar y sobre el fantástico líder que sería
Owen. ¿Cómo puede inspirar a la gente si se avergüenza de lo que es?‖ él cerro los
ojos con Owen. ―¿Que galán sería si se supiera que se había convertido en un
cobarde?‖
―¡Calum!‖ Alex agarró al joven hombre por la parte de atrás de su camisa y tiro de
él fuera de la silla.
―Es suficiente. ¡Vienes conmigo ahora mismo!‖ le arrastro hasta el frente de la
cafetería y le obligó a mirar a la pantalla de la pastelería con ella mientras se
enfriaba.
―¡Caray!,‖ dijo Haven. ―Eso fue intenso. No conocía al Calum que había en él.‖
―¿No?‖ preguntó Owen. ―¿Estabas bajo la impresión de que Calum Daniels es una
dulce y gentil alma?‖
―No, pero no creía que pudiera ser tan crítico.‖
―Para Calum es fácil juzgarme,‖ dijo Owen. ―Pasó su infancia siendo mimado por la
Sociedad. Yo pasé la mía con dos personas por lo demás decentes que piensan que
la homosexualidad es una enfermedad moral. Deje mi casa hace un año, y puede
tomar unos poco años más recuperarse de esa particular experiencia. Y lo creas o
no, Haven, esto ha sido una de mis vidas más fácil. Le he contado a Calum un poco
sobre mis vidas anteriores, pero todavía no entiende como se sintió ser traicionado,
desheredado, encerrado en la cárcel, o asesinado-solo por ser gay. He tenido
pesadillas casi todas las noches desde que era un niño. Así que por eso no estoy
dispuesto a dar a conocer mis preferencias. Pero, para que conste, no se los oculto,
tampoco. Calum dice que estoy siendo antiguo. Quizás esta en lo cierto.‖
―Incluso si lo está, no le da excusa para ser mezquino,‖ dijo Haven enfadada. ―¿Por
qué en el infierno eres su amigo, de todas formas?‖
―Calum decidió ser mi amigo,‖ dijo Owen, colocándose derecho. ―Nunca he tenido
mucho que decir del asunto.‖
―Bueno, sé de alguien con quien puedes llevarte un poco mejor," dijo Haven,
corriendo a completar su misión secreta antes de que Alex y Calum volvieran a la
mesa. Owen, había decidido, era la única persona que debía tener una oportunidad
de convencer a Iain de perdonar a la Sociedad. ―Solía ser un miembro de la SO,
pero lo dejo porque estaba muy corrupta. He estado tratando de decirle que va ser
un lugar totalmente nuevo pronto. No he tenido gran éxito. Creo que necesita
hablar con alguien como tú.‖
Owen sacudió su cabeza. ―Odio defraudarte, Haven, pero incluso sin el tráfico de
drogas y la prostitución, la SO es casi la misma que era cuando ingresé.‖
―¿Qué quieres decir?‖ preguntó Haven, su entusiasmo escurriéndose lejos.
―Mira alrededor.‖ Owen hizo un gesto al vacío restaurante. ―¿Es así como los
puntos están destinados a ser utilizados? ¿Para permitir que una estrella de cine de
diecinueve años vacíe un café entero en una mañana del jueves? No estoy
insultando a Alex. Es una chica dulce, y que no conoce nada mejor. Pero estoy
bastante seguro de que esto no es lo que August Strickland había pensado cuando
diseñó los puntos de sistema de la SO.‖
―El Dr. Strickland no inventó el sistema,‖ dijo Haven. ―No había puntos mientras
estaba vivo. Lo introdujeron después de que muriera.‖
Owen sonrió. ―¡Eso es cierto! Alex me dijo que eras uno de los miembros originales
de la Sociedad. Asique no había puntos en ese entonces, ¿Huh?‖
―Nop.‖
―Entonces ¿cómo mantuvo la gente la pista de los favores que realizaron?‖
―No lo hicieron,‖ dijo Haven. ―El Dr. Strickland enseñó que hacer el bien debía ser
nuestra recompensa.‖
―Interesante teoría,‖ reflexionó Owen.
―Ya sabes, en realidad pienso que deberías encontrarte con mi amigo,‖ repitió
Haven justo cuando la puerta se abrió, y dos hombres entraron en el café. Ambos
estaban vestidos con pantalones de mozo y con blancas camisas de botones. No se
parecían en nada, y aun así podían haber sido gemelos.
―Está cerrado,‖ cortó Alex desde el otro lado de la habitación. ―Hay otro café en la
misma calle.‖
―Señorita Moore,‖ dijo uno de los hombres. ―¿Vendría con nosotros por favor?‖
Haven se levantó de su asiento para hacer frente a los hombres de gris. Solo una
persona podía enviar a ese par. ―¿Porque?‖ Preguntó ella. ―¿Saben lo que quiere
Adam?‖
―No, Señorita Moore. Solo nos dijeron que la encontráramos.‖
―¿Necesitas ayuda?‖ susurró Owen a Haven. Al otro lado de la habitación, Calum y
Alex estaban de pie mirando la escena con las bocas abiertas. Pero no se atrevieron
a moverse.
―Necesita venir con nosotros a la Sociedad, ―declaró el segundo hombre de gris.
―¿Haven?‖ susurró Owen de nuevo, esta vez mas urgentemente. ―¿Me quieres para
hacer frente a esto?‖
―Está bien,‖ le aseguró Haven, aunque estaba segura de que no lo estaba. Adam
nunca la habría remolcado lejos a menos que Haven estuviera a punto de ser
castigada. Si no hubiera sido testigo de la escena, podría haber colapsado bajo el
peso de su miedo. Pero de algún modo Haven logro mantener sus rodillas sin
temblar, y escondió las manos en los bolsillos así nadie podría ver lo mucho que
estaban temblando.
―Vamos,‖ dijo el segundo hombre, cogiendo a Haven por el codo y conduciéndola
fuera del café.
―¿Cómo supieron dónde encontrarla?‖ Escuchó Haven preguntar a Calum antes de
que la puerta se estrellara tras ella.
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
Traducido por Valen JV
Corregido por Mely
Los dos hombres grises depositaron a Haven en la escalera principal de la Sociedad
de Ouroboros.
―Espera adentro,‖ le instruyó uno de ellos. Permanecieron estacionados en la acera
frente al edificio, pero no la siguieron por las escaleras.
Más allá de la puerta principal, estaba tan ocupado como siempre, y varios
miembros se arremolinaban alrededor del vestíbulo.
―Hola, Señorita Moore,‖ dijo la recepcionista amablemente. ―Adam estará con
usted en un momento. ¿Le gustaría tomar asiento en la sala de espera?‖
Haven caminó en lentos círculos alrededor de la habitación pero no se sentó en una
silla. Estaba haciendo un gran esfuerzo por parecer tranquila, mientras que
secretamente luchaba contra el impulso de vomitar. Algo había salido
terriblemente mal. Se abrió una puerta al otro lado del vestíbulo, y un grupo de
niños surgieron. Haven los reconoció como los niños de cumpleaños que había
visto vigilando con Adam. Caminaron, casi en una sola fila, pasando a Haven y
hacia la puerta principal. La última persona en la fila era Flora, que se detuvo para
subir la cremallera de su chaqueta.
―Hola, Señorita Moore,‖ dijo cuándo reconoció a Haven.
Haven se aclaró la garganta. ―Hola, Flora. ¿Cómo estás? ¿Tuviste un buen
cumpleaños?‖
―Sí, fue maravilloso,‖ dijo Flora. ―Pero estoy ansiosa por volver a la escuela.‖ Había
algo tan extraño en la niña, Haven pensó una vez más. Flora había cambiado
mucho desde su primer encuentro. Entonces, de repente, Haven se dio cuenta. La
cortesía, el lenguaje rebuscado, incluso la mirada curiosamente penetrante. Flora
estaba imitando a Adam Rosier. ―Oí que ayer estabas ahí. ¿Qué te pareció?‖
―¿Cómo sabes que estaba en Halcyon Hall?‖ Preguntó Haven, sintiéndose de
pronto expuesta.
Flora frunció el ceño. ―Todos lo saben. No tenemos muchos visitantes. ¿Te gustó?‖
―¡Por supuesto que sí!‖ Haven trató de reír y en vez de eso casi se ahogó. ¿Era por
eso que había sido arrastrada a la SO? ¿Adam estaba molesto porque había visitado
Halcyon Hall sin su permiso? ―Es mucho mejor que la escuela a la que asistí.
¡Todas las clases parecen muy interesantes! ¿Qué estás estudiando ahí?‖ Balbuceó
Haven.
―Las mismas asignaturas que los demás.‖
―Pero ¿no tienes un don especial? ¿No eras una epidemióloga en tu vida pasada?
¿No deberías estar estudiando biología o medicina?‖
―No necesito estudiar esas cosas.‖ Le informó Flora cortésmente. ―Ya sé todo lo que
tengo que saber de medicina. Hay muchos más temas que necesitaré dominar si
voy a estar lista para el futuro. Adam dice que todos tenemos una gran
responsabilidad sobre nuestros hombros.‖
―Flora.‖ Era la recepcionista. ―Por favor no pierdas el tiempo. El carro te está
esperando afuera.‖
―Adiós, Señorita Moore,‖ dijo Flora. ―Espero verte pronto.‖
―Sí,‖ dijo Haven. ―Yo también lo espero.‖
Haven sintió a alguien mirándola. Adam estaba de pie en la puerta del cuarto al
otro lado del área de recepción. Haven se apresuró hacia él.
―¿Qué pasa?‖ Preguntó. ―¿Por qué estoy aquí? ¿Se trata de Halcyon Hall?‖
―Me disculpo por arrastrarte lejos de tus amigos.‖ Dijo Adam. ―Pero necesitaba
hablar contigo inmediatamente.‖
―¿Se trata de Beau?‖ Trató otra vez.
―No. Y no es un tema que deberíamos discutir en público. Ven conmigo, Haven.‖
Adam abrió el camino por las escaleras hacia su oficina en el segundo piso.
Adentro, señaló una silla. Haven se sentó mientras él cerraba la puerta. Él paseó
por la pequeña habitación algunas veces, luego se detuvo a tres pies de distancia de
ella. Se recostó en su escritorio y no dijo nada. Sus dedos se aferraron al borde de
madera con tal fuerza que Haven esperó que trozos se rompieran en sus manos.
―¿Adam?‖
De repente sus ojos negros estaban sobre ella. ―Sé que Iain Morrow está vivo.‖
Haven podía sentir el rubor rojo caliente deslizándose por su pecho y escalando su
cuello. ―¿Qué?‖ Se las arregló para gruñir.
―Lo he sabido por meses. Los vieron juntos en Roma. Mi gente me dice que Marta
Vega también está viva. Dudo que eso sea una sorpresa para ti.‖ No era una
acusación, simplemente una declaración de los hechos.
―Sabías todo esto y no…‖
―Te prometí esta vida para que la dirigieras como tu elegiste, y mantendré mi
promesa no importa lo que pase.‖
Esa era una posible explicación, pensó Haven, su mente trabajando.
Desafortunadamente, no era la única. Meses habían pasado desde que Adam había
descubierto la verdad sobre Iain. Si Adam había puesto sus ojos en la venganza,
había tenido tiempo más que suficiente para elaborar un plan. Haven se estremeció
ante el pensamiento, y rezó porque Adam fuera fiel a su palabra.
―No hubiera dicho nada,‖ continuó Adam, ―pero Iain se acercó a uno de mis
hombres esta mañana. Pidió encontrarse conmigo.‖
―¿Lo hizo?‖ Dijo Haven, genuinamente sorprendida. Nunca había visto a Iain ser
tan imprudente. ¿Qué estaba tratando de lograr? ¿Estaba tratando de probarle
algo? Phoebe había tenido razón al advertirle. Si Haven no era cuidadosa, Iain
podría hacer que ambos murieran.
Adam permaneció inmóvil, tan quieto que no podía estar respirando. ―¿Puedo
preguntar cuál es el estado de su relación en este momento?‖ Él miró hacia abajo.
―No me atrevería a preguntar si no fuera por la otra noche.‖
―¿Nuestra relación?‖ Apenas podía escuchar sus palabras sobre los golpes en su
pecho.
―¿Iain y tu están juntos?‖
Adam la había atrapado fuera de guardia. Debería haber tenido una respuesta
preparada, pero Haven nunca había esperado que la pregunta se plantara tan
bruscamente. ¿Qué pasaría si decía que sí? En el mejor de los casos Adam podría
suspender la búsqueda de Beau. No quería imaginar lo peor que podría hacer.
Ahora todo dependía de su respuesta.
―Volvimos a Nueva York cuando Beau desapareció,‖ explicó Haven. ―Pensé que la
Pitia podría ayudarme a descubrir las pistas que necesitaba para salvarlo. Iain
quería contratar a un investigador privado. No me quería en ningún lugar cerca de
la Sociedad de Ouroboros. Ningún lugar cerca de ti. Dejó en claro desde el principio
que no confiaba en mí. Cuando escuchó que te había visto en el spa, se volvió loco.
Me di cuenta de que en realidad no le importaba Beau. Así que te pedí ayuda en
lugar de lo otro. Iain y yo no hemos estado juntos desde entonces. En lo que a mí
respecta, se acabó. No confiaba en mí, y no estaba ahí para mí cuando lo
necesitaba.‖
Se levantó lentamente de su silla, acercándose a Adam con tanta precaución como
lo haría a un animal herido. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, tomó una de
sus manos heladas. Su toque pareció tranquilizarlo.
―¿Por qué Iain quería encontrarse contigo?‖ Preguntó Haven otra vez. ―¿Lo dijo?‖
―Sí,‖ dijo Adam. ―Te quiere de regreso. Y por primera y última vez, tiene mi
simpatía.‖
―Ya no importa lo que Iain quiere,‖ declaró Haven.
―¿Cómo puedes estar segura de que no lo perdonarás? Me has perdonado, ¿no es
así?‖ Había tanta tristeza en la pregunta de Adam que el corazón de Haven dolió.
―No necesitas responder. Pero deberías saber que Iain no te dejará ir tan
fácilmente. Creo que pidió encontrarse conmigo con la esperanza de encarcelarme.‖
―¿Qué te hace pensar eso?‖ Preguntó Haven, obligándose a hablar.
Adam debe haber confundido la mueca en su cara de confusión. ―Iain sugirió que
nos encontráramos en una dirección en Harlem. Dijo que era un terreno neutral.
Envié a unos de mis hombres para hacer un poco de reconocimiento. Era una
tienda en un bloque destinado a ser demolido. No había mucho que ver en el lugar
en cuestión, pero mis hombres descubrieron una bóveda de banco abandonada en
el sótano del edificio de al lado. Sospecho que es donde me habría encontrado de
haber aceptado ir a la reunión.‖
Adam hizo una pausa para estudiar la respuesta de Haven, y ella rezó para que él
malinterpretara su horror. Ahora sabía lo que Iain estaba tratando de lograr.
Phoebe les había dicho a ambos dónde la Horae planeaba confinar a los magos.
Iain se había sustituido como el cebo. ¿Había creído que encerraría a Adam por su
cuenta? ¿O Iain había planeado sacrificarse sólo para probar que Adam era malo?
En cualquier caso, era pura locura.
―Dudo que lo de la bóveda fuera idea de Iain,‖ continuó Adam. ―El modus operandi
me lleva a creer que él ha estado en contacto con un grupo llamado el Horae. ¿Has
oído de ellos?‖
―No,‖ mintió Haven, esperando que Adam no supiera más de lo que le decía.
―¿Quiénes son?‖
―Se podría decir que son enemigos. El Horae se dedica a obstaculizar mi trabajo.
Una o dos veces por milenio convence a un alma ingenua para que los ayuden en
sus planes. Cuentan una trágica historia sobre cómo una vez fueron hermanas que
tuvieron un final terrible por algo que hice.‖
―¿La historia es falsa?‖ Preguntó Haven, su mente confundida. Ella se había
acercado mucho a ser esa alma ingenua.
―Podría ser. Como sabes, he desatado cosas horribles en el mundo. Pero en este
caso las acusaciones en mi contra son falsas. El Horae nunca fueron chicas
inocentes.‖
―¿Qué son?‖
―El mundo está lleno de fuerzas que los humanos no entienden, Haven. Yo traigo el
caos. El Horae hace todo lo posible para restaurar el orden. También hay otros
trabajando. No somos los únicos.‖
―No entiendo.‖
―Es muy parecido al clima,‖ explicó Adam. ―La mayoría de las personas piensan en
el clima como sol o lluvia. Calor o frío. Pero hay un sinnúmero de fuerzas invisibles
siempre luchando para llevar a cabo uno o el otro. La batalla en sí es la parte más
importante. No se puede permitir que acabe. Si una fuerza siempre prevalece,
habría sequía. Si otro gana, todo el mundo se iría con el agua.‖
―¿Y el Horae está tratando de poner fin a la batalla encerrándote en la bóveda de un
banco?‖ Enfermó a Haven pensar que casi las había ayudado.
―Ellas quieren sus días en el sol. Y lo conseguirán de cualquier manera que puedan.
Son tan despiadadas como nunca las he visto. Debes entender que el fin no es
mejor que el caos. Pregúntale a cualquier persona que haya vivido bajo Joseph
Stalin, o los otros tiranos y dictadores que han sido amistosos con la jefa del Horae.
Recuerda, te dije que no sé lo que me pueda ocurrir ahora. Puede que yo esté
evolucionando, pero el Horae no.
―Si cambias, ¿eso significa que el Horae podría ganar?‖ Preguntó Haven. ―¿Qué
pasa si no queda caos para luchar su orden?‖
―No tengo ninguna intención de dejarlos ganar,‖ le aseguró Adam. ―Simplemente
estoy probando un nuevo enfoque. Caos no siempre demanda muerte y
destrucción. ¿Ayer viste Halcyon Hall?‖
―Sí, siento no haber…‖
―No hay necesidad de disculparse. Ahora sabes lo que tengo planeado para la
Sociedad de Ouroboros. Imagina a cada uno de esos jóvenes enviados al mundo.
Nunca les han dicho qué pensar. Nunca han tenido su creatividad reprimida por
ridículas reglas o insignificantes mentes pequeñas. Tendrán todos los recursos que
necesiten a su disposición. Piensa en cómo podría acudir a la sociedad. Tienen el
poder de crear una nueva marca de caos.‖
Habría sonado maravilloso si no hubiera un pequeño hecho todavía fastidiaba a
Haven. ―Fundaste Halcyon Hall hace diez años, Adam. Eras diferente en aquel
entonces. Originalmente, ¿qué tenías en mente para los estudiantes?‖
Los ojos de Adam cayeron desde la cara de Haven al suelo. ―Debo admitir que en
esos días tenía otras intenciones. Me puse a buscar a las almas más dotadas; las que
poseían poderes increíbles. Yo creía que por reclutarlos como niños, podría hacer
que me fueran leales. Cuando llegara el momento, manipularía sus poderes como
yo quisiera.‖
Tomó cada onza de coraje de Haven para preguntar la siguiente pregunta. ―¿Cómo
hiciste que todos los niños te fueran leales?‖
―Los apoyé. Los eduqué. Les di mi tiempo y atención.‖
―¿Eso es todo?‖ Le resultaba difícil de creer.
―¿Te imaginabas algo un poco más siniestro? Lavado de cerebro, ¿tal vez? Has
estado en Halcyon Hall. ¿Parecía que les hubiéramos lavado el cerebro a los
niños?‖
―No,‖ dijo Haven, pensando otra vez en Jorge, el niño que había conocido.
―Nunca he necesitado emplear tales técnicas de mano dura,‖ explicó Adam. ―El
poder no es ni bueno ni malo. Con la buena inspiración, puede ser fácilmente
empujado en cualquier dirección. Ahora los estudiantes de Halcyon Hall estarán
estimulados para mejorar el mundo. Y se les ha dado la educación para hacerlo. ¿Te
gustó lo que viste durante tu visita a la escuela?‖
―Estaba impresionada,‖ admitió Haven. ―De verdad parecía un lugar maravilloso.‖
―Me alegra de que lo creas así. Tal vez algún día podamos expandir el programa;
fundar más escuelas alrededor del mundo. Pero primero… primero tenemos que
encargarnos del problema al frente de nosotros.‖
―¿Te refieres a Iain?‖ Haven cayó de nuevo en el presente con un ruido
desagradable. ―¿Qué vas a hacer con él?‖
―Eso depende,‖ respondió Adam. ―¿Qué te gustaría que hiciera?‖
―¿Me estás preguntando?‖
―¿Por qué no? Lo conoces mejor que yo.‖
Haven nunca se había enfrentado a una prueba más terrible. Si Adam todavía era
un monstruo, entonces la respuesta incorrecta (cualquiera que fuera) arriesgaría
tres vidas. Si no lo era, necesitaba mantenerse cerca de él. Todavía era la mejor
esperanza para salvar a Beau. Ella estaba en un limbo, y no había vuelta atrás.
―Tú eres el que vino a rescatarme, Adam. Ahora mi lealtad está contigo. Deberías
hacer lo que creas necesario,‖ dijo Haven, sabiendo que el Adam del pasado nunca
habría permitido que un rival peligroso viviera.
―Dices eso para complacerme, pero sé que no quieres ver a nadie herido,‖
respondió Adam. ―Así que haré lo mejor por ignorar a Iain Morrow por ahora. Pero
hay una cosa que te debo pedir a cambio.‖
―Lo que sea,‖ dijo Haven, ocultando su alivio. Había confiado en sus instintos y
salvó la vida de Iain.
―Esta noche hay una reunión en la Sociedad de Ouroboros. Nada terriblemente
importante, pero algunos de nuestros miembros de rango más alto estarán ahí.
¿Quieres venir?‖
―Por supuesto.‖
―¿Como una cita?‖
―Sí.‖
―¿Te das cuenta de lo que eso significa?‖ Preguntó Adam. ―La gente sabrá quién
eres. Será nuestra primera aparición juntos como pareja.‖
―Lo sé,‖ dijo Haven.
―Las cosas cambiarán,‖ dijo Adam. ―De maneras que podrías no esperar.‖
―Lo sé,‖ dijo Haven.
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
Traducido por Valen JV
El sonido de un timbre tomó a Haven por sorpresa. El correo de voz contestó, y la
voz de Iain en el mensaje hizo que su corazón hiciera una voltereta antes de
recordar lo furiosa que estaba con él. ¿Cómo todavía podía amar a una persona
cuya imprudencia había estado muy cerca de destruirlos a ambos?
―¿Qué diablos estabas tratando de hacer, Iain?‖ Siseó ella en el teléfono. Estaba de
pie junto a la entrada de servicio de un edificio de apartamentos en la calle
diecinueve. No había un alma a la vista, pero Haven no podía sacudir la sensación
de que alguien podría estar escuchando. ―¿De veras pensaste que Adam mordería el
anzuelo e iría por ti? ¿Estabas esperando mostrarme lo estúpida que he sido?
Bueno, ¿sabes qué? Resulta que yo tenía razón desde el principio. Ahora Adam es
diferente. Pero yo nunca habría arriesgado nuestras vidas para probarlo. Pensabas
que tenías todo calculado, ¿no es así? Bueno, todo lo que lograste hacer fue
acercarme más a él. Esta noche Adam me va a presentar a la Sociedad de
Ouroboros como su novia. ¿Tienes idea de lo que eso significa? ¿Tienes…‖
Hubo un fuerte pitido en su oído.
―Su mensaje ha alcanzado el máximo de duración,‖ dijo una alegre voz
automatizada.
―¡Aaarrrrghh!‖ Gritó Haven en el teléfono, ahora sin miedo de quién podría oírla.
Pateó la pared y consideró darle un puñetazo para completar. En cambio, se quedó
de pie con la frente apoyada en el cemento, respirando profundamente y tratando
de recuperar un poco de calma. Estaba apretando el teléfono con su mano como a
una pelota anti-estrés cuando un e-mail llegó de la dirección de Beau Decker.
No había ningún mensaje, sólo un archivo adjunto. Una foto de la cara de Beau.
Uno de sus ojos estaba cerrado, ya hinchándose, y el otro miraba hacia su fotógrafo
con furia impotente. Había sido tirado al suelo, y sangre brotaba de heridas frescas
en su sien derecha y su labio inferior. Otro chorro dejó un rastro carmesí desde su
nariz hasta su oído. Había sido lo suficientemente malo como para saber que Beau
podría haber sido lastimado. Pero verlo sufrir era mucho peor de lo que Haven
había imaginado.
El mundo quedó en silencio, y ella no vio nada excepto la imagen en la pantalla.
Adam e Iain cayeron en el olvido. Haven no tenía otros problemas, no tenía otras
preocupaciones. El terror cursando por su sistema se había llevado todo. Sólo
importaban dos cosas. Encontrar a Beau. Y castigar a las personas que lo habían
herido.
La foto desapareció, y el nombre de Leah Frizzell apareció en letras brillantes en la
pantalla del teléfono. Haven respondió la llamada.
―Lo volvieron a herir.‖ Ella no tenía tiempo que perder en un hola.
―Lo sé,‖ dijo Leah. ―El que tomó la foto se lo envió a todas las personas en la libreta
de direcciones de Beau. Pero está vivo, Haven…‖
―Me tengo que ir,‖ anunció Haven, su voz plana y sin emociones. ―Voy a encontrar a
la persona que hizo esto.‖
―Y yo voy a ayudar,‖ gritó Leah antes de que Haven pudiera colgar. ―Escúchame,
Haven. Estás en estado de shock. No hagas nada hasta que yo te vea.‖
―No hay tiempo suficiente para que te puedas subir en un avión.‖
―¡Ya estoy aquí! Tomé un vuelo en Raleigh anoche. Mi tío Earl me dejó usar su
tarjeta de crédito. Te iba a llamar esta mañana.‖
―¿Volaste hasta aquí anoche? ¿Dónde dormiste?‖
―En un banco de un parque llamado Union Square. De hecho, me desperté justo
cuando mi teléfono empezó a sonar.‖
Una sacudida de molestia trajo a Haven de vuelta al mundo. ―¿Dormiste en un
banco del parque, Leah? ¿Sabes qué tan peligroso es eso? Esto no es Snope City. Ni
siquiera es Durham. Aquí hay personas que cazan turista por deporte. Ya tengo a
un amigo en problemas, ¡no te puedo tener a ti también!‖
―Guarda esa furia para los secuestradores, Haven. Ambas sabemos que nadie va a
molestarme.‖
―Bueno, quédate donde estás,‖ ordenó Haven. Ya había empezado a caminar hacia
el oeste. ―Te voy a recoger. De todas manera, ¿Cómo terminaste en Union Square?‖
―Este es el lugar que he estado viendo en mis visiones,‖ dijo Leah. ―Encontré la
entrada redonda del metro con forma de templo. De hecho, también encontré al
hombre que he estado buscando. Estaba justo aquí esperándome cuando aparecí a
las cinco y media esta mañana. Estaba tan cansada que casi empecé a hablar con él
antes de darme cuenta de que sólo es una estatua de Gandhi. ¿Sabes cuál es?‖
El parque estaba lleno de gente desafiando el frío para buscar el almuerzo, pero,
como siempre, era imposible pasar por alto a Leah Frizzell. Una gorra de caza
naranja y negro estaba sobre su cabeza, y cabello rojo fibroso salía por debajo de
ella. Estaba usando un viejo traje del ejército con el nombre FRIZZELL cosido
sobre el bolsillo, y un par de maltratadas botas de combate negras. Arriba de las
botas y debajo del dobladillo de su falda, se podían ver cuatro centímetros de carne
blanca. Peatones abrían la boca a la extraña, chica mal vestida y caminaban lejos de
ella para evitarla. Levantó una mano tan pronto vio a Haven corriendo en su
dirección.
―¡Jesús, Leah! ¿No empacaste algunas mallas, leggins o algo?‖ Preguntó Haven
entre bocanadas de aire. Incluso Gandhi tenía un carámbano colgando de la punta
de su nariz, y Leah Frizzell iba caminando con las piernas desnudas. Haven casi
deseó no haber respondido la llamada de Leah. Lo último que necesitaba era una
paleta que cuidar.
Leah pareció leer sus pensamientos. ―No creas que tienes que cuidarme, Haven
Moore. Puede que sea palurda, pero no soy estúpida.‖
―Acabas de volar miles de kilómetros para encontrarte con una estatua,‖ observó
Haven.
―Sí, y creo que valió la pena. Descubrí qué era lo que estaba causando ese terrible
olor en mis visiones.‖ Leah señaló la acera. ―Tuve otra esta mañana, y vi un montón
de cadáveres justo aquí.‖
De repente, Leah no parecía tan tonta. ―¿Cadáveres? ¿Quiénes eran?‖
―No lo sé. Pero a juzgar por su olor, habían estado allí el tiempo suficiente para
ponerse nice and ripe. Tampoco se veían muy bonitos.‖
―¿Qué vas a hacer?‖ Preguntó Haven.
―Esperar otra visión. No puedes apurar estas cosas, tu sabes.‖ Leah siempre parecía
tan imperturbable, como si alguien estuviera susurrándole instrucciones al oído.
―Hace unos días dijiste que algo terrible iba a suceder. Ahora estás teniendo
visiones de personas acostadas en la calle. ¿Y sólo vas a esperar?‖
―Tengo algo de tiempo,‖ respondió Leah, todavía tan calmada como siempre.
―Todos los muertos estaban usando mangas cortas, así que supongo que tengo
hasta el verano para arreglar lo que necesita ser arreglado. Creo que los problemas
de Beau son probablemente un poco más urgentes. Así que empecemos.‖
―Primero tengo que llamar a Adam y hacerle saber lo que pasó.‖
―¿Disculpa?‖ Preguntó Leah. ―¿Adam Rosier?‖
―Me ha estado ayudando a buscar a Beau,‖ dijo Haven, marcando el número
principal de la SO.
―Deja el teléfono por un momento,‖ ordenó Leah. La chica no había alzado la voz o
cambiado su tono, pero de alguna manera Haven sabía que no era sólo una
solicitud. Deslizó las manos de vuelta a sus bolsillos. ―¿Por qué no me dijiste nada
de esto?‖
―No sé,‖ admitió Haven. ―Muchas cosas han ocurrido en los últimos días.‖ ¿Por qué
estaba de pie en el frío respondiendo preguntas cuando Beau estaba seriamente
herido?
―Bueno, estoy escuchando ahora,‖ dijo Leah.
Haven suspiró. ―¿Recuerdas a la mujer que viste rodeada de humo?‖ Leah asintió.
―Su nombre es Phoebe. Es la jefa de un grupo llamado el Horae. Hay doce de ellos,
y tienen cuerpos humanos. Pero en realidad no son humanos. Son los enemigos de
Adam. Ellos ponen orden mientras que él trae caos.‖ Haven hizo una pausa para
asegurarse de que Leah la estaba siguiendo.
―Bien,‖ dijo Leah, como si Haven no hubiera dicho nada fuera de lo común.
―Phoebe me dijo que sólo me ayudaría a identificar a la personas que secuestró a
Beau si la ayudaba a encerrar a Adam. El Horae cree que Adam ha estado
reclutando niños a la SO para crear alguna clase de ejército, y quieren detenerlo.‖
―¿Cómo se supone que vas a ayudar al Horae a encerrarlo?‖
―Pretendiendo enamorarme de Adam y atrayéndolo a una trampa.‖
Leah pestañeó. ―Suena terriblemente riesgoso. Me sorprende que hayas estado de
acuerdo.‖
―Estaba dispuesta a hacer lo que fuera para salvar a Beau. Pero cuando empecé a
pasar tiempo con Adam, me di cuenta de que no es la misma persona que solía ser.
Está tratando de limpiar la Sociedad de Ouroboros. Y tiene al comisionado de
policía y al FBI buscando a Beau. Ya no quiero trabajar con el Horae. No quiero
traicionar a Adam…‖ Se aferró al teléfono. ―Por favor sólo déjame llamarlo.
¡Tenemos que actuar rápido si vamos a salvar a Beau!‖
―Espera, Haven. Tengo un par de preguntas más. ¿Dónde ha estado Iain todo este
tiempo?‖
―Es una larga historia. Pero te diré donde está en este momento: en medio del
camino. Cree que estoy loca por creer que Adam podría cambiar. Cree que me he
enamorado de él. Así que ha estado intentando encerrar a Adam por sí solo.‖
Leah levantó una ceja. ―¿Te has enamorado de Adam?‖
Haven estaba aturdida. La pregunta directa de Leah la había golpeado con la fuerza
de una maza medieval. Quería reír o hacer luz de todo eso. Pero Leah no era de las
que imaginan cosas que no están ahí.
―No lo sé,‖ admitió Haven. ―Todavía amo a Iain más que nunca. Es sólo…‖
―¿Crees que Adam te ama? ¿Estás segura de que no es alguna enferma obsesión?‖
La respuesta de Haven no parecía llegar con la suficiente rapidez para Leah. ―No
pienses en ello, Haven. Sólo responde la pregunta.‖
―Me ama,‖ respondió Haven. ―Estoy segura de eso.‖
―¿Y de verdad crees que cambió?‖
―Sí. ¿Tú también crees que estoy loca?‖
Leah no se detuvo a reflexionar sobre la posibilidad. ―No,‖ dijo, sonando
completamente segura. ―No habría imaginado que Adam era capaz de amar a
alguien. Pero si lo es, probablemente deberíamos repensar algunas cosas.‖
Haven sacudió su cabeza. No quería pensar en Adam o Iain. Quería enfocarse de
nuevo. Beau era la única persona que podía importar ahora.
―No importa lo que Adam siente,‖ dijo Haven. ―Lo único que importa es esto.‖ Tocó
una tecla en su teléfono y levantó la imagen.
―La policía ya tiene la foto,‖ dijo Leah. ―Se las envié mientras te estaba esperando.
Probablemente la mitad de las personas en la lista de envío hicieron lo mismo. Así
que no necesitas llamar a Adam si eso es todo lo que puede hacer.‖
Eso no era todo lo que él podía hacer. Haven tenía veinte puntos de la SO en la
cuenta que Lucy Fredericks había abierto para ella. Si quince puntos podían pagar
una fiesta en la punta del Empire State, veinte podrían comprar los servicios de uno
o dos matones. Cuando la policía encontrara a las personas que habían golpeado a
Beau, Haven quería hacerles sufrir. Adam conocería al hombre perfecto para el
trabajo, y no haría ninguna pregunta. Entendería por qué era necesario. Pero Leah
Frizzell nunca lo haría.
―¡Entonces dime qué crees que debería hacer!‖ Haven casi le gritó a Leah.
―¿Recuerdas cuando te llamé en Florencia? Te dije que la clave que necesitabas
encontrar podría estar en tus recuerdos. No estaba simplemente haciendo una
pequeña charla. Creo que deberíamos hacer una visita a este personaje Phoebe. No
me importaría hablar con ella.‖
―¿Quieres hablar con Phoebe? ¿Después de todo lo que te acabo de decir?‖
―Estoy empezando a pensar que todo está, de alguna manera, conectado,‖ dijo
Leah, sus ojos escaneando el Union Square como si las respuestas que necesitaba
podrían estar escondidas detrás de uno de los árboles. ―La desaparición de Beau. La
gente muerta aquí en este parque. Estas criaturas que han estado chantajeándote.
Tu enamorándote de Adam.‖
―Nunca dije…‖
―Bien, bien,‖ dijo Leah. ―¿Sabes cómo encontrar a Phoebe?‖
―No me ayudará a menos que traicione a Adam.‖
Leah se encogió de hombros. ―Entonces deja que crea que lo harás. Si ella te ha
estado mintiendo, ¿Por qué crees que le debes la verdad?‖
―Tienes razón. Phoebe tiene una casa cerca de Harlem. Pero no se supone que vaya
ahí sola. El Horae tiene miedo de que me sigan.‖
Leah miró alrededor. ―No veo a nadie vigiándonos. ¿Y tú?‖
―No,‖ admitió Haven.
―Entonces vamos, manos a la obra.‖
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
Traducido por Caliope Cullen
Corregido por Day
Haven llamó a la puerta de la casita amarilla en la esquina de Sylvan Terrace. Una
Vera de pelo azul respondió, con sus ojos desorbitados.
―¡Haven! ¿Qué estás haciendo? ―. El joven susurró, mirando nerviosamente a su
alrededor. ―No deberías haber traído a alguien contigo. Por favor, vete antes de que
Phoebe se entere. Vas a traernos problemas a todos nosotros.‖
―Nadie nos ha seguido‖ dijo Leah, su tono era cortés pero firme. ―Pero si no nos
dejan entrar pronto, todos en el pueblo van a saber dónde estamos.‖
―¿Es esa Haven en la puerta?‖ Vera se encogió ante el sonido de la voz de su líder.
Dando un paso lejos de la entrada, ella dio a Phoebe una vista llena de sus invitados
inesperados.
La vieja sonrió, hasta que vio a Leah.
―¿Quién es esa?‖ Ella gritó. ―¡Nadie dijo que se les permitía traer a sus amigos,
Haven! Entra antes de que nadie te vea. ¿Cómo te atreves a arriesgar nuestros
planes con esto?‖
Haven no respondió. Ella estaba mirando a Vera, que había anticipado el estallido
de Phoebe. La calma, en la cabeza tranquila de Horae debió ser sólo una actuación.
―Es mi culpa, señora,‖ explicó Leah, una vez que estuvieron dentro de la sala
circular con la escalera de caracol. Ella no estaba en absoluto intimidada. ―Ya ves,
yo soy la que le dijo a Haven que tenía que encontrarla. Ahora que estoy en Nueva
York para una visita, pensé en pasar por aquí y decir hola. Así que no culpe a
Haven. Hice que me trajera aquí.‖
Phoebe formó toda su ira sobre la chica pelirroja. ―Así que crees…‖ Sus palabras se
apagaron, y su ira se evaporó. ―¿Has dicho que le dijiste a Haven que me vea? ¿Tú
eres la razón por la que vino al spa?‖
―Te vi en una visión,‖ explicó Leah. ―tú estabas sentada en una nube de humo con
una toalla en la cabeza.‖
―¿Una visión del futuro?‖ Phoebe le preguntó en un susurro atemorizado. ―¿Eres
tú?‖
―¿Es quién?‖ pidió Haven.
Phoebe ignoró la pregunta. ―¿Por qué has venido aquí?‖ Preguntó a Leah. ―¿Qué
has visto?
Leah sonrió a la mujer, haciéndose la tonta como un profesional. Pero el poder en
la sala se había desplazado con una sola frase. Leah estaba a cargo ahora. ―Mi
nombre es Leah Frizzell. Soy amiga de Haven de Snope City, Tennessee. Estoy aquí
para ver lo que todos ustedes pueden hacer para ayudarnos a encontrar nuestro
amigo Beau.‖
―Ya estamos haciendo todo lo posible.‖
―¿Lo están? Leah preguntó. ―Haven no está tan segura de eso. Creo que es hora de
que todos tengamos una charla, ¿no?‖
―Debemos hacer lo que pide.‖ Vera se adelantó y puso una mano sobre el brazo de
Phoebe. ―Si ella es la única.‖
Phoebe claro que no apreció el consejo, y empujó a la joven en su lugar.
―Nuestras hermanas lo quieren‖ Vera intentó de nuevo.
―¡Ya basta!‖ Gritó Phoebe. ―Todos ustedes. Síganme a la sala de Consejo.‖
La cámara color tiza era perfectamente redonda y vacía, pero para una chimenea
ardiendo y doce sillas reales dispuestas en un círculo. No había ventanas para
distraer el ojo. No había diseño de interiores para admirar. Sólo el techo estaba
decorado. Haven dirigió la mirada hacia el mapa de los cielos pintados de oro en el
yeso. Por un momento, ella podría haber jurado que había visto que se movían.
Luego, su atención se centró en el pequeño grupo de mujeres que andaban por la
puerta abierta de la habitación. Vera y Claudia estaban allí, al igual que la chica
rubia de Florencia. Ninguno de ellas hablaba, pero Haven se dio cuenta que habían
venido a ver a Leah.
Phoebe abrió la boca para hablar, pero Leah interrumpió. ―Haven tiene algunas
cosas que le gustaría sacar de su pecho primero. Creo que es mejor sentarse.‖ Ella
sacó una de las sillas del círculo y le indicó a Phoebe que tomara asiento.
La boca de Phoebe se mantuvo cerrada, y ella hizo lo que le dijo. Otras seis Horae
llegaron a pie detrás de su silla. Los ojos se posaron en Leah. No era más que una
escuálida de diecinueve años de edad, una niña con algunas porciones extra que
arrancar. ¿Por qué las Horae obedecían sus órdenes?
―¿Haven?‖ Leah le preguntó. ―¿Crees que podamos empezar?‖
―Yo sé lo que las Horae son en realidad‖ Haven anunció. ―Conozco que la historia
de las doce hermanas asesinadas no es verdad.‖
―Los magos te dijeron eso, ¿no? ¡Cómo te atreves a hablar de nosotros con ellos!
¡Cómo te atreves a creer en sus mentiras!‖
―Ah, ah, ah.‖ Leah reprendió a Phoebe. ―Usted tendrá su turno. Haven está
hablando ahora.‖
―¿Mentiras?‖ continuó Haven ―Vamos a hablar de mentiras. Usted traicionó a Iain,
y ha estado mintiendo sobre Halcyon Hall durante todo este tiempo. Tomé el tren
hasta allí ayer. No había ningún tipo de seguridad impenetrable. "Ellos no están
lavando el cerebro a los niños o abusando de ellos de ninguna manera. Adam pudo
haber tenido otros planes cuando abrió Halcyon Hall, pero ahora es sólo una
escuela, Phoebe.‖
La sonrisa de Phoebe cuestionó las convicciones de Haven. ―Estás segura de eso,
¿verdad?‖
―Sólo sé lo que vi, Phoebe. Y después de mi regreso, me juré que no iba a tener nada
que ver con las brujas. Sólo estoy aquí porque tengo que encontrar a Beau lo más
rápido posible. Pero a menos que me ayude a ver a Naddo, nunca volveré a poner
un pie en la terraza de Sylvan de nuevo. Lo que sería una verdadera lástima. Tengo
Adam justo donde lo necesitamos.‖
―¿Usted?‖ Phoebe se inclinó adelante en su silla como un pit bull que tira contra su
cadena.
―¿Usted piensa que no sé todo lo que sucede en la Sociedad Ouroboros? Oí que
fuiste arrastrada en contra tu voluntad para ver a los magos esta mañana. Tal vez él
no está convencido de su amor como piensas‖
―Él quiso decirme que él sabe que Iain está vivo. Lo supo durante meses. Logré
convencerlo de que no podría importarme menos. Hago mi estreno público como la
novia de Adam esta noche. Hay una fiesta en la Sociedad.‖
Las mujeres de pie detrás de Phoebe intercambiaron miradas cargadas.
―Si esto es cierto, podría ser una excelente noticia‖ su líder ofreció cautelosamente.
―Pero hay un pequeño problema. Adam sabe acerca de la bóveda de un banco‖
―¿Cómo?‖
Adam tenía el lugar verificado, y sus hombres encontraron la bóveda en el sótano.
No pensé que alguna vez pudiera convencerlo de seguirme allí.
―¡Ese imbécil!‖ Phoebe se volvió a las mujeres que se reunieron detrás de ella como
si fueran las culpables. ―¡Te dije que deberíamos haber tenido a Iain fuera del
camino hace años! Esto es lo que tenemos para proteger los sentimientos de las
personas.‖
―¡Alto!‖ Haven‖, ladró. ―Iain puede haber cometido un error, pero tengo una
solución. Sé dónde pueden poner a Adam.‖
―¿Dónde? Nos llevó décadas para encontrar un lugar ideal.‖
―¡No!‖ Leah interrumpió justo cuanto Haven estaba a punto de hablar. ―En primer
lugar Phoebe va a ayudarnos a encontrar las respuestas que necesitamos, y
entonces decidiremos si queremos su ayuda.‖
Phoebe se levantó y se quedó con su cara a escasos centímetros de Leah. La
muchacha no se inmutó, pero el resto de las Horaes vieron la confrontación con
una mezcla de fascinación y horror. ―Si insistes‖, la vieja gruñó. ―Haven, síganme
hasta el techo. El resto de ustedes hagan que la señorita Frizze esté cómoda.‖
―Si no te importa, creo que me gustaría acompañar a Haven y ver cómo funciona
todo esto‖, dijo Leah.
―Por supuesto que no.‖ Phoebe se negó a ceder en el asunto. ―Es posible que hayas
traído a Haven hacia nosotros, pero ella debe hacer frente al pasado por su cuenta.
Cuando esté hecho, vamos a averiguar si tiene el coraje de decirle a sus amigos lo
que ha visto.‖
BEATRICE ESTABA PASEANDO por la orilla del río Arno, un hombre joven a su
lado. Delante, el puente que el agua una vez había lavado había sido reconstruido.
Cuatro doctores vestidos con abrigos largos oscuros y máscaras terribles, parecidas
a un pájaro se detuvieron a llamar a la puerta de un edificio del otro lado de la calle.
Una mujer frenética los hizo pasar dentro.
―La enfermedad se extiende‖ dijo Beatrice. ―Su madre le había advertido que se
quedara en casa, pero hoy día Beatriz hizo como le gustaba.
―Sí‖, el joven confirmó sin ninguna emoción en su voz. Beatriz lo miró. Era guapo,
todos sus amigos así lo creían. Alto y oscuro, con una voz resonante que le dijo al
mundo que era alguien a tener en cuenta. Pero sus ojos podían ser fríos. Tenían un
poco del calor de Ettore. Le gustó y aún confiaba en él… pero ella no amaba a Adam
de la manera en que una vez había amado a Ettore.
―Piero me dijo que la peste llegó a los barcos‖, dijo Beatrice. ―Él casi sugirió que
ustedes lo trajeron aquí.‖ No podía ser cierto, se recordó una vez más. Piero dejaba
a sus pasiones gobernarlo. Él no siempre veía cosas racionalmente.
―Tu hermano está celoso‖ dijo el joven ―porque él nunca puede tener lo que
tenemos.‖
Beatrice mordió su labio con tal fuerza que casi lo dibujó con sangre. ―Yo no
debería haberle dicho‖ dijo ella ―Sé que no me importa que Piero quiera, pero no
era un secreto que estaba destinado a compartir‖
―Estamos a punto de casarnos. No pueden haber secretos entre nosotros. Es por eso
que tengo que hablar con usted ahora. Se trata de su hermano‖
―¿Sí?‖
―¿Cuándo fue la última vez que vio a Piero?‖
―Hemos tenido una discusión hace tres días. Me ha estado evitando desde
entonces. Mi madre dice que no ha ido al hogar. Él está con Naddo, supongo.‖
―Él está con Naddo. Pero me temo que ya no están en Florencia.‖
―¿Dónde fueron?‖
―No sé. Nadie lo sabe, y eso es algo muy bueno.‖
―¿Por qué?‖ Beatrice preguntó con cautela, sin saber si ella quería oír la verdad.
Adam volvió hacia ella. Sus dedos helados se apoderaron de sus manos desnudas.
―Iban a ser arrestados, Beatrice. Los líderes de la ciudad saben acerca de su
relación. Piero huyó de Florencia con Naddo. Me pidió que lo despidiera de ti.‖
Un dolor punzante hizo que Beatrice tirara su mano libre y agarrara su estómago.
―¿Hablaste con él?‖ Se las arregló para preguntar.
―Fui a verlo. Yo quería poner fin a la animosidad entre nosotros. Estuvo de acuerdo,
y compartió su secreto conmigo.‖
―Pero ¿cómo van a sobrevivir?‖ Beatrice se quejó.
―Ellos tienen todo lo necesario‖, el joven le aseguró a su novia. ―Yo les di más
dinero del que puede gastar en un año. Tu hermano es muy ingenioso, y Naddo
siempre se asegurará de que diga lo correcto.‖
Beatriz observó el flujo de las aguas turbias de la ciudad hacia el mar. Sabía que
nunca volvería a ver a su hermano de nuevo.
―Los hombres que han hecho esto a mi hermano deben pagar‖, dijo. ―Quiero que los
hagas sufrir.
―Lo haremos,‖ le dijo. ―Y muy pronto en realidad.‖
―¡Eso no era lo que yo quería ver!‖ Haven espetó antes de que ella estuviera
totalmente despierta. ―Es lo que querías mostrarme. ¡Estás tratando de hacerme
dudar! Ya sé que Adam y Beatrice estaban comprometidos. Lo he sabido desde el
principio. ¡Necesito ver a Naddo, no a Adam!‖
Phoebe se quitó la máscara. ―Cuéntame sobre tu visión.‖
―Adam dijo a Beatrice que su hermano y Naddo habían huido de la ciudad.‖
―Tienes razón,‖ Phoebe acordó rotundamente. ―Eso no suena como la visión que
necesitas tener.‖
―¡Estoy harta de todo esto!‖ Haven estaba hecha estragos. ―A ti evidentemente, no
te importa si busco a Naddo o no. ¿Qué es lo que quieres ver, Phoebe?‖
―Si lo supiera, yo te diría,‖ respondió Phoebe. ―Beatrice nunca explicó por qué
decidió no vender su alma.‖
Un fragmento de un sueño reciente comenzó a tocar en la cabeza de Haven. Una
niña pequeña rubia gritando a Beatrice. Un niño que se hizo pasar como la hija de
un funcionario. ―Espera un segundo. Tú también estabas allí, ¿no es así, Phoebe?
En Florencia. He soñado contigo. Eras una niña en ese entonces.‖
Phoebe consideró a Haven con algo cercano al respeto. ―Sí. Yo estaba allí, como
estaban mis hermanas. Nosotros éramos los únicos que llevamos los magos a
Beatrice. Todo lo que tenía que hacer era seguir nuestras instrucciones, y la
humanidad se habría librado de él. Pero nos traicionaste. Los magos te dieron todo
lo que querías, y te negaste a escuchar nuestras advertencias. Pero entonces ocurrió
algo. Tu hermano desapareció con su amante. No sabemos exactamente lo que
sucedió en los días que siguieron a la muerte de Piero, pero sí sabemos que fue
testigo de algo que se volvió contra los magos. Sea lo que fuere, es necesario volver
a verlo.‖
―¿Por qué?‖ exigió Haven. ―Ya he estado de acuerdo en ayudarte.‖
El respeto en el rostro de Phoebe fue reemplazado por una mirada de disgusto.
―Hemos estado buscando tu ayuda durante siglos, Haven. Nunca lo has hecho fácil
para nosotros. Nos traicionarías otra vez en un latido del corazón si te diéramos la
posibilidad.‖
La cara de Haven comenzó a arder. Ella no podía dejar a Phoebe ver que tenía
razón.
―Puedo demostrar que estoy dispuesta a ayudar. Necesitas un nuevo lugar para
poner a Adam. Bien, he encontrado uno. Está en el Cementerio Green-Wood en
Brooklyn.‖
―Me gustaría que fuera una opción, pero no podemos matar a los magos.‖
―Eso no es lo que quiero decir. Adam solía guardar seis cuerpos en aquella mansión
cerca de la Sociedad Ouroboros. Mis cuerpos. Ahora él está decidido a ponerlos a
descansar. Él tenía un mausoleo construido en el Cementerio Green-Wood. Está
construido en la ladera de una colina, no muy lejos de un lago. No se necesita
mucho para convencerlo de que me dé un recorrido por el lugar. Y mientras
estemos allí, puedes encerrarlo en el interior.‖
Phoebe consideró la propuesta. ―Yo enviaré Chandra y Cleo para buscar su tumba
por la mañana‖, ella dijo. ―Esta noche asistiré la reunión de la Sociedad. Como tú,
sólo estoy preparada para creer lo que veo con mis propios ojos. ¿Tú dices que el
mago está convencido de su amor? Si has completado la tarea que nos propusimos,
lo sabré.‖
―Espíame todo lo que quieras, Phoebe. Muéstrame lo terrible cosa que quieres que
vea. Pero yo no voy a ayudarte a encarcelar a Adam hasta que tenga la visión que
me ayude a encontrar a Beau.‖
―Sí, usted y su amigo han hecho esto absolutamente claro. Ahora dime: ¿Cómo
conoces a la muchacha que te trajo aquí hoy?‖
―Me crié con ella,‖ dijo Haven. ―Fue a la escuela conmigo y Beau.‖
―¿Ella ve el futuro?‖
―Deberías preguntarle a la propia Leah,‖ dijo Haven.
―Te lo estoy preguntando a ti, Haven.‖
―Y yo no estoy diciendo nada.‖
―¡Estos juegos tiene que parar!‖ La torre de agua se estremeció con la fuerza de la
furia de Phoebe. ―Si Leah es la única, ustedes han sido reunidas por una razón. Esto
es un desarrollo que nunca esperé.‖
―Como he dicho, Phoebe, vas a tener que pedírselo a Leah.‖
Phoebe se levantó y abrió la puerta de la torre. ―Así que vamos a buscarla‖, le
gruñó.
Dentro del cuarto del Consejo, Leah todavía llevaba su abrigo de invierno. La
cámara era abrasadora, pero la niña no se había quebrado sudando. Haven de
repente recordó haber visto a los diez años de edad, subir a Leah a un autobús
escolar en el medio de una tormenta de nieve vistiendo sólo una camiseta y una
falda. Y un verano, que había llegado en la piscina pública de Snope City en un
suéter de lana en el que hubiera cabido un hombre adulto. Un grupo de natación
adaptados niños se había reunido para hostigar a la extraña chica. Beau intervino
para defenderla, y se produjo una pelea. Sin embargo, Leah se sentó al sol,
prestando menos atención a la pelea de lo que había a la intemperie.
Haven recordó la noche en que Adam había dejado su abrigo atrás cuando se fue a
caminar. La forma en que Phoebe llevaba el calor en el interior de la torre de agua.
Ellos no sentían el calor o el frío como otros lo hacían. Ahora entendía por qué las
Horae tomaron a Leah tan en serio. No podía ser plenamente humana. Tenía que
ser uno de ellos.
―¿Ya has visto lo que querías ver?‖ Leah preguntó a Haven.
―No, todavía no,‖ Haven, dijo, mirando a la chica con ojos nuevos.
―Entonces supongo que estaremos sobre nuestro camino‖ Leah dijo a Phoebe.
―Seguro fue agradable encontrarlos a todos‖.
―¡Espera!‖ Gritó Phoebe, y luego suavizó su tono. ―Espera. Por favor.‖
―¿Sí?‖ Leah preguntó.
―¿Tienes alguna idea quién eres?‖ la anciana preguntó.
―¿Quién?‖ Leah preguntó, aunque no parecía preocuparle.
―En cada generación, hay una sola mujer que puede ver el futuro. Los otros pueden
vislumbrarlo de tiempo en tiempo, pero hay sólo una persona capaz de dar la
profecía verdadera. Ella viene a nosotros en las ocasiones de los grandes
problemas. Para los dos milenarios pasados, la hemos llamado la diosa de
serpiente.‖
―Bien, si hay sólo una persona que puede ver el futuro, adivino que tendría que ser
yo.‖ Dijo Leah con un encogimiento. ―Pero no soy ninguna diosa. Mis capacidades
son un regalo del Señor‖.
―¿Qué has visto?‖ Phoebe exigió, confirmada su sospecha. ―Algo te trajo aquí. ¿Qué
es?‖
Vera dio un paso adelante. ―Haremos lo que nos pides. Pero, por favor dinos por
qué tus visiones te han traído aquí.‖
―Voy a pensar en ello y volveré.‖ dijo Leah a la Horae.
―¿Cuándo?‖ Phoebe preguntó.
―En cuanto haya decidido si ustedes realmente tienen que saberlo. Nosotros las
veremos cuando esto es el tiempo para la siguiente visión del Asilo.‖
Nadie desafió a pararlos como ellos hicieron huelga de la casa.
―¿Cuando?‖ Preguntó Phoebe.
―Tan pronto como he decidido si usted realmente necesita saber. Nos veremos
cuando llegue el momento para la próxima visión Haven.‖
Nadie se atrevió a detenerlas, y ellas salieron la casa.
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
Traducido por Nim
Corregido por Mely
―Tienes mucho valor para aparecer aquí después de lo que le hiciste a Iain la otra
noche,‖ le gruñó Frances Withman a Haven. Luego le ofreció una compungida
sonrisa a Leah. ―Lo siento, nos has encontrado en medio de una riña familiar. Mi
nombre es Frances.‖
―Leah,‖ dijo la chica mientras estrechaba la mano con la vieja mujer.
―Un placer conocerte, Leah,‖ dijo Frances. ―Por favor entra y siéntate como en casa
en la sala de estar. Si no te importa, me gustaría tener una rápida charla con
Haven.‖
Los ojos de Frances se estrecharon cuando Leah se deslizo por el pasillo.
―¿Cómo sabes sobre la otra noche?‖ preguntó Haven, aunque era la última cosa de
la que quería discutir. Beau estaba herido. No había descubierto ninguna pista que
pudiera salvarle. Y en pocas horas, iba a hacer su debut oficial como novia de Adam
Rosier.
―¿Quién crees que pasó de contrabando a Iain dentro el hotel para verte? Me dijo lo
que vio.‖
―Puedo explicarlo-―empezó a decir Haven.
―Y me muero por oír que excusa has preparado.‖
―Pero no puedo explicártelo ahora, Frances. Solo créeme cuando te digo que no es
lo que piensas.‖
―Oh, ¿enserio? ¿Asique me estás diciendo que no besaste a un hombre en la sala de
estar del Hotel Gramercy Gardens?‖
Haven podía sentir crecer su frustración. ―Todo lo que he hecho, lo he hecho para
salvar a Beau, Frances,‖ dijo ella, aunque sabía que no era estrictamente verdad.
―¿Iain está aquí? ¿Puedes decirle que me gustaría hablar con él? Es importante. Le
ocurrió algo a Beau.‖
―¿Aquí?‖ bufó Frances. ―No, Iain no está aquí. No tengo ni idea de donde está, pero
si fuera tú, advertiría al tipo al que estabas besando a mirar su espalda. ¿Quién es,
de todos modos?‖
―Solo un amigo.‖
―Si, lo sé todo sobre los amigos.‖ Dijo Frances. ―Mi último ex marido tenía un buen
número de ellos. Es muy triste. Daría cualquier cosa por tener a alguien que me
mirara de la forma en la que Iain te mira-como si fueras la única persona en el
universo.‖
La repentina punzada de culpabilidad cogió a Haven desprevenida. Era tentador
rechazar las palabras de Frances, pero esta vez la romántica empedernida estaba en
lo cierto. Haven era todo en el universo de Iain. Pero el universo de Haven ahora
tenía una población de dos. ―Lo siento, Frances. Nunca quise decepcionarte.‖
―No te preocupes por mí. Preocúpate por Iain. Ahora ¿quién es la chica que has
traído a mi casa?‖
―Su nombre es Leah Frizzell,‖ dijo Haven. ―Es una vieja amiga mía de Tennessee, y
necesita un lugar para quedarse.‖
―¿Es…es una sin techo?‖ las últimas palabras fueron susurradas.
―Es una física importante en Duke. Solo viste como una sin techo.‖
Frances miró alrededor de la entrada. ―¿Trajo su maleta?‖
―No,‖ dijo Haven. ―Vino aquí con prisa y durmió en Union Square la noche
anterior.‖ Esa no fue la mejor cosa para decirle a Frances. ―Mira, si estas
preocupada, Iain podría responder por ella también.‖
―No estoy preocupada,‖ dijo Frances cuando un gran estruendo vino de la sala de
estar.
Haven y Frances se apresuraron para encontrar a Leah en el suelo delante de la
gran ventana que daba a la terraza del apartamento, con las manos cubriéndose los
ojos. En su caída había golpeado una bandeja de té de plata de una mesilla. Charcos
de leche y té Earl Grey medio elaborado se filtraban en una alfombra Oriental.
―¡Leah! ¿Qué ocurrió?‖ gritó Haven.
La chica lentamente deslizo las manos de sus ojos. Su cara estaba tan blanca como
la leche del piso. Haven nunca había visto aterrorizada a Leah Frizzell antes. El
terror de la chica era contagioso.
―El pájaro,‖ farfulló ella, señalando por la ventana. ―¿Se ha ido? No puedo verlo.‖
Frances corrió a mirar al exterior. ―No veo ningún pájaro,‖ dijo ella.
―Hay algo…‖ Leah hizo una mueca. ―¿Hay algo por ahí en la terraza?‖
―¿Cómo qué?‖ preguntó Frances, mirando a la chica con una expresión cautelosa.
―Sabría sobre lo que estoy hablando si todavía estuviera allí. Debo haber tenido una
visión ahora.‖
―¿Una visión?‖ demandó Frances.
―Vi a un pájaro abalanzarse desde el cielo. Era enorme, algún tipo de ave de rapiña.
Como uno de esos halcones que ves en las montañas. Tenía algo en la boca. Algo
verde y podrido. Se cayó en el balcón de la ventana. Al principio pensé que era una
serpiente muerta, pero no tenía la forma correcta. Asique mire desde más cerca, y
vi que era una mano. Una mano de señora.‖
―¡Una mano!‖ exclamó Frances. La mirada que le dio a Haven le dijo que estaba
más asustada de Leah que de la escena que la chica había descrito.
―Luego el pájaro volvió. Aterrizó detrás de la mano, y empezó a…‖
Frances tiró de Haven a un lado. ―Necesitamos llamar una ambulancia para esta
chica. Tiene algún tipo de alucinación. ¿Crees que esta drogada?‖
―Leah no está drogada,‖ dijo Haven a regañadientes. ―Solo acaba de ver el futuro.‖
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
Traducido por Pargulin
Adam iba a recogerla al Hotel Gramercy Gardens. Haven hizo una pausa en el
ascensor, se alisó el vestido, y trató de calmar sus agotados nervios. Sólo veinte
minutos antes, había saltado de un taxi y corrido a su habitación. Lo que ella
esperaba hubiese sido una breve parada en los departamentos Andorra había
terminado durando demasiado tiempo. Haven se vio obligada a irse, dejando
demasiadas de las preguntas de Frances Whitman sin respuesta.
Ahora veía a Adam desde la distancia mientras él revisaba su reflejo en un espejo
en el vestíbulo del hotel. Enderezó su corbata de lazo y arrancó una pelusa
imaginaria de la manga de su esmoquin. Parecía ansioso, pensó, igual que
cualquier joven recogiendo a una chica para una cita. Haven esperó que una ola de
ansiedad pasara antes de ordenar a sus pies a guiarla por el vestíbulo. Adam se dio
la vuelta para saludarla, sus ojos negros brillando. No habló, pero su expresión lo
dijo todo.
―Hola, Adam―. Haven llevaba el vestido rojo que había hecho cabezas volverse en
el restaurante en Florencia. Pero esta noche nadie la miraba. Era como si todos
hubiesen recibido instrucciones de no ver nada. Tan pronto como ella estuvo lo
suficientemente cerca, Adam tomó su mano y le dio un suave beso en los nudillos.
La sangre bajo la piel de Haven se convirtió en hielo. La sensación no fue del todo
desagradable.
―No sabía si tendría el placer de tu compañía esta noche―, dijo Adam con su voz
sombría, tranquilizadora como la de un empresario de pompas fúnebres. ―No
estoy seguro si lo has oído, pero ha habido un giro desafortunado de
acontecimientos.
―Vi la foto―. ‖ La declaración sonó plana. Ella todavía no había llorado.
Adam parecía sentir la desesperación enterrada profundamente dentro de ella. ―El
comisionado Williams ha asignado todos los oficiales de la ciudad para buscar al
culpable. Prometí triplicar su recompensa si Beau es encontrado en las próximas
veinticuatro horas.
―Sabía que te harías cargo de las cosas―, dijo Haven, su voz cada vez más ronca.
―Sabía que no tendría que pedírtelo.
―Estaba preocupado cuando no oí de ti, Haven. No me puedo imaginar cómo te
habrás sentido al ver la imagen.
Las lágrimas llenaron los ojos de Haven por primera vez ese día. La mayoría eran
por Beau, pero unas pocas eran por ella. ―Me sentí impotente. Sólo desearía que
hubiera algo que yo pueda hacer. Estuve todo el día buscando en mi memoria
algunas pistas. El hombre que secuestró a Beau está en algún lugar dentro de mi
cabeza, pero no puedo encontrarlo por mucho que busque.
―Lo encontraré para ti―, Adam se comprometió.
―Cuando lo hagas, no lo quiero sólo siendo arrestado―. Haven, hizo una pausa
para estudiar la respuesta de Adam, pero su rostro no mostró ningún signo de
desaprobación. ―Tengo veinte puntos en la Sociedad. Quiero contratar a alguien
para hacerle daño de la manera que dañó a Beau.
―No hay necesidad de utilizar tus puntos―, respondió Adam, su significado claro.
―Sí, la hay. Yo quiero ser responsable. Quiero su sangre en mis manos, no en las
tuyas.
―Entonces voy a hacer algunas llamadas en tu nombre. El asaltante de Beau,
pagará un alto precio por lo que ha hecho.
Esas palabras evocaron la última escena en Florencia, de la que había sido testigo
Haven. Se limpió los ojos. ―Dijiste algo parecido hace mucho tiempo. Tuve una
visión de una de mis vidas pasadas esta tarde. Nos vi a los dos juntos en otra vida.
Tú y yo―.
Adam se puso rígido, como si se prepara para una mala noticia. ―Espero que no
estés asustada por lo que viste. El pasado…
Haven tomó de nuevo su mano y la apretó suavemente. ―Confiaba en ti entonces, y
confío en ti ahora. Y tan pronto como salvemos a Beau, tal vez ya no tendré que
pensar más en el pasado―. ¿Lo dices en serio? ella se preguntó.
―Te prometo que ese día llegará pronto―, dijo Adam, usando la mano Haven para
tirar de ella más cerca. ―Yo me encargaré de todo―. Ella podía sentir su aliento
frío en el costado de su cuello. La piel de él olía a delicadas flores blancas que
crecen en la sombra. Eso era todo lo que Haven podía recordar de su primera vida
en la isla de Creta.
Haven se separó de él con cuidado. ―Hay un favor más que me gustaría pedirte.
―Cualquier cosa―, dijo Adam. ―A partir de este momento, tendrás todo lo que
desees.
―Después de encontrar a Beau, ¿Me mostrarías el mausoleo que construiste? Me
gustaría tener la oportunidad de decir adiós al pasado de una vez por todas.
Adam parpadeó. ―Creo que esa sería una idea espléndida. Te llevaré allí cuando
estés lista. Sólo debes decírmelo.
―Gracias, Adam―. Haven obligó a sus labios a mostrar una sonrisa valiente.
―Ahora, ¿Creo que hay una fiesta esperándonos? ‖
― ¿Estás segura de que te sientes lo suficientemente bien? Después de los
acontecimientos de hoy, no me ofendería…‖
―Para ser honesta, podría usar la distracción―, Haven le aseguró.
Adam asintió. ―Entonces será un placer para mí proporcionártela.
FRENTE AL PARQUE desde el hotel, las ventanas de la Sociedad Ouroboros
ardían. Una línea de coches negros se arrastraba a lo largo de Gramercy Park
South, cada uno frenando delante de las escaleras de la mansión para vomitar a sus
pasajeros muy a la moda. Mientras Haven y Adam caminaban al lado de la puerta
de hierro forjado, las luces de un coche que pasaba iluminaron brevemente una de
las esquinas del parque. Adam no mostró ninguna señal de haber visto a la figura
acurrucada junto al tronco de un sicómoro. Pero Haven estaba segura de que la
mujer que había vislumbrado era Padma Singh. Cuando trató de mirar a través de
la oscuridad, el espectro se fundió en las sombras.
Haven se aferró al brazo de Adam y se negó a sentirse alarmada. Su actuación en la
fiesta tenía que ser perfecta. Leah todavía estaba convencida de que los recuerdos
de Haven contenían la pista que podría salvar a Beau. Haven desesperadamente
necesitaba otra visión, y la visión vendría sólo con un precio. Hasta que no pudiera
identificar a Naddo, Haven pretendería seguir con el horrible plan de Phoebe. La
anciana estaría en la fiesta, y estaría en busca de evidencia de que Adam iba a ser
castigado.
Cuando las puertas de la Sociedad se abrieron para admitir a Haven y Adam, la
mayoría de la gente no les hizo caso. Continuaron hablando o bebiendo, o
arrancando hors d'oeuvres de las bandejas de plata que flotaba a su alcance, en las
manos de los camareros. Pero las pocas cabezas que si se volvieron llevaban
miradas aturdidas, y varios juegos de ojos siguieron a la pareja mientras paseaban
del brazo en la fiesta. Sólo una mujer se atrevió a acercarse ellos. Estaba vestida con
un vestido blanco suelto, y su cabello estaba escondido en un turbante. Haven
apenas reconoció a Phoebe. Atrás quedó la mujer con el vestido beige elegante. En
su lugar había una mística con los ojos delineados con kohl y los labios del color de
sangre seca.
―Phoebe―. Adam reconoció a la mujer con un gesto brusco.
―Buenas noches, Adam―. ¿Puedo presentarme a la encantadora joven que has
traído contigo esta noche? ‖
―No es necesario. Ya se han conocido―.
Los ojos de Phoebe se abrieron tan sólo una fracción. Adam la había sobresaltado.
―En el spa de Morton Street―, Haven añadió.
―Sí, por supuesto―. Un poco de lápiz labial en los dientes delanteros de Phoebe
hizo a su sonrisa verse demente. ―Sabía desde el momento en que te vi que estabas
destinada a estar al lado de Adam. Ustedes dos han estado casados en muchas
vidas.
―Guarda tus historias para los demás―, respondió Adam. ―Yo sé mejor que nadie
que no son más que mentiras. ‖
―Tal vez, Adam, pero las mentiras son lo que la mayoría de la gente prefiere
escuchar―, Phoebe señaló.
― ¿Hay algo que necesites Phoebe?― Adam le preguntó con frialdad. ―Si no es así,
hay una persona aquí que estaría encantada de recibir la atención que me estás
haciendo perder―.
―Por supuesto―, dijo Phoebe, ignorando el insulto. ―Disfruten de la tarde.
―De verdad desprecias a la mujer―, comentó Haven, una vez que Phoebe había
sido tragada por la multitud. Casi había disfrutado del escueto intercambio.
―Nunca confíes en alguien que traiciona a quienes lo aman―, dijo Adam.
― ¿A quién traicionó Phoebe?― Preguntó Haven.
―Compartiré la historia contigo en otro momento. Por ahora hay al parecer dos
personas en el bar que está tratando desesperadamente de llamar tu atención. Tal
vez deberías ir y decir hola.
Al otro lado de la habitación, Alex y Calum agitaban servilletas como banderas en
miniatura.
― ¿No te importa?― Preguntó Haven.
―No, en absoluto―, dijo Adam, dándole un beso en la mejilla. ―Estás aquí para
olvidarte de tus problemas por un momento.
Haven pasó más allá de una estrella de rock muy conocida que estaba haciendo su
jugada con un borracho trío de la alta sociedad y luego se deslizó entre un
extravagante diseñador de moda y un hombre vestido con el típico traje a rayas de
banquero de inversiones.
― ¡Haven!― Alex dijo efusivamente, agarrándola en un abrazo. ― ¡Estás bien!
¡Estábamos tan preocupados!
Tan preocupados que no movieron un dedo para ayudarme, Haven pensó. Calum
pareció leer su expresión oscura.
―Bueno, no nos preocupamos mucho―, añadió rápidamente. ―El héroe de todo el
mundo, Owen Bell, te siguió a ti y a tus acompañantes de vuelta a la SO. Estaba en
el área de recepción cuando fuiste puesta en libertad, pero dijo que no te veías
como si estuvieras de humor para charlar. Entonces, ¿Qué fue todo eso en el café
esta mañana? ¿Algún tipo de rencilla de amantes? ‖
―Fue sólo un malentendido―, Haven, explicó.
―Debe haber terminado ya, si están aquí juntos―, dijo Alex. ―Por cierto, te ves
absolutamente encantadora esta noche.
―Sí―, Calum estuvo de acuerdo, dándole a Haven una mirada de pies a cabeza.
―Aunque yo iría más por majestuosa que por encantadora. María Antonieta
parecería una sucia y pequeña campesina junto a la señorita Haven Moore.
―Entonces, ¿Cuánto tiempo has estado viendo a Adam?― Alex susurró.
―Hace un tiempo, creo―, Haven dijo. ―Casi se siente como por siempre.
―Sabes lo que esto significa, ¿No?―, Dijo Calum. ―Todo el mundo que es alguien
va a empezar a besarte el culo. Sólo mira más allá. El alcalde está tratando de
decidir si ahora es un buen momento para venir y presentarse a sí mismo. Ve. Se
agradable. Dale al pobre bastardo un pequeño movimiento de tu mano.
―Paso―, Haven dijo. ―No quiero hablar con nadie además de ustedes.
―Awww―, dijo Calum mientras de broma le pellizcaba la mejilla. ―Deberías tratar
con la actuación. Eso casi sonó sincero.
―Hablando de sinceridad―, Haven dijo, ― ¿Dónde está Owen Bell? Pensé que
podría verlo aquí.
―Está en casa con Milo esta noche―, dijo Calum―. ¿Recuerdas? Afirma que están
preparando un gran discurso para mañana, pero sospecho que puede haber
algunos trucos pasando allí. Esos chicos sí que pasan mucho tiempo juntos.
― ¡Ewww! ¡Calum!― Alex gritó. ― ¿Puedes imaginarlo? Sería como tener sexo con
un maniquí.
―Oh, lo he imaginado―, dijo Calum. ―Muchas veces. Y sería tan insultante si
Owen eligiera a Milo cuando podría tener lo que quisiera. Pero jura que
simplemente se está asegurando de que el niño robot dice todas las cosas correctas.
Esa frase hizo eco en la cabeza de Haven.
― ¿Qué fue eso?― Le preguntó a Calum.
―Owen jura que no está teniendo sexo desenfrenado con Milo el autómata.
Esa no era la frase que ella quería oír, pero no tenía necesidad de que repitiera las
palabras. Owen podría hacer a alguien decir todas las cosas correctas. Era
exactamente lo que Adam había dicho en su visión acerca de Naddo.
―Entonces, ¿Dónde vive Owen, de todos modos?― Haven, preguntó, esperando
que la pregunta sonara casual.
― ¿Conoces el antiguo cuartel general de la policía? ¿Ese fabuloso edificio en Little
Italy que convirtieron en apartamentos hace un tiempo?― Alex le preguntó.
―Owen es dueño del penthouse.
― ¿El penthouse?
―Owen ha sido bueno para la Sociedad y la Sociedad ha sido muy, muy buena con
Owen Bell―, cortó Calum.
― ¿Haven? ―, Dijo Alex. ― ¿Estás bien? Te ves un poco pálida.
―Sí―, dijo Haven, forzando una sonrisa. ―Sólo necesito un trago. Volveré de
inmediato.
Se encaminó hacia la puerta, su ira construyéndose a cada paso. ¿Cómo podía
haber sido tan estúpida? El secuestrador de Beau, era la única persona de la que
nunca había sospechado, la persona que le habían dicho era incorruptible. Olvídate
de los matones de Adam, Haven pensó. Ella iba a matar a Owen Bell con sus
propias manos.
―Aquí estás―. Adam bloqueó su camino. ―Pensé que te gustaría conocer a
algunos…
Fue interrumpido por el sonido de una riña en la entrada.
― ¡Adam Rosier! Alguien gritó―. La voz pertenecía a Iain.
El silencio se extendió por toda la fiesta mientras los invitados estiraban el cuello
para echar un vistazo a la marcha del fantasma que entraba en la habitación. La
sangre hirviendo de Haven corría por sus venas.
― ¿Dónde está?― La voz Iain demandó.
Nadie respondió, pero la multitud se apartó para dejar pasar a Iain. Haven podía
oír sus pasos cruzar la silenciosa habitación. Cuando llegó hasta Adam y Haven,
ella no pudo apartar sus ojos de él. Llevaba un traje que le había ayudado a elegir
en una tienda en la Via dei Condotti. Iain lo llamaba su disfraz de James Bond. Ella
había tratado de entallarlo para él, pero no había parado de matar a villanos
imaginarios en el espejo. Haven se rió tan fuerte que le había pinchado con un
alfiler, y el sastre calle abajo de su apartamento había sido obligado a terminar su
trabajo. Esta era la primera vez que Haven había puesto los ojos en el producto
terminado. Iain lo había estado guardando para una ocasión especial.
― ¿De vuelta de entre los muertos, tan pronto Señor Morrow?― Adam dijo con
soltura. ―Tal vez pueda enseñar ese truco al resto de nosotros.
― ¿Por qué te niegas a reunirte conmigo?― Iain exigió.
―Pensé que estaba claro. No tengo nada que hablar con usted. Ahora, si nos
disculpa…
Adam tomo la mano de Haven, y el gesto hizo a las manos de Iain apretarse en
puños. Dos hombres grises tomaron los brazos de Iain antes de que pudiese actuara
por impulso.
―No―, dijo Iain. ―No vas a ninguna parte, Adam. Ahora que estoy aquí, tengo
unas cuantas cosas que decir. ‖
―Vaya a casa, señor Morrow―, Adam ordenó en el mismo tono plano que usaría
para despedir un subordinado. ―Está molestando a mis Invitados, y poniendo a
Haven incómoda. ¿Es eso lo que quiere? ‖
― ¿Lo que quiero?― Iain repitió con una sonrisa pícara. ―Te voy a mostrar lo que
quiero―. Se liberó de los hombres grises, se lanzó hacia delante, y lanzó un
puñetazo. Hubo un crujido repugnante, y las gafas de Adam volaron por la
habitación. Haven se apresuró a recuperarlas. En el momento en que las sostuvo
para su dueño, la pelea había terminado. Adam no se veía golpeado.
Por favor, no le hagas daño, Haven declaró en silencio. Por favor, por favor, no le
hagas daño a Iain.
―Gracias, querida―. Adam guardó las agrietadas gafas en el bolsillo de su
esmoquin.
― ¿Seguramente ya lo ves?―Preguntó a Iain. ―Haven me ha elegido esta vez. Un
caballero aceptaría esa decisión.
―No estoy aquí por ella―, dijo Iain. ―Vine a quitarte lo que más amas. Y ambos
sabemos que no es Haven.
Iain dio la espalda a Adam y se dirigió a la multitud que se había reunido a su
alrededor.
― ¿Saben ustedes quién es él?― Iain gritó. ― Es Adam Rosier. Él es su verdadero
líder. Algunos de ustedes lo saben. La mayoría probablemente no. Pero apuesto a
que todos lo hemos visto, ¿No? Deben haber estado ciegos si no lo habían visto
antes. Ha estado merodeando por aquí desde 1925. Y mientras que el resto de
ustedes envejece, él nunca lo hará. Porque no es uno de nosotros. Ni siquiera es
humano.
Adam sonrió con indulgencia, y alguien rió entre dientes en la multitud. Todo el
cuerpo de Haven estaba temblando. Sólo vete, rogó en su mente. Ahora, antes de
que sea demasiado tarde.
―Claro rían si quieren―, Iain continuó. ―Ustedes son los estúpidos aquí. Los trajo
a todos a Nueva York y los engañó a vender su alma por los puntos de la Sociedad.
Les impidió cumplir con su destino. Ha tomado a las personas que fueron enviadas
de regreso para mejorar el mundo y los convirtió a todos en desesperados y
codiciosos adictos.
―Oh, querido―, Adam bromeó. ― ¿Es realmente necesario ser tan grosero?― Esta
vez, varias personas se echaron a reír.
Una mujer dio un paso adelante, con una copa de champán en la mano. Era
delgada y estaba vestida impecablemente, con un liso pelo de plata y fríos ojos
azules que radiaban potencia. Sólo alguien con un ejército de subordinados podría
arreglárselas para presentar esa imagen de perfección. Haven de inmediato la
reconoció como Catherine Mason, la editora de la revista de moda favorita de Beau.
Ella era la anfitriona de la fiesta, y no estaba contenta de ver que se arruinara.
― ¿De qué demonios está hablando, señor Morrow? ¿Quiere decir que todos hemos
hecho tratos con el diablo? ‖
―Eso es una forma de decirlo―, Iain confirmó
―Entonces creo que es hora de que regrese al manicomio. ¿Supongo que es donde
ha estado escondido durante el último año? ‖
―Llámame loco, Catherine, pero pruebas mi punto. Podrías utilizar tu revista para
ayudar a las mujeres, pero alimentas sus inseguridades en su lugar. Contratas a
pervertidos fotógrafos que se aprovechan de tus modelos adolescentes. Presentas a
diseñadores cuyas prendas excesivamente caras son cosidas por niños a quienes les
pagan menos que a esclavos. Tú…
―Es suficiente―, un hombre lo cortó con un tono alto de voz nasal. Haven
reconoció su femenina cara llena de pecas, también. A menudo aparecía en
televisión junto a conocidas figuras del crimen organizado. Era un abogado de la
mafia, y el de más éxito en la ciudad. ― ¿De verdad crees que vamos a estar aquí de
brazos cruzados y ser insultados por alguien que es buscado por el asesinato de uno
de nuestros miembros? A menos que tengas algún tipo de prueba, no creo que
tengamos que escuchar más de estas acusaciones absurdas―. Sacó un teléfono de
su bolsillo. ―Charles, ven aquí, y trae a Martin.
― ¡Qué nadie lo toque!― Adam ordenó mientras los dos guardaespaldas
corpulentos del abogado aparecían en el borde de la multitud. ―El señor Morrow
saldrá de esta fiesta con sus propios pies. Buenas noches, Iain.
Antes de que Adam pudiera alejarse de la escena, Iain cogió la copa de champagne
de Catherine Mason y la quebró contra el talón de un zapato. Dejando en su mano
una daga larga e irregular de vidrio, que hundió en el pecho de Adam. La multitud
quedó sin aliento. Haven gritó. Hasta ese momento, había orado para que la escena
terminara pacíficamente.
― ¿Quieres pruebas? ¡Ahí está tu prueba!― Iain gritó.
Adam tomó la base de la copa y la tiró fuera de su pecho. El vidrio estaba
perfectamente limpio, y no había ni una gota de sangre en la camisa blanca del
esmoquin de Adam.
― ¡Ya lo ven! ¡No es humano!― Iain gritó mientras los guardaespaldas lo
derribaban y lo arrojaban al suelo.
―Den al señor Morrow un recorrido por el Meadowlands―, el abogado dio
instrucciones a sus hombres, en referencia al sombrío pantano en las afueras de la
ciudad que servía como cementerio favorito de la mafia.
―No―, la voz de Adam agitó a la multitud. ―Lo prohíbo. Iain Morrow no debe ser
perjudicado por cualquiera de ustedes. Ahora o en el futuro.
Antes de que los matones tuvieran la oportunidad de liberar a su cautivo, una
mujer empujó a la gente haciendo su camino desde el centro de la multitud y ayudó
a Iain a ponerse de pie.
― ¡Ya lo oíste! Llama a tus matones, Bruce, maldito despreciable ―. Las mejillas de
la mujer estaban huecas, y había círculos oscuros bajo sus febriles ojos. Parecía
enferma, desnutrida y extrañamente hermosa. Le tomó a Haven un momento
reconocer a Padma Singh.
―Todo lo que Iain Morrow ha dicho es verdad―, informó a los invitados de Adam.
―Pero estoy segura de que no hará una diferencia para la mayoría de ustedes. Por
lo tanto. Aquí hay un hecho que ninguno de ustedes puede pasar por alto. Adam
Rosier puede manejar este lugar, pero yo fui la presidenta de la Sociedad
Ouroboros por cinco largos años. Personalmente supervisaba sus cuentas. Sé
quiénes son todos ustedes, y sé lo que cada uno ha hecho.
Padma eligió a un regordete hombre profesional de la multitud. Retrocedió
mientras ella le arreglaba la corbata. ―Sé lo útil que es este señor es con todas las
jóvenes aquí que necesitan unos puntos extra. ¿Es tu esposa consciente de tu
filantropía, Winthrop?― Padma se movió a lo largo del siguiente invitado, el
anfitrión de un programa de noticias de la mañana. ―Sé exactamente la cantidad
de cocaína que necesita este honrado ciudadano para estar listo para trabajar cada
mañana―. Se deslizó hacia el abogado de la mafia. ―Y sé que Bruce aquí comenzó
su vida como una mujer. No hay nada de qué avergonzarse, pero apuesto a que tus
amigos gangster podrían estar un poco sorprendidos. En cuanto al resto de ustedes,
sé todos y cada uno de sus más sucios secretos. Sé quiénes han vendido sus cuerpos
por puntos. Sé quiénes engañan al IRS. Sé quienes se han salido con la suya, al
asesinar. Llevaba registros muy buenos durante mi tiempo como presidenta de la
Sociedad. Y todavía los tengo todos.
―Sí, Padma, se abusó del sistema de cuentas mientras estabas a cargo―, dijo
Adam. ―Sin embargo, la Sociedad Ouroboros será un lugar diferente muy pronto.
―Guárdatelo para alguien más crédulo, Adam―. Padma se detuvo frente a Haven.
―Tú y yo sabemos cómo funcionan las cosas sucias por aquí. Un buen número de
nuestros miembros desaparecen todos los años, y puedo decirle a la policía, donde
están enterrados todos los cuerpos. Todavía hay un montón de policías en Nueva
York que no pertenecen a tu organización. Y dudo que sean tan fáciles con su
perdón como tu nueva novia parece ser.
―Aléjate de ella―, Adam gruñó.
― ¿O qué, Adam? Si algo me pasa, si algo le sucede a Iain, o si simplemente decido
que necesito un poco de emoción en mi vida, todos mis archivos se harán públicos.
Y tu pequeño club estará arruinado para siempre.
― ¿Qué es lo que quieres? ‖
― ¿Qué tal si te envío una factura?―, Dijo Padma con una sonrisa. Entonces cogió
a Iain por la manga de su traje y se lo llevó por la puerta principal.
El alivio de Haven no duró mucho. Iain estaba a salvo, pero Beau no lo estaba. Se
volvió hacia la figura a su lado. ―Lo siento, Adam. Me tengo que ir.
― ¿Ahora? ¿Con Iain?― Adam no parecía notar que los miembros de alto rango de
la OS estaban reunidos a su alrededor.
― ¿Estaba Padma Singh diciendo la verdad?― Un hombre exigió. ― ¿Tiene ella
archivos de todos nosotros? ‖
― ¿Por qué a ella y a Iain Morrow se les permite vivir?― Preguntó una mujer.
― ¿Qué vas a hacer al respecto, Adam?
Adam no estaba escuchando. Estaba esperando la respuesta de Haven. ―No, no me
voy con Iain. Me enteré de quien se llevó a Beau. Tengo que salvarlo mientras
todavía tenga oportunidad.
― Voy contigo.
―No puedes―, insistió Haven. ―Tienes que quedarte aquí y manejar las cosas
antes de que sea demasiado tarde.
―Iain estaba equivocado, Haven―, dijo. ―No me importa la OS. Tú eres lo que más
amo. Por favor, deja que te ayude.
―Tienes que quedarte aquí―, Haven, repitió. ― No puedes dejar que Padma Singh
destruya a la Sociedad. Estaré de vuelta cuando haya terminado.
― ¿Vas a desaparecer ahora? ¿Después de lo que Iain acaba de hacer?― Phoebe se
encontró con Haven y trató de bloquear su salida. ― ¡Vas a arruinar todo!
― Vete al infierno, Phoebe―, Haven, dijo, empujándola hacia un lado.
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
Traducido por Lara Desiree
Corregido por Loren
Leah Frizzell estaba parada en una puerta en Centre Street frente a la central de la
antigua policía. Haven tal vez no la hubiera reconocido de no ser por la visión de la
chica desnuda de rodillas huesudas. El resto del cuerpo de Leah estaba envuelto en
uno de los abrigos de Frances, y una bufanda cubría todo su rostro excepto sus
pálidos ojos verdes.
―¿Estás bien?‖ Leah escaneó a Haven desde la cabeza hasta los pies. ―Te ves como si
hubieras visto un haint.‖
―He visto cosas peores que esa. ¿Cómo llegaste tan rápido? Solo te llamé hace diez
minutos atrás.‖
―Taxi,‖ dijo Leah. ―Quizás debería haber tomado uno también. Un tipo te siguió.‖
Haven se volteó a ver a dos hombres grises acechando al final de la calle.
―El otro ya estaba aquí,‖ Leah le explicó.
―¿Te dió una buena mirada a ti también?‖Preguntó Haven.
―Naw, creo que pensó que era una vagabunda hasta que tú llegaste. Y mantuve mi
rostro cubierto todo el tiempo. ¿Pero, qué tal tú?‖
―No me importa si me vieron,‖ dijo Haven. ―Encontré a Beau. Él está ahí.‖
Ella señaló a la imponente estructura a través de la calle. Siguiendo el modelo de
los grandes edificios de Europa, con una cúpula de cobre y la estatua de una diosa
vigilando la entrada, no era la clase de edificio que uno esperaba encontrar en el
miserable corazón de Little Italy. Y ese era el punto. Cuando la policía eligió el lugar
para su central, la vecindad había sido poco más que un barrio marginal. El
magnífico palacio envió un mensaje claro a los pobres de Manhattan. Tenemos
poder, les dijo a ellos. Y ustedes no tienen ninguno.
―Muy elegante para ser el escondite de un secuestrador,‖ la chica comentó. ―¿Estás
segura de que éste es el lugar correcto?‖
―Crees que he perdido, ¿no?‖ preguntó Heaven.
―Creo que desperdiciaste demasiado tiempo intentando leer la mente de las
personas,‖ dijo Leah.
Un portero saludó a la pareja en el vestíbulo del edificio. Él usaba un traje gris
simple con ribete blanco. Tan aburrido como el uniforme podría haber sido, era de
lejos la cosa más memorable del hombre.
Haven sonrió, esperando que un poco de encanto pudiera convencerlo de dejarlas
subir sin ser anunciadas. Él no sonrió de vuelta.
―Buenas noches, Srta. Moore,‖ el hombre zumbó ―¿Puedo ayudarla?‖
Haven hizo una mueca de dolor. ―¿Cómo sabe mi nombre?‖
―Trabajo para la Sociedad Ouroboros, Srta. Moore.‖
―Oh,‖ Haven dijo, tratando de decidir si eran buenas o malas noticias. ―Bueno,
estamos aquí para ver a Owen Bell.‖
―El Sr. Bell no se encuentra en este momento. Se fue hace una hora con el Sr. Elliot.
¿Le gustaría subir para esperarlo en el pent-house? ‖
―Nos dejará entrar al departamento de Owen?‖ Haven preguntó con cautela.
―El pent-house pertenece a la Sociedad Ouroboros, Srta. Moore. Se le ha concedido
un acceso sin restricciones. Puede ir a donde quiera.‖
―Gracias,‖ replicó Haven, pero mientras hacían su camino al elevador, ella no pudo
evitar fijarse sobre su hombro para ver si el portero había cambiado de opinión.
Cada vez que miró, lo encontró en la misma posición, parado en el lobby sin
emoción, como un soldadito de plomo gigante.
―Realmente lo siento si esto resulta ser alguna clase de trampa,‖ Haven le dijo a
Leah tan pronto como estuvieron solas en el elevador.
―Estaremos bien,‖ Leah declaró.
―Actúas como si supieras de estas cosas,‖ Haven dijo con un toque de irritación.
―Quizás lo hago.‖
Antes de que Haven pudiera preguntar cómo, las puertas del elevador se abrieron
directamente en el pent-house de Owen.
―No está mal,‖ dijo Leah mientras entraban al oscuro departamento. ―Debemos
estar dentro de la cúpula.‖
Las grandes ventanas que rodeaban la habitación daban la impresión de la
inexistencia de paredes. Podían ver la ciudad entera. Era como si estuvieran dentro
de una burbuja flotando sobre Manhattan. Una que podría estallar en cualquier
minuto y enviarlas caída abajo, a la tierra. A medida que sus ojos se acostumbraron
a la penumbra, Haven podía distinguir las formas de tres sillas modernas colocadas
alrededor de la mesa de café, y una escalera que conducía a otro piso. La sala estaba
extrañamente vacía, como si Owen no esperara quedarse por mucho tiempo. No
veía rastro de Beau.
―Tú fíjate por aquí abajo,‖ susurró Haven. ―Voy a subir al segundo piso.‖
Silenciosamente hizo su camino escaleras arriba en la oscuridad. Cuando llegó
arriba, no necesitó encender las luces para saber que no había nada para ver. Sólo
una pequeña sala con una cama desecha. Pilas de libros alineados contra la pared.
Haven se puso de rodillas y levantó las sábanas, con la intención de echar un
vistazo bajo el resorte de la caja. Sacudió su mano y cayó sobre su trasero. Las
sábanas estaban todavía tibias.
Se puso de pie y dió la vuelta. A su izquierda había un armario, su puerta entre
abierta. La habitación a la derecha era el baño. Podía ver una franja de azulejos
blancos. Se lanzó a la izquierda y empujó la puerta del armario abierto. Trajes
perfectamente planchados estaban alineados en una fila. No había nadie
escondiéndose. Se volvió hacia el baño. Tenía que haber alguien adentro.
―¿Beau?‖ susurró. ―¿Estás ahí dentro? ¡Soy yo!‖
No hubo respuesta. Haven giró la perilla. Luego, con un giro rápido de su muñeca,
ella abrió la puerta. Una luz brillante la cegó, y se tambaleó hacia atrás. Luego un
brazo grueso la atrapó en una llave de cabeza.
―¿Quién diablos eres tú?‖ Owen Bell gruñó. ―¿Qué quieres?‖
―¿Dónde está él?‖ Haven trató de exigir, pero solo unos pocos sonidos
distorsionados salieron de su garganta.
El brazo la lanzó, y Haven cayó al piso con un botón de su vestido rojo a su
alrededor.
Pudo escuchar a Leah subiendo las escaleras.
―¡Haven!‖ la chica gritó. ―¿Estás bien?‖
―¿Haven?‖ preguntó Owen. Él estaba sosteniendo un espejo de afeitar. Su luz
trazaba una luz brillante en el suelo. ―¿Qué está sucediendo así? ¿Qué estás
haciendo? ¡Podría haberte lastimado!‖
―¿Dónde está él?‖ Pregunto Haven una vez más, masajeando su garganta.
―¿Quién?‖ preguntó Owen, encendiendo las luces del techo. Llevaba un pijama a
rayas. La llegada del elevador debió despertarlo.
―¡Beau Decker! El tipo que tú secuestraste. ¿En dónde lo tienes?‖
Owen sacudió su cabeza. ―No tengo idea de qué estás hablando, Haven. Eres
bienvenida a buscar en el edificio, pero te juro que no estoy escondiendo a nadie.
¿Te importaría decirme quién es Beau?‖
―Es un amigo nuestro. Soy Leah Frizzell, por cierto.‖ La chica se acercó a la mano
de Owen y la estrechó con entusiasmo. ―Encantada de conocerte. Me encanta tu
casa.‖
―Owen Bell,‖ replicó él, viéndose más confuso de lo que Haven se sentía. ¿Qué te
hizo pensar que había secuestrado a tu amigo?‖
―Beau voló a la ciudad desde Tennessee para encontrar a su alma gemela,‖ Leah
explicó antes de que Haven tuviera oportunidad de hablar. ―Un tipo que se llama a
sí mismo Roy Bradford se puso en contacto con él online. ÉL dijo que se conocieron
en otra vida. Siglo catorce en Florencia, creo. Supuestamente el tipo le dió detalles
que lo probó. Pero Beau desapareció el día que llegó a New York, y Roy Bradford
parece no existir.‖
Owen se paralizó. ―¿Dijiste Florencia?‖
―¡Oh, vamos! ¡No hagas el tonto!‖ Haven gruñó, pisando su pie con frustración. ―El
secuestrador dijo que su nombre era Naddo. El nombre de Beau era Piero. Sé que
tú eras Naddo, Owen. Tienes el mismo don que él tuvo. Lo descubrí esta noche.
Puedes poner las palabras correctas en la boca de las personas.‖
―¿Te importa si me siento por un momento?‖ Owen masculló. ―No estaba seguro si
era real. Pensé que tal vez ella me había drogado.‖
―¿Quién?‖ preguntó Haven.
―Phoebe. Ellos la llaman la Pitonisa. Ayuda a las personas a ver sus vidas pasadas.‖
―Sé todo acerca de la Pitonisa,‖ dijo Haven. ―¿La conociste?‖
―Nos presentó Calum. Tuvimos una sesión privada. Ella lanzó un manojo de
plantas al fuego y nos anunció que iba a llevarme de regreso al tiempo. Tan pronto
como inhalé el humo, vi algo que nunca había visto antes. Era alguien a quién yo
amé. Un hermoso chico rubio que vivió en un palazzo. La visión fue increíblemente
vívida. Estaba seguro de que las plantas me habían hecho alucinar.‖
―¿Le dijiste a la Pitonisa lo que viste?‖
―No. Ella no parecía interesada,‖ dijo Owen. ―¿Estás diciendo que fue real?‖
―Sí,‖ Haven confirmó con un suspiro. Owen estaba demasiado sorprendido para no
ser otra cosa que inocente. Haven podía sentir la decepción brotando dentro de
ella. ―Fue real.‖
―Y esta persona que conoces. Beau. ¿Es el que yo amé?‖
―Sí. Él es mi mejor amigo,‖ dijo Haven.
Owen tomó una libreta de la mesa de noche y escribió algo. Le entregó la nota a
Haven con un dedo presionando sus labios.
LA HABITACIÓN PUEDE ESTAR INTERVENIDA. (Síganme la corriente) Y
SÍGANME.
Tal vez ella no había llegado a un callejón sin salida, Haven empezó a desear. Tal
vez Owen Bell sabía algo después de todo.
―¿Le pediste ayuda a Adam?‖ él inquirió.
―Tiene a la policía buscando a Beau.‖
―Bueno, te deseo lo mejor,‖ dijo Owen, girando un dedo como si fuera a decir, lo
confirman. ―Si alguien puede encontrar a Beau, Adam puede.‖
―Gracias, Owen,‖ dijo Haven. ―Realmente siento haber irrumpido aquí así. Te
dejaremos volver a dormir.‖
―No hay problema. Les mostraré la salida.‖ Guió a Haven y Leah escaleras abajo a
la puerta principal. ―Fue agradable conocerte, Leah. Haven, estoy seguro de que te
veré pronto.‖
Owen salió al corredor. Ahí, hizo un gesto a sus invitadas para que se quedaran
detrás de él mientras se dirigía a las escaleras de incendio.
En el interior del hueco de la escalera, un sensor de movimiento encendió las luces.
Owen se inclinó sobre la baranda y revisó para asegurarse de que no había nadie
por encima o debajo de ellos.
―Lo siento por todo esto,‖ dijo él. ―Pero prefiero que mis conversaciones se queden
en privado.‖
―¿Está tu departamento realmente intervenido?‖
―No estaría sorprendido. Tal vez esté paranoico, pero a veces tengo el
presentimiento de que los porteros mantienen un control sobre mí.‖
―Entonces el de abajo no hace un buen trabajo,‖ dijo Leah. ―Nos dijo que no estabas
en casa.‖
Owen sonrió. ―Hago lo que puedo para mantenerlo adivinando. Tiempo atrás
cuando el edificio era la jefatura de la policía, algún pez gordo construyó un paso
subterráneo que va desde el sótano hasta el bar de enfrente. Sigo esperando que los
porteros nos atrapen usándolo, pero aparentemente no saben que soy un
aficionado a la historia.‖
―No te preocupes. Tu secreto está a salvo con nosotras,‖ dijo Haven.
―Ya sabes, es extraño, pero tengo la sensación de que es,‖ dijo Owen. ―Por eso voy a
hacer algo loco y compartiré un secreto aún más grande contigo. Uno que podría
meterme en un montón de problemas. ¿Calum o Alex te dijeron como fui invitado a
unirme a la Sociedad?‖
―No,‖ dijo Haven.
―Mis padres se negaron a pagarme la universidad al menos que accediera a recibir
tratamiento por mi condición desafortunada. Así que tomé prestada una pequeña
cantidad de dinero de mi tía preferida y vine a New York a ofrecerme de voluntario
para mi primera campaña política. Una noche, yo estaba barriendo en la sede
cuando escuché las campanadas por encima del anillo de la puerta. Estaba seguro
de que había cerrado, así que salí corriendo para ver si estaba siendo robado. Había
un hombre en el área de espera. Él era joven. Bien parecido. No muy alarmante.
Preguntó si yo era Owen Bell, y dijo que me había estado buscando.‖
―Era Adam, ¿No es así?‖ Preguntó Leah.
―Sí, lo era. Él me dijo que había estado siguiendo mi ―carrera‖, lo que no tenía
ningún sentido dado que recién me había graduado de la secundaria. Luego él me
preguntó si sabía por qué podía escribir discursos conmovedores o ayudar a la
gente a ganar debates. Por qué las palabras perfectas siempre parecían surgir en mi
cabeza. Antes de que pudiera decir algo, él me hizo otra pregunta. Él me preguntó
qué sabía de la reencarnación.‖
―Apuesto a qué te hizo pensar,‖ Leah dijo con un bufido.
―Lo hizo. He tenido sueños extraños desde que era niño. Pesadillas, en realidad. Me
he visto a mí mismo siendo asesinado. Golpeado por gente que nunca conocí en mi
vida. Expulsado de pueblos que nunca pisé antes. Todo porque era gay. Adam me
dijo que no eran solo sueños—eran memorias. Cosas que me habían pasado en
vidas previas. Y me dijo que había otras personas como yo en la Sociedad
Ouroboros. También me dijo que desarrollé mi don por las palabras como una
manera de defenderme a mí mismo. Pero con su ayuda, podía usarlas para hacer
del mundo un lugar mejor. En ese momento, nunca había escuchado de la OS.
Entonces Adam recitó una lista de los miembros de la Sociedad. Ahí fue cuando me
di cuenta que debía tomarlo con seriedad.
―Así que me inscribí en la Sociedad. Calum trató de golpearme en mi primer día.
Luego Alex. Ella fue la única que terminó convenciéndome de que la OS realmente
necesitaba mi ayuda. Había tráfico de drogas y prostitución—y miembros
desaparecían todo el tiempo. Empecé a trabajar con Adam para ponerle un fin a
todo eso. Él realmente parecía valorar mis opiniones. Entonces un día Calum me
arrastró a visitar a la Pitonisa.‖
Owen respiró hondo. ―Lo que te dije en el departamento era cien por ciento verdad.
Pero dejé algo afuera. Vi a Piero en mi visión, pero también vi a Adam. Por eso
pensé que estaba alucinando. Se veía exactamente igual de lo que se ve ahora.
Exactamente. En mi visión Adam un poderoso hombre de negocios que se había
trasladado de Florencia desde Génova. Los líderes de la cuidad estaban seguros de
que él pensaba acabar con ellos. Estaban aterrados de Adam. Algunos llegaron a
afirmar que él había traído la muerte negra a Italia. Pero no tengo idea si Adam
había tenido su enfrentamiento con los líderes. Se supo que Piero y yo éramos gay.
Mi patrón era uno de los hombres que dirigían Florencia. Él tenía algunos secretos
propios, y no pidió afrontar el escándalo—especialmente cuando toda la cuidad
estaba buscando un chivo expiatorio. Así que nos asesinó a los dos.‖
―¿Viste todo eso?‖ preguntó Haven. ―¿En una solo sesión con la Pitonisa?‖
¿Por qué Phoebe la hizo esperar tanto?
―Sip,‖ dijo Owen. ―Sentí nauseas por al menos una semana después de eso. No creo
que el humo pueda ser muy bueno para tí. ¿Así que estás diciendo que todo eso
realmente sucedió?
―Sí,‖ dijo Haven. ―¿Adam no ha envejecido en setecientos años?‖Cuando Haven
sacudió su cabeza, Owen hizo una pausa para digerir la información. ―¿Qué es él?
He oído rumores, por supuesto, pero —‖
―No tengo idea,‖ Haven admitió. ―Pero ha estado alrededor por miles de años. Lo
conocí en otras vidas. Adam me dijo que te conoció antes también.‖
Apenas la última frase salió de su boca cuando su significado se estrelló contra ella.
Adam había sido consciente del don de Owen antes de que ellos hablaran en la
oficina de la campaña. Adam le había mencionado a Haven de que él había
conocido a Owen en otras vidas. Haven sabía de su última visión que Adam había
conocido a Naddo—y que sabía del don con las palabras de Naddo. Adam debió
haber estado consciente de que Naddo y Owen compartían la misma alma.
Y un nuevo horror empezó a crecer dentro de ella. Él hombre que se había llamado
a sí mismo Roy Bradford sabía cosas que Haven había asumido que sólo Naddo
podía saber. Quizás Adam las sabía también.
―Alex me dijo que tú y Adam eran una pareja. ¿Es verdad?‖ Haven apenas escuchó
la pregunta de Owen, y le llevó un momento salir de su trance.
―Estoy en New York solamente para encontrar a Beau,‖ ella insistió. ―Por cierto,
¿alguna vez le dijiste a Adam sobre tu visión?‖
―No, no pude volver a confiar en él después de que visité a la Pitonisa. De hecho, yo
podría haber dejado la OS sino hubiese conocido a Milo. Él es la razón por la que
me quedé. El chico me asusta bastante.‖
Haven fue lanzada por el repentino cambio de tema. ―¿Por qué? Él es solo un
robot.‖
―Eso es lo que Calum dice porque eso es lo que Calum quiere creer. Milo es más
como una marioneta. La marioneta perfecta. ¿Sabes cuántos puntos hemos subido
en la recaudación de fondos de la otra noche? Cincuenta mil. Ni siquiera puedo
decirte cuánto vale eso en dólares. Millones. Muchos millones. La gente mira a
Milo, y de alguna forma ellos ven lo que sea que quieran ver. Si él da un discurso
que los urge a donar puntos para que cada niño en los EE.UU pueda tener su
propio Uzi, ellos vacían sus cuentas de la misma manera.‖
―Entonces es un cosa buena que Milo no escriba sus propios discursos,‖ dijo Haven.
―Él no puede. Milo nunca tuvo una idea por sí mismo. Pero sigue convencido de
que él es el elegido. El discurso que escribí para la recaudación de fondos quería
decir que los niños de Halcyon Hall pensaron que era su deber el de liderar el
mundo. Milo lo cambió a su destino.‖
―¿Destino?‖ La palabra pareció significar algo para Leah. ―¿Cómo luce este Milo?‖
―Como un muñeco Ken —rubio y blando. Pero créeme, es cualquier cosa menos
inofensivo. Me estoy pegando alrededor para asegurarme que alguien plante las
ideas correctas en la pequeña cabeza vacía de Milo—porque de otra manera todos
podemos estar en un montón de problemas.‖ Owen se detuvo a sí mismo. ―Lo
siento. Estoy ventilando. Sé que no vinieron aquí para hablar de Milo. ¿Hay algo
más que pueda decirles para ayudar a su amigo Beau?‖
―Hay una pregunta más que necesito hacer,‖ dijo Haven. ―Nos dijiste que Naddo y
Piero fueron asesinados por el hombre para el que trabajaste en Florencia. ¿Adam
no tuvo nada que ver con eso?‖
―No lo creo. Por lo menos yo no lo creía en ese entonces. La única persona en
Florencia que sabía que éramos gay era la hermana menor de Piero. Estoy bastante
seguro de que fue ella la que dejó escapar el secreto.‖
CAPITULO TREINTA Y SIETE
Traducido por Nim
Corregido por Caliope Cullen
―El hecho de que Owen Bell lo crea no significa que sea verdad,‖ dijo Leah. ―¿Haven
Moore? ¿Me estas escuchando? Es un buen tipo y todo, pero viendo pedazos de su
pasado es justo como si vieras partes del futuro. Una pequeña parte no puede
contar toda una historia.
Ellas habían usado el túnel bajo el edificio de Owen para evitar a los hombres grises
de Adam, y Leah había negociado con un taxi fuera de servicio como una nativa.
Ahora estaban viajando al norte a lo largo del río. Haven dejó su frente descansar
contra la ventana y observó la carrera por la ciudad, demasiado afectada para
llorar. Había tenido muchas bajas en los últimos años, pero nunca había
experimentado algo parecido a la tristeza aplasta-almas que sentía en ese
momento.
―Es verdad, Leah. Recuerdo contarle a Adam que Piero y Naddo eran gays. Quien
sabe, tal vez Beatrice se lo dijo a otras personas también. Así que no hay
escapatoria de la verdad esta vez. Yo fui la razón por la que murieron.‖
―Haven, tuvo que ser un error. Tú nunca…‖
―Mira, Leah. Si hubieras estado en la Sociedad Ouroboros esta noche, me habrías
perdonado la maldita charla. Este ya ha sido el peor día de mi vida. Enterarme que
maté a Piero y a Naddo fue solo un extra.‖
―¿Qué pasó en la SO?‖ preguntó Leah.
Haven no estaba segura de que tuviera la fuerza para revivir la memoria.
―Iain se presentó en la fiesta mientras estaba allí con Adam. Les dijo a todos quien
es realmente Adam. Y luego lo apuñaló.‖
―¿Él hizo qué?‖
―Apuñaló a Adam con un trozo de cristal, pero no hubo sangre. Iain quería que los
miembros vieran que Adam no es humano. Supongo que pensaba que eso haría una
diferencia para ellos.‖
―¿Y la hizo?‖
―¿Es una broma? Habrían rasgado a Iain en pedazos si Padma Singh no se hubiera
presentado y salvado su culo amenazandoloos con exponerlos a todos ellos.‖
―¿Entonces Iain está bien?‖
―Gracias a Padma.‖ Suspiró Haven. ―Luego descubrí que Owen y Naddo eran la
misma persona… el mismo que he estado tratando de ver en mis visiones. Y resulta
que he estado perdiendo mi tiempo. Owen no es la persona que atrajo a Beau a
Nueva York. Debe haber sido Adam. Él puso una trampa, y caminé directo a ella.
Ahora he perdido a Beau. He perdido a Iain. He perdido todo.‖
―¿Es eso lo que realmente crees? ¿Qué Adam está detrás de todo esto?‖
―¡No hay otra explicación!‖
―Eso he encontrado.‖ dijo Leah. ―Estás pensando demasiado. Para por un segundo
y escucha a tu corazón.‖
―Sigues diciendo que confíe en mi misma. ¿Qué diablos crees que he estado
haciendo? ¿Qué crees que me metió en este lio? Tal vez no soy la persona que crees
que soy, Leah. Nunca conociste a Beatrice Vettori. No sabes cómo era en el pasado.
Quizás mi corazón es la última cosa que debería estar escuchando.‖
Con su cabeza todavía apoyada contra la ventana, Haven podía ver a la pelirroja
chica flaca reflejada en el cristal. No parecía tener más de quince años. Diosa o no,
¿qué sabia ella sobre los oscuros rincones del corazón de Haven?
―La madre de Iain me advirtió, ya sabes,‖ añadió Haven. ―Dijo que iba a hacer cosas
terribles si los dioses se volvían contra mí.‖
―¿Qué es exactamente eso que has hecho que es tan terrible?‖ Haven no respondió,
pero la lista de sus crímenes estaba formándose dentro de su cabeza. Mintió a Iain.
Espió a Iain. Besó a Adam Rosier. Intento contratar a un matón para darle una
paliza al secuestrador de Beau. Rompió el corazón de Iain. Demostró que su madre
estaba en lo cierto. ―escucha, sé que ha sido un mal día,‖ continuó Leah cuando el
taxi se detuvo en frente de los pisos Andorra. ―Pero no voy a dejarte renunciar por
el momento. Esta historia es más complicada de lo que piensas que es…y Haven
Moore está empezando a parecerse a su heroína. ¿Ya sabes sobre ese que el chico
Milo y tu Owen estaban hablando? Creo que le vi hace tiempo.‖
―¿Dónde?‖
―En televisión hace unas semanas. Hablando algunas tonterías sobre ‗el destino.‘
Pensé que era solo un extraño sueño del momento, pero ahora estoy empezando a
preguntarme si podría haber sido la primera visión que tuve sobre todo esto.‖
―¿Qué crees que significa?‖
―Estoy suponiendo que Milo podría tener algo que ver con los cuerpos en Union
Square.‖
―Señoritas, ¿salen aquí o qué?‖ Gritó el taxista.
―¿Vienes arriba conmigo?‖ preguntó Leah. ―¿A tomar una taza de café y a ayudarme
a salvar el mundo?‖ Esa era la idea de Leah de una broma, pero Haven no tenía
ganas de reírse.
―¿A dónde más tengo que ir?‖ Dijo ella, deslizándose por el asiento trasero.
Cuando alcanzaron la puerta de Frances Withman, Leah saco una llave de su
bolsillo y se llevó un dedo a los labios.
―Ella se fue a la cama temprano,‖ explicó Leah en voz baja.
―Creo que realmente le fundimos la mente esta tarde. Ella podía utilizar un buen
descanso.‖
―No puedo decir que la culpe,‖ dijo Haven cuando Leah abrió la puerta.
―Espera hasta que oiga el resto de la historia.‖
―¡Epa!‖ Leah llevó la mitad de un paso dentro del apartamento, girando alrededor,
y estrelló la puerta cerrandola con la llave todavía en la cerradura.
―Me olvide. Frances dijo que se quedó sin café esta mañana. ¿Sabes qué? ¿Por qué
no bajo al supermercado y recojo algo?‖
―¿Leah?‖ llamó Haven cuando la chica corrió hacia el ascensor. ―¿Siquiera sabes
dónde está el supermercado?‖
―Volveré en unos minutos,‖ gritó Leah por el pasillo.
―Solo ve dentro.‖
Haven se adentró por la puerta para encontrar a Iain esperando en el piso de
Frances. Al principio le miró, incapaz de ordenarse a través del alivio, la ira, y el
deseo que estaban luchando por su corazón. Él la miró a los ojos, pero no se movió.
Haven se sintió transportada atrás hace dos años, a un escenario a un puente en el
centro de Roma. Era el día en el que Iain la había invitado a quedarse con él en
Italia. La pregunta la había espantado. No había estado lista para reconocer quien
era… la persona que siempre había tenido la intención de encontrar. Ahora parecía
estar pidiéndole que eligiera de nuevo. No necesitaba decir las palabras. Y Haven
no necesitaba buscar una respuesta. Adam Rosier nunca podría hacer que se sienta
de esta forma. Ella se precipito a los brazos de Iain.
―¿Por qué hacer algo tan estúpido?‖ sollozó ella. ―¿Intentas conseguir que te
maten?‖
―Haven, Haven,‖ susurró Iain en su oreja.
―No llores. Nunca estuve en ningún peligro.‖
―¿Cómo puedes decir eso?‖ Haven se echó hacia atrás, dejando su camisa mojada
de lágrimas.
―¿Qué si Adam hubiera accedido a reunirse contigo en Harlem? ¿Realmente crees
que podrías haberle encerrado en ese sótano por ti mismo?‖
―Créelo o no, he aprendido algunas cosas desde Córdoba, Haven. Lo tenía todo
planeado esta vez. Nunca esperé que Adam se reuniera conmigo. El punto era
dejarle saber que estaba vivo y hacerle creer que estaba desesperado por ganar de
nuevo. De esta forma estarías a salvo y por encima de toda sospecha cuando
finalmente tuviera una oportunidad de enfrentarle delante de ti. Quería que vieras
que él todavía podía actuar como un monstruo. Pero eso no es lo que pasó,
¿verdad? ―
―¡Sólo tuve suerte!‖ exclamó Haven.
―¡Algunos de esos miembros de SO te habrían asesinado en el acto!‖
―Sí, pero nunca hubo ninguna oportunidad de que lo hicieran. Por dos razones.
Primero, había acordado que Padma apareciera tan pronto como se viera que
estaba en problemas. Pero la segunda razón es…bueno…supongo que he estado
equivocado en todo.‖
―¿Has estado equivocado?‖ eso era lo último que esperaba oír.
―Y has estado en lo cierto. Adam es diferente. Hace dos años, habría dejado que
esos guardaespaldas me golpearan hasta la muerte, pero esta noche les ordenó no
tocarme. Gracias a ti, Haven. Por mucho que odie admitirlo, tienes algún tipo de
poder sobre él. Y si crees que Adam en realidad está tratando de arreglar la SO,
tomare tu palabra de ahora en adelante. Sé que Padma asustó a mucha gente en la
fiesta, pero sus amenazas no serán suficientes para clausurar la Sociedad. Y todo lo
que quiere es pagar por su silencio. Así que si todavía crees que la Sociedad debe
ser salvada, haré lo que pueda para ayudarte.‖
―No sé qué creo más,‖ dijo Haven, de repente exhausta. Los eventos de la noche le
habían agotado hasta la última gota de fe que Haven había tenido una vez en sí
misma. Se sintió hueca y vacía.
Iain le facilitó a Haven una silla y se arrodilló a su lado.
―¿Qué está mal? ¿Ocurrió algo después de dejar la fiesta?‖ preguntó él.
―Encontré a Naddo. Su nombre es Owen Bell. Pero no cogió a Beau. Creo que Adam
puede tenerlo. Y si lo tiene, entonces soy la idiota que todo el mundo piensa que
era.‖
―¿Estás segura de que Adam cogió a Beau?‖
―No estoy segura de nada,‖ admitió Haven.
―Todo lo que sé es que alguien secuestro a mi mejor amigo y lo golpeo como a un
perro. ¿Has visto la foto?‖
― Sí. Me fue enviada también.‖ Iain respiró profundamente y cerró los ojos como un
hombre que se prepara para tomar una zambullida.
―No puedo creer que esté diciendo esto, pero no creo que Adam esté detrás de la
desaparición de Beau. No creo que él causaría ese tipo de dolor en ti. Nunca más.‖
―Genial.‖ Haven se echó hacia atrás en la silla.
―Ahora confías en Adam Rosier, y no puedes confiar en ti misma. He hecho algunas
cosas horribles en los últimos días. Me dije que tenía que hacer lo que fuera
necesario para ayudar a Beau. Pero solo fue una excusa. He sido bastante horrible
en todas mis vidas. Eso es quien soy. Beatrice Vettori… la chica que traicionó a su
único hermano y término consiguiendo que le asesinaran.‖
―No,‖ declaró Iain, como si no hubiera otra posible respuesta.
―No sé qué has visto en tus visiones, pero si Beatrice traicionó a Piero, debió haber
sido un error. No olvides, Haven, que los conocí a ambos. Beatrice nunca le habría
hecho daño a su hermano a propósito.‖
―Eso es lo que dijo Leah. Ojala que alguno de ustedes lo sepa seguro.‖
Las cejas de Iain se arquearon ante la mención del nombre de Leah.
―Pensé que fue Leah quien abrió la puerta. ¿Qué está haciendo aquí?‖
La cabeza de Haven latía. Había muchos misterios hacinados en su interior.
―Leah ha estado teniendo visiones del futuro. Ve cuerpos muertos en Union Square.
Está bastante segura de que algo horrible va a ocurrir en Nueva York. Y ahora
piensa que un chico llamado Milo de Halcyon Hall podría estar conectado.‖
―¿Hace cuánto sabías sobre esto? ¿Por qué no me lo contaste?‖ preguntó Iain.
―Leah me pidió no decir nada. Dijo que el futuro puede cambiar si otra gente se
involucra. Quería una oportunidad para arreglar las cosas ella misma, y cree que
tiene tiempo. Sus visiones tienen lugar en verano.‖
―¿El próximo verano?‖ preguntó Iain, y Haven se encogió de hombros indefensa.
―Bueno, eso lo resuelve. Leah va a aceptar mi ayuda si lo quiere o no. Tan pronto
como salvemos a Beau salvaremos Nueva York.‖
―Estas olvidándote de algo, Iain,‖ trató de advertirle Haven.
―No puedes ir por ahí salvando a cualquiera ahora mismo. La policía debe saber
que estás vivo, y que hay un montón de gente en lugares altos a quien les gustaría
verte repudiado por el asesinato de Jeremy Johns.‖
―A mi modo de ver, esa es la menor de nuestras preocupaciones,‖ dijo Iain.
―Vamos a enfocarnos en buscar a Beau. Me salvaré a mí mismo más tarde.‖
―Pero ¿dónde se supone que empiezo a buscar a Beau si mi único sospechoso ahora
es Adam Rosier?‖
―Tal vez debas empezar por descubrir lo que sabe Adam.‖
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
Traducido por Lara
Corregido por Mely
Las luces de la Sociedad Ouroboros se veían como si hubiesen estado apagadas por
horas. El edificio estaba completamente inmóvil. Incluso la hiedra parecía haber
renunciado a escalar los muros. Un hombre joven se sentó en el porche con un
esmoquin, contemplando la noche. Lo que vio allí lo mantuvo hechizado, y no
parecía sentir el frío mundo rodeándolo. Haven casi podía oír el hielo formándose
en los árboles de Gramercy Park. El sonido de sus tacones sobre el frío concreto
captó su atención. Él la vio acercarse, su expresión algo confundida, como si fuera
un producto de su imaginación.
―¿Rescataste a Beau?‖ preguntó Adam
―No,‖ Haven dijo, tomando asiento a su lado. ―lo siento. No debí dejarlos cuando lo
hice. ¿Están bien?‖
―Si, gracias. Yo sobreviví a la noche ileso. No estoy tan seguro de la Sociedad, sin
embargo.‖
―¿Qué va a pasar ahora?‖
―Alguna gente dejará la OS,‖ Adam said. ―La mayoría no. Pero puede ser lo mejor
para los que elijan no quedarse—los que tal vez podrían hacer de la Sociedad
Ouroboros un mejor lugar al final.‖
Haven no dijo nada. Los ojos de Adam estaban sobre ella, pero ella no podía
encontrar su mirada.
―A veces es diferente,‖ él dijo suavemente. ―¿Logró Iain hacerte cambiar de opinión
sobre mí? Sabía lo que estaba arriesgando cuando le permití vivir. Estoy dispuesto
a hacer lo que sea que me pidas, pero no puedo evitar lo que soy. Daría lo que sea
para tener sangre real en mis venas.‖
―¿Sabes a donde fui esta noche?‖ preguntó Haven.
―Sí. Envié a un hombre detrás de ti para estar seguro de que estarías a salvo. Fuiste
a ver a Owen Bell.‖
―Pasé dos semanas buscando a la persona que Beau amó en Florencia. Debes de
haber sabido quién era Naddo todo este tiempo. ¿Por qué no me lo dijiste?‖
―¿Naddo? No se me ocurrió que estuvieras buscando a Naddo,‖ argumentó Adam.
―Nunca mencionaste qué vidas tenían las claves que querías encontrar. ¿No es así?‖
Haven hizo una pausa para buscar en su memoria. ―No,‖ ella admitió. ―Supongo
que no lo hice.‖
―Y yo no quería entrometerme. Pero si me lo hubieses dicho, me hubiera asegurado
de que Owen no fuera responsable de la desaparición de Beau. Seguramente te
debes haber dado cuenta ahora.‖
―Lo hice. Lo que me deja con una sola sospecha, Adam. ¿Raptaste a Beau así
tendría que volver a New York? Dime la verdad esta vez. Por favor.‖
―¡Haven!‖ El asombro de Adam pareció genuino. Elevó su mano para confortarla, y
luego volvió a caer en su regazo. ―No participé en el secuestro de Beau. He estado
haciendo todo lo que estuvo en mi poder para encontrarlo, incluso sabiendo que él
intentaría volverte en mi contra.‖
Haven se negó a ser conmovida. Se forzó a sí misma a apegarse a los hechos. ―La
persona que se llamó así misma Roy Bradford sabía que Beau había vivido una vez
en el siglo catorce en Florencia. Quien sea que fuera sabía que Owen y yo
estábamos ahí también. Tú eres el único que compartió la misma vida con nosotros
tres. ¿Eres Roy Bradford?‖
―Haven, debes creerme. ¡Nunca te recordaría nuestros días juntos en Florencia! Y
no tengo ningún deseo de arrastrarte de vuelta a New York en esta vida. Necesito
terminar las mejoras que he estado planeando—para mí mismo y la Sociedad. En
este punto, están lejos de ser completadas.‖
Él era tan persuasivo. Haven podía decir que se deslizaba hacia abajo de nuevo por
la pendiente.
―Hay otra cosa, Adam. He tenido visiones de mi vida en Florencia. Sé que tú y
Beatrice estaban comprometidos.‖
―Sí,‖ dijo Adam. ―Esos fueron uno de los días más felices de mi existencia. Espero
que hayan sido placenteros para tí.‖
Haven sintió una punzada de pena, pero siguió presionando. ―Sé que Piero no
quería que nos casáramos. ¿Tú empezaste los rumores de que era gay? ¿Arreglaste
que lo asesinaran?‖
Por un momento, debajo de la luz de la luna, la cara de Adam fue la de un ser muy
antiguo. ―Florencia fue hace setecientos años atrás, Haven. Pensé que tú querías
dejar atrás el pasado.‖
―Por favor, contéstame.‖
―La verdad es fea,‖ le dijo Adam. ―Te lo escondí a tí en ese entonces. Preferiría
mantenerlo alejado de tí ahora.‖
―No tienes que protegerme. No soy tan frágil como tú crees,‖ insistió Haven.
―Necesito saber lo que realmente pasó.‖
―Tu hermano iba a detener nuestra boda. Tú no estabas enamorada de mí—hasta yo
sabía eso. Pero te he dado la única cosa que querías en ésta vida—tu libertad. No
querías estar bajo el pulgar de tu madre. Tú y Piero discutieron, y no controlaste tu
lengua como debieras haberlo hecho. Uno de los sirvientes debió haber estado
escuchando. Eventualmente el patrón de Naddo escuchó los rumores. Él mandó a
matar a tu hermano y a su amante. Sus cuerpos fueron arrojados a Río Arno.‖
―¡No!‖ Haven susurró con horror.
―Fue un error trágico, Haven. Nunca quisiste lastimar a Piero. Cuándo descubriste
que estaba muerto, me culpaste. Yo era la razón por la que discutiste con Piero en
primer lugar. Te volviste contra mí, y luego ayudaste al Horae a encarcelarme.‖
―¿Aunque eras inocente?‖
―Nunca he sido inocente. Pero no maté a Piero.‖
―¿Entonces por qué ayudé al Horae?‖
―Te hice la misma pregunta años después. Me dijiste que había sido más fácil creer
que yo era el villano en lugar de reconocer tu papel en la muerte de Piero.‖
Beatrice siempre había sido egoísta y temeraria, pero Haven nunca había
imaginado de que ella era capaz de esa crueldad a sangre fría. Quería llegar a su
interior y extraer a esa chica afuera. ―Si lo que dices es verdad, no sé si seré capaz
de vivir con mí misma.‖
Adam tomó su mano, y Haven no lo apartó. ―Sí, tú podrás,‖ él prometió.
―Encontrarás una forma de aceptar el pasado y harás lo mejor para no cometer esos
errores en el presente. ¿No lo ves? Eso es lo que estoy tratando de hacer ahora. La
Sociedad Ouroboros puede hacer una diferencia en el mundo, pero nunca reparará
el daño que he hecho. Aunque es un comiendo. Y si estás de mi lado, podría ser una
maravillosa oportunidad para hacer las paces.‖
―¿Todavía quieres que te ayude a dirigir la Sociedad?‖
―Todavía lo hago,‖ insistió Adam. ―Más que nada.‖
Haven se dio vuelta para enfrentarlo. ―Entonces prueba que puedo confiar en tí.
Encuentra a Beau. Y líbrate de Milo Elliot. Envíalo lejos de New York—a algún
lugar donde no pueda hacer daño.‖
Le dio a Adam una buena sorpresa. ―¿Qué tiene que ver Milo con todo esto?‖ él
preguntó. ―Su único propósito es poner la ideas de Owen Bell en acción.‖
¿Pero cuál era su propósito original? Se preguntó Haven. ―¿Sabes que Milo es
peligroso, no?‖ le preguntó en su lugar.
―No necesita ser peligroso. Puedo controlarlo. Milo es lo que sea que quiero que él
sea.‖
Haven no lo pudo evitar pero tembló. ―¿Conoces a Milo de antes?‖
―Sí, hemos trabajado muchas veces juntos en el pasado. Suelo pensar en él como mi
arma secreta. Solo soy capaz de tentar a una persona a la vez, pero Milo tiene la
habilidad de inspirar a naciones enteras para seguirlo. Lo he usado en sus otras
vidas para llevar a las masas por caminos peligrosos. Ahora estaba esperando que
él los guiara en otra dirección.‖
Adam no parecía entender lo que había hecho. Milo no podía ser inofensivo. Era
como usar una bazuka cargada como un perchero.
―Tienes que librarte de él, Adam. Algo terrible va a pasar en New York, y tal vez
Milo sea el responsable.‖
―¿Estás diciendo que has visto el futuro?‖
―No, pero conozco a alguien que sí.‖
Adam miró la oscuridad del jardín enfrente de ellos. ―Mis hombres me dijeron qu
había una chica esperándote cuando fuiste a ver a Owen Bell. ¿Es ella la que ve el
futuro? ¿Qué te dijo?‖
Haven no respondió. Ella ya había dado demasiado.
―Y bien,‖ dijo Adam. ―Parece que un comodín ha sido introducido al juego. Sin
embargo, haré lo que pides. Mis motivos son puros. La diosa serpiente confirmará
que no tengo nada que ocultar.‖
CAPITULO TREINTA Y NUEVE
Traducido por Musher
Corregido por Caliope Cullen
―¡Aquí! ¡Haven!‖ Calum saltó y arrastro una silla hacia el extremo de la mesa que
compartía con Alex. Habían llamado a Haven a las diez de la mañana y ella insistió
en encontrarse en un restaurante por la calle de su hotel. Haven había aceptado la
invitación, aunque pensar en comida la había mareado. A ella le interesaba más
intercambiar información que compartir desayuno.
―¿No pudiste pagar al dueño para vaciar el local?‖ Le pegunto Haven a Alex. Había
otros clientes en el restaurante, unos pocos miraban furtivamente a dos estrellas
adolescentes metidas en una cabina. ―¿Ay alguna razón por la que os hayais
dignado a cenar con la plebe?‖
―Estamos encubiertos.‖ Explico Alex. ―Aquí es donde venimos a alejarnos de la
Sociedad. Ninguno de los miembros pondría nunca un pie en un lugar como este
después de que Owen me diera la lata por comprar el café el otro día.‖
―¿Él viene?‖ Haven interrumpió.
―Él consiguió llamar al OS.‖ Confirmó Calum, inclinándose sobre una tortilla que
no había tocado. ―La mierda está golpeando el ventilador en Gramercy Park. Owen
me contó que treinta personas dimitieron esta mañana. ¡Y Adam es justo,
dejándolos ir! Si Padma fuera presidente, tendría a todos haciendo de tiradores
fuera mientras pasaran por la puerta. Hablando de eso, Haven Moore, ¿A dónde
fuiste anoche que dejaste en el centro de toda la diversión?‖
―No fue muy divertido para mí.‖ Dijo Haven.
―Pobre de tí.‖ Dijo Alex, intentando compadecerla. ―Calum apostó que no estarías
de vuelta. Parece que gané. Adam siempre obtiene lo que quiere.‖
―Tengo la sensación de que puede cambiar un día de estos.‖ Comentó alegremente
Calum.
―Sin embargo, yo simplemente estaba alentando a Iain porque es lindo. Adam es
caliente, pero es un poco pastoso. No obstante yo estaría emocionada de ver a dos
tíos pelear por mí de esa manera.‖
―¿Chicos?‖ Pregunto Alex con la boca llena de huevos. ―No sobreviviréis
apuñalandoos con copas de champan.‖
―¿Que vas a hacer con los dos ahora que sabes la verdad sobre Adam?‖ Pregunto
Haven. ―¿Vas a permanecer en OS?‖
―Bromeas ¿verdad?‖ Preguntó Calum. ―Todos sospechábamos que había algo
extraño alrededor de Adam. Además ¿quién sabe cuánto tiempo va a quedarse en la
Sociedad de todos modos? Hablando de eso, ¿oíste algo acerca de Milo?‖
―¿Milo?‖ Pregunto Haven.
Calum contuvo la risa. ―Se anunció esta mañana, que tan pronto como Milo se
gradue en Halcyon Hall será enviado a Brasil. Adam quiere abrir otra escuela allí, y
Milo va a supervisar los diseños, se supone que es una oportunidad increíble, pero
todos sabemos que Milo ha sido desterrado.‖ Owen hacía ruido mientras servía el
ponche afrutado al tiempo que me lo contaba, no puedo imaginar por qué. ―Sr. Bell
es necesario que no se percate de que no tendrá trabajo nunca más.‖
Haven estudio a Calum. ―No parece estar tomándose todo esto muy enserio. ¿No
debería estar preocupado por las amenazas que Padma hizo anoche? ¿Tiene un
esqueleto o dos en su armario?‖
―En el cuadro de Calum se parece más a una fosa común.‖ Dijo Alex.
―¿Si? No actúan todos rigurosa y correctamente señorita Harbridge. Todos saben
que usted debe haber hecho algo malo para mantener su cuenta en buen estado.‖
―Piensa lo que quieras.‖ Estalló Alex, sin embargo volteó la cara, roja como la salsa
de tomate de su plato.
―De todos modos, Padma no tendrá tiempo para avergonzar a cualquiera de
nosotros.‖ Le dijo Calum a Haven. ―Apuesto a que va a ser reciclada antes del
mediodía‖
―¿Reciclada?‖ Dijo Haven ―¿Tú piensas que será Adam quien la maté?‖ Alex
sacudió la cabeza ―Adam no hace esa clase de cosas, pero habría voluntarios si no
cojo un vuelo en dos horas.‖
―¡Eso es!‖ Exclamo Calum. ―¡Oh, debes estar tan emocionada, Haven!‖
―¿Emocionada?‖ Repitió Haven confusa por el repentino cambio en la
conversación.
―¡Son los Oscars, cariño!¡Alex va a llevar vestido esta noche!‖
―Y justo a tiempo también‖ Dijo Alex. ―Realmente podrías usar algo de buena
prensa.‖
―¿Qué quieres decir?‖ Dijo Haven.
―¿No viste los periódicos esta mañana? Tienen a Iain Morrow por todos lados.
¿Quieres mi consejo? Usa los puntos que Lucy Fredericks te pagó para contratar a
los hombres de la Socierad PR. Pueden hacerte ver como una de las víctimas
inocentes de Iain. De lo contrario la gente va a pensar que has estado
escondiéndote con un asesino durante los últimos dieciocho meses."
―Y forjando voluntades‖ Añadió Calum. ―Chica traviesa.‖
Haven se levantó, raspando la silla contra la baldosa del suelo.
―¿Adónde vas?‖ Preguntó Calum. ―¿No estarás huyendo de nuevo? Estamos
intentando ayudarte.‖
―Tengo que visitar el baño de señoras. Estaré de vuelta.‖ Dijo Haven, dejando su
teléfono cara abajo en la mesa para demostrarlo. ―¿Podrías pedirme un poco de
café?‖
Ella tejió alrededor de las mesas y cargó bajando por un conjunto de escaleras hacia
los baños en el sótano del restaurante. Aun cuando Calum y Alex estaban
convenientemente fuera de vista, Haven intento detener la conmoción que se
mostraba en su cara. Una vez que estuvo en el baño de mujeres, Haven se volvió
contra el fregadero salpicando sus mejillas con agua helada, esperando despertase
de parte del terrible sueño en el cual estaba atrapada. Cuando levantó la vista hacía
el espejo, había dos ojos de color violeta mirándola.
―¿Cómo diablos has entrado aquí? Exigió Haven.
―La puerta trasera‖ Respondió Padma Singh. Su oscuro vestido de lana podría
haber sido de buen corte, un ancho cinturón negro había sido envuelto dos veces
alrededor de su demacrada cintura. Los bordes de sus ojos estaban rojos y hacía
tiempo que su lustrosa melena negra no había sido suavizada por las tijeras.
Parecía un bonito animal hambriento. ―Te seguí desde tu hotel.‖
―Necesitas salir de aquí,‖ estalló Haven. ―la Sociedad de Ourobos esta fuera por tu
sangre.‖
―Entonces ¿Qué? Serán idiotas si intentan algo.‖ Dijo Padma. ―En el momento en
que desaparezca, mis archivos acabarán en los escritorios de todos los reporteros
de la ciudad.‖
―¿Qué quieres de mí, Padma? ¿Sabe Iain que estas aquí?‖
Padma se apoyó contra el mostrador del fregadero con una sonrisa arrogante y
intentó hacerse pasar por su antiguo yo. ―No podía creer que abandonaras a Iain,
hasta que te vi con Adam anoche. De modo que estas realmente con el jefe de
nuevo. Supongo que sólo era cuestión de tiempo. Te sentaste al fondo y nos
juzgaste en silencio, pero yo sabía que algún día te unirías a la fiesta."
―Jesús, Padma, ¿No has aprendido la lección?‖ Preguntó Haven. ―Mira en el espejo
y ve lo que pasó la última vez que te enredaste conmigo. ¿Cómo te está tratando la
pobreza de todos modos? ¿Es todo lo que esperabas que sería?‖
―No voy a estar quebrada por mucho tiempo.‖ Dijo Padma. ―Desperdicié demasiado
tiempo tratando de lograr mi camino de regreso a la Sociedad. Ahora está en
problemas y tengo toda la información que necesito para liberar la campana de la
muerte. ¿Le dijiste a Adam que quería que me pagaran bien por mí silencio?‖
―Díselo tú misma‖ Gruñó Haven. ―Mejor cortarme un dedo que levantarlo en tu
ayuda. Soy la única razón de que estes viva, Padma. Creo que he hecho más que
suficiente por ti. Ahora engendro del demonio aléjate de mí.‖
―Dile a Adam, Haven, si no, las primeras personas que cazare serán tus dos
compañeros que están en el piso de arriba. Tengo bastante suciedad con Alex
Harbridge y Calum Daniels para mantenerlos en primera página del National
Enquirer por los próximos veinte años.‖
―¿Qué me importa? Avergüenzalos mientras puedas. Pronto no tendrás mas
escándalos que descubrir.‖ Dijo Haven. ―La Sociedad de Ourobos sera legítima.‖
―No puedo creer que tu compraras Adam‗s BS.‖ Se burló Padma.
―¿Qué estas obteniendo? Exigió Haven.
Padma enroscó una hebra de pelo alrededor de un dedo. ―Oh, no quiero discutir,
necesito decírtelo. Mira, esto es lo que pasa con los adultos, algunas veces son
difíciles de persuadir. Los niños, por el contrario, hacen lo que les dice.‖
―¿Estás hablando de los niños de Halcyon Hall?‖
―Ese es tu gran proyecto estos días ¿no? Es por eso que Adam dejo de preocuparse
por limpiar la Sociedad para impresionarte. Toda la Acción se traslado al norte del
estado.‖
―He estado en Halcyon Hall. Lo he visto por mí misma. Conozco lo que Adam tiene
planeado para los niños. Así que, a no ser que tengas alguna información concreta
para compartir, no estoy interesada en escuchar más teorías a medio cocinar.‖
―Si deseas la verdadera exclusiva, nada más pregúntale a tus amigos. Ellos saben
mejor que nadie lo que les sucederá a los niños en la Sociedad de Ourobos. Fueron
dos de los primeros experimentos de Adam.‖
―Vamos, Calum y Alex nunca han estado en Halcyon Hall.‖ Dijo Haven.
―Tienes razón, sin embargo Calum fue el primer niño que Adam reclutó. Alex fue el
segundo. Son sus perros falderos. Hacen lo que les ordena, si son tus amigos es sólo
porque él los hizo jugar bien contigo.‖
―No te creo.‖
―Cree lo que quieras.‖ Dijo Padma con un encogimiento de hombros. ―Maldición no
cederé por ti o alguno de esos niños. Solo asegúrate de que obtenga mi dinero.‖
Padma dejo a Haven parada junto al lavado del baño, escuchando el gotear del grifo
en un charco de agua oscura que aun no se había vaciado de la cuenca del
fregadero.
SU CABEZA LATÍA, Haven cargó hacia el piso de arriba encontrándose a un
hombre joven sentado en su silla al final de la cabina de Calum y Alex. Haven
podría decir en un instante que no era miembro del club. Podría haber sido su
ansiosa sonrisa o su menos que lujosa ropa. Calum parecía emocionado
entreteniendo al extraño, aunque Alex parecía completamente aburrida
escuchando. Se lebantó de un salto tan pronto como vio a Haven y se dirigió a las
escaleras hacia el baño.
―Sálvate.‖Aviso en un susurro Alex. ―Calum está recibiendo su confirmación diaria.
Fanboy esta exponiéndose por ahí y divulgando su trabajo. Trata de sublevarse
realmente. Me mantendría alejada si fuera tú.‖
Considerando el aviso de Alex, Haven evitó a Calum y fue hacia el mostrador de
fórmica del restaurante, donde fingía examinar los días que tenían los buñuelos y
galletas dentro de la cúpula. Podía escuchar la conversación detrás de la mesa y
podría haber reído si su humor no hubiera sido ahogado en el baño.
―…y tú estabas tan fabuloso en aquella breve aparición que realizaste en Promises,
Promises. No le cuentes a Alex que he sido yo, pero ese Oscar debería haber sido
tuyo, no suyo. Fuiste tan asombrosamente fraternal con el niño que casi
honradamente me convenciste. No es que hubiera hecho alguna diferencia para mí.
He estado agonizando por conocerte desde la primera temporada de The Glittering
World.‖
―Dios, estoy impresionado.‖ Rió Calum. ―no creía que nadie viera la primera sesión.
Tuve que pedir un millón de favores sólo para que no cancelaran el espectáculo.‖
―Bueno, ¡yo estaba viéndolo! Incluso compré el DVD. Mi episodio favorito es uno
donde tu hermana traía a casa a su novio desde el internado. Aparentabas que era
tu vecino llamado Roy, conseguiste al chico agradable y borracho, y entonces lo
sedujiste en la cama de tus padres. Tuve un flechazo grave después de eso. ¡Todavía
sueño con esa escena a veces! ¡No puedo creer que finalmente tuviera la
oportunidad de conocerte en persona!‖
Haven bajó rápidamente alrededor del mostrador y se agachó completamente para
observar. ¿Roy? Roy Bradfor. Nombre de estrella de cine. El nombre del Dandy
tenía que venir de Nueva York para conocerlo. ¿Podría haber estado allí Calum?
Haven se apoyó abajo y fuera de la vista. Un camarero caminó confuso a su
alrededor pero no divulgó su cubierta. Un teléfono sonó una vez en el comedor y
escuche a Calum responder.
―¿Qué? ¡Eso no es posible!…Vale excelente. Voy a estar justo ahí. Pero asegúrate de
que ella sepa que esto no era parte del trato.‖ Cortó Calum. Luego su tono se
dulcificó abruptamente.
―Mira, lo siento, hermoso, pero no escuche tu nombre.‖
―Gavin‖ Haven escucho al fan decir.
―Gavin ha sido estupendo Hablar contigo, pero se me hace tarde para una audición
en la parte alta de la ciudad. ¿Por qué no te doy una vuelta en coche?‖
―Gracias‖ Borboto Gavin. ―Pero vivo justo a la vuelta de la esquina.‖
―¿Así? Pregunto Calum, con un significado completamente claro.
―Siendo así, seguro‖ Replicó Gavin con voz baja y misteriosa.
―¡Eh!‖ fue Alex. ―Calum puto hinchado. ¿Estabas a punto de dejarme mientras
todavía estaba en el baño?‖
―No te preocupes. Te voy a pagar por la comida.‖ Dijo Calum.
―Eso es lo que siempre dices. ¿A dónde Vas?‖
―En un crucero de placer.‖ Le dijo Calum. ―Dile a Haven de mi parte: sayonara.‖
―¿Dónde está esa chica?‖ Haven escucho a Alex preguntar. ―Se dejó el teléfono‖
―Dámelo a mí. Me asegurare de que ella lo coja.‖ Dijo Calum.
CAPITULO CUARENTA
Traducido por Lucciolanotte
Corregido por Loren
Haven llego por la puerta trasera del restaurante y dio la vuelta en la esquina justo
a tiempo para ver a Calum y su chico juguete subir a un taxi. Haven cogió al
siguiente taxi libre. Su taxi siguió al de Calum por 10 cuadras antes de que el
primer taxi se detuviera a un lado del camino. Gavin salió por la puerta de la acera.
La expresión lamentable en su cara de querubín dejó claro que todos sus sueños
habían sido aplastados.
―No se detenga todavía,‖ dijo Haven al conductor ―Parece que tenemos un poco
mas por recorrer.‖
La lectura del taxímetro era de $35,15 cuando el taxi se detuvo finalmente detrás
del carro de Calum, en la esquina de la calle 114 con Frederick Douglass Boulevard.
―¿Va a salir, señorita?‖ pregunto el conductor
―Un segundo,‖ dijo Haven pasando dos billetes de veinte y uno de diez por la
abertura. ―Puede quedarse con el vuelto si me dice en que edificio entra ese chico.‖
―¿Es una estrella de TV? ¿Tú eres algún tipo de acosadora?‖
―¿Quiere los quince dólares de propina, o qué?‖
―Lado oeste de la calle, dos puertas más abajo. Whoa!‖ el hombre de repente dio un
grito.
―¿Qué?‖ demando Haven
―Parece que tu amigo tiene un invitado inesperado‖ Haven se asomo fuera por la
ventanilla. Cinco policías rodeaban a Calum con sus armas en mano. Lentamente,
se dejo caer de rodillas y poso sus manos detrás de su cuello. Los policías esposaron
a Calum y lo levantaron sobre sus pies. Sus bellos pantalones verdes estaban
ennegrecidos con el lodo invernal.
―Mierda,‖ dijo el conductor del taxi, sosteniendo su celular fuera de la ventana.
―Tengo que tener una imagen de esto.‖
Haven salto de su coche y corrió hacia la escena. Calum vio en su dirección y le
sonrío. No parecía estar sorprendido o disgustado. La policía lo guiaba hacia una
patrulla cuando Haven llego finalmente.
―Hacia atrás, señorita,‖ le ordeno uno de los policías.
―Está bien,‖ dijo una voz detrás de ella. Haven no tenía necesidad de voltearse. Ella
reconocía esa acento del Brooklyn ―Dale a la chica un segundo.‖
―¿Donde está Beau, idiota?‖ gruño Haven. Ella quería darle un puñetazo, patearlo,
romper sus preciosas pequeña nariz.‖
Calum volvió la mirada hacia la casa detrás de él.
―No está,‖ dijo él, completamente imperturbable ―Supongo que tendrás que seguir
buscando.‖
―¿No está?‖ pregunto Haven. ―¿Qué quieres decir con que no está? Si algo le pasa a
él, te juro que yo —‖
―¿Tu qué? ¿Enviaras a tu novio a que me mate? ¿Solo porque he estado jugando a
la casita con un gran semental rubio?‖
―¿Pero por qué, Calum? ¿Por qué tú haces algo así?‖
―No actúes como la pobre pequeña víctima, Haven. Nadie es inocente aquí.
Especialmente tu‖
Haven estaba a punto de preguntar lo que quería decir cuando la inspiración le
golpeo
―Yo tengo veinte puntos OS. Yo puedo contratar a alguien para que te saque la
verdad a golpes. Tendré que hacer cosas que la cirugía plástica no será capaz de
arreglar.‖
―¿No es dulce?‖ rio Calum. ―Tan dispuesta a convertirse al lado oscuro para salvar a
su mejor amigo. Vamos adelante inténtalo, Haven. Pronto, nadie se atreverá a
tomar ese trabajo sin importar la cantidad de puntos que ofrezcas.‖
―No se preocupe, señorita Moore. Ellos harán al Sr Daniel hablar en la estación,‖ le
aseguro el Comisionado Williams.
―¿Habrá un registro de cavidades, Gordon?‖ Calum le hizo un guiñó al Jefe de la
Policía. ―Yo siempre he querido probar uno de esos.‖
―Simplemente métanlo en el maldito carro,‖ gruño en Comisionado Williams a sus
hombres.
―¿Cómo supiste que era Calum Daniels?‖ le pregunto Haven al Jefe de la Policía
cuando Calum era colocado dentro de la patrulla.
―Tuvimos una denuncia anónima, hace una hora. La persona que llamo sugirió que
echara un vistazo a este edificio. Se encontraron pertenencias e identificaciones de
Beau Decker e uno de los apartamentos, pero el ya se había ido. El conserje nos dijo
que el apartamento pertenecía a Calum Daniels. No es su residencia principal, solo
un sitio al que puede llegar.‖
―¿Dónde está Beau ahora?‖
―No sabemos, señorita Moore. Sin embargo lo encontraremos, Calum Daniels no va
a durar ni una hora bajo interrogatorio.‖
―¿Estaría bien si echara una mirada dentro del apartamento?‖
A pesar de no parecer demasiado encariñado con la idea, Gordon Williams no pudo
rechazarla.
―Solo espere a que todos mis compañeros se hayan ido y suba al cuarto piso,‖ dijo
él, apenas moviendo los labios. ―Pero no toque nada, ¿Okay?‖
Haven marcho a una escalinata en la calle y esperó a que la policía desalojara la
escena. La multitud de civiles en la acera se había dispersado después que el guapo
actor de televisión había sido arrastrado esposado. Haven se quedo mirando el
edificio donde Beau había pasado la semana anterior, trato de organizar los hechos
que había reunido en alguna especie de orden. Si Calum Daniels había mantenido
cautivo a Beau, ¿Por qué no estaba allí? ¿Donde se había ido?
―¿Le importaría si me uno a usted?‖ Haven levanto la vista para encontrar a Mia
Michalski, lucia como si acabara de salir de un anuncio de champú ―Soy Mia, nunca
nos conocimos oficialmente.‖
―¡Oh!‖ exclamo Haven, sintiéndose incomoda y expuesta. ―¡Claro! Si, toma
asiento,‖ dijo ella, dejando espacio para Mia esperando que la bella muchacha no
atrajera mucha atención de los transeúntes masculinos.
―¿Encontraron a Beau?‖
―No, pero estuvo aquí. Todas sus cosas están dentro. Estoy esperando para ver el
apartamento por mí misma‖
―Lamento que llevara tanto tiempo,‖ dijo Mia, ―Me hubiera gustado encontrar la
dirección más rápido.‖
―Espera— ¿Tú fuiste quien llamo a la policía?‖
Si no hubiera estado sentada, la noticia habría dejado a Haven sobre sus pies. La
muchacha detective de Iain había tenido éxito donde todos los demás habían
fracasado. La reunión con Horae, las tardes con Adam, nada de eso había sido
necesario.
―Mi compañera y yo entramos a las cuentas de Beau,‖ dijo Mia. ―E-mail, Facebook,
todo lo demás. El borro su conversación con Roy Bradford, pero nada desaparece
totalmente online. Nosotras encontramos lo que buscábamos esta mañana.‖
―¿Por qué la policía no pensó en eso? ¿O el FBI?‖
―Las autoridades tienen que jugar con ciertas reglas. Yo no. Yo soy parte del mejor
equipo de Hacking en el negocio. Si una de nosotras no puede hacer algo,
usualmente la otra puede. Pero nosotras somos demasiado jóvenes para trabajar
con la policía y mi pareja prefiere que le paguen con favores sexuales.‖
―¿Qué?‖ exclamo Haven.
Mia le guiñó un ojo. ―Es mi novia. Ella es un genio.‖
―¿Novia?‖
Mia parecía disfrutar el desconcierto de Haven. ―¡Ha! Creo que tu cabeza podría
explosionar de un segundo a otro. Iain me dijo que le preguntaste si alguna vez
salimos. Tuve una carcajada por eso, pero apuesto que tu no encuentras la idea
muy graciosa. Cuando te vi aquí, pensé que debería establecer unas cuantas cosas
en su sitio. ¿Te dijo Iain por que tome este caso?‖, quiero decir, ¿aparte del hecho
de hecho de que el pide las cosas dulcemente?‖
―No.‖
―Me lo imagine. El es de ese modo. Meterse en problemas sólo para proteger el
honor de una niña. Ya ves, hace tiempo, tuve un pequeño, pequeño problema de
drogas. Me esnife todos mis puntos OS y me encontré en la lista negra de Padma
Singh. Ella me dijo que pusiera mi cuerpo a disposición de los miembros de alto
rango, o podría enfrentarme a los hombres de gris. Tenía diecisiete años. Yo no
sabía qué hacer. Trate de pedir ayuda a Adam, pero él no me daba ni la hora el día.
Yo ni si quiera conocía a Iain en ese entonces. El escucho mi problema de Padma, y
ella me dio los puntos que necesitaba para sobrevivir. Le dijo a Padma que yo le
pagaría con sexo, pero Iain me pidió dos cosas, que saliera de las drogas y mi
promesa de nunca poner un pie en el OS nuevamente. Lo creas o no, yo entonces
trate de discutir. Yo estaba enganchada en el enfermizo juego de la Sociedad. Así
que Iain tomo el riesgo y me contó todo sobre Adam y su club. Pudo haber sido
ejecutada si le hubiera delatado, pero Iain sabía que necesitaba escuchar la verdad.
Hoy en día, no comprendo porque arriesgo su vida para ayudar a alguien que
apenas conocía.‖
―Yo entiendo porque Iain lo hizo‖ dijo Haven ―El sólo pensaba que era lo correcto.‖
―Yeah, al principio pensaba que esperaba que le pagase. Pero no lo hizo. El nunca
me pidió un favor hasta ahora. Hasta donde yo sé, el nunca le contó a ninguna otra
alma acerca de mi escape de la Sociedad, ni si quiera a ti. Quiero decir, seamos
sinceras: ¿Cuántos hombres perderían una oportunidad para verse como un
príncipe encantador?‖
―No muchos,‖ admitió Haven.
Y por eso, se dio cuenta finalmente. Esa era la diferencia entre Adam e Iain, una
que había sentido pero no había sido capaz de identificar. Iain era siempre Iain,
incluso cuando nadie lo estaba mirando. Pero Adam el benevolente era
estrictamente una actuación. Todas las mejoras que había hecho en el OS se habían
hecho por petición de Haven. Toda esa pequeña bondad había sido un paso para
ganar su corazón. Halagaba a Haven para que pensara que era responsable de la
transformación de Adam. Pero Adam tenía la esperanza de ser recompensado por
sus esfuerzos. No había egoísmo en nada de lo que hizo Iaim por Mia. El había
guardado en secreto lo de Mia, a pesar de poder demostrar su inocencia. Iain había
hecho lo correcto sin esperar nada a cambio. Y por eso el corazón de Haven
siempre seria atraído por él.
―Mira,‖ Mia señalo el otro lado de la calle. La última patrulla se alejaba de la acera.
―Tus amigos se van. Echa un vistazo alrededor, y hazme saber si hay algo que pueda
hacer.‖
―Gracias,‖ dijo Haven. ―No tienes idea de lo mucho que me has ayudado ya.‖
―No necesitas darme las gracias‖ le dijo Mia a ella. ―He estado esperando la
oportunidad de pagar el favor.‖
LA MANO DERECHA de la policía dejo la puerta del apartamento abierta. Haven
pasó debajo de una tira a la escena del crimen y entro en otra era. Las cortinas
habían sido cerradas, y la sala estaba a oscuras. Haven yendo a tientas hacia una
lámpara en la esquina, se tropezó con algo grande acostado en el centro de la
habitación. Con las luces encendidas, ella pudo ver que era una alfombra de piel de
tigre con los ojos de vidrio color ámbar y colmillos pulidos. Otros muebles, sillas,
pesados tapizados en terciopelo, libros encuadernados de cuero amontonados en
los estantes, un par de guantes viejo de boxeo colgaban de la chimenea, y una jarra
de cristal llena hasta la mitad de Whisky, parecía como si hubieran sido robadas de
un apartamento de soltero alrededor de 1910.
El retrato colgado sobre la chimenea. Mostraba un hombre elegante de unos treinta
años, el cabello peinado hacia atrás y una sonrisa desenfadada en su rostro. Cerca
de allí, una portada enmarcada de la revista Motion Picture aparecía una
ilustración del mismo individuo en una chaqueta de Tweed(1), con una pipa en su
mano y nubes de humo azul pálido que sale de sus labios. Wallace Reid. El actor de
cine mudo que Calum afirmo haber sido. De repente Haven se dio cuenta que el
apartamento estaba decorado con cosas de un hombre muerto. Calum había creado
un santuario dedicado a su antiguo yo.
Dentro de uno de los pequeños dormitorios, Haven encontró la maleta de Beau
abierta sobre la cama. No había signos de lucha y la puerta de la habitación no tenia
cerradura.
―Lo siento, Haven.‖
Haven se volteo para encontrar a Adam detrás suyo, en su atemporal abrigo y su
bufanda carbón, el encajaba muy bien en el antiguo mobiliario. Se veía cansado, y
Haven se pregunto si percibió lo que ella sentía, el vinculo entre ellos se había
debilitado. Mia le había abierto los ojos a Haven a la verdad, justo como había
hecho Iain una vez por ella. Haven podía ver la transformación de Adam no era
más que un espectáculo para su beneficio. Y ahora Haven había dado un vistazo
detrás de las escenas, sabía que el espectáculo nunca sería lo mismo.
―Gordon Williams me llamo antes de allanar el apartamento,‖ dijo él. ―Me temo que
la noticia me tomo por sorpresa. Nunca pensé que Calum me traicionaría de esta
manera.‖
Haven cruzó sus brazos y lo miro con los ojos entrecerrados. ―¿Tuviste algo que ver
con todo esto, Adam? Padma me contó que Calum Daniels es tu pequeño perro
faldero.‖
―¿Cuándo hablaste con Padma Singh?‖
―Ella me siguió a un restaurante esta tarde. Ella quiere dinero para mantener la
boca cerrada.‖
Una mirada asesina pasó por el rostro de Adam. ―Yo me ocupare de Padma.
Debería haberla visto a primera hora de la mañana, pero tú eras mi preocupación
más importante. Padma sabe suficiente para crear un montón de problemas, pero
ella no lo sabe todo, Haven. Ella no sabe nada en absoluto sobre Calum Daniels.‖
―Quizás tu deberías contarme lo que hay que saber.‖
Los ojos de Adam hicieron un recorrido rápido del apartamento antes de empezar a
hablar.
―La madre de Calum lo trajo a la sociedad hace diez años. Hasta entonces nunca
había considerado invitar niños a la OS. Pero la mujer no aceptaba un no por
respuesta. Ella había inventado una docenas de historias sobre su las vidas pasadas
que su hijo recordaba. El niño escucho las mentiras tantas veces que se las termino
creyendo el mismo. Su madre quería desesperadamente que Calum fuera especial.
Y él lo era, solo que no de la manera que su madre había esperado. Me di cuenta al
instante que no había vivido antes.‖
―¿Calum no fue Wallace Reid?‖ de repente el santuario de Calum pareció patético.
Adam se consideraba como la figura del actor del cine mudo fumando una pipa.
―No, aunque su madre hizo una elección profética. Yo conozco a Wallace Reid. El
comparte muchas debilidades con Calum.‖
―Así que Calum no es eterno. ¿Tu lo tomaste por lastima?‖
―Los dos sabemos que yo no poseía muchos motivos nobles en aquellos días. Calum
era un niño encantador y hambriento por afecto. El nunca conoció a su padre, y él
buscaba cualquier atención que yo le daba. Deje que se convirtiera en un miembro,
porque creí que su devoción ciega me resultaría útil algún día. Cuando tuvo edad
suficiente, yo incluso le permití actuar como mi comité de bienvenida. Saludaba a
los nuevos miembros de la Sociedad y les ayudaba a aprender a manipular el
sistema de puntos. Cuando tu llegaste, Calum estaba furioso porque yo le pedí a
Alex Harbridge que te enseñara las cuerdas en su lugar.‖
―¿Alex solo fue mi amigo porque tu se lo pediste?‖ pregunto Haven, picada por el
pensamiento.
―Yo no le pedí a Alex que se hiciera tu amigo, yo simplemente le pedí que te
presentara a Owen Bell. Sabía que ibas a confiar en él, yo pensé que podría
convencerte que mis planes para la Sociedad eran sinceros. Cuando Calum
pregunto si podía acompañarlos a ustedes tres, no le di mi permiso. Pensé que
podría aplacarlo. Te pido disculpas por eso ahora. Nunca debí haberlo permitido.
He sabido por algún tiempo del disgusto de Calum.‖
―¿Disgustado? ¿Por qué?‖
Adam se sentó en uno de los sillones de terciopelo de la sala como si la historia era
muy pesada para decirla de pie.
―Los cambios en la Sociedad no han sido fáciles para Calum. Ha visto como otros
jóvenes se vuelven más prominentes, como su propio papel disminuye. Calum
jamás ha ocultado su odio por Milo. Pero durante el último año, el ha visto como
Owen es el futuro de la Sociedad mientras él representa su pasado. Pensé que su
lealtad hacia mi evitaría que Calum hiciera algo desesperado. Ahora veo que me
equivocaba.‖
―Yo aun no comprendo, Adam. ¿Dónde encaja Beau en todo esto?‖
―Calum debe haber descubierto que Owen y Beau son almas gemelas. Tal vez pensó
que seduciendo a Beau era la mejor manera de obtener venganza.‖
―Espera.‖ La cabeza de Haven daba vueltas. ―Así que Calum entro online
pretendiendo ser Owen con el fin de atraer a Beau a New York. Supongo que puedo
creer eso. Pero si esta es la primera vida de Calum, ¿Cómo hizo para saber todas
esas cosas acerca de Florencia del siglo XVI?‖
―Yo supongo que Owen compartió algunos de sus secretos con Calum. Ojala le
hubiera advertido que fuera más discreto. Me preguntaba si Calum podría estar
buscando información sobre Owen cuando me entere que había arrastrado al pobre
muchacho a visitas a la Pitonisa. Fue un movimiento desesperado. Calum no había
hablado con Pheobe en años.‖
Había una gran pieza perdida en el rompecabezas, pensó Haven. Incluso si Owen le
había contado a Calum sobre su visión, aun que él le hubiera descrito al niño que
una vez había amado a Florencia, ¿Cómo sabia Calum que la compañera del alma
de Owen había retornado a la tierra como Beau? Ni Calum ni Owen habían
conocido jamás a Beau Decker.
Haven notaba como su estomago comenzaba a retorcerse. ¿Quién podía haber
sabido que Beau había sido Piero Vettori? ¿Quién podía haberlo conocido en ambas
vidas? ¿Iain. Adam. Y el Hoare? Habían estado en Florencia junto a Piero. Y
Chandra conoció a Beau el día que ella oculto a Haven de los hombres grises.
―¿Tu dijiste que Calum no había hablado en años con Pheobe?‖ dijo Haven. ―¿Por
qué?‖
―Todos asumen que Calum se había unido a la OS por su propia cuenta. El hecho
es, su madre su unió con él. Pero insistió en su conexión permaneciera en secreto, y
ella lo abandono tan pronto como ambos se convirtieron en miembros. Su madre
tenía una reputación que mantener, una que demandaba que pareciera de otro
mundo. No hay nada mas mundano que un niño.‖
―¿Pheobe es la madre de Calum?‖ Haven susurro horrorizada.
―Si,‖ dijo Adam.
―Hazme un favor mientras Calum este en la cárcel,‖ pidió Haven.
―Por su puesto. Yo estaría más que feliz de arreglar un castigo adecuado. ¿Cuántos
puntos te gustaría pasar?‖
―No, no le hagas daño. Eso no es lo que quiero,‖ insistió Haven. Fantasearlo la
había confortado, pero en la realidad le repugnaba.
―¿Entonces como puedo ayudarte?‖ pregunto Adam.
―No dejes que Calum sea puesto bajo fianza.‖
_________________________________________
(1) Tipo de tela. El termino Tweed no hace referencia a otra cosa que a un tipo
de tejido, similar al tacto al felpudo.
CAPITULO CUARENTA Y UNO
Traducido por Coral Black
Corregido por Floraah1
―¡Haven!‖ Frances Whitman gritó al mismo tiempo que la niña salió del ascensor.
―¡Date prisa! ¡Ven aquí!‖
―¿Qué pasa?‖ Haven corrió por el pasillo hacia el apartamento de Frances.
―¡Tu amigo está enfermo otra vez! ¿No recibiste ninguno de nuestros mensajes?‖
―No‖ Dijo Haven. Había dejado su teléfono sobre la mesa en el restaurante. Calum
lo había birlado antes de la carrera de exterior. ―¿Qué pasó?‖
―Me levanté tarde esta mañana y encontré a Leah situada fuera en la terraza en
camiseta y ropa interior. No sé cuánto tiempo había estado allí, pero su piel se
sentía como el hielo. Iain la llevó dentro. Ella ha estado rezando y hablando en
lenguas desde entonces. Lo único que parece entender es la palabra doctor, y
cuando lo oye, se vuelve loca. Ella sigue murmurando algo de hablar contigo.‖
―¿Dónde está Leah ahora?‖ Exigió Haven.
―En la sala de estar.‖
Haven dejó caer su bolso y salió corriendo. Descubrió a Leah tumbada en el sofá de
seda de Frances, envuelta en una media docena de mantas, Iain estaba en cuclillas
junto a la chica, sosteniendo su mano inerte. Haven se dejó caer junto a él. De
cerca, Leah parecía un cadáver. Sus ojos estaban cerrados y su piel blanca cerosa.
La única señal de vida era el temblor de sus labios, como si estuviera hablando con
alguien que pudiera ver en la parte de atrás de sus parpados.
―Ella no necesita las mantas‖ Dijo Haven, pelando unas a poca distancia para que la
niña pudiese ser capaz de moverse. ―El frío no le molesta a Leah. Eso no es lo que
está haciendo su enfermedad.‖
Los ojos de Leah se abrieron ante el sonido de la voz de Haven. ―¡Haven! ¡Algo ha
salido mal! ¡Tenemos que detenerlo!‖
―¿Qué? ¿Qué ha salido mal?‖
―Las visiones. Son peores. La primera fue cuando estaba viendo las noticias anoche.
Empezaron a hablar sobre un ataque terrorista. Sé la fecha también. Cinco años a
partir de ahora, el cuatro de julio. Había imágenes de una cámara de seguridad en
Unión Square – se podía ver la entrada del metro y la estatua de Gandhi. Y había
cuerpos por todas partes. Cientos de ellos. Tal vez miles. Dijeron que era donde
había sido puesto en libertad.‖
―¿Lo qué ha sido puesto en libertad?‖
―Algún tipo de enfermedad que mató a todos. Yo estaba tan afectada que tuve que ir
a acostarme. Luego, esta mañana me desperté sintiéndome terrible. Como si mis
pulmones estuviesen en llamas. Salí por un soplo de aire fresco, y cuando miré
hacia abajo al parque, tuve otra visión. Había coches abandonados en todos los
caminos y los incendios ardían en la mitad de los edificios. Las únicas cosas que se
movían eran helicópteros llenos de hombres con trajes especiales. Y los pájaros que
se alimentaban de los cuerpos en el suelo. La ciudad entera estaba muerta.‖
―Oh, Dios mío‖ Exclamó Frances.
―¿Qué pasó anoche, Haven?‖ Preguntó Leah. ―Algo nos empuja más cerca de ese
futuro. ¡Es por eso que la visiones son cada vez más claras!‖
―¡No sé!‖ Haven se devanó los sesos. ―Pensé que lo detuve. Hice prometer a Adam
enviar a Milo Elliot lejos.‖
―Supongo que podría haber estado equivocada acerca de Milo. Vi a una niña esta
vez.‖ Leah luchó para incorporarse. ―¿Tal vez dieciséis? ¿Diecisiete? Ella estaba en
las noticias. Había un recorte de una conferencia de prensa con ella. Dijo que había
planeado la enfermedad.‖
―¿Una niña? Entonces tiene que ser una de Las Horae‖ Dijo Haven.
―¿Las Horae?‖ Repitió Iain con incredulidad. ―Sé que Phoebe es una perra, pero–‖
―Ellas tienen a Beau. Me acabo de enterar esta mañana. Phoebe hizo a su hijo
engañar a Beau en el vuelo a Nueva York para que me siguiera. Ella sabía que
nunca conseguiría deshacerse de Adam si usarme.‖
―¿Phoebe tiene un hijo?‖ De alguna manera esa es la parte que pareció sorprender
más a Iain.
―Sí. Calum Daniels. Está en custodia de la policía en estos momentos. Adam se
asegurará de que se quede allí por un tiempo. El tiempo suficiente para visitar a las
Horae y negociar la vida de Calum por la de Beau.‖
―Voy a ir contigo. No puedes verlos sola, Haven.‖
―Pero yo no puedo llevarte, Iain‖ Haven trató de explicar. ―Phoebe tiene que creer
que realmente han matado a su hijo. Yo no creo que pueda convencerla de que me
he ido totalmente por libre si estás allí sosteniendo mi mano.‖
―Llévame‖ Insistió Leah. ―Si las Horae son las responsables de las cosas que estoy
viendo, tengo que hablar con ellas de inmediato.‖
―¡Tú apenas puedes ponerte de pie!‖ Argumentó Iain. ―¿Estás esperando que Haven
te cargue?‖
―Voy a ir con ellos‖ Dijo Frances. ―Haven y yo podemos ayudar a Leah en un taxi.‖
―No. No quiero que participéis‖ Dijo Haven a Frances. ―Es demasiado peligroso.‖
―¡Demasiado peligroso! Según Leah, todos en Nueva York están a punto de morir.
¿No me merezco una oportunidad de salvar mi propia vida?‖
―¡Está bien!‖ Interrumpió Iain. ―¡Tiempo muerto! Haven, ¿puedo hablar contigo un
momento en privado?‖ Él la tomó de la mano y la llevó a la habitación contigua.
―¿Realmente has pensado en esto?‖ Preguntó una vez que estaban solos. ―¿Estas
dispuesta a hacer frente a estas criaturas sin nadie que te proteja pero un psíquico
medio congelado y una heredera chiflada?‖
―Yo lo haría sola si tuviera que hacerlo‖ Dijo Haven.
―Las Horae no son nada como Adam, lo sabes. No tienes poder sobre ellas. Si creen
que vas a interponerte en su camino, te destruyen.‖
―No voy a dejarlas.‖
―A veces realmente desearía que no fueras tan valiente‖ Dijo Iain.
―¿Soy valiente? ¿Cuántas veces arriesgaste tu vida para ayudarme? Y yo sé que no
soy la única que has rescatado. Oí sobre Mia Michalski.‖
―¿Cómo sabes sobre Mia?‖ Iain preguntó.
―Ella fue la que rastreó a Beau al apartamento de Calum Daniels. Después de que
Calum fue arrestado, me encontré con Mie en la calle. Ella me dijo lo que hiciste
por ella. ¿Por qué no me dijiste nada?‖
―No era mi historia para contar‖ Iain respondió.
En toda sus vidas juntos, Haven nunca lo había amado más de lo que hizo
entonces. ―Eso es lo que pensaba que ibas a decir. Tengo el presentimiento de que
hay un montón de historias que nunca he oído. Y es por eso que no voy a dejarte
ir.‖
Iain sonrió, pero sus ojos permanecieron tristes. ―¿Tienes ganas de escuchar una de
mis historias ahora?‖
―No hay nada más que prefiera hacer‖ Haven dijo.
―Bueno, aquí va. Cuando yo era un niño pequeño – tres o cuatro años - solía
buscarte cada vez que salía de mi casa. Iría corriendo hacia cualquier chica que
viera en la calle y preguntarle si conocía a alguien llamada Constance. Cada vez que
una chica decía no, casi se me rompe el corazón. Podría haberme vuelto loco si
hubiera sabido cuanto tiempo tardaría en encontrarte. Diecinueve años se siente
como siempre cuando se vive sin la persona que vale la pena vivir. Y a veces he
tenido que esperar mucho más que eso. No me gusta pensar en la vida que pasé
vagando por el mundo por mi cuenta, pero ha habido mucho más de lo que sabes.
Así que por favor, Haven – haz lo que necesites para ayudar a Beau. Pero promete
que volverás a mí en esta vida.‖
―Lo juro‖ Dijo. ―Nada en la tierra podría alejarme.‖
CAPITULO CUARENTA Y DOS
Traducido por Malu_12
Corregido por Floraah1
―Hemos estado esperándote‖ Dijo Phoebe. ―Entra‖.
Ella dirigió a Haven, Leah y Frances dentro de la sala del consejo. Un fuego
llameante hacia la cámara insoportablemente calurosa. Las doce sillas reales que
Haven había visto por última vez dispuestas en un círculo formaban ahora dos
líneas rectas, como las filas de un jurado. Sólo una de las sillas estaba vacía. El resto
estaba llenas de mujeres y niñas en idénticas túnicas blancas cosidas con el lino
más fino. Phoebe tomó su lugar en el centro del grupo. No hubo caras nuevas entre
las Horae - nadie que Haven no hubiera visto antes en la casa de Sylvan Terrace.
Ella vio a la elegante mujer del restaurante en Florencia. Su dedo índice ya no tenía
un anillo de Ouroboros. Allí estaba la directora del hotel que había rechazado las
tarjetas de crédito de Haven. Y sentada a la derecha de Phoebe estaba Virginia
Morrow.
―¿Qué demonios hace ella aquí?‖ Exigió Haven. ―¡O sale ella o salgo yo!‖.
―Es una de nosotros‖ Dijo Phoebe. ―Han pasado muchos años desde que todos
hemos estado juntos, pero Virginia se ha reunido con sus hermanas finalmente‖.
―Me importa un bledo su reunión familiar. ¡La quiero fuera de aquí ahora mismo!‖.
―Hubiera pensado que serías más caritativa hacia una de las víctimas de Adam‖.
―¿Disculpa?‖ Gruñó Haven. ―¿Qué fue exactamente lo que Adam le hizo?‖.
―Lo sabrás todo muy pronto‖ Dijo Phoebe. ―Miss Frizzell parece estar enferma. Ella
puede descansar en el suelo junto al fuego. Su otro amigo se quedará con ella‖.
―¿Quizás debería llevar una silla para la diosa serpiente?‖ Ofrece Vera.
―Te vas a quedar aquí‖ Phoebe mandó. ―Y Haven se presentará frente a nosotras‖.
―Creo que seré la emisora de las órdenes de hoy‖ Replicó Haven. Mientras hablaba,
Frances ayudó a Leah a acostarse y puso su capa enrollada debajo de la cabeza de la
niña.
―No, tú no‖ Dijo Phoebe. ―Tenemos a Beau Decker, y podemos mantenerle el
tiempo que queramos. O podemos entregarle a la muerte. Ya has visto lo que
Chandra y Cleo hicieron con su cara. Yo creo que se divirtieron bastante‖.
―Toca a Beau otra vez, y tendré que decirle a Adam que mate a tu hijo‖.
Phoebe ni se inmutó. ―Ese es un sacrificio que estoy preparada para hacer‖ Dijo.
Las otras Horae se movieron incómodas en sus asientos. Virginia Morrow se quedó
mirando a su hermana con shock no disimulado.
―¿Phoebe?‖ Susurró Vera, sólo para ser ignorada.
―Eres asquerosa‖ Se burló Haven.
―Soy realista. Una no puede batallar el caos con margaritas y luz del sol. Así que
dime. ¿Qué ha visto la señorita Frizzell que la ha dejado tan mal?‖.
―Ella ha visto su plan dar frutos. Pero estamos aquí para dejártela‖.
―¿Nuestro plan?‖ Phoebe se levantó y caminó hacia el lugar cerca del fuego donde
Leah estaba acostada.
―Cuéntame sobre tus visiones‖ Dijo.
―Es una horrible enfermedad. Algo malo está en el aire. Todo el mundo muere.
Toda la ciudad está muerta‖ Leah le dijo.
―¿Cuándo?‖ Preguntó Phoebe.
―Dentro de cinco años‖.
Phoebe se dio la vuelta para hacer frente a Haven.
―¿Y tú crees que nosotros seremos los responsables? Esto es en lo que hemos
estado trabajando para prevenir, tonta. El Magos ha extendido enfermedades
antes. Es uno de los trucos que se emplean cuando se quiere tomar el poder. Hace
setecientos años, trajo la Muerte Negra a Europa desde las estepas de Asia.
Nosotros tratamos de detenerlo. Pero necesitábamos ayuda de Beatrice, y tú nos
traicionaste. Caíste en las mentiras de El Magos y sucumbiste a la tentación.
Gracias a ti, la mayoría de Florencia murió. Gracias a ti, la mitad de Europa
pereció‖.
Haven recordó los cadáveres llenando las calles de la ciudad de Beatriz. ¿Podría un
único ser haber sido responsable de toda esa destrucción?
―Incluso si Adam trajo la plaga a Europa, él no es responsable de la enfermedad que
afectó a Nueva York‖ Argumentó Haven. ―Leah ve a una chica en sus visiones‖.
―El Magos se encuentra detrás de eso de alguna manera. Lo puedo asegurar‖.
―¿Y se supone que debo confiar en ti?‖ Escupió Haven.
―Tú eres en la que no se debe confiar‖ Afirmó Phoebe rotundamente. ―Tú eres la
razón por la que nos vimos obligadas a secuestrar a tu amigo. Necesitábamos tu
colaboración para librar al mundo de El Magos. Tú eres el único ser ante el cuál va
a bajar la guardia. Pero yo sabía que en el tiempo que te llevara ganar su confianza,
El Magos sería capaz de ganar tu corazón. Nos llevamos a Beau para que no
tuvieras más remedio que pagarnos con una visita final‖.
―Bueno, sobre eso‖ Dijo Haven. ―No voy a ayudarte. Tal vez a ti no te importe un
carajo Calum, pero vamos a sacar a Beau o le diré a Adam exactamente dónde
encontrarte. Y le diré que haga lo que quiera‖.
―¿Tú vas a decirle? Una patética criatura. ¿De verdad crees que El Magos obedece
tus órdenes?‖.
―Adam hará cualquier cosa para complacerme. Se cree que fui enviada a la tierra
para humillarlo. Él mismo me lo dijo: soy su única debilidad. Tú sabes que es
verdad o no estarías tan desesperada por mi ayuda‖.
―Tú eres su debilidad, Haven. Sin embargo, El Magos sabe que tú tienes una
debilidad. Los griegos lo llamaban hubris. Él te halaga, da golpes a tu ego, te dice
cómo de especial eres. Te permite imaginar que tienes el control. Que él mismo se
ha convertido en un santo para estar a tu lado. Y mientras tanto, El Magos se
dedica a sus negocios como siempre. Pero tú estás demasiado cegada por tu propio
orgullo para verlo‖.
¿Era cierto? se preguntó Haven. ¿Adam había vuelto a sus viejas andadas mientras
ella no estaba mirando? Haven tuvo que admitir que era posible. Pero ella no
estaba dispuesta a admitírselo a Phoebe.
―No tengo que escuchar esto‖ Anunció. ―Deja ir a Beau o estate preparada para
sufrir las consecuencias‖.
―Vamos a liberar a tu amigo tan pronto como tu trabajo esté hecho. Ahora ha
llegado el momento para que veas la verdad acerca de la criatura llamada Adam.
Hay una visión más que debes tener. Beatrice también estaba convencida de que
sólo ella podía mandar El Magos. Necesitas saber lo que le pasó. Phoebe sacó una
mascarilla del bolsillo de su vestido y se lo ató sobre la nariz y la boca. Las Horae
siguieron su ejemplo.
―No‖ Dijo Haven. ―No habrán más visiones. Vámonos‖ Dijo a Leah y Frances. Pero
antes de que pudiera llegar a la puerta, fue superada por el olor a muerte.
―Uno de los carros cargados de cuerpos retumbó a través de la plaza frente a la casa
de Beatrice. En todo Florencia, el dulce olor de la carne en descomposición era cada
vez insoportablemente mayor. Había también muchos cadáveres tirados en las
calles para ser recogidos por la mañana. Sólo los muy ricos podían permitirse un
entierro apropiado. Ya nadie recibe los últimos ritos.
El palacio Vettori zumbaba de actividad. La mayoría de los muebles habían sido
robados de la finca de la familia. Baúles llenos de ropa y otras posesiones más
preciadas estaban apilados en el patio, esperando a ser recogidos. Los rostros
sombríos de los sirvientes llenaban en resto, sabiendo que sólo ellos quedaban
atrás.
Al igual que el resto de los ciudadanos ricos, los padres de Beatrice huían. Ella les
había rogado quedarse. Si Piero y Naddo llegaran a volver a Florencia, necesitarían
un refugio seguro. Su padre le ordenó abandonar sus fantasías y prepararse para
irse al campo. Pero Beatrice se negó a cumplir. Todavía tenía la esperanza de ver a
Piero otra vez, y esa esperanza era lo único que la mantenía con vida.
La respuesta llegó en un trozo de papel metido debajo de la puerta de su
habitación. ―Ve a ver a Adam‖, decía. Beatrice no se detuvo a pensar qué alma se
había apiadado de ella. Huyó del palacio de su familia inmediatamente, cruzando la
ciudad hasta la casa de Adam. Si se casaban al mismo tiempo, ella podría quedarse
en Florencia. Ella sabía que Adam nunca la rechazaría.
Cuando llegó, vio a dos hombres en un carro lleno de cadáveres acercarse a la casa
de su prometido. Demasiado horrorizada para hablar o moverse, vio cómo uno de
los hombres aporreaba la puerta. Un sirviente respondió, y Beatrice esperaba ver el
cuerpo de Adam siendo sacado a la calle. Pero los hombres habían venido a hacer
una entrega.
Deslizaron dos cuerpos de la pila en la parte trasera de su carro y los pusieron sobre
piedras. El sirviente de Adam les dio a los hombres unas pocas monedas, y el carro
retumbó fuera, brazos y piernas dejándose caer sobre sus lados. Beatrice se
adelantó. Su ropa estaba mojada y sus cuerpos hinchados, pero reconoció a los
muertos en un instante. La piel de Piero estaba libre de la maligna úlcera negra que
marcaba a todos los que habían muerto por la peste, pero una herida sin sangre se
extendía a través de su cuello. Antes de que el sirviente de Adam pudiera detenerla,
Beatrice cayó de rodillas y puso su mejilla en el pecho de su hermano muerto. No
podía oír el grito inhumano que salía de su propia garganta‖.
Haven despertó en el suelo. Los hombres de Adam habían matado a Piero. Y había
dejado a Haven creer que ella era la responsable. Ningún hecho nunca haría que lo
perdonara. Haven estaba amordazada y habría vomitado de haber tenido algo en su
estomago. La sala estaba llena de humo, y a través de la niebla apenas podía
discernir trece figuras amontonadas en un lado de la habitación. Alguien en el
centro del círculo estaba hablando tan rápido que las palabras no tenían sentido
para Haven.
―¿Qué hay en este humo?‖ Haven escuchó la demanda de Frances. ―Tenemos que
hacer que vaya a un hospital‖.
―¡Silencio!‖ Ordenó Phoebe. ―Tengo que escuchar la profecía‖.
―Leah está enferma. ¡Ella habla tonterías!‖ Exclamó Frances.
―No son tonterías. Es el lenguaje de la antigua Creta‖ Le informó una de las Horae.
―No se ha hablado en más de dos mil años‖.
―Ella ha visto a una mujer joven con un nombre viejo‖ Comenzó a traducir Phoebe.
―Creó la enfermedad en un laboratorio, y ella no estaba trabajando sola. Es parte de
un grupo mucho más grande. A sus miembros se les dijo que conducirían el
mundo, pero fueron abandonados por su patrón. Ahora quieren el poder que les
habían prometido, y están convencidos de que deben tomarlo por la fuerza. Ellos
creen que el fin justifica los medios. Su destino es el destino de América‖.
La sala quedó en silencio. Haven se levantó y se tambaleó hacia el círculo de
mujeres. Su propia visión se había cobrado un precio terrible, pero en Leah había
sido mucho más devastador. Los ojos de la niña estaban cerrados y sus labios
inmóviles. Frances puso una mano sobre el pecho de Leah para comprobar si había
movimiento.
―Oh, Dios mío, ¡ella dejó de respirar!‖ Gritó Frances.
―Rápido. Consigue mi bolso‖ Ordenó Phoebe a una de las Horae. ―Ella tiene que
terminar la profecía‖.
La mujer volvió en un instante con un maletín de médico de cuero negro. Phoebe
sacó un pequeño frasco de líquido incoloro y llenó una jeringa con él.
―¿Qué le estás dando?‖ Exigió Haven.
―Veneno de serpiente‖.
―¡Vas a matarla!‖.
―Voy a revivirla‖ Se burló Phoebe. ―No es uno de ustedes‖.
El veneno entró en las venas de Leah. Abrió la boca y dejó escapar un largo suspiro,
desesperada.
―Flora‖ El nombre parecía venir desde lo más profundo dentro de ella. ―El nombre
de la chica es Flora‖.
―¡No!‖ Haven se quedó sin aliento.
―¿Conoces a la persona que diseñó esta enfermedad?‖ Preguntó Phoebe. ―¿Dónde
podemos encontrarla? Ella debe morir antes de que la profecía pueda ser
cumplida‖.
―¡No puedes matar a Flora!‖ Dijo Haven. ―Ella es sólo una niña. Ella no le ha hecho
nada a nadie‖.
―¿Ella es una niña?‖ Preguntó Phoebe.
―Es uno de los niños reclutados de Adam‖ Dijo Haven. ―Es un miembro de la
Sociedad de Ouroboros. Ella va a la escuela Halcyon Hall‖.
―Todos lo hicieron‖ Leah estaba hablando de nuevo, esta vez en Inglés. ―Todas las
personas involucradas en la liberación de la enfermedad una vez fueron a Halcyon
Hall. Milo Elliot es su líder‖.
Los ojos de Leah revolotearon cerrados.
―Por fin conocemos el plan de El Mago‖ Dijo Phoebe, volteando hacia Haven.
―¿Pensaste que su escuela era irreprochable? Esto es en lo que ha estado trabajando
para lograr. Si El Magos no se detiene, no tendremos más remedio que matar a
todos los niños‖.
Haven miró boquiabierta a Phoebe, incapaz de hablar. La anciana la agarró por el
brazo y la arrastró por las escaleras y hacia la terraza acristalada donde se habían
conocido.
―¿Ahora entiendes por qué tienes que hacer lo que te pedimos?‖.
―Sí‖ Dijo Haven con voz débil.
―Y en tu propia visión, ¿has visto lo que tenías que ver?‖.
El horrible recuerdo que nunca la dejaría por el tiempo que ella viviera. La vista del
hermano que tanto había amado, asesinado por el hombre en el que había
confiado. El hombre que ella había creído que podía controlar. Ella haría a Adam
sufrir por sus crímenes.
―Sí‖ Dijo Haven. ―Sé por qué Beatrice decidió traicionar a Adam. Yo te ayudaré a
encerrarlo‖.
―Este es tu destino, Haven. Te ayudaré a hacerle frente, pero no podías haberlo
evitado‖ Phoebe se sentó en una de las sillas, su energía consumida. ―A través de los
siglos, cada una de mis hermanas ha tratado de engañar a su destino. Virginia fue
la última en hacerlo. Se infiltró en la Sociedad como una mujer joven, y Adam
sintió su debilidad inmediatamente. Ella quería una familia propia. Él la hizo
famosa y le presentó a Jerome Morrow. Poco después se casaron, Iain nació, y
Virginia casi se olvidó de su verdadera misión. No podía permitir que eso
sucediera, así que tuve que hacer que Jerome me diera un hijo, también‖.
―¿Tú sedujiste al marido de tu hermana?‖.
Phoebe se encogió de hombros. ―Hice lo que tenía que hacer. Pero incluso eso no
fue suficiente para que Virginia volviera a sus sentidos. No fue sino hasta que Iain
comenzó a hablar de su vida anterior, que quedó claro quién era-que Virginia había
perdido su mente por completo. Ella había intentado tan duro escapar de nosotras,
sólo para que su propio hijo fuera una de las almas que teníamos que encontrar. Le
llevó una condena de veinte años en aquella casucha en Toscana para que mi
hermana se diera cuenta de que no podía escapar de su destino. Tú has tenido que
aprender la misma lección mucho más rápido‖.
―No tengo ninguna intención de huir de mi destino‖.
―Puedo ver eso ahora‖ Dijo Phoebe. ―Hasta hoy, tú has estado buscando una forma
de traicionarnos. La diosa serpiente te ha mostrado lo que sucederá si lo haces‖.
―Dime lo que quieres, Phoebe‖.
―Cleo y Chandra han visitado el mausoleo en el cementerio de Green-Wood. Dicen
que se adapta a nuestros propósitos. Hay un vestíbulo con una fuente. Más allá se
encuentra una habitación más grande, con siete puertas. Seis de las cámaras
contienen un sarcófago. El séptimo está vacío. Es bajo tierra, y todas las puertas
tienen cerraduras. Obtuvimos una clave compuesta para la séptima puerta, lo que
nos permite asegurarla. Esta es la habitación en la que El Magos pasará la
eternidad. Debo decir, que es mucho mejor que algunas de las otras opciones que
hemos considerado. Él se sentirá más cómodo de lo que merece‖.
―¿Estás segura de que el mausoleo lo contendrá?‖.
―Sí‖ Dijo Phoebe. ―Ni siquiera El Magos podría escapar de él‖.
―Entonces voy a llamar a Adam y lo invitaré a reunirse conmigo allí mañana por la
mañana a las diez‖ Dijo Haven. ―Esta noche, voy a destruir la Sociedad de
Ouroboros‖.
CAPITULO CUARENTA Y TRES
Traducido por Malu_12
Corregido por Floraah1
―¡Y aquí viene Alex Harbridge, usando lo que los fashionistas ya están llamando el
vestido de la noche!‖.
―Buenas noches, Jack‖ Alex paseó hasta donde el guapo periodista estaba parado, a
un lado de la alfombra roja, con un micrófono en la mano. Se veía espectacular con
su vestido verde brillante, usando su largo pelo rojo suelto y salvaje. Podría haber
sido una diosa joven que había salido del mar.
―Alex, no gozo de una reputación como experto en moda-‖.
―Y yo te perdonaré por decir eso, Jack, desde que sé que tú no tienes mucha
experiencia halagando a la señoritas‖ La risa de Alex tenía un borde afilado, y no
había que tener un ojo entrenado para ver los puñales que su mirada disparó en su
dirección.
―Lo que quise decir es que tú pareces más centrada en tu arte que en los lados
superficiales del negocio. Y sin embargo, aquí estás esta noche en uno de los
vestidos más notables vistos en la alfombra roja de los Oscar‖.
―Gracias. Fue realizado por una joven diseñadora que yo misma descubrí. Su
nombre es Haven Moore‖.
Jack ladeó la cabeza. ―¿Dónde he oído ese nombre antes?‖.
―Ella diseñó el vestido de Lucy Frederick‖.
―Ah, debe ser eso‖ Dijo Jack. ―Bueno, imagino que su nombre estará mañana en los
labios de todo el mundo. Ahora que estás con nosotros, Alex, sé que a la gente en
casa les encantaría conocer tu opinión sobre algunas de las cosas que han sucedido
en los últimos días‖.
Alex frunció el ceño. ―Sólo estoy aquí para -‖.
―Tu amigo, el actor de televisión Calum Daniels, fue arrestado esta mañana con
cargos de secuestro. ¿Qué puedes decirnos acerca de este extraño giro de los
acontecimientos?‖.
―Es todo un terrible error. Espero que los cargos en su contra sean retirados de un
momento a otro‖.
―Y, ¿qué es lo que tienes que decir acerca de la reciente reaparición de Iain
Morrow?‖ Se apresuró a añadir Jack antes de que Alex tuviera tiempo de hacer su
escape. ―Ustedes dos son el nuevo tema del día. ¿Cómo te sientes al escuchar que
regresó de entre los muertos?‖.
―No le deseo a Iain nada más que lo mejor‖.
―¿Así que no crees que él fuera responsable del asesinato del músico Jeremy Johns
de hace dos años?‖.
―Esto es Estados Unidos, Jack. Según lo último que escuché, todos somos inocentes
hasta que se demuestre lo contrario‖ Dijo Alex con una sonrisa enojada.
―Apaga el televisor‖ Demandó Haven, y la cara bonita de Alex se desvaneció a
negro.
―Lo siento‖ Dijo Frances. ―Pensé que tenías tu mente en el futuro. No sabía-‖.
―Está bien‖ Le aseguró Haven. Ella no tenía intención de explotar, pero la visión de
Alex Harbridge había desgarrado una herida que estaba tratando de ignorar el
tiempo suficiente para hacer lo que tenía que hacer.
―Voy a descansar ahora‖.
―¿Estás segura de que quieres ir a dormir?‖ Preguntó Frances. ―Iain debería estar
de vuelta pronto‖.
―Yo no dije que iba a dormir‖ Dijo Haven. Dudaba de que alguna vez fuera capaz de
dormir de nuevo.
En su lugar, Haven se acostó en la cama en la habitación de Constanza Whitman,
mirando al techo y pensando en Beau. Incluso cuando era niño, no podía soportar
ver a Haven infeliz. Cada vez que descubría su aspecto miserable, nada lo hubiera
detenido para hacer reír a Haven. Una vez, cuando la abuela de Haven le estaba
haciendo la vida insoportable, Beau se había quedado despierto toda la noche
cosiendo una réplica gigante de uno de los vestidos de la anciana. Había aparecido
debajo de la ventana de Haven a la mañana siguiente para dar una conferencia
sobre la importancia de rechazar a los jugadores de fútbol homosexuales. La
actuación había hecho a la abuela de Haven despreciar a Beau con pasión, pero
había enviado a Haven corriendo al cuarto de baño antes de mearse en los
pantalones de la risa.
Ahora Beau no podía hacer nada para levantar el ánimo de Haven. Él todavía
estaba en manos de las Horae, y todo por culpa de Haven.
La puerta del dormitorio se abrió y entró Iain.
―¿Encontraste a Padma?‖ Preguntó Haven.
―Ella había vuelto a ese nido de ratas en el Lower East Side. Piensa que soy el único
que sabe que está ahí, y realmente espero que tenga razón‖.
―¿Está de acuerdo con liberar los archivos?‖.
―Lo está‖.
―¿Cuánto quiere?‖.
―Todo esto‖.
―¿Todo eso?‖ El corazón de Haven se hundió un poco.
―Hasta el último centavo de la fortuna de la familia Morrow –la segunda que somos
capaces de darle‖.
Haven asintió solemnemente. ―Vale la pena‖.
―Lo sé‖ Dijo Iain.
―Entonces, ¿qué va a pasar ahora?‖.
―Padma hablará con la prensa esta noche. Ella estará en un avión mañana. La
historia estallará al día siguiente. Vamos a enviar el dinero a una cuenta en Suiza
una vez que lo haga‖.
―¿Y después?‖.
Iain se sentó a su lado. ―Y entonces nadie se acercará a la Sociedad de Ouroboros de
nuevo. Sin líder y con un escándalo pesando sobre el club, las puertas deberán ser
selladas para siempre. No habrá dinero para financiar la escuela de Adam. Flora
crecerá hasta ser un médico normal. La profecía de Leah no se cumplirá‖.
―Gracias a Dios‖ Dijo Haven.
―Hay más. Padma dice que va a admitir a los periódicos que ella ordenó el asesinato
de Jeremy Johns. Y le dará a la policía el nombre del hombre gris que lo hizo. Por
fin seremos libres para ir donde queramos‖.
―¿Nosotros?‖ Preguntó Haven miserablemente, ya no siendo capaz de contener
todos los pensamientos horribles que se habían ido multiplicando en su cabeza.
―¿Estás seguro de que quieres que me vaya contigo? Es decir, ¡Piensa en ello, Iain!
¡Estoy maldita! Adam y las Horae me siguen dondequiera que vaya. Voy a arruinar
toda tu vida. Mientras estés conmigo, nunca estarás libre de ellos‖.
―Es al revés, Haven‖ Insistió Iain. ―Me importa un carajo Adam o las Horae. Mi
vida se arruinaría si no estoy contigo‖.
―¡No, escucha! Hay algo que tengo que decirte‖ Dijo Haven ―Me enteré de por qué
tú infancia fue tan miserable. Sé por qué tu madre te despreciaba. Ella es una de las
Horae y-‖.
―¿Mi madre es una de las Horae? ¿Virginia Morrow? Eso no es-‖.
―Por favor. Sólo déjame terminar. Ella estaba allí hoy, cuando fui a ver a Sylvan
Terrace. Phoebe me contó que su madre pasó décadas tratando de escapar de sus
hermanas. Ella quería su propia vida, y estaba desesperada por un niño, alguien
que le perteneciera a ella. Entonces se enteró de que era una de las almas que sus
hermanas querían localizar. Su corazón debe haberse roto en el momento en que le
dijiste que la estabas buscando para mí‖.
La revelación sólo lo había aturdido por un instante. ―Tú no eres responsable de las
acciones de mi madre‖ Persistió Iain. ―Horae o no, yo la habría amado también, si
ella me hubiera dado la oportunidad‖.
―Hay más. Phoebe sedujo a tu padre. Calum Daniels es tu medio hermano‖.
―Whoa‖ Iain parecía como si hubiera sido golpeado en el estómago con un bate de
béisbol. ―Me vendría bien un trago ahora‖.
―¡¿No lo ves?!‖ Gritó Haven. ―Nada de esto habría sucedido si no hubiera sido por
mí. Soy como tu propio encanto de mala suerte. Toda la horrible fuerza en el
universo está atraído hacia mí‖.
―Yo estoy atraído a ti también. Igual que Beau. Igual que Leah‖.
―Y hoy he visto lo que puede sucederle a la gente que me ama‖ Dijo Haven. El
espectáculo de horror en Florencia no había dejado de jugar en su cabeza. ―Vi el
cuerpo de Piero. Había sido asesinado, degollado, y todo porque yo confié en la
persona equivocada‖.
―Sé que lo que viste fue terrible, pero no puedes asumir las responsabilidades por
los actos de otras personas‖.
―No entiendes. Fue culpa mía que Piero muriera. Las Horae fueron las que trajeron
a Adam a Florencia y me lo presentaron. Se suponía que debía ayudar a retenerlo,
pero las traicioné. Me deslumbré tanto por la libertad que Adam me prometió que
actué demasiado tarde. Piero murió, y los buques de Adam trajeron la Muerte
Negra a Europa. Y pensar que casi permito que lo mismo suceda dos veces. Casi
permito que una plaga acabara con Nueva York‖.
―Pero tú vas a detener la plaga esta vez, Haven. Eso es todo lo que cuenta. Tú eres la
razón por la que Leah está aquí. Tú eres la que sabía de Flora. Sin ti, ninguno de
nosotros hubiera imaginado lo que Adam había planeado para los niños en el
Halcyon Hall. Y sin ti, nunca seríamos capaces de encarcelarlo mañana‖.
Haven sentía un terror diferente a todo lo que jamás hubiera conocido
difundiéndose a través de su cuerpo. Pero tenía que decirle todo a Iain. Incluso si
eso significaba perderlo.
―Tú no entiendes, Iain. No soy quien crees que soy. Ni siquiera estoy segura de que
puedas confiar en mí. Todavía hay algo que tengo que confesarte. Hice un vestido
para uno de los miembros de OS , y ella abrió una cuenta a mi nombre. Me pagaba
con veinte puntos, y yo iba a utilizarlos para castigar al secuestrador de Beau.
Quería que fuera golpeado como Beau lo fue‖.
―¿Realmente gastaste los puntos?‖ Preguntó Iain.
―No‖ Le dijo Haven. ―Podría haberlo hecho, pero me acobardé‖.
―¿Así que crees que debes ser castigada por tener malos pensamientos?‖.
―No era sólo un mal pensamiento, Iain. Casi me convierto en uno de ellos. Te lo
juro, estaba tan cerca‖.
―Pero no lo hiciste. Eres humana, Haven. Ideas terribles van a entrar en tu cerebro
de vez en cuando. Todo lo que cuenta es si actúas sobre ellas. Y en este caso, tú no
has hecho nada malo‖.
―Besé a Adam‖.
―Bueno, tal vez hiciste una cosa mal‖ Bromeó. ―Pero, ¿Haven?‖.
Ella lo miró. Él es tan bueno, pensó. No podía creer que hubiera arriesgado lo que
tenían - y que tendría hacerlo de nuevo.
―Yo tengo fe en ti‖ Le dijo. ―Si has cometido errores, tú todavía tienes la
oportunidad de corregirlos‖.
―Tengo miedo‖ Dijo Haven.
―Yo también‖ Iain se acostó a su lado, y ella sintió sus manos cálidas escabullirse
debajo de las sábanas y encontrar a su piel caliente.
CAPITULO CUARENTA Y CUATRO
Traducido por Luzvamp
―¡Haven, Iain, Salgan de la cama!‖ Fraces grito a través de la puerta del dormitorio.
―¿Qué hora es? ¿Voy tarde?‖ Murmuró Heaven.
Todavía estaba oscuro, Haven tanteo a ciegas por el celular de Iain sobre la mesita
de noche, cuando la luz se encendió, el reloj marcaba las 5:35 am.
―¡Haven, Iain vengan aquí!‖ Frances gritó de nuevo. ―! Algo sucedió. !‖
Iain se puso un par de jeans y fue el primero en la puerta. ―¿Leah esta bien?‖
Preguntó. ―¿Qué esta mal?‖
―Leah esta durmiendo. Vengan a la sala de estar, hay algo que necesitan ver.‖
Una vez que estuvieron allí, Frances apunto al televisor. ―Esta en casi todos los
canales ahora‖.
El New York Post informa que la ex presidente de un club de elite de la sociedad de
Manhattan ha presentado algunas denuncias impresionantes. Padma Singh afirma
que la Sociedad Ouroboros, situada en Gramecy Park, ha estado funcionando como
un círculo de delincuencia organizada desde hace décadas. Durante su mandato
como presidente, Singh mantiene notas detalladas sobre las actividades ilegales de
los miembros del club OS . En sus archivos acusa a algunos de los nombres mas
conocidos de Manhattan de delitos que van desde la prostitución y el tráfico de
drogas a incendios y asesinatos. La Sra. Singh ha llegado…
―Esos bastardos mentirosos.‖ Gruño Iain. ―El Washington Post publicó la historia
un día antes.‖ Él se apresuro a regresar a la habitación y volvió momentos después
con su abrigo y los zapatos.
―¿Qué significa esto?‖ Pregunto Frances.
―Significa que tengo que encontrar a Padma antes que la Os lo haga‖, dijo Iain. ―Se
supone que ella no debía salir de la ciudad hasta mañana.‖
―¡No!‖ Gritó Haven. ―¡Te van a estar buscando a ti también!‖
―Por eso tengo ir ahora mismo.‖ Le plantó un beso en la frente. 2Voy a estar de
vuelta antes de que salgas para ver a Adam.
―¡Iain! Haven, volvió a gritar mientras corría hacia la puerta. ―¡Ten cuidado!‖
añadió, pero ya no podía oírla.
Iain no regreso a tiempo para ver de nuevo a Heaven. Ella trato de llamarlo, solo
para escuchar el timbre de su teléfono en el pasillo del apartamento de Frances. En
su afán por salvar a Padma, se lo había dejado sobre la mesa de noche. Heaven se
duchó, se vistió y esperó una palabra de él. A las nueve y media, Leah la encontró
sentada en la cama sin hacer, el anillo que Iain le había dado estaba de nuevo en su
dedo. Estaba mirando la joya de cristal engarzada en oro y rezando para que le
trajera la suerte que necesitaba.
―El coche esta aquí por ti‖, dijo Leah, ―Frances dice que si vas a ir, tienes que
hacerlo pronto‖.
―¿Estoy haciendo lo correcto?‖ Haven le pregunto a Leah.
La delgada chica negó con la cabeza, ―Tú eres la única que lo sabe, pero yo no
estaría aquí si no confiara en ti‖.
Haven le extendió el teléfono de Iain. ―¿Mantendrías esto contigo?, Iain podría
tratar de ponerse en contacto mientras estoy fuera‖.
―¿No te lo llevaras?‖
―Si Iain necesita ayuda, no voy a estar en posición de poder dársela. Necesito que
cuides de él, si le pasa algo no voy a sobrevivir‖.
―¿Qué hay de ti?‖ Leah inquirió, ―¿Qué si necesitas ayuda?‖
―Si necesito ayuda, no estoy segura de que haya mucho que puedas hacer‖.
El coche de Heaven se detuvo fuera de la alta y gótica puerta de entrada del
cementerio de Green-Wood. Más allá de las marrones torres había otro ámbito, un
silencioso, quieto y perfecto mundo blanco. La nieve, que hacia tiempo que se había
convertido en agua nieve en las calle de la ciudad, aun no se había manchado
dentro de los muros del cementerio. Sólo unos pocos caminos estrechos fueron
despejados y terminaron como cintas negras alrededor de las tumbas. La escena
llevo a Heaven de vuelta al día que enterraron a la madre de Beau, allí también
había nieve en ese entonces, Heaven sostenía la mano de Beau, estaban parados en
el borde de un agujero excavado en la tierra helada. Tomo un silencioso juramento
en la tumba, le daría a Beau todo lo que había perdido cuando su madre murió. Le
prometió su protección, estimulo y amor incondicional, pero solo le había tomado
unos pocos y cortos años fallarle a Beau de nuevo.
Heaven miró su reloj, eran exactamente las diez, y aparte de un solitario guardia
tomando café dentro de la portería, estaba completamente sola. Mientras los
minutos pasaban, comenzó a preocuparse, Adam nunca llegaba tarde. ¿Los
acontecimientos de la mañana lo mantendrían alejado?
―¿Está usted esperando a alguien? ¿Quiere venir a sentarse en el interior?‖, el
guardia se dirigió a ella desde la puerta de su cabina.
―Un amigo iba a encontrarse conmigo aquí‖, le dijo Heaven, ―Se debe haber
demorado.‖
―¿Esta hablando de un tipo alto con un abrigo oscuro?‖
―Si‖, dijo Heaven, ―Es él‖
―Llegó aquí hace un tiempo. Aparte de un par de señoras, él es el único visitante
que hemos tenido hoy‖
―¿Ha visto por cual camino se fue?‖
―Encima de la colina, hacia la izquierda‖, dijo el guardia. ―Dónde fue después de eso
no sabría decirle‖
―Gracias‖, le dijo Heaven.
La ciudad desapareció y el silencio la envolvió. Un viento frío soplaba a sus
espaldas, empujando suavemente a Heaven a lo largo del camino. En todas partes
donde miraba los ángeles se negaban a mirarla a los ojos, tenían la cabeza bien
levantada hacia el cielo o se inclinaba como mirando bajo la tierra. Cuando llegó a
la cima de la colina, Heaven dio una última mirada a las puertas y a la figura del
guardia, y luego se sumergió en el bosque. Nunca se había sentido tan sola.
Desde la cima, el camino bajaba por el otro lado hacia un pequeño lago situado en
el valle. En la base de la colina había una puerta, la única entrada de una tumba
tallada en la roca. El estilo era antiguo, pero el mármol fue recientemente
cincelado, el blanco de la piedra mezclado con la nieve ocultaban la tierra, a ambos
lados de la puerta estaban dos estatuas, un hombre y una mujer. Heaven reconoció
la mano de Matteo Salvatore en las curvas de las gráciles esculturas. Las figuras
llevaban largas túnicas con capuchas que arronjaban densas nubes sobre sus caras,
la mayoría de los visitantes podrían haberlas confundido con dolientes, pero la
mirada que asomaba en sus ojos no era desolada sino orgullosa. Ellos eran los
únicos en este cementerio que habían venido por voluntad propia, estaban allí para
gobernar sobre ella. Sentado en un banco, cerca de la laguna, una figura de negro
miraba el agua congelada.
―Es muy bonito aquí‖, dijo Heaven. Deseó poder sostener su cabeza debajo de la
superficie de la laguna y dejarlo experimentar el dolor y el pánico que Piero debió
haber sentido.
Adam estaba tan quieto que pudo haber sido parte del paisaje. ―Si. Y la calma.
Nunca entendí porque algunos deciden regresar a este mundo, si tuviera que elegir
me quedaría en la tierra de los muertos.‖
―¿Por qué no me esperaste fuera de las puertas?‖, Heaven le preguntó.
―Yo estaba casi esperando que no vinieras‖
―¿Por qué no iba a venir?‖
―Seguramente has visto las noticias‖, dijo Adam.
―Si‖
―Entonces debes de haberte dado cuenta de que la Sociedad Ouroboros nunca va a
sobrevivir. No tengo nada que ofrecerte ahora, pero quiero que sepas que lo
intente, traté de darte la única cosa que nadie mas podría darte, sencillamente
había demasiadas fuerzas trabajando contra mí. Yo quería evolucionar, pero el
mundo no me lo permitió‖.
―Adam…‖
Se levanto y sacó una llave de oro de su bolsillo. ―Puesto que ya has hecho el viaje
¿te gustaría ver el interior de la tumba? Es una obra de un belleza inimaginable‖
Adam se metió en la nieve a la entrada del mausoleo, la puerta era una losa de
mármol de doce centímetros de grosor, sin embargo, la abrió como si se tratara de
espuma de polietileno.
La antesala era estrecha, con un techo arqueado. Una fuente de piedra estaba en el
centro, agua burbujeaba de la boca de un brillante pájaro azul moldeado en arcilla,
una fina niebla parecía flotar en el aire y las paredes estaban decoradas con escenas
de un hermoso jardín lleno de arboles frutales y revoloteantes criaturas.
―Es hermoso‖, comento Heaven con frialdad.
―Hay mas‖. Adam saco una linterna a gas que estaba colgando de un gancho en la
pared y se aseguro de que la llama flameara brillante antes de abrir otra puerta.
El espacio interior era mucho mayor de lo que Heaven había imaginado, un espacio
vacio con siete puertas de piedra, en el suelo pequeños fragmentos de cristal y
piedras preciosas formaban un impresionante mosaico. Un dios en un carro
dorado, tirado por dos caballos negros, llevaba a una doncella, un agujero se había
abierto en el campo de flores y los caballos corrían hacia el abismo con ganas de
regresar al mundo oscuro que había debajo. Heaven conocía muy bien la escena.
―¿Lo trajiste hasta aquí? ¿El mosaico de nuestra casa en Creta?‖ Heaven preguntó.
―No, esto no es mas que una replica. Tus pies nunca tocaron estos azulejos. Es la
imagen en si misma la que tiene un gran significado para mí, desde el momento en
que te vi en el jardín de tu padre yo sabia que nunca podría merecerte. Estaba
convencido de que la única manera de tenerte era robándote, como hizo Hades en
el mito, y engañándote para que te quedaras conmigo. Compré este mosaico en
Roma para recordar los errores que he cometido. Cada una de las mujeres que tuve
dentro de esta cripta fueron mías solo por una temporada entonces, como las
flores, todas ellas se marchitaron y murieron. Tenia la esperanza de poner fin a ese
ciclo, esta vez yo quería que me eligieras a mi por tu propia voluntad, si lo hicieras
nunca tendría la necesidad de temer perderte. Ahora parece que mis esfuerzos han
sido en vano ¿Cuándo ponerte del lado de las Horae, Heaven?‖
Las paredes de la tumba parecían acercarse a ella mientras trataba de averiguar
que significaba todo aquello. ―¿Tú sabes acerca de las Horae?‖
―Tenía mis sospechas, pensé que podría confirmarlas cuando me invitaste a venir
hoy. Y, sin embargo, todavía esperaba…‖ no pudo continuar.
―¿Tú esperabas?‖
―Esperaba que apreciaras los cambios que he hecho a mi mismo y a la sociedad,
esperaba que decidieras dejar a Iain para estar conmigo, no solo por una
temporada sino para siempre. Pero de alguna manera las Horae te han puesto
contra mi una vez mas, ¿Qué te dijeron esta vez?‖
―Ellas dicen que trajiste la muerte negra a Italia en el siglo XIV, y que traerás una
nueva plaga a New York.‖
―Yo traje la muerte negra a Italia, eso es cierto‖ Adam reconoció, para sorpresa de
Heaven. ―Yo había pasado demasiado tiempo en otras tierras, y las Horae habían
llegado a dominar Europa. Hay una razón por la que esos siglos se conocen como la
Edad Oscura, la gente estaba atrapada en un orden del que no podía escapar. Los
que nacían campesinos morían campesinos, la idea misma de aprendizaje fue
sofocada, todo el poder estaba en manos de una ínfima minoría. Yo encontré una
manera de romper el sistema de separación, después de la plaga era el caos, pero
ese caos era preferible al orden que le precedió.‖
―Tu solución mato a millones y millones de personas.‖
―Si, pero sus descendientes llevaron una vida mejor. ¿Qué opción hubieras elegido
para la gente de Europa? ¿La muerte o la desesperanza?‖
―¿Es por eso que has planeado otra plaga? ¿Para romper el sistema otra vez?‖
―No he planeado otra plaga‖, dijo Adam. ―Pregúntale a la diosa serpiente, Haven.
Ella es la única en que puedes confiar, es la única sin un motivo para mentir.‖
―Ella tuvo una visión del futuro, Adam. Habrá una plaga.‖
―¿Y yo soy la única explicación posible?‖
Heaven no tenía una respuesta.
―Puedo sentir tu incertidumbre. Tu sabes en tu corazón que soy inocente, pero aun
hay algo mas‖ continuó Adam, ―¿Qué mas te dijeron las Horae?‖
―No es lo que me dijeron, Adam. Es lo que he visto por mi misma. Tuve una visión
de los cuerpo de Piero y Naddo siendo llevados a tu casa, sus gargantas habían sido
cortadas.‖
―Si, tenia sus cuerpos, los saque del rio. Escuche que habían sido asesinados, y yo
quería que fueras capaz de darles un entierro digno.‖
Heaven sacudió la cabeza con furia, como si estuviera tratando que sus mentiras no
se arraigaran en su mente. ―¡Tu mataste a mi hermano, y me dejaste creer que yo
fui la responsable!‖
―No, Heaven. Una vez más soy inocente de esos cargos, tú has optado por no ver la
verdad. Partes de una vida no pueden contar toda la historia.‖
Esas fueron las palabras que Leah había usado una vez, y Leah Frizzell nunca
mentía. Heaven sintió que su furia se disolvía, no podía condenarle por delitos de
los que no tenía ninguna prueba de que los había cometido.
―¿Te gustaría saber cómo termina la historia?‖, Adam preguntó.
―Ya me lo dijiste, yo ayude a las Horae a encerrarte‖
―Ese no fue el final, Heaven. Tu me encerraste, pero treinta años después tuviste un
cambio en tu corazón, tu fuiste la que me puso en libertad‖
―¿Lo hice?‖, Heaven preguntó.
En ese momento, oyeron piedra deslizándose por las bisagras y el hierro gimiendo
bajo una gran tensión. Heaven corrió a la antesala para ver la pálida luz del sol de
invierno cerrar la cripta. La entrada estaba cerrada, hubo un pequeño sonido de
traqueteo de la llave dentro de la cerradura, luego el silencio era absoluto.
―¡Alto!‖ Heaven gritó, golpeando la puerta con los puños, ―¡Todavía estoy dentro!
¡Alto!‖
―Nadie puede oírte‖, dijo Adam a su espalda. ―Las puertas tienen mas de un pie de
espesor‖
Heaven se dio la vuelta, la luz de la lámpara vaciaba los ojos de Adam, y su pálida
piel brillaba como el alabastro. La sombra que arrojaba contra la pared era la de un
gigante, el disfraz humano de Adam vaciló, se cayó. Estaba atrapada bajo tierra con
algo mas o menos parecido a un hombre, un ser inmortal que ahora sabia que lo
había traicionado.
―Parece que has sido traicionada‖, Adam observó. ―Las Horae no pensaban que
podía confiar en ti.‖
Por un momento Heaven no pudo encontrar su voz, estaba alojada en algún lugar
profundo de su garganta ahogándola. ―¿Qué vas a hacer conmigo?‖, preguntó,
finamente obligando a las palabras a salir a través del aire.
―Eso depende‖, Adam dijo razonablemente. Su tranquilidad le dio más miedo a
Heaven que un frio ataque de rabia. ―¿Se puede saber cuál era el plan de las
Horae?‖
Heaven vaciló.
―No es necesario que me lo digas ahora, parece que vamos a tener toda un
eternidad para discutir tales asuntos‖
―Vinieron a ver el mausoleo, ellas hicieron una llave de la séptima sala, la única sin
ataúd, querían que te dejara ahí encerrado‖
―Un digno plan‖, dijo Adam. ―Si esa puerta tiene una cerradura ¿puedo ver la llave
que te dieron?‖
Heaven busco en su bolsillo y le entregó la llave.
Adam apenas le hecho un vistazo. ―Inútil‖, pronunció andando a través de la
habitación. Le ping metálico hizo eco cuatro veces alrededor de la cámara. ―Ellas
nunca tuvieron la intención de dejarte libre‖, él se acercó a ella, su paso lento y
constante. Ella dejo caer la cabeza, incapaz de enfrentarse a él, podía sentir su frio
aliento mover su pelo.
―Ahora que sabes la verdad, ¿habrías hecho lo que las Horae te pidieron?‖
―No lo creo‖, Heaven respondió con honestidad, ya no había ninguna razón para
mentir. ―No me habría involucrado con las Horae en absoluto si no me hubieran
engañado. Ellas fueron las que secuestraron a Beau y me dijeron que necesitaba de
su ayuda para liberarlo. Tú eras el precio que tenia que pagar. Lo siento, nunca
estuve de acuerdo. Todavía no sé si me estas mintiendo sobre Piero y Naddo, me
vuelvo loca cada vez que recuerdo sus cuerpos tirados en la calle frente a tu casa,
pero yo no podría encerrarte a menos que estuviera absolutamente segura de que
tienes algo que ver con sus asesinatos.‖
―¿Así que las Horae tienen a Beau?, Adam le preguntó.
―Phebe es su líder, es por eso que Beau fue al apartamento de Calum‖
La risa de Adam rebotó en las paredes de mármol. ―¡Por supuesto! ¡Que brillante!
Ella debe de haber sabido de los cambios que estaba haciendo en la sociedad,
necesitaba traerte a New York antes de que estuvieran completos. Sabía que con el
tiempo yo podría hacerte una oferta demasiado buena para rechazarla. Si me
ganaba tu corazón, Phebe perdería su única arma contra mi‖
―Mas tiempo no te ha ayudado a ganarte mi corazón‖, dijo Heaven tratando de no
ser cruel. ―Todo lo que hiciste fue para impresionarme, y me he dado cuenta de que
eso no es lo que quiero. Quiero a alguien que haga lo correcto, incluso cuando nadie
esta mirando. Pero seamos honestos Adam, nunca habrías hecho esas mejoras si
sabias que yo nunca las vería, nunca habrías actuado por tu cuenta. Tu solo estabas
manipulándome y yo era tan tonta como para sentirme alagada. Fue maravilloso
pensar que yo podría haber inspirado a alguien tan poderoso para hacer cosas
buenas, pero con el tiempo me hubiera dado cuenta de que nada de eso era real‖
―¿Las mejoras no eran reales porque fueron hechas por tu causa?, argumentó
Adam, aunque su rostro dijo que sabía que él ya había perdido. ―¿Todas las cosas
maravillosas que la OS podría haber logrado habrían sido inútiles? Tienes razón,
Heaven, yo no tengo mucho de una brújula moral. No hace mucha diferencia para
mí si el caos se extiende, una plaga o una escuela, es todo lo mismo al final. Es por
eso que contraté a Owen Bell, el podría haber compensado mis defectos. Es una
lastima que la sociedad tenga que ser destruida, los dos sabemos que Owen podría
haber hecho de la OS todo lo que siempre quisiste que fuera‖
―¿Tiene que ser destruida?‖, preguntó Heaven.
―No estoy seguro de que podamos hacer mucho para salvarla desde el interior de
ésta tumba‖, dijo Adam.
―No vamos a estar aquí para siempre‖, dijo Heaven, con un aumento de esperanza.
―Hay gente que sabe donde estoy, nos van a rescatar a los dos‖
―Cualquier persona a la que le dijiste sobre el mausoleo no vivirá por mucho
tiempo‖, Adam le dio la noticia con cuidado. ―Las Horae no dudaron en encerrarte
dentro de una tumba conmigo. No van a pensarlo dos veces entes de matar a tus
amigos‖
―¿En verdad crees eso?‖, Haven se quedó sin aliento.
―Es lo que yo habría hecho‖, reconoció Adam. ―E incluso si fueras a escapar, las
Horae te haría la vida insoportable si me liberas. Hay doce de ellas, como
recordaras, ellas pueden estar en todas partes‖
Heaven paseó alrededor de la fuente en la antesala, su pánico hirviendo. El aire en
la tumba parecía demasiado fino.
―Hay una solución‖, dijo en voz baja Adam.
―¿Cuál es?‖, pidió Heaven.
―Puedes escapar ahora y rescatar a tus amigos, pero tienes que dejarme atrás‖
―Por favor, no me tomes el pelo. No puedo escapar por mi cuenta‖
―Oh, pero puedes‖, dijo Adam. ―¿Sabes por qué construí siete habitaciones para
albergar seis cuerpos? La séptima siempre debió ser mía. Te dije que evitaba el
mausoleo para darte privacidad, pero yo siempre pensaba volver. La quietud y el
silencio aquí es lo mas parecido a dormir que he experimentado jamás, me da paz.
Construí el mausoleo para que pudiera entrar y salir cuando quisiera‖ al igual que
un mago conjurando una moneda, Adam sacudió su muñeca y una llave de oro
apareció entre sus dedos. ―Las Horae nunca se dieron cuenta de que la misma llave
puede abrir la puerta desde el interior de la tumba también. Aquí Heaven, es tuya‖
―Pero no hay un ojo en la cerradura‖, argumentó Heaven.
―Matteo Salvatore considera esta tumba su obra maestra. Él estaba particularmente
orgulloso de la pintura mural en esta sala. Él quería que apareciera perfectamente
sin problemas, por lo que camuflamos en su interior el ojo de la cerradura‖ Adam
caminó hacia la salida y apretó una satilla de piedra de la puerta. ―Eres libre de irte,
Heaven‖
―¿Qué hay de ti?‖
Adam sonrió con tristeza, ―Me gustaría quedarme aquí por un tiempo, me vendría
bien un descanso. El siglo pasado ha sido todo un reto, incluso para una criatura
como yo‖
―¿Cómo vas a salir? ¿Tienes otra llave contigo?‖
―No‖, le dijo Adam. ―Esa es la única que traje conmigo‖
Heaven lo estudió en busca de signos de incertidumbre. ―¿Quieres que te deje
encerrado?‖
―Es la única manera de hacer valer la promesa que te permite vivir esta vida con
quien elijas. Y si te vas ahora, serás capaz de salvar a la gente con quien quieras
vivirla. Incluyendo al joven que te dio ese anillo que llevas‖
Heaven no se había quitado los guantes, no había manera de que Adam hubiera
visto el anillo que ella tenia en su dedo.
―¿Lo sabes?‖
―Haz hecho tu elección‖, dijo Adam. ―Y, como un caballero, la acepto. Solo pido dos
cosas a cambio. En primer lugar, por favor entrega la llave a la diosa serpiente. Ella
sabrá cuando llegue el momento de liberarme‖
―¿Estas seguro?‖, dijo Heaven, ―Leah piensa que eres lo mas cercano al diablo‖
―La diosa serpiente sabe que hasta el diablo tiene su día‖
―¿Y tu segunda petición?‖
―Que me beses de nuevo‖, dijo Adam, ―Déjame imaginar por un momento que me
perteneces. Los recuerdos me harán compañía en mi soledad‖
Era un pésimo negocio, pensó Heaven. Un beso a cambio de su vida, se merecía
mucho más que eso. Así que, sin decir una palabra, le dio un pequeño pedazo de su
corazón. Iain podría mantener el resto, pero para Heaven era necesario que Adam
tomara algo a cambio del sacrificio que estaba haciendo.
Heaven avanzó hacia él y cerró los ojos. Los labios de Adam eran fríos, sus dedos
hielos. El beso que compartieron se sentís diferente. En el lobby del hotel jardines
de Gramercy Heaven había abrazado a un joven, ahora estaba en los brazos de un
ser inmortal. Podía sentir a Adam drenar el calor de su cuerpo, su ritmo cardiaco
era lento. La muerte la estaba arrastrando al abismo, y no pudo encontrar la fuerza
para luchar. Su último pensamiento fue dedicado a Iain.
CAPITULO CUARENTA Y CINCO
Traducido por maris-belikov
Los copos de nieve flotaban en el cielo y caían entre las tumbas. Los caminos del
cementerio se había desvanecido, y Haven caminaba en torno a los monumentos de
mármol en la oscuridad con la llave de oro ardiendo como el hielo en su mano.
Un angelito bloqueaba su camino. Sus manos estaban apretadas en oración, y sus
ojos suplicaban que se quedara. Haven trato de pasar alrededor de él y sintió como
se doblaban sus rodillas. Hacía tanto frío, y ella necesitaba desesperadamente
dormir. Una tumba levantada la llamó como una cama de lujo, color blanco.
¿Cuánto tiempo había estado en esa tumba? Fue en la mañana cuando había sido
encerrada por dentro, y ahora estaba oscuro. Se acordó de Adán presionando sus
labios en los suyos, pero después sus recuerdos eran una mancha como una
tormenta de nieve.
Se tumbó en la nieve blanda, con su cara mirando hacia el cielo. Los copos no se
fundían cuando tocaban su piel. Haven cerró los ojos y sintió como se enterraba, un
pequeño cristal a la vez. Después, el calor se difundía a través de mi cuerpo, y me
encontré de pie en el balcón de su apartamento en Roma.
El sol brillaba, y en la parte de abajo alguien estaba silbando una melodía antigua.
Con la melodía aún danzando en su cabeza, Haven abrió los ojos, decidida a
fundirse en ella. Vio tres círculos de luz apareciendo en la colina por encima de ella.
Rebotando hacía abajo, expandiéndose en esferas radiantes mientras se acercaban.
- ¡Es ella! ¡Haven! - gritó una voz.
Ella miró hacia las luces que ahora se mantenían en su lugar. El dolor que atravesó
su cuerpo fue como el de un dedo congelado sumergido bajo un grifo de agua
caliente. Sus ojos parpadearon y después se cerraron. Se sintió caer y hundirse en
la nieve.
BEATRICE PODÍA SENTIR como le crujían los huesos, mientras hacía su camino
por las escaleras. Aún no estaba vieja, pero ella ya no era joven. Treinta años
dedicados a la oración en el duro piso de la catedral habían destruido sus rodillas,
mientras la culpa había comido su alma. Sus labios flojos habían condenado amado
hermano. Y había permitido a otro ser encarcelado por un crimen que no estaba
convencida, hubiera cometido.
En la parte inferior de la escalera estaba la puerta de su celda. Ella escuchó por el
ojo de la cerradura y no oyó nada. Luego, uno por uno, quitó los tablones de
madera con los que había abarracado la puerta. Ella contuvo el aliento, preparada
al fin para enfrentar su castigo, y arrastró a la puerta abierta. ¿Qué le diría Adam
después de todos estos años?
- ELLA ESTA BIEN - HAVEN escuché decir a un hombre - No esta congelada, y su
temperatura ha vuelto a la normalidad. ¿Cuándo fue la última vez que comiste?
Haven movió la mano a su vientre. Se sentía cóncava. Ella no se había llenado en
días.
- ¡Acaba de moverse! - era la voz de Leah.
- ¿Haven? - ahora Iain - Haven, ¿estás despierta?
Haven abrió los ojos y vio el tejado teñido de agua y un soporte IV (Intravenoso)
- ¿Iain?
Una sombra paso sobre ella, y ella sintió sus labios. Estaban calientes. Ella podía
degustar todo el mundo en su beso. Haven extendió la mano y lo arrastró más de
cerca. Deslizó una mano bajo el jersey, sólo para demostrar que era real.
- ¿Lo hiciste? - preguntó Iain, tirando hacia atrás lo suficiente como para ver su
rostro. Haven asintió con la cabeza, con sus ojos llenos de lágrimas.
- ¿Él me dejo?
- ¿Él te dejo?
- El Horae me traicionó. Nos encerraron dentro de la tumba. Debe de haber estado
preocupado que lo liberaría algún día.
La declaración pareció golpear Iain sin sentido. Ella sabía que él debía estar
imaginando un centenar de resultados, cada una más terrible que la anterior. Miró
el espacio, hasta que pudo hablar.
- ¡Debería haberlo sabido! ¿Por qué no estaba en el cementerio contigo en vez de
buscar Padma? ¡Pude haberte perdido para siempre, y habría sido mi culpa!
- ¿Cómo escapaste? - preguntó Leah.
- Adam tenía una llave que abría la puerta desde el interior. Me la dio a mí, y él se
quedó atrás. Me salvó la vida.
- Y yo no lo hice - murmuró lain.
- Tú eres la razón por la que quería vivir - Haven le dijo, sonriendo por primera vez
en días.
- ¿Es esto lo que Adam te dio? - preguntó Leah, girando la llave de oro entre sus
dedos pulgar e índice - Tu lo llevabas cuando te encontramos.
Trató de dársela a mano Haven.
- No. Es tuyo ahora -Haven le dijo, negándose a tocarla - Adam quería que la
mantuvieras.
- ¿Yo? - preguntó Leah.
- Él dijo que te haría saber cuándo usarla.
- ¿El Horae realmente te encerró? - preguntó lain. Él todavía no era capaz de
creerlo - ¿No sabían que te rescataríamos?
- Adam dijo que probablemente planeaban matarlos a ustedes también - explicó
Haven.
Iain parecía ser reproducir de las doce horas anteriores en su cabeza.
- Tal vez lo intentaron, pero nos encontramos con la policía la mayor parte del día.
Tuve que llamar cuando encontraron el cuerpo de Padma.
- ¡Oh, Dios mío! - exclamó Haven, sentada muy erguida en la cama del hospital -
¿Padma está muerto? ¿Qué pasó?
Iain cerró los ojos y respiró hondo.
- Fue horrible, Haven. La encontré colgando de un árbol en el Gramercy Park esta
mañana. Adam hizo una ejemplo de ella.
- ¡No! Adam no la mató. ¡No pudo haberlo hecho!
- No sabemos quién lo hizo - admitió Leah - La policía no está precisamente corto
en sospechosos.
- Bueno, quienquiera que fuese nos ha salvado a Leah y a mi o de las Horae - dijo
Iain - He pasado toda la mañana siendo interrogado. Leah oyó hablar del asesinato
en las noticias y llegó a la estación. Ella todavía estaba allí a las tres, cuando la
policía me hizo responder a las preguntas de un grupo de periodistas.
- Ese canal de noticias de Nueva York estaba ejecutando un clip de la conferencia
de prensa hace un rato - dijo Leah - Vi a algunas enfermeras viéndolo cuando fui
buscando el baño.
- A ver si está de nuevo - incitó Haven.
Iain encendí el televisor que estaba montado en la pared y se volcó a través de los
canales. Cuando se enteró de la estación de noticias de veinticuatro horas, Haven
tomó el mando de su mano y subió el volumen. Era la segunda vez que había visto
en la televisión Iain Morrow. Casi dos años habían pasado desde
que había descubierto su hermoso rostro mirando hacia fuera de la pantalla del
televisor de su abuela.
Haven sintió una oleada de orgullo al ver al joven de pie junto a un capitán canoso
de edad de la policía de Nueva York. Iain se veía acosado e incómodo. Estaba claro
que no le gustaba que lo pasaran por una sala llena de periodistas rabiosos. Pero no
había una pizca de miedo en sus ojos.
- El Sr. Morrow fué el que descubrió el cuerpo de Padma Singh esta mañana, ¿es
correcto? - preguntó un reportero.
- Sí - confirmó Iain, parpadeando a casi cincuenta cámaras parecía brillar a la vez.
- ¿Puedes describir el estado del cadáver para nosotros?
Iain hizo una mueca, como si tuviera náuseas por la memoria, y el capitán de la
policía le dio una palmada en la espalda.
- Llegué a Gramercy Park alrededor de las seis y media de esta mañana. Vi el
cuerpo de Padma Singh colgado de un árbol frente a la sede de la Sociedad de
Ouroboros. Ella estaba desnuda. La palabra traidor había sido tallada en su piel.
- ¿Por qué estaban en Gramercy Park tan temprano en la mañana? - sonaba más
como una acusación que una pregunta.
Haven podía decir que los reporteros estaban deseosos de hacer de Iain el villano
de la historia.
- Yo estaba buscando a la señora Singh. El periódico de New York había publicado
el contenido de sus archivos sobre la Sociedad de Ouroboros un día antes de lo
acordado, y quería ayudarla a salir de la ciudad antes de que le hicieran algún daño.
Otro periodista intervino:
- Capitán Fahey, ¿le importa explicar por qué el señor Morrow no es un sospechoso
en el asesinato de la Sra. Singh?
El capitán de la policía de altura se inclinó para hablar en el micrófono.
- El Sr. Morrow tiene una coartada sólida para el momento de la muerte Padma
Singh. Y no tenía motivo para matarla. La Sra. Singh acusó a muchos miembros de
la Sociedad Ouroboros de los crímenes, pero el señor Morrow es la única persona
que exoneró.
Otro periodista apareció de su asiento.
- Sr. Morrow, ¿cómo se siente al ya no ser el principal sospechoso en el asesinato de
Jeremy Johns?
- Bueno. Espero ser capaz de caminar por la calle sin tener que mirar sobre mi
hombro.
- ¿Puede decirnos dónde has estado durante los últimos dieciocho meses?
- No podía quedarme en Nueva York - dijo Iain - Me han acusado de un asesinato
que no cometió. Cuando todo el mundo suponía que había muerto en el fuego,
decidí tener un perfil bajo en Europa por un tiempo.
- ¿Dónde en Europa? ¿Puedes ser más específico?
- No, yo no puedo - Iain fulminó con la mirada.
- ¿Y qué tienen que decir sobre el pleito de tu madre en contra de Haven Moore, la
joven que heredó tu fortuna?
- Prefiero no responder a las preguntas más personales. Pero creo que es claro que
a mi madre ya no tiene mucho un caso. Mi voluntad no fue falsificada. Haven
Moore se queda con el dinero.
- Tu fuiste miembro de la Sociedad de Ouroboros. ¿Tienes algún conocimiento de
primera mano de los crímenes que la Sra. Singh describió?
Viendo esta escena en el hospital, Haven ya no podía decir quién estaba hablando.
Los periodistas eran como una manada de perros salvajes luchando por el mismo
trozo de carne.
- Voy a dejar que los archivos de Padma Singh hablen por sí solos - Iain estaba
claramente cada vez más frustrados.
- Capitán Fahey, ¿cómo responde a los informes de que el jefe de Gordon Williams
pertenece a la Sociedad de Ouroboros y ha sabido llevar a cabo un favor
de miembros de alto rango?
El capitán Fahey resopló.
- Es ridículo - dijo - ¿El que sigue?
- Hay un nombre que aparece repetidamente en los archivos de Padma Singh.
Adam Rosier. Que yo sepa, nadie ha sido capaz de localizar a un hombre con ese
nombre. Capitán Fahey, ¿tiene usted alguna idea de dónde el señor Rosier se puede
encontrar?
Cuando el capitán comenzó a abordar la pregunta, Iain robó una mirada
retrospectiva a Leah, que estaba sentada detrás de él. Tomo dos teléfonos en el aire
y sacudió la cabeza, su rostro sombrío. Iain tocó al capitán de la policía en el
hombro y le susurró al oído del hombre.
- Lo siento, señoras y señores, pero vamos a tener que cortar esta conferencia
pronto - anunció el capitán Fahey.
La cámara siguió a Iain y Leah que se apresuraron a salir de la habitación. De pie
en el borde de la multitud estaban Chandra y Cleo.
CAPITULO CUARENTA Y SEIS
Traducido por maris-belikov
- ¿Estás segura de que te sientes lo suficientemente fuerte para esto? - preguntó
Iain mientras su coche daba vuelta hacia el norte en la autopista de West Side.
- Ya has oído al médico. Sólo tengo que comer. ¿Hay más barras energéticas? -
preguntó Haven, con la boca llena. Leah le dio otra de sabor a tierra.
- ¿Y tu estas convencida de que esto es lo más inteligente de hacer? - preguntó lain -
Incluso Adam pensó, que las Horae nos iban a matar.
- ¿Van a matarnos? - Haven le pregunto a Leah mientras mordía su barra
energética en segundos.
- No - dijo Leah.
- ¿Cómo lo sabes? - Iain le preguntó - ¿Has tenido una visión?
- No. . . Pero no es así cómo voy a irme - dijo Leah - El Señor tiene otros planes
para mí.
- Tu sigues hablando del Señor, pero las Horae siempre le llaman a la diosa
serpiente - Haven se burlo de ella - Adam también lo hace.
- Pueden llamarme como quieran - dijo Leah - Yo sé exactamente quién soy.
- ¿Y exactamente quién eres? - preguntó lain.
- Una niña con un regalo.
- ¿Qué pasa con Adam? - preguntó Haven - ¿Todavía crees que es el diablo?
Leah levantó una ceja.
- Tal vez el diablo no es el mejor nombre para él, pero yo no confiaría ni un segundo
en Adam. Él no está enamorado de mí.
Su coche se detuvo al pie de una escalera en la avenida St. Nicholas. En la colina
sobre Sylvan Terrace. Las amarillas casas pintorescas estaban oscuras, de un
extremo del carril. Leah abrió el camino, saltando hasta la escalera y golpeo la
puerta. Chandra respondió.
- Hey - dijo Leah, empujándola - Estamos aquí para recoger a Beau.
Chandra casi se lamió los labios, como un zorro que acababa de tener a un conejo
saltando derecho en su guarida. Luego vio a Haven. Estaba boca abierta, y
se apresuró a regresar a la casa.
- ¡Phoebe! - gritó Chandra mientras corría hacia la sala del consejo, donde las
Horaes celebraron sus reuniones.
Haven, Iain, y Leah siguiéndola. Todas las Horae estaban allí. Haven contó doce
mujeres en túnicas blancas y un hombre joven vestido de brillantes. Calum Daniels
estaba con ellos, tropezó hacia atrás, a punto de caer en los registros que se
quemaban en la chimenea. Virginia Morrow vio a su hijo y se desmayó. Una de sus
hermanas la ayudaron con una silla.
- Haven - incluso el rostro de Phoebe estaba pálido - ¿Qué estás haciendo aquí?
¿Dónde está el magos?
- Está de vuelta en el cementerio - dijo Haven - Él dijo que les dijera hola. Él va a
ponerse al día contigo más tarde.
- No entiendo - dijo Phoebe - ¿Cómo escaparon del mausoleo?
- Adam tenía una llave que abrió la puerta desde el interior - Haven le dijo - Él me
dejó salir, y se quedó.
Los susurros de las Horae llenaron la habitación con un silbido suave, como el
vapor de una tetera que acaba de empezar a hervir.
- ¿El magos se sacrificó por ti? - preguntó Vera - ¿Y le permitiste hacerlo?
- Sí, pero Leah puede dejarlo en libertad siempre que a ella lo desee - dijo Haven - Y
si lo hace, Adam sabe exactamente dónde encontrarlas. Le dije todo.
Las fosas nasales de Phoebe quemaban, y sus labios se curvaron detrás de los
dientes.
- ¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera? - gritó ella a Chandra - Se suponía
que se asegurarían de que la tumba no pudiera ser abierta. ¡Los tres de ellos
deberían estar muertos!
- Nosotros nos encargaremos de ellos Horae - respondió Cleo por Chandra - Todos
están aquí. Han hecho que sea fácil para nosotros. Podemos cremar los cuerpos en
el horno.
- ¿Pueden hacer qué? - exigió Virginia Morrow, empujando a dos de sus hermanas
para llegar a Phoebe.
Haven reconoció la rabia en el rostro de la mujer. Phoebe tuvo suerte de que no
hubiera jamones de Parma a su alcance. Las Horaes susurraban una vez más.
- ¿Matar a la diosa serpiente?
- ¡Seriamos maldecidas!
- ¡Han perdido la cabeza!
- A nuestros huéspedes no se les puede permitir vivir - dijo Phoebe, haciendo caso
omiso de los susurros, mientras trataba de razonar con Virginia - Cualquiera de
ellos podría liberar a el magos. Sé que esto es doloroso para ti, hermana, pero todos
tenemos que sacrificarnos por la causa.
Leah se acercó a las mujeres en conflicto como si fuera la unión de dos amigos en
una fiesta.
- ¿Sabes lo que dicen acerca de sacrificar, ¿no, Phoebe? Es tan divertido, mucho
más cuando otras personas deben hacerlo - luego se dirigió a Virginia Morrow -
Sabías que a la larga las Horaes tendrían que matar a Haven, ¿no?
- ¡No! - insistió Virginia - ¡Nunca intentamos matar a nadie! Planeamos encerrar al
magos en la cámara acorazada y destruir los edificios de arriba. Haven nunca
podría ponerlo en libertad, así que no había razón para hacerle daño. Sin embargo,
Iain hizo imposible el uso de la bóveda y la tumba se puede abrir en cualquier
momento. Ninguna de nosotros quería que Haven muriera, pero Phoebe dijo que
era necesario para mantener al magos en prisión.
Leah sacudió la cabeza con disgusto.
- Y no te diste cuenta de que su decisión tendría consecuencias? ¿Pensaste que
Phoebe podía deshacerse de Haven sin matar a Iain también? ¿Y qué crees que iba
a hacer conmigo después de que me presentara?
- ¿Es esto cierto Phoebe,? ¿Cuánto tiempo has estado planeando el asesinato de mi
hijo? - el volumen de la voz de Virginia fue en constante aumento - ¡Eso nunca fue
parte de nuestro acuerdo!
- Te prometí la fortuna Morrow, a cambio de tu ayuda - respondió Phoebe - No
parecía importarte lo que lo que hiciera para conseguirla. Debiste haberme dicho
que no querías que le hiciera daño a Iain.
- ¡Algunas cosas que no necesita ser dichas! - gritó Virginia con tal fuerza que casi
Haven, se tapó los oídos.
- Tía Virginia - Calum Daniels echo a Leah fuera del camino y se interpuso entre las
dos mujeres de edad antes de que pudieran llegar a las manos - Me temo que
Madre tiene razón. Todos debemos hacer lo necesario para el bien común.
- Nosotros no somos responsables por el bien mayor - dijo Virginia, como si
estuviera enseñando a un niño pequeño una lección - Es la diosa serpiente. ¿Crees
que deberíamos matarla también, Calum? ¿Tienes alguna idea de lo que podría
suceder si fuéramos a cometer ese crimen?
- Tenemos que hacer lo que sea necesario - repitió solemnemente Calum.
- Tu madre sería la primera en estar de acuerdo contigo - Haven le dijo - Ella estaba
dispuesta a sacrificarte también, Calum. Veras, he venido aquí después de haber
sido arrestada. La amenace con mandar a Adam a matarte si no regresaba a Beau.
Phoebe me dijo que siguiera adelante y ordenara tu asesinato. Ni siquiera
parpadeo.
- ¡Estás mintiendo! - Calum apeló a su madre - ¡Dime que está mintiendo!
- Haven está diciendo la verdad - dijo Virginia sombría mientras Phoebe buscaba
una excusa - Estábamos todos en esta sala cuando tu madre hizo la
decisión de dejarte morir. Nunca ha sabido lo afortunada que es de tenerte. Se le
dio el don de guiarte a través de tu primera encarnación, pero a abusado
de ese privilegio.
- ¿Mi primera encarnación? - farfulló Calum - Pero. . .
- Phoebe te ha engañado desde el día en que naciste. Esta es su primera vida,
Calum.
- ¿Madre? - dijo Calum, la ultima parte de su confianza se desmorono.
Haven tuvo que apartar la mirada. No importa lo que Calum había hecho, sólo
podía tenerle lástima. Haven recordaba lo orgulloso que había sido de sus vidas
anteriores. La identidad de toda Calum había sido construida a partir de mentiras,
y su mundo se desplomó con una sola frase. Haven no podía condenar a alguien
que nunca había tenido la oportunidad de saber quién era.
- No hagas caso a Virginia, Calum, está siempre medio borracha - dijo Phoebe,
finalmente lanzando su propia defensa - Ella ha estado celoso de nosotros, desde
que. . .
- ¡Eso es suficiente! - Vera parecía crecer mientras Phoebe se arrugaba - Virginia no
ha tomado un trago desde que llegó a Nueva York. Cada palabra que pronuncia es
cierta, Calum. Mis hermanas y yo acordamos en que es tiempo de que lo sepas.
Haven se dio cuenta de que siete Horaes estaban de pie detrás de Vera. Una nueva
orden se estaba formando delante de sus ojos. Calum olfateó, haciendo todo lo
posible por mantener su dignidad.
- Nunca he hecho nada de esto por ella, de todos modos. Fue un acuerdo de
negocios. Si ayudaba a madre con su pequeña parcela, llegaría a ejecutar la
Sociedad de Ouroboros, una vez que Adam se hubiera ido.
- No, Calum - Vera le corrigió - Phoebe nunca intento dejar que un chico de
diecinueve años de edad, llevara la Sociedad. Esa fue otra mentira.
Calum se dirigió a su madre.
- Lo prometiste - se quejó - ¡Nunca hubieras sabido lo que Owen, si no lo hubiera
arrastrado a verte! ¡Y fue mi idea de usarlo para traer al amigo de Haven a Nueva
York! ¡Ella no estaría aquí si no fuera por mí! ¡Hice todo lo que me pediste que
hiciera! ¡Deje que Beau se quedara en mi casa! ¡Cuando la policía llegó, incluso deje
que me arrestaran sólo para que pudieras mantenerlo oculto!
- Tu fallaste Calum - se mofó Phoebe - Sin embargo, eres demasiado débil para ver
el plan.
- Cúlpate a ti misma, no a tu hijo - dijo Vera - Nunca hubo la posibilidad de que tu
esquema tuviera éxito. Chandra y Cleo pueden hacer lo que les ordene, pero el resto
de nosotros no habría permitido que asesinaras a Iain o la diosa serpiente.
- ¿No ves? - gritó Phoebe en desesperación - ¡Todo esto es obra suya! ¡El magos
está ganando! ¡Esto es todo lo que él siempre ha querido! ¡Él nos ha planeado todo
esto desde principio!
- El magos está encerrado en un mausoleo en Brooklyn - señaló Vera.
- Si no tienes cuidado, vas a reunirte con él - advirtió Leah - A mi modo de ver,
Phoebe, eres peor que Adam. Por lo menos, creo que es hora de que las damas
busquen otro líder.
- La diosa serpiente ha hablado - anunció Vera - Ahora que el magos está
encerrado, debemos aprovechar la oportunidad para reorganizarnos. A menos que
haya objeciones, voy a asumir el liderazgo de las Horae. A partir de este día en
adelante, no nos rebajaremos a emplear la táctica de nuestros enemigos. Phoebe,
Chandra, y Cleo, sus derechos están suspendidos. Pueden reunirse con nosotros en
su próxima reencarnación.
- ¡No pueden hacer esto, Vera! Siempre has sido demasiado débil de corazón para
dirigir! ¡Vamos dejar que el magos sea liberado! - grito Phoebe - No se puede
confiar en ninguno de ellos!
- Confío en la diosa serpiente. Ella nunca elige bando - declaró Vera - Tu puedes
irte cuando quieras - dijo a sus invitados.
- Pero ¿qué pasara con Beau? - exigió Haven.
- ¿Dónde está el chico? - preguntó Vera a Phoebe.
- Tu no vas a encontrarlo - dijo Phoebe con una sonrisa desagradable. Todavía tenía
un último truco en la manga - Él va a estar muerto para antes del amanecer. Si no
lo está ya.
- Él está en la bóveda de un banco en la Avenida Lenox - anunció Calum Daniels -
Tuvimos que esconderlo cuando la policía allanó mi edificio. Tienes que llegar allí
rápido. La combinación es. . .
CAPITULO CUARENTA Y SIETE
Traducido por NikeenFray
Corregido por Roxiy
Si Iain no hubiera agarrado a Haven y arrojado dentro de la parte trasera de un
taxi, ella habría corrido todo el camino hacia la Avenida Lenox. Se maldijo a si
misma por no hacer comprobado la bóveda temprano. Había sido preparada para
Adam, que no necesitaba ni agua ni aire. Haven descanso su cabeza en sus rodillas
y rezo para que llegaran a la bóveda a tiempo. Ninguno hablo en el taxi. Era como si
ambos estuvieran guardando su aliento y energía por Beau.
El signo en neon en el medio de la cuadra todavía parpadeaba su advertencia roja y
blanca, pero todos los edificios fueron preparados para su demolición. Junto a
tienda frente la iglesia estaban los tristes restos de un banco del barrio, con
anuncios mostrando clientes sonrientes y satisfechos en su puerta. Leah todavía
estaba mirando hacia la señal en neon cuando Iain pateo una hoja de
contrachapado cubierta por grafiti que cubría una ventana rota. Haven presiono
contra la abertura y busco las escaleras.
No había nada—solo un agujero en el piso con una cuerda colgando de el. Ella se
deslizo bajo hacia el sótano del edificio sin esperar a sus amigos. En el centro del
agujero, encontró una enorme bóveda con una puerta circular.
―¿Estas aquí para ver al niño?‖ pregunto una voz, y Haven casi salto de su piel. Dos
mujeres habían estado durmiendo en la esquina de la habitación. Una se había
despertado y estaba frotándose sus ojos.
―¿Usted sabe?‖
―El se presento ayer con dos personas. Lo dejaron allí dentro‖
―¿Estaba el bien?‖
―Un poco golpeado, creo, pero aparte de eso parecía estar bien‖
―¿Usted sabia que había alguien en esta bóveda todo el día, y no llamo a la
policía?‖Demando Haven, sorprendida de que la mujer pudiera ser tan indiferente.
―No era como que si estuviera luchando cuando lo pusieron ahí dentro. Y esas dos
damas dijeron que si no me metía en sus asuntos, me permitirían que yo y mi
amiga durmiéramos aquí abajo cuando nieva.‖ Dijo la mujer.‖ Lo siento, pero tengo
mayores preocupaciones que algún tonto chico sureño que le gusta esconderse
dentro de viejas bóvedas de banco.‖
―¿Esas mujeres le dijeron a usted que este edificio esta a punto de ser demolido?‖
Haven pregunto. ―¿Le dijeron que tienen que buscar otro lugar donde quedarse o
serian enterradas en un montículo de escombros?‖
La mujer miro hacia Haven en ese momento ―Ellas se olvidaron mencionar eso.
¿Entonces, como vas a sacarlo de todas formas?‖ ella parecía curiosa ahora, nada
mas.
―Tengo la combinación‖
―Infierno, esa es solo la mitad de la batalla.‖ Anuncio la mujer mientras se
arrastraba de pie desde el piso. ―Si quieres, puedo mostrarte como lo abrieron ellas.
No se ve nada fácil‖
Justo entonces, Iain y Leah se deslizaron por la cuerda.
―¿Quien es ella?‖ Iain pregunto
―¿Quienes son ellos?‖ respondió la mujer, mirando hacia Leah, quien parecía de
otro mundo bajo el resplandor de las linternas.
―Estos son mis amigos, Iain y Leah. Esta buena señora…‖- hizo una pausa para el
nombre.
―Ramona‖- la mujer dijo a regañadientes.
―Ramona me va a ayudar a abrir la bóveda‖ dijo Haven.
―¿Ramona va a recibir alguna compensación por sus esfuerzos?‖ pregunto Ramona.
―Te voy a dar mis últimos veinte dólares‖ dijo Leah, haciendo crujir su bolsillo
buscando un arrugado billete.
―Tiene que ser cerca de medianoche‖ dijo Ramona, chequeando en un reloj de
muñeca imaginario.‖Eso quiere decir que hay un tiempo extra. Puedo pedir un día
y medio‖
Iain metió la mano en su abrigo ―Todo lo que tengo son cinco‖
―Entonces me debes cinco mas‖ dijo Ramona, arrebatando el billete de sus dedos.
―Parase que eres bueno para ello. Vamos a trabajar‖
Ella le mostro a Haven como introducir la combinación y que ruedas girar. Cuando
empujaron la puerta para abrirla, un soplido de aire caliente se escapo de la
bóveda.
―Por Dios, que asqueroso huele ahí dentro‖ noto Ramona-―perdón‖- añadió poco
convincente cuando Leah le disparo una mirada-―¡bueno al menos el estaba
caliente! ¡Soy afortunada de tener mis dedos del pie todavía!‖
Dentro, Beau estaba acostado de lado, su rostro hacia una pared de metal y su
cabello rubio rizado mojado con sudor. Una cubeta asquerosa de agua sucia se
sentaba en la esquina opuesta, rodeada de envoltorios de caramelos. Una botella de
agua vacía era el único otro objeto en el apretado cuarto.
―Beau!‖- Haven grito mientras se deslizaba por el suelo de metal y se arrodillaba
con una mano en su espalda. Podía sentir su pecho que subía y bajaba- ―Beau‖-
dijo, dándole una sacudida- ―¡Beau por favor despierta!‖
―¿Que demonios?‖- murmuro Beau. Se dio la vuelta y se protegió los ojos con
moretones del foco de las linternas- ―¿Haven? ¿Eres tu?‖
―Beau‖- Haven casi colapsa del alivio ―¿estas bien?‖
―Haven‖ Beau parpadeo furiosamente, todavía cegado por la luz. ―Dios, yo estaba
teniendo el peor sueño. Estaba esta pequeña maldita chica y ella… espera. ¿El esta
aquí? ¿Lo trajiste?‖
―Iain esta justo fuera ―Haven le aseguro ―Leah también. Me van a ayudar a sacarte
de aquí‖
Iain dio un paso dentro de la bóveda- ―Estoy aquí Beau‖ el dijo
―No, no Iain‖ Beau parecía confundido. ―Adam‖
―¿Porque Adam estaría conmigo?‖ Haven se seco las lágrimas con la manga de su
abrigo.
―¡Me dijiste que esperara adentro! Me dijiste que necesitabas que me escondiera y
sorprenderlo así pudieras encerrarlo en la bóveda. ¿Piensas que iba a hacer sudar
mi culo en alguna caja de metal si pensara que todo seria para nada?‖
―¿Yo te dije que esperaras dentro?‖ Haven miro hacia Iain. El sacudió su cabeza con
confusión-―¿Cuando dije eso?‖
―¡Ayer, maldita sea! Has perdido la cabeza Haven?‖
―Beau‖ Haven dijo suavemente ―No hable contigo en semanas. Te estuve buscando
por todas partes. Vine desde Italia para encontrarte‖
―Por supuesto que no hemos hablado. Adam tiene todos los teléfonos intervenidos.
Me mandaste un e-mail‖
―Esta alucinando‖ Haven le susurro a Iain ―Necesitamos...
―Maldita sea, no estoy alucinando‖ ladro Beau
―Hey, ¿chicos?‖ Ramona estaba de pie en la puerta de la bóveda, sus ojos muy
abiertos ―Sera mejor que salgan. Algo esta mal con esa chica pelirroja‖
―¿Quien es ella? ¿Y que demonios esta haciendo Leah aquí?‖ dijo Beau con voz
ronca- ―¡hey!‖
HAVEN E IAIN ya estaban fuera en el sótano. Leah estaba en el suelo, sus
miembros con espasmos incontrolables. Sus ojos se habían ido hacia atrás tan lejos
que solo el blanco era visible. Sus labios deletreaban silenciosas palabras.
―¿Que le esta pasando?‖ Ramona pregunto. ―¿Esta enferma? ¿Quieres que corra y
busque un medico?‖
―No‖ dijo Haven, llegando hasta la mano de Leah ―Un medico no ayudaría. Ella esta
viendo el futuro‖
―¿Esta chica esta dando una profecía?‖ dijo Ramona asombrada.
―Si‖ le dijo Haven. Ramona cayó de rodillas, su cabeza inclinada y sus manos
entrelazadas en oración. Su amiga se despertó y arrastro sus pies para unirse a ella.
Esperaron, apenas moviéndose, hasta que Leah quedo quieta y con sus labios
cerrados.
―Leah‖ susurro Haven-―¿estas de vuelta? ¿Que fue lo que viste?‖
Los ojos de Leah se abrieron, y sus pulmones se llenaron de aire. ―No ha
terminado‖ dijo
―¿que demonios esta pasando?‖ Haven miro hacia arriba para encontrar a beau
observando la escena.
―la peste sigue llegando‖ Leah continuo ―no la hemos detenido. Solo lo hemos
hecho mas seguro‖
―¿pero como?‖ Haven gimió ―hice todo lo que podía. Adam esta encerrado en el
mausoleo. Tu eres la única con una llave‖
―¿que?!‖ intervino Beau ―Pero yo pensaba…‖
Iain puso una mano en el ancho hombro de Beau ―Escucharemos tu historia
después‖ le prometió ―solo escucha por ahora‖
―estaba segura de que le habíamos puesto fin a todo esto‖ continuo Haven‖ la
sociedad Ouroboros seria cerrada. Halcyon Hall tendría que cerrar. Los chicos,
todos irían a casa.‖
―pienso que ese puede ser el problema‖ dijo Leah ―ellos no pueden volver a sus
vidas normales. Ellos saben quienes son ahora, y saben que pueden hacer. Pero aun
son muy jóvenes. Necesitan que se les enseñe que su poder puede ser usado con
fuerza para el bien‖
―¿estas diciendo que Halcyon Hall tiene que permanecer abierto?‖
―cuanto mas cerca esta ese futuro de ser certero, mas puedo verlo. Ahora que Adam
se fue, Milo no tiene que irse de Nueva York. Y no somos los únicos que sabemos de
el. Muy pronto, alguien empezara a meter ideas equivocadas en su cabeza. Ella va a
convencer a Milo que los chicos de Halcyon Hall necesitan tomar todo el poder por
todos los medios necesarios‖
―¿Ella? Otro aparte de nosotros, que sabe acerca de Milo?‖
―Reconocí a una mujer en esta visión. Estoy bastante segura que era esa chica
Chandra‖
―Chand…‖ Beau empezó a exclamar antes de que Iain le diera otra palmadita
tranquilizadora en el hombro.
―ahora lo entiendo‖ dijo Haven ―Chandra sabe exactamente lo que los chicos de
Halcyon Hall pueden hacer. Ella escucho la profecía también, lo que significa que
incluso le dimos un plan. Ella va a usar a MIlo para tomar el control de las Horae y
la ciudad entera. La única forma de detenerla es salvar la Sociedad y Halcyon Hall.
―¿pero como?‖ Iain pregunto ―¿Has visto los periódicos hoy? La Sociedad
Ouroboros esta muerta. Nadie va a querer estar asociada a ella. ¿Realmente piensas
que podemos salvarla en este punto?‖
―No somos quienes la podemos salvar‖ dijo Haven ―Debí haberme dado cuenta de
eso tiempo atrás. Pero pienso en alguien que podría ser bueno para el trabajo‖
―¿quieres decir...?‖ pregunto Leah
―Sep‖ Haven tendió una mano y ayudo a Leah a ponerse sobre sus pies ―¿Te sientes
bien como para ir?‖
―lo estoy ahora‖ dijo Leah.
―¿de que demonios están hablando?‖ beau le pregunto a Iain
―no tengo idea‖ contesto Iain
―espera, Haven‖ dijo beau ―¿podrías por favor decirme que esta pasando? ¿A donde
vamos?‖
―vamos a presentarte a tu compañero del alma‖ Haven dijo con una sonrisa
―estas bromeando‖ dijo beau
―nope‖ le dijo Haven ―soy tan seria que incluso voy a tener que insistir que tomes
una ducha‖
―¿quienes son ustedes?‖ Haven se volvió para ver a Ramona y a su amiga
mirándolos. Se había olvidado que aun estaban ahí.
―volveremos pronto con el dinero que les debemos Ramona‖ dijo Leah ―aprecio que
rezaras conmigo. Nunca olvido una buena acción‖
CAPITULO CUARENTA Y OCHO
Traducido por Clyo
-Me bajé del avión y cogí un taxi hacia la dirección en la calle 114 que me habían
dado,- Beau le dijo a su absorta audiencia en la parte posterior del taxi. -Por
desgracia el conductor me dejó en la esquina equivocada, y me tomó un tiempo
encontrar el edificio correcto. Así que al final llegué hasta allí, subí por las escaleras
y toque el timbre. Y Chandra abrió la puerta. ¿Qué estaba haciendo ella en las
visiones de Leah, de todos modos? ‖
-Lo explicaremos luego,-le dijo Haven. -Queremos escuchar tu versión de los
hechos. Simplemente asume que no sabemos nada.
Beau tomó una respiración profunda. -Si tú lo dices, pero para que conste, todo
esto realmente no podría volverse más extraño.
-Ni me lo digas,- Haven, respondió.
-Ok, entonces Chandra abrió la puerta en el apartamento donde se suponía que
vivía Roy Bradford. Yo no la reconocí al principio, y no me esperaba ver a ninguna
chica-y mucho menos una chica que Vive en un apartamento que parece que está
sacado justo de otro siglo. Así que le dije que sentía molestarla. Pero ella insistió en
que estoy en el lugar correcto y me dijo que entre a tomar una cerveza. Estuve
sentado allí pensando _conozco a esta chica de alguna parte. Y después recuerde de
dónde. Ella fue la que nos salvó el culo en ese supermercado indio. Y eso realmente
comenzó a marear mi cabeza ‖.
-¿Tenías miedo? ‖
-¿De Chandra? ¡Por supuesto que no! La chica tiene, que, ¿cinco pies de altura? Me
he comido bocadillos más grandes que ella. Pero ahí fue cuando empecé a darme
cuenta de que todo el viaje iba a ser sobre ti otra vez, Haven. Sin ánimo de ofender,
pero estaba un poco decepcionado ‖.
-Lo siento,- dijo Haven. -Te juro que te lo voy a compensar pronto.- ¿Qué te dijo
Chandra? ‖
-Ella dijo que pertenecía a un grupo llamado las Horae. Que su trabajo consistía en
velar por ti ‖.
-¿Velar por mí? - Cuando Haven, comenzó a reírse, Iain y Leah se le unieron.
-¿Se supone que debo pasar por alto el hecho de que no estoy incluido en su
pequeña broma?- Beau gruñó. -Acabo de pasar la noche en la bóveda acorazada de
un banco por ti.
-Lo siento,- dijo Haven. Ella le apretó el musculoso brazo. -No me voy a reír de
nuevo ‖.
-De todos modos, - Beau continuó a regañadientes . -Chandra me recordó el tiempo
en que nos salvo, y eso parecía pasar como prueba suficiente de lo que estaba
diciendo. Ella me dijo que estabas en problemas otra vez. Que Adam los había
encontrado a ustedes chicos en Italia. Chandra me dijo que las Horae estaban
tratando de pensar en un plan para salvarte, y que necesitaban mi ayuda. Tuve que
convencerte para volar de regreso a Nueva York ‖.
-Espera-¿que sucedió con Roy Bradford? ‖
-Roy Bradford no existe. No era más que una trampa para que me venga para acá.
-Entonces, ¿cómo sabia Chandra sobre nuestra vida anterior en Florencia? ‖
Beau miro a Haven, como si estuviera loca. -¡Ella también estaba allí! ‖
-Interesante. Pero si mis buenas amigas las Horae me querían de regreso en Nueva
York, ¿por qué simplemente no me pidieron que venga? -pregunto Haven.
-Porque Adam hubiera sospechado si tu volabas de regreso sin ninguna razón.
Tenía que parecer como que había algún tipo de emergencia.
-Ya veo-. Haven, asintió. -Continua.
-No me gusta este juego,- dijo Beau.
-Se va a terminar pronto,-Haven, le aseguró.
-Chandra me pidió que te envíe un mensaje, que te hiciera pensar que yo estaba en
problemas-uno que solo nosotros dos entendiéramos. Ella dijo que sería más
convincente si realmente pensabas que había sido secuestrado o algo.
-Así que me texteaste pan-pan,- dijo Haven.
-Exactamente. ¡Ves, tu sabes todo esto, Haven! ‖
-Por favor, Beau,- rogo Haven. -Sólo entretenme.
-Chandra juraba que te dijo la verdad cuando llegaste a Nueva York. Pero yo no
podía estar seguro porque ellas no me dejaban hablar contigo, y yo no te quería
preocupada por mí encima de todo lo demás.
-Así que un día cuando fuimos a hacer unas compras, me alejé y te llamé desde un
teléfono público. Chandra estaba enojada. Ella dijo que Adam podría tener los
teléfonos pinchados y que podría haber conseguido que te mataran.
-¿Fue allí cuando te dieron la paliza? ‖
-¿Qué? Ellas no me dieron ninguna paliza. Fui asaltado. ¿Por qué crees que tuve
que llamarte desde un teléfono público? El día después de que llegué aquí, me fui a
por un refresco, y dos muchachos con máscaras me saltaron desde atrás. Se
llevaron todo mi dinero y mi teléfono. Chandra no me dejaba salir de casa sin un
acompañante después de eso. Así que sólo comencé a quedarme dentro. Entonces
Adam encontró el apartamento y envió a la policía para que haga una redada,
entonces ellas me empujaron hasta el techo y me hicieron cruzar al otro edificio. Yo
estaba casi a punto de salir por la puerta cuando me mostraron ese correo
electrónico que enviaste. Hizo una pausa y escudriñó el rostro de Haven para
detectar cualquier signo de reconocimiento.
-Por favor. ¿Qué decía el correo? ‖
-Que ya era hora de seguir adelante con el plan. Que habías encontrado una
manera de atraer a Adam, hasta la bóveda. Pero que no eras lo suficientemente
fuerte como para atraparlo por ti misma. Me necesitabas para esperarlo en el
interior y sorprenderlo ‖.
-¿Cómo sabias que el correo electrónico era mío? ‖
-Debido a que el mensaje provenía de tu dirección de correo electrónico. ¿Me estás
diciendo que tú no lo escribiste? ‖
Haven negó con la cabeza.
-Entonces, ¿quién lo hizo?- Beau pidió.
-Debe haber sido Calum Daniels. Se robó mi teléfono ayer ‖.
-Espera. Ustedes chicos ¿conocen a Calum también? ‖
-Se podría decir que si,- dijo Iain.
-Hmmm,- dijo Beau. La idea de que una estrella de televisión podría haber estado
haciéndose pasar por su mejor amiga no parecía choquear a Beau tanto como
debería haberlo hecho. -Adivino que he estado equivocado en muchas cosas. Pero,
a decir verdad, Calum fue la única parte de todo esto que se sentía totalmente fuera
de lugar. La primera noche que llegué aquí, se presentó con una botella de
champán. Chandra dijo que era amigo de las Horae, a pesar de que no parecía
gustarle mucho. Supongo que ella no podía hacer nada para mantenerlo alejado, ya
que era su apartamento y todo. Por cierto, ¿has visto ese lugar, con la alfombra de
piel de tigre y el mobiliario que parece sacado justo de la casa de alguna abuelita? ‖
-Sí,- dijo Haven.
-Malditamente espeluznante, ¿no? ‖-Preguntó el con un estremecimiento.
-Oh, sí,- Haven, estuvo de acuerdo.
-De todos modos, Calum comenzó a hacer sus movimientos conmigo de inmediato.
Se mantuvo prometiendo que iba a presentarme a Alex Harbridge. Al principio
estaba un poco deslumbrado, y me pareció un poco halagador. Pero entonces, sólo
se volvió raro. No quería saber nada de mí. Ni siquiera preguntaba dónde iba a la
escuela. Tengo la sensación de que me estaba utilizando para algo, aunque todavía
no entiendo lo que podría haber sido. Por último, acabo por irse y le dije a la
pequeña comadreja que no era mi tipo, y eso lo volvió completamente loco. Nunca
he visto a nadie tan desquiciado. No es que me preocupe. Si Chandra no lo hubiera
enviado a empacar, me habría asegurado de que su rostro no fuera apto para la
televisión nunca más ‖.
-Puede que todavía tengas tu oportunidad,-dijo Haven.
-¿En serio?- Beau preguntó con ansiedad.
-Siempre y cuando me dejes uno o dos golpes a mi,- dijo Iain. -Es mi hermano
pequeño, después de todo.
-¿Perdón?- Beau intervino. -Bueno, he tenido suficiente. ¿Quien aquí va a explicar
por qué el hermano de Iain estaba tan desesperado por meterse en mis pantalones?
¿O por qué yo acabo de pasar veinticuatro horas en una bóveda de banco? Y que es
toda esta mierda sobre un alma gemela.‖
-¿Qué pregunta te gustaría que te responda primero? -Haven, bromeó.
-¡Empieza con el alma gemela! -Leah insistió. -Esa es la mejor parte.
ERAN LAS DOS de la madrugada para cuando llegaron a los apartamentos
Andorra. Cruzando la calle desde el edificio, diez sillas estaban alineadas contra la
pared de roca de Central Park. Cada una estaba llena de una masa oscura y amorfa.
Haven vio una de las criaturas sin forma moverse y un destello de luz reflejada por
un lente de cámara. Las sillas, de repente se dio cuenta, contenían hombres
metidos en sacos de dormir para todo tipo de clima.
-Paparazzi,- dijo Haven. Ellos estaban bloqueando los apartamentos Andorra. -
Están en busca de nosotros, ¿no? ¿Cómo crees que supieron que debían venir aquí?
‖
-Es probablemente mi culpa. ‖ Iain suspiró. -Le dije al policía que he estado alojado
en el Andorra. Alguien tiene que haberlo filtrado a la prensa ‖.
-Hey, ¿ustedes? ¿Hay algún lugar más donde podemos ir?- Beau pidió, masajeando
sus sienes. -Después de todo lo que pasó, no estoy de humor para posar para las
fotos.- Todavía estaba tratando de asimilar la historia de extraños que le habían
contado, y parecía como si su cerebro fuera a explotar en cualquier momento.
-Correré hacia dentro,- dijo Leah. -Esos tipos no quieren ninguna foto mía.
-¿Vas a entrar?-Pregunto Haven.
-¡Frances nos va a matar si no le decimos lo que está pasando! Y creo que puedo
conseguir algo de dinero para el taxi y un nuevo cambio de ropa para Beau. Huele
como un balde de lavazas. ¿Te importa si tomo prestada alguna de la tuya?- Le
preguntó a lain.
-No, en absoluto, - Iain respondió con una media sonrisa. Claramente Leah no veía
la hora de presentarle Owen a Beau.
-Veo que Leah todavía esta más loca que el infierno, - Beau comentó una vez que la
chica cerró de golpe la puerta del coche detrás de ella. -Es bueno saber que algunas
cosas no cambian. Pero yo todavía no puedo superar todas las cosas que ustedes me
acaban de decir en el viaje hasta aquí. ¿De verdad crees que Leah Frizzell se supone
debe salvar a todos en Nueva York de una plaga? ‖
-Yo creo que por eso estamos todos aquí,- dijo Haven.
-Así que, ¿has conseguido involucrarme en algún tipo de conspiración cósmica? ‖
-¿No es eso para lo que están los amigos? - Preguntó Haven.
-Jesús,- murmuró Beau. -Supongo que tengo que empezar a pasar más tiempo por
mi cuenta.
-Apuesto a que no te seguirás sintiendo así cuando la noche termine-, bromeó
Haven.
-¿Sabes qué? Estoy bastante cansado de que me frías la cabeza, Haven Moore. De
hecho creo que voy a aprovechar esta oportunidad para pasar más tiempo con mis
pensamientos. Por lo menos sé que están cuerdos. Beau cerró los ojos, y Haven
hundió la cara en el pecho de Iain, tratando de amortiguar el sonido de su risa.
-¡Puedo oírte!- Beau ladró.
Unos minutos más tarde, Leah se deslizó de vuelta en el taxi. -Chico, esa mujer
tiene la mente de una sola vía,- dijo. -Lo primero que preguntó Frances fue si todos
vamos a morir. La segunda cosa que quería saber era si Haven y Iain aún están
arreglando las cosas.
-Técnicamente, esa es una mente de dos vías,- dijo Iain.
-Entonces, conseguí la ropa. ¿Cuál es nuestro plan ahora?- Leah quería saber.
Haven se inclinó hacia delante y golpeó la barrera de plexiglás que separaba al
conductor del asiento trasero de su taxi. -Hotel Gardens Gramercy,- ordenó.
El vestíbulo del hotel estaba prácticamente desierto, y Haven dio un suspiro de
alivio. La anfitriona en el mostrador de recepción asintió al grupo de cuatro y volvió
a navegar por Internet. Ahora que Adam se había ido, parecía como que un hechizo
se había roto, y Haven estaba felizmente en el anonimato una vez más.
-¿Iain?- Virginia Morrow estaba sentada en uno de los sofás de dos plazas del
vestíbulo. Se deslizó hacia ellos como un fantasma. Todavía vestida con un traje de
lino blanco, no llevaba ni abrigo, ni medias.
-Ustedes chicos vayan arriba. Cuarto 2024.- Haven les dio a Leah y Beau la llave de
su habitación. Sin pensarlo, se puso delante de Iain como para protegerlo.
-¿Puedo hablar con mi hijo a solas, por favor?- Virginia preguntó.
¿El cambiaformas? (―¿the changeling?‖ creo q tiene que ver con algo q sucedió por
arriba… así q lo dejo así…xD) Haven quería decir. ¿El chico que torturaste solo
porque no podía ser solo tuyo?
-Haven es mi familia-, dijo Iain, su tono era el de un hecho irrefutable. -Ella puede
oír todo lo que tengas que decir ‖.
-Está bien. Quiero que sepas que me voy de Nueva York,- dijo Virginia. -Regreso a
mi villa mañana, y no voy a volver. Pensé que podíamos hablar una sola vez antes
de irme. A solas, de ser posible.
-Haven se queda,- Iain insistió. Haven tomó su mano. El agarre de él era
demasiado fuerte, ella podía sentir sus huesos comenzar a agrietarse. Pero soportó
el dolor sin quejarse.
Virginia asintió. -Debes tener muchas preguntas que hacerme,- dijo.
-No. Ya no es así,- Iain le dijo a su madre. -Ya sé lo que eres. Sé sobre ti, Phoebe y
Calum.
-Entonces, Haven te dijo. Tienes suerte de haberla encontrado de nuevo,- dijo
Virginia. -Yo sé lo terrible que es estar sola en el mundo.
-¿Sola?- El temperamento de Iain fue en aumento. -Tú nunca estuviste sola. ¿Qué
pasa con todas tus hermanas? ¿Y que hay conmigo? ‖
-Hermanas es sólo una palabra que usamos. Las Horae se relacionan sólo de
nombre. Yo quería un hijo, así finalmente podría tener una verdadera familia.
Soñaba con un niño que me mirara con nada más que amor. Alguien a quien podría
dedicarle mi vida. Tú no lo recuerdas, por supuesto, pero cuando eras un bebé, te
asfixiaba con afecto. Ni siquiera le permití a tu padre contratar a una niñera. Te
quería todo para mí. Y entonces- ‖
-Y entonces aprendí a hablar,- dijo Iain.
-Sí. Fue entonces cuando descubrí que no eras mío en absoluto. Que le pertenecías
a Haven.
-Pude haberte pertenecido a ti también,- dijo Iain.
-Tal vez. Pero la decepción fue devastadora. Luego, tu padre tuvo su romance con
Phoebe. Ella desfilo a su hijo delante de mí. Estaba claro desde el principio que esta
era la primera vez de Calum en la tierra. Yo estaba tan celosa. A mi horrible
hermana se le había dado un alma pura ‖.
-Y mira cómo resultó Calum,-dijo Haven. -No es tan puro ahora.
-Sí,- dijo Virginia. -El pobre niño nunca tuvo una madre que le guiara ‖.
-Tampoco yo,- señaló Iain.
-Tú no me necesitabas. Tenías a Haven. Calum es el que fue dejado por su cuenta.
Él es el único que merece mi compasión. Es por eso que le he pedido volver a la
Toscana conmigo. No queda nada de él aquí. Si Calum se quedara, sólo terminaría
en la cárcel ‖.
-Todavía no entiendo por qué viniste a Nueva York en el primer lugar, madre. Si
odias tanto a Phoebe, ¿por qué en la tierra la ayudarías?- Iain preguntó.
-Porque no había más dinero. Aquello y el whisky fueron las únicas dos cosas que
parecían apaciguar mi dolor. Yo sabía que llegaría el día en que tendría que
prescindir de ambos. Estaba aterrorizada. Habían pasado casi veinte años desde
que había visto el mundo con ojos sobrios.
-Yo te habría dado todo lo que pidieras,- dijo Iain. -Podría haber encontrado ayuda
para ti también. ‖
-Yo no quería tu ayuda ‖, dijo Virginia. -Me hubiera sido imposible odiarte.
Necesitaba ese odio. Era lo único que me mantenía con vida ‖.
Un silencio cayó sobre el grupo. Haven oró por fuerza para mantenerse y no
estrangular a la madre de Iain.
-Las cosas han cambiado ahora,- Virginia dijo al fin. -Tú eres el único al que puedo
recurrir. Calum y yo necesitamos tener dinero si queremos sobrevivir.
-¿Por qué debería darte más dinero?- Iain preguntó. -Tu sólo lo gastarías en
whisky. Y Sólo Dios sabe lo que compraría Calum.
-Han pasado dos semanas desde mi última copa-, dijo Virginia. -No espero que
tengas fe en mí, Iain. Yo sé que no puedo salvar nuestra relación, pero tal vez pueda
ayudar a tu hermano.
-¿Qué hay de las Horae?- preguntó Haven. -¿No quieren que te quedes con ellas? ‖
-Mis hermanas y yo hemos elegido irnos por caminos separados. Ahora que el
magos ha sido encarcelado, nos merecemos vivir nuestras propias vidas por un
tiempo. Si la diosa serpiente opta por dejarlo en libertad, nos volveremos a reunir.
Pero a Phoebe nunca se le permitirá liderarnos de nuevo. Vera se ha hecho cargo.
-Asegúrese de que mantiene un ojo en Chandra y Cleo también,- dijo Haven. -Son
casi tan malas como Phoebe.
-Posiblemente,- dijo Virginia. -Pero no las juzgues con demasiada rapidez. Todos
somos capaces de cosas terribles.
-Así me han dicho,- Haven, bromeó.
-¿Te estás refiriendo a nuestra conversación en la villa?- Virginia preguntó. -¿Te
has parado a preguntarte qué hubiera pasado si yo no te hubiera advertido acerca
de ti misma? Te hice un favor, Haven. Deberías darme las gracias.
Iain debió sentir una discusión gestándose. -Haven ,- dijo antes de que ella pudiera
responder, -¿por qué no te adelantas a la habitación mientras le muestro a mi
madre a la puerta? ‖
Haven apretó los dientes y asintió con la cabeza. Se dirigió hacia el ascensor, pero
no subió. Ella miró a la pareja a la vuelta de la esquina. Media hora más tarde,
todavía estaban hablando, pero incluso si hubieran hablado por el resto de la
noche, Haven no habría dejado a Iain solo con su madre.
-¿Enganchada en un poco de espionaje? ‖
Beau y Leah salieron del ascensor. Haven se dio la vuelta para chitarlos, pero no
pudo evitar sonreír al ver al chico recién bañado con el pelo rubio arenoso. Incluso
los moretones decolorándose alrededor de los ojos, no podían arruinar su aspecto.
-Se limpia muy bonito, ¿no es cierto?- Leah bromeó.
-¿Están seguras de que me veo bien?- Beau pregunto. -Los vaqueros de Iain se
sienten un poco estrechos en mí.
-Se ven bastante bien para mí,- dijo Leah.
-Podría ayudar si me dijeran a donde estamos yendo a las dos de la mañana,- dijo
Beau. -Entonces yo sabría si los pantalones ajustados son un atuendo apropiado.
-Vamos a despertar a un amigo nuestro,- dijo Haven. -Justo después de que Iain le
diga adiós a su mamá.
-¿Así que esa es su malvada y vieja mamá?,- Dijo Beau, mirando a escondidas
alrededor de la esquina. -Ya sabes, ese vestido no le está haciendo ningún favor. La
mayoría de las mujeres con una figura como la de ella querrían presumir un poco.
Si yo le hiciera unos ajustes tipo Cruela de Vil, ella sería la villana más caliente de
este lado de Disneylandia.
Un recuerdo revoloteo por la mente de Haven, dejando tras de sí una amplia
sonrisa en su rostro. -Oh, muchacho. Tengo una sorpresa para ti,- le dijo a Beau.
-Guardala para más tarde. Mis reflejos para las sorpresas están muertos en este
momento. De todos modos, parece que Cruela justo acaba de salir para la carretera.
Haven vio a Iain parado solo en el vestíbulo. Le tomó menos de un segundo llegar
al chico y envolverlo en sus brazos. No tuvo necesidad de preguntarle cuál era la
respuesta que le había dado a su madre. Sea cual sea su decisión, Haven sabía que
había sido la correcta.
CAPITULO CUARENTA Y NUEVE
Traducido por Carmen_Lima
―¿Aquí es donde se supone que reside mi supuesta alma gemela? No sé si podría
acostumbrarme a tal lujo," bromeó Beau, pero Haven pudo notar que él estaba
nervioso. Lo cuatro estuvieron de pie en el amplio vestíbulo de la vieja estación de
policía, esperando a que el portero se materializase.
"Sí, sería una verdadera lucha," indicó Leah, contemplando fijamente el techo
dorado. "Él tiene un ático de lujo también".
―¿has visto el apartamento de compañero? Beau le preguntó.
―¿No estabas escuchando detrás de aquel taxi? Soy la diosa serpiente – la que todo
lo sabe, la que todo lo ve."
"Guarda tu pomposidad para las gente que no fue al Jardín de Infancia contigo,"
interrumpió Beau. ¿Qué va a decir el viejo Conde sobre todo esto, de todos modos?
¿El tío D'your sabe que él estaba en la presencia de una diosa?‖
"Él lo sabe ahora. Le llamé la otra noche y le conté todo sobre ella. Él no dejó de
reírse hasta que me colgó el teléfono.‖
"deberías hacer que una de tus serpientes le diera un pequeño mordisco agradable
la próxima vez que sermonee. Eso le enseñará".
Leah frunció el ceño. "No controlo a las serpientes de Earl más que lo que controlo
mis visiones. Sabes que solamente estaba bromeando, ¿verdad?‖
Beau desordenó el cabello de la chica con sus nudillos. "Si, Leah. Yo sé que estabas
bromeando‖.
―¿USTEDES ESTAN AQUÍ para ver a alguien"? El portero apareció sujetando una
taza de café y un burrito recalentado.
Haven dio un paso hacia la recepción. ―Me gustaría ver a Owen Bell. Por favor
dígale que Haven Moore está aquí‖.
―¿Usted dejó su reloj en casa, cariño? Son casi las tres de la mañana. ¿Está usted
segura que el Señor Bell querrá atender visitas "? Estaba claro que Él no estaba con
la Sociedad Ouroboros.
¿"Por qué no le preguntamos? Preguntó Haven, casi lamentando la repentina
pérdida de su estatus VIP.
"De acuerdo," asintió el portero a regañadientes. ―¿cuáles son los nombres de sus
amigos?
"subiré a solas primero‖. Ella miró hacia atrás en Beau. "negocios antes que el
placer".
"Si usted lo dice," replicó el portero. Llamó al apartamento de Owen. Pasó una
eternidad antes de que alguien contestase. "Siento mucho molestarle, Sr. Bell.
Tengo a una Haven Moore aquí para verle. Mmm-hmm. Lo haré". El hombre colgó
el teléfono y señaló el elevador. Vaya, señorita Moore".
"HAVEN". OWEN vestía boxers y una camisa playera. "he estado tratando de llegar
a tu hotel en los últimos dos días. Oí que Calum tuvo algo que ver con la
desaparición de tu amigo. ¿Es por eso que estas aquí? Juro que no estuve
implicado."
"lo sé," dijo Haven. "Encontré a Beau. Él está abajo en estos momentos. Quiere
conocerte."
Owen miró hacia abajo en su ropa. "supongo que debería vestirme, entonces".
"No hay prisa,‖ respondió Haven. "Esperaba pode hablar cuatro palabras contigo
primero. Es sobre la Sociedad Ouroboros."
―¿qué hay que hablar sobre ellos?‖ preguntó Owen, conduciendo a Haven hacia el
área de asiento en medio de la habitación circular. ―Se acabó. ¿Has leído los
periódicos?‖
"Sé lo que sucedió, pero he estado un poco preocupado las últimas veinticuatro
horas. ¿Qué tan malo es?‖
"No podría ponerse peor. Padma Singh destruyó cientos de carreras. Algunos cosas
que estas personas hicieron... ni siquiera puedo imaginármelo. Calum Daniels fue
uno de los peores. Incluso el alcalde. ¿Sabias sobre su pequeño fetiche?‖
Haven negó con la cabeza.
"Yo tampoco. Pero supongo que hubo muchas cosas que convenientemente pasé
por alto. Me siento mal que he tenido que ver algo con Adam Rosier. Tuve que
darme una ducha después leer el Post esta mañana. Imagino que él escapará con
todo. Pero pensar que ayudé..."
"Adam iba a reformar la Sociedad," Haven le dijo a Owen. "Creo que en verdad lo
iba a hacer."
―¿cómo puedes estar tan segura?‖ Owen le preguntó.
"Porque él te contrató. Pero no necesitas preocuparte por Adam más. Él no puede
causar ningún daño donde él está."
―¿dónde está?‖ preguntó Owen.
"Probablemente es mejor si no lo sabes."
"Tienes razón,‖ replicó Owen estando de acuerdo.
Haven se recostó en su silla. "Entonces dices que Padma destruyó cientos de
carreras. Pero deben haber mil miembros en la Sociedad Ouroboros."
"Mil doscientos si incluyera a los niños de Halcyon Hall."
"Entonces sólo un pequeño porcentaje de la gente en el club era corrupto."
"No, todos fuimos corruptos," dijo Owen. "Pero sólo algunos de nosotros fuimos
criminales. La mayoría éramos algo así como Alex Harbridge, intercambiando
puntos para rinoplastias y votos para el Oscar. No obstante, la pobre de Alex
realmente no merece la vergüenza que ella va a sufrir."
―¿Qué quieres decir?‖
"Es una de las cosas que la prensa se enteró del informe de Padma. Hace un
tiempo, Alex dejó a su cuenta disminuir. Fue donde Padma para suplicar ayuda, y
Padma decidió humillarla. Durante casi un año, cada vez que el hijo de un pez
gordo cumplía años, Alex fue el entretenimiento. Le pagaban solo cinco puntos por
fiesta, pero al final consiguió zanjar su deuda."
"Eso no suena también mal," respondió Haven.
"Oh, se pone mejor. Ya sabes qué tan sensible es Alex sobre su peso. Bueno, Padma
hizo que ella se disfrazara de cerdo y sirviera pastelillos a los niños. Adivino que los
invitados nunca descubrieron quien era. Pero Padma mantuvo las fotos de las
fiestas en sus archivos."
"Maldito," replicó Haven, intentando no reírse. "Eso es cruel. Pero su historia
demuestra el punto que voy a hacer‖.
―¿El cuál es?‖
"El disfrazarse de Cerdo sirviendo pastelillos no fue el primer trabajo que le
propuso a Alex. Padma le pidió que le entregara drogas aun miembro de la OS que
se encontraba de vacaciones en Francia. Alex rechazó el trabajo. Ella no me dijo lo
que Padma la hizo hacer en su lugar. Nunca lo hubiera adivinado si no me lo
cuentas. Pero supongo que Alex eligió ser humillada en vez de hacer que algo que
sabia era ilegal."
"Pero aun así ella andaba con Calum."
"Sí, pero tanbien nosotros. Y para que lo sepas, Calum se ha ido también. Él va a
estar tomando unas largas vacaciones."
Owen se recostó y cruzó de brazos. "¿Qué exactamente estás tratando de decirme,
Haven?‖
"Estoy tratando de decirte que la Sociedad Ouroboros no es tan corrupta como todo
el mundo piensa. Pueden haber personas en la organización que fueron engañadas,
pero recuerdo el discurso que escribiste para Milo. Dijiste que los miembros del OS
tuvieron...‗el dinero, el talento, y la capacidad intelectual para cambiar el curso de
historia.‘ Eso es tan cierto como lo fue alguna vez. Con el líder correcto, podrían
hacer mucho bien."
―¿a quién tienes en mente? Espera. Espera un momento. ¿Te refieres a mí?‖
consultó Owen. La sugerencia pareció asustarle. "sabes por qué no puedo decirle sí
a eso, Haven. No puedo ser el centro de atención pública. Tanto como me gustaría
ayudarte, no puedo hacerlo."
"no quiero que lo hagas por mí," replicó Haven. "quiero que los hagas por los niños
de Halcyon Hall."
¿Halcyon Hall?‖ Owen se vio confundido. "pensé que todos fueron pequeños
robots."
―¿quién te dijo eso? ¿Calum?‖
Owen asintió con la cabeza. Haven podía ver que su mensaje comenzaba a calar.
"Fui allá arriba. Espíe algunas clases y hablé con algunos niños. Nunca he estado
más celoso en mi vida. Cuando Beau y yo estábamos en escuela, todo el mundo
sabía que éramos diferentes, y nos hicieron llevar una vida bastante infernal.
Especialmente para Beau. Conoces ese viejo refrán, ―¿lo que no te mata, te
fortalece?‖
"Seguro".
―Pues bien, en el caso de Beau ha sido cierto. Pero la mayoría de la gente no podría
haber sobrevivido los primeros dieciocho años de su vida. Habrían terminado
muertos. O muertos en su interior. No puedo menos que creer que esto es lo que les
podría ocurrir a los niños Adam los reclutó. Observé a este niño allá arriba quién
había creado uno de los vestidos más bellos que he visto alguna vez en mi vida.
Ninguno de los otros estudiantes lo puso en ridículo, lo insultaron o amenazaron
con darle una paliza. Apreciaban su talento. Así que piensa lo que Halcyon Hall
significa para ese niño. Y piensa lo que podría significar que él vea a alguien como
tú a la cabeza de la Sociedad Ouroboros."
"Esa es una responsabilidad muy grande, Haven. Nunca intenté ser el modelo de
alguien."
"Sé, pero considera esto: Si no hay nadie alrededor para inspirar a esos niños a usar
sus talentos y habilidades para mejorar el mundo, podríamos estar a todos a punto
de experimentar un millón de problemas. Dijiste lo mismo sobre Milo, y estabas en
lo correcto. Él es increíblemente peligroso. Y hay personas esperando una
oportunidad de susurrar en su oído. Gente mucho peor que la de Adam. Por eso es
que necesitas estar por ahí. Alguien tiene que guiar a Milo y sus compañeros por el
camino correcto."
"Wow," dijo Owen. ―¿y tú en realidad piensas que soy el que debería hacerse cargo
de SO?‖
"Sin dudarlo, Owen. Creo que lo supe desde el momento en que te conocí. Aun
Adam dijo que eras incorruptible. Únicamente por curiosidad, ¿Cuántos puntos
tienes en tu cuenta en el SO? ¿Tres mil? ¿Cuatro?‖
"Algo así, supongo," respondió Owen con indiferencia.
―¿y cuanto has gastado?‖
"Por Dios, Haven, no esperaba tal publicidad agresiva. ¿Puedo tener algo de tiempo
para pensar en todo esto? ¿Tal vez cuándo lleve puestos pantalones?‖
"Seguro," Haven estuvo de acuerdo. ―¿Por qué continuas y te vistes? Bajaré la
escalera y haré que Beau suba.‖
"ÉL VA a pensar en eso," Haven les dijo a los demás que habían estado esperando
escaleras abajo. "todavía es un poco cauteloso con toda la atención. Pero creo que
conozco a alguien que lo puede convencerlo de que lo hiciera público. ¿Estas listo,
Beau?‖
"Creo que sí," respondió el muchacho.
"Entonces sigue hasta el ultimo piso."
―¿solo?‖ Beau preguntó.
―¿por qué no podemos ir también?‖ se quejó Leah. ―¡he estado esperando esto toda
la noche!‖
"Debido a que Beau va a recordar este día, y cuando lo haga, va a estar contento
que ninguno de nosotros lo observaba desde los lados."
"Ella tiene razón," añadió Iain. "Sin animo de ofender, pero estoy contento que
ninguno de ustedes estuviera por ahí cuando Haven me encontró.‖
Esta segura de todo esto Beau preguntó. "no puedo tomar otra desilusión ahora
mismo".
"no va a estar desilusionado," respondió Haven. "lo prometo."
CAPITULO CINCUENTA
Traducido por NadiaKaren
Corregido por Fangtasiia.
Un correo electrónico había sido enviado a todos los miembros de la sociedad
Ouroboros. No solo a los famosos y distinguidos, a los trabajadores y hombres de
gris también. Una junta hacia sido establecida a las nueve de la mañana el 10 de
marzo. Asistencia no obligatoria.
―¿Crees que todos vendrán?‖ Haven le pregunto a Iain mientras daban un paseo
tomados de la mano por Irving Place. Incluso Leah no iba a asistir. Ella se había
quedado en Nueva York para asegurarse de que sus visiones habían terminado,
pero ya había tenido suficiente con la sociedad Ouroboros le había dicho a Heaven
esa mañana. Ella iría al Bronx Zoo en su lugar.
―No lo sé‖, dijo Iain. ―Algunas de esas personas han tenido un tiempo muy difícil.
Esperemos que Owen aparezca. ¿Hablaste con Beau?‖
―Lo llame, pero el no estaba interesado en hablar. No me puedo imaginar que clase
de cosas escandalosas han estado sucediendo en ese pent-house‖.
―Si, si puedes‖, dijo Iain mientras reía.
―Si, supongo que si. ¡Pero ha pasado una semana! Tu creerías que se han cansado
uno del otro para ahora‖.
―Solo estas celosa porque tienes que compartir a tu mejor amigo con alguien más.
No hay dudas de porque has estado alterada‖.
Haven le dio una mirada dura. La ausencia de Beau no era la única razón por la que
no había estado siendo ella misma. Algo mas estaba molestándola.
―Sabes que tengo razón‖ Iain le dijo. ―También sabes que Owen necesitaba esta
semana para prepararse.‖
―Bueno, esperemos que el sepa que decir hoy,‖ Heaven se quejo, aunque no había
duda en su mente de que el sabría.
Giraron en Gramercy Park South. Haven reviso la hora en su teléfono. Solo eran las
8:55, pero la acera afuera de la Sede de la sociedad Ouroboros estaba llena. Las
puertas del edificio parecían estar cerradas, y la multitud crecía de manera
peligrosa. Mientras Haven e Iain se acercaban, una mujer al margen de la multitud
señalo en su dirección.
―Es él,‖ grito, y cientos de cabezas se giraron al mismo tiempo.
Iain y Haven, los dos se congelaron y checaron sobre sus hombros. Era claro que la
mujer estaba hablando sobre Iain.
―Esto es toda tu culpa,‖ la mujer gruño. ―Tu has destruido la sociedad. Tú y Padma
Singh nos vendieron a la prensa. Ahora todos piensan que somos vendedores de
drogas y prostitutas. Yo escribo libros infantiles. Seré la primera en admitir que he
tenido mucha ayuda de la sociedad, pero nunca le he vendió mi cuerpo a alguien.‖
―Ella tiene razón,‖ un hombre agrego enojado. ―Mi ex–esposa me ha estado
evitando por una semana. Ella esta convencida de que todos en la SO son
pervertidos. Ella le dijo a mis hijos que no me hablaran.‖
La multitud se acercaba cada vez mas a Haven e Iain, negándose a permitir que se
defendieran. De repente una imagen paso por la mente de Haven. El cuadro que
Iain había escondido en su closet en Roma. El que Marta Vega habían enviado
como un regalo para su nueva casa. Mostraba una multitud convergente enojada
con Haven e Iain. ¿Era de este modo como su historia terminaría?
―¡ALTO!‖ La familiar voz sonó muy fuerte, Haven estaba segura de que Owen había
traído un megáfono. Pero sus manos estaban vacías. Todos los ojos sobre el, Owen
le dio un rápido apretón al brazo de Beau, después hizo su camino entre la multitud
en los escalones de la sociedad Ouroboros. Viendo la cara de Owen y sus
compañeros miembros de la sociedad, Haven de repente lo supo. El cuadro de
Marta no precedía un futuro desastre. Era la predicción de un triunfo.
―Soy Owen Bell,‖ el joven anuncio. ―Soy el que sugirió esta reunión el día de hoy‖.
―¡Sabemos quien eres!‖ alguien grito. ―¿Vas a abrir las puertas o que?‖
―No,‖ contesto Owen, y la multitud empezó a murmurar una vez más. ―Muchas
cosas en la sociedad han tenido lugar a puertas cerradas. Desde este punto en
adelante, todos nuestros asuntos serán conducidos abiertamente.‖
―¿Dónde esta Adam?‖ otra persona grito.
―Adam Rosier se ha ido. Estoy asumiendo el mando de la sociedad Ouroboros hasta
que una elección sea programada. Mientras tanto, intento hacer algunos cambios.
Cualquiera que no este de acuerdo con estos cambios, es bienvenido a renunciar a
la SO o postularse en mi contra en la primera elección.‖
―¿De que tipo de cambios estas hablando?‖ La voz estaba más curiosa que enojada.
―Primero, cualquier miembro que este acusado de algún crimen, el o ella serán
expulsados de la sociedad inmediatamente. Segundo, la lista de nuestros miembros
será pública. Y por ultimo, el sistema de puntos de la sociedad serán
completamente abolida. Y desde este momento todas las deudas han sido
canceladas.‖
La multitud reacciono con un silencio impresionante.
―Pero el sistema de puntos nos motivaba a ayudarnos entre si,‖ finalmente dijo un
hombre. ―¿No crees que las buenas obras merecen ser recompensadas?‖
―Hay una recompensa. Algunas personas lo llaman karma,‖ Owen dijo. ―Y como un
plus, tendrán la satisfacción de pertenecer a una organización que es devota de
cambiar el mundo por uno mejor. Eso es lo que nuestro fundador, August
Strickland, intentaba que fuera la sociedad Ouroboros – una fuerza poderosa para
el bien. Puede que nos tome años dejar este escándalo completamente detrás de
nosotros, pero creo que tenemos los recursos para empezar a mejorar la imagen de
la sociedad y la vida de nuestros miembros este mismo día.
―De hecho, las dos personas que estaban a punto de colgar hace unos minutos, han
sido los primeros en tomar acciones. Iain Morrow y Haven Moore han donado 50
millones de dólares a Halcyon Hall. Sin su generosidad, la escuela habría sido
forzada a cerrar al final del mes. Ninguno de ellos ha recibido un solo punto a
cambio.‖
Mientras Iain veía a Owen salvar el día, Beau pasó su musculoso brazo sobre los
hombros de Haven. ―Demonios, tengo un gran gusto en hombres.‖
Owen empezó a tomar preguntas de la multitud. Tenía una respuesta para todo – y
era siempre la correcta. Nadie habría imaginado que el seria un líder renuente.
―Si,‖ Haven contesto. ―Caliente y correcto. Es la mejor combinación.‖
―Gracias,‖ dijo Beau. El la detuvo antes de que pudiera hacer otra broma. ―No, de
verdad, Haven, gracias por esto.‖
―Es lo menos que puedo hacer.‖ Ella contesto.
―Demonios, habría pasado un mes en ese sótano si hubiera sabido que esto me
estaría esperando. Considéranos más que a mano.‖
―No es lo que estoy diciendo. Toda mi vida has estado ahí para mí. Desearía haber
hecho más para merecerlo. Tal vez ahora me estoy acercando.‖
La cara de Beau se arrugo en confusión. ―¿Desearías merecerlo? ¿Estas pensando
en la misma vida? ¿Recuerdas aquella vez que arreglaste mi lonchera de Barbie
después de que me metí en una pelea con esos chicos en cuarto grado? ¿O la vez
que golpeaste a Dewey Jones en la cabeza porque el me pregunto si estaba usando
un brasier? ¿O que tal cuando boicoteaste la clase del Sr. Goodman después de que
el dijo que la homosexualidad era un desorden psicológico?‖
―Bueno si, pero esos eran otro tiempo –―
―¿Otros tiempos? ¿Y que? Tengo noticias para ti, Haven: Nunca has sido perfecta, y
soy la última persona que habría esperado que lo fueras. Pero todo lo que tenia que
hacer era enviarte un mensaje que dijera ‗pan-pan‘ y tu estabas en un avión a
Nueva York en un abrir y cerrar de ojos. ¿Puedes pedirle algo más a una persona?‖
―No me subí en un avión enseguida. Me quede en Florence a tratar de averiguar
más sobre nuestro pasado juntos. Esperaba encontrar una pista que nos llevara a la
persona que te llevo. Y por cierto, se algunas cosas sobre esa vida que
probablemente debería decirte.‖
―Oh, rayos… aquí vamos,‖ murmuro.
―Escucha Beau. Necesitas saber que yo era la persona que te llevo a ti y a Naddo a la
muerte en Florencia. No guarde tu secreto. Le dije a Adam que eras gay. Puede que
les haya dicho a otras personas también. No se quien te mato, pero si se que fue mi
culpa.‖
―No, no lo fue,‖ dijo Beau. ―Fue la pequeña perra, cuya mama trabajaba en nuestra
casa.‖
―¿Qué?‖
―Esa noche en el sótano, tuve una pesadilla. Al menos eso es lo que pensaba hasta
que se lo mencione a Owen, y el me dijo que seguramente era un recuerdo. En el
sueño Naddo y yo estábamos en un establo, preparándonos para dejar el pueblo
cuando varios hombres aparecieron. Nos encontraron besándonos y bueno, las
cosas se pusieron feas desde ahí. Pero recuerdo viendo a una pequeña rubia del
demonio que siempre estaba espiando alrededor de nuestra casa. Ella fue la que
llevo a esos hombres hacia nosotros.‖
―¡Oh por Dios, esa era Phoebe! ¡Ella me engaño para traicionar a Adam también!‖
de repente Haven pudo ver todo con claridad. ―He estado preguntándome como
Phoebe supo exactamente que visión quería tener. La única razón que tenia ella
para llevarme a ese momento era porque ella estaba ahí. Phoebe debe ser la que le
sugirió a Beatrice ir a la casa de Adam el día que sus padres estaban huyendo de la
ciudad. ¡Ella arreglo que Beatrice llegara al mismo tiempo que los cuerpos eran
entregados!‖
―¿Esa chica rubia era Phoebe? Jesús. ¿Ella sigue alrededor, no? ¿Entonces
entiendes que te has estado sintiendo culpable por nada?‖
No, no por nada, Haven pensó.
―¿Haven?‖ Era Alex Harbridge.
Beau parpadeo hacia la joven mujer. ―Santa mierda,‖ el murmuro bajo su aliento.
―Alex,‖ dijo Haven, ―este es mi amigo Beau. El es tu más grande fan.‖
―¿Beau Decker?‖ Alex sonrió. ―¿El Beau Decker? ¿Del que Owen Bell no deja de
hablar?‖ ella le dio a Beau una mirada completa. ―Bueno, ahora se porque. Dejaría
a un grande, y sabroso chico del sur como tu, arrastrarme al mas profundo y oscuro
closet de la tierra.‖
Beau miro sorprendido a Haven. ―¿Acaso Alex Harbridge me llamo chico grande y
sabroso del sur? Este es el mejor día de mi vida.‖
―Y esta por ponerse aun mejor,‖ dijo Haven. ―Alex, esta es la persona que diseño el
vestido que usaste en los Oscars.‖
―¿Qué?‖ grito Beau.
Haven volteo los ojos. ―¿Estaban tan ocupados tu y Owen que no te molestaste en
prender la TV? Alex me pidió que hiciera su vestido. Use tu diseño. Todo lo que
hice fue costurarlo.‖
―¿El verde seductor?‖ pregunto Beau. ―¿El que hice para Barbie? Alex Harbridge
uso eso para los Oscars?‖
―Sip.‖ Confirmo Haven. ―La gento dijo que era el mejor vestido de todo el evento.‖
―Sabes, ese vestido puede ser la única cosa que me ayude a superar todo este
escándalo de magdalenas,‖ Alex dijo. ―Los tabloides han estado publicando fotos de
lado a lado. La foto del antes puede ser horrible, pero el después no pudo haber
sido mejor.‖
―¿Qué es eso del escándalo de magdalenas?‖ pregunto Beau.
―Demonios, Beau. ¿Has dejado de seguir los chismes de las celebridades? ¿Qué te
ha hecho exactamente Owen Bell?‖
Alex rio. ―Bueno, iba a contestarle a Haven, pero ya que eres el verdadero genio
aquí, ¿podrías hacerme algunos vestidos mas?‖
Beau se quedo sin palabras.
Haven lo golpeo en las costillas. ―Di que si, tonto.‖
―¿Qué hay sobre la escuela?‖ pregunto Beau.
―¿Estas tan apurado por volver? La ultima vez que escuche, habías reprobado.‖
―Ow, Jesús, ¿te enteraste de eso?‖ gimió.
EPILOGO
Traducido por Kirara7
Corregido por Fangtasiia.
Haven se dio vuelta y besó al chico que dormía a su lado. La fiesta de despedida
duró hasta altas horas de la noche, y los huéspedes de Frances Whitman solo ahora
comenzaban a levantarse. Había escuchado la puerta de Leah resonar y suaves
pasos dirigiéndose hacia abajo en pasillo. Se deslizó de las sabanas, con cuidado
para no despertar a Ian y siguió a Leah hacia la cocina.
Encontró a Frances vestida en pijamas de franela sirviendo café a la chica, la cual
llevaba un pañuelo de seda y un camisón de encaje de fantasía.
―¡ohhhh sexy ¿Dónde conseguiste eso?‖ Pregunto Heaven riendo.
―Fue un regalo de uno de mis esposos‖ explico Frances ―para otra mujer. El hizo
que la tienda lo enviara aquí por accidente. Lo he guardado como un recuerdo, pero
creo que dejare que Leah lo lleve a casa‖
―¿Cuándo es tu vuelo?‖ le pregunto a Leah.
―al medio día‖ Leah respondió.
―¿Cuándo es el tuyo de nuevo?‖
―no hasta las nueve de la noche‖
―no puedo creer que todos estén dejándome‖ Frances se quejo.
―Beau y Owen se están quedando en Nueva York‖ dijo Heaven.
―Pero ellos dos van a estar tan ocupados‖ dijo Frances ―Voy a tener que encargar un
vestido la próxima vez que quiera ver a Beau‖
―Bueno, siempre eres bienvenida de visitarnos a Ian y a mí en Roma‖
―o pasar por Duke‖ Leah dijo ―sabes, tal vez te haría un gran bien salir de este
apartamento ver unos pocos lugares‖
―¿Por qué? ¿Sabes algo?‖ demandó Frances ―has visto un gran y robusto hombre de
Carolina del Norte en mi futuro‖
―no sé si es de Carolina del Norte‖ dijo Leah masticando una pasta ―pero no es el
tipo del cable, y ese es el único hombre que conocerás sentada aquí‖
―¿qué?‖ Frances chillo ―¿estás bromeando? ¿Hay en realidad un hombre allí afuera
esperando por mi?‖
―tal vez si, tal vez no‖ dijo Leah
―oh vamos‖ declaró ―¿no puedes ser mas especifica? Tú le dijiste a esa mujer de
Harlem que ella haría una fortuna con ese anuncio de neón. Y ella ni siquiera te dio
un hermoso camisón de seda‖
―¿Ramona?‖ Leah pregunto ―eso solo fue algo de una ocasión. No tenía nada que
ver con ver el futuro, solo imagina que un viejo anuncia que dijese EL PECADO
LOS ALCANZARÁ puede que valga un dólar o dos‖
―¡Haven!‖ rogo Frances ―¡as que me diga!‖
―Chicas ustedes tendrán que arreglar esto por su cuenta‖ dijo Haven ―tengo que
irme a vestir, hay un recado que tengo que realizar esta mañana, Leah dame un
abrazo te veré cuando el colegio acabe‖
Las dos chicas se abrazaron.
―Ten cuidado hoy‖ Leah susurro en el oído de Haven.
―No te preocupes‖ Haven le dijo.
Ian se despertó mientras se colocaba sus pantalones vaqueros.
―¿Aun vas a ir?‖ él pregunto.
―si‖ Haven le dijo
―usa tus nuevas botas de nieve‖
―planeo hacerlo‖
―y dame un beso‖
Haven se arrastro a la cama hacia el hermoso chico con una sabana enrollada en su
cintura, ella no necesitaba el regalo de Leah para saber que su futuro le pertenecía,
al menos por una vida ella tenía todo lo que deseaba.
El guardia del cementerio Green-Wood reconoció a Haven y salió de la caseta de
guarda.
―¿Sabes a dónde vas esta ves?‖ él pregunto
―lo sé‖ dijo Haven.
―Los caminos están libre hoy‖ dijo él ―no deberías perderte de nuevo, pero si no has
regresado en más o menos una hora, iré por ti. ¿Trato?‖
―Trato‖ acordó ―se lo agradezco‖
La nieve se derritió por la luz del sol. Su cuerpo se calentaba a medida que
avanzaba, se detuvo y se quito su saco, aun tenía escalofríos, pero el aire
comenzaba a oler a primavera. Cuando alcanzo el pequeño lago, caminó a lo largo
de la orilla, los arboles que rodeaban el lago estaban llenos de aves, cardinales y
arrendajos azules, además de un sin número de pequeñas criaturas con plumas que
Haven no podía identificar. Se detuvo para escucharlos cantar antes de continuar
su destino.
Haven había venido a decirle adiós a Adam, había pasado una semana entera
peleando con la decisión, no tenía sentido para nadie, pero se sentía correcto para
ella, si Adam sacrifico su libertad para salvarla era lo menos que podía hacer.
La entrada al mausoleo brillaba con la luz del sol, las dos figuras encapuchadas al
lado de las puertas ocultaban sus rostros en las sombras. Se asomo bajo la capa de
la mujer y observo su propio rostro, un escalofrió sacudió su cuerpo, pero la luz del
sol calmo sus nervios. Ella saco la llave dorada que Adam le dijo que le diera a las
serpientes doradas, sería enviada a Duke tan pronto como Haven volviera del
cementerio. La puerta era pesada, le costó toda su fuerza abrirla.
―¿Adam?‖ ella llamo en la oscuridad.
No había respuesta, la tumba estaba vacía.
Fin