Refleja. Jugarse.

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Cada uno de nosotros transitamos este camino viviendo experiencias nuevas y creciendo a través de ellas.

Lo ideal es que mediante este aprendizaje seamos cada día mejores seres humanos.

Algunos deseamos algo diferente a lo que aprendimos o hemos conseguido... y luchamos para superarnos.

Otros se conforman con lo que les fue enseñado quedándose con las ganas de vivenciar experiencias que los enriquecerían; ellos

eligen lo que creen es seguro y no arriesgan.Vivir es elegir y jugarse por ello.

La decisión es tuya.

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Si deseamos hacer realidad nuestros sueños debemos generar acciones afines a ellos.

Es fácil desear…todos deseamos algo.

Es común quejarse porque las cosas no pasan.

Y algunas veces nos quedamos en el deseo mismo

…anelhando…

No esperemos conseguir hacer realidad nuestro propósito

sin atrevernos, sin movernos de la cómoda inercia.

En esta ocasión, nos estaremos refiriendo

a las relaciones humanas y del Amor.

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¿Qué cosas estarás generando para que sientas que no te aman

como vos crees que mereces ser amado?

¿Estás parado en el lugar de "dar" amor o sólo vivís esperando ansiosamente recibirlo?

¿Estás dando amor a las personas que te respetan como el ser humano divino que sos o estás mendigando el amor de personas

equivocadas?

Un ejemplo que se repite en las consultas es el reclamo de personas que declaran que no reciben amor.

Si ese está siendo también tu problema, te propongo algunas preguntas

para que te respondas y reflexiones:

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Amigo, si estás dando amor verdadero, desinteresado, no existe posibilidad de reclamo porque la devolución por sí sola te desbordaría...Y a ese amor que estás recibiendo lo entregarías otra vez, sin esperar nada más que la oportunidad de volver a dar.

Esa es la maravilla del Amor Universal, origen y punto de unión de todas las religiones.

Es posible vivir en ese estado de armoníay completud que transformará tu vida.

El Amor jamás es sufrimiento.

Si lo estás pasando mal te ruego revises esa relación.

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Cierta vez, un señor que peina canas, a quien admiro por su profesionalismo y aprecio desde lo profundo de mi corazón, me preguntó conmovido:

- ¿Cómo es posible que mi hijos y nietos me tengan miedo, Marce?. Trabajé con esmero para brindarles una vida confortable; nunca los reprendí ni les levanté la mano; les

pagué los mejores colegios y universidades, y los ayudé a comprarse lo que querían. Siempre estuve y si sigo teniendo fuerzas estaré cuando me necesiten, soy feliz sólo

cuando los veo felices pero siento que nunca alcanza...eso es lo que percibo y ¡los siento tan lejos!.

Sólo le pregunté: - ¿Cuántas veces los abrazó? ¿Alguna vez expresó cuánto los ama? ¿Se animó alguna vez a pedirles ayuda?

El sólo hecho de que este señor se plantee esta duda me da la pauta de que el Universo le está dando hoy otra oportunidad para "jugarse" por los que ama y trascender. La decisión es suya: seguir deseando llenar esa vacío o marcar la diferencia en su

transformación hacia el Amor.

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Tomás era un niñito muy prolijo, tanto que casi, casi no parecía un niñito.

Nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado,

nunca curioseaba demasiado. Estaba siempre limpio y se iba a dormir

cuando los niñitos tenían que irse a dormir. Todos sus juguetes estaban enteros, brillantes y

en el estante correspondiente. Estaba tan preocupado

por conservar todos sus juguetes, que nunca jugaba con ellos.

Tomás era un niñito al que no le inquietaban el vuelo de los pájaros,

ni el funcionamiento de su cuerpo.

Tomás era un joven muy disciplinado. Tanto que casi, casi no parecía un joven. Nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado,

nunca curioseaba demasiado, nunca intervenía demasiado. Estaba siempre prolijamente vestido y era educado con las chicas y respetuoso con los mayores.

Estaba tan preocupado por repetir bien sus lecciones que nunca sabia de que estaba hablando. Tomás era un joven al que no le inquietaba el rotar de las estrellas, ni el bullicio de la sangre.

Va un cuento…

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Tomás era un hombre al que no le inquietaban el destino de la humanidad, ni el significado de sus pesadillas.Tomás era un marido muy metódico. Tanto que casi, casi no parecía un marido.

Nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado, nunca curioseaba demasiado, nunca intervenía demasiado.

Cuando era preciso se disponía a hablar brevemente, escuchar brevemente y proceder brevemente durante el abrazo. Estaba tan preocupado por observar todas las reglas del matrimonio

que nunca se le ocurrió disfrutarlas.

Tomás era un hombre muy ordenado. Tanto que casi, casi no parecía un hombre. Nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado, nunca curioseaba demasiado,

nunca intervenía demasiado, nunca se comprometía demasiado. Estaba siempre del humor justo y trataba cortésmente a las mujeres, a los mayores, a los jefes y a los subordinados. Estaba tan preocupado por cumplir con todos sus deberes que nunca tuvo

tiempo de saber que significaban.

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Tomás era un padre muy riguroso. Tanto que casi, casi no parecía un padre. Nunca preguntaba bastante, nunca pedía bastante, nunca curioseaba bastante,

nunca intervenía bastante, nunca se comprometía demasiado, nunca esperaba demasiado. Tomás era un marido al que no le inquietaban los fantasmas de la felicidad,

ni los demonios de los celos.Estaba siempre dispuesto a juzgar y a ordenar, sin olvidar los buenos modales.

Estaba tan preocupado por ejecutar todas las obligaciones de la paternidad que nunca pudo conocer a sus hijos.

Tomás era un padre al que no le inquietaban las frustraciones de sus sueños, ni la posibilidad de una guerra.

Tomás murió una mañana de verano. Lo enterraron por la tarde. Por la noche comenzaron a olvidarlo.

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El Señor lo observó en silencio, mientras escuchaba el minucioso relato de sus deberes cumplidos.

Después suspiró - el Señor ( Tomás jamás suspiraba) – y dijo: “Cada siete días, cuando orabas prolijamente tus oraciones,

sin olvidar ninguna palabra, yo esperaba. Como esperaron tus padres y tus hijos, tus maestros y tu mujer, tus compañeros y tus ángeles. Esperaba que

preguntaras algo, que pidieras algo, que exigieras algo, que sintieras algo demasiado poderoso para no ser controlado.

Esperaba que te encontraras o te perdieras. Esperaba, como todos esperaron, que me necesitaras. Pero me has dado a mi, regularmente cada

séptimo día, lo mismo que le has dado a la vida: una devoción vacía. Tú eres el único fracaso imperdonable para la creación:

un hombre que no la cuestiona. Vete, Tomás - concluyó el Señor – también Yo quiero olvidarte"

(Cuento de Aida Bortnik. "Tomás, el ortodoxo")

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¡Refleja!Desde el amor y al servicio del Amor,

Marcela Parolin

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haciéndote responsable de tu misión en la tierrao te estás encerrando?

Sos Amor y tu reflejo le está haciendo falta al mundo.¡Empieza hoy mismo a brillar!