Regla Comentada de la Orden Franciscana Seglar - Articulo 1

download Regla Comentada de la Orden Franciscana Seglar - Articulo 1

If you can't read please download the document

description

Artículo 1 de la Regla de la Orden Franciscana Seglar Aprobada por Su Santidad Pablo VI en 1978

Transcript of Regla Comentada de la Orden Franciscana Seglar - Articulo 1

Regla de la Orden Franciscana Seglar Comentada Captulo I La Orden Franciscana Seglar (O.F.S)(1) Artculo 1 Entre las familias espirituales, suscitadas ), la Familia Franciscana comprende a todos , seglares, religiosos y sacerdotes, que se risto, tras las huellas de San Francisco de por el Espritu Santo en la Iglesia (2 aquellos miembros del Pueblo de Dios sienten llamados al seguimiento de C Ass. (3)

En maneras y formas diversas, pero en recproca comunin vital, todos ellos se propo nen hacer presente el carisma del comn Serfico Padre, en la vida y en la misin de l a Iglesia. (4) COMENTARIOS: (1) Originalmente, la ahora Orden Franciscana Seglar (OFS, por sus siglas) recib i el nombre de Hermanos de Penitencia, dado que en el siglo XIII ya existan grupos de seglares que hacan vida de penitencia: la lucha contra la propia voluntad par a hacer la voluntad de Dios. En la actualidad se le conoce tambin como Fraternid ad Seglar Franciscana o Tercera Orden Franciscana. Segn el Cdice de Capistrano, escrito entre 1247 y 1260 se precisa que en 1221 se emiti la primera redaccin de llamado Memoriale propositi o "Memorial" que ha sido considerada la primera regla de la orden de penitencia franciscana y se consider a que es obra del Cardenal Hugolino. El 16 de diciembre de 1221, se hace la primera mencin oficial de los hermanos de penitencia franciscanos a travs de una carta de Su Santidad Honorio III al Obisp o de Rimini, encargndole que les proteja contra las autoridades civiles que prete ndan forzarlos a tomar las armas. Ya desde 1238, Su Santidad Gregorio IX en una carta a la beata Ins de Bohemia se refiere a las tres rdenes fundadas por San Francisco de Ass, citando "la de los h ermanos menores, la de las hermanas reclusas y la de los penitentes". Las biografas de San Francisco de Ass, especificamente La Leyende de los Tres C ompaeros, en su No. 60; y el Annimo de Perusa, en el No. 41, citan la escena del n acimiento de estos hermanos de penitencia, que marca los orgenes de la actual Ord en Franciscana Seglar. Es Su Santidad Nicols IV quien emite la bula Supra montem del 18 de agosto de 12 89 donde se erige la primera regla cannica o bulada de la actual Orden Franciscan a Seglar. El artculo primero de la Regla de la Orden Franciscana Seglar se remite a fundam entar su estructura en tres documentos. Es el 30 de mayo de 1884 cuando aparece la Constitucin Apostlica Misericors De i Filius, de Su Santidad Len XIII y que contiene al nueva Regla de la ahora Orden Franciscana Seglar. Casi 100 aos despuss, a traves del Breve Apostlico Seraphicus Patriarcha, d el 24 de junio de 1978, Su Santidad Paulo VI, aprueba la nueva y actual Regla de la Orden Franciscana Seglar y que contiene un total de 26 artculos divididos en tres captulos y que se refieren especificamente a la misma OFS, a la Forma de Vid a y la Vida en Fraternidad.

(2) El artculo primero de la Regla nos recuerda la Constitucin Dogmtica Lum en Gentium (Luz de las gentes), en su No. 43, al hacer referencia a las familias espirituales, sucitadas por el Espritu Santo en la Iglesia. Este No. 43 se refie re especficamente a la Profesin de los Consejos Evanglicos en la Iglesia. Este artcu lo, textualmente seala lo siguiente: "Los consejos evanglicos, castidad ofrecida a Dios, pobreza y obediencia, como consejos fundados en las palabras y ejemplos del Seor y recomendados por lo s Apstoles, por los padres, doctores y pastores de la Iglesia, son un don divino que la Iglesia recibi del Seor, y que con su gracia se conserva perpetuamente". "La autoridad de la Iglesia, bajo la gua del Espritu Santo, se preocup de interpre tar esos consejos, de regular su prctica y de determinar tambin las formas estable s de vivirlos. De ahi ha resultado que han ido creciendo, a la manera de un rbol que se ramifica esplndido y pujante en el campo del Seor a partir de una semilla p uesta por Dios, formas diverssimas de vida monacal y cenobtica (vida solitaria y v ida en comun) en gran variedad de familias que se desarrollan, ya para ventaja d e sus propios miembros, ya para el bien de todo el Cuerpo de Cristo". "Y es que esas familias ofrecen a sus miembros todas las condiciones para una m ayor estabilidad en su modo de vida, una doctrina experimentada para conseguir l a perfeccin, una comunidad fraterna en la milicia de Cristo y una libertad mejora da por la obediencia, en modo de poder guardar fielmente y cumplir con seguridad su profesin religiosa, avanzando en la vida de la caridad con espiritu gozoso". "Un estado, asi, en la divina y jerarquica constitucion de la Iglesia, no es un estado intermedio entre la condicion del clero y la condicion seglar, sino que de sta y de aqulla se sienten llamados por Dios algunos fieles al goce de un don p articular en la vida de la Iglesia para contribuir, cada uno a su modo, en la mi sion salvifica de sta". (3) Tres Papas, en diferentes momentos y pocas, le han reiterado el recon ocimiento a que nuestra Orden es una Verdadera Orden, como parte que somos de La Familia Franciscana. Citamos a continuacin las referencias que sobre ello hacen los Papas Benedicto XV, Po XII y Juan Pablo II: (Francisco) instituy una verdadera Orden, la de los Terciarios, no vincula da por votos religiosos, como las dos precedentes, sino conformada por la simpli cidad de costumbres y por el espritu de penitencia. De esta manera y felizmente, fue l, el primero en concebir y llevar a la prctica, con la ayuda de Dios, lo que ningn fundador de Orden regular haba imaginado hasta ese momento: hacer que el ten or de vida religiosa fuese comn a todos (Benedicto XV, Encclica Sacra Propediem , n.5, del 6 de enero de 1921). Vosotros sois una Orden: Orden laical, s, una verdadera Orden. Ordo veri nomin is como la llam Nuestro Predecesor de s. m. Benedicto XV (Sacra propediem, 6 de e nero de 1921). No sois, como es obvio, una asamblea de perfectos; pero debis ser una escuela de perfeccin cristiana. Sin esta resuelta voluntad no se puede formar parte de una tan elegida y gloriosa milicia (Pio XII, 1 de julio de 1956, Discurs o a los Terciarios en Roma).

... vosotros sois tambin una Orden , como dijo el Papa (Po XII): Orden laical, s, a verdadera Orden; y, por lo dems, ya Benedicto XV haba hablado de Ordo veri nomini s . Este trmino antiguo podemos decir medieval de Orden no significa otra cosa que v estra estrecha pertenencia a la gran Familia Franciscana. La palabra Orden signifi ca la participacin en la disciplina y en la austeridad propia de aquella espiritu alidad, la cual sin bien en la autonoma propia de vuestra condicin laical y seglar , comporta a menudo sacrificios no menores de aquellos que se experimentan en la vida religiosa y sacerdotal (Juan Pablo II, 14 de junio de 1988, al Captulo gener

al OFS). (4) El final del artculo trae a colacin palabras del Decreto Apostolicam A ctuositatem, del Concilio Vaticano II, Decreto sobre el Apostolado de los Seglar es, en sus nmeros 4 y 8. El No. 4 se refiere especificamente a La Espiritualidad Seglar en orden al apostolado. Dicho nmero cita textualmente: La espiritualidad seglar en orden al apostolado "Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen de todo el apostolado de l a Iglesia, es evidente que la fecundidad del apostolado seglar depende de su uni on vital con Cristo, porque dice el Senor: "El que permanece en mi y yo en l, se d a mucho fruto, porque sin mi nada podis hacer" (Jn 15,4-5). Esta vida de union in tima con Cristo en la Iglesia se nutre de auxilios espirituales, que son comunes a todos los fieles, sobre todo por la participacion activa en la Sagrada Liturg ia, de tal forma los han de utilizar los fieles que, mientras cumplen debidament e las obligaciones del mundo en las circunstancias ordinarias de la vida, no sep aren la union con Cristo de las actividades de su vida, sino que han de crecer e n ella cumpliendo su deber segun la voluntad de Dios". "Es preciso que los seglares avancen en la santidad decididos y animosos por est e camino, esforzandose en superar las dificultades con prudencia y paciencia. Na da en su vida debe ser ajeno a la orientacion espiritual, ni las preocupaciones familiares, ni otros negocios temporales, segun las palabras del Apostol: "Todo cuanto hacis de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Senor Jesus, dan do gracias a Dios Padre por El" (Col 3,17)". "Pero una vida asi exige un ejercicio continuo de fe, esperanza y caridad". "Solamente con la luz de la fe y la meditacion de su palabra divina puede uno co nocer siempre y en todo lugar a Dios, "en quien vivimos, nos movemos y existimos " (Ac 17,28), buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cris to en todos los hombres, sean deudos o extranos, y juzgar rectamente sobre el se ntido y el valor de las cosas materiales en si mismas y en consideracion al fin del hombre". "Los que poseen esta fe viven en la esperanza de la revelacion de los hijos de D ios, acordandose de la cruz y de la resurreccion del Senor". "Escondidos con Cristo en Dios, durante la peregrinacion de esta vida, y libres de la servidumbre de las riquezas, mientras se dirigen a los bienes imperecedero s, se entregan gustosamente y por entero a la expansion del reino de Dios y a in formar y perfeccionar el orden de las cosas temporales con el espiritu cristiano . En medio de las adversidades de este vida hallan la fortaleza de la esperanza, pensando que "los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparacion con la gloria que ha de manifestarse en nosotros" (Rm 8,18)". "Impulsados por la caridad que procede de Dios hacen el bien a todos, pero espec ialmente a los hermanos en la fe (Ga 6,10), despojandose "de toda maldad y de to do engano, de hipocresias, envidias y maledicencias" (1P 2,1), atrayendo de esta forma los hombres a Cristo. Mas la caridad de Dios que "se ha derramado en nues tros corazones por virtud del Espiritu Santo, que nos ha sido dado" (Rm 5,5) hac e a los seglares capaces de expresar realmente en su vida el espiritu de las Bie naventuranzas. Siguiendo a Cristo pobre, ni se abaten por la escasez ni se ensoberbece por la a bundancia de los bienes temporales; imitando a Cristo humilde, no ambicionan la gloria vana (Ga 5,26) sino que procuran agradar a Dios antes que a los hombres, preparados siempre a dejarlo todo por cristo (Lc 14,26), a padecer persecucion p or la justicia (Cf. M 5,10), recordando las palabras del Senor: "Si alguien quie

re venir en pos de mi, niguese a si mismo, tome su cruz y sigame" (Mt 16,24). Cul tivando entre si la amistad cristiana, se ayudan mutuamente en cualquier necesid ad". "La espiritualidad de los laicos debe tomar su nota caracteristica del estado de matrimonio y de familia, de solteria o de viudez, de la condicion de enfermedad , de la actividad profesional y social. No descuiden, pues, el cultivo asiduo de las cualidades y dotes convenientes para ello que se les ha dado y el uso de lo s propios dones recibidos del Espiritu Santo". "Ademas, los laicos que, siguiendo su vocacion, se han inscrito en alguna de las asociaciones o institutos aprobados por la Iglesia, han de esforzarse al mismo tiempo en asimilar fielmente la caracteristica peculiar de la vida espiritual qu e les es propia. Aprecien civico y espiritu s que no tambin como es debido la pericia profesional, el sentimiento familiar y esas virtudes que exigen las costumbres sociales, como la honradez, el de justicia, la sinceridad, la delicadeza, la fortaleza de alma, sin la puede darse verdadera vida cristiana".

"El modelo perfecto de esa vida espiritual y apostolica es la Santisima Virgen M aria, Reina de los Apostoles, la cual, mientras llevaba en este mundo una vida i gual que la de los demas, llena de preocupaciones familiares y de trabajos, esta ba constantemente unida con su Hijo, coopero de un modo singularisimo a la obra del Salvador; mas ahora, asunta el cielo, "cuida con amor maternal de los herman os de su Hijo, que peregrinan todavia y se debaten entre peligros y angustias, h asta que sean conducidos a la patria feliz". Honrenla todos devotisimamente y en comienden su vida y apostolado a su solicitud de Madre". Finalmente, el No. 8 de este mismo Decreto del Concilio Vaticano II sobre el Apo stolado Seglardocumento, que es base del prrafo final del artculo primero de la Re gla, nos hace referencia a La accin caritativa como distintivo del apostolado cri stiano. A continuacin el texto ntegro de esta referencia: La accion caritativa como distintivo del apostolado cristiano 8 Si bien todo el ejercicio del apostolado debe proceder y recibir su fuerza de la caridad, algunas obras, por su propia naturaleza, son aptas para convertirse en expresion viva de la misma caridad, que quiso Cristo Senor fuera prueba de su mision mesianica (Mt 11,4-5). El mandamiento supremo en la ley es amar a Dios de todo corazon y al projimo com o a si mismo (Mt 22,27-40). Ahora bien, Cristo hizo suyo este mandamiento de car idad para con el projimo y lo enriquecio con un nuevo sentido, al querer hacerse El un mismo objeto de la caridad con los hermanos, diciendo: "Cuantas veces hic isteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis" (Mt 25,40) . El, pues, tomando la naturaleza humana, se asocio familiarmente todo el gnero hum ano, con una cierta solidaridad sobrenatural, y constituyo la caridad como disti ntivo de sus discipulos con estas palabras: "En esto conoceran todos que sois mi s discipulos, si tenis caridad unos con otros (Jn 13,35). Como la santa Iglesia en sus principios, reuniendo el agape de la Cena Eucaristi ca, se manifestaba toda unida en torno de Cristo por el vinculo de la caridad, a si en todo tiempo se reconoce siempre por este distintivo de amor, y al paso que se goza con las empresas de otros, reivindica las obras de caridad como deber y derecho suyo, que no puede enajenar. Por lo cual la misericordia para con los necesitados y enfermos, y las llamadas

obras de caridad y de ayuda mutua para aliviar todas las necesidades humanas son consideradas por la Iglesia con un singular honor. Estas actividades y estas obras se han hecho hoy mucho mas urgentes y universale s, porque los medios de comunicacion son mas expeditos, porque se han acortado l as distancias entre los hombre y porque los habitantes de todo el mundo vienen a ser como los miembros de una familia. La accion caritativa puede y debe llegar hoy a todos los hombres y a todas las n ecesidades. Donde haya hombres que carecen de comida y bebida, de vestidos, de h ogar, de medicinas, de trabajo, de instruccion, de los medios necesarios para ll evar una vida verdaderamente humana, que se ven afligidos por las calamidades o por la falta de salud, que sufren en el destierro o en la carcel, alli debe busc arlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con cuidado diligente y a yudarlos con la prestacion de auxilios. Esta obligacion se impone, ante todo, a los hombres y a los pueblos que viven en la prosperidad. Para que este ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparez ca como tal, es necesario que se vea en el projimo la imagen de Dios segun la cu al ha sido creado, y a Cristo Senor a quien en realidad se ofrece lo que se da a l necesitado; se considere como la maxima delicadeza la libertad y dignidad de l a persona que recibe el auxilio; que no se manche la pureza de intencion con nin gun inters de la propia utilidad o por el deseo de dominar; se satisfaga ante tod o a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda de caridad lo que ya se debe por titulo de justicia; se quiten las causas de los males, no solo l os defectos, y se ordene el auxilio de forma que quienes lo reciben se vayan lib erando poco a poco de la dependencia externa y se vayan bastando por si mismos. Aprecien, por consiguiente, en mucho los laicos y ayuden en la medida de sus pos ibilidades las obras de caridad y las organizaciones de asistencia social, sean privadas o publicas, o incluso internacionales, por las que se hace llegar a tod os los hombres y pueblos necesitados un auxilio eficaz, cooperando en esto con t odos los hombres de buena voluntad.