Relaciones de La Vida y Aventuras Del Escudero Marcos de Obregon 1804 Vol 1

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Literatura Española Siglo de Oro

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  • R E L A C I O N E S

    D L A V I D A Y A V E N T U R A ! V"

    DEL ESCUDERO

    M A R C O S D E O B R E G O N :

    ESCRITAS

    POR L MAESTRO VIGENTE ESPINEL.

    Q I A R T A E D I C I N .

    T O M O P R I M E R O .

    , M A D R I D

    SN LA IMPRENTA S S DON MATKO HSPUL'Lj.

    1804.

    Se hallar tn lo. librera de Orea frente de San Luis

  • zn

    P R O L O G O D E L A U T O R .

    Vluchos dias, y algunos meses y anos estuve dudoso si echara en el corro esta pobre escudero, desnudo de partes, y lleno de trabajo?, que la confianza y la desconfianza me hacan una muy travada interior guer-ra. La confianza llena de errores; la descon-fianza encogida de terrores; aquella muy pre-suntuosa, y estotra muy abatida; aquella des-vaneciendo el celebro, y esta desjarretando las fuerzas; y as me determin de poner pot medio la humildad, que no solamente es tan acepta los ojos d Dios, pero los de los mas speros jueces del mundo. Comuni-quis con el Licenciado Tribaldos de T o -ledo , muy gran poeta latino y espaol, doc-to en la lengua griega y latina, y ea las o r -dinarias , hombre de consumada verdad ; y con el Maestro Fr. HortensioTelix Parave-sin, doctsimo en letras divinas y humanas^ muy gran poeta y orador; y alguna parte de ello con el Padre Juan Luis de Cerda, c u -yas letras, virtud y verdad estn muy c o -nocidas y loadas; y con el divino ingenio de

  • IV Lope de V e g a , que como l se rindi su-jetar sus versos mi correccin en su moce-dad , yo en mi vejez me rend pasar por su censura y parecer; con Domingo Ortiz, Se-cretario del Supremo Consejo de Aragn, hombre de excelente ingenio y notable jui-cio ; con Pedro Mantuano , mozo de mu-cha virtud, y versado en mucha leccin de autores graves que me pusieron mas nimo que yo tenia; y no solo me sujet su cen-sura, pero la de todos quantos encontra-ren alguna cosa digna de reprehensin, su-plico me adviertan de ella, que fer humilde en recibirla. El intento mi fu ver si acerta-ra escribir en prosa algo que aprovechase mi repblica, deleytando y enseando, si-guiendo aquel consejo de mi maestro Hora-c i o , porque han salido algunos libros de hombres doctsimos ea letras y opinin, que le abrazan tanto con sola la doctrina, que no dexan lugar donde pueda el ingenio alentar-se y recibir gusto: y otros tan enfrascados en parecerles que deleytan con burlas y cuentos cntremesibles, que despus de haberlos le-d o , revuelto, ahechado, y aun cernido,,son tan ftiles y vanos, que no dexan cosa de substancia ni provecho para el Lector, ni de

    "fama y opinin para sus autores. El Padre Maestro Fonseca escribi divinamente del a-mor de Dios, y con ser materia tan alta, tie-ne muchas cosas donde puede el ingenio es-

  • V pactarse y vagarse con deleyte y gusto, qu ni siempre se' ha de ir con el rigor de la doc-trina , ni siempre se ha de caminar con la o-xedad del entretenimiento: lugar tiene la mo-ralidad para el deleyte, y espacio el deleyte para la doctrina; que la virtud ( mirada cer-ca) tiene grandes gustos para quien la quie-re; y el deleyte y entretenimiento dan mu-cha ocasin para considerar el fin de las cosas.

    En tanto que no tuve determinacin (as por la persecucin de la gota, como por la desconfianza mia) para sacar al teatro pbli-co-mi escudero, un caballero amigo me p i -di unos quadernillos de l , y llegando * la noticia de cierto gentilhombre ( quien y o no conozco) aquella novela de la tumba de San Gines, parecicndole que no haba de sa-lir luz, la cont por suya, diciendo y afir-mando que l le haba sucedido. Que hay algunos espritus tan fuera de la estimacin suya, que se arrojan entretener quien lo oye con lo que se ha de averiguar no sec suyo.

    Si alguno se le asentare bien tratar de personas vivas, y alegar con sugetos conoci-dos y presentes, digo que y o he alcanzado la Monarqua de Espaa tan llena y abun-dante de gallardos espritus en armas y le-tras , que no creo que la Romana los tuvo mayores, y me arrojo decir que ni tantos

  • V I

    ni tan grandes. Y no quiero tratar de las co-sas que los espaoles han hecho en Flandes tan superiores las antiguas, como escribi Luis de Cabrera en su perfecto Prncipe, sino ele ios que nuestros ojos han visto cada da, y nuestras manos han tocado, como los que hi-zo Don Pedro Enriquez, Conde de Fuentes, con tan increble nimo. La toma y saco de .Amiens, que escribi en sus comentarios Don Diego de Villalobos, donde fu valeroso Ca pitan de lanzas y infantera, que con un car-ro de heno, j un costal de nueces, seis C a -pitanes tomaron una ciudad tan grande, pla-taforma y amparo de toda Francia. La fe-licidad y determinacin con que acuden al servicio de su Rey los espaoles, poniendo sus vidas peligro de perderlas, como se vio ahora en lo de la Mamora, que anduvieron nadando toda la noche, no hallando baxel ni tierra donde ampararse, sobrepujando con valor su fortuna, cosas que no se vieron en la monarqua romana. Qu autores anti-guos excedieron los que ha engendrado Es-paa en los pocos aos que ha estado libre de guerras? qu oradores fueron mayores que Don Fernando Carrillo, Don Francisco de la Cueva, el Licenciado Berrio, y otros que con excelentsimos y levantados conceptos

    ?>ersuaden la verdad de sus partes? De no eer les autores muertos, ni advertir en los vivos los secretos que llevan encerrados en lo

  • qU8 profesan, nace no darles el aplanso que merecen; que no es sola la corteza la que sg debe mirar, sino pasar coa los ojos de la con sideracin mas adentro. Ni por ser los auto res mas antiguos son mejores, ni por ser mas molernos son de menos provecho y estima- cion. Quien se contenta con sola la corteza, no saca fruto del trabajo del autor; mas quien lo advierte con los ojos del alma, saca mila groso fruto.

    Dos estudiantes iban Salamanca desde Antequera, uno muy descuidado, otro muy curioso . uno muy enemigo de trabajar y sa-ber , y otro muy vigilante escudriador de la lengua latina; y aunque muy diferentes ea todas las cosas, en una eran iguales, que am-bos eran pobres. Caminando una tarde del verano por aquellos llanos y vegas, perecien-do de sed, llegaron un pozo, donde ha-biendo refrescado, vieron una pequea pie-dra , escrita en letras gticas ya medio borra-das por la antigedad , y por los pies de la bestia?, que pasaban y beban, que decian dos veces: conditur unto, conditur uni. El qua sabia poco,, dixo: para qu esculpi dos ve-ces una cosa este borracho? (que es de igno-rantes ser arrojadizos). El otro call, quen se content.con la corteza, y dixo: cansado estoy, y temo la sed; no quiero cansarme mas esta tarde. Pues quedaos como poltrn, dixa 1 otro. Quedse, y habiendo visto las letras.

  • V I I despus de haber lirnpiado la piedra, y des-cortezado el entendimiento, dixo: uni, quie-re decir unin, y uni, quiere decir perla preciossima: quiero ver qu secreto hay aqu, y apalancando lo mejor que pudo, alz la piedra, donde hall la unin del amor de los dos enamorados de Antequera, y en el cue-llo de ella una perla mas gruesa que una nuez, con un collar que le vali 4 escudos: "tor-n poner la piedra y ech por otro camino.

    Algo prolixo, pero importante es el cuen-to para que sepan cmo se han de leer los autores, porque ni los tiempos son unos, ni las edades estn firmes. Y o querra en lo que he escrito que nadie se contentase con leer la corteza, porque no hay en todo mi escu-dero hoja que no lleve objeto particular, fue-ra de lo que suena. Y no solamente ahora lo hago, sino por inclinacin natural en los der-ramamientos de la juventud lo hice en bur-las y veras; edad que me pesa en el alma que haya pasado por m, y plegu Dios que lleguen ios arrepentimientos las culpas.

  • E L E D I T O R ;

    JLa lengua castellana", que manejarla por los delicados escritores del siglo de Carlos V y Felipe II > adquiri aquella magestad, riqueza y elegancia que la hi-cieron casi universal en Europa, ha l lega-do corromperse en nuestros tiempos un punto lastimoso. Ta l ha sido el preciso resultado de la decadencia de nuestra lite-ratura en los reynados sucesivos, mien-tras que las dems naciones hacan los mas rpidos progresos en las ciencias exactas y en la filosofa. Mas sin entrar en el exa-men de las causas que han operado este atraso, citaremos solo, las que pertenecen nuestro objeto,

    A principios del siglo pasado los ju i -ciosos espaoles que trataron de resucitar las buenas letras, y el estudio de las cien-c ias , conociendo la necesidad de recurrir

  • X las otras naciones, y particularmente la francesa, cuya situacin , relaciones po-lticas, y mayores adelantamientos en la ilustracin merecan una justa preferencia, tuvieron que valerse de las traducciones. Pero esta necesidad despus se ha con-vertido en inania por todo lo escrito en aquel idioma sin distincin. Desde enton-ce* na tomado nuestra lengua un aspecto mestizo en manos de la paga de malos traductores que la han infestado, engre-dos por el lucroso fruto de sus ruines t a -reas ; quienes por ignorar el carcter d i s -tinto de ambos idiomas no menos que los recursos del castellano y su prodigiosa fe-cundidad , han desfigurado el lenguage, adoptando sin crtica una multitud de fra-ses y palabras francesas, y dando nues-tros periodos un corte enteramente nueva impropio -A genio de la lengua.

    Pero de todos los traductores, los que mas han contribuido la depravacin del habla castellana, son sin duda alguna los traductores de novelas, por ser las que mas generalmente se leen. L a lectura de las novelas francesas, cuyo furor ha ido creciendo de dia en da, y que ni las c ien-

  • eias naturales, ni la filosofa del siglo han podido desterrar, parece que ha tomado un nuevo vigor de algn tiempo esta parte, pues nos hallamos inundados de es-ta clase de obras traducidas, que siendo por lo comn frivolas, sin inters ni v a -riedad, al paso que inspiran la molicie y los deleytes con doctrinas perniciosas, e-nervan el corazn de la juventud, alha-gando las pasiones que le dominan.

    Este enorme abuso que envilece nuestra literatura y a la nacin, exige que los hombres quienes interesa el honor de su pas, procuren, si no corregirlo del todo, lo menos disminuir su inuxo. Qu remedio tanto dao? N o hay otro por ahora que revivir nuestros autores clsi-cos , reimprimir sus obras, y dar cono-cer algunas injustamente olvidadas. Y ya que se quiera leer novelas, busquemos las de nuestros antiguos escritores, que a u n -que no en todas se encuentre gran fondo deenseanza, presentan por lo menos m u -cha invencin y entretenimiento, belleza y elegancia en sus pinturas, un lenguage puro y castizo, y muchas reflexiones mora-es 3 sin las pomposas expresiones de una

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    metafsica alambicada, y sin Tas exagera-ciones de la vana filosofa, propia solo p;i. ra declamar que tanto seduce en las e x -trangeras.

    Estas consideraciones nos han supert-. . . .

    do la idea de reimprimir las Relaciones de la vida del escudero Marcos de O b r e -g o n , obra generalmente poco conocida de nuestro clebre poeta Vicente Espinel.

    Rene este libro en mi concepto las circunstancias del precepto de Horacio, que es mezclar dulzura con utilidad, y a-dems de contener graves sentencias de la mejor doctrina, expresadas coa gracia y elegancia, y con aquella pureza de len-guage y castidad de conceptos, que l m i s -mo recomienda, es un dechado de la v i -da humana para todas las situaciones era que podamos hallarnos, con exetnplos cu-riosos de sus propios sucesos , y de sus contemporneos.

    Tiene ademas este escrito un nteres de curiosidad para los amantes de nuestra l iteratura, y de las glorias de la nacin. Nadie ignora la reputacin que justa menta-se ha adquirido en Europa la historia de G i l Blas de Santularia, y los esfuerzos que

  • XIII ha hecho el erudito espaol que nos la ha querido restituir para probar, sino el robo rotal del escritor francs que pasa por su autor, lo menos su plagio. Pero exten-dindose mucho en varias pruebas de su asercin, ha descuidado otras que, al paso que corroboran las suvas, parece indican que si no fu realmente el Maestro Espi-nel autor de esta ingeniosa novela, lo menos se form en gran parte por la de nuestro Escudero. En esta se ven casi t o -dos los pasages que el autor de Gi l Blas ha redactado j copiando su introduccin, del prlogo de Espinel; haciendo contar al barbero Diego de la Fuente su aventu-ra con la mger del mdico, en la que ci-ta al mismo Marcos de Obregon; introdu-ciendo otras enteras, como son la de a posada de Peatlor, la del arriero en C a -cabelos, la del cautiverio en la isla en la Cabrera, la de la seora" C a m i l a , la del remedo de los maidos de un gato , la de la mona del Conde Galiauo , como c a -si todas las dems, componiendo finalmen-te una sola aventura de muchas del O b r e -gon , dividiendo en muchas una de este Escudero. Es de notar que escribi

  • X I V

    Espinel su obra muchos aos antes que el francs viniese Espaa, y que las rela-ciones de Marcos de Obregon anduvieron manuscritas mucho antes de imprimirse en poder de varios curiosos que se Jas a-tribuyron, como atestigua el mismo Es-pinel en su prlogo; de lo qual se deduce pudo muy bien alterarse el manuscrito; y que habiendo caido en manos de un hbil redactor de novelas, lo refundi de nuevo, dndole otra forma y trage para presen-tarle de este modo como parto de su i n -genio. Estando Mr. Le-Sage tan familia-rizado con nuestros libros, y tan apasio-nado de nuestras novelas, es de pensar no formara un grande escrpulo, como nun-ca lo han hecho los franceses, de enrique-cer su literatura con lo bueno nuestro, sin tomarse la molestia de citarnos.

    Mas sase de esto lo que se quiera, otra de las recomendaciones que tiene esta obra de Espinel que publicamos, es que parece quiso escribir los principales suce-sos de su vida, disfrazndolos baxo e! v e -lo de la alegora: no hay hombre, dice Espine!, de cuya vida no pueda escribir-se una novelaj as escogi para materia

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    de su libro sus propias aventuras, entre-tegindolas oportunamente con otros s u -cesos raros y curiosos, 'y con sentencias graves y reflexiones juicio-as, sm incurrir por esto en el detecto de pesadez y fasti-dio que se nota en otros novelistas de su tiempo. Dexindono estas noticias de su v i d a , desahog acaso sus pesares comuni-cndolos sus lectores, sin la impertinen-te presuncin de algunos escritores mas modernos que nos cuentan sus memorias con el mas insoportable orgul lo , suponien-do que quanto han delirado, y quanto han hecho, aun las cosas mas minuciosas, m e -recen la atencin de su siglo y de la p o s -teridad.

    Naci Vicente Espinel en Ronda en 15 51: estudi en Salamanca, de donde sali para seguir la carrera de las armas: despus de muchos y extraos sucesos en ella, como se vern por estas relacio-nes, en Italia y en Flandes, volvi su patria, donde sirvi una capellana Real de aquel Hospital; y sirviendo otra en Santa Catalina de los Donados en Madrid, muri en esta Corte de mas de 90 aos. Pero ao siendo nuestro objeto dar cuenta

  • x v de la vida de este esclarecido escritor del siglo de las letras en Espaa, euya c o r -reccin y censura sujetaba sus versos L o -pe de V e g a , quien Cervantes llama el mejor amigo de A p o l o , y quien todos sus contemporneos veneraban por uno de los mayores ingenios de su t iempo; y la posteridad coloca entre los que mas lustre lian dado la poesa castellana, reserva-mos aquella noticia, y el examen de sus rimas para quando las reimprimamos} pues el presentar al Pbico su Marcos de Obre-gon es solo para restablecer' las ventajas de la lengua castellana, y las de este g -nero de la literatura espaola.

  • R E L A C I N P R I M E R A

    D E I A : V I D A D E L E S C U D E R O

    M A R C O S D E O B R E G N .

    Eiste: largo discfso de mi v i d a , breve relacioa de mis trabajos, que para instruccin de la juventud, y no para aprobacin de mi vejez, 'he propuesto m a -nifestar los ojos del mi id , aunque el principal blanco que va inclinado es al i-gerar por algn espacio, con alivio y g u s -t o , la carga que (con justos intentos) opri-me los hombros de V . S . I . , lleva tambin encerrado algn secreto, no de poca subs-tancia para el propsito que siempre he tenido, y tengo., de mostrar eri mis infor-tunios y adversidades quanto importa los scuderosipobres, poco hacendados^, saber romper por las dificultades del rim*1

    d o , y oponer el pecho ios peligros^e^lA) tiempo y la fortuna, para c o n s e r V a n ^ ^ r i ^ honra y reputacin un don tan p r e c m s o - ^ como el de la v i d a , que nos concedi^fi*s

    TOMO I. A

  • % divina Magestad para fendirle gracias y admirarnos, contemplando y alabando "es* te orden maravilloso de cielos y e lemen-tos, los cursos ciertos innumerables de las estrellas, la generacin y produccin de las cosas, para venir en verdadero conoci miento del universal Fabricador de todas ellas. Y aunque me coge este intento en. los postreros tercios de la v i d a , como hombre que por viejo y cansado se le hizo merced, de darle una plaza tan honrada, como la de santa Catalina de los Donados de esta Real villa de Madrid (donde paslo mejor que puedo ) , en ios. intervalos que la gota me concediere, ir prosiguiendo mi discurso, guardando siempre brevedad y honestidad: qu en lo primero cumplir-r con mi condicin y inclinacin natural^ y en lo segundo con la obligacin que tie-nen todos aquellos quien. Dios hizo mer* ced de recibir el agua del bautismo, R e l i -gion que tanta limpieza j honestidad y pureza ha profesado, profesa, y profesa-r desde su principio y m e d i o , hasta el ltimo fin de esta mquina elemental. Y con el ayuda de Dios procurar que el es-tilo sea tan acomodado ios gustos gene-

  • ta les , y tan poco cansado los particula-r e s , que ni se dexe por pesado, ni se con-dene por ridculo. Y as en quanto mis fuerzas bastaren proceder deleytando a l lector, juntamente con ensenarle, imitan-do en esto la prvida naturaleza, que antes que produzca el fruto que cria para mantenimiento y conservacin del indivi-d u o , muestra un verde apacible la vista, y luego una flor que la regala el o l fato: y al fruto le da c o l o r , o l o r , y sabor , para aficionar al gusto que se c o m a , y tome de l aquel sustento que le alienta y recrea, para la duracin y perpetuidad de su espe-cie. O har como los grandes mdicos^ que no l u e g o que llegan al enfermo le mar-tirizan con la violencia del ruibarbo, ni con otras medicinas arrebatadas, sino pri-mero disponen el humor con la blandura y suavidad de los xarabes, para despus aplicar la p u r g a , que ha de dexar el su geto limpio y libre de la corrupcin que le aquejaba. Y si bien son muy trilladas estas comparaciones d los mdicos , y las medicinas pueden traerse muy bien entre manbs, por ser fciles inteligibles-, y mas. y o , que por la excelente gracia que

    A 2

  • 4 tengo de curar por ensalmos puedo usas de ellos como uso del oficio con tanta aprobacin y opinin de todo el pueblo, que me ha valido tanto el buen puesto en que estoy junto con traer unas cuentas, m u y gruesas, unos guantes de nutria, y unos antojos que parecen mas de caballo que de hombre, y otras cosas que autori-zan mi persona, que estoy tan acreditado, que toda la gente ordinaria de esta Corte , y de los pueblos circunvecinos acuden m con criaturas enfermas de mal de ojo, eon doncellas opiladas, con heridas, de cabeza, y de otras partes del cuerpo, y con otras mil enfermedades, con deseo de cobrar salud; pero curo con tal dulzura, suavidad y ventura, q u e d e quantos v ie -nen mis manos no se mueren mas de la m i t a d , que es en lo que estriba mi buena opinin: porque estos no hablan palabra, y Jos que sanan dicen mil alabanzas de m , aunque quedan perdigados parala.re* ca da , que todos vuelan sin remedio. Mas-a gente que mas bendiciones me echa es la que curo de la viste corporal , porque como todos la mayor parte son pobres y necesitados, con la fuerza de cierta con-

  • feccio que yo s hacer de atut a , y c a r -denillo y otros simples, y con la gracia de mis manos, cinco seis veces que vienen ellas los dexo con oficio , con que ganan la vida muy honradamente, alabando Dios y sus Santos con m u -chas oraciones devotas, que aprenden sia poderlas leer.

    DESCANSO PRIMERO.

    Estando pocos das ha con los ojos a l - . tos y humildes al c ie lo, el rostro sereno y g r a v e , las manos sobre un muy blanco lenzuelo e n los oidos del enfermo, y p r o -nunciando con mucho silencio las p a l a -bras del ensalmo, pas cierto cortesano, y dixo : no puedo sufrir los embelecos de estos embusteros: y o ca l l , y prosegu con rt i acostumbrada compostura la m e d i c i -nal oracin, y en acabndola me dixo mi compaero: no oistes como os llam aquel gentil hombre de embustero? E l no habl c o n m i g o , dixe y o , y de lo que tai ' no.se me dice derechamente no tengo obligacin de responder, ni hacer caso; y deseo persuadir esto los que por la poca

  • 6 experiencia, por la condicin alterada y presta que naturalmente tienen, se dan por sentidos de las ignorantes libertades de quin no tiene atrevimiento para d e -cirlas descubiertamente,, que ni llevan or-den de a g r a v i o , ni arguyen n i m o , ni valor en quien las d ice : ella es ignorancia g r a n d e , introducida de gente que trae siempre la honra y la vida en las manos: que no tengo yo de persuadirme que pues no me hablan libremente me ofen-d e n , aunque tengan intencin de hacerlo: que los tiros que estos hacen son como los de una escopeta cargada de plvora y v a -ca de bala , que con el ruido espantan la c a z a , y no hacen otra cosa. L o s agravios no se han de recibir si no van muy descu-biertos , y aun de esto se ha de .quitar quanto fuere posible, desapasionndose, y haciendo reflexin en si lo son n o , c o -m o discretsimamente lo hizo Don G a -briel Z a p a t a , gran caballero y cortesano, y de excelentsimo gusto , que envindole un villete de desafio las seis de la maa-na cierto caballero con quien habia t e n i -do palabras la noche antes, y habindole despertado sus criados por parecerles ne~

  • gocio grave, en leyendo el villete dixo a que ie traia: decidle vuestro amo qu digo yo que para cosas que me importan de mucho gusto no me suelo levantar has-ta las doce del d i a , \ que por qu quiere que para matarme me levante tan de m a -ana? Y volvindose del otro lado se t o r -n dormir; y aunque despus cumpli con su obligacin, como tan gran caballe-ro , se tuvo aquella respuesta por muy dis-creta.

    D o n Fernando de T o l e d o , el tio ( que por discretsimas travesuras que hizo le llamaron el picaro ) , viniendo de Flandes, donde habia sido valeroso soldado y Maes-tro de C a m p o , desembarcndose de una salva en Barcelona, muy cercado de C a p i -tanes, dixo uno de dos picaros que esta-ban en la p l a y a , en voz que l lo pudiese oir : este es D o n Fernando el picaro. D i x o D o n Fernando, volviendo l : en qu lo echaste de ver? Respondi el picaro: hasta aqu en que lo oa decir , y ahora en que no os habis corrido de ello. D i x o D o n Fernando muerto de risa: harta hon-ra me haces , pues me tienes por cabeza de tan honrada profesin como la tuya.

  • 8

    A s que aun de aquellas injurias que dere-chamente vienen ofendernos, habernos d e procurar por los mismos filos hacer triaca del veneno , gusto del disgusto, do naire de la pesadumbre, y risa de la ofen-sa. Que pues procura un hombre entender por donde camina una espada, los c r c u -los y medios, la fortaleza y flaqueza, la ofensa y la defensa, y lo exercita coa grandsima perseverancia hasta hacerse m u y diestro para que no le maten h i e -r a n , por qu no se exercitar en lo que es-torba venir tan miserable estado, que es la paciencia? Que puesta la clera en s u , p u n t o , y vistas dos espadas desnudas, una con otra han de herir , huir; cosa que por tan infame se ha tenido siempre en todas las naciones del mundo: y si con mucho menos trabajo y exercicio se puede hacer un hombre diestro en; la paciencia, que es quien refrena los mpetus bestiales de la clera, la potencia de los poderosos, la braveza de los valientes, .la descortesa de los soberbios ignorantes, y ataja otros mil inconvenientes, por qu no se procu-rar esto por.no llegar lo otro? En Italia dicen que la paciencia es manjar de p o l -

  • tpones. Mas esto se entiende de una p a -ciencia viciosa, que el que la profesa por comer , beber y holgar, sufre cosas indig-nas de imaginar entre hombres. Aqu se trata de la paciencia que acicala y afina las virtudes, y la que asegura la v i d a , la quietud del nimo, y la paz del cuerpo; y la que ensea que no se tenga por inju-ria la que no lo es ni lleva modo de p o -derse estimar por t a l : que en -solo el uso de sta divina virtud se aprende cmo se han de rechazar los agravios paliados, cmo se han de resistir los descubiertos, qu caso se debe hacer de los que se dicen en a u -sencia , que es otro yerro notable que a n -da derramado entre la gente que ni sabe sufr ir , ni lo quiere aprender, que as se ofenden de un agravio encaado por a r -caduces, como de una cuchillada en e rostro, como si hubiese alguno en el mun-do (por justo que sea) que tenga las a u -sencias sin alguna calumnia. Y porque la materia de suyo es algo pesada, quiero aligerarla con decir lo que rae pas sir-viendo al mas desazonado colrico del mundo: porque tras de muchos infortu-nios que toda mi vida he sufrido, me vine

  • 10 hallar desacomodado al cabo de m i ve j e z ; de manera $ que porque no me p r e n -diesen por vagamundo, hube de neo* mendarme un amigo m o , Cantor de la Capilla del Obispo (que estos todo lo c o -n o c e n , sino es s propios) y l me a c o -mod por escudero y ayo de un mdico y su m u g e r , tan semejante el uno al otro en la vanidad de valenta y hermosura, que no les qued que repartir en los v e c i -n o s , con los quales me pasaron lances har-to dignos de saberse.

    DESCANSO SEGUNDO.

    Llambase el Doctor Sagredo, h o m -bre m o z o , de muy gentil disposicin, a l -g o loquaz, y aun l o c o , mas colrico y f -cil de enojarse que gozque de panadero presuntuoso, y estimador de su persona,y (para que no se echasen perder dos c a -sas , sino una) casado con una muger de su misma condicin, m o z a , y muy h e r -mosa , alta de cuerpo, cogida de cintura, delgada y no flaca, derecha de espaldas, e lmovimiento con mucho donaire, ojos negros y grandes, pestaa l a r g a , cabello castao, que tiraba un poco rubio, bro-

  • II a, y no m u y poco soberbia, vana y pre-suntuosa. L levme su casa el buen Doc-tor , y lo primero que encontr fu una mua muy flaca en una caballeriza, tan ajustada con e l l a , que si tuviera alas no pudiera caber dentro. Subimos una escale-rilla , y represnteseme luego la sala don-de estaba la seora Doa Mergelina de A y b a r , que as se l lamaba, quien y o mir de muy buena g a n a , que aunque vie-j o incapaz de semejantes apetitos, por r a -zn y por edad, la mir como hermosa, que todos ojos es la hermosura a g r a d a -ble. Dixo el D o c t o r : veis aqu quien ha-bis de servir, que es mi muger. Y o le d i -x e : por cierto bien merece tan gentil d a -m a tal galn. Ella respondi, como mu-ger hermosa ingnorante, por mejor d e -c i r , pregunt; quin os mete vos en eso? Seora, d i x e . y o , advierta vmd. que quando la llam gentil no quise decir que no era christiana, sino que tenia muy gen-til talle y cuerpo. Que bien os entend , di-x o e l la , sino que no quiero que nadie se me atreva decirme requiebros. Es la hon-=. ra del mundo, dixo el D o c t o r , servidla con gusto y cuidado, que y o os lo p a g a -

  • r tttay bien. Mir la casa muy de espaci (aunque se podia ver muy de presto) porque no vi en toda ella sino es un espejo muy grande en un poyo muy pequeo de una ventana, y unas redomillas que lo a c o m -paaban, con un cofrecillo pequeuelo: y mirando un r i n c n , vi un montante, con ciertas espadas de esgr ima, dagas, y espadas blancas, una rodela, y broquel. Dxome el Doctor: qu os parece de mi recamara? Miradla b i e n , que en Alcal era temida aquella espada. N o m i r a b a , d -xe y o , sino donde estaban los l ibros, que soy aficionado ellos. Estos son, dixo, mis. Galenos y mis Avicenas , que por la negra y la blanca nadie me igual en A l c a l , y que no se mene contra m hombre de no-che que no fuese lastimado de mis manos. L u e g o v m d . , dixe y o , mas aprendi m a -tar.que sanar. Y o aprend, respondi l, lo que los dems mdicos; y por haber po-co que vine de mis estudios no me he r e -parado de l ibros, que bien parecen en los profesores de las facultades tener cada uno los de la suya. Pero dexemos eso, y llevad vuestra ama M i s a , que es ya tarde. Psose su manto mi seora Doa Merge-

  • T * 3

    lina, y llvela, acompela hasta S. A n -d r s , que vivian en la Morera vieja, y en el camino (como es costumbre) muchos de los que la topaban le decan alguna cosa de su buen talle y rostro: lo qual ella responda tan aceleradamente que t o -dos iban disgustados de sus respuestas. Y o

    le decia : m i r e , seora, que ya que no res-ponda bien , lo menos tiene obligacin' de callar como muger principal , que en el silencio no puede haber que notar. N o soy y o muger (decia ella) quien nadie ha de perder el respeto. Si alguno le decia que era muy hermosa , ella le decia: y l hermoso majadero. Dxole un dia un m o z a l v i l l o , no de mal talle: as se me tornen las pulgas en la cama; al qual muy de propsito respondi: debe dormir en alguna zahrda de lechon. Era tan des-corts y sacudida , que todos lo iban de sus respuestas,.y ella lo quedaba de mis reprehensiones. A cierto Clrigo de San A n d r s , pequeo de cuerpo y grande de nimo, conocido m i , que yendo muy p u -lido con una sobrepelliz muy blanca, por-que le dixo que no se saliese de casa hacer el oficio de la muerte , le replic:

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    tambin habla el escarabajo hinchado $ q4 con aquel sacudimiento tenia mucho do-* naire y gusto en qualqiera materia. Y o (entre muchas veces que la reprehend su vanidad) me arroj una decirle todo lo que me parec i , que aunque ella estaba con-fiada en su buen parecer, quise ver si p o -da enmendarla con el m i , y le dixe: vuesamerced usa de su hermosura lo peor del mundo;} porque pudiendo ser querida y loada de quantos andan en l , quiere ser aborrecida de todos: quien dice h e r -mosura , dice apacibi l idad, dulzura , sua-vidad de condicin y trato, y mezclndo-la con soberbia y desapacibilidad , se v i e -ne convertir en odio lo que habia de ser a m o r : que un don tan excelente c o -m o la hermosura, concedido por merced de D i o s , es razn que tenga alguna c o r -respondencia con el nimo, que sino parece lo uno lo o tro , arguye mal entendimien-to , poco agradecimiento la merced que Dios hace quien lo da. Hermosura con mala condicin, es una fuente clarsima que tiene por guarda una v v o r a , y es so-brescrito y carta de recomendacin, que en abrindola tiene un demonio dentro. H a y

  • 1? etl el mundo quien quiera ser aborrecido ? $Hay quien quiera ser estimado en poco? N o por cierto. Pues quien tiene consigo porque le amen y estimen, por qu quiere que le aborrezcan y menosprecien? Es por fuerza que la hermosura ha de estar a c o m -paada con vanidad, desdorada con i g -norancia , y conservada con locura? Por qu quando se mira vmd. al espejo no pro-cura que lo interior se parezca lo e x t e -terior? Pues advirtale que suele el t i e m -po (y aun-Dios) castigar de manera las v a -nidades, que los montes se a l lanan, y las torres vienen al suelo. Quntas h e r m o -suras se han visto y ven cada dia en esta mquina exemplo del mundo rendidas mil desdichas y calamidades, por f a l -tarles el gobierno y cordura ? Que aunque la hermosura (el tiempo que dura) es que-rida y. estimada , en marchitndose no le queda otra prenda sino lasque grange, y el crdito y amistades que fuerza de buen trmino conquist, qando estaba en su fuerza y vigor. Y es el mundo de tan baxa condicin , que nadie caricia por lo que t u v o , sino por lo que tiene, f Q u hermosura se ha visto que no se estrague

  • i6 con el tiempo? Q u vanidad que no v e n -ga dar en mil baxos? Qu estimacin; propia que no padezca mil bazares ? C i e r -t o , que fuera bien que como hay para las mugeres maestros de danzar y baylar, los hubiese tambin de desengao, y que como se ensea el movimiento del cuerpo? se ensease la constancia del nimo. Y o d i g o , y aun aconsejo vuesamerced, lo que como hombre de experiencia me p a -rece que es . razn, y lleva camino. Mire: no la castigue su presuncin, y demasiada estimacin de su persona. Estas y otras muchas cosas le dixe , y deca cada diaj pero ella se estubo siempre en sus trece, y quien no admite consejo para escarmentar en cabeza a g e n a , , serle forzoso escar-mentar en la s u y a , , por seguir las inc l i -naciones propias, como sucedi la seo-ra DoaMergelina, teniendo las suyas por l e y , y al tiempo por verdugo, dellas., desta manera

    Venia casi, todas las soches visitar-' me im mozito barbero,conocido m i , que tenia bonita voz y garganta: traa consigo-una guitarra con que sentad,0,al umbral d e la p u e r t a , cantaba algunas tonadillas,

  • qu yo llevaba un mal con trabaj; pero bien concertado (que no hay dos voces que si entonan y cantan verdad, no p a -rezcan bien), de manera, que con el con-cierto y la voz del m o z o , que era razo-nable , juntbamos la vecindad oir nues-tra armona. E l mozuelo taia siempre la guitarra, no tanto por mostrar que lo sa-b a , como por rascarse con el movimiento las muecas de las manos , que tenia l le-nas de unasarna perruna. Mi ama se ponia siempre escuchar la msica en el c o r -redorcillo , y el D o c t o r , como venia can-sado d hacer sus visitas (aunque tenia pocas) , no reparaba en la msica , ni e n el cuidado con que su muger se ponia oira. C o m o el mozuelo era continuo t o -das las noches en venir cantar , si a l g u -na fa l taba, mi ama lo echaba de menos, preguntaba por l, con alguna demostracin de gustar de su voz . V i n o parecerle tan bien el cantar, que qu'ando el mozuelo su-ba un punto de v o z , ella baxaba otro de gravedad,hasta l legar los umbrales de la puerta para oirle mas cerca las consonan-c i a s ; que la msicawnstrumenfal de sala, tanto mas tiene de dulzura y .suavidad s

    I O I O I . B

  • ,quanto rnnos de vocera y ru ido, que co-mo el juez que es el oido, est muy cerca, percibe mejor y mas atentamente las e s -pecies que envia al alma, formadas con el plauso de la media voz. El mozuelo dex de venir cinco seis noches, por no s que remedio que tomaba para curarse, y las cosas que son muy ordinarias, en faltan-do , hacen mucha falta: y as mi ama c a -da noche preguntaba por l. Y o le respon-d , mas por cortesa que por falta que le hiciese: seora, este mozuelo es oficial de un barbero, y como sirve no puede s iem-pre estar desocupado; fuera de que ahora se est curando un poquillo de sarna que tiene, Qu hacis (dixo el la) de aniqui-larle y disminuirle , mozuelo barbero? sarna , pues fe que no falta quien con todas esas que vos le ponis, le quie-ra bien. Bien puede ser (dixe y o ) , que el pobrecillo es humilde y fcil para Jo que le quieren mandar; y cierto que muchas veces le guardo yo de mi racin un b o -cadillo que c e n e , porque no todas veces ha cenado. En verdad (dixo ella) que tan buena obra os ayude y o : y de all adelan-te siempre le tenia guardado un regali-

  • lio todas las noches que venia: una de las qales entr quexndose , porque de una

    .ventana le habian arrojado no s qu des-apacible las narices: las quejas suyas sali mi ama al corrredor, y bax al p a -t i o , estndose limpiando el m o z u e l o , y con grande piedad le ayud l impiar , y sahum con una pastilla, echando mil mal-diciones quien tal le habia parado. F u e -se el mozuelo con su trabajo , sintindolo la seora Doa Mergel ina , tan llena de clera como de piedad, y con harta mas demostracin de la que yo quisiera, loan-do la paciencia del mozuelo , y agravan-do la culpa de quien le habia salpicado con tanto extremo > que me oblig p r e g u n -tarle por qu- lo sentia tanto , siendo suce-dido inadvertidamente y sin malicia. A q u e m e respondi: no queris que s ien-ta ofensa hecha un corderillo como este? A una paloma sin h i l , un mozito tan humilde y apacible , que aun quejarse no sabe de una cosa tan mal hecha? Cierto que quisiera ser hombre en este punto p a -ra vengarle, y luego muger para regalar-le y acariciarle. Seora , le dixe y o , ? qu novedades esta? Qu mudanza de rigor

    B 2

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    en blandura? De qundo ac piadosa? De qundo ac sensible? D e qundo ac blanda y amorosa? Desde que vos, respon-di ella, vinisteis mi casa, que truxisteis este veneno envuelto efl una guitarra, desde que me reprehendisteis mis desdenes, desde que viendo mi bronca y spera condicin, quise ver si podia quedar en un medio l -cito y honesto, y he venido de un extremo otro: de spera y desdeosa, mansa y amorosa: de desamorada y tibia , tierna de corazn: de sacudida y soberbia, hu-milde y apacible: de altiva y desvanecida, rendida y sujeta. O pobre de m , dixe y o , que ahora me quedaba por llevar una carga tan pesada como esta! Q u culpa puedo yo tener en sus accidentes devmd., qu parte en sus inclinaciones? Hay quien sea superior en voluntades agenas ? Hay quien pueda ser profeta en las cosas que han de suceder los gustos y apetitos ? Pero {iues por m comenz la culpa , por ra se atajar el d a o , porque no venga ser mayor con hacer que l no vuelva mas esta casa , irme yo otra; que si con la ocasin creci lo que yo no pude p e n -sar, con atajarla tornarn las cosas su

  • 21 principio; N o ' l o d i g o , dixo e l l a , por t a n -t o , padre 'de mi a l m a , que la culpa yo la tengo (si hay culpa en los actos de v o -luntad): no os enojis por mis inadver-tencias , que estoy en tiempo de hacer y decir muchas: antes os admirad de las pocas que viredes y oyredes en m : ni hagis lo que habis d icho, si queris mi vida, como queris mi honra: porque estoy en t iempo, que con poca ms contradi-c ion, har algn borrn que tizne mi re-putacin , y la dexe mas negra que mi ventura: no estoy para que me desampa-r i s , ni para admitir reprehensin, si no para pedir socorro y ayuda. Bien-me de-ciades vosj que mi presuncin y vanidad haban de caer de su trono; quanto me p o -dis repetir y traer la memoria, yo lo doy por dicho, y lo confieso; favorecedme, y no me desamparis en esta ocasin; y no me matis con decir que os iris dest casa: y con esto y otras cosas que d i x o , llor tan t iernamente, cubriendo el rostro con un l ienzo, que por poco fuera menester quien nos consolara entrambos : y si fu grande la reprehensin que le di por s o -berbia , mayor fu el consuelo que le di

  • 2 i por afligida: mas animndome en lo que era mas razn, acudiendo mi obligacin, su coasuelo y. honra de su.casa, le d i -xe , con la mayor demostracin que pude: | Es posible que en tan extraordinaria con-dicin ha podido caber tanta mudanza, y que. por ojos tan llenos de hermosura y desdenes hayan salido tan piadosas lgr i -m a s , y que por mexlas tan recatadas ha-ya corrido un licor tan precioso, que sien-do bastante ,enternece;r las entraas d e D i o s , se haya derramado y echado mal por un miserable hombre? Y ya que se haba de precipitar,y arrojarse, y desdecir de s propia , no hiciera eleccin de una persona de muchas partes y merecimien-tos? Ya que se rinda quien no poda ser rendida, habia de ser una savandija tan desventurada ? Que se rinda la hermosura la fealdad, la limpieza la inmundicia y asquerosidad, no s qu me diga de tal elec-c i n , y tan abominable gusto. O qun engaados (dixo ella) estn los hombres en pensar que las mugeres se enamoran por eleccin , ni por gentileza de cuerpo, hermosura de rostro, ni por mas me-nos partes, grandeza de linage , soberbia

  • de estado, abundancia de riqueza (trato de lo que verdaderamente es amor); pues para que se desengaen, sepan, que en las m u -geres el amor es una voluntad continua-da , que de la vista crece , y con la c o -municacin se cria y conserva, sin hacer elece-ion de este ni de aquel , y la que no se guardare de esto,- caer sin duda: de esta continuacin ha nacido mi l l a m a , y con ella se ha cr iado, hasta ser tan grande, que me tiene ciegos los ojos para ver. oir co-s a , y las orejas cerradas para admitir re-prehensin , y la-voluntad incapaz de recibir otro sello. Y quanto mas lo des-hacis y aniquilis , tanto mas se enciende la Voluntad y el deseo. Por ventura los barberos son de diferente-metal que los de-mas hombres, para que.aniquilis un oficio que tanta merced hace los hombres en tornarlos de viejos -mozos? Llamaisle sar-noso por unas raseadrillas que tiene en las n1ueeas,que parecen hojas de clavel? N o echis de ver aquella- honestidad de rostro? L a h u m i l d a d de sus ojos? L a gracia con qtteimueve aquella v o z ' y garganta? N o me le deshagis, ni reprehendis mi gus-t o , que no est para contradecirlo ni r e -

  • 24 chazarlo. xal, d i x e y o fuera,pelota que y o la echara y rechazara! Pero pues ha llegado a tan estrecho paso, har con vuesa-merced lo que con mis amigos , que e s , en la eleccin aconsejarles lo mejor que s , y en la determinacin ayudarles lo mejor que puedo. Dxele esto por no desconsolarla, hasta que poco poco fuese perdiendo el cario, que pudiera traer la ofensa de Dios y de su m a r i d o , y con esto me apart aquella noche della, espantndome de ver, qun poderosa es la comunicacin, y con-siderando qun mal hacen los hombres que donde tienen prendas que les duela, consienten visitas ordinarias, comunica-ciones que duren: y quanto peor hacen los padres que dan . sus hijas maestros de danzar, taer, cantar , ; baylar: si han de faltar un punto de su presencia , y aun es menos dao que no lo sepan: que si han de ser casadas, bstales dar gusto sus maridos , criar sus. hijos y gobernar su casa: y si han de ser monjas, aprn-danlo en el monastek>j q u e l a razn de estar algunas disgustadas, quiz es por haber ya tenido fuera comunicaciones de devociones, que por honestas que sean,

  • 2 * son de hombres y m u g e r e s , sujetos al co-mn orden de naturaleza.

    DESCANSO TERCERO.

    El dia siguiente vino el mozuelo mas temprano de lo que sol ia , puesto un c u e -llo al u s o , como hombre que se vea f a -vorecido de tan gallarda muger. Sucedi que dentro de tres quat.ro dias vinieron llamar al Doctor Sagredo , su marido y mi amo , para ir curar un caballero e x -trangero que estaba enfermo en C a r a v a n -chel , ofrecindole mucho inters por la. cura , de que l recibi mucho contento-, por el provecho , y ella mucho mas por el gusto. Cogi su mua, y lacayo , y une braco , que siempre le acompaaba , y [ las quatro de la tarde dio. con su persona en Caravanchel. E l l a , visto l b u e n a o c a -sion , hzome aderezar, de cenar lo ; mejor que fu posible , regalndome con, pala -b r a s , y prometindome o b r a s , no enten-diendo que yo le estorbarla la execuciort, de su mal. intento : vino .el. mozuelo ai anochecer, y comenzando cantar c o m o solia , ella le dixo que no era lcito , ni

  • 26 pareca bien la vecindad .(estando su marido ausente) cantar la puerta, y as mand que entrase mas adentro. Mand sentar al mozuelo la m e s a , deseando que la cena fuese breve , porque la noche f u e s e ' l a r g a ; pero apenas se comenz la cena quando entr el braco haciendo mil fiestas su ama con las narices y la' cola. E l "Doctor viene ,! dixo ella , desdichada de -m, qu haremos, que no puede' l le-gar -lejos , pues ha llegado el perro? Y o cog al mozuelo , y psele en un rincn de la sala, cubrindolo con una tabla, que haba de ser estante para los libros , de suerte que no se poda parecer quando entr el Doctor por la puerta , diciendo: hay bellaquera semejante, que enven llamar un hombre cmo y o , y por otra parte llamen otro-mdico? V i v e D i o s , si en aos atrs m cogieran , que no se haban de burlar1 conmigo. Pues de eso tenis pena , dixo e l l a , marido mo? no vale mas dormir en vuestra cama y en vuestra quietud , que desvelaros en velar un enferm? qu hijos tenis que os pidan pan? Vengis muy en hora buena, que aunque pens tener diferente noche,

  • con todo eso me dio el espritu que haba de suceder esto, y as os tuve , por si por no, aderezada la cena. ]Hay tal m u -ger en el mundo ! dixo el D o c t o r ; ya me habis quitado todo el enojo que traia. Vayanse con el diablo ellos y sus dineros, que mas aprecio veros contenta , que quanto nteres hay en la tierra. Q u n -tos engaos , dixe y o entre m , hay de estos en el mundo , y quntas fuerza de artificio y bondad fingida se hacen cabezas de'sus.casas , que merecen tener-las quitadas d los hombros? Apese de la rucia el Doctor , y el lacayo psola en razn, y fuese su posada con su muger, que le daban racin y quitacin. Sentse el Doctor cenar muy sin enojo , loando mucho.el cuidado de su muger. El diablo del braco j que por la fuerza que estos animalejos tienen en el olfato., no hacia sino oler la tabla que encubra al mozue-lo , rascando y gruendo de manera que el Doctor lo.ech de ver, y pregunt, qu haba detras de la tabla? Y o de presto respond: creo que est all un quarto ds carne. T;OUI el braco gruir , y aun ls- :

    drar algo mas alto : mi amo lo mir con

  • 28 mas cuidado que hasta a l l ; yo ech de ver el dao que habia de suceder si no se remediaba, y conociendo la condicin del D o c t o r , di en una buena advertencia, que fu decir que iba por unas aceytunas s e -villanas (de que eran muy a m i g o s ) , y estveme al pie de la escalerilla esperan-do su determinacin: el braco no dexaba de rascar y ladrar, tanto que mi amo di-xo que quera ver por qu perseveraba tan-to el perro en ladrar. Entonces yo pseme en la puerta, y comenc dar voces dicien-do : seor, que me quitan la c a p a ; seor Doctor Sagredo, que me capean!ladrones: l con su acostumbrada clera y natural presteza se levant corriendo , y de c a -m i n o , arrebat una espada , ponindose de dos saltos en la puerta ,..y preguntan-do por los ladrones ; yo le respond, que como oyeron nombrar al Doctor Sagredo echaron huir por la calle arriba como un rayo. El fu luego en seguimiento suyo, y ella ech al mozuelo de casa sin capa y sin -sombrero , poniendo el quarto de. carne detras de la tabla , como y o le habia dado la advertencia. Hasta aqu bien habia caminado el negocio ;:. mas

  • 2 9 el mozuelo iba tan turbado , llen de miedo y temblor, que no pudo llegar ' la puerta de la calle tan presto que no topase mi amo con l la vuelta. A q u fu menester valemos de la presteza en re-mediar este segundo dao, que tenia mas evidencia que el primero, y as antes que l preguntase cosa, le dixe: tambin han capeado y querido matar este pobre mo-c i t o , y por eso se col aqu dentro huyen-d o , que de temor no osa ir su casa: m i -re vmd. que lstima tan grande; y como es muy de colricos la piedad, tvola mi amo del mozuelo, y dixo: no tengis mie-do , que en casa del Doctor Sagredo es-t i s , donde nadie os osar ofender. O f e n -der , dixe y o ; en oyendo nombrar al D o c -tor Sagredo les nacieron, alas en los pies. Y o os aseguro, dixo el Doctor , si los a l -canzara , que os habia de- vengar vos y mi escudero de manera que para siempre no capearan mas. Mi a m a , que estaba has-ta all turbada y temblando en el corre-d o r , como vio tan presto reparado el d a -o , y vuelta en piedad la que habia de ser sangrienta clera, ayud la compasin del marido de muy buena g a n a , dicien-

  • d o : hay lstima como esta? N o dexeis ir ese pobre m o z o , bstanle los tragos en que se ha visto, no le maten esos ladrones. N o le dexar , dixo el Doctor , hasta que le-acompae. Y cmo sucedi esto, g e n -til hombre? Iba,seor, respondi el mozo, hacer una sangra por Juan de Vergara, mi a m o , cierta seora, del tobi l lo , y con harto gusto; pero como no duerme es-te ngel de los pies aguilenos, sucedi lo que vuesamerced ha visto. Que no falta-r ocasin para hacerla, dixo la seora, sosigese ahora, hermano, que en casa del Doctor Sagredo est. Subios a c , dixo el D o c t o r , que en cenando, yo os llevar vuestra casa. El braco, aunque sali los ladrones imaginados, no por el ruido dex de tornar la tema de su tabla, y si antes la habia rascado por el mozuelo, e n -tonces lo hacia por la tentacin de sus na-, rices^contra la carne: mi a m o , como vio perseverar ai braco, fu la tabla, y h a -ll el quarto' de carne detras de la tabla, con que se soseg, loando mucho el alien-to de su perro. E l l a , aunque se habia l i -brado de esos trances, todava durando en su intento, me dio entender que no d e -

  • xase ir al mozuelo , que era lo que yo mas aborreca. Cenaron, y el que primero h a -bia sido cabecera de mesa, despus comi en la mano como gavi ln, y no como g a -ln en la mesa, que la fuerza puede mas que el gusto. En cenando quiso el Doctor llevarle su casa, y aunque y o le ayud, mi ama dixo que no quera que fuese po-nerse en riesgo de topar con los capeado-res , especiahnentejibiendo de pasar por el pasadizo de San A n d r s , donde suele haber tantos capeadores retrados; y aun-que esto, d i x o , para vuestro nimo es po-c o , ser para m de mucho d a o , porque estoy en sospecha de preada, y podra sucederme algn accidente susto que p u -siese mi Vida en cuidado; que ese mocito podr dormir con el escudero, que es c o -nocido s u y o , y por la maana irse su casa. A l t o , dixo el D o c t o r , pues vos gus-tis de e s o , sea en hora buena , yo me quiero acostar, que estoy un poco cansa-do. Furonse la cama juntos (que siem-pre, llevaba la muger por delante ) aun-que como ella vivia con diferentes pensa-mientos, no dio lugar al sueo hasta que dio en una' traza endiablada, que le cost

  • 3 \ pesadumbre, y le pudiera costar la vida. L a sala era tan pequea que desde mi ca-ma la suya no habia quatro pasos , y qualquiera movimiento que se hacia en la una se senta en la otra; y as no le pare-ci bien lo que por aqu poda intentar. L a mua era de manera inquieta que en vindose suelta alborotaba toda la vec in-dad antes que pudiesen cogerla. Parecile la seora Doa Mergelina que desatn-dola podra volver la cama antes que su marido despertase para ir ponerla en ra-z n , y en el espacio que se habia de g a s -tar en cogerla y trabar la , le tendra ella para destrabar su persona. Y como las mugeres son fciles en sus determinacio-nes , en sintiendo al marido dormido, l e -vantse paso paso de la c a m a , y yendo a l a caballeriza desat la mua, entendien-do que pudiera volver la cama antes que la mua hiciese ruido y el marido desper-tase, con que tendra lugar para executar su intento. Pero parece que la mua y l se concertaron; la mua en salir presto de l a caballeriza haciendo ruido con los pies, y l sentirlo tan presto que se levant en u n instante de la c a m a , dando al diablo la

  • mua y quien se la haba vendido ; y si no se entrara la muger en la caballeriza, topara con ella el marido. El cogi, una muy gentil vara de memori l lo , y pegle la m u a , que huyendo su estrecha caba-l leriza, apenas cupiera, por la huspeda que hall dentro. Ella no tuvo donde e n -cubrirse por la estrecheza, sino con la mis-ma mua , de suerte que,alcanz, como la vara era cimbrea, gran parte de los m u -chos varazos que le dio con lo tercios pos-treros en aquellas blancas y regaladas-carnes. Yo estaba en la escalera como si aguardara al verdugo, que me echara de e l l a , turbado, y sin consejo, porque vea lo que pasaba sin poder remediarlo. El braco, sintiendo el ruido, y oliendo carne nueva en mi c a m a , comenz a darle bue-nos mordiscones al mozuelo , y ladrarle, de suerte, que la muger en manos del m a -r i d o , y el mozuelo en ios dientes del bra-c o , pagaron lo que aun no nabian c o m e -tido. Y o viendo la execueion de, su clera, sin saber lo que hacia, le d ixe : mire vue samerced lo que hace , que quantos palos da en la mua los da en el rostro de mi se-ora , que la quiere de manera, por andar

    T O M O I. C

  • 34 vusamercd en ella , que no consiente que la toque el sol. Agradeced seora m u a , lo que me han dicho de vuestra a m a , que hasta la maana os estuviera pegando. Hay con qu trabar esta mua? Y o respond: en ese corralillo hallar v u -samercd una soguilla, que yo, estoy con un dolorcillo de hijada, y no me atrevo salir: as como fu por e l la , pseme Ja puerta, haciendo pala la seora, y s u -bise su cama cal lando, aunque lastima-da. Y o ( c o m o siempre procur que no l l e -gase la ofensa execucion) , aunque no iba con mucho gusto pr e l lo , en salien-do el Doctor le tom la soguilla, 'y enve-lo la cama. Trab la m u a y y ubme reposar la mia, ! donde hall'al mozuelo quejndose de braco,-y ella en la suya llorando tiernamente^ y- preguntndole el marid la. causa,- respondi muy enojada: vuestras cleras y arrebatamientos, que coma'n de repente os alborotastes, y yo estaba^ en lo mejor del sueo, sobresaltada y despavorida , ca detras de ia cama , y di con-ei rostro en mil baratijas que esta-ban a q u c o n qu me lie lastimado muy bien. Sosegla el marido lo mejor q u e p u -

  • d o , y pudo muy b i e n , porque las m u g e -res honradas quando tropiezan y no caen en el yerro t caen en la cuenta, que habien-do de ser muy estrecha, es de perdones, y como vio que t r e s va la vencida, y ella lo qued saliendo mal de ellas , no q u i -so probar la quarta. Al mozuelo con ios peligros y los dientes del braco se le q u i -t el poco (amor y desvanecimiento como con la mano

    DESCANSO QUARTO.

    Como toda la noche hasta all habia sido tan inquieta vy llena de disgustos, p e -sadumbres y. alteraciones , tfecios p r o -pios de semejantes devaneos, fundados e a deshonor, ofensa y pecado, lo que nas-ta la maana quedaba, se durmi t

  • dormido, y hallndolo con determinacin, de no tornar las burlas pasadas, le dixe: pues el mayor peligro queda por pasar, si no vivs con cuidado y recato, que aunque es verdad, que vos actualmente no habis h e -cho ofensa en esta casa, y los deseos, y a que manchan la conciencia, no estragan la h o n r a , "con todo eso, para la reputacin de ella y seguridad Vuestra, importa guardar el secreto, que como muchacho de poca experiencia, podides revelar parecindose que son lances muy dignos de 'saberse, y que dicindolos por cifras, no se entende-ran , que es un engao en; que caen todos los habladores, pues advirtaos que no os va menos que la vida en saber callar, la muerte en querer hablar. Ningn delito se ha cometido por cal lar, y por hablar se cometen cada dia muchos: el hablar es de todos los hombres,, y el callar, de solos los discretos: yo creo que quantas muertes se hacen sin saber los autores, nacen de o f e n -sas de la lengua: guardar el secreto de v i r -tud, y al que no le guarda por virtuoso, le hacen que le guarde por peligroso: el callar tiempo es muy alabado , porque lo con-trario es muy aborrecido: hablar lo que se

  • ha de ca l lar , nos precipita en el peligro y en la muerte, y lo contrario- asegura el dao, y preserva la vida y quietud. N a -die se ha visto rebentar por guardar l se-creto , ni ahogado por tragar lo que va decir: las abejas pican su g u s t o ; pero dexan el aguijn y la v i d a , y los que dicen el secreto que les importa callar, les sucede lo mismo? y en resolucin,el callar es excelentsima v i r t u d , y tan estimada entre los hombres, que de la suerte que se admiran de ver hablar bien un papagayo que no lo sabia, se admiran de ver callar bien un hombre que sabe hablar. Y para no cansaros mas; si no callredes porque es razn, callareis por el peligro en que os p o -nis , tratando de la honra de un hombre tan valiente como el Doctor. Gon estas, y otras muchas cosas que le dixe,, lo envi su casa con mas temor que a m o r , mas temeroso que enamorado. E l Doctor se vis ti tan de priesa que no tuvo lugar de m i r a t e sealado rostro de su muger q u e j o p r i -mero qu hizo antes de vestirse, y sin aguardar poner los pies en las mulil las, fu mirarse al espejo ; y vindose el s o -brescrito con algunos borrones , lo sinti

  • 3 8

    de manera, que en muchos diastno se qui-t del rosrro un rebozo (que como era tan apacible y suave ) pareca.mas que le traa po.'" g a l a , que por necesidad. En estando para poderla - hablar me llegu donde es-taba aderezndose el temeroso rostro , y lastimndome de4os mucho cardenales que le alcanc ver (que en personas muy blan-cas , de qualquier aLcidente se hacen) le dixe , con la mayor blandura tue pude, y supe: qu le parece de su buena v e n -tura? Que tal lo ha s ido, pues en quanta? -veces la ha probado, la ha guardado de :que los pensamientos no viniesen la exe-cucion. de las obras, para que su honra' ( y a que ha estado para despearse ) que-dase salva en un aprieto tan grande, que arrojndose con tan determinada voluntad > \a ha puesto tantos impedimentos para Ja cada, y tantas ayudas para el arrepent^ miento. Sicayera en un rio muy hondo, y ;saliera sin mojarse la r o p a , no lo rubiera milagro,, y cosa nunca vista? S i se ar-rojara entre mil espadas desnudas sin salir herida,no le pareciera obra de la mano ,de Dios? Pues crea , y tenga por cierto, que ha sido tanta evidencia de la misericordia

  • divina, usada con vuestra merced con su. m a r i d o , pues de su misma voluntad ha librado: que la mas poderosa fuerza que hay con nosotros es la voluntad propia, ella nos rinde, y hace al entendimiento tan esclavo que no le dexa libertad para conocer la razn, almenos para volver por el la; pues la voluntad depravada r i n -di un pecho tan l ibre: ella misma c o n e l arrepentimiento y la razn le han de vol-ver su libertad. E l arrepentirse,. y v o l -ver sobre s, es. de, nimos valerosos; el es-carmiento nos hace recatados, como la de-, terminacin arrojadizos. Quando la volun-tad nos arroja con,atrevimiento, el .mal suceso lo. remedia con temor: mejor es arrepentirse t e m p r a n o , que llorar tarde. U n jnal principio arrojado , mejora el m e d i o , y asegura,,el fin; mas v a l e , c o n r siderando este mal suceso, detenerse, que, perseverando esperar que se mejore, D i -choso aquel iquien le viene elescarmien-? to nfesque.el dao! los malos intentos al principioi errados , engendran recato para los venideros: quien no yerra no tiene de que enmendarse, mas quien yerra, tiene en que mejorarse; que Dios juzg por mejor

  • - #, 40 que hubiese males, porque es siguiesen los arrepentimientos, que tener el mundo sin e l los ; que mas grandeza suya es sacar de Jos males bienes . que conservar el mundo siu m'aleSi ;Oxal quantos males se come-t e n , ; tubiesen tan ruines principios como ste! que los males, serian menores por el escarmiento. Vuesamerced vuelva en s, es-timando'su hermosura, igualmente con su honra, que este dao tengo yo atajado, y le atajar mas. A todas estas cosas que yo le d e c i a , estuvo destilando unas lgri-mas tan honestas y vergonzosas por las roladas mexillas, que enternecieran al mas trino executor del mundo. Mas alzando el temeroso rostro , despus de haberse e n x u -g'do con lin lienzo la humedad que lo ha-ba baado, con voz un poco baza' ,me di-x o lo siguiente. Quisiera que fuera posi-ble sacarme el corazn, y ponerle e n v u e s -trs manos para que se viera el efecto que ha hecho en l vuestra justa reprehensin, y fuera para m algn descuento de mis desdichas, si me creyerdes como os he creid no solo para admitir el consejo, si-BO para obedecerlo, y ponerlo en execu-eion :' que quien, oye de buena g a n a , en-

  • mendarse si quiere. N o digo que totalmen-te estoy fuera del caso, que como estos ac-cidentes tienen su asiento en el alma , no pueden desampararla tan presto; pero c o -mo el amor y desamor nunca paran en el m e d i o , porque en el modo de engaarse van por una misma senda, as yo voy p a -sando de un extremo otro; -porque des-pus que me vi acardenalado, y lastima-do el rostro por quien tanta honra me ha-ce todo el mundo, se me ha revestido un odio mortal contra quien ha sido la causa de ello. Fuera de lo que esta noche, en lo poco que mis ojos descansaron , ; so que estando cogiendo una hermosa y olo.-rosa manzana del mismo rbol , al tiem-po que con los dedos la apret, sali de ella mucho h u m o , y una culebra tan grande, que me dio dos vueltas al cuerpo por la parte del corazn, y me apretaba tanto, que pens morir: y como ninguno de los circunstantes se atreviese quitrmela, un hombre anciano lleg y la mat con sola su saliva, echada en la cabeza de la culebra, y que al punto cay muerta, dexndome libre, y despierta del sueo. Y haciendo refle-xin sobre l, pocas vueltas le di alcance,

  • 4* de modo , que con los malos principios, y la buena consideracin vine cobrar mi honra y v ida, y tener mi corazn en e extremo de odio, que tenia de a m o r , por vuestros buenos y saludables consejos. Por d o n d e , si basta aqu habis sido mi es-cudero, de aqu adelante seis mi padre y consejero: y si alguna cosa habis visto en m , que sea en vuestros ojos agrada-ble, por ella os pido y ruego que no me d e -xeis ni desamparis en esta ocasin, ni en todo el restante que os queda de v ida , que el amor que yo tengo vuestra persona, es tan-grande como el cuidado que vos ha-r beis tenido con mi honra: el desengao me ha cogido antes que el gusto me asa-lariase , aunque la voluntad se d o b l , la honra qued en pie. Si el consentimiento fuera obra, y o confesara mi flaqueza por infamia: quien tiene aliento para, asirse tropezando, tambin lo tendr para levan-tarse cayendo : quien se arrepiente cerca est de ia enmienda: ni me desanimo por tierna , ni me acobardo por derribada. Si est en m quien pudo derribarme, por qu no lo estar para levantarme? Sin conse-j me rend, pero con l tengo de librar-

  • 43 . irse. Si me dex llevar sin persuasin age -n a , por qu no volver en m por la vuestra? para caer fui sola, y para levan-tarme somos yos y yo: mas agradece el enfermo la medicina que-le cura , que no el consejo que le preserva. No admit p r i -mero vuesrro:sa(udable consejo,, y, ahora me rindo al cautiverio de vuestra medi -cina ? Al enfermo que no se ayuda , no le aprovechan, los remedios mas al que se esfuerza y vuelve en s , todo le ayuda y alienta. JLa caridad ha de comenzar de s propia. Si yo no me quiero m bien, qu importa que me quiera quien no est en m? Si yo aborrezco la salud, en v a -no trabaja quien me la procura. Mas si yo deseo convalecer, la mitad del c a m i -no tengo andado. Quien obedece al, c o n -sejo,, acertar desea; y quien no; replica la reprehensin, no est lejos de con-vertirse. Quando la culebra despide el p e -llejo .renovarle quiere: no hay mas cierta seal para venir el fruto , que caerse la flor; ni mayores muestras de arrepenti-miento , que aborrecer el dao , y cono-cer.el desengao. Yo lo conozco, padre de m i a lma , y estoy con deseo de levantar-

  • 44 . . m e , y determinacin de no tornar caer: ayudadme con vuestro consejo y consuelo, para que vuelva en m , cobre lo perdido, y remedie-lo pasado, me anime en lo pre-s e n t e , ^ arme para lo venidero. Mas iba decir la hermosa escarmentada, sino que por llamar el marido la puerta fue ne-cesario dexar la mas que' apacible discul-p a , enmienda. Entr el Doctor , y ella se fingi d la enojada, cubrindose el las-timado (aunque bello) rostro, haciendo a l -gunos melindres fingidos, para que la des-enojase, que amndola tan tiernamente, fcil era el hacerlo. Viole el rostro, y s in-tilo mucho mas que e l la ,y despus de ha -berse blandamente disculpado , le dix: a m i g a , sacaos un poco de sangre. Para qu (dixe yo) se ha de sangrar? respon-di el Doctory .por l caida. Pues cay, pregunt yo , de la torre de San Salvador, para que se saque la sangre? Sabis poco, dixo el Doctor , que de aquella contusin del lapso, que habindose removido las partes hipocndricas y renes, podria s o -brevenir un profluvium sanguinis i r repa-rable , y del livor del rostro quedar una cieatriz perpetua. Y luego , dixe y o , ven-

  • 45 dr el arturo meridional circunferencia metafsica del vegetativo corporal , y eva-cuarse la sangre del hepate. Qu decs, dixo el Doctor , que no os entiendo?.No me entiende ( dixe y o ) ? pues menos e n -tiende su muger vuesamerced , que pa-ra decir que del golpe de la caida pue-de venir algn fluxo de sangre, y quedar seal en el rostro,, se han de decir tan-tas pedanteras, contusin, lapso, h i p o -condrios ,^prouvo, cicatriz , livor. P n -gase un poco de blsamo ungento blan-c o , zumo, de hojas de rbano, y ra-se de lo dems. Y aun creo que es lo m e * ' jor , dixo ella riendo , mas es lo peor que se me ha quitado la gana .del c o -mer. Poneos (djxo el Docror) unos abi-smaos en la boca del ventculo, y echaos un clistel, que con esto y una fricacin en las partes inferiores, junto con la exrneracion del ventr culo, cesar todo esq. Otra vez dixe y o , qu no se podra acabar con. los mdicos mozos que h a -blen en su lenguage que nos los entiendan? Pues q u , queris v o s , dixo el D o c -tor , que hablen los hombres, doctos co -mo los ignorantes? Quanto la substan-

  • 46 cia, dixe y o , no por cierto; pero quan-to al lenguage , por qu no hablarn como los entiendan ? Al Conde de L e -m o s , Don Pedro de Castro , el de las grandes fuerzas , yendo visitar su es-tado Galicia , como era tan grande y grueso, y muy bebedor de agua > del can-sancio del camino le dio una enfermedad que los mdicos llaman hermrros; y co-mo no iba preparado de mdico, dxo-le Diego de Osma: aqu hay uno que de-sea tomar el pulso V. S. das ha. Pues l l amadle , dixo el Conde : llamronle, y el buen hombre que supo la enfermedad fu muy reparado de retrica medicinal, parecindole que por all entrara en la voluntad del Conde; y Vistindose una ro-pa muy raida entre azul y negra , y una sortija que pareca remate de asador, en-"-tro por la sala donde estaba el Conde di-ciendo : beso las manos S. S. , y el Conde ; vengis en hora buena Doctor. Prosigui el Mdico : dcenme que S. S. est malo del orificio. El Conde , que t e -nia extremado gusto de bueno, conocile luego, y preguntle : Doctor, qu quie-re decir orificio, platero de o r o , qu ?

  • 47 Seor, dixo el Doctor : orificio es aquella parte por dnde se inundan, exoneran y expelen las inmundicias interiores que res-tan de la decoccin del- mantenimiento. De-claraos mas , Doctor , que no os entiendo, dixo ef Conde: y el Mdico: seor , o r i -ficio se dice de os oris, y faci facis , qaa-si os faciens ; porque como tenemos una boca general por donde entra el mante-nimiento , tenemos otra por donde sale el residuo. El Conde , aunque enfermo,, pe-reciendo de.risa, le dixo: pues este de este modo se llama en castellano ( nombrndo-lo por su nombre) : andad , que no sois buen mdico , pues lo echis todo e.n re -trica vana; de manera , que por donde pens acreditarse con el Conde, se ech perder: l se fu corrido, y el Conde que-d de manera riendo que hacia temblar la cama, y aun la sala: yo creo cierto que es alivio para los enfermos que el mdico hable en lenguage que le entiendan , para no poner en cuidado al pobre, paciente. Tienen, fuera de esto, obligacin de ser. dulces y afables , de semblante alegre , y de palabras amorosas: es bien que les d i -gan algunos donaires y cuenU'ciilos bre-

  • 48 v e s , con que los alegren: sean corteses, limpios y olorosos : acaricien tanto al e n -fermo , que parezca que sola aquella v i -sita es la que le da cuidado: miren si tie-ne bien hecha la cama,con aseo y l im-pieza, y hagan lo que el Doctor Luis del Valle , que todos juntamente con h a -cerles sacramentar , los alienta con da r -les buenas esperanzas de salud; que hay algunos tan ignorantes en la buena p o -lica , y trato , que sin estar una persona enferma, por encarecer su trabajo y su-bir su ganancia , dicen al enfermo que est peligroso , para que lo est de v e -ras : y es bien, que pues se tienen por mi-nistros de naturaleza, lo sean en todo. No digo mil descuido que hay en el conoci-miento de las enfermedades, y en Ja ap l i -cacin de las medicinas. Es muy de m-dicos viejos (dixo mi amo) andar tan de espacio como vos queris, y en mirar esas nieras: y'los neotricos vamos por otro camino , que para lo que es curar t ene-mos el mtodo de purgar y sangrar , con algunos remedios empricos , de que nos valemos y aun por eso (dixe yo ) huyo de curarme con mdicos mozos ; porque

  • 49 un amigo mo , que lo era en edad y en experiencia , muy gentil estudiante, h a -bindose acreditado conmigo con ciertos aforismos de Hipcrates, que sabia de me-mor ia , traidos en buena ocasin, y pro-nunciados lo melindroso , me entregu en sus manos la primera vez que me dio la g o t a , de las quales sal con veinte y dos sudores y unciones , y me las es tu-viera dando hasta ahora , si yo propio no me hallara el pulso con intercadencias; y con decir que habamos errado la cura (co-mo si yo tambin la hubiera errado) me dex , y se apart de m confuso y c o r -rido : mas y o , con la recia complexin que t engo , y con gobernarme bien , en convaleciendo me encontr con l en la plazuela del ngel cara c a r a , la suya de color de pimiento, y la ma de g u a l -d a , y me hube con l de manera que sali de mi lengua peor que yo de sus manos. Los grandes mdicos que yo he conocido y conozco, en llegando al en -ferm procuran con gran cuidado saber el origen, causa y estado de la enferme-dad , y el humor predominante del p a -ciente , para no curar al colrico como al

    TOJVO r. D

  • 5 ' flemtico, y al sanguino como al melan-; clico ; y aun si es posible ( aunque no hay ciencia de particulares) saber la c a -lidad oculta del enfermo , y desta m a -nera se acierta la cura, y se acreditan los mdicos* No he visto en mi vida ( dixo el Doc to r ) escudero tan licenciado. Pues mas tengo de licencioso (dixe yo ) porque en viendo una verdad desamparada j me a r -rojo en su ayuda con la vida y l alma. I Qu sabis vos de tercadecias ( dixo l Doctor ) ? qu seales tenis de g o -ta , pues os habis escapado de lo uno, y no padecis de lo o t ro? Las interca-dencias (respond yo) otras veces las he tenido , que me he visto con enfermeda-des apretadas; pero o me he desanima-d o , antes un mdico mozo* y muy ga-l n , que me cur en Mlaga j le anim, porque se turb hallndomelas en el pu l -so ( q u e en sto yo fui medic y l pa -c i en t e ) ; y, aunque me digan que es ca-lidad propia de mi pulso , ellas tienen todas las parres de intercadetlcias. Y ha-bindome encapado de esta ardentsima fiebre , de que me cur con un cntaro de. agua fria que me- ech los pechos,

  • me quedaron unas grandsimas ventosi-dades, para lo qual me dio un. remedio tu. deseo, que si yo le gurdara hicieran tan* ta burla de m los muchachos como yp hice de l ; -porque un hombre._col-r ico, y nacido en regin clida, le m a n -d que en toda su vida no bebiese gota de a g u a , y de la gota me preserv con un consejo de Cicern , que d i ce , que la verdadera salud consiste en usar de los mantenimientos que aprovechan , y huir de los que nos daan : no uso de mantenimientos hmedos , no bebo e n -tre comida y comida, no ceno , bebo a -gua y no v i n o , hago todas las maanas una fricacin antes de levantarme de la cama con grande vehemencia desde la ca -beza , discurriendo por todos los m i e m -bros hasta los p i e s , y quando me sien-to cargado hago un vmito; con es to , y la templanza en otras cosas , me preservo de la gota. Perdneme V . S. I. si le can-so con estas nieras que me pasaron con este mdico, que las digo porque quiz encontrar con ellas alguno quien ap ro -vechen. Dxome el Doctor entonces : por vuestra vida que me digis si habis es -

    D 2

  • tudiado , y a d o n d e , que procedis con tan buena gracia en todo , que me h a -bis aficionado de manera , que si fuera un gran prncipe no os apartara de mi lado un punto ? Lo mismo dixo el la , os ruego yo , padre de mi vida , y as os la d Dios muy l a r g a , que nos deis cuen-ta de vuestra vida , que vos procedis de modo que ser grandsimo entretenimien-to al Doctor por el entendimiento , y m por la voluntad. Contar desdichas (d i -xe yo ) no es bueno para muchas veces: acordarse de infelicidades el que est ca-do puede traerlo desesperacin. Una d i -ferencia hay entre la prosperidad , y la adversidad , que la memoria de las des-dichas en la adversidad entristece mas; pero en la prosperidad aumenta el g u s -to. N o se le ha de pedir al que toda-va est en miserias, que cuenta las que ha pasado ; porque es renovarle la llaga que ya se iba cerrando, con traerle la memoria lo que desea olvidar. El que se ha escapado de la tormenta no se conten-ta con solo verse fuera de ella , sino con besar-la tierra; pero el que esta todava padeciendo el naufragio solamente se a-

  • cuerda de o presente, que solcita el r e -medio j porque aunque yo tengo condw cion de p o b r e , tengo nimo de r i co , y y sino me desanimo por caido, no tengo de qu animarme por levantado; y no son mis trabajos para contados muchas veces.

    DESCANSO QUINTO,

    Mas como la privacin puede tantc con las mugeres, por et mismo caso que yo reusaba, mi ama procuraba mas que lo dixese, que como tenia pecho noble , y le pareca que la tenia obligada en a lgu-na manera , sacaba fuerzas de flaqueza, y buscaba modos como darme entender que estaba de m agradecidsima. Que e s -ta diferencia hace un pecho liso y senci-llo , uno de mala raza y cosecha, que el bueno aun el bien imaginado agradece, mas el bronco y desabrido, no solamente no agradece, pero busca modos como des-agradecer el bien recibido : pero quanto mas mi ama se esforzaba por dar e n -tender su agradecimiento, .tanto mas me ofenda yo en que pensase en que haba hecho algo en servirla, que el saber fia-

  • 5* quezs agenas, que todos las cometemos, estamos naturalmente, dispuestos ello, no ha de ser parte para-estimaren menos aquellos de quien las sabemos: saber el se-creto.ageno es,acaso, por confianza que: hacen-dencsotros: si es acaso, la misma, naturaleza nos ensea que puede suceder lo mismo por nosotros; y si e por con-fianza, ya entra en guardarle la reputa-cin, del que lo sabe. Encubrir faltas age-as es de angeles, y.descubrirlas es de per-ros que ladran quando mas daan. Q u e -rer saber secretos genos , nace de pechos sin merecimientos , que lo que no pueden merecer por s i , quieren merecerlo costa agena: quien quiere saber faltas agenas, quiere estar mal con todo el m u n d o , y que se publiquen las suyas. Dichosos aquellos, cuya noticia no han llegado las faltas agenas, que ni ofendern, ni se-rn ofendidos! Hay algunos nimos tan fuera del orden n a t u r a l , ' q u e les parece que han alcanzado una gran j o y a , quando saben alguna falta de su prximo; pues no se persuada .entender quien tiene tan abo-minable costumbre, que xno hay contratre-tas para semejantes desafueros, que todos

  • traen el castigo por sombra; y no hay mala intencin que no tenga su semejante, peor. Un frayle, aunque no muy docto, bien intencionado, preguntando en un escrutinio si sabia fal tas , descuido de sus compa- eros, respondi que n o , porque si las ha-bia oido, no habia reparado en ellas, las haba dexado olvidar , y si venan por relacin, olas haba odo, no las habia credo. Y o t ro , habiendo desacreditado todos los compaeros , por acreditarse s en el escrutinio, sali mas culpado que to-dos. Este almacn de palabras he trado, para decir el recelo que mi arna debia t e -ne r , parecindole que podia revelar su se-creto, que lo menos le quera tener, c o -mo dicen, g pie sobre.el pescuezo, y as, presigu'iendo en su in tento , dh?o, que por mi buen trmir& y trato , quisiera perper-tuarme en su casa , para tenerme en la** gar de padre , querindome-casar con una parienta suya , doncella, y de muy buena gracia;, y de poca e d a d ; y declarndose con su marido y. conmigo , encareciendo la bondad y virtud de la m o z a , y quan bien me estara para el regalo de mi v e -jez casarme con e l la , yo le dixe : seora,

  • 5 6 no har eso por todas las cosas del mun-d o , porque quien se casa viejo , presto da el pellejo; y rindose ella, prosegu, d i -ciendo , que en Italia traen un refrancete este m o d o , que el que casa viejo tiene el mal del cabrito, que se muere presto, viene ser cabrn. Jess , dixo mi ama, pues eso ha de imaginar un hombre tan honrado como vos? Seora, dixe y o , lo que veo, y he visto siempre es, que al vie-jo que se casa con moza , todos los miem-bros del cuerpo se le van consumiendo, sino es la frente, que le crece mas. Las mozas son alegres de corazn , y regoci-jadas en compaa , andan siempre j u -gando y saltando como ciervas , y los maridos como ciervos , siendo viejos. N o s tan perseguida la liebre de los ga l -gos, como la muger del viejo* de los pasean-tes : no hay mozo en todo el lugar que no sea s par iente , ni vieja rezadera que no sea Sx conocida : en todas las Iglesias t i e -ne devociones, por huir del mar ido , "^or visitar las comadres: si es pobre el mar ido , se anda quexando de l : si es r i -co, pocas vueltas le dexa como el invier-no la cornicabra, con solo el fruto en la

  • frente. He reusado en m mocedad tomar esta carga sobre mis hombros y la habia de tomar ahora sobre mi cabeza? Dios me guarde mi juicio, bien me estoy solo; ya me s gobernar con la soledad, no quiero entrar en nuevos cuidados, fuera consejos vanos. A todo esto el Doctor estaba p e -reciendo de risa, y su muger pensando en la rplica* que habia de hacer; y as con muy gran donaire y desenvoltura, dixo su marido, y m : cada dia vemos co-sas nuevas, bien es vivir para experimen-tar condiciones: el primer viejo sois que he visto y oido decir, que haya, reusado casamiento de nia; todos apetecen la com-paa de sangre nueva, para conservacin de la *uya : los rboles los viejos, con un enjerto nuevo los remozan: . las plantas, porque no se hielen, les ponen abrigo: la-pa lma , sino tiene junto s su compa-era no lleva fruta: la soledad qu bien puede traer sino melancola , y aun d e -sesperacin ? Todos los animales raciona-les y brutos apetecen la compaa. No seis como aquel bestial Filosofo, que ha -bindole preguntado, qual era buena edad para casarse, respondi, que quando era

  • 58 m o z o , era temprano , y qundo viejo t a r -de. Mirad, que fuera de ser para m gran-de gusto, para vuestra comodidad es bien vivir con abrigo. Yo confieso, le dixe, que tan elegantes razones, dichas con tan-ta gracia y estilo, persuadirn qualquiera que no estubiera con tanta experiencia de las cosas del m u n d o , y tan hecho la soledad como y o ; pero verdades" tan a p u -radas , no admiten persuasiones re tr i -cas, porque casarse un viejo con una m u -chacha , si ella es como debe s e r , es d e -xar hijos hurfanos y pobres, y en p o -cos aos venir ser entrambos de una mis-ma edad, porque naturaleza va siempre tras su conservacin , y el viejo conser-va la suya. consumiendo la juventud de la pobre muchacha; y sino, es de esta suer-t e , tiene puestos los ojos en lo que ha de heredar , y la voluntad intencin en el marido que ha de escoger. M a s , qu tal pareciera yo con mis blancas canas junto una nia rubia y blanca, bien puesta y hermosa , que quando alzara los ojos mirarme el copete lo viera mas liso que el carcaal, las entradas como el colodrillo de la ocasin, la barba mas crespa y cana

  • 59 que la del Cid? Eso no os d pena , dixo ella, que Juan de Vergara tiene una t in-ta tan negra y 6na , que quantos hom-bres y mugeres entran en su casa con ca-nas los pone d manera que la salida no los conocen. Ni aun ellos propios se conocen s mismos, dixe yo , con un en -gao como ese , y creo cierto , que nace esta flaqueza de no conocer nuestra hechu-ra , porque disfrazar y entretener las c a -nas , no s de qu s irve, sino de una ocu-pacin de zurradores, que no reusan traer las manos , como vano de Portugal. Y realmente los que lo hacen tienen tanta ventura que nadie engaan sino s solos, porque todos lo saben; de modo, que les aaden muchos mas aos de los que tienen; y ellos n o se desengaan,.has-ta que por alguna enfermedad dexan de teirse, y se hallan quando se miran la b a r b a , como Urraca ahorcada. Pues s la tinta no acierta ser del color de la barba, .que. es muy ordinario, en d n -doles el sol, hace visos como el arco : del cielo. Si con el teir se reparara la fla-queza de la vista, se supliera la falta d e ios dientes, se cobrara la fuerza de pier-

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    as y b razos , se entretuvieran los aos para engaar la muer te , todos lo hici-ramos; pero hace la muerte con los t e -idos, como la zorra con el asno de C u -mas , que se visti una piel de lepn para espantar los animales y pacer con se-guridad : mas la zorra , vindole andar tan despacio, mirle las patas , y d ixo : asno sois vos. As la muerte mira los t e -idos, y les dice : viejo sois vos. Tase quien quisiere, que yo tengo por mejor lo claro que lo obscuro, el dia que la no-c h e , lo blanco que lo negro. Mas quie-ro parecer paloma que no cuervo , mas hermoso es el marfil que el vano. Si co-mo las barbas pasan de negras blancas, pasaran de blancas negras, qunto mas odiosas fueran por el color tapetado ? En fin, la plata es mas alegre que el vano: no bastaba casado, sino tiznado? Andad, dixo mi a m a , que con eso se disimulan algunos aos , y sin eso no se pueden negar. Aunque los hombres de bien , dixe y o , jamas han de mentir , en todas las co-sas del mundo puede aprovechar una men-t i ra , si no es en los aos y en el juego; porque ni los aos pueden ser menos.por

  • 6i negarlos , ni la ganancia se ha de quitar por confesarla. Pero volviendo nuestro propsito, que el matrimonio es cosa san-tsima no se puede negar , ni yo lo nie-go , que el no apetecerlo yo nace de la incapacidad mia , y no de la excelencia suya ; apetzcalo quien est en edad y disposicin para ello cdn la igualdad que la misma naturaleza pide , que ni sean, ambos nios ni ambos viejos , ni l vie-jo y ella nia , ni ella vieja ni l nio. Sobre lo qual hay diversas opiniones en-tre filsofos, y la mas cierta es que el varn sea mayor que la muger diez doce aos ; pero que tenga yo cincuenta aos, y mi seora muger quince diez y seis , es como querer que un contrabajo y un tiple canten una misma voz , que por fuerza han de ir apartados ocho puntos el uno del otro. Pues nunca habis sido enamorado (dixo mi a m a ) ? Y tanto,"di-xe y o , que he compuesto coplas y t en i -do pendencias , que la mocedad est llena de mil inconsideraciones y disparates. N o lo sern ( dixo e l l a ) , que los hombres de buen discurso sazonan las cosas diferen-temente , que los. dems. Reniego , dixe

  • 6 i yo , de exercicio que ha de traer , u n hombre hecho lechuza, guardando cimen-terios , sufriendo frios y serenos, inco-modidades y peligros tan ordinarios como suceden de noche, y aun cosas dignas de callar. El que anda de noche ve los daos "genos, y no conoce los suyos , consume presto la mocedad, y se desacredita para la vejez: vense de noche cosas que se juzgan por malas, no sindolo ; qu de temores y espantos cuentan los que pasean de n o -che , que vistos de dia ao provocaran risa? Acuerdme, que teniendo cierto r e -quiebro al barrio de san Gines , con otro juicio tal como el mo era entonces, mar-tes de. carnestolendas por la tarde me e n -vi decir la seora que te llevase a'go bueno para despedirse de la carne , que en estos dias hay libertad para pedir lo , y aun para negarlo; pero por usar de fine-za , por ser la primera cosa que hacia en su servicio, vend ciertas cosilias, que me hicieron harta falta, y en acabndose la grita de seringas y nranjazos, y el ma r -tirio perruno, causado de las mazas ( d e quien sin saber por qu , huyen hasta re-bentar) di conmigo en un tabernculo de la

  • , 6 3 gula , donde hench un pao de manos de una empanada, un par de perdices, un cone-jo y frutillas de sartn , y atndolo muy bien, camin darlo porunaventena mas dlas once de la noche ; y como el dia s i -guiente , por ser mircoles de ceniza, era dia de mucha recoleccin , aunque todo el pasado habia sido alegra para los mu-chachos , y trabajos para los perros , h a -bia silencio general j de suerte , que aun-que yo iba bien ca rgado , no me podia ver nadie : llegando la plazuela de san Gines sent que venia la r o n d a , y ret -reme debaxo de aquel cobertizo , donde suele haber una tumba para los aniver-sarios y obsequias , y antes que pudie-sen llegar m los de la ronda, met el pao de manos , atado como estaba, por un agugero grande que tenia la tumba por la parte de abaxo , y sacando -un ro-sario , que siempre traigo conmigo , c o -menc fingir que rezaba. Lleg la ron-da , y pensando que fuese algn re t ra -do asieron de m , preguntando : qu hacia all ? Lleg el Alcalde, y visto el rosario y mi poca turbacin , que impor -ta mucho en qualquiera ocasin no p e r -

  • 64 turbarse el n imo, dixo que me dexasen, y me recogiese : hice que me iba, y en trasponiendo la ronda torn por mi p a -o de manos y cena la negra tumba, donde lo habia dexado , y "aunque con un poco de temor por la hora y la sole-dad , alargu la mano y brazo todo lo que pude alcanzar , y no top con el pao ni con lo que estaba en l: de lo qual qued temblando y helado; y es de creer que me causara horrible miedo una cosa tan espantosa en un cementerio, d e -baxo de una tumba, mas de las once de la noche , y con tan gran silencio, que pareca se habia acabado el mundo; pues junto con esto , sent dentro en la tumba tan gran ruido de hierro , que se me representaron mil cadenas , y otras tantas animas , padeciendo su purgatorio en aquel mismo lugar. Fu tanta mi tu r -bacin y desatiento, que se me olvid el amor y la cena, y quisiera hallarme mil leguas de a l l ; pero lo mejor que pude, lo menos, mal que acert, volv Jas es-paldas , y fuime poco poco, arrimn-dome, la pared , parecindome que iba tras m un exrciro de difuntos; pues yen-

  • 3o con esta turbacin, rae sent por detras :

    tirar deja capa', desanimndome de manera que di ungolpazo con. mi persona en elsue4 lo, y con los hocicos en la guarnicin de la espada ; volv mirar si era algn cad- ver descarnado, y no vi otra cosa sino mi capa asida al calvario que est en aquella pared ; con esto respir un pdcd , y fui cobrando aliento, y,descansando el temor del clavo y de la capa ; pero no el de la tumba. Senteme, y mir alrededor ver si haba cosa que pudiese acompaar, y descans, porque estaba tan cansado que lo hube menester, que no lo estuviera mas si hubiera andado cien leguas por los altos y baxos de Sierra Morenas Hice reflexin sobr lo pasado, considerando qu cuen-ta daria yo de m el da siguiente, con* tando lo que habia sucedido , sin haber, visto - cosa que fuese de momento j por-* que decir un terror- tan horrible sin ha- 1

    ber-averiguado el fundamento, era des-! acreditarme'y quedar en fama de cobarde mentiroso:.'dexar de contarlo era que-, dar en opinin de miserable con la seo-ra Daifa , habiendo gastado lo que no t e -nia sin.decir el fin que tuvo. Por otra par-

    T O A I O i . E

  • 65 re vea que si fuera algn difunto no te -nia necesidad de mi pobre cena , pues hom-: bre no podia estar t an abreviado que' no topara con l quado extend el brazo , al fin hze mi cuenta de esta manera. Si es de? moaio , mostrndole la seal de la Cruz hui-r? si es nima, sabr si pidealgunos sufra- g os ; y si es h o m b r e , tan buenas manos, y espada tengo como L, y con esta resolucin fum animosamente latmba? desenvai-n la espada, y rodeando la capa al bra.-* z o , dixe con m u y gentil determinacin: yo te,conjuro, y mando d e parte del C u -ra, de esta Iglesia, que si eres.cosa mala; te .salgas de este lugar sagrado, y. si eres nima que andas, en .pena , que me reveles qu.quieres, qu has menester (y e i r u i -d o del hierro con mi;conjuro,andaba mas a g u d o ) : una y dos, y tres veces te lo diga y torno decir; pero;qantO:mas- le d e -c a , tantos mas golpes de hierro,sonaban en la tumba que me hadan tmbari^.Vis-to que mi conjuro no era vl ido, y. que si dexaba enfriar la determinacin, que t e n a , tornaria de nuevo el. temor -des -animarme , pseme la espada entre los dientes, y con ambas manos asi de la tum

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    ba por el agugero de a b a x o , y en a lzn-dola sali corriendo por entre mis piernas un perrazo negro , con un cencerro atado; la cola, que huyendo de los m u c h a -chos se habia recogido descansar s a -grado ; y como despus de haber r epo-sado oli la comida, retirla para s y sac el vientre de mal a o ; pero con el grande y no pensado ruido que hizo sa-l iendo, fu,tanto mi espanto, que como l fu huyendo por una. p a r t e , yo fuera por o t r a , sino por un espinillazo que a salir me dio con el cencerro, de que no me pude menear tan presto; pero fu t a n -ta la pasin de risa que despus de q u i -tado el dolor me d i o , que siempre q u e m e acuerdo de e l lo , aunque sea solas y por la calle, no pued