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P A D R E S B A R N A B I T A S R evista R enacer P R O V I N C I A C H I L E N A Año XX Nº 93 -JUNIO 2011 JUNIO 2011

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Revista de la Provincia Chilena Padres Barnabitas Nº 93, Junio 2011

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Año XX Nº 93 -JUNIO 2011

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CONTENIDOS

Revista Renacer Provincia Chilena Padres Barnabitas

Dirección:

P. Humberto Palma O.

Edición de contenidos Mª Angélica Osés Vargas

Edición y Producción: P. Humberto Palma O.

Colaboradores:

Religiosos y Laicos Provin-cia Barnabita Chilena

Nihil Obstat:

P. Angelo Leita Torresani, Superior Provincial

Derechos reservados

Revista Renacer es editada y publicada en Colegio El Sal-vador . Horacio Aránguiz 1500. San Vicente de TT Fono 56-72-583053

E-mail: [email protected]

Sitio Web

www.colegioelsalvador.cl

3! Editorial

! ACTUALIDAD4! Iglesia en la mira. ¿Confiar o sospechar? es

la cuestión

! EDUCACION7! El profesional docente desde la catolicidad12! Para educar24! Bullying y abuso a escolares. Aportes al dis-

cernimiento34! Solidaridad. La Pedagogía como trabajo

común donde todos reciben y aportan

! RELIGION39! Iglesia que sumergida en la muerte renaces

a la vida. Herencia de Pascua

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Al igual que el hombre de la fotografía, a veces nos asiste esa extraña sensación de abandono que padece quien pierde el transporte, experiencia de soledad y extranjería en un mundo y contexto imposibles de alcanzar, como si la realidad siguiese avanzan-do delante de nuestros ojos, rutinaria y empecinada en su tránsito hacia un futuro in-cierto, sin que nada podamos hacer para apropiarnos de ella. Es lo que ocurre a mu-chos creyentes en la Iglesia de hoy. Existe en ellos el deseo de participar, creer y man-tenerse fieles a una comunidad que, en medio de escándalos y contradicciones, pare-ciese alejarse cada vez más de ese anhelo vital. No obstante, seguimos y siguen allí, a la espera de que algo cambie en la conciencia de todos y cada uno, de tal forma que renovemos la experiencia de caminar juntos con Dios y hacia Dios.

Ese cambio buscado y anhelado hasta con desesperación encuentra ecos privilegia-dos en las comunidades educativas. Los jóvenes exigen religiosos que asuman el compromiso de ser luz y sal en una tierra que les resulta, a ratos encantadora, y a ra-tos oscura e insípida. Es por ello que en nuestra Provincia la educación continúa como primera línea de reflexión y acción pastoral, sobre todo en estos tiempos en que cons-tatamos y somos testigos de una reforma basada más bien en buenas intenciones que en políticas acertadas y pertinentes a lo que exige, con mayor fuerza cada vez, la sociedad chilena, a saber, buena educación para todos y en todos los niveles

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¿CONFIAR O SOSPECHAR?... es la cuestión

IGLESIA EN LA MIRA

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Presento algunas reflexiones con rela-ción a los difíciles momentos por los que nues-tra Iglesia Católica está pasando, es decir, los escándalos. Es una situación demasiado com-plicada, ya que la credibilidad de la Iglesia está disminuyendo cada día tras estos casos. Es de conocimiento de algunos que ya hubo situacio-nes “semejantes” en la Iglesia de los tiempos antiguos, es decir, épocas de graves crisis y de decadencias por parte del clero en todos sus niveles, pero que a través de actitudes de mu-chos hombres y de mujeres, juntamente a la gracia infinita de Nuestro Señor Jesucristo, que con sus vidas intentaron y lograron soluciones contra los males que afectaban a la misma, creo que es pertinente subrayar la figura de nuestro Fundador Antonio María Zaccaria: “…pues, la caridad de Dios; sin el amor de Dios no se hace nada; de este amor depende todo…” (Escritos del Santo Fundador).

Si la credibilidad de la Iglesia en estos tiempos no es de las mejores, y de hecho, no lo es, debido a todos los escándalos, creo que lo más importante ahora es reflexionar y buscar salidas, medios, para encontrar soluciones que lleven a las personas a un nuevo encantamiento por la Iglesia: “la victoria se recibe por gracia y gratis, pero no se entrega a los ingratos…” (Es-critos del Santo Fundador).

Nuestro Fundador (Antonio María), nos dice que esto ocurre a partir de una reforma o una renovación tanto interior como también ex-terior, es decir, una reforma personal y comuni-taria: “…inútilmente se trata reformar las cos-tumbres si no está presente la gracia divina, que empero prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo…” (Escritos del Santo Fundador). En nuestro tiempo, en nuestra sociedad, el ser humano, quizás de modo general, ha ido re-nunciando, alejándose paulatinamente de las manifestaciones religiosas que dan cuenta de su misma naturaleza, pero que así mismo, este

mismo hombre sigue siendo alcanzado por la gracia y misericordia de Dios en el mundo. La manifestación de Dios sin duda se hace presen-te también en estos difíciles problemas, Dios está actuando de muchas formas que debido a nuestras limitaciones no logramos verlas o re-conocerlas, es decir, lo que está sucediendo en el interior de la Iglesia hace parte del plan salvífi-co de Dios: la purificación de hecho, en la Igle-sia, está siendo hecha.

Creo que estos momentos críticos que atraviesa la Iglesia, debemos tomarlos como un período clave, es decir, momento en el cual te-nemos la oportunidad de mostrar y de dar res-puestas contra todas estas críticas actuales. Y teniendo ejemplos de los grandes santos de la historia, que por supuestos fueron hombres y no súper hombres como pensamos, podemos de hecho cambiar una vez más la historia, prin-

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cipalmente con nuestro hablar y practicar que quizás nos falta y que sin duda hoy día hace la diferencia.

Además, con la situación de crisis alre-dedor de la Iglesia y del clero, la fe jamás puede dejarse afectar, ya que esta es un acto por el cual el hombre se entrega a Dios, (verdad, amor, bondad, entre tantos otros atributos), como la única fuente de salvación. Recordemos

ahora el pasaje de San Pablo (2Cor 12,10), que nos dice: “Por eso me complazco en mis fla-quezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte”. Por ello, nuestra fe no se puede mantener si no es en una actitud perma-nente de contemplación, de búsqueda de la voluntad de Dios, de una conversión continua y de una vivencia de los gozos y esperanzas y de sufrimientos.

Por lo tanto, creo que como cristianos y verdaderos seguidores de Jesús, no podemos perder la esperanza, de quedar indiferentes, callados o incluso de intentarnos ocultar las co-sas, es decir, debemos enfrentar esta situación con la cabeza levantada, con el rostro erguido, saber aceptar y reconocer los errores cometi-dos y no quedarnos indiferentes a esta situa-ción, ya que la ignorancia produce la insensibili-dad que a su vez genera la indiferencia.

Con todo, quiero dejar a Uds. (herma-nos) lectores, un mensaje de fe, esperanza, de perseverancia y de optimismo en medio de las adversidades por las cuales estamos pasando; pueden tener la certeza de que días mejores vendrán

Hermano Mauro, Religioso Barnabita. Casa de Formación Los Quillayes, Puente Alto.

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Nuestra fe no se puede mantener si no es en una actitud permanente de contemplación, de búsqueda de la voluntad

de Dios, de una conversión continua y de una vivencia de los gozos y esperanzas y de sufrimientos

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En no pocas ocasiones nos hemos pre-guntado por el quehacer específico del profe-sor; y pareciera que su labor no conoce límites, es más, se levantan voces acusando que un buen profesor debería ser una combinación de psiquiatra, especialista en ciencias sociales, científico, humanista y hombre de acción. Ahora bien, pedir la encarnación del arquetipo ideal docente en una persona que tiende cada vez más a la especialización en una parcela del sa-ber ayudaría a aumentar, sin pretenderlo, los no ya pocos peligros inherentes a la profesión do-cente (Rossa; 1978), ya que, en múltiples oca-siones, los profesores son victimas de la impor-tancia exagerada que se atribuye a su función, y constantemente son citados a alcanzar objeti-vos inaccesibles, contribuyendo esta situación sin lugar a dudas, a extender la impresión de un clima de frustración e incompetencia.

¿Cómo apuntar adecuadamente a la optimización del pedagogo tanto en el sistema educativo como en el conjunto de la comunidad social? ¿Deben los profesores hacer de todo para ser profesionales competentes? Ante esta necesidad profesional, el Marco para la Buena Enseñanza (MBE) emerge como un parámetro accesible para todos los docentes que se es-fuerzan por dar con su desempeño y compe-tencia, una educación de calidad, que conside-ra las “responsabilidades de un profesor en su desempeño profesional para contribuir al mejo-ramiento de la enseñanza involucrando a todos sus alumnos” (MBE).

Pero sin duda, hay resistencias y errores de forma y fondo cuando no se articulan en él, los principios que Castillejo1 (1981:72) establece como fundamentales al momento de pensar la labor docente desde la gestión de calidad: Indi-vidualización, socialización, autonomía, creativi-dad y actividad

Estos principios están presentes en el MBE, pero ¿responden en su conjunto a la pro-fesionalización que requiere el actual sistema educativo? Al parecer, hay una cierta tendencia a asumirlos de un modo aislado del desempeño docente y con ello, generar reduccionismos pe-dagógicos evidentes que acentúan las caren-cias y las brechas de la educación desde el ámbito docente y sus resultados. La calidad de

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1 ! Castillejo, José Luis (1981): “Los principios de la educación”, en NUEVAS PERSPECTIVAS EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN. Edit. Anaya. España.

EL PROFESIONAL DOCENTE DESDE LA CATOLICIDAD

INTRODUCCIÓN

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un sistema educativo no mejora por la simple existencia de un MBE, sino requiere efectiva-mente de una sinergia institucional que conlleve a logros docentes eficaces y que se prolongan en el tiempo. Creemos que el MBE responde a la exigencia de los principios de la educación, pero no a la cuestión de fondo, a saber, una formación integral de los docentes que fomente el protagonismo y la calidad de los procesos previos al ejercicio docente, acompañado en el tiempo de una constante profesionalización y especificidad de competencias.

1) La Integración Educativa desde sus principios y las competencias docentes

Nuestro objetivo es establecer la rela-ción de éstos principios con el conjunto del MBE con el fin establecer: Qué es necesario saber, qué es necesario saber hacer y cuán bien debemos hacerlo. Así, planteamos:

• Lograr que cada hombre alcance su máxima perfección individual. Es la ba-se para una educación personalizada y una labor docente garantizada; así en-tendemos el principio de la individuali-dad;

• Lograr que cada persona potencie su dimensión social, comprometiéndose con sus semejantes en la búsqueda del bien común, articulando esta di-mensión desde el principio de la socia-lización;

• Lograr que cada persona alcance el nivel más alto de dignidad humana, siendo capaz de ser autor y responsa-ble de su vida, desde el cultivo del principio de autonomía;

• Preservar la originalidad y creatividad de cada persona para que realizándo-se singularmente, sea capaz de vivir creativamente su propio proyecto des-de los principios de la creatividad y ac-tividad.

Una forma de entender el fenómeno educativo es a través de los principios que defi-nen y orientan las decisiones educativas pues estos se transforman en verdaderas líneas de acción al momento de planear dichos procesos. En ellos enfocaremos nuestra reflexión.

Desde el principio de la individualidad podría definirse lo que es propio y particular a cada ser humano, es aquello que nos hace úni-cos ante los demás y a nosotros mismos; de un modo especial en la labor docente. Estas cons-tataciones exigen la adecuación de cualquier proceso educativo a las particularidades de ca-da uno; Castillejo (1981:73) señala que la “con-ciencia y conocimiento de estas características tendrían un efecto más eficaz de los procesos de enseñanza, la atención a cada educando se hace imprescindible en alguna de sus dimen-siones”. Para que exista un aprendizaje real es necesario acercarse a las formas de asimilación o interpretación que cada uno hace de la reali-dad, estos filtros o modos de incorporar la nue-va información son absolutamente diferencia-dos, incluso desde le punto de vista biológico.

El docente ha de ser experto en el arte educativo de individualizar los procesos y las tareas que su rol profesional exige. Este princi-pio articula estrategias que el docente aplica desde el MBE, por ejemplo: (a) Diversificación de materias y asignaturas; más posibilidades de apuntar a los intereses particulares de cada uno; b) Especializaciones; profundizar en aque-llos contenidos en donde haya mayor interés y capacidad para abordarlo; c) Actividades optati-vas; d) Currículum abierto; e) Programas dife-renciados.

En un segundo momento, al participar de una misma humanidad, el principio de la so-ciabilidad implica un reconocimiento de que hay algo que nos es común a todos, esto sería el generador del hecho educativo. Esto no con-tradice la premisa de que la educación es un

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fenómeno individual. En este rol social, el edu-cador deviene en mediador entre el individuo que se gesta y la cultura que lo acoge y esta-blece. Para Castillejo (1981:87) es fundamental hacer coincidir lo individual con lo social; el pro-ceso de aprendizaje es personal e intransferible, pero se da en relación dentro de una situación social en donde existen actores que se afectan mutuamente desde su realidad cultural y perso-nal. Algunas estrategias de este principio son: Sistemas socializadores integrales; sistema de proyectos, equipos de trabajo, Dinámica de grupo aplicada a la enseñanza, socialización de actividades extraescolares, la escuela como centro de la comunidad (influencia del proceso

educativo no sólo afecte a los educandos sino que también a la sociedad).

Cuando hablamos de autonomía, ¿a qué hacemos referencia? Según Castillejo, este término hace referencia a la “capacidad del hombre de auto-gobernarse, ser dueño de sus propias acciones”. Precisa que la dignidad del hombre reside en la posibilidad que tiene de ocuparse de sí mismo y de construir su vida bajo su propia responsabilidad. Este principio va ligado a uno de los elementos que definen el concepto de educación, la intencionalidad2.

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2 ! Recordemos que esta no sólo se basa en la decisión de educar, sino que también en la decisión de ser educado. Cuando hablamos de propiciar un proyecto de vida en donde la solidaridad ocupe un lugar importante en los jóve-nes, tenemos que tomar en cuenta que esa decisión pasa por la elección voluntaria de cada uno. Esto unido a la idea de que los efectos de un proceso educativo son personales e intransferibles. el problema o desafío educativo es ayudar al educando a que progresivamente conozca y valore la realidad, favoreciendo la capacidad de hacerse au-tónomo responsablemente.

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Por ello, cabría preguntarse cuál es el papel del educador o mejor dicho, cuál es el sentido de un proceso educativo desde la pers-pectiva de que la educación es un conjunto de decisiones personales. Al respecto responden los dominios C y D del MBE; si partimos de la base que la educación es un proceso, entonces las prácticas educativas (desde el educador y a la luz de dicho marco) deberían tender hacia la progresiva conquista de la libertad-responsabili-dad, reduciéndose así la autoridad presente en el educador, que suponemos que el individuo

paulatinamente irá adquiriendo libertad y responsabilidad para abordar su proceso.

Y la práctica docente se integra de un modo peculiar en el MBE con los dos principios res-tantes: creatividad y actividad. Este principio es inherente al pro-ceso educativo: La actividad del sujeto que se educa es indispen-sable para la eficacia del proceso y despierte su creatividad. “Nadie se educa ni aprende por otro”. Esta fuerte tendencia surge en contraposición al tipo de educa-ción centrada en el educador, es lo que se ha denominado Escuela Nueva. El principio de actividad no es sinónimo de activismo o realización de muchas actividades al servicio de los educandos. Más bien hace referencia a la actividad interna del sujeto. “El principio reconoce la necesidad de que, en el proceso educativo, sea el alumno el agente y protagonista, y que su actividad le lleve a reali-zarse y construirse. Desde la p e r s p e c t i v a d e C a s t i l l e j o (1981:89), este principio reconoce el valor del sujeto que se educa, ya que estima las posibilidades

que el propio sujeto tiene de cons-truir su vida siempre de un modo diverso y no-vedoso. El papel del educador desde esta ópti-ca consistiría en la apertura de espacios en donde el sujeto pudiera observar, experimentar, comprender y vivenciar activamente las situa-ciones que constituirían un proceso de aprendi-zaje, según Castillejo (1981:89) “es la participa-ción del alumno en el aprendizaje” John Dewey, afirma que la “experiencia creativa” es la base del conocimiento y su única fuente, sólo gracias a ella es posible aprender la realidad.

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Tal premisa se transforma casi en un imperativo al momento de intencionar un proce-so educativo, en donde el papel del educador sería además ofrecer espacios que permitieran ordenar esta realidad para posteriormente ser utilizada de un modo creativo según los domi-nios B y C del MBE. Las necesidades internas del sujeto son fuente de creatividad; estas ne-cesidades son presentes, pero como los proce-sos educativos están pensados en el futuro se alejan de los intereses de los educandos, habría que hacer que sus intereses tuvieran vigencia en el presente, esto movilizaría la disposición hacia el aprendizaje. El principio de la actividad es uno de los más importantes al momento de fundamentar las corrientes de aprendizaje ac-tuales que el MBE motiva a los docentes para estructurar su profesionalismo desde estos principios de apertura a la calidad de su gestión académica.

2) Pensar al profesional docente desde la catolicidad

El profesionalismo docente será un pun-to común de nuestros esfuerzos académicos y de nuestros afanes profesionales, cuando se considere una apertura verdadera y flexibilidad en la innovación que muchos buscan pero en-cuentran límites o marcos que les impiden avanzar hacia educación de calidad y autono-mía en la gestión de nuestra mayor riqueza: la educación.

Desde la pluralidad eclesial, pensar la educación religiosa católica, ha de ofrecer los distintos elementos conceptuales y prácticos, para la construcción de un pensamiento peda-gógico-educativo que responda a las exigencias de los nuevos tiempos:

• Respetar la originalidad del individuo y la sociabilidad del ser humano en su misma constitución;

• Rescatar la alteridad del ser humano, como ser que se da y es capaz de re-cibir;

• Una educación preferentemente crítica ante el ethos de la cultura existente.

El desafío que se plantea el educador de Religión y Moral, es recoger las interrogantes con una fuerte carga social e iluminada con un proyecto claro y abierto a la innovación, como una adecuación de las estructuras, y las res-puestas a los nuevos desafíos éticos. No de-bemos olvidar que en toda época, la educación se sitúa como mediación del ethos cultural pues su injerencia en la memoria colectiva es pre-ponderante, ya que transmite valores colectivos de generación en generación. Así, se estructura una lógica a partir de un método educativo y opciones estratégicas que se implementan para llevarla a cabo; una educación pensada y vivida en ambiente de igualdad de oportunidades, de respeto expresado como un pluralismo ideoló-gico y de corresponsabilidad participativa en la expresión de la autogestión, desechando la di-dáctica autoritaria y el pensamiento pedagógico sin una reflexión sistemática.

Ante este escenario, la educación se encuentra ante una doble meta: la preocupa-ción por la formación de un sujeto autónomo, organizando los contenidos alrededor del eje categorial de justicia, pues “el significado básico de la categoría ética de justicia está constituido por dos referencias axiológicas: la igualdad, considerar y resolver todos los problemas de la vida desde y para la igualdad de los seres hu-manos; y la reciprocidad, entender las relacio-nes humanas en clave de participación equitati-va. Por tanto, la autonomía y la justicia se inte-gran para formar la única meta de la educación moral del docente de religión y de todo aquél que es profesional de la educación

P. José Carvajal Gallardo, Profesor de Religión y Moral

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En las orientaciones pastorales últimas la Conferencia episcopal, al momento de diag-nosticar nuestra realidad, señala: «Constatamos la voluntad de dar una educación de calidad a todos los chilenos … Nos admira la cantidad de familias en las cuales los padres no escatiman ni esfuerzos ni renuncias para dar a sus hijos acceso a la educación y a nuevas oportunida-des que ellos mismos no tuvieron»1 lo que se-ñala que la educación es un bien importante y que su calidad lo es también. Pero de la misma manera entre los rasgos negativos se señala como una de las causas de la creciente violen-cia «la insatisfacción permanente en el campo

de la educación»2. Y no necesariamente es la educación formal la que tiene estos problemas, sino el concepto mismo de educación, espe-cialmente en lo relativo a lo formativo que ella debería tener. Así «Hay crisis de autoridad pa-terna y materna, y gran dificultad para formar la conciencia moral y poner límites en la educa-ción de los hijos menores y adolescentes, como asimismo para enseñarles a ejercer una libertad responsable»3. Por lo tanto educar es importan-te, pero difícil.

Uno de los anhelos de nuestra Iglesia es que no se pierda esa tradición que ha permitido

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1 CECH, Discípulos misioneros de Jesucristo para que en Él nuestro pueblo tenga vida, Orientaciones Pastorales 2008-2012, nº 32.

2 CECH, cit., nº 35.3 CECH, cit., nº 39.

PARA EDUCAR

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la presencia de la figura de Cristo en el debate nacional, convencida que será una riqueza y no un tropiezo: «Esta historia ha sido construida con diversas visiones del hombre y del futuro y, desde los albores de la independencia nacional, con un deseo muy explícito de la presencia de Cristo y de su enseñanza en la familia y en la educación, también en la legislación que rige al país. No siempre hemos logrado amplios con-sensos en estas materias, pero es innegable la búsqueda de Dios en nuestra historia»4. De ahí que parte significativa de la educación es guiar a los educandos a tener una mirada no sólo utilitaria a la educación, sino considerarla como un momento privilegiado para construir el alma nacional5. Lo que explica el mismo peso numé-rico de la presencia de la Iglesia en el campo educativo: «La Iglesia ha hecho un significativo aporte con una educación evangelizadora al sistema educacional chileno y a las reformas promovidas por el Estado. En la actualidad prestamos un servicio directo a más del 17% de los estudiantes en el país, 80% por ciento de

los cuales se encuentran en sectores populares, campesinos y medios»6 y le hace cultivar un deseo por una educación que apunte a aspec-tos muy necesarios y muy necesitados de cui-dado, como el espíritu social o comunitarios: «Respecto a la educación, en este momento de profundas reformas educacionales, falta reforzar un proyecto educativo integral. Necesitamos una mayor y mejor formación de los padres y profesores, protagonistas del proceso educati-vo, y entregar mejores elementos pedagógicos para animar los procesos de fe y de vida comu-nitaria de sus hijos y alumnos»7.

Y llegados a este momento les pido que se dejen provocar por las inmensas expectati-vas que nuestra Conferencia episcopal ha de-positado en la educación. Y así señala entre las "énfasis pastorales" para este período la: «Pas-toral educativa, un lugar privilegiado para la promoción humana integral. La formación y promoción integral, expresa Aparecida, supo-nen un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural que se realiza en la escuela, inserta en los problemas del tiempo en el que se desarrolla la vida del joven. De esta manera, las distintas disciplinas han de presentar no sólo un saber por adquirir, sino también valores por asimilar y verdades por descubrir. La escuela debe poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura con los valores absolutos, precisamente con el fin de activar el dinamismo espiritual del sujeto y ayudarle a alcanzar la libertad ética que presupone y perfecciona a la psicológica. La educación humaniza y personaliza al ser huma-no cuando logra que éste desarrolle plenamente su pensamiento y su libertad, haciéndolo fructi-

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4 CECH, cit., nº 48.5 Esa «alma de Chile», expresión que gustaba mucho al Cardenal Silva Henríquez y que expresaba algo tan noble y

complejo como los anhelos más genuinos de justicia y solidaridad.6 CECH, cit., nº 52.11.7 CECH, cit., nº 53.12.

La educación humaniza y per-sonaliza al ser humano cuan-do logra que éste desarrolle

plenamente su pensamiento y su libertad, haciéndolo fructi-ficar en hábitos de compren-sión y en iniciativas de comu-nión con la totalidad del orden

real

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ficar en hábitos de comprensión y en iniciativas de comunión con la totalidad del orden real. De esta manera, el ser humano humaniza su mun-do, produce cultura, transforma la sociedad y construye la historia»8. Es de destacar que la educa-ción es impor-tante a la vez que urgente p o r q u e e s uno de los factores que contribuyen al c rec im ien to equitativo y su falta contribu-ye a aumentar en forma peli-grosa el daño social: «Nada daña tanto la vida como la miseria, la inequidad en la distribución de los bienes, la falta de educación y de opor-tunidades»9.

Una educación apropiada vincula una tarea impulsora de crecimiento y de maduración personal y social con una tarea terapéutica que proporciona instrumentos para enfrentar las en-fermedades que nuestro tiempo y nuestra cultu-ra también tienen: «Los adolescentes y jóvenes, que “representan un enorme potencial para el presente y futuro de la Iglesia y de nuestros pueblos, como discípulos misioneros del Señor Jesús (...). Por su generosidad están llamados a servir a sus hermanos con todo su tiempo y vi-da (...). Y tienen capacidad para oponerse a las falsas ilusiones de felicidad y a los paraísos en-

gañosos de la droga, el placer, el alcohol y to-das las formas de violencia”10. Invitamos, pues, a acercarnos a ellos y a revitalizar el compromi-so de acompañarles, en sus diversos ambien-

tes, con una educación de calidad, con una pastoral más significa-tiva y misio-n e r a , c o n métodos pe-dagógicos e i t i n e r a r i o s f o r m a t i v o s acordes con la actual rea-lidad juvenil, teniendo pre-s e n t e q u e

una verdadera pastoral juvenil es necesariamen-te una pastoral vocacional en todo el sentido de la palabra»11.

Seguros de la importancia del cometido educativo la CECH hace un sentido llamado y convocatoria a todos quienes se desempeñan en la educación a sentirse protagonistas de una misión muy especial: «Los agentes educativos, en esta hora de "emergencia educativa"12, son vitales para formar discípulos misioneros que den vida y vida plena al cambio cultural al que asistimos. Deseamos en estos años favorecer su encuentro con Cristo de modo que atenda-mos adecuadamente a la formación de perso-nas a través de la educación en todos sus nive-les. Una particular preocupación deberán tener

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8 CECH, cit., nº 85.2, que cita el Documento de Aparecida (DA) 330.9 CECH, cit., nº 85.3.10 DA 443.11 CECH, cit., nº 87.2.12 DA 328.

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los profesores de religión y los docentes católi-cos de todas las asignaturas, así como también los paradocentes y docentes directivos, de mo-do que la escuela católica experimente una pro-funda renovación y su proyecto educativo pro-mueva "la formación integral de la persona te-niendo su fundamento en Cristo, con identidad eclesial y cultural, y con excelencia académi-ca"13. Nos queda aún el desafío de buscar nue-

vos caminos para mostrar a Cristo a través de la educación municipalizada. A los docentes católicos de otras asignaturas les llamamos a que cada uno pueda buscar las estrategias di-dácticas para resaltar la presencia de Dios en cada una de sus asignaturas, sean ellas las ma-temáticas, artes, letras, especialmente en las ciencias, para que los jóvenes continúen con su espiritualidad y no la desechen cuando -por su

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13 DA 337.

IGLESIA PRE-ROMÁNICA SANTA MARIA DEL NARASCO, SIGLO IX,OVIEDO , ASTURIAS, ESPAÑA

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desarrollo- la razón o el razonamiento lógico los domina»14.

Junto con estas expectativas se mues-tra la conciencia de que no se trata de una ta-rea sencilla. De allí que lance este desafío cons-ciente que se dirige a una tarea y a unos prota-gonistas de excepción. Los educadores viven en ocasiones agobiados por la tarea y la Iglesia les agrega, si así queremos expresarlo, un "agobio" más. No sólo es mucha pega, es una muy especial pega: «La Iglesia es madre y, si genera vida, también debe protegerla y ayudarla a crecer. La formación, pues, es una de la labo-res propias de la Iglesia y, por la situación ac-tual, es la que más desafíos presenta. Éste es "el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos misioneros que respondan a la voca-ción recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del en-cuentro con Jesucristo"15. Nuestra opción clara y decidida, por tanto, es por una formación en la que se favorezca y madure el encuentro con Cristo, y que lleve a interiorizar y desarrollar di-cha experiencia de fe. El modelo es Jesús que formó a sus discípulos y los envió a anunciar la Buena Nueva»16. Atribuye especial importancia a esta vertiente cristiana Edith Stein que define a Teresa de Ávila «maestra en educación y for-mación» y dedica varias conferencias a las maestras cristianas convencida de la nobleza, lo que no es nuevo, y especialmente de la eficacia de esta misión, lo que es menos común. No era

la preocupación de una aficcionada; estaba comprometida en una reforma educativa en Alemania y el proyecto no pudo lograrse porque lo interrumpió en 1933 la subida al poder de Hitler.

Y podemos ya lanzar una primera cons-tatación. Hay importancia y conciencia de lo gravitante que es la educación, y sin embargo con frecuencia nos encontramos también con una frivolización de la aproximación a ella. Sólo quien está consciente de lo complejo que es el hecho educativo puede quedar impasible e indi-ferente ante los sucesivos tentativos de cargarle en forma exclusiva tareas que otros agentes deberían asumir: la familia en su función de so-cialización básica y transmisora de valores; el estado en su función de ofrecimiento de opor-tunidades de crecimiento y de regulador atento de la búsqueda de los equilibrios sociales; las mismas comunidades cristianas como respon-sables de la transmisión y de la vivencia de la fe. Muchos roles de suplencia que se ve obligada a asumir no permiten a la escuela y al educador ser el agente cultural que debería ser.

No seré yo además el que les señale por primera vez que nuestras sociedades padecen de una contradicción vital descargando en las espaldas de la educación mucho de lo que ne-cesitan para su sobrevivencia y simultáneamen-te manifiesten un descuido de la valoración so-cial y económica de la educación y muy espe-cialmente de los educadores. Pero no es una

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14 CECH, cit., nº 87.3.15 DA 14.16 CECH, cit., nº 62.

Hay importancia y conciencia de lo gravitante que es la educación, y sin embargo con frecuencia nos encontramos

también con una frivolización de la aproximación a ella

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cosa nueva. Agustín en su Confesiones relata un episodio sabroso relativo a esta función pe-dagógica. Él se recibió de «retor» es decir ex-perto en retórica o transmisor de conocimientos y capacidad de expresarlos. Comenzó con una escuela en Cartago. Se sentía desazonado por la poca atención que le prestaban los alumnos. Abre una escuela similar en Roma. Aquí le va bien en lo relativo al provecho que sacaban los alumnos. Pero a fin de año un porcentaje impor-tante se iba sin pagar. Las dos angustias de la educación: la falta de atención y el desprecio social/económico17.

Para nuestra reflexión les agrego un par de indicaciones. La primera rescata lo importan-

te de suscitar en los aprendices el deseo de más. Lo digo con mucho respeto sabiendo que es lo que todo maestro busca y que es lo que menos se logra. La teoría del máximo rendi-miento con el mínimo esfuerzo ha entrado en nuestros alumnos antes que aprendieran a res-pirar. Pero todo pedagogo sabe que es el se-creto del aprender: desear desentrañar los mis-terios. Así lo señala un maestro del siglo XX: «Lo inacabado, si tiende constantemente a superar-se, ejerce sobre cualquier mente apasionada una seducción que bien vale del logro perfecto.Al buen labrador le gustan tanto las labores y la siembra como la cosecha, ha dicho más o me-nos Péguy»18.

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17 San Agustín, Confesiones, VIII, 14. La angustia económica de los maestros es tanto de todas las latitudes que en la madre patria asume tono de proverbio: «En mi pueblo, uno se parte el espinazo trabajando y pasa más hambre que un maestro de escuela», GOYTISOLO, Juan, Para vivir aquí, Bruguera, Barcelona 1980, p. 150.

18 BLOCH, Marc, Apología para la Historia o el oficio del historiador, Fondo de Cultura Económica, México 2001, el original es del 1949, póstumo; el autor fue fusilado por los alemanes que ocupaban Francia en 1944. En el original la cita está en p. XVI.

La teoría del máximo rendimiento con el mínimo es-fuerzo ha entrado en nuestros alumnos antes que aprendieran a respirar

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También hay que buscar que el alumno se construya una personalidad propia, que lle-gue a ser persona: «Pero enseñar es eso: volver a empezar hasta nuestra necesaria desapari-ción como profesor»19.

Esta última cita es de un libro cuya lec-tura les recomiendo encarecidamente.

Para quien está directamente compro-metido en el trabajo educativo les sugiero:

Déjense invadir por la magnitud de la misión en la que están matriculados. Se puede hacer sin arrogancia.

Busquen un par de compromisos que les consientan cumplir con las tareas que esti-man urgentes. No crean que sean poco sólo un par; quien mucho abarca poco aprieta.

¿Por qué las virtudes?: una visión global que bosqueja nuestra opción antropológica.

Las finalidades de la Educación son muchas, pero algunas de ellas son más importantes o urgentes en algún momento. Sin duda el equipamiento técnico que los alumnos reciban será siempre fundamental, porque en la educación se cifra la posibilidad de las personas para insertarse, en todo sentido, en la sociedad. Pero, hoy más que ayer, el tipo de persona que se es, los valores que la sustentan y la perspectiva que cultiva adquieren una relevancia especial. La Conferencia Episcopal de Chile en sus Orientaciones pastorales, que recogieron el espíritu del Jubileo de la redención y marcaron pauta para el camino eclesial hasta el 2005, señalaban: «Ante el desconcierto de muchos padres de familia frente al modo de educar a sus hijos en el tema de los valores, quisiéramos ayudar a las familias a elaborar una pedagogía

humana y cristiana, adecuada a la cultura actual y con capacidad de responder positivamente a los desafíos de los tiempos»20.

Una educación cristiana debe tener esas características

1. Una convicción Aunque no siempre resulte simple trasladarlo a la práctica, es una convicción compartida en las última décadas que el acento en el trabajo pedagógico va puesto en «enfatizar o mejorar el aprendizaje». Pero la metodología usada que acentúa la atención en la eficiencia de los sistemas escolares no parece haber dado l os resu l t ados espe rados . Segu imos convencidos que la verdadera partida se juega en la formación humana y espiritual (no sólo valórica genérica) de los educandos. La formación de la conciencia del individuo tiene importancia, además, no sólo en el momento de expresar qué cree, qué busca, qué apetece, sino también en el momento que determina cómo se enfrenta a los conocimientos escolares, al trabajo escolar, al despliegue de su responsabilidad, al ordenamiento de sus prioridades, a la estructuración de su horario, al modo cómo hace un trabajo ..., es decir a cosas muy diarias del desempeño académico.

2. Unas opciones P o r e s o e s d e t e r m i n a n t e q u e formalicemos -a partir del general compromiso cristiano y de las opciones explícitas en ese ámbito realizadas por nuestro proyecto educativo- que figura de hombre presente y de proyecto futuro son los ejes de nuestra opción antropológica.

De antemano proclamamos que es nuestra convicción que nuestro Colegio específico es un ofrecimiento para quien,

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19 PENNAC, Daniel, Mal de escuela, Barcelona 2008, II, 10.20 CECH, Orientaciones pastorales 2001-2005, nº 199.

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libremente, estima que la educación es más que un deber árido y tiene la obligación de desplegar las potencialidades generosas que Dios ha puesto en cada uno. De ahí la primera coordenada de nuestra opción: no se trata del Colegio más cercano, del más accesible que ofrece el mercado ... u otras cosas parecidas, sino del desafío de dar posibilidad de acceder al

bien cultural y al afinamiento de su calidad de vida a personas que sin medios muy holgados quieren trabajar juntos con esfuerzo hacia una meta común.

2.1 La persona humana tiene necesidades básicas que absolver, y éstas son importantes, pero más importante es el

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sentido de la vida que vaya encontrando en su caminar, fruto de su búsqueda. Entonces: no minimizar el valor de las necesidades vitales diarias y de las obligaciones que suscitan, pero precisar que todas ellas son medios y no fines de la vida de la persona21.

2.2 Asumir que el hombre vive dentro de unas coordenadas que estructuran su

valor específico y que nuestra Iglesia Latinoamericana ha expresado en Puebla en los siguientes términos: «La libertad implica siempre aquella capacidad que en principio tenemos todos para disponer de nosotros mismos (cfr. GS 17) a fin de ir construyendo una comunión y una participación que han de plasmarse en realidades definitivas, sobre tres planos inseparables: la relación del

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21 En estos aspectos hay que ser claro y entendemos que no basta el voluntarismo; una persona que viva -por necesi-dad- obsesionada por necesidades primarias es difícil, cuando no imposible, que se ocupe y preocupe por requeri-mientos más sofisticados. Por eso educar en situaciones de humana precariedad es una tarea prácticamente impo-sible y así los colegios se transforman en poco más que un estacionamiento.

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hombre con el mundo, como señor; con las personas como hermano y con Dios como hijo»22. La resolución de la forma con la que se expresa esta específica natura leza del hombre es parte importante de la educación y también requiere compromisos y actitudes diarios y muy concretos.

2.3 Expresar específicamente que cada cual es responsable constructor de su ser y de su proyecto y que éste no depende de l a casua l idad . Asoman con frecuencia, por presión cultural o por una escondida mentalidad mágica que anida en nosotros mismos, tentaciones deterministas que nos hacen mirar a los eventos como ineludibles promesas o amenazas que penden sobre nosotros y ante las cuales no queda más que la resignación. La antropología cristiana cree mucho en la aportación personal que, sin duda, contará con los talentos abundantes dados por Dios y la gracia que nos fortalece. Raíces bíblicas y teológicas nos lo recuerdan: desde la parábola de los talentos (Mt 25,14ss; Lc 19,12ss; Mc 4,25; 13,34-37), a la sabrosa respuesta divina a Moisés pasmado ante el obstáculo en Éx 14,15: «Yavé dijo a Moisés: "¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha"», a la convicción de los primeros Padres de la Iglesia que insisten que el creyente ha sido liberado de la

necesidad y ha adquirido la libertad y la posibilidad de construirla: «No quedamos hijos de la necesidad ni de los astros»23 y «¡Ya no hay horóscopo ni destino fatal!»24. La tradición cristiana, no sólo en cosas de detalle, sino como global opción antropológica está ajena a la idea de hado o destino ineludible de la suerte humana. Nada es fatal, todo es opción y responsable decisión. Así a los neófitos se les promete precisamente la libertad del influjo de las estrellas. «Nosotros estamos por encima del hado y conocemos no los démones de los planetas, sino al único infalible Señor del mundo»25, que no encasilla; más bien propone y otorga energía. Justino, en su Apología afirma que «los bautizados ya no son hijos de la obligación»26. Así para el creyente la opción personal y la providencia de Cristo toman el lugar del hado, que no tiene leyes, es decir sería incomprensible e irresistible capricho27. Es la misma intuición de las culturas ancestrales de nuestro continente, en la mitología azteca se encuentra una intuición similar en la que el dios «había prometido un reino de oro y plumas de quetzal: Sujetaréis de mar a mar a todos los pueblos y ciudades, y no será por hechizo, sino por ánimo del corazón y valentía de los brazos»28. Mucho tiempo y convicción deberán desplegarse a este propósito en nuestro esfuerzo educativo. «¡No vivimos en un cuento, no somos

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22 El que ha sido hecho a nuestra imagen y semejanza domina, lo que no ha sido hecho a nuestra imagen y semejanza será dominado (Bereshit Rabbâ 8,12). Puebla 322.

23 Justino, Apología I,61.24 Metodio, Symp., VIII,15,16.25 TACIANO, Or. Adv. Graec. 9.26 O de la necesidad; JUSTINO, Apol I,61.27 Cfr. CLEMENTE ALEJANDRINO, Excerpta ex Theodoto 78,1.28 GALEANO, Eduardo, La tierra prometida, en Memoria del fuego I: Los nacimientos, TM Editores, Bogotá 1997, p. 47;

DAVIES, Nigel, Los Aztecas, Destino, Barcelona 1977.

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víctimas de un hechizo! Tal vez enseñar sea eso: acabar con el pensamiento mágico»29.

2.4 La apertura a la valoración de formas de conocimiento y de aproximación a la realidad que trascienden la racionalidad instrumental: los lenguajes simbólicos (la sacramentalidad propia de la mirada religiosa a la vida lo requiere), la intuición (que es el sentido de la profecía: no una volá ... sino el mirar los r i n c o n e s m ú l t i p l e s , incluso escondidos de la realidad y de la persona), l a sens ib i l i dad a l a vulnerabilidad humana (en la doble vertiente de reconocer que mucho de lo imperfecto o de lo doloroso que padecemos es fruto de nuestro -a veces voluntario- error o pecado y la compasión ante el dolor de todo tipo que reitera la actitud de Dios que tiene "en t rañas de m ise r i co rd i a " ) , l a recuperación creativa de la tradición (tan gravitante en la experiencia cristiana, capaz de volver a inventar formas de responder a Dios haciendo acopio de los modelos de los santos) y el aprecio por la belleza (que nos recuerda la mirada complacida de Dios sobre la creación en el poético relato de Génesis). Estas miradas que no son sólo racionales son r icas y enriquecedoras, pero no necesariamente más fáciles: hay allí t a m b i é n t a r e a m i n u c i o s a d e adiestramiento de nuevas formas de ver la vida.

2.5 El cultivo del servicio como la forma más noble de consumir su propia vida y que nos ayuda a superar los asomos de egoísmo que todo lo centran en uno mismo: no es misterio para nadie que la tendencia a egoísmo o a medir cosas y eventos a partir de uno mismo es casi instintiva en el ser humano, a no ser que m e d i e u n a t e n t o e s f u e r z o d e descubrimiento amoroso del otro (a lo mejor precedido por el descubrimiento

del Otro). No románticas declaraciones, sino el intento de hacer vida la bienaventuranza que proclama San Pablo: «Hay mayor felicidad en dar que en recibir» (He 20,35). Imaginen aplicada esta actitud al trato con compañeros, con profesores, en la familia e incluso en el trato con los libros o la ciencia.

2.6 No contentarse nunca, porque Dios nos hizo para la perfección. Nuestro Fundador lo requería30 y los Barnabitas lo han concretado en «nunca digas basta en tu crecimiento espiritual», que retoma la invitación de Cristo a ser perfectos como el Padre. La tentación de la

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29 PENNAC, Daniel, Mal de escuela, Barcelona 2008, III, 17.30 ZACCARIA, Antonio, Lettere Sermoni Costituzioni, Roma 1996, pp. 131.140; tr. esp. Escritos de San Antonio M. Zacca-

ria, Provincia chilena 2008, pp. 201.214.

La tentación de la mediocridad (piensen a las tareas hechas a la carrera, a la copia -que no deja de ser tal por ser informática-, al «más o menos» que es casi institución nacional ...) es desafío para la educación sin, duda.

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mediocridad (piensen a las tareas hechas a la carrera, a la copia -que no deja de ser tal por ser informática-, al «más o menos» que es cas i inst i tuc ión nacional ...) es desafío para la educación sin duda.

Sin duda debe haber más tópicos e importantes. Piénsenlos no más y, de ser posible, aplíquenlos.

Preguntar, para aprender

Muchos dicen que los alumnos están hoy per-diendo el deseo de aprender, la curiosidad y por ende ya no hacen preguntas. Hay sí excep-ciones, como la de Juan Pérez que pregunta a su padre:-Papá, ¿cuál es la montaña más alta del mun-do?A lo que el atento Papá responde rápido:-No sé.Después de algún minuto, perdura el deseo de saber y:-Papá, ¿cuál es el río más largo del mundo?-No sé, responde el azorado padre rascándose la cabeza.Pero no por eso muere el anhelo de saber y:-Papá, ¿por qué el agua hierve a cien grados?Más ducho el padre ya llega rápido a la con-clusión que:-No sé, hijo.Al poco rato el padre precisa:-Pregunte, pregunte no más, hijo. De lo contra-rio ¿cómo va a aprender?… o:«hablando lentamente, escancié en aquella ca-ra rebosante de salud las reglas del cálculo fraccionario, sabiendo que no servía para na-da. El niño es bueno pero estúpido, estúpido como sus padres y sus demás hijos. En toda la casa no hay sino una persona inteligente, la

camarera» (BÖLL, Heinrich, E non disse nemmeno una parola, Mondadori, Milano 2009, p. 25).… además:«Las mujeres no son gran cosa, pero los hom-bres son la nulidad total [Les femmes sont des pas grand'chose, mais les hommes sont des rien du tout]» (De La Brète, Mon oncle mon curé, cap. IV).… y finalmente:« Es mucho lo que uno sabe mamado en la le-che» (RIVAS, Manuel, Los libros arden mal, Alfaguara, Madrid)

P. Giulio Pireddu Pes, Superior y Maestro Casa de Formación Los Quillayes, Puente Alto.

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Existe un tema del cual hoy en día se habla mucho en las comunidades escolares, pero no siempre se profundiza debidamente ni se hace lo mejor: Bullying. Hace poco el Dr. Sergio Canals publicaba un libro cuyo título, “Si todo es bullying, nada es bullying”, apunta a un

problema de fondo: el manoseo y abuso con-ceptual podría traer como consecuencia que, por un lado, no sepamos discernir los reales problemas de violencia escolar, cuyo caso ex-tremo es el bullying y, por otro lado, que perda-mos la capacidad y sensibilidad para actuar de-

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BULLYING Y ABUSO A ESCOLARES

APORTES AL DISCERNIMIENTO

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bidamente cuando nos enfrentamos a este tipo de agresión.

La reflexión y discusión se inscribe en un contexto de preocupación nacional y mundial sobre el tema, y al mismo tiempo en un escena-rio legislativo que pretende fortalecer el concep-to de comunidad educativa estableciendo de-beres y derechos de alumnos, padres y apode-rados consignados en la LEGE, junto a un Pro-yecto de Ley de violencia escolar que se discute en el Congreso.

Deberemos seguir insistiendo, como nos advierte Canals, que no todo lo que duele es bullying Por muy grave que sea una agresión

física, verbal o psicológica, y sin importar si ésta se da entre pares o desde quien detenta un po-der superior hacia un inferior, debemos concluir lo mismo: no todo lo que duele es bullying. De hecho, la mayoría de las personas recordamos episodios de violencia en nuestras historias, ya sea como víctimas, ya sea como agresores. Pe-ro tampoco podemos suponer, lisa y llanamen-te, que estemos ante exageraciones de padres aprehensivos o esnobismos periodísticos. Nos guste o no, el bullying existe, y como tal exige discernimiento, para evitar acciones ciegas, im-pulsivas y equivocadas, que terminan amplian-do el círculo de daños y problemas. Esta forma de agresión se da en todos los sectores y am-bientes, en cualquier tipo de relación y a cual-

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quier edad. Pero lo más comentado en estos tiempos es el bullying escolar. Chile recién co-mienza a sensibilizarse ante esta realidad, inclu-so a nivel legislativo1. Por lo mismo, abundan las respuestas  viscerales, venidas más bien de la emoción que de la razón, de nuestro instinto protector que del sentido común y de la refle-xión ética.

Es cierto que en la sociedad actual han aumentado los niveles de violencia, y los cole-gios no existen al margen de las sociedades. En general, niños y adolescentes reproducen con-flictos vividos en sus hogares o barrios. Ya no habitamos los mismos entornos que hace 30 años. Es cierto, también, que las formas actua-les de violencia son hasta más sofisticadas que antes. Hoy es muy fácil destrozar a alguien sin casi mezclarse con él, a través de redes socia-les como facebook, twitter2 u otros medios se-mejantes: blogs, fotologs, celulares… El bullying dispone actualmente de escenarios que antes ni siquiera soñamos, frente a los cuales nos sentimos más indefensos, por la agudeza de los daños y el anonimato que permite la presente tecnología. Por otro lado, la sobreexposición mediática de casos de bullying, más aún si van asociados a suicidios, aumenta el nivel de preo-cupación y angustia de padres y familiares, quienes, intentando proteger a sus hijos -lo que es perfectamente comprensible y normal- ter-minan confundiendo cualquier agresión con bu-llying. El tema ya se instaló en nuestra sociedad, y por primera vez un proyecto de ley busca ha-cerse cargo de esta dolorosa realidad. Es alta-mente probable, entonces, que cuando el pro-yecto sea ley, los colegios y profesores nos veamos exigidos por nuevos requerimientos de

padres, familias y autoridades, nacidas sobre todo de esta mezcla entre angustia, sana preo-cupación, instinto protector y desinformación. Pero el proyecto de ley contempla responsabili-dades para todos los actores de una comuni-dad, lo que incluye también a las familias. Sin embargo, para evitar la sobrecarga de consul-tas y denuncias sobre bullying, las comunidades educativas debemos reforzar la información y educación.

Asociado a este tema ha aparecido el de los abusos sexuales en contextos escolares, con especial y sospechosa mirada hacia los colegios de Iglesia. Ello nos obliga a ofrecer he-rramientas, argumentos e instancias que ayu-den al sabio discernimiento ético. En conse-cuencia con esto, ofrecemos extractos de dos entrevistas de prensa a P. Humberto Palma Ore-llana, en su calidad de Presidente de Fide en la región, la primera sobre bullying y la segunda respecto de la ley que obliga profesores a de-nunciar casos de abusos de menores.

El bullying ha existido siempre, pero ahora la sociedad tiene mayores índices de vio-lencia3

“El Padre Humberto Palma, rector del Colegio El Salvador y presidente de Fide Región de O’Higgins, señaló que el fenómeno del bu-llying ha existido siempre; “lo que sucede hoy es que hemos tomado más conciencia del pro-blema, sobre todo cuando existen nuevas for-mas de agresión y nos encontramos en una so-ciedad que de suyo ostenta mayores índices de violencia”.

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1! Cf. http://bloglegal.bcn.cl/content/view/939960/Proyecto-de-ley-sobre-violencia-escolar.html#content-top [Consulta: 04 de Octubre de 2010].

2 Como ejemplo, pensemos nada más lo que ocurrió hace un par de semanas con el sacerdote Luis Eugenio Silva, quien sufrió los efectos psicológicos de rumores circulados en Twitter.

3 Extracto de de publicación y entrevista en Prensa regional a P. Humberto Palma Orellana, Presidente de Fide Sexta Región. [en línea]<http://www.elrancaguino.cl/news/cuando-ir-al-colegio-se-transforma-en-pesadilla/> [Consulta: 07 de Mayo de 2011].

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Explicó que esto mismo ha llevado a que los especialistas afinen el concepto, “de tal forma que tanto las familias como los educado-res no confundamos cualquier tipo de agresión con bullying, y lo mismo vale para los medios informativos. Confundir los conceptos dificulta encontrar caminos para prevenir y abordar el tema. No cualquier agresión, por violenta que ella sea, es necesariamente bullying. Se con-vierte en tal cuando la agresión, aunque tenga los ribetes de una inocente broma de mal gus-to, se perpetúa en el tiempo de modo sistemá-tico y provoca en el agredido un evidente daño en su autoestima”.

-¿Cree que este problema se presenta con mayor frecuencia en los colegios municipa-les o en todo tipo de colegios?

-“El fenómeno se encuentra instalado en todo tipo de colegios, y quien suponga que en su comunidad escolar no existen o no han exis-tido casos de bullying simplemente posterga el deber de enfrentar una realidad que, obviamen-te, desafía, incomoda y desgasta a todos los agentes involucrados en la formación de las personas. Pienso que todos desearíamos que no existiesen víctimas y victimarios, y sin em-bargo existen. Ahora bien, por los perfiles edu-cativos claramente definidos que en su mayoría tienen los colegios particulares, con proyectos integradores y de alta exigencia en valores y disciplina, es muy probable que el fenómeno sea menos frecuente (en colegios particulares) que en escuelas y liceos. Cuando los alumnos

no se identifican con los valores propuestos por su colegio, cuando no existe un claro perfil de alumno ni un trabajo constante con las familias, el contexto favorece el bullying. Lamentable-mente esta realidad se da con frecuencia en la educación de administración municipal”.

-¿Cuál es la realidad del bullying en los co-legios de la región afiliados a la Fide?

-“En los colegios Fide también nos en-contramos con casos de bullying. Pero como ya lo decía, por tratarse de colegios con perfiles de alumnos y proyectos educativos consistentes, de larga y probada trayectoria, además de con-tar con sólidas redes de apoyo e instancias de formación para alumnos y familias, el victimario se enfrenta con un contexto escolar que no fa-vorece ni aprueba su actuar y, por otro lado, educa en la sana convivencia”.

-¿Qué acciones ha tomado la Fide frente a esta problemática?

-“Fide (federación que agrupa a colegios particulares pagados y particulares subvencio-nados) no es una organización reactiva, de tal modo que la buena convivencia escolar es un tema que nace con cada uno colegios y con la institución misma. De hecho, y como ya lo plan-teaba, nos preocupamos por trabajar una cultu-ra escolar en donde cada miembro se identifica con su colegio, con su proyecto educativo, con los valores y principios propuestos. Mucho an-tes que apareciese en el texto de la actual Ley

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El fenómeno se encuentra instalado en todo tipo de colegios, y quien suponga que en su comunidad escolar no existen o no han existido casos de bullying simplemente posterga el deber de en-

frentar una realidad que desafía, incomoda y desgasta

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General de Educación, en Fide ya hablábamos de “comunidad educativa”. Y este sentido de pertenencia a una familia, con sólidas propues-tas de formación y altas expectativas para los alumnos y sus familias, es la mejor forma de evitar que se instalen o aumenten estas con-ductas nocivas en una institución educacional. Sin embargo, y respondiendo a nuestro objetivo de iluminar y orientar el trabajo de directivos y docentes, hemos abordado el bullying en con-gresos nacionales, seminarios regionales y talle-res. Además, en la región contamos una Red de Orientadores que se reúnen mensualmente para recibir mayor formación y compartir experien-cias que permitan a los colegios contar con programas de formación preventivos más que reactivos. Insistimos mucho, además, en el tra-bajo con las familias, pues no podemos olvidar que, en la mayoría de los casos, el victimario es a su vez víctima de entornos familiares disocia-dos o, incluso, maltrato físico y psicológico”.

ESTRATEGIAS PARA FRENAR EL BULLYNG

-Como educador, ¿cuáles cree que son las medidas o estrategias para frenar el bu-llying y avanzar en su erradicación?

-“Como ya lo he referido, es necesario pensar e instalar un trabajo conjunto colegio y familia, que contemple no sólo a las víctimas, sino también al victimario. Existen variadas es-trategias y ampliamente difundidas para hacer frente a casos de bullying. Cada comunidad escolar debe optar por aquellas que le sean más efectivas. Pero, insisto, un colegio no debe ser sólo reactivo. El desafío mayor, pero al mis-mo tiempo más enriquecedor para esa comuni-dad, es lograr una cultura de convivencia esco-lar, de tal modo que los alumnos, así como to-dos los miembros de esa comunidad, generen lazos de amistad y confianza, a tal punto que no sólo se sepan miembros de un colegio, sino que se sientan parte de una familia educativa. Y esto no se logra con la multiplicación de regla-

mentos o estrategias. Las estrategias logran sus objetivos cuando se fundamentan en pro-yectos y propuestas educativas serias, con va-lores y principios validados por todos, cuando toda la comunidad escolar trabaja para alcanzar los fines educativos propuestos, cuando se tie-nen altas expectativas de los alumnos y se con-fía en ellos. Y algo fundamental: cuando la fami-lia valida y apoya la formación personal y aca-démica que el colegio ofrece a sus hijos y, a la vez, respalda la disciplina en función de esa formación, entonces las estrategias alcanzan mayor efectividad. Si trabajamos por desarrollar semejante cultura y contexto, pueden existir alumnos que agredan a otros, pueden darse casos de bullying, pero éste jamás llegará a ins-talarse como un fenómeno grave y generaliza-do. Es importante fortalecer los lazos de con-fianza, fraternidad y credibilidad entre alumnos y profesores, entre hijos y padres, entre familia y colegio, y entre los mismos alumnos. Este con-texto es el que permite a un alumno agredido contar lo que le está sucediendo”.

-Por su experiencia, ¿qué características tienen los niños víctimas de bullyng y los agresores?

-“Cuando un niño es víctima de bullying en su colegio, los padres y el entorno cercano notarán cambios en su conducta, que segura-mente llamarán la atención, pero la víctima in-tentará justificarlos para evitar delatar al victima-rio, quien generalmente amenaza a su víctima exigiendo que no le denuncie. Por otro lado, y sobre todo en alumnos mayores, resulta ver-gonzoso para una persona reconocer y comen-tar que está siendo objeto de bullying. Gene-ralmente los alumnos agredidos pierden interés por asistir al colegio o a la actividad en donde se encuentra el agresor; en otros casos, soma-tizan el temor, aumentando la frecuencia de ma-lestares que no son más que mecanismos de defensa, como dolores de estomacales, cefa-leas, entre otros. De esta manera, el alumno

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encuentra una buena excusa para eludir el pro-blema. Como se trata de cambios conductuales que escapan a la normalidad, para los padres y profesores que conocen bien al alumno es rela-tivamente fácil darse cuenta de que algo no marcha bien, y comenzar a prestar atención a esos modos inconscientes de pedir ayuda. Cuando los papás se dan cuenta de que su hijo sufre bullying y logran que les cuente lo que su-cede, deben tener sumo cuidado con su reac-

ción. A veces los papás se sienten culpables por no haberse dado cuenta antes, o por dedicar poco tiempo a los hijos, y ma-nifiestan ese sentimiento a los niños, pidiéndoles incluso perdón por el abandono. Lo que consi-guen, entonces, es que ese niño se sienta a su vez culpable de haber provocado un dolor a sus padres, y seguramente no volverá a tratar el tema con ellos. Otra reacción común de los papás es ir al colegio y hacer sentir su malestar levantando la voz en defensa de su hijo, o enfrentar directamente al agresor en el mismo colegio, en la calle o en su domicilio. Cuando esto ocurre, la víctima se sien-te más afectada aún, pues lo que hasta enton-ces era una situación vergonzosa y de conoci-miento de pocos, termina siendo de dominio públi-co y queda, así, expuesta a más y nuevas burlas, molestias y agresiones. En esto, la prensa debe

ser extremadamente res-petuosa de la privacidad de las personas, preci-samente para evitar el efecto adverso: que la pretendida ayuda y denuncia no termine con-vertida en una agresión más efectiva y dolorosa. Tampoco podemos perder de vista que tanto la víctima como el victimario son niños o adoles-centes que necesitan de ayuda, que el victima-rio generalmente es un niño que en su agresivi-dad oculta una baja autoestima o pide ser es-

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cuchado, cuando no reproduce lo mismo que él padece”.

-¿Cree que los niños agresores deben ser expulsados y que existieran colegios espe-ciales para ellos, con sicólogos y otros pro-fesionales que se preocuparan de tratar-los?

-“La expulsión de una comunidad edu-cativa es siempre una medida posible y extre-ma. Por lo tanto, no se debe llegar a ella sin an-tes haber agotado todas las instancias que permitan ayudar tanto a la víctima como al agresor”.

ABUSOS A MENORES4. PROFE-SORES TIENEN EL DEBER DE DENUNCIAR

La abogada Yenny Muñoz Torres, jefa de la Unidad Regional de Atención a Víctimas y Testigos, señaló que los directores de colegios, profesores e inspectores, tienen el deber de de-nunciar los casos de abuso sexual y violencia intrafamiliar de que estén siendo víctimas algu-nos de sus alumnos. Explicó que los docentes que tengan conocimiento de la ocurrencia de estos delitos y no los denuncien se exponen a una multa.

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4 Extracto de publicación y entrevista en prensa regional a P. Humberto Palma Orellana, Presidente de Fide Sexta Re-gión. [en linea]<http://www.elrancaguino.cl/news/la-cifra-“negra-del-abuso-sexual-infantil/> [Consulta: 15 de mayo de 2011].

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-¿Por qué es tan importante obtener la co-laboración de los docentes?-

“El mayor grupo de víctimas que la Fis-calía Regional atiende a través de esta Unidad corresponde a menores de edad. Los niños y adolescentes pasan la mayor parte del tiempo en los establecimientos educacionales; por lo tanto son los profesores, inspectores y directo-res quienes se informan de primera fuente, in-cluso antes que las propias familias, de que al-go extraño está ocurriendo en los menores. En las jornadas de capacitación, a los profesores les entregamos conocimiento teórico y práctico acerca de la sintomatología que pueden pre-sentar los menores y que son indicadores de que algo está sucediendo, de que podrían estar siendo víctimas de algún hecho ilícito, como abuso sexual y violencia intrafamiliar, que son los delitos que en mayor cantidad involucran a menores de edad (como víctimas). El propósito es dar herramientas a los profesores para que ellos detecten que ciertos menores están sien-do víctimas de algún delito, no sólo sexual, sino que también de violencia”.

-¿Hay cifras de maltrato infantil?-“Según el estudio que hicimos de los casos in-gresados a la Fiscalía por violencia intrafamiliar, un 2 por ciento afectaban a menores de edad. Es un porcentaje bajo y creemos que esa cifra no es acorde con la realidad; y lo que sucede es que no se están denunciando estos casos.

Junto con capacitar a los profesores, les pedi-mos que dieran cumplimiento al deber que tie-nen de denunciar este tipo de delitos. Es un deber, una obligación legal que está establecida en nuestro ordenamiento jurídico y que incluso tiene aparejada sanciones penales, que son multas, de 1 a 4 UTM”.

-¿Esas multas se aplicarían al profesor que estando en conocimiento del delito no lo denuncie?-

“Sí, y es frecuente. Nosotros hemos de-tectado muchas denuncias en que después de recibir declaraciones de los testigos, hemos podido concluir que una de las personas que supo y que fue testigo de oídas del propio me-nor fue un profesor del colegio y que éste guar-dó silencio, muchas veces por (equivocada-mente) no traicionar la confianza del menor; otras veces por no involucrase en una investi-gación penal; o porque lo estima como una pérdida de tiempo. Pero hay varios casos en que los profesores han cooperado en las inves-tigaciones y los resultados han sido buenos; por eso queremos fomentar más esta colaboración. El profesor puede entregar valiosa información de las circunstancias que rodean este hecho, por ejemplo calificaciones, cambios de conduc-ta del niño, relación con los compañeros, inasis-tencias; toda esa información sirve para justifi-car o para acreditar el hecho investigado. La declaración del profesor en un juicio es muy apreciada por los jueces”.

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El compromiso de colaboración con la justicia trasciende el mandato del legislador, y responde más bien al empeño

constante de educar y educarnos para que nuestras rela-ciones interpersonales se ajusten a la Ética y al Derecho.

Tal desafío no es privativo de los profesores, sino un deber de todo ciudadano

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-¿Cómo ha sido la recepción de los profe-sores a estas jornadas de capacitación?-

“La mayoría de los profesores valoran estas actividades porque tenían desconocimien-to de la normativa; además aprovechan de con-sultar cómo deben hacer las denuncias”.

El Presidente regional de Fide (organiza-ción que agrupa a colegios particulares subven-cionados y pagados) y rector del Colegio El Sal-vador de San Vicente de TT, padre Humberto Palma, se refirió al tema planteado por la fisca-lía, respecto al deber de los docentes de de-nunciar casos de abuso sexual y violencia intra-familiar.

A la consulta de El Rancagüino respon-dió: “La medida indicada por la Fiscalía se ajus-ta plenamente al deber moral que tenemos los educadores de contribuir para que toda socie-dad garantice y resguarde los derechos de las personas, especialmente de quienes se forman con nosotros”.

“En este sentido, el compromiso de co-laboración con la justicia trasciende el mandato del legislador, y responde más bien al empeño constante de educar y educarnos para que nuestras relaciones interpersonales se ajusten a la Ética y al Derecho. Tal desafío no es privativo de los profesores, sino un deber de todo ciuda-dano”.

“En este contexto de corresponsabilidad ciudadana, la tarea mayor es la construcción de una cultura de denuncia responsable. Es muy fácil sumarse a dichos y rumores y, con ello, dañar gravemente la reputación y honra de las personas. Me parece que la iniciativa de la Fis-calía debe de ir de la mano con la invitación a ser inmensamente respetuosos y prudentes, al tiempo que éticamente responsables de nues-tras denuncias”.

Agregó que considera que “por su for-mación, los profesores están capacitados para detectar conductas sintomáticas de posible abuso sexual o violencia intrafamiliar, pero no para diagnosticar. Eso corresponde al experto. A los profesores nos corresponde orientar a las familias o derivar hacia los especialistas, según sea el caso. Ahora bien, como en todas las ar-tes, los conocimientos teóricos de un profesor en esta materia vienen potenciados por la prác-tica del conocimiento y observación de sus alumnos. Esto significa que a mayor conoci-miento del grupo de alumnos, un profesor esta-rá más capacitado para detectar cualquier cambio de conducta que nos haga sospechar de estar padeciendo algunas de las situaciones señaladas”

P. Humberto Palma O., c.r.s.p., Rec-tor Colegio El Salvador, Presidente de Fide Región de O’Higgins

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La sola opción que se pueda dar una so l idar idad comporta una concepción antropológica que privilegie la posibilidad de los hombres de un fecundo intercambio y que este intercambio es parte de su propia naturaleza. La expresión clásica la encontramos en Aristóteles que define al hombre como zùon politikÒn (zoón politicón, es decir animal social) y se opone a una concepción de la naturaleza del hombre basada en la hostilidad y la competencia que tiene su

expresión clásica en la expresión de Plauto homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre1 y que ha entrado en la filosofía política moderna madre del absolutismo con Thomas Hobbes. Nosotros partimos del presupuesto que los hombres son colaborativos, más aún son hermanos (cfr. Mt 23,8).

A muchos los sost iene la tr iste convicción que los tiempos modernos no son

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1 Plauto, Asinaria, Acto II, Escena III.

SOLIDARIDADLA PEDAGOGÍA COMO TRABAJO COMÚN

DONDE TODOS RECIBEN Y APORTAN

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muy propicios para la solidaridad y que hoy más bien priman criterios de individualismo y competencia exacerbada. Puede ser, aunque probablemente el diagnóstico deberá ser más matizado. Para que se exprese incluso concretamente una actitud solidaria es necesario una actuación recíproca que a los valores o intereses personales antepone las normas, costumbres, intereses y valores de la colectividad, considerada como un todo; el sentido de pertenencia a una entidad sociocultural valorada positivamente; una experiencia de relaciones sociales que implican a la totalidad de la persona.

Es importante decirnos que la solidaridad tiene al menos dos vertientes.

La primera está relacionada con la postura que un individuo asume en relación a sus vínculos con las personas que conforman su entorno. Es la visión cívica que asume una persona y la conforman anhelos de equidad y justicia, especial interés por una efectiva atención a los marginados, inquietud por el dolor y la

marginación. A partir de ello se despliegan valores y -especialmente- compromisos que ve a una persona activa en todo lo que permita conocer las reales necesidades de nuestro tiempo, las pobrezas antiguas y nuevas que conf iguran un espectro muchas veces estremecedor y cuestionador y -una vez conocidas esas realidades- desarrollar la capacidad de darles respuestas. En el fondo es reconocer y asumir que son tan míos los problemas propios como los de las personas que me rodean, especialmente los más entristecidos. Es imitar la postura de Dios que se con-mueve (es decir se mueve con), se com-padece (es decir sufre con) o -así lo expresa la Biblia- tiene entrañas de misericordia (es decir, permitan la expresión, le duele la guata ante el dolor ajeno). Esto es muy sencillo, en fin: será la efectiva capacidad de postergar algo propio, incluso bueno, cuando una necesidad ajena imperiosa es objetivamente más importante y urgente y hacerlo de veras, según palabras del apóstol Santiago ... no despacharás con palabras a quien te requiere una ayuda (cfr. Sant 2,15ss).

Ag regamos e l interés que esta actitud se cree ahora, cuando los niños están en etapa de formación -y más inicial, mejor- porque difícilmente si cuando j o v e n s e t i e n e e l corazón insensible éste llegará a ablandarse en la madurez cuando a c e c h a n m ú l t i p l e s e s c l e ro s i s , d e l a s cuales las físicas son las menores. Algo así nos parece ser: si en la etapa de formación alguien ha sido sensible o se ha educado a ello, es difícil que pierda esa

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costumbre; si alguien en el crecer ha cultivado la insensibilidad, es improbable que se libere de ella en las etapas sucesivas, cuando el desencanto agrava más bien la tendencia a encerrarse en sí mismo.

Un punto más en este aspecto: la solidaridad de la que hablamos es con los de cerca, las personas y situaciones que rozan nuestro ámbito inmediato. Es relativamente más

fácil ser solidario con un lejano afghano o centro-afr icano, con quien tengo muy pocas oportunidades de cruzarme alguna vez, que con quien vive a mi lado en el día a día y que simulo no ver.

Entonces una primera acepción de solidaridad que apunta al interés por el otro especialmente cuando está complicado y desvelo por socorrerlo.

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Pero hay una segunda y más inmediata acepción de solidaridad que tiene que ver precisamente con el sistema, el método, el modo con que yo colaboro con quienes están a mi lado y específicamente en la tarea educativa. No soy sólo yo, Juan Pérez, el que estudia; soy yo en mi curso, en mi colegio y hasta en mi país. «Queremos una escuela que eduque en y para la austeridad y el compartir y no para acumular, para la solidaridad en lugar de la competencia, para la verdad y la justicia, para el servicio y la fraternidad sin límites»2.

En este segundo aspecto solidaridad es cómo estudiar de manera tal que cada cual entregue su aporte a una construcción común del conocimiento y que se plasma en decisiones muy visibles y constatables. Veámoslas.

Antes que nada requiere una decisión inicial: antes de preguntarme que podrán colaborarme, decidir qué puedo yo colaborar. No esperar de, sino entregar a. Solidaridad es esencialmente este sencillo dar vuelta al problema: no poner en primer plano qué deberán hacer los demás por mi sino qué puedo hacer yo por los demás.

Así solidaridad será:v no rega tea r m i es fue rzo en l a

construcción de mi conocimiento o en la tarea común, porque yo puedo y lo que no aporte será un restar, un quitar algo a los que me rodean;

v entregar íntegra mi contribución en t i e m p o , a t e n c i ó n , m a t e r i a l e s , comprensión, porque lo que yo no ent regue hará más insegura la construcción común y -de todos modos- incompleta visto que lo que yo no traiga no es cierto que pueda ponerlo otro;

v estar de lleno en la tarea común que nos corresponda, porque de no estar yo en ella la tarea no se cumplirá: si cuando mis compañeros están en la tarea de investigación, de memorización, de comprensión, de elaboración de un proyecto, en una evaluación -... lo que sea- yo es toy en recreo es toy torpedeando todas esas necesarias y nobles actividades. Y también lo contrario: el recreo no será completo, en su momento, si yo me resto a él. Todo es necesario;

v hacer uso de la palabra y de la contr ibución de mi idea cuando necesaria y atender a la palabra e idea del otro;

v dar apoyo todas las veces que pueda y no requerirlo para sí mismo sino después de haber honestamente hecho el esfuerzo de resolver situaciones y problemas con mis propios medios;

v vencer la falaz convicción de que a mí me cuesta, mientras a otros le sale fácil. A todos nos cuesta y por eso no tendremos educación completa mientras todos no hayamos puesto de lo propio;

v desterrar la ineficiente y cómoda muletilla de ... no sé; antes de saber nadie sabía, pero fue aprendiendo y terminó sabiendo. En ocasiones es sólo un disfraz de egoísmo o pereza intelectual. De tantos que sabemos poco se termina sabiendo tanto;

v procurar favorecer el ambiente de aprendizaje para todos: silencio, respeto de los materiales, uso y devolución a su tiempo, no obligar a reiterar explicaciones

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2 FERE, Una escuela para la solidaridad, en Revista FERE, nº 430, marzo-abril 2001, p. 16.

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o tareas que pudimos comprender y desplegar lo más bien en su momento;

v no tener reparo en pedir apoyo, explicación, ayuda, socorro cuando tengo la clara conciencia que después de todo mi esfuerzo se me hace necesaria la ayuda de otro;

v no negar su propio apoyo en forma simple y sin complicaciones;

v los demás tienen la obligación de velar por mi y yo la tengo de velar por ellos, en total reciprocidad. Quien pretende

prelaciones se ha puesto ya como principio absoluto y demuestra que el otro no le importa sino en la medida que le sirva;

v gozar de la tarea común en la que yo he dado lo mejor de mí, que nunca será poco aunque lo parezca;

v no realizar nunca por triste obligación lo que puedo construir con alegre dedicación;

v el otro es mi hermano, no mi juguete, ni mi siervo como tampoco mi tirano;

v fraternidad y solidaridad se construyen con modestos aportes todos los días, eso es también con pequeñas renuncias o podas a mis caprichos. Cuando no la cultivo termina desvaneciéndose, como por encanto.

Y una última convicción: la solidaridad en educación es no sólo útil, sino muy posible. Es que la sabiduría está a disposición de todos y no disminuye en nada si se tiene mucha. Todos pueden tener toda la que deseen3.

Para pensarlo

La búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación. Por eso es grave que los niños pasen horas atontados delante de la televisión, asimilando todo tipo de violencias; o dedicados a esos juegos que premian la destrucción.

Creo que la educación que damos a los hijos procrea el mal porque lo enseña como bien: la piedra angular de nuestra educación se asienta sobre el individualismo y la competencia. Genera una gran confusión al enseñarles cristianismo y competencia, individualismo y bien común, y darles largas peroratas sobre la sol idaridad que se contradicen con la desenfrenada búsqueda del éxito individual para la cual se los prepara. Necesitamos escuelas que favorezcan el equilibrio entre la iniciativa individual y el trabajo en equipo, que condenen el feroz individualismo. (Ernesto SÁBATO, Alfa y Omega, 8 de marzo del 2001)

P. Giulio Pireddu Pes, Superior y Maestro Casa de Formación Los Quillayes, Puente Alto

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3 Esta es también la clave interpretativa de la «recompensa» cristiana, que resulta magistralmente ilustrada en la pará-bola de los llamados a la viña en diversas etapas: Mt 20,1-16

Necesitamos escuelas que favorezcan el equilibrio entre la iniciativa individual y el trabajo en equipo, que condenen el feroz individualismo

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IGLESIA QUE SUMERGIDA EN LA MUERTE

RENACES A LA VIDA

HERENCIA DE PASCUA

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¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!, canta la Iglesia en la noche de Pascua. Parece tan contradictorio que la Liturgia se alegre por la culpa, hasta podríamos pensar que es la excusa perfecta para el mal. Pero lejos de ello, lo que canta la Iglesia es que Aquél que no conoció pecado se hizo pecado por nosotros (Gál 6,7), y que el don de la redención no tiene ningún punto de comparación con el mal, de tal modo que la gracia de Dios desborda infinitamente la culpa. Tal convicción lleva a San Pablo a insistir a los romanos convertidos a Cr is to que donde abundó e l pecado sobreabundó la gracia (Rm 5,20). El esclavo no ha sido liberado por otro esclavo, sino por el Hijo que en su propia carne pagó la culpa de Adán. Por eso en esta mañana de Pascua la Iglesia se alegra de su libertad. Pero se goza, ante todo, al experimentar en sí misma que no existe culpa, ni pecado, ni maldad tan grande que pueda separarnos del amor de Cristo (Rm 8,35). Feliz la culpa porque su redención es resurrección, no es un empezar de nuevo, no es olvido, no es sanar heridas, sino mucho más que eso: una nueva existencia. Ya no somos esclavos de la ley, ni tampoco hijos de la carne y la sangre, sino del Espíritu que en su gran misericordia nos ha dado el Padre (Rm 5,5). Y si hemos sido liberados, insistirá San Pablo, es para vivir en la libertad de los hijos de Dios, es decir, bajo la ley del amor. La alianza exige libertad. Es cierto que Dios llama y va en busca de la oveja perdida, y se alegra por un pecador que se convierte, pero nunca obliga una respuesta. A su amor se responde con amor, a su libertad se responde con libertad. La vida nueva en Cristo exige libertad. Somos libres para amar a Dios, pero también cada uno es libre para rechazar a Dios. El hombre puede despreciar la redención de Dios, puede construir un mundo sin Dios, una cultura sin Dios, pero no puede pretender vivir en paz al mismo tiempo que abre espacios a la maldad en cualquiera de sus formas. Cuando el hombre rechaza a Dios, termina él mismo imponiéndose

como dios a sus hermanos. No podemos vivir sin Dios, y cuando le expulsamos de nuestros mundos, alguien o algo ocupa su lugar. Y entonces quedamos entregados a la potencia del mal.

La Iglesia, nacida de la Cruz de Cristo, de l a Eucar i s t í a y de l Bau t i smo, ha experimentado el mal en su propio seno, pero no porque Dios la haya abandonado a su suerte, sino porque ha reiterado el pecado de Adán volviendo la espalda a su Señor y curvándose sobre sí misma, desoyendo la invitación a ser servidora del mundo. A la fidelidad del Señor hemos respondido con infidelidad, al amor hemos respondido con traición y falsedad, a la libre donación de Cristo,

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a la ofrenda de su vida, hemos respondido con la más grave de las negaciones: el escándalo de los más pequeños e inocentes. Por otro lado, y aunque aquello nos duela y avergüence, no podemos ser injustos con la inmensa mayoría de laicos consagrados, diáconos, sacerdotes, obispos, religiosas y religiosos, ministros y misioneros que diariamente se desgastan en la donación a sus hermanos, en hospitales, colegios, parroquias, tierras de misiones, entre tantos otros campos de apostolado. Sabemos que el mal siempre hace más ruido que el bien. Pero la Iglesia somos todos, y a ella pertenecen tanto los santos como los pecadores, el trigo convive con la cizaña, y a la higuera que no da fruto se la deja en la esperanza que reviva y fructifique. Esta es la Iglesia de Jesús, esposa querida por él sin mancha ni arruga, pero consciente de que somos portadores de un

inmenso tesoro en débiles recipientes de barro, que no siempre logran contener el tesoro, que se fracturan y rompen, para terminar en ocasiones incluso dando las perlas preciosas a los cerdos. Esta es la Iglesia de Jesús, y no tenemos miedo a reconocer la verdad. Muy por el contrario, los acontecimientos que hoy nos avergüenzan harán de nosotros cristianos más atentos a la invitación de San Pablo: que los fuertes ayuden a los débiles a sobrellevar sus cargas, conscientes de que si no caemos no es por nuestra fuerza, sino por la gracia de Dios, transitando todos el mismo suelo, con temor y temblor. Esta conciencia de solidaridad en el bien y en el mal nos fortalece y confirma en la fe, pero al mismo tiempo nos ayuda a corregirnos mutuamente en la caridad, recordando a cada ministro consagrado que el llamado de Dios se vive en el despojo y desprendimiento de sí

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Esta es la Iglesia de Jesús, y no tenemos miedo a

reconocer la verdad. Muy por el contrario, los

acontecimientos que hoy nos avergüenzan harán de

nosotros cristianos más atentos a la invitación de San Pablo: que los fuertes ayuden

a los débiles a sobrellevar sus cargas

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mismo, que los dones recibidos, y mucho más todavía e l sacerdocio, n u n c a d e b e n s e r e l instrumento para alcanzar aquel lo que egoísta y perversamente anhelamos, pero humanamente y por sí mismos no logramos: fama, poder, reconocimiento, ap lausos , venerac ión , r i quezas . Tenemos l a esperanza de que en cada hermano consagrado y en cada laico resuenan hoy c o n m á s f u e r z a l a s p a l a b r a s d e J e s ú s : preocúpense cuando el mundo les aplauda, porque es el más claro signo de que no estamos sirviendo a D i o s . Y l o s ú l t i m o s acontecimientos así lo confirman. Cuando nos dejamos venerar, aplaudir, reconocer o llamar santos, entonces comenzamos a perder de vista a Dios, y só lo contemplamos la imagen que nos devuelve el espejo de la propia vanidad. Por eso todos los justos a lo largo de los tiempos han rechazado los halagos hasta con molestia y dureza en sus palabras, desconcertando al mundo y a quienes buscan ganancia en su amistad al tiempo que desconocen y desestiman la voz de Dios.

Hoy la Iglesia renace y se renueva, y a través de todo el orbe hemos cantado en la Vigilia Pascual: “¡qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!”. El mundo no nos aplaude, y qué bueno que así sea, porque hacía mucho tiempo que no volvíamos la vista hacia el milagro

del Cirio Pascual. Y hoy lo hacemos con humildad y sabiduría, honestidad y confianza, con esa misma fe agradecida del ciego a quien Jesús devolvió la vista, del leproso, de la mujer adúltera y del cobarde Pedro, pero también con la fe de la mujer cananea que insiste en recoger las migajas de la misericordia divina, del paralítico que obedece a Jesús y del funcionario romano que cree que tan sólo una palabra del Señor es suficiente para sanar. Todos ellos reconocen en Jesús la potencia salvadora y

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sanadora de Dios. Con esas mujeres y hombres de ayer y de hoy, y juntos a Pedro, María y el Discípulo amado, decimos esta mañana: “Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las estrellas de cielo”. Porque este cirio somos nosotros, tu Iglesia. “Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso, que es Cristo tu Hijo resucitado y vuelto del abismo”.

Iluminados por Cristo, nos hemos sumergido en el agua del bautismo para morir y renacer con Cristo a la vida nueva. Lo más novedoso y particular de este signo es el reencuentro con el origen del cristianismo, porque este morir ya no es más un gesto litúrgico vacío de sentido, sino un memorial querido y buscado por todos los bautizados. Nadie quiere seguir viviendo la misma vida, nadie quiere seguir adelante con la misma Iglesia. Esta experiencia de muerte es también experiencia de Dios. Es el Espíritu santificador, Señor y dador de vida, que llama y exige a su Iglesia que muera al pecado, a la corrupción, al deseo de poder, a las falsas seguridades. El Espíritu grita a la Iglesia que no se puede servir

a Dios y al dinero, que no puede pretender ser voz profética en el mundo mientras se mantenga en la tibieza de sus costumbres, es decir, mientras no vamos al fondo de la experiencia de Dios. Y ese fondo no son las leyes de la Iglesia, no es la Liturgia, no es la Jerarquía, no son los templos, no es el prestigio de siglos. Ese fondo es Cristo, que vive en cada bautizado. Todo lo demás es relativo y pasajero. Lo único permanente y eterno es el Amor. Y el amor es Dios. Por eso importa tanto morir al miedo, porque este sentimiento nos paraliza e impide crecer y caminar confiados solamente de la fe en el Amor eterno. Si en la Vigilia Pascual hemos renovado el bautismo ha sido para resucitar y vivir en Cristo, con el Padre y animados por Espíritu, el Amor eterno. No olvidemos ni desconozcamos, sin embargo, que la Iglesia no se resucita a sí misma, es Cristo quien nos devuelve a la vida. La noche santa, nos recuerda el Pregón, “disipa los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes”. Hoy celebramos el paso de Dios, la Pascua de Dios; el día en que Cristo vence a la muerte, y en él también nosotros vencemos. La gracia triunfa sobre el pecado.

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Renacidos en el agua del bautismo, nos levantamos por Cristo, con Él y en Él para mirar el mundo y dialogar con el mundo. Si la Iglesia es el cuerpo de Cristo, el mundo es la piel de ese cuerpo. Y lo que pasa en él nos pasa a cada uno. Nos recordaban los Obispos en el Concilio Vaticano II que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia” (GS 1). Esta es la esposa de Cristo. Y si hemos desoído la invitación del Espíritu a ser Iglesia servidora del mundo, bienvenida la tormenta que nos trae de vuelta la memoria de nuestra razón de existir. La Iglesia no existe por sí misma ni para sí misma. Existe por Cristo, como su cuerpo y esposa, para mostrar al mundo el rostro amoroso de Dios. Después de esta tormenta no puede venir la calma. Recién comenzamos a levantarnos y a abrir el oído y el corazón a lo que el mundo nos está diciendo y pidiendo, en sus reclamos, en su desprecio, en las esperanzas de cambio. No podemos volver a la calma de angelicales oraciones. Esas oraciones y plegarias deben llenarse de mundo, nacer del mundo, de sus angust ias y guerras, de los desaf íos medioambientales y de los temores que desesperan a tantos, deben colmarse del hambre de muchos, de los deseos de justicia y del fracaso en que mueren tantos hombres y mujeres cansados y agobiados entre promesas incumplidas y continuos atropellos a su dignidad; pero también en su oración recoge la Iglesia la esperanza, el amor y la fortaleza de quienes luchan y trabajan soñando el Reino de

Dios, y en esos sueños sostienen a los débiles y derriban a los poderosos. El amor siempre puede más. No hace ruido como el mal, pero germina como el grano de mostaza, diminuta e insignificante semilla que crece sin cesar hasta convertirse en un árbol inmenso y frondoso. Todo esto y más recoge la Iglesia en su oración.

El mundo entero, y también nosotros, anhelamos una Iglesia que en sus pastores y fieles renazca a la vida nueva y original, semejante en esencia a las pr imeras comunidades cristianas, libres y sin temores, despojadas de toda atadura de fama y poder, en donde la ley y las estructuras visibles muestran claramente a todos la imagen de la Jerusalén celeste, siempre en camino, con Cristo a la cabeza, peregrinando hacia la Patria definitiva pero viviendo al mismo tiempo como buenos ciudadanos. Anhelamos una Iglesia que en sus pastores y fieles se renueve de verdad, en sus tradiciones, estructuras y formas, para que, sin desconocer su humana debilidad y pecado, sea ella lo que cantamos en una de las plegarias eucarísticas: “un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando” (Plegaria V/B). Y no dudamos de que el Espíritu Santo ya nos anima y conduce hacia ese reencuentro con el Señor que vence a la muerte y nos devuelve a la vida

P. Humberto Palma O., c.r.s.p., Rec-tor Colegio El Salvador, Presidente de Fide Región de O’Higgins

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Haga lo mismo cuando le suceda algo, o cuando tenga du-das y dificultades. Especialmente en los momentos de in-certidumbres penosas debe acudir a Cristo y entretenerse con Él, exponerle todos sus problemas, detallándole bre-vemente los argumentos a favor y en contra de cada uno de ellos. A Cristo debe manifestarle cuál es, en opinión de usted, la solución que mejor venga al caso; y a la vez pedir-le su parecer. Si usted se lo pide con insistencia, no se lo negará seguramente. Antes bien, le digo y certifico que se dejará forzar la mano si usted lo quiere de veras (Carta III).

AFORISMOS ZACCARIANOS PARA EL SIGLO XXI

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P R O V I N C I A C H I L E N A

Año XX Nº 93 -JUNIO 2011

IGLESIA SAN MIGUEL DE OLERDOLA