Renacimiento y naturalismo

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Capítulo VI Renacimiento y naturalismo 374. Magia, filosofía, ciencia El renacer del hombre, que es el anuncio de la esperanza del Renacimiento, significa el renacer del hombre en el mundo. La relación con el mundo es parte integrante y constitutiva del hombre. La claridad alcanzada por el hombre en el Renacimiento sobre su propia naturaleza se refiere, al mismo tiempo, a la solidaridad que lo vincula al mundo: el hombre se conoce como parte del mundo, pero se distingue de él, pues reivindica su propia originalidad; pese a esto, arraiga en el mundo y lo tiene como dominio propio. La tesis del hombre como naturaleza media, tesis común a los humanistas, platónicos, aristotélicos y magos, expresa precisamente el conocimiento con que el hombre se reconoce como esencialmente incluido en el mundo y su decisión de servirse de su propia posición privilegiada, semejante a la de Dios, para hacer del mundo mismo su reino. Por tanto, para que este dominio del mundo sea una realidad, es indispensable un estudio detenido. Este estudio del mundo natural no aparece ya en el Renacimiento como huida del hombre de su propio ser interior y de la inútil divagación del meditar sobre su propio destino. La investigación naturalista comienza a manifestarse como un instrumento indispensable para la realización de los fines humanos en el mundo, ya que sólo por ella puede el hombre alcanzar los medios de tal realización. En efecto, la investigación natural es la parte primera y fundamental de la filosofía del Renacimiento. Se pueden distinguir en ella tres aspectos o fases, que son la magia, la filosofía de la naturaleza y la ciencia, pero todos ellos característicos de la investigación especulativa o positiva de la naturaleza en el siglo XVI,

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Magia, filosofía y cienciaCapítulo VI - Filosofía de Copleston

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  • Captulo VI

    Renacimiento y naturalismo

    374. Magia, filosofa, ciencia

    El renacer del hombre, que es el anuncio de la esperanza del Renacimiento,

    significa el renacer del hombre en el mundo. La relacin con el mundo es parte integrante y

    constitutiva del hombre. La claridad alcanzada por el hombre en el Renacimiento sobre su

    propia naturaleza se refiere, al mismo tiempo, a la solidaridad que lo vincula al mundo: el

    hombre se conoce como parte del mundo, pero se distingue de l, pues reivindica su propia

    originalidad; pese a esto, arraiga en el mundo y lo tiene como dominio propio. La tesis del

    hombre como naturaleza media, tesis comn a los humanistas, platnicos, aristotlicos y

    magos, expresa precisamente el conocimiento con que el hombre se reconoce como

    esencialmente incluido en el mundo y su decisin de servirse de su propia posicin

    privilegiada, semejante a la de Dios, para hacer del mundo mismo su reino. Por tanto, para

    que este dominio del mundo sea una realidad, es indispensable un estudio detenido. Este

    estudio del mundo natural no aparece ya en el Renacimiento como huida del hombre de su

    propio ser interior y de la intil divagacin del meditar sobre su propio destino. La

    investigacin naturalista comienza a manifestarse como un instrumento indispensable para

    la realizacin de los fines humanos en el mundo, ya que slo por ella puede el hombre

    alcanzar los medios de tal realizacin. En efecto, la investigacin natural es la parte primera

    y fundamental de la filosofa del Renacimiento. Se pueden distinguir en ella tres aspectos o

    fases, que son la magia, la filosofa de la naturaleza y la ciencia, pero todos ellos

    caractersticos de la investigacin especulativa o positiva de la naturaleza en el siglo XVI,

  • haban sido preparados por el humanismo y el aristotelismo del siglo XV. Por el humanismo,

    en cuanto no slo hizo posible la disponibilidad de los textos de la ciencia antigua sino que

    insisti en la naturalidad del hombre y, por lo tanto, en su inters vital por conocer el mundo

    natural. Por el aristotelismo, en cuanto que intent explcitamente promover el renacimiento

    de la investigacin natural, tal como la haba practicado Aristteles y puso en claro el

    fundamento que la hace posible: el concepto del orden necesario del mundo.

    La magia renacentista se caracteriza por dos presupuestos: a. la animacin

    universal de la naturaleza que se considera movida por fuerzas intrnsecamente semejantes

    a las que actan en el hombre, coordinadas y armonizadas por una simpata universal; b. la

    posibilidad que con ello se brinda al hombre de penetrar de repente, con medios ambiguos

    o violentos, en los secretos ms ntimos de la naturaleza y llegar a dominar sus fuerzas con

    halagos y encantamientos, es decir, con los mismos medios con que se aprisiona a un ser

    animado. Por medio de estos dos presupuestos, la magia va en busca de frmulas o

    procedimientos milagrosos que sirvan de llave para los ms recnditos misterios naturales y

    pongan al hombre de repente en posesin de un poder ilimitado sobre la naturaleza.

    La filosofa natural hace ya su aparicin en algunos de los mismos sostenedores

    de la magia, pero se afirma por vez primera en Telesio, abandonando el segundo supuesto.

    A la naturaleza, con todo, siempre se la considera como una totalidad viviente, pero regida

    por principios propios; y el descubrimiento de estos principios se convierte en objetivo de

    esta filosofa. Se renuncia a la quimrica pretensin de penetrar, como por asalto, en los

    misterios naturales; ms an, se niegan tales misterios; las fuerzas naturales estn patentes

    y se revelan en la experiencia; slo es menester reconocerlas y secundarlas. La filosofa de

    la naturaleza rompe los puentes, tanto con la magia como con el aristotelismo; pretende

  • interpretar la naturaleza con la naturaleza, prescindiendo de hiptesis y doctrinas ficticias. Y

    de esta manera, abre el camino a la verdadera y propia investigacin cientfica.

    La ciencia es el ltimo y ms maduro resultado del naturalismo del Renacimiento.

    La reduccin naturalista es llevada a sus ltimas consecuencias; la naturaleza no tiene

    nada que ver con el hombre ni con el alma ni con la vida, es un conjunto de cosas que se

    mueve mecnicamente; y las leyes que regulan tal mecanismo son las de las matemticas.

    La ciencia reduce la naturaleza a una pura objetividad mensurable, la separa del hombre y

    la convierte en ajena a su constitucin y a sus intereses; y solamente as la abre

    verdaderamente a su dominio y hace de ella el regnum hominis.

    375. La magia

    La primera figura de mago es la de Juan Reuchlin, o Capnion (como heleniz su

    nombre); lleg a la magia por medio de la cbala. Nacido el 22 de febrero de 1455 en

    Phorzheim y muerto en Tubinga en 1522. Reuchlin viaj por Italia, donde conoci a Pico de

    la Mirndola, el cual probablemente le encamin hacia los estudios cabalsticos. Despus

    ense las lenguas hebrea y griega en Tubinga. Sus obras principales son: De verbo

    mirifico y De arte cabalistica. El hombre est situado entre dos mundos: el mundo sensible

    y el suprasensible; y as como participa con el cuerpo del mundo sensible y con el alma del

    mundo suprasensible, su conocimiento se dirige al mismo tiempo al uno y al otro. Al

    conocimiento del mundo sensible el hombre llega por medio de los sentidos, la fantasa, el

    juicio y la razn. Al conocimiento del mundo suprasensible llega por medio de la mente

    (mens). La mente es, pues, superior a la razn; es el ojo del alma para el mundo

    suprasensible; pero, as como el ojo corpreo ve el sol y las cosas iluminadas por el sol

  • nicamente por medio de la luz, de la misma manera la mente ve lo divino slo por medio

    de la fe divina, que encuentra inmediatamente en s misma. Esta inmediata revelacin de

    Dios a la mente es la fe, la cual es, por tanto, indispensable para el conocimiento del

    mundo sobrenatural y divino. La razn no sirve para este fin y el procedimiento silogstico

    de que se vale es insidioso y contrario, ms que provechoso, para el conocimiento divino.

    Por esto, Reuchlin ve en la cbala, entendida como una -'inmediata revelacin divina, la

    nica ciencia posible de la divinidad y el nico camino para acercarse a ella. "La cbala,

    dice Reuchlin, es una teologa simblica en la cual no solamente las letras y los nombres,

    sino las mismas cosas, son signos de las cosas". El arte cabalstico es el medio para

    alcanzar el conocimiento de estos smbolos. Este arte eleva al hombre del mundo sensible

    al suprasensible; y, por la subordinacin en que el primero se encuentra respecto al

    segundo, pone al hombre en disposicin de obrar efectos milagrosos que llenan de estupor

    al vulgo. El cabalista es tambin un taumaturgo; y especialmente el nombre de Jess le

    hace capaz de realizar milagros. La condicin necesaria y nica es una fe muy intensa;

    puesto que no es el cabalista quien obra por s mismo el milagro, sino Dios, que lo ejecuta

    por medio de el con la fuerza de aquel nombre milagroso.

    El carcter prctico de la magia se acenta en Cornelio Agripa de Nettesheim, que

    naci en Colonia en 1486 y muri en Grenoble en 1535. En su obra fundamental, De

    occulta philosophia, Agripa, como Pico y Reuchlin y segn la cbala, admite tres mundos:

    el mundo de los elementos, el mundo celeste y el mundo inteligible. Estos tres mundos

    estn unidos entre s de tal manera, que la virtud del mundo superior influye hasta los

    ltimos grados del inferior, disipando poco a poco sus rayos; y, por su parte, los seres

    inferiores llegan por medio de los superiores hasta el mundo supremo. As como una cuerda

  • tendida, si es tocada en un punto en seguida vibra totalmente, de la misma manera el

    universo, si es tocado en uno de sus extremos, resuena tambin en el extremo opuesto. El

    camino de este influjo que liga a todo el universo y garantiza la accin recproca de sus

    partes, es el espritu, a travs del cual el alma del mundo obra en todas las partes del

    universo visible. Ahora bien, el hombre est situado en el punto central de los tres mundos

    y recoge en s, como microcosmos, todo lo que est diseminado en las cosas. Esta

    situacin le permite conocer la fuerza espiritual que tiene atado al mundo y servirse de ella

    para ejecutar acciones milagrosas. Nace de esta manera la magia, que es la ciencia ms

    alta y completa, porque somete al hombre todas las potencias ocultas de la naturaleza. La

    ciencia y el arte del mago se dirigen a los tres mundos: hay, por tanto, una magia natural,

    una magia celeste y una magia religiosa o ceremonial. La primera ensea a servirse de las

    cosas corporales para efectuar acciones milagrosas, la segunda se vale de las frmulas de

    la astronoma y de los influjos de los astros para obrar milagros; la tercera, por ltimo,

    emplea con el mismo fin los seres celestiales y los demonios. En los ltimos tiempos de su

    vida, Agripa acentu el carcter mstico de su especulacin, y en el De vanitale et

    incertitudine scientiarum (1527), condena en bloque la ciencia, la considera como una

    verdadera peste del alma y seala la re como nico camino de salvacin. Pero, en realidad,

    permaneci fiel a la magia, que desde un principio haba exaltado, defendiendo todava su

    utilidad para la sabidura; ms an, en 1533, dos aos antes de su muerte, volvi a

    publicar el De occulta philosophia.

    Una de las ms famosas figuras de magos fue Teofrasto Paracelso. Su nombre era

    Felipe Bombast de Hohenheim, que cambi por el de Felipe Aureolo Teofrasto Paracelso.

    Naci el 10 de noviembre de 1493 en Einsiedeln, Suiza, y muri el 24 de septiembre de

  • 1541 en Salzburgo. Fue mdico y cirujano, ms an, reformador de la medicina en sentido

    mgico. Teofrasto es un mago; pero ciertos imperativos que seala le convierten en

    precursor del mtodo cientfico. El hombre ha sido creado para conocer las acciones

    milagrosas de Dios y para ejecutar otras semejantes; su deber es, por tanto, la

    investigacin. Pero la investigacin debe unir la experiencia y la ciencia para alcanzar un

    conocimiento verdadero y seguro. La teora y la prctica deben avanzar paralelamente y de

    comn acuerdo, ya que la teora no es ms que una prctica especulativa y la prctica no

    es otra cosa que la teora aplicada. No se puede tener fe en un experimento sin ciencia;

    pero el que posee la ciencia adems del experimento, sabe tambin por qu debe

    realizarse un fenmeno de una u otra manera y puede prever sus consecuencias. En la

    nueva ciencia, la consigna ser investigacin como unidad de teora y de experimento. Pero

    esta investigacin tiene en Teofrasto un carcter mgico. El principio que debe guiarla es la

    correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos. Si queremos conocer al hombre,

    esto es, el microcosmos, debemos dirigirnos al macrocosmos, al mundo. La medicina que

    tiene por objeto conocer al hombre, para conservarle la salud y librarlo de enfermedades,

    debe fundarse en todas las ciencias que estudian la naturaleza del universo. Esta es la

    reforma de la medicina que Teofrasto intent y que, si por un lado le atrajo el odio y las

    persecuciones de sus colegas mdicos, por otro le puso en condiciones, segn cuentan, de

    obrar prodigiosas curaciones. La medicina se funda en cuatro columnas, que son la

    teologa, la filosofa, la astronoma y la alquimia. Todas estas ciencias tienen carcter

    mgico. La teologa sirve al mdico para emplear la influencia divina, que es aquella de la

    cual todo depende, la astrologa le sirve para usar los influjos celestes, de los cuales

    dependen las enfermedades y sus respectivas curaciones; la alquimia le sirve para conocer

  • la quintaesencia de las cosas y aplicarla a la curacin. El mago, con la fuerza de su fe y de

    su imaginacin, ejerce en el espritu de los hombres o el de la naturaleza un influjo que

    suscita energas desconocidas y escondidas y consigue de esta manera realizar cosas

    tenidas por imposibles. Del fiat divino naci, en primer lugar, la materia primitiva (yliaster o

    hyaster), constituida por tres principios materiales (tres como la Trinidad divina): el azufre,

    la sal y el mercurio. Estos principios son las especies primigenias de la materia, y de ellos

    se componen los cuatro elementos del mundo y en general todo cuerpo de la naturaleza. La

    fuerza que mueve los elementos es el espritu animador o Archeus. As como todas las

    cosas estn compuestas de los tres elementos, de la misma manera que las fuerzas que

    las animan estn constituidas por sus arcanos, esto es, por la actividad inconsciente e

    instintiva del Archeus. La quintaesencia es el extracto corpreo de una cosa obtenida

    mediante el anlisis artificial de la misma con separacin del elemento dominante de los

    dems elementos que estn mezclados en ella. La quintaesencia no es un quinto elemento,

    como indica su nombre, sino uno de los cuatro elementos, y precisamente el que domina la

    constitucin de la cosa y expresa su naturaleza fundamental. En ella estn colocados los

    arcanos, esto es, la fuerza operante de un mineral, de una piedra preciosa o de una planta;

    y la medicina (que la conoce por la alquimia) debe servirse de ella para obtener la

    curacin.

    En Italia, el tema de la simpata universal de las cosas, que es el fundamento de la

    magia, fue tratado por Jernimo Fracastoro (1483-1533), que fue mdico, astrnomo y

    poeta. En su obra De sympathia et antipathia, explica el influjo universal recproco de las

    cosas valindose de la doctrina de Empdocles sobre la atraccin entre las cosas

    semejantes y la repugnancia entre las desemejantes. Pero para explicar la modalidad de

  • este influjo, Fracastoro recurre a la doctrina atomista y al influjo de los tomos. Da por

    sentado el principio aristotlico de que ninguna accin puede efectuarse sino por contacto;

    por esto, cuando las cosas semejantes no se tocan y no se mueven naturalmente la una

    hacia la otra, es necesario, para explicar su simpata, admitir que de una a otra hay un flujo

    de corpsculos que transmite la accin.

    Una figura de mdico mago que compite con la de Paracelso fue Jernimo

    Cardano, nacido en Pava en 1501 y profesor de medicina en Padua y Miln; muri en

    Roma el ao 1571. En su autobiografa, De vita propia, se presenta a s mismo como una

    personalidad excepcional y demonaca y relaciona los sucesos de su vida con fuerzas

    ocultas y prodigiosas. Sus obras ms notables son: De subtilitate (1552), De varietate

    rerum (1556) y Arcana aeternitatis (pstuma). Se trata de escritos desordenados y llenos

    de digresiones; una especie de enciclopedia sin ningn plan de unidad. Admite solamente

    tres elementos: el aire, el agua y la tierra, y niega que el fuego sea un elemento. Los

    principios de la generacin son el calor celeste y la humedad de la tierra; lo seco y lo fro

    solamente son privaciones. El calor celeste es el nico principio vital universal. Este es el

    alma que da vida a todas las cosas del mundo, y el cauce de la simpata universal que une

    todas las cosas naturales, desde los cuerpos celestes hasta en el grado ms bajo del

    mundo corpreo. El hombre es el grado ms alto de las cosas terrestres. No es una

    especie animal, como los animales no son una especie de las plantas. Ha sido creado para

    un triple fin: conocer a Dios y las cosas divinas; servir de mediador entre lo divino y lo

    terreno y, por ltimo, dominar las cosas terrenas y servirse de ellas para su utilidad. Para

    dichos fines le han sido dadas tres facultades: la mente para el conocimiento de lo divino,

    la razn para darle a conocer las cosas mortales y la mano para utilizar las cosas

  • corporales. La mente est por encima de las potencias sensibles, es independiente de la

    materia y, por tanto, inmortal. Sin embargo, la mente no es individual, sino nica en todos

    los hombres: Cardano acepta en esto el averrosmo.

    Fue gran observador de la naturaleza Juan Bautista della Porta, nacido en Npoles

    en 1535, muerto en 1615. Fue mago, autor de comedias y cultivador de la ptica, de tal

    manera que disputa a Galileo la prioridad en el descubrimiento del telescopio. En su obra

    principal, Magia naturalis (1558), distingue la magia diablica, que se vale de las acciones

    de los espritus inmundos, de la magia natural, que es, en cambio, el pice del saber

    humano, la plenitud de la filosofa natural. Esta no traspasa los lmites de las causas

    naturales, y las operaciones que realiza parecen maravillosas solamente porque sus causas

    permanecen ocultas. La obra es, en realidad, una coleccin desordenada de hechos y

    transmutaciones milagrosas, que Porta rehsa someter a la crtica con el pretexto de que

    "quienes no creen en los milagros de la naturaleza tienden a destruir toda filosofa". El

    mismo amor por lo maravilloso empuj a Porta a fundar en Npoles una "Academia de los

    secretos", en la cual se poda entrar solamente a condicin de comunicar algn maravilloso

    arcano, superior al alcance del vulgo. l se limita, por tanto, a agrupar los fenmenos y

    casos milagrosos en tipos generales, como la simpata y la antipata, las acciones y

    reacciones de los cuatro elementos y las influencias de los astros, sin intentar dar una

    explicacin de los mismos: por esto Campanella, aunque inspirndose en l, le reprocha

    (Del sentido de tas cosas) haber tratado la magia solamente desde el punto de vista

    histrico o descriptivo y quiso encontrar el fundamento de la misma en la animacin

    universal de las cosas.

  • Se relaciona con Paracelso Juan Bautista Helmont, que naci en Bruselas en 1557

    y muri en 1644. Helmont admite como elementos fundamentales solamente el agua y el

    aire, y excluye el fuego y la tierra: el agua constituye las cosas terrestres, el aire es la

    materia de los cielos. El agua est constituida por tres especies primigenias, que son la sal,

    el azufre y el mercurio. El espritu vital o aura vital es la fuerza animada que mueve, anima

    y ordena los elementos. Este espritu no obra ciegamente, sino en virtud de una idea o

    modelo, conforme al cual plasma las semillas o de las semillas desarrolla las cosas. Hay,

    adems, una causa externa (causa excitans) que dispone la materia para la generacin y

    facilita la accin del aura vital. La magia es, segn Helmont, el arte de realizar milagros

    mediante el aura vital. Todas las cosas tienen entre s una simpata natural que condiciona

    su accin recproca. Toda la naturaleza es magia y obra mgicamente. No hemos de

    maravillarnos de que el hombre, que es la imagen de Dios, est tambin dotado de la

    fuerza mgica. Pero aunque acepta la magia, Helmont rechaza la astrologa. Los astros no

    tienen ninguna influencia sobre la formacin, las costumbres y los destinos de los hombres;

    no determinan ni inclinan a nada. Son, ms bien, las seales de los acontecimientos que se

    verificarn en el futuro en el mundo sublunar; sin embargo, no se puede sacar de ellos

    ninguna prediccin cierta, ya que no influyen en tales acontecimientos.

    Concepciones semejantes a las expuestas se encuentran en la Philosophia

    mosaica del mdico ingls Roberto Fludd (1574-1637), que estudi en Oxford, pero viaj

    mucho por Francia, Italia y Alemania. Como ya indica el ttulo de la obra, su doctrina es de

    inspiracin cabalstica (la cbala se haca remontar a Moiss). Fludd interpreta la creacin

    a partir de la nada como creacin de una materia originaria, que es la misma esencia de

    Dios; de manera que en Dios las cosas existen ab aeterno, no en su idealidad, sino en su

  • realidad indistinta e indeterminada (complicada, en el sentido de Cusano). La potencia y

    sabidura de Dios estn entre s en la misma relacin que la luz y las tinieblas. La sabidura

    de Dios es Cristo, que es el principio operante de todas las cosas y la nica causa eficiente

    del mundo. La lucha entre la luz y las tinieblas determina la simpata y la antipata de todas

    las cosas naturales, porque se encuentra en todas ellas, aun en el hombre, microcosmos

    que reproduce la naturaleza del macrocosmos y est en reciprocidad de accin con l.

    Como los otros magos y cabalistas, Fludd admite tres partes del alma humana: la mente, el

    alma y el espritu. La mente es la imagen de la palabra divina; el alma es la imagen de la

    mente, el espritu es la imagen del alma y el cuerpo es la imagen del espritu.

    Nicols Abbagnano

    Historia de la filosofa, Volumen 2