Renuncio a mi yo

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DANIEL CRUZ OLIVERA, PASTOR IDDP, MI PDA 25 SANTURCE JOSÉ TORRACA, DECANO ACADÉMICO UPM

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DANIEL CRUZ OLIVERA, PASTORIDDP, MI PDA 25 SANTURCE

JOSÉ TORRACA, DECANO ACADÉMICO UPM

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Desarrollar un liderato conforme al corazón de Dios que propenda la humildad, por encima de la soberbia, como el elemento vital que motive a los jóvenes al servicio del Reino de Jesucristo.

Comprender la importancia de forjar una vida de renunciamiento al yo, que refleje el carácter de un verdadero siervo de Dios para desarrollar un liderato efectivo que impacte positivamente a los jóvenes.

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Un hombre (líder) conforme al corazón (según su agrado) de Dios (1 Samuel 13:14). Es decir, un hombre que le obedezca en todo. Se refiere a David, que aparece en el relato en 1 Samuel 16. David no era menos pecador que Saúl, pero siempre fue obediente a las instrucciones proféticas.

Saúl iba tras lo ambicioso de ganar un triunfo glorioso para sí que atribuirlo a Dios. No entendía su debida posición como rey de Israel, y aunque era consciente de las restricciones bajo las cuales tenía la soberanía, deseaba gobernar como autócrata, con poder absoluto tanto en las cosas civiles como en las sagradas.

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Samuel esperó hasta el último día de los siete, para poner a prueba el carácter constitucional del rey; y como Saúl en su precipitación impaciente y apasionada, transgredió a sabiendas, (1 Samuel 13:12) usurpando el oficio de sacerdote.

Tal como fue el caso de Saúl, ha sucedido con muchas personas y líderes a través de la historia. Estando en una tensión tal, la razón se ciega en cuanto al deber y la obediencia; en cambio, condena a otros y se hace presente una violenta determinación para justificar el proceder así elegido.

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A partir de lo anteriormente expuesto se puede establecer que un líder conforme al corazón de Dios, que renuncia al yo, es humilde para corregir sus errores, aunque el proceso le duela, en cambio el soberbio no cree haber hecho algo incorrecto y entiende que está bien.

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A. EL CONCEPTO RENUNCIAR 1. Desde la perspectiva bíblica podemos considerar

las siguientes ideas: a. Renunciar (apeipon, gr.) 2 Co. 4.2, conllevar el sentido de prohibir la entrada a las cosas rechazadas.b. Renuncia (apotasso, gr) Lc. 14.33, el significado más intenso con el que se halla es el de quitarse a alguien de encima, además de despedida. c. Renunciando (arneomai, gr) Tit. 2:12, significa negar, rechazar, rehusar.

2. Según el Diccionario de la Lengua Española, renuncia es hacer dejación voluntaria, dimisión o apartamiento de algo que se tiene, o se puede tener. Privarse o prescindir de algo o de alguien.

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B. EL YO O EGO

1. En psicología, yo o ego (del latín), se define como la unidad dinámica que constituye el individuo consciente de su propia identidad y de su relación con el medio.

2. Es el portador de nuestra conciencia consciente de existir, así como el sentimiento permanente de identidad personal.

3. Es el organizador consciente de nuestros pensamientos e intuiciones, de nuestros sentimientos y sensaciones. Es el portador de la personalidad.

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A. LA SOBERBIA

1. La palabra soberbio es authades en el griego (Tito 1:7). Da la idea de autocomplaciente, ególatra, obstinado, arrogante, contumaz, agradable de sí mismo, uno dominado por su propio interés sin mostrar consideración alguna hacia los demás.

2. Soberbios (uperephanos, gr.), aparentando estar por encima de los demás (Lucas 1:51; Romanos 1.30; 2 Timoteo 3.2.)

3. Inflado (uperonkos, gr.), se traduce cosas soberbias en 2 Pedro 2:18.

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4. La palabra soberbio se forma de dos palabras: “sí mismo” y “agradar” que quiere decir uno que se agrada a sí mismo o que hace lo que le gusta sin tomar en cuenta a los demás.

B. EL OBISPO (PASTOR, LÍDER)

La soberbia descalifica al obispo (líder), según Tito 1:7. La vida del líder es de relaciones sociales con los demás, no ejerce su ministerio en lo oculto. Su vida tiene que manifestar que ha sido ordenado por Dios mismo para servir a la iglesia (juventud).

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C. EL LÍDER NO PROMUEVE SU EGOEn Filipenses 2:3-4, tenemos las características de uno que no pretende agradarse a sí mismo. El líder no hace nada por contienda, ni por vanagloria; sino con humildad, estimado a los demás como superiores (v. 3), no mira (busca) por lo suyo propio, sino por lo de los otros (v. 4). En 2 Pedro 2:10, la Palabra de Dios habla acerca del carácter de hombres engañadores (contumaces). Líderes que se satisfacen a sí mismos y que se muestran arrogantes con los demás. Este es un defecto bastante fuerte que está constituido como autoridad en el liderato de la iglesia, tal estilo debe ser rechazado.

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A. LA FAMA PERSONAL (DANIEL 4:22)

Nabucodonosor fue el más grande de los reyes babilónicos, según muchos teólogos. Su nombre era conocido entre pueblos naciones y lenguas, más allá de las fronteras de su reino (Daniel 4:1; 5:19). De igual manera nosotros tenemos que tener cuidado cuando nuestro nombre se escuche en todas partes, cuando nuestra opinión sea la más importante, cundo todos necesiten de nuestros servicios. La fama es un arma de dos filos que de no ser controlada destruye a quien la padece.

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B. LA PERSONA SE CREE PERFECTO (DANIEL 4:27)

El consejo de Daniel fue claro a Nabucodonosor… ¡Abandona tus pecados, cambia tu estilo de vida! Uno de los grandes males que aquejan a los soberbios es su incapacidad para reconocer sus errores y su habilidad para detectar los de otros. La soberbia nubla nuestro conocimiento de cuan grandes faltas hemos cometido.

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C. LA OBTENCIÓN DE LOGROS (DANIEL 4:30)Nabucodonosor fue conocido como conquistador de pueblos y constructor de ciudades. Un poderoso detonante de la soberbia en la vida de la persona es conseguir lo que se proponen. Poco a poco se va creando un orgullo que infla su egoísmo y los hace sentirse inalcanzables e invulnerables. El éxito esclaviza a quien lo conoce.

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San Agustín decía que la soberbia no es grandeza, sino hinchazón, y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano. Detrás de su apariencia de grandiosidad el soberbio esconde su propia flaqueza. Es el dime de qué presumes y te diré de qué careces. La soberbia es debilidad, mientras que la humildad es fuerza. El soberbio puede ser inteligente y astuto, pero sólo en la virtud está la sabiduría.

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Un líder soberbio (que abusa de su poder o superioridad) no escucha a nadie, ordena y manda, se muestra distante, no tolera que le ensombrezcan, lo sabe todo, no crea grupo y mete miedo. Por el contrario un liderazgo positivo y sano tendrá características muy opuestas. Un buen líder sabe hacer valer su fuerza sin caer en la agresividad y sabe guiar sin humillar.

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La soberbia o el orgullo injustificado son dos formas de autoengaño. La persona soberbia se engaña a sí misma al creerse más capacitada, poderosa, íntegra, popular o atractiva de lo que realmente es. En efecto, una persona soberbia suele estar convencida de que no tiene defecto alguno y, en consecuencia, achaca sus problemas a los defectos de los demás. Sin embargo, la soberbia nos impide luchar por ser moralmente mejor. Persuadida de su perfección, la persona soberbia es incapaz de verse a sí misma tal y como es, de admitir sus propias limitaciones, porque está cegada por el orgullo.

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El antídoto contra la soberbia es cultivar la humildad y ecuanimidad. Ser ecuánime significa saber valorar las cosas por igual, ni por defecto ni por exceso. Sólo la persona que goza de ecuanimidad moral es capaz de tomarse la existencia con calma y tranquilidad. Haciendo gala de una templanza encomiable, no vive pendiente de la aprobación de los demás ni sufre frustración alguna, sino que es imperturbable y consciente de estar haciendo de su vida una obra de arte.

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El liderazgo exige una gran dosis de modestia y humildad; es incompatible con la soberbia, el engreimiento, la arrogancia, la egolatría, la altivez, o la vanidad. Un líder vanidoso, narcisista, fatuo o presuntuoso, con demasiado amor propio, convencido de la propia excelencia, admirador de sí mismo y enamorado de su persona, será siempre un líder deplorable, y por ende peligroso.

Un buen líder muere cuando empieza a endiosarse, cuando empieza a creerse lo que es y representa. La humildad es signo de inteligencia, es un don que deben perseguir todos los líderes. La persona inteligente es humilde. La soberbia en cambio, es síntoma de estupidez.

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Integridad personal: Un buen líder ha de tener, además de competencia y compromiso, dos características fundamentales: honestidad y coherencia.

Visión de futuro: El buen líder ha de tener los pies en el suelo y los ojos en el horizonte, ha de ver muy por delante.

Capacidad para mantener la moral elevada, para entusiasmar, para implicar a la gente en un proyecto. Un buen líder logra implicar desde la esperanza y la ilusión y nunca sobre el miedo o la amenaza.

Un buen líder trabaja en equipo: Tiene como máxima: "Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros".

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Habilidades sociales: Un buen líder ha de tener en términos actuales una gran inteligencia emocional. Debe ser una persona muy asertiva con gran capacidad para crear y facilitar relaciones interpersonales positivas.

Capacidad de aprendizaje: Un buen líder no deja de aprender, y con ello muestra algo aún más importante, reconoce que no lo sabe todo. Es poseedor de la más humilde de las virtudes, la humildad. Algo sin duda desfasado y que no está de moda, pero que es muy saludable.

Tiene sentido del humor: Otra gran virtud que no se valora lo suficiente. Con ello se crea un ambiente laboral agradable, porque el buen humor es algo que se contagia, que se irradia. Es alegría.

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Reconoce y valora: Todos necesitamos sentir que lo que hacemos tiene un sentido, que vale para algo. El reconocimiento y la valoración no hay que darlo por supuesto, el buen líder lo hace explícito.

Creatividad: Un buen líder está siempre abierto al cambio, es flexible y le es fácil adaptarse. Vive lo nuevo no como una amenaza sino como una oportunidad.

Confianza: Y por último, un buen líder transmite confianza, es sobre todo creíble. El ser humano no soporta vivir sometido a la arbitrariedad, necesita tener confianza, creer, porque las creencias crean seguridad.