Repercusión de los hijos en parejas inmaduras

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Repercusión de los hijos en parejas inmaduras Por: Franck Palacios Grimaldo Introducción. Como es evidente cada vez son más las parejas jóvenes que se convierten en padres, la idea de serlo está respaldada por diferentes argumentos a favor uno de ellos es el disfrutar de los hijos cuando estamos jóvenes, otra es la de la capacidad que uno pueda tener para afrontar esa situación, el amor por la pareja, la economía que favorece a traer alguien más a la familia. Son entre otros los principales argumentos para ser padres jóvenes y son válidos en el sentido más práctico de la palabra, es decir que puedan mostrar madures, tengan los recursos y amen a su pareja. Pero esto no suele suceder con la gran mayoría de parejas jóvenes que se encaminan a la paternidad, y aunque puedan argumentar algo similar a lo mencionado es que un simple acercamiento demuestra que no es tan cercano a lo que ellos expresan. Muchas parejas jóvenes que están en camino a la paternidad no están preparadas ni emocionales, económica o afectivamente para afrontar la paternidad y es aquí cuando surgen complicaciones y principalmente el hecho de que muchas de estas parejas terminan separándose o como en algunos casos viviendo juntos por ese hijo, el qué dirán, la ética o la moral que puedan tener. Son muchas las parejas que pasan la vida juntos por el hecho de tener hijos, hombres que asumen su responsabilidad y con ella todo el bagaje que conlleva que incluso puede ser pasar la vida con una mujer a la que dejó de amar con el tiempo. En las mujeres quizás funcione diferente por el vínculo que desarrollan con el niño en camino, pero es evidente el cambio de pensamiento, es común que una mujer al saber que será madre se replantee muchas cosas en su vida, incluso a la pareja. En el hombre surge lo mismo, en torno a afrontar la situación y a los costos que esto le va a causar, no necesariamente económicos. Aunque muchas familiar comienzan con esta situación y duran juntos casi toda una vida, una observación más detallada nos puede hacer plantear una pregunta: ¿hubieran durado tanto sin ese hijo de por medio? Es algo solo ellos pueden responder a ciencia cierta. Siendo objetivos el ser padres es algo muy exigente para la pareja, Madreaventura (2013) menciona que los niños llegan al mundo poniendo patas arriba la estructura familiar o de la pareja. El cansancio, el estrés y los cambios desbordantes de los primeros años del bebé son por demás complicados y opina que si la pareja no es suficientemente fuerte y consolidada es probable que todo se vaya a pique. Opinión que comparto puesto que muchos de los casos en que una pareja joven de relación objetivamente corta se encaminan a la paternidad no podrán argumentar madures y seguridad menos si están aún pasando por el enamoramiento el cual en vez de ser una ventaja es a veces una desventaja, recordemos que el enamoramiento es una etapa en donde nuestra pareja es el centro de nuestro mundo, la idealizamos y sería capaz de prometernos la luna. Este ensayo tiene como objetivo ahondar un poco en como un hijo a tan corta relación, con el enamoramiento y la inmadurez a cuesta puede ser la causa de una infelicidad progresiva en la pareja, o una de las partes, oculta bajo la máscara de responsabilidad y una familia estructurada.

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Ensayo

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Repercusión de los hijos en parejas inmaduras Por: Franck Palacios Grimaldo

Introducción. Como es evidente cada vez son más las parejas jóvenes que se convierten en padres, la idea de

serlo está respaldada por diferentes argumentos a favor uno de ellos es el disfrutar de los hijos

cuando estamos jóvenes, otra es la de la capacidad que uno pueda tener para afrontar esa

situación, el amor por la pareja, la economía que favorece a traer alguien más a la familia. Son

entre otros los principales argumentos para ser padres jóvenes y son válidos en el sentido más

práctico de la palabra, es decir que puedan mostrar madures, tengan los recursos y amen a su

pareja.

Pero esto no suele suceder con la gran mayoría de parejas jóvenes que se encaminan a la

paternidad, y aunque puedan argumentar algo similar a lo mencionado es que un simple

acercamiento demuestra que no es tan cercano a lo que ellos expresan. Muchas parejas jóvenes

que están en camino a la paternidad no están preparadas ni emocionales, económica o

afectivamente para afrontar la paternidad y es aquí cuando surgen complicaciones y

principalmente el hecho de que muchas de estas parejas terminan separándose o como en

algunos casos viviendo juntos por ese hijo, el qué dirán, la ética o la moral que puedan tener.

Son muchas las parejas que pasan la vida juntos por el hecho de tener hijos, hombres que

asumen su responsabilidad y con ella todo el bagaje que conlleva que incluso puede ser pasar la

vida con una mujer a la que dejó de amar con el tiempo. En las mujeres quizás funcione

diferente por el vínculo que desarrollan con el niño en camino, pero es evidente el cambio de

pensamiento, es común que una mujer al saber que será madre se replantee muchas cosas en su

vida, incluso a la pareja. En el hombre surge lo mismo, en torno a afrontar la situación y a los

costos que esto le va a causar, no necesariamente económicos. Aunque muchas familiar

comienzan con esta situación y duran juntos casi toda una vida, una observación más detallada

nos puede hacer plantear una pregunta: ¿hubieran durado tanto sin ese hijo de por medio? Es

algo solo ellos pueden responder a ciencia cierta.

Siendo objetivos el ser padres es algo muy exigente para la pareja, Madreaventura (2013)

menciona que los niños llegan al mundo poniendo patas arriba la estructura familiar o de la

pareja. El cansancio, el estrés y los cambios desbordantes de los primeros años del bebé son por

demás complicados y opina que si la pareja no es suficientemente fuerte y consolidada es

probable que todo se vaya a pique. Opinión que comparto puesto que muchos de los casos en

que una pareja joven de relación objetivamente corta se encaminan a la paternidad no podrán

argumentar madures y seguridad menos si están aún pasando por el enamoramiento el cual en

vez de ser una ventaja es a veces una desventaja, recordemos que el enamoramiento es una

etapa en donde nuestra pareja es el centro de nuestro mundo, la idealizamos y sería capaz de

prometernos la luna.

Este ensayo tiene como objetivo ahondar un poco en como un hijo a tan corta relación, con el

enamoramiento y la inmadurez a cuesta puede ser la causa de una infelicidad progresiva en la

pareja, o una de las partes, oculta bajo la máscara de responsabilidad y una familia estructurada.

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Separare este trabajo en tres partes para una mejor comprensión, en la primera hablare un poco

de la madurez de la pareja en la segunda acerca del afrontamiento a la paternidad, y la última

parte de los efectos que conlleva una decisión basada en moral y cumplimiento.

La madurez de la pareja Una relación no madura de un día para otro, menos una persona, son procesos largos en donde

iremos acumulando experiencias y teniendo una visión mucho más grande de la realidad, somos

más conscientes de nuestra moralidad, conocemos nuestros límites y nuestras fortalezas, de esta

forma afrontar la vida es más fiable. La madurez también interviene en tomar decisiones

inteligentes que, en su mayoría, nos traen ventajas o beneficios.

En el momento de hablar de parejas la madurez es evidentemente importante puesto que una

pareja que es madura, tiende a convertir su enamoramiento en amor, una que es inmadura puede

vivir enamorada durante mucho tiempo, pero no un enamoramiento pasional, sino un

enamoramiento más cerca de la dependencia, es decir la necesidad de la otra persona para

conseguir satisfacción emocional. Recordemos que el enamoramiento es una especie de engaño,

es un estado “de ilusión”, en el que percibimos aquello que nos gusta y nos hace sentirnos

identificados con el otro, idealizándolo, viéndolo casi perfecto, somos capaces de perdonarle

todo, estamos dispuestos a darle todo también (Enamoramiento, s.f.).

Erich Fromm en su libro "El Arte de Amar" citado en Diferencias entre enamoramiento y amar

(s.f.) “El amor requiere conocer a la otra persona, requiere tiempo, requiere reconocer los

defectos del ser amado, requiere ver lo bueno y lo malo de la relación”.

Esto sirve para darnos una idea de lo importante del amor, como un punto de madures en una

relación, pues el enamoramiento, como también menciona Fromm suele ser adictivo y muchos

quizá no quieran saltar de el al amor que es algo de mayor responsabilidad por decirlo así, y

digo responsabilidad pues tenemos que asumir que la persona que amamos tiene necesidades

quizás diferente a las nuestras que ahora no nos van a parecer perfectas.

Como menciona Haciendo Alma (2012) El amor es un compromiso serio, que nos exige

responsabilizarnos para dar lo mejor de nosotros, crecer y permitir a la pareja hacerlo también,

con ese amor reciproco, crecer y conocerse así permitir que nos expresemos sin temores y con

sinceridad absoluta. Este es verdaderamente el desarrollo del amor, su profundización, desde

una comprensión madura y tolerante sabiendo que habrá problemas, pero nunca más fuertes que

el amor comprometido que ha nacido. Algo muy importante aquí es el permitir crecer y crecer

uno también, lo que me lleva a que el hecho de traer un hijo al mundo en el enamoramiento y

con todas sus características ya mencionadas haría dejar de lado los sueños personales, no en

todos los casos obviamente, pero me centro en que si uno conoce los planes a futuro de su

pareja y los valora podría cuidar de ella y entender que un hijo, muchas veces, complicaría

dichas metas tanto para el hombre como para la mujer. No digo que se frustren en todos los

casos, solo que en aquellos que no tengan la madurez para afrontar adecuadamente la situación

desde todos sus ángulos, esto representara sacrificios, que repercutirá en frustraciones.

Esto puede repercutir en el futuro hijo pues podría crecer sintiéndose responsables del

agotamiento de sus padres, de sus frustraciones, de sus sueños en pausa, noches sin dormir,

auto-descuido, insatisfacciones y, en algunos casos, de su infelicidad (Mezquita, s.f.). Ya Titze

(1982) citado en Ruiz (2001) menciona las repercusiones de la atmósfera familiar sobre el estilo

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de vida inconsciente del sujeto tanto a nivel verbal (creencias semánticas) como no verbal

(guiones de escenas analógicas).

Si una pareja que se convertirá en padres tiene la inteligencia emocional necesaria para madurar

en el proceso afrontara la situación y seguirán enamorados y amándose en el correcto equilibrio,

una pareja inmadura, que asume el problema como forma de inmolación o por responder a la

familia o a la pareja no está reconociendo sus deseos y quizá tampoco los de su pareja, esto no

refleja inteligencia emocional, representa un problema para la pareja y la familia que formaran.

Una pareja madura sabrá identificar cuando tener hijos, la pareja debe estar muy unida y

compenetrada, deben estar en la misma sintonía, tener planes a largo plazo juntos y confiar y

respetar al otro en todos los sentidos posibles. Convertirse en padres es cuidar y guiar a otro ser

humano hasta que este sea capaz de hacerlo por sí mismo, es una tarea agotadora que va a

necesitar de un equipo fuerte (De Miguel, s.f.). Aquí se menciona algo muy importante traer al

mundo a un se humano es guiarlo hasta su madurez, lo que exige madurez de los padres.

Un pareja solida necesita un tiempo para poder decirse sólida, y también madurez de parte de

ambos miembros de la pareja. Si bien no podemos decir que existe un tiempo exacto para decir

que la pareja maduro pues podemos decir que será la capacidad de la persona para comprender

todos los procesos que vive con esa persona, valorarlos y sobretodo apreciar a su pareja con

defectos y virtudes una vez conocidos, es lo que mencionamos que es el amor anteriormente.

También cabria mencionar que numerosos estudios indican que el amor apasionado no se

prolonga más allá de tres o cuatro años. La pasión, que produce taquicardias o entrecorta la

respiración, comienza a disminuir a la vez que el cuerpo deja de recibir las dosis de estimulantes

y narcóticos. Aquí aparece la química del desamor. Sin embargo y luego de este proceso

biológico, se produce una secreción de endorfinas, similar a la morfina, que proporciona en las

parejas una sensación de sosiego y de calma que puede llegar a durar toda la vida (Ciurleo,

2006). Por lo que una pareja no necesariamente se mantiene junta por el amor que existe, sino

por el afecto y la unión que sientan entre ellos, producto de años de experiencias, las cuales

también contribuirán a que esta unión se dé o no se dé. Recordemos que existen casos en donde

ya con hijos mayores y autónomos la pareja de padres se separa. Según cifras publicadas por el

Instituto Nacional de Estadística mencionado en “Cómo podemos superar un divorcio en la

madurez” (2012) cada vez las personas mayores de 60 años suelen separarse, y una de las

razones suele ser que la relación matrimonial ha venido ocupando un segundo plano, situándose

por detrás del trabajo, los amigos o los hijos, muchas de estas parejas quizás ahora puedan

continuar o intentar continuar algún sueño frustrado.

Retomando el tema, una pareja joven, adolescente evidentemente no se preocupara por

comprender la situación vivenciada, solo se dedicara a disfrutar de dichas experiencias, la

precaución y la razón no caracteriza la adolescencia ni la pronta juventud, sino no hubiera tantos

padres jóvenes, madres solteras adolecentes o niños abandonados.

Una pareja madura también sabrá, como ya mencione respetar los deseos de su par, es decir que

el convencimiento de traer un hijo al mundo será total y de parte de ambos, los niños no tienen

garantía. A veces la ilusión de uno de los miembros de la pareja hace que el otro se vea

arrastrado a tomar una decisión. Antes de quedar embarazados es necesario conversarlo y

debatirlo, si son maduros sabrá esperar De miguel, s.f.).

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También el aspecto económico y el aspecto del cumplimiento de metas personales, como

mencione el factor de crecimiento personal es muy importante en la pareja, y traer hijos a la

relación sin contar con el efecto que podría tener en el desarrollo personal de la pareja puede

representar frustraciones muy fuertes e incluso rencores, muchas personas suelen postergar esas

metas por criar hijos, y dependiendo del apoyo, las fortalezas y la madurez se puede sobrellevar

esta situación, por lo que no es un factor determinante, pero sí que puede repercutir en la familia

que se forma.

Afrontamiento a la paternidad El hombre-padre deja de ser el niño, el hijo, se aparta de amigos, fortalece su relación de

pareja y establece una familia, donde él es el que responde por ella (Fuller, 2000 citado en

Ortega, Torres y Salguero, 2009).

La primera idea o pensamiento a la hora de enterarse de ser padres sin duda puede separarse en

tres distintos, primero puede ser la felicidad que conlleva el traer a una vida al mundo con la

persona que amas y con la que has estado buscando esa criatura que llegara, casi siempre un hijo

esperado suele hacer nacer este pensamiento. El segundo puede ser ansiedad, temor, incluso

enfado, emociones y sentimientos que reflejan la sorpresa, no grata, que da la llegada de un hijo,

casi siempre esta actitud es de alguien, o una pareja inmadura que no tenía idea de que les

pasaría a ellos. La tercera está relacionada con la anterior y también con el enamoramiento en

alguna de sus tempranas etapas, es aquel sentimiento que surge en demostración de nuestros

sentimientos por nuestra pareja, donde se le promete más de lo que, quizás, podríamos dar de

nosotros.

Los dos primero repercuten simplemente en formar una familia estructurada y en abandonar la

pareja, ser un padre ausente o económicamente presente y seguir su vida, metas y deseos, pero

la tercera idea repercute de una forma distinta, desde mi perspectiva, la pareja se concentra en

convencer a su contraparte que puede cumplir, en el sentido estricto de la palabra cumplir.

Una de las características que resaltare del hombre cuando se hace papá es que da un verdadero

paso a la edad adulta, incluso a una especie de madurez forzada. La dimensión del “jefe de

familia”, que recae más sobre él que sobre la mujer, le impone un montón de responsabilidades

que pueden parecer incluso imposibles. Es importante que la madre lo apoye para que éste no se

sienta aplastado por el peso de sus nuevas cargas (Bonet, 2009). Se puede esperar que el hombre

madure en esa transición de niño a hombre, de hijo a padre, y como se menciona que tenga la

ayuda de la madre, pero muchos hombres con actitud machista o también con un sentimiento de

culpa no permitirán que su pareja ayude en mantener a ese niño que representa para el

justamente ese titulo de “Jefe de familia”.

Justamente es esta actitud la que hace que se confunda el hecho de tener una pareja que se

“sacrifica” por su familia y un hombre que crece con ella, las repercusiones de esta actitud de

mártir se ve en un futuro cuando el hombre le da una mayor importancia al trabajo, al dinero y a

cumplir como padre que a aspectos familiares a veces fundamentales. Es aquí cuando quizás la

persona que ha madurado a la fuerza comienza a darse libertades que antes no pudo, el pago a

su sacrificio y bajo la excusa de que a su familia no le falta nada permitirse algunos excesos o

libertades.

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Chávez(2008), menciona algo interesante y que podría ayudarnos a entender la idea

mencionada: “Otras razones por las que se puede sentir rechazo hacia un hijo son, por ejemplo,

que haya nacido cuando ya no se deseaba un hijo, o porque padece alguna enfermedad desde

pequeño que esclaviza y abruma a los padres” (citada en Martínez, 2013). Esto me ayuda a

aclarar o validar lo que trato de explicar, el afrontar la responsabilidad de forma que uno

demuestre a la sociedad, a la familia y a la pareja más que ser un acto de amor y madurez,

mucha veces es solo una especie de demostración de poder que culta un resentimiento hacia los

hijos y la pareja.

Por su puesto no en todos los casos resulta de la misma manera, solo en aquellas personas que

no logran diferenciar sus emociones y prioridades.

Afrontar la paternidad es esencial para el futuro de la familia, pero también se hace necesario

que la decisión vaya de la mano con una estabilidad emocional y madurez para afrontar la

situación de forma completa, no solo en uno de los aspectos como el económico o el afectivo.

Repercusiones de una decisión basada en moral o cumplimiento Uno de los efectos de estas decisiones basadas en absolutamente la moral, la ética, el

enamoramiento, culpa o asumiendo responsabilidades y no en la madures y el amor como base

motivacional de la decisión, como ya fue mencionado, es el sentimiento de insatisfacción,

frustraciones y rencores inconscientes que se reflejaran en el mejor de los casos en un

distanciamiento afectivo de su familia a la cual mantiene sin falta, digo mejor de los casos por

que puede haber violencia como producto de frustraciones vocaciones, o sueños no realizados,

cuya causa la desplaza a la mujer y al niño, más que a él por no proveer, procurar o decidir

adecuadamente y así evitar esta situación.

Por otro lado en grados extremos el padre reprime, oculta y niega el rechazo, se activará

inconscientemente un mecanismo de defensa llamado formación reactiva, el cual consiste en

encubrir un motivo o sentimiento que causa angustia y culpa, experimentando conscientemente

lo opuesto, de manera que antes de que el verdadero sentimiento o motivo llegue a la conciencia

se convierte en su opuesto. (Chávez, 2008, citado en Martínez, 2013) es decir que el rechazó

podría convertirse automáticamente en sobreprotección.

Este efecto podría también darse en la madre, puesto que el alejamiento que siente por su esposo

a causa del trabajo para mantenerla a ella y al niño puede ocasionar la mencionada situación o

también un desplazamiento de sentimientos negativos del esposo hacia el hijo.

Los niños rechazados por sus padres, de acuerdo con García (2005), tienden a reaccionar con

manifestaciones hostiles y agresivas, muestran una escasa confianza tanto en otras personas

como fuente de seguridad, confianza y apoyo, como en sus sentimientos de estima, aceptación,

y competencia. Una realidad que aqueja a muchos niños producto de padres jóvenes.

Como esperar que personas que no han acabado de madurar puedan guiar a alguien en la vida,

ellos mismos no han podido guiar su destino a algo más productivo.

El divorcio o la separación es uno de los efectos de estas decisiones guiadas por emociones

inmediatas o por autoengaños, y su repercusión en los hijos al nivel emocional es de tomar en

cuenta.

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García (s.f.) nos enlista los efectos del divorcio en los hijos de la siguiente manera:

De tres a cinco años:

Se creen culpables por no haber hecho la tarea o no haber comido. Su

pensamiento mágico les lleva a tomar responsabilidades tremendamente

imaginarias.

Temen quedarse solos y abandonados. Hay que recordar que en estas edades los

padres constituyen el universo entero de los niños y que la relación en la pareja

es el medio en el que ellos están cuidados y mantenidos.

La edad más difícil es la de 6 a 12 años.

Se dan cuenta de que tienen un problema y que duele y no saben como

reaccionar ante ese dolor.

Creen que los padres pueden volver a juntarse y presionan o realizan actos que

no llevan más que a un sentimiento de fracaso o a problemas adicionales en la

pareja.

Los adolescentes experimentan:

Miedo, soledad, depresión, y culpabilidad.

Dudan de su habilidad para casarse o para mantener su relación.

Como vemos no es simplemente afrontar una situación pensando que se arreglara, se necesita

tener presente que si una relación se rompe cuando hay hijos de por medio los efectos no son

solo problema de la pareja, el efecto en los hijos es más que evidente

Como ya mencione el querer cumplir como padre, no asegura el cumplir como pareja, muchas

veces el sentimiento de rechazo inconsciente hacia la pareja pro la situación es grande y no

puede ser reprimido, eventualmente repercutirá en un alejamiento de la pareja, una infidelidad o

una vida infeliz llena de discusiones.

No es difícil pensar que sin la existencia de un hijo las cosas pudieron ser diferentes, son

muchas las parejas que pelean así como muchas las que se separan, de la misma forma hay

muchas que pelean cuando tienen hijos, otras son violentas, algunas agresivas pasivas, pero el

conflicto está siempre presente en sus vidas. La diferencia fundamental es que una pareja sin

hijos puede separarse y seguir con sus vidas y los daños colaterales será individual dependiendo

de su personalidad, pero cuando hay hijos el daño suele repercutir.

Aunque por otro lado a veces el divorcio es una buena solución para evitar que el niño crezca en

un hogar en constante conflicto que no contribuye en nada a su salud mental. Si la pareja tiene

problemas para funcionar coordinadamente como equipo, como mencione con anterioridad,

mantienen una situación permanente de conflictos, pelean y discuten constantemente y en

muchos casos en presencia de sus hijos o sin conciencia de que pueden oírlos, estos pueden

sentirse inseguros, temerosos y abandonados (López 2013).

Lamentablemente como he tratado de demostrar muchas veces el divorcio significa un fracaso

para los padres que lo asume como una incapacidad para poder llevar su hogar, lo que puede

hacer que la simple idea les aterrorice, reprimiendo sus sentimientos de rechazo hacia la pareja y

conviviendo con ella entre peleas y reconciliaciones, dañando sin darse cuenta en algunos casos

la salud emocional de sus hijos.

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Conclusión A modo de conclusión puedo decir que los hijos a tan corta relación, con el enamoramiento y la

inmadurez a cuesta puede ser la causa de una infelicidad progresiva en la pareja, o una de las

partes, oculta bajo la máscara de responsabilidad y una familia estructurada. Lo que responde un

poco a mi pregunta de que sin la presencia de un hijo hubiera durado lo que puedan durar, a

veces toda una vida. Creo firmemente que una relación basada en cumplir con las normas de

una sociedad o por responder como hombre impulsado por el que dirán o no quedar como débil

ante la familia y la pareja no es la solución a esta problemática, más bien apoyo el hecho de

tomar las medidas necesarias para evitar dichas situaciones que luego se salen de control o

terminan dañando a terceros.

Un hijo en una relación si podría ser lo que esta necesita para consolidar su amor y su madurez

emocional o afectiva, desde luego que sí, pero también puede significar una llave errónea para

unir a la pareja en situaciones en donde ya no debería seguir junta.

Meiler opina lo siguiente: “Creer que un niño impedirá una separación, mejorará el trato o

detendrá infidelidades, por ejemplo, es bastante utópico y agrega una personita más a la

infelicidad reinante”(2014). Esto deja en claro que si alguien decide quedarse toda una vida al

lado de alguien que no soporta solo por un hijo se está siendo doblemente egoísta.

Por otra parte la responsabilidad no es en si el estímulo necesario para formar un hogar, es solo

un factor importante en la asunción de la paternidad. La pareja debe madurar antes de decidir

ser padres, no es un juego, es una tarea seria que requiere mucha responsabilidad de parte de

ambos, debe haber amor como sinónimo de madurez, comprensión y respeto de los deseos del

otro. Si el ser padres llega en una etapa temprana exige también una toma de conciencia,

responsabilidad y sobretodo disposición para aprender a ser padres y todo esto con la suficiente

capacidad para ser realistas y no prometerse cosas que no se podrán cumplir, casi siempre es ese

el problema pues tratamos de llegar mucho más de lo que, por el momento, podemos.

El primer paso para madurar ante una situación como esta es buscar la información, ayuda y

guía necesaria, de esta forma damos el primer paso a demostrar que estamos decidiendo traer a

una vida al mundo con base en el amor a la pareja, la cual necesitara tanto como tu del apoyo y

comprensión, hay que tener en cuenta que un hijo no significa la postergación definitiva de

nuestras metas o sueños, pero si pone a prueba a la pareja y a su capacidad para afrontar de

forma correcta y madura la situación, principalmente si llega muy pronto.

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