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R E L A C I O N E S 1 0 0 , O T O Ñ O 2 0 0 4 , V O L . X X V

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VÍCTOR TAU ANZÓATEGUI, EDICIÓN Y ESTU-

DIO, LOS BANDOS DE BUEN GOBIERNO DEL

RÍO DE LA PLATA, TUCUMÁN Y CUYO (ÉPOCA

HISPÁNICA), BUENOS AIRES, INSTITUTO DE

INVESTIGACIONES DE HISTORIA DEL DERE-

CHO, 2004, 561 P.

Son elocuentes las palabras de TauAnzóategui sobre el enfoque centralde su estudio “con este planteo se hacuestionado seriamente la idea de launidad y fuerza de un núcleo centralde poder y en su lugar surge una dis-persión de poderes –centro y perife-ria– que favorece y enfatiza un juegode desencuentros y armonías, dondeluce la creación local del Derecho. Unaolvidada frase apodíctica que escri-biera Ricardo Levene en 1948 parececobrar vida: ‘Es el verdadero derechoindiano, el que nacía en el lugar, re-conocido genialmente por España…’Así se descubre cómo desde el ámbitolocal se construye muchas veces lanorma que finalmente aparece esta-blecida por el poder central pero sobretodo se coloca en evidencia la existen-cia de un fuerte tejido jurídico propioconstituido por un variado y diversoconjunto de elementos dinámicos, queabarca desde fenómenos sociojurídicosno formalmente establecidos –comocostumbres, prácticas, fueros– hastatextos legales de diversa índole, comoautos, bandos, ordenanzas, reglamen-tos, instrucciones, etcétera” (p. 24).

El autor de este espléndido traba-jo, el doctor Víctor Tau Anzóategui, esbien conocido y reconocido en el ám-bito iberoamericano por todos los his-toriadores del derecho, pero tambiénpor muchos historiadores, en general,que han tenido la oportunidad de leeralgunos de sus muchos trabajos sobrelas instituciones políticas y jurídicasdel llamado periodo virreinal. Uno desus libros más citados y conocidos, yque más fama le ha dado, es sin dudael que dedicó no hace mucho tiempoal tema de casuismo y sistema.1

En esta ocasión nos ocupamos desu último trabajo en el que estudia unafuente de conocimiento de la sociedadvirreinal de primer orden y hasta aho-ra poco atendida. Para empezar, esimportante señalar que a la edición deestos bandos la antecede un completoy necesario estudio introductorio delmaestro, que llega hasta la página 125,en donde se presenta el material reu-nido y se nos explica que: “El acertadoreemplazo de la expresión ‘Derechocriollo’, por la de ‘Derecho provincialy local’, no constituye, a mi modo dever, sólo una cuestión terminológica,sino que es también conceptual” (p. 24).

1 Víctor Tau Anzotegui, Casuismo ySistema. Indagación histórica sobre el espíritudel Derecho Indiano, Buenos Aires, Institutode Investigaciones de Historia del Dere-cho, 1992, 617 p.

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Efectivamente, no se trata tan sólode un matiz terminológico sino queVíctor Tau en realidad está enfocandosu atención en un nuevo protagonis-ta, los bandos de buen gobierno, loque significa no sólo buscar nuevasfuentes en nuevos archivos, y por tan-to adecuaciones en el método de tra-bajo, sino también nuevas hipótesis,nuevos conceptos, nuevas definicio-nes temporales y espaciales, y nuevasconclusiones, todo ello distinto a loque habían hecho los que se habíanocupado exclusivamente del “dere-cho criollo”.

En cuanto a la fuente misma quenos ofrece tenemos que se trata de unarealmente muy importante, que abar-ca del siglo XVI al XIX y que se ocupade lo que él llama el “Derecho india-no local” (p. 10) o bien “derecho in-diano provincial y local”(p. 11).

El trabajo de Tau tiene que ver conel debatido tema de la autonomía yde la autogestión, así como con las di-versas manifestaciones del poder lo-cal, especialmente en lo que atañe,como bien advierte, a la actividad ju-risdiccional y a la creación normativa.Califica a los bandos de genuinos, im-pactantes y populares. Con la ilustra-ción, época reformista por antonoma-sia, aumenta el número de bandos.Existe una relación estrecha entre lasactas capitulares y los bandos, los cua-les son particulares o generales. Lue-

go de la publicación de la ordenanzade intendentes se nota un claro cam-bio en el contenido de los bandos, losque pueden ser tanto capitulares –delayuntamiento– como de otras autori-dades individuales –virrey, presiden-te, gobernador, corregidor, alcaldemayor o alcalde ordinario–. La tipolo-gía legal es la de bando, su alcancepuede ser local o provincial, y tene-mos que al tomar posesión muchas delas autoridades inauguraban su ges-tión con la publicación de un bando.En los bandos convergían dos clasesde asuntos: el de la administración dejusticia y el económico o de policía. Eltema de la promulgación y el de lapublicación también están presentes,y destaca la actuación del procuradorgeneral del ayuntamiento en todo elproceso de creación de los bandos.También aborda lo relativo a la apela-ción de los bandos, el pregón de losmismos, su análisis diplomático, la te-mática que tratan y sus fuentes. Sobrela dificultad que ofrece el construir unmodelo sistemático de análisis de losbandos nos comenta que: “Esto difi-culta sobre manera todo intento siste-mático por construir un esquemaconceptual que contenga las materiasreguladas en los bandos. Son dispo-siciones establecidas al ritmo de situa-ciones casuísticas, pensadas y apli-cadas según se desenvolvía la vidacotidiana de la ciudad y su jurisdicción,

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en el que convivían preceptos univer-sales del Derecho con otros enuncia-dos nuevos o circunstanciales” (p. 67).

En este trabajo se compruebacómo los bandos sirvieron para popu-larizar las leyes y las doctrinas de losjurisperitos y resultan esencialmentecasuismo puro. Algunos de los aspec-tos centrales que abordan estos ban-dos son los de: medidas de control so-bre la población; casas, calles, plazasy edificaciones; aseo, adorno y poli-cía; tránsito de caballo y de carretas ytenencias de animales domésticos–perros, puercos, etcétera–; ilumina-ción y limpieza; enfermedades conta-giosas, salubridad e higiene, y uso ydistribución del agua. El tema de laseguridad suponía cuestiones comoel control de armas, la circulaciónnocturna, robos, lesiones y homici-dios, incendios y pasquines. Tambiénincluían estos bandos el tema delabasto público: venta en la plaza, re-gatones, expendio de pan y de carne,medidas y aranceles, licencias y fielejecutor. Las pulperías y la venta devino y los juegos de azar, como losnaipes y los dados, también eranconstantemente debatidos. Igualmen-te desfilan por estos bandos las diver-siones y festividades públicas de laépoca, como el carnaval, el corpus ylas fiestas parroquiales. La nueva men-talidad racionalista y uniformadoraqueda igualmente plasmada en ellos.

El tema del trabajo, y por lo tantode los vagabundos y el de la crimina-lidad, se refleja con más intensidaddespués de las ordenanzas de inten-dentes. El ocio y el crimen están ínti-mamente ligados con el del serviciomilitar y con el de las obras públicas,así como con el de los pobres y men-digos. También nos encontramos conel de la propiedad privada y el de lacomunal. El orden doméstico se cons-tituye en el freno del poder políticode la época según se desprende de losbandos, así como el tema de la comu-nidad doméstica y el papel del jefe defamilia y el de la mujer. Algunos con-ceptos jurídicos importantes ahí sedefinen como serían los de vecino, es-tante y habitante, que incluye los de-beres del vecino como el de acudir altoque de caja y algunos servicioscomunitarios como ayudar a apagarlos incendios y la obligación de con-tribuir al alumbrado público. Estosbandos incluyen, como era de espe-rar, el catálogo de las penas a aplicara los infractores, como lo serían laspenas corporales –que podían seraflictivas o restrictivas–, las infaman-tes y las pecuniarias, incluidas multasy confiscaciones, todas ellas distintassegún la calidad de la persona.

Para finalizar sólo un par de re-flexiones que nos ayudan a apreciarla riqueza y trascendencia del materi-al documental que se nos brinda: “No

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se concebía el Derecho en actividadordenadora sin la Religión y la Moral.Aunque fuesen tres órdenes normati-vos distintos, su imbricación era bienperceptible. De tal modo, el texto delos bandos solía contener expresionesy preceptos conectados con aquellosórdenes” (p. 68).

“Para la mayoría de la población,analfabeta, estos bandos fueron posi-blemente las normas jurídicas que máspudieron influir sobre su conducta”(p. 22).

Rafael Diego FernándezEL COLEGIO DE MICHOACÁN

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ESTEBAN KROTZ, LA OTREDAD CULTURAL. EN-

TRE UTOPIA Y CIENCIA. UN ESTUDIO SOBRE

EL ORIGEN, EL DESARROLLO Y LA REORIENTA-

CIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA, MÉXICO, UAM-

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, 495 P.

Los relatos de viaje son un génerocon reconocido valor literario y cinema-tográfico. Existen memorables ejem-plos de ambos casos, pero además sonun recurso con gran tradición en la re-flexión antropológica. La experienciadel encuentro con la otredad derivadade la experiencia del viaje, constituyeuno de los gérmenes del origen de laantropología.

En el texto que se reseña ahora,“La otredad cultural. Entre utopía yciencia”, publicado originalmente enalemán en 1994, su autor, EstebanKrotz, describe a su libro como “unviaje fronterizo que no tiene término”.En efecto, se trata de un ilustradorviaje por la historia de la antropolo-gía, desde el surgimiento de la pre-gunta antropológica a partir de la cualse construyó en el siglo XIX el proyec-to antropológico, pasando por la cien-tifización de la misma, la constitucióny profesionalización de un gremioque, según el autor, vio en el evolu-cionismo la única fase paradigmáticade su historia, por los intentos de re-fundación de la antropología duranteel siglo pasado, hasta su actual crisisparadigmática. Todo ello complejiza-do por la presencia, con diversos ma-tices de la otredad utópica. No sóloeso, el autor, después de su travesíase para en el “hoy” de la antropologíay mira al futuro como quien planea larealización de un nuevo viaje, en estecaso planteando la viabilidad del pro-yecto antropológico en las condicio-nes del mundo que hoy nos tocó vivir.

Aunque resulta cierto que la ex-periencia del viaje no es, ni la única,ni por sí misma suficiente para refle-xionar sobre “otros mundos”, puesexisten casos como el de Thoreau, porcierto un utopista decimonónico, quesin desplazarse más allá de algunas

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cuantas millas de su lugar de naci-miento, fue capaz de desarrollar unaconciencia compleja de su realidad,sin embargo, el “viaje por tierras an-tropológicas” en el que nos guíaKrotz, nos permite conocer el origen,desarrollo, penurias y aspiraciones(utópicas en el sentido expuesto en eltexto) de la actual antropología.

El “itinerario de viaje” propuestopor el autor está constituido por 4apartados:

I. La esencia y la crisis de la etnoan-tropología.

II. La otredad utópica.III. La otredad de las ciencias antro-

pológicas.IV. Antropología y utopía: dimensio-

nes de lo nuevo.

De esta forma, el viaje de Krotz,visita a la actual antropología, diag-nosticando una crisis que sólo es po-sible plantear visitando a su vez suorigen. El autor pone el dedo en lallaga de lo que podríamos considerarel pecado original de la antropologíavinculado al surgimiento de la pregun-ta antropológica en el contexto de unapercepción de la misma como “cien-cia colonial” y “eurocéntrica”. Esta re-flexión le permite, partiendo del aná-lisis de la realidad contemporánea,plantear a su vez el surgimiento deuna nueva pregunta antropológica

capaz de refundar un nuevo proyectomás acorde con este “nuevo mundo”.

En el primer apartado se planteacomo, paradójicamente en la actuali-dad coexisten un “ethno-boom” po-pular, caracterizado por el interés delos medios y del público en generalsobre “culturas perdidas” y “pueblosprimitivos” en el contexto de una es-pecie de esotérica new age, con unacrisis de la antropología “profesio-nal”, basada en el cuestionamiento delos fundamentos teoricometodológi-cos de la disciplina, así como de lapregunta antropológica fundacional.Todo ello aderezado por una crisis delas identidades étnicas y de las rela-ciones interculturales, así como de larelación hombre-naturaleza.

Según el autor, parafraseando aPopper, la antropología ha dejado deser una sociología particular de lassociedades no europeas, para conver-tirse en una ciencia más general, au-torreflexiva en la medida en que “elotro” no habita ya, necesariamentelugares lejanos, ni se caracteriza porel principio de elusividad distintivode la alteridad radical. “El otro” haborrado las fronteras espaciotempo-rales que lo separaban del antropólo-go, quien ya no tiene que desplazarsea ultramar para experimentar la dife-rencia con la otredad.

Por otro lado, la proliferación tan-to de intereses como de preguntas an-

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tropológicas, materializada en el naci-miento de diversas subdisciplinas haimpedido la comunicación entre losespecialistas y ha puesto a su vez encrisis a las identidades disciplinares.

Basándose en Kuhn y algunosotros historiadores y filósofos de laciencia, Krotz caracteriza a la actualcrisis de la antropología como unafase preparadigmática, sobre todocomparada con las primeras fases desu desarrollo, que constituirían hastahoy su único periodo de “ciencia nor-mal”. La actual ausencia de modelos,conceptos y métodos generales ycompartidos, hacen parecer a la an-tropología contemporánea como unaciencia “joven” que requiere dar elpaso definitivo a la reflexión teórica.

Se trata de una crisis global quealcanza a todas las áreas de la antro-pología que vieron marcado su ori-gen y desarrollo por su utilizacióncon fines chauvinistas y fascistas en elcaso de la folklorística, doctrinas ra-cistas en el de la antropología bio-lógica e intervencionistas en Asia yLatinoamérica en el caso de la lin-güística antropológica.

Por otro lado, el constante incre-mento de profesionales de la antropo-logía surgidos de pueblos tradicional-mente considerados como “objeto deestudio” ha llevado a replantear losfundamentos de la pregunta que en sumomento derivo en la construcción

de un proyecto antropológico califica-do de colonialista y eurocéntrico ysólo entendible como disciplina “cien-tífica” en las condiciones que la vie-ron nacer.

Por lo comentado, la crisis toca ala práctica antropológica en los mis-mos cimientos que pretendieron dar-le en su origen un carácter científico,pues tanto sus fundamentos comodisciplina científica, como sus usos alservicio de lo que en su momento fueun movimiento de expansión colonial,demandan una profunda revisión quederive tal vez en una refundación sies que el proyecto antropológico tienealguna viabilidad en este siglo. El au-tor opina que sí y propone que paraello es necesario el surgimiento deuna nueva o nuevas preguntas que searticulen en un proyecto congruentecon la realidad social, económica ydemográfica del siglo XXI.

Para Krotz, la solución o las víaspara lograrla deben buscarse en la fi-losofía de la ciencia, pero no en aque-llas orientaciones formales y analíti-cas principalmente interesadas en laconstrucción lógica del conocimientocientífico, sino en una filosofía de laciencia que tome en cuenta tanto a losprotagonistas de la misma como a lascondiciones sociales que posibilitaronsu surgimiento, es decir, sus condicio-nes concretas de producción. Ello de-mandaría una integración tanto de la

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filosofía de la ciencia como de áreasde reflexión desarrolladas durante elsiglo pasado como la sociología dela ciencia, la historia de la ciencia y lapsicología de las realizaciones cientí-ficas. Así, una ciencia de la ciencia ometaciencia sería indispensable en elintento de refundar una antropologíaque hoy por hoy parecería ser caducatanto en sus planteamientos de origencomo en sus condiciones sociales deproducción. Todo ello podría ser rea-lizado desde la misma antropologíaproduciendo lo que el autor llamauna “autorreflexión clarificadora”.

Autorreflexión que necesariamen-te pasa por el proceso de conversiónen ciencia de la antropología. En di-cho proceso, el evolucionismo domi-nante en el siglo XIX y enunciado for-malmente por Charles Darwin en1859 en El origen de las especies, jugóun papel fundamental.

Fue precisamente con el desarro-llo del evolucionismo científico que latradicional pregunta antropológicasobre la diferencia de la otredad en-contraría una respuesta distinta queera capaz de reconocer unidad en ladiversidad y diversidad en lo uni-tario. Si el evolucionismo permitió ala antropología adquirir el estatus dedisciplina científica lo hizo a costade introducir una serie de postuladospolémicos como la noción de progre-so, la unilinealidad del cambio evolu-

tivo y con ella la idea de necesidadhistórica de las fases de cambio, asícomo, en la transición de lo simple alo complejo la noción de jerarquía.

Hacia el final del apartado, el au-tor plantea una original relación entrela naciente antropología y el pensa-miento utópico proveniente de la másañeja tradición europea y con unagran capacidad de metamorfosis pararesurgir con diversos ropajes durantela historia de Occidente y aun recono-cible con nuevas formas en la actua-lidad, sobre todo en contextos par-ticulares que son desarrollados enapartados posteriores.

Termina el primer apartado conuna reflexión sobre el origen de lapregunta antropológica, o valdría de-cir las preguntas en cuanto todas ellasson cuestionamientos sobre el serhumano, aunque no todas derivaranen la formación de una disciplinacientífica que pretendió darles res-puesta.

El simple encuentro entre miem-bros de diversas comunidades huma-nas supone ya el origen del cuestio-namiento. ¿Aquello distinto a mí es elotro o lo otro?, es decir, ¿soy capaz dereconocerme en la diferencia o la con-sidero tal que la identifico como com-pletamente ajena?

Al final cabe la pregunta si la an-tropología se ocupa del estudio de ladiferencia de la otredad por sí misma

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o si se trata de una disciplina especu-lar, autorreflexiva que busca en laotredad el pretexto para construir yen algunos casos amenazar la propiaidentidad.

Es precisamente el viaje uno delos procesos que facilitaron el contac-to entre los diversos grupos humanosde origen europeo con la otredad ycon ello la experimentación de la dife-rencia, real o ficticia, que en el fondono es más que un sentimiento de ex-trañeza que amenaza, por su propiaexistencia, el supuesto orden naturaldel mundo.

Se han propuesto en diversas oca-siones la existencia de dos niveles deotredad, una ordinaria o cotidiana yotra extraña y radical. La diferenciaentre ambas se basa sólo en la magni-tud de la diferencia respecto de quienestablece la categoría. Krotz analizaen el siguiente apartado de su viajeun nivel distinto y no del todo inde-pendiente de la otredad: La deseada,la producida en el “sueño diurno”, laotredad utópica.

El pensamiento utópico parecehaber acompañado a la humanidaddesde sus orígenes. Probablemente estose debe a que representa a las másauténticas esperanzas y deseos de me-jorar las condiciones de existencia y enese sentido constituye una promesa decambio que en diversos momentosde la historia ha representado un fac-

tor importante de movilidad social.Así, Krotz hace un breve repaso por elpensamiento utópico desde la edadantigua, pasando por la tradición ju-deocristiana, por la Edad Media y elRenacimiento y los utopistas clásicoscomo Moro y Campanella, por losmovimientos milenaristas, hasta lle-gar a la modernidad.

La utopía encarna, en sus diferen-tes versiones, utopías pasadas carac-terizadas por un estado primigeniode felicidad al cual parece ser desea-ble regresar y en utopías futuristasdonde el ser humano sea capaz de ex-presar sus más nobles potencialida-des su “real” humanidad, es decir, su“verdadera” esencia o naturaleza.

En todos los casos la existenciadel pensamiento utópico parte de unainsatisfacción de la realidad existentey es precisamente esa su fuerza comopromesa de cambio.

Debido a ello, no es casual que elprincipal arraigo del pensamiento utó-pico se de en condiciones de desigual-dad social que generan un verdaderocaldo de cultivo para el surgimientode promesas utópicas de cambio.

Si en ocasiones se afirma que laotredad preexiste al encuentro con elotro real surgido de la experiencia delviaje, algo similar sucede con laotredad utópica que parece encarnaren la otredad ordinaria al suceder elencuentro.

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La fuerza del pensamiento utópi-co queda resaltada en el texto, sin em-bargo sus peligros no son menciona-dos. Supuestos utopistas a lo largo dela historia han realizados las másatroces acciones en aras de un su-puesto bienestar de la colectividad.En cualquier caso, la tradición utópi-ca es contraria al orden existente yello ha dificultado su estudio debidoal intento de eliminarla por el peligroque representa para el orden existen-te. Por otro lado, el pensamiento utó-pico presupone una alternativa quenace del análisis y la reflexión de larealidad social y en ese sentido no re-sulta completamente ajena a los inte-reses de la antropología.

El tercer apartado se centra en elanálisis de la otredad de las cienciasantropológicas. Independientementede si la otredad imaginaria precedió ala real, el encuentro de los europeoscon los americanos puede calificarsede un evento de trascendental impor-tancia para el nacimiento de la an-tropología.

Indistintamente el europeo vio enel americano la encarnación de un serque vivía en armonía con la natu-raleza y en ese sentido rememoraba alarquetipo utópico de la creación, unaespecie de edén subvertido que dioorigen al mito del buen salvaje, o se-res cuasihumanos producidos por ladegeneración que provoca en Améri-

ca el clima “extremo y desordenado”que lleva a la materia viva a la podre-dumbre y la generación de plagas. Encualquier caso, el europeo fue incapazde asimilar cabalmente la diferenciasin desmoronar su propia identidad,es por ello que, tanto las descripciones,como las representaciones gráficas delos americanos recuerdan enormemen-te a la otredad imaginaria europea.

Fantasía y realidad parecen unir-se en esas primeras descripciones,porque tan sorprendente debe habersido para los europeos encontrarsecon los americanos y la flora y la fau-na, como enfrentarse a sus propiosmiedos, deseos y fantasías.

La pregunta sobre las diferenciasentre los americanos y europeos reali-zadas por estos últimos derivaríanmás tarde en el surgimiento de la an-tropología moderna que se plantearíacuestionamientos sobre el origen de lasmismas a partir de suponer un origencomún o distinto para toda la huma-nidad. Monogenismo o poligenismo.

Por supuesto los cuestionamien-tos debieron ser mutuos, sin embargoel autor se ocupa de los planteadospor los europeos pues son los quederivaron en el nacimiento de la an-tropología. De este modo, el encuen-tro derivó en un diálogo entre los eu-ropeos sobre los otros y no con ellos.

El posterior surgimiento del pen-samiento evolucionista, aunado con

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un creciente proceso de profesionali-zación de los practicantes de la antro-pología, permitió el establecimientode fronteras jerarquizantes, primeroentre lo humano y lo no humano, en-tre las distintas poblaciones humanasa partir de la categoría de raza, de gé-nero y por último, al equiparar “raza”con “etnia” de los diferentes gruposculturales, convirtiendo al otro nosólo en diferente, sino en “primitivo”.Primero la evaluación del cuerpo engeneral, poniendo particular énfasisen el cráneo, después la diversidadcultural sería evaluada por el pensa-miento evolucionista que se basabaen principios como direccionalidad,progreso, unilinealidad, naturaleza,cultura y gradualidad del cambio.

Según Krotz, aunque el evolucio-nismo fue rechazado masivamentepor diferentes posiciones que intenta-ron refundar a la antropología, ningu-na de ellas logró constituirse en unafase paradigmática del desarrollo dela antropología como sí lo hizo éste enlos inicios de la misma.

En el último apartado, “Antropo-logía y utopía: dimensiones de losnuevo”, Krotz se ocupa de proponeralternativas a la crisis que actualmen-te caracteriza a la práctica antropoló-gica y para ello vuelve a reflexionarsobre la utopía en el contexto de laformulación de una nueva preguntaantropológica. Dado el carácter analí-

tico y reflexivo de la realidad socialdel pensamiento utópico se establecióentre éste y la antropología una rela-ción que muchas veces ha sido subes-timada o decididamente inadvertidapor los profesionales de la antropolo-gía. Por ello, propone que, dadas lasactuales condiciones sociales, una nue-va formulación de la pregunta antro-pológica demanda un nuevo acerca-miento a la dimensión utópica. Lascondiciones actuales a las que hacereferencia Krotz se relacionan con elhecho de que la otredad tradicionalde la antropología parece diluirse enla movilidad de los actuales gruposhumanos. El otro no habita ya en ul-tramar, comparte espacio y tiempo conOccidente. Las condiciones de desi-gualdad que siguen caracterizandolas relaciones sociales siguen consti-tuyendo el tradicional caldo de culti-vo donde el pensamiento utópico re-presentado por la promesa de mejoraencuentran un lugar donde desarro-llarse. La mayor parte de los modelosalternativos de desarrollo abrevan dela dimensión utópica. Basta mencio-nar la importancia de movimientoscomo el de la teología de la liberaciónen muchos países latinoamericanos yla presencia de gran cantidad de uto-pistas en el imaginario de esos mis-mos países.

De este modo, dada la crisis yfragmentación del pensamiento antro-

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pológico la posibilidad de refundarlo,creando un nuevo proyecto que tengacabida en la realidad social contem-poránea, requiere de la reformulaciónde la tradicional pregunta que susten-tó durante casi 200 años una disci-plina que ahora se encuentra en unnuevo cruce de caminos, la decisiónseguramente no es ni evidente ni fá-cil, tal vez lo peor sea no plantear al-ternativas de cambio o mantener unainercia que a mi juicio equivaldría alsuicidio.

Para finalizar no me queda másque hacer una invitación al lector, arealizar una travesía por La otredad cul-tural. Entre utopía y ciencia, porque, co-mo dice el refrán “los viajes ilustran”.

José Luis VeraENAH-INAH

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ERIC R. WOLF, FIGURAR EL PODER. IDEOLO-

GÍAS DE DOMINACIÓN Y CRISIS, MÉXICO,

CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS

SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL,

2001, 417 P.

La publicación en español del últi-mo libro que escribió Eric R. Wolf an-tes de morir resulta especialmentegratificante para el público mexicano.Es muy conocida la influencia que sustrabajos tuvieron durante las décadas

de los cincuenta a los setenta en el de-sarrollo de enfoques para el estudiode los campesinos y las colaboracio-nes que mantuvo con importantes fi-guras de la antropología nacional(Hewitt 1988 [1984], 113-144). En esasobras y trabajos conjuntos, abordóuna serie de problemas que poníanespecial interés en los términos en quelas personas construían sus identida-des en el marco de organizaciones so-ciales contradictorias y asimétricas.Sus estudios posteriores siguieronesas sendas, y podemos observar queen este trabajo presenta de forma de-purada los resultados obtenidos traslargos años de conocer la historia eco-nómica y cultural global, así como susconexiones con poblaciones locales.

El libro consta de seis capítulos.En el capítulo introductorio y en lasconclusiones se abordan principal-mente los aspectos concernientes a ladefinición teórica de su estudio. En elapartado II se elabora una historia delas ideas del pensamiento occidental;y del capítulo III al V se analizan tressituaciones empíricas.

El objetivo general es explorar lasrelaciones entre ideas y poder en laconfiguración de distintos órdenes dedominación. Wolf utiliza el procedi-miento antropológico de elegir “ca-sos” para observar cómo el poderopera a través del despliegue de ideo-logías, concretadas en rituales y cos-

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mologías. Los casos referidos son loskwakiutl, los aztecas y la Alemanianacionalsocialista. La selección siguetres tipos de criterios. El primero, decarácter emocional, vincula diversasetapas de la vida de Wolf como jovenjudío, estudiante en formación y an-tropólogo consumado en la Europacentral, las islas de Vancouver en laColumbia Británica y México, respec-tivamente. El segundo criterio, aun-que menos explícito, ajusta los casosseleccionados al empleo del conceptomarxista de modo de producción y alos distintos modos de producciónque Wolf distinguió –parentesco, tri-butario, capitalista– en Europa y lagente sin historia (1982 [1987]). Final-mente, el tercero concede a cada casoser representativo de “expresionesextremas”, tales como el sacrificio hu-mano entre los antiguos tenochcas, laideología nazi que condujo a la ma-tanza de millones de personas, y elconsumo conspicuo asociado al pot-lach de los kwakiutl.

Wolf había ya manifestado la im-portancia de que los antropólogos es-tuvieran preparados para discernir lasconsecuencias del poder en los signifi-cados y la organización social (1990).Sugirió vincular el poder a la cultura,dentro de una conexión que no enten-diera a las representaciones mentalescomo autónomas de procesos mate-riales e históricos. En este libro reafir-

ma dicho planteamiento. De acuerdoa Wolf, a menudo el poder es conside-rado como una entidad unitaria e in-dependiente, a veces encarnando laimagen de un monstruo, el Leviatánde Hobbes, o de una máquina. Anteestas apariencias, no es posible sabercómo realmente trabaja. Wolf sugiereentonces una noción para estudiarloetnográfica e históricamente. Para esteautor, el poder tiene que entendersede forma “correlativa”, como “un as-pecto de todas las relaciones entre laspersonas” (p. 20).

Concretamente, Wolf plantea com-prender el poder a través de las cua-tro modalidades en que se expresa:individual, institucional, organizacio-nal y estructural. El primer tipo refie-re al poder como un atributo nietz-cheano que un individuo consiguedentro de juegos de poder. El institu-cional, en un sentido weberiano, im-plica la habilidad de un ego de impo-ner su voluntad a un alter. La terceramodalidad, también llamada táctica,consiste en los medios o instrumentoscon los cuales un agente ejerce un po-der sobre otros dentro de contextosespecíficos de dominación, como pue-de ser un campo o una arena política.El cuarto poder, el estructural, resultael más importante para Wolf. Es el po-der que articula las demás modalida-des. Define esta noción a partir de losplanteamientos de Foucault sobre la

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habilidad de estructurar, en términosde la gobernabilidad, un campo posi-ble de acción de otros (donde se cons-truyen subjetividades). Además, tomade Marx el énfasis en el poder “paradesplegar y distribuir la mano deobra social” (20). Debemos entenderque el poder estructural establece lostérminos en que el trabajo es distri-buido en el mundo material; mientrasque en el terreno de las ideas, el po-der se encuentra imbuido por signifi-cados ideológicos a través de la co-municación.

Con este marco analítico y apoya-do en datos etnográficos e históricos,Wolf establece la directriz en la queconducirá el entendimiento de los ca-sos seleccionados. Esto implicó “deli-near el vínculo entre el poder y elproceso de formación de ideas, si-tuándolo en relación con la historiadel pueblo y las formas y prácticasmateriales, de organización y signifi-cación de su cultura” (33-34).

Los kwakiutl (o los kwakwaka-’wakw como se llaman a sí mismos)tienen un lugar notable en la historiade la antropología. No únicamenteporque Franz Boas, Marcel Mauss yRuth Benedict hayan estudiado susrituales, también porque su culturaha sido vista por éstos y otros autorescomo una esencia congelada en eltiempo, con una premisa de que sudinámica interna no está vinculada a

contextos estructurales occidentales.Wolf usa este caso para demostrar quela lógica cultural de esta gente estárelacionada con los cambios genera-dos por la expansión del capitalismoy la formación de un Estado invasor.Comienza ubicando a los kwakiutl enel espacio y en el tiempo, con el obje-to de entender que procesos materia-les ligados principalmente a la econo-mía política de la segunda mitad delsiglo XIX y las consecuencias demo-gráficas de un alto descenso de la po-blación nativa en las islas de Vancou-ver tuvieron efectos en su sistemasocial y cultural. En su conjunto, estoafectó tanto las bases para el controlde recursos y mano de obra como lasépocas sagradas de recolección de ali-mentos y desarrollo de ceremoniales,transformando con ello la posicióntradicional de los jefes.

Wolf prosigue con un análisismás atento a las articulaciones de losaspectos sociopolíticos de rango, je-rarquía, descendencia y sucesión conla transmisión de los títulos ceremo-niales y patrones de matrimonio, asícomo con los rituales en los que sedistribuía la riqueza y se conmemora-ba las transferencias de privilegios deun bando o generación a otro. A suvez, liga estas relaciones con los rela-tos y representaciones mítico-his-tóricas que buscaban ofrecer una ex-plicación sobre la génesis de las

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distribuciones rituales. En esta des-cripción, Wolf dedica una especial in-terés a la comprensión de la cosmo-logía, las ceremonias kwakiutl yespecialmente al potlatch, un ritualpara exhibir y afirmar privilegios en-tre la élite de jefes a través de la trans-ferencia de objetos de valor simbólicoen presencia de invitados que fun-gían como testigos. El examen de es-tas cuestiones lo realiza dentro de losmarcos internos de la propia cultura,pero también en relación con las fuer-zas que la transformaron. Wolf acier-ta en mostrar la existencia de una lu-cha cultural, en la cual los antiguosjefes, poseyendo sus armas cosmoló-gicas, no pudieron detener la penetra-ción del capitalismo y la subversióndel orden social. Empero, en estosdías la revalorización del potlatch estáasociada al crecimiento de un renova-do sentimiento de identidad en loskwakiutl.

Según Wolf, el caso de los aztecaso tenochcas hace referencia al surgi-miento de un Estado altamente estra-tificado y centralizado. En éste el sa-crificio humano fue clave en su vidapolítica y ritual; al tiempo que se esta-bleció un poder estructural que go-bernó la fuerza de trabajo de la so-ciedad, basada en las relaciones entrelos productores primarios de tributosy los receptores de los mismos. Wolftraza hábilmente la trayectoria del

poderío azteca en el centro de Méxi-co. Primero, ubica los humildes oríge-nes de este grupo como mercenariosque establecieron inestables alianzasmilitares con señoríos de la cuenca la-custre. Después de eso, aborda lasconsolidación y expansión de su im-perio a través de la guerra, los cam-bios políticos que modificaron reglasde sucesión en el sistema de gobiernoy la reinvención de la mitología me-soamericana.

Wolf delinea la creación de un or-den hegemónico dentro del cual los az-tecas se consideraban a sí mismoscomo los herederos de las funcionesde mantener el cosmos, con lo cual re-levaban en esa misión a los antiguosolmecas, teotihuacanos y toltecas. Losrituales asociados al ascenso de sobe-ranos, el papel de la guerra, el sacrifi-cio y el autosacrificio, las relacionesentre las tareas de los sacerdotes y elcalendario, las ceremonias que mos-traban la identificación plena con eldios Huitzilopochtli, hacían referen-cia a la obligación de ese pueblo “ele-gido” de perpetuar el orden sociocós-mico, correspondiente al Quinto Soldel tiempo tenochca. La elite aztecatransformó ese mito en una ideología.Por lo tanto, la nobleza impulsó unaescalada de violencia, a través del“sacrifico transformador” para pagarla deuda que el pueblo contrajo al re-cibir el don divino de la vida. De esta

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forma, la inmolación recreaba posi-blemente la matanza de los dioses enTeotihuacan y el asesinato de la rebel-de Coyolxauhqui, cometido por suhermano Huitzilopochtli.

Para Wolf, el estudio de la cos-mología azteca permite claramenteidentificar el vínculo entre ideas y po-der. La considera como el sustratopara que surgiera un sistema jerár-quico de posiciones sociales, pues ha-cía referencia a un orden “que dioses,nobles, plebeyos y esclavos ocupabande acuerdo con una serie graduada,en donde cada grado distintivo teníaderechos y obligaciones correspon-dientes”. (245).

En el caso final dedicado a la Ale-mania nazi, Wolf explora cómo cier-tas ideas exaltaron un patriotismoque condujo a una gran catástrofe hu-mana. Este autor estudia la forma quela ideología de los nacionalsocialistasderrocaron el orden existente paraimponer por la fuerza uno nuevo, ba-sado en el ensalzamiento de la vitali-dad germánica y en el fomento devisiones apocalípticas de corrupciónracial que condujo a la persecución ymuerte de otros pueblos que conside-raban “infrahumanos” (256). Wolf re-lata la historia de Alemania con res-pecto a ciertos valores y significadosque impulsaron esas formas de nacio-nalismo que a la postre resultaronfunestas. En ese relato, observa cons-

tantemente la prominencia de las dis-tinciones de clase y los escenarios su-mamente localizados en que dichasformas de diferenciación se expresa-ron. Wolf narra una sucesión de con-textos históricos. Comienza con el sur-gimiento del Primer Reich, en el año800 d.C., compuesto de múltiples paí-ses, principados, ciudades y reinos decaballeros de escala y tamaño varia-ble, para entender mejor el ascenso dePrusia y el Segundo Reich como unEstado que apoyó su formación en lamanipulación de mitologías popula-res sobre un pueblo “unificado” yculturalmente distintivo. Aunque talunificación presentó fisuras, el régi-men fue exitoso en ampliar su maqui-naria bélica, apoyándose en los con-ceptos de honor social asociados a laestructura jerárquica prevaleciente ymanifestados en la violencia rituali-zada que se exhibía en nuevos cam-pos de la vida social (por ejemplo, enel duelo). Wolf se detiene a explorarlas consecuencia que tuvo la partici-pación y derrota alemana en la Prime-ra Guerra Mundial para exaltar resen-timientos y odios de una generaciónque posteriormente apoyaría los lla-mados del nacionalsocialismo.

El autor muestra además el surgi-miento de un nacionalismo apoyadoen ideas distintas pero interrelaciona-das: Volk, raza, Reich y Führer. Aunqueexpresadas con ahínco en este perio-

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do, sus significados tenían una histo-ria muy profunda y hacían referenciaa la creación de un pueblo cultural-mente unificado, a la superioridad ra-cial aria, al surgimiento de una comu-nidad redentora para todas las clasesy a la conducción política y moral deun líder fuerte y predestinado a serlo.Wolf describe con detalle las accionesque el Estado alemán llevó a cabopara erigirse como instrumento parafomentar “la purificación y la higieneracial” (310). Igualmente, trata de ex-plicar los términos inconcebibles enque las ideas nazis dieron pie a unaorganización brutal que condujo a lamuerte y al dolor de millones de ju-díos. Luego de esto, narra los planesde los nacionalsocialistas de expandirsu dominio hacia el este, a través de laoperación “Barba Roja”. Sus objetivosbuscaban someter al dominio ario la“inferioridad” de las poblaciones es-lavas; sin embargo, en las campañasmilitares para conseguir esa finali-dad, el Tercer Reich sufriría afortuna-damente una aparatosa derrota.

En el análisis de los casos, el ma-yor esfuerzo de Wolf consiste en de-mostrar la inseparabilidad del poderde otras dimensiones de la vida hu-mana. No obstante, parece que el pen-samiento social se ha empeñado endesunir esas realidades. De hecho, co-mo ya señalé, el segundo capítulo ylas conclusiones del trabajo se dedi-

can por entero a discusiones teóricasque tratan de entender particular-mente la génesis de esa desvincula-ción, que no corresponde únicamentea justificaciones metodológicas sinotambién políticas. Por lo tanto, Wolfofrece una valiosa historia del pensa-miento intelectual europeo, y ésta esasociada a los propulsores de la mo-dernidad y a sus oponentes. En estaperspectiva, la aparición de teoríasestá ligada a distintas fuerzas, ideas,ideologías y clases enmarcadas a suvez en sucesivas y variantes configu-raciones de poder. Wolf reconstruyeun marco conceptual donde palabrasfuertes y abstractas como razón, pro-greso, universalidad, secularización,etcétera, tuvieron sus respectivas an-tinomias. El análisis que Wolf hace so-bre la oposición entre la ilustración yla contrailustración, le sirve para in-dicar que en tal confrontación se defi-nen términos como ideología, culturay sociedad, al igual que se desarrollanciencias sociales como la sociología.Wolf identifica también nuevos prota-gonistas intelectuales y políticosopuestos a cada una de dichas posi-ciones enfrentadas. Se trataba de quie-nes cuestionaron, bajo el “pragma-tismo” y nociones neokantianas, la“metafísica” de todos los intentos porreducir la conducta humana a “leyesgenerales”, o bien rechazaron el ocu-par los métodos de la ciencia natural

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en el estudio de la historia y las cien-cias humanas. Este tipo de cuestiona-mientos estimuló particularmente enla antropología, a principios del sigloXX, el desarrollo de conceptos, teoríasy orientaciones que definieron sus ob-jetivos y metodologías básicas.

Aunque la separación para su es-tudio de procesos y fenómenos socia-les resulta de las diversas controver-sias teóricas, Wolf reitera la necesidadde su entrelazamiento. Por ejemplo,él piensa que cultura y clase resultanentidades que en la realidad no se ex-cluyen entre sí, ocurren al mismotiempo y se traslapan de variadas for-mas. Sin embargo, la clase no debeconsiderarse como una realidad obje-tiva establecida por la condición en elcontrol de los medios de producción,la cual marca intereses comunes y ac-ciones colectivas. Siguiendo a E. P.Thompson, considera que la clase seforma a sí misma. Pero la formación yla pertenencia a la clase se entiendemejor en cuanto a las relaciones quese desarrollan históricamente dentrode un campo social. Tal configuraciónalberga diferentes tipos de personasque mantienen relaciones cambiantesy contradictorias entre sí, generadaspor las nuevas formas de dirigir lamano de obra social. Además, las cla-ses cuentan con legados culturalesdistintos, los cuales tienen que aco-modarse a las exigencias de un nuevo

orden social. Pero las clases no sonentidades fijas, pueden “deshacerse”y sus integrantes ocupar nuevas agru-paciones y estratos. Si hay algunafuerza que unifica a la clase, ésta hasido la cultura, que se ha expresadomejor en el marco de la política y laguerra. Wolf dice que si esto pruebaque la cultura puede ligarse con laclase, se requiere sin embargo unadefinición diferente a la de la esencia“espiritual” de un pueblo o nación.Para él, la cultura refiere a prácticasmateriales, conductas y representa-ciones mentales de diversos actoresdiferenciados por cuestiones de géne-ro, generación, ocupación y autori-dad ritual. Las diferencias atañen nosólo a la posición que ocupan las per-sonas desde donde hablan y actúande diferentes maneras, también esoslugares albergan ambigüedades ycontradicciones. La cultura no proveede manera dada un material comúnpara la unificación. “Cualquier cohe-rencia que exhiba es el resultado deprocesos sociales gracias a los cualesla gente se organiza en una acciónconvergente o propia” (94).

Tal organización está implicadacon el poder. Por lo tanto, Wolf plan-tea una definición de poder que nosea una entelequia unitaria. Como yaseñalamos, el poder debe definirse demanera relacional, “opera en distin-tos niveles y en distintos campos y la

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manera en que se articulan estas dife-rencias se vuelve una importante pre-gunta de investigación... algo quedebe demostrase no suponerse” (94).Wolf transforma esta aseveración enuna metodología para observar cómofunciona el poder en la realidad, reco-nociendo que la cultura y el lenguajeno se reproducen por la fuerza de unaesencia interna. Por un lado, sugiereidentificar los medios instrumentales,ideológicos o de organización quemantienen a las costumbres o ratifi-can la búsqueda de la coherencia; porotro, propone reconocer a los agentesenvueltos en tales propósitos.

Cuando Talal Asad (1987) hizouna revisión del libro Europa y la gentesin historia, cuestionó que Wolf con-firiera a la perspectiva occidental laautoridad para escribir desde ese con-tinente la historia de las poblacionesligadas a la expansión del capitalismomoderno. Asad sostuvo que pese aesa expansión existían otras historiasen la formación de sujetos sociales; serefería a historias locales acerca detradiciones y prácticas que constru-yen los deseos de la gente. Acaso, pre-guntó, ¿no debemos estar preparadospara contar cómo las personas fueronexitosas o fallaron en hacer su propiahistoria? Este autor cuestionaba bási-camente la definición de Wolf de cul-tura, que era bifurcada en aspectosmateriales y mentales. De acuerdo a

Asad, tal noción parecía unarecreación de la formula marxista dela base que determina la superes-tructura, por lo cual la ideología eraconcebida como la falsa reproducciónde la realidad. Wolf fallaba así en verque los discursos políticos aparecíanen circunstancias históricas diversaspara conformar motivaciones, cambiarcompromisos y reorganizar experien-cias sociales. Ante este cuestionamien-to, Asad señala que no se puede espe-rar hacer la historia del capitalismoindustrial como la aventura en que lagente de todo el mundo se ha articu-lado para hacer su propia historia, sinocomo el avance de poderes (sociales)que han alterado las condiciones, losvalores y los anhelos de las personasen diferentes partes del mundo.

Wolf define en su última obra unanoción de cultura lo suficientementeflexible y global para superar esa crí-tica. Con tal concepto, consigue derri-bar la falsa oposición entre relacionesmateriales y configuraciones ideoló-gicas, observando su enlazamiento enla organización social. Para él, las per-sonas actúan sobre el mundo y lotransforman; esos cambios crean lasposibilidades, amplias o restringidas,para actuar en el futuro. De forma si-multánea, construyen y utilizan sím-bolos que orientan sus actividades enla vida social y entre sí. En este proce-so, prácticas de trabajo y de poder ar-

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ticuladas crean esas interpretacionesculturales. “Luego, cuando la accióncambia, tanto el mundo como las re-laciones de las personas entre sí, éstasdeben revaluar las relaciones de po-der y las proposiciones que sus signoshan hecho posibles. Tales actividadespueden separarse analíticamente;pero, al actuar en la vida real, la genteintroduce y activa cuerpos y mentesdesde su posición como persona com-pleta”. (369).

La obra constituye así un logradotrabajo de antropología histórica.Estamos ante un esfuerzo notable porentender prácticas, ideas y organiza-ciones relacionadas con el desplieguedel poder social, en diversos tiemposy espacios. En adición, el trabajoconstituye un propuesta bastante útilpara continuar indagando acerca delos términos en que se pueden escri-bir historias de dominación y resis-tencia. Ante la importancia actual dehacer relatos que expliquen desde po-siciones no hegemónicas los efectoshistóricos del capitalismo moderno,tal como creo entender señala Asad,Wolf lega un enfoque que siempre

participará críticamente en este pro-yecto que es tanto académico comopolítico.

REFERENCIAS

ASAD, Talal, Are There Histories of Peo-ples Without Europe? A Review Arti-cle, Comparative Studies in Society anHistory 29 (3), 1987, 594-607.

HEWITT DE ALCÁNTARA, Cynthia, Imágenesdel campo: La interpretación antropológi-ca del México rural, México, El Colegiode México, 1988 [1984].

WILLIAMS, Raymond , Keywords. A Vocabu-lary of Culture and Society, NuevaYork, Oxford University Press, 1983.

WOLF, Eric R., Facing Power-Old Insights.New Questions. American Anthropolo-gist 92, 1990, 586-596.

–––, Europa y la gente sin historia, traducidopor Agustín Bárcenas, Fondo de Cul-tura Económica, México, 1987 [1982].

Francisco Javier Gómez CarpinteiroINSTITUTO DE CIENCIAS

SOCIALES Y [email protected]