Reseñas - Dialnet · 2017. 11. 9. · RESEÑAS 447 que durante todo un lustro no hay presenci...

30
Reseñas INGA CLENDINNEN, Ambivalent Conquests. Maya and Spaniard in Yucatan, 1517-1570, Cambridge University Press, Cambrid- ge Latin American Studies, núm. 61, 1987. El fascinante ensayo de Inga Clendinnen constituye un aporte signifi- cativo a dos discusiones a la vez. Por una parte contribuye al esclare- cimiento de la fase inicial del dominio colonial español en América. Ciertamente, el caso de la península yucateca fue en muchos aspectos diferente del de otras regiones del continente. Pero si se concibe tam- bién esta época histórica más como un mosaico polifacético que como un bloque homogéneo, entonces este libro puede convertirse en un in- teresante impulso para revisar la historiografía sobre aquellas décadas en otras regiones de América Latina. Por otra parte, este trabajo de la profesora de historia en la universidad australiana La Trobe plantea de nueva cuenta el sentido y las posibilidades de su disciplina en la me- dida en que se relaciona con la problemática central de las ciencias an- tropológicas, a saber, el contacto cultural. De este planteamiento no sólo derivan propuestas metodológicas sugerentes, sino también una aportación a la discusión general sobre el carácter de las ciencias socia- les como campo de conocimiento. El tema central en torno al cual está construido Ambivalent Con¬ quests es la investigación inquisitorial realizada por el provincial fran- ciscano Diego de Landa y un buen número de sus frailes a mediados de 1562 en la región de los poblados de Mani, Sotuta y Homun, ac- tualmente pertenecientes al área centro-sur del estado de Yucatán. La investigación (cap. 6) se inició por la noticia de que dos indios mayas hallaron accidentalmente un escondite de "ídolos" paganos, donde tam- bién se encontró cierto número de cráneos humanos. Este testimonio irrefutable sobre la vigencia de la antigua religión tomó por sorpresa a los frailes, pero las primeras indagaciones se toparon con múltiples confesiones de la existencia de cultos de origen prehispánico que, al menos en parte, se habían apropiado de espacios y símbolos cristianos. 445

Transcript of Reseñas - Dialnet · 2017. 11. 9. · RESEÑAS 447 que durante todo un lustro no hay presenci...

  • Reseñas I N G A C L E N D I N N E N , A m b i v a l e n t Conquests. M a y a a n d S p a n i a r d i n Y u c a t a n , 1 5 1 7 - 1 5 7 0 , Cambridge University Press, Cambrid-ge Latin American Studies, núm. 6 1 , 1987.

    El fascinante ensayo de Inga Clendinnen constituye un aporte signifi-cativo a dos discusiones a la vez. Por una parte contribuye al esclare-cimiento de la fase inicial del dominio colonial español en América. Ciertamente, el caso de la península yucateca fue en muchos aspectos diferente del de otras regiones del continente. Pero si se concibe tam-bién esta época histórica más como un mosaico polifacético que como un bloque homogéneo, entonces este libro puede convertirse en un in-teresante impulso para revisar la historiografía sobre aquellas décadas en otras regiones de América Latina. Por otra parte, este trabajo de la profesora de historia en la universidad australiana La Trobe plantea de nueva cuenta el sentido y las posibilidades de su disciplina en la me-dida en que se relaciona con la problemática central de las ciencias an-tropológicas, a saber, el contacto cultural. De este planteamiento no sólo derivan propuestas metodológicas sugerentes, sino también una aportación a la discusión general sobre el carácter de las ciencias socia-les como campo de conocimiento.

    El tema central en torno al cual está construido A m b i v a l e n t Con¬quests es la investigación inquisitorial realizada por el provincial fran-ciscano Diego de Landa y un buen número de sus frailes a mediados de 1562 en la región de los poblados de Mani, Sotuta y Homun, ac-tualmente pertenecientes al área centro-sur del estado de Yucatán. La investigación (cap. 6) se inició por la noticia de que dos indios mayas hallaron accidentalmente un escondite de "ídolos" paganos, donde tam-bién se encontró cierto número de cráneos humanos. Este testimonio irrefutable sobre la vigencia de la antigua religión tomó por sorpresa a los frailes, pero las primeras indagaciones se toparon con múltiples confesiones de la existencia de cultos de origen prehispánico que, al menos en parte, se habían apropiado de espacios y símbolos cristianos.

    445

  • 4 4 6 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    Primero sólo los misioneros de Mani, después todo un equipo di-rigido por Landa, organizaron durante varios meses una escalofriante y terrorífica indagación inquisitorial en toda el área, durante la cual se interrogó bajo tortura a varios miles de indios, se atemorizó a otros tantos a tal grado que abandonaron sus hogares y poblados, se celebró el tristemente famoso "auto de fe" del 12 de julio en Mani, se destru-yó gran cantidad de códigos, figuras de culto y huesos de ancestros ma-yas y se castigaron con azotes, cárcel y trabajos forzados a los idóla-tras confesos. E l desdén por la legalidad hispánica vigente mostrado por los religiosos y la crueldad con que trataron a los indios, a quienes en muchas ocasiones habían defendido de los maltratatos infligidos por los conquistadores y encomenderos, y los trastornos ocasionados en las encomiendas por las huidas de los indios y el descuido de las siem-bras, llevaron a un sector significativo de los blancos, entre ellos un antiguo vicario de los pueblos afectados, a quejarse ante autoridades civiles y eclesiásticas. La llegada del nuevo obispo para Tabasco y Yu-catán, el también franciscano Francisco de Toral, coincidió con el mo-mento de la recopilación por Diego de Landa de confesiones de culpa más atroces aún, donde constaban sacrificios humanos recientes y la práctica de la crucifixión para tales fines.

    De Toral, quien años atrás había patrocinado el famoso estudio de Bernardo de Sahagún, del que hubo que concluir que la cristianiza-ción de los indios mexicanos había sido, ante todo, un acto formal y exterior, se convirtió desde su llegada en el contrincante de Diego de Landa ya que consideró su conducta como una reacción injustificada y exagerada frente a "nada más que idolatrías triviales, el resultado de la indolencia y de lo inadecuado de las enseñanzas de los frailes" (p. 96). Cuestionó severamente la veracidad de los testimonios obteni-dos mediante la tortura, prohibió en seguida el uso de ésta y después de unos meses puso definitivamente término a toda la acción. Los in-dios encarcelados fueron liberados y Diego de Landa forzado a regre-sar a España mientras que el alcalde de Mérida, quien había apoyado a los frailes, fue destituido.

    Lo que desde un punto de vista superficial se presenta como el en-frentamiento de dos personalidades fuera de lo común o como una cri-sis pasajera en una provincia relativamente pobre y de poca importan-cia del imperio español, adquiere en la perspectiva de Inga Clendinnen el carácter de un cambio decisivo en la historia de la península yucate-ca. En los capítulos precedentes había reconstruido, con base en la do-cumentación de la época y los estudios de otros especialistas, los pri-meros contactos —casi siempre bélicos y altamente desfavorables para los invasores— entre los españoles y los mayas a partir del viaje de Fran-cisco Hernández de Córdoba en 1517 (cap. 1) y la expedición de Fran-cisco de Montejo diez años después, que termina con un fracaso tal

  • RESEÑAS 447

    que durante todo un lustro no hay presencia española en la península, cosa que puede haber convencido a los mayas de haberlos repelido para siempre (cap. 2). No es sino hasta los años cuarenta que se establecen los colonos en la región (cap. 3), seguidos por los misioneros francis-canos y sus particulares métodos de evangelización masiva (cap. 4), que incluían entre otras cosas la concentración forzosa de los hogares ma-yas tradicionalmene dispersos. A lo largo de los capítulos que narran el incidente central del libro así como en las dos últimas partes de esta primera sección del mismo ("Retrospections" y "Epilogue: The hall of mirrors"), la autora intenta una comprensión de los hechos. Para ello parte de la coyuntura histórica general de la consolidación del do-minio colonial español y se centra en la dilucidación de las motivacio-nes y las acciones de algunos de los actores principales del drama, los frailes franciscanos. La espiritualidad particular de quienes se deci-den por la misión en el Nuevo Mundo; su concepto de evangelización de los indios paganos como una empresa gradualista y masiva, que no puede permitir regresiones; su paternalismo, que se expresa igualmen-te en la defensa de los indios maltratados por otros blancos que en la percepción de la idolatría de sus feligreses como apostasía y, al mismo tiempo, como ofensa y traición de tinte personal todo ello lleva a la autora a concebir que en el fondo se trata de un problema de autori-dad, que para los implicados parece poner en juego su tarea misionera entera.

    La segunda parte del libro se ocupa de la contraparte en el conflic-to, los indios. Se inicia con una interesante discusión de orden meto-dológico (cap. 9) en la que se propone una combinación de diversas fuentes de tipo arqueológico, etnohistórico y etnográfico, misma que recientemente se ha propuesto para el estudio del Templo Mayor (Bro¬da, 1987). En concreto, inspirada por el procedimiento seguido por E. Thompson en sus trabajos sobre la historia de la clase obrera en Ingla-terra, la autora sugiere una lectura de documentos como los estudia-dos en la primera parte del libro, que intente "quitar el capullo de la interpretación española para descubrir la secuencia de las acciones in-dias y tratar después de revelar la pauta de estas acciones como un ca-mino para inferir la comprensión compartida que las sostiene" (p. 132). Los elementos así obtenidos deben compararse cautelosamente con re-portes etnográficos recientes en el área de estudio. Ambos tipos de da-tos serán vinculados con los poquísimos escritos mayas que escaparon de la incineración inquisitorial, especialmente el L i b r o de C h i l a m B a -l a m de C h u m a y e l , obra de la cual, por cierto, se ha puesto en circula-ción recientemente una edición muy accesible (De la Garza, 1985).

    Con base en estos materiales, Inga Clendinnen ofrece en los tres capítulos siguientes un apretado esbozo de rasgos significativos de la vida tradicional maya a comienzos del siglo xvi , haciendo referencia

  • 448 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    a la ecología de la región y la milpa, a patrones de asentamiento, a las funciones fundamentalmente ceremoniales de los lugares de tipo ur-bano, el status y la reproducción de la élite política basados en el con-trol de determinados conocimientos, a la organización social por lina-jes y aspectos clave de la cosmovisión tales como el sentido del tiempo y el significado de la mutilación corporal y del asesinato ritual no como sacrificio sino como modo de obtener la sangre que necesitan las dei-dades. A l mismo tiempo demuestra cómo a pesar de lo destructivo de la conquista y de lo impositivo de la colonización, la encomienda y la cristianización, se dieron muchas continuidades, por ejemplo, en la es-tructura de poder, donde la administración española favoreció un tipo de "gobierno indirecto" y los misioneros escogieron preferentemente a los hijos de la élite para una catequesis más intensiva. En este senti-do, el contacto cultural también en la esfera de la cosmovisión —no solamente ideas, sino también percepciones, prácticas rituales y mode-los de conducta— se constituyó en un espacio de interpenetración, don-de la tradición maya logró acomodarse sorprendentemente bien a las circunstancias cambiadas e incluso apropiarse de determinados elemen-tos traídos por los misioneros cristianos, sin que ello haya tenido el significado de una conversión como la entendían los franciscanos (para este punto véase también la nota 4 de la p. 126).

    E l análisis de todos estos elementos, aunado a un examen franca-mente detectivesco de los textos conservados de las confesiones (se re-producen varias en el apéndice documental), lleva la autora a concluir que todos los sucesos de la segunda mitad de 1562 deben considerarse como una gigantesca y trágica "confusión de idiomas", expresión que encabeza también el apartado final de^a obra. Esta confusión llevó, finalmente, también a otras paradojas. Así, después de su regreso a España Diego de Landa redacta su célebre Relación de las cosas de Yu-catán, donde su papel en el "conflicto misionero con la cultura nati-va" (Palerm, 1974: 187) es fuertemente mitigado, donde se observan un tono nostálgico y recuerdos un tanto transfigurados (p. 118), pero donde —desde luego sólo con referencia a los seglares— se vuelve a subrayar que "yerran mucho los que dicen que porque los indios han recibido agravios, vejaciones y malos ejemplos de los españoles, hu-biera sido mejor no los haber descubierto, porque vejaciones y agra-vios mayores eran los que unos a otros se hacían perpetuamente ma-tándose, haciéndose esclavos y sacrificándose a los demonios" (De Landa, 1966: 139). Francisco de Toral, por su parte, sustituyó paulati-namente su visión original de los indios como seres adultos y raciona-les pero inadecuadamente evangelizados y explicablemente influidos por sus costumbres ancestrales, por una concepción donde los veía ya solamente como víctimas. El bloque que logró Diego de Landa en Eu-ropa con respecto al envío de nuevos misioneros a su diócesis, se sumó

  • RESEÑAS 4 4 9

    a los estragos causados por la acción inquisitorial de tal manera que los esfuerzos pastorales del obispo Toral, parecían inútiles para re-construir la Iglesia entre la población maya, situación que lo hundió con el tiempo en el aislamiento y la desilusión. Después de su muerte, Diego de Landa logra sucederlo y vuelve a Yucatán en 1573 con un numeroso grupo de franciscanos. Pero ya su primera indagación sobre casos de idolatría provoca una fuerte reacción de los indios afectados, la queja del gobernador y la decisión de la Audiencia de México de pedir la renuncia al nuevo obispo. La muerte de Landa, unos años más tarde, pone fin a este nuevo conflicto. Para los mayas, finalmente, los sucesos de 1562 significaron el indicador terminante de que el enfren-tamiento sostenido durante casi medio siglo con los invasores blancos había sido decidido definitivamente en su contra y que se había abier-to un nuevo ciclo del tiempo, en el cual se encontraban sometidos a un nuevo sistema de dominio y donde la resistencia física y cultural precisaba de nuevas estrategias.

    E l estilo seductor del libro y su convincente estructura narrativa lo hacen accesible tanto para especialistas como para un público más amplio. Los primeros, especialmente los historiadores, tendrán segu-ramente muchas preguntas sobre el manejo de determinados materia-les y una serie de discusiones eruditas que la autora toca solamente de paso. Otros lectores se preguntarán si no hubiera sido conveniente vincu-lar varios aspectos tratados con la mentalidad misionera fraguada durante la "reconquista" ibérica con el conocido debate sobre el es-tatuto del indio americano, que se estaba librando en aquellos años. Pero también puede considerarse que precisamente este tipo de cues-tiones debería ser tratado en un estudio más comparativo y más com-prensivo de esta etapa inicial de la colonia española en América.

    Desde el punto de vista de la antropología, A m b i v a l e n t Conquests se presenta como una sinfonía dramática, donde paisajes y pensamien-tos, situaciones conflictivas y actores sociales, símbolos y sentimien-tos, instituciones y conductas, imágenes y percepciones consuenan ar-mónicamente. Con extraordinaria sensibilidad, pero sin especulaciones gratuitas, la autora logra adentrarse en una alteridad sociocultural (para esta concepción de la antropología véase también Krotz, 1987: 286-287) y su comunicación vivida. No se explican fatalidades históricas de la agresiva expansión de la civilización europea —que iba a consumarse tres siglos más tarde con mecanismo semejantes—, sino se aclaran pau-tas culturales, se hacen comprensibles procesos sociales y por ello tam-bién motivaciones de seres humanos concretos. Como otras sinfonías compuestas sobre este tema —la película recientemente estrenada " L a Misión" sobre el fin de las reducciones jesuítas en Paraguay es otra de ellas— deja una sensación de tristeza sobre o t r a oportunidad perdi-da de un e n c u e n t r o y hace aparecer la realidad actual de América Lati-

  • 4 5 0 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    na, en este caso concreto la de Yucatán, con nuevos relieves. Pero tam-bién conforta, porque demuestra la posibilidad de c o m p r e n d e r , aun-que sea aproximadamente y con grandes esfuerzos, otras formas de vida, condición de posibilidad para una sociedad mundial verdaderamente plural.

    E S T E B A N K R O T Z

    Referencias

    Broda, Johanna, "Etnohistoria y metodología interdisciplinaria: experiencias y propuestas para el futuro", ponencia presentada en la XX Mesa Redonda de la Sociedad Mexi-cana de Antropología, México, 1987.

    De la Garza, Mercedes (ed.), L i b r o de Chilam Balam de Chumayel, Consejo Nacional de Fomento Educativo-SEP, México, 1985.

    De Landa, Diego, Relación de las cosas de Yucatán, Porrúa, México, 1966 (9a. edición). Krotz, Esteban, "Utopía, asombro, alteridad: consideraciones metateóricas acerca de

    la investigación antropológica", en Estudios Sociológicos, vol. 5, núm. 14, 1987, pp. 283-301.

    Palerm, Ángel, Historia de la etnología: los precursores, SEP-INAH, México, 1974.

    V A R I O S A U T O R E S , C r i s i s d e l s i n d i c a l i s m o en B o l i v i a , F L A C S O , I L D I S , C L A C S O , L a Paz, 1987.

    Con la llegada al poder de Víctor Paz Estenssoro en 1985, el sindicalismo de Bolivia ha tenido que hacer frente a la aplicación del decreto 21060, el cual ha sido el punto de partida del cuestionamiento de una serie de garantías laborales: supresión de la inamovilidad laboral, descenso dramático del salario real, prolongación de la jornada, generalización del trabajo eventual y retiro forzoso del personal con más de 40 años de antigüedad. Dicho cuestionamiento ha ido acompañado de un cam-bio radical en la relación entre el movimiento obrero y el Estado. En dicho cambio se centraron las discusiones de un seminario efectuado en La Paz los días 7 y 9 de septiembre de 1987, bajo los auspicios de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, el Instituto Latino-americano de Investicaciones Sociales (ILDIS) y el Consejo Latinoame-ricano de Ciencias Sociales (CLACSO). Los trabajos presentados en el seminario se agruparon en el libro que nos ocupa, cuya inmediata pu-blicación nos obliga a ser igualmente oportunos para reseñarlo.

    La característica sobresaliente del seminario y del libro que de él resultó es la amplitud con que trata el tema de la crisis del sindicalismo en Bolivia. No se trata sólo de presentar una visión de conjunto sino de ilustrar dicha crisis por medio de una detallada consideración de lo ocurrido en los diversos sectores de la clase obrera boliviana: mine-ros, obreros fabriles, sectores medios y campesinos. De esta manera,

  • RESEÑAS 451

    aparece una imagen que rinde cuenta de la especificidad sectorial de dicha crisis pues, en efecto, el impacto de la aplicación del decreto 21060 no fue el mismo en todos los grupos ni sus consecuencias son homogé-neas para cada uno de ellos.

    A l inicio del seminario, Gustavo Rodríguez y Carlos Bóhrt trata-ron de caracterizar la crisis del sindicalismo boliviano en términos de la pérdida de eficacia del proyecto político de la clase obrera bolivia-na. Aquel proyecto político de 1952, en el que la forma s i n d i c a t o pre-dominaba sobre la forma p a r t i d o , y en la que la Central Obrera Boli-viana (COB) y la Federación de Sindicatos de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) desempeñaron el papel central, se encuentra hoy en crisis debido al resquebrajamiento del bloque en el poder generado al-rededor del planteamiento nacionalista revolucionario. La aparición de nuevos actores, el fortalecimiento del sindicalismo en otros sectores como el petrolero o el ferroviario ha desplazado a los mineros como el eje de la acción sindical. Sin embargo, en las palabras de Óscar Salas, dirigente sindical minero invitado a comentar la ponencia, la prepara-ción de la crisis actual comenzó en realidad en 1952 cuando los obre-ros y los campesinos cedieron el control del movimiento revoluciona-rio a la pequeña burguesía. Esto ha hecho que en la crisis actual, los cambios en la composisicón social de la COB han derivado en divisio-nes internas ya que los burócratas y los maestros han aceptado lo que el Estado ha querido dar, sin resistir el cercenamiento de las garantías laborales históricas. Otra crítica al planteamiento de los autores, fue planteada por René Mayorga, quien alegó que se desconocía la respon-sabilidad subjetiva de quienes tomaron las decisiones que llevaron a la situación actual del sindicalismo. En otras palabras, la pérdida de la centralidad política de la clase obrera es el resultado de circunstan-cias que no son estudiadas por los autores, que la remiten a procesos estructurales y no a la acción llevada por actores concretos.

    En el trabajo de Magdalena Cajias, enfocado en los mineros, se muestra bien cómo se han modificado las condiciones en que actúa el sindicalismo minero. Dicho análisis encuentra que el discurso máxima-lista de los dirigentes tiene poca receptividad en la base obrera y que la cohesión no resulta tanto de la presencia de un proyecto como de la necesidad de mantenerse juntos para poner en práctica otros pro-yectos; así, los dirigentes constituyen hoy una pantalla, útil para reor-ganizar a los mineros y facilitar el abandono de las minas e incluso para representar a otros sectores, como los petroleros o los maestros. La COB transforma así su ubicación en el sistema político boliviano y los que fueran actores centrales de su accionar, los mineros, son desplaza-dos por otros nuevos. Aparecen también nuevos temas como el de la unidad obrero-campesina o las reivindicaciones étnicas que los mine-ros no consideraban pero que ahora, cuando están débiles, deben em-

  • 452 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    plear. A la vez, aumenta la distancia entre líderes y obreros tanto por-que pierden la confianza de la base como porque ya no llaman a los obreros para consultarlos. De manera que se comprueba una merma de la capacidad de acción colectiva: cada minero trata de resolver sus problemas individuales sin comprometerse en acciones colectivas para hacer frente a sus problemas. Esta visión no es compartida por Édgar Ramírez, comentarista representante de la FSTMB, que plantea que la crisis del sector minero es coyuntural y refleja las tensiones propias de la transición y no constituye una cuestión irreversible. El problema, según él, es encontrar nuevas fórmulas de organización sindical para responder a la nueva estructura de propiedad del sector minero, que se privatiza cada vez más. Para Sinforoso Cabrera, representante de la COMIBOL, la explicación de la crisis es exógena pero también puede explicarse en función del sectarismo imperante en el sindicalismo mi-nero. Reitera el argumento de Óscar Salas sobre la importancia de la subordinación del actor obrero a la pequeña burguesía en la explica-ción de la crisis actual. Según Cabrera, la clase obrera se vio obligada a apoyar al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y no pudo mantener el control sobre un proceso político que, sin su presencia, es difícil de explicar. En su intervención, transcrita en el libro, Jorge Lazarte subraya la visión del movimiento obrero minero que presenta Magdalena Cajias, enfocada desde abajo y no desde arriba, a la vez que reconoce que el nacionalismo revolucionario que maneja la cúpu-la dirigente no es el mismo que el que maneja la base obrera, lo cual se detalla en la ponencia de Lazarte.

    En el trabajo de Juan del Granado sobre los obreros fabriles so-bresale su afirmación acerca del realineamiento político que ha provo-cado la aplicación de la política liberal de Paz Estenssoro. Se ha resta-blecido la dictadura patronal con vigilancia policiaca dentro de las instalaciones fabriles. Los abogados laborales deben tratar los juicios en contra de los trabajadores como si éstos fueran delincuentes. Se han agudizado los despidos, se han relocalizado los dirigentes y el sindica-lismo ha salido desarticulado. Se exacerban los mecanismos de explo-tación de la fuerza de trabajo y se produce una desconfianza de las bases con respecto al liderazgo, al que se juzga corrupto, con altas die-tas y sin responsabilidad. Las bases obreras desconfían de sus posibili-dades para ejercer la democracia sindical. En el comentario de Felipe Tapia, dirigente sindical fabril, se subrayan algunos aspectos de la po-nencia pero a la vez se menciona una cuestión de gran interés: para él, la lógica imperante durante el dominio del M N R inducía a los tra-bajadores a esperar que las cosas vinieran de arriba sin que fuera nece-sario luchar por ellas. Según Tapia, la oposición al gobierno de Banzer permitió "defenestrar" al M N R del sindicalismo fabril; así se pudo re-cuperar la posibilidad de negociar directamente con los patrones los

  • RESEÑAS 453

    contratos colectivos de trabajo que hicieron posible la recuperación de las prestaciones obtenidas en periodos anteriores, así como lograr otras demandas como el aumento del salario mínimo. Lo que no quita que, en la actualidad, la hiperinflación de los años de Siles Suazo haya pul-verizado dichas conquistas y que las políticas actuales hayan termina-do por nulificar los logros del periodo iniciado en 1952.

    Por su parte, la visión presentada por María Isabel Arauco acerca de los trabajadores del Banco Central de Bolivia y su acción entre 1982 y 1985 muestra la aparición de un nuevo actor sindical que se organizó rápidamente e inició su activa participación en las luchas sociales de-mandando peticiones ligadas a la gestión de la administración pública. Los conflictos de los bancarios apuntan hacia un proceso gradual de radicalización que se refuerza por ser el Estado su patrón y por la pre-sencia de la jerarquía como elemento de presión sobre los trabajado-res. Sin embargo, se observan grandes ambigüedades en la percepción de los empleados públicos con respecto al Estado: se confunde al go-bierno con el Estado y se genera una "guerra" en contra del Estado a partir del propio Estado. E l movimiento de los empleados tiene un doble sentido: es a la vez sindical y político, por lo que puede apelar a dos aliados, el sindicalismo y los partidos políticos. Según Eusebio Gironda, la movilización de los sectores medios incluye también a otros actores, como los trabajadores judiciales, los comités cívicos y las jun-tas vecinales. Asimismo, para él, los trabajadores no comprendieron bien la democracia ni su relación con las clases sociales, el proceso po-lítico y el Estado. Menciona también un aspecto oscuro, el de corrup-ción sindical identificada, en sus palabras, con "los trámites efectua-dos por dirigentes sindicales a fin de obtener divisas preferenciales para los empresarios que decían combatir. Las donaciones de alimentos y su utilización con fines electorales en los sindicatos, las pulperías bara-tas, los privilegios de... petroleros, ferroviarios, bancarios y las horas extra acumuladas por los mismos trabajadores" (pp. 206-207).

    En cuanto a los campesinos, Víctor Hugo Cárdenas presenta la pers-pectiva de la organización que dirige, la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) estrechamente iden-tificada con una visión autonomista con relación al Estado. Fundada en 1979 por la fusión del Bloque Independiente Campesino (BIC) y de la Confederación de Trabajadores Campesinos de Bolivia Tupac Ka-tari (CNTCBTK), dicha organización recupera las herencias marxista de la primera y katarista de la segunda. Asociada a los pequeños produc-tores campesino aymarás, quechuas, guaraníes agrupados en comuni-dades, la organización busca superar las fronteras entre regiones y asu-mir una acción que entra en conflicto con la lógica "sindicalista" que posee el sindicalismo nacional. Su afirmación étnica es indudable y la reivindicación central pasa por la eliminación del colonialismo interno

  • 4 5 4 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    que "ha despojado sistemáticamente la identidad histórica de los co-muneros". Busca definir una estrategia que sea a la vez sindical comu-nal y sindical gremial, ambos necesarios en el planteamiento del sindi-cato campesino.

    Podemos resumir lo discutido en el seminario y reproducido en este libro alrededor de las siguientes proposiciones:

    a) el logro más importante del sindicalismo boliviano fue, en pa-labras de Jorge Lazarte, haber "incorporado por la democracia al que-hacer político de las masas"; sin embargo, a la vez la ausencia de una caracterización del Estado en términos de clase y la adopción del dis-curso nacionalista revolucionario impidieron la elaboración de una es-trategia política que consiguiera sobrepasar los límites de dicho discur-so, ligado a la articulación de las clases en el Estado y a la definición de la nación como situada por encima de las clases. Además, el com-ponente milenarista que adopta el sindicalismo minero, donde el m i t o al que se refería Mariátegui pensando en el papel de la revolución como momento culminante de la unidad obrera, impide la puesta en práctica de un proyecto orientado hacia el futuro y refuerza la focalización en la experiencia histórica del proletariado boliviano;

    b) la crisis por la que actualmente atraviesa el sindicalismo boli-viano plantea la posibilidad de salir y superar estos lastres y favorece la posibilidad del desarrollo de una acción basada en un planteamien-to de clase, comprendido éste en un sentido muy amplio. Se deriva de lo anterior una visión donde se hace necesaria la ampliación de la base de sustentación del sindicalismo que sea capaz de unir lo diverso y de formular nuevas demandas planteadas fuera de la órbita estatal y de la exclusivamente sindical. Obliga también a modificar las formas de or-ganización del aparato y a renovar la ideología buscando superar el milenarismo.

    Finalmente, cabe subrayar el aporte de Carlos Toranzo en la edi-ción del libro, cuya importancia en la caracterización actual del sindi-calismo boliviano se medirá sólo por su impacto en la resolución de los desafíos a que dicho movimiento se enfrentará.

    FRANCISCO Z A P A T A

    J O H N E R I C R O E M E R , A n a l y t i c a l M a r x i s m . Cambridge Univer¬sity Press y Éditions de la Maison des Sciences de l'Homme, 1986.

    Ante la preocupación esencial de difundir críticamente las obras con-temporáneas en ciencias sociales producidas en los países centrales, es necesario reconocer que en nuestro continente existen grandes rezagos en cuanto al análisis de libros modernos, fundamentales para el desa-

  • RESEÑAS 4 5 5

    rrollo de posturas críticas ante el avance de las ideas en el mundo. Su difusión crítica contribuye a cubrir este vacío de una manera precisa. Cabe reconocer, además, que la tarea de difundir estos temas segura-mente generará fuertes controversias. Si se acepta que el conocimiento sólo puede avanzar a través de la crítica, no resulta extraño que ésta sea una de las primeras obras en las que es necesario reflexionar. En efecto, el carácter polémico de los tópicos que los diversos autores abor-dan en estas páginas nos ha obligado a elaborar los siguientes comen-tarios que, sin pretender llegar a conclusiones definitivas, adelantamos como guía de lectura crítica.

    La primera parte, "Materialismo histórico", cubre cuatro exten-sos problemas o cuestiones analizadas por Karl Marx en diversas obras. El primer ensayo se debe a la pluma de G.A. Cohén y se refiere al pro-blema de la vinculación lógica entre "fuerzas productivas y relaciones sociales de producción". Como apunte crítico a su primera sección, donde discute que la única concepción lógicamente viable del materia-lismo histórico es la de una explicación funcional, cabría señalar que es necesario rechazar esta postura, puesto que evita considerarlo como un enfoque que hace uso de la dialéctica. Este mismo hecho se refleja en la segunda sección, donde Cohén analiza la lucha de clases como motor de la historia y algunos argumentos que, azorado, construye para rebatir las críticas que se le hacen en el sentido de apoyar una revolu-ción socialista hecha por científicos y tecnócratas (sic). Creemos que este trabajo contiene una buena cantidad de reflexiones importantes para el marxismo. Sin embargo, su negativa a profundizar en la pers-pectiva dialéctica del materialismo histórico genera esa serie de confu-siones acerca de sus ideas.

    El segundo ensayo, " L a base social del desarrollo económico", de Robert Brenner, estudia esta problemática a partir de la visión de la economía política clásica en la obra de Adam Smith. Este artículo realiza un análisis detallado de algunas cuestiones que el ensayo previo deja pendientes. Sobre todo, profundiza en las vinculaciones causales entre relaciones sociales y fuerzas productivas. De forma magistral, Brenner destruye las ideas sobre la transición lineal del feudalismo al capitalismo. No obstante, su investigación no logra cuajar lo suficien-te puesto que casi todo el tiempo iguala las relaciones sociales de pro-ducción con las de propiedad. Los tres cortes teóricos que especifica a partir del tronco "smithiano", sin duda alguna tienen una impor-tancia central, pero creemos que falta mucho por elaborar sobre las reflexiones de Brenner.

    Así como el segundo ensayo intenta señalar el carácter incompleto de la concepción sobre la transición al capitalismo con base en el modo de producción feudal, el tercer trabajo es una crítica a la transición lineal del modo de producción capitalista al comunista. En efecto, Jon

  • 456 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    Elster retoma L a teoría d e l d e s a r r o l l o c o m b i n a d o y d e s i g u a l de Trotsky para mostrar que el paso hacia el comunismo no es automático ni ne-cesario. Aparte de la constante con los otros dos artículos en torno a su rechazo de la dialéctica como método, en éste hay por lo menos dos elementos muy cuestionables. Primero, la idea de que en los países atra-sados el costo de la c o n c i e n c i a de clase p r o l e t a r i a es nulo. Segundo, faltan apoyos históricos para negar que la condición básica para la re-volución comunista es el avance de las fuerzas productivas frente al estancamiento en las relaciones sociales de producción.

    E l último ensayo se debe a Pranab Bardhan, "Las ideas marxistas en la teoría económica del desarrollo", y tiene por objetivo justificar el uso de herramientas de la teoría económica ortodoxa en el análisis de algunos problemas resaltados por el marxismo. Sin embargo, Bard-han no trata la delicada cuestión referente a la existencia de serios obs-táculos epistemológicos internos y su argumentación se dirige contra la inevitabilidad de ciertos "aspectos desagradables" de la trayectoria capitalista seguida por los países de la periferia, en particular la pre-sencia de las empresas transnacionales y de la inversión extranjera di-recta. Parecería que el autor realizó este estudio antes de la crisis de los ochenta o a espaldas de ella. En verdad, a la luz de la caída en las tasas de crecimiento de los países latinoamericanos así como del aumen-to de la inflación, el desempleo y otros indicadores del malestar social de las mayorías, esta visión "optimista" de los procesos económicos en el área ha perdido toda validez. Con seguridad, los argumentos en torno a la "impureza" de los modos de producción y a la permanencia de restos agrarios, tienen importancia en la explicación de los atrasos y caídas de los niveles de bienestar social; pero no son menores a los impactos que genera la exacción de todo tipo de recursos por parte del imperialismo.

    La segunda parte contiene cuatro ensayos sobre el problema de "Las clases sociales" y en ellos se encuentra que la perspectiva analíti-ca del marxismo está muy lejos de poseer una visión unificada en tor-no a ese tema.

    El primer ensayo de esta parte, escrito por el editor de la obra, tra-ta de " L a teoría marxista de la explotación y de las clases sociales". Su preocupación central es encontrar un medio que permita generali-zar el fenómeno de la explotación a los distintos modos de producción que han ocurrido en el devenir histórico. En este ensayo se identifican por lo menos tres elementos para caracterizar la situación de cada in-dividuo con respecto a su pertenencia a determinada clase: 1) los nive-les de actividad en que el productor conduce él mismo los procesos, 2) los niveles de actividad donde el productor contrata a otros y 3) la cantidad de tiempo de trabajo que el productor vende. Con estos ele-mentos, Roemer traza algunos lineamientos para caracterizar situacio-

  • RESEÑAS 457

    nes concretas. Empero, al identificar un principio de correspondencia entre explotación y clase, parecería que la generalización resulta de-masiado peligrosa, puesto que apunta a la eliminación del trabajo como variable central del proceso productivo. Pese a ello, resulta bastante interesante su clasificación de la explotación, lo cual se aprovecha en el siguiente ensayo.

    En efecto, quizás el segundo trabajo de esta parte, "¿Qué tiene de media la clase media?", de Erik Olin Wright, es uno de los menos discordantes con el pensamiento marxista original y, por ello, uno de los más fructíferos. A pesar de que al inicio surgen algunos problemas, cuando establece un distanciamiento con respecto a los trabajos sobre la dominación y un compromiso por sostener al fenómeno de la explo-tación en el núcleo explicativo básico, Wright elabora una tipología con respecto a las estructuras de clase que sin lugar a dudas marcará la pauta para los trabajos futuros que probablemente se realizarán acer-ca de la explotación y las clases sociales. Asimismo, su manejo del mé-todo estadístico es excelente y, apoyado en una sólida teoría, descom¬pone el claroscuro de la estructura capitalista de clases en una gama mucho más rica y esencial tanto para realizar estudios sociales concre-tos como para identificar posibles coaliciones políticas. Este trabajo facilita el alcance de conclusiones fundamentales con relación a las clases sociales, las alianzas, la propiedad de diversos tipos de activos produc-tivos y la conciencia de clase.

    E l plano aplicado al estudio de las clases sociales elaborado por Wright tiene un reflejo importante en el plano teórico que muestra Elster con referencia a los "Tres desafíos al concepto de clase social" que hoy enfrenta la teoría marxista. No obstante, la parte medular de este trabajo intenta, en nuestra opinión de manera poco lograda, delinear una definición clara del concepto de clases sociales en la obra de Marx. Basada en ella, el autor procede a cuestionar la validez de este concep-to en la estricta unidireccionalidad económica que le atribuye a Marx; para ello utiliza el concepto weberiano de estamento. Del mismo modo, señala la ausencia del análisis del poder en los trabajos de Marx sobre clases sociales, estableciendo el carácter del Estado en las sociedades capitalistas mediante un esquema lógico interesante. Por último, pre-senta el tercer reto al concepto marxista de clase social: la identidad cultural y la incapacidad conceptual de referir todos los conflictos como determinados en última instancia por las luchas de clases. A pesar de todo, con cimientos endebles, es poco lo que, aparte de regresar a lu-gares comunes sobre el problema del estatus, el poder y la cultura, lo-gra avanzar este autor en la definición de un concepto que, en la obra de Marx y otros marxistas (por ejemplo, Gurvitch, 1973 y De Giovan¬ni, 1976), es mucho más elaborado de lo que puede aceptar.

    Esta parte sobre las clases sociales se cierra con el trabajo de Adam

  • 458 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    Przeworski, quien se interroga sobre las razones por las cuales las re-voluciones proletarias no han estallado en los países capitalistas desa-rrollados. A pesar de la originalidad con que se aborda el problema de la transición del capitalismo al socialismo, pensamos que "Intere-ses materiales, compromiso de clase y transición al socialismo" es uno de los artículos que bien podría haberse excluido de esta serie, debido a que no ofrece los suficientes elementos como para considerarlo den-tro de la corriente marxista. Tal vez sin él la obra podría situarse en ella, pero lo cierto es que su perspectiva de fortalecer el capitalismo a fin de "agotar todas sus posibilidades" para que, finalmente, triun-fe el socialismo, equivale a pedirle a los explotados y desposeídos que deben soportar sus sufrimientos porque aún no es el momento de em-prender el camino hacia el socialismo. Sin duda alguna, sus esquemas sobre las pérdidas que los trabajadores vivirían por decidir dar el paso hacia el socialismo son importantes, como lo son sus señalamientos acer-ca de las necesidades materiales. No obstante, el carácter general del ensayo resulta mucho más apologético de un sistema basado en la ex-plotación, que un análisis frío de las consecuencias que la clase traba-jadora tendría que pagar en caso de buscar la toma del poder político.

    Tratándose de una parte dedicada a las "Cuestiones de método", es fácil comprobar que la tercera reúne tres trabajos que resultan muy esclarecedores sobre el tipo de trabajo teórico que sugieren los "mar-xistas analíticos" o, por lo menos, su mayoría. El primer trabajo de esta parte, escrito por Roemer, "Marxismo de 'Elección Racional'", aborda algunos problemas de método y contenido. Aquí, el ataque a la dialéctica marxista se vuelve abierto y permite, por ello mismo, des-cubrir algunas de las directrices eclécticas que sostiene el editor de esta obra. En efecto, Roemer considera que la dialéctica es punto menos que un "mero ejercicio de gimnasia", la cual ha provocado más pro-blemas que logros al pensamiento cristalizado en los escritos de Marx. Si bien es cierto que el uso de la dialéctica es un elemento de discordia en este ensayo y en otras obras (véase, por ejemplo, Benson, 1977, para una opinión favorable y Colleti, >1980, para una opinión en contra), la propuesta de que el marxismo debe aprender mucho acerca de la mi-croeconomía neoclásica no sólo constituye una aseveración carente de realismo, sino que además vuelve a plantear la necesidad de que la pers-pectiva analítica del marxismo trate de aclarar sobre qué tipo de fun-damentos epistemológicos está planteando esta nueva corriente híbri-da entre dos posturas filosóficas que, a todas luces, resultan totalmente antagónicas. Un ejemplo de los graves problemas en los que se interna el enfoque adoptado por Roemer es la falta de compatibilidad entre los modelos de equilibrio general y el análisis marxista de situaciones concretas ("desequilibrios"). Empero, tal vez las mayores deficiencias de este enfoque provienen de la igualdad que Roemer postula entre lo

  • RESEÑAS 459

    que denomina " la filosofía política liberal de izquierda", y el marxis-mo desde la perspectiva por él asumida: más que analítico, liberal. Por supuesto, ello no invalida sus consideraciones sobre los modelos como formas de captar la realidad; aunque sí sustenta la opinión sobre los procesos de apertura mercantil y democrática que están ocurriendo en algunos países socialistas. Sobra decir que este aplauso liberal tiene poco que ver con una postura de clase proletaria. Tampoco tiene que ver con ella el vínculo que se establece entre el marxismo y el nacionalismo en torno al problema del poder. Su mención al derrumbe del capitalis-mo es, por último, anacrónica.

    E l siguiente ensayo de esta parte es de Jon Elster, quien busca soli-dificar sus "Reflexiones sobre marxismo, funcionalismo y teoría de jue-gos". Aunque aclara las distintas formas de explicación en ciencias so-ciales, no por ello (además de las consideraciones que ya se han hecho al respecto en los esbozos de crítica a los ensayos precedentes) deja de ser evidente que, cuando postula que las clases dominantes no son ca-paces de influir sobre los prejuicios de los trabajadores, queda de lado una parte esencial que sostiene al sistema: sus aparatos ideológicos. Por-que, si se trata de evaluar las motivaciones al interior de cada indivi-duo, es claro que todavía no se han cimentado las bases de esta pers-pectiva del individualismo metodológico, oculta detrás del interés netamente social o mayoritario que proclama tener esta perspectiva ana-lítica.

    E l ensayo final sobre cuestiones de método, " E l marxismo y la explicación funcional", de G.A. Cohén, considera la posibilidad de integrar al marxismo como una perspectiva funcional dentro de la co-rriente dominante de las ciencias sociales (véanse las críticas de Laurin-Frenette, 1970 y de Saldívar, 1987). Este esfuerzo parece útil con el empleo de la teoría de juegos pero resulta poco adecuado seguir sosteniendo que el marxismo es una explicación funcional de la socie-dad, lo cual, previene Cohén, no significa funcionalista. Pero le faltan más elementos para demostrarlo.

    La cuarta parte trata sobre " E l problema de la justicia", surgido a raíz del último inciso del ensayo previo. Cohén, en " L a estructura de la opresión a los proletarios" utiliza la lógica para demostrar que la libertad individual se encuentra en contradicción con la opresión del proletariado. Sin embargo, es una lástima que cambie el concepto mar-xista de explotación por el neoclásico de utilidad.

    En "¿Deberían interesarse los marxistas por la explotación?", Roe-mer va más allá e intenta dar una estocada final a la teoría del valor-trabajo con la generalización del concepto de explotación. Tras revisar los orígenes de la teoría de la explotación, define un modelo simple que le permite analizar las teorías de la acumulación, de la domina-ción, de la alienación, así como la propiedad diferencial de los medios

  • 460 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    de producción. A pesar de este intento, la teoría del valor-trabajo con-tinúa siendo relevante en estudios actuales sobre la realidad social, los cuales demuestran que los valores-trabajo tienen fuertes vínculos con los precios de producción relativos (Petrovic, 1987). Por último, Alien Wood demuestra que, en torno a la relación de "Marx y la igualdad", Marx nunca propuso ni luchó por ella a lo largo de su vida.

    E l ensayo de Alien Wood es, en términos políticos, lo que el ensa-yo de Erik Ollin Wright en términos teóricos. En efecto, su visión del problema revolucionario real planteado por Marx nos obliga a reco-nocer en este documento el segundo pilar que sostiene la perspectiva analítica de estos dos ensayos en términos marxistas. Sin embargo, hay que tener cautela si se considera al resto de la obra con la misma con-clusión. Por el contrario, la mayoría de los ensayos demuestran, de modo contundente, que la perspectiva analítica es capaz de generar una serie de planteamientos centrales pero, también, que su integración con el pensamiento marxista resulta bastante difícil. Vale decir, tiene mu-cho de analítico pero poco de marxista. Así lo demuestran los intentos por eliminar conceptos sin los cuales el marxismo carece del hálito que le confirió Marx: el materialismo histórico, único método reconocido por su autor para estudiar las sociedades humanas a fin de transfor-marlas. Como apunta el mismo Wood, lo que hoy requiere la clase obre-ra es la mayor claridad respecto a su situación actual y a las formas de superarla. Este simple hecho no parece cuadrar dentro de la mayo-ría de los ensayos del libro. Hace falta la crítica porque la realidad obliga a cuestionar conceptos y formas de análisis decimonónicos (Smart, 1983) pero no sin un programa político explícito y sin una toma de partido clara, cuestiones en las cuales el liberalismo siempre ha terminado por colocarse del lado de los opresores.

    R A F A E L N Ú Ñ E Z

    Referencias bibliográficas

    Benson, Kenneth, "Las organizaciones: una perspectiva dialéctica", en Estuäios Socio¬lógicos, núm. 7, 1977, pp. 85-116.

    Colleti, Lucio, E l pensamiento de Marx, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1980. De Giovanni, Biagio, L a teoría política de las clases en "El capital", Siglo XXI, Méxi-

    co, 1984. Gurvitch, Georges, E l concepto de clase social de Marx a nuestros días, Nueva Visión,

    Buenos Aires, 1973. Laurin-Frenette, Nicole, Las teorías funcionabas de las clases sociales, Siglo XXI, Ma-

    drid, 1985. Petrovic, Pavel, "The Deviation of Production Prices from Labour Values: Some Meth-odology and Empirical Evidence", en Cambridge Journal of Economics, vol. II,

    num. 3, septiembre, 1987, pp. 197-210.

  • RESEÑAS 461

    Saldívar, Américo, L a sociología dominante, Universidad Nacional Autónoma de Mé-xico, México, 1987.

    Smart, B., Foucault, Marxism and C r i t i q u e , Routledge & Kegan Paul, Londres, Bos-ton, Melbourne y Henley, 1983.

    H A R L E Y S H A I K E N , con S T E P H E N H E R S E N B E R G , A u t o m a t i o n a n d G l o b a l P r o d u c t i o n . A u t o m o b i l e E n g i n e P r o d u c t i o n i n Mé-x i c o , t h e U n i t e d States a n d Canadá, Center for U.S.-Mexican Studies, University of California, San Diego, Monograph Series 2 6 , 1987.

    El dinámico proceso de restructuración que vive la industria, en particu-lar la automovilística, convierte a este libro en una fuente de consul-ta obligada y de gran importancia para quienes deseen comprender los cambios tecnológicos, organizativos y laborales que experimenta este sector, así como para entender el proceso de integración económica entre Estados Unidos y México.

    El estudio que se llevó a cabo durante 1985 y 1986, en tres plantas de motores de una misma compañía ubicadas en Estados Unidos, el norte de México y Canadá, buscó comparar una planta altamente auto-matizada y de reciente creación (la de México), con una similar —en cuanto a producto y tecnología— en Estados Unidos, y con una de las más antiguas de la compañía (la de Canadá). Su objeto central consis-tió en definir los factores de producción relacionados que facilitan o retardan la puesta en práctica de nuevas tecnologías —en el sentido amplio del término— en los "países de industrialización reciente".

    El objetivo de la obra es un tema central para México. Se supone que, con la entrada de la automatización en las industrias muchos pro-cesos que se llevan a cabo en México, sobre todo en las plantas maqui-ladoras de la frontera norte, dan por sentado el regreso de las mismas a su país de origen. También se aborda la factibilidad de desarrollar en México este tipo de procesos en plantas nuevas o maduras. Esto es relevante ya que la incorporación de nuevas tecnologías y nuevas for-mas de organización en el trabajo —en diferentes niveles y en forma heterogénea— en casi todas las plantas de automotores extranjeras1

    1 Durante 1987 se publicaron diversos trabajos sobre la modernización del sector automotriz. Algunos son los siguientes: Yolanda Montiel, "Proceso de trabajo y acción sindical en la Volkswagen de México", informe de investigación, Centro de Investiga-ciones Superiores en Antropología Social (CIESAS), julio de 1986; Corinna Kusel, "Con-diciones de la introducción de nuevas tecnologías en la producción y estructura de la organización del trabajo en las fábricas automotrices para la exportación en México", resumen de un proyecto de investigación, agosto de 1986; Arnulfo Arteaga y Jorge Ca-rrillo, "Automóvil, hacia la flexibilización productiva", en El C o t i d i a n o , núm. 21, enero-febrero de 1988.

  • 462 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    —ubicadas en el centro o en el norte de México—, así como en las pro-veedoras de autopartes de aquéllas2 es un proceso en expansión. En las empresas actualmente se está discutiendo —tanto en el nivel geren-cial como en el de los cuadros medios, en las líneas de producción y en las organizaciones sindicales— las formas de adaptación de los nue-vos conceptos flexibles de organización del trabajo y se están negociando las nuevas condiciones contractuales. A mi parecer, y sin temor a afir-marlo, la automatización y la flexibilidad en la organización en el tra-bajo son los principales cambios en las relaciones sociales de produc-ción que caracterizan a la industria de punta en México en esta década.

    E l estudio de Shaiken y Herzenberg requirió de un amplio trabajo de campo. Se hicieron dos visitas a la planta de Estados Unidos (llama-da A) , tres a la de Canadá (llamada C) y cuatro a la de México (ex-puesta como M), más las visitas preliminares para establecer contac-tos. Además del análisis global de cada planta, se estudiaron procesos de trabajo en cinco departamentos: el de cigüeñales y de monoblocks en las plantas M y C, y el de monobloks en la planta A . Se entrevistaron a 19 personas entre gerentes y superintendentes en M , 13 en A y 11 en C. También a trabajadores de los cinco departamentos menciona-dos: 15 de reparación de maquinaria, 8 electricistas, 5 "otros" y 92 trabajadores de producción. Finalmente, se entrevistaron 9 sindicalis-tas de los comités ejecutivos.

    E l libro consta de cinco secciones. En la primera, la introducción, se busca dar relevancia al proceso global de producción en el sector automotriz, haciendo hincapié en el caso mexicano, y se describen los objetivos del estudio y los hallazgos principales. En la segunda, la com-paración de las plantas, se describen las diferencias fundamentales en-tre las plantas y se justifica la selección de las mismas; se mencionan los métodos de estudio y el funcionamiento de una planta de motores; además se contextualizan las diferencias entre las plantas de Estados Unidos y México, y finalmente se compara la actuación de las mismas en cuanto a eficiencia de la maquinaria, productividad (motores por hombre) y calidad (número de reparaciones requeridas). En la tercera sección se analiza la planta en México, centrándose en los factores de localización, tecnología, organización del trabajo y relaciones labora-les, y en la selección de la fuerza de trabajo y capacitación. Finalmente se analiza el funcionamiento de las plantas. En la cuarta sección se ana-lizan las plantas de Estados Unidos, destacando los objetivos de las gerencias de departamentos y lo que sucede en los talleres, con refe-

    Sobre la restructuración en la industria de las autopartes, véase Kurt Unger, "In-dustria automotriz: México bajo el cambio tecnológico", en F o r o I n t e r n a c i o n a l , vol. xvm, núm. 1, julio-septiembre de 1987.

  • RESEÑAS 463

    rencia al área gerencial, a las normas de trabajo, a las categorías o ni-veles existentes, a la calificación, a los tiempos extra, al mantenimien-to menor y al trabajo lento. Por último, se presentan unas breves consideraciones en las que se concluye que, en la medida en que las industrias de Estados Unidos sigan automatizándose, la producción en el extranjero seguramente crecerá en vez de decaer.

    Los resultados del estudio comparativo son muy reveladores. En el nivel más general se concluye que son tres los elementos que permi-ten comprender la restructuración y su impacto: la influencia de la ca-lificación y la experiencia en la actuación o evaluación del funciona-miento de las plantas, el nivel de infraestructura industrial necesario para apoyar la manufactura avanzada, y el efecto de la organización del trabajo en la producción.

    En un ámbito más concreto, se observa que el nivel de actuación es comparable en las plantas mexicanas con las estadunidenses en cuanto a eficiencia de la maquinaria (80% para el primer caso), productividad (75%) y calidad (casi igual, a pesar de tener 2.5 años de operación la planta en México). A pesar de que la planta M tiene una mano de obra mucho más joven, sin experiencia laboral anterior y que la planta se ubica en una vasta región no industrializada, el nivel de actuación —de-cíamos— es comparable entre las tres plantas. Los autores concluyen que esto es posible gracias a su flexibilidad, "virtualmente sin límites", superior, con creces, a la de las plantas estadunidenses.

    De ahí que las nuevas formas de organización del trabajo sean esen-ciales para el éxito de estas plantas. Las de motores —encuentran Shaiken y Hersenberg— requieren de altos niveles de calificación, par-ticularmente en mantenimiento y reparación de equipo. Pero se pre-guntan, ¿cómo desarrollar esta calificación en tan poco tiempo si se

    débil? La respuesta —encuentran los autores— son las estrategias em-presariales para el reclutamiento de la fuerza de trabajo "bien educa-

    trar a operaciones directas.3 Diversos cambios se presentan, por tanto, para subsanar las defi-

    ciencias mencionadas en la planta M , y así poder lograr la comparabi-lidad con las estadunidenses. Es decir, trabajadores con niveles supe-riores de escolaridad e intensamente capacitados por la empresa

    3

    nen un impi del Estado.

  • 464 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    permiten la flexibilidad requerida para el nivel de automatización de la planta, y alcanzar los niveles de productividad y calidad necesarios para competir internacionalmente.

    Entre los cambios principales se encuentran: la fuerte actuación de los gerentes y superintendentes que realizan diversas actividades (de diseño, mantenimiento y reparación) que en las plantas de Estados Uni-dos efectúan trabajadores calificados. Se presentan cambios en las nor-mas de trabajo (encaminadas fundamentalmente a reducir los tiempos muertos y a dar flexibilidad a las actividades), en el contrato colectivo (reduciéndose los niveles del tabulador que ya se tenían en la planta del centro de México), en las relaciones con el sindicato (más cordiales y sobre todo buscando la coparticipación) y con los trabajadores (pro-piciando una mayor participación en las responsabilidades y en las de-cisiones). Así, las reglas y la organización de trabajo se convierten en el c e n t r o de los esfuerzos de la compañía para incrementar la eficien-cia y disminuir los niveles de resistencia a la producción.

    E l atractivo de México para las empresas extranjeras, sobre todo de alta tecnología, ya no es solamente la mano de obra barata sino los bajos costos unitarios, señalan los autores. Éstos están compuestos, en las plantas de motores, por costos salariales, productividad y alta calidad, factores esenciales para determinar no sólo las utilidades sino la participación en el control del mercado mundial. El costo de la mano de obra representa teóricamente, el 2% del valor total de la produc-ción en plantas de motores automatizadas, por lo que gran parte de la rentabilidad buscada, recae en la maquinaria, que absorbe la mayor parte del valor. De esta manera, la eficiencia —productividad y cali-dad— con que los trabajadores operen las máquinas automatizadas es crucial para el éxito de las plantas. El logro de una mayor productivi-dad por medio de una mayor reglamentación, y de mayor calidad a través de una mayor participación, son el foco de atención de la orga-nización en la planta M .

    Otros cambios en la planta M , en comparación con las plantas A y C, son las relaciones sindicales. Mientras que en Estados Unidos y Canadá los sindicatos tienen más años de existencia y mejores contra-tos, en la planta de México se ha logrado un contrato muy flexible. Shaiken y Herzenberg señalan: " E l contrato colectivo es la pieza clave de las relaciones laborales". Diecisiete meses antes de firmarlo, se ini-ciaron contactos y negociaciones con el sindicato nacional de esa em-presa en el Estado de México y con la delegación de la C T M en la ciu-dad que habían seleccionado. Todo ello para consolidar el modelo de contrato colectivo propuesto.

    Los diversos cambios llevados a cabo en la planta M , incluso tie-nen que ver con el espacio ocupado. Mientras que una planta con tec-nología similar en Estados Unidos tiene una extensión de 1.3 millones

  • RESEÑAS 465

    de pies cuadrados, la de México cuenta con 750 000 pies cuadrados

    Z g r a „ acierto de ,o S amores es m„s„ar e, estaco de la tecno.o-gía en las diferentes plantas. En el caso de la planta de México, un com-plejo sistema conformado por robots; almacenamiento, inventario y alimentación automatizados de las líneas; control estadístico de proce-so en la calidad, y el trabajo en grupos, dan cuenta de que la planta M de motores es la más automatizada de la corporación. El gerente de esta planta señaló a los autores que algunos procesos altamente auto-matizados fueron utilizados por vez primera por la corporación en esta planta de motores (p. 44).

    Para finalizar quisiera reiterar el que, en mi opinión es el mayor aporte del libro de Shaiken y Herzenberg: la difusión de la automati-zación flexible en países subdesarrollados como México. Del análisis de las plantas M , A y C hemos resaltado la de México por razones ob-vias. La pregunta central, ¿de qué manera se logra la competitividad internacional, de tal forma que sea conveniente establecer plantas altamente automatizadas en México?, queda definida por los autores gracias a la flexibilidad: a) de la mano de obra: nueva, joven, sin expe-riencia laboral, con mayor nivel educativo y capacitación, y sin prejui-cios contra la automatización; b) la amplia descripción de los puestos de trabajo y de la polivalencia de los trabajadores para poder desem-peñar cualquier puesto de trabajo, y un sistema dual de categorías sin líneas de demarcación, y c) contractual, basada en relaciones de coo-peración entre sindicato y empresa, y, sobre todo, en la ausencia del sindicato en la determinación de aspectos de la producción.

    La flexibilidad en el trabajo se convierte, por tanto, en la piedra angular para lograr la eficiencia (en productividad y calidad) requeri-da en el competitivo mercado mundial. Falta, en todo caso, analizar si la flexibilidad en el trabajo tiene un comportamiento constante o si por el contrario está inserta en un proceso de "estira y afloja" entre la empresa y el sindicato, y entre supervisores y trabajadores de pro-ducción.

    JORGE C A R R I L L O

    A L P H O N S E P I N K N E Y , T h e M y t h of B l a c k P r o g r e s s , Cambridge University Press, Nueva York, 1984.

    Este libro es, según nos dice Pinkney en el prefacio, un intento de eva-luar el estatus actual de los afroamericanos en los Estados Unidos en comparación con el de los blancos. Pinkney inicia su libro recordando que hay una gran diferencia entre la igualdad en la teoría y en la prác-tica; aunque las leyes civiles adoptadas entre 1954 y 1968 (el movimiento

  • 466 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    de derechos civiles) han concedido a los negros igualdad ante la ley, para la mayoría de los 25 millones de ciudadanos de color de los Esta-dos Unidos los beneficios en realidad han sido mínimos.

    Sin embargo, algunos científicos sociales sostienen que los negros han logrado avances muy importantes, y que hasta gozan de algunas ventajas sobre los blancos; otros, en cambio, opinan que los negros no avanzan, pero por su culpa, porque son flojos. Pinkney propone la necesidad urgente de demostrar empíricamente que muchas de las creencias acerca de los negros son mitos.

    Walyer Stafford, autor del segundo capítulo, señala que el progre-so de los negros se ve amenazado actualmente por el deterioro econó-mico general y por el "nuevo conservadurismo". El primero ha pro-vocado una disminución de los bienes que se pueden distribuir entre los diferentes grupos sociales y los negros no tienen puestos en el go-bierno que les permitan proteger los avances logrados. En cuanto al nuevo conservadurismo (del que destacan tres grupos importantes: la nueva derecha, formada por los políticos conservadores que han rea-firmado su posición; la derecha religiosa, integrada por grupos como la m o r a l m a j o r i t y , encabezada por Jarry Falwell, y los neoconserva-dores, es decir, los antiguos intelectuales liberales que se han movido hacia la derecha, adoptando ideas conservadoras), Stafford señala que su peligrosidad para los negros reside, sobre todo, en su llamamiento para un retorno "al respeto y la autoridad", lo que significa que las instituciones que se tendrían que respetar contendrían muchos aspec-tos del racismo en sus procesos de tomar decisiones.

    Stafford concluye que los negros no se han enfrentado a los desa-fíos que presenta la política neoconservadora porque "el liderazgo ne-gro moderado se está aislando progresivamente de las demandas más generalizadas por cambios sociales, políticos y económicos" (p. 45).

    El tercer capítulo está dedicado al debate entre raza y clase, e in-tenta responder a la cuestión de si la clase o la raza es la variable más importante en las relaciones racistas en Estados Unidos. Los afroame-ricanos, señala Pinkney, están sometidos tanto a la opresión racista como a la explotación económica. Descarta la idea de que el capitalis-mo sea la causa del racismo y de la explotación económica de los ne-gros; explica que, como el racismo "ataca la identidad más directa-mente y más comprensivamente que la opresión clasista", es imposible "reducir" las relaciones racistas a relaciones clasistas. Pinkney acepta que la lucha de clases puede explicar una parte de la antipatía hacia los negros en Estados Unidos, y reconoce que una de las funciones del racismo es la subyugación de todos los trabajadores por la clase diri-gente. Sin embargo, dice que la lucha de clases es insuficiente para explicar las relaciones racistas, y que con frecuencia el racismo es el único factor responsable de la opresión de los negros. Concluye que

  • RESEÑAS 467

    el hecho de que los negros tengan menor éxito que los inmigrantes euro-peos se debe a su color, y no a su clase. Apoya su afirmación en la importancia de la cuestión racista en el siguiente capítulo, donde acla-ra que el prejuicio es una actitud y la discriminación es un comporta-miento; y aunque estudios sociológicos demuestran que las actitudes de los blancos son un poco menos racistas, la discriminación continúa. Las áreas donde ésta mejor se refleja son la vivienda, los servicios me-dicos y en los índices del desempleo.

    A pesar de que Pinkney sostiene que la posición de clase afecta menos a los negros que su color, declara que mientras la sociedad nor-teamericana esté basada en clases, los miembros de las minorías serán víctimas de la opresión, y que "la erradicación del capitalismo se ve como una condición no sólo necesaria sino suficiente para la elimina-ción tanto de las actitudes prejuiciadas como del comportamiento dis-criminatorio" (p. 59). Esta afirmación contradice lo que plantea en el segundo capítulo. También es contradictoria la manera en que va ana-lizando la situación actual de los negros, pues casi todo el análisis se basa en cuestiones económicas, elaboradas en términos clasistas. Pink-ney examina la situación de la clase media negra y la de la u n d e r c l a s s , pero no se atreve a mencionar a la clase alta negra que explota igual-mente a los negros pobres como toda la clase capitalista.

    En cuanto a la clase media, Pinkney estima que alrededor del 20 o 25 por ciento de los negros pertenecen a este grupo. Es decir, que ganan un sueldo anual de entre 15 000 y 24 999 dólares. Examina el estilo de vida de este grupo y señala que es más parecido al de la clase media blanca que al de los negros pobres y afirma que la clase media negra está cada vez más alejada de los negros pobres, acusando a aqué-llos de haber olvidado sus orígenes. Sin embargo, concluye que "a pe-sar de la tensión en las relaciones parece existir poca evidencia para apoyar la noción tan difundida de que el conflicto entre las clases en la comunidad negra puede semejarse a una guerra de clases" (p. 114).

    Luego Pinkney plantea la cuestión de la u n d e r c l a s s negra, es de-cir, los subeducados, los desempleados, que no tienen la posibilidad de integrarse a la sociedad en su conjunto. Explica que este grupo está comprendido por hombres y mujeres de todas las edades, pero que la mayoría son varones jóvenes. Pinkney destaca la discriminación como el factor más importante para mantener subyugado a este grupo. Y , para explicar su desempleo, señala primero que "los empleos que tra-dicionalmente habían sido asignados a los negros han sido ocupados en las últimas décadas por los trabajadores indocumentados que han entrado al país", porque aceptan sueldos menores que el mínimo. Añade que el ingreso de las mujeres blancas al mercado de trabajo también ha contribuido al incremento del desempleo de los negros. En el pri-mer capítulo Pinkney declara que no es justo culpar a los negros por

  • 4 6 8 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    el hecho de que no progresen. Pero parecería que él quiere culpar a otros grupos explotados, como las mujeres y los indocumentados.

    En los capítulos ocho y nueve, Pinkney se dirige a los problemas educativos y al "racismo al revés". En cuanto a la educación, Pinkney opina que es una de las áreas donde los negros han progresado más, pero nos dice que este avance es algo decepcionante porque, aunque más negros están registrados en cursos de educación superior, casi la mitad están en las universidades comunitarias que, en su opinión, se están volviendo instituciones para los marginados de la sociedad. La idea del "racismo al revés" o la "discriminación al revés" es la noción de que los negros, por medio de los programas de "acción afirmativa" (la práctita de reservar algunos puestos en las empresas y las universi-dades para los negros y otros grupos minoritarios), gozan de ciertas ventajas frente a los blancos. En los últimos años, algunos blancos han alegado en las cortes de justicia que sufren por el racismo al revés; y han ganado sus casos. Pinkney nos recuerda que el gobierno da prefe-rencia a varios grupos en diversas formas (los veteranos y los minusvá-lidos, por ejemplo), y que "negar estas preferencias a las víctimas de siglos de opresión por la sociedad puede considerarse un acto grosero de crueldad" (p. 155). Sin embargo, muchos programas de acción afir-mativa han sido reducidos o aún discontinuados. Así la idea de la dis-criminación al revés ha servido para perpetuar la posición subordina-da de los negros en los Estados Unidos.

    En su conclusión, Pinkney dice que el futuro para los negros en Estados Unidos no es promisorio, porque forman una minoría con po-cos recursos; y advierte que "si las condiciones imperantes no mejoran es posible que la vida urbana en América empeore, para ponerlo sua-vemente" (p. 178). Así nos advierte de la llegada de un nuevo movi-miento racista, el cual será violento. La única manera de evitar esto, señala, es mejorar las condiciones de vida de los negros. Pero no nos ofrece un plan para evitar lo primero ni una llamada para iniciar lo segundo.

    La descripción que presenta Pinkney acerca de la situación de los negros es acertada, y su estudio sobre el mito del racismo al revés muy bien articulado. Ya era hora de que alguien aclarara esta problemáti-ca. Pero su análisis sobre las causas de esta situación es débil, lleno de contradicciones, y hasta peligroso para el futuro progreso de los ne-gros. Su posición frente a los otros grupos explotados ayuda a mante-ner e incrementar las divisiones entre ellos y los negros, lo que contri-buirá a su explotación. La ausencia de una buena explicación de las causas de la situación actual de los negros, junto con la falta de un plan de acción, deja al lector con muchas dudas sin resolver.

    C A R L E N A G . BURNS H .

  • RESEÑAS 469

    D E R E K G R E G O R Y Y J O H N U R R Y , S o c i a l R e l a t i o n s a n d S p a t i a l S t r u c t u r e s , St. Martin's Press, Nueva York, 1985.

    El siglo x ix escenificó la emergencia tanto de la geografía humana como de la sociología en sus formas constitutivas. Mientras que en aque-lla época el debate fundamental era establecer una demarcación con las ciencias naturales, ya para los inicios del presente siglo el debate y el diálogo enfrentaron a aquellos que buscaban establecer la ciencia integral de la geografía humana —cuyo principal exponente fuera Paul Vidal de la Blache— y otros que, como Emile Durkheim, delineaban los elementos fundamentales de una morfología humana. Sus enfoques y contextos intelectuales los separarían inevitablemente, pero había un sustrato común en la búsqueda de bases normativas y propositivas que explicaran la acción humana deliberada y lo que ahora se conoce como su contextualidad. No sólo había un problema por entender: la activi-dad social como acto deliberado y volitivo, sino su inserción en estruc-turas espacio-temporales que se delimitaban mutuamente.

    Otros científicos sociales como Max Weber, Sombart o el mismo Marx, al igual que urbanistas, geógrafos, historiadores y economistas, buscaron también constituir una ciencia de la sociedad que, como la geografía —entonces ciencia del espacio— la sociología, o la antropo-logía —ciencias de la cultura—, delimitaran sus objetos de conocimiento a partir de ámbitos espacio-temporales —como la ciudad para la so-ciología urbana— o que tuvieran, en síntesis, elementos teóricos y em-píricos propios en su conocimiento y explicación de los fenómenos so-ciales.

    En sus esfuerzos por demarcar el campo de sus disciplinas retor-naron a las propuestas filosóficas de Hegel y del propio Kant, sobre la relación entre las estructuras categoriales del espacio y el tiempo y las formas de la acción humana. E l debate entre el inevitable dualismo kantiano y la síntesis de Hegel ha permanecido como piedra de toque en la fundamentación de las ciencias sociales. Desde entonces uno de los problemas centrales de nuestras ciencias ha consistido en establecer las necesarias determinaciones entre lo social-humano y lo espacial. No se ha abandonado una suerte de naturalismo, a pesar de que esfuerzos positivistas y funcionalistas intentaron resolver los problemas de fun-damentación en una corriente que relegaba la "intervención" de lo espacio-temporal en la acción colectiva.

    A pesar del esfuerzo positivista, se desarrolló una cierta dualidad entre aquellos geógrafos que buscaron una ciencia explicativa de las estructuras espaciales en sí y por sí mismas, y aquellos sociólogos que siguieron una disciplina de lo social o lo cultural explicado en sus pro-pios lincamientos. Así, aquellos que continuaron en el positivismo y el funcionalismo desarrollaron una concepción del espacio como cierto

  • 4 7 0 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    epifenómeno de la intencionalidad de la acción humana, o al menos de la estructura social, como si esto fuera un reflejo o un producto de éstas.

    Esta concepción que abandonaba o negaba el problema de la es-tructuración espacio-temporal de la acción tuvo un enorme auge, in-cluso entre las corrientes más polares. Desde la sociología interpretati-va, la fenomenología, la hermenéutica hasta ciertas formas de estructural-funcionalismo, o la misma corriente de la economía políti-ca regional, consideraron sólo marginalmente la cuestión del espacio "producido".

    Fue sólo hasta que surgieron corrientes críticas de dichos enfoques, entre las que destacaron las originadas en la teoría de la estructura-ción, o aquellas que buscan una fundamentación unitaria de las cien-cias humanas, cuando volvió al centro de la discusión teórica y empíri-ca la (ínter) conexión entre relaciones sociales y estructuras espaciales; entonces se reorientó la investigación considerando este problema como el núcleo central de las ciencias.

    Precisamente a este avance teórico ha contribuido el desarrollo de investigaciones empíricas: los estudios sobre la constitución de áreas de desarrollo desigual en la economía; los trabajos sobre la restructu-ración internacional de la división del trabajo; la formación de movi-mientos sociales pluriclasistas y definidos por sus contornos regionales o movimientos de clase delimitados geográficamente; incluso los re-cientes estudios sobre la transformación de los poderes del Estado en el mundo contemporáneo han dado luz acerca del papel que las estruc-turas espacio-temporales tienen en la formación y reproducción de la acción social cotidiana. Esto ha producido, entonces, un cambio en la concepción del espacio en las disciplinas sociales, donde ya no se le ve como una simple área o contexto de desarrollo de la actividad humana, sino más bien como un medio por el cual y a través del cual las relaciones sociales se constituyen y reproducen, como uno de los aspectos centrales del problema del orden social.

    La presente antología es un esfuerzo por rediscutir y reorientar los estudios sobre las estructuras espaciales y las relaciones sociales. Por supuesto que la magnitud de la cuestión rebasa el alcance de los traba-jos presentados, y limita la discusión a cuatro tópicos, sostenidos fun-damentalmente por un enfoque realista de las ciencias sociales: en pri-mer lugar se analizan las implicaciones del paradigma realista en el estudio de las relaciones entre "lo social" y "lo espacial", así como la búsqueda de nuevas estrategias de conocimiento en esa orientación; en segundo lugar se discuten las consecuencias de la incorporación del espacio en la teoría social marxista y en otras corrientes. Posteriormente se estudia la estructuración espacial de las clases y de otras fuerzas (ac-tores) sociales; finalmente se explora el significado de una nueva geo-

  • RESEÑAS 471

    grafía temporal y sus aplicaciones en una teoría social propiamente con-textualizada.

    Los distintos artículos tratan con profundidad varios de los temas enunciados. Su calidad y el trabajo previo de los autores acrecientan el interés por la obra. Como es de esperar, no presentan un esquema o una dirección unificada y proponen, apenas, una agenda mínima de tareas a seguir en la búsqueda de una cierta orientación comunitaria en el campo de la investigación teórica y empírica.

    Sin embargo cabe destacar el interés de estos autores en constituir una cierta unidad en el tratamiento científico de la acción humana, y su necesaria vinculación con las estructuras espacio-temporales.

    Dooren Masey recorre críticamente la cambiante concepción del espacio en la geografía contemporánea, y estudia el papel explicativo de los patrones espacio-temporales en la acción social dentro de la geo-grafía.

    John Urry continúa el examen de la estructura espacio-temporal de la actividad humana, haciendo un análisis de la economía y la so-ciedad civil en la sociedad capitalista contemporánea; su análisis se cen-tra en tres aspectos: la distribución espacio-temporal de los eventos; la estructuración de las entidades sociales y las cambiantes relaciones cutre dichfls eirtidciclcs

    Posteriormente, Andrew Sayer estudia la estructuración espacio-temporal de las entidades sociales; discute el concepto de espacio y des-taca la importancia de identificar relaciones contingentes y necesarias en las estructuras espacio-temporales, para establecer la diferencia que el espacio provoca en la acción social.

    A pesar de la propuesta de Sayer en el sentido de descartar el dua-lismo kantiano entre espacio y sociedad, Peter Saunders niega la posi-bilidad de establecer y diferenciar entidades socio-espaciales; esto lo logra a partir de una crítica de la sociología urbana. Propone, en cam-bio, una sociología que elimine la supuesta autonomía de lo espacial —por ejemplo, lo urbano—, y en cambio se concentra en los contex-tos (espaciales) de procesos sociales, sean localizados o generales.

    Pero la polémica sobre la utilización del espacio en las distintas corrientes teóricas no está resuelta en la aceptación de una propuesta en favor o en contra de una sociología a - e s p a c i a l . Edward Soja vuelve a proponer que existe una cierta esencia espacial en la actividad huma-na, y que debería dilucidarse una comprensión materialista del espacio socialmente producido que, para el autor, está delineada en la tradi-ción marxista francesa (Lefevbre).

    David Harvey lleva los argumentos de Soja y Sayer más allá al afir-mar que la integración del espacio y la geografía en las ciencias socia-les tienen necesariamente implicaciones en las proposiciones centrales de toda teoría social. Harvey realiza entonces un estudio histórico geo-

  • 4 7 2 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS V I : 17, 1988

    gráfico del capitalismo y los momentos de tensión y desarrollo en los espacios económicos en la expansión de dicho sistema. A la propuesta de las contradicciones inherentes al sistema capitalista intenta agregar una dialéctica de la relación sistema económico-geográfica temporal.

    E l trabajo de Harvey proporciona un lincamiento general para los artículos subsiguientes, donde Richard Walker analiza la formación de las clases en el capitalismo como un proceso geográfico, donde se cons-tituye en el uso social del espacio.

    Alan Warde intenta profundizar estos argumentos ilustrando al-gunos cambios histórico-geográficos en la estructuración de las rela-ciones sociales de trabajo.

    Por su parte, Philip Cooke en su estudio de caso acerca de la geo-grafía del trabajo del sur del país de Gales, argumenta que las fronte-ras regionales están ampliamente codeterminadas por los contornos de las prácticas de clase dominante. Ray Pahl refuerza los avances de Coo-ke, mostrando que el desarrollo de la actividad social no puede verse sólo por el despliegue económico, sino también por las tradiciones y la cultura cotidiana que está envuelta con formas específicas de divi-sión espacial del trabajo.

    Entre los esquemas conceptuales, las nociones espaciales de lugar (place) han tenido una utilización creciente, en especial en los actuales esfuerzos de la teoría de la estructuración. Anthony Giddens contribu-ye con un artículo donde muestra cómo la estructuración de los siste-mas sociales está fundamentalmente constituida en espacio y tiempo. Giddens considera de primera importancia proveer a las ciencias so-ciales de un esquema conceptual donde se dilucide con rigor el concep-to de lugar {place), de manera que pueda sustentarse en el enfoque clá-sico de la geografía temporal de Hágerstrand. Para el autor, p l a c e , no puede utilizarse sólo para designar un punto en el espacio, sino que debe considerarse como un conjunto espacial de formas de interacción social; por ello prefiere sustituir el término por el de l o c a l , donde las propiedades de estos conjuntos —i.e. la distribución de las condicio-nes de interacción en tiempo-espacio—, son utilizadas por agentes en la formación de "encuentros ( e n c o u n t e r s ) entre espacio y tiempo.

    El artículo de Derek Gregory continúa con una línea similar a la teoría de la difusión de Hágerstrand; critica la noción de espacio del mismo y proporciona así un marco para la ejemplificación que hace Alian Pred, donde integra nuevos enfoques de la geografía con la teo-ría de la estructuración. Para Pred, el lugar, el espacio, siempre repre-senta un producto de la interacción humana: toda transformación del espacio envuelve un cambio en la sociedad. La intersección de trayec-torias individuales y de proyectos institucionales en el espacio y el tiempo está apoyada (contextualizada) en la producción y reproducción de las estructuras de relaciones sociales.

  • RESEÑAS 473

    Para finalizar la compilación se presenta un artículo de Nigel Thrift sobre la posibilidad de conocimiento (cognoscibilidad) de la acción hu-mana como un componente fundamental en la construcción de una teo-ría de la acción social contextualizada.

    El esfuerzo conjunto consiste en relacionar la geografía humana y la teoría social en una disciplina que, a decir de Braudel, debería uti-lizar más la noción de espacio en una concepción cada vez más geográ-fica de la humanidad.

    A R T U R O A L V A R A D O M .