Reseña bibliográfica R.Inglehart

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MAGISTER EN CIENCIA POLÍTICA, INSTITUTO DE ASUNTOS PÚBLICOS, UNIVERSIDAD DE CHILE Diciembre, 2011 Curso: Ciencia Política II Profesor: Hernán Cuevas Alumno: Oscar Guerra G Reseña bibliográfica de Ronald Inglehart, El cambio cultural : Inglehart, R. (1998). Modernidad y posmodernización. El cambio cultural, económico y político en 43 sociedades. Madrid: Ed. Siglo XXI. (Cap. 1,2, 3 y 11) Inglehart, R. (2005). Modernización y cambio cultural: la persistencia de los valores tradicionales. Cuadernos del Mediterráneo N°5 , 21-32

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Arpoximación y resumen bibliográfico sobre la teoría de la modernización, según la versión actualizada de R. Inglehart. (Valores y sociedad).

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MAGISTER EN CIENCIA POLÍTICA, INSTITUTO DE ASUNTOS PÚBLICOS, UNIVERSIDAD DE CHILE

Diciembre, 2011 Curso: Ciencia Política II Profesor: Hernán Cuevas Alumno: Oscar Guerra G

Reseña bibliográfica de Ronald Inglehart, “El cambio cultural”:

Inglehart, R. (1998). Modernidad y posmodernización. El cambio cultural, económico y político en 43

sociedades. Madrid: Ed. Siglo XXI. (Cap. 1,2, 3 y 11)

Inglehart, R. (2005). Modernización y cambio cultural: la persistencia de los valores tradicionales. Cuadernos

del Mediterráneo N°5 , 21-32

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La cultura política como paradigma de investigación de la Ciencia Política no es de reciente data, su estudio no se remite solamente al trabajo inicial de Almond y Verba, sino que a la actualización y renovación que ha alcanzado por medio de la obra de politólogos como Ronald Inglehart de la Universidad de Michigan.

Inglehart abre su trabajo investigativo con su obra denominada “La revolución silenciosa” (1977) dando los primeros esbozos del cambio intergeneracional en el mundo, sin embargo, será con su obra “Modernismo y Posmodernización: Cambio cultural, económico y político” (1997)i , de la cual versa esta reseña, pues es comprensible afirmar que es con esta obra que el autor conformará un marco teórico que le permitirá ser reconocido como un aporte fundamental a la ciencia política contemporánea. En esta obra, no sólo profundiza su estudio a partir del cambio en las sociedades de valores materiales a pos-materiales, sino que es capaz de conformar un respaldo estadístico significativo, al realizar un estudio comparado de 43 sociedades del mundo (70% de la población mundial), constituyendo una base de datos conocida como “Encuesta Mundial de Valores” (WVS).

Si bien, su obra será ampliada con su último trabajo titulado: “Modernización, cambio cultural y Democracia” (2004), esta será una continuación de su obra anterior que le permitirá profundizar en el estudio de la cultura política, a partir del cambio de valores materialistas/posmaterialistas que afectan a la población de las distintas sociedades, por medio de actitudes culturales duraderas que tendrían consecuencias políticas y económicas importantes

Para entrar de lleno en la obra, debemos constatar que el primer obstáculo que enfrenta Inglehart, es lograr otorgar a su estudio un marco teórico actualizado a partir de la Teoría de la Modernización. Para ello, autores como K. Marx, M. Weber y D. Bell entregan una matriz común, al afirmar que bajo determinados procesos de cambio, es muy probable que aparezcan determinadas características predecibles en el rumbo que asumen las sociedades. Sin embargo, el elemento común en los teóricos de la Modernización es la generación de un cambio de tipo lineal, sea a partir de un determinismo económico (K. Marx), cultural (M. Weber) o hincapié en la estructura de la fuerza de trabajo (D. Bell). Inglehart comulga con sus predecesores en cuanto a que el desarrollo económico, el cambio cultural y el cambio político en las sociedades están vinculados y siguen pautas coherentes, sin embargo difiere y entrega una actualización teórica, considerando que:

a) El cambio no es lineal, lo cual queda demostrado al estudiar el posmodernismo, el

cual escapa al funcionalismo estandarizado, el entusiasmo por la ciencia y el crecimiento económico propio de la sociedad industrial.

b) Las versiones anteriores serían deterministas, por tanto simplificadoras en exceso. Desligándose del determinismo económico y cultural, generando miradas comprensivas a procesos simultáneos y complejos que carecen de caminos únicos de cambio.

c) Rechazo a la perspectiva etnocéntrica, siendo un error equiparar la modernización a

la “occidentalización”. Si bien, existen trayectorias predecibles en relación a ciertos cambios, la modernización no implica una reproducción del mundo occidental.

d) La democracia no es inherente a la fase de modernización, sino al parecer a la

posmodernización. Esta relación inherente se encuentra relacionada con la ausencia e incredulidad ante todas las metanarrativas, propias de la modernización, generándose nuevos requerimientos por parte del individuo.

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Inglehart en su obra, avanza en la construcción teórica a partir de una definición de cultura en la cual, esta se entiende como el aspecto subjetivo de las instituciones de una sociedad, o sea: las creencias, los valores, el conocimiento, las distintas habilidades que han interiorizado las personas de una sociedad dada, que complementan sus sistemas externos de coerción e intercambio (Inglehart, Modernidad y posmodernización, 1998, pág. 18). De esta manera, se justifica el que sea la cultura la que vuelva eficaz y legitime a los sistemas políticos y económicos, siendo en esta donde subyacen los valores que determinan las prioridades sociales.

El estudio comparado entonces, vendría a demostrar el surgimiento de nuevos valores que dicen relación a los niveles de desarrollo que alcanzan las sociedades. Así se estaría dando un cambio intergeneracional según cohortes de edad, en las prioridades valorativas de las distintas sociedades, oscilando entre materialistas y posmaterialistas, esta ultima característica en las sociedades industriales avanzadas. Cabe destacar, que si bien estas sociedades no son mayoritarias, estarían marcando tendencia a nivel mundial. Así el cambio se estaría dando hacia dos aspectos fundamentales como lo serían: a) El cambio de valores materialistas que ponen énfasis en la seguridad física y económica, hacia a los posmaterialistas que ponen hincapié en la autoexpresión individual y la calidad de vida; b) El agotamiento de la estructura institucional, traducidas en las organizaciones burocráticas jerárquicas que habría creado la sociedad moderna.

En el Capítulo II titulado: “El cambio en el nivel individual y el cambio en el nivel societal” el autor complementa su denominada “teoría del cambio intergeneracional”, la cual yace en el desarrollo de dos hipótesis, como lo serían la de la escasez, en donde las prioridades del individuo reflejan el entorno socioeconómico en el cual se está inmerso. En la segunda hipótesis denominada de la socialización, se daría la relación entre el entorno socioeconómico y las prioridades valorativas que se ajustan generacionalmente en las sociedades. En ambas hipótesis se introduce como elemento fundamental, la subjetividad de la persona y la seguridad que esta experimenta a nivel de garantizar o no su supervivencia y sus necesidades, lo que implicaría que el cambio de prioridades se relaciona a las experiencias vividas de sensaciones de seguridad o riesgo, moldeando el progresivamente el orden moral. Este último para Inglehart es fundamental, pues todo sistema sociopolítico que perdura en el tiempo se basa en un orden moral subyacente, así que todo aquel que desee mantenerse en el poder intentará legitimarse y por tanto ajustarse a las normas culturales establecidas.

Los niveles de seguridad existencial y el surgimiento de los valores posmodernos, generarían nuevas prioridades sociales a nivel cultural, de esta manera los sujetos según el nivel de desarrollo alcanzado por las sociedades, se enfrentan a dos escenarios, en el primero se percibe mayor inseguridad (menos desarrollo), por tanto, podríamos esperar que a nivel político se requiera de grandes líderes para conciliar un orden social; a nivel económico existiría una prioridad al crecimiento, motivación del logro y división clara entre propiedad privada y pública; a nivel de normas familiares y sexuales una tendencia a maximizar la reproducción (familia heterosexual biparental). En su adverso, encontramos escenarios en donde se percibe mayor seguridad (mayor desarrollo), en donde a nivel político se concede menor importancia a la autoridad política, poniendo énfasis en la autoexpresión y mayor participación; a nivel económico ya no se pone hincapié en el crecimiento económico, sino en el bienestar subjetivo y la calidad de vida percibido, existiendo una menor diferenciación entre la propiedad privada y pública; en cuanto a las normas familiares y sexuales, nos encontraríamos con una mayor gratificación sexual individual, ligada a la autoexpresión. En ambas sociedad el autor introduce un elemento relevante, que tiene directa relación con los “valores”. Este sería la religión la cual aparece re-significada al otorgar sentido o propósito a la vida individual y colectiva. Con esta concreción teórica, el autor consolida en su obra una diferenciación al binomio tradicional-moderno de la clásica teoría de la modernización,

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quebrando el orden lineal, por medio de la tendencia de cambio de valores dados en la posmodernización. Es así, como la transición de la modernización/posmodernización ha seguido una trayectoria que tiende a reemplazar la maximización del crecimiento económico por la maximización de la calidad de vida que perciben y tienen los sujetos.

Tanto en su Cap. II y III Inglehart consolida y amplia su distribución de correlaciones entre

valores y prioridades de las sociedades, generando tres tipos de sociedades según perfiles. La primera sería la “tradicional” en donde la meta central es la supervivencia, en condiciones de economía estacionaria, siendo la movilidad social un juego de suma-cero. La segunda que sería la “sociedad moderna” o proceso de modernización en donde la meta es la maximización del crecimiento económico, sin medición de costes sociales, ambientales ni de calidad de vida, hasta el tercer estadio en donde la “sociedad posmoderna”, pone prioridad en la maximización del crecimiento económico en vías del bienestar subjetivo que implicaría la aplicación de la teoría del cambio cultural. Así, sociedades con niveles altos de desarrollo económico, tienen niveles relativamente altos de satisfacción objetiva de sus necesidades, también experimentan niveles altos de seguridad y bienestar subjetivos, lo que provocaría un cambio intergeneracional, en donde el aumento de beneficios económicos si bien no aseguran altos niveles de bienestar subjetivos, si promueven un curso de desarrollo social distinto al de la modernización. De esta forma se busca generar mapas de zonas culturales en donde no sólo se busca develar las relaciones de preeminencia de valores tradicionales v/s racionales-seculares, sino también los estados de modernidad/posmodernización que alcanzan las áreas estudiadas. Un ejemplo de ello, serían las generaciones europeas post II Guerra Mundial las cuales al estar lejos de la zona de supervivencia, se acercan a nuevas y distintas prioridades ya no materiales como si la tenían sus padres.

Las conclusiones generadas en el capítulo final (11) “Trayectorias del cambio social” serán

ampliadas con las plateadas en sus estudios posteriores por medio de “Modernización y cambio cultural: la persistencia de los valores tradicionales”. Así las proyecciones reafirman el trabajo realizado a nivel estadístico y teórico por el autor, por medio de 40 variables, que buscan reafirmar el giro materialistas/posmaterialistas, moderno/posmoderno que define a un cambio intergeneracional duradero, generador de nuevos objetivos sociales diferentes a los que se darían desde la Revolución Industrial, sin embargo, el autor es claro en indicar que este giro no es universal, pues refleja el grado en que unas cohortes han podido experimentar seguridad o inseguridad existencial durante años. La actualización de la obra del politólogo norteamericano no sólo amplía el alcance la Encuesta Mundial de Valores sino que profundiza elementos que reafirman la particularidad del cambio. Es así como al ampliar su estudio a países del mundo musulmán, se devela que estos países (con un crecimiento de la vigencia de la religión), aceptan el mundo democrático de forma rotunda, sin embargo, rechazan muchos elementos del mundo Occidental, sin que esto implique la eliminación de factores tradicionales, como lo sería la religión. Inglehart en la actualización de su estudio reafirma y otorga importancia al rol de la religión, derrumbando aquel continuum secular-racional, frente a un escenario que ni Marx, ni Weber consideraron posible, o sea un mundo con altos porcentajes de seguridad existencial, con desafíos que bloquean la “linealidad” del cambio tradición-moderno.

Para finalizar, en la obra de Inglehart es plausible comprender que el desarrollo económico hace descender el índice de natalidad, es en tanto que aporta ciertos cambios culturales, cambios en las expectativas de las personas con respecto a sus vidas, en su forma de ver el mundo . (Inglehart, Modernización y cambio cultural: la persistencia de los valores tradicionales, 2005, pág. 23). Los

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mayores niveles de desarrollo conllevan mayores cambios sistemáticos en los valores de las sociedades, representado en demandas posmaterialistas, siendo este al parecer un signo inequívoco de la existencia del síndrome de auto-expresión los cuales serían: formas de acción cívica de masas que desafían a la elite existente y conllevan una secularización de la autoridad, cambios en los modelos familiares y las normas sexuales enfatizando en la libertad, la tolerancia y experimentación, la igualdad de género, el sentimiento de satisfacción traducido en índices de felicidad (Diez), en definitiva la autonomía individual. En el mundo no se estaría conformando una cultura basada en valores egocéntricos, ni individualistas, como suele pensarse, sino que el cambio sería hacia una cultura humanista, en tanto el centro es la persona, su autonomía y la de los otros, propiciando movimientos a favor de los derechos de grupos minoritarios (tolerancia) y problemas globales, por tanto conformando un sistema de valores que se correspondería con una cultura democrática.

Bibliografía

Diez, J. (s.f.). www.jdsurvey.net. Recuperado el 11 de 12 de 2011, de

http://www.jdsurvey.net/jds/jdsurveyActualidad.jsp?Idioma=E&SeccionTexto=0404&NOID=103

Inglehart, R. (2006). Cultura política y democracia estable. Revista española de investigaciones sociológicas ,

45-65.

Inglehart, R. (1998). Modernidad y posmodernización. El cambio cultural, económico y político en 43

sociedades. Madrid: Ed. Siglo XXI.

Inglehart, R. (2005). Modernización y cambio cultural: la persistencia de los valores tradicionales. Cuadernos

del Mediterráneo N°5 , 21-32.

WVS. (s.f.). http://www.worldvaluessurvey.org/. Obtenido de http://www.worldvaluessurvey.org/:

http://www.worldvaluessurvey.org/

i La cual contará con una traducción al español al año siguiente de su publicación en inglés, o sea 1998.