Reseña Del Libro de Cattaruzza

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Historia argentina

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    Gardinetti, Juan Paulo, Cuadernos de H Ideas, vol. 5, n 5, diciembre 2011. ISSN 2313-9048http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/index

    Universidad Nacional de La Plata Facultad de Periodismo y Comunicacin Social.Laboratorio de Estudios en Comunicacin, Poltica y Sociedad.

    Resea del libro de Alejandro Cattaruzza Historia de la Argentina1916-1955, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009 (264 pginas).

    Juan Paulo GardinettiFacultad de Ciencias Jurdicas y Sociales, Universidad Nacional de La Plata; Facultad de CienciasJurdicas y Sociales, Universidad de Buenos Aires, [email protected]

    1.-En los ltimos lustros se viene evidenciando en la Argentina una produccin y

    puesta en circulacin de textos historiogrficos de un modo que podramos calificar dealuvional. En dicha produccin bibliogrfica se encuentran, simplificando de manera tal vezalgo injusta, bsicamente dos tipos de textos. Uno, que podramos pensar dirigido a unpblico no especializado, masivo, conformado por obras con un afn de divulgacinhistoriogrfica, con la utilizacin de un lenguaje que supera por poco los estndares delhabla comn, a veces utilizando sus mismos giros e impreciso vocabulario. Se trata, porlo general, de textos generados por autores sin formacin cientfica ni universitaria salvoexcepciones- y, en todos los casos, despreocupados de o, incluso, hostilizando a- loscrculos acadmicos en sus diversas variantes. Sus producciones suelen ser acompaadasde ediciones cuantitativamente importantes y, al contar con una buena aceptacin por partede un pblico vido de consumir ese tipo de productos, logran transformarse en xitos delmercado editorial.(1)

    Por otro lado, tenemos un tipo de textos historiogrficos producidos porprofesionales universitarios de la ciencia histrica, cuyo comn denominador suele serla utilizacin de un lenguaje excesivamente tcnico, que lo termina transformando en pocomenos que crptico, el evidente propsito de generar textos dirigidos a un crculo deespecialistas (una especie de escritura de consumo solo inter pares) y, como necesaria yquerida consecuencia, la abjuracin de un pblico lector como ms amplio destinatario.(2)Este segundo grupo de autores, con su nota caracterstica relativa al uso abusivo de unlenguaje tcnico y cerrado, incomprensible para el profano y an para quienes abordan elfenmeno histrico desde otros ngulos y otras perspectivas.2.-

    Debemos, en cambio, al profesor Alejandro Cattaruzza (docente en la Universidad

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    Nacional de Rosario y en la de Buenos Aires e investigador del CONICET) un texto claro, conun lenguaje sencillo y comprensible, pero que denota rigor y profundidad, lo que evidenciano slo en la tarea de bsqueda, seleccin y crtica de los numerosos documentosanalizados y la bibliografa utilizada sino, sobre todo, en la interpretacin (y su posteriorescritura) de uno de los perodos ms complejos de la historia de nuestro pas. El propioautor ha confesado ser se uno de sus objetivos principales: coincidimos en la idea deque los historiadores deben hacer or su voz ms all de los claustros y de los pblicosespecializados, y es sta una oportunidad para intentarlo. La lectura, adems, se enriquececon la incorporacin, intercalados en el texto principal, de extractos de documentos (cartas,manifiestos, artculos, etctera) con breves reseas y comentarios de los mismos,facilitando, asimismo, una visin ms completa del tpico tratado.3.-

    Se trata la obra, esencialmente, de una historia poltica, social y cultural de la Argentinadel perodo que va desde el acceso del radicalismo al poder hasta la cada de Pern con elgolpe de estado de septiembre de 1955, si bien contiene un primer captulo a guisa deintroduccin (dedicado a la etapa 1880-1916), donde se analiza la crisis de la llamadarepblica conservadora y su salida poltico- institucional a travs de la ley Senz Pea.

    El texto se va estructurando en base a tres segmentos diferenciados, pero a su vezestrechamente interrelacionados: la historia poltica propiamente dicha, con ladescripcin y el anlisis de las reglas de juego en la faz interna de cada partido o faccin ylas normas que regan la lucha y la dinmica institucional; el desenvolvimiento de las fuerzassociales que actuaron en cada uno de los sub-perodos analizados (1916-1930; 1930-1943 y1943-1955); y la presencia y actuacin de los elementos intelectuales y su incidencia en elmundo de la cultura y de la poltica (en relacin a este ltimo aspecto, el autor lo sintetizaen la frmula de la dimensin cultural de la lucha poltica). Esta forma de encarar eltrabajo en divisin tripartita, puede reconocerse tributaria de aqulla utilizada en la famosacoleccin dirigida por Tulio Halperin Donghi de la editorial Paids, aparecida por primera vezen 1972 y con una ms o menos reciente reedicin, slo que aqul repertorio divida lassecciones segn los aspectos polticos, sociales y econmicos del perodo tratado,mientras que el texto de Cattaruzza otorga especial inters, como ya dijimos, al espacio delos intelectuales y su gravitacin en el mundo de la cultura y la poltica.

    Justamente, el captulo 3 La cultura y la poltica, en relacin al primer sub-perodo, contiene dos temas centrales: La Reforma Universitaria y sus vicisitudes, y laformacin de los crculos intelectuales y artsticos en la Buenos Aires de los aos 20.Respecto de este tema, se analiza la clebre dicotoma Boedo-Florida y, sobre todo, laaparicin del fenmeno de revistas de crtica y divulgacin (literaria principalmente) unida a laexpresin de inquietudes polticas; estas revistas, verdaderas naves insignia de cada crculointelectual, entre las que se destacaban Martn Fierro, Claridad, Inicial, por nombrar slo

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    algunas de las ms famosas, donde colaboraban y escriban artculos, reseas ycomentarios Ral Scalabrini Ortiz, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Lenidas Barletta,posiblemente hayan graficado uno de los momentos de mayor brillo de la actividad intelectualargentina.

    Tambin se analiza all la aparicin de nuevos productos culturales para un pblicoms masivo, consecuencia de un ensanchamiento de las franjas que llegaron a contar coneducacin formal y la incorporacin de la habilidad lectora. En este orden de ideas, especialatencin ha merecido por parte del autor, el anlisis de la labor desplegada por la editorialClaridad, vinculada al socialismo, responsable de la edicin de la revista cultural y polticahomnima y de la generacin de un circuito de distribucin de productos grficos queabarcaba no slo ciudades argentinas sino que logr extenderse a otros paseslatinoamericanos como Per.

    El captulo 4, Las transformaciones sociales, tambin en relacin al sub-perodo1916-1930, se ocupa principalmente de los movimientos y variables verificados en el mundodel trabajo de la Argentina de la primera postguerra, prestando especial atencin a los datosque marcaron la concreta situacin obrera en tpicos fundamentales como, v. gr., el salarioreal. Otras cuestiones relacionadas, tales como la urbanizacin cada vez ms acentuada,sobre todo en las regiones litoral y pampeana, han recibido tambin atencin por parte delautor.

    Un detenido tratamiento han merecido, asimismo, los agudos conflictos generadospor las nuevas demandas de obreros y peones que chocaban con las arraigadas prcticasabusivas del capitalismo agrario e industrial; esos conflictos, particularmente graves entre1919 y 1922 con los episodios de la Semana Trgica en Buenos Aires, los de La Forestal enla zona chaquea, y los protagonizados por los peones rurales de los establecimientoslanares de la Patagonia, fueron verdaderas pruebas de fuego para la administracinyrigoyenista, la que, ambigua y vacilante, termin dando lugar a una exacerbadarepresin por parte de las fuerzas policiales, armadas (como la entrada del ejrcito enBuenos Aires en 1919, a cargo del general Dellepiane, y la accin desplegada por elteniente coronel Varela en Santa Cruz en 1921-1922), y an parapoliciales auspiciadaspor los sectores patronales, como la Liga Patritica. Cabe recordar que entre los sucesos deenero de 1919 en Buenos Aires y los que tuvieron lugar en la Patagonia, los muertos fueronsegn algunos clculos- ms de tres mil.

    Otra vez desarrollado en el plano estrictamente poltico, el captulo 5, La disputapoltica, de un golpe a otro, abarca como su ttulo indica- el perodo comprendido entre elgolpe uriburista y la deposicin del conservador Ramn Santiago Castillo en junio de 1943.Pasa revista al tramo inmediatamente posterior al golpe del 6 de septiembre y lasvicisitudes de la dictadura implantada por Uriburu, con sus fallidos clculos, sobre todo enrelacin con el resurgimiento del podero electoral del radicalismo demostrado en la jornada

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    del 5 de abril de 1931 cuando se alz con la victoria de las elecciones para gobernador de laprovincia de Buenos Aires. La ya clsica explicacin de las diferencias ideolgicas y tcticasentre el grupo (autorreferido) nacionalista-corporativista encabezado por el propio Uriburu y elgrupo liberal-conservador referenciado en Justo tambin es parte del anlisis.

    Por fin, el juego de la poltica en su esfera institucional (la competencia de lasdistintas fuerzas por alcanzar los espacios del poder pblico) y en su esfera interna (eldebate generado en el radicalismo acerca de la mantencin o no de su tcticaabstencionista, levantada finalmente en 1935) han ocupado la atencin del autor. Es esta,desde una ptica personal, uno de los tramos ms logrados de la obra y que mayor intersha de despertar en el lector seguramente, pues alcanza a explicar con solvencia y claridad laencerrona en la que se vio envuelta la fuerza liderada por Alvear en torno a la participacinen aqul juego poltico-institucional: la no concurrencia a los comicios dejaba prcticamenteen manos del conglomerado conservador la casi totalidad de los resortes del poder estatal,salvo claro est- cierto sector minoritario en el Congreso, pues resultaba claro que laoposicin demoprogresista-socialista (unin que llev como candidatos a Lisandro de laTorre y a Nicols Repetto en 1931, bajo el rtulo de Alianza Civil) no era eficaz comooponente a la futura Concordancia justista; por otro lado, el levantamiento de la abstencinsignificaba un encuadramiento dentro de un campo donde la liza electoral apareca amaadapor un fraude que, llegado el caso, sera masivo y ostensible, como ocurri no pocas vecesen distritos como el bonaerense de Manuel Fresco. Como decamos ms arriba, este debateen torno al mantenimiento o no de la abstencin y el aliento a las conspiracionesrevolucionarias llevadas adelante por elementos militares afines al radicalismo provoc, asu vez, alineamientos y una dura confrontacin dentro del propio partido radical, donde harasu aparicin ese formidable conjunto intelectual que fue F.O.R.J.A., cuyo puntual desarrollose expone en el captulo subsiguiente.

    Para concluir el captulo, se analizan las tensiones presentes en el gobiernoencabezado por Roberto M. Ortiz, pero condicionado por el ala conservadora delvicepresidente Castillo y an por el antecesor de aqul en el cargo, Agustn P. Justo, enrelacin al fracasado intento de apertura y sinceramiento democrtico llevado adelante por elpresidente y que tenda a restablecer la limpieza en un juego poltico viciado por el fraudeelectoral.

    El siguiente captulo, el nmero 6, Actividades intelectuales, acciones polticas,comienza rechazando el extendido lugar comn que ha considerado a la dcada de 1930como una poca opaca desde el punto de vista de la produccin intelectual. Como elttulo lo adelanta, esta parte trata sobre el intenso reflujo e influencias verificadas en laesfera poltica por intelectuales que comenzaron (o acentuaron) su actividad en tal sentido,dentro de las filas partidarias, sobre todo en el caso de los vinculados al radicalismo(Jauretche, Del Mazo, Barcos), al socialismo (Gonzlez) o al comunismo (Ponce, un joven

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    Rodolfo Puiggrs, Astesano), amn de los pensadores, escritores o artistas relacionados conlos sectores nacionalistas y catlicos. Tambin, al igual que en la seccin anterior dedicadaal mundo de los intelectuales y sus proyecciones, se estudia tal vez ms someramente- elfenmeno de las revistas y publicaciones, con un tinte ms marcadamente poltico.

    Se destaca, en el amplio espectro de los intelectuales cuyo vnculo con la poltica sevolvi inescindible, el caso de Ral Scalabrini Ortiz, quien se transformara en el verdaderomotor forjista, a pesar de no provenir de la propia tradicin radical; asimismo, el de ScalabriniOrtiz es notable por cuando se verifica en l el pasaje del intelectual relacionado con lasvanguardias y vinculado a emprendimientos donde revistaba parte de la nueva elite literaria(como la ya mencionada revista Martn Fierro en los aos 20), a priori sin mayorespreocupaciones sociales ni polticas profundas, a un militante, ya entrados los aos 30,del antiimperialismo britnico, obsesin que ocup la segunda parte de su carreraintelectual. Apuntemos aqu que nuestro autor, en su continuo trabajo investigativo sobre lasrelaciones entre el mundo de la cultura y el de la poltica, ha mostrado un particular intersen la figura del autor de El hombre que est solo y espera, lo que lo llev a escribir unprlogo a una nueva edicin de dicha obra, aparecida hace unos aos.(3)

    Tambin resulta un punto de inters el anlisis desarrollado por Cattaruzza en relacina las coincidencias y confrontaciones que tuvieron lugar en ese perodo en torno a labsqueda y definicin de la verdadera y autntica nacionalidad, que finalmente seaposent en la figura del gaucho y la revalorizacin de la tradicin del interior rural denuestro pas, en lo que claramente interpreta como un retroceso uno ms entre varios- de laotrora hegemona cultural y poltica liberal.

    En relacin al captulo 7, Cambios y continuidades en la sociedad, relativo, al igualque el anterior, a la etapa 1930-1943, dos son los temas que resaltan: uno tiene que ver conlas transformaciones operadas en un segmento importante de la economa y la produccinargentinas en orden a un crecimiento de la industria (sobre todo de la liviana) y lasconsecuencias demogrficas, en particular, y sociales, en general, que tal innovacin trajoaparejadas; el otro tema desarrollado con cierto detenimiento tiene que ver con las distintasmanifestaciones en el campo del activismo obrero en sus relaciones con el Estado, elsector patronal, los partidos polticos y an entre las diferentes fuerzas de representacinobrera entre s a partir de sus condicionantes ideolgicos y organizativos.

    La cuarta parte, comprensiva de los captulos 8, 9 y 10, est referida a laexperiencia peronista, comenzando por la sub-etapa 1943-1946, que podramos definir comopre-peronista o de ascensin del nuevo lder, en ese trnsito de conspirador del GOU aarquitecto de una nueva estructura de poder basada en la relacin con los sindicatos y,posteriormente, con diversos grupos que iban desde nacionalistas catlicos hasta disidentesradicales, con los que conform su heterogneo frente que sostuvo su propia candidatura,frente a otro ms an- heterogneo conglomerado en el que, sin embargo, poda notarse el

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    talante liberal.Las dos primeras presidencias de Pern son consideradas tanto en sus aristas

    polticas, cuando en las econmico-sociales. El autor ha prestado particular atencin a laaparicin de este nuevo actor en el juego poltico argentino: las masas, volcadas enmayoras incontrastables al novel movimiento. Tal vez el dato ms obvio pero no porello menos significativo- fue el desplazamiento del radicalismo, prcticamente imbatibleen elecciones limpias desde su debut nacional en 1916, como fuerza receptora de lasmayoras populares, y la aparicin del peronismo como el nuevo portador de esas mayoras,con el aditamento de una liturgia tambin de masas. Por ltimo, tambin merecen un lugardestacado las transformaciones operadas en el mbito social, con las sustanciales mejoras(crecimiento de salarios reales, ndices nunca superados ni siquiera igualados- departicipacin de los trabajadores en la riqueza nacional, etctera) que trajo aparejado elnuevo gobierno. Los conflictos polticos y sociales generados, sobre todo lo que tuvieronlugar en la segunda presidencia y, dentro de ellos- el originado con la Iglesia son igualmenteobjeto de estudio en esta parte.

    Por ltimo cabe mencionar el tercer eje referido a este perodo, es decir lasrelaciones trabadas entre el mundo intelectual y el poltico en la Argentina peronista. Se hacehincapi, en este sentido, en la heterogeneidad del grupo intelectual que apoy al nuevogobierno y los enfrentamientos que tuvieron lugar entre aqul y los escritores y artistas quese colocaron en una posicin hostil al mismo. Aqu la nota caracterstica estuvo dadapor la intensidad de dicho enfrentamiento, con una novedosa lnea divisoria marcada demanera absoluta. Ello era, con toda seguridad, el correlato de la divisin profunda que seexperimentaba en las dimensiones poltica y social y que continu (y an se atiz) despusdel golpe de septiembre de 1955. Sobre el mismo final de la obra se efecta unainteresante disquisicin acerca de las construcciones imaginarias del universo peronista y desu adversario, edificaciones no desprovistas, por cierto, de contradicciones, algunas de lascuales como no poda ser de otra manera- se manifestaban en el campo de la historiografa.4.-

    Como puede observarse de una mirada a la produccin cientfica del profesorCattaruzza, se trata de uno de los historiadores ms solventes de la actualidad, y no seraaventurado decir que estemos, tal vez, frente a uno de los mayores especialistas en temasrelacionados con la historia cultural y de los intelectuales en la Argentina, sobre todo en laprimera mitad del siglo XX. Lleva escritos hasta el momento varios libros y decenas deartculos en revistas especializadas y de divulgacin, tanto nacionales como extranjeras. Haefectuado, con el libro cuya modesta resea hemos intentado en estos prrafos, un buenaporte al conocimiento de la historia argentina y ha demostrado, sobre todo, que larigurosidad cientfica, el anlisis agudo y la exposicin clara y comprensible pueden volver acaminar de la mano.

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    Notas(1) Acerca de las caractersticas de este verdadero fenmeno editorial, vase Rodrguez, Martha,

    Los relatos exitosos sobre el pasado y su controversia. Ensayistas, historiadores y granpblico, 2001-2006, en Fernando J. Devoto (dir.), Historiadores, ensayistas y gran pblico.La historiografa argentina en los ltimos veinte aos (1990-2010), Buenos Aires, Biblos,2010, pp. 117-137, especialmente, p. 119. Las crticas recibidas por los autores de eseprimer grupo fueron, en algunos casos, contundentes (v. las manifestadas por Luis AlbertoRomero, en el citado trabajo de Rodrguez, p. 131 y las notas al pie de pgina 32, 33 y 34, ylas expresadas por Hilda Sbato, en p. 132).

    (2) Esta parece haber sido la respuesta ensayada, a modo de rplica, por algn autor delprimer grupo (v. Rodrguez, trabajo citado, p. 134).

    (3) Scalabrini Ortiz, Ral. El hombre que est solo y espera (con prlogo de Manuel AlejandroCattaruzza y Fernando D. Rodrguez), Buenos Aires, Biblos, 2005.

    Recibida: el 12 de noviembre de 2011Aprobada: el 17 de noviembre de 2011