Revista 2014

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Revista de Ntro. Padre Jesús de La Caída y María Stma. del Rosario en sus Misterios Dolorosos - Núm. 14 - Semana Santa 2014

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Revista de la Hermandad de la Caída. Cuaresma 2014.

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Revista de Ntro. Padre Jesús de La Caída y María Stma. del Rosario en sus Misterios Dolorosos - Núm. 14 - Semana Santa 2014

Consejo de redacción:Alberto Pastor Irles

Fotografías:Víctor Soler CasanovaMoises Martínez DolónJoan FernándezFernando Huedo Díaz

Ilustraciones:Antonio Ródenas

MaquetaciónAlberto Pastor Irles

Junta de Gobierno:Tomás Ruiz Godoy, hermano mayorRamón José Requena Martínez, teniente de hermano mayor y secretarioFrancisco Latorre Lozano, mayordomoVicente Miguélez, consiliario

Vocales:Ana Isabel Ruiz CartagenaPablo Latorre LozanoMaría Molina AsencioFrancisco Ruiz CartagenaAsunción Nicolás Sempere

Imprime: Segarra Sánchez S.L.

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Queridos hermanos cofrades, estimados lectores:

Es tiempo de Cuaresma, tiempo de meditación y espera, de re-cogimiento, tiempo de análisis, arrepentimiento y conversión que nos prepara para la gran fiesta de la Pascua, tiempo para re-forzar nuestra Fe. Y es, precisamente, en este momento exacto del año, cuando quiero aprovechar estas líneas para invitaros a reflexionar sobre el tiempo.

Con frecuencia, a lo largo de nuestra existencia, no somos real-mente conscientes del paso del tiempo, a salvo de momentos puntuales en los que, por circunstancias de la vida, una mirada atrás nos permite apreciar, aunque de forma difusa, su inexora-ble avance. Es cierto que, por tanto, no existe una percepción directa e inmediata sobre el transcurrir del tiempo, si bien, y como mencioné con anterioridad, existen momentos en los que, casi sin querer, observamos la realidad en la que nos en-contramos de forma retrospectiva.

Sin miedo a errar, podemos afirmar que estamos en presencia de uno de esos momentos especiales, este no es un año cual-quiera, no es una Cuaresma cualquiera, no es una Semana San-

Saludo del Hermano Mayor

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ta cualquiera... La Hermandad celebra su 150 Aniversario. 150 años de historia en los que, con la ayuda de Dios y verdadero sentimiento cristiano, miles de ilicitanos han pasado por nuestra Cofradía, trabajando por ella, sacrifi-cando parte de sus vidas por engrandecerla, permitiendo, con su desinteresada ayuda e implicación, hacer realidad el sueño que hoy representamos. ¡Gracias, de corazón, a todos ellos!

Y a los que están y a los que, a buen seguro, vendrán, ya sea como hermanos o simpatizantes, animaros a conti-nuar con ese espíritu de constante renovación, ilusión y esfuerzo que siempre nos ha caracterizado y que asegura el futuro de nuestra querida Hermandad.

Por ello, como Hermano Mayor, en este año tan especial, deseo felicitar a todos los miembros y simpatizantes de la Cofradía. Es tiempo de celebración, júbilo y orgullo. Este año, tenemos una cita con el tiempo, con la Historia. Este año, aún más si cabe, es el año de la Caída. Os invito a participar activamente en cuantas actividades desarrolla nuestra Hermandad, especialmente en nuestro Martes Santo, para que brille con más fuerza que nunca. ¡Felici-dades!

Que Nuestro Padre Caído y la Sra. del Rosario nos prote-jan en en todo momento.

Tomás Ruíz GodoyHermano Mayor

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Mi saludo personal de nuevo a todos los Cofrades y a la Jun-ta Directiva de la Ilustre Hermandad y Cofradía de la Caída de Nuestro Padre Jesús y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos. He sido invitado a ofreceros unas pala-bras y una reflexión en vuestro 150 Aniversario y me alegra poder Celebrar este momento histórico con vosotros.

Aunque desconozco los detalles más concretos sobre el naci-miento de vuestra Cofradía en 1864, entiendo que surgió den-tro del contexto que nacieron todas las Cofradías en la Iglesia, esto es como expresión de la fe de un grupo de cristianos que quisieron proclamar a Cristo, con su cruz, camino de su cruci-fixión, como Dios y Salvador nuestro.

Por este época la piedad popular se expresaba de manera viva a través de procesiones con imágenes representativas de la vida de Jesucristo. Las imágenes eran la forma religiosa de mostrar los contenidos de la fe. En un tiempo donde no todo

el mundo sabía leer y escribir, donde era muy difícil tener una Sagrada Biblia y poder conocer la vida de Jesucristo, las imá-genes religiosas mostraban al pueblo cristiano la esencia de la fe. Las imágenes representativas de la vida de Jesucristo, de su pasión, muerte y resurrección, así como las Procesiones reli-giosas eran la forma de expresar y celebrar la fe de un pueblo creyente. Junto a este sentido primero, las imágenes alusivas a Cristo y las procesiones de la Semana Santa tenían tam-bién un sentido Penitencial. Esto es, después de haber vivido un tiempo de conversión y penitencia por los pecados en el tiempo de la Cuaresma, se expresaba este sentido Penitencial acompañando a las imágenes y mostrando públicamente su fe y su deseo de conversión a Cristo.

Otra de las características de las Cofradías era que nacían den-tro de la Iglesia, en sus respectivas Parroquias por cristianos que practicaban la fe y se unían para honrar a Cristo y expresar su fe de esta manera. Tenían una gran conciencia de fraterni-

150 Años de Devoción

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dad cristiana. Como sabemos Cofradía viene de la unión de dos palabras latinas, (Del lat. cum, con; y frater, hermano) , que significa, unión fraterna de varios cristianos.

En el inicio de vuestra Cofradía, hubieron nombres propios, personas que la hicieron posible, y tienen su reconocimiento. Pero no se ha de olvidar, el sentido original de la Cofradía, que sigue siendo el mismo, manifestar a Cristo, y su obra de Salvación sobre el mundo y sobre nosotros. Hoy, como hace 150 años, el mundo necesita de Dios, necesita de Cristo, por-que no murió en la cruz por placer, ni por ser un malhechor, sino para dar su vida por nosotros, para vencer el mal que nos causamos con nuestros egoísmos, y para vencer el pecado que nos aleja de Dios y para vencer la muerte que nos aniquila. Como dice San Pablo, no se nos ha dado otro nombre sobre la tierra que pueda salvarnos, más que Cristo.

Vivimos momentos de crisis, con tensiones económicas fuer-tes, con anuncios de independencia de pueblos que pueden romper expectativas de progreso. Son momentos de ausencia de Dios, y a veces de incertidumbre. Pero sabemos que Dios nos ha dado, en la persona de Cristo, la respuesta a los proble-mas que vivimos, su enseñanza es sabiduría para vencer los conflictos, para vivir en paz, para buscar el bien común con todos los pueblos. Su vida, hasta darla en la cruz, nos muestra su entrega por nosotros y su victoria sobre los males. Sabemos que en la medida que vivamos desde las enseñanzas de Cristo, tendremos paz y esperanzas, pero en la medida que olvide-mos a Cristo, sobre el mundo surge la duda de que fuerzas nos guían, si es el bien común, o es el bien de los más fuertes, de los que tienen poder y se olvidan de los que tienen que sobre-vivir, o mal vivir.

Por ello, seguir proclamando a Cristo, 150 años después de vuestro inicio como Cofradía, en este mundo moderno, que se olvida de Dios, que se olvida de la vida entregada de Cris-to en la Cruz, es una necesidad y un reto. Es necesario seguir recordando la vida de Cristo como don de Dios, como res-puesta a las esperanzas humanas, como el que nos enseña a vivir de la forma más humana; y es algo imprescindible si no queremos perder el bien que hemos conseguido. En este 150 Aniversario, os animo a que sigáis proclamando a Cristo, con vuestra vida, con vuestras imágenes, con ese mo-mento dramático de su vida en el que va con la Cruz, como expresión de que da su vida por nosotros, pues no busca nin-gún éxito propio. Os animo a que continuéis proclamando la Buena Noticia de Jesús, muerto y resucitado, vencedor de todo mal y de la muerte, con la convicción de la Iglesia de Je-

sús, y unidos siempre a ella a través de la Parroquia, que es lugar concreto de la Iglesia de Cristo. La Parroquia concreta el cuerpo visible de la Iglesia de Cristo.

Podéis hacer mucho bien, si conseguís llevar a Cristo al cora-zón de los hombres y mujeres de hoy a través de vuestra Co-fradía. Podéis seguir colaborando con el plan de Dios sobre el mundo, si reconocéis la historia de vuestros 150 años, como historia de Dios con vosotros, que os ha hecho partícipes de su Salvación y podéis seguir mostrando al mundo, mostrando a la ciudad de Elche, el rostro de Cristo.

Y, cómo no, recordar y mostrar a María acompañando a Jesús, su hijo, en esos momentos de dolor, como la Madre del Hijo de Dios, y la Madre de los cristianos. Ella que puso su vida al servicio del Plan Salvador de Dios, es referencia en nuestra vida de cristianos y vosotros que la reconocéis así también en vuestra Cofradía. No dejaremos nunca de reconocer y procla-mar la grandeza de María, por su entrega a Dios, por poner su vida para servir de Jesús, acompañarle hasta la cruz, y conti-nuar con los discípulos uniéndolos para que llevaran a cabo la misión encomendada. Al recordarla los cristianos, no solo veneramos su memoria, sino que en ella vemos el modelo de nuestra fe, para que como ella colaboremos con el plan salva-dor de Dios hoy en el mundo, para que llevemos a los hom-bres y mujeres que nos rodean, a amar a Dios, y a vivir como ella siguiendo las enseñanzas de Cristo, su Hijo, unidos como los discípulos en su Iglesia, a la que María, cuida, protege, y anima como Madre de los que siguen a su hijo Jesús. Po-nemos también ante su man-to este 150 Aniversario para que ella os ayude a renovar vuestra fe como Cofradía centenaria, os ayude a ser cristianos más convencidos, si cabe, y transmitáis con vuestra vida y vuestra palabra la grandeza de María, Virgen y madre, y la grandeza de su Hijo Jesús.

Vicente Miguélez Miguélez Párroco de San José

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Pregón de la Ilustre Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de La Caída y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos

A cargo de D. Máximo Pertusa Guillén2 de marzo de 2013

Sr. Párroco, Sr. Presidente, cofrades de La Caída de Nuestro Padre Jesús y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, hermanos y amigos de la Parroquia de San José, muy buenas tardes.

Quiero comenzar mostrando mi agradecimiento al Sr. Pre-sidente y a la Junta de Gobierno por haber depositado su confianza en mi persona a la hora de pronunciar el pregón de nuestra Cofradía en el año 2013.

Es para mí un motivo de orgullo poder estar hoy aquí, ante vosotros, como pregonero de esta Cofradía en la que parti-

cipo desde mi niñez; siempre, año tras año, con la misma ilu-sión. Ilusión que me ha llevado a conocer nuestra Cofradía, primero como nazareno, cuando todavía era un niño; más tarde al sentirme atraído por el inconfundible sonido de “ese toque” majestuoso y personal, como miembro de la banda de tambores; y finalmente, en estos últimos años, como Cofrade.

Recuerdo todos estos años con cariño, el mismo cariño que he querido transmitir a mi familia y que ahora transmitiré a mi hijo. Todos ellos participan hoy, de manera ilusionada, en esta gran Cofradía, en esta gran familia que formamos todos juntos. Es por ello que considero de justicia dar gracias al Se-

La Maestà. Obra maestra del pintor italiano Duccio di Buoninsegna, realizada entre 1308 y 1311.

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La Maestà. Obra maestra del pintor italiano Duccio di Buoninsegna, realizada entre 1308 y 1311.

ñor por todas estas vivencias que guardo con tanto cariño y que, como el agua que empapa la tierra, han ido de uno u otro modo enriqueciendo y fecundando mi vida de fe.

Otro motivo por el que debemos alegrarnos y dar gracias a Dios es que esta tarde, al cruzar la puerta que da entrada a nuestra iglesia, hemos contemplado con satisfacción que nuestro Cristo ya no está solo. Junto a Él, podemos observar la nueva imagen de nuestra María Santísima del Rosario que, tras un año de ausencia, vuelve a estar donde ya nos hemos acostumbrado a verla, acompañando a su Hijo.

Como podéis admirar se trata de una preciosa imagen del ilus-tre imaginero Luis Álvarez Duarte, que desde el sábado 6 de octubre del año pasado forma ya parte de nuestra historia. Sin duda, es una gran noticia para la Cofradía y para todos noso-tros, poder este Martes Santo volver a verla en la calle, acom-pañando de nuevo a su Santo Hijo y compartir con Él el peso doloroso de su cruz.

Nuestro Santísimo Cristo de La Caída ha sido y es un refe-rente para muchísimos ilicitanos que nos hemos sentido iden-tificados con la compasión que desprende su rostro, entre el sufrimiento y la serenidad. Su mirada perdida bajo el peso de la cruz busca entre la soledad de la noche el amparo de su madre para mostrarnos el camino que juntos tenemos que recorrer.

Cuántos de nosotros no hemos pasado por momentos simila-res y hemos caído, hemos sentido cómo nos faltaban fuerzas para levantarnos y poder seguir. Pero, cuando pensamos en Él, su imagen nos hace sentir que podemos alzarnos y conti-nuar ese camino lleno de obstáculos que es la vida.

Nuestra Cofradía ha sido siempre un ejemplo de participa-ción y esfuerzo común. Es por ello que hoy, como pregonero, me atrevo a invitaros a participar en la estación penitencial de este año con la misma emoción con la que hemos venido ha-ciéndolo desde hace tantos años.

Al inicio de la primavera, la Semana Santa supone días de es-fuerzo, de ilusión, de ver cómo quedan plasmados los esfuer-zos de todo un año en una procesión en la que se funden so-nidos y aromas únicos. Pero también son días de devoción, de recogimiento, de penitencia; días para vivir y disfrutar de un modo profundo y auténtico la fe que, en el fondo, da sentido a nuestras procesiones.

Nazarenos, tambores, alets, costaleros, costaleras, camareras y cofrades, formamos parte de una gran cofradía que repre-

senta unos valores religiosos y humanos que se nos han trans-mitido de generación en generación y que nosotros, como ya insinuaba antes cuando aludía a mi hijo, tenemos igualmente el deber de transmitir.

El Santísimo Cristo de la Caída y nuestra Santísima Madre del Rosario están hoy aquí, junto a nosotros, esperando a que lle-gue el Martes Santo para que compartamos con ellos su dolor y su esperanza.

Hoy más que nunca es momento de esperanza porque nues-tro Cristo vuelve a estar con su Madre, con nuestra Madre; y esto es un motivo de alegría para todos los que sentimos esta pasión y este amor por ellos.

Antes de concluir este pregón, no quiero olvidarme de todas aquellas personas que durante los 149 años de historia de nuestra cofradía han participado y contribuido con nosotros, aportándonos lo mejor de sí mismos con todo su cariño.

Gracias a todos ellos; y a vosotros anunciaros con gozo que nuestra cofradía celebrará el próximo año su 150 aniversario. Será un momento especial que prepararemos y viviremos con mucha ilusión, pero antes dispongámonos a vivir con inten-sidad esta Semana Santa en la que nuestra madre volverá a acompañar a su hijo. Muchas gracias.

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Elche 1864

“Elche se encuentra a dos leguas del mar; aquí se desconoce el invierno; la villa es floreciente. Hay una posada decente; la ciudad está dividida por un barranco. La vista aquí es extremadamente oriental: las rojizas casas morunas, con techumbres planas y pocas ventadas, se alzan una sobre la otra. A la izquierda se encuentra el Alcázar, actualmente prisión, pero por doquier alrededor ondea la palmera, llena de gracia. La mejor iglesia es la de Santa María; su fábrica es excelente, y el pórtico bueno”.

Richard Ford, viajero e hispanista (1845)

Cuando se funda la Cofradía de la Caída de Jesús, la Villa de Elche rondaba las 20.000 almas. El Raval de San Juan acogía la mano de obra agrícola. El centro de la ciudad se

había desplazado extramuros y lo comprendían las calles Corredera, Ancha, Carmen, Desamparados y Árboles, hoy

calle Hospital. En estas calles vivían nobles, terratenientes, burgueses, abogados, clérigos, etc. Y entre estos dos núcleos, crecía una nueva clase social intermedia que será en el futuro el motor de la Villa: artesanos y comerciantes.

En la otra parte del río, cruzando el puente de Santa Teresa, el Raval de Santa Teresa. Construido a la sombra del convento de Franciscanos de San José; desde 1841 fue Casa Hospital de Beneficencia.

Por aquel entonces tres eran sus iglesias: Santa María, El Sal-vador y San Juan Bautista. Una para cada núcleo social de la Villa. En la ciudad encontrábamos también otros edificios de

Por Antonio BazánRadioExpres Marca.

carácter religioso como el Convento de Nuestra Señora de la Merced, de la Orden de los Mercedarios, que pasó de ser exconvento tras la desa-mortización de 1836 a estar ocupado por las monjas Clarisas a partir de 1853.

El Convento de la Encarnación. Monjas Clarisas. Ante el estado de ruina del edificio, en 1853 permutan los terrenos con el Ayuntamiento y se trasladan al exconvento de la Mer-ced. Años después se construye la Glorieta.

Convento Franciscano de San José. Primero Convento de franciscanos que da origen al barrio de Santa Teresa, y desde el que procesionó un Cristo Caído el Jueves Santo de 1769. Fue desamortizado en 1836 y pasa a ser a partir de 1841 Casa Hos-pital de Beneficencia, y posterior-mente Asilo de Ancianos.

Pascual Madoz cuenta en su Diccionario Geográfico-Estadís-tico-Histórico de España, que en 1850 “cuando se percibe las inmediaciones de Elche, y en ella aquel bosque dilatado de olivos, que va desapareciendo día a día, con notable perjui-cio de la riqueza pública, precedidos de tanto campo cultiva-do; cuando en el centro de los olivos se ve aquella multitud de empinadas palmas que ocultan los edificios….destinan a palmas 1.000 taúllas contiguas a los edificios de la población. Sigue a esta faja circular de huertos otra más ancha donde se cultivan trigos, barrillas, alfalfas y otras plantas útiles, y últi-mamente vienen los olivos que ocupaban a finales de siglo pasado (XVIII) 30.000 taúllas”.

La economía de la Villa de Elche en 1864 giraba en torno a la agricultura. El 80% de la población se dedicaba al campo. La industria por entonces iba cobrando protagonismo: había actividades textiles, alpargatas, carpinteros y carreteros. Tam-bién cordeleros, albañiles, trabajadores del esparto y panade-ros.

La arriera también era una ocupación productiva. Eran 20 las herrerías dedicadas a la producción de instrumentos agrícolas para toda la provincia. Había funcionando 200 telares, 9 mo-linos de harina, una fábrica de almidón, tres de aguardiente, una imprenta y 160 molinos de aceite, sólo la mitad en ser-vicio.

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Fotografías de Elche a finales del XIX y principios del XX. ARRIBA. Puente de Santa Teresa.Imágenes de la Biblioteca Virtual de Patrimonio Bibliográfico.

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Esta era la industria que más había destacado en Elche los si-glos XVII y XVIII. La producción de aceite y la barrilla, planta que crecía en las tierras saladares y de la que se obtenía la sosa para la producción de jabón. En esa época, Elche fue Centro Regulador de la Industria del jabón.

En 1783 había más de doscientos molinos de aceite (Madoz hace referencia a 30.000 taúllas de olivos). En 1750 había sie-te calderas de jabón duro que producía cien toneladas al año y dos calderas de jabón blando que proporcionaban 23 tone-ladas más. Además, inmensa era la cantidad de sosa que con el nombre de Barrilla de Alicante se exportaba a Francia y a Inglaterra antes de 1795.

Esta situación se fue perdiendo paulatinamente desde que en 1791 el francés Nicholas Leblanc descubre el hidróxido só-dico, la sosa cáustica, y su producción industrial. Ya no hacía falta la planta barrillera que llenaba nuestros saladares, y el bosque de olivos fue desapareciendo.

Con la llegada del siglo XIX, con una industria que se iba per-diendo, un comercio que oteaba nuevos horizontes y la grave situación política de España, la población de la Villa de Elche se estancó durante casi 100 años como se muestra en la si-guiente tabla.

El siglo XIX no nos sentó nada bien: el inicio de la Guerra de Independencia agravó una situación económica ya precaria. La industria del jabón se extinguía, en 1830 ya apenas se reci-bían pedidos. La población descendió en número y tardaría casi un siglo en recuperarse.

Sin embargo la Desamortización de 1836, con la venta de bienes eclesiásticos en subasta pública, sobre todo las tie-rras, contribuyó en gran medida a que el tejido social, laboral e industrial de Elche tomara un nuevo rumbo: los antiguos arrendatarios de olivos se hicieron con tierras y se reforzó la propiedad agraria en beneficio de la clase campesina.

Una oportunidad única

Año 1794 1802 1845185718771887 1900

Habitantes 20.430 19.560 18.06819.53319.63623.847 27.308

IZQUIERDA. El Palacio de Altamira y la Basílica de Santa María. DERECHA. Antigua Iglesia de San Juan Bautista.

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La Revolución Industrial, iniciada en Gran Bretaña a mitad del siglo XVIII, comenzó a empujar a la industria textil primero y al cal-zado después. Los gremios tomaron fuerza y sabemos de su contribución en nuestra Sema-na Santa.

El reinado liberal de Isabel II desde su mayoría de edad acercó posturas con la Iglesia y fruto de ello fue el Concordato de 1851, donde se estableció el nuevo Reglamento de Derechos y Deberes recíprocos de la Iglesia y el Estado.

El conjunto de todas estas coincidencias en el tiempo mostró una oportunidad única que su-pieron aprovechar nuestros antepasados para dar imagen a la devoción, para sentar las bases de la Semana Santa actual. Fue un plazo de 25 años. Desde la mayoría de edad de Isabel II en 1843, a su destronamiento en 1868 a causa del levantamiento revolucionario.

No en vano, a la incorporación a nuestra Se-mana Santa del Santo Sepulcro (1852), el Huerto (1854) y el Descendimiento (1856); se unen San Juan y la Virgen (1862), y en 1864 La Samaritana y La Caída de Jesús. A estas hay que unir la Adoración de la Cruz (1862) y la Negación de San Pedro (1865)

Superficie del Puente de Santa Teresa, donde se encuentran las imágenes de los Patrones de la ciudad: la Virgen de la Asunción y San Agatángelo. Su construcción data del siglo XIV. Durante la noche del Martes Santo, tanto la imagen de Cristo como María Santísima del Rosario realizan un particular “encuentro” con los patrones de Elche, con una levantá al cielo.

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En 1861 los traslados se realizaban sólo miércoles santo: Huerto, Columna, Descendimiento, Santo Sepulcro y Dolo-rosa. En 1864 se amplían los traslados a Lunes para Huerto y Samaritana; Martes para La Caída, San Juan y la Virgen y Descendimiento; Miércoles para Sepulcro y Dolorosa.

En una carta a fecha 11 de marzo de 1864, remitida por el maestro de ceremonias de la catedral de Orihuela, se indica el orden en el que deben salir los pasos en la procesión de Vier-nes Santo así como el recorrido y día en que deben realizar sus traslados a Santa María:

“se establece que el recorrido de la Caída en su traslado a Santa María para participar en la procesión de Viernes Santo sea: salida desde la Iglesia del exconvento de San José, Santa Ana, Puente de la Virgen hasta la Puerta del Arrabal, donde

se reunirá con el paso de San Juan y la Virgen, y el Descendi-miento. Continuará la procesión por la calle Ángel, Solares,

Salvador, Corredera, Ancha a la iglesia de Santa María”.

Esta misiva deja bien claro cual fue el primer recorrido de la Cofradía de la Caída de Jesús aquel martes santo 22 de marzo de 1864. Excepto el tramo del Puente de la Virgen hasta la Puerta del Arrabal. Hoy día no habría ninguna duda: por Juan Ramón Jiménez. Pero viendo el plano de Josep González de 1840 podemos confirmar que ese recorrido era imposible en 1864. Esa calle no existía. Y no existiría hasta principios del siglo XX, cuando se aprueba un proyecto de alineamiento y ensanche de la ciudad.

Así pues, el paso de la Caída de Jesús sólo pudo seguir un re-corrido: Puerta Orihuela y Calle San Jorge hasta calle Ángel. Frente a la misma Puerta del Arrabal, hoy Carrer Porta de la Universitat de Sant Joan (como también se le llamaba al Ra-val). Allí se encontraría con San Juan y la Virgen y el Descen-dimiento, los dos pasos procedentes de la Iglesia de Juan Bau-tista. Los tres pasos seguirían juntos su traslado hasta Santa María en la noche de Martes Santo.

Primer traslado de La Caída: por Puerta de Orihuela y San Jorge

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Plano Geométrico de la Villa de Elche. Josep González. 1849

Primer recorrido de la Cofradía de la Caída en 1864: Santa Ana, Puente de la Virgen, Puerta de Orihuela, San Jorge, Santa Ana, Solares, Salvador, Corredera, Ample.

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Pues no hay cuesta que más cueste que Santa Ana;ni caída más caída que la de Dios hacia el calvario.Pues no hay vida ni futuro ni consuelo sin tu rostro;

ni hay llanto ni dolor ni angustia ni pesares…...en tus manos, ¡Nazareno de la vida y la esperanza!

Exaltación del 150 Aniversario Fundacional de la Ilustre Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de La Caída y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos

A cargo de D. Pablo Ruz Villanueva15 de diciembre de 2013

Entre lirios y claveles tu figura, Caído del Llano se le-vanta. ¿Quién pudiera, soberano Señor de nuestras vida, besar la llaga de tu rodilla en tierra? ¿Quién pu-diera, dulce Jesús mío, ser Simón, ser costal, ser guar-dabrisa, ser cordel de tus penas redentoras, de tu cruz salvadora? ¿Quién pudiera levantar su alma como Moi-sés la cruz en el desierto? ¿Quién pudiera, de su caída su vida hacer más alta y levantar sus ojos de esperanza crecidos?

Caído, llanto, dolor, tierra, cruz, Cireneo, Madre, Rosa-rio…..vida y luz, madera y gubia, sudor y esparto, caída y Gloria.

CAÍDOCaído el sol, la noche santa del Martes Santo, ya no hay más sol que tu rostro fulgente ni hay más manos que las tuyas, abrazadas a la cruz que nos salva…Caído el sol, la noche del martes santo, ocultado tras los perfiles sinuosos de las sierras murcianas que se aden-tran en las béticas, solapado el último de sus rayos por las brumas de estos campos que despiertan en la prima-vera, entre cumbres de palmeras que ya no son palme-ras sino místicas plegarias en tu semana de pasión.

Caído el sol , levantadas las miradas puestas en ti, cla-vadas en tus ojos de eternidad, de esperanza y de vida; besando tus pies con las almas, rezando tus yagas con oraciones de silencio, mirando tu gloria que es gloria del mundo; cantando, en saeta que corta el silencio de la noche de este Elche que tanto sabe de fe y de amor, pero cantando con las manos, con la fe, con el esparto o el costal que tú eres el Mesías, el Señor de todas las cosas, que ahora caes y santificas la tierra, en tu rodilla, con tu sangre bendita, purísima que redime, que limpia y salva.

Caído del Llano, del Pla, Caído en el paso que es el paso mismo de la historia, caído en la noche del Martes Santo para levantar nuestras noches mismas, caído en la tierra para santificar la tierra...¡Caído en Santa Ana, Señor de la Caída!

LLANTO¿Llanto? ¿Dolor? ¿Llagas y sangre? ¿Qué es eso, Rey mío? ¿Qué existe en tus pupilas de rotundo silencio qué consuelan hasta el dolor más incisivo? ¿Qué dolor? ¿Qué puñal que hunde su plata en los corazones más

abiertos? Señor Caído, Señor que caes en el camino, en la tierra, en el adoquín y en el asfalto de las penas y le-vantas las vidas del caído en la vida, y levantas los ojos, las miradas del que cae, del abatido, del marginado, del derrotado….y le das tu mano llagada de clavos, de dolo-res y de escarnios y te levantas del polvo, del dolor, de las angustias, de la desesperanzas…y nos dices ¿ pero no ves que caí, que caigo para levantarte?

Pues no hay cuesta que más cueste que Santa Ana;ni caída más caída que la de Dios hacia el calvario.Pues no hay vida ni futuro ni consuelo sin tu rostro;

ni hay llanto ni dolor ni angustia ni pesares…...en tus manos, ¡Nazareno de la vida y la esperanza!

DOLORDolores de Madre que te siguen, dolores que el mismo Simeón profetizara en su purificación; dolores que son dolores pero que redimen. Dolores que son dolores re-dentores de rosarios de nácar, de blondas, de azahares, de inciensos y peinetas, de negro luto y de blancos des-tinos….

El dolor redime, el dolor salva y purifica…fue tu dolor, Señor mío, el que redimió con golpes, con flagelos, y bo-fetones, con insultos, con clavos y humillaciones nuestra misma condición humana. Fue tu dolor, Madre bendita, Reina y Señora de nuestras almas, flor de entre todas las flores escogidas, luz que nos diste a la luz misma, sol que nos diste al sol de soles, doncella escogida desde siempre para ser primera custodia de la historia… el que hizo que la redención fuera completa: el dolor del hijo que carga y quita los pecados del mundo y el dolor de su madre que, con el alma partida, destrozada, traspasada de dolor que se clava hasta en los ojos, contempla el sacrificio más san-to, más sublime y más glorioso de todos cuantos hayan sido, el momento que centra la misma historia, el instan-te más sublime de la salvación y redención: la muerte de su hijo divino en la cruz, árbol de la vida. La muerte de la muerte y del pecado, en la cruz que da la vida a la hu-manidad misma y en la que está clavada la condición del hombre, sus angustias y miserias

Y, de nuevo, nos dice el Caído desde su trono de oro, guardabrisas y esplendores barrocos, la noche del Martes Santo… ¿pero no ves que caí, que caigo para levantarte?

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El dolor así vivido, el dolor así sentido del costal del que car-ga en su nuca el peso del paso que te lleva, del paso que no es madera, del paso que es la tierra donde clavas tus rodillas sangrantes, del portento de tallas, rocallas y candelabros que ya no es un prodigio sevillano de gubias, sino que es la misma tierra que santificas con tus pies, con tu sangre, con tus llagas de vida y de mise.

TIERRATierra del Llano, del Pla, perfumada de azahar y de cera, de palma y de incienso, de dátil y piedra caliza, de agua salobre y olor a pasados franciscanos, se hace calvario de tus pies des-nudos, se hace ara de tu cruz arbórea, se hace Jerusalén nueva de una redención nueva cada Martes Santo, cada día en su pa-rroquial barroca en el altar mismo de la Eucaristía.

Tierra de Elche, tierra ilicitana que ya pisas siglo y medio, que ya bendices siglo y medio, que ya consagras con tu paso so-lemne, rotundo, redentor como tierra redimida, como tierra sagrada en la que hincas tus rodillas santas cada Martes Santo y cada día en tu hornacina, de rocallas y estucos en tu iglesia del Patriarca San José.

Tierra que sabe de fe, de oración, de mirar tan bien al cielo….tierra de palmas gloriosas en tu entrada triunfal, tierra de tu Madre Asunta a los cielos cada 15 de agosto; tierra de místicos

paisajes, de acequias y azarbes cargados de historia y tradición. Tierra ma-

riana regalada por tu providen-cia con la imagen de tu Ma-dre, la nuestra, contenida en un arca y varada en la playa de

nuestros corazones un 29 de diciembre. Tierra que te ama,

que te reza cantando, que te invoca trabajando en el ta-

ller, en la fábrica, en el campo y en la huer-

ta. Tierra redi-

mida y redentora: de arena de playa, de huerta y de naranjo, de sierras y pantanos, de huertos y de acequias.

Tierra fértil, fecundada por tu sangre; tierra viva, regada por tus lágrimas de amor; tierra santa, tierra noble, regenerada con tus pies vestidos de polvo, de humildad, de locura de amor por los hombres….tierra ilicitana bendecida por tus caí-da en el ascenso al calvario, por la cuesta de Santa Ana, por La Fira y por Mayor, por Salitre y por el puente que une a esos Elche centenarios, por San José de los Reyes y por el Llano, el Pla, tu barrio, tu sede.

CRUZLa cruz que portas en el hombro es sólo un madero ensam-blado, pero ese madero será tu ALTAR desde el que ven-cerás todo lo malo para hacer que el bien prevalezca para siempre.

Tú, el Rey de Reyes, cargas en tus hombros ¡tu propio trono! Y con tus manos, de exquisita factura labrada por el inmor-tal imaginero del Pilar, te abrazas a esa cruz, al leño santo que sabes está llamado a ser daga poderosa clavada en las entrañas mismas de la muerte para hacer que muera la mis-ma muerte mientras clavas también tu mirada en las miradas de tantos que, arremolinados en calles estrechas, entre rejas, por balcones de macetas y de forjas, en portales entreabier-tos, te contemplan pasar un nuevo Martes Santo, un año más, esparciendo amor, misericordia y vida por la calles de tu Elche.

¿Quién podría haber dicho que aquél trono de tortura humi-llante se iba a convertir en el más grande signo de amor, de perdón y de libertad de la historia de la humanidad entera?

CIRINEO¿Quién te ayuda a cargar la cruz? Tras tu tercera caída en el camino hacia el Calvario, el centurión, de entre la multitud, escogió a un hombre, Simón de Cirene, para que cargara la cruz en la dura subida de la cuesta hacia el Gólgota. ¿Cuántos Cirineos en nuestras vidas, Dulce Rey mío? Y ¿cuántas veces hemos sido nosotros cirineos ayudando a los otros a cargar con el duro peso de las cruces que todos portan, que todos llevamos?

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Tu cuerpo atormentado, destrozado, como oveja llevada al esquilador en profecía de Isaías ya no puede más. Estás ani-quilado aunque aquí te veamos revestido de clámide púrpura de exquisitos terciopelos… pero has de morir en el lugar de la calavera para que así puedas afirmar: “todo está cumplido”.

Simón no es más que un extranjero en aquella urbe santa preparada para la Pascua. Un extranjero que, a buen seguro, habría escuchado de ti, de aquel nazareno falso profeta que se decía ser Camino, verdad y vida... y que ahora yacía en el suelo, al borde de la muerte. El que afirmaba ser el Camino y la vida ahora se encontraba exhausto, moribundo, en el duro camino de la que debía ser tu muerte humillado en la cruz.

¿Quién pudiera, Señor mío, ser Cirineo en tu trance final, principio de todo? Si hubiera estado allí, Señor… ¿quién pu-diera enjugar tu rostro con lienzos de amor? ¿Quién pudiera curarte las heridas, besar tus pies benditos, consolar a tu ma-dre?, que es la mía… ¿quién pudiera ser Cirineo y ayudarte a cargar la pesada carga de los pecados de la humanidad entera?

MADREUna mujer, siempre acompaña, no abandona al nazareno. Una mujer contenida, hermosa, pero traspasada de un dolor que le quebranta el alma. Una mujer fuerte, única, elegida pero nublada por tanto dolor, tanto odio, tanta afrenta, insul-to y golpe al que es su hijo único, fruto de sus entrañas mis-mas.

Como las cuentas de un rosario, de su rosario, ella sigue los pasos temblorosos de su hijo agonizante, exhausto, agotado,

portando ese madero pesado en que están condensados los pe-cados de la humanidad entera, también los míos y los vuestros. Ella sabe que debía ser así para cumplir y concluir la redención. Ella, bajo su palio de granas y de oros, de flecos camarañeros y candelerías exquisitas. Ella, de tez limpia, nacarada, de ojos dibujados de esperanza y de sienes esbozadas con rumores de oraciones. Ella coronada de oro, de gloria y majestad y también de dolor, de escarnios y desprecios. Ella, la reina de nuestras vi-das. Ella, la Madre del verbo eterno. Ella la soberana de nuestras almas, de nuestros pasos, de nuestras miradas y de nuestras caí-das.

Quiero ser, Madre Augusta, el pañuelo de tu llantoQuiero ser, reina asunta, filigrana de tu mantoQuiero ser, dulce señora, oración y lucernario

De tus manos nacaradas quiero hoy ser el rosario…

Un cirineo carga con la cruz de Jesús de Pasión de Sevilla. Este grabado data de 1846, y pertenece al Archivo de la Hermandad de Pasión.

Foto: Fernando Huedo DíazFoto: Fernando Huedo Díaz

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En ti la primavera se ha hecho canto eterno.En ti se ha hecho carne viva LA VERDAD

En ti la historia misma tiene su epicentroEn ti encuentra senda la viva humanidad

Tú eres nuestra Gloria y nuestra misma vidaTú faro, norte, guía de nuestra Redención

Tú fuente de aguas puras en que beben nuestras almasTú Reina, Soberana, que nos traes al Salvador.

Salve Madre, Salve Estrella, Salve vida y esperanzaSalve puerta, rosa hermosa, predilecta del SeñorMíranos desamparados, anhelamos tu ternura

En las almas, en las vidas de tus hijos la oración.

¡Madre! Qué hermosura de palabra, qué más noble oración condensada en cinco letras. Qué nostalgia, qué belleza, qué grandeza evoca llamarte así: ¡madre!

No nos dejes, nunca, jamás, de tu mano… imploramos tu ter-nura, necesitamos tu consuelo pues a ti clamamos llorando en este valle de lágrimas que es la vida, que son nuestras vidas; y

aunque nosotros nos olvidemos de ti, tú nunca te olvides de nosotros.

VIDA Y LUZAsomado a la esquina del puente de la Mare de Deu, que es prodigio de piedra, de nobles sillares, de doble ojo y de elegan-tes hornacinas, levanto mi vista sobre los centenares que allí esperan el paso del cortejo. Ya ha caído la noche en el Pla y el levante, en su brisa fresca, con olor a mar, meciendo las palme-ras, levemente, del huerto de Santa Ana, se deja sentir sinuoso en el ambiente. El aroma a incienso, a vainilla, el aroma a cera, a tierra húmeda, a adoquín mojado, a cera pura, a caramelo y río de aguas salobres esparce sus perfumes por un ambiente contenido donde se toca la emoción y se huele, también, el respeto y la tradición.

Se aprecia en lontananza, con la elegante y sobria portada del Convento como fondo privilegiado, un haz de luces que tinti-nan, que vibran, que se desplazan cadenciosamente al compás del racheo de los pies del costalero. Le precede una fila inter-minable de penitentes con sus luces, con su cera, en marcial y dinámico avanzar a la plaza del Pont. Negro y rojo, luz y

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guardabrisa, palio y candele-ría, bambalina y borla, raso y lana… y ¡el tambor!

El tambor que estremece el oído y el corazón. El tambor que en su toque duro, recio, contundente, en sutil cate-quesis, nos narra qué vamos a contemplar sobre el paso de misterio:

“jo l´ha vist pasarCarregat en una creuEls joios van darrere

Estirant-li dels cordells”

Ya llega el Caído subiendo, cadenciosamente, su cuesta, la de Santa Ana, para salir de su Llano buscando la Plaza de Baix. Sobre su paso, cuaja-do de luces de tulipas, cristal y cera roja, avanza el Señor bendiciendo cada centíme-tro, cada rostro, cada mirada de aquellos que miran, que contemplan, que rezan ob-servando tanta belleza, tanta hermosura redentora.

La banda suena marcial, so-berbia, con sus toques des-garrados de oraciones en corneta y percusión en gor-jeos de ornamentos y polifo-nías que se clavan hasta en el alma.

Lágrimas, oraciones, ojos que miran con los ojos del alma, rodilla en tierra, zapa-tillas que rachean, redobles de tambor que alivian la su-bida de la cuesta de la abuela del Señor. El que es Luz de Luz, Señor de Señores, Dios y Rey de Israel avanza, sigue,

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pasa…para volver, más tarde, a su casa a esperar un nuevo Martes Santo de la primavera ilicitana. Y le sigue la Reina, la Madre, la Señora que, traspasada y dolorosa, bajo su palio de filigranas acompaña a su hijo camino del calvario de la reden-ción de la humanidad entera.

Este es el Elche que narraran los románticos como la Jerusa-lén de Europa, como la tierra santa que nos remite a la Tierra Santa que pisaron los pies del que redimió y fecundó la tierra misma con su sangre. He aquí el misterio que narra aquello que el mismo Isaías profetizara ocho centurias antes:

Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres,como un varón de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado;

pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino;

y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.

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Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca;como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.

Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores,aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.

Él, soberano que va a morir, el Santo de Israel que se dirige al matadero del Gólgota sin abrir la boca, como oveja llevaba al matadero. Él, que va a ser hecho víctima para que todos, para que nosotros tengamos VIDA. Y, de nuevo, nos dice el Caído desde su trono de oros, guardabrisas y esplendores barrocos la noche del Martes Santo ¿pero no ves que caí, que caigo para levantarte?

SUDOR y ESPARTO, MADERA Y GUBIA¡Sí! El costal es un trono, el sudor es perfume y el esparto es alfombra tosca a los pies del Nazareno. ¡Sí! El costal es el tro-no de dolor, abnegación y fe que sostiene el misterio de la re-dención misma. ¡Sí! La faja y esparto son instrumentos reden-tores que se mezclan con perfumes de azahares, de sudores entregados, de incienso y de sangre y se erigen en sustento de la madera que, hoy, allí, el Martes Santo es corredentora.

La madera y la gubia de Sánchez Lozano y de Álvarez Duarte está ahí hecha oración por la gubia de poetas que esculpen la belleza, por místicos que usan el leño para crear, para dar vida, para redimir con policromías y expresiones trasuntos mismos de la gloria.

Costalero que sostienes al Caído de Santa AnaCostalero que en tus pies le das pies al Salvador

Costalero que en la noche con tu esparto eres peanaSé también, con tus sudores un altar hecho oración.

Tú, madera, tronco sacro, leño santo de la vidaEres mística poesía en la gubia del amor

Te dejaste hacer proeza y convertirte en redentoraY mostraste, en tus entrañas, al divino Redentor

CAÍDA Y GLORIASiglo y medio nos contemplan, siglo y medio de historia, de fe, de tradición, de solera y patrimonio. Siglo y medio de caí-das, de esplendor y decadencia, de oración y sacrifico. Siglo y medio de alabanzas, de esperanza, de familia y de hermandad. Siglo y medio que nos congrega y también nos encomienda, nos motiva y ¡nos empuja! Siglo y medio haciendo que Cristo Caído nos redima, nos siga redimiendo cada Martes Santo, cada noche, cada día desde su hornacina de la parroquial de San José.

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Pues no hay cuesta que más cueste que Santa Ana;ni caída más caída que la de Dios hacia el calvario.Pues no hay vida ni futuro ni consuelo sin tu rostro;

ni hay llanto ni dolor ni angustia ni pesares…...en tus manos, ¡Nazareno de la vida y la esperanza!

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¡A Santa Ana, ilicitanos!¡A la Gloria el Martes Santo!

¡A redimir por Elche con Dios Caído!¡A Vivir con la Reina del Rosario la pasión salvadora de Jesús, Divino Redentor!

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Foto: Víctor Soler CasanovaFoto: Víctor Soler Casanova

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Foto: F. J. GuilabertFoto: F. J. Guilabert

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150 Años CaídoPor Alberto PastorPeriodista.

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Rendido ante el peso de la cruz, Cristo cayó al suelo. En una, dos y hasta tres ocasiones. Pero no se rindió. Caminó hacia el Gólgota, cargando sobre su espalda con los pecados del mundo, aún a sabiendas de que allí le esperaba la muerte a manos de aquellos por los que precisamente iba a dar su vida: nosotros. Por eso, cada Martes Santo desde hace 150 años, ahora somos los ilicitanos quienes, en la piel de ese Cirineo al que obligaron a car-gar con su cruz, acompañamos a Jesús en su caminar aliviando su pesada carga. Y ese es justo el acto de fe que en 2014 celebramos por todo lo alto.

Adentrarse en la historia de la Semana Santa ilicitana no es tarea sencilla. Descuidos, accidentes, revueltas, varias guerras de por medio… de-masiados condicionantes que han hecho que la gran mayo-ría de enseres, imágenes, tem-plos y documentos históricos relacionados con el arte sacro y la Semana de Pasión se ha-yan perdido. Lo que es una auténtica pena. Y más cuando tenemos constancia del tesoro artístico que se escondía en la ciudad de Elche.

Pueblo que en la actualidad conserva muy poco de ese patri-monio artístico, aunque sí mantiene intacto el espíritu con el que nuestros antepasados pusieron los cimientos de la Se-mana Santa que hoy en día seguimos disfrutando. Y una de las cofradías más veteranas que representan a la perfección este sueño es la de La Caída, que en 2014 celebra su 150 aniversario fundacional. Siglo y medio de historia, pasión y devoción por la imagen de un Cristo Caído, que nació de las manos del gremio del calzado, tejedores y los pobres en el barrio de San José.

1864 - Los orígenesAunque existen referencias que indican que el 23 de marzo de 1769 procesionó por las calles de Elche un Cristo Caído perteneciente al Convento Franciscano de San José, la cofra-día de La Caída tal y como la conocemos hoy en día fue fun-dada en 1864 por D. Pascual Fuentes y D. Blas Valero Castell; a la postre también Primer Presidente de esta cofradía, que decidió sacar a la calle al Cristo que se veneraba en la Parro-quia de San José.

Vista de los alrededores de la Parroquia de San José a principios del siglo XX. Biblioteca Digital Hispánica

Esta es una de las pocas fotografías que se conservan del paso de misterio de La Caída que procesionó por las calles de Elche antes de la Guerra Civil, y que desgraciadamente fue quemado a las puertas de San José junto a gran parte de los enseres de la Hermandad en 1936.

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“En últimos de marzo de 1864 se trajo a esta población el paso de la Caída del Nazareno, consistente en las andas y las figu-ras de Simón de Cirene y un sayón, de la ciudad de Orihuela, que costó seis mil reales de vellón, inclusas las andas, bombas, flores y demás; que fue comprado por la sociedad compuesta por varios artesanos y pobres”, se puede leer en uno de los trabajos del cronista ilicitano José María Ruiz de Lope, reco-pilados por Pedro Ibarra en Noticias de Elche en Papeles Cu-

riosos. “A este paso se le agregó el Nazareno de la Iglesia de San José”, prosigue la crónica, “en donde se deposita para su conservación”.

De esta imagen de Cristo, por desgracia, no se conservan datos que indiquen su autoría, aunque podría tratarse de la imagen del Nazareno que ya a finales del siglo XVIII procesio-naba por las calles de la ciudad. Lo que sí aparece reflejado en

Caída en el Camino del Calvario (1770). Obra de Giandomenico Tiepolo que muestra con gran crudeza una de las caídas de Jesús durante su mar-cha hacia el Gólgota. En la escena aparecen también Simón de Cirene y las Santas Mujeres, desconsoladas ante la escena que están presenciando.

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los documentos históricos que se conservan de aquella época es que La Caída se convirtió rápidamente en una de las cofradías con mayor número de fieles en la ciu-dad de Elche, arrastrando tras de sí cada Martes Santo a cientos de ilicitanos que acompañaban al Cristo Caído desde la Parroquia de San José hasta la Basílica Mayor de Santa María.

Recorrido penitencial que también realizaban por aquel entonces otras cofradías como la de la Virgen de la Sole-dad, el Huerto, San Juan y la Virgen, el Descendimiento, o La Samaritana -fundada ese mismo año 1864-, para realizar posteriormente la tradicional Procesión Gene-ral del Viernes Santo.

Luces y Sombras Los primeros años de existencia de la cofradía no estu-vieron carentes de dificultades, tanto por la falta de re-cursos con la que se afrontaba cada Semana Santa, como por la convulsa situación política y económica que atra-vesaba España, y que terminó con la cruenta Guerra Ci-vil que dividió el país en dos bandos. ¿Las consecuencias más inmediatas del conflicto? La gran mayoría de ense-res de la cofradía, por no decir todos, se perdieron en el fuego. Y es que la talla del Cristo, las imágenes secunda-rias que le acompañaban, e incluso el paso sobre el que se portaban, fueron destruidos, astillados y quemados en el huerto colindante a la Parroquia en el año 1936.

A partir de entonces la cofradía dejó de salir a la calle du-rante los años de guerra hasta que en 1940 se reorgani-za bajo el mando de D. Francisco Samper Marco, quien además implantó la túnica y capa en el hábito del nazare-no que conocemos hoy en día (se inspiraba en la túnica de los caperuchos de la Cofradía del Perdón de Orihue-la). Pero este no fue un camino de rosas, dado que la cofradía volvía a empezar desde cero. ¿El primer paso?

Ese mismo año se adquirieron de la Casa Bochaca de Barcelona las imágenes secundarias de Simón de Cirene, un romano y un sayón para que acompañaran a la nue-va talla de Cristo de la que se hizo cargo la Hermandad. Una imagen de talla completa –sus ropajes, como el pelo, son de madera- policromada en carnaduras y óleo batido mate, que destaca por presentar a Jesús con una de sus manos apoyadas sobre el suelo, como si tratara de levantarse tras su caída. Por desgracia, tampoco existen muchos datos acerca de la autoría del Cristo ni del año en el que se creó.

El actual Cristo de La Caída, obra de D. José Sánchez Lozano, escolta-do por algunas de las imágenes secundarias que aún se conservan. La imagen data de finales de la década de los 50, y en ella se ve también el paso a ruedas que usó la hermandad hasta 1991. Durante ese tiempo, en varias ocasiones tuvo que repararse el chasis de la parihuela debido a los baches y el mal estado de las calles por las que transitaba.

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Lo que sí sabemos es que esta imagen, actualmente expues-ta en la Casa de Hermandad de La Caída, procesionó por las calles de Elche hasta 1952, momento en el que se estrenó la actual imagen del Señor de la Caída, obra del ilustre imagi-nero de Pilar de la Horadada, D. José Sánchez Lozano. Un artesano de lo divino inspirado por la escuela de Salzillo, que también dejó su impronta en la Semana Santa ilicitana con las imágenes de La Samaritana, el Ecce Homo o el San Juan que acompaña a la Virgen del Mayor Dolor.

Pero desde la década de los 40 hasta principios de los 50, cada paso al frente que daba la cofradía suponía también algún que otro traspié, principalmente en materia económica. Y es que no resultó nada sencillo recuperar el nivel de cofrades de antes de la guerra, ni mucho menos mantener la ornamentación flo-ral de aquel entonces –todo el paso estaba recubierto de flores- entre otros pormenores. Hasta tal punto es así, que no sería

hasta la década de los 50, bajo el mando de D. Narciso Caba-llero Pardo, cuando La Caída recupera la iluminación eléctrica que instauró de manera novedosa en la ciudad de Elche en el ya lejano 1926, cuando se creó un gran revuelo en torno a este avance. “Como se esperaba, el traslado de La Caída resultó un gran acontecimiento. El alumbrado eléctrico era magnífico”, se podía leer en el semanario La Defensa de aquel entonces.

En 1948 también se dio forma a uno de los momentos más singulares y conocidos de la Semana Santa ilicitana: el en-cuentro con la Santa Mujer Verónica. Una tradición que se mantiene invariable desde entonces gracias al buen entendi-miento entre ambas cofradías, que cada Martes Santo logran reunir a cientos de fieles a su alrededor, listos para contemplar el preciso instante en el que la Santa Faz del Señor de La Caí-da se dibuja sobre el paño que porta en sus manos la Mujer Verónica.

En los años 40 la Cofradía se reorganiza y vuelve a realizar su estación de penitencia el Martes Santo. Esta imagen de Cristo, del que se desco-noce su paradero actual y su autoría, iba acompañado por las imágenes secundarias del cirineo y el sayón que aún a día de hoy procesionan cada Martes Santo.

Hasta 1952 esta es la imagen de Cristo que procesionaba por las calles de Elche. Es de talla completa, lo que significa que tanto la ropa como el pelo estaban tallados en madera. Sin embargo, al Señor de la Caída se le vestía con una saya especial, cortada de tal modo que facilitara las labores de vestimenta. Este Cristo está expuesto en la Casa de Hermandad.

Auge y esplendorFue a partir del mandato de D. Narciso Caballero Pardo en la década de los 50 cuando la cofradía de La Caída empezó a adquirir el reconocimiento y prestigio por la que hoy en día se la conoce, arrastrando tras de sí cada año a más y más peniten-tes. Sin embargo, no sería hasta finales de los 80, con la llega-da de D. Ismael Quesada Chinchilla y su Junta de Gobierno, cuando la cofradía alcanzó su mayor época de esplendor, has-ta el punto de contar con cerca de un millar de caperuchos al frente del Cristo Caído, acompañados siempre por ese repicar de tambores tan característico, que son los que marcan el rit-mo de la ya tradicional tonadilla: “jo l´ha vist pasar, carregat en una creu. Els joios van darrere, estirant-li dels cordells”.

Gran auge y crecimiento que coincidió con la eclosión de la Se-mana Santa ilicitana, que vio nacer en cuestión de pocos años a un gran número de nuevas cofradías y hermandades cargadas de ilusión y buenas ideas. Momento que aprovechó La Caída para cambiar las andas del Cristo, que a partir de 1992 fue por-tado por una cuadrilla de costaleros bajo el estilo granadino –por bajo y a dos hombros-. ¿El artífice de este proyecto? El ilus-tre tallista sevillano D. Manuel Guzmán Bejarano, que vería su obra completada diez años después; poco antes de fallecer. Un

trabajo digno de admiración que destaca por su riqueza orna-mental de estilo churrigueresco propio del barroco sevillano, tallado en madera de cedro y recubierto de oro de 24 quilates.

Pero que este paso se realizara en Sevilla no significa que la cofradía olvidara sus raíces. Al contrario. Si nos fijamos, en las hornacinas frontales del paso se encuentran las imágenes de Ntra. Señora de la Asunción y San Agatángelo, patronos de Elche; mientras que en la parte posterior hayamos una horna-cina dedicada a San José, en clara alusión a la parroquia donde se rinde culto al Cristo y a su propio barrio, y otra con San Crispín de protagonista, que es el patrón del gremio zapatero –recordemos, vinculado a la cofradía desde sus orígenes-.

Devoción al Rosario Una vez concluida la talla del paso de misterio del Cristo de la Caída, la cofradía se embarcó en un nuevo proyecto verda-deramente ambicioso: la creación de una imagen mariana que respondería a la advocación de María Santísima del Rosario, muy ligada desde sus orígenes al antiguo convento francisca-no de San José. Proyecto que se haría realidad en febrero de 2003 de manos del imaginero D. José Ángel Palacios.

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Ese mismo año, la Virgen procesionó por las calles de Elche gracias al esfuerzo y dedicación de un grupo de costaleras, que primero bajo el estilo malagueño –por fuera y a un hombro-, y posteriormente por bajo a dos hombros –estilo granadino-, demostraron en cuestión de pocos años que ellas también es-taban más que preparadas para formar parte de La Caída. Co-fradía que a partir de ese momento inició un lento pero firme cambio en su estructura interna, pasando de ser simplemente una cofradía que sale a la calle el Martes Santo y poco más, a convertirse en una auténtica hermandad de Semana Santa. Un colectivo de personas dedicadas en cuerpo y alma a esta pasión, haciendo florecer las obras de caridad, los cultos inter-nos, la convivencia entre cofrades, etc.

Algo posible gracias al trabajo de la Junta de Gobierno que acompaña al actual Hermano Mayor de La Caída, D. Tomás Ruiz Godoy, que ha hecho posible hitos como el abandono del Viernes Santo para que la cofradía se centre exclusiva-mente en su día grande, el Martes Santo; que los nazarenos realicen ahora su estación de penitencia con cera y no los tra-dicionales blandones, otorgándole así un carácter más serio a la hermandad; e incluso que se hayan promovido las charlas de formación cristiana y cofrade con el fin último de estrechar relaciones con la sede canónica de la cofradía, la Parroquia de San José.

Y aunque algunas de estas ideas pueden parecer poca cosa, conviene tener en cuenta que muchas de estas estaban arrai-gadas en la cofradía desde prácticamente sus orígenes, lo que

constata el aura regeneradora con la que los nuevos hermanos están guiando hacia el futuro a la cofradía.

150 años de historia, mismo espírituDado el deterioro que presentaba la estructura interna de la Virgen del Rosario, la cofradía todavía tuvo tiempo para em-barcarse en otro cambio de enorme trascendencia: la susti-tución de la Virgen del Rosario original por una nueva talla mariana, obra del insigne imaginero sevillano D. Luis Álvarez Duarte, autor también de imágenes como la Virgen del Patro-cinio, la Virgen de Guadalupe, o el centurión romano del paso de La Sentencia de la Hermandad de la Macarena de Sevilla.

Artista que reconoció sentirse enamorado de Elche y de sus gentes, y que supo plasmar toda esa pasión y amor por los ilici-tanos creando una imagen sobrecogedora de María Santísima, que destaca sobre todo por esa mirada cargada de amargura y dolor que es capaz de tocar la fibra sensible de cualquiera que se plante frente a la Virgen. Tal vez por ello, cuando en octubre de 2012 se procedió a bendecir esta imagen, Álvarez Duarte de no dejó de mirar ni un segundo a su obra.

Imagen que desde 2013 vuelve a recorrer las calles de Elche con un arte y elegancia capaz de hacer que todos los cofrades de La Caída sonrían orgullosos a su paso. Porque el devenir de los años, y ya van 150, no ha hecho sino que incremen-tar la pasión y devoción que los ilicitanos del barrio de San José sienten por sus Sagradas Imágenes Titulares. Así que ya

Detalle de la canastilla del paso de misterio de La Caída durante su ejecución en el taller de D. Manuel Guzmán Bejarano en el año 1991. Habría que espe-rar hasta 1995 para contemplar el paso totalmente tallado; y un par de años más para que se culminara el proceso de dorado con oro de 24 quilates.

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sea por el Señor de la Caída, o desde hace unos años también por su Santa Madre, a día de hoy se mantiene intacto ese espíritu con el que el gremio de artesanos, zapateros y los pobres del barrio dieron vida a esta cofradía, que desde este mismo año se ha convertido oficialmente en la Ilustre Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de La Caída y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos.

¿Proyectos de futuro? Aparte de conmemorar por todo lo alto su 150 aniversario fundacional, La Caída trabaja incansablemente por aliviar la carga de los más necesi-tados, igual que en su día lo hizo ese cirineo que portó la cruz junto al Señor, trabajando durante todo el año en una amplia variedad de obras de caridad: recogida de alimentos, ropa, material escolar, sanitario… inclu-so una campaña de donación de sangre. Igualmente, se han incrementado los esfuerzos por ampliar los enseres de la hermandad para enaltecer así los cultos religiosos en San José o las salidas penitenciales, ya sea con la presencia de un Libro de Reglas, jarras, nuevas sayas y túnicas para las imágenes titulares, etc.

Pero también La Caída tiene en cuenta el palio de la Virgen del Rosario, al que se espera dar un gran em-pujón en los próximos años. Y es que este proyecto, obra de D. Juan Borrero (Orfebrería Triana), prome-te convertirse en todo un tesoro artístico para la co-fradía, puesto que estará formado por diversas jarras y violeteros, respiraderos ricamente ornamentados, candelería y candelabros de cola, así como unos vara-les de palio plagados de pequeños detalles.

Lo que está claro es que con esfuerzo, dedicación y mucha, mucha ilusión, los ilicitanos han conseguido que 150 años después de su nacimiento, La Caída sea ahora la cofradía que todos conocemos. Por supuesto todavía queda mucho por hacer y aprender, claro que sí; pero lo cierto es que tras siglo y medio de existen-cia, todos los ilicitanos deberían sentirse orgullosos por haber peleado duramente por mantener intacta esta tradición y la devoción al Señor de la Caída y su Santa Madre. Así que… ¡por otros 150 años más!

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Foto: Víctor Soler Casanova

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YO, COMPOSITORA

Primero, una partitura en blanco. Pero, poco a poco, notas musicales van salpicando los pentagramas mientras van di-bujando los sentimientos que venía recopilando durante días, semanas, meses e incluso años anteriores. Un do, un re, un mi, un sol… quién necesita palabras.

Empezar a componer nunca me ha supuesto un esfuerzo, siempre lo he entendido como la simbiosis perfecta entre la parte de mí que ama la música y la parte que la necesita para canalizar mis pasiones.

A través de mi música puedo expresar mis emociones, ilusio-nes, inquietudes… pero también mis miedos. Es cierto que, quizás por ego, quizás por oficio, ningún compositor puede contestar, mi mayor terror siempre acaba siendo no conseguir hacer sentir a quien lo escucha o interpreta todas las vibracio-

Por Gemma Teresa Quirant AsencioProfesora del CEU, Directora de la Jove Orquestra d’Elx y de la Escola de Música Erik Satie.

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Durante el Via Crucis general organizado por la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades de Elche, y que estuvo presidido por nuestro Cristo de la Caída, un trío de capilla amenizó el acto con música solemne que invitaba al recogi-miento. Foto: Fernando Huedo Díaz

nes, matices, colores y olores que funcionaban a la perfec-ción en mi cabeza.

Por eso, cuando escribo una marcha mi mente no tarda en trasladarse a la procesión, al poco ya estoy inmersa entre el racheo de los pies de los costaleros, el olor del incienso y el sonido de la música que va tomando forma en mi partitura. Ya la oigo, ya la siento, ya la vivo.

Escuchar mi composición es escuchar “parte de mí”. No hay palabras para poder definir el estremecimiento, los pe-llizcos en el corazón. No hay nada más bello que escuchar “mamá” de los labios de un hijo. No hay nada más bello que escuchar “la música que has escrito”.

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Foto: Víctor Soler Casanova

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La restauración y conservación de La imagen escuLtórica deL paso procesionaL de La caída de nuestro padre Jesús

Por Gemma Mira GutiérrezLicenciada en Bellas Artes. Especialidad en Restauración y Conservación de Bienes Culturales. Restauradora municipal del Ayuntamiento de Elche.

La imagen de la Caída de Nuestro Padre Jesús es una obra de gran valor artístico e histórico que ha ido recogiendo a lo largo de los años el cariño y el fervor popular. Se trata de una imagen con una magnífica talla, a la que José Sánchez Lozano, consiguió dotar de una gran naturalidad y expresividad.

Sin duda alguna, la talla de Nuestro Padre Jesús de la Caída es una de las más notables de este escultor imaginero nacido en el Pilar de la Horadada (Alicante) que siguió los pasos de Francisco Salzillo y Alcaraz y que en su época, además de es-tudiar la obra de este maestro, realizaba tareas de restauración sobre la propia obra del prodigioso escultor murciano.

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A finales del año 2002, se comenzó un proceso de restau-ración, que terminó en febrero de 2003. Esta intervención recuperó el color original de la policromía además de frenar los graves deterioros que sufría. La excelente talla, la rique-za cromática y los matices, hacen que esta imagen sea una de las más bellas que sale en procesión en la Semana Santa ilicitana.

Respecto al estado de conservación de la obra antes de la res-tauración, cabe mencionar las profundas grietas que presenta-ba la cabeza de la imagen y que la rodeaban hasta llegar a los hombros, lo que podía provocar muy graves consecuencias en la conservación de la obra ya que se habían comenzado a levantar los ensambles de la madera.

El envejecimiento progresivo de los materiales unido a los movimientos que sufre la imagen cuando sale en procesión iba menoscabando la estabilidad de la obra.

Las manos de la imagen se encontraban en mal estado, pues ambas presentaban fuertes deterioros con abolsamientos, desprendimientos y zonas quemadas en las capas de pre-paración y policromía, causados fundamentalmente por la cercanía de una fuente de calor, como es el caso de los ci-rios, además de la presencia de dedos fracturados de ambas manos que habían sido colocados de nuevo de forma poco hábil.

Estado de conservación de los dedos: abolsamientos en las capas de pre-paración y policromía debidos al exceso de una fuente de calor; faltantes de capa de preparación y policromía; fragmentación de dedos de nuevo colocados y suciedad.

Durante el proceso de restaura-ción se colocaron nuevas pes-tañas ya que las que presentaba estaban muy deterioradas.

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Estado de conservación donde se observan faltantes de policromía, grietas, orificios y suciedad acumulada.

Los pies de la imagen presentaban un estado de conservación deficiente, puesto que en ellos se observaban repintes y una gruesa capa de suciedad grasa que impedía apreciar la riqueza cromática que el imaginero quiso plasmar.

El proceso de restauración resultó complejo pero muy gratifi-cante, ya que la obra recuperó, en la medida de lo posible, su aspecto original.

Para ello, antes de comenzar la restauración se realizó un es-tudio previo con el fin de acometer una intervención segura y respetuosa y así obtener los mejores resultados en la recupe-ración de la obra original.

La intervención se llevó a cabo siguiendo los criterios básicos de la restauración: el respeto al original, a los restos conserva-dos y al carácter histórico por encima del estético, la mínima

Detalle del laborioso proceso de trabajo que siguió Gemma Mira durante la restauración de la imagen de Ntro. Padre Jesús de La Caída. En algunos puntos, la talla estaba se-riamente dañada con importantes deterioros en las manos y la cabeza (presentaba algunas grietas).

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intervención, la discernibilidad de los añadidos y la reversibi-lidad de los tratamientos aplicados.

Tras realizar el exhaustivo estudio de los deterioros de la obra, las causas que le llevaron a ese estado y diagnosticar las solu-ciones más adecuadas para frenar las alteraciones en la obra, teniendo en cuenta las características de la misma y el grado de deterioro que presentaba, se inició el proceso de restaura-ción.

Entre los estudios que se realizaron, se consideró necesario un estudio radiográfico de las zonas más afectadas por las grietas, es decir, de la cabeza y del cuello de la imagen.

De este examen, se pudo extraer la suficiente información para intervenir en las zonas más problemáticas, facilitando el proceso de consolidación de las zonas.

La restauración básicamente consistió en los siguientes pro-cesos:

Gracias a la restauración de la imagen, se consiguió frenar el grave proceso de deterioro que sufría el soporte leñoso, evi-tando daños mayores que hubieran podido impedir que la imagen continuara saliendo en las procesiones de Semana Santa.

Además se descubrió la policromía original que se encontraba oculta tras una gruesa capa de suciedad y de repintes, deposi-tada sobre la superficie pictórica a lo largo de los años.

Todo ello contribuyó a que se pudiera de nuevo disfrutar de la magnífica talla de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Caída.

- Consolidación de las grietas y fisuras del soporte leñoso.

- Colocación de los dedos fracturados.

- Limpieza mecánica y química de la suciedad y de los repintes de la policromía.

- Estucado de las lagunas de la capa de preparación.

- Reintegración volumétrica de zonas faltantes.

- Reintegración cromática de las lagunas de la policromía.

- Protección final.

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Foto: Fernando Huedo Díaz

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Entendemos por Actividad Física “cualquier movimiento cor-poral intencionado que se realiza con los músculos esqueléti-cos, resulta en un gasto de energía y en una experiencia perso-nal, y nos permite interactuar con los seres y el ambiente que nos rodea” (Devís et al., 2000).

Ateniéndonos a esta definición, no podemos negar que el arte de ser costalero es, sin duda, una Actividad Física, y posible-mente una de las más intensas. Esta afirmación tampoco nos puede hacer olvidar que es mucho más que una Actividad Fí-sica, ya que en este arte priman el Sentimiento, la Fe, la Devo-ción, el Cariño a nuestros titulares, etc.

Analizando vídeos de Estaciones de Penitencia nos damos cuenta que una cuadrilla puede estar cerca de dos horas y me-dia andando bajo el paso, con chicotás que pueden llegar a du-rar quince minutos sin descanso, y realizar cerca de cuarenta levantás en una noche de Semana Santa. Estos datos reflejan

el gran esfuerzo físico que realizan las cuadrillas de costaleros, de ahí la importancia que debería tener la preparación física en cada una de las cuadrillas.

En unos aspectos que si estamos muy concienciados es en la Técnica, en la Ropa y el Calzado, indispensables para no echar por tierra una buena Igualá y poder cargar bajo el paso con el menor riesgo de lesiones posible (aunque aún se vean en mu-chos ensayos a costaleros que no usan un calzado adecuado, o lo hacen con uno distinto al que utilizarán durante la estación de penitencia). Aunque no lo parezca, dichos aspectos están ligados a una buena preparación física, ya que no serviría de nada estar bien entrenado y luego colocarte mal el costal, o realizar mal una levantá, o ponerte un calzado muy alto que te imposibilite el poder cargar con comodidad.

Además de los aspectos mencionados anteriormente, una buena preparación física para una cuadrilla de costaleros ne-

LA ACTIVIDAD FÍSICA DEL COSTALERO

Por Antonio PardoDeportes Sin Adjetivos.

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cesitaría un buen trabajo para mejorar su resistencia aeróbi-ca para aguantar la carga durante un tiempo tan prolongado. También debería trabajar de forma concienzuda la fuerza en los músculos del tronco y del tren inferior para realizar correc-tamente la técnica en las levantás y en el andar para así pre-venir lesiones. Antes de meterse debajo del paso deberemos calentar bien la musculatura y al salir del paso hacer una buena sesión de estiramientos para evitar también lesiones debido al gran esfuerzo que realizamos.

Tal vez todos los capataces que lean esto pensarán: “Con lo que cuesta que toda la cuadrilla baje a ensayar, como para de-cirles que encima hay que entrenar”. Plantear esto quizás sea una utopía, pero si pudiéramos realizar un estudio biomecáni-co y fisiológico descubriríamos, con los datos en la mano, lo importante que es para el costalero su preparación física.

Teniendo en cuenta que todo lo anterior, técnica, costal, cal-zado e igualá, está en orden, la ecuación es muy sencilla: con el paso de las horas aparece la fatiga, y esto provoca que la téc-nica bajo el paso ya no sea la correcta, y al no realizar correcta-mente la técnica aparecerá aún más fatiga, y eso conlleva estar expuestos a una lesión grave. Por lo tanto, cuanto mejor pre-parados físicamente estemos, la fatiga tardará más en llegar, seguiremos con la técnica correcta durante más tiempo y esta-remos menos expuestos a las lesiones, y además nuestro paso andará mejor y podremos llevar con más esplendor si cabe a nuestros titulares.

Estos son algunos de los ejercicios físicos recomendables a realizar antes y después del trabajo de los costaleros, independientemente del estilo de carga que realicen (a costal, dos hombres, etc.). Hacerlo, mejorará nuestro rendimiento y reducirá las opciones de sufrir una lesión.

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En breve se realizará en la ciudad de Sevilla una exposición sobre la figura de D. Manuel Guzmán Bejarano, con el título: Manuel Guz-mán Bejarano, sus maestros y sus discípulos. Donde intentaremos plasmar le figura del que fuera el gran impulsor de la talla en ma-dera de pasos procesionales, retablos y diseños de todo tipo, pero siempre siguiendo los parámetros establecidos por los diferentes estilos que tocaba, gótico, renacimiento, barroco y churriguera.

Los comienzos fueron de aprendiz de D. Antonio Castillo Lastruci, escultor prolífico que necesitaba numerosos operarios para realizar la gran cantidad de encargos y donde trabajaban sacadores de pun-to, tallistas que se dedicaban a tallar la madera copiando las figuras modeladas en barro por D. Antonio. Allí fue donde conoció a los que luego fueron sus maestros, dos de los tallistas que le pasaban a madera los modelos, y que D. Antonio encargó un paso que él había bocetado. A estos dos maestros de la talla les faltaba un aprendiz y se llevaron del taller de Castillo a un jovencísimo Manuel Guzmán Bejarano para que les ayudara.

Uno de ellos José García, de familia de artistas que habían trabaja-do en la fachada plateresca del ayuntamiento de Sevilla, le enseñó

Manuel Guzmán BejaranoPoeta que esculpe la belleza

Por Manuel Guzmán FernándezTallista de la ciudad de Sevilla.

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a cortar la madera, a mover las for-mas perdiendo el dibujo, algo que no hacían los demás tallistas. El otro maestro, Luis Jiménez, sería el que lo educaría enseñándole el peso y la medida y a moverse con fluidez en los diferentes estilos en los que se mueve la retablística y los pasos de la Semana Santa de Sevilla, hasta convertirlo en su socio.

A lo largo de su dilatada vida, realizó numerosas obras que se encuentran repartidas, no solo en Andalucía, sino por gran parte de España como en la localidad de Elche donde po-demos encontrar una de sus prin-cipales obras realizadas como es el paso del Señor de la Caída.

Esta obra se realizó por empeño de dos grandes cofrades de la herman-dad como son su actual presidente D. Tomas Godoy y el que fuera ca-pataz del paso D. Francisco Escalan-te, que congeniaron con el Maestro y lograron que les realizara ese gran paso o retablo itinerante que se pa-sea por las calles de Elche.

Posterior al Maestro se han reali-zado otros trabajos en esta loca-lidad, cabe destacar el paso que está en proceso del gran mis-terio de la Sagrada Lanza-da que cuando esté termina-do será otrode los grandes pasos de esta querida ciudad de Elche.

Un saludo para todos

El maestro, D. Manuel Guzmán Bejarano, en su taller junto a varios hermanos de la Cofradía.

La talla del paso quedó completa en 1995. Esta fotografía muestra el paso de Cristo saliendo de la Basílica de Santa María el Viernes Santo.

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¿TODO VALE?

Las puertas del templo se van entreabriendo, guardan silencio, el per-cusionista marca con su caja el tempo de la mar-cha; llega el momento, la Hermandad va a rea-lizar su Estación de Pe-nitencia.

Muchas veces, en esos momentos, me pregun-to que, si el Señor lle-vaba su cruz a cuestas hacia el Monte Calvario, si sus pies, cargados de dolor, apenas le permi-tían seguir avanzando… entonces ¿Toda la mú-sica compuesta es lícita para una Procesión?

Digo esto porque he sido testigo de cómo obras de diferente estilo musical se interpretan en este momento, sin

ni siquiera haberse adaptado al estilo compositivo y rítmico que caracteriza la música cofrade. Esto, a su vez, me lleva a plantearme que pasaría si una marcha de procesión se inter-pretara en un celebración no religiosa, ¿cómo reaccionarían? Mi conclusión, pues que resulta extraño y poco apropiado que se utilicen las obras musicales al libre albedrío.

La marcha debe acompañar al paso, pero también a una calle, a una sensación, a un sentimiento y, por supuesto, a la imagen venerada por una Hermandad o Cofradía. No es necesario ser intérprete o compositor para sentir esta magia, pero sí debe-mos ser consecuentes en la utilización correcta de la música.

Hay un refrán muy conocido que versa así: “Sobre gustos no hay nada escrito”. En la música pasa algo parecido, no tene-mos ni debemos coincidir en lo que a la elección de las mar-chas de procesión se refiere, pues dentro de este estilo compo-sitivo hay distintas variedades.

Ahora bien, debemos ser conscientes del estilo de Herman-dad o Cofradía y, sobre todo, de la Imagen y el lugar donde se va a interpretar cada marcha. En definitiva, debemos insistir en la importancia de conseguir una homogeneidad entre la música y el paso.

Para finalizar me gustaría recordar la frase célebre de Aristóte-les: “La música expresa los movimientos del alma”.

Por Gemma Teresa Quirant AsencioProfesora del CEU, Directora de la Jove Orquestra d’Elx y de la Escola de Música Erik Satie.

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Foto: Joan Fernández

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Álvarez Duarte,“Espero volver pronto para celebrar este 150 Aniversario”

Queridos amigos cofrades de la Hermandad de la Caída de Elche, solo unas líneas para unirme a vosotros en estas fechas, efeméride de vuestro 150 aniversario que con tanto mimo y cariño estáis celebrando en estos días de Cuaresma. Y me uno a vosotros no solo como cofrade, sino también como artista, ya que nada más y nada menos tuve el honor de que vuestra querida Hermandad de la Caída me hiciera el sublime encar-go de realizar a vuestra amantísima titular, la Santísima Virgen del Rosario, imagen de la que me siento muy feliz y orgulloso.

Además estoy encantado con vuestra magnífica Hermandad y Cofradía, que tantos y tan buenos recuerdos me trae de aquellos días durante la solemne bendición de la Virgen del Rosario, y de mi estancia en la bellísima ciudad de Elche, a la que espero volver pronto para poder celebrar juntos esta gran efeméride del 150 aniversario de su fundación.

Un fuerte abrazo.

Por Luis Álvarez Duarte.Imaginero y Académico de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Queridos y recordados siempre amigos de la Her-mandad de la Caída y María Santísima del Rosario de Elche, desde nuestro taller de Orfebrería Triana, y en mi propio nombre, queremos unirnos a esa gloriosa celebración del 150 aniversario de vuestra fundación como Hermandad.

Hermandad a la que nos sentimos muy unidos por los trabajos realizados para el paso de palio de Mª Santísima del Rosario que con tanto mimo y cariño realizamos, como titular de vuestra querida Her-mandad.

Enhorabuena por esos 150 años de progreso en vuestra cofradía. Un fuerte abrazo de vuestro amigo y orfebre.

Juan Borrero“Enhorabuena por esos 150 años de progreso”

Por Juan Borrero.Maestro orfebre de la ciudad de Sevilla.

Fresco de la Catedral de Santa María del Fiore.Fresco de la Catedral de Santa María del Fiore.

noche de martes santo......para Los que rezan con Los pies

Por Alberto Pastor.Periodista(Crónica del Martes Santo 2013).

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Tres golpes, secos y pausados, bastan para silenciar el ruido del exterior; para transportar nuestra mente y corazón a otro lugar distante en lo más profundo de nuestra alma. Tres golpes de martillo son suficientes para que en ese preciso instante, nos acordemos de nuestros se-res queridos, de los que ya no están con nosotros y los que están a punto de reci-birnos con sus brazos abiertos. Tres sen-cillos toques que bastan para anunciar que el Martes Santo ya está aquí.

Día para el recuerdo por muchísimos motivos, aunque ninguno tan impor-tante y feliz como el contemplar una vez más a nuestra amada Virgen del Rosa-rio recorriendo las calles de Elche. ¡Y sé notó! Porque las costaleras, tras dos años verdaderamente difíciles, demostraron al fin la pasta de la que están hechas. Ele-gantes, meciendo el palio con la alegría que implica portar sobre sus hombros a la Madre de Dios, y una pasión y casta digna de las costaleras de pura raza, de-jaron claro una vez más que ellas, y solo ellas, son las únicas que saben pasear con tanto amor y finura a nuestra Santa Ma-dre.

Y frente a ellas, el Cristo Caído. Una ima-gen que con su mirada hiere en lo más hondo de los corazones, provocando que cientos de ilicitanos se emocionen ante su paso por las calles de Elche. Un andar cada vez más decidido y solemne forjado por una cuadrilla de costaleros que no ha dejado de crecer en estos últimos años, con personas incluso de fuera de la ciu-dad que ya sienten y adoran a nuestro Cristo como cualquier ilicitano más.

Motivo que debería llenar de orgullo a esta cofradía, que durante los últimos años no ha dejado de crecer a todos los niveles posibles fomentando las obras de caridad, las charlas de formación, la convivencia de hermanos y, sobre todo, el patrimonio artístico y personal de la

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cofradía. Bien este último fundamental para entender la ma-durez que ha alcanzado La Caída en estos casi 150 años de historia que cumpliremos en breve.

Todo ello en un Martes Santo en el que, por tercer año con-secutivo, tuvimos que mirar al cielo con cierta preocupación ante la amenaza de lluvia. Afortunadamente, los primeros cla-ros con los que nos recibió la tarde nos permitieron disfrutar de una magnífica noche de Martes Santo. Una en la que, ade-más, vivimos una estampa que ya quedará para el recuerdo: la salida y llegada de los pasos al patio trasero de San José; lugar donde se formó el cortejo de la Cofradía con la intimidad y respeto que tanto ansiábamos.

Y lo mismo se podría decir de esa cuesta de Santa Ana, que casi un siglo y medio después continúa emocionando a los ili-citanos al ver pasar al Señor de la Caída y a su Reina, María Stma. del Rosario. Pero esta es una cofradía de barrio con so-lera, y eso quedó demostrado cuando ya entrada la madruga-da, nuestras Sagradas Imágenes Titulares regresaron al barrio de San José arropados por los vecinos de la zona, que quisie-ron acompañar al Señor y la Virgen hasta el final.

Suena el último golpe de llamador y ambos pasos reposan uno al lado del otro. Ha finalizado la estación de penitencia, deján-donos para el recuerdo esa estampa final que no olvidaremos en mucho tiempo. La Madre y su Hijo descansando juntos, sobre sus pasos iluminados por la cera ya gastada, mientras los cofrades rezan su última oración. Un momento realmente emotivo en el que no pudimos evitar acordarnos de los que ya no están con nosotros, claro está; pero también de los que

siguen luchando día a día para que esta hermandad no deje de crecer.

Porque aunque no eran pocos los que dudaban de la capaci-dad de la cofradía para afrontar ciertos cambios, ha quedado demostrado que año tras año, La Caída es más seria, elegante y respetuosa en la calle de lo que nunca antes lo había sido. Y como muestra, este año ha quedado reflejado en ese reguero de cálidas luces blancas que han acompañado a nuestras Sa-gradas Imágenes Titulares en manos de nuestros nazarenos, que portaban en su mayoría cirios.

Con la efeméride de nuestro 150 aniversario a la vuelta de la esquina, os invitamos a que sigáis disfrutando de la vida de hermandad junto a nosotros. 2014 será un año que muchos recordaremos para el resto de nuestra vida, y queremos que vosotros también forméis parte de este sueño.

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Éxtasis de Santa Teresa. Obra de Gian Lorenzo Bernini.

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Muchos lo han intentado, pero muy pocos son capaces de tocar la fibra sensible de las personas solo con la fuerza de sus palabras. Y el coordinador general de Cultura en el Ayuntamiento de Elche, Pablo Ruz, es uno de los escasos afortunados que pueden pre-sumir de ello. Porque él, con esa pasión y fervor que siempre le ha caracterizado, nos hizo llorar de emoción al escuchar el magní-fico pregón con el que nos deleitó durante la Exaltación del 150 Aniversario Fundacional de La Caída.

Un acto que marca el inicio de un año único e irrepetible en la historia de nuestra herman-dad, y que ya cuenta con uno de esos momen-tos para el recuerdo que todo cofrade debería guardar como un auténtico tesoro. Porque solo así se puede describir y entender lo di-cho por Pablo Ruz, que superó y con creces las expectativas que la Cofradía había depo-sitado en él. ¡Pero cómo no hacerlo! Si cada una de las palabras que brotaron de sus labios alcanzaron lo más hondo de nuestro corazón.

Algo a lo que ayudó también esa atmósfera mística que se creó a su alrededor, gracias al cuarteto de cuerda que acompañó en todo momento a Pablo Ruz, mientras de fondo contemplábamos una sucesión de instantá-neas de nuestras Sagradas Imágenes Titula-res, que por momentos parecía confirmaban también con su rostro las hermosas palabras del pregonero.

Crónica de la Exaltación del 150 Aniversario

Por Alberto Pastor.Periodista.

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Olor a incienso en un ambiente de penumbra, música de ca-pilla y cerca de un centenar de corazones latiendo al unísono. ¡Irrepetible! “Pues no hay cuesta que más cueste que Santa Ana, ni caída más caída que la de Dios hacia el Calvario. Pues no hay vida ni futuro, ni consuelo sin tu rostro. Ni hay llanto ni dolor, ni angustia ni pesares… en tus manos, ¡Nazareno de la vida y la esperanza!” Repitió una y otra vez el pregonero, que instó a todos los cofrades a participar de un momento tan especial como es la celebración de un 150 Aniversario.

Pero lo hizo con arte, con esa gracia divina que le ha sido con-cedida, y que siempre ha estado encantado de compartir con el pueblo que tanto ama: Elche. Porque esta efeméride no solo conmemora 150 años de una cofradía en particular, que a fin de cuentas es lo de menos; sino que celebra la pasión y fervor de una ciudad que desde siempre se ha volcado con su Cristo Caído, al que cada Martes Santo reza con la esperanza de compartir el sueño de los bienaventurados.

“Caído del Llano del Pla; Caído en el paso que es el paso mis-mo de la historia; caído en la noche del Martes Santo para

levantar nuestras noches mismas; caído en la tierra para san-tificar la tierra…. ¡Caído en Santa Ana, Señor de la Caída!” Y no solo Él. Porque Pablo Ruz también dedicó unas hermosas palabras a la Santísima Virgen del Rosario. Su madre, pero también la de todos nosotros. La que como nuestras madres terrenales, siempre está ahí para secarnos las lágrimas; la que nos ofrece palabras de consuelo, y la que también sufre y sien-te nuestros propios padecimientos.

“Ella, bajo su palio de granas y de oros, de flecos camarañeros y candelerías exquisitas. Ella, de tez limpia, nacarada, de ojos dibujados de esperanza y de sienes esbozadas con rumores de oraciones. Ella, coronada de oro, de gloria y majestad pero también de dolor, de escarnios y desprecios… Ella, la reina de nuestras vidas. Ella, la Madre del verbo eterno. Ella, la sobera-na de nuestras almas, de nuestros pasos, de nuestras miradas y de nuestras caídas”.

Y con la misma pasión y arte con la que dio inicio a su pregón, Pablo Ruz concluyó el mismo invitando a todos los ilicitanos a volcarse en los actos del 150 Aniversario de La Caída. “¡A San-

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ta Ana, ilicitanos! ¡A la Gloria del Martes Santo! ¡A redimir por Elche con Dios Caído! ¡A vivir con la Reina del Rosario la pasión salvadora de Jesús, Divino Redentor!” Porque esto es historia. Historia viva de un acontecimiento único para la vida de cualquier co-frade de La Caída.

Algo que recordó nuestro Hermano Mayor, Tomás Ruiz Godoy, que no pudo contener sus lágrimas de emoción al mostrar su agra-decimiento a todos aquellos que han contribuido a que la cofradía y hermandad de La Caída sea lo que es hoy en día. Los que han hecho que cada Martes Santo, miles de ilicita-nos salgan a la calle para ver a su Señor Caído, seguido por su santa madre, María Santísima del Rosario. Y esta supone la oportunidad perfecta para que NOSOTROS también con-tribuyamos a forjar un sólido futuro para la cofradía de La Caída. ¡Por otros 150 Años!

El acto de la Exaltación del 150 Aniversario Fundacional de La Caída tuvo lugar el 15 de diciembre en el Centro de Congresos de la ciudad de Elche. Al acto asistieron representantes de diversas cofradías y hermandades de la ciudad, así como otros entes culturales y festeros, y miembros de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades de Elche.

Como muestra de agradecimiento, nuestra Hermandad y Cofradía les hizo entrega de un diploma conmemorativo con el cartel anunciador del 150 Aniversario, como se muestra en la imagen inferior.

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Foto: Joan Fernández

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El pasado día 7 de marzo, primer viernes de Cuaresma, nues-tra Hermandad volvió a vivir un gran día que quedará marca-do en el recuerdo de la longeva historia de esta corporación como muchos de los actos que estamos viviendo en este año por la conmemoración de su siglo y medio de existencia. Un nuevo acto extraordinario que tardaremos en volver a vivir, teniendo la suerte de que este año fuera nuestra Sagrada Ima-gen, Nuestro Caído, quien saliera a las calles de su barrio an-ticipadamente y así, abriera los actos de la Cuaresma de este año 2014.

Y con esa ilusión y esfuerzo se preparó este gran acto, cons-cientes de la responsabilidad de que nuestra Hermandad tu-viera esa presencia en un acto tan importante para la Semana Santa ilicitana como su Vía Crucis General. No era tarea sen-cilla ya que este Vía Crucis, a pesar de ser el segundo año que se realiza, tenía que estar a la altura de nuestra gran Semana Santa, por lo que se cuidó todos los detalles tratando de de-jar una impronta para las próximas Cofradías y Hermandades que organicen este Vía Crucis General y deseando que con los años, sea sin duda el acto más importante de cada Cuaresma.

Via Crucis General de la Semana Santa ilicitana

Por Pablo LópezPrioste de la Hermandad.

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Y es que el pasado viernes, la Iglesia de San José se convirtió en el punto de referencia de los cofrades de la Semana San-ta de Elche y así se pudo corroborar con la gran asistencia, igual que pasara dos días antes en el acto de la Imposición de la Ceniza, a la Misa de Difuntos que la Junta Mayor orga-nizó previa al Vía Crucis. Una bella Eucaristía oficiada por D. Vicente Martínez, Vicario Episcopal y Consiliario de la Junta Mayor, amenizada por el coro “Canticum Novum“.

A su finalización, dio comienzo el II Vía Crucis General, iniciado por la Cruz Parroquial de San José flanqueada por dos faroles de mano repujados en plata. La estampa al con-templar las andas con Ntro. Padre Jesús de la Caída desde el interior del templo fue incomparable, con su cuerpo de acólitos con ciriales en orfebrería y una densa nube de in-cienso. Los acordes de los sones de Música de Capilla dio paso al silencio y solemnidad con la que se inició la lectura de la primera estación del Vía Crucis.

Las sencillas andas sobre las que lucía Ntro. Padre Jesús de la Caída fue portada en todo momento por Hermanos de riguroso traje y corbata oscura con la medalla de la Her-mandad. Al ver la Imagen del Señor pronto nos pudimos dar cuenta de una novedad como fue el “reestreno” de su túnica bordada en oro que recupera después de varios años.

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Después de las tres primeras estaciones que tuvieron lugar en la misma puerta de San José, gracias a las capillas del antiguo Vía Crucis que todavía se conserva, el cortejo partió a la cuarta estación sita en el Asilo de ancianos, un momento emotivo la visita del Señor a los mayores del Asilo y el canto de las hermanas de esta comunidad cristiana. Al ser un acto general de la Semana Santa de Elche, cada estación fue asignada a una Cofradía distinta.

Destacar el paso de la comitiva por la Calle Samsó, quizá una de las calles más estrechas del barrio y de mayor recogimiento, así como la lectura de la novena estación (“Jesús cae por tercera vez”) que se cuadró de forma que se rezara a las puertas de nuestra Casa de Her-mandad, en la calle San Antoni del Plà, donde se preparó un sencillo altar con la litografía de esta estación.

Después de algo más de hora y media, las andas del Cristo llegaban nuevamente a la Iglesia de San José, donde se rezó la última es-tación, a cargo del Presidente de la Junta Ma-yor, y se cerró este II Vía Crucis General de la Semana Santa de Elche con la oración final invocada por el Vicario Episcopal, D. Vicente Martínez.

Desde estas líneas, agradecer a todas las enti-dades que han colaborado para engrandecer nuestra Semana Santa, y en especial nuestra Cuaresma, con actos tan solemnes como es-tos. Agradecer a la Junta Mayor que tuviera a bien conceder a la Iglesia de San José y sus Cofradías la organización de este Vía Crucis General, a las Cofradías del Stmo, Cristo de Zalamea y Hermandad del Santo Sepulcro, co-organizadoras de este acto, y a las Her-mandades de la Magdalena de nuestra ciudad y la Hermandad del Gran Poder y Esperanza de Alicante por la cesión de enseres.

Iniciamos así una gran cantidad de actos y cultos de Cuaresma de las Cofradías y Her-

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mandades de Elche. Que éstas nos ayuden a reflexionar y prepararnos para la llegada de la Semana Santa y buscar el verdadero signi-ficado de ser cofrade y realizar nuestra parti-cular penitencia con nuestras Hermandades.

“A imitación de nuestro Maestro, los cristia-nos estamos llamados a mirar las miserias de

los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas” - Mensaje del Papa Francisco

para la Cuaresma 2014.

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Antonio Flores,Pasión sobre un LienzoNo podríamos cerrar este número especial con motivo del 150 Aniversario Fundacional de nuestra Hermandad sin mostrar nuestro más absoluto agradecimiento al artista Antonio Flores, que ha sido el que desinteresadamente ha pintado el cuadro conmemorativo de esta efeméride.

Este se trata de un óleo sobre lienzo que muestra el rostro del Cristo Caído, acompañado por dos ángeles pasionarios que portan sobre sus manos un rosario, en clara alusión a la titular mariana de la hermandad, María Santísima del Rosario.

Esta pintura también muestra dos de los lugares más emblemáticos de la cofradía, como son su sede canónica, la Parroquia de San José, así como el Puente de Santa Teresa, en el que cada Martes Santo el Cristo Caído y la Virgen del Rosario realizan un particular encuentro con los patrones de la ciudad.

Así que desde estas líneas agradecemos enormemente la labor de este artista hispalense, que ha plasmado de la forma más hermo-sa posible los 150 Años de Fe y Devoción que vive la ciudad de Elche por su Cristo Caído y María Santísima del Rosario. ¡Gracias!

Acto de presentación del cartel anunciador del 150 Aniversario en el Salón de Plenos del Ayuntamiento. Por motivos de salud, Antonio Flores no pudo participar de este momento tan especial. De izquierda a derecha: Ángel Bernal, coordinador del 150 Aniversario; Tomás Ruiz Godoy, hermano mayor; Pablo Ruz Villanueva, coordinador de Cultura en el Ayuntamiento de Elche; y Alberto Pastor, integrante de la comisión del 150 Aniversario.

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Dedicada a todas las personas que han hecho posible que La Caída cumpla hoy 150 años.

Gracias también a los Hermanos Mayores que han comandado la Cofradía en compañía de sus Juntas de Gobierno. Desde el mismísimo Blas Valero, fundador de la Hermandad, a Casto Torregrosa Parreño, Jaime Martínez Marco, Narciso Caballero Pardo, Julián Cortés Bernabeu, o nuestro anterior Hermano Mayor, Ismael Quesada Chinchilla. Sin vuestro esfuerzo, pasión y trabajo desinteresado, esto no habría sido posible.

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Foto: Joan Fernández

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Foto: Fernando Huedo Díaz

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Foto: Fernando Huedo Díaz

Familia Ruano-García

Bontre S.l.

Gianni Zenna S.L.

Mayteval S.A.

María Silva Guerrero

Informática Serrano Más

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