Revista Debate Publico Nro. 5

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    Ao 3 -N 5Abril de 2013

    TemaCoyuntura y procesos

    de reconstruccin de lo pblico

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    Presentacin

    Publicacin de Ciencias Sociales que lleva adelante la Carrera de

    Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de

    Buenos Aires, con el objetivo de generar un espacio de debate y difusin

    de conocimiento social.

    Esta publicacin se propone divulgar aportes sobre lo pblicoque realizan

    el colectivo profesional del Trabajo Social en particular, y las ciencias

    sociales en general, con la pretensin de aportar a su fortalecimiento, apartir de revisitar las disputas que construyen como tal. La configuracin

    de lo pblicoen este contexto y las reflexiones que se suscitan interpelan

    al Trabajo Social, en tanto posible ngulo de interrogacin sobre la

    intervencin, pues en este debate se centran algunas claves para la lectura

    de las polticas, las instituciones y las prcticas que entablan distintos

    actores.

    Ao 3 -N 5 Abril de 2013

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    Revista Debate Pblico Ao 3 Nro. 5 Abril 2013 ISSN 1853-6654

    La revista Debate Pblico es una publicacin de propiedad de la Carrera de Trabajo Socialde la Universidad de Buenos Aires.

    Cuerpo Editorial

    Directora General:Ana Arias

    Directora Editorial:Brbara Garca Godoy

    Secretaria Editorial:Ana Beovide

    Coordinadora:Romina Manes

    Consejo Editorial:Adriana Clemente (Facultad de Ciencias Sociales - UBA), Sergio Caletti (Facul-tad de Ciencias Sociales - UBA), Mara Isabel Bertolotto (Facultad de Ciencias Sociales - UBA), Al-fredo Carballeda (Facultad de Ciencias Sociales - UBA), Margarita Rozas (Universidad Nacional deLa Plata), Claudio Ros (Universidad Nacional de La Plata), Mariela Diloreto (Universidad Nacionalde La Plata), Susana Cazzaniga (Universidad Nacional de Entre Ros), Lorena Molina (Universidad

    de Costa Rica), Mnica De Martino (Universidad de la Repblica. Uruguay), Jos Mara Alberdi(Universidad, Nacional de Rosario).

    Comit Cientfico: Norberto Alayn (Carrera de Trabajo Social - UBA), Cristina Melano (Ca-rrera de Trabajo Social - UBA), Raquel Castronovo (Carrera de Trabajo Social UBA / Uni-

    versidad Nacional de Lans), Claudia Danani (Carrera de Trabajo Social - UBA), Violeta Correa(Carrera de Trabajo Social - UBA), Estela Grassi (Carrera de Trabajo Social - UBA), GloriaMendicoa (Carrera de Trabajo Social - UBA), Mara Carman (Carrera de Trabajo Social - UBA),Diana Rossi (Carrera de Trabajo Social - UBA), Nicols Rivas (Carrera de Trabajo Social - UBA),Cecilia Hidalgo (Carrera de Trabajo Social - UBA), Alejandro Rofman (Carrera de Trabajo Social- UBA), Miguel Vallone (Carrera de Trabajo Social - UBA), Silvia Faraone (Carrera de TrabajoSocial - UBA), Jos Mara Serbia (Carrera de Trabajo Social - UBA), Patricia Digiglio (Carrera

    de Trabajo Social - UBA), Lucrecia Raffo (Ministerio de Salud de la Nacin), Ricardo Rubio(Universidad Nacional de Cuyo), Liliana Barg (Universidad Nacional de Cuyo), Silvia Mabres(Universidad Nacional de San Juan), Marcelo Lucero (Universidad Nacional de San Juan), LauraGarcs (Universidad Nacional de San Juan), Susana Cazzaniga (Universidad Nacional de EntreRos), Florencia Cendali (Universidad Nacional de Lujn), Bibiana Travi (Universidad Nacionalde Lujn), Ins Seoane (Universidad Nacional de La Plata), Juan Ignacio Lozano (UniversidadNacional de La Plata), Ins Hadad (Universidad Nacional de Ro Negro), Mariano Barberena(Universidad Nacional de La Plata), Jess Acevedo (Universidad Autnoma de Coahuila. Mxi-co), Ana Monge (Universidad de Costa Rica), Mara Noel Miguez Passada (Universidad de laRepblica. Uruguay), Denis Merklen (Escuela de Altos Estudios de Pars), Carolina Mera (Insti-tuto Gino Germani - FSOC / UBA), Mnica Petracci (Instituto Gino Germani - FSOC / UBA),Esteban De Gori (Facultad de Ciencias Sociales - UBA), Ana Rosatto (Facultad de Ciencias

    Sociales - UBA), Carla Wainsztok (Facultad de Ciencias Sociales - UBA), Pablo Di Leo (InstitutoGino Germani Facultad de Ciencias Sociales - UBA), Gisela Spasiuk (Universidad Nacional deMisiones), Pilar Fuentes (Universidad Nacional de La Plata), Susana Hintze (Universidad Nacio-nal de General Sarmiento), Nora Aqun (Universidad Nacional de Crdoba).

    Composicin y armado: dg Leo Tambussi - [email protected] de tapa: Valeria Brudny - http://www.valeriabrudny.blogspot.com/

    Direccin: Santiago del Estero 1029 - CP:1075 / Buenos Aires - ArgentinaTel/fax: (54-11) 4305-6168.email: [email protected] / web: www.trabajosocial.fsoc.uba.arLas opiniones expresadas en Debate Pblico. Reflexin de Trabajo Social son independientes y no

    reflejan necesariamente las del Comit Editorial. Se permite reproducir el material publicado siem-pre que se reconozca la fuente. Sistema de arbitraje: todos los artculos centrales y los artculos se-leccionados han sido sometidos a arbitraje por miembros del Comit Cientfico de la publicacin.

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    Indice

    TemaCoyuntura y procesos

    de reconstruccin de lo pblico

    EditorialAna Arias

    Conversaciones sobre lo pblicoEl Prof. Carlos Andrada

    entrevista al Dr. Eugenio Ral Zaffaroni

    Miradas sobre la intervencinFotografasMaia Klein

    Artculos CentralesConferencia brindada por el Dr. Eduardo Rinesi

    en la Carrera de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de laUBA, en el marco de la presentacin del libro Polticas Pblicas y Trabajo

    Social. Aportes para la reconstruccin de lo pblicoEduardo Rinesi

    Revoluciones: aproximacin al vnculo entrela expectativa social y lo poltico

    Esteban De Gori

    Nuevo Patrn sobre un viejo Modelo: el problema de la concentraciny la extranjerizacin en la economa argentina

    Martn Schorr

    Intervencin social, distribucin y reconocimientoen el postneoliberalismo

    Nora Aqun

    Tomar la palabra. Discurso y accinen la vida poltica

    Patricia Digilio

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    Transiciones terico-metodolgicas de las concepciones de la polticasocial en Argentina durante el perodo 2003-2010.

    El caso del Programa de Centros Integradores Comunitarios, Zona surdel rea Metropolitana de Buenos Aires.

    Miguel E. V. Trotta

    Artculos seleccionadosLos programas de transferencias monetarias condicionadas.

    Una aproximacin desde la socio antropologa econmicaMartn Hornes

    Justicia Juvenil e Interdisciplina:Tensiones y ProspectivasOsvaldo Agustn Marcn

    Percepciones de los coordinadores de programas sociales destinadosa los habitantes de la calle en la Ciudad de Buenos Aires

    Paula Cecilia Rosa

    El Estado en cuestin. Reflexiones sobre el rol estatalen el neoliberalismo y el postneoliberalismo

    Juan Ignacio Lozano

    Llevarse la comida. Chisme y tab en un comedor del oeste

    del Gran Buenos Aires durante una contienda electoral.Laura Colabella

    De problemas colectivos y resoluciones individuales: la polticade crditos del Instituto de la Vivienda en la Ciudad de Buenos Aires

    Soledad Chinni, Lijterman Eliana y Ozuna Mariela

    Recuperando HistoriaATAMDOS un hito en la historia

    de la Atencin Primaria de la Salud en ArgentinaGuillermo Devoto

    Debates de ctedraLa experiencia de los encuentros inter-universitarios de ctedras:

    espacio de reflexin colectiva sobre los problemas socialesy la estructura social argentina

    Alenka Mereuk y Ma. Alejandra Catini

    Producciones de fin de gradoConstrucciones discursivas en torno a las disputas

    por el espacio social

    Pamela Martn y Jimena Lpez

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    Aportes a lo pblico desde la investigacinEl proceso metodolgico y los modelos de intervencin profesional.

    La impronta de su direccionalidad instrumentaly su revisin conceptual actual

    Ana Arias

    ReseasIntervenciones de Trabajo Social

    en el rea de la salud.Implicancias y reflexiones

    Gabriela Pombo

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    Reflexiones

    de coyuntura

    En los ltimos nmeros de Debate Pblico comenzamos nuestras editoriales explicando los

    motivos de la convocatoria del nmero en cuestin. En esta oportunidad, el nmero ha sido abiertodebido al acumulado de excelentes artculos de ediciones anteriores, lo cual ubica a esta editorial en

    un lugar de retaguardia, en tanto escribiremos sobre los lineamientos de lo que ha sucedido y no de lo

    que proponamos que pasara. Esto supone una gran ventaja en tanto percepcin de coyuntura de los

    intelectuales con los cuales y a partir de los cuales nuestra revista dialoga.

    Esteban De Gori propone argumentos histricos para pensar cmo ingresa lo social o el pueblo

    en las revoluciones americanas de comienzos de 1800. Saludamos la generacin de aportes histricos

    para pensar lo social desde la Argentina. Sin dudas este material y la relacin que formula entre las lu-

    chas autonomistas y la incorporacin de lo social tiene un espacio relevante para pensar la centralidad

    actual de lo social en la disputa de la poltica local.

    Hay una frase sumamente provocadora para el anlisis que nos ocupa y que nos permitir seguir el

    razonamiento de este editorial.

    El pueblo se presentaba, entonces, como una figura escurridiza y polivalente. Una figura que adver-

    ta, que lo social no es slo el conjunto de intereses de los actores, sino que es la trama de interacciones

    sociales de donde surge la legitimidad de los que mandan y, por ende, del propio orden.

    Lo social entonces no es, como se presenta desde muchas concepciones acerca de la cuestin social,

    una contradiccin consecuencia de un proceso, sino la forma misma de estructuracin del orden, la

    construccin misma de la idea de colectivo, de pueblo. Existe en la posicin que va a plantear De Gori

    la posibilidad de un orden propio, de un orden en el cual el sujeto pueblo puede construir las formas

    de vida elegidas. Hay un sujeto pueblo con potencia. Lo social es potencia y es sujeto poltico.

    Editorial

    Ana Arias

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    Desde este lugar la posibilidad de debate sobre lo pblico tiene en los procesos polticos populares

    un referente desde el cual poder leer avances y retrocesos.

    Tres de los artculos centrales que aqu se exponen tienen claramente identificados momentos de

    avances desde el campo popular en la estructuracin de lo pblico.

    Eduardo Rinesi presenta una secuencia planteando el desafo de la profundizacin de la democracia

    en trminos de proceso y no de opcin absoluta. La idea de la democratizacin vista de acuerdo a las

    prioridades de poca identifica en el complejo proceso de revisin y apertura a la estructura institu-

    cional estatal.

    En este sentido el planteo que realiza Ral Zaffaroni se vincula con esto ya que presenta la idea de la

    historia del poder judicial como parte de la revisin de una forma desnaturalizadora de las institucio-

    nes en democracia.

    Nora Aqun tambin va a plantearse reflexiones sobre el sentido emancipador de las prcticas socia-

    les, poniendo el centro en el trabajo social e identificando cmo en la coyuntura de la Argentina actual

    procesos vinculados a la distribucin y al reconocimiento social pueden tributar a lo mejor de nues-

    tras tradiciones. En los resultados de la investigacin que nos presenta la autora cordobesa aparecen

    las intervenciones sobre lo social operando en la ampliacin de la esfera pblica.

    Como una contracara compleja de las situaciones de ampliacin o democratizacin de lo pblico, el

    artculo de Martn Schorr presenta un diagnstico sobre los procesos de concentracin y extranjeri-

    zacin de la economa argentina que interrogan sobre las posibilidades de proyeccin de estrategias

    inclusivas.

    Creemos que estas lecturas permiten tanto una mirada diagnstica de la coyuntura argentina como

    tambin motivan la reflexin para la accin poltica.

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    El Prof. Carlos Andradaentrevista al

    Dr. Eugenio Ral Zaffaroni

    Esta seccin se propone habilitar conversa-

    ciones con aquellos que para nosotros sonreferentes en la construccin de lo pblico,tanto por su rol como intelectuales como porsu despliegue poltico y su capacidad para laintervencin.

    En este dilogo participaron el Profesor CarlosAndrada, titular de la asignatura Poltica Urba-na de la Carrera de Trabajo Social de la UBA yel Dr. Eugenio Ral Zaffaroni, prestigioso abo-gado y acadmico, doctor en Ciencias Jurdicasy Ministro de la Corte Suprema de Justicia de laNacin.

    Conversaciones sobre lo pblico

    Fecha de realizacin: 26 de febrero de 2013.

    A continuacin la desgrabacin del encuentro.

    CA- Esta entrevista es para la revista de la

    de Trabajo Social, Debate Pblico. Y proba-

    blemente tendramos que insumirte muchotiempo porque la nuestra es una de las carre-

    ras contestonas, dicho en el sentido que le

    dan los espaoles. En ese contexto tenemos

    una gran inquietud por conocer tu opinin

    sobre muchos temas, demasiados. Hemos

    tratado de acotarlo, lo ms posible como

    para tampoco abusar de tu generosidad aca-

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    Ao 3 - Nro. 5 - Revista Debate Pblico. Refexin de Trabajo Social - Conversaciones sobre lo pblico10

    dmica. Uno de los temas que queramos

    plantearte es el que est en danza hoy en da:

    la democratizacin de la justicia o del po-

    der judicial, mejor dicho. Y es un tema recu-

    rrente que hora est dando vuelta. Maa-na y pasado hay unas reuniones de gente de

    la justicia sobre ello (Nota de la Revista: se

    refiere a las reuniones de Justicia Legtima

    que se realizaron a fines del mes de febrero

    de 2013, en la Biblioteca Nacional).

    EZ -Si

    CA -Hay versiones de todo tipo, por ejemplo,

    he ledo recurrentemente el tema del estable-

    cimiento del juicio por jurados previsto en la

    Constitucin. Incluso recuerdo haber ledo

    algo tuyo sobre el tema. Otro de los planteos

    es que los cargos de los jueces sean electivos.

    Yo te voy a enumerar varios planteos para

    que vos me los comentes: que la crisis actual

    deviene de la crisis de la propia familia judi-

    cial, que va camino a dejar de ser una insti-

    tucin hegemnica, es uno de los planteos,

    otros dicen que el poder judicial se caracte-

    riza por ser un mbito conservador. Algunos

    dicen hasta reaccionario. Que el fenmeno

    se recrea en muchos pases, en especial en

    Amrica Latina. Y que mayor es el enfren-

    tamiento cuando los poderes ejecutivos sos-

    tienen programas ms progresistas, en lneas

    generales tambin de Amrica Latina. Que

    fue un poder prescindente, para algunos has-ta cmplice de los gobiernos de facto y de

    la ltima dictadura cvico- militar. Sealan,

    entre otras cosas, la lentitud de los procesos.

    Y otro tema que hemos visto por ah dando

    vuelta es la excesiva distancia entre los ciu-

    dadanos de a pie y los magistrados. Fue una

    enumeracin larga, ms no agota lo cuestio-namientos.

    EZ -Bueno, a ver empecemos. En lneas ge-nerales, hace veinte aos que vi un libro quese llama Estructuras judiciales donde plan-teaba frente a la constituyente del noventa ycuatro, la necesidad de una discusin polticadel poder judicial. Dara la impresin que elpoder judicial no es poltico, no forma par-te del gobierno de la polis, entonces no tiene

    historia. No hay historia poltica de nuestropoder judicial.

    CA -Es una percepcin esto?

    EZ -Si, si. Pero no hay historia no, busca unahistoria del poder judicial argentino y no la vas a

    encontrar.

    Yo alguna vez tuve que hacer la historia de lade la justicia penal argentina y me tuve que valerde una obra en siete tomitos que se public hacemucho de historia de la polica federal. Por qu?Porque no hay historia del poder judicial. Quhizo en cada poca; cul fue su jurisprudencia; aqu se deba esa jurisprudencia; cul era el con-texto; qu dificultades tuvieron con el ejecutivo,

    con el legislativo; qu les criticaron. Todo eso nolo tens. Hay algunos ensayos muy superficialesrealmente que citan la quiebra del ao treinta; el

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    cuarenta y tres; los juicios polticos del cuarenta ysiete Pero una historia bien hecha, no hay. En-tonces dara la impresin que es un poder que pasadesapercibido polticamente. En realidad, esto es

    lo que ha ido pasando con el poder judicial nues-tro, en distintas etapas que fueron etapas polticas.

    Ahora estamos en el ciento cincuenta aniversariode la Corte pero esta primera Corte qu hizo, lade mil ocho sesenta y tres? Bueno, proyect la leycuarenta y nueve, que era la ley que se us parasancionar las rebeliones, de los caudillos del inte-rior. Por supuesto, Mitre no necesit mucho paraasesinar a los muchachos, era un asesino. Perobueno, ya asentada, lo de Pavn del ochenta, etc.empieza todo un periodo de la justicia de la re-publica oligrquica, que yo dira, dura hasta milnovecientos treinta en que hay un quiebre. Hastamil novecientos treinta esa justicia, que como de-ca Jauretche eran los primos pobres de la oli-garqua tuvo una virtud. Se ocup de preservarel modelo a tal punto que frente a algunas leyesautoritarias, como sera la primera ley antiterro-rista nuestra, que es una ley de defensa social demil novecientos diez, prcticamente no la aplic.

    En el treinta se produce un quiebre, ese quiebre,que es la acordada del ao treinta, se ve muy claroporque en el seno de la Corte se produce una dis-cusin respecto de esa acordada. Figueroa Alcor-ta, que era el presidente de la Corte, no la querafirmar y es Repetto quien lo convence de firmar-la. Y no la quera firmar porque Figueroa Alcor-ta era un autntico representante de la repblicaoligrquica y defenda el modelo. Esa acordadarompe el modelo, es decir, prcticamente pareceque a Figueroa Alcorta le tuvieron que torcer el

    codo para que la firme. A partir de ah empiezauna justicia que a mi juicio es burocrtica.

    CA- Cul fue la acordada del ao 1930?

    EZ- La acordada que legitim el poder de facto,que no era la primera vez que se hacia la pri-mera Corte Suprema lo hizo respecto de Mitre,de modo que era una doctrina Mitre que se re-sucitaba en mil novecientos treinta. Lo cierto es

    que a partir de ah empieza una justicia en la quecada uno est cuidando que no lo remuevan, unajusticia donde se va ascendiendo.

    CA- Bueno, la Corte no. No asciende ms

    EZ- No, la corte no. Pero queda la Corte esa delao 30. En el cuarenta y tres esa Corte legitima

    tambin el golpe del 43. Este despus vieneel asunto de la Corte al poder, todo ese lo en el45, y en el 46 Pern remueve toda esa Corte y lasomete a juicio poltico. A partir de ah, viene laCorte del primer peronismo hasta el 55. En el 55hay otro quiebre, es la primera vez que se declaraen comisin todo el poder judicial.

    El 55. Posibilidad de remover todo el poder judi-cial. Se hace. En el 58 viene todo el asunto de lagran discusin sobre si los jueces designados defacto tenan que seguir o no. Llegamos al 60 y...al 62... Guido (Presidente Provisional de Senado)jura ante la Corte. Haba un general (Poggi) quequera jurar en Casa de Gobierno.

    Llegamos al 66. Se remueve la corte y se remue-ven los superiores tribunales, pero los jueces no.En el 73 se remueven los jueces de facto y hayque nombrar los jueces constitucionales. En el 76de nuevo se repite lo del 55, se declara en comi-

    sin a todo el poder judicial: nacional, federal yla provincia. Todo esto que va creando una sen-sacin de que la funcin de juez es inestable. En-tonces los jueces van a decir Cmo me salvo yode todas estas... de todo este viaje, de todas estastempestades... y me salvo hacindome el apol-tico, el aideolgico, el... apartidista, el asexuado,que se yo... el a todo.

    Entonces dando la imagen de que el juez es una todo neutral. Un a todo neutral es un ente

    patolgico, que se yo... un tarado, un idiota, estseparado de la realidad no. Bueno, esa imagen,Estoy cuidando el puesto, por eso no me animoa decir tal cosa, no me animo a decir tal otra...

    va crendose una actitud conservadora y reaccio-naria, no por conviccin sino por oportunismo.

    Ahora que tenemos treinta aos de funciona-miento constitucional, los jueces en realidad notienen miedo de eso, no ha habido este... proble-ma en el orden nacional, remocin arbitraria de

    jueces, no hemos tenido ningn caso Garzn,y los pocos que hubo en provincia, algunos lashemos revocado nosotros, hemos dicho No,

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    guarda no, arbitrariedad no La estructura quedoas. En el noventa y cuatro esa cosa que se cre,el Consejo de la Magistratura... lo que yo propo-na... aunque ramos minora en ese momento en

    la constituyente, era algo distinto, era un consejode la magistratura que gobernase el poder judi-cial, estaba pensando en el consejo de la magis-tratura italiano. Eh... con representacin de losjueces y del parlamento. El consejero nombradopor el parlamento, el consejero nombrado porlos jueces, en base a un debate interno del poderjudicial, no nombrados los jueces por jerarquasino que yo sostengo que entre los jueces no hayjerarqua, si diferencia de competencia, que esotra cosa. El poder judicial es horizontal, no es

    vertical... toda pretensin corporativa, verticaldel poder judicial creo que es absurda a la Cons-titucin. Pero Qu dejaron? Dejaron una cosaloca que dice que el poder judicial lo gobiernala Corte y administra el Consejo, y crean un r-gano que no dicen como se integra, lo cual diolugar a que se discuta de una transferencia delpoder constituyente al poder constituido, de locual nosotros no tenemos prctica, no somos lacmara de los lores y la cmara de los comunes

    inglesa, el poder constituyente es nico, es otropara nosotros. Bueno, eso dio lugar a esta cosarara quede en el pasado, no prever en la consti-tuyente, convencerlo de que haba que integrareso de otra manera, haba que decir cmo se in-tegra, me dijeron que eso era reglamentarismo.Les logr bajar una categora... que en el pactode Olivos estaba, que era personalidades distin-guidas que podan integrar el Consejo. En la co-misin eran casi todos provincianos, me senty dije que el padrn de personalidades distin-

    guidas era muy grande, que todos los porteosdesde que nacemos nos consideramos persona-lidades distinguidas. En consecuencia, se rierontodos y logr bajar eso, el resto qued tal cual.Bueno, las consecuencias las tenemos ahora, nosabemos qu funciones tiene, est inmvil, nogobierna, tampoco administra. Se metieron losdiputados y los senadores adentro, y eso es unaprdida de veinticuatro horas, que no se puedetener dedicacin exclusiva, tendra que manejar

    un presupuesto muy grande, licitaciones, etc. Yeso no se puede hacer yendo a tomar el te porlas tardes.

    Bueno, esa es la situacin actual, y todo esto hatenido una dinmica poltica naturalmente, y enla poltica nunca se ocuparon de discutir y de-cir cmo hacemos la ingeniera institucional para

    hacer un poder judicial adecuado a un estado dederecho moderno, no pensaron nunca. Y ahoradicen algunas estupideces como que van a elegirpor voto directo a los jueces... La pregunta es Aquin eligen? Eligen al candidato que est paga-do por los grandes estudios. Claro, ese es el votodirecto. Por supuesto Estados Unidos no tiene

    voto directo en el orden federal, no se le ocurrinunca a nadie. La Constitucin de Estados Uni-dos los nomina polticamente, pero en algunosestados existe, con toda la corrupcin eso da lu-gar a que cada vez que viene una reeleccin, eltipo enfile a tener ms gente, se ponga a penarmuertes, reparta de todo para hacerse ms de-magogo.

    En fin, todas las insensateces esas. Pero claro,que hay que repensar la ingeniera institucionaldel poder judicial. Y bueno, eso hay que repen-sarlo en dos etapas. Una etapa primera, que no scuando terminara, que algn da a alguien se le

    ocurrir reformar la Constitucin. Entonces hayuna etapa primera que hay que hacer el repasoconstitucional que tenemos, y una etapa segundaque hay que irla pensando para el da de maanacuando alguien reforme la Constitucin.

    Pero si, es obvio que tenemos un poder judicialque los polticos han descuidado, no lo consi-deraron un problema de ellos nunca, nunca sepreocuparon por una poltica judicial en serio, ybueno, estamos pagando parte de las consecuen-

    cias de eso. Yo no le atribuyo las responsabilida-des de eso al propio poder judicial, sino que sela atribuyo fundamentalmente a los polticos quenunca se hicieron cargo de repensar. Y dentrodel poder judicial en estos ltimos treinta aosse produjo una dinmica interesante, esta acti-tud burocrtica, conservadora por las dudas. Noideolgica sino conservadora por las dudas,se va reduciendo. Viene gente joven, viene otraposicin, y por suerte vieron que bueno, que el

    pluralismo interno del poder judicial se va ma-nifestando cada vez ms. Es el sindicalismo judi-cial. Yo s que la expresin sindicalismo judicial

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    no le va a gustar a nadie, pero en definitiva es eso,saqumonos la careta. No ser formalmente, unaasociacin sindical, no estar reconocida en elMinisterio de Trabajo pero en definitiva es eso. Y

    bueno, veo que dentro de esas instituciones mis-mas hay tendencias diferentes. Ahora los jvenesquieren otras, me encanta que vengan con esa di-nmica interna de pluralismo, que si algn da lle-gamos a un gobierno a travs de un Consejo deMagistratura en serio, esa dinmica es necesaria.

    CA -La reforma a la que hace referencia va

    con el carcter de independencia del poder

    judicial. En las condiciones que da la Consti-

    tucin, podra darse desde el poder judicial?

    EZ -No, hay medidas que se pueden to-mar desde el poder judicial, pero la reforma

    tienen que pensarla un poco los tres pode-res del Estado. Si, por supuesto, el poder ju-dicial tendra que acompaarla. Pero creoque primero el debate tiene que ser poltico.

    CA -Y despus?

    EZ -Bueno, a mi me alegra que la presidenta hayasalido con esta, pero por fin alguien que vienede la poltica, indiscutiblemente que es una po-ltica nata a lo largo de toda su vida, plantee elproblema, se haga cargo del problema. Bueno, yabre al debate, porque sin un debate no hay sali-da. Al abrir el debate hoy tenemos que reunirnos

    todos, se van a poner las cartas arriba de la mesa,y bueno, es el elemento poltico del pas dar caraa la discusin, me parece muy sano. Hace veinte

    aos que se los vengo pidiendo y nadie lo hizo,de modo que hoy suceda me alegra mucho.

    Perdn, ya son medidas concretas, son un cmu-

    lo de medidas con lo que hay que hacer y msvale que los tres poderes del Estado deben in-tervenir. Pero hay cosas, que quers que te diga,hay que rever el mapa judicial del pas. Tenemostribunales abarrotados, federales. Y tenemos tri-bunales que no tienen trabajo. Bueno, un da deesos hay que equilibrar, hacer una bolsa de jue-ces que van de un tribunal al otro, cmo no s.Hay que optimizar el resultado del personal quetenemos, nosotros no podemos decidir compe-tencias, decir no, bueno, este tribunal que tienecompetencia para esto se extiende a la provinciade al lado. Eso no lo podemos decir nosotros,lo tiene que decir una ley.

    CA- Reformas procesales?

    EZ - Bueno, tiene que haber una ley, no podemosreformar nosotros el procedimiento. Es fomentar un

    control ciudadano en las sentencias. Yo no soy parti-dario del tribunal plural clsico, pero si del escabina-do. Pero eso no lo podemos resolver nosotros, tieneque haber una ley que establezca como va funcionarel escabinado. Si, como Poder Judicial, podemos se-cundar, podemos oficiar como consulta.

    CA-Por qu, dada la naturaleza de este en-

    cuentro, no nos explicas en dos palabras qu

    es el escabinado?

    EZ - Es cierto que segn la Constitucin tieneque haber juicio por jurados, pero la Constitu-

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    16/212

    cin no puede ser auto contradictoria. Eso lo dicedesde 1853, nunca se hizo realidad. Pero tambinla Constitucin hoy dice que toda sentencia con-denatoria tiene que ser revisada ordinariamente,

    no a nivel Corte sino en un tribunal. La sentenciaque sale de un juicio por jurado clsico no puedeser revisada por nadie, porque el jurado no fundala sentencia. Se funda la pena, etc. Pero los hechosno El jurado dice si, no, culpable, ino-cente pero no funda la pena. Esta contradiccinhay que intentar resolverla de alguna manera: qudijo el constituyente de 1853, dijo bueno, tieneque haber un juicio por los ciudadanos perfecto,no podemos hacer el juicio puro por los ciudada-nos, pero si podemos meter ciudadanos dentrode este juicio. Y eso es el escabinado: tener tresjueces tcnicos y dos ciudadanos, que participandel debate, firman la sentencia, etc. pero permiteuna sentencia con fundamento. Y esa sentenciapuede ser apelada.Puede ser revisada en otra instancia, creo es quela forma de armonizar el criterio de la Constitu-cin del 53. Que dice tiene que haber participa-cin ciudadana en los juicios. Creo que la forma

    de hacerlo cumplir y no caer en contradiccin, eshacer un tribunal mixto, de tcnicos y ciudadanos.

    CA -Una cuestin que tambin interesa mu-

    cho en nuestra Facultad y no slo en la Fa-

    cultad, en toda la sociedad, pero en nuestra

    Facultad especialmente, interesa la cuestin

    de la seguridad y la inseguridad. Yo haba

    hecho dos anotaciones: una antigua y una

    actual, actual de hace pocos das incluso. La

    antigua es de la prensa, tom una declara-

    cin del obispo Casaretto del ao 1998 del

    diario Clarn que dice el proceso es com-

    plejo. Corremos el peligro de estructurar un

    sistema de seguridad para incluidos. Es de-

    cir, los que comemos, nos vestimos, estudia-

    mos y trabajamos. Podemos correr el riesgo

    de montar una seguridad contra aquellos

    a quienes nosotros, como cuerpo social,

    estamos condenando a la marginacin y la

    exclusin. ... Somos nosotros mismos, los

    que nos quejamos de la falta de seguridad,los que provocamos esta especie de autodes-

    truccin al fomentar un sistema social injus-

    to. (Clarn 2/3/98, Pg.17).La actual es que

    le el otro da, que el Fiscal General de Casa-

    cin, Javier Alberto De Luca citando a Ca-

    rrara, dice El ruego de los poderosos es una

    manera violenta de mandar. Sera esta unamanifestacin de una justicia que podramos

    llamar de clase?

    EZ -Sin duda, sin duda. Primero que el conceptode seguridad es el concepto periodstico digamos,la seguridad no es la seguridad de la vida, etc.Sino la seguridad frente a, sobre todo, al delito

    violento contra la propiedad. La realidad nuestraes, independiente de lo que hacen los medios ma-sivos de comunicacin social, que si comentanlo hacen con una selectividad criminalizante muyclara y elijen el enemigo, como por suerte no te-nemos terrorismo, pero siempre hay un enemigoresidual, como no hay terrorismo, como no hayalguien as muy chivo expiatorio, hay que buscarun chivo expiatorio residual que en nuestro casoes el adolescente de barrio precario.

    No es el chivo expiatorio ideal porque el chivoexpiatorio ideal tiene que tener componentes que

    lo hacen ms temible, la conspiracin por ejem-plo. Pero bueno, como no tenemos a nadie queande poniendo bombas por todos lados,el chivo expiatorio es el pibe de barrio precario.

    Esto viene desde el evangelio no? En el evange-lio estaban Cristo y los ladrones. Si sacs a Cristo,todos los ladrones van a quedar igual.

    Si, eso es lo que generan los medios masivosde comunicacin. Ahora la realidad es comple-

    ja pero, en trminos muy simples, te dira que sitomamos la Ciudad de Buenos Aires y algunaparte del conurbano, por decirlo claramente ypor decirlo como lo piensan algunos pero no lodicen los negros se matan entre ellos, no salena matar al resto As, cuando vos ves la ciudadde Buenos Aires, pones los alfilercitos rojos delos homicidios, se te concentran en las villas. Elresto de la Ciudad de Buenos Aires, sacando losbarrios precarios, tiene un ndice de homicidio

    3.5 por cien mil. ndice de homicidio 3.5 porcien mil, si lo comparas con lo que sali en elinforme ese de homicidios de Naciones Unidas

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    15ZAFFARONI: El Prof. Carlos Andrada entrevista al Dr. Eugenio Ral Zaffaroni

    de Amrica Latina, te vas a dar cuenta que esta-mos muy por debajo de todo eso. 3.5 por cienmil es ms o menos el ndice de Canad y el n-dice de Europa. Ahora cuando le apuntas a las

    villas, te vas a 17 y pico por cien mil, pero decualquier manera es menor que el ndice prome-dio de Brasil. Pero qu es lo que estamos obser-

    vando? Estamos observando que hay homicidiosde primera y homicidios de segunda. Los homi-cidios de primera son los de esos 3.5 por cienmil, los de segunda son todos lo que pasan enla villa que no se publican. Cul es la causa deese ascenso de homicidios en barrios precarios?

    A mi juicio, es la presencia de una economa desubsistencia violenta. En este momento: paco, nocreo que sea cocana, que haya eso de inciden-cia a mi juicio es paco, que es la mafia de lospobres. Nosotros tenemos cartel internacionalde paco. Y bueno, hay que controlar eso urgente.

    CA -Y eso se control, hay que controlarlo,

    controlando al polica. La ley esta de enjui-

    ciamiento la vinculada a la niez y adoles-

    cencia, la ley de salud dental, introdujeron

    la obligatoriedad de la escuela media y otras

    reformas positivas. Introdujeron un eventonovedoso.

    EZ -Si, me parece que es importante todo esopero, yo quisiera recordar respecto de los adoles-centes. Nosotros tenemos responsabilidad penaldesde los 16 aos, y por debajo de los 16 aosel nmero de autores de homicidios que tene-mos, es insignificante. Tenemos detectado uno odos por ao en toda la Ciudad de Buenos Aires.

    Suponte alguno de autor desconocido, tenemostres, cuatro.

    CA -Tu te has manifestado en contra de la

    baja de edad de imputabilidad.

    EZ -La cuestin no es la imputabilidad sino laprocedibilidad, es decir, desde qu edad se lopuede someter a un proceso penal. En ese pun-to, es necesario un rgimen penal juvenil por-que, aunque se lo someta desde los dos aos,un proceso penal da garantas y lo primero quehay que probar en un proceso penal con todaslas garantas es que el pibe haya hecho realmen-te lo que se le imputa. Si vos les la ley, es unaley no s si nazi, stalinista, que s yo. Los juzgana los menores pero hacen lo que quieren con elpibe, tericamente. Por suerte no hay ni institu-to ni infraestructura y tenemos casos menorespoco racionales pero poder, pueden hacer cual-quier cosa. Entonces bueno, ese es el problemaque tenemos. Entonces es eso, bajar la edad deprocedibilidad, con la excusa de que sacamos alchico del derecho penal, si, lo sacamos del de-recho penal y que, se lo damos en las manos

    a la polica? Recurrir por cualquier cosa a unjuez de menores? No, paremos, el pibe por serpibe no deja de ser ciudadano y lo primero quehay que probarle es que si le imputan un hecho,es si hizo el hecho. No que yo puedo hacercualquier cosa porque total lo estoy tutelando.No, paremos.

    CA -Muchas gracias por este tiempo que nos

    has destinado.

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    Fotografas

    Miradas sobre la intervencin

    Maia Klein*

    Fecha de recepcin:Fecha de aceptacin:

    Correspondencia a:Correo electrnico:

    10 de enero 201315 de marzo 2013Maia [email protected]

    * Licenciada en Trabajo Social . Universidad de Buenos Aires,Facultad de Ciencias Sociales. Docente de la materia Laintervencin en lo social, ctedra Alfredo J. M. Carballeda,

    responsable del rea de Egresos del Programa Envin en Ave-llaneda. Envin es un programa de inclusin social dependientedel Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de BuenosAires, en Avellaneda el mismo depende de la Subsecretara deEducacin.

    Resumen:

    Fotografas es un ensayo que se propone describir imgenes sociales no estticas,

    imgenes sacadas en distintos momentos de mi insercin profesional en Isla Maciel,

    partido de Avellaneda.

    Estas fotografas sociales entonces no son de ningn modo duraderas. Tienen movimientoporque la historia es movimiento y estas imgenes tienen que ver con la historia de vida

    de sus cuatro protagonistas. Cuatro pticas diferentes por las cuales observar escenas

    que se desarrollan en este escenario particular que nos brinda Isla Maciel, cuatro guiones

    encarnados por distintos protagonistas. La riqueza que nos regalan estas escenas no

    radica de modo alguno en lo esttico de la imagen sino en la posibilidad de pensar el

    movimiento, es decir, aquellas fuerzas y operaciones que se libran por debajo de aquellos

    grabados.

    Antes de ver/leer estas fotos, conviene sealar algo ms acerca de ellas. El relato no

    se hace en nombre de una misin o deber que juzga lo que vive quien relata, sino

    en nombre de una realidad que me conmueve y me sita frente a la exigencia de

    configurarme interrogndome en el medio de lo que sucede. Soy yo, una narradora

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    Ao 3 - Nro. 5 - Revista Debate Pblico. Refexin de Trabajo Social - Miradas sobre la intervencin18

    subjetiva y subjetivada, quien describe estas escenas conmovida, afectada por aquello

    que relato a partir de lo que he odo y visto. Tal el origen caprichoso de seleccin de las

    cuatro fotografas de este ensayo.

    Palabras claves:

    Fotografa social - Movimiento - Historia de vida.

    Resumo

    Fotografias um ensaio que se prope descrever imagens sociais no estticas, imagens sacadas em dife-

    rentes momentos de meu insercin profissional em Ilha Maciel, partido de Avellaneda.

    Estas fotografias sociais ento no so de nenhum modo duradouras. Tm movimento porque a

    histria movimento e estas imagens tm que ver com a histria de vida de seus quatro protagonistas.

    Quatro pticas diferentes pelas quais observar cenas que se desenvolvem neste palco particular que nos

    brinda Ilha Maciel, quatro guies encarnados por diferentes protagonistas. A riqueza que nos presen-

    teiam estas cenas no radica de modo algum no esttico da imagem seno na possibilidade de pensar omovimento, isto , aquelas foras e operaes que se livram por embaixo daqueles gravados.

    Dantes de ver/ler estas fotos, convm assinalar algo mais a respeito delas. O relato no se faz em nome

    de uma misso ou dever que julga o que vive quem relata, seno em nome de uma realidade que me

    comove e me situa em frente exigncia de configurarme me interrogando no mdio do que sucede. Sou

    eu, uma narradora subjetiva e subjetivada, quem descreve estas cenas comovida, afectada por aquilo que

    relato a partir do que ouvi e visto. Tal a origem caprichoso de seleco das quatro fotografias deste ensaio.

    Palabras chave: fotografia social, movimento, histria de vida.

    Introduccin

    El siguiente ensayo tiene, al menos, una particu-

    laridad: no busca profundizar ninguna categora,

    ni sistematizar alguna prctica, sino que se pro-

    pone describir fotografas.

    Estas fotografas fueron sacadas en distintos

    momentos de mi insercin profesional en Isla

    Maciel, partido de Avellaneda, en el sur de la

    Provincia de Buenos Aires entre junio de 2008 ynoviembre de 2012. Vuelve nicas a estas imge-

    nes el hecho de que no son estticas sino que se

    han ido llenando de elementos de significacin

    con el paso del tiempo, con la indagacin, con la

    bsqueda de sentido a los sinsentidos aparentes

    de la cotidianeidad.

    De esta manera, se busca romper con un princi-

    pio bsico de la fotografa, aquel que afirma que

    sta es la ciencia y el arte de obtener imgenes

    duraderas. Estas fotos sociales entonces no

    son de ningn modo duraderas. Tienen movi-

    miento porque la historia es movimiento y estas

    imgenes tienen que ver con la historia de vida de

    sus cuatro protagonistas. Sin embargo, hay algo

    que se respeta de este arte, su etimologa, segn

    la cual fotografa en tanto que procede del griego

    phos (luz) y grafis (disear, escribir) significa di-

    sear, escribir, grabar con la luz.

    Cuatro pticas diferentes por las cuales observar

    escenas que se desarrollan en este escenario par-

    ticular que nos brinda Isla Maciel, cuatro guionesencarnados por distintos protagonistas. La ri-

    queza que nos regalan estas escenas no radica de

    modo alguno en lo esttico de la imagen sino en

    la posibilidad de pensar el movimiento, es decir,

    aquellas fuerzas y operaciones que se libran por

    debajo de aquellos grabados.

    Antes de ver/leer estas fotos, conviene sealar

    algo ms acerca de ellas. Quien relata no lo hace

    en nombre de una misin o deber que juzga lo

    que vive, sino en nombre de una realidad que loconmueve y lo sita frente a la exigencia de con-

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    19KLEIN : Fotografas

    figurarse interrogndose en el medio de lo que

    sucede1. Soy yo, una narradora subjetiva y sub-

    jetivada, quien describe estas escenas conmovida,

    afectada por aquello que relato a partir de lo que

    he odo y visto. Tal el origen caprichoso de selec-cin de las cuatro fotografas que siguen.

    FalopaO nombrar sobre, sobrenombrar

    Conoc a Brian por las casualidades del que cam-

    ina por el barrio. Y por esas cosas de los bar-

    rios chicos, de tradiciones culturales, educacin

    o simple simpata comenzamos a saludarnos con

    un movimiento de cabeza cada vez que el des-

    tino nos cruzaba. Cuando surgi la posibilidad de

    abrir en Isla Maciel una sede del Programa En-

    vin2, el saludo mudo se transform, y le habl.

    Se puso contento por la posibilidad de formar

    parte del proyecto y dud un poco cuando le

    ped que me llevara a conocer a sus padres para

    pedirle la documentacin necesaria. Me cont

    que su mam se encontraba presa, por lo que el

    adulto a cargo era su padre. La duda segua en

    su cara pero no dijo ms y comenzamos a cami-

    nar. La caminata amena se torn spera, la charlauida ces y nuestro andar se volvi ms lento

    cuando llegamos a un pasillo angosto de la calle

    Pinzon, en lo que se conoce como el fondo de

    Maciel. Dando pequeos pasos pero sin detener-

    nos, yo segua a Brian que miraba hacia los late-

    rales atestados de piezas sin puertas donde gente

    desconocida nos miraba sin decir palabra. Al lle-

    gar a la ltima habitacin, ingresamos y Brian,

    recobrando al n el habla, dijo eso es mi pap.

    Tard en decir algo con sentido porque mis ojos

    an no se acostumbraban a la luz tenue, estaba

    enceguecida por la penumbra. De pronto pude

    ver. Vi un colchn en el piso, dos hombres jugan-

    do a las cartas, y uno de ellos queriendo sostener

    la mirada hacia quien hablaba de un programa

    de inclusin social del que podra participar su

    hijo. Enmudec al comprender que por su estado

    era probable que el hombre no llegara a percibir

    la diferencia entre mi silencio y mi boca que se

    abra y cerraba emitiendo palabras y algn tipo de

    sonoridad. Mir a Brian, ment cuando le dije que

    en realidad no era necesario que yo hablara con

    su pap para que l pudiera ingresar al programa.Vamos, me dijo. De nuevo en la calle, sin me-

    diar palabra y por inercia, o por humanidad, poco

    importa aqu la diferencia, nos dimos un fuerte

    abrazo.

    De a poco fui conociendo su historia. Supe que

    haba tomado la decisin de vivir en casa de una

    ta a los 5 aos de edad porque:

    mi mam y mi pap se drogaban mucho.

    Y en la casa de mi ta, no, no se droga-

    ba nadie. Me quedaba ms tranquilo ah.

    Porque mi viejo se drogaba y se pona

    cargoso. Y a mi eso no me gusta. Si yo no

    te molesto a vos, vos no me molests a mi.

    Y por eso me fui.

    Brian posee un apodo. El origen de su apodo no

    resulta claro, cree que comenzaron a llamarlo de

    ese modo por unos amigos que posea de chico,

    pero tampoco est seguro de que sea ese el mo-tivo. A Brian el barrio lo conoce como Falopa.

    Paradjico. Sobre todo porque l no reniega del

    mote. Me llev mucho tiempo entender que no

    se enojara ni lo tomara como una ofensa, sobre

    todo teniendo en cuenta su historia de lucha,

    esta bsqueda por alejarse de las drogas que se

    repliega sobre l y le vuelve en calidad de apodo.

    Lleva las drogas a donde va, cuando lo nombran

    llaman a aquello contra lo que ha lidiado toda su

    vida. Y lejos est de enojarse.

    Entra en contradiccin este apodo con la esen-

    cia de Brian? En principio, qued demostrado

    de la mano de Platn3hace varios siglos que el

    nombre (noma) es el signo sonoro que se aplica

    a los autores de las acciones, y que tomado en

    s solo y mencionado de forma continuada, no

    constituye discurso alguno, por lo que no puede

    1. Silvia Duschatzky, Gabriela Farrn y Elena Aguirre (2010). Escuelas en escena. Una experiencia de pensamiento colectivo. Buenos Aires. Editorial Paids. Pg. 12.

    2. Antes de ser un programa provincial, Envin comenz siendo municipal. La primera sede funciona en Villa Tranquila, desde el ao 2006; Isla Maciel es la segunda sede en abrirse,en junio de 2008.

    3. En Dilogos sofistas de Platn (2006), apunte de ctedra Marcos de la materia Historia de la Filosofa Antigua, Facultad de Filosofa y Letras, UBA.

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    Ao 3 - Nro. 5 - Revista Debate Pblico. Refexin de Trabajo Social - Miradas sobre la intervencin20

    ser en s contradictorio. El nombre (noma) al

    combinarse con un predicado (rhma) produce

    un enunciado (lgos). Es esta combinacin la

    que admite verdad o falsedad. Ni el nombre ni

    el predicado por separados son pasibles de serverdaderos o falsos.

    Por lo que en principio, a menos que nuestra

    combinacin con un predicado que no se ajuste

    a la realidad de Brian, el apodo Falopa no es en

    s portador de falsedad. Slo podemos pensar en

    una falsedad analtica haciendo una combinacin

    del noma con un rhma que no se adecuen, es

    decir:

    EXTR.- Diciendo acerca de ti algo dife-

    rente como si fuera lo mismo, y lo que

    no es como si fuera, parece que, absolu-

    tamente, es a partir de una unin de este

    tipo de verbos y nombres como se pro-

    duce real y verdaderamente el discurso

    falso5.

    Aristteles, discpulo de Platn, contina pen-

    sando en este sentido y se pregunta a qu le

    ponemos nombre. Resulta por dems interesantela respuesta que encuentra a esta pregunta, ar-

    ma que aquello que signicamos no es la cosa en

    s sino la afeccin en el alma que la cosa provoca.

    De acuerdo a esta corriente de pensamiento, la

    afeccin es la misma en todos los hombres, a to-

    dos nos llega el mismo estmulo, aunque algunos

    le llamemos silla, otros chair, y algunos chaise.

    Del mismo modo, Brian es el mismo para todos

    los que tengamos la suerte de verlo, aunque le

    llamemos Falopa, Brian, el chico del Envin, etc.

    As, no hay nombres verdaderos ni nombres fal-

    sos, ni exactos ni menos exactos, sino que son

    usuales, es decir, se usan por convencin. En

    el nombre se juega la signicacin pero no la ver-

    dad o falsedad.

    El juego de signicacin y resignicacin que

    Brian le dedica a su sobrenombre es lo ms in-

    teresante de este proceso. Resignicacin, rein-

    scripcin que Brian libra sobre su propio ser, en

    funcin de su historia, por ello cuando uno le

    pregunta qu es lo que desea para su vida, Brian

    no duda:

    Laburar. Y de repente ayudar a mis her-manos. Hacer lo que mi viejo no hizo, vi-

    vir todos juntos en una casa.

    Quizs algo de lo que no hizo su viejo fue esto

    que Brian realiza sin aparente esfuerzo: convivir

    con la falopa ocupndose de sus hermanos.

    RunawayO sobremorir

    Si tal como arma Foucault, saber y poder son

    dos caras de una misma moneda, entonces tal vez

    podamos armar que la vida y la muerte corren

    la misma suerte: devienen categoras indisocia-

    bles de una misma materialidad.

    Dentro de esa misma materialidad, de esa misma

    realidad, de ese mismo continuo, es posible en-

    contrarnos con distintos modos de ser y de estar.

    Sobrevivir es uno de esos modos posibles.

    Hay pibes del Envin que son eso, al menos lo

    aseguramos sin detenernos a pensar en ese decir:

    es un sobreviviente. Pero quiero detenerme all

    para pensar a qu sobreviven. Y no es a la vida.

    Se sobrevive a la muerte. Uno no muere, sino que

    sobrevive y vive de ese modo. Es ms bien un

    sobremuriente. Uno pasa sobre la muerte y no

    se detiene all, sino que sobrevuela, sobremuere

    para vivir.

    Distinto es el caso de aquellos que sobreviven a

    la vida. La vida tiene sentenciada para ellos una

    vida determinada, una trayectoria previsible y

    predicable de antemano (y mir lo que son

    los hermanos, qu quers?), pero ellos viven y

    habitan esa vida en otra frecuencia, sobrevuelan

    esa vida y sobreviven, son sobrevivientes.

    El sobremuriente sobrevuela la muerte para vivir.

    Sobremuere.

    4. Pasaje [263 d] en Dilogos sofistas de Platn, op. cit.

  • 7/13/2019 Revista Debate Publico Nro. 5

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    21KLEIN : Fotografas

    El sobreviviente sobrevuela la vida para vivir. So-

    brevive.

    Mauro es un sobreviviente, la estela que dejan

    sus alas al volar nos indican que ha luchado porno seguir el vuelo golondrina de sus hermanos,

    ese vuelo en conjunto hacia un mismo lugar. Es el

    menor de varios hermanos. Los varones de la fa-

    milia parecen tener asignado un destino distinto al

    suyo: tres estn presos y el quinto, David, falleci

    en un tiroteo con la polica. David ha dejado una

    huella profunda en la memoria y el cuerpo de Mau-

    ro. Los pocos aos que compartieron sirvieron para

    que David deviniera gura paternal, protectora, un

    referente masculino que marca de algn modo el

    rumbo del vuelo que intenta seguir Mauro, ya sea

    por lo que desea imitar como por aquello que den-

    itivamente no quiere para su vida. Pese a la ausencia

    fsica, la presencia de David en la vida de Mauro

    es innegable. Los unen un nio que a medida que

    crece, ms se parece al padre fallecido; un tatuaje

    que inmortaliza el nombre del hermano y que lo

    nombra y hace presente de manera permanente; y

    la msica. La msica marca dos compases: el desen-

    cuentro denitivo y el encuentro permanente.

    El primer comps, el desencuentro denitivo en-

    tre Mauro y David, lo imparten Los Pericos, ban-

    da reggae que con mayor o menor entonacin

    invocaba David mientras se duchaba:

    Cudame bien, lo mo es serio,

    quiero que ests a mi lado esta vez.

    Voy a fumar mientras te espero,

    voy a formar, un espacio mejor.

    Runa, runa, runa runaway, away.

    Runa, runa, runa runaway, away.

    Voy a escribir con nubes tu nombre,

    voy a soar con tu cara hoy,

    voy a pedir que nunca te vayas

    quiero escuchar, ms palabras de amor.

    Runa, runa, runa runaway, away.

    Runa, runa, runa runaway, away.

    Cudame bien, que siempre me pierdo.

    Quiero que ests a mi lado esta vez.

    Voy a tomar tu mano en mi mano,

    para formar un espacio mejor.

    Runa, runa, runa runaway, away.

    Runa, runa, runa runaway, away.

    Runaway, el sendero de la runa, ese camino mar-cado por la runa. En su origen germano, runa sig-

    nica susurro o secreto. Runaway, entonces, es el

    sendero secreto, ese camino susurrado por David

    en el odo de Mauro. Una direccin que de algn

    modo gua a Mauro en su vuelo, ese mundo mejor

    que intenta formarse, donde a pesar de la ausencia

    fsica el cuidado del hermano mayor se hace pre-

    sente, y lo cuida bien, tomando su mano, para for-

    mar un espacio mejor, un runaway, un rumbo que

    le permita sobrevolar esta muerte para vivir su vida.

    Pero, tal como dice la cancin, Mauro quiere que

    David est a su lado otra vez:

    yo a veces lo sueo, lo quiero volver a

    abrazar, pero no se pude y me agarra una

    tristeza enorme, pero cantando me acerco

    ms a l, la msica que l escuchaba me

    acerca.

    Es entonces cuando el reggae se aleja, la melodase acompasa, y Mauro canta el encuentro perma-

    nente con su hermano:

    Basta, basta de llamarme as ya voy a ir, voy

    subir cuando me toque a mi mientras te

    canto esta cancin, en tu voz, en tu honor,

    en la voz de los que estn durmiendo all

    y juro, que la cara voy a dar cada vez, cada

    vez que alguien te nombre aqu o all5.

    Una y otra vez Mauro canta este tema, una y otra

    vez se une de algn misterioso modo a David,

    una y otra vez las lgrimas se aprietan y caen en

    los ojos negros, perdidos en ese innito de recu-

    erdos, de imgenes, de sensaciones que se agol-

    pan en la cabeza y en el corazn de quien con do-

    lor entona la letra y marca con vehemencia cada

    una de las palabras de esta cancin que le canta

    en su voz, en su honor, en la voz de los que estn

    durmiendo all.

    5. Fabulosos Cadillacs, Basta de llamarme as.

  • 7/13/2019 Revista Debate Publico Nro. 5

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    Ao 3 - Nro. 5 - Revista Debate Pblico. Refexin de Trabajo Social - Miradas sobre la intervencin22

    Qu te vens a hacer mi mamfatal?O abandonos

    Un padre que muere de sobredosis cuando Ayr-

    ton apenas llegaba a este injusto mundo, una

    madre que ni bien ocurrida la muerte decide pro-

    bar suerte en Santa Fe armando all una nueva

    familia, son las primeras vueltas de la espiral de

    abandonos que parece signar la vida de este chico

    conocido en el barrio como Patito.

    Los abuelos paternos cran al nio ganndose as

    el mote de mam y pap, una maternidad

    y una paternidad que tienen un sabor ms bienpretendido y no tanto ganado. Esta tensin en el

    vnculo se pone de maniesto de modo perman-

    ente, en un ida y vuelta que marca la distancia no

    slo fsica sino vincular. Patito habla de Liliana y

    titubea:

    Mi abuela, mi mam, bueno, la Lili

    Y al referirse a su abuelo-padre, lo hace llamn-

    dolo por el apellido:

    Si yo me quedo en esa casa, es por Mato.

    Cuando Patito habla de sus padres de crianza,

    llama la atencin ese titubeo, esa distancia que

    asoma por momentos, pero al comenzar a raspar

    apenas las paredes de esa construccin familiar,

    la pintura se descascara inmediatamente dejando

    al desnudo las grietas, las suras por las que cir-

    cula apacible la espiral de abandonos. El ser y no-

    ser, el estar y no-estar, son las bases sobre las que

    se cimienta la estructura relacional que se arma

    en este cuadro familiar: ser hijo y no serlo, ser

    padres y no serlo. Estar fsicamente y no estar, no

    estar en la escuela el da de la entrega del certi-

    cado de nalizacin de una primaria que se llev

    solitariamente, con el envin de un programa de

    Inclusin Social y no por el de la propia familia,

    descansar en la gura de una ta-madrina que

    deviene imagen materna, referente femenina de

    consulta frecuente por parte de este adolescente

    que a medida que crece ms evidencia las contra-

    dicciones que generan ese estar y no-estar.

    La permanente tensin entre seres que no son y

    estados que no estn fue borrando los contornosde las guras de este cuadro. Figuras de contor-

    nos borrosos, ideales de un rol que nunca nadie

    termina de asumir ni logra ocupar de una vez por

    todas: mientras que el rol paterno fue asignado

    y asumido por Mato, el materno es siempre la

    fea de la esta con la que nadie se decide a bai-

    lar. Madre-abuela, madrina, madre biolgica son

    personas que por momentos se ponen el ropaje

    de este ser-madre que ilusiona y desilusiona a Pa-

    tito. Contornos borrosos que las asemejan pese

    a sus diferencias, y aunque es claro que en poco

    se parecen, las tres son depositarias de expecta-

    tivas. Qu espera Ayrton de cada una de ellas?

    Cunto pesan el abandono y la desilusin en el

    ideal de madre que pueda armar? Y aunque ese

    peso es relativo, y no pueda ser medido cuantita-

    tivamente, s es posible observarlo en trminos

    cualitativos en esa frase que le dijera a su madre

    biolgica cuando decidi venir a Buenos Aires a

    pasar las estas con l:

    Ahora te vens a hacer mi mam fatal? Me

    tenas que cuidar de chiquito.

    Si estamos de acuerdo en que el desempeo de

    un rol remite siempre a un guin preexistente6,

    esta fatalidad que marca Patito nos desborda de

    preguntas: cul es la fatalidad de ese ser-madre?,

    cul es esa desgracia, ese acontecimiento inevi-

    table de ser-madre? Qu lugar ocupa el aban-

    dono en esta fatalidad del ser-madre? Preguntas

    para las que an no hemos ensayado respuestas y

    que por lo tanto quedan resonando por los pasil-

    los de esta espiral de abandonos.

    Vas a traer la cmara?O mirame, mirame, mirame.

    Claudio llega al Envin siendo narrado por la es-

    cuela. Esa narracin describe a un chico de 13

    aos con cierta pose maosa: intimida a sus com-

    paeros para que stos agachen sus cabezas cu-

    6. Silvia Duschatzky, Gabriela Farrn y Elena Aguirre (2010). Op. cit. Pg. 83.

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    23KLEIN : Fotografas

    ando l se pasea por los pasillos de la institucin

    escolar. Su ingreso al Programa se acelera cuando

    la escuela expulsa a Pititi (tal su apodo) a partir

    de un altercado en el comedor, en el que intenta

    clavarle un tenedor en la yugular a un alumno du-rante el almuerzo.

    En sus primeros das en el Envin, Pititi intent

    mantener y alimentar esa imagen fabricada en la

    escuela; sin embargo nuestra respuesta, sin bus-

    carlo, devino sorpresiva para su actuacin. Pidi

    no hacer nada en el apoyo escolar, y nada hizo. Al

    segundo encuentro, frente a la total indiferencia

    a su rebelda, fue l mismo quien solicit alguna

    tarea para realizar y no aburrirse. Comenz con

    palabras cruzadas, juegos de memoria, y de a po-

    quito fue aumentando la dicultad de las consi-

    gnas a resolver. No caban dudas de cul sera

    su rendimiento: el de un alumno brillante. Slo

    quiere que miremos lo que hace, luego de cada

    clase de apoyo escolar nos trae sus actividades,

    sus buenas notas, nos pide ms atencin y ms

    dicultad en lo que se le solicita.

    Claudio supo ser para la escuela lo que Alfredo

    Carballeda denomina sujeto inesperado, esdecir, aquel sujeto no esperado por los viejos

    mandatos institucionales sino que es otro, que

    muchas veces recibe la mirada asombrada e in-

    terpelante de la institucin que lo ratica en el

    lugar de un objeto no anhelado7. En sentido

    contrario pero bajo la misma lgica de asombro,

    podemos suponer que para Claudio ni la escuela

    ni el Envin fueron para l las instituciones es-

    peradas. Lo interesante es que por algn motivo

    la concepcin que tena de ambas instituciones

    cambi en muy poco tiempo:

    Yo: Qu pasaba en la escuela que te termi-

    naron expulsando?

    Claudio:Iba a bardear porque, te digo la

    verdad?, buscaba roa, me re calentaba,

    me hacan una broma y me re calentaba.

    Yo:Y por qu empezaste el Envin?

    Claudio: La dire me dijo que para no que-

    darme afuera de todo esto no quers en-

    trar al Envin? Y yo le dije que no tena

    documento, pero ella habl con vos y en-

    tr.

    Yo:Y qu pensabas que era el Envin?Claudio:Pens que era una pavada, si no

    quiero hacer nada, no hago. Despus

    me empez a gustar porque aprend un

    montn de cosas y me dej de pelear.

    Hablaba un montn. Ustedes me hacan

    hablar un montn y ah se me pasaba la

    bronca y ya no me quera agarrar a pias

    despus. Por eso el Envin me ayud. Me

    sac de la calle, y me ense un montn

    de cosas que yo no saba, por eso yo mo-

    lestaba en la escuela.

    Yo:Porque haba cosas que no entendas?

    Claudio:Claro, entonces me la pasaba mo-

    lestando.

    Quedan aclarados, de cierto modo, los motivos

    por los que Claudio modic su visin y la con-

    ducta dentro de ambas instituciones, as como la

    relacin con sus amigos y vecinos. Resta ahora

    intentar establecer alguna hiptesis en torno a la

    distancia en las pticas con las que la escuela yun programa de inclusin social observan a un

    mismo sujeto. Siguiendo a Marcelo Percia8, es

    posible armar que el campo educativo est

    saturado de palabras, de innovaciones didcticas,

    de renovados recursos, de especialistas de todos

    los temas, y la sensacin es que su fuerza se cir-

    cunscribe a la creacin de una realidad que se

    alimenta a s misma mediante una lgica de func-

    ionamiento inmutable ante los contextos vitales,

    ante los entornos sociales, ante las oscilaciones

    y las mutaciones de las dinmicas cotidianas; y

    asimismo conviene distinguir entre una creativi-

    dad concebida como mera innovacin de artefac-

    tos y una prctica de creacin de nuevas formas

    de vida. En otras palabras, es factible que una

    de las principales distancias entre la escuela y un

    programa de inclusin social como el Envin

    radique en estas fuerzas creadoras y creativas, al

    tiempo que es precisamente en este punto en que

    7. Alfredo Carballeda (2008): Los cuerpos fragmentados. La intervencin en lo social en los escenarios de la exclusin y el desencanto. Buenos Aires. Editorial Paids.

    8. Marcelo Percia (2010): Pinocho, la fuga malograda, en Escuelas en escena. Una experiencia de pensamiento colectivo. Op. Cit.

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    Ao 3 - Nro. 5 - Revista Debate Pblico. Refexin de Trabajo Social - Miradas sobre la intervencin24

    se abre la tensin entre el sujeto inesperado para

    la primera, que paradjicamente siendo la misma

    persona deviene sujeto esperado por la otra in-

    stitucin.

    Entre la espera y la desespera(cin), hay algo

    que se busc en Claudio: cierta modicacin en

    su conducta para poder volver a la escuela. Y lo

    hizo. Continu buscando el desafo cotidiano

    amenazando con un hoy no voy a ir, frente al

    cual nuestra respuesta fue constante: la mirada.

    Mirarlo. Claudio busca de manera permanente la

    mirada. Y lo miramos. Fueron pasando los das,

    siempre la misma amenaza, siempre la mirada

    como respuesta. Y Claudio naliz sus estudios

    primarios. Otra vez la bsqueda encubierta:

    Claudio: El 15 de diciembre me entregan

    el certicado.

    Yo: Qu bueno!

    Claudio: El 15 de diciembre me entregan

    el certicado.

    Yo: Vos quers que vayamos?

    Claudio: Es a las 9, vas a traer la cmara?

    Yo:S, llevo la cmara.

    Claudio:En serio vas a venir?

    Bsqueda permanente de una mirada, la cmara

    simboliza ms que la posibilidad de retratar un

    momento trascendente en la vida de todo alum-

    no. La mirada tambin simboliza algo ms que la

    mera mirada: el lmite. La mirada siempre marca

    un lmite, la mirada echa un haz de luz sobre algo

    nito, limitable. Y Claudio a su manera busca un

    lmite. La creatividad de la intervencin estuvo

    dada por la posibilidad de marcar ese lmite a

    travs del cuidado y del afecto y no a travs de

    la rigidez institucional. Diferentes lgicas de in-

    tervencin, diferentes pticas que brindan dife-

    rentes miradas, diferentes lmites, mismo sujeto,

    distintos resultados. La riqueza de esta historia

    no radica en la banal potencia de cuestionar el

    accionar de la escuela (es ella la que al n y al

    cabo detect en el Envin la posibilidad de un

    abordaje creativo que pudiera dar respuesta a lo

    que ella no poda responder) sino en permitirnos

    describir, narrar la historia de Claudio y su modo

    de habitar la escuela, esto es el relato de una es-

    cena, su testimonio, da cuenta de los modos en

    que es transitada y los efectos que se producen

    en ese trnsito9.

    A modo de conclusinO no

    Por lo general los cierres son difciles, pues uno

    es reticente a concluir, sobre todo en este tipo de

    fotografas, en estas imgenes no estancas sino

    continuas, procesuales donde es ms lo que se abre

    que lo que se cierra. Sin embargo, resulta necesario

    detenernos, repensar lo dicho, tomar distancia de

    ello y armar que esa pretendida homogeneidad

    que se le atribuye a determinados grupos etarios,

    los adolescentes en este caso, no existe. Cada foto

    social nos permiti ver que aquello que comparten

    estos cuatro jvenes de Isla Maciel es mucho,

    como mucho tambin es lo que los diferencia.

    Conocer sus historias de vida, aquellas trayectorias

    que de algn modo motorizaron el encuentro con

    nosotros resulta no slo interesante sino y funda-

    mentalmente esencial para determinar el tipo de

    abordaje y las estrategias de intervencin que nosdaremos como profesionales a la hora de actuar.

    Ese es, adems, el n de la indagacin, de cada

    unas de las entrevistas, de cada una de las charlas

    ms o menos informales que mantenemos con el-

    los. No se trata de generar expectativas, de conocer

    por el puro placer de conocer, sino de ser respetu-

    osos con cada palabra, cada mirada que el otro nos

    devuelve, poco importa sino la informacin. Poco

    importara saber la tensin que genera en Patito la

    gura materna sino acturamos sobre ella, inter-

    pelando a su entorno, interpelndolo a l e inter-

    pelndonos a nosotros mismos. Poca importancia

    tendra conocer en profundidad estas historias si

    el saber no cambiara y marcara el rumbo de la in-

    tervencin. Es precisamente el conocimiento, el

    reconocimiento del otro lo que vuelve nica a la

    intervencin en lo social. El otro se vuelve pro-

    tagonista slo de ese modo, cuando su palabra

    (o su silencio), su presencia (o ausencia) cobran

    signicacin.

    9. Silvia Duschatzky, Gabriela Farrn y Elena Aguirre (2010). Op. Cit.

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    25KLEIN : Fotografas

    Como vemos, no existen frmulas de interven-

    cin, caminos recorridos a imitar, pues cada joven

    es nico. El programa desde el que intervenimos

    traza propuestas homogneas pues resulta necesa-

    rio y conveniente que as sea, que los jvenes pu-edan participar grupalmente de distintas actividades

    educativas y de formacin, pero de ningn modo

    el dispositivo de intervencin se agota all, sino que

    es la va de entrada para todo lo dems, para con-

    ocerlos, para identicar aquello que los diferencia

    y que los vuelve nicos. A partir de all se abre el

    verdadero desafo: conocer para hacer, hacer paraescuchar, escuchar para conocer. Una espiral dialc-

    tica que enriquece nuestro quehacer profesional.

    Bibliografa

    Carballeda, A. (2008): Los cuerpos fragmentados. Laintervencin en lo social en los escenarios de la ex-clusin y el desencanto.Buenos Aires. Editorial

    Paids.

    Carballeda, A. J. M. (2006): El trabajo social desdeuna mirada histrica centrada en la intervencin.Es-pacio Editorial. Buenos Aires.

    Carballeda, A. J.M. (2002): La Intervencin en lo So-cial.Editorial Paids. Buenos Aires.

    Deleuze, G. (1991): Posdata sobre las sociedades de con-trol.En Christian Ferrer (Comp.) El lenguajeliterario, Editorial. Nordan, Montevideo.

    Duschatzky, S; Farrn, G; Aguirre, E. (2010):Escuelas en escena. Una experiencia de pensamientocolectivo.Buenos Aires. Editorial Paids.

    Foucault, M. (1986): La verdad y las formas jurdicas.Cuarta conferencia.Ed. Gedisa. Mxico.

    Platn (2006) Dilogos sofstas, en apunte de ct-edra Marcos de la materia Historia de la Fi-losofa Antigua, Facultad de Filosofa y Le-tras, UBA

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    Conferencia brindadapor el Dr. Eduardo Rinesi

    en la Carrera de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias

    Sociales de la UBA, en el marco de la presentacin dellibro Polticas Pblicas y Trabajo Social. Aportes para la

    reconstruccin de lo pblico1

    Artculos centrales

    Eduardo Rinesi*

    Fecha de recepcin:

    Fecha de aceptacin:

    Correspondencia a:

    Correo electrnico:

    28 de diciembre de 2012

    21 de febrero de 2013

    Eduardo Rinesi

    [email protected]

    *. Filsofo, politlogo y educador argentino. Rector en la

    Universidad Nacional de General Sarmiento.

    Resumen:

    En la conferencia se desarrollan las distintas miradas acerca de la democracia y sustransformaciones en las dcadas de los ochenta y los noventa, y en la actualidad. Se considera

    el pasaje de la idea de la democracia como utopa a la idea de la democratizacin como

    proceso, de una idea de democracia asociada a la libertad a una idea de la democratizacin

    asociada a los derechos, y de una nocin del Estado como amenaza para aquella libertad a

    una nocin del Estado como garante de estos derechos. Derechos universales, dentro de los

    cuales se encuentra se encuentra el derecho a la educacin. En este sentido, se problematiza

    el lugar de la universidad como garante de un derecho universal y como productora

    de mejores debates pblicos. Se sugiere que quizs por primera vez en la historia de la

    1. Esta publicacin contiene las ponencias centrales presentadas en el IV Encuentro Internacional Polticas Pblicas y Trabajo Social. Aportes para la reconstruccin de lo pblico.organizado por la Carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires los das 12 y 13 de mayo de 2011, con el apoyo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, de laAgencia Nacional de Promocin Cientfica y Tecnolgica del Ministerio de Ciencia y Tcnica de la Nacin, del Ministerio de Educacin de la Nacin, del Ministerio de Desarrollo Socialde la Nacin y con el auspicio del Consejo Profesional de Graduados en Servicio Social y Trabajo Social de la Ciudad de Buenos Aires.

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    Ao 3 - Nro. 5 - Revista Dbat Pblco. Rfx d Trabajo Socal - Artculos ctrals28

    Resumo

    Na palestra expem-se diferentes pontos de vista acerca da democracia e das suas transformaes nas

    dcadas dos oitenta y noventa, e na atualidade. Leva-se em conta a passagem da idia de democracia

    como utopia idia da democratizao como processo, de uma idia de democracia associada liberdade

    a uma de democratizao associada aos direitos, e de uma noo do Estado como ameaa para aquela

    liberdade a uma noo do Estado como garante de esses direitos. Direitos universais, dentro dos quaisse encontra o direito educao. Assim, se problematiza o lugar da universidade como garante de um

    direito universal e como produtora de melhores debates pblicos. Sugere-se que tal vez pela primeira

    vez na histria da universidade hoje a gente pode pens-la, na Argentina, como uma instituio que

    tem a misso de garantir um direito universal. Ao mesmo tempo, necessrio pens-la tambm como a

    responsvel de produz conhecimentos relevantes, pesquisas importantes para o desenvolvimento nacional

    e do esprito crtico, de nos ajudar a ter melhores consensos e melhores dissensos, de propiciar melhores

    debates coletivos.

    Palavras chave: Estado, Direitos, Democratizao.

    Muchas gracias, es una alegra poder es-tar de nuevo en esta querida Facultad de Sociales,

    volver a respirar Sociales por un rato. Y lo esespecialmente por tratarse en este caso de la pre-sentacin de este precioso libro que hoy se estponiendo a circular, y sobre el que me gustara

    ver si puedo decir alguna cosa. Aportes sobrela reconstruccin de lo pblico, se subtitula. Lopblico. La cosa pblica. Dicho as suena algoantiguo. Perfecto. Pongmonos antiguos, enton-

    ces. Pongmonos antiguos y demos todava unpaso ms: digmoslo en latn. La res publica. Esinteresante (e importante, hoy, en la Argentina)decirlo as: res publica, repblica, para tratar derestituir su sentido pleno y ms interesante a unapalabra que viene desde hace ya un buen ratosiendo muy bastardeada en los discursos polti-cos, periodsticos y hasta acadmicos que omosen la Argentina.

    En efecto, cuando hoy se usa la palabra repbli-

    ca entre nosotros (en las discusiones a las queasistimos en los programas de televisin, en los

    diarios o incluso, vuelvo a decirlo, en las publi-caciones acadmicas que leemos), se lo hace engeneral en el marco de un pensamiento suma-mente pobre, sumamente degradado, muy menorrespecto al amplio conjunto de significacionesque involucra la idea de repblica, de esa cosapblica de la que Occidente viene conversandodesde hace ya una punta de siglos. Cuando hoyescuchamos, en la Argentina, esta palabra fun-damental de los lenguajes polticos occidentales,

    repblica, lo hacemos en general en boca desujetos siempre dispuesto a lamentar los enojosde los otros, las crispaciones de los otros, eltono de la voz, la falta de modales de los otrosy la sensacin que nos queda es que la idea derepblica aparece asociada a muy poco ms queeso: a muy poco ms que un conjunto de buenosmodales, y que se pierde all algo muy importantede la tradicin republicana, que es la densidad deesa cosa pblica, de ese espacio pblico, de esoque a veces llamamos con el articulo neutro lo:

    lopblico, como se dice aqu, en este libro queahora presentamos. Lo pblico, entonces. Que es

    universidad hoy podamos pensarla, en la Argentina, como una institucin que tiene la misin

    de garantizar un derecho universal. Al mismo tiempo, es necesario pensarla tambin como

    la responsable de producir conocimientos relevantes, investigaciones importantes para el

    desarrollo nacional y para el desarrollo del espritu crtico, de ayudarnos a tener mejores

    consensos y mejores disensos, de propiciar mejores debates colectivos.

    Palabras claves:Estado - Derechos - Democratizacin.

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    29RineSi : Conferencia brindada por el Dr. EduardoRinesi

    eso sobre lo que tenemos que pensar si queremospensar la vida social y poltica no reducindolasapenas a la simple sumatoria de un conjunto de

    vidas privadas, de expectativas privadas, de en-

    cuentros entre sujetos privados en un espacio deintercambios apenas mediados por las institucio-nes del mercado.

    La palabra privado, por cierto, es una palabrasobre la cual tambin sera interesante reflexio-nar. La gran tradicin liberal del siglo XIX y laneoliberal del XX nos llevaron a pensar la pala-bra privado como una palabra que estaba, paradecirlo as, del lado de las cosas buenas de la vida.Hay instituciones que son instituciones privadasy lo anuncian orgullosas en su mismo nombre,en su misma denominacin. Ponen ah el adje-tivo privado y sacan pecho para decir somosprivados. Y ponen carteles: Escuela Privada deCosmetologa, cosas as.

    Ahora: la verdad es que la palabra privado (queen efecto es lo que se opone a lo pblico) noes, en la gran tradicin republicana occidentalque va digmoslo rpidode los antiguos grie-

    gos, o si prefieren ser menos anacrnicos (puestoque la propia palabra repblica no es griega,claro, sino latina), desde Cicern, pasando porMaquiavelo y por Montesquieu (y ac por More-no y por Monteagudo y por Juan Jos Castelli) aHegel y bastante ms ac, no es, digo, en esa tra-dicin, una buena palabra. Todo lo contrario.La palabra privado, en la tradicin republicana,est del lado de las cosas malas de la vida. Porquealude al mundo de la privacin: a la circunstanciade estar privado de algo.

    Por eso no estaba mal la referencia a los anti-guos griegos. Para ellos, como es bien sabido, losextranjeros, los nios, los esclavos y las mujereseran hombres privados Por qu? Porque esta-ban privados. De qu? De humanidad plena. Noeran, digamos as, plenamente hombres, porque es-taban privados del derecho a la interaccin conlos otros, mediada por el lenguaje, en es espaciopblico de la ciudad. De lapolis. Acurdense de

    Aristteles: el hombre es un animal poltico. Esdecir, que realiza el conjunto de potencialidadescontenidas en su naturaleza en la interaccin con

    los dems en la ciudad. Si no podan realizarse enesa interaccin, porque se tenan que quedar en lacasa trabajando para que los otros, los hombreslibres, tuvieran tiempo para conversar, estaban

    fritos: estaban privados de su humanidad plena.

    Algo muy tremendo ha pasado en la cultura deoccidente para que esa mala palabra que era la pa-labra privado, sea haya convertido en la bue-na palabra en la que se transform y para quede repente est todo el mundo contento de sersujetos privados que se encuentran alegrementeen el espacio presuntamente libre del mercado.Por cierto, esa idea del mercado como el lugar dela realizacin de nuestras subjetividades privadasfue una idea que durante un perodo importante-no tan lejano en el tiempo, desde ya- organiznuestras discusiones y nuestros modos de pensarla vida social y poltica en la Argentina, y no soloen la Argentina. A eso le podemos dar distintosnombres. La palabra neoliberalismo quizs de-bera ser usada con un poco ms de precisin,pero sirve para entendernos. En todo caso, setrat -se trata- de un pensamiento de fuerte ne-gacin del valor de lo pblico, y por cierto que,

    de la mano de ella, de fuerte negacin del valorde lo estatal, del Estado mismo.

    Que durante mucho tiempo fue pensado, enefecto, en la Argentina y no slo en la Argentina(los ciclos que estamos describiendo tienen uncarcter por lo menos regional, cuando no mun-dial), como estando del lado, no de aquello quedeba servir para ampararnos y para protegernos,sino de aquello que haba que condenar y com-batir. Ciertamente sa fue la entonacin con la

    que pensamos el problema del estado durante losaos de lo que se llam la transicin a la demo-cracia en nuestros pases, despus de la salida delciclo de las dictaduras militares, y sa fue tambinla entonacin con la que seguimos pensando eseproblema durante los aos, inmediatamente si-guientes, de la gran reconversin neoliberal denuestras economas: en todas partes (en nuestrasdiscusiones cotidianas, en nuestras discusionespolticas, en nuestras discusiones acadmicas)

    ponamos al Estado del lado de lo que haba querechazar. El Estado tena claramente un signonegativo, una connotacin negativa. En los 80

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    Ao 3 - Nro. 5 - Revista Dbat Pblco. Rfx d Trabajo Socal - Artculos ctrals30

    decamos Estado y se nos apareca el rostro deVidela, y nosotros no queramos saber nada coneso: el Estado se nos figuraba como una mono-ltica mquina de oprimir, de reprimir, de quitar-

    nos nuestras libertades, y la idea de democraciaforjada en las discusiones de aquellos aos era laidea de una utopa de la libertad, contra el Estadoy contra todas las amenazas que acechaban esalibertad o que la ponan en peligro.

    Despus me gustara decir algo sobre esto por-que tengo la impresin que hoy no pensamos lademocracia exactamente como la pensbamos enaquellos aos: que ha habido un desplazamientoen el modo en que pensamos la democracia desdeaquellos aos de la transicin. Que eran aosen que la democracia se nos representaba como,para decirlo rpido, una utopa de la libertad. Dela libertad: es decir, de aquello que nos haba fal-tado en los aos inmediatamente previos de ladictadura. Nos haba faltado libertad; por lo tanto,lo que queramos era libertad, y por todo aquellopodramos decir que todos fuimos ms o menosliberales en aquellos aos ochenta. En efecto, elpensamiento de los ochenta fue un pensamiento

    liberal anti-estatalista: el Estado nos amenazabatodo el tiempo, amenazaba quitar nuestra libertad,amenazaba violar nuestro domicilio, amenazaba

    violar nuestra correspondencia, amenazaba violarnuestros cuerpos, amenazaba llevarnos en cana sinjuicio previo; se era el fantasma contra el que elliberalismo de los ochenta se levantaba.

    En los noventa, el Estado tambin apareca, enlos pensamientos dominantes, del lado de lascosas malas de la vida. Pero no ya por razones

    polticas liberales sino por razones econmicas,digamos, neoliberales: el Estado no se nos apare-ca ya como una mquina de reprimir libertadessino como una especie de monstruo asfixianteque impeda el libre desarrollo de nuestras fuer-zas productiva, de las libertades de empresa, delespritu emprendedor y de no s qu historia. (Loque por lo dems haca fcil y verosmil la repre-sentacin de todos aquellos que ocupaban eseaparato del Estado como una manga de corrup-

    tos, de malvados, que procedan con violencia,se quedaban con los vueltos, eran salvajes, feos,sucios y malos.

    En otras palabras, la representacin dominan-te sobre el Estado en la Argentina de los aosochenta era una representacin del Estado queapareca en la pelcula Camila. Que era una

    pelcula sobre la dictadura de Rosas que todosvimos como una pelcula sobre la dictadura deVidela. Y por las dudas, o para que no quedaraduda alguna, Mara Luisa Bemberg nos facilitabala comparacin, o el desplazamiento, mostrndo-nos en la primera escena de la pelcula a uno delos gauchos al servicio de Rosas metiendo unaserie de gatitos en una bolsa y ahogndolos en elRo de la Plata. En cambio, la representacin delEstado de los aos noventa es la representacindel Estado de la pelcula Un lugar en el mun-do con Rodolfo Ranni en la representacin deese Estado corrupto, secreto, oscuro, y con esaexaltacin de la sociedad civil expresada por esepersonaje, pura tica y puro anarquismo, repre-sentado por Federico Luppi.

    Pero eso porque Aristarain era y es un progre. Demanera general, de manera largamente dominan-te, el pensamiento anti-estatal de aquellos aostiende a ir desembocando en una crecientemente

    entusiasta celebracin del mercado como nicolugar de realizacin de nuestras vidas, vidas con-

    vertidas en puramente privadas, en vidas indivi-duales, en vidas sin ningn tipo de trascendenciacolectiva o de entusiasmo por lo comn.

    A m me parece que hoy empezamos a pensarlas cosas (que desde hace unos cuantos aos, enrealidad, empezamos a pensar las cosas) de unmodo un poco diferente, y eso me resulta alen-tador. Por lo pronto, una constatacin en rela-

    cin con lo que yo deca hace un ratito sobreel modo en que pensamos la democracia en losaos ochenta. En los aos ochenta pensbamosla democracia, en efecto, como una especie deuna utopa de la libertad. Que era una sociedaddemocrtica? Una sociedad donde todos los in-dividuos podran ser libres, y esa idea de libertadera una idea de libertad (como diran los teri-cos polticos del liberalismo clsico) negativa, esdecir la libertad del individuo frente al Estado,

    la libertad del individuo frente a las corporacio-nes, la libertad del individuo frente a las posturasdiversas que lo oprimen, que lo asfixian. Y esa

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    31RineSi : Conferencia brindada por el Dr. EduardoRinesi

    utopa de la libertad era una utopa que nos ima-ginbamos que estaba como al final del camino,y a ese camino se lo llamaba en aquellos aosochenta transicin: tenamos que transitarhacia

    la democracia. La idea de transicin, entonces,era una idea interesante en los ochenta, dado quela tarea que tenamos por delante era la tarea derecorrer un camino al final del cual, como resul-tado del cual, en el puerto de arribo del cual, es-taba esa utopa de la libertad realizada a la quellambamos democracia. Cuando uno piensa hoyel modo en que usamos la palabra democracia,yo dira que no es este modo tan caractersticode aquellos liberales aos ochenta. De hecho meparece que se puede decir que hoy se usa poco lapalabra democracia en el lenguaje poltico. Seusa ms una palabra cercana a la palabra demo-cracia, que a mi me interesa mucho, y que esthecha de la propia palabra democracia ms unafinalizacin, digamos, ms un sufijo, ms una ter-minacin muy interesante, que convierte la pa-labra democracia en la palabra democratizacin.

    En efecto, hoy hablamos y omos hablar todoel tiempo de democratizacin. Es decir: no nos

    imaginamos la democracia como un puerto dearribo de un viaje que tendramos todava querealizar, sino que nos imaginamos la democrati-zacin como ese mismo viaje de profundizacinpermanente de la democracia. Por cierto, es in-teresante la cantidad de palabras en nuestro len-guaje de las ciencias sociales que terminan conla slaba cin, y si no fuera porque esta de hoyes una charla seria y porque hace mucho que no

    vengo a esta facultad y porque entonces me sien-to obligado a decir cosas serias, podramos con-

    versar un rato largo sobre las peculiaridades delas mltiples palabras que en nuestra lengua ter-minan con esa slaba tan sugerente: cin. Peroustedes pueden hacer un ejercicio: salir de aqutan pronto como termine esta charla, marchar acasa, agarrar un diccionario y buscar palabras queterminen con cin, a ver cul es el significadoque el diccionario nos propone. Les advierto que

    van a encontrar siempre lo siguiente: accin yefecto de.... Composicin: accin y efecto de

    componer; Institucin: accin y efecto de ins-tituir. Revolucin: accin y efecto de revolu-cionar.

    Es interesante el hecho de que nuestras cienciassociales tengan tantas palabras que terminan conesta slaba, cin. Porque cuando uno lo piensaun poco esas palabras son usadas en dos senti-

    dos que son muy diferentes. En efecto:qu tieneque ver la accin de componer con el efectode haber compuesto? El msico que dice a mlo que me gusta es la composicin, viste?, no lainterpretacin, lo que esta diciendo es a m loque me gusta componer, viste?, no intrepretar.Quiero decir: que cuando las palabras que ter-minan en cin se utilizan para representar unaaccin son reemplazadas por un verbo. La cons-truccin de mi casa me llevar tres aos quieredecir: construir mi casa me llevar tres aos.

    Ahora, cuando mi casa est finalmente construi-da y yo paso por enfrente con la bicicleta y digo:mir que linda construccin, la palabra cons-truccin no es ya verbo: ah construccin es sus-tantivo. Es el efectode haber realizado esa accinde construir en el pasado. Es esa accin diga-mos as, con el lenguaje de la sociologa alema-na de fines del siglo XIX y comienzos del XXcosificada, reificada, cristalizada. Del mismo

    modo, el msico al que lo que le gustaba era lacomposicin termina de componer y un da traeun pentagrama lleno de manchas negras y blan-cas y dice mir qu linda composicin. Ahcompos