Revista Electrónica Medicina, Salud y Sociedad 2012 ISSN ... · Del Carmen Barrientos Gómez1 y...
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DIVULGACIÓN CIENTÍFICA
LA SOLEDAD ¿UN MAL DE NUESTRO TIEMPO? Loneliness: evil of our time?
Irma Aída Torres Fermán
1, Francisco Javier Beltrán Guzmán
2, Atenógenes H. Saldívar
González1, Dolores Lin Ochoa
1, Ma. Del Carmen Barrientos Gómez
1 y Daniela Monje Reyna
3.
No soy poeta por ambición
es mi manera de estar solo.
Fernando Pessoa
RESUMEN
En este trabajo se pretende examinar y resumir algunas de las cuestiones
relacionadas con la soledad y la salud, especialmente en el grupo de población
denominado adultos mayores, enfatizando la soledad como un sentimiento que va
acompañado de una serie de emociones negativas o positivas que pueden afectar la
salud física y/o emocional de las personas de la tercera edad. El propósito de esta
investigación es que se promuevan programas de atención al adulto mayor, que tomen
en cuenta su salud psicológica y emocional, dada la importancia que ésta reviste como
factor coadyuvante en una mejora a su calidad de vida.
Palabras clave: Soledad, Salud, Vejez, Sentimientos y Emociones
Fecha de recepción: 30 de julio de 2012; Fecha de aceptación: 16 de agosto de 2012. 1 Profesores e investigadores de la Facultad de Medicina Humana “Alberto Romo Caballero” del CUTM de
la UAT. Dra. Irma A. Torres Fermán. Correo electrónico: [email protected]; Dr. Atenógenes H. Saldívar. Correo electrónico: [email protected]; Dra. Dolores Lin Ochoa.
Correo electrónico:
[email protected]; Dra. Ma. Del C. Barrientos Gómez. Correo electrónico: [email protected] .
2 Vocal del comité de Investigación de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Facultad de Medicina de
Tampico "Dr. Alberto Romo Caballero" del CUTM de la UAT. Correo electrónico: [email protected] 3 Maestra. En Cognición Musical. Correo electrónico: [email protected]
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ABSTRACT
This work explores and summarizes some issues related to loneliness and health,
particularly in the elderly, in order to point out that this stressing feeling, usually
accompanied by negatives or positives emotions, might harm their physical and
emotional health. The aim of this paper is to promote programs for the elderly, where
psychological and emotional health is taken into account, considering the importance of
this factor to their quality of life.
Key words: Loneliness, Feelings, Health, Old Age and emotions
INTRODUCCIÓN
Cuando se habla de soledad, la principal imagen que se presenta es de vacío,
de carencia, de ausencia, de aislamiento, de ansiedad, de necesidad de algo,
de falta de algo o de alguien que haga compañía. Pero ¿cómo se concibe la
soledad? podría decirse que es un sentimiento, que es la experiencia difícil de
que algo falta, de que alguien no está. La soledad podría también entenderse
de dos formas: física, cuando una persona aprecia que le falta compañía, aun
cuando puede darse el caso de alguien que estando solo, no se juzgue
abandonado. O bien, soledad emocional, cuando un individuo a pesar de estar
acompañado o rodeado de otras personas se percibe solo, sin tener con quién
compartir los sucesos de su vida.
¿Qué es la soledad?
La palabra soledad procede del latín solitas y hace referencia a la carencia de
compañía, que puede ser deliberada (cuando la persona determina estar sola)
o natural (cuando el individuo se encuentra solo por múltiples circunstancias de
la vida). Soledad, por lo tanto, comprende la falta de contacto con otras
personas y se concibe entonces como un sentimiento o estado subjetivo, que
se produce en diferentes niveles o matices, percibidos de diversas formas
según la persona.
De acuerdo al Diccionario de la Lengua Española y al Diccionario de
Sinónimos y Antónimos de la Universidad de Oviedo1, la palabra soledad tiene
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tres acepciones: 1) carencia de compañía, 2) lugar desierto o tierra no habitada
y 3) pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de
alguna persona o cosa.
Además, existen seis sinónimos para la palabra soledad: a) abandono:
acción y efecto de abandonar o abandonarse, b) aislamiento: separación de
una persona, una población o una cosa, dejándolas solas o incomunicadas,
falta de comunicación, desamparo, acción y efecto de aislar o aislarse, c)
alejamiento de un lugar: acción y efecto de alejar o alejarse, d) melancolía:
tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, monomanía en que dominan
las afecciones morales tristes, e) pena: castigo de una falta o delito, cuidado,
aflicción grande, dolor, tormento corporal y dificultad, trabajo, f) pesar:
sentimiento o dolor interior, dicho o hecho que causa disgusto, arrepentimiento
de algo que no debió hacerse o decirse1.
Emoción, sentimiento, soledad ¿Cómo se definen y de qué manera se han
estudiado?
Desde finales del siglo pasado los estudiosos de la psicología han definido la
emoción como un estado de excitación, acompañado de cambios viscerales y
glandulares, que se manifiestan en forma de patrones complejos de
comportamiento y pueden estar o no orientados hacia la consecución de
metas.2 De igual manera, la emoción es considerada un estado complejo del
organismo donde existen percepciones intensificadas, amplios cambios
corporales, un sentimiento de atracción o repulsión y una conducta organizada
hacia la aproximación o retirada. Desde este enfoque, las emociones son
consideradas fenómenos multidimensionales y estados afectivos subjetivos que
se reflejan en respuestas biológicas y reacciones fisiológicas que preparan al
cuerpo para una acción adaptativa. Son también acontecimientos sociales que
producen expresiones faciales y corporales características que comunican
nuestras experiencias internas a los demás.3
Otras acepciones que se han dado de las emociones indican que están
relacionadas con estados internos, caracterizados por pensamientos,
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sensaciones, reacciones fisiológicas y conductas expresivas específicas, que
surgen de modo repentino y que son difíciles de controlar 4. En tanto que otros
autores explican la conducta emocional como una variedad de la conducta,
caracterizada por una mayor intensidad o por una perturbación de la
arquitectura temporal, que se manifiesta con componentes viscerales y
orgánicos acompañados de componentes subjetivos, rotulados como placer o
displacer 5. En suma, podría decirse que las emociones, como tal, son
reacciones compuestas por elementos fisiológicos y comportamentales que
poseen propiedades adaptativas, que pueden ser placenteras o insatisfactorias.
Éstas buscan organizar el comportamiento del individuo, mediadas por factores
externos (ambiente macro y micro) e internos y subjetivos (factores
cognoscitivos del propio sujeto y tipo de aprendizaje social al que ha estado
expuesto).
En otras palabras, la emoción es un estado afectivo primitivo tanto por
su aparición desde los primeros años de vida como por su vaguedad y breve
duración6. Con la presencia de las emociones se da una ruptura en el equilibrio
interno del sujeto conduciéndolo a la pérdida del dominio, con lo que se verá
transfigurado, conmocionado, impedido de producir pensamientos lógicos e
inhabilitado momentáneamente para ejercer su capacidad de juicio.
Por otro lado, con respecto al sustrato anatómico de las emociones7, se
sabe que en 1937 James Paper sugirió que éste se encontraba en el circuito
establecido dentro del lóbulo límbico, postulando la existencia de influencias
recíprocas entre las zonas corticales, límbicas y de los cuerpos. A propuesta de
Mc Leay en el año de 1952, el término lóbulo límbico fue substituido por el de
sistema límbico.
Resumiendo, las emociones son estados internos que no pueden ser
percibidos o evaluados de forma directa. En la medida en que los individuos
responden a las experiencias, las emociones emergen de forma inesperada,
por lo que el aprendizaje social y el medio en el que se desarrollan las
personas intervienen en el comportamiento que muestran. De igual manera,
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puede señalarse que las emociones están constituidas por componentes
subjetivos, conductuales y psicológicos.
A) Componentes subjetivos: hacen referencia a los sentimientos y
pensamientos que parecen estar entrelazados y a la vez bifurcados en dos
dimensiones: agradable-desagradable, atención- rechazo, intenso o moderado.
B) Componentes conductuales: el comportamiento o la conducta en las
respuestas emocionales comprenden las expresiones faciales, gestos y
posturas corporales.
C) Componentes psicológicos: son reacciones psíquicas como estar
tembloroso, sonrojarse, ponerse pálido, sudoroso, respirar de forma agitada,
sentirse mareado, manifestaciones que dan a las emociones un sentido de
urgencia y de poder4.
En otro sentido, se puede hablar de que las emociones, además de
tener la posibilidad de facilitar la adaptación del individuo a su entorno, también
preparan a la persona a un ajuste con su medio social.
Algunas de las funciones sociales que se han reconocido a las
emociones son: 1) facilitar la comunicación de los estados afectivos a través de
las verbalizaciones, los comentarios y las expresiones de las personas sobre
sus sentimientos ante las diversas situaciones que enfrentan cotidianamente.
2) Regular la manera en que los otros nos responden: la expresión
emocional comunica al mundo social señales indicadoras de cómo podría
presentarse la conducta futura.
3. Favorecer las interacciones sociales, que a menudo están motivadas
por factores sociales y no por elementos emocionales; por ejemplo, la sonrisa
es más una forma convencional de bienvenida que una respuesta emocional.
4. Promueven la conducta generosa, bajo la influencia del efecto
positivo, así las personas tienen más posibilidades de ser sociables,
cooperativas y de ayudar a los demás; reduciendo los comportamientos
intolerantes.
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Tipos de emociones y/o sentimientos
Las emociones o sentimientos identificados en la literatura especializada son
principalmente: alegría, risa, enojo, miedo, sorpresa y tristeza4. Otros
sentimientos reconocidos son: la vergüenza, el desprecio y la culpa y todos
ellos pueden ser considerados como sentimientos universales.
Para su conceptualización, dichos sentimientos han sido categorizados
en positivos y negativos. Positivos son aquellos que impulsan a las personas
hacia las metas, cosas o personas (amor, deseo, esperanza, etc.) y negativos
los que, o bien nos alejan de las personas, situaciones o cosas o nos hacen
enfrentarnos a ellas (como el miedo, enojo, odio y antipatía)9.
Las emociones o sentimientos positivos ha sido descritos en detalle
gracias a estudios sobre la motivación humana realizados desde mitad del siglo
pasado8, de la siguiente manera: sorpresa: es la más breve de las emociones
que activa un aumento repentino en la tasa de descarga neuronal. Alegría: su
significado funcional es doble porque es una sensación positiva derivada de la
satisfacción o triunfo que facilita la voluntad de las personas a participar en
actividades sociales. Interés: esta emoción es una de las más presentes en el
funcionamiento diario de las personas, puesto que en la conciencia siempre
hay algún nivel de interés. Éste motiva las conductas de exploración y subyace
al deseo de ser creativos, aprender y desarrollar habilidades.
En el estudio de las emociones negativas se destacan entre otras, el
miedo: emoción activada por la percepción de daño o peligro físico o
psicológico. La rabia: a esta emoción se le considera como la más exacerbada
o pasional y puede ser activada de diferentes formas. Por cuanto hace al asco:
se trata de una emoción compleja que implica una respuesta de huida o
repudio ante un objeto. El significado funcional del asco es el rechazo,
haciendo que la persona elimine o aparte objetos indeseables o poco
higiénicos y cambie costumbres y hábitos personales. La anticipación del asco
inhibe el deterioro físico y psicológico. La angustia: es la emoción más
negativa y aversiva cuyos activadores principales son la separación, el fracaso
y el dolor. A nivel neurológico, ésta supone una tasa sostenida,
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moderadamente alta, de descarga neuronal y se distingue de la ansiedad por
su intensidad. La angustia motiva a la persona a realizar cualquier conducta
que le ayude a aliviar las circunstancias que la provocaron, es decir, impulsa a
la persona a tratar de que su ambiente vuelva al estado en que estaba antes de
presentarse esta emoción.
En síntesis, puede decirse que las emociones influyen en la memoria de
las personas, en su percepción, juicio y pensamientos así como en sus
comportamientos, de tal manera, que existe una relación entre emociones o
sentimientos y pensamientos o cogniciones. En todos los casos, las emociones
o sentimientos tienen un componente neurofisiológico.
Por tanto, estos sentimientos de los que se ha hablado aquí, incluido el
de soledad, podrán ser recordados mejor por las personas en la medida en que
su estado de ánimo sea congruente con las situaciones o circunstancias vividas
o experimentadas con anterioridad.
Las investigaciones sobre la soledad. Descubrimientos y componentes
que la subyacen.
Los estudios sobre la soledad como un problema psicosocial la relacionan con
un sinnúmero de temáticas que van desde las reacciones emocionales de un
ser humano que se enfrenta a un duelo, hasta la soledad en relación con
fenómenos sociales como la pérdida del trabajo, la jubilación, la vejez, el
divorcio, la separación de la pareja, la dependencia emocional y/o económica y
la pérdida de salud, entre otros.
Hoy en día se piensa que la soledad es un proceso dinámico y complejo
que abarca tanto el ámbito privado como el público; por ello, la investigación
sobre este tema tiene una gran relevancia psicosocial.
Por tal razón, resulta importante y necesario conocer con mayor
precisión los elementos que integran la soledad y los hallazgos más relevantes
en torno a ella. En este trabajo se revisan algunos de las principales teorías
sobre esta emoción, consideradas así por sus aportaciones en la búsqueda de
solución a este problema psicosocial.
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La percepción de la soledad
En primer término se hallan los estudios que desde una perspectiva cognitiva
social tratan de explicar cómo percibe la sociedad a las personas que se
sienten solas y las características que se les atribuyen.
Esta rama de la psicología contribuye al mejoramiento del
funcionamiento de la vida en sociedad, ya que permite conocer y entender la
base sobre la que se estructura la percepción, los valores y las costumbres
sociales y culturales. Desde la perspectiva de la Psicología Social se han
estudiado los factores que intervienen en la formación de vínculos sociales
como la atracción, el enamoramiento, etc. Sin embargo, no han sido muy
investigadas las consecuencias que puede tener para una persona romper sus
lazos sociales íntimos, o la incapacidad que muestre para conseguir dichos
vínculos.
La literatura especializada sobre el tema de la soledad refiere que en el
contexto de las relaciones sociales las personas solitarias son evaluadas
negativamente y que además, dichas valoraciones se generalizan a otras áreas
que no tienen que ver con el ámbito relacional.
Varios estudios han establecido que la mera rotulación de una persona
como sola no es suficiente para explicar el comportamiento de quienes le
rodean, sino que se trata de un proceso más complejo que varía de acuerdo
con las explicaciones que se den de dicha soledad. Así por ejemplo, si una
persona cree que la soledad se debe a causas internas de quien la padece,
como ser tímida o poco atractiva, tendrá un comportamiento diferente al que
mostrará frente a una persona considerada sola por haberse cambiado a otra
ciudad o por haber enviudado10.
El objetivo de esas investigaciones fue explorar la visión que la gente
tenía de las personas que sienten la soledad, así como las características y
atributos que las definen. En esos trabajos se considera la soledad como
ausencia de compañía, aunque algunos autores utilizan el término para
referirse a una experiencia subjetiva compleja que se origina por la forma en la
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que el individuo percibe la calidad de sus relaciones. Ésta puede ser
considerada como “soledad emocional” que es “un estado emocional que
sobreviene cuando la persona no ha logrado las relaciones interpersonales
íntimas o estrechas que desea” 10
El resultado más importante del estudio es el descubrimiento de dos
dimensiones para representar a este tipo de personas. Una se refiere a
cuestiones caracterológicas, vinculadas a la importancia que tienen las
experiencias del individuo, sus actitudes y características de su personalidad
en relación con el desarrollo de la soledad. A la segunda dimensión se le
denomina relacional o histórica y comprende causas ligadas a los contactos
íntimos infructuosos, a la separación y desplazamientos, así como a la
marginalidad social.
Otro aspecto significativo del estudio indica que acorde a como sea
percibida la situación de soledad, ya sea como “voluntaria” o “impuesta”, se
distinguen los efectos positivos o negativos de la misma. Para algunas
personas, la soledad es positiva, aun cuando fuese impuesta, si la considera
como un momento de reflexión e inspiración. En cambio, cuando es una
situación impuesta no satisfactoria, desagradable y de la que no se puede
escapar, la soledad se percibe como un conflicto.
Respecto de la experiencia o imagen negativa que existe de las
personas que se sienten solas, ésta puede comprenderse mejor si se considera
la existencia de estereotipos culturales que estigmatizan a las personas
solitarias como perdedoras sociales.
Finalmente, en los estudios sobre la apreciación de personas, se señala
que cuando se percibe a los demás, se emplean con frecuencia categorías
basadas en el atractivo físico y en el estatus socioeconómico. Se suele concluir
que quienes son atractivos físicamente tienen también otras cualidades
positivas11. Sin embargo, los resultados de esta investigación muestran que las
personas a pesar de ser atractivas físicamente o de tener un estatus
socioeconómico elevado, pueden experimentar la soledad o sentirse solas.
Depresión y Soledad
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Desde otra perspectiva teórica, la soledad y la depresión son consideradas
como estados desagradables que se encuentran superpuestos, pero pueden
ser diferenciados cuando se reconoce la soledad por la forma en que se
sienten las personas respecto de sus lazos sociales y la depresión, por cómo
se sienten de manera general12.
Algunos autores consideran que se deben tomar en cuenta variables
tales como el sexo, el nivel educativo, la etnia, los diagnósticos psiquiátricos, el
uso de medicamentos antidepresivos y el funcionamiento físico para el estudio
de la soledad y de la depresión. Otros estudios ponen de manifiesto que la
soledad y los síntomas depresivos están asociados a características
individuales incluidas el aislamiento social, la negatividad, el estrés y el bajo
soporte social12.
Desde este enfoque teórico, la sensación de soledad es una condición
psicológica desgastante que se caracteriza por un profundo sentimiento de
vacío, inutilidad, falta de control y amenaza personal. Los autores refieren que
investigaciones realizadas con gemelos han demostrado que la soledad se
debe a causas ambientales temporales, así como a causas hereditarias. Entre
otros factores, están el tener un bajo estatus socioeconómico, una pobre
relación marital, contacto poco frecuente con amigos y familiares, escasos roles
sociales, falta de participación en organizaciones voluntarias, limitaciones
físicas y síntomas físicos en la salud.
Es una verdad de Perogrullo, que los ancianos al enfrentarse a factores
tales como: la pérdida de sus relaciones sociales, la jubilación, la disminución
de su salud; buscan una mayor dependencia hacia la familia, anhelando afecto,
aceptación y compañía. Pero para no constituirse como una carga para sus
familiares, quienes muchas veces rehúyen la responsabilidad de cuidarlos, los
viejos terminan por vivir solos. De tal manera que se convierte así en extraños
para su propia familia.
La investigación realizada, de tipo longitudinal y con una duración de 5
años, tuvo como objetivo encontrar asociaciones entre la soledad y los
síntomas depresivos en una población de 229 hombres y mujeres, cuyas
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edades oscilaban entre los 50 y 68 años. Se evaluaron los posibles efectos del
género, etnicidad, educación, funcionamiento físico, medicaciones, tamaño de
redes sociales, eventos vitales estresantes, estrés percibido y apoyo social en
relación con la percepción de soledad y la presencia de síntomas depresivos.
El análisis indicó que la soledad predice cambios subsecuentes en la
sintomatología de la depresión pero no inversamente, es decir, la
sintomatología depresiva no permite predecir cambios en la soledad. Asimismo,
se encontró que esta asociación no era atribuible a variables demográficas,
estrés, apoyo social, disposición negativa, o aislamiento objetivo12.
Dicho estudio demuestra que la soledad predice y promueve un
incremento en la sintomatología de la depresión sin importar la edad, género o
grupo étnico; no obstante, se observa también que la soledad disminuye en la
edad media (45-55 años) y en una edad más avanzada (65-75años) debido a la
presencia de un incremento en el acercamiento emocional de las personas.
Se concluye en el estudio que la soledad es un factor de riesgo para la
salud, especialmente en el aspecto psicológico. Además, los autores señalan
que ha sido asociada al incremento de resistencia vascular 13, a la presión
arterial elevada14, al aumento de actividad hipotalámica pituitaria
adrenocortical16, a los malestares del sueño17,18, al alcoholismo19, a la
evolución de la enfermedad de Alzheimer20, a la obesidad ,21 y a la pobre salud
física22,23. También se ha asociado a condiciones psiquiátricas como
desordenes de personalidad 24,25, hipocondriasis26, esquizofrenia27, 28, ideación
y comportamiento suicida 29,30 y depresión.31
Soledad y Vejez.
El fenómeno de la soledad para su estudio ha estado también vinculado con el
desarrollo de las personas. Para ello, se ha planteado que el desarrollo de los
individuos está determinado por un conjunto de factores y un serie de
mecanismos que interactúan entre sí. La pregunta que surge de dicha
aseveración es ¿cuáles son éstos factores y mecanismos que actúan
conjuntamente en las explicaciones sobre el desarrollo? y ¿cómo operan en la
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etapa de la vejez? Se afirma que “Entre los determinantes de base hay que
incluir el entorno y la herencia que actúan a menudo en interacción” 32.
Asimismo, es imperativo distinguir entre las influencias que condicionan los
procesos de desarrollo de las que provienen de las expectativas normativas de
la edad, reglas y normas sociales de las instituciones, así como del contexto
histórico en el que se desenvuelvan las personas, lo mismo que de las
influencias accidentales que se estén viviendo. Todas ellas pueden intervenir
en un tiempo específico y todas interactúan entre sí. De igual manera, puede
decirse que influyen tanto en las condiciones biológicas de las personas que
las padecen como en sus procesos de socialización y en los aspectos
psicológicos que experimentan.
En el caso de las personas adultas mayores o viejas, puede decirse que
el envejecimiento impacta todas sus circunstancias sociales. “Envejecer
consiste primero en aprender nuevos roles y hacer frente a nuevas
situaciones sociales” 32. En esta etapa de la vida, tanto los hombres como las
mujeres pueden enfrentar cambios en sus roles sociales y pasar a ser viudos,
divorciados, jubilados, perder la salud, sufrir algún tipo de invalidez,
experimentar el “nido vacío”, entre otros aspectos. Todo esto tendrá sin duda
repercusiones en el terreno personal, muy especialmente en el ámbito
profesional y familiar y por ende, en la salud en general, en vista de que el
adulto mayor tendrá que tomar conciencia de que el tipo de vida que escogió
traza en esta etapa la muerte y final próximo al que se enfrenta.
En el aspecto psicológico, el eminente psicoanalista alemán Erik Erikson
planteaba que durante el envejecimiento el individuo experimenta la crisis de
integración vs desesperanza. Ésta se caracteriza por una recapitulación de
las experiencias vividas por el sujeto, quién puede actuar con aceptación y
sabiduría ante los cambios que enfrenta por la edad o bien, puede comportarse
con angustia, desesperación y problemas de adaptación ante las variantes
exigencias que le imponen las normas y reglas sociales33.
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La conceptualización de la soledad es importante para poder estudiar
dicho fenómeno subjetivo de forma más cercana a la realidad, así como para
poder comprender los diferentes elementos que la conforman.
En este sentido, algunos autores definen la soledad como un estado
subjetivo que implica un desequilibrio marcado por un déficit relacional, como
respuesta frente a la falta de una relación particular. Los autores presentan
algunos esquemas conceptuales vinculados al estudio de la soledad
clasificándolos como 34:
1. Fenomenológicos. Se refieren a las características cualitativas de la
experiencia solitaria como pueden ser su intensidad, interpretación
subjetiva, etc.
2. Cognoscitivos. Relacionados con los procesos de percepción social e
interpersonal.
Otros autores 35 proponen una tipología de la soledad, donde se pueden
observar algunos aspectos fundamentales como son:
A. Las características emocionales de la soledad que muestran ausencia
de emociones positivas como la felicidad o el afecto y más negativas,
como el miedo o la incertidumbre.
B. Tipo de privación referente a las relaciones ausentes que la persona
considera significativas.
C. Perspectiva del tiempo pudiendo ser momentánea, situacional, crónica,
permanente, etc.
Estos expertos también identifican tres características de la soledad:
1. Como resultado de una deficiencia en las relaciones interpersonales.
2. Una experiencia subjetiva que contrasta con la evidencia física del
aislamiento social.
3. Una vivencia estresante y displacentera.
Las características anteriormente mencionadas implican que existen
carencias afectivas y cognoscitivas. Con base en dichos fundamentos
proponen la siguiente definición de soledad: “fenómeno multidimensional,
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psicológico y potencialmente estresante, resultado de carencias afectivas,
sociales y/o físicas, reales o percibidas que tiene un impacto diferencial sobre
el funcionamiento de la salud física y psicológica del sujeto” 35.
Soledad, Vejez, Duelo, Jubilación y Daños a la Salud
Al respecto de la soledad y su relación con la salud, se plantea que con la
edad avanzada los problemas de salud aumentan incidiendo en ellos variables
como el estado civil y la ocupación. En un estudio realizado en la última
década se empleó una muestra de 412 personas que tenían una edad de 64
años o más; uno de los hallazgos más significativos fue la existencia de una
relación directa entre ocupación y salud, al demostrarse que las categorías
ocupacionales de mayor cualificación y las personas que tienen o tenían su
propio negocio, así como aquéllas con recursos económicos más elevados, son
las que percibían más favorablemente su salud36.
Por otra parte y con relación al estado civil de las personas, fueron los
varones solteros quienes se mostraron como los menos enfermos; sin
embargo, en cuanto a la percepción de las consecuencias negativas de sus
problemas de salud, los hombres solteros percibían su situación más
negativamente que los casados. Los viudos se mantuvieron en una posición
intermedia. Esto se explica como una falta de apoyo social íntimo que el
matrimonio puede proveer, aunque sea de forma parcial. 36
Para el caso de las mujeres, el estado civil no marcó influencia sobre la
salud percibida; adicionalmente, se encontró que ellas se sentían peor con la
edad, sin reportar mejoría con el paso de los años.
Otros de los resultados trascendentes revelaron la existencia de una
relación entre soledad y salud, más que entre salud y género, descubriendo
que tanto hombres como mujeres se declaran en mejor estado de salud
cuando no se sienten solos. No obstante, la relación soledad- salud se mostró
más marcada en mujeres y en las personas más ancianas, aunque estas
diferencias no fueron significativas en términos estadísticos36.
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Por su parte y de acuerdo con investigaciones realizadas en la
Universidad de Arizona y publicadas en la revista Health Communication, se
encontró que la soledad potencia el efecto del estrés y la adquisición de hábitos
nocivos para la salud como cuidarse menos, dormir peor e incrementar la
tendencia a consumir medicamentos. Así mismo, en la encuesta de este
estudio realizada a 256 adultos entre 19 y 85 años, los individuos detectados
como más solitarios se mostraron como menos capaces de lidiar con factores
estresantes en la vida diaria, lo cual ejerce una influencia sobre la salud,
empobreciendo la calidad de vida37.
De acuerdo a esta indagación, también se encontró que los individuos ya
expuestos a los efectos dañinos de la soledad pueden verse agudizados
debido a que las redes sociales de Internet, como Facebook o Twitter,
favorecen relaciones superficiales que pueden aumentar el sentimiento de
aislamiento y de soledad. No obstante, se reconoce que hacer uso de estas
redes sociales no es negativo si el individuo mantiene relaciones cercanas y
significativas con otras personas.
En otro orden de ideas, con respecto a la soledad y sus efectos sobre la
salud, en México se han encontrado datos epidemiológicos que demuestran
una asociación significativa entre soledad y consumo de alcohol en mujeres 38,
angustia y depresión en adultos 39 y en menor proporción, en el inicio de la vida
sexual en adolescentes 40.
Otro daño a la salud asociado a la presencia de soledad en las
personas, es el caso de la hipertensión; tal es el caso de un estudio muy
reciente realizado en Malasia, cuyo objetivo principal fue determinar el impacto
de la soledad sobre la hipertensión en la vida adulta. Se trata de un estudio
transversal cuya muestra fue de 1880 personas, seleccionada entre adultos
mayores. Los resultados revelaron que un tercio de las personas encuestadas
presentaron un alto nivel de soledad y a nivel general, el 39% de ellas sufrían
de hipertensión. Se concluyó entonces que la soledad representa un riesgo
mayor de padecer hipertensión en la vida adulta, por lo que se destaca como
una de las recomendaciones más significativas del trabajo el exhorto a los
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profesionales de la salud a estar atentos a los efectos psicológicos de la
soledad en la vejez. 41
En otro estudio realizado a una población de 229 personas de entre 50-
65 años que duró cuatro años, se evaluó la soledad mediante el uso de la
escala Revisada de Soledad (UCLA-R) que mide de forma general el
sentimiento de soledad y la satisfacción con las redes sociales de las personas.
También se aplicó una escala de síntomas depresivos. Los resultados
revelaron que aquellos individuos que se manifestaron como más solos,
mostraron niveles de presión sanguínea más elevados a través de los años.
Contrariamente, los que vivieron estados de soledad por periodos cortos no
mostraron cambios significativos sobre su presión sanguínea 42. Se enfatiza
también la importancia del impacto de este padecimiento y su relación con la
soledad, especialmente en la calidad de vida de las personas que la padecen.
Los autores señalan que es necesario reflexionar sobre el significado de
la soledad a nivel clínico y de la salud pública, remarcando que el costo
económico de la hipertensión es muy elevado, dado que es una de las
enfermedades con mayor incidencia en los EUA.
Por último, abordaremos dos condiciones o variables de orden
psicológico que parecen estar vinculadas con la soledad: el duelo y la
jubilación.
En el caso del duelo, la pérdida de un familiar es sin duda un hecho
universal causante de gran dolor; en el caso de personas adultas mayores o de
edad avanzada que sufren la pérdida de su pareja, el problema se agudiza.
Dado que la ausencia de la pareja origina en el cónyuge que sobrevive una
serie de consecuencias negativas que impactan tanto su salud física como
psicológica, fundamentalmente la soledad experimentada por el deudo,
repercute física y emocionalmente, acarreado en el sobreviviente una serie de
sucesos tristes y dolorosos originados por su condición física y emocional.
Se conoce por trabajos de investigación realizados en décadas pasadas,
que las personas de la tercera edad tienen una probabilidad más alta de perder
a su pareja 43 y que esto representa para ellas un riesgo más elevado de morir
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antes que otras personas de su misma edad que viven en pareja,
probablemente de 6 a 12 meses después de ocurrida la muerte del(a)
compañero(a). En otros estudios se señala, que las tasas de mortalidad son
superiores entre los viudos y viudas que entre las personas casadas de las
mismas edades 44.
Se han presentado dos tipos de soledad durante el duelo: la primera,
manifestada como aislamiento social y la segunda, como soledad emocional o
aislamiento emocional. El aislamiento social se considera un factor de riesgo
para sufrir depresión. En tanto que la soledad emocional se concibe como
aquella situación afectiva que sólo puede ser aliviada cuando se establece una
relación de compromiso mutuo y otras personas logrando así desarrollar un
sentimiento de seguridad.
De igual manera, se considera que un escaso apoyo social y la soledad
física y emocional son un disparador para que el deudo sufra un duelo
complicado 45.
Las reacciones frente a la pérdida de un ser querido desencadena una
serie de manifestaciones que se ven reflejadas a nivel físico y psicológico, ante
las cuales la persona debe realizar un proceso de ajuste y acomodación 46, 47.
Así, se han distinguido una serie de fases sucesivas para el proceso de
duelo y su duración depende de las condiciones y características de cada
persona: embotamiento de la sensibilidad, fase de anhelo y búsqueda de la
figura perdida, fase de desorganización y fase de reorganización. 47
La evidencia de las investigaciones en personas recientemente viudas
ha mostrado que existe una relación entre los síntomas de duelo y los síntomas
depresivos, presentándose una abundante sintomatología depresiva durante el
periodo de pos-pérdida, como alteración del sueño, dificultad para
concentrarse, llanto, humor deprimido y pérdida de peso. Las reacciones
normales de duelo incluyen muchos síntomas depresivos pero en menor
intensidad, y no se presentan sentimientos de inutilidad, culpa o pensamientos
mórbidos comunes en la depresión clínica. 45
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Por lo anterior, se considera duelo normal cuando la persona muestra
malestar emocional durante el primer año de la pérdida. Y se considera duelo
complicado cuando las manifestaciones de la sintomatología se extienden
excesivamente a lo largo del tiempo. Un factor de riesgo para el duelo
complicado es el sexo, siendo las mujeres las que lo experimentan en mayor
número que los hombres. Otro factor relacionado con el estado de salud es la
movilidad física: quiénes tienen actividad física restringida presentan niveles
más altos de depresión. Por cuanto hace al apoyo social de familiares y amigos
percibido, éste produce alivio de los síntomas a largo plazo. En relación con la
variable de sintomatología depresiva antes y después de la pérdida, si ésta es
elevada inmediatamente después del suceso, se esperan síntomas más
intensos a largo plazo. Por último, en relación a la circunstancia de la muerte
del ser querido, se ha observado que la pérdida repentina no se asocia
necesariamente a mayores complicaciones, en tanto que un duelo anticipatorio
por una muerte lenta y progresiva dificulta el proceso posterior. 45
Se puede concluir que la ausencia de la pareja en la edad adulta mayor
representa un factor disparador de la presencia de soledad emocional y /o
social para los ancianos, que puede derivar en un duelo patológico.
El último factor que se tocará en este trabajo con relación a la soledad,
es el de la jubilación, ya que el paso de ser trabajador a ser jubilado es uno de
los cambios más importantes que se presenta en los últimos años de vida y
que parece subrayar la entrada a la vejez.
La jubilación contemplada desde su lado positivo suele considerarse
como el logro de largos años de esfuerzo y hasta puede llegar a idealizarse; no
obstante, su contraparte negativa es que puede conducir a sentimientos de
pérdida de estatus honorable, de identificación personal, de sentido de la vida e
incluso a alteraciones en la salud física, ya que existe una tendencia a
disminuir el nivel de actividad. Es importante tomar en cuenta que la actividad
laboral, además de significar ingreso económico, se convierte en una fuente de
identidad que contribuye a la autoimagen de ser una persona útil, productiva y
que desarrolla un papel importante en la estructura social.
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Al enmarcar la jubilación en el proceso de envejecimiento, aun cuando
en algunos casos ésta puede suceder durante la edad adulta intermedia, es
conveniente considerar la interacción de diversos elementos, los cuales
otorgan significados diferentes para cada individuo. Entre ellos encontramos la
valoración que da la persona a su trabajo, su expectativa ante la jubilación, sus
relaciones familiares y sociales y su habilidad para desempeñar nuevos roles
en la sociedad, entre otros. Todo ello, da lugar a una nueva categoría social:
los jubilados.
Cuando se consideraba a la familia como una unidad de producción, las
personas mayores continuaban integradas a sus relaciones sociales,
profesionales y familiares, pero actualmente, al hablar de una nueva categoría,
las relaciones sociales tienden a empobrecerse y a reducirse los contactos
interpersonales tanto en cantidad como en intensidad. Se ha observado que
durante la disminución de las relaciones sociales en la vejez, la pérdida de
contacto con personas de otros grupos de edad toma un lugar sobresaliente;
dado que el círculo social se ve reducido, a excepción de la cercanía con los
hijos o nietos. De acuerdo a los estudiosos del tema, se ha advertido que esta
pérdida es más significativa, empobrecedora y destructiva en el sexo
masculino. 48
Otro aspecto a considerar en esta etapa es el cambio en el ritmo de la
vida conyugal, en el que se hace necesario un reajuste. La evidencia muestra
que generalmente este reajuste es positivo y durante el mismo, la mujer toma
un papel protagónico en el liderazgo doméstico y en la imposición de sus
criterios en el espacio familiar. Por su parte, el hombre debe pasar por un
proceso de adaptación a relaciones limitadas al mundo conyugal y familiar.
Tanto en el hombre como en la mujer, la etapa de la jubilación se
encuentra con una fase de la vida en la que convergen diferentes
circunstancias como el deterioro físico, las pérdidas significativas incluyendo la
viudez, la independencia de los hijos, la pérdida de un rol social destacado y
como algunos autores lo manejan, la pérdida de autonomía personal, lo cual
puede generar sentimientos de ser un estorbo o “carga” para los familiares.
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Estos aspectos conducen al individuo a enfrascarse en un sentimiento de
soledad y desarraigo producido por el empobrecimiento de sus relaciones
sociales y la reducción de las experiencias vitales con otras personas.
DISCUSIÓN Y RECOMENDACIONES
El análisis de todos los aspectos que rodean la soledad como fenómeno
psicosocial que puede impactar a las personas, ya sea en su modalidad de
problema emocional o situacional, representa un riesgo de salud,
especialmente en las personas de la tercera edad o en los individuos con baja
autoestima y problemas de adaptación. Es por eso que los hallazgos de
investigación recogidos en este trabajo pueden resultar valiosos en el diseño e
implementación de programas de atención psicológica del adulto mayor o de
personas psicológicamente vulnerables.
Las principales conclusiones derivadas de los trabajos citados en el
presente artículo pueden ser resumidas de la siguiente manera:
Se propone una tipología de la soledad, cuyos aspectos fundamentales
son: 1) ausencia de emociones positivas como felicidad o afecto y mayor
presencia de situaciones negativas como miedo o incertidumbre. 2) relaciones
ausentes que la persona considera significativas 3) el tiempo es percibido de
forma momentánea, situacional, crónica e incambiable, etc. En resumen se
identifican tres características de la soledad: como resultado de una deficiencia
en las relaciones interpersonales, como una experiencia subjetiva que
contrasta con la evidencia física del aislamiento social y como una vivencia
estresante y displacentera.
A. Según la percepción de la persona de su situación de soledad,
ésta puede ser considerada como voluntaria o impuesta y de ello
dependen los efectos positivos o negativos que se desprendan.
B. Es una condición psicológica desgastante que se caracteriza por
un profundo sentimiento de vacío, inutilidad, falta de control, y
amenaza personal.
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C. La alusión de una persona como sola, no es suficiente para
explicar el comportamiento de quienes le rodean. La soledad es
un proceso complejo.
D. En el contexto social, por lo general, las personas solitarias son
evaluadas negativamente y además, dichas valoraciones son
generalizadas a otros planos de su personalidad.
E. Se deben considerar variables tales como el sexo, el nivel
educativo, la etnia, los diagnósticos psiquiátricos, el uso de
medicamentos antidepresivos y el funcionamiento físico para el
estudio de la soledad y de la depresión.
F. La soledad predice cambios subsecuentes en la sintomatología
de la depresión, pero no sucede a la inversa.
G. La soledad es un factor de riesgo para la salud, especialmente en
el aspecto psicológico, asociada a trastornos del sueño,
hipertensión, cambio de hábitos, pobre salud física, alcoholismo,
obesidad, etc.
H. La relación soledad-salud muestra que hombres y mujeres se
perciben mejor cuando no están solos, aunque existe un marcado
acento en la relación soledad- salud en mujeres y en los adultos
mayores.
I. La soledad impacta directamente la calidad de vida de las
personas.
J. El duelo y la jubilación son dos condiciones que vinculadas con la
soledad afectan psicológicamente a quienes la padecen.
K. La muerte de la pareja en la edad adulta mayor constituye un
elemento que promueve la presencia de soledad emocional y /o
social en los ancianos, misma que puede originar un duelo
patológico.
L. Durante la etapa de la vejez, especialmente en los hombres, el
empobrecimiento de las relaciones sociales tiene un efecto
destacado y dañino.
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M. La etapa de la jubilación va acompañada de una serie de factores
físicos, psicológicos, sociales, económicos y culturales que sin
distinción de género pueden suscitar en las personas que la
experimentan, sentimientos de soledad, vacío existencial y por
ende, una disminución de sus relaciones sociales con familiares y
conocidos.
En el tratamiento de los problemas ocasionados por la soledad se debe
tomar en cuenta que en las próximas décadas se incrementará en nuestro país
la población adulta mayor, la que demandará de los sistemas de salud y
bienestar social una oferta de servicios adecuados a sus necesidades físicas y
psicosociales. Por lo que, al considerar que nuestra sociedad está actualmente
caracterizada por el individualismo, la competencia y la falta de solidaridad, lo
que se ha convertido en una promotora de sentimientos de vacío existencial en
las personas, los esquemas curativos o remediales tradicionales deberán ser
abandonados para impulsar programas preventivos y de promoción de la salud
integral de la población.
Por ello, se deben volver los ojos a esa vieja enseñanza bíblica: “Amar a
tu prójimo como a ti mismo” como una forma de volver a ser de verdad seres
humanos y no simples máquinas hacedoras de satisfactores materiales, que
han dejado de lado su espiritualidad. Es necesario convertirse en una
comunidad que busque una convivencia armónica, pacífica, promotora de la
salud integral de sus habitantes, donde la soledad sea sólo una opción de vida
personal y no una categoría de vida impuesta por la sociedad.
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Forma sugerida de citar: Torres Fermán IA, Saldívar González AH, Lin Ochoa D, Barrientos Gómez MC, Monje
Reyna D. La Soledad. ¿Un mal de nuestro tiempo? Revista Electrónica Medicina, Salud y Sociedad. [serie en internet]
2012 septiembre [citado septiembre 2012];3 (1); [aprox. 26p.]. Disponible en: http://www.medicinasaludysociedad.com.