Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

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AÑO XI.-VOL. XI.-NTJM. 128. Madrid, agosto 1933. Las corrientes vagabundas y su acción destructiva Por V. DE BUEN'^) ASPECTO GENERAL DEL PROBLEMA Ya a fines del pasado siglo comenzó a observarse, especialmente en Norteamérica, que las masas metá- licas enterradas en las proximidades de las líneas de tracción eléctrica que utilizaban el carril como con- ductor de retorno, sufrían una rápida destrucción, cuyo origen pudo precisarse en la corrosión electro- lítica originada a expensas de las corrientes eléctri- cas que, escapando de los carriles, derivaban al suelo. La producción de estas corrientes, denominadas "vagabundas", se explica fácilmente, ya que nos en- contramos en el caso de un conductor con tensión, el carril, en íntimo contacto con un medio, el suelo, que no es ni con mucho un aislante, y que por ser de sec- ción infinita ha de ofrecer al paso de la corriente, en cuanto ésta se extienda, una resistencia poco apre- ciable, que podrá ser fácilmente vencida por la ten- sión del carril, de valor tanto más alto cuanto mayor sea su caída de tensión, produciéndose una deriva- ción de la corriente eléctrica que por él circula y en- gendrándose en el suelo un campo de corrientes va- gabundas, que siguiendo líneas de máxima conduc- tibilidad se reintegrarán más tarde a los carriles pa- ra volver a la barra negativa del generador y com- pletar el circuito eléctrico. Si las corrientes vagabundas encuentran en su ca- mino un elemento metálico enterrado, lo que proba- blemente ocurrirá en los núcleos urbanos surcados por canalizaciones de todo género, se producirá un paso de corriente entre dos masas metálicas—carril y canalización—a través de un medio como el suelo húmedo, que contiene gran número de productos quí- micos disueltos en el agua retenida, lo que dará ori- gen a un'proceso de electrólisis y a la subsiguiente corrosión del material metálico que actúe como áno- do o que obre como cátodo, según la clase de aque- llos productos. Si la corrosión se produce en el ca- rril, el efecto destructivo no .es muy considerable, de- bido a su gran sección, aunque sí peligroso por lo- calizarse en general en los enlaces y pernos; si la acción electrolítica se produce en una canalización. (1) Ingeniero muustrial. los efectos corrosivos producen, en carcibio, daños considerables y pueden incluso envolver graves pe- ligros por llegar a producir la rotura de cañerías de agua o la explosión del gas conducido por tuberías subterráneas. Teóricamente, una corriente de un amperio des- compone en una hora 0,697 gm. de Fe, 3,858 gm. de Pb, 2,355 gm. de Cu, etc.; imagínese, pues, el efec- to destructivo que puede producir una corriente va- gabunda localizada sobre la delgada capa de plomo de un cable telefónico o el débil espesor de una tu- bería, y se comprenderá asimismo que Mr. Robert Hadfield calculase en 700 millones la pérdida anual de hierro y acero originada por corrosión electrolí- tica, destacándose desde luego como hecho evidente cuán grave perjuicio encierra la presencia de las des- tructoras corrientes vagabundas en las concentracio- nes urbanas. La ausencia casi total de trabajos españoles sobre este problema hace siempre interesante el abordarlo, amque nos obliga a llevarlo a cabo con alguna exten- sión; pero es además en estos momentos asunto de actualidad ante las derivaciones del pasado Congre- so de Circulación y a la vista de las obras del túnel de enlace, que habrán de colocar bajo el suelo de Ma- drid tendidos de líneas de grandes consumos, po- niendo sobre el tapete la normalización de los servi- cios de tranvías en los cascos urbanos y el intere- sante aspecto de los servicios de tracción eléctrica subterráneos, de facetas tan características, que he- mos podido estudiar experimentalmente. Todos estos aspectos nos han movido a tratar nuevamente del estudio de las corrientes vagabundas, tema que ya abordamos extensamente hace algunos años (1), para exponer en líneas generales sus principios y recoger éstos más tarde en el estudio de los temas de actua- lidad que hemos señalado. Con esta orientación abor- damos previamente la cuestión del retomo en los ser- vicios de tracción eléctrica, ya que de él depende la generación de corrientes vagabundas en casi todos los casos, para tratar má,s adelante de la acción elec- trolítica de estas corrientes y los medios de evitarla o mitigarla y, finalmente, del problema a que da lu- cí) V. de Buen: "Estudio de las corrientes vagabundas y su acción sobre las masas metálicas en contaefo con tierra".—Téc- nica, 1929, números de marzo, abril, mayo, junio, julio y octubre.

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Año XI. Vol. XI. Núm. 128. Enero 1933. Fundación Juanelo Turriano.

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AÑO XI. -VOL. XI.-NTJM. 128. Madrid, agosto 1933.

Las corrientes vagabundas y su acción destructiva Por V. DE BUEN'^)

ASPECTO GENERAL DEL PROBLEMA

Ya a fines del pasado siglo comenzó a observarse, especialmente en Norteamérica, que las masas metá-licas enterradas en las proximidades de las líneas de tracción eléctrica que utilizaban el carril como con-ductor de retorno, sufrían una rápida destrucción, cuyo origen pudo precisarse en la corrosión electro-lítica originada a expensas de las corrientes eléctri-cas que, escapando de los carriles, derivaban al suelo.

La producción de estas corrientes, denominadas "vagabundas", se explica fácilmente, ya que nos en-contramos en el caso de un conductor con tensión, el carril, en íntimo contacto con un medio, el suelo, que no es ni con mucho un aislante, y que por ser de sec-ción infinita ha de ofrecer al paso de la corriente, en cuanto ésta se extienda, una resistencia poco apre-ciable, que podrá ser fácilmente vencida por la ten-sión del carril, de valor tanto más alto cuanto mayor sea su caída de tensión, produciéndose una deriva-ción de la corriente eléctrica que por él circula y en-gendrándose en el suelo un campo de corrientes va-gabundas, que siguiendo líneas de máxima conduc-tibilidad se reintegrarán más tarde a los carriles pa-ra volver a la barra negativa del generador y com-pletar el circuito eléctrico.

Si las corrientes vagabundas encuentran en su ca-mino un elemento metálico enterrado, lo que proba-blemente ocurrirá en los núcleos urbanos surcados por canalizaciones de todo género, se producirá un paso de corriente entre dos masas metálicas—carril y canalización—a través de un medio como el suelo húmedo, que contiene gran número de productos quí-micos disueltos en el agua retenida, lo que dará ori-gen a un'proceso de electrólisis y a la subsiguiente corrosión del material metálico que actúe como áno-do o que obre como cátodo, según la clase de aque-llos productos. Si la corrosión se produce en el ca-rril, el efecto destructivo no .es muy considerable, de-bido a su gran sección, aunque sí peligroso por lo-calizarse en general en los enlaces y pernos; si la acción electrolítica se produce en una canalización.

(1) Ingeniero muustrial.

los efectos corrosivos producen, en carcibio, daños considerables y pueden incluso envolver graves pe-ligros por llegar a producir la rotura de cañerías de agua o la explosión del gas conducido por tuberías subterráneas.

Teóricamente, una corriente de un amperio des-compone en una hora 0,697 gm. de Fe, 3,858 gm. de Pb, 2,355 gm. de Cu, etc.; imagínese, pues, el efec-to destructivo que puede producir una corriente va-gabunda localizada sobre la delgada capa de plomo de un cable telefónico o el débil espesor de una tu-bería, y se comprenderá asimismo que Mr. Robert Hadfield calculase en 700 millones la pérdida anual de hierro y acero originada por corrosión electrolí-tica, destacándose desde luego como hecho evidente cuán grave perjuicio encierra la presencia de las des-tructoras corrientes vagabundas en las concentracio-nes urbanas.

La ausencia casi total de trabajos españoles sobre este problema hace siempre interesante el abordarlo, amque nos obliga a llevarlo a cabo con alguna exten-sión; pero es además en estos momentos asunto de actualidad ante las derivaciones del pasado Congre-so de Circulación y a la vista de las obras del túnel de enlace, que habrán de colocar bajo el suelo de Ma-drid tendidos de líneas de grandes consumos, po-niendo sobre el tapete la normalización de los servi-cios de tranvías en los cascos urbanos y el intere-sante aspecto de los servicios de tracción eléctrica subterráneos, de facetas tan características, que he-mos podido estudiar experimentalmente. Todos estos aspectos nos han movido a tratar nuevamente del estudio de las corrientes vagabundas, tema que ya abordamos extensamente hace algunos años (1), para exponer en líneas generales sus principios y recoger éstos más tarde en el estudio de los temas de actua-lidad que hemos señalado. Con esta orientación abor-damos previamente la cuestión del retomo en los ser-vicios de tracción eléctrica, ya que de él depende la generación de corrientes vagabundas en casi todos los casos, para tratar má,s adelante de la acción elec-trolítica de estas corrientes y los medios de evitarla o mitigarla y, finalmente, del problema a que da lu-

cí) V . de Buen : "Estudio de las corrientes vagabundas y su acción sobre las masas metálicas en contaefo con tierra".—Téc-nica, 1929, números de marzo, abril, mayo, junio, julio y octubre.

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gar su presencia en los núcleos urbanos y su rela-ción con la regulación del tráfico tranviario y la pre-sencia de ferrocarriles subterráneos.

n ESTUDIO DEL RETORNO EN LAS LINEIAS DE TRACCION ELECTRICA Y DE LA DERIVACION DE CORRIENTES POR EL

SUELO

Entre los varios problemas que abarca el estudio del retorno, vamos a recoger solamente aquellos que se refieren a cuanto tiene interés en lo que se rela-

//

U- . ¡, c

O si r rril, a

fórmula que puede servimos para las redes tranvia-rias en las que es muy difícil determinar la situa-ción y consumo de los vehículos en cada instante, ya que en ella no interviene más que el número de és-tos y la intensidad media requerida en la central, da-tos fácilmente determinables. En los servicios de me-nor densidad, como líneas suburbanas o ferroviarias, es preferible en cambio obtener la caída media de tensión por suma de las individuales en cada mpmen^ to, aplicando la fórmula

Em — muIpEp

Figura 1.»

ciona con la generación de corrientes vagabundas. Por otra parte, nos limitaremos al caso de utilización de corriente continua, caso más desfavorable para la electrólisis—aunque también se produzca con corrien-te alterna—, y presupondremos que el carril actúa como conductor negativo, como generalmente ocurre.

En los cálculos que ordinariamente se realizan, se parte siempre de la hipótesis de que el carril está aislado, en cuyo caso si r es su resistencia en O) X km., la caída de tensión producida por un ve-hículo que dista Z kilómetros de la estancia genera-dora o del enlace del carril a un colector o feeder ne-gativo (fig. 1.") y consume h amperios, vendrá da-da por =- r/J, viniendo representadas las caídas de tensión para distintas posiciones del vehículo por la recta AN.

Partiendo de esta fórmula básica podremos calcu-lar la caída de tensión total en el caso de un tráfico denso sumando los casos individuales. Si suponemos, por ejemplo, que se encuentran en servicio P vehícu-los igualmente distanciados y consumiendo igual co-rriente, es decir, : p si h es la total requerida del generador, la reiteración de la fórmula anterior nos conduciría, para un tramo de línea de longitud L y resistencia total R (fig. 2.") a la fórmula

Para calcularla, una vez establecido el horario de marchas y realizada la determinación de los consu-mos instantáneos de los trenes, necesario para los cálculos, se determina en una serie de instantes —cada diez minutos, por ejemplo—la situación y con-sumo de los trenes que en ese momento estén circu-lando. Si l'p es la distancia de uno de ellos a la sub-estación e l'p la intensidad que requiere, la caída de tensión a que dará lugar valdrá i ? y la total en ese instante producida por todos los trenes •que circulan, Ep= ^I'pl'pr, valor que con el de la

S / ' intensidad media requerida Ip =: ^ por los n ve-hículos en circulación nos permite calcular el pro-ducto Ep, que extendido a todo el período del ho-rario de marchas nos d e t e r m i n a s y , que con la tensión media en la línea de contacto nos fijan el valor E,,..

Por otra parte, será necesario observar la posición más desfavorable de los trenes y obtener la caída máxima de tensión, que para ser aceptable, compren-diendo la caída en el cable de trabajo, ha de estar comprendida entre el 20 y 40 por 100 de V„,, debien-do estarlo E,,, entre el 5 y 10 por 100.

Con estas fórmulas podremos calcular las caídas de tensión, que son de indudable interés para nues-tro estudio; pero lo que realmente se precisa cono-cer es la forma y distribución de esta caída de ten-sión a lo largo de la línea. El valor deducido para el caso de tráfico denso cabría represetarlo gráfica-

lo •p lo T

lo

ñ : L es la resistencia kilométrica del ca-

Figura 2.»

mente; pero es preferible, con objeto de obtener cur-vas uniformes, suponer que la línea está uniforme-mente cargada, hipótesis que conduce a resultados prácticos idénticos en lo que respecta a los efectos electrolíticos (1). Supongamos, por tanto, una lí-nea AB (fig. 3."), con su origen en A y unida en B al manantial de corriente, y admitamos que está some-tida a una carga uniformemente repartida de I am-perios por kilómetro, que nos conduce a una corrien-te en el carril representada por la recta AF y de or-denada máxima 7o — 1. L. amp.

(1) Bulletin de A. S. E., 1920, página 285.

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En un punto arbitrario M, la corriente valdrá

1,= L

lo que exige, por ser la curva DNE una parábola de vértice D, que

AN--

lo que conduce a una intensidad media para el tro- de donde zo MB

Im = k+h

y a una caída de tensión en el mismo sector

E=I,nr{L-l)=I,„rl hrL 1 -

ecuación de una parábola GB, cuyas ordenadas re-presentarán así los valores de la caída de tensión des-de un punto del carril hasta B y, si éste se une a tie-rra, la d . d . p . entre un punto del carril y el suelo.

Ahora bien; siendo todas las ordenadas de la cur-va positivas, si tenemos en cuenta (lo que hasta aho-ra se ha omitido) que el suelo es conductor y está en contacto con el carril, obtendríamos que a todo lo largo de él se produciría una salida de corriente, lo cual es inadmisible puesto que la totalidad ha de retomar á la barra negativa del generador. La cur-va de d.d.p. respecto a tierra deberá, por consi-guiente, tener una parte positiva y otra negativa, y, por tanto, deberá existir un punto de ella (aquel en que corte al eje AB) para el cual exista equilibrio, es decir, d.d.p . nula, que separaría la curva en dos regiones, una de salida de corrientes y otra de re-torno al carril.

En los primeros estudios sobre electrólisis se par-tió de las hipótesis de que la distribución de las caí-das de tensión a lo largo del carril no se alteraba por la presencia de las corrientes vagabundas, lo que lle-va implícito suponer éstas escasas con relación a la que circule por el carril. En este caso bastará, para encontrar la de d . c?. p . respecto a tierra, desplazar la curva parabólica paralelamente a sí misma hasta que corte a la línea AB en el punto de equilibrio de-nominado punto neutro.

Supongamos que sea N este punto. La curva de d.d.p. será, por consiguiente, la parábola DNE. Considerando un elemento de carril di, si it es la re-sistencia opuesta al paso de las corrientes vagabun-das desde la vía a tierra, la magnitud de aquéllas será itdl,y en todo el tramo AM

rt rt Vdl

si suponemos que la resistencia r, es constante y V es la. d.d.p. entre carril y tierra dada por la ordena-da M. Pero la integral no es otra cosa que el área EAN, luego

área EAN h /ír(área EAN) rt

y como toda la corriente que escapa del carril ha de ser igual a la que retorna, tendremos en definitiva que el punto N ha de ser tal que

área EAN = área NBE

-rj=- AB = 0,58 . AB 1 / 3

1 2 DA = ~BE y BE = -~AC

2 3

La exposición de estos principios, admitidos antes de una manera general y base aún hoy de múltiples prescripciones, condujo a considerar que la (í. cí. p , entre carril y tierra, en el extremo unido al genera-dor, debiera ser negativa y doble que la positiva co-rrespondiente al extremo libre de la línea, siendo la primera los 2/3 de la caída de tensión total, y que la

Figura 3."

zona de entrada de corrientes en los carriles (que como veremos es la peligrosa para las canalizacio-nes) debiera buscarse en la región comprendida en la distancia 0,42 . L de la subcentral.

Pero esta concepción adolece del error fxmdamen-tal de considerar que la resistencia opuesta al paso de la corriente del carril al suelo es constante, hipó-tesis que por permitir sacar el factor ^ del simo

rt mtegral hace posible la fijación de N, y, por otra parte, del supuesto inadmisible de que la corriente vagabunda es despreciable con respecto a la que cir-cula por el carril. M. M. Burton, Me. Collum y Logan, del Bureau of Standards de los EE. UU., demostra-ron ya el error de la segunda hipótesis, y obtuvieron experimentalmente que para 565 amp. de carga se producía una derivación al suelo de 110 amp.—18 por 100—, que llegaba hasta 224 amp., es decir, al 40 por 100 aproximadamente de la carga, en casos desfavorables; pero ha sido principalmente Podoski,

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en .un reciente y sumamente interesante trabajo (1), quien ha realizado la crítica más documentada, con-firmando mediante la experimentación el error de aquellos conceptos y haciendo resaltar la escasa im-portancia del valor de la resistencia del suelo, que ha de conducir lógicamente a que las corrientes no mues-tren tendencia a seguir los carriles ni las canaliza-ciones subterráneas, como antes se suponía, por con-siderarlas como caminos de mayor conductibilidad.

Se hace preciso, en consecuencia, para obtener fór-mulas teóricas adecuadas, admitir la posibilidad de una franca derivación de las corrientes por el suelo. Tendiendo a ello comenzaron a utilizarse las aplica-das a circuitos imperfectamente, aislados con sus constantes uniformemente repartidas (2) que reco-gíamos en nuestro precitado trabajo {"Técnica", ma-

dl

rimentará im incremento dx, que será igual a dx

la corriente que se le suministra hdx, menos la que Ydx

pierde , o sea

di Vdx dx = hdx

dx d

di ó In

dx

V

- [2] d

derivando la segunda ecuación y sustituyendo valo-res, se obtiene:

d'I 1 dV

dx-

haciendo

d dx

íi

dH r

dx"" d

r I / a

aH [3]

La última ecuación diferencial integrada por el método de Euler nos da como solución:

I ^ M Eh. ax N Ch. ax

y como para x = L, I h L y para, a? = o, I = o, las constantes valdrán

hL

N = o

lo que conduce al valor

M = 8h. aL

hL I ^

Sh. aL Sh. ax

que sustituido en [2], nos da 20

voltios ^ = ^ /o —

di

dx

hL

d ( /o

Figura 4.»

yo 1929), y que han sido desarrolladas recientemen-te en un interesante estudio del ingeniero M. Lé-fevre (3).

Suponiendo las constantes del carril uniformemen-te repartidas, si r es su resistencia por unidad dé longitud, d la de aislamiento para el mismo caso, y su potencial e h la corriente; la caída de potencial en un elemento dx valdrá, según la ley de Ohm,

= d i j l —

aL

Sh. aL

Sh.aL

Ch. ax

a. Ch. ax)

obteniéndose para valor de la corriente derivada en un punto:

aL Ch. ax

Sh. aL

dV d V • — I r d x ó

dx

- — rl [1]

y por otra parte, debido a la imperfección del ais-lante que rodea al carril, la corriente en dx expe-

(1) La Traction électrínue, agosto-sept iembre 1930, págs. 138-148. (2) Véase el artículo de Burgale ta en INGENIERÍA Y CONSTRUC-

ctON, m a y o 1923. . (3) Bull. de l 'Asoc . de Ing. Electríc iens sortis de l ' Inst de M o n -

tefiore, agosto 1932.

Para un caso particular determinado, las cantida-des h^ay d serán constantes (por lo menos en el tra-mo que se estudie); luego en definitiva obtendre-mos (fig. 4.'') para I una curva de género catenaria, con valor nulo en el origen, por ser la función Sh. ax la que la afecta. La V viene determinada por la di-ferencia entre la recta de ecuación y = dh y una curva de género catenaria, caso que es análogo para I .. '

Como vemos, la representación gráfica de estos elementos varía ya notablemente con respecto a la antes obtenida, partiendo de una distribución para-

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bélica. Los valores, y la forma de las curvas, depen-

den ahora del factor a = d

, influyendo d, valor

que antes no aparecía, y el punto neutro no es fijo para todos los casos, puesto que V = o cuando

aL 1 =--.

8h. aL o sea

1 . Sh. aL 1 , aL

Ch. ax

Sk. aL ± 1/Sh?aL~a L

valor que depende de a y variará según las oscila-ciones de éste y en consecuencia según la magnitud de la resistencia opuesta al paso de las corrientes vagabundas, que hemos denominado d.

Las curvas de la figura ^^ han sido trazadas por Mr. Léfevre para el caso L = 11 Km., r = 0,0152 íD X Km., d = 0,469 « X Km. (a = 0,18) e h = 50 amp., dibujándose las / y y en unión de la curva A, muy interesante, que representa la magni-tud tlv de las corrientes derivadas desde el origen a un punto x. Puede verse en estas curvas que el punto neutro se encuentra a 0,4 L. del generador, y que la tensión negativa en la central es 2,36 veces la positiva en el origen, valores que ya no corres-ponden a los teóricos antes obtenidos.

Partiendo de los mismos conceptos, podremos tam-bién estudiar el campo de las corrientes vagabun-das en las proximidades de la vía. Si suponemos cerca del carril un conductor metálico de longitud elemental representativo de la toma de tierra de un milivoltimetro conectado al carril para determi-nar Bud .d .p . respecto al suelo, podremos calcular el potencial de un punto de éste. Sea, para ello, V el de la vía, v el del conductor, . « X Km. la resisten-cia de aislamiento entre uno y otro; la corriente cap-tada por el conductor será entonces

(V — v) dx

R

y la derivada del conductor elemental a tierra, si df . Oí \ Km., es la resistencia opuesta a su pa^o

Vdx

d'

valores que han de ser iguales, puesto que no puede existir coriente a ío largo del eie del conductor infi-nitesimal; Dor tanto,

V — V V • dx — •—dx

R d'

Yñ' o v =

d' ^R

y sustituyendo Y por el valor antes encontrado.

V = —

hd

1 + R d'

aL . Ch . ax

Sh .aL '

valor que no puede depender de d', puesto que el po-tencial del suelo ha de ser independiente de la clase

de elemento metálico que sirva para toma de tierra, lo que hace concluir a Mr. Léfevre que R — Ad' y

Jé 1 + ~A

aL . Ch. ax " Sh.air

lo que salva la indeterminación de suponer d' — o, ya que R, para un conductor de sección infinita, tam-bién sería nulo.

El gradiente de potencial en tierra se podría de-terminar por la fórmula de los dieléctricos

dv V

y aplicando la fórmula general de los conductores de radio ri aislados hasta obtener un diámetro ra

1 R-.

2-r II -loe,

r2

Ti

puede calcularse la corriente vagabunda entre dos puntos de potenciales V y Vi por

y II

y,

R

siendo la densidad media de esta corriente

y —y, 8=--.

Rd2 IT l

según Michalke, que la aplica al caso de una cana-lización de diámetro d .

Como vemos, todas las fórmulas obtenidas depen-den exclusivamente de ÍÍ y a—^prescindiendo de las constantes del circuito—, o sea, en definitiva, de r y d, valores que para ultimar éste estudio vamos a estudiar someramente.

La resistencia r del carril se compone de tres su-mandos: la propia del carril ri, la de las uniones o enlaces r y la de contacto de estas últimas r ; es de-cir, r = n 4- r, - f n.

Si S es la sección del carril en mm. y p la resis-tencia específica del 3/C6rí) Gn ü), nuti.

1000 í'i = p . (0 X Km.

S

que en general vale para p == 0,13 m . mm.=

130

S « X Km.

que ordinariamente se expresa en función del peso del carril P en Kg. X que para una densidad del acero de 7,85 Kgm. X dm.®, conduce a la cómoda fórmula

1 r, — — . V Kra.

P

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En realidad, el valor de esta resistencia viene afec-tado por un coeficiente K, al que en general se le asigna K = 0,936.

Si m es el número de carriles que actúan como con-ductores de retorno, se tendrá en definitiva

K rj =

mP X Km.

Para calcular r , sea p la resistencia específica del elemento de conexión—0,0175 microhms X m. para el Cu—Z. su longitud en metros, n su sección en mi-límetros y n el número de conexiones por kilómetro de carril; entonces

r,= —-^^--wXKm-wí n

Finalmente, si r' es la resistencia de contacto de una junta

n )-.. = — r (.) X Km.

y en consecuencia r = J'i -i- )-._, + r,, = " A'

mP

t!

m Pí n -h r • (O X Km.

anulándose el segundo sumando en el caso de carri-les soldados, lo que muestra el gran interés de efec-tuarla para evitar caídas de tensión altas y produc-ción de corrientes vagabundas que, por otra parte, encuentran en las conexiones fáciles puntos de fuga y se hacen considerables si una conexión se encuen-tra en mal estado.

La resistencia D, opuesta a las corrientes vaga-bundas en su camino, está asimismo compuesta de tres elementos: la resistencia de paso del carril al suelo, D,, debida a la capa de óxido que cubre el ca-rril y a la naturaleza del apoyo; la resistencia pro-pia del suelo D y, finalmente, la de paso de la co-rriente del suelo a los carriles en el punto de retor-no, D3. Por tanto, D = D + Da + D .

La resistencia del suelo D, es muy variable, de-pendiendo de la clase del suelo, productos y sales di-sueltas en el agua que lo impregna, grado de hume-dad, temperatura, presión, etc., lo que hace muy di-fícil su cálculo V el señalar valores para la resisten-cia específica. Por otra parte, esta determinación ofrece un interés escaso, ya que las corrientes vaga-bundas que escapan de un electrodo enterrado se ex-

tienden rápidamente, de tal modo, que la sección que abarca se hace, desde muy cerca del electrodo, prác-ticamente infinita, anulándose la acción resistente, lo que conduce a que el valor de esta resistencia se haga constante e independiente de la distancia en cuanto ésta crece ligeramente.

No puede decirse lo mismo de los sumandos D y Dg. En ellos tiene una gran influencia la delgada ca-pa de óxido que se dispone sobre el carril, a poco de colocado, y el valor de la resistencia opuesta por el apoyo de los carriles es bastante apreciable, lo que hace deba elegirse con cuidado el tipo de éstos cuan-do sean de temer procesos de electrólisis. Las expe-riencias realizadas por el Bureau of Standards de los Estados Unidos han conducido a los siguientes va-lores de la resistencia de los apoyos, expresados en ohmios por 1.000 pies:

rarril Via a) Hormigón sólido y pavimento '

no poroso 0,2 a 0,5 0,15 a 0,35 b) Piedra limpia machacada so-

bre pavimento de hormigón. 0,6 a 0,15 0,40 a 1,00 c) Abundante piedra machacada

con capa de alquitréün 2 a 5 • — d) Traviesas empotradas en suelo

húmedo 1 a 1,5 — e) Calzada propia. Tiempo muy

seco 10 a 15 5 a 8 Idem. Tiempo húmedo 3 a 5 1,5 a 2,5

En cuyo cuadro puede observarse la poca eficacia del hormigón como aislante y la conveniencia que señala el Bureau of Standards de utilizar piedra ma-chacada y traviesas empotradas.

Pódoski, en sus experiencias en Polonia, obtuvo como valor medio de las resistencias de paso de ca-rriles a tierra 0,298 para apoyos sobre traviesas de madera y 0,125. X Km. para piedra machacada y hormigón; pero quita todo su valor a estos resulta-dos haciendo resaltar las enormes diferencias que existen entre unos puntos y otros, citando los casos de los ferrocarriles de Lodz y Varsovia, en que para igual anoyo las resistencias medias obtenidas fueron de 0.265. a X Km. y 2,05. m X Km., respectivamente.

En el caso de tránsito de la corriente del carril a una canalización, o viceversa, influyen otros facto-res—resistencia de paso de la canalización a tierra, tensión de polarización, etc.—; pero los problemas derivados de esta cuestión los abordaremos en un próximo artículo.

{Continuará.)

Los motores Diesel y sus posibilidades La industria mundial de la construcción de moto-

res de aceite pesado atraviesa en la actualidad un pe-ríodo de gran actividad e iniciativa. Dentro de bre-ves días el mayor Diesel construido hasta la fecha (se le calcula una potencia de 22.500 CV.), comenza-í'á a realizar pruebas, ' or otra pai te, acaban de ini-ciarse los trabajos del proyecto más importante de trac.ión [érrea con motores de coíiibustión interna, concebido hasta el día. Dos naciones han decidido prácticamente sustituir en sus ferrocarriles las má-

quinas de vapor por máquinas de motor de aceite pe-sado. En un caso—Dinamarca:—la sustitución será total; en el otro se empleará.n las máquinas de motor Diesel para todo el tráfico, excepto el de trenes inter-nacionales. El mayor pedido de motores Diesel, fijos, en un solo contrato se encuentra en curso de cumpli-mentación. Recientemente, el L. M. S. Railway ha hecho un pedido extraordinario de locomotoras con motores Diesel.

Se encuentran próximas a terminarse las pruebas

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de motores de aceite pesado, de gran potencia —750 CV.—para la aviación, y se espera iniciar pronto su construcción comercial. Se progresa asimis-mo con extraordinaria celeridad en la fabricación de motores de combustión interna para aceites pesados, de gran velocidad, con destino a vehículos comercia-les y otros usos. La eficacia, economía y seguridad de los motores de aceite pesado construidos para fi-nes industriales ha alcanzado un nivel tan elevado que una gran proporción de les usos para los cuales se necesita fuerza motriz, estos motores desafían toda competencia.

Estos hechos son suficientes para demostrar la ac-tividad e iniciativa desarrolladas per esta industria en el Extranjero, y como ninguna otra forma de pro-ducción de energía resulta tan económica como la del motor Diesel, este hecho tan sencillo, pero tan fun-

damental, significa que, inevitablemente, su utiliza-ción continuará desarrollándose y la industria de su construcción irá adquiriendo cada día mayor impor-tancia.

Los momentos actuales son difíciles para toda in-dustria, pero nadie negará que, aunque lentamente, el mundo va saliendo de la mayor depresión económi-ca que jamás se ha conocido. Ahora bien, si recono-cemos, como es obligado reconocer, que la demanda de energía aumentará en todas partes tan pronto como salgamos de esta crisis, el corolario lógico e irrefuta-ble es que aquellos talleres que se hallen preparados para la construcción de estos motores, cuya eficacia para atender a la nueva situación industrial del mun-do es indiscutible, dadas sus características de eco-nomía, tienen ante sí un porvenir próspero.

El problema de la producción y distribución de energía eléctrica en Guipúzcoa

Por J. M. V E D R U N A (1)

Guipúzcoa, esa pro\incia minúscula en sus propor-ciones, pero gigante en sus empresas, que ha marcha-do siempre en nuestra patria a la vanguardia en todos los órdenes del progreso humano, no podía permane-cer indiferente ante este importante aspecto de la economía nacional. Su consumo anual de energía se acercó en tiempos normales a los 300 millones de ki-lovatios-hora, lo que supone más de 1.000 kilovatios-hora por habitante, cifra no igualada en España, y a pesar de que la casi totalidad de sus industrias y ferrocarriles están ya electrificados, todavía este con-sumo iba aumentando según datos de los últimos cin-co años en un 12 por 100 aproximadamente. En Ca-taluña no pasa ese tanto por ciento de aumento pro-gresivo de un 10.

Según un estudio fechado en 1925, el consumo de energía puede considerarse repartido en esta provin-cia en las proporciones siguientes: Industrias siderúrgicas, metalúrg-icas y cons-

trucciones metálicas 30 por ciento. Industrias papeleras 20 — Servicios públicos, alumbrado y diversos 27 — Ferrocaxrileg y tranvías 10 — Industrias textiles 5 — Cementos y productos cerámicos 5 — Azucareras y productos químicos 1 —• Fábricas de muebles, serrerias y carpinterías. 1 — Harineras, molinos, etc 1 —

Desde esa fecha se ha terminado la electrificación de los ferrocarriles del Norte y Vascongados que, en conjunto, pueden consumir de 25 a 30 millones de ki-lovatios-bora al año. Se han instalado nuevas fábri-cas de papel; ha tomado incremento la industria del

(1) Ingeniero industrial .

mueble y se han ampliado algunos importantes talle-res de construcciones mecánicas y fábricas de ce-mentos; pero poco habrán podido variar las propor-ciones que en la distribución de la energía acabamos de ver. La facilidad de aprovisionamiento de esta pro-vincia por sus puertos y sus numerosas vías de co-municación tienden a facñitar su desarrollo industrial, muy rápido. Sin embargo, la mayor parte de las in-dustrias que se encuentran no son, en este momento, por diversas causas, más que proveedores del mer-cado interior de España.

La crisis económica mundial unida a los trastornos políticos sociales que está sufriendo nuestra patria, ha detenido en su trazado ascendente la curva indi-cadora del consumo de energía, pero el espíritu em-prendedor, de la raza vasca sabrá salir triunfante de esta nueva prueba. Un campo vasto se ofrece en estos momentos a sus actividades con la implantación en gran escala de la industria algodonera, hoy casi en embrión, imitando el ejemplo que da Santander, y para lo cual el clima húmedo del país vasco se pres-ta admirablemente; la implantación de excelentes manufacturas de tejidos de lana; las industrias elec-troquímicas, etc., etc.

Pero aunque este resur^miento tardase en llegar, no por eso perdería actualidad el problema expresado en el título que encabeza estas líneas.

FUENTES ACTUALES DE PRODUCCIÓN DE ENERGÍA ELÉC-TRICA.

Según datos recogidos en 1930, sólo la mitad de la energía consumida en un año es producida por Cen-trales instaladas en Guipúzcoa. La potencia instalada asciende a unos 50.000 caballos de vapor, repartidos entre más de 200 centrales, o sea ima Central eléc-

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Vol. XI.--Núm. 1S8. liámlna II.

PRODUCCIÓN Y DISTRIBUCIÓN D t E N É R S I A ELÍCTRICA QN L A S PROVINCIAS V A S C O N G A D A S

Véase pág. 407.

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trica por cada 9 kilómetros cuadrados, y con relación a la población de Guipúzcoa; representa una Central eléctrica por cada 1.300 habitantes. De esta potencia; 40.000 CV., corresponden a las Centrales hidroeléc-tricas, y 10.000 CV., a las termoeléctricas. Con estas instalaciones puede considerarse como prácticamente agotados los recursos hidráulicos de aquella pro-vincia.

La energía importada de Navarra, suponé una can-tidad de kilovatios-hora algo menor de la mitad de la producida en Guipúzcoa. El resto de la energía im-portada, procede de las instalaciones de la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica en el Pirineo, que llega a Gui-púzcoa por una derivación de la línea principal que va a Bilbao y también del Ebro, del salto llamado "El Cortijo", en las proximidades de Logroño.

Es digno, asimismo, de citarse, el último intento que se hizo para resolver el grave problema del estia-je, al aprovecharse el salto de pie de presa del pan-tano de Alloz, situado en el río Salado, entre Es-tella y Pamplona, pantano, como se sabe, destina-do a regularizar el caudal del Ebro. Esta Central ha quedado unida por medio de una línea a 60.000 voltios, a Tolosa. La eficacia de esta nueva instala-ción disminuyó mucho al entrar a formar parte el pantano de la Confederación Hidrográfica del Ebro, a cuyo régimen de riegos ha quedado sometido.

Como dato curioso, podemos añadir aquí que la re-gión vasca es la única en España que tiene interco-nexión de líneas con Francia, mediante una línea a 6.000 voltios de la Sociedad Electra Irún-Hendaya, que entra en Francia por Behovia.

El crecimiento rápido de la industria en la post-guerra y el quedar alejada esta provincia de las gran-des redes de distribución, unido en parte también a la fiebre que entonces entró por la construcción de saltos de agua, aunque no reunieran muchos de ellos las condiciones debidas, ha sido causa de que llegue-mos ai momento actual, en que centrales y líneas eléctricas constituyen un verdadero caos, que traerá como consecuencia la paralización y abandono de unas y otras, como ya empiezan a darse casos, por no po-der atender a los cuantiosos gastos de reparaciones de obras hechas a la ligera, cuyo rendimiento baja rápidamente, mientras vemos, por otro lado, que es-casea cada vez más la energía y que debido a los fuer-tes estiajes de los ríos de la costa cantábrica, es pre-ciso acudir en verano a la energía térmica, lo que trae como consecuencia el encarecimiento de la misma.

POSIBLES RECURSOS DE ENERGÍA ELECTRICA APUCABLES A GUIPUZCOA.

La ligera exposición que acabamos de hacer, sobre los medios de producción de energía con que cuenta actualmente Guipúzcoa, y sobre su potencialidad eco-nómica, representada por ese 12 por 100 de aumento de consumo al año en tiempos normales, pone en evi-dencia la necesidad de acometer la solución de este problema de una manera amplia y deñnitiva. Sería fu-nesto, a mi entender, seguir, como hasta ahora, equi-pando pequeños saltos que sólo pueden servir para salvar situaciones de momento, que son caras y que, en resumidas cuentas, nada resuelven como no sea

complicar más lo que está bastante complicado. Hay que seguir el ejemplo de Cataluña, de Asturias, de Andalucía y de la región levantina, acudiendo a las grandes fuentes de energía, y estableciendo líneas de transmisión y redes de distribución adecuadas que unan los centros de producción con los de consumo.

Hay que renunciar a buscar estas fuentes de energía en la cordillera Cantábrica, en el río Ebro. En la primera están, como ya dijimos, práctica-mente agotadas, y en el segundo existe solamente aprovechables para nuestro caso, un grupo de saltos en proyecto, llamados Saltos del Ebro, situados en su tramo superior, a cerca de 200 kilómetros de San Sebastián; pero su potencia es insuficiente y quedan además sujetos al régimen de riegos de este río, que en verano nlerma parte de su caudal. Los afluentes procedentes del Pirineo en Navarra, están ya aprove-chados en su mejor parte. Además, esta parte del Pirineo, por su escaso relieve y pequeños caudales, sólo proporciona saltos de poca importancia. En la provincia de Huesca y en el río Aragón-Sabordan, valles de Hecho y Ansó, existen algunos aprovecha-mientos en proyecto pero que parece tendrán su apli-cación en la fabricación de pasta de papel procedente de aquellos iimiensos bosques. Y llegamos, por fin, a un grupo de saltos por equipar, en el Gállego, Ara, Cinca y Esera, situados en los Pirineos centrales, que forman el conjunto más importante de dicha cordi-llera y cuya producción lanual de 900 millones de ki-lovatios-hora equivale a la que se consume hoy en Cataluña. Esta cifra supone asegurar el suministro de energía a Guipúzcoa, aun en el caso de que ese aumento de 10 por 100 anual pudiera mantenerse durante quince años.

La distancia desde el origen de este sistema de sal-tos hasta Tolosa, pasaría poco de 200 kilómetros. La línea eléctrica que desde los saltos del río Cinca se dirige a Bilbao, pasa de los 300 kilómetros; y la que actualmente está en construcción, uniendo el primero de los saltos del Duero con la citada capital, tendrá unos 350 kilómetros.

La capacidad reguladora de ese conjunto quizá úni-co en el Pirineo, viene representada por un volumen de 43 millones de metros cúbicos de agua por un des-nivel de unos 1.200 metros y el kilovatio-hora podrá colocarse en un pmato céntrico de Guipúzcoa, Tolosa por ejemplo, una vez equipados todos los saltos, a cuatro, o cinco céntimos en alta tensión. No nos detendremos en dar mayores detalles; basta con que quede apuntada la idea, y mirando todavía más adelante, cabría considerar este proyecto como formando parte de la gran red eléctrica de los Piri-neos, que uniendo entre sí a todos los centros produc-tores, favoreciese el intercambio de energía, mejo-rándose así el rendimiento de las instalaciones gene-radoras, con beneficio de las empresas y de los clien-tes, que obtendrían mejor calidad de flúido. Un ejem-plo palpable lo tenemos al otro lado de la frontera, en donde con motivo de la electrificación de los ferro-carriles, se.construyó la red eléctrica que abarca todo el Mediodía de Francia y gracias a la cual, se ha lle-gado a una utilización del 86 por 100 de la cantidad media de energía disponible.

En los cuadros y mapas que acompañan a este trabajo se detallan y sitúan las centrales producto-ras en que se hace alusión en el texto.

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Consideraciones relativas a las bóvedas catalanas

Por S. R U B I O Y T U D U R I ^^

Las bóvedas catalanas o tabicadas tienen ya un campo de aplicación suficiente en España para que pudiéramos excusarnos de definirlas. Pero, no te-niendo la seguridad de que todos los lectores de IN-GENIERÍA Y CONSTRUCCION las conozcan, y aún más, teniendo la certeza de que esta revista tiene muchos lectores no españoles, que no tienen por qué conocer nuestras maneras de construir, creemos necesaria una somera descripción de las mencionadas bóvedas.

Una bóveda tabicada, construida por el sistema ca-talán, consta de varias capas de un ladrillo de unos 15 mm. de espesor, 30 cm. de longitud y 15 cm. de anchura. Este ladrillo recibe el nombre catalán de r a j o l o r a j ó l a , según las comarcas, nombre que corresponde al castellano de r a s i l l a . Estas pie-zas se colocan de manera que su menor dimensión sea perpendicular al plano de la bóveda. De este modo resulta que, normalmente, el espesor de la bóveda no alcanza más allá de siete centímetros, incluidos los gruesos de mortero que quedan entre cada dos capas consecutivas o adyacentes.

La bóveda que nos ocupa se construye sin cimbra, aun cuando las luces que cubre llegan a alcanzar mu-cha longitud, siendo corrientes las de seis a ocho me-tros,. La primera capa se construye con un aglutinan-te de fraguado rápido, que ordinariamente es el yeso. Sobre esta primera capa, que cumple la misión de cim-bra permanente, se extiende el mortero de cemento de fraguado corriente (portland, por ejemplo), y, de la misma manera que se em.baldosa un piso, se van disponiendo las rasillas de la segunda capa, cuidan-do de que las juntas de ésta queden convenientemente alternadas con las de la primera capa. Y así sucesi-vamente se ponen las capas sucesivas hasta el espe-sor deseado.

Esta clase de bóvedas se emplean para dos objetos primordiales: como bovedillas de los techos de vigue-tas y como bóvedas de escalera. En el primer caso, la bovedilla se apoya sobre las aletas inferiores de la viga doble T y tiene forma arqueada; o bien se asien-ta sobre el plano superior de la viga, y en este casoi es una bóveda plana, que recibe el nombre de solera.

Cuando se trata de bóvedas de escalera, se constru-ye primero la que corresponde al primer tramo de la escalera, apoyándola por un extremo en la pared y por el otro en un estribo de mampostería que sirve de cimiento de los primeros peldaños. El segundo tramo se apoya sobre el borde externo del primer tramo y sobre la pared de enfrente, y así sucesiva-mente : todos los tramos se apoyan sobre el borde del sinterior y sobre la pared por su otro extremo (fi-gura 1.'').

Son muchos los ingenieros y arquitectos que se han ocupado de dar una explicación científica del equili-brio y resistencia de estas bóvedas de espesor tan re-ducido, pero no tenemos conocimiento de los resulta-

( l ) Ingeniero industrial.

dos alcanzados más que en uno de los casos. Se trata de los experimentos realizados por el ingeniero del Ejército D. Luis Monravá en 1888, y con ocasión de realizarse las obras de construcción de los cuarteles de Jaime I y Roger de Lauria, en Barcelona. Poste-riormente tenemos conocimiento de que el ingeniero D. Esteban Terradas realizó unos ensayos durante las obras de la Exposición de 1929, pero ipioramos los resultados a los cuales llegó el ilustre investiga-dor. Vamos a referirnos, pues, a los ensayos del ge-neral Monravá, publicados por él en el Memorial de Ingenieros del Ejército (año 1888).

El primer ensayo que estudiaremos es el de la bó-veda plana. La bóveda plana o solera ensayada era de tres capas de rasilla, juntadas con cemento la pri-mera, con mortero de cal hidráulica la segunda y con mortero de cal grasa la tercera. La solera se apoyó sobre tabiques ordinarios separados entre sí por dis-tancias de un metro. Cargado el piso con lingotes de hieri'o, se rompió cuando la carga sobre una super-ficie de 0,90 m.2 alcanzó los 1.400 kg.

El examen del resultado nos ha de hacer creer que la rotura tuvo lugar por una cosa parecida a la fle-xión. Cuando las fibras inferiores de la pieza no pu-dieron resistir la extensión unitaria producida por la carga, cedieron, rompiéndose, como consecuencia, la bóveda. Siendo las fibras inferiores pertenecientes a la capa de rasilla unida con cemento rápido, hemos de ver si los coeficientes de rotura por extensión de tales materiales se corresponden con los válores que dedu-ciremos del cálculo. Según el Marvá ("Mecánica apli-

. cada a las construcciones"), la carga de rotura por extensión correspondiente a los ladrillos es de 19 ki-logramos por centímetro cuadrado. Al cemento rápido puede corresponderá un coeficiente inferior, pero formando la bóveda un todo monolítico después del fraguado de la cal de las capas segunda y tercera de rasillas, hemos de creer, racionalmente, que el esfuer-zo no se transmite directamente de una a otra de las piezas de la primera capa, sino por el intermedio del mortero de cal hidráulica y las piezas de la segunda capa. Por esto supondremos el coeficiente indicado para el ladrillo y prescindiremos del coeficiente co-rrespondiente al cemento rápido.

Para determinar el esfuerzo al cual se hallan so-metidas las fibras inferiores de la capa primera de la bóveda plana, aplicaremos la fórmula de Navier, como si sé tratara de ima plancha de material uni-forme. En primer lugar, la sección de la pieza es per-fectamente simétrica, prescindiendo de las irregula-ridades propias de los materiales de que se compone la bóveda. En segundo lugar, es perfectamente acep-table la aplicación de la fórmula de Navier a un ma-terial no elástico.

La aplicación de la fórmula de Navier a cuerpos no sometidos a la ley de Hooke es perfectamente admi-sible después del experimento de Fóppl demostrando que un prisma de piedra sometido a la flexión se de-

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forma de acuerdo con la hipótesis de Bernouilli. "Po-demos admitir—dice Foppl (1)—este experimento co-mo prueba de que, incluso para materiales a los cua-les no es aplicable la ley de Hooke, la hipótesis de Bernoulli es suficientemente exacta. Por s uf i c i e n -t e m e n t e e x a c t a entendemos un grado de apro-ximación bastante satisfactorio, para que no puedan resultar errores groseros de la apücación de la hipó-tesis de Bernouilli."

Estando tan poco distantes entre sí el límite de elasticidad y la carga de rotura por extensión de un ladrillo, puede admitirse que mientras la pieza re-siste es porque existe proporcionalidad entre las car-gas y las deformaciones; y que durante estas defor-maciones, que han de ser forzosamente casi imper-ceptibles, las secciones planas se conservan también planas. No cabría admitir que si las deformaciones son tan pequeñas, el error que cometiésemos al apli-car la fórmula de Navier tuviera alguna importancia.

Las dimensiones de la sección de la solera o bó-veda plana que nos ocupa eran:

Anchura 90 centímetros. Al tura o espesor 7 —

Su momento resistente es:

1 1 W = — a = : — 90 X 7 = 735 cm.=

6 6

Sobre la misma sección y en una anchura o luz de un metro actuaba, en el instante de la rotura, una carga de 1.400 kg. uniformemente repartidos. El mo-mento flector debido a esta carga fué:

p V M = = 17500 cna. kg .

8

La carga unitaria en el instante de la rotura debió ser:

17500 R = = 23,8 líg./cm.'

735

Aun admitiendo posibles errores, es satisfactorio poder comprobar que la cifra anterior, que represen-ta la rotura del ladrillo por extensión, se reduce, apro-ximadamente, a las que nos indican las tablas de los formularios.

¿ Cómo explicarse que una bóveda de materiales tan poco elásticos resista a la flexión?

Para que una pieza compuesta de capas horizonta-les se flexe es necesario que haya resbalamiento de unas capas sobre otras. En el caso de un resorte de ballesta se puede, ver bien claramente este fenómeno. Si en el mismo resorte se imposibilita dicho resba-lamiento, a pesar de ser todas las capas elásticas co-mo antes, es evidente que el resorte no se flexará. Asimismo la, solera catalana, compuesta de varias capas de rasilla, solidarizadas entre sí por capas de mortero interpuestas, resiste la flexión porque el mortero impide el resíaalamiento de unas capas sobre otras y da cierta elasticidad al conjunto.

Si el resbalamiento fuera o tendiera a ser grande, es evidente que el mortero no lo resistiría. Pero,- por

(1) Aug. Foppl: "Resistance des materiaux", página 78.

ser las rasillas de poco espesor, la diferencia de res-balamiento entre una capa de rasillas y la imnediata es muy reducida. Comprueba este punto de vista el hecho de que en las bóvedas ordinarias de varias ros-cas de ladrillo de canto, hay una marcada tendencia a separarse unas roscas de otras. La diferencia de resbalamiento es entonces muy importante, y la bó-veda se exfolia, apareciendo grietas entre rosca y rosca.

Esta es la explicación que creemos más aproxima-da a la realidad.

Si la bóveda', en lugar de ser plana, tiene curva-tura, la flexión tenderá a desaparecer, y será nula

Figura 1."

Esquema de la construcción de una escalera con bóvedas catalanas.

cuando el perfil de la bóveda sea exactamente la cur-va de presiones.

Para lograr esta coincidencia de formas es preciso comparar la bóveda a un cable suspendido. Así como un cable suspendido por sus extremos toma, por efec-to de su propio peso, la forma de la catenaria (que es, en este caso, el funicular de las cargas uniforme-mente repartidas a lo largo del cable, y cuya tenden-cia es estirar la pieza), si adoptamos la misma forma para construir una bóveda, donde las cargas tienden a comprimirla, la línea de presiones coincidirá con la línea media de la bóveda. El cable, por sí solo, adopta dicha forma de catenaria; el hecho de inver-tir la manera de trabajar la pieza, haciéndola pasar de estirada a comprimida, no introduce en el sistema

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de fuerzas ninguna componente horizontal. Las con-diciones mecánicas son exactamente las mismas; la curva de equilibrio ha de ser también la misma, pero con las ordenadas de signo contrario.

Todo esto que decimos de la bóveda considerada como c a b l e c o m p r i m i d o es cierto si las car-gas son fijas. En el momento en que interviene una carga móvil, un cable suspendido sufre deformaciones que pueden apreciarse a simple vista; ima bóveda de-be también sufrir efectos interiores, en cierto modo proporcionales a las deformaciones de un cable. Sólo hay que hacer una observación: Un cable tiene un pe-so unitario que puede ser 300 veces inferior al peso de la carga móvil (un cable de 10 kg. por metro puede soportar una vagoneta de 3.000 kg. sin apartarse de las proporciones normales entre la flecha y la luz); en cambio, por una escalera cuyo peso por metro lineal

•ni, A?.

Figura 2.»

Aspecto de Ui mcOianerla de una casa derribada en Barcelona que permito ver cómo las bóvedas catalanas de Isi escalera se

estriban en un simple tabique A, B.

será, por lo menos, 300 kg., la mayor carga que cir-culará será un piano, cuyo peso, sumado al de los que lo llevan, será de unos 300 a 35D kg. Esta igual-dad entre el peso propio y la sobrecarga móvil hace que las deformaciones o esfuerzos interiores que se derivan de la indeformabilidad del material de la bó-veda sean de un orden muy inferior a las deformacio-nes de un cable.

Otra diferencia entre el cable y la bóveda es la que se refiere al empuje o tensión horizontal. Es eviden-te que un cable da lugar a tensiones en sus extremos, por su deformabilidad casi ilimitada, pero es también evidente que una bóveda de una sola pieza no produce empujes comparables a las tensiones de un cable. Es-ta cuestión de los empujes de las bóvedas es una he-

rencia que nos dejaron las bóvedas de piedra sin aglutinante. Las dovelas de ima bóveda sin mortero son verdaderas cuñas, y según la ley mecánica de la cuña se comportan; por esto dan lugar a empujes. Pero si la bóveda es de una sola pieza, siendo el ma-terial del cual está construida poco elástico, no se puede admitir que exista un empuje de alguna impor-tancia y sí sólo un ligero empuje que guarde la de-bida relación con la deformabilidad propia de la bó-veda. Esto queda corroborado por los hechos, porque las bóvedas de escalera en Cataluña se construyen entre paredes extremadamente delgadas y aun, en ciertos casos, hemos visto dichas paredes reducidas a simples tabiques (fig. 2.^). Y aún hay más: como hemos indicado al principio, un tramo cualquiera de bóveda de una escalera se apoya sobre el borde del tramo precedente. Estas circunstancias son comple-tamente inexplicables si admitimos que la bóveda tie-ne o desarrolla un empuje sensible. Admitir este em-puje equivaldría a admitir que en la ciudad de Bar-celona no existe ninguna escalera.

Admitido que una bóveda de escalera es un c a b l e c o m p r i m i d o , debemos emplear para calcular la compresión que soporta las mismas fórmulas que em-pleamos para los cables. La más generalizada, aun-que sea sólo aproximada, es:

Pl H = —

8 f

En esta fórmula, H es la tensión horizontal en el cable; en la bóveda será la máxima compresión en la clave. P es la carga total, Z la luz y / la flecha.

Si aplicamos la fórmula a la bóveda que cita el artículo del Memorial de Ingenieros, que nos ocupa, veremos por qué razón no se rompió, a pesar de ha-berla sobrecargado en la forma que se hizo.

La bóveda tenía cuatro metros de luz y 0,50 m. de flecha y estaba formada por cinco capas de rasilla. Su anchura era de 1,20 rn. Suponiendo que su perfil hubiese sido una catenaria inverticja—^para las di-mensiones empleadas se aparta poco la catenaria del círculo—, para llegar a la rotura por aplastamiento de los ladrillos hubiera sido preciso que la carga en la clave fuera:

8Hf P :

siendo el valor de H el producto de la carga específi-ca de aplastamiento (unos 45 kg./cm.^ como mínimo) por la sección de la bóveda—120 cm. X 13 cm. = = : 1560 cm.2—, o sea 70.200 kg. El valor de P era, pues:

8 X 70200 X 0,50 P = : 70200 kg.

En realidad, no llegó a ser más que 13.515 kg., por-que la pila de lingotes llegaba ya al techo de la sala donde se verificaban los ensayos.

Teniendo en cuenta que la coincidencia del perfil de la bóveda con la línea de presiones es absoluta-mente imposible de conseguir, se presenta necesaria-mente la flexión, que la bóveda catalana resiste sin inconveniente, mientras que la bóveda de rosca se •rompe. Al lado de la bóveda catalana ensayada se construyó otra de rosca, que se rompió cuando la carga era de 7.208 kg.

Se llevó a cabo un tercer ensayo con bovedillas de

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un metro de IUÍ; y 0,20 m. de flecha. Esta bovedilla resistió sin resentirse la carga de 13.780 kg. en un solo metro cuadrado. No es difícil comprobar por el mismo medio aproximado de antes que esta bovedilla no podía romperse hasta que la carga fuera de 57.600 kg./m.^ carga que hubiera requerido jacenas de puente en lugar de viguetas de las que se usan para los entramados de los pisos. En el ensayo los estribos eran muros.

« « •

Falta determinar a qué tipo de iDÓvedas pueden compararse las bóvedas catalanas de escalera y las bovedillas, Al construir las primeras, los albañiles las apoyan por un lado en una entalla que abren en el muro, y por el otro, como hemos yisto, en el borde del tramo anterior de bóveda. Estos apoyos no pue-

den considerarse como empotramientos por ningún concepto y, en cambio, tienen semejanza a las articu-laciones. Son muchas las veces que se produce una grieta a lo largo del apoyo, que corrobora el papel de articulación que le asignamos.

Así es que, teniendo siempre en cuenta que las ar-ticulaciones son imperfectas, las bóvedas que nos ocu-pan deben considerarse como arcos de dos articula-ciones.

Todo lo que hemos dicho comprueba que las bóve-das tabicadas que nos ocupan representan una lec-ción que deberían tener en cuenta los autores que se ocupan del equilibrio y resistencia de las bóvedas. Los métodos de cálculo hoy en boga ignoran completa-mente la existencia de la bóveda catalana, y prueba de ello es la cara de incredulidad que ponen los in-genieros extranjeros cuando se les explica algo sobre este particular.

La tubería forzada del mayor salto del mundo

Ensayos sobre tubos de acero zunchados (1)

Por G . S I R O V I C H

La "Société Anonyme La Dixence", con domici-lio social en Lausana (Suiza), está llevando a cabo en el valle del Ródano (Valais), y precisamente en su ladera izquierda, las obras de una grandiosa insta-lación hidroeléctrica, que será con mucho la de ma-yor altura en el mundo.

Esta instalación comprende las siguientes obras: El embalse, de 50 millones de metros cúbicos, si-

tuado en la localidad llamada "Val des Dix", en el término de Hérémence, creado por una presa sobre. el rio Dixence; el nivel máximo de retención alcanza la cota de 2.240,50 metros.

El túnel en presión, de 11 kñómetros y medio, de sección circular con diámetro variable de 2,75 a 2,25 metros y pozo piezométrico en su extremo inferior.

La tubería forzada, que mide unos 5.900 metros de longitud, desarrollada entre las cotas 2.152,83 y 493,50.

La casa de máquinas, próxima a la orilla izquierda del Ródano, en el sitio llamado "Chandoline", cerca de Sión (ferrocarril del Simplón a Lausana).

El canal de fuga, de 640 metros aproximadamente, que desagua en el Ródano.

Las características principales de la instalación son las siguientes:

Caudal máximo aprovechado, 10.500 litros por se-gundo.

Salto entre el nivel normal de retención en la pre-sa y el eje de la tubería de distribución, 1.748 metros.

Potencia instalada (5 grupos de 31.300 kW. cada uno), 156.500 kW.

La tubería forzada comprende:

a) Un tramo de 400 metros con una sola tube-ría de 2 metros'de diámetro interior.

b) Un tramo de cinco kilómetros y medio con

(1) Reproducción del artículo publicado en los números 23-24 de la revista L'Elettrotecnica, 1932.

(2) Profesor de la Facultad de Ingeniería de Roma.

Figrura 1.»

Vista de la prenSia iiidxáulica y del tubo zuncliado A durante las pruebas de elasticidad.

dos tuberías gemelas, que empalman con la ante-rior mediante una pieza de bifurcación; los diáme-tros interiores de éstas varían de 1.420 a 985 milí-metros y están repartidos de forma que la pérdida

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de carga resulte igual a la de dos tuberías de diá-metro interior uniforme Di = 1.100 mms.

Es fácil de comprender cómo la sociedad propie-taria de la instalación tuviese que considerar con cuidado especial el asunto de las tuberías forzadas, debido ya sea del alcance de su fabricación, o bien de la presión altísima a que mmca se ha llegado antes, y que impone dimensiones excepcionales en los tubos de las últimas rasantes inferiores, cu.yo diáme-tro es de un m.etro aproximadamente.

La tubería está caracterizada por el valor del pro-ducto HD (siendo H el salto), o sea por 1.748 X X 1,10 = 1920, aproximadamente, en mucho supe-rior al máximo hasta hoy conocido y que era el del salto de Mese (Italia), de la Societá Interregionale

Presenció y dirigió los ensayos una comisión es-pecial.

En virtud de los resultados que arrojaron las prue-bas, quedó adjudicado el encargo de la tubería zun-chada a la Casa Tubitogni, de Brescia (Italia).

En vista de la transcendencia de las experiencias realizadas, creemos útil consignar en esta Memoria los resultados más destacados obtenidos.

Se resolvió realizar dos series de ensayos que lla-maremos "Pruebas A" y "Pruebas B".

Las "Pruebas A" tenían un doble objeto: primero, averiguar el comportamiento de un tubo (fig S.''), que por sus dimensiones, construcción y clase de mate-rial empleado en su fabricación fuese semejante a los que debían de quedar instalados en la parte más baja de la tubería, determinando los esfuerzos en-gendrados en el tubo y en los zunchos de refuerzo por la presión interior, creciendo ésta desde cero has-ta vez y media la de servicio, de modo que se man-tuvieran las pruebas dentro del régimen elástico; luego, determinar si la junta de manguito rema-chado con dispositivo especial Tubitogni era apta para asegurar la esitanquiedad a presiones tan ele-vadas.

Las "Pruebas B" se realizaron- sobre tubos zun-chados calculados y fabricados con arreglo a la pre-sión de servicio de 60 kgs./cm.^ repitiéndose con ellos las pruebas anteriores limitadas dentro del ré-gimen elástico primero y aumentando luego la pre-sión hasta llegar a la rotura.

El ensayo hasta la rotura no pudo hacerse en el caso de las "Pruebas A", debido a que las presio-nes enormes necesarias para ello son imposibles de realizar con los medios corrientes de taller.

Pruebas A.—Las características de la chapa em-pleada en la construcción del tubo destinado a las pruebas A fueron las siguientes:

C U A D R O I CHAPA EMPLEADA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TUBO A

A N A L I S I S Q U I M I C O .C = 0,085%; Mn = 0,492 7„; Si=náda»/o; S = 0.044 »/o; Ph = 0,016»/o

Figura 2.»

Tubo A : prueba de doblado de la soldadura.

Cisalpina, con diámetro de 1.775; altura, 756,78, y producto correspondiente, 1.340.

La "Société Anonyme La Dixence", después de estudiar el problema a fondo, resolvió adoptar tu-bos soldados en la parte alta de la tubería hasta el punto de 490 metros de presión, y tubos zunchados desde allí hasta la casa de máquinas.

La construcción de la tubería soldada, así como el montaje de ésta y de toda la zunchada, se reser-varon para la industria nacional suiza.

Antes de adjudicar el suministro de la tubería zmi-chada, se resolvió proceder a una serie de averigua-ciones y ensayos aptos para establecer primordial-mente el comportamiento de este tipo de tubo cuan-do esté sometido a las fuerzas que pueden originar-se en la práctica y luego los datos necesarios para cerciorarse del fundamento de las hipótesis y mé-todos de cálculo empleados en la determinación de los distintos elementos que componen la tubería.

PUNTO

en que se

sacaron las

probetas

En una ex-I r e m i d a d de la chapa

En la otra extremidad de la chapa

E N S A Y O S M E C A N I C O S

T R A C C I O N _ (barretas de-L = 11.' Ve )

34,6

a; o u £ u ^ ^ -Sí

U « u ^ ^ o u

22,7 i 29,0 ; 64,0

34,5 ; 23,6 i 23,8 ^ 66,0

OBSERVA-

CIONES

Rota fuera de la lon-g i t u d d e

prueba

RESILENCIA

probetas

•MesnagLr»

Ugm. porcm.'

14,8

11,6

18,7

14,7

13,3

13,9

CQ

oa

En los ensayos se usaron probetas cortadas de la

Page 18: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

F i g u r a 3.»

E l tubo zui ic l iado A , d ispuesto p a r a l a p r u e b a .

F i g u r a 4.»

T u b o A : a c e r o de la c h a p a ( a m p l i a c i ó n D 50).

F i g u r a 5.»

T u b o A : a c e r o de los z u n c h o s ( .ampliación D = 50).

chapa en sentido transversal al de laminado, porque en ese sentido actúa el efecto de la presión en el interior del tubo, al estar éste en servicio. La es-tructura dd metal examinada al microscopio resultó ser la de un acero extra-dulce, según se aprecia en la figura (ampliación D = 50), a base de ferrita, con manchas de perlita limitadas en cantidad y ex-tensión.

C U A D R O II ZUNCHO D E R E F U E R Z O ESCOGIDO E N T R E LOS QUE H A B Í A N SIDO P R E P A R A D O S U T I L I Z A N D O L A ÚNICA C O L A D A QUE SE

H A B Í A HECHO CON E S T E OBJETO

A N A L I S I S Q U I M I C O C = 0,24 %; Mn = 0,83«/„; Si = 0,23 %; S = 0,022%; Ph = 0,030%

« p tó o w D o

s S D a

w H :E: O o

J w Q O Q H

y

E N S A Y O S M E C A N I C O S

« p tó o w D o

s S D a

w H :E: O o

J w Q O Q H

y

T R A C C I O N (Probetas de i = 11,3 Ve )

R E S I L E N C I A

probetas

«Mesnager»

kgm. por cm.2

« p tó o w D o

s S D a

w H :E: O o

J w Q O Q H

y

O O o M s a

s -e u O a — t/i = ^

H- , O cc

UJ t— s: cc Q. p, s e s a

u 1— o S (i UJ ifí LO ^ S ií UJ s

0 H 2; M o S g < o

a a < J 01

2 O

u S ü a < -

"" O Oá ^

o u

O B S E R V A C I O N E S

R E S I L E N C I A

probetas

«Mesnager»

kgm. por cm.2

1 5 4 , 8 3 6 , 6 2 3 , 2 5 5 9 , 0

2 5 5 , 2 3 6 , 9 2 2 , 3 0 5 3 , 5

3 "c3 a

9 , 3

4 ^ 3 4.J 1 0 , 6

5 "5) 0 8 , 5

6 J 1 2 , 2

7 1 1 , 6

8 9 . 5

Las probetas se sacaron en el sentido longitudi-nal de los zunchos, que es el mismo en que actúa la presión estando la tubería en servicio.

La figura 5. (ampliación D = 50) muestra la es-tructura del material que es homogénea y carac-terística del acero semiduro.

Comprobada la aptitud de los materiales para el fin propuesto, se construyó un tubo zunchado de 1.086 mms. de diámetro interior, diámetro de la tu-bería según una solución previa.

Con el objeto de cerciorarse si las características del material sufrían alteraciones a consecuencia de los procedimientos de fabricación usados en los ta-lleres Tubitogni, se sometió todo el material a nue-

F i g u r a 6.»

T u b o A : p r u e b a de dob lado de la so ldadura .

Page 19: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

vos ensayos, especialmente el de la virola soldada,' que, por haber sido soldado, se presentaba como el más castigado; además, era preciso comprobar el rendimiento de la soldadura que se había previa-

signar aquí todos los resultados obtenidos en dicho ensayo; opinamos será más sencillo reproducir en la figura 7." el diagrama polar que con ellos se tra-zó, concéntrico con la directriz de la virola soldada

Para los ensayos se utilizaron probetas "Mesnager" de 10 X X 10 X 55. }

La mella fué abierta en la cara correspondiente a la sec-ción transversal del tubo.

S = soldadura.

Resultados de re-silencia consegui-dos operando con probetas sacadas de la zona exterior del espesor.

Resultados de re-silencia consegui-dos operando con probetas sacadas de la zona media del espesor.

Resultados de re-silencia consegui-dos operando con probetas sacadas de la zona Interior del espesor.

Resilencia media.

Figura 7.»

Xubo A: diagrama de resilencia.

mente garantizado en un mínimo de 90 por 100 de la resistencia de la chapa original.

Se realizaron así una serie de pruebas de resilen-cia que afectaban a toda una directriz de la virola de chapa, sacándose las probetas de la zona exterior, mediana e interior de su espesor. Como es sabido, los resultados de esta prueba son los que más cla-ramente ponen de relieve las degradaciones sufridas en las estructuras del material, como consecuencia de tratamientos térmicos o mecánicos impropios.

Resultaría extenso y de escasa utilidad el con-

de que procedían las probetas, en el cual puede apre-ciarse también el pimto de procedencia de cada una de ellas. Se desprende del diagrama el perfecto es-tado de resilencia de toda la virola soldada, y muy especialmente de la zona de costura, correspondién-dole los más altos valores de la resilencia y com-probándose así el perfecto revenido del material por efecto del recocido a que se sometió la virola des-pués de ser soldada, labor esta que nunca se omite y que no /tiene más objeto que el de regenerar el metal en la zona de soldadura.

Se comprobó el rendimiento de la soldadura sa-cando de ella siete probetas, cinco se sometieron a ensayos de tracción y dos a ensayos de doblado; he aquí los resultados de tracción:

C U A D R O III

Figura 8.» vista del tubo zunchado Bi puesto sobre la prensa hidráulica, con todos los instrumentos de medición usados simultáneamente du-

rante las pruebas de elasticidad.

Núme- Senti-Rotura

a la Límite

de elasti-cidad Alarga- Contrac- P U N T O

ro de do del tracción aparente miento ción en que ocurrió orden corte

l<(>s. pormm.'' kgs.pormm.'' porcienti por cienli la rotura

1 / 1

33,4 22,1 , 18,7 47,3 Cerca de la sol-dadura.

2

1 u o

32,9 20,9 22,3 En uno de los bordes de la soldadura.

3 > c 32,8 21,45 27,1 64,2 En el centro de la soldadura.

4 H 32,4 2 2 , - 2 5 , - 63,9 Apenas fuera de la soldadura.

5 3 2 , - 20,8 17,8 : — En la línea de soldadura.

Page 20: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Figura 9.»

Vista de la prensa hidráulica y del tubo zunchado A, durante las pruebas de elasticidad.

Figura 10.

El tubo zunchado Bi durante la prueba de rotura.

Aunque el doblado no diese lugar a grietas en ab-soluto, se quiso averiguar el comportamiento de la soldadura durante esta prueba; por eso se pulimen-taron las probetas en sus caras laterales y se ataca-ron con reactivo químico capaz de evidenciar la lí-nea de costura; más que los datos y comentarios a este respecto vale la documentación fotográfica que reproducimos en las figuras 2.® y 6. .

En fin, se formó el tubo zunchado juntando dos trozos de características iguales por intermedio del manguito remachado mencionado anteriormente; en la figura 3.® se ve la fotografía del conjunto.

Se hizo variar repetidas veces la presión en el in-terior del tubo por valores crecientes y decrecien-tes, comprendidos entre cero y 265 kgs./cm.^, siendo este último iguaU a vez y media la presión de ser-vicio, según se ha dicho anteriormente.

Durante las variaciones de presión se midieron con el mayor cuidado las deformaciones elementa-les acusadas por todo el material, incluso por la zona de soldadura; la medición se hizo mediante ten-

2034

bas, pudo estudiarse el conjunto elástico represen-tado por el tubo zunchado, resultando enteramente justificadas y aceptables las hipótesis en que se ha-bía fundado su cálculo.

La junta de manguito remachado se mantuvo per-fectamente estanca, comprobando de una manera pahnaria su aptitud para asegurar la estanquiedad, incluso bajo muy altas presiones, como las que se alcanzaron durante estas pruebas.

Pruebas B.—^Al igual que se hizo con respecto a las pruebas A, se realizaron ensayos previos con los materiales a emplear en la construcción de los dos tubos idénticos Bt y B2, destinados a las prue-bas B. He aquí los resultados:

C U A D R O I V

CHAPA EMPLEADA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TUBO B j

A N A L I S I S Q U I M I C O C = 0,098 »/„; Mn = 0,427%; Si = nada%; 8 = 0,033%; Ph = 0,012%

P U N T O ,

en que? se" F i " '

sacaron las

probetas

Fignira 11. Disposición del tubo sobre la prensa hidráulica.

sómetros especiales, con relación de ampliación de 1.200, aplicados a diversos zunchos y a diversas di-rectrices de la virola soldada (fig. 9.").

Gracias a los datos suministrados por estas prue-

En una ex-t r e m i d a d de la chapa

En la otra extremidad de la chapa

E N S A Y O S M E C A N I C O S

T R A C C I O N (probetas de i = 11,3 Ve )

35,4

3 5 , 2

2 4 , 8

23 ,3

25 ,2

29,1

2; o o 2 u ^ -ü < o

6 5 , 8

59 ,5

OBSERVA-

CIONES

Rota fuera de la lon-g i t u d de

prueba

R E S I L E N C I A

probetas

«Mesnager.

kgm.porcm.'

20,7

18,7

16 ,9

Page 21: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

C U A D R O V CHAPA EMPLEADA EN LA CONSTRUCCrÓN DEL TUBO Bg

A N A L I S I S Q U I M I C O C = 0,095%; Mn = 0,417%; Si = nada%; S = 0,033%; Ph = 0,014%

P U N T O

en que se

sacaron las

probetas

En una ex-t r e m i d a d de la chapa

En la otra extremidad de la chapa

E N S A Y O S M E C A N I C O S

TRACCION (barretas de ¿ = 11,3 l ^ )

a " a 3 o -J n.

36,0

35,1

24,2

22,9

o H ^ W 2 S g < ü Ü Vh

28,6

29,8

I? o hH u s U c

o o

62,6

61,8

OBSERVA-

CIONES

RESILENCIA

probetas

«Mesnager>

kgm.porcm.®

15,9

12,8

12,3

13,7

12,4

12,2

CQ

Como las chapas procedían de un mismo lingote, la estructura micrográfica en ambos casos era la misma, y precisamente la que se ve en la figura 12, no ofreciendo nada de particular.

C U A D R O V I ZUNCHO DE REFUERZO ESCOGIDO A L ACASO ENTRE LOS QUE HABÍAN SIDO PREPARADOS PARA FABRICAR LOS TUBOS B i Y B2 UTILIZANDO LA ÚNICA COLADA QUE SE HABÍA HECHO'

CON ESTE OBJETO

A N A L I S I S Q U I M I C O C = 0,34%; Mn = 0,78%; Si = 0,185 »/„; S = 0,028»/»; Ph = 0,017 »/„

E N S A Y O S M E C A N I C O S

" a - a

5 9 , -

57,5

58,3

T R A C C I O N _ (barretas de Z = 11,3 Ve )

41,8

38,4

4 1 , -

o h W S S S < " ü fe <

2 3 , -

18,7

18,5

o U o U C

o u

37.7

42.7

37.8

OBSERVACIONES

R E S I L E N C I A

probetas

«Mesnager»

kgm. por cm.®

10,8

8,5

10.7

10,9

10,3

10.8

La estructura micrográfica del zuncho sometido a

ensayo resultó ser perfectamente homogénea, como se nota en la figura 13. Aprovechando estos mate-riales se fabricaron dos tubos idénticos, de 1.218 mi-límetros de diámetro interior, cuyas dimensiones fue-

Figima 12.

Tubos Bi y B2: acero de las chapas (ampliación D 50).

Figura 13.

Tubos Bi y B2; acero de los zunchos (ampliación D = 50).

ron calculadas con arreglo a un producto KB := 740, aproximadamente.

Con el objeto de reproducir lo más exactamen-te posible las condiciones reales en que se encuentra un tubo puesto en servicio, se aplicaron a los~pIa-tos de la prensa hidráulica dos disposiciones (figu-

O ¡00 200 500 4-00 500 600 700 Alargamiento periférico medio de ¡a pared de! tubo en

o Valores de las deformaciones periféricas ob-servadas durante la prueba.

— — — — — Curva teórica de deformaciones deducida com-poniendo las curvas elementales de deforma-ción de la chapa y de los zunchos.

O Punto teórico de rotura en la suposición de que el rendimiento de la soldadura fuese de 90 por ICO.

Figura M. Tubo Bi: deformación periférica en función de la presión interior.

Page 22: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

s £ I

2S0. 2^0-230. 220 _ 2f0 . 200. WO. ISO ^ 170 -160-150-¡4-0-150 ^

no _ too -90 ^ 80 _ 70 _ 60 _ SO _ 40 _ 50 _ 20-. tO -O -

t

\

O 100 200 300 400 500 600 700

A kr^amiento periférico medio de /a pared de! Cubo en %.

o Valores de las deformaciones periféricas ob-servadas durante la- prueba.

— — — Curva teórica de deformaciones deducida com-poniendo las curvas elementales de deforma-ción de la chapa y de los zunchos.

D Punto teórico de rotura en la suposición de que el rendimiento de la soldadura fuese de 90 por 100.

Figura 15. Tubo B2: deformación periférica en función de la presión interior.

ra 11), cuyo papel era el de eliminar todo esfuerzo axial en el tubo, dejándolo sometido sólo a la pre-sión interior; pero como' ésta, en virtud de los altos valores a que dabía de llegar, hubiera ensanchado los bordes del tubo hciendo imposible la estanquie-dad, se reforzaron los bordes con dobles aros de sección mayor que los del propio tubo. Es fácil de-mostrar que la resistencia del tubo está influida por este refuerzo especial tan sólo en zonas de pequeña extensión, en la proximidad de los extremos de la pieza.

Las probetas destinadas a los ensayos de resilen-cia se sacaron a lo largo de cuatro directrices de la virola soldada correspondientes a los cuatro bordes de los dos tubos; con los resultados se trazaron los diagramas polares de las figuras 16 y 17, que ates-tiguan la buena calidad de las chapas. Se hicieron, además, ensayos de tracción con probetas cortadas en la zona de soldadura, en sentido transversal; los resultados se consignan en los dos cuadros si-guientes:

C U A D R O V I I

ENSAYOS DE TRACCIÓN DE LA SOLDADURA DEL TUBO B j

Rotura Límite Núme- Senti- a la de elasti-

cidad Alarga- Contrac- P U N T O ro de do del tracción aparente miento ción en que ocurrió orden corte — — por ciento por ciento la rotura

kgs. porinm.® kgs. pormra.

1 33,— 22,- 17,7 40,— En uno de los i

17,7 i bordes de la

2 2 33,1 -21,9 20,- 39,1 ' I soldadura. I— 1

Para los ensayos se utilizaron probetas "Mesnager" de 10 X 10 X 55 mm. La mella fué abierta en la cara correspondiente a la sección transversal del tubo.

S = soldadura.

Figura 16.

Tubo zuncliado Bi: diagrama de resilencia.

Page 23: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Para los ensayos se utilizaron probetas "Mesnager" de 10 X 10 X 55 mm. La mella fué abierta en la cara correspondiente a la sección transversal del tubo.

S = soldadura.

Figura 17. Tubo zunchado Bi: diagmma de resilencia.

C UA D R O V I I I

ENSAYOS DE TRACCIÓN DE LA SOLDADURA DEL TUBO B ,

Rotura Limite Núme- Senti- a la de elasti-

cidad Alarga- Contrac- PUNTO ro de do del tracción aparente miento ción en que ocurrió orden corte

kgs. pormm. kgs. pormm. oorciento >or ciento la rotura

1 33,8 23,2 32,2 73,6 Fuera de la sol-dadura.

2 e 33,7 22,9 23,9 69,4 . En un extremo e 69,4 . En un extremo

3 > w gj 32,9 22,7 24,5 71,6 > de longitud de 4 e

H 33,9 22,8 27,4 I prueba.

5

e H

34,1 23,5 22,4 5 9 , -En uno de los

bordes de la soldadura.

Ambos tubos fueron sometidos a pruebas de pre-sión, haciéndose variar éstas por serie de valores cre-cientes y decrecientes, empezando desde cero y su-biendo hasta alcanzar el límite de elasticidad apa-rente; lo mismo que en las pruebas A, se midieron todas las deformaciones elementales con tensóme-tros aplicados a ios zxmchos y a distintas directri-ces de las virolas soldadas.

Los resultados de estas pruebas volvieron a con-firmar las hipótesis y los cálculos que se habían to-mado como base de la construcción de los tubos zun-chados en general.

Terminados los ensayos dentro del régimen elás-tico, se resolvió subir la presión hasta conseguir la rotura de los tubos.

Teniendo en cuenta los valores mínimos de las ca-racterísticas de los materiales empleados y el valor mínimo del rendimiento de la soldadura, que se ha-

bía garantizado en 90 por 100, se calcularon las di-mensiones de los tubos con arreglo al coeficiente de seguridad 4 contra la rotura, es decir, que dicho coe-

Hr D'r ficiente es igual a la relación en la cual H,-

H D y H son, respectivamente, las presiones de rotura y de servicio; Dy y D, respectivamente, los diámetros én el acto de la rotura y en un principio.

Aprovechando las curvas de las deformaciones ele-mentales de los distintos materiales que forman cada tubo—chapa y zunchos—, se trazó de antemano el diagrama teórico de las deformaciones elásticas que habrían sufrido los tubos bajo las diversas presio-nes, marcando en él también el punto previsto de la rotura que correspondía precisamente a la pre-

Flgura 18. El tubo znnchado Ba al terminar la prueba de rotura.

Page 24: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

sión de 236 kgs. por cm. y a 90 por 100 de rendi-miento de la soldadura.

La figura 10 muestra el tubo Bi antes de la rotura, pero ya en condiciones de deformación muy avan-

Deformaclones (por ciento) medidas en los puntos de la superficie exterior indicados por flechas.

Figura 19. Tubo Bi: dlagnama de las deformaciones diametrales.

Deformación de la sección longitudinal del tubo.

— El tubo antes de ser sometido a la prueba.

— El tubo deformado después de la rotura de la chapa en la línea de costura, en el pun-to R, comprendido entre los zunchos núme-ros 6 y 7, bajo la presión de 245 kgs./cm.=.

NB.—Ija rotura se reveló por un pequeño chorro da agua filtrante de una pequeña .grieta producida en la soldadura de la chapa.

zada. Durante las pruebas realizadas dentro del ré-gimen elástico se anotaron en el diagrama teórico mencionado los alargamientos periféricos medidos a lo largo de diversas directrices, logrando de tal ma-nera comparar el comportamiento de los tubos tal como se había previsto, dado de antemano con el que ocurrió en la realidad. '

Como puede notarse en los diagramas de los tu-bos Bi y B¡ (ñgs. 14 y 15), el comportamiento ob-servado no difirió sensiblemente del que había sido preconizado; el límite de elasticidad aparente coin-cidió con el valor de 2,5 veces la presión de servicio, de acuerdo con lo calculado.

En cambio la presión de rotura rebasó sensible-mente la que se había previsto a raíz de 90 por 100 de rendimiento de la soldadura, alcanzando 245 y 252 kgs./cm.2, respectivamente, en el tubo B y B , quedando comprobado que la resistencia de la sol-dadura fué mayor de la que había sido garanti-zada.

Los diámetros interiores de las secciones defor-madas en que ocurrió la rotura fueron de 1.323

y 1.401 mm., de manera que el coeficiente de se-guridad contra la rotura resultó en realidad de:

245 1.323 En el tubo J5, = 4,4

60 1.218

252 1.401 En el tubo Bj n= 4,8

60 1.218

La rotura del tubo ocurrió en la chapa de la virola, soldada en forma de una zona porosa, en co-rrespondencia de la soldadura (fig. 20, zona limitada por las dos rayas blancas paralelas), soltando un pequeño chorro de agua.

En el tubo B, no hubo lesiones de la chapa, sino que al llegar la presión a 252 kgs./cm.^ se partió el zuncho núm. 6. La chapa del tubo en correspon-dencia de la directriz apretada por el zuncho sufrió una brusca soltura con el consiguiente alargamien-to, pero sin agrietarse. La figura 18 muestra este tubo al terminar la prueba.

En los gráficos de las figuras 19 y 20, que se re-fieren a los tubos Bi y B , han sido reunidos los re-citados conseguidos; en ellos se ven las secciones iniciales y las secciones en el acto de la rotura, com-pletándose el coni'unto por un diagrama del porcen-taje de deformación verificado en el desarrollo ex-terior de los distintos paralelos.

En la figura 21 se aprecia la sección del tubo B, tal como se encontraba en el instante inmediata-mente antes de ocurrir la rotura del zuncho núm. 6; se nota cómo al producirse ésta hubo, además de la brusca soltura, una verdadera inversión en la cur-vatura de la chapa, cuyo alargamiento en dicha zona llegó a ser de IP por 100, y hubiera sido probable-' mente aún mayor si se hubiese insistido introducien-do agua en el tubo. Incluso el propio zuncho hubiese

Figura 20. El tubo zunchado Bi al terminar la prueba <le rotura.

resistido muy probablemente aún mejor que lo hizo si su estructura molecular no hubiera sufrido una alteración local al aplicársele unas gotas de soldadura eléctrica, con el objeto de fijar uno de los extensó-metros utilizados para medir las deformaciones ele-

Page 25: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Deformaciones (por ciento) medidas en los puntos de la superficie exterior indicados por flechas.

Deformación des-pués de partirse el zuncho número 6 bajo la presión de 252 kgs./cm.=.

Üeformación en el instante que prece-dió a la rotura del zuncho número 6.

Figura 21.

Tubo Bs: diagrama de las deformaciones diametrales.

Deformaciones de la sección longitudinal del tubo.

El tubo antes de ser sometido a la prueba. El tubo deformado después de partirse el zuncho núm. 6 bajo la presión de 252 kgs./cm.^ El tubo deformado instantes antes de ocurrir la rotura del zuncho núm. 6.

NB.—A pesar de la fuerte y brusca deformación provocada por el quebranto del zuncho núm. agrietarse y sigue aún hoy en condiciones de perfecta estanquiedad.

.6, la virola soldada resistió sin

mentales verificadas dentro del régimen elástico; en efecto, la rotura ocurrió en ese punto, según se ve claramente en la figura 22.

La figura 23 muestra la fractura del zuncho, en la cual se nota muy bien la zona alterada.

El hecho de que en las dos pruebas de rotura rea-lizadas con tubos idénticos, ésta haya ocurrido una vez en la virola soldada y otra vez en un zuncho de refuerzo, demuestra que las dos partes—chapa y zun-chos—contribuyen en justa proporción a la resis-tencia del conjunto—tubo zunchado—, y que los materiales son aprovechados de una forma muy ra-cional.

Se desprende del conjunto de estas pruebas que los procedimientos adoptados, tanto en el cálculo como en la fabricación de los tubos zunchados, res-ponde perfectamente a las exigencias incluso de los mayores saltos de agua modernos.

Figura 22.

Tubo BJ: fuactura del zuncho núm 6, vista de lado.

Figura 23.

Tubo BÍ: fractura del zuncho núm. 6, vista de frente.

Page 26: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Pluviometría y aforos (1)

Por J. GELPI BLANCO (2)

CORRELACION HIDROLOGICA ENTRE LOS DATOS PLUVIOMETRICOS y LOS CAUDALES AFORADOS

Si P es el módulo pluviométrico del año en milímetros, el volumen total de agua precipitado en una cuenca de S kiló-metros cuadrados será:

y = S X 10» X P X 10-^ = 1000 S. P. (m.')

y el caudal medio por segundo que correspondería a dicha precipitación anual sería:

1000 S. P. S. km.2 p. mm.

31536000 (m.Vs.)

31536

Este caudal no es, sin embargo, igual al caudal medio anual o módulo del río Q pues no toda el agua precipitada escurre por la superficie; de aquí la noción de c o e f i c i e n t e d e e s c o r r e n t í a , que viene expresado por la relación:

Módulo del curso de agua.

Q' Caudal medio de precipitación.

En realidad, este coeficiente, tomado globalmente, no indica más que el resultado final de un conjunto de fenómenos que unos con otros se compensan parcialmente. Este coeficiente varía desde 0,2 en el llano hasta uno en la cúspide de las altas montañas.

Según Bngler, el proceso que sigue el agua después de su precipitación es el indicado en los adjtmtos esquemas. El pri-mero se refiere a los terrenos cubiertos de bosque, mientras que el segundo corresponde a regiones desprovistas de toda vegetación:

BALANCE DE DISTRIBUCION DEL AGUA PRECIPITADA EN LOS TERRE-NOS CUBIERTOS DE BOSQUE

Precipitación (P) l

Es absorbida directamente por la vegetación (A)

1

.1 Escurre directamente

por el terreno (B)

i Se evapora en

las hojas (C) Cae s o b r e el

terreno (D) i

1 1 • _ J Se evapora sobre Escurre p o r el Se filtra por el

el terreno (E) terreno (F) terreno (G) i

i I I Se evapora Se asimila Moja los ascendiendo y evapora terrenos porcapilari- absorbida y b r o t a

dad (H) p o r l a s p o r l a s plantas(K) f u e n t e s (J)

(1) La primera y segunda partes de este trabajo se han pu-blicado en nuestro números 126 y 127, junio y julio de 1933, pá-ginas 306 y 361, respectivamente.

(2) Profesor de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bai'-celona y de la EscueJa Industrial.

BALANCE EN LOS TERRENOS DESPROVISTOS DE VEGETACION

Precipitación (P)

^ i 1 1

Escurre directa- Se evapora sobre Se filtra por el mente por el te- el terreno (E) terreno (G)

rreno (B) 1 1 .1

Se evapora aseen- M o j a l o s diendo por capila- terrenos y

ridad (H) brota por las fuentes (J)

La suma de los términos (B) + (F) - f (J) es la que da la altura de agua correspondiente al caudal de escorrentía de la cuenca considerada, que circula por el cauce que la recoge.

E n l o s t e r r e n o s d e s p . o b l a d o s d e v e g e t a -c i ó n de la alta montaña (más de 2.500 m. de altitud), debi-do a su impermeabilidad y gran pendiente, la infiltración no es apreciable, y como el agua escurre rápidamente no tie-ne tiempo de evaporarse, resultando un coeficiente de esco-rrentía elevado, que varía de 100 por.100 a 80 por lOO. A me-dida que la pendiente de las vertientes es menor, o sea que la altitud decrece, aparecen los terrenos permeables, debido a la presencia de acarreos arenosos o de tierra vegetal; la infiltración aumenta, y como el agua corre más lentamen-te, la evaporación se hace cada vez más sensible y el coefi-ciente de escorrentía decrece a valores oscilando entre 80 a 40 por 100 (altitudes de 2.500 a 1.000 m.). Por fin, en el llano con altitudes menores de 1.000 m., el terreno es casi siempre de gran porosidad, y como las aguas escurren con gran lentitud, la evaporación y la infiltración ttemen ex-cepcional importancia y el coeficiente de escorrentía oscila entre 40 y 20 por 100.

E n l o s t e r r e n o s m u y p o b l a d o s d e t o s q u e el escurrido momentáneo del agua (B) - f (F) Iiatía las Trai-guadas suele ser de un 33 por 100 de la precipitaciéni IwaJ, es decir, que el bosque retiene, de momento, los dos tercios de la precipitación. Pero de esta, parte almacenada ise pierte por evaporación las cantidades (C), (K), (H) j (K), restando sólo como aprovechable para la eseorrentia la parte CJ5 «pe fluye por las fuejites. El coEjimto de los tériaiiMja (B) J- (F) - f + (J) constituye, pues, a la lar,ga, el caxidal de escorremíia, el cual alcanza, para altitudes meflias de 2,000 a 1,500 m,, el valor promedio anual de 60 por 100, o sea igual que le conre.s-ponderia si no hubiese -ííegetaeiéM, El efecto fiel üjosípie es, pues, simplemente, regulador del caudal, paro, en definStmii, a igualdad de altitud y pendiente áel tei-rsao la ©SEOTireaitta es sensiblemente igual ea los terr«níK poWaíias fle tooeqwie y em los parajes sin vegetacién.

E n e l c a s o d e t e r r e a © ® d e v e g e t a e i é n e s -c a s a el caudal fie eseartímieiilto moBaeBtáme© ÍB)j -J- CPJ suele ser, para altitudes meaias (S-ÍMl a m..), áte iSS por 100, quedando, por tanto, atoaasaad© ea el terrea® w 45 por 100. Esta parte letetóála ptert® ©asi tfiitaitoimt® m forma de evaporaeiiSa las emtro ««se j i tee ÍGÍ» í(i.iii y (K), restando s61© wn S ] p r 1.0® ÍJ) twe^ wiít® a íB) iJP)), origina a la ta-rga. \»n miaaal total fe <8® ©a p m tWi., como en los torreaos éfe fee^ip®.

La g-raa influencia, t»® (isa!», tetaía Ifeesipfé «a e>l au-mento de las preeipiteeiiaiaes as tes», stiá® aítsa ligíftQ teiaiáa,, y las repoMaeieaea fete^Wt® Swím f íímaeia Sssft p ^ -

Page 27: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

ciáo aumento sensible alguno en la precipitación y mucho menos en el caudal escurrido.

El pequeño aumento que puede producir en el agua precipi-tada la condensación debida a la gran superficie de los ve-getales enfriados por la radiación nocturna, viene compensado por la presencia del término (K), o sea de la transpiración vegetal, que no existe en los terrenos despoblados de vegeta-ción. En definitiva, pues, el balance anual acusa tambüán igual valor para el módulo pluviométrico, en los terrenos po-blados de bosque y en los que carecen o poseen escasa vege-tación.

Según Engler, en las altitudes promedias (2.000 a 1.500 m.), y con iguales condiciones climatológicas normales, el balance de distribución de caudales en los casos citados resulta ser:

CAUDALES PARCIALES

C O N C E P T O S

Escorrentía: (B) (F) (J) Evaporación sobre las hojas (C)... Absorción fisiológica (K) Evaporación s o b r e e l terreno

(E) -I- (H)

Total

En el bosque.

0,60 0,15 0,20

0,05

1,00

En terreno con escasa vesetac'ón

0,60 0,10 0,06

0,24

1,00

En resumen, puede decirse que, a la larga, o sea en un pe-riodo anual, la altura de precipitación es igual a la de esco-rrentia más la de evaporación total (1). En efecto: del pri-mer balance correspondiente al bosque se deduce:

(P) = (A) + (B), (A) = (C) + (D), (D) = (E) - f (F) -f- (G),

(G) = (H) - f (K) + (J)

y sustituyendo sucesivamente, tendremos:

(D) r= (E) + (F) -f- (H) + (K) (J), (A) r= (C) -]- (E) -f-+ (F) + (H) -I- (K) -1- (J)

(P) = (B) + (C) - f (E) + (F) + (H) -I- (K) + (J)

o bien:

(P) = (B) 4- (F) (J) + (C) + (E) + (H) + (K) [1 ]

Pero como quiera que:

(B) -I- (P) - f (J) — Escorrentía total = H

(C) -I- (E) 4- (H) + (K) = Evaporación total H

podremos escribir, expresándolas en milímetros por año:

P = H -f- H , [2 ]

El coeficiente de escorrentía medio anual será, pues:

Q H P — B, B,

La determinación de supone el cálculo de sus cuatro sumandos, a saber:

Evaporación física sobre las hojas de los végetales (C) Idem sobre el terreno de parte del agua caída (E) Idem sobre el id. de id. infiltrada (H) Evaporación fisiológica por asimilación y transpiración

de los vegetales (K)

El primer término, (C), se conoce, aproximadamente, por diversas investigaciones efectuadas en terrenos forestales y agrícolas de Suiza, Francia, Alemania y Rusia. El,valor medio anual aproximado, expresado por ciento de la precipitación caída P, resulta ser, para altitudes de unos 1.000 m. :

CLASE DE VEGETACION

Bosque de pinos... Bosque de hayas... Cereales y prados.

Evaporación física sobre las hoias en % la pre-

cipHación anua! P.

15 por 100 8 por 100

10 por 100

Al aumentar la altitud los valores anteriores disminuyen, aunque menos que proporcionalmente, pudiendo tomarse a 1.500 m. 0,75 de los valores anteriores, y a 2.000 m. 0,45. Pa-ra 500 m. debería multiplicarse, en cambio, por 1,4.

Los términos segundo y tercero, (B) + (H), pueden esti-pularse para la misma altitud de 1.000 m. en un valor global de 125 mía. anuales. Para altitudes distintas de 1.000 m. pue-den adoptarse los mismos coeficientes que en el caso ante-

• rior, pues las leyes que rigen la evaporación según la altitud, son igualmente aplicables en ambos casos, como también para la evaporación en los embalses.

Según los resultados de las experiencias efectuadas por monsieurs Dufour, Maurer, Lütschg y Moreillon, interpreta-dos por Mr. Lugeon, la evaporación anual en milímetros de los lagos suizos varía con la altitud, conforme se indica a continuación:

Altitudes. Metros.

400 500

1000 1500 2000 2500 3000

Evaporación anual en mm. en los laffO"! suizos.

780 700 425 285 250 220 100

El último término, (K), se conoce por experiencias efectua-das por diversos meteorólogos y fisiólogos, como Engler, por el método de las pesadas con balanza; HShnels por diferencia del peso de las hojas y tallos al estado verde y seco; Eber-mayer por la producción anual de madera; Hellriegel por la transpiración, etc. En conjunto, para latitudes comprendidas entre 45 y 55° puede contarse, como promedio bastante apro-ximado para el período de un año, con los siguientes valores, tomados entre las altitudes extremas en que se desarrollan los vegetales que se citan:

Q' P [3 ] C L A S E DE V E G E T A C I O N

Evaporación en nim. por aflo según la altitud.

Si logramos, pues, calcular la altura total de evapora-ción Bp y conocemos el módulo pluviométrico P, podremos deducir el coeficiente de escorrentía 0¡,, y de él deducir el caudal de escorrentía:

S km.' P mm. 9 = 0, = o. (m.Vs.)

31536 [4]

(1) Esto supone que no se tiene en consideración el estado Ini-cial de Imbibición del terreno, suposición que sólo serla cierta para un ciclo hidrológico que probablemente correspondería a buen número de años.

Bosque de abetos 183 a 365 Bosque de pinos 195 a 377 Bosque de hayas 143 a 325 Bosque de encinas 183 a 292 Prados y forrajes (regados) 765 a 2670 Avena 1095 a 1830 Maíz 1095 a 1460 Trigo 825 a 1020 Viñedo 328 a 475

Al igual que la evaporación física, la fisiológica decrece al

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aumentar la altitud, pudiendo tomarse coeficientes parecidos a los antes citados.

El estudio sintético expuesto, aplicado a diversos años su-cesivos, nos permitirá obtener el gráfico de caudales medios anuales, pudiendo estudiar su ley de variación en el ciclo meteorológico y deducir el caudal semianual del curso de agua en cuestión, con sólo disponer de la precipitación P de los di-versos años, y previa la inspección del terreno para calcular el valor de la altura de evaporación total Hg .

B31 método explicado para la determinación de exige, como acaba de decirse, un conocimiento de la clase de cul-tivo de cada porción de terreno, lo que representa la confec-ción de un mapa o plano parcelario de cultivos que a veces puede originar bastante trabajo. Además, no tiene en cuenta que la evaporación no depende solamente de la clase de cul-tivos o de terrenos y de la altitud, sino también de la mayor o menor pluviosidad del año, por lo cual los resultados obte-nidos resultan poco exactos.

Mr. Coutag-ne, abarcando hábilmente el conjunto de los fenómenos de evaporación que tiene lugar en una cuenca de poco desnivel en un ciclo anual, ha deducido una fórmula ma-temática, basada en dos leyes antagónicas, que ya habian sido descubiertas con anterioridad por Keller y más tarde por Horwitz, la cual permite calcular la altura anual de evapo-ración total Hg en función del módulo pluviométrico P del año que se considera.

Estas leyes antagónicas son: 1." La evaporación total Hg crece con la precipitación;

pues cuanto mayor es la cantidad de agua que cae, mayor es también la que es susceptible de evaporarse.

2.» Las condiciones que favorecen la evaporación obran con tanta menos eficacia cuanto más llueve; pues la evapo-ración aumenta cuando el aire está más seco.

Del conjunto de estas dos leyes, después de tina serie de razonamientos, deduce Mr. Coutagne la siguiente fórmula:

En ella, H g ^es la evaporación máxima anual de la cuen-ca considerada, y que corresponde a un dterminado módulo pluviométrico anual; P^^ Hg es la altura de evaporación total anual correspondiente al módulo pluviométrico P del año que se considera, y A es un parámetro constante para cada cuenca.

La curva representante de la ecuación anterior pasa por el origen y tiene el máximo H ^^ correspondiente a. P^, como Indica la figura 17; es decir, que el año de máxima evapora-

Figura 17.

Ourva que da la ley de v,ariación de la evapora,ción anual H ^ en función del "módulo pluviómetro P.

ción H'g, correspondiente a un módulo determinado P', podre-mos deducir \ como sig^ue:

Hea 1 • H'e

H «o H

7? =

eo [6]

[5]

No obstante, puede ahorrarse este cálculo teniendo en cuen-ta que, según experiencias efectuadas en condiciones muy va-riables por Mr. Coutagne, se ha comprobado que resulte bas-tante exacta la relación:

1,2 X Po = 1,2, o sea A = — [7]

Se han determinado los valores de los tres parámetros an-teriores para diversos parajes; entre ellos citaremos:

Para la Europa central,

= 0,4 m., P^ = 0,725 m., ,V 2,773

Para la meseta central francesa,

fíe o = = = 1.42 La fórmula de Mr. Coutagne se basa en un valor medio de

la evaporación para todo el valle, lo cual supone condiciones de altitud parecidas, no siendo, por tanto, aplicable más que a los terrenos llanos o a las cuencas en que el máximo des-nivel sea de 500 m.

Para los otros casos el problema se complica, pues Hg de-penderá a la vez de P y de la altitud. El modo de resolverlo será dividiendo la cuenca en zonas de poco desnivel y apli-cando a cada una de ellas el método anterior, sumando luego las alturas de evaporación parciales obtenidas, lo cual supone una serie de experiencias y cálculos bastante prolijos.

Pero en las aplicaciones industriales y agrícolas del agua conviene tener conocimiento de la variación del caudal de es-correntia dentro del año, bien sea por periodos mensuales, semanales, o por días, y aun en cada instante.

En este caso, para deducir de las alturas pluviométricas medias mensuales, semanales o diarias, los caudales medios de escorrentia, es preciso modificar la ecuación [2], En efec-to: si se trata de periodos mensuales, la evaporación del agua que asciende lentamente por capilaridad (H), la evaporación fisiológica (K) y el escurrimiento (J) por las fuentes de la parte de agua embebida, no pueden considerarse completados en dicho período, viniendo, además, influidos por el estado de imbibición del terreno, y, por tanto, en este caso el ba-lance hidrológico representado por la fórmula [1], llamando la altura de imbibición inicial e / la final, deberá expresarse asi:

P + (B) + (P) -I- (J) + (C) 4- (E) 4- (H) -h (K) + /

Si, como antes, llamamos:

(B) + (F) -h (J) = Escorrentia total = H

(C) -h (E) + (H) (K) = Evaporación total = H,.,

ción no corresponde precisamente al más lluvioso, sino al de módulo pluviométrico P ^ que-es un valor determinado para cada cuenca, pero que varía de una cuenca a otra, según su altitud y condiciones climatológicas.

La ecuación [5] queda definida cuando se conocen los tres parámetros, P^, H g^y X, los cuales caracterizan la evapora-ción anual de una cuenca bajo los tres aspectos: físico, geo-lógico y climatológico.

podremos escribir:

h = H + Hg + I

H — P—(H^ h)

[8]

[9]

Para calcular H es necesario, pues, calcular la evaporación mensual Hg y la imbibición I, conocida que sea la imbibición

En cuanto a P y H g^, se deducen de los datos estadísticos inicial /„, con lo cual la determinación de la altura de esco-rrentia se complica bastante.

El cálculo de Hg podría hacerse aproximadamente compa-de diversas observaciones efectuadas en el transcurso de va-rios años. Conocidos dichos valores, así como la evapOra-

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rando los datos estadísticos de cada mes para diversos años de precipitación mensual distinta, con lo cual podríamos tra-zar la curva análoga a la de Mr. Coutagne correspondiente a cada mes en función de la precipitación mensual. Pero, en cambio, la determinación de la variación de imbibición 7-Jo resulta difícil, teniendo que recurrir, en todo caso, a una larga serie de experiencias, determinando la cantidad de agua em-bebida I a diferentes épocas del año, con precipitaciones dis-tintas. Lo primero puede hacerse con muestras de las capas superficiales de terreno, que se pesan a periodos regulares, para deducir por pérdida de peso la evaporación que ha te-nido lugar; y lo segundo mediante sondeos, para sacar mues-tras de las capas profundas del terreno y determinar la can-tidad de agua que contienen y deducir así la cantidad total de imbibición.

Todavía se complica más la determinación de la altura de escorrentia H día por día o, mejor, correspondie'nte a cada pre-cipitación que ocurra. La fórmula [9] es aplicable también en este caso; pero al objeto de simplificar las experiencias para la determinación de H ^, vamos a exponer un método ra-cional, fundado en el estudio global del fenómeno.

Cada precipitación origina tres fases características, a saber:

1." F a s e d e i m b i b i c i ó n , que empieza desde que caen las primeras gotas y termina en el momento en que se eleva el nivel del agua en ei cauce, al llegar a él el agua escurrida por las vaguadas.

2." F a s e d e e s c u r r i d o e i m b i b i c i ó n , du-rante la cual va aumentando el referido nivel en el cauce has-ta alcanzar su máximo, generalmente poco antes de cesar la lluvia. La imbibición continúa hasta la saturación, que viene a corresponder casi con el máximo de escorrentia.

3." F a s e d e e s c u r r i d o r e s i d u a l o r e -t a r d a d o , en la cual el nivel del agua en el cauce des-ciende constantemente después del máximo citado, por la pau-latina disminución del caudal de escorrentia.

Como quiera que durante las fases primera y segunda llueve, y, por tanto, la atmósfera está saturada de vapor o poco me-nos, la evaporación es casi nula, y, por tanto, si llama-mos el agua embebida durante estas dos horas y V i - j el exceso de agua escurrida en las mismas, tendremos:

P = o s e a : = [10]

En la tercera fase, que suele ser la más larga y que dura hasta que el caudal de escorrentia final es igual sensible-mente al inicial Qi, deja de llover, y, por tanto, en ella re-aparece la evaporación. Si llamamos V¡ el eS:ceso de volumen de escorrentia de la fase tercera, y H^ la evaporación total de las tres fases, podremos escribir, aproximadamente:

y , + H^ , o bien: = — [11]

Como se ha dicho, la fase tercera se supone acabada cuan-do el caudal total de escorrentia Q, es igual al inicial es decir, al correspondiente a la época considerada y debido a las reservas de imbibición correspondientes.

Midiendo, pues, a diferentes épocas del año P, V^ _ ¡ y V,, podremos venir en conocimiento de Jj _ , y, en definitiva, de H ^ para cada lluvia de precipitación total P.

Podrá asi observarse que el valor de E^ depende de P y de la época del año, pues ésta influye directamente sobre la ca-pacidad de imbibición. En verano, por ejemplo, el suelo está seco y la cantidad de agua embebida _ , es muy grande, y, por tanto, H^ también lo es. En invierno ocurre todo lo con-traria.

Pero agrupando los valores correspondientes a una misma época del año y a valores diferentes de P, y trazando el grá-fico de H^ en función de P, veremos que la curva obtenida es casi la misma para los diversos años; de modo que trazan-do estas curvas para cada uno de los doce meses del año, podremos determinar fácilmente el valor de í í , para cada precipitación P y época del año.

Indicado el método para calcular H ^, veamos la manera de calcular la diferencia de imbibición I — h,, desde el principio de la lluvia al fin de la fase tercera.

Para ello seguiremos un método fundado en las recientes

experiencias de Porchet, que han confirmado la teoría de Boussinesq y contradicho, en cierto punto, las teorías de Dar-cy. De ellas ha venido a deducirse que toda el agua que im-pregna una capa de terreno filtrante no entra en movimiento cuando hay escurrimiento, sino que queda una parte de ella inmóvil, absorbida por capilaridad.

Consideraremos que un terreno permeable, en general, esta constituido por una primera capa de tierra vegetal y arenas de poco espesor, y de otra mucho mayor de gravas o more-nas, que se, apoyan sobre un lecho impermeable de roca o arcilla. Si, como ocurre de ordinario, el volumen de la primera capa es pequeño, su poder de imbibición, que es difícil de determinar, puede despreciarse al lado del lecho de gravas y morenas, que la experiencia demuestra que es la principal, reserva de donde se nutren las fuentes.

Imaginemos ahora un cihndro vertical dálimitado en la capa permeable, cuya sección sea s y cuya altura, L, sea igual a la de la segunda capa más permeable de gravas y morenas.

Según la ley de Porchet, cuando una lámina líquida circula por una capa filtrante homogénea, el volumen de liquido V en movimiento está, respecto al volumen aparente de la capa por él mojada, de altura L-S; en una relación constante ¡i, re-lación que resulta ser inferior a la p que existe entre los hue-cos y el volumen aparente. Quiere esto decir que hay un de-terminado volumen de terreno filtrante correspondiente a una altura s de capilaridad, dentro de los poros del cual el agua está inmóvil. Así, pues, el caudal de escorrentia proviene del volumen de terreno s (L-s).

Considerando el cihndro antes citado da volumen Y^ — Ls, podremos llamar c o e f i c i e n t e d e p e r m e a b i l i -d a d /i d e l t e r r e n o , que mida la proporción del agua que circula, a la expresión:

II = [12] s (L-s)

El valor de ¡i puede determinarse fácilmente tomando una muestra del terreno de altura L y sección s, la cual se im-pregna de agua hasta la saturación, dejándola luego escurrir, retirando, por ejemplo, un fondo, y dejando otro lleno de ori-ficios. El agua escurrida nos dará el volumen V, y midiendo con un piezómetro la altura s de capilaridad, aplicando la ecuación [10], podremos deducir ¡x.

Hay que observar que la altura de capilaridad g¡ es función de la temperatura del aire creciendo con ella, de la precipi-tación Pj influyendo, además, por razón de la transpiración y asimilación de los vegetales, la época del año y el tiempo. Podremos, pues, escribir, si designamos abreviadamente por 6 la época del año en que se estudia el fenómeno, por T la tem-peratura y por t el tiempo transcurrido desde el momento en que valía /ÍQ:

/i = / (fc T, P, e, t) [13]

Si, como se ha dicho, llamamos p a la porosidad del terre-no (relación entre el volumen de los huecos y el aparente), el volumen de agua F,, retenido al fin del escurrimiento de la capa permeable se deducirá así:

¡í s [L-z) —V = p Ls-VY . = p Ls — /iS (L-s)

y,. = Ls (p — fl) + fiss [14] o sea:

Por tanto: (M)

V,. — V (fio, T, P, e, t) [15]

Conocidos /í», T, P, e y t, por medio de la ecuación [13] po-dríamos calcular ¡i, y valiéndonos de la ecuación [14] podría-mos deducir el volumen de agua embebida, ya que llamando S la superficie de la cuenca considerada y tomando el valor medio de y,., según ensayos efectuados en diversos puntos del valle, podremos deducir:

S j = y , -«

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Pero las funciones [13] y [15] son muy difíciles de deter-minar analíticamente, por lo cual el problema suele resolverse gráficamente, análogamente a lo que hemos hecho para de-terminar Hg.

Para ello, mediante experiencias determinaremos, como se ha explicado antes (con el auxilio de diversos sondeos), la can-tidad de agua embebida en diferentes épocas del año, por ejemplo, al fin de cada mes, anotando la temperatura corres-pondiente.

Estos ensayos se efectuarán durante diversos años de ré-gimen de lluvias y temperaturas distintos. Además, los son-deos se practicarán en diferentes puntos de la cuenca, para deducir el valor medio de la imbibición, por ejemplo, por kiló-metro cuadrado.

Se restarán los valores de I correspondientes al fin de cada mes de los del fin del mes anterior, y junto a las diferen-cias I — /o así obtenidas se anotarán las variables de las que dependen en forma de tabla, como a continuación se indica:

Variación mensual de

imbibición.

I-h

Epoca 0

Mes. Ailo.

Imbibición inicial.

Tempera-tura.

Precipita-ción

mensual. Observa-ciones.

Con los valores anotados de J — se establecerá otra ta-bla, en la que se agruparán los que correspondan al mismo mes, anotando los grupos por el orden natural de los meses a que correspondan. La variable época del año e es la más influyente en las variaciones de 1 y, por tanto, conviene figu-re en primer lugar, como base de la clasificación.

De cada uno de los grupos mensuales interiores se desta-carán otros correspondientes a iguales valores de /„, anotán-dolos por el orden creciente de 7„.

De cada uno de los grupos en que es constante se for-marán otros grupos en que la temperatura T sea constante, y se anotarán por el orden creciente de los valores de T.

En cada grupo de igual valor de T se establecerá una úl-tima división, en la que figuren agrupados los de igual valor de P, anotando los grupos así formados por el orden creciente de P. , ,

Todos los valores de / — correspondientes a uno cual-quiera de los grupos últimos deberán corresponder a iguales valores de e, T, P y t, pues el tiempo es, para todos ellos, de un mes y, por tanto, deberán ser iguales entre sí o dife-rir muy poco, por cuya razón se tomará como valor de í — correspondiente a dichos valores de las variables, la media aritmética de dichos valores.

Haciendo variar P y permaneciendo constantes las demás variables, podremos trazar una curva, y luego, variando el valor de Tj obtendremos una familia de curvas correspon-diente a iguales valores de /„ y del mismo mes.

Trazando varias familias de curvas para diferentes valores de lo, tendremos el grupo de gráficos correspondientes a un mes.

Haciendo lo mismo para cada mes quedará completada la colección de gráficos, que permitirá, para valores dados cua-lesquiera de e, lo, T y P, determinar la variación mensual de 1.

Para calcular la diferencia de imbibición I — Z„, correspon-diente a un tiempo" cualquiera expresado en horas, admitien-do que dentro del intervalo de cada raes la variación sea lineal, bastará buscar en los gráficos la variación meiisual de im-bibición, dados los valores de e, T y P, y establecer la pro-porción correspondiente.

Queda así resuelta la determinación de H^ y la de í — lo, para poder aplicar la fórmula [9].

Obsérvese que si no hay precipitación P = O, la fórmula [9] nos dará:

es decir, que la escorrentía se verifica a expensas de la re-ducción de la imbibición de un modo gradual y continuo. En cambio, al presentarse una precipitación, el valor de H crece rápidamente, y en la curva de escorrentía aparecerá una in-flexión seguida de un máximo, decreciendo luego el valor de K hasta quedar a la altura correspondiente a la época de que se trate y a los estados anteriores.

Descritos a grandes rasgos los métodos hidrológicos para deducir de los datos pluviométricos los caudales de escorren-tía que interesan al ingeniero, sugerimos con Mr. Lugeon la necesidad o conveniencia de que se organicen trabajos serios en este sentido en nuestra patria, mediante una colaboración entre meteorólogos e ingenieros.

Sería para ello necesario el apoyo de los Poderes públicos, ya que los dispendios, sobre todo por lo que se refiere a la determinación experimental de las imbibiciones mediante son-deos en algunas cuencas tipo, serían de consideración.

Los sacrificios en este sentido podrían, no obstante, venir recompensados por la posible predicción, con antelación más o menos gi-ande, de las crecidas de los ríos, así como por la evaluación de las reservas de agua destinadas a usos agríco-las o hidroeléctricos, todo ello con beneficio de su metódico aprovechamiento.

Empleo de la arcilla para impedir filtraciones Durante los estudios preliminares para la construcción de

la presa de Madden, una de las dificultades mayores con que se tropezó fué la gran abundancia de filtraciones. Se pensó en estudiar detenidamente las posibilidades de la arcilla para esta obra, pudiéndose esperar buenos resultados, por existir el precedente de la presa de New Croton.

Las pruebas se realizaron mezclando la arcilla con agua abundante, con el fin de poder transportar la mezcla por .me-dio de tuberías que fuesen desde la central de mezclas al punto de utilización, inyectándola a presión y apisonándola después para poder endurecerla y evitar las corrosiones.

Los resultados obtenidos demostraron que una mezcla de arcilla pura y agua daba mejores resultados que si se añadían pequeñas cantidades de cemento, que afectaban a la contrac-ción y perjudicaban por disminuir la impermeabiUdad. Una mezcla conteniendo menos del 48 por 100 de agua en peso no puede circular por una tubería de 25 mm. con una presión de 7 kg./cm.^ El 60 por IDO resulta un valor excesivo, siendo el más conveniente el 55 por 100. La distancia de penetración es de 4 a 15 m. y puede circular por hendiduras de un ancho menor de 12,5 mm.

Una vez terminado el estudio de las posibilidades técnicas, se pasó al estudio de las condiciones que pudiéramos llamar económicas (cantidad de arcilla, material necesario, etc.), y para ello se hizo un estudio práctico en pequeña escala y se sacaron conclusiones que después han sido aplicadas a la obra. La cantidad de arcilla calculada asciende a 14.000 m.', y el tiempo necesario es de unos doce meses. Se estimó necesario la construcción de una central para efectuar la mezcla, in-yección y transporte.

Parece ser que las mezcladoras que mejor resultado han dado son las del mismo tipo que las que se emplean en la industria cerámica; conviene emplear una serie de cribadores, non el fin de evitar que pueda haber pedazos de arcilla o piedras que por su tamaño obstruyan las tuberías; los tipos que más se recomiendan son los centrífugos. Para conducir las mezclas, el procedimiento más recomendado es el de im-pulsar la mezcla por medio de bombas a través de las cañe-rías, a pesar de las obstrucciones que provoca la arena y de las pérdidas de carga originadas por los rozamientos.

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D o t r a s R e V s t a s

CONSTRUCCION

El puente de Tranebergssund.—(Coí^treíe and Cons-truchonal Engineering, abril, 1933, pág. 227.)

Las principales características de este puente de hormigón armado que se está construyendo sobre el Tranebergsund en Stokolmo, son: longitud total 550 metros, integrados de un un a.rco de 181 metros de luz y dos viaductos de acero del tipo losas sobre palizadas. El ancho del tablero es de 27,5 metros, repartidos en 8,50 para ima linea de doble vía de los ferrocarriles suburbanos, 13 p^ra calzada de cuatro lineas de tráfico y dos aceras de 3,50 y 2,50 respectivamente. Corta la linea de navegación fluvial con una oblicuidad de 85°, de-jando libre una altura mínima de 26 en 45 metros de anchura.

El arco, de 181 metros de luz teórica y 86 de flecha, está compuesto de dos correderas tricelulares de 9 metros de an-chura, variando su espesor de 2,70 en clave a 5 en arranques

Los compartimentos celulares son de 1,85 los exteriores y 2,75 el central, con espesores que en las losas superior e in-ferior varían de 45 a 50 centímetros y en los tabiques de 40 a 50. Esta sección se refuerza por diafragmas transver-sales en los planos de los pilares.

Los arcos se cimentaron directamente sobre la roca que aparece, franca en las dos orillas, quedando en algunos puntos a S metros por debajo del nivel de aguas.

La armadura consiste en redondos de 22 centímetros dis-puestos longitudinalmente y de 18 transversalmente.

El tablero se apoyará sobre tabiques de la misma anchura que las bóvedas, distanciados 13 metros, luz que se man-tiene en las palizadas de los viaductos de acero.

El tablero de la calzada consiste en ima losa de hormigón armado de 22 centímetros de espesor, apoyada en seis vigas metálicas longitudinales que van entre las vigas transversales que reúnen las cabezas de los pilares, las cuales serán tam-bién met.álicas pero con revestimiento de homiigón. El ta-blero de la linea férrea es independiente y se apoya también sobre vigas metálicas.

Para la construcción de los arcos se empleará cimbra me-tálica, compuesta de cuatro arcos de celosía apoyados sobre salientes de los estribos y sobre unos pilares metálicos a 24 metros de aquéllos. La misma cimbra servirá para las dos bóvedas.

El hormigonado de los arcos se verificará en dos etapas, primero la losa inferior y una parte de los tabiques, y des-

Figura 1."

Alzado, planta v secciones transTersales del puente sobre el río Tranebergssund.

pués el resto; en cada una de estas etapas se hormigonará po.r secciones para disminuir en lo posible la retracción de fraguado.

Se utilizará el procedimiento de intervenir en la repartición de tensiones iniciales debidas a peso propio y retracción de fraguado, mediante veintidós gatos hidráulicos capaces de desarrollar 330 toneladas cada uno, dispuestos en ima junta de la sección de cl-ave. También se utilizará este sistema si se presentan dificultades en el descimhramiento, para lle-varlo a cabo.

Las sobrecargas tenidas en cuenta para la calzada son por iinea de tráfico: una carga continua da 1000 kilogramos por metros lineal combinada con un eje de 11 toneladas, y en las aceras una carga de 400 kilogramos por metro cua-drado en combinación (excepcionalmente) con un eje de 4 toneladas. Para tener en cuenta el efecto dinámico se iacre-

680 menta el paso en por ciento, siendo l la longitud en

20 4- I que está aplicada la carga, pero esto no se tiene en cuenta cuando se consideran más de dos líneas de tráfico.

En los hormigones se cuidará extraordinariamente la com-pacidad, utilizándose áridos procedentes de machaqueo dosi-ficados para obtener una composición granulométrica teórica.

El acero de las armaduras tendrá ima carga de rotura y un límite elástico de 44 y 26 kilogramos por mm" respecti-vamente, y un alargamiento mínimo del 22 por ciento.

En la obra se emplearán: 22.000 metros cúbicos de hormi-gón y 1.750 toneladas de hierro en perfiles. El presupuesto se estima en unos cinco millones de coronas, y la fecha de apertura al tráfico en 1934.—C. Fernández Casado.

Reglamento para la construcción de presas del estado de Arizona. — [Civil Engineering, abril y mayo 1933.)

El estado americano de Arizona ha aprobado en octubre de 1932 un reglamento o código para la construcción de pre-sas, siguiendo el camino de Francia, Italia y otros países que con anterioridad adoptaron reglamentos anólogos. El que nos ocupa tiene el interés de ser el estado de Arizona, uno de los que más se han distinguido en la construcción de grandes pre-sas, entre las que citaremos las de Roosevelt, Horse Mesa y

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Coolidge, como las más conocidas. Este reglamento se distin-gue por no ser uua rígida recopilación de preceptos restricti-vos; sino que tiene el carácter de guía para el proyectista o constructor, sin cerrar el camino a sus iniciativas innovado-ras, que la Comisión Central de Ingeniería del Estado redac-tó el reglamento puede siempre aceptar aunque no estén pre-vistas en él.

Señalaremos, antes de pasar- a extractar el resumen publi-cado en la citada revista por el ingeniero J. A. Fraps, autor del primitivo proyecto de reglamento, la conveniencia de que nuestro país se decida a la redacción de un reglamento cuya necesidad tanto se hace sentir, y que al propio tiempo que garantice la seguridad de las obras que se construyen deje abierta la puerta a los progresos de la técnica cuya aplica-ción y consiguiente economía se ha visto hasta ahora dificul-tada por el criterio demasiado restrictivo de nuestros viejos organismos consultivos. (iV. del T.)

El objeto primordial del reglamento adoptado por el Esta-do de Arizona es el de recopilar toda clase de datos sobre proyecto y construcción de presas, con objeto de conseguir condiciones generales de seguridad y estabiUdad. Teniendo en cuenta que determinadas teorías de cálculo pueden conside-rarse anticuadas, el reglamento determina aquellas que sa con-sideran adecuadas.

Los proyectos pueden diferir de las normas discutidas en el reglamento, y no se excluyen las innovaciones, que serán ob-jeto de informe por la Comisión de Ingeniería. Los proyec-tos nuevos, basados en principios firmes y conducentes a una mayor economía de las estructuras, son necesarios al progre-so de la técnica hidráulica.

La Comisión de Ingeniería considera que la parte más esen-cial para la construcción de una presa reside en un cimiento adecuado. La información geológica previa se estima indis-pensable cuando la importancia del proyecto lo requiere. Te-niendo en cuenta la naturaleza sísmica de la mayor parte del estado de Arizona, se estima peligrosa la existencia de fallas geológicas en las inmediaciones del emplazamiento de una pre-sa. El reglamento contiene una serie de prescripciones gene-rales sobre cimentaciones. Si ésta es de roca firme debe ser lo suficientemente impermeable y no desagregarse por los agentes atmosféricos. Si las presiones son elevadas deben en-sayarse muestras de la roca de cimentación. Se prescribe el mayor esmero en la ejecución de las fundaciones.

El cimiento de im dique de tierra puede hacerse bien sobre tierras o sobre roca, pero siempre apartando toda la tierra vegetal y preparando convenientemente la unión, con el cuer-po del dique. En el caso de cimentarse sobre roca, es impres-cindible el empleo de pantallas o de zanjas de arraigo. Si se trata de diques de tierra de gran altura provistos de pantalla impermeable, debe inyectarse cemento en la faja correspon-diente al cimiento de la pantalla.

Para las presas de escollera se indica generalmente la con-veniencia del cimiento sobre roca o grava compacta, prescri-biéndose en general las mismas precauciones para el arraigo de la pantalla.

•No se considera prudente fimdar una presa de hormigón siempre que no se trate de un azud o presa de contrafuertes de pequeña altura sobre terreno que no sea roca.

No debe existir declive del terreno de cimiento hacia aguas abajo o éste debe ser muy pequeño. El cimiento de los estri-bos de las presas de gravedad de planta curva requiere espe-cial atención. Las superficies de apoyo sobre la ladera en este caso deben ser normales al empuje del arco.

Si se escalona el terreno de cimiento, la altura de los esca-lones ha de ser pequeña en comparación con la altura de !a presa.

La superficie de cimiento debe ser barrida con agua a pre-sión y cuidadosamente desaguada después. Antes de verterse la primera capa de hormigón debe procurarse la mejor unión entre éste y la roca por interposición de una capa de mor-tero de 1 X 1 1/2. Los manantiales deben ser taponados por inyección de cemento o convenientemente drenados.

El cimiento de una presa de gravedad deberá ser protegido por inyecciones de cemento en toda la longitud del paramento de aguas arriba.

Teniendo en cuenta la gran cantidad de presas que se han arruinado como consecuencia de la ineficacia de sus aüviade-ros, se atribuye en el reglamento vital importancia a esta cuestión.

La ubicación más conveniente para el aliviadero es un co-llado algo apartado de la presa, lo cual rara vez podrá con-seguirse. En presas de tierra puede colocarse el aliviadero adyacente a la misma, protegiendo adecuadamente el cuerpo

'del dique de tierra. La forma más corriente y aceptable de aliviadero para pre-

sas de hormigón consiste en canales de descarga laterales. Siempre que la roca no ofrezca garantías excepcionales, ia solera del canal debe ser revestida. Cuando las aguas del aU-viadero han de verter sobre el cuerpo de la presa, deben to-marse especiales precauciones contra las vibraciones y Eocava-ciones al pie de la presa. Los túneles de desviación pueden emplearse teniendo cuidado de no alterar las condiciones de los terrenos que se atraviesen. Deben Ir revestidos e inyecta-dos con cemento a presión.

Si el aliviadero es de tipo corriente, se pueden emplear las fórmulas generalmente aceptadas, teniendo en cuenta las co-rrecciones debidas a la velocidad de llegada y contracciones.

Cuando por las condiciones locales no pueda emplearse un aliviadero de tipo corriente, debe recurrirse siempre a la ex-perimentación sobre modelos reducidos.

El reglamento prescribe un resguardo de altxira mínimo de tres pies sobre el máximo nivel de embalse para diques de tierra o de escollera. El valor que se debe aceptar se fija por la fórmula H = 1,5 (l,55d»" + 2,5-d»'==), en que H es el valor del resguardo en pies y d el largo en pies desde la presa ni punto más alejado del embalse.

Cuando se trata de presas de hormigón fundadas sobre roca firme, puede reducirse el valor del resguardo a los dos ter-cios del valor anterior.

No se admiten las compuertas que hayan de ser maniobra-das por un solo operario, exigiéndose por lo menos dos o tres operarios en servicio continuo. En el caso de compuertas au-tomátipas, debe preverse accionamiento auxiliar.

Las prescripciones son particularmente exigentes para las obras de descarga en presas de tierra y grava.

La Comisión recomienda colocar las tuberías de descarga en esta clase de presas a través del terreno de uno de los es-tribos. Si la tubería ha de atravesar la presa, deben tomarse especiales precauciones para evitar que el agua se filtre a lo largo de la superficie lisa de la tubería, para lo que se dis- • pondrán collares de .forma conveniente.

Las tuberías de descarga deben dimensionarse con exceso con objeto de que algún deterioro imprevisto no ocasione so- • brecargas excesivas.

En presas de tierra o gravas debe disponerse una llave en el extremo de aguas arriba de la tubería. Unicamente se tole-rará la sustitución de esta válvula por otra colocada en ol extremo de aguas abajo si la tubería se coloca en el interior de otra que pueda servir de drenaje a cualquier filtración.

En los diques de tierra se determinan las .anchuras míni-mas de coronación según el cuadro siguiente:

A l t u r a .

Hasta 40 pies. 100 pies. 150 pies.

Coronación.

10 pies. 15 píes. 20 pies.

Para alturas intermedias se adoptarán anchuras proporcio-nales.

Los taludes de los paramentos serán los siguientes:

A l t u r a .

15 a 40 pies. 40 a 100 pies.

100 a 150 pies.

A^uas arribas.

2 : 1 21/2:1 3 : 1

Aguas abajo.

11/2:1 2 : 1 21/2:1

La Comisión estima necesario un núcleo impermeable en presas de tierra de más de 100 pies de altura que puede con-sistir en una pantalla de hormigón o ser construido hidráulí-

Page 33: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

camente. Se recomienda situar la pantalla a lo largo de la arista de aguas arriba de la coronación o algo más aguas arriba.

En presas de tierra se considera generalmente necesario el drenaje, cuyo objeto debe ser únicamente conducir las aguas lejos del pie del dique, para prevenir asentamientos. Estos drenajes no deben penetrar mucho en el cuerpo del dique para no aumentar la pendiente de la línea de carga de agua.

Los materiales para una presa de tierra deben ser cuida-dosamente elegidos. Cuando la construcción se efectúa por regado y apisonado, las capas no deben exceder de seis pul-gadas de espesor una vez comprimidas. Las apisonadoras de-ben cargar, por lo menos, 2.000 libras por pie lineal y deben pasarse por lo menos tres veces sobre cada punto.

En la construcción de diques por el procedimiento hidráu-lico debe controlarse con esmero la composición de los mate-riales del núcleo, previniéndose que éste contenga materiales gruesos. Debe darse al dique algún exceso de altura para com-pensar el asiento inevitable.

Para diques de gran altura se considera muy favorable el tipo de escollera con buen cimiento y una capa impermeable protectora aguas arriba.

El mínimo para el ancho de la coronación se fija en 12 pies para diques menores de 50 pies. Para alturas de 50 y 100 pies se fijan anchuras de 12 y 16 pies. Para diques superiores a 100 pies de altura se fija un ancho de coronación mínimo de 16 pies. El talud de aguas abajo no debe ser inferior a 1,4 : 1. Unicamente cuando se dispone una capa de escollera colocada puede llegarse a taludes de 1,3 : 1.

El revestimiento de aguas arriba debe ser prefentemente fle-xible, teniendo especial cuidado al proyectar su unión con ia pantalla de arraigo y con los estribos.

No se prescriben límites mínimos ni máximos para las di-mensiones de los materiales.

En cuanto a las presas de gravedad, debe contarse con ia supresión total actuando sobre el área el paramento de aguas arriba y los primeros drenes verticales. En, el resto de la sec-ción debe suponerse que actúa una subpresión igual a la carga hidrostática de aguas abajo.

El sistema de drenaje debe reunir las condiciones siguien-tes:

1." Deben disponerse drenes verticales que se introduzcan en el terreno de cimiento a poca distancia del paramento de aguas arriba y que lleguen hasta la coronación.

Estos drenes deben poder limpiarse periódicamente. 2.° Debe construirse una galería visitable paralelamente al

paramento de aguas arriba que permita la inspección de los drenes y lo más próxima posible al terreno de cimiento.

3." También se construirá un túnel paralelo al eje del río desde la galería anterior al pie de aguas abajo de la presa.

4.» La primera galería recogerá las aguas de todos los dre-nes verticales y permitirá perforar los drenes de nuevo ñi fuera necesario.

5.» En el caso de que se dispongan juntas de contracción inclinadas paralelas a las trayectorias de las tensiones princi-pales, deben tomarse precauciones adecuadas para evitar pre-siones hidrostáticas en dichas juntas.

La Comisión de Ingeniería no concede importancia al peli-gro de deslizamiento de una presa de gravedad, y considera que si el cimiento se ha ejecutado cuidadosamente se verifi-cará la rotura por esfuerzo cortante antes de producirse nin-gún deslizamiento.

La presión de los hielos se tendrá en cuenta en los cálcu-los, y asimismo la presión de los légamos depositados contra el paramento de aguas arriba.

Se prescriben juntas de contracción para tener en cuenta las retracciones del hormigón. Deben ser dispuestas en planos verticales paralelos al eje del río en presas rectas, o en pla-nos radiales cuando la presa es curva. La distancia entre las juntas no debe exceder de 50 pies. También se consideran con-venientes juntas de contracción a lo largo de las trayectorias de las tensiones principales. Estas, sin embargo, tienen el in-conveniente que si se prolongan hasta su intersección con el paramento de aguas arriba dan lugar a presiones hidrostáti-cas en el interior de la presa. Por esta razón, deben dispo-

nerse drenes siempre qUe sé construyan juntas de contrac-ción.

Siempre que una presa de gravedad exceda de 150 pies de altura deben tenerse en cuenta tanto las tensiones principa-les como las secundarias. Para presas de menos altura puede

P Me emplearse la fórmula conocida: S = ± •

A I También se prescribe que se estudien las deformaciones de

los cimientos, aunque no se fija la forma de tenerlas en cuenta.

En el caso de disponerse juntas de contracción inclinadas, deben investigarse las condiciones de seguridad en que se en-cuentren cada una de las columnas linclinadas que resulten.

La mayor objeción que puede hacerse á las presas de gra-vedad de planta curva es que tal como se construyen, asnal-mente resultan planos de cimiento inclinados hacia aguas aba-jo según lineas radiales. Para evitar esta disposición peligro-sa se impone la condición de que el cimiento se ejecute de manera que estas líneas radiales resulten horizontales.

Las presas en bóveda se consideran como una estructura muy ventajosa, teniendo en cuenta que no se ha registrado la ruina de ninguna de estas presas. Sin embargo, se reco-mienda una inspección muy cuidadosa, ya que los proyectis-tas van empleando cada vez secciones más atrevidas. Se -'e-conoce que no existe un procedimiento de cálculo exacto y se relacionan ios métodos que pueden ser aceptados.

No se considera necesario tener en .cuenta la subpresión m estas presas bóveda.

Para la determinación de tensiones puede dividirse la presa en arcos horizontales independientes, calculándose los esfuer-zos por la teoría de la elasticidad. No se admite la fórmula del cilindro que tan empleada fué por los ingenieros ameri-canos en la construcción de sus primeras presas.

La carga de agua puede también dividirse entre arcos ho-rizontales y contrafuertes verticales, teniendo presente !a igualdad de sus deformaciones.

En cambio, no se admite el sistema de cálculo basado en el "arco secundario". Según la Comisión, en cada cota debe em-plearse precisamente el arco que resulte necesario para la resistencia, no considerándose lógico el empleo de un arco primario que haya de hendirse antes de que pueda actuar .31 arco secundario.

En las presas de arcos múltiples se considera que, aunque en general sa hayan obtenido resultados muy buenos, existe el peligro de fisuración de los contrafuertes cuando son de gran altura. Las reglas que da el reglamento pueden emplear-se hasta alturas de presa de 250 pies. Esto no quiere decir que no se puedan construir de mayor altura, sino que en ese caso debe tenerse un criterio de mayor prudencia. En presas de este tipo no se tiene en cuenta la subpresión. Tampoco ve impone im coeficiente de deslizamiento, ya que se da más im-portancia a la buena ejecución del cimiento. Cuando la altura de los contrafuertes excede de 75 pies, se impone el cálculo de la.5 tensiones principales. Si se disponen en ellos juntas de contracción inclinadas deben considerarse las columnas aisla-das que resulten. El armado de los contrafuertes, que es gene- • raímente empleado, no resultará económico para contrarres-tar los efectos de la temperatura cuando la altura excede de los 100 pies. Estas juntas no deben llegar al paramento de agxias arriba, y la parte comprendida entre éste y el fin de la junta debe ser fuertemente armada.

El reglamento impone el empleo de buenos cementos que reú!n.an las debidas condiciones de resistencia, impermeabili-dad e inalterabilidad de volumen. Se recomienda el empleo de medios para el enfriamiento durante el fraguado, evitando asi una retracción excesiva.

La carga de compresión admisible en el hormigón será el 25 por 100 de la resistencia a los veintiocho días .en cilindros "standard" de 6 X 12 pulgadas. No debe excederse de una car-ga de 650 libras por pulgada cuadrada. Se impone a los hor-migones una carga de rotura mínima de 2.200 libras por pul-gada cuadrada a los veintiocho días. Se supondrá que el hor-migón no trabaja a tensión. Sólo se tolera una carga de trac-ción de 100 libras por pulgada cuadrada, que debe ser com-pletamente absorbida por la armadura.

Page 34: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

El acero de las armaduras puede ser solicitado hasta 16.000 libras por pulgada cuadrada en tensión y en compresión a 10 veces la resistencia del hormigón circundante.

En el reglamento se indican y relacionan los pliegos de con-diciones a que deben satisfacer todos los materiales, de !os cuales existen en América muchos bien estudiados, en espe-cial los de la "American Society of Testing Materials".

Durante la construcción deben controlarse las mezclas y se considera más conveniente la dosificación por pesadas que la voliunétrica. Debe tenerse muy en cuenta la humedad ele la arena empleada. No se recomienda el vertido por canales, que obliga en general a emplear una relación agua-cemento ex-cesiva. La máxima altura de vertido no debe exceder de cin-co pies.. Se recomienda la mayor atención durante el fragua-do, conservando el hormigón húmedo durante quince días por lo menos. Durante la construcción se extraerán cilindros de prueba por la inspección- de las obras.

En la redacción de este reglamento, además del autor del articuló original, han contribuido ingenieros tan notables co-mo W. W. Lañe, Fred. A. Noetzli, A. J. Wiley, W. H. Holmes, Paul Baumann y otros varios.—J. Cruz López.

está compuesto de 98 tubos de hormigón armado de 1,20 m. de diámetro interior y 0,15 m. de espesor; su altura es de 7 a 8 m. hasta el techo del cajón. El recinto de tubos está prolongado temporalmente, hasta por encima del nivel del agua por tubos de acero del mismo diámetro. A través de estos tubos ,«suplementarios es-posible remover el terreno con ayuda de rrompefondos y agitadores de airé comprimido. Para lastrar el cajón se emplea agua hasta el momento en que alcanza su posición final; llegado a ella el recinto de tubos es obturado con hormigón sumergido y rellenado hasta constituir una pared maciza y espesa de hoi-migón que hace el papel de ataguía. A su abrigo puede realizarse la excava-ción de las tierras sin acudir al aire comprimido.

Cuando, como ocurre con los fondos del Pequeño Belt, se encuentran terrenos absolutamente impermeables, el trabajo se efectúa completamente en seco. Estas condiciones óptimas no excluyen la posibilidad de emplear este procedimiento en terrenos parcialmente permeables, acudiendo al aire compri-mido con presiones reducidas, o al agotamiento.

De los ensayos previos realizados en las orillas del Pe-queño Belt, se dedujo que tenían una estanquiedad perfecta.

WlSáilllPfxpi'

Figura 1.»

Cortes longitudinal y transversal, y planta tlel puente sobre el Pequeño Belt.

Un nuevo procedimiento de hinca de cajones a gran profundidad. — (David, La Technique des Travaux, vol. VIII, pág. 295.) Los Ferrocarriles del Estado danés construyen actualmente

sobre el Pequeño Belt un puente metálico de cinco tramos con una longitud total de 825 m., cuya cimentación es eje-cutada por un procedimiento origmal y bastante audaz.

El tramo central tiene 220 m. de luz y los adyacentes 165 y 137,50 m. El enlace con la orilla se hace: del lado del Continente por medio de cinco arcos de hormigón armado, y del lado de la isla de Fioniz por tres arcos también de hormigón armado; las longitudes respectivas de estos enlaces son 214 y 138 m. El intenso tráfico marítimo obligó a prever un tirante de aire de 30 a 31 m. por encima del nivel de las

• a.guas normales. Las vigas metálicas principales son del tipo Gerbe,r, estando separadas 16,50 m. de eje a eje para dar paso a un ferrocarril de vía doble y una carretera de primer orden.

Cimentaciones.

El interés principal de esta obra reside en la dificultad de ejecución de las cimentaciones, cuya profundidad varía de 24 a 37 m. bajo el nivel del agua. El suelo está fo.nrjado de arcilla compacta en la cual las pilas penetran a pronfundi-dades de 6 a 7 m. La altura de la pila más alta es de 68 m., que con los 27 m. de altura de la parte metálica, conduce a una altura total de la obra.de 95 m. La superficie de cimen-tación de cada pila es de unos 940 m^

El procedimiento de construcción de estas pilas ha sido estudiado y patentado por la firma Grün & BMfinger A. G.

Las cámaras de trabajo de los cajones están esencialmente constituidas por paredes verticales formadas por tubos en contacto; estas paredes presentan una gran rigidez para re-sistir a las fuertes presiones hidrostáticas encontradas en las grandes profundidades. Además, y este es el principio fundamental del nuevo procedimiento, es fácil obtener la hin-ca, del cajón removiendo el terreno desde el interior de dos tubos por un medio cualquiera, sin tener necesidad de re-currir al empleo del aire comprimido. El recinto del cajón

Los cajones de homigón armado que han de soportar las pilas pesan 6.500 toneladas cada uno; se construyen en un varadero y son botados al agua por procedimientos análogos a los empleados para los navios.

Botadura de los cajones.

Sin embargo, los cajones deben ser construidos y botados invertidos, es decir, con el cuchillo al aire. En efecto, la na-

Flgura 2.«

Corte de una pila.

turaleza misma de los tubos así como la oblicuidad de su terminación, no se prestan a un apoyo eficaz sobre las angui-las de lanzamiento. Una vez botados es pues preciso girar-los 180° para obtener la posición de fondeo.

Page 35: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Las operaciones de lanzamiento se han efectuado con pleno éxito; se habían previsto gatos hidráulicos para iniciar el movimiento del cajón, pero no fueron necesarios.

Basculanáento de los cajónes.

Se obtiene con un lastre de grava sobre uno de los costa-dos, completado con un lastre de agua, para producir un par escorante progresivo, obteniéndose la posición final gra-

Figura 3,"

Corte transversal ele an cajón.

cias a la evacuación automática del lastre de grava en la última fase.

Al principio el cajón tiene una estabilidad negativa y en cuanto se inicia una inclinación nace el par, cuyo brazo de palanca pasa por un máximo después de una rotación de 90°. En este momento comienzan a vaciarse los compar-timentos que contienen la grava, produciendo una reacción en el mismo sentido de la rotación del cajón, cuyo centro de gravedad viene a situarse por debajo del centro de care-na, estabilidad positiva. El lastre de agua es finalmente ex-pulsado con aire comprimido y el cajón adquiere exactamen-te el mismo peso que tenía al principio.

Para fondear el cajón, el hormigón de las pilas ha de al-canzar una altura relativamente grande. La fabricación del hormigón se hace en ima hormigonera flotante; una gran torre de 54 m. de altura asegura la puesta en obra del hor-migón. La manipulación de los tubos suplementarios en los

Figura 4.»

Uno ele los cajones durante su construcción.

trabajos de inmersión, se hace con dos grúas giratorias es-peciales sobre torres.

Aparte de la arriesgada maniobra del basculamiento del cajón, el puente sobre el Pequeño Belt marca una etapa en la evolución de los métodos de trabajo en las cimentaciones

bajo el agua. Prescindiendo del coste, acerca del cual se ca-rece aún de datos, es indudable que el poder trabajar al aire libre a gran profundidad, ofrece ventajas numerosas e in-negables.—J. S.

ELECTROTECNIA

Iluminación de carreteras por lámparas de va por de soáio.—{Bulletin Technique de la Suisse Ro-mande, 21 enero 1933, pág. 20.) En la actualidad se ensaya un nuevo sistema de alumbrado

eléctrico que utiliza las lámparas de vapn- de sodio inventa-das recientemente por ingenieros alemanes d ) . La instalación de este nuevo sistema se ha hecho sobre dos secciones de ca-rretera, una de una longitud de 1,6 km. en los Países Bajos, entre Maestricht y Nimégue, y otra de una longitud de un kilómetro, en Suiza, entre Altstaetten y Schlieren. En la pri-mera sección se han instalado 30 lámparas de vapor de sodio, conectadas en serie y dispuestas de tal modo que la rotura de una lámpara no interrumpe el circuito. A continuación damos los datos comparativos de la lámpara de vapor de sodio con la lámpara ordinaria de filamento de tungsteno:

ILUMINACIÓN EN LUX

Rajo las Entre 1a.s lámparas. lámparas.

T TT

Potencia Factor consumida. de irregula-

ridad.

•Wlr, T'IT

Alumbrado n o r m a l de la carretera.... 11

Alumbrado d e l a m i s ma carretera por lámparas de vapor de sodio 13,2

0,5

2,2

5,3

3,5

22

Fundamento de la nueva lámpara.

La lámpara de vapor de sodio puede ser comparada con el rectificador de atmósfera gaseosa. La atmósfera de este rec-tificador se compone de un gas inerte con una cierta cantidad de vapor de mercurio. En la lámpara de vapor de sodio hay, asimismo, un gas inerte y un poco de sodio metálico. Además contiene un cátodo oxidado y uno o dos ánodos. El funciona-miento es el siguiente: después de haber llevado a la incan-descencia el filamento que constitüye el cátodo, se establece entre los ánodos una diferencia de potencial que da lugar a un arco de descarga. El color rojo inicial de esta descarga está determinado por el gas inerte. La temperatura de la ampolla va en aumento hasta que el sodio pasa al estado de vapor. Desde este momento la emisión de luz se deb» principalmente al vapor de sodio y su color se aproxima cada vez más al amarillo característico de la llama de sodio.

La lámpara empleada en los ensayos está contenida en una ampolla cilindrica de unos 6 X 12 cm. El cátodo ocupa la parte central y los dos ánodos están en los extremos. La ten^ sión del arco es de unos 12 V. y la intensidad de corriente de unos 5 A. La temperatura de la ampolla, necesaria para man-tener una volatilización suficiente del sodio, está comprendida entre 200 y 300» C. Con objeto de acelerar la elevación de

, S-—El primer trabaio de la General Electric Co., lámpara de vapor de sodio, se debe a

W. Mackay, que construyó dos tíDos. uno de bulbo y otro tubular. Posteriormente, el doctor E. Charlton mejoró notablemente la ampara, utilizando el argón a baja presión como gas inerte, para facilitar el encendido rápido de los vapores de sodio. Las dificul-tades para el funcionamiento de las lámparas de sodio están, en primer lugar, en el choque de las moléculas de sodio contra el vidrio, que produce la decoloración de éste por la correspondiente absorción de luz, y en segundo lugar la necesidad de onerar a temperaturas de 200 a 340» C. Ultimamente, N. B. Reynolds trató ae obtener un vidrio apropiado para resistir los efectos del vapor de sodio a elevadas temperaturas, fabricando un fosfato doble de

ordinario. Posteriormente, • lia- obtenido un vidrio borosillcatado de gran

resistencia, que es el que. hasta ahora, ha dado mejores resulta-.Z f ^ lamparas de la General Electric, en Cle-veland, W. M. C ark ha obtenido un vidrio de gran resistencia. Sfr» ®-2 ^'Sunas lámparas que se han construido para ensayos en Nela Park.

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temperatura de la ampolla y reducir el gasto de energía ne-cesaria para mantener el sodio en estado de vapor, la lámpara está rodeada de un globo de vidrio de doble pared, en el inte-rior de la cual se ha hecho el vacío. Para el encendido del fi-lamento se interpone un transformador. La potencia total consumida por el conjunto de la lámpara, el transformador j ' loa conductores que los unen no llega a 100 W. Se ha previsto la manera de regular independientemente la corriente de arco, la corriente de encendido, la tensión y las demás magnitudes que intervienen en el ensayo.

M sistema de alumbrado.

Se ha procurado reducir al mínimo el deslumbramiento, y para ello los focos luminosos van montados en reflectores di-simétricos, cuya radiación hacia adelante está limitada a un ángulo de 75 a 80° con la vertical, mientras que hacia atrás se extiende bajo un ángulo de unos- 25° con la vertical.

La p&rcepoión visual.

La luz de la lámpara de sodio presenta un tinte amarillo-anaranjado y es prácticamente monocromática. Esta cualidad asegura una percepción visual extraordinaria. Las diferencias de color están completamente suprimidas con el nuevo alum-brado y no se observan más contrastes que los de sombra y luz; todo el campo visual se presenta bajo un solo color, como si se tratara de una fotografía. Algunos ensayos y medidas efectuados con el nuevo alumbrado han demostrado que en todos los casos el poder visual del nuevo sistema es mayor del doble del poder visual con el sistema corriente de lámparas incandescentes. Veamos las causas.

Ya es sabido que la refracción de un rayo luminoso depende de su longitud de onda. Cuanto menor es esta última, mayor será la desviación que sufre el rayo al atravesar un medio de diferente densidad. El ojo humano, como todos los sistemas ópticos refractantes, presenta el fenómeno de aberración cro-mática, debido a la desigual refracción de los rayos de dife-rente longitud de onda de que se compone la luz que penetra en el ojo. La consecuencia es que en lugar de una imagen única, situada toda ella en un mismo plano, se forma en el ojo una sucesión de imágenes de diferentes colores, situadas en planos distintos. Por ejemplo, la imagen azul se forma a unos 0,6 mm. delante de la imagen roja. Claro está que todos estos planos de imagen no pueden llegar a coincidir simultá-neamente con el de la retina. Por lo tanto, esta última deberá hacer una elección. Instintivamente, el ojo se dirige a la ima-gen cuya longitud de onda corresponde a;l mayor coeficiente de luminosidad, es decir, a las radiaciones amarillas. Las imá-genes de los otros colores quedarán situadas delante o detrás de la retina y no podrán formar sobre ella más qué impresio-nes poco definidas, compuestas de mMnohas-imágenes en vez de puntos-imágenes. Estas manchas se superponen unas sobre otras, y como sus dimensiones pueden exceder de las de los elementos retiñíanos independientes, el conjunto del fenómeno se traduce, finalmente, por una falta de nitidez y la corres-pondiente disminución en la acuidad de la visión.

Por estas razones tiene enorme ventaja la luz monocromá-tica, ya que con ella sólo se forma en el ojo una imagen de un solo color, desapareciendo las manchas de otros colores que antes se superponían sobre la imagen principal. De aquí la gran acuidad visual que proporciona la lámpara de vapor de sodio; se ha comprobado, por ejemplo, que era posible dis-tinguir a 500 m. de distancia una letra B de 40 X 40 cm. tra-zada en negro sobre blanco con trazos de ocho centímetros de anchura. El poder visual de este ensayo se aproxima al que se obtiene en las circunstancias más favorables con la luz solar.

Ventajas económicas.

A las ventajas de orden óptico hay que añadir las de orden económico. Para producir 5.000 lumens, la nueva lámpara con-sume menos de 100 W., cuando una lámpara de incandescen-cia necesita una potencia mayor de 300 W. Esto permite es-tablecer la conclusión de que la nueva lámpara presenta a la vez la ventaja de una percepción visual por lo menos del doble

de la lámpara ordinaria y la de un rendimiento luminoso tri-ple y, por lo tan,to, un efecto total séxtuple. Cualesquiera que sean las cifras que resulten de los ensayos que ahora están en ejecución, es indudable que la lámpara de sodio ofrece desde ahora ventajas considerables para el alumbrado de ca-rreteras y de grandes espacios descubiertos.—L. López Jamar.

Medidas del efecto corona en lineas entre 220 y 330 kV. — (J. S. Carroll y B. Cozzens, Amer. Inst. Elec. Eng. PaDer 32-113, Pacific Coast Convention, otoño 1932.)

Con motivo de una discusión económica sobre la línea de transporte de Boulder Canyon a Los Angeles, se efectuaron medidas del efecto corona con tensiones de fase hasta 600 kV en cables huecos de cobre y aliuninio, de diámetros compren-didos entre 2,87 y 5,1 cm. Durante las medidas se deter-minaron oscilaciones diarias en las pérdidas por efecto co-rona, cuya magnitud no podía ser debida a las variaciones diarias de la presión barométrica. De otros ensayos, cuyos resultados aún no han podido ser valorados, parece deducirse que los valores de la densidad del aire no deben calcularse a partir de su temperatura, sino de la del conductor. Además, se dedujo que la tensión critica XJ no es proporcional a la

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Figura l.«

Pérdidas por efecto corona en un con-ductor de SjSii em. de diámetro.

Ordenadas : Pérdidas por coroBa en kW/km Abscisas : Tensión de servicio en kW

densidad del aire como se supone en general, sino que está relacionada con ésta por otra función.

El estudio de la influencia del estado de la superficie del cable sobre las pérdidas por efecto corona, dió por resultado que estas últimas están notablemente aimientadas por la gra-sa que queda adherida a los cables recién fabricados. Se puede conseguir una notable reducción de las pérdidas por efecto corona producidas por esta causa, lavando los cables en una legía que disuelva la grasa y otras impurezas, lim-piando seg-uidamente con agua. La linea 1 de la figura 1.° indica las pérdidas de un cable nuevo sin lavar de 2,87 cm. de diámetro que, una vez salido de la fábrica, había estado almacenado durante tres años. La línea 2 indica las pérdidas del mismo cable, una vez lavado. El pulido con la carda de cables lavados, reduce muy poco las pérdidas por efecto corona, como indica la línea 3. En cambio, el pulimentado cuidadoso con pasta reduce notablemente las pérdidas, como puede verse en la linea 4. Sin embargo, al cabo de pocos días, las pérdidas vuelven a acercarse a las que tiene el cable sometido sólo al proceso de lavado.

Con el fin de imitar las circunstancias que se dan en la colocación de los cables, se arrastró sobre arena fina en un trayecto de unos 750 m. La línea 5, que representa las pér-didas en este caso, está muy poco por debajo de la corres-pondiente al cable recién fabricado. Las pérdidas se reduje-ron al cabo de siete mieses hasta un nivel algo inferior a las correspondientes al cable lavado, y a partir de esta fecha, permanecieron aproximadamente constantes.

Al aumentar el diámetro del cable, el límite de la tensión de servicio en cables nuevos y lavados del que no pasan las

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pérdidas por corona de un valor admisible, se desplaza hacia arriba ©n una cantidad que es proporcional a;l factor r log g / r de la tensión crítica (r, radio del cable; S, distancia entre conductores). Una transposición completa de los hilos de una línea trifásica en una longitud de 300 m. dió, por lo que se refiere a las pérdidas por corona, el mismo resultado que si no se hubiera hecho. Colocados los tres hilos en im plano, se obtuvie.ron unas pérdidas algo mayores que en la disposición en triángulo con lados eijuivalentes.—B. M.

La electrificación en Hnngria. —(Derí, Revue gené-rale de VElectricité, vol. XXXI, pág. 360.) Hungría ha contribuido notablemente al desarrollo de la in-

dustria eléctrica, como lo prueba el que al lado de nombres como el de Siemens, Gramme, etc., se encuentre el del sabio húngaro Jedlik, que creó el tipo de dínamo unipolar. La dis-tribución de energía eléctrica en alta tensión con el empleo de transformadores se introdujo en la industria por los inge-nieros húngaros. El desarrollo eléctrico de este país responde a las necesidades de una electrificación intensa.

Su cifra de negocios de la industria eléctrica, en el año de 1930, fué de 287 millones de francos franceses; ascendien-do la exportación a cien millones, mientras que la importa-ción fué sólo de 52 millones.

Al reducirse, a consecuencia de la guerra, la superficie del territorio, de 282.870 km.- a 92.607 km.=, la energía eléctrica disponible ha disminuido de 2.000.000 CV. a 173.000, de los que actualmente se utilizan solamente unos 4.000. Hoy se tiende al desarrollo de las centrales hidoreléctricas, pero hay que advertir que la utilización de las fuerzas hidráulicas, hasta ahora improductivas, produciría grandes gastos, que reduci-rían el valor económico de esta energía.

La electrificación de esta nación se basa en la utilización de la hulla; el país dispone de una cantidad total de carbones de 666 millones de toneladas, comprendiendo en ellas a los lignitos. La extracción anual se eleva a 7,8 millones de tone-ladas. Las sociedades hulleras han sido las primeras que han construido grandes líneas eléctricas, partiendo de subcentra-les situadas en las proximidades de las minas.

El gas natural encontrado en algunos puntos se utiliza tam-bién para producir energía eléctrica, pero sólo en centrales de una importancia exclusivamente local.

En la actualidad, Hungría tiene poca energía susceptible de ser empleada en electrificaciones y, además, carece de los ca-pitales necesarios para el desarrollo intenso de las instala-ciones eléctricas.

Hoy día ss tiende a disminuir el número de las centrales eléctricas que emplean carbón y aceites pesados. Esta tenden-cia se traduce en la concentración de la producción en grandes centrales modernas y de rendimiento más económico gracias a las líneas que permiten la interconexión de las redes de distribución. Una ley moderna favorece dicha concentración e interconexión, pues, generalmente, producen una economía de combustible.

A continuación damos algunos datos interesantes sobre las instalaciones: En 1930 había 174 centrares de servicio pú-blico, con una potencia total instalada de 525.232 CV., de los que 32.708 son producidos por máquinas de vapor, 455.791 por turbinas de vapor, 14.534 por motores Diesel, 18.067 por motores de gas y 4.132 por turbinas hidráulicas.

De 1925 al 30 el número de centrales disminuye, pero su po-tencia total aumenta. La forma más extendida de distribución es la corriente trifásica de 50 períodos. En el año 30 los ha-bitantes que se alumbraban por corriente eléctrica eran el 69 por 100; durante dicho año se ha notado una disminución en la producción, como consecuencia de la crisis económica, pareciendo que en el 31 dicho descenso se ha acentuado. El consumo medio anual, en 1930, fué de 65 kW-h. por habitante, con una población de ocho millones; considerando solamente la capital y sus alredadores, dicho valor asciende a 150 kW-h.

La longitud de las líneas de transporte y redes de distribu-ción en alta era, en el 1929, de 6.973 km., y en baja, de 10.425 kilómetros. Comparando la potencia instalada en las\ centra-les y su producción, se puede comprobar que el tiempo de su utilización no llega más que al 7,2 por 100.

La central más importante es la térmica de Kelendof, que alimenta a Budapest, y su potencia instalada actualmente es de 186.000 kVA., que se elevará, merced á un grupo turbo-alternador, hasta 230.000 kVA. La distribución de esta ener-gía se efectúa, por medio de una red de cables, a 30 kV., au-mentando las redes de 10.000 y 5.000 V., que, a su vez, se reduce a la tensión de consumo a 110 ó 220 V., y si es para usos industriales, a 190 ó 380 V.

Se emplea la energía producida por las centrales públicas para el alumbrado, usos domésticos, industria y agricultura. El empleo en la industria es muy reducido, a causa del precio relativamente elevado de esta energía. La electrificación de la agricultura progresa muy lentamente, a causa de los esca-sos recursos de la población.

Las tarifas son diferentes, según las condiciones y cantidad de la energía consumida. Recientemente, sobre todo en Buda-pest, se han establecido tarifas reducidas para los usos do-mésticos, especialmente para los servicios de cocina.

Existen varias líneas de tranvías y ferrocarriles de interés local que están electrificadas, alcanzando su longitud a 427 kilómetros. Se han electrificado los 160 km. de la línea de Budapest a Hegyeshalom.—L. N.

FERROCARRILES

Automotores monofásicos para el Pennsylvania 'R?aro2iá.—{RevtíeBwwn Boverí,\o\. XIX, pág. 219.) La Compañía del ferrocarril de Pennsylvania ha puesto en

servicio cinco automotores monofásicos para el tráfico de la ciudad de Filadelfia. Los coches poseen un equipo de control automático que les permite el servicio en unidades múltiples con otros automotores diferentes. En lo que se refiere al equipo eléctrico, los automotores difieren de los que se ütili-zan habitualmente en Europa.

Los trenes para el servicio de cercanías de la ciudad de Filadelfia están formados por automotores, cuyo número pue-

. de llegar a ser hasta de 12 ó 14. La Compañía dispone de unos 350 automotores, cuyas características, en lo que se re-fiere al esfuerzo de tracción y a la velocidad, son muy pare-cidas. Se utiliza corriente monofásica de 25 períodos, a la tensión de 10.500 V. en la línea de contacto. Las caracterís-ticas de los nuevos automotores son las sigtiientes:

Galga 1,435 m. Tensión media en la línea de contacto... 10.500 V. Potencia en la llanta: Continua 400 CV.

Horaria 450 CV. Velocidades correspondientes 77 y 65 km./hora. Velocidad máxima 112,5 km./hora. Esfuerzo de tracción máximo 3.600 kg. Tipo Bo. 2. Número de motores 2. Peso del automotor 57 t. Peso adherente 32 t. Número de asientos 68. Relación de la transmisión 1 : 2,29. Frenos: neumático y electroneumático.

El aparato de mando es un combinador de siete posiciones movido por accionamiento electroneumático. Su funcionamien-to está provocado por un relé de aceleración regulable. El arranqué del tren es muy suave, pues las puntas de los esfuer-zos de tracción en los diferentes coches no se producen si-multáneamente. La manecilla de mando tiene las cuatro posi-ciones siguientes: posición cero, posición de maniobra, pri-mera posición de marcha y segunda posición de marcha.

La puesta en marcha del automotor se hace de la manera siguiente: Se pone la manivela de mando en posición cero, se introduce una ficha en la ranura correspondiente situada en el combinador, que une los circuitos de mando con la ba-tería, se levanta el pantógrafo por medio de un pulsador y se continúa moviendo la manivela de mando. No hay interrup-tor principal. Cuando se baja el pantógrafo se corta la co-rriente en vacío del transformador.

Una característica de estos automotores. es la protección

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contra los cortocircuitos sobre ei primario del transformador, reaüzada por medio de un relé destinado a bajar el pantógra-fo. En caso de cortocircuito, el relé deja levantado el pantó-grafo, y los interruptorés automáticos de las subestaciones cortan durante algunos segundos la alimentación de la línea. Un instante después de suprimir la tensión en la línea, el relé antes citado hace descender automáticamente el pantógrafo del automotor donde se haya producido el cortocircuito. Este automotor queda desconectado y los interruptores de las sub-estaciones se cierran automáticamente, con lo cual los demás automotores del tren remolcarán al que haya producido el cortocircuito como si se tratara de un coche remolque ordi-nario. Los pocos segundos durante los cuales cesa la alimen-tación de la línea casi no interrumpen el servicio.

El transformador está acorazado y refrigerado por venti-lación. Las compañías ferroviarias americanas no permiten que sus locomotoras lleven transformadores en baño de aceite más que en muy pocos casos, por temor al peligro de incendio. Cada automotor tiene un solo pantógrafo, que se levanta por aire comprimido y baja por su propio peso.

Los automotores están provistos de un relé de patinaje.

para deformarse, mientras que la junta soldada puede ser tan resistente, y aun más, que los elementos ensamblados. Por esta razón, toda deformación importainte que se produjera en una construcción soldada, quedaría limitada al metal base, y,

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Figura 1.» Influencia de 'a entalladura de ia probeta so-bre la resistencia a la rotura de las soldaduras

por arco.

por consiguiente, sólo este metal debe poseer el grado de ductilidad necesario desde el punto de vista de la seguridad de la construcción. Esto parece exacto cuando se trata sola-mente de grandes deformaciones plásticas; pero en la prác-tica, la ductilidad de los ensambles soldados tiene que des-empeñar otra función: debe combatir las sobretensiones. El autor demuestra que, desde este punto de vista, tanto el metal de soldadura como el metal base deben poseer un grado d2 ductilidad suficiente.

En toda pieza metálica destinada a resistir esfuerzos, exis-ten sobretensiones que resultan de discontinuidades de forma y aparecen en el interior del metal y en la proximidad de las oquedades e imperfecciones del mismo. Si este metal es dúc-til, estas sobretensiones lleg-arán, todo lo más, a alcanzar el valor del límite elástico. En efecto, por encima de este límite y a consecuencia de las deformaciones plásticas el exceso de tensión actuará sobre los puntos menos solicitados, de modo que todos los puntos de la misma sección se encontrarán final-mente sometidos a una misma tensión (próxima al límite elás-tico). Como la ductilidad permite así una distribución más uniforme de las tensiones, se puede conseguir que la resis-

Figura 1.» Esquema que explica el funcionamiento del relé para el descenso

del pantógrafo de los automotores del Pennsylvania.

Cuando se embala uno de los motores, se desconecta auto-. máticamente el contactor principal, con lo cual quedan des-conectados los dos motores acoplados en serie. Las dos bo-binas del relé de patinaje actúan recíprocamente una sobre otra; cada una de ellas está conectada con el inducido de uno de los motores. Si la diferencia de tensión de los dos mo-tores, y, por consiguiente, la de las dos bobinas, excede de un valor determinado, el relé bascula y corta el circuito de ac-cionamiento de la válvula del contactor principal, desconec-tando este último. El contactor principal se utiliza también para interrumpir en caso de sobrecarga o de cortocircuito el secundario del transformador. Todo el equipo eléctrico ha sido suministrado por la Brown Boveri.—L. López Jamar.

MATERIAI.ES DE CONSTRUCCION

Importancia de la ductilidad en la resistencia de la soldadura eléctrica.—(D. Rosenthal,/owma/ of the American Welding Society, vol. IX, pág. 769.) Está bastante extendida la idea de que las soldaduras no

deben tener la misma ductilidad que el metal base. Se justi-fica esta opinión diciendo que la junta roblonada es el punto más débil de una construcción y, por consiguiente, más apto

Figura Variación de las contracciones térmicas y de las dilataciones elásticas máximas de una

soldadura en X.

tencia a la rotura de una sección sometida a sobretensiones sea mayor que la prevista por el cálculo. La experiencia de-muestra que esta resistencia puede incluso exceder de la carga

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de rotura por tracción simple del material. Este es un hecho bien demostrado para el acero de construcción. Los ensayos siguientes demuestran que sucede lo mismo para el metal de-positado en la soldadura, a condición de que sea suficiente-mente dúctil.

Los ensayos se han realizado sobre probetas de tracción especialmente confeccionadas, con muescas laterales (fig. 1."). Se han empleado varias clases de electrodos: 1.° Un electrodo de revestimiento ligero (curva D), que deposita un metal de ductilidad mediocre; y 2." Un electrodo de revestimiento ma-yor (curva M), que da un depósito muy dúctil. Según la fi-gura 1.% la tensión • máxima en kg./mm.= aumenta para los dos depósitos, cuando aumenta el efecto de la muesca, es de-cir, cuando la relación R /h (R = al radio de curvatura, y h = la profundidad de la muesca), disminuye. El aumento de la resistencia es menos marcado en el caso del electrodo con revestimiento ligero D que en el otro electrodo M. La curva inferior A se refiere a ensayos similares efectuados con hilo desnudo. El diagrama no muestra aumento alguno de resis-tencia. Por el contrario, a medida que disminuye la rela-

Figura 3.»

Probeta soldada y testigo no soldado para el ensayo a choques repetidos.

ción R/h, la tensión máxima del depósito disminuye. Parece, por lo tanto, que este depósito no posee suficiente ductilidad para combatir las sobretensiones.

Las sobretensiones en la soldadura pueden producirse: a) Durante la retracción en el período de enfriamiento. b) Bajo las cargas aplicadas en servicio.

Sobretensiones durante el enfriamiento.

Examinemos una pequeña capa de metal fundido, deposi-tado entre dos planchas de algún espesor, achaflanadas en X (figura 2.»). Si el metal estuviera libre para contraerse, se deformaría linealmente (aproximadamente un 1 por 100), al pasar de 600° a la temperatura ambiente (curva A) . Como el conjunto es indeformable, el depósito, en lugar de contraerse, se deformará, por el contrario, en la misma proporción del 1 por 100 durante el enfriamiento. De este modo nacen las tensiones internas. La deformación que producen estas ten-siones es menor, sin embargo, que la indicada por el diagra-ma A. Si se admite una distribución uniforme de tensiones en la sección de soldadura, esta deformación corresponderá a la deformación elástica máxima revelada a cada tempe-ratura por un ensayo de tracción de corta duración (curva B).

Como indica la curva B, a medida que disminuye la tem-peratura, la deformación elástica aumenta y con ella aumen-tan las tensiones internas. Las condiciones más desfavorables, desde el punto de vista de la seguridad, se presentan, pues, en la proximidad de la temperatura T, que corresponde a la intersección de las curvas A y B. Es, en efecto, entre 100 y 200° cuando la relación de la deformación elástica al alar-gamiento total alcanza su valor máximo en el caso de un acero dulce ordinario. Si en este momento la capa de solda-dura sufre un esfuerzo suplementario (por ejemplo, por haber

depositado otra capa en la parte opuesta de la arista- por la que se unen ambas piezas), la tensión aplicaaa puede excede^ del límite elástico e incluso llegar a la carga de rotura si no se toman suficientes precauciones. El peligro de rotura es tanto mayor cuantas más impurezas contenga el depócit::,, tanto macroscópicas (inclusiones de escorias, gases ocluidos), como microscópicas (agnijas de óxido y de nitruro), es decir, cuanto más quebradizo sea. Es un hecho bien probado que las impurezas del interior del metal pueden producir sobre-tensiones. El autor expone algunos diagramas de rayos X, que demuestran que solamente los depósitos de soldadura dt alta calidad pueden ser considerados como ubres de tensiones. internas.

Sobretensiones debidas a las cargas en servicio.

Mediante la aplicación de los métodos fotoelásticos se ha podido determinar la distribución de tensiones en las seccio-nes de algimas piezas sometidas a esfuerzos. De estos estu-dios se deduce que se pueden producir sobretensiones por discontinuidad en la forma de las piezas. Después de detallar los resultados de estos ensayos, el autor expone su opinión de que estas sobretensiones pueden ser reducidas por el em-pleo de un metal dúctil.

Sobretensiones en la zona de unión de la soldadura.

Los ensayos últimamente citados han demostrado también la existencia de sobretensiones en la zona de unión, entre el metal base y el metal depositado. Estas sobretensiones no pue-den ser reveladas por ensayos estáticos. En general, si la sec-ción de soldadura es suficiente, la rotura tendrá lugar fuera de la junta. No sucede lo mismo en los ensayos de fatiga. En efecto, algunos experimentadores alemanes han podido obser-var roturas en la zona de imión, bajo el efecto de cargas re-petidas. Si esto fuera asi, no se podría pensar en reforzar la junta aumentando el volumen de metal depositado. En cam-bio se puede aumentar su resistencia por un tratamiento me-cánico, por ejemplo, por martilleo, suponiendo que el metal sea suficientemente dúctil para permitir la deformación. Así lo demuestran los ensayos emprendidos por el autor. Parece que el tratamiento por martilleo crea tensiones residuales de compresión que disminuyen la magnitud de las sobretensio-nes en los ensayos. La figura 3.° representa el tipo de pro-beta adoptado por el autor para sus ensayos. En ella se crea-ban tensiones residuales de compresión sometiendo a trata-miento de martilleo la junta A A ' de probetas en T soldadas. Estas probetas han sido sometidas a ensayos de choques re-petidos en la máquina de Amsler. Las probetas soldadas y martilladas han soportado antes de romperse el mismo nú-mero de choques alternativos que las probetas no soldadas, mientras las probetas no martilladas se rompieron bajo un número de choques dos veces menor.

Todas estas experiencias demuestran que, incluso desde el punto de vista de la duración, puede ser ventajoso para la junta soldada poseer cierto grado de ductilidad. Actualmente no es posible fijar el valor exacto de esta ductilidad. Sin em-bargo, teniendo en cuenta el estado complejo de las tensiones en la parte de la soldadura, parece lógico exigir que sea tan elevada como fuera posible, tanto en el metal base como en el metal de soldadura. En Europa occidental se participa, en general, de esta opinión. Estiman que imponer un límite infe-rior de ductilidad es tan importante como imponer un límite inferior de resistencia.

En cuanto a la medida de la ductilidad, como se trata de medir el efecto de las tensiones locales en la soldadura, el ensayo de resilencia parece el más indicado y, en efecto, los resultados obtenidos en los ensayos de resilencia coinciden con los de alargamiento medido en el ensayo ordinario de tensión.

Aunque el autor no conoce un ensayo sistemático que per-mita establecer una relación entre el ensayo de resilencia y el ensayo de doblado, cree, por su experiencia en esta última clase de ensayos, que, a excepción de muy pocos casos, existe una correlación absoluta entre ambos ensayos.—h. López Jamar.

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S E C C I O N DE E D I T O R I A L E S E I N F O R M A C I Ó N G E N E R A L

A ñ o X I . - V o l . X I . - N ú m . 1 S 8 . Madr id , a g o s t o 1933

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Secretarlo de Redacción: É. Rodríguez Mata.

Sumario:

Las cmrientes vagabun-das y su acción destruc-Uva, por V. de Buen

Los motores Diesel y sus 401

406 El problema de la produc-

ción de energía eléctrica en Guipúzcoa, poí J. M. Vedruna 407

Consideraciones relativas a las bóvedas catala-nas 414

La tubería forzada del mayor salto del mundo. Ensayos sobre tubos de acero zunchados, por G. Sirovich 417

Pluviometría y aforos, por J. Gelpí Blanco 427

Empleo de la arcilla para impedir filtraciones 431

D a OTRAS REVISTAS:

El puente de Trwnebergs-sund 432

Reglamento para la cons-trucción de presas del estado de Arizona 432

Un nuevo procedimiento

de hinca de cajones a gran profundidad 435

Iluminación de carreteras por lámparas de vapor de sodio 436

Medidas del efecto corona en líneas entre 220 y 330 hV 437

La electrificación en Hun-gría 438

Automotores monofásicos para el Pennsylvania Railroad 438

Importancia de la ductili-dad en la resistencia de la soldadura eléctrica... 439

EDITORIALES :

La tendencia a la hipér-bole en obras públicas. 441

INFORMACIÓN GENERAL:

El nuevo Reglamento de instalaciones eléctricas receptoras 442

Las plazas y edificios mi-nisteriales en la prolon-gación de la Castellana 448

Noticias varias 449 Bibliografía 460

Editoria les Lu tendencia a la hipérbole en obras públicas.—Nos

sugieren estos comentarios no tanto las lecturas en los grandes diarios de tai o cual fantástico proyecto, como la mansedumbre con que por técnicos y pro-fanos son acogidos. Un día es el túnel bajo el Estre-

cho de Gibraltar, idea genial, exponente claro de que no están más que adormecidas las facultades aven-tureras de nuestra raza; otro, la estación por pisos del ferrocarril de enlace o la transformación de una zona baldía en tierra de promisión, más feraz y rica aún que la bíblica. Quienes sigan un poco atentos la vida nacional y más particularmente lo que se refiere a iniciativas o proyectos de obras públicas, tendrán necesariaménte que sorprenderse del sinnúmero de sugestiones viejas, que disfrazadas con flamante ro-paje son sacadas a la luz para ser durante unos me-ses objeto de im entusiasmo pueril, lleno de fervor partidista.

¿A qué se deberá este fenómeno? ¿Es que los es-pañoles hacemos con los millones invertidos en las obras patrocinadas por el Estado lo que los niños con los juguetes ? Un plan de ferrocarriles lanzó Guadal-horce y cuando al juguete se le rompió la cuerda lo arrojamos airados a im rincón. Pocos meses después el mismo muñeco, desposeído de su carácter rural, vuelve a servir de distracción, hasta que una nueva falta de la cuerda proAdnente del Ministerio de Ha-cienda nos haga renegar del juguete y de quien nos lo trajo.

Y no vayamos a caer en el tópico de que esto que nos pasa se debe a exceso de imaginación. Quienes imaginan mucho, no paran pronto, siguen insistiendo y piensan el desarrollo de su hijo cerebral. Nuestros caprichos no han pasado por el cedazo del buen sen-tido. Se lanzan, nos ilusionan y son acogidos sin disputa, y esto, que para el gran público puede ex-plicarse, es imperdonable sea aceptado por los secto-res técnicos.

Por esto y porque en la medida de nuestras fuerzas hemos respondido inmediatamente contra toda clase de fantasías, lo mismo de origen periodístico que mi-nisterial, aunque todas pequén del mismo vicio de sensacionalismo, nos podemos extrañar de la ausen-cia de reacción del mundo técnico, obligado por su preparación propia a decir al gran público por la Prensa y por sus mismos órganos y revistas lo que piensa de esos planes lanzados a la publicidad jen los diarios con la misma tranquilidad con que, en el aspecto médico, ofrecen curar con dos pildoras lo que todo el mundo profesional sabe que no tiene solución.

Y así, por esta dispersión de la atención y del es-fuerzo, que en lugar de insistir sobre lo bien iniciado pasan a lo estrepitoso, atraídos por lo grande y pseu-donuevo, como las mariposas por la luz, todo el tra-bajo nacional orientado en el sentido de obras pú-blicas se pierde estérilmente, no concluyéndose lo co-menzado y empezando en su lugar nuevas empresas destinadas a no verse nunca utilizadas provechosa-mente. Y una culpa muy grande de que esa disper-sión se produzca se debe a la ausencia de estudios críticos de quienes tienen, por su especial situación y preparación, la obligación moral de impugnar los pro-yectos que ya en el encabezamiento llamamos hiper-bólicos. .

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1 n f o r m a c 1 o n g e n e r a

El nuevo Reglamento de Instalaciones Eléctricas Receptoras

La "Gaceta" del día 7 de julio últi-mo inserta el nuevo Reglamento de Ins-talaciones Eléctricas Receptoras, que publicamos íntegramente a continua-ción.

TITULO PRIMERO

DE LAS INSTALACIONES RECEPTORAS EN GENERAL

CAPITULO I

Definición y clasificación.

Artículo 1." Se entiende por instala-ción .receptora o de consumo la que utilice la energía eléctrica para el alumbrado, fuerza motriz, calefacción o usos industriales cualesquiera, bien se tome esta energía de una distribución general o bien generada po,r el mismo que la utiliza exclusivamente para su servicio particular.

Las subcentrales o casetas de trans-formación, que por su carácter estén comprendidas en la acepción técnica de estaciones de transformación, no es-tán incluidas en este Reglamento, pero sí los transformadores que forman par-te de las instalaciones receptoras des-tinadas a utilizar la corriente en sus diversas aplicaciones.

Artículo 2." Se considera baja ten-sión, a los efectos de este Reglamento, aquella corriente en que la diferencia de potencial que exista entre im con-ductor y tierra no sea superior a 200 (doscientos) voltios, en corriente conti-nua, y 150 (ciento cincuenta) en corrien-te alterna.

Articulo 3." En las instalaciones de mayor tensión a la señalada en el ar-tículo anterior, se tendrán también en cuenta las prescripciones establecidas en el Reglamento general de instala-ciones eléctricas, teniendo presente que las garantías de aislamiento y seguri-dad deben corresponder siempre al ma-yor o menor peligro que ofrezcan.

Del miismo modo, cuando para poner en servicio una instalación receptora haya que tomar la corriente de una li-nea de alta tensión, la derivación y la instalación del transformador se suje-tará a lo dispuesto en aquel Reglamen-to y se tendrá especial cuidado en que los circuitos y las lineas de alta y baja tensión estén bien aislados y protegi-dos por cortacircuitos apropiados.

Artículo 4." Las instalaciones de ten-sión pequeña y corriente débil, como te-léfonos, timbres, relojes, avisadores, et-cétera, no necesitan ningima comproba-

ción ni están sometidas a este Regla-mento, salvo el caso de que se alimen-ten de las redes ordinarias de baja ten-sión que suministran, la corriente para alumbrado y fuerza motriz, etc.

Artíciilo 5." En las instalaciones que puedan producirse fenómenos de capa-cidad e inducción que perturben las on-das radiadas, se adoptarán los disposi-tivos que la técnica aconseje y se pre-ceptúen en disposiciones de la Admi-nistración.

CAPITULO II

De las condiciones generales que deben reunir las instalaciones receptoras.

Artículo 6." Todos los conductores de energía eléctrica empleados en estas instalaciones, así como sus soportes, ex-cepto en el caso de tratarse de conduc-tores subterráneos o empotrados en la pared, serán accesibles y se colocarán de miodo qüe puedan ser fácilmente re-visados y . reemplazados.

Articulo 7." Las líneas a la intem-perie estarán formadas por cables o hi-los desnudos, colocados sobre aisladores de campana, con una separación entre conductores no inferior a 20 centíme-tros y a una distancia mínima del suelo de cuatro metros.

Los conductores colocados en soportes sujetos a las fachadas de los edificios, lo estarán en forma que resulten inac-cesibles desde el suelo y no puedan to-carse desde las ventanas, terrazas, bal-cones, etc., y estarán distanciados 10. centímetros, por lo menos, de los mu-ros, sin que nimca puedan llegar a es-tablecer contacto con estos, ni aim en el caso de los más fuertes vientos. Cuan-do las fachadas no tengan stificiente al-tura, podrá reducirse la distancia al suelo señalada en el párrafo anterior, siempre que aquéllos no crucen espa-cios de tránsito rodado. Las derivacio-nes o acometidas se harán de modo que no produzcan esfuerzos mecánicos sobre los conductores de distribución, y en las destinadas a penetrar en el in-terior de los edificios, se emplearán con-ductores aislados. En esta clase de ins-talaciones podrá emplearse, en todo o en parte, hilo bajo plomo, que ofrezca las debidas garantías de sección y ais-lamiento.

Artículo 8.° En las instalaciones ba-jo techado se emplearán, en general, ca-bles o hilos aislados, que se colocarán de una o de las dos maneras siguientes:

a) Sobre aisladores, de modo que los conductores estén siempre a un centí-metro de distancia mínima de los muros

en los lugares secos, y de cinco centíme-tros en los húmedos.

En este caso- y en los demás que con-signa el Reglamento, se entiende que los aisladores estarán construidos de ma-teriales incombustibles.

b) En el interior de tubos manifiesta-mente protectores empotrados o no en los muros, y con cubierta metálica o sin ella, cuidando, en el caso de que la tenga y de ser la corriente alterna, de que los dos o más hilos de un mismo circuito vayan dentro del mismo tubo, a menos que la cubierta sea de mate-rial no magnético.

El diámetro de los tubos, el radio de ^os. codos y el emplazamiento de las cajas de empalme, deben ser tales, que permitan introducir y retirar fácilmen-te los conductores, después de coloca-dos aquéllos.

También se permitirá el empleo de cables con aislamáento impermeable y cubierta de plomo sujeta por grapas a la pared, cuando este aislamiento sea suficiente para resistir una prueba de tensión alterna de 1.000 voltios efica-ces después de veinticuatro horas de inmersión en el agua, y los empalmes se hagan en cajas o piezas adecuadas, que presenten la misma rigidez dieléc-trica.

Se prohibe en todo caso el cajetín de madera.

Sólo se empleará el cordón flexible para las derivaciones correspondientes a un receptor o grupo de receptores que deban fimcionar simultáneamente, y se usará siempre colocándolo sobre poleas de porcelana, prohibiéndose fi-jarlo en los muros por medio de hor-quillas o grapas.

El cordón flexible deberá ser siem-pre vulcanizado, entendiéndose por tal, cuando va protegido por un tubo de caucho vulcanizado.

Los conductores móviles deberán co-nectarse con los fijos de la instalación .por medio de disposiciones de enchufe u otros apropiados de toma de corrien-te.

Artículo 9.° En el interior de edifi-cios sólo se permitirá el empleo de conductores desnudos sobre aisladores, exceptuándose los unidos permanente-mente a tierra en los siguientes casos:

a) En fábricas, talleres u otros lo-cales industriales construidos con ma-teriales incombustibles y que no con-tengan polvo, fibras, gases inflamables o explosivos, y siempre que los con-ductores no puedan tocarse inadverti-damente y su separación de los muros sea, como mínimo, de cinco centímetros en los locales secos, y 10 centímetros en los húmedos.

b) En los mismos locales, cuando se produzcan vapores corrosivos, utilizan-do los conductores recubiertos de bar-

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niz Inalterable a los citados vapores, y colocados en las mismas condiciones que se han indicado en el apartado a).

c) Excepcionalmente, en los loca-les no completamente construidos con materiales incombustibles, los que de-ban servir de líneas de contacto, cuan-do su colocación aleje por completo to-do peligro.

d) Cuando la, tensión no pase de 20 voltios.

Artículo 10. Para atravesar muros, tabiques y teclios, los conductores de-berán estar protegidos por tubos de suficiente resistencia mecánica, y si éstos son metálicos, aquéllos deberán tener un aislamiento supletorio, que deberá sobrepasar im centímetro los extremos del tubo; los íinales de los tubos protectores correspondientes a los paramentos exteriores, deberán ser de porcelana o vidrio y estar dispues-tos de numera que no sea posible la entrada o acumulación de agua en su interior por efecto de la lluvia.

Sólo se podrá ¡prescindir del aislamien-to supletorio que acaba de señalarse, cuando se trate de perforar tabiques en locales perfectamente secos.

Cuando se atraviesen pisos o techos, el tubo metálico deberá sobresalir del suelo en 15 ó 20 centímetros, y la parte aislante im centímetro más.

Siempre que sea factible se evitará el cruce de los conductores con cañe-rías de agua, gas, vapor, etc., así co-mo con otras distribuciones eléctricas (timbres, teléfonos, etc.). Cuando sea preciso efectuar uno de estos cruces, se dispondrá un aislamiento supletorio.

Cuando en el mismo tubo vayaji con-ductores para la instalación de timbres, además de los de la distribución gene-ral, aquéllos deberán ser necesariamen-te de tipo vulcanizado.

Artículo 11. Los conductores pueden ser de cobre u otro metal y su sección será la suficiente para que, habida cuen-ta de los efectos miecánicos que sufran, el esfuerzo a la tracción no sea nunca superior al tercio de la carga de rup-tura.

En las lineas exteriores se determi-nará el esfuerzo de tracción, teniendo presente los efectos del viento y de la nieve, además del peso del conductor, en la forma que señala el Reglamento general de instalaciones eléctricas; en las líneas colocadas en el interior de los edificios sólo se considerará el peso del conductor y la temperatura más baja que sea presumible en el local.

Los soportes de las líneas aéreas de-berán presentar condiciones de solidez, en armonía con los esfuerzos determi-nados, como acaba de Indicarse.

La sección mínima admitida para ca-da conductor de cobre será la siguiente: Conductores desnudos colocados a la in-temperie sobre aisladores de campana, cuatro milímetros cuadrados.

Conductores desnudos o cubiertos co-locajos en el interior de los edificios, y sobre aisladores distantes más de un metro, tres milímetros cuadrados.

Conductores cubiertos, colocados so-

bre aisladores a una distancia máxima de un metro, o dentro de tubos protec-tores, dos y medio milímetros cuadra-dos en las líneas generales, y un milí-metro cuadrado en las pequeñas insta-laciones de alumbrado cuya potencia no sea superior a 100 vatios.

Para los flexibles se admitirá una sec-ción mínima de siete décimas de milí-metro cuadrado.

Artículo 12. La sección de los con-ductores será proporcionada a la co-rriente máxima que tengan que con-ducir, evaluada ésta por la que deter-mine la fusión de los cortacircuitos fu-sibles o el disparo de los automáticos que los protejan. A este efecto, las sec-ciones de los conductores de cobre no ideberán ser nunca inferiores a las se-ñaladas en el siguiente cuadro;

Sección Intensidad Sección Intensidad Sección Intensidad en máxima en en máxima en en máxima en

m/m- amperios m/m- amperios m/m= amperios

0,7 5 10 40 100 200 1,0 6 16 55 120 225 1,5 10 25 80 150 260 2,0 12 35 100 . 200 320 2,5 15 50 125 300 420 4 20 70 160 400 500 6 25 85 180 500 600

Las máximas corrientes del cuadro anterior se refieren al cobre de resisti-bilidad no mayor a 1,7 microhmcentí-metro, a 15° C.

Para conductores distintos, la corrien-te máxima para una sección dada se determinará multiplicando la indicada en este cuadro por la raíz cuadrada de

1,7 la relación en donde X expresa

X la resistibilidad del conductor empleado.

En los conductores encerrados en tu-bos aislantes, la corriente máxima ad-mitida se reducirá a las tres cuarta.^ partes de • la anteriormente expresada.

Si se utüizase un conductor de sec-ción no indicada en el cuadro, se de-termiaará por interpolación la corrie-i-te máxima admitida.

Artículo 13. Los empalmes de los conductores se realizarán cuidadosa-mente, de modo que en ellos la eleva-ción de la temperatura no sea supe-rior a la de los conductores unidos, ni el aislamiento sea menor que el de di-chos conductores para que, si es nece-sario, deberán recubrirse con cintas ais-ladoras adecuadas.

Cuando se emplean piezas especiales de Empalme, deberán reimir las mis-mas condiciones.

En los conductores colocados en el interior de tubos, empotrados o no cr los muros, los empalmes se harán siem-pre en las cajas destinadas a este efecto.

En las lineas aéreas, los empalmes no presentarán menor resistencia a la tracción de los conductores que se unen.

Artículo 14. Todas las instalaciones leberán estar protegidas por contacir-cuitos fusibles o por automáticos de máxima que aseguren la interrupción de la corriente para una intensidad me-nor o igual a la anteriormente expre-sada, sin dar lugar a formación de ar-co antes ni después de la interrupción.

Los cortacircuitos llevarán marcada dicha intensidad y la tensión de trabajo e irán colocados sobre material aislante incombustible; los fusibles estarán, ade-

más, protegidos de modo que no pue-dan proyectar el metal fundido y per-mitirán que pueda efectuarse sin peli-gro el recambio bajo tensión.

Artículo 15. En las instalaciones en que entren dos o más conductores ac-tivos, además del neutro, se colocarán cortacircuitos en todos los conductores activos y no se colocarán en el neutro.

Cuando se empleen fusibles que sean solidarios entre sí, deberán estar sepa-rados por material aislante e incombus-tible.

En las instalaciones que se utilicen conductores de distinta sección y no se coloque más que un cortacírcuito de enti-ada, la intensidad de ruptura del mismo corresponderá a la menor sección empleada.

Si se disponen varios cortacircuitos, su distribución e intensidad de ruptura asegurará que ningún conductor deje de estar protegido por aquéllos, de tal forma, que la corriente máxima no pue-da pasar del valor adecuado a su sec-ción, desde el pimto lo más próximo posible a su empleo con los de mayor sección.

Si los fusibles son del tipo de rosca, será el tei-minal correspondiente a ésta el que se una a la línea de alimenta-ción.

Artículo 16. Cuando el régimen nor-mal de la instalación correspondiente a todos los receptores que puedan funcio-nar simultáneamente sea superior a veinte amperios por conductor activo, deberá colocarse un cuadro de distri-bución lo más cerca posible de la aco-metida, en el que se dispondrá un inte-rruptor general y un cortacírcuito en cada una de las derivaciones que par-ten de dicho cuadro, sin perjuicio del cortacírcuito general de la acometida colocado en el mismo cuadro, o, prefe-rentemente, antes del mismo.

En las instalaciones cuyo régimen normal sea menor del señalado en el párrafo anterior, podrá prescindirse del cuadro y del interruptor que en el mis-mo se menciona, pero en este caso los fusibles de entrada serán de un tipo

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de portafusible móvil apropiado para que pueda retirarse la parte que con-tiene el metal destinado a fundirse (ta-pones, barretas, etc.), y de este mo-do dejar aislada la instalación de la red.

En las grandes instalaciones es con-veniente que cada derivación que parta del cuadro de distribución tenga en él su correspondiente interruptor.

Artículo 17. Los interruptores po-drán interrumpir la corriente máxima del circuito en que estén colocados, sin dar lugar a arco permanente ni a cir-cuito a tierra de la instalación; abri-rán o cerrarán el circuito, sin posibi-lidad de tomar una posición interme-dia entre las correspondientes posicio-nes, y serán de tipo completamente ce-rrado cuando puedan ser manejados por personas inexpertas, como sucede, por ejemplo, con las llaves empleadas en las instalaciones de alumbrado.

Siempre serán de este tipo en los lo-cales en que pueda haber polvo, fibras o gases inflamables.

Las dimensiones de las piezas de con-tacto y conductores de un interruptor, serán suficientes para que la tempera-tura en ninguna de ellas pueda exceder de 60 grados centígrados, después de funcionar una hora a la intensidad má-xima de la corriente que hayan de in-terrumpir.

En los interruptores de más de 20 amperios, esta intensidad deberá estar indicada sobre el interuptor, así como la tensión máxima de los circuitos en que hayan de montarse.

Los interruptores se instalarán so-bre conductores fijos; los unipolares no se colocarán nunca sobre el conductor neutro, y en los multipolares no se po-drá cortar la corriente en éste sin in-terrumpirla al mismo tiempo en todos los conductores activos.

Artículo 18. Los contadores eléctri-cos se colocarán sobre tableros separa-dos de la pared por medio de poleas de porcelana, vidrio u otras materias de análogas condiciones de aislamien-to e incombustibilidad.

Los conductores de la acometida pri-vada, desde ésta hasta dichos aparatos, o, en su caso, en el trozo de los mis-mos situado en el interior de edificios, deberán protegerse con tubos, salvo la conformidad en contrario de la Empre-sa que suministre la energía eléctrica, !•>. aue podrá exigir al abonado que los contadores, al igual que éstos, se ins-talen en cajas de tipo conveniente para que puedan ser prescintadas por la mis-ma, previa autorización de la Jefatura de Industria.

En el caso de que el contador o limi-tacorriente no se hallen situados en el punto de entrada de la acometida, y sea necesario prolongar la instalación en el interior de la propiedad privada pa-ra llegar a dichos aparatos, podrán im-poner las Empresas, además de las con-diciones técnicas generales, aquellas otras propuestas por las mismas y apro-badas por la Jefatura de Industria, en evitación de fraudes.

La parte de dicha instalación situada fuera del recinto de propiedad particu-lar necesaria para la acometida gene-ral, es incumbencia exclusiva de las Empresas, personas concesionarias o gubernativamente autorizadas.

Articulo 19. La pérdida máxima de tensión en una instalación en plena car-ga normal, no será mayor de 2 por 100 en las de alumbrado, y 5 por 100 en las de fuerza motriz, desde la acometida privada de la misma hasta cualquier receptor; entendiéndose que en estos lí-mites no está comprendida la pérdida que puede haber en las llamadas líneas de acometida, que unen la privada pro-pia de la instalación con las redes ge-nerales, situadas fuera del recinto de propiedad particular.

Si los circuitos son de gran longitud, podrá solicitarse autorización de la Je-fatura de Industria para que se con-sidere ampliado también hasta el 5 por 100 la caída de tensión en las distribu-ciones del almnbrado. ~Ai-íiralo 20. 'La resistencia del ais-lamiento del conjunto o global de una instalación o de una parte de la misma comprendida entre dos cortacircuitos, p a partir del último de éstos, deberá ser como mínimo 1.000 (mil) por E ohmios, siendo E la tensión noimal del servicio expresada en voltios.

La medida de esta resistencia se rea-lizará para cada uno de los conducto-res activos en relación a tierra, sin des-conectar las lámparas, motores ni otros receptores pertenecientes a la instala-ción, excepto los derivados entre el con-ductor ensayado y el neutro, cuando es-te último'esté conectado a tierra, repi-tiéndose la medida para cada conduc-tor, con relación a los demás que en-tren en aquélla, incluso con el neutro, en caso de que esté puesto a tierra, separando solamente los receptores co-nectados con los dos conductores de ca-da ensayo, y dejando siempre en su co-nexión normal los portalámparas, inte-rruptores, cortacircuitos y demás apa-ratos de maniobra, de protección o de medida, que contengan el circuito deri-vado entre los conductores ensayados.

El aislamiento de los flexibles y con-ductores vulcanizados deberá ser pro-bado y garantizado por los fabricantes para resistir una tensión de 2.000 vol-tios, la que se reducirá a 1.000 para los que deban colocarse en el interior de aparatos de alumbrado.

Las Jefaturas de Industria podrán comprobar dicho aislamiento, y si re-sulta que es inferior al garantizado, lo comunicarán a la Dirección general de Industria, que podrá hacerlo público, sin perjuicio de las sanciones legales a que haya lugar.

Artículo 21. Para los conductores Instalados en el interior de los cande-labros, arañas, etc., se podrán emplear flexibles perfectamente aislados con cu-bierta de caucho vulcanizado y trenza exterior de algodón o seda, probados a una tensión mínima de 1.000 voltios en-tre conductores; su sección será en ge-neral igual o superior a la de 0,7 milí-

metros cuadrados, establecida en el ar-tículo 11 para los flexibles, autorizán-dose, cuando por lo reducido del diá-metro de los tubos de aquellos apara-tos sea imprescindible, un mínimo irre-ductible de 0,4 milímetros cuadrados, en este caso será preciso que el núme-ro y diámetro de los conductores que constituyan el flexible sean tales, que aquéllos resulten extraflexibles. Para el expresado uso, los dos conductores del flexible, deberán estar precisamente pro-tegidos por una cubierta exterior úni-ca, formada de una trenza de algodón o seda.

Artículo 22. Las partes de las lám-para, y de los portalámparas que ten-gan comunicación eléctrica con los conductores deberán estar protegidas de modo que no puedan tocarse acci-dentalmente ni tomar contacto con los soportes metálicos en que se coloquen.

Las lámparas de incandescencia ms-taladas en los locales donde hay mate-rias fácilmente inflamables se coloca-rán protegidas o en tal forma que no sea posible su cotacto con dichas ma-terias. En el caso que puedan produ-cirse vapores inflamables, se colocarán en el interior de armaduras y globos herméticos.

En estos locales no se permitirán enchufes o tomas de corriente.

Articulo 23. El empleo de las lám-paras de arco, en general, no es desea-ble y no se permitirá en los locales donde puedan producirse gases infla-mables.

En los que existan materias fácilmen-te combustibles, únicamente se tolera-rán las de vaso cerrado.

En todo caso, las partes de la lám-para bajo tensión deben aislarse de la armadura de la misma, y la caída de partículas incandescentes debe impe-dirse en las lámparas de foco libre por medio de disposiciones eficaces.

Artículo 24. Se prohibe colgar las lámparas de arco o las armaduras y

• globos de las intensivas de incandes-cencia, por medio de los conductores que lleven la corriente a las mismas, y cuando se emplee un cable de suspen-sión metálico se aislará de la armadura.

En general, solamente se permitirá que los coductores soporten ©1 peso de los receptores cuando éste es pequeño, y aquéllos no deberán tener empalmes en el trozo sometido a dicho peso.

Articulo 25. Sólo en las instalacio-nes de baja tensión será permitido el empleo de tom'as de corriente de en-chufe y clavijas para aparatos portá-tiles; en estas tomas de corriente se conectarán las clavijas sobre el conduc-tor portátil y las cajas de contacto so-bre el fijo.

Artículo 26. No se permitirá la ins-talación de ningún aparato, candelabro, araña., etc., en que se utilicen conjun-tamente la electricidad y el gas.

Artículo 27. Los motores llevarán placas en las que se indiquen las ca-racterísticas de tensión, intensidad, po-tencia, velocidad, y en el caso de ser corriente alterna, la frecuencia.

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Al comprobarse la instalación, podrán determinarse estas características, es-peciaJniente la corriente, tanto en mar-cha normal como en el periodo de arran-que, a los efectos de cerciorarse de que es suficiente la sección de los conducto-res empleados en la instalación y de la placa, de las que se hará csiso omiso en lo sucesivo para los de la marca o casa constructora que se hubiera com-probado por alguna Jefatura de Indus-tria que no reúnen esta última condi-ción. Los reostatos de arranque y regu-lación de velocidad se colocarán de mo-do que las resistencias estén separadas de los muros cinco centímetros cuando menos. Los motores estarán protegidos por cortacircuitos fusibles o automáti-cos de máxima intensidad; además, en los motores cuya potencia sea superior a 3 (tres) kilovatios, será obligatorio el empleo de automáticos de mínima tensión u otro dispositivo que pueda in-cluirse en el reostato de arranque y que abra el circuito de los motores cuando se interrumpa la corriente en la insta-lación.

Artículo 28. Cada motor de potencia mayor de un kilovatio deberá estar pro-' visto de un interruptor que corte la co-rriente simultáneamente en todos los conductores activos que lo alimenten, y de cortacircuitos fusibles o automáticos de máxima.

Este interruptor puede formar parte del reostato de arranque o del automá-tico.

Artículo 29. Los motores de la po-tencia indicada en el artículo anterior, estarán provistos de reostatos de arran-que o dispositivos equivalentes que no permitan que la relación entre la co-rriente en este período y de la marcha normal que corresponda a plena carga, segTln características del motor, sea su-perior a dos y medio (2,5) en los moto-res de uno a uno y medio kilovatios; dos (2) en los de potencia comprendida entre uno y medio y cinco kilovatios, y uno y medio (1,5) en los de mayor potencia.

En los motores de 9.scensores, grúas y similares, se computará como corrien-te normal a plena carga, a los efectos del párrafo precedente, la intensidad constante necesaria para subir el peso fijado como normal, a la velocidad de régimen, una vez pasado el período va-riable de arranque, multiplicada por el coeficiente 1,3 (uno con tres). Cuando la red para fuerza sea independiente de la de alumbrado y en todos los casos que lo permita aquélla, las estaciones de transformación y seciones de las líneas ya instaladas, y siempre con anuencia de la empresa o autorización de la Je-fatura de Industria correspondiente, se admitirán los siguientes límites:

Potencia del motor. Corriente de arranque máxima admisible.

Hasta 1,5 kw Cinco (5) veces la intensidad nominal marcada en la placa.

De 1,5 a 5 ídem Tres y medio (3,5) ídem id. id. id. De 5 a 15 ídem Dos (2) ídem id. id. id. De 15 en adelante Uno y medio (1,5) ídem id. id. id.

Artículo 30. Los alternomotores mo-nofásicos no podrán instsilarse en las distribuciones polifásicas sin im consen-timiento de la Empresa que suminis-tre la energía eléctrica, si su potencia es superior a un tercio (0,333) CV.

Artículo 31. Las estufas eléctricas deberán estar protegidas por envolven-tes que no puedan tomar tensión y, en general, todos los receptores deben es-tar protegidos o construidos de tal for-ma que no puedan ocasionar contactos accidentales con substancias conducto-ras susceptibles de tomar tensión.

CAPÍTULO III

De las ccmdicicmes que deben rewdr las instalaciones en locales húmedos y mo-

jados.

Artículo 32. Serán considerados co-mo locales húmedos, a los efectos de este Reglamento, aquellos en que por su posición con relación al suelo (só-tanos, galerías, etc.), por su proximidad al mar, a lugares pantanosos o a ríos de gran caudal, por el género de in-

dustria que en ellos se efectúa o por otras causas, la proporción de vapor de agua en el aire, notoriamente superior a la de los locales corrientemente con-siderados como secos, es capaz de hu-medecer las paredes sin que lleguen a formar gotas. El ingeniero encargado de la comprobación de las condiciones de una instalación juzgará si el local ha de ser o no considerado como húmedo, y, en caso de duda o no conformidad con la parte interesada, se determinará la proporción antes espresada y se de-signará húmedo cuando ésta llegue al 70 por 100.

Artículo 33. En los locales húmedos, la sujeción de los conductores sobre aisladores y poleas de porcelana o drio no podrá hacerse por medio de hi-los metálicos desnudos; los interrupto-res serán del tipo cerrado y no se per-mitirá el uso de portalámparas eon in-terruptor, llave para encender o apa-gar la luz en el mismo portalájaparas.

Los conductores móviles de los apa-ratos portátiles en los locales húmedos, deberán estar recubiertos por un tubo de caucho u otro material ^iJivalente, En estos aparatos se tendrá espwñai cuidado de que las pai-tes que puedan

tomar tensión no puedan ser tocadas, y, a este efecto, es de aconsejar que aquéllos sean de material no conductor.

Las precauciones anotadas en el pá-rrafo anterior son aplicables a los apa-ratos portátiles empleados en cámaras metálicas, interior de calderas y luga-res semejantes.

Cuando la índole del local o indus-tria exija que los aparatos de mani-obra sean de im tipo con proteción me-tálica, las cubiertas deberán ser conec-tadas a tierra, así como también los tu-bos o cables con protección metálica al alcance de la mano.

Artículo Si. Serán considerados co-mo locales mojados aquellos en que los suelos, muros o techos estén o puedan estar impregnados de agua con forma-ción de gotas o de lodo, tales como sa-las de baño, lavaderos públicos, esta-blos, etcétera.

Artículo 35. En los locales mojados, además de las precripciones estableci-das para los locales húmedos, se obser-varán las siguientes:

a) Se prohibirá el uso de conducto-res múltiples torcidos (flexible) y los canalizaciones deberán establecerse por conductores en el interior de tubos ais-lantes protegidos con armadura metá-lica y de manera que el agua no pueda aciunularse en ningún sitio, debiendo ponerse la armadura imida a tierra, si está al alcance de la mano.

b) Los interruptores, cortacircuitos, portalámparas, etc., deben ser de tipo cerrado y no presentar ningima parte metálica exterior, a menos de no estar unida permanentemente a tierra.

c ) En las salas de baño BO se colo-cará ningún eoBdiiictor próximo a las pilas; los inteinmtores o llaves no po-prán alcaniarse desde el interior de las mismas, y los tiinltares. si están insta-lados con coiriente de alTimbrado, no podrán accionairse más. que por tiradores aisladores.

d) Las instalacicBies eléctricas de los locales destinadcis a bañes públicos deben ser siempre comprobadas y ga-rantizadas por la Jefatura, de iadustria corrrespondiente.

Articulo 36. Cuando en las instala-ciones receptoras se empleen baterías de acumuladores para reserva u otros fines, se coBsiderarsai los locales en que estén emplazados como húmedos a los efectos de este Reglamento; estarán bien ventilados y tendrán un pavimento no atacable por el electrolito.

Estos locales se iluminarán siempre con lámparas de incandescencia, y en eUos se dispondrán los elementos de modo que sean accesibles, estén bien ais-lados de tierra y no puedan tocarse si-miütáneamejite dos de ellos, entre lo que exista al final de la carga una di-ferencia de potencial superior a 150 vol-tios.

Auntiiie a! final de la carga la tensión de la batería pueda ser superior a la nomial de la instalación, se aceptará esta última excepcionalmente en este ca-so. a Itís efectos del articulo 2." de este Regimonento,

Page 45: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

TITULO U

Condicionas especiales que, además de las generales, deben reunir las instala-ciones en los locales de pública concu-

rrencia.

CAPITULO ÚNICO.

Artículo 37. En los locales de públi-ca concurrencia, como escuelas noctur-nas, cinematógrafos, teatros, salas de baile, cafés, grandes restaurantes, hote-les, etc., se tendrán en cuenta escrupu-losamente, además de las prescripciones generales del título primero, las que a continuación se consignan, atendiendo a las extraordinarias consecuencias que puede ocasionar el pánico producido por un conato de incendio, chispazo o falta de luz.

Artículo 38. Los conductores em-pleados en la instalación se colocarán en tubos protectores, de materia aislan-te e incombustible, y preferentemente empotrados en los muros, con sujeción a lo que para estas canalizaciones se dispone en el presente Reglamento.

La instalación de alumbrado de las salas, pasillos y escaleras, se compondrá de dos o más distribuidores, completa-mente independientes, de cuyas líneas generales se derivarán los conductores de alimentación de las lámparas prote-gidas por cortacircuitos de intensidad de ruptura proporcionada a la sección de los conductores que protejan.

El número de estas derivaciones será suficiente para que la interrupción de la corriente de una de ellas no deje sin luz a más de la tercera parte de las lámparas correspondientes a una de las expresadas distribuciones independien-tes, y que la intensidad de ruptura de los cortacircuitos no sea superior a 15 amperios.

Los aparatos de alumbrado, linternas de proteción u otros receptores que con-suman más de 15 amperios, deberán ser alimentados directamente desde el cua-dro de distribución.

Artículo 39. Se montará siempre im cuadro de distribución lo más cerca po-sible de la acometida y alejado del es-cenario en los teatros, o de las cabinas de proyección en los cinematógrafos, emplazado en una habitación o recinto fuera del acceso de público y de la par-te del personal no encargado expresa-mente del servicio eléctrico.

En el cuadro de distribución se ins-talarán un interruptor y un cortacir-cuito general paxa cada una de las dis-tribuciones independientes o para cada uno de los receptores de más de 15 am-perios, a que se refiere el artículo an-terior. Junto a cada uno de los inte-rruptores se indicai'á claramente el cir-cuito a que pertenecen. Además, si las referidas distribuciones están alimenta-das por varias arterias, éstas deberán partir del referido cuadro y tener en él su correspondiente cortacircuito. El contador y los aparatos de medida que se instalen se colocarán en el in'smo cuadro.

Artículo 40. Siempre que sea posi-ble, deberán suministrar energía a es-tos locales dos Empresas. En el caso de no concurrir dos Empresas, es conve-niente, aunque no preceptivo, que algu-na de las distribuciones independientes de la instalación general sea alimenta-da por una pequeña batería de acumu-ladores. En ambos casos se deben dis-poner dos cuadros diferentes en recin-tos suficientemente separados, para que un incendio o accidente en uno de ellos no interrumpa simultáneamente las co-rrientes de distinto origen.

La posibilidad aludida en el primer párrafo de este artículo respecto a que concurran dos Empresas distribuidoras de energía eléctrica al suministro de la utilizada en locales destinados a con-currencia pública, se regulará por lo que se dispone en el artículo siguiente.

Artículo 41. Cuando en las calles in-mediatas a las en que radique tm local destinado a pública concurrencia duran-te la noche, existan redes de distribu-ción de Empresa distinta a la que su-ministra corriente al local en cuestión, procede que el propietario, del mismo se dirija por escrito a aquélla en soli-citud de que le facilite acometida para corriente de reserva, destinada a uno de los circuitos independientes de la sa-la, pasillos y escalera; y en el caso de que le fuera negada alegando razones de orden técnico, lo pondrán en conoci-miento de la Jefatura de Industria de la provincia, la que informará al gober-nador civil, a los efectos de la resolu-ción oportuna.

El consumo respectivo en las instala-ciones dobles se regulará en la forma preceptuada en el articulo 81 del Re-glamento de verificaciones eléctricas y regularidad en el suministro de la ener-gía.

Artículo 42. Se limitará todo lo po-sible el empleo de aparatos portátiles, y cuando se utilicen para efectos o usos de la escena, se tomarán las precaucio-nes indicadas en este Reglamento para los locales húmedos.

El escenario se considerará como un local en el que existen sustancias fácil-mente inflamables, a los efectos de este Reglamento, y la distribución en él se-rá independiente de las distribuciones para el alumbrado de la sala, según de-terminan los artículos pertinentes.

La.s resistencias empleadas para efec-tos o juegos de luz o para otros usos deben estar montadas a suficiente dis-tancia de los telones, bambalinas y de-más material del decorado, cubiertas su-ficientemente para que un chispazo en ellas no pueda producir efectos exterio-res y bien aisladas de tierra. Estas pre-cauciones se hacen extensivas a cuantos dispositivos eléctricos se utilicen y es-

c. FERNANDEZ CASADO INGENIERO DE CAMINOS

E S T R U C T U R A S M E T A L I C A S - H O R M I G O N A R M A D O

Estudios.—Proyectos.—Presupuestos

Alonso Martínez, 5-MADRID-Teléfono 36255

pecialraente a las linternas de proyec-ción y a las lámparas de arco de las mismas.

Para la distribución del escenario se instalará el correspondiente cuadro, que deberá contener todos los interruptores, conmutadores, combinadores, etc., que sean precisos para las distintas líneas, baterías, combinaciones de colores, de luz y demás efectos obtenidos en esce-na, así como los cortacircuitos de estas líneas, y deberá estar colocado en habi-tación separada o en el interior de un recinto construido con material no com-bustible. Esta última condición será también exigida para las cabinas de pro-yección de los cinematógrafos.

Del cuadro del escenario podrán par-tir algamas de las distribuciones inde-pendientes a que hace referencia el ar-tículo 38, pero nunca la totalidad del alumbrado de la sala y menos aún la de pasillos y escaleras.

Artículo 43. En las instalaciones de carácter temporal, como iluminaciones para verbenas y kermesses, pabellones y barracas de feria, etc., cuya duración sea inferior a un mes, no se aplicará la rigurosidad que se preceptúa en los ar-tículos 37 y siguientes de este Regla-mento; pero en las barracas, pabellones y, en general, en los recintos cerrados con lonas, maderas, chapas, etc., si su superficie fuera superior a 30 metros cuadrados, asi como si se tratara de ci-nes al aire libre, deberán ser siempre previamente reconocidas y comproba-das por la Jefatura de Industria, cuyo dictamen favorable le exigirán las Em-presas suministradoras para conceder las correspondientes acometidas. Del mis-mo modo procederá cuando se trate de acometidas para energía destinada a mover conjuntos electromecánicos de recreo, como caballitos, columpios, pla-taformas, etcétera.

Artículo 44. Las disposicones del pre-sente Reglamento son independientes de los telones mecánicos, alumbrado suple-torio no eléctrico y de cuantas prescrip-ciones se establezcan en los Reglamen-tos generales de espectáculos públicos o por la autoridad gubernativa.

TITULO III

De la comprobación de las instalaciones receptoras.

CAPÍTULO ÚNICO

Artículo 45. Las prescripciones se-ñaladas en los títulos I y n se refieren especialmente a instalaciones de baja tensión. Las de mayor tensión, por ra-zón del peligro que ofrecen, requieren siempre previa comprobación y autori-zación oficial, conforme se dispone en el artíciilo 57.

Artículo 46. Corresponde a las Jefa-turas de Industria la comprobación ofi-cial de las instalaciones receptoras en los casos que más adelante se especifi-can y el apreciar si cumplen o no las condiciones establecidas en este Regla-mento.

Page 46: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Contra el dictamen de dichas Jefatu-ras podrá recurrirse ante el ministro de Industria y Comercio, siendo aquél fir-me mientras no se resuelva en contra-rio.

Articulo 47. Las prescripciones de este Reglamento son aplicables a todas las instalaciones receptoras que se rea-licen a partir de la fecha de su publi-cación y a las modificaciones y repara-ciones que se ejecuten en las efectua-das con anterioridad a la citada fecha.

Artículo 48. Para las instalaciones de baja tensión, excepto la de locales des-tinados a concurrencia pública, se ga-rantizará que cumplen los preceptos de este Reglamento de una de las mane-ras que se determinan en los artículos si-guientes.

Articulo 49. Las casas instaladoras, electricistas y técnicos en general, debi-damente matriculados para el ejercicio de este cometido, lo que acreditarán an-te las Jefaturas de Industria exhibien-do el ultimo recibo de la contribución, que ejecuten instalaciones comprendidas en este Reglamento, registrará.n sus fir-mas o sello de la casa en las oficinas de las Jefaturas de Industria y en las de las Empresas correspondientes, en-tregando a los propietarios de las ins-talaciones que realicen un boletín, cuyo modelo se facüitará por las mencionadas Jefaturas, en el que conste que está hecha con arreglo a las disposiciones de este Reglamento, con la firma o sello de la persona o entidad que lo haya eje-cutado, y figure la situación de la ins-talación, caipacidad aproximada de los receptores, sección de los conductores empleados y el enterado del propietario o usuario.

Artículo 50. Los boletines a que se refiere el artículo anterior formarán un libro foliado y sellado por la Jefatura de Industria, cuyas hojas-boletines consten de las tres partes siguientes: matriz, principal y duplicado; este último se entregará a la Empresa al solicitar la acometida y le eximirá de toda inter-vención y responsabilidad en lo que afec-te a la instalación a que se refiera, sal-vo lo dispuesto en el párrafo tercero del artículo 18; las matrices quedarán en poder del instalador y las partes prin-cipales de los que pertenezcaii a las ins-talaciones efectuadas durante un mes serán remitidas, dentro de los cinco pri-meros días del siguiente, a las Jefatu-ras de Industria correspondientes.

Artículo 51. Los propietarios o usua-rios de las instalaciones receptoras a quienes la persona o entidad ejecutora de las mismas no les hiciera entrega del mencionado boletín, podrán solicitar que se reconozcan y comprueben por la Je-fatura de Industria, la que les entrega-rá un dictamen del resultado con la fir-ma del ingeniero que haya efectuado la comprobación.

Artículo 52. En las peticiones de co-rriente para las instalaciones de baja

tensión, exceptuando las destinadas a locales de pública concurrencia, en que no se acompañe el referido boletín' o dictamen favorable de la Jefatura, las Empresas están obligadas a extenderlo y apreciar bajo su responsabilidad si la instalación cumple o no las condiciones reglamentarias. A los efectos de lo dis-puesto en el párraifo anterior, los libros boletines de las instalaciones que ejecu-ten o autoricen las Empresas sólo cons-tarán de matriz, que quedará en poder de las mismas y su duplicado, que se remitirá a la Jefatura en la forma in-dicada en el articulo 50.

Artículo 53. Si por la Jefatura se comprobara que las instalaciones a quo se refieren los boletines no reúnen las condiciones debidas conforme a lo esta-blecido en este Reglamento, se dirigi-rá de oficio a la entidad o persona ins-taladora de que se trate, requiriéndola para que en el plazo que señale pro-ceda por su cuenta a modificar la ins-talación, y si transcurrido el término al efecto concedido no se realizaran las modificaciones acordadas, la Jefatura lo pondrá en conocimiento del gobernador civil, quien podrá imponer por este con-cepto multas de 100 a 500 pesetas, sin perjuicio de acordar se practiquen por la Jefatura las modificaciones necesa-rias por cuenta y a cargo de la perso-na o entidad instaladora.

Artículo 54. Los propietarios o usua-rios de instalaciones receptoras, lo mis-mo que las empresas distribuidoras de energía eléctrica, pueden solicitar en to-do Uempo que aquéllas sean reconoci-das por la Jefatura de Industria de la provincia y que se les entregue un dic-tamen de! resultado.

Artículo 55. Las empresas no podrán exigir pago algimo por las obligaciones y derechos que se derivan de este Re-glamento.

Artículo 56. El gobernador civil or-denará que por la Jefatura de Indus-tria de la provincia se comprueben pe-riódicamente las instalaciones de loca-les destinados a concurrencia pública, antes de comenzar las temporadas, si son periódicas; cuando se ejecuten obras o reparaciones en los mismos, o cuando por otra causa crea oportuna y nece-saria la referida comprobación, sin que por estos servicios la Jefatura perciba loa correspondientes derechos más que una vez al año, no pudiéndose cobrar na-da por. Intervención en locales de uti-lización oficial, como las escuelas, salvo los gastos materiales de viaje y estan-cia. Los ingenieros jefes de Industria recabarán oportunamente las órdenes del gobernador.

Artículo 5T. Las empresas distribui-doras de energía eléctrica no podrán su-ministraría a las instalaciones que no sean de baja tensión o a un local des-tinado a concurrencia pública, aunque sea de baja tensión, sin que hayan sido

comprobadas e informadas favorable-mente por la Jefatura de Industria de la provincia, para lo cual exigirán del peticionario la presentación del corres-pondiente dictamen antes de conectar su instalación.

Cuando en estas instalaciones la ener-gía sea generada por el consumidor tie ella, deberá éste proveerse de dicho dic-tamen antes de ponerla en servicio.

La comprobación y el informe a que este artíetilo se refiere deberán cum-plirse por la Jefatura de Industria den-tro del plazo máximo de quince días, a contar desde el siguiente al que se so-licite, transcurrido el cual se entende-rá concedido el permiso y bien practi-cada la instalación a los efectos deter-minados en los dos párrafos preceden-tes.

Artículo 58. Para solicitar la compro-bación oficial de una instalación se pe-dirá por escrito en las oficinas de la Jefatura de Industria, y cuando el régi-men normal de la misma, correspondien-te a todos los receptores que puedan funcionar simultáneamente, sea supe-rior a 20 amperios por conductor acti-vo, o cuando se halle comprendida en el artículo anterior,, se acompañará un pla-no esquemático de aquélla.

En todo caso se depositará al propio tiempo en la citada oficina el importe de los honorarios y gastos correspon-dientes a la comprobación solicitada.

Si la instalación está en la residencia del funcionario que ha de realizarla, és-te hará la comprobación y la Jefatura facilitará el resultado dentro de los ocho días siguientes a la solicitud, salvo caso de fuerza mayor.

Cuando la expresada instalación co-rresponda a otra localidad, las compro-baciones se harán con ocasión de las vi-sitas reglamentarias que efectúen los funcionarios de la correspondiente Je-fatura, de acuerdo con lo que disponen los Reglamentos de los diferentes ser-vicios del Cuerpo, y si el peticionario desea que se haga en otra época sin es-perar a la visita más próxima a su pe-tición, lo manifestará asi, y la compro-bación se realizará siempre que no lo impidan otras atenciones del servicio, siendo de cuenta del peticionario los gastos de viaje y dietas del ingeniero que lo efectúe.

Artículo 59. Los derechos que deven-garán las comprobaciones a que se re-fiere este Reglamento serán los autori-zados por la Instrucción para el perci-bo de indemnizaciones al personal facul-tativo industrial.

DISPOSICION TRANSITORIA.

Hasta tanto no se dicten nuevas dis-posiciones, el personal facultatívo in-dustrial seguirá percibiendo por las ac-tuaciones previstas en este Reglamento los derechos que fijó el Real decreto de 19 de marzo de 1931.

A R C A S RARA CAUDALES P I B 6 R N A T P A R L A M E N T O 9-11

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Las plazas y edificios ministeriales en la prolongación de la Castellana

En la revista "Hispano Lusitana" ha publicado un notable artículo el arqui-tecto señor Zuazo acerca del tema que encabeza estas líneas, al que pertene-cen los siguientes párrafos:

"Entre las obras recientemente ini-ciadas en Madrid por el Ministerio de Obras Públicas se hallan: las de ia pro-longación de la Castellana hasta su unión con el paseo de Ronda, interrum-pido por la superficie de los terrenos que fueron del desaparecido Hipódromo; las mejoras en la arteria de Ríos Rosas, en su encuentro con los nuevos edificios públicos, todas las cuales convertirán este sector en centro importante; centro de grandes circulaciones que elevarán su aspecto representativo y cambiarán el funcionamiento del tráfico, definiendo a la Castellana como su arteria fundamen-tal, y llevarán a estas plazas y a los lu-gares que los rodean la mayor parte de la vida administrativa y política de la capital.

¿ Qué es la urbanizapión de este trozo del paseo de la Castellana? ¿Cómo se ha proyectado? Desde luego, esta parte de seiscientos metros de longitud es el comienzo de la prolongación del paseo de la Castellana hasta su salida al hotel del Negro, en el término de Chamartin, penetración por el Norte de la ciudad, la más importante, y obra que, conjun-tamente, deberán plantearla y realizarla el Ayuntamiento y el Estado. Eje arte-rial y vía representativa del actual y del futuro Madrid. La conceipción de esta obra es diferente a la restante, y apli-cándose en su trazado los principios que llevan consigo la ordenación del tráfico, su clasificación. Se ha dispuesto su per-fil transversal clasificado para las circu-laciones rápidas al centro y las lentas lateralmente, y se ha establecido una

calzada lateral separada por un paseo, en la cual se sitúan las líneas "del tran-vía que comunica Madrid con Chamar-tin. En dirección Norte, a su izquierda, se dispone el gran paseo de veintiséis metros y medio, que limita la gran ar-teria con los espacios que constituyen las plazas públicas. Los encuentros de estas grandes plazas llevan preparadas, dibujadas sobré el suelo, los pasos de los peatones, los lugares de paradas de li-neas circulares de tráfico, las áreas del estacionamiento de coches. El alumbra-do, la obra de jardinería y la de embe-llecimiento, complementan las ideas que van persiguiendo el lograr una obra en armonía con los problemas funcionales de toda urbe moderna.

La composición de estas grandes obras tiene siempre, en su origen, anteceden-tes e influencias. En este caso, los ante-cedentes son bien escasos; hay que bus-carlos en ideas manejadas por la muni-cipalidad, la cual destinaba estas áreas espléndidas, corrientemente urbanizadas, a manzanas y solares para la urbana edificación. Había que desecharlas. La influencia que nos ha guiado para esta fiueva concepción fué la lonja del Mo-nasterio de El Escorial. En este conjun-to tiene su principio ia formación que exponemos.

Los ediflcios públicos y las amplias plazas formarán el conjunto. La gran Plaza del Pueblo, de trescientos cuaren-ta metros de longitud por ciento diez de ancho, estará limitada al Este por una doble arquería que la separa de la Cas-tellana; al Sur, por el edificio de escasa altura destinado a la Dirección general de Seguridad; al Oeste, por la severa y gran masa de los ediflcios destinados a los Ministerios de Gobernación y Obras Públicas, y al Norte, en su unión con

Edificios públicos en el nuevo trozo fle l a Castellana.

Aspecto general de los Ministerios y plazas en construcción en los terrenos del antiguo hipódromo.

la Plaza de la República, por la gran escalinata y el arco conmemorativo. Su eje longitudinal es el que da las ma-yores perspectivas, pues desde el ingre-so de la Dirección de Seguridad se vis-lumbra la amplitud del conjunto, la or-denación monumental de las escalinatas del arco de triunfo y sus entradas, que son accesos a la estación del trazado fe-rroviario, llamada estación del Hipó-dromo.

La Plaza de la República, situada normalmente a la anterior, es de plan-ta también rectangular, de ciento vein-tiséis metros de fondo por cien metros de ancho. Está limitada al Norte por otra gran arquería, doble también, cu-yos arcos se abren al Mediodía y se cie-rran en un gran muro de contención al Norte, limitando la prolongación del pa-seo de Ronda; al Oeste de esta Plaza se halla la gran fachada del futuro Mi-nisterio de Agricultura, y al Mediodía se dibuja la línea, por la que forma la fa-chada del Ministerio de Obras Públicas y el arco conmemorativo.

La composición de estas formas no tienen ningún parecido con los conjun-tos existentes en otras ciudades. Es ori-ginal y lleva, como hemos dicho ante-riormente, el sello de nuestra tradición, en el recuerdo de la gran obra genuina-mente nacional.

Las bajas arquerías que separan las plazas del barullo de las arterias del tráflco, la correspondiente a la Gran Plaza, pues a ambos lugares debe servir para su mejor y más amplio destino. Quedan unidos plaza y paseo por tres escalinatas, y se completan estas arque-rías por imos cuellos de edificación que permitirán determinados servicios.

La arquería de la Plaza de la Repú-blica tiene el carácter de tal en su la-do del Mediodía, donde se repiten los arcos, con dimensiones más reducidas que en la anterior. Al Norte, como he-mos dicho, el cerramiento se convierte en un gran muro, que se abre en el gran eje longitudinal del conjunto y a través de tres arcos y de vma salida a la galería, desde la cual se dominan pers-pectivas de mayor longitud y de altura, apreciándose la vista de las dos plazas y de las edificaciones.

Como elemento de separación entre a,mbas plazas, como signo de máximo carácter conmemorativo, se proyecta un arco de triunfo de proporciones mode-radas, encajado en todo el conjunto. Ele-vado sobre la Gran Plaza, tiene ante sí una plataforma que le hará utllizable para solemnes actos públicos, cultura-les o políticos.

La masa vertical de este monumento es sobria, de nueva composición. Un gran arco une las dos masas. La planta, en forma qtTe permita la entrada a la plataforma de los actos públicos y el acceso al remate del arco, por medio de vestíbulos interiores que conducen a las escaleras y a los ascensores que termi-nan en un piso inferior al de las terra-zas exteriores.

En el encuentro de los ejes de las dos plazas se proyecta una gran fuente, de

Page 48: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

escasa altura, en la cuai tenga más im-portancia el agua con los efectos de sus juegos que la obra de arquitectura; su finalidad será el mayor embellecimien-to, dando al ambiente más carácter al ocupar aquel espacio que, por su situa-ción, pudiera en el futuro invitar a la elevación de monumentos o estatuas que perturbaran la impresión arquitectónica del conjunto.

La formación de los Ministerios con las plazas obedece a un estudio preciso de disposición de las masas, sometidas a aquellos principios de utilidad, mane-jando células o módulos de su obligada constitución.

Los Ministerios de Obras Públicas y Gobernación, simétricamente dispuestos con respecto al eje del gran Patio de Honor. La superficie que ocupa cada uno es de 12.500 metros en planta, de la cual 4.500 forman los grandes patios. La Dirección de Seguridad será un edificio de tres alturas, con una superficie de unos 6.500 metros. El Ministerio de Agri-cultura estará situado sobre ima super-ficie de unos 4.000 metros, desarrollado con gran altura—once plantas.

Esta es la obra que ha comenzado la República y que Madrid y la nación han de seguir con creciente interés, • ya que su alcance, su trascendencia pertenecen a la Historia."

j Í

Edificios públicos en el nuevo trozo de La Castellana.

Aspecto que tendrá la futura Plaza del Pueblo, con el Arco, al fondo, que la separará de la Plaza de la República.

Electricidad y energía El consumo de energía en teatros y cine-

matógrafos.

El Ministerio de Industria y Comer-cio ha dispuesto que el flúido eléctri-co que se consume en los escenarios de los teatros y en las cabinas de los cine-matógrafos se tarife por las Compañías de electricidad como fuerza motriz, de acuerdo con el informe de la Jefatura de Industria y accediendo a lo solicitado por la Sociedad Espaitola de Empresa-rios de Espectáciüos.

Contra esta disposición ha elevado al ministro correspondiente 'una razonada instancia, en nombre de la Cámara Ofi-cial de Productores y Distribuidores, don

"Luis Sánchez Cuervo. En dicha instan-cia, después de hacer una amplia histo-ria de la cuestión, la Cámara indica que no hay motivo justificado para conside-rar el consumo en los espectáculos pú-blicos como si se tratara de fuerza mo-triz y no de alumbrado, como es en realidad, lo que irrogaría considerables perjuicios a los productores de energía.

Reunión del Comité directivo de la Cá-mara Oficial de Productores y Distribui-

dores de Electricidad.

En la i-eunión celebrada el día 26 de mayo último por el Comité directivo de esta entidad, participó di señor Mendo-za que la Comisión mixta creada en el Consejo Ordenador de la Economía para hallar solución a las cuestiones que el suministro plantea, había quedaxio cons-tituida en sesión celebrada el día 25 del

citado mayo, y el Comité aprovechó la oportunidad para enterarse del estado en que se encontraban los trabajos de las ponencias nombradas por la Cáma-rd para estudiar los asuntos relaciona-dos con Tarificación, Póliza única y Unificación de inspecciones, que, como es sabido, la Comisión mencionada ha de estudiar.

El director del Comité manifestó que las Empresas designadas para preparar por regiones la confección del mapa de centrales y líneas, que la Cámara se propone editar, habían comunicado que procurarían cumplir su misión lo antes posible; y dijo también que, para faci-litarles su labor, la Cámara dirigió a todos sus miembros una circular, rogán-doles que diesen facilidades a las Em-presas citadas.

Se examinó la orden del Ministerio de Trabajo dictada en 6 de mayo, en la que, contestando a consulta elevada por esta Entidad, se dispone que los in-genieros y técnicos al servicio de las Compañías productoras y distribuidoras de electricidad de la provincia de Ma-drid deberán quedar sometidos a la ju-risdicción de la Sección de empleados en el organismo paritario de su especial actividad, sin que les afecten los acuer-dos que adopte el nuevo Jurado mixto creado para ingenieros y técnicos que trabajen en Empresas particulares.

Después de tratar diversos asimtos de menor interés, el secretario dió lec-tura a ima orden del Ministerio de Agri-cultura, por la que se dispone que la Sección de Estadística de la Dirección general de Industria proceda a la inme-diata formación de la correspondiente a la industria eléctrica en sus diversos aspectos, incluyendo todas las Centra-les, cualesquiera que sea su ciase y po-tencia, y autorizando a los llamados a formarla para recabar el concurso de las Corporaciones y Empresas a que

crea conveniente acudir para facilitar la labor que se les encomienda.

Se acordó admitir como nuevo afilia-do a la Entidad, a la Compañía Eléctri-ca del Urumea.

Producción de las seis primeras Com-pañías españolas en 1932.

La producción de seis de las principa-les Compañías españolas productoras y distribuidoras de flúido eléctrico de las que seconocen datos en 1932, fué la si-guiente, en millones de kilovatios-hora: Grupo Hidroeléctrica Española, 780; Unión Eléctrica de Cataluña, 740; Se-villana de Electricidad, 135; Cooperativa de Flúido Eléctrico, 1.15; Luz y Fuer-za de Levante, 83; ComLpañía Menge-mor, 66.

El suministro de energía a la Base Na-val de El Ferrol

Se ha autorizado al ministro de Ma-rina para concertar con la Sociedad Ga-llega de Electricidad el suministro de energía eléctrica al Arsenal, Basa Na-val de La Graña y, en general, a todos los Centros, talleres, buques y oficinas depéndientes de la Base Naval princi-pal de El Ferrol.

Nuevas tarifas para la Eléctrica San Antonio, de Granada.

Se ha auCori'zado a la Eléctrica San Antonio, de Granada, para el uso de las tarifas siguientes:

Mínimo de consumo cuando el contador es propiedad del abonado.

Contadores de 240 W, mínimo men-sual, 2,75 pesetas.

Contadores de 360 W, mínimo men-sual, cuatro pesetas.

Para contadores de capacidad supe-rior, cinco pesetas.

Page 49: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Alquiler de contadores.

Una peseta mensual hasta 500 wa-tios.

Una peseta cincuenta céntimos de 501 a 1.200 watios.

Dos pesetas de 1.201 a 2.400 watios. Tres pesetas de 2.401 a 6.000 watios. Cuatro pesetas de 6.001 a 9.000 wa-

tios. Cinco pesetas para los de mayor ca-

pacidad. El alquiler señalado es para conta-

dores que no necesitan transformador.

I a Standard Eléctrica en 1932.

Las previsiones que para el año ac-tual se hacían en la Memoria del año anterior no han llegado a realizarse du-rante el ejercicio de 1932, pues la situa-ción mejoró notablemente en el trans-curso del pasado ejercicio.

Fábrica de cables.—Clausurada esta fábrica en octubre de 1931, fué abierta de nuevo en el mes de febrero de 1932, y si bien la producción efectuada en la misma a lo largo del ejercicio no lle-gó a una tercera parte de su capacidad, permitió mantener los cuadros del per-sonal especializado y enjugar en una gran parte los gastos de conservación ineludibles.

Fábnca de aparatos.—Aun reducida considerablemente por las adversas cir-cunstancias la producción de esta fábri-ca, se ha intentado y conseguido, no obstante, la elaboración de nuevos pro-ductos que tienen satisfactoria acogida en el mercado, que absorbió rápidamen-te las diferentes series producidas.

Siguiendo la línea de conducta im-puesta, constantemente se introducen notables economías en los procesos de fabricación, revisándose éstos continua-mente a fin de llegar a una completa racionalización de los mismos.

Desarrolló futuro.—Aun cuando nues-

tro país se halla, como todos los de-más, afectado por la crisis económica mundial, es lo cierto que aquí se deja sentir con menos intensidad, por lo que no es aventurado suponer que España pueda recuperar más rápidamente el equilibrio económico y volver a situacio-nes normales de prosperidad, en cuyo caso las posibilidades del mercado con relación a los productos de esta fabrica-ción serán óptimas.

Personal.—Como consecuencia de la situación general creada, que afectó muy particularmente a esta Compañía, el personal que en 1." de enero de 1932 era de 1,155 empleados y obreros, se redujo en 31 de diciembre a 1.121, al-canzando la reducción en su casi tota-lidad al personal administrativo.

Consejo.—Para cubrir una de las va-cantes producidas en el seno del Con-sejo, se ha designado a don Logan N. Rock.

Los beneficios líquidos obtenidos en 1932, después de hecha la deducción de la cantidad aplicada a la depreciación de material de transporte, herramientas, edificios, instalaciones fijas, maquinaria, modelos, mobiliario, patentes y mercan-cías, así como de la necesaria a sa-tisfacer los impuestos pendientes, reser-va para pensiones, etcétera, ascienden a pesetas 1.285.813, que con pesetas 3.000.000, fondo para eventualidades, y 2.754.504, remanente de los ejercicios anteriores, se elevan a pesetas 7.040.317. •Destinándose 1.260.000 pesetas para dividendo a las acciones preferentes, re-partiéndose a las ordinarias un dividen-do del 3 por 100.

Una visita al Salto de Millares.

Recientemente, la Sociedad Hidroeléc-trica organizó una visita al Salto de. Millares sobre el río Júcar en la provin-cia de Valencia, para que sus accionis-tas pudieran conocer esta gigantesca instalación, una de las mejores de Es-

Obseri'.atorio Fotométrico de Berlín.

El encendido y apagado de los sistemas de alumbrado eléctrico y de gas de la ciudad de Berlín se hacía, hasta ahora, desde las distintas centrales de la gran ciudad, siguien-do las indicaciones de un calendario confeccionado de antemano. Este calendario no tenía en cuenta los factores meteorológicos, como la lluvia y la niebla, que en algunos casos obligarían a encender antes de la hora indicada en el calendario. Para eliminar estos inconvenientes se ha instalado sobre el techo de una de las centrales eléctricas una torre, que puede verse en esta fotografía, que con su altura de 66 metros domina toda la ciudad.

paña. A este efecto, se reunieron en Valencia unos .170 invitados, que, en autobuses, marcharon a Millares, en unión de destacados elementos del Con-sejo de Administración e ingenieros de la Sociedad. En las Cabas se sirvió un banquete, al finalizar el cual pronunció unas palabras de salutación el marqués de Arriluce de Ibarra, saliendo ensegui-da para el Salto. Antes de llegar a las Cabas ya habían visto los accionistas el Salto de Dos Aguas, y a las cuatro de la tarde llegaron al Salto de Millares, de 140 metros de altura, al que llegan las aguas por un túnel de 17 kilómetros de longitud. En la central, los señores Arri-luce de Ibarra, Urrutia (don Víctor), Pinedo, González Heredia, marqués de Unza del Valle y los ingenieros señores Querejeta, Guinea, Laucirica, Cristóbal Ott y Peina, dieron a los visitantes toda clase de explicaciones y detalles del fim-cionamiento de los dos grupos que hay ya montados y funcionando, señalando el sitio donde habrán de montarse los otros dos, a medida que las necesidades del mercado deenergía eléctrica lo re-quieran.

La Sociedad Española de Construccio-nes Electro-Mecánicas en 1932.

A las repercusiones de la crisis mun-dial durante el pasado ejercicio vino a unirse, con carácter predominante, la inquietud de algunas clases sociales que se ha reflejado en conflictos, de los cua-les la S. E. C. E. M. no se ha visto ex-cluida.

Como consecuencia de la aplicación de una de las bases del pacto de trabajo, se originó una huelga, que motivó la pa-ralización absoluta de la fábrica duran-te más de un mes; pero como desde el principio se contó con el apoyo de la opinión pública y de las autoridades gu-bernativas para el mantenimiento del derecho de esta Sociedad, el buen senti-do se impuso en los obreros y se reanu-dó el trabajo normal en los talleres.

A pesar de la crisis y de la paraliza-ción temporal del trabajo, que se ha re-flejado en la disminución de ventas en este año, el Consejo ha persistido en su política de mantener el perfecto utilaje de los talleres, adquiriendo la maquinaria precisa para que la fábrica pueda con-tar con los más modernos instrumentos de producción.

En lo que respecta al orden interior de la Sociedad, se han trasladado a la Dirección central los servicios de conta-bilidad y aprovisionamiento, que antes se hallaban en la fábrica, a fin de tener en Madrid toda la organización admi-nistrativa y conseguir una mayor efica-cia administrativa en los servicios.

El beneficio líquido de 1932, pesetas 1.271.991, se distribuye como sigue: 5 por 100 a reserva legal sobre el benefi-cio neto, 62.076; dividendo, 1.058.201, y a cuenta nueva, 151.713.

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Page 50: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Ferrocarriles La electrificación de la línea del Norte

hasta Avila y Segovia.

En una de las últimas reuniones cele-bradas por el Consejo de la Compañía del Norte, se ha acordado proceder a la electriflcación de secciones de Ma-drid a Avila y. Segovia.

La Compañía ha anunciado ya con toda rapidez los oportunos concursos pa-ra la adquisición de material ñjo y mó-vil, montaje de aquél, así como para la concesión del suministro de energía. El material objeto de aquel concurso es el siguiente:

a) Cobre necesario para la línea aé-rea de contacto.

b) Postes metálicos para la misma línea.

c) Material especial para la línea de contacto y montaje de esta última.

d) 24 locomotoras eléctricas de gran velocidad, y

f ) 30 unidades de tren, compuestas de automotor y remolque.

Las proposiciones se admitieron has-ta el día 27 de julio para el material de los apartados a) y b), y hasta el día 29 de septiembre para el material de los apartados c), d), e) y f ) . La apertura de pliegos tuvo lugar en las oficinas del Servicio de Acopios el día 28 de julio para el material de los apartados a) y b), y será el día 30 de septiembre para el material de los apartados c), d), e) y f ) .

E!1 día 18 de julio se veriñcó la aper-tura de pliegos del concurso para el suministro de energía eléctrica con des- . tino a la electrificación de las secciones Madrid a Avila y Villalba a Segovia, y eventualmente de la nueva línea de Las Matas a Atocha y a Villaverde, con arre-glo al pliego de condiciones. Han con-currido a él las entidades Saltos del Duero, Unión Eléctrica Madrileña, Hi-droeléctrica Española y Saltos del Al-berche. Acuden de acuerdo las cuatro, y en realidad no existe más que una sóla propuesta, cuyos términos principales son: el abastecimiento de toda la ener-gía que se precise, asegurado por las cuatro entidades, mancomunadas y so-lidariamente, tanto en volumen constan-te como en la reserva y en lo que a la regularidad del servicio se refiere; pre-cio de seis céntimos y medio por kilo-vatio-hora, hasta un consumo de 40 mi-llones de kWh y el exceso que pueda con-sumirse sobre esta cifra se tarifará con rebaja de medio céntimo y absoluta ga-rantía ante la Compañía del Norte para el normal servicio que en definitiva se determine.

Para las entidades concursantes, el concurso representa un margen muy in-teresante de consumo. Sobre todo, la fa-ciUdad de entregar a una sola mano una considerable cantidad de energía, que no sería fácil colocar rápidamente, dada la marcha que presenta la industria en ge-neral.

Habiendo considerado conveniente la U. E. Madrileña ceder su parte en el contrato a Saltos del Alberche, éste se-

Observatorio Fotométrico de Berlín. Interior de la torre a que se hace referencia en la foto anterior. Un solo empleado puede observar en la célula fotométrica colocada en la mesa del primer plano la intensidad luminosa en cada instante. En el momento en que esa intensidad baja de un cierto nivel, no tiene más que dar media vuelta sobre su asiento y desde la mesa situada al fondo llama telefónicamente a las estaciones eléctricas y de gas para que den luz a toda la

ciudad, operación que puede él controlar desde su puesto de mando.

rá el que salga mejor librado del concur-so, ya que se llevará una tercera parte de la energía a suministrar.

(Gasificación de las obras del enlace de Barcelona,

Las obras del enlace ferroviario de Barcelona han quedado clasificadas en la forma siguiente:

Obras de ejecución necesaria.

1.° Habilitación del Metro como en-lace ferroviario.

2.» Electrificación de las líneas de M. Z. A.

3." Empalme en Bordeta de las lí-neas del Metro y M. Z. A.

4.° Enlace de la línea de M. Z. A. (calle de Aragón) con su estación de Sagrera.

5." Enlace en Moneada de las líneas del Norte y M. Z. A.

6.° Ramal del Besos para enlace de las . líneas de Mataró y Granollers.

7.» Prolongación del Metro Transver-sal hasta su enlace con M. Z. A. en la estación de Sagrera.

8." Nueva estación de San Andrés (Norte) y tercera vía entre ésta y Moncada-bifurcación.

9." Doble túnel (Norte) para cuatro vías entre San Andrés y Vilanova.

10. Modificación total de las insta-laciones de la estación de Barcelona (Norte) y la consiguiente del Metro Transversal.

11. Enlace subterráneo de la esta-ción Barcelona-Término con la línea de Aragón-Sagrera.

12. Línea de playa de Prat a Cas-telldefelds.

13. Conjunto de obras accesorias previas a la ejecución del plan com-pleto.

14. Supresión de pasos a nivel ais-lados.

15. Cubrimiento de la zanja de la ca-lle de Aragón.

16. Transformación en subterráneo del F. C. de Sarriá a Barcelona entre Muntaner y la estación de Sarriá.

Obras complementarias.

1." Trazado subterráneo de la línea del Puerto.

2." Línea de San Andrés a Mongat por Santa Coloma.

3." Prolongación del Metro Trans-versal hacia Casa Antúnez.

Dictamen de la Comisión de Enlaces Ferroviarios de Bilbao.

Por la Comisión de Enlaces Ferrovia-rios de Bilbao ha sido formulado y ele-vado al ministro de Obras Públicas un dictamen sobre el estudio que fué enco-mendado a dicho organismo por decreto de 23 de marzo último, dictamen que ha sido aprobado por las representaciones del Estado español. Comisión Gestora de la Diputación y Ayuntamiento de Bil-bao, disintiendo de él los representantes de las Compañías ferroviarias.

La solución que en el dictamen se propone resuelve los siguientes proble-mas:

Primero. Centralizar en una sola es-tación los servicios de viajeros y gran velocidad de las cuatro principales lí-neas de ferrocarril que afluyen a Bil-bao: Norte, Portugalete, Santander y Vascongados.

Page 51: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Segundo. Traslado a Ametzola y a la vega de San Mamés de parte de los ser-vicios de pequeña velocidad del Norte, que hoy existen entre las calles de Hur-tado de Amézaga y Bailén y denomi-nada de Abando.

Tercera. Enlace directo de la linea del Norte con la de Portugalete para trenes de mercancías y directos al puer-to exterior.

Cuarto. Aprovechamiento urbano de los terrenos sobrantes en la actual esta-ción del Norte.

Quinto. Mejora del acceso al barrio de Rekaldeberri, por supresión de los pasos a nivel de la calle de Gordoniz.

La Comisión, después de desechar va-rias soluciones por su dificil realización o elevado coste, ha entendido, que no tratándose de una estación subterránea, el mejor emplazamiento es el que ocupa actualmente la estación del Norte, entre las calles de Hurtado de Amézaga y Bailén.

La reducción de ios servicios de la es-tación central, enclavada, como decimos, en el emplazamiento de la estación del Norte, reduce el área necesaria para di-cha estación, permitiendo que su frente o cabeza rebase la linea que une las fachadas norte de las calles de la Paz y de la Naja, con lo que se abre paso franco de ensanche al puente de La Merced y se crea una gran plaza entre la nueva estación, la calle de Bailén, los edificios de la Bolsa y Cajas de Aho-rros de la Diputación y Municipal y la calle' de Hurtado de Amézaga, esplén-dida ampliación de la plaza Circular. En esa nueva plaza debe situarse el gran edificio que las dependencias de Estado espaítol, especialmente la Audiencia y el Gobierno civil, requieren.

La plaza, perfectamente encuadrada, tendrá una superficie para circulación y jardines de 30.000 metros cuadrados aproximadamente.

La Comisión propone también la eje-cución inmediata de la ampliación de la vega de Sajn Mamés y la previsión de ampliar la de Ametzola.

Entre los diversos estudios y tanteos realizados por la Comisión, ha ofrecido unos resultados dignos de llamar la

.atención la posibilidad de suprimir los pasos a nivel de la calle de Gordoniz, re-bajando la rasante de las actuales vías férreas que cruzan dicha calle a nivel.

Como resumen de los estudios lleva-dos a cabo por la Comisión, resulta:

Primero. La posibilidad de estable-cer los servicios ferroviarios de viajeros y mercancías de gran velocidad en el es-pacio situado entre el puente de Canta-lojas y la línea Paz-Naja, en forma am-plia y satisfactoria para la efectividad de los mismos.

Segundo. Que parte de los sei-vicios de mercancías de pequeña velocidad pue-den establecerse de momento en la vega de San Mamés, con ventaja para el co-mercio, el vecindario y la villa, y en su día ampliar los de Amézola, si así es necesario.

Tercero. Que puede obtenerse una ampliación-mejora de la calle de Hurta-do de Am.ézaga, sentida hace muchos años, que constituirá un agradabilísimo lugar de Bilbao.

Cuarto. Que puede asimismo estable-cerse en los terrenos sobrantes una gran plaza y un edificio de carácter público para los servicios que se crean pertinen-tes.

Quinto. Que ninguna de estas obras

que se proponen en el horizonte actual pueden dejar de ser aprovechables fe-rroviaria o marítimamente, por lo que no constituyen gasto inútil.

A este dictamen han presentado un voto particular los representantes de la Compañía del Norte.

Estado actual de las obras del enlaw ferroviario de Madrid.

He aquí las .principales característi-cas y la situación actual de las obras:

Obras que comprende la sección pri-mera.

La sección primera tiene 4.694 metros de longitud y comprende las obras si-guientes: enlace con la línea de M. Z. A.; el proyecto está pendiente de apro-bación, en espera de la conformidad de la compañía de M. Z. A. respecto' al enla-ce con BUB líneas; galería de desagüe, obra adjudicada, pero que no ha comen-zado aún por las causas citadas ante-riormente; apeadero de'Atocha, proyec-to en estudio, diferido por las mismas causas; subterráneo de 1.015 metros, en ejecución, en el que trabajan 350 obre-ros; galería de desagüe; estación central de Recoletos; desviación del colector complementario y galería de desagüe, en ejecución, en las que están emplea-dos 210 obreros; subterráneo de 1.904 metros, en plena actividad los traba-jos, en los que hay colocados 600 obre-ros.

Sección segunda.

Observatorio Fotométrico de Berlín.

El empleado observa la intensidad luminosa existente, y comprueba si la hora del encendido corresponde a la del calendario confeccionado de antemano. En caso de ivería en las líneas a que se hace referencia en la foto anterior puede avisar a las distintas fr/'nH^H® « ' ^ ^ f e s teléfonos conectados directamente a las centrales de gas y elec?

i t t p X telefónica general. El puesto de observación dispole áe una batería de 40 V. como reserva para caso de avería en la batería telefónicá central.

La longitud de esta sección es de 12.123 metros, y las obras que comprende son: estación de los Ministerios, proyecto de ampliación. Subterráneo, 2.730 metros; han comenzado los trabajos con 70 obre-ros. Estación de Chamartín, para via-peros y mensajerias: proyecto en estu-dio. Obras de explanación, fábrica, tú-neles y edificios, 2.130 metros, proyec-to aprobado, sacado a concurso y pen-diente de adjudicación. Estación de Fuencarral, para mercancías y clasifi-cación, proyecto en estudio. Obras de ex-planación, fábrica, túneles y edificios, 3.250 metros, proyecto aprobado y en concurso, y apeadero de La Almenara.

Sección tercera.

Corresponden a esta sección, que tiene 16 kilómetros con 191 metros, estas obras: explanación, obras de fábrica, tú-neles y edificio, 2.740 metros; el pro-yecto está en estudio. Apeadero de El Pardo, puente sobre el Manzanares pa-ra unir Fuencarral con Las Matas y obras de explanación; fábrica, túneles y edificios. Este último proyecto está aprobado, ha sido adjudicado en concur-so y su ejecución comenzada,.

Page 52: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Sevilla, pretende ser incluida en el plan de enlaces ferroviarios.

El alcalde accidental, al tener noticia de que en el proyecto sobre el cambio de emplazamiento de las estaciones fe-rroviarias que acaba de leerse en las Cortes no se menciona a Sevilla, ha tele-grafiado al alcalde efectivo a Madrid para que se ponga al habla con los dipu-tados por Sevilla y gestione que se in-cluya en tal proyecto la desviación de la estación férrea de Cádiz, según pro-yecto redactado el año 1923.

La Cámara de la Industria, ante el pro-blema ferroviario.

La Cámara Oficial de la Industria de Madrid ha elevado al presidente del Con-sejo y al ministro de Obras Públicas un escrito sobre el problema ferroviario.

Después de reconocer lo fundado de las razones expuestas ante las Cortes por el ministro de Obras Públicas res-pecto a la imposibilidad de que esta cuestión haya podido ser considerada por el Parlamento hasta el momento presente, la Cámara dice que, a su jui-cio, la mejor solución del problema fe-rroviario es la concebida en ©1 proyecto de ordenación ferroviaria de don Anto-nio Maura, y que estima necesaria la visión de las diversas medidas de ca-rácter social y económico que en es-tos años han aumentado anoi-malmen-te los gastos de explotación, y especial-mente la aplicación de la jomada legal de ocho horas y los precios del carbón.

Estima que debe reformarse radical-mente la anticuada le^slación ferrovia-ria, incompatible con las exigencias mo-dernas del transporte, que requieren un;i gran flexibilidad en las relaciones entre las empresas y el público y máxima li-bertad para adoptar los modernos pro-cedimientos de explotación actualmente en pleno desarrollo.

Sostiene que la solución de los pro-blemas planteados por el extraordinario desarrollo de los transportes en automó-vil deberá iniciarse con medidas legales o gubernativas que den efectividad a las noimas propuestas en el dictamen emi-tido por la Conferencia Nacional de Transportes Terrestres, celebrada el ve-rano de 1932, dictamen que respondió al voto unánime de las diversas represen-taciones.

Los ferrocarriles eu construcción.

Una Comisión de diputados, compues-ta por representantes de todas las mi-norías, ha visitado recientemente al mi-nistro de Obras Públicas, para pedirle que formule ima petición de crédito ex-traordinario por valor de 27 millones de pesetas con destino a proseguir las obras suspendidas de los ferrocarriles en construcción. Efeta cantidad que se so-licita es la necesaria para la continua-ción de las obras en el semestre de ju-lio a diciembre.

Los diputados salieron bien impresio-

Nueva locomotora ele alta presión.

En los talleres Krupp, se ha construido esta locomotora proyectada por los Ingenieros de los Ferrocarriles Alemanes. Es una máquina de 4 cilindros en compound y su velo-

cidad normal es de IW km./hora, siendo la máxima de 145.

nados de su entrevista con el señor Prie-to, y acordaron visitar al ministro de Hacienda, para que facilite la concesión del crédito.

El ferrocarril de Santander a Bilbao en 1932.

La Memoria contiene, como en años anteriores, una serie de datos estadísti-cos comparativos, que evidencian cómo la crisis general a afectado a los pro-ductos del tráfico, a más de la compe-tencia que al ferrocarril hacen los au-tobuses, no habiéndose llegado aún a dictar ninguna disposición que coordine los transportes por ferrocarril y por ca-rretera, como se esp'eraba, visto el re-sultado de la Conferencia de Transpor-tes, celebrada el verano último, y la bue-na orientación que para ello mostró el señor ministro de Obras Públicas.

Para hacer frente a esa baja en los productos y al incremento de gastos ori-ginados por las disposiciones emanadas del Ministerio de Trabajo, se ha intro-ducido una severísima austeridad ein los gastos de explotación, consiguiendo re-ducir éstos en la cantidad de 146.052,69 pesetas.

El coeficiente de explotación fué en 1932 de 73,13.

El producto de todas sus líneas es pe-setas 2.555.393,89, de cuya cantidad hay que deducir las cargas financieras y gra-

J. A R M E R O INGENIERO DE C A M I N O S

I N G E N I E R I A H I D R O E L É C T R I C A Organización y explotación de empresas. Proyectos. — Construcción- — Peritajes. G o y a , 3 4 . - M A D R I D . - T e l é f . 13.256

tiflcaciones al personal, quedando así un beneficio para el ejercicio de 1932 de 413.208,60 pesetas, y añadiendo el rema-nente anterior, hace un total disponible de 946.611,01 pesetas.

El ferrocarril de Utrillas en el año úl-timo.

Como resultado de la explotación fe-rroviaria de esta empresa en 1932, in-dica la Memoria que se ha advertido un considerable incremento en la recauda-ción por los transportes efectuados, ya que ésta ha importado en el último ejer-cicio, 1.916.239,70 pesetas, y como en el año 1931 supuso el mismo concepto una recaudación de 1.440.978,20 pesetas, el aludido incremento es de una cuajitía de 475.261,50 pesetas.

Es evidente que este exceso' en la re-caudación corresponde a la modificación introducida en las tarifas de más im-portante aplicación en el ferrocarril. Así y todo, la explotación ferroviaria ha ce-rrado en el último ejercicio con una in-suficiencia de 320.927,70 pesetas, infe-rior en pesetas 499.294,75 a la acusada para el año 1931.

Minas y metalurgia.

El Comité de Combustibles dependerá nuevamente de la Dirección General de

Minas.

Se ha dispuesto que el Comité eje-cutivo de Combustibles, constituido en la misma forma que en la actualidad, se reintegre a la dependencia de la Direc-ción General de Minas y Combustibles, que de nuevo asumirá su presidencia.

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La Sección de Combustibles, a la cual incumbirán los mismos asuntos que en la actualidad, continuará bajo la direc-ta dependencia de la misma Dirección General de Minas y Combustibles.

La jomada de trabajo en las minas me-tálicas.

El Ministerio de Trabajo ha dispues-to que la jomada en las minas metáli-cas pueda prolongarse basta ocho ho-ras durante el segrundo semestre del año actual.

Un sondeo hidrológico-potásico en Na-varra.

Se ha adjudicado mediante concurso público, exceptuándose de las formali-dades de subasta, la contrata de ejecu-ción de un sondeo de investigación hi-drológico-potásica de 500 metros de pro-fundidad en las inmediaciones de Javier (Navai-ra).

La Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya en 1932.

En la Junta general celebrada recien-temente en París se aprobaron por ima-nimidad las cuentas del ejercicio 1932, que acusan un beneficio neto de 6.918.796 francos, que son llevados a cuenta nue-va, después de afectar 345.939 a fondos de previsión y 600.000 a reserva extra-ordinaria. La Memoria señaJa el efecto perjudicial que ha causado sobre los re-sultados del ejercicio la agravación de la baja de los cambios de los metales y las medidas impuestas por el Gobierno español y da cuenta de los datos esta-dísticos siguientes sobre la marcha de los negocios sociales.

Minas de hulla: la producción total fué de 813.000 toneladas contra 780.000 en 1931. Destilación de Puertollano: los es-quistos bituminosos exportados ascendie-ron a 65.000 toneladas contra 53.500. Mi-nas metálicas: la producción en España fué de 33.150 toneladas de galena con-tra 43.00Ó, y de 2.700 de blenda contra 6.600. Fundiciones: la producción ha si-do de 92.566 toneladas de plomo en 1932 y de 103.100 en 1931; de 15.976 de cinc y 17.700, y de 126.355 küos de plata y 123.100. Productos químicos: el merca-do de abonos y el del sulfato señalan ima ligera mejora. Servicios eléctricos: las ventas de corriente en España y en Francia se cifran totalmente en 121 mi-llones de kWh contra 103 millones en 1931.

Después de la lectura de la Memoria, el presidente del Consejo de Adminis-tración, M. Heurteau, hizo a la asam-blea algunas declaraciones sobre la po-

Grandes alternadores en soldada.

construcción

Carcasa de estator para un alternador de 48.500 IcVA.

litica económica y social del Gobierno español. "En el año 1932—dijo—se ha desarrollado y aplicado ima nueva le-gislación social; el efecto para nuestras industrias ha sido inmediato. Para al-guna de ellas debemos ver la 'anulación en porvenir próximo; otras, llevan una vida precaria, con beneficios muy redu-cidos. Todo el mal viene de poner en aplicación la ley de arbitraje obligato-rio, llamada de Jurados mixtos". "Como éstos legislan sobre todo lo que se refie-re a la organización, a la duración y retribución del trabajo, contratos, vaca-ciones con abono de sueldo, funciona-miento de los Sindicatos, etc., se sienten las repercusiones que esta actividad ex-cesiva puede ejercer sobre el mercado de nuestras industrias. En las minas de hulla la jomada de trabajo ha sido re-ducida a siete horas, los salarios au-mentados en un 23 por 100, las vaca-ciones con abono de sueldo fijadas en siete días, el rendimiento de cada obre-ro ha sido limitado y nuevos obreros absolutamente inútiles han sido obliga-toriamente admitidos. Esta nueva legis-lación social ha ejercido sobre los be-neficios una repercusión considerable. Solamente en el año 1932, la aplicación de todas las medidas decididas por los Jurados mixtos 'ha costado a la Socie-dad en España más de cuatro millones de pesetas, suma muy superior al toe-neficio determinado por el conjunto de la Sociedad".

La Compañía Española de Petróleos en 1932.

En la Junta general de esta Compa-ñía, celebrada recientemente, estuvieron representadas 444.708 acciones. La pre-sidió D. Luis de la Peña. Entre otros asuntos se trató de la conveniencia de ampliar el capital nominal de las accio-

nes de cincuenta pesetas, con el fin de que la negociación en Bolsa no sea tan gravosa.

Los resultados de la Refinería de Te-nerife son halagüeños. Los suministros de la misma han importado en el curso del ejercicio económico unos 13 millones de pesetas, contra 6 millones en el ejer-cicio anterior.

Las perspectivas del negocio se con-sideran favorables, por el alza de los precios, en Estados Unidos. El alza está motivada por la política de restriccio-nes acordada en reciente conferencia ce-lebrada por iniciativa del presidente Roosevelt.

Las cargas de la Compañía han dis-minuido: en 31 de diciembre de 1931 su-ponían unos 9 millones de pesetas; en 31 de diciembre de 1932 eran 6 millones, y en esta fecha importan unos cuatro millones. Sólo los stocks de Tenerife su-peran con creces este importe. La baja del dólar favorece también la posición de la Compañía; también la descarga, en el servicio financiero, del pago de las obligaciones en dólares.

Los productos netos de su explotación suman 6.556.653,19 pesetas, de las que hay que deducir comisiones, intereses y descuentos y gastos generales. Queda un beneficio líquido de 2.316.287,59 pesetas, que unidas al remanente de j.a31, impor-tan 2.425.530,79 pesetas, que se distribu-yen: reserva estatutaria, 231.628,76; re-serva para pago de impuestos y arbi-trios, 375.000; remanente a cuenta nue-va, 1.818.902,03 pesetas.

La Memoria hace constar que la con-veniencia de prever contingencias y la necesidad de reducir cargas y obligacio-nes de la Compañía no aconseja la dis-tribución de los beneficios.

Los trabajos de exploración en Mona-gas empezaron el 1 de abril, y se han perforado ya unos 1.200 metros, de los 2.000 requeridos, jun estos trabajos se han invertido 300.000 dólares, de los 900.000 que üay presupuestados.

La S. A. Aceros Echeverría en el aj.o últiimo.

Esta Sociedad celebró Junta general ordinaria, con asistencia de 54.516 ac-ciones, de las 60.000 que constituyen el capital social.

La Memoria indica que durante el ejercicio 1932 no se ha despedido un sólo obrero ni reducido una hora su jor-nada, situación que continúa en 1933. El mantenimiento de un nivel constante de trabajo es resultado del perfecciona-mtieno técnico y arraigo de sus aceros y otros productos en el mercado, para lo que no se ha escatimado sacrificio al-gimo. Esto permite sortear con ventaja los efectos de la d^resión y de la com-

Page 54: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

petencia. En estas condiciones, el re-sultado del ejercicio debe estimarse su-mamente halagador, pues si ahora pue-de hacer frente a la crisis, cuando lle-gue la reacción se obtendrán excelen-tes frutos, compensadores del sacrificio que se mantuvo con tanta tenacidad.

Los 'beneficios liquides ascienden a pe-setas 1.859.059,12. Siguiendo la norma constante en esta Sociedad, se reparte un dividendo de 3 por 100 a las accio-nes y se destina el resto a fondos de amortización y reserva.

Por atenciones sociales se han satis-fecho 290.515 pesetas en 1932.

Se ha invertido en nuevas instalacio-nes y mejoras de las ya existentes pe-setas 1.042.757,38.

Nombramientos y traslados.

Los nuevos ingenieros industriales.

Eln la Escuela Central de Ingenieros Industriales han terminada sus estudios los siguientes alumnos:

Don Félix Morales y de Vargas, don Fernando de la Puente Rodríguez, don Aniceto Hernández Garcés, don Luis López Jamar, don Carlos Velayos Rico, don Luis Galindo Zúñiga, don Prudencio Fernández y Fernández Pello, don Julio Guijarro y Huidobro, don Félix Case-llas Laguna, don Ftügencio Garcia Ger-mán, don Fidel Moneada Nieto, don Luis Doria Esparza, don José Luis Faquine-to Charbounier, don Manuel Garcia Re-yes, don Manuel de la Torre Parras, don Carlos Sánchez Román, don Vicen-te Sabater Gay, don Alvaro Aguirre So-lanes y don Anselmo Aracil Laborda.

—Han sido designados por orden de la Presidencia del Consejo de Ministros los señores don Primitivo Hernández Sampeláyo, subdirector del Instituto Geológico y Minero de España, y de don Agustín Marín y Bertrán de Lis, vocal del Consejo del mismo Instituto, para asistir al Congreso Geológico que se ha de celebrar en Wáshington.

— Se ha nombrado administrador de la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre a don José Benlloch y Martí-nez, ingeniero industrial.

—Se ha nombrado delegado del Go-bierno en los Canales del Lozoya a don José Madinaveitia y Tabuyo.

—Se ha nombrado jefe de la segunda Sección de la Inspección general de Bu-ques y Construcción al ingeniero naval don Fernando Troncaso Sagredo.

— Se ha nombrado profesor de Prác-ticas y Auxiliar de las asignaturas de Elementos de'máquinas y mecanismos e Hidráulica y máquinas hidráulicas, de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao a D. Juan Barandica y Ortiz de Zárate.

—Ha sido nombrado director general

Grandes alternadores en construcción soldada.

Rueda soldada para el alternador de Beau-harnois, de 48.500 kVA., a 75 rev./m.

del Tráfico Urbano de Madrid, el inge-niero de Caminos, D. José Paz Maroto.

—^Se ha nombrado jefe de la primera sección de la Inspección general de Bu-ques y Construcción Naval, de la Sub-secretaría de la Marina civil, al general de brigada del Cuerpo de Ingenieros na-vales, D. Enrique de la Cierva y Clavé.

—^Ha sido nombrado jefe del Negocia-do segundo, de la segunda Sección de ídem, a D. Pedro de la Rosa y Mayol, capitán de ingenieros navales.

—Se ha nombrado subsecretario del Ministerio de Industria y Comercio al ex presidente del Consejo de Obras Pú-bhicas, D. Manuel de la Torre y Eguía.

Como representante-delegado de las Compañías ferroviarias españolas, asiste a las reuniones que el Bureau Interna-cional de Containers celebra periódica-mente en París, el ingeniero de Cami-nos D. Ramón Sánchez-Moreno.

—A propuesta del Consejó de Indus-tria, y como resultado del concurso con-vocado oportunamente, han sido conce-didas becas a los siguieintes ingenieros Industriales:

A D. Isidro Ríus Rintes, p^ra Ingla-terra, con residencia en Londres, para el estudio de la Tipificación industrial.

A D. Alfonso María Bosch Aymerich, para Italia, con residencia en Roma, pa-ra estudio de los Servicios estadístico-industriales.

A D. Anselmo Carretero Giménez y D. Ricardo López Morales, para Alema-nia, con residencia en Berlín, para el es-tudio de los servicios allí implantados análogos a los desempeñados como fun-cionarios del Estado por los ingenieros Industriales al servicio del Ministerio de Industria y Comercio.

—^Ha sido nombrado delegado del Go-bierno en los servicios hidráulicos del Duero D. Julio Alió Agero .

— E1 Ministerio de Agricultura ha dis-puesto que el ingeniero afecto a la Es-tación de Patología Vegetal de Burjasot

(Valencia), D. Cirilo Cánovas Garcia, se traslade a !N orteamérica, para estu-oiar la cna y utiüización de ios insectos auxiliares y visite los Centros dedicados a estas especialidades instaladas en di-cno país.

SiSKVICIOS DEL ESTADO

ingenieros Agrónomos. — Se dispone que el ingeniero jefe de segunda clase u. Clemente Cordá Darogui continué prestando sus servicios en la Sección Agronómica de Vaiencia como jefe de la misma; que D. Antonio Baeza Esteve, ingeniero segundo, afecto a la SecciOin Agronómica de tíegovia continúe pres-tando sus servicios como jefe de la misma.

Se destina a D. Vicente Rivadeneira Villasuso, ingeniero segundo, afecto a la Sección Agronómica de Jaén para que preste sus servicios en la Sección Agro-nómica de Valencia.

Se concede uin mes de prórroga de posesión al ingeniero segundo D. José Galicia Alonso, afecto a la Sección Agronómica de Granada.

Se dispone que D. Francisco Morales Moníau, ingeniero tercero, afecto a la estación de Viticultura y Enología de Felanitx, pase a prestar sus servicios a la Sección de Fipatología, Centro de Barcelona.

Supemmnerarios.—Se concede el pase a esta situación a don Fernando Gutié-rrez Soto, ingeniero segundo; don Tirso Rodrigáñez Sánchez-Guerra, ingeniero tercero; don .Antonio María Acuña de Armijo, ingeniero jefe de segunda cla-se; don Tomás Sentí Juárez, ingeniero tercero; don Carlos Gutiérrez Hernán-dez, ingeniero primero; don Francisco Urenga Galdiano, ingeniero tercero; don Enrique Parella Conde-Duque, ingeniero tercero; don Ramón Irazusta Tolosana, ingeniero tercero; don Francisco de la Figuera Bemad, ingeniero tercero; don Francisco J. Zorrilla Dorronsoro, inge-niero tercero; don José María Dorronso-ro Dorronsoro, ingeniero tercero, y don Eladio Morales Fraile, ingeniero ter-cero.

—Se nombra ingeniero jefe de la Sec-ción Agronómica de Zaragoza a don Julián Freixinet y Cortés, ingeniero je-fe de primera clase.

—^Se dispone que el ingeniero tercero don Higinio Alvarez Carriedo, afecto al Catastro, pase a prestar sys servicios como ingeniero director de la Estación de Ovicultura y Elayotecnia de Almo-dóvar del Campo, quedando agregado a las inmediatas órdenes de la Presiden-cia del Instituto de Investigaciones Agronómicas, cesando en el cargo de di-rector interino de dicho Centro de Al-modóvar.

—^Se concede el reingreso como in-geniero segundo a don Angel Morales

G O M A S Y T U B O S PARA I N D U S T R I A S HUTCHINSON CORREAS, TRANSMISION

Y TRANSPORTADOR

Page 55: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

Grandes alternadores en construcción soldada.

Cruz-g-uía para el soporte superior del alternador de 48.500 kVA a que se refieren las fotos anteriores.

(Clichés de la Sdad. Esp. Oerlikon.)

Fraile; se nombra ingeniero tercero al aspirante D. Rafael Bohorquez Domín-guez; se nombra ingeniero tercero al as-pirante don Manuel Madueño Box; ídem ingeniero tercero al aspirante don An-gel García Villalba Molins; idem inge-niero tercero al aspirante don Gabriel Bomas Urctillu; se nombra en ascenso de escala consejero inspector general a don Ernesto de la Loma y Milego; in-geniero jefe de primera clase a don En-rique de la Loma del Arenal; ingeniero jefe de segxinda a don Lvüs Burgos Fi-gueredo; se concede el reingreso en su categoría de ingeniero primero a don Joaquín García Petit; se nombra ingenie-ro tercero al aspirante don Cándido del Pozo Pelayo.

—Se concede el pase a situación de supernumerario por pasar a prestar sus servicios en Obras públicas en los Ser-viicos Hidráulicos del Ebro y Duero, a los ingenieros terceros don Julio Jorda-na de Pozas y don Guillermo Castañón Albertos.

—Se dispone que don Claudio Sánchez Torres, sin dejar de pertenecer a la plantilla de la Sección Agronómica de Cáceres, pase interinajnente en comi-sión a la Jefatura de la Sección Agro-nómica de Jaén, y que don Pedro Cha-cón cese en la Jefatura interina de la Sección Agronómica de Jaén como agre-gado, y siguiendo afecto a la Estación de Olivicultura y Elayotecnia de Jaén.

Ingenieros de Caminos.—Don Donato Paredes Granados, ingeniero segimdo, supernumerario, se le nombra ingeniero subalterno en la Dirección General de Obras Hidráulicas.

Don José M. Alvarez Ruiz, ingeniero segundo, se dispone cese en el cargo de ingeniero subalterno de la Jefatura de Obras públicas de Jaén.

Don Ricardo Blázquez Riera, ingenie-ro tercero, en Santa Cruz de Tenerife, pasa como ingeniero subalterno a la Jefatura de Obras públicas de Las Pal-mas.

Don Gabriel de Benito Angulo, se le nombra agregado de la Comisión de En-laces Ferroviarios de Madrid.

Don Enrique Friend de Toledo, se le nombra agregado de la Comisión de En-laces Ferroviarios de Madrid.

Don José María Alvarez Ruiz, inge-niero segundo, se anula la orden de su cese en la Jefatura de Jaén.

Don Enrique Latre Gómez, consejero inspector general del Cuerpo de Inge-nieros de Caminos, supernumerario ac-tivo, afecto a los Canales del Lozoya, se le jubUa.

Don Juan Herrera García, ingeniero segundo, supernumerario; don Raúl Ce-lestino; don Manuel Díaz Marta, y don Blas Vernis, en espectación de ingreso, eventuales en la Dirección del Pantano del Cijara, pasan a ocupar las cuatro vacantes de ingenieros auxiliares crea-das en la plantilla para dicha Dirección.

Don Antonio Herbella Zobel, conseje-ro inspector general, se le jubila.

Don Antonio Ballester Abadía, se le nombra ingeniero auxiliar de la Junta de Obras del Pantano del Chorro, interino.

Ingenieros Industriales. — En resolu-ción de concurso de traslado, han sido destinados los siguientes ayudantes in-dustriales:

Don Joaquín Urrizburu Morales, a la Jefatura de Industrias de Madrid.

Don Patricio Sánchez Alvarez, a la de Lugo.

Don Alfonso Sánchez García, a la de Castellón.

Don Ignacio Rodríguez Moreno, a la Jefatura de Albacete.

Don Santiago Fillat Bistuer, a la de Cuenca.

Don Ramón Nafría Ramos, a la de Guadalajara.

Don César Arredondo Bombón, a la de Tarragona; y

Don Antonio Ruiz González, al servi-cio de Contrastación de Pesas y Medi-das de Zamora, como interino .

El ingeniero Industrial D. Ildefonso Roca de Togores, que prestaba sus ser-vicios en la Laboratorio Central del Mi-nisterio de Hacienda, ha sido trasladado a la Inspección Regional de Alcoholes, con residencia en Madrid.

De la Delegación de Hacienda de La Coruña ha pasado a la Inspección Re-gional de Alcoholes de Granada el inge-niero Industrial D. Viriato García Ale-mán.

Ingenieros de JVIinas.—Se nombra im-geniero jefe del Distrito Minero de Madrid, a D. Antonio Rodríguez Gutié-rrez.

Se jubila el ingeniero inspector gene-ral, D. Rafael Aguirre Carbonell, y con motivo de esta jubilación, se produce el siguiente movimiento de escala:

Asciende a inspector general, D. Va-leriano Valzola y Echevarría, y por ha-llarse éste en situación de supernume-rario, D. José Prats y García Olalla; a ingeniero jefe de segunda clase, D. Nar-ciso de Mir y,Clapes; a ingeniero jefe de segunda clase, D. Simón Martí Man-cha; a ingenieros primeros, D. Ramón Fernández Hontores y Uhagón, y por hallarse éste en situación de supernume-rario, D. Emilio Iznardi y Alzate; a in-geniero segundo, D. Fermín Ponte y Manso de Zúñiga y D. Manuel García de Lago y Hoz, y por hallarse ambos en situación de supernumerarios, D. José de Areba y Solsona y conceder el rein-greso en el servicio activo del Cuerpo, como ingeniero tercero, a don Carlos García Mauriño y Campuzano.

Se nombra ingeniero vocal del Insti-tuto Geológico a D. Luis Jordana Soler.

En la vacante producida por jubilación del Sr. Fernández y Menéndez Valdés, asciende a ingeniero jefe de primera clase D. Juan de la Escosura y Alami-nos y a ingeniero jefe de segunda clase D. Domingo González Regueral.

Ingenieros de Montes.—En movimien-to de escala, han sido ascendidos: Don Francisco Bernad y Gallego, a presiden-te de Sección del Consejo Forestal; a consejeros inspectores generales, a don Alejandro González Heredia y Suso, que continuará en la situación de supernu-merario, y a don Alfonso Arias Chacil; don Octavio Griñau y Gómez, ingeniero jefe de primera clase; don Manuel de

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Isasa y del Valle, ingeniero jefe de se-gunda clase; don Alfonso Acebal de la Rionda, ingeniero primero; don Carlos Móndéjar y Sánohez-Tirado, ingeniero segundo, y don José González Cardos, ingeniero tercero.

Don Valentín Prieto Rincón, ingenie-ro tercero, pasa a supernumerario.

En la vacante del señor Prieto, rein-gresa en activo don Joaquín Jiménez y Aracil.

Fallece el ingeniero jefe de segunda clase don Antonio Llansó Ruiz.

La vacante del señor Llansó se cu-bre nombrando ingeniero jefe de segun-da clase a don Juan Farias Barona; in-geniero primero don Miguel de la To-rre Ibarra; ingeniero segundo don Víc-tor Gandarillas y González, e ingresa don José Mozo Gómez.

Pasa a supernumerario el ingeniero Jefe de segunda clase don Teodosio José Torres Elarre.

La vacante del señor Torres se cu-bre concediendo el reingreso en activo a don Martín de Sada y Moneos.

Se destina al Distrito Forestal de Lé-rida a don Martín de Sada y Moneos.

Obras públicas y municipales.

Proyectos de la Mancomunidad del Duero.

Han sido aprobados definitivamente por el Ministerio de Obras Públicas los siguientes proyectos:

Proyecto de conducción de agua para abastecimiento de Amaya (Burgos), Presupuesto por administración, pesetas 13.821,40.

Proyecto de captación de aguas para abastecimiento de Pedraza de Campos (Palencia). Presupuesto por administra-ción. 9.734,30 pesetas..

Provecto de captación de aguas para a,bastecimiento de Martiago (Salaman-ca) . Presupuesto por administración, pe-setas 5.063,54.

Provecto de conducción de aguas ia-ra abastecimiento de Villoldo (Palencia). Presupuesto de contrata, 36.036 92 pe-setas.

La Dirección Genera,1 ha autorirado también a la Delega,ción para realifrar Rstas obras en cuanto los pueblos inte-resados completen algunos trámites •"receptivos.

El pantano ñe Linares.

Se han remiticlo a la Superioridad las instancias y certificaciones en que rati-fican sus compromisos de auxilios los pueblo.^ afectados por la construcción del Pantano de Linares y las Comuni-dades de regantes de la zona.

Proyectos remitidos.

Por la Delegación han sido remitidos, para su aprobación, a la Dirección Ge-neral, los siguientes:

Proyecto de conducción de aguas de la Mancomunidad del Duero para abas-tecimiento de Migueláñez (Segovia).

Proyecto de replanteo previo del en-cauzamientc del Sequillo en Gatón de Campos (Valladolid).

Proyecto de encauzamv>"lo de los ríos Pioo y Vena en Burgos.

Pro5'eRto ¿e conducción de agua para abastecimiento de Gallegos de Solmirón (Salamancfj j.

El encausamiento de los ríos BruTles y Jaroma.

ApiobAdo deñnitivams-te el proyec-to £ls> encAuzamiento de Jos río." Bru-lles y Jarama en Villadiego (Burgos), por su presupuesto de 104 129 1:3 pese-tas, se ha ordenado realizar el replan-teo previo a la subasta.

Los agotamientos para la presa del canal de San José.

Habiendo sido aprobado el proyecto reformado de los trabajos de agotamien-tos necesarios para la construcción de la presa de desviación del canal de San José, por su presupuesto de administra-ción de 336.038,67 pesetas, y habiendo sido invertidas ya 43.000 pesetas en los primeros trabajos, se ha ordenado librar a la Delegación de los Servicios Hidráu-licos del Duero la cantidad de 293.038,67 pesetas para proseguir el desarrollo de tan interesante obra.

Ejecución de obras hidráulicas en la provincia de Burgos.

La Delegación de Servicios Hidráuli-cos ha ordenado la ejecución de las obras de conducción de agua para abasteci-miento de Miñón (Burgos), según su presupuesto de administración de pese-tas 6.822,34, y las obras de análogo ca-rácter referentes al pueblo de Ordejón de Arriba (Burgos), que tienen un pre-supuesto de 7.938,39 pesetas.

Las acequias de Pa,iencia.

Celebrada en la Delegación, ante no-tario, la oportuna apertura de pliegos, ha quedado adjudicada provisionalmen-te la subasta de las obras de la red de acequias derivadas de la principal de Palencia, en el término de dicha ciudad (zona Sur), a don Faustino García Ruiz, aue se compromete a ejecutarlas por la cantidad de 167,025 pesetas.

El abastecimiento de Santiuste.

También ha tenido lugar la apertura de los pliegos presentados para optar a la subasta de las obras de conduc-ción de agua para el abastecimiento de Santiuste de San Juan Bautista (Sego-via), resultando adjudicadas a don Ro-que Blanco Martínez, en la cantidad de 53.956 pesetas.

El cost« del túnel bajo el Estrecho de Gibraltar.

Recientemente, el ministro de la Go-bernación realizó un viaje a Algeciras y Marruecos como presidente de la Co-misión del Túnel bajo el Estrecho que hace los estudios y dirige los trabajos con objeto de preseinciar las pruebas que, mediante explosiones, se hicieron en las dos posibles cabezas del túnel para estudiar las condiciones del terreno.

Al regreso de su viaje manifestó que de los estudios de gabinete realizados, tomando como base esas pruebas, no se han dado todavía resultados definitivos, pero sí una impresión muy halagüeña, porque resulta que el terreno es de una gran homogeneidad y, al parecer, sin soluciones de continuidad, Si los traba-jos de gabinete corroboran esta primera impresión y demuestran esas condicio-nes de las capas que haya de perforar, estará probado que las obras pueden ser realizadas sin otras dificultades y sin mayor costo, cosa que no sería así de ofrecer el terreno desigualdades en su contextura y homogeneidad.

La obra ha sido calculada en un costo aproximado de 300 millones de pesetas. Dada la formidable importancia que tendria el túnel para España, el Estado debe hacer cuanto pueda con el mayor entusiasmo y para su realiización debe hacerse un esfuerzo tan pronto como la situación del erario público lo permita.

"La empresa habría de tener apoyo en importantes sectores políticos, por cuanto el Sr. Lerroux, presidente de la antigua Comisión, que después tomó ca-rácter oficial, es también un entusiasta de esta obra, y vió desde el principio la importancia grande que tiene para nues-tro país y los beneficios que de su rea-lización pueden desprenderse."

En diversas ocasiones hemos expues-to razonadamente nuestra opinión con-traria en absoluto a tomar en conside-ración este proyecto fantástico, cuyas posibilidades técnicas de realización son muy discutibles. Pero aunque así no fue-ra, en su aspecto económico siempre nos ha parecido un enorme desatino. No nos extraña, sin embargo, que en los mo-mentos actuales tenga este proyecto el apoyo oficial, ya que por lo visto todo lo que sean túneles encuentra en las es-feras ministeriales las condiciones más favorables para su desarrollo y realiza-ción.

El viaje del ministro de Obras Públicas a la cuenca del Duero.

En los primeros días del mes de julio, el ministro de Obras Públicas ha efec-tuado un viaje de inspección a las obras hidráulicas de la cuenca del Duero, acompañado del director general de Obras Hidráulicas, señor Delgado de Torres.

Después de su viaje, el señor Prie-to hizo las siguientes manifestaciones:

"He preferido que mi primera visita de inspección a las obras de la cuen-

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SOLDADURA E L É C T R I C A 1. Por hidrógeno

atomizado. 2. Grupo para dos

operarios. Grupo portátil. Máquina automática, i . .-c?, ^

Grupo de motor / ' de gasolina. gasolina

Aparato para corriente alterna.

Aparato con avance continuo del electrodo.

8. Aparato para soldadura con-tinua de cubiertas de barcos.

oooooooooooooooo

E L E C T R O D O S D E T O D A S C L A S E S Pídanse detalles a los Representantes

En BILBAO:

EGUIDAZU Y L ANDECHO I N G E N I E R O S

Alameda de Recaide, 46.—Telf . 12779 y 12679

En BARCELONA;

ANGLO-ESPAÑOLA DE ELECTRICIDAD, S. A .

Cortes, 525 Pelayo, 12

Page 58: Revista Ingeniería y Construcción (Agosto,1933)

ca del Duero sean para aquellas que están en proyecto, con' objeto de ver luego las que ya se encuentran en eje-cución. He prestado especial atención al Pantano de la Maya, actualmente en estudio de la Dirección General de Obras Públicas, respecto al cual habrá de emi-tir muy pronto dictamen el Consejo téc-nico adscrito a dicha Dirección.

He podido confirmar ayer una impre-sión francamente favorable a la ' cues-tión del Pantano de la Maya. No es obra barata ciertamente; pero su realización está aconsejada por la extensión y ca-lidad de las tierras que, merced a su embalse, habrán de regar las aguas del Tormes. El proyecto es de tal enverga-dura, que puede suponer una transfor-mación fundamental agrícola y social de la provincia salmantina. La multipli-cidad en la producción que el regadío habrá de originar en tierras de secano determinará ocupación de una cantidad de mano de obra campesina muy supe-rior a la actual, y además concluirá con esas intermitencias de crisis de trabajo. La conveniencia de ese embalse se re-vela elocuentemente en un recorrido por los campos que puede regar. La difi-cultad . estriba en la forma económica de realizar estas obras. Por eso yo ven-go dando vueltas desde hace meses a la idea de una financiación que pudiéramos considerar hasta cierto ptmto extraesta-tal, idea sobre la cual yo habla cambia-do impresiones con el anterior minis-tro de Hacienda, señor Carner. Tam-bién la he manifestado al actual minis-tro, señor Vii,|Uales.

Desde La Maya he ido a los Saltos del Duero, porque quería conocer el pro-greso de estas obras. Me interesaba so-bre todo conocer al detalle la organiza-ción de los medios auxiliares que se han establecido para ejecutar la magna obra que he contemplado. La más im-portante por su volumen es la del pan-tano del Portillo de Cijara, en la pro-vincia de Badajoz. Características aná-logas ha de tener también el pantano de Alarcón, arranque de un formidable incremento de los riegos de Levante.

Próximamente haré una visita a la zona leonesa, que puede ser objeto tam-bién de una mágica transformación del canal del Bierzo. Recientemente he fir-mado la cantidad de la concesión de es-te canal a un particular, y me propon-go que los ingenieros a! servicio del Estado hagan prontamente un estudio de dicha obra, a fin de acometerla cuan-to antes.

Recepción de las obras del pantano de la Fuensanta.

El día 3 de julio se verificó la recep-ción provisional de las obras de la pre-sa del pantano de la Fuensanta, perte-aeciente a la Mancomunidad Hidrográ-fica del Segura.

Asistieron el director técnico, don Emilio Arévalo; director de las obras del pantano, don Pablo Santo, y el ingenie-

Motor Diesel marino.

La Casa MAN de Alemania ha construido, por encargo del Japón, dos motores Diesel marinos, como el que reproduce la foto. Son motores sin compresor, de doble efecto

y siete cilindros.

.-o contratista de las mismas, don Pas-cual Arellano.

Estas obras empezaron en diciembre del año 1&30, habiéndose empleado me-f.ros cúbicos de hormigón 250.000. La presa tiene una longitud de 232 metros, y el pantano una cabida de 238 millones de metros cúbicos útiles y 256 millones de metros cúbicos de agua en espacio total. Se asegura con esta obra la ri-queza de toda la vega del río Segura.

En pro de la construcción del canal de la Loma.

En Ubeda se celebró el día 26 de ju-nio una gran asamblea de fuerzas vivas para pedir al Gobierno que el proyecto de construcción del Cañad del Alto de la Loma sea incluido en el plan de obras hidráulicas que ha de presentar a las Cortes el Ministerio correspondiente .

Se aprobaron por aclamación las con-clusiones que se han de elevar al Go-'jiemo, y que, en extracto, son:

Primera. La ejecución de las obras del Canal del Alto de la Loma, con sus 152 kilómetros de extensión, con un pre-supuesto de 52 millones de pesetas.

Segunda. Urgencia de la inclusión de estas obras en los primeros años del pro-yecto general de Riegos, que se presen-tará a las Cortes.

Tercera. Caso de que el Consejo de Obras Hidráulicas dictaminase desfavo-rablemente este proyecto, solicitar, an-tes de resolver definitivamente la supe-rioridad, la no ejecución del Canal; la devolución del proyecto a la Delegación de los Servicios Hidráulicos del Guadal-quivir, para que se cifren los aumentos que ocasionarían las modificaciones que indicase el Consejo, y rechazar el estu-dio económico.

Cuarta. Que, como ensayo, se cons-truya un trozo del Canal en los terre-nos más peligrosos para la estabilidad de las o)iras.

Quinta. Que, en tanto se resuelva so-bre este problema, no se concedan agnias abajo de la provincia del caudal que embalsa el pantano de El Tranco de Beas.

Las obras de riegos en la zona del Bierzo.

El ministro de Obras Públicas ha dis-puesto que se forme una brigada técni-ca adscrita a la Delegación de los Servi-cios Hidráulicos del Miño, para que pro-ceda con la mayor actividad posible a los estudios referentes a las obras de rie-gos que el Estado pueda acometer en la zona del Bierzo.

Los estudios encomendados a esta bri-gada comenzarán inmediatamente.

Varios. La Ooníerencia Económica Mundial de

Londres.

El día 12 de junio se celebró en Lon-dres la inauguración de la Conferencia Económica Mimdial.

A la Conferencia han asistido más de 600 congresistas. Como jefe de la Dele-gación española fué designado el señor Nicolau d.Olwer y los señores Flores de Lemus, don Julio Carabias, gobernador del Banco de España, y don Gabriel Franco, consejero del Banco de España y catedrático de Economía. Por el Mi-nisterio de Estado, ©1 señor Doussina-gue, y el señor Rodriguez Mata, gober-nador del Banco de Crédito Local.

De su desarrollo y conclusiones adop-tadas, nos proponemos ocupamos en nuestro próximo n;mero con la extensión que merece.

Viaje de prácticas de ingenieros indus-triales.

Los alumnos de sexto año de la Es-cuela de Ingenieros Industriales, que re-cientemente terminaron sus estudios, han salido el día 25 de julio en viaje de prácticas al extranjero. Se proponen vi-sitar los principales centros industriales del norte de Italia.

El Jurado niixto de Ingenieros.

El día 6 de julio se ha verificado en la Delegación provincial de Trabajo la proclamación de vocales, representantes obreros en el Jurado mixto de Ingenie-ros al servicio de la industria privada.

Fueron proclamados vocales los si-guientes señores: Don Bernardo Costilla, don Abel Eugenio Bueno, don Vicente Fernández Soler, don Rafael Fernández Aguilar, don Matías Benlloch, don Leo-poldo Paradinas, como vocales efectivos, y don Augusto Martínez Roló, don Ma-riano Cáncer, don Manuel Pérez Gon-zález, don Francisco Sempere, don Brau-lio Helguera y don Carlos Martínez An-dreu, como suplentes.

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B i b l i o g r a f í a Materiales aisladores y siis aplicaciones. M E T A L U R G I A

Con este m i s m o t ítulo la R e v i s t a E l e c t r o t é c n i c a • de Ber l ín ( E T Z ) h a pu -b l i cado u n o de sus ú l t i m o s n ú m e r o s , que ded i ca al estudio de los mater ia l es ais-ladores de t odas c lases ut i l i zados en e l ec -trotecnia . D e s d e el año 1910, en que la A s o c i a c i ó n de E l e c t r o t é c n i c o s A l e m a n e s c o n s t i t u y ó l a C o m i s i ó n p a r a el estudio de l o s mater ia l e s ais ladores , se han h e c h o tantos p r o g r e s o s sobre e s t a mater ia , que e r a prec i so u n a recopi lac ión , aunque f u e -se s o m e r a , de t o d o l o re f e rente a el la desde aquel la f e c h a h a s t a nues t ros días, en que se prec i san mater ia les a is ladores de las cual idades m á s diversas p a r a las dist intas r a m a s de la e lec t ro tecn ia . L a C o m i s i ó n antes n o m b r a d a se e s f u e r z a e n f o r m a r cuadros que m u e s t r e n c l a r a m e n -te las p rop i edades de c a d a uno de los a is ladores y, a ser posible , su c a m p o de apl icac ión , labor que será de g r a n uti l i -dad p a r a la industr ia e lec t ro técn ica .

N o p o d e m o s ded icarnos en el r educ ido espac io d e que d i s p o n e m o s p a r a e s ta n o -t a a dar un e x t r a c t o de los interesan-t í s imos art í cu los que p u b l i c a este n ú -m e r o de la E . T . 2 . , y só lo ind i caremos los t í tulos de a lgunos de e l los . E l p r i m e -ro, a m o d o d e introducc ión , es tá r e d a c -t a d o m a g i s t r a l m e n t e p o r el p r o f e s o r O r -lich, de la E s c u e l a T é c n i c a de Berl ín, y en él h a c e resa l tar la i n m e n s a l a b o r que h a rea l i zado y t iene ante sí la C o m i s i ó n a que nos h e m o s re fer ido . S iguen o t r o s art ículos ded i cados a los mater ia l es a is -ladores naturales , a la g o m a , g u t a p e r -c h a y balata, m i c a y sus der ivados , a la porce lana , a los a is ladores del g r u p o de la esteatita, al v idr io y a los m a t e -riales a is ladores exentos de g o m a , ter -m i n a n d o la serie c o n uno de g r a n inte -rés ded i cado al es tado ac tua l de la inves-t igac ión sobre ais ladores.

E L E C T K O T E C N I A

Telegrafía sotíomarina, p o r I ta lo de de Giul i .—384 pág inas , 146 figuras y 26 t a b l a s . — E d i t o r : U l r i c o Hoepl i , Ga -llería de Cr i s tó for i s , 59-65, Mi lán (104) . P r e c i o : 30 l iras.

El autor, director general de la Compn-ñla Italoable, posee considerable práctica en todas las cuestiones de telegrafía sub-marina y ha escrito un manual indispen-sable .a toda clase de técnicos, directivos, empleados y operarios que se dediquen a estas actividades. El libro está, escrito en tal forma, que ha de interesar ciertamen-te al público no versado en asuntos técni-cos, pero que utilizando "continuamente el servicio de cablegramas, no conoce el ad-mirable mecanismo de la transmisión y la complejidad de aparatos dedicados a en-viar las señales telegráficas a través de todo el mundo. Partiendo de las nociones teóricas consideradas como necesarias para dar una visión exacta del problema, el au-tor describe los montajes de diferentes aparatos y estaciones oablegráficas, que dan al lector la visión exacta del funcio-namiento de los diversos circuitos. El libro lleva algunos esquemas en colores y está editado con el esmero con oue acostumbra hacerlo el editor italiano Hoepli.—L. J.

L,a n l t ruraz ione dell'aeciaio, p o r e l D o t t . P e d e r í d o Glo l i t t i .—452 pág inas , 209 figuras y 36 t a b l a s . - E d i t o r : U r i c o H o e -pli, Gal ler ía d e Cr is tó for i s , 59-65, M i -l a n o (104) , I t a l i a . — P r e c i o : 6 0 l iras.

La necesidad que tiene la técnica de construir órganos dotados de una gran tenacidad y de una dureza suoerficial ele-vada ha llevado a producir aceros de es-tas propiedades utiliZiando distintos proce-dimientos; entre ellos, el más importante el de la nitrurazión. El autor de este li-bro se ha propuesto recopilar los progre-sos que en este terreno se han realizado, en los cinco últimos años, labor que ha llevado a cabo pon verdadero éxito y que expone en su obra, dividida en tres par-tes, en la siguiente forma:

Las primeras investigaciones: es el títu-lo del capitulo primero, y en él expone la influencia que ejerce el nitrógeno libre y el amoniacal sobre los productos siderúrgicos comentando las investigaciones que han servido de base para la industrialización del procedimiento'do que se trata. El ca-pítulo segundo es una continuación del an-terior, y está dedicado a las más recientes investigaciones sobre el proceso de nitrii-ración de los aceros. La parte segunda fe dedica a la técnica de la ñitruración, y es-tá dividida en tres oapituloa; en el prime-ro se estudian, los aceros aptos para ser nitrurados; en el segundo, la preparación de los aceros para la nitruración, y en el último, la nitrur-pción en sí. La parte ter-cera está dedic.ada al estudio de las apli-caciones técnicas de la nitruración. y es-tudia. en su primer capítulo las propieda-des de los aceros nitrur.s.dos, y en el se-gundo se dan algunos ejemplos de las apli-caciones técniras en osto.s aceros.

La obra está pomnletfda por los indines alf.<!béticos ya i^suales y por otro biblio-HTáflco. en nue se dan 79 notas de gr.an interés.—L. S.

V A R I O S

M a n u a l de l maquinista nafal , p o r E . L u d w i g , i n g e n i e r o ; vers i ón de la 4." edic ión a l e m a n a p o r R i c a r d o F e -rrer, ingen iero industr ia l .—713 p á g i -nas, 495 fisuras y c u a d r o s . — E d i t o r : G u s t a v o Gili, ca l le de E n r i q u e G r a n a -dos, 45, B a r c e l o n a . P r e c i o : 28 p e -setas.

La editorial Gili, de Barcelona, viene a enriquecer con un nuevo volumen la colec-ción de formularios técnicos nue con tanto éxito ha publicado. El nuevo volumen es una versión de la cuarta edición alema-na del Manuel del Maquinisiia Naval, que comienza como la mayor parte de los ma-nuales con unas tablas numéricas- a,uxilia-res. Las pa.rtes siguientes están dedicadas a recordar las fórmulas principales de u.so cori'iente de matemáticas. Siguen desnués algimos capítulos dedicados a la mecánica y la física, así como a la, resistencia de los cuerpos. La tercera parte trata de las má-quinas y turbinas de vapor, así como de los motores de explosión y la impulsión eléc-trica de los buques, "La parte siguiente describe las calderas de vapor y máquinas y aparatos auxiliares. Las instalaciones eléctricas de a bordo, instrumentos y me-diciones son objeto de un estudio detallado. La parte más interesante dsl manuel está dedicada a la arquitectura naval y estudio de problemasi ná^uticos.

Al final va un resumen de las princi-pales leyes y reglamentos que rigen la in-dustria naval v una serie de tablas de di-ferentes m.agnitudes y unidades.—B. C.

L ' Inccnd ie , p o r A . C h a p l e t y J. R o u s -set .—224 pág inas , 117 figuras y c u a -dros.—^Editor; L ibra i r í e P o l y t e c h n i -que, Ch. B é r a n g e r , 15, rué des Sa int -Péres , Par ís . P r e c i o : 50 f r a n c o s .

Constituye esta obra un documento de gran utilidad dedicado a prevenir los in-cendios y al modo de extinguirlos en su iniciación. Los autores han aportado para

la redacción de este libro, además de su experiencia personal, los datos que han reunido recogiéndolos de diferentes publi-caciones, ofreciendo eri un volumen lo más importante oue ee preciso conocer para pre-venir en toda clase de instalaciones el riesgo que supone la posibilida.d de que se produzca un incendio.

Los procedimientos que -se detallan para prevenir los incendios son de tres clases:

Construcción inmobiliaria de imateriales resistentes al fuego.

Ignifugación de materiales combustibles. Almacenado conveniente de los productos

susceptibles de arder exDontáfleamente o de producir polvos o vapores fácilmente in-flamables. , ,

Por otna parte, la prevención de los in-cendios puede ser realizada por extinción de los comienzos de incendio que se pro-duzcan y de esta cuestión se trata en la segunda parte de la obra, cuyos capítulos están dedicados: ,

A los extintoreis automáticos que actúan por riego de la parte encendida. _

A los extintores portátiles que dirigen un chorro de líquido o de polvo ignifug^

A los advertidores que indican el comlen-

^"T^lninl^la obra con un estudio que se refiere a los riesgos propios de las diver-sas empresas comerciales e. industriales.— t . J.

PUBLICACIONES RECIBIDAS El hecho de que ima obra

aparescci en esta sección no impide que posteriormente nos ocupemos de ella con más detalle.

L I B R O S Explotación técnica de ferrooai-rltes, por

Francisco Wais,—515 páginas, ^ 284 figu-ras V cuadros,—Editor: Editorial Labor, S. A., Provenza, 88.—Precio: 18 pesetas.

Bombas centrífugas, por L. Quantz--164 páginas, 149 figuras y cuadros.—Editor. Editorial Labor, S. A., Barcelona.—Pre-cio: 10 pesetas.

Cálculo ele arcos, por F. Kogler —117 pá-ginas, 29 figuras y tablas.—Editor: Edi-torial Labor, S. A„ Barcelona,—Precio: 9 pesetas.

Tratado elemental de mecánica .aplicí^a, por A. Morley y W . Inchle^-^^Sl pagi-nas, 261 figuras y cuadros.—Editor: Edi-torial Labor, S. A., Barcelona.—Precio: 22 pesetas.

Physique industrielle. EésoUition pratique des probléines de discontinuitó de fonc-tionnement dans les instaUations de cliaufíage central, por André Nessi y León Nisolle.—137 páginas, 61 figuras y cuadros.—Editor: Dunod, 92, rué Bona-parte, París, VI.—Precio: 48,20 francos,

Arqtiitectura contemporánea en España:, por Zuazo Ugalde.—100 páginas-, y foto-grafías.—Ediciones de Arquitectura y_de Urbanización Edarba, Avenida de Pi y Margan, 18, Madrid.

Investisations in ceramics and road mate^ riáis, 1930 y 1931.—175 páginas, 6 tablas y 28 figuras.—Publicaciones del Department of Mines, Ottawa (Canadá).

La formación profesional de los trabajado-res, por César de Madariagá.—551 pági-nas, figuras y fotografías.—Editor: M. Aguilar, Marqués de Urquijo, 39, Madrid. Precio: 20 pesetas.

F O L L E T O S Y M E M O R I A S Memoria Estadística correspondiente al

curso de 1931 a 1933.—Centro de Forma-ción Profesional de Málaga.—52 páginas

La disolución coloidal de carbón, por José M. Pertierra.—17 páginas y cuadros.— Publicado en "Anales de la Sociedad Es-pañola de Física y Química", t. X X X I , pág. 271.-1933.

Memoria de la: actuación de la Cámara en el ejercicio de 1932.-254 páginas.—Cáma-

. ra Oficial de la Industria de la Provin-cia de Madrid. Avenida Conde Peñal-ver, 24.

Producción y distribución de aglomerados de carbón mineral, año 1932.—Producción de carbones, tráfico en Asturias e impor-tación por las aduanas, mayo 1933.—Mi-nisterio de Agricultura, Industria y Co-mercio. Dirección General de Minas y combustibles. Sección de Combustibles.