Revista La Ravala num 1

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«Llegué al Raval por amor y me quedé por vicio» El Cubo De Simmel: (DES)ENREDANDO EL (DES)ORDEN LA IDENTIDAD Bollos Y Moñas: CORTOCIRCUITOS CIRCUIT LOS INSÓLITOS VACÍOS DEL RAVAL NEÓFITA DEL RAVAL UNA SOCIEDAD EN TRANSICIÓN PERMANENTE AMORES QUE MATAN ENTREVISTA A KAMINO OCTUBRE 2014 | Nº 1 Twitter: @la_Ravala Web: http://laravala.drupalgardens.com

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La Ravala es una asociación que llega para quedarse. La llamamos asociación porque alguna forma jurídica había que darle, pero es una iniciativa, un movimiento y un compromiso que adquirimos para transformar esa celda oscura, acrítica e inoperante en la que se quiere confinar a nuestra sociedad. http://laravala.drupalgardens.com/

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«Llegué al Raval por amor y me quedé por vicio»El Cubo De Simmel:(DES)ENREDANDO EL (DES)ORDEN LA IDENTIDAD

Bollos Y Moñas:CORTOCIRCUITOS CIRCUIT

LOS INSÓLITOS VACÍOS DEL RAVAL

NEÓFITA DEL RAVAL

UNA SOCIEDAD EN TRANSICIÓN PERMANENTEAMORES QUE MATAN

ENTREVISTA A KAMINO

OCTUBRE 2014 | Nº 1 Twitter: @la_Ravala Web: http://laravala.drupalgardens.com

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OCTUBRE 2014

Hoy nace la RavalaOctubreAsociación la Ravala

manifiesto

La Ravala la formamos un colectivo hetero-géneo (ten drías que vernos) con ganas de cambiar nuestro barrio. Es tamos cansados de ver las consecuencias de esta crisis injusta.

Entendemos que algo está cambiando y que ese cambio viene de los ciudadanos. Nace de abajo. No podemos dejar pasar la oportunidad de formar parte de esa reacció n frente a una Barcelona que ha dado la espalda a su gente.

Invitamos a todas las personas del Raval, ve-cinos y visitantes, a participar en este pro-yecto en el que no solo cabe todo el mun-do, sino que todo el mundo es necesario.

Para empezar, La Ravala pone al servicio del barrio abogados, arquitectos, ingenie-ros, economistas, traductores y acompa-ñantes para personas en riesgo de exclu-sión. Tendremos una biblioteca, un grupo de te atro y un espacio de acceso a las nue-vas tecnologías. Haremos cursos de todo tipo y abiertos a todo el mundo, y tantas actividades como propuestas nos lleguen y sean viables, siempre sin ánimo de lucro.

Fem un barri lliure.Visca La Ravala.

La Ravala es una asociación que llega para quedarse. La llamamos asociación porque alguna forma jurídica había que darle, pero es una iniciativa, un movimiento y un compromiso que adquirimos para transformar esa celda oscura, acrítica e inoperante en la que se quiere confinar a nuestra sociedad.

Rda. Sant Pau 46. [email protected]/11156/2014

Twitter: la_ravalalaRavala.DrupalGardens.com

Publicación bajo licencia:Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

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Entrevista a Kamino «Llegué al Raval por amor y me quedé por vicio»AutorDavid Bravo

entrevista

Los documentos oficiales lo identifican como Juan Javier del Camino Pérez, aunque él se hace llamar Kamino, a secas. En el ba-rrio es toda una institución. Me recibe en su casa de la calle Lleona, unos bajos mal venti-lados, amueblados con reliquias que habrán ido y venido varias veces de los Encants. No se entiende por dónde entró el plasma que preside el saloncito donde nos acomo-damos. Me ofrece una cerveza, me presenta a sus gatitos y me anima a preguntarle sin tapujos porque no tiene nada que ocultar y porque ésta no es, ni mucho menos, la pri-mera vez que lo entrevistan.

Dicen que llevas veinte años sin salir del Raval. Sí, prácticamente, sí. No cojo el metro como no sea para irme a Bilbao o a Gijón. No ten-go ninguna necesidad de salir y, además, me da mucha pereza. Mira, precisamente, para firmar el contrato de arrendamiento de este piso, la gestoría me pedía que fuera a Gràcia y les dije que no, que me lo manden por car-ta. No necesito salir de aquí porque tengo todo lo que necesito para mi vida diaria, que es muy normalita y muy simple. Lo tengo todo en el barrio. Bueno, el año pasado es-tuve en la Barceloneta porque unos amigos inauguraban una vermutería. Y Gràcia, ni se me ocurre pisarla. Gracia es, para mí, como

Texas para las chicas de Thelma y Louise.

¿Y cómo viniste a parar aquí?Mañana hará treinta años que llegué a Bar-celona y daré una pequeña fiesta. Cuando llegué, me instalé en el número 8 de la calle Aurora, donde está ahora el hotel Aba, junto a la Rambla del Raval. Estuve viviendo allí en el cuarto y luego en el segundo. Estamos ha-blando del 84. O sea que llegué directamente al Raval. Yo nací en Asturias, en Avilés, pero me he malcriado en Bilbao, que también es una villa preciosa y con ría. Tengo familia por ahí pero no me trato con ella. Mi madre murió el año pasado y ya solo me queda un amigo del colegio. Suelo subir a verlo una semanita al año, lo justo para no dar mucho por culo, para que quieran que vuelva al año siguiente. En Madrid conocí al que fue mi pareja durante años y con él me vine para acá. A los veintitrés añitos, cuando estaba en la cresta de la ola. Siempre digo que lle-gué al Raval por amor y luego me quedé por vicio. Mi pareja tenía aquí un picadero. La relación duró once años y, cuando se rom-pió, en algún sitio había que quedarse. Pen-sé en volver a Bilbao, en volver a Asturias, en marchar a Murcia y al final me quedé con el picadero. Entonces no había matrimonio homosexual, pero mi ex decidió, al vender su piso, que, habiendo vivido juntos, había

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«bienes gananciales» y me dio la mitad. Con eso me compré un piso en la calle Carretes. Muy majo. Ya no nos hablamos, pero enton-ces era muy majo. Además, me lo gané. Me lo merecía. Vamos, que entonces me vine a la calle Carretes.

Cuéntame cómo era el Raval del 84Entonces era el Chino. Creo que empezaron a llamarlo «Raval» a raíz de abrir la Ram-bla. A mí me gustaba más llamarlo «Chino». Tenía más carisma. Ese Raval, el Chino, era más canalla. Mucho más canalla. Era más duro que ahora. Piensa que yo tenía perma-nentemente en la esquina de mi casa a un camello que, cada vez que yo entraba o sa-lía, me decía «¿Quieres chocolate?». Y yo le decía «oye, gracias, que ya me he enterado, que ya tengo y que, si lo necesitara, ya tengo donde encontrarlo de urgencia». Mi colega Miguel estaba intentado montar un nego-cio de diseñador industrial en el primero y había un pavo que se subía al techo de una furgoneta para pedirle papel por la ventana. O sea que en ese nivel estaba la cosa. Pero, por otra parte, una noche, en invierno, salí a comprar y, bajando hacia mi casa, veo que hay cuatro tíos que ocupan la calle. Yo baja-ba con las dos bolsas y pienso «Joder, estos me van a dar el palo». Y, cuando estaba a un metro y medio de ellos, oigo que dicen «No, no, este es vecino, déjalo pasar». O sea que había ese rollo muy del barrio. Cada uno que se busque la vida a su manera.

¿Cómo era la noche?Bueno, la noche era la del Chino y la de más allá de la Rambla. Lo que era el Kike Bar, el Este Bar, el M3, el Kentucky y todos esos an-tros. Ese rollo canalla en el que había guiris buscando lo mismo que tú, es decir, lo que no se enseña a los turistas. Yo, en particu-lar, buscaba feos porque follan poco y se entregan más. Todavía sigue existiendo ese lado canalla, lo que ocurre es que cada vez cuesta más encontrarlo. Antes estaba todo más mezclado y ahora está más comparti-mentado; los gitanos en la calle de la Cera por su lado, los rumanos por el suyo, los ma-rroquíes por el otro... Está más guetificado. Dentro de lo que ya es un gueto, hay peque-ños guetos. Con sus mafias.

¿Y cómo es la vida diaria en el Raval?Pues muy normal. Tomarte tu café, leerte la prensa, mis quinticos por la mañana.... Solía ir a la Boqueria, pero ahora está muy llena de guiris. No me interesa tanta masificación y andar a codazos. No. Es como la Rambla, no la piso. Es que la gente no tiene educa-ción. Me da igual que sean guiris o de don-de sean si no tienen educación. No te dejan pasar, te sientes ahogado. Desde hace cinco años, la masificación también ha inundado el Raval. Te chocas a cada rato con cuatro o cinco que van por el mundo como si solo existieran su mapa y ellos. Además, cada vez cuesta más encontrar un piso que te puedas pagar. Como en cualquier parte de Barce-lona, supongo. Aunque éste siempre había sido un barrio barato. Aquí estábamos pa-gando precios muy bajos porque los pisos no están en condiciones. No todo el mundo se mete en un piso como el mío. Es un piso muy barato, aunque tengo que invertir mu-cho en apaños y arreglos. O sea que, incluso aquí, vivir cuesta caro. También está subien-do todo en las tiendas. Hay mucho más guiri y se supone que hay que sacárselo todo al guiri. Les da igual que les digas «Oye, que yo soy vecino».

¿El barrio le permite a uno ganarse la vida?Todo el mundo quiere lo mismo, hacer di-nero. Y aquí no se hace dinero porque no lo hay. El dinero que hay en el barrio lo tienen cuatro y no lo van a soltar. Yo he sido cama-rero, cocinero, he estado en la radio, he pa-seado perros, he cuidado niños, estuve una semana en una obra y ahora trabajo en un gimnasio fantástico. Cualquier cosa que me sirva para tirar adelante. Desde hace más de diez años, procuro que mi trabajo esté a cinco o diez minutos de la puerta de mi casa. A mí no me mueve el dinero y, ya que tengo que trabajar, al menos que el trabajo esté cerca. Además, siempre consigo traba-jo por la gente de mi alrededor. He echado múltiples currículum y nunca me ha servido para nada. No me han llamado de ninguno. Además, yo trabajo con personas, no para empresas. Lo he intentado pero no he dura-do ni un mes. Necesito trabajar para alguien

cor cara y ojos. Yo no trabajo para un Mc Do-nald’s o un Burger King.

¿Qué esperanza tiene el barrio?Ahora hay mucho moderno. Demasiada rei-na para poco trono. Han abierto museos para atraer a los modernos, pero la gente del barrio no va a museos. Yo estoy por la mezcla de gente, pero siempre que se respe-te a los que ya estaban ahí. Hace poco vi un documental sobre el Amazonas en el que sa-lían no sé cuántas tribus a las que habían ex-pulsado de donde habían vivido toda su pu-ñetera vida todos sus ancestros desde hace un montón de años porque tenía que pasar una autopista que ellas no querían porque no tienen coche. Pues aquí pasa lo mismo. Por una parte está bien que mejoren el ba-rrio, pero es que mejoran solo lo que les in-teresa. El MACBA lo ves muy reluciente pero yo, que he vivido muchos años en la calle Carretes, me sé de dos esquinas que, pases a la hora que pases, están llenas de basura. Pues no. Si en Gràcia pasa diez veces el ca-mión de la basura y por aquí tiene que pasar veinte, que pase veinte. Tienen limpio lo que les interesa que esté limpio y los vecinos se quejan pero no les hacen caso. Todo lo que han hecho ya, como la Rambla del Raval, no lo vamos a recuperar. No van a volver a le-vantar la farmacia que había en la calle Hos-pital, que tenía una lámpara modernista de forja preciosa y que me he enterado de que está en los fondos del Ayuntamiento, que no sé para qué coño lo quiere, en vez de estar en la calle, que es donde tiene que estar. Eso no lo van a devolver nunca. Van a hacer lo que les de la gana, no cuentan con los veci-nos para nada. Yo me resigno. Las protestas vecinales, al final, sirven para muy poco. Yo solo tengo la esperanza de vivir y aguantar y joder todo lo posible. Y yo me conside-ro barrio. O sea que lo que espero es eso, que me respeten. Por cojones, además. Yo, es que soy muy individualista. Lo que tenga que pelear, lo pelo por mí. Ya hace muchos años que no me manifiesto porque no creo que lo que yo pretenda o lo que pretenda-mos miles tire para adelante. Eso sí, me jode mucho lo de los desahucios a las personas mayores. Eso me duele. Igual es porque yo ya voy para mayor. Normalmente defende-

mos lo que más nos toca. Yo no defenderé el Amazonas porque me parece que hay cosas defendibles mucho más cerca. El Raval es mi Amazonas, pero no vamos a parar ninguna autopista. Aquí van a hacer lo que les dé la gana.

¿Vamos a terminar así de pesimistas?Mira, te voy a contar algo que vi aquí no hace mucho, este invierno. Era una vecina que le llevaba una sopa caliente a una seño-ra mayor porque estaba delicada de salud. Que haya vecinos que se llevan sopas te hace pensar «Mira, todavía hay gente que se pre-ocupa por la gente». Puedo ser individualis-ta pero me parece que los individuos tene-mos que tener corazón. Eso es lo que mueve al barrio. Que la gente del barrio se apoye. Lo que entre muchos no conseguimos, igual de uno en uno lo logramos. En el bar donde desayuno por la mañana, que es de unos pa-kis, si no me llega el dinero, hay la confianza como para que me lo apunten porque saben que se lo voy a pagar. Puedo salir de casa sin dinero y no me va a faltar de nada en el barrio.

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Foto de:Dani Plana Trenchs

El Raval no es para todxs AutoraGemma Sáez

El 11 de setiembre de 2014, las calles del barrio del Raval (Barcelona), se vieron ape-nas salpicadas por los colores del ridículo desfile roji-gualdo, que vestían la manifes-tación de la ultraderecha española, convoca-da por el grupo Alianza Nacional.

No es casualidad la celebración de eventos de carácter fascista en un barrio tan diverso como el Raval y menos en un día tan seña-lado. Compuesto por casi un 49,2% de po-blación inmigrada, las nacionalidades con mayor presencia en el barrio, son las de Pa-kistan, Filipinas y Bangladesh, las cuales se caracterizan principalmente, por la situa-ción de pobreza y exclusión social en la que se encuentran las personas que llegan a esta ciudad procedentes de estos paises.

Igual de grave, fue el comportamiento del Ministerio de Interior de la Generalitat de Catalunya, que permitió el desarrollo con normalidad de la manifestación. Y que ade-más, ofreció como escenario para tal evento, el barrio del Raval, donde éste no se podia leer de otra manera, más que como un acto de amenaza y provocación. La paradoja no está solo en permitir un evento fascista en el dia de la Diada de Catalunya, lo cual po-dria pretender mostrar esa voluntad “demo-crática”, de la que algunos presumen tener, sin conocer su autèntico significado (el po-der del pueblo), sino que además convier-te el barrio del Raval, en el vertedero de las ideas, regalando este espacio a los fascistas para que no molesten a la burguesia catala-na, y como arma de doble filo, asuste y a los más desfavorecidos. Con la protección de las fuerzas de represión

(policia), se hacia evidente la complicidad entre éstas y el grupo fascista, que acampa-ba a sus anchas por el barrio, abanderando un mensaje totalitario y nacionalista, que conlleva en sí el recahzo a terceros.

Durante estos últimos meses, no solo ha cre-cido la presencia de grupos fascistas en Bar-celona, sino que además se ha hecho explíci-ta la impunidad de la que gozan. La librería Europa, afincada a las puertas del barrio de Gracia, es un ejemplo de ello. Su misión, di-fundir las ideas fascistas y nazis, de la mano de su dueño Pedro Varela, antiguo presiden-te de la CEDADE (Círculo Español de Amigos de Europa), grupo neonazi creado en Barce-lona en 1966 y disuelto en 1993.

Casos como el de Hamid Saada, asesinado de un disparo el 14 de setiembre de 2000 en la calle Aribau de Barcelona, según su autor “para que hubiera un árabe menos”, son los que tiñen la ciudad de sangre y nos conde-nan a la ignorancia y barbaridad.

Al son del lema: «Contra la manipulación separatista de la història. Catalanidad es hispanidad», los fascistas, se dirigieron al Monumento de Colón, donde debia finalizar la convocatoria, la cual estaba prevista em-pezar en la Plaza Aureli Capmany. Conside-ro oportuno comentar, que Aureli Capmany (Barcelona, 26 de febrero de 1868 – 9 de oc-tubre de 1954) fue un reconocido folklorista que se interesó por las costumbres catala-nas, especialmente por lo considerado po-pular (canciones, danzas..), lo cual despier-ta mis sospechas sobre el recorrido. Parece sugerir, tal y como el propio grupo de Alian-za Nacional defiende, esa supuesta Unidad

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OCTUBRE 2014de España que impide el derecho a decdiir (más tarde ya entraremos en ese terreno), presentando a Colón y su “conquista” en América, como un ejemlo a seguir. O quizás, sencillamente tuvieron la desfachatez de alavar el genocidio de Colón, cometido con-tra las poblaciones indígenas que ya vivían desde hacía miles de años al otro lado del Atlántico.

Finalmente, la manifestación empezó dos calles más abajo del lugar de inicio previsto, dado que al conocer la noticia, se convocó desde Unitat Contra el Feixisme, una ma-nifestación antifascista en la misma Plaça Aureli Capmany, para mostrar el rechazo y aversión a grupos de esta índole, a la vez, que la solidaridad y apoyo al propio vecin-dario del barrio.

(DES)ENREDANDO EL (DES)ORDEN AutoraBea Guijarro

EL CUBO DE SIMMEL

Imaginemos el destello azul cobalto tinti-neante de una sirena y el resplandor de una llama incipiente. Podríamos debatir sobre la innumerable serie de situaciones donde se pueden dar estas variables; pero ¿y si añadimos otra? Malestar, cuestionamien-to, Injusticia, Rabia. ¿Lo tenemos claro, no? Esto va a acabar mal.

En los últimos meses, e indudablemente, en los últimos años, se han producido una sucesión de acontecimientos, que han ac-tuado como válvula de escape al malestar ciudadano: Gamonal, Can Vies, Fergurson… Encontramos también experiencias simila-res próximas al barrio del Raval, como las producidas resultado del desalojo del CSO La Carbonería, que el 19 de febrero de 2014, tras 5 años de proyectos comunitarios y ve-cinales, fue desalojado, en lo efímero de un par de días.

Sucesos que se han acuñado a sí mismos como referentes de la acción colectiva. Pero sorprendentemente, no lo hacen por su bac-kground, su razón inaugural, su detonante (en muchos casos enraizados en la gestión nefasta de lo público y el espacio), por sus variables permanentemente atravesadas

por categorías analíticas clásicas como son la etnia, la clase, la edad, el género. Sino que lo hacen eclipsados por un común denomi-nador, su contenido de aparente desorden desenfrenado e irreflexivo, de situaciones de violencia sostenida. Un discurso que lamen-tablemente se convierte en el público-hege-mónico y acaba intoryectando en nuestras sociedades plenamente permeables. Una óptica del conflicto perfilada y consolidada a través de un tridente estigmatizador: Un Gobierno coercitivo (a la vez que teme-roso); unos medios oportunistas (a la par que idiotizantes). Es fácil que podamos en-contrar adaptaciones cinematográficas de género postapocalíptico con imágenes más azucaradas y complejidad en el discurso, que las que podemos rescatar de los medios, para ejemplo la Melancolía de nuestro ami-go Lars; y una sociedad inmóvil, sedada por el miedo a perder lo conseguido en el ámbi-to privado (en éste caso, si hago paréntesis, no acabo).

Pero, al fin y al cabo, y luchando contra la banalización del desorden y proclamando su necesidad estructural ¿que sería una so-ciedad sin desorden? ¿Sería? ¿Estamos pre-parados para entender conceptos sin me-

1. Reacción ante el sesgo de la “realidad” y la realidad, un entorno injusto, incierto.

2. Acción llevada a cabo por una diversidad de individuos.

3. Desencadenante de la acción basado en un sentimiento de unidad o meta común.

4. Lo más destacado para la prensa i las instituciones gubernamentales en situaciones de acción colectiva contranormativa. “Mover” contenedores is the new panacea del incivismo

5. Mecanismo de acción que se basa en un proceso de influencia interpersonal, vírico.

6. Cognitiva, inconsistencia entre cogniciones que genera malestar, a la vez que tendencias al cambio.

7. Entorno abonado para la exaltación social y el cambio, marcado por las desigualdades económicas, legales, de deberes, de obligaciones, étnicas, de género…

8. Norma informalizada, que genera estándares no dichos o constitudinarios, en la acción colectiva, otorgando un modelo de organización orgánica a ésta.

9. Antagonismo reflexivo con el que habitualmente se cataloga a la masa productora de la acción colectiva contranormativa.

10. Actitud resultado de la pérdida de la ilusión de control de la ciudadanía. Cuando el panóptico deja de funcionar, y lo que debería resultar invisible se vuelve visible.

11. Razón de la acción colectiva cuando se considera que sus miembros comparten características comunes y se juntan a raíz de éstas

12. Nivel de tolerancia aplicado por parte de las instituciones gubernamentales, de supuesta eficiencia sintética a corto plazo, y motor real de resistencia ciudadana a todos los plazos.

13. La contranormatividad es...

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dias naranjas?

Las sociedades tienden al equilibrio, situan-do éste no en el polo de la acción perfecta-mente normativa, sino en el centro de un amplio espectro heterogéneo de acciones orientadas normativamente. Es a través de los ejercicios de movimiento fluctuantes en-tre orden y desorden, que se producen pro-cesos de movilidad socialmente enriquece-dores, los cuáles cristalizan por una parte, y superan por otras, nuevas y viejas cons-trucciones, permitiendo así la evolución de los sistemas sociales. Orden y desorden, por tanto, deben ser entendidos como un con-tinuo (des)ordenado, donde se necesitan recíprocamente para constituirse, como la oposición análoga que son. Tan real y analí-ticamente racional es actuar ordenadamen-te como no hacerlo.

En una línea opuesta a este planteamiento, actúan los modelos de control llamados de “tolerancia 0”, los cuales, a través de reduc-ción de disonancias y la persecución directa de lo desordenado cuando aún es incipiente, pretenden lograr un orden pactado, hege-mónico. Medidas que sim embargo presen-tan limitaciones fuertes si nos centramos en la gestión efectiva de la convivencia y la resolución de conflictos reales a largo pla-zo. Ya que producen un orden sintético, sin ninguna certeza respecto a la resolución de la disconformidad, y posponen el surgi-miento de la contranormatividad, que pasa a elevarse como una Espada de Damocles flotante en sociedad. Mecanismos de control férreo, que a la vez, evidencian algunos de los mecanismos coercitivos de los estados, generando reacciones desfavorables y reac-tivas por parte de la ciudadanía. Enmiendas enemigas del control a través de la sutileza y del guante blanco, que te hurtan con vio-lencia y agravante la autonomía. Un ejemplo es la Ordenança de Civisme de Barcelona, aplicada en 2006 por la que se procura entre otros, el control total de los usos del espacio público por parte de las autoridades, con-virtiendo estos en meros espacios de trán-sito, sin conflicto, sin trabajo informal, sin… sintético. Que si, que ya no podemos beber alcohol en la vía pública, ni jugar, ni ir en

skate. Ni se te ocurra tocar (especialmente mover) el mobiliario urbano; aunque quien querría acercarse a esos bancos uniperso-nales, los cuales he de decir, me recuerdan a los castigos en el rincón de pensar de mi infancia. ¡Ah! Bendita reificación del orden impuesto. A este paso que no os sorprenda llegar a un futuro distópico donde se pro-duzca una marcialización del gesto, lengua-je, actitud y acción pública… fuera ingenui-dades, ya estamos en ese punto. Pero podría ser aún peor, pensamos a veces; hagamos un ejercicio. Trata de imaginar los que podrían ser los siguientes artículos de la Ordenança. Pero piensa fuerte, es probable que ya esté inventado.

Article 101.- (Inserte su coerción aquí)

Y ya ni hablemos de “Ley Mordaza”. Dos có-digos que a puñetazo, patada y golpe de san-ción controlan nuestra libertad corpórea e incorpórea; que buscan hacerle un finish him/her a nuestra autonomía (aunque, por los acontecimientos comentados anterior-mente, la búsqueda de la docilidad ciudada-na estará lejos de ser una flawless victory).

El mantenimiento de este modelo estigma-tizador del desorden público y la fijación de un orden hegemónico de pensamiento y gesto, es un camino equivocado, que aunque lxs ilustres tengan la certeza, ni por asomo conseguirá rebajar el cuestionamiento y ac-ción ciudadana. Pero no es tan fácil como cambiar el medio, el sistema está tarado de base. Deberíamos, en primer lugar, hacer un ejercicio de superación de la concep-ción neoliberalista del sujeto desordenado, por la cual el individuo se constituye como autónomo, independiente, preclaro, invul-nerable, dueño único de la gestión de sus oportunidades, trayectorias vitales, y por tanto responsable único de estas y de sus desviaciones. Así como un desplazamiento entre las catalogaciones que definen los ac-tos desviados como un aparente resultado de una decisión, y la concatenación de éstos como una serie de acciones contranorma-tivas realizadas por individuos atomizados que proceden de forma no apta y poco be-neficiosa para la sociedad. Hacia un mode-

lo donde la voluntad sea de desenredar las lógicas de la movilización ciudadana hasta encontrar las razones, mecanismos, desen-cadenantes de su surgimiento y expansión; donde se comprenda que la reproducción vírica del desorden responde a un modelo de organización colectiva, que a través de y por una multidimensionalidad de herra-

La identidad12 años de confusión AutoraGemma Saez

EL CUBO DE SIMMEL

mientas, consigue mostrar las disconformi-dades respecto a las estructuras sociales, y nos da pistas para diagnosticar y resolver, cuando aún son incipientes, los malestares de la sociedad. Hace falta, por tanto, despla-zar la noción del desorden, del campo de ba-talla, a campo de la oportunidad.

Cuando era pequeña no me cansaba de oir lo poco femenina que era. No me gustaban las fal-das, ni las muñecas, ni el color rosa. Preferia los pantalones, los juegos y colores asignados a mi hermano mayor. Todavia recuerdo las palabras de mi abuela: “Me hubiese gustado tener una nieta”, “Y nosotros que queríamos una niña...”, “Eres muy basta”. Pero en realidad, solo era una criatura...me gustaba jugar, imaginar, crear, como a casi todas las criaturas del mundo. Me daba igual que fuese con una barbie o con un action man, a todos les acababa cortando el pelo, pintando la cara y haciendoles trajes con los retales del mantel que cosía mi madre (sí, no tiene ningún secreto, mientras mi madre cosia un mantel que nunca estrenó, mi padre leía el periòdico). Así que pasé la infáncia sin entender qué significaba ser mujer u hombre... Tenia ami-gas, tenia a mi prima, y a priori todas tenian lo mismo que yo, un coño. Entonces, ¿donde esta-ba la diferència?

En el colegio, tampoco era muy distinto. Me gustaba jugar a fútbol, más que quedarme en las gradas del patio hablando de ropa o chicos. No es un tòpico, nuestra educación ha calado en nuestra vida y personalidad más de lo que ima-ginamos. En muchas ocasiones me aburria con las chicas, por eso jugaba casi siempre con los

chicos. A la vez, esto me hacia sentir muy rara con las otras compañeras de clase. Me sentia macho ante ellas, pero ante los chicos me sentia una chica como las demás, casi obligada a preo-cuparme por gustarles.

Me apuntaron a gimnasia rítimica con muy poca edad, mientras que mi hermano gozó de años jugando a futbol. La verdad, no me sorprende. Con el tiempo dejé de practicarlo en el colegio. Me daba verguenza, las chicas no jugaban al fut-bol. Pero seguía sintiendome rara con ellas. Era revoltosa, inquieta, bruta, nada silenciosa...en definitiva yo no representaba lo que se esperaba de las niñas. Pero tampoco me sentía un niño, la verdad todo era bastante confuso. No fue hasta años más tarde, que comprendí que intentaba ser una mujer, tal y como a mi me gustaba serlo.

Como decía, el colegio tuvo un gran protagonis-mo en la formación de mi identidad. No recuer-do ser en ningún momento el ojito derecho de la profesora, todo lo contrario, era la rara, o así me sentía yo. A esto se le sumaban mis medio-cres apellidos. Fui a un colegio religioso, aunque mi familia no puede presumir de una gran devo-ción por la fe. Pero la ansia por ascender en la escalera social conlleva a acabar consumiendo aquello que de otra manera no consumiriamos

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y para ello convertirse en el devoto y sacrificado pobre ciudadano que abandona su tiempo para ganar dinero. Mi familia proviene de un mundo donde la adolescencia era vendida por cuatro duros y la promesa de formar parte del mundo de los mayores. Por eso decidieron llevarnos a mi hermano y a mi a un colegio donde debiamos tal respeto al profesorado, que nos obligaban a levantamos del pupitre cuando este entraba por la puerta, a pesar de nuestros problemas econò-micos a final de mes. Mi padre y madre querian una buena educación para nosotros. Querian que algún dia llegasemos a formar parte de ese mundo de mayores, con trabajo, casa, coche, fa-milia y los mismos problemas de la clase media. Años más tarde comprendí que a pesar de todos los esfuerzos seguiamos formando parte de ese otro mundo, al que no escuchan, al que no pro-tegen, al que explotan...pero eso si, con trabajo, casa, coche y familia...y los mismos problemas de la clase trabajadora.

Nunca fui mala alumna, pero al llegar a la pre-adolescencia, mi actitud y comportamiento no destacaban precisamente por su sofistica-ción. La elegancia nunca ha sido mi fuerte. En contraposición, me tildaron de rebelde. No es que no quisiera seguir la moda, sencillamente, la moda me quedaba muy lejos. Los gustos, princi-palmente los de mi madre al vestirme de peque-ña, iban muy ligados a su posición social. No es-tabamos para derrochar, así que el presupuesto en ropa debía ser el justo y necesario. Mi madre no podia ir todos los dias de etiqueta, y para lim-piar la casa al volver del trabajo o hacer la cena a tu familia, tampoco que es fuera muy còmodo un vestido de Chanel. Como hija de familia de clase trabajadora, heredé esos gustos. Me cos-tó años aprender a combinar colores y formas. Teníamos otras preocupaciones, las vitales.

...to be continued

cortoCIRCUITos AutoraHijra Badea

BOLLOS Y MOÑAS

En el presente artículo reflexio-naremos ligeramente de como opera el sistema de sexo-género, conjuntamente con las normas de mercantilización y consumo del sistema capitalista.

Nos situamos pues, en espacios donde hay visibilidad de sexua-lidades no legítimas, pero no se abandonan las lógicas consumis-tas del capital.

En 2012, el festival reunió a 70.000 perso-nas, de las cuales más de un 70% fueron ex-tranjeros venidos de diferentes partes del mundo: 14,5% franceses, 10,87% ingleses, 5,68% italianos, 4,96% alemanes, 3,17% suecos, 2,62% holandeses y 1,88% belgas, y el 33,14% restante acudió desde otras par-tes del mundo.

El gasto estimado por persona y día es de 250 euros entre alojamiento, compras, ocio y dietas, que en conjunto representa una in-yección económica de más de 100 millones de euros para la ciudad.

(La Vanguardia 8/8/13)

Estamos hablando del gran festival CIRCUIT, que se celebra en Cataluña. Mi opinión básicamente no esta fomentada en fuentes de primera mano, porque apenas he pisado este festival – cabe re-saltar que el gasto medio por persona al día es de 250€ – además, la figura masculina es abun-dante y alardeada, por lo tanto, no creo que sea pura consecuencia que no haya asistido a tal jauja.

En sí, vemos una decantación por los hábitos y cuerpos más normativos que nos podemos encontrar, pero claro, con un toque distinto: son gais. Des-taco esto, porque para mi estar en una posición de alteridad vital, da pie a una oportunidad para hacer un cuestionamiento ya más general de la norma social. Pero, en estos casos, una vez más imperan las normas del género, del sexo, del mercado.. por muy maricas que sean, no impor-ta, porque siguen la lógica patriarcal y capitalis-ta.

Es decir, no estamos hablando de espacios de empoderamiento, sino sitios dónde se reprodu-cen y producen los roles normativos de género y cuerpos, sin apenas contenido político crítico. Es un espacio donde se permiten sexualidades no legítimas, pero éstas tienen que someterse a

un funcionamiento capitalista-consumista y por supuesto, patriarcal, para poder mantener esa visibilidad que se ha permitido.

El problema de todo esto, es que estas personas, con sus sexualidades no normativas, considero que son potencialmente susceptibles a ser revo-lucionarias. Susceptibles porque de por sí, una persona no heterosexual ya no tiene el mismo privilegio social que la hetero. Así pues, esta tie-ne una disponibilidad mínima a poner en cues-tión otros aspectos de la norma social.

En general, nos damos cuenta que la visibilidad de la alteridad solo es permitida cuando no se sale de los márgenes marcados por el propio sistema. Unos márgenes, en este caso, donde la masculinidad asociada al género social de hom-bre, es imperante, al mismo tiempo que los há-bitos desmesurados de consumo de éste.

El género es una estructura normativizadora que esta incorporada en cualquier actor social. Así pues, entiendo el género y la sexualidad como caminos (herramientas) por dónde resi-nificar y empoderar, no legitimar.

CIRCUIT AutoraEsther Colero

BOLLOS Y MOÑAS

Como no he podido ir este año -algunos trabajamos- me he dedicado científica, envidiosa y sistemáticamente a encues-tar a amigos, conocidos y familiares. Oye, pues resulta que no ha ido nadie. La prensa, no obstante, habla de setenta mil asistentes. He tenido que tirar del grin-der-bender y otras romerías digitales para conseguir información de primera mano. Bueno, segunda. Ahí, sí. Quitas los filtros “español” y “catalán” y te salen los

setenta mil a menos de un kilómetro de la Metro.

Tenía una pregunta preparada: “¿Po-drías hacer un resumen de quinientas palabras con tus impresiones del Cir-cuit?”. Así, si me salía uno de esos sim-páticos adictos a los chats, me ahorraba escribir todo esto, pero después de que me mandaran a la mierda en tres ocasio-nes seguidas, opté por una entrada más clásica:

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OCTUBRE 2014- Hola (con una foto de esas estupendas que me hice antes de cristo, Él me perdone).

- Hola (con una foto que podría ser la mía, ma-riclones todos, Él los perdone también)- Qué tal?

- Bien, qué buscas? -hay gente muy creativa en los chats.

- Marido.

Silencio digital.

- Bueno, con un polvo me conformo, jejeje. (no me río mientras escribo jejeje, no creo que na-die lo haga, pero como no te ven...)

- ¿Me dejas ver tus fotos privadas? ...

Total, que para conseguir las quinientas palabritas del artículo que está entre tus manos, amable lector, he tenido que prácticamente ejercer la prostitución, sexo a cambio de datos, todo sea por las Ciencias de la Información y el amor a la Objetividad periodística. Los datos técnicos de la encuesta, número de encuestados, edades, tallas, dimensiones y preferencias, voy a dejarlos a un ladito porque no quiero que me llamen nada, ni guarra, ni puta, ni otras cosas feas. No quiero que me llame nadie en un buen rato, si tengo que seros sincero.

Los principales motivos a favor del evento, en boca de sus asistentes, son:

1. Chulos:

Setenta mil maricones del tipo gay. Va uno y me suelta: “setenta mil millones de moscas no pueden estar equivocadas: comed mierda.” Creo que está resentido porque no ha pillado. No pillar entre setenta mil hombres dispuestos tiene que producir una sensación de cierto fracaso. El muchacho no era feo pero tampoco parecía muy espabilado.

2. Fiesta de la piscina.

- Chico, pero en tu pueblo también habrá pisci-na.

- Sí, pero no puedes rozarte con los mozos y me-nos con este monokini verdeflúor que me apa-lizan.

- Pues ahí tengo que darte la razón. Bien por la piscina. Estaría un poco guarra el agua, no?

- Estaba divina.

- ¿Y los niños que van a Isla Fantasía al día siguiente?

- Se inmunizan, hacen globos, yo qué sé.

3. Drogas:

- Nene, pero si te registran hasta la próstata y te las quitan en la puerta.

- Tú no has visto a los porteros de este año.

En resumen, que ¡Viva el Circuit! ¡Vivan sus promotores, la familia Soria entera, desde Paco Martínez a Manolo, una maravilla de saga dedi-cada al espectáculo y el entretenimiento fami-liar! ¡Y que no se acabe nunca!

Los insólitos vacíos del Raval AutorDavid Bravo

ARTÍCULO

El Raval ha sido siempre un territorio al margen. Ya lo indica su nombre, proveniente del árabe rabad, que designaba la población de extramuros en las medinas medievales. Con el mismo nombre se estigmatizaba al barrio de los leprosos, las prostitutas u otros colectivos excluidos de la ciudad intramu-ros. Ni siquiera una vez dentro del recinto amurallado, dejó el Raval de estar relegado a una posición relegada y tributaria. En lu-gar de consolidarse y diluirse en el resto de la trama urbana, el entonces conocido como Barri de les Tàpies se mantuvo tapizado de huertas y campos que, durante tres siglos de crisis, asedios y epidemias, constitui-rían una valiosa despensa para Barcelona.

El insólito vacío amurallado atraería tres ti-pos de instituciones que resultarían deter-minantes en su configuración urbana. Por un lado, las órdenes religiosas, con la voluntad de alejarse del mundanal ruido sin exponer-se por ello a los peligros del campo abierto, levantarían en el lugar numerosas iglesias y conventos. Por otro, se construirían en él grandes centros sanitarios y de beneficen-cia donde enfermos y desvalidos pudieran gozar del sol y el aire libre. Más tarde, las primeras industrias barcelonesas encontra-rían allí terrenos amplios y apartados donde poder emitir humos y ruidos sin molestar a nadie. Pero las fábricas trajeron consigo las masas obreras y sus alrededores se pobla-ron de manera precipitada y precaria. Así fue como las sedes religiosas y sanitarias

que hasta entonces habían flotado en un mar de huertas y campos quedaron atrapa-das en el magma de un barrio que, aun hoy, es el más densamente poblado de Barcelona.

La inversión topológica que había conver-tido el vacío en lleno se completaría con el vaciado de muchos de los grandes edificios que puntuaban como huesos la pulpa resi-dencial del barrio. Algonos de ellos, des-amortizados y derribados, darían lugar a nuevas plazas; otros, reconvertidos y abier-tos al público, ofrecerían al barrio la diafani-dad de sus patios y salones. Pese a la fuerza estructuradora de estos vacíos excepciona-les, la precariedad de las viviendas y la ad-yacencia del Puerto y el Paralelo atrajeron a una población tan cosmopolita como mar-ginal. Proletarios, recién llegados sin opor-tunidades, artistas bohemios y forasteros de paso harían del barrio un enjambre de contrastes donde tiendas y talleres convi-vían con burdeles y tabernas. Hasta hoy, la lógica del vaciado pretendió desenmarañar este mundo subterráneo mediante derribos higienistas como el Plan Baixeras o la Ram-bla del Raval. Algunas de estas intervencio-nes han aportado mezcla de usos y nuevas centralidades; otras solo han gentrificado un barrio que, todavía hoy, da muestras alarmantes de exclusión y marginalidad.

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OCTUBRE 2014

EsclavismoAutorErnest Morera

ARTÍCULO

¡¡¡Coño!!! Uno sin querer mirar y al final es que le obligan a uno. Que si no hay riqueza sin explota-ción. Que no se puede ser rico sin pobres. Que no se ha de luchar contra la pobreza sino contra la ri-queza (esta es buena). Y tú dices que sí. Pero no haces mucho caso. No eres de maximalismos. Por casualidad, el otro día, un amigo me comentó la importancia del comercio de esclavos en el desa-rrollo de Barcelona. O mejor dicho de su burgue-sía. La misma que da lecciones de saber estar y que cuando tiene problemas va corriendo a esconder-se a la Cerdanya. Así que me dio por investigar un poco. Cuatro enlaces.

¡Pues que va a ser verdad! En unos minutos de in-vestigación ya me surgen más de 20 prohombres relacionados con Barcelona, el tráfico de seres hu-manos y la construcción de la Barcelona que cono-cemos hoy.

Encontré en Internet a Pedro Gil Babot, padre del mecenas que financió el Hospital de Sant Pau, Ma-riano Flaqué, fundador del Banco de Barcelona, Juan Roig Jacque, familia del primer presidente de La Caixa. Pero hay dos nombres que sobresalen. No por más prohombres, sino por el tratamiento institucional que reciben por parte de nuestra ciu-dad. ¡Aunque no puedas creértelo Barcelona rinde homenaje a famosos esclavistas!

El primero de estos próceres tiene monumento, parque, palacio y calle. No es otro que el insigne Joan Güell: Tratante de negros en Cuba y líder de la revolución industrial en Barcelona. Represen-ta la encarnación y ejemplo perfecto del ascenso triunfal de una burguesía hecha a si misma, cuyo patrimonio se generó mediante el tráfico humano, origen de grandes fortunas del patriciado barce-lonés. Barcelona es heredera de estos patrimonios que alimentan el motor de la revolución industrial. Se trata de las mismas personas que regulaban las

condiciones laborales a los trabajadores Barcelo-neses. La actividad de Joan Güell, repartida entre Guinea, Cartagena, Venezuela y Cuba, le permitió invertir en la industria al regresar a Barcelona en 1835, participando en la creación de la Maquinista Terrestre y Marítima.

En 1840 saltó al sector textil creando la prime-ra gran hilatura catalana, el Vapor Vell (en Sants, junto a Magòria). Fundó el Instituto Industrial de Catalunya y el Fomento de la Producción Nacional. Lideró la política proteccionista y participó en la creación del Banco de Barcelona. Fue regidor del Ayuntamiento de Barcelona, diputado de las Cor-tes de Barcelona y senador. Por todos estos méritos en 1888 Barcelona le dedicó un monumento en la Gran Vía. Fue destruido en1936 y reconstruido en 1939.

En pleno siglo XXI Barcelona continua homena-jeando la figura de Joan Güell con una calle y ese monumento.

El otro prohombre, Antonio López, fue también traficante de carne humana. Nacido hijo de pesca-dera, llegó a Grande de España (Marqués de Comi-llas). Después de un matrimonio de conveniencia viajó en 1846 a Cuba para dedicarse al comercio de esclavos. Fundó la linea de vapor General Ar-mero entre Guantánamo y Santiago. En cuatro años amasó suficiente dinero para convertirse un comerciante respetable. Obtuvo la exclusiva del correo para Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico. Desde 1868 hasta 1878 fue el socio principal del gobierno en el transporte de militares españoles a Cuba (más de medio millón de soldados).

En 1870 era el principal accionista del Banco Mer-cantil de Barcelona, origen del Banco Hispano Comercial, el cual prestó al gobierno más de 24 millones de pesetas para sustentar la guerra de In-depencia en Cuba. Fue uno de los principales ac-

tores en la restauración de Alfonso XII. Todo ese imperio dio origen a Transmediterranea (a día de hoy adquirida por Acciona, propiedad de Abel Ma-tutes). Por tan impecable hoja de servicio la ciudad le premia con una calle y un monumento. Ya antes el estado le recompensó en vida: Grande de España y Cruz del Mérito de Isabel la católica.

En fin, que la Barcelona cosmopolita, esa Smart City que ofrecemos cuando nos vendemos a los tu-ristas, tiene algún cadáver en el armario.

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OCTUBRE 2014

Neófita del RavalAutoraJulia Bartol

ARTÍCULO

El Arte es la vida. Mi vida. Y sin embargo, soy incapaz de abarcarlo. Pero lo que es in-discutible es que los seres humanos somos animales artísticos. Allá donde se desarrolla una sociedad, el Arte surge de forma espon-tánea. No voy a intentar, siquiera, disertar sobre qué es Arte y qué no lo es, puesto que muchos antes lo han intentado sin éxito. Sin embargo, sí que me he propuesto abrir bien los ojos a todo aquello que podría catalogar-se dentro del amplio espectro artístico. Pero no a tontas y a locas, no, no, ese no es mi esti-lo y tampoco es lo que requiere la situación. Se ha de acotar y, en este caso, los límites los marca ese monstruo gigante y en constante cambio que es el barrio del Raval en Barce-lona.

El Raval me asusta y me atrae a partes igua-les. Está lleno de niños. Esto solo es una constatación y no quiero que se me malin-terprete. Considerándome a mí misma como agente externo, soy, por supuesto, una total desconocedora de sus calles y sus gentes, aunque espero que esta situación cambie. Lo que sí que está claro es que, como diría la sabiduría popular, unos cargan la fama mientras que otros cardan la lana. O sea, que las cosas no son tan sencillas. A ver… creo que me estoy descentrando del tema que en principio me ocupa pero no puedo evitar que mi mente divague.

Entre todo el maremágnum de gentes y cul-turas que caracteriza al Raval, sin duda ha de haber manifestaciones artísticas, ya sean conscientes o inconscientes. Por supuesto, el mayor foco artístico de la zona se concentra en el MACBA, museo a veces genial y a veces

despreciable. Pero no es este el arte que yo busco en el Raval. Lo que a mí me interesa es la gente. Las personas dejan su huella allá donde van y esto es todavía más evidente en lugares donde la actividad se desarrolla a pie de calle. En mi primera incursión –seria– en el barrio, mi objetivo era el llamado Espa-cio del Inmigrante donde, me habían dicho, se realizaban acciones sociales y exposicio-nes artísticas. Así que allá que me fui, con un precario pero simpático mapa dibujado a mano (¡gracias!). Con un fatal sentido de la orientación y con un ligero reparo hacia la gente de la calle –aquí llega mi confesión: mi problema no es que yo los rechace, sino el miedo a que ellos me rechacen a mí. Pre-juicios de paleta de pueblo, lo admito– , con-seguí personarme en el pasaje de Bernardí Martorell, el cual recorrí al menos tres veces hasta que un simpático señor me indicó que aquello que yo buscaba se encontraba en un local que anunciaba una exposición de mue-bles.

Vale. Respira profundamente y a por ello, que la señora que te acaba de mandar a la mierda no te desanime. Puerta de cristal sin cristal así que toc, toc al marco. Prueba superada y ligera sensación de sentirme un poco tonta por este miedo absurdo: tras ex-plicar mis intenciones, las dos personas que allí se encontraban me reciben con los bra-zos abiertos y me permiten investigar cuan-to quiera.

Bien.

Bien.

Un local muy grande. …

Pancartas, agua por el suelo debido a una reciente inundación, colchones, un acoge-dor lugar de reunión desde el que suena una radio. Vale, es un sitio interesante como poco, pero esto no es lo que yo esperaba. Aunque… si sigo mi propia definición de Arte este lugar es fantástico. Hacia la dere-cha hay una pared cubierta con “obras”. El repertorio empieza con una serie de carte-les y dibujos protesta, alguno de ellos real-mente interesante. La cosa mejora. Un poco más allá, en esa misma pared, está lo que busco. Es el arte de la gente, imágenes rela-cionadas con África y la precaria situación por la que pasan sus habitantes se perfilan en paneles de madera conglomerada. Toda-vía no sé muy bien cómo analizar este tipo de obras, si es que cabe analizarlas. La técni-ca es lo de menos y los materiales son, per-mítaseme, pobres. Pero lo que pienso es que la gente de aquel continente que vive en el Raval, en una situación que podría ser igual-mente precaria aunque de manera diferen-te, sigue preocupándose por lo que quedó allí. Esto me hace pensar. Emigrar es duro, seas de donde seas y creo que actualmente estoy empezando a ser realmente conscien-te de ello. Sin embargo, vayas donde vayas, parece que nunca abandones tus raíces, es imposible distanciarse con el corazón por muchos kilómetros que se impongan.

La misma línea sigue en la pared de en fren-te. Allí se exponen una serie de fotografías que denuncian la situación que se está vi-viendo en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) cuya simple existencia me parece una aberración gubernamen-tal. ¿Qué clase de locura transitoria (o no transitoria) se adueñó del que decidió que estos centros tenían una razón de ser? En fin, la estupidez de según qué humanos es apabullante, pero no es eso de lo que quie-ro hablar. Las fotografías son, en general, bastante buenas y siguen un recorrido des-de la parada del autobús que lleva al lugar hasta el mismo CIE, en cuyas puertas ma-

dres, hijas, padres, esperan. Es una imagen cruel pero bien tratada por la fotógrafa. Creo que hay muchas personas que desconocen la existencia de estos lugares o, si saben de ellos, la situación real que se da en ellos. Sé que los inmigrantes lo pasan realmen-te mal. Pero es a partir de estar en contac-to con ellos, aunque sea de una manera tan superficial como esta, cuando te das cuenta de lo que ocurre. Creo que la mayoría de las personas ponen un velo ante esta realidad de la que saben pero que involuntariamente ignoran. Como hacía yo.

Así que volviendo al principio de este texto, no sé dar una respuesta profunda a la pre-gunta de qué es Arte. El Arte de hoy. Pero quizás sea ese el problema: buscamos don-de no hay. El Arte es la gente y sus vivencias y lo que de ellas surge.

Salí de aquel lugar y recorrí el pasaje de vuelta a la calle Hospital con la sensación de que ya no soy una extraña. Ahora su am-biente me impregna, ahora soy un poquito del Raval. Un poquito ravalera.

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OCTUBRE 2014

Una sociedad en transición permanenteAutoraLaura Rosseti Ricapito

ARTÍCULO

Tecnologia y sociedad: ¿hacia dónde?

Numerosos son los intentos por definir la época que estamos viviendo bajo las transformacio-nes, cada día más evidentes, generada por las tecnologías de la información y comunicación (TIC’s).

Desde los años ochenta del siglo pasado soció-logos e investigadores de los medios señalaban que las TIC’s estaban desencadenando una ver-dadera revolución no solo tecnológica, porque incidían en el ámbito social y personal: se trata-ba de volver a plantear las formas de relación y convivencia en un mundo que se iba desdoblan-do en real y virtual.

El semiólogo Umberto Eco mencionaba en un artículo periodístico sobre un estado de tran-sición permanente, para el cual se necesitaban nuevos métodos de análisis y de formas de aco-modación con el objetivo de alcanzar una cul-

tura de readaptación continua que necesitaba, según sus mismas palabras “una gran dosis de utopia”. (Eco, 2012: 110)

El filósofo Zygmunt Bauman en el ámbito de un debate sobre la crisis de valores, la evaporación de la espiritualidad, el concepto de solidaridad y confianza en la sociedad actual define esta época como un interregno, es decir, un periodo donde resultan confusas las líneas a seguir por el simple hecho que se desconoce hacia dónde se dirige esta sociedad y también sus formas de convivencia, debido al posicionamiento de la tecnología y el consumismo.

Baumann toma la palabra interregno de Anto-nio Gramsci, quien a su vez la había rescatado de Tito Livio, historiador de la antigua Roma, que la empleó para describir una época en la cual las leyes no eran respetadas, las viejas reglas esta-ban dejando de funcionar y todavía no se habían generado nuevas formas de partecipación, por lo que estaban en crisis las formas de agregación y resultaba confuso el destino de la humanidad.

Comenta Baumann que hoy vivimos una crisis de valores: valores necesarios para alcanzar un estado de paz y comprensión en el entorno. La crisis actual de la sociedad no incluye sola-mente los aspectos económicos. Otros factores como la competitividad y el consumo predomi-nan en contraposición a la solidaridad alejando al individuo del concepto de comunidad. En el consumismo domina una relación sujeto (el que compra) y objeto (lo que se adquiere) para dejar de lado las relaciones entre sujetos, bases obligadas para una convivencia armónica y equitativa.A lo mencionado hay que vincular también otro

“La transformación continua de la tecnología de la comunicaciónen la era digitalextiende el alcance de los medios de comunicacióna todos los ámbitos de la vida social en una red que es al mismo tiempo local y global, genérica y personal en una configuración constantemente cambiante.”

Manuel Castells

elemento determinante, que es la falta de con-fianza generalizada: los gobiernos antes de las elecciones prometen acciones que después no cumplen, y lo mismo sucede con las institucio-nes públicas y privadas, los estados y los mer-cados que al no representar los intereses de los ciudadanos fomentan sus inseguridades.En el espacio educativo Baumann plantea un reto, ya que la actual tendencia del sistema es formar jóvenes profesionales productivos y tecnócratas, más que motivarlos para que sean capaces de generar conocimientos que les faciliten encontrar su propia identidad en la sociedad digital.

Los estudiantes han perdido las referencias de un mundo que se podía considerar sólido, con valores, principios definidos y perspectivas existenciales concretas para encontrarse atra-pados entre estímulos continuos, como la ma-yor parte de la sociedad, con el riesgo de per-derse o no saber remediar excesos que puedan surgir por estos nuevos escenarios.

La juventud, sostiene Baumann , sufre del sín-drome de la impaciencia que se manifiesta en la búsqueda inmediata de soluciones a proble-mas o expectativas.

Esta tendencia se convierte en querer obtener resultados de forma apresurada y no tolerar ningún retraso, aunque lo oportuno sería espe-rar los tiempos idóneos para alcanzar las solu-ciones de problemas o conflictos.

Las relaciones entre los individuos con la red social cambian, se activan nuevas conexiones en el cerebro humano; y mientras que algunas ca-pacidades mejoran, otras se atrofian.

Todo eso sucede cada vez que enviamos un men-saje, abrimos un e-mail, buscamos una película, reservamos un paquete vacacional, abrimos un texto o una imagen con el código QR.

Lo digital incide de forma determinante sobre nuestra atención y capacidad de retención, de memorizar o de concentración, es decir, sobre el ritmo de la vida misma.

De esta manera la cotidianidad que dejaba un espacio para la reflexión ha sido suplantada por

un tiempo acelerado que nos hace comer de pri-sa, buscar la solución más rápida, tener menos paciencia y ver al otro de forma borrosa cuando, de repente, un sonido musical sorpresivo, pro-veniente de un teléfono aparentemente insigni-ficante, se inserta en las comunicaciones inter-personales y adquiere una prioridad en relación al ser humano.

La sociedad actual se está acostumbrando a es-tar conectada constantemente con amigos, pro-fesionales o especialistas de todo el planeta, por medio de Internet y la telefonía celular.

La conexión ofrece la posibilidad de ser parte de grupos muy heterogéneos, ya sea de familia-res o de personas con intereses afines, así como promover y participar en favor de iniciativas so-ciales, culturales y políticas.

En este escenario los viejos sistemas represen-tativos están en aprietos, ya que se prefigura la posibilidad de que los mismos ciudadanos lo-gren influir en las tomas de decisiones a través de la Red. Está al alcance del ciudadano común la oportunidad de diseñar modelos de partici-pación en la vida social o de elaborar su propio punto de vista sobre eventos sociales y políticos.

El activista y crítico del poder, Noam Chomsky, también ha planteado algunas dudas sobre los beneficios de la Red. Al tomar como ejemplo el caso Edward Snowden, alerta sobre el peli-gro de que gobiernos y grandes corporaciones puedan usar la Red contra algunos ciudadanos incómodos y, en relación a los procesos comuni-cativos, menciona el riesgo de que se abandone la comunicación verbal, cara a cara, para mediar la comunicación a través de un aparato.

Además los jóvenes viven en una cultura exhibi-cionista, donde resulta prioritario estar presen-te en las comunidades virtuales, como Facebook o Twitter, u otros sitios similares para hacer que todo el mundo se entere de su vida privada. Sin embargo, la postura del ilustre sociólogo, en sus conclusiones sobre el impacto de las TIC’s, rea-firma que por sí sola la tecnología no es buena o mala y que todo depende del uso que se haga de ella.

El impacto tecnológico se magnifica en la con-

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OCTUBRE 2014vergencia de medios que se ofrece, de forma muy difusa, a través de los teléfonos celulares.

Debido a la gran cantidad de servicios y aplica-ciones que se pueden encontrar en los teléfonos de última generación I Phone o Android ,con y sin conexión a la Red, estos se han vuelto unas minicomputadoras móvil que nos remite cons-tantemente a lo virtual.

Este espacio cada día logra posicionarse más dando origen a múltiples definiciones entre las cuales encontramos la de “séptimo continente” , ya que para los jóvenes crecidos con las TIC’s, la llamada Web generation, lo virtual se ha con-vertido en el espacio principal donde tiene lugar su formación académica y moral, donde se abren ventanas hacia el conocimiento y las relaciones interpersonales.

Nunca antes en la historia de la humanidad se había dado la posibilidad de tener en un espacio tan reducido tantos niveles de aplicaciones para el vivir cotidiano y resulta difícil prever cuáles serán los futuros cambios, cuáles las facultades que se irán perdiendo y las habilidades que, tal vez, se están adquiriendo.

A pesar de este desafío tan urgente hay pruebas que en el campo académico todavía se privilegia la investigación científica con respecto a la hu-manista.

En la lista de los pensadores más relevantes del año 2013, publicada por la revista británica Prospect , la mayoría de los que han alcanzado un lugar de prestigio han sido científicos dedi-cados a las ciencias duras, economistas, técni-cos, biólogos o neurólogos. Esto pone en evi-dencia cómo las ciencias y las matemáticas han adquirido un lugar privilegiado en relación con las humanidades: historia, filosofía, psicología y arte, en general, disciplinas que se ocupan de la condición humana están relegadas a un papel secundario.

Amores que matanAutoraJulia Bartol

CUENTO

Prestad atención queridos niños porque lo que ahora os cuento es pura y sencillamente la ver-dad. Toda historia empieza con una pregunta y se desarrolla en búsqueda de la verdad: ¿qué podrían tener en común una taza y un frasco de protector solar? Aparentemente nada y posible-mente nunca os hayáis hecho esta pregunta que suena un poco tonta.

Bueno, todo tiene una explicación en esta vida: las pirámides las construyeron los aliens, los re-yes son los padres y el romance entre una taza y un bote de crema deja claro que fue antes el huevo que la gallina. Pero no adelantemos acon-tecimientos en esta bonita historia de amor y remitámonos a los hechos.

Taza y Crema habían compartido muchos mo-mentos de intimidad pero cuando yo les en-contré, el irremediable final ya había llegado. En Barcelona todo es posible y en una sórdida escalera, escondida tras la Plaza Real, se encon-traron los restos mortales de los amantes, des-perdigados entre los irregulares escalones que unen los rellanos cuarto y quinto. Resultaba có-mico y a la vez triste. Alguien debió advertirle a aquella taza de que no había futuro, pero, aun-que lo hubieran hecho, ella no habría prestado atención. Así es el amor. La relación se había ter-minado hacía meses, no obstante…

Manifiesto de la Taza:

Hey… sé que no nos hemos visto, ni hablado durante un tiempo… pero he estado pensan-do mucho últimamente y quiero que sepas que te echo de menos. No en plan “me arre-piento de lo que pasó” o “quiero verte otra vez”, simplemente, te echo de menos, sin más. Es raro pensar cómo alguien a quien cono-cía tan bien es ahora un completo extraño. A veces paso días enteros sin pensar en ti. La mayoría del tiempo intento olvidar porque es más fácil. Pero entonces encuentro algo…

una antigua carta o un dibujo que hiciste escondido entre las páginas de un libro que hace siglos que no leo… Entonces todo el peso de lo que se ha perdido me cae encima. Pero no me arrepiento: tuvimos nuestras razones para terminar con esto y son tan válidas aho-ra como entonces. Pero, volviendo al princi-pio, no necesitábamos razones para nada. Simplemente ocurrió. No teníamos intereses comunes, ni los mismos objetivos en la vida. Ni siquiera nos llevábamos tan bien. Pero no necesitábamos una razón para enamorarnos. Supongo que lo que trato de decir es que espe-ro que todo te vaya genial. Ojalá hayas encon-trado un amor que sea todo lo que el nuestro no fue. Y espero encontrarlo yo también. Pero una pequeña parte de mi desearía que aún re-cuerdes cómo éramos antes de todas esas ra-zones y que me eches de menos… como yo a ti.

¡El amor! Tan hermoso como despiadado. En-contré esta carta entre los restos y cuando pregunté a los vecinos acerca del suceso todos parecían consternados “Eran tan simpáticos” Decían. “Siempre saludaban” Comentaban. “¿Es que nadie piensa en los niños?” Se escandaliza-ban.

Esta historia de amor comenzó como tantas otras y terminó de forma repentina, truncan-do cualquier expectativa de futuro. Taza escri-bió la carta sin ninguna intención de enviarla, pero el destino juega malas pasadas, queridos niños, y en su tristeza, Taza perdió el equili-brio y rodó escaleras abajo, desperdigando su suerte y su vida por los escalones. Crema se encontró por casualidad los restos de la que tantas veces había contenido su café y entre pegajosos llantos de protección solar se vació y abandonó junto a los pedazos de cerámica, sin llegar a saber que los sentimientos nunca acaban, por duro y estrepitoso que sea el final.

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OCTUBRE 2014

Bajo las lagrimas: luchaAutorErnest Morera

CUENTO

Dedicado a mi princesa negra.

Veredicto: muerte. Día de la ejecución: pron-to, muy pronto. Tal vez demasiado. Hace unas horas que me lo ha comunicado el médico. Se-gún los manuales es hora de hacer balance. Yo soy muy de manual. Ante la muerte el balance ha de ser sincero, sin complacencias. Que más da no salir victorioso de la vida. Pocos salen.

Intento pensar en mi vida y no puedo dejar de sonreir. Sinceramente, creo que el mundo será un lugar peor cuando me muera. ¿Nar-cisista? Puede. Pero estos últimos siete años han sido especiales. ¿Sabéis cuando los ni-ños juegan a mantener un burbuja de jabón suspendida en el aire? Así he estado yo los últimos siete años suspendido en el aire. Ele-vado. Y, como siempre, todo empieza con un amor. Un amor despojado de significado. Lo escribimos nosotros. Nos lo encajamos como un traje de neopreno. Sí, esos que usan los submaristas. Pegado a cada centimetro de nuestros valores. Un traje que, aunque cues-te de creer, nunca nos apretó. Libremente me enamoré, libremente lo viví y libremen-te me dispongo a acabarlo. Un amor dis-ruptivo en el tiempo, pero siempre pleno.

Estoy más acostumbrado a escribir de pollas, coños y otras dichas nihilistas. Me cuesta ha-blar de amores, souflés y sentimientos. Pero la muerte tiene eso: o te enfrenta a tus fastas-mas o los dejas atrás.

En fin, un día la conocí. Punto. Así de senci-llo. Ni ella, ni yo, pensamos nunca más que en un buen polvo. Pero, por suerte, las his-torias se tuercen. Y así abrí las ventanas de mi vida a un torbellino de aire fresco. Se me eriza el pelo mientras escribo. Lo ex-perimentamos con una intensidad que mis bien vividos cuarenta años se acojonaban.

Desde el primer momento supe que mi no-via era una terrorista. Una terrorista buena. Pero terrorista. Ella lo tenía claro: vivimos en guerra.Y la estamos perdiendo. Esta sociedad la ahogaba. Las injusticias la sublevaban. La vida le dolía. Sabía que había perdido antes de empezar. Y tenia esa rabia del que sabe que le ha tocado jugar una partida con las cartas marcadas. Nunca vi unos ojos con tan-ta vida. ¿Cómo no iba a enamorarme ?

Y ¿dónde está el problema? os preguntareís. Siempre hay un problema en una buena his-toria. Ese brillo desapareció. Los dos éramos conscientes. Habíamos construído tanto a nuestro alrededor que nunca lo afrontamos. Pero ambos sabíamos que teníamos una bre-cha. Ella se había alejado de la lucha. Yo lo había permitido.

No dije a nadie que me moría. Me cogí una semana de meditación. No le extrañó. Siempre disponíamos de nuestro tiempo. Lo compartíamos cuando lo deseábamos.

Deambulé por Barcelona hasta encontrar un grupo de policías. Encontré a cuatro. Respiré hondo. Me acerqué. Les pedí fuego. Y le solté un puñetazo al primero que creo que me rom-pí la mano. Qué decir que a él, más de un dien-te. Después de un primer momento de confu-sión me dieron la paliza de mi vida. Por una vez no empezaron ellos. Me dejaron medio insconciente tirado en la celda. Pasaron unas horas antes de poder moverme. Sonreí y me tomé la pastilla. En un minuto estaba muerto.

Lo que viene a continuación no lo viví. Ob-vio. Pero no creo que fuera muy diferente a lo que voy a contar.

Susto en comisaria. Miedo. Reproches. Pac-

to, o follamos todos o la puta al río. Llamada a mi compañera. Le dicen que me he suicidado en la comisaría.

La esperan en la puerta. No está para hos-tias. Exige verme. Le hablan pero es incapaz de escuchar. Sólo me ve a mi: muerto. De una paliza. Le dicen que yo pegué a un policía. Que no me mataron. Pero ella sabe la verdad. Su compañero no creía en la violencia. Se han equivocado de persona. Lo han matado. Llo-ra. Pero si la policía hubiese visto bajo las lá-grimas, esa noche no habrían podido dormir. Esos ojos volvían a brillar.

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OCTUBRE 2014

PoemaAutorErnest Morera

Sonrío por el recuentro,de palabras atrincheradas, hostigadas por el olvidovencidas por la desidia.

Latentes...liofilizadas por el tiempo, ancladas por fuertes yugosacabé pervirtiendo la palabra inexorable.

Cambiando ácrata por epicuro,nihilismo por comodidad acción por omisión, vida por tránsito.

Y llegaste para ayudarme a recuperar las palabras,de la forma más sencilla,de la forma más inocente, de la forma más bella.

Y las palabras atrincheradas se redefinieron,volvieron a crecer,volvieron a guiarme.

Y si... fuiste tú. Quién con tu lucha me devolviste la lucha. Quién con tu amor me devolviste el amor.

Entran por la puerta de atrás, a hurtadillas. Son encarceladxs, torturadxs, expulsadxs...su desdicha: haber nacido en la clase oprimida. Dicen, que somos demasiadxs, que no hay pan para todxs. El derecho, es el deber a aceptar que no todxs somos libres, que no todxs podemos optar, aunque optar sea el deber a aceptar, que la libertad la deciden estado y capital.

Mientras sus manos cosen los vestidos, que otrxs usan para limpiar sudor y sangre esclavizada; vemos como la mala distribución de los recursos, hace minvar nuestra solidaridad. Los medios nunca comunicaron, mas pretenden dominar nuestras conciencias, dividiendo y enfrentando a lxs que siempre trabajaron, bajo la cruz del sacrificio, que no dignifica, sino mercantiliza.

Nos separaron por colores, y atrapadxs por banderas, nos dijeron: la nación es lo primero. Necesitan soldados que protegan sus imperios, ante ataques de los mismos con los que anoche compartieron (juego). Nos matan con nuestras propias (manos), mientras que con las suyas pactan, el funcionamiento del mercado.

Lxs enemigxs no están fuera, sino dentro. Se esconden arriba, a la derecha. Su avaricia alimenta la brecha que nos hace presa fácil, para el carroñero que planea. Es coerción, no cohesión. La unidad solo tiene un color, los corazones negros no tienen fronteras, ni banderas, se nutren de la mezcla, su motor.

Somos hijxs de la misma clase, la de abajo.

Lxs invisibilizadxsAutoraGemma Saez

Catalizando la adrenalina sintética global.

Oscuro negocio el de...

Carcomer las entrañas a precio más barato que el agua.

Ansiosa droga en burbujas de consumo inútil.

Corroer las entrañas a precio más barato que el agua.

Oscuro negocio el de...

Lavar el cerebro a los niños con

Azúcar.

Liberando crueldad: las marcas del mal.

Coca-colaAutoraLaia Sanjuan | www.LaiaSanjuan.com

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OCTUBRE 2014

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Solución del crucigrama:

1. Cuestionamiento; 2. Colectiva; 3. Solidaridad; 4. Violencia; 5. Contagio; 6. Disonancia; 7. Injusto; 8. Emergente; 9. Irracionales; 10. Reactancia; 11. Convergencia; 12. Zero; 13. Eta.