REVISTA mexicana de CIENCIAS POLÍTICAS y SOCIALES, Año XLVII, Num. 193 enero-marzo de 2005

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Año XL VII, Num. 193 enero-marzo de F acultad de Ciencias P oUNAM REVIST A mexicana de CIENCIAS POLÍTICAS y SOCIALES

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7PRESENTACIÓNPERSPECTIVAS TEÓRICAS13Criterios para la evaluación del desempeño de las asociacionesJorge Cadena-Roa y Cristina Puga Espinosa41Confianza, capital social y desempeño de organizaciones.Criterios para su evaluación.Sara Gordon Rapoport56Modos de toma de decisiones en las asociaciones ydesempeño políticoMatilde Luna y Ricardo TiradoCUESTIONES CONTEMPORÁNEAS77Diálogo no es negociación.Representación, toma de decisiones y operación política:los límites organizacionales del CGHCarlos Chávez BeckerSOCIEDAD Y POLÍTICA109La democracia contra la corrupciónMark E. Warren142Fuentes doctrinales para una discusión sobre el diseño de lasInstituciones Políticas del Sistema Presidencial MexicanoDavid Pantoja Morán

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  • Ao XLVII, Num. 193 enero-marzo de 2005

    Facultad de Ciencias Polticas y SocialesUNAM

    REVISTAmexicana

    de CIENCIAS POLTICAS y SOCIALES

  • DirectorFernando Prez Correa

    Directora asociadaJudit Bokser Misses

    Editor responsableJuan Felipe Pozo Block

    Editora invitadaCristina Puga Espinosa

    Consejo editorialAlfredo Andrade Carreo, Benjamn Arditi Karlik, FCPYS-UNAM; Jaime Crdenas, IIJ-UNAM; Jorge Chabat, CIDE; David Easton, Universidad de California; S. N. Eisenstandt,Universidad Hebrea de Jerusaln; Milton J. Esman, Universidad de Cornell; Susana GonzlezReyna, FCPYS-UNAM; Hira de Gortari, Instituto Mora; Laura Hernndez Artega, FCPYS-UNAM; Edmundo Hernndez-Vela Salgado, FCPYS-UNAM; Martin Jay, Universidad deBerkeley; Marcos Kaplan, IIJ-UNAM; Jos Marques de Melo, Universidad de So Paulo;Silvia Molina y Vedia del Castillo, FCPYS-UNAM; Roberto Moreno Espinosa, FCPYS-UNAM; Alejandra Salas-Porras Soule, FCPYS-UNAM; Teun A.van Dijk, Universidad deAmsterdam.

    Ilustracin de portada: detalle del mural Educacin Popular, Guillermo Chavez Vega, Gobiernodel Estado de Jalisco.

    Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales, Ao XLVII, nm. 193, enero-marzo de 2005,es una publicacin editada por la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales, UniversidadNacional Autnoma de Mxico, Circuito Cultural Mario de la Cueva, Ciudad Universitaria,C.P. 04510, Delegacin Coyoacn, D.F. Nmero de Certificado de Licitud de Ttulo 7642,Nmero de Certificado de Licitud de Contenido 5147, Nmero de Reserva del Ttulo enDerechos de Autor 2121-93. ISSN-0185-1918. Distribuida por la Direccin General deFomento Editorial, Av. del Imn No. 5, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, DelegacinCoyoacn, D.F. Impresa en Toma y Lee Editorial, S.A. de C.V. Tuxpan No. 70, Col. RomaSur, Delegacin Cuauhtmoc, C.P. 06760, Mxico, D.F. Diseo y diagramacin de Revista,Blanca Estela Canseco.

    La Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales aparece en los siguientes ndices: ndice deRevistas Cientficas Mexicanas de Excelencia del CONACYT; ABC Pol Sci; Centro deInformacin Cientfica y Hamanstica de la UNAM (CICH); Citas Latinoamericanas enCiencias Sociales y Humanidades (CLASE); International Political Science Abstracts; HistoricalAbstract; Hispanic american Periodical Index (HAPI); International Bibliography of the SocialSciences: Institut de 1Information Scientifique et Technique (INIST); Public affairsInformation Service; Socialogical Abstracts; Ulrichs International Periodical Directory; ZellerVerlag.

  • 7 PRESENTACIN

    PERSPECTIVAS TERICAS

    13Criterios para la evaluacin del desempeo de las asociaciones

    Jorge Cadena-Roa y Cristina Puga Espinosa

    41Confianza, capital social y desempeo de organizaciones.

    Criterios para su evaluacin.Sara Gordon Rapoport

    56Modos de toma de decisiones en las asociaciones y

    desempeo polticoMatilde Luna y Ricardo Tirado

    CUESTIONES CONTEMPORNEAS

    77Dilogo no es negociacin.

    Representacin, toma de decisiones y operacin poltica: los lmites organizacionales del CGH

    Carlos Chvez Becker

    SOCIEDAD Y POLTICA

    109La democracia contra la corrupcin

    Mark E. Warren

    142Fuentes doctrinales para una discusin sobre el diseo de las

    Instituciones Polticas del Sistema Presidencial MexicanoDavid Pantoja Morn

    ndi

    ce

  • DOCUMENTOS

    165La construccin de

    la agenda universitaria de poderGerardo Dorantes

    RESEAS

    215Lecciones desde Brasil

    Resea del libro de Nylen, William. Participatory Democracy versus Elitist Democracy: Lessons from Brazil,

    New York, Palgrave Macmillan, 2003. Gustavo Lpez Montiel

    219Anlisis de Redes: Tcnica o Paradigma?

    Resea del libro de Chaqus Bonafont Laura, Redes de PolticasPblicas, Madrid, CIS-Siglo Veintiuno Editores, 2004.

    Vctor Alarcn Olgun

    224La virtud de una democracia

    Resea del libro de Warren, Mark E., Democracy and Association, Princeton/ Oxford, Princeton University Press, 2001.

    Matilde Luna

    229COLABORADORES

    237INSTRUCCIONES PARA LOS COLABORADORES

    ndice

  • Presentacin

    El reciente inters por la sociedad civil, como espacio de relaciones quefortalece una esfera pblica influyente y establece nuevas formas departicipacin en la vida poltica de las sociedades, ha vuelto los ojos de lasciencias sociales hacia las asociaciones. stas son definidas como gruposorganizados de personas que se renen voluntariamente y que compartenmetas comunes, reglas de funcionamiento y elementos de identidad.Sealadas como requisito de la democracia desde Tocqueville, la presenciasocial y poltica de las asociaciones gana cada vez ms terreno en diversaspartes del mundo y empieza a modificar el panorama de la accin colectivaen nuestro pas. Una nueva legislacin que las reconoce como promotorasde desarrollo social y representantes de intereses diversos que les da laposibilidad de participar en la elaboracin de polticas pblicas es indica-tiva del nuevo papel que han comenzado a tener en la sociedad y en la polti-ca mexicana.

    El presente nmero pretende destacar la importancia de estos nuevosactores sociales a travs de varios trabajos que reflexionan, desde distintasperspectivas, sobre el comportamiento de las asociaciones frente a una preo-cupacin central: en qu consiste su buen desempeo y cules seran los cri-terios para medirlo. A partir de este objetivo, en la seccin de PerspectivasTericas, Jorge Cadena-Roa, Cristina Puga, Sara Gordon, Matilde Luna yRicardo Tirado analizan diferentes aspectos de este fenmeno. Cadena yPuga ("Criterios para la evaluacin del desempeo de las asociaciones" ) lohacen a partir de una revisin de algunos de los principales enfoques teri-cos que han sido utilizados para el estudio de las asociaciones: las perspecti-vas sobre movimientos sociales dentro de ellas, las propuestas referidas alas llamadas "organizaciones de los movimientos sociales" (OMS); lateora de la movilizacin de recursos y las varias teoras de la organizacin.Estos enfoques permiten revisar diferentes ngulos del comportamiento

  • asociacional al tiempo que proveen de criterios diversos para elaborar unasntesis comprensiva que sirva de gua metodolgica para un anlisis mspuntual de casos concretos. A su vez, Sara Gordon ("Confianza, capital socialy desempeo de organizaciones. Criterios para su evaluacin" ) aborda el pro-blema desde el enfoque de la confianza para establecer si las asociaciones sonefectivamente productoras de relaciones de confianza, como lo establecen lasteoras sobre el capital social; si la confianza interpersonal genera una con-fianza ms extensa que se relacione con el compromiso cvico y la coope-racin colectiva; y si es posible establecer una tipologa de las formas deconfianza que las asociaciones generan. Luna y Tirado, por su parte, ("Modosde toma de decisiones en las asociaciones y desempeo poltico" ) desde la pers-pectiva de la evaluacin, recurren a los procesos de toma de decisiones comoindicadores del desempeo de las asociaciones, fundados en la legitimidad yla eficacia de las decisiones tomadas como criterios de medicin. Trabajadosoriginalmente como ponencias para un congreso local, los tres trabajos hansido revisados y ampliados a la luz de los comentarios recibidos y del inter-cambio entre los propios autores.

    Como ejemplo de aplicacin de algunos criterios de evaluacin al estu-dio de una asociacin concreta, se encuentra el artculo de Carlos Chvezque abre la seccin Cuestiones Contemporneas. En su trabajo, "Dilogo noes negociacin. Representacin, toma de decisiones y operacin poltica: loslmites organizacionales del CGH", se analiza el funcionamiento del ConsejoGeneral de Huelga, responsable de las decisiones del movimiento estudiantilque paraliz la vida institucional de la Universidad Nacional de Mxicodurante 1999. Chvez encuentra que, a pesar de la fuerza adquirida y de lacapacidad para lograr los objetivos inicialmente propuestos, otros elementostales como la lentitud de los procesos de toma de decisiones y la desconfianzainterna de los integrantes de la agrupacin por cierto, poco cohesionaday desreglamentada explican la incapacidad de la organizacin estudiantilpara reconocer triunfos y para permanecer como organizacin una vez con-cluido el movimiento.

    Tambin referido indirectamente a las asociaciones hemos incluido, enla seccin Sociedad y Poltica, un artculo de Mark Warren, acadmico de lasuniversidades de Georgetown y British Columbia, acerca de los procesos deco-rrupcin que distorsionan las prcticas democrticas y sobre la forma enque una institucionalidad fuerte, aunada a procesos de vigilancia generados

    presentacin8

  • desde la propia sociedad, colaboran para combatirlos. En su trabajo, "Lademocracia contra la corrupcin", Warren hace un minucioso anlisis tericofundado en un amplio conocimiento del tema y en casos representativos delmal uso del poder poltico. Estudioso de la forma en que las asociaciones sonpromotoras de la democracia, encuentra que la participacin organizada dela sociedad constituye un freno a prcticas corruptas que justamente operanpara orientar los beneficios derivados de decisiones democrticas hacia gru-pos minoritarios y, de esta manera, excluir al resto de los interesados. Porello, su propuesta otorga relevancia tanto a la promocin de las actividadesde supervisin y denuncia ciudadanas como al fortalecimiento de leyes queobliguen a aumentar la transparencia de los procesos polticos y a fortalecerlos mecanismos regulados de rendicin de cuentas.

    A fin de mejor comprender la no siempre fcil relacin entre gobierno,toma de decisiones, asociaciones y democracia, publicamos el artculo deDavid Pantoja, "Fuentes doctrinales para una discusin sobre el diseo de lasInstituciones Polticas del Sistema Presidencial Mexicano", en el que analiza eltema del origen doctrinal del sistema presidencial-constitucional mexicano.Las ideas provenientes de la constitucin francesa de 1791, la constitucinde Cdiz de 1812 y la constitucin federal norteamericana de 1787 son labase para la creacin de dicho sistema. En este trabajo Pantoja analiza deforma detallada los aciertos y errores en el diseo tanto de la actual consti-tucin mexicana, como de la forma presidencial de gobierno.

    A su vez, en la seccin Documentos, se publica la segunda parte1de la

    muy interesante crnica de Gerardo Dorantes sobre el conflicto estudiantilde 1999. En "La construccin de la agenda poltica en la UNAM" Dorantesreconstruye los factores internos y externos, los actores y la situacin polti-ca del momento que provocaron que el asunto del aumento de las cuotas yla consecuente modificacin del Reglamento General de Pagos de laUNAM detonara en algo mucho ms grave, que pondra en peligro la esta-bilidad y el prestigio de la Mxima Casa de Estudios del pas, en particular,y en entredicho la educacin pblica mexicana, en general.

    Como cierre de edicin, se publican tres reseas. La primera fue hechapor Gustavo Lpez Montiel quien analiz en sus "Lecciones desde Brasil",

    9presentacin

    1Vid. Gerardo Dorantes, "La opinin de los estudiantes en el conflicto de 1999 por las reformas al Reglamento Generalde Pagos de la UNAM", Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales, n 191, mayo-agosto del 2004.

  • presentacin10

    el libro Participatory Democracy versus Elitist Democracy: Lessons from Brazil,escrito por William Nylen, en el que el autor explica que la democracia eselitista y, para que deje de serlo, la sociedad necesita tomar ms concienciade su participacin en la misma. De acuerdo a Nylen, los ciudadanos debentener una participacin poltica individual en la democracia en vez de slovotar una vez al ao. Para ilustrar su punto, el autor tom como base a lasociedad brasilea que ha sido partcipe muy activo en los procesos dedemocratizacin del pas sudamericano, de tal manera que ha obtenido elcontrol de las decisiones que afectan a la sociedad y a los individuos. El resul-tado "pluraliza la poltica, fortaleciendo a la sociedad civil y generandonuevas vas de resolucin de necesidades."

    Por su lado, Vctor Alarcn Olgun escribe "Anlisis de Redes: Tcnicao Paradigma?" donde resea el libro de Laura Chaqus Bonafont Redes dePolticas Pblicas, mismo que analiza la importancia del sistema de redesaplicado a acciones colectivas como lo pueden ser las asociaciones. La lecturade este texto, comenta el reseador, resulta por dems til ya que "sin redeseficaces, la posibilidad de generar polticas pblicas consistentes mantieneincierto al futuro de las propias estructuras estatales".

    Finalmente, retomando el tema de las asociaciones, Matilde Luna, en"La virtud de una democracia" resea un texto del propio Mark Warren,Democracy and Association, donde el acadmico abre una amplia discusinsobre cul es el papel de las asociaciones en la democracia, es decir, si lademocracia tiene algn tipo de efecto en las asociaciones o si las asociacionestienen efecto sobre la democracia. Warren define democracia como las deci-siones que toman los individuos para su beneficio o el de su comunidad,siendo esta definicin la base para la exposicin del tema.

    Con este ltimo trabajo concluimos esta amplia y diversa aproximacina la temtica de las asociaciones en el mbito poltico y social referentesobligados para continuar la no siempre fcil trayectoria de las democraciasque, en los inicios del siglo XXI, requieren, indudablemente, aliarse connuevos agentes y protagonistas sociales que, conjuntamente con la accinpoltica tradicional y las estructuras del mercado, lleven a cabo esa gran tareainconclusa que siglos antes se impusiera el : el bien comn.

  • P e r s p e c t i v a stericas

  • Criterios para la evaluacin del desempeo de las asociaciones*

    Jorge Cadena-Roa **Cristina Puga Espinosa ***

    ResumenEl artculo presenta resultados de una primera bsqueda de criterios claros, fun-cionales y mesurables que permiten la consideracin objetiva y comparativa deldesempeo de asociaciones de muy diverso tipo. Para ello parte de la identificacinde algunas variables significativas de las que depende la capacidad de las asociacionespara enfrentar con xito diversos retos en la bsqueda del cumplimiento de sus obje-tivos y la satisfaccin de sus demandas (relaciones con las autoridades, formulacinde polticas, creacin de redes, cumplimiento de metas, transparencia, innovacin ycambio). En la bsqueda de estos criterios y variables se exploran las contribucionesy hallazgos provenientes de la sociologa de la accin colectiva y la sociologa de lasorganizaciones. En ambas literaturas tericas se identifican algunos conceptos tilesy modelos de anlisis que permiten un acercamiento analtico a las diversas formasde asociacin y sus prcticas.

    AbstractThis article presents the results of the first search of clear, operating and measurablecriteria that allow the objective and comparative consideration of the developmentof the different associations. In order to achieve this, it begins with the identifica-tion of some meaningful variables that depend on the capacity of the associations tosuccessfully face the different challenges in the search of the fulfilment of its objec-tives and the satisfactions of its requests (relationship with authorities, formulationof politics, creations of nets, fulfilment of goals, innovation and change). In thequest of these criteria and variables they explore the contributions and findings thatcome from the collective action sociology and the sociology of the organizations. Inboth theoretical literatures we can identify some useful concepts and models ofanalysis that allow an analytical approach to the diverse forms of association and itspractices.

    Palabras clave: criterios, asociaciones, relaciones con autoridad, creacin de redes.

    * Trabajo realizado dentro del Proyecto PAPIIT IN306503. Una versin anterior se present en el IV SeminarioAnual de Investigacin sobre el Tercer Sector en Mxico, "Sociedad civil en Mxico: identidad y retos en un entorno global," llevado a cabo en la Universidad Anhuac del 19 al 20 de octubre de 2004.

    ** Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico, Torre II de Humanidades 4 Piso, Ciudad Universitaria, CP 04510, Mxico, D.F.

    *** Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Ciudad de laInvestigacin, Circuito Mario de la Cueva s/n, Zona Cultural de Ciudad Universitaria, CP 04510, Mxico,D.F.

  • perspectivas tericas14

    Las asociaciones, entendidas como agrupamientos voluntarios de personasunidas por metas comunes, reglas de funcionamiento y elementos simbli-cos que les dan identidad, han adquirido una creciente importancia en lassociedades contemporneas. En todo el mundo, un mayor nmero de agru-pamientos sociales desarrolla acciones con la intencin de solucionar pro-blemas especficos e influir en la toma de decisiones sobre asuntos de la msdiversa ndole. Percibiendo la fuerza e importancia de este sector asociativoemergente, las autoridades gubernativas y legislativas han abierto canalesinstitucionales a esta modalidad de participacin social y han aprobadonuevas leyes que fomentan las actividades de las asociaciones de la sociedadcivil

    1. Si bien en algunos pases las asociaciones autnomas (del estado, de

    los partidos polticos, de los grupos de poder) y autolimitadas (que no bus-can el poder del estado ni tienen fines de lucro, sino que se circunscriben almbito social) han sido desde hace ms de un siglo parte integrante delpaisaje sociopoltico y cultural, en otros, como Mxico, apenas en las lti-mas dcadas comenzaron a desplazar a las viejas organizaciones de corte cor-porativo (que establecan relaciones de intercambio poltico con el gobiernoy el partido oficial), mismas que formaron parte de la estructura autoritariay durante dcadas sirvieron de soporte a las decisiones de los jefes del esta-do posrevolucionario. La nueva importancia de las asociaciones tanto desdeel punto de vista cuantitativo (Calvillo y Favela, 2004), como cualitativo(Cadena-Roa, 2004; Canto, 2004; Olvera Rivera, 1999, 2004), nos animaa considerar el asociacionismo como objeto de estudio.

    Desde la obra clsica de Alexis de Tocqueville (1978 [1835]), la teorapoltica vincula la existencia y operacin de asociaciones ciudadanas con elbuen funcionamiento de la democracia. Dahl (1982) las considera comorequisito indispensable de la "poliarqua" y, ms recientemente, una extensaliteratura las reconoce como componente fundamental de la sociedad civil(Cohen y Arato, 1992), espacio de expresin, debate de opiniones y creacinde consensos (Cohen y Rogers, 1995) y, desde una perspectiva ms sociol-gica, como creadoras de capital social (Putnam, 2000). Otros autores(Warren, 2001), han reconocido que el asociacionismo, independiente-

    1 Vanse, por ejemplo, la ley general de desarrollo social (DOF, 20 de enero de 2004) y la ley federal de fomentoa las actividades realizadas por organizaciones de la sociedad civil (DOF, 9 de febrero de 2004).

  • 15perspectivas tericas

    mente del objetivo que se persiga, tiene a la democracia como consecuenciano deseada (pero altamente deseable) a nivel sistmico.

    Aunque no se reducen a ella, los movimientos sociales tienen unadimensin asociativa que muchas veces pasa desapercibida por quienes sefijan slo en las expresiones ms llamativas que ocasionalmente registran losmedios. Por otro lado, es innegable que en ocasiones los movimientossociales concluyen su ciclo de vida con procesos de institucionalizacin quedejan atrs sus aspectos espontneos y contenciosos. Hay pues una tenden-cia a la formacin de asociaciones caracterizadas por mayor estabilidad einstitucionalizacin y por contar con formas especficas de organizacin ymembresa reconocida.

    La relevancia de las asociaciones no se limita a su comportamientosocial y poltico agregado, ni slo a las condiciones del entorno (marco legal,relaciones con los tomadores de decisiones,), ni slo a sus efectos macro(sociales, polticos y econmicos,), sino tambin a las maneras como susmiembros se organizan internamente (para tomar decisiones, coordinar susactividades,) para alcanzar los fines que se proponen. Derivado de ello,nos hemos planteado algunas preguntas que nos gustara contestar, talescomo: qu rasgos organizacionales contribuyen al mejor cumplimiento delos propsitos de la asociacin? Cules contribuyen a la gobernancia (enten-dida como la capacidad de gobierno y sociedad para trabajar por objetivoscomunes)? De qu depende la capacidad de las asociaciones para aprender,innovar y desempearse de manera ms eficaz y transparente en trminos deutilizacin de recursos y obtencin de resultados?

    El objetivo ltimo que perseguimos en el proyecto global que animaeste artculo es la elaboracin de una metodologa que permita la evaluacindel desempeo de las asociaciones teniendo como variables independienteslos rasgos mencionados. Como un primer paso, hemos revisado dos acer-camientos tericos contrastantes al estudio de las asociaciones: de un lado,la teora de los movimientos sociales que buscan promover o resistir cambiosocial, en cuyas actividades puede distinguirse un sector organizado de otrono organizado. Del otro, la teora de la organizacin, ms utilizada para elestudio de empresas y burocracia, pero que proporciona criterios tiles paraevaluar el desempeo de asociaciones de todo tipo. Ambas perspectivas pro-porcionan elementos explicativos importantes sobre las condicionantesinternas de las que depende el desempeo de las asociaciones.

  • perspectivas tericas16

    1. Las contribuciones de la sociologa de los movimientos sociales

    La literatura especializada producida en el campo de conocimiento de losmovimientos sociales y la accin colectiva es extraordinariamente abun-dante, presenta una enorme variedad y sofisticacin de teoras y mtodos deinvestigacin, y ha analizado una gran diversidad de casos. Como seala ade-cuadamente Melucci (1999), "durante los ltimos veinte aos, el anlisis delos movimientos sociales y la accin colectiva han evolucionado hasta ha-cerse un sector autnomo de la teora y la investigacin en ciencias sociales,a la vez que la cantidad y calidad de los trabajos en esta rea se han incre-mentado y mejorado." Ante tal variedad, por dnde empezar una resea deesa literatura que nos permita identificar criterios para evaluar el desempeode las asociaciones?

    Una primera distincin til es la que existe entre movimientos socialesy organizaciones del movimiento social (OMS).

    2En qu consiste la dife-

    rencia? En los movimientos sociales se puede distinguir un sector organizadode otro no organizado. Ambos sectores se combinan en acciones sostenidastendientes a alcanzar un mismo objetivo general: provocar o resistir cambiosocial con una orientacin determinada. Sin embargo, ningn movimientosocial se reduce a una sola OMS ni a un solo conjunto de acciones no orga-nizadas, sino que en ellos se combinan acciones planeadas y orquestadas pordiferentes OMS con otras acciones espontneas que ninguna organizacinpuede (como una protesta mucho ms concurrida de lo esperado) o quierereivindicar (como hechos violentos y destruccin de bienes pblicos o pri-vados). Sin embargo, aun cuando ciertos hechos violentos no sean prepara-dos, planeados ni reivindicados por ninguna OMS, para el pblico formanparte del movimiento, hablan de l, lo describen. As, el sector no organiza-do de los movimientos sociales est formado por diversos pblicos y poracciones espontneas no coordinadas (Oliver, 1989) que favorecen, se opo-nen o se mantienen indiferentes frente a las acciones estratgicas de lasOMS. Puede afirmarse que entre ms grandes son los movimientos sociales,ms numerosas y diversificadas son las OMS que participan en ellos.

    2 El trmino "organizacin del movimiento social" fue introducido por Mayer N. Zald y Roberta Ash en "SocialMovement Organizations: Growth, Decay, and Change", Social Forces n 44, 1966, pp. 327-341.

  • 17perspectivas tericas

    Pinsese en el movimiento urbano popular, en el movimiento feminista, enel movimiento ecologista, en los movimientos democratizadores. Ningunode ellos puede reducirse a una sola OMS. Incluso, en ellas pueden encon-trarse tendencias representadas por diversas OMS que se distinguen entre spor los objetivos que buscan, la radicalidad de los cambios que persiguen,los repertorios de accin que conocen y estn dispuestos a utilizar, por labase social de sus miembros, por su vinculacin con el resto del tejido social,institucional y gubernamental. Ahora bien, ciertos movimientos sociales seforman al margen de estructuras organizacionales formales, en "redessumergidas" de las que nos hablan Melucci (1999) y Mueller (1994), endonde se incuban corrientes de opinin que redefinen situaciones aceptadascomo problemas intolerables que deben ser evitados. Ms adelante esas redessumergidas pueden salir a la superficie y formar OMS.

    La distincin entre OMS y movimientos sociales es el punto de parti-da en la bsqueda de criterios para evaluar el desempeo de las asociaciones.Toda vez que los movimientos sociales no cuentan con direcciones unifi-cadas y que en ellos coexisten diversas OMS que se combinan con accionesespontneas, las consecuencias que tienen no se pueden considerar comoresultado de cierto desempeo organizacional. Tratar a los movimientossociales como actores unificados o como organizaciones con medios, fines yvalores compartidos que buscan provocar el mismo tipo de consecuencias esequivocado. Conduce a reificar a los movimientos como unidades que enrealidad no existen (Melucci, 1999), e ignoran el debate dentro y entreorganizaciones, y entre stas y diversos pblicos, acerca de los medios,fines, valores y consecuencias deseadas por los OMS. En cambio, el sectororganizado de los movimientos sociales s est compuesto por unidadesorganizativas diferenciadas y autnomas: por OMS que tienen, cada una deellas, objetivos especficos y procedimientos internos para definirlos y alcan-zarlos

    3. En consecuencia, las OMS s pueden tratarse desde el punto de vista

    organizacional y su desempeo s puede ser evaluado.

    3Una OMS puede participar en ms de un movimiento. Una OMS que defiende derechos indgenas puede serconsiderada como parte del movimiento indgena, pero sin duda lo es tambin del movimiento por la democra-cia en la medida en que busca acotar la arbitrariedad de las autoridades y que el estado garantice los derechosconsagrados por la ley a todos los ciudadanos por igual.

  • perspectivas tericas18

    Antes de pasar al anlisis de las OMS, vale la pena mencionar, aunquesea brevemente, algunas de las consecuencias que los movimientos sociales(integrados por una variedad de OMS y acciones espontneas) pueden tener.

    Las consecuencias de los movimientos socialesUno de los temas menos trabajados en la sociologa de la accin colectiva esel de las consecuencias de los movimientos sociales. Se han estudiado mslos orgenes y trayectorias de los movimientos que sus efectos. De qudepende que los movimientos sociales alcancen sus objetivos? La respuestatendra que considerar tres niveles diferenciados pero complementarios. Elprimero consiste en los factores internos de los movimientos (las estructurasde movilizacin principalmente). El segundo en las condiciones de entorno(las variaciones en las oportunidades polticas de manera destacada). El ter-cero considera los procesos de construccin social de la realidad, es decir, lamanera como los participantes en los movimientos (o sus lderes, idelogose intelectuales) interpretan el significado de la situacin o del agravio quepadecen, los motivos por los que se encuentran en esa situacin, la identifi-cacin de las partes responsables o beneficiarias de que eso ocurra y, final-mente, los cursos de accin (o inaccin) para remediar esa situacin.

    El tema tiene varias aristas. Atribuir consecuencias especficas a laaccin de los movimientos sociales no es algo inequvoco ni carente de pro-blemas. El cambio social (o su detencin) no ocurre solamente por lo quehacen los movimientos sociales, sino tambin por lo que hacen o dejan dehacer sus oponentes y aliados y por las tendencias macrosociales de carctereconmico, demogrfico, poltico, tecnolgico y cultural. Al considerar lasconsecuencias de los movimientos sociales conviene distinguir de entrada loque ya planteaba Merton (1936) acerca de que la accin social deliberadatiene consecuencias deseadas y no deseadas, previstas y no previstas. Es decir,algunas consecuencias de los movimientos sociales no resultan de sus inten-ciones expresas sino que son imprevistas, no anticipadas y no deseadas (loque no quiere decir que sean indeseables, sino que no fueron buscadas inten-cionalmente). En la dimensin temporal cabe distinguir entre sus efectosinmediatos, mediatos y de largo plazo. Si atendemos el orden de causalidadtenemos efectos directos e indirectos. En trminos de la atribucin de cier-tas consecuencias a una sola causa hay que considerar que el cambio social

  • 19perspectivas tericas

    es un fenmeno en el que se observa multicausalidad. En lo que se refiere anuestra capacidad de identificar con precisin alguna de las consecuencias delos movimientos sociales es necesario tambin distinguir entre los que tienenconsecuencias visibles (como la promulgacin de una ley, la implementacinde una poltica pblica, la creacin de alguna institucin responsable degarantizar y hacer valer algn derecho), y los que tienen consecuencias novisibles pero que, sin embargo, en la medida en que conducen a la reinter-pretacin del significado de las cosas, situaciones y relaciones, y a revalua-ciones de lo que es justo y est bien, modifican percepciones, formas deconcebir el mundo, relaciones sociales, acciones pblicas y privadas y formasde conducirnos en nuestra vida cotidiana (como el cuidado por la natu-raleza, la sensibilidad a las relaciones de gnero, la pluralidad de la vida socialy la tolerancia hacia ella).

    Por otro lado, el tratamiento de las consecuencias de los movimientossociales padece de una carga de expectativas de parte de los observadores yanalistas que no se sustenta en las autopercepciones de los grupos moviliza-dos, en sus objetivos expresos, ni en la experiencia de la mayora demovimientos sociales que conocemos. Los analistas suelen seleccionar parasu estudio casos extraordinarios (en sentido literal, es decir que salen de locomn) y mediante razonamientos inductivos los elevan a nivel de casosejemplares de nuevas tendencias generales. Generalizaciones con muestrastan reducidas (cercana a uno) son muy dbiles. Con frecuencia se les endosauna teleologa emancipadora y universalista que les es ajena. Si bien losmovimientos sociales son acciones colectivas tendientes a promover o resis-tir cambio social, los estudiosos del tema han preferido ver en cadamovimiento social que los (nos) entusiasma una suerte de reencarnacin delsujeto de la historia que habr de redimir a la humanidad de todo mal.Tantos ciclos de protesta deberan ser suficientes para que seamos mscautelosos en nuestras generalizaciones y prudentes en nuestras expectativas.

    Ahora bien, no todo lo que los movimientos sociales consiguendepende de lo que hagan o dejen de hacer sus miembros; depende tambinde lo que hagan o dejen de hacer sus adversarios y diversos pblicos, ascomo de la capacidad de aprendizaje y adaptacin de todos ellos, movimien-tos, adversarios y pblicos.

    Teniendo en cuenta estas advertencias, de qu dependen las conse-cuencias de los movimientos sociales? Habra que precisar en cada caso de

  • perspectivas tericas20

    qu consecuencias estamos hablando, porque no es posible estudiar todas lasconsecuencias que los movimientos sociales han tenido, pueden tener o ten-drn. Las reverberaciones de la accin colectiva pueden llegar muy lejos,afectar diferentes dimensiones de lo social, econmico, poltico y culturalcon diferente intensidad, ritmo y niveles de visibilidad. Los movimientossociales pueden tener consecuencias equiparables al efecto mariposa: eventosque hoy no llaman mucho la atencin (pequeas variaciones) pueden llegara tener consecuencias enormes y, a la inversa, eventos que hoy se aprecianimportantsimos y colonizan los titulares de los peridicos (grandes varia-ciones) pueden carecer de consecuencia alguna. Con todo, se han distingui-do tres tipos de consecuencias de los movimientos sociales sobre losregmenes polticos: incorporacin, transformacin y democratizacin(Giugni, 1998; Giugni, McAdam y Tilly, 1998). Pero como no todos losmovimientos sociales buscan influir en o transformar el poder poltico, hayun conjunto de consecuencias (sociales, culturales, psicol-gicas, econmi-cas,) que an no han sido estudiadas sistemticamente.

    Se habla de incorporacin cuando los movimientos, algunas de suspartes o algunas de sus demandas son canalizados por el sistema poltico opor los arreglos institucionales vigentes en la sociedad sin alterar las reglasbsicas del sistema. La incorporacin puede conducir a institucionalizacin,cuando los movimientos llegan a participar de manera estable en la polticarutinaria o institucional, o bien a apropiacin, cuando las demandas delmovimiento son integradas a las polticas pblicas o a la legislacin sin quesus integrantes o representantes sean reconocidos como miembros de plenoderecho del sistema poltico, que les permita en lo sucesivo tener acceso re-gular a la toma de decisiones.

    La transformacin supone cambios fundamentales en las estructurassociales y polticas de la sociedad como resultado de transferencias de poderque alteran las relaciones de poder existentes en esa sociedad. Las revolu-ciones son la forma ms radical de transformacin, pero los movimientosproducen a veces cambios institucionales que implican transferencias depoder que distan mucho de ser dramticas o radicales. Como ejemplo deesas transformaciones habra que considerar los cambios que se dan de ma-nera paulatina o sbita en los procesos de transicin del autoritarismo a lademocracia. Finalmente, la democratizacin ocurre cuando una transferenciade poder modifica los derechos y las obligaciones entre estados y sus

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    ciudadanos. Estas categoras no son excluyentes sino ms bien tipos ideales.Resulta evidente que la democratizacin supone algn grado de incorpo-racin y transformacin.

    Entre las consecuencias de los movimientos sociales que ms se hanestudiado en los aos recientes se encuentran precisamente los procesos dedemocratizacin. Sobre este particular hay que destacar, de entrada, que lasacciones de los movimientos sociales afectan las acciones de los regmenes yde los contramovimientos mismos que coevolucionan como resultado de susinteracciones sostenidas (Oliver y Myers, 2003). Es decir, las acciones de losmovimientos sociales abren procesos complejos (en el sentido de que se pre-sentan fenmenos imprevistos y respuestas creativas) que estimulan compor-tamientos adaptativos frente a circunstancias emergentes que terminan portransformar las formas de protesta, las respuestas de control social y lasestructuras y prcticas polticas. As, los movimientos sociales influyen en losprocesos de democratizacin obteniendo reconocimiento y proteccin a losderechos ciudadanos como, por ejemplo, los derechos a votar y ser votado(igualdad en el voto) y el derecho a participar en los debates sobre asuntospblicos en un clima de respeto y tolerancia (igualdad en la palabra). En estesentido, los movimientos sociales prodemocrticos promueven la igualdadante la ley independientemente de raza, religin, gnero y otros criterios,defienden el derecho a tener derechos y, ms recientemente, el derecho a serdiferente. Los movimientos sociales prodemocrticos, entonces, impulsan lainclusin de grupos polticamente marginales, introducen nuevos derechos,amplan la base ciudadana en la que descansa la democracia y procuran elestablecimiento de salvaguardas a los derechos ciudadanos frente a accionesarbitrarias de agentes gubernamentales. Tambin procuran proteger a lasminoras de la tirana de la mayora fomentando una vida asociativa vigorosaque impida "el despotismo de los partidos o el arbitrio del prncipe" (deTocqueville 1978 [1835]). Si bien los argumentos presentados hasta ahorase refieren a las consecuencias de los movimientos sociales, es indudable quealgunas de esas consecuencias se pueden atribuir tambin a las OMS queparticipan en ellos. En otras palabras, las acciones de las OMS pueden de-sencadenar procesos de incorporacin, transformacin y democratizacinque se entreveran con los esfuerzos que en diversas direcciones desarrollanotras OMS, los antagonistas del movimiento, acciones espontneas no orga-nizadas y las autoridades polticas.

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    De aqu se desprende que, aunque algunos movimientos no tenganobjetivos explcitamente democrticos puedan, sin embargo, tener el efectono previsto (pero deseable) de expandir, profundizar y consolidar la demo-cracia. Paradjicamente, para impulsar la democracia no es imprescindibleque los movimientos sociales sean democrticos en su vida interna(Chalmers,1997; Diamond, 1999). Por supuesto, no todos los movimientossociales promueven la democracia (Oberschall, 2001). Hay algunos decidi-da y claramente autoritarios como los nacionalistas o supremacistas en esta-dos multitnicos, o religiosos e integristas que son intolerantes con quienespractican otras profesiones de fe. En este sentido, Payne (2000) nos alertaacerca de la sociedad "incivil" y no encuentra dificultades para encontrarejemplos que ilustren esos grupos. En particular apunta los casos de los cara-pintada argentinos, los terratenientes que resistieron la reforma agraria enBrasil, y la contra nicaragense.

    El desempeo de la OMSPasemos ahora a las OMS. La pregunta que nos interesa, recordemos, es, qucriterios especficos, operacionalizables y mesurables podemos tener para esti-mar la capacidad de las OMS para alcanzar sus objetivos explcitos? La teorade la movilizacin de recursos (TMR) fue la primera en la sociologa de laaccin colectiva que centr su atencin en variables independientes comoorganizacin, intereses, recursos, oportunidades y estrategias para dar cuentade la formacin y desarrollo de los movimientos sociales. La TMR result deproposiciones coincidentes o complementarias de Olson (1965), Oberschall(1973), Tilly (1978), y Gamson (1968, 1975), entre otros. Su formulacinexplcita se debe a McCarthy y Zald, (1977). Jenkins (1983) precis posteri-ormente algunos aspectos importantes de la teora.

    La TMR supone actores racionales y organizaciones que operan demanera instrumental y estratgica, dejando atrs enfoques que considerabana los movimientos sociales como reacciones psicolgicas ante estmulosambientales de individuos (Davies, 1969; Gurr, 1970) o masas (Adorno,Frenkel-Brunswik, Levinson, y Sanford, 1959; Arendt, 1973 [1948];Kornhauser, 1959). En este sentido, la TMR supuso la crtica y superacinde las teoras entonces dominantes que consideraban a las acciones colectivascomo acciones irracionales y emotivas ante situaciones de descomposicin y

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    desorden sociales que disparaban un mecanismo de frustracin-agresin. Demanera muy resumida, la TMR plantea que: 1) los movimientos socialesimplican costos y riesgos que deben ser pagados o asumidos de alguna ma-nera. Recuperando la idea seminal de Olson (1965) de que individuosracionales no participan en acciones colectivas a menos de que el grupo seapequeo y se usen coercin o incentivos selectivos diferentes a la realizacindel inters del grupo, los movimientos sociales son considerados comoacciones racionales estratgicas. Existen diferentes formas de operacionalizar alactor racional, su lgica calculadora y utilitaria. Algunos usan modelos de cl-culo flexibles y reconocen el papel de grupos y solidaridades en el origen ydesarrollo de las acciones, admitiendo incluso que existe una dimensin noracional en la explicacin de la accin colectiva. Sin embargo, prevalece lalgica de la interaccin estratgica y del clculo de costo-beneficio; 2) losagravios e injusticias son relativamente estables, son caractersticas de la vidaen sociedad que no se traducen necesaria ni fcilmente en movimientossociales. Lo que s vara es el significado de esos agravios. Desde este punto devista, los lderes pueden incluso "crear" agravios (McCarthy y Zald, 1977:1215); 3) los movimientos sociales no son reacciones inevitables ni automti-cas frente a estmulos externos, sino que son producidos, es decir, son resul-tado de actividades deliberadas de "empresarios del movimiento social." Enausencia de esas actividades, los movimientos sociales no existiran; 4) ladisponibilidad de recursos para sufragar los costos de la accin colectiva yminimizar sus riesgos es un problema central. Si hay recursos puede habermovimientos, de lo contrario no. Esos recursos, que pueden provenir delmismo grupo agraviado o de otras fuentes, son de dos tipos: materiales(dinero, lderes, miembros, organizaciones formales e informales) e inma-teriales (autoridad, valores compartidos, redes sociales). La capacidad de losgrupos para organizar, movilizar y administrar recursos escasos que permitensufragar los costos y hacer tolerables los riesgos de la accin colectiva, es de lamayor importancia, por lo que las actividades de organizacin y liderazgo soncruciales; 5) as como la movilizacin es problemtica, lo mismo ocurre conlos resultados de los movimientos. El xito implica el reconocimiento delgrupo movilizado como un actor poltico y su incorporacin regular a losprocesos de toma de decisiones.

    La TMR es una teora estructural que signific un cambio de paradig-ma en la teora de los movimientos sociales, pero que no se interes en temas

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    como la identidad, la solidaridad, la cultura, el carisma, las creencias reli-giosas, y otras dimensiones y prcticas no instrumentales de los movimientossociales. Su importancia, sin embargo, reside en concebir a los movimientossociales como acciones deliberadas para alcanzar fines especficos y, en con-secuencia, haber puesto atencin en los recursos, la organizacin y las estrate-gias de las OMS. La TMR se desarroll principalmente en la sociologanorteamericana y fue durante algunos aos el paradigma dominante para elanlisis de los movimientos sociales. Actualmente sus contribuciones princi-pales han sido integradas en una sntesis terica comparativa (McAdam,McCarthy y Zald, 1996) al lado de la teora de las oportunidades polticas(Einsinger, 1973; McAdam, 1982; Tarrow, 1994; Tilly, 1978) y los marcos deanlisis (Benford y Hunt, 1992; Snow y Benford, 1988; Snow, Rochford Jr.,Worden y Benford, 1986).

    Finalmente, recuperando la sntesis de Lofland (1996) sobre losaspectos organizacionales que la TMR puso de relieve, y dejando de ladoconsi-deraciones acerca del entorno y los procesos de construccin socialde la realidad, las variables que inciden en el desempeo de las OMS son:1) la forma de ejercer la autoridad; 2) las reglas que rigen la vida internade las OMS; 3) los medios de control social que aseguran la coordinacinde las acciones emprendidas por las OMS; 4) el tipo de relaciones socialespredominante entre los miembros de las OMS; 5) las formas de reclu-tamiento, promocin y reconocimiento de los miembros de las OMS; 6)los tipos y estructura de incentivos selectivos a la colaboracin dentro dela OMS; 7) la estratificacin de la OMS a partir de la distribucin delprestigio, los privilegios y el poder; 8) el grado de diferenciacin de activi-dades y de divisin del trabajo.

    Volveremos en las conclusiones a estas variables para incorporar a estalista preliminar los resultados que arroja la resea de los estudios prove-nientes de la sociologa de la organizacin que exponemos a continuacin.

    2. Asociaciones y teoras de la organizacin

    Aunque con frecuencia descalificada tanto por su estrecha relacin con eldesarrollo de la moderna empresa capitalista como por un excesivo mecani-cismo que la hace sospechosa de autocomplacencia y conservadurismo en la

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    medida en que postula una sociedad organizada con pocos resquicios para elcambio (Casey, 2002), la teora de la organizacin se encuentra en los funda-mentos del quehacer sociolgico y ha dado lugar lo mismo a lineamientospuntuales que hoy orientan el funcionamiento de empresas, institucionespblicas y agencias de gobierno, que a una extensa y diversificada reflexin quepermite acercarse a una variedad de organizaciones, incluidas las asociacionesde diverso tipo. Hoy, dice Goran Ahrne, la teora de la organizacin se bene-ficia de un eclecticismo que le permite abordar diferentes objetos de estudiosin dependencias paradigmticas que la limiten (Ahrne, 1990: 30-31).

    Tal vez uno de los cuestionamientos ms serios hacia la teora de la orga-nizacin deriven precisamente de su excesiva instrumentalizacin por parte dequienes la han utilizado fundamentalmente como un conjunto de reglas parael buen desempeo de la empresa o de la administracin pblica y que hantendido a trivializar sus contenidos. Sin embargo, hay que reconocer la exis-tencia de una extensa literatura que ha seguido las transformaciones de ambasformas de organizacin y que en gran medida ha sido responsable de los pro-pios cambios en el funcionamiento interno de las mismas (Scott, 2003).

    De otro lado, son pocos los estudios que, desde la perspectiva de laorganizacin se han hecho acerca de las asociaciones voluntarias. Aunque elcrecimiento de estas ltimas, como actores cada vez ms importantes en lavida social y poltica de las democracias modernas, ha renovado el inters porrelacionar formulaciones tericas con experiencias surgidas de su fun-cionamiento real, se han utilizado otras perspectivas como el capital social,la sociedad civil, la teora de los movimientos sociales y la teora de la mo-vilizacin de recursos que ya hemos mencionado arriba. Aunque algunostericos de la organizacin hacen referencia expresa a las asociaciones (Scott,2003; Ahrne, 1990) no se detienen en sus peculiaridades. Hasta dondehemos encontrado, las posibilidades analticas de la teora de la organizacinaplicadas a las asociaciones han sido parcialmente utilizadas por organismosinternacionales que, basados en algunos de sus principios han diseado y lle-vado a cabo procedimientos de evaluacin no solamente de asociaciones,sino tambin de programas sociales y organismos diversos (Lusthaus,Adrien, Anderson, Carden y Plinio Montalbn, 1999). Ms recientementeha surgido una literatura de corte administrativo orientada al funcionamien-to racional de las asociaciones y, con frecuencia, vinculada a cursos para susintegrantes y a modelos organizativos.

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    La importante relacin de las propuestas de la teora de la organizacincon elementos empricos derivados de diversas metodologas, incluida demanera destacada la observacin participante, aporta numerosos elementospara analizar asociaciones y evaluar su desempeo. Para ello es precisoreconocer algunas tensiones surgidas de tendencias contradictorias en laspropias organizaciones que a su vez han dado lugar a perspectivas tericasdivergentes. En esta segunda parte, la bsqueda de criterios flexibles para elanlisis se orienta por la identificacin de algunos de estos problemas anal-ticos y las diversas variables derivadas de ellos para el estudio concreto dediversos tipos de asociaciones. La atencin se ha centrado en primer lugar,en la tendencia hacia la racionalidad en las organizaciones que contrasta conla tendencia a autopreservarse y evitar su propia desaparicin, orientacionesque han sido recogidas por los enfoques racional y sistmico respectiva-mente. En segundo lugar, la tensin entre sistemas cerrados y sistemas abier-tos en donde el anlisis se inclina hoy por el predominio de los segundos.Finalmente, la tensin entre la organizacin como actor social y poltico deun lado y como agregado de individualidades del otro.

    Reglas o autorregulacin?En un texto que se ha vuelto clsico, Alvin Gouldner afirm que las teorasde la organizacin haban considerado a sta fundamentalmente desde dosperspectivas: aquellas que, a partir de Comte y ms tarde de Parsons, ven ala organizacin como producto de un orden natural, determinado por lasexpectativas recprocas y aquellas otras que, de acuerdo con Weber, la vencomo producto de un orden racional, regido por reglas elaboradas expresa-mente para asegurar su mayor eficiencia (Gouldner, 1959). Gouldner iden-tific a los dos tipos con los trminos que muchos autores siguen usandohasta la fecha: en el primer caso como sistemas"naturales" y en el segundocomo "racionales" (Scott, 2003).

    Las organizaciones en tanto sistemas naturales estn consideradas comocolectividades: grupos sociales que se esfuerzan por adaptarse y sobrevivir.En las diversas versiones funcionalistas de esta perspectiva, la divisin deltrabajo y el desempeo de funciones especficas por parte de cada uno de losintegrantes de la asociacin colaboran a mantener un equilibrio estable,mientras que normas y pautas de conducta colaboran a reforzar la integracin

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    y a evitar el conflicto. Conforme en la organizacin aumenta el nmero desus integrantes, se diversifican las tareas y se transforman las formas internasde funcionamiento, nuevos mecanismos formales e informales aparecen paranormar la actividad cotidiana y regular el conflicto (Harmon y Mayer, 1999;Scott, 2003). Otras versiones de esta perspectiva se encuentran con frecuen-cia en las teoras que han servido para el estudio de los partidos polticos,donde, como observa Scott (2003, 58) desde Michels, se ha hecho nfasis enla lgica de subsistencia y autopreservacin del partido

    4.

    Derivado de este enfoque, un abundante nmero de trabajos dirigi suatencin hacia aquellos mecanismos que colaboraban a hacer ms agradable eltrabajo dentro de las empresas y consecuentemente aseguraban una mayorproductividad. La sociologa del trabajo con sus diferentes propuestas sobre larelacin entre caractersticas del lugar de trabajo, procesos decisorios, comuni-cacin y productividad proviene de la tendencia terica a suponer mecanismosde regulacin derivados justamente de esa vocacin de las organizaciones abuscar formas internas de aliviar tensiones y mantener el equilibrio.

    De otro lado, la perspectiva racional parte de que las organizacioneshan sido creadas por la voluntad de los individuos con un determinado fin.Por lo mismo, se distinguen por orientar sus esfuerzos hacia la consecucinde metas especficas. Para Max Weber, quien establece los fundamentostericos de esta perspectiva, el fenmeno de la organizacin, est ligado a lassociedades modernas en las que predomina el elemento racional como fun-damento de la dominacin legtima y su expresin ms acabada en lassociedades modernas es la burocracia. La racionalidad, entendida como laadecuacin de los medios respecto de los fines constituye su rasgo sobre-saliente. Por lo mismo enfatiza la existencia de reglas formales que orientanla actividad de los integrantes de la organizacin y que asignan tareas a susdiferentes niveles de responsabilidad, independientemente de quien ocupelos puestos. La organizacin, segn Weber consiste bsicamente en "la dis-tribucin de los poderes de mando" (Weber, 1969: 704 y ss.). Esta segundacorriente har objeto de sus preocupaciones a dos tipos de organizacin: lavinculada con el aparato estatal que es la que interesaba a Weber fundamen-talmente y, por extensin, la que corresponde a la empresa productiva. Si en

    4 Un ejemplo reciente sera el anlisis de partidos polticos de Angelo Panebianco, Modelos de partido, Madrid,Alianza, 1990.

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    la organizacin estatal las acciones pueden estar orientadas hacia metas pre-cisas, en donde es posible medir el grado de cumplimiento, en la empresaproductiva, encaminada hacia la produccin de bienes concretos, esta co-rrespondencia se vuelve an ms evidente. En cualquiera de los dos casos, laorganizacin "es vista como producto de una administracin racional yconsciente al tiempo que los cambios en los patrones organizacionales seconsideran como estrategias planeadas para aumentar el nivel de eficiencia"(Gouldner, 1959: 404).

    La perspectiva racional destaca tres conjuntos de problemas: a) ladivisin del trabajo para aumentar la eficiencia (entendida por algunosautores como la obtencin de mximos resultados a partir de los recursosdisponibles); b) la distribucin jerarquizada del mando, ligada a la idea orga-nizativa de Weber, citada arriba, y c) la toma de decisiones en donde el clcu-lo de consecuencias se vincula con la bsqueda de la mejor alternativa deacuerdo al conocimiento y la experiencia de quien las toma. La informacinen este caso, se convierte en un factor de suma importancia (Harmon yMayer, 1999: 161-225).

    Derivado de esta perspectiva, el cumplimiento de metas ha sido consi-derado como indicador fundamental de "eficacia" para el anlisis de lasorganizaciones (Lusthaus et al., 1999). Esta premisa, sin embargo, merececonsiderarse con precaucin. De un lado, como seala Scott (2003: 290-292) las metas pueden variar de acuerdo con factores diversos que incluyenla percepcin de prioridades por parte de distintos grupos dentro de la orga-nizacin, problema que trataremos ms adelante. Por el otro, la "eficacia"puede estar mediada por consideraciones que obedecen a la lgica de man-tener la cohesin interna de la asociacin y no directamente a la lgica delcumplimiento de objetivos. Acciones tales como el establecimiento de reglastransitorias, la negociacin para obtener acuerdos parciales entre actoresdiversos dentro de la asociacin y el desvo parcial de los objetivos para solu-cionar problemas de corto plazo deben ser tomadas en cuenta no como indi-cadores de falta de eficacia, sino como esfuerzos dedicados a preservar labuena marcha de la organizacin. Por lo mismo, criterios referidos a la sat-isfaccin de los miembros de la organizacin o a su estabilidad internapueden ser tan significativos como la existencia de reglas de contabilidad ola distribucin adecuada del mando que se asocian a la orientacin racional.

    En el trabajo ya citado, Gouldner afirmaba que el funcionamiento real

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    de una organizacin combina ambas orientaciones: la natural (privilegiadapor la sociologa de los aos cincuentas, segn Gouldner) y la racional. Unateora de la organizacin que aspire a dar cuenta de la complejidad del fen-meno, dice Gouldner, tendra que echar mano de ambas perspectivas parareconocer de un lado, los elementos racionales que surgen de la bsqueda decaminos ms eficientes para llegar a las metas, y del otro, patrones de com-portamiento (normas valores, sentimientos) que explican el funcionamientode la organizacin ms all de las reglas y las rutinas formales. La bsquedade espacios de encuentro de los empleados en una oficina para platicar otomar caf, los elementos de identidad que impulsan a los miembros de unaorganizacin a defenderla en momentos de crisis o en el caso de las empre-sas productivas, la aplicacin de procedimientos tcnicos por parte depersonal especializado que retardan resultados y aparentemente actan encontra de las metas de productividad e incluso de calidad del producto, peroque garantizan mayor seguridad a los trabajadores, son ejemplos de que laorganizacin no puede explicarse exclusivamente por sus objetivos y que,para su supervivencia, los mecanismos espontneos de comportamiento delos integrantes de la organizacin y las normas o pautas de conducta elabo-radas a partir de los mismos, son tan importantes como las reglas, controlesy conocimiento experto que se establecen para asegurar el cumplimiento delas metas

    5. Ahrne recupera esta dicotoma al definir a la organizacin,

    cualquiera que sta sea, como una forma "de volver permanentes algunasactividades humanas, con el fin de aumentar el control sobre entornosinciertos" (Ahrne 1990: 36), en donde la permanencia, de un lado, y labsqueda de una racionalidad que haga frente a las presiones externas, delotro, confieren sentido a la necesidad de la agrupacin.

    Organizaciones cerradas o abiertasUna situacin semejante a la anterior ocurre con el "entorno". Tanto las dosperspectivas mencionadas arriba, como la crtica del mismo Gouldner,surgen de una visin de la organizacin como sistema "cerrado" (Hall, 1980;

    6 Adems de que habra que tomar en cuenta las eventuales consecuencias negativas del funcionamiento burocrti-co (Merton 1964: 275 y s.s.) que convierte a las reglas en fines, desestimula la imaginacin crtica y refuerza laconformidad.

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    7 En propuestas como la de Lusthaus et al. (1999), el entorno se convierte de hecho en materia de evaluacin alconsiderarse que uno de stos con reglas e instituciones apropiadas contribuir al buen funcionamiento de laorganizacin. A su vez, Warren (2001) sugiere que para el desarrollo de una vida asociacional sana se requierede un Estado slido que garantice derechos fundamentales, proteja libertades, otorgue seguridad social y cuentecon un sistema judicial confiable.

    Scott, 2003). sta interpreta todo el funcionamiento de la organizacincomo explicable por s mismo, en donde tanto el cumplimiento de las reglascomo las medidas tendientes a preservar el equilibrio interno son productode factores estructurales inherentes a la propia organizacin.

    Este concepto de la organizacin como sistema cerrado se modific a lolargo de la dcada de los sesentas, primero a partir de la nocin de "contin-gencia" utilizada para sealar condiciones externas cambiantes que podanafectar el cumplimiento de las metas o la permanencia de una organizacin(por ejemplo, en el caso de la empresa: la inflacin o una crisis econmica,Hall, 1980: 32-43). Ms adelante, diversas teoras, desde el institucionalismohasta la teora del caos, sealaron la influencia que diversos tipos de elemen-tos externos (reglas oficiales, agencias de financiamiento, tendencias polticas,circunstancias inesperadas, etc.) tienen sobre la organizacin. Por ello, lasnuevas perspectivas acerca de la organizacin tienden a considerar a stacomo un sistema abierto, sujeto a diversas influencias del medio am-bientepero tambin capaz de controlar y/o aprovechar los elementos externos paraservir a sus fines. El entorno, por su parte puede ser estable y predecible ofluido, cambiante y difcil de entender, lo cual requiere de un mayor esfuer-zo por parte de la organizacin (Hall, 1980). En este caso, los criterios deanlisis o evaluacin deben tomar en cuenta cuestiones tales como la con-gruencia de la reglamentacin interna con las reglas de mayor alcance; lahabilidad para obtener recursos de diversas fuentes; la capacidad para haceruso de elementos producidos por otras organizaciones de diverso tipo (i.e.,tecnologas o formas de operacin), as como la contribucin al bienestar dela comunidad. Asimismo, las relaciones establecidas con asociaciones simi-lares, con el gobierno o con fundaciones privadas se convierten en criteriosfundamentales de la evaluacin

    6.

    Algunos de estos elementos que en el anlisis de la empresa se concep-tualizaron desde el punto de vista de la satisfaccin de los "clientes", en elcaso de las asociaciones se han convertido en la satisfaccin de los llamados"stakeholders" trmino que abarca a todos aquellos involucrados con laasociacin, desde sus miembros activos hasta aquellos que colaboran regular

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    u ocasionalmente con donativos o que son simplemente simpatizantes(Lusthaus et al., 1999). Por la necesidad de responder a circunstancias cam-biantes, adaptabilidad y flexibilidad tambin han sido propuestos por otrosautores (Scott, 2003: 350-4) como caractersticas que permiten a las organi-zaciones sobrevivir e incorporarse a nuevas situaciones.

    Actores colectivos vs actores individualesEl estudio de las organizaciones las ha considerado como conjuntos estruc-turados de acuerdo con diversos principios (por ejemplo, la clasificacin deEtzioni (1980) relacionada con los tipos de control: coercitivo, normativo yutilitario) que actan unificadamente y que, como tales tienen capacidad deinterlocucin con otros actores individuales o con otras organizaciones.Algunas organizaciones complejas como el Estado han dado lugar a teorase interpretaciones propias que recuperan o priorizan elementos como elpoder, la representacin o el rgimen poltico sin perder de vista el elemen-to organizativo y colectivo que les da razn de ser. En esta perspectiva laorganizacin es considerada como un actor en s misma.

    Pero al mismo tiempo, las asociaciones han sido producidas por indi-viduos que tienen motivaciones distintas, que ocupan puestos diferentes enla jerarqua organizativa y que incluso tienen puntos de vista divergentessobre los mejores caminos para obtener las metas que la organizacin per-sigue. La teora econmica de la poltica ha subrayado el conflicto entre laaccin colectiva orientada a la obtencin de un bien pblico y el deseo indi-vidual de obtener un beneficio privado que conducen a que mientras mayorsea el bien obtenido y menor el costo para obtenerlo, mejores sern las pro-babilidades de los individuos participen y que una asociacin se mantenga yprospere. Por ello insiste en la necesidad de que las asociaciones ofrezcanincentivos selectivos a sus integrantes (Olson, 1965). Desde un punto devista distinto, pero tambin relacionado con la diversidad interna de lasorganizaciones, Hirschman (1977 [1970]) postul la importancia de la"voz" y la "salida" (exit) como las alternativas de disidencia de los miembrosde una asociacin que, segn esa teora, pueden optar por defender sus pun-tos de vista (la voz) o por salirse de la organizacin. Warren (2001) a su vez,ha relacionado ambos elementos con la posibilidad de que haya mayor omenor oportunidad de debate al interior de una asociacin. La diversidad

  • perspectivas tericas32

    interna es tambin el punto de partida de diversos estudios que han enfa-tizado las relaciones de poder dentro de la organizacin, as como los jue-gos internos a que esas relaciones dan lugar (i.e., Crozier y Friedberg, 1990[1977]). En este caso, otros criterios como legitimidad del mando, hori-zontalidad de procesos de decisin, existencia de espacios de discusin,obligatoriedad de la afiliacin, competencias creadoras de poder indivi-dual y beneficios adicionales, pueden ser indicativos de la capacidad de lasorganizaciones de las asociaciones- para enfrentar y manejar conflictosinternos.

    En suma, para el estudio de las asociaciones consideradas en esteartculo podemos distinguir cuatro grupos de variables que nos permitiranconstruir criterios de anlisis: racionalidad, permanencia de la asociacin,relacin con el entorno y coherencia frente a la diversidad interna tal y comogrficamente se muestra en el siguiente cuadro:

  • Variables para la construccin de criteriostiles en la evaluacin de asociaciones

    Las cuatro dimensiones mencionadas se presentan en estrecho grado deinterrelacin de tal manera que elementos que pertenecen a uno de ellasexplican con frecuencia a las otras tres; por ejemplo, la existencia de recur-

    33perspectivas tericas

    Racionalidad(Orientacin hacia fines, bsqueda

    de eficacia y eficiencia )

    reglas formales distribucin jerarquizada del mando toma de decisiones divisin del trabajo conocimiento experto definicin de metas aprovechamiento de recursos sistemas de contralora fiscalizacin

    I II

    Permanencia(Autopreservacin, equilibrio,

    integracin)

    reglas informales espacio de trabajo comunicacin interna valores compartidos proteccin interna mecanismos de solucin de problemas confianza

    Relacin con el entorno

    congruencia entre reglas internas yexternas (local, nacional, internacional) obtencin de recursos capacidad de innovacin o cambio relacin con la comunidad

    (bienestar) relacin con otras asociaciones y

    creacin de redes generacin de satisfaccin hacia los

    "stakeholders" adaptabilidad y flexibilidad sistemas de informacin

    Coherencia asociacional frente a diversidad interna

    incentivos adicionales a los miembros obligatoriedad de la afiliacin

    (salida) espacios de discusin (voz) reconocimiento de mbitos de

    competencia obtencin de consensos

  • perspectivas tericas34

    sos financieros o su manejo puede verse fundamentalmente como unacuestin de racionalidad administrativa, pero al mismo tiempo la relacincon el entorno o la capacidad para proporcionar incentivos asociada con lacoherencia pueden derivar de aqulla. De igual manera, las formas de procu-rarse informacin o de comunicarse internamente pueden ser consideradascomo elementos de la asociacin que lo mismo aportan conocimiento sobresu racionalidad que sobre sus formas de conservar la unidad interna o derelacionarse con la sociedad.

    Aunque una evaluacin global del desempeo de las asociacionesimplica considerar los cuatro grupos o dimensiones de variables sealadaspara la construccin de criterios, el cuadro 1 muestra dos columnas. Laprimera corresponde a un enfoque ms econmico y administrativo deldesempeo asociacional, afn a la teora de la movilizacin de recursos (cen-trada en la pregunta, cmo hacen las cosas?), mientras que la segundarefiere a un enfoque ms sociolgico y sistmico donde factores como va-lores e identidad son fundamentales para comprender las motivaciones de lavida asociativa y su permanencia (centrada en la pregunta, por qu la genteforma asociaciones? qu es lo que las mantiene unidas y activas?).

    Conclusiones

    La relacin entre movimientos sociales y asociaciones (llamadas aquOrganizaciones del Movimiento Social, OMS) que en ocasiones deja orga-nizaciones institucionalizadas donde antes slo haba movimientos, nosremite a la dualidad dinmica que se observa en la accin colectiva entreagentes y estructuras. De ah que algunas de las consecuencias atribuidas alos movimientos sociales pueden ser consideradas tambin como resultadode las caractersticas de las asociaciones y sus actividades, y viceversa. As, laposibilidad de analizar las acciones estratgicas de las asociaciones y de exa-minar sus consecuencias de mediano o largo alcance abre interesantescaminos de anlisis.

    Por otro lado, numerosos sistemas de evaluacin del desempeo asocia-tivo se han centrado en el cumplimiento de metas explcitas. Sin embargo,es preciso considerar que, as como los movimientos sociales tienen conse-cuencias esperadas e inesperadas, mediatas e inmediatas, de transformacin

  • 35perspectivas tericas

    superficial o profunda de la sociedad, el desempeo asociativo no puede serreducido al cumplimiento de sus objetivos expresos. Algunas consecuenciasno formuladas explcitamente como objetivos (como el aprendizajedemocrtico y la ampliacin de las redes sociales, por ejemplo) con frecuen-cia son consecuencias imprevistas de las acciones deliberadas de las asocia-ciones. Ms an, la bsqueda de objetivos precisos provoca tambin efectosdiversos que es imposible prever (como innovaciones tcnicas, culturales oadministrativas), pero que no hubieran ocurrido si la asociacin no sehubiera movilizado para conseguir sus objetivos expresos.

    Por otra parte, la teora organizacional constituye un mbito tericopropicio para la identificacin de variables que, como nos propusimos en uninicio nos permitan la construccin de criterios para la evaluacin deldesempeo asociacional. Sin embargo, las variables sealadas en distintosmomentos (sintetizadas en el Cuadro 1) ameritan un anlisis ms detalladoy pormenorizado para poder convertirse en criterios claros que a su vezpuedan ser relacionados con indicadores de buen desempeo. Cada variablepuede dar lugar a diferentes criterios (por ejemplo, comunicacin a travs decanales formales o comunicacin informal; divisin del trabajo compleja osimple; obtencin de recursos diversificados, de una sola fuente o escasa,etc.). Un paso adicional ser, seguramente, la construccin de una tipologade modelos asociativos para luego cruzarla con los criterios identificadoshasta este momento y considerar, entonces, sus posibles combinaciones.Aunque esta lnea de trabajo pareciera conducir a una matriz muy amplia(de tantas columnas como tipos asociativos identifiquemos y con tantos ren-glones como criterios significativos distingamos), en la prctica creemos quelas combinaciones formalmente posibles se reducirn a un nmero significa-tivamente menor de combinaciones relevantes debido a que existe unaafinidad electiva entre los criterios y los tipos asociativos. La distincin entretipos organizativos que propone Lofland (1996), la burocrtica y la colec-tivista, nos parece limitada para analizar una mayor variedad de asociaciones,si bien puede ser muy til para analizar a las organizaciones del movimien-to social. Sin embargo, el procedimiento de Lofland ilustra uno de loscaminos que podemos seguir en nuestra investigacin. A partir de la distin-cin dicotmica mencionada, Lofland encuentra que en las asociaciones"burocrticas" la autoridad se encuentra concentrada, existen reglas, operaun control social basado en ellas, las relaciones sociales son instrumentales e

  • perspectivas tericas36

    impersonales, el reclutamiento y las promociones dependen de las califica-ciones y la antigedad, los incentivos son materiales, la estratificacin alta,lo mismo que la diferenciacin y la especializacin. En contraste, en las aso-ciaciones que l llama "colectivistas" la autoridad se encuentra descentraliza-da, no operan reglas claras, el control es de tipo normativo, las relacionessociales son personales y afectivas, el reclutamiento se da a travs de redespersonales con afinidades ideolgicas, los incentivos son en funcin de va-lores, la estratificacin es mnima, al igual que la divisin del trabajo y la espe-cializacin. Si bien esta dicotoma entre tipos asociativos es muy sugerentecreemos que an es posible hacer algunas otras distinciones significativasentre tipos asociativos en la lnea sugerida por Luna y Tirado (en este mismovolumen) para analizar los procesos de toma de decisiones. El anlisis de lostipos asociativos, sus posibles combinaciones con los criterios aqu sealados,as como las combinaciones que en la prctica observamos con mayor fre-cuencia ser desarrollado en un trabajo posterior.

    Recibido el 28 de enero del 2005Aceptado el 22 de febrero del 2005

  • 37perspectivas tericas

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  • Confianza, capital social y desempeo deorganizaciones.

    Criterios para su evaluacin.Sara Gordon R.*

    ResumenEn el marco del anlisis del capital social, el presente artculo aborda el tema de loscriterios apropiados para evaluar el papel de la confianza en las asociaciones civiles.Propone dos niveles: por una parte, la capacidad de estas asociaciones de generarconfianza interna con rasgos cvicos y de coadyuvar al desarrollo de confianza ge-neralizada y de actitudes y conductas cvicas; por otra parte, reflexiona sobre laconveniencia de utilizar la distincin entre diversos tipos de confianza, a fin deestablecer si alguno de ellos favorece ms que otros la cooperacin y un desempeosatisfactorio acorde con los objetivos fijados por esas asociaciones.

    AbstractWithin the analytical framework of social capital, this article approaches the subjectof the appropriate criteria to evaluate the role of trust in civil associations. It pro-poses two levels: on the one hand, the associations capacity to produce internaltrust with civic characteristics and to develop generalized trust and civic attitudesand behavior; on the other hand, it reflects on the convenience of using the distin-ction between diverse types of confidence, in order to establish if some of themfavor cooperation more than others as well as a satisfactory performance accordingto the associations objectives.

    Palabras clave: confianza, capital social, desempeo de organizaciones, sociedadmoderna, confianza sistmica y personal, cognitivismo

    * Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Ciudad de laInvestigacin, Circuito Mario de la Cueva s/n, Zona Cultural de Ciudad Universitaria, CP 04510, Mxico, D.F.

  • perspectivas tericas42

    Introduccin

    La problemtica de la confianza ocupa de manera creciente la atencin de losesfuerzos de investigacin en las Ciencias Sociales. Diversas corrientes de anli-sis, provenientes de variadas tradiciones tericas consideran que la confianzaconstituye un factor fundamental para la cooperacin y la coordinacin social,sea en el campo de estudio de las organizaciones, del desempeo gubernamen-tal, democrtico o del desarrollo, entre otros. Desde la teora de la organi-zacin, algunos investigadores ven a la confianza como una cualidaddeseable de la relacin entre empresas, y la consideran un mecanismo degobernanza muy eficiente (Zucker, 1986). Los estudiosos de la accin colec-tiva, por su parte, indican que la confianza constituye un componente decapital social clave para favorecer la cooperacin y resolver problemas deaccin colectiva que a su vez permiten mejores niveles de desarrollo (Ostromy Kahn, 2003). En el marco de los trabajos sobre organizaciones de volun-tariado, Anheier y Kendall relacionan la confianza con las creencias en lalegitimidad bsica del orden social y el sistema poltico (2002). Por ltimo,Robert Putnam ha aportado evidencias empricas sobre la relacin que existeentre los componentes del capital social la confianza, las normas de recipro-cidad y las redes y un alto desempeo gubernamental.

    En el debate sobre la relacin entre asociatividad, confianza y compro-miso cvico, Robert Putnam ha sostenido que las asociaciones cvicas o devoluntariado constituyen espacios de interaccin social en los que se facilitael aprendizaje de actitudes y conductas cooperadoras, incrementan la inter-accin cara a cara y crean condiciones para el desarrollo de la confianza, yque la confianza generada dentro de ellas, as como las experiencias de coo-peracin de sus miembros, tienden a generalizarse al conjunto de lasociedad. Sin embargo, varios autores han puesto en duda el hecho de quetodas las organizaciones favorezcan el compromiso cvico y el desempeo.

    Nuestro trabajo se plantea reflexionar sobre los criterios apropiadospara evaluar el papel de la confianza en las asociaciones civiles, en dos nive-les; por una parte, tanto la capacidad de estas asociaciones de generar confian-za interna con rasgos cvicos, como de coadyuvar al desarrollo de confianzagenera-lizada y de actitudes y conductas cvicas y, por otra, sobre la conve-niencia de utilizar la distincin entre diversos tipos de confianza, a fin deestablecer si alguno de ellos favorece ms que otros la cooperacin y un

  • 43perspectivas tericas

    desempeo satisfactorio acorde con los objetivos fijados por ellas1. El

    inters de reflexionar sobre los criterios apropiados para estudiar la capaci-dad de generacin de confianza generalizada y de fomento de actitudes cvi-cas de las organizaciones civiles (voluntarias) en Mxico, se fundamenta enla necesidad de conocer los efectos sociales de estas organizaciones en sumbito de accin. Sobre todo porque en nuestro pas se registran bajos nive-les de confianza, como lo indican los resultados de una encuesta nacionallevantada en el ao 2000 (Durand, 2002)

    2: slo 25% de los entrevistados

    opina que s se puede confiar en la mayora de la gente. En este contexto, elanlisis de la confianza en las organizaciones civiles y de su capacidad paracoadyuvar a la generalizacin de la confianza, es sumamente relevante.

    A fin de establecer las lneas de nuestra propuesta, expondremos breve-mente las principales corrientes tericas sobre la confianza que sustentannuestra reflexin; a continuacin abordaremos el debate sobre los mecanis-mos de generacin de confianza en las organizaciones civiles y, por ltimo,esbozaremos los criterios que proponemos. Para llevar a cabo nuestra refle-xin partimos de formulaciones tericas sobre la confianza en la sociedadmoderna. Sin pretensiones de abordar todos los enfoques, retomamos aqulos ms importantes que nos permitirn tratar el problema que planteamos.

    Las teoras de la eleccin racional definen a la confianza como el con-junto de expectativas racionales, basadas en la comprensin del inters delotro con respecto al propio y en clculos que sopesan los costos y beneficiosde ciertos cursos de accin de quien confa o de la persona en quien se con-fa. Hardin ha formulado un modelo de la confianza basado en la expli-cacin del "inters encapsulado", en el que "yo puedo confiar en ti porques que encapsulas mi inters en el tuyo". En estas interacciones, la confianzadepende de las relaciones que se establecen entre las partes involucradas; esdecir, es una expectativa que se construye a partir de intercambios parti-culares. De acuerdo con Hardin, no confiamos en forma generalizada, sinosolamente en intercambios especficos: por ejemplo, no confo en mi doctorpara que repare los frenos de mi carro. Esta definicin de la confianza hasido criticada por su amplitud y por el hecho de que las personas no hacen

    1El presente trabajo se enmarca en la investigacin sobre desempeo de organizaciones que se lleva a cabo en elInstituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, coordinado por la Dra. Cristina Puga y apoyado por el PAPIIT.

    2Encuesta urbano rural, aplicada en enero de 2000, a 2,200 mayores de 18 aos. Mide la confianza interpersonalpor medio de la pregunta: "Hablando en general dira usted que se puede confiar en la mayora de las personas?

  • perspectivas tericas44

    clculos complejos cada vez que deben confiar en alguien, ni disponen deltiempo y la informacin necesaria para estos clculos. Si as fuera, la con-fianza sera muy rara ((Levi, 1999; Rothstein, 2000).

    Desde un enfoque de teora de sistemas, Luhmann desarrolla la funcinque cumple la confianza. Para este autor, la confianza es un mecanismo quepermite a los actores reducir la incertidumbre a travs de adoptar expectati-vas especficas sobre el comportamiento futuro del otro y predecir en algu-na medida sus acciones, de manera rutinaria, no necesariamente productodel clculo (Lane, 1998). Luhmann (1988) distingue entre confiabilidad yconfianza y seala que esta distincin depende de la percepcin y de laatribucin. Cuando no se consideran cursos alternativos de accin, se est enuna situacin de confiabilidad, y si las expectativas son defraudadas, seatribuye esta desilusin a una causa o factor externo al actor; en cambio, sise escoge una accin por encima de otras, a pesar de la posibilidad de serdefraudado por la accin de los otros, la situacin se define como de con-fianza. En este caso, la defraudacin de las expectativas se atribuye a ladecisin del actor. Asimismo, Luhmann (1996) distingue entre confianzapersonal, basada en la familiaridad y en tomar las cosas como dadas y la con-fianza sistmica o confianza en el funcionamiento adecuado de ciertos sis-temas. La primera forma es producto de la interaccin previa o derivada dela membresa en un mismo grupo social. La segunda es propia de un ordensocial complejo en el que se tiende a perder la familiaridad, y la refuerzanmecanismos que, como la ley, limitan el riesgo de la confianza mal deposi-tada. Estos mecanismos actan como estructuras que dan seguridad sinnecesidad de ser activadas, ya que el uso efectivo de sanciones legales esincompatible con una relacin de confianza.

    Giddens, por su parte, destaca el carcter de creencia y de fe de laconfianza y, al igual que Luhmann, distingue entre confianza sistmica ypersonal. La primera implica confiar en sistemas sociales o principiosabstractos, caracterstica de las instituciones de la modernidad. Giddensplantea el distanciamiento tiempo espacio explcitamente ligado a proce-sos de globalizacin y descentramiento social (Giddens, 1990).

    Este aspecto de seguridad que dan las estructuras formales es compar-tido por autores basados en el cognitivismo. En efecto, Zucker (1986)considera que la confianza institucional no depende de la familiaridadinterpersonal o de una historia comn, sino del soporte y seguridad que

  • 45perspectivas tericas

    proporcionan estructuras formales, producidas y legitimadas socialmente,que garantizan la confianza.

    Las corrientes cognitivistas ponen en el centro de su comprensin de laconfianza a las expectativas sobre el orden social en general y sobre las inte-racciones especficas con los otros, que se sustentan en una estructura comnde comportamiento, en regularidades, rutinas sociales y significados com-partidos. As, la confianza reside en las expectativas de los actores de que lascos