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212 B onatti: pocas palabras significan tan claramente alpinismo. Everest puede suponer himalayismo, pero también una cota estratosférica o un accidente geográfico, lo mismo ocurre con el Mont Blanc. Bonatti, el nombre de una persona, es el sinónimo más afinado de ese modo de exploración humanística contemporánea que conocemos como alpinismo. Bonatti acaba de fallecer en una clínica de Roma; fue el 13 de septiembre de 2011. Había nacido en Bérgamo el 22 de junio de 1930. La vida y personalidad de Walter Bonatti son absolutamente fascinantes. Quizás sea la conjunción de varios factores: el momento vivido, su personalidad y planteamientos éticos, su procedencia y sus originales El alpinista más puro Pedro Nicolás [email protected] “Nos preguntamos qué sentido pude tener el alpinismo hoy en día. Todo aquello que expresa valores humanos, y por lo tanto también el alpinismo, debería merecer respeto. Sin embargo, no siempre es así porque, actualmente, en un mundo que parece cada vez más dispuesto a premiar a astutos y tramposos, a rendirse ante ladrones y corruptos, es difícil auspiciar virtudes como la honestidad, la coherencia, la responsabilidad, el compromiso y los gestos desinteresados del espíritu”. Walter Bonatti. Montañas de una vida Walter Bonatti ante su propia foto. ©D. Rodriguez-Desnivel

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Bonatti: pocas palabras significan tan claramentealpinismo. Everest puede suponer himalayismo, perotambién una cota estratosférica o un accidente

geográfico, lo mismo ocurre con el Mont Blanc. Bonatti,el nombre de una persona, es el sinónimo más afinadode ese modo de exploración humanística contemporáneaque conocemos como alpinismo.

Bonatti acaba de fallecer en una clínica de Roma; fueel 13 de septiembre de 2011. Había nacido en Bérgamoel 22 de junio de 1930.

La vida y personalidad de Walter Bonatti sonabsolutamente fascinantes. Quizás sea la conjunción devarios factores: el momento vivido, su personalidad yplanteamientos éticos, su procedencia y sus originales

El alpinista más puroPedro Nicolás

[email protected]

“Nos preguntamos qué sentido pude tener el alpinismo hoy en día. Todo aquello que expresavalores humanos, y por lo tanto también el alpinismo, debería merecer respeto. Sin embargo, nosiempre es así porque, actualmente, en un mundo que parece cada vez más dispuesto a premiara astutos y tramposos, a rendirse ante ladrones y corruptos, es difícil auspiciar virtudes como lahonestidad, la coherencia, la responsabilidad, el compromiso y los gestos desinteresados delespíritu”.

Walter Bonatti. Montañas de una vida

Walter Bonatti ante su propia foto.

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decisiones, lo que conforma una biografía que sin dudaquedará como un hito histórico de la relación entre el serhumano y las montañas.

Walter Bonatti era aún adolescente cuando lahecatombe bélica se abatió sobre Europa dejando unmundo de desolación. Todos los horrores del mundohabían desfilado ante susojos; pero él reaccionó demodo distinto a la mayoríay lo iba a demostrar enaquellas montañas de perfilvioláceo que se alzabancomo lejano telón sobre lallanura paduana en la quevivía.

Primero la mirada deljoven inquieto y soñadorque era Walter, se fijó en un monte calcáreo quesobrepasa por poco los2.000 m: el monte Alben ypensó que si allí anidaban las grandes rapaces tambiénlo harían la soledad y elmisterio que dan pie a laaventura y con ella sentidoa la vida. Desde entoncesuna poderosa atracción lefue llevando a las montañasy pronto, como él mismo dijo, nopudo sustraerse a la fascinación de lasagujas y las crestas de esa hermosacima que es la Grigna, escarpadamontaña cercana a Lecco. Todoalpinista tiene una montaña iniciática;la Grigna fue la de Bonatti. El siguientepaso, audaz y profético, fue la escaladaa una torre de la Grigna de nombreNibbio. Era su primera escalada y suprimera ruta en cabeza de cuerda. Desdeentonces, corría el año 48, hasta el 65,su relación con las montañas y sus másseveras paredes sería fecunda y ejemplarhasta el punto de constituir parte de lahistoria medular del alpinismo.

No desearía detenerme en exceso enun historial de escaladas sobresalientesque quien más, quien menos, conoce.Sin embargo no puedo dejar de comentarunos hechos que fueron decisivos en su vida.

Tras una irrupción arrolladora en el mundo de laescalada con repeticiones como las nortes del Badile ylas Jorasses, se enfrenta a su primera gran obra, la caraE. de Le Grand Capucin. El resultado fue una de las

grandes rutas de escalada en roca de los Alpesoccidentales. Una ruta difícil, aérea y exigenteconseguida con compromiso y creatividad. Sin embargo,ya fuese por su precocidad, su descaro al trasladar laescalada artificial de las murallas calcáreos orientalesal sagrado Mont Blanc, o por no ser oriundo de los valles

alpinos, pronto se vesometido a feroces críticasdel mundo del alpinismooficial y profesional. Ytambién pronto compruebaalgo más grave: la primerarepetición a su ruta de Le Capucin, mesesdespués de la apertura, essumamente desconcertante,pues sospecha que el relatono es verídico. Los guíasLino Lacedelli y LuigiGhedina afirman haberloescalado en una jornada (a Bonatti le costó 3) ydescendido por la mismaruta. Bonatti calla y es de suponer que sufreencorajinado ante lo quepiensa pero no puededemostrar. Años después, en los 70, en el libro “Vingt

ans de cordée”, de los francesesParagot y Berardini, con motivo deesta escalada y comparandohorarios y relatos, afirmanrefiriéndose a los primerosrepetidores: “Me dije: estos sonunos vendedores de humo quenunca alcanzaron la cumbre.Comenzaron el Capucin peronunca lo terminaron”.

Quizás Bonatti ya era así o quizás estos hechosconsolidaron aún más algunasde sus profundas conviccioneséticas. La honestidad, el sentidocrítico, la independencia, eljuego limpio y el compromisoauténtico han sido siempreconsustanciales a su alpinismo

y en ese mismo sentido siempre denostó el excesoen el uso de ayudas técnicas como por ejemplo el casode los spits o seguros perforantes.

Los sucesos previos al ataque y conquista del K2 enel año 54 serán un episodio clave para el resto de suvida y corroboran lo antes dicho. Muy a grandes rasgos,

W. Bonatti a la bajada de laapertura del espolón del Dru,en 1955.

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pues remito al lector a relatos más detallados, lo queocurrió fue que los 23 años de Bonatti eran, a pesarde su fuerza, empuje y entrega, muy pocos para quele consideraran candidato a la cima. Hasta ahí se podríaentender. Incluso en mi opinión se puede llegar a pensarque aquel anochecer terrible y el vivac imposible sobrelos 8.000 m hubo más incomunicación y malentendidospor parte de la cordada del campamento que verdaderaalevosía. Pero lo que Bonatti nunca perdonó fue que,una vez abajo, con la gran montaña conquistada, suabnegada labor, hasta el punto de arriesgar la vidallevando el oxígeno necesario para el ataque a cima,fuera menospreciada y silenciada. Ante esto, Bonatti,quien no concebía la injusticia, puso el mismo empeñoque en sus escaladas en demostrar la verdad de loocurrido. Hubo de esperar hasta bien entrado el sigloXXI para que el Club Alpino Italiano reconociera lafalsedad del informe oficial de aquella expedición ydevolviera el honor que en justicia le correspondía. Esatambién fue una larga escalada de Bonatti, sin dudala más triste y sufrida, pero tan ejemplar como lasrestantes.

A consecuencia de la profunda decepción sentidacon algunos compañeros y con la sociedad alpina trasla expedición del K2 abre en solitario, en una de laspáginas más intensas de la historia de la escalada, el

Pilar SO. del Petit Dru. Fue su ruta y su vivencia máscatártica, la que le hizo reencontrar la confianza internay plantearse nuevas metas y quizás uno de los mejoresejemplos de hasta qué punto el alpinismo, la lucha conlas rocas, la altitud y el hielo, parte de un impulsooriginado en las emociones más íntimas.

Luego vendrían sus bellísimas y arriesgadas vías enla vertiente italiana del Mont Blanc, el rincón máselevado y salvaje de Europa, donde abrió rutas en elPilar d´Angle y en el Pillier Rouge du Brouillard. Mástarde logra la primera ascensión al Gasherbrum IV enel seno de la expedición de Cassin del 58. La escaladaa esta difícil cima del Karakorum, que roza los 8.000m, realizada junto a Carlo Mauri es una actividad quepienso se adelanta 30 años a lo que se va a hacer enel himalayismo. Ese mismo año 58 intenta el Cerro Torrey realiza varias importantes escaladas en la Patagonia.En julio de 1961 se ve envuelto en una trágica retiradatras el intento de apertura del Pilar Central de Freneyen el Mont Blanc, en la que mueren cuatro de suscompañeros. Este suceso merece gran atención de losmedios informativos y da pie de nuevo a algunas críticas.Ese mismo año realiza una campaña en los Andesperuanos donde escala entre otros el Rondoy Norte.

En el 63 hace la primera invernal a la Walker delas Jorasses; en el 64 abre una vía por el norte del

Vista de los Drus, reflejados en las nubes, desde Chamonix.

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espolón Whymper de la misma cima, logrando así teneruna ruta en cada una de las vertientes más agrestes ysalvajes del Mont Blanc: Freney, Brouillard, Dru, Angley Jorasses. En el 65, llega la traca final, apertura invernaly solitaria en la cara norte del Cervino.

Al bajar del Cervino anuncia que deja el alpinismoextremo. A los 35 años el mejor alpinista del mundo,quizás en una nueva vuelta de tuerca introspectiva,decide dejar las grandes escaladas.

Durante las tres siguientes décadas trabaja comoviajero, explorador y fotógrafo mostrando al mundo loslugares más recónditos y sugerentes de la Tierra enrevistas ilustradas. Sin embargo su enorme categoríaalpina le permite puntualmente algún reencuentro conlas montañas de envidiable calidad y de este modorepite en el 76 su vía del Capucin, o en el 84 se adentrasolo, casi a escondidas, en un acto casi religioso en elcorazón de su “padre” Mont Blanc. Entra por el collado

de la Innominata al glaciar de Freney para vivaquear enel collado de Peutery y acceder a la cima de Europa ala salida del Sol. El relato de esta experiencia, y otrasmuchas, está recogido en su precioso libro “Montañasde una vida”, una de las obras más bellas y emotivasde la literatura alpina.

Aquel vivac de septiembre del 84 en la almohadaglaciar del collado de Peuterey dio origen a estas líneas:“Pasaban las horas. Me encontraba inmerso en ellaberinto de mis reflexiones que me llevabaninevitablemente, a la búsqueda de mi verdad. Por eso

sentía en mi todas las contradicciones que hay en elhombre, pero en mi monólogo había llegado a algunospuntos firmes. Estaba seguro, por ejemplo, de que noexiste nada en la Tierra que no sea de todos, por lo tantotambién mío. Sabía que comprender la belleza significaposeerla. Podía jurar que siempre hay puertas que abrirdentro de nosotros. Reconocía que las dificultades noponen a prueba la fuerza del hombre sino su debilidad.Otras preguntas difíciles que me había formulado seguíansin respuesta, pero en definitiva, me había dicho a mímismo que la vida tiene sentido vivirla con el máximocompromiso, buscando la realización de todo lo que selleva dentro…/…Para mí estaba muy claro que miextravagancia era preferible a aquella “cordura” demuchos de allá abajo, en donde con frecuencia la vida–encadenada por la rutina y regulada por todas laspresiones que llegan a transformar incluso el arte y la feen una mercancía- no es más que desesperación, un

desierto de apatía y de egoísmo”. Hace unos pocos añostuve la suerte de conocer a Walter Bonatti durante suvisita a Madrid para recoger el premio que le concedióla Sociedad Geográfica Española. La persona superó alpersonaje. Compartí con él algunos ratos e inclusomoderé una de sus conferencias. Sólo puedo decir, sinidealización, que percibí en él, al margen de sucordialidad, una fuerza vital, una actitud estética, unacoherencia y sobre todo una nobleza moral, que creoestán en la raíz de sus memorables logros alpinos. Eseha de ser el legado que Bonatti nos deje para siempre.

Pedro Nicolas, WalterBonatti y la traductora Diana Soliverdi.

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